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“Papá no va a llegar,

porque está trabajando en el norte”

Memorias y epistolario de un
preso político comunista y su familia
en Chile

Rolando Álvarez Araya


“Papá no va a llegar, porque está trabajando en el norte”

Memorias y epistolario de un preso político comunista

y su familia en Chile.

Autor: Rolando Álvarez Araya

Editora: Isadora Stuven Di Pede

Registro de Propiedad intelectual: 222.205.

I.S.B.N.: 978-956-351-536-7.

Diseño de Portada: Manuel Olate Céspedes

Diagramación e Impresión: Gráfica LOM

Impreso en Santiago de Chile, noviembre de 2012




Índice

Palabras iniciales 5
Prólogo 9
Memorias de prisión 13
Epistolario de prisión 83
Carta a los hijos 155
Fotos familiares 165

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Palabras iniciales

E
l origen de este libro se remonta al verano de 2011, cuando
Rolando Álvarez Araya, luego de leer un nuevo texto
sobre las experiencias de un preso político en los meses
posteriores al golpe de Estado de 1973 en Chile, decidió que debía
dejar en claro su propia experiencia. Algunos de sus cinco nietos
habían crecido y conocían fragmentos de los derroteros de su
abuelo en los campos de concentración de la dictadura. Por su
parte, los más pequeños pronto estarían en edad de querer conocer
la historia de su Tata. Según sus propias palabras, su deseo de
que esta historia no se perdiera entre los retazos de la memoria
familiar, lo decidió al fin a contar su versión de los hechos.
Este ejercicio, luego de 21 años de terminada la dictadura,
puede parecer algo alejado de todo dramatismo, más aún cuando
ya son de sobra conocidas las atrocidades y atropellos cometidos
contra los derechos humanos entre los años 1973 y 1990. Sin
embargo, para la familia Álvarez Vallejos fue una decisión que

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Rolando Álvarez Araya n

removió antiguas heridas. Durante los años de dictadura, los


hijos de Rolando Álvarez Araya crecimos con el temor de contar,
con la paranoia de la represión y con la conciencia del tabú. “No
hablen de estas cosas en el colegio”, fue una frase que los tres
recordamos. Con la idea de proteger a su parentela, Rolando
decidió no contar los detalles de su traumática historia a sus
hijos. Esta nunca fue tema de conversación en las sobremesas
familiares, salvo en contadas ocasiones. Siempre tuvimos dudas
sobre la magnitud de lo ocurrido con nuestro padre, qué había
pasado en los temibles interrogatorios, cómo lo había pasado
nuestra madre... En este sentido, Rosa y Alejandra, las dos hijas
mayores de Rolando Álvarez, recuerdan claramente la genética
mentira piadosa que explicaba la ausencia paterna. Ante sus
incesantes preguntas a su madre sobre dónde estaba, la respuesta
fue “el papá está trabajando en el Norte, pronto volverá”.
Por este motivo, aunque parezca increíble, nosotros, la familia
de Rolando Álvarez Araya, hemos terminado de conocer sus
padecimientos post golpe de Estado mediante la elaboración de
este libro. Especie de sanación y pago de una deuda pendiente, a
la vez que legado para sus nietos, este texto termina de cerrar un
largo ciclo en la historia personal tanto de nuestro padre como
de su familia.
De esta manera, el origen de este libro es eminentemente una
cuestión familiar, gracias al cual nuestro “querido viejo” puede
terminar de darnos el largo abrazo que tanto pensó durante
los eternos meses de su arbitraria detención. Sin embargo,
estamos concientes de su valor histórico, para que las nuevas
generaciones de chilenos y chilenas no olviden los horrores que
también forman parte del pasado de nuestro país.
Este libro se construyó en base a una decena de entrevistas
que Isadora Stuven Di Pede, egresada de antropología, realizó
a nuestro padre a lo largo del año 2011. Ella tuvo el enorme

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Palabras iniciales

mérito de ganarse su confianza y así ayudarlo a reconstruir sus


recuerdos. Asimismo, entrevistó en una ocasión a nuestra madre,
Rosa Vallejos Guzmán, crucial testimonio para terminar de
comprender lo ocurrido y que también está incluido en el texto.
En base a este material, Isadora elaboró un relato en primera
persona, una historia de vida de Rolando, que de manera ágil
y certera, describe los sucesos que dieron forma a la experiencia
en prisión de nuestro padre. En medio de la voz de Rolando,
aparece, con otro tipo de letra, la voz de Rosa, quien cuenta cómo
vivía esos dolorosos meses. Queremos agradecer a Isadora por el
excelente trabajo realizado.
Una vez terminada esta parte, ocurrió un hecho inusitado.
Acicateada por las entrevistas de Isadora, Rosa se decidió a
entregar a la familia (hijos y nietos) un preciado tesoro, guardado
durante 37 años. A modo de rumor familiar, nosotros sabíamos
que nuestra madre había conservado el epistolario sostenido
con Rolando durante sus meses como prisionero político. Sin
embargo ninguno de nosotros nos habíamos atrevido a leerlas,
tal vez por pudor y también temor a conocer la magnitud de lo
vivido durante aquel tiempo. Pero al fin, el año 2011 se abrió el
baúl de la memoria familiar y todos nos animamos a leer estas
viejas cartas. A través de ellas, pudimos comprobar algunas
cosas. Lo primero, la fidelidad de los recuerdos de Rolando,
cuyo testimonio coincidía a la perfección con el contenido de
las cartas que él había escrito a fines de 1973 y 1974 y que no
había vuelto a leer. Lo segundo, pudimos comprender en una
nueva dimensión todo lo ocurrido; cada uno de nosotros, sus
hijos, metabolizamos de manera distinta lo que pasó y en esta
ocasión, también asimilamos personalmente la lectura de estas
cartas.
Así, un texto que originalmente pretendía ser el testimonio
de Rolando Álvarez Araya en prisión, se convirtió, a través de su

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epistolario con Rosa y nosotros, sus entonces pequeños hijos, en


algo más amplio: en la descripción de un episodio fundamental
en la historia de nuestra familia. Concientes que la nuestra fue
una historia de muchos, decidimos que la compartiríamos con
todos quienes quisieran conocer lo que miles de chilenos y
chilenas padecieron a partir del 11 de septiembre de 1973.
Como siempre, muchas personas colaboraron en la
elaboración de este libro. Como familia, queremos reiterar nuestro
agradecimiento al enorme y excelente trabajo de Isadora Stuven
Di Pede. Su compromiso con este proyecto fue fundamental
para lograr terminarlo. Queremos agradecer a la historiadora
Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, que mediante el prólogo que
redactó para este libro, contextualiza el valor historiográfico y
político de estas memorias familiares. También a Manuel Olate
Céspedes, por el diseño de la portada del libro.
La labor de transcripción de las cartas la hicieron Zoé Gálvez
Álvarez (26 años) e Imara Álvarez Garrido (19 años), las dos
nietas mayores de Rolando. Los tres menores, Martín Alegría
Álvarez (10 años), Rolando Álvarez Riscal (9 años) y Fernando
Álvarez Gajardo (5 años), si bien no participaron directamente
en la elaboración del texto, fueron fundamentales para que su
abuelo se decidiera a contar esta historia.
Rosa, Alejandra y Rolando

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Prólogo

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uizá una de las cuestiones más estremecedoras de una
dictadura sea el que la vida sigue fluyendo, continúa su
curso, y, mientras muchos sufren la represión y el dolor,
la vida sigue con sus amores, desafíos de sobrevivencia y alegrías.
Más aún, los mismos afectados por la violencia, sus familias y los
otros que son testigos mudos de lo que ocurre, deben seguir sus
vidas y hasta ser felices. La dictadura militar pinochetista vivida
por Chile durante diecisiete años tiene ese doble rostro: el de la
represión contra los partidarios de la derrotada Unidad Popular,
como de cualquier oposición, el del terror que envolvió a toda la
sociedad y la desintegración de los lazos sociales y de solidaridad
mínimos. No obstante, también fueron los años en que miles,
partidarios y opositores al régimen, se casaron, tuvieron hijos y
vivieron momentos de gran felicidad e incluso algunos fueron
completamente felices.
El libro que está en sus manos, “Papá no va a llegar, porque

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está trabajando en el norte. Memoria y epistolario de un preso


político comunista y su familia en Chile”, es un vívido reflejo
de ese claroscuro que significa vivir una dictadura, en este caso,
la dictadura cívico-militar encabezada por el general Augusto
Pinochet.
Como muchos estudios han demostrado, el régimen
militar instalado en Chile a partir del 11 de septiembre de 1973
se constituyó en un Estado terrorista, que utilizó el aparato
estatal para perseguir y aniquilar a la izquierda marxista,
como a quienes se oponían activamente a la violación de
derechos humanos, imponiendo el terror, el cual se apoderó de
la vida de los chilenos. Como se sabe, la represión y el terror
no constituyen el mismo fenómeno. En efecto, la primera es
focalizada y se dirige a los militantes izquierdistas, dirigentes
sociales, estudiantiles, pobladores, obreros y trabajadores en
general, es decir, aquellos estrechamente comprometidos con el
anterior gobierno y resistentes al nuevo régimen; son aquellos
que han sido definidos como el enemigo interno, antipatriotas, a
quienes se niega su naturaleza humana, susceptibles, por tanto,
de cualquier ultraje y violencia. Carecen de todo derecho. Son
aquellos que nadie debe defender, parias sociales. El terror, en
cambio, es una ola gigantesca que atrapa todo el cuerpo social, a
partidarios, simpatizantes y opositores, pues sobre todos recaen
las nuevas lógicas y normas de convivencia. Es la sociedad en su
conjunto la que debe aprender un nuevo sistema de creencias,
de valores, nuevas conductas y sociabilidades; la que debe
privatizar su vida. Una nueva vida cotidiana surge bajo el poder
de la espada, deshumanizando la vida.
Rolando Álvarez Araya fue parte de la represión, de los
castigados, negados y definidos como enemigos. Su Memoria y el
epistolario con su esposa son un vívido reflejo de esa nube negra
que fue controlando a la sociedad chilena: detenido en su lugar

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Prólogo

de trabajo –el Hospital Barros Luco– en medio del allanamiento


realizado por la Fuerza Aérea de Chile, pero peor aún, producto
de la aparición de un nuevo sujeto social, el delator, aquel que le
sopla al oído al militar su militancia comunista y su compromiso
con la Unidad Popular, lo acusa de ser “extremista”, bloqueando
la libertad que recién le habían reconocido. El delator, el
“soplón”, como se le denominaba en la jerga cotidiana que
surgió tras el golpe, fue un actor central en la desarticulación de
los lazos sociales, de las confianzas interpersonales; uno de los
encargados de instalar la desconfianza, el silencio y la distancia
entre los chilenos. Don Rolando fue víctima de esos noveles
valores sociales, aplaudidos y estimulados por las autoridades
militares: la deslealtad, la traición. Fue, igualmente, destinado
a un campo de concentración –la oficina salitrera Chacabuco,
cerca de la ciudad de Antofagasta–, luego de pasar por la Fuerza
Aérea y el Estadio Nacional, centros interinos de detención y
tortura. Toda esa experiencia buscaba destruirlo como persona,
como ser humano. Contra todo intento, la vida en el campo de
concentración solo logró reforzar su humanidad, reconfirmar
sus valores y defender la vida bajo fuertes cimientos. Consistente
con sus cartas, su recuerdo del campo, del trato de los militares a
cargo y la convivencia con los soldados solo comprueban que la
represión no logró su objetivo y que tras esa dura prueba, un ser
humano de mejor calidad salía de Chacabuco.
Esta dimensión humanista en medio de la represión dictatorial
se expresa, igualmente, en esa segunda faceta a que aludía en un
comienzo, la de la vida fluyendo, del amor, el matrimonio, los
hijos. La Memoria y especialmente el epistolario de este hermoso
libro solo demuestran que bajo condiciones tan adversas, lo que
emergió con más fuerza fue el amor. A la pregunta de si ¿es
posible amar en dictadura?, Rosa y Rolando dan un testimonio
vívido de una respuesta afirmativa. La desesperación de Rosa

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ante su ausencia, “y el 21 de septiembre yo te esperé...y no


llegaste, no llegaste”, fue llenada con la activación por saber de
su destino, yendo de un lugar a otro para obtener información,
reuniéndose con militares, visitando constantemente la Oficina
de Informaciones instalada en el ex Congreso Nacional; la
asociación con otras mujeres en su misma situación, la lucha por
la sobrevivencia; el cuidado y la protección de los hijos: “Papá no
va a llegar, porque está trabajando en el norte”. Por eso, él la vio
en el Estadio Nacional “tan linda y tan valerosa”. Rolando, por
su parte, se sostenía con el amor de ella expresado en las cartas
y la sostenía, a su vez, a ella, recalcando que estaba bien y que
se concentrara en los niños. Así, contrariamente a lo esperado y
buscado por la dictadura, también los mejores valores pueden
aparecer en una dictadura, los del amor y la solidaridad, el apoyo
de aquellos que brindaron la ayuda en el momento requerido.
Estimado/da lector/a, tiene Ud. la posibilidad de asomarse
a la dictadura chilena en aquella doble dimensión: la más
inhumana, pero incapaz de derrotar a la humanidad y el amor.
Es la historia de Rosa y Rolando, y de la familia Álvarez Vallejos.
Verónica Valdivia Ortiz de Zárate
Universidad Diego Portales

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Memorias de prisión

“Si me preguntáis de dónde vengo, tengo que conversar


con cosas rotas, con utensilios demasiado amargos,
con grandes bestias a menudo podridas
y con mi acongojado corazón”.
(Pablo Neruda,“No Hay Olvido” en Residencia en la Tierra)
Tengo 71 años, nací en 1939, cuando empezaba la Segunda
Guerra Mundial. Así como muchos lo han hecho, quiero contar,
especialmente a mis hijos, todo lo que me pasó, porque creo
que es importante que sepan mi experiencia. Hasta ahora no
he querido develar algunos hechos sucedidos, pero, hoy decidí
hacerlo, porque algún día los nietos también querrán saber y
aquí estará mi versión.
Estuve prisionero en varios campos de concentración de
la dictadura y debo decir que fue una experiencia terrible. Fui
testigo de cosas monstruosas, no siempre narradas tal como
sucedieron.... Yo trataré de no ser exagerado, no me siento un
héroe de un pasaje histórico. Contaré exactamente lo que me tocó
vivir, ni más ni menos. Soy muy afortunado al haber sobrevivido
y haber podido reconstruir mi vida y brindar a mi familia una
vida venturosa.

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Mamá, papá y mi crianza

S
oy el hermano mayor. Rolando Alberto Arturo, por mi
padre, mi abuelo paterno y materno, respectivamente. Mi
hermano que sigue es Osvaldo Enrique (nombre de dos
tíos), científico destacado de la Universidad de Chile. Finalmente
está María Elvira, que lleva el nombre de mi abuela paterna y el
de su madre y abuela. Ella es enfermera y vive en Argentina con
su familia desde poco después del golpe militar.
Tengo excelentes recuerdos de mis padres, personas íntegras,
cariñosas, responsables, no fueron ricos, pero a nosotros nunca
nos faltó lo necesario, y al revés, nos dieron más que uno y otro
lujo. La familia de mi papito era de Osorno. Mi abuelo, Arturo
Álvarez de la Grande, era inmigrante de España y llegó a Chile
de Asturias, del norte de la península, famosos por lo porfiados
y peleadores. Tenía una pequeña fábrica de bebidas.
Mi abuelita era María Koheler Bielefeld; también llegó a
fines del siglo XIX desde Alemania. Mi padre fue el séptimo de

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ocho hijos y ella se preocupó que todos fueran educados como


alemanes en la “Deutsche Schule”, convencidos de su país,
“Deutsche Uber Alles”, que los judíos y los comunistas también
eran seres despreciables. Mi mamá era de Copiapó. Su madre,
Elvira Edelmira Serafina Figueroa Rencoret, era profesora de
francés y junto a su hermana María Teresa, fueron famosas
educadoras. Mi abuelo, Alberto Araya Sapiain, fue también
famoso por ser jefe de la Estación de Ferrocarril de Copiapó
a Caldera, el primer tren de Sudamérica. Su única hija fue mi
mamá, Elvira Inés Araya Figueroa (Nené).
Después del fallecimiento de mis abuelos varones, ambas
familias volvieron a Santiago. Rolando y Nené se conocieron en
Macul (Los Fresnos 3240, hoy Gregorio de la Fuente), luego de
un tiempo decidieron casarse el 15 de octubre de 1938 y yo nací
a los 9 meses justos, el 13 de julio de 1939.
Mi madre y abuela me educaron en la fe católica y mi padre
trató de enseñarme alemán y aquello de “Alemania sobre todos”.
De eso no quedó nada, soy comunista, admiro a los soviéticos
y a los israelitas. Sin embargo, mis padres nos enseñaron a ser
justos, respetuosos de las ideas de la gente, religión y estado
socio-económico, ideas que comparto exactamente con mis dos
hermanos.
Mi papá y mi mamá fueron muy buenas personas. Mi padre,
como hijo de una alemana, creció creyendo que los alemanes
eran lo mejor del mundo, y como cosa secundaria, que los judíos
y los comunistas eran unos hijos de perra.
Mi mamá era del norte y era hija de profesor. Mi abuela
materna fue muy famosa en Copiapó y mi mamá se casó con
mi papá prácticamente contra la voluntad de los familiares de
mi papá. Tuvieron tres hijos, yo soy el mayor de ellos y me crié
absolutamente carente de ideas políticas, de ninguna manera. Lo
más que aprendí, que los alemanes eran las mejores personas del

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Memorias de prisión

mundo y que sus enemigos eran mis enemigos, o sea, yo crecí


creyendo que los judíos eran unas personas muy malas y que
los comunistas ni pensar. Yo no sé de dónde me viene a mí el
izquierdismo, no sé cómo empezó a nacer eso en mí. Mi papá me
enseñó la justicia, es decir, que todos, –excepto los judíos y los
comunistas– somos los mismos, que nos tenemos que respetar.
Mi mamá y mi abuela me enseñaron a ser muy católico y
curiosamente yo aprendí del catolicismo el no hacerle a los otros
lo que no me gustaría que me hicieran a mí.

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Mi formación

C
on esa mentalidad, entré a la Escuela de Medicina. Ahí,
durante toda mi carrera fui un niño, porque entré a
estudiar muy chico, a los quince años estaba en primer
año de medicina. Yo era un niño hasta muy avanzada mi carrera.
Me costaba entrar a la escuela con mi cara de niño chico. Mis
compañeras nunca me vieron más que como tal y no como un
posible pololo.
Durante toda la carrera, no tenía ideas políticas de ninguna
clase, pero tenía esta gran sensibilidad con la gente pobre, sin
que nadie me lo enseñara. Cuando cumplí veintiún años y
tuve que votar, curiosamente decidí votar por una candidata a
regidora que se llamaba María Maluenda, una famosa dirigente
comunista. Voté por los comunistas con mucho susto, y me di
cuenta que no me pasó nada.
En 1963 terminé mi carrera y tuve que ir un mes al sur, a un
pueblo que se llama Purranque, donde conocí a un compañero

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de curso que era socialista, quien me habló de muchas cosas que


me perturbaron. Cuando hacía mi beca de cirugía en el hospital
del Salvador, conocí al doctor Jenkins, que era traumatólogo
y quien de alguna manera me hizo firmar unas listas de los
médicos allendistas. Yo firmé y nuevamente no me pasó nada.
Y llegó el día de la elección presidencial y al no salir mi
candidato, me dio mucha rabia, pero lo único que pasó fue
mantener más firme mi tendencia izquierdista1*. Entonces empecé
a cuestionarme como médico, porque realmente ser médico
significaba enriquecerse, y curiosamente, varios incidentes me
hicieron pensar diferente. Recuerdo que el más importante fue
una vez que iba a operar a una enferma que tenía un tumor en
la mama, entonces había que hacer una biopsia rápida, y si era
cáncer, se sacaba todo el pecho. La operación de la biopsia valía por
ejemplo 1.000 pesos, pero la mastectomía costaba $60.000. Cuando
llegó el informe de la biopsia, estábamos esperando el resultado
[y al saber que fue negativo] la arsenalera dijo qué lástima. Eso me
dejó marcado, porque me di cuenta que para ella mutilar a una
persona significaba más plata. Ahí me di cuenta que la plata era
muy importante para la mayoría de los médicos.
Posteriormente, mi profesor me pidió que siguiera apegado
a él, para que me traspasara a los clientes, yo como ayudante.
Entonces me di cuenta que el tipo quería que fuera su
incondicional. En un momento dado me dijo, ya pos, tienes que
preocuparte de hacer lo que tenemos planeado para que después podamos
seguir afuera, yo te doy pega pero tú me haces el trabajo. Entonces,
sencillamente me bajó la furia y decidí que nunca iba a tener
consulta, que iba a ser un médico funcionario y que solamente

1*
Se refiere a la elección presidencial de 1964, en donde Salvador Allende,
candidato de la coalición de izquierda llamada FRAP, fue derrotado por el
candidato de la Democracia Cristiana Eduardo Frei Montalva.

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me conformaría con lo que me pagaría el Estado, lo que cumplí


hasta que me detuvieron.
Apenas me recibí, gané una beca que privilegiaba el estudiar,
solo tenía que dedicarme a estudiar y ahí decidí que no iba a
usufructuar de la medicina privada. Lógicamente eso me enfrentó
a mi padre, porque él esperaba que yo fuera un brillante profesional
y que ganara plata. Naturalmente, le fallé, porque en los momentos
que mi padre necesitó plata, yo no tenía. Pero ese es otro cuento.
A los dos años de profesión, decidí que iba a ser un médico
funcionario y de ahí en adelante, pasé a ser una persona más
de izquierda. Pretendí entregar mi quehacer a las personas de
bajos recursos. Y, evidentemente, mis votos para los comunistas
y para Allende se transformó en una cosa sólida, obvia. Ahora
ya sabía por qué tenía ideales de izquierda, sin entender mucho
lo que significaba el Partido Comunista. En todo caso, pensé: yo
quiero que este mundo cambie y me puse a leer algunas cosas, como
por ejemplo sobre la Segunda Guerra Mundial, y me di cuenta
que ésta la había peleado la Unión Soviética prácticamente sola.
También que los comunistas entregaban el sueldo a los partidos
y se repartía en partes que les correspondían a los obreros
para mano de obra calificada. Me percaté que no había ningún
comunista rico, que todos vivían de acuerdo a lo que pensaban.
Eso me interesó mucho, porque yo estaba acostumbrado a ver
políticos que se decían de izquierda y tenían puro billete.
De pronto conocí a una matrona y me gustaba. Yo trataba
desesperadamente de enamorarla y no me daba boleto. Su papá
era un militante comunista que lo había pasado muy mal como
preso político en el gobierno de González Videla2*. Finalmente,

2*
Se refiere a Eugenio Vallejos Vallejos, militante comunista, ex gobernador
de Chanco en tiempos de la presidencia de Gabriel González Videla.

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tres años después conseguí enamorarla y me casé con ella. Y sigo


enamorado de ella. De ahí nació la idea en mi familia de que
ella fue la que me dio las ideas políticas. No fue así, yo ya estaba
“corrompido”, pero no hay caso, aunque no importa. Ella es una
mujer muy sacrificada, algún día te puedo contar su historia,
aunque me la ha contado a pedazos, pero su papá estuvo
preso y pasaron unas pellejerías increíbles durante parte de su
niñez. Después estuvo conmigo y siguió pasando pellejerías,
y posteriormente sufrió con su hijo que hubo que sacarlo de
fiscalía militar por hacer rayados murales contra la dictadura
para el plebiscito de 1988.

Estuvo preso en la isla Quiriquina y relegado en la localidad de Putre, en


el extremo norte de Chile. Más tarde, fue integrante del Comité Central y la
Comisión Política del Partido Comunista. Militó en la zona sur de Santiago,
especialmente en el Comité Regional Sur, del cual fue su secretario político.
Falleció tempranamente en noviembre de 1971.

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Allende y sus grandes alamedas

E
l año 1964 estaba a punto de terminar mi beca y mi
compromiso era que tenía que irme a provincia por un
período de dos años. Me fui a Talca y allá se pensaba
que era un comunista más. Después, incluso, me hice militante
comunista, me confesaba comunista y en provincia, siguiendo
fiel a mis ideas, pensaba que ser comunista significaba no ser un
burgués. Allende fue elegido en 1970 y yo ya estaba de vuelta en
Santiago. Me casé en 1966 y ya tenía dos niñitas [para cuando
ganó Allende]. Me acuerdo que el día 4 de septiembre me fui al
centro a celebrar. El discurso, Allende lo hizo en la FECH, un
famoso discurso en que dijo algo así como váyanse a sus casas,
duerman junto a sus hijos porque mañana vamos a empezar a trabajar.
Fue un discurso muy bonito, como todos los que dio Allende. Yo
me acuerdo que le dije a mi señora: ahora es el momento de tener
otro hijo, y justo nació mi hijo Rolando, nueve meses después del
cuatro de septiembre.

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Memorias de prisión

En ese momento me incorporé a la tarea de la Unidad Popular


y me nombraron director de un consultorio en San Joaquín. Lo
fui durante un año y tuve que trabajar en cosas muy bonitas,
como la campaña de vacunación contra la polio, la enseñanza
de comer merluza... hasta se hizo jugo de merluza, croqueta y
caldo de merluza se hacía en el policlínico. Se hicieron campañas
contra el alcoholismo. Posteriormente, la derecha comenzó
su campaña de desabastecimiento y su campaña del terror. Se
erradicó también la poliomielitis, una enfermedad infantil. Esto
no se sabe mucho, pero pasó.

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La gran ausencia amenaza

L
a situación se puso cada vez peor, la izquierda lo hacía
muy mal, apareció la ultra izquierda, el presidente
Allende decía vamos a nacionalizar las industrias que estén
botadas, entonces lo que hacían, sencillamente, era expropiar
todo, con justicia o sin justicia. La base ideológica de izquierda
se fue perdiendo. La Unidad Popular en la primera elección,
para regidores, obtuvo una tremenda mayoría. La izquierda
fue lentamente disminuyendo ese apoyo, porque la gente de
clase media empezó a desinteresarse cuando veían desórdenes,
indisciplina. Vino la huelga en octubre del año 1972, en que se
pararon los camioneros. Los médicos y toda la gente de izquierda,
luchando por el control que estaban perdiendo. Las cosas fueron
cada vez peores, empezaron a haber grupos armados y la gente
tenía miedo.
Vino el “Tancazo”, una rebelión militar el año 1973. Trataron
de atacar La Moneda, se resistió y el comandante en jefe paró la

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Memorias de prisión

rebelión. Esto fue como tres o cuatro meses antes del golpe3*. Hubo
una huelga terrible [contra Allende], los médicos en huelga...
nosotros trabajábamos mientras todos estaban en huelga, fue
una cuestión terrible. El día del “Tancazo”, yo estaba operando
cuando se produjo el movimiento de tropas. Ese día en la tarde
nos juntamos para ver qué había pasado, y ahí supimos que
estábamos solos, que el golpe iba a venir. Empezamos a organizar
todos los planes, los médicos tenían una tarea fundamental,
porque [se suponía que] iba a haber una guerra civil. Me di cuenta
que las cosas estaban perdidas. Los médicos íbamos cada uno por
su cuenta y así no íbamos a llegar a ninguna parte. Esto era en el
hospital Barros Luco. Pensé que estábamos sonados, que lo mejor
era hacerse a un lado. Mi destino estaba hecho. Muchos médicos
socialistas se apartaron de la U.P., pero yo dije no puedo retirarme,
iba a caer con todos. Entonces ahí yo pendía de un puñado que se
decía que era de la U.P., pero a mí me quedaban dudas que fuera
así. Sabía que a ellos no les iba a pasar nada. Aunque hubiera
revolución o no, mi puesto sería el Hospital Barros Luco, ahí
iba a atender a los heridos y probablemente la Unidad Popular
se iba a replegar hacia el sur y en caso de guerra civil, no iba a
poder estar con mi familia. Fui donde mi cuñado y le conté lo
que yo temía y le dije: por favor, mi casa de La Reina es conocida por
casa de izquierdistas. Te ruego que cuando pasen las cosas, agarres a mi
mujer y mis tres hijos y te los lleves a alguna parte para que no les pase
nada. Yo era médico de la posta y sabía que en caso de guerra, no
podría atender a mi familia. Mi cuñado no me dijo nada, pero él
iba a cumplir su palabra. Varios años después, estábamos juntos

3*
Se refiere al movimiento militar ocurrido el 29 de junio de 1973, cuando el
Regimiento Blindados Nº 2, coludido con la ultraderecha, intentó derrocar
al gobierno. La resuelta actitud del Comandante en Jefe del Ejército, general
Carlos Prats González y una coyuntura adversa, hizo fracasar este conato
golpista.

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celebrando algo, con varias copas de más y me dijo que yo me


había mostrado irresponsable al abandonar a mi familia. Eso me
dolió tanto, porque yo todavía creía que mi deber era estar como
médico del Partido antes que todo y me acuerdo que me cuestioné
muchísimo, llamé a mis tres hijos y les pregunté si había actuado
muy equivocadamente. Entonces me dijeron que no. Pienso que
realmente mis hijos piensan que no fue malo que haya asumido
mi responsabilidad. Creo que no fui malo ni desleal con mi
familia. A mi señora no le gustaba que fuera comunista, pero creo
que en el fondo me entendió.
El día del golpe de estado, en la posta quedamos
aprisionados, sin poder salir un montón de médicos, médicos
socialistas, médicos fascistas, y quedamos trabajando en común
acuerdo, sin problemas. Al hospital llegaron las personas más
importantes del Ministerio Nacional de Salud. En la posta, solo
quedamos los médicos de posta. Después, por el toque de queda,
no podíamos salir. Me quedé en el hospital tres días trabajando y
llegaron un montón de heridos a bala, incluso llegó una micro de
carabineros heridos. De común acuerdo, los médicos de derecha
los atendieron y nosotros atendimos a los pobladores. No hubo
ningún problema en el hospital y ninguna intervención militar.
Atendimos así hasta el día 21 de septiembre, o sea prácticamente
diez días después del golpe. Me fui a mi casa al tercer día, con
la idea de que me podría pasar algo. Sabía que mi familia estaba
bien en la casa de mi suegra. No sabía qué es lo que iba a hacer.
En un momento, pensé presentarme en los carabineros, ya que
pensaba por qué me iba a estar escondiendo. Afortunadamente
nunca lo hice, porque un montón de gente lo hizo y hasta ahí
no más llegaron. Me preocupaba una cosa: mi papá me había
regalado una pistola que yo tenía inscrita y cuando tenía quince
años, me regaló un rifle que todavía tengo. Por eso pensaba, lo
tengo inscrito, así es que, si iban a dar a mi casa y encontraban las

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Memorias de prisión

pistolas, lo iba a pasar muy mal. Si las botaba al río, me iban a ir


a buscar porque había botado las pistolas. Entonces no sabía qué
hacer. Eran armas de calibre 22 antiguo. Un doctor me ayudó, el
doctor Melleli.
Aparentemente no te iban a perseguir por las ideas sino por
los actos delictuales. Yo pensé, no he matado a nadie, no tengo de qué
preocuparme. El domingo 20 de septiembre salí con mis chiquillos
a elevar volantines al campo, porque decía qué más voy hacer, ya
no se puede hacer nada. Se sabía que estaban tomando presos. Yo
me dediqué a elevar volantines y seguí trabajando.
Quiero recordar dos cosas. Una es sobre María González
Marchant, directora de colegio, alcaldesa, una persona muy
respetada. Después supe que era la mamá de una doctora
comunista, que incluso visitó a mi señora cuando estaba preso,
y antes de la Pascua, le llevó juguetes y un poquitito de plata.
Ella estaba libre y era la encargada de apoyar a los presos. Es
importante, porque ella [la hija de María González Marchant]
era esposa a la vez de un español que se llamaba Carmelo Soria.
El fue tomado preso por la DINA y asesinado. Los españoles
siguen buscando que metan presos a los asesinos. La otra cosa
que quiero recordar es sobre un compañero de trabajo, en la
posta del hospital Barros Luco. El día del allanamiento, el 21 de
septiembre, yo había llevado mi auto a arreglar en la mañana.
Le dije a este tipo que por favor, si me tomaban preso, fuera a
buscar el auto y se lo llevara a mi señora. Él nunca buscó el auto,
hasta que un mes después mi mujer iba en la micro y de repente
vio el auto en la calle y se bajó y enfrentó al mecánico que estaba
manejando y le dijo oye, ese auto es del doctor Álvarez, él le dijo
que sí, que no había problema. Y así mi señora recuperó el auto.
Curiosamente, con ese médico después entré a trabajar hasta
hace un mes atrás. Nunca me habló del auto. Fue un gran amigo
y un gran compañero. Había mucho miedo en ese tiempo.

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Rolando Álvarez Araya n

El Barros Luco

Y
o era médico de planta de la posta. Era un cargo que me
había ganado por concurso. Mi cargo estaba en la posta
del hospital. Ahí funcionábamos por turnos. Primer turno,
de 08:30 a las 11 a.m. segundo turno, de 11 a.m. a las 13.30 p.m.
Tercer turno, de 13.30 p.m. hasta las 16 hrs. Cuarto turno, desde
las 16 a las 18.30 hrs. Quinto turno, desde las 18.30 hasta las 21
hrs. Y el último, el turno de noche, desde las 21 hasta las 8 1/2 del
día siguiente. Además estaba el turno volante, que reemplazaba
al turno que hizo noche. Nos tocaba hacer noche una vez a la
semana. Cada turno estaba constituido por un jefe de turno, un
ayudante primero, dos ayudantes segundo, un anestesista, un
internista, un traumatólogo y dos dentistas. Además existía un
turno de día exclusivo, el llamado sector B, que solo funcionaba
en las mañanas y que operaba a pacientes de urgencia diferidos
del turno de noche. Yo era ayudante segundo del primer turno
y el ayudante primero era el doctor Melleli. Ahí fue cuando nos

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Memorias de prisión

conocimos. Como el jefe de turno era bastante mayor, el que hacía


realmente el cargo era el doctor Melleli. Entonces, él se dio cuenta
que era un buen cirujano y que era muy trabajador. Nos hicimos
buenos amigos. Él sabía que yo era comunista... él era carabinero.
Incluso a veces conversábamos de nuestras respectivas ideas
políticas, pero siempre fuimos muy respetuosos. Esa fue la razón
que nos hizo acercarnos. Yo respetaba sus ideas y él las mías. En
la posta solo había dos o tres médicos de izquierda, nada más. El
hospital no fue allanado en primera instancia y por el contrario
recibió a muchos médicos de izquierda.

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Rolando Álvarez Araya n

La detención


...Estaba nerviosa, preocupada, porque sabía lo que podía
ocurrir, sabía perfectamente.... y el día que caíste, el veintiuno de
septiembre, yo ya en esa época no estaba trabajando, porque Rolito
estaba muy chico, y no pude encontrar quién me lo cuidara. Por eso
me tuve que retirar, hacía ya casi ocho meses. Me había perdido toda la
“chimuchina” del año anterior, que fue tremenda en el hospital.
Y el veintiuno de septiembre yo te esperé, hice todo en la casa, y tú
llegabas siempre a almorzar, y no llegaste y no llegaste, y nosotros no
teníamos teléfono y en ese tiempo no había celular. Así es que llamé al
hospital, y ahí me dijeron que no me preocupara, que seguramente iban
a tomarte algunos datos y te iban a llevar para la casa. Pero yo no les
creí y llamé a toda la familia, es que era algo que se veía venir. Al otro
día nadie sabía dónde estaban, después averiguamos, no me acuerdo
cómo, que estaban en el Estadio Nacional. Solo te vi una única vez
después de eso, en el Estadio, cuando te trasladaron al barco. Yo me
sentía muy mal porque no sabía lo tremendo que iba a ser esta situación,

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Memorias de prisión

no sabíamos que iban a matar gente, en ese momento no se sabía nada,


sino, hubiese sido mucho peor, no sabíamos que corría peligro su vida,
nada...”
Hasta que el día 21 de septiembre de 1973 llegué a trabajar a
la posta como siempre y hubo un gran allanamiento por parte de
la Fuerza Aérea. Los aviadores pusieron una mesita y había dos
uniformados con unos papeles y las personas pasaban su carné
y verificaban si tenían antecedentes. Los que no tenían nada, los
dejaban libres. A los otros los tomaban presos. Revisaron por
todos lados buscando armas y gente. Entonces llegué a mostrar
mi carné y me dijeron no, tú no estás en la lista, y me dejaron
libre... o sea, al lado de la gente que no iban a tomar detenida.
En ese momento, un compañero de trabajo, un médico, le dijo
a un carabinero algo en el oído, entonces el carabinero sacó un
revólver, me lo puso en la cabeza y mi compañero me acusó
de ser extremista. Ese fue el primer traumatismo, porque me
amenazaron con una pistola en la cabeza.
La persona que me acusó trabajaba en el hospital de El
Pino, en San Bernardo. También se quedó trabajando en la
posta, yo nunca le dije nada. Trató de entrar al Colegio Médico,
pero yo nunca me preocupé de recriminarle, y él se hizo el
tonto cuidadosamente. Es posible que algún día vuelva atrás
nuevamente. Creo que dentro de todo, el nombre de quien me
delató es importante tenerlo presente, se llama César Seisdedos.
Ese señor era compañero de curso mío, cirujano. Él también
tenía otro compañero de curso que se llamaba Iván Seisdedos,
que era otro médico y este tipo cuando le pidió que realmente le
ayudara, le dijo yo no tengo hermano, como diciendo que hicieran
lo que quisieran con él.
[Luego que me delataron] me llevaron adentro del hospital,
donde estaban todos los “malucos”. En la sala había como diez
médicos más. Había un teniente de carabineros que estaba

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Rolando Álvarez Araya n

enfermo de odio y agarró una metralleta y quería que la tocáramos,


seguramente para que quedaran nuestras huellas digitales. Había
otro carabinero que decía que todo esto era una rutina, que no
era importante y que nos iban a soltar en un rato. Que nos iban
a interrogar y que nos íbamos a ir a nuestras casas. Incluso les
dijo a todos que podíamos llamar a nuestras casas. Algunos giles
cayeron y llamaron por teléfono y claramente no fue así. Al rato,
entró el otro carabinero, el teniente que andaba enfurecido, el
que nos mostraba un arma rusa, un AK47, y nos decía que eso
usábamos nosotros los extremistas y quería desesperadamente
que la tocáramos. El carabinero estaba enfurecido y alguien le
preguntó por qué estaba así y él le respondió que el día 12 de
septiembre atacaron a una micro de carabineros en la población
La Legua, le habían hecho una emboscada y mataron a tres
carabineros. Parece que él tenía algo que ver con esos carabineros
heridos y quería matarnos a todos. Estaba fuera de sí, porque
[según él] éramos todos extremistas y dijo que no los habíamos
atendido en la posta, lo cual no era cierto porque los médicos que
trabajan ahí los atendieron y nosotros atendimos a la población.
Finalmente, nos agarraron a todos y nos subieron a una
micro de la Fuerza Aérea (a las 12 del día) y de ahí me llevaron
al Instituto Politécnico de las Fuerzas Armadas. Ahí nos
pusieron de rodillas, con las manos en la nuca, esperando para
ser interrogados. Empezaron a interrogar a las personas más
importantes, a mí me tocó a las doce de la noche. Estuvimos
todo el día esperando que nos llamaran. En un momento dado,
me dieron ganas de orinar. Estaba así desde la mañana. Me
acuerdo que pedí permiso y un conscripto me tomó, me vendó
los ojos y me dijo ¡corre mierda! Y yo tuve que correr a oscuras
para ir al baño, fue muy desagradable. A las doce de la noche me
interrogaron. Me dijeron este señor no tiene nada, no está acusado
de ninguna cosa. Yo todavía era muy crédulo y pensaba ya, me

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Memorias de prisión

interrogaron tarde y seguramente me van a llevar a la casa, pero me


dijeron ya, sin cargos, al Estadio Nacional. Y después nos subieron
a una micro para llevarnos al Estadio, en pleno toque de queda,
a las doce de la noche.

¿Qué les digo a mis hijos?


“A mis hijos les dije que el papá se iba a ir a trabajar en un hospital
y punto, si el Rolo tenía dos años, la Alejandra iba a cumplir cinco
años en diciembre y era septiembre y la Rosita tenía seis años, estaba
recién en primero básico... después la seguí llevando yo a la escuela.
Estuve con mi hermana y mi cuñado los dos días de toque de queda,
el 11 y 12 de septiembre completos. En esos días mis niños estuvieron
con los de ella, que eran chicos también y no se dieron ni cuenta. El 13
volví a mi casa, el toque de queda era hasta las seis de la tarde y ya en
diciembre era hasta las ocho de la tarde. Era verano y estaba claro, y ahí
acordamos con mi suegro que ellos se iban a ir a vivir a mi casa, porque
ellos arrendaban en la Villa Macul y yo me vine a la casa de mis padres.
Después tuve que buscar trabajo. Hasta diciembre me pagaron
tu sueldo; me daban un cheque a tu nombre, el primero fue a fines de
septiembre. El Colegio Médico no hizo nada, no protegió a ningún
médico. Llegué al Banco del Estado y le iba a explicar al cajero tu
situación, pero él me dijo que ningún problema y me lo cambió. Después
lo retiré en tu lugar de trabajo con un poder que me enviaste. Encontré
trabajo en un consultorio que atendía a empleados particulares, tenía
sede en varias comunas, era el Sermena, yo trabajé en la sede de calle
dieciocho. Este desapareció después porque FONASA se hizo cargo.
Trabajaba de lunes a viernes, durante ocho horas. A veces atendíamos
partos particulares y mi mamá se quedaba con mis hijos. También en la
casa estaba mi hermano, su esposa y sus hijos. Estábamos todos juntos
y los niños lo pasaban muy bien con los primos”.

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El Estadio Nacional

“Somos cinco mil 


en esta pequeña parte de la ciudad. 
Somos cinco mil. 
¿Cuántos seremos en total 
en las ciudades y en todo el país?”

 Víctor Jara, última poesía escrita en el Estadio Chile

F
inalmente nos trasladaron en una micro de la Fuerza
Aérea y nos llevaron a la base aérea del Bosque, a la
escuela Politécnica. Ahí estuve desde las dos de la tarde
hasta las dos de la mañana, de rodillas, con las manos en la
cabeza. Como contaba, me tocó que me interrogaran a las doce
de la noche. No tenía ningún antecedente y pensé que me iban
a soltar a la noche, nunca imaginé que me iban a decir ya, sin
cargos, mándenlo al Estadio Nacional. Ahí nos trasladaron una
noche oscura. Iba con compañeros médicos del hospital Barros
Luco. En el traslado había un oficial que les decía a las mujeres
cómo las iban a interrogar, las torturas que les harían. Cuando
llegamos al estadio, a las mujeres las llevaron al sector de la
piscina y a nosotros a los camarines. Cuando llegamos, había un
sector de tierra entre unas graderías, donde había unos hombres
durmiendo, eran unos tipos que tenían el pelo cortado al rape,
y alguien nos dijo que eran de La Legua. Pensamos que era

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Memorias de prisión

lumpen de la población y que nos mezclaban con ellos como


una manera de ofendernos. Al día siguiente, cuando salió el sol,
vimos quiénes eran los que estaban acostados ahí en la tierra:
doctores del hospital Sótero del Río.
“...Y ahí empecé a ir todos los días al Estadio. A veces me
acompañaba mi cuñado, mi cuñada y otras personas. Pasábamos horas
y horas esperando alguna novedad, esperando un milagro, que pudieras
salir libre... a mandarte cosas. Incluso mandé una carta a la Intendencia
para hacer una apelación, pero ridículo. Me la contestaron que “no ha
lugar” por el estado de guerra. Afuera estaba lleno de mujeres, de niños,
de hombres. Desde la calle, por la entrada de Pedro de Valdivia con
Grecia, se veían a todas las mujeres detenidas. Estaban en los jardines.
Los hombres no se veían, estaban más adentro del Estadio.
Te dejábamos siempre cosas, pero no sabíamos si te llegaban.
Recuerdo que una vez un militar que estaba adentro, arriba de un
tanque, era un jefe, nos dijo a todos “quédense tranquilos, que sus
familiares están bien, tienen colchonetas, frazadas, tienen de todo, yo
les mandé una frazada” y nos quedamos todos mucho más tranquilos.
Después me dijiste que no te habían entregado nada...
En el Estadio Nacional nos vimos cuando supimos que te iban a
trasladar. Ahí, después de hacer una cola, pasé al interior del estadio. Tú
estabas en la gradería esperándome, pero detrás de una reja que no nos
permitió darnos un abrazo o un beso. Solo nos pudimos tocar las puntas
de los dedos a través de la reja. Le pasé una maleta con ropa, con libros,
a un milico para que te la diera. Estábamos vigilados por jóvenes milicos
con metralleta a punto de disparar. En ese tiempo tú eras un hombre sano,
joven... me decías que todo iba a estar bien... Cuando nos encontramos fue
tremendo, después de tanto tiempo y estuvimos un ratito cortito, si había
una cola inmensa de gente que quería entrar. Solo alcanzaste casi a recibir
la maleta que llevaba tu nombre y que los milicos revisaron”.
Al otro día nos pusieron en las graderías del estadio y nos
sirvieron el desayuno, una tacita de café con leche, muy rico

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Rolando Álvarez Araya n

el café. Ahí vimos quiénes estábamos. Éramos los doctores del


hospital Barros Luco, médicos del Sótero, auxiliares, obreros,
profesionales, de todo. Me hice amigo yunta de tres médicos,
uno que se llamaba Raúl Díaz Valdés, el doctor Carmona y
el doctor Víctor Hanna. Yo andaba trayendo un libro que se
llamaba Circuitos elementales de los transistores, era un libro que
me acompañó a todos lados, ¡era el único que había en el estadio!
Leer eso era una de mis manías en ese tiempo. Ese libro lo quería
leer todo el mundo y trataba de electrónica; la gente lo leía y
me agradecían mucho. No deben haber entendido demasiado,
además, ese libro me sirvió como almohada. Posteriormente
le dibujé un tablero de ajedrez, y jugábamos en él. Además
recogimos las cajetillas de cigarro y les dibujé las caras del naipe.
Jugábamos a la brisca, a la escoba y a la canasta; jugamos con los
naipes ingleses, todos los días. [En todo caso], los primeros días
no hicimos nada.
En una oportunidad se nos ocurrió contarnos películas,
era una buena idea. Yo empecé, como tengo buena memoria,
y las conté muy detalladamente. Después nadie quiso contar
ninguna película, pero yo les conté varias películas y libros.
[Más tarde] En Chacabuco conté incluso la Segunda Guerra
Mundial en fascículos que había comprado, por eso la relaté
en capítulos. Contábamos chistes, cuentos. También cuando
teníamos hambre, empezábamos a recordar las cosas que nos
gustaba comer. Por ejemplo, que las mejores comidas estaban
en la calle Pío XII. Algunos quedaban espantados porque se les
abría el apetito. Eso hacíamos cuando nos sacaban a las graderías
por las mañanas. Al principio éramos hartos, había gente en las
tribunas, en muchas partes, gente de la Universidad Técnica, de
fábricas, de empresas. Después nos pasaban al camarín, que era
muy chico. Tenía un pequeño baño con ducha, en un rinconcito,
en ese espacio nos metieron a 120 personas para pasar la noche,

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Memorias de prisión

en el día nos sacaban a las graderías. Para poder entrar poníamos


a los más viejos pegados en la muralla, después teníamos que
meter las piernas entremedio de los otros, todo para poder caber.
Había gente que se dormía arriba de las repisas, donde se ponen
los bolsos de los equipos.
La noche era terrible, porque alguien se cambiaba de lado
y todos se tenían que cambiar, porque era la única manera de
caber. Había gente que se quejaba, lloraba, roncaba. Era bastante
incómodo, pero nos acostumbramos, así estuvimos dos meses.
Tratábamos de dormir como podíamos. Los milicos una vez nos
dijeron que teníamos que hacer una lista. Nosotros la hicimos con
toda la gente que estaba en el camarín. Era para saber quiénes
éramos, esto se transformó en una costumbre, cada vez que nos
cambiaban de locación hacíamos la misma lista, antes que nos
dijeran algo.
A poco andar, nos contaron que nos iban a interrogar,
los interrogatorios se hacían en el velódromo. Estábamos
convencidos que nos iban a soltar. Por parlantes, siempre
llamaban a cierta gente y las listas se iniciaban con dos nombres:
Gregorio Mimica Argote y Máximo Antonioletti. Los llamaban
todos los días y no estaban en el Estadio. El primero había sido
fusilado el 12 de septiembre en la UTE. 4*
Un día estaba de lo mejor cuando me llamaron al segundo
piso, donde estaba el suboficial mayor y me dijo: María Cristina
Escobar... Jara, agregué yo. Resulta que ella era una matrona
muy amiga de mi esposa, que le había pedido al suboficial (tío
de ella) que me contactara. Me preguntó qué es lo que yo había

4*
Gregorio Mimica Argote era Presidente del Centro de Alumnos de Ingeniería
Mecánica de la Universidad Técnica del Estado, militante comunista y se
encuentra desaparecido desde el 14 de septiembre de 1973.

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hecho para estar ahí. Le dije que no había hecho nada... en fin, me
comunicó que mi señora y mis hijos estaban bien. Fue curiosa la
manera en que él comprobó que me conocía. Se despidió con un
fuerte apretón de mano.
Otro personaje importante en el Estadio fue el capellán, un
cura de origen polaco que era capellán de una cárcel. Era súper
desagradable, nos hablaba para convencernos de ser católicos.
Siempre nos decía que éramos malos.
Una vez fueron a cortar el pasto del Estadio para el partido de
fútbol de Chile y la Unión Soviética. Todos vimos cómo cortaron
el pasto y nos reíamos y aplaudíamos cuando la máquina pasaba
cerca del arco. También veíamos una fila de 200 personas que
iban a ser interrogadas, se iban al velódromo.
Después de los interrogatorios, a algunos se los llevaban
fuera, a otros los dejaban aislados y a otros los dejaban donde
mismo, esos nos contaban cómo los habían interrogado, cómo
les pegaron, cómo les aplicaron corriente, cómo les habían hecho
simulacro de fusilamiento. Después nosotros enfrentábamos los
interrogatorios con un sabor agridulce.
Finalmente, llegó el día de mi interrogatorio, cerca del 15
de octubre. Estaba en la fila, empecé a caminar al velódromo
y nos dejaron en las graderías hasta que nos llamaban por los
parlantes del velódromo para pasar a los interrogatorios. Me
llamaron finalmente, era en los baños. Me vendaron los ojos.
Me dijeron que llevaba un carné falso. Me interrogó un milico
también y él me pegó un par de combos. Eso fue todo lo que
recibí. Me interrogaron sobre mi pasado sindicalista, toda una
red de cosas. Me preguntaron quiénes eran los que trabajaban
en el hospital, si eran socialistas, comunistas, si los conocía. Yo
me fui de negativa, y claro que los conocía. Me preguntaron si
tal había estudiado en Cuba, no sé, respondía yo. Me dijeron que
firmara unos papeles. Aprendí que no había que preocuparse

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Memorias de prisión

mucho de lo que uno firmaba. Pregunté qué iba a pasar conmigo


y me respondió un milico, no sé si te voy a fusilar o si te voy a
dejar preso. Tenía miedo, porque no sabía hasta qué punto había
hablado para perjudicar a otras personas. Finalmente, en esos
interrogatorios, lo único que buscaban era saber quiénes eran los
integrantes de la Unidad Popular en el hospital y nada más. Yo
tenía miedo que me preguntaran cosas como mi participación
en el Partido Comunista, por esto de los refugiados de guerra
en los hospitales clandestinos. Pensaba que sobre eso me iban a
interrogar, de lo que yo sabía muchas cosas. El traslado, quiénes
iban a ser los médicos y quiénes eran las personas atendidas.
Pero no me preguntaron nada de eso.
Después supimos que íbamos a ser trasladados a un campo
de concentración, éramos unas setecientas personas.

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En el “Andalién”, a través del mar,


partí al norte

N
os subimos al barco un día 11 de noviembre de 1973,
en Valparaíso. Del Estadio Nacional, 700 personas nos
fuimos en una caravana de buses. Con ropa nueva que
nos habían traído las mujeres, íbamos bastante contentos. Salimos
y en las calles de Santiago había mucha gente que nos saludaba.
En cada micro iban tres milicos y en la parte de atrás todas las
maletas. Eran hartos milicos. Delante iba un vehículo blindado,
helicópteros volando y cada veinte metros, un milico. Nosotros
creíamos que íbamos a ser vigilados por los marinos, la infantería
de marina.
Llegamos a Valparaíso y la gente nos saludaba, una me saludó
así [hace un gesto con las manos, figurando un degollamiento].
La gente sabía a vista y paciencia que íbamos vigilados, que nos
trasladaban. Finalmente, llegamos al muelle Barón, donde estaba
anclado el buque Andalién. No nos explicaron por qué nos iban
a trasladar, solo que nos íbamos al norte, a una oficina salitrera.

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Memorias de prisión

Las visitas nos contaron, las que fueron al Estadio Nacional. El


comandante nos había dicho que nos íbamos a Chacabuco.
Nos subimos al barco y nos contaron. Éramos 700. Era un
barco grande, que al lado de la cabina tenía dos bodegas y una
tercera bodega atrás. En esas bodegas, de todo el ancho del
barco, se bajaban por unas escaleras en la pared. Ahí bajamos y
nos quedamos, por primera vez nos sentimos libres. Teníamos
espacio allá abajo. Arriba estaba lleno de milicos. Podíamos
juntarnos según nuestras apetencias, en grupos de amigos.
Arriba estaban los tres mil infantes de la marina, por primera
vez ellos estaban armados con fusiles y bayonetas, los milicos no
usaban bayonetas.
El mejor lugar para no marearse era al medio, pero habíamos
conseguido pastillas de contrabando para el mareo. Había unos
tambores para hacer caca. En la noche se tenían que vaciar. Tres
días viajé en ese barco. Nos daban comida, desayuno y un café
muy rico, realmente muy rico. Se decía que tenía piedra lumbre,
una cosa que daban para disminuir la libido. Dormíamos en saco
de dormir, no pasábamos frío, entre nosotros nos calentábamos.
Cantábamos. Nos organizábamos, cada uno sabía lo que tenía
que hacer. Teníamos todo pensado. Queríamos hacer una
biblioteca. Subimos a la parte de arriba del barco. Todo se veía
muy bonito, fue como media hora, se veía el pueblo a lo lejos,
unos delfines. Escuchábamos la radio de los marinos.
El viaje concluyó tranquilo después de tres días, en
Antofagasta. Era el 11 de noviembre de 1973 y ese día hubo toque
de queda en la ciudad, mientras los “peligrosos extremistas”
éramos trasladados al campamento.
Fuimos transferidos a un tren que nos llevó a 100 kilómetros
al norte, luego a camiones, escoltados por tanques hasta la
llegada a las canchas de futbol del campamento, donde nos

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Rolando Álvarez Araya n

organizaron, separados por tres metros cada uno. Tuvimos que


abrir las maletas para que las revisaran y apareció el capitán
Santander, quien dijo: a ustedes les vamos a enseñar a ser personas;
les vamos a enseñar quiénes son los verdaderos padres de la patria...

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Memorias de prisión

Chacabuco, tierra sin lluvia


Cuando el Congreso todavía estaba en Santiago, nos juntábamos
para buscar información, ahí fue donde nos avisaron que te iban
a llevar al norte. Cuando llegó la Navidad, entre los familiares de
los detenidos, que ya nos conocíamos un poco, nos pusimos de acuerdo y
nos fuimos a Chacabuco. Yo me fui con la mamá de un compañero tuyo,
el que fue tu mejor amigo en el encierro, no recuerdo el nombre. Tú no
sabías que yo iba. Me habías mandado una carta diciendo que mejor no
fuera, que no era necesario, que ibas a estar bien, pero yo fui igual. Con
la señora tomamos un bus y partimos. Viajamos veintidós horas hasta
Antofagasta, viajamos toda la noche y llegamos al otro día en la mañana.
Me quedé en la casa de una colega matrona que no conocía, pero me
hicieron todas las conexiones, me trataron muy bien. Sabían que iba a
visitarte. Llegué un día veintitrés y el veinticuatro era la visita. Nos
juntamos a tal hora en la Plaza de Antofagasta y nos llevaron en un bus.
Te llevaba otra maletita con ropa y el libro Cien años de soledad. Cuando
me abrieron la maleta, le pasaron el libro a un cura que revisaba todo

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Rolando Álvarez Araya n

para que no fuera revolucionario. Pero no te gustó el libro, te lo llevé


porque era un libro grueso. Nos revisaron enteras, nos llevaron a una
parte, que me dijiste, era la iglesia. Había un milico en cada esquina para
que no hicieran nada “los revolucionarios”. Estábamos con la señora y
nos juntamos los cuatro. La veía como una señora en ese tiempo, porque
era muy canosa. Llevaba un queque, lo partió y compartimos. Fue muy
poco lo que hablamos, no más de media hora. Era la primera vez que
nos podíamos tocar desde septiembre y era el veinticuatro de diciembre.
No sé si estuvimos una hora o media hora, pero fue muy poco. Al poco
rato nos llevaron de vuelta a Antofagasta. Tú estabas preocupado por los
niños. Yo me quedé más tranquila porque te veía más gordito, distinto
a como estabas en el estadio. Aprovechamos el rato de estar juntitos, no
te pregunté nada sobre los tratos.... y el milico parado ahí. Yo perdí el
contacto con la mamá de tu compañero, porque mi colega me llamó y me
dijo que me había conseguido un pasaje en LAN Chile para Santiago, y
me vine, porque era Navidad y quería estar con mis hijos. Me separé de
la señora y no la vi nunca más. Volví porque los niños me echaron de
menos, la Alejandra era la más sensible. Un adulto tolera mucho, pero
no una niña de cinco años, que se pone a llorar porque escucha un disco
de Inti-Illimani que a ti te gustaba mucho. Ella estaba perfectamente
consciente de lo que estaba pasando. El disco nunca más lo pusimos, no
podíamos. Todos sabían perfectamente por qué...
“El Rolito le metía la mano en el bolsillo de la camisa al tío para
sacarle su carnet de identidad y decía “papá” y se lo guardaba. Él decía
que su foto era el papá, a él también se le notaba cuánto te echaba de
menos... fue muy duro, muy duro. Ahora Alejandra me cuenta que
me veía tan poco y que me echaba mucho de menos, que tenía miedo
de perderme a mí también, porque cuando tenía que atender partos
particulares me quedaba muchas horas fuera. Por eso, cuando terminé la
visita me vine inmediatamente a estar con ellos. Pasamos una Navidad
muy acompañados por mi madre, hermanos, la Nené, tía Villa, tío
Osvaldo y el Tata Rolando. Los niños recibieron regalos muy diversos,
como un camioncito hecho por el Tata, muñecas hechas por la tía Villa
y la Nené, en fin, lo único que faltó fuiste tú...

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Memorias de prisión

Había redes para ayudar a la gente. Un día me acuerdo que llegó


una colega con mercadería o tus compañeros de trabajo, que todos los
meses juntaban una cantidad de plata y me la pasaban. Eso me ayudó
mucho los primeros meses, cuando no trabajaba, después cuando
encontré trabajo no me llegó más.
Todas las cartas que te envié las revisaban y tachaban frases. Tú
siempre me contabas que estabas bien, pero psicológicamente. Ahí
partió tu enfermedad, la hipertensión, la diabetes. Tuviste un fuerte
estado de estrés, eso desencadenó la diabetes”.
Nos empezaron a llamar por lista y nos formaron en grupos
de nueve y nos metieron a las casas. Fuimos ubicados en cuatro
pabellones, que estaban al borde de la reja, entre la puerta de
entrada y el comedor. Las calles eran de tierra y polvorientas.
Nos dijeron que teníamos un minuto para escoger un jefe de
casa. Nadie quería ser, así que me ofrecí. Eran diez casas. Cada
una con 18 prisioneros, alojados en 3 camarotes de tres pisos en
cada pieza, con piso de tierra. Contaba además con un pequeño
patio, una llave y al fondo, una cocina de barro. Después, desde
Valdivia, llegaron las colchonetas, pero yo fui el pelotudo, porque
no alcancé a tener una, porque como era el jefe, sentía que tenía
que dar el ejemplo. Estas casas habían sido el alojamiento de los
antiguos obreros.
Las casas del lado norte eran más grandes, tenían piso de
madera, habían sido las casas de los empleados y más tarde
constituirían el “barrio cívico”. Los soldados se entendían
directamente con los jefes de casa. Las puertas y ventanas estaban
cubiertas con sacos de arpillera. Rápidamente los reemplazamos
por puertas y ventanas que conseguimos buscando entre las
antiguas instalaciones.
No era fácil convivir con 18 compañeros en un espacio
tan pequeño. Había diferentes costumbres, personalidades,

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Rolando Álvarez Araya n

educación, etc. Pronto los roces se hicieron insoportables y los


militares permitieron que se ocuparan las casas desocupadas
del lado norte. Algunos de nosotros consideramos impropio que
hombres que repudiaban el clasismo, tuvieran una actitud como
ésta. En general, la mayoría del campamento decidió quedarse
junto a los compañeros que les tocó. Entre ellos estuve yo, que
decidí acostumbrarme a varios, algunos de la población La
Legua. En mi “casa” había economistas, locutores, profesores,
campesinos, actores, zapateros, relojeros, obreros fabriles y
otros. Hacíamos campeonatos de brisca, escoba, canasta, ajedrez,
dama.
La diana sonaba a las 6 de la mañana. El desayuno se servía
en el comedor a las 7 A.M., nos daban un “generoso” café con
leche y un gran trozo de pan para todo el día. Cuando hablo de
comedor, se pueden imaginar uno clásico, pero el nuestro era
un espacio de 50 por 25 metros, con piso de tierra, sin paredes,
cubierto con listones de madera, con espacios entre ellos. Las
mesas eran para 30 personas y acomodaban a 36 comensales, es
decir, los habitantes de dos casas. El que quería se levantaba solo,
si no, no comía. Después había que lavar la loza, pero a la gente
no le gustaba, pero nosotros, los médicos, siempre tomábamos
esas tareas, siempre nos ofrecimos.
A las 8 A.M. era la formación en la cancha de fútbol, en cuyo
extremo norte estaba la bandera. Nos formábamos haciendo
un cuadro. Después, debíamos cantar la canción nacional. En
los primeros días solo con la primera estrofa y más tarde con la
última estrofa, “los valientes soldados”. En general cantábamos
menos de la mitad, pero al llegar a la estrofa “el asilo contra la
opresión”, gritábamos a todo pulmón. Cada cierto tiempo el
teniente de turno se enojaba y nos hacía cantar de nuevo. Para
este acto, en cada esquina entraba un grupo de dos soldados
con ametralladora 2.30. Se formaban listos para hacer fuego.

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Memorias de prisión

Después de la canción nacional, el teniente de seguridad se


acercaba al primer grupo y el jefe de pabellón se asomaba, se
presentaba, contaba y si había enfermos o no. Cuando estaba lista
la cuenta y se decían las noticias, quedábamos libres y se iban los
milicos. Nosotros podíamos irnos a las casas, a hacer juguetes.
Quedábamos libres hasta la hora de almuerzo. Al principio los
milicos andaban rondando armados hasta los dientes, después
ya andaban más relajados.
Las letrinas eran de un diámetro de 30 centímetros, más
o menos. Había que limpiarlas. Los médicos hicimos turnos
al principio. Al frente estaban las duchas. Al mediodía nos
bañábamos, cada uno tenía su jabón. Nunca barrimos las calles.
En la casa donde yo estaba, había un tipo que le daban muchas
ganas de orinar en la noche y estaba estrictamente prohibido
salir más allá de las ocho y media, por el toque de queda. Por
eso, le hicimos un hoyo para que se levantara al baño en la noche.
Nos dimos cuenta que íbamos a tener cierta libertad. Dentro
del campo no había milicos, solo unas torres de vigilancia, seis
torres con dos milicos con ametralladora. De hecho, nos dieron
permiso para ir a conocer el campo. Nos dimos cuenta que
en el campo había como cien presos más que habían llegado
antes. No eran presos desconocidos, eran presos que habían
quedado en el Estadio. Habían llegado en la noche. Ellos habían
sido recibidos de peor manera. Los hicieron desnudar y trotar
así. Al día siguiente nos dimos cuenta que los milicos querían
tratarnos de forma individual, pero nosotros queríamos que
fuera de manera colectiva. Llamaron a cada jefe de casa y nos
juntamos por pabellón. Lo llamaron el “Consejo de Ancianos”,
conformado por el jefe mayor y los otros ancianos. Los milicos
dieron esa posibilidad. El “Consejo de Ancianos” decidió
al final tener una casa desocupada como su sede. Pusimos
una mesa, un mantel y unas sillas alrededor. Discutíamos

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asuntos de cotidianidad, el barrer las calles, el ir a limpiar


las letrinas. Nosotros, los médicos, teníamos mucho interés
que no se produjeran epidemias. Los milicos, cada vez que
querían conversar con nosotros, iban primero al “Consejo de
Ancianos”. Adentro no teníamos contacto con nuestros seres
queridos. Teníamos un correo donde enviábamos y recibíamos
cartas. Hacíamos trabajo forzado.
Hacíamos juguetes de madera que se vendían en Antofagasta,
ganábamos plata. No mucho, pero era algo de plata. Había gente
que tallaba el recinto de Chacabuco de lado. Y los milicos lo
vendían, en Antofagasta, en Santiago. Los periodistas hacían un
diario con las noticias del campamento.
Teníamos una casa donde hacíamos la “Noche de los
sábados”, ahí cantábamos. Estaba también Ángel Parra, el hijo
de Violeta Parra. Yo les pedía que cantaran “Sonata de un viejo
amor” y la cantaban siempre.
A nosotros nos dijeron que íbamos a ser interrogados en
el norte por segunda vez. Pero llegamos en noviembre y nos
interrogaron en enero, es decir, pasamos casi dos meses sin ser
interrogados.
Yo tenía una mezcla de sentimientos de culpa, temía mucho
por mi familia, mi mujer y mis tres hijos. El día del golpe militar
sabía que tenía que dejar a mi familia porque mi puesto era
trabajando en el hospital. No podía cuidarlos. Mi señora se
trasladó a la casa de mi suegra. Ella rápidamente había vuelto
a trabajar. Meses atrás le había dicho que no trabajara por un
tiempo, que se quedara con los niños, Rolando estaba chiquitito.
Y así lo hizo. Después tuvo que buscar trabajo, a mis hijos los
cuidaba mi suegra. Tenía tremendos sentimientos, porque mi
mujer me había dicho lo que me iba a pasar por militar en el
Partido Comunista y por trabajar en el gobierno. Tenía un
tremendo sentimiento de culpa, porque eso le había pasado a

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Memorias de prisión

su papá y porque no sabía cómo mierda juntar plata para los


chiquillos. No sabía qué iba hacer cuando saliera de prisión.
Después de esto, venía la preocupación por mí y la
principal era saber qué diablos podía pasarme. Tenía muchos
compañeros sueltos, me daba miedo lo que podían hablar, que
me comprometieran a mí o que me interrogaran y comprometer
a mis compañeros si me torturaban. Había muchos compañeros
del hospital que dependían de mí. Dormía bien, pero tenía
pesadillas, de estar preso, que no me iban a soltar, que venía mi
familia y no encontraba el carné, que me hallaban la pistola que
me había regalado mi papá, esas cosas soñaba. Otro pensamiento
que tenía era que las posibilidades que me mataran eran muy
bajas. Ya no lo habían hecho... eso pensaba, que ya no me iban
a matar. Estaba preso y dormía en una cama dura, pero estaba
tranquilo porque ahí no me iban a matar. Se sabía que en Santiago
estaban tomando presos y desaparecían, lo de la ”Caravana de la
muerte”5*.... ¿qué más me iba a pasar? Creo que todos queríamos
salir, algunos más desesperados. Yo quería salir, pero seguro,
sin que me jorobaran más. Me preocupaba mucho qué iba a ser
de mi futuro; había rumores que me iban a impedir ejercer mi
título. Pensé en ser jardinero, porque de seguro podía dedicarme
tranquilamente a eso, sino, otra cosa iba a inventar.
Pero después venía la angustia, el temor, ¿cuándo me iban a
soltar?, ¿un año?, ¿dos años?... y ¿qué iba a hacer?, ¿cómo iba a
alimentar a mi familia?, ¿cómo me iba a ganar la vida?

5*
Se refiere a la comitiva encabezada por el general de ejército Sergio Arellano
Stark, que entre fines de octubre y principios de noviembre de 1973, recorrió
el país en un helicóptero del Ejército, cuyo resultado fue el asesinato de
casi 80 personas. La actividad de la “Caravana de la Muerte” fue ordenada
directamente por el general Pinochet y encubierta bajo el eufemismo de
“acelerar los procesos”. En la práctica, fue una operación de ejecución
sumaria de detenidos.

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Echaba mucho de menos a mi familia, a mis cabros chicos.


Me acuerdo de algo muy tardío, cuando me soltaron en el
Estadio Chile. Nosotros sabíamos que había mucha gente que
los soltaban, pero los agarraban en la salida y después los
desaparecían. Por eso, con un grupo de amigos que también
salían, nos pusimos de acuerdo qué era lo que teníamos que
hacer. Había que salir y llamar por teléfono para comunicarse
con la familia, con serenidad y tranquilidad para decirles que
nos habían soltado. Yo llamé para mi casa y me contestó mi
hija Alejandra, que tenía cinco años: aló, ¿con quién hablo? Con
Alejandra.... tú estás hablando con tu papá, le digo, y me responde
papito, vente luego, te echo mucho de menos aquí. Mi amigo me tuvo
que recoger. Los echaba de menos terriblemente y me sentía
muy culpable de haberlos dejado solos. Tenía miedo de que me
mataran y los dejara huérfanos, o que me tuvieran preso muchos
años. Les escribía cartas y les contaba unos cuentitos. Trataba de
contarles cosas para que no se olvidaran de mí. Mi hijo menor
tenía dos años.

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Memorias de prisión

Anecdotario chacabucano

L
a guardia era muy buena. Cada quince días la cambiaban.
Había algunos tenientes que eran muy desagradables,
como el famoso teniente Ananías. Algunos contaban
chistes, cuentos, hablaban de Pinocho. Un día cambió la
guardia, era el Regimiento “Séptimo de Línea”, una guardia
muy famosa. Usaban uniforme camuflado, una gorra que tenía
un velo atrás. Ese teniente entró a la formación de la mañana,
en la cancha de fútbol, para contarnos. Una vez se dieron cuenta
que no cantábamos la segunda estrofa y ese teniente nos mandó
al día domingo a cantar esa estrofa. Entonces, nos pusimos en
marcha para cantarla. Llegó la mañana que teníamos que cantar,
podíamos estar todo el día hasta que saliera bien, pero nos la hizo
cantar tres veces y salió bien. Ese teniente una vez entró con un
grupo de cincuenta soldados listos para disparar. Nos dijo “aquí
hay ametralladoras punto treinta, que tienen una capacidad de
1.200 disparos por minuto y tenemos fusiles ametralladoras que

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también disparan ráfagas... y ellos tienen orden de matarlos a


todos si algunos de ustedes me tocan un pelo”. El hombre tenía
realmente miedo y todos los días hacía el mismo show. Al cabo
de una semana, las cosas habían cambiado. Él estaba en la casa de
Ángel Parra aprendiendo a tocar la flauta. Como a los diez días, el
teniente nos dice que nos tiene una mala noticia: se había decidido
recibir a unos presos que venían de Concepción, se pensaba que
eran subversivos. Nos decían que teníamos que encerrarnos en
nuestras casas, venían del estadio de Concepción. Nosotros les
queríamos ofrecer una taza de café y el teniente se sorprendió que
nosotros tuviéramos sentimientos tan agradables. Eran setenta y
todos venían sin cargo, sin acusaciones. Cuando se tuvo que ir,
el teniente se despidió de nosotros con un abrazo, después que
él pensaba que éramos unos hijos de perra. Nos prometió que
cuando estuviéramos libres, nos íbamos a juntar a tomar unas
cervezas. Según la guardia que venía, íbamos a tener unos buenos
o malos quince días. El maltrato era psicológico. Pero nunca se
desaparecieron compañeros, ni se les dio muerte.
En el campamento impartíamos diversos temas educativos
para aquellos que quisieran asistir. Desde alfabetización hasta
algunos tópicos más sofisticados, como por ejemplo, astronomía,
historia, computación, geografía, continuación de la enseñanza
media para los más jóvenes. Esto no era muy del agrado de los
militares, que mostraban el mismo complejo del general español
Millan Astre, quien ocupó militarmente la Universidad de
Salamanca, donde enseñaba Miguel de Unamuno, y al llegar dijo
”viva la muerte, abajo la inteligencia”. Con frecuencia nos decían
que la educación que ellos recibían era de nivel universitario.
Las clases de computación fueron prohibidas con el pretexto
que podían ser usadas para planear alguna conspiración. Por otra
parte, las clases de astronomía (que las hacía yo, apoyado con
instrumentos primitivos) fueron consideradas peligrosas, pues

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Memorias de prisión

podrían servir como elementos de orientación en una hipotética


fuga por el desierto.
Un día, casi recién llegados al campamento, fuimos convocados
los médicos, abogados, ingenieros, profesores, considerados la
elite, a una reunión donde se presentó un oficial militar que declaró
ser el general Joaquín Lagos, Comandante de la Segunda División
de Ejército. Nos dijo que éramos considerados “prisioneros de
guerra” y que, por lo tanto, seríamos tratados según la Convención
de Ginebra. A nosotros nos pareció bastante atemorizante esta
calificación. Lo que no sabíamos era que el general y su división
acababan de recibir la visita de la “Caravana de la Muerte”, que
asesinó a muchos prisioneros de guerra que estaban en otras zonas
del país. Ahora nos damos cuenta que su discurso significaba que
no íbamos a correr el mismo destino. Y así fue.
El trato fue duro, pero soportable. La comida fue mala,
pero suficiente. Tuvimos atención médica y dental prestada por
médicos militares. Las instalaciones eran espartanas, pero dignas.

Los tanques
En Chacabuco había dos tanques, uno era un Sherman de la
Segunda Guerra Mundial, con los achaques propios de la edad.
Por ejemplo, una vez no quería encender el motor y aunque
parezca increíble, nos pidieron que saliéramos a empujarlo.
Fueron alrededor de trescientos hombres quienes lograron hacer
partir al monstruo de treinta y dos toneladas, con gran algarabía
nuestra y de los soldados.
El otro blindado era un transporte de personal M-113, artillado
con una impresionante ametralladora punto cincuenta, manejada
por cinco amenazantes soldados con cascos encasquetados hasta
las orejas. Este vehículo recorría todo el perímetro de la reja. Así
fue como un día que yo caminaba al borde de la reja, desde el
tanque me llaman y preguntan por un compañero, quien en ese

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momento jugaba fútbol. Para mi sorpresa, me pidieron que le


llevara un paquete con carne que le traían desde la ciudad y a
mí me regalaron una cajetilla de cigarrillos. Todo esto hecho a
través de la reja.

La piscina
Un día encontramos un gran recipiente metálico de 10 por 4
y 2 metros de profundidad. Pedimos permiso para habilitarlo y
llenarlo con agua para usarlo como piscina. Felizmente obtuvimos
ese permiso. Entre todos lo limpiamos y a la hora del calor nos
juntábamos a su alrededor para refrescarnos y conversar. En una
oportunidad descubrí a dos bañistas que no eran presos, sino
soldados paramédicos que yo ubicaba del hospital de campaña y
que aprovechaban la única piscina del desierto.

El estanque de agua
Otro episodio que mostró a los militares nuestra capacidad,
y por qué no decirlo nuestra superioridad, fue la reparación del
estanque de agua. Ahora me asalta la duda si el agua era potable,
ojalá que lo haya sido. Resulta que la torre con el depósito de agua
era alimentada por una cañería y durante la noche se rebalsaba,
formando un riachuelo en la tierra salitrosa. El comandante
ordenó que un equipo de prisioneros hiciera una canaleta para así
dirigir el agua del rebalse fuera del recinto. Se le contestó que era
más fácil, eficiente y menos trabajoso instalarle una válvula tipo
silencioso al estanque. Así se hizo y el problema se solucionó.

El generador eléctrico
El campamento contaba con un generador eléctrico diésel
para el alumbrado público, que incluía la electrificación de
la reja y los focos para las tareas de vigilancia. Era atendido
por personal técnico de INACAP, contratado en Antofagasta,
además contaban con un taller técnico completo para trabajos

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Memorias de prisión

de carpintería, soldadura, mecánica y eléctricos. Este equipo


fue usado en tiempos normales para hacer docencia. Como el
generador era pequeño, se permitía el uso de luz solo hasta las
nueve de la noche, después debía apagarse para asegurar la
electrificación de la reja, los reflectores y la luz de los soldados.
Al poco tiempo de estar instalados, se concedió permiso
para conocer las antiguas instalaciones de la oficina salitrera. El
profesor Mario Céspedes nos explicó los procesos extractivos
del salitre. Cuando los ingenieros prisioneros examinaron
las antiguas maquinarias, descubrieron que había un electro
generador del año 1920, de mucha potencia. Estimaron que ellos
podían hacerlo funcionar, después de las adecuadas reparaciones
y limpieza, así asegurarían electricidad para toda la noche. Costó
convencer al comandante, que no creía que fueran capaces de
hacer andar estas ruinas prehistóricas. A los pocos días empezó
a funcionar, pero como los funcionaros de INACAP no quisieron
saber nada de esta reliquia, se tuvo que autorizar la salida de dos
“electricistas prisioneros”, para salir del cercado y hacer el turno
de noche y así atender el generador. Llevaban con ellos una
estufa, café, colchonetas y naipes. Lógicamente eran vigilados
toda la noche por un soldado con fusil y casco. Muy luego el
guardia fue incorporado al café, competencia de brisca o escoba,
y por supuesto le pusieron una colchoneta para descansar. Lo
malo fue que lo sorprendió el jefe y se le amenazó hasta con
fusilarlo. Se salvó gracias a nuestros ruegos.

Reparaciones varias
Entre otras cosas, también se reparó el antiguo horno de
la panadería. Don Mario Céspedes limpió la plaza, regó los
antiguos pimientos y tuvimos la satisfacción de verlos revivir.
Reparamos el antiguo teatro, lo limpiamos, pintamos y aquí fue
donde nos encontramos con nuestros familiares en Navidad.

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Nuestros carceleros se dieron cuenta que en vez de la


“chusma” brutal, delictual y peligrosa, como nos consideraban,
éramos un grupo de elite, de lo mejor que producía nuestra patria
y creo que más de alguno de ellos, se dio cuenta de la injusticia
que se cometió con nosotros.

El “capitán Zabola”
El capitán Zabala se hizo famoso por sus dichos. Tanto que
hasta sus propios compañeros le decían ”Capitán Zabola”. Por
ejemplo, decía que “el desierto era caliente de día y frío de noche”.
Esta frase fue inmortalizada en una canción que fue muy conocida
en el show sabatino, aprovechando el doble sentido de la frase.
En otra ocasión, para animarnos dijo que nosotros junto a los
soldados íbamos a trabajar como amigos hasta lograr “reverdecer
la pampa”. Usaba un corte de pelo al rape, según él, era lo mejor
para el desierto y nos recomendaba que lo imitáramos.

El capitán Santander
Uno de nuestros primeros carceleros fue el capitán Santander.
Usaba una correa de cuero al hombro y se moría de ganas que
le preguntáramos para qué era. Un día no pudo más y nos dijo
que era una correa de tiro al blanco y que había ganado un
campeonato en Panamá. Nos odiaba y nos advirtió que si alguno
intentaba fugarse, él se encargaría de dispararle. La causa de
su odio era por un problema que había tenido con el “estanco
automotriz”, un sistema para comprar automóviles durante el
gobierno de la U.P., y que según él lo habían estafado.

La banda de guerra
Como preparación para los festejos del 21 de mayo de 1974, se
preparaba la banda de música. Algunos vigías – músicos, cuando
hacían turnos de noche, llevaban sus trompetas y aprovechaban

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Memorias de prisión

de ensayar. Se generaban ásperos y folklóricos diálogos con


los que trataban de dormir. Se hizo famoso “Filistoque”, preso
político con conocimientos de música, quien fue comisionado
para preparar el desfile y el encajonamiento, con el cargo de
sargento, título que le dio el oficial ante la tropa. Se cuenta que
un día dirigió la banda marcialmente por la salida del campo y
tuvieron que traerlo de vuelta desde la carretera panamericana,
que corre paralela al campo.

Los médicos
Llegamos siete médicos desde Santiago, uno desde Valparaí-
so y tres desde Concepción. Además había dos psicólogos, auxi-
liares de enfermería, administrativos y un dentista. Organizamos
un policlínico en una casa de tres piezas, la habilitamos para tres
consultas individuales. Estaba ubicado frente a la reja, a pasos del
hospital de campaña, que se comunicaba con el campamento a tra-
vés de una puerta en la reja, junto a una de las torres de los vigías.
Contamos con la cooperación de todos los funcionarios. Al
dentista se le permitió usar el equipo dental de los militares. Sus
servicios no solo fueron solicitados por los prisioneros, sino que
también por personal militar, a pesar que ellos contaban con uno.
Se confeccionaron fichas y se establecieron horarios de atención.
Había medicamentos básicos entregados por la Cruz Roja y un
auxiliar de farmacia estaba a cargo. En resumen, las necesidades
médicas de los presos no necesitaron al personal sanitario militar,
salvo cuando fue necesario operar. De esta manera, el prestigio
médico de nuestro grupo fue reconocido por todos.
El Dr. Mariano Requena fue el primer presidente del Consejo
de Ancianos y enfrentó con valor y habilidad los difíciles primeros
días, logrando finalmente el respeto de nuestros carceleros.
Cuando recién llegamos nos notificaron que se nos inyectaría
una vacuna antitífica, la cual fue rechazada de plano por los

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presos. La intervención de los médicos logró convencerlos que era


una necesidad, como prevención de epidemias. Las inyecciones
serían administradas por nuestros auxiliares de enfermería y
por los médicos. Al día siguiente todos amanecimos con fiebre,
algunos con mucha más que otros. La mitad del campamento
no se pudo levantar. Durante mucho tiempo nos hacían bromas
a los médicos por haber recomendado la vacuna. El personal
militar fue vacunado por su personal y también presentaron
cuadro febril.
En una oportunidad operábamos a un soldado herido de
bala, y de pronto, entró un capitán de tanques, reconocible por
su boina roja, sin mascarilla y fumando. Yo administraba la
anestesia con éter y oxígeno, ambos muy inflamables. Sin pensar
grité ordenándole que saliera inmediatamente. Todavía me
acuerdo de la cara de sorpresa del capitán ante mi insolencia,
antes que le advirtieran del riesgo de explosión.
Recuerdo que operé a varios compañeros, y en una reunión–
almuerzo en el año 2008, uno de ellos me contó que yo lo había
operado de un cáncer en una oreja en 1973.

El conscripto baleado
En enero de 1974, ocurrió un incidente muy importante
para las relaciones entre prisioneros y militares. Oscurecía en
la oficina salitrera y nos preparábamos para dormir, cuando
de súbito escuchamos una balacera y como no siguió, no nos
preocupamos. Al rato llegó un confuso mensaje hasta nuestra
casa, “ir de inmediato al hospital de campaña, el Dr. Álvarez
recibió un balazo”. Intrigado, me dirigí al hospital siguiendo las
instrucciones para circular en toque de queda: andar despacio
por el medio de la calle, con los brazos en alto y así no ser blanco
de los vigías que estaban en las seis torres de vigilancia con focos
y ametralladora punto treinta. Al llegar al hospital, los soldados

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Memorias de prisión

abrieron la reja y salimos los diez médicos a reunirnos con el


médico militar. Allí estaban, además de él, los paramédicos
militares, oficiales y el Dr. Jenkin alrededor de un conscripto
herido a bala en el tórax. ¿Qué había pasado? Ocurrió que una
familia de turistas que pasaba por la carretera había decidido
entrar al campamento, pensando que era un pueblo (eran turistas
brasileros). Esto provocó la balacera que habíamos escuchado y
que dejó herido a un soldado.
El herido fue llevado al hospital para ser atendido por el
médico militar (Dr. Amor), que se caracterizaba por su odio
hacia los médicos presos. Nos llamaba despectivamente “los
detenidos”. Este médico era ginecólogo en Antofagasta y fue tal
su incapacidad para atender al soldado herido, que el Teniente
lo obligó a llamar al Dr. Jenkin, famoso por sus salidas a operar
a Calama y Antofagasta. Éste de inmediato dijo que necesitaba
un anestesista y que éste solo podía ser el Dr. Rolando Álvarez
y un ayudante, el Dr. Danilo Bartulín. Así fue como el Teniente
hizo ir a todos los médicos y el mensaje que llegó a mi casa, al ir
pasando de casa en casa, llegó distorsionado.
Yo rápidamente practiqué una desnudación venosa, que el
Dr. Amor trataba infructuosamente de hacer. En seguida induje
la anestesia, comprobando y avisando de inmediato que solo
había oxígeno para diez minutos. El soldado estaba muy grave,
en shock. La herida era muy grande, con entrada por el pecho y
un horrendo orificio de salida, una herida similar a la que mató
al Senador Jaime Guzmán. Yo pensaba con temor en mi incierto
futuro, ante el fallecimiento inevitable del joven soldado al que
daba anestesia.
Cuando avisé de la muerte, el médico militar ordenó que
salieran todos, excepto los doctores Jenkin, Bartulín y yo, para
terminar el proceso de cerrar las heridas del fallecido. Al abandonar
la sala, yo temía encontrarme con el enojo de los oficiales. Al

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contrario, fuimos recibidos por un atento Comandante, que


nos llevó a un cuarto donde estaba el resto de nuestros colegas,
abrigados con mantas, tomando café con sándwich, atendidos
por los soldados. El Comandante nos agradeció los esfuerzos
por salvar la vida del conscripto y el espontáneo ofrecimiento de
los presos no médicos para dar sangre. A la mañana siguiente,
el Comandante asistió a la formación, lo que nunca hacía, para
repetir sus agradecimientos a todo el campamento.

Las visitas
Hubo dos capellanes destinados al campamento durante un
tiempo determinado. Uno pertenecía a Carabineros y llegaba con
uniforme. Era conocido como “la yegua de las pampas”, porque
demostraba un sospechoso interés por los prisioneros de menor
edad. Nos ofreció servir de mensajero para el Comité Pro-Paz
de la Vicaría. La verdad que nunca confiamos mucho en él. El
otro capellán, de apellido Jorquera, del regimiento Séptimo de
Línea, fue más cercano. En varias ocasiones almorzó en el rancho
de los prisioneros junto a nosotros, en las duras bancas y toscas
mesas que llamábamos comedor. En una ocasión nos contó sobre
los muertos, víctimas de la “Caravana de la muerte”, y cómo él
había tenido que enfrentar a los familiares. En general, nos dejó
un buen recuerdo.
Cuando nos visitó el Cardenal Silva Henríquez, el capellán
Jorquera lo acompañó y asistió en la misa. Lo primero que visitó
el Cardenal fue la casa de José Vega. Este preso, pampino, había
trabajado aquí en 1940 y habitado esa casa. En el período de
González Videla sufrió la represión y fue relegado a Pisagua. En
1973 fue tomado preso y relegado a Chacabuco. Llegó muy mal,
buscó la que había sido su casa y se ahorcó.
El Cardenal, indiferente al suicidio, pecado mortal para
los católicos, realizó un responso en el lugar. Luego celebró

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Memorias de prisión

una misa para todo el campamento, que asistió en masa. Fue


amenizada con una canción de Ángel Parra y cantada por el
“Conjunto Chacabuco”. Al Comandante del campo le pareció
altamente subversiva y provocadora la letra y preguntó de
quién es la letra y le respondieron que era una transcripción
del Evangelio según San Juan el Evangelista. El Cardenal nos
trasmitió la solidaridad de la Iglesia, que representaba a los
católicos y a los presos recluidos aquí, y que rogaba a Dios
por nuestra pronta libertad y que contáramos con el apoyo del
Comité Pro-Paz.
También nos visitó el general Oscar Bonilla, Ministro del
Interior de Pinochet. Aterrizó en el campamento en el mismo
helicóptero en el que posteriormente sería asesinado por orden
de Pinochet. Se mostró como un general muy duro y nos prometió
que si le dábamos un golpe, él nos daría dos golpes. Se mostró
como el prototipo del fascista.
A fines de 1973, periodistas de El Mercurio hicieron un
reportaje del campamento, mostrando una visión idílica de la
vida diaria, con fotografías y narraciones que recordaban las que
se instrumentaban en los campos de Hitler en la Segunda Guerra
Mundial. La mayoría nos mantuvimos alejados de los reporteros.
También nos visitó la Cruz Roja. Aquel día hubo buena comida y
otras maniobras para reflejar que estábamos bien. También nos
mantuvimos alejados. Tampoco colaboramos con el grupo de
cine, pensando que eran de la Alemania Occidental. Craso error,
eran cineastas de la República Democrática Alemana, quienes
hacían un documental recorriendo Chile de norte a sur6*.

6* Se refiere a los realizadores alemanes Walter Heynowski y Gerhard


Scheuman, quienes lograron engañar a la autoridad militar y grabar a los
prisioneros dentro del campamento de Chacabuco. El documental se llama
“No fui, no soy, no seré”.

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En diciembre de 1973 ocurrió algo muy serio en el campo.


Se nos presentó una carta que debíamos firmar, declarándonos
arrepentidos de nuestras ideas, que habríamos sido engañados
por los líderes de la Unidad Popular y que solicitábamos
clemencia. Unos pocos, muy pocos, quisieron firmar. La mayoría
rechazó de plano la famosa carta, de la que no se habló más.

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La Navidad:
el dolor de una lejanía presente...


Son las visitas de Santiago”. Le dije a mi mujer que no viniera
a verme y eso que tenía unas ganas locas de verla, pero no
teníamos plata. Quería que se quedara tranquila, que se
preocupara de sus chiquillos, de su trabajo. Le dije ‘olvídate de
mí, porque estoy bien’. Sentía que no importaba porque yo era
el que tenía que cuidar a mi familia. Pero unos días antes de la
pascua, me llamaron por altoparlantes junto a la gente que tenía
visitas. Me trajo un paquetito con cosas de Santiago, dibujos de
los niños, besos y abrazos. Me contó que se había alojado en la
casa de una matrona en Antofagasta. Esto no duró más allá de
una hora, ya que no se podían quedar, las habían revisado y todo.
Para muchos, durante varios días fue muy triste. Fue muy
emocionante, que después de las visitas se produjo una depresión
muy grande... Posteriormente en nuestra “casa” nos hicimos un
regalo para cada uno, donde hubo un lagrimeo espantoso. Con
otros dos compañeros nos pusimos a caminar y a hablar mierdas

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sobre los milicos, nos bajó la rabia y después nos pusimos a


llorar con fuerza, fue como una especie de catarsis. En la noche
nos bajó la furia y cantamos la Internacional. Cuando terminó
la noche de Navidad, nos fuimos a acostar contentos. El año
nuevo nunca fue muy importante, pero nos dijeron que venían
los nuevos interrogatorios. Nos juntaron en la cancha, pusieron
una mesita y ahí iba a empezar el interrogatorio. Leyeron una
lista con trescientos nombres, esos iban a quedar libres, es decir,
no los iban a interrogar, a los otros sí. Leyeron la lista y no me
nombraron. Finalmente leyeron una lista con cincuenta o sesenta
personas que iban a interrogar. Yo estaba muy asustado.

n
66 n
Memorias de prisión

La incertidumbre de los interrogatorios

N
osotros esperábamos los interrogatorios con susto y
ansiedad. Nos habían mandado al norte con la idea
que nos iban a interrogar otra vez, porque en el Estadio
Nacional el interrogatorio había sido insuficiente. Esto ocurrió
a finales de enero, esperábamos desde diciembre, es decir, tres
meses. Sabíamos como había sido en el Nacional. Un día nos
reunieron en la cancha de fútbol. Había un milico con una mesita
(también había carabineros). Después de un rato, leyeron una
larga lista donde había más o menos unos quinientos presos. Los
milicos decían que tenían bien claro lo que habían hecho y lo que
le iban a hacer a esos que se nombraron. Les dijeron que se fueran
para la casa. Nosotros seguimos elucubrando. Después leyeron
una lista de doscientas personas más, y les dijeron lo mismo, que
no necesitaban interrogarlos. Quedamos cien presos esperando.
Luego leyeron una lista que incluía a todos, menos veinte presos,
que también les dijeron que no los iban a interrogar. Y de los veinte
que quedaron, estaba yo.

n
67 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Ahí pasó el primero a una casita que estaba cerca de la


entrada. Nos llamaba la atención que no había vigilancia
adicional. Mientras esperábamos, no oímos ningún grito ni nada.
A los veinte minutos salió y le consultamos, qué te preguntaron,
¡puras hueás!, respondió. Dijo que no le habían pegado, que por
el contrario, lo habían tratado muy bien. En la tarde, salió un
carabinero que se estiró y dijo tengo hambre, voy a ir a comer y
seguimos, pero el único que quedaba era yo, y claro, estaba
muerto de susto. Al rato llegó el mayor González y me hicieron
pasar..... Me preguntaron ¿usted fuma?, ¿quiere una bebida?, ¿y
ese libro de qué es? Préstemelo. Yo estaba leyendo El Principito.
Me preguntaron si había participado en reuniones destinadas
a atacar a las fuerzas armadas. Evidentemente dije que no. Me
preguntaron a qué Partido pertenecía y claramente les respondí
que yo era comunista, porque era la tendencia en ese tiempo. Me
preguntó qué sabía yo sobre los hospitales clandestinos. Expliqué
que los médicos partidarios del golpe atendieron a la micro de
carabineros que llegó y que los médicos de la Unidad Popular
atendimos a los pobladores heridos. Y esas fueron las preguntas
que me hicieron.... doctor, usted va a salir libre muy pronto, así es
que prepárese. El mayor González me dijo que se iba a reunir con
las mujeres en el Congreso y que podía mandar una carta con él.
Quedé espantado, porque nunca imaginé tanta amabilidad de
parte de él. Bueno, resulta que le mandé esa carta a mi señora y la
Rosita la recibió. Ella se encontraba con el mayor de carabineros
cada vez que iba al Congreso. Él le aseguró que iba a salir, le
señaló que no tenía acusaciones ni cargo, así es que me iban a
soltar luego.

n
68 n
Memorias de prisión

Chacabuco, te miro de lejos

P
osteriormente a ese día, empezaron a llamar listas de
gente que se iba. A los pocos días, una veintena, después
treinta, así. Esperaba que me soltarían. Estábamos en
febrero; pasó marzo y abril y nada. A mí me habían interrogado
en enero. Terminé saliendo de Chacabuco en abril. Los que nos
quedábamos, seguíamos manteniendo vivo el campamento.
Estábamos cada vez más tristes, porque no se cumplían las
promesas de libertad. Cada vez estábamos más frustrados, cada
vez era más penoso. Una noche nos dijeron mañana se van ustedes.
No nos dijeron que nos iban a liberar, pero creíamos que lo más
probable era que nos íbamos a la casa.
Esa noche realmente no dormí nada, no sabía si me iba a ir
realmente. Me preguntaba qué llevarme, ¿las cartas?. No sabía
si me las iban a quitar. Al día siguiente nos llevaron fuera del
campamento. Dentro de él quedaron unas trescientas personas
más. En la oficina de administración nos dieron todas las cosas

n
69 n
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Rolando Álvarez Araya n

que andábamos trayendo el día de nuestra detención. Después


el comandante nos dio un discurso asegurando que nosotros nos
íbamos, que nos portáramos bien, que algún día nos íbamos a
encontrar y a tomarnos unos tragos juntos, pero que no podíamos
volver aquí, porque no regresaríamos más. Finalmente, llegaron
dos buses Mercedes Benz, verdes y rojos. Nos subimos con las
maletas... adentro solo íbamos con tres milicos para cuarenta
presos. Veinte en una micro y veinte en otra.
Íbamos muy contentos. Chacabuco solo quedaba a cien
kilómetros de Antofagasta, creo que cantamos canciones
permitidas por los milicos. Pero a mitad de camino, las micros
pararon y se bajaron los milicos. Eso nos bajó totalmente el ánimo.
Hasta que subieron los milicos, que nos dijeron que el bus de
adelante estaba en pana, no tenía bencina y que íbamos a buscar
bencina a Mantos Blancos, una minera que está en el camino.
Nos dijeron que no teníamos que preocuparnos, que solo era
una pana de bencina. Nos preguntaron ¿quieren bajarse a estirar
las piernas?. Y nosotros nos miramos negando con la cabeza...
bajen no más, fue la sugerencia de los milicos. Finalmente bajaron
algunos. Al cabo de una hora, seguimos rumbo a Antofagasta,
lógicamente muy asustados, pues ya sabíamos lo de la Caravana
de la Muerte.
Finalmente llegamos a Antofagasta, a la base aérea que estaba
al norte de la ciudad. Cuando bajamos de la micro, aparece un
comandante de la Fuerza Aérea, que dijo ¿qué hacen aquí ustedes?
Y nosotros, muy entusiasmados, respondimos que nos íbamos
para la casa, pero él aclaró, están equivocados, el avión no está
planeado para salir sino hasta mañana. La desilusión fue inmediata,
teníamos que devolvernos a Chacabuco y volver mañana, porque
solo mañana partía el avión. Preferíamos dormir encadenados
antes que volver a Chacabuco, pero no hubo forma, tuvimos que
regresar en la noche, cansados como perros, desanimados.

n
70 n
Memorias de prisión

Esa noche tampoco dormí nada. A la mañana siguiente


nos volvieron a formar y partimos rumbo a Antofagasta sin
inconvenientes. Llegando a la base aérea, lo primero que vimos
fue un inmenso avión y al frente, unas cien personas con las
manos en la nuca y mirando hacia los camarines. Nosotros
tuvimos que esperar, incluso unos milicos nos trajeron helado.
Ya nos devolvíamos a Santiago. Subimos las maletas a un avión
Hércules con una gran puerta trasera. De pronto cerraron la
rambla y apareció la “azafata”: un cabo que nos dijo ya, ustedes
donde se sientan, no se mueven, nadie habla, nadie hace ninguna
cosa. Entonces no faltó el desubicado que preguntó si se podía
cambiar a otro lado y el milico le gritó ¡cállate voh mierda!... y
partió el avión. Íbamos con mucho susto, porque sabíamos
que de repente abrían las puertas y nos tiraban al mar. Pero
finalmente arribamos de noche a Cerrillos, fue como una hora
y media de viaje, son casi mil kilómetros de distancia. Llegando
nos trasladaron al Estadio Chile.

n
71 n
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Rolando Álvarez Araya n

Te siento, libertad

E
ntramos al Estadio Chile por una fila de pacos que nos
pegaban a medida que íbamos entrando. A nosotros nos
pusieron en el último piso de las graderías. Abajo, en la
cancha, estaban otros presos, la mayoría muy golpeados. En ese
momento había unas doscientas personas. Esa noche teníamos
que dormir en el estadio y después, al otro día, nos iban a soltar.
Como teníamos sacos de dormir, logramos descansar un poco.
Finalmente llegó el otro día, nos llamaron en una lista y
nos sacaron fotos de perfil. Cuando les tocó sacarme la foto, se
les echó a perder la máquina y tuve que esperar a que trajeran
otra. Pero bueno, nos pasaron todas nuestras cosas y estábamos
listos para salir. Teníamos planeado que nos íbamos a ir en taxi.
Pero primero teníamos que llamar a nuestras familias, porque
sabíamos que lo ocurrente era que te soltaran y después te
mataban. Teníamos que llamar, ser serenos y dejar de lado los
sentimentalismos para avisarles a nuestras familias. Salimos y

n
72 n
Memorias de prisión

al frente había un boliche. Entré, pedí el teléfono y llamé a mis


hijos. Fue en ese momento cuando hablé con mi hija Alejandrita,
como contaba más arriba. “Aló, ¿con quién hablo?, con Alejandra,
me respondió una vocecita en el teléfono; Alejandra, soy tu papá,
le dije, papito, vuelve pronto, te extrañamos...
“Cuando llamaste era abril, era tarde, los milicos en el Congreso nos
habían avisado. Yo conocí al carabinero que te entrevistó en Chacabuco,
era un capitán, el capitán González. Era muy humano, diferente a
todos los milicos. Yo tuve una o dos entrevistas con él. Me entregó una
carta tuya antes de venirte. Cuando tú llamaste que venías saliendo del
Estadio Chile, llamé a todo el mundo para avisarle. Llegaste tan flaco,
con todas tus cositas, feliz, dichoso y los tres niños corrían de un lado
para otro”.
Nos subimos al taxi y observamos a una ciudad grande,
llena de luces, de autos, de gente. Finalmente llegué a la casa
de mi suegra. Me esperaban mi señora, mis hijos, un cuñado,
mi suegra, mi hermano, mis padres y otras personas. Todos me
miraban con cara de extrañeza, porque seguramente hablaba
mucho, se pensaba que nosotros estábamos rayados y la verdad
es que estuvimos rayados muchos meses.
Recuerdo cuando me fui a acostar a la pieza después de tanto
tiempo, con sábanas limpias y con mi señora al lado. No recuerdo
que hayamos intimado, pero sencillamente era muy bonito estar
con ella, calentita. Por fin estaba libre.
“Fue difícil al principio, porque no dormías en la noche. Hiciste un
tratamiento psiquiátrico, no tenías trabajo. Empezaste primero en la
iglesia. Nosotros no somos creyentes pero ayudaron mucho, como por
ejemplo la Vicaría de la Solidaridad. Tú no me decías nada, pero notaba
tu angustia. Yo tenía miedo que te volvieran a tomar preso, siempre te
dije que no te metieras en nada, porque ya tenía mi historia propia de
abandono, de vivir en casas ajenas. Mi papá estuvo preso en el periodo
de González Videla. Después empezaste a trabajar, a hacer turnos y de

n
73 n
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Rolando Álvarez Araya n

a poco... Teníamos una plata ahorrada para comprar nuestra casa y que
nunca toqué. Empezamos a averiguar si se podía pedir un préstamo al
banco. A fines del setenta y cinco, salimos a buscar casa. Ahí la cosa fue
cada vez mejor...”
Al día siguiente me levanté. Mi mujer estaba trabajando y
me quedé ahí con mi suegra y mis cabros. Salí a dar una vuelta
a la manzana y me di cuenta que realmente estaba libre. Poco a
poco fui tomando una rutina. Me preguntaba qué iba a hacer.
Entonces, el esposo de una colega de mi señora, que trabajaba en
una parroquia, me invitó a que atendiera allí a los enfermos, pero
rápidamente empezó a llegar gente perseguida. A poco andar,
me dijeron que me podían pagar por cada enfermo que atendiera.
Era muy poca plata, pero podía atender a los enfermos. Después
me hicieron imposiciones, pero ganaba muy poco, que era lo que
podían pagar. Yo tampoco era muy entusiasta en cobrar, porque
nunca había cobrado ningún peso. Pero estaba trabajando en lo
mío.
Al pasar el tiempo, me llamó una doctora comunista
que no estaba presa y me dijo que ella tenía posibilidades de
conseguirme trabajo en Maipú, porque ella trabajaba allá. Su
marido era Carmelo Soria, un español que había llegado en el
Winnipeg.
Con ella trabajamos en Maipú. Ahí ocurrió uno de los
momentos buenos que me pasó en la vida. Más o menos como
un a mes de estar libre, recibí una llamada telefónica del doctor
Iván Melleli Foresti, mayor y luego general de Carabineros. Me
mandó un recado, que por qué diablos no lo había ido a ver, si ya
llevaba un buen tiempo libre, si él me había ofrecido ayudarme.
No se me había ocurrido recurrir a él. Fui a la posta de San
Bernardo, donde trabajaba. Me dijo mira, ahora estás en libertad,
nadie te persigue, así es que yo te ofrezco trabajo en el hospital. No
tenemos ningún puesto de doctor, solo para que ordenes la farmacia,

n
74 n
Memorias de prisión

pero te tienes que olvidar de lo que piensas, porque tienes que trabajar
tranquilo. Como comprenderán, para mí fue muy importante,
porque después de salir libre no sabía qué iba a hacer. Él me
consiguió trabajo en el hospital y para mí es un amigo de verdad,
porque me apoyó. Él me hizo comprender que no todos los
carabineros y no todos los fachos eran malos.
Fuimos a conversar con el director del hospital, el doctor Joel
San Martín, que había sido el Presidente del Partido Nacional
en San Bernardo. Mi amigo Melleli era su mano derecha. Le dije
doctor, si usted me da trabajo, yo le prometo que me voy a portar bien,
no voy a dejar mis ideas políticas pero voy a trabajar bien. Solo no tenía
que meterme en líos. El director me dijo que no le prometiera
nada a él, sino que me comprometiera con mi amigo, que mi
lealtad estaba con el doctor Melleli. El hospital de San Bernardo
fue el único hospital de Chile que no fue allanado.
Trabajando me encontré con un médico amigo, Carlos
Godoy, uno de los veintiún médicos asesinados. Él trabajó hasta
el año 1976. A mí me preguntaron si tenía una relación con él,
respondí que sí, pero antes. El doctor Melleli me dijo que si le
preguntaban, él me iba a defender. Una vez le dije tú sabes que en
mi casa tengo escondido un rifle y tengo miedo que me allanen la casa,
lo encuentren y me saquen la cresta... por favor, qué puedo hacer. Él
me dio un papel para que le entregara la pistola a un carabinero,
después ya no habría problema.
A los pocos meses llegó a mi casa una camioneta de
investigaciones. En mi casa vivían también mi papá y mi mamá.
Me citaron a una comisaría de investigaciones y se sabía que
cuando te llamaban no salías más. Fui donde mi amigo Melleli, y
le señalé estoy muerto de susto. Él me dijo que me iba acompañar y
que me iba a esperar afuera hasta que saliera. Entré, pero solo me
querían interrogar por un asunto de un choque. Así era mi amigo
Melleli, mi amigo de toda la vida, porque indudablemente él todo

n
75 n
n
Rolando Álvarez Araya n

el tiempo se portó bien. Sabiendo que era comunista, nunca trató


de sacarme información ni de convencerme. Todo lo contrario,
muchas veces discutíamos nuestros puntos de vista, con todo
respeto, lo mismo que el doctor San Martín. Conversábamos
libremente, con un respeto mutuo notable. Con esto quedé
convencido que no todos los hombres de derecha y los milicos
son hijos de perra. Hay de todo... aprendí a respetar a todos. Para
mí, lógicamente hay milicos que son perros, pero si tú a un milico
le sacas el casco y conversas con él, es un hombre como cualquier
otro. Hay buenos y malos como en toda la sociedad. Me acuerdo
que unos días después del golpe, dejaron en la Posta del Barros
Luco a un milico de guardia, que era conscripto de las Fuerza
Aérea. Resulta que se olvidaron del tipo y en la noche estaba sin
comer y yo le pedí al encargado de la comida que le diera algo.
Se sacó el casco para comer y era un “cabrito” de dieciocho años.

n
76 n
Memorias de prisión

El rabanito

E
n el hospital de San Bernardo, empecé trabajando como
farmacéutico, después conseguí trabajo en la Posta y a
los pocos meses empecé a trabajar como cirujano. Hice
una carrera muy buena, tuve muestras de aprecio de todos los
directores, incluso de los pertenecientes al Opus Dei. Me tenían
respeto, sobreviví a varias directivas del hospital. Fui respetado
hasta el final, ¡me estoy echando muchas flores! (risas). Una vez, a
todos los doctores que estuvimos presos, nos ofrecieron nuestros
antiguos puestos de trabajo en el hospital Barros Luco. Íbamos
a ganar más, pero no lo quise aceptar porque conocía cómo se
trabajaba en el hospital, con un cariño que no iba a tener en mi
antiguo puesto. Además, tenía miedo que si tomaba ese puesto, se
lo iba a quitar a otra persona que llevaba quince años trabajando.
A la gente le llamaba la atención mis ideales, porque era
médico y no tenía consulta propia. Era muy respetado como
médico, me querían mucho, me decían ‘el rabanito’, porque era

n
77 n
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Rolando Álvarez Araya n

rojo por fuera y blanco por dentro. Les parecía muy raro, porque
sabían que no era malo. Esto lo sabía el doctor Melleli y todos
sus amigos milicos “fachos”. Me porté bien. Puedo decir que en
comparación con la historia que vivieron mis compañeros, la
mía fue muy distinta. A mí no me pasó nada; o sea, sí, estuve
preso, perdí mi trabajo, mi puesto, pero más allá de eso, a mí no
me pasó nada. ¡A mis compañeros los torturaron! A mí me daba
vergüenza decir que estuve preso, porque fuera de eso, a mí no
me pasó nada. Pero lo peor de estar preso es perder la dignidad.
Uno deja de ser importante, pasas a ser un hueón de mierda asesino.
Lo otro, es estar alejado de mi familia. Es la incertidumbre de
no saber qué iba a pasar conmigo, porque se rumoreaba que me
iban a quitar el título de médico... ¡y yo que nunca he cometido
ningún delito!, ni siquiera un parte de tránsito. Por eso, para mí
era algo desagradable ser considerado como un delincuente. Eso
fue lo más espantoso, además del temor de haber comprometido
a otra gente con mis actividades políticas, las que consideraba
claramente lícitas, pero que eran catalogadas como delictuales
por la dictadura.
Eso de comer comida mala y dormir mal, no me preocupaba ni
importaba tanto, ni el trato rudo de los militares. Así son ellos, así
fueron formados, sobre todo si su nivel no era tan culto (aunque
había algunos que sí). Ellos eran de muy mala leche. Había un
teniente que le gustaba burlarse de un grupo de detenidos, decía
yo puedo pelear a mano limpia con todos ustedes. Era un auto lavado
de cerebro que los hacía mostrarse con mucha crueldad. La idea
era producir en el preso un desgaste psicológico importante.
No me volví más rencoroso y les enseñaba eso a mis niñitos,
que los carabineros estaban ahí para ayudarlos. Al principio,
claro, decía que todos los militares eran unos hijos de perra,
pero al poco andar, me di cuenta que los militares eran seres
humanos y que en ese tiempo, a los milicos que no eran brutos

n
78 n
Memorias de prisión

los mataban. Se crearon espacios donde se les dio rienda suelta


a la violencia de algunos, por ejemplo la DINA, el guatón Romo
es el más conocido... hombres torturadores. La DINA vigilaba
hasta a los militares, le dieron sustento a la máquina represiva.
¿Cómo hacían obedecer a los conscriptos?, gracias a la brutalidad
de unos pocos. Pero el tipo más cruel fue Pinochet, porque dijo
que no se movía ni una hoja sin que él lo supiera. Era siniestro,
al igual que toda la gente bajo su mando. Manuel Contreras y
toda la gente de la DINA. Para los militares, fue una pésima
experiencia haberse relacionado con la dictadura militar, así es
que, al final, yo no les tenía pica.
De la prisión puedo decir que hay muchas más cosas positivas
que negativas. Se sacó lo mejor de los presos, la camaradería, las
pocas cosas que teníamos había que compartirlas entre todos.
Compartir con los presos fue lo más bonito, compartir el frío y
lo duro del cemento. Nos juntábamos para dormir. Se hacían
cursos de todo, de capacitación, para aprender a escribir y a leer.
Yo no aprendí mucho, pero pude ejercer mi profesión, operé a
enfermos. Por ejemplo, a una persona que le operé un “poroto”
que después fue un cáncer; a gente que tenía hernias, “cototos”,
tumorcitos. Pude ejercer la medicina. Compartí mis conocimientos
de astronomía con la gente, que aunque muy de principiante,
nos hicieron pasar ratos muy agradables. Nos sorprendía ver el
grado cultural de los militares, era muy interesante, porque se
notaba perfectamente que les habían lavado el cerebro. Estaban
convencidos que todos nosotros éramos personas agrestes,
que queríamos matar y que no teníamos ningún valor moral.
La mayoría de ellos creía eso. En ellos había un sentimiento
de inferioridad, se habían dado cuenta que el nivel cultural de
los presos era muy alto, había un gran sector de profesionales
con una elevada capacidad de creación, los trabajadores no
profesionales también tenían una elevada ética. Por eso, cada

n
79 n
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Rolando Álvarez Araya n

cierto tiempo, trataban de demostrar que tenían una instrucción.


Se trataban de comparar con nosotros. Igual se daban cuenta que
éramos iguales como personas.
Lo que más aprendí fue la solidaridad. Ahí me di cuenta
que era un valor verdadero, como lo fue para la Pascua, que
estábamos todos deprimidos y nos abrazamos, lloramos juntos
y nos sentimos mucho mejor. Desde hace como diez o quince
años, tenemos la costumbre de juntarnos una vez al año. Éramos
unas cuarenta o cincuenta personas, no más, porque muchos
estaban afuera y los otros siempre tenían miedo de juntarse. Nos
seguimos juntando.
A mis hijos nunca les conté nada, porque a mí no me
enseñaron a odiar.... pero como yo me enfermé... nunca les
hablé contra los militares. Lógicamente resalté los valores de la
izquierda, pero nunca los adoctriné, como la mayor parte de los
comunistas que les enseñaron a sus hijos a ser comunistas. Eso
sí, cuando me preguntaban algunas cosas, las contestaba. Pero
no los adoctriné. Sí compraba El Siglo, el diario comunista, pero
nunca les conté que estuve preso. Mis niñas siempre pensaron
que estaba trabajando en el norte. No quise trasmitirles mi
experiencia de dolor, no quise demostrarme como un hombre
rencoroso, como alguien que odiaba. Mi hija mayor es muy
emotiva, es muy llorona, igual que yo. Pero ella no quiere saber
nada, ella odia a los que me encarcelaron, pero tampoco es un
odio sentido. La Alejandra está muy obsesionada con la Unidad
Popular, pololeó con un tipo que era socialista. Rolando salió
más de izquierda, pero nunca le dije nada, fue iniciativa de él.
Todo esto suena más o menos coloreado, pero fue terrible
estar preso. Cuando quedé libre tenía miedo, cada cierto tiempo
me enteraba que habían agarrado a un médico y lo habían
desaparecido. Pensé que me iba a pasar lo mismo. En algún
momento pensé en la posibilidad de irme al extranjero, pero

n
80 n
Memorias de prisión

finalmente, gracias a mi amigo Melleli, recuperé mi dignidad de


médico. No me hice rico ni famoso y me quedé aquí, en mi país,
con mucho miedo pero me quedé aquí. Me costó tranquilizarme;
cuando un auto se paraba frente a la casa me daba mucho
miedo... tenía pesadillas.
Quise contar ahora mi historia, porque ya me voy a morir y
no tengo mucho para dejarles a mis nietos. Me da mucha pena
no haber conocido más sobre la historia de mis padres y mis
abuelos, por eso quiero dejar una huella de lo que me pasó. Es
una de las cosas más importantes que me ha pasado. Quiero que
quede un recuerdo claro de esto.
Mi historia va de la mano con la historia de miles de chilenos
y chilenas. Algunos ya no están, otros sobrevivieron, pero todos
conformamos el grupo que vivió una etapa terrorífica, que nunca
imaginamos siquiera que ocurriría en nuestro país. Mi testimonio
lo dejo para que ojalá nunca más vuelva a suceder, nunca más...

n
81 n
Epistolario de prisión7

7
Se ha respetado la redacción y la ortografía original.
Epistolario de prisión

10 de noviembre de 1973

Señor Rolando Álvarez A.


Mi querido Rolando, recién hoy 10 de noviembre he sabido
donde has sido trasladado, pero como aún no sé la dirección, no
podré mandarte esta carta. Solo lo sabré el próximo 13, pero de
todas maneras, te iré escribiendo día a día y luego te envío todo.
Quiero saber cómo estás, de salud, de ánimo, cómo es el clima,
etc., etc.... Si necesitas algo.
Son las 10 de la noche. La Mony8 es la única que aun está en pie
haciendo dibujos y viendo televisión. Te contaré que Alejandrita
9
duerme conmigo y la Rosita en tu cama. Ya se acostumbraron
a la idea que tú estás lejos trabajando, pero Alejandrita me pide
que te llame por teléfono, para que vengas. Hoy en la tarde el tío
Walchen10 nos llevó al “Portofino” y luego nos llevó donde mi
Mamy11; allí estaba la Toya 12 y Germán13. Nos pusimos de acuerdo
con Roberto14 en que él se va a vivir a mi casa cuando yo me cambie.
Hoy hace un día frío y, nublado. Rolando, me siento triste
y sola sin ti. Me haces mucha falta. Vivir sin ti, es no vivir, es
vegetar. Tienes que hacer lo posible para que esto se solucione.
Claro que tú es bien poco lo que puedes hacer y yo tampoco,
me siento tan impotente. Ayer fui nuevamente al Ministerio de
Defensa para saber cuáles eran los cargos contra ti, y es el mismo
que yo sabía, “sospechoso”, ¿de qué será? no sé.

8
Rosa Álvarez Vallejos, hija mayor de Rolando y Rosa. También nombrada
como Rosita, Mony, Monina y Cucky. tenía 6 años en ese momento.
9
Alejandra Álvarez Vallejos, segunda hija de Rolando y Rosa. tenía 4 años en
ese momento.
10
Osvaldo Álvarez Araya, hermano de Rolando.
11
Irma Guzmán González, madre de Rosa Vallejos.
12
Gladys Vallejos Guzmán, hermana de Rosa Vallejos.
13
Germán Wilson Scappini, esposo de Toya, cuñado de Rosa Vallejos.
14
Roberto Vallejos Guzmán, hermano de Rosa Vallejos. Periodista deportivo.

n
85 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Rolando hasta aquí llego por ahora, te quiero mucho, Buenas


noches.
Ahora escribe la Rosita:
PAPITO VEN PAPITO
YO TE QUIERO MUCHO
ROSITA.
Esto lo escribió ella con su propia redacción.

7
11 de noviembre de 1973

Pasamos todo el día con tus papás. El tata15 les hizo unos
caballitos a los tres, están muy contentos y el tata muy orgulloso.

7
12 de noviembre de 1973

En la mañana fui al Colegio Médico a hablar con un médico


que está dedicado a ver la situación económica de los familiares
de los médicos detenidos. No estaba, pero la secretaria le
informará y tratará de agendar una entrevista con él.
Ahora ya van a ser las 10 de la noche. La Rosita está haciendo
unas sumas y restas, ya llegaron al número 100. Esta noche se
quedó mi mamy, que mañana partiré temprano al Ministerio de
Defensa para saber tu dirección. ¿Cómo estás padrecito? Tienes
que cuidarte mucho y comerte todo lo que te den para que no
sigas bajando de peso o a enfermarte. ¿Cómo es el clima? Tienes
que mantenerte en buen estado y pensar que aquí tiene a su

15
Rolando Álvarez Koheler, padre de Rolando Álvarez Araya.

n
86 n
Epistolario de prisión

mujer, hijos, padres, hermanos y amigos que te quieren y añoran,


y que para mi eres lo más importante y querido y que lo único
que deseo es verte bien y muy luego de vuelta.
Tus Padres te mandan montones de cariños y que luego te
escribirán

7
14 de Noviembre de 1973

Aun el Ministerio no tiene las listas, pero en el Servicio


General del Ejército se me dio tu dirección, la cual espero sea la
indicada. Ojalá puedas recibir esta carta.
Adiós Rolandito, hasta muy pronto.
Te quiere.
Rosa V.

7
Para Rosa Eugenia Vallejos Guzmán

Chacabuco 12 de noviembre de 1973.

Rosita querida:

Me encuentro en buen estado de salud , tanto f ísico


como mental . En este lugar la comida es satisfacto-
ria y las condiciones de vivienda son suficientes. Por
otra parte , el clima de la pampa no es tan malo como
decían , al menos por el momento.
El viaje lo efectuamos en barco y tampoco tiene
ningún problema. Te reitero, por lo tanto que me en-
cuentro bien e incluso junto a mis colegas tenemos un
ambicioso plan de trabajo en relación a la atención
médica de la gente . Esto último significa mucho para

n
87 n
n
Rolando Álvarez Araya n

nosotros, pues el trabajo es excelente remedio para las


preocupaciones.
Mi estado anímico es también bastante bueno, es-
pecialmente después de haberte visto en el Estadio. A
mí , como al resto de nosotros, la visita de nuestros seres
queridos significó un impacto emocional de incalcula-
bles proporciones, que nos ha permitido enfrentar las
cosas con un optimismo extraordinario. Rosita queri-
da, estás más linda que nunca y te quiero aun más que
cuando nos casamos. Estos 8 años de vida en común
han sido los mejores de mi vida, no es ninguna exa-
geración y a ti te consta lo aproblemado que era antes.
Rosita te recuerdo constantemente como la mejor
esposa que puede tener un hombre . Tu decisión de
trabajar para tratar de remplazar mi sueldo y la so-
lución al problema de movilización de los niños para
ir a la escuela fueron el mejor remedio a la angustia
que a ratos amenazaba con quebrarme , mientras es-
tuve en el Estadio. Ahora sé que además de una esposa
amante , tengo una mujer valiente , decidida y capaz
de enfrentar situaciones tan dramáticas como las que
vivimos en este momento, y que en otras familias, creo,
no podríamos haber esperado.
Recomendaciones:
Rosita, te reitero que no debes distraer dinero en
tratar de mandarme cosas, tengo ropa suficiente , la
comida es buena y los cigarrillos ya no constituyen
un problema, pues ya casi no fumo. El dinero debes
guardarlo para los gastos de la casa y lo que sobre , si
es que llegara a sobrar, meterlo a la Asociación de
Ahorros y Préstamos.
Solo te pido, más bien exijo que me escribas lo más
frecuentemente que puedas. Haz que los niños me es-
criban o me manden dibujos.

n
88 n
Epistolario de prisión

Mi mayor temor es que no me recuerden cuando


llegue , especialmente Rolandito16. Debes insistirles en
que estoy viajando y que volveré , háblales constante-
mente de mi , recordándoles los volantines, los paseos
en auto y todas las cosas buenas que yo les daba o
hacía.
Rosita, necesito con urgencia una foto tuya , de las
niñas y mis padres. Mándamela si es posible , como
creo debe ser en la primera carta que me escribas.
Rosita: Te quiero mucho, y te añoro extraordi-
nariamente . Debes ser valiente y tener confianza en
que volveremos a vernos para envejecer juntos, criar
a nuestros hijos, especialmente a las niñitas para que
sean mujeres tan extraordinarias como tú eres.
Hasta pronto.
Tu marido que desea abrazarte lo más pronto po-
sible .

P.d: Dale mis más profundos agradecimientos a


mis hermanos, a tu mamá, tus hermanos y cuñados.
Es realmente satisfactorio y alentador tener una fa-
milia como la que tengo.
Va carta adjunta para mis padres y los niños.
Parece que solo te podré escribir dos veces al mes,
ojalá tú puedas hacerlo más seguido. No te olvides de
las fotos.
Mi dirección es: I División de Ejército
Oficina Chacabuco
Antofagasta.

16
Rolando Álvarez Vallejos, hijo menor de Rolando y Rosa. Tenía 2 años en ese
momento.

n
89 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Stgo 17 de noviembre 73

Mí querido Rolando:
Te estoy escribiendo esta carta desde el correo Central,
necesito pedirte algo en forma urgente. Me imagino que ya
habrás recibido mi primera carta. Resulta que ahora para cobrar
tu sueldo me exigen un poder tuyo. El que tú me dijiste haber
firmado en el Estadio Nacional no se me ha entregado; me dijeron
que lo enviaron por correo, pero hasta el momento nada. ¿Crees
tú que podrás enviarme uno? ¿Conseguirlo con las asistentes
sociales del Ejército? Si así fuera mándamelo certificado.
Y cómo estás, ¿el clima es muy duro? Nos dijeron que no se
podían enviar encomiendas; nosotros estamos muy bien. En la
próxima carta te contaré mi entrevista en el Colegio Médico.
Cuéntame cómo fue tu viaje. Qué hacen; ¿trabajan en algo?
¿Cómo es el lugar? La Villa tiene unas fotos que salieron en una
revista sobre Chacabuco. Se ve una calle polvorienta con 1 Iglesia
y algunas casas con los marcos de puertas y ventana, me imagino
que cerca de ese lugar estarán Uds. ¿Tienen agua de pozo? ¿Luz
eléctrica? En fin cuéntame todo lo que más puedas.
Los niños y yo nos acordamos mucho de ti y espero que esto
terminará pronto.
Te abraza y besa tu esposa
Rosa Vallejos.

n
90 n
Epistolario de prisión

Stgo 19 de noviembre 73

Sr. Rolando Álvarez A


Pte.
Padrecito, solo hace 2 días que te despaché otra carta en la
cual pedía un nuevo poder, pues el otro no aparecía. Resulta
que ese mismo día al llegar a casa había llegado por correo. Así
es que ya no necesito nada. Ojalá que aún no se haya iniciado
ningún trámite. El sueldo me lo pagaron sin problema. ¿Y cómo
estás tú? No hallo las horas de recibir carta tuya.
En este momento que te escribo lo hago desde la consulta de
la Dra. Jirón, la espero pues hablaremos sobre trabajo.
Te contaré que en la entrevista que tuve con el médico del
Colegio Médico, el Dr. Prado, éste me comunicó que habías
sido calificado en lista C, por los capítulos médicos del hospital.
Me aconsejó que presentara una carta al Consejo Regional Stgo
pidiendo un sumario, es decir una apelación. Pienso llevarla
entre hoy y mañana. Además él pidió informar al Ministerio del
Interior sobre tu cargo, pero como es por escrito, yo creo que
respuestas tendremos en estos días. No te aflijas padrecito, pues
además en el hospital también el director del hospital le dijo a
éste que se revisarían nuevamente, lo que más importa es que
tú estés bien. Tienes que cuidarte mucho por nosotros que te
esperamos y necesitamos.
Por ahora no tengo más noticias nuevas, hasta pronto.
Te abraza y quiere mucho
Rosa.

n
91 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Chacabuco, 20 de noviembre 1973

Querida Rosita
Te escribo otra carta, aunque es claro que ni
siquiera te haya llegado la primera. Sin embargo,
no quiero perder ninguna oportunidad de mantener
este exiguo contacto, que debe reemplazar aquel
contacto cotidiano tan feliz de nuestra vida en
común . Solo podemos escribir 2 cartas al mes y con
extensión limitada, ya que el trabajo de revisar la
correspondencia es excesiva en estas condiciones. Por
lo tanto no podré escribir como yo quisiera, es decir
una carta para ti , otra para mi papá, mamá y para
los niños.
Estoy bien . El poder dormir sin estrecheces sobre
un colchón y servirse una comida satisfactoria sobre
una mesa , marca un apreciable contraste con las
anteriores condiciones de vida. Disponemos, además
de un espacio de 10 x 4 cuadras, con calles y canchas
deportivas donde podemos movernos libremente .
Tenemos múltiples actividades. Las habilidades
y preparación de la gente son múltiples y todos las
están entregando en beneficio del resto. Por ejemplo
yo practico gimnasia diariamente bajo la dirección
de un profesor de educación f ísica, así como sigo un
curso de programación de computadores. Yo en cambio
entrego atención médica en un policlínico que hemos
habilitado todos los ex trabajadores del SNS y me preparo
para hacer clases de Astronomía. Además, existe un
excelente conjunto folclórico formado y dirigido por
Ángel Parra, club de ajedrez, brisca y otros.
No quiero parecer pesimista, pero estoy inscrito para
trabajar en labores de carpintería, específicamente
fabricando juguetes. Es posible que esto signifique un

n
92 n
Epistolario de prisión

ingreso económico, que te enviaría para ayudar a los


gastos de la casa. Ojalá resulte esto.
En resumen estoy bien , f ísica y anímicamente .
Esto no impide que la nostalgia se manifieste fuerte
y frecuentemente , especialmente al no tener ninguna
certidumbre sobre la duración de esta situación .
Cuando Ángel Parra y su gente canta “Tonada del
viejo amor ”, no hay control y las lágrimas sirven de
desahogo.
Rosita, escríbeme lo más frecuente y largo que
puedas. Cuéntame todo lo que pase en la casa, hasta
lo que hace el perro. Cuéntame de los niños, de la
situación económica, que es lo que más me angustia.
Mándame fotograf ías. Esto y tu amor expresado en el
papel es todo lo que necesito, pues te insisto en que no
gastes plata tratando de mandarme cosas.
Que no me olviden los niños, háblales de mí
frecuentemente . Cuídate mucho, se valiente y ten
paciencia, pues conf ío en que nos espere un futuro que
nos permita olvidar la pesadilla de esta separación .
No creas que tengo ideas fijas, pero a cada momento
recuerdo tu visita en el Estadio, la alegría que tuve
al verte tan linda y tan valerosa. Cuando miro la
ropa no puedo menos que emocionarme pensando que
tú la lavaste y planchaste con cariño para mí . He
dejado un pantalón y una camisa que no usaré , para
conservarla tal como la pusiste en la maleta.
Quiero que saludes a tu mamá, hermanos y
cuñados, que también recuerdo con cariño.
Rosita querida: te quiero mucho, me haces una
horrible falta, pero algún día podremos olvidar todo
esto.
Te abrazo y besa tu marido.

n
93 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Papito: Te echo mucho de menos, pero también


espero mucho de ti; debes reemplazar la figura paterna
que necesitan mis hijos. Ahora, igual que cuando
yo era pequeño, tienes que inculcarle a mis niños
pequeños los conceptos éticos que me enseñaste , para
que ellos al igual que tu y creo que yo, sean íntegros,
honrados y que sean útiles y capaces de engendrar y
criar hijos iguales. Padre , te quiero y admiro. Nada
más.
P.D. Escríbeme .
Mamita17: Escríbeme , pero escríbeme que estás
entera y que eres la misma que ha enfrentado
situaciones dif íciles y las ha superado. Es necesario
que así sea por ti , tu marido, tu hija Rosita y tus
nietos y eso será el mejor apoyo que me puedes dar.
Creo que has tenido mucha suerte cuando hace casi
ocho años atrás, tuviste una nueva hija, que te salió
un poco crecidita, pero una hija que ha hecho feliz
a tu primogénito y te ha dado lindos nietos. Mamita,
muchos besos y abrazos imaginarios, en espera de los
reales que algún día podremos darnos.
Saludos fraternos a Osvaldo y María Elvira.18
Rolando Álvarez

17
Elvira Araya Figueroa, madre de Rolando. También mencionada como Nené.
18
María Elvira Álvarez Araya, hermana menor de Rolando y Osvaldo. También
mencionada como Villa.

n
94 n
Epistolario de prisión

Chacabuco 22 de noviembre de 1973

Querida Rosita:
Tu carta del 15 la recibí el 20 de Noviembre ,
bastante rápido el servicio ¿no te parece?. Yo pensaba
que la demora sería mayor.
No se si te diste cuenta, pero tu carta fue distinta
a todas las otras que me habías escrito antes. En ellas
nunca expresaste en forma tan intensa e incluso
dramática tus sentimientos, como lo hiciste ahora.
Bueno, así me gusta que me escribas, ya que aunque
la emoción es mucho más intensa, mas grande es
la alegría de ver expresado en esa forma tu cariño.
También me emocionó mucho las letras que manda
la Monina. Espero que se repitan y aún espero algunos
dibujos de Alejandrita.
No tengo mayores novedades en relación a la
última carta, aunque no recuerdo si te hablé de la
operación efectuada en el campo. Operé a un cirujano
militar, ayudé a Enrique Jenkins y yo controlé la
anestesia. El enfermo tenía una hernia inguinal y se
encuentra perfectamente recuperado.
Te mando esa especie de cuento a las niñitas para
que Rosita pinte los autitos y se lo lea a sus hermanos
menores. Para la próxima carta pienso mandarle un
dibujo para pintar, recortar y armar, ya tengo casi
lista la idea.
Rosita, ya parezco disco rayado, pero tengo que
decirte una vez más lo mucho que te quiero. Cuando
por fin podamos juntarnos de nuevo, trataré de
corregir mis múltiples defectos y corregir hasta los
más pequeños errores de comportamiento contigo, y
las niñas y el resto de la familia . Cierto es que solo se
sabe lo que uno tiene cuando se pierde algo y nunca

n
95 n
n
Rolando Álvarez Araya n

me he dado cuenta del verdadero tesoro que tengo en


mi casa y en las casas de mis familiares.
Saludos a todos y a ti un fuerte abrazo.
Rolando.
Pd: Pregúntale a Nolberto si me puede prestar ese19

libro de astronomía en inglés que una vez me prestó.


Si no es muy caro mandarlo, hazlo, pero solamente
el libro. No gastes dinero innecesariamente . Si es
posible , el paquete debe ser enviado a:
Control de Carabineros de Balmaceda.
Antofagasta.
Besos, Rolando.

7
Para mis hijos
Rosita Álvarez Vallejos: En letras imprenta, pues
recién comienza a leer (I año básico).
Rosita:
Tu papito está lejos, pero va a volver. Se fue en un
barco que se llama ANDALIÉN.
[mayúsculas en el original].
Vive en una casa muy bonita y trabaja en un
hospital parecido al que tú conoces.
Pórtate bien y no hagas rabiar a tu mamita.
Para Alejandrita:
[dibujo de citroneta y de papá y ella elevando un volantín]

19
Amigo de la familia.

n
96 n
Epistolario de prisión

Para Rolandito:
[dibujo de un avión tipo Cesna].

7
Para mis padres:
Mamita querida:
Rosita te habrá contado cómo estoy, a ti solo te agrego
que estoy perfectamente bien y no debes preocuparte
por mí . No te enojes, pero pensé que tú ibas a ser
la persona más valiente de la familia y espero que
esta carta te ayude a tener confianza y paciencia. Los
puzzles que me mandaste me han servido mucho,
especialmente en el viaje , que duró más de 2 días,
pues llegué en barco. Mamita, mi mujer y mis hijos
necesitan de tu habitual energía y optimismo, por lo
que te exijo que superes tu pena y seas la vieja gorda,
alegre y chistosa que yo recuerdo constantemente .
Tu hijo que te quiere y abraza.
Papito:
Yo estaba muy preocupado por ti , sin embargo
Rosita me ha tranquilizado al respecto. No sabes cuánto
siento haberte causado la pena que debe afligirte pero
se que me comprendes, porque al fin de cuentas soy
tan parecido a ti , aunque a veces tengamos posiciones
contradictorias. Tu hijo está bien y espera confiado el
momento que pueda abrazarte largo, largo. Papito, tus
nietos te necesitan ahora que les falta su padre , por
favor, reemplázame .
Rolando
PD: Sendos abrazos paras mis hermanos Osvaldo y
María Elvira. Dile a Osvaldo que nunca dudé que iba

n
97 n
n
Rolando Álvarez Araya n

a tener la actitud que está teniendo para auxiliar a


mi gente . Debes estar orgulloso de tu hijo segundo.

7
Stgo 27 de noviembre 73

Sr. Rolando Álvarez A.


Mí querido Rolando: Esta es ya la cuarta carta que te escribo
y aún ni recibo nada de ti, aunque ya he sabido de otras Sras.
que han recibido cartas desde Chacabuco. Espero que esto solo
se deba a la demora lógica de la revisión que se debe hacer
al salir las cartas. Quizás tú tampoco hayas recibido las mías.
Averiguamos que tienen derecho a escribir 1 carta por semana,
por lo tanto se me deben como 3 ¿o no es así?
Deseo saber cómo estás, como te sientes, cómo está la salud.
En estos días casi todas las mujeres que nos quedamos ya sea
sin el marido, el hijo o el novio, nos hemos estado movilizando
para tratar de conseguir una visita a Chacabuco. En caso que
esto fuera aceptado, quiero que me hagas llegar una lista con las
cosas que quieres que te lleve, con lo que más falta les hace. Yo
he pensado comprarte 2 pares de blue jeans que creo que serán
más útiles que los pantalones que llevaste; además alpargatas,
chupalla para el sol, los bototos que no te pude mandar mientras
estabas en Stgo. Creo que aún no comienzan los interrogatorios,
por lo cual he pensado que esto se prolongará hasta después de
Diciembre. Padrecito quiero que me digas sinceramente lo que
necesitas. Dinero tengo, pues me siguen pagando tu sueldo.
Supe que tienen una especia de pulpería donde Uds. pueden
comprar, me imagino que del dinero que llevaste no será mucho
lo que te queda. No sé si mandarte dinero. Todo esto tienes que
decírmelo.

n
98 n
Epistolario de prisión

Ojalá que puedas volver antes de pascua, es lo que más


deseo. Me parece increíble que ya hayan pasado 2 meses sin estar
juntos, es como un sueño, nosotros que nunca nos habíamos
separado. Rolando eres tan importante para mí, como no te
imaginas, es un cariño inmenso que no se puede descifrar, pero
tú me comprendes.
Pienso que volverás para no separarnos. No te niego que
he adquirido mucha fortaleza y ésta, en gran medida, me nace
al mirar a nuestros hijos. Están tan lindos y estoy dispuesta a
evitarles cualquier sufrimiento, no sé si te conté, pero ellos
saben que el papá está de viaje, ahora esperan carta tuya. Están
conformes, Rolandito está bien peladito. Pancho20 le cortó el pelo
al fin. Yo se lo corté a las niñitas, pero no mucho, pues no me
dejaron. Por aquí ya es pleno verano, hace mucho calor.
En general toda la familia está muy bien. La Cristy21 está con
amigdalitis superada, dice que haces mucha falta, pues tuvo que
llamar a otro médico, te manda muchos saludos.
Padrecito te quiero cada día más y te admiro por tu valor ante
este momento tan inmerecido e injusto por el que estás pasando.
Pienso que esta pesadilla ya terminará pronto y me consuelo. no
sabes con qué ansias espero tu carta, ojalá llegue pronto.
Aún no he empezado a trabajar, pues no me he podido
cambiar a la casa de mi mami como pensaba, pues está el Tavo22
con su familia. Recibí el ofrecimiento de parte de tu hermano,
para él irse a dormir en mi casa y que nosotros nos vayamos

20
Amigo cercano de la familia.
21
María Cristina Escobar Jara, amiga cercana de Rosa Vallejos.
22
Luis Gustavo Vallejos Guzmán, hermano de Rosa Vallejos. Militante
comunista, fue detenido en la V Región, donde se desempeñaba en la
Refinería de Petróleo de Concón (RPC). Liberado, debió esperar un par de
meses en casa de su madre para partir al exilio en Alemania.

n
99 n
n
Rolando Álvarez Araya n

a casa de tus padres, pero resulta que parece que a fin de mes
les entregan el departamento; ojalá que no sea así, entonces nos
iríamos para allá. Ya veremos, por el momento, como te digo, no
tengo apuros de irme.
La Cruz Roja Internacional me informó que estabas en el
pabellón 18.
Bueno Rolandito ya no te escribo más por ahora, recibe un
beso grande de
Rosa.
La hoja que sigue es de tus hijos.
PD: Te mando estampillas para la respuesta.

7
Chacabuco 27 de noviembre 1973

Querida Rosita
Con mucha alegría he recibido la noticia que
podré escribirte semanalmente , como era mi deseo.
He recibido 3 cartas tuyas con fechas 14, 19 y 17
respectivamente , aunque parece que tú aún no recibes
ninguna de las 3 que te he mandado.
Mucho me tranquiliza saber que aún recibes mi
sueldo, aunque me apena saber que mi cargo en el
SNS [Sistema Nacional de Salud] corre peligro de
perderse . Las autoridades del campo, sin embargo,
nos han insistido que esto no podría suceder si no se
nos prueba algún delito. Triste sería tener que alejarse
de un servicio al que le he dedicado lo mejor que he
podido. Sin embargo, conf ío que podré ganarme la
vida honestamente por humilde que sea el trabajo que
pueda realizar, y apoyado en tu amor y tu valentía,
lograr que nuestro hogar sea feliz.

n
100 n
Epistolario de prisión

Respecto a tus dudas: tenemos agua potable ,


duchas, luz eléctrica y me como toda la comida
(bastante satisfactoria por lo demás). Vivimos en las
mismas casas que vio María Elvira en esa revista, pero
las ventanas y puertas están protegidas por cortinas
de arpillera.
Sigo haciendo gimnasia, trabajo en el Policlínico
y he empezado a trabajar en INACAP, en juguetería.
He ganado un nuevo amigo durante estos meses.
Se llama Raúl Díaz Valdés, es médico, director del
“Sótero del Río”. Estamos juntos desde mi detención
el 21 de septiembre y pese a los numerosos cambios
de ubicación , seguimos prácticamente en la misma
casa. Nunca hemos estado separados más de 24 horas.
Así hemos compartido angustias, penas, lágrimas,
temores, pero también alegrías, recuerdos familiares e
incluso las provisiones que recibíamos en el Estadio.
Así ha nacido una profunda amistad entre nosotros
y a través de ella, él te conoce a ti y a los niños y yo
conozco a su mujer y sus 5 hijos. Hemos pensado que
sería muy hermoso que tu y su mujer se conozcan
también y se apoyen mutuamente , tal como lo
hacemos nosotros. Ella se llama Mónica Alvarado y
viven en Salvador 2417 y su teléfono es 234643. Por
favor, comunícate con ella y traten de ser tan buenas
amigas como somos nosotros.
Rosita , llevo más de 2 meses fuera de la casa y
ya casi no recuerdo otra manera de vivir que la
actual . Casi no recuerdo que tengo una casa , tele-
visión , Frecuencia Modulada , radio Andrés Bello
y citroneta . Debo hacer un esfuerzo para recordar
nuestro pequeño jardín . Me he acostumbrado y pro-
bablemente adaptado al duro lenguaje de hombres
solos y angustiados. Sin embargo mantengo intacta

n
101 n
n
Rolando Álvarez Araya n

la imagen tuya , los niños y los familiares. Tu re-


cuerdo de mujer apasionada , dulce y delicada no
me abandona . Envidio a Pablo Neruda por ser capaz
de haber escrito “100 sonetos de amor ” dedicados a
Matilde Urrutia . Por favor léelos e imagina que es tu
marido que te dice cuánto te quiere , que valora cada
momento del día , tal como dice el poeta .
Cuando atardece , con Raúl Díaz contemplamos
en silencio y soledad la puesta del sol , hundidos en
la nostalgia de nuestras familias. Hazlo tú también y
será como una cita a través de la distancia cuando
miremos lo mismo y nos recordemos mutuamente .
Rosita, creo que no estaremos juntos para la
Navidad . Tal vez no sea más que mi maldito
pesimismo, pero creo que es mejor que empieces
a pensar ya en esa posibilidad . Sin embargo, mi
conciencia está completamente limpia y no dudo
que pronto estaremos juntos nuevamente y podremos
olvidar esta pesadilla. Juntos rehaceremos nuestras
vidas y uniendo nuestros trabajos y apoyados en
nuestro amor seremos felices criando a nuestros hijos
y alegrando a nuestros padres.
Rosita: Es tarde ya y no puedo seguir escribiendo.
Diles a mis padres que el próximo viernes haré uso de
la segunda carta semanal a que tenemos derecho para
escribirles a ellos. Así mismo le escribiré unas letras
a Rosita chica.
Por favor no olvides de mandarme las fotos.
Te abraza
Rolando.
Para Monina un besito, igual para Alejandrita y
Rolandito: el Papito.

n
102 n
Epistolario de prisión

Stgo 30 de noviembre

Querido niño,
Esta es la cuarta carta que principio, ojalá sea la definitiva,
quiero expresarte Cuco23 querido, todo lo que te queremos y
lo que te extrañamos. Además decirte, que tú me dices vieja y
gorda, no soy ni lo uno ni lo otro, sino una madre que se creyó
inútil, pero que ahora ha encontrado su verdadero papel. No
solo sirvo para cuidar a mi casa, sino que acompaño y ayudo a
Rosita. El otro día estuve con Cucky viéndole sus tareas y eso me
hizo retroceder varios años y tenerte a mi lado, viendo las tuyas.
¿Cómo estamos?, bien, extrañándote montones y rogando a
todos los Santos para tenerte luego con nosotros. Estoy un As
para fabricar mamaderas sin grumos y entenderle a Rolandito.
El Tata está bien, aún no le aparece ningún dientecitos, ahora, no
es ni campana. Villa, en su trabajo; Walchen y Pancho iguales. Se
me olvidaba el Tito está cada día más ladrador.
Cuco querido: Vengo llegando de un paseo a los ‘refalines’
con tus tres mocositos. La Rosita y ellos pasan todos los fines
de semana con nosotros y así juntos te recordamos con mucho
cariño y esperamos tu pronto regreso. Rolandito está cada vez
más cariñoso conmigo y ya habla sus cositas y su Tata tiene
importancia en su vida. Le tengo hecho para la Pascua (y
esto me recuerda tu trabajo de juguetería allá) un camión con
cabina y de colores muy vivos. Tu mujercita, tal como dices
en tu carta, nuestra muy querida hija, está muy bien atendida,
principalmente por Walchen, quien tiene a disposición de Rosita
sus buenos servicios y la Citroneta. Sé que no debo escribir largo,
por lo que me despido con un fuerte abrazo.
Tu padre.

23
Apodo familiar de Rolando Álvarez Araya.

n
103 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Hijo querido
Esta cartita te la entregará Rosita, porque, como tú dices, estos
papeles fueron el único contacto material que hemos tenido en
estos largos pero muy largos meses. No quiero que pienses que
he tenido flojera de escribirte, pero es penoso hacerlo a un hijo tan
lejano y en tus condiciones. Valor, paciencia, fe en Dios, es lo que
te puedo decir, pero para eso tendría que principiar yo mismo a
tenerla. Yo solo puedo ayudarte rogando a nuestros seres queridos
que te den conformidad, aquellos seres, que como tu abuelita,
siempre deseó lo mejor para ti, que cuando principiaste a dar tus
primeros pasos, hizo que se te quitaran todas las piedrecitas del
camino, para que tú no tropezaras. Cuántos recuerdos vienen a mí
y por más que busco, no encuentro nada que puedas pensar que
me hiciste sufrir, solo tus grandes rabietas por tu famosa moto, que
me hacías tener todos los días un despertar intranquilo, pensando
que no te quería partir. Ahora esas angustias me hacen sonreír.
Fuiste siempre un buen alumno nunca un problema fuera de tu
endiablada letra, que ya en ese entonces, te indicaba tu profesión,
médico de letra endiablada.
Tanto para ti como para nosotros, esta pascua será muy
triste, fallarás a la cita, pero te prometo que esa noche no seré
yo la que de el vamos a las lágrimas; María Elvira nos contagió
y está produciendo sus regalos con el mínimo de gasto; todas
las cosas serán fabricadas por ella, con los cachureos de géneros
y recortes, esto hizo renacernos y es así como el Tata se puso en
campaña y les fabricó a las niñitas unas lindas sillitas de playa
para unas muñequitas que les hizo Villa. Al regalón le fabricó un
camioncito con acoplado. Estas cosas lo han mantenido ocupado
y piensa un poco menos en ti y en la fecha que se avecina.
Rolandito, mono o auto que se le rompe, se lo manda o lleva al
Tata para que le ponga ruedas. Ahora mismo tengo en la cartera
un caballito para que le ponga rueda.

n
104 n
Epistolario de prisión

Un abrazo muy largo, en espera del que podamos darnos


cuando te tenga otra vez en mis brazos hijo querido.
Tu madre que desea tenerte muy luego con nosotros.
Nené.
Me olvidaba. Les he fabricado a cada chico un perrito y un
pollito de género, me quedaron muy lindos.

Rolando Álvarez Araya


Pab. 18
(con letra de Rosa Vallejos)

7
3 de diciembre de 1973

Mí querido Rolando:
No sabes tú lo felices que hemos estado de recibir dos cartas
tuyas. Hacia tanto tiempo que no sabía nada de ti. Las niñitas
andaban muy orgullosas con su cartita. Por favor no te olvides en
todas tus cartas de escribirle algo a la Rosita, pues en la segunda
no pusiste nada para ella y se desilusionó un poco. Ojala que ya
hayas recibido alguna de mis cartas.
Nosotros seguimos todos muy bien, sin grandes problemas.
Rolandito estuvo un poco resfriado, pero ya se le pasó.
El domingo estuvimos en la casa de la abuelita Irma, fuimos a
visitar al Tavo y a su familia que están con ella. Ahí nos juntamos
con la Toya y sus niños, además estaba la Claudia24. Hubo un
desorden de niños que gritaban, lloraban corrían, etc. Fue una
locura. Pero ellos estaban felices.

24
Claudia Vallejos Pino, hija de Roberto y Chely.

n
105 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Te contaré que la Mónica25 está hospitalizada desde hace un


mes por síntomas de placenta previa. Ha estado muy bien, pues
se rompió una vez, el médico que la atiende la convenció de que
se quedara en el hospital por sus antecedentes, además que ya
se le hizo dos transfusiones. Está en el Salvador. Me pidió que te
diera montones de saludos. Su familia está toda bien.
Rolando no te preocupes de nosotros por lo económico,
pues me siguen pagando, claro que no sé si será hasta fin de año
solamente o seguirá. De todas maneras he ahorrado dinero, pues
ahora gasto menos sin ti. Aunque el costo de la vida ha subido
montones. Yo decía no puedo trabajar pues no me he podido
cambiar pues mi mamy tiene al Tavo y tus padres se cambiarán
muy pronto. Así que sigo esperando tener un hueco donde
mi mamy, que creo será pronto. Así que si logras ganar algún
dinero, por favor no me lo envíes. Úsalo tú en lo que necesites.
Padrecito, ¿ya empezaron los interrogatorios?, ¿tienes
alguna idea de cuánto tiempo estarán por allá? Si llego a soñar
con el día que pueda abrazarte de nuevo y que estés con nosotros
definitivamente.
Ahora mientras escribo, son las 11 y media de la noche del
3 de diciembre y tenemos un temporal de viento muy fuerte, no
frecuente en esta época, ojalá lloviese pues hemos tenido calores
de más de 30°C. Esto no será nada para las temperaturas que
ustedes tendrán.
Bueno Padre, después de las escrituras de tu hija mayor, me
despido con un fuerte abrazo, hasta pronto.

Rosa.

25
Mónica Vallejos Guzmán, hermana de Rosa Vallejos.

n
106 n
Epistolario de prisión

Chacabuco, 4 de diciembre, 1973

Querida Rosita:
He recibido tu cuarta carta, la que trae las
manitos de Alejandra, Rosita y Rolandito. Esta es la
quinta carta que te mando. Calculando la demora
que existe , pienso que esta carta debe llegar muy cera
de la pascua, y me temo que será el único regalo que
podré hacerle a mi familia.
Las noticias que me das son bastante
tranquilizadoras en general , pues ya no me preocupo
del problema económico. Me preocupa eso sí , que
Alejandra no pueda ir a la escuela y los problemas
que se originarán cuando trabajes.
Respecto a una posible visita tuya , quiero que
sepas que sería hermosísimo poder verte , pero creo
que debes calcular muy bien los gastos y debes pensar
que ahora eres padre y madre y los niños te necesitan
todo el tiempo. Piénsalo bien y decide tú.
Respecto a mis necesidades, en realidad insisto en
que solo necesito tus cartas y tu cariño. Tal vez un
poco de dinero, no más de 2000 al mes, para hacer
aportes al fondo común que tenemos para comprar
azúcar y té .
Recibí carta de Enrique26, contándome el
problema del embarazo de Mónica, ojalá que no
hayan problemas en el parto.
Yo estoy bien de salud , acostumbrado al
lugar. Los días son iguales uno al otro y pese a las
múltiples actividades siempre hay tiempo para las

26
Enrique Cisterna, esposo de Mónica Vallejos Guzmán.

n
107 n
n
Rolando Álvarez Araya n

preocupaciones y la pena. Lo más angustiante es


la falta de definición sobre nuestra situación , y es
entonces el ¿Por qué? ¿Cuánto tiempo más? El que
calienta la cabeza y produce angustia.
Por otro lado la latente nostalgia de los seres
queridos predomina por sobre todo en los momentos
de melancolía. Con Raúl Díaz nos apoyamos
mutuamente y tratamos de alejar de nuestra mente
este tipo de pensamiento. Hay algunos de nosotros que
frenan totalmente en este empeño y tienen “caldo de
cabeza” todo el día, resultado... hombres deprimidos
e irritables.
Otras novedades en relación a cartas anteriores
no tengo.
Rosita querida, no puedo evitarlo, pero tus cartas
me hacen llorar. Me da pena horrible comprobar
que tengo una esposa amante , valiente , hermosa y
excelente madre , y que no tengo derecho a gozar de
esta suerte por esta espantosa represión . Te vuelvo
a repetir que me emocionan tus palabras, tú, tan
controlada y poco expresiva que eres en otras cartas
que me has escrito en otras oportunidades. Yo nunca
he dudado de tu amor, como sé que tú nunca lo has
hecho del mío, para comprobar que este cariño es tan
grande , me llena de legítimo orgullo.
No sé cuánto tiempo más estaremos separados, pero
esto acabará y entonces, madrecita, podremos vivir
intensamente , con más significado que antes, mas el
perder algo, aunque sea pasajeramente , hace ver la
importancia de lo que se posee . Estoy seguro que si
llegamos a viejos, bien viejos, nuestros nietos mayores
se reirán cuando vean a sus abuelos salir como pololos
al teatro o sencillamente a pasear a un parque o una
plaza.

n
108 n
Epistolario de prisión

Rosita, me faltan palabras para poder expresar


mi cariño y añoranza. Ya podré demostrarte con mi
presencia lo que las palabras pueden hacer.
Rolando.

Papito Querido: Estoy seguro que me echarán


mucho de menos para la Pascua, y me duele mucho
saberlo. Sin embargo esta es solo una Pascua y
habrán muchísimas más y esta solo será un recuerdo
desagradable . En estos 33 años nunca hemos estado
separados para el 24 de Diciembre y siempre para
mí fue una fecha hermosa. Cada niño, el juguete ,
muchas veces hecho con tus queridas manos, era la
causa de la alegría. Luego fue la más solemne reunión
de nuestra familia, cuando una linda oración nos
hacía llegar a ti , la mamita y nosotros atrás.
En los últimos años tu hija postiza, la madre de
tus nietos, no significó la detención de esta costumbre ,
sino que aun le dio mayor significado, sobre todo
cuando ahora se juntaban 3 Rolando Álvarez, el
abuelo el hijo y el nieto.
Papito, te vuelvo a repetir el cariño que te tengo
y te ruego que no tengas celos cuando en las cartas
que escriba le hablo a mi mujer hasta por los codos.
Recuerda que es tu cuarta hija. Y no olvides que esta
hija te necesita entero, para reemplazarme ante mis
hijos.
Papito: un abrazo fuerte de tu hijo que luego estará
contigo.
Mamita
Qué más puedo decirte , fuera que te quiero. Tú
también eres una figura poderosa de mi infancia y
juventud .

n
109 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Cuando pienso en mis padres, especialmente tu,


luchando por educar a sus hijos, incluso luchando con
valor extraordinario contra sus propias debilidades,
más cariño te tengo. Te pido disculpa ahora por todos
los malos ratos que te hice pasar cuando niño, joven y
adulto. Ahora que me faltas, se lo que significa tener
una madre como tu.
Chao mamita, hasta luego.

Felices pascuas a todos, yo estaré junto a Uds.


cuando canten Noche de Paz, pero a la distancia.
Traten de no llorar mucho, porque yo voy a tratar de
hacer lo mismo.

7
Santiago 5 de diciembre de 1973

Hoy he recibido dos cartas tuyas más, en total tengo 4. Los


niños ya saben que son tuyas, saltan de alegría, pero la más feliz
era la Rosita por su cartita con los dibujos, por supuesto que les
leyó la historia a sus hermanos, pero al terminar lloró, es como
si supiera donde estás, te echa mucho de menos, cuéntale algo
divertido.
Fíjate padre que presté la Citroneta, pero no te alarmes, fue a
la Silvia, la señora que lleva a la Rosita al colegio. Llegó ayer toda
afligida, pues quedó en pana de la caja de cambios, y eso creo que
se demorará en arreglarse y me decía “justamente cuando recibo
el pago de los niños” a mí no ha querido cobrarme hasta ahora.
Ante esta situación, no me quedó otra cosa que prestársela ¿qué
piensas tú? Además nuestra citrola está sin uso y sin batería, está
descargada de un día para otro (Walchen hizo prueba) así que

n
110 n
Epistolario de prisión

tuvo que ponerle la batería de su auto. Yo creo que le va a hacer


bien el uso.
Creo que los niños tienen clases hasta el 22 de diciembre,
pero hay algunos colegios particulares que terminarán el 14.
Hoy día fui a hablar con la profesora de Rosita, pues quería
informarme sobre la fiesta de fin de año. Me dijo que Rosita
había sido elegida para bailar en una ronda. Pero hoy, antes que
yo llegara, se le había hecho otra prueba y no había sabido o
querido hacer el paso de Vals. Pero me dijo que en unos días
más se le volverá a examinar. En caso que quedara para mi serán
más complicaciones, pues tendría que ensayar después de salir
de clases (sale a las 6 y media) y continuar yendo todos los días
hasta el día de la presentación que será el dos de enero en el
gimnasio Manuel Plaza, en la Plaza Egaña. En realidad a mi me
encantaría que saliera en el baile, pero... que piensas tu? Tendría
que dar mi autorización más adelante y ella por supuesto está
muy entusiasmada.
El lunes 3 fui a una reunión al Comité de Ayuda Pro-Paz,
en el centro Familiar Cristiano, donde un abogado de esa
institución que los visitó a ustedes, nos informó largamente de
la firma en que Uds están viviendo, como se han organizado,
etc, etc. Además que dijo haber traspasado ya a las autoridades
3 puntos que Uds. les habían planteado sobre tiempo de estadía
en ese lugar, remuneraciones que se mantengan, etc.
Al igual que tu, ya me he hecho el ánimo que pasaré la
Navidad sin ti. He pensado ese día quedarme en casa y acostarme
temprano. Tu mamá ya me invitó a su casa, pero no creo que iré,
quizás mandaré a la niñitas. En realidad aun no lo he decidido
definitivamente.
Hoy día 6 de diciembre supe que ayer se trató en reunión del
Consejo Regional de Santiago del Colegio Médico tu calificación,

n
111 n
n
Rolando Álvarez Araya n

pues no me acuerdo si te informé, mandé una carta a ese Consejo


pidiendo que se revisara la calificación y que se abriera un
sumario. Como tú probablemente lo sabrás, fuiste calificado
en lista C por los capítulos médicos de tu servicio. Ya mañana
tendré información de algún resultado, pedí nuevamente una
entrevista al médico encargado de este asunto. Yo creo que hay
que agotar todos los recursos cuando uno tiene la razón, y como
tal pedir justicia.
Rolandito, no pierdas la fe en que este asunto se resolverá
bien, así lo espero pues he sabido de varios médicos que los han
recalificado. Apenas sepa de algo te informo.
Pasando a otra cosa, Roberto te iba a escribir esta semana y
te pensaba mandar las formas para hacer un rompecabezas en
madera. En cuanto lo vea le daré tu pedido.
Padrecito me haces mucha falta y sueño el día en que estemos
nuevamente juntos y miremos hacia atrás recordando esta
pesadilla, increíble como lo que es “una pesadilla”. Te quiero
mucho y pienso en cada instante en ti.
Hasta pronto, te besa Rosa.
P.D: Recibiste las fotos de los niños?.
Ten cuidado al poner la dirección en el sobre, en tu última
carta en vez de Santiago pusiste Antofagasta, la rectificaron en
la revisión.

7
Chacabuco 10 de diciembre de 1973

Querida Rosita:
He tenido una gran alegría en saber que ya has
recibido una carta mía. Las cartas de los niños me

n
112 n
Epistolario de prisión

han dado asímismo otra gran emoción . Sin embargo


echo de menos tu foto, que me la debes. Una de estas
noches soñé con Rolandito, y lo veía rubio y con las
rayas de “El Principito”, pero con una carita redonda
y el típico pucherito. Lo curioso es que al día siguiente
llegó la foto. Me siento chocho, además mostrando la
foto a los amigos, orgulloso de los lindos niños que me
has dado.
Le debo explicación a la Monina por no haberle
escrito unas letras en la segunda carta, pero en todas
las demás hay dibujos y frases para ella.
Me preguntas por mi situación:

[borrado por la censura]


Los días se suceden unos a otros sin variación ,
yo trabajo, atiendo los enfermos y ahora incluso
estoy haciendo un mapa de estrellas, ya que el cielo
de aquí si que es realmente limpio. Los miércoles y
domingos hay veladas artísticas, en las que destaca
[borrado por la censura, pero al parecer dice “Ángel Parra”] y
el Coro. También hay un conjunto de teatro bastante
bueno. La otra gran fuente de entretenimiento es el
correo, con las cartas, encomiendas y giros. Respecto a
eso, te repito que solo necesito tus cartas, la foto tuya y
en lo posible de mis padres y hermanos. Si no es muy
complicado o muy caro, me puedes mandar 2000
o 3000 al mes, para comprar azúcar, té y algunos
cigarrillos. Nada más por favor, no quiero causar más
líos que los que mi ausencia provoca.
Rosita querida, me repito pero cada día te quiero
más, cada día ansío más volver a tenerte a mi lado,
para poder demostrarte personalmente mi cariño.
Siento tanto haber sido un marido fome , no haber
tenido la imaginación de llevarte flores, chocolates,

n
113 n
n
Rolando Álvarez Araya n

etc. Sin embargo tú sabes cómo soy, o mejor dicho


como era; estaba tan convencido que mi cariño era
completamente percibido por ti , que nunca creí
necesario expresarlo de otra manera. Cuando todo
esto pase , además de un apernado marido, tendrás
un romántico galán en tu propia casa. Asímismo
mis hijos, nunca más tendrán un padre cansado o
dormilón , si no que siempre encontrarán en él un
interlocutor atento y un permanente compañero de
juego. Estas no son promesas de curado y cuando al
fin esto acabe deberás recordármelo a cada instante .

Tengo aburrido a mi amigo [borrado por la censura,


pero parece decir “Raúl Díaz”] contándole cosas acerca de
ti , las gracias de las niñas y todos los alegres momentos
vividos en los 8 años de nuestra vida en común .
Claro que él no lo hace nada de mal hablándome
de su propia familia . Claro que él me ganó, porque
tiene 5 hijos. Fíjate que incluso pasaron su luna de
miel en El Tabo, igual que nosotros. Tenemos mucho
en común , y estoy seguro de que tú y su esposa serán
también muy buenas amigas. En estos momentos de
prueba es cuando la amistad sincera es más necesaria ,
ya que el mutuo consuelo y apego es muchas veces el
único remedio a la desesperanza . Cuando él recibe
una carta , esa carta la compartimos y nos alegramos
juntos también , porque no decirlo, nos corren las
lágrimas cuando nos mueve la emoción .
Rosita querida, nada más tengo que contarte por
el momento, excepto que ya tengo completamente
hecho el ánimo de no estar contigo y los niños para la
pascua y el año nuevo. Sin embargo muchos más nos
esperan y estos [borrado por la censura] solo serán un mal
recuerdo en el transcurrir del tiempo.

n
114 n
Epistolario de prisión

Saluda a toda la gente y recibe un abrazo muy


fuerte de tu marido.
Rolando.
P.D. Consulta si necesito o no un abogado. Aquí hay
muchos que tienen abogado, pero realmente no se si
vale la pena. Si es muy caro, definitivamente no vale la
pena, pues demostrar inocencia y quedar endeudado
toda la vida no me parece un buen negocio. Trata de
averiguar sobre este asunto, pues tal vez sirva de algo.
Además mándame estampillas de correo.
A mis padres: Recibí las cartas de ustedes y me
alegro mucho de saber que soportan con entereza mi
ausencia. No podría ser de otra manera pues harta
fortaleza me demostraron cuando era niño y después
cuando joven . Sigan así , pues yo cuento con ustedes
para que ayuden en mi hogar a mi mujer e hijos.
Paciencia y nos veremos.
Cuco.

7
Stgo 15 de diciembre 73

Mi querido Rolando:
Hace poco más de una semana no recibo carta tuya y parece
que hiciera mucho más tiempo. Todos los días espero y espero
y nada. Bueno, en realidad ya tendría que haber aprendido a
esperar, pero es tan difícil. Cuéntame cómo estás. Progresa tu
trabajo en juguetes? Se practica medicina?
Te contaré que conocí a Mónica, la esposa de tu colega Díaz.
Claro que apenas conversamos, pues cuando llegué no estaba en
casa, lo hizo cuando ya me iba. De todas maneras quedamos de

n
115 n
n
Rolando Álvarez Araya n

juntarnos a conversar este próximo lunes, día además en que te


enviaré una pequeña encomienda junto con las de otras esposas.
Aquí todo sigue igual y la navidad se acerca a pasos
agigantados. El tata le hizo a Rolandito un camión de madera
con acoplado, pintado de rojo y amarillo, se veían los esfuerzos
que ha hecho para no dárselo ya. Tu mamá y Villa están
confeccionando muñecas de género para las niñitas, además de
una serie de animales: perros, pollos, conejos. Todos estos con
moldes que le han dado a tu mamá en su Centro de Madres.
Estoy segura que los niños estarán felices con ellos.
La Alejandrita y Rolandito comenzaron a ir al colegio
nuevamente, pues la Silvia se ofreció para llevarlos y traerlos.
El más feliz fue Rolandito, aunque ayer me lo trajeron más
temprano pues lloraba que le dolía la guatita, según Alejandrita
se había comido su trozo de plasticina ¿Qué te parece?
La Rosita ya está ensayando la ronda. Sale todos los días a
las 19 hrs. Está muy entusiasmada y se presentarán en el Manuel
Plaza, el gimnasio de principios de enero.
Toda la gente, parientes, amigos te mandan montones de
saludos entre ellos___ quien me encargó mucho que te saludara.
Este vino a ver a Rolandito, pues éste siguió con mucha fiebre y
diarrea. Ya hoy 15 está perfectamente corriendo por todos lados.
Bueno chao padrecito, no tengo más novedades. Recibe un beso
y fuerte abrazo de tu esposa.
Rosa.

n
116 n
Epistolario de prisión

Chacabuco 16 de diciembre de 1973.

Querida Madrecita:
La última carta tuya llego hace un par de días y
era la de fecha 5-6 de diciembre . Me da la impresión
que cuando la escribiste estabas sola y muy triste .
Creo que no debes seguir escribiendo sola, pues eso
es lo mejor para acentuar la angustia, las penas y la
desesperación .
Creo que debes seguir viviendo en nuestra casa
de Loreley, la casa en que cada cosa que hay ha
sido adquirida con nuestro trabajo, con dificultades
mayores o menores, pero que lo hicimos juntos.
Acuérdate de lo que te decía hace muchos años acerca
del pajarito que forma un nido pluma a pluma. Creo
además que alguien debe acompañarte , alguien que
sea capaz de cuidar a los niños, la casa, para que tú
puedas ir tranquila a tu trabajo. Aunque me perdone
tu mamá, creo que esa persona es precisamente ella.
Sé que tiene otros problemas, pero tú eres la hija
querida que se enfrenta a una terrible situación ,
que ella mejor que nadie conoce , y evidentemente es
quien más la necesita . Mi madre es muy buena, pero
lo que tú necesitas ahora es tu madre . Tu mamá sabe
que no soy pedigüeño ni me gusta forzar a nadie con
argumentaciones chuecas, así que hazle saber que me
cuesta mucho hacerle este pedido, ya que comprendo
que la coloco en un dilema bastante dif ícil . Insisto
en pensar que el mejor lugar para que vivas tú y los
niños es nuestra casa. Hazle saber mi pensamiento a
la familia.
Rosita: No te apenes ni preocupes tanto. Nuestra
separación se terminará algún día, ojalá que pronto,
pero si no es así , habrá que esperar con confianza el

n
117 n
n
Rolando Álvarez Araya n

momento de nuestra reunión . Tengo la conciencia


tranquila y espero con confianza el porvenir. Si he
perdido el trabajo, bueno, siempre hay una manera
honrada de ganarse la vida, lo que unido a tu trabajo
nos permitirá mantener nuestro hogar y educar a
nuestros hijos.
Sé que tú enfrentas mil problemas, la llevada de
los niños al colegio, tu trabajo, la comida , etc. Sé
que esto, sumado a mi ausencia es una carga terrible
para una mujer común y corriente . Pero debes
saber que yo no te considero una mujer común y
corriente , sino mi esposa , la mejor esposa que puede
tener un hombre . Tu valentía superará todos los
problemas, con la ayuda de nuestros familiares. Y
seguirás esperando tranquila y con esperanza el paso
del tiempo. Cuando nos juntemos de nuevo seremos
una pareja muy feliz y nos preocuparemos de olvidar
estos tristes tiempos.
Rosita, ¡ánimo!, ¡A no flaquear!.
Por estos lados no tengo mayores novedades en
relación a cartas anteriores. Sigo trabajando en juguetes
y en las tardes como médico. Incluso participé en otra
intervención quirúrgica. Tengo las manos llenas de
saludables callos y una que otra ampolla: Todo un
carpintero. Estamos construyendo un camioncito
desarmable , de los que construiré tres para mí , con
la idea de mandárselos a los niños. Un camión no
es un regalo para la Rosita o Alejandra, pero peor
es mascar lauchas. No se aún si podremos mandar
encomiendas, pero de todas maneras ahí están los
camioncitos. Respecto al regalo de pascua, no puedes
marginarte de la fiesta de navidad en casa de mis
padres, creo que debes ir aunque sea solo pensando en
mi papá, tú sabes lo sentimental que es.

n
118 n
Epistolario de prisión

Quiero insistirte en que estoy bien moral y


f ísicamente . No me cabe duda que soltaré algunas
lágrimas para la pascua y que con Raúl Díaz
estaremos muy tristes durante la puesta de sol , pero
no me quebraré , te lo prometo. Tú debes esforzarte
para estar tranquila también .
A Raúl le llegó un libro muy hermoso, mejor
dicho dos. Uno es “El Principito”. Lo curioso es que
la víspera de la llegada de la encomienda soñé con
Rolandito y lo veía vestido con el viento y las ropas
del Principito ¿Premonición?. El otro libro se llama
Juan Salvador Gaviota y narra una hermosa historia
de una gaviota que quería volar muy rápido. Tiene
un texto realmente hermoso, parecido a las historias
de Saint Exupery y unas fotos de gaviotas realmente
bellas. Trata de comprarlo. No sé si ya conoces a la
esposa de Raúl Díaz. Pero las cartas que mandé y por
lo que cuenta mi amigo se que serán buenas amigas y
que se ayudarán mutuamente . Estoy convencido que
nuestros familiares desarrollarán una amistad que
perdurará cuando esta situación acabe .
Rosita, hasta la próxima carta, y recibe el amor
de tu marido que te echa mucho de menos. Saludos a
la familia y amigos que nos ayudan en estos momentos
dif íciles.
Un abrazo de tu marido.
Rolando.

Para Irma Guzmán:


Querida Señora Irma, usted sabe que yo la quiero
y la admiro muchísimo. Usted superó con valor
momentos tan trágicos como los que afligen a su hija
actualmente y por lo tanto comprende exactamente

n
119 n
n
Rolando Álvarez Araya n

las penas de Rosita. Yo nunca creo haberle causado


problemas ni nunca le he exigido cosas que causen
dificultades, pero ahora me veo obligado a pedirle
prioridad para mi familia . Yo soy su yerno más
antiguo y quiero hacer valer esa antigüedad . Vaya a
mi casa a acompañar a mi esposa, la necesita , igual
que mis hijos. Sus demás hijos cuentan al menos con
sus esposas y maridos y eso significa una ventaja
incomparable . Por favor complazca este ruego de
su hijo adoptivo al que la angustia de su familia lo
ha puesto pedigüeño y exigente . Muchas gracias de
antemano.
Le saluda muy cariñosamente .
Rolando Álvarez.

7
Chacabuco, 25 de diciembre de 1973.

Querida Rosita:
Ya pasó la pascua y no fue tan terrible como
temía. Durante la tarde de ayer, en la noche y la
madrugada hubo un surtido de actividades y hoy
he amanecido bastante trasnochado. Después de la
comida, a las 20 hrs, pudimos gozar de una excelente
velada artística en la que destacó el coro, el conjunto
folclórico y el grupo de teatro. Esta velada contribuyó
poderosamente a levantarnos el ánimo y ayudarnos
a sobrellevar la pena por la ausencia de los seres
queridos. Posteriormente se celebró la misa del gallo,
con la participación del grupo folclórico y del coro.
El grupo de Ángel Parra interpretó una especie de
oratorio con letra del Nuevo Testamento y música
chilena, lográndose una elevada calidad artística.

n
120 n
Epistolario de prisión

Posteriormente , ya de madrugada, celebramos una


abundante y rica cena de Navidad en nuestra casa,
presidida por un hermoso árbol de pascua hecho de
papeles pintados y con unas correspondientes velitas.
Alrededor del árbol , tarjetas de navidad , entre
las cuales destacaba la que me mandó la Monina.
También hubo regalos que intercambiábamos entre
nosotros. A mí me obsequiaron una hermosa tarjeta
con las firmas de todos los habitantes de la casa.
Raúl Díaz me obsequió un hermoso dibujo a plumón
hecho por su hija de 5 años, cosa que me emocionó
grandemente . Luego a dormir. Como puedes ver una
celebración bastante hermosa por lo emotiva y por el
compañerismo demostrado por todos nosotros.
No puedo negar que lloré a las 12 de la noche , pero
lo hice solo y a escondidas, permitiendo desahogarme
y mantenerme entero el resto de la noche . Lloré
pensando en ti , en las niñas, mis padres, hermanos
y familiares, pensando en la falta que me hacían , y
lo que me extrañarían todos. Sin embargo todo eso ya
pasó, y ahora pienso en la hermosísima Navidad que
celebraremos en 1974.
Rosita querida: no saco nada con contarte mi
alegría cuando te vi el 22, no tengo palabras para
hacerlo. Cuánto me alegra que no me hayas obedecido
y hayas venido a este desierto. Estás más linda que
como te recordaba y tu fortaleza de espíritu me hace
quererte aun más que antes, si eso es posible . He abierto
la maleta con reverencia, tocando y retocando cada
una de las cosas que me compraste , sin duda con
dificultades, y ahora rodean mi cama tarros, paquetes
y libros, lo que me acerca más a mi hogar. Creo que
me costará bastante comerme todas las cosas, por el
tema de tener que botar los envases que miro con

n
121 n
n
Rolando Álvarez Araya n

alegría todas las noches antes de acostarme . Las fotos


de Uds, me miran desde un portarretratos colgado en
la pared , pero aún espero más fotograf ías tuyas.
Rosita querida, estoy contento porque te quiero,
porque sé que tú me quieres mucho y que nuestro
amor podemos gozarlo juntos cuando esta terrible
separación termine .
Espero que ustedes también hayan soportado en
buena forma la Navidad y que la alegría de los niños
al recibir los juguetes haya aminorado mi ausencia.
Como me dicen en sus cartas, solo es posible tener
confianza y paciencia.
Si algo bueno tiene todo esto, es que cuando
nuevamente esté libre y junto a mi familia , sabré
apreciar mucho mejor las pequeñas cosas que
realmente constituyen las alegrías de la vida. Creo
que ya nunca más me podré enojar porque se quedó
en pana la citroneta y un vaso de agua helada
constituye una verdadera delicia. Por eso no me
preocupo demasiado saber que seré exonerado, pues
como ya te lo he reiterado, siempre podré trabajar
honradamente en cualquier cosa.
Rosita querida, me despido hasta la próxima
carta, declarándote una vez más mi amor que además
de platónico es f ísico (consecuencia de haberte visto
tan buena moza).
Un apretado abrazo de tu marido.
Rolando.
P.D. necesitaría que me mandaras:
Un blue jeans.
Un par de alpargatas.
Varias fotograf ías tuyas.
El libro de astronomía en inglés.

n
122 n
Epistolario de prisión

Chacabuco, 2 de enero de 1974

Querida Rosita:
Finalmente ha llegado 1974 y ya han pasado
10 días desde tu visita. Estos diez días han estado
cargados de emociones y ahora que se han ido me
siento extrañamente cansado, como si esas emociones
hubieran sido extenuante actividad f ísica. Primero
tu visita que no esperaba, pero que al mismo tiempo
deseaba con toda mi alma. Después la Navidad
tan lejos del hogar, y en tan triste situación . El
cumpleaños de mi hermana, el de mi padre en dos
días más, y finalmente el año nuevo. Son demasiadas
descargas emocionales, pero ya han pasado y he
logrado enfrentarlos en buena forma.
Ahora el campamento vuelve a la rutina que
fue alterada por estos días tan agitados, llenos de
celebraciones, visitas y emociones. Nuestra situación
es buena dentro de las evidentes limitaciones, y
las autoridades militares se afanan por solucionar
nuestros problemas en la medida que ello es posible .
Sobre la definición de nuestra situación parece
haber novedades, y se nos ha asegurado que se está
agilizando el estudio de nuestros antecedentes. Y tan
evidente es esto que ya han salido libres algunos de
nosotros.
En realidad no tengo nada más que contarte . Solo
volver a insistir en expresarte el inmenso amor que
siento por ti . A veces este amor me ahoga y no puedo
menos que llorar al no poder vivirlo junto a ti , pero
eso es pasajero y vuelve a mí la confianza que este
nuevo año pronto nos verá juntos, amándonos sin
limitaciones y juntos ganándonos el sustento y el
bienestar para nuestra familia . Te he dicho en otras

n
123 n
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Rolando Álvarez Araya n

oportunidades cuán arrepentido estoy que mis ideas


políticas nos hayan traído esta desgraciada situación
y pese a tus advertencias es evidente que ya nunca
más pensaré en otra cosa si no en mi obligación de
hacer feliz a mi familia . No quiero que nunca más
exista la posibilidad que nos volvamos a separar.
Rosita querida, te quiero mucho, quiero tu valor,
tu limpia y sana mente que tanto ha significado para
mi felicidad , quiero tu amor por nuestros hijos, la
ternura para con ellos y conmigo y también quiero tu
cuerpo que junto con el mío aprendí los secretos del
amor.
Temo que si sigo escribiendo al respecto va a salir
una carta para mayores de 21 años, pero no puedo
guardarme esto sin decírtelo.
Rosita, pronto nos veremos juntos nuevamente .
Paciencia y valor.
Saluda a todos, especialmente a mi Padre que
cumple años el 4 de Enero y diles a todos sobre mi
confianza en un pronto reencuentro.
Rolando.
P.D. Por favor mándame un Blue Jean , porque
el pantalón café tiene dos agujeros de ventilación
en las rodillas, y no quiero que el verde corra la
misma suerte . Aprovecha de mandarme el libro de
astronomía en inglés. También necesito lápices y
algunos cuadernos. Asímismo una copia de la libreta
de notas de Rosita y Alejandrita. Ahora si don
Enrique me puede prestar un libro sobre transistores,
sería maravilloso.
Finalmente se me había olvidado decirte que el
temblor de hoy no tuvo consecuencias de ninguna
clase .

n
124 n
Epistolario de prisión

Stgo. 4 de enero 1974

Mí querido Rolando:
Te escribo ya desde la casa de mi mamy en la cual estoy
viviendo desde el 30 XII. Y en la nuestra se trasladó Chely y
Roberto. Estamos muy bien. Los primeros días los niños querían
irse, pero ya eso lo superaron. En cuanto a mi trabajo, te contaré
que me inscribí para atender por Sermena y creo que me irá bien.
Rolando ponte muy orgulloso pues tu hija mayor sacó el
primer lugar en su curso. Por esto recibió un regalo consistente
en 2 libros de cuento. Ella estaba feliz. Y en la fiesta de fin de
año del colegio bailó en una ronda. Si la hubieras visto lo bonita
que se veía. Le sacamos fotos que una vez desarrolladas te
mandaremos.
No sabes Padre lo bien que me hizo verte, pues te veía muy
bien, más gordo incluso. Esto me ha dado más fuerzas aún para
seguir adelante y esperar, esperar...
Ya presenté la apelación al Ministerio de Salud por tu
calificación.
Los niños quedaron matriculados en los mismos colegios
mientras tanto, aunque yo creo porque así como van las cosas,
tendré que hacer su traslado al barrio de mi mamy.
Por ahora no tengo más novedades que darte, mi nueva
dirección: Exequiel Fernández 2420 – Ñuñoa.
Rolando cuéntame cómo fue el temblor por allá, nos
asustamos mucho pues decían que era terremoto, pero después
supimos que alcanzo grado 6. De todas maneras es fuerte y esas
casas tan viejas en que Uds. viven.
(Hay un dibujo de una casa con una chimenea y un camino
hacia la entrada. Al lado dice: Esta casa la hizo Alejandra)

n
125 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Padrecito recibe un abrazo muy fuerte por este nuevo año el


espero que espero no nos sea tan adverso como el anterior. Te
quiere mucho
Rosa.

7
Chacabuco, 9 de enero 1974

Querida Rosita:
El atochamiento del correo no ha permitido que
reciba carta tuya desde antes de la Navidad . Me
imagino que tú tampoco habrás recibido noticias mías.
Bueno, ya llegarán tus cartas y tú recibirás las mías.
Tengo confianza que no tendrás problemas
económicos y que hayas podido solucionar los
problemas y podido trabajar.
Yo estoy bien , saludable y resignado, o mejor dicho
acostumbrado a la vida en el campamento. Tengo
confianza en que mi solución se defina y que pronto
recupere mi libertad .
Entre las menos actividades me he dedicado a la
costura y llevo confeccionado 4 Jockeys con la tela de
mis pantalones verdes que se gastó. Me han quedado
bastante bonitos. Además estoy enseñándoles anatomía
a 2 alumnos de Medicina, lo que me ayuda a mantener
frescos mis conocimientos. Contamos con un tratado de
anatomía y es una actividad que me agrada mucho.
Recibí una carta de una mujer desconocida
que se identifica como la esposa de un enfermo que
había operado hace tiempo en el hospital . Su carta
contenía una estampa de una Santa y manifestaba su
preocupación por mi situación y el deseo de visitarte

n
126 n
Epistolario de prisión

para ofrecerte su apoyo moral . Incluso me anuncia el


envío de una encomienda. He tratado de recordar pero
no logro saber de quién se trata. Su carta realmente me
emocionó pues me parece dif ícil encontrar a alguien
capaz de escribirle a una persona en mi situación ,
y el hacerlo revela un real agradecimiento por mi
acción médica sobre su marido.
Madrecita: una vez más te digo que te quiero
mucho, que te añoro inmensamente y que tu recuerdo
me acompaña permanentemente . Me da miedo este
cariño tan grande que prácticamente no deja espacio
para otros. Añoro y siento la lejanía de mis padres en
forma muy intensa, pero lo que siento por ti no tiene
medida.
Que me perdonen mis viejos pero no quiero que
tengan celos. Al fin y al cabo tu eres la madre de mis
únicos nietos, y por lo tanto una hija más de ellos.
Respecto a los niños, no sabes cuánto quiero verlos.
Ya van 110 días de que no puedo sentirlos a mí
alrededor. Quisiera poder ver las mejores (¿) escolares
de mi hija mayor, y escuchar las primeras palabras
del regalón . Quisiera poder ver las (¿) y genialidades
de Alejandrita. Bueno pronto creo que podré hacerlo.
Amorcito: Pronto nos veremos y olvidaremos esta
pesadilla y nunca más nos separaremos.
Saluda a mis padres, hermanos, cuñados, suegra y
sobrinos. Se valiente y cuida a nuestros hijos.
Rolando.
P.D. Necesito con cierta urgencia:
1 Blue jean .
Alpargatas.
Fotograf ías tuyas.

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127 n
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Rolando Álvarez Araya n

Santiago, 10 de enero de 1974

Mi querido Rolando:
Recién ayer acabo de recibir tu carta del 25 de diciembre.
Y por lo que me cuentas, la Navidad fue celebrada en forma,
aunque siempre con mucha pena por la separación. Yo no sé
si te conté en la otra carta que llegué justo el 24 a las 20:30 hrs
a la casa de tus padres desde Antofagasta. Fue una odisea el
conseguir pasajes de vuelta, solo tenían para el 29 de diciembre,
te imaginas. La otra posibilidad era un avión, pero el pasaje
cuesta E17.200, ¡es carísimo!... resumiendo, al fin me vine en
avión LAN [Chile], que demoró una hora 40’, en circunstancia
que el bus demoró 22 horas. El dinero para el pasaje me lo
prestó la colega en cuya casa me alojé. Se portaron maravillosos
conmigo. Algún día la conocerás. Mi llegada constituyó toda
una sorpresa, pues no me esperaban ya. Los niños ya habían
abierto sus regalos y estaban todos desparramados por el suelo
junto al árbol de Pascua. Las niñitas recibieron más muñecas
de trapo preciosas de la tía Villa, además el Tata les hizo unas
sillitas de playa para las muñecas. La abuelita Nené les hizo
unos pollos, conejos de género muy bonitos. A Rolandito, el
Tata le hizo un camión con acoplado muy lindo. Te contaré que
tu hijo tiene una flota de autos, camiones, pues fuera de los
que tú le mandaste, recibió otro camión de regalo de la Sylvia
y el Tata se ha dedicado a refaccionarle todos los autos que no
tenían ruedas, haciéndoles una de madera. Estaban muy felices.
Ya después más tarde comimos los grandes, faltando solo tu
puesto. Pero no lloramos, yo creo que cada uno en su interior se
hizo el propósito de no claudicar, pues si uno lo hacía quedaba
la escoba. No pusimos el disco de Noche de Paz. Brindamos
con champaña pensando en ti, deseando tu pronto regreso y
rogando para que esto nunca más nos vuelva a suceder.

n
128 n
Epistolario de prisión

El año nuevo lo pasé en la casa de mi Mamy con Viera27 y el


Tavo. Yo todo el tiempo pensando en ti y echándote mucho de
menos. Ya sabes que estamos viviendo aquí. A nuestra casa se
fueron ayer tus Padres y familia. Si, no te admires, resulta que
Walchen se le cumplió el plazo que tenía para cambiarse y su
departamento no se lo han desocupado. Así que no quedó otra
cosa que ellos se fueran allá. Claro que no con todas sus cosas,
pues donde las metían. El comedor lo vendieron íntegro, pues
en el departamento tampoco les cabía. El living se los tienen
unos amigos. La Villa se irá a dormir solo los fines de semana,
pues le queda muy lejos de su trabajo. El Pancho se fue, no sé
dónde.
Tu hermano anda muy nervioso con todo este lío y justo
coincidió con su doctorado, ya dio unos exámenes y ahora está
preparando un trabajo científico para lo mismo.
La Viera se va por fin hoy día y el Tavo yo creo que a fin de
mes. Están felices.
Ayer estuve en la oficina de informaciones del congreso y
nos llegaró la lista de los primeros detenidos libres en Chacabuco
y que están a la espera del transporte para venirse. Nos
prometieron que posiblemente la próxima semana tendrán otra
lista. Imagínate cómo nos sentimos todas las mujeres, madres,
esposas, novias, etc., ante esto. Esto nos demuestra además que
ya empezaron a revisar los casos. Ojalá que a nosotros nos toque
muy luego esta tremenda alegría de saber tu libertad.
En tu carta me dices de trabajar en cualquier cosa, te olvidas
que tienes una profesión en la cual seguirás trabajando, si no en
un hospital, por lo menos particular, que te significará entradas

27
Viera Vallejosova, esposa de Luis Gustavo Vallejos Guzmán, de nacionalidad
checoeslovaca.

n
129 n
n
Rolando Álvarez Araya n

mucho mayores. Además está la apelación cuyo veredicto aun


no sabemos.
Te contaré que estoy aprendiendo a manejar, me enseña el
marido de la Silvia. Según él soy una muy buena alumna. Tendrás
la sorpresa cuando vuelvas que ya no tendrás la citroneta solo
para ti.
Fíjate que en este momento se me acerca Rolandito y me
pregunta si esto es para el papá. Él ya sabe que yo escribo para el
papá. Tu hijo está muy grande y habla mucho, los tres están muy
grandes. A la Monina ya se le cae su 2do diente superior medio.
Bueno padrecito, ya se me acabaron todas las copuchas,
ahora no me queda más que despedirme de ti con todo mi cariño
y con muchas esperanzas de que esto pronto acabará. Te quiere
y besa tu esposa.
Rosa.

7
Chacabuco, 13 de enero 1974

Querida Rosita:
Recibí tu carta del 4 de enero, en la que cuentas
del premio obtenido por Rosita. Es muy agradable
saber que los desvelos y cuidados prodigados a nuestros
hijos dan resultados y que podemos esperar con
confianza que llegarán a ser personas de mundo. El
primer fruto que obtuvo Rosita es una demostración
de que nuestro matrimonio es exitoso y una medida
más de nuestro amor. Quisiera que me contaras en
detalle todos los aspectos de la ceremonia de entrega
de premios, la reacción tuya , de la niña y del resto
de la familia. Igualmente me podrían escribir sus

n
130 n
Epistolario de prisión

impresiones mi papá, mi mamá, hermanos y otros


familiares que asistieron . De esta manera podría
formarme una imagen más real y casi podría pensar
que yo también estuve presente .
Me alegra saber que estás viviendo con tu madre
y que el trabajo camina. Me tranquiliza el hecho
que tengas a tu lado permanentemente a tu madre ,
porque te ayuda a sobrellevar dificultades y penas.
Te recomiendo que le expliques a Roberto en forma
clara el funcionamiento del receptor de radio, ya que
puede equivocarse al apagarlo o prenderlo.
En realidad no tengo nada más que contarte y
solo puedo reiterarte mi amor y la confianza de que
pronto volveremos a estar juntos.
Hasta pronto mi amor.
Rolando.

7
Chacabuco 21 de enero de 1974

Querida Rosita:
Hoy cumplo 4 meses pero parece increíble que
durante este tiempo no haya visto a los niños, a mis
padres y solo he estado un par de horas contigo. Hoy
también es el cumpleaños de mi madre , espero que tú
no lo hayas olvidado. Sin embargo también este día
me ha dado alegría: recibí el bonito pantalón y las
alpargatas que me mandaste . Llegaron justo a tiempo,
pues los otros acaban de expirar, perforados por todos
lados, perdidos burdamente . Por lo tanto hoy estreno
pinta nueva.

n
131 n
n
Rolando Álvarez Araya n

La vida en el campamento continúa sin


variaciones, la comida es satisfactoria, me mantengo
en el peso, y el trato de los militares es cordial y se
esmeran por solucionar los problemas que se nos
presentan . Por lo tanto debes estar tranquila y espera
con paciencia el momento en que me toque quedar
libre . Tú debes saber ya que hay personas que han
quedado libres. Entre ellos Ángel Parra que ha sido
despedido con mucho cariño por nosotros.
Así como yo estoy bien , tú también debes cuidarte ,
especialmente si estás aprendiendo a manejar. La
citroneta tiene ya 6 años y tiene sus mañas, por lo que
debes decir a mi hermano que revise los frenos, que
estaban un poco largos. No te olvides tampoco echarle
aceite al motor, Shell x-100 20-30, cambiándolo
cada 2000 kilómetros.
Por el momento no necesito nada, si llegara a
faltarme algo te lo pediré expresamente . Solo necesito
saber que estás bien , que no te falta el dinero para los
gastos de la casa y que me escribas contándome todas
las pequeñas cosas que hagan los niños. Mándame
más fotograf ías tuyas, de los niños y de mis padres.
Cuéntame también cómo va el embarazo de Mónica.
Recibí carta de María Elvira, cosa que me alegró
mucho.
Saluda a todos los familiares y amigos.
Rosita, te quiero mucho y te echo de menos, pero
pronto estaremos juntos. Un abrazo de tu marido.
Rolando.
Mamita: Espero que tu cumpleaños lo hayas
pasado en compañía de tu hija y nietos, y que hayas
sabido que yo también estuve contigo a través de la
distancia.

n
132 n
Epistolario de prisión

Pronto nos veremos y solo debes tener confianza y


paciencia.
Tu hijo.

7
Stgo. 21 enero 73 (Pero debe haber un error y es del ‘74)

Mí querido Rolando:
La semana pasada no te escribí pues lo he pasado muy
ocupada, además te contaré que pasó un tiempo largo en que, al
igual que tú, no recibí ninguna carta. Incluso llegué a pensar que
no me escribirías porque estarías libre. Pero no es así, por ahora,
pues tengo muchas esperanzas en que ahora podrás salir por fin
en libertad.
Como te conté en la otra carta, se nos mantiene informadas
sobre los presos libres en una oficina de informaciones del
congreso, además se puede escribir para entrevistas con el
coronel Espinoza, me imagino que para aportar algún informe o
documentos y así acelerar vuestros procesos o estadía en ese lugar.
Yo tengo entrevista para el 25 de este mes, ojalá me vaya bien.
Padrecito te mandé un paquete con una señora que viajo
el 20 a visitar a su marido. Éste contenía 1 pantalón, 1 par de
alpargatas, 2 cuadernos de 100 hojas y 3 lápices Bic. El sr. se
llama Pedro Ormeño Hernández.
En tu última carta del 13 I me pides que te cuente como fue la
ceremonia de entrega del premio a Rosita por su 1er puesto. En
realidad esto se hizo en la sala de clases donde solo estábamos
los padres y la profesora. Fue algo muy sobrio. La Rosita no
captó muy bien el significado del premio, solo se interesó en el
regalo en si lo mostraba orgullosa a sus compañeros. Yo me sentí,

n
133 n
n
Rolando Álvarez Araya n

imagínate, muy emocionada, y pensé inmediatamente en ti que


no podrás compartir de inmediato conmigo este orgullo. Fue una
mezcla de pena y alegría. Soledad, por no tenerte a mi lado. Pero,
pensé no importa nos quedan muchos años aun por delante en
los que volveremos a vibrar juntos por estas cosas y otras.
Te contaré que el Tavo se fue. Iba muy bien y dejó muchos
saludos para ti.
He progresado mucho en el manejo de la citroneta. Te diré
que he manejado hasta la Villa Macul y de ahí por Quilín, la
rotonda hasta [....] Avenida Egaña. No es ni parecido a cuando
manejaba la Issetta. Lo que tengo que “pulir” es la salida en 1°
sin el saltito.
Rolandito por ahora no tengo más que contarte y todos los
días pienso en que luego estaremos juntos por fin y tú debes
pensar igual sin desanimarte, esto es lo más importante. Que el
desaliento no penetre jamás en ti, o si trata de hacerlo deséchalo
lo más rápido posible. La fe no la debes perder nunca y pensar en
conservarte bien para nosotros que te añoramos mucho.
Las niñitas están felices porque les estás haciendo pulseras.
Te diré que Alejandrita me rompió la campanita que me hiciste,
no sé cómo lo hizo.
Chao padrecito, hasta muy luego y te confieso que mi cariño
por ti se agranda cada vez más.
Te besa
Rosa.

n
134 n
Epistolario de prisión

31 de enero de 1974

Querida Rosita :
Hace 1 semana que fui interrogado nuevamente .
Esta vez fue un interrogatorio tranquilo, cordial ,
sin presiones de ninguna especie . El teniente de
Carabineros que me interrogó incluso fue muy atento
y ofreció llevarte una carta mía que a lo mejor ya
la has recibido. No te puedo negar que he concebido
muchas esperanzas en este interrogatorio, pero no
vale la pena creer que mi libertad es cosa de muy
corto tiempo. En todo caso parece que la cosa se acerca
a una definición y eso ya es una gran cosa. A lo mejor
pronto nos veremos.
Sigo sin novedades, orgulloso con mis pantalones
nuevos y la rutina del campo no se modifica.
El capellán me expresó que puedes dirigirte a un
señor Fernando Salas en el arzobispado (calle Santa
Mónica), y que es posible que te den trabajo estable en
una clínica u hospital que depende de la Iglesia. Tú
debes ver si eso te conviene .
Amorcito, debes tener mucho cuidado al manejar,
no quiero que tengas algún accidente .
En realidad nada más tengo que contarte y
solo espero con esperanza que la definición de mi
situación signifique nuestra pronta reunión .
Por favor cuéntame cómo estás de plata, cosa que
me preocupa muchísimo.
Saluda a toda la gente y diles que tengo la esperanza
de poderlos ver muy pronto.
Un fuerte abrazo de tu enamorado marido.
Rolando.

n
135 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Santiago 2 de febrero de 1974

Mí querido Rolando:
Empiezo esta carta con el pensamiento de que sea una
de las últimas que tenga que enviarte a ese lugar, pues han
surgido en mi las esperanzas de que muy pronto estés libre
entre nosotros. Me imagino que tú debes estar pensando lo
mismo. Tanto tiempo separados, parece increíble cómo pasa el
tiempo, ya van más de 4 meses. Tengo mucha fe en que esta vez
sí se te hará justicia. Estos días que faltan para confirmar esta
esperanza serán muy largos, pero como lo he hecho hasta aquí,
sabré esperar una vez más.
Padre, no te olvides de hacerle las pulseritas a tus hijas, pues
están muy felices con esto. Los niños están muy bien, grandes.
Fíjate que les sacamos unas fotos y han salido tan malas, pero de
todos modos te mando algunas.
Mi trabajo está muy bien, no nos falta nada. Y me he alegrado
mucho que hayas recibido el pantalón que fue un regalo de la
Villa y que además te haya quedado bien. Claro que no sigas
engordando mucho, si no nada te quedará bien.
La citroneta se ha portado bien hasta aquí y no te preocupes
de que si hay que cambiarle aceite u otra cosa, pues tengo un
magnifico asesor en tu hermano. Todo se lo consulto a él. Pienso
sacar carnet de chofer este próximo lunes, ya veremos cómo me
va. Ojalá que bien.
Una muy buena noticia, la Mónica tuvo bien su guagua y fue
mujer. Las dos ya están en su casa en perfectas condiciones. No te
contaré cómo está Enrique, más chocho que si fuera el primero.
Y sabes que nombre le puso? Afírmate, uno muy rebuscado para
mi gusto, se llama Constanza Isabel ¿Qué te parece? La chica es
muy bonita, no se parece a Enrique, con eso te lo digo todo. Otra

n
136 n
Epistolario de prisión

novedad es la Mimi28, que ya tiene 4 meses de embarazo. Si la


vieras, esta gordita con cara de Mamá, está feliz.
Tus padres están muy bien, hermana, hermano. Mi mamy en
iguales condiciones.
Padre, te quiero mucho y no hallo las horas de tenerte con
nosotros.
Anteayer en la oficina de informaciones del Congreso
me habló el Coronel Espinoza y me dijo que las personas que
quedarán libres se estaba estudiando la forma en que serían
traídos de vuelta, pues es un número de alrededor de 300. Dijo
que se había pensado en que aquellos que quisieran su libertad
en Antofagasta se les daría y así viajarían por sus propios medios.
Ahora yo no sé como estas tú de dinero en caso de que salieras.
Quizás si a través de un telegrama me podrías informar. Pues lo
menos que necesitarías para viajar en bus son E5.000 o a lo mejor
más, no sé a cuánto se reajusto el pasaje. Padrecito, tú pensarás
que me estoy adelantando mucho y que a lo mejor no resulta. No
importa, pero siempre hay que tener esperanzas.
Chao padre, hasta muy luego, te besa
Rosa.

7
Chacabuco 12 de febrero de 1974

Querida Rosita:
Estos largos días transcurridos desde la visita
del Coronel Espinoza y el mismo interrogatorio

28
Irma Vallejos Guzmán, hermana de Rosa Vallejos.

n
137 n
n
Rolando Álvarez Araya n

han sido muy largos. Las esperanzas de una pronta


libertad hacen más insoportable la separación , pues
uno desea permanentemente ser de los afortunados
que se reunirán con sus familiares. No te niego que
tengo confianza en volver pronto, pero lucho por no
ilusionarme demasiado, ya que si las cosas no resultan
como uno quiere , la pena es mayor.
En la carta donde venían las fotos de los niños
me doy cuenta que lo que tú sientes es muy parecido.
Creo que lo mejor es no tener demasiadas esperanzas
y pensar que aunque aún debamos seguir separados,
algún día hermoso podré reunirme contigo, los niños
y parientes, y entonces todo lo pasado dejará de tener
importancia. Al respecto te revelo un poema hecho
por uno de nosotros que me parece resume muy bien
este pensamiento.
Rosita querida, te quiero muchísimo y no puedo
dejar de sentirme orgulloso de la mujer que es mi
compañera. Cuando vi lo hermosos que están los
hijos que me diste , cuando se ve que rebosan salud y
alegría, me doy cuenta que has sabido reemplazarme
con valentía y decisión
Me alegra saber que la citroneta no tiene
problemas mecánicos y que tú ya sabes manejarla. De
todas maneras mucho cuidado, no vayas a tener un
accidente .
Buenas noticias las de Mónica y Enrique , es bueno
que no haya habido problema. Respecto al nombre ,
no es tan complicado.
Qué más te puedo decir, si no que debemos seguir
manteniéndonos lo más enteros posibles para el día
en que quede libre . Lo único que necesitaría serían
algunos pesos. Si puedes mandarme un giro con la

n
138 n
Epistolario de prisión

cantidad que puedas disponer sería bueno, mas


siempre hay algunos gastos.
Rosita querida, aún tengo la esperanza de llegar
antes que esta carta, pero si eso no ocurre , no olvides
que te quiero muchísimo.
Rolando.
P.D: Mándame franqueo.

POEMA
Cuando se haga familiar el paisaje
Y conozca la calle el eco de mis pasos
Cuando de puertas y ventanas se asome el vecindario
Y el ladrido del perro anuncie la llegada.
¡Entonces olvidaré todo!
Cuando el temblor de tu cuerpo convulsione el mío
Y entre risas nerviosas se confunda el llanto
Cuando tus senos, tu vientre , cansado por la espera
Revivan en mi cuerpo.
¡Entonces, amor, lo olvidaré todo!
Cuando en el pecho paterno se acurruque
El cuerpo de los hijos
Y sus caras morenas se partan en sonrisas
Cuando busquen sus manos mi barba crecida
¡Todo lo olvidaré!
Cuando en medio de la noche despierte sobresaltado
Y no se escuche ya los roncos sonidos anhelantes
Si no tú aliento
Y no tenga junto a mí el frío
Si no tu cuerpo cálido
¡Entonces de nuevo amor, lo olvidaré todo!
Pero cuando los hijos crezcan
Y las voces de otros niños
Llenen la casa vacía

n
139 n
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Rolando Álvarez Araya n

Cuando los árboles hayan mudado


Sus hojas en mil veranos
Cuando se curve tu espalda o la mía
En cualquier momento
En la tenue luz de un amanecer sombrío
O en la dorada muerte de la tarde
Surgirá furtivo, el recuerdo de un mal blanco
Hiriendo las espaldas y el contacto con
una tierra seca y polvorienta
Querrá de nuevo el puño del miedo aterrorizar
las vísceras
Entonces surgirá vigorosa una palabra
Un abrazo, un dolor compartido entre arpilleras.
Todo, todo surgirá de nuevo
Porque es recuerdo cincelado a golpe de sal
De arena y viento.
Y cuando este cuerpo ya cansado
Se niegue a seguir con vida
Más luminoso que nunca
Surgirá el recuerdo de un pueblo abandonado
Que revivió un día con las voces de unos hombres
Que no se conocían y sin embargo eran hermanos.

7
Santiago 12 de febrero de 1974

Rolando Querido:
No te había escrito antes pensando que muy pronto te
tendría por aquí, pero no ocurrió así. Pero, yo creo que no debes
perder la fe y las esperanzas de que en cualquier momento se te
notifique tu libertad, pues según lo que se dijo aquí, esto seguirá
ocurriendo. Tú debes seguir teniendo la moral muy alta, es tu
obligación por nosotros, y piensa que nosotros desde aquí (Yo,

n
140 n
Epistolario de prisión

tus padres, hijos, amigos) te apoyamos y te queremos cada vez


más si es posible. Siempre estamos pensando en ti.
Padre, te voy a dar un trabajo para que ocupes parte de tu
tiempo, necesito lo antes posible tu Curriculum Vitae. En cuanto
lo tengas me lo mandas. Tienes que incluir tu sabes, además del
trabajo o prácticas realizadas, los trabajos científicos hechos,
cursos de perfeccionamiento. Lo más detallado posible.
Por favor no te preocupes por nosotros en lo que a dinero
se refiere. Ya estoy trabajando momentáneamente y además
recibiré ayuda de un grupo de colegas tuyos. Esto será una
cantidad de dinero mensual que me permitirá vivir en forma
holgada. En cuanto reciba este dinero te enviaré a ti, pues seguro
que no tienes ni un escudo.
Aquí en Stgo, el tiempo ya no está tan caluroso y se nota como
va cambiando la temperatura. ¿Y por allá cómo está? Cuéntame
qué haces siempre ¿sigues en el taller INACAP? ¿Practicas la
medicina?
Te contaré que la citroneta está muy bien, ya la sé manejar,
pero no tengas miedo por mí porque no saldré a calles muy
transitadas hasta que no esté muy segura de mí.
Bueno padrecito, en realidad no tengo muchas novedades
que contarte, solo quiero que estés bien y te sientas acompañado
por mi cariño en todo momento.
Las niñitas te mandan dibujitos.
Te besa
Rosa.

n
141 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Stgo 20 de febrero de 1974

Querido mío:
Ayer recibí carta tuya y ya hacía más de una semana que no
recibía y me hacía mucha falta este contacto tan sutil que tenemos,
pero que nos estrecha mucho más en un vínculo indisoluble y
para siempre.
Son las 10 de la noche y acabo de acostar a los niños. Si los
vieras, saltan, se arrancan y lloran por ir a la pieza de la Claudia
a jugar con ella. No se cansan de jugar todo el día, sin descanso
y Rolandito detrás de ellas. No sé si te conté que a la Rosita le
dice “Mony” y a la Alejandra “Tandy” y a mí me llama Mamy.
Ya habla mucho y aunque no lo creas se acuerda de su papá y
pregunta por ti.
Padrecito tienes que mantener siempre la esperanza que vas
a salir, porque esto sucederá algún día, y espero que sea luego,
tengo muchas esperanzas de nuevo para la próxima quincena de
Marzo. Espera siempre con fe, pues es lo único que mantiene la
moral alta.
No me has contado qué te pareció el libro que te llevé. Si te
aburrió, te divirtió, qué. Aunque yo creo que es un libro ante el
cual es difícil mantenerse indiferente. Cuéntame sinceramente
cómo lo encontraste.
Te contaré que tu hermano está dedicado a leer libros de
ciencia ficción como loco, pues está viviendo en una casa llena
de estos libros, la tuya.
Te insisto que me mandes tu Curriculum Vitae lo más luego
posible. ¿Recibiste el giro que te mandé? Aquí estamos todos bien
y mucha gente me pegunta por ti, amigos, pacientes y siempre te
mandan muchos saludos.
No tengo nada más que contarte.

n
142 n
Epistolario de prisión

Recibe un beso y abrazo muy fuerte de tu mujer que te quiere


mucho, mucho...
Rosa.

7
Chacabuco, 23 de febrero de 1974

Querida Rosita:
Hace 2 días se cumplieron 5 meses de mi ausencia del
hogar. Es harto tiempo ya no me imagino cómo es vi-
vir en una casa con todas las comodidades que antes
parecían absolutamente indispensables. No te escribía
desde hace como 10 días, pero debes entenderme: pa-
recía casi inminente mi evacuación de Chacabuco y
ya me veía llegando a la casa. No han sucedido así
las cosas, pero aún no deja de ser posible que ocurra
en cualquier día de estos. Confianza, pero tampoco
crearse falsas esperanzas. Debes pensar que esto, dure
lo que dure , es pasajero y que cuando nos veamos será
para no volver a separarnos. Me encuentro bien , tra-
bajando, incluso operando bastante frecuentemente .
Muchos de los detenidos me piden que les extirpe
lunares, verrugas y otras lesiones similares, por lo
que casi no doy abasto. Tal vez me has visto en la TV,
pues fuimos filmados en el hospital junto a otros cole-
gas. Aunque mi amigo Raúl Díaz salió del campo, no
estoy solo y tengo otras personas con las que juego y me
relaciono. En resumen estoy bien de salud y ánimo,
y espero confiado mi libertad , llegue esto pronto o no
tan luego. Tú debes hacer lo mismo.
Rosita, me preocupa el colegio de Rosita chica.

n
143 n
n
Rolando Álvarez Araya n

Trata de hacer lo posible para que siga en la misma


escuela, que me parece es buena.
Me llegó el giro con los 10.000, con lo que he
comprado arroz, huevos, tallarines, cigarros y otros
manjares. Gracias. Mejor no te pregunto qué sacrificio
tuviste que hacer para mandármelos, pero me
vinieron muy bien .
En realidad no tengo nada más que contarte ,
excepto que te quiero mucho, creo que te lo demostraré
cuando vuelva , así es que prepárate .
Por favor saluda a toda la gente , a mis padres,
hermanos, cuñados. A tu mamá dale las gracias por
tenerte en su casa.
Amorcito: hasta pronto, te quiero mucho.
Rolando.
Pd: Incluye carta para Rosita, único regalo de
cumpleaños para sus 7 años.
Pd: Chitas los niños lindos que tenemos, ya tengo
guatones a mis compañeros de casa mostrándole las fotos.

7
Stgo 4 de marzo de 1974

Mí querido Rolando:
Ya hace más de 10 días que no recibo carta tuya y esto me
tiene muy inquieta, pues generalmente recibo una por semana.
¿Qué pasa?, ¿cómo estás? No sé cómo podría averiguarlo. Solo
me queda esperar el cartero y espero que esta semana que
empieza me traiga noticias tuyas. He sabido por otra Sra. que
tiene su hijo allá que tampoco ha recibido nada, así es que la
demora es para todos, me imagino.

n
144 n
Epistolario de prisión

Aquí los días pasan y pasan. El pasado 27 [de febrero de


1974] la Rosita cumplió 7 años. Le celebramos su cumpleaños
en compañía de todos sus primos. Estaba feliz con sus regalitos,
tú sabes como es. Le sacamos fotos que una vez desarrolladas te
enviaremos.
Ya hice el traslado de colegios, a una escuela cerca de
nuestra casa, están matriculadas. Rolandito solamente quedó
sin matricular, pues en el nuevo colegio no hay para niños tan
pequeños.
Hace unos días televisaron Chacabuco con sus distintas
dependencias, la pulpería, la piscina y al conjunto. Claro que
esto me lo contaron porque yo no lo vi, para mala suerte.
Padre, tengo tantos deseos de verte como no te imaginas. He
soñado mucho contigo. Y si hay más visitas por allá será muy
difícil que yo pueda ir por mi horario de trabajo y queda tan
lejos. Tienes que mandarme a decir lo que te vaya faltando para
enviártelo. No sé aún si recibiste un giro que te envié.
Te contaré que ya tengo carnet de chofer, estoy muy orgullosa,
aunque reconozco que me falta mucho aún para manejar bien.
No me atrevo a salir al centro, es demoniaco. El examen fue muy
fácil. Te mando una foto que me sobró de las que tenía que llevar
para el carnet, por eso estoy con anteojos.
Tus padres y hermanos están muy bien. La Rosita me
preguntaba por qué no le habrás escrito en las últimas cartas.
Ya no tengo más novedades que contarte. Por favor Padre
escríbeme aunque sea poquito. Me haces mucha, mucha falta
y las cartas son lo único que tengo de ti en estos momentos.
Aunque de repente te sientas depresivo escríbeme y cuéntamelo,
eso hace bien. Pues creo que a veces yo lo he hecho también. Son
cartas que te han sorprendido según tú, pero yo me he sentido
mucho mejor después que te he escrito lo que siento. Lo único

n
145 n
n
Rolando Álvarez Araya n

que te pido es que nunca pierdas la fe en que algún día se te hará


justicia como te lo mereces.
Chao Padrecito, te quiero mucho, mucho... te besa y abraza
tu mujer.
Rosa.

7
Stgo 11 de marzo de 1974

Querido Rolando:
Ya hoy día empiezan tus hijas sus clases. Están muy felices y
ansiosas por empezar luego. La Mony no ha dicho nada porque
fue cambiada de colegio, espero que todo ande bien. Estuvimos
repasando matemáticas y está muy bien. Claro que aún confunde
la d con la b, espero que con la práctica esto lo supere luego. La
Alejandrita va al Kinder junto con la Claudia, imagínate como
están. Van a una escuela que está a 4 cuadras de la casa, eso es
maravilloso, pues no tendremos el problema de ir a dejarlas o ir
a buscarlas.
Averigüé que tu causa está “en revisión” y que de esto saldrá
una decisión final, que creo, este mes lo sabremos. Ojalá que así
sea, pues después de seis meses lo único que uno desea es tener
algo concreto, ¿no es así? Creo que está de más decirte que sea
cual sea esta decisión final, la sabré afrontar y tú también me
imagino. Como bien dices, no importa cuán larga sea nuestra
separación, pues llegará un día en que nuevamente juntos
olvidaremos esto, no importa cuánto tiempo haya transcurrido.
Rolando, cuéntame cómo estás de zapatos, ropa interior,
camisas, otra chomba, etc. Por favor dime lo cierto, pues aquí
tienes más ropa y no se trata de comprar más. Próximamente

n
146 n
Epistolario de prisión

habrá un paquete con una señora que viaja. Yo desgraciadamente


no podré hacerlo por mi trabajo.
13 de marzo

Aún no te mando la carta y te cuento más novedades. No sé


si te conté que la Mónica controla a la Constancita (qué difícil)
con nuestro pediatra. La llevó el 1º al cumplir los dos meses de
edad, y éste le dijo que la niña tenía un soplo cardiaco de cierta
importancia, que no ha pasado. Si a los tres meses aún continúa
le harán un electro y una radiografía de tórax. Imagínate cómo
están Mónica y Enrique, es como mucha mala suerte, ¿no es
cierto? La Mónica la cuida y mima como si fuera su único hijo, y
esto fue precisamente lo que el Dr. le dijo que no hiciera, pero yo
creo que es muy difícil en un caso así no hacerlo.
Las niñitas ya han ido 3 días a la escuela. La Mony, tú sabes
cómo es, tímida pero amistosa, aún no tiene amiguitas dice, pero
yo creo que todo irá bien a medida que se vaya acostumbrando.
Alejandra está feliz, ya aprendió una canción.
Bueno Padre ya no te escribo más y mañana mando esta
carta. Recibe un fuerte, fuerte abrazo y besos. Te echo mucho de
menos y cada día te quiero más.

7
Chacabuco, 11 de marzo de 1974

Querida Rosita:
Hoy he recibido tu carta del 4 del presente , en
la que viene tu foto y que ya está colocada en el
marco al lado de mi cabecera. En realidad ha habido
problemas con la correspondencia y esa debe ser la
explicación por no haber recibido noticias mías.

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147 n
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Rolando Álvarez Araya n

En realidad he mandado una carta semanal y creo


que pronto las recibirás. Incluso una carta lleva un
mensaje de cumpleaños para Rosita.
Yo estoy muy bien , f ísica y mentalmente , incluso
me estoy arreglando unas muelas que estaban
un poco averiadas. En realidad me encuentro
extraordinariamente bien , esto podría sonar como
algo insólito para ti , pero estoy tranquilo pensando
en que no te falta dinero, que mis hijos tienen lo
que necesitan y que tú cuentas con el apoyo de mis
seres queridos. ¿Qué me falta a mí? Tú, mis hijos,
mis padres, mis amigos y parientes. Pero esa falta es
temporal y cuando se produzca nuestro encuentro
todos estos meses amargos se olvidarán . No temas que
me desespere , he alcanzado un grado de paz interior
que me hace tolerar la separación y no me frustra
demasiado el no haber sido incluido aún en las listas
de gente en libertad . Aunque eso se demore , algún día
llegará. Tú debes pensar igual , debes trabajar, amar y
cuidar a nuestros hijos y tranquilizar a mis padres,
diles que me esperen con confianza, que su hijo está
bien y que su recuerdo es una inmensa ayuda para
mí .
Me dices que me quieres mucho, pero no creo que
sea mucho más de lo que yo te quiero a ti . Sueño
permanentemente contigo y me relajo recordando
nuestros mejores momentos y me preparo con santa
paciencia para demostrarte mi cariño cuando llegue
a la casa. Pienso con profundo placer en el abrazo
que te daré en la puerta de la casa y en el llanto de
alegría que será incontenible . Pienso en la cara de
alegría de mi Monina, de Alejandrita y de la cara
de sospecha que pondrá Rolandito cuando vea ese
hombre que a lo mejor ya ni recuerda. Me imagino a

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148 n
Epistolario de prisión

mi padre , a mi madre y mis hermanos, a tu madre


y el resto de los parientes. Pienso en todo eso y no
puedo menos que llenarme de alegría. Si eso no ocurre
pronto, no importa, ocurrirá.
Te lo repito Madrecita, estoy bien y no debes
preocuparte por mí . Trata de olvidarte que estoy
preso y que más bien estoy becado en el extranjero y
que nuestra separación no tiene gran importancia.
Te contaré que me he dedicado, entre otras cosas,
al diseño de muebles y que he fabricado para mi
casa chacabucana, un amoblado de living que ha
causado sensación . Ahora diseñaré un dormitorio
con una cama de dos plazas que creo que será muy
bonita y que se inspira en el de la cabaña de Reñaca
en que estuvimos el año pasado. Sigo trabajando en
el Policlínico y me he dedicado a sacar lunares,
verrugas, lipomas y otras operaciones de este tipo, y
aún conservo la habilidad normal .
En fin Rosita, no te preocupes por mi , tu marido
se conserva en buenas condiciones y espera con
paciencia su libertad .
Pronto nos veremos y eso es lo único que debemos
pensar: en lo felices que seremos.
Te abraza tu marido que te quiere muchísimo.
Rolando.
Rolando Álvarez Araya, Pabellón 19 casa 83.
P.D. no trates de venir a verme , ni me mandes
nada, porque no necesito nada más que tu amor. Si
algo me faltara, te lo haré saber.
Para Rosita chica:
Querida hija, te mando este dibujo de la casa
donde vivo. La dibujó un amigo que me quiere

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149 n
n
Rolando Álvarez Araya n

mucho y que también te quiere a ti . Muéstrasela a


la Alejandrita y Rolandito y diles que yo vivo en la
tercera puerta. Cuida a tu mamita y tus hermanitos
hasta que yo llegue .

7
Santiago 19 de marzo de 1973

Rolandito: aprovecho que Roberto tiene que viajar a


Antofagasta para mandarte algunas pocas cosas, y espero que
pueda conseguir permiso para visitarte. Aquí ya las inscripciones
se cerraron. Van tus bototos que me habías pedido hace tanto
tiempo y que me imagino que ya tu ropa estará muy gastada
por lo que creí obligación mandarte este paquete. Tienes que
mandarme decir qué es lo que más falta te hace.
Aquí estamos todos muy bien, sin problemas. Los niños en
el colegio y yo trabajando y solo pensando en el día en que te
volveré a ver.
Chao Padrecito, te quiero mucho, mucho.
Rosa.

7
Chacabuco, 24 de marzo de 1974

Querida Rosita:
He sido gratamente sorprendido con la visita de tu
hermano. Imagínate mi sorpresa al ser llamado. Roberto
te contará que llegué de lo más arregladito y perfumado
y arrepentido de haber comido cebollas a la hora de
almuerzo. Sin embargo no creas que me decepcionó el
no verte a ti . No, yo prefiero seguir esperando hasta

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150 n
Epistolario de prisión

que la próxima vez que nos veamos no tengamos que


despedirnos al cabo de unas pocas horas.
Me vino muy bien la llegada de los bototos y de los
billetitos. Los primeros son muy buenos para las horas
frescas de la mañana y la noche y los segundos se han
transformado ya en chancho chino y cigarrillos.
Rosita querida, estoy bien anímica y f ísicamente ,
Roberto estoy seguro que te lo confirmará. No necesito
nada más de ropa ni ninguna otra cosa. Debes seguir
esperando con paciencia y trabajando por nuestros
niñitos, ya que cada día que pasa es uno menos de
separación . Confianza.
Desde que llegó la TV, estoy viendo patrulla juvenil
y trilogía policial , la primera los lunes y la segunda
los jueves, como creo que son los mismos horarios que
en Santiago, cuando tú los estés viendo piensa que yo
también lo estoy haciendo.
Rosita: No tengo nada más que contarte y por
milésima vez te reitero mi amor y te recomiendo
paciencia y confianza.
Te abraza tu marido:
Rolando.

7
Santiago 5 de abril de 1974

Mi querido Rolando:
No te había escrito pues como tuviste la visita de Roberto,
he pensado que él te habrá dado noticias muy frescas nuestras.
En general estamos bien, sin grandes problemas, claro que sin ti.
Las niñitas se acuerdan mucho de ti y no te olvides de escribirle
a la Rosita, pues ella es la primera en abrir tus cartas y buscar si

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151 n
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Rolando Álvarez Araya n

le has escrito. Te mando unas fotos de ellas tomadas por la Cristy


en su casa y con nuestra máquina, están muy buenas no crees?
Lo único que las que aparecía yo se echaron a perder, así que no
podrás tener por ahora otra foto mía.
Aquí ya se hace notar el otoño en los primeros fríos y días
nublados. Por allá me imagino que el tiempo será más parejo, y
si necesitas ropa más abrigada, por favor házmelo saber. Roberto
tiene que viajar nuevamente a Antofagasta y si puede irá a verte.
Yo he pensado ir en Semana Santa, si es que los viajes están
permitidos, aun no se, pues los tres días son muy poco, pues el
lunes a primera hora debo trabajar. Veré si puedo arreglármelas
de alguna forma. No te imaginas los deseos que tengo de verte,
aunque sea por algunas horas. Aunque ahora es muy distinto a
como fue cuando viajé en diciembre. He sabido que las visitas
son más largas y con más libertad.
Por ahora no tengo nada más que contarte. Solo deseando
que esto acabe de una vez. Te quiero mucho.
Rosa.
P.D: No te mando estampillas, pues en correo central no hay,
solo máquina.

7
Chacabuco, 5 de abril de 1974

Querida Rosita:
Ha pasado otra semana más sin mayores
acontecimientos. Sigo con muy buena salud y mi
ánimo se conserva bueno. El clima no muestra cambios
en relación a las veces anteriores, por lo que la ropa
y calzado que tengo son apropiados. En las últimas 2
semanas me he pegado unos banquetazos con chancho

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Epistolario de prisión

chino, arroz y fideos que he comprado con la platita


que me mandaste . En resumen estoy bien ya no necesito
nada. Te reitero que lo único que necesito es saber que
tú, los niños y mi familia estén bien y que tengan la
paciencia para esperar mi vuelta sin flaquear. Conf ío
que esto ocurra pronto y que finalmente podamos
olvidar muy luego estos amargos meses.
He pensado mucho en el colegio de los niñitos
y ojalá que una vez en la casa puedan volver a su
antigua escuela, que me parece mejor que a la que
están asistiendo. Conf ío que esto podrá ocurrir.
He estado imaginándome el momento que nos
encontremos de nuevo, pero no he logrado hacerme
una idea clara como van a ser esos primeros días.
Tendré que acostumbrarme de nuevo a mil pequeñas
cosas agradables de las que he estado privado estos
meses, cosas tan simples como un vaso de agua con
hielo, comidas deliciosas y por sobre todo tu compañía
y la presencia de los chiquillos. Debes estar segura
que eso será un adecuado remedio a todas las penas y
sinsabores y que bastarán unos instantes contigo para
que todo lo anterior pase solo a ser un mal recuerdo.
Debes convencerte que nos esperan muchos años
alegres y que cuando envejezcamos mirando a nuestros
hijos crecidos estos solo serán tan poco importantes
como el recuerdo de haberme apretado un dedo en
una puerta, por ejemplo.
Rosita, te quiero mucho, cada día más y eso es lo
único que vale la pena que pienses.
Te abraza muy fuerte tu marido
Rolando.
Rolando Álvarez Araya. Pabellón 19, casa 83.

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Rolando Álvarez Araya n

Santiago 8 de abril de 1974

Mí querido Rolando:
De nuevo Roberto tiene la oportunidad de viajar a Antofagasta
y por ende tratará de visitarte. Yo no iré, pues mi tiempo es muy
estrecho. Te mando tu pipa y un poco de tabaco, ojalá te guste.
Igualmente otro pantalón que me fue regalado por la Toya, pues
le quedó corto a Germán. Me imagino que a ti te quedará bien.
Tu mamá te hizo unas galletas que están del uno. Ojalá
lleguen bien.
Rolando, nos dijeron en el Congreso que a más tardar el 16
tendremos una respuesta concreta a la situación de cada uno de
ustedes.
Chao Padrecito, te quiero mucho.
Rosa.

7
[FECHA POCO CLARA, DICE: I 20 04]

Querida Rosita:
Hoy he sido re interrogado y espero que esto me
acerque al momento en que podamos reunirnos en
nuestro hogar. El trato fue muy cordial y te repito que
las esperanzas de libertad renacen en mí .
Estoy bien de salud , tanto f ísica como mental , e
incluso, tal vez haya engordado un poco. Sin embargo
el pantalón que me mandaste me quedó perfecto.
No quiero crearte falsas ilusiones, pero tal vez no
esté muy lejano el día en que pueda abrazarte a ti , los
niños y mis padres.
Confianza, paciencia y valentía para enfrentar
estos días malos que algún día olvidaremos.
Rolando.

n
154 n
Cartas a los hijos
Cartas a los hijos

7
Este cuento es para que Rosita se lo lea a Alejandrita
y Rolandito.
El papito antes de casarse con la mamita tenía
una moto. Esta moto era de color negro y el asiento
era rojo. La mamita nunca quiso subirse a la moto
porque le daba miedo.
Después el papito vendió la moto y se compró un
huevito azul . En este huevito azul el papito y la
mamita se fueron a Talca cuando se casaron .
Cuando iba a nacer la Rosita, el papito vendió el
huevito porque era muy chico y no cabía la cunita
que le habíamos comprado a la Rosita.
Se compró un auto rojo que era muy malo y que
pasaba enfermo y el papito rabiaba mucho porque
tenía que irse en micro al hospital .
Cuando iba a nacer Alejandrita, el papito cambió
ese auto por una citroneta, la misma que tiene
todavía. Y en la citroneta caben el papá, la mamá, la
Rosita, Alejandrita y Rolandito. También caben las
maletas cuando vamos a la playa.
¿Te gustó el cuento?
Pinta el cuento y se lo lees a tus hermanitos [ña
carta viene con cuatro dibujos, la moto, el huevito, el
auto rojo y la citroneta].
Rosita yo se que te estás portando bien y que cuidas
a tus hermanitos.
Dale un besito a tu mamita y a tus abuelitos.

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157 n
n
Rolando Álvarez Araya n

7
Monina
Quiero que me escribas una carta bien larga. En
esa me mandas dibujos bien lindos, con hartos colores.
También debes contarme cómo te fue en la Escuela y
qué notas te sacaste . Cuéntame qué te regalaron para
la Pascua y si te gustó el regalo que mandé con la
mamita.
Dile a Alejandrita que también me mande hartos
dibujitos, porque me gustan mucho.
A Rolandito debes cuidarlo y no dejar que se porte
mal .
Quiero que me digas si quieres que te mande
dibujos y qué cosas quieres que te dibuje .
Chao Rosita y no te olvides que papito te quiere
mucho.
Tu Papá

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158 n
Cartas a los hijos

7
Rosita Álvarez Vallejos
Querida Monina estoy muy contento de saber
que vas a pasar a segundo año y que te has portado
bien . Ojalá que te guste el dibujo que te mando. Yo
no soy muy bueno para dibujar, pero se parece harto
a la casita de nosotros. Si te fijas bien , vas a ver la
citroneta y hasta el columpio. No pude dibujar la
casita que les hice para jugar.
La mamita me contó que lloraste con el cuento que
te mandé . No debes llorar porque a tu mamá le da
mucha pena.
Sigue portándote bien , cuida a tu mamita y dale
muchos besitos a los abuelitos.
Dile a la Alejandrita que la quiero mucho y un
abrazo bien fuerte a Rolandito. Yo voy a llegar luego
así que estén muy contentos.
Tu papito.

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159 n
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Rolando Álvarez Araya n

7
Señorita Rosa Álvarez Vallejos
Me ha dado gusto saber que sacaste el primer
puesto en el curso y que la señorita Jeanette te dio dos
libros como premio. Esto se debe a que eres una niñita
buena y estudiosa . Cuando me acuerdo de todos los
largos ratos que pasamos en la pizarra aprendiendo a
leer y escribir, me alegro mucho de haberte ayudado
a ganarte ese premio.
Debes seguir portándote bien y ayudar a tu
mamita, cuidando a tus hermanitos.
Dale muchos besitos a la abuelita Irma, al Tata y
a la abuelita Nené .
Te quiere mucho
Tu papito.

n
160 n
Cartas a los hijos

7
Rosita linda:
¿Cómo te has portado?. Yo creo que te has portado
muy bien porque eres una niñita muy buena. Yo te
estoy haciendo una pulsera muy bonita y otra igual
para Alejandrita. Cuando la termine te la voy a
mandar en una encomienda.
Dale muchos besitos a tu mamita, a tus abuelitos y
a tus tíos y diles que yo los quiero mucho.
Tu papito

7
Señorita Rosita Álvarez Vallejos
Querida Moni: ¡Feliz cumpleaños! [27 de febrero
de 1974]. Cumples siete años y ya eres una niñita
grande . Así me di cuenta cuando vi las fotos que
me mandó la mamita. Estás muy grande y bonita.
También Alejandrita y Rolandito están muy lindos.
Yo estoy muy bien , te echo de menos, pero pronto
estaré contigo y te voy a dar muchos besitos.
Sigue portándote bien y cuida a tu mamá y
hermanitos.
Chao y hasta luego.
Tu papito

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Rolando Álvarez Araya n

7
Rosita Álvarez Vallejos
Me gustó mucho la casa, el sol y las flores que me
mandaste . He sabido que confundes la “d” con la “b”
y que le pones la panzita al revés. No olvides que la d
es para el lado de la mano con que tú escribes.
Dile a Alejandra que me gustó mucho el dibujo
que mandó, lo mismo que las rayas de Rolando.
Monina: tu papito te quiere mucho, pero todavía
no puede volver. Vas a tener que seguir durmiendo
en mi cama para cuidar a tu mamá. Además, debes
enseñarle a Alejandra, porque no puede ir al colegio.
Chao Rosita

7
Para la mamá
Rosita, no sabes cuanto siento no estar para el
cumpleaños de Alejandra [18 de diciembre de 1973], por
favor cómprale algo y dile que yo se lo mandé .
Para la Pascua saluda a todos los que han sido
nobles con nosotros, Aliste , Escobar, ambos hermanos,
el Dr. Girón y cualquier otro que se haya acordado
de mí en esta situación .
De más está decir que mi recuerdo y cariño también
se extiende a la familia, que veo crece día a día.
Especialmente a tu mamá, mis hermanos, cuñadas
y cuñados. Deseos de éxito para Mónica.
Hasta pronto Madrecita

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Cartas a los hijos

7
Señorita Rosa Álvarez Vallejos
Querida hija: me ha dado mucho gusto saber
que vas a pasar a segundo año y que ya sabes leer y
escribir. Cuando vuelva me vas a tener que leer tus
libros de cuentos. Ahora que yo no estoy, tienes que
enseñarle las letras a Alejandra, igual como yo te las
enseñé a ti .
Te mando un dibujo de un trencito para que lo
pintes. Para Alejandra va un buque y un avión para
Rolandito.
También recibí tus dibujos y los de tus hermanos,
muy bonitos, pero serían más bonitos si los pintaras
con lápices de color.
Sigue portándote bien y cuida a tus hermanos.
Para la Pascua le das hartos besitos a tu mamá,
hermanos, abuelitos y tíos.
Chao Rosita.
Tu papito que te quiere mucho.
A la Alejandrita dile que le voy a escribir cuando
aprenda a leer y que ahora solo le mandaré dibujos.

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Fotos familiares
Fotos familiares

Osvaldo Álvarez (“Walchen”), Elvira Araya


(“Nené”) y Rolando Álvarez.

Rosa Vallejos y Rolando Álvarez


en el día de su matrimonio.

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Rolando Álvarez Araya n

Fiesta de matrimonio de Rosa y Rolando. Se pueden ver, de


izquierda a derecha, Irma Guzmán (primera de la izquierda),
María Elvira Álvarez (a la derecha de Rolando), Mónica
Vallejos Guzmán (entre Rolando y Rosa), Irma Vallejos Guzmán
(semitapada, atrás de Rosa) y Eugenio Vallejos (antepenúltimo)

Fiesta de matrimonio de Rosa y Rolando. De izquierda a


derecha, aparecen Elvira Araya (“Nené”), Rolando Alvarez (“el
Tata”), Irma Guzmán y Eugenio Vallejos.

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Fotos familiares

Rosa y Rolando en Talca, a fines de la década de los sesenta.

Rosa Vallejos.

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169 n
n
Rolando Álvarez Araya n

De pie, Elvira Araya, al lado Rosa Álvarez Vallejos. Sentados,


Rolando Álvarez (Tata) y Rosa Vallejos; en brazos de ésta,
Alejandra Álvarez Vallejos.

Rolando Álvarez (“Tata”)


con su nieto Rolando Álvarez Vallejos.

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Fotos familiares

Rosa Álvarez Vallejos y Alejandra Álvarez Vallejos.

Rolando Álvarez (“Tata”) con su nieto


Rolando Álvarez Vallejos.

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Rolando Álvarez Araya n

Alejandra Álvarez Vallejos y Rosa Álvarez Vallejos.

Rosa Álvarez Vallejos.

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Fotos familiares

Rosa Álvarez Vallejos.

Alejandra Álvarez Vallejos.

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Rolando Álvarez Araya n

Carta de Rolando Álvarez Araya a Rosa Vallejos, del


22 de noviembre de 1973.

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Fotos familiares

Carta de Rolando Álvarez Araya a Rosa Vallejos del 10 de


diciembre de 1973. Los borrones corresponden a la censura a la
que era sometido el intercambio epistolar de los
prisioneros políticos.

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Rolando Álvarez Araya n

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Fotos familiares

Carta de Rolando Álvarez Araya a Rosa Álvarez Vallejos. Es el


cuento de los autos del papá.

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Rolando Álvarez Araya n

De Rolando Álvarez Araya a Rosa Álvarez Vallejos.

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Fotos familiares

Árbol de Pascua hecho por Rosa Álvarez para su padre ausente.


Navidad de 1973.

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Rolando ÁlvaRez aRaya n

Dibujo de “El Principito” enviado por su papá a Rosa Álvarez


Vallejos. Se puede leer: “Rosita. Te mando este dibujo del
Principito para que lo pintes. Los colores cópialos del libro”.

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Fotos familiares

De izquierda a derecha, Rosa Álvarez Vallejos, Rosa Vallejos


Guzmán, Rolando Álvarez Araya, Alejandra Álvarez Vallejos y
Rolando Álvarez Vallejos.

Rosa y Rolando y sus cinco nietos. De izquierda a derecha, Rosa


Vallejos Guzmán, Martín Alegría Álvarez, Rolando Álvarez Araya,
delante de él Fernando Álvarez Gajardo y Rolando Álvarez Riscal.
Hincadas, Zoé Gálvez Álvarez e Imara Álvarez Garrido.

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