Está en la página 1de 3

EL FIN DE LA POBREZA

CAPÍTULO 10

LOS MORIBUNDOS SIN VOZ: ÁFRICA Y LAS ENFERMEDADES.

Este capítulo en particular, nos refleja como el resto del mundo utiliza respuestas fáciles en
relación con la prolongada crisis de África. Todos recurren una y otra vez a la corrupción. La
política no puede explicar por sí sola la prolongada crisis económica de África. Los países
africanos van rezagados en el crecimiento económico aún cuando se percibe en ellos menos
corrupción. El crudo legado colonial y los verdaderos estragos del período poscolonial
tampoco explican la crisis de desarrollo a largo plazo.

La sabana africana plantea infinidad de retos excepcionales para el desarrollo económico


moderno: enfermedades, sequía y una distancia enorme respecto de los mercados
mundiales por citar solo tres de ellos.

El aislamiento y la falta de infraestructura básicas son los rasgos predominantes de la mayor


parte de las zonas rurales de África, y en esas zonas es donde viven la mayoría de los
africanos. Por otro lado, el sida y la malaria producen un impacto devastador en la sociedad
africana.
Si un país está atrapado en la trampa de la pobreza un buen gobierno y unas reformas de
mercado adecuado no son suficientes para garantizar el crecimiento. Para comprender y
superar este tipo de crisis es necesario desenmarañar las interrelaciones entre
pobreza extrema, enfermedades endémicas, condiciones climatológicas inestables y
rigurosas, elevados costes de transporte, hambre crónica e insuficiente producción
alimentaria.

La mala salud causa pobreza y la pobreza contribuye a empeorar la salud. El mundo rico
debería aportar al mundo pobre una cifra de aproximadamente una milésima parte de la
renta del mundo rico para invertir en salud. Se creó el Fondo Mundial para la Lucha contra
el Sida, la Tuberculosis y la Malaria en el 2001 y se consiguió el apoyo del presidente
Bush y de los líderes del G-8. Desde que el fondo comenzó a operar, la batalla permanente
ha constituido en obtener los recursos necesarios para desarrollar un trabajo a largo plazo
y a contribuir a que los países con rentas bajas elaboren y pongan en práctica planes acordes
con el reto que se les presenta.

África requiere soluciones no solo para el control de las enfermedades, sino también para
el hambre crónica, el aislamiento de las zonas rurales y la creciente degradación
medioambiental, a menudo, resultado de que la población sigue creciendo. La geografía y
la economía han convergido para dotar a África de unas condiciones de partida
especialmente malas. África carece de regadío, y más del 90% de los cultivos se nutren solo
de la lluvia. Los agricultores carecen de acceso a carreteras, mercados y fertilizantes.
Los problemas de África son especialmente difíciles. Pero, no obstante, son solubles
mediante tecnologías prácticas y eficacia probada. Las enfermedades se pueden controlar,
los rendimientos de los cultivos se pueden incrementar y las infraestructuras básicas se
pueden extender a las aldeas. Una combinación de inversiones en sintonía con las
necesidades y condiciones locales puede permitir que las economías africanas escapen de
la trampa de la pobreza.

EL FIN DE LA POBREZA
CAPÍTULO 11

EL MILENIO, EL 11-S Y LAS NACIONES UNIDAS.

Como el nombre del capitulo nos lo indica, es el comienzo de un nuevo milenio, y este
empezaba con una nota de esperanza. El mundo sobrevivió sin incidentes al temor
generalizado ante la crisis informática del efecto 2000. La economía estadounidense
continuó tomando la delantera. El progreso económico en China, la India e incluso Rusia
daban la sensación de que la globalización todavía podía cumplir sus promesas.

En septiembre del 2000 se celebró la Asamblea del Milenio. Fue la reunión de líderes más
grande de la historia. Los líderes transmitieron la esperanza de que la pobreza extrema, las
enfermedades y la degradación medioambiental podrían mitigarse con la riqueza,
las nuevas tecnologías y la conciencia global con la que se había ingresado al siglo XXI.
Se presentó el documento “Nosotros, los pueblos: la función de las Naciones Unidas en el
siglo XIX” y este se convirtió en la base de una importante declaración mundial, la
Declaración del Milenio, que suscribieron los líderes reunidos en la ONU. El documento
expone una serie de objetivos cuantificados y con asignación de plazos para reducir la
pobreza extrema, la enfermedad y las penurias. Esos objetivos fueron extraídos
posteriormente de la Declaración del Milenio para convertirse en los ocho Objetivos de
Desarrollo del Milenio.

Los ocho objetivos: erradicar la pobreza extrema y el hambre; universalizar la enseñanza


primaria; promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer; reducir la
mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el sida, el paludismo y otras
enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; y fomentar una asociación
mundial para el desarrollo.

El 11 de septiembre marcó el principio de la reciente guerra contra el terrorismo llevada a


cabo por la administración Bush. El terrorismo no es la única amenaza a la que se enfrenta
el mundo. Sería un error concentrar todas las energías, esfuerzos, recursos y vidas en luchar
contra el terrorismo dejando a un lado desafíos mayores y más importantes aún. Además,
el terrorismo está originado por causas diversas y complejas, y no se puede combatir
únicamente con medios militares. Para combatir el terrorismo es preciso que se luche
también contra la pobreza y las privaciones. El autor sostiene que no se puede librar una
guerra contra las armas de destrucción masiva únicamente con medios militares y
denomina armas de salvación masiva a los medicamento contra el sida, las mosquiteras
contra la malaria, la perforación de pozos de los que se puede extraer agua potable y otras
cosas similares que pueden salvar millones de vidas y ser también un baluarte de la
seguridad mundial.

Los líderes mundiales se reunieron después en Monterrey, México para la conferencia


internacional para la financiación para el desarrollo y después en Johannesburgo, Sudáfrica
para celebrar la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible pero lo propuesto en esas
reuniones no se ha cumplido. Estados Unidos puso prácticamente todo su afán y
todas sus energías políticas y económicas en la opción militar y el incumplimiento de sus
compromisos quedó patente. La guerra de Irak comenzó el 20 de marzo de 2003. Los costos
de la operación militar han sido inmensos, más de un millar de vidas humanas
estadounidenses, miles de civiles iraquíes muertos y menoscabo de la credibilidad
estadounidense en todo el planeta.

El Instituto de la Tierra es un importante instituto dedicado al desafío del desarrollo


sostenible, todo el trabajo del Proyecto del Milenio de Naciones Unidas ha dependido en su
totalidad de este instituto. El instituto se configura en cinco grupos: ciencias de la
Tierra, ecología y conservacionismo, ingeniería medioambiental, salud pública y
economía y administración pública.
Al reunir estas disciplinas bajo un mismo techo, el Instituto de la Tierra puede vincular mejor
las ciencias con la labor de la administración pública con el fin de encontrar soluciones
prácticas a problemas de cualquier índole, desde pequeñas aldeas hasta acuerdos globales
de la ONU.

También podría gustarte