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Juan de Juan

Qué duro es esto


Los últimos 324 días de la vida
de Francisco Franco
Un montón de razones para tener el pulso acelerado.............................................................3
La coña de las asociaciones políticas ........................................................................................4
Lo de Marruecos se pone feo ......................................................................................................6
La primavera, al Borbón altera.................................................................................................7
Verano de muerte........................................................................................................................ 10
Tu quoque, filii? .............................................................................................................................13
¿Eppur si muove? ¡Toma prórroga! ........................................................................................ 14
Negro septiembre ..............................................................................................................................17
El infarto de Su Excelencia .............................................................................................................24
Marruecos como problema .......................................................................................................25
El Caudillo está enfermo ............................................................................................................25
La era de los partes......................................................................................................................... 30

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Un montón de razones para
tener el pulso acelerado

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Durante los meses que aquí intentamos historiar, no pocos factores externos
al propio franquismo conspiraron para detener la tibia apertura iniciada el 12
de febrero de 1974 por el gobierno Arias Navarro. Pero, ciertamente, también
otras cosas ocurrieron por dentro del franquismo. Las tendencias más
inmovilistas jugaron sus cartas ante Franco y ya el 29 de octubre del mismo
1974 se cobraron la primera pieza. Se celebraba en el Consejo Nacional del
Movimiento el XLI aniversario de la fundación de Falange Española y, en los
sitios destinados al gobierno, se observa una ausencia muy evidente: la de Pío
Cabanillas Gallas, ministro de Información y Turismo y, con permiso de Manuel
Fraga, medio factótum, medio líder, de la facción aperturista del régimen.

Pío Cabanillas fue cesado sin que hubiese grandes explicaciones sobre los
motivos de dicho cese. Era la forma de hacer del franquismo; de hecho,
muchos cesados ni siquiera se enteraban de las razones de fondo de dichos
ceses. Llegaba un motorista con la carta, y a casa. No obstante, la movida
cabanillesca debió de ser importante, porque provocó nada menos que la
dimisión de otro ministro en solidaridad: la del titular de Hacienda, Antonio
Barrera de Irimo.

Barrera de Irimo era, después de Federico Silva Muñoz, el segundo ministro de


Franco que se piraba del gobierno por deseo propio. Dos giñadas en 35 años. A
finales de aquel año, dejando claro que las tensiones en las familias del
franquismo empezaban a ser navajazos, aún habría una tercera despedida: la
de Licinio de la Fuente, ministro de Trabajo, ya en febrero del 75. Aún tuvo
Arias, en aquel año, que hacer un reajuste más, debido a la fatalidad: el
ministro Secretario del Movimiento, Fernando Herrero Tejedor, se mataba en
un accidente de tráfico, por lo que hubo de ser sustituido por José Solís Ruiz.

La coña de las asociaciones políticas

En la agenda de Arias, y cada vez menos en la de Franco, 1975 tenía que ser
el año de las asociaciones políticas. Todo parece apoyar las ideas aperturistas.
Una encuesta que se publica entonces señala que el 72% de los españoles
apoya la idea (propuesta por Arias, nunca aprobada por las cortes franquistas)
de que los alcaldes sean elegidos por sufragio universal. Hasta la Conferencia
Episcopal le echa un capote al reformador con una nota que, en su punto tres
aboga por «proceder a una renovación de los espíritus y a profundas reformas
de la sociedad». No obstante, el búnker sigue ahí. En el mismo mes de enero,
una huelga de cuatro días en la SEAT de Barcelona provocará que casi 14.000
trabajadores sean suspendidos un día de empleo y sueldo.

Las cosas se mueven dentro, y fuera. Los días 10 y 11 de enero se produce en


Bruselas la que se conocería como reunión de los 30. En la sede de las
Comunidades Europeas, e invitados por una organización dedicada a la
reflexión sobre el futuro de Europa, se reúnen una serie de españoles, cuya
lista deja bastante claro que los sectores más liberales que han vivido en la
legalidad franquista están por la labor del cambio. Los nombres de aquella
reunión son: Pedro Altares, Fernando Álvarez de Miranda, Rafael Arias-
Salgado, José Manuel Arija Fernández, José Mario Armero, Sebastián Auger,
Fernando Baeza, Miguel Boyer, Manuel Broseta, Ignacio Camuñas, Antón

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Cañellas, Víctor Carrascal Felgueroso, Antonio Fontán, Joaquín Garrigues
Walker, Enrique Gironella, Luis González Seara, José Ramón Lasuen, Miguel
Martínez Cuadrado, Juan Millet Tusell, Raúl Morodo, Enrique Múgica Herzog,
Joaquín Muñoz Peirats, Juan Antonio Ortega y Díaz Hambrona, Miquel Roca
Junyent, Mariano Rubio, Luis Solana Madariaga, Ramón Trías Fargas, Vicente
Ventura Beltrán, José Vidal Beneyto y Alejandro Rojas Marcos de la Visca.

Dos días después de terminada esta reunión bruselense en la que franquistas


más o menos convencidos charlaron con socialistas, liberales, nacionalistas
catalanes y otras familias olvidadas de la política española, el franquismo
abre sus puertas al futuro. En el Consejo Nacional del Movimiento se abre la
oficina de información de asociaciones, que ya tienen una ventanilla donde
presentarse para solicitar su legalización.

Todo el mundo espera el paso del trío de los considerados liberales del
franquismo: Manuel Fraga, José María de Areilza y Federico Silva. A los tres,
Arias les necesita, porque sin ellos la conversión del franquismo en una serie
de grupos políticos queda en manos de los del bunker, es decir de la derecha
más reaccionaria. Fraga vive apartado del epicentro del poder, como Areilza,
y Silva es, como hemos dicho, uno de los tres políticos que ha tenido la osadía
de decirle a Franco «ahí te quedas, el motorista te lo mando yo». La comidilla
política de Madrid es cuándo y cómo estos tres titanes del franquismo van a
montar su asociación. Pero esa decisión nunca llegará. Fraga y los suyos,
decepcionados con las estrecheces de la ley de asociaciones, decidirán lo que
hoy denominaríamos la «solución FAES», o sea, la creación de una sociedad
privada de estudios desde la cual hacer política a placer. Otro que decidió
salirse de la normativa fue José María Gil-Robles, el viejo político que en la
República había sido el líder de la CEDA, el cual trata de fundar en marzo de
1975 la Federación Popular Democrática, al amparo de la Ley de Asociaciones
de 1964; o sea, pasando de la nueva. Otro que también se autoexilió de las
asociaciones políticas fue Joaquín Ruiz-Giménez, quizá el político católico
(entiéndase: significado como tal) más importante del franquismo, quien
también decide pasar de participar en la movida.

Lejos de producirse el efecto esperado, el nacimiento de las asociaciones es


cosa de segundones. Se presenta para inscribirse la Asociación Proverista, al
frente de la cual se sitúa el abogado vitoriano Manuel Maysounnave. Pocos
días después, Manuel Cantarero del Castillo presenta los papeles para
legalizar su Reforma Social Española. Ambas formaciones, por cierto, serían
partidos políticos en la Transición y se presentarían a las elecciones, con éxito
más bien escaso.

El 7% de los españoles, según una encuesta de Informaciones, cree en las


asociaciones políticas. Una manera franquista de decir las cosas. La forma
democrática de decir esto mismo es destacar que el 93% pasa de ellas como
de comer mierda.

En marzo, Federico Silva dará el paso de solicitar la inscripción de la Unión


Democrática Española. La UDE tiene un grupo de impulsores donde hay
conspicuos ex ministros o altos cargos del franquismo, como Alberto Monreal,

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Virgilio Oñate o Enrique de la Mata Gorostizaga; así como políticos muy
ligados al mundo de la empresa, como Alfonso Osorio, José Joaquín de Ysasi-
Ysasmendi, o Carlos Pérez de Bricio.

De 7 de marzo es la documentación presentada por el abogado Ignacio Rubio


Fernández, que no esconde su filiación falangista, para la formación de una
asociación que se pretendía llamar nada menos que Alianza Popular de
Izquierdas. El día 9, y a pesar de los intentos del Consejo Nacional del
Movimiento por impedirlo, presenta su documentación Falange Española y de
las JONS. Aunque los nombres de los firmantes no nos dicen mucho a los
observadores del siglo XXI, su apoyo política procedía de los Círculos
Doctrinales José Antonio, así como del Frente Nacional de Alianza Libre, de
convicciones hedillistas.

Todavía en febrero, las acciones de ETA provocan que en las provincias de


Guipúzcoa y Vizcaya se declare el estado de excepción, con suspensión aneja
de varios artículos del Fuero de los Españoles. En realidad, en febrero de
1975, un año exacto, pues, tras el intento del franquismo por cambiar hacia
una especie de democracia franquista (si es que esta expresión tiene sentido),
todo de jode. Porque no es sólo la ETA. Es, también, Marruecos. Y hasta el
puñetero Borbón padre.

Lo de Marruecos se pone feo

Debió de ser muy amargo para Francisco Franco que Marruecos, un territorio
donde él había labrado sus laureles y a cuyos soldados debía buena parte de la
combatividad de las tropas que le dieron la victoria en la guerra civil, fuese el
problema que le amargase los últimos meses de su vida hasta, como veremos
en su momento cuando hablemos del consejo de ministros del 17 de octubre,
casi matarlo físicamente. Y todo empezó el día 3 de febrero, con un
sorprendente movimiento del rey Hassan II.

En dicha fecha Driss Saloui, alto representante de Marruecos ante las Naciones
Unidas, envía una carta al denominado Grupo de los 24, es decir el comité de
la ONU que se ocupaba de las descolonizaciones, solicitando de dicho comité
amparo para la reivindicación marroquí de Ceuta, Melilla, Alhucemas, el
Peñón de Vélez de la Gomera y las Islas Chafarinas.

Franco había considerado resuelta la cuestión marroquí en 1956, cuando


mediante una declaración conjunta se dio fin al protectorado español sobre el
país, a cambio de mantener el statu quo español. Las cosas cambian cuando,
como no podía ser de otra manera, España acepta la tesis de la
descolonización del entonces llamado Sáhara Español. El hecho de que España
anuncie que deja aquella tierra, aceptando el principio de que el pueblo
saharahui tiene derecho a autodeterminar su destino, obliga al rey marroquí a
mover ficha. Su gambito es intentar colarse en el patio trasero de España
reivindicando sus plazas africanas.

La nota hecha pública por el gobierno español el 7 de febrero afirma, sin


ambages, que los territorios ahora reclamados por Marruecos «se integran en

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la unidad nacional de España y forman parte de su territorio desde su
constitución como estado». Franco, pues, reacciona de la única manera que
quiere y puede reaccionar, es decir reafirmando la españolidad de las plazas
africanas de España. De alguna manera, Hassan lo pone donde quería, es decir
en un lugar donde se vería como lógico que existiese un conflicto entre ambos
monarcas. Porque eso, un conflicto, es lo que el rey musulmán va buscando.

Es interesante el documento presentado por el embajador español ante la


ONU, Jaime de Piniés, ante el Grupo de los 24, en contestación a la
reclamación marroquí. Contiene, resumidos, los argumentos que España ha
utilizado siempre para defender que ni Ceuta ni Melilla son colonias. Muy
sucintamente:

• «Mucho antes de que los árabes llegaran a Occidente, estos territorios


del norte de África estaban unidos política y administrativamente a la
península ibérica bajo los imperios de Roma y Bizancio y el reino
visigodo».
• La integración de las hoy ciudades autónomas, el Peñón de Vélez de la
Gomera y Alhucemas a la integridad española se produce en los siglos
XV y XVI, momento en que el reino de Marruecos no tenía existencia
como entidad política.
• Respecto a las Chafarinas, cuando fueron ocupadas por los españoles
estaban completamente abandonadas.
• De hecho, los territorios en litigio nunca figuraron en el ámbito del
protectorado español sobre Marruecos.
• Por último, según España se incumplen las características necesarias
según la ONU para que un territorio sea colonia, es decir: «un territorio
separado geográficamente y distinto étnica o culturalmente».
Melillenses y ceutíes no son ni de otra raza, ni de otra cultura, que el
resto de los españoles.

Pero Marruecos no es el único problema de aquel mes de febrero. Cabe


recordar que, por aquel entonces, cuatro facultades están cerradas en la
universidad de Valladolid, y hay conflictos en otros muchos campus. Eso sí, el
régimen tiene también sus gestos de buen rollito: el día 15, la Sala Segunda
del Supremo rebaja las penas de los condenados por el llamado proceso 1.001,
todos activistas de Comisiones Obreras, desde un total de 161 años a que
habían sido condenados, a 38.

La primavera, al Borbón altera

El Borbón es, como hemos dicho, el tercer gran problema que aflora con el
comienzo del año. El día 23, el gobierno secuestra las páginas de
huecograbado del diario ABC. ¿Qué iba en dichas páginas? Pues una entrevista
de Ignacio Luca de Tena, su director, con don Juan, conde de Barcelona, y
hoy mediorrey al que algunos llaman Juan III.

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Las granadas trazadoras lanzadas por quien todavía se considera heredero
legítimo de la corona de España tienen que ver con los escasos avances de la
apertura. «El resultado obtenido [por el espíritu del 12 de febrero]», dice don
Juan, «no sé por qué causas, ha sido muy exiguo y ha desilusionado a los que
deseaban una apertura efectiva y eficaz». Asimismo, remachaba que lo que
España necesitaba era «una inteligente política de reconciliación nacional».
«Los españoles», opinaba, «han de renunciar, sinceramente, unos, al
revanchismo, y otros, al inmovilismo». Más o menos la contraversión de estas
opiniones la ofrecerá el comunicado elaborado tras la reunión, el 8 de marzo,
de la Asamblea General de la Hermandad de Antiguos Combatientes de
Tercios de Requetés. Más claro, agua: «Es la hora de elegir entre el olvido y el
compromiso. Lo fácil es olvidar, y también lo suicida; lo difícil es erguirse
ante el desencanto para volver a servir a las ilusiones que de siempre nos han
convocado. Ni un paso atrás, ¿o es que hemos olvidado a nuestros hermanos
muertos en esta o en aquella trinchera? Ni un paso atrás, ¿o es que ahora
tememos al dolor o al sacrificio?».

En realidad, no es más que una primera tocadita de pelotas, En junio la


montará más gorda.

A Franco le crecen, pues, los enanos. El Borbón que un día le escribió una
carta ofreciéndose voluntario para ir a luchar en la guerra civil ahora dice que
se ha vuelto demócrata. El rey de Marruecos se le sube a las barbas. Los
barbudos estudiantes universitarios le montan unos cimbeles de la rehostia. Y,
para colmo, ni la Iglesia está quieta. Ya en marzo, el gobierno se verá
obligado a suspender la celebración de la I Asamblea Cristiana de Vallecas,
una especie de congreso de curas obreros. Esta suspensión es contestada por
una homilía que se lee en todas las iglesias de España, salida de la pluma del
cardenal Enrique y Tarancón; homilía en la que el cardenal putea a Franco
con su propia inmortalidad: «sólo resucita aquél que verdaderamente ama a
su hermano, el que sale de su propio sepulcro, que nos encierra en el
egoísmo, la incomprensión hacia el otro y la presunción de nuestras propias
ideas, que intentamos imponer a los demás». Con un par.

El Día del Trabajo se celebraba de una forma muy sui generis en el


franquismo. En el estadio del Real Madrid se celebraba la llamada
demostración sindical, algo muy en plan nazi, en la cual cohortes de jóvenes
trabajadores y estudiantes realizaban diversas exhibiciones gimnásticas y
folklóricas. O sea, igualito que ahora. Pero aquel 1975, como si la realidad
supiera que sería la última vez que Franco iba a presidir una promenade de
tales características, ya quedó claro que las cosas se querían torcer. No
llevaba ni una hora la demostración sindical cuando en las inmediaciones del
estadio estalló un coche bomba. No hubo daños personales, pero el aviso
estaba dado.

Pequeña prueba de que también en el franquismo algo se mueve, aunque sea


un poco, es la petición que presenta en las Cortes el procurador Jesús
Esperabé de Arteaga en el sentido de que se suprima el desfile de la Victoria.
Otro gran paso del franquismo en mayo (siempre según el franquismo) es la
norma que regula el derecho de huelga. Aunque también es cierto que la

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regulación, leída hoy, mueve a la risa. El concepto que tenía el franquismo de
legalizar las huelgas es permitirlas sólo si se referían estrictamente a las
condiciones de trabajo, y si no rebasaban el ámbito de cada empresa.

En el ámbito de las asociaciones políticas, presenta su documentación ANEPA


(Asociación Nacional para el Estudio de Problemas Actuales; no se puede
pensar en un nombre más neutro) y anuncia que lo hará otra con un nombre
más directo: Cambio Democrático

Un policía, Fernando Llorente Roig, muere en Bilbao, asesinado por ETA. El


estado de excepción se aplica, hay detenciones y esas cosas. Pero a lo que
realmente están atentos España y Franco ese mes de mayo es a la misión que
Naciones Unidas ha enviado al Sáhara Español, y que el día 8 pasa por Madrid.
La forman el embajador de Costa de Marfil, Simeón Ake; la diplomática
cubana Marta Jiménez; y el iraní Maruterth Pishva, además de cinco
funcionarios de la organización entonces patroneada por el austriaco Kurt
Waldheim. Paralelamente a esta visita, Naciones Unidas ha solicitado del
Tribunal Internacional de La Haya un dictamen sobre el asunto.

El día 23 de mayo, tras un consejo de ministros, el gobierno español hace


pública una nota en la que empieza por asegurar que no quiere quedarse en el
Sáhara ni un minuto más de lo previsto; así como que acepta la doctrina de
Naciones Unidas de aplicar allí una política de autodeterminación; eso sí, sin
olvidar la diplomática referencia a «cualquier legítima aspiración de países
interesados en aquella zona»; conjunto de sintagmas éste que tiene como
función más que evidente tratar de calmar a Hassan, mientras se le pasa la
pelota convenientemente a Naciones Unidas, al aseverar que, si la cosa se
pone más fea, no descarta incluso acelerar la transmisión de poderes

Vale que una gilipollez tratar de que asuma un marrón una institución que se
ha mostrado, históricamente, incapaz de resolver hasta el conflicto más
nimio. Pero es que, en ese punto, el gobierno español comienza a estar
desesperado, y a sentir que, de alguna manera, el rey marroquí le lleva del
ronzal.

Junio es el mes en el que don Juan de Borbón, a pesar de estar casi calvo, se
desmelena.

El día 14, con ocasión de una cena que se celebra en Estoril, Juan de Borbón
juega ya, a tumba abierta (y nunca mejor dicho) la carta antifranquista.
«Como depositario que soy del tesoro político que es la Monarquía Española»,
dice, «no me he sometido a ese poder personal». No se ha sometido, no. Pero
sí le escribió una carta a ese «poder personal» ofreciéndose voluntario para
participar en la guerra, por supuesto en uno de los bandos; amén de otros
escritos en los que rememoraba el placer con que su augusto padre recibía las
victorias del ejército nacional.

Bajando tranquilamente por esta cuesta de desmemoria, el jefe de la casa


real borbónica la declara al servicio del pueblo español y, más allá, afirma

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que la monarquía borbónica es «el supremo instrumento de que podéis
disponer todos los españoles para superar la guerra civil».

Hay en el discurso de Juan de Borbón algunos ribetes un poco rancios que,


quizá, vienen a demostrarnos por qué nunca fue una elección seria para
pilotar el viaje del país hacia la democracia. Por ejemplo, en su discurso se
queja de que para la elaboración de la Ley de Sucesión franquista (que
sustenta el principado de su hijo Juan Carlos) «no se ha contado conmigo no
con la voluntad libremente expresada del pueblo español». Dicho de otra
forma: don Juan sigue viendo en España dos soberanías: la del pueblo, y la
suya propia. Y, además, a la hora de citarlas por orden de importancia, se
pone delante, para que no se espante. Más aún: cuando proclama la
irrenunciabilidad de sus derechos dinásticos, no lo hace apelando al amor del
pueblo español, ni a posibles futuros apoyos en ese sentido, sino a que sus
derechos «nacen de muchos siglos de Historia». Que tampoco son tantos, la
verdad; apenas tres.

Pocos días más tarde, el 21, el franquismo castiga al díscolo don Juan sin
verano español: el embajador hispano en Lisboa es instruido para comunicarle
a don Juan que no debe pisar España en los próximos tiempos. La tensión, sin
embargo, irá cediendo con los días y, poco tiempo después, el yate del ilustre
opositor antifranquista de última hora acabará surto en el puerto de Palma.

El día 24 de junio hay un signo jodidillo. En las Cortes, se ratifica la


monarquía del príncipe Juan Carlos. El presidente Arias pronuncia en dicho
acto un discurso de cincuenta minutos trufado de referencias al orden
público, la ortodoxia del Movimiento y la represión del comunismo. Para los
avezados analistas, el discurso se ve como un cambio de timón de la apertura
la cual, al parecer, se va cerrando. Sin embargo, el régimen da una de cal y
otra de arena, ya que en julio el Consejo de Ministros parece aparcar el
proyecto de redactar una ley específica sobre represión del comunismo que se
había anunciado meses antes.

Verano de muerte

El día 26, España protesta ante el embajador marroquí, Abdel Atil Filali, por
los actos de violencia contra intereses españoles en la zona; el día 24 de
junio, una mina explota debajo del vehículo en el que viajaban el teniente
Luis Gurrea Serrano, el sargento Diego Cano Nicolás y los soldados Miguel
Casanova Carbonell, José Torcada Escrivá y José Otero, todos los cuales han
muerto. La respuesta a la protesta española es doble: por un lado la sonrisa
del señor embajador, y por otro una pequeña serie de atentados en Ceuta que
esa misma tarde dejan un muerto y un herido. Una bomba estalla en Melilla al
día siguiente, sin víctimas. El 27 hay Consejo de Ministros y, en el él, el
gobierno español reitera su intención de marcharse del Sáhara si continúa la
violencia.

El día 30, a la hora del papeo, fuerzas marroquíes atacan a una patrulla
española que estaba dentro de territorio del Sáhara. La violencia antiespañola
se va convirtiendo, poco a poco, en lo cotidiano. Además, hay que tener en

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cuenta que en el Sáhara surgen dos organizaciones opuestas, el Frente
Polisario y el PUNS (Partido de la Unidad Nacional Saharaui, formado desde
Madrid para intentar controlar el proceso), que se dedican a darse de leches.

El 10 de julio, el Madrid bien informado se hace lenguas con la noticia de que


el gobierno español tira la toalla, y ya sólo busca poner una fecha concreta
para su salida del Sáhara. Al parecer, los negociadores españoles dan por
imposible un acuerdo entre todas las partes implicadas. El anuncio no hace
sino exacerbar la violencia. El día 13 de julio, en El Aaiún, capital del Sáhara
español, es asesinado un hijo del procurador en Cortes Ahmed Uld Brain Uld
Bachid, mientras otro de sus hijos resulta herido. Es miembro importante del
PUNS. El muerto se llamaba Mustafá y tenía seis años; el herido, Alisalem,
ocho. Al día siguiente, una bomba mata a tres policías y deja un herido grave
más.

El 3 de agosto, fuerzas marroquíes atacan los puestos fronterizos españoles de


Hausa y de Taht, acción en la que resulta muerto el paracaidista español
Joaquín Ibarz Catalán y herido un niño saharahui

El otro gran foco de violencia, ya al inicio de aquel verano, es el País Vasco y


la violencia terrorista en general. El día 9 de julio son procesados en Bilbao
Domingo Arteche y Luis Amiano, por el secuestro del industrial Lorenzo Zabala
en 1972. El problema es que tanto Arteche como Amiano son sacerdotes, por
lo que el juicio es contrario al Concordato firmado por España y el Vaticano.
El día 11, 17 presuntos miembros del Frente Revolucionario Antifascista y
Patriótico (FRAP) son detenidos en Madrid. El FRAP es una organización de
carácter maoísta cuyo epicentro es el Partido Comunista de España marxista-
leninista, o sea el PCE m-l; aunque también parece tener miembros de otras
organizaciones de ultraizquierda, tales como la OSO (Oposición Sindical
Obrera, abandonada por los carrillistas cuando la experiencia de CCOO
comenzó a salirles bien), la UPC (Unión Popular de Campesinos), el FUS
(Fondo Unido de Solidaridad), la FUDE (Federación Universitaria Democrática
Española), las JAP (Juntas Antifascistas y Patrióticas), la UPA (Unión Popular
de Artistas), la UPPD (Unión Popular de Profesores Demócratas), y otras de
parecido jaez.

El día 14 de julio, en las puertas de las oficinas de Iberia del barrio de


Salamanca donde presta servicio, es asesinado el policía armada Lucio
Rodríguez Marín. En diversas llamadas a los periódicos, el FRAP dice haber
sido el autor del asesinato. El 17, tres activistas de la organización apuñalan
al doctor José Miguel Otaolarruchi, director de la residencia sanitaria de
Bellvitge. El 19, atentan en Madrid contra el policía Armando Justo Pozo
Cuadrado. El día 22, la policía practica 14 detenciones en las que dice están
los autores de los atentados a Rodríguez y Pozo. El FRAP responde ya el 3 de
agosto matando frente al Canódromo al guardia civil Casimiro Sánchez García.
El día 16 de agosto, cuatro miembros del FRAP matan al guardia civil Antonio
Pose Rodríguez. En su funeral, por cierto, los radicales llegarán a zarandear y
destocar al ministro del Ejército, teniente general Coloma Gallegos. Ya el día
1 de septiembre se anunciará la detención del comando que lo mató: José
Luis Sánchez-Bravo, Manuel Cañaveras de Gracia y Ramón García Sanz.

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El día 16, el fiscal pide pena de muerte para los etarras José Antonio
Garmendia y Ángel Otaegui, a los que considera culpables del asesinato del
guardia civil Gregorio Posadas. Este juicio comienza la oleada de actos de
solidaridad en el extranjero por la democracia en España. Por ejemplo, el
mismo día 16, los obreros del aeropuerto romano de Fiumicino se niegan a
descargar los aviones de Iberia. El 9 de agosto, ETA mata a un guardia jurado
en Hernani.

El día 28 se celebra, cinco horas, el consejo de guerra de Garmendia y


Otaegui. En el castillo del Val, a 29 kilómetros de Burgos. El juicio es una coña
marinera. Llevado por el paroxismo acusador, el fiscal llama a declarar
incluso a un niño de once años, que se caga de miedo obviamente y se echa a
llorar antes de poder pronunciar una sola palabra. Cuando, preguntando a
otros testigos, éstos expresan sus dudas de ser capaces de reconocer a los
acusados, el fiscal razona, en teoría desconocida por el derecho, que si no
están seguros de reconocerles, es obvio que tampoco pueden estar seguros de
que no fuesen ellos. Acojonante.

El día 29, los condenan a muerte.

Despacito, despacito, llega el verano. La gran operación salida se produce el


día 28 de junio. Con los españoles tirándose en plancha a las playas (hay
costumbres inveteradas con siglos de Historia, que diría don Juan), el mes de
julio es el mes, entre otras cosas, de la negociación hispano-norteamericana.
No se trata tanto de que a España le incomoden las bases USA ni que se haya
vuelto antiamericana. El problema de la negociación es más bien el contrario.
Franco, en los últimos años o meses de su vida y de su mandato como jefe del
Estado, quiere resolver un problema pendiente que no se resolverá hasta diez
años después de su muerte, más o menos: la posición de España en la defensa
occidental.

A pesar de todos los esfuerzos que acumula el franquismo durante tres


décadas para hacer olvidar al mundo occidental que un día fue fascista,
Franco no ha conseguido entrar en el club. No está en la OTAN y eso quiere
decir que nadie a su alrededor está juramentado para asistirle en caso de ser
agredido. Y en el verano de 1975, con los marroquíes tirándole balas a los
policías militares españoles del Sáhara, esa perspectiva de ser agredido no
está tan lejana.

Así pues, el problema de la negociación con los EEUU es el empeño de Franco


de sacar de la misma el eventual desmantelamiento de alguna base (ya
entonces se pensaba en cerrar la cancela de Torrejón) y, sobre todo, que el
máximo poder de la OTAN apoyase la integración de España en su estructura.
Una vez más, sin embargo, el astuto Hassan se le había adelantado. En
aquellos momentos, Marruecos ya es el valedor de Estados Unidos en el
Magreb, el tampón con que cuenta la Casa Blanca contra una infiltración
prosoviética como la existente en Argelia. Por lo tanto, los negociadores
americanos bailan entre dos aguas y no son claros. De ahí que el diálogo se
encasquille. Franco, por lo demás, trata de realizar con los americanos una

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envolvente parecida a la que le hizo a Hitler en Hendaya; responder a sus
negativas con peticiones desorbitadas. Cuando los americanos dicen aquello
de «OTAN, de entrada no, macho», Franco responde con una petición de
material bélico de hasta 2.000 millones de dólares, un pastón de la época. Las
negociaciones vuelven a bloquearse.

Tu quoque, filii?

Julio de 1975 es, también, un mes aprovechado por los aperturistas para dar
empujoncitos. Desde diversos elementos del régimen surge la idea de que hay
que fijar una fecha para la coronación de Juan Carlos como rey. Una forma de
tratar de impulsar una transición no traumática en vida de Franco. Al parecer,
según algunas informaciones, estando Franco ya enfermo se llegó a redactar
un borrador de decreto, que no sé si seguirá en algún cajón, por el cual Juan
Carlos accedía a la jefatura del Estado mientras que Franco retenía la del
Movimiento. Algo así es lo que se pretenden algunas familias del franquismo;
unos, confiados de que eso dejaría a Franco en un papel secundario y, a la
postre, prescindible; otros, esperando que así el general se convirtiese en
algo así como en un centinela del régimen, recortando las veleidades
aperturistas del Borbón.

El día 12, este río del aperturismo baja ya con tanto caudal que abre otro
frente en la ya complicada agenda del general Franco. El día 12 de julio es el
elegido por algunos de los más conspicuos miembros del régimen para
empezar a darle la espalda.

En dicha fecha, en efecto, se destinan miembros del Consejo de


Administración de la Federación de Estudios Independientes, FEDISA, una
sociedad anónima de estudios que es, en realidad, una asociación política
vestida de pitufo (creada como sociedad anónima para no verse constreñida
por las limitaciones de la ley Arias) o, si se quiere, un partido político en
ciernes. En cierta medida, el día que nació FEDISA comenzó a nacer eso que
hoy llamamos Partido Popular.

Son designados, aquel día 12, consejeros de FEDISA, los siguientes pesos
pesados del franquismo: Pío Cabanillas Gallas, Manuel Fraga Iribarne y José
María de Areilza. El hecho de que estas personas decidan no crear una
asociación política es un torpedo en la línea de flotación de la ley Arias o, si
se quiere, una señal de que no han picado. Según muchos indicios, la ley de
asociaciones políticas buscaba englobar a todos los franquistas en grupúsculos
diversos de entre los cuales, sin embargo, sólo obtendría facilidades reales la
UDP, Unión del Pueblo Español, asociación liderada por el ministro falangista
José Solís Ruiz, La Sonrisa del Régimen. La jugada, pues, era crear un partido
único, al estilo de la Unión Patriótica de la dictadura del general Primo de
Rivera, con una serie de enanos comparsas alrededor, de corte más o menos
exótico.

FEDISA es la expresión clara de que hay franquistas que no están dispuestos a


este enjuague. Fraga ha nacido para mandar, es un político
extraordinariamente ambicioso, y Areilza y Cabanillas se creen capaces de ser

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creíbles como demócratas. El presidente de FEDISA es José Luís Álvarez,
futuro prohombre del centro político democrático. Pero fijaros en el resto del
consejo: Leopoldo Calvo Sotelo, que llegará, como sabéis, a primer ministro;
Francisco Fernández Ordóñez, presidente del Instituto Nacional de Industria
con el franquismo, padre de la reforma fiscal de la UCD, y luego
socialdemócrata y ministro de Felipe González; Marcelino Oreja, que también
será ministro, de Asuntos Exteriores, con la UCD; Juan José Rosón, que lo será
de Interior; Manuel María Escudero; y José Luis Ruiz Navarro. Otro que juega
al mismo juego por su cuenta es Joaquín Garrigues Walker, que ha fundado
una sociedad de estudios llamada Libra. Como puede verse, cositas como la
FAES están inventadas desde tiempos del Cid.

La respuesta de Franco no se hace esperar. El día 15 de julio, ante un


auditorio entregado y muy propio para palabras como las que va a pronunciar,
la Hermandad de Alféreces Provisionales, lanzará una andanada brutal a
aquéllos que acusan al franquismo de excesivamente inmovilista: «Creo», dice,
«que dais demasiada importancia a los perros que ladran. En realidad son
minorías exiguas que demuestran precisamente nuestra vitalidad y que ponen
a prueba la fortaleza y la capacidad de resistencia de nuestra Patria, construida
con el esfuerzo de tantas generaciones».

Se desconoce qué tal le sentó a Fraga que Franco lo llamase perro.

¿Eppur si muove? ¡Toma prórroga!

En muy pocos días, el llamado búnker, es decir aquellos franquistas menos


proclives a las reformas, asesta al reformismo de Arias un par de hostias que lo
dejan sonado. Primero las palabras de Franco el día 15. Luego, el día 20, y en
medio de la ola de atentados de la ETA y sobre todo del FRAP, el periódico El
Alcázar publica un manifiesto del más conspicuo miembro del búnker, José
Antonio Girón de Velasco, con claro tono inmovilista. Y, el día 24, entre los
españoles informados se distribuye la noticia de que Franco ya ha decidido
prorrogar la legislatura.

Es una decisión de Franco, y la propia ley lo dice: corresponde al jefe del


Estado, oído el Consejo del Reino, proponer (o sea, decidir) que las legislaturas
se prorroguen. Para la reforma Arias, para su credibilidad, hubiera sido crítico
que en la primavera de 1976 hubiese habido unas elecciones a Cortes en las
que poder exhibir a la UDPE (asociación que ha presentado su documentación
el 11 de junio) y el resto de palmeros. Sin esa nueva legislatura, la apertura se
queda en nada. Franco lo sabe. Y, aún así, decide prorrogar la legislatura con
los procuradores ya existentes. Claramente, la sangre del terrorismo, las
putaditas de don Juan y los problemas exteriores, han acabado con su
paciencia y con sus pocas ganas de impulsar nada parecido a una
democratización del país. En la bodeguilla de Franco, por llamarla de alguna
forma pues era prácticamente abstemio, han ganado los franquistas de siempre.
Franco, además, tiene 82 años. Una edad demasiado avanzada como para
cambiar de opinión. Que hubiese 70 procuradores que firmaran el papelito
pidiendo la prórroga es sólo un adorno más. La decisión la tomó quien la tomó.

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La prórroga, además, tiene un efecto perverso. A finales de noviembre de 1975,
cesa el mandato del presidente de las Cortes, Alejandro Rodríguez de
Valcárcel. Sin prórroga, el nuevo presidente sería nombrado por las nuevas
Cortes y el nuevo Consejo del Reino salido de las elecciones. Con prórroga,
deberá ser el Consejo del Reino vigente el que proponga la terna. Otra victoria
de los inmovilistas; eso contando, claro, con que Franco hubiese aguantado
vivo hasta el momento procesal oportuno. La operación, al parecer, consistía
en renovar el mandato de Rodríguez de Valcárcel en las Cortes y sustituir a
Arias por José Solís, avanzando hacia el régimen de partido único a través de
la UPDE. Otros rumores, sin embargo, sitúan a Rodríguez de Valcárcel como
sustituto de Arias, con José María Oriol al frente de las Cortes. Todo atado y
bien atado.

Las noticias sobre la prórroga enrarecen el ambiente político hasta límites


insospechados. A mediados de agosto, Carlos Arias viaja a Helsinki y a su
regreso, en un gesto que no pasa desapercibido para nadie, en lugar de ir a
Meirás a despachar con el Caudillo, se va a Asturias de vacaciones. Se habla
de crisis de gobierno; crisis con la que Franco sabe que no puede jugar, pues
necesitaría sustituir a Arias por alguien con cierto pedigree democrático (Fraga,
quizá); pero esos candidatos ya difícilmente le van a decir que sí, razón por la
cual, es al menos mi opinión, Arias no fue removido. El 17 de agosto, Manuel
Fraga fue recibido por Franco en Meirás. Se habló mucho de aquel encuentro.
Se decía que el político gallego había sido elegido para recibir la presidencia de
Unión del Pueblo Español, la asociación política promovida por José Solís y
que estaba llamada a ser el nuevo partido único del tardofranquismo. Pero, si
esa era la intención, o Franco finalmente se echó atrás, o el que dijo que no fue
Fraga.

También se habla de cosas más serias. Adolfo Sánchez García, un procurador


en Cortes por Valladolid, pone el dedo en la llama aseverando que sólo hay
una razón para prorrogar la legislatura: que se vaya a proceder a la sucesión.
Para colmo, la lenguaraz Pilar Franco anuncia, campanuda: «El Caudillo dejará
el poder en vida».

Franco, sin embargo, no es el único que se mueve. El 25 de agosto, en


Santiago de Compostela, FEDISA hace público un comunicado en el que pide
«reformas profundas y urgentes para pasar de un sistema autoritario a uno
democrático». Ese mismo día, Manuel Fraga y José Solís, máximos
representantes de las dos grandes familias del franquismo en ese momento,
tienen un encuentro en un yate propiedad de Eduardo Barreiros, anclados a
cierta distancia de la isla de La Toja. Probablemente, ya lo hemos dicho, Solís
trató de atraer a Fraga al proceloso mundo de las asociaciones políticas. Si fue
así, es obvio que el otro le mandó a freír espárragos.

Por cierto, que otro proyecto de asociación política que presenta sus papeles
en junio, el día 3, es Falange Española de las JONS. El día 18 del mismo mes,
la Comisión Permanente del Consejo Nacional del Movimiento deniega el
permiso de creación a este proyecto, por considerar la denominación Falange
Española y de las JONS «un patrimonio común del Movimiento».

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A Franco, de todas formas, se le saltan las costuras del régimen por todas
partes. El día 29 se comunica la detención de una serie de militares de la Unión
Militar Democrática. Uno de los detenidos, por cierto, es el capital de infantería
Restituto del Alcázar Valero Ramos, quien, como su propio nombre indica,
nació en el Alcázar de Toledo, durante el asedio de los republicanos.

O sea: los falangistas de siempre le montan fedisas; la iglesia hace notas


pidiendo justicia social y se encabrona porque se enjuicie a sacerdotes; y hasta
en el ejército hay antifranquistas.

No es de extrañar, pues, que se le acelerase el pulso.

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Negro septiembre

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Los nubarrones se ciernen sobre Franco, pero el general parece dispuesto a
luchar contra ella mediante el sistema de mantenella y no enmendalla. A
principios de septiembre, el Giralda, yate de don Juan de Borbón, toca puerto
en Palma, oficialmente para repostar. Aún así, don Juan visita a su hija la
duquesa de Badajoz en Magaluz y cena con sus hijos, los príncipes, en
Marivent. Pero todo eso ocurre después de que la guardia civil hubiera
impedido al Borbón bajar del barco y pisar tierra española, hasta que el
mismísimo Juan Carlos tuvo que mediar para ablandarlos.

Pocas horas después, el general Franco, de nuevo ante una delegación de


alféreces provisionales, demuestra que el perruno discurso de días antes no
fue casualidad. Les dice: «España se encuentra en medio de un mundo
atormentado por peligros, incluso más grandes que los que nos amenazaban
en 1936».

El día 4, nueva redada, en la que caen 36 supuestos miembros del FRAP. Casi
al mismo tiempo, en El Havre, en Zurich y en Toulouse hay manifestaciones
ante los consulados españoles, como protesta por las condenas a muerte de
Garmendia y Otaegui.

Inasequible a las críticas, el 11 de septiembre, el particular 11-S del año 75, da


comienzo en el establecimiento militar de El Goloso el consejo de guerra contra
cinco presuntos miembros del FRAP, acusados del asesinato del policía Lucio
Rodríguez Marín, el 14 de julio pasado. Los procesados son Pablo Mayoral
Rueda, Manuel Antonio Blanco Chivite, José Humberto Francisco Baena
Alonso, Vladimiro Fernández Tovar y Fernando Sierra Marco. El fiscal pide
para los cinco la pena de muerte.

A las 9 y 20 de la mañana del 12, el tribunal se reúne en sesión secreta para


deliberar. A las cuartro de la tarde, dicta sentencia, condenando a muerte a
Blanco Chivite, Baena Alonso y Fernández Tovar, por el delito consumado de
insulto de obra a la Fuerza Armada, con el agravante de premeditación
conocida y ejecutar el hecho más de dos personas, con resultado de muerte.
Mayoral Rueda es condenado a 30 años de reclusión mayor y Sierra Marco a
25 años.

El día 14, el policía Juan Ruiz Muñoz muere acribillado en Barcelona.

El día 17, en el acuartelamiento de la Brigada Acorazada número XII, en las


afueras de Madrid, comienza el consejo de guerra contra el estudiante Manuel
Cañaveras de Gracia, la también estudiante María Jesús Dasca Penelas, el
soldador Ramón García Sanz, el estudiante José Luis Sánchez-Bravo, José
Fonfría y la enfermera Concepción Tristán López, todos ellos del FRAP y
acusados de matar al guardia civil Antonio Pose. El fiscal pide cinco penas de
muerte y una de treinta años. Esta vez, el tribunal va más rápido. A las 8,20
horas del día 18 comunica la sentencia, por la que se condena a muerte a
Concepción Tristán, María Jesús Dasca, José Luis Sánchez-Bravo, Ramón
García Sanz y Manuel Cañaveras. José Fonfría es condenado a veinte años de
reclusión.

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Ese mismo día, por la tarde, la Conferencia Episcopal, no sin condenar la
violencia terrorista, ruega a Franco el indulto para los condenados a muerte. El
gobierno se reúne ya en aquellas horas, informalmente, para preparar una
futura reunión más formal. El día 19, se celebra el consejo de guerra contra el
militante de ETA Juan Paredes Manot, alias Txiki, acusado de la muerte del
policía armada Ovidio Díaz López, perpetrado el 6 de julio. El fiscal solicita la
pena de muerte. A las cinco de la mañana del día 20, el abogado de Paredes,
Marc Palmes, ya sabía que la sentencia confirmaba dicha pena.

El día 21, una multitud estimada en 20.000 personas se manifiesta en París


contra las condenas a muertes. Miembros del Partido Comunista Francés van
al frente de la marcha, que termina a leches con la pasma. En Venecia, las
turbas incendian la agencia de Viajes Meliá. En Toulouse y París, sendas
agencias de Banesto son arrasadas. El Papa Pablo VI, en audiencia pública,
pide clemencia para los condenados.

El día 22, una delegación francesa, presidida por el conocidísimo actor Yves
Montand, llega a Madrid para hacer entrega de un documento sobre las
condenas a muerte, documento que han firmado personas como André
Malraux, Pierre Mendes-France, Louis Aragon, Jean-Paul Sartre o François
Jacob.. Además de Montand, forman parte de la misma el director de cine
Costa Gavras, el profesor Miguel Foucault, los periodistas Jean Lacouture y
Claude Mauriac, el escritor Régis Debray y el sacerdote dominico padre André
Jean Marie Ladouze. Intentan convocar una rueda de prensa en la plaza de
España, pero la policía lo impide. A las diez de la noche, les ponen en un avión
a París y los mandan a freír gárgaras.

El día 23, el ministro secretario general del Movimiento, José Solís, anula una
visita que tenía prevista a Berlín. Es el primer síntoma de que al menos alguna
de las once condenas a muerte sentenciadas va a ser cumplida.

El día 24, tanto el capitán general de Madrid, Ángel Campano, como el de


Barcelona, Salvador Bañuls, emiten el correspondiente dictamen sobre las
sentencias relativas a los asesinos de Antonio Pose y Ovidio Díaz. Pero falta el
trámite final: que el gobierno se dé por enterado de las sentencias. En ese
momento, hay dos Españas: la que cree que Franco será magnánimo, y la que
cree, o teme, que no le temblará la mano, a pesar del Parkinson. El 25, el
Parlamento Europeo, el gobierno de la RFA y, un día después, el embajador
italiano en Madrid como representante de la Comunidad Económica Europea,
solicitan clemencia para los condenados. El Papa ya lo ha hecho en su
alocución de los domingos del día 21, en la que deplora la violencia terrorista
pero pide que sus actos sean «redimidos por una justicia que sepa afirmarse
magnánimamente en la clemencia»

La decisión fue de Franco. Cualquiera que sepa dos palabras sobre el


franquismo, y muy especialmente sobre aquel tardofranquismo, sabe que en el
gobierno Arias no había ni un solo ministro capaz de proponer nada antes de
que Franco hablase, ni de llevarle la contraria una vez que lo hubiera hecho. El
gobierno español habría avalado un indulto total, como habría avalado que los
terroristas fuesen quemados vivos en la Plaza Mayor, si ése hubiera sido el

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dictamen del Caudillo. Quizá por eso, el crítico consejo de ministros del 27 de
septiembre es hasta corto: dos horas y media. No son ni las dos y los coches
oficiales ya salen de El Pardo camino de Madrid y de la ignominia histórica.

A las 18,35 de la tarde, el ministro de Información y Turismo, León Herrera,


informa en una atestada sala de su ministerio de la decisión del gobierno, que
es:

• Darse por enterado de la condena a muerte de Ángel Otaegui


Echevarría, José Humberto-Francisco Baena Alonso, Ramón García
Sanz, José Luis Sánchez-Bravo Sollas y Juan Pareces Manot.
• Ejercer la gracia del indulto a favor de José Antonio Garmendia Artola,
Manuel Blanco Chivite, Vladimiro Fernández Tovar, Concepción Tristán
López, María Jesús Dasca Penelas y Manuel Cañaveras de Gracia.

Como es lógico, se monta la de Dios es Cristo y vive en el Cielo.

Casi simultáneamente al anuncio del gobierno, un centenar de personas


manifiesta en la embajada española en Bruselas y penetra en la misma. En
Madrid, numerosos abogados, entre los que se encuentran el ex ministro
Joaquín Ruíz Jiménez, el socialista Enrique Tierno Galván y otros famosos
juristas de la oposición como Jaime Cortezo, Joaquín Satrústegui y Jaime
Miralles, se parapetan en el Colegio de Abogados para demandar un indulto
general. La policía rodea la institución. Ruiz Jiménez llama desde dentro al
Vaticano. Tierno, por su parte, habla con el canciller alemán Willy Brandt. A las
doce, la policía desaloja el local sin incidentes.

Para entonces, en la cárcel de Carabanchel, Sánchez-Bravo, Baena y García


Sanz esperan la llegada de la muerte en la madrugada.

Sánchez-Bravo pasará la noche acompañado por su madre y una hermana,


además de su mujer, Silvia Carretero Moreno, también presa en la prisión de
Yeserías y que traen en un furgón expresamente para estar con él. La familia
de Baena tiene que llegar de Vigo, traslado que le lleva toda la noche; razón
por la cual, al llegar la hora de la ejecución, se les permitirá estar juntos unos
minutos adicionales. Por su parte, García Sanz está solo. Es huérfano y su
familia más cercana, residente en Tarazona, no llega a tiempo de verlo.

Son tres celdas separadas, sin comunicación entre sí. A las tres y media de la
madrugada del día 27, se informa a los reos de que la muerte será por
fusilamiento. A los condenados les parece bien; prefieren esa muerte al garrote,
siempre tan traicionero.

Ninguno de los tres ha cenado nada. Han pasado la noche fumando un pitillo
tras otro. Baena es el único que se ha alimentado algo: dos litros de leche,
probablemente para limpiar algo los pulmones. En algún momento, han
cantado canciones gallegas.

A las siete y media de la mañana, son llevados al campo de tiro de Matalagraja,


en Hoyo de Manzanares.

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Preparados. Apunten. Fuego. Pam. Son las nueve y veinte de la mañana.
Baena yace muerto en el suelo.

Nueve cuarenta. Pam. García Sanz.

Diez de la mañana. Pam. Sánchez Bravo.

Poco tiempo después, la Capitanía General de la VI región militar informa del


fusilamiento de Ángel Otaegui y el de Juan Paredes Manot, Txiki. Otaegui fue
fusilado en el penal de Villalón. Pasó la noche con dos sacerdotes, el capellán
de la Cruz Roja y el segundo capellán del penal, fumando y hablando con ellos.
Nunca mostró depresión o angustia. Txiki, por su parte, pasó la noche con su
hermano y sus abogados. Tomó café a raudales.

Otaegui pidió ser fusilado de espaldas. A Paredes lo fusilaron en un bosque


cerca de Cerdanyola.

El día 27, los manifestantes arrasan la embajada española en Lisboa y la


residencia del embajador. No dejan ni un mueble vivo. Se producen
manifestaciones en Atenas, París, Londres, Hong Kong, Estocolmo, Berlín,
Copenhague, Ginebra, Utrecht, Burdeos, Hendaya, La Haya. En Utrecht, el
propio primer ministro sueco, Olof Palme, encabeza la manifestación. En medio
mundo la gente grita contra España y contra Franco. Se asaltan agencias de
viajes, oficinas de Iberia, cualquier cosa que sea española. El primer ministro
de los Países Bajos invita a su pueblo a manifestarse contra el régimen de
Franco. Este país, además de Noruega, Portugal, Alemania Federal, Gran
Bretaña y la República Democrática Alemana, retiran sus embajadores de
Madrid. El día 28, el presidente de México, Luis Echevarría, solicita en la ONU
la expulsión de España.

Con todo, lo que según todas las trazas más daña a Franco, anímica y quizá
físicamente, es otra visita. La que realiza un hombre a las cuatro de la mañana,
es decir unas cuatro horas antes de las ejecuciones, al despacho del
subsecretario de Defensa, Juan José Rovira. Ese visitador es el nuncio del
Papa en España, monseñor Dadaglio, que intenta una última gestión por la vida
de los condenados.

José Luis Palma Gámiz, que fue cardiólogo de Franco durante su enfermedad,
afirma categóricamente en su libro que Franco nunca se le puso al teléfono a
Pablo VI por muchas veces que le llamó en aquellas horas. Sin embargo,
también insinúa que la cerril oposición vaticana le dañó mucho en lo moral y
estuvo presente en los insomnios de aquellos días, que tal vez tuvieron mucho
que ver en el empeoramiento de su salud.

El franquismo se defiende. El día 29 llueven octavillas sobre Madrid


convocando al pueblo español a una «respuesta patriótica». Galerías
Preciados cancela unilateralmente su Semana del Benelux. Y el 1 de octubre
se vive la teórica apoteosis del franquismo. Ante una Plaza de Oriente
entregada, una plaza en la que la propaganda franquista hace el milagro de los

21
panes, los peces y los metros cuadrados, metiendo en su interior nada menos
que un millón de personas, los españoles, de motu proprio o debidamente
organizados para ello, gritan consignas como «España, unida, jamás será
vencida», «No queremos apertura, solamente mano dura», «ETA al paredón» y
«Muera el comunismo». Se canta, por cierto, el «Que viva España», es decir la
misma tonada con la que hoy se celebran los triunfos de La Roja. Grupos de
incontrolados, por cierto, le devuelven la pelota a algunos países, llevándose
por delante una sucursal del Crédit Lyonnais y otra de Aeromexico.

Aunque no se diga mucho, pasan cosas. Como que a las nueve y media se
registran acciones terroristas que producen tres policías muertos y uno herido.

A las doce y media, Franco aparece en el balcón del Palacio Real. Él no lo


sabe, pero se está despidiendo de los españoles, y casi de España. Es un
anciano tembloroso, vestido de militar, pero que a pesar de su breve y casi
destartalada figura, no hace ni cincuenta horas que ha arrostrado con la
decisión más difícil y cruel que se puede tomar, la misma que toman los
terroristas: disponer de la vida de otro ser humano.

Franco levanta ambas manos entrelazadas en gesto de ganador. No las


levanta mucho, eso sí, porque ya no puede llegar muy lejos.

En su discurso, se refiere a los actos de barbarie cometidos en el extranjero


contra intereses españoles. Su explicación llega cosa de cuarenta años tarde, y
es una demostración de que el inmovilismo está ya en él como la Fuerza en
Obi Wan Kenobi. Este Yoda involucionista no tiene reparo de afirmar, en pleno
1975, seis años después de que el hombre llegase a la Luna, en plena era
psicodélica, siete años después del mayo francés, que «todo obedece a una
conspiración masónica-izquierdista en la clase política, en contubernio con la
subversión comunista-terrorista en lo social». Lo flipas. Durante los tensos
segundos en que, con voz cansada, pronuncia esas palabras, da la impresión
de que los últimos cuarenta años no han pasado.

Se canta el Cara al Sol. Cinco veces.

Pocas horas después de la manifestación, una fotografía da la vuelta al mundo.


El primer ministro sueco, Olof Palme, acompañado de su titular de Finanzas,
Gunar Straen, pide dinero para financiar la oposición franquista en las calles de
Estocolmo, con un cartel alusivo colgado del cuello.

El día 5, una bomba estalla bajo un vehículo de la guardia civil, matando a tres
miembros e hiriendo a dos. El día 9, el ametrallamiento del cuartel de la policía
de La Verneda, en Barcelona, provoca cinco muertos y dos heridos. El día 8,
en París, resulta herido en la puerta de su domicilio el agregado militar de la
embajada española, capitán Bartolomé García-Plata Valle. Es la primera vez
que se atenta contra un militar. El 18 muere el guardia civil Manuel López
Trivino, en Zarauz.

Aunque la crónica del final del verano de 1975 debe centrarse en las condenas,
cabe anotar que, en ese mismo tiempo, las negociaciones con EEUU siguen

22
empantanadas. Según se filtra, España ya se ha olvidado de tener silla en la
OTAN, pero pide ser compensada por las bases con transferencias militares
por valor de 1.500 millones de dólares. Además, entre las transferencias
pedidas, se ha incluido el armamento nuclear.

23
El infarto de Su Excelencia

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Y llega octubre. El difícil mes de octubre, en el que ya empezaremos a
detenernos con un poco más de atención. Pero antes de llegar al día en que
Franco comenzó a dormir mal, hay que contar que este mes, que acabaría
teniendo el nombre de un solo jefe de Estado, Francisco Franco, el realidad lo
quiso tener de dos: el segundo es Hassan Ídem.

Marruecos como problema

El día 14 de octubre de 1975, la misión de las Naciones Unidas que ha visitado


el Sahara Occidental hace público su informe. Han formado parte de este viaje
de estudios el embajador de Costa de Marfil ante la ONU, Simeón Ake; María
Jiménez, cubana; y el diplomático iraní Manutherh Pishva.

En un documento denso de nueve capítulos, los enviados de Naciones Unidas


se muestran partidarios de la autodeterminación de los saharahuis por
considerar que es lo que quiere la mayoría de la población. Esto supone
ponerle la proa a las reivindicaciones que sobre el territorio combinan
Marruecos, por arriba; y Mauritania, por abajo. El informe culmina
recomendando a la ONU que apoye a Madrid en su política de descolonización.

El día 16, es el Tribunal de La Haya el que se pronuncia, como se le había


pedido, sobre el Sahara. Y dice: «Este Tribunal no constata la existencia de
lazos jurídicos que puedan modificar la aplicación de la resolución 1415 (xv) de
la Asamblea General de las Naciones Unidas en cuanto a la descolonización
del Sahara Occidental y, en particular, la aplicación del principio de
autodeterminación, gracias a la expresión libre y auténtica de la voluntad de los
pobladores del territorio».

Este espaldarazo sin paliativos, y por partida doble, a la política española


respecto del Sahara será, sin embargo, una victoria pírrica. El mismo día 16,
cuando conoce el dictamen de La Haya, en el que quizá confiaba
erróneamente, el rey Hassan II lanza una alocución televisada a su pueblo,
donde convoca la famosa Marcha Verde. Una marcha pacífica en la que espera
que participen unos 350.000 marroquíes. «Si nos encontramos con españoles»,
anuncia cínicamente el monarca alahuita, «les saludaremos y les dejaremos
disparar sobre nosotros si así lo desean». Un poco en plan Ghandi. Claro que a
los presos políticos de las cárceles marroquíes la analogía les parecerá un
triste sarcasmo.

El día 18, el ministerio español de Asuntos Exteriores toma posición


recordándole a Hassan que, por mucho que vaya de buen rollito y Viva la
Gente y tal, su iniciativa «entrañaría en su ejecución una grave amenaza para
la seguridad y la paz internacional».

El día 18, sin embargo, hace 24 horas que ha estallado la bomba: Franco no se
ha muerto de puto milagro.

El Caudillo está enfermo

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En julio de 1974, Franco sufrió una tromboflebitis. Esta dolencia, y su necesaria
recuperación, habían hecho que, durante unos pocos días, se hubiese puesto
en práctica el artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado, por el cual el jefe del
Estado podía ser sustituido por razones de incapacidad.

Esto es lo que los españoles, más o menos, sabían del asunto. Pero el asunto
era un poco más complicado. Lo cierto es que durante aquella enfermedad,
Franco había tenido una hemorragia gástrica que había salido por boca y ano y
lo había colocado cerquita de la muerte. Costó tanto sacarlo de aquella
situación que la medicación que tuvo que tomar le hizo perder el habla. En el
verano del 74, el principal problema de Franco fue volver a aprender a hablar,
algo que, sabiéndolo, se hace bastante evidente cuando ahora se ven
imágenes con sonido de aquella época; aunque es lo cierto que la inmensa
mayoría de los españoles se tomó aquella vocecita dubitativa como el producto
lógico de la vejez, que es una forma muy elegante de hablar de la enfermedad
de Parkinson.

Más o menos un año después, el 12 de octubre de 1975, Franco acudió a su


último acto oficial. Fue una recepción en el Instituto de Cultura Hispánica con
motivo de la celebración del Día de la Raza, que hoy conocemos como día de
la Hispanidad. En las imágenes de televisión de aquel acto, que no sé si TVE
conserva, se pudo ver a Franco intentando por tres veces, sin conseguirlo,
levantarse del sillón Voltaire donde lo habían ubicado. El deterioro del jefe del
Estado empezaba a ser algo totalmente patente.

Según insinúa el doctor Palma Gámiz, para mí sin duda el más sincero de los
cronistas médicos de aquellas semanas terribles, a Franco las jornadas
posteriores a los fusilamientos de septiembre le habían dejado anímicamente
tocado. El general estaba acostumbrado a situaciones en plan sólo contra el
mundo; al fin y al cabo, así se había quedado tras la derrota de Hitler hasta que
logró convencer a los estadounidenses de sus bondades como aliado. Pero a
Franco le jodía mucho ver que quienes le habían apoyado siempre, o mejor
dicho aquellos a quienes había venerado y apoyado él, le daban la espalda.
Llevó muy mal que el principal acto antiespañol (o antifranquista, más bien)
ocurriese en Lisboa, dadas las excelentes relaciones que había tenido con los
dictadores lusos, para entonces ya caídos. Y llevó muy mal la cerril oposición
de la Iglesia a las ejecuciones.

Laureano López-Rodó, ministro tecnócrata del franquismo, afirma en sus


memorias que Franco, en tan temprana fecha como 1957, le expresó a los
obispos que si ellos le decían que dejase la jefatura del Estado, él se iría. Pudo
no decirlo, o pudo decirlo de farol. Pero, en todo caso, la básica credibilidad de
la confesión, y lo que sabemos de él, abonan la visión de un Franco
extremadamente religioso, acostumbrado a respetar a la jerarquía eclesial. Que
ésta le saliese rana era algo que con seguridad no había previsto.

Así las cosas, tiene plena lógica la teoría de Palma de que, en la madrugada
del día 14 al 15 de octubre de 1975, lo que a Franco le tenía desazonado era la
actitud del Papa Pablo VI respecto del régimen español. Hemos de recordar
que lo de Marruecos aún no había pasado. Fuese eso o cualquier otra cosa, lo

26
cierto es que aquella madrugada fue extremadamente dura para el jefe del
Estado. A eso de las 3 de la mañana, se quejó de dolor en los hombros y en el
pecho y de opresión en éste último, irradiada al brazo izquierdo. Tiene, además,
fiebre y tos, y el pijama literalmente empapado de sudor. Su médico personal y
el propio Franco piensan que lo que tiene son las molestias típicas de una gripe,
tan molestas que son, y peligrosas, en gente tan mayor; o, tal vez, una mala
digestión. Pero no le da mayor importancia. Sin embargo, para quedarse
tranquilo (según algunas fuentes, por recomendación de la enfermera, Lina), el
doctor Pozuelo encarga que le hagan un infarto al Caudillo.

Este electrocardiograma está reproducido en el libro evocatorio del cardiólogo


Palma Gámiz. Yo no veo una mierda en él, pero dicen los que saben de esto
que no se podría pensar en un electro más claro para explicarle a un estudiante
de Medicina cómo se diagnostica un infarto de miocardio. El doctor Vital Aza,
que es quien revisa el papelito, incluso cree que el general ha podido tener otro
infarto anteriormente, que no se detectó; en todo caso, el que ha tenido Franco
hace tan sólo unas horas ha afectado al menos a una tercera parte del
ventrículo izquierdo. Lógicamente, le va con el queo a su jefe, el doctor
Cristóbal Martínez Bordiú, a la sazón yerno del enfermo por estar casado con la
única hija de Franco. Ambos se presentan en El Pardo con diversos aparatos y
bastante inquietud, pero puede la razón de Estado. La familia es informada,
pero no es informado ni el paciente, ni el gobierno. Guardar el secreto es
enormemente gravoso para Franco, que tenía programadas para aquel día 15
nada menos de doce audiencias. En el momento en que Pozuelo le informa de
que anda jodido y le presenta el texto de un parte médico muy técnico, Franco
se lo guarda en un bolsillo. Dicho parte jamás se publicó, aunque sí se puede
consultar en las memorias de Pozuelo.

Ese mismo día 15, en un movimiento muy posiblemente correlacionado, el


rumor más fuerte en el Madrid informado es la próxima formación de un
gobierno de concentración nacional que englobaría al Opus Dei, la Democracia
Cristiana, Falange, monárquicos y socialdemócratas avant la lettre. Y Fraga. Si
fue verdad, parece difícil que todos fueran a decir que sí.

El día 16 por la tarde la cosa se pone muy fea. Para entonces, España ya tiene
claro que la reacción de Hassan a la toma de posición de Naciones Unidas y el
Tribunal de La Haya será intentar invadir el Sahara. Cuando Franco es
informado, comienza a tener dolores y molestias típicas de una angina de
pecho. Sus médicos, yerno incluido, se alarman y le conminan a hacer reposo
absoluto. Pero Franco se niega. Al día siguiente, 17, es viernes, y los viernes
hay Consejo de Ministros. El general considera que no puede dejar de presidir
dicha reunión, menos aún con la que está cayendo. Asegura que, después, el
fin de semana se pondrá en manos de los médicos. Pero lo del Consejo no lo
considera negociable y, que se sepa, Francisco Franco jamás se bajó de una
burra cuya monta considerase innegociable.

Es por ello que el día 17, a las diez de la mañana, comenzó en El Pardo un
famoso Consejo de Ministros, en el cual Franco tenía unos electrodos
discretamente colocados en el pecho que informaban a unos aparatos que los
cardiólogos observaban en la habitación de al lado. La mitología de aquel día

27
sostiene que los médicos estuvieron a punto de entrar cuando se empezó a
hablar de Marruecos para solicitar a los miembros del gobierno que bajasen el
tono de sus pesimistas predicciones, porque Franco se estaba poniendo a cien.
La historia es, probablemente, verdad. Según Pozuelo, el general, durante el
Consejo, tuvo varios extrasístoles y alcanzó un ritmo cardiaco de 120
pulsaciones por minuto. A las 14 horas, ya es claro el diagnóstico de isquemia
miocárdica. El corazón de Franco está tosiendo.

El general reposa el fin de semana, dedicando tiempo a una actividad que por
lo visto le distraía mucho, que era ver la televisión (vaya tío raro, ¿no?); aquel
19 por la tarde-noche se solazó viendo el Atlético de Madrid-Barcelona, partido
que, extrañamente, terminó con un 3 a 0 para los colchoneros. A las 6 horas
del lunes 20, sin embargo, se levanta de la cama para ir al baño y en ese
instante tiene una crisis de extrasístoles, tan fuerte que, según Pozuelo,
provoca en el general la primera de sus negras frases de tono pesimista: «Esto
se acaba», parece que dijo el enfermo.

El doctor Palma Gámiz nos informa de que el día 19, Franco fue visitado por su
hija y que la marquesa de Villaverde advirtió a los médicos de que iba a hablar
con él de temas que quizá lo alterasen un poco. La tesis que defiende en su
libro es que ambos, padre e hija, hablaron aquella tarde de la hipótesis de que
el general muriese y que, incluso, fue entonces cuando Franco redactó su
famoso testamento. Esta teoría cuadra con la crisis posterior; tal y como temía
su hija, Franco se alteró, aunque las consecuencias, como suele pasar con
estas cosas esenciales, no se vieron hasta horas más tarde.

El lunes 20, el presidente Arias convoca inopinadamente al gobierno en


Castellana 3 a las siete de la tarde. Para cuando los ministros llegan, ya
conocen las primeras noticias publicadas sobre la salud de Franco,
concretamente del periódico Informaciones, el cual, en todo caso, trata de
quitarle hierro al asunto afirmando que ni siquiera guarda cama y que las
fuentes gubernamentales apenas consideran necesario comentar el asunto.
Éste es, además, el Consejo en el que España empieza a mostrarse dubitativa
en el asunto de Marruecos. Hace horas que Hassan ha anunciado la Marcha
Verde y, sorprendentemente, en dicha reunión el gobierno decide cambiar de
negociador. Hasta entonces, el interlocutor con Marruecos ha sido el más
lógico, el ministro de Asuntos Exteriores Pedro Cortina Mauri, decidido
partidario de la autodeterminación de los saharahuis. Pero ahora, se decide
que quien negociará con los marroquíes será La sonrisa del Régimen, es decir
el ministro Secretario General del Movimiento, José Solís Ruiz.

Este cambio de estrategia está, muy probablemente, forzado por el hecho de


que a España empiezan a torcérsele las cosas en el asunto del Sahara. El día
19 de octubre, el embajador español en Naciones Unidas, Jaime de Piniés, ha
solicitado del presidente del Consejo de Seguridad, el sueco Olof Rydbeck, que
reaccione a la convocatoria de la Marcha Verde convocando a dicho Consejo.
La reunión se produce el mismo día 20; pero sólo se reúne durante hora y
media y, lo que es peor, no toma decisión alguna. Eso sí, se aprueba una
resolución, presentada por Costa Rica, en la que se pide a Hassan que desista
de su marcha.

28
Aquel día 20, como ocurría siempre los lunes, el príncipe Juan Carlos
despacha con Franco en El Pardo sin que, que sepamos, note algo extraño.
Sin embargo, Franco no está bien. A las 11 de la noche siente fuerte presión
irradiada a los brazos, inquietud y sudoración. Además, su tensión arterial es
muy elevada. Sin embargo, es cuatro horas más tarde cuando la cosa se pone
fea de verdad. A las 3 de la mañana, Franco se queja de operación en el pecho.
«Denme algo, por favor», parece ser que dice, «es un dolor insufrible».

El Caudillo tiene una angina de pecho. Sufre hipertensión arterial y vomita en


las mismas sábanas de su cama. Además, su aporte de orina desciende de
forma significativa; éste, el deterioro de la función renal, fue quizá uno de los
aspectos médicos que más se intentó ocultar a la opinión pública durante toda
su enfermedad.

En la mañana del día 21, Madrid es un hervidero de rumores. El que más éxito
tiene es el que liga la presencia del famosísimo doctor sudafricano Christian
Barnard, el primer médico que realizó un trasplante de corazón, con los
problemas de Franco. Se dice que Barnard está en Madrid para ponerle a
Franco un corazón nuevo. Hay algunos indicios de que, a indicaciones de
Martínez Bordiú, llegó a revisar los electrocardiogramas; pero nada más.

Tras aquella noche, los médicos que atienden a Franco redactan un documento
que resume la situación del Caudillo y, de alguna forma, sustantiva su rebelión
contra el silencio absoluto. Se hace necesaria cierta apertura, entre otras cosas
porque el equipo médico cada vez está más nutrido, lo cual eleva la
probabilidad de filtraciones, las cuales, de una forma u otra, ya se producen
desde el primer día, pues ya el día 15 la revista estadounidense Newsweek
había insinuado los problemas circulatorios del jefe del Estado español.

Ha comenzado la era de los partes.

Ese mismo día 21, Solís vuela a Rabat y se entrevista con Hassan II. En la
tarde, la comisión primera del Consejo nacional del Movimiento se reúne a
puerta cerrada para analizar la situación política. El franquismo trata de
gestionar los difíciles frentes que se le presentan, siendo, cada vez, más
consciente de que no puede ya contar con Franco.

Esa noche todo el mundo que se atreve a apostar, apuesta por una sucesión
inminente.

29
La era de los partes

30
Nota de la Casa Civil del Generalísimo, 21 de octubre, 20,10 horas

En el curso de un proceso gripal, su Excelencia el Jefe del Estado ha


sufrido una crisis de insuficiencia coronaria aguda, que está
evolucionando satisfactoriamente, habiendo comenzado ya su
rehabilitación y parte de sus actividades habituales.

A las diecinueve horas del día de hoy, su Excelencia el Jefe del


Estado recibió en su despacho al presidente del Gobierno, con quien
mantuvo una conversación de cuarenta y cinco minutos.

La operación de relaciones públicas trata de convencer a los españoles de que


lo que tiene Franco es una gripe que, por causa de su edad, le ha provocado
una insuficiencia coronaria. Esto es a lo más que podían llegar los partes.
Según Palma, la principal obsesión de los revisadores de los partes médicos es
que nunca figurase en ellos la palabra infarto.

En los mentideros habitualmente bien informados de Madrid circula aquel día


un rumor que, que yo sepa, nunca ha sido confirmado ni desmentido: el
gobierno tiene ya preparado un decreto por el cual Franco renuncia a la
jefatura del Estado a favor del Príncipe, pero retiene la jefatura del
Movimiento. Si este decreto existió, y aquí todo lo que hago es fabular porque
de los dos protagonistas del asunto uno está muerto y el otro no ha hablado,
supongo que el Príncipe pondría pies en pared y se negaría en redondo.
Quienes conocían bien al Borbón en aquel entonces parecen apostar porque
Juan Carlos, tras la experiencia del 74 de un mando provisional que de hecho
le ató de pies y manos, no estaba dispuesto a repetir la experiencia. El
Príncipe tenía claro que si tomaba el gobernalle de España sería ya para
siempre, como sucesor designado en lugar de su antecesor, y no como jefe del
Estado con freno y marcha atrás, como con seguridad pretendían los
franquistas más acendrados.

Es de suponer que las presiones fueron fuertes. España no podía oponer a una
amenaza tan seria como una invasión la visión de un gobierno tembloroso
presidido por un moribundo. Resulta fácil apostar porque estas presiones
existieron a la luz del viaje del Príncipe a El Aaiún, del que ya hablaremos.
Pero, si existieron, está claro que Zarzuela las resistió.

En la madrugada de aquel día post-parte, Franco experimenta nuevos


episodios anginosos. Diversas agencias de prensa en el extranjero llegan a
transmitir la noticia de que ha muerto.

En paralelo, el nuevo, digamos, plenipotenciario del asunto marroquí, el


ministro Solís, comienza a hacer su trabajo. El mismo día 21 realiza un viaje a
Marruecos, un viaje sorpresa en el que, sin embargo, es recibido por Hassan II,
en presencia del primer ministro Ahmed Osman y el ministro de información,
Ahmed Taibi Benhima. A su regreso de dicho viaje relámpago, Solís afirmaría
estar muy satisfecho del viaje. Decía estar contento porque «hemos dejado
las puertas abiertas para futuras conversaciones». España empieza a

31
conformarse con bien poco para estar satisfecha. Según Solís, Hassan está «en
la mejor disposición para llegar a un entendimiento con nosotros».

Mientras Solís se deshace en elogios hacia la capacidad negociadora marroquí,


en la localidad de Ksar Es Souk, el primer ministro Ahmed Osman preside el
inicio de la Marcha Verde. «De parte de Dios Todopoderoso», declama,
«nosotros, en verdad, te habíamos prometido una victoria maravillosa, a fin
de que Dios te perdone tus pecados cometidos o por cometer».

Los marchadores son dotados por el gobierno marroquí con latas, agua, una
manta, una vela, un paquete de cigarrillos diario, una caja de cerillas diaria,
y un Corán.

32
Día 22.

Según comunica la Casa Civil, en el día de hoy la evolución de la


enfermedad de Su Excelencia el Jefe del Estado ha sido favorable.
Ha realizado sus ejercicios de rehabilitación y a última hora de la
tarde ha asistido en compañía de su familia a la proyección de una
película.

El parte del día 22, jornada de total transición, trata de transmitir sensación
de normalidad, la típica normalidad de quien está afectado por una pequeña
dolencia, de la que se está recuperando. Lo de la película es, probablemente,
cierto. Incluso, por los datos disponibles, es bastante probable que fuese
Candilejas.

El 22 es, por lo demás, el día que se reúne el Consejo de Seguridad de la ONU


para tratar el tema del Sahara. Obsérvese la resolución tomada al final de la
reunión, toda ella rebosando decisión y capacidad ejecutiva:

«[El Consejo de Seguridad] pide al secretario general que entre en consultas


inmediatas con loas partes interesadas y afectadas y que informe al Consejo
de Seguridad tan pronto le sea posible sobre los resultados de sus consultas
para hacer posible al Consejo la adopción de las medidas apropiadas para
hacer frente a la situación del Sahara Occidental».

Y punto pelota.

33
Día 23

En la madrugada de hoy, la evolución favorable que seguía la


enfermedad coronaria que sufre SE el Jefe del Estado ha
experimentado un retroceso y han aparecido signos incipientes de
insuficiencia cardiaca. Firmado: doctores Pozuelo Escudero,
Pescador del Hoyo, Vital Aza Fernández Nespral, Eloy López García,
José María Gómez Mantilla, José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro
Fariñas, Jesús Señor de Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de
Salamanca.

El episodio que relata este parte médico, de forma casi telegráfica, ocurrió a
la 1,20 horas de la madrugada. Franco constató que le era imposible dormir.
Tenía dolores en el hombro izquierdo y también en la región lumbar. Otras
informaciones añaden que los calmantes no han hecho nada para paliar los
dolores y que han aparecido dificultades respiratorias. Radio Macuto sostiene
que el episodio ha sido muy grave.

De todas formas, la jornada del 23 es, quizá, la primera en la enfermedad del


Caudillo en la que sus hombres comienzan a darse cuenta de que va a ser
imposible ocultar la verdad. El parte informando de los problemas que tuvo
aquella madrugada no se hizo público hasta 15 horas después de los hechos, y
por medio hubo síntomas preocupantes. En la tarde del 23, el presidente de
las Cortes, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, recibe en su despacho al
marqués de Villaverde quien, como ya hemos visto, es un poco el coordinador
clínico del equipo de médicos que atiende a Franco. Los periodistas le ven
salir de dicha reunión, camino de El Pardo, con semblante visiblemente
preocupado. Villaverde también visita al Príncipe en Zarzuela. Por su parte
Arias, al final de la tarde, tras una reunión del gobierno, también va a El
Pardo, donde se reúne con Valcárcel. Ambos se van luego a la Zarzuela. No
hace falta ser un lince para discernir que en esa entrevista el Presidente de
las Cortes fue informado de la seriedad del episodio de la madrugada del 23, y
sus consecuencias.

Por lo demás, a muchos españoles les costó creer, y de hecho no creyeron,


que este parte se refiriese sólo a una mera recaída. Por un detalle: no tiene
lógica que el parte en el que se informa de que alguien está enfermo no lo
firme nadie, y el parte en el que se informa de una recaída lo firme un
ejército de médicos. Dicho de otra forma: lo del ejército de médicos es una
demostración de que el Caudillo, más que recayendo, lo que hace es bajar por
el terraplén de la muerte.

Como suele ocurrir siempre en estos casos, el hambre de información dispara


los rumores. De ambos sentidos. Por parte franquista se filtra la noticia de
que Franco ha llegado a decirle a Arias que va a presidir el siguiente consejo
de ministros. Otras informaciones indican que está en coma. Y no es el único
bulo. En las barras de las tabernas de España, amables informadores altruistas
dan por seguras noticias como que se han instalado otras tantas líneas punto a
punto entre El Pardo y las capitanías generales, que las emisoras de radio

34
están tomadas por la policía armada, que las bases de Torrejón y Manises
están en alerta, que se ha practicado una traqueotomía al jefe del Estado.
También hay enterados que saben de muy buena tinta que el BOE va a
publicar al día siguiente la sucesión en la persona de Juan Carlos.

De todas formas, esta jornada será la que deparará los primeros titulares
pesimistas: «Empeora el jefe del Estado» o «Retroceso grave» son algunos de
ellos. La situación está ya tan centrada en Franco que pasa desapercibida la
noticia, muy mala para España, de que el Consejo de Seguridad de la ONU no
ha mostrado voluntad alguna de obligar a Hassan a parar la Marcha Verde. Así
pues, se habla de que el nuevo negociador, el ministro Solís, probablemente
tenga que transigir. Se dice que España estaría pensando en darle el Sahara a
Marruecos a cambio de intereses económicos y de que el asunto de Ceuta y
Melilla quede en stand by por el momento.

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Día 24

A las 14 horas la situación del Jefe del Estado ha mejorado. Han


remitido parcialmente los signos de insuficiencia cardiaca que se le
apreciaban ayer. Sus constantes son normales. La evolución de su
enfermedad coronaria sigue su curso normal, sin otras incidencias.
Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza
Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca.

El 24 de octubre de 1975 es viernes. Consejo de Ministros. Pero Franco, sea o


no verdad su chulesca promesa a Arias, no lo preside. La rueda de prensa del
Ministro de Información y Turismo, aquella tarde, es todo lo tormentosa que
puede ser una rueda de prensa en un régimen, al fin y al cabo, dictatorial.
León Herrera ha tenido que esquivar como ha podido las preguntas sobre el
asunto sucesorio y, sobre todo, las críticas de opacidad. En ese momento, la
jornada anterior, con un Caudillo gravemente enfermo sobre el que no se
decía nada, pesa como una losa. La prensa, ciertamente, está bastante atada.
Pero no está sola. En las Cortes, concretamente en su Comisión de Trabajo, el
procurador Antonio Pedrosa Latas, no ha tenido reparo en tomar la palabra
para criticar al gobierno por no tener a los procuradores, dice, «minuto a
minuto» sobre la enfermedad de Franco. Esta presión, creo yo, colaboró,
junto con el empeoramiento objetivo en sí del enfermo, para hacer los partes
algo más transparentes y frecuentes.

En El Pardo, Franco lleva su enfermedad malamente. Tiene molestias en la


boca, monoliasis y meteorismo, además de crisis anginosas. No obstante, será
a mediodía cuando las cosas se pongan peor.

Día 24 (por la tarde)

La evolución que seguía la enfermedad de SE el Jefe del Estado se


ha visto modificada con un nuevo episodio de insuficiencia coronaria,
que ha superado. A las 20,30 horas descansa tranquilo y sus
constantes son normales. El estado cardiocirculatorio continúa
estacionario. Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del
Hoyo, Vital Aza Fernández Nespral, Eloy López García, José María
Gómez Mantilla, José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas,
Jesús Señor de Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca.

A la hora del almuerzo, los médicos de guardia son sacados de la mesa con
urgencia. Franco tiene dolores tan intensos que quiere salir de la cama y
quitarse la mascarilla, un síntoma de desesperación muy común en enfermos
sometidos a padecimientos angustiosos. Su tensión arterial es de 22, es decir
está completamente disparada. Ya en la noche, se produce un episodio de
distensión abdominal producido por acumulación de gases en el abdomen que
le produce al enfermo una gran hinchazón.

36
El día 24, por cierto, se produce, casi de forma clandestina entre tanta
noticia clínica, un acto más del otro gran asunto que está en ciernes en esas
horas. En Madrid está, además del embajador de Marruecos señor Filali, el
ministro alahuita de Asuntos Exteriores, Ahmed Laraki. Negociaciones al más
alto nivel. A su marcha, al día siguiente, desgrana ante los periodistas un par
de frases de compromiso sobre las grandes esperanzas en una nueva etapa de
las relaciones bilaterales y bla, bla, bla.

El gobierno Arias ha preparado, precisamente para el día de su visita, la


aprobación por el Consejo de un proyecto de ley para la descolonización del
Sahara. El proyecto, en cualquier caso, es un mero instrumento jurídico que
autoriza al gobierno a hacer lo que le parezca necesario.

Aquella tarde, de una forma inesperada, Franco advierte que quiere


despachar con Arias. Los médicos tratan de disuadirle.

-¿Qué puede pasar? –Pregunta el general.

-Puede ocurrir lo peor, Excelencia –le informan los médicos.

Tras una corta reflexión, Franco repite la orden de que llamen a Arias.

37
Día 25, 14,15 horas.

La situación clínica de SE el Jefe del Estado a las 13,45 horas


permanece estacionaria, persistiendo la gravedad. Firmado:
doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza
Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao.

Este parte médico tan sincrético esconde muchas cosas. A las 8,30 horas de la
mañana, cuando los médicos han creído superada la crisis de horas antes, los
signos de insuficiencia cardiaca se intensifican, se desarrolla un edema
pulmonar y se presenta una situación de insuficiencia cardiaca congestiva, es
decir incapacidad por parte del corazón de «gestionar» toda la sangre que le
llega.

Ese día 25, si hemos de creer al doctor Palma, es el día en el que, además,
acaban por aparecer algunos de los problemas más graves que experimentará
el Caudillo hasta su muerte. La radiografía que se le hace ese día muestra que
hay aire en el peritoneo (algo que se podía sospechar ya con la distensión
abdominal de horas antes); lo cual puede estar indicando una ruptura del
intestino, que es donde reposan los gases que ahora, por lo tanto, están
donde no deben estar. Esto es el pistoletazo de salida de una peritonitis
bacteriana.

Además, ya este 25 de octubre comienzan a hacerse evidentes cosas que los


partes médicos tratarán de ocultar a la opinión pública mientras les sea
posible: el fallo de los riñones. En fecha tan temprana, según las notas de
Palma, los análisis mostraban ya una escasa función renal y un descenso
generalizado del nivel de glóbulos rojos.

A eso de la una de la tarde, salen las ediciones especiales de los periódicos,


informando de que Franco está muy grave. Se sabe que todos los gobiernos
provinciales y las comandancias de la Guardia Civil han sido puestas en alerta.
En el Ministerio de Información y Turismo, durante todo ese día, un locutor
televisivo hace guardia, vestido con traje oscuro y corbata negra.

Día 25, 19,40 horas.

A las 19 horas la situación clínica de SE el Jefe del Estado ha


experimentado un lento y progresivo empeoramiento desde el último
parte facilitado. Se han acentuado los signos de sufrimiento
miocárdico, ha aparecido fiebre, ha descendido ligeramente la
tensión arterial y ha aumentado la frecuencia cardiaca y respiratoria.

Pese a ello conserva un buen estado de conciencia. Firmado:


doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza
Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,

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José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao y María Paz Sánchez Aguado.

Este parte del día 25, emitido como decimos a última hora de la tarde, viene
a ser la guinda de un pastel. En la España de 1975 eran habituales, y tenían
bastante éxito, los periódicos vespertinos; a lo que hay que añadir que para
entonces ya ha comenzado la carrera de ediciones especiales de algunos
medios. Así las cosas, a primera hora de la tarde diversas informaciones se
han adelantado a esta información sobre el empeoramiento. Se llega incluso a
publicar que Franco ha recibido la extremaunción de manos de su capellán, el
padre José María Bulart.

Arias va a El Pardo. Monseñor Cantero Cuadrado, obispo de Zaragoza y único


miembro del Consejo de Regencia que no está en Madrid, se desplaza a toda
prisa a la capital. El tercer miembro del Consejo, el general Salas Larrazábal,
también se persona en El Pardo. Los familiares de Franco, incluyendo su
hermano Nicolás y su hermana Pilar, se personan también. Todo abona la
teoría de un final rápido que, sin embargo, aún se demorará casi un mes.

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Día 26. 14,12 horas.

A las 10,30 horas la situación clínica de SE el Jefe del Estado desde


el parte anterior es la siguiente:

Ha descansado muy bien. No ha vuelto a tener episodios agudos de


insuficiencia coronaria. Han remitido parcialmente los signos de
insuficiencia cardiaca congestiva. Se mantiene perfectamente lúcido.
Persiste la gravedad. Firmado: doctores Pozuelo Escudero,
Pescador del Hoyo, Vital Aza Fernández Nespral, Eloy López García,
José María Gómez Mantilla, José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro
Fariñas, Jesús Señor de Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de
Salamanca, Luis Alonso Castrillo, Gabriel Artero Guirao y María Paz
Sánchez Aguado.

Este parte dominguero (el día 26 de octubre es domingo) cae sobre una
España en tensión. En Madrid se aprecia mucho menos movimiento festivo que
otros días similares, y en todas las iglesias de España se ruega por la vida del
jefe del Estado. Los periódicos publican que el Caudillo está agonizando. Sin
embargo, el parte, como vemos, es tranquilizador. Se informa, además, de
que Franco ha oído misa y comulgado, acciones ambas impropias de personas
en coma.

De hecho, es más que probable que tanto los médicos como la estructura de
información del gobierno pensaban que ponían un broche al domingo pocos
minutos antes de empezar la retransmisión dominical del fútbol, con este
parte:

Día 26. 19,37 horas.

A las 19 horas del día 26 de octubre de 1975, la situación clínica de


SE el Jefe del Estado no ha experimentado ningún cambio desde el
último parte.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao y Roberto Llauradó Sabe.

No será así, sin embargo. A eso de las diez de la noche, Franco empeora
visible y significativamente. Ha tenido una hemorragia interna, precisamente
lo que sus médicos temían. Como ya hemos dicho, el tratamiento lógico para
un enfermo del corazón es hacer su sangre más fluida para facilitar la
circulación. Lo malo es que la sangre fluida favorece las hemorragias, y
Franco ya ha tenido una hace cosa de un año de extrema gravedad.

40
A las 11 de la noche, la situación ya no se puede ocultar.

26 de octubre, 23,07 horas.

A las 22,30 horas del día 26 de octubre de 1975, la evolución clínica


de SE el Jefe del Estado ha sufrido una agravación secundaria a una
hemorragia gástrica e importantes transtornos del ritmo, con
acentuación marcada de la insuficiencia cardiaca congestiva.

La situación se considera crítica.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao y Roberto Llauradó Sabe.

Es la primera vez que Franco es declarado en estado crítico. Media hora


después de emitirse el parte, todas las emisoras de radio conectan con la
señal de Radio Nacional, la cual emite música clásica. Es la señal de un
fallecimiento, si no ya producido, inminente. Algunos periodistas dicen tener
informaciones de los médicos en el sentido de que el corazón de Franco se ha
parado durante unos minutos.

España se acuesta, aquel domingo día 26, esperando alborear como lo haría
en la mañana del 20 de noviembre: con la noticia de la muerte del jefe del
Estado.

41
Día 27, 7,47 horas.

La evolución del Jefe del Estado, desde el parte anterior, ha sido la


siguiente:

Ha pasado la noche descansando tranquilo, ha remitido casi


totalmente con el tratamiento la hemorragia gástrica y los trastornos
del ritmo cardiaco, mejorando la situación cardiocirculatoria.
Mantiene un nivel de consciencia normal.

Persiste la gravedad.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao y Roberto Llauradó Sabe, Joaquín
Carbonell Cadenas, María Paz Sánchez Aguado.

Y, sin embargo, Franco aguanta. Existen algunos indicios de que ya lo hace


con una lucidez relativa. Por ejemplo, algunos periodistas, citando fuentes
del equipo médico, dicen que ha habido un momento en el que ha gritado la
orden de que se apagasen los televisores; lo cual quiere decir que ha
confundido los monitores de los aparatos que le controlan con cajas tontas.

Día 27, 14 horas.

La situación clínica de SE el Jefe del Estado, desde el parte anterior,


evoluciona como sigue:

Ha pasado la mañana tranquilo y lúcido. Ligera hipertermia,


mantiene tensiones arteriales normales. No ha vuelto a presentar
transtornos del ritmo cardiaco. Persisten signos de insuficiencia
cardiaca. La hemorragia gástrica, en el momento actual, está
controlada.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao y Roberto Llauradó Sabe, Joaquín
Carbonell Cadenas, María Paz Sánchez Aguado.

Día 27. 21,30 horas.

A las 20,30 horas la situación clínica de SE el Jefe del Estado, desde


el parte anterior, evolucionó de la forma siguiente.

42
Ha pasado la tarde apaciblemente. Ha pedido más alimento. Ha
descendido la hipertermia. La tensión arterial continúa estable. Ha
disminuido la taquicardia. El ritmo cardiaco es normal. No ha cesado
aún la tendencia del estómago a sangrar. Persisten los mismos
signos de insuficiencia cardiacocongestiva. Continúa la gravedad.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao, Roberto Llauradó Sabe, Joaquín
Carbonell Cadenas.

Como puede apreciarse, la jornada del 27 parece anodina. Sin embargo, lo es,
básicamente, en los partes. Desde un punto de vista médico, y según Pozuelo,
es en ese día en el que aparecen los primeros síntomas de ascitis y
crecimiento excesivo del hígado; lo primero quedará confirmado por el parte
siguiente. Además, a las diez y media de la noche se le aplica una sonda
gástrica por la que sale sangre roja y negra, signo de que la hemorragia está
ahí, dando por culo.

El día 27, procedente de Argel, llega a Madrid el austriaco Kurt Waldheim,


secretario general de la ONU. Se reúne con Arias, el cual, al día siguiente,
tendrá una reunión con los ministros de asuntos exteriores marroquí, Ahmed
Laraki; y mauritano, Hamdi Uld Muknass. Es bastante plausible estimar que,
en dicha reunión, Arias les explicaría a los representantes de los dos países
con los que teóricamente estaba negociando el futuro del Sahara el mensaje
que quizás le dio Waldheim, esto es: que Argelia estaba dispuesta a
desencadenar una guerra si las cosas no iban por donde ella quería.

43
Día 28. 15 horas.

A las 14 horas la evolución clínica de SE el Jefe del Estado ha sido


la siguiente:

Ha pasado la noche y la mañana tranquilo. Ha desaparecido la fiebre.


La presión arterial es normal. La frecuencia cardiaca está
estabilizada en 80 latidos regulares por minuto. Han disminuido los
signos de insuficiencia cardiaca congestiva.

El control radiográfico habitual del tórax realizado por los doctores C.


Petrament y J. Corbatín demuestran una evidente mejoría.

No ha desaparecido la hemorragia gástrica. Consultado nuevamente


el Dr. C. Marina Fiol ratifica las medidas terapéuticas.

Persiste la gravedad.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao, Roberto Llauradó Sabe, Luis
Sánchez Sicilia.

A las 20,30 horas, la evolución clínica de SE el jefe del Estado ha


sido la siguiente.

La situación cardiaca no ha sufrido alteración desde el parte anterior.


Ha empeorado su estado general en el curso de las últimas horas.

Ha aumentado la hemorragia digestiva.

Se ha presentado una parálisis intestinal con ascitis originada por


trombosis venosa mesentérica.

El estado es extraordinariamente grave.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao, Joaquín Carbonell Cadenas, María
Paz Sánchez Aguado, Luis Sánchez Sicilia, C. Marina Fiol y Manuel
Hidalgo Huertas.

El parte del día 28 a las ocho y media de la tarde es un hito muy importante
en la enfermedad de Francisco Franco. Vayamos por partes.

44
El día 28 al que se refiere ese informe, al jefe del Estado se le ha hecho un
entubamiento rectal para así poder evacuar los gases que, como decíamos un
poco antes, están donde no deben estar. Los médicos constatan que la
situación del enfermo es ya tan comprometida que no puede mantener por sí
solo los brazos en alto (hecho éste que, por cierto, en un falangista no deja
de ser una macabra broma del destino).

Los análisis muestran un aumento muy significativo de los niveles de urea.


Este síntoma es considerado prerrenal, es decir, indicador de que el riñón está
comenzando a fallar seriamente.

Franco tiene el abdomen abombado y la hemorragia persiste. Y en eso llega el


parte de la tarde donde se le diagnostica una trombosis venosa mesentérica.
Yo no soy médico, pero lo que he podido aprender fabricando las notas para
este ensayo me dice que se trata de una enfermedad relacionada con la
ausencia de riego sanguíneo en el intestino, lo cual lo bloquea, lo deja inmóvil
e inservible. El ser humano no puede, o por lo menos no podía entonces, vivir
sin intestino, porque el intestino es el camión de basura de nuestro cuerpo y,
si se declara en huelga, nos convertimos por dentro en la avenida de cualquier
ciudad después de días de paro en la recogida de basuras.

Fue en la tarde de aquel día 28 cuando el estado se agravó y el momento en


el que, según el doctor Palma, el doctor Marina Fiol defendió el citado
diagnóstico. El cardiólogo no se recata de afirmar en sus memorias que fue un
diagnóstico apresurado, que supongo que es la forma elegante que tiene un
médico de decir que otro médico se equivocó. Y la importancia del asunto
estriba en que no sólo los miembros del equipo, sino cualquier médico, sabía
que leer trombosis venosa mesentérica suponía leer: muerte segura en doce
horas como máximo.

A partir de este parte, por lo tanto, comenzará a haber un montón de gente


en España que empezará a creer que Franco ya está muerto. Ello a pesar de
que el famoso diagnóstico comienza a ponerse en duda ya desde el mismo día
siguiente al del parte, incluso con datos tan evidentes (y probablemente
ciertos) como que la mitad o más del equipo médico no estaba de acuerdo con
el diagnóstico.

En todo caso, un coronel del ejército que sale de El Pardo aquella tarde y que
es literalmente invadido por los periodistas se limita a musitar:

-Está mal, muy mal. Pero vive todavía.

Los médicos, que saben lo que significa un diagnóstico de trombosis venosa


mesentérica, actúan creyendo que va a pasar lo inevitable. Así pues,
conforme termina la tarde la segunda planta del palacio de El Pardo se va
vaciando de personas que no sean miembros de la familia Franco. Se respeta
el deseo de la familia de dejar al general morir en su compañía.

45
Día 29, 8,24 horas

A las 7,30 horas, la evolución clínica de SE el Jefe del Estado ha


sido la siguiente desde el último parte:

La situación cardias se mantiene estabilizada con constantes


adecuadas.

Está lúcido.

La respuesta al intenso y constante tratamiento de la hemorragia


digestiva ha sido favorable. En los dos últimos controles no se han
podido objetivar nuevas pérdidas hemorrágicas.

La motilidad intestinal ha comenzado a reanudarse parcialmente.

No se evidencian nuevos signos de evolución de la trombosis


venosa.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Luis Alonso Castrillo, Gabriel Artero Guirao, Roberto Llauradó
Sabe, Joaquín Carbonell Cadenas, María Paz Sánchez Aguado,
Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Sánchez Sicilia,
Carlos Marina Fiol y Manuel Hidalgo Huertas.

Día 29, 14,15 horas

A las 13,45 horas la evolución clínica de SE el Jefe del Estado ha


sido la siguiente desde las 7,30 de la mañana.

No ha habido cambios sustanciales en el estado del Caudillo desde


el último parte.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Luis Alonso Castrillo, Gabriel Artero Guirao, Roberto Llauradó
Sabe, Luis Sánchez Sicilia, Carlos Marina Fiol, J. Parra Lázaro,
Manuel Hidalgo Huertas, María Paz Sánchez Aguado, Joaquín
Carbonell Cadenas y Francisco Fernández Justo.

Día 29, 20, 58 horas

A las 20,30 horas, la evolución clínica del SE el Jefe del Estado ha


sido la siguiente desde las 13,30 horas: en las últimas 24 horas ha

46
mejorado el estado general, manteniendo un nivel de consciencia
normal.

Continúa con el mismo grado de insuficiencia cardiaca congestiva.


La tensión arterial y la frecuencia cardiaca son normales con
extrasístoles ventriculares muy aisladas. Al reanudarse la actividad
intestinal se han apreciado heces hemorrágicas en forma de melena.
La ascitis no se ha modificado.

El pronóstico no ha variado.

Firmado: doctores Pozuelo Escudero, Pescador del Hoyo, Vital Aza


Fernández Nespral, Eloy López García, José María Gómez Mantilla,
José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús Señor de
Uría, Isidoro Mínguez y Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo, Gabriel Artero Guirao, Roberto Llauradó Sabe, Luís
Sánchez Sicilia, Carlos Marina Fiol, J. Parra Lázaro, Manuel Hidalgo
Huertas, María Paz Sánchez Aguado, Joaquín Carbonell Cadenas y
Francisco Fernández Justo.

Recuerdo bien lo de las heces hemorrágicas en forma de melena. Recuerdo la


barra de El Escocés, en la calle de Alfredo Vicenti de La Coruña, justo
enfrente del portal de nuestra casa. El bar se llamaba así porque su dueño,
como otros tantos, era un emigrante, en este caso un extraño emigrante
porque Escocia no fue un destino muy habitual, que había regresado con unos
ahorros que le permitieron tomar un traspaso y abrir una cafetería; el sueño
habitual del emigrante medio de aquella época.

Y veo a mi padre y a otros parroquianos del barrio del Orzán allí acodados,
opinando. Las intervenciones del inevitable contertulio que está, o dice estar,
mejor informado que los demás. Y la frase lapidaria:

-Todo lo demás, puede tratarse. Pero eso de las hemorragias en forma de


melena, eso… eso sí que es grave.

Yo tenía trece años recién cumplidos. Escuché esa frase decenas de veces en
esas horas. Y, sin embargo, jamás he encontrado ni una sola referencia
médica que sustentase esa opinión. Yo, sin embargo, la creí durante muchos
años, en los cuales pensé que eran esas heces con sangre en forma de melena
las que lo habían causado todo.

También había gente que decía que, en realidad, lo que Franco tenía era
cáncer. Un rumor casi inevitable en esas circunstancias.

De todas formas, sabemos por el doctor Pozuelo que aquel día Franco tuvo
hambre. Llevaba ya días siendo alimentado mediante sonda. Se le dio leche
fría. Las memorias del médico de cabecera no nos aclaran el por qué de la
decisión, pero lo cierto es que ha sido un lugar común de la medicina, durante

47
muchos años, que la leche era cojonuda para los estómagos que están hechos
polvo. Al parecer, no es así.

Mientras Franco bebía leche fría y recibía los efluvios del manto del Pilar, el
régimen celebraba los 42 años desde la fundación de Falange Española. El
acto se celebra en el Consejo Nacional del Movimiento, con una típica división
entre políticos y militantes. Igual que si hoy vamos a un mitin de un partido
de izquierdas veremos cómo los asistentes levantan el puño mientras que los
dirigentes fabrican gestos variados que les permitan no hacerlo, en aquel acto
se vieron tantas camisas azules entre la audiencia como faltaron entre los
miembros del gobierno (sólo hubo dos: la del ministro secretario general del
Movimiento y el titular de Vivienda).

Cuando Solís cita en su discurso a Franco, el público estalla en una cerrada y


larga ovación. Pero Franco no puede oírla. Y es la primera vez que le pasa.

Al final del acto, una mujer desde el público toma la palabra para decir,
inopinadamente, que España es de Franco y que, en consecuencia, no ha de
haber más sucesión que la de su nieto Cristóbal. Menos mal que era ella sola.

Otro valioso dato en un país que vive de la rumorología: los bomberos han
estado en el palacio de las Cortes, instalando los cables que son necesarios
para las colgaduras de las sesiones solemnes.

Ese mismo día 29 por la tarde comienza la lenta evacuación española del
Sahara español. Se decreta allí el toque de queda para evitar acciones del
Frente Polisario. El gobierno español recibe al secretario general de la ONU,
el austriaco Waldheim. En ese momento, España está manteniendo
conversaciones trilaterales con Marruecos y Mauritania. Error. Basta ver un
mapa de la zona para darse cuenta de que hay un tercero en discordia. Un
tercero que, además, es un país potente y con un régimen más prosoviético.
Nos referimos, claro está, a Argelia. Para Argelia, la incorporación a
Marruecos de la mitad norte del Sahara español supone multiplicar la frontera
común, con lo que ello supone en la fabricación de una situación muy
comprometida para el país, teniendo en cuenta que el as que siempre ha
tenido Marruecos en la manga durante el último medio siglo ha sido su buena
relación con Washington. Así pues, el día 30, como veremos pronto, los
argelinos romperán la baraja.

48
Día 30. 13,48 horas.

A las 13,30 horas la evolución clínica de SE el Jefe del Estado desde


el último parte ha sido la siguiente:

El estado general no ha sufrido modificaciones ostensibles.

Los signos de insuficiencia cardiaca congestiva son moderados y


han desaparecido las extrasístoles ventriculares. La tensión arterial y
la frecuencia del pulso son normales.

Se han seguido observando heces hemorrágicas en forma de


melena.

La ascitis ha aumentado y ha aumentado la circulación colateral


abdominal.

A las 22,30 horas de la noche se aprecia una micosis bucal que ha


sido tratada por los doctores Lucas, tomás e Ibeas, habiéndose
conseguido su control.

La situación continúa siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 30, 20,30 horas.

La evolución clínica de SE el Jefe del Estado desde el último parte


médico ha sido la siguiente: el estado general se mantiene.

No ha habido variación en el estado cardiocirculatorio.

La evolución del proceso trombótico abdominal persiste en sus


manifestaciones clínicas. Se ha practicado una punción evacuadota
de líquido ascítico.

El estado de gravedad continúa.

Firmado: el equipo médico habitual.

El martes día 30, el presidente Arias se dirige a la Zarzuela a despachar con el


Príncipe. Todo el mundo en España en esas horas se hace lenguas sobre si
Franco está consciente o gagá. No obstante, lo más probable es que a Arias
este matiz le preocupe poco; para él lo importante es que lo que tiene entre
manos no se puede tratar con un anciano que tiene el vientre lleno de líquido
ascítico, el peritoneo como un balón de fútbol, el corazón bailando la
lambada, un tubo en la tráquea y una sonda que le entra por el pene.

49
Argelia ha dicho no. Ha dejado claro que, en primer lugar, no aceptará,
respecto del Sahara, más decisiones que las de la ONU (gambito inteligente,
pues la ONU es un club en el que su primo de Zumosol, o sea Moscú, tiene
derecho de veto); y que, por su parte, no está dispuesta a aceptar más
solución para el Sahara que la autodeterminación. Afirma, además, que todo
esto es para el presidente Bumedian y su gobierno un casus belli o, lo que es
lo mismo: si hay que dar hostias, se dan. Para que a Madrid no le quede la
menor duda de lo serio de la reconvención, han enviado al ministro de Asuntos
Exteriores, Abdelghani, con el recado.

Argelia, pues, se carga el montaje de Arias-Solís-Carro, el equipo negociador


habitual que sustituyó al autonomista Cortina Mauri. A partir de ese día, las
ilusiones de poder llegar a un acuerdo a tres con Marruecos y Mauritania se
han ido al carajo.

Es difícil hacer conjeturas sobre la conversación del día 30. ¿Fue Arias quien
sacó el tema del artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado, o fue el Príncipe
quien tuvo que porfiar para que así se hiciese? Sinceramente, creo que la
posibilidad más plausible es la primera. Que Arias era franquista no lo duda
nadie. Pero lo que era aquel día, por encima de todo, era un jefe de gobierno
abrumado, sobrepasado por los acontecimientos, y necesitado de una cabeza
joven y fuerte que diera sensación de estar sobre el tema y de contar con
todos los resortes del poder.

Por lo demás, resulta difícil de sostener que el Príncipe no tuviese para


entonces información suficiente sobre la situación y padecimientos de Franco
como para tener claro que, tal y como él quería, aquél fuera a ser un viaje de
no retorno, esto es, que el general jamás recuperaría lo que ahora cedía.

A las ocho de la noche de aquel día 30, el presidente Arias comunica al de las
Cortes que, a causa de la enfermedad del jefe de Estado, se ha hecho uso del
artículo 11 de la ley, procediendo al traspaso de poderes. Una decisión sobre
cuya legalidad cabría incluso discutir un poco pues, que yo sepa, Franco no
firmó ni un puto papel.

A unos cuantos kilómetros de Madrid, en la tranquila ciudad suiza de Lausana,


un hombre dice adiós. Está cómodamente instalado en un hotel de estilo
dieciochesco y, en sus tertulias, lo rodean hombres que llevan años a su lado:
Eduardo Gualba, Jaime Miralles, Pedro Sáinz Rodríguez, José maría Pemán,
Francisco Sitjá, José María Sanmartín… Desde esa mañana sabe que su hijo va
a asumir el poder porque él mismo se lo ha contado. Pero es a las nueve y
media de la noche cuando recibe la noticia de que Radio Nacional y Televisión
Española han interrumpido sus emisiones para dar la noticia.

Si alguna vez hubo alguna posibilidad de llegar a reinar para este hombre,
personaje poliédrico que sostuvo muchas opiniones durante su vida, no pocas
de ellas contradictorias entre sí, a las nueve y media de la noche de Madrid de
aquel 30 de octubre, se apagaron para siempre. El 30 de octubre de 1975, el
Libro de la Historia de España volteó la última página en la que está escrito su
nombre.

50
Las radiografías que se le han practicado a Franco en aquel día muestran la
presencia de aire en el peritoneo.

51
Día 31. 14,10 horas.

A las 13,30 horas la evolución clínica del Caudillo desde el último


parte ha sido la siguiente:

El estado general no se ha modificado. No tiene fiebre. Conserva su


lucidez habitual.

La frecuencia, el ritmo y la tensión arterial son normales. La


evolución electrocardiográfica de su insuficiencia coronaria es
favorable, aunque persisten signos de insuficiencia cardiaca
congestiva. En la evolución escalonada de las complicaciones
digestivas la hemorragia no se ha objetivado desde el último parte.

La ascitis persiste y del estudio del líquido extraído junto con el


examen radiográfico abdominal se deduce la existencia de un
proceso peritoneal inflamatorio. Su origen se considera debido a la
desvitualización de la pared intestinal por su proceso venoso
segmentario.

El pronóstico de SE sigue siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 31, 20,55 horas.

A las 20,30 horas la evolución clínica de SE el Jefe del Estado desde


el último parte es la siguiente: la situación clínica del Caudillo no ha
variado sustancialmente en relación con el parte anterior.

El pronóstico sigue siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

El día 31 es viernes, ergo Consejo de Ministros. Ya lo presidirá el Príncipe que,


no olvidemos, es aún Príncipe, pues de momento lo único que está haciendo
es sustituir durante su enfermedad al hombre que, en su intervención frente
al gobierno, califica de «figura insigne».

Lo primero que escucha Juan Carlos es un informe del vicepresidente del


Gobierno y ministro de la Gobernación, José García Hernández. Informe en el
que se viene a decir que desde la enfermedad de Franco el orden público se ha
tranquilizado como por arte de magia. Aunque el arte de magia tiene más que
ver con la instrucción dada en ese sentido por el PCE, que ha dado orden a su
militancia de esperar y ver mientras Franco siga en la cama.

Con todo, el informe jodido es el de Cortina Mauri. Es el ministro de Asuntos


Exteriores el encargado de informarle oficialmente al Príncipe de que Argelia ha

52
rechazado un acuerdo entre España, Marruecos y Mauritania, y que ha
pronunciado la palabra guerra a la hora de definir sus posibles acciones al
respecto.

Eso sí, la Bolsa recibe al Príncipe con una subidilla de punto y medio. En las
redacciones de muchos periódicos se retira a toda prisa de la edición un artículo
del grupo Tácito, formado fundamentalmente por personas del régimen
convertidas al democratismo reformador, que quiere ser su bienvenida al
Príncipe como líder del Estado. Entre otras cosas, Tácito apuesta por un
gobierno de concentración con integración de todas las fuerzas políticas con
que el Príncipe piense contar en el futuro, y un amplio indulto para delitos
políticos y de opinión. El gobierno hace saber a los periódicos que los que
publiquen el artículo serán secuestrados.

53
Día 1 de noviembre, 20,45 horas.

El cuadro peritoneal inflamatorio clínicamente no ha progresado.

La ascitis no ha experimentado modificaciones. Se conserva la


motilidad intestinal.

Durante todo el curso de su enfermedad no ha perdido la lucidez.

Firmado: el equipo médico habitual.

La parquedad informativa del día 1 de noviembre tiene posiblemente mucho


que ver con el hecho de que el día es festivo, Todos los Santos. Sin embargo,
la jornada del 1 de noviembre será de capital importancia porque a lo largo
de esa jornada, el Príncipe, ostentando una jefatura del Estado que ya no
abandonará, toma una decisión crucial; una decisión tomada en la tarde de
aquel día 1, en su residencia, en el curso de una reunión con los jefes de
Estado Mayor de los tres ejércitos. En el Sahara español se está desplegando
la llamada Operación Golondrina, es decir la evacuación de civiles. Pero la
oposición interna y, ahora, el grave problema internacional provocado desde
que Argelia ha puesto pies en pared, supone un agravamiento.

Todo parece indicar la preocupación de Juan Carlos por pulsar el sentir del
Sahara. Quizá valga, como síntoma de dicha preocupación, el dato de que una
de las primeras personas que pisan la Zarzuela para visitar y despachar con el
ya jefe del Estado sea el teniente general Fernández Vallespín, jefe del Alto
Estado Mayor, órgano que es el máximo coordinador de la Operación
Golondrina. El sentir parece compartido en el sentido de que buena parte de
las cosas que están pasando se deben a la imagen de debilidad que está dando
España, con un jefe del Estado agonizando en una cama. Nunca sabremos a
ciencia cierta de quién fue la idea de dar un puñetazo encima de la mesa y
demostrar que eso ya no es así. Lo que sí sabemos es que es en esa reunión en
la que se fragua el viaje relámpago del Príncipe a El Aaiún, producido al día
siguiente.

El día 1, además, se da a conocer en Nueva York, en la sede de las Naciones


Unidas, el que se conocerá por Informe Waldheim, es decir el reporte
elaborado por el secretario general después de su viaje por Marruecos,
Mauritania, Argelia y España. El informe que el Consejo de Seguridad le
reclamaba en esa resolución tan resolutiva que hemos visto hace ahora cosa
de una semana. Tampoco es que sea muy valiente. Aboga por que no se haga
nada que pueda incrementar la tensión en la zona (la novedad sería, digo yo,
que un secretario general de la ONU pidiese lo contrario) y sugiere que el
Sahara quede bajo control de Naciones Unidas mientras se resuelve el
conflicto.

En el campo médico, el análisis del líquido ascítico que se le ha extraído al


Caudillo muestra que es inflamatorio, así pues el enfermo está en plena
peritonitis.

54
Día 2, 14,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución clínica de SE el Jefe del Estado


durante las últimas 24 horas ha sido la siguiente: la situación del
Generalísimo es superponible a la de ayer.

El estado general se mantiene, registrándose ligeras oscilaciones


térmicas. Su nivel de consciencia sigue siendo bueno.

El estado cardiorrespiratorio permanece estable. El cuadro


abdominal no ha sufrido variaciones ostensibles, sin aumentar las
hemorragias. Ha progresado la ascitis. La motilidad intestinal
continúa normal. El pronóstico no se ha modificado.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 2, 21,30 horas.

A las 21 horas la evolución clínica de SE el Jefe del Estado, desde el


último parte, no ha experimentado modificaciones apreciables.

Firmado: el equipo médico habitual.

El día 2, festividad de Difuntos, es además domingo. Los madrileños


peregrinan, unos a los cementerios y otros fuera de Madrid. Algunos de los
que han abandonado la ciudad por algunas horas son, según algunas
informaciones, elementos del equipo médico habitual; esto lo dice todo sobre
lo anodino de la jornada en lo que a las molestias de Franco se refiere. Lo
cual no resta importancia a la jornada.

El día 2 de noviembre es el día del viaje de Juan Carlos de Borbón a El Aaiún.


Allí comparte con los soldados la jornada del domingo por la mañana y,
aunque no hace grandes declaraciones ni anuncios, la visita tiene una alta
función que, en gran parte, cumple. Se trata de señalar al mundo que en
España hay ahora un poder fuerte, un poder además plenamente identificado
con sus Fuerzas Armadas, y capaz de presentar batalla, si no bélica, sí, desde
luego, política. Parece obvio que Juan Carlos de Borbón, consciente de que
una de las funciones principales de un rey constitucional, si no la principal, es
y será ser el capitán general de los ejércitos, ha leído la inquietud de las
Fuerzas Armadas, y ha querido dejar claro que no están solas.

En el Círculo Recreativo de los Ejércitos de El Aaiún, el rey pronuncia las


palabras justas:

«He venido para saludaros y vivir unas horas con vosotros. Conozco vuestro
espíritu, vuestra disciplina y vuestra eficacia. Siento no poder estar más
tiempo aquí, con estas magníficas unidades, pero quería daros personalmente

55
la seguridad de que se hará cuanto sea necesario para que nuestro Ejército
conserve intacto su prestigio y el honor.

España cumplirá sus compromisos y tratará de mantener la paz, don precioso


que tenemos que conservar. No se debe poner en peligro vida humana alguna
cuando se ofrecen soluciones justas y desinteresadas y se busca con afán la
cooperación y el entendimiento entre los pueblos.

Deseamos proteger también los legítimos derechos de la población civil


saharahui, ya que nuestra misión en el mundo y nuestra historia nos lo exigen.

A todos un abrazo y un saludo con el mayor afecto, ya que quiero ser el


primer soldado de España».

Según el doctor Palma, el propio Príncipe le comentó a los médicos del equipo
que, tras su viaje, Hassan II le había telefoneado para tranquilizarlo sobre la
Marcha Verde y sus consecuencias. Es más que probable que esa llamada se
produjese. Ahora, al frente de los destinos de España, y demostrando
mediante el viaje que contaba con todos los resortes del poder, hay un
hombre joven, no un anciano moribundo. Un hombre con excelentes
relaciones en Occidente, fruto de sus viajes, por ejemplo a los Estados
Unidos, que ha sabido cultivar en los últimos años. Y un hombre que, además,
como se dice aún hoy, tiene excelentes puntos de contacto en eso que ha
dado en llamar las monarquías árabes moderadas (aunque no se suele explicar
moderadas en qué exactamente). Juan Carlos de Borbón tenía la capacidad de
hablar con gentes que a Franco apenas le conocerían epidérmicamente. El
viaje, y las gestiones que son seguridad conllevó, supusieron un evidente
cambio de escenario para los marroquíes.

Las cosas que se empiezan a enderezar. Franco, como si lo supiera, está a


punto de llegar al punto alto de uno de los picos de la montaña rusa en la que
se ha convertido su vida.

56
Día 3, 14,10 horas.

A las 13,30 horas la evolución clínica de SE el Generalísimo durante


las últimas 24 horas ha sido la siguiente:

Estado general y de consciencia similares a los de ayer.

La situación de su problema cardiocirculatorio continúa


evolucionando favorablemente.

El síndrome digestivo sigue con pequeñas hemorragias. La motilidad


intestinal es adecuada. La ascitis ha sido parcialmente evacuada.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Dice el doctor Palma, en sus memorias sobre la enfermedad de Franco, que


las tres de la tarde fue siempre una hora jodida para Franco. El momento que
solía escoger su cuerpo para encabronarse. El Caudillo no duerme bien pero
en la mañana del día 3 de noviembre los médicos, que ya no pueden ser
optimistas, están por lo menos tranquilos. Sin embargo, Franco duerme mal.
Además, dice encontrarse mal, lo cual es todo un síntoma, porque su
respuesta más normal, la que le ha dado a su mujer en días anteriores y le
volverá a dar a los médicos más adelante, es «regular».

A las tres de la tarde, el cuerpo de Franco revienta. El enfermo comienza a


sangrar por la boca, por el ano y por la nariz. La sangre sale a borbotones de
su cuerpo, con tanto flujo que en poco tiempo las ropas de su cama están
literalmente teñidas de rojo. Los médicos no saben qué hacer. Dos horas
después de presentarse la hemorragia ya le han trasfundido al general dos
litros de sangre, lo cual es una bestialidad; pero esos dos litros de sangre,
junto con la que ya tenía dentro el enfermo, están ya básicamente
empapando las ropas de la cama.

El doctor Pozuelo observa que el enfermo tiene dificultades para respirar, así
pues mira en la faringe del enfermo. Lo que ve allí le aterra. Con cuidado,
extrae de la garganta de Franco un coágulo, según afirma en sus memorias,
del tamaño de un puño. Este tamaño tan grande le da la señal de que,
cualquiera que sea la vía sanguínea que está rota dentro del cuerpo de
Franco, es enorme. En realidad, la hemorragia está obstruyendo la sonda, así
pues los médicos tienen que sacar los coágulos de la boca con los dedos.

Día 3, 20,30 horas.

57
A las 20,30 horas la situación de SE el Generalísimo continúa siendo
gravísima, insistiéndose en el tratamiento intensivo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Los médicos, con más que probables disensiones que no creo que conozcamos
nunca con precisión, deciden operar. En realidad, hay dos posibilidades. Una
es llevarlo a La Paz, ciudad sanitaria que está muy cerca de El Pardo, así pues
se puede llegar pronto y es, además, el centro hospitalario probablemente
mejor dotado de España en ese momento; y la otra posibilidad es operar en la
residencia sanitaria Francisco Franco, donde es médico el doctor Hidalgo
Huerta, principal cirujano de la partida, y que es normal que quiera jugar ese
partido en casa, en sus instalaciones, con su gente. Pero ninguna de esas dos
opciones será la final.

Como bien saben los que de esto hayan leído algo, Franco será operado en
unas instalaciones de su Guardia, utilizadas como almacén. Se ha dicho que
esto fue así por la urgencia de la operación, es decir la gravedad del herido.
Sin embargo, la información que nos aporta el doctor Palma es distinta. Según
él, quien forzó la operación en aquel lugar tan poco propicio fue Manuel
Llaneras, el jefe de seguridad de El Pardo, el cual se negó a un traslado tan
precipitado del Caudillo a ningún dentro hospitalario por no ser capaz de
garantizar su seguridad. Fue, por lo tanto, el miedo a que el moribundo
sufriese un atentado el que obligó a los médicos a trabajar en condiciones
deplorables.

Lenta, muy lentamente, se saca a Franco de su habitación en el segundo piso,


según algunas versiones en una camilla y según otras en una alfombra, aunque
lo que es claro es que, sea lo que sea donde se le transporta, está empapado
de sangre. El doctor Castro Guirao, al parecer el más cachondo metal de
todos ellos, llevaba varios días intentando desarrollar algún artilugio para
poder trasladar cómodamente al enfermo; artilugio que no se recata en
llamar, incluso delante de doña Carmen Polo, el portafrancos. Sin embargo,
aquella urgencia le pilla sin haberlo terminado. Así pues, Franco es llevado
malamente, con mucho cuidado, y bajado en el ascensor. Por el pasillo y el
propio ascensor quedarán un montón de manchas de sangre que serán las que
vean los parientes del Caudillo cuando lleguen a eso de las seis y media, sin
saber muy bien lo que está pasando.

Mientras lo trasladan, Franco dicen que dice su famoso «Dios mío, qué duro es
esto», frase que revela muy bien sus padecimientos. También dice: «por
favor, déjenme ya».

Diversos coches del Ejército de Tierra van a La Paz y, una vez allí, se llevan
aparatos a El Pardo metidos en los maleteros, habitualmente abiertos porque
el tamaño de la carga impide cerrarlos.

58
A las nueve de la noche, Franco tiene una tensión y un pulso cercanos a cero.
El marqués de Villaverde ya ha decidido que se va a operar en cuanto las
condiciones lo hagan posibles pero, como sabe cualquier médicos, ésas no son
condiciones factibles para una operación. Sin embargo, a las nueve y media
Franco, en otra evolución que parece milagrosa, mejora lo suficiente como
para que se le pueda operar.

Nada más colocar a Franco en la mesa de operaciones, la hemorragia a lo


bestia recomienza.

En el curso de la operación, en la que se producen dos paros cardiacos que


son perfectamente controlados por los médicos, se extraen cinco litros de
sangre coagulada sobre el hígado. La compañía eléctrica ha reducido la luz en
los alrededores para prevenir una subida de tensión que pueda dejar el
quirófano a oscuras. Los médicos, por lo demás, comprueban fehacientemente
que no hay cáncer en el sigma, una de las sospechas que se han llegado a
manejar. Pero es el único dato mínimamente positivo. Lo que encuentran los
cirujanos al abrir a Franco es un peritoneo purulento, casi pútrido, en el que
en las jornadas anteriores se han ido acumulando deshechos del cuerpo
procedentes del intestino; se le extraen hasta siete litros de líquido ascítico.
El estómago, enormemente hinchado, ocupa toda la cavidad abdominal, y
guarda en su interior un enorme coágulo de dos kilos de peso y cuatro úlceras
que será necesario suturar; coágulo que, sin embargo, ha hecho algo bueno
por el enfermo, pues estando ahí, y siendo tan grande, ha acabado por
presionar sobre la arteria gastroepiploica izquierda, que es la que ha
reventado. La operación, que dura en total las dos horas y media que van
desde las nueve y media y las doce, sirve para suturar esa rotura. Pero hay un
dato especialmente grave. «Adiós riñón», musita, si hemos de creer al doctor
Palma, el doctor Vital Aza. Y es cierto. No hay diuresis. Aunque durante días
los partes médicos ocultarán elegantemente esta realidad a los españoles, ya
en el día 3 de noviembre, el riñón de Franco ha dejado de funcionar. Lo cual
equivale a decir que ya desde el día 3 de noviembre, quienes conocen la
situación real de Franco saben que su muerte es ya sólo cuestión de tiempo, y
no mucho.

Durante la operación, Franco recibe ocho litros de sangre donados a toda prisa
por guardias civiles que prestan servicio en El Pardo. Hay testimonios de que
se hicieron fotos de las vísceras del general durante esta operación. Palma,
sin embargo, estaba presente y no dice nada de ello. Esas fotos, en todo caso,
nunca se han visto.

Nadie, por lo demás, cree que un anciano de 82 años vaya a ser capaz de
aguantar esa operación y sobrevivir. Sus oportunidades se estiman en el 1%.
Pero Franco sobrevivirá, y algunos pensarán que será algo milagroso.

Monseñor Cantero Cuadrado, como ya hemos dicho, es uno de los miembros


del Consejo de Regencia y, por si es necesario su concurso como tal, ha
abandonado su sede zaragozana a toda hostia camino de Madrid. Pero antes
de eso ha propuesto, al parecer con la aprobación entusiasta de los fieles, que
el manto que cubre a la virgen del Pilar, cuya festividad es también la del Día

59
de la Hispanidad o de la Raza como se llamaba entonces, sea llevado a los
pies del Caudillo.

Existen testimonios de que Franco recibió el manto con consciencia e incluso


lo besa. Y luego está el dato: la noche en que tenía que morir, no murió. El
doctor Palma considera que el asunto del manto virginal no fue del todo ajeno
a dicha resistencia posoperatoria. En cualquier caso, el asunto dio pábulo a la
historia del milagro, aunque también cabe apostar por el simple error clínico
que habría diagnosticado una dolencia mortal que, en realidad, el enfermo no
tenía.

Hay una persona que no pudo seguir estas vicisitudes todo lo cerca que
hubiera querido. Esa persona es el presidente Carlos Arias. El día 3 de
noviembre, con seguridad hubiera preferido estar en El Pardo, esperando el
resultado de la operación, más tiempo del que estuvo. Pero tenía que
permanecer en su despacho de Castellana, 3. Y es así porque aquel 3 de
noviembre, el otro gran suceso, además de la gravísima hemorragia del
Caudillo, fue la llegada a Madrid del primer ministro de Marruecos, Ahmed
Osman. Los ministros Pedro Cortina y Antonio Carro han pasado la tarde
dialogando con él. A eso de las nueve de las noches se les une Arias.

La información no llega hasta la madrugada, momento en que el jefe de la


Casa Civil del Caudillo, Fuertes de Villavicencio, se lo dictará al ministro León
Herrera desde El Pardo (lo cual explica que coloquemos este parte, que
cronológicamente pertenece al día 4, en la crónica del día 3):

Día 4, 2,30 horas.

A las 15 horas del día 3 de noviembre, SE el Jefe del Estado


presentó un cuadro caracterizado por inquietud, palidez e
hipotensión con dolor intenso interescapular y significativos signos
electrocardiográficos de insfuciencia coronaria y respiración
periódica. Se inicia un cuadro hemorrágico digestivo que conlleva a
una hemorragia gástrica masiva incohercible. Ante el fracaso de la
terapéutica conservadora, se decide la intervención quirúrgica.

A las 21,30 la intervención fue practicada por el profesor M. Hidalgo


Huerta, con la colaboración de los doctores Cabrero Gómez y Artero
Guirao, en el quirófano del regimiento de la guardia de El Pardo,
previamente acondicionado. El equipo de anestesia y reanimación
estuvo integrado por los doctores Llauradó, María Paz Sánchez y
Fernández Justo.

En la intervención se objetivó la existencia de una úlcera gástrica


aguda, localizada en la parte anterior del estómago, próxima a la
curvatura mayor en la región inicial del fundus, que al interesar la
arteria gastroentatoica izquierda, era responsable del cuadro
hemorrágico actual. Se comprobó asimismo la existencia de dos

60
erosiones de la mucosa gástrica al nivel del antro. Por vía
intragástrica, se practicó sutura oclusiva de la úlcera sangrante y
arteria acompañante, comprobándose la cesación de la hemorragia.
Asimismo fueron suturadas las dos erosiones no sangrantes de la
mucosa antral.

La intervención fue bien tolerada con esporádicas alteraciones


electrocardiográficas severas, que fueron controladas
satisfactoriamente por el grupo cardiológico que colaboró durante el
acto quirúrgico. La operación finalizó a las 12,30 de la noche,
trasfundiéndose un total de 7,5 litros de sangre.

A las 1,00 horas del día 4 de noviembre, en el momento de redactar


este parte, las constantes vitales de SE el Jefe del Estado están
normalizadas.

El pronóstico es muy grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Fue una de las noches más largas de la Historia de España. En aquel entonces,
la televisión española, que era la única, terminaba sus emisiones a eso de la
medianoche con el himno de España y una serie de imágenes de Franco. Pero
aquella noche prolongó sus emisiones. En las Cortes, miembros del Consejo
del Reino están pendientes de la misma a la espera de información, aunque a
la una les ha llamado Rodríguez de Valcárcel desde El Pardo para decirles que
todo ha ido bien y que se pueden ir a dormir si lo desean.

A eso de la una y cuarto de la madrugada, la marquesa de Villaverde baja del


segundo piso e informa a las personas que están en la primera planta de que
Franco ha despertado de la anestesia, pero que mira con ojos de alucinado,
como de no saber ni quién es, ni qué la ha pasado, ni dónde está.

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Día 4, 13,30 horas.

A las 13,30 horas del día de hoy la situación clínica de Su


Excelencia el Generalísimo es la siguiente:

El curso postoperatorio se está desarrollando sin incidentes. Sus


constantes de pulso, temperatura y respiración son normales.

La diuresis se está manteniendo.

La ascitis, evacuada durante el acto operatorio, en una cantidad


aproximada de seis litros, se ha recidivado ostensiblemente.

El estado cardiovascular evoluciona favorablemente sin que se


hayan objetivado nuevas alteraciones clínicas y electrocardiográficas.

El pronóstico sigue siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 4, 20, 30 horas.

A las 20,30 horas del día de hoy la situación clínica, desde el último
parte, es la siguiente.

Continúa evolucionando con toda normalidad el curso postoperatorio


sin alteración en las constantes con tendencia a la regularización de
los exámenes analíticos. La diuresis persiste en niveles de
estabilización tanto en su ritmo como en su continuidad. La ascitis se
ha incrementado en forma moderada. No ha habido anormalidades
en la evolución del proceso cardiaco. Han aparecido signos de
tromboflebitis del sector femoroilícaco izquierdo, que fue utilizado
para la introducción de un catéter para control continuo de la presión
venosa central y perfusiones terapéuticas.

El pronóstico no ha variado.

Firmado: el equipo médico habitual.

En los partes del día 4 se aprecia una voluntad clara de ser todo lo positivo
que la situación putomiérdica del enfermo permite. Hay admisiones claras, de
todas formas, como la repetición de la ascitis; pero, al mismo tiempo, se
utilizan expresiones lo suficientemente imprecisas, además de lenguaje
técnico, que permitan obviar algunas de las situaciones peores, como que el
riñón del general se haya ido a la mierda. De todas formas, la mala, mala
noticia del día 4 es la reaparición de los síntomas de tromboflebitis.

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A mediodía del día 4, Franco está algo más consciente, lo suficiente como
para intercambiar algunas palabras (no sabemos cuáles) con su mujer y con su
hija. Según el doctor Pozuelo, se quejaba amargamente de dolores y, sobre
todo, de las molestias que le causaba el intubamiento.

El día 4, Ahmed Osman sale de España, haciendo unas declaraciones en


Barajas que hacen dudar si este marroquí no será nacido en Galicia: «La
Marcha Verde continuará y las negociaciones entre España y Marruecos
también. La marcha no imposibilita las negociaciones y las negociaciones no
impiden la marcha. Nosotros esperamos que todo salga bien».

Lo mejor de todo, la coda final. Noticia habría sido que dijera «rogamos cada
día al Altísimo para que todo salga de puta pena».

63
Día 5, 14,17 horas.

A las 13,30 horas, la evolución clínica ha sido la siguiente:

El postoperatorio continúa su curso con las incidencias señaladas en


el punto anterior.

En previsión de complicaciones pulmonares, secundarias a la


hemorragia digestiva, se ha solicitado la colaboración del coronel
médico don Luis Álvarez-Salas Moris.

La ascitis persiste. Aunque mantiene una diuresis aceptable, las


cifras de urea se han elevado.

El proceso cardiaco sigue una evolución favorable.

La tromboflebitis del muslo izquierdo continúa su evolución.

El pronóstico sigue siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 5, últimas horas de la tarde.

A las 20,30 horas la evolución clínica ha sido la siguiente:

El estado general del postoperatorio se mantiene.

El aumento de las cifras de urea en sangre ha aconsejado iniciar una


diálisis peritoneal bien tolerada.

No ha habido incidencias cardiacas ni respiratorias.

La tromboflebitis del muslo izquierdo permanece estacionaria.

El pronóstico no se ha modificado.

Firmado: el equipo médico habitual.

El día 5 es un muy mal día para Franco. Las luces comienzan a apagarse,
incluso dando la sensación de estar coordinadas. Los análisis muestran un
incremento de la urea que viene a demostrar el turbio diagnóstico del doctor
Vital Aza: la diuresis de Franco es ya prácticamente inexistente, motivo por el
cual es necesario abordar la diálisis perotineal. El enema que se le practica
muestra, además, coágulos y heces negras, síntoma más que sobrado de que
el estómago ha sangrado de nuevo; algo que ya temían los propios médicos,
quienes habían pensado que sería difícil que, en un hombre tan mayor y al

64
que además se le administran anticoagulantes, las suturas fuesen a cerrar
bien.

En el líquido ascítico que se le sigue extrayendo aparecen bacterias como la


Entrobacter y la Clostrydium. Como no soy médico ni bioquímico, no puedo
dar más datos.

Con todo, el día 5 pasan cosas mientras que el estado del Caudillo se agrava.
Es la jornada en la que el rey Hassan II mira las cartas que tiene en la mano y
sopesa las que tiene su oponente español. Ciertamente, la estrategia
marroquí ha quedado seriamente tocada tras la demostración de fuerza,
unidad y decisión que ha dado el Príncipe con su viaje al Sahara. Así pues,
Hassan sabe ya en ese momento que su idea primaria, que era haber resuelto
el problema entre España, Marruecos y Mauritania, es ya un fracaso. Desde la
ONU, tras estos hechos, los mensajes han sido claros a favor de una
suspensión de la Marcha Verde. Pero Hassan tiene miedo. Después de haber
embarcado a 300.000 personas en una historia así, si ahora les dice de buenas
a primeras que se den la vuelta, puede que lo hagan, pero para darle de
hostias, y lo sabe. Por eso ha enviado al primer ministro en la jornada en que
Franco es operado. España trata de quitarse de encima el merdé del Sahara
de la mejor forma posible. Pero, por su parte, Marruecos también está
buscando una salida honrosa que salve su real culo.

Dado que esa solución de compromiso es imposible, o si es posible nadie la


encuentra, el rey Hassan anuncia aquel 5 de noviembre la reactivación de la
Marcha Verde. Así pues, los caminantes salen de la línea de Tarfaya, aunque
no encontrarán al ejército español, porque éste se ha retirado unos diez
kilómetros para crear una tierra de nadie en la que los marroquíes puedan
evolucionar. Pero cada paso que da la Marcha la acerca más a los campos
minados, y allí puede pasar cualquier cosa. El general español en la zona,
Gómez de Salazar, lo puede decir más alto, pero no más claro: «la Marcha
Verde no avanzará ni un metro más» de las posiciones españolas.

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Día 6, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución clínica ha sido la siguiente:

El curso postoperatorio continúa con normalidad, en lo que se refiere


a las manifestaciones normales y mantenimiento de las constantes
de presión y temperatura. Hay claros indicios de reanudarse la
motilidad intestinal.

La diálisis peritoneal continúa con buena tolerancia.

Ha comenzado a disminuir la cifra de urea.

El estado del corazón se mantiene estable, aunque ocasionalmente


han registrado alteraciones del ritmo.

La situación pulmonar es normal.

La tromboflebitis del muslo izquierdo sigue su evolución.

El pronóstico sigue siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 6, 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución clínica ha sido la siguiente:

No ha habido variaciones ostensibles desde el último parte.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

El 6 es un día anodino desde el punto de vista médico. Pero sólo desde ese
punto de vista. A las 11 de la mañana, hora peninsular, las tropas españolas
divisan cuatro camiones que llegan por la carretera de Tah a El Aaiún. Los
vehículos se detienen a cien metros de la primera alambrada, que delimita un
campo de minas. Detrás vienen los más de 300.000 marchadores. La Marcha
no se parará hasta última hora de la tarde, en la que cae una tormenta de
arena; pero aún no han intentado sobrepasar la línea trazada por el ejército
español. Según la nota del Estado Mayor español, se han parado en el borde
norte de la Sebja de Un-Deboa, a unos nueve kilómetros al sur del antiguo
puesto aduanero de Tah.

En Argel, el presidente Bumedian ha movilizado a su ejército. En Madrid, el


presidente Arias recibe al diplomático francés Lewin, enviado de Kurt

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Waldheim y, desbordado, solicita oficialmente que la ONU se haga cargo del
Sahara.

¡Noticia bomba! ¡El Consejo de Seguridad de la ONU está despierto! Se


aprueba una resolución de urgencia, que textualmente, dice que el Consejo:

«1.- Deplora la realización de la marcha.

2.- Insta a Marruecos a que retire inmediatamente a todos los participantes en


la marcha del territorio del Sahara Occidental.

3.- Insta a Marruecos a todas las demás partes afectadas e interesadas a que,
sin perjuicio de cualesquiera medidas que la Asamblea General pueda adoptar
en virtud de las disposiciones de su resolución 3.292 (XXIX) y de cualesquiera
negociaciones que las partes afectadas e interesadas pueden entablar, de
conformidad con el artículo 33 de la Carta, cooperen plenamente conel
secretario general con el cumplimiento del mandato que le ha confiado el
Consejo de Seguridad.»

¡Qué lenguaje preclaro! ¡Qué estilo imperativo! Es uno de esos comunicados


que, nada más leerlo, entran ganas de obedecerlo. Como casi todos los que
alumbra la ONU.

Los periódicos del día 7 presiden sus primeras planas con el asunto del Sahara.
Es la primera vez que la enfermedad de Franco se ha convertido en plato
informativo de segunda mesa.

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Día 7, 13, 30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución clínica es la siguiente:

Después del último parte, la situación postoperatoria de SE el


Generalísimo ha experimentado la incidencia de la aparición de una
hemorragia digestiva de cuantía limitada, que motivó un descenso
tensional moderado y pasajero que fue controlado mediante la
administración de sangre. La motilidad intestinal se ha restablecido.

La función renal se ha deteriorado, con disminución de la diuresis, y


en la mañana se ha iniciado una segunda diálisis peritoneal.

El estado cardiorrespiratorio no ha sufrido modificaciones.

No se objetivan signos de insuficiencia cardiaca congestiva y han


desaparecido los trastornos del ritmo.

El curso clínico de su tromboflebitis de muslo izquierdo indica que el


proceso tombótico inicial no ha progresado.

Mantiene su nivel de consciencia.

El pronóstico no se ha modificado.

Firmado: el equipo médico habitual.

Ya en la mañana del día 7 (el parte que acabamos de copiar reproduce la


situación del enfermo más o menos a las 8,30 de la mañana), los médicos
saben que hay nuevas hemorragias, aunque, por lo que he podido leer, están
probablemente más preocupados por los niveles de urea que por otra cosa. En
horas, sin embargo, les pillará el toro.

En algún momento del mediodía del 7, probablemente en torno a las 13 horas,


se produce una nueva hemorragia masiva por boca y nariz, en la que
acumulan de nuevo coágulos en boca que la sonda no puede gestionar. La
situación es enormemente parecida a la de la operación del día 3, sólo que
esta vez el equipo médico no se arredra con chorradas. Bajan al enfermo, lo
meten en la ambulancia, y se presentan en La Paz, donde ya desde hace días
se están preparando cosas para un traslado.

Franco sufrirá esa tarde su segunda operación. Tiene 82 años, Parkinson, ha


perdido ya más de veinte kilos desde que se le declarara la presunta gripe, ha
recibido litros y litros de sangre ajena y hasta ha sido operado en un quirófano
que horas antes de ser un quirófano era un trastero polvoriento. Y, sin
embargo, sobrevivirá también a esta intervención.

Todo ello, a pesar de que lo se encuentran los médicos al abrir son unos
intestinos de los que se ha ido todo trazo de vida y un peritoneo

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extraordinariamente infectado. El estómago, de nuevo, está lleno de sangre y
de coágulos procedentes de las cuatro úlceras suturadas el día 3, las cuales se
han abierto junto con otras once nuevas. Esto es lo que fuerza a los médicos a
practicar la extirpación parcial del estómago; una técnica que, al parecer, se
llama o se llamaba Billroth 1.

Los riñones de Franco, para entonces , ya no funcionan. Y los


electrocardiogramas muestran cambios de ritmo que hasta entonces no se
habían observado.

Cuando era trasladado, algunos creen entender que Franco musita: «Dios mío,
cuánto cuesta morir».

Cuanto termine la operación, Franco habrá recibido en apenas unos días


sangre suficiente como para renovar la totalidad de la de su cuerpo seis
veces. Ni Howard Hughes en lo peor de su esquizofrenia alcanzó niveles así.

El Caudillo despierta de la anestesia a eso de las tres de la madrugada. No es


capaz de hablar, pero sus quejas son constantes. Tiene dolores muy intensos.
A base de meterle calmantes en vena, lograrán adormecerlo.

Día 7, horas después.

A las 15,30 horas, ante el aumento grave de la hemorragia gástrica


aludida en el parte anterior y a su falta de respuesta al tratamiento
médico, se decidió una nueva intervención quirúrgica. Para ello, SE
el Jefe del Estado fue trasladado a la Ciudad Sanitaria de La Paz,
donde fue intervenido seguidamente por el profesor M. Hidalgo
Huerta, con la colaboración de los doctores Serrano Martínez, Cario
y Sagrario Padilla. El equipo de anestesia y reanimación estuvo
constituido por los doctores Llauradó, María Paz Sánchez y
Francisco Fernández. La vigilancia de las constantes cardio-
respiratorias durante la intervención estuvo a cargo de los doctores
Vital Aza, Mínguez y Palma.

En la operación se demostró la existencia de nuevas y múltiples


ulceraciones en el estómago que sangraban profusamente. Por este
motivo se procedió a la resección gástrica subtotal.

La intervención, que duró cuatro horas, requirió la administración de


cinco litros seiscientos mililitros de sangre. Todo ello fue bien
tolerado.

En el momento de la redacción de este parte, a las 21,00 hgoras, las


constantes están dentro de los límites de la normalidad.

El pronóstico es muy grave. Mañana, a las nueve horas, se dará un


nuevo parte médico.

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Firmado: el equipo médico habitual.

Coincidiendo con la nueva operación de Franco a vida o muerte, otros 250


camiones se incorporarán a la Marcha Verde. El Estado Mayor del Sahara
reporta que el campamento de los marchadores ha alcanzado ya «enormes
proporciones». Pero no se registran incidentes. Ese mismo día viaja a Agadir
el ministro de la Presidencia, Antonio Carro, quien se entrevista con el rey y
el primer ministro marroquíes.

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Día 8, 8,30 horas.

A las 8,30 horas, la evolución clínica es la siguiente:

Ha pasado la noche dormido. Ha despertado de la anestesia a las


tres de la mañana y se ha procedido a sedarle para evitar dolores.

Desde el último parte las constantes se han mantenido normales.

Desde el comienzo de la intervención quirúrgica de ayer hasta el


momento del parte actual se han trasfundido siete litros y doscientos
mililitros de sangre.

Al final de la intervención quirúrgica se implantó en el antebrazo


derecho un cortocircuito arteriovenoso para la práctica de
hemodiálisis.

El proceso tromboflebítico del muslo izquierdo sigue estacionario.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

En el primer parte del día 8 aparece ya la palabra hemodiálisis. Es imposible


ya mantener por más tiempo la ocultación. La anemia del enfermo es
galopante y se hace necesario el tratamiento. El tema de discusión es qué
pasará si hay nuevas hemorragias. Se dice que en el equipo médico hay
facultativos partidarios de no volver a intervenir.

Día 8, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

Continúa el curso estable en el postoperatorio de SE el Generalísimo


en la Ciudad Sanitaria la Paz de la Seguridad Social, tanto en las
presiones arteriales como en el pulso y temperatura a las catorce
horas de la intervención.

Durante la mañana se ha establecido una tercera sesión de diálisis


peritoneal para tratar su insuficiencia renal por el doctor L. Sánchez
Sicilia.

No ha habido modificaciones en su proceso cardiológico.

El cuadro tromboflebítico de muslo izquierdo no ha progresado.

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El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 8, 21,30 horas.

A las 21,30 horas, la evolución de la enfermedad es la siguiente:

Persiste la situación postoperatoria sin incidencias, conservándose


las constantes en forma similar al parte anterior. El estudio
macroscópico de la pieza operativa realizado por el doctor Contreras
informa como dato preliminar de la existencia de once ulceraciones
sangrantes agudas y focos petequiales diseminados en la mucosa.
Desde las once horas continúa con la diálisis peritoneal como parte
del tratamiento de su insuficiencia renal. La situación cardiológica
permanece estable.

El proceso tromboflebítico del muslo izquierdo continúa en la misma


situación. A las veinticuatro horas de la operación, realizada en el
día de ayer, no se ha evidenciado ningún dato de hemorragia. El
pronóstico sigue siendo grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

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Día 9, 13,45 horas.

A las 13,30 horas la evolución de la enfermedad de SE el Jefe del


Estado, hospitalizado en la Clínica Sanitaria de La Paz de la
Seguridad Social, es la siguiente:

El postoperatorio de Su Excelencia sigue su curso positivamente,


tanto en su sintomatología local como en sus constantes básicas de
pulso, presiones arterial y venosa y temperatura.

Continúa la diálisis peritoneal, habiéndose comprobado su eficacia


en el control analítico de la mañana.

Cardiológicamente, no se ha registrado ninguna incidencia.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 9, 21 horas.

A las 21 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la siguiente.

El estado postoperatorio de SE el Generalísimo es semejante al


comunicado en el parte anterior. No ha habido modificaciones en las
constantes de pulso, presiones y temperaturas. La exploración
abdominal corresponde a las horas transcurridas desde el momento
de la operación.

La diálisis peritoneal prosigue su curso.

La situación cardiorrespiratoria no ha experimentado modificaciones


desde el último parte.

La tromboflebitis sigue estabilizada.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

El próximo parte médico será facilitado a las 13,30 horas del lunes
día 10.

Los atentos lectores de estas notas quizá se hayan dado cuenta de que no
pocos de los días más anodinos desde el punto de vista clínico vienen a
coincidir con jornadas intensas desde otros puntos de vista. El día 9 de
noviembre confirma esta regla.

Para Franco, es un día más de transición sufriente. Se queja repetidamente,


como ya ha hecho en jornadas anteriores, de lo mucho que le molesta la

73
intubación. Sin embargo, ese día 9 es el último en el que pasará algo de
tiempo sin el tubo que tanto odia. En la madrugada ha tenido una nueva
hemorragia, de carácter menor. Preguntado por los médicos sobre su
situación, contesta con su habitual, y muy galaico, «regular». Esta palabra
será la última que pronuncie en su vida. Inmediatamente después, tendrá un
acceso de tos que obligará a su intubación. Intubación que ya sólo se le
retirará, 11 días después, para proceder a su embalsamamiento.

Pero lo importante del día 9, lo que tiene a todos los españoles pendientes de
la televisión y de la radio, es la visita del ministro de la Presidencia, Antonio
Carro, a Agadir. Dicen que Carro es el más reformista del reformista gobierno
Arias, un hombre para el diálogo. En Agadir, como hemos dicho, se entrevista
con el rey y con varios de sus ministros. Y, finalmente, arranca la petición
buscada: la detención de la Marcha Verde. Lo que no sabemos muy bien, al
menos yo no lo sé, es a qué precio. Lo que sí sabemos es que el rey Hassan, en
la alocución en la que da la orden de marcha atrás, afirma que la Marcha
Verde «ha logrado todo lo que nosotros y nuestros amigos esperaban de ella».

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Día 10, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

El postoperatorio de SE el Generalísimo sigue progresando sin


incidencias. Se ha iniciado la motilidad intestinal. Se ha retirado la
sonda de aspiración gástrica.

El diagnóstico histológico del fragmento gástrico extirpado, realizado


por el doctor F. Contreras, es: segmento gástrico con once
ulceraciones agudas superficiales, congestión vascular y focos
petequiales múltiples (gastritis aguda erosiva). Estado
postgastronomía con sutura continente.

La diálisis peritoneal continúa sin dificultades técnicas y con eficacia


comprobada en las cifras analíticas.

La situación cardiorrespiratoria se mantiene estable.

La tromboflebitis del muslo izquierdo no se ha modificado.

Pronóstico sin variaciones.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 10, 20, 30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

El postoperatorio sigue su curso con normalidad.

A las 18 horas se ha suspendido la diálisis peritoneal y se ha iniciado


la primera sesión de hemodiálisis con riñón artificial que está siendo
bien tolerado.

Se han objetivado transtornos del ritmo cardiaco, que han sido


fácilmente corregidos.

La buena evolución ventilatoria pulmonar, y su estado de


consciencia, han permitido la retirada del tubo endotraqueal a
primera hora de la tarde.

La tromboflebitis de muslo izquierdo continúa inalterada.

Firmado: el equipo médico habitual.

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El día 10, un día que quiere ser anodino dentro de un posoperatorio, es el día
que se empieza con la diálisis artificial, es decir cuando Franco queda ya
definitivamente enganchado al riñón artificial, que le mantendrá levemente
engarzado con la vida durante diez días. Ha sido necesario pasar a la diálisis
artificial después de que los médicos hayan esperado inútilmente en el día
anterior que orinase algo. Este día, en todo caso, se le retira a Franco el
respirador endotraqueal que se le había colocado con el posoperatorio.

Unos bajan, y otros suben. El día 10, lunes, es también el primero en el que el
que será rey de España (aún no lo es) se da el primer baño de juancarlismo.
Para cuando salen los periódicos vespertinos, los primeros que salen los lunes,
el fin de la Marcha Verde es visto ya, de forma unánime, como una victoria
personal de Juan Carlos de Borbón. Todo el mundo destaca el acierto de su
viaje relámpago y la confianza que ha generado en la persona del Príncipe
entre los elementos más sobresalientes del Ejército. Oro molido para Juan
Carlos, quien para entonces ya tiene más que pensada la transición, o por lo
menos la parte que le toca, y sabe que es impracticable si los militares se
ponen de canto.

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Día 11, 13 horas.

A las 13 horas la evolución clínica ha sido la siguiente:

El curso posoperatorio abdominal continúa sin incidencias locales.

La insuficiencia renal se sigue tratando con hemodiálisis.

Desde el punto de vista de sus procesos cardiovasculares, corazón y


tromboflebitis, no han aparecido modificaciones.

En bases pulmonares han aparecido pequeños focos de congestión


y edema que están siendo tratados.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 11, 20, 30 horas.

El postoperatorio sigue sin modificaciones. La sesión de hemodiálisis


del día de hoy ha terminado satisfactoriamente. En el curso de sus
problemas cardiocirculatorios se han observado esporádicos
transtornos de ritmo.

La tromboflebitis del muslo izquierdo se mantiene sin modificaciones.


La imagen radiográfica pulmonar muestra ligeros signos de
regresión después de haber permanecido sentado en un sillón
durante una hora, recibiendo fisioterapia respiratoria.

El pronóstico no ha variado.

Firmado: el equipo médico habitual.

Los partes, algo anodinos, del día 11, esconden sin embargo alguna novedad
mayor. Lo cierto es que el día 11, Franco ha comenzado a mostrar síntomas
de bronconeumonía. Ha tosido y escupido esputos de sangre y pus, situación
ésta que es la que aconseja a los médicos pasarlo una hora a la butaca.
Vicente Pozuelo nos informa de que, en este acto de sentarle, Franco se
muestra muy nervioso, inseguro; parece ser que es entonces cuando se da
perfecta cuenta de que no está en El Pardo sino en La Paz. Parece claro que
sufre ese síndrome de los enfermos terminales, para los cuales su vida se
reduce ya a esperar la muerte tumbados en la cama, y cualquier cambio sobre
esa, llamémosle rutina, les causa desazón.

Su yerno, el marqués de Villaverde, le conmina a toser. Para eso es la


sentada, para mover sus pulmones. «¡Tose, tose!». Franco hace lo que puede.
Pide agua dos veces.

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Por lo demás, el día 11 es el día que aterriza en Madrid una macrodelegación
marroquí, que viene a negociar con el gobierno español alguna solución para
el follón del Sahara. También llega una delegación mauritana.

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Día 12, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

El curso postoperatorio se ha visto alterado por la presencia de


signos de hemorragia digestiva controlada, hasta el momento con
tratamiento médico. La motilidad intestinal se ha establecido.

Cardiológicamente, persisten los trastornos intermitentes del ritmo.


No ha habido alteraciones en la frecuencia del pulso, tensión arterial
y presión venosa central. La tromboflebitis del muslo izquierdo no se
ha modificado.

Se han acentuado los signos radiológicos focales pulmonares.

Ha aumentado la gravedad del pronóstico.

Firmado: el equipo médico habitual.

En las jornadas previas los médicos, frente a una auténtica estampida de


datos negativos como la hemodiálisis y los signos de neumonía, se consolaban
diciendo: por lo menos no hay hemorragia. Los facultativos saben que han
cortado el estómago de un viejo de 82 años, enfermo de Parkinson que,
además, está siendo tratado con anticoagulantes. Tienen muy pocas
esperanzas de que las suturas vayan a cerrarse como se cerrarían en el cuerpo
de un hombre joven y sano. A las tres de la mañana del día 12, sus sospechas
se confirman. A Franco se le presentan nuevas hemorragias cuando se intenta
incorporarlo como el día anterior para que tosa; hemorragias que se controlan
a base de emplear masivamente medicación para la coagulación; empleo que,
como hemos visto, presenta el problema de hacer que el enfermo reviente por
el flanco de la tromboflebitis.

A las ocho y media de la mañana, Radio Macuto informa en el hall de La Paz


de que la hemorragia se puede considerar básicamente controlada. Ha
costado, pues, cinco largas horas de lucha. Los periodistas puede oler el
pesimismo. Todos ellos llaman a sus redacciones para prevenirles de que la
muerte se puede producir en cuestión de unas horas.

La mañana es una mañana de puro nerviosismo. Hasta su final no saldrá el


parte médico, cuando la hora habitual es con las primeras luces. Hay fuentes
que hablan de que Franco podría haber muerto. Cuando el presidente Arias
suspende sus reuniones con los marroquíes para presentarse en La Paz, los que
tal cosa creen empiezan a ser mayoría.

De este día 12 datan las evidencias más claras de que alguien, la verdad no sé
si toda la familia Franco o sólo una parte de ella, está presionando para que
el Caudillo sea ya abandonado a su suerte. Una ambulancia DKV llega a estar

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preparada en la puerta de la residencia sanitaria para ir a El Pardo, signo
inequívoco de que, muy probablemente, aquella jornada del 12 faltó muy
poco para que el general fuese trasladado a su residencia particular, a morir.

La tarde transcurrirá en la espera de la noticia de la muerte de Franco, que


quedará, sin embargo, desmentida por el parte de la noche.

Día 12, 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

En el curso postoperatorio desde el parte anterior no han objetivado


signos clínicos ni analíticos de persistencia de hemorragia digestiva.

No ha habido incidencia cardiovascular alguna, manteniendo


presiones arterial, venosa, frecuencia y ritmo cardiaco con toda
normalidad.

La tromboflebitis continúa estacionaria.

Se ha iniciado a las 15,15 horas una nueva sesión de hemodiálisis


como las anteriores, con heparinización regional, que transcurre con
buena tolerancia, normalidad y eficacia.

Persisten los mismos signos clínicos y radiológicos focales que


afecta a cambio medio pulmonar derecho.

Pronóstico sin variaciones.

Firmado: el equipo médico habitual.

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Día 13, 13,40 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad de SE el Jefe del


Estado, hospitalizado en la Ciudad Sanitaria de La Paz de la
Seguridad Social, ha sido la siguiente: a las 3,30 de la madrugada
del día de hoy SE el Generalísimo ha presentado un nuevo episodio
de hemorragia digestiva que ha remitido a las dos horas de su
aparición con tratamiento médico. La progresión de su
sintomatología respiratoria ha aconsejado la instauración de
respiración asistida por intubación. Se ha iniciado una nueva sesión
de hemodiálisis. Cardiológicamente permanece estable. La
tromboflebitis continúa estacionaria. El pronóstico sigue siendo muy
grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 13, 20, 30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

Desde el último parte médico no se han exteriorizado signos clínicos


de nuevas hemorragias digestivas.

La situación clínica y radiológica pulmonar es superponible a la del


último parte. Continúa con respiración controlada y sedación
medicamentosa.

Prosigue la hemodiálisis, que es bien tolerada.

Desde el punto de vista cardiológico no ha habido incidencias. Las


tensiones arterial, venosa, el ritmo y la frecuencia del pulso son
normales.

La tromboflebitis continúa estacionaria.

El pronóstico sigue siendo muy grave.

Firmado: Vicente Pozuelo Escudero, Vital Aza Fernández Nespral,


Luis Pescador del Hoyo, Eloy López García, José María Gómez
Mantilla, José Luis Palma Gámiz, Ernesto Castro Fariñas, Jesús
Señor de Uría, Isidoro Mínguez Enríquez de Salamanca, Luis Alonso
Castrillo Aladrén, Gabriel Artero Guirao, Roberto Llauradó Sabe,
Luís Sánchez Sicilia, Carlos Marina Fiol, Manuel Hidalgo Huerta,
José Parra Lázaro, Miguel Lucas, Francisco Fernández Justo, Carlos
Petrement, Joaquín Carbonell, María Paz Sánchez Aguado, José
Corbatín, Tomás Epeldegui, Manuel Sánchez Canas, Sixto Obrador.
F. Cabrero Gómez, José Manuel Álvarez Salas Moris, José de la

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Cámara, José Luís Vallejo, Francisco J. Guerra Sanz, Julio Ortiz
Vázquez, Félix Contreras Ruiz.

La frialdad de los partes del día 13 no es suficiente para trasladar al estudioso


y al lector la palabra fundamental que preside aquella jornada: pesimismo.
Los periodistas se enteran a primera hora de la tarde de que a eso de las dos
de la tarde, Franco ha vuelto a sangrar mucho.

No he encontrado en la bibliografía consultada alguna razón que explique por


qué, inopinadamente, en el parte de la noche se regresa al sistema de
recoger el nombre de los médicos que lo firman, sustituyendo pues la habitual
expresión de «el equipo médico habitual». Algún follón o disensión interna
debería estar detrás de ello, pero, si alguien lo ha contado, yo no lo he
conseguido encontrar.

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Día 14, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

No se han evidenciado clínica y analíticamente la existencia de


hemorragias digestivas.

Los signos clínicos y radiológicos de su proceso pulmonar no han


progresado. Continúa con la respiración controlada y el tratamiento
intensivo habitual.

En el curso de la mañana se ha iniciado una nueva sesión de


hemodiálisis.

Su cuadro cardiocirculatorio no ha tenido modificaciones desde el


parte de ayer. Las presiones arterial, venosa central y ritmo cardiaco
son normales.

Su tromboflebitis continúa estacionaria.

El control de la sedación medicomentosa por el registro


electroencefalográfico muestra los patrones bioeléctricos cerebrales
normales, propio de esta terapéutica.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Con el parte de la mañana, el destino parece preparar a los españoles a un día


más de posoperatorio con escasas esperanzas. Sin embargo, todo lo que ha
venido pasando en las horas anteriores, esas hemorragias y problemas varios,
no eran sino la cuesta abajo hacia una nueva crisis, que se produce, como
tantas en la enfermedad del Caudillo, a primera hora de la tarde.

A eso de las tres o tres y media, Franco presenta un cuadro de hipotensión


arterial, tensión venosa y distensión abdominal. En román paladino, lo que ha
ocurrido es que las suturas de la operación, sobre cuya cicatrización los
médicos eran tan escépticos, terminan abriéndose, provocándole un shock. La
sangre sale, invade las entrañas del general y lo empuja por el peligroso
slalom de la peritonitis. Su tensión es casi imperceptible y está cubierto por
un manto de sudor frío. El análisis del líquido ascítico muestra la presencia de
contenido intestinal y biliar, es decir que el peritoneo se está llenando de
mierda.

Básicamente, esto viene a significar que hay dos opciones: o no hacer nada y
dejar morir al enfermo, u operarle por tercera vez en apenas unos días.

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Esta tercera operación en once días es la más polémica de todas. El doctor
Hidalgo Huerta, que ha vuelto a toda hostia porque a las tres se había ido de
La Paz, está solo con Cristóbal Martínez Bordiú. El marqués de Villaverde es
yerno de Franco, ciertamente; lo cual quiere decir que no es ni su hijo ni su
hermano ni su nieto. Es médico, ciertamente. Pero cualquiera que haya
tenido que enfrentarse a una situación compleja con la salud de un pariente
sabe que no son los médicos los que toman la última decisión.

La tercera operación de Franco se produjo, básicamente, con la aprobación


del marqués, no de la familia. Existen bastantes indicios de que, para
entonces, la familia Franco era ya más partidaria de dejar morir a Franco que
de otra cosa.

En la operación, se repara la sutura rota y se encuentra un peritoneo


literalmente podrido. En ese estado, ya no se puede confiar en el peritoneo,
así pues se le coloca un drenaje para, en caso de repetirse el problema, el
líquido salga hacia el exterior.

Día 14, 18,25 horas.

A las 15,30 horas, SE el Generalísimo ha presentado un cuadro


agudo con hipotensión arterial, aumento de la presión venosa y
distensión abdominal, condicionando un diagnóstico de abdomen
agudo por probable deluscencia de sutura, en virtud de las
circunstancias locales y generales que concurrían en el enfermedad.

Decidida la intervención inmediata ha sido realizada en el quirófano


de la Ciudad Sanitaria La Paz por el profesor Manuel Hidalgo
Huertas, con la colaboración de los doctores Artero, Alonso Castrillo
y Cabrero. El equipo de anestesia y reanimación ha estado integrado
por los doctores Llauradó y Francisco Fernández Justo. El control
cardiológico ha sido realizado por los doctores Vital Aza, Señor de
Uría, Mínguez y Palma, en presencia del equipo médico habitual.

En la intervención quirúrgica se ha comprobado la existencia de una


dehiscencia reciente relacionada con el cuadro de shock descrito
anteriormente, a nivel de anastomosis gastro-yeyunal, de calibre
reducido con salida de contenido intestinal a cavidad peritoneal.
Suturada nuevamente la zona dehiscente, se han situado drenajes
externos de cavidad abdominal y de asa yeyunal.

La intervención ha durado dos horas, siendo aceptablemente


tolerada.

El pronóstico es gravísimo.

Firmado: el equipo médico habitual.

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Aquel día, de todas formas, el pueblo español tendrá dos, no uno solo,
motivos para la angustia. El gobierno se reúne para tratar de enfrentar la
crisis económica, y aprueba medidas entre las cuales se encuentran varias
subidas de precios en bienes de consumo habitual, como la gasolina, la
electricidad o el butano.

Pero aún queda una noticia. El 14 de noviembre se produce la última reunión


entre españoles, marroquíes y mauritanos que alumbra el denominado
Acuerdo de Madrid sobre el Sahara. El acuerdo es tan bueno que en ese
momento no se hace pública ni una coma de su contenido. Será el documento
que, de entonces hasta ahora, sustantivará para muchas personas la
vergüenza de la cesión española. El acuerdo de Madrid pasa por varios aros,
como la corresponsabilización con Marruecos y Mauritania en la administración
del Sahara en fase de descolonización, así como, si son ciertas algunas
informaciones, la cesión a Marruecos de importantes intereses económicos.
Pero, sobre todo, supone un acuerdo con Marruecos lo suficientemente
ambiguo como para que la autodeterminación del Sahara se convierta desde
entonces y hasta hoy, y han pasado más de treinta años, en un proceso
torcido en el que nadie, no por supuesto los presidentes españoles, pero
tampoco secretarios de Estado estadounidenses o secretarios generales de la
ONU, nadie, repito, haya sido capaz de solucionarlo permanentemente.

España llegó agotada a aquel acuerdo de Madrid y firmó casi cualquier cosa a
cambio de que Marruecos dejase de dar por culo en un momento en el que ya
se esperaba con inminencia la muerte del jefe del Estado. Había que
centrarse en otras cosas.

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Día 14, 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad es la siguiente:

La situación de choque endotóxico de SE el Generalísimo pudo ser


superada durante la operación. La evolución postoperatoria en estas
primeras cinco horas está siendo satisfactoria en tensiones arterial,
venosa, ritmo y frecuencia cardiaca dentro de límites aceptables. La
situación pulmonar no ha empeorado. En el momento de redactar
este parte está siendo sometido a hemodiálisis.

El pronóstico sigue siendo gravísimo.

Firmado: el equipo médico habitual.

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Día 15, 8,30 horas.

A las 8,30 horas, la evolución de la enfermedad es la siguiente:

El curso postoperatorio continúa con constante de presión arterial,


venosa, ritmo y frecuencia de pulso dentro de límites aceptables.

La situación pulmonar permanece estable. Sigue con respiración


asistida, según las técnicas habituales de reanimación
postoperatoria.

La sesión de hemodiálisis se realizó con buena tolerancia y eficacia.

El pronóstico es gravísimo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 15. 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad de SE el Jefe del


Estado, es la siguiente:

A las 26 horas del postoperatorio de SE el Generalísimo, el curso de


sus constantes de presión arterial, venosa central, frecuencia y ritmo
y cardiaco no han experimentado modificaciones sustanciales desde
el último parte.

El proceso pulmonar se mantiene estable, continuando el


tratamiento con respiración asistida.

Ha finalizado la sesión de hemodiálisis con buena tolerancia y


eficacia.

El pronóstico no se ha modificado.

Firmado: el equipo médico habitual.

Este día 15, pese a los evidentes intentos tranquilizadores de los partes, es el
día en el que la prensa, incluso la prensa amordazada del franquismo,
comienza a soltarse el pelo y a criticar la que parece una intención de
mantener al Caudillo con vida a toda costa. Se habla, muy especialmente, de
un enfrentamiento que se habría producido en los pasillos de La Paz entre la
marquesa de Villaverde y, sobre todo, su hija Mariola, y el marqués, quien
como hemos visto autorizó la tercera operación sin consultarles, ni a ellas ni a
nadie de la familia.

A lo largo del día, el principal problema son los leucocitos del Caudillo. Son
muchos, demasiados; indicativo de que está luchando contra algún tipo de

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infección. Vuelve a sangrar y tiene el abdomen abombado, signo de
peritonitis. También sufre un ataque de tos y se le observa el ceño fruncido.
Por el catéter que le han colocado sale contenido intestinal, y la sangre
parece ser síntoma de que las suturas no están portándose.

El día 16 es, además, y según los recuerdos del doctor Palma Gámiz, el día de
las fotos. Tiempo después de la muerte de Franco, estas fotos, que le
muestran moribundo en la camilla, intubado por varios sitios y en una
situación de extremada delgadez, serán publicadas por una revista con gran
escándalo. Aunque la revista, en estricto respeto del secreto profesional,
nunca reconoció cómo habían llegado las fotos a su poder, desde el primer
momento se señaló al marqués de Villaverde como su autor. Palma lo
confirma, y afirma, además, fueron hechas aquel día 16, y lo fueron porque
Martínez-Bordiú era consciente de que se trataba de unas imágenes históricas.
Más aún: según Palma, el marqués hizo entrar a sus hijos en la habitación y los
obligó a posar en la cabecera de la cama. Si los nietos de Franco han
confirmado o desmentido esta versión, no lo sé. Lo cierto es que tampoco
recuerdo haber visto nunca esas fotos.

Día 16, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

A las 13,00 horas del postoperatorio de la tercera intervención


practicada a SE el Generalísimo, las constantes de presión arterial,
venosa central, frecuencia y ritmo cardiaco son normales.

La exploración clínica pulmonar no ha experimentado modfiicación,


sigue con respiración asistida.

El pronóstico es muy grave.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 16, 21,30 horas.

A las 21,30 horas, la evolución de la enfermedad es la siguiente:

El curso postoperatorio de SE el Generalísimo a las cincuenta y dos


horas de finalizada su tercera intervención quirúrgica no ha sufrido
alteraciones ni incidencias desde el último parte. En el día de hoy se
ha realizado una nueva sesión de hemodiálisis, que ha terminado
con normalidad y eficacia.

El pronóstico sigue siendo el mismo del parte anterior.

Firmado: el equipo médico habitual.

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Día 17, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad es la siguiente:

El curso postoperatorio de la tercera intervención de SE el


Generalísimo continúa sin incidencias.

Los signos clínicos y analíticos de su proceso peritoneal van


regresando paulatinamente.

La temperatura es de treinta y seis grados centígrados.

La situación pulmonar está estabilizada. Continúa con respiración


asistida.

Las tensiones arteriales, tensión venosa central, frecuencia y ritmo


cardiaco son normales.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 17, 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

Al iniciarse el cuarto día del postoperatorio la situación clínica de SE


el Generalísimo se mantiene sin modificación en relación con el
parte médico anterior.

El pronóstico sigue siendo el mismo.

Firmado: el equipo médico habitual.

Aunque los médicos no lo dicen, el día 17 es un día crítico. Han pasado 72


horas desde la operación y los signos son de que las suturas no han
cicatrizado. Lo suyo, en ese punto, es perder toda esperanza de que la
cicatrización se produzca. Así las cosas, los facultativos deciden retirar
lentamente la sedación del enfermo, el cual, a pesar de ello, no se despierta.
Más tarde, algo más despejado, hace un gesto para pedir agua y se le da de
beber. Nada más hacerlo, comienza a sangrar por el catéter. De madrugada,
Franco está recibiendo de nuevo transfusiones.

Se sabe que se en las horas anteriores se ha tratado de mejorar la


cicatrización del estómago colocándole al enfermo hielo encima de él. Esta y
otras especulaciones dispara el rumor Disney, es decir la historia, que tuvo
bastantes adeptos en aquellas horas, de que el Plan C del franquismo era

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criogenizar a Franco para esperar al momento en que existiese una cura para
sus dolencias. España estaba para entonces tan acostumbrada a pensar en un
Franco eterno que la gilipollez le llegó a cuadrar. Lo que nos dice el doctor
Palma en sus memorias es que, efectivamente, la terapia del frío, bajando la
temperatura del enfermo uno o dos grados, se llevó a cabo en sus últimas
horas; pero deja muy claro que nadie confiaba en ella y que no fue, desde
luego, una congelación de cuerpo entero ni nada parecido.

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Día 18. 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

Durante la madrugada del día 18 el curso postoperatorio de SE ha


sido interferido por la presencia de una nueva e importante
hemorragia digestiva intermitente, sometida a tratamiento médico.

La situación vuelve a ser crítica.

Firmado: el equipo médico habitual.

Día 18, 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

Durante las últimas horas y en el momento de redactar este parte no


se evidencian signos de hemorragia.

Han aparecido esporádicos trastornos del ritmo cardiaco.

Continúa con respiración controlada bajo sedación medicamentosa.

Las circunstancias clínicas han aconsejado mantener su temperatura


a 33 grados centígrados.

Se ha realizado una nueva sesión de hemodiálisis con tolerancia y


eficacia.

El pronóstico no ha variado.

Firmado: el equipo médico habitual.

«La situación vuelve a ser crítica». Esta frase es lo más importante de estos
partes. Si hubieran podido ser sinceros, los partes médicos de aquel día
probablemente habrían dicho «en el día de hoy, el equipo médico habitual ha
perdido ya sus últimas esperanzas de una recuperación clínica del enfermo».

Los médicos han bajado los brazos. Han decidido dejarle morir.

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19 de noviembre, 13,30 horas.

A las 13,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

La fase crítica en elcurso postoperatorio de SE el Generalísimo está


evolucionando desfavorablemente en las últimas hors, como
consecuencia de los fenómenos tóxicos derivados del proceso
peritoneal que motivaron la última intervención practicada el viernes
día 14.

No hay signos actuales objetivos de hemorragia digestiva.

La situación cardiocirculatoria se ha deteriorado paralelamente.


Continúan los trastornos del ritmo cardiaco. Presenta tendencia a la
hipotensión arterial y al aumento de presión venosa central.

El empeoramiento de su función respiratoria obliga a continuarse la


respiración controlada. La temperatura está regulada a 34 grados.

Persiste la situación de fallo renal agudo que continúa tratándose


con hemodiálisis.

El estudio electroencefalográfico, a las 12,30 de hoy, así como el de


las 22,00 horas del día de ayer, acredita una actividad bioeléctrica
cerebral conservada. En virtud de ello, el equipo médico continúa la
utilización de las medidas terapéuticas necesarias e imprescindibles
que no produzcan sufrimientos físicos.

El pronóstico sigue siendo crítico.

Firmado: el equipo médico habitual.

El antepenúltimo párrafo de este primer parte del día 19 es angustioso, casi


doloroso. Sus palabras son lacrimosas. Los médicos dicen: seguimos luchando
porque el electroencefalograma nos sigue diciendo que lo que hay dentro de
su cabeza está vivo. Palma nos confirma este dato; nos dice que los indicios
correspondientes indicaron actividad cerebral hasta el último momento. Ya da
igual. Las hemorragias parecen haberse calmado un poco, pero, de todas
formas, el cuerpo de Franco está repleto por dentro de sangre y fluidos fuera
de sitio, que en cualquier momento pueden provocarse un shock tóxico del
que ya sería inútil intentar salvarlo a base de bisturí.

Día 19, 20,30 horas.

A las 20,30 horas, la evolución de la enfermedad ha sido la


siguiente:

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La situación clínica de SE el Jefe del Estado no ha presentado
modificaciones sustanciales desde el último parte.

El pronóstico sigue siendo crítico.

Firmado: el equipo médico habitual.

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En algún momento de la madrugada del día 20 de noviembre, aniversario de la
muerte de José Antonio Primo de Rivera frente al pelotón de fusilamiento, el
corazón de Franco se para y su electroencefalograma, finalmente, muestra
una línea recta. Que Franco iba a morir, si no en el momento en que murió,
cualquiera que fuera éste, o un poco más tarde, un poco más pronto, creo que
está fuera de toda duda. Lo cual no hace que su muerte esté exenta de
polémica.

El doctor Palma abona en sus recuerdos dichas dudas. Expresa sin ambages su
extrañeza de que un enfermo que llevaba semanas rodeado por una auténtica
troupe de facultativos de muy diversas especialidades acabase por morir
rodeado sólo de dos enfermeras, una anestesista, un cardiólogo y su yerno, el
marqués. Nos dice que fue Cristóbal el que se empeñó en que el personal se
marchara aquella noche, pretextando que tenían que descansar.

No sé si alguna vez sabremos con exactitud quién y, sobre todo, por qué,
frecuentó la antesala del enfermo aquellas últimas horas. Desde luego estuvo
su familia, estuvo el presidente Arias, y estuvo el Príncipe, faltaría más. Pero
también se publicó en su momento que había estado José Antonio Girón de
Velasco, conspicuo falangista, ex ministro de Trabajo y en ese momento
máximo representante del ala más dura, el llamado búnker, el franquismo
más recalcitrante.

Es muy probable que, a eso de las diez o diez y pico de la noche del 18, tanto
Arias como el Príncipe fuesen informados de que la cosa era, esta vez sí,
cuestión de horas. La muerte, de alguna manera, se organizó. El día 19, tres
ministros, el secretario general del Movimiento, el de Planificación y el de
Trabajo, están en La Paz por la noche. Se rumorea incluso que puede haber
un Consejo allí mismo a eso de la una. Pero todos reciben una orden tajante:
habrán de recibir la noticia en sus casas, o en sus puestos, si es que muere de
día.

Para los amigos de la teoría de que Franco no murió cuando quiso, el dato
está en el día 18. Ese día, las Cortes celebran una sesión anodina, que los
procuradores terminan rápidamente porque todos quieren ir a La Paz a
enterarse del Estado del Caudillo. En la sesión, sin embargo, se produce un
hecho importante: el discurso de Alejandro Rodríguez de Valcárcel, que se
despide de su cargo como presidente de las Cortes. Su mandado expira el día
26. Y hay quien dice que esa fecha era la gran esperanza blanca del búnker.
Lo que quería el franquismo irredento es que su líder mostrase alguna
actividad cerebral hasta llegada esa fecha, para que el Príncipe, atado de pies
y manos por la presencia de Franco sobre la tierra, no pudiese intentar el
nombramiento de otro presidente, con lo que el nombramiento de Valcárcel
se prorrogaría. Esto supondría mantener a un franquista puro y duro en las
más altas instituciones del Estado, presente, entre otras cosas, en el equipo
que habría de presentarle al jefe del Estado la terna de candidatos para
presidente del Gobierno en caso de cambiar éste. Hay quien dice que, de
haber tenido voto Valcárcel, Adolfo Suárez no habría sido candidato de una
mierda.

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¿Franco murió cuando lo mató su enfermedad, cuando alguien lo decidió o, tal
vez, cuando le dio la gana? No creo que nunca lo sepamos. Nos quedan, tan
sólo, aquellas horas angustiosas, los últimos comunicados, y el parte final.

Día 20. 4,55 horas. Comunicado de las Casas Civil y Militar del
Caudillo

Las Casas Civil y Militar comunican, a las 4,30 horas, que, según
informan los médicos de turno que atienden a SE el Jefe del Estado
en la Ciudad Sanitaria La Paz de la Seguridad Social, el Caudillo ha
entrado en el periodo final.

Día 20, 6,05 horas. Comunicado de las Casas Civil y Militar del
Caudillo.

Las Casas Civil y Militar informan, a las 5,25 horas, que, según
comunican los médicos de turno, SE el Generalísimo acaba de
fallecer por paro cardíaco, como final del curso de su shock tóxico
por peritonitis.

Día 20, 9,15 horas. Último parte médico.

Diagnósticos clínicos finales:

Enfermedad de Parkinson. Cardiopatía isquémica con infarto agudo


de miocardio anteroseptal y de cara diafragmática. Úlceras agudas
digestivas recidivantes con hemorragias masivas reiteradas.
Peritonitis bacteriana. Fracaso renal agudo. Tromboflebitis ilio-
femoral izquierda. Bronconeumonía bilateral espirativa. Choque
endotóxico. Parada cardiaca.

Madrid, 7,30 horas del día 20 de noviembre de 1975.

Firmado: el equipo médico habitual.

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