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Astronomia Popular PDF
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LA TIERRA
y
El CIELO
t t j f u t t^í t r
1020028945
ASTRONOMIA POPULAR
ASTRONOMIA POPULAR
LA T I E R R A Y EL C I E L O
DESCRIPCION
POE
CAMILO FLAMMARION.
OBRA VERTIDA LIBREMENTE AL E S P A S O L , AMPLIFICADA Y ADICIONADA CO!T S O T A S
POR
P o r la dignidad d e su o b j e t o y por la p e r -
fección de s o s t e o r í a s , la Astrouomia e s el m a s
bello monumento d e l e s p í r i t u h u m a n o .
LAPLACE.
FONDO
MADRID fVCAROO COVAfíBUBfAS
IMPRENTA T LIBBEB1A DE G A S P A B , EDITORES.
88740
1 8 7 9 -
40630
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F 5 3
I S l i
en los cielos de maravilloso y extraordinario, no po- Desde la invención del telescopio los astrónomos
demos comunicarlo á nuestros lectores en dos pa!a- mas célebres han sido Newton, Herschel y Laplace.
En la actualidad existen en Europa y en América sa-
bios y hábiles observadores. Todos los pueblos de la
Tierra, pues, han trabajado de consuno para formar
esta hermosa ciencia, la mas exacta de todas las cien-
cias de observación. Recordemos los nombres de los
astrónomos que hemos citado en este prólogo: son los
nombres de los génios que han prestado á la huma-
nidad los servicios mas eminentes.
La Astronomía no es solamente una bella ciencia,
es una ciencia en estremo útil. Sin ella no solo no co-
noceríamos el cielo ni la grandeza objetiva que ate-
sora, sino que la Tierra misma para nosotros seria en
gran parte desconocida.
La Astronomía es una ciencia que requiere profun-
dos y universales estudios para conocerla á fondo:
toda una vida de trabajo constante y de penosas in-
vestigaciones, es necesaria para ser astrónomo; mas
afortunadamente, para conocer lo que es preciso que
sepan todos, á fin de popularizar las ciencias, no se
necesita tanto trabajo. Con alguna atención, en poco
tiempo, sin fatigar el entendimiento, antes al contra-
rio, con facilidad y vivo placer, podrán nuestros lec-
tores aprender muchas cosas útiles é indispensables,
iniciando su espíritu, en los grandes y admirables se-
cretos del Universo.
Fig 2 . a — E l gran telescopio de Melbourne.
LA TIERRA ES REDONDA.
Tal es la idea, sobre poco mas ó menos, que los hombres con la curvatura del suelo. E n torno suyo distinguirá á la
de otros tiempos, ignorantes como niños, se formaron tam- misma distancia los puntos BCDE, y otros tantos por el
bién de la Tierra, y pronto veremos á qué peregrinas h i - otro lado que no pueden estar señalados en nuestro d i b u -
pótesis recurrieron para esplicarse esas apariencias. jo. Estos puntos limitan sus miradas, y forman el contorno
Cuando estemos colocados en una inmensa llanura, ya de su horizonte. Los objetos situados mas allá, en F, en G.
sabemos que mas allá del horizonte que l i m i t a n u e s t r a s m i - e n líen I , en / por ejemplo, se encuentran debajo de aquel
radas, h a y tierra todavía; que h a y campiñas, h a y bosques, círculo, y por lo tanto ocultos por la redondez del suelo.
h a y mares y otros continentes; pero, ¿por qué no'los vemos? Si en vez de permanecer en la llanura sube á una mon-
Precisamente porque la Tierra es redonda. Si fuese plana, t a ñ a , su vista se extenderá á una distancia mas considera-
veríamos los objetos apartados cada vez mas pequeños y con- ble. Desde la cima descubrirá ciudades, bosques, campiñas,
fusos, hasta que la distancia nos los borrara por comple- que desde el pié de la montaña no podia distinguir; y á sus
to, y no descubriríamos el círculo que forma el horizonte. ojos s e presentarán, como antes, confundidos en lontananza
el cielo y la T i e r r a , pero á distancia mas considerable, á q u e avanzamos descubrimos y a los pisos mas altos y al
causa de la altura en que ahora se halla colocado con r e s - fin los bajos, hasta su base, que parecen elevarse gradual-
pecto al horizonte. mente como si salieran de la Tierra.
Admitamos, p u e s , que el mismo observador se traslada E l mismo efecto se observa, pero de una manera mas
sobre una colina, al punto iV (fig. 4. a ) por ejemplo. Por la apreciable y sensible sobre la mar, donde no h a y estorbo
línea que representa la dirección de su mirada, c o m p r e n -
deremos que puede ver ahora los objetos situados en F en 0r
F i g . 5. a —F.l pueblo visto á lo lejos. El horizonte no permite descubrir otra cosa que
Fignra 4 . a - E l observador colocado sobre una montaña descubre un horizonte mas
los puntos mas altos de los edifielos.
estenso.
manifiesta la sombra de la Tierra completamente redonda, Dispuesto todo lo necesario p a r a un v i a j e de esta índole, partió c o n
merced al progreso moderno, puede darse la vuelta al g l o - da la figura de la Tierra, y nos autorizan para sentar que
bo en menos de tres meses por medio de la combinación nada existe h o y mas cierto ni mejor « o s ^ •
Despues de estar convencidos los sabios d e q u e la l i e r
r a tiene la forma de u n a e s f e r a , intentaron medirla.
Y con el auxilio de instrumentos de g r a n precisión y
L procedimientos matemáticos que no podemos exphcar
detalladamente por no permitirnóslo la indo e elemental de
e t ! libro, encontraron que esta bola colosal tiene de c i r -
cunferencia 10.000 leguas (1). Hecha
la longitud que llamamos metro. P a r a establecerla tomaron
desde luego la cuarta parte del círculo máximo o meridia-
no terrestre, que pasa por París; y despues la ^ e z - m l o -
n é s i m a parte de aquel cuadrante: esta diez^mxllonésima
( l ) L a s m o n l a i í a s m a s a l t a s d é l a T i e r r a s o n el G a u r i s a n k a r y e l K i n -
c h i j u n g a , del H i m a l a y a , q u e s e e l e v a n sobre el n i v e l del m a r á 8 . 8 4 0
m e t r o s l a p r i m e r a , y á 8.582 m e t r o s l a s e g u n d a . P u e s b i e n , m e d i d o e l
G a u r i s a n k a r d e s d e el f o n d o del Océano t e n d r í a el d o b l e , ó s e a 17.680 m e -
t r o s , lo c u a l no es a u n s i n o l a 700 a v a p a r l e d e l d i á m e t r o t e r r e s t r e , a l t u -
r a b i e n i n s i g n i f i c a n t e c o m p a r a d a con el v o l u m e n de n u e s t r o g l o b o y coi»
la l o n g i t u d de s u d i á m e t r o .
(N. del T . )
con relación á nuestro globo, distribuyamos separadamente
sobre la superficie de una bola de billar de las mayores,
menudísimos granos de mostaza. Estas desigualdades tan
exiguas no son un obstáculo para que la bola de billar sea
perfectamenre redonda. Lo mismo sucede con la Tierra: las
pequeñas desigualdades que ofrecen los continentes y las
montañas, no impiden que sea esférica. Si las consideramos
tan colosales es porque, pobres pigmeos, comparamos nues-
tra pequeñez con sus tamaños, sin embargo de ser a q u e -
llos, como hemos visto, con respecto á la Tierra, lo que los
granos de mostaza colocados en la bola de billar, ó como
una insignificante prominencia en la magnifica cúpula del
Monasterio del Escorial (1).
Por lo demás, cuando nuestra imaginación llegue á f a - CAPITULO II.
miliarizarse con estas ideas, comprenderemos que la figura
globular, idéntica en todos sentidos, es la mas sencilla y la
mas natural de todas las formas. Se manifiesta en las bur-
AISLAMIENTO DE L A TIERRA EN EL ESPACIO.
b u j a s del jabón que hacemos flotar en los aires, en la gota
de la lluvia que fecundiza los campos, y en las del rocio que
esmaltan las hojas de las flores. El Sol, la L u n a , todos los
astros que divisamos en el cielo, son cuerpos redondos, y es
m u y natural que así mismo lo sea la Tierra. Excepcional y
raro seria por cierto que ella sola estuviese configurada d e
otra manera q u e los demás cuerpos celestes.
( l ) L a s m o n l a i í a s m a s a l t a s d é l a T i e r r a s o n el G a u r i s a n k a r y e l K i n -
c h i j u n g a , del H i m a l a y a , q u e s e e l e v a n sobre el n i v e l del m a r á 8 . 8 4 0
m e t r o s l a p r i m e r a , y á 8.582 m e t r o s l a s e g u n d a . P u e s b i e n , m e d i d o e l
G a u r i s a n k a r d e s d e el f o n d o del Océano t e n d r í a el d o b l e , ó s e a 17.680 m e -
t r o s , lo c u a l no es a u n s i n o l a 700 a v a p a r l e d e l d i á m e t r o t e r r e s t r e , a l t u -
r a b i e n i n s i g n i f i c a n t e c o m p a r a d a con el v o l u m e n de n u e s t r o g l o b o y coi»
la l o n g i t u d de s u d i á m e t r o .
(N. del T . )
CAPITULO II.
(1) Ni aun la p a l a b r a m i s m a cielo es adecuada p a r a designar el e s p a - cias naturales, de la astronomía y de l a óptica. Solo l a f u e r z a de la cos-
pacio vacio y sin límites, t o d a vez que se d e r i v a del calificativo hoilos, tumbre p e r m i t e a u n el uso de ciertas frases en el l e n g u a j e científico, por
que significa bóveda hueca, y la i n m e n s i d a d ni tiene f o r m a , ni linderos m a s q u e no t e n g a n el valor r e a l , ni el significado p r o p i o , como sucede
asignables. El cielo de los a n t i g u o s h a desaparecido de l a e s f e r a de l a con la palabra cielo.
ciencia y d é l a filosofia a n t e l a luz q u e a r r o j a n los progresos de las cien- (N. del r . )
tas, los animales y el género humano, encuentran la p r i - \ h o r a bien: como l a T i e r r a e s un cuerpo esféricode 10.000
mera condicion de su existencia. E s además el agente de leguas de circunferencia aislado en el espacio, resu ta
la combustión, de la trasmisión del sonido, de la luz y de que los m a r e s , las montañas, los grandes continentes, las
otros muchos fenómenos q u e se verifican en sus agitadas poblaciones, todo, en fin, l o q u e se encuentra sobre su su-
regiones. Las propiedades del aire son verdaderamente perficie, está distribuido indistintamente en todos sentidos,
prodigiosas | como toda materia es un fluido pesado, y al y que unos caen á la izquierda y otros á la derecha, estas
mismo tiempo es invisible é incoloro; pero, si miramos un mas arriba y aquellas mas abajo, y no pocas en la región
objeto cualquiera distante, la coloracion del aire se hace
opuesta á la que habitamos. Esto es u n a verdad incuestio-
perceptible. Lo mismo sucede con el agua: vista en peque
nable; pero si nosotros estamos arriba y otros están abajo,
fias cantidades parece sin color; pero si se mira una masa
si nuestras cabezas se dirigen hacia el cielo y las de los
de a l g u n a profundidad como la del mar, la de un lago ó la de
otros están en sentido opuesto, ¿cómo se sostienen. ¿Y las
un rio, se observa un color verdoso ó azulado. De la
misma m a n e r a , cuando dirigimos nuestras miradas á las
( a g u a , t i e r r a , aire y f u e g o ) ; pero c o m o l a q u í m i c a m o d e r n a h a descu-
colinas le j a n a s en un dia claro, sin nieblas, aparecen bierto q u e es elemento ó cuerpo simple todo a q u e l q u e n o es susceptible
bañadas en una suave tinta azulada, tinta que reconoce d e d e s c o m p o n e r s e por los medios analíticos d e q u e h o y dispone l a « e n -
por causa el aire interpuesto entre ellas y nosotros. E l azul c í a , r e s u l t a q u e l a creencia d e los a n t i g u o s era errónea por c u a n t o l a
a t m ó s f e r a se h a l l a compuesta d e u n a mezcla de oxigeno y nitrogeno, c o n -
del cielo no procede de otra cosa que de la coloracion del
t e n i e n d o de 100 p a r t e s en v o l u m e n , 21 d e oxígeno y 79 de n i t r o g e n o ;
aire.
d e ácido carbónico en p e q u e ñ a c a n t i d a d , en 1.000 v o l ú m e n e s d e a i r e , 4
d e ácido c a r b ó n i c o ; d e v a p o r de a g u a en proporciones v a r i a b l e s s e g ú n
La altura de la atmósfera, aunque no se sabe con certe-
l a s estaciones y las l o c a l i d a d e s , y en p a r t í c u l a s imperceptibles de s u s -
za, se puede calcular no obstante, según observaciones f í - tancias animales y vegetales. • ,...
sicas y mecánicas recientes, consignadas en el Anuario de E l peso total de la a t m ó s f e r a p u e d e h o y calcularse e n 5.000 b . l l o n e s
este Observatorio de M a d r i d , en u n a s 15 leguas, ó poco d e k i l o g r a m o s , y s e g ú n D u m a s se puede r e p r e s e n t a r e s t a m a s a e n o r m e
d e gases por 581.000 cubos d e cobre de 1.000 metros d e lado c a d a u n o .
mas ó menos, en y i 0 0 del rádio de la Tierra. Mas allá
B a j o este Océano gaseoso n o s m o v e m o s sobre la t i e r r a , soportando c a d a
de este límite debe haber u n aire sumamente enrarecido ó c u a l sobre sus h o m b r o s el peso de 17.000 k i l o g r a m o s . Los a n t i g u o s n o
m u j t é n u e , y á una elevación mas considerable no debe ereian en esta propiedad d e l a i r e , y por e s t a razón decia con cierto g r a -
existir otra cosa que el vacío, mansión suprema de los cejo el célebre H a ü y á s u s a m i g o s : Hé ahí el peso con que iban cargados ios
antiguos filósofos que negaban la gravedad al aire.
astros (1).
E n l a atmósfera l a s sustancias s e t r a s t o r n a n , se condensan y se p r e -
c i p i t a n en v i r t u d de l e y e s e t e r n a s é inviolables: en todas p a r t e s c o n s e r v a
l a m i s m a e s e n c i a l c o m p o s i c i o n q u í m i c a , o r a se la analice en el v a l l e ,
(1) La a t m ó s f e r a e s el g r a n l a b o r a t o r i o d e l a T i e r r a . E n ella s e v e -
rifican los f e n ó m e n o s m a s s o r p r e n d e n t e s , desde l a l i g e r a y h e r m o s a n u - o r a en l a cima de la m o n t a ñ a : ella es la c a u s a g e n e r a d o r a de toda acti-
becilla q u e flota en los aires reflejando l a s dulces t i n t a s del sol p o n i e n t e , v i d a d y d e todo desarrollo, y de ella, en fin, depende l a v i d a d e c u a n t o
h a s t a el h u r a c a n desolador q u e a r r a n c a los árboles y d e s t r u y e l a s ciu- existe sobre l a superficie de n u e s t r o p l a n e t a .
dades. Los a n t i g u o s creian q u e el aire e r a u n o d e los cuatro elementos-, (N.delT.)
Wm
montañas, los árboles y los edificios? Y las aguas de los maduras de hierro, veremos precipitarse estas partículas
mares, ¿por qué no abandonan la Tierra por aquellas regio- metálicas sobre la superficie del imán, y allí quedarse ad-
nes vertiéndose en el cielo como se vierte el agua de un heridas: no caen, porque el imán que las atrajo egerce
vaso, puesto boca abajo? No se precipitan los edificios en el siempre el mismo influjo, y las retiene. Del mismo modo la
espacio, no se desploman las montañas, 110 se vierten las
EL DIA Y LA NOCHE.
Hemos dicho que mirando al Sol en el instante del m e - estará e n este caso iluminada, la que mira á la luz; la otra,
diodía, tenemos delante el S u r , detrás el N o r t e , á la i z - oscura, en la sombra. L a línea que marca el límite entre la
quierda el E s t e y el Oeste á la derecha. Estos cuatro pun- sombra y la l u z , se llama circulo de iluminación, porque
tos ó direcciones se llaman cardinales, es decir, principales; divide la bola en dos partes i g u a l e s : la iluminada y la
y determinarlas ó señalarlas desde el l u g a r en que uno se oscura. Aplicado este hecho mas especialmente á la T i e r -
encuentra, se llama orientarse, hallar el Oriente. Debemos r a , esplica la alternativa del dia y de la noche. E l Sol,
acostumbrarnos á orientar nuestra posicion, bien á la salida
M O V I M I E N T O DE LA T I E R R A ALREDEDOR DEL S O L .
CAPITULO V.
se encuentra en el punto número 1, el Sol se halla en la di- tonces los grados que el Sol ha descendido debajo del
rección de la estrella A. Avanzando la Tierra en el sentido horizonte, se deduce á qué estrella ha correspondido du-
marcado por la flecha, llegará al punto 2 : el Sol no apare- rante el dia. P e r o , ¿estamos seguros de que la Tierra cir-
cerá j a en frente de la estrella A, sino en dirección de la cula realmente en torno del Sol? Tenemos de ello certidum-
bre. Existen pruebas seguras de semejante movimiento;
estrella B . Cuando nuestro globo llegue al punto 3, se nos
pero h a y mas todavía. Sabemos q u e la Tierra no es el único
figurará que el Sol corresponde á la estrella O. Asi, á me-
globo q u e circula, sino que h a j otros cuerpos, semejantes á
ella, que también se mueven en torno del Sol. Siendo este
movimiento u n a consecuencia natural de las leyes que r i -
gen al Universo, ¿porqué la Tierra, q u e no tiene n i n g ú n
privilegio sobre los otros mundos, habia de ser la e x c e p -
ción de la regla permaneciendo inmóvil en medio de laeter-
n a fluctuación de las cosas creadas?
LOS C L I M A S Y L A S ESTACIONES.
CAPITULO VI.
camina derecha, sino torcida, con su eje de rotación o b l i - él punto designado por E , el polo norte N , que está
cuo al plano de su órbita. mas cercano á nosotros, se halla dirigido al Sol; en el p u n -
Asi acontece con un trompo que gira sobre el suelo: e n tó JT, por el contrario, que es el estremo opuesto de la ór -
ciertos momentos marcha inclinado porque su eje de rota- bita, el polo Norte se halla dirigido, con su inclinación
ción es oblicuo con respecto á la superficie terrestre. Solo propia y p e r m a n e n t e , hácia el lado opuesto al astro del
h a y u n a diferencia entre el trompo y la Tierra, á saber: dia, y el polo S u r S, es el que ahora se dirige al Sol.
que aquel al g i r a r oscila ó se balancea, mientras que el e j e Gomo el paralelismo ó la dirección del eje de rotación es
easi siempre la m i s m a , nuestro globo en su revolución anual
Oblicuidad del eje terrestre.—Las letras N v S designan los polos Norte y S u r Fig. ¿5.—Posicion de la Tierra delante del Sol en el solsticio de verauo.
,de la Tierra en sus diversas posiciones.
de ésta permanece casi siempre dirigido a l mismo punto del presenta al Sol y a el uno, y a el otro polo. Veamos detalla-
cielo. L a figura 2 4 nos esclarecerá este punto satisfacto- damente lo que resulta de este h e c h o , que no es otra cosa
riamente : representa la Tierra en varias posiciones de su que la mudanza de estaciones y la desigualdad de los dias
revolución a n u a l , si bien engrandecida bastante en el d i - y de las noches. Representemos á la Tierra por la figu-
bujo en proporción del Sol, y m u y cerca de este astro; ra 2 5 hecha en mayor escala, pero en la misma posicion
porque de otro modo no hubiera sido posible pintar en que antes le señalamos en el punto E de la fig. 2 4 . E l polo
ella lo que nos proponemos. La dirección del eje supuesto Norte se halla en este caso inclinado hácia el Sol; todo e l
prolongado, se halla representada por líneas para demostrar hemisferio boreal recibe mas directamente y por mas tiem-
mejor de qué lado se inclina. po los rayos solares, y se calienta mas por consecuencia.
Por esta dirección inclinada vemos que la Tierra no se Pero el círculo de iluminación n o pasa por los polos, y no
encuentra siempre en la misma postura delante del Sol. E n divide por igual los dos hemisferios, por c u y a razón la luz
se estiende mas por el del Norte y menos por el hemisferio
tiempo paca calentarse, y mas para enfriarse en el largo
opuesto.
espacio de sus noches, que serán cada vez mas f r i a s ; pues
Fijémonos en un punto de nuestro hemisferio, en el pun- en esta época los rayos deL Sol hieren mas oblicuamente
to F , que representa la situación de E s p a ñ a . E s t e punto esta parte de la Tierra prestándole menos calor. Cuando
a l girar pasa alternativamente del espacio oscuro a? i l u m i - nosotros tenemos los dias largos y la temperatura elevada,
nado ; pero la mayor parte del círculo que describe en su los habitantes de este pais tienen los dias cortos y sufren
vuelta, del cual vemos la mitad solamente en la figura, se los hielos; mientras enjugamos el sudor de nuestra frente
halla inundada por la luz y la parte menor está s u m e r g i d a y gozamos de la alegre estación del estío, la nieve cubre
• en la oscuridad. Nuestro pais en este caso gozará mas de la
l u z , se hallará menos tiempo en las tinieblas : tendremos
los dias largos y las noches cortas; y como el dia es el p e -
ríodo de tiempo en que la Tierra y el aire se templan con
el calor del Sol, asi como la noche es el tiempo en que se
e n f r i a n , nuestro pais, durante la estación de los dias largos,
como tiene mas tiempo para calentarse, y menos para en-
friarse, se irá templando mas de dia en dia. Hemos visto,
por otra parte, que los rayos del Sol nos hieren entonces
mas directamente siendo la época del año en que el Sol nos
parece subir mas alto en el cielo, y arrojar sobre nosotros Fig. 26.—Posicion de la Tierra delante del Sol en el sols'icio de invierno.
que limita este círculo, entrará en la sombra aquel dia al mismo polo tienen seis meses de dia y seis meses de noche,
dar la vuelta: no h a b r á noche para ellos. porque desde el equinoccio de primavera hasta el de otoño,
A fin de comprender esto mejor, señalemos u n punto M el polo está siempre iluminado, y siempre en la sombra la
en medio de la distancia que h a y entre el círculo polar y otra mitad del año. E n esta región inhospitalaria n i n g u n a
el polo (fig. 25). E s t e punto, que al dar la vuelta p e r m a - persona vive.
Veamos lo que pasa en sus cercanías. E n las estrañas
comarcas situadas dentro del círculo polar, en la Groenlan-
dia, por ejemplo, el viajero que hasta allí se aleje no verá
ponerse el sol d u r a n t e meses enteros. Para él se elevará m u y
Circulo polar. poco el astro del dia, y á corta distancia del horizonte v e -
rificará su marcha sin ocultarse. Durante este prolongado
dia los rayos del sol, m u y oblicuos, envian á aquellas r e -
giones glaciales un calor m u y débil que funde sin e m b a r -
Ecuador.
go paulatinamente las nieves del invierno, y hace r e v e r -
decer las yerbas y algunos liqúenes pobres y raquíticos que
crecen sobre la tierra descubierta. Llega u n momento en
Fig. 29.—El circulo polar y el Ecuador. •que el Sol, en el punto mas bajo de su carrera toca al h o r i -
zonte, desapareciendo despues para mucho tiempo. S e d i s -
t i n g u e bácia el S u r , á la hora del mediodía, un débil r e s -
nece siempre en la luz, tiene dias y dias seguidos, pero s m plandor que nos hace concebir la esperanza de volverlo á
noche alguna. ¿Cuándo tendrá noche? Cuando el límite d e ver; pero no se realiza nuestro deseo. El resplandor se des-
la sombra que avanza poco á poco, cambiando de posicion vanece, la noche estiende su oscuro manto, ¡la noche p r o -
longada de este invierno que dura tantos meses!
la Tierra, llegue á alcanzarle y á cubrirle despues en virtud
de su marcha. Desde este momento al dar su vuelta p a s a - N a d a mas l ú g u b r e que esta época del año, sempiterna v
rá por la sombra y tendrá dias y noches, pero noches cada triste que parece no acabar nunca. Sobre nosotros el cielo
vez mas largas. Llega la sombra al polo, la Tierra al e q u i - oscuro, sombrío, recortado por las altas siluetas de las
noccio, y aquella siempre invasora, va cada vez cubriendo montañas de perpétua nieve. No baja de estas monta-
mas y mas el espacio que le rodea hasta el solsticio de i n - ñas n i n g ú n rio de consideración; los torrentes que d e s -
vierno (fig. 26) en que por entero le cubre. Dicho punto cienden de ellas se hielan en invierno, y quedan completa-
entonces y todos los situados entre el círculo polar y el polo, mente secos en el verano. El frió es terrible, casi mortífe-
giran en la sombra sin atravesar jamás por la luz: no h a y ro; la nieve cae y se amontona; todo lo invade el hielo, los
dia para ellos sino semanas, meses enteros de noche. E n el rios, los lagos, la mar misma. ¿Cuándo veremos el Sol
de nuevo? Allá en la primavera próxima solamente (1). zona significa cinturon. E n t r e el trópico j el círculo polar,
E n el polo opuesto de la Tierra, el círculo polar austral, en cada uno de los hemisferios, se hallan comprendidas las
señala del mismo modo el límite de las prolongadas no- dos zonas templadas; alrededor de los dos polos las zonas
ches j de las regiones heladas; pero las estaciones en él glaciales. H a j que advertir, sin embargo, que la diferencia
son inversas por el motivo que j a sabemos. de climas no se baila perfectamente definida por los círculos
L a anchurosa banda de la Tierra que se estiende á ambos que nos hemos imaginado; j asi en la zona templada son
lados del ecuador, entre los dos trópicos, semejante á una mas cálidos los países próximos á los trópicos, j poseen un
faja ó cinturon alrededor de nuestro globo, comprende los clima mas riguroso los que están mas cerca del círculo po-
países mas cálidos, j se llama zona tórrida ó abrasada, pues lar. E s p a ñ a se halla en la zona templada algo mas cerca
del trópico boreal que del círculo polar, siendo por esta r a -
zón u n clima, ni frió ni ardoroso, que lo hace sumamente
( l ) L a G r o e n l a n d i a es u n a g r a n isla r o d e a d a por o t r a s m a s p e q u e -
ñ a s , dependientes sin d u d a de l a s t i e r r a s de l a A m é r i c a del Norte. Esta apto para el trabajo j la civilización, tan descuidados por
i n m e n s a r e g i ó n está l i m i t a d a al Este por el Océano A r t i c o , al S u r p o r el desgracia.
Océano A t l á n t i c o , al Oeste por el m a r d e Baffin, y al Norte por regiones
Nosotros sin embargo abrigamos u n a esperanza lisonje-
no esploradas t o d a v í a por el h o m b r e . Fue descubierta en el a ñ o 982 p o r
el i r l a n d é s Erico R a n d a , quien fund ó u n a colonia q u e desapareció en
ra. E n vista de la actividad que empieza á notarse en nues-
1406. Posteriormente f u é esplorada por los n o r u e g o s , los cuales f u n d a - tro país j de la luz que arroja la ciencia por todo el m u n -
ron e n ella colonias florecientes y le dieron el n o m b r e de Groenlandia ó do; ante los esfuerzos del pensamiento para contribuir ai
Tierra verde, á c a u s a del color v e r d u s c o de s u s p l a y a s . bienestar del género humano; ante el brillante espectáculo
La Groenlandia pertenece á D i n a m a r c a : sus h a b i t a n t e s v i v e n de l a
que ofrecen los descubrimientos recientes, España no p u e -
pesca: su comercio está esplotado por u n a c o m p a ñ í a establecida e n Co-
p e n h a g u e y las esportaciones se e l e v a n á cerca de 800,000 p e s e t a s
de permanecer indiferente á estas grandes luchas de la i n -
a n u a l e s . E n 1720, m e r c e d á los esfuerzos del misionero y colonizado!' teligencia, selladas con u n a conquista que el progreso aco-
d i n a m a r q u é s Egedes, e r a l a poblacion de G r o e n l a n d i a b a s t a n t e n u m e - g e en patrimonio, j creemos que no está tan lejos de un
rosa ; pero h o y h a disminuido c o n s i d e r a b l e m e n t e , l l e g a n d o a p e n a s en mejoramiento científico é industrial. ¡Ojalá se realice pron-
la actualidad á 10.000 h a b i t a n t e s , á causa del frió q u e a u m e n t a sin
to nuestro patriótico deseo! ¡Ojalá llegue á ponerse pronto
cesar.
Sus m o n t a ñ a s presentan u n aspecto v e r d a d e r a m e n t e siniestro: cubier- al nivel de los pueblos cultos de Europa, donde es admira-
t a s de enormes v e n t i s q u e r o s , c o r t a d a s por horribles precipicios y corona- ble el cuadro que ofrecen sus adelantos!
das p o r nieves eternas. El i n v i e r n o dura cerca de ocho meses en esta
triste comarca; y bajo la latitud de 65 g r a d o s llega á congelarse el m e r -
curio; y en el v e r a n o , q u e es de c o r t a d u r a c i ó n , a p e n a s m a r c a el termó -
metro 24 grados. Las l l u v i a s son escasas y de corta d u r a c i ó n , y sus l a r -
g a s n o c h e s son a l u m b r a d a s por brillantes a u r o r a s boreales, c u y a luz
eléctrica se r e f l e j a sobre i n m e n s a s l l a n u r a s de hielo, produciendo un
efecto imponente y fantástico
tí: 5
CAPITULO VIII.
EL SOL.
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Fig. 30.—El Sol y sus manchas.
intensa l u z , y su inmenso calor nos abrasaría. Mas lejos, Y si el Sol se estinguiese, ¿qué seria de la Tierra y de
por el contrarío, nos parecería su. disco mas pequeño; no v e - sus habitantes? E l Sol es la fuente inagotable del calor y d e
la luz: por él tenemos día, por su calor se evaporan las a g u a s
de los mares y ascienden en la atmósfera para formar las
nubes que derraman sobre la Tierra las lluvias bienhecho-
ras. Por él germinan las semillas, crecen las plantas, e s -
parcen las flores su p e r f u m e , maduran los frutos; su calor
derrite las nieves, hace brotar los árboles, dora las mieses en
verano y los racimos en otoño. Sin él, sumergidos en noche
horrible y e t e r n a , sucumbiríamos por el frió; animales y
plantas perecerian también, porque nada vive y se desarro-
lla sin calor y sin luz: la Tierra convertida en u n desierto
desolado y triste, circularia sin embargo, alrededor del Sol
apagado; pero silenciosa y oscura, envuelta en el sudario de
la muerte!...
Fig. 53.—Mancha del Sol en forma de torbellino, observada por el P- Secchi. y c u y o s fenómenos d e j a n sentir su influencia, no obstante la g r a n dis-
tancia q u e m e d i a , en el estado eléctrico de nuestro planeta.
A pesar de estos maravillosos descubrimientos se i g n o r a todavía l a
riamos con claridad y sentiríamos un frió mortal. Todavía p r i m e r a c a u s a ú origen de la l u z solar. El progreso h u m a n o es m u y
lento y penoso, y es menester tener en c u e n t a q u e las g r a n d e s v e r d a d e s
mas lejos nos parecería el Sol u n a pequeña estrella, p e r d i -
n o se obtienen asi como se q u i e r a , ni son el resultado de estériles analo-
da entre las infinitas que pueblan los espacios. g í a s deducidas á pmori, sino el f r u t o del asiduo t r a b a j o de m u c h a s g e n e -
r a c i o n e s , p o r q u e s e g ú n la espresion de un escritor c o n t e m p o r á n e o , el
tiempo es la reflexión de la humanidad. Asi acaso llegue u n dia en q u e , m e -
calor solar, esta p e q u e ñ a cantidad q u e absorbe es tan poderosa y eficaz
d í a n t e u n p r o f u n d o conocimiento de l a constitución física del Sol y de
q u e ella sola basta p a r a sostener la v i d a sobre s u superficie.
l a naturaleza de los espacios celestes, se p u e d a d e t e r m i n a r la causa pri-
Estos brillantes resultados se h a n obtenido m e r c e d á los i m p o r t a n t e s
m e r a q u e produce la luz y el calor, y entonces se sabrá si provienen del
descubrimientos que s e h a n h e c h o de v e i n t e años á esta parte sobre l a
S o l , ó si s o n un resultado mecánico de influencias m a g n é t i c a s ó eléctri-
constitución física d e l Sol. La ciencia, q u e todo lo observa y sintetiza, h a
cas, desarrolladas por f u e r z a s misteriosas h a s t a el presente desconoci-
d a d o un paso gigantesco en el c a m i n o de l a perfectibilidad con esos a d e -
d a s por l a ciencia.
lantos; y l a análisis espectral de los astros h a venido en auxilio de l a s
teorías de l a mecánica celeste. H o y se sabe p o s i t i v a m a n t e , q u e en el Sol (N. del T.)
existen en estado incandescente y líquido, h i e r r o , cobre, n í q u e l , c r o m o ,
cobalto, sodio, magnesio, bario, m a n g a n e s o , t i t a n o , calcio, potasio y
t a m b i é n h i d r ó g e n o , q u e es el q u e produce esas magnificas erupciones de
f u e g o q u e se elevan p o r c i m a de la fotosfera solar á fabulosas a l t u r a s ,
CAPITULO I X .
LA LUNA.
da mas que la oscura. Pues bien, desviemos lentamente la la bola iluminada como u n disco perfectamente redondo. L a
bola manteniendo el brazo estendido, haciéndola suave- parte oscura mira entonces al fondo de la habitación, y si
mente circular en torno nuestro hácia la izquierda. E n este continuamos girando la bola en la misma dirección hasta
caso comenzaremos á ver la bola un poco iluminada por el
borde no mas, como pequeño filete de luz que va creciendo
am o
á medida que continúa el movimiento.
Fig. 57.—Cuarta posicion. Fig. 58.—üointa posicion. Fis. 59.— Sesta posicion.—
—Solo se distingue una —El disco completamen- Una banda oscura apare-
banda e s t r e c h a , oseara, te iluminado. ce en el lado de la d e -
por el lado izquierdo, recha.
(2) ó
El borde iluminado aparece del disco iluminado se maestra al o b -
en creciente. • serrador.
que no podamos percibirla L u n a , ó sea entonces invisible. cado por la flecha, de Occidente á Oriente. A medida que
L a primera porque bailándose aparentemente en el mismo avanza en su curso se presenta primero en su borde un file!-
paraje del cielo que el Sol, los r a j o s de este ofuscan nues- te delgado de luz que va creciendo. Entonces no se encuen-
tra en la misma dirección del Sol (número 2 ) . Por la tar -
de, puesto ya, el astro del d i a , la L u n a va retrasando mas
su ocaso, y presenta un creciente que mira hácia el Sol, ó
lo que es i g u a l , hácia el Occidente y sus cuernos al lado
opuesto. Cada noche se presenta el creciente mas ancho, y
la L u n a se pone mas t a r d e . Cuando en virtud de su movi-
miento de traslación (número 3) se coloca en ángulo recto
con el Sol y la Tierra, vemos su disco por mitad iluminado
y por mitad oscuro. Su borde redondeado m i r a al Occiden-
t e en la dirección del Sol, _ya visible ú oculto: tal es el
primer cuarto. E l dia que se verifica se encuentra la L u n a
e n la mitad de su camino aparente á la hora en que el Sol
se oculta, poniéndose ella á medianoche. Conviene notar
q u e en todas las fases es visible tan solo la parto i l u m i n a -
da; la otra oscura es casi invisible para nosotros, y para vis-
lumbrarla necesitamos tomar algunas precauciones a p r o -
vechando el débil reflejo q u e recibe de la T i e r r a , cuyo f e -
nómeno es conocido con el nombre de luz cenicienta (1).
Fig. 43.—Orbita de la Luna.—T la Tierra en su órbita, L !a Lnna. F i g . 44.—Tamaños relativos de la Tierra y de la Luna.
Sol, circula alrededor de este astro; y la L u n a , menor que E l abismo que nos separa de la L u n a nos parece enorme,
la Tierra, circula también alrededor de ésta. y sin embargo comparado con el que nos separa del Sol y
E l volumen de la L u n a es 50 veces menor que el de la de los demás astros, ese abismo se b o r r a , nada significa,
Tierra, lo cual equivale á decir que 50 lunas reunidas ha-; y bien podemos asegurar en su vista que la L u n a es un
rian un globo del mismo tamaño que el de la T i e r r a ; pero apéndice de la Tierra. No tardaremos en hacer comparacio-
es menos densa, menos pesada que la Tierra. Si se quisie- nes que nos suministren una nocion exacta de semejante
ra formar un globo del volumen del.Sol, se necesitarían distancia. Conocida la de la Tierra á la L u n a , se dedujo la
reunir nada menos que 70.0,00.000 de lunas; y no obstan- longitud de la órbita que recorre este astro alrededor de la
^ ASTRONOMIA POPULAR.
EL MUNDO LUNAR.
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CAPITULO X .
CAPITULO XI.
LOS ECLIPSES.
cer grupo. Estos planetas, según el orden de sus d i s t a n - Todos estos cuerpos son deformes y tienen p u n t a s a n g u l a r e s , lo q u e
unido á la r a r a circunstancia de q u e la intersección de las órbitas y la
cias al Sol, son: Mercurio, VénUs, la Tierra y Marte.
linea de los nodos de los p r i m e r o s asteroides pasa por l a constelación
El segundo grupo, bien estraño por cierto, lo c o n s t i t u - de V i r g o y p o r la opuesta de l a B a l l e n a , hizo sospechar á Olbers que
yen un torbellino, un enjambre de pequeños planetas que acaso f u e s e n trozos de a l g ú n planeta g r a n d e q u e u n a esplosion espan-
tosa en su interior d i v i d i ó en p e d a z o s , los cuales se lanzaron al espacio
circulan alrededor del Sol entre el primero y tercer g r u -
ii v a r i a s distancias del S o l , animados de velocidades diferentes.
po, y algunos son tan diminutos que muchas de nuestras Esta hipótesis f u e admitida por a l g u u o s astrónomos, pero los descubri-
provincias le esceden en dimensiones, pues los p r i n c i p a - mientos recientes y el g r a n n ú m e r o de asteroides q u e se c o n o c e n , h a n
les de ellos miden menos de cien leguas de diámetro, y en demostrado su inverosimilitud. Mas lógico seria p e n s a r , con arreglo á la
teoría de L a p l a c e , q u e esos asteroides f o r m a r o n o r i g i n a l m e n t e un vasto
otros este diámetro 110 pasa de a l g u n a s legu as (1).
anillo vaporoso e m a n a d o de la atmósfera del ecuador s o l a r , y que si n o
se h a condensado y solidificado, f o r m a n d o u n p l a n e t a , es por el des-
(1) A u n q u e hemos calificado á los cuerpecíllos que constituyen el se- a r r e g l o que la poderosa influencia p e r t u r b a t r i z de Júpiter h a ejercido
g u n d o g r u p o con los epítetos de torbellino y enjambre, n o se crea por eso «n d i c h o a n i l l o , impidiéndole su condensación r fraccionándole e n mil
q u e todos circulan alrededor del Sol formando u n g r u p o compacto ó « n a
aglomeración alborotada como a c o n t e c e , según todas las probabilida-
t u n o tiene uno por lo menos. E l nombre de estos satelites,
grupo, escede en m a g n i t u d á los cuatro planetas reunidos
las distancias que los separan de sus planetas respectivos,
del g r u p o primero.
el nombre de los astronómos que los han descubierto, etc.
Estos diversos mundos constituyen la g r a n familia s o -
están comprendidos en el Cuadro 2.° que se halla al final
lar, y algunos de ellos están acompañados de satélites.
L a Tierra posee uno que es la L u n a ; Marte tiene
metros de longitud y de sesenta y seis centímetros de a b e r t u r a , cons-
dos (1); Júpiter cuatro; Saturno ocho; Urano cuatro y N e p - truido per el famoso óptico anglo-americano Alvan Clark.
La rapidez del movimiento de traslación de estas lunas alrededor de
(1) De todos los planetas de nuestro sistema s o l a r , Marte es el que Marte , es estraordinaria. .
tiene m a s analogía con la Tierra. La interior verifica su revolución completa en 7 horas 39 m.nutos 30
L a duración de sus dias y de sus n o c h e s , la intensidad de sus estacio- segundos de tiempo m a r c i a l , á mía distancia del centro próx.mamen e
nes, la configuración geográfica y el régimen meteorológico de ese mun- de 1.933 leguas, y la esterior en 30 horas y 18 minutos en u n a órbita
do, apenas difieren de los de la Tierra. Auxiliada la vista con poderosos distante del planeía m a s de 4.S33 leguas. Mr. Hall adopto los adecuados
telescopios, distingue en ese planeta sus nieves y sus montañas, sus con- nombres de Foto, y Deimos (la Fuga y el Terror) para estos satel.tes,
tinentes y sus mares, los cuales, revueltos ó tranquilos, según el estado propuestos por Mr. Madan, nombres que corresponden a los que tenían
de la atmósfera m a r c i a l , se h a b í a creido h a s t a h o y que no sufrían el ios caballos del carro de M a r t e , según refiere Homero en su inmortal
movimiento periódico del flujo y reflujo porque M a r t e , completamente
aislado en su ó r b i t a , no estaba acompañado por ningún satélite.
" E ^ p r i m c r s a t é l i t e , F o b o s , que es el m a s p r ó x i m o , t i e n e , según las
Esta negación tan absoluta h a caido por tierra hace poco m a s d e mediciones m a s e x a c t a s , 11.300 metros de diámetro;, y el m a s lejano,
un año. D e i m o s , 9.700. E l primero ofrece u n fenómeno rarísimo: durante un
Para que el lazo de parentesco q u e une á entrambos mundos sea dia de Marte verifica m a s de tres revoluciones, y por la rapidez de su
eompleto, para que la solidaridad que existe entre todos los astros y es-
movimiento parece salir por el Oeste y ponerse por el Este.
pecialmente entre los q u e componen nuestro sistema solar reciba u n a
La existencia de estos satélites fue confirmada en aquellos .has por
n u e v a y satisfactoria confirmación, Marte no se encuentra solo en el es-
Mr. P i c k e r i n g en Massachussets, por Mr. Clark en Cambridgeport, y e n
pacio , el planeta consagrado injustamente por los antiguos al odioso y
e l Observatorio de París por Mr. Henri con el g r a n a n t e o j o ecuatorial de
sangriento dios de la g u e r r a , se halla escoltado por dos lunas p e q u e ñ a s
veinticinco centímetros de diámetro. E n la sesión a l e b r a d a por la Aca-
que giran á su alrededor con u n a rapidez vertiginosa.
demia de Ciencias de París el 10 de setiembre d e 1877 , dio Mr. t a j e in-
El 19 de agosto de 1S77, á las once de la n o c h e , un telegrama d e t e r n a n t e s detalles sobre las circunstancias que h a n precedido al de cu-
Mr. H e n r i , secretario del Instituto S m i t h s o n i e u , anunciaba á los Ob- brimiento de los satélites de Marte en el Observatorio de W aslnngton
servatorios Astronómicos de América y de Europa, que Mr. Asaph Hall, Las principales Academias y Observatorios, y l a p r e n s a cien , f i c a d e
de W a s h i n g t o n , h a b í a hecho t a n brillante descubrimiento. lodos los países, se h a n ocupado con interés y con i n s i s f c n c a sobre este
El asombro que produjo esta noticia en el mundo científico f u e indes- asunto tan importante; y pocos amantes de la verdad y de la c e n c a h a n
criptible , tanto por la importancia y utilidad que u n hecho de esta índole dejado de felicitar á Mr. Hall por su notable descubrimiento, que propor-
reporta siempre á la Astronomía, cuanto por lo inesperado del aconteci- ciona á la Astronomía el medio m a s eficaz de todos los empleados hasta
miento, pues desde la invención de los anteojos h a b i a n sido infructuosas, aquí para determinar la verdadera masa y densidad de Marte y conocer
hasta esas noches memorables, todas las tentativas hechas para descu- por lo tanto con bastante exactitud la fuerza de la gravedad sobre su
brir satélites en Mercurio, en V é n u s y principalmente e n Marte.
El satélite esterior fue visto por primera vez por Mr. Hall en el Obser- ' T o n ocasion del descubrimiento de u n o de los satélites de Saturno el
vatorio de W a s h i n g t o n , en la noche del 11 de agosto de 1S77, y el in- astrónomo inglés Chambers profetizó, á últimos del siglo pasado, el des-
terior en la del 17 del mismo m e s , con u n magnífico anteojo de diez
del capítulo XIV, y que hemos trazado expresamente para V é n u s , que viene despues, está á 2 7 millones de leguas;
la traducción de este libro.
la Tierra á 37 millones, y Marte á 56 millones. E l enjam-
Todos g i r a n alrededor del Sol; pero á ¿qué distancias se bre de los pequeños planetas ocupa una inmensa región
encuentran del centro del sistema? Mercurio, el mas c e r - de 100 millones de leguas de ancho por término medio, en
cano, reside á 15 millones de leguas del astro del dia; la cual se agitan estos corpúsculos planetarios, moviéndose
cada uno alrededor del Sol en su órbita respectiva.
cubrimiento de los satélites de M a r t e ; pero lo q u e m a s nos a d m i r a v
p r u e b a hasta q u é p u n t o l l e g a en ocasiones la fuerza d e l s e n t i m i e n t o in- Despues viene el grupo de los cuatro planetas mayores:
tuitivo , es q u e S w i f t en los Viajes de Gulliver, y Voltaire en el f a m o s o J ú p i t e r , Saturno, U r a n o v N e p t u n o .
v i a j e de Micromegas por los espacios, h a b l e n de los satélites de Marte El primero á 192 millones de leguas; el segundo á 355
como de l a cosa m a s n a t u r a l y conocida en s u tiempo, llegando S w i f t
millones; el tercero á 7 3 3 millones, y Neptuno, el último
h a s t a el estremo de a s e g u r a r p o r medio de uno de los personajes de su
obra, q u e el satélite interior de Marte dista tres diámetros de este p l a n e t a planeta del sistema, á 1.110 millones de leguas del Sol.
y el esterior cinco, y q u e el primero realiza s u revolución e n torno de Los unos y los o t r o s , g r a n d e s y p e q u e ñ o s , circulan en
Marte en diez horas y el segundo en veintiuna y media, lo cual discrepa
torno del Sol en períodos de tiempo mas ó menos largos,
bien poco de la v e r d a d .
s e g ú n que están mas ó menos distantes de este astro. Los
E s tal el enlace q u e existe entre todas l a s cosas, que el descubrimiento
de Mr. Hall presta un testimonio irrecusable á esta v e r d a d , puesto q u e
mas próximos describen órbitas mas pequeñas; los mas le-
nos suministra un dalo poderoso para creer q u e Mercurio y V e n u s deben janos órbitas inmensas. Los primeros que tienen menos ca-
e s t a r dotados de satélites como los d e m á s p l a n e t a s . mino que andar y que obedecen á una fuerza mas enérgica,
Y en e f e c t o , ocho planetas principales existen en nuestro sistema v ,
se mueven mas rápidamente, y los segundos que verifican
de e s t o s , seis están rodeados de s a t é l i t e s , ¿ p o r q u é razón Mercurio"y •
V e n u s h a n de ser u n a escepcion de esta r e g l a y h a n de carecer de s e m e - l u s revoluciones á distancias mas considerables, marchan
j a n t e beneficio? Acaso obedezca á u n a l e y de la Naturaleza, p a r a contri- con mas lentitud.
buir mejor á la a r m o n í a de las f u e r z a s p l a n e t a r i a s , q u e todos los p l a n e - Además de estos planetas, de vez en cuando aparecen
tas t e n g a n satélites. Y siendo esto a s i . ¿será estraño q u e el telescopio
e n el cielo unos astros misteriosos que preocupan la a t e n -
r e v e l e algún dia las l u n a s de Mercurio y de Venus-, especialmente la de
e s t e ultimo p l a n e t a , c u a n d o observadores distinguidos como F o n t a n a , ción d e los pueblos con su raro aspecto y con sus largas y
Oassini, Mayer y otros h a n creído columbrarlas e n v a r i a s ocasiones? pomposas colas: son los cometas que revisten formas capri-
Montaigne, d u r a n t e el tránsito de V é n u s de 1761, p a r e c e haberlo des- chosas, y cuyas órbitas calculadas algunas por la ciencia,
cubierto , según hemos visto en un Diccionario de Física publicado e n
tienen por foco al Sol. Estos astros tan admirables comple-
Francia en 17S9; y S c h e u t e n , que observó dicho p a s a j e , dice que V é -
n u s iba a c o m p a ñ a d o por un cuerpo n e g r o , p e q u e ñ o y circular q u e si- tan el cuadro magestuoso de nuestro sistema solar.
g u i ó al planeta todo el tiempo que tardó en a t r a v e s a r el disco del Sol. »
Esta coincidencia es v e r d a d e r a m e n t e reparable. ¿Podrán atribuirse á u n a
distinciones a b s u r d a s entre los cuerpos planetarios es opuesto á la analo-
ilusión óptica las observaciones h e c h a s p o r tan distinguidos astrónomos?
g í a , á l a unidad de composicion q u e caracteriza á nuestro s i s t e m a , y á
L a m a n c h a pequeña y r e d o n d a que s e g u í a á V é n u s en el pasaje de 1761,
l a poderosa acción de las f u e r z a s físicas q u e t a n a d m i r a b l e m e n t e obrau
¿ a que p u e d e atribuirse sino á la existencia del satélite de V é n u s ? Nos-
e n la economía de todo el Universo.
o t r o s asi lo c r e e m o s . Sostener lo contrario estableciendo g r a t u i t a m e n t e
planetario, sin embargo, como no será fácil á algunos de
nuestros lectores hacerse cargo de los volúmenes y c o m -
prender bien las grandes distancias y las dilatadas órbitas
de los planetas, vamos á representarnos el sistema entero en
miniatura, valiéndonos de un símil vulgar y m u y sencillo.
E n una estensa llanura coloquemos una esfera de u n
metro de diámetro, que represente al Sol.
P a r a significar ahora con exactitud las distancias y las
magnitudes de los p l a n e t a s , pongamos primeramente á
cuarenta y ocho metros de la g r a n esfera un cañamón q u e
representará á Mercurio. U n a cereza colocada á ochenta y
cuatro metros representará á Vénus, y otra á ciento veinte
metros á la Tierra. ¡ Qué tamaño tan diminuto relativa-
mente al de nuestro pobre globo! Un guisante á ciento no-
venta y dos metros marcará el sitio y la m a g n i t u d de Marte.
Los planetas pequeños ó asteroides, pueden ser figu-
rados por menudísimos granos de arena diseminados al
azar en u n a pequeña zona.
L u e g o , á mas de medio cuarto de legua u n a naranja
grande representará al gran J ú p i t e r ; y u n a manzana de u n
tamaño regular á Saturno, colocado á mas de u n cuarto de
legua. A doble distancia, casi á media legua, u n albarico-
q u e representará á Urano; y por último, á una legua próxi-
mamente, á N e p t u n o , u n melocoton.
Si además colocamos un grano de mostaza al lado de la
cereza que figura la Tierra; dos junto al guisante, Marte;
cuatro cerca de la n a r a n j a , J ú p i t e r ; ocho próximos á la
m a n z a n a , Saturno; cuatro alrededor del albaricoque, U r a -
no; y uno solo inmediato al melocoton, N e p t u n o , habremos
Fig. 57.—Nuestro sistema solar.
representado á los satélites.
A u n q u e esta figura dá á conocer el órden en q u e están Si todo este conjunto comenzara á g i r a r en torno del
distribuidos los cuerpos que constituyen nuestro sistema globo central, y los cometas nos los representamos como
Mas si la Tierra y los demás planetas son atraidos por
cohetes lanzados á través de estos cuerpos eu dirección
e l Sol, ¿cómo no se precipitan sobre el astro de fuego co-
al centro, este movimiento fantástico nos suministrará u n a
idea en miniatura de nuestro sistema solar. La descomposición de la luz s o l a r , la esplicacion de l a s principales l e -
Examinemos ahora los movimientos de los cuerpos p l a - y e s de l a óptica, la invención del telescopio q u e es d e s i g n a d o h o y con su
n o m b r e , y u n a multitud de soluciones p a r t i c u l a r e s y teorías sobre física,
netarios alrededor del Sol y las fuerzas potentes que los
astronomía y m a t e m á t i c a s , produjeron u n v e r d a d e r o a d e l a n t o ; p e r o e l
producen. descubrimiento q u e h a inmortalizado su n o m b r e h a s i d o el d e l a a t r a c c i o n
Hemos esplicado en otro capítulo cómo la Tierra, masa ó gravitación u n i v e r s a l , l e y por l a cual esplicó el m o v i m i e n t o de los p l a -
enorme, atrae á la materia, y cómo el peso de los cuerpos, n e t a s alrededor d e l S o l , el de la L u n a alrededor de la T i e r r a , el curso de
los c o m e t a s , el fenómeno p u r a m e n t e astronómico del flujo periódico del
es decir, la fuerza con que se dirigen hácia el centro de la
m a r , y otros m u c h o s secretos de l a N a t u r a l e z a relacionados con estos. La
Tierra es tanto mayor cuanto mayor es la masa de dichos obra e n que consignó esta gran t e o r í a , vió la luz e n 1687, y p r o d u j o á
cuerpos. Cae un objeto cualquiera porque le atrae la Tier- N e w t o n honores y r i q u e z a s : tiene por título Principios matemáticos de la
ra: arrojada á lo alto una piedra con todas nuestras fuerzas filosofía natural.
la atracción de la Tierra retardará poco á poco su a s c e n - 1.a A c a d e m i a de Ciencias de l^aris le abrió sus p u e r t a s en 1703, y la
sión , la detendrá por fin y la obligará á retroceder abajo. Sociedad R e a l de L o n d r e s , de la q u e era u n o de sus m i e m b r o s desde 1672,
l e eligió p a r a el c a r g o de P r e s i d e n t e , h o n o r q u e conservó d u r a n t e s u v i d a .
N o es la Tierra el único globo que posee esta virtud El 20 de m a r z o de 1727, sucumbió d e la e n f e r m e d a d l l a m a d a m a l de
atractiva: esta propiedad de los cuerpos es la manifestación p i e d r a . No se contentó s u nación con llenarle de h o n o r e s c u a n d o v i v í a ,
de u n a fuerza misteriosa de la Naturaleza. Se atraen los continuólo con admirable g r a n d e z a después de su m u e r t e . «Su c u e r p o ,
dice F o n t a n e l l , f u e espuesto sobre u n t ú m u l o en l a C á m a r a de J e r u s a l e n ,
astros entre sí como se atraen los átomos; mas como e n sitio de donde se llevaban al sepulcro las personas de m a s alta d i g n i d a d ,
nuestro sistema el Sol es el m a y o r , claro es que los do- y a l g u n a s veces las testas coronadas. Fue llevado á la Abadía de W e s t -
mina á todos atrayéndolos hácia sí con invencible fuerza, m i n s t e r , siendo el féretro sostenido por M i l o r d , g r a n Chanciller, por los
como lo ha demostrado Newton ("1). d u q u e s de Montrose y R o x b u r g , y por los condes de P e m b r o k e , de Sussex
y de Maccelesfield. Estos seis P a r e s de I n g l a t e r r a , que h i c i e r o n la función
s o l e m n e , hacen b a s t a n t e m e n t e j u z g a r c u á n t o n ú m e r o de personas de dis-
(1) Este g r a n h o m b r e es uno de los m a s famosos eu los anales cientí-
tinción a c o m p a ñ a r í a la p o m p a f ú n e b r e . El Obispo de Rochester h i z o el
ficos.
oficio, a c o m p a ñ a d o de toda l a clerecía de la I g l e s i a ; y el c u e r p o del g r a n
Nació e n W o o l s t h o r p e , condado d e Lincoln ( l u g l a t e r r a ) , el 25 d e
filósofo f u e e n t e r r a d o cerca de l a e n t r a d a del c o r o . » « P o r poco, dice
diciembre de 1642, e n el m i s m o año en q u e murió Galileo. Desde niño
M r . Rollin, q u e c u a l q u i e r a se interese por e l bien p ú b l i c o , y desee el
demostró un genio de p r i m e r orden y un a m o r inmenso á los e s t u d i o s ,
h o n o r de las l e t r a s , debe q u e d a r v i v a m e n t e p e n e t r a d o de esta especie de
científicos. A l a e d a d de quince años ingresó en la Universidad de Cam-
h o m e n a j e s o l e m n e , q u e la g r a n d e z a de todo un reino poderoso, rinde á la
bridge, y en ella t u v o p o r maestro de matemáticas a l célebre B a r r o w . E n
e i e n c í a y al m é r i t o . »
esta época, Isaac N e w t o n se familiarizó tanto con e l estudio de las c i e n -
cias exáctas, q u e á los veintidós años liizo dos g r a n d e s descubrimientos: El g r a n poeta Pope dedicó á l a m e m o r i a de N e w t o n unos versos q u e ,
el d e l binomio que lleva s u n o m b r e y el del cálculo infinitesimal, c u y a glo- traducidos, dicen de esta m a n e r a : — « L a Naturaleza y s u s l e y e s estaban
ria quiso arrebatarle Leibnitz. escondidas e n el seno de l a noche : dijo Dios: Que Newton sea, y apare-
ció la luz »
Los descubrimientos hechos por este h o m b r e i l u s t r e , son á c u a l m a s
(N. del T )
importantes.
mo la piedra cae sobre la Tierra que la atrae? ¿Cómo g i r a n
distancia, marchando oblicuamente en la dirección del p u n -
e n sus órbitas j no se confunden todos, abrasándose en la
to del círculo donde se rompió la cuerda.
a r d i e n t e atmósfera solar? Asi sucedería, en efecto, si no
Todo objeto que circula en el mismo sentido lucha por:
bubiese u n a causa q u e lo impidiera.
h u i r del centro en torno del cual se agita, j á este esfuer-
Hagamos un esperimento para convencernos.
zo se llama fuerza centrífuga. L a Tierra se mueve a l r e d e -
Atemos u n a piedra al estremo de u n bilo y hagámosla dor del Sol como la piedra alrededor de la mano, y p u g n a
girar rápidamente como una honda. La piedra describirá constantemente e n virtud de la fuerza centrífuga, para h u i r
de aquel astro q u e la aprisiona; mas ¿por qué no lo c o n -
sigue? ¿Por qué no se escapa la piedra mientras tenemos la
Vig. 3S.—A R D circulo qne recorre la piedra: C, centro del circulo: A, punto eo que la
piedra e s abandonada: A F, dirección que la piedra toma cuando se escapa.
Fig. 64.—Paso de Mercurio por delante del Sol.—La linea de puntos indica el camino
que sigue el planeta: la Oecha, s n dirección.
celoso por l a c a u s a del p r o g r e s o , como todos los q u e desgraciada- f e n ó m e n o , si bien es menos apreeiable que el de V é n u s , el c u a l se verifi-
m e n t e v i e n e n r i g i e n d o los destinos de esta pobre nación de m u c h o tiempo- c a , c u a n d o tiene l u g a r , h á c i a los meses de m a y o y n o v i e m b r e , toda v e z
a esta p a r t e , n o q u i s o a r b i t r a r recursos p a r a t a n l a u d a b l e e m p r e s a , ni e n - q u e l a l í n e a de sus nodos se dirige desde el g r a d o 46 de longitud al g r a -
v i a r á q u i e n nos h u b i e r a podido r e p r e s e n t a r d i g n a m e n t e e n esa ocasión do 226; del m i s m o modo que los pasos de V é n u s ocurren siempre e n j u -
s o l e m n e , poniéndonos por esta razón u n a v e z m a s en ridiculo a n t e e l n i o y d i c i e m b r e , p o r q u e la línea de los nodos de este p l a n e t a se d i r i g e
m u n d o civilizado, q u e contempla atónito nuestra indiferencia y n u e s t r a entonces desde el g r a d o 75 de l o n g i t u d al 255.
a p a t í a en todo cuanto se refiere al m o v i m i e n t o científico m o d e r n o . La L u n a en sus eclipses nos ofrece u n a cosa parecida; pero tanto esta
E l objeto de estas espediciones es determinar con e x a c t i t u d , s e g ú n por su p r o x i m i d a d á nosotros, como Mercurio por s u distancia y peque-
h e m o s m a n i f e s t a d o , l a v e r d a d e r a distancia del Sol a l a T i e r r a , distancia nez , no suministran un resultado t a n satisfactorio como los pasos de
q u e en el pasaje de V é n u s acaecido el 3 de j u n i o de 1769, se d e d u j o d e Vénus.
l a p a r a l a j e 8 " 6 , ó l o q u e es i g u a l , e n 8 s e g u n d o s y 6 décimos de s e - Por desgracia estos n o se verifican sino m e d i a n t e u n largo período d e
g u n d o de g r a d o , q u e d a los 37.000.000 de l e g u a s en q u e se e v a l ú a g e n e - t i e m p o . Despues de ocurrir u n o pasan 8 años h a s t a el s i g u i e n t e ; l u e g o
ralmente. h a s t a el otro 122, despues 8; luego 105, despues 8; luego 122, despues 8 ,
E s t o s tránsitos ó p a s a j e s son por d e m á s i n t e r e s a n t e s . y así sucesivamente.
V é n u s , en v i r t u d de s u m o v i m i e n t o p r o p i o , se interpone cada 584 d i a s Estos fenómenos h a n tenido l u g a r desde que n u e s t r o sistema p l a n e -
e n t r e l a Tierra y el S o l , pero u n a s veces por e n c i m a y otras por debajo- tario existe, pero l a ciencia solo tiene noticia de ellos desde el 7 de di-
de este l u m i n a r , de m a n e r a q u e n o se p r o y e c t a sobre s u brillante disco ciembre de 1631.
y p e r m a n e c e invisible para nosotros por ofuscarlo l a luz del astro central. Los d e m á s p a s a j e s observados h a n sido siempre en los meses de j u n i o
P a r a q u e V é n u s p a s e p r e c i s a m e n t e por d e l a n t e del Sol y lo v e a m o s , y diciembre de los años 1639, 1761, 1769 y 1874. Dentro de cuatro años
es necesario q u e se coloque u n a m i s m a l í n e a r e c t a e n t r e a q u e l astro y ocurrirá otro en 18S2; y a n d a n d o el tiempo se verificarán otros en los
l a Tierra. En este caso V é n u s y nuestro p l a n e t a describen a r c o s casi p a - a ñ o s 2004, 2012, etc. E l p a s a j e próximo d u r a r á 5 h 57', a u n q u e la d u r a -
ralelos con velocidades m u y s e m e j a n t e s , y entonces se p r o y e c t a V é n u s . ción en estos casos depende de la diferencia de posicion del Sol y de V é -
sobre el disco solar como u n a m a n c h a p e r f e c t a m e n t e r e d o n d a q u e lo a t r a - n u s respecto de nosotros; y así, si el paso fuese c e n t r a l d u r a r í a 7 h 5 4 ' , pe-
v i e s a d e izquierda á d e r e c h a . Si V é n u s a t r a v i e s a el c u e r p o del Sol por e l ro si l a proyección sobre el Sol no es por una-línea c e n t r a l , sino por otra
m e d i o , la duración del tránsito es de 8" m e n o s 6 ú 8 ' (ocho h o r a s m e n o s línea m a s ó menos distante de los diámetros, d u r a r á el fenómeno m e n o s
seis ú ocho minutos); m a s p o r razón de l a p a r a l a j e , este tránsito obser- tiempo.
v a d o desde diferentes puntos del globo, debe v a r i a r bastante.
No considerando oportuno entrar en los detalles de los cálculos q u e
Por lo demás, se comprende q u e á c a u s a de la g r a n p r o x i m i d a d de- son necesarios para demostrar con exactitud todas las p a r t i c u l a r i d a d e s d e
V é n u s , que en estas ocasiones se h a l l a dos v e c e s y m e d i a m a s cerca de- l o s tránsitos, c u y o p r o b l e m a es p r o f u n d o y complicado, nos c o n t e n t a r e -
nosotros q u e el S o l , parecerá á los observadores que el centro de este m o s con d a r u n a idea sencilla de la teoría, valiéndonos del g r a b a d o a d -
planeta describe cuerdas sobre el l i m b o del Sol m a s ó m e n o s considera- j u n t o , q u e representa el paso de V é n u s observado desde t r e s p u n t o s
bles, que por su desigualdad y la de los tiempos q u e e m p l e a en descri- distintos A B C.
birlas, ofrecen el medio m e j o r y el m a s exacto de apreciar la p a r a l a j e d o
S u p o n g a m o s que dos observadores A y B están colocados e n los es-
este astro.
treñios de u n diámetro de l a Tierra, y h a c i e n d o abstracción del m o v i -
Mercurio, por hallarse comprendido respecto al Sol dentro de l a ór-
miento de rotación de este p l a n e t a , resultará q u e cada uno de ellos p o d r á
bita de la Tierra, presenta t a m b i é n , como y a h e m o s demostrado, i g u a l
E n vista de esto es m u y probable q u e V é n u s t e n g a ha- Admitamos por u n momento q u e tales, s é r e s e x i s t e n y
bitantes organizados convenientemente con arreglo á las que reflexionan como nosotros, y q u e como nosotros con-
condiciones físicas del planeta.
De m o d o que tomando la q u i n t a parte de l a distancia a b, se tendrá la
medir l a c u e r d a que v e a describir al p l a n e t a , esto es, e v a l u a n d o el t i e m - p a r a l a j e del astro, ó su distancia á l a Tierra.
po del p a s a j e , porque siendo perfectamente conocido el m o v i m i e n t o an- El paso de V e n u s en 1639 f u e el p r i m e r o q u e se observó por l a cien-
g u l a r , el tiempo nos dará el espaeio recorrido. Estando d e t e r m i n a d a s l a s cia , a u n q u e sin resultado a l g u n o .
Kepler predijo q u e V e n u s n o h a r i a m a s que rozar l i g e r a m e n t e el
disco del S o l , p e r o Horrox y Crabtree lo observaron en I n g l a t e r r a , si
b i e n n o pudieron percibir por razones especiales l a e n t r a d a del planeta
sino u n poco a n t e s de ponerse el Sol. H a s t a esta é p o c a , considerados los
t r á n s i t o s como conjunciones o r d i n a r i a s , h a b í a n sido acechados por m e r a
curiosidad.
H a l l e y , el g r a n a m i g o y colaborador de N e w t o n , f u e el p r i m e r o que
comprendió toda su-importancia científica.
H a b i e n d o o b s e r v a d o e n 1677 á la edad de veintidós años un paso de
Mercurio ante, el Sol, llamó v i v a m e n t e su atención l a m a n e r a clara y
l i m p i a con que se destacaba l a m a n c h a n e g r a y r e d o n d a de M e r c u r i o s o -
,bre el radioso disco, y comprendió a l m o m e n t o q u e fenómenos de tal ín-
dole y precisión debían ofrecer un medio escelente p a r a rectificar l a dis-
t a n c i a de l a Tierra al S o l , y la de éste á los demás planetas. Considerando
m a s útiles los pasos de V é n u s , por l a proximidad de este p l a n e t a á nos-
otros en tales ocasiones, recomendó eficazmente á los f u t u r o s astrónomos
el p a s a j e de 1761.
E s t e descubrimiento de H a l l e y , q u e t a n alto coloca á su g e n i o inves-
tigador, es de a d m i r a r e n u n a época e n que la A s t r o n o m í a de precisión
a ú n n o se h a b i a f u n d a d o , p u e s h a s t a m e d i o siglo m a s t a r d e no e m p e z ó
Jacobo B r a d l e y s u s famosos esperimentos en el Observatorio de Green_
w i c h , q u e dieron p o r resultado el d e s c u b r i m i e n t o de la aberración de la
luz y el de la nutación del eje de la T i e r r a .
Los gobiernos de las g r a n d e s potencias y las corporaciones científicas,
n o desatendieron la recomendación del ilustre astrónomo inglés.
A n i m a d o s de los mejores deseos en beneficio d e la «60013 astronómi-
ca, f o r m a r o n el m a y o r e m p e ñ o en disponer q u e a l g u n a s comisiones cien-
dos cuerdas que parlen de a y 6, se deducirá fácilmente su longitud m e -
tíficas se trasladasen á los p u n t o s del globo m a s separados entre sí, á fin
d i a o 6, y por medio de los dos triángulos q u e tienen la m i s m a base,
de q u e la p a r a l a j e f u e s e m a s considerable. Las observaciones de 1761
A 6 B y A o B, se verá q u e l a distancia de l a s cuerdas v a l e cinco v e c e s
f u e r o n poco satisfactorias ó casi i n ú t i l e s , n o así las practicadas en 1769,
el rádio de la T i e r r a . El á n g u l o b a j o el cual se v e l a distancia a b desde
q u e permitieron y a estimar la p a r a l a j e solar en 6 " , 8 (seis segundos y
l a T i e r r a v a l e cinco veces el ángulo b a j o el c u a l se v e r i a desde el Sol el
ocho d é c i m o s de s e g u n d o de g r a d o ) , q u e consta en todos los tratados d e
rádio terrestre, ó sea cinco veces la p a r a ' a j e solar.
Astronomía vulgarizados.
•cual verán flotar como u n a estrella en el espacio: este astro
templan el cielo. E n t r e todos los astros uno especialmente
es la Tierra. ¿Estudiarán el aspecto de nuestro globo? ¿Cal-
llamará su atención por sus dimensiones j por su brillo, al
La Sociedad Real de Londres e n v i ó observadores á la Bahía de H u d - paso de Vénus en 1874, se d e d u j o q u e el valor exacto de la p a r a l a j e s o l a r
s o n y á l a isla de Taiti e n el G r a n d e Océano equinoccial: e l sabio é i n f o r - •debía oscilar entre 8 " 8 y 8 " 9, lo c u a l f u e corroborado en 1874, e s t a n -
t u n a d o Chappe de A u t e r o c h e f u é á l a C a l i f o r n i a : el p a d r e Hell á la isla d o conformes todas las espedicíones astronómicas en v a l u a r l a p a r a l a j e
W a r d h u s , e n la estremidad septentrional de la L a p o n i a : P l a m m a n se es- e n 8 " 8, c u y a determinación fija l a d i s t a n c i a de la T i e r r a al Sol en poco
tableció en C a j a n e b o u r g , e n la F i n l a n d i a , y otros astrónomos lo o b s e r v a - m a s de 37.000.000 de leguas.
ron e n A m é r i c a , en Kola y en el Norte de la R u s i a . P a r a l a comprobacion de los cálculos, observaciones y f e n ó m e n o s q u e
Este tránsito, visto d e s d e e l centro de l a T i e r r a , debia durar 5h 4 1 ' 5 0 " liemos indicado, se emplearon v a r i o s métodos, siendo uno de ellos l a
e n t r e los dos contactos interiores, es decir, e n t r e el m o m e n t o en q u e el aplicación de la fotografía p a r a fijar a c a d a instante el aspecto del Sol
globo de V é n u s estuviese dentro del S o l , y el p r i m e r instante en q u e e l d u r a n t e la conjunción de V é n u s q u e duró 4b 9 ' . El próximo t e n d r á l u g a r
p l a n e t a e m p e z a r a á salir del limbo solar por l a parte opuesta. Calculadas e l 6 de diciembre de 1882 por la tarde y s e r á visible en E s p a ñ a y en la
estas fases, suponiendo l a p a r a l a j e 8 " 5, se h a l l a r í a q u e e n W a r d h u s el m a y o r p a r t e de E u r o p a : d u r a r á 5b 5 7 ' . E n la figura a d j u n t a se m a r c a la
p a s a j e de V é n u s d u r a r í a 1 0 ' 5 2 " m a s q u e o b s e r v a d o desde el centro d e p a r t e del disco solar q u e a t r a v e s a r á V é n u s en dicho p a s a j e , q u e no será
l a T i e r r a , m i e n t r a s q u e e n la isla de Taiti d u r a r í a 11' 4 3 » m e n o s . De por cierto tan ú t i l como el anterior b a j o el p u n t o de vista de la d e t e r m i -
a q u í resulta q u é si se hubiese observado en Taiti u n a duración de t i e m p o
m a s p e q u e ñ a de 2 2 ' 3 5 » que l a observada e n W a r d h u s , l a p a r a l a j e d e l
Sol sería, e n efecto, de 8 " 5. Hell en W a r d h u s dió en realidad al tránsito
u n a duración de 5b 53' 1 4 " , y el capitan Cook, Green y Solander asig-
naron a l fenómeno desde Taiti 5h 3 0 ' 4 " , que v i e n e á ser 2 3 ' 1 0 " m e n o s
q u e la llevada á cabo en W a r d h u s . Esta cifra difiere e n 3 5 " de los c á l c u -
los h e c h o s sobre este p u n t o ; pero sobre u n a diferencia total de 2 3 ' 1 0 " n o
resulta m a s que l a de . Comparadas, pues, estas observaciones con
o t r a s h e c h a s en v a r i o s l u g a r e s , t e n i e n d o en c u e n t a l a localidad g e o g r á f i -
c a de las estaciones, la rotaciop de l a T i e r r a , y p r a c t i c a d a s otras correc-
ciones, se h a visto q u e la p a r a l a j e del Sol es de 8 " 6.
S i n e m b a r g o , m e r c e d á las observaciones h e c h a s posteriormente p o r
Leverrier sobre los m o v i m i e n t o s de l a Tierra, de V é n u s y de Marte, se
reconoció l a necesidad de a u m e n t a r e n un trigésimo la p a r a l a j e del S o l
nación de la p a r a l a j e ; pero merced á los métodos analíticos de i n v e s t i g a -
o b t e n i d a en 1769 y a d o p t a d a h a s t a catorce años h a c e , en r a z ó n de l o s
ción q u e hoy posee la ciencia astronómica, son incalculables los benefi-
cálculos de Mr. E n c k e . E s t a s observaciones de Mr. Leverrier h a n sido
cios que r e p o r t a r á s u observación á la Astronomía física, toda v e z qué
corroboradas con las esperiencias directas s o b r e la velocidad de ¡a luz
e n el último tránsito se h a comprobado d e f i n i t i v a m e n t e p o r Tacchini,
h e c h a s por Mr. Cornu y León Foucault, y por el estudio de las oposicio-
H e r a u d , B o n i f a y , J a n s s e n y otros astrónomos, l a existencia de l a a t m ó s -
n e s del planeta Marte llevado á cabo en 1862 por Stone y W i n n e c k e , y
f e r a de V é n u s , y se h a medido su a l t u r a y analizado q u í m i c a m e n t e los
ú l t i m a m e n t e en 1877por Gilí y Green, que h a n d a d o por resultado a s i g n a r
g a s e s que la constituyen, de c u y o estudio espectral resulta q u e es c a s i
á la p a r a l a j e solar una cifra u n poco superior á 8 " 6. A n t e estos r e s u l t a -
dos veces m a s densa q u e la atmósfera terrestre.
d o s y en v i s t a de l a opinion de Mr. P o w a l k y , q u e hizo u n concienzudo
e x á m e n de todas las observaciones, cálculos y medidas practicados des- La existencia de esta atmósfera se h a comprobado n o solo por la a n á -
d e 1663 p a r a q u e sirviera de base á los observadores q u e e s t u d i a r o n el lisis espectral, sino por la simple observación telescópica.
cularán su peso y su volumen? ¿Nos observarán con ins . b i e s mitológicos nos designarán?.-.. ¡Quién sabe!- Acaso
.trunientos ópticos parecidos á los nuestros? ¿C-on qué n o m - discutirán también acerca de si este planeta es habitable, y
forjarán mil hipótesis ingeniosas. Quizá que nos consideren
A1 entrar el planeta en 1874 en el disco solar, se notó p o r todos los mas dichosos de lo que somos en realidad, y se formen d e
observadores qué la parte esterior qúe a ú n no h a b i a entrado en el S o l , sé nuestra morada una idea mas grande de la que nosotros
"hallaba claramente indicada por un filete luminoso pálido, q u e r e u n i d o
tenemos formada de ellos.
con l a s f r a n j a s de la i m a g e n i n t e r i o r , f o r m a b a u n circulo perfecto. I g u a l
observación se hizo en el p a s a j e de 1761, fenómeno producido por l a r e -
facción de los r a y o s del Sol á t r a v é s de la atmósfera de V é n u s .
R e s p i g h i , director d e l Observatorio del Capitolio, afirma en v i s t a dé
esto q ü é n o es posible n e g a r la existencia de la atmósfera de V é n u s ; y
V o g e l , uno de los espectroéopistas contemporáneos m a s distinguidos, dice
q u e «las modificaciones introducidas por l a atmosfera de V é n u s en el es-
p e c t r o solar son m u y débiles, de lo c u a l debe deducirse q u e los r a y o s so-
lares que nos e n v í a este p l a n e t a son reflejados en su m a y o r parte p o r l a
superficie dé la capa de nubes q u e le circunda sin penetrar en el interior.
Sin e m b a r g o , h a y r a y a s particulares entre las cuales se reconocen las del
vapor de agua, p o r c u y a razón p u e d e admitirse como m u y probable q u e
la atmósfera de ese planeta contiene agua, elemento t a n indispensable
á la vida.»
Estos descubrimientos son de u n valor incalculable y v i e n e n á j u s t i -
ficar l a solidaridad de las fuerzas físicas y el estrecho parentesco que
existe entre los cuerpos de nuestro sistema. «La ciencia d e m u e s t r a , dice
Otón U l é , q u e las l e y e s á q u e obedece la vida de nuestro globo conser-
v a n t a m b i é n su v a l o r p a r a los otros m u n d o s : l a u n i d a d de la existencia Fig. 68.—Venas lleno, visto con el telescopio.
71.000
Diámetro esterior del anillo esterior. . .
. 62.640
Diámetro interior d e l anillo esterior.. . .
Diámetro esterior del anillo interior.. . . . 61.290
. 47.340
Diámetro interior del anillo interior.. . .
16
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SVX3NV1D
CUADRO 2 . ° - S A T É L I T E S D E L O S P L A N E T A S -
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1
jEGUAS
que los ASTRÓNOMOS DIA, AÑO Y LUGAR
Número de
PLANETAS
satélites.
SUS separan
qne tienen de sus qne los ban del "
nombres. planetas
satélites. r e s p e c - descubierto. descubrimiento.
tivos.
1 La L u n a . . 96.000 D »
LA TIERRA
1
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JEGUAS
que los \ S T R Ó N O M O S D I A , A Ñ O Y LOGAR]
Número de
PLANETAS
satélites.
SUS separan
qne tienen de sos que ios han del "
nombres. planelas
satélites. respec- descubierto. descubrimiento.
tivos.
1 La L u n a . . 96.000 D »
LA TIERRA
LOS COMETAS.
1
las preocupaciones del vulgo, y las creencias absurdas cu-
I I q u e h a estado y está desgraciadamente acerca del destino
d e estos astros.
Los cometas son dignos de admiración bajo cualquier
punto de vista que se les j u z g u e .
lli Estos astros se muestran como una ráfaga luminosa en
la inmensidad del cielo. E n uno de sus estremosse encuen-
t r a la luz mas viva y aglomerada, divisándose e n él un
punto brillante como una estrella pálida y difusa, y á s u al-
rededor una especie de aureola vaporosa y ligera de luz su órbita con una rapidez inconcebible y b o j en su afelio,
mas t é n u e . La estremidad donde la luz se condensa se d e - á remotísimas distancias de la Tierra, apenas caminará mas
nomina cabeza-, el punto brillante que se distingue en ella aprisa que nuestros vehículos ordinarios. Lo mismo p o -
núcleo', la aureola que rodea al núcleo, cabellera; y final- dríamos decir del gran cometa de 1843 y de cuantos se ban
mente, por el estremo opuesto de la cabeza que mira al
Sol se estiende un rastro inmenso, vaporoso, llamado cola,
del co'meía, apéndice soberbio, que algunas veces ocupa r e -
giones vastísimas en los cielos (1).
Tal es la forma ordinaria de los cometas, si bien esta va-
ria á lo infinito no solo de u n a á otra aparición, sino en un
corto número de dias, durante el tiempo que permanecen
próximos á nosotros ó en sus perihelios (2).
Hallándose en este punto de sus órbitas, y no antes, se
bacen visibles. Entonces sus vapores se calientan, dilatan y
brillan reflejando la luz del Sol. S u celeridad varía s e -
g ú n la distancia que los separa de ese astro. E n el p e r i -
belio recorren millares de leguas por minuto, y en el afe-
lio no recorren mas que algunos metros. E l de 1680, uno
de los mas famosos, distó del Sol 5 7 . 0 0 0 leguas; recorrió
l|
los r a y o s caloríficos ó m a g n é t i c o s del S o l ?
e x p e r i m e n t a n en su brillo. ¿Este fenómeno á qué obedece? ¿Reconocerá
P r o b l e m a s s o n estos a u n n o resueltos p o r la c i e n c i a . por c a u s a l a acción solar que les h a c e perder en su materia l a s partes
Solo diremos sobre este controvertido a s u n t o q u e m u c h o s s á b i o s , d e s d e m e n o s densas q u e son l a m a s susceptibles de rarefacción por el calor, y
I H a l l e y h a s t a H i n d y F a y e e n nuestros d i a s , h a n t o m a d o m u y en sério
e s t e i m p o r t a n t e r a m o de la Astronomía f í s i c a , y q u e a l g u n o s a u t o r e s
q u e por lo tanto m a s fácilmente p u e d e n d i s e m i n a r s e en e l espacio? ¿Qué
cuerpos simples, qué sustancias constituyen estos e x t r a ñ o s mundos? ¿Qué
p a r a explicar las f o r m a s caprichosas de los c o m e t a s , e x a m i n a n i n g e n i o - reacciones químicas poderosas se verifican e n sus g a s e s misteriosos?¿Por
s a m e n t e los borbotones de h u m o y vapor q u e a r r o j a un b u q u e ó u n a lo- q u é con t a n poca cantidad de m a t e r i a ocupan distancias t a n e x t r a o r d i n a -
c o m o t o r a , y deducir asi las v a r i a c i o n e s observadas en estos astros i n -
Srl comprensibles, q u e e n c i e r r a n acaso el secreto d e la f o r m a c i o n de n u e s -
rias? ¿A q u é p u e d e atribuirse q u e l a materia de estos cuerpos celestes se
t o r n e a l g u n a s v e c e s m a s densa y m a s a p t a p a r a reflejar la l u z del Sol?
II tro sistema p l a n e t a r i o . ¿Cuál es, pues, l a v e r d a d e r a causa d e estos fenómenos?... ¡Ah! E n v a n o
i n t e n t a l a ciencia resolver este e n i g m a , p u e s a u n q u e de vez e n c u a n d o
Merced á los análisis h e c h o s p o r S c h m i d t desde 1S5S a 1862, parece
q u e la cabellera se c o m p o n e de u n a m a t e r i a q u e se desprende del núcleo, a r r a n c a n u e v o s secretos á la N a t u r a l e z a , y m a r c a con f r e c u e n c i a desco-
a causa de las influencias caloríficas, eléctricas ó m a g n é t i c a s desarrolla- nocidos senderos á la inteligencia, n i n g u n a explicación satisfactoria h a
d a s por el Sol; y respecto á l u z de estos astros, se sabe q u e es r e f l e j a d a d a d o todavía de esos h e r m o s o s apéndices q u e a c o m p a ñ a n á los cometas
Í«1Í||
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I
p o r las decisivas investigaciones h e c h a s p o r A r a g o sobre la polarización y q u e h e m o s calificado con el n o m b r e dc colas, n o m b r e por cierto bien
lUl c r o m á t i c a , p u e s su palariscopío, h a permitido a v e r i g u a r si u n r a y o de impropio, pues q u e o r d i n a r i a m e n t e preceden á estos astros en la direc-
l u z emitido por un cuerpo c u a l q u i e r a es directo ó reflejo, y si el c u e r p o ción de sus m o v i m i e n t o s , como ni tampoco sabemos c o n f u n d a m e n t o la
luminoso que lo e n v í a es sóiido, líquido ó g a s e i f o r m e . Con respecto á c a u s a d é l a s peculiaridades y fenómenos a n t e s indicados, y que i g n o r a r á
los cometas, bien p u d i e r a suceder a l g u n a s veces q u e á la l u z solar que p o r m u c h o tiempo el h o m b r e , toda vez q u e á e l l o ' s e opone n o solo l a
n o s e n v í a n f u e s e u n i d a t a m b i é n p a r t e de s u luz p r o p i a , como se cree, y diversidad y la complicación infinita de las m a r a v i l l a s del Cosmos, s i n o
li¡ es m u y p r o b a b l e que suceda con a l g u n o s p l a n e t a s de n u e s t r o s i s t e m a , y
e n t r e ellos, V é n u s .
l a debilidad m i s m a d e nuestros sentidos, p o r c u y a r a z ó n «jamás conse-
g u i r e m o s a p u r a r , dice el e m i n e n t e H u m b o l d t , l a i n a g o t a b l e m i n a d e la
N a t u r a l e z a , ni generación n i n g u n a podrá v a n a g l o r i a r s e n u n c a d e ' h a b e r
Sin preocuparnos del estado en que los cuerpos se e n c u e n t r a n e n los
111
cometas, p o r m a s que parece descubrirse en ellos la m a y o r p a r t e de las a b a r c a d o l a totalidad de los fenóiñenos.«
v e c e s « ! sólido.y gaseoso, debe l l a m a r nuestra atención q u e siempre a c u - ... : . ... . (LY. del T.)
cidad que se va moderando gradualmente; m e n g u a n y p a -
como nubes macilentas sin señal de cola; pero á medida
lidecen; se retiran de nosotros, sus colas S3 desvanecen y
que se aproximan á sus perihelios en virtud de la atracción
y a apenas se distinguen; mas los astiónomos, celosos e s -
del Sol, aumentan en velocidad, en tamaño y brillantez;
p i r a d o r e s del cielo, auxiliados con sus telescopios, c o n -
van formándose las colas, estendiéndose v creciendo d e s -
i
n i calamidades. Pero si un cometa chocase con la Tierra, ¿la
baria pedazos? No aventuremos tanto. Podemos forjar cuan-
tas quimeras nos sugiera la fantasía, mas no existe motivo
razonable para creer semejante cosa, sino para estar se-
g u r o s que el choque de un cometa es tal vez lo que menos
debe i n q u i e t a r n o s , pudiendo estar tranquilos en esta
confianza.
CAPITULO X V I .
m
í
i
n i calamidades. Pero si un cometa chocase con la Tierra, ¿la
baria pedazos? No aventuremos tanto. Podemos forjar cuan-
tas quimeras nos sugiera la fantasía, mas no existe motivo
razonable para creer semejante cosa, sino para estar se-
g u r o s que el choque de un cometa es tal vez lo que menos
debe i n q u i e t a r n o s , pudiendo estar tranquilos en esta
confianza.
CAPITULO X V I .
m
CAPITULO XVI.
1
cruzan en distintas direcciones el cielo, son producidas por
ifffl unos corpúsculos diminutos que ni son estrellas ni p l a n e -
tas, y á los cuales se les ha dado el nombre de estrellas
fugaces. Mas bien podrian asimilarse á los cometas estos
i • Ú corpúsculos que circulan revoloteando en alborotado enjam-
bre á través del espacio. Muchos caen sobre la Tierra, y de
su exámen resulta que son masas sólidas como pedazos de
piedras ó de metal: otros por el contrario montones de pol- .cantidad de estrellas fugaces, que en la primera mitad del
vo: algunos, en fin, simples y ligeros vapores. año. Asi, pues, unas veces se ven en abundancia, otras en
Alrededor del Sol circulan describiendo elipses á s e m e - escaso número; y no faltan ocasiones en que r e p e n t i n a -
janza de los cometas, y permanecen invisibles en el e s p a - mente, sin señal precursora del fenómeno, cruzan el espa-
cio basta que pasan cerca de la Tierra y se inflaman al p o - cio esos meteoros estraordinarios con intensidad tan s o r -
nerse en contacto con el oxígeno atmosférico. Se diferen- prendente , que se asemejan á una lluvia formidable de
cian entre sí por el color y por la intensidad de su brillo; chorros de fuego lanzada sobre la Tierra.
por la dirección de s u s movimientos; por la buella fosfo- Un fenómeno de esta índole ocurrió en la noche del 11
rescente que dejan en su camino, y por la altura á que se al 12 de noviembre de 1799, y Humboldt y Bompland que
bailan de la Tierra. L a mayor parte son blancas; otras ro- lo observaron en Cumana (América), lo describen como un
jas; algunas azuladas, y no pocas amarillentas y de otros acontecimiento admirable, y declaran que no habia en el
matices bellísimos. cielo espacio que no estuviese inundado á cada momento
por las estrellas f u g a c e s , como el que observamos en Má-
La altura ó distancia vertical al suelo de estos meteoros,
laga en 1866 y del cual nos ocuparemos en breve.
varia de 2 á 7 5 leguas.
Las primeras investigaciones sistemáticas sobre este asun- Las descripciones hechas por autores y viajeros de e s -
to, se hicieron por Brandes y Benzenberg en 1798, siendo tas lluvias de meteoros, habíanse considerado por la mayor
estudiantes á la sazón en la Universidad de Gotinga. Los parte de los sábios como fábulas ridiculas á pesar de ser
trabajos posteriores practicados con el mismo objeto por va- conocidas desde antiguo; y y a se habia olvidado casi la
rios astrónomos, y entre ellos el P . Seccbi, ban corrobora- que observaron Humboldt y Bompland en C u m a n a , cuan-
do la exactitud de las observaciones hechas por los e s t u - do el 2 6 de abril de 1 8 0 3 acaeció otra en varios pueblos
diantes alemanes, y han permitido determinar que la a l - de Norman día.
t u r a media de una estrella fugaz es de 30 leguas. La autenticidad é importancia de tan notable suceso, fi-
L a mayoría de estos meteoros se mueven con u n a velo- jó la atención de los astrónomos; la Academia de Ciencias
cidad de 3 hasta 17 leguas por segundo , elevándose esta de París tomó parte en el asunto con verdadero interés, y
muchas veces á 37 l e g u a s , rapidez m u y superior á la del el célebre Biot se trasladó al lugar mismo de la ocurrencia
movimiento dé traslación del globo terráqueo. y corroboró la verdad del hechS con multitud de informes
N o pasa una noche, estando la atmósfera despejada, sin que le suministraron muchos testigos presenciales, y s o -
que se observen varias estrellas fugaces; pero no todas las bre todo con los fragmentos de esas piedras meteóricas que
noches del año son iguales respecto al número de estos me- recogió del suelo en que habían caido, y c u y a análisis r e -
teoros; y según las observaciones de Quetelet, resulta que veló la misma composicion química que los y a analizados
desde el 1.° de julio al 3 1 de diciembre, mientras la Tier- por Fourcroy y Vauquelin.
ra se traslada de su afelio al perihelio, aparecen mayor Desde esta fecha las estrellas fugaces se vienen obser-
van do asidua y constantemente; y cada día demuestran los .
astrónomos más empeño e n descifrar el misterio que encier-
r a n . La cuestión, sin embargo, es delicada y los términos
del problema de difícil resolución. Se conocen los elemen-
tos constitutivos de esos meteoros, la dirección de sus m o -
vimientos y su intensidad luminosa; pero se ignora por
completo su origen, el objeto de su existencia y la misión
que cumplen en la mecánica celeste.
Muchos astrónomos basta principios de este siglo, c r e -
yeron que las estrellas fugaces eran producidas por la com-
bustión de algunas emanaciones terrestres en las altas r e -
giones atmosféricas; algunos opinan en la actualidad que
son productos de combinaciones eléctricas; y otros, en fin,
las consideran como restos de la m i s m a materia cósmica de
que se formaron la Tierra, los demás planetas y los come-
tas: restos que no habiéndose reunido en grandes masas
para formar globos, se bailan diseminados en el espacio co-
mo partículas de mundos más ó menos voluminosas.
Corroborando esta última hipótesis, Chladni a d m i t i a q u e
esas miríadas de átomos planetarios circulan alrededor del
Sol, y que próximamente á la misma distancia de aquel
astro que nuestro planeta, forman uno ó varios anillos m u y
compactos que la Tierra atraviesa en dos puntos distintos
de su órbita, en los meses de agosto y noviembre, y que
se inflaman y caen al suelo al ser sorprendidos por la atrac-
ción terrestre, ocasionando las magnificas lluvias de estre-
llas que hemos mencionado antes. L a figura 7 9 representa
los anillos que forman estos corpúsculos en el espacio, y á
la Tierra atravesándolos en dos puntos distintos de su órbi-
ta. Esta hipótesis esplica las apariencias que ofrece el fenó-
meno en su periodicidad en el curso del año y á través de
los siglos, la existencia de los principales focos de donde
emanan al parecer las estrellas fugaces, y la enorme velo-
cidad de que están animadas.
Y e n efecto, si se prolongan idealmente las diversas tra-
yectorias que en una misma noche trazan estos corpúscu-
los, se ve q u e todas ellas concurren, en cada época, en uno
de aquellos puntos indicados, es decir, que las estrellas fuga-
ces en vez de venir indistintamente de todas las regiones
del cielo, vienen casi todas de direcciones determinadas: las
lluvias periódicas del 9 y 10 de agosto parten de la c o n s -
telación dePerseo: las del 12 y 13de noviembre de lacons-
telacion del León, precisamente los dos puntos del espacio
adonde la Tierra se dirige en esas épocas del año. Y como
la velocidad, situación de las órbitas y otras peculiaridades
de estos meteoros discrepan poco de las de los cometas, el
abate Schiapparelli ba establecido una correlación sorpren-
dente entre la órbita descrita por la g r a n corriente de e s -
trellas fugaces que aparecen en agosto, y la órbita del co-
meta observado en 1862 q u e circula en 123 años en la
misma región de esos meteoros ; y otra entre la órbita
de la corriente de noviembre y la del cometa descubierto
en 1866, y que en la misma región de esos meteoros veri-
fica su revolución en poco mas de 3 3 años.
E l espacio, pues, en que gira la Tierra se baila sembra-
do de esos pequeños cuerpos, que en agosto y noviembre
lo cruzan velozmente como u n a lluvia de fuego, a u n q u e no
siempre se presenta el fenómeno con la misma intensidad
y magnificencia.
La Tierra, e n su movimiento de traslación, se e n -
cuentra con ellos, á la manera que se encontrarla, co-
mo dice Schiapparelli, una bala de cañón con u n a nube ó
enjambre de insectos voladores.
Al chocar con la Tierra atraviesan las altas regiones de
E s t a predicción audaz se realizó, e n efecto, en la noche
la atmósfera resbalando en ella como resbala u n a piedra
del 13 de noviembre de 1866.
plana arrojada oblicuamente sóbrela superficie de un lago;
N a d a mas admirable é imponente á la vez que u n a l l u -
penetran mas ó menos siguiendo su velocidad primitiva; j
via de estrellas fugaces.
como su movimiento es t a n rápido, esperimentan al cruzar-
Fenómenos estraordinarios j sorprendentes exhibe la
lo u n a resistencia enorme, tanto como si chocaran contra
Naturaleza en sus inescrutables obras; todos están llenos
u n cuerpo sólido ó esperimentaran un fuerte y enérgico
de encanto y magestád; pero n i n g u n o supera, en lo e s -
rozamiento, que consigue calentarlos vigorosamente é i n -
pléndido é inusitado, á una lluvia de esos meteoros. La que
flamarlos ; pues todo choque y todo rozamiento producen
observamos en nuestro pais, en Málaga, en la memorable
calor, y este calor naturalmente es tanto mas intenso,
noche del 13 de noviembre de 1866, fué tan asombrosa,
cuanto mas violento sea el choque y mas vivo el rozamiento.
, que su contemplación produjo en nosotros u n a impresión
Tan considerable es la fuerza calorífica del choque, que tan profunda que difícilmente se borrará de nuestra alma.
varios astrónomos h a n aventurado la hipótesis de que el
Nos situamos en el punto de la ciudad mas á propósito
calor del Sol se debe esclusivamente á una lluvia de e s t r e -
para hacer esta clase de observaciones: en una de las m e -
llas fugaces que cae sin cesar sobre el luminar del dia. ¡Po-
setas mas elevadas del monte Gibralfaro, eminencia e s c a r -
bres en verdad serian las fuerzas de la Naturaleza si esta
pada que separa por la parte del Este á Málaga del m a r
no pudiera recurrir á otros medios para sostener el calor
Mediterráneo.
solar que á la artillería de los meteoros!
La noche estaba tan templada v apacible como las mejo-
E n las noches del 9 y 10 de agosto y especialmente en
res noches de primavera del hermoso clima de Andalucia.
las del 12 y 13 de noviembre, surcan el cielo las estrellas
Desde nuestro improvisado observatorio, el panorama
fugaces. Recordemos estas fechas y en cualquiera de ellas,
que divisábamos era por demás fantástico.
cuando la atmósfera esté despejada, dirijamos nuestras mi-
La atmósfera, despejada j sin L u n a , dejaba en d e s c u -
radas al cielo para contemplar siquiera un momento las es-
bierto la estension incomensurable sembrada de estrellas.
telas bellísimas que trazan en el cielo esas graciosas l l a -
mas corredoras. A nuestras derecha, desde la base misma de la montaña,
velada por las sombras de la noche, se estendia la poblacion
Olmsted f u e el primero que hizo notar que la g r a n l l u -
vaga j confusamente en forma de anfiteatro, contrastando
via meteòrica de noviembre debia ser periódica, y repetirse
de un modo siniestro el alumbrado de sus calles con la os-
por lo tanto todos los años en la misma época; y Olbers,
curidad de sus edificios: su vega feraz j deliciosa se p e r -
apoyándose e n esta observación y teniendo en cuenta la
día en lontananza como una mancha n e g r a é informe; j
sorprendente aparición de 1833, una de las mas famosas,
allá, apenas perceptibles en el horizonte, se destacaban del
advirtió que entre esta y la de 1799 mediaba u n período
fondo azul del cielo las siluetas de los picachos de la sierra
de 3 3 años, por c u j a razón dijo que acaso se reproduciría
de Mijas, con un aspecto estraño j sombrío.
el fenómeno en 1866 con la misma fuerza j b r i l l a n t e z .
E l mar, completamente en calma, se ostentaba al otro cía una lluvia de estrellas fugaces, y la primera vez t a m -
lado inmenso y magnífico, reflejando en el espejo de sus bién que nosotros íbamos á presenciarla.
aguas el fulgor trémulo d é l a s estrellas: todo reposaba sobre E l tiempo trascurría y el cielo no presentaba nada de es-
la Tierra; el silencio era profundo: solo se interrumpía por traordmario, nada que viniera á interrumpir su sublime
el rumor sordo, amenazador, seco á intérvalos que producia monotonía.—¿Estará sujeta la aparición de ese fenómeno,
el oleaje del mar al estrellarse espumoso y fosforescente nos preguntábamos, á u n a periodicidad fija? ¿Fallará la
e n las rocas de los espigones, y en 15. menuda arena de las profecía de Olbers q u e l i a dicho á las estrellas fugaces:
playas. «aparecereis tal noche con la misma brillantez y con la mis-
E n el seno de aquella soledad magestuosa, aislados de ma abundancia que aparecisteis en 1833?....
la vida engañosa de la sociedad, ante el cuadro soberbio de No, el génio del hombre triunfó.
los esplendores estelares, nuestra imaginación ora estaba A las 12 y 30 minutos vimos aparecer entre las e s t r e -
abismada en profundas meditaciones, ora volaba libremen- llas Sirio y Rigel, una nube luminosa ó vapor de materia
t e por los espacios preguntando á la Naturaleza por la cau- cósmica, de figura i r r e g u l a r , semejante á la nebulosa de
sa de sus enigmas. Orion: parecia desvanecerse en el a i r e , y antes de d e s -
j O b n o c b e ! ¡Sublime nocbe! ¡Cuán pocos saben com- aparecer surgieron veinte ó treinta estrellas de variados
prender las bellezas que atesoras bajo tus mágicas alas!... matices, todas en la dirección de Oriente á Occidente.
¡Cuántos ignoran que t u s sombras protectoras, lejos de Admirados estábamos de esta aparición, precursora del
ser el emblema de la muerte, son por el contrario la fuente g r a n fenómeno, cuando de repente surgieron otras muchas
inagotable de toda luz y de toda ciencia que despiertan en estrellas pequeñas ó poco brillantes y de rastro efímero,
nuestras almas el sentimiento de lo sublime!... cuyo número se fué aumentando gradualmente hasta las 2
E s tan poco conocida la Naturaleza entre los hombres, y 7 minutos de la madrugada que arreció la lluvia de m e -
escita ésta tan poca atención en los espíritus pequeños, se teoros con g r á n intensidad y esplendidez; pero á las 3 y 12
considera de t a n escasa utilidad práctica el estudio de sus minutos el flujo de meteoros era superior á toda pondera-
maravillas, que de los 100.000 habitantes que tiene dicha ción .
ciudad acaso seríamos los únicos que conocíamos la p r e d i c - ¡Grandioso espectáculo digno de ser descrito por la crea-
ción de Olbers, los únicos que espiábamos el cielo en aque- dora imaginación de Dante! Por todas partes, por el Norte
llos críticos momentos, para observar tan importante f e n ó - y por el S u r , por el Este y por el Oeste, a u n q u e partien-
meno cósmico. do todas de u n a misma región del cielo situada en la cons-
telación del León M a y o r , cruzaban nuestra atmósfera en
La ansiedad de que estábamos poseidos era indescrip-
infinito número las estrellas fugaces á semejanza de una
tible.
lluvia nutrida de silenciosos cohetes voladores, ó como una
Desde las 9 horas y 13 minutos de la noche nos h a l l á b a -
descarga formidable de bombas de variados colores, lan-
mos en aquel sitio; era la vez primera que la ciencia prede-
zada contra la Tierra, por oculta y misteriosa batería. E n la noche del 13 al 14 de noviembre de 1867, y en
E l fenómeno era tan desusado, tan raro y tan inaudito la propia noche del año de 1 8 6 8 , se reprodujo el mismo
que no parecia sino que el fuego del cielo iba á abrasar al sorprendente fenómeno, a u n q u e en menor escala y sin la
mundo, ó que los astros caian sobre la Tierra según la ter- ostentación, abundancia y brillantez de 1 8 6 6 , pues la
rible visión del Apocalipsis. caida de meteoros de este último año forma época en los
E l azul del cielo Había perdido su trasparencia y su her- fastos de la Astronomía contemporánea, y está considerada
mosura, y n i n g u n a estrella verdadera brillaba en la inmen- como uno de los acontecimientos celestes mas lamosos de
sidad: u n a claridad blanquecina, t é n u e y melancólica, pa- «stos últimos tiempos.
recida á la de la Via-láctea, inundaba el espacio; y el. r e s -
Por lo demás parece un sueño q u e esas estrellas fugitivas
plandor vivísimo teñido de matices blancos, rojos, azulados,
se detengan en su paso y nos arrojen sus trozos encande-
purpurinos y verdes de los meteoros, que caian sin cesar
cidos, y sin embargo es un hecho indiscutible.
como surtidores de materia incandescente, se reflejaba en
Muchas personas han tenido en sus manos estos pedazos
las tranquilas ondas del Mediterráneo asemejándolo á un
á que nos referimos, la ciencia ha hecho su análisis quími-
m a r de fuego.
ca, y en los principales centros científicos del mundo exis-
La estela ó rastro luminoso de muchos meteoros, era de ten ejemplares de esas piedras caídas del cielo.
un brillo tan singular y persistente, que no se extinguía Véase, pues, como el hecho es cierto; pero ¿cómo caen
sino despues de haber durado su trayectoria seis, ocho y sobre la Tierra?
hasta diez segundos de tiempo.
Vamos á esplicario.
E n t r e estas miriadas de globos inflamados, vimos t a m - Cuando vemos u n rastro de fuego, sin espesor á través
bién aparecer algunos bólidos que se fraccionaron sin es- del cielo estrellado, que no hace más que cruzar las alturas
truendo; y uno de ellos, acaso el mas notable que observa- de la atmósfera terrestre, es producido por u n a estrella fu-
mos á las 4 y 4 2 minutos, presentó el aspecto de un globo gaz, propiamente dicha, la cual, al atravesar nuestra e n -
en ignición de un vivo color azulado, dejando tras sí un volvente aérea continúa más allá su camino tornándose de
vasto v brillante surco, el cual á los ocho ó diez segundos nuevo sombría é invisible; pero cuando se acercan lo b a s -
estalló en silencio arrojando fragmentos encendidos, resol- tante para presentarnos u n diámetro sensible, y a no es u n a
viéndose al fin en una nubecilla de luz ténue y lechosa estrella pequeña, sino un globo de fuego g r a n d e á veces, de
c u y a dimensión escedia mas de diez veces al diámetro apa- brillo deslumbrador que hiende el aire con estruendo, d e -
rente de la L u n a llena. j a n d o en pos u n reguero larguísimo y espléndido de luz,
L a magnificencia y esplendidez del fenómeno, empezó á perceptible algunas veces en pleno dia.
amortiguarse con la claridad de la aurora, y no dejamos de E s t e globo inflamado en l u g a r de estrella fugaz, se llama
percibir algunas que otras estrellas fugaces de las mas bri- bólido por mas que en el fondo la u n a y el otro constituyan
llantes , hasta que el Sol estuvo casi sobre el horizonte. un mismo fenómeno.
Con frecuencia el bólido atraviesa el espacio y desaparece Diógenes de Apolonia, filósofo jónio que creia que los
como vino sepultándose de nuevo en la inmensidad; m a s e n astros eran de piedra pómez, escribió 400 años antes de Je-
otras ocasiones estalla en medio del aire sin que podamos sucristo estas célebres palabras: « E n t r e l a s estrellas visibles
percibir el ruido que ocasiona á causa de la distancia que se mueven también otras invisibles, á las cuales por consi-
lo separa de la Tierra, no asi cuando está próximo en cuyo guiente no se les ba podido dar nombre. Estas caen muchas
caso el efecto que produce la esplosion es t a n espantoso, veces sobre la Tierra y se apagan, ¡como aquella estrella
según aseguran testigos presenciales, que las casas t i e m - de piedra que cayó toda encendida cerca de J i g o s - P o -
blan, las puertas y ventanas se abren, y la mayor conster- tamos.»
nación se apodera de las gentes que presencian t a n inaudi- Plutarco, Plinio y otros historiadores, hablan de esta
to fenómeno. piedra que cayó hace mas de 2 . 0 0 0 años; y Aristóteles
E l bólido al estallar se divide en fragmentos candentes creia, no pudiéndose esplicar su origen, que era u n a masa
en medio de u n a nube de b u m o y de vapores que reem- terrestre, arrancada de su asiento y lanzada á enorme dis-
plazan el resplandor primitivo del meteoro, y cada uno de tancia por la poderosa fuerza de u n h u r a c a n .
sus fragmentos estallan también á su vez produciendo un L a idea emitida por Job y sustentada por Anaximenes y
ruido comparable á u n a descarga de artillería. por la antigüedad toda sobre los cielos de cristal, hizo creer
Estos pedazos caen sobre la Tierra, y se ban presentado á muchos historiadores y filósofos de esas edades, que los
algunos casos en que el bólido entero b a caido sobre el bólidos y aerolitos no eran otra cosa que pedazos de cristal
suelo sepultándose en él por la fuerza misma del cboque. desprendidos del resto del cielo, y arrojados á la Tierra
Si acudimos entonces encontraremos trozos de piedras abra- (considerada entonces como el centro del U n i v e r s o ) , á
sadas que se enfrian r á p i d a m e n t e , propiedad especial de causa de la acción destructora del tiempo, ó por el violento
estos cuerpecillos. choque de un cuerpo celeste.
Estas piedras caídas del cielo, estos pedazos de estrellas Tampoco faltó quien se imaginara, para esplicarse la
fugaces apagadas, se llaman aerolitos ó piedras meteó- caida de esos corpúsculos e n pleno dia, que eran trozos en-
ricas. La ciencia tiene formada varias colecciones de esta ' cendidos provenientes del Sol; pero ¿qué de particular y
clase de piedras celestes, á las cuales, para distinguirlas de raro puede ofrecer esta hipótesis sostenida en u n a época en
las rocas terrestres, se les da también e l nombre especial que la imaginación tanto predominaba en el estudio de la
de meteoritos. Naturaleza, cuando hombres tan eminentes como Olbers,
Laplace, L a g r a n g e , Biot y otros astrónomos en nuestros
E s t e fenómeno ba impresionado vivamente á la h u m a n i -
dias, han sostenido que los aerolitos eran piedras lanzadas
dad desde los tiempos mas remotos; y en los poemas de la
á nuestro globo por los volcanes de la Luna?
India, y en mucbos autores cbinos, griegos y árabes, se en-
cuentran descripciones curiosas de lluvias de piedras, de E s t a hipótesis fué aceptada por a l g ú n tiempo; pero como
bierro y de otras sustancias. la Luna, segan hemos visto en el capítulo X , es un astro
muerto que no revela á la esploracion telescópica más mi- n u e los tártaros consideraban como objeto sagrado, y el
nuciosa, señal alguna de volcanes en actividad, se acabó q u e cayó cerca de Bogotá de más de 700 kilógramos
por abandonarla para adoptar la teoría de Chladni, de la de peso.
que hemos hablado antes, infinitamente más racional que Estas piedras meteóricas, á causa de su inmensa v e -
la de Olbers. locidad y de su estado ígneo, han ocasionado muchas ve-
H o y , pues, se cree generalmente que los bólidos y a e r o - ces muertes, hundimientos é incedios, según refiere Arago
litos no provienen de las emanaciones lunares ni terrestres, con datos y detalles minuciosos, en el tomo I V de s u f a m o -
sino de los recónditos senos del espacio. sa Astronomía Popular.
Las sustancias que los constituyen han comprobado la E n E s p a ñ a han caido también en distintas épocas a l g u -
analogía que existe entre la Tierra y los demás cuerpos nos aerolitos según vamos á manifestar, en virtud de los
celestes. datos curiosos que tenemos sobre este asunto tan i m p o r -
S u forma, aspecto y peso, no son siempre los mismos. tante, y de los que nos han suministrado varios amigos
Los aerolitos son generalmente ferruginosos de color gris, nuestros consagrados en esta córte al estudio de las c i e n -
otros negros como el azabache y no pocos blancos como el cias, y m u y especialmente del ilustrado catedrático de geo-
mármol, con vetas oscuras. logía de esta Universidad central, don José María Solano
y Eulate.
Aerolitos h a y de hierro puro c a s i , de hierro como el
nuestro, que se puede forjar si se quiere para construir u n Estas caídas de piedras celestes son m u y notables, y
anillo, una herramienta ú hojas de sables y de espadas, desde la primera que registra la historia ocurrida en 1300,
como y a lo hicieron en lo antiguo varios califas y prínci- hasta la última que tuvo l u g a r en 1870, somos los primeros
pes Mogoles, con el hierro obtenido de esos cuerpos (1). que en una obra científica tenemos la satisfacción de d a r -
H a n caido aerolitos de todas dimensiones: unos como las á conocer, por su órden cronológico, e n nuestra patria.
granos de trigo, otros como enormes pedruscos densos y S e g ú n una crónica manuscrita que se conserva en el
pesados, como el que encontró Pallas en 1771 en Siberia Museo Nacional de Pesth (Hungría), cayeron en el año
de 1300 en Aragón grandes piedras meteóricas; y el b a -
( i ) Merced á los t r a b a j o s analíticos efectuados por los químicos m á s chiller Cibdad-Real, en su Centón Epistolar, habla de pie-
e m i n e n t e s , resulta q u e los cuerpos simples q u e constituyen los aerolitos, dras esponjosas, caidas en 1438 en R o a , provincia de
n o se diferencian de la composicion q u í m i c a de las sustancias terrestres,
Búrgos.
pues en ellos se encuentran c o n certeza h a s t a h o y los veintidós elemen-
tos siguientes: hierro, n í q u e l , cobalto, m a n g a n e s o , titano, estaño, n i t r ó - También don Diego de Zayas refiere la caida de piedras
g e n o , azufre, cobre, cromo, arsénico, fósforo, cloro, s o d i o , m a g n e s i o , si- «n Aragón ocurrida en el mes de m a y o de 1520, y K¡emtz
licio, a l u m i n i o , calcio, potasio y o x í g e n o ; y a d e m á s se e n c u e n t r a t a m -
dá noticias m u y curiosas de los aerolitos que cayeron en
bién en esos cuerpos el carbono y el h i d r ó g e n o , es decir, los dos
e l e m e n t o s f u n d a m e n t a l e s de la vida v e g e t a l de n u e s t r o p l a n e t a . Barcelona el 2 5 de diciembre de 1704, La piedra m e -
(N. del T.) teòrica que cayó el 17 de noviembre de 1773 en Sigene,
(Aragón), f u é descrita y analizada por Pronst, la cual se el mas célebre de todos por su tamaño y peculiaridades, es
encuentra en el Museo de Ciencias Naturales de M a - la piedra meteòrica que cayó en la m a d r u g a d a del dia 2 4
drid. de diciembre de 1858 en Molina, provincia de Murcia.
E n los Anales de Gilbert, tomo X L , página 116, se en- Se halla en el Museo de Historia Natural de Madrid, en
c u e n t r a la descripción detallada del aerolito que cayó el 9 cuyo archivo se conserva la información judicial acerca de
su caida.
d e julio de 1811 en Berlanguilla, provincia de Burgos.
F i g u r a en la coleccion del Museo de Ciencias Naturales E s un ejemplar magnífico. Tiene la forma de un pris
de P a r í s , como donativo del general francés Dorsenne, ma de base trapezoidal; pesa 114 kilógramos; s u altura es
de 2' i centímetros, por 4 2 de largo y 3 5 de ancho en
quien debió probablemente hacerse de ella á su paso por
la base.
dicha villa, durante la funesta invasión francesa en nues-
E l análisis de este aerolito lo hizo Mr. Meunier, y p o s -
tra pàtria.
teriormente lo eligió como tésis de la Memoria que hizo
Mr. Meunier, en s u s Estudios sobre los Meteoritos, p u b l i -
este sábio francés, para recibir en París en 1869 la inves-
cados en París e n 1867, menciona la caida de u n a piedra
tidura de doctor, en la facultad de ciencias.
meteòrica el dia 2 2 de junio de 1850 en Oviedo, aunque
sin espresar de dónde ha tomado la noticia, que no aparece Despues de esta célebre caida tuvo lugar otra en C a ñ e -
confirmada por las relaciones verbales de las personas de llas, provincia de Barcelona el 14 de mayo de 1861. Uno
la localidad, ni en documento escrito. de los trozos se conserva en el Museo de Madrid, y su d e s -
Don Luis de la E s c o s u r a , en un erudito estudio que cripción se encuentra en el Philosophical Magazine de 1861,
publicó en la Revista Minera, tomo III, página 407, dá im- página 170.
portantes pormenores del aerolito que cayó el 5 de noviem- También el 1.° de noviembre de 1862 cayó u n aerolito
bre de 1851 en Nuiles, provincia de Tarragona, el cual en Sevilla, del cual posee un buen fragmento el Museo de
figura en la coleccion del Museo de Historia N a t u r a l de Madrid : el señor Machado dió una noticia acerca de este
Madrid; y los trozos del bólido que cayeron en la ciudad de fenómeno.
Oviedo el 5 de agosto de 1856, fueron igualmente descritos E l 6 de diciembre de 1866, cayeron también en C a n g a s
en u n notable trabajo publicado por don Ramon Luancoen de Onis, provincia de Oviedo, u n g r a n número de aeroli-
el tomo X V I I , número 3, de la Resista de los progresos de tos: fueron recogidos cuidadosamente y su peso tenia más
las Ciencias. de 2 0 kilógramos. Dos ejemplares posee la Universidad de
Tres de estos aerolitos figuran en el Gabinefe de Histo- Oviedo, y otro el Museo de Madrid.
ria N a t u r a l de la Universidad de Oviedo, y un fragmento E n el término de Murcia cayó un bólido el 18 de ao-osto
en la coleccion del Museo de Madrid. de 1870, de cuyos fragmentos existe uno en el Musèo de
Todas estas piedras del cielo constituyen un estudio i n - Ciencias de Madrid. De este fenómeno hizo una interesan-
teresante y profundo para la Astronomía y la química; pero te descripción el señor don José María Solano y Eulate en
el tomo I, página 77 de los Anales de la Sociedad Española
de Historia Natural; y posteriormente en el tomo I de d i -
c h a Revista, en la p á g i n a 183, dió el espresado profesor
noticias importantes y curiosas de u n hierro meteòrico h a -
llado en el departamento oriental de la Isla de Cuba, sin
q u e se h a y a podido averiguar la fecha de su caida. Este
hierro existe e n el Museo de Ciencias de Madrid.
Tales son las piedras meteóricas q u e han caido en n u e s -
t r a pàtria desde 1300 hasta 1870.
La caida del bólido de este último año la presenció un
amigo nuestro.
Con el objeto de que viese la luz en La Llustracion de
Madrid, de c u y a sección científica estábamos encargados
en 1870, nos refirió todos los pormenores del fenómeno;
pero habiéndose suspendido la publicación de aquel i m -
portante Semanario, nos fué imposible ocuparnos de tan
raro acontecimiento, por cuya razón damos á conocer
ahora el relato de nuestro amigo que es por demás c u -
rioso :
— « M e hallaba, nos dijo, en u n a de mis fincas rurales
situada á cuatro leguas de Murcia el dia 18 de agosto
de 1870.
Proyectaba hacer varias reformas en algunos lugares de
la finca, y para su mejor dirección consultaba sobre el ter-
reno con mi capataz el modo de llevarlas á cabo. E r a n las
seis y veintidós minutos de la mañana de dicho dia. La a t -
mósfera estaba despejada, n i n g u n a nubecilla empañaba el
azul purísimo del cielo, y el Sol brillaba en todo su e s -
plendor.
que retumbó en la campiña con un estruendo parecido á Ja
Discutía tranquilamente con mi capataz los medios mas
esplosion de u n a mina poderosa.
eficaces y económicos para realizar las obras, cuando de
Penetrado de sorpresa alcé involuntariamente los ojos al
repente fuimos sorprendidos por u n a espantosa detonación
cielo de donde procedía el ruido, y vi una nubecilla negra
e n el aire, al parecer inmóvil, de la cual partió inmediata-
mente otra fuerte detonación semejante á la primera, y u n
globo de fuego que caminaba con rapidez del Oeste al Este,
dejando un largo y vivísimo rastro de luz en su tránsito á
pesar de la claridad del dia.
Este globo inflamado se dividió en pedazos, los cuales
se sepultaron en el suelo.
De estos, el más g r a n d e , cayó en una vereda: pesa-
ba 13 k i g . 340; otros dos tenian 1 0 , 6 9 5 y 5 , 7 5 0 respec-
tivamente de peso; y u n a porcion mas pequeños q u e se re-
cogieron despues, reunían u n peso total de más de 10 ki-
lógramos.
La detonación que produjo el meteoro se oyó en varios
CAPITULO X V I I .
pueblos de la provincia de Murcia; y s u estela luminosa se
distinguió también en algunos puntos clara y distinta-
mente: tal era s u brillo y magnificencia.» A S P E C T O G E N E R A L DEL C I E L O ESTRELLADO.
Otras muchas caidas de piedras meteóricas h a n tenido
lugar en varios paises, las cuales pudiéramos citar; pero
como las circunstancias que acompañan al fenómeno son
idénticas en todas partes, hemos preferido ocuparnos de
las que se refieren á España, tanto porque son casi desco-
nocidas, cuanto para que nuestros lectores comprendan la
importancia de esos acontecimientos cósmicos, que cada dia
estrechan más la misteriosa relación que existe entre el
planeta que habitamos y los demás mundos.
cielo de donde procedia el ruido, y vi una nubecilla negra
e n el aire, al parecer inmóvil, de la cual partió inmediata-
mente otra fuerte detonación semejante á la primera, y u n
globo de fuego que caminaba con rapidez del Oeste al Este,
dejando un largo y vivísimo rastro de luz en su tránsito á
pesar de la claridad del dia.
Este globo inflamado se dividió en pedazos, los cuales
se sepultaron en el suelo.
De estos, el más g r a n d e , cayó en una vereda: pesa-
ba 13 k i g . 340; otros dos tenian 1 0 , 6 9 5 y 5 , 7 5 0 respec-
tivamente de peso; y u n a porcion mas pequeños q u e se re-
cogieron despues, reunían u n peso total de más de 10 ki-
lógramos.
La detonación que produjo el meteoro se oyó en varios
CAPITULO X V I I .
pueblos de la provincia de Murcia; y s u estela luminosa se
distinguió también en algunos puntos clara y distinta-
mente: tal era s u brillo y magnificencia.» A S P E C T O G E N E R A L DEL C I E L O ESTRELLADO.
Otras muchas caidas de piedras meteóricas h a n tenido
lugar en varios paises, las cuales pudiéramos citar; pero
como las circunstancias que acompañan al fenómeno son
idénticas en todas partes, hemos preferido ocuparnos de
las que se refieren á España, tanto porque son casi desco-
nocidas, cuanto para que nuestros lectores comprendan la
importancia de esos acontecimientos cósmicos, que cada dia
estrechan más la misteriosa relación que existe entre el
planeta que habitamos y los demás mundos.
CAPITULO XVII,
LAS CONSTELACIONES.
t á m u y esplícita s o b r e e s t e p u n t o , m a s n o e s i m p r o b a b l e q u e h a y a n
d i v i s i ó n d e l a e c l í p t i c a ú ó r b i t a d e la T i e r r a e n doce p a r t e s i g u a l e s , se
sido l o s e g i p c i o s los a u t o r e s de l a d i v i s i ó n d e l Zodiaco en g r u p o s ó c o n s -
p i e r d e e n la a n t i g ü e d a d m a s r e m o t a .
t e l a c i o n e s l l a m a d a s signos, p a r a r e p r e s e n t a r p o r m e d i o de ellos l a s u c e -
A l g u n o s a u t o r e s m o d e r n o s , p r u e b a n con e r u d i c i ó n y con g r a n s e n t i d o
sión d e los f e n ó m e n o s a n u a l e s p r o p i o s d e l c l i m a de E g i p t o .
crítico, q u e e l Zodiaco d e b i ó f o r m a r s e a n t e s q u e s e e s t a b l e c i e s e la e s f e r a
L a s c o n s t e l a c i o n e s q u e d i e r o n s u s n o m b r e s á los s i g n o s z o d i a c a l e s , y a
c e l e s t e , o p i n i o n q u e a c e p t a m o s p o r q u e e s t a c o n f o r m e c o n los t e s t i m o n i o s
n o o c u p a n los m i s m o s l u g a r e s q u e estos g e r o g l i f i c o s , p u e s t o d a s , á c a u s a
q u e o f r e c e la h i s t o r i a a n t i g u a r e s p e c t o á l o s m o v i m i e n t o s del S o l y d e l a
d e la p r e c e s i ó n d e los e q u i n o c c i o s , h a n r e t r o g r a d a d o h á c i a O r i e n t e m a s
L u n a , o b j e t o s p r i n c i p a l e s de l a s o b s e r v a c i o n e s d e los p r i m e r o s a s t r ó n o -
d e la m i t a d d e t o d a l a c i r c u n f e r e n c i a d e l c i e l o , esto e s , 210 g r a d o s , q u e
m o s . B a i l l y ( * ) a s i l o cree t a m b i é n y dice e n s u f a m o s a Historia de la As-
á r a z ó n de c e r c a d e 72 a ñ o s por c a d a g r a d o , d á de a n t i g ü e d a d á la i n v e n -
tronomía, q u e t a n l u e g o c o m o se r e c o n o c i ó q u e l a L u n a y los d e m á s p l a -
c i ó n d e l Zodiaco m a s de 15.000 a ñ o s .
n e t a s no s a l i a n n u n c a d e u n a z o n a b a s t a n t e e s t r e c h a , f u é c u a n d o se q u i s o
E s t a r e m o t a a n t i g ü e d a d , q u e e c h a p o r t i e r r a la c r o n o l o g í a b í b l i c a , e s t á
m e d i r el m o v i m i e n t o d e los a s t r o s , y se p e n s ó q u e s e r i a c ó m o d o d i v i d i r
a p o y a d a con d a t o s d e c o n s i d e r a c i ó n h i s t ó r i c a . L a s r u i n a s de l a s c i u d a d e s ,
e s t a z o n a e n p a r t e s i g u a l e s . E s t e f u e el p r i m e r p a s o d a d o en la f o r m a c i o n
los t e m p l o s , l a s p i r á m i d e s , los o b e l i s c o s y o t r o s e s t u p e n d o s edificios q u e
d e l Zodiaco, y c u a n d o se o b s e r v ó q u e e l Sol s i g u e s i e m p r e u n a m i s m a
r e s t a n del a n t i g u o p u e b l o de los F a r a o n e s , d e m u e s t r a n u n p e r í o d o d e
r u t a , e n t o n c e s s e f o r m a r o n l o s d o c e s i g n o s y se l e s p u s o n o m b r e s i d é n t i -
tiempo enorme y unos conocimientos en las artes sumamente adelanta-
cos á los d e c i e r t o s o b j e t o s t e r r e s t r e s q u e g u a r d a b a n m a s r e l a c i ó n e n t r e
dos y p e r f e c t o s , á l o s q u e d e b i e r o n p r e c e d e r m u c h o s siglos de o b s e r v a c i o -
s í , á fin d e c a r a c t e r i z a r los f e n ó m e n o s q u e se v e r i f i c a n e n la T i e r r a e n
n e s y de t r a b a j o s , c o m o lo c o m p r u e b a n , e n t r e m i l c o s a s q u e p u d i é r a m o s
v i r t u d d e los d i v e r s o s c a m b i o s del Sol e n e l c u r s o d e l a ñ o .
c i t a r , l a f a m o s a p i e d r a d e A u x u m , d e s c r i t a p o r B r u c e , y l o s t e m p l o s de
E s t a s o b s e r v a c i o n e s y estos t r a b a j o s p r o g r e s i v o s se h i c i e r o n e n D e n d e r a h y H e n n é , y el o b e l i s c o de P h i l a , s i t u a d o s en e l A ' t o y B a j o
e l O r i e n t e ; p e r o , ¿en q u é é p o c a y p o r q u é pueblo? L a h i s t o r i a no es- Egipto.
L a a n t i g ü e d a d y el e s p l e n d o r d e este p a i s , t a n c é l e b r e e n la h i s t o r i a
( • ) E s t e h o m b r e i l u s t r e n a c i ó e n P a r í s e n 1 7 3 6 , y á c o n s e c u e n c i a de d e la h u m a n i d a d , s e h a l l a n a d e m á s d e m o s t r a d o s por otros m u c h o s t e s t i -
u n a sentencia injusta del Tribunal revolucionario, murió guillotinado en m o n i o s , p u e s Diodoro d e S i c i l i a , q u e v i a j ó p o r e l O r i e n t e 6 0 a ñ o s a n t e s
e l C a m p o de M a r t e e l 10 d e n o v i e m b r e d e 1793. H a d e j a d o e s c r i t a s m u - d e J e s u c r i s t o , r e f i e r e q u e los s a c e r d o t e s e g i p c i o s le a s e g u r a b a n q u e s u
c h a s o b r a s i m p o r t a n t e s , e n t r e l a s q u e d e s c u e l l a s u Historia de la Astro- c i v i l i z a c i ó n y la d i n a s t í a d e sus r e y e s s e r e m o n t a b a n á m a s d e 15.000 a ñ o s ;
nomía , o b r a t a n n o t a b l e p o r s u p r o f u n d i d a d c i e n t í f i c a c o m o p o r su b e l l a y P l a t ó n , e n el Lib. II de las Leyes, dice: aSi lo e x a m i n a m o s c o n c u i d a d o ,
f o r m a l i t e r a r i a , la c u a l le c r e ó u n a b r i l l a n t e r e p u t a c i ó n , y l e a b r i ó l a s h a l l a r e m o s e n t r e l o s e g i p c i o s o b r a s de p i n t u r a y e s c u l t u r a q u e h a n sido
p u e r t a s d e la A c a d e m i a f r a n c e s a e n 1784. h e c h a s h a c e 10.000 a ñ o s , y q u e son t a n bellas c o m o l a s de n u e s t r o s d i a s ,
Esta o b r a e s t á d i v i d i d a e n tres p a r t e s : la p r i m e r a t r a t a d e l a Bisloria y t r a b a j a d a s c o n i g u a l a r t e y b a j o las m i s m a s r e g l a s . » E n c i e n c i a s , t a m -
de la Astronomía antigua, l a s e g u n d a de la Historia de la Astronomía mo- bién llegaron á un apogeo m u y notable, y según V i t r u b i o , Macrobio,
derna y l a t e r c e r a d e l a Historia de la Astronomía indiana y oriental, y p o r L u c a n o y otros a u t o r e s a n t i g u o s , t e n í a n d e s d e m u c h o t i e m p o a n t e s de la
l a s a t r e v i d a s h i p ó t e s i s y o r i g i n a l e s c o n j e t u r a s q u e e n e l l a s u s t e n t a , sus- e r a c r i s t i a n a t a b l a s a s t r o n ó m i c a s , c o n o c í a n l a s r e v o l u c i o n e s d e los pla-
citó v i v a s controversias entre sus contemporáneos, viéndose obligado n e t a s M e r c u r i o y V e n u s a l r e d e d o r del S o l , la d u r a c i ó n d e l a ñ o d e 365
p o r e s t a r a z ó n , p a r a c o r r o b o r a r s u s a s e r c i o n e s , á d a r á l u z s u s Carlas so- d i a s , l a e s f e r i c i d a d de la T i e r r a , l a c a u s a de l o s eclipses d e l Sol y de la
bre el origen de las ciencias y sobre la Atlántida de Platón. L u n a , y otros secretos d e l a N a t u r a l e z a q u e d e s p u e s r e v e l a r o n á l o s céle-
bres filósofos g r i e g o s T h á l e s y P i t á g o r a s .
J u a n S i l v a n o B a i l l y era u n o d e l o s s á b i o s m á s c é l e b r e s d e s u é p o c a , y
u n a de l a s g l o r i a s m a s l e g í t i m a s d e la F r a n c i a . Estos conocimientos tan exactos y tan c o n f o r m e s con los p r o g r e s o s
teorías, y ensanchados sus vastos dominios con numerosos
é importantes descubrimientos, apenas se hace uso de él.
CAPITULO XIX,
LAS ESTRELLAS.
r
teorías, y ensanchados sus vastos dominios con numerosos
é importantes descubrimientos, apenas se hace uso de él.
CAPITULO XIX,
LAS ESTRELLAS.
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CAPITULO XIX.
LAS ESTRELLAS.
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«No h a y nada brillante mas que el cielo. E l resplandor de
las alas de la gloria es falso y pasajero como la tez pálida
CAPITULO X X .
EL CALENDARIO.
CAPITULO X X .
EL CALENDARIO.
EL CALENDARIO
/llarso Octubre
comienza el siglo) y se dejara el cuarto. De este modo los Febrero Setiembre
años 1700, 1800,1900, que hubieran sido bisiestos con arre- Enero iyaOo