Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sazo Muñoz, Diego (Ed.) - La Revolución de Maquiavelo. El Príncipe 500 Años Después PDF
Sazo Muñoz, Diego (Ed.) - La Revolución de Maquiavelo. El Príncipe 500 Años Después PDF
V×P[tEditor
LA REVOLUCIÓN DE
M
MAQUIAVELO
El Príncipe 500 años después
RIL editores
bibliodiversidad
La revolución de Maquiavelo.
EL PRÍNCIPE 500 años después
Diego Sazo Muñoz
(editor)
La Revolución
de Maquiavelo
El Príncipe 500 años después
320.01 Sazo Muñoz, Diego
S La revolución de Maquiavelo. El Príncipe 500
años después / Editor: Diego Sazo Muñoz. – – Santia-
go : CAIP - UAI - RIL editores, 2013.
328 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0038-2
La revolución de Maquiavelo.
EL PRÍNCIPE 500 años después
Primera edición: noviembre de 2013
*NQSFTPFO$IJMFrPrinted in Chile
ISBN 978-956-01-0038-2
Derechos reservados
Índice
Agradecimientos.................................................................................. 19
Introducción
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal ..... 165
Tomás A. Chuaqui
Isaiah Berlin
Nota del editor
Este 2013 se cumplen 500 años de una de las obras más significati-
vas en la historia del pensamiento político: El Príncipe, de Nicolás Ma-
quiavelo. El evento adquiere importancia no solo en términos conme-
morativos, sino que también por la lucha en torno a su interpretación,
pues, como pocos textos políticos, El Príncipe continúa generando un
intenso debate sobre el alcance de sus contenidos en el mundo contem-
poráneo. Como prueba de este interés, durante este año la comunidad
académica internacional ha realizado múltiples actividades para discu-
tir y reflexionar sobre el tema, congregando a destacados intelectuales
en seminarios, coloquios, paneles y conferencias. Igualmente se han
publicado numerosos libros y artículos, e incluso se han abierto expo-
siciones en museos1. Estos eventos se registran desde Estados Unidos2,
Francia3, Inglaterra4, Italia5 y Australia6, pasando también por los paí-
ses de América Latina7, que no se han restado de los actos conmemora-
tivos. Sin embargo, nuestro Chile se ha mantenido ajeno a la tendencia,
sumiéndose en el silencio o la indiferencia.
¿Qué explica este desinterés? Más allá de posibles razones circuns-
tanciales, como la concentración de la agenda en otros debates políti-
cos (como los 40 años del Golpe de Estado o el contexto de elecciones
presidenciales y legislativas), lo cierto es que Maquiavelo resulta hasta
hoy un pensador polémico e incómodo, que irrita tanto a posiciones
1
Muestra: «Il Principe di Niccolò Machiavelli e il suo tempo. 1513-2013»,
Complejo Museo Victoriano de Roma, Italia (del 25 de abril al 6 de junio).
2
Entre los más destacados, la conferencia «500th Anniversary of Machiavelli’s
Prince», en Harvard University (19-20 de septiembre); «Machiavelli’s The
Prince after 500 Years», en Boston University (2 de junio); y «Liberty and
$POáJDU.BDIJBWFMMJPO1PMJUJDTBOE1PXFSv
FO$PMVNCJB6OJWFSTJUZ EF
diciembre).
3
Conferencia: «Machiavel, entre Le Prince et La Mandragore», en Université
de Savoie (10 de abril).
4
Conferencia Internacional: «Machiavelli’s The Prince: Five Centuries of His-
tory, Conflict and Politics», en Brunel University (29-31 de mayo).
5
Seminario: «Machiavelli’s Il Principe at 500», en European University Institu-
te (7-8 de mayo).
6
$POGFSFODJBj.BDIJBWFMMJT1SJODFZFBSTPO1PXFS
4FDVMBSJTNBOE*OTUB-
bility» en The University of Sydney (6 de agosto).
7
En México, se destacó «El Príncipe de Maquiavelo 500 años después» en la
UNAM (3 de octubre). En Argentina, «Maquiavelo 500 años de El Príncipe»,
en la Universidad de Rosario (23-24 de septiembre) y en Uruguay: «Maquia-
velo intemporal. En los 500 años de El Príncipe» en la Universidad de La
República (10-11 de octubre).
11
Diego Sazo Muñoz
12
Nota del editor
13
Diego Sazo Muñoz
las leyes reparten el poder y la autoridad recae sobre los distintos indi-
viduos y grupos de la sociedad.
En el segundo ensayo de este capítulo, Leonidas Montes exami-
na tres dimensiones del pensamiento político de Maquiavelo: el repu-
blicanismo, el realismo y la economía política. Como punto de parti-
da, el autor considera que las obras del florentino exhiben una total
consistencia argumental y que las aparentes diferencias entre ellas se
suscitarían al no distinguir oportunamente la naturaleza y objeto de
sus escritos: mientras El Príncipe sería un estudio sobre el poder, los
Discursos tratarían acerca del republicanismo. En esa línea, Montes
defiende una lectura republicana de Maquiavelo, de tipo constitucional
e institucional, orientada a garantizar el orden, la paz y la libertad de
los ciudadanos. Por último, el autor identifica en El Príncipe principios
de realismo político que tendrían equivalencia con cuestiones de econo-
mía moderna, como el interés personal y el concepto de utilidad. Esto
le permitiría afirmar que la visión maquiaveliana de la política puede
ser extendida a la racionalidad de la economía neoclásica, en particular
por la consecuencia no intencionada entre el interés propio y el bene-
ficio público.
El trabajo de Daniel Mansuy indaga en los pasajes de los Discursos
el orden republicano de Maquiavelo. A partir de algunas observaciones
relativas a la dinámica social presentes en sus escritos, el autor afirma
que la lectura republicana (Skinner, Pocock) no está exenta de dificulta-
des, puesto que no es claro el modelo que plantea el florentino. Afirma
que los numerosos textos donde Maquiavelo adhiere al republicanismo
deben ser confrontados con aquellos —también numerosos— donde
esa adhesión es puesta en duda. Según Mansuy, más que proponer un
orden republicano, Maquiavelo plantearía las condiciones de posibili-
dad de una acción política que no retroceda nunca ante la necesidad.
Argumenta que su modelo reposa sobre una antropología donde el
miedo y el conflicto, que es su consecuencia natural, juegan un papel
central, lo que asemejaría a los Discursos con el contenido de El Prínci-
pe. Así, el consejo en ambas obras sería idéntico, solo cambiaría —afir-
ma Mansuy— la posición desde la que habla Maquiavelo. Finalmente,
concluye indicando que lo del florentino supone una ruptura radical
con toda la tradición del pensamiento político, pues nunca antes esta
estuvo dispuesta a someterse al reino de la necesidad.
Por su parte, Gonzalo Bustamante analiza los alcances de la revolu-
ción filosófica de la obra de Maquiavelo. Desde su perspectiva, los escri-
tos del florentino constituyen la fundación intelectual de una nueva for-
14
Nota del editor
15
Diego Sazo Muñoz
16
Nota del editor
17
Diego Sazo Muñoz
18
Agradecimientos
La principal gratitud es hacia cada uno de los autores que con su
trabajo colaboró para dar forma a este libro. El interés, compromiso
y profesionalismo que asumieron desde un comienzo me ayudó a no
desalentar en momentos difíciles. Con varios de ellos agrego una deuda
adicional, ya que fueron parte esencial de mi formación académica en
la Pontificia Universidad Católica. Si hay que buscar responsables, son
ellos quienes motivaron mi incansable interés por discutir y reflexionar
sobre los asuntos públicos.
También agradezco a mis padres, Domingo y María Inés, por su
permanente cariño y apoyo. Por ellos me siento un privilegiado, ya que
por su esfuerzo, mi hermana Natalia y yo, tuvimos la feliz opción de
dedicarnos a lo que realmente nos apasionaba.
A Maya, por su amor, compañía e infinita compresión.
A mis amigos, Camila, Christian, Delia, Francisco, Rudy y tantos
otros, por su fraternal apoyo y por estar siempre atentos al devenir de
esta publicación.
A mis colegas del Centro de Análisis e Investigación Política, por
el respaldo y entusiasmo que mostraron hacia el libro. Agradezco a
Nicolás, Patricio I., Pedro, Javier H. y al resto del numeroso equipo.
Especial deuda tengo con Ely Orrego, colega y amiga maquiaveliana
que colaboró en forma decisiva en la concreción del proyecto. También
a Luis Oro y José Parada, por las provechosas y fraternales discusiones
que tuvimos sobre el legado de Maquiavelo.
A Leonidas Montes y Gonzalo Bustamante, de la Escuela de Go-
bierno de la Universidad Adolfo Ibañez, por la confianza y patrocinio
a esta iniciativa. Por contribuir a rescatar la discusión sobre un autor
que parecía olvidado.
Finalmente, a RIL Editores, en especial a Eleonora Filkenstein y
Alfonso Mallo, por el profesionalismo y dedicación de su trabajo.
19
Moderno y polémico:
Maquiavelo 500 años después
Diego Sazo Muñoz
Centro de Análisis e Investigación Política
21
Diego Sazo Muñoz
22
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
6
Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 43.
7
Miguel Vatter, Machiavelli’s The Prince. A Reader’s Guide (London: Blooms-
bury, 2013), 5.
23
Diego Sazo Muñoz
8
Nicolás Maquiavelo, Obras completas (Madrid: Gredos, 2011), Estudio intro-
ductorio.
9
Quentin Skinner, Maquiavelo (Madrid: Alianza Editorial, 2008), 12.
10
Skinner, Maquiavelo, 15.
24
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
11
Skinner, Maquiavelo, 17.
12
Marcel Brion, Maquiavelo (Barcelona: Vergara, 2003), 131.
13
Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 88.
25
Diego Sazo Muñoz
14
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Madrid: Espasa Calpe, 2011), VII, 62-68.
15
Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 124.
16
Brion, Maquiavelo, 172-173.
26
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
27
Diego Sazo Muñoz
19
Maquiavelo, Antología, 335.
20
Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 163.
21
Corrado Vivanti, Maquiavelo. Los tiempos de la política (Buenos Aires: Pai-
dós, 2013), 91.
22
Nicolás Maquiavelo, Textos literarios (Buenos Aires: Ediciones Colihue,
2010).
28
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
23
Maquiavelo, Antología, 409.
24
Maquiavelo, Antología, 409.
29
Diego Sazo Muñoz
25
Maquiavelo, Antología, 410-411.
26
Federico Chabod, Escritos sobre Maquiavelo (México: Fondo de Cultura
Económica, 1994), 147.
27
Maquiavelo, El Príncipe, Dedicatoria, 33.
28
Vatter, Machiavelli’s The Prince, 22.
29
Maquiavelo, El Príncipe, XV, 109.
30
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
30
Viroli, La sonrisa de Maquiavelo, 187.
31
Maquiavelo, Obras completas, XLVI.
32
Vivanti, Maquiavelo. Los tiempos de la política, 119.
31
Diego Sazo Muñoz
33
Cary Nederman, Machiavelli. A Beginner’s Guide 0YGPSE0OFXPSME1VCMJ-
cations, 2009), 93.
34
Nicolás Maquiavelo, La mandrágora (Madrid: Tecnos, 2008).
35
Maquiavelo, Obras completas, LI.
32
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
obra es considerada hasta nuestros días como una de las mayores crea-
ciones cómicas de la literatura italiana36.
El éxito de La mandrágora le proporcionó a Maquiavelo una tran-
quilidad económica con la que pudo aliviar los años de ingrata fortuna.
Con esto pudo retomar uno de los estudios que más lo apasionó en su
condición de multifacético hombre renacentista: la estrategia militar.
Fue así como, en 1519, empezó la redacción de El arte de la guerra, tex-
to en formato de diálogo socrático donde se discutían asuntos militares
en boca de personajes del círculo de Orti Oricellari (Cosme Rucellai y
el experimentado militar Fabrizio Colonna). En estas líneas, Maquiave-
lo desplegó nuevos argumentos en favor de la fuerza pública como res-
guardo de las instituciones políticas, afirmando que un Estado que no
cuenta con ayuda militar para la defensa del bien común de los hom-
bres se «derrumba como las habitaciones de un magnífico y regio pa-
lacio real, resplandecientes de oro y pedrería, cuando carecen de techo
o de defensa contra la lluvia»37. Desde su perspectiva, la guerra debía
practicarla la ciudad armada y ser conducida por jefes públicamente
elegidos y sometidos al mando y a la autoridad del Estado, idea en total
sintonía con el posterior desarrollo de control constitucional en las le-
gislaciones de Occidente. Fustigó a las fuerzas mercenarias por su frágil
compromiso hacia las instituciones, en tanto sus acciones respondían
exclusivamente a incentivos económicos. Las consideraba una directa
amenaza y por tanto optaba por promover la constitución de cuerpos
armados autónomos que fueran capaces de vincularse espiritualmente
con la defensa de la nación. Así, Maquiavelo se preguntaba: «¿En cuál
hombre debe buscar la patria mayor fe sino en aquel que ha jurado dar
su vida por ella?»38. El texto se publicó en 1521 y sería el único que el
autor lograría ver en circulación durante su vida.
En términos de recepción, El arte de la guerra alcanzó un recono-
cimiento de proporciones, llegando a ser ampliamente comentado en
los círculos de poder de la ciudad. Con ello, Maquiavelo se erigía como
uno de los exponentes más destacados en asuntos militares de la época.
Con todo, la condena implícita de los Medici seguía vigente sobre su
persona, aunque menos severa tras la muerte de Lorenzo (1519), que
era el de mayores aprensiones ante un posible nombramiento como
funcionario público. Fue en ese contexto que Lorenzo Strossi, su amigo
36
Vivanti, Maquiavelo. Los tiempos de la política, 139.
37
Nicolás Maquiavelo, «El arte de la guerra», en Obras completas (Madrid:
Gredos, 2010), 94.
38
Maquiavelo, «El arte de la guerra», 94.
33
Diego Sazo Muñoz
39
Nicolás Maquiavelo, «Vida de Castruccio Castracani», en Obras completas
(Madrid: Gredos, 2010).
40
Brion, Maquiavelo, 265.
34
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
35
Diego Sazo Muñoz
45
Brion, Maquiavelo, 298.
46
Maquiavelo, Obras completas, LIX.
47
Maquiavelo, Obras completas, LIX.
48
Maquiavelo, Obras completas, LX.
36
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
De autócrata a populista:
interpretaciones sobre Maquiavelo
37
Diego Sazo Muñoz
56
Maquiavelo, El Príncipe, XV.
57
Leonardo Olschki, Machiavelli The Scientist (California: Gillick Press, 1945).
58
Maquiavelo, El Príncipe, XXVI.
59
Jean Jacques Rousseau, «El contrato social», en Obras completas (Madrid:
Edimat, 2004), 103-108.
60
Berlin, «The Originality of Machiavelli», 89.
61
Skinner, Maquiavelo, 71-75.
62
J.G.A. Pocock, The Machiavellian Moment (Princeton: Princeton University
Press, 1975).
63
Miguel Vatter, Between Form and Event: Machiavelli’s Theory of Political
Freedom %PSESFDI,MVXFS"DBEFNJD1VCMJTIFST
38
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
64
+PIO.D$PSNJDL
j.BDIJBWFMMJBO%FNPDSBDZ$POUSPMMJOH&MJUFTXJUI'FSP-
cious Populism», American Political Science Review 5, 2 (2001): 297-313 y
más recientemente, del mismo autor, Machiavellian Democracy /FX:PSL
Cambridge University Press, 2011).
65
Leo Strauss, Meditación sobre Maquiavelo (Madrid: Instituto de Estudios
Políticos, 1964), 12.
66
Jacques Maritain, «The End of Machiavellism», Review of Politics 4 (1942):
1-33.
67
Strauss, Meditación sobre Maquiavelo, 14.
68
Strauss, Meditación sobre Maquiavelo, 41-42, 49, 54.
39
Diego Sazo Muñoz
40
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
74
Berlin, «The Originality of Machiavelli», 86.
75
Strauss, Meditación sobre Maquiavelo, 10.
76
Rodrigo Borja, Enciclopedia de la política (México: Fondo de Cultura
Económica, 1997), 616.
77
Borja, Enciclopedia de la política, 616.
41
Diego Sazo Muñoz
La revolución de Maquiavelo
78
Hanna Pitkin, Fortune is a Woman. Gender and Politics in the Thought of
Niccolo Machiavelli (Berkeley y Los Angeles: University of California Press,
1984).
79
Hannah Arendt, Sobre la revolución (Madrid: Alianza Editorial, 2009), 35.
42
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
43
Diego Sazo Muñoz
84
George Sabine, Historia de la teoría política (México: Fondo de Cultura
Económica, 1987), 252.
85
Véase el trabajo de Carlos Miranda incluido en este libro: «Maquiavelo y la
ética de la responsabilidad política».
86
Skinner, Maquiavelo, 30.
87
Gonzalo Bustamante, «Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?», en La revo-
lución de Maquiavelo, editado por Diego Sazo (Santiago: CAIP-UAI-RIL Edi-
tores, 2013).
88
Luis Oro, «A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo», en La
revolución de Maquiavelo, editado por Diego Sazo (Santiago: CAIP-UAI-RIL
Editores, 2013).
89
Skinner, Maquiavelo, 92.
44
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
90
Cicerón, Sobre los deberes (Madrid: Tecnos, 2002).
91
Wolin, Política y perspectiva, 247-251.
92
Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Buenos
Aires: Losada, 2004), Libro I, Proemio, 49. La cursiva es mía.
45
Diego Sazo Muñoz
Bibliografía
46
Moderno y polémico: Maquiavelo 500 años después
47
Capítulo I
Poder y política
La previsión del futuro en Maquiavelo*
Óscar Godoy Arcaya
Pontificia Universidad Católica de Chile
Introducción
*
Este trabajo fue publicado originalmente en Revista de ciencia política, vol. 5,
no. 2 (1983): 5-21.
1
Niccolò Machiavelli, Il Principe, XV. Las citas de Maquiavelo corresponden
a la edición: Niccolò Machiavelli. Opere (Milano-Napoli: Riccardo Ricciardi
Editore, 1954).
51
Óscar Godoy Arcaya
52
La previsión del futuro en Maquiavelo
4
Maquiavelo, El Príncipe, III, 10.
5
Maquiavelo, El Príncipe, III, 10. Cursiva del autor.
6
Maquiavelo, El Príncipe, XXI, 73.
7
Maquiavelo, El Príncipe, VI, 20.
53
Óscar Godoy Arcaya
8
Ver Leslie J. Walker (ed.), The Discourses of Niccolò Machiavelli, II vols. (Lon-
don: Routledge and Kegan Paul, 1950), 271-301.
9
Aristotle, Physique, II.
10
Aristotle, Physique, II, 195 b 30.
11
Aristotle, Physique, II, 196 a 1.
12
Aristotle, Physique, II, 196 a 20.
54
La previsión del futuro en Maquiavelo
13
Aristotle, Physique, II, 196 a 25.
14
Aristotle, Physique, II, 196 b 5.
15
Aristotle, Physique, II, 196 b 17.
16
Aristotle, Physique, II, 196 b 23.
55
Óscar Godoy Arcaya
17
Aristotle, Physique, II, 196 b 30.
56
La previsión del futuro en Maquiavelo
18
Aristotle, Physique, II, 197 a 1-10.
19
Maquiavelo, El Príncipe, XXV, 79.
20
Maquiavelo, El Príncipe, XXV, 79.
57
Óscar Godoy Arcaya
acciones, pero que nos deja dirigir la otra mitad o algo menos»21. La
fortuna, en suma, no es absoluta. El «libre arbitrio» regula una parte
de nuestros actos, aquellos que emergen de la actividad selectiva de la
razón. Aun cuando Maquiavelo hable de porcentajes, la fortuna se nos
revela como básicamente limitables. Su volubilidad puede ser reducida
a partir de una buena elección, o, mejor, gracias al correcto ejercicio del
libre arbitrio. En este sentido, la acción humana, razonada selectiva-
mente, es una «fuerza ordenada». Esto es importante, el florentino nos
advierte: «La fortuna demuestra su poder cuando no hay una fuerza
ordenada que la resista, y con mayor ímpetu donde se sabe que no hay
reparo alguno para contrarrestarla»22.
La fortuna tiene un amplio escenario donde manifestar su vocación
imprevisible. No es recomendable entregarse a sus solas y oscuras fuer-
zas; «fiando el príncipe únicamente en su fortuna, se arruina cuando
aquella varía»23. Maquiavelo nos da un ejemplo, que podemos consi-
derar paradigmático de la entrega ciega a la fortuna: es la historia de
los Curiáceos. El relato nos cuenta que los reyes Tulio de Roma y Metió
de Alba decidieron zanjar sus conflictos en un solo acto: un combate
entre tres representantes de cada uno de los dos bandos, tres Horacios
y tres Curiáceos, romanos y albenses, respectivamente. Los vencidos
arrastrarían a todo su pueblo al dominio del vencedor. Muertos los
tres Curiáceos y dos Horacios, Tulio de Roma se encontró dueño y
señor de Alba24. Maquiavelo comenta: «Jamás se debe arriesgar toda
la fortuna empleando sólo parte de las propias fuerzas»25. Tal fue el
error de Metió.
Pero una cosa es arriesgarse, entregarse a la fortuna, y otra, muy
diferente, ser «favorecido» por ella. Es irracional esperarlo todo de la
suerte; sin embargo, puede darse el caso extremo de que llegue por sí
sola, como caída del cielo. Es la «buena fortuna». En este grado de re-
flexión, nuestro autor desea patentizar la precariedad de tal tipo de for-
tuna, y en general de todo lo que desborda al libre arbitrio, aun cuando
sea algo favorable. Quien así es tocado por la suerte, «cuéstale poco
trabajo ascender, pero mucho el mantenerse; suben sin ningún obstácu-
lo y llegan pronto; pero al llegar, empiezan los inconvenientes»26. Por
lo mismo que el futuro, en su indeterminación, no permite prever un
21
Maquiavelo, El Príncipe, XXV, 79.
22
Maquiavelo, El Príncipe, XXV, 80.
23
Maquiavelo, El Príncipe, XXV, 81.
24
Maquiavelo, Discursos, I, XXII, 147.
25
Maquiavelo, Discursos, I, XXII, 147.
26
Maquiavelo, El Príncipe, VII, 21.
58
La previsión del futuro en Maquiavelo
27
Maquiavelo, El Príncipe, VII, 21.
28
Alfred Ernout y Antoine Meillet, Dictionnaire étymologique de la langue lati-
ne (Paris: Klincksieck, 1953), 525.
29
Maquiavelo, El Príncipe, VI, 19.
30
En el original: «perché la fortuna é donna». Maquiavelo, El Príncipe, XXV,
82.
59
Óscar Godoy Arcaya
31
Maquiavelo, El Príncipe, I, 6.
32
Maquiavelo, Discursos, I, VI, 109.
33
Maquiavelo, Discursos, I, VI, 109.
34
Maquiavelo, El Príncipe, III.
35
Maquiavelo, Discursos, I, III, 100.
60
La previsión del futuro en Maquiavelo
Teoría de la virtud
36
Maquiavelo, Discursos, I, III, 100.
37
Maquiavelo, Discursos, I, XXXVII, 170.
38
Maquiavelo, Discursos, I, XXXVII, 170.
39
Maquiavelo, Discursos, I, XXXVII, 170.
40
Maquiavelo, Discursos, II, Proemio, 220.
61
Óscar Godoy Arcaya
62
La previsión del futuro en Maquiavelo
43
En el original: «fondarsi in su quello che è suo non in: che è d’altri». Maquia-
velo, El Príncipe, XVII, 56.
44
Un ejemplo fue el caso del fraile dominico Girolamo Savoranola.
63
Óscar Godoy Arcaya
45
Maquiavelo, El Príncipe, XV, 50.
46
Maquiavelo, El Príncipe, XV, 51.
47
En el original: «onde e necessario a uno principe, volendosi mantenere, impa-
rare a potere essere non buono, e usarlo e non l’ usare secondo la necessita».
Maquiavelo, El Príncipe, XV, 50.
64
La previsión del futuro en Maquiavelo
Fuerza y prudencia
48
Maquiavelo, Discursos, II, XXX, 302.
65
Óscar Godoy Arcaya
La historia y el pasado
66
La previsión del futuro en Maquiavelo
51
Maquiavelo, Discursos, II, Proemio, 217.
52
Maquiavelo, Discursos, II, Proemio, 217.
53
Maquiavelo, Discursos, III, XLII, 412.
54
Maquiavelo, Discursos, III, XLII, 412.
55
Maquiavelo, Discursos, III, XLII, 412. Las cursivas son del autor.
67
Óscar Godoy Arcaya
El proyecto institucional
56
Maquiavelo, Discursos, I, VI, 109.
57
Maquiavelo, Discursos, III, X, 346.
58
Maquiavelo, Discursos, I, XI, 125.
59
Maquiavelo, Discursos, I, II, 98.
68
La previsión del futuro en Maquiavelo
60
Maquiavelo, Discursos, I, IX, 119.
61
Maquiavelo, Discursos, I, XXV, 79.
62
Maquiavelo, El Príncipe, III, 7.
63
Maquiavelo, El Príncipe, III, 8.
64
Maquiavelo, El Príncipe, VI, 19.
69
Óscar Godoy Arcaya
70
La previsión del futuro en Maquiavelo
Conclusión
71
Óscar Godoy Arcaya
Bibliografía
69
Maquiavelo, Discursos, I, II, 99.
70
Maquiavelo, Discursos, I, V, 103.
71
Maquiavelo, Discursos, I, V, 103-104.
72
Maquiavelo, Discursos, I, V, 104.
72
Republicanismo, realismo
y economía política en EL PRÍNCIPE*
Leonidas Montes Lira
Universidad Adolfo Ibáñez
Introducción
*
Este ensayo, con algunas ideas dispersas y sin mayores pretensiones de profun-
didad intelectual, es fruto de una afición por Maquiavelo y el republicanismo
clásico. La docencia en el Magíster en Economía y Políticas Públicas de la UAI
me permitió mantener vivo este interés que, como es propio de la academia,
fue enriquecido por los estudiantes. Pero desde una tesis en el magíster de cien-
cia política, hace ya unos quince años, me he sentido atraído por este gran pen-
sador. Dedico este artículo a mi supervisor de esta tesis, el profesor y maestro
Oscar Godoy, quien me inspiró en el estudio de las ideas políticas. Finalmente,
agradezco al editor por sus comentarios y por imponerme esta obligación.
1
Su desvinculación naturalmente está relacionada por su cercanía con Piero
Soderini, el vexillifer perpetuus de la república florentina. Sin embargo, si con-
sideramos que Soderini cayó el 31 de agosto y Maquiavelo más de dos meses
después, el 7 de noviembre, es evidente que además se había ganado enemigos
que no lo querían en el gobierno.
73
Leonidas Montes Lira
2
Nicolás Maquiavelo, Maquiavelo. Antología (Barcelona: Ediciones Península,
1987), 290.
3
Maquiavelo, Antología, 291.
4
Maquiavelo, Antología, 291. En la dedicatoria a Lorenzo de Medici en El
Príncipe, Maquiavelo también lo llama a posar su mirada en su persona para
reconocer «cuán inmerecidamente soporto una enorme y continua maligni-
dad de la fortuna», Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Buenos Aires: Alianza,
1994), 32.
5
Maquiavelo, El Príncipe, 291.
6
Maquiavelo, El Príncipe, 292.
74
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
Republicanismo
75
Leonidas Montes Lira
76
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
77
Leonidas Montes Lira
19
La tradición intelectual contemporánea del republicanismo clásico —o huma-
nismo cívico— se inicia con el libro de Zera Fink, The Classical Republicans
(1945). Si bien ella estaba principalmente interesada en la narrativa republi-
cana de Milton, sugiere una ideología y un propósito político en el gran poeta
y en los pensadores republicanos ingleses como Harrington, Neville y Sidney.
Posteriormente Hans Baron publica su clásico The Crisis of the Early Italian
Renaissance (1955), donde analiza la relación entre los clásicos, el quattro-
cento y los republicanos ingleses. Actualmente los textos fundamentales en
estas materias son The Machiavelian Moment, de J.G.A. Pocock (1975) y The
Foundations of Modern Political Thought (1978) de Quentin Skinner. Si Po-
cock se enfoca en el humanismo cívico basado principalmente en Aristóteles y
su influencia desde el quattrocento hasta la independencia americana de 1776,
Skinner además devela la importancia de la tradición romana, descubriendo y
analizando la relevancia de la tradición política previa al quattrocento.
20
De hecho se puede argumentar que la Riqueza de las Naciones de Adam Smith
representa el crepúsculo de esta tradición republicana. Por ejemplo no es ca-
sual que el libro V de la Riqueza de las Naciones se titule «Of the Revenue of
UIF 4PWFSFJHO PS $PNNPOXFBMUIv &M UPOP SFQVCMJDBOP EF $PNNPOXFBMUI
es evidente, pero este libro V se divide en los «gastos e ingresos del Com-
NPOXFBMUIv&TUBJNBHFOEFMPTHBTUPTFJOHSFTPTQSFDFEJFOEPVODPODFQUP
republicano no parece casual. Riqueza de las Naciones sería, por así decirlo, el
texto que marca la preminencia de la economía por sobre la política. Además,
si bien Smith usa una narrativa republicana, su defensa del ejército profesional
marca un quiebre con las milicias que tanto defendió Adam Ferguson y que
son emblemáticas en la tradición del republicanismo clásico. Para un análisis
del republicanismo en Adam Smith y su relación con el republicanismo clásico
a través del problema del ejército profesional versus las milicias, ver Leonidas
Montes, «Adam Smith on the Standing Army versus Militia Issue: Wealth over
Virtue?», en The Elgar Companion to Adam Smith, editado por Jeffrey Young
-POEPO&EXBSE&MHBS
78
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
21
Cicero, Tusculan Disputations (Cambridge, Massachusetts: Harvard Universi-
ty Press, 1966), 194-195.
22
Plutarch, Lives (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1968),
121.
23
Quentin Skinner, The Foundations of Modern Political Thought. II vols. (Cam-
bridge: Cambridge University Press, 1978), 87 y ss.
24
Maquiavelo, El Príncipe, VII, 51.
25
Maquiavelo, El Príncipe, 120.
26
Aunque naturalmente todo esto debe ser leído recordando el contexto de la
época, la historia de la bella y valiente Caterina Sforza, a quien Maquiavelo
conoció personalmente en una de sus primeras misiones diplomáticas, en julio
de 1499 (cariñosamente se refiere a ella como mi dama de Forlì), es pertinente
en este punto. Ella no quiso negociar el apoyo de Florencia que Maquiavelo
le ofrecía y finalmente fue invadida por César Borgia, el duque de Valentino.
Después de ser sitiada Forlì, fue enviada como prisionera de Alejandro VI
al castillo Sant’Angelo. Guicciardini escribió que durante el sitio, «ella fue
la única de espíritu masculino». Y Maquiavelo, refiriéndose a su legendaria
79
Leonidas Montes Lira
80
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
33
Maquiavelo, El Príncipe, VII, 59-60.
34
Obviamente, esta es una posible lectura de Maquiavelo. Existen muchas (Ber-
lin, «The Originality»), pero esta interpretación particular acerca de la im-
portancia de la tradición republicana clásica en Maquiavelo siempre me ha
parecido sugerente y plausible (Quentin Skinner, Machiavelli: A Very Short
Introduction [Oxford: Oxford University Press, 1981]). Mansfield, en cambio,
provocativamente sugiere que esta sería una especie de visión romántica o
peligrosa, y que la virtud de Maquiavelo no sería tal, sino una especie de cons-
piración para imponer a un tirano que se escuda en el sacrificio personal en
aras del beneficio público. Según Mansfield, Maquiavelo se identificaría con El
Príncipe, la virtud sería solo instrumental —pudiendo conducir a una tiranía—
y la verità efetualle, en base a los hechos, únicamente contribuiría a eliminar
FMQPEFSEFMBTJEFBT FOQBMBCSBTEF.BOTàFME
QBSB.BRVJBWFMP
jXPSETSFT-
QPOEUPEFFET
OPUEFFETUPXPSETv
)BSWFZ.BOTàFME
Machiavelli’s Virtue
(Chicago: The University of Chicago Press, 1996).
35
La prudencia, como parte de la virtù, «consiste en saber conocer la naturaleza
de los inconvenientes y adoptar el menos malo por bueno», Maquiavelo, El
Príncipe, XXI, 111.
81
Leonidas Montes Lira
Realismo
82
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
83
Leonidas Montes Lira
84
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
49
Por ejemplo: «Ocurre aquí lo que dicen los médicos de la tisis: en un principio
es fácil de curar y difícil de reconocer, pero con el curso del tiempo, si no se
le ha identificado en los comienzos ni aplicado la medicina conveniente, pasa
a ser fácil de reconocer y difícil de curar. Lo mismo ocurre con los asuntos de
Estado», Maquiavelo, El Príncipe, II, 39.
50
Maquiavelo, El Príncipe, XVIII, IV, 48.
51
Ernst Cassirer, The Myth of the State /FX )BWFO :BMF 6OJWFSTJUZ 1SFTT
1946), 130.
52
En español: «La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche: / Dijo
%JPT
Ň`RVFŇTFB/FXUPOZUPEPŇTFIJ[PMV[v
53
Un precursor que tempranamente vio la importancia de Maquiavelo fue Fran-
cis Bacon. En The Advancement of Learning (1605) escribe: «We are much
CFIPMEFO UP .BDIJBWFMMJ BOE PUIFST UIBU XSJUF XIBU NFO EP
BOE OPU XIBU
they ought to do». Pero el caso de Bacon fue excepcional.
54
El juicio de Leo Strauss es famoso. Para él, Maquiavelo sería el «teacher of
evil», Leo Strauss, Thoughts on Machiavelli (Chicago: The University of Chi-
cago Press, 1958 [1978]), 9.
85
Leonidas Montes Lira
Economía política
86
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
87
Leonidas Montes Lira
63
Posteriormente, Goethe, en su Fausto (1808), refleja este debate cuando Mefis-
tófeles se queja de que «queriendo hacer el mal, acaba haciendo el bien».
64
Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations
(Indianapolis: Liberty Fund, 1981 [1776]), IV.ii. 9, 456.
65
&MPSJHJOBMEJDFjIFJOUFOETPOMZIJTPXOHBJO
BOEIFJTJOUIJT
BTJONBOZ
PUIFSDBTFT
MFECZBOJOWJTJCMFIBOEUPQSPNPUFBOFOEXIJDIXBTOPUQBSUPG
his intention», Smith, Wealth of Nations, IV.ii. 9, 456.
66
&MPSJHJOBMEJDFj#ZQVSTVJOHIJTPXOJOUFSFTUIFfrequently promotes that of
UIFTPDJFUZNPSFFGGFDUVBMMZUIBOXIFOIFSFBMMZJOUFOETUPQSPNPUFJUv 4NJUI
Wealth of Nations, IV. ii. 9, 456, énfasis mío).
88
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
Conclusiones
67
Maurizio Viroli, Niccolo’s Smile. A Biography of Machiavelli /FX:PSL'B-
rrar, Straus and Giroux, 1998a), 203.
68
Más aún, en el republicanismo está presente el tema de la igualdad de todos
ante un Estado de derecho. Y también el concepto moderno del mérito. En
una república todos pueden acceder por su propia virtud al poder, no así en
un principado. Es interesante como en los albores de esta tradición, donde se
funden y confunden el republicanismo y el liberalismo, Maquiavelo anticipa
la importancia del rule of law y el mérito.
89
Leonidas Montes Lira
Bibliografía
Baron, Hans. The Crisis in the Early Italian Rennaisance: Civic Humanism
and Republican Liberty in an Age of Classicism and Tyranny. Princeton:
Princeton University Press, 1955.
Berlin, Isaiah. «The Originality of Machiavelli». En The Proper Study of
Mankind
/FX:PSL'BSSBS
4USBVTTBOE(JSPVY
<>
Cassirer, Ernst. The Myth of the State/FX)BWFO:BMF6OJWFSTJUZ1SFTT
Cicero. Tusculan Disputations. Cambridge, Massachusetts: Harvard University
Press, 1966.
_______. De Officiis. Cambridge: Cambridge University Press, 1991.
Croce, Benedetto. My Philosophy and other Essays on the Moral and Political
Problems of our Time-POEPO(FPSHF"MMFO6OXJO
Fink, Zera. The Classical Republicans: An Essay in the Recovery of a Pattern
of Thought in Seventeenth-Century England &WBOTUPO /PSUIXFTUFSO
University Press, 1945.
Hobbes, Thomas. Leviathan. Cambridge: Cambridge University Press, 1996
[1651].
Mansfield, Harvey. Machiavelli’s Virtue. Chicago: The University of Chicago
Press, 1996.
Maquiavelo, Nicolás. Maquiavelo, Antología. Barcelona: Ediciones Península,
1987.
_______. El Príncipe. Buenos Aires: Alianza, 1994.
_______. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Madrid: Alianza,
2005.
Montes, Leonidas. «Das Adam Smith Problem: its origins, the stages of the
current debate, and one implication for our understanding of sympathy»,
Journal of the History of Economic Thought 25, no. 1 (2003): 64-90.
_______. «Adam Smith on the Standing Army versus Militia Issue: Wealth over
Virtue?». En The Elgar Companion to Adam Smith, editado por Jeffrey
:PVOH
-POEPO&EXBSE&MHBS
Plutarch. Lives. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1968.
Pocock, J.G.A. The Machiavellian Moment. Princeton: Princeton University
Press, 1975.
Rubin, P. H. Darwinian Politics: The Evolutionary Origin of Freedom /FX
Jersey: Rutgers University Press, 2004.
Skinner, Quentin, Gisella Bock y Maurizio Viroli. Machiavelli and Republicanism.
Cambridge: Cambridge University Press, 1993.
Skinner, Quentin. The Foundations of Modern Political Thought. II vols.
Cambridge: Cambridge University Press, 1978.
_______. Machiavelli: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University
Press, 1981.
Smith, Adam. An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations.
Indianapolis: Liberty Fund, 1981 [1776].
90
Republicanismo, realismo y economía política en EL PRÍNCIPE
91
Maquiavelo y la república.
Notas críticas*
Daniel Mansuy
Universidad de los Andes
93
Daniel Mansuy
94
Maquiavelo y la república. Notas críticas
95
Daniel Mansuy
10
Cfr. Aristóteles, Política, IV, 11, 1295b1-1296a19.
11
j&RVBMJUZ PG FTUBUFT DBVTFT FRVBMJUZ PG QPXFS
BOE FRVBMJUZ PG QPXFS JT UIF
MJCFSUZ
OPU POMZ PG UIF DPNNPOXFBMUI
CVU PG FWFSZ NBOv +BNFT )BSSJOH-
ton, The Commonwealth of Oceana [Cambridge: Cambridge University Press,
1992], The Preliminaries)
12
j5IF DSVDJBM àHVSF IFSF
JU JT BTTFSUFE
JT +BNFT )BSSJOHUPO
XIP CSPVHIU
BCPVUBTZOUIFTJTPGDJWJDIVNBOJTUUIPVHIUXJUI&OHMJTIQPMJUJDBMBOETPDJBM
BXBSFOFTT
BOEPG.BDIJBWFMMJTUIFPSZPGBSNTXJUIBDPNNPOMBXVOEFST-
tanding of the importance of freehold property» (J.G.A. Pocock, The Machia-
vellian Moment, viii). Cfr. Serge Audier, Machiavel, conflit et liberté (Paris:
Vrin/EHESS, 2005), 278.
13
«Es necesario que todo el mundo viva y que nadie se enriquezca» (Jean-Jac-
ques Rousseau, «Projet de Constitution pour la Corse», en Œuvres complètes,
vol. III, Du contrat social. Écrits politiques [Paris: Gallimard, 2003], 924);
y: «Ningún ciudadano debe ser tan opulento para poder comprar a otro, y
ninguno tan pobre como para estar obligado a venderse» (Du contrat social
[Paris: Gallimard, 2003], II, 11, 391-392). Ver también Jean-Fabien Spitz, La
liberté politique. Essai de généalogie conceptuelle (Paris: Puf, 1995).
14
Hobbes es el autor de la definición clásica de libertad como ausencia de coac-
ción («Libertad significa, propiamente hablando, la ausencia de oposición (por
oposición significo impedimentos externos al movimiento)», Thomas Hobbes,
Leviatán (México: Fondo de Cultura Económica, 1998), XXI. La visión repu-
blicana está expuesta en Philip Pettit, Republicanism: a Theory of Freedom
and Government (Oxford: Oxford University Press, 1997), primera parte.
96
Maquiavelo y la república. Notas críticas
II
15
Sobre este problema, ver Hannah Arendt, La condición humana (Buenos Ai-
res: Paidós, 2003), capítulo II.
16
Discursos, III, 25. Seguimos, con algunas correcciones menores, la traducción
de los Discursos de Luis Navarro (Nicolás Maquiavelo, El Príncipe. El arte
de la guerra. Discursos [Madrid: Gredos, 2010]). Para la edición italiana, se-
guimos la edición de Corrado Vivanti, Niccolò Machiavelli, Opere (Torino:
Einaudi-Gallimard, 1997). Los Discursos están en el volumen 1.
17
Discursos, I, 37. Luis Navarro, en la edición Gredos, traduce el italiano pu-
blico como «Estado», pero dicho término tiene una carga ausente en el texto
original.
18
Discursos, III, 16. Ver también II, 6 («Los propósitos de quienes por elección o
por ambición hacen la guerra, son conquistar y conservar lo conquistado, pro-
cediendo de modo que, en vez de empobrecerse su patria y los países conquis-
tados, aumenten en riqueza») y II, 19 (donde Maquiavelo vuelve a aconsejar
que hay que mantener rico al tesoro público y pobres a los particulares).
19
Los efectos perversos de la riqueza en la república constituían casi un lugar
común entre los latinos. Ver por ejemplo, Salustio, Catilinae conjuratio, 10-12
y 52; y Bellum Jughurtum, 41.
97
Daniel Mansuy
20
Discursos, I, 37.
21
Aristóteles no ignora esta dimensión de la naturaleza humana («y la avaricia
de los hombres es insaciable: al principio basta con dos óbolos solamente,
cuando se acostumbran a ello siguen pidiendo cada vez más, hasta el infinito,
porque la ambición es ilimitada por naturaleza, y la mayoría de los hombres
viven para satisfacerla», Política, II, 7, 1267 b2-5), pero cree que la razón
puede —leyes y virtudes mediante— encauzar los apetitos («Pero además, aun
cuando se estableciera para todos una propiedad moderada, no se ganaría
nada con ello, porque es más necesario igualar las ambiciones que la propie-
dad, y eso no es posible sino gracias a una educación suficiente por medio de
las leyes», Política, II, 7, 1266b29-31. De más está decir que Maquiavelo no
cree que las leyes puedan «igualar las ambiciones», ni nada semejante. Solo
pueden reprimir apetitos, pero estos se liberarán apenas tengan el espacio para
hacerlo).
98
Maquiavelo y la república. Notas críticas
22
La expresión es Noi abbiamo ragionato altrove (III, 25). Luis Navarro traduce
simplemente: «Ya hemos dicho que», mientras que Ana Martínez traduce: «Ya
hemos dicho otras veces» (Discursos sobre la primera década de Tito Livio
[Madrid: Alianza Editorial, 1987]). Ambas traducciones nos parecen insufi-
cientes porque el ragionato de Maquiavelo indica más que una mera mención,
algo así como un examen o algún grado de análisis, un razonamiento.
23
Discursos, III, 25 («E come e’ si andava a trovare la virtù in qualunque casa
l’abitasse. Il quale modo di vivere faceva manco desiderabili le ricchezze»).
24
La historia está relatada en la Historia de Roma de Tito Livio, III, 26-29.
99
Daniel Mansuy
25
La anécdota está en Valerio Máximo, Factorum et dictorum memorabilium,
IV, 6.
26
Las fuentes de la historia de Paulo Emilio parecen ser Plutarco («Timoleón –
Paulo Emilio», en las Vidas paralelas) y, sobre todo, Polibio (Historia, XVIII,
I, 35: XXXI, D, I, 22 y 28). Polibio es consciente de que la historia de Paulo
Emilio es un poco inverosímil, e insiste en garantizar personalmente la veraci-
dad de lo relatado.
27
«Al padre se le exigió el dinero de la fianza con todo rigor, de forma que,
después de vender a unos y otros todos sus bienes, vivió algún tiempo al otro
lado del Tíber como relegado en una choza apartada» (Tito Livio, Historia
de Roma. Traducción de José Antonio Villar [Madrid: Gredos, 1990], III, 13,
10). Valerio Máximo invierte el orden de los sucesos en Factorum et dictorum
memorabilium, IV, IV, 7.
100
Maquiavelo y la república. Notas críticas
28
Tito Livio, Periochae, XVIII (no es seguro, en todo caso, que Maquiavelo haya
conocido este fragmento de Tito Livio). Para todo esto, ver Harvey Mansfield,
Machiavelli’s New Mode and Orders. A Study of the Discourses on Livy (Chi-
cago: The University of Chicago Press, 1979), 388-389.
29
Discursos, III, 25.
30
«Como resultado, parece imposible que un mismo ánimo padezca tal muta-
ción» [N. del E.].
101
Daniel Mansuy
102
Maquiavelo y la república. Notas críticas
entonces un orden político donde todos son pobres y, más aún, están
tranquilos en esa pobreza? Algo así solo parece ser posible en un ré-
gimen donde un príncipe, en alianza con el pueblo, haya eliminado a
los nobles —como Maquiavelo parece sugerir en más de una ocasión36.
Dicha salida tiene, no obstante, algunos inconvenientes. Por un lado,
ese orden se asemejaría más a un principado que a una república. Y
por otro lado, la división social es, a ojos de Maquiavelo, inherente a
todo grupo humano. No hay forma de terminar con ella, pues el pueblo
siempre vuelve —inevitablemente— a dividirse en dos grupos: los po-
cos y los muchos37. El consejo de Maquiavelo para mantener una repú-
blica ordenada —ciudadanos pobres, colectividad rica— queda en un
curioso estado de incoherencia, pues su aplicación acumula dificultades
sobre dificultades. Quizás Maquiavelo no haga más que sugerir que
la república bien ordenada es imposible —lo que debería obligarnos
a revisar su eventual adhesión al modelo republicano. También puede
pensarse que el florentino está únicamente mostrando cuán arduo es el
modelo republicano: la libertad política no sería entonces un bien fácil
de obtener, ni apto para todos38.
III
36
Discursos I, 9 y 16; El Príncipe, VII y IX.
37
Discursos, I, 16.
38
«La libertad es un alimento de buena savia pero de fuerte digestión: se nece-
sitan estómagos bien sanos para soportarla» (Jean-Jacques Rousseau, «Con-
sidérations sur le gouvernement de la Pologne», en Rousseau, Œuvres com-
plètes, VI, 974).
39
Discursos, I, 55. Ver también El Príncipe, X.
40
Discursos, I, 55.
103
Daniel Mansuy
104
Maquiavelo y la república. Notas críticas
105
Daniel Mansuy
106
Maquiavelo y la república. Notas críticas
51
Discursos, II, 19.
52
«E perché altrovo non sono tali condizioni, non si può prendere questo modo
di vivere» (Discursos, II, 19).
107
Daniel Mansuy
108
Maquiavelo y la república. Notas críticas
IV
tima importa que la guerra es una posibilidad cierta. Maquiavelo puede estar
sugiriendo así cuán ficticio es el modelo alemán.
56
El título del capítulo es: «Si era posible organizar en Roma un gobierno que
terminara la rivalidad entre el pueblo y el senado».
57
Cfr. Audier, Machiavel, 30.
109
Daniel Mansuy
58
«Ma sendo tutte le cose degli uomini in moto, e non potendo stare salde con-
viene che le salghino o che le scendino; e a molte cose che la ragione non
t’induce, t’induce la necessità» (I, 6). Ver también Nicolás Maquiavelo, Histo-
ria de Florencia (Madrid: Tecnos, 2010), V, 1. Maquiavelo es quizás el primer
filósofo político en elogiar abiertamente el movimiento, en lo que constituye
una crítica implícita a la ontología aristotélica. Esta idea está en el origen del
progresismo filosófico. En todo caso, cabe señalar qui si bien Maquiavelo cree
en las virtudes del movimiento, no cree que la historia pueda resolver el pro-
blema humano, como lo creerá más tarde cierta filosofía de la historia. Sobre
este problema, ver Thierry Ménissier, Machiavel ou la politique du centaure
(Paris: Hermann, 2010).
59
A este respecto, es interesante notar que Maquiavelo formula la tesis, que más
tarde utilizarán los conservadores, según la cual las instituciones correctas no
son aquellas que podríamos determinar racionalmente, sino aquellas que se
van corrigiendo con el tiempo: la historia se encargó de perfeccionar las insti-
tuciones romanas (Discursos, I, 2; cfr. Cicerón, De republica, II).
60
Cfr. Discursos, I, 5.
110
Maquiavelo y la república. Notas críticas
61
Política, I, 2, 1253a15-18.
62
Ver por ejemplo De republica, II, 42 («Una ciudad bien gobernada es con-
gruente por la unidad de las muy distintas personas, por la concordia de las
clases altas, bajas y medias, como los sonidos. Y la que los músicos llaman
armonía en el canto, es lo que en la ciudad se llama concordia, vínculo de
bienestar seguro y óptimo para toda república, pues ésta no puede subsistir sin
la justicia»).
63
Maquiavelo habla del bien común en Discursos II, 2, cuando alaba las virtudes
de la república, en oposición al principado. Skinner funda en este capítulo
parte de su interpretación (Cfr. Skinner, «Machiavelli’s Discorsi and the Pre-
humanist Origins of Republican Ideas», 138-139), sin advertir cuánta retórica
hay en el pasaje, pues Maquiavelo ya destruyó en el Libro I todas las condi-
ciones de posibilidad del bien común. Solo quedan apetitos individuales, que
pueden operar colectivamente, pero que nunca superan su propia individua-
lidad. Por eso el conflicto puede manifestarse interna o externamente. Al no
considerar la importancia (y la fuerza) del conflicto social en el pensamiento
de Maquiavelo, Skinner pierde de vista la ruptura que supone su pensamien-
to respecto de los paradigmas clásicos: no puede haber bienes efectivamente
comunes en una lógica del conflicto social tan radical como la que describe (y
elogia) Maquiavelo. Este es el punto ciego de las lecturas republicanas.
64
Maquiavelo alude a la tesis del régimen mixto en Discursos, I, 2 (donde pa-
rafrasea a Polibio sin nombrarlo), pero esta no juega ningún papel en lo que
sigue.
111
Daniel Mansuy
112
Maquiavelo y la república. Notas críticas
113
Daniel Mansuy
Bibliografía
71
Cfr. Pierre Manent, Histoire intellectuelle du libéralisme (Paris: Calmann-Lévy,
1987), capítulos II y II.
72
Ver Manent, Naissances de la politique moderne, 50-53, y Miguel Vatter, Bet-
ween Form and Event: Machiavelli’s Theory of Political Freedom (Dordrech:
,MVXFS
$GS+(1PDPDL
The Machiavellian Moment, capítulo I.
73
Ver el Proemio a Discursos, I.
114
Maquiavelo y la república. Notas críticas
115
Daniel Mansuy
116
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
Gonzalo Bustamante
Universidad Adolfo Ibáñez
1
En el griego clásico, el comienzo o el fundamento de todas las cosas [N. del E.].
2
Fin o propósito último de las cosas [N. del E.].
3
Niccolò Machiavelli, Discourses on Livy (Chicago: University of Chicago
Press, 1996), 125.
4
Sobre el efecto de estas tendencias, Wolin indica: «La larga experiencia de
libertad cívica había estimulado las expectativas del ciudadano ordinario y
lo habían llevado a pensar que era correcto que sus propios deseos fueran
tratados equitativamente con los de los demás. Los intereses y ambiciones de
ambos grupos no podían ser armonizados ya que unos exigían preferencia y
los otros, igualdad. No se trataba de una contradicción lógica, sino política.
Era parte de la naturaleza de la acción política que tuviera que ser emprendida
en un «campo» limitado donde los objetos de interés y ambición escaseaban.
A diferencia de otros campos de acción, la política estaba aquejada por el
117
Gonzalo Bustamante
118
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
cana. Ocuparé los términos como sinónimos y por tanto son intercambiables.
Este uso se encuentra avalado por Pettit y Skinner, además ya Harrington
consideraba la idea de libertad republicana o de los ‘romanos’ como una sola.
Ver James Harrington, La república de Océana (México: Fondo de Cultura
Económica, 1987).
9
Esto explicaría para Foucault la capacidad del poder de normalizar. En últi-
ma instancia es la propia libertad la creadora de reglas y normas que surgen
de ella misma. Ver Michel Foucault, Power. The Essential Works of Foucault
1954-1984
WPM*** /FX:PSL5IF/FX1SFTT
10
«Los apetitos humanos son insaciables, ya que, por naturaleza, estamos confor-
mados de modo que no hay nada que no podamos anhelar, mientras nuestra
suerte solo nos permite alcanzar unas pocas cosas. Como resultado, el espíritu
humano está siempre descontento». Nicolás Maquiavelo, Discursos de la primera
década de Tito Livio (Buenos Aires: Editorial Losada, 2005b), 208.
11
Para Luhmann, la imposibilidad de toda metafísica descansa en que esta elimi-
na una teoría de sistemas autorreferenciales plena de sentido debido a que este
último recibe su validez de la contingencia propia de todo sistema, el que se
justifica en su accionar por las reglas propias del funcionalismo, sin necesitar
de metafísica alguna (Niklas Luhmann, Social Systems [Stanford: Stanford
University Press, 1995], 11). De modo analógico se puede indicar que Ma-
quiavelo negará la relevancia de la metafísica clásica que informaba tanto el
neoplatonismo como el neo-aristotelismo, por poseer un carácter de negación
de la contingencia propia de la realidad político-social.
12
El resurgir de Maquiavelo a lo largo del siglo XX se conformará como un pro-
yecto político no-liberal, crítico de la idea de la libertad como no-interferencia
y del reemplazo del ciudadano por el consumidor. Lo que en unos es un res-
catar balanceadamente el rule of law con la capacidad de impugnación de la
ciudadanía (Skinner, Pettit), en otros tomará la forma de un neo-aristotelismo
de corte cívico (Pocock), cercano al comunitarismo; mientras en su versión
de populismo democrático (McCormick) lo será de la necesidad de centrar
la atención en las fracciones sociales y proteger, vía diseño institucional, a
los «muchos» de los «pocos»; por último, en la idea de democracia radical
(Vatter) tomará la forma de una devolución del poder al pueblo por sobre el
ordenamiento constitucional. En este caso, se entenderá por ¿orden republica-
no?, la versión que Skinner primero y luego Pettit han reconstruido de él.
119
Gonzalo Bustamante
13
«El republicanismo maquiavélico implicaría una constante pugna entre la ani-
malidad depredadora de los ‘pocos’ y el surgimiento de la humanidad como
un logro civilizador fundado en relaciones de no-dominación. Esto último,
la no-dominación, sería lo que permitiría la sacralización del hombre para
el hombre en forma del ‘ciudadano libre’. La ley tendría por misión generar
y fundar dicha sacralización de lo humano». «Infinitos ejemplos que se leen
en las memorias de las antiguas historias demuestran cuánta dificultad se le
presenta a un pueblo acostumbrado a vivir bajo un príncipe para preservar
después la libertad, si por alguna razón circunstancia la conquista, como la
conquistó Roma después de la expulsión de los Tarquinos. Y esa dificultad es
razonable, porque ese pueblo no es otra cosa que un animal bruto que, aun de
naturaleza feroz y silvestre, siempre ha sido alimentado en prisión y servidum-
bre y después dejado libre a su suerte en el campo, no estando acostumbrado
a pacer y no conociendo los lugares donde puede refugiarse, se convierte en
presa del primero que trata de encadenarse de nuevo». Maquiavelo, Discursos,
101 y Gonzalo Bustamante, «Machiavelli. The Political Invention of Human».
16va. Conferencia Anual de Historia Conceptual, Bilbao, España. Sin publicar
todavía, 2013.
14
ȋȦȡȚıȝȩȢtérmino de origen platónico que denota ¿separación?, respecto de
una realidad o la forma que le da sustento.
15
Ver al respecto la interpretación que Vatter realiza del tema. Miguel Vatter,
Between Form and Event: Machiavelli’s Theory of Political Freedom (Dor-
ESFDI,MVXFS"DBEFNJD1VCMJTIFST
16
Término griego que significa «forma», «esencia»o «especie» [N. del E.].
17
En su sentido progresivo empleado por Bent Flyvbjerg. «Flyvbjerg, in his semi-
nal Making Social Sciences Matter (2001), argued that practical reasoning has
120
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
121
Gonzalo Bustamante
19
Wolin conectará la animadversión de Maquiavelo hacia la nobleza con su
diseño de una nueva ciencia para la política: «A esto hemos agregado la suge-
rencia de que la modernidad de Maquiavelo también residió en el intento de
excluir de la teoría política todo lo que no pareciera estrictamente político. Si
bien la religión fue la víctima más importante de ese principio de exclusión,
hubo otras igualmente trascedentes, pero de tipos muy diferentes. En este as-
pecto, vale la pena examinar la animosidad de Maquiavelo contra los gober-
nantes hereditarios y su profundo desprecio por la nobleza. La importancia de
este examen no se vincula con el lenguaje y los conceptos de la ciencia nueva,
sino más bien con sus sesgos políticos y sociales. Si la ciencia nueva era hostil
a los príncipes hereditarios y la aristocracia, no podía ser acusada de ser sim-
plemente una ideología creada con el propósito de racionalizar estos intereses
particulares». Wolin, Política y perspectiva, 179. En cambio, McCormick lo
hará de acuerdo a su interpretación de Maquiavelo como un ideólogo de la
democracia popular. Además, ver John McCormick, «Machiavellian Demo-
DSBDZ $POUSPMMJOH &MJUFT XJUI 'FSPDJPVT 1PQVMJTNv
The American Political
Science Review 95, no. 2 (2001): 297-313.
20
Siguiendo de cerca los argumentos ya expresados en Bustamante, «Machiave-
lli».
21
Quentin Skinner defenderá en sus trabajos sobre Hobbes, el que es el autor
que formula por primera vez la idea de libertad como libertad negativa. Se em-
plea aquí el término libertad negativa en el sentido en que lo usa Isaiah Berlin,
en su obra Two Concepts of Liberty.
122
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
22
Philip Pettit, Republicanism, A Theory of Freedom and Government /FX
York: Oxford University Press, 1997) y Quentin Skinner, Liberty Before Libe-
ralism (Cambridge: Cambridge University Press, 1998).
23
A diferencia de la libertad positiva, no existen ciertos fines naturales, de igual
forma, en oposición a la libertad negativa, no hay contradicción entre la liber-
tad social individual y la vida en comunidad, esta última sería una garantía de
la primera.
24
Sobre este punto conviene revisar a Cicerón (Sobre la república [Madrid: Edi-
torial Gredos, 2010]), Maquiavelo (Discursos), y Harrington (La República de
Océana [México: Fondo de Cultura Económica, 1987]). Los tres constituyen
la principal fuente para la idea de virtud cívica para autores como Skinner,
Pettit, Pocock, Viroli y Tully.
25
Sobre el marco ideológico inicial del trabajo de Skinner (Enrique Bocardo
Crespo (ed.). El giro contextual: Cinco ensayos de Quentin Skinner y seis
comentarios [Madrid: Editorial Tecnos, 2007]). Referente a Pocock, desde un
ángulo distinto al de Skinner, también comprenderá el volver a Maquiave-
lo y su lectura «neo-aristotélica» del florentino como una forma de crítica
123
Gonzalo Bustamante
124
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
30
j2VJOUJMJBOTNBJOEJTDVTTJPOPGUIFUFDIOJRVFUPXIJDIIFHJWFTUIFOBNF
QBSBEJBTUPMF <> BEWJDF PO IPX UP QSFTFOU B OBSSBUJWF PG GBDUT 4VQQPTF
ZPVàOEZPVSTFMGJOBDPVSUPGMBXGBDJOHBOBEWPDBUFXIPIBTNBOBHFEUP
EFTDSJCFBOBDUAJOTVDIBXBZBTUPSPVTFVQUIFKVEHFBOEMFBWFUIFNGVMM
PGBOHFSBHBJOTUZPVSTJEF4VQQPTFUPPUIBUZPVDBOOPUIPQFUPEFOZXIBU
IBQQFOFE)PXTIPVMEZPVQSPDFFE 2VJOUJMJBOTBOTXFSJTUIBUZPVATIPVME
SFTUBUFUIFGBDUT
CVUOPUBUBMMJOUIFTBNFXBZZPVNVTUBTTJHOEJGGFSFOUDBVT-
FT
BEJGGFSFOUTUBUFPGNJOEBOEBEJGGFSFOUNPUJWFGPSXIBUXBTEPOF"CPWF
BMM
AZPVNVTUUSZUPFMFWBUFUIFBDUJPOTBTNVDIBTQPTTJCMFCZUIFXPSETZPV
use: for example, prodigality must be more leniently redescribed as liberality,
avarice as carefulness, negligence as simplicity of mind’». Quentin Skinner, Vi-
sions of Politics: Regarding Method, vol. I. (Cambridge: Cambridge University
Press, 2002a), 183.
31
Quentin Skinner, Visions of Politics: Renaissance Virtue, vol. II. (Cambridge:
Cambridge University Press, 2002b).
32
Desde esa perspectiva, Skinner criticará visiones conceptuales sustantivas.
«Lovejoy’s mistake lies not merely in looking for the ‘essential meaning’ of
the ‘idea’ as something that must necessarily ‘remain the same’, but even in
TVQQPTJOHUIBUUIFSFOFFECFBOZTVDIAFTTFOUJBMNFBOJOH UPXIJDIJOEJWJEVBM
XSJUFSTADPOUSJCVUF
BU BMMv 4LJOOFS
Visions of Politics: Regarding Method,
84). Por eso su metodología propone, por medio de la paradiástole y los actos
de habla, una forma de análisis que no busca establecer ni fundar ideas de
modo unitarias, vale decir, no aspira como Lovejoy a definir el contenido de
ciertos conceptos políticos para luego ver cómo los mismos han sido entendi-
dos en ciertos momentos históricos; por el contrario, plantea, como Nietzsche,
125
Gonzalo Bustamante
126
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
127
Gonzalo Bustamante
128
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
129
Gonzalo Bustamante
46
Machiavelli, Discourses on Livy.
130
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
47
Wolin atacará a quienes ven en Maquiavelo una suerte de «liberador» del
pensamiento medieval y sus tradiciones a la tradición política. A su parecer,
la Edad Media fue rica, como pocas, en una reflexión sobre lo político pocas
veces vista. Lo anterior no anula el que efectivamente, el florentino abando-
nará de modo radical muchos de los supuestos centrales del pensamiento y
reflexión político medieval. Al respecto señala: «Con esta sencilla perspectiva
es fácil llegar a la conclusión de que Maquiavelo y los escritores del Renaci-
miento italiano ‘salvaron’ la filosofía política al desechar de ellas todas las
hipótesis y objetivos cristianos. Sin embargo, esto implica mal interpretar el
carácter del pensamiento político medieval y, como veremos, suberstimar la
revolución lograda por Maquiavelo. En realidad, el pensamiento político fue
nutrido y ampliado durante la Edad Media, y en ninguna parte se demuestra
mejor su cualidad política que en los tipos de argumentos y vocubularios em-
pleados por los escritores papales durante las prolongados controversias y los
autores seculares». Wolin, Política y perspectiva, 172. .
48
Justamente Flyvbjerg, en Making Social Science Matter, desencadenará el de-
bate de la Perestroika en la ciencia política y acuñará la idea de una ciencia
social aplicada prudencialmente (phronetical science).
131
Gonzalo Bustamante
49
En el libro VI de la Ética a Nicómaco, Aristóteles explicará la idea de pruden-
cia vinculada a la de areté, en el sentido de la excelencia necesaria para un
funcionamiento adecuado de acuerdo a una naturaleza.
50
Siguiendo la interpretación que hacen de este concepto Finley y Meikle. Ver la
obra de Meikle en la bibliografía final de este trabajo.
132
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
133
Gonzalo Bustamante
134
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
55
Se refiere a las clases dominantes en la Italia renacentista [N. del E.].
56
4LJOOFS
j5XP7JFXTPOUIF.BJOUFOBODFPG-JCFSUZv
57
4LJOOFS
j5XP7JFXTPOUIF.BJOUFOBODFPG-JCFSUZv
135
Gonzalo Bustamante
Conclusión
58
4LJOOFS
j5XP7JFXT PO UIF .BJOUFOBODF PG -JCFSUZv Z .D$PSNJDL
j.B-
chiavellian Democracy».
59
«Machiavelli’s call, not only to admire the ancients but also to imitate them,
HBWFBOFEHFUPUIFSFTPMVUJPOUIBUPOFTIPVMEDPOUJOVBMMZESBXCFOFàUGSPN
IJTUPSZCFDBVTFPGUIFVOJRVFNBOOFSJOXIJDIJUVOJUFEFYFNQMBSZBOEFNQJ-
rical thought. […] Where history indicates the possibility of repeatable events,
it must be able to identify structural conditions sufficient for the creation of
TVDI BO BOBMPHPVT FWFOU5IVDZEJEFT
.BDIJBWFMMJ
BT XFMM BT .POUFTRVJFV
Robert Michels, and to some extent, Guicciardini, have all, to use a modern
expression, calculated in terms of such structural conditions […]. As Machia-
WFMMJ BSHVFEA)F XIP XJTIFT UP GPSFUFMM UIF GVUVSF NVTU MPPL JOUP UIF QBTU
GPSBMMUIJOHTPOFBSUIIBWFBUBMMUJNFTBTJNJMBSJUZXJUIUIPTFPGUIFQBTUv
Reinhart Koselleck, Futures Past: On the Semantics of Historical Time /FX
York: Columbia University Press, 2004), 29, 113, 267.
136
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
60
Respecto al carácter funcional de la virtud en Maquiavelo, Strauss indica:
j.BDIJBWFMMJSFKFDUTUIFXIPMFQIJMPTPQIJDBOEUIFPMPHJDBMUSBEJUJPO<>0OF
NVTUTUBSUGSPNIPXNFOEPMJWFPOFNVTUMPXFSPOFTTJHIUT5IFJNNFEJBUF
corollary is the reinterpretation of virtue: virtue must not be understood as
UIBUGPSUIFTBLFPGXIJDIUIFDPNNPOXFBMUIFYJTUT
CVUWJSUVFFYJTUTFYDMV-
TJWFMZGPSUIFTBLFPGUIFDPNNPOXFBMUIQPMJUJDBMMJGFQSPQFSJTOPUTVCKFDU
to morality; morality is not possible outside of political society; it presuppo-
ses political society; political society cannot be established and preserved by
TUBZJOHXJUIJOUIFMJNJUTPGNPSBMJUZ
GPSUIFTJNQMFSFBTPOUIBUUIFFGGFDUPS
the conditioned cannot precede the cause or condition. Furthermore, the esta-
blishment of political society and even of the most desirable political society
does not depend on chance, for chance can be conquered or corrupt matter
can be transformed into incorrupt matter». Strauss, «Three Waves of Moder-
nity», 86-87, citado en Miguel Vatter, «The Machiavellian Legacy: Origin and
0VUDPNFTPGUIF$POáJDU#FUXFFO1PMJUJDTBOE.PSBMJUZJO.PEFSOJUZv
FO
EUI Working Paper SPS 99/2, 1999.
137
Gonzalo Bustamante
Bibliografía
138
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
139
Gonzalo Bustamante
140
Maquiavelo: ¿Filosofía versus Historia?
141
Gonzalo Bustamante
142
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
Miguel Saralegui
Universidad Diego Portales
1
«Ínfima y abyecta fortuna», Maquiavelo, El Príncipe, VIII, 4. El texto utilizado
para citar El Príncipe es el siguiente: Niccolò Machiavelli, Opere di Niccolò
Machiavelli, editado por Mario Martelli (Roma: Edizione Nazionale delle Sa-
lerno, 2006). La cita hará siempre referencia a capítulo y párrafo.
2
«Salire» o «divenire» en el original.
3
«Assuefatti al sangue del loro príncipe», El Príncipe, II, 3.
143
Miguel Saralegui
144
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
9
Allan Gilbert, Machiavelli’s ‘Prince’ and its forerunners (Durham: Duke Uni-
versity Press, 1938).
10
Quentin Skinner, Los fundamentos del pensamiento político moderno (Méxi-
co: Fondo de Cultura Económica, 1993), 93.
145
Miguel Saralegui
11
Pierre Mesnard, El desarrollo de la filosofía política en el siglo XVI (México:
Universidad de Puerto Rico, 1956), 8.
146
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
El determinismo de la fortuna
147
Miguel Saralegui
14
«E se li ordini sua non li profittorno, non fu sua colpa, perché nacque da una
estraordinaria ed estrema malignità di fortuna». El Príncipe, VII, 9.
15
«E benché fino a qui si sia monstro qualche spiraculo in qualcuno, da potere
iudicare che fussi ordinato da Dio per sua redenzione, tamen si è visto da poi
come nel più alto corso delle azioni sua è stato dalla Fortuna reprobato». El
Príncipe, XXV, 4.
16
«Se adunque si considerrà tutti e’ progressi del duca, si vedrà lui aversi fatti
grandi fondamenti alla futura potenzia; li quali non iudico superfluo discorre-
148
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
re, perché io non saprei quali precetti mi dare migliori, a uno principe nuovo,
che lo essemplo delle azioni sue». El Príncipe, VII, 9.
17
«Solamente si può accusarlo nella creazione di Iulio, nella quale lui ebbe mala
elezione; perché, come è detto, non possendo fare uno papa a suo modo, pote-
va tenere che uno non fussi papa. […] [E] chi crede che ne’ personaggi grandi
e’ benifizi nuovi faccino dimenticare le iniurie vecchie, s’inganna. Errò adun-
que el duca in questa elezione e fu cagione dell’ultima ruina sua». El Príncipe,
VII, 44-49.
18
«Lei pervenga a quella grandezza che la fortuna e le altre sue qualità li pro-
mettano». El Príncipe, Dedicatoria, 6.
149
Miguel Saralegui
19
«Surse dipoi Alessandro VI […]. E benché l’intento suo non fussi fare grande
la Chiesa, ma il duca, nondimeno ciò che fece tornò a grandezza della Chiesa,
la quale, dopo la sua morte, spento el duca, fu erede delle sue fatiche». El
Príncipe, XI, 12-13.
20
El Príncipe, XXV, 9-25.
21
Discursos, III, 9.
150
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
22
El Príncipe, XXV, 11.
23
«La brevità della vita non li ha lasciato sentire el contrario». El Príncipe, XXV,
24.
24
«Se e’e tempi […] si mutano, rovina, perché non muta modo di procedere; né
si truova omo sí prudente che si sappi accomodare a questo, sí perché non si
può deviare da quello a che la natura l’inclina, sí etiam perché, avendo sempre
uno prosperato camminando per una via, non si può persuadere di partirsi da
quella». El Príncipe, XXV, 15-16.
151
Miguel Saralegui
La fortuna moderada
25
«Concludo, adunque, che, sanza avere arme propie, nessuno principato è si-
curo, anzi è tutto obligato alla fortuna, non avendo virtù che nelle avversità
lo difenda; e fu sempre opinione e sentenzia delli òmini savi quod nihil sit tan
infirmum aut instabile quam fama potentiae non sua vi nixa». El Príncipe,
XIII, 26.
26
«Questi simili modi debbe osservare uno principe savio e mai ne’ tempi pa-
cifici stare ocioso, ma con industria farne capitale, per potersene valere nelle
152
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
153
Miguel Saralegui
29
«Né ancora lui conobbe altro dalla fortuna che la occasione». El Príncipe, VI,
27.
30
«E essaminando le azioni e vita loro, non si vede che quelli avessino altro
dalla fortuna che la occasione, la quale dette loro materia a potere introdurvi
dentro quella forma parse oro; e sanza quella occasione la virtù dello animo
loro sarebbe spenta, e sanza quella virtù la occasione sarebbe venuta invano».
El Príncipe, VI, 10.
31
«Non si vede che quelli avessino altro dalla fortuna che la occasione».
32
«Stiavi e oppressi». El Príncipe, VI, 11.
33
«E’ Persi malcontenti dello imperio de’ Medi». El Príncipe, VI, 13.
154
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
34
«Dispersi». El Príncipe, VI, 14.
35
«A che pensando io qualche volta, mi sono in qualche parte inclinato nella
opinione loro». El Príncipe, XXV, 3.
36
«La Fortuna sia arbitre della metà delle azioni nostre, ma che etiam lei ne lasci
governare l’altra metà, o presso, a noi». El Príncipe, XXV, 4.
37
«E assomiglio quella a uno di questi fiumi rovinosi, che, quando s’adirano,
allagano e’ piani, ruinano li arberi e li edifizii, lievono da questa parte terreno,
pongono da quell’altra, ciascuno fugge loro dinanzi, ognuno cede allo impeto
loro, sanza potervi in alcuna parte obstare». El Príncipe, XXV, 5.
38
«Benché sieno cosí fatti, non resta però che li òmini, quando sono tempi quieti,
non vi potessino fare provedimenti e con ripari e argini, in modo che, crescen-
do poi, o andrebbono per uno canale o l’impeto loro no sarebbe né sí licenzio-
so né sí dannoso». El Príncipe, XXV, 6.
155
Miguel Saralegui
39
«Ci siano degli eventi, forse una metà o quasi, in cui l’uomo non può far niente
in merito al riscontro dei tempi col proprio carattere. In altre parole: i principi
italiani potevano far molto nell’opporsi, prevedendola, alla piena dei barbari».
Martelli, «El Príncipe», en Opere di Niccolò Machiavelli, XXV, 4, 302, nota 9.
156
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
40
«Quomodo fides a principibus sit servanda».
41
«Si vede per esperienza ne’ nostri tempi quelli principi avere fatto grandi cose,
che della fede hanno tenuto poco conto». El Príncipe, XVIII, 1.
42
«Non può pertanto uno signore prudente né debbe osservare la fede, quando
tale osservanzia li torni contro e che sono spente le cagioni che la feciono pro-
mettere». El Príncipe, XVIII, 7.
43
«Però bisgona che elli abbi uno animo diposto a volgersi secondo che e’ venti
della fortuna e le variozini delle cose li comandano, e, come di sopra dissi, non
partirse dal bene potendo, ma sapere intrare nel male necessitato». El Príncipe,
XVIII, 15.
157
Miguel Saralegui
44
«Quello ha duplicata vergogna, che, nato principe, lo ha per sua poca pruden-
zia perduto». El Príncipe, XXIV, 4.
158
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
45
«Per tanto, questi nostri principi, che erano stati molti anni nel principato
loro, per averlo di poi perso non accusino la Fortuna, ma la ignavia loro,
perché non avendo mai ne’ tempi quieti pensato che possono mutarsi […],
quando poi vennono e’ tempi avversi, pensorono a fuggirsi e non a defendersi
e sperorono che’ populi, infastiditi dalla insolenzia de’ vincitori, li richiamas-
sino». El Príncipe, XXIV, 8.
46
«Io iudico bene questo, che sia meglio essere impetuoso che respettivo, perché
la Fortuna è donna, e è necessario, volendola tenere sotto, batterla e urtarla;
e si vede che la si lascia piú vincere da questi che da quelli che freddamente
procedano e però sempre, come donna, è amica de’ giovani, perché sono meno
respettivi, piú feroci e con piú audacia li comandano». El Príncipe, XXV, 26-
27.
47
«Come la Magna, la Spagna e la Francia». El Príncipe, XXV, 8.
159
Miguel Saralegui
Ni coherente ni intermedia
48
Mesnard, El desarrollo de la filosofía política en el siglo XVI, 34.
160
Las tres fortunas de EL PRÍNCIPE
las incoherencias no se producen entre las dos opera magna, sino que
anidan en el mismo seno de El Príncipe. Paradójicamente, aunque la
contradicción se inscribe en un plano más íntimo, este complejo retrato
de la fortuna no se diferencia en absoluto del que Bausi describe para
los Discursos, donde se afirmaría «todo y el contrario de todo» acerca
de la celosa divinidad. Sorprendentemente, la contradicción microtex-
tual de El Príncipe crea una matizada unidad macrotextual, ya que las
diferencias ideológicas y estilísticas —El Príncipe como texto unitario
y los Discursos como obra caótica— quedarían disueltas.
Por esta sinuosidad semántica, hay que considerar que la fortuna
se emplea como recurso retórico más que como concepto teórico. La
fortuna apoya la explicación de experiencias históricas particulares con
teorías clásicas. Maquiavelo busca más un elegante marco general que
un armazón teórico que reúna y sistematice los ejemplos y experiencias
particulares. Se percibe que quiere salir de la pura casuística sin intro-
ducirse, sin embargo, en una teoría general que podría ser demasiado
rígida para su concepción de la historia.
Desde un punto de vista filosófico general, habría que señalar que,
a pesar de mencionar el libre arbitrio en el capítulo XXV de El Prín-
cipe, la teoría de Maquiavelo se sitúa en un plano más específico y
restringido: el de la efectividad política. La teoría del libre arbitrio es
una teoría de la efectividad política, que es el plano en que, con la
irregularidad teórica señalada, se desenvuelve la teoría de la fortuna
maquiaveliana. Por tanto, y a pesar de lo que Maquiavelo parecería
sugerir en el capítulo XXV de El Príncipe, este análisis afecta solo muy
secundariamente al problema —especialmente importante para la Se-
gunda Escolástica— del libre arbitrio. Relativizar —como se desprende
de los usos intermedios y deterministas de la fortuna— la efectividad
política de la acción humana no implica limitar el libre arbitrio de la
voluntad humana, sino simplemente señalar los límites, problemas y
particularidades de su ejercicio. Filosóficamente es compatible la defen-
sa irrestricta del libre arbitrio y la limitación de la efectividad política
del obrar. En suma, se puede ser perfectamente libre y, sin embargo, que
esas acciones libres no logren el deseado objetivo político.
Para la historiografía de la teoría política del Renacimiento italia-
no, este trabajo desautoriza la interpretación del corpus maquiaveliano
como etapa intermedia, entre un previo optimismo voluntarista y un
posterior determinismo pesimista. Al menos en este punto, el estudio
de Maquiavelo impide la consideración progresiva y ordenada del Re-
nacimiento. Más bien esta complejidad ínsita a El Príncipe dibuja una
161
Miguel Saralegui
Bibliografía
162
Capítulo II
Ética
La ética política de Maquiavelo:
Gloria, poder y los usos del mal*
Tomás A. Chuaqui
Pontificia Universidad Católica de Chile
*
Este artículo fue publicado originalmente en la revista Estudios Públicos, no.
79 (2000): 403-435.
1
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Madrid: Editorial Tecnos, 1993), 61. Tradu-
cido como la «verdadera realidad». Para el original italiano se utiliza Il Prin-
cipe e Discorsi, edición crítica de E. N. Girardi (Brescia: La Scuola Editrice,
1967), 168.
165
Tomás A. Chuaqui
2
Concuerdo aquí con Arendt: «El criterio de Maquiavelo para la acción políti-
ca era la gloria, el mismo que en la Antigüedad clásica, y la maldad no puede
brillar más gloriosa que la bondad. Por lo tanto, todos los métodos que lleven
a ‘ganar más poder que gloria’ son malos». Hannah Arendt, Sobre la revolu-
ción (Madrid: Alianza Editorial, 1988), 82. Skinner atribuye el origen de esta
valoración a los modelos latinos que tanto influyeron sobre Maquiavelo: «La
consecución del honor y gloria mundanos es por tanto el más alto de los fines
para Maquiavelo no menos que para Cicerón y Tito Livio». Quentin Skinner,
Maquiavelo (Madrid: Alianza Editorial, 1995), 43.
166
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
3
Maquiavelo, El Príncipe, 5. Véase Viroli para un potente argumento que es-
tablece las diferencias que Maquiavelo subraya entre un principado y una
república, incluso llegando a aseverar que para Maquiavelo la política solo se
da en una república: «El régimen de un príncipe, sea hereditario o nuevo, no
puede, en ningún sentido, ser considerado equivalente a la civitas, y el arte de
preservar el régimen de un príncipe no coincide con el arte de instituir o pre-
servar un vivere politico. La razón por la cual Maquiavelo no usó la palabra
‘político’ o sus equivalentes en El Príncipe fue simplemente porque no estaba
escribiendo sobre política, según él entendía el término política». Maurizio
Viroli, «Machiavelli and the Republican Idea of Politics», en Machiavelli and
Republicanism, editado por Gisela Bock et al. (Cambridge: Cambridge Uni-
versity Press, 1990), 161. Traducción del autor.
167
Tomás A. Chuaqui
168
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
4
Para evitar confusiones, y siguiendo un procedimiento relativamente estándar
en la interpretación de Maquiavelo, utilizaré el término italiano virtù para
referirme a esta concepción especial de la excelencia propia de lo político.
5
Maquiavelo, El Príncipe, 5.
6
Maquiavelo, sin embargo, le asigna a la fortuna cualidades bastante menos
positivas que sus precursores latinos, siendo incluso, por momentos, maligna.
Aunque el uso de la categoría fortuna en Maquiavelo tiene sus orígenes en la
antigüedad latina, «[...] los moralistas romanos nunca habían pensado que la
Fortuna fuera una fuerza maligna inexorable. Por el contrario, la describían
como una buena diosa, bona dea, y como un aliado potencial del que bien vale
la pena atraer la atención». Skinner, Maquiavelo, 37.
169
Tomás A. Chuaqui
170
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
9
Maquiavelo, El Príncipe, 106.
10
Un estudio muy completo de la contribución de Maquiavelo al entendimiento
de la importancia de la prudencia política se encuentra en Eugene Garver, Ma-
chiavelli and the History of Prudence (Madison: The University of Wisconsin
Press, 1987).
11
Para un brillante análisis del combate entre la virtù y la fortuna en términos
de la imaginería masculino-femenino, véase Pitkin. No está de más recordar
en este contexto que la palabra «virtud» proviene del latín virtus, que a su
vez se origina en el término vir, «hombre». Es decir, el término «virtud» está
etimológicamente ligado a lo masculino, a lo que comúnmente se denomina
«hombría». Así, como apunta Pitkin: «Virtù es por lo tanto hombría, aquellas
cualidades que se encuentran en un ‘hombre de verdad’. Más aún, si virtù es
la cualidad favorita de Maquiavelo, effeminato (afeminado) es uno de sus epí-
tetos más frecuentes y virulentos. Nada es más despreciable o más peligroso
para un hombre que ser como una mujer, o, asimismo, como un bebé o un
animal —esto es, pasivo y dependiente». Hannah Pitkin, Fortune is a Woman.
Gender and Politics in the Thought of Niccolò Machiavelli (Berkeley: Univer-
sity of California Press, 1984), 25.
171
Tomás A. Chuaqui
Por eso una república tiene una vida más larga y conserva
por más tiempo su buena suerte que un principado, porque
puede adaptarse mejor a la diversidad de las circunstancias,
porque también son distintos los ciudadanos que hay en ella,
y esto es imposible en un príncipe, porque un hombre que
está acostumbrado a obrar de una manera, no cambia nunca,
como decía, y necesariamente fracasará cuando los tiempos
no sean conformes con su modo de actuar13.
172
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
14
Arendt, Sobre la revolución, 36. Godoy también establece un punto similar:
«Pienso que en la obra de Maquiavelo hay un fondo de nostalgia por la perfec-
ción de lo ‘inmóvil’, y quizás por lo eterno». Óscar Godoy, «La previsión del
futuro en Maquiavelo», en La revolución de Maquiavelo, editado por Diego
Sazo (Santiago: CAIP-UAI-RIL Editores, 2013).
15
Para un excelente análisis de la categoría «tiempo» en la obra de Maquiavelo,
véase Godoy, «La prevision del futuro en Maquiavelo».
173
Tomás A. Chuaqui
16
Maquiavelo, Discursos, 185, 189-190.
17
Véase Skinner, «The Republican Ideal of Political Liberty» en Bock et al.,
Machiavelli and Republicanism, 301-302. Un estudio completo de la teoría
política republicana se encuentra en Philip Pettit, Republicanism. A Theory of
Freedom and Government (Oxford: Oxford University Press, 1997).
174
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
18
Maquiavelo, El Príncipe, 61.
175
Tomás A. Chuaqui
19
Véase Mauricio Viroli, Machiavelli (Oxford: Oxford University Press, 1998),
1-4; Sebastian de Grazia, Machiavelli in Hell (Princeton: Princeton University
Press, 1989), 272; Pitkin, Fortune is a Woman, 160-165; Isaiah Berlin, «La
originalidad de Maquiavelo», en Contra la corriente: ensayos sobre historia
de las ideas (México: Fondo de Cultura Económica, 1983), 102.
176
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
una recomendación ética para aquel que desee hacerse parte de lo po-
lítico. El hacer el mal (cuando es necesario) es uno de los imperativos
que conforman una regla de comportamiento propia y privativa de lo
político20.
En este sentido, los múltiples ejemplos históricos que emplea Ma-
quiavelo no pueden ser simplemente leídos como evidencia «científica»
para sus aseveraciones. Aunque el tiempo es «padre de toda verdad»21,
es palmariamente obvio que Maquiavelo es en extremo selectivo en los
ejemplos históricos que ofrece; adecúa la realidad histórica a los pro-
pósitos de su línea argumentativa, y no vacila en ofrecer, paralelamente
a eventos históricamente comprobables, descripciones de sucesos y per-
sonajes cuasi legendarios22. De la historia se construye la verdad, no
se la descubre. Lo que se des-cubre, al remover el manto polvoriento
del tiempo, son las típicamente oscuras motivaciones de los hombres.
Así, el tiempo engendra la verdad al fecundar la mente del investigador
histórico resolutamente partidista y acucioso que la da a luz. Es decir,
gran parte de los ejemplos históricos, e incluso contemporáneos, que
esgrime Maquiavelo no sobreviven un criterio de evaluación científico
medianamente estricto. Tal como para su modelo Tito Livio, la historia
es más una fuente de inspiración que un odre de verdad científica23. Sus
20
Tampoco es correcto eludir la problemática moral del pensamiento de Ma-
quiavelo, reduciendo el significado de su obra al intento de solucionar pro-
blemas «técnicos» del arte del gobierno, como sugiere Carl Schmitt, en La
dictadura desde los comienzos del pensamiento moderno de la soberanía hasta
la lucha de clases proletaria (Madrid: Alianza Editorial, 1999), 36-40. Esta
lectura depende de la suposición de que los términos en los que escribe Ma-
quiavelo son moralmente neutros, lo cual me parece desacertado o equivocado
según se argumenta después, y siguiendo, por ejemplo, a Berlin, «La originali-
dad de Maquiavelo».
21
Maquiavelo, Discursos, 37.
22
No está de más hacer notar que muchos de los héroes de Maquiavelo son
míticos o casi míticos: Teseo, Rómulo, Moisés, Licurgo, Solón, etcétera. De he-
cho, en el capítulo IX de los Discursos el personaje menos mítico, Cleomenes,
es precisamente el menos exitoso en sus esfuerzos (Maquiavelo, Discursos,
58-59). Incluso hay momentos en los que Maquiavelo se deja llevar abierta-
mente por la fantasía para encarnar sus ideales políticos. Estoy pensando, por
ejemplo, en la pequeña obra Vida de Castruccio Castracani, en la que se aban-
dona cualquier símil de rigurosidad histórica, al describir incidentes ficticios y
batallas imaginarias, combinando con gran efecto retórico realidad y fantasía.
Véase Nicolás Maquiavelo, Escritos políticos y Vida de Castruccio Castracani
(México: UNAM, 1991a).
23
Sigo en este punto a Maurizio Viroli, quien dice: «Tal como El Príncipe, los
Discursos sobre la primera década de Tito Livio y las Historias florentinas
fueron también escritas con la intención de impulsar a sus lectores a perseguir
los cursos de acción útiles, honorables o necesarios que Maquiavelo les estaba
177
Tomás A. Chuaqui
178
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
25
Maquiavelo, Discursos, 57.
26
Véase Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación (Madrid: Editorial
Gredos, 1990), 171-176.
27
Incluso de Moisés se dice más adelante lo siguiente: «Y quien lea inteligente-
mente la Biblia se dará cuenta de que Moisés se vio obligado, si quería que sus
leyes y ordenamientos salieran adelante, a matar a infinitos hombres, que se
oponían a sus designios movidos sólo por la envidia» (Maquiavelo, Discursos,
383. Véase Éxodo 32: 25-29). Nótese que Éxodo puede ser leído como una
historia de liberación política y social, tal como hace Michael Walzer (Exodus
and Revolution. [Nueva York: Basic Books], 1985), y parece claro que para
Maquiavelo se trata del recuento del lento acostumbramiento de un pueblo a
la libertad, luego de generaciones oprimidas bajo el poder despótico del faraón
de Egipto. Así se entienden las reiteradas «murmuraciones» del pueblo de Is-
rael en contra de Moisés, y su constante tentación de retornar a la indolente
sumisión egipcia para escapar de las tribulaciones de la libertad en el desierto.
Bajo la perspectiva de Maquiavelo, los métodos extraordinarios de Moisés y
sus lugartenientes levitas se inscriben, entonces, en la enorme dificultad que
implica liberar a un pueblo habituado al servilismo dócil. Esta idea es discuti-
da en mayor detalle más adelante.
28
Godoy, «La prevision del futuro en Maquiavelo», 16. No concuerdo, sin em-
bargo, con la conclusión a la que llega Godoy en relación a este punto: «Es
entonces a la naturaleza humana a la que hay que apelar para entender el
179
Tomás A. Chuaqui
pasado. Ella viene a ser, algo así, como lo permanente en el flujo de los tiem-
pos». En mi opinión, Maquiavelo no utiliza una concepción de la naturaleza
humana como un fundamento estable para su concepción de lo político y
de la historia. Más bien, me parece más adecuado caracterizar el gesto en
forma inversa: Maquiavelo destila de la observación cuidadosa de la historia
ciertas generalizaciones relativas al comportamiento de los seres humanos.
Maquiavelo tiene una opinión muy negativa de las motivaciones humanas,
pero esta no es el resultado de una suerte de antropología filosófica o teoría
psicológica anterior al análisis histórico y político, sino que se derivan de él
y lo nutren. Así debe entenderse el razonamiento que lleva a Maquiavelo a
decir, por ejemplo: «Como demuestran todos los que han meditado sobre la
vida política y los ejemplos de que está llena la historia, es necesario que quien
dispone una república y ordena sus leyes presuponga que todos los hombres
son malos, y que pondrán en práctica sus perversas ideas siempre que se les
presente la ocasión de hacerlo libremente» (Maquiavelo, Discursos, 37). En
mi opinión, no es acertado atribuirle a Maquiavelo una teoría antropológica
previa a partir de la cual se construirían principios de lo político, y ha sido
notado por varios comentaristas lo poco sofisticada y superficial que es, en
general, su perspectiva psicológica (Berlin, «La originalidad de Maquiavelo»,
136-137; Walzer, «Political Action: The Problem of Dirty Hands». En War and
Moral Responsibility, editado por Marshall Cohen et al. [Princeton: Princeton
University Press, 1974], 78). Maquiavelo no es ni San Agustín, ni Hobbes, ni
Rousseau.
29
Maquiavelo, Discursos, 376. Véase también 26-27 y 180.
30
Maquiavelo, Discursos, 78 y 297.
180
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
El mal y la gloria
181
Tomás A. Chuaqui
33
Maquiavelo, El Príncipe, 61-62.
34
Maquiavelo, Discursos, 180.
182
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
183
Tomás A. Chuaqui
Esto es algo que merece ser notado e imitado por todo ciu-
dadano que quiera aconsejar a su patria, pues en las delibe-
raciones en las que está en juego la salvación de la patria,
no se debe guardar ninguna consideración a lo justo o lo
injusto, lo piadoso o lo cruel, lo laudable o lo vergonzoso,
sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de
seguir aquel camino que salve la vida de la patria y mantenga
su libertad40.
184
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
185
Tomás A. Chuaqui
45
Maquiavelo, Discursos, 385 y 387.
46
Maquiavelo, Discursos, 409.
47
Berlin, «La originalidad de Maquiavelo», 128. Para una crítica históricamente
informada a la atribución de la inauguración de la idea de razón de Estado a
Maquiavelo, véase Maurizio Viroli, «The Revolution in the Concept of Poli-
tics», Political Theory, vol. 20, no. 3 (1992).
186
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
48
Berlin, «La originalidad de Maquiavelo», 115 y 118.
187
Tomás A. Chuaqui
49
Maquiavelo, Discursos, 188.
188
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
50
Maquiavelo, El Príncipe, 67-68.
51
Tal como anota E. N. Girardi en su edición crítica de Il Principe e Discorsi,
180.
189
Tomás A. Chuaqui
Coerción y consentimiento
52
Godoy, «La prevision del futuro en Maquiavelo», 13.
53
Véase Antonio Gramsci, La política y el Estado moderno (México: Premia
Editora, 1978), 36-38.
190
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
Hay dos modos de combatir: uno con las leyes; el otro con la
fuerza; el primero es propio de los hombres, el segundo de las
bestias; pero, puesto que el primero muchas veces no basta,
conviene recurrir al segundo. Por lo tanto es necesario que
un príncipe sepa actuar según convenga, como bestia y como
hombre. [...] [S]in ambas naturalezas no podrá mantener su
poder55.
54
Para uno de los pocos trabajos detallados dedicados a la relación entre Ma-
quiavelo y Gramsci —aunque con mayor énfasis en este último—, véase Bene-
detto Fontana, Hegemony and Power. On the Relation Between Gramsci and
Machiavelli (Minneapolis: The University of Minnesota Press, 1993).
55
Maquiavelo, El Príncipe, 70-71. Gramsci emplea precisamente esta imagen del
centauro para explicar su concepto de hegemonía. Gramsci, «La política y el
Estado moderno», 36.
191
Tomás A. Chuaqui
56
Maquiavelo, El Príncipe, 41.
192
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
57
Maquiavelo, El Príncipe, 9-10 y 21.
193
Tomás A. Chuaqui
58
De aquí la insistencia de Maquiavelo en la necesidad de una milicia republica-
na compuesta por ciudadanos comunes para una defensa adecuada de la vida
libre. Véase, por ejemplo, Maquiavelo, Discursos, 245-247.
59
Maquiavelo, Discursos, 186.
60
Maquiavelo, Discursos, 186.
194
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
61
Para una discusión de la concepción de libertad personal y política en Ma-
quiavelo y en la tradición republicana en general, véase Skinner (1983, 1984
y 1990); y Pettit (1997), donde se argumenta que esta versión de la libertad
quebraría la dicotomía entre libertad «positiva» y «negativa» introducida por
Berlin (1969).
62
Maquiavelo, El Príncipe, 20-21.
195
Tomás A. Chuaqui
63
Maquiavelo, Discursos, 81.
64
Maquiavelo, Discursos, 83.
65
Maquiavelo, El Príncipe, 77, y capítulo XIX.
66
Maquiavelo, Discursos, 83.
196
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
restringir el uso del mal una vez que un régimen político republicano
esté consolidado. Debiera de ser notorio, entonces, que los fundadores
de repúblicas, descritos con tanta elocuencia y explícita aprobación en
los primeros capítulos de los Discursos, no pueden ser asimilados al
personaje descrito en El Príncipe, aunque ciertamente ambos llevan a
cabo actos de inusitada violencia. Las recomendaciones en El Príncipe
están dirigidas al establecimiento duradero de un principado, cuyos
mecanismos de asentamiento son diametralmente opuestos a los basa-
mentos de un régimen republicano. No hay ninguna sugerencia en El
Príncipe de que un líder que siga las recomendaciones de Maquiavelo
en ese texto se reinvente como fundador de una república. Al contrario,
todo lo que hace el príncipe para asentar su poder dificulta en extremo,
según los términos de los Discursos, la posibilidad de configurar la vida
libre propia de una república, al corromper todo vestigio de amor a la
libertad sustituyéndolo por lealtad irrestricta al príncipe: «Un pueblo
acostumbrado a vivir bajo un príncipe, si por casualidad llega a ser li-
bre, difícilmente mantiene la libertad»; «Un pueblo corrompido que ha
alcanzado la libertad, muy difícilmente se mantendrá libre»67.
Lo que se descubre aquí, entonces, es que la virtù máxima, cuyo
premio es la gloria, se manifiesta precisamente en la modificación de
la cultura política de un pueblo, ya sea en dirección de la libertad o
de la sumisión. Se trata de la posibilidad de alterar en forma profun-
da y permanente los términos de la hegemonía. Un príncipe que logra
establecer y consolidar su poder sobre un pueblo acostumbrado a la
libertad, se llena de gloria, tanto como un fundador o restaurador que
es capaz de instalar la vida libre. El acto genuinamente político y el que
llena de esplendor al agente es aquel que se dirige a la innovación, con
el propósito de fijar la permanencia de un nuevo orden, sorteando los
peligros que todo cambio precipita al abrirle las puertas a la fortuna68.
El objetivo es siempre lo permanente y lo duradero, y en su estableci-
miento, sea una república o un principado, se recibe la máxima recom-
pensa: la gloria.
Conclusión
197
Tomás A. Chuaqui
Bibliografía
69
Maquiavelo, Discursos, 327.
70
Maquiavelo, Discursos, 328-329.
71
Maquiavelo, Discursos, 329.
72
Maquiavelo, Discursos, 147.
198
La ética política de Maquiavelo: Gloria, poder y los usos del mal
199
Tomás A. Chuaqui
_______. «The Revolution in the Concept of Politics», Political Theory, vol. 20,
no. 3 (1992).
_______. Machiavelli. Oxford: Oxford University Press, 1998.
Walzer, Michael. «Political Action: The Problem of Dirty Hands». En War
and Moral Responsibility, editado por Marshall Cohen, Thomas Nagel y
Thomas Scanlon. Princeton: Princeton University Press, 1974.
_______. Exodus and Revolution. Nueva York: Basic Books, 1985.
200
Maquiavelo y la ética
de la responsabilidad política*
Carlos E. Miranda
Universidad de Chile
*
Este trabajo fue publicado originalmente en Revista de filosofía, no. 35-36
(1990): 77-84.
201
Carlos E. Miranda
202
Maquiavelo y la ética de la responsabilidad política
4
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Madrid: Alianza Editorial, 1982), XV.
5
Jacques Maritain, «La fin du machiavélisme», en Principes d’une politique
humaniste /FX:PSLEJUJPOTEFMB.BJTPO'SBOÉBJTF
203
Carlos E. Miranda
esto es, exitoso, justifica cualquier acción, aun la moralmente más re-
pudiable, como fue precisamente el crimen de Rómulo. Rómulo fundó
una gran república sobre el cadáver de su hermano. Maquiavelo no
dice que esta acción haya sido buena, sino que ella puede ser justificada
y que Rómulo «merece ser excusado», porque lo que él hizo fue hecho
en vistas al «bien común y no para satisfacer su ambición personal». En
suma, desde el momento que el fin perseguido por Rómulo era bueno
y que logró conseguir su realización, todos los medios por él utilizados
quedaron justificados. El éxito es el criterio del bien político.
Encontramos aquí elementos claves del pensamiento político de
Maquiavelo. Él en ningún momento niega el carácter moralmente re-
prensible del crimen de Rómulo; no pretende enmascarar el mal pre-
sentándolo como algo bueno. Lo que sí intenta es justificar ese mal
desde la perspectiva del bien político, que para él es mayor y más im-
portante que la esfera del bien moral. A mi entender, este es el punto
medular de lo que podríamos llamar una «ética de la responsabilidad
política», cuyo creador habría sido Maquiavelo.
La expresión «ética de la responsabilidad» fue acuñada por Max
Weber, y me parece una adecuada fórmula para tratar de dilucidar «el
conflicto entre las demandas de la moralidad y las responsabilidades
del poder»6.
En su célebre conferencia sobre La política como vocación7, pro-
nunciada en 1918 en la Universidad de Múnich, Weber distingue dos
tipos de ética en la actividad política: la Gesinnungsethik, expresión
que ha sido traducida como «ética de la convicción» o «ética de los
fines absolutos», y la Verantwortungsethik, la «ética de la responsa-
bilidad». Quien actúa según la ética de la convicción, lo hace guiado
enteramente por sus principios o valores absolutos, y sus acciones son
moralmente válidas en la medida en que ellas expresan con fidelidad
esos valores. Lo que importa es vivir y actuar de acuerdo con ciertos
principios, sin preocuparse por las consecuencias que puedan derivarse
de tal conducta. En el plano religioso, por ejemplo, el cristiano obra
rectamente cuando sigue los principios absolutos del Evangelio y «deja
los resultados en manos del Señor»8. El problema que con notable agu-
deza plantea Weber es si la política puede regirse por este tipo de ética
6
Dante Germino, «Second Thoughts on Leo Strauss’s Machiavelli», The Jour-
nal o f Politics 28, 3 (1966): 815.
7
Para las referencias a esta obra utilizo la versión incluida en Max Weber, Ensa-
yos de sociología contemporánea, vol. I (Barcelona: Editorial Planeta-Agostini,
1985), 9-78.
8
Weber, Ensayos de sociología contemporánea, 67.
204
Maquiavelo y la ética de la responsabilidad política
9
Weber, Ensayos de sociología contemporánea, 68.
10
Weber, Ensayos de sociología contemporánea, 66.
11
Weber, Ensayos de sociología contemporánea, 74.
205
Carlos E. Miranda
-B ÊUJDB EF MB SFTQPOTBCJMJEBE XFCFSJBOB TVHJFSF RVF FM DPOáJDUP
entre el bien político y el bien moral debe resolverse en favor del pri-
mero. Es en este punto donde se emparenta, a mi juicio, el pensamiento
de Weber con el de Maquiavelo. Para comprobar esta hipótesis, exa-
minaremos brevemente el tratamiento que hace del florentino en los
Discursos sobre los diez primeros libros de Tito Livio del tema de los
fines esenciales del Estado.
En Discursos 1.1, Maquiavelo establece como fin primario del Es-
tado la seguridad. Los hombres se reúnen en comunidades políticas
buscando ante todo la protección de sus vidas, especialmente ante la
eventual amenaza de subyugación extranjera. El primer deber del Esta-
do es, en consecuencia, proporcionar esta seguridad a todos los ciuda-
danos. Pero, advierte Maquiavelo, «la seguridad para el hombre es im-
posible a menos que esté basada en el poder». Desde esta perspectiva, la
búsqueda del poder y de su fortalecimiento frente a enemigos externos
actuales o potenciales, adquiere una justificación moral: el poder es el
medio necesario para proteger eficazmente a los hombres.
En el discurso siguiente, Maquiavelo agrega como segunda finali-
dad esencial del Estado la estabilidad, el orden interno, que también
constituye un bien político en cuanto es condición para la preservación
de la vida y de todos los demás fines de la sociedad que integran lo que
llamamos el «bien común». Cualesquiera sean los objetivos definidos
en el bien común —bienestar, libertad, justicia—, su logro depende del
establecimiento de condiciones de paz, esto es, de seguridad externa, y
de orden, es decir, de estabilidad interna.
Ahora bien, si consideramos la gran inestabilidad e inseguridad
existente en la época de Maquiavelo, creo que podemos comprender
su énfasis en esos bienes políticos fundamentales. La seguridad y la
estabilidad son las condiciones necesarias de todas las demás metas so-
ciales, y por eso son los fines primarios de toda sociedad, los elementos
esenciales del bien común. El bien común, el bien político, es el bien de
toda la comunidad, que hace posible que el individuo encuentre su pro-
pio bien. Es un bien práctico, y por eso su criterio esencial es su logro
efectivo aquí y ahora, a diferencia del bien moral o del bien religioso,
cuyo logro puede posponerse para la otra vida. Pero en política no hay
otra vida12.
12
Anthony Parel, «Introduction: Machiavelli’s Method and His Interpreters»,
en The Political Calculas. Essays on Machiavelli’s Philosophy, editado por
Anthony Parel (Toronto: University of Toronto Press, 1972), 6-7.
206
Maquiavelo y la ética de la responsabilidad política
13
Maquiavelo, Discursos, I, 55.
14
Maquiavelo, El Príncipe, X V I I .
15
Maquiavelo, El Príncipe, X V I I .
207
Carlos E. Miranda
16
Maquiavelo, El Príncipe, X V .
208
Maquiavelo y la ética de la responsabilidad política
Bibliografía
209
Capítulo III
Religión
A propósito de los principados eclesiásticos
en Maquiavelo
Luis R. Oro Tapia
Universidad Central de Chile
213
Luis R. Oro Tapia
Por cierto, los principados eclesiásticos son los únicos, según Ma-
quiavelo, que carecen de medios de defensa. No obstante, en ellos im-
pera la seguridad, el orden e incluso la felicidad. Palabra inusual, esta
última, en una obra como El Príncipe4. De hecho, es la única vez que
aparece en todo el libro.
Tales singularidades ameritan formularse las siguientes preguntas:
¿por qué los principados eclesiásticos son los únicos sicuri e felici5, es
decir, seguros y felices?, ¿por qué en ellos no imperan los latrocinios,
aunque el príncipe desatienda el gobierno de los súbditos?, ¿por qué
solo en ellos los súbditos desestiman la posibilidad de la sedición? En
definitiva, ¿qué función cumple la religión en el pensamiento politoló-
gico de Maquiavelo?
Responderé las preguntas en orden inverso al que están planteadas.
Los elementos para esbozar las respuestas no se encuentran en El Prín-
cipe, pero sí en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio6.
Por lo tanto, apelaré a ellos para responderlas.
4
Para un comentario a El Príncipe, véase el trabajo de Carlos Miranda y Luis
Oro Tapia, titulado Para leer El Príncipe de Maquiavelo (Santiago: RIL Edi-
tores, 2001). Para un comentario a los Discursos sobre la primera década
de Tito Livio, véase el trabajo de Harvey Mansfield, titulado Maquiavelo y
los principios de la política moderna (México: Fondo de Cultura Económica,
1993). Para una visión general del pensamiento de Maquiavelo, revísense las
monografías de Claude Lefort, Maquiavelo: la invención de lo político (Ma-
drid: Editorial Trotta, 2010), José Sánchez-Parga, Poder y política en Maquia-
velo (Rosario: Editorial Homo Sapiens, 2005) y Quentin Skinner, Maquiavelo
(Madrid: Alianza Editorial, 2008).
5
Niccolò Machiavelli, Il Principe (Torino: Einaudi Editore, 1995), XI, 74.
6
De esta obra usaré dos ediciones a fin de que el lector pueda seguir mi argu-
mentación con la que tenga a su disposición: la de editorial Losada (Buenos
Aires, 2003, traducción de Roberto Raschella) y la de Alianza Editorial (Ma-
drid, 2005, traducción de Ana Martínez Arancón).
214
A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo
7
Maquiavelo, Discursos, I, 10 (Losada, 84; Alianza, 63).
8
Maquiavelo, Discursos, I, 10 (Losada, 84; Alianza, 63).
215
Luis R. Oro Tapia
9
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 88; Alianza, 67).
10
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 88; Alianza, 67).
11
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 88; Alianza, 67).
12
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 88; Alianza, 67).
216
A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo
hombres temen más transgredir los preceptos religiosos que los manda-
tos que emanan de las leyes civiles.
En conclusión, la religión es un elemento indispensable para ins-
taurar y preservar un orden sociopolítico y, por ende, una moralidad
privada y pública. Asimismo es un instrumento de dominación eficaz
—pero solo en el supuesto de que se cumpla la condición de que exis-
ta un sustrato de creencias compartidas— «para mandar los ejércitos,
para confortar la plebe, mantener en su estado a los hombres buenos y
avergonzar a los malos»13. En consecuencia, «la observancia del culto
divino es causa de la grandeza de las repúblicas, así como el desprecio
es causa de ruina»14.
¿A quién otorga Maquiavelo mayor importancia: a los que institu-
yen un orden político o a los que instituyen una religión? El florentino
otorga mayor valía a los fundadores de religiones que a aquellos que
han fundado reinos o repúblicas. En el caso concreto de Roma, por
ejemplo, sostiene que «si se disputase acerca de a qué príncipe debía
sentirse Roma más agradecida, Rómulo o Numa, creo de buen grado
que Numa obtendría el primer puesto»15. Este último instituyó formas
religiosas, jurídicas y políticas que permitieron aplacar, disciplinar y
pacificar las ásperas relaciones que mantenían, entre sí, los primeros
moradores de Roma16.
Además, Maquiavelo sostiene que «donde falta el temor a Dios es
preciso que el reino se arruine o que sea sostenido por el temor a un
príncipe que supla la falta de religión»17. Así, la religión incrementa
las probabilidades de que el orden instituido por ella persista en el
tiempo o que, por lo menos, sobreviva a su fundador. Dicho de otro
modo, dado que «los príncipes son de corta vida, el reino acabará en
seguida en cuanto falte su fuerza. De lo que se deduce que los reinos
que dependen de la virtud de uno solo son poco duraderos, porque la
virtud acaba cuando acaba su vida»18. De aquí se desprende la idea que
Maquiavelo aboga por un pathos religioso que engendre y, simultánea-
mente, garantice una institucionalidad estable.
13
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 89; Alianza, 68).
14
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 90; Alianza, 70).
15
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 89; Alianza, 68).
16
Cf. Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación (Madrid: Editorial Gre-
dos, 1990), libro I, capítulos XVIII-XXI, 194-201. Cf. Plutarco, Vidas parale-
las, Vida de Numa (Madrid: Editorial Gredos, 2000), tomo I, capítulos VIII-
XX, 356-382.
17
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 90; Alianza, 70).
18
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 90; Alianza, 70).
217
Luis R. Oro Tapia
19
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 90; Alianza, 70).
20
Maquiavelo, Discursos, I, 11 (Losada, 89; Alianza, 68-69).
21
Maquiavelo, Del arte de la guerra (Madrid: Editorial Tecnos, 2000), libro VI,
160 (parlamento de Fabrizio).
22
Maquiavelo, Del arte de la guerra, 160.
218
A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo
23
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 92; Alianza, 72).
219
Luis R. Oro Tapia
mente que para que sus intereses aparezcan como ajenos a toda conve-
niencia espuria, estos se deben imputar, capciosamente, a la voluntad
de la divinidad. Por ello, es importante ocultar el origen humano de los
designios divinos, a fin de mantener intacta la argamasa que preserva
la cohesión social, la unidad y la paz del cuerpo político. Por tales mo-
tivos, «los que estén a la cabeza de una república o de un reino deben,
pues, mantener las bases de su religión, y hecho esto, les será fácil man-
tener el país religioso y, por tanto, bueno y unido»24.
Pero las consecuencias deleznables que la irreligiosidad tiene para
el orden político no las circunscribe exclusivamente a la Antigüedad
clásica. En efecto, también las hace extensivas a su propio tiempo y a
su propio país. Por eso, analiza el rol de la Curia Romana en la política
italiana.
La evaluación que el florentino realiza de la Corte Pontificia es ne-
gativa. Para Maquiavelo, la Iglesia ha sido infiel a las enseñanzas de
Jesús al intervenir en la política italiana de su tiempo como un ac-
tor político más. Si ella se hubiese mantenido fiel a las palabras de su
fundador, entre los hombres imperaría la fraternidad. Por tal motivo,
sostiene que «si en los comienzos de la república cristiana se hubiera
mantenido [el principio] según las constituyera su dador, las repúblicas
y los estados cristianos serían más unidos y estarían mucho más felices
de lo que lo están […]. Y quien considere sus fundamentos y viera el
presente uso tan distinto de ellos, juzgará sin duda que se acerca la
ruina o el castigo divino»25.
Dicho de otro modo: la Iglesia traicionó a su fundador al empu-
ñar la espada del César e involucrarse en conflictos políticos dema-
siado terrenales. Pero Maquiavelo, probablemente, hubiese excusado
esa traición, si la Iglesia hubiese realizado exitosamente la labor que le
corresponde al poder político. Pero no fue así. De hecho, ella —según
el florentino— es uno de los principales obstáculos para unificar políti-
camente la Península. Así, la evidente traición al principio fundante, al
igual que el cinismo de la Curia Romana en su actuación mundana, ha
tornado a los italianos malos e incrédulos. Por eso, sostiene Maquiave-
lo que «con la Iglesia y los sacerdotes, nosotros los italianos tenemos,
entonces, esta primera deuda: habernos vueltos irreligiosos y malos.
Pero aún tenemos otra mayor, segunda causa de nuestra ruina, y es que
la Iglesia ha tenido y tiene a este país dividido»26.
24
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 93; Alianza, 72).
25
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 93; Alianza, 72).
26
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 93; Alianza, 73).
220
A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo
27
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 93; Alianza, 73).
28
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 93; Alianza, 73).
29
Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia (Madrid: Editorial Tecnos, 2009),
libro III, capítulo VII, 151.
30
Cf. Joseph Lortz, Historia de la Iglesia en la perspectiva de la historia del
pensamiento (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1982), tomo I, 498-500. Cf.
Bernardino Llorca y Ricardo García Villoslada, Historia de la Iglesia Católica
(Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2005), tomo III, 169-172.
221
Luis R. Oro Tapia
Consideraciones finales
31
Maquiavelo, Discursos, I, 12 (Losada, 92; Alianza, 72).
222
A propósito de los principados eclesiásticos en Maquiavelo
poder desnudo, por lo tanto, ella solo se puede zanjar y remediar usan-
do la espada del príncipe. Él tiene que aplicar la violencia para terminar
con la violencia, como lo hizo César Borgia en la Romaña.
En síntesis, para Maquiavelo el orden perfecto es aquel que para
funcionar requiere sólo del temor a la divinidad. Después le sigue un
orden menos perfecto; que es aquel que requiere de buenas leyes y bue-
nas armas. Finalmente, sobreviene el desorden y este solo puede ser
superado empleando la espada del príncipe.
Maquiavelo murió en 1527, casi medio siglo antes que el flagelo
de las guerras de religión azotara a Europa. Al respecto, cabe hacer-
se algunas preguntas contrafactuales. ¿Qué tratamiento hubiese dado
Maquiavelo a la relación existente entre religión y política si hubiera
conocido tal flagelo? ¿Hubiese propuesto un Estado confesional, como
los teólogos españoles de la Contrarreforma? ¿Hubiese propuesto la
existencia de una religión civil, como lo hizo Rousseau en la segunda
mitad del siglo XVIII? ¿Hubiese propuesto la tesis de la neutralidad del
Estado, como lo hizo el liberalismo de la segunda mitad del siglo XIX?
Finalmente, cabe preguntarse cuáles son, actualmente, los sucedá-
neos de la religión, es decir, qué creencias colectivas tienen el estatus
de artículos de fe incuestionables y evidentes en sí mismos: ¿las ideolo-
gías32, los mitos políticos33 —como el de la igualdad, el de los derechos
humanos, el del mercado, el de la justicia, entre otros— o, simplemente,
el demoteísmo? O, por el contrario, ¿la sociedad actual permanece en
un cómodo estado de oquedad espiritual, que algunos llaman desen-
canto y otros nihilismo, y no requiere de ningún fundamento religioso?
Bibliografía
32
Augusto Merino, El concepto de ideología (Santiago: Editorial Universitaria,
1987), 64-70.
33
Manuel García-Pelayo, Los mitos políticos (Madrid: Editorial Alianza, Ma-
drid, 1981), 11-37.
223
Luis R. Oro Tapia
224
Maquiavelo y la concepción republicana
de providencia*
Miguel Vatter
Universidad de New South Wales
*
El presente artículo fue publicado originalmente en inglés bajo el título «Ma-
chiavelli and the Republican Conception of Providence», en Review of Politics
75 (4), Special Issue on Machiavelli’s The Prince (2013): 605-623. El artículo
desarrolla las ideas presentadas en la conferencia internacional «Machiave-
lli: tempo e conflitto», realizada en la Università di Bologna, Italia, en no-
viembre de 2009, ahora publicada en italiano bajo el título «Politica plebea
e provvidenza in Machiavelli», en Machiavelli: tempo e conflitto, editado por
Riccardo Caporali, Vittorio Morfino y Stefano Visentin (Milán: Mimesis Edi-
zioni, 2013). Quisiera agradecer a Stefano Visentin y Vittorio Morfino, por su
generosa invitación, así como a los participantes por la provechosa discusión.
Un agradecimiento especial a Vasileios Syros y Marco Geuna por la lectura y
comentarios a los borradores de este texto.
1
Para la relación de Maquiavelo con el cristianismo y sus creencias religio-
sas personales, véase Sebastian de Grazia, Maquiavelo en el infierno (Bogotá:
Norma, 1994) y Maurizio Viroli, La sonrisa de Maquiavelo (Barcelona: Tus-
quets, 2000).
2
Para una visión general del debate actual sobre Maquiavelo y la religión, véase
Emanuele Cutinelli-Rendina, Chiesa e religione in Machiavelli (Pisa: Istituti
Editoriali e Poligrafici, 1998); y Marcia Colish, «Republicanism, Religion and
Machiavelli’s Savonarolan Moment», The Journal of the History of Ideas 4,
no. 60 (1999): 597-616.
225
Miguel Vatter
3
Para los debates sobre la religión civil en Maquiavelo, véase Samuel J. Preus,
«Machiavelli’s Functional Analysis of Religion: Context and Object», Journal
of the History of Ideas 40, 2 (1979): 171-190; Vickie B. Sullivan, Machiavelli’s
Three Romes: Religion, Human Liberty and Politics Reformed (De Kalb, IL:
Northern Illinois University Press, 1996); Paul Rahe, Against Throne and Al-
tar: Machiavelli and Political Theory Under the English Republic (Cambridge:
$BNCSJEHF6OJWFSTJUZ1SFTT
Z"MJTPO#SPXO
j1IJMPTPQIZBOE3FMJHJPO
in Machiavelli», en The Cambridge Companion to Machiavelli, editado por
+PIO/BKFNZ $BNCSJEHF$BNCSJEHF6OJWFSTJUZ1SFTT
$PNP#SPXO
observa, en The Return of Lucretius to Renaissance Florence (Cambridge,
MA: Harvard University Press, 2010): «La actitud de Maquiavelo hacia la
religión presenta dos caras muy diferentes: una, evaluándola como una forma
de control político; la otra, siguiendo a Lucrecio en describir la religión an-
tropológicamente, como la expresión de creencias y temores profundamente
arraigados en la gente común» (79).
4
Para la distinción entre religión civil y teología política, véase mi «Introduc-
ción» a Creating God: Sovereignty and Religion in the Age of Global Capita-
lism /FX:PSL'PSEIBN6OJWFSTJUZ1SFTT
5
Maurizio Viroli, Machiavelli’s God (Princeton: Princeton University Press,
2010), 61.
226
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
6
Viroli, Machiavelli’s God, 2.
7
Estos aspectos son tratados en detalle por Maquiavelo en los Discursos, libro
I, caps. 11-15, así como en todo el libro III. Véase también la recomendación
dada en el capítulo XVIII de El Príncipe.
8
Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Ma-
drid: Alianza Editorial, 2000), libro III, capítulo 22, 384.
9
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Madrid: Gredos, 2011). [N. de la T.: Para
efectos de mantener el sentido del texto en italiano de Maquiavelo, así como
en la traducción al español, se han utilizado tres ediciones de El Príncipe (Gre-
dos, Tecnos y Espasa Calpe), las que se citarán oportunamente].
227
Miguel Vatter
10
J. Nevile Figgis, «Respublica Christiana», Transactions of the Royal Historical
Society 5 (1911): 63-88.
11
El estudio crucial sobre este tema se encuentra en Abraham Melamed, The
Philosopher-King in Medieval and Renaissance Jewish Thought (Albany, NY:
4UBUF6OJWFSTJUZPG/FX:PSL1SFTT
12
Véase Felix Gilbert, Machiavelli and Guicciardini: Politics and History in
Sixteenth-Century Florence (Princeton: Princeton University Press, 1965), y
Gennaro Sasso, Machiavelli. Il pensiero politico (Bologna: Il Mulino, 1993),
vol. I, entre muchos otros.
13
Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, libro I, capítulo
18, 92.
14
Para el «giro populista» de Maquiavelo, véase Rahe, Against Throne and Al-
tar, capítulo 1, y ahora también John McCormick, Machiavellian Democracy
(Cambridge: Cambridge University Press, 2011).
228
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
15
Mario Martelli, «La logica provvidenzialistica e il capitolo 26 del Principe»,
Interpres 4 (1982): 262-384.
16
Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, libro I, capítulo
2.
17
Maquiavelo, El Príncipe (Tecnos), 108.
229
Miguel Vatter
18
Mario Martelli, «Machiavelli e Savonarola: valutazione politica e valutazione
religiosa», en Tra Filologia e Storia. Otto Studi Machiavelliani, editado por
Francesco Bausi (Roma: Salerno Editori, 2009): 241, 246, 277. Para la visión
opuesta, véase Colish, «Republicanism, Religion and Machiavelli’s Savonaro-
lan Moment».
19
Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, libro I, capítulo
12; libro II, capítulo 2.
20
En este artículo, no puedo tratar el aspecto de las «fuentes» que Maquiave-
lo podría haber usado para desarrollar su interpretación de las concepciones
judías de la divina providencia. La recepción del pensamiento político árabe
y judío en la Florencia de los Medici y de Savonarola sigue siendo un área de
estudio que podría cobrar más atención de parte de los estudiosos de Ma-
quiavelo. Para algunas indicaciones importantes sobre este tema, refiero a los
trabajos de Moshe Idel, Fabrizio Lelli y Brian Copenhaver, entre otros.
230
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
21
Sobre Maimónides y la doctrina del imitatio Dei, véase el tratamiento se-
rio de Melamed, The Philosopher-King in Medieval and Renaissance Jewish
Thought, 26-48. Sobre la recepción de Maimónides y el pensamiento árabe
medieval en el último período medieval y el temprano Renacimiento, véase
Vasileios Syros, Marsilius of Padua at the Intersection of Ancient and Medieval
Traditions of Political Thought (Toronto: University of Toronto Press, 2012).
22
Véase la excelente discusión que se encuentra en Sarah Stroumsa, «Prophe-
DZWFSTVT$JWJM3FMJHJPOJO.FEJFWBM+FXJTI1IJMPTPQIZ5IF$BTFTPG+VEBI
Halevi and Maimonides», en Tribute to Michael. Studies in Jewish and Mus-
lim Thought Presented to Professor Michael Schwartz, editado por Binyamin
Abrahamov, Sara Klein-Braslavy, Joseph Sadan (Tel Aviv: Tel Aviv University,
2009): 79-102.
231
Miguel Vatter
232
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
los profetas nuevamente llega a ser posible. Sin embargo, estos nuevos
profetas deben permanecer «desarmados» porque es la propia historia
la que entregará salvación «a espaldas» de los actores políticos: el pro-
feta sin armas es solamente un intérprete de la historia, no un creador
de la historia, ya que tampoco puede acelerar la venida del Mesías.
Cuando en el capítulo VI de El Príncipe, Maquiavelo se refiere a
Savonarola como un «profeta desarmado», está identificando una con-
tradicción esencial en la lógica providencial cristiana post-Joaquín, esta
es, la contradicción entre creer que el plan de Dios será realizado en la
historia, pero al mismo tiempo creer que los seres humanos no pueden
crear su propia historia. Esta tensión se encuentra en las predicaciones
de Savonarola, cuando actúa como un profeta proclamando que el ob-
jetivo de Florencia es llegar a ser una «nación de santos» bíblica, con
Cristo como su «capitán»26. Sin embargo, sigue siendo fiel a Tomás de
Aquino y es incapaz de alcanzar el poder tiránico con el fin de realizar
este propósito, ya que permanece bajo la prohibición cristiana de ace-
lerar la venida del Mesías.
En su Tratado sobre el gobierno de Florencia, Savonarola aboga
por una forma de gobierno republicana, en vez de una monárquica,
basándose en un presupuesto teológico-político. Así como Tomás de
Aquino, Savonarola piensa que la mejor forma de gobierno es la mo-
narquía, pero no siempre y bajo todas las condiciones es realizable. En
un pueblo «que está inclinado a la discordia […] el príncipe encontraría
necesario convertirse en un tirano si desea asegurarse y mantenerse»27
y la tiranía es la peor forma de gobierno, la que debe ser evitada a toda
costa28. De este modo, Savonarola concluye que en el caso de Florencia,
el mejor régimen es uno civil, y no una monarquía. Pero el raciocinio de
Savonarola cae preso a la tentación de establecer que la verdadera for-
ma de gobierno —es decir, la monarquía—, en Florencia se daría bajo
la modalidad de una teocracia (siguiendo el argumento de Josefo de la
ley mosaica como una teocracia), dado que Mesías o Cristo significa el
«elegido», el «rey». El problema es que una teocracia florentina signifi-
caría que el reino de Dios ya se habría realizado en la tierra, significan-
26
Savonarola, Prediche italiane %JDFNCSF
DJUBEP FO"MJTPO #SPXO
«Savonarola, Machiavelli and Moses», en The Medici in Florence: The Exer-
cise and the Language of Power (Firenze: Leo. S Olschki Editore, 1992), 266.
27
«Perché morto el principe, el popolo si dividerebbe in parte [...]. E se in tale
popolo el principe si volessi assicurare e stabilirsi, sería necessario che lui di-
ventassi tiranno e che scacciassi li potente». Savonarola, Trattato sul governo
di Firenze, editado por Elisabetta Schisto (Rome: Editori Riuniti, 1999) I, 1-2.
28
Savonarola, Trattato, I, 2.
233
Miguel Vatter
29
Sobre estos temas, y en particular de las razones por las que Ficino pensaba
que Savonarola era el Anticristo, véase Fabián J. Ludueña Romandini, Homo
economicus. Marsilio Ficino, la teología y los misterios paganos (Buenos Aires:
Miño y Dávila, 2006).
30
Como C. J. Nederman, «Amazing Grace: Fortune, God and Free Will in
Machiavelli’s Thought», The Journal of the History of Ideas 4, no. 60 (1990):
617-638, observa: «Los escritos de Maquiavelo —especialmente El Príncipe,
que supone un tratado irreligioso—, acepta la doctrina teológica medieval de
que el ser humano será capaz de vencer las circunstancias externas y triunfar
por sobre la adversidad cuando este acepte y colabore con la gracia de Dios»
(621).
31
También esto vuelve problemática la interpretación de Maquiavelo ofrecida
dentro de las grandes narraciones que encontramos en John Milbank, Teolo-
gía y teoría social (Madrid: Herder, 2004) y Charles Taylor, Una edad secula-
rizada (Buenos Aires: Editorial Gedisa, 2009).
234
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
32
Sobre Maquiavelo y Lucrecio, véase las interpretaciones opuestas que encon-
USBNPTFO1BVM3BIF
j*OUIF4IBEPXPG-VDSFUJVT5IF&QJDVSFBO'PVOEB-
tions of Machiavelli’s Political Thought», History of Political Thought 28, no.
1 (2007): 30-55, y Filippo del Lucchese, Conflict, Power and Multitude in
Machiavelli and Spinoza (London: Continuum, 2011). Acerca de Maquiavelo
y la eternidad del mundo, véase Gennaro Sasso, Machiavelli e gli antichi e altri
saggi. 3 vols. (Milan: R. Ricciardi, 1987). Y sobre el epicureanismo como un
recurso de la crítica a la religion judía, véase Leo Strauss, Spinoza’s Critique of
Religion (Chicago: University of Chicago Press, 1997).
33
Sobre la providencia judaica, véase el trabajo fundamental de Martin Buber,
«Koenigtum Gottes», en Werke. Zweiter Band. Schriften zur Bibel (Münich:
Koesel Verlag, 1964), 489-649. Uno debe considerar con particular atención
la interpretación de Dios en Moisés y Josué como melekh, es decir, como co-
mandante del ejército: «YHWH es […] Quien acompaña a Su pueblo (Ex.
33,16; Deut. 20,4; 31,6), Quien guía a Su pueblo (Ex., 13,21; Num. 14,14;
Deut. 1,30-33) el comandante, el melekh» (618). Josué fue una figura invoca-
da frecuentemente por Savonarola. La clave de la interpretación de Buber es
la distinción que esboza entre melekh («comandante») y «rey»: esto le permite
explicar por qué la constitución mosaica es una teocracia y no una monarquía.
Esta distinción también podría arrojar luces sobre la tensión crucial entre la
obligación halájica del Pueblo Elegido de Dios para tener un «comandante»
y su deseo posterior por tener un «rey» (como en las otras naciones): los dos
235
Miguel Vatter
236
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
debió haber sido escrita antes que el resto del capítulo, ya que expresa
una mentalidad «republicana», por lo cual Maquiavelo estaría sola-
mente preocupado con estabilizar el régimen de la ciudad y defenderla
de los invasores extranjeros. Es decir, cuando Maquiavelo escribía este
excursus todavia no tenía en mente la misión divina y redentora para
liberar y unificar Italia, como anuncia en el resto del capítulo XXVI.
La audaz interpretación de Martelli solo es plausible si uno supone
que Maquiavelo se refiere a una comprensión cristiana de la divina
providencia. Únicamente bajo esta suposición tendría sentido oponer
el orden de la ecclesia militans, destinada a mantener el misterio de la
economía de la divina providencia, al de la organización de un ejército
del pueblo lo suficientemente fuerte para ahuyentar a cualquier mo-
narquía o imperio. Al separar las partes dedicadas al príncipe ungido
divinamente de aquellas dedicadas a la milicia republicana en el capí-
tulo XXVI, Martelli supone que la gracia de Dios es tan poderosa que
podría evitar al rey divinamente ungido su deber mesiánico de organi-
zar y liderar un ejército del pueblo en vistas de realizar sus fines revolu-
cionarios. No obstante, el texto de Maquiavelo no garantiza tal lectura
de la gracia divina: «Dios no quiere hacerlo todo, para no quitarnos el
libre albedrío y la parte de gloria que nos corresponde»38. En efecto, la
suposición de Martelli ignora el hecho de que todos los discursos sobre
la divina providencia —incluyendo la del cristianismo temprano— de-
penden de la analogía entre el pueblo y un ejército con un comandante.
Como Peterson explica en su tratado sobre teología política, original-
mente esta analogía deriva de la imagen a través de la cual la teología
aristotélica (y neoaristotélica) ilustra la relación apropiada entre Dios
y el cosmos. La divina providencia, entendida desde el punto de vista
teológico y político, es un discurso que contiene una teoría acerca de
cómo el pueblo debiera conducirse a la guerra. El asunto es ver cuál
variante de esta teoría Maquiavelo se apropia y cuál rechaza.
En el temprano tratado sobre la divina providencia de San Agustín,
titulado Del orden, leemos:
237
Miguel Vatter
39
San Agustín, Obras, «Del orden» (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos,
1966), libro segundo, capítulo xviii, 48, 751. Debo esta cita al excelente ar-
tículo de John von Heyking, «A Headless Body Politic? Augustine’s Unders-
tanding of a Populus and its Representation», History of Political Thought
20, no. 4 (1999): 562-564, con quien en gran parte estoy de acuerdo con su
interpretación.
40
San Agustín, La ciudad de Dios (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos,
1958), libro xix, capítulo xxiv, 1425.
41
Cicerón, Sobre la república (Madrid: Gredos, 1984), libro I, capítulo 39.
42
He discutido lo significativo de esta distinción entre San Agustín y Cicerón
en relación al republicanismo contemporáneo y populismo en «The Quarrel
#FUXFFO 1PQVMJTN BOE 3FQVCMJDBOJTN .BDIJBWFMMJ BOE UIF "OUJOPNJFT PG
Plebeian Politics», Contemporary Political Theory 11 no. 3 (2012): 242-263.
Solamente después de publicar el artículo encontré la brillante lectura de De
Re Publica 1.39 en M. S. Kempshall, «De Re Publica 1.39 in Medieval and
Renaissance Political Thought», in Cicero’s Republic, editado por J.A. North
Z+('1PXFMM -POEPO*OTUJUVUFPG$MBTTJDBM4UVEJFT
6OJWFSTJUZPG-POEPO
2001), 99-135, cuyos resultados, creo, no invalidan mi propia interpretación.
238
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
base de tal concepción agustiniana del pueblo bien organizado. Sin em-
bargo, como es bien sabido, la teoría agustiniana del amor está caracte-
rizada precisamente por el orden en que los objetos han de ser amados:
en primer lugar, se ama a Dios; en segundo, al prójimo y al mundo43. Si
uno invierte este orden, y ama más el mundo que a Dios (o «ama más
a la patria que a su propia alma», como dice Maquiavelo)44, entonces,
siguiendo el razonamiento cristiano, la justicia se hace imposible y por
lo tanto, también la república, la vida civil verdadera. De este modo,
Viroli se equivoca cuando interpreta el tardío discurso medieval sobre
la compatibilidad de la caridad cristiana y el amor a la patria (entendi-
da como la búsqueda del bien común o la justicia)45, como si fuera una
subversión de la oposición entre la Ciudad de Dios y la ciudad del hom-
bre de San Agustín. Esas páginas de San Agustín sobre la divina provi-
dencia son el primer momento de la así llamada «república cristiana»,
pero tal síntesis entre republicanismo y cristianismo se logró a costa de
eliminar la idea de que el conflicto entre órdenes sociales puede ocasio-
43
Sobre la idea de ordo amoris en San Agustín, véase Eric Gregory, Politics and
the Order of Love: An Augustinian Ethic of Democratic Citizenship (Chicago:
University of Chicago Press, 2008). Savonarola recoge esta idea en muchas
ocasiones. Por ejemplo en su «Prediche sopra Aggeo» (Predica sopra Aggeo
con il Trattato circa il reggimento e governo della città di Firenze, editado por
Luigi Firpo [Roma: Belardetti, 1965]): «El amor de Dios siempre tiende a las
cosas superiores y el amor propio a las inferiores [l’amore di Dio sempre tende
alle cose superiori e l’amor propio alle inferiori]» (III, 127). Y en «Predica
sopra Aggeo» XIII: «Y quien tiene el amor recto y sin distorsiones, siempre
amará más el bien común que el propio, como lo hace el amor de las criaturas,
que Dios le ha dado, de amar más su causa y lo universal, que amarse a sí mis-
mo. Y si tú no haces esto, créeme que tu amor no es justo ni amor ordenado»
[E chi ha l’amore suo retto e non distorto, amerà sempre più el ben commune
ch’el proprio, come fa l’amore delle creature, insito da Dio in quelle, d’amare
più la sua cause e l’universale che sè proprio. E se tun non fai questo, credi che
l’amore tuo non è retto nè ordinato amore] (XIII, 233 énfasis mío). Savonarola
tiene una clara noción del ordo amoris: primero, el amor a Dios, y solo secun-
dariamente el amor a la patria: «Para rectificar, digo, que el amor de ustedes a
Dios es el bien supremo, y no distorsionen este amor en cosas vanas. Háganlo,
en primer lugar, por honor a Dios; en segundo, para no deteriorar el orden,
que pide que améis más a Dios que a vosotros mismos y más el bien común
que el propio […] el orden bueno de la ciudad, incluso, os otorgará esto: que
cada uno será amado» [En el original: Rettificate, dico, l’amor vostro in Dio,
che è sommo bene, e non distorcete l’amor vostro in cose vane. Fatelo, prima,
per onore di Dio; secondo, per non guastare l’ordine, che vuole che amiate più
Dio che voi e piu el ben commune ch’el proprio [...] l’ordine bono della città
ancora darà a voi questo: che sarete amati da ciascuno] (223).
44
Carta del 16 de abril de 1527. Véase ahora la extensa discusión sobre ello en
Machiavelli’s God de Viroli.
45
Véanse los ejemplos dados en Viroli, Machiavelli’s God, capítulo 1, passim.
239
Miguel Vatter
46
Para un resumen del debate sobre la teoría del conflicto social de Maquiavelo,
véase Marco Geuna, «Machiavelli ed il ruolo dei conflitti nella vita politica»,
en Conflitti, editado por D. Caruso y A. Arienzo (Napoli: Libreria Dante e
Descartes, 2005, 19-57) y Lucchese, Conflict.
47
Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, libro I, capítulo
18.
48
Savonarola, Ruth e Micae, 18 de mayo de 1496, 106-108.
240
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
49
Sobre la importancia de este momento de transición para el pensamiento po-
lítico moderno temprano, véase Eric Nelson, The Hebrew Republic: Jewish
Sources and the Transformation of European Political Thought (Cambridge:
Harvard University Press, 2011).
50
Maquiavelo, El Príncipe (Tecnos), 161.
51
Maquiavelo, El Príncipe (Gredos), 87.
52
Maquiavelo, El Príncipe (Espasa Calpe), 163.
241
Miguel Vatter
53
El «retorno a los principios» es una fórmula que uno encuentra tanto en Savo-
narola como en Maquiavelo y refleja la necesidad de reformar la religión y la
política. Para un análisis detallado de esta fórmula, veáse mi Between Form
and Event %PSESFDIU,MVXFS
4PCSFFMVTPEFMUÊSNJOPFO4BWPOBSPMB
véase Viroli, Machiavelli’s God, 73-88. Sin embargo, Viroli afirma que «la idea
de renovatio que Maquiavelo defiende y establece como un ideal político y
religioso es el mismo que se encuentra en la tradición cristiana: esto significa,
volver a la forma verdadera» (87). Como demuestro en el libro previamente
citado, esto no es correcto.
54
"CSBIBN .FMBNFE
j5IF .ZUI PG 7FOJDF JO *UBMJBO 3FOBJTTBODF +FXJTI
Thought», Italia Judaica (Rome: Ministero per i Beni Culturali e Ambientali,
1983) 401-413, aboga por una relación tardía entre el maquiavelismo y el
mesianismo en el pensamiento político judío en el Renacimiento: «Luzzatto
interpreta la historia judía de acuerdo a parámetros maquiavelianos. Según
la teoría orgánica del Estado, los judíos, como cualquier otro pueblo, siguen
un inevitable ciclo histórico de nacimiento, auge y declive. No obstante, el
declive podría ser el punto inicial para su renovación. De este modo, Luzzatto
da a la idea mesiánica un significado maquiaveliano» (410). Pero de la misma
manera, para que funcione tal aplicación mesiánica de las ideas políticas de
Maquiavelo, debe haber sido claro para los lectores judíos de Maquiavelo
que su pensamiento político era compatible, y posiblemente contenía, acentos
mesiánicos.
55
Sobre la oposición entre Moisés y el Mesías, veánse los estudios de mesianis-
mo judío en Gershom Scholem, The Messianic Idea in Judaism /FX:PSL
Schocken Books, 1971).
56
4PCSFFTUFQVOUP
NFSFàFSPB-FP4USBVTT
j)PXUP#FHJOUP4UVEZ5IF(VJEF
of the Perplexed», in Maimonides, The Guide of the Perplexed, editado por
Shlomo Pines (Chicago: University of Chicago Press, 1963). Acerca del sen-
tido sobre el cual el mesianismo piensa el «fin de la historia», véase también
242
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
243
Miguel Vatter
59
Savonarola también dio a su idea de renovación mesiánica una formulación
anti-monárquica. Véase Savonarola, Prediche sopra Aggeo: «Si quieres reno-
varte, oh nueva ciudad, si quieres ser nueva y si has cambiado a un nuevo
Estado, es necesario que cambies a nuevos modos y una nueva forma de vida.
Si quieres durar y deseas mantenerte [...] debes hacer un cántico nuevo y bus-
car que tengas una nueva forma. La primera cosa que debes hacer, entre otras,
es ésta: que tú hagas una ley, que ninguno más por venir pueda hacerse líder,
de lo contrario estarás apoyado sobre la arena [«Se tu vuoi renovarti, o città
nuova, se tu vuoi esser nuova e se tu hai mutato nuovo stato, bisogna che tu
muti nuovi modi e nuovo vivere, se tu vuoi durare, e se tu vuoi reggere e ti
bisogna fare uno nuovo cantico e ricercarsi che tu abbi nuova forma. La prima
cosa che tu debbia fare intra l’altre è questa: che tu facci legge, che nessuno più
per l’avvenire possa farsi capo, altrimenti tu sarai fondata in su la rena]» (VIII,
132, énfasis mío).
60
Es crucial ver que Savonarola también conecta a Moisés con Bruto, véase
#SPXO
j4BWPOBSPMBv
Z$ISJTUPQIFS-ZODI
j.BDIJBWFMMJPO3FB-
ding the Bible», en Political Hebraism: Judaic Sources in Early Modern Politi-
cal Thought, editado por Fanic Oz-Salzberger, Gordon Schochet, Meirav Jones
(Jerusalén: Shalom Press, 2008), 29-54.
244
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
61
&OMPRVFTJHVF
NFCBTPFOQBSUFTEFNJBSUÎDVMPj5IF2VBSSFM#FUXFFO1P-
pulism and Republicanism».
62
Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, I, capítulos 11-
13. Sobre estos pasajes, véase John Najemy, «Papirius and the Chickens, or
Machiavelli on the Necessity of Interpreting Religion», The Journal of the
History of Ideas 60, no. 4 (1999): 659-681.
63
Arnoldo Momigliano, «Prolegomena a ogni futura metafisica sulla plebe ro-
mana», en Sui fondamenti della storia antica (Turin: Einaudi, 1984), 368-377,
y «Osservazioni sulla distinzione fra patrizi e plebei», en Roma Arcaica (Flo-
rence: Sansoni, 1989), 209-239.
245
Miguel Vatter
podría haber peleado y ganado una guerra civil, debido a que carecían
de armas y su propio ejército: en las fases tempranas de la república, a
los plebeyos se les permitió luchar en el ejército romano únicamente en
ocasiones de «emergencia nacional», y fue precisamente durante una
de estas crisis que se aislaron hacia el Aventino64 y se fueron a «huel-
ga general», rechazando unirse a los patricios en la defensa de Roma,
hasta que estuvieran de acuerdo en reconocerles su igualdad «ante» la
ley (lo que significaba estar igualmente capacitados para hacer leyes).
El resultado de esta interpretación de la política plebeya romana es
que la plebe, literalmente, creó la separación de poderes no como una
forma de unificar el Estado, para integrarlos en el pueblo como parte de
un todo orgánico, sino que en un conflicto de resistencia en contra de la
dominación legal y religiosa ejercida por el populus. La plebe constituyó
la ley a partir del disentimiento con la auctoritas de los senadores y patri-
cios encarnada en la religión civil romana. He sostenido, en otro lugar y
con detalle, que —al instituir su propia asamblea en oposición al Senado,
al desarrollar una nueva forma de poder (el poder de veto sobre todos
los mandamientos, sobre el imperium del gobierno) y en último lugar,
al fundar una propia contra-religión (centrada en torno al templo de
Ceres y dedicada al culto de Dionisio) en oposición al templo patricio de
Júpiter—, la plebe romana, según la interpretación de Maquiavelo, hizo
posible establecer una constitución republicana que se situó por encima
y más allá de toda demanda de gobernar por cualquier grupo social o
persona. Nada de esto hubiera sido posible si los plebeyos no hubieran
quebrado con la hegemonía de la religión civil a través de una especie de
concepción «mesiánica» de un cuerpo político acéfalo, como he descrito
anteriormente. Para Maquiavelo, solo esta escatología plebeya posibilitó
concebir la idea de una constitución republicana como algo que está
fuera del control del gobierno y de aquellos que ocupan sus oficios y
autoridad. Una idea de constitución que, lejos de estar asegurando el
poder de unos sobre otros, está continuamente desorganizando el Estado
y permitiendo su revolución, dando lugar a los conflictos entre las partes
de la sociedad que aspiran a la igualdad ante la ley.
Hay una última característica del mesianismo judío que es impor-
tante para entender por qué el capítulo XXVI adquiere la forma de una
Exhortación. Es el asunto de si los seres humanos pueden hacer cosas
que puedan «forzar» o «acelerar» la venida del Mesías. En La estrella
de la redención, 'SBO[3PTFO[XFJHMPMMBNBFMQSPCMFNBEFjUJSBOJ[BSv
64
N. de la T.: El autor se refiere al monte Aventino, localizado en Roma y que
constituyó un punto estratégico en el río Tíber.
246
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
Bibliografía
247
Miguel Vatter
248
Maquiavelo y la concepción republicana de providencia
249
Miguel Vatter
@@@@@@@j5IF2VBSSFM#FUXFFO1PQVMJTNBOE3FQVCMJDBOJTN.BDIJBWFMMJBOE
the Antinomies of Plebeian Politics», Contemporary Political Theory 11,
no. 3 (2012): 242-263.
_______. Creating God: Sovereignty and Religion in the Age of Global
Capitalism/FX:PSL'PSEIBN6OJWFSTJUZ1SFTT
Viroli, Maurizio. La sonrisa de Maquiavelo. Barcelona: Tusquets, 2000.
_______. Machiavelli’s God. Princeton: Princeton University Press, 2010.
Voegelin, Eric. La nueva ciencia de la política: Una introducción. Buenos Aires:
Katz, 2006.
Von Heyking, John. «A Headless Body Politic? Augustine’s Understanding of
a Populus and its Representation», History of Political Thought 20, no. 4
(1999): 562-564.
250
Desafiando a la fortuna:
Maquiavelo y el concepto de «milagro»*
Ely Orrego Torres
Centro de Análisis e Investigación Política
Instituto de Humanidades, Universidad Diego Portales
251
Ely Orrego Torres
Creston Davis, John Milbank y Slavoj Žižek (Durham, NC: Duke University
Press, 2005); Political Theologies: Public Religions in a Post-Secular World,
FEJUBEPQPS)FOUEF7SJFTZ-BXSFODF&4VMMJWBO /FX:PSL'PSEIBN6OJ-
versity Press, 2006); The Blackwell Companion to Political Theology, editado
QPS1FUFS4DPUUZ8JMMJBN5$BWBOBVHI 0YGPSE#MBDLXFMM1VCMJTIJOH-UE
2004); Radical Political Theology: Religion and Politics After Liberalism, edi-
UBEPQPS$MBZUPO$SPDLFUU /FX:PSL$PMVNCJB6OJWFSTJUZ1SFTT
An
Eerdmans Reader in Contemporary Political Theology, editado por William T.
Cavanaugh, Jeffrey W. Bailey y Craig Hovey (Michigan: Wm. B. Eerdmans Pu-
blishing, 2012); Crediting God. Sovereignty and Religion in the Age of Global
Capitalism
FEJUBEPQPS.JHVFM7BUUFS /FX:PSL'PSEIBN6OJWFSTJUZ1SFTT
2011a); y de reciente publicación, Political Theology and Early Modernity,
editado por Graham Hammill y Julia Reinhard Lupton (Chicago: The Univer-
sity of Chicago Press, 2013). En español, podemos encontrar los trabajos pu-
blicados en la revista Deus Mortalis (Argentina) y la edición no. 8 de Revista
Pléyade (2011), titulada «Poder y soberanía: lecturas teológico-políticas», que
edité y coordiné.
2
A diferencia de una teología política de la emancipación como sugieren textos
de Giorgio Agamben, Slavoj Žižek y Walter Benjamin, una teología política
democrática sugeriría retomar autores como Eric Voegelin y Jacques Mari-
tain. Al respecto, véase Miguel Vatter, «Political Theology Without Sovereign-
ty: Some 20th Century Examples (Voegelin, Maritain, Badiou)», (August 26,
2009) y Miguel Vatter «Pensar la política desde la teología política (entrevis-
tado por Ely Orrego)», Revista Pléyade, 8 (2011): 185-198.
3
Solo en los últimos años se ha elaborado una aproximación a Maquiavelo
desde la teología política; sin embargo, como menciona Vatter (2011c), se
confunde una «teología política» con el concepto de «religión civil» en don-
de se postula a la República romana como su fundamento. Por otro lado,
encontramos dos lecturas contrapuestas sobre una posible «teología política»
en Maquiavelo en Mauricio Viroli, Machiavelli’s God (Princeton: Princeton
University Press, 2010) y en el capítulo de Miguel Vatter en este libro. Mien-
tras Viroli alude a un Maquiavelo cercano a una perspectiva cristiana de la
política; Vatter argumenta que en el caso de encontrarse una teología política
en sus escritos, esta estaría vinculada a la tradición árabe y judía.
252
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
seres humanos en esta ocasión, pero por el otro lado, las cualidades de
un príncipe o gobernante que busque la gloria para sí o para su pueblo.
Para desarrollar lo anterior, veremos que el concepto de «milagro»,
más allá de plantear lo sobrenatural como su sustento, nos permite
pensar la noción de acontecimiento como kairós, fluctuando entre lo
divino y lo humano.
Pensar y avanzar hacia una teología política radical, supondría
reconsiderar aquella definición de teología política que interpreta la
relación entre Dios (o lo divino) y el concepto de soberanía4. En ese
sentido, y como menciona Miguel Vatter, entender la soberanía como
«la ausencia de la representación de Dios o divina en el orden político
de la democracia moderna o republicanismo, a su vez, permite la posi-
bilidad de que el orden político adquiera un fundamento autónomo»5.
Lo anterior, implicaría re-pensar las categorías teológico-políticas que
postulan una lectura de la dominación política y su legitimidad. Debido
a lo anterior, es que el «milagro» podría llegar a ser radical si lo des-
prendemos de su lectura teológica tradicional, ubicándolo en la esfera
de lo público mediante el aparecer, como mencionará Hannah Arendt.
Por lo anterior, es que mi lectura de lo teológico-político contemplará el
mediar humano entre el acontecimiento y su devenir, por sobre pensar
lo divino en dicha ocasión.
4
Vatter, Crediting God, 3.
5
Vatter, Crediting God, 11.
6
Sobre Hannah Arendt y su relación con el acontecimiento como un comienzo
absoluto, véase Diego Paredes, «Hannah Arendt y el acontecimiento. El co-
253
Ely Orrego Torres
ella, y puesto que sus ojos están en comprender las relaciones humanas
y de construir el mundo artificial, su posibilidad se presentaría en el
entre humanos: «Todos los milagros, aquellos protagonizados ya sea
por hombres o por agentes divinos, deben ser siempre interrupciones
de alguna serie natural de eventos, o de algún proceso automático, en
cuyo contexto se constituyen como lo totalmente inesperado»7. Al res-
pecto, podemos mencionar dos consideraciones para su posibilidad: la
existencia de protagonistas o agentes y qué acontece en un momento
inesperado. Sin embargo, la definición anterior nos sugiere pensar que
cualquier milagro significaría un accidente y sería catalogado como tal,
pero diremos que como la política requiere de seres humanos, el mi-
lagro requiere de protagonistas que den forma y hagan historia por
medio de la acción8.
Por otro lado, se debería considerar el carácter de irrupción en el
tiempo normal. Un milagro sería un kairós, aquel momento crítico
donde adviene el acontecimiento, como esa oportunidad que hay que
aprovechar con osadía9. Sobre ello, la teoría política se ha encargado
desde la antigüedad a discutir este asunto. Platón en El político indica
los primeros esbozos hacia el kairós con connotación política, donde
el verdadero político se representa en cómo dos hombres son capaces
254
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
10
Miguel Vatter, «La política del gran azar: providencia divina y legislación en
Platón y en el Renacimiento», en Política y acontecimiento, 23-58 (Santiago:
Fondo de Cultura Económica, 2011b), 48.
11
Vatter, «La política del gran azar», 48.
12
Hannah Arendt, Sobre la revolución (Madrid: Alianza Editorial, 1998), 283.
13
Para Agamben, el kairós es «el tiempo que el tiempo nos da para acabar […]
y en este sentido, tiempo que resta» (Giorgio Agamben, El tiempo que resta
[Madrid: Editorial Trotta, 2006], 72), mientras que Benjamin desarrolla este
255
Ely Orrego Torres
256
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
cipe para hacerle frente. De tal modo que la fortuna podría ser aquel
impedimento que posibilite el milagro, así como aquel que lo posibilite,
teniendo una doble función.
En un texto de los Discursos sobre la primera década de Tito Livio,
leemos: «El origen lo ignoro; pero es notorio, por ejemplos antiguos y
modernos, que jamás ocurre ningún grave accidente en una ciudad o
un Estado sin ser anunciado, o por adivinos, o por revelaciones, pro-
digios u otros signos celestes»17. Aunque este pasaje ha sido, incluso,
interpretado como una aceptación de Maquiavelo de los milagros18,
nos interesa la posibilidad de la fortuna como eventualidad, aquella
que no se puede prever y que en El Príncipe asocia como una mujer,
a la cual «es necesario, si se la quiere poseer, forzarla y golpearla»19.
Puesto que la eventualidad puede cambiar el rumbo de la situación
esperada, depende de cómo se aproveche la ocasión para efectuar un
cambio en las consecuencias20. En ese sentido, no solo bastará que la
circunstancia esté dada, sino que las mismas facultades humanas son
aquellas que posibilitarán la aparición del «milagro». Por ello, es que el
«milagro» no puede ser comprendido solo como lo sobrenatural, sino
que el mismo ser humano es quien crea su posibilidad, es un artista de
su propia eventualidad.
257
Ely Orrego Torres
258
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
23
Arendt, «¿Qué es la libertad?», 3.
24
Maquiavelo, El Príncipe (Gredos), 84.
259
Ely Orrego Torres
25
Debo precisar que divino, en este caso particular de Maquiavelo, también pue-
de ser sinónimo de «la suerte» o «los cielos». A pesar de ello, contemplo dicha
posibilidad porque me parece curioso cómo un término paganizado es posible
ser leído en su sentido inverso, donde el milagro que sería lo «divinizado»
contempla un carácter humanizado.
26
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Barcelona: Espasa Calpe, 1995), 79.
27
Sobre ello, véase Miguel Vatter, «Legalidad y resistencia: Arendt y Negri en
torno al poder constituyente», en Constitución y resistencia: ensayos de teoría
democrática radical (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2012).
En dicho trabajo, Vatter argumenta que la distinción entre poder constituyen-
260
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
261
Ely Orrego Torres
262
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
quitecto y peligro para el edificio»33. En tal caso, nadie asegura que los
fundamentos establecidos al inicio aseguren un buen porvenir, pero por
ello es que la acción de los seres humanos serán las que pueden hacerlas
cambiar radicalmente34. Es por ello que, el milagro entendido como lo
inesperado, pero también como el momento de encontrarse juntos en la
esfera pública para concebir y crear algo nuevo, es lo que otorga senti-
do al arte de la política. Y como se trata de un arte, diremos que por sí
solos no es posible concebir lo nuevo: así como el artista necesita de la
musa inspiradora, el hombre y mujer de acción necesitan de ejemplos
de virtud para ser inspirados. Así lo manifiesta Maquiavelo:
33
Maquiavelo, El Príncipe (Espasa Calpe), 62.
34
Según Vatter (2011b), por medio de la teoría del riscontro, solo la virtù puede
ser capaz de dejar abierta la ocasión de cambiar las circunstancias por medio
de una acción innovadora.
35
Maquiavelo, El Príncipe (Gredos), 49-50.
36
Maquiavelo, El Príncipe (Espasa Calpe), 153.
37
Maquiavelo, El Príncipe (Espasa Calpe), 161.
263
Ely Orrego Torres
ello: «Me parece que la situación está tan a favor de un príncipe nue-
vo que difícilmente cabe encontrar época más idónea al respecto»38.
Estaba dada la circunstancia, pero el milagro no se pudo llevar a cabo.
Solo tres siglos después Italia vería la unificación y Maquiavelo hasta el
final de sus días tuvo la esperanza de presenciar dicho acontecimiento.
Este corresponde a uno de los ejemplos en donde contemplamos que
el kairós puede estar presente, pero es la acción humana la que no es
favorable a las circunstancias. En este caso, el poder de creación no se
dispuso para que el milagro aconteciera.
En el presente trabajo, expusimos el concepto de «milagro» como
una vía de entender una salida teológico-política en la obra de Nico-
lás Maquiavelo. Asimismo, hicimos un diálogo con la obra de Hannah
Arendt. Aunque ambos no se plantean como autores de esta corriente de
pensamiento o como aquellos que están suscritos a entender el problema
de la teología política, hemos visto que pueden entregarnos herramientas
hermenéuticas para ello. En primer lugar, comprender que todo milagro
es un acontecimiento; y en segundo, que este acontecimiento —que pue-
de haber sido otorgado por la fortuna—, para ser contemplado como
un milagro, contempla un momento creacional. El milagro puede tener
su instancia «humanista», donde son los seres humanos quienes crean
algo nuevo. A pesar de lo anterior, en variadas ocasiones se presencia la
fortuna como aquel momento donde la crisis adviene, pero dicho desen-
lace puede estar mediado por la acción como por la pasividad. En Ma-
quiavelo, notamos que su respuesta incluye la primera, donde el príncipe
demuestra toda su virtud. Pero también en el pueblo, sin cuya acción
impediría el acontecimiento milagroso. Por lo tanto, cabe preguntarse
acerca de la naturaleza del milagro: ¿es posible el milagro en tiempos de
normalidad? De acuerdo a lo expuesto, pareciera que no. Porque solo
en tanto se presencie una crisis, donde sea posible dar inicio a un nuevo
comienzo, aflora su posibilidad. No obstante, la tensión se muestra en
tanto el príncipe y el pueblo sean capaces de otorgar nuevos comienzos,
incluso en épocas de normalidad. En tal sentido, nuevamente deberíamos
preguntarnos: ¿es que acaso vivimos en un tiempo cronológico [chrónos]
donde se producen inesperadamente momentos de kairós, o nuestra his-
toria es un constante kairós donde acontecen momentos de normalidad
[chrónos]? Pareciera que aún no tenemos respuesta, pero sí podríamos
desafiar la fortuna con la acción humana. Quizás, podríamos ser parte de
un milagro por acontecer.
38
Maquiavelo, El Príncipe (Gredos), 86.
264
Desafiando a la fortuna: Maquiavelo y el concepto de «milagro»
Bibliografía
265
Ely Orrego Torres
266
Capítulo IV
MITOLOGÍA Y COMEDIA
La WERtud maquiaveliana.
El príncipe como centauro
Diego H. Rossello
Pontificia Universidad Católica de Chile
269
Diego H. Rossello
4
Antonio Gramsci, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado
moderno (Madrid: Nueva Visión, 1980).
5
Michael A. Ledeen, Machiavelli on Modern Leadership: Why Machiavelli’s
Iron Rules Are as Timely and Important Today as Five Centuries Ago /FX
York: St. Martin’s Griffin, 2001); Gerald R. Griffin, The Mafia Manager: A
Guide to a Corporate Machiavelli /FX:PSL4U.BSUJOT(SJGàO
270
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
6
Jacques Derrida, Séminaire. La bête et le souverain, volume 1, 2001-2002 (Pa-
ris: Editions Galilée, 2008).
271
Diego H. Rossello
7
Pasquino, Manual de ciencia política, 17.
8
Giovanni Sartori, La política. Lógica y método de las ciencias sociales (Méxi-
co: Fondo de Cultura Económica, 2006), 209.
272
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
9
Sartori, La política, 209-208.
10
Una buena discusión de estas prevenciones de Sartori puede hallarse en: Mi-
quel Caminal Badía, «Introducción: La política como ciencia», en Manual
de ciencia política, coordinado por Miquel Caminal Badía (Madrid: Tecnos,
1996), 21.
11
Sheldon Wolin, Politics and Vision: Continuity and Innovation in Western
Political Thought. Expanded Edition (Princeton: Princeton University Press,
273
Diego H. Rossello
2004), 178-179. Las traducciones de los textos en inglés y francés son nues-
tras.
12
En términos de Wolin, el pensamiento de Maquiavelo puede ser entendido
como «el primer gran experimento en una teoría política ‘pura’». Wolin, Poli-
tics and Vision, 178.
13
Wolin, Politics and Vision, 178, 180-182.
14
Wolin, Politics and Vision, 181.
15
Wolin, Politics and Vision, 219.
274
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
16
Wolin, Politics and Vision, 219.
17
Victoria Kahn, «Virtù and the Examples of Agathocles in Machiavelli’s Prin-
ce», en The Italian Renaissance, Introduction by Harold Bloom, editado por
)BSPME#MPPN /FX:PSL*OGPCBTF1VCMJTIJOH
-BDVSTJWBFTUÃFO
el original.
275
Diego H. Rossello
18
Viroli, How to Read Machiavelli, 30.
19
Maurizio Viroli, Machiavelli’s God (Princeton: Princeton University Press,
2010).
276
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
20
Skinner, Machiavelli, Chapter 1: «The Diplomat».
21
Carlo Ginzburg, «Maquiavelo, la excepción y la regla. Líneas de una investi-
gación en curso», Ingenium. Revista de historia del pensamiento moderno, no.
4, julio-diciembre (2010): 5-6. De todos modos, Guinzburg aprueba el con-
textualismo de Cambridge en tanto método y discute solamente su aplicación
al caso de Maquiavelo. Nuestra posición es más crítica y se extiende al sesgo
humanista intrínseco al método contextualista en tanto tal. Hemos planteado
esta misma prevención con motivo de la lectura contextualista de Hobbes en:
Diego Rossello, «Hobbes and the Wolf-Man: Melancholy and Animality in
Modern Sovereignty», New Literary History 43 (2012): 255-279.
277
Diego H. Rossello
22
Skinner, Machiavelli, Chapter 2: «The Classical Heritage».
23
Skinner, Machiavelli, Chapter 2: «The Classical Heritage».
24
Skinner, Machiavelli, Chapter 2: «The Classical Heritage».
278
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
25
Véase: Judith Halberstam, Female Masculinity (Durham: Duke University
Press, 1998).
26
Bonnie Honig, Political Theory and the Displacement of Politics (Ithaca: Cor-
nell University Press, 1993), 16.
279
Diego H. Rossello
27
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, traducción de Helena Puigdomench (Ma-
drid: Tecnos, 1993), 70.
28
Maquiavelo, El Príncipe, 70-71.
29
Derrida, La bête et le souverain, 124.
280
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
batir […] (el combate con la fuerza) es propia de las bestias. Ya no del
hombre, sino de la bestia. Fuerza y no ley, la razón del más fuerte es
aquello propio de la bestia»30.
Derrida nota un cambio desde el régimen constatativo al prescrip-
tivo en la oración que sigue a la descripción, ya citada, que hace Ma-
quiavelo de los dos modos de combatir en política; Maquiavelo escribe:
«Por lo tanto es necesario que un príncipe sepa actuar según convenga,
como bestia y como hombre»31. Derrida apunta aquí que Maquiavelo
«no dice que el príncipe es hombre y bestia al mismo tiempo, que posee
una naturaleza doble, pero no está muy lejos de decirlo y de poner esta
doble naturaleza bajo la autoridad de un ‘es necesario’», y prosigue
«[s]i el príncipe no es hombre y bestia al mismo tiempo, si en su esencia
misma no unifica estos dos atributos esenciales, debe comportarse sin
embargo como si este fuera el caso»32. Como puede advertirse, debido
a esta duplicidad necesaria en y de la política, el centauro actúa como
un buen maestro de príncipes, ya que él mismo habita la duplicidad y
puede instruirlos en su ejercicio.
Derrida hace notar que los centauros no solo son dobles en tanto
que reúnen, en un orden horizontal (no vertical), el torso de un hombre
y la parte trasera de un caballo, sino que además, y principalmente,
que los centauros son al mismo tiempo «héroes civilizadores, maestros,
pedagogos, precursores en los ámbitos más disimiles […] en el arte de
cazar […], música, medicina, etcétera» y «bestias salvajes, bárbaros,
terriblemente naturales»33. De este modo, el centauro movilizado por
Maquiavelo, y leído por Derrida, está saturado de significados, al reunir
en un solo cuerpo: hombre y bestia; ley y fuerza; razón y fuerza; civili-
zación y naturaleza; virtud y fortuna; en suma, el soberano y la bestia
cohabitan en la figura del centauro, él mismo instructor de soberanos.
Esta lectura derrideana del centauro al que Maquiavelo confía,
como los griegos antes que él, la instrucción de los príncipes, contrasta
con el humanismo un poco acrítico de los republicanistas ya comenta-
dos. Al llamar la atención sobre la parte bestial del centauro, Derrida se
inscribe en una genealogía de recepción del centauro maquiaveliano en
Francia que no ha pasado del todo inadvertida para los comentadores,
aunque es dejada de lado por los humanistas republicanos. Heather
Ingman, por ejemplo, reconstruye la recepción de Maquiavelo en Fran-
30
Derrida, La bête et le souverain, 124.
31
Maquiavelo, El Príncipe, 70. La cursiva es nuestra.
32
Maquiavelo, El Príncipe, 125. Cursiva en el original.
33
Derrida, La bête et le souverain, 126.
281
Diego H. Rossello
34
Heather Ingman, «Machiavelli and the Interpretation of the Chiron Myth in
France», Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, vol. 45 (1982), 216.
35
Ingman, «Machiavelli», 217.
36
Diego von Vacano, The Art of Power: Machiavelli, Nietzsche, and the Making
of Aesthetic Political Theory (Plymouth: Lexington Books, 2007), 19.
282
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
37
+PIO.D$PSNJDL
j.BDIJBWFMMJBO%FNPDSBDZ$POUSPMMJOH&MJUFTXJUI'FSP-
cious Populism», American Political Science Review, vol. 5, no. 2, June (2001):
297-313.
283
Diego H. Rossello
ción, al hibridizar la virtud política a tal punto que la parte bestial del
centauro y la ninfa de Circe, líder ella de hombres vueltos animales, son
fuentes tan inesperadas como autorizadas de virtud cívica y autonomía.
Para dar un paso más en este argumento, cabe señalar que la figura
del centauro es crucial en esta hibridación, ya que Derrida pone en
juego, en su licología, la diferencia sexual, resaltando que la bestia es
femenina y el soberano masculino. La primera línea del volumen 1 del
seminario que hemos comentado incluye los pronombres personales
femenino y masculino en francés «La… le», que retornan una y otra
vez en el texto para recordarnos no solo a esta pareja, que es también
un emparejamiento, «la» bestia y «el» soberano, sino también que la
institución matrimonial no queda fuera del análisis licológico. Derrida
incluye en su lectura a Michel de Montaigne, quien describe a un ma-
trimonio con desavenencias en los términos de homo homini lupus y
llama la atención sobre la institución de un soberano doméstico o jefe
de hogar38.
Si Derrida piensa en la bestia y el soberano como una pareja y Skin-
ner, leyendo a Maquiavelo, concibe a la relación entre virtud y fortuna
en términos de una atracción erótica heterosexual, cabe preguntarse
si el rol del centauro en la educación de los príncipes no corresponde,
él mismo, a la idea de la virago agudamente planteada por Honig. La
respuesta no es simple, porque esta correspondencia entre centauro y
virago es, justamente, una co-respondencia, una respuesta conjunta, en
pareja. Así como la bestia y el soberano son presentados por Derrida en
pareja, y como una pareja fuera de la ley, la primera porque no puede
comprender ni ser parte de la ley y el segundo porque está por encima
de ella, el centauro también puede ser presentado en una extraña pareja
con la figura de la amazona. La bestia y el soberano; el centauro y la
amazona. Este último es el argumento provocador que presenta Page
DuBois al sugerir que el centauro y la amazona también son outlaws,
en este caso porque ambos se ubican fuera de la institución del matri-
monio tal y como era entendida en la Grecia antigua39. Por cuestiones
de espacio solo podemos sugerir este vínculo entre centauro y ama-
zona, pero la sugerencia basta para indicar que hay aquí un camino
fructífero de investigación que puede ser profundizado, más allá de las
historias sobre Maquiavelo, hoy canónicas, de la ciencia política y del
republicanismo humanista.
38
Derrida, La bête et le souverain, 94.
39
Véase Page DuBois, Centaurs & Amazons: Women and the Pre-History of the
Great Chain of Being (Ann Arbor: University of Michigan Press, 1994).
284
La WERtud maquiaveliana. El príncipe como centauro
Bibliografía
285
Diego H. Rossello
286
LA MANDRÁGORA:
cómo el engaño triunfa sobre los engaños
Ernesto Rodríguez Serra
Centro de Estudios Públicos
287
Ernesto Rodríguez Serra
1
Estos amores prohibidos y al mismo tiempo públicos, que se sitúan en medio
de la alta vida social, van a permanecer como figura no solo en la comedia
italiana. También la encontraremos en Miguel de Cervantes, eminentemente
en Shakespeare, en los libretos de Beaumarchais para las óperas de Mozart,
hasta terminar en las obras de Johann Strauss y en el Caballero de la rosa, de
Richard Strauss.
288
LA MANDRÁGORA: cómo el engaño triunfa sobre los engaños
289
Ernesto Rodríguez Serra
3
En la filosofía contemporánea, Giorgio Agamben ha vuelto a poner de mani-
fiesto la necesidad de lo que él llama ayudantes.
290
LA MANDRÁGORA: cómo el engaño triunfa sobre los engaños
291
Ernesto Rodríguez Serra
292
LA MANDRÁGORA: cómo el engaño triunfa sobre los engaños
La buena vida
5
Maquiavelo, La mandrágora (Madrid: Tecnos, 2008) 3.
293
Ernesto Rodríguez Serra
Vivir es conocer los engaños del mundo. Este texto inicial de Maquia-
velo, que parece superficial, está en el comienzo de la tradición filosófica.
En un poema de Parménides se afirma que el hombre sabio debe conocer
la diferencia entre la verdad y las apariencias. Y si no ha probado esa per-
manente confusión y convivencia entre la aparición y la mera apariencia,
no es verdaderamente un hombre sabio. Es el lado amable y jovial del
pensar que se oculta tantas veces detrás de la gravedad filosófica.
Entre la aparición y la apariencia hay un permanente juego porque
lo verdadero está siempre apareciendo y ocultándose. En nuestros días,
la verdad como aparición y ocultamiento es central en el pensamiento
de Heidegger. Y en un sentido muy amplio, Wittgenstein entiende que
el lenguaje es un permanente juego que necesita reglas muy precisas y
sin embargo siempre cambiantes. Esa es la maestría del gran intérprete
del teatro y la música. Un texto teatral mal leído, sin el juego preciso y
cambiante del lenguaje, no solo nos aburre, sino que es casi imposible
de entender. Toda la tradición del teatro inglés es inseparable del juego
del lenguaje, como lo saben los que conocen los modos de Cervantes.
Así un violinista está permanentemente «jugando» con la partitura que
sólo así puede interpretarse fielmente. Es una lástima que en el idioma
español no se pueda decir que un actor «juega» a Shakespeare o a Mo-
zart, lo que es evidente en el inglés o el francés. Si es así, no solo la obra
filosófica o literaria tiene un juego que sólo comprendiéndolo podemos
comprender, sino que la vida humana misma es un juego. Y ese es el
sentido que ha tenido siempre el lenguaje cuando habla de una vida
bien vivida. La belleza del vivir, aunque esconda traiciones y mentiras,
tiene una dulzura que solo puede conocer el que la prueba.
Observemos la figura vital de Calímaco, artista, jugador de su pro-
pia vida. Vive como un ejemplo del hombre del Renacimiento. Irónica-
mente, en medio del esplendor y el lujo vital que lo rodea. Eso lo hace
ser amable, cariñoso con todos. Esa figura magnífica de la vida nos pa-
rece que se pierde en la modernidad, porque muy pocas veces el nuevo
millonario conoce los engaños y matices de la vida. Y confunde conocer
las cosas con tenerlas. Es un hombre que no tiene conciencia de los lí-
mites, y en consecuencia no puede gustar de su vida porque va ansioso
de la persecución de un bien a otro. Calímaco, en cambio, representa
la suprema elegancia del que sabe distinguir. Pero no se agota en esa
elegancia, no le basta con disfrutar lo que tiene, porque hay algo que lo
pone en movimiento y es la aparición de una forma inaudita, única de
belleza. Por esa promesa de felicidad, Calímaco abandona París y juega
su gozosa transgresión en las calles de Florencia.
294
LA MANDRÁGORA: cómo el engaño triunfa sobre los engaños
El amor
6
Maquiavelo, La mandrágora, 19.
295
Ernesto Rodríguez Serra
La comedia de enredos
Bibliografía
296
La finalidad de la comedia en Maquiavelo:
EL EJEMPLO ÚTIL de la representación
Sebastián Guerra Díaz
Universidad de los Andes
1
«Después de todo lo perdido».
2
/JDDPMÖ.BDIJBWFMMJ
j5IFXPNBOGSPN"OESPTv&OThe Comedies of Ma-
chiavelli. The Woman from Andros, The Mandrake, Clizia, editado por David
Sices y James Atkinson (Indianapolis: Hackett Publishing Company, 2007),
41-151.
3
Niccolò Machiavelli, Mandragola. Comedia facetissima di Lucretia e Callima-
co (Venecia: 1537). Traducción al castellano utilizada: Nicolás Maquiavelo,
«La mandrágora», en Textos literarios (Buenos Aires: Colihue, 2010).
4
Niccolò Machiavelli, «Clizia», Opere, editado por Corrado Vivanti (Turín: Ei-
naudi, 1999), 191-241. Traducción al castellano utilizada: Maquiavelo, «Cli-
zia», Textos literarios.
297
Sebastián Guerra Díaz
5
Mario Martelli, «Politica, storia e letteratura: Machiavelli e Guicciardini», en
Storia della letteratura italiana, editado por E. Malato (Roma: Salermo Editri-
ce, 1996).
6
Roberto Ridolfi, Vida de Nicolás Maquiavelo (México: Renacimiento, 1961).
298
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
7
Ezio Raimondi, «Il teatro del Machiavelli», Studi Storici, vol. 10, no. 4 (1969).
8
Maurizio Viroli, La sonrisa de Maquiavelo (Barcelona: Fábula Tusquets Edito-
res, 2002).
9
Ronald Martinez, «Comedian, Tragedian: Machiavelli and Traditions of Re-
naissance Theater», Machiavelli, editado por John Najemy (Cambridge: Cam-
bridge University Press, 2010).
10
Albert Russell Ascoli y Angela Capodivacca, «Machiavelli and Poetry», en
The Cambridge Companion to Machiavelli, editado por John Najemy (Cam-
bridge: Cambridge University Press, 2010).
11
Carlo Dionisotti, «Appunti sulla Mandragola», Belfagor, vol. 39 (1984).
12
Carlo Dionisotti, «Machiavelli, Man of Letters», en Machiavelli and the Dis-
course of Literature, editado por Albert Russell Ascoli y Victoria Kahn (Nueva
York: Ithaca, 1993).
299
Sebastián Guerra Díaz
13
Russell y Kahn, Machiavelli and the Discourses of Literature.
14
Jane Tylus, «Theater and its Social Uses: Machiavelli’s Mandragola and the
Spectacle of Infamy», Renaissance Quarterly, vol. 53 (2000).
15
Niccolò Machiavelli, «Discorso intorno alla nostra lingua», Opere, 259-275.
Respecto a la fecha que se escribió la obra, véase: Hans Baron, «Machiavelli
on the Eve of the Discourses: The Date and Place of his Dialogo intorno alla
nostra lingua», Bibliothèque d’Humanisme et Renaissance, vol. XXIII (1961):
449-476.
16
Véase nota a pie de página número 105. Isaiah Berlin, «La originalidad de Ma-
quiavelo», en Contra la corriente. Ensayo sobre historia de las ideas (Madrid:
Fondo de Cultura Económica, 1983), 135-136.
17
Berlin, «La originalidad de Maquiavelo», 105 ss.
18
Berlin, «La originalidad de Maquiavelo», 128.
300
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
19
Original italiano: «Dico ancora come si scrivano molte cose che, senza scri-
vere i motti et i termini proprii patrii, non sono belle. Di questa sorte sono le
comedie; perché, ancora che il fine d’una comedia sia proporre uno specchio
d’una vita privata, nondimeno il suo modo del farlo è con certa urbanità et
termini che muovino riso, acciò che gl’uomini, correndo a quella delettatione,
gustino poi l’exemplo utile che vi è sotto. Et perciò le persone con chi la tratta-
no difficilmente possano essere persone gravi: perché non può esser gravità in
un servo fraudolente, in un vecchio deriso, in un giovane impazzato d’amore,
in una puttana lusinghiera, in un parasito goloso; ma ben ne risulta di questa
compositione d’uomini effetti gravi et utili a la vita nostra. Ma perché le cose
301
Sebastián Guerra Díaz
sono trattate ridículamente, conviene usare termini et motti che faccino questi
effetti; i quali termini, se non sono proprii et patrii, dove sieno soli intesi et
noti, non muovono né possono muovere». Machiavelli, «Discorso intorno alla
nostra lingua», 271. Traducción hecha con ayuda de Vincenzo Grattieri, italia-
no con diplomado en traducción literaria español-italiano. Director del master
en guión, Universidad de los Andes.
20
Véase Martelli, «Politica, storia e letteratura».
21
Martínez, «Comedian, tragedian», 207. Para la historia de los Orti Oricellari,
los jardines de la familia Rucellai, y su relación con la gestación de un deter-
minado pensamiento político, véase Felix Gilbert, «Bernardo Rucellai and the
Orti Oricellari. A Study on the Origin of Modern Political Thought», Journal
of the Warburg and Courtauld Institutes, vol. 12 (1949).
22
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe (Madrid: Espasa Calpe, 2008), 35-36. Ni-
colás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio (Madrid:
Gredos, 2011), 247-249.
23
Maquiavelo, El Príncipe, 115-116.
24
Anne Ubersfeld, Diccionario de términos claves del análisis teatral (Buenos
Aires: Galerna, 2002), 95-97.
25
Aristóteles, Poética (Madrid: Gredos, 1992), 157.
302
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
En cuanto a la comedia
No sé si a la risa os conmoverá,
Pues no solo por gozo fue hecha,
Pero para servir a nuestras mentes:
Pues no es la comedia otra cosa que un espejo
De vida, en el que todos los defectos humanos
Se muestran […]26.
26
Original italiano: «Or quanto alla commedia/ Non so se a riso vi commoverà,/
Perché non sol per diletto fu fatta,/ Ma per giovare a nostre menti ancora:/
Ch’altro non è commedia ch’uno specchio/ Di vita, in cui tutti e defetti umani/
Si scorgono». Lorenzo Strozzi, Commedia in versi, en Ezio Raimondi, Il teatro
del Machiavelli, 749-798. Traducción propia.
27
Gramático latino, quizás de origen africano, de mediados del siglo IV d. C. El
renombre del autor estaría concentrado casi exclusivamente en el Arte gra-
matical, estudio detallado del latín imperante en la Roma de su época, y el
Comentario a Terencio. Charles Beeson, «The text tradition of Donatus’ Com-
mentary on Terence», Classical Philology, vol. XVII, no. 4 (1922): 283-284.
28
«Cicerón dijo que la Comedia es una imitación de la vida, espejo de costum-
bres e imagen de la verdad». Elio Donato, «Comentario a Terencio», en Co-
medias (Madrid: Gredos, 1992).
303
Sebastián Guerra Díaz
29
Es un descubrimiento humanista que en la comedia se pueda representar lo
cotidiano de los hombres mediocres o bajos en virtud –lo antisublime–, sin que
esta situación signifique un modo degradado de representación del mundo. Se-
gún Nino Borsellino, sin el esquema humanista de la comedia, sin la dimensión
«mediocre» de los seres humanos (humanitas), contrapuesta a aquella sublime
de la divinitas, el mundo no podría ser representado en la escena de la come-
dia. Braulio Fernández, Calderón y Shakespeare: los personajes en La Cisma
de Inglaterra y Henry VIII (Madrid: Biblioteca Áurea Hispánica, 2012), 59-
66. Nino Borsellino, La tradizione del comico, l’eros, l’osceno, la beffa nella
letteratura italiana da Dante a Belli (Milán: Garzanti, 1989), 98-111.
30
James Atkinson, «An essay on Machiavelli and comedy», en The Comedies of
Machiavelli. Ezio Raimondi: «Il teatro del Machiavelli». Salvatore di María,
«Nicomaco and Sofronia: Fortune and Desire in Machiaveli’s ‘Clizia’», The
Sixteenth Century Journal, vol. 14, no. 2 (1983). Antonio Marzo, «La ‘Clizia’
di Niccolò Machiavelli», Teatro, scena, rappresentazione dal Quattrocento al
Settecento (Lecce: Galatina, 2000). Luigi Vanossi, «Situazione e sviluppo nel
teatro machiavelliano», en Lingua e strutture del teatro italiano del Rinasci-
mento, editado por Vanossi et al. (Padua: Liviana, 1970).
31
Ernst Tigerstedt, «Observations on the Reception of the Aristotelian Poetics in
the Latin West», Studies in the Renaissance, vol. 15 (1968): 20.
304
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
griega32. Sin embargo, no existe una certeza histórica de que haya leído
dicha obra de Aristóteles.
Distinta situación ocurrió con el Arte poética de Horacio, pues su
continuidad en la cultura occidental no sufrió mayor daño, teniendo
una influencia directa en la idea de comedia desarrollada por Maquia-
velo. Al respecto, esta situación quedará evidenciada claramente al mo-
mento de analizar la finalidad pedagógica del género cómico maquia-
veliano.
Por otro lado, además de la honesta representación que puede dar
la comedia compuesta por el florentino, es pertinente señalar otros as-
pectos del realismo con el que Maquiavelo quiso plasmar su género
cómico: su concepción de la historia y la contextualización histórica.
Cobra suma importancia que el prólogo de Clizia se inicie con una
reflexión sobre el carácter espiral de la historia a partir del eterno retor-
no de las situaciones y respuestas de los seres humanos:
32
Patricia Egan, «Poesia and the Fete Champêtre», The Art Bulletin, vol. 41
1BVM-BXSFODF
j)VNBOJTUDVMUVSFBOE3FOBJTTBODF.BUIF-
matics: The Italian libraries of Quattrocento», Studies in the Renaissance, vol.
20 (1973): 84-95.
33
Maquiavelo, Clizia, 74.
34
Al realizar una comparación entre Cásina, de Plauto, y Clizia, de Maquiavelo,
es evidente la coincidencia temática: el amor loco de un viejo y su hijo por
una hermosa joven y la consiguiente serie de acontecimientos que reflejan tal
disputa. Junto con esto, la estructura formal de los clásicos cinco actos, la
correlación con los preceptos del modelo plautino-terenciano y el desenlace
de la misma historia, permiten ver la similitud de ambas obras. De hecho, es
el mismo Maquiavelo quien señala en el prólogo de Clizia un extracto que
perfectamente puede ser identificado como un resumen de la obra del escritor
latino: «Ya en Atenas, noble y antiquísima ciudad de Grecia, vivía un gentil-
hombre a quien, no teniendo otros hijos más que un varón, por casualidad
305
Sebastián Guerra Díaz
fue a parar una pequeña muchacha en su casa, la cual fue muy honestamente
criada por él hasta la edad de diecisiete años. Sucedió después que, contem-
poráneamente, él y su hijo se enamoraron de ella: en la concomitancia de ese
amor surgieron muchos hechos y extrañas desgracias, pasados los cuales, el
hijo la tomó por esposa y con ella vivió muy felizmente por mucho tiempo.
¿Qué diréis vosotros, que este mismo evento sucedió, pocos años atrás, una
vez más en Florencia?». Maquiavelo, Clizia, 74.
35
Maquiavelo, La mandrágora, I, 1.
36
Maquiavelo, Clizia, IV, 1.
306
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
37
José Luis Romero, Maquiavelo historiador (Buenos Aires: Signos, 1970), 69.
38
Maquiavelo, La mandrágora, I, 1.
307
Sebastián Guerra Díaz
308
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
maco y Lucrecia, Clizia comparte una misma vida cotidiana con dicha
creación cómica.
309
Sebastián Guerra Díaz
La importancia de la lengua en la
comedia maquiaveliana
310
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
311
Sebastián Guerra Díaz
en lengua vulgar para que su mensaje sea comprendido por los espec-
tadores. En su Discurso o diálogo, Maquiavelo más allá de que critica
a Ariosto, no lo hace en el sentido de que no comparta su reflexión en
torno al tipo de lengua a utilizar en la comedia, sino que no puede ha-
cer una mímesis de dicho género literario cuyo desarrollo tenga como
base lingüística una distinta al lugar de la representación.
Por otro lado, muy ligado al carácter local, se halla una tipología
de lenguaje determinada que podríamos establecer como «permisiva»
para representar la comedia, ciertamente relacionado al «lenguaje ha-
blado» utilizado por Boccaccio46. Señala Maquiavelo en el prólogo de
Clizia:
312
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
48
Maquiavelo cita un pasaje del Arte poética en el Discurso o diálogo sobre
nuestra lengua: «Y los hombres que escriben en aquella lengua, con actitud
devota, deben hacer lo que hiciste tú, sin decir lo que has hecho tú: porque
si has adquirido de los latinos y de los idiomas extranjeros muchos vocablos
y también si creaste nuevos, hiciste muy bien, pero te equivocaste mucho en
decir que por haber hecho esto se transforma en otra lengua. Dice Horacio:
‘Por medio de los sermones de Catón y de Enio, la lengua patria se vio enri-
quecida’». Original italiano: «Et gl’uomini che scrivono in quella lingua, come
amorevoli di essa, debbono fare quello che hai fatto tu, ma non dire quello che
hai detto tu: perché, se tu hai accattato da’ latini et da’ forestieri assai vocabo-
li, se tu n’hai fatti de’ nuovi, hai fatto molto bene; ma tu hai ben fatto male a
dire che per questo ella sia diventata un’altra lingua. Dice Oratio ‘quod lingua
Catonis et Enni sermonem patrium ditavit’». Machiavelli, «Discorso intorno
alla nostra lingua», 269. Traducción con ayuda de Vincenzo Grattieri.
313
Sebastián Guerra Díaz
49
Quinto Horacio, «Arte poética», en Obras II. Sátiras. Epístolas (Madrid: Gre-
dos, 2008), 403-404. Cursiva nuestra.
50
Original italiano: «il suo modo del farlo è con certa urbanità et termini che
muovino riso, acciò che gl’uomini, correndo a quella delettatione, gustino poi
l’exemplo utile che vi è sotto». Machiavelli, «Discorso intorno alla nostra lin-
gua», 271.
314
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
51
Original italiano: «ma ben ne risulta di questa compositione d’uomini effetti
gravi et utili a la vita nostra». Machiavelli, «Discorso intorno alla nostra lin-
gua», 271. Cursiva nuestra.
52
Maquiavelo, Clizia, 76.
53
Maquiavelo, Clizia, 133.
315
Sebastián Guerra Díaz
54
Más allá de que Ridolfi y Viroli han declarado que Maquiavelo haya sido
cristiano, y probablemente lo fue, la expresión «subir directo al cielo» no hace
referencia a «hacer lo correcto» en la lógica cristiana. Utilizando la meto-
dología straussiana, dicho enunciado más bien apunta a que tales acciones
representadas en las comedias ayudarían a conseguir los intereses que buscan
los personajes interpretados, encubriéndose bajo el lenguaje moral cristiano.
Sería una ironía por la cual Maquiavelo busca hacer más cercano el mensaje
para el espectador.
55
Maquiavelo, El Príncipe, 115.
316
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
56
«Quien viese nuestras cartas, honorable compadre, y advirtiera la diversidad
de lo tratado en ellas, se maravillaría ciertamente porque le pareceríamos unas
veces hombres graves, entregados por entero a las cosas grandes y que en
nuestros pechos no cabría pensamiento alguno que no tuviese en sí honesti-
dad y altura. Pero después, dando vuelta la página, le pareceríamos ligeros,
inconstantes, lascivos, inclinados hacia las cosas vanas. Este modo de actuar, si
a alguien puede parecerle vituperable a mí me parece digno de elogio, porque
imitamos a la naturaleza que es varia; y quien imita a la naturaleza no puede
ser reprendido». Arocena, Cartas privadas, 174.
57
Maquiavelo, Clizia, 128-129. Cursiva nuestra.
317
Sebastián Guerra Díaz
58
Maquiavelo, La mandrágora, V, 4.
59
Maquiavelo, La mandrágora, I, 1.
318
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
60
Tylus, «Theater and its Social Uses», 656-659.
61
Maquiavelo, La mandrágora, I, 3.
62
«Este vuestro doctor/ deseando tener hijitos / creería que un asno vuela; y de
cualquier otra cosa se olvida/ y solo en esto ha puesto su deseo». Canción del
entreacto II y III. Maquiavelo, La mandrágora, 31.
63
Maquiavelo, La mandrágora, III, 9.
319
Sebastián Guerra Díaz
320
La finalidad de la comedia en Maquiavelo
Bibliografía
321
Sebastián Guerra Díaz
Lapeyre, Henri. Las monarquías europeas del siglo XVI: las relaciones
internacionales. Barcelona: Labor, 1979.
-BXSFODF
1BVMj)VNBOJTU$VMUVSFBOE3FOBJTTBODF.BUIFNBUJDT5IF*UBMJBO
Libraries of Quattrocento», Studies in the Renaissance, vol. 20 (1973).
Machiavelli, Niccolò. Mandragola. Comedia facetissima di Lucretia e
Callimaco. Venecia: 1537.
_______. Opere, editado por Corrado Vivanti. Turín: Einaudi, 1999.
_______. «The Woman from Andros». En The Comedies of Machiavelli. The
Woman from Andros, The Mandrake, Clizia, editado por David Sices y
James Atkinson. Indianápolis: Hackett Publishing Company, 2007.
_______. El Príncipe. Madrid: Espasa Calpe, 2008.
_______. Textos literarios, editado por Nora Hebe Sforza. Buenos Aires:
Colihue, 2010.
_______. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Madrid: Gredos,
2011.
Martelli, Mario. «Politica, storia e letteratura: Machiavelli e Guicciardini». En
Storia della letteratura italiana, editado por E. Malato. Roma: Salermo
Editrice, 1996.
Martinez, Ronald. «Comedian, tragedian: Machiavelli and traditions of
Renaissance theater», Machiavelli, editado por John Najem. Cambridge:
Cambridge University Press, 2010.
Marzo, Antonio. «La ‘Clizia’ di Niccolò Machiavelli». En Teatro, scena,
rappresentazione dal Quattrocento al Settecento. Lecce: Galatina, 2000.
Perocco, Daria. «Boccaccio (comico) nel teatro (comico) di Machiavelli»,
Quaderns d’Italia, vol. 14, 2009.
Quinto, Horacio. «Arte poética». En Obras II. Sátiras. Epístolas. Madrid:
Gredos, 2008.
Raimondi, Ezio. «Il teatro del Machiavelli», Studi Storici, vol. 10, no. 4 (1969).
Ridolfi, Roberto. Vida de Nicolás Maquiavelo. Ciudad de México:
Renacimiento, 1961.
Romero, José Luis. Maquiavelo historiador. Buenos Aires: Signos, 1970.
Russell, Albert Ascoli y Angela Capodivacca. «Machiavelli and Poetry». En
The Cambridge Companion to Machiavelli, editado por John Najemy.
Cambridge: Cambridge University Press, 2010.
Tigerstedt, Ernst. «Observations on the Reception of the Aristotelian Poetics in
the Latin West», Studies in the Renaissance, vol. 15 (1968).
Tylus, Jane. «Theater and its Social Uses: Machiavelli’s Mandragola and the
Spectacle of Infamy», Renaissance Quarterly, vol. 53 (2000).
Ubersfeld, Anne. Diccionario de términos claves del análisis teatral. Buenos
Aires: Galerna, 2002.
Vanossi, Luigi. «Situazione e sviluppo nel teatro machiavelliano». En Lingua e
strutture del teatro italiano del Rinascimento, editado por Vanossi et al.
Padua: Liviana, 1970.
Viroli, Maurizio. La sonrisa de Maquiavelo. Barcelona: Fábula Tusquets
Editores, 2002.
322
Sobre los autores
323
Diego Sazo Muñoz
324
Sobre los autores
325
Este libro se terminó de imprimir
en los talleres digitales de
RIL® editores
Teléfono: 2223-8100 / ril@rileditores.com
Santiago de Chile, noviembre de 2013
Se utilizó tecnología de última generación que reduce
el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el
papel necesario para su producción, y se aplicaron altos
estándares para la gestión y reciclaje de desechos en
toda la cadena de producción.
a lucha por la interpretación de Maquiavelo sigue vi-
L
MAQUIAVELO
El Príncipe 500 años después
LA REVOLUCIÓN DE
Escriben
ISBN 978-956-01-0038-2