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Universidad Sergio Arboleda

Escuela Mayor de Derecho


Argumentación Jurídica II
Juan Esteban Villamizar Sanchez
Bibliografía: “Sentencia numero 11001-03-15-000-2006-00781-00(AC)
Consejo de Estado, Sala de los Contencioso Administrativo, Sección
Segunda”

ANTE TODO, EL ORDEN

Cuando nos hallamos en medio de un mundo permeado de violencia,


injustica, desorden y anarquía, la academia y toda aquella persona que tenga
un mínimo indicio de supervivencia no puede ser pasiva ni quedarse estática
ante la inminente extinción, puede sonar muy brusco, pero la historia nos ha
hecho testigos de las terribles consecuencias provenientes del desorden. Para
no ir tan lejos, un gran ejemplo que ilustra esta circunstancia nos lo da el gran
libertador.
Simón Bolívar que había vivido en Venezuela los resultados de la
anarquía de 1814 revela el pavor y el temor que le debemos al desorden. Al
entrar él triunfante a Caracas después de la famosa campaña admirable de
1813 con tropas granadinas que le habían confiado para ir a rescatar su país,
paso luego en el año de 1814 que devino la anarquía, cada uno mandaba por
su lado, entonces eran los del oriente, era Nariño por el uno, Bermúdez por el
otro y cada uno hacia lo que le daba la gana, resultado final vinieron las
hordas de Boves y vino la reconquista española y ahí fue que Bolívar
comprendido lo que era la anarquía y le tuvo siempre terror.
No obstante, el lector se preguntará a razón de que traje el pequeño
relato anterior, pues por una razón bastante sencilla, debemos comprender
con anterioridad al desarrollo de este escrito, que el hombre es un ser
eminentemente racional y de orden, el entendimiento humano siempre tiende
a converger en un entorno de orden y lógica. Pero cuando el mismo hombre
decide pervertir ese orden sucede lo que nos paso en 1814, la muerte y la
derrota.
Ya entrados en el mundo del derecho, esta misma lógica ha de
mantenerse, en esencia porque en nuestra mente no cabe concebir un
derecho irracional y desorganizado, además de que el mismo concepto de
derecho y desorden son contrarios. Siguiendo tal hilo conductor, el
jurisconsulto colombiano Noguera Laborde advierte que el sujeto es miembro
de una sociedad, así pues, este se configura como un ente social, sin perder
la individualidad que lo caracteriza, ya que además debe y tiene que convivir
con sus semejantes pues una sociedad implica una: “unión estable de varios
individuos, sujetos a una autoridad, con miras al bien de todos”. (Laborde,
2002, pág. 263). De acuerdo con ello y para profundizar en nuestra
disquisición sobre la inherencia del orden en el hombre, es posible dividir en
dos categorías a las sociedades, unas elementales como la familia y las más
complejas a la que los griegos llamaron polis, los romanos civitas y hoy en día
las conocemos como Estados.
En este orden de ideas, la aseveración que hace el Dr. Noguera
Laborde es magistral, afirma que sin importar la clase de sociedad que se
tenga absolutamente todas ellas exigen un orden y a continuación da una
breve definición de orden, la cual me permito parafrasear, Noguera indica que
por orden entendemos aquella conveniente disposición de las partes de un
todo, así mismo tal definición acoplada a la convivencia humana, hallaríamos
que la vida social tiene que desenvolverse de manera armónica.
Terminará diciendo que el universo está sujeto primigeniamente a un
orden ergo naturalmente hay un orden, pero un orden físico propugnado por
leyes físicas. Sin embargo, ese tipo de orden es insuficiente a la hora de
disponer convenientemente a una sociedad, dicho de otra manera, las leyes
físicas no pueden organizar una sociedad humana. En ese sentido, Laborde
manifiesta: “el ordenamiento que debe reinar en la sociedad tiene que ser
determinado por la naturaleza del hombre. En otros términos, el obrar social
humano, hay que ordenarlo conforme a la naturaleza humana”. (Laborde,
2002, pág. 23). De manera que este ordenamiento que debe surgir tiene que
ser común o igual en todos los individuos de la especie humana, y aquí es
donde nace la figura del derecho cuyo contenido debe fundarse en los
principios de igualdad y bien común. Por tanto, dice el Dr. Noguera, el derecho
es un ordenamiento de la vida social, desde el punto de vista de la justicia,
expresado en un conjunto de normas susceptibles de coercibilidad, con miras
al bien común.
Por otra parte, la misma cultura romana, nos lo recuerda nuestro
profesor de Derecho Romano de la Universidad Sergio Arboleda, fue una
cultura de orden y de fórmulas, el derecho allí inventado fue la base para el
desarrollo posterior del resto de ordenamientos jurídicos en el mundo, esto
debido a su susceptibilidad de ser predicho, es decir, era un derecho seguro
en el que se podía confiar.
Ese principio del derecho romano fue el que impero durante bastantes
siglos en el discurso de los juristas y filósofos del derecho, actualmente la
filosofía del derecho posee unos preceptos o valores jurídicos de semejanza,
uno de ellos es el denominado de seguridad, magistralmente planteado en el
libro de “Introducción General al Derecho” del doctor y jurisconsulto
colombiano Rodrigo Noguera Laborde. Del cual hablaremos mas adelante.
Por ahora me interesa que los lectores tengan en mente estos principios
universales e inmodificables del derecho, pues al pasar a analizar una de las
circunstancias mas inestables de Colombia, como es el de la tutela a las
sentencias judiciales, entendernos el por que debemos remitirnos a estos
valores inmortales del derecho.
Llegados a este punto, es momento de contextualizarnos en la
sentencia aquí a analizar, los hechos expuestos por esta, a manera de
resumen, son los siguientes:
 Señala la demandante que instauró acción de Reparación directa en
contra del Municipio de Melgar y EMPUMELGAR E.S.P con motivo del
fallecimiento de su esposo, en hechos acaecidos el 29 de noviembre de
1.998.
 Tribunal Administrativo del Tolima mediante sentencia proferida el 18 de
diciembre de 2003, con ponencia del doctor José Aleth Ruiz Castro negó
las pretensiones de la demanda de reparación directa interpuesta por la
señora ROMELIA ORTIZ GUTIERREZ Y OTROS (fl. 14).
 Con fundamento en lo expuesto, comedidamente solicito a esa Honorable
Corporación, se sirva tutelar los derechos fundamentales de la accionante
Romelia Ortiz Gutiérrez, que hayan resultado conculcados con ocasión de
la vía de hecho ocurrida en la actuación judicial mencionada, y en
consecuencia ordenar la nulidad de la sentencia que puso fin al proceso
de reparación directa de marras, para que el Tribunal Contencioso
Administrativo del Tolima produzca el fallo evaluando la prueba relativa a
la propiedad del vehículo causante del daño en cabeza del ente territorial
demandado
 Luego de una deliberación (con posterioridad la analizaremos) que realiza
el consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección
Segunda rechaza por improcedente la acción de tutela instaurada por la
señora Romelia Ortiz Gutiérrez y otros contra el tribunal administrativo del
Tolima.

Sintetizando, el Consejo de Estado declaro improcedente la tutela por


tratarse de una acción que iba en contra de una sentencia judicial pues al
señalar la constitución colombiana en su artículo 86 que esto no se puede
hacer, la alta corte fallo en contra de la acción de tutela de la señora Romelia.
Si nos sumergiéramos en dimensiones netamente emocionales, a priori,
pensaríamos que la señora al haber perdido a su esposo y considerando todo
el posible daño que ello le causo, inferiríamos que el Tribunal Administrativo
del Tolima fallo de mala manera y que al vulnerar sus derechos fundamentales
la tutela ha de haber sido procedente. Pero no, es un analisis basado
únicamente en pasiones y/o virtudes, para estos casos donde directamente se
ve implicado toda la estructura judicial debemos hacer uso de analisis
únicamente jurídicos y, por ende, racionales.
Así pues, en este momento es prudente recordar los valores inmortales
del derecho que a juicio mío fueron muy bien expuestos y tenidos en cuenta
por el Consejo de Estado al fallar. Siguiendo esta línea lógica, unos de los
mecanismos destinados a que el Estado de Derecho este a flote, sobreviva y
salvaguardaren la integridad y eficacia del sistema judicial son la cosa juzgada
y por ende la seguridad jurídica. De antemano, es correcto señalar que gracias
a estos preceptos es que hoy nuestro sistema judicial no ha sucumbido en la
anarquía. Pues, así como lo señala el Consejo de Estado:
La acción de tutela contra providencias judiciales puede quebrantar en
materia grave aquellos principios de la cosa juzgada, el de la firmeza de
las providencias judiciales y, en general, el de la seguridad jurídica,
pilares fundamentales de una recta, oportuna y eficaz administración de
justicia que, por encima de cualquier consideración, deben no solo
preservarse sino consolidarse y reafirmarse. Garantizan ellos la
vigencia de la norma jurídica como base insustituible de la vida
civilizada. (Principio de cosa juzgada, 2006)

No obstante, se preguntará el lector ¿Cuál es la importancia misma de


la cosa juzgada? A lo que responderé de manera muy directa: -la importancia
de esta es que no permite el caos es el aparato jurídico-, sin embargo, para
efectos de este trabajo jurídico, con obligatoriedad he de recurrir a definiciones
de mayor talante jurídico, es así como en la sentencia C-774/01 se define lo
que es la cosa juzgada:
La cosa juzgada es una institución jurídico procesal mediante la cual se
otorga a las decisiones plasmadas en una sentencia y en algunas otras
providencias, el carácter de inmutables, vinculantes y definitivas. Los
citados efectos se conciben por disposición expresa del ordenamiento
jurídico para lograr la terminación definitiva de controversias y alcanzar
un estado de seguridad jurídica. (Cosa Juzgada, 2001).
De lo anterior deviene algo de suma importancia y relevancia para
entender, uno el porque la tutela de la señora Romelia no fue procedente y
segundo para comprender como nuestro sistema de derecho previene un
desorden jurídico, así pues, hago referencia a que el precepto de cosa
juzgada viste de valor definitivo e inmutable a las sentencias que disponga el
ordenamiento jurídico. Lo cual impide con posterioridad que funcionarios de la
rama judicial, partes y en si mismo a la comunidad puedan entablar el mismo
litigio.
Aunado con lo anterior, debemos tener en cuenta a su vez que nuestro
sistema constitucional consagra el derecho a la tutela judicial efectiva cuya
garantía la encontramos en el articulo 228 y 229 de la Carta Magna
colombiana, esto que quiere decir, que a parte de tener el derecho a la tutela
en sí, tambien la persona tiene derecho al cumplimiento efectivo del fallo, lo
que en el artículo, se tilda como -cumplimiento efectivo de las providencias
judiciales- que como lo ha señalado la Corte Constitucional a través de
jurisprudencia, siendo específicos en la sentencia T-554/1992 es una de las
más importantes garantías para el funcionamiento y desarrollo del estado
social de derecho. De la misma forma, es lógico pensar que, para el
cumplimiento de las providencias jurídicas, se debe a su vez respetar el
principio de intangibilidad de estas que “determina la imposibilidad de
modificarlas salvo por motivos taxativamente presentados por la ley”. (Porras,
2008, pág. 6)
Y como segunda cuestión, el lector puede preguntarse que es y cuál es
la razón de ser del principio de seguridad jurídica, para ello, traeremos a
colación nuevamente al gran fundador de la Universidad Sergio Arboleda, al
doctor Rodrigo Noguera Laborde, el cual señala:
El valor jurídico de la seguridad se entiende de dos maneras:
primero, como la seguridad creada por el derecho, es decir, la
seguridad que el derecho confiere a sus destinatarios de que su
status jurídico no podrá ser cambiado sino de acuerdo con las
normas vigentes, con el derecho que aplica el Estado. Esta es la
seguridad entendida desde el punto de vista subjetivo. Pero este
valor puede igualmente entenderse en el sentido de la seguridad
derivada de la existencia del derecho positivo o, como dice
Radbruch, la seguridad “del derecho mismo”. Tal es la seguridad
entendida en sentido objetivo. (Laborde, 2002, pág. 124).

Después señalara el ilustre jurisconsulto que este inmutable precepto de


seguridad funciona como valor determinante de varios principios generales del
derecho, entre ellos, encontramos: “Las decisiones que resuelvan los litigios
en forma definitiva no pueden revivirse, esto es, hay que respetar la cosa
juzgada”.
De forma que revivir (dicho desde cierto punto de vista) el litigio de la
señora Romelia Ortiz Gutiérrez y otros que fue fallado por el Tribunal
Administrativo del Tolima, es incurrir en barbarie, pues violentar el Estado
Social de Derecho es totalmente reprochable. Para ilustrar, lo anterior me
permito citar una consideración que tuvo el Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Segunda:

Con la acción de tutela contra providencias judiciales se está


llegando al desorden jurídico o mejor, al colapso, sencillamente,
del orden jurídico que conduce a la ineficacia de las normas y del
derecho mismo y, como consecuencia, a la denegación de
justicia que es precisamente la barbarie. (Principio de cosa
juzgada, 2006)

En definitiva y a manera de conclusión, la manera como analizo y


considero el caso el Consejo de Estado fue sencillamente heroica, y lo digo
porque no únicamente sustento sus argumentos a través del derecho positivo,
como lo hizo en efecto con el articulo 83 constitucional, sino que
adicionalmente incluyo en su deliberación principios rectores del derecho, que
a manera de ver mía, son explicaciones que actualmente se ausentan de la
consideración de los magistrados.
Por otra parte, la sentencia que se analizo estuvo permeada casi en su
totalidad por advertencias en contra del desorden, es decir, indirectamente al
defender el precepto de cosa juzgada y de seguridad jurídica los magistrados
estaban suscitando un discurso a favor del orden jurídico y social. Tristemente
al parecer hoy en día, esas bellas y eficientes palabras a favor de un estado
social de derecho fuerte y ordenado fueron olvidadas, afirmo ello, con base a
todas aquellas circunstancias de las que he tenido conocimiento en las que
numerosas tutelas han sido procedentes contra sentencias judiciales, lo cual
indirectamente, estas se han convertido en otro tipo de instancias es decir, si
una persona no estuvo de acuerdo con una sentencia por la razón que fuese,
tiene la posibilidad de poner una tutela he ir prácticamente a una nueva
instancia, sin embargo, este debate da para largo rato por lo que no será en
este escrito en el que se analice ello.
En suma, fue un gran acierto del Consejo de Estado de aquella época el
haber declarado improcedente la tutela contra la sentencia hecha por el
Tribunal Administrativo del Tolima pues entre muchas otras cosa y recordando
el inicio de este ensayo analítico, impidió que la anarquía, la violencia y el
desorden se hallan tomado nuestro sistema jurídico y asimismo el país. El
libertador le tenia terror a la anarquía y lo dejó dicho en su ultima proclama
dictada pocas horas antes de morir, en la quinta de san pedro alejandrino: “los
pueblos obedeciendo al actual gobierno para librarse de la anarquía”.

Referencias
Asamblea Nacional Constituyente. (1991). Constitucion Politica de Colombia.
Bogotá. Recuperado el 24 de Agosto de 2018

Cosa Juzgada, C-774/01 (Corte Constitucional 2001).


elCOLOMBIANO. (2 de Diciembre de 2017). elCOLOMBIANO. Recuperado el 24
de Agosto de 2018, de
http://www.elcolombiano.com/opinion/editoriales/acuerdos-de-paz-el-
derecho-y-la-ley-YJ7803203
Laborde, R. N. (2002). Intoducción General al Derecho (Cuarta ed.). Bogotá, D.C:
Universidad Sergio Arboleda. Recuperado el 24 de Agosto de 2018
Principio de cosa juzgada, 11001-03-15-000-2006 (Consejo de Estado 2006).

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