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LO VÍVIDO VIVIDO
SHARIF FERNÁNDEZ

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UNA PIEL SOBRE LA PIEDRA
¿Qué decir de este libro que tienes en tus manos, lector, que
no se intuya entre sus líneas o se oculte entre sus páginas?
¿Qué decir de un libro que relata entre sus márgenes –y más
allá de ellos- la experiencia imaginaria de una disolución?
¿Qué decir –y con qué voz ajena a él- de un libro radicado en
esa tierra de frontera o de nadie, al calor del desarraigo y el
exilio? ¿Qué decir, y cómo, de un libro convocado desde su
mismo origen a suplir con su presencia aquello que ya es
historia? ¿Qué decir de estas «muescas en el alma», más allá
del abismo que sus propios límites señalan? ¿Y qué de esas
otras palabras que no se pronunciaron y fueron condenadas a
permanecer ocultas «sobre el folio en blanco de la vida que
se evapora»? ¿Qué decir de la muerte, esa metáfora blanca del
vacío o la pérdida, esa serena y silenciosa compañera de viaje
que se resiste a abandonarnos a lo largo de la existen-
cia, dotándola al mismo tiempo de un sentido? ¿Qué decir, y
de qué manera de «estas infelices palabras» que encuentran
sus valores al ser arrastradas verso abajo por la violencia del
viento? ¿Qué discurso instaurar que no borre en su fluir todo
discurso anterior? ¿Qué decir –al margen de lo dicho- de
las palabras que han sido convocadas para dar testimonio de
una vida increíble? ¿Y qué decir del silencio, ese itinerario por
el que a veces nos adentramos que se inicia cuando finaliza la
última palabra pronunciada? ¿Qué palabra decir que no sea
una palabra de clausura y exterminio? ¿Qué decir de aquello
que nos ayuda a conllevar la pérdida? ¿Qué decir, al fin y al
cabo, del hueco, y del vacío que llena su espacio?
Quiero pensar que para Sharif Fernández la poesía es un don,
un alumbramiento, una oportunidad para generar al mismo
tiempo asombro y desconcierto, lucidez e incertidumbre, am-
pliación del horizonte y consciencia de los límites, una oca-
sión para plantear de un modo incesante preguntas y conflic-
tos sobre la vida, la realidad, el mundo. Compositor y vocalis-
ta de rap reconocido y respetado por sus propios compañeros
y por amplísimos sectores del público y la crítica especializada,
Sharif publica ahora su primer libro de poesía, un volumen
dotado de una potencia rítmica considerable (reflejo de su
trabajo y sus conocimientos musicales) que es el resultado de
una relación constante, meditada y prolongada en el tiempo,
una relación asumida con una enorme responsabilidad y un
rigor extraordinario dado que este poeta sabe lo mucho que
se juega en cada verso, en cada palabra, y lo que con cada una
de ellas puede conseguir: «con el vigor de las palabras
destruyo muros». Poesía de una rabiosa actualidad y una
urgente necesidad donde la crítica social y la denuncia de la
hipocresía moral son motivos medulares. En este sentido, me
parece relevante el cuidado con que este poeta ha afrontado su
escritura, un trabajo de construcción arquitectónica en el que
nada ha quedado al azar y todo es resultado de una elección
deliberada, del respeto y la consideración que Sharif siente
por esa palabra que «viene después» con la intención, quizás,
de transformar la vida para hacerla más saludable.
A la luz de estas ideas, no es extraño que el autor de este
libro no haya tenido –ni ahora ni antes- ninguna prisa en
mostrar los resultados de su trabajo poético y eso, felizmente,
se aprecia con claridad en los textos que podemos leer en Lo
vívido vivido, un libro cargado de riesgos que su autor ha asu-
mido con una gran valentía dadas las marcadas connotaciones
y la intensa herencia cultural –literaria y musical, fundamen-
talmente- que acarrea. Un libro, por otra parte, saturado de
agitación y pensamiento en donde la rabia, el dolor, la pasión
y la reflexión son agentes sucesivos y complementarios en el
proceso de creación artística. El sujeto poético ha vivido en un
principio el momento de la contemplación y la emoción y,
posteriormente, ha sabido leer esos acontecimientos en el
tiempo de la meditación, la serenidad y la escritura. Y en ese
proceso, que no es sino un movimiento de aprendizaje, un
viaje de iniciación, ha partido a la búsqueda de lo esencial,
hacia el encuentro de la raíz de las cosas, ofreciéndonos de
este modo el retrato «de mi periplo personal, de mi perpleja
travesía aún sin final», un itinerario, sin embargo, trazado en
una cartografía social en la que el sujeto comparte solidaria-
mente con sus semejantes pesares y conflictos, desgracias y
compromisos.
Un hombre, como escribiera Borges (mencionado, por cierto,
en uno de los poemas del libro), se propone la tarea de
dibujar el mundo. Ese hombre es Sharif y el resultado de ese
dibujo es Lo vívido vivido, poesía que suma al restar, que se
enriquece y crece conforme se desplaza y se adentra en nuevos
territorios y a veces pierde elementos escritura de agua y
arena, de sufrimiento y goce, de viento, ausencias y silencios
tejida a golpes de sensibilidad e imaginación contra la mudez
de la piedra y el sinsentido del grito, elaborada desde la
consciencia de que sólo la experiencia del exilio y «la raíz de
la memoria», la dureza del hielo y la exactitud de la ceniza
han de dar cuenta al final del sentido esencial de nuestras
vidas: «hoy he decidido no escapar más del presagio / y
conocer a ese extraño que hay debajo de mi piel. // Quiero
emprender un viaje que no sea una huida, / un lento
peregrinaje al epicentro del abismo». La identidad puesta en
cuestión, ¿hay mayor desafío?
Estos poemas muestran en lo que esconden que, finalmente,
no buscamos sino aquello que en algún momento pudo ser
nuestro, aquello que un día creímos poseer –y muy proba-
blemente tuvimos, aunque fuera sólo por un instante- en los
confines del mundo: el regreso al paraíso perdido, el relám-
pago devastador de la belleza y la luz. Búsqueda y deseo, esas
herramientas con las que tratamos de cerrar la herida de una
existencia en el aire de la memoria y proyectamos su imagen
desplegada en los senderos aún no transitados del futuro.
Situación en el camino del aprendizaje y el conocimiento, esa
inteligencia que nos enseña que no hay victoria que no surja
de la derrota y la amargura, que nos recuerda que la pleni-
tud brota con frecuencia de las lágrimas y el dolor, que nos
muestra que el saber es siempre resultado de una ignorancia
consciente. Aquí la poesía abre y no sella, sugiere sin declarar
expresamente, o señala al callarse y guarda por lo tanto un se-
creto, o indica de otra manera, o afirma desdiciéndose al mis-
mo tiempo, o expresa sin clausurar el sentido, o es un decir en
construcción donde puede desplegarse un abanico amplísimo
de posibilidades: «Un papel en blanco es un espejo infinito /
donde caben todas las vidas de la tierra, / el hambre, la sed, el
silencio y los gritos, / la sangre, la piel, la paz y la guerra».
Este libro propone un escenario de registros poco habituales
en la lírica española de estas últimas décadas y requiere un
lector cómplice y comprometido con la búsqueda insaciable
de esa otra verdad poética a menudo silenciada por los voceros
del poder, dispuesto a aceptar que la poesía puede ser un acto
de compromiso con la palabra y con la realidad, un acto de
respuesta –como quería Pavese- a las agresiones y ofensas
cometidas a lo largo del tiempo por esa misma realidad tantas
veces devastadora y terrible. Es una de las propuestas, uno de
los retos que nos plantea un libro como este en el que todo
surge a través de la constatación de un acontecimiento no por
más real menos ignorado: un límite no es un punto de cierre
sino una oportunidad para seguir explorando. La escritura
poética de Sharif es un desafío a esos límites.
Alfredo Saldaña

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Tu Ignorancia Hizo Llorar a Lechowski
(http//www.facebook.com/TuIgnoranciaHizoLlorarALechowski)
Hip Hop In The House
(http://www.facebook.com/HHInTheHouse)
CAPTATIO BENEVOLENTIÆ
Vengo a dejar huella de mi linaje, de mi triste estirpe de
silencios rotos. Quizá mis palabras posean alguna inspiración,
mas no aspiran al parnaso, sino a ocupar el lugar del licor en
el vaso al brindar por el fracaso. Este librito es una suerte de
miscelánea; utilizo esa palabra, miscelánea, en honor a los
antiguos libros del Barroco en los que en el mismo título se
daban cita textos de diversa raza, inspiración y género. Y en
honor a la verdad, porque lo que aquí se va a encontrar el
lector no es ni poesía ni relato ni sesudo ensayo, y a la vez es
todo eso y algo más, algo así como las muescas en el alma de
mi periplo personal, de mi viaje de ida a ninguna parte. No sé
bien a quién pudieran interesar los poemas que estas páginas
contienen, a no ser al innoble ladrón, enamorado de la noche
como de una mujer prohibida.
¿Cuándo empecé a escribirlos? ¿Cuál es la fecha de su llegada
al arrabal del mundo? Quién lo sabe. Son escritos sin edad,
sin carné, no tienen carta bautismal; ninguna comadrona
estuvo presente en su alumbramiento, me corresponde a mí,
como padre que soy de ellos, afirmar que en su mayoría
fueron partos con dolor. Lo que sí puedo decir de estos
poemas es que en su mayoría son rabias y desahogos, torpes
palabras que intentan descifrar el enigma de un rostro,
mirándose en el espejo de un folio. ¿Qué por qué los publico
ahora? ¿Acaso piensa el lector que persigo un noble ideal con
ellos? ¿Quizá que sirvan de antorcha para el que los lea?
Mucho me temo que es más humana mi intención, y con
humana quiero decir vulgar. Los publico por algo de vanidad,
supongo, pero sobre todo por el egoísta sentimiento de hacer
que mi progenie se emancipe, es decir, si yo soy el padre de
estos infelices poemas –sus madres han sido muchas-,
considerando que ya son mayores de edad, los lanzo al mundo
para que luchen con sus propias manos, para que hablen con
otras bocas usando su propia boca, para que amen la pulida
superficie de las almas que se tocan. Los destierro de mí para
que aniden en otros cielos, para que aprendan a latir bajo otro
pecho, para que sean libres por fin. También existe, aletea y
persiste una misteriosa magia en este libro triste. Pues la
casualidad, que es brújula del destino, hizo que fuera un
amigo quien me ofreciera el raro milagro de publicar mis
poemas, en un tiempo en que la poesía, tan sublime e ingrata,
vale menos que lo que menos vale. A él, gracias.
Al resto les ruego perdonen el díscolo caos en los patrones,
pero cómo domar la escritura cuando las palabras salen a bor-
botones. Por otra parte, la musa con la que mi corazón coque-
tea a veces me besa y a veces me abofetea. La inspiración, que
es madre de la poesía, ni pide perdón ni rinde pleitesía. Yo, en
cambio, apelo a la indulgencia del lector.
Para mi madre, porque siempre que estoy perdido puedo
encontrarme en sus ojos.
Para Celia, por jugarse el corazón con cada beso.

Este amor ya sin mí te amará siempre.


Ángel González
LA PALABRA VIENE DESPUÉS

La palabra viene después,


primero nace la idea,
un embrión en la marea
aún sin cabeza ni pies.
La palabra viene después,
antes van el beso, la caricia,
romper el espejo de Alicia,
aprender a morir al revés.
La palabra viene después,
primero van el peón, la torre,
el talón de la infancia que corre,
del andén imberbe de la niñez.
La palabra viene después,
le preceden el trueno, la centella,
el llanto triste de una estrella
que sabe que se va a caer.
La palabra viene después,
primero los ojos, la boca,
las manos de los ciegos que tocan
para poder ver.
La palabra viene después,
cuando ya está todo dicho,
y estamos más cerca del nicho
que de la sombra del verde ciprés.
La palabra viene después,
cuando ya está todo vivido,
y tu voz se ría del olvido
cuando tú ya no estés.
Y YO LA BESÉ…

Ella arrastraba valles y colinas,


ruinas celestes, eclipses y desiertos,
y yo la besé,
sin saber que la nostalgia también se contagia.
Ella arrastraba penumbras misteriosas,
escorpiones y mariposas, estrellas y silencios,
y yo la besé,
sin saber que la luz es la madre de las sombras.
Ella arrastraba huracanes y maletas,
amuletos y muletas, constelaciones de luciérnagas,
y yo la besé,
sin saber que la tristeza es la resaca de la alegría.
MILITIA AMORIS

Con el tenaz acero del tiempo forjo espadas,


con la áspera piel de la experiencia, escudos;
construyo con montones de papeles, barricadas;
con el vigor de las palabras destruyo muros.
Mi ejército está compuesto de desertores
que en unas piernas de mujer tienen su trinchera,
de niños que nunca se hacen mayores,
que tienen corazón, no una bandera.
LA HORMA EXACTA DE MI DESEO

Tu cuerpo para mí es una sorpresa que se renueva,


una silenciosa fiesta infinita que se agita y pestañea.
Anoche lo recorrí palmo a palmo y no recuerdo este
centímetro de paraíso, este recodo de tu piel que me
saluda y me conoce.
Acaso te renuevas cada mañana para despistar al
viajero que te camina; acaso te descubra a cada
caricia, como quien encuentra una nueva estrella en
la nueva noche.
Pero tu cuerpo para mí no es sólo tu cuerpo, ese raro
milagro que absorbe y refleja la luz en la superficie
de tu carne pulida. No.
Tu cuerpo para mí es el confín de mi esperanza, la
horma exacta de mi deseo.
La estrella que se estremece,
la flor que tirita en el viento,
un temblor, un pensamiento
que si se piensa, desaparece.
Tu cuerpo es la materia donde cristaliza mi alma,
eternidad encarcelada en una gota de ámbar.
A PESAR DE NADA

A pesar de la guerra cruel,


de los silencios y los gritos,
de los abusos del orgullo,
de la niebla y del granizo.
A pesar de los cadáveres de las promesas,
de los trigales arrasados,
de la hambruna,
de los campos de refugiados.
A pesar de la cicuta del amor,
de la guerra sin sentido
de dos corazones que se lastiman,
que se buscan y se olvidan…
A pesar de todo eso, tu cuerpo
para mí sigue siendo Ginebra,
un armisticio,
una cálida tregua,
una patria neutral,
a la que hay que acercarse despacito,
dejando las armas en la frontera,
y donde siempre soy bien recibido.
MISCELÁNEA

Amor y poesía
son dos alimentos
que se comen sin hambre.
BUSCO, QUIERO, PERSIGO

Busco un verso que remiende el traje,


de encaje de angustia y de tristeza,
que visten mis ojos de pies a cabeza
como un negro luto en el paisaje.
Quiero un verso que dé paz y no medallas;
ponerle fin a esta guerra sin sentido,
en donde yo soy mi único enemigo
y mi corazón es el campo de batalla.
Persigo un verso que no sea fuego sino lumbre,
que no sea ego sino sosiego y desvarío,
para que pueda calentarse el que huya del frío
de la rutina, la soledad y la costumbre.
CLASIFICADOS

En el periódico de hoy:
Suicida busca asesino que amenice soledad.
El azar y el destino, hermanos de casualidad.
Asceta millonario quiere comprar una ciudad.
Poeta legionario prefiere morir a matar.
En el periódico de ayer:
Preso busca celda con vistas a la libertad.
Beso desea boca para morir con dignidad.
Peso en la conciencia reniega de la gravedad.
Esta adolescencia perpetúa mi enfermedad.
En el periódico de mañana:
Se alquila la alegría si justifica necesidad.
Una vida larga quiere morir con brevedad.
Amigo busca amiga que no busque amistad.
La guerra de los mundos necesita algo de paz.
PRETÉRITO IMPERFECTO

Amenazaba el reloj las cuatro,


ya se había desvelado mi alma.
Hay quien llama vida a este rato,
ingrato ir y venir de albas.
Anestesiaba con miel la carne,
y Camarón me quitaba el sentido.
Intento escribir para olvidarte,
y ni escribo ni te olvido.
Arañaba el sol el cielo
con sus rayos como lanzas.
Yo corría huyendo del miedo,
persiguiendo la esperanza.
Lloraba como niño el hombre
porque era culpable de sus delitos
y, susurrando al oído tu nombre,
el silencio callaba a gritos.
MISCELÁNEA / II

Todas mis frases son robadas:


las que no robé de un libro
se las robé a una mujer;
las que no robé a la realidad
las robé del ayer.
LO MALO DE CRECER

Lo malo de crecer no son las canas,


ni las ojeras tatuadas por los años,
no es la duda agazapada en los rincones,
ni la colección inacabada de fracasos.
Lo malo de crecer no son las ruinas,
ni que el invierno dure más que los veranos.
Lo malo de crecer son las espinas,
cuando no saben a nuevo los pecados.
LUMINOSAS DUDAS, OSCURAS CERTEZAS

Es cierto todo.
Que no supe guardar el secreto blanco de tu amor.
Que torpe confundí tus besos con mi prisa.
Que el tiempo se cansó de perdonarnos.
Es cierto todo.
La duda y la certeza.
Las promesas rotas en un rincón.
El centímetro infinito que hay entre mi dedo y tu rodilla.
Es cierto todo eso y todo lo demás
que no sé o no me atrevo a decir.
Y aun sabiendo que es cierto lo que escribo,
que el amor es una trampa voluntaria,
en todas las horas se esconde un minuto
en que iría hasta la sombra de tu puerta a mendigarte,
a sentarme como un niño o como un indio
invocando la lluvia o a los dioses con mi llanto o mi silencio.
Todo por no dejar que se consuma la llama en la que ardo.
Todo por no perderte nunca, por no perderte siempre.
Y me voy con una duda y una certeza:
La duda de si podré olvidarte.
La certeza de no querer hacerlo.
COBARDE

Un papel en blanco es un espejo infinito


donde caben todas las vidas de la tierra,
el hambre, la sed, el silencio y los gritos,
la sangre, la piel, la paz y la guerra.
Un papel en blanco es un espejo infinito,
un manantial de fuego donde hierve la duda,
al que van a mirarse los poetas malditos
porque sólo ahí su alma se ve desnuda.
Un papel en blanco es un espejo infinito,
que se alimenta del pan de los recuerdos,
de los pétalos secos de amores marchitos,
de la dulce locura que arrastra a los cuerdos
Un papel en blanco es un espejo infinito,
una gota de tiempo en un océano que arde,
un marco de plata para los versos proscritos,
una excusa para los cobardes.
PLACEBO

Ayer seremos jóvenes,


dioses paganos,
cómplices y verdugos de la breve eternidad de la juventud.
Nos sentíamos inmunes, intocables y eternos.
El sexo y la poesía
eran nuestro antídoto contra la muerte y el tiempo.
NIÑO SEXAGENARIO
(A Ángel Guinda)

Cicatriz del diccionario, antípoda de lo común,


corazón hospitalario, he amado, ergo sum.
Jerga de los jilgueros, el alma de tu abecedario,
patria de los extranjeros, niño sexagenario.
Nostalgia de lo que pudo haber sido,
arrabal lleno de flores,
cáliz del licor de lo prohibido,
capitán de los desertores.
Cigarra vestida de luto, garganta quebrada de duelo
bajo el insoportable silencio del cielo.
Ícaro de la noche, pájaro en llamas y honesto,
apóstol del deseo, hermano, amigo y maestro.
MISCELÁNEA / III

Más allá de adjetivos, sustantivos y verbos,


está el lenguaje silencioso y exacto de nuestros cuerpos.
RATITA PRESUMIDA
A ti te ardía el tiempo en la pupila,
a mí se me escurría de los dedos;
yo sólo veía fantasmas que desfilan,
tú no le tenías miedo al miedo.
A ti el húmedo placer de lo mundano,
a mí el deseo desesperado y eterno;
en tu campo florecían los veranos,
en el mío se cuajaban los inviernos.
A ti la risa loca, la brisa suave.
Yo sangre en la boca, puerta sin llave.
A ti la estrella, la noche pura,
yo la vela, centella de la locura.
A ti Pompeya y la lava del volcán,
piel que no engaña, pestaña del huracán.
Yo hambre de un día, poesía y pan,
mala caligrafía y lágrimas de Adán.
A ti la fiesta del sol, la fortuna,
a mí la alegría de farol, las espinas,
tú haciendo castillos en la luna
yo prendiéndole fuego a mis ruinas.
Tú gatita coqueta,
yo perro viejo y poeta, enfermo de soledad.
Tú guardas mariposas,
yo marchito las rosas del jardín de la verdad.
PODRÍA, PERO NO PUEDO

Podría engañarte,
decirte que el amor es infinito,
que te esperaré siempre,
que tu boca es mi poema favorito.
Podría mentirte,
decirte que te necesito,
que me muero si te vas,
que cuando vuelves resucito.
Podría sobornarte,
besarte sin apetito,
pero qué diría la poesía, entonces,
el poco poso de verdad que hay en un poema.
RETRATO DE UN PINCEL POR UNA PLUMA
(A Carlos Prieto)

Lienzo ocre de un horizonte sin estrellas,


donde se consumen los hombres, las almas, las botellas.
Tela negra de luto por el vino y la fortuna,
rostros que ríen, ojos que lloran, bocas que ayunan.
Espejo de plata, corazón sincero, negro y puro,
rincón del tiempo carcelero de los sueños sin futuro.
Sol oscuro, trazo de piel traspasado de alfileres,
por culpa de la pulpa del humo y de las mujeres.
Eterno ocaso
de corazones frente a un vaso,
siempre a un paso del abismo.
Dulce letargo
del sabor del vino amargo,
con un sin embargo de realismo.
Pintor de la tormenta púrpura que huye de la calma,
de la esperanza inquieta, de la grieta que apolilla el alma.
En ti se alían la rosa y la espina, la pupila y la belleza.
Amor violento, esquina de tiempo que destila tristeza.
En guardia te mantienes con el pecho a la deriva,
con memorias en la piel y el pincel en carne viva.
Brindo por la verdad, por la amistad sin alquileres,
por que no dejes de pintar viendo agonizar atardeceres.
Te devuelvo una gota del océano que me diste,
espero que sepa calmar tu sed.
Barba de ayer, ojeras de mañana,
pincel de hiel, alma de porcelana.
MISCELÁNEA / IV

Inspiración, sutil embrujo:


hasta en mis más graves miserias
eres invitada de lujo.
ME AMPUTARON CON TU AUSENCIA
(A Gabriel Miró)

Miserable aniversario este triste diecisiete,


maldito calendario que cumple lo que promete.
Cuentas de rosario son los días sin tus días,
un año ha que se viste de luto mi alegría.
El mundo sigue tan mezquino como siempre,
tan ruin, tan asesino, tan indiferente.
Los locos se consuelan corriendo tras la suerte,
los poetas se desvelan y le escriben a la muerte.
Todo son soles y lunas, angustias y esperanzas,
sueños que nunca se alcanzan y duelos con la fortuna.
Los más te echamos de menos,
los menos no importan en esta historia,
por siempre viviré tu fenómeno,
escrito con dolor en mi memoria.
CIMETIÈRE DE PARIS

La lluvia era un estribillo.


El llanto de los árboles bautizaba
con sus hojas los adoquines del sueño;
piedra sobre piedra,
tumba sobre tumba,
eternidad sobre eternidad.
Baudelaire en Montparnasse, Oscar Wilde en Père Lachaise
honraban con sus mudas palabras el mausoleo del silencio.
Y el musgo era una piel sobre la piedra.
PALIMPSESTO

Este Lautréamont con esperanza,


hermoso como un cielo de verano,
hermano de la hiel es el sabor de la venganza,
lanzas en la piel las palabras que callamos.
Este conde de La Fère deshonrado, malvestido y tatuado,
maldito con este orgullo impío, de príncipe destronado,
que no le deja amar ni ser amado.
Este Dorian Gray que me sostiene la mirada,
arrepentido y miserable en el espejo.
Este lord Henry que sabe coser el alma
con jirones y remiendos.
Este Papillon que ahora
siendo libre como el día
a solas su libertad, llora,
ora mendigando tu compañía.
Este Quijote vencido,
hijo repudiado de Fortuna.
Este Sancho envejecido
que escribe versos a la luna.
Este Aureliano Buendía sin descendencia,
subido al cadalso de la nostalgia,
que no os dejará más herencia
que el truco del que no sabe hacer magia.
Este Sherman McCoy sin ambición,
sin amantes ni dinero,
lleva en el alma una canción
y en el bolsillo un agujero.
Este Güero Dávila sin Teresa,
que le ayude aguardar sus secretos.
Este castillo de If sin princesas,
de las que se esconden en los cuentos.
Este vivir muriendo,
este llorar cantando,
este no saber sabiendo,
ni como soñar soñando.
Este Ignatius Reilly que madruga,
deslumbrado por el brillo del sol,
se atreve a tutear a la fortuna,
pero no a decirle adiós.
Esta sombra sin cuerpo que lo acune,
este cuerpo sin alma que lo consuele,
bendita la mañana de este lunes,
malditas las caricias que no duelen.
MISCELÁNEA / V

En la soledad de mi destierro
no hay soles que crispen el cielo
ni hay musas que lleven violetas.
Tan sólo hay palabras de hierro
forjadas con fuego y hielo
que mueren en la voz del poeta.
En la soledad de mi exilio
no hay flores que adornen tu pelo
ni olores que a ti me recuerden.
Sólo tu nombre hasta el delirio,
la hiel que destilan mis celos
y el olvido inclemente que vuelve.
ETERNO RETORNO

Doctorado en los idiomas de la torre de Babel,


en el sabor amargo de la hiel y los naufragios,
hoy he decidido no escapar más del presagio
y conocer a ese extraño que hay debajo de mi piel.
Quiero emprender un viaje que no sea una huida,
un lento peregrinaje al epicentro del abismo,
allí donde es imposible esconderse de uno mismo
es donde se empieza a reconciliarse con la vida.
Sé bien que no ha sido ni el miedo ni la costumbre,
ni el frío de mi nicho, ni el capricho de mi orgullo
lo que hizo a mi corazón sentarse junto al tuyo
y calentarse con el brillo puro de tu lumbre.
Fueron tus palabras de hembra con sangre en las venas,
tus caricias de agua y fuego, el juego de tus caderas.
La promesa de un secreto ondeaba en tu bandera,
como un soneto prohibido, todo lo que escribo me condena.
MISCELÁNEA / VI

¿Dónde está tu delgada sombra,


que como una alfombra el sol proyecta
sembrando de azabache la tierra,
que orgullosa de ti celebra
la caricia de tu forma perfecta?
EL AIRE QUE SECA LA TINTA
Quería decirte que yo también te quiero.
Que para mí han sido fatales y malditos todos y cada uno de
los minutos de esta semana, en la que he estado exiliado de ti,
del milagro de tu palabra, del eco de tu risa, del profundo
barranco de tus ojos al que me gusta saltar cuando me miras.
Pero es terrible nuestro destino; y aunque como plantas, bajo
la tierra y bajo la piel nuestras raíces se trencen, en la
superficie, nuestras hojas buscan la luz de diferentes soles.
La misma sal, distinta savia.
Tú eres la gozosa dicha de las estrellas, yo soy la pálida
tristeza de la luna.
En mis ambiciosas noches te sueño madre de mis hijos, timón
de mi casa, brújula de mi fortuna, norte de mi alma…
Pero tan sólo es un sueño.
La distancia que nos separa no la hay entre las estrellas.
No se puede medir ni salvar porque no es de tiempo ni
de espacio, sino de vida.
Tú, ninfa estival, no conoces las canas del otoño.
El mundo y su belleza te pertenecen, se abren ante ti
como un horizonte de promesas y de buenos augurios.
A mí sólo me queda la cáscara de la semilla nacida, el
hinojo, el postrero rastrojo de la siembra.
Intenté ser cauce para el río de tu alma…
Quería decírtelo… Pero prefiero escribirlo y paladear
despacio la cicuta de mi silencio. Sellar con sangre y tinta el
destino de estas palabras.
Que nadie conozca mi secreto, que nadie vea a mi corazón
tullido. Sólo el papel, la tinta y el aire que la seca.
¡MALDITO SAN VALENTÍN!

Te quiero en el ayer,
en el mañana,
en el escuálido ahora.
Te quiero sin querer,
sin calendarios
que desguacen la aurora.
Te quiero entre huracanes,
entre silencios y noviembres.
Te quiero sin querer,
nunca, aún, todavía, siempre.
CERRADO POR MOTIVOS
Este beso marchito y envenenado,
este amor arrancado de raíz,
este corazón que llora desconsolado,
por cometer el pecado de enamorarse de ti.
Esta herida profunda como un barranco,
esta tristeza que me devora,
este esperarte escribiendo en un banco,
sobre el folio en blanco de la vida que se evapora.
Este llanto triste y desconsolado,
este catálogo de cicatrices,
este presente sin futuro ni pasado,
este barco varado en los arrecifes.
Esta verdad que no sabe que se equivoca,
este orgullo postrándose de hinojos,
este no dejar de buscar en cada copa,
la miel de tu boca y el fuego de tus ojos.
Este aprender siempre con desengaños,
este almanaque de vidas fugaces,
este no saber querer sin hacerse daño,
estos extraños en un baile de disfraces.
Este caminar tras el horizonte,
esta soledad sin compañía,
este cementerio de tumbas sin nombre
al que acuden los hombres a enterrar su alegría.
Este laberinto sin escapatoria,
esta historia de amor miserable,
esta cicatriz en la raíz de la memoria,
esta victoria tan inalcanzable.
Esta caravana de lágrimas que huyen,
este negro juramento de ceniza,
este terror en la sangre que destruye,
este amor que engulle cual arenas movedizas.
Este incendio que nos consume,
esta nostalgia del olor de tu perfume,

y este amor que nos desune.


MISCELÁNEA / VII

Cuando veo un trozo de ti,


un rincón de tus caderas,
pienso que ese pedazo de piel,
esa esquina de cielo
es terreno neutral,
una patria sin banderas
donde el corazón rinde al orgullo.
EL VALS DEL OLVIDO

Me pregunto si pensará en mí cuando pienso en ella;


si en ese segundo preciso que deshoja el olvido,
en ese instante que no hay vencedor ni vencido,
los dos estamos mirando la misma estrella.
Me pregunto si su piel me recuerda,
si su mano me añora,
si su boca me llama
y si sus ojos me lloran.
Me pregunto si consiguió despistar su tristeza,
si en el olvido encontró la paz.
Pero en qué música sumerge su alma,
con qué baile despista la memoria…
TODOS LOS FINALES SON COBARDES
La respuesta es sencilla, viejo, ella tiene razón: deja de
marear la sopa.
Lo que pasa es que cuesta rendirse cuando sólo se conoce
la trinchera.
Cuesta derribar la casa, disecar las fotos, recuperar el cadáver
de la felicidad de entre los escombros; cuesta olvidar los besos,
romper las promesas, poner la mesa para uno, cambiar de fe,
conjugar tu ausencia en el café del desayuno.
Pero no es justo este silencio, esta huelga de hambre, este
macabro juego,
este incendio controlado, donde ninguno arde y siempre es
tarde para empezar de nuevo…
Pero cuesta claudicar ante el olvido,
enmarcar el diploma del fracaso,
bailar un vals entre tanto ruido,
ponerle al corazón herido un marcapasos.
Y dime: ¿qué hacer con los recuerdos?
¿Los mal vendemos? ¿Custodia compartida?
Cuesta aceptar que la que ayer fue tu mujer
mañana puede ser una desconocida.
Dice Borges: «Ya no es mágico el mundo, te han dejado».
Añade Sabina: «Amor se llama el juego en el que un par de
ciegos juegan a hacerse daño», y el verso que reamente duele
es el siguiente.
Y aumenta la distancia entre los versos

como aumenta la distancia entre nosotros.


MISCELÁNEA / VIII

El orgullo puede ser escudo o espada: escudo contra


los demás, espada contra nosotros mismos. Y espada
contra los demás y escudo contra nosotros mismos.

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