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PROCESAL
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Corresponde en esta oportunidad, abordar el estudio jurisprudencial sobre las
figuras de sucesión y sustitución procesal 1, no sin antes precisar estos dos
conceptos, a través de un sucinto repaso por la doctrina y finalmente, arribar al
énfasis propuesto por el docente, esto es, lo que atañe al tratamiento
jurisprudencial de las mencionas figuras en la jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia y Tribunales Superiores de Distrito Judicial.
Las controversias que se susciten con ocasión del ejercicio del derecho
consagrado en el artículo 1971 Código Civil, se decidirán como incidentes
(negrillas fuera de texto).
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En este punto nos referiremos a providencias proferidas por la Corte Constitucional, de
constitucionalidad y de tutela.
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La muerte de uno de los litigantes, o sea declarado ausente o en
interdicción;
Ahora bien, nótese cómo el aludido artículo 60 del C.P.C., que en principio dice
regular la sucesión procesal, en su inciso 3° se refiere a la sustitución procesal
cuando el adquirente a cualquier título sustituye al titular cuando la parte contraria
lo acepta expresamente. Entonces surge la pregunta, ¿cómo distinguir (pese al
nombre que se dé) si se está frente a la figura de sucesión o sustitución procesal?
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“El concepto de parte procesal difiere al de parte en sentido material. La diferencia se establece
en atención a la naturaleza diversa de las relaciones en las que participan los sujetos involucrados:
uno es el proceso y otro es el litigio. Tratándose de la parte en sentido sustancial se hace
referencia a la titularidad subjetiva de la relación material sobre la cual versa el objeto del debate
procesal. En este caso no se emplean las categorías de actor-opositor, demandante-demandado,
ejecutante-ejecutado, sino las de acreedor-deudor, comprador-vendedor, poseedor-dueño…
empleador-trabajador…” (AGUDELO RAMÍREZ, Martín. El proceso jurisdiccional. Segunda edición.
Medellín: Editorial Comlibros, 2007. p. 302 - 303).
Asimismo, afirma el profesor Agudelo que mínimo dos partes procesales (actor y opositor) deben
estar identificadas al inicio del proceso, pero indica que tal como lo enseña Enrico Tullio Liebman, a
las dos partes originarias pueden integrarse como partes otras personas distintas, incluso luego de
haberse integrado el contradictorio, por cuanto “La posición de parte se adquiere: a) por efecto de
la demanda introductiva del proceso; b) por efecto de sucesión en la posición de parte originaria; c)
por efecto de intervención, voluntaria o coaccionada, en un proceso pendiente”. (Enrico Tullio,
Liebman, Manual de Derecho Procesal Civil. En: AGUDELO RAMÍREZ, Martín. El proceso
jurisdiccional. Segunda edición. Medellín: Editorial Comlibros, 2007. p. 304 y 305).
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RICO PUERTA, Luis Alonso. Teoría General del Proceso. Segunda edición. Bogotá: Editorial
Leyes, 2008. p. 661-664.
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El heredero ha de suceder al causante en la relación procesal. En
ausencia de aquel, el curador de la herencia yacente, y en cualquiera de
esos casos, conjuntamente con el cónyuge supérstite, si es viable su
participación, es decir, si no ha mediado previamente la liquidación de la
sociedad conyugal.
Como se observa, cada uno de esos sujetos, tenía hasta el momento del
fallecimiento del causante la calidad de tercero. En virtud de la
transmisibilidad de los derechos, se sucede en las facultades y deberes
sustanciales debatidos, se ocupa la posición procesal que ocupaba el
causante, pero no cambia la parte, como tradicionalmente se ha afirmado
en la doctrina colombiana.
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verá, no ha ocurrido lo mismo respecto de la última hipótesis, discusión que ha
tenido incluso como escenarios no solo en la H. Corte Suprema de Justicia, sino
también a la Corte Constitucional.
De otro lado, la sustitución procesal, que puede ser uno de los efectos de
la cesión de derechos litigiosos, consiste en el reemplazo total de una de
las partes procesales por un tercero, que puede ser el cesionario de los
derechos litigiosos. Sobre los requisitos que deben reunirse para que el
cesionario de los derechos litigiosos pueda sustituir al cedente en el
proceso, el artículo 60 del Código de Procedimiento Civil…
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El artículo 60 del Código de Procedimiento Civil ha sido interpretado por
la jurisprudencia civil, contencioso administrativa y constitucional en el
sentido de que la cesión de derechos litigiosos no da lugar
automáticamente a la sucesión procesal, pues esta última requiere el
consentimiento expreso de la contraparte. En otras palabras, la
sustitución del cedente por el cesionario en el marco de la litis requiere el
consentimiento expreso de la contraparte.
“En este orden de ideas, la cesión del derecho litigioso debe considerarse
dentro de la órbita procesal señalada, como el acto por medio del cual
una de las partes del proceso cede en favor de otra persona, total o
parcialmente, la posición de sujeto de la relación jurídica procesal, y con
ella la posibilidad de ejercer las facultades y derechos que de allí se
derivan con miras a conseguir una decisión final favorable, que en
manera alguna garantiza la cesión.
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entrará al proceso —a la relación jurídico procesal— con la calidad de
litisconsorte del cedente. Por el contrario, si el cedido acepta
expresamente el negocio jurídico de cesión de derechos litigiosos, esa
circunstancia genera el acaecimiento del fenómeno de la sustitución
procesal, motivo por el cual, el cesionario tomará la posición que
ostentaba el cedente —lo sustituye integralmente— y, por lo tanto, este
último resulta excluido por completo de la relación procesal.”7 (subraya
fiera del texto)
Ahora bien, en los casos de muerte del litigante, resulta interesante dar una
mirada a la sentencia C-113 de 2003 de la Corte Constitucional, en la que esta
Corporación enseña:
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están en juego derechos personalísimos y en los que a la muerte de una
de las partes no puede operar la sucesión procesal, como por ejemplo en
los procesos de divorcio, de separación de cuerpos o de nulidad del
matrimonio. en ellos la muerte de una de las partes implica la culminación
de la actuación procesal. de tales casos es necesario distinguir, entre
otros, los relativos a la responsabilidad fiscal, pues si su objeto es resarcir
el perjuicio que con la gestión fiscal ha tenido lugar, esto es, siendo su
interés patrimonial, la muerte del gestor fiscal no impide dicha finalidad,
puesto que la respectiva acción persigue es el patrimonio de la persona y
no a la persona misma.
Sobre el fallecimiento del litigante, véanse los autos proferidos por el Tribunal
Superior de Distrito Judicial de Bogotá, anexos al presente documento, en el
mismo sentido y por extinción de la sociedad.