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LÍNEA JURISPRUDENCIAL SOBRE LA SUCESIÓN Y SUSTITUCIÓN

PROCESAL

KAREN VIVIANA ARMENTA MAESTRE


ANYELIS CARDONA CÁRDENAS
ARMANDO PÉREZ GUERRA

PRESENTADO AL DR. JESÚS EMILIO MÚNERA

PROGRAMA: ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO PROCESAL


UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
MEDELLÍN, 2012

1
Corresponde en esta oportunidad, abordar el estudio jurisprudencial sobre las
figuras de sucesión y sustitución procesal 1, no sin antes precisar estos dos
conceptos, a través de un sucinto repaso por la doctrina y finalmente, arribar al
énfasis propuesto por el docente, esto es, lo que atañe al tratamiento
jurisprudencial de las mencionas figuras en la jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia y Tribunales Superiores de Distrito Judicial.

Dicho esto, en primer lugar, es pertinente traer la disposición que gobierna, en


principio, la llamada sucesión procesal, pero como se explicará más adelante, esta
también regula la sustitución procesal. Así las cosas, el artículo 60 del Código de
Procedimiento Civil prescribe:

ARTÍCULO 60. SUCESION PROCESAL. Fallecido un litigante o


declarado ausente o en interdicción, el proceso continuará con el
cónyuge, el albacea con tenencia de bienes, los herederos, o el
correspondiente curador.

Si en el curso del proceso sobrevienen la extinción de personas jurídicas


o la fusión de una sociedad que figure como parte, los sucesores en el
derecho debatido podrán comparecer para que se les reconozca tal
carácter. En todo caso, la sentencia producirá efectos respecto de ellos
aunque no concurran.

El adquirente a cualquier título de la cosa o del derecho litigioso,


podrá intervenir como litisconsorte del anterior titular. También
podrá sustituirlo en el proceso, siempre que la parte contraria lo
acepte expresamente.
El auto que admite o rechace a un sucesor procesal es apelable.

Las controversias que se susciten con ocasión del ejercicio del derecho
consagrado en el artículo 1971 Código Civil, se decidirán como incidentes
(negrillas fuera de texto).

De la disposición transcrita, se desprenden 3 hipótesis. Que iniciado el proceso


se presente:

1
En este punto nos referiremos a providencias proferidas por la Corte Constitucional, de
constitucionalidad y de tutela.

2
 La muerte de uno de los litigantes, o sea declarado ausente o en
interdicción;

 Se extinga la persona jurídica o se fusione la sociedad que figure como


parte; o

 La adquisición de la cosa o del derecho debatido, a cualquier título.

Ahora bien, nótese cómo el aludido artículo 60 del C.P.C., que en principio dice
regular la sucesión procesal, en su inciso 3° se refiere a la sustitución procesal
cuando el adquirente a cualquier título sustituye al titular cuando la parte contraria
lo acepta expresamente. Entonces surge la pregunta, ¿cómo distinguir (pese al
nombre que se dé) si se está frente a la figura de sucesión o sustitución procesal?

En la sucesión procesal, hay cambio de la parte procesal pero no de la sustancial 2,


por lo que la pretensión permanece incólume. Mientras que en la sustitución
procesal, cambia la parte sustancial y por ello, la pretensión, por haberse
modificado el elemento subjetivo de esta.

En cuanto a la primera hipótesis, el profesor Luis Alonso Rico Puerta 3 explica:

2
“El concepto de parte procesal difiere al de parte en sentido material. La diferencia se establece
en atención a la naturaleza diversa de las relaciones en las que participan los sujetos involucrados:
uno es el proceso y otro es el litigio. Tratándose de la parte en sentido sustancial se hace
referencia a la titularidad subjetiva de la relación material sobre la cual versa el objeto del debate
procesal. En este caso no se emplean las categorías de actor-opositor, demandante-demandado,
ejecutante-ejecutado, sino las de acreedor-deudor, comprador-vendedor, poseedor-dueño…
empleador-trabajador…” (AGUDELO RAMÍREZ, Martín. El proceso jurisdiccional. Segunda edición.
Medellín: Editorial Comlibros, 2007. p. 302 - 303).

Asimismo, afirma el profesor Agudelo que mínimo dos partes procesales (actor y opositor) deben
estar identificadas al inicio del proceso, pero indica que tal como lo enseña Enrico Tullio Liebman, a
las dos partes originarias pueden integrarse como partes otras personas distintas, incluso luego de
haberse integrado el contradictorio, por cuanto “La posición de parte se adquiere: a) por efecto de
la demanda introductiva del proceso; b) por efecto de sucesión en la posición de parte originaria; c)
por efecto de intervención, voluntaria o coaccionada, en un proceso pendiente”. (Enrico Tullio,
Liebman, Manual de Derecho Procesal Civil. En: AGUDELO RAMÍREZ, Martín. El proceso
jurisdiccional. Segunda edición. Medellín: Editorial Comlibros, 2007. p. 304 y 305).
3
RICO PUERTA, Luis Alonso. Teoría General del Proceso. Segunda edición. Bogotá: Editorial
Leyes, 2008. p. 661-664.

3
El heredero ha de suceder al causante en la relación procesal. En
ausencia de aquel, el curador de la herencia yacente, y en cualquiera de
esos casos, conjuntamente con el cónyuge supérstite, si es viable su
participación, es decir, si no ha mediado previamente la liquidación de la
sociedad conyugal.

Como se observa, cada uno de esos sujetos, tenía hasta el momento del
fallecimiento del causante la calidad de tercero. En virtud de la
transmisibilidad de los derechos, se sucede en las facultades y deberes
sustanciales debatidos, se ocupa la posición procesal que ocupaba el
causante, pero no cambia la parte, como tradicionalmente se ha afirmado
en la doctrina colombiana.

En lo atañedero a la segunda hipótesis que trae el precitado artículo 60 del C.P.C.,


Rico Puerta dice: “¿Quién entonces sufre la mutabilidad de su posición procesal
en este evento? Nadie distinto a los sucesores en los derechos, esto es, los
liquidadores, ‘Los adjudicatarios en la liquidación de la sociedad, o los ex socios si
no se adjudicó el derecho litigioso o el bien respectivo; o la nueva entidad pública
o la sociedad con la cual se hizo la fusión, según el caso’”.

Finalmente, en cuanto a la última hipótesis, se habla de ella 4 como si se tratara de


una modalidad más de sucesión procesal; empero, el adquirente a cualquier título,
de la cosa o derecho litigioso, SUSTITUYE (es decir, no es sucesor) al titular,
siempre que la contraparte lo acepte, pues de lo contrario se podría estar ante un
litisconsorcio (el cesionario puede intervenir como litisconsorte del cedente).
Puede decirse que en la sustitución procesal, la intervención siempre es
voluntaria, en tanto que en la sucesión, no.

Precisado lo anterior, ahora sí, en cuanto al manejo jurisprudencial, se tiene que,


en principio, puede afirmarse que las primeras 2 hipótesis presentan un
tratamiento pacífico y sin mayores discusiones jurídicas al respecto, sin que ello
implique omitir traer algunos pronunciamientos al respecto; sin embargo, como se
4
Al respecto véase las obras de los autores citados, quienes la asumen como modalidad de
sucesión procesal, sin ningún reparo y se refieren a al sustitución procesal como un fenómeno
estrictamente sustancial, en el que un sujeto puede actuar en un proceso en virtud de una norma
autorizante o del contrato.

4
verá, no ha ocurrido lo mismo respecto de la última hipótesis, discusión que ha
tenido incluso como escenarios no solo en la H. Corte Suprema de Justicia, sino
también a la Corte Constitucional.

Así las cosas, en sentencia C-1045 de 2000, la honorable Corte Constitucional


resolvió sobre la demanda de inexequibilidad impetrada contra la expresión
“También podrá sustituirlo en el proceso, siempre que la parte contraria lo acepte
expresamente”, que hace parte del inciso tercero del artículo 60 del Código de
Procedimiento Civil, por desconocer el derecho al libre desarrollo de la
personalidad tanto de quien cede como de aquel que adquiere un derecho
litigioso, el principio de igualdad que debe existir entre las partes que intervienen
en un litigio, la garantía del debido proceso y la garantía que tiene toda persona de
acceder a la justicia al disponer que el desplazamiento procesal del cedente, por el
cesionario, deba aceptarse expresamente por el contradictor. En dicha
oportunidad la Corte declaró exequible la mencionada expresión, no sin antes,
indicar que no se referiría a si la palabra “sustitución” se emplea incorrectamente
porque debería referirse a “sucesión” tal como reclama el demandante, por
tratarse de una discusión meramente semántica y dado que el actor no indicó qué
precepto se vulneraba. Por otra parte, sostuvo que ciertamente para que pueda
hablarse de sucesión procesal en el caso planteado en el inciso 3° del artículo 60
del C.P.C. se requiere el consentimiento expreso de la contraparte, pues de lo
contrario, el cesionario solo podría intervenir como litisconsorte del cedente.

Esta posición ha sido ratificada, por la misma Corte Constitucional, ya en sede de


tutela, como en la sentencia T-148 de 2010, de la que se extraen los siguientes
apartes:

De otro lado, la sustitución procesal, que puede ser uno de los efectos de
la cesión de derechos litigiosos, consiste en el reemplazo total de una de
las partes procesales por un tercero, que puede ser el cesionario de los
derechos litigiosos. Sobre los requisitos que deben reunirse para que el
cesionario de los derechos litigiosos pueda sustituir al cedente en el
proceso, el artículo 60 del Código de Procedimiento Civil…

5
El artículo 60 del Código de Procedimiento Civil ha sido interpretado por
la jurisprudencia civil, contencioso administrativa y constitucional en el
sentido de que la cesión de derechos litigiosos no da lugar
automáticamente a la sucesión procesal, pues esta última requiere el
consentimiento expreso de la contraparte. En otras palabras, la
sustitución del cedente por el cesionario en el marco de la litis requiere el
consentimiento expreso de la contraparte.

En este sentido, la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia ha indicado:

“En este orden de ideas, la cesión del derecho litigioso debe considerarse
dentro de la órbita procesal señalada, como el acto por medio del cual
una de las partes del proceso cede en favor de otra persona, total o
parcialmente, la posición de sujeto de la relación jurídica procesal, y con
ella la posibilidad de ejercer las facultades y derechos que de allí se
derivan con miras a conseguir una decisión final favorable, que en
manera alguna garantiza la cesión.

Desde luego que este acto está desprovisto de cualquier clase de


solemnidad, no sólo por el examen independiente de la cosa litigiosa,
sino porque ninguna norma legal exige algún tipo de formalidad. Por su
lado, el artículo 60 del Código de Procedimiento Civil, se limita a
reconocer el fenómeno, partiendo de la distinción entre cosa y derecho
litigioso, al establecer la facultad que tiene el adquirente de intervenir
como litisconsorte del anterior titular, o sustituirlo, dándose lugar a la
llamada sucesión procesal, siempre que la parte contraria lo acepte
expresamente, pero sin indicar formalidad o solemnidad alguna, como la
misma práctica judicial lo ha entendido. Otro tanto sucede en el marco del
Código Civil, donde los artículos 1969 a 1972, regulan el tema sin que por
parte alguna distinga entre el tipo de derecho litigioso (personal o real), o
establezca solemnidades para la perfección del acto en consideración a
la clase de bien comprometido con la demanda.” 5 (subraya fuera del
texto)

Bajo esa misma perspectiva, la Sección Tercera del Consejo de Estado


ha señalado que la validez de la sustitución procesal –posterior a una
cesión de derechos litigiosos, está sujeta a la aceptación de la contraparte
procesal; de lo contrario el cesionario solamente puede ingresar a la
relación procesal como litisconsorte del cedente. 6 Al respecto ha
explicado:

“En efecto, tal como se precisó anteriormente, si la cesión no es aceptada


por el cedido, el negocio jurídico produce efectos, solo que el cesionario
5
Cfr. Sentencia del 14 de marzo de 2001, eexpediente 5647, M.P. José Fernando Ramírez
Gómez.
6
Posición reiterada, al referir la misma cita trascrita, en auto del 6 de agosto de 2009, expediente
17526, M.P. Mauricio Fajardo Gómez.

6
entrará al proceso —a la relación jurídico procesal— con la calidad de
litisconsorte del cedente. Por el contrario, si el cedido acepta
expresamente el negocio jurídico de cesión de derechos litigiosos, esa
circunstancia genera el acaecimiento del fenómeno de la sustitución
procesal, motivo por el cual, el cesionario tomará la posición que
ostentaba el cedente —lo sustituye integralmente— y, por lo tanto, este
último resulta excluido por completo de la relación procesal.”7 (subraya
fiera del texto)

La Corte Constitucional también se ha pronunciado sobre los requisitos


de la sustitución procesal. Al respecto, en la sentencia C-1045 de 2000, al
estudiar la constitucionalidad de la expresión “también podrá sustituirlo en
el proceso, siempre que la parte contraria lo acepte expresamente” del
artículo 60 del Código de Procedimiento Civil, la Corte determinó que la
sustitución procesal –originada en una cesión de derechos litigiosos o en
cualquier otra fuente- requiere el consentimiento expreso de la
contraparte, puesto que la aceptación o no de la sustitución es una
garantía del derecho fundamental al debido proceso de la parte procesal
que se mantiene en la Litis.

Dicho esto queda claro que entratándose de la adquisición de la cosa o derecho


litigioso, a cualquier título, para que opere la sustitución procesal del cesionario en
reemplazo del titular originario (en términos de la propia Corte en esta
providencia), se requiere el consentimiento de la contraparte.

Sobre la adquisición de la cosa o derecho litigioso, a cualquier título, véanse los


autos proferidos por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá, anexos.

Ahora bien, en los casos de muerte del litigante, resulta interesante dar una
mirada a la sentencia C-113 de 2003 de la Corte Constitucional, en la que esta
Corporación enseña:

La sucesión procesal es la regla general en el caso de la muerte de una


de las partes dentro de un proceso. ella opera ipso jure, aunque el
reconocimiento de los herederos en el proceso depende de la prueba que
aporten de su condición.8 ahora bien, existen procesos civiles en los que
7
Cfr. Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia del 7 de febrero de 2007, expediente 22043,
C.P. Alier E. Hernández Enríquez.
8
Devis Echandia, Hernando. Compendio de derecho procesal, Tomo I., p. 328.

7
están en juego derechos personalísimos y en los que a la muerte de una
de las partes no puede operar la sucesión procesal, como por ejemplo en
los procesos de divorcio, de separación de cuerpos o de nulidad del
matrimonio. en ellos la muerte de una de las partes implica la culminación
de la actuación procesal. de tales casos es necesario distinguir, entre
otros, los relativos a la responsabilidad fiscal, pues si su objeto es resarcir
el perjuicio que con la gestión fiscal ha tenido lugar, esto es, siendo su
interés patrimonial, la muerte del gestor fiscal no impide dicha finalidad,
puesto que la respectiva acción persigue es el patrimonio de la persona y
no a la persona misma.

Sobre el fallecimiento del litigante, véanse los autos proferidos por el Tribunal
Superior de Distrito Judicial de Bogotá, anexos al presente documento, en el
mismo sentido y por extinción de la sociedad.

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