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gravemente herido.
Pablo entabla una relación extramatrimonial de la cual nace un
hijo. A los tres meses de ese nacimiento, nace Raúl. Pablo revela a su
mujer la existencia del niño, se produce una grave crisis matrimonial,
y decide abandonar a su amante.
El verano anterior a la consulta, tienen un accidente automovi-
lístico en viaje a Bariloche. Pablo y Laura viajaban adelante con cin-
turón de seguridad y resultan ilesos; Elena, Graciela y Raúl, en el
asiento de atrás y sin cinturón, salen despedidos. Elena entra en
coma; posteriormente se recupera pero padece secuelas motrices.
Pablo: Ella tuvo problemas neurológicos y psiquiátricos ... Yo había
soñado que íbamos a tener un accidente ... Elena no quería ir, se
sentía responsable de la madre porque ese año el hermano se había
ido de la casa y la madre estaba sola ... los chicos me dicen: no que-
remos ir a la casa de la abuela. Cuando fue el accidente la abuela
los agarró de los pelos y dijo: ¿Por qué tu padre tuvo que sacarlos
primero? Guachos, tendría que haber sacado a mi hija.
Elena comienza a tener reacciones violentas. Luego de múltiples
estudios se descarta daño neurológico y los médicos aconsejan inter-
nación psiquiátrica. Pablo decide volver a ver al hijo a quien no visi-
ta desde hace seis años. Lleva a sus hijos a conocerlo. Raúl y Laura le
reprochan que "se aprovechó porque mamá está mal". Elena empieza
a escribir un libro acerca de cuestiones religiosas y místicas. Diez
meses antes de la consulta ataca a su marido con un cuchillo. La ins-
titución tratante indica nuevamente internación, pero la familia no
acepta y la envían a casa de su madre.
Se realizan entrevistas preliminares familiares e individuales.
En el curso de las mismas aparece la idea, luego abandonada, de via-
jar a Bariloche para cobrar una supuesta indemnización. Durante las
vacaciones de verano, Elena hace un intento de suicidio.
Elena: Fuimos a Bariloche, nos fue muy lindo, hemos podido llegar allá.
y yo que tenia miedo por el viaje, fue bastante aceptable para mí y pude
observar que no hemos tenido ... hemos tenido algunas dificultades al
volver, pero no por nuestra culpa sino por imprudencia ajena.
Pablo: Hubo una ola de fria el día jueves pero los demás días lo pasa-
mos lindo. Yo me cansé bastante, estaba nervioso. Cuando estuvimos
I
allí disfruté igual, pero no logré cobrar la indemnización. En la ruta se
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me reventó e_rueda de atrás, después se me cruzó una vaca.
Raúl: Porque Laura dijo "guíate por el pasto".
Terapeuta: ¿Cómo es eso?
Raúl: Cuando pá dijo que no había por dónde ir, que era muy de
noche, dijo Laura que se guiara por el pasto.Y ahí apareció la vaca.
Pablo: Un par de caballos también aparecieron de noche. Imprudencia
de los demás, me tuve que ir a la banquina porque no se conian y venían
pasando de frente, Cosas así suceden siempre. Después manejó Elena.
Terapeuta: ¡¿Manejó usted?!
Elena: Todavía me estoy explicando cómo es que me atreví a manejar.
Pero yo dije: si hice tantas cosas, que haga el intento de tratar de ayu-
dar a mi esposo, de esa manera, para que descanse ... era una zona tan,
pero tan, pero tan tranquila ... pero eso que usted me pregunta hoy
hasta a mi me parece inexplicable. Con la vista tan deteriorada y con
el cansancio mío corporal. no entiendo cómo me pude animar ...
Pablo: Quiso manejar y la dejé. Aparte iba a sesenta, yo le tenía el
volante, por ahí se le escapaba un poquito la mano. Los chicos estaban
sentados como de madera.
Terapeuta: No se sabía qué iba a pasar ... miedo.
Pablo: Era la responsabilidad ... pensar que podía tener algún acciden-
te si se te cruza algL1l1
O. Mil quinientos kilómetros manejando con llu-
via, íbamos a setenta, más no. No sé cómo se gastaron tanto las gomas.
Se ve que tenía algún problema de peso el auto. Tenia una goma vieja,
entonces patinaba. Yo puse la de auxilio, que es una de las gomas del
accidente, que tiene como un globito, y en un momento no sé qué pasó.
Habré agarrado una piedra en la ruta y se reventó.
Laura: No hay que viajar con gomas viejas.
Pablo: No estaba gastada para tirar. Tenía dibujo y todo.
Terapeuta: Usted dijo que era la rueda del accidente.
Pablo: (Molesto) Sí, casi todas eran las ruedas del accidente, menos
una. Estaba reventada esa goma y la arreglaron de adentro y servía.
Pero el globo ese ... las dos ruedas que tenia puestas estaban bien, pero
como no tenían tanto dibujo patinaban ...
Terapeuta: El mismo lugar, el mismo auto, las mismas gomas ... Elena
manejando ...
Pablo: No era una goma lisa, paramos un montón de veces.
Elena: Yo todo el tiempo traté de no estar dormida y de hacer mate.
y si no, tenía los ojos cerrados. Pero dormida profundamente me
habré quedado una o dos veces, más no.
Pablo: Elena tenía miedo de que la dejen en algún lado. A la ida
decía: No se vayan, espérenme.
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e
Elena: Creía que me iban a dejar porque me vienen pasando cosas
tan feas, tan raras, que de hecho no me extrañaría que me dejaran.
Raúl: Lo que pasa es que vos nos gritas.
Elena: (Se arrodilla) ¡Perdón, perdón a todos!
Cuando en una sesión familiar irrumpen en el discurso los
escombros de una historia de muertes violentas o pérdidas súbitas,
que enhebran a los diversos personajes en un continuu imaginario,
lo siniestro se convierte en modo de pertenencia. Modelo de unifica-
ción conformado en poderoso señuelo para los actos vinculares, donde
el exponerse es un modo de ser con el todo. Se desliza por la cadena
genealógica una matriz relacional muda: armar una familia lleva a
alguien a la desaparición. En el discurso aparece un primer hito: la
expulsión del abuelo materno en su calidad de hijo, ejecutada por un
padre que acata el rechazo de su nueva pareja y una madre "viuda y
sin hijos". Continúa con el relato del casamiento de Elena y Pablo
seguido por la muerte de los padres del marido. ¿Será esto lo soñado,
la deuda sólo saldable sacrificando a la familia propia? También es
violenta la superposición de dos nacimientos que desemboca en la
"desaparición" de un hijo, hermano excluido, sombra ominosa sobre
la cabeza de Raúl. La sesión avanza y el clima produce una sensación
creciente de angustia; resulta difícil discriminar quién ha perdido el
criterio de realidad. Elena ha hecho un pasaje al acto francamente
psicótico; sin embargo, ¿no es acaso un pasaje al acto encubierto per-
mitir que ella maneje o transitar por el pasto de noche, con neumáti-
cos dañados?
La madre de rodillas pide perdón: ¿Cuál es la falta a ser perdo-
nada? ¿Haber sobrevivido y así impedir que Pablo legalice su otra
familia? O quizás, ¿armar una familia que --€n el imaginario vincu-
lar-llevó a la muerte a otra? Sostener una familia implica un supues-
to de aniquilación, impedido de encontrar caminos de representación
y disparado por la vía motora del acto. El deseo de muerte de la abue-
la materna hacia sus nietos destaca una palabra: guachos. Sin padre
que dé un nombre, aunque el padre esté presente. Un padre no reco-
nocido en su función, tampoco puede a su vez dejar marca abriendo
el acceso a aprender, a la novedad. Y en el precipicio de la ausencia
combinada de las funciones primordiales, la locura y la culpa revolo-
tean sobre los personajes enmarcando un itinerario de muerte.
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Ubico también como pasaje al acto algunas modalidades
de violencia vincular, maltrato que puede llegar a la tortura
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e
física o mental y hasta el asesinato/suicidio. La descarga pul-
sionallibre de la constricción de lo simbólico, inunda el espa-
cio vincular y lo no dicho se transforma en golpe. Los vinculos
se vuelven pasiona1es, no importa cuál sea su especificidad -de pare-
ja, filiales, fraternos- produciéndose su metamorfosis en vínculos de
necesidad, donde el otro no puede faltar. Cualquier movimiento en
dirección a provocar una cierta distancia gatilla la amenaza de aban-
dono, con su correlato de inermidad, desamparo y posible aniquila-
ción. Se impone entonces una elección tajante entre vida o muerte: la
vida de uno supone la muerte del otro. Campo propicio para las explo-
siones de violencia, opción desesperada de control y dominio pero
también vía terminal para seguir vinculado.
En el vínculo violento, quien ocupa el lugar de objeto de violencia
sufre una ruptura de la cadena representacional, un estado de ten-
sión desenlazado del sentido. La desarticulación se produce al quedar
a merced de un vacío fantasmático cuyo referente específico es la
vivencia traurnática; tanto la violencia como el trauma corresponden
a impactos psíquicos capaces de producir fenómenos de desestructu-
ración. Quien ejerce violencia ejecuta, a su vez, un impulso de ani-
quilación de la subjetividad del otro, articulado con la pulsión de
muerte y distinto de la agresividad. No se trata del semejante sino del
otro en tanto diferenciado, y los indicios de una ajenidad discrimina-
da se convierten en riesgo. En la vincularidad violenta los luga-
res pueden ser ocupados en forma alterriante por distintos
personajes. La situación no es igual en el caso de vínculos parenta-
les con niños muy pequeños, a quienes la indefensión coloca en situa-
ción de desvalimiento, como meros objetos de violencia.
El dispositivo vincular posee ciertas características eventual-
mente facilitadoras de escenas violentas. Con frecuencia, ocurre que
uno de los miembros de la familia utilice la sesión como espacio en el
cual estaría permitido sostener prolongados soliloquios y desplegar
problemáticas eminentemente personales, tratando a los otros al
modo de meras extensiones de objetos internos propios, o simple-
mente como inexistentes. Situación infiltrada de violencia: anula al
otro como persona real y puede a su vez provocar una reacción vio-
lenta, único camino para hacerse escuchar y lograr ser discriminado
como sujeto. Las características de la enunciación y de la recepción
violentas, trabajadas en el capítulo 2, pueden llevar también a irrup
cienes en el ámbito de la sesión,
I 'or otra parte, la potenc tic de osp ocesos so
ci uos grupoles" 110 resulta a mi parecer un concepto pertinente ;11
psicoanálisis de familia y pareja, El enhebrado significante constri I i
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ff;~' \')"
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•
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do entre todos los miembros opera a veces comeetonador de un
retorno de lo reprimido, lo desmentido o repudiado, prematuro para
el momento de estructuración psíquica de alguno de los miembros, o
tan intenso que sobrepasa su capacidad elaborativa, produciendo una
vivencia de aniquilación. La cadena asociativa vincular en su poten-
cialidad traumática, hace surgir contenidos generadores de experien-
cias de lo siniestro para alguno de los integrantes. Significantes des-
ligados le vuelven del afuera antes que el trabajo de la resignificación
los transforme enapropiables, produciendo un viraje hacia el acto vio-
lento. Suele también suceder que alguien -por ejemplo un padre-
quiera dar a conocer cuestiones íntimas de un hijo -transformándo-
las así en públicas- sin la aprobación de éste, vulnerando la preser-
vación de la opacidad necesaria para sostener el núcleo mismo del
psiquismo: la respuesta puede ser un acto de violencia.
El nífio-mornia
La familia R. * había sido derivada por el colegio al que concurría
Brian, el hijo mayor. De acuerdo con el informe escolar "es muy pelea-
dor, golpea y se descontrola. A veces 10 encuentran enfurecido golpe-
ándosela cabeza contra la pared. Agrede, se autoagrede, rompe, se
ciega". A los tres años de Brian nace su hermana. El día del regreso a
casa con el bebé, el padre lo castiga y Brian sufre un desmayo. Es deri-
vado a tratamiento psicológico y también los padres realizan entrevis-
tas de pareja.
Comentan que al momento del casamiento, ante la imposibilidad
de tener una ceremonia religiosa por ser uno de los cónyuges separado,
falsificaron documentos y engañaron al cura. Esta conducta de engaños
y estafas múltiples, se repite a lo largo de la historia de la pareja.
Padre: Cuando.baja a la calle es para hacer maldades. Rompe los vidrios
del palier, tira piedras.
Madre: En casa no tengo problemas con Brian, respeta los horarios que
le doy, cuida a sus hermanas.
Padre: Mentira, ella lo apaña en todo, en casa es igual. Cuando llego a
casa se transforman, son momias, me tienen miedo.
Luego de un tiempo de análisis, marcado por la necesidad de la
analista de poner límite a una serie de transgresiones, el padre rela-
ta algo acerca de una "marca dificil" con respecto a su propio padre.
Locura vincular
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frecuencia
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El rey so presentó 811Le su corto pur» llIosLruriL.¡ nLIl'VOmanto.
Por supuesto se encontraba desnudo, si bien suponía estar cubierto.
Todos los duques y duquesas, los condes y condesas se miraron unos
a otros consternados hasta que uno de ellos lanzó un grito de admi-
ración: "¡Qué hermoso vestido, Majestad!". Sin perder un segundo,
todos los demás se unieron en un coro de alabanzas. En ese momen-
to apareció un niño pequeño y dijo: "El rey está desnudo". El rey, aver-
gonzado, corrió a sus aposentos y se escondió debajo de la cama."
***
César: (Dubitativo) A i no me parece que siempre tenga que dormir
con la madre y en la casa de la abuela. Aljardín, hay que ver si lo man-
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dan: si no L~ frío, ni calor, ni viento, ni hay excursiones, ni nada.
Además lo frotan con Espadol cada vez que se ensucia o que un extra-
ño le da un beso. Cuando yo llego muerto a la noche él está con todas las
pilas, me pongo ajugar y siempre quiere jugar a las piñas, mal, me pega
en serio en la nariz o en los testículos, la madre cree que se lo tengo que
permitir porque a ellas les pega.
Terapeuta ¿Ellas?
César: Ana, la madre, la abuela. y la tía abuela.
Ana: El siempre está cansado. Cree que le hace un favor al nene
jugando con él o entreteniéndolo.
César: Otra cosa, esa palabra, "entretenerlo" ....Iamás lo dejan jugar
solo, ni un segundo, hacen guardias, turnos para entretenerlo. Además
cuando llego tengo una mujer que no me da bolilla, está muy ocupada
haciendo la comida del nene o lo que sea pero sobre el nene. Después
dormirlo tipo dos de la mañana. Yo a las doce me desmayo.
Ana: Eso sí, él duerme, siempre duerme, no se entera de nada. Por ejem-
plo, yo la semana pasada creí que me estaba por agarrar una g:ripecita y
llamé al servicio médico, pero como tenía miedo que él no se despertara,
tuve que pedirle a mi mamá que viniera a pasar la noche conmigo.
César 1\1 mamá, tu tía y tu abuela vinieron a cuidarte. ¡Yo qué iba a
hacer! Les di mate hasta las doce y me acosté.
Ana: Yo no Duermo bien desde que me casé o desde que nació
Pedro, es lo mismo. Me voy despertando a cada ratito para mirar-
lo, para controlarlo que esté bien.
César: Ana lleva siempre encima un teléfono celular que le regaló
la madre, por si pasa algo cuando no está con ella.
Al cabo de un mes y medio sólo pueden realizarse dos entrevis-
tas, debido a un sinnúmero de equivocaciones, olvidos, etcétera. A la
tercera llega César solo.
César: (Angustiado) Anoche discutí con Ana y le puse las manos en
el cuello. Ella se fue a casa de la rn ad re. Hi cicucn u n a .Ic n u nci u por
intento de homicidio. Desde ese día estamos separados, me fui a
casa de mis padres, no me dejan vor al [l(!Il(!.
Ana y César eran compañeros en la escuela prirnuria y se I'f!CI1-
cuentran El los diecinueve años. "Ella era la chica JTI;),'; 1',\1'" qtH? h"hí;1
conocido. Parecía no haber salido nunca a la calle, muy (\ la 8 ntig\.la".
César necesitaba imperiosamente verla todos los días, "y p.ua hacer-
lo decidí abandonar la facultad".
El noviazgo dura dos años. El estaba "enloquecido por ella".
Finalmente el casamiento se decide porque Ana queda embarazada.
El núcleo familiar de Ana reúne a la madre, el padre, la abuela y 18 t.íil
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abuela maternas. La abuela enviudó al año de nacer su hija, a quien
crió con la ayuda de .su propia madre (bisabuela de Ana), también
viuda. Los padres de Ana siempre tuvieron una mala relación de pare-
ja, debido a que "él no toleraba la presencia de mi abuela. Hace unos
años, mi papá enloqueció", y amenazó a las cuatro mujeres con un
martillo. Requirió in.1tmnaciónpsiquiátrica, y al momento de las entre-
vistas vivía recluido en una habitación de la casa.
A partir de la separación, Ana impide a César ver a su hijo, porque
"él es peligroso". César suplica volver con ella, y frente a cada negativa
aumenta su pasión: "'Siempre estuve loco por ella y sigo. Cada vez que
la veo me vuelvo loco y me da ganas de apretármela". Finalmente Ana,
la madre, la abuela y]a tía confeccionan un "pliego de condiciones." La
primera consiste en q¡u€ César se atienda en un equipo de violencia
familiar. La segunda, aceptar la denuncia y declararse culpable, "para
que quede como antecedente". César confiesa a la terapeuta que "yo por
esta mujer hago cualquer cosa porque estoy loco por ella".
César habla de 'iiQcura familiar" sin incluirse en ella. Tal vez por-
que no comprende que el vínculo loco construido con Ana, sostiene un
mundo de mujeres donde los hombres mueren, enloquecen o son
expulsados. "Rara" parece referir al rasgo erótico que lo atrajo, y tal
vez elípticamente a condición cuasi bizarra de la mujer. "Estoy loco
por ella",frase reiterativa en el discurso de César, puede entonces
ensamblarse con 10 dicllú por Ana en referencia a su padre: "Hace
unos años enloqueció"'. Los hombres enloquecen a causa de las muje-
res e intentan hacerlas desaparecer. La neo-realidad vincular, efecto
de múltiples operaciones de rechazo, decanta en una cotidianeidad
desordenada tardíamente salida a luz. Pedro está ligado a Ana, como
Ana a su madre, co l!amadre lo estuviera a su propia madre, cade-
na donde el lugar de! hombre se reduce al rol reproductivo.
El vínculo filial se superpone al de alianza y 10 eclipsa: "Yo no
duermo desde que me casé, o desde que nació Pedro, es lo mismo". El
marido es mera vía de. acceso a la maternidad, lógi.ca matriarcal por
la cual un hombre sme de su familia para fecundar a una mujer,
quien luego es asistida por su familia de origen mientras el hombre
vuelve a su propio clam, Los varones aportantes a este gineceo, ofren-
dan su función de mauridos-padres para sacralizar el vínculo madre-
hijo, colmando tal vez; ell anhelo de sostenerse a sí mismos comple-
tando al Otro primordill~.
Hay que entretener a Pedro. Tener-entre dos casas, entre dos
familias, entre los ví:mcrLD1lIQS de sangre y de alianza. Protegido de los
virus exogámicos con '''&spadol'', mero objeto de goce del clan femeni-
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v
no a partir de la devoración de la familia materna y de la no presen-
ti:ficación del padre, fascinado en su propio lugar de hijo. César se
queja: el niño le "pega en serio"; cuando es separado de él sólo piensa
en volver para "apretar" a su mujer. El cuerpo de Pedro muestra las
huellas del padecimiento, efecto de una falta de lugar en la combina-
toria deseante paren tal. ¿Recorrerá igual camino que su padre y su
abuelo materno? Las palabras dichas por la abuela Vicenta en tono
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profético al pediatra resuenan de modo inquietante, e iluminan la
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vertiente del más allá del displacer imperante en la familia: "Sabe,
doctor, yo pienso que por más que lo cuidemos a Pedrito, se nos va a
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