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La Colonizacion y Las Practicas de
La Colonizacion y Las Practicas de
COLOMBIANA 1880-1930.
Fulvio.cabrera@correounivalle.edu.co
Maestría en Historia Universidad del Valle
INTRODUCCIÓN.
A través del siguiente trabajo pretendo mostrar cómo durante la Bonanza del
Caucho que se inicia en la selva Amazónica entre 1880 y va hasta comienzo de la
guerra con el Perú(1932-1934), no surtirá efectos sino se emplea el mecanismo
denominado “Endeude” elementos necesarios para adelantar una ligazón de los
caucheros con la economía extractiva a través practicas coercitivas y esclavistas,
tema ampliamente estudiando por(Domínguez y Gomez,1994;Pineda 2000;
Ullon,2004) que permite a su vez la “ configuración del territorio estas prácticas son
compartida por varias naciones suramericanas como Brasil, Ecuador, Colombia,
Perú y Bolivia[2], desencadenando posteriormente la colonización espontanea
como la definió Gómez(2005) y que permitirá el anclaje a los procesos de
incorporación de estos territorios de Frontera a la Nación. Está afirmación va a ser
desarrollada por los nuevos trabajos historiográficos en el siglo XXI, precisando
nuevos conceptos y categorías que nos permite entender de manera más clara
cómo se fueron configurando proceso de interculturidad producto del contacto de
los agentes de la modernidad con los pueblos ancestrales que dio paso a la
colonización mestiza investigada inicialmente por Catherine Legrand(1988) y
posteriormente Augusto Gómez(2015).
.
Para entender el proceso del consumo de bienes y productos introducidos por parte
de los colonos, misioneros, comerciantes y extranjeros en su intercambio con las
pueblos originarios en diferente momento del proceso de Colonización de la
Amazonia colombiana, es necesario estudiar cómo éstos fueron incorporados a
través de instrumentos, herramienta y mercancías necesarias para la supervivencia
de los caucheros, “siringueros” que fueron explotados en los tiempos de Boom del
mercado cauchero cuando a nivel mundial se requería de grandes cantidades el
caucho elástico para hacer frente a la demanda de la naciente industria
automovilística norteamericana y europea. En este sentido, los colonos debían
generar necesidades entre los indígenas para poder penetrar la selva en diferentes
momentos; esta fue la primera tarea para poder incorporar a las tribus indígenas
a la economía extractiva y la creación de necesidades de consumo como fueron
las herramientas de hierro: hachas, utensilios de cocina, vestuario entre otros.
El período de tiempo que indagaremos podría extenderse desde mediados del siglo
XIX, hasta comienzos del siglo XX, fruto de la incorporación de las distintas
oleadas misioneras y evangelizadoras que abren el territorio para la “modernidad”,
gracias fundamentalmente a dos acontecimientos por un lado la firma del
concordato entre el Estado colombiano y el vaticano en 1887(Perez,2015), que trajo
como medida un proceso de universalización de la evangelización por parte del
vaticano y la llega en 1909 de las misiones capuchinas a la región amazónica del
putumayo y aguarico(Ecuador)(Mongua, 2018); por el otro lado el papel jugado por
el presidente empresario Quino Rafael Reyes que entre 1875-1885 quien estuvo en
el putumayo buscando nuevas vías de comunicación fluvial y quien llego a firmar
un acuerdo con el Estado Brasileño para que una flota de sus naves a vapor
circundara los ríos putumayo, Cara pana hasta llegar al rio a Amazonas para sacar
los producto de la extracción inicialmente de la Quina y luego del
Caucho(ullán,2004),primero desde un mercado local y luego internacional a través
de la extracción durante el período decimonónico, con el ideario de poder incorporar
la selva periférica al proyecto “civilizador” y del progreso que requería la República.
Los colonos se fueron descolgando por las cordilleras en busca de tierras vírgenes-
baldías para tener un lugar donde vivir en “paz”. Tanto para ellos, como para las
tribus primigenias de la Amazonía, los ríos se convirtieron en los caminos de
comunicación que intercomunicaban estas vastas tierras desconocidas y que
posteriormente pretendían desde las regiones andinas montar empresas extractivas
en esta región.
Fueron los misioneros quienes abrieron el camino desde las zonas interandinas
para conectar estos nuevos territorios con la “civilización” suplantando a el Estado
desde la época de la colonia y después en el proceso de construcción de Nación.
Estas regiones permanecieron por largo tiempo aisladas del centro político y
económico de la Nación, sin embargo, los empresarios colombianos ya tenían
puesto sus interés en este territorio sin poderlo explotarlo de manera rápida por la
falta de vías de comunicación(Mongua, 2016) artículos sobre los caminos en el
putumayo revista historiando.
Las naciones vecinas que competían por la Amazonia en este sentido necesitaban
de mecanismo más agiles para desangrar el látex de las dos especie de árboles
caucheros en denominado Castilla abundante en las tierras inundables de la selva
brasilera y la Heveas o Caucho negro propio de la región colombiana que no era
tan productivo y era talado sacar por las riveras del putumayo al centro del país vía
rio magdalena. Santa Martha
pero por los efectos de la guerra civil colombiana entre 1899-1902 se detiene el
comercio hacia el interior, como medida de choque el Presidente Reyes ordena la
construir un camino entre Mocoa y pasto trazado por los misioneros capuchinos en
cabeza de su prefecto Montclar(Kuan,2014; Gomez,2015)
Para algunos líderes políticos e intelectuales colombianos cuya idea de Nación y
modernidad era no seguir perdiendo territorios fronterizos como ocurrió con Panamá
en 1903, era prioritario: “no permitir que otras Naciones se apoderarán de nuestro
territorio del sur “citado por Uribe(1907),surgen la ideas de la “Reducción de los
Salvajes”, incorporándolos a la Nación por medio de dos mecanismo inicialmente
a través de la empresa extractiva como ya lo estaban haciendo las empresas
brasileñas y peruanas a través de las casas comerciales como la Casa Arana, bajo
métodos no muy confesionales tales como la violencia contra los pueblos indígenas
como lo señala Rafael Uribe[3].
Tanto los peruanos como los brasileños habían venido expulsando a los
connacionales en territorio colombiano, ya sea a través de la compra de territorios
a los colonos, ya sea por la fuerza a quienes producían a través de las Haciendas
de Quina y Caucho; mientras que los colombianos levemente se aproximaban a los
confines de los ríos Putumayo, Caquetá y Amazonas.
“(…) El complemento de la conquista, de que estoy hablando, vale por sí solo
millones pues con ella conseguiríamos de nominal en real la posesión de la tierra-
único título que hoy se respeta, desde que los hechos y la fuerza se están
sustituyendo al derecho y conseguiríamos también 300.000 trabajadores
aclimatados los más útiles para la clase de industria que todavía por muchos años
serán posibles en nuestro país: la Extractiva y la pastoril”[4] .
¿QUÉ INTERCAMBIAR?
Es necesario tener en cuenta la manera cómo se van integrando los distintos
actores con el entorno y a su vez preguntarnos: ¿cuáles son sus intereses y qué
tipo de productos de consumo se necesitan para llevar a cabo la odisea de
internarse en esta tierra sin saber cómo poder salir? Solo el uso de la literatura
histórica y las crónicas nos alcanzamos a imaginar dicha aventura por parte de los
colonos a mediados del siglo XIX, hasta comienzos del XX como lo narra José
Eustasio Rivera en La Vorágine (1924) y su personaje cova: el medio de transporte
del que se hacía uso eran las mulas de carga hasta determinados lugares para
luego llegar a los puertos de las rivera de los ríos en los que se viaja en chalupa;
esta narración cuenta que desde los llanos se fue penetrando la Orinoquia
colombiana hasta llegar a la Amazonía para lo cual se requerían de guías o
baquianos: como mínimo un machete, un hacha, una escopeta, comida.
Otros niveles de consumo a mayor escala fue el desarrollado por las empresas
extractiva como la de la Casa Arana y Hermanos[12], cuyo proyecto productivo era
el de establecer enclaves comerciales en la región, tanto en sus fronteras aún en
litigio, como en otros países que comparten la Amazonía y que tenían como
necesidad la mano de obra indígena, imponiendo una cadena de consumo muy
particular, pues no se les pagaba en dinero efectivo sino bajo la modalidad de
“endeude” que era una modalidad donde se les entregaba los elementos con los
cuales tanto los colonos que llegarán como los indígenas subsisten: machete,
hacha, comida, utensilios de cocina, vestuario que luego serían pagados con las
primeras entregas del caucho. Estos elementos adquirían no solo un costo
exorbitante para el endeudado, sino que el vínculo del “endeude “ sería impagable,
pues resultaba que se creaba una cadena donde el “siringuero” volvía y solicitaba
utensilio para sobrevivir en su chacra mientras la planta se desangraba que los
convertía en esclavos del enclave comercial; en otras ocasiones la entrega de
productos era en la Farmacia o en la tienda donde se les pagaba con fichas las
cuales eran cambiadas por comida e instrumentos de trabajo[13]; estas
circunstancias de intercambio desigual fueron denunciados por el ex cónsul inglés
Casement en su famoso informa denominado “Caucho y Sangre, publicado
en 1911[14].
Lo que motivó a los colonos a penetrar la manigua para quedarse o morir en el
intento, nos permite conocer sus intencionalidades, que a su vez, refleja los
artefactos que utilizaron en ese proceso incorporándolas a sus vidas para poder
dominar la selva o ser consumidos en el intento y que nos permite visibilizar a través
de las técnicas de la historiografía del consumo[15].
Para acercarnos a la circulación de bienes -que se convierten en una consigna:
“Vivir o Morir”-, que hacían posible el sobrevivir en aquellas inhóspitas regiones,
solo era posible con la existencia de una ruta para el ingreso de los mismos. Para
poder visibilizar este momento de la historia de estos hombres, sus empresas y
también a los habitantes indígenas que entran en contacto primeramente con los
misioneros que fueron los que abrieron el camino espiritual y cultural en un proceso
de desculturizacion de estas tribus que jamás habían entrado en contacto con la
“civilización”, generando necesidades que antes no tenían para vivir, pues el medio
los dotaba naturalmente de todo lo que necesitaban: alimentación, comida, cultura
y el vivir en armonía con el entorno.
Al ser violentados y esclavizados por las casas comerciales Caucheras en especial
la Casa Arana, ésta genera un impacto de desarraigo del indígena con sus familias
al mover a los hombre y niños mayores de 15 años desde el Perú hasta los territorios
colombianos como parte de su expansión (Esvertit, 2005). Con las transacciones
comerciales de la cauchera de la Chorrera y el Encanto -propiedad de empresarios
caucheros inicialmente colombianos-, bajo la modalidad de la extorsión, los
peruanos se hacen de manera fraudulenta con estas tierras[16]; donde extrañamente
son asesinados sus antiguos dueños colombianos, estos es ampliamente estudiado
por el antropólogo Pineda[17].
Estos actores fueron llegando en varias oleadas y su impacto sobre la zona selvática
va a cambiar totalmente los hábitos y costumbres de sus habitantes lo mismo que
la de ellos en lo que tiene que ver con la alimentación, vivienda, herramientas entre
otro: campesinos, misioneros, comerciantes, empresas extractivas, cónsules de
frontera que hacen parte de un largo procesos de llegada, pero también se
salida; contexto en el cual se constatan los distinto momentos de encuentro y
desencuentro, con intereses mutuos o de choque que desencadenan conflictos
sociales.
Las consecuencias que generó el contacto de la población Indígena con los
agentes externos los obligan a cambiar totalmente sus hábitos de consumo
alimenticio, por ejemplo: el casabe[18] extraído de la yuca lo cambia por Arroz. Por
otro lado, los colonos querían aplicar las mismas técnicas de impacto civilizador
vistiéndolos; intercambiando instrumentos de hierro que antes conocían como “el
hacha” y más tarde el “machete”; técnicas para cultivar; crear nuevas necesidades
como el uso de ropa, comida, utensilios de cocina, armas, que trae la “civilización”,
rompiendo con sus ritmos de vida, costumbres y cultura y que a la vez en ese
contacto se generan una serie de necesidades que antes no tenían, como bien lo
estudia Pineda (1984)[19].
Los primeros actores externos que llegaron desde “Occidente”, fueron los
conquistadores que llegaron con sus huestes a fundar caseríos; algunos
desaparecieron[20], otros perdurarán como es el caso de Mocoa. Luego, la llegada
de la iglesia en especial de los jesuitas y los capuchinos que desde Popayán
iniciaron misiones, las cuales también penetraron la Amazonia compartida con
Brasil, Perú y Ecuador[21], con el ánimo de evangelizar y traer la “civilización y la
salvación de las almas” a estos confines de “la frontera agrícola”, como parte del
ideario de nación para integrar todo el territorio a los intereses comerciales, políticos
y militares defendiendo el período de la República de posibles invasiones de los
países vecinos a “la frontera del sur”, puesto que, no se tenían claros los límites de
las fronteras.
Los colonos pobres que fueron una de las primeras oleadas que descuelgan por el
piedemonte de la cordillera Oriental desde las zonas altas del páramo de las papas,
y desde pasto, Popayán a mediados del siglo XIX, entran como lo llama Gómez
(2015) a esta primera etapa de colonización tipo “campamento” en la que no
permanecen mucho tiempo, pues deben vender la mejora al colono “empresario”
quienes fueron constituyendo la segunda oleada colonizadora. Obviamente, estos
agentes venían con sus familias huyendo de la miseria que ofrecían los
terratenientes o de los avatares de las guerras civiles que los obligaba a desistir de
ser soldados de la guerra y de las guerrillas de mitad de siglo XIX.
La dispersión en que se encontraba la nación Neogranadina a principios del siglo
XIX, era igual que la que se encontraba desde la época de la colonia y luego durante
la independencia, convirtiendo a Colombia en un territorio de multi-regiones que
paulatinamente van buscando niveles de conexión a través de los caminos que la
intercomuniquen como lo anota Agustín Codazzi, citado por Applebaum[22],
estudios que nos permiten tener una radiografía de la intencionalidad y la visión
empresarial que trazaron a la nación y las sugerencias para conectar al país [23] a
través de los caminos y carreteras como lo sugiere Codazzi con su analogía “las
carreteras como las venas del cuerpo nación y el comercio como la sangre que
debía irrigarse para poder que estas ciudades tanto las antiguas como las nuevas
se incorporarán a la red comercial” y para conectar la nación con el mercado
mundial como lo señala José Antonio Ocampo (1984).
Los colonos no llevaban un registro de sus utensilios de trabajo. Es posible que los
empresarios de la Quina y el Caucho dejaran registro de los requerimiento
necesarios -tanto de herramientas como de insumos- para el desmonte de la selva,
en el libro del cónsul Casement, que por estos últimos años ha sido tema de Vargas
Llosa (2010)[26] en su libro “El Sueño del Celta”, donde narra la vida de quien sería
un personaje principal en la denuncia de las atrocidades ocurridas en las caucherias
por parte del Canciller irlandés al servicio del Reino Unido Sir Roger Casement;
Llosa permite rastrear los artefactos y la circulación de bienes dentro de las
caucherias, sobre todo de la Casa Arana Peruana que se asoció con empresarios
ingleses para contar con agentes y oficinas en Londres. Igual que las casas
comerciales de la época, que importaban telas generando toda una serie de
prácticas comerciales como la compra de productos ingleses y franceses bajo la
fórmula del intercambio por materias primas; lo que creó la casa Arana fue un gran
enclave comercial donde no necesitaba de efectivo para pagar a sus trabajadores
pues estos eran población indígena a quienes se les pagaba con artefactos como
una hacha, comida y vestuario. Esta fórmula la anota Casement en su libro
“Putumayo. Caucho y Sangre” (1911), donde denuncia las difíciles condiciones en
que vivía esta población bajo el sometimiento de los capataces que obligaban a
trabajar extensas horas para sacar las bolas de goma.
Con estas prácticas la población indígena fue prácticamente diezmada por las
inhumanas condiciones de trabajo, desarraigo de sus parcelas y unidades
familiares. La llegada de la Casa Arana provocó una deslocalización de las familias
indígenas, pues éstos eran encerrados en las zonas donde se encontraban los
árboles que eran desangrados con la goma, este proceso de extracción podía durar
semanas sin contacto con sus familias provocando suicidios en masa y
enfrentamiento de ciertas tribus por las condiciones a las que eran sometidos;
además que en el intercambio comercial entre indígenas y capataces de la “Casa
Arana” se les pagaba en especie con los productos que se vendían en el economato
o tienda a través de fichas que servían como unidad comercial bajo la modalidad de
“endeude”.
“El contacto directo y permanente con la "civilización" es de época más bien reciente. Desde
principios del presente siglo se incorporaron al trabajo del caucho, bajo la brutal explotación
de la Casa Arana. El hecho de que 10.000 Andokes que había a principios de siglo (según
estimativos del viajero inglés Th. Whiffen que visitó por entonces la región, luego de los
trabajos con aquella compañía Peruano-Inglesa) se hayan reducido a unos pocos
centenares dispersos habla muy claro de los resultados de dicho contacto”.[27]
Mapa 1.[31]
Los Misioneros ya habían iniciado el camino a través de las fundaciones de pueblos
de indios como de sus prefecturas apostólicas lideradas desde Popayán [32]. Las
misiones se convierten en la punta de lanza para las futuras oleadas colonizadoras,
dispuestas a ganar, competir y acceder a toda costa a tierras que generalmente
estaban controladas por las comunidades étnicas nativas.
Es importante recordar que existía un acuerdo tácito entre los colonizadores y las
misiones, ambos coinciden en la necesidad de extender los circuitos comerciales
que posibiliten un mayor y mejor acceso a bienes y mercancías para así limitar los
riesgos de supervivencia (hambre y enfermedades). En este sentido, las primeras
oleadas de colonos se beneficiaron al obtener créditos financieros, herramientas y
semillas suministrados por los misioneros a cambio de garantizar la producción de
alimentos y contribuir con la construcción de vías de comunicación, como por
ejemplo, los caminos de herradura.
“ (…) Conscientes del peligro que encarnaba la presencia de la Casa Arana en el
Caquetá, los misioneros propusieron mecanismos para colonizar, uno con los
nacionales y otro con los extranjeros (a ellos previa terminación de los caminos
Pasto-Mocoa y Guadalupe- Florencia), se les entregaron una Choza, 20 Hectáreas
de terreno y herramientas y semillas por medio año en ella”.[33]
CONSUMO DE CAUCHO
La historia del caucho tiene que ver con las necesidades que tenía la reciente
industria de productos elaborados con esta materia prima desde 1820, cuando se
monta la primera factoría en Inglaterra donde se producen mangueras para los
bomberos, y botas de caucho esto acompañado de las respectivas pruebas hechas
por los químicos de la época que descubrieron que al combinar el caucho con el
azufre a altas temperaturas y demás propiedades se permitía trabajar en moldes
como lo evidencia en su estudio Domínguez (1990):
“(...) Un primer paso hacia la solución de este problema vino de la invención del proceso de
masticación por Hancock en 1819, lo que permitió una primera expansión importante de la
demanda: en 1820 se inauguraba la primera factoría de caucho en Inglaterra, para fabricar
toldos y bombas, en 1827 se utilizaba para las mangueras de los bomberos y un año más
tarde se abría la primera fábrica en Estados Unidos (Hecht y Cockburn 1993: 103). En 1839
Goodyear da con la solución definitiva para fijar las propiedades del caucho mediante el
procedimiento de mezclarlo con azufre y someterlo a altas temperaturas, proceso que él
denominó de vulcanización y que confería, además, mayor resistencia al producto que la
que tenía en estado natural. La vulcanización puso las bases para la definitiva explotación
industrial del caucho, cuyo impulso definitivo vendría de la mano de la invención de la rueda
neumática en 1888 por Dunlop (Domínguez y Gómez 1990:114)[35]
Los problemas productivos que tenía la amazonia era que los árboles de caucho
estaban dispersos por toda la Amazonía de manera silvestre y la mano de obra
indígena, paradójicamente, escaseaba debido al régimen de explotación de los
indígenas cuya tasa descendió estrepitosamente.
Los ingleses lograron sacar aproximadamente 70.000 semillas para ser
trasplantadas a sus colonias en Ceilán, Malasia, la India, e Indonesia gracias al
trabajo pirata del aventurero inglés Henry A. Wickham (1873); llegaron a producir
350 árboles por hectárea mientras que en la amazonia era de 2 por hectárea.
En 1900, la producción del caucho solo cubría el 60% de la demanda mundial y para
1913 descendió a 27% y solo se viene a recuperar durante la época de segunda
guerra mundial cuando los japoneses se apoderan de las colonias inglesas,
francesas y norteamericanas[38]. Después de la segunda guerra mundial se inicia la
era del caucho sintético desplazando totalmente la producción del caucho en la
Amazonia, acabando definitivamente con la explotación de la mano de obra
indígena y los últimos coletazos del enclave cauchero.
Los indígenas que extraían el látex debían desangrar el árbol haciéndole unas
enduras en la corteza para a través del método de goteo recogerlo en canastos y
en la tarde pudiera formarse la bola que era cargada hasta donde era calentada y
donde se mezclaba con unos químicos para que se coagulara. En este proceso se
podía recoger por un siringuero de 50 a 60 kilos en una semana. Mientras ocurría
esto “el aviador” como también se lo conocía en Brasil podía tener un pedazo de
tierra que usaba para cultivar: Yuca, Plátano, de la mano con la caza y la pesca,
como lo señala Domínguez y Gómez (1990).
Los árboles que no pertenecían a la especie Castilla, que eran los árboles que más
duraban después del proceso de desangrado del látex y que se encontraba en las
zonas inundables de la altiplanicie amazónica sobre todo en el ala brasileña que
ocupa 3/4 parte de la amazonia, mientras que la otra especie de corto ciclo el árbol
Heveas propio de las zonas cercanas al piedemonte andino, es decir, Colombia no
duraría mucho. Por otro lado, se señala que la guerra con el Perú y la expropiación
de las caucheras desencadena la crisis del ciclo del caucho hacia Colombia,
Ecuador y Perú.
Esta población que a principios del siglo XX, no sobrepasaba las 10.000 almas,
según los datos aportados por el estudio de Pineda (1973)[39], quien plantea que
esta población fue integrada al proceso de extracción del caucho por parte de la
Casa Arana de manera violenta, pero también muestra cómo esta población
incorporó a su cultura artefactos de la sociedad occidental:
Los andokie diferencian en su narración entre las mercancías que sirven para el
trabajo y las que son de uso, por ejemplo, la ropa o el calzado no son para el trabajo
y no se le da la categoría de herramienta en su idioma como lo señala el antropólogo
Jhon Landaboru (1977), afirma que una de las funciones del “capitán” de la tribu
andokie es propiciar el comercio entre las tribus, ritual que se daba como ceremonia,
pero también como intercambio o “trueque” entre los distintos grupos que
conformaban la familia lingüística andoque que para 1905 -según lo señala Von
Hassel (1905)-, esta población sobrepasaba las 10.000 almas[42]
Las comunidades indígenas entran en contacto de tipo cultural y comercial con los
misioneros desde la época de la colonia como parte tanto del direccionamiento de
las autoridades eclesiásticas como parte de los distintos concordatos firmados con
el Estado a mediados del siglo XIX, pero también como parte de la orientación
Estatal. Los grupos indígenas entraron en contacto con el fenómeno de intercambio
como o señala Kuan Bahamòn (1977), en su libro sobre las misiones [43] en el que
anota que fue un proceso de intercambio de saberes, como por ejemplo, la medicina
tradicional indígena frente a los elementos para cultivar como herramientas de
hierro, hachas y más tarde machetes[44]. Posteriormente, con la irrupción de la
economía extractiva el intercambio se prioriza sobre telas y licores.
CONCLUSIONES.
El papel jugado por las misiones es importante entenderla, ya que su relación entre
iglesia y Estado permitió que funcionara la extensión de la autoridad a través de las
misiones, que si bien no fueron constantes, si permitieron avanzar sobre la frontera
agrícola y de alguna manera defender la frontera de la intromisión de otros Estados
que llegaban en busca de mano de obra indígena que empezaba a escasear
producto del etnocidio indígena en la Amazonia y las expropiaciones ilegales de la
Casa Arana a empresarios colombianos.
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[2] “…Cuando se habla de economías extractivas de hace alusión directa a todo
aquel tipo de economía que se base en el flujo externo de riqueza creada. Siguiendo
a Domínguez y Gómez (1990:9); “una región socioeconómica se puede caracterizar
como la totalidad de la riqueza social creada por el trabajo del hombre sobre un
espacio”. En tal sentido, una vez se genera riqueza esta puede corresponder a flujos
internos, es decir, cuando los flujos son de carácter concentrador o redistributivo en
la misma región en la cual se producen, caso antagónico a la economía extractiva,
o a flujos externos que desplazan la riqueza creada a áreas ajenas, aunque dicho
tipo de situación puede generar flujos internos de carácter coyuntural”, En Angulo
Muñoz, Economía Extractiva y Desarrollo Sostenible, análisis y relaciones a partir
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en Medio Ambiente y Desarrollo, 2010.
[3] URIBE, Uribe Rafael (1907). Reducción de Salvajes, Memorias al excelentísimo
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[4] Ídem pág. 8.
[5] OTERO, A. (2018). Notas del seminario Fundamentos II, Maestría en Historia
Universidad del Valle.
[6] MARTIN, Felipe (2013). Héroes de la Civilización. La Amazonia como cosmópolis
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[7] URIBE, Uribe, Rafael, Ídem.
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[12] PINEDA, Roberto (2000). Holocausto en el Amazonas: una historia social de la
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[14] Ídem.
[15] TRENTMANN, Frank, & Otero-Cleves Ana María. (2017). Paths, Detours, and
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Crítica No.40 65: 13-28.
[16] THOMPSON, Norman (1913). El Libro Rojo del Putumayo. Publicado en Inglés,
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[17] PINEDA (2000). Ídem.
[18] Casabe: una especie de masa de Yuca que puede ser utilizada en múltiples
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alcohólicas para sus ceremonias y rituales.
[19] PINEDA, Roberto (1975). La gente de hacha: Breve historia de la tecnología
según una tribu amazónica. En: Revista Colombiana de Antropología Vol. 18.
Bogotá.
[20] GÓMEZ, Augusto & otros (2015). Pioneros, colonos y pueblos. Memorias y
testimonios de los procesos de colonización y urbanización de la Amazonia
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[21] TORRES-LONDOÑO, Fernando (2012). Visiones jesuíticas del Amazonas en la
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[22] APPLEBAUM, P. Nancy (2017). Dibujar la nación. La comisión corográfica en la
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Andes: Fondo de Cultura Económica. Pág. 132.
[23] OCAMPO, José (1984). Colombia y la Economía Mundial (1830-1910). Ed. Siglo
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[24] URIBE Uribe, Rafael (1907). ‘Reducción de salvajes’: memoria escrita en Río de
Janeiro en febrero y ofrecida por Uribe al Presidente de la República, a los
arzobispos y obispos de Colombia, a los gobernadores de departamentos y a la
Academia de Historia
[25] Ídem pág. 8 y 9.
[26] LLOSA, Mario (2010). El Sueño del Celta. Madrid: Santillana Ediciones
Generales, S. L. Torrelaguna.
[27] PINEDA, Roberto (1975). La gente de hacha: Breve historia de la tecnología
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[28] SANDOVAL, Yesid & Echandia, Mario. La Historia de la Quina desde una
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cultura. No. 13-14. Bogotá, 1985-6. Págs. 153-187.
[29] NIETO, Arteta Luis (1970). Economía y Cultura en la Historia Colombiana, Tomo
II. Editorial Oveja Negra. Tercera Edición 1970. Pp. 88.
[30] DOMÍNGUEZ, Camilo & Gómez, Augusto (1990). La economía extractiva en la
Amazonía colombiana (1850-1930). Bogotá: Corporación Araracuara, Ed.
Presencia.
[31] LEGRAND, Catherine (1988). Colonización y Protesta Campesina en Colombia
(1850-1950). Universidad Nacional de Colombia.
[32] DE MONTCLAR, Fidel (1911). Misiones Católicas en el Caquetá y el Putumayo
dirigidas por R. R. P. P. Capuchinos. Bogotá: Imprenta de la Cruzada.
[33] Ídem pp. 4
[34] LEGRAND, Catherine (1988). Colonización y Protesta Campesina en Colombia
(1850-1950). PP. 18.
[35] ULLÁN DE LA ROSA, Francisco (2004). La Era del Caucho en El Amazonas
(1870-1920) Modelos de Explotación y relaciones sociales de producción. En:
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[36] PACHECO DE OLIVEIRA FILHO, Joao (1977). As facçoes e a ordem política em
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[37] ídem pp. 185.
[38] Domínguez, Camilo & Gómez, Augusto (1990): La economía extractiva en la
Amazonía colombiana (1850-1930). Corporación Araracuara, Ed. Presencia.
Bogotá.
[39] Pineda, Roberto (1973). La Gente Del Hacha, breve historia de la tecnología
según una tribu amazónica.
[40] Ídem. pp.442.
[41] Ídem pp. 445.
[42] HASSEL, Jorge M. von (1905). Las tribus salvajes de la región amazónica del
Perú. Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, XVII, pp. 27-73.
[43] BAHAMÓN, Kuan. (2015). Civilización, frontera y barbarie. Misiones capuchinas
en Caquetá y Putumayo, 1893-1929. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad
Javeriana.
[44] Ídem pp. 42.
[45] THOMPSON, Norman (1913). El Libro Rojo del Putumayo. Publicado en Inglés,
Londres y Reeditado por Edición Arboleda y Valencia. Bogotá. pp. XXIII de la
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[46] Ídem pp. 8