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El ritmo es algo intrínseco e innato en el todo –en lo humano y en las cosas naturales-
que a veces pasa desapercibido. Es parte de nuestro ser y nuestro hacer.
A veces, se torna difícil observarlo, ya que se mimetiza con el todo, mezclándose con el
resto de los aspectos que hacen a la organización visual. Para su análisis, debemos buscarlo,
desmembrarlo y aceptar nuestra subjetividad para aprehenderlo, que puede ser o no, distinta a la
de otro y encontrar su fundamento en el todo compositivo, para volver a unirlo en el todo como
una secuencia y parte de una dinámica en la cual no pierda su sentido intrínseco.
La palabra ritmo, etimológicamente, deriva del latín rhythmicus, y ésta del griego ritmos,
de rhein, que significa fluir. Según Ghyca, es “periodicidad percibida, que actúa en la medida
que ésta deforma en nosotros el curso habitual del tiempo…así, todo fenómeno periódico
perceptible a nuestros sentidos se destaca del conjunto de los fenómenos irregulares para actuar
por sí solo sobre nuestros sentidos e impresionarlos de una manera desproporcionada a la
debilidad de cada elemento actuante…y poco a poco nuestra respiración, nuestras pulsaciones y
nuestras tristezas, todo danza sobre el ritmo esfumado pero persistente que creíamos no
escuchar”…
G. Kepes, al referirse al ritmo en las Artes Plásticas, dice de el que es una organización
dependiente principalmente del sentido de la vista, tendiente a ahorrar energías en el proceso de
trabajo del ojo, a la acción y ajuste neuromuscular, teniendo en cuenta que la visión es el proceso
de la acción del ojo para organizar la imagen; esto significa medir y relacionar diferencias
visibles: colores, tonos, matices, claves, saturación, valor, textura, posición, forma, dirección,
intervalo, tamaño, etc. mediante al acción neuromuscular. De la proporción de acción y reposo –
es decir el ritmo- depende la naturaleza del trabajo ocular. La repetición ordenada o la sucesión
regular de similitudes o igualdades ópticas determina el ritmo de la organización plástica. Para
conservar las energías de atención de la visión, la superficie gráfica debe tener una estructura
temporal de organización, debe estar articulada rítmicamente, de una forma que corresponda,
para el ojo al ritmo de cualquier proceso de trabajo. Este ahorro de energías que otorga el ritmo
en la organización plástica, solo tiene sentido en relación al conjunto del proceso de construcción
de la imagen, con sus acentos y pausas y se forma una unidad dinámica, un orden.