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Nihilismo.

La etimología proviene del latín nihil, que significa nada y –si bien ya existía
como corriente en la Antigua Grecia, sería Nietzsche quien estructuraría la
conceptualización del término.

En el contexto filosófico, se entiende por nihilismo a la doctrina o corriente


filosófica que, basándose en la inexistencia de algo permanente, sostiene la
imposibilidad de cualquier conocimiento (toma como base la negación de uno o más de
los supuestos sentidos de la vida). “El nihilismo existencial” sostiene que la vida carece
de significado objetivo, de propósito o de valor intrínseco.

Dicho de otra manera, viene a ser la negación de toda creencia, de todo sentido
superior objetivo o determinista de la existencia que no tenga una explicación
verificable y de todo principio sea este religioso, político o social. Es decir, que es una
crítica social, política y/o cultural a los valores, costumbres y creencias de una sociedad
determinada (en la medida en que estas participan del sentido de la vida negado por esta
corriente filosófica).

Sí se presenta como favorable a la perspectiva de un devenir constante o


concéntrico de la historia objetiva, sin ninguna finalidad superior o lineal. Es partidario
de las ideas vitalistas y lúdicas, de deshacerse de todas las ideas preconcebidas para dar
lugar a una vida con opciones abiertas de realización y a una existencia que no gire en
torno a cosas inexistentes o no comprobables.

No se debe confundir al nihilismo con la “no creencia en nada” ni con el


pesimismo. El "nihilismo positivo o activo" es la negación de todo dogma, para dar
cabida a infinitas opciones (no determinadas); mientras que el “nihilismo negativo o
pasivo” conlleva una negación de todo principio ético que traiga aparejada la
negligencia o la autodestrucción.

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