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Derecho Tributario. 23ª ed., julio 2018
Lección 6. Procedimientos de gestión de los tributos (CARMELO LOZANO SERRANO)
II. Ordenación de las funciones de aplicación de los tributos

II. ORDENACIÓN DE LAS FUNCIONES DE APLICACIÓN DE LOS TRIBUTOS

Con dos sentidos se utilizaba el término liquidación por las normas con anterioridad a la LGT
de 2003. Como procedimiento administrativo, englobando el procedimiento de liquidación la
secuencia ordenada de actuaciones, tanto del particular como de la Administración, dirigidas a
cuantificar el tributo. Como acto administrativo, con el contenido de ser una manifestación
unilateral de la Administración, en virtud de su autotutela declarativa y ejecutiva, mediante la
que declara la existencia de la obligación y su cuantía, exigiendo además su ingreso.

Con la promulgación de la LGT de 2003, el término liquidación se reserva para designar los actos
administrativos de cuantificación de las prestaciones, según el ap. 1 del art. 101, sin que la Ley
se refiera a una función de liquidación ni al correspondiente procedimiento.

Por el contrario, el acto de liquidación puede ser resultado –según la LGT– de procedimientos y
hasta de órganos distintos. Pudiendo derivar de un procedimiento de gestión de los enumerados
por el art. 123, en ejercicio de la función de gestión tributaria descrita por el art. 117, cuya
letra 1.i) menciona la práctica de liquidaciones, o de un procedimiento de inspección, en ejercicio
de las funciones inspectoras señaladas por el art. 141, cuya letra g) también incluye entre ellas
la práctica de liquidaciones. Así como, tras la reforma de la LGT de 2015, de las actuaciones en
supuestos de delitos contra la Hacienda Pública reguladas por el Título VI de la Ley, que se
enmarcan con especialidades en el procedimiento inspector.

Sistematizando la variedad de posibilidades que recoge la LGT, puede concluirse que las
actuaciones encaminadas a la liquidación del tributo pueden seguir, en sus fases iniciales, tres
grandes modelos:

1) El de gestión administrativa, que se inicia de oficio sobre la base de censos o padrones de


contribuyentes y exige un acto de liquidación provisional previo al ingreso; es el propio de los
tributos locales periódicos, como IBI, IAE, Impuesto sobre Vehículos y tasas periódicas, que ni
siquiera se regula por la LGT.

2) El de declaración, que se inicia por esta actuación del sujeto comunicando los hechos
relevantes y sobre los cuales practicará la Administración una liquidación provisional exigiendo
el ingreso; se recoge por los arts. 128 a 130LGT, siendo de aplicación, entre otros, en
tributos aduaneros y tasas.

3) El de autoliquidación, en el que no hay intervención administrativa, pues el propio sujeto


declara, aplica las normas y calcula el importe de la prestación, ingresándolo en el momento de
presentarla o solicitando la devolución si resultó cantidad a su favor; rige en la mayoría de
tributos estatales y no hay en este caso ejercicio de funciones administrativas en sentido propio,
al no intervenir la Administración.

Sea cual sea el modelo seguido, tras estas fases iniciales (o su incumplimiento por los sujetos)
pueden desarrollarse por la Administración, con carácter eventual, actuaciones de
comprobación, que concluirán, en su caso, con nuevas liquidaciones, pudiendo darse, además,
más de una.

La LGT regula como procedimientos de comprobación conducentes a la liquidación, los de


verificación de datos ( arts. 131 y ss.), comprobación limitada ( arts. 136 y ss.) e inspección (
arts. 141 y ss.), además de la prevista en el art. 250.2 a partir de 2015, que se reconduce al
procedimiento inspector. En ellos, y por el orden citado, se ponen en juego potestades
administrativas de comprobación e investigación cada vez más amplias. Por eso, los dos
primeros pueden concluir con una liquidación provisional, o bien con el acuerdo de iniciar los
siguientes más completos. El de inspección puede dar lugar a una liquidación provisional, en
ciertos casos tasados, o a una liquidación definitiva, como regla general. Mientras que el primero
y el último competen, respectivamente, a los órganos gestores y a los inspectores, el de
comprobación limitada puede desarrollarse por ambos. Junto a ello, pero sin concluir con
liquidación, los arts. 134 y 135 regulan la comprobación de valores, dirigida a fijar el valor
de los elementos relevantes del tributo. Según la normativa de cada tributo, podrá darse con
carácter autónomo, acabando con un acto de fijación del valor comprobado, o bien, darse como
actuaciones insertas en uno de los procedimientos conducentes a la liquidación, siendo en este
caso dicha liquidación el acto final del procedimiento.

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