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La coherencia es una propiedad del texto, de naturaleza pragmática, por la que aquél se
concibe como una unidad de sentido global. Es decir, los conceptos y las relaciones de
significado que se dan en su interior no contradicen el conocimiento del mundo que tienen
los interlocutores.
Entendida como propiedad textual, la coherencia se definió como la estructura profunda del
texto. Se trata de relaciones en el nivel profundo del significado, que pueden hacerse
patentes en la superficie textual mediante diversos recursos lingüísticos, pero que también
pueden quedar latentes. En el ejemplo [Llovía mucho; decidimos no salir de excursión y
quedarnos en casa] la secuencia forma parte de un texto coherente, puesto que la
experiencia nos dice que la lluvia suele servir de razón disuasoria en situaciones como en
las que aparece esa frase. Las relaciones de coherencia que pueden establecerse en el
interior de un texto son de muy diverso tipo: de causalidad, de pertenencia a una misma
situación, etc.
Bibliografía básica
Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso.
Barcelona: Ariel.
Bibliografía especializada
Van Dijk, T. A. (1978). Estructuras y funciones del discurso. Madrid, Siglo XXI. 1980.
Cohesión
La cohesión es la propiedad textual por la que los textos se presentan como unidades
trabadas mediante diversos mecanismos de orden gramatical, léxico, fonético y gráfico. La
establece el emisor y el destinatario la reconoce, y se materializa en guías puestas en el
texto por aquél a disposición de éste, con el fin de facilitarle su proceso de comprensión del
mismo. Para ello se recurre a tres grandes tipos de mecanismos lingüísticos: la referencia, la
progresión temática y la conexión. Estos establecen relaciones entre diversas unidades de la
superficie del texto (palabras, frases, párrafos, enunciados...).
En la didáctica de las lenguas tiene una gran importancia el dominio de la cohesión textual
por parte de los aprendientes. El español, como todas las lenguas, dispone de elementos de
cohesión propios, y previsiblemente diferenciados de los que utiliza la lengua propia del
aprendiente. A modo de ejemplo, el demostrativo neutro [eso] cumple, entre otras, unas
funciones de referencia textual que lo distinguen claramente, por un lado, de las mismas
formas de demostrativo de segunda persona con flexión de género y de número, y por otro
lado de las formas neutras [esto] y [aquello]. Otro caso particular del español es el de la
diferencia de significado y uso de los conectores [pero / sino], o las que se dan entre [ya
que / puesto / que / porque / como].
Bibliografía básica
1. Calsamiglia, H. y Tusón, A. (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso.
Barcelona: Ariel.
2. De Beaugrande, R. A. y Dressler, W. U. (1972). Introducción a la lingüística del texto.
Barcelona: Ariel. 1997.
Bibliografía especializada
1. Brown, G. y Yule, G. (1983). Análisis del discurso. Madrid: Visor, 1993.
2. Van Dijk, T. A. (1978). Estructuras y funciones del discurso. Madrid: Siglo XXI, 1980.
Los marcadores discursivos han sido uno de los aspectos más y mejor estudiados en la
pragmática del español. De todos modos, su delimitación con respecto a los denominados
conectores no siempre es clara. M.ª A. Martín Zorraquino y J. Portolés (1999) analizan los
conectores como un subgrupo dentro de la categoría mayor marcadores del discurso. Otros
lingüistas, en cambio, utilizan el término marcador con un sentido más restringido para
designar las unidades que articulan el discurso oral, esto es, unidades que Martín
Zorraquino y Portolés denominan marcadores conversacionales: D. Schiffrin (1987), por
ejemplo, define los marcadores como elementos muy vacíos de contenido, a menudo
monosílabos ([bien, ya, eh, etc.]), que adquieren sentido en la interacción conversacional.
Como características definitorias de los marcadores del discurso, M.ª A. Martín Zorraquino
y J. Portolés (1999) describen las siguientes:
1. Desde un punto de vista prosódico, los marcadores se encuentran limitados como incisos
por la entonación; en la escritura, esta entonación peculiar se refleja con frecuencia
situando el marcador entre comas.
2. Morfológicamente, son unidades lingüísticas invariables, que pertenecen a diferentes
categorías gramaticales (interjecciones como eh, adverbios como bien, locuciones
adverbiales como por el contrario).
3. Sintácticamente, son unidades no integradas en la oración, con un grado de autonomía
que varía para cada marcador (bueno puede aparecer independiente en un turno de
habla; por el contrario es menos autónomo). A diferencia de las conjunciones, no
presentan una posición fija (el marcador no obstante puede aparecer al principio, en
medio o al final de un enunciado); en algún caso, de todos modos, es difícil documentar
algunas de estas unidades en una posición que no sea la inicial del miembro discursivo que
introducen (es el caso de a propósito, a saber, pues, entre otros). A diferencia de los
adverbios que funcionan como complementos circunstanciales, no pueden recibir
especificadores ni adyacentes complementarios. Otros rasgos sintácticos destacables son
el hecho de no poder coordinarse entre sí o no admitir la negación.
4. Los marcadores pueden incidir en miembros del discurso que constituyen categorías
léxicas y sintagmáticas muy diversas: desde situarse con nombres ([Muestra ilusión,
imaginación y en definitiva arte]) a encontrarse con oraciones ([Me ha gustado la película.
Los actores, en cambio, no han estado muy bien]).
5. Semánticamente, son elementos que no presentan un contenido referencial o denotativo,
sino que muestran un significado de procesamiento: el de guiar, de acuerdo con sus
distintas propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se
han de efectuar del conjunto de los dos miembros discursivos que conectan.
Se han propuesto múltiples clasificaciones de los marcadores del discurso en español. Una
de las más difundidas y comúnmente aceptada en la actualidad es la de Portolés (1998) y
Martín Zorraquino y Portolés (1999). Estos autores diferencian cinco grupos de marcadores
discursivos:
De todos modos, hay que tener en cuenta el carácter polifuncional de los marcadores: por
ejemplo, [entonces] puede funcionar bien como estructurador de la información en un
discurso oral, bien como conector consecutivo; ocurre lo mismo con [en fin], que, además
de su función de adverbio, puede ser un ordenador o un reformulador.
Desde una perspectiva didáctica, el uso de los marcadores discursivos revela el grado de
dominio de una segunda lengua. Son básicos para la interacción conversacional y en el
discurso escrito establecen conexiones clave para lograr coherencia entre las distintas
unidades lingüísticas. Su aplicación a la enseñanza del español como lengua extranjera ha
dado como resultado monografías y diccionarios que describen la semántica y la
pragmática particular de cada uno de los distintos tipos de marcadores.
Bibliografía básica
1. Martín Zorraquino y Portolés, J. (1999). «Los marcadores del discurso». En I. Bosque y V.
Demonte (dirs.). Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid: Espasa Calpe,
capítulo 63.
2. Martínez Sánchez, R. (1997). Conectando texto, Barcelona: Octaedro.
3. Portolés, J. (1998). Marcadores del discurso, Barcelona: Ariel.
Bibliografía especializada
1. Martín Zorraquino, M.ª A. y Montolío, E. (coords.) (1998). Los marcadores del discurso.
Teoría y análisis, Madrid: Arco/Libros.
2. Montolío, E. (2001). Conectores de la lengua escrita, Barcelona: Ariel.
3. Santos Río, L. (2003). Diccionario de partículas, Salamanca: Luso-Española de Ediciones.
4. Schiffrin, D. (1987). Discourse Markers. Cambridge: C.U.P.
Ejemplos de Oraciones - Tipos
Sintaxis → Oración
Definición de Oración:
Sujeto: realiza la acción del verbo → mi amigo Juan tiene una bicicleta.
Predicado: indica lo que hace el sujeto → mi amigo Juan tiene una bicicleta.
Tipos de Oración:
Ejercicio de Oraciones:
Señalar el tipo de las siguientes Oraciones: