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POEMAS

Juntáronse los ratones


para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?
Autor: Lope de Vega.

Por la mañana
El dentista de la selva
Trabajó intensamente
Con un feroche cliente.
Era el rey de la jungla,
Era un león imponente,
Con colmillos careados
Y que le faltaba un diente.
Por la tarde
Y dijo el doctor dentista
A su enfermera reciente:
-pon el cartel en la choza,
no recibo más pacientes,
ha venido un cocodrilo
que tiene más de cien dientes.
Autora: Gloria Fuertes

La Tarara, sí;
la Tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Lleva la Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.
La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.
Ay, Tarara loca.
Mueve la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.
Autor: Federico García Lorca

El chamariz en el chopo.
-¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
- ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
- ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
- ¿Y qué más?
La hojita nueva en la rosa.
- ¿Y qué más?
La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!
Autor: Juan Ramón Jiménez

Agua, ¿dónde vas?, de Federico García Lorca


Agua, ¿dónde vas?
Riendo voy por el río
a las orillas del mar
Mar, ¿adónde vas?
Río arriba voy buscando
fuente donde descansar
Chopo, y tú ¿qué harás?
No quiero decirte nada
Yo…, ¡temblar!
¿Qué deseo, qué no deseo
por el río y por la mar?
Cuatro pájaros sin rumbo
en el alto chopo están.
ESTROFAS INFANTILES
LEYENDAS
El hada del viejo pino (leyenda para niños)
Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos admiraban y que
encerraba montones de historias. De una de aquellas historias formaba parte un hada, que había
vivido en su interior durante años. Pero aquella hada se convirtió un día en una mujer que
mendigaba y pedía limosna al pie del mismo pino. Muy cerca, vivía también un campesino (al que la
gente consideraba tan rico como egoísta), que tenía una criada. Aquella criada paseaba cada
mañana junto al viejo pino y compartía con la mujer mendiga todo el alimento que llevaba consigo.
Pero cuando el campesino se enteró de que la criada le daba el alimento a la señora que mendigaba,
decidió no darle ya nada para comer para no tener así que regalárselo a nadie. Tiempo después, el
campesino avaro acudió a una boda en la que tuvo la ocasión de comer y beber casi hasta reventar
cuando, regresando a casa, pasó cerca del pino y de la mujer que mendigaba a sus pies. Pero en
lugar de un árbol, el campesino vio un palacio precioso que brillaba a más no poder. Animado aún
por la boda, el campesino decidió entrar y unirse a lo que parecía otra fiesta. Una vez dentro del
palacio, el campesino vio a un hada rodeada por varios enanitos disfrutando de un festín. Todos
invitaron al campesino a compartir la mesa con ellos y no lo dudó dos veces, a pesar de que había
acabado muy lleno de la boda. El campesino, ya sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto
pudo en los bolsillos, puesto que ya no le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el hada y los
enanitos se fueron a un salón de baile y el campesino decidió que era el momento de volver a casa.
Cuando llegó, quiso presumir de todo cuanto le había pasado ante su familia y sus criados y, para
demostrarlo, sacó todo cuando había metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los bolsillos no salió
nada. El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de su casa y
que comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven salió de la casa entristecida, y
acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto, poco antes de llegar, notó algo muy brillante en los
bolsillos de su delantal. Eran monedas de oro. Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar
nunca más al hogar del campesino egoísta, y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para
darle algunas monedas. Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. –
Dijo la joven. Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada,
recompensando la actitud de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y su felicidad
eternas.
La leyenda del conejo grabado en la Luna

Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios azteca Quetzalcóatl. Según esta leyenda, en
una tarde de verano, el dios azteca Quetzalcóatl pensó que podía ser muy buena idea ir a dar un
paseo. Pero se olvidaba de que su aspecto, en forma de serpiente emplumada, podría atemorizar al
mundo. De esta forma decidió que lo mejor sería bajar a pasear a la Tierra tomando un nuevo
aspecto humano y común. Caminó sin parar durante todo el día el dios Quetzalcóatl disfrutando
plenamente de todos los maravillosos paisajes que le brindaba la preciosa Tierra. Y tras mucho
caminar, cuando ya parecía despedirse el Sol entre las luces rosadas y mágicas del atardecer,
Quetzalcóatl sintió un hambre terrible que le apretaba el estómago, además de un fuerte cansancio.
Pero a pesar de todo aquel malestar, Quetzalcóatl no se detuvo en su camino. Finalmente cayó la
noche, y junto a una hermosa y casi anaranjada Luna, brillaban miles de estrellas que eclipsaban al
mismísimo dios. Y en ese justo instante Quetzalcóatl pensó que debía parar su paseo y descansar
finalmente para reponer fuerzas. La belleza del firmamento le había hecho darse cuenta de que el
mundo merecía contemplarse con detenimiento y verdadera atención. Tomó asiento en aquel
mismo instante sobre una piedra gruesa del camino, y al poco tiempo se le aproximó un conejito
que parecía observarle con mucha atención mientras movía los finos bigotes. ¿Qué comes?- Dijo el
dios al conejo. Como una deliciosa zanahoria que encontré por el camino. ¿Deseas que la comparta
contigo? No gracias, no puedo quitarle su sustento a un ser vivo. Tal vez mi verdadero destino sea
pasar hambre y desfallecer como consecuencia de ello y también de mi enorme sed. ¿Y por qué
habría de pasar algo tan terrible si yo puedo ayudarte? – Replicó el conejo. Eres muy amable,
conejito. Sigue tu camino y no te preocupes por mí. – Exclamó apesadumbrado y agotado el dios
Quetzalcóatl. Solo soy un pequeño e insignificante conejo. No dudes en tomarme como tu alimento
cuando creas que no puedes más. En la Tierra, todos debemos encontrar la manera de sobrevivir.
Quetzalcóatl se quedó completamente conmocionado ante aquellas palabras del conejo y lo acarició
con mucho cariño y emoción. Después lo cogió entre sus manos y lo alzó hacia el cielo, en dirección
al brillo que despedían las estrellas en la noche. Tal alto lo subió con sus propias manos, que su
silueta quedó grabada en la gran Luna casi anaranjada. Mientras Quetzalcóatl volvía a descender
sus brazos con el conejo entre las manos, observaba el magnífico grabado que había quedado en el
cielo. La imagen del conejito quedaría para siempre en el firmamento, para que fuese recordada
siglos y siglos por todos los hombres que habitaran la Tierra como premio por su bondad. Después
Quetzalcóatl se despidió del conejo, y agradeciéndole nuevamente su amabilidad, continuó su
camino. El pequeño conejito no podía creer lo que había visto. Aquel hombre tenía aspecto de
humano, pero se comportaba con una grandeza fuera de lo normal. Y con aquella reflexión observó
anonadado el brillo de su silueta en la Luna durante mucho, mucho, tiempo.
LOS UNICORNIOS

Hace mucho tiempo existieron unas extrañas y maravillosas criaturas que poseían el cuerpo como
los caballos más hermosos de la tierra, y además, un mágico cuerno en el centro de su frente. Estas
criaturas, llamadas unicornios, eran de color blanco y se cree que procedían de tierras indias. Los
unicornios debían albergar tanta magia, que no podía verlos cualquier persona que quisiera sino
que, al contrario, eran muy pocos los afortunados que tenían el privilegio de llegar a observarlos.
Aquellos que llegaban a hacerlo eran las personas que tenían un corazón bueno y puro, cualidades
que eran muy fácilmente rastreables por los unicornios. Los cuernos de los unicornios tenían
propiedades sanatorias y curativas, y eran tan poderosos que se dice que podían llegar a curar
enfermedades muy peligrosas y mortales. Incluso, muchos llegaron a decir que contenían los
ingredientes necesarios para alcanzar la eterna juventud. Precisamente por todas aquellas razones,
la existencia de un unicornio dependía en su totalidad del mágico cuerno de su frente, y si llegaban
a perderlo su destino era la muerte. En la Edad Media, sabedores de las propiedades del cuerno de
los unicornios, muchos cazadores se adentraron en los bosques para dar caza a estos enigmáticos
seres, con tan mala fortuna, que terminaron abocando a los unicornios a su desaparición. Muy
inteligentes, y como los unicornios eran seres tan solitarios y solo dejaban verse por las personas
buenas, aquellos temibles cazadores se aprovechaban de las personas de corazón puro para
capturar a los unicornios y apresarles en busca de sus cuernos. Tras su triste desaparición, la
magnificencia y bondad de aquellos seres dejó en la historia su recuerdo como símbolo de la fuerza,
de la libertad, del valor, de la bondad y, sobre todo, del poder de la magia que reside en las personas
de gran corazón.

EL REY ARTURO Y SU LEYENDA

¿Conocéis al que fuera rey de la actual Gran Bretaña, Uther Pendragon? Aquello sucedió según la
leyenda hace mucho tiempo, pero todavía los ecos de aquellos sucesos rezuman por todo el mundo.
El rey Pendragon mantenía un duro conflicto con el llamado duque de Tintagel, que finalmente
terminó un día en el que Pendragon decidió firmar la paz. Para aquel día no tuvo reparos en invitar
a la gente más populosa de la comarca, entre ellos el duque de Tintagel y su mujer, la duquesa
Igraine. Lejos de lo planeado, cuando Uther Pendragon topó sus ojos con la duquesa, quedó tan
prendidamente enamorado de ella que todo cambió a partir de entonces. Tan enamorado y extraño
se sentía que decidió solicitar la ayuda del mago de la corte, llamado Merlín, para que realizase un
hechizo en su favor. Este hechizo consistió nada más y nada menos, que en hacer creer a Igraine
que Uther era su verdadero marido. Y tanto funcionó el hechizo que finalmente ambos se unirían y
de su relación nacería un niño llamado Arturo. Pero como aquello no podía saberse e Igraine falleció
poco después del nacimiento de Arturo, éste fue enviado con el mago Merlín, el cual se haría
responsable de su cuidado y formación hasta que el joven cumpliese los dieciséis años. Llegado
aquel momento, Arturo fue enviado con un caballero llamado Sir Héctor, pero hasta entonces, fue
el mago Merlín el encargado de cuidar, alimentar y enseñar todo aquello que sabía al joven príncipe,
que lejos de ignorarlo, demostraría ser una persona obediente y responsable como pocas. Pasados
los años, el rey Uther murió sin haber dejado ninguna descendencia reconocida en su castillo, y el
mago Merlín, convencido por algunos caballeros, decidió organizar un evento para solucionarlo y
nombrar a un nuevo rey. El reto consistiría en sacar una espada, la espada de Excálibur, de un
yunque de hierro dentro del cual se encontraba atrapada. Muchos fueron los que intentaron sacarla,
pero ninguno pudo conseguirlo. Ninguno salvo Arturo, que consiguió retirarla sin apenas esfuerzo.
Pero la mayoría de caballeros no aceptaban el nombramiento de Arturo como el nuevo rey, y Merlín
tuvo que salir en su defensa confesando que en realidad él era el único descendiente legítimo del
rey Uther. Y para asegurarse de que Arturo nunca más fuera molestado por caballeros arrogantes y
egoístas, Merlín decidió crear la llamada mesa redonda, compuesta por caballeros totalmente leales
al nuevo rey. Y durante mucho tiempo, el reino pudo mantenerse en paz…

El narrador de historias

Érase una vez un rey que tenía, por asistente y amigo, a un hombre cuya facilidad para contar
historias rebasaba casi lo imaginable. Cuando el rey se disponía a descansar, el hombre tenía el
cometido de narrar al monarca varias leyendas y fábulas para facilitarle el sueño. Pero ocurrió que,
en cierta ocasión, los problemas del monarca eran tan grandes y numerosos que le resultaba
imposible conciliar el sueño con el número de historias acostumbradas. Quiso entonces el rey
escuchar más historias, pero el hombre decidió contarle dos menos y muy cortas. Esta noche me
gustaría escuchar una muy larga y tras ella podrás irte a descansar- Dijo el rey a su asistente y amigo,
poco satisfecho con aquellas historias tan cortas. Tras aquellas palabras el hombre obedeció,
arrancándose de la siguiente forma: «Un campesino tomó cierto día mil libras de monedas de
penique, y compró con ellas dos mil ovejas. Cuando las iba conduciendo hacia el refugio, el arroyo
que había que cruzar para llegar estaba tan crecido que no se podía de ninguna manera cruzar a la
otra orilla. El campesino, apesadumbrado, logró encontrar una barca, pero era demasiado pequeña
para transportar en ella a todas las ovejas. Dándole vueltas a su cabeza, llegó a la conclusión de que
podría transportarlas de dos en dos…» Llegados a este punto de la historia, de repente, el narrador
se durmió. Pero poco duró el descanso, ya que el rey no había quedado satisfecho aún con la historia
y decidió despertarle al momento: Cuéntame el final de la historia. Señor, el arroyo era ancho, la
barca muy pequeña y las ovejas numerosas, ya se lo he contado. Y ahora tenemos que esperar a
que el campesino las vaya trasladando de dos en dos para que sepamos cómo termina la historia-
Respondió el astuto narrador de historias, que no deseaba pasarse la noche en vela. Y pensando y
pensado en el final de la historia, que tan extraña le resultaba al monarca, cayó rendido sobre su
almohada sin necesidad de más palabras.

FABULAS
Cuento corto del adivino

Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le acercó un


vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que habían robado todo lo que
había en su interior.
El adivino levantose de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y suspirando, para ver
lo que había sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no has previsto
lo que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de los demás. Tan
sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.

El congreso de los ratones


Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero temiendo siempre
los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya fuera de día o de noche este
terrible enemigo los tenía vigilados.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea a petición del
jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.
El jefe de los ratones dijo a los presentes:
- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No podemos vivir así!
- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento-Atemos un cascabel al gato, y así sabremos en
todo momento por dónde anda. El sonido nos pondrá en alerta y podremos escapar a tiempo.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes aplausos y
felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo avisaría de la llegada del
enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quien de todos le pondrá el cascabel al gato?
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados, porque no podían
contestar a aquella pregunta. De pronto todos comenzaron a sentir miedo. Y todos,
absolutamente todos, corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes.
Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo

Fábula corta para niños: La bruja

Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para calmar
la cólera de los dioses.
Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de dinero de
este modo de vida.
Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron ante los jueces supremos del país.
Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido persuadir a los
hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema que tengas a
cambio de dinero pero son incapaces de arreglar los suyos.

El lobo con piel de oveja


Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió
entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la
puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo
creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.
Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

El niño y los dulces


Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo, pero cuando
trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás sacar la mano
con los dulces-.
Moraleja: Nunca trates de abarcar más de lo debido, pues te frenarás.

RETAHILAS
TRABALENGUAS

Lado, ledo, lido, lodo, ludo,


decirlo al revés lo dudo.
Ludo, lodo, lido, ledo, lado,
¡Qué trabajo me ha costado!
Compré pocas copas, pocas copas compré,
como compré pocas copas, pocas copas pagaré.

Toto toma té, Tita toma mate,


y yo me tomo toda mi taza de chocolate.

Si el caracol tuviera cara como tiene el caracol,


fuera cara, fuera col, fuera caracol con cara.

Toto toma té, Tita toma mate,


y yo me tomo toda mi taza de chocolate.
RETAHILAS
1- Cro-cro cantaba la rana

Cro-cro cantaba la rana,


cro-cro debajo del agua,
cro-cro pasó un caballero,
cro-cro con capa y sombrero,
cro-cro pasó una criada
cro-cro vendiendo ensalada.

2- Marinero

Marinero que se fue a la mar y mar y mar,


Para ver que podía ver y ver y ver y
Lo único que pudo ver y ver y ver,
Fue el fondo de la mar y mar y mar.

3- El que se fue a Sevilla perdió su silla

El que se fue a Sevilla


Perdió su silla,
El que se fue a León
Perdió su sillón.
4- Sana sana, colita de rana (para curar una herida)

Sana, sana, colita de rana


Si no sana hoy sanará mañana.

5- Mientras el Lobo no está

Jugaremos en el bosque mientras el lobo no está


Porque si el lobo aparece a todos nos comerá.
¿Lobo estas ahí?

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