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CARICIOTERAPIA
I PARTE
1. INTRODUCCIÓN
La dimensión afectiva es de las más amplias que tiene nuestra especie humana y a la vez
de las más desconocidas. Nos conforma como personas, o nos deforma. Es la pasta de la
que estamos hechos, y a la vez la más delicada y frágil.
Pasar el umbral de la puerta de los afectos, es dejar fuera, en la mayor parte de las
veces, las palabras. No nos resulta fácil, ni traducible
la experiencia. Nuestro vocabulario es limitado para
expresar lo qué vivimos. Coloquialmente, decimos
que “no hay palabras”. Y es que las impresiones que
nos suceden por una parte no las entendemos ni
nosotros, y por otra, es una ardua tarea pretender que
otras personas puedan hacerlo.
Y todo para tratar de hablar de afectos. El intento de estas páginas es que no resulte
teoría sin más, sino que apele a la práctica de la vida, de nuestro día a día. Yendo más
allá, me atrevería a decir, que se pueda llegar a tambalear nuestra vida afectiva, con el
solo objeto, de que se asiente en sólidos cimientos, donde crecer y ser signos afectivos,
allá donde estemos.
2. El mundo afectivo del ser humano
Un titulo tan concreto quizás despista, y más si resulta ser tan amplio. Dice el refrán que
“quien mucho abarca poco aprieta”. Se trata de centrar la reflexión en cuestiones
concretas.
No soy una experta en este tema, aunque si me confieso seducida por todas estas
cuestiones.
Ante estos temas, siempre se me despierta el mismo pensamiento: que poco nos
conocemos. No sabemos “las piezas” en que estamos compuestos.
3. Desmontando el Tente
Pero para ir avanzando en los aspectos que tenemos entre manos, Tente nos ayuda
mejor. Los juguetes de Tente, a diferencia de los de Lego, tenían un orificio central, que
permitía conectar piezas de forma única. Por otra parte, la versatilidad de este juego
permitía diseñar de manera original, al margen de los de los de fábrica. En su aspecto
más pedagógico, permitía estimular la imaginación y, sobre todo, la creatividad.
Tomando como referente esta explicación tan concreta, y en parte interesada del tente
porque obvio sus aspectos negativos, intentaré desgranar mi finalidad con esta imagen.
Tente son una combinación de piezas, que bien colocadas, nos permiten construir
juguetes. Nuestro mundo afectivo son la suma de muchas piezas, que correctamente
colocadas nos posibilitan una vida integra, integrada, plena y adecuadamente entregada.
Como al Tente, la colocación de las piezas no es arbitraria. Los trozos de nuestra vida,
igual que en Tente, encajan en el orificio central y de manera única. Es la dimensión
afectiva el centro de persona, donde reside su originalidad y la definición más grandiosa
de su ser.
Intentar analizar los elementos de cada uno de nuestros “Tentes” nos lleva la vida
entera, por eso, y no queriendo ser tan ambiciosa, me voy a centrar en uno.
Con este título pretendo ir entrando en materia. Y lo voy a hacer con una definición de
Luiz Gonzaga Pinheiro relacionada, con algo tan importante, como el cariño.
Es una definición que entraña una gran riqueza. Redunda en algo que ya hemos
comentado con anterioridad. Y es que, hay ocasiones en las
que no es fácil poner palabras a lo que sentimos. Las
palabras se escapan cuando pretendemos atraparlas. Y
cuando los entendedores son buenos, los silencios hablan. Se
da paso a otro tipo de comunicaciones sin sonidos, sin
lenguajes. Hablamos con las miradas. Expresamos con la
sonrisa. Amamos con las manos. Dejamos que el tacto, un
sentido a mi modo de ver no demasiado conocido, lance sus vocablos.
Experiencias de este tipo no abundan, y requieren una gran complicidad entre las
personas. Una sintonía basada en la confianza, la comunicación y una gran
comprensión.
Decir Te quiero, sin palabras, y con otros sentidos es un arte, que requiere
entrenamiento y buena disposición.
II PARTE
El tacto es un sentido al que recurrimos en contadas ocasiones, y más por necesidad que
por posibilidades.
Decíamos renglones más atrás que, son distintas las disciplinas que nos pueden
aproximar a él. Se trata en este bloque de hacer una aproximación a ellas, para despertar
un poco el interés. El resto queda a criterio de cada persona.
Lo cierto en todos los casos, es que este sentido nos ofrece una dimensión fascinante,
directamente relacionada con nuestro mundo afectivo; con el conocimiento de nuestros
sentimientos o emociones; con un lenguaje universal que no necesita traductores para
entenderlo. Si bien es verdad, que dependiendo del lugar del mundo donde nos
situemos, las características culturales pueden marcar diferencias.
Se ha estudiado mucho lo relacionado con la neurobiología del dolor, y muy poco la del
placer. Y es que las sensaciones agradables, han estado muy ligadas a una moral
negativa. Salvando este tipo de concepciones, trataremos de analizar lo relacionado con
aspectos puramente neurobiológicos.
La velocidad de una caricia resulta ser crucial para poder considerarlas como tales. De
acuerdo a los sujetos que participaron en un experimento, los receptores envían señales
placenteras al cerebro cuando la caricia tiene una velocidad de 1 a 10 centímetros por
segundo. En caso que la velocidad sea menor o mayor, o no se origina esta sensación de
placer o no se activan las fibras nerviosas. La sensación de placer más grande se da a
una velocidad de 1, 3 y 10 centímetros por cada segundo
La piel no nos aísla del medio en que estamos, sino que nos comunicamos a través de
ella. Los receptores táctiles que en ella se encuentran, son la entrada de los efectos
beneficiosos que producen las caricias.
Las caricias son un factor facilitador de la liberación de sustancias, p.ej. endorfinas, que
contribuyen a una mejora en el sistema inmune.
Al actuar desde el exterior las caricias inducen a un estado de relajación corporal, que
luego se traslada a la química cerebral y de aquí al sistema inmune. Así se consigue
consolidar desde el nacimiento una vía para la comunicación entre el exterior y el
interior del cuerpo.
Las caricias entre los seres humanos, deberían ser una sana costumbre que se tendría
que mantener durante toda la vida pues favorece a la UCCM (unidad cuerpo cerebro
mente), tanto de quien las da como de quien las recibe
Este es el título de un artículo, que hace unos años publicaba Alex Rovira en El País.
Desarrolla un concepto reciente, y que a continuación expondré más detenidamente
sobre la necesidad de intercambio de estímulos, reconocimientos positivos o caricias,
miradas y gestos. Y es que los seres humanos no somos islas, sino personas en relación
constante con un medio social, que se comunica con algo más que palabras.
Los niños /as no comprenden su mundo afectivo, pero en cambio son capaces de
descubrir la necesidad de sentirse amados desde muy pequeños. La falta de amor es una
lucha continua en el ser humano. Y su expresividad resulta fundamental. Por eso las
caricias son uno de los medios imprescindibles para sobrevivir. Si no las recibimos, se
ponen en marcha mecanismos inconscientes, que nos llevan a demandarlas.
• Bajo una visión pura el contacto afectivo y entre ellos el abrazo, crea en el niño
una visión integra y respetuosa de su cuerpo y su naturaleza placida. Creando las
bases de una personalidad armoniosa
Unos puntos, que inevitablemente nos llevan a una reflexión seria y profunda sobre
quiénes somos y cómo podemos ayudar a que otros lleguen a ser.
“Toda persona tiene necesidad de ser tocada y reconocida por los demás” dice James.
Estas son a la vez necesidades físicas y psicológicas a las que Berne llama “hambres”. Y
es que no solo hay hambre de alimentos, sino que también se da el hambre de afectos, y
esta última es mucho más difícil de saciar.
Antes de profundizar en este punto, voy a hacer un inciso. Las teorías de Berne, que voy
a ir desgranando, y que fue el primero en abordar esta temática son de los años 1960-
1970. Otro autor que también mencionaré es Steiner (1974). Están relacionados con la
corriente humanista de la psicología. Una corriente que ya he comentado en otras
ocasiones.
La caricia es auténtica cuando expresa fielmente el sentimiento del que nace. Puede
haber caricias falsas, que yo personalmente no las llamaría así porque es desvirtuar la
belleza de los sentimientos hermosos. Estas están relacionadas con una ausencia de
acogida de lo que eres como persona, más allá del terreno puramente físico. Esto es,
carecen del sentimiento de querer en ti tus cualidades, opiniones, pensamientos…tu
manera de ser, en resumidas cuentas. Es entonces cuando la caricia corre el peligro de
tergiversare y convertirse en un puro materialismo de las emociones, cayendo en el
utilitarismo de la persona. No te quiero por lo que eres, sino por lo que me haces sentir.
Toda caricia produce un efecto tanto en la persona que la da, como en la que la recibe.
Nos movemos entre el terreno físico y el afectivo. No tenemos un control total sobre los
efectos que producen las caricias porque están condicionadas emocionalmente por
nuestra historia, experiencias, entorno social… Todo esto desemboca en reacciones muy
diversas. Lo único cierto es que las caricias no son neutras.
Las caricias pueden llegar a ser un indicador del estado mental en que se encuentra una
persona. Las caricias nos pueden mostrar los patrones en torno a los cuales funciona una
persona. Se emplean en determinadas terapias, relacionadas con procesos internos y
emocionales. Se analiza la capacidad de expresar caricias, y de recibirlas. Esto que a
primera vista parece algo sencillo, no siempre resulta así.
Existe una escasez de caricias que las personas dan y reciben. Claude Steiner (1971),
dice que existen una serie de normas irracionales, y prejuicios que impiden un libre
intercambio de estímulos sociales constructivos que obliga a las personas a buscarlos de
manera forzada, artificial y complicada. A pesar de esto, estas normas son aceptadas por
la mayoría de los grupos, personas y organizaciones,
provocando insatisfacción, infelicidad, depresiones,
adicciones… A esta serie de normas se las conoce
como economía de las caricias.
5. No darse auto-caricias
Una normativa que podemos acatar o revelarnos contra ella, poniendo dosis de
humanidad en la ternura que expresemos. Sensacionalistamente podíamos llamarlo
“La Revolución de las Caricias”.
El universo afectivo crece desde el silencio. Entre una madre y un/a hijo/a. No hay
palabras. Solo caricias. Conforme vamos creciendo las caricias físicas van dando paso a
otro tipo de expresiones de reconocimiento.
Me atrevería a decir que las caricias no evolucionan con los años, sino que las vamos
olvidando en algún rincón de nuestra historia condenándonos a la frivolidad y a la
inexpresión de nuestros afectos más tiernos.
Las caricias están muy condicionadas al contexto cultural en que nos encontremos.
Dependiendo de la sociedad a la que nos asomemos las expresiones afectivas son
diferentes.
“Cuando los niños tocan robots, estos deberían sentirse suaves al tacto. Sin embargo, se
sienten sólidos y nada suaves, haciéndolos difíciles de abrazar. Hemos creado un robot
usando materiales que son suaves al tacto y sean todo lo opuesto a lo tradicional.”
Hasta ahora, ser tocado por un robot implicaba sentir una fría sensación de que algo
metálico estaba haciendo contacto con tu piel. No era muy placentero que digamos y se
sentía como un objeto frío y sin vida. Ahora las cosas están por cambiar, pues un grupo
de investigadores de la Universidad de Tokio ha producido un sensor flexible para
robots, que puede detectar los cambios de presión que se le aplique.
El sensor cuenta con un recubrimiento de espuma que es capaz de detectar los cambios
en tres dimensiones. Dado que el sensor puede cambiar de forma, puede reconocer
diferentes tipos de interacciones táctiles como por ejemplo cuando es pellizcado,
presionado o friccionado. Esto quiere decir que con estos sensores se podrá reproducir
de alguna manera la reacción al sentido del tacto de los humanos. Imaginen un robot
que pueda sentir caricias, pero que se pueda quejar cuando le den un golpe fuerte.
6.- Conclusión.
Terminamos este bloque con la conciencia de que el repaso ha sido muy escueto,
aunque ha cumplido con el objetivo de aproximarnos a un tema que se puede conocer
desde distintas perspectivas.
lll PARTE
Introducción
Este tercer Bloque es, quizás, el más innovador. Nos vamos a aproximar a una temática
que anda todavía en pañales, y por esto puede resultar aún más apasionante. Me voy a
servir de fuentes diversas para aproximarnos a un nuevo concepto: Háptica
Háptica
La Háptica puede considerarse como el estudio del comportamiento del contacto y las
sensaciones. El sentido del tacto es extremadamente importante para los seres humanos,
pues no solo provee información sobre las superficies y texturas, es un componente de
la comunicación no verbal en las relaciones interpersonales, y es vital para llegar a la
intimidad física. Puede ser tanto sexual como platónica (como los abrazos o las
cosquillas).
La estimulación de los receptores táctiles de la dermis produce una señal que viaja
concretamente hasta dos regiones cerebrales. Por un lado, hacia la corteza
somatosensorial, que procesa la información del sentido del tacto y nos pone en
conocimiento del agente externo actuando sobre la piel. Por otro lado, hacia la corteza
cingulada anterior, que gestiona la información que nos da esa sensación agradable que
producen las cosquillas. Mediante la respuesta inmediata de las neuronas situadas en
estas áreas, se producen los bruscos y característicos movimientos corporales y la risa
nerviosa difícil de controlar.
Las cosquillas son una sensación que se experimenta en algunas partes del cuerpo
cuando son ligeramente tocadas, que consiste en cierta conmoción desagradable que
suele provocar involuntariamente la risa. También pueden producirse cuando se efectúa
presión en dichas zonas, y especialmente cuando es por parte de otra persona con un
vínculo afectivo. Por condicionamiento, también aparecen cosquillas cuando el sujeto
cree que va a ser tocado. Son inicialmente placenteras, pero se vuelven desagradables al
cabo de cierto tiempo.
Las axilas, las palmas de las manos y las de los pies son zonas cuya estimulación
mediante cosquillas produce la risa con mayor facilidad
La risa, por lo tanto, constituye la respuesta dentro del proceso comunicador, y, según
científicos como Robert Provine, el origen evolutivo del lenguaje.
Volvemos a la háptica
Los sentidos hápticos (tacto) son los primeros que se desarrollan en el feto y junto con
la forma en que estos se relacionan con la evolución de los otros sentidos en los infantes
(por ejemplo la visión) han sido objeto de muchos estudios. Se ha observado que los
bebés humanos tienen una enorme dificultad para sobrevivir si no poseen el sentido del
tacto, aún teniendo los sentidos de la vista y el oído. Bebés con el sentido del tacto,
incluso sin vista u oído, tienen más oportunidades. El tacto puede considerarse como un
sentido básico en la mayoría de las formas de vida
Gibson (1966) define el sistema háptico como "la percepción del individuo del mundo
adyacente a su cuerpo mediante el uso de su propio cuerpo". El sistema de percepción
háptica es especial porque puede incluir los receptores sensoriales ubicados en todo el
cuerpo y está estrechamente relacionado con el movimiento del cuerpo, de forma que
puede tener un efecto directo sobre el mundo que está percibiendo. De igual forma, el
concepto de percepción háptica está muy relacionado con el concepto de contacto activo
que establece, donde obtiene más información cuando un plan motor (movimiento) está
asociado al sistema sensorial; y al concepto de propiocepción psicológica extendida, que
dice que al utilizar una herramienta nuestra percepción se extiende, tal como cuando
usamos un bastón: nuestra percepción es transferida transparentemente hacia el final del
bastón
Conclusión
Voy a terminar estas tres entregas relacionadas con la caricioterapia, abriendo una
puerta importante para futuros artículos. Mi intención es continuar profundizando en
este tema tan vasto y desconocido. La háptica no ha hecho más que empezar.
Vickypsicol@hotmail.com
BIBLIOGRAFIA
Artículos:
Iván Salas Dahlqvist “Efectos Terapéuticos del Abrazo y la Caricia durante la infancia”
Tecnologia21.com