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 COMPRA DE BIEN INMUEBLE POR UNO DE LOS CÓNYUGES.

¿Cómo
se debe interpretar el artículo 315º del Código Civil?

LA NORMA.

Código Civil.

Artículo 315º. Disposición de los bienes sociales.

Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención


del marido y la mujer. Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal
facultad, si tiene poder especial del otro.

Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los actos de adquisición de


bienes muebles, los cuales pueden ser efectuados por cualquiera de los
cónyuges. Tampoco rige en los casos considerados en las leyes especiales.

1. I. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Uno de los temas de mayor arraigo en el Derecho Civil, es la disposición de


los bienes de la Sociedad Conyugal, y específicamente, la venta de bien
inmueble por uno de los cónyuges. Existe abundante jurisprudencia referida a
la nulidad del acto jurídico consistente en la venta de bienes inmuebles de la
sociedad conyugal, cuando esta se realiza por uno solo de los cónyuges,
omitiéndose la intervención ó consentimiento del otro; nulidad por infracción
de los incisos 1) y 6) del artículo 219º del Código Civil -falta de manifestación
de voluntad del agente (el cónyuge omitido) y por no revestir la forma
prescrita por la Ley (la intervención propiamente dicha de ambos cónyuges en
el acto jurídico de disposición del bien inmueble).

Así mismo, la Doctrina también es abundante al respecto, y concluye de la


misma forma que los Tribunales. Por tanto, Jurisprudencia y Doctrina
coinciden en afirmar que no es posible vender bienes inmuebles que
pertenecen a la Sociedad Conyugal, cuando se omite la intervención de uno de
los cónyuges, siendo por consiguiente nulo el acto jurídico que contiene dicha
venta o disposición patrimonial.

Al parecer, no existe mayor problema en la aplicación de la norma en esos


casos comúnmente tratados, aún cuando la norma no refiere las posibilidades
de ratificación del acto jurídico por el cónyuge omitido conforme a las
facultades de los artículos 230º, 231º y 232º del Código Civil[1]. En ese caso
la pregunta sería ¿Puede el cónyuge omitido en la venta, disposición y
gravamen del inmueble de la sociedad conyugal, ratificar el acto
correspondiente con posterioridad a él? Sin duda, es otro tema, que si bien nos
aleja del debate propuesto, no deja de ser de interés para un adecuado
desarrollo.

Ahora bien, los usos notariales en la actualidad vienen exigiendo la


participación de ambos cónyuges en los contratos de compra de bienes
inmuebles, requisito sin el cual no es posible escriturarlos, impidiendo la
materialización del negocio jurídico. Del mismo modo, estos usos notariales
han sido prácticas registrales, en las cuales se observan los títulos respectivos,
imposibilitando así, su registro[2].

En ambos casos, la justificación radica precisamente en la invocación que


Notarios y Registradores Públicos hacen del artículo 315º, considerando la
compra de inmueble, como un acto de disposición del mismo.

El problema de interpretación de la norma, se presenta pues, cuando una


persona de estado civil casado(a) adquiere una propiedad a título oneroso ó
gratuito, sin intervención de su cónyuge. Adviértase que la contingencia
jurídica solo apunta al caso de adquisición de un bien inmueble y no se sitúa
en ninguna de los presupuestos de la norma: (i) disposición, ó (ii) gravamen.

El debate se agudiza con la lectura del segundo párrafo de la norma, al


establecer la excepción de adquisición de bienes muebles ó aplicación de leyes
especiales. Si aplicamos la norma de manera restrictiva y literal, podríamos
concluir que solo en el caso de adquisición de bienes muebles se puede omitir
la intervención del otro cónyuge, más no en la adquisición de bienes
inmuebles. Esta errada fórmula normativa, a criterio de PLÁCIDO
VILCACHAGUA resulta cuestionable, indicando que la norma de excepción
no se justifica no solo porque en todo acto de adquisición de un bien existe
uno de disposición del dinero con que se adquiere, sino y sobre todo, porque
nos encontramos fuera del ámbito del poder doméstico y, en esta situación,
cualquier acto de disposición que se realice tiene una repercusión patrimonial
para la familia mayor que la ordinariamente producida para levantar las cargas
sociales[3]. Más adelante desarrollaremos el aspecto relacionado a la supuesta
afectación del patrimonio de la sociedad de gananciales a que se refiere
PLÁCIDO VILCACHAGUA, posición que a nuestro criterio no es la
determinante para el cuestionamiento a la norma respecto a la limitación para
la adquisición de bien inmueble por uno de los cónyuges.

Sin embargo y por las razones que exponemos en el presente análisis,


intentaremos concluir que el artículo 315º del Código Civil peruano, presenta
una clara antinomia en su propia estructura integral – primer y segundo
párrafo- como por ubicación de la norma en el mismo cuerpo de leyes. Al
respecto, PRIETO SANCHÍS define una antinomia como la existencia de una
contradicción entre los enunciados deónticos o calificaciones normativas
establecidas por dos normas pertenecientes al mismo sistema[4]. Por su parte
GUASTINI considera que el sistema jurídico presente una antinomia cada vez
que en un caso concreto es susceptible de dos diversas y opuestas soluciones
con base en normas presentes en el sistema[5]. Esta concepción de
GUASTINI resulta sumamente particular, pues no generaliza la contradicción
normativa dentro del sistema jurídico, sino que la remite solo a un caso
concreto, con lo cual implícitamente admite la supervivencia de las normas
contrapuestas.

En cualquier caso, queda claro que se impone una interpretación sistemática


en ambos rubros de la estructura interna y por ubicación de la norma sujeta a
analisis. .

1. II. INTENTANDO DESCIFRAR LA RATIO LEGIS DE


LA NORMA.
Como sabemos, la ratio legis de una norma, implica su razón de ser. Su
sentido se extrae de su propio contenido intrínseco; para que se legisla. Fluye
del contenido de la propia norma ó del cuerpo normativo del que forma parte.
DU PASQUIER afirma que según el punto de vista en que uno se coloque,
la ratio legis puede ser considerada como el fin realmente querido por el
legislador en la época de elaboración de la ley[6]. El tratadista español
GARCÍA AMIGO por su parte refiere que cuando el legislador dicta una
norma, persigue un fin, a cuya obtención encadena lógicamente el precepto[7];
quedando así conceptualizado la ratio legis.

No debe confundirse la ratio legis con el método literal puro y simple, ya que
extraer el contenido intrínseco de la norma, es un ejercicio mucho más
completo que la simple lectura del texto. A decir de RUBIO CORREA, el
método literal suele actuar, implícita o explícitamente, ligado a otros métodos
para dar verdadero sentido a las interpretaciones y, en muchos casos, es
incapaz de dar una respuesta interpretativa adecuada[8]. Tampoco es
correcto emplear el término de voluntad ó intención de la ley, ya que la ley es
una norma y por tanto carece de voluntad é intención. En todo caso, le es
propio al legislador.

1. i. Ubicación de la norma.

Como hemos referido, una antinomia se produce cuando aparecen aspectos


contradictorios entre ella misma –cuando posee más de un supuesto, como en
el caso tratado- ó con otras. Las normas contradichas pueden estar dentro del
mismo cuerpo normativo, ó en otro ajeno a él.

Por lo tanto, para descifrar el sentido intrínseco del artículo comentado


debemos ubicarlo en determinado cuerpo normativo, y así encontrar cual ó
cuales son objeto de regulación.

Así, el artículo 315º se ubica en el régimen de la Sociedad de Gananciales en


el Capítulo Segundo del Título III, Sección Segunda del Libro III del Código
Civil referido al Derecho de Familia. Al efecto, la orientación material del
mismo, apunta a proteger los intereses comunes de los miembros da la familia
bajo la vigencia del Principio de Igualdad y No Discriminación; a diferencia
del Código Civil de 1936, en el cual tales Principios eran simplemente
declarativos pero no eficaces, ya que en cuanto a la Sociedad Conyugal,
específicamente se mencionaba que quien la administraba era el marido[9].

Por tanto, debemos tener claro que por sentido de ubicación de la norma,
su ratio legis se orienta a la adecuada administración de la Sociedad
Conyugal, bajo la vigencia eficaz de los Principios rectores mencionados,
dando igualdad de oportunidad a ambos cónyuges y proteger el interés
familiar.
1. ii. Supuestos contenidos en el interior de la norma.

Luego de ubicada la norma en el cuerpo legal, corresponde analizar su


carácter intrínseco de acuerdo a los supuestos que contiene.

Normalmente, una norma contiene una serie de supuestos que deben ser
extraídos y separados del texto, para ordenarlos sistemáticamente y deducir
las características jurídicas de cada supuesto. Solo entendiendo el significado
de cada supuesto, podemos entender el significado de la norma.

Este método sin embargo, no se queda ahí. Es necesario ahondar en la


comparación con las otras normas del cuerpo legal del cual forma parte la
norma a analizar. En ese sentido, tratemos de extraer los supuestos jurídicos
del artículo 315º, para desarrollarlos y encontrar su sentido lógico, para luego
hacer la comparación sistemática correspondiente.

1. a. Primer supuesto. Disposición de un bien.

“Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, …”

La norma inicia su redacción, con el concepto de disposición de los bienes


sociales.

Coincidiendo con la definición del verbo disponer que da el Diccionario de la


Real Academia de la Lengua Española, se dice al acto de ejercitar en algo
facultades de dominio, enajenarlo ó gravarlo, en vez de atenerse a la posesión
y disfrute.

Por tanto, para poder establecer jurídicamente esa facultad de dominio es


imprescindible cumplir con un requisito sustancial, cual es precisamente, la
adquisición de esa facultad. No se puede disponer de algo que no se ha
adquirido con anterioridad. Es preciso por tanto, poseer justo título previo
para poder ejercer las facultades de dominio en forma amplia y general.

Consideramos que el justo título, debe ser previo al ejercicio de disposición


del bien; ya que ello es una acción derivada que emana del título mismo. Las
facultades de disposición sobre el bien, nacen de aquel justo título; por tanto,
no se puede disponer, de algo que no se posee legítimamente. Al adquirir un
bien inmueble, no se está disponiendo de él. Recién se está constituyendo el
justo título a partir del cual se van a generar los actos de disposición
ó facultades de dominio.

El debate se puede generar al considerar que el bien inmueble que se adquiera,


pasa a un patrimonio, y en el caso que nos ocupa, al de la sociedad conyugal.
Por ello, puede considerarse que se está disponiendo de una capacidad
patrimonial de la sociedad conyugal para adquirir el inmueble y por ende si
existiría un acto de disposición. Sin embargo, como se advierte, la disposición
sería del patrimonio preexistente al bien inmueble y no de este.

Esa distinción es importante para sostener nuestra tesis. Es necesario


distinguir la fuente patrimonial, del bien inmueble mismo que se integraría a
dicho patrimonio. En ese sentido, desarrollaremos más adelante el concepto de
los bienes sociales, sus formas de adquisición y con ello, la determinación de
la fuente patrimonial de la que nos hemos referido; pues, puede plantearse el
supuesto que dicha fuente patrimonial no provenga necesariamente del de la
sociedad conyugal, aunque después pasar a integrarlo mediante el aporte por
la adquisición del bien inmueble.

Concluyendo esta parte inicial, no se debe confundir la adquisición del bien


inmueble, con su disposición. El acto de disponer, siempre será posterior al
acto de adquirir; además de la distinción etimológica de sus propios
conceptos.

1. b. Segundo supuesto. Intervención o consentimiento. Facultades


de representación versus confirmación o convalidación del acto
jurídico.

“… se requiere la intervención del marido y la mujer. Empero, cualquiera de


ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder especial del otro.”

Taxativamente la forma prescrita por la ley, es la intervención de ambos


cónyuges. Sin dicha intervención de ambos, es claro que no se cumple con la
forma de la ley y por tanto el acto jurídico es nulo, en aplicación del inciso 6)
del artículo 219º del Código Civil.

Sin embargo, la norma bajo análisis no se remite a los supuestos de


confirmación del acto jurídico que prevén los artículos 230º (Confirmación
expresa) y 231º (Confirmación tácita), lo que supondría la convalidación del
acto.

En el caso de la confirmación expresa, el artículo 230º otorga a quien


corresponda ejercer la acción de anulabilidad, la posibilidad de confirmarlo.
En el caso del cónyuge omitido, resulta claro que es quien tiene el derecho de
objetar vía nulidad, la transferencia o disposición del bien inmueble que no
contó con su aprobación vía la intervención en el acto jurídico. Al disponerse
contra su voluntad de un bien que también es de su propiedad por medio de la
sociedad de gananciales, su interés queda lesionado y por tanto, es el agente
natural para pedir la nulidad de dicho acto.

Ahora bien, si por el contrario no opta por pedir la nulidad, la norma


sustantiva le otorga la potestad de confirmar la eficacia del acto jurídico
realizado con la omisión de la forma prescrita por la ley. La vía para ello será
la declaración expresa en un instrumento igualmente eficaz con las mismas
características de la validez del acto jurídico contenidas en el artículo
140º[10].

Es importante destacar el precedente de la Resolución N° 192-2004-


SUNARP-TR-A[11], según el cual precisa que el artículo 48º de la Ley del
Notariado[12] establece la figura de la Escritura aclaratoria y la defina como
un acto jurídico declarativo, pues presupone una relación jurídica anterior
contenida en otra Escritura Pública, a la cual precisa, corrige o define, por
tanto sus efectos son retroactivos, es decir ex trunc.

Continúa dicho precedente que en el caso del artículo 315º, su restricción no


significa que la voluntad sea necesariamente manifestada en un solo acto,
pudiendo hacerse mediante acto complementario celebrado en momento y
lugar diferente, considerando ello como un requisito subsanable.

En cuanto a la confirmación tácita, ella no requiere de expresión de voluntad


declarada ó instrumentalizada, sino solo la realización de determinados actos
que impliquen la aceptación de los efectos del acto jurídico realizado. Tal el
sentido del artículo 231º. Esta interpretación recoge la postura de TABOADA
CÓRDOVA, quien indica que en el ámbito del Derecho solo es capaz de
producir efectos jurídicos la voluntad declarada, esto es, la voluntad
manifestada, exteriorizada por alguna conducta ó comportamiento, porque el
Derecho entendido como sistema normativo de conductas humanas en una
determinada realidad y en un momento histórico determinado, solo es capaz
de atribuir consecuencias jurídicas a las voluntades manifestadas ó
declaradas[13] (lo remarcado es nuestro). Una voluntad manifestada y no
declarada, es en consecuencia, una exteriorizada por una conducta ó
comportamiento que produce efectos jurídicos.

Por lo hasta aquí desarrollado, la falta de intervención del cónyuge omitido,


puede ser válidamente confirmada de manera expresa conforme al artículo
230º en la forma prescrita por la ley de acuerdo al artículo 48º de la Ley del
Notariado. Como refiere LOHMANN, en líneas generales; se admiten en
doctrina los efectos retroactivos del acto de confirmación. Lo que era precario
ha dejado de serlo[14]. La naturaleza jurídica del contrato de compra venta -
que si bien no requiere de inscripción registral para su validez[15]- y por su
formalismo y condicionamiento legal de manifestación de voluntad, en todo
caso exige la instrumentalización de la voluntad expresamente declarada y no
manifestada; no resultando aconsejable, recurrir pues a la confirmación tácito
del artículo 231º.
La falta de remisión a la figura jurídica de la confirmación del acto irregular, a
nuestro criterio implica pues un error en la fórmula legislativa.

Pero el defecto normativo por cierto, no se limita al análisis precedente. A ello


se suma otro, al establecer el poder especial como única regla de excepción
para justificar la falta de intervención de uno de los cónyuges.

En efecto, al contener esta regla de excepción la norma admite una y solo una
posibilidad: que medie poder especial de disposición por el cónyuge no
interviniente. Cierra por tanto toda posibilidad de confirmación del acto; a
pesar que como hemos referido, ello es factible conforme a las normas
comentadas.

Las facultades de representación a través del poder especial al que se refiere la


norma, no puede ni debe restringir la posibilidad de la confirmación del acto
jurídico, de acuerdo a la forma prevista en la ley, cual es la de un instrumento
adecuado con declaración expresa de la confirmación.

Finalmente en este rubro, el hecho de confirmar el acto de la forma


desarrollada, equivale a su convalidación ya que el cónyuge omitido no
intervino en el acto, pero si lo consiente. De esta forma concluimos que es
legalmente válido, considerar la posibilidad del consentimiento por la vía de la
confirmación ó convalidación expresa, sin que sea un requisito único y
excluyente, la representación por poder especial para subsanar la falta de
intervención, como refiere la norma.

Si todo esto es posible en el supuesto de la venta de bien inmueble sin


intervención de uno de los cónyuges ¿acaso no es posible igualmente en el
caso de compra de bien inmueble sin la misma intervención? Por supuesto que
si. Entonces, no debería haber impedimento para extender una Escritura
Pública que carezca de dicha omisión. No obstante y solo en el caso de la
disposición del bien inmueble, por su formalidad jurídica y legal y a los
deberes de función de los Notarios, en todo caso se debe tomar en cuenta los
criterios de oportunidad, en el sentido que para da fe al acto, exija el
instrumento de declaración de confirmación expresa del cónyuge omitido.

Sin embargo, siguiendo en la misma ruta del caso de la compra de bien


inmueble, conforme seguiremos desarrollando el tema, a nuestro criterio no es
necesario recurrir al consentimiento por confirmación expresa para convalidar
el acto, siendo por tanto, innecesario recurrir a la figura de la Escritura
aclaratoria.
1. III. INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA. RELACIÓN (O
NO) DE LA NORMA CON EL CARÁCTER DE LOS BIENES
SOCIALES.

Como hemos desarrollado en los acápites precedentes, la ubicación de la


norma contenida en el artículo 315º se encuentra en el régimen de la Sociedad
de Gananciales correspondiente al Derecho de Familia y con la influencia de
los Principios mencionados en el acápite II.i de este trabajo. Como se sabe,
dichos principios de Igualdad y No discriminación en relación al rol jurídico
de los cónyuges, implica que ambos poseen los mismos derechos y
prerrogativas que nacen por el acto del matrimonio. Por lo tanto, no existen
tratos exclusivos o excluyentes a favor de uno de ellos, como era en las
sociedades hasta un poco más de la segunda mitad del siglo XX; en las cuales
el papel de representatividad lo poseía el varón por antonomasia.

En cuanto al Principio de Igualdad, refieren GUTIERREZ CAMACHO y


REBAZA GONZALES ITURRI, este tiene su base en la naturaleza de la
alianza entre iguales que constituye el matrimonio, en la que no caben
subordinaciones por razón de sexo[16]. En ese sentido, RODRIGUEZ
ITURRI sostiene que el matrimonio no es una carrera por el poder, sino un
esfuerzo común por amar y servir al cónyuge y a los hijos[17]. Por lo tanto,
coincidimos con GUTIERREZ y REBAZA, en que la preponderancia en el
manejo del hogar no es materia que deba ser solucionada mediante
dispositivos jurídicos, sino que debe dejarse a la voluntad y capacidad de
negociación de los esposos[18], ello, bajo la eficacia práctica del referido
Principio.

Por su parte, el Principio de No Discriminación, se orienta más al ámbito


constitucional puro en razón del género[19]. El ordenamiento constitucional
peruano, al respecto acoge diversa normatividad supranacional incorporada al
sistema jurídico. El artículo 16º de la Convención sobre la Eliminación de las
formas de Discriminación contra la mujer, el que refiere que 1. los Estados
Partes adoptarán las medidas adecuadas para eliminar la discriminación
contra la mujer en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las
relaciones familiares […].

Por su parte, el apartado h) del inciso 1) de dicho artículo, refiere


que ...asegurarán en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres …h)
los mismos derechos a cada uno de los cónyuges en materia de propiedad,
compras, gestión, administración, goce y disposición de los bienes, tanto a
título gratuito u oneroso.

Es en consecuencia en este marco de protección constitucional, en el que se va


a desarrollar la gestión de la Sociedad de Gananciales por ambos cónyuges.
Por tanto, lo que busca el sistema jurídico es la protección no solo de
administración, sino también de gestión del patrimonio de la Sociedad
Conyugal, ya que este trasciende a los esposos, pues abarca a toda la familia,
como sostiene VARGAS MACHUCA al citar a CORNEJO e indicar que es la
manera como se gobiernan las relaciones económicas del grupo familiar[20],
pues de él dependen su mantenimiento y bienestar materiales[21].

En este sentido, y siguiendo con el análisis, corresponde determinar si la


fórmula normativa del artículo 315º de intervención conjunta de ambos
cónyuges, se hace necesaria para la adquisición de bienes inmuebles a efectos
de mantener el equilibrio de gestión patrimonial de la Sociedad de
Gananciales, ó si por el contrario –como entendemos- la falta de intervención
de uno de ellos para dicho acto jurídico (adquisición) no perjudica tal gestión.

1. i. Bienes Sociales.

El artículo 310º del Código Civil define como bienes sociales, a todos
aquellos no considerados como bienes propios de acuerdo a la detallada lista
contenida en el artículo 302º[22]. Sin embargo y para el interés del presente
estudio, la norma agrega otras particularidades, entre las cuales destacamos
singularmente la adquisición por cualquiera de los cónyuges, de bienes
producto de su trabajo, industria o profesión.

Lamentablemente no hemos encontrado en la Doctrina nacional, mayor


desarrollo sobre este singularidad normativa de la forma de adquisición
individual por cualquier de los cónyuges de bienes. Solo hemos advertido el
trabajo de QUISPE SALSAVILCA respecto de la adquisición por
prescripción y construcción en terreno propio de uno de los cónyuges, pero
no desarrolla el aspecto referido, aunque lo nombre tímidamente[23].

No obstante hemos verificado un interesante trabajo de Doctorado en cuya


parte pertinente desarrollada por ESTRADA ROSAS, FLORES GRANADOS
y YAURI YANGORA, sostienen que para la disposición de los bienes, por
regla general se requiere la intervención de tanto el marido como de la mujer,
pero cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder especial del
otro. Lo mencionado precedentemente no rige para los actos de adquisición de
bienes muebles, los cuales pueden ser efectuados por cualquiera de los
cónyuges, tampoco rige en los casos de leyes especiales[24]. Si bien,
aparentemente se sigue la formalidad de la norma, hay que destacar que los
investigadores abren la posibilidad de lo que venimos tratando, al referir que
existe una regla general, lo que no obsta otras posibilidades como la de
adquirir un inmueble por uno solo de los cónyuges.

1. Adquisición de bienes como sociales.


Llegando a este punto, repasemos lo tratado en cuanto al ámbito de la
ubicación de la norma dentro del régimen de la Sociedad de Gananciales.

En efecto, tal ubicación abarca la dimensión de dicha Sociedad en la cual se


desarrolla a su vez, la Sociedad Conyugal. Ella comprende el régimen
patrimonial de la referida Sociedad, la que como hemos visto, no es exclusiva
de los esposos sino de la familia en su integridad. Por ende la protección del
sistema jurídico apunta a la protección del interés superior de la familia[25], ó
como dice TEDESCHI, la consideración del interés de la familia como interés
superior al de cada uno de sus miembros singulares, domina todo el Derecho
de Familia[26].

Ahora bien, entre las formas de determinación de los bienes sociales, el


artículo 310º menciona, la adquisición por cualquiera de los cónyuges
producto de su trabajo, industria o profesión; así como los frutos y productos
de todos los bienes propios y de la sociedad; y las rentas de los derechos de
autor e inventor. También otorga esa calidad jurídica, a los edificios
construidos a costa del caudal social en suelo propio de uno de los cónyuges,
abonándose a este el valor del suelo al momento del reembolso.

Todas estas formas en esencia implica el aporte de bienes a la Sociedad


Conyugal con independencia de quien ó como lo haga.

Hemos destacado fundamentalmente la adquisición de bienes por cualquiera


de los cónyuges. Ahora bien, como se aprecia, en este exclusivo extremo la
norma hace expresa referencia a la fuente económica por la cual se financia la
adquisición de bienes: renta ó producto de (i) trabajo, (ii) industria, ó (iii)
profesión; de cualquiera de los cónyuges. Ello supone que lo que produce
económicamente uno de los cónyuges, es aportado a la Sociedad Conyugal,
saliendo de la esfera de su patrimonio particular, para integrarlo a aquella. No
existe por otro lado, referencia normativa en el sentido que adquirido el bien
por cualquiera de las fuentes económicas descritas, el cónyuge adquiriente
mantenga el cien por ciento de los derechos y acciones producto de la
adquisición del bien. En todo caso, de fenecer la sociedad conyugal, se
procederá a la liquidación de los gananciales en la forma prevista por la Ley.
Insistimos, lo que adquiere uno de los cónyuges por fuente de su propia esfera
patrimonial, se incorpora, queda y se mantiene, en la Sociedad Conyugal
como aporte.

1. iii. Adquisición de bienes inmuebles como sociales.

Ahora bien, llegado a este punto, la norma tampoco hace distinción al tipo de
bienes adquiridos de la fuente patrimonial individual de uno de los cónyuges.
Más aún, entre las otras variables que introduce incluye la construcción de
edificio en suelo propio de uno de los cónyuges. Ello a nuestro entender
implica que la norma se extiende a la posibilidad de incluir bienes inmuebles,
no apreciando limitación alguna al respecto.

Por lo tanto, al no haber exclusión ó tratamiento diferenciado sobre la calidad


de los bienes que se mencionan en las referidas variables, no resulta lógico
que se interprete en sentido adverso. En tal sentido, si guarda racionalidad la
interpretación que el aporte de un bien por uno de los cónyuges a la Sociedad
Conyugal, puede ser en forma de bienes muebles y/o inmuebles; ello, como
hemos dicho y seguiremos insistiendo, por que la fuente económica de la que
proviene la adquisición es propia de alguno de ellos, pero queda incorporada
en calidad de aporte a la indicada Sociedad.

Por lo tanto, y concluyendo en este rubro, y habiendo hecho una interpretación


sistemática por ubicación de la norma, estamos en condiciones de afirmar que
el artículo 315º, no guarda relación con el carácter jurídico de los bienes
sociales que considera tanto el propio Código Civil como sistema sustantivo
interno, como con los principios protectores del sistema supranacional
incorporado en nuestras normas materiales en cuanto al régimen patrimonial
de la Sociedad Conyugal.

CONCLUSIONES.

Luego del extenso análisis desarrollado teniendo en cuenta la fórmula


normativa, en cuanto a su aplicación práctica producto de la interpretación
dada por los usos Notariales y Registrales, ante las lagunas doctrinarias y
jurisprudenciales, podemos arribar a las siguientes conclusiones.

1. Los usos Notariales y Registrales, han desarrollado una interpretación


del artículo 315º del Código Civil, ante las lagunas de la Doctrina y la
Jurisprudencia nacional, con lo cual exigen la intervención de ambos
cónyuges en la adquisición de bienes inmuebles, dando igual
tratamiento a los actos de disposición de los mismos.

1. Existe errónea definición de los conceptos de adquisición ydisposición,


para el tratamiento jurídico en la aplicación del artículo 315º del
Código Civil; teniendo ambas definiciones, distintos conceptos no
debiendo ser confundidos por cuanto se desnaturaliza el carácter
jurídico de ambas.
1. La redacción del artículo 315º, implica una antinomia en cuanto a su
estructura interna, como por ubicación de la norma.

1. La antinomia interna esta determinada por cuanto orienta a la confusión


de incluir en su segundo párrafo, la condición de excepción a la
adquisición de bienes muebles. Al respecto y luego del análisis, se
debe arribar a la conclusión que cualquiera de los cónyuges puede
vender bienes muebles; aún cuando dicha potestad individual cause
pérdida patrimonial a la Sociedad Conyugal.

1. Por su parte, la antinomia por ubicación de la norma, no guarda


coherencia con el sentido de la normatividad nacional y principios
fundamentales, en cuanto a la protección del patrimonio familiar dentro
de la Sociedad Conyugal.

1. La adquisición de bienes por parte de uno de los cónyuges, no solo es


posible independientemente de la fuente económica propia de la que
provenga la adquisición, sino que ello, no lesiona ni perjudica al
patrimonio de la Sociedad Conyugal.

1. La norma, el sentido de ella y de los Principios fundamentales


desarrollados, no prohíbe la adquisición la adquisición de bienes
inmuebles por parte de uno de los cónyuges, ya que ello implica un
aporte a la Sociedad Conyugal, quedando desprendido de la fuente
económica particular, de la cual provino.

1. La Resolución de Superintendencia Nacional de los Registros Públicos


N° 033-96-SUNARP; es contraria al tratamiento jurídico desarrollado,
por lo que no debe prevalecer sobre aquel; más aún, si se trata de una
norma administrativa que atenta contra el sentido del Código Civil y de
los Principios fundamentales que protegen al patrimonio familiar.
1. No debe prohibirse, limitar, ni restringir, el otorgamiento de Escrituras
Públicas de de adquisición de bienes inmuebles por parte de uno de los
cónyuges, lo que no exime de la certificación del estado civil del
adquiriente para aseguramiento del cónyuge omitido.

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Editorial ARA, Lima, Julio 2006 p. 259.
 Taboada Córdova, Lizardo. Acto jurídico, negocio jurídico y contrato.
Grigley. Lima. 2002. p. 199/200.

 Tedeschi, Guido. El régimen patrimonial de la familia. Traducción de


la obra Trattato di diritto civile italiano. Traducida por Santiago Sentis
Melendo y Marino Ayerra Redin. Ediciones Jurídicas Europa –
América. Buenos Aires. 1954

[1] Artículo 230.- Confirmación expresa

Salvo el derecho de tercero, el acto anulable puede ser confirmado por la parte
a quien corresponda la acción de anulación mediante instrumento que
contenga la mención del acto que se quiere confirmar, la causal de
anulabilidad y la manifestación expresa de confirmarlo.

Artículo 231.- Confirmación tácita

El acto queda también confirmado si la parte a quien correspondía la acción


de anulación, conociendo la causal, lo hubiese ejecutado en forma total o
parcial, o si existen hechos que inequívocamente pongan de manifiesto la
intención de renunciar a la acción de anulabilidad.

Artículo 232.- Forma de la confirmación

La forma del instrumento de confirmación debe tener iguales solemnidades a


las establecidas para la validez del acto que se confirma.

[2] Resolución de Superintendencia Nacional de los Registros Públicos N°


033-96-SUNARP del 09 de Febrero de 1996: “Artículo 2º.- Declarar que la
intervención conjunta de ambos cónyuges en los actos de adquisición,
disposición ó gravamen de bienes sociales inmuebles es requisito ineludible
para la inscripción de tales actos en el Registro de Propiedad Inmueble.

[3] Plácido Vilcachagua, Alex. Disposición de los Bienes sociales. En Código


Civil comentado. Tomo III. Gaceta Jurídica. Lima. 2003. p. 376.
[4] Prieto Sanchís, Luis. En Apuntes de Teoría de Derecho. Madrid. Trota.
2005. p. 132.

[5] Guastini, Ricardo. Antinomias y Lagunas, en Jurídica. Anuario del


Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana. Número 29; año
1999. p. 437. Traducción al castellano de Miguel Carbonell (UNAM).

[6] Du Pasquier, Claude. Introducción al Derecho. Editorial Jurídica


Portocarrero SRL. 5ª Edición. Traducción del francés por Julio Ayasta
Ganzales. Lima, Perú. 1994. p. 151.

[7] García Amigo, Manuel. Instituciones de Derecho Civil. Editorial Revista


de Derecho Privado. Primera Edición. 1979. Madrid. p. 193.

[8] Rubio Correa, Marcial. El Sistema Jurídico – Introducción al Derecho.


Editorial ARA, Lima, Julio 2006 p. 259.

[9] Texto original del Código Civil 1936. Artículo 188º.- El marido es el
administrador de los bienes comunes y además de las facultades que tiene
como tal, puede disponer de ellos a título oneroso.

Posteriormente, por Decreto Ley 17838 publicado el 30 de Septiembre de


1969, se modifica la norma por el siguiente texto: Artículo 188º.- EL marido
es el administrador de los bienes comunes con las facultades que le confiere la
Ley requiriéndose la intervención de la mujer cuando se trate de disponer o
gravar bienes comunes a título gratuito ú oneroso.

[10] Artículo 140.- Definición y elementos de validez

El acto jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear, regular,


modificar o extinguir

relaciones jurídicas. Para su validez se requiere:

1.- Agente capaz.


2.- Objeto física y jurídicamente posible.

3.- Fin lícito.

4.- Observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

[11] Jurisprudencia Registral, San Marcos. T. I, p.692.

[12] Artículo 48.- Intangibilidad de un Instrumento Público

El instrumento público protocolar suscrito por los otorgantes y autorizado por


un notario no podrá ser objeto de aclaración, adición o modificación en el
mismo. Ésta se hará mediante otro instrumento público protocolar y deberá
sentarse constancia en el primero, de haberse extendido otro instrumento que
lo aclara, adiciona o modifica. En el caso que el instrumento que contiene la
aclaración, adición o modificación se extienda ante distinto notario, éste
comunicará esta circunstancia al primero, para los efectos del cumplimiento
de lo dispuesto en este párrafo.

Cuando el notario advierta algún error en la escritura pública, en relación a su


propia declaración, podrá rectificarla bajo su responsabilidad y a su costo, con
un instrumento aclaratorio sin necesidad que intervengan los otorgantes,
informándoseles del hecho al domicilio señalado en la escritura pública.

[13] Taboada Córdova, Lizardo. Acto jurídico, negocio jurídico y contrato.


Grigley. Lima. 2002. p. 199/200.

[14] Lohmann Luca de Tena, Juan Guillermo. El Negocio Jurídico. Studium


Editores. Lima, 1986. p 446.

[15] Artículo 949° Código Civil: Transferencia de bien inmueble.- La sola


obligación de enajenar un inmueble determinado, hace al acreedor propietario
de él, salvo disposición legal diferente ó pacto en contrario.
[16] Gutierrez Camacho, Walter y Rebaza Gonzales. Definición de
Matrimonio é Igualdad de los Cónyuges. Comentario. En Código Civil
comentado. Gaceta Jurídica. Lima, 2003. p. 31.

[17] Rodríguez Iturri, Roger. El derecho a amar y el derecho a morir. Fondo


Editorial de la Pontifica Universidad Católica del Perú. Lima. 1997.

[18] Gutierrez Camacho, Walter y Rebaza Gonzales. Ob. cit. p. 31/32.

[19] No es propósito de este trabajo tartar sobre las uniones homoafectivas, lo


que indudablemente merece un análisis más profundo y especializado, y sobre
el cual el autor no posee mayor información y conocimiento.

[20] Cornejo Chávez, Héctor. Derecho familiar peruano, Sociedad Conyugal.


I 6ª Edición. Studium 1987.

[21] Jiménez Vargas Machuca, Roxana. Bienes comprendidos en el régimen


patrimonial. En Código Civil comentado. Gaceta Jurídica. Lima, 2003. 284.

[22] Artículo 302.- Bienes propios

Son bienes propios de cada cónyuge:

1.- Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.

2.- Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso,
cuando la causa de

adquisición ha precedido a aquélla.

3.- Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.

4.- La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños


personales o de enfermedades,
deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.

5.- Los derechos de autor e inventor.

6.- Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo,


salvo que sean

accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien propio.

7.- Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan


gratuitamente entre los socios

por revaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o participaciones


sean bien propio.

8.- La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la


contraprestación

constituye bien propio.

9.- Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas,
condecoraciones, correspondencia

y recuerdos de familia.

[23] Quispe Salsavilca, David. Bienes Sociales. Código Civil comentado.


Gaceta Jurídica. Lima, 2003. p. 346.

[24] Espinar Carrasco, Vanessa; Silva Fernández, Rosa; Huayas Vilcatoma,


Miriam; Schreiber Córdova, Indira; Tarrillo Díaz, Amelia; Estrada Rosas,
Lira; Flores Granados, Melissa; Yauri Góngora, Fernando. Trabajo de
investigación Seminario IV. Doctorado en Derecho. Universidad Particular
San Martín de Porres. Lima, 2012.

[25] Jiménez Vargas Machuca, Roxana. Ob. cit. p. 284.

[26] Tedeschi, Guido. El régimen patrimonial de la familia. Traducción de la


obra Trattato di diritto civile italiano. Traducida por Santiago Sentis Melendo
y Marino Ayerra Redin. Ediciones Jurídicas Europa – América. Buenos Aires.
1954.

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