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1. DECIDIR HACER
Se trata de reivindicar eso que Paulo Freire llama en su libro Pedagogía del
oprimido el inédito viable. Se trata de descubrir posibilidades de transformación
viables, pero cuya viabilidad no era percibida. Esto no tiene nada que ver con
operaciones de ilusionismo o con miradas de color de rosa hacia la realidad; la
capacidad de descubrir el inédito viable de la realidad es todo lo contrario del simple
voluntarismo, por más bienintencionado que este sea. Ciertamente, descubrir el inédito
viable, imaginar futuros posibles, tiene mucho que ver con la voluntad que se deriva de
mantener una visión esperanzada (no restringida) de la realidad. "Aquellos cuya
esperanza es fuerte ven y fomentan todos los signos de la nueva vida y están
preparados en todo momento para ayudar al advenimiento de lo que se halla en
condiciones de nacer", escribió Erich Fromm. Sin esta visión, difícilmente se podrán
descubrir posibilidades de futuro.
5. DESOBEDECER
En uno de sus ensayos, escribió Erich Fromm: "La historia humana comenzó
con un acto de desobediencia, y no es improbable que termine por un acto de
obediencia". En muchas ocasiones, la acción de los movimientos sociales no será
posible si no es a partir de un acto de desobediencia. En muchas ocasiones, para
abrir espacios a la participación hay que empezar por negarse a participar en lo
existente. De ahí el valor intrínseco de la desobediencia civil, por más que en algunos
casos pueda legítimamente ser cuestionada. La negativa a colaborar con la
conscripción o con los gastos militares no es un simple rechazo de lo existente, sino
una llamada pública y colectiva a trabajar por su transformación. De ahí el reto de toda
propuesta de desobediencia: pasar de la elección personal a la elección social, de la
postura individual a la acción colectiva.
¿Qué es lo que hace tan difícil cambiar, incluso después de pensar que el
cambio es posible, incluso tras experimentar que es posible la movilización colectiva o
contar con un proyecto factible de transformación? Creo que el impedimento
fundamental es el miedo a la inseguridad. El mundo conocido es un mundo
relativamente controlable. Aunque no sea nuestro mundo ideal, incluso en el caso de
que no nos vaya demasiado bien en él, sabemos lo que podemos esperar y lo que no.
Nos ofrece seguridad.
Alcanzado ese grado de seguridad los individuos, incluso los peor situados,
comienzan por invertir intereses en el orden establecido. O sea, intentarán obtener una
capacitación adecuada para un buen lugar de trabajo, que les asegure cierto ingreso,
buscarán una vivienda y la confianza de sus superiores y, por lo demás, evitarán
comprometerse. Todo esto exige innumerables pequeñas acciones cotidianas que nos
van vinculando al orden establecido, pequeñas acciones que, si bien no suponen un
apoyo activo al orden, sus consecuencias son grandes: "como nadie gusta perder sus
inversiones, todos estarán interesados en mantener un orden social en el cual
invirtieron esas acciones. Es lo que se denomina valor de inversión del orden vigente.
Que la inversión sea grande o pequeña nada dice sobre su valor subjetivo. Lo decisivo
es que las pequeñas inversiones cotidianas se compenetren con las condiciones
establecidas. De ahí, que los proyectos de nuevos órdenes mejores convenzan tan
difícilmente. Todo proyecto de cambio radical es un llamado a poner en juego el valor
Esta es, además, la mejor vacuna contra la tentación represiva y el falso atajo
de la violencia. El peligro de todo anhelar fervorosamente el futuro es que fácilmente
puede convertirse en sentimiento de desprecio por el pasado y de odio por el presente,
nos advierte Cox. No es posible, no es humanamente posible, soportar un compromiso
transformador que radicaliza hasta tal punto sus objetivos que todo lo fía a un futuro
totalmente distinto del presente, cayendo en el "todo o nada".
Touraine llega a afirmar que una acción colectiva que venga definida tan sólo
por la ruptura radical con el orden social establecido no puede llegar a definir a un
movimiento social; antes que esto, lo que viene a definir es una situación en clave
militar, en clave de guerra civil, por lo que no puede dar nacimiento más que a una
estrategia de toma del poder cuyo objetivo práctico será el de crear una sociedad
homogénea de la que estarían excluidos "los enemigos y los traidores", es decir, todas
aquellas personas que no conectan con nuestro proyecto.
"Somos lo que hacemos -escribe Galeano-, y sobre todo lo que hacemos para
cambiar lo que somos". Esta postura es, de entrada, tan realista como la de quien
piense que somos lo que hacemos para adaptarnos a lo que somos, o para conservar
lo que tenemos, o para ser lo que tenemos... ¿Qué nos proporciona esta perspectiva
ante la realidad a la hora de abordar la cuestión de su posible transformación? Lo
primero, y fundamental, la capacidad para descubrir, bajo la apariencia de naturalidad
o inevitabilidad, el carácter construido de toda realidad social; por tanto, la capacidad
de criticar cualquier intento de sacralizar -es decir, de ocultar su carácter de proceso
de construcción social- una realidad social dada.
Imanol Zubero