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El Águila y La Tortuga
El Águila y La Tortuga
Érase una vez una tortuga que vivía muy cerca de donde un águila tenía su
verla volar.
El águila, desde arriba, se daba cuenta de que una tortuga siempre la seguía
– Bueno, es cierto que yo puedo volar, pero tú tienes otras ventajas; ese
cuerpo descubierto.
puede comparar con volar ¡Tiene que ser alucinante contemplar el paisaje
desde el cielo, subir hasta las nubes, sentir el aire fresco en la cara y
La tortuga tenía los ojos cerrados mientras imaginaba todos esos placeres,
pero de repente los abrió y en su cara se dibujó una enorme sonrisa ¡Ya
enseñas a volar?
– ¿Estás de broma?
– ¡Claro que no! ¡Estoy hablando completamente en serio! Eres el ave más
respetada del cielo y no hay vuelo más estiloso y elegante que el tuyo ¡Sin
El águila no hacía más que negar con la cabeza mientras escuchaba los
verdadero.
– ¡Por favor, hazlo por mí! No quiero dejar este mundo sin haberlo intentado.
No tengo alas pero estoy segura de que al menos podré planear como un
El águila ya no podía hacer nada más por convencerla. Sabía que la tortuga
era una insensata pero se lo pedía con tantas ganas que al final, cedió.
felicidad.
El águila ascendió más alto, muy por encima de las copas de los árboles y
Abrió las garras y, como era de esperar, la tortuga cayó imparable a toda
había quedado. El caparazón estaba lleno de grietas, tenía las cuatro patitas
– ¡Traté de avisarte del peligro y no me hiciste caso, así que aquí tienes el
– ¡Ay, ay, tienes razón, amiga mía! Me dejé llevar por la absurda ilusión de
haberte escuchado.
Así fue cómo la tortuga comprendió que era tortuga y no ave, y que como
todos los seres vivos, tenía sus propias limitaciones. Al menos el porrazo le