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Sistema Finca
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La economía campesina tiene una lógica y organización interna que interrelaciona la tierra
disponible con los demás medios de producción y la disponibilidad de la fuerza de trabajo
familiar, con las necesidades de subsistencia de la familia y de equilibrar estos factores
según su articulación con la dinámica del conjunto de la economía y la existencia de
cadenas y circuitos productivos y demográficos. El objetivo principal de economía
campesina es el bienestar de las familias y dentro la “utilidad marginal” se impone sólo
como mecanismo de equilibrio entre los factores internos.
La visión según la cual los campesinos son pasivos, resistentes al cambio, causantes del
atraso, no se corresponde necesariamente con la realidad. La economía campesina tiene
su propia lógica que ha sido explotada hasta ahora, no solamente por los terratenientes,
sino especialmente por los mercados mundiales y nacionales de materias primas, alimentos
y mano de obra y actualmente por los grupos transnacionales del capital.
Esta caracterización general sólo se completa si se tiene claro que el mundo de la economía
campesina es profundamente heterogéneo, por razones geográficas, ecológicas y
culturales y por factores económicos, como las diferencias en los niveles de ingreso, las
relaciones con el mercado y el capital, incluida la demanda u oferta de mano de obra.
No existe actualmente, en cualquier caso, una realidad dual con una economía moderna y
progresista y otra economía campesina retrógrada y estancada, sino sólo una estructura,
dentro de la cual el campesinado tiene una funcionalidad que significa que
sistemáticamente se aprovecha la lógica de su forma de producción o se desplaza o elimina
por las expectativas de ganancia de los proyectos de inversión.
Dentro de una estructura social el campesinado puede estar explotado, oprimido y pobre.
Históricamente se le desplaza una y otra vez de sus tierras, bien sea para establecer agro
negocios o para construir megaproyectos; se le impide una territorialización adecuada, se
aprovecha su capacidad de reproducción barata de fuerza de trabajo y se le expropia
también de los excedentes de su trabajo, mientras se desconoce su cultura, su participación
real en las decisiones nacionales e internacionales, su libertad de organización y la
movilización y la autonomía y poder de las comunidades.
Sin embargo, la economía campesina puede cumplir una función dinámica y equitativa
dentro de la economía nacional y mundial, siempre y cuando se replanteen, tanto su
articulación dentro de las cadenas y los circuitos productivos y demográficos, como las
relaciones estructurales nacionales e internacionales y, especialmente, el poder político del
campesinado y su capacidad de intervenir decisivamente en las decisiones que afectan la
vida de las comunidades rurales. La reforma agraria integral constituye un elemento
fundamental de ese replanteamiento económico y político.
Tal vez los esfuerzos que hagamos para impedir las importaciones de alimentos sean poco
útiles, sin que se resuelva de manera inmediata el problema interno de la oferta y del
equilibrio del mercado. Nos veremos avocados a mantener las políticas globales para
mantener los canales de comercialización de los alimentos, donde se benefician las
multinacionales y las empresas nacionales que controlan la distribución, los precios y los
volúmenes de producción, en contraposición de los pequeños y medianos productores y los
consumidores que no tienen fácil acceso al mercado de los alimentos, ya sean estos por
dificultades de transporte, vías de acceso, o simplemente por la desigualdad y trabas que
se les han impuesto a la hora de entrar a competir con las grandes empresas.
Si bien es cierto hoy las pequeñas economías campesinas no son visibilizadas como parte
fundamental del desarrollo agrario o económico del país, o así se hace notar por parte de
las políticas del actual gobierno, quien prioriza como pilar de la economía 5 grandes retos
como la diversificación de la inversión extranjera, donde la industria petrolera y minera
representa un 55% del total de inversión; crear “empleo digno”, donde los niveles de
desempleo suben a mas de 2.293.000 para el año 2010, y el nivel de subempleados llega
a 10.065.000 personas, basados en la ley de primer empleo que en materia de seguridad
social y prestaciones no es benéfico para el trabajador; como tercer reto se busca bajar el
déficit fiscal, donde no se prevén gastos que se producen por efectos de cambio climático
y calentamiento global, como los producidos por la gran ola invernal que azotó a las zonas
más vulnerable en el segundo semestre de 2010, y que claramente lleva a un
endeudamiento interno y externo de más de 27 billones de pesos; por otra parte tenemos
la inversión en salud que lo que busca es tapar las falencias que dejo la reforma a la salud
aprobada por el congreso y que asciende a más de 3 billones de pesos y que aún no se
sabe cómo financiarlo, por último el reto de las exportaciones es crucial para la política
económica del estado, aunque es claro que hoy las exportaciones van más a la
consolidación del sector energético, minero e industrial; lo anterior demuestra que para este
Estado la economía agraria no tiene significancia para el desarrollo económico del país, al
tanto que dentro del Plan Nacional de Desarrollo no está estructurada una solución para el
desarrollo integral agrario.
Aun así, son varias las razones por las cuales se puede pensar que hoy la economía
campesina aporta al desarrollo económico y a la problemática de seguridad alimentaria,
hoy la cantidad sembrada de alimentos transitorios inferiores a 20ha. Es de un 38% según
la Encuesta Nacional Agraria 2009, convirtiéndose en fuente importante de oferta de
alimentos para el mercado y de materias primas para la transformación. Aunque el volumen
de producción puede ser alto es necesario fortalecer los procesos de calidad para lograr
desarrollar canales de comercialización especializados con niveles de organización más
elevados.
Hay varias razones por las que hoy las economías campesinas aportan al crecimiento
agrario:
En tal sentido encontramos el hecho que existen varias experiencias locales, promovidas
por las organizaciones campesinas de carácter nacional y regional, las cuales a través del
Comité de Interlocución Campesino y Comunal – CICC el cual tiene como objetivo
“posicionar la economía campesina en una propuesta de seguridad alimentaria para la
región central, estableciendo una interlocución con entidades gubernamentales,
organismos de cooperación internacional e instituciones para lograr incidir en las políticas
públicas para el sector agropecuario”. Desde el año 2004 han venido desarrollando el
proceso de Mercados Campesino como una alternativa de solución a los procesos
económicos, organizativos, culturales y políticos del sector agropecuario.
Estas experiencias, han permitido una relación directa entre más de 2500 productores (de
la ruralidad de Bogotá y 68 municipios de los departamentos de Boyacá, Meta, Tolima y
Cundinamarca) y consumidores generando una serie de beneficios económicos, sociales,
y culturales, abriendo además canales de comercialización directos con plazas de mercado,
fruver, tiendas y restaurantes, logrando abastecer y proporcionar un 65 % de los productos
de la canasta familiar a los siete millones de habitantes de Bogotá.
En el año 2010 se logró incidir en 38 municipios de la región central del país a través de los
Comités Campesinos Municipales con la aprobación de los acuerdos municipales que van
dirigidos a la creación de los sistemas de apoyo a la economía campesina. La aprobación
por parte del Concejo de Bogotá del acuerdo 455 del 16 de diciembre de 2010 “por el cual
se promueve la integración regional rural a través de mercados temporales campesinos,
indígenas, afrodescendientes y demás etnias", es una muestra de la importancia de articular
los procesos productivos con el desarrollo de políticas que benefician al campesinado y a
las familias colombianas.
Se puede plantear que en Colombia existen tres tendencias divergentes frente a las
políticas agropecuarias y que, desde posiciones y opiniones distintas, todas dicen ser
suficientes e incluyentes, coherentes con el equilibrio ambiental, con el desarrollo
tecnológico y productivo y con la inmersión al sistema agroalimentario: