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Richard Sennett

EL DECLIVE
DEL HOMBRE PÚBLICO

ediciones península ®
La edición originai en Inglés fue publicada por Alfred A Kn
~ 1~~~t97~ab~' IDc~;~~ ~~~~Itt~ítulo de The Fall ot Pubiic J~~. Inc.

Traducción de GERARDO DI MAssa.

AGRADECIMIENTOS

Deseo agradecer a Clifford Curzon y a Murray Perahia el ayu-


darme a definir el propósito de este líbro. Durante el transcurso
de su ejecución fui ayudado por los debates mantenidos con
Peler Brooks, Clifford Geertz, Richard Gilman, Caroline Rand
Herron, Anne Hollander, Herbert Menzel, Orest Ranum, Carl
Schorske, Richard TrexIer y Líonel Trilling. Deseo agradecer así-
mismo a Ben Barber, Juan Corradi, Marion Knox, Leo Marx y
Davis Riesman por sus observaciones sobre el manuscrito. Debo
una especial deuda de gratitud a Davis HeITOo, quien me otorgó
cl beneficio de una exhaustiva Iectura de este texto.
La investigación realizada para este libro fue dirigida con la
asistencia de Marcia Bystryn, Bemard McGrane, Mark Salmon
y Christina Spellman. Desearía agradecer particularmente a Mar-
cia Bystryn su competente y muy paciente labor.
Por último, desearía agradecer a Robert Gottlieb y Angus
Cameron su asesoramiento editorial. Bobbie Brístol orientó eI
libra a través de la produccíón y Jack Lynch me ayudô a depurar
el Ienguaje dei texto.
Deseo agradecer a bibliotecarios y encargados por su asísten-
ela en las bibliotecas dei Institute for Advanced Study, el Lincoln
Center for lhe Performing Arts, el Metrapolitan Museum de Nue-
va York, Harvard University, la Bibliothêque Natíonale, Carnbrid-
ge University y New York University. EI apoyo financlero para
la Investígacíón y ejecución de este libro provino de la generosa
ayuda dei Institute for Advanced Study, la Jobn Simon Guggen-
heim Foundation y la Ford Foundation. EI manuscrito fue meca-
nografiado por eI equipo deI Center for Polícy Research y deseo
que tengan mi agradecimiento por su eficiencia colectiva y su
cultura Libre buen humor.
Cubierta de Jordi Fornas.
Prim~ra edíción: noviembre de 1978.
pr~:pleda)~ de .e~ta edición (Incluyendo la traducción y el disefia de la
cu ierta): EdiclOns 62 sla., Provenza 278, Barcelona-R
Impre~o en Alfonso Impresores, Carreras Candi 12 B I
Depõstto legal: B. 37.259-1978. ' arce ona.
ISBN: 84-297-1445-6.

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Cada persona, retirada dentro de si mis-
ma, se comporta como si fuese un extrafio
al destino de todos los demás. Sus hijos y
sus buenos amigos constituyen para él la to-
talidad de la especie humana. En cuanto a
sus relaciones con sus conciudadanos, puede
mezclarse entre ellos, pero no los ve; los
toca, pera no los siente; él existe solamente
en sí miemo y para él solo. Y si en estas
términos queda en su mente algún sentido
de família, ya no persiste níngún sentido de
sociedad.
TOCQUEVILLE
Primera parte

EL PROBLEMA PÚBLICO
I. EI dominio público

A menudo, los tiempos modernos son comparados con aque-


llos afíos en los que comenzó la decadencia del Imperio Romano:
deI mismo modo en, que la podredumbre moral supuso eI soca-
vamiento del poder romano para gobemar el Occídente, se ha
dicho que ha socavado el poder moderno de' Occídente ' para
gobernar el mundo.• A pesar de la símpleza de esta concepción,
la misma contiene uo elemento de verdad. Existe un. escabroso
paralelo entre la crisis de la sociedad romana eOD posterioridad
a la muerte de Augusto y la vida moderna; se refiere aI equilíbrio
entre la vida privada y la vida pública.
Cuando la era de Augusto se fue apagando, los romanos co-
menzaron a considerar sus vidas públicas como una cuestión de
obligación formal. Las ceremonias públicas, las necesidades milí-
tares deI imperialismo, los contactos rituales con otrosromanos
fuera del círculo familiar, todo se transformó en una obligacíón
en la que los romanos participaban con un espíritu cada vez más
pasivo, de acuerdo a las normas de la Res Publica. pero confi-
ríendo una pasión cada vez menor a sus actos de conformidad.
A medida que la vida pública se volvia incruenta, el romano
busc6 en privado un nuevo foco para sus energías emocionales
un nuevo principio de compromiso y creencia. Este compromiso
privado era místico, relativo a una huida de! mundo a todo nivel
y de las fOrnlaJidades de la res pubtica COlXIb}1lll"té de ese mundo.
Este eompromíso estaba relacionado con diferentes sectas deI
Próximo Oriente, de entre las cuales el Cristianismo pas6 a ser
paulatinamente la dominante. Finalmente el Cristianismo dejó
de representar un compromiso espiritual practicado en secreto,
se expandíó por el mundo y se transformó en un nuevo princi-
pio de orden público.
Actualmente la vida. pública también se ha transformado en
una cuestión de obligación formal. La mayoría de los ciudadanos
mantienen sus relaciones con el Estado dentro de un espírítu de
resignada aquiescencia, pero esta debilidad pública tiene un al-
cance mucho más amplio que los asuntos políticos. Las costum-
bres y los intercambios rltuales con los ex.traiícs se perciben, en
el mejor de los casos, como formales y fríos Y. en el peer de los
casos, como 1also.. 11 p)"Opjo ntraíio representa una figura ame-
nazadora y pocas personas pueden disfnItar plenamente en ese
mundo de extrafios: la ciudad cosmopoll1lll. Una res publica se
mantiene en general para aquellos vínculos de asociación y com-

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promiso mutuo que existen entre personas que no se encuentran
unidas por lazos de familia o de asociaci6n -íntima; se trata dei ca. Un líder político candidato a un ministerio es considerado
vínculo de una multitud, de un «pueblo», .de una política, más corno «confíable» o «auténtico» según la clase de hombre .que cs,
que de aquellos vínculos referidos a una familia o a un grupo más que de acuerdo a las acciones o programas que defiende.
de amigos. Asi como en los tiempos romanos, actualmente la par- La obsesión con las personas a expensas de relaciones soeiales
ticipación en la res publica es demasiado a menudo una cuestión más impersonales es como un filtro que descolora nuestra com-
de seguir adelante, 'I los foros para esta vida pública, como la prensi6n racional de la socíedad, oscurece la persistente impor.
ciudad, se encuentran en estado de descomposici6n. taneia de la clase en la sociedad industrial avanzada, nos lleva a
La diferencia entre el pasado romano y el presente moderno ereer que la comunidad es la resultante de un acto de autodes-
reside en la alternativa, en lo que significa la íntimidad, Los ro- cubrimiento mutuo y' a subestimar las relaciones comunitarias
m~os busc~b,,:n. en privado otro principio para oponerlo aI pú- de' extrafios, particularmente aquellas que tienen lugar.. .eu las
blico, un prmcrpio basado en la trascendencia religiosa del mun- cíudadesi Irónicamenteç-esta concepción psicológica tambíénjn,
do. En privado no buscamos un principio sino una reflexién, hibe el desarrollo de las fuerzas de la personalidad básica; tales
aquella que se refiere a la naturaleza de nuestras psiques, a lo como el respeto hacia la intimidad de los demás, o la compren-
qp.~ _. es auténtico en nuestros sentímíentos. Hemos tratado de si6n de que, ya que cada yo es en alguna medida una vitrina de
transformar en un fio en sí rnismo el hecho de estar en la intí- horrores, las R1allioDes· ci.-i!izadas entnl·1os _ humanos sólo
~i~d, solos con nosotros rnisrnos o con la familia y los amigos P1.\CIl!eI! prqspetar en tànto pernumezcan ~ aquelk>s de-
mtímos, 8lIllCadables secretos de desee, codida yenvidia.
Las ideas modernas sobre la psicologia de esta vida privada EI advenimiento de la psicología moderna, y del psicoanálisis
son ~onfusas.. Actualmente pocas personas podrían sostener que en particular, fue establecido sobre la creencia de que en la
su VIda psíquica su!ge I\Or generación espontánea, ai margen de comprensi6n de los trabajos internos dei yo sui generis, sin ideas
las condiciones sociales- y de las influencias dei medio. No obs- trascendentales acerca del demonio o del pecado, las gentes po-
tante. Ia psique es tratada como si, tuviera una vida interna pro- drían zafarse de estos horrores y ser liberadas para participar
pia.. Esta vida psíquica se percíbe de maneta tan preciosa y deli- más' plena y racionalmente en una vida mera de los limites de
cada que podría llegar a marchitarse si se la expusiera a las sus propios deseos. Multitud de personas están comprometidas
duras realidades del mundo social, y sólo florecería con la con- como nunca antes con sus singulares historias vitales y emocio-
dición de que estuviera protegida 'I aisIada. EI 'lo de cada per- nes particulares; y este interés ha demostrado ser una trampa
sona se ha transformado en su carga principal; conocerse a 51 más que una Iiberaciôn.
mismo constituye un fín, en lugar de ser un media para conocer Debido a que esta imaginación psicológica de la vida tiene
el mundo. Y precisamente porque estamos tan autoabsorbidos vastas consecuencías socíales, deseo denominaria con un nombre
se nos hace extremadamente difícil Ilegar a un principio privado que al principio puede parecer inadecuado: esta imaginación re-
u ofrecer cualquier valoración clara a nosotros mismos o a los presenta una visión íntima de, la sociedad. «Intimidad» connota
demás acerca de la naturaleza de nuestras personalidades. La ra, tw.or~ .confianza y ·una abierta expresi6n de sentímlento, Pera
&ÓIIi radica en que, cuanto más privada es la psique. menor es su .preclsamente porque a 10 largo de nuestra experiencia hemos lle-
estl~u!aclón y más difícil para nosotros sentir O expresar los gado a esperar estos beneficios psicológicos, y justamente porque
sentímíentos, demasiada vida social con un significado concreto no ,puede pro-
En el romano de la época posterior a Augusto, Ia búsqueda ducír estas gratificaciones psicológicas, el mundo exterior, el mun-
de sus dioses privados, orientales, estaba separada en 5U mente do impersonal, parece abandonamos, parece estar viejo y vacío.
del mundo público. Acabó imponiendo esos dioses sobre el mun- Hasta cierto punto, estoy girando en tomo al argumento ex-
do público por medio de la subordinación de Ia Iey militar 'I puesto por David Riesman en La muchedumbre solitaria. Riesman
la costumbre social a un principio elevado y claramente diferente. contrastaba una sociedad dirigida hacia el Interior, en la que los
Bajo el código .moderno de intención privada las relaciones en- hombres desarrollan acciones y contraen compromisos basados
tre la experiencia ímpessonaí y la íntima noevidencian esacla- en metas y sentimientos que sienten internamente, eon una so-
ridad. Vemos a la sociedad como «significante» solamente si la ciedad dirigida hacia el exterior en la cual estas pasiones y com-
convertimos en un enorme sistema psíquico. Podemos entender promisos dependen de aquello que las gentes perciben como los
que el trabajo de un político sea el de redactar o ejecutar una sentímíentos de los demãs. Riesman creía que la sociedad nor-
legislación detetn:riftada, pera ese trabajo no nos interesa hasta teamerjcana, y en su despertar Europa occidental, se estaba mo-
tanto percíbamos eI papel de la personalidad en Ia Iucha politi- viendo desde una condición interna hacia una condición externa.
La secuencia debería invertirse. Las sociedades occidentales se
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mueven desde algo asi como una condición externa hacia una Una ínterrogacíón dialéctica significa que Ia argumentación
interna, excepto que en media de la autoabsorción nadíe puede está acabada. sólo cuando el libra ha sido terminado. No se
decir qué es interno. Como consecuencia, se ha producido una puede establecer «Ia teoria» súbitamente y Iuego dejarla como
confusión entre la vida privada y la pública las gentes están si fuese un mapa sobre el terreno de Ia historía. No obstante,
resolviendo en términos de sentímíentes ~sonáles aquellas cues- con el objeto de disponer de cierta claridad, aI principio ai me-
tiones públicas flUe 'sQIo 'Ttlden ser correctamente tratadas a nos, me gustaría analizar en el presente capítulo las dimensiones
kavés de CÕdigos de sillnlfleltdo ímpersonal, poUdcas y soeiaJes dei problema público tal como se ha desarro-
Esta confusión podría parecer un problema específicamente lIado en la sociedad moderna y en el capítulo próximo presentar
norteamericano. El. valor que la sociedad norteamericana otorga las dimensiones de una teoria de expresión en público. Los inte-
a la experiencia individual podrfa conducir a que-sns tiudadanos rrogantes históricos y teóricos serén analízados una y otra vez
consideraran a toda la vida social según e1 sentímíento personal. en Ias páginas subsiguientes de este libra.
Sín embargo, no es el áspero individualismo el que se experi-
menta actualmente: en cambio, es la ansiedad sobre el sentímíen-
to individual la que experímentan los individuos en función deI EZ amor [uera âel dominio público
eamino que sígue el mundo. El origen de esta ansiedad se en-
cuentra en los grandes cambias sufridos por el capitalismo y ...ELproblema público de la sociedad contemporânea presenta
la creencia teligiosa. Estas fenómenos no son estrechamente na- dos aspectos: la conducta y los temas que son impersonales no'
cionales en sus fronteras. SllSÇittlfl ck:masiado interés, ya que comienzan a despertar interés
La ansiedad acerca de lo que uno siente ,podría ser consíde- cuando Ias gentes los consíderan, falsamente, como si fuesen
l'ada tambiéfi como la expansión, y la vulgarízacíén, de la Mo cuestíones de personalidad. Pera debido a que este doble proble-
mdnticlll «búsqueda de la personalídad», Dicha búsqueda no ha ma. existe, crea otro problema' dentro de Ia vida privada. :w.,
sido eonducida en un vacío social; son las condiciones de la mundo, de los sentimientos privados pierde cualesquíera lítnites,
vida cotidiana las' que han impulsado a las gentes a esta bús- ya no se eneucntra constreãído por un mundopüblícoen el cual
queda romántica de la autorrealización. Más aún, ha Ilegado más las gentes hacen de sí mismas una alternativa y una inversión
aIlá deI alcance de los estudios Iiterar'ios de esta búsqueda para Compensada. Por lo tanto, el descaste de una vida pública pode--
elevar los costes de Ia sociedad resultante, y estas costes son rosa deforma Ias relaciones íntimas que se apoderan deI ioterés
elevados. sincero de las gentes. En ias-'úttttfias cuatro generaciones no se
.sI .desgaste de Ia vida públícacexige también una especíe ,de ha producido una instancia gráfica de. esta deformación salvo
análísís aI margen de los modos' habituales de .la histeria sodal. en el caso de la más íntima de Ias experiencias: el amor físico.
Hablar de la expresión en público conducé najuralmente a la En el curso de estas cuatro generacíones, el .amor físico ha
pregunta: iDe qué cláses de expresíon es -capaz el ser humano sido redefinido desde términos de erotismo a términos de sexua-
a nivel de las relaciones sociales? Por ejemplo, cuando un hom- lidado El erotismo victoriano implicaba relaciones sccíales; la
bre le hace un cumplido a un extrafio, iêstá actuando expresi- se""li1,lidafl implica la ídentídad Jler~pnal. ~tisbio s!llüificabfl
vamente ~n la forma en que 10 harfa un actor de teatro? Bs díff- que la expresión - . l trascendla· meroed a acciones. de elec;ctooó
clj referírse a una vacuídad .de expresión en {Ia vida" públíca-sín represiôn e Ü)téracoión. La sexualidad DP os una tIIlCióo lIlDo uh
disponer de alguna teoría acerca de lo que representa la expre- estado deI ser, en el cual el acto físico deI amor se produce casi
sión en sociedad. i Existe, por ejemplo,. alguna diferencia en Ia como una consecuencia pasiva, un resultado natural, de gentes
expresión apropiada para Ias relaciones públicas y aquella -que que se sienten íntimamente ligadas unas a atraso
es apropiada para' Ias 'relaciones en la intimidad.?·
f .- Entre Ia burguesia del sigla XIX, los conceptos .de _erotismo se
He tratado de crear una tebría de la expresión enpúblico a expresaban casi exclusivamente con temor y; en consecuencia, a
través de un proceso de acción recíproca entre historiá y .teoria. través deI filtro de la represión, Toda acción sexual era oscure-
Los cambias' concretos' en la conducta pública, el Ienguaje, la cida por un sentimiento de víolacíón, una vioIación deI cuerpo'
vestimenta y la creencia son utilizados en este libra como-evi- de Ia mujer por parte del hombre, violación deI código social por
dencia para la construcciónde una' teoría acerca de Ia naturaleza dos amantes, violación por dos. homosexuales de un código moral
de la expresión eo sociedad; Así como lá hlstcria ha propuesto más profundo. Grandes estamentos de la sociedad moderna se
guías a la' teoría, yo he tratado de tomar los insights abstractos hen rebelado contra el temor y Ia. represiõn. y todo. esta es posí-
obtenidos como guias en su curso hacia nuevos interrogantes tivo. Pera a raiz de la manera en que los ideales de intimidad
que formular a la crônica histórica. tifien la imaginación moderna, se ha producído también una reac-
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sión sexual nos hemos rebelado' contra la ídea de que la sexuali-
ci6n contra la ídea de que el amor físico constítuye una acci6n dad posee una dimensión sociaL
en la cual las gentes se comprometeu y como cualquie r otra ,For qué los esfuerzos hacía la Hbertad sexual, tan bien es-
acci6n social debería tener reglas, limites y ficciones necesarias tmcturados en la mente, deberían terminar en mágicos e ínsolu-
que otorgaran a la accíón un significado específico. Eu cambio, bles problemas dei yo? En una sociedad donde el sen~~1I
el sexo es una revelación del YQ. Por lo tanto, una nueva esclaví- intimo QOlIStituye un modi\lo total de la reall~, la expenen~l~
tud sustituye a la antígua, se organiza eu dos sentidos que conducen hacía esta destructíví-
Imaginamos que la sexualidad sirve para definir un vasto dad involuntaria. En una socíedad semejante, Ias energias in>-
territorio. relativo a quiénes somos y qué sentimos. Sin embargo, manas básicas de narcisismo se movílízan de tal modo que ao-
la sexuahdad, como un estado expresivo más que como un aeta ceden a las relaciones humanas en forma sistemáticay )JOfVlIl'Sl\o
expresivo, es entrópica, Cualquier cosa que experimentemos d.ebe En dícha sociedad Ia prueba de si las gentes son auténticas y
concernir de alguna manera a nuestra sexualidad, pera Ia sexua- «honestas» con la~ demás representa un modelo particular de
lidad es, Nosotros la revelamos, Ia descubrimos, aceptamOS sus intercambio de mercado en Ias relaciones íntimas.
condiciones, pero no la dominamos. Eso seria manipulativo, íns- En un sentido clínico, el narcísísmo difiere de la idea popular
trumental, insensible; y asimismo colocaría a la sexualidad en un que consiste en ínterpretarlo como el amQI a la propia bel~.
pie de igualdad con las emociones que intentamos molc.lear y En un sentido más estricto, y como una perturbación deI carâc-
no COD aquélIas a la que deseamos someterla, Los victorianos ter es la autoabsorción la que impide la comprensi6n de aquello
quienes tomaron al sexo según esta última expresíón, podían, po; qu~ pertenece aI dominío deI yo y de la a~t,?gratificación Y lo
lo tanto, hablar de aprender de su vida erótica, a pesar de que el que es exterior a ellos. Por lo tanto, el narcisismo es una 00....
aprendizaje fuese tan dolorosamente difícil debido a los filtros de síón con «aquello que esta persona o este. suceso significan para
la represión, -":tua1mente, nosotros no aprendemos deI sexo por- mís, Esta cuesti6n acerca de la importancia personal de. otras

que esa circunstanda coloca a la sexualidad fuem de!t lO; CU personas y hechos externos se plantea con tanta frecuencía que
cambio nos dirigimos. frustrada e intenninablemellte, en m..ca se oscurece una percepci6n clara de dichas personas Y sucesos,
~ , ~ en eJ yo, bastante deSllJ.uaI. impide la ..... - .
de nosotros mismos a través de los genital."..
Pensad, por ejemplo, en Ias diferentes connotaciones de la pa- ~ dê. Ias. necesidades dei yo y haee que una persona ~
!abra catracci6n» en el siglo XIX y el término moderno «asuntos, que ....to. DO es 111 q\lC yo q1<le1'la» en el momento de ~
Atracción significaba que una persona despertaba en otra un seno ":j.~o o de vincularse con otra persona, En consecuen'?la,
timiento de tal magnítud que los c6digos sociales eran violados. el narcisismo posee la doble cualidad de configurar una absorcíén
Dicha violación ocasionaba el entredicho temporario de todas las voraz en las necesidades deI yo y un obstáculo para su satis-
demás relaciones sociales de esa persona: el c6nyuge, los híjos, facción.
los propios padres de la persona eran relacionados símbólíca- Las perturbaciones narcisistas del carácter constituyen las
mente por la culpa, y prácticamente si se descubría que la víola- causas más comunes de Ias formas de angustia psíquica que los
ci6n había tenido lugar. El término moderno. «asunto» echa tie- terapeutas deben tratar en la actualidad. Los sintomas histéricos
ITa sobre todos estos riesgos porque reprime la idea de que el que constituían los males dominantes en la sociedad represiva
amor físico es un aeto social; se trata ahora de un problema y erótica de la época de Freud han desaparecido por completo.
de afinidad emocional que in esse permanece al margen de la Esta perturbación deI carácter ha aparecido debido a que ~
trama de otras relaciones sociaIes en la vida de una persona, nueva .cIase de sociedad estimula eI crecimiento de sus compo-
Actualmente parecería ilógico que .una persona que tuvíera un nentes psíquicos y elimina en público. un sentido de encuentro
asunto, ya sea dentro o fuera de los Iímites de un matrimonio social significativo fuera de sus términos, de los Iímites deI yo
lo viera ínnatamente conectado a las relaciones panentales, d~ singular. Debemos ser prudentes aI especificar Ia naturaleza deI
modo que cada vez que hiciera el amor con otra persona su desorden a fin de no falsear el medio en el cual ha adquirido
status como hijo de otro se viera alterado. Podríamos decir que su form~ social. Esta perturbaci6n del carácter no conduce íne-
se trata de una cuesti6n de casos individuales, de factores de la vitablemente a la psicosis ni tampoco las personas bajo su ínfluen-
personalidad y no de una cuesti6n social. Entre espíritus más cía viven en un permanente estado de crisis aguda. La (alta de
libres se podría plantear el mismo argumento referido a un asun- compromíso, Ia continua búsqueda de una definición de «quién
to en relaci6n con un matrimonio. La misma palabra asunto soy yo» deade el interior, prodllCé <io\or pero no UDa enferm~
-tan vacía, tan amorfa- indica una especie de devaluaci6n de destructíva- RI narcisismo, en otras palabras, no crea las condi-
la sexualidad, como una imagen que puede ser socialmente os- clOllesque podrían ocasionar su propia destrucci6n.
curecida por medio deI Ienguaje. AI rebelamos contra la repre-
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16 HCS 151.2
En el domlnio de la sexuaIidad. el narcisismo despoja al amor debutantes se muestran ansiosos por demostrar que ellos consí-
físico de cualquier tJ:po de Ollll1PWlilisoI ya sea personal Q soaial. deran a sus sujetos como a verdaderas personas ~ no como a
El hed10 cabal dei eamprolniso por patte de una persona parece meras «fuentes de datas». Los entrevistadores desean tratar con
limitaria las oporfUnidades de una experiencia «suficíente» como sus sujetos como iguales haciendo descubrimie~tas.en ~o~a
para ~ qUién es y Como para encontrar a la persona .ad.,. conjunta. Este encomiable deseo produce una sltuaclón. l~lclal
cuad. que lo O la complemente. Toda relación sexual baja el singular: cada vez que el sujeto revele algun detalle o sentímíento
pénc!ula dei narcisismo se torna menos satisfactoria cuanto más de su vida privada, el entre.c. vístador le corresponderá revelando
se 'flI'ldongue la unión de los amantes. algún detalle de la suya propia. Tratar a alguien como a una
Se puede trazar una relación primaria entre narcisismo y «verdadera persona» en esta situaci6n se transforma en a~go as!
sexualidad, según las imágenes que la gente tiene de sus propios como una transacción de intimidades: te muestran un naipe, tu
cuerpos, Un interesante estudio, efectuado en París a lo largo les muestras otro.
de varios afios, ha evidenciado que, a medida que las gentes Los entrevistadores tienden a apartarse de este mercado de
llegan a tomar a sus cuerpos como definiciones cada vez más revelaciones mutuas cuando comienzan a percibir que, exponién-
completas de su propia sexualidad, la esfmbolízacíón» deI cuerpo dose ellos mismos están perdiendo la oportunidad de descubrir
se va haciendo cada vez menos sencilla. Ya que la sexualidad se los sentimientos del sujeto. Esta oportunidad se presentará si el
transforma en un estado absoluto cristalizado en la forma dei entrevistador formula preguntas, a tan s610 si permanece en
cuerpo, los que poseen esos cuerpos presentan una crecíente silencio, esperando que la otra persona conti:t;lúe con s?, relato.
dificu1tad para imaginarse formas fáticas en organismos natu- Luego de un tiempo, los entrevistadores sensíbles co~enzan a
rales como las plantas o para percibir una relaci6n entre el mo- sentirse incómodos con la idea de que para tratar a alguien como
vimiento corporal y la acción de un cilindro o un fuelle. La san- a un igual emocional se debe mantener con él una r.elación reci-
tlfil:eción del cuerpo como un estado sexual absoluto es narcisista proca, revelándole algún dato como forma de reaccíón frente a
PlJNU'I'bace de! l;l lléXualidad exclusivamente ao atributo de la aquello que la persona nos muestra, Y eo. este punto los ~tre­
~ . UD estado del ser más que una actividad y. en conseci!llW- vistadores se encuentran en la senda que díscurre desde una ídea
cía, -.;i81_te aiBlada de la experiencia sexual que la persona de intimidad basada en un trueque hacia una intimidad más
pueda o no poseer. Del estudío se infiere que el resultado de este auténtica. En ella, los límites deI yo no están aislados sino que
narcisismo configura una disminución de la imaginación «me- pueden estimular efectivaI:t;lente la com~cac~ó~ .con los <;le~~.
tafórica» deI cuerpo, es decir, un empobreci.riJ.iento de la actividad Los entrevistadores reciben sus nociones ínícíales de íntímí-
cognoscitiva de erear un símbolo a partir de un objeto físico. dad como un trueque a partir de los supuestos que rígen a la
~ste es uno de los motivos' por el cual las fuerzas psicológicas gran sociedad. Si las -personas se hallan tan próximas ent.. ella.s
destructivas acceden a un primer plano. en tanto una sociedad hasta el punto de que se conocen realmente. entonces el lX!O\lllIo
varia deI erotismo a la sexualidad y de' la creencia en las accío- nüertfoin"'jidisonaJI'Sé tr'lUlsfOrma en una cuestión de reyelación
nes emocionales del ser a la creencia en los. estados emocionales reciproca. Cuando dos personas se encuentran al margen de ell~
del mismo. Cuando una socíedad Ie niega 'incluso a Eros una revelaciones, Y el mercado de intercambio ha tocado a su fin,.Ia
dimensión pública es sefial de una destructividad desenfrenada. relaci6n ~cluye inmediatamente. Se agota porque eya no hay
La forma más común en la que el nercísísme se man.sta a
una persona es a través de un preceso de inversión; si sola-
nada que deci.... cada persona eda por supuesta» a la otra, EI
aburrimiento es la consecuencia lógica de la intimidad concebida
meaee pudiera sentir más, o si sólo pudiera realmente se11l4r. como una reJaci6n de trueque. Esta debilitación complemeata
llIldna entonces relacionarse con otros o entablat relaciones ..,.er- )el:Ú:ctamente la convíccíón narcisista de que todas las gratifu:a-
daderas ~ con ellos, Pera en ning(ln encuentro me parece sentlr ciones que uno recíbe eo un momento determinado no son todas
lo IUfidei1tea EI contenido obvio de esta inversión es una autoacu- las que podria reeibír o. a la inversa, de 'que uno no está sIn-
sación, pera enterrada debajo de ella existe la sensación de que tiendo lo _tante eomo para que la relación sea .real•.
el mundo me está fallando. E! narcisismo y el trueque de autorrevelaciones estructuran
Una segunda fuerza destructiva reafirma esta infructuosa bús- las condiciones bajo las cuales la expresión de sentimiento en
queda de una identidad integrada por elementos internos. La me- circunstancias íntimas se vuelve destructíva, Hay una búsqueda
jor forma de describir esta fuerza es ofreciendo un ejemplo de lncesante de gratificación y almismo tiempo el yo no puede
ella en el entrenamiento de aprendices de entrevistadores diag- permitir que la gratificación tenga lugar: Alguna medida dei 1'<>-
nósticos. der de este Jenguaje del yo puede ser VIslumbrada en el CÓdIgO
Con frecuencia, en sus primeras sesiones, los entrevistadores verbal utilizado actualmente para medir la «autenticídad» de las

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relaciones o de otras personas. Nos referimos a si podemos «rela-
c:onarnos» per~?nalmente con otras personas o acontecimientos y Cuando a una persona se la juzga auténtica, o cuando la socíe-
sl.eu esa relacfcn las personas están «abíertass unas a otras La dad en su totalidad es descrita. como promotora de los problemas
pr'rmera es .una palabra encubierta para medir al otro eu fun~ión de la autenticidad humana, el Ienguaje revela un modo en el
de ~ es~ejo de ~?toint~rés, y la segunda es una cubierta para cual la acción social es devaluada en el proceso de establecer
me~r Ia 1~~eracclOn SOCIal en. función deI trueque de confesión. una mayor consistencia en los problemas psicológicos. Como una
. La família burguesa dei síglo XIX procuro preservar alguna cuestión de sentido común, sabemos que hombres buenos ejecu-
díferencía entre el sentido de la realidad privada y las caracterjs, tan malas acciones, pero este lenguaje de autenticidad hace que
tícas totalmente, distintas que presentaba eI mundo público fuera se torne difícil emplear el sentido común.
deI hcgar, La línea entr~ ellos era confusa, a menudo violada, RI deseo de autenticarse uno mismo, a nuesttos motivosy
sumida eu la esfera erótica como consecuencia dei temor pera nuestros sentimientos es, en segunda instancia, una forma. de pU"
al menos se.;había hecho :m intento para mantener la sep~ación ritanismo, Debido a toda la liberaci6n de nuestra sexualidad, nos
Y la,compleJI<rnd de los diferentes dominios de la realidad social. encontramos dentro de la misma órbita de autojustificación que
Había .una cU~ldad ~erente a la vida burguesa del siglo pasado definió al mundo puritano. Y esta es así por una raz6n especial.
demasiado fácil de olvídar: su dignidad esencial. Se hizo un es- Los sentimientos narcisistas a menudo se enfoca0: a si mismos-
fuerzo, enfermízo ~ 9-estinado al colapso, por establecer díferen, sobre euestíones obsesivas acerca de si soy 10 'bastante baeno,o
cias entre los donllmo~ de la experiencia y, de este modo, arran- compet ente, y situaeiotles similares. Cuando una socíedad movi-
car alguna forma válida fuera de una sociedad de tremendo liza estos sentimientos, cuando reduce el carácter objetivo de la
desorden y .aspereza. Marx percíbíó esa dignidad no menos de accíón y aumenta la importancia de lós estados sentimentales
lo que lo ~o Weber; las primeras novelas de Thomas Mann subjetivos de los actores, estos problemas de autojustificación
s?n celebraclOn~~ a esa dignidad en la mísma medida que cons- accederán a un primer plano a través de un «acto simbólico». La
tltuy,en un ~SIS de su ínevítable desintegración. . transacción que ahora se produce entre el interés público y el
SI el encierro eu cuestiones dei yo se ha .producido incluso privado, merced a la movilización de estas obsesivas. cuestiones
cuando las personas continuaban desarrollando una vida activa acerca de la legitimidad del yo, ha reavivado los elementos más
C?n otras personas a las que nunca podrían llegar a conocer a corrosivos de la ética protestante dentro de una cultura que ya
nível ~e la política y de las grandes burocracias, podr~os no es religiosa ni está convencida de que la riqueza material
concluír acerta~amente que las dimensiones del problema se sea una forma de capital moral.
sustentan en la rmportancía crecíente de la psicología en la vida. La transacción entre la mayor absorción psíquica y la menor
b~gu:sa. Este problema psicológico podría interpretarse como participación social puede ser fácilmente confundida como una
d.,i~orCladO de los problemas sociológicos de participación y ac- conseeuencia psicológica en sí misma, Pod.tia afirmarse que las
CI n gI1;lpal._ Pero, de hecho, se ha producido una transacción, Eu partes están perdiendo el .deseo•. Estas palabras, como puros
la med.i~a eu qu~ aumenta el interés por las cuesfiones de la estados psicológicos, inducena error porque no explican CÓlnO
personalidad (ego~smo), la participación con desconocidos en pro- podria una socledad completa perder su voluntad o cambiar SUS
cura de fines socíales ha disminuido; o esa participación es fal- deseos, Engafian aún más al sugerir una solueíõn terapéutlca,
seada .por la cuesti6n .psico16gica. En los grupos comunitarios, sacar a la gente fuera de esta autoabsorción, como si el medi<t
por ejemplo, se experímenta la necesidad de conocer aí otro ambiente que ha desgastado su deseo social y transformado sus
como persona a fi.n de actuar en forma conjunta: luego se ven deseos pudiera,repentinamente, recibir con los brazos abiertos
atrapados por procesos paralizantes de ese deseo de mostrarse a estos IndividUos alterados.
como personas y píerden gradualmente la primitiva íntencíõn
de actuar juntos.
Este deseo. de revelar la propía personalidad a n1vel de :Ias El espacio públi<;o muerto;
....'-~ .socíaíes, y de medir la propia acción social en funt:ióD
de aq1llll10 11"". se evidencia en las personati<rnl!es de los dell'lll8, La visión íntima se induce en proporción al abandono que
~. <:.!,asiiicado '!" dos maneras. E" primer lugar, se 1Dta
..::e. ~ de atlten~se como un aclOr social através".1a
. tàclón de las cuali<rndes !"'!"SODéIes. Lo que hace que una
sufre el domínio público vacfo. En un nível más físico, el medio
impulsa a la gente a concebir el dominio público corno carente
de sentido. Esto ocurre con la organizaci6n del espacio en las
actuacíón sea buena (o sea, autêntica) es el caracter de aquellos ciudades. Los arquitectos que proyectan rascacielos y otras gran-
que se ven comprometidos en ella y no la actuación en si mísma, des construceiones de poblada densidad, se encuentran entre los
20 pocos profesionales que están obligados a trabajar con ideas con-

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temporáneas acer.ca de la vida pública, y por cíerto están entre luz y que anula la barrera entre el interior y el exterior. Esta
los pocos profesionales que de Ia necesidad expresan códigos permeabilidad entre la casa y el ext~;ior es. curiosamente a,?S:
y haeen que éstos sean manifiestos a los demás. tracta; se tiene una agradable sensacíon d~ cíelo; pero los e~
Uno de los primeros rascacielos que la International School cios se encuentran tan esquinados que no tle~en runguna relacíón
construyó después de Ia Segunda Guerra Mundial fue Ia Lever con, ni vista hacia, los edifícios que rodean Bloomsbury. Por
Housed~ Gordon Bunshaft en Park Avenue, Nueva York. La cierto el extremo posterior de uno de los bloques de apartamen-
planta baja de la Lever House es una plaza aI aire libre, un patio tos r~vestido de s6lido hormigón, mira. hacia una de las plazas
eon una. torre que se eleva en la parte norte y, a una planta so- más herrnosas de tod? Lon~~',., o más bien Ia i~ora. El edifício
bre el nível del suelo, hay una estructura de poca altura rodeando está ubicado como SI pudíese estar en ~ualquler lugar, 10 ~ue
las o~ras tres secci<:>nes. Sín embargo, uno pasa desde la calle por significa que los disefiadores no tenían idea de ~u 10caliza~lón
d~baJo de esta baja herradura para entrar aI patio; el propio en un lugar concreto y mucho menos en un media extraordina-
nlve~ de la calle es un espada muerto. No hay actividad Di di- rio urbano. .
yersl~d en la planta baja, es solamente un media de acceder aI La leccíón real deI Brunswick Centre está contemda en su
ínteríor. La forma de este rascacielos International prototipo secci6n central. Existen aqui unos pocos negocios y vasta~ .áreas
es~á de ~~ta con su funci6n, ya que una minúscula plaza pú- de espacío vacto. He aquí un área de paso, no para ser utilizada;
blica revívífícada es enunciada s610 formalmente, pero la funcíón sentarse en uno de los pocos bancos de hormigón durante todo e1
destruye la natu~a~eza de una plaza pública, que es la de combi- tiempo que uno desee es llegar a sentirse profundamente incómo-
nar gentes y actívidades diversas. do como si uno estuviese en exhibici6n en un enorme vestíbulo
Esta co~tradicción es parte de una controversia aún mayor. va~ío. En efecto, la zona «pública» deI .Centre se encuentra res-
~ I';1t.er.n.atlOnal School fue destinada para una nueva concepción guardada de Ias principales caUes contíguas a Bloomsbury por
de :Vl~lbl1idad en la construcción de grandes edificios. Los muros dos enormes rampas con cercas en los costados. La zona central
easí mtegram~n,te de crist~, ex;unarcados con soportes de acero propiamente dicha está elevada varios pies sobre el nível de 'Ia
delgado, permítían que el mtenor y el exterior de un edificio se calle. Nuevamente todo ha sido concebido para aislar el área pú-
desvaneciese~ hasta el mínimo grado de diferenciación. Esta tec- blica del Brunswick Centre de cualquíer íncursíón accidental
no~ogía permite la realización de aquello que S. Giedion denomina desde Ia calle, o deI simple] vagabundeo, deI mismo modo que
el Ideal deI muro permeable, lo fundamental en visibilidad. Pero el emplazamiento de los dos bloques de apartamentos aísla efec-
estos muros constituyen también barreras herméticas. La Lever tivamente de lacaUe, Ia zona central y Ia plaza, a aquellos que
1I0u se fue la precursora de un concepto de dísefío en el cual el los habitan, El planteamiento visual producido por el detalle deI
"'U:~' aunque permeable, aisIa también de Ia vida de Ia caIle Ias muro de ínvernáculo se basa en que el interior y el exterior de
ictiVldades qu~ s~ desarrollan en el interior del edifício. En este una vivienda no presentan diferenciación alguna; el planteo so-
~~pto .de disen? se combinan Ia estética de Ia visibilidad y cial representado por la zona central, la localización deI complejo
el 8l8lllIl11ento SOCIal y las rampas sfgnífica que una imnensa. barrera separa en el
.La .paradoja deI aislarniento en medio de la visibilidad no es Brunswick Centre el «interior» deI «exterior».
pnvat~va de Nueva .York, ni tampoco los especiales problemas La elímínación del espada. público viviente está relacionada
del crunen en esa ciudad representan una explicaci6n suficiente con una idea aún más perversa: la de volver al espacío contín-
s~bre Ia muerte deI espacio público en dicho díseão. En el Bruns- gente para el movímiento. En el Centro de Defensa, ?-sí.como en
wíck Centre construido en el sector de Bloomsbury en Londres la Lever House y el Brunswick Centre, el espacio publico es un
y en,elo complejo ~e oficinas dei Centro de la Defen~a erigido e~ área de paso, no de perrnanencia. En el C~tro de ~efensa, lçs
los Iímites de Parfs, se presenta la mísma paradoja y da como terrenos que circundan las torres de oficinas que mt~an el
resultado la misma área pública muerta. complejo contienen unos pocos almacenes, pero el propósito con-
En el Brunswick Centre, dos enormes complejos de aparta- creto es el de que sirvan como un área de. pa~o para; trasladarse
mentos s~, elevan desde una seccíón central de hormig6n; la desde el automóvil o el bus hasta los edifícios. EXIste una pe-
conatrucción de los apartamentos está escalonada piso tras piso quena evidencia de que los proyectis~as del CeD;tro de D~fensa
de modo que cada complejo parece una ciudad babil6nica ele- concibieran este espacio para que tuvíera cualquíer valor íntrín-
vada y asentad~ sobre una colina. Las terrazas de los apartamen- seco para que las gentes de los distintos bloques de apartamentos
tos dél Brunswíck Centre están cubiertas por cristal en su mayor pudÍeran desear quedarse allí. El terreno, segú.n Ias, palabras de
parte; po:: lo ta~.to, el morador del apartamento dispone de una uno de los proyectistas, es «el nexo.soporte-s.all~a-tráfico para la
pared de mvemaculo que permite la entrada de gran cantidad de totalidad vertical». En otras palabras, esto significa que ,t ~
22 23
cio ~lico se ha transfonnado eu un derivado deI movimiento. exterior de los mismos. Las barreras visuales desapareceu mer-
La idea deI espacío como derivado deI movimiento parangona ced a Ia supresión de los muros de Ias oficinas, de manera que
exactamente la~ .relacion~s de espacío a movimiento producidas todas las plantas se transformen en un vasto espacio abíerto, o
por lo~ ~utomov~les particulares. Uno no utiliza el coche propio sobre ese perímetro habrá un grupo de oficinas pdyadas con
para vísítar .1a ci~dad; eI automóvíl no es un vehículo para tu. una amplia zona abierta eu su in~erior. Esta d~strucclón d~ los
nsmo o, melar dicho, no es utilizado como tal, excepto en aque- muros, según se apresuran a decir los proyectístas de oficlnas,
110s adolescentes que 10 utilizan subrepticiamente. En cambio el incrementa la eficiencia en el trabajo porque cuando Ias perso-
autom6vil otorga libertad de movimiento; uno puede viajar .sin nas se encuentran todo el día expuestas a Ia mirada de los
preocuparse por paradas formales como ocurre eu eI metro sin demás son menos propensas a la murmuración y a la char~a y
cambiar el modo de Iocomoción desde un bus, el metro o el fe- se muestran más dispuestas a mantenerse dentro de sus limites.
r~o~arril aéreo al movimiento pedestre, cuando se efectúa un Cuando cada uno tiene ai otro bajo vigilancia, lá sociabI1ll!l!d
viaje desde eI lugar A aI lugar B. En la ciudad, la calle adquiere deerece Y el silencio constituye la única forma de proteceión.
entonces una funci.ón particular, Ia. de pennitir eI movímíento: El proyecto de oficinas de planta abierta.lleva a su mayor .expre-
si"~' reguIa, de,!,asiado el movímíento, COn semáforos, calle~ si6n la paradoja de visibilidad y aíslamiento, una paradoja que
~,unasola direccíõn, etcétera, los automovilistas se vuelven ner- tambíén puede sustentarse en sentido c~ntrario. Las gentes IOD
- . p violentos. más sociabIes cuanto más barreras tangibIes tengan entre ellas,
. . ~!ualmente disfrutamos de una facilidad de movimiento des- así como necesitan lugares públicos específicos cuyo único
~ para cual'llui~ otra civilización urbana precedente s, sln propósito es el de reunirlas. ExpliquémosIo de otra manera: , .
'~ã~,W"o, este movímíente. se ha transformado en el mayor por- seres hwnanos necesítan mantener cierta distancia con respecte.
,. .. ,i .... aDSiedad de hls actividades cotidianas. La ansiedad a la observación fntima de los demás a Iln de sentirse sociabIes.
provlene deI hecho de tomar aI movimiento incontrolado como Si se Incrementa eI contacto intimo se dísmínuye la soclabllided.
un derecho absoluto deI individuo. El automóvil particular es el He aquí la lógica de. W1a forma de eficiencia burocrática.
instrumento lógico para ejercer ese derecho, y su efecto sobre ,EI espacio público muerto es una razón, la más concreta,
el' espacío público, especialmente sobre el espacío 'de las -. alies para que las gentes busquen en eI t~rren~ íntimo lo que se les
Iff~' es que eI espacio se vueIve Insignificante o Incluso írrí- ha negado en un plano ajeno. EI aislamiento en media de la
tante' a' - . - que pueda subordinarse ai movimiento Iibre, La visibilidad pública y la enfatización de ,las transacciones psico-
tecnologia deI movimiento moderno reemplaza el hecho de estar lógicas se complementan mutuamente. Hasta el extremo, por
en la calle por un deseo de anular Ias represiones de la geo- ejemplo, de que una persona siente que debe protegerse, me-
grafia. diante el aisIamiento silencioso, de Ia vigilancla que los. demás
Esta situaci6n hace que el concepto de disefío deI Centro de ejercen sobre ella eu eI domlnio público, y lo compensa de_
Defensa o de una Lever House se una a la tecnología deI trans- briéndose ante aquéllos eon los que quiere establecer contacto.
porte. En ambos, en tanto el espada público se transforma en La Í'elación complementaria existe .porque aqui se dan dos ex-
una función de movimiento, pierde cualquier significado experi- presiones de una única, general transformacíón d~1 las relaciones
mental independiente. sociales. En ocasiones he pensado en esta sítuacíon complemen-
aasto .este punte el «aislamiento. ha sido utilizado en dos taria en función de las máscaras del yo que crean los modos y
~s; ~ero, sigtrlfica que los habitantes o trabajado_ de los rituales de la cortesia. Estas máscaras han dejado de tener
~ estruc~urbana densamente poblada se ven inhibldoiJ.para importancia en las situaciones impersonales o parecen ser pri-
sendr!3Ja)q!,!)Ct reIacjón con el medio en el cuaI se ~ vativas de los snobs: en relaciones _más estrechas, aparentan
la estroetura. Segundo, que en la medida eu que uno pIledá ~. formar parte deI camino que conduce al conocimiento deI otro.
1_ "!' un automóvilparticufar para disponer de Ilbertad.,ck Y me pregunto si en reaIidad este desprecio por Ias máscaras
movirnlento, deja de creer que eI media PUeda tener algún lllgni: ritlolales de la sociabilidad no nos ha vuelto culturabnellte má~
fk:ado, ~Ivo ~omo una forma de lograr eI objetivo deI moviml.... primitivos que la tribu más símple de caz~dores Y' agricultores.
to propío, EXIste un tereer sentido de aislamiento social eu espa- Una relación entre el modo como consideran las gentes sus
cios públicos, aún más brutal, y es eI que se reiiere ai aisln. amqríos y aquello que experimentan ,en la. calle ~uede parecer
míento direetamente producido por la vislbilidad que los demás forz'ada. E incluso si se concede ja exístencía de dichas conexio-
tlenen de uno. nes entre los modos de la vida personal y la pública, se podria
La idea de diseiío deI muro permeable es aplicada por mu- objetar razonablemente que tienen raíces históricas pocc pro-
chos arquitectos dentro de sus edíficíos, como así también en eI fundas. La generación nacida después de la Segunda Guerra
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Mundial fue la que se volcó hacía lo interior cuando se sinÍió la viüe, la corte y la ciudad. Auerbach desc?bri? que en realidad
liberada de las represiones sexuaIes; es en esta rnisma genera- este público teatral consistia en un grupo mínorítano, ún·.hanaz~o
ción donde se ha producido la mayor destrucción física deI do- obvio eU función de la vida cortesana pero no tan obVIO segun
mínio público. Sin embargo, la tesis de este libra se refiere a la vida urbana. Eu el París del sigla XVII, la ville era un grupo
que estas signos altisonantes acerca de una vida personaf dese- muy pequeno cuyos orígenes eran mercantilistas y no aristocrá-
quilibrada y de una vida pública vac1a han estadoen formación ticos, pero cuyos modales estaban dirigi~o~ ~~ ase.urecer esta
durante largo tiemjlb. Son los resultados. de un cambio que co- circunstancia, DO 5610 por razones de humillacíón, smo para fa-
m~<;on la decadeneía dei ancien régime y con la fonnación cilitar los intercambios con la corte.
de una y
cultura capitalista, nueva, secular, urbana. Al comenzar el siglo XVIII, el sentido de quién era «el público»
y d6nde se encontraba uno cuando estaba en público, se v?lvió
más amplio, tanto en Paris como en Londre~. La bur~esIa se
Los cambias en el domínio público interes6 menos por ocultar sus orígenes socíales: las cíudades
que habitaba se transformaban en ~ mundo en el cu~ comen-
La historia de las palabras «público» y «privado» constituye zaban a relacionarse grupos muy diferentes de la socíedad. En
una llave para la comprensíõn de este cambio básico en los tér- consecuencía, para la época en Ia que I~ palabra «público» ha,!,ía
minos de la cultura occidental. Los primeros usos registrados adquirido su significado actual, no aludía solam~Il;te a una reg~~n
de la palabra «público» en inglés identifican I" «público» con el de la vida social localizada al margen deI domínio de la famiha
bien comón en socíedad. En 1410, por ejemplo, Malory hablaba y los amigos íntimos,. sino que al~día .también a que est.e domi-
deI «emperador Lucio... dictador o administrador de la voluntad nio público de conocidos y extranos mcluía una díversidad de
pública de Roma'». Alrededcr de 70 afias más tarde, se Ie agregó personas relativamente amplia.
un sentido de «público» a aquelIo que es manifiesto y abierto a Existe una palabra asociada logicamente a un públi~o urbano
la observación general.': Hall escribió eu su Crônica de 1542: «Su multiforme: es la palabra .cosmopolita::>. Un cosmopolita según
rencor interno no podía contenerse sino que debía vocearse en el uso francês registrado en el ano 1138, os un bombre que se
lugares püblícos j; también privados.» «Privado» se utílízaba aqui mueee cómodame.nte eu la cltVei'si'daã se encuenrra c6mcldo en
PAra.-.~ignificar privílegíado, a un. alto niveI de gobierno, Afines situm:tõnes que no tienen ningún ~o o paralelo con aquello
deI siglo XVII, la oposición entre «público» y «privado» fue me- que le os familiar. EI mísmo sentido de la palabra aparecíé en
nos clara que la forma en "que se utilizan los términos en la ac- el idioma Inglés antes que en francés, pero no fue. muy empleado
tualidad. «Público» significa abierto a la consideracíón de cual- hasta el sigla XVIII. En vista de los nuevos térmmos empleados
quíera, mientras que «privado» . significa una región de la para referirse ai hecho de estar en público, el cosmopolita se
vida amparada y definida por la família y los amigos. Por lo CODll1itu)ió en el hombre público perfecte, Un ';Iso tempran? de
tanto, Steele, eo una edición deI Tatler eu 1709, escribía; «Estas la palabra en ingIés anuncíõ el sentido comun de la rmsma
efectos... sobre Ias acciones públicas y privadas de los hornbress, en la sociedad burguesa del siglo XVIII. En una de sus Cartas
y But1er en los Sermons (1726): «Todo hombre debe ser conside- (1645) Howell escribió: «He lIegado al mundo revolcándome, un
rado según dos capacidades, la privada y la públíca.» Salir «en puro .segundón un verdadero Cosmopolita, que no ha nacido
público» (Swift) es una frase basada en una sociedad concebida para tierra, ar;iendo, casa u oficína,» Sin haber heredado rique-
en funci6n de esta geografia. Actualmente, no están enteramente zas o una obligaci6n feudal, el cosmopolita debe hacer de la
perdidos los antíguos' sentidos en inglés, pero su uso en el si- necesidad su camino en el mundo, cualquíera sea el placer que
glo XVIH -estableciõ los términos modernos de referenda. disfrute en él.
Los significados otorgados a le public en francés muestran una Por lo tanto, «público» viene a sig:nificar una v~da que trans-
situaci6n similar. RI uso renacentista de la palabra fue empleado curre fuera de la vida, de la familia y de los amígos ~.anos.
en función deI bíen común y deI cuerpo político; paulatinamente, En la región pública, los grupos sociales complejos, distintos,
te public se transformó también en una regíón especial de la habrían de lIegar a un contacto indefectible. La ciudad capital
sociabilidad. En una oportunidad, Erich Auerbach realizó un es- constituía el foco de esta vida pública.
tudio exhaustivo de esta definición moderna de «el público», Estas cambios en el idioma fueron correlativos a condiciones
apareciendo por primera vez en Francia hacia la mitad deI si- de la conducta y de los términos de la creencia en las ciudades
glo XVII, refiriéndose al público que constituía la audíencia cosmopolitas. Cuando las ciudades erecieron, y desarrollaron si90
de las obras de teatro. En tiempos de Luis XIV, ai pú- temas desoclabilidad. mdependientes deI control real directo, cre-
blico de teatro se le denomin6 mediante la expresión la cour et cieron _blén aquellos lugares donde los ~traiíos podían lIeglll'

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de crear repentinamente un orden social en me~i~ de condieio~es
'" reIKionarse en forma regular. Esta fae la era de la conserue- socíales caóticas y confusas lIevó a Ias conu:a?icclOnes .d:el anezen
ción de parques urbanos masivos, de los primeros intentos de régime a un punto de crisis y creó las con~clOnes posítivas para
hacer que las calles se adaptaran ai propósito específico da los un grupo cuya vida aún debía ser entendida.
paseos eomo una forma de relajamiento. Fue Ia era en la cual Tanto en conducta como en creencia los habitantes de las ca-
los saIones de café, luego las cafeterías y las posadas se. trans- pitales deI siglo XVIII intentaron definir lo qu~ ~ra y lo q~e no
formaron en centros socíales: en la que eI teatro y Ia ópera se era la vida pública. La línea trazada entre ]0 pu~h~? y ]0 privado
abrieron al gran público merced a la venta libre de entradas, era aquelIa sobre la cual los reclamos ~e la civilldad, .c.ompen·
a diferencia de la antigua práctica en la que patronos aristocrá- diados por la conducta pública, cosmopohta, estabari equlhbra~?s
ticos distribuían los lugares. Las diversiones urbanas se dí- con los reclamos de la naturaleza, compendiados por la. ~amIha.
fundieron fuera de un pequeno círculo de mínorías y bacia un es- ElIas vieron a estas reclamos en confficto, y Ia complejidad de
pectro más amplio de la socíedad, de modo que incluso las clases su visión se basa en que rehusaron prefe~i~- ~ uno sobr~ el otro,
trabajadoras comenzaron a adaptar algunos de los hábitos de manteniendo a los dos en estado de equilíbrio. A mediados del
sociabilidad, como los paseos por los parques, que constítuían siglo XVIII, el comportarse cori los _extrafto~ de una manera emo-
ai principio un lugar exclusivo de la minoria, cominando por sus cionaImente satisfactoria y permanecer, sm. "lDbaJ:80' apartado
jllrdines privados O centregando. una noehe ai teatro. de ellos fue visto como el medio por el cual el animal hllD1lDO
En el dominlo de la necesidad como en aquel dei 000, se desa- se transformó en el ser social. A su vez, las capacidades para la
rroIIaron pautas de ínteraccíón social que se acomodaban ai inter- paternidad y la amístad profunda fueron ~nsideradas como .po-
cambio entre los extrailos y no dependían de determinados pri- tencialidades naturales más que como creaciones humanas. MieJl..
vilegiOl feudales o de un control monop6Iico establecido por tras "'. hombre se haota a sí mismo en público, realizaba .su ':1"-
decreto real. EI mercado urbano del sigla XVIII era diferente de turaleza eu el dominio privado, sobre -todo _en 5US exIJ:&1CBC18S
sus predecesores medievales o renacentistas; era internamente dentro dei núcleo familiar. Las tensiones que se produjeron en-
competitivo, aqueIlos que vendían en él se disputaban Ia atención tre los reclamos de la civilidad y los d~rechos ~e la na~uraleza,
de un grupo de compradores variable y totalmente desconocído. representados por la división en~re ]8; vida pública y privada en
ew.ndo la economia y las modalidades de crédito se expanc:tieron, el centro cosmopolita, no solo difundieron la elevada cultura de
.. :CI)Dtaloilidad y la inversión se volvieron más racionalizadas, los la época, sino que la extendieron hecía dominios má~ mundanos.
r . los 'se llevaron a cabo en oficinas y almacenes y, sobre una Estas tensiones aparecieron en los manuales de~tlDéI;dos a la
báse' crecíentemente impersonal. Por supuesto sería un errar el crianza de los niüos, en los opúsculos sobre la cbl igación moral
concebir a la economia o a Ia sociabilidtfd de estas ciudades en ex- y en las creencias de sentido com~ sobre los. derechos del
pansión como reemplazando súbitamente a las antiguas modalida- hombre. En forma conjunta, lo púbhco Y lo pnva~o crearon
des de negocio y placer. En cambio, se yuxtapusieron modos de aquello que hoy podría denominarse como un «Universo» de
obligación personal aún vigentes con nuevos modos de ínteraccíón relaciones sociales.
adaptados a una vida que transcurría entre extraüos y bajo las La lucha por el orden público en. Ia ci~~d dei síglo XVIII y
condiciones de una expansión empresarial pobremente regulada. Ia tensión entre los reclamos de la VIda pública y privada, cons-
Tampoco sería correcto imaginar que el falsear un vínculo tituyeron los términos de una cultura coherente, 8; pesar de que
social adaptado a una ciudad en expansión, y a una cIase bur- hubo excepcíones, desviaciones y modos alterriatívos como los
guesa dísemínada, fuese inofensivo o justo. Las gentes trataban hay en cualquier período. ,.'
ansiosamente de crear modos de expresión, e incluso de VIllItir, Pera sí existió un equilibric de la geografia pública y ~nvada
que ordenarlan la nuevasituacíõn urbana y buscaban tambNn en tíernpos de la lIustraci6n, y en el se destaca el cambio fun-
delimitar esta vida con respecto ai dominlo privado de la famllia damental en las ideas de público y privado que . r~forzaron las
y los amigos. Con frecuencia, y en su búsqueda de principios de grandes revoluciones a últimos dei síglo y la aparíción de un ca-
orden público, recurrieron a modos de Ienguaje, vestimenta o pitalismo industrial nacional en los tiempos más ~ode~os.
interacción adaptados Iógicamente a una era que estaba desapa- Tres fuerzas estaban ai servieio de este cambio. Existía, en
reciendo y trataron de forzar Ia significación de estas modos prirner lugar, una doble relación mant~ni~ en eI siglo XJ?C po~
bajo condiciones nuevas y opuestas. En eI curso de este proceso el capitalismo industrial eon la vida pública en l~ gran ~Il;ldad.
muchas de Ias iniquidades de Ia sociedad medieval, traspIantadas en segundo lugar, una reformulación deI seculartsmc originado
abora a terreno ajeno, se voIvieron dolorosas y opresivas. No eu el siglo XIX y que afectaba el modo en que la gente ínterpre-
hay necesidad de novelar la vida pública de las ciudades cosmo- taba lo extrafio y lo desconocido; y, en tercer lugar. una fuerza,
politas dei ancien régime para poder comprenderla; eI intento
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que se. trans!o~mó en de?ilidad, erigida dentro de la estructura EI capitalismo industrial estuvo trabajando dei mismo modo
de I~ vId~ P?bhca en el ancien regime. Esta fuerza significó que y directamente sobre la vida material deI propio dominío públí-
la vída pública no, ~ufriera ~na m?e~te instantânea bajo el peso co. Por ejemplo, la producción masiva de vestimentas, yel uso
del ~ata~hs~o político Y SOCIal a últimos deI síglo XVIII. La geo- por parte de sastres particulares o costureras de modelos de
grafía pública ~e prolongá dentro deI siglo XIX, aparentemente producción masiva, significó que muchos segmentos diferentes
intacta, . y cambiando, de hecho, desde su interior. Esta herencia del público cosmopolita comenzaran a adquirir en gran escala
conmovíé a las nuevas fuerzas del secularismo y deI capitalismo una apariencia semejante, que los rasgos públicos perdiesen sus
t~?to como ~abían estado trabajando sobre ello. (La transforma. formas distintivas. Sin embargo, virtualmente nadie creía que la
cron de la VIda pública puede verse como un ~ralelo con el sociedad (ie estuviese volviendo homogénea; la máquina significó
colapso que les sobreviene a los atletas que han sido especial- que las diferencias sociales, diferencias importantes, necesarias
mente fuertes, de modo tal que sobreviveu más alIá de la juven- para saber si uno iba a sobrevivir en un medio de extrafios en
tud con poderes aparentemente intactos y que manifiestan en rápida expansión, se vclvían ocultas y los extrafios un místerío
forma súbita la decadencia que ha estado desgastando contínua, más huraüo. La producción mecânica de una amplia variedad
mente sus.cuerpos desd: el interior. Debido a esta forma peculiar de bienes, vendidos por vez primera en un medio masiv~mente
de supervrvencia, los SIgnOS dei publicismo dei ancíen régime mercantilizado, el gran almacén, tuvo éxito con el público no
no se e~cueI:!tran tan lejos de la vida moderna como podría merced a anuncias de su utilldad o de precios econômicos, sino
haberse ímaginado en un principio. más bien a través de capitalizar su mistifícacíôn. A$:(~ se
. I'fl'P~i!insUuu:J", li! doble ~~Iación dei capitalismoiadus- yqlvi'lfon más uniformes, ios bienes físicos fueron dOtados de
~ ~ hIl,Cílltlit'a públIca urbana se basan en las presíonesde la cUalldl!4es hUDlBIll!s en los anuncias publicitarios, huiéndokJs
pnY~n que 1'1 capitalismo Prod:ujo en la so~iedad Ílttrgue- aJlllA""'f como místeríos inasequibles que deblan ser poseMos
M. ~t sltPo XIX. En segunda mstancía, en li! -mlstificación' de para jIQlier comptenclerlos. Marx lo llamõ _fetichismo dei artfculo
I.. ·viria ,matmal en público, especialmente en cuestión de vesti- de consumes. y fue sólo uno de entre los muchos que se sintíe-
~•. ClCB810nada por la praducción y distribución masivas ron sacudidos por la confluencia de la producción masiva, la
Los traumas deI. capitalismo del siglo XIX lIevaron a aqueilos homogeneidad de la apariencía Y, además, por la inversíón en
que. tenían los medíos a tratar de protegerse de cualquíer- forma cosas materiales de atributos o asociaciones de personalidad
posible frente a los choques de un orden econômico que no en- privada.
tendían .Di los vencedores ni sus víctírnas, Paulatinamente se Por lo tanto, la ínteraccíón dei capitalismo y la geografia
desgasto la voluntad de controlar y dar forma ai orden público pública se dirigia en dos dírecciones: una era el retiro dei do-
y las gentes se dedicaron a protegerse de él. La família se trans- mínio público dentro de la familia, la otra representaba una
fo~mó en una de estas defensas, Durante el sigla. XIX, la -familía nueva confusión acerca de los elementos materiales de la apa-
cJ~.J_~. de ser, en forma c~d~ vez más crecíente, el centro de una riencia pública, una confusión que, sin embargo, podia conver-
~egü).nparticular.... nopubb~.~, . y pasó a representar uno refugio tirse en un beneficio. En consecuencía, se podría tentar la con-
idealízado, ~ .mUJl5:to. en sí.m,i,smo! .ccn un .v~Jor .moral ~to clusión de que el capitalismo industrial 8610 me la causa de
que e!..d"!"Ull()..publico, Se idealízó la família burguesa como que el domínio pUblico perdiera J.eaitimidad y cohereneía, pera
1UU1 ~laa donde el orden y la autoridad no eran desafiados la la conc1usión seria inadmisible aun en sus propios términos.
segundad de ~a exístencía material podía ser una concomita'nte Después de todo, lqué fue lo que impulsó a la gente a creer que
deI amor mant~ .real y donde las transacciones entre los miem- estos bienes físicos, tan uniformes, podían tener asociaciones
~rosje. la fa~~ha no tendrían que tolerar .el juicío exterior. ~cológicas? lPor qué creer en una cosa como si fuese humana?
G. f i la. família se transformo en un refugío frente a Im; te- BI becho de que esta creencía fuese beneficiosa para unos po-
nótIlS' de la sociedad, también se volvíô paulatinamente un pa- COS no explica por qué debía ser sustentada por una multit':ld.
~- para medir 1'1 c1ominio público de la ciudad capitill. Esta cuestión inc1uye la .segunda fuerza heredada deI anclen
U"I,!"""", las relaciones familiares como un modelo las gemes r~gime que cambió la vida pública, un cambio en función de la
P~fon. e1. dominio público no como a un grupo Ílmitadó de creencia acerca de la vida mundana. Esta creencia es la secula-
re1aCJ<mêS _ales, como' ~bía ocurrido en la I1ustraciÓll, flh() ridad. En la medida en que lo secular es concebido como opuesto
que, pot ·el ~trarlo,. conslderaron a la "\lida pública colllt> mo- a lo sagrado, la palabra se vuelve unidimensional y fija. Es
r'áInieilt~ ~feri?t. Inhmidad y estabilidad pi!recfan estar UDldas mejor empleada como la imaginación y los símbolos que hacen
en la. famlha; Junto a este orden ideal, la legitimidad dei orden inteligibles a las personas y a las cosas en el mundo. Pienso
póblleo me 'puesta en entredicho. que la siguiente definición es más correcta: la secularidad es la
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convicción antes de morlr de por qué las cosas son como son, íntroduce, por lo tanto, un elemento de profunda ~uda d~nt~
una convicción que dejará de preocuparnos una vez que haya- de su aparato cognoscitivo, ya que cualqwer ~JercICl9..?e discrí-
mos muerto. minación podría ser un errar. En consec~eD:cIa, surgio una d:
Los términos seculares cambiaron drásticamente deI sigla XVIII las mayores y más enriquecedoras contradiCClOnes deI siglo XIX:'
al XIX. «Las cosas y las gentes» eran comprensibles en el si- aun cuando la gente deseaba huir, encerrarse ~n UIl: ,domm~.orp~­
gla XVIII cuando se les podía asignar un lugar en el orden de vado moralmente superior temía que la clasificación arbítraría
la Naturaleza, Este orden de la Naturaleza no era una cosa de s~s experiencias eu, digamos, dimensiones públicas y priva-
física, tangible, como tampoco lo era el orden siempre encapsu- das pudiera representar una ceguera autoinfligida. .
lado por las cosas mundanas. Una planta o una pasión ocupa- En este nuevo orden secular, el fantasear que los objetos fí·
ban un lugar en el orden de la Naturaleza, pero no la defínían sicos tenían dimensiones psicológicas se transformó en. ~ hecho
en miniatura y totalidad. Por lo tanto, el orden de la Naturaleza lógico. Cuando la cr~encia fue. g?b~rnada por el principie de
era una idea secular acerca de lo trascendental. Esta idea no inmanencia desaparecleron las dístíncíones entre perceptor y per-
sólo permitió los escritos de científicos e intelectuales, sino que cíbído dentro y fuera, sujeto y objeto. Si potencialmente todo
penetró en los asuntos cotidianos en la forma de actitudes diri- euenta, lcómo hago {J?ara trazar un límite entre aquello que se
gidas .a la disciplina de los nifios o a la moralidad de los asuntos relaciona con mis necesidades personales y 10 que ~s ímpersonal,
extramatrimoniales. no relacionado con el dominio inmediato de mi ~xpenencI::"?
EI secularismo que hizo su aparición en el sigla XIX era de Todo puede tener importancia, nada puede tener unportanc~a,
una especie totalmente antitética. Se basaba en un código de lo pero i. cómo saberlo? En consecuencía, no debo establecer Dml
inrnanente más que de lo trascendente. Sensación inmediata, guna distinción entre categorias de objetos y sensaciones porque
hecho inmediato, sentimiento inmedíato, no debían ser ya in- ai dif4renciarlas puedo estar creando ~ falsa. barrera. La ceie-
cluidos dentro de un esquema preexistente para ser comprendi- bración de la objetividad y el compronuso pertinaz de un .hec~lO
dos. Lo inmanente, el instante, el hecho, constituían una realidad tan promínentc hace un siglo, todo en nombre de la Clencla,
en sí misma y de sí misma, Los hechos eran más verosímiles ,era apaso una preparación inconsciente de la era presente de
que el sistema o, mejor aún, el conjunto lógico de hechos se sulljetMdad radical?
transformó en sistema; en el siglo XVIII, el orden de la Naturaleza Si el impacto dei capitalismo industrial iba a desgasta~ el
en el cual los fenómenos ocupaban un lugar pera en el que la sentido de la vida pública como una esfera moralmente legítírna,
Naturaleza trascendía a los fenômenos fue, en consecuencia, aban- el impacto de la nueva secularidad desgasta~ía esta esf~ra por
donado. Esta nueva medida de aquello que podia servir Como un carnino contrario, planteando a la humarudad el ~0rJ.SU?D de
elemento para la creencia rigió la psicología tanto como lo hizo que 1'10 puede excluirse a priori dei domínio de la VIda pnvada
con el estudio de los objetos físicos. En 1870 parecfa plausible de una ~na nada que produzca sensacíõn, perpl~jidad. o
estudiar «una emoción» como poseedora de un significado auto- simple arcncíõe, o ser despojado de alguna ~dad PSICOlógica
suficiente, si uno era capaz de descubrir todas las circunstancias importante a descubrir. Sin embargo, e~ capitalismo ~ el secula-
concretas en las que aparecfa «la emoción» y aquellos signos rismo en forma conjunta aún proveen solo una V1SIOh íncompleta
tangibles a través de los cuales la emoción se hacía manifiesta. de aquellos agentes del desorden que trabajaban en el domínio
Por lo tanto, no podían excluirse a priori como irrelevantes oi público o aI menos una visión distorsionada. Ya que la suma
los signos ni las circunstancias. En un mundo donde la inma- de est~s dos fuerzas habría producido un complet? desast;e
nencia constituye el principio de 'ccnocfmlento secular, todo im- social y cognitivo. Todos los habituales clisés catastróficos, alie-
porta porque todo podría importar. nación disociación, etcétera, tendrían que ser echados a rodar.
Esta reestructuración del código deI conocimiento secular tuvo Realm~te si en este punto se detuviera la historia acerca de
un efecto radical sobre la vida pública. Significó que las apa- cómo fue 'hecha pedazos una dimensió.n pública,. podríamos es-
riencias en público, no importa cuán mistificadas, todavia debían perar que se hubiesen producido catachsmos maSlVOS, torment?-s
ser tomadas con seriedad, porque podían representar indicios de pol1ticas y furores igualmente apasionados entre 1::" ~urguesla,
la persona oculta tras Ia máscara. Cualquier apariencia que tu- aunque diferentes en esencia a aquellos que los soclahst.as espe-
viese una persona era real, en alguna medida, porque era tangi- raban que apareciesen entre el proletariado urbano deI síglo XIX.
ble; además, si esa apariencia era un misterio, razón de más La misma expansíén de una cultura urbana establecida en el
para tomarla seriamente: (sobre qué fundamentos, a priori, podía mundo de estas nuevas fuerzas econômicas e ídeolõgicas ~
uno olvidarlo o discriminarIo? Cuando una sociedad se dedica compensó y mantuvo cierta aparíencía de orden durant;e al~
al principio de las cosas que tienen un significado en si mísmas, tiempo en medio de emociones muy dolorosas y contradictonas.

32 33
Los historiadores estlmulan la ceguera sobre esta herencia. Cuan- hombres, incluso con su marido presente, hubiese causado una
do e1los se refíeren a una revolución como si fuese una «divisaria sensaci6n pública, mientras que el hecho d~ que un .h?~?re bl:lr-
de aguas», o al surgimiento dei capítalismo industrial como a gués comiera fuera de su casa con una mujer de condíción SOCIal
una «revo!ución», sugieren a menudo a la imagina.ci6n de los más baja era tácita pera estudiadamente evitado como te!Ua de
lectores que previamente existia una socíedad, que durante la conversaci6n entre cualesquiera de aquellos allegados a el. Por
revolución la sociedad se detuvo, y que luego una nueva sociedad esta misma raz6n en la época vietoriana las relaciones extrama-
cobróforma. Ésta constituye una concepción de la historia hu- ritales de los ho~bres se desarrollaban más públicamente de lo
mana basada en el ciclo vital de Ia polilla, Lamentablemente, en que en retrospectiva se pudiese imaginar, porque ocurrían e~
ningún lugar la teoría de la crisálida de la historia humana ha un espacio social que continuaba estan~o mu~ Iejos de la famí-
prevalecido eon peor efecto que en el estudio de la ciudad, Frases lia; ellos estaban «fuera».. en una especíe.de.Jímbo.mara]. . .
tales como «la revolución urbana industrial» y «la metrópolis ca- Por otra parte, a mediados del siglo pasado, la experiencia
pitalista» (empleadas por escritores de concepciones políticas obtenida en compaflía de extraâos vino a representar una cues-
opuestas) sugieren que antes del sigla XIX la ciudad era una cosa 'ti6n de urgente necesidad en la formación de la personalidad.
y después que el capitalismo o el modernismo hicieran su tra- Las fuerzas personales podían no llegar a desarrollarse si uno
bajo totalmente otra. El error es mayor que aquel que se refiere no se exponía al contacto con los extraãos: uno podia. s~r de-
al fracaso en ver c6mo un estilo de vida empana a otro; es el masiado inexperto, demasiado ingenuo, como para sobrev~vlr. En
fracaso de no comprender tanto la realidad de la supervivencia los manuales de crianza de las triaturas y en las cartillas de
cultural como los problemas que este legado, como cualquier he- lectura para ninas en los anos 1870 o 1888, encontramos ~a Y
rencia, crea en una nueva generaci6n. otra vez los temas contradictorios de evitación de 1m peligros
La burguesía continuó creyendo que las gentes experimenta- mundanos en compafiía de extrafios y la orden de aprender tan
ban «en públicos' sensaciones y relaciones humanas que no po- concienzudamente los peligros del mundo, que uno se vuelve lo
dían experimentarse en ningún otro ambiente o contexto social. bastante fuerte para reconocer estas tentaciones ocultas. Bn el
El legado de la ciudad del ancien régime se vinculó de otro ancien régime la experiencia púbücase conect6 con la f0n:na--
modo a los impulsos de privatizaci6n del capitalismo industrial. ción cflo1 ordeu social; en el siglo pasado, la experiencia pdbllCa
-En público significaba allí donde se producía y era tolerada la llegó a conectarse con la formación de la personalidad. La ex-
violaci6n moral; en público uno podía quebrar las leyes de la res- períencía mundana como una obligaci6n para el autodesarrollo
petabilidad. Si lo privado era un refugio contra los terrores de la apareció en los grandes monumentos de la cu1tut:a del siglo
ciudad como totalidad, un refugio creado por media de la idea- pasado, como así también en sus códigos de creen?a ~s cotí-
lizaci6n de la família, uno podia escapar de las cargas de este dianos: el tema se trata en la obra de Balzac Las ilusiones per-
ideal merced a una experiencia especial, uno pasaba entre los /lidas 'en Souvenirs de Tocqueville y en los trabajos de los dar-
extraíí.os o, 10 que era más importante, entre personas decididas winistas socíales, Este tema penetrante, doloroso, irracional, fue
a permanecer como extrafias entre sí. el resultado de la conjunción de una creencia sobreviviente en el
Lo público, como un domínio inmoral, significaba algo bas- valor de la experiencia pública con el nuevo credo secular r~fe­
tante diferente para hombres y mujeres. Para las mujeres re- rido a que todas las experiencias ' de~en tener. un v~lor equrva-
presentaba un lugar donde se corria el riesgo de perder la virtud, lente porque todas disponen de una ímportancía equivalente po-
de ensucíarse, de ser arrastrada hacia «un turbulento e impetuoso tencial en la formaci6n del ser.
remolíno» (Thackeray). !;,Q,público y la idea de desgracia estaban Finalmente, necesitamos preguntar quê indicias tenemos en la
estrechamente conectados. Para un hombre burgués, 10 público te-- el})eriencia ordiriaria de la época actual acerca de las Itransfor-
ma un tono moral" diferente. Saliendo en público, o «perdiéndose aaciones que se produjeron en el sigla pasado. lOe que manera
en el público» según la frase acufiada en el lenguaje habitual de domínan nuestras vidas fuerzas aparentemente abstractas como
hace un siglo, un hombre era capaz de despojarse de esos represi- privatizaci6n, fetichismo del artículo de consumo ~ secu~arismo?
vos y autoritarios caracteres de respetabilidad que se suponían Cuatro de estas conexiones con el pasado pueden discernirse den-
estaban encarnados en su persona, como padre y marido, en el ám- tro deI domínio de las creencias corrientes sobre la personalidad.
bito del hogar. Por 10 tanto, para los hombres, la inmoralidad de
la vida pública estaba unida a una tendencia a concebir la ínmo-
ralidad como una regi6n de libertad más que de simple desgracía,
como ocurría con las mujeres. Por ejemplo, en los restaurantes deI
sigla XIX, una mujer sola, respetable, comiendo con un grupo de

34 35
El pasado en el presente .istir en: «(Ilvidaos acerca de rol vida privada; todo lo que voso-
tros necesitáis saber con respecto a mí es cuán buen legJ.~I~dor
En la actualídad, en el lenguaje corriente, la gente habla de o ejecutivo soy y quê acción intento llevar a cabo.en el míníste-
hacer algo «inconscientemente» o de cometer un lapsus «íncons- rio.» En cambio, nos excitamos cuando un presidente francés
ciente» que revela sus verdaderos sentimientos a alguna otra conservador cena con una familia de la clase. obrera, ~un cu~do
persona, No importa que su empleo sea vacío enun sentido haya aumentado los impuestos sobre los. [ornales índustriales
estrictamente psicoanalítico. Lo que, este lenguajereveía es una pocos días antes, o creemos que un pre~ldente norteamericano
creencia en la revelación involuntaria de la emoeión y esa creen- es más «autêntico» y confiable que su infort~o predece~or
ela adquirió forma en el sigla pasado cuando se desequilibró Ia porque prepara su propio desayuno, Esta eeredíbílidad» política
~deración de la vida. pública y la vida privada. A últimos dei representa la sobreimposición de la inIaginación privada sobre
siglo pasado, la nocíon de la revelación involuntaria de los esta- la pública y nuevamente surge eu el sigla pasado como resultado
dos deI carácter se evidenció más claramente en Ia floreciente de las confusiones ideológicas y de conducta entre estas dos
práctica de la Irenclogía -Ia lectura del caracter a través de la domínios.
forma física de Ia cabeza- y de Ias mediciones de Bertillon en La inIaginaclón psicológica, como ya se ha sefialado, fue so-
criminología, merced a. Ias cuales los psicólogos intentaron íden- breimpuesta sobre las cosas para su venta en públic~. La .mísma
t~~ar a los futuros criminales según el cráneo y otros rasgos clase de proceso comeJ.?-zó con la ,conducta ~e los políticos frent~
fISICOS. En. ambas, aquello que una persona es psicológicamente a las multitudes callejeras, manifestada VIvamente por vez pn-
fue concebido para ser mostrado tanto física como involuntaria- mera durante las revoluciones que tuvieron lugar en 1848. Cuando
mente; Ia personalidad es un estado que no se encuentra sujeto la gente observaba a alguien que actuaba en público, lo que
a una formación dirigida, segura. En concepciones más refinadas, percíbía eran sus intenciones, su caracter, de modo que la verdad
como las de Darwin, los estados emocionales transitorios también () lo que él decía parecia depender de la clase ?e. perso~a que
eran vistos como revelaciones involuntarias; por cierto, gran 61 fuese. Si Ia persona a quien se observaba en pubhco ba]o esos
parte de las primeras investigaciones psicoanalíticas se basaban términos era un político, esta sobreimposición tema un efecto
en un principio derivado de Darwin: especialmente que el pro- profundamente antiideológico, en el sentido má~ puro de I~ pa-
ceso prímario podía ser estudiado en los adultos porque escapa- labra. i.Cómo puede la visión de los males so.cIales o la VlSl?D
ba ai c(.mt~1 y voluntad de ,éstos. A un nivel más amplio, en la de una sociedad mejor significar algo en si rrusma y de sí mIS-
época victonana la gente creia que sus vestimentas y su lenguaje 'IIl8. Y motivar una acción sostenida si su credibilidad depende
revelaban su personalidad; temian que estos signos estuvíesen deI modo en que una audiencia simpatiza en un momento deter-
ll\ualmente;nAs allá. de su poder de moldearlos, pero que en cam- 1Ilinado con el carácter deI hombre que defiende la causa? Eu
blo se hanan manifiestos a los otros en involuntarias bromas estas condiciones, el sistema de expresión pública se transformá
dei Ienguaje, gestos corporales o incluso por la manera de ador- en un sistema de representación personal: una figu~~ pública
narse, muestra a otros lo que síente, yes esta representacícn de su
El resultado fue que Ia línea entre el sentimiento privado y sentimiento lo que produce la confíanza. Esta sobreimposición
su exhíbición pública pudo ser borrada más allá dei poder vo- de lo privado sobre-lo.. púbJjçs> tuvo una atracción particular-
Iuntarío por. regularia. EI Iímite entre público y privado ya no mente fuerte entre Ias audiencias burguesas, pero solo en la me-
era el trabajo de ~na mano humana resuelta; en consecuencía, dida en que logró que otros situados más abajo en la escala
aun cuando Ia realídad separada del domínio público permaneció social basaran su confianza en los términos de aquélla, pudo
verosímil, su gobiemo ya no presentaba las características de darse la dominación de clase a través de la ímposición
un acto social. Aquello que en la actualidad es denominado erro- de los cánones burgueses de «respeto» por una personalidad
~eamente como conducta «inconsciente» fue anunciado por estas autentíca, Bn resumen, Ias ideas actuales acerca de la. «a u te1?'ti-
ídeas acerca de Ia revelación involuntaria del carácter en pü- cidad» en público tienen sus raíees en un arma antü.deo~
blico, que comenzô a ser utilizada en la Incha de clases en el siglo
El segundo indicio de la crisis del sigla XIX se encuentra en pasado .
el lenguaje político corriente de nuestros días. Probablemente La tercera relación íncluye a los mecamsmo~ de defe!1sa que
describamos como líder «confiable», «carismático» o «creíblc» a la pnte utilizó hace cien afies contra su propia cree~cIa €7.n. la
alguien que puede hacer llamamientos a grupos cuyos intereses reve1ación involuntaria del carâcter y contra la. sobreimposición
están unidos a sus propias conviccíones, distrito electoral o ideo- de la imaginación pública y privada. Por medío de uno cammo
logia. En la política moderna sería suicida para un líder el ín- accidental. estas defensas vinieron a estimular al púbhco para

36 37
que elevara a los ejecutantes artísticos a la categoria especial de fundamentales. EI silenl;iQ en público pasó a ser el único camino
figuras públicas que actualmente disfrutan. iJ!If1Çcid fi'W.. UDO POdia. experimentar la vida pública, especialmente
Si uno no puede evitar demostrar lo que siente, y si la verdad ' . vida de la caJJe sin sentírse abrumado. En la mitad deI si-
de cualquier emoción, afirmacíón o argumento en público de- glo XIX se desarroIló en Parísy en Londres, y desde aIlí en otras
pende deI carácter de la persona que habla, lcómo pueden evitar capitales occidentales, un modelo de conducta diferente de aquel
las gentes el ser examinadas? La única defensa segura es la de que se conociera un siglo antes en dichas ciudades, o deI que se
tratar de impedir el sentimiento, no tener ningún sentimiento conoce actualmente en la mayor parte del mundo no occidental.
que mostrar. Actualmente, la represíón de la sociedad victoriana Se desarroIló la noción de que los extrafios no tenían derecho
es. condenada como una mezcIa de esnobismo social y temor a hablarse entre elIos, de que cada hombre poseía un escudo
sexual: Pero detrás de estas motivaciones había algo, si no más invisible como un derecho público, un derecho a que le dejasen
atractívo aI menos más comprensible. En un medio donde la solo. La conducta pública fue materia de observación, de parti-
sensación y el sentimiento, una vez producidos, están concebi- cipación pasiva, de cierta clase de voyeurismo. La «gastronomia_
dos para ser exhibidos más aliá dei poder de la voluntad de dei ajo» la llamó Balzac; uno está abierto a cualquier cosa, no
ocultarlos, la retirada deI sentimiento es el único medio de man- rechaza a priori nada que esté a su alcance, estando satisfecho
tener alguna medida de invulnerabilidad. Por ejemplo, las gentes uno no necesita volverse un participante, cogido en un escenario.
trataban de ocultar sus caracteres a otras personas usando lo Este muro invisible deI silencio como un derecho significaba
menos posíble joyas, encajes o pasamanería inusual, de modo que el conocimiento en público era una cuestión de observación
de no lIamar la atención; ésta fue una de las razones de por de escenas, de otros hombres y mujeres, de locales. RI conocí-
qué sólo unas pocas matrices para máquinas de coser eran po- miento ya no se produciría por el intercambio social.
pulares en la época, aunque técnicamente una variedad de mo- La paradoja de visibilidad y aislarníento, que obsesionó tanto
delos podrfan haber sido fácilmente empleados en las mismas a la vida pública moderna, se originó en el derecho al silencio en
máquinas. público que tomó forma en el siglo pasado, RI aislami~nto ~n me-
. ;4-1 mismo tiempo q~e la gente buscaba aparecer tan desaper- dia de la visibilidad de los otros fue una consecuencia lógica de
cibida como fuese posible, comenzó a exigir que en el teatro las la insistencia en el derecho propio a permanecer mudo cuando
v~s.timentas .indicaran exacta.mente los caracteres, historias y po- uno se aventuraba en este dominio caótico y, sin embargo, to-
siciones socíales deI dramatis personae. En las piezas históricas davía magnético.
ejecutadas a mediados de siglo, los actores debían representar Hablar dei legado de la crisis de la vida pública dei siglo XIX
exactamente aquelIo que se suponía lucían un príncipe dínamar- es hablar de grandes fuerzas tales como el capitalismo y el se-
qués o un emperador romano; en el melodrama, el vestuario y cularismo, por un lado, y aquelIas otras fuerzas referidas a las
los gestos en el escenario se volvieron tan estilizados que ai ob- cuatro condiciones psicológicas, por el otro: la revelación invo-
servar a un hombre que entraba a escena con pasos rápidos y luntaria deI carácter, Ia sobreimposición de Ia imaginación pú-
afectados, uno pcdía decir ínstantáneamente que se trataba deI blica y privada, la defensa a 1ravés de la retirada, y el silencio.
vilIano antes de que hubiera dicho una sola palabra. Más general- Las obsesiones eon la personalidad son intentos de solucionar-
mente, en un arte de representacíón, a diferencia de la vida, por 5U negación estos acertijos dei siglo pasado. La intimidad
uno debía mostrarse como una persona fuertemente afirmada es un intento de resolver el problema público negando que el
personaImente dominante. RI actor y el músico aparecieron en l~ publico existe. Como ocurre con cualquier negación, ésta s610 ha
[erarquía social mucho más alIá dei nivel de servilismo que ha- conseguido que los aspectos más destructivos dei pasado estén
bían ocupado durante el ancien régime. EI ascenso social deI más firmemente atrincherados. EI siglo XIX aún no ha terminado.
ejecutante estaba basado en la manifestación de una personalidad
excitante, enérgica, moralmente sospechosa totalmente contraria
aI estilo de la vida burguesa corriente en la cual uno trataba
de evitar ser descubierto como persona por medio de la supresión
de los sentimientos.
En esta sociedad en camino de volverse íntima donde eI
caracter se expresaba más alIá del control de la v~Iuntad lo
privado estaba sobreimpuesto a lo público, Ia paralización'dei
sentímíento era la defensa para evitar ser descubierto por los
demás, la conducta personal en público se alteró en sus términos
38 39
11. Roles

La cambiante importancia entre la vida pública y privada ha


concitado la atención de muchos escritores en la sociedad mo-
derna, y también les ha confundido. Esta confusión ha sido de
dos clases.
El tópico es tan vasto que es difícil darle forma. Las conse-
cuencias implicadas sou tan diversas como lo es el desgaste deI
espada público en las ciudades, la conversación dei discurso po-
lítico en términos psicológicos, la elevación de artistas ejecu-
tantes a una categoria especial como personalidades públicas y
la designaci6n de la propia impersonalidad como un mal moral.
'Comeparte del mismo problema, se hace difícil discriminar qué
clase de experiencia específica, qué cIase de -edatos» están rela-
cionados con el tema general. El sentido común sugiere, por ejem-
plo, que la substitución por estancias suburbanas de lascalles
y plazas de la ciudad como centros sociaIes podría haber tenido
relación con una creciente absorción en problemas deI vo, Pero
l cuâl es el sentido exacto de dicha conexión, y cuáles son sus
ramificaciones?
La segunda dificultad es más evasiva. A causa de toda la ge-
neraIidad de estas temas, los escritores que los asumen parecen
estar escribiendo sobre otro tema o aI menos intentan hacerlo
embebidos en la idea del desgaste del dominio público, pera que
no aparece en forma inmediata como evidente en dichos térmi-
nos deI discurso. Ese problema reside en los términos sociales
en los cuales los seres humanos son expresivos. i:Qué condicio-
nes sociales estimulan a las gentes a exhibir sus sentimientos a
los demás de manera tal que se produzca aIguna respuesta affn,
alguna clase de despertar? lBajo quê condiciones conectan los
seres humanos sus poderes creativos para volver expresiva la
experiencia ordinária? Estas lnterrçgantes constituyen modos de
preguntar cuándo, si acaso alguna I vez, apeló el ser humano na-
turalmente y sin agitación a las energías que hoy parecen aisIa-
das en los muy especiales cotos del Arte. Muchas de las obras
contemporáneas sobre Ia obsesión de la sociedad con el yo pro-
claman eI hecho de que esta obsesión impide que las personas
sean expresivas entre ellas, de que somos artistas que carece-
mos de un arte. Pero (cuál es eI arte erosionado .por las obsesio-
nes íntimas?
Existe una relación entre el problema deI método y el pro-
blenra de la expresión abortada. La capacidad que se malgasta

41
en la autoabsorci6n es aquella que se refiere a la actuación; 110 que~~ siente en privado; por autenticidad quiere significar
para ser exitosa, la actuacíón requiere una audiencia de extraüos, IãêXposlción directa a otra persona de nuestros propios intentos
pero es insignificante o incluso destructiva cuando se desarrolla de sentir. Los modos de autenticidad anulan las diferencias entre
entre los íntimos. La actuación en términos de maneras, conven- público y privado. La humanidad podría consistir en ocultarle a
ciones y gestos rituales representa la verdadera materia prima una persona los sentimientos agresivos que se experimentan
que da forma a las relaciones públicas, y de la cual las relacio- hacia ella: el disfraz y la autorrepresión pueden ser moralmente
nes públicas' dérivan sus significados emociófiáles, Cuanto más expresivos: estas ideas pierden su significado bajo la égida de
corroen las condiciones sociales el foro público, más se encuen- la autenticidad. En cambio, la autorrevelaci6n se transforma en
tran las gentes rutinariamente inhibídas de ejercer su capacidad una medida universal de credibilidad y verdad, pero i qué es lo
de actuar. Los miembros de una sociedad íntima se transforman que se descubre en la revelación de uno mismo a otra persona?
en artistas privados de un arte. Estos modos de Ia actuaci6n son En este punto Trilling lIega a una ídea que hemos expresado
los «roles». Por lo tanto, un método para que el cambio entre en el concepto psicológico de «narcisismo» a través de un aná-
.10 público y lo privado en la cultura moderna adquiriese sentido lisis de textos literarios, sobre todo merced á una crítica a Sartre.
sería el de investigar los cambias históricos en estos «roles» Cuanto más se concentra una persona en un sentimiento autén-
públicos. Ese es el método de este libra. tico, más que sobre el contenido objetivo de aquelIo que síente,
Debido a que actualmente el análisis social se conduce en más se transforma la subjetividad en un fin en sí mismo y
una Babel de idiomas, podría resultar provechoso comenzar acla- menos expresiva puede lIegar a ser. Bajo condiciones de auto-
rando algunas de las ideas utilizadas habitualmente para descri- absorción, los descubrimientos momentâneos dei yo se vuelven
bir el desequilibrio de los reclamos psicológicos y sociales en la amorfos. «Miradme sentir» es un narcisismo obvio, pera Trilling
cultura moderna. Aquellos que se han consagrado directamente ha notado que la fórmula menos obvia, «sólo puedo mostraros
a este problema se ubican en dos campos bastante diferentes. mis intentos por sentir», es inseparable del mismo impulso.
En uno se encuentran los escritores que están interesados en La comprensi6n evidenciada por David Riesman acerca de
la condición moral de una sociedad desistiendo de la visión psi- las consecuencias implicadas en este cambio hist6rico represen-
cológica; en el otro se encuentran aquellos que buscan explicar ta la misma ínclínacíón que animaba a Lionol Trtlling, aunque
los orígenes históricos de dicho cambio empleando la termino- la argumentaci6n de Riesman en La muchedumbre solitaria ten-
Iogía de la tradición marxista-, día a un objetivo opuesto. Desde entonces Riesman se ha mo-
Los moralistas han sido quienes se han mostrado más inte- vido hacia la posición que sustentara TrilIing en su trabajo
resados en Ias cuestiones de Ia expresión humana que surgieron menos conocido, pero igualmente importante, acerca de la s.o-
merced a este desequilibrio histórico; sus intereses, sin embargo, ciología de la educación. La generación norteamericana que creció
no se refieren tanto a una teoría de las potencialidades creativas con La muchedumbre solitaria era propensa a interpretar mal
de una sociedad dada, sino más bien a la paradoja específica- las intenciones dei autor. Pensaron que Ríesman estaba crrtican-
mente moderna de que cuando las personas están interesadas en do la tendencia de la sociedad norteamericana a reemplazar la
la expresión de sus propios sentimientos, no son personas muy cultura protestante de dirección interna y necesidad privada por
éxpresivas. Esta paradoja anima trabajos tales como T1l'ê Lan- otra cultura en la cual las gentes exigieran una mayor apertura
gua'ge Df Authenticity deI sociólogo alemán Theodor Adorno, los hacia las necesidades y deseos de los demás. En efecto, a pesar
ataques a la subjetividad-como-verdad conducidos por algunos de todas sus dificultades Riesman pens6 que esta díreccíón-hacia-
psicoanalistas franceses s. en forma más reciente y más podero- el otro configuraba un cambio positivo en la vida norteamericana
sa, los últimos escritos de Lional 'I'rilling. y en la sociedad europea si ésta seguia el mismo camino. La
AI final de su vida, Trilling estaba comenzando a escribir mala interpretación de los valores que sustentaba Riesman fue
acerca de Ia creencia eu un yo «ilimitado» eu la cultura mo- una consecuencia lógica de la cultura en la que vivía su público,
derna. En el primero de estos estudios, Sincerity and Authenticity, ya que esa generacíõn estaba dominada por el deseo d: utili~r
Trillingjse mostraba interesado por sefialar los términos ,en los la vida psicológica como un escape de un mundo SOCIal vacio
cuales la autorrevelación no representa un acto de expresiórn Su y como un reproche al mismo. La repulsa y las subsiguientes re-
ínvestígacíén cstaba dirigida específicamente a comprender un beliones de aquellos elementos pertenecientes a la generación de
cambio en el idioma que corporizaba esta verdad, un cambio del los sesenta que evidenciaban el mismo interés en «ponerse de
idioma de la sinceridad personal empleado antes dei siglo XIX a acuerdo» antes de actuar, no constituían desafío alguno para la
un idioma de autenticidad individual utilizado posteriormente. cultura dominante, sino que en efecto la intensificación íncons-
Por sinceridad Trilling significa la exposición en público, de aque- ciente del .desequilfbr'io entre un dominio público vacío y un
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dominio íntimo se sobrecargó de tareas que no pudieron llevar Pocos de aquellos que actualmente escriben según la tradi-
a cabo. cíõn de Tocqueville aceptan su base genética, la çreencia de
La importancia de Ia obra de Riesman Se hace manifiesta no que estos males psíquicos son el resultado de una sociedad de
símplemente en el hecho de su mala interpretación. Tampoco se ígualdad de condiciones. Ni en la obra de Trilling oi eo Ia
trata de que el propio Riesman malinterpretara un modelo de de Riesman existe la creencia de, que la igualdad «cause» la
movirniento histórico, ya que en efecto ha habido un movimiento .visión íntima. Pera si no es la igualdad, lqué es entonces? Esta
desde algo parecido a su socíedad de dirección externa hacia una es la dificultad que enfrenta esta escuela en los tiempos mo-
sociedad de dirección interna. EI logro de Riesman fue el de dernos como consecuencia de toda Ia complejidad de su insight
cr~a~ un lenguaje socio-psi~ológico para este problema general y moral y su interés humano por el ahogo expresivo creado por
múltiple, Por otra parte, Ríesman fue el primero en mostrar' por la intimidado
qué aquellos que se muestran interesados en la sobrecarga de La segunda aproximación moderna a los problemas, de la
la vida íntima, cuando ésta afecta el poder expresivo de las vida íntima ha estado ciertamente interesada en estas causas
gentes obsesíonadas con el1as rnismas, pertenecen a una tradi- y mucho menos interesada en el emergente moral y las com-
ción especial dei pensamiento social. Esta es la tradición esta- plejidades psicológicas. Esta aproximación está encarnada en
blecida en el siglo XIX por los trabajos de Alexis de Tocqueville. e1 trabajo realizado por los miembros dei Instituto para la
En sus obras TocquevilIe inicia esta crítica modernaen un Investigación Social (la «Bscuela de Frankfurt») después de
punto específico, en el segundo volumen de Democracia en Amé- la Segunda Guerra Mundial. En los días de la preguerra los
rica, publicado cinco afias después que el primero. EI primer miembros de la escuela, fundamentalmente Theodor Adorno, in-
volumen veía.a los peligros de la democracia, que eran equipa- tentaron un análisis a gran escala dei concepto de autenticidad
rados con la igualdad, basados en la supresión de los descarría- deI sentimiento, tanto a nivel de la experiencia cotidiana como
dos y los - dísídentes por obra de la mayoría gobernanté" En el en términos de nociones más filosóficas tales como las susten-
s:gundo volumen de Tocqueville el énfasis se apoya en las con- tadas por Hegel. Después de la guerra, miernbros más jóvenes
dícícnes de. Ia vida cotidiana en un estado de igualdad, antes que como Jurgen Habermas y HeImut Plessner afrontaron este tra-
en la política, y ahora el peligro de la supresíón de los desca- bajo en función de un cambio en el significado de «público» y
rriados .es reemplazado por un peligro más complejo y matizado. «privado». Habermas realizó estudios de encuestas de opinión
Los pehgros se encuentran ahora entre, lamasa de ciudadanos para deducir lo que las gentes pensaban acerca de la dimensión
más que entre sus enemigos. Puesto que bajo una escabrosa pública de la vida social. Plessner vinculó los mutables pesos
ígualdad de condiciones, sostenía Tocquevllle, las intimidades entre público y privado con cambias en el carácter de la cíu-
de l~ vida se volverían cada vez más importantes. EI público dado Esta generación más joven se apartó de algunas de las
estaria compuesto por gentes como uno, se podrían confiar los profundidades psicológicas de Adorno y Max Horkheimer hacia
asuntos públicos a burócratas y funcionarios de estado quienes una postura más «econômica», en tanto la economía sea en-
buscarían los intereses comunes (es decir, iguales). Los atractí- tendida en 'el amplio sentido de producción de los medios de
vos beneficios de la vida se volverían entonces cada vez más vida. AI hacerlo así, ellos retransmitieron nociones desarrolladas
psicológicos en su carácter y así también los ciudadanos, con- por Marx acerca de Ia «privatización» en la ideología burguesa,
fiand? en el e~tado, abandonarían su interés por aquello que o sea, acerca de la tendencia compensatoria en el capitalismo
estuvíese ocurriendo fuera dei dominio privado. l Cuál sería el moderno para que aquellas personas que trabajan en sttuacío-
resultado? I~ nes impersonales de mercado puedan exhibir aquellos sentimien-
TocquevilIe lo veía como una constricción de dos aspectos. tos, que no pueden exhibir en su trabajo, en el domínio de
EI grado de riesgo emocional en el que los hombres desearan la familia y en la crianza de los nífios,
comprometerse crecería cada vez menos. Los hombres se mos- El resultado de elIo fue un gran refinamiento de la termi-
trarían permanentemente ambiciosos aunque no conservarían nología de «prívatlzación», pera estos escritores, especialmente
grandes pasiones, y mucho menos las expresarfan, porque la Plessner, pagaron un precio muy alto por ello. A medida ,que
pasíón ~men~aría la estabilidad de la vida privada. Segundo, se adentraron eo la ortodoxia marxista, los males resultantes
Ias gratificacíones deI yo se volverían cada vez más difíciles por ellos descritos se volvieron cada vez más unidimensionales:
puesto que, sostenía TocquevilIe, cualquier relaci6n emocional el hombre se transformo en una criatura suficiente y alienada
puede ser significativa solamente cuando se la percibe como eu manos de un sistema horrible, un sistema internalizado en
parte de una trama de relaciones socíales más que como el «50- sus propios sentimientos, en vez de una criatura cuyas propias
litario fin Inexpresívo» dei individualismo. tendencias hacia la autodestrucción y el fracaso expresivo fue-
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~en fórtalecidJLOS -P.9.r......wl-. .slstema destructivo. Apareció un Iengua- ciones sobre la propiedad. No obstante, se encuentra habitual-
JC de pura "CIêlImización.i Eu tanto una víctima pura es un mente omitido en dichos catálogoa el hecho de que los roles no
recepto~ paSIVO de los soplos deI destino, se perdieron todas las son s610 pantomimas o gestos a través de los cuales 'las' gentes
c~:n:npl~J}dades. de la victimización real y especialmente la par. exhiben mecánicamente los signos emocionales correctos en! el
tícípación actíva eu la propia degradación que fuera percibida momento y lugar apropiados. Los roles implícan también códi-
por escritores de Ia escuela de Tocqueville. . gos de creencia, en qué medida y en qué términos las gentes
Cada una de es~as escuelas JJosee una fuerza de Ia que la toman seriamente sus propías conductas, la conducta de los
?tr~ carece. La p!lmera presenta un poder descríptívo y un demás y las .situaciones en las que se encuentran comprometi-
insíght .de los fenômenos de la vísión íntima; la segunda pre- dos. Más allá de toda la cataloguización de cómo se comportan
senta un. len~a~~ refinado, aunque reducido al tópico' marxista las gentes, existe la cuestión de qué valor colocan sobre la con·
de la pnvatl~aClOn, sobre la forma en que se producen estas ducta en «situación específica». Conducta y códigos de creencia,
fenômenos. SIn embargo, Ia primera escuela ha sido armoníza, en fama conjunta, constituyen un rol y es esto exactamente
da eon el hecho de que detrás del principio de autoabsorcion lo que vuelve tan difícil el estudio histórico de los roles. Puesto
s~ encuentra un pr'incipjn más fundamental. Los miembros de que en algunas oportunidades, las nuevas pautas de conducta
dicha escuela consld.eran que el potencial expresivo de los seres continuarán siendo interpretadas mediante viejos códigos de creen-
humanos puede estímularse por un grupo de condiciones so- cia, aIgunas veces la misma c1ase de conducta continuará vi-
cíales y también que estas condiciones pueden reforzar los im gente aún cuando las gentes arriben a nuevas definiciones acer-
pulsos autodestructivos de Ia propia persona. La generaci6n j; ca de suo significado.
ven de la Escuela de Frankfurt ensordeció gradualmente frente En "los roles están implicados tipos esenciales de creencias.:
a este problema oculto, mientras los males de la sociedad mo- Esta circunstancía puede percibirse a través de la diferencia-
terna se pl~sma~an en todos aquelIos clisés catastróficos fami- ción de esa creencía con respecto a dos palabras conexas: «ideo-
lares de alienación, despersonalización y similares. logia» y «valor». La creencia puede separarse de la ideologia de
P:ua superar estas problemas, por ser ambos históricos una maneraingenua. La afirmación «los trabajadores son opri-
s~nslbles ~ las complejidades deI resultado histórico, se nec~ midos por el sistema» es una sentencia ideológica. Dicha afirma-
SIta. un met?do y una teoría aI misrnc tíempo. Los científicos ción 'ideológica es una fórmula de conocimiento, lógico o ilógico,
,soclales mahnterpretan con frecuencia a los otros y a ' , para un determinado grupo de condiciones sociales, ~.j4~
m ibi d ' SI IDIS~
o~, escn ien o como si un método fuese un media neutro log!a se. transforma en .creencia en el momento en que se vuelve
hacía un fin, de manera que el científico «aplica» una teoría a conscientemente implicada en la conducta de la persona que
un problema. AI estudlar el desgaste de los roles públicos es- lá sustenta. ta ideología se confunde a menudo con la creencia
t~mos adoptando un modo de indagación, el cual a su vez cons- i porque el conocimiento es confundido con la creencia. «Te amo»
utuye una teoria acerca de nuestro tema, especialmente en el es, corno fragmento .del lenguaje, una expresión cognitiva cohe:-
sent~do de que el tema contiene más de lo que se puede ver rente; si es o no verosímil depende de otros factores que SI
contíene el problema oculto de Ias condiciones .bajo las cuales se tratara de una oración completa, si es expresada por una
los seres humanos son capaces de expresarse violentamente en- persona a otra en un momento apropiado, etcétera. I
tre ellos,
G:ran...l2-:õlrte.de la opinión que las gentes sustentan acerca de
la , vida s.oci~l1 nunca alcanza o influencia vigorosamente a sus
Roles conductas. Con frecuencia se descubre una ideología de este
t!p() pasívo en las encuestas de opínión pública modernas; las
gentes le cuentan ai encuestador lo que píensan acerca de la
. General~ente un «rol» se define como una conducta apro- negligencia urbana o de la inferioridad de los negros, el encues-
p~g:a a crer-tas situaciones, pero no a otras. EI Ilanto "-en sí tador piensa que ha llegado a una verdad sobre sus sentimien-
mrsmo no es una condueta que pueda ser descrita COmo un tos .porque estas opiniones pueden ser relacionadas racíonalmen-
«ro!»,. pero el Ilanto en un funeral es una conducta que sí puede te con el rango social del informante, su educación, etcétera, y
descnblrs e. co~o tal, ya que es esperada, apropiada, específica luego las gentes comprometen su comportamiento de un modo
~a~ esa situación. Gran parte dei estudío de los roles ha cons- diametralmente opuesto a aquel que le han referido ai encues-
titU1~o un ca.tálog.o de la clase de conducta apropiada para de- tador, Un ejemplo gráfico de esta situación tuvo lugar en los
termmad~s sItuaclOnes y las teorías corrientes de los roles en Estados Unidos a principios de la década de 1970: los bur6cra-
la actuahdad se refieren al modo en que la sociedad crea defini- tas sindicales condenaban vigorosamente a aquellos que protes-
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t~ban contra la guerra de Vietnam por considerarlos eantipatrfó- la visron de Platón en las Leves; la sociedad como uno t~t~o
tICOS» y, ai mismo tiempo, ejercían una presión concreta sobre fue el lema deI Satiricón de Petronio. En tiempos deI Cr-iatiants-
el gobierno para que diera fin a la guerra. El estudio de la creen- mo, el teatro del mundo era concebido a ~enudo como te-
c~a como opuesta a la opinión es, por lo tanto, una investiga- niendo un público de una sola persona, un DlOS que observaba
cíón sobre aquellos sentimientos y disposícíones que están en- angustiado desde el cielo el pavoneo y la mascarada de sus hijos
lazados con acciones o que influencian concretamente esas ac- debajo. Eu el siglo XVIII, cuando las gentes hablaban dei .m~­
ciones. Los códigos de creencia en los roles pueden definirse do como un teatro, comenzaron a imaginar u? nu;e,:,o aU~ltOrlO
formalmente como ·lá actívación de la ideologia y esta activación para sus actitudes: unos a otros; .la angustia divina dandoI~
surge a través .de la influencia de las condiciones sociales y no sentido a un público dispuesto a disfr'utar, aunqu~ un p~c? CI-
merced a los dictados de la coherencia lingüística. nicamente la actuación y las simulaciones de la VIda cotidiana.
Las expresiones «valores sociales» y «sistemas de valor» cons- y en tie~pos más recientes esta ident~cación de teatro y 50-
tituyeIl; barb~rismos que las ciencias sociales han infligido aI ciedad ha sido continuada en la Comedia Humana de Balzac, en
l~n~aJe corrrente. Confieso que nunca he comprendido 10 que Baudelaire, Mano y, curiosamente, en Freud.. . .
significa un «valor». No es una cosa. Es parte dei lenguaje con La ímagen de la sociedad como urr teatro no ttene un srgm-
el cual las gentes racionalizan su mundo social, y por tanto debe ficado unitario, habiendo pasado por !3;Dtas manos y. por. tanto
ser tratada como una parte de la ideologia. Si un «valor» es tíempo. Pero ha servido ?- tres p.ropos.Ito~,morales mv~nables.
una «ídea valuada» luego el término es una completa confuslón. EI primerc ha sido el de íntroducír la ilusión y el engano co~o
«~ibertad» y «justicia» ~on ideas valuadas que significan cosas cuestiones fundarnentales de la vida social, y ~I segundo ha SIdo
diferentes para gentes diferentes en épocas diferentes' llamarlas el de separar la naturaleza hUI:l1all:a de la accíón soc~al. EI hom-
valores sociales per se no ofrece ningún indicio en cuanto a los bre corno actor suscita la creencia; de otro modo, fuera d.e las
fundamentos sobre los cuales están basados, condiciones Y del momento en que se produce, esa. crc:encla no
En consecuencía, una creencia será tomada como una acti- podría hacer su aparición. Por lo. tanto, C~~~~cIa e. IIus~ó~ están
vación ~el .conocimiento lógico de la vida social (ideologia); unidas en esta ímagen de la sociedad, De un mudo similar, la
esta actívacíõn se produce aI margen de las regias lingüísticas naturaleza de un actor no puede inferirse a partir de ~ ~olo
para la coherencia. RI término «valor» es abandonado por con- rol, ya que .puede aparecer con una má.scar~ totalmente dist.Inta
fuso. Además, Ias creencias afines a los roles no se centran en en una obra diferente o en un escenario diferente. lCómo infe-
la naturalez~ de Dias o en Ia. constitución fisiológica dei hom- rir entonces la naturaleza humana de las acciones desarrolladas
bre, están VInculadas a actos específicos de la conducta. Afec- en el teatro de la sociedad?
tan a aquello que una persona cree que experimenta cuando Tercero1 y el más importante, las imágenes dei theatrum
reza en I.a íglesía como opuésto a su plegaria espontánea mien- mundi son estampas del arte que Ias personas emplean eu la
Iras camma por el campo. Suconcepción sobre qué cirugfa ha- vida corriente. Este es el arte de la actuación y las perso~as
brá de emplearse para desembarazar a su cuerpo de un fluido que lo ejercen están desempenando «roles». Para. un escntor
~aligno y s.us concepciones generales sobre cirugía constituyen como Balzac estos roles constituyeIl; las másc';lras ~hversas y ne-
diferentes típos de creencias. Es razonable objetar que puede cesarias que las gentes utilizan en diferentes sítuaciones. El hom-
no haber una distinción lógica entre una creencia general en bre como una criatura de máscaras se ajusta perfectam~nte a
Dios y la crécncía en ~l cuando uno es capaz de rezarle en la creencia de Balzac, como lo ha hecho con estos. escnt~res,
~a iglesia: esto, es bastante cierto, puede no existir ninguna quienes han percibido los asuntos humanos co~o cIe~os tIpOS
diferen.cIa, C? podI.'la haber una: Enfocando situaciones específicas de .comedie, de que ni la naturaleza humana ~ ~a simple de-
es posíble mvestígar cualesquiera degradaciones de la creencia finición de la moralidad pueden ser nunca deducidas firmemen-
que se deriven de su relación con Ia acción, y aquellas pueden te a partir de la C?I!clucta. .
sustraer ai estudiante de «concepciones dell mundo» «mentali- Irónicamente, á medida que los SOCIólogos modernos. se h~
dades culturales», etcétera. ,.:' vuelto cada vez más ínteresados en las máscaras (definidas SIn
RI estudio de los roles tiene una larga .hístoria (aunque no elegancia alguna como econducta en situación específica») las
reconocida por los sociólogos) en el pensamíento occidental. Una inquietudes acerca de la moral cIásica han desaparecido. Tal
de las ideas occídentales más antiguas acerca de la sociedad vez esta circunstancia representa un simple fracaso en el C?no-
humana es la de concebir a la sociedad en sí misma como a un cimiento. Con harta frecuencia los analistas de role~ escrI~en
teatro. Existe la tradición deI theatrum mundi. La vida humana como si en la era «precientífica» las idea~ afines hubíesen SI~O
como una función de marionetas escenificada por los dioses era desconocidas. Quizá se trate de que los «cIentíficos» de la SOCle-
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HCS 151.4
dad están dispuestos a creer que la conducta humana y la ética admiten demasiado compromíso, Salvo para los minusválidos
humana son de algún modo diferentes, y que la ciencia sólo se "como así también para los' insanos y los deformes, entre los
aplica a la primera de ellas. Sin embargo, creo yo que existe actores se produce poca inversión en sentimientos. En efect~,
en ejecución algo más en esta reducción del insight, en este si un determinado rol implica algún dolor, Goffman caracãert-
estrechamiento del fundamento, aquello que los sociólogos mo- za a aquel que lo experimenta no como desafiando sus. ci~c.uns~
dernos han efectuado en la tradícíón deI theatrum muruii. Está tancias sociales sino, en cambio, de esta manera: «el Individuo
relacionado con el verdadero cambio en los pesos entre la vida se dobla, se voltea y se retuerce aún mientras permite ser lle-
pública y la privada y se encuentra graficamente expuesto en vado junto con la definición predominante de la sítuación.v. el
la obraclel más importante analista de roles contemporáneo, individuo... es un prestidigitador y un sintetizador, un acomo-
Erving Goffman. dador y un pacificador... » . . •
Goffman ha estudiado una amplia gama de situaciones hu- Considerando que las «definiciones predominantes» son fijas,
manas, desde los granjeros en las islas Shetland hasta pacientes la simulación es lo que vuelve compleja a la experiencia. En
psiquiátricos y aquellos problemas que presentan las personas otras palabras, los escritores de la escuela de Goffman prescn-
físicamente deformadas: ha investigado los modelos de tráfico tan no tanto una teoría general de la sociedad sino un síntoma
en las ciudades, la publicidad, los casinos de juego e incluso los principal de la enfermedad moderna que conforma el tema de
quirófanos. Es un observador agudo y extremadamente sensible este libro: la incapacidad de imaginar relaciones sociales que
que advierte pequenos fragmentos y cambias que de hecho con- pudieran despertar mucha pasión, una imaginación de l~ vida
forman una parte importante en la estructuración de las inte- pública en la cual las personas se comportan, y manejan su
racciones personales. Las dificuItades en su trabajo se producen conducta, solamente a través de la retirada, la «acomodaci6n» y
cuando busca formular estas observaciones dentro de un síste- el «apaciguamiento».
ma teórico.
Cada una de las «escenas» en su campo constituye una si-
tuación fija. Goffman es indiferente a las cuestiones referidas Roles públicos
aI modo en que se produce una escena, cómo . aquellos que
desempefian sus roles en ella cambian la escena merced a sus Co Cómo 'ha llegado a producirse esta situación donde los tér-
actos o, inclusive, cómo cada escena puede aparecer y desapa- minos de la actuación de roles se ha alterado de tal modo que
recer debido a las más amplias fuerzas históricas que actúan se han vuelto cada vez menos cuestiones de expresión, cada vez
en la sociedad. Eu sus obras, la sociedad de escenas estática, más cuestiones de neutralización y apaciguamiento de los de-
anhistórica, se deriva de su creencia de que en los asuntos hu- más? Para responder a la pregunta es necesario en primer lugar
manos las personas buscan siempre el establecer una situación resudtar el ínterés moral contenido en la escuela clásica del
de equilibrio; ellos dan y reciben hasta que logran la suficiente theatrum mundi, especialmente su creencia de que la actuación
estabilidad como para saber qué esperar del equilibrio mutuo de roles es expresiva, de que cuando las. personas confieren sen-
entre sus acciones; las accíones: balanceadas son los «roles» de timiento a sus roles adquieren algo del poder de un actor. Pero
una determinada situaclón, En esta aproximaci6n se pierde el entoaces coon qué comprometen las gentes sus pasiones cuando
elemento de verdad porque Goffrnan no muestra ningún inte- desempeâan los roles?
rés hacia las fuerzas deI desorden, separación y cambio que En el teatro existe una ccrrelacíón entre la creencia en la
podrían intervenir en estos arreglos. He aquí una estampa de persona deI actor y la creencia en las convenciones. La obra,
la sociedad en la cual hayescenas pero ningún argumento. Y en la actuación y la representación, todo exige una creencia en las
tanto en esta sociologia no hay argumento, en consecuencia no convenciones para ser expresivo. La convencíón es la herramien-
hay historia y no hay personajes en ella, conforme ese término ta más expresiva de la vida pública. Pero en un sigla donde
tenga algún significado en el teatro, ya que sus acciones no las relaciones intimas determinan aquello que es vernsímil, las
producen cambio alguno en Ias vidas de sus gentes, existe so- convenciones, los artificios y las regIas aparecen sólo para apa-
lamente una adaptaci6n infinita. Eu el mundo de Goffman, las rentar la revelación recíproca Y_ conatituyen obstáculos para
personas actúan pero no tienen experiencia. la expresíón íntima. Cuando el desequilibrio entre vida pública
La atención hacia la conducta estática en los roles, a expen- y privada se ha incrementado, las gentes se han vuelto menos
sas de la aterrcíón a la experiencia adquirida en esas sítuacio- expresivas. Cuando en la vida cotidiana se hace hincapié en la
nes, se deriva de una suposici6n moral fundamental de esta autenticidad psicológica, las personas se vuelven inartístícas por-
especie de investigación aparentemente amoral. Estos roles no que son incapaces de transmitir la fuerza creativa fundamental

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deI actor, la capacidad de aetuar eon un sentimiento conferido por la noción más funcional, neutral, de comunícacíén. «El me-
a las imágenes externas del yo. Por lo tanto arribamos a la dia es el mensaje» es una afirmación sensible sólo.vcuando la
hipótesis de que la teatralidad mantíene una relación amistosa, expresión se reduce a una corriente de mensajes. En general,
igualm'êl11é'- especial, con tiria-'vidâ"-piUJlic-ã.' fuerte. como la relacíón con la sociedad se ha incrementado, con I de-
i.Cómo pueden compararse las experiencias que un público masiada frecuencia se ha minimizado el arte que calificaba para
de extrafíos tiene en el teatro o en un sal6n de concierto con esta relación; el arte serio y la vida social permanecen tan
aquellas experiencias que vive en la calle? En ambos dominios, separados como en el siglo XIX, sólo se han invertido los tér-
la expresión se produce en un media de extrafios relativos. En minos.
una sociedad con una poderosa vida pública tendrian que existir Por lo tanto al asociar las artes de representación y las re-
afinidades entre los dominios del escenario y de la calle; teu- laciones sociales uno debe estar abierto simplemente a la idea
dría que existir algo equiparable eu la experiencia expresiva que de que el arte serio, genuino, real, puede ayudar a la compren-
las multitudes han tenido en estas dos terrenos. Cuando la vida sión de una condición social diseminada en la sociedad. Es
pública declina, estas afinidades tendrían que gastarse. El marco igualmente importante apartarse de un lenguaje de causa y
16gico para estudiar esta relaci6n de escenario y calle lo cons- efecto, Por ejemplo, existen afinidades entre la vestimenta utí-
tituye la grau urbe. Es en este media donde la vida de extraíios lizada en los escenarios de París y la vestimenta de calle en 1750.
en multitudes se hace más evidente y donde las transacciones En lugar' de preguntar cuál determinaba a la otra, un ejercicio
entre los extrafios adquieren una especial importancia. Eu re- sin sentido. es más valioso investigar qué similitudes entre la
sumen, el tema de los pesos cambiantes entre la vida pública vestimenta de la escena y la de la calle, ambas marcadamente
y la privada debería ser iluminado por un estudio histórico com- diferentes de la indumentaria apropiada para el hogar, nos mues-
parativo del cambio de roles en el escenario y en la calle dentro tran acerca de las imágenes deI cuerpo en público. Cuando en
del marco donde la vida pública moderna, basada en una ser eI siglo XIX la vestimenta de la escena y la de la calle comen-
ciedad secular, impersonal y burguesa, se manifestó por prime- zaron a díferenciarse, se estaba produciendo un cambio en la
ra vez: la ciudad cosmopolita. creencia acerca del cuerpo en público y las dimensiones de este
- Comparar el despertar de la creencia dentro de las artes de cambio pueden estudiarse tomando en consideración esa dife-
representaci6n ccn el despertar de la creencia en las calles debe rencia.
causar ínquíetud, ya que significa asociar el arte con la sociedad
y desde el sigla XIX dicha asociación ha sido ímpractíbfe.Tuando
a fines del sigla XIX los historiadores emplearon Ias artes como Los roles públicos en las ciudades
herramientas para el estudío de la vida social, estuvo referido
habitualmente a la vida social de una pequeíia minoria -patro- Si causa y efecto, influencia y enunciados similares constitu-
nos, importantes personalidades de la época, etcétera. Podemos yen maneras incompletas para describir la relación entre la vida
pensar en escritores como Matthew Arnold o Jakob Burckhardt, pública y las artes públicas (de representación), existe sin em-
quienes percibieron el arte como una llave para comprender bargo una r_~Jªc~t?!1.lógica entre el escenario y la calle. Esta re-
a la sociedad total, pero en su época estas hombres eran ex- lación lógica incluye cuatro partes.Primero, el teatro compar-
cepciones a la suposición de los entendidos en el sentido de que te un problema no con la sociedad en general, sino con una
un arte valioso en un determinado momento solamente tiene clase peculiar de sociedad: la gran ciudad. El problema es de
relación con un sector muy selecto dentro de la sociedad. audiencia, específicamente cõmodespertar la creencía en la apa-
En el presente síglo, fue el antropólogo quien comenzó a per- ri~ncia,personal en ,U:r;1. medíô" de extranos. Segundo, en una cíu-
cibir naturalmente al arte en relación con la sociedad como un dàd pueden surgir normas para hacer verosímiles las aparien-
todo. Pero cuando esta relación se volvió popular fuera de la cias ante los extrafios que tengan, en esa época, una continuidad
antropología, la concepción del arte se vulgarizó en una especie de conteniâo con las normas que rigen la respuesta ai escenarío,
de esnobismo opuesto. Uno se mOVÍa desde el arte de un pueblo, En consecuencia, la audíencia puede desempenar un rol común
usualmente referido a los oficios y tomados seriamente como en ambos dominios. Tercero, en la medida en que un problema
una producci6n estética genuina por parte deI antropólogo, hasta común de audiencia es resuelto a través de un código común de
«arte del pueblo», eu el cual sólo una restringida clase de ar- verosimilitud, se produce una geograiía pública, de acuerdo a
tesanos tenían una relaci6n con la sociedad como un todo, con dos criterios de publicismo: el mundo externo aI medio inme-
los «medias». .l\!~c;)Jqs es _o son formulaciones deI arte deI pueblo diato y las leyes personales se vuelven conscientemente defíní-
en el que todo intento' dirigido a la expresión es reemplazado dos, y el movimiento a través de circunstancias sociales diver-

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sas y los grupos de extraüos Se vuelven confortables con la cunstancía no le transformará per se en un Romeo. Hay pobres
ayuda de este código común. Cuarto, en la medida en que exis- actores que se deslizaron por algún tiempo sobre sus estatus
te una geografia pública la expresión social será concebída como como «personalidades estelares», pero no llegaron demasiado le-
una presentación a otras gentes de aquellos sentimientos que jos ni se mantuvieron por mucho tiempo. En las situaciones
tienen un significado en sí mismos y de sí mismos, en lugar de urbanas, carecemos habitualmente deI conocimiento externo para
una representación a otras personas de sentimientos presentes y juzgar la realidad de la conducta de un extrafío; en el teatro
reales a cada uno. Las cuatro estructuras tipificadas en este hacemos como si fuésemos extrafíos para el actor, de modo que
punto son, por 10 tanto, de audiencia, de continuidad en normas deba despertar la creencia en una parte de su actuación; la me-
de creencía, de geografía pública y de expresión. Existe una ex- moria de un público acerca de cómo actuó en esa parte hace
periencia humana concreta encastrada en este grupo abstracto ,.Çinco anos, cinco meses o cinco días, no influirá en absoluto.
de relaciones lógicas. ' En consecuencia, la creencia en el teatro, como la creencia en un
Es probable que existan tantas ciudades como maneras di- extrafio, es una cuestión de considerar al encuentro inmediato
ferentes de concebir 10 que es una ciudad. En consecuencia una como el límite de la realidad cognoscible. En ambas no está
simple definición tiene sus atractivos. La más simple es la que .ímplicadc el conocimiento externo por parte del público: en la
se refiere a que una__ciudad es una.,col()~él,hul?<lna,_enJlo.tlde ciudad, por necesidad; en el teatro, por mandato.
esta
)?~ . ~~t~afíos J?osibleI11~~t_~~"~~~~~ç9.!iQiçªtÍ."· Para que definicíón De este modo, las semejanzas entre el vestuario teatral y las
vestimentas de calle o entre el estilo de representar una figura
sustente una verdad, el entorno debe tener una población ex-
t;nsa, heterogénea: la población debe estar unida y no espar- trágica como Coriolano y el estilo que tienen de comportarse
cída: las transaccíones entre la población deben producir esta los políticos frente a una mu1titud callejera, tienen más de una
interacci6n masiva densa y diversa. En este médio deextrafíos. relación casur-' porque existe más de una relación casual de
cuyas vidas se toc,an",se presenta un problema de audiencia -~ãi1ã~-'­ público en los dos dominios.
logo al -problema de público que un actor enfrenta en el teatro. La idea de que los hombres son como actores y la sociedad
En un medio de extrafios las gentes que presencian nuestras como un escenario, fue conservada celosamente en la escuela
accíones, declaraciones y profesiones, habitualmente desconocen tÍ"âc1id6naI del theatrunt mundi porque, en efecto, este problema
nuestra historia y no tíenen experiencia sobre acciones, decla- común de público ha sido resuelto con frecuencia en el pasado
raciones y profesiones similares en nuestro pasado; por lo tanto a través de un código común de apariencias verosfmlles. Esto
se vuelve difícil para este público juzgar, merced a un modelo no significa que los códigos comunes de la época platónica fue-
externo de experiencia con una persona en particular, si se nos ran reproducidos en tiempos de Marivaux, sino que reaparece
puede o no creer en una situación determinada. El conocimien- el hecho de un puente entre ellos. El problema con esta tradi-
to sobre el cual se puede basar Ia creencia está confinado aI ción se basa eu que es demasiado fácil suponer que aquello
marco de la situación inmediata. El despertar de la creencia que es común es, por 10 tanto, irinato. De una sociedad a otra
depende, pOJ:" Jo, tanto, de la manera-eu-qUê" uno se .ccmporte, existe una gran variedad en la naturaleza de aquellas regIas que
según ,la.s ,<:on~e~~_élc!()!:1~~~"~_e~t~s,, .movimíentos y vestímeritas, vinculan la creencia en el escenario con lacreencia en los ex-
dentro de la situacíõn rrusma. Dos personas se encuentran en trafíos de la calle. En sociedades con etiquetas jerárquicas muy
una comida, una le dice a la otra que ha estado deprimida du- estrictas, por ejemplo, la, c()ndl1cta<.i~. un extraiío será escrutada
rante semanas; s610 en la medida en que el oyente como público por.medío de indicias ~gestu~,1,~s.º_ dé lenguaje, hasta. que otros
pueda juzgar la verdad de dicha afirmaci6n a través deI modo p,º=~gJl':":l: ubicarlo eu el lugar de la escala social a que pertenece.
en que en el extraiío actúa el sentimiento de depresión, las apa- Usualmente- no se le preguntará directamente acerca de esta
riencias como ésta poseen una calidad «urbana». La .ciudad es información sobre sí mismo. Tal era eI caso en muchas ciuda-
YJ!.~~~ªºleçi~i~~~9,~11 elque tales problemas de actuacíón -Üenen des medievales hindúes. En ellas, el mismo escrutinio 'de gestos
mayor probabilidad de surgir como una cuestión de rutína. y .lenguaje aparecía eu las obras de teatro populares. En aque-
------Aquello qtieesimposible'-ei1'"la ciudad, es 'ilícito' en--el teatro. lIas sociedades que carecen de esta estricta etiqueta jerarquiza-
Cualquíera sea el conocimiento que un público tenga de la vida da, o en las que solamente la ubicación eu la escala social DO
privada de un actor, no será suficiente para suscitar la creencia determina los parâmetros de una apar'iencia verosímil, se puede
en aquello que él o ella realicen en el escenario. El solo hecho construir un puente entre el escenario y la calle mediante otros
de saber que un actor ha firmado las justas peticiones de paz métodos. En París, a mediados del sigla XVIII, por ejemplo, tan-
no puede hacer que le tomemos seriamente como a un Coriola- to el vestuario teatral como la vestimenta de calle trataban ai
no; si ha publicitado sus asuntos amorosos privados, esta cir- cuerpo como a un marco neutro, un maniquí inanimado, sobre

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el cual debían ser colocados Ias pelucas, los refinados sombre- efecto sobre las modalidades de la imaginación que prevalece
TOS y otros adornos; el cuerpo despertó ínterés, y creencia eI en esa sociedad. .
personaje que vestía ese cuerpo, aI extremo de que el cuerpo Finalmente, en una sociedad urbana que enfrenta tm proble-
ma común de público para eI extraáo y el actor y que resuelve
fue considerado como un objeto que debía decorarse. Dentro dei
ese problema a través de códigos comunes de creencia, creando
círculo privado de la familia prevaleció un sentido más négligé
por lo tanto un sentido de dominio público significativo en la
y enteramente animado de atavío corporal.
sociedad, es probable que Ia expresión humana se~ conceb.ida
Cuando surgió un puente entre el escenario y la calIe, como en términos de gestos y símbolos que son reales, mdependien-
respuesta ai problema dei público, nació una geografía pública. temente de quién haga el gesto o emplee el símbolo. Se han pre-
Por lo tanto es posible creer en la realidad tanto de gentes sentado, por lo tanto, las emociones. Cuando se producen los
desconocidas y de personajes imaginarias como de un dominio cambios, en las tres primeras estructuras, se produce asnmsmo
singular. un cambio en la estructura de la expresión. Según sea la per-
En una oportunidad Balzac se refirió a las diferencias entre sana que hable, se determina crecientemente la expresividad de
los campesinos y los cosmopolitas en estos términos: un cam- lo que dice; llegan a prevalecer los intentos de representación
pesino cree solamente en lo que observa entre aquelIos a quie- para los demás de las emociones experimentadas por el que
nes la exposición cotidiana vuelve familiares, mientras que un habla, como parte de su personalidad, como una expresión de
cosmopolita está dispuesto a creer sólo en aquelIo que puede sí mismo. Esta cuarta estructura incorpora la correlacíón entre
imaginar acerca de los modos de vida y las personas de Ias una vida pública poderosa y aquello que en psicología se deno-
que todavía no tiene una experiencia concreta. Naturalmente, mina la objetividad de los 'signos expresivos; cuando el público
seria absurdo afirmar que, en los centros de la sociedad occi- se desintegra los signos se vuelven más subjetivos.
dental desde Ia Edad Media, Ias gentes literalmente fusionaban Estas cuatro estructuras lógicas que relacionan el teatro con
a los aetores de teatro con las personas reales, aunque, nueva- la sociedad son como verbo- irregulares; pueden ser utilizados
mente en muchas sociedades hoy más inocentes que la nuestra, una vez que se conoce su conjugaci6n. ElIas incluyen en forma
si ésa es la palabra correcta, los dos serfan uno solo. Además, conjunta la vida pública que existía en una forma relativamente
en un período como el sigla XVIII el aetor y el extrafío serían fuerte en las ciudades de Paris y Londres a mediados dei sí-
juzgados en los mismos términos y lo que uno pudiese apren- glo XVIII. Cuando el problema deI público lIegó a conce~irse de
der dei primero en el dominio dei arte, se podrfa aprender dei manera diferente en la ciudad y en el teatro, los CÓdIgOS de
(o aplicar ai) otro en el dominio especial de Ia vida social im- creencia y la conducta ante los extrafios se separó en -Ios dos
personal. Y de este modo, en un sentido verdadero, el arte po- domínios. En la medida en que estos roles públicos se separa-
dría ser un maestro de la vida; los limites imaginativos de la ron las dos condiciones necesarias para una geografía pública
conciencia de una persona estaban extendidos dei mismo modo relevante fueron sumidas en un estado de confusión y ânalmen-
que estos limites se reducen en una época en la que la imita- te, en la época moderna. en un estado de disolu~ión. Cuando
ción, la pose, etcétera, parecen moralmente inauténticos. el dominio público se ôscureció, los términos refendos ai modo
La creación de una geografía pública tiene, en otras palabras, en que la sociedad entendia la expresividad humana se trasla-
una estrecha relación con la imaginación como fen6meno social. daron de la presentación hacia la representación,
Cuando una criatura puede distinguir el yo dei no-yo, ha dado En este libra los elementos de la vida pública en Paris y Lon-
el-pffiner·l?as~ y .el ·más importante en el enriquecimiento de dres en la década de 1750 son estudiados por vez primera. Se
sus poderes de simbolizaci6n: cada sfmbolo no será ya rena han elegido dos ciudades porque es importante ver aquello que
proyección de lasnecesidades de la criatura sobre el mundo. acorta las diferencias de las culturas nacionales en esta vida pú-
La creación de un sentido de espacio público representa el pa- blica de una capital. Se ha elegido la década de 1750 porque
ralelo social adulto de esta distinción psicológica de la infancia, ambas ciudades eran relativamente prósperas en esa época y
con resultados similares; la capacidad de simbolización de una porque entonces comenzó a florecer la clase burguesa, cuyas ex-
sociedad se enriquece porque la imaginación de aquello que es periencias habrán de constituir nuestro principal interés. Esta
real, y por lo tanto verosímil, no se eneuentra ligada a una clase estaba más segura de sí que en los días en los cuales la
verificación de lo que es rutinariamente sentido por el yo. De- ville ocultaba sus orfgenes sociales. Los temas estudiados son
bido a que una sociedad urbana que tiene una geografía social las apariencias visuales y verbales en público, las diferencias
dispone también de ciertos poderes de imaginación, el traspaso producidas entre lo público y lo privado, las ambigüedades de
de lo público y la emergencia de lo íntimo tienen un profundo esa distinción que recién comenzaba a aparecer en un nuevo
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movimiento político, las teorías contemporâneas deI hombre- alternativas por media de una jerarquia de exc1usiones. Los es-
como-actor y de la relación deI teatro con la ciudad y, final- tudios cualitativos a menudo y equivocadamente tratan de pro-
mente, las condiciones morales de la capital deI ancien regime. bar sus argumentos en la misma forma. El investigador debe
Para estudiar la desaparicíón de este mundo se han elegido tratar de agotar toda la gama de detalles conocidos sobre un
dos décadas, la de 1840 y la de 1890. En la década de 1840 y tema dado. De otra manera podría haber datos que el investiga-
eu los primeros anos de -1850 se hicieron evidentes los efectos deI dor no conociera y que «contradijeran» su argumentación. En
capitalismo industrial sobre las aparíencías verbales y visuales una escala de verdad exclusiva, la contradicción a través del des-
en público; en la década de 1890 eran claramente perceptibles cubrimiento de nueva evidencia debe significar la invalidación del
las revueltas tanto en la vestimenta como en el Ienguaje con- argumento original, ya que icómo pueden ser igualmente verda-
tra los términos de la vida pública de la década de 1840. Tan- deras dos interpretaciones opuestas deI mismo tema?
to para los aftas de 1840 como para los de 1890, los temas es- Este empirismo, basado en la exclusión por médio de la eva-
tudiados son, al igual que en Ia década de 1750, las imágenes cuación de la evidencia es, según rni punto de vista, opuesto a
del cuerpo, las pautas deI Ienguaje, el hombre-como-actor, las -cualquier noción real de honestidad intelectual. Llegamos a la
teorías de la expresión en público y las condiciones materiales honestidad intelectual admitiendo, precisamente, la realidad de
de Ia cíudad, La política dirigirá nuestra atención mayormen- la contradicción y evitando toda esperanza de arribar a un fun-
te hacia París, porque Ias crisis de la revolución y la reacción damento inmutable. El canon de la evacuación de la evidencia
eu esa capital trajeron a un primer plano las fisuras en el es muy especial en la práctica; parece vinculado a una crecien-
mundo público que ya exlstían, pera menos claramente, en te miniaturización del enfoque, de modo que cuanto más «co-
situaciones menos extremas producidas en otros lugares. nocemos» sobre un tema, conocemos más detalles. La anestesia'
El estudio de tres décadas tan ampliamente espadadas es deI intelecto es el producto inevitable de esta forma de prueba
lo que los historiadores Ilaman «postholing». Los métodos «pos- porque a veces requiere que no se pronuncie ningún juicio hasta
thole» intentan describir el alcance de las fuerzas históricas y tanto se reúnan todos los hechos.
al mismo tiempo algo de la riqueza de detalle que provlene de En la investigación cualitativa, la «prueba», si es que debe uti-
ahondar en un momento histórico específico. Este método his- lizarse esa palabra cargada de ansíedad, constituye un problema
tórico no sólo invita a la teoría acerca de por qué se produce de demostración de una relacíón lógica; el investigador cualita-
el cambio cuando se lo estudia en un lapso tan extenso' el mé-- tivo ha hecho recaer sobre sí la carga de la plausibilidad. He Ile-
todo exige una teoría, creo yo, porque minimiza las explicacio- gado a pensar que la carga es más grande y más rigurosa que
nes de datas concretos basados en contingencias inmediatas o las obligaciones asumidas por un investigador que excluye una
desvía la coyuntura. En tanto la contingencía y el accidente son explicación en favor de otra, sin tener en cuenta su poder lógico
tan reales como el capitalismo o el secularismo, lo que un mé- o coherencia respectivos. La plausibilidad empírica es una cues-
todo «posthole» gana en vigor intelectual lo pierde en una cier- tión de demostración de las conexiones lógicas entre fenómenos
ta c1ase de veracidad. que pueden ser concretamente descritos. Esta definición baría
Habiendo establecido un movimiento histórico, el libra explo- infeliz a un filósofo y tal vez colocaría aI «científico» de la so-
ra, en su última parte.. el significado deI desequilíbrio entre lo ciedad. en una posición marginal, pero podría satisfacer, espero,
público y lo privado en la sociedad occidental actual. 8610 un las expectativas de un lector media, inteligente y sofisticado. Si
tonto podría llamarse a sí mismo amo de tanto material, y esa esc lector encuentra en este libra un razonable análisis de cómo
circunstancia da lugar a la cuestión de aquello que se puede o se ha producido la enfermedad de la sociedad moderna, el libra
no esperar como «prueba» en este análisis. habrá tenido éxito; si después de haberlo concluído piensa en
una alternativa lógica para explicar esta zozobra, tanto mejor,
Por último, debo decir una palabra acerca de este libro en re-
iPrueba o plausibilidad? lación con mi trabajo anterior. He estado escribiendo sobre el
problema dei repliegue social durante los últimos diez afias, a
La palabra «prueba» ha llegado a tener en los estudios socia- menudo sin saberlo. Families against the City era un estudio de
les empíricos un desafortunado significado: ninguna otra expli- cómo la família nuclear en Chicago en el siglo XIX se transfor-
cación es factible salvo la propuesta después de un proceso de mó en un refugio contra la grau sociedad, así como la cíudad se
investigación determinado. Los anâlists de la regresión, las me. volvió el centro de una región industrial. Vida urbana e iden-
diciones de los fenómenos chi o gamma, son utilizados ahora en tidad personal era un estudio sobre cômo las estructuras de la
los estudios cuantitativos a fin de elegir entre interpretaciones personalidad se intersectan con una economía de afluencia, de
58 59
modo que las gentes tratan de purificar su experiencia deI do- Segunda parte
lar, la ambigiiedad y las represiones de la necesidad que forman
parte de cualquier relación pública verdadera. The Hidden In- EL MUNDO PÜBLI,G0
juries oi Class era un estudio acerca deI modo en que la clase DEL .ANCIEN REGIME.
social está siendo interpretada boy como una cuestión de per-
sonalidad y de la despolitización de clase que esta provoca. EI
libra actuaI se ha transformado para mí en un sistema general
que abarca estas estudios particulares; es su ambiente histó-
rico y teórico. Por ende, espero que el lector me disculpe si en
algún párrafo ocasional corrijo los errores de interpretación o
de argumento de aquellos trabajos particulares, como resulta-
do de verias ahora como partes de una totalidad.

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111. EI público:
una reunión de extrafios

Para comprender la decadencia de la vida pública se requie-


re que comprendamcs aquellcs tiempos en que era vigorosa y
los términos sobre los cuales se sustentaba. Los cuatro capítulos
que siguen describen la formación, presencia, juicios y conse-
cuencias de la vida pública en Paris y en Londres hacia media-
dos del siglo XVIII. Podría resultar provechoso decir algo sobre
dos expresiones que se emplean en dicha descripción: la prime-
ra, «ancien. regime» y la segunda, «burguesia».
La expresión ancien regime se utiliza con frecuencia como un
sin6nimo de feudalismo, eu consecuencia podría referirse a un
período que va desde antes del afio 800 hasta después del 1800.
Prefiero seguir el uso establecido por Tocqueville: el ancien ré-
gime está referido aI sigla XVIII, específicamente al período en
que la burocracia comercial y administrativa se desarrolló en al-
gunas naciones junto eon la persistencia de los privilegios feu-
dales, Por lo tanto, Inglaterra tuvo un ancien régime al igual
que Francia, aunque ni la burocracia ni el privilegio feudal eran
los mismos en los dos países. A veces cuando pensamos en el
«antiguo orden» estamos dispuestos a imaginar una socíedad de-
cadente, ciega a la descomposición que existe dentro de ella; el
auténtico ancien regime no demostraba frente a sus contradic-
cíones ninguna somnolienta indiferencia. Durante mucho tíem-
po se mantuvieron juntos, en una difícil tensídn, dos prlnci-
pios que nunca podrían ser conciliados.
Acerca dei uso del término «burguesía» me confieso un poco
ineómodo. Existen demasiadas historias de conjuras sobre el vir-
tuoso proletariado embaucado por aquellas fuerzas del mal pro-
pagadas por la burguesía, ya sea en la Roma de Augusto, en el
Benarés medieval o en la Nueva Guinea Actual. Este análisis de
clase mecánico es tan nccíc que lógicamente induce en el lector
Las ~otas ~e pie d~ página son en beneficio de los estudiantes que el deseo de no volver a escuchar jamás las palabras «clase» y
deseen mv.estIg.ar tÓPICOS específicos, partiç.ulannente aquellos de na. «burguesia». Lamentablemente la burguesía existe, la clase es un
turaleza hístõrica, en maycr detalle. No 11 hay notas para la primera hecho, y nosotros de alguna manera debemos referirnos a ellas
parte puesto qu~ los trabajos mencionados se pueden encontrar fácil-
mente eu las Iíbrerías: la cuarta parte contiene unas pecas notas como reales, sin recurrir a la demonología. Ningún estúdio de
f.alvo cuando l~s temas analizados están basados en fuentes especia: la ciudad del siglo XVIII podría evitar un análisis de la bur-
ízadas. ~ anahza:: los estadios de la argumeutación en la teoria de guesía urbana porque ellos eran sus gobernantes, sus administra-
o~o escritor, he citado pasajes específicos para cada idea ya que las dores, su sustento financiero y una buena parte de su población.
re erencías a la .«teoría darwiniana» o a una eapr'cximación freudiana» Además, el término «burguesia» representa una descripción más
carecen de sentido en SI misrrías. amplia que «clase media»; «clase media» indica a alguien en mí-
R. s. tad de una escala de posiciones en la sociedad pero no indica

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cómo ll~~~. hasta allí. «Burguesia» indica que alguien ha ocupado /das. aparece cuando una. ?ueva clase .social, toda~ía amorfa, se
csa posicron porque estaba comprometido en un trubajo no feu- halla en estado de gestacron en esta ciudad y la cíudad se orga-
dal, mercantil o administrativo. Los administradores de un esta. , niza alrededor de este grupo social. Tal fue el caso en Par:ís y en
do pueden ocupar una posición íntermedía en la sociedad pera no Londres en el sigla XVIII. La nueva clase era la burguesia mer-
forman parte de la burguesía. La burguesía de Ias cíudades deI cantil.
sigla XVIII no tenía naturalmente las mismas funciones econó- «EI surgimiento de la burguesia» es una frase gastada, hasta
l~licas, cl conccpto de sí misma o la moral de la burguesia del el punto de que un historiador ha sido impulsado a c~men~ar que
siglo XIX, pero cse tipo de diferencia implica cambias en una ela- la única constante histórica es que las clases medI~~ ~Iempre
se; cl excluir esta palabra porque se ha abusado fácilmente de están apareciendo en todas partes. La consumada familíarldad de
ella tiene la desventaja de hacerla aparecer como si esta clase no la imagen obscurece un hecho importante referid:o al camb~o de
tuviese historia. c1ase; una clase en ascenso o en desarrollo no dispone habitual-
Perl?ítaseme decir .finalmente cuál es el orden de los capitulas. mente de una idea clara respecto de ella. A veces dispone de un
El capltu!o If I se refíere ai problema dei público, el capítulo IV sentido de sus derechos antes que de un sentido de su propia
a !os c6dI?OS de creenci~, el capítulo Vala diferencia entre pú- identidad; a veces los hechos deI poder económico marchan d~·
blíco y pnvado y el capítulo VI se refiere a la expresión. Debcría lante de las maneras apropiadas, los gustos, la moral. La aparr-
t~ner~e en. cuenta qu~ estos temas no constituyen cuatro expe- ción de una nueva c1ase puede crear, por lo tanto, un medio de
riencias diferentes, m tampoco cuatro dimensiones de un tipo extrafios en el que muchas personas son crecientemente pareci-
de experrencra, la experiencia pública. Y, sobre todo, debería te- das entre si pera no lo saben. Existe la sensación de que ya no
nerse en constdcracion que la vida pública no comenzó en el si. se aplican las antiguas diferencias, las viejas líneas entre un gru-
glo XVIII; por el contrario, cobró forma una versión moderna de po y otro, y que tampoco hay un entendim~ento sobre nuevas
ella: una vida pública centrada alrededor de una burguesía en as. regIas para distinciones Íl:mediatas. L.a cxpans.Ión de la clase bur-
censo y de una aristocracia en decadencia. guesa mercantil y comercial en la capital deI siglc X~III ~~ acom-
!Ina ciudad constitu~e un medio donde es probable que los ex. panada tanto por Ia aparición de muchas personas IIl:clasIflcables,
tranos se encucntren. Sin embargo «el extrafio» puede ser una fi- materialmente parecidas pera ignorantes de sus semejanzas, como
gura de dos especies muy diferentes. Los italianos pueden ver por la pérdida de las jerarquías sociales tradicionales. Se .care~ía
como a ~xtranos a los chinos que se mueven en el vecindario pero de un idioma nuevo para refenrse a «nosotros» y «ellos», mtenor
saben com? pensar acerca de estos intrusos; por media dei co- y exterior, «sobre» y «debajo» en la escala social. _ .
lar de Ia piel, los ojos, el idioma, los hábitos alimenticios un íta- EI problema deI público como un medio de extranos ha SIdo
liano puede reconocer y ubicar a un chino como diferente de él. identificado con la cuestión dei público en el teatro: como pro-
En es~e ~aso, el extrafio es sinónimo de forastero y aparece en vocar la creencia entre aquellos 'que no nos conocen. Este pro-
un paisaje donde las gentes tienen eI suficiente sentido de sus blema es mucho más acuciante en un medio de extraãos en tan-
propias identid~?-es como para establecer regIas acerca de quién to que forasteros. Para que un forastero suscite la creencia debe
pertenece y quren no pertenece a ese paísaje. Existe otro senti. atravesar una barrera y hacerse crefble según los términos fa-
do de extraüo en el que estas regIas no se aplícan: el extraão es miliares utilizados por aquellos que están en el interior. Pero los
un desconocido más que un forastero. Un extrafio puede ser su- extraftos en un medio más amorfo deben afrontar un problema
jeto de exp~riencia en estos términos por parte de alguien que más complejo: el de suscitar la crcencía por el modo de compor-
real.me~te dispone de regIas para su propia identidad, tal como tarse en una situación donde nadie está realmente seguro de cua-
un Itah~o que encuentra a alguien a quien no puede «ubicar»: les son los modelos de conducta apropiados para una determina-
el extrano en tanto que desconocído puede dominar, sin em. da clase de persona. En este segundo caso una solución para las
bargo, las percepciones de las gentes que se hallan confusas res- personas es la de crear, tomar prestada o imitar una conducta
pecto de sus propias identidades, que están perdiendo las imáge- que todos acuerden en tratar arbitrariamente como «propia»
nes tradicionales de sí mismas o que pertenecen a un nuevo gru- y «crefble» en sus encuentros. La conducta está distanci~da de
po soci~l que aún no posee una etiqueta clara. las circunstancias personales de todos y por esa razón no induce
~ cI.u~~d como colecc.ión de extraãos deI primer grupo está a las gentes a intentar definir entre ellas quiénes sono Cuando
mejor tipifícada por la ciudad étnica, como la moderna' Nueva esto ocurre, una geografía pública se halla en vías de nacer..
: ,?rk fuera ~e. Manhattan o ~iudad dei Cabo donde la raza y el Analicernos entonces aquellas fuerzas que crearon un medio
ídíoma sumnustran diferencias iomediatas. Una ciudad deI se- de extraftos en tanto que desconocidos en las capitales de me-
gundo grupo, en la cual los extraãos son cantidades desconocí- diados deI siglo XVIII. Exploraremos el volumen y la migración
64 65
HCS 151.5
de la población, su densidad en la ciudad y su carácter econó- los decesos, los incrementos pueden prevenir desde el interior;
mico, en la década de 1750 y precedentes. si los nacimientos son menores que los decesos, un aumento en
el tamafio de la ciudad puede producirse sólo si los forasteros
entran en ella en proporciones mayores a las que la ciudad mís-
Quiénes llegaron a la ciudad ma está perdiendo merced a su relación nacimiento-muerte. En
los estudios referidos a decesos y nacimientos en el siglo XVIII,
En el afio 1750 Londres era la ciudad más grande deI mundo se produce una áspera polémica entre Talbot Griffith y H. J.
occidental; París era la que le seguía en tamafio. EI tamafio de Habakkuk acerca de cuántos adelantos en el campo de la me--
las demás ciudades europeas estaba muy por debajo de ellas. dicina y la salud pública contribuyeron a disminuir la tasa de
Sería fácil afirmar simplemente que en la centuria de 1650 a mortalidad y a aumentar la de nacimientos. Es evidente que el
1750 París y Londres estaban crccicndo en términos demográfi- aumento deI tamafio de París y de Londres durante la centuria
cos. La afirmaci6n es verdadera, sólo que deben incluirse en ella anterior a 1750 dependió en gran parte de la migraci6n desde el
toda clase de condiciones) exterior, de pequenas ciudades y deI campo, independientemente
He aquí c6mo se produjo el crecimiento demográfico de Lon- del modo en que se formule esta docta cuestión. EI demógrafo
dres. En el' afio 1595 tenía cerca de 150.000 almas; en 1632, 315.000; Buffon lo explica en forma sucinta. Mientras que en 1730, nos
en 1700, alrededor de 700.000 y, a mediados dei siglo XVIII, '75.000 dice, «Londres necesita suplementar (desde las províncias) el
habitantes. EI crecimiento de Londres en el período industrial de número de sus nacimientos en más de la mitad a fin de man-
los últimos siglos hace que estos cambias empalidezcan. En el tenerse, París es autosuficiente en una proporción de 1 en 75».* 4
siglo XIX Londres creci6 de' 860.000 a 5 millones de habitantes. Tanto en París como en Londres, Ia migración externa es la
Pera Ias gentes deI siglo XVIII no sabían lo que les esperaba. Sólo causa de sus diferentes formas de fuerza demográfica. Gracias
podían ver lo que había ocurrido y la ciudad, especialmente des- al trabajo de E. A. Wrigley tenemos una idea clara de las can-
pués del gran incendio a mediados deI siglo XVIII, les parecía que tidades y pautas de migración a Londres para el siglo que va
se estaba volviendo extraordinariamente populosa.ê desde 1650 a 1750. Wrigley estima que para que Londres aumen-
Calcular la población de París durante este período es más di- tara su escala, necesitaba 8.000 inmigrantes cada afio durante
fícil porque la política asumió el papel de empadronador eu el este período. Las gentes que se trasladaban eran jóvenes, Wrigley
período de 1650 a 1750. Las estimaciones más exactas son las si- estima en veinte afies su promedio de edad, y habitualmente sol-
guientes: el censo deI CardenaI Richelieu en 1637 arroja una can- teros. Esto significa, a diferencia de las grandes migraciones cam-
tidad cercana a los 400.000 habitantes; en 1684, alrededor de pesinas hacia las ciudades norteamericanas ciento cincuenta aãos
450.000; en 1750, 500.000 habitantes. Parecen cambios pequenos en más tarde, que era inusual que grandes familias se trasladasen
el curso de la historia, especialmente cuando se les comparan a Londres. Utilizando el material reunido por C. T. Smith en 1951,
con Londres. No obstante, deben ubicarse en eI contexto de la los lugares de origen de estas gentes podían ser proyectados en
nación; tal como sefialara Pierre Goubert, Ia población en Fran- un mapa; la mayoría de los movimientos migratorios se pro-
cía, en forma global, se encontraba estancada, probablemente en ducían desde puntos situados a 80 kilómetros o más de Londres,
franca declinación a lo largo de gran parte de comienzos y me- y en aquella época 80 kil6metros significaba un viaje de dos
diados deI siglo XVIII. El crecimiento de la población en París se dias.'
produjo lentamente mientras que el de Ia poblaci6n eu toda Fran-
cia estaba poco menos que prescrito.!
Luego, el «crecimiento» aparecía como diferente en Londres Theories and Research in French Population Between 1500 and 1700, en D. V.
GLASs Y D. E. EVERSLEY, eds., Population in History (Chicago: Aldine, 1965),
con respecto de París, pero lqué significa el crecimiento urbano p. 473.
en sí mismo? Si en una ciudad los nacimientos son mayores que * No se trata de una fórmula reversible: no hay 75 veces más muertes que
nacimientos. Buffon se reflere a aquello que es necesario para mantener o In-
crementar la población, ofreciendo todos los factores relevantes.
1. Fernand BRAUDEL, Capitalism and Material Liie (Nueva York: Harper & 4. Ver H. J. HABAKKUK, English Population in the 18th Century, cEconomic
Row, 1973), pp. 430 ss., para un buen análisis de estas dos ciudades deI ancien History Review», 2nd seríes. VI (953), 117 ss.: Robert MANDROU, La France aux
regime. [Título original: Cívílísation materielte et capitalisme, Paris, A. Co1in; XVII et XVIII Siecles (Paris: Presses Universitaíres de France, 1967), p. 130.
trad. castellana: Cívilizacíôn material y capitalismo, Barcelona, Labor, 1974.] [Trad. castellana: Francia en los siglos XVII y XVIII, Barcelona, Labor, 1973];
2. Ibid., p. 431. Comte-de Buffon, citado en CHEVALIER, op. ou., p. 178.
3. Louis CHAVALIER, Laboring Classes and Dangerous Classes, trad -Frànk 5. Ver E. A. WRIGLEY, A Simple Model ot London's Importance in Changing
Jellinek (Nueva York: Howard Fertig, 1973). p. 176; Alfred COBBAN, A H~tor;' 01 Bnglish Society and Economy, 1650-1750, «Past and Present», nÚID. 37, pp. 44 S5.;
Modern France (3a. ed.: Londres: Penguin, 1%3), I, 48; Pierre GOUBERT, Recent C. T. SMITH, mapa en «The Geographical Journal», [unio 1951, p. 206.

66 67
Las migraciones hacia Paris fueron similares. Se sabe que Del mismo modo, La Vie de Marianne y Le Paysân Parvenu,
después de la muerte de Luis XIV el mayor uso de la ciudad de Marivaux, giran en torno de la idea de Paris como una ciudad
correspondió a la nobleza pero, incluso en tiempos deI Rey Sol, construida sobre la corriente conjunta de estas extrafios. En am-
estas personas no estuvieron incomunicadas nunca de una ciudad bas novelas Marivaux describe a París como un lugar donde
que servía como refugio frente a la pomposa vida cortesana de las gentes de orígenes desconocidos pueden «pasear» porque Ia
Versalles. Su regreso difícilmente hubiese provisto la población ciudad toda ha crecido merced a la migraci6n de «cantidades
necesaria para habitar a un Paris drenado por la muerte de desconocldas». La «verdadera naturaleza de aquellos con quienes
sus propios jóvenes y nifios. A partir de ciertas investigaciones conversan» se volvía crecientemente difícil de verificar por parte
realizadas por Louis Henry parece razonable afirmar que Paris, de los parisinos.
como Londres, satisfizo su sustento demográfico con aquellos in- Conttastemos estas imágenes con la imagen deI extraüo como
migrantes que vivían al menos a dos días de viaje de la ciudad, forastero ofrecidas por neoyorquinos o bostonianos en el afio 1900.
que eran [óvenes y solteros y quienes, como en Inglaterra, no En las ciudades norteamericanas los extrafios eran interpretados
eran empujados hacia la ciudad por la guerra o e1 hambre, como a través de estereotipos étnicos, rechazados como inadaptados o
ocurriría más tarde, sino que por el contrario habían abando- peligrosos de conocer debido a las connotaciones negativas ím-
nado el campo voluntariamente para mejorar su suerte. En con- pllcadas en esta valoración. No existía estereotipaci6n alguna en
secuencia, la imagen de Londres es la de una enorme ciudad, Defoe o en Marivaux; la ciudad de extrafios que ellos conocían
para su época, creciendo al menos en un cincuenta por ciento no era divisible en tipos étnicos, económicos o raciales (salvo
merced a la inmigraci6n de gentes j6venes y sin ataduras. Así- los irlandeses de Londres). EI hecho de que la mayoría de los
mismo la imagen de París es la de una ciudad más pequefia inmigrantes estuviesen solos y noen grupos familiares los volvía
que Londres, pera relativamente enorme, que crece lentamente aún más «cantidades desconocidas».
mientras la poblaci6n fuera de eIla está estancada, y satísfacien- Londres fue descrita a menudo como una «gran pústulas. EI
do la mayor parte de sus necesidades de población y crecimien- significado de esta expresión a principios deI siglo XVIII no era
to merced a la inrnigraci6n de personas de la misma natura- muy agradable, toda vez que una pústula es una llaga abierta
Ieza.s de la que salen toda c1ase de líquidos purulentos, pero capta
En consecuencía, una c1ase especial de extraíio desempefi6 agudamente el sentido que yace debajo de frases elegantes como
un rol crítico en Ia formaci6n demográfica de ambas ciudades. «cantidades desconocidas» empleadas para describir al nuevo pue-
:e.l o ella estaban solos, incomunicados con respecto a asocia- blo. lC6mo iban a comprenderse entre ellas estas gentes? Es-
ciones pasadas y habían llegado a la ciudad desde una distancia tán solas, no tienen siquiera las sefiales de una vida pretérita
considerable. Ciertamente, aI describir la poblaci6n de sus ciu- como adultos ni la categorizable extranjería de inmigrantes de
dades en una década como la de 1720, londinenses y parisinos otras tierras. lEn qué términos pueden ellos juzgar sus comu-
recurren a imágenes de estos forasteros según expresiones como nicaciones con los otros, a qué conocimiento, a qué paralelos en
«abígarradc», «amorfo», «sospechoso», «informe». Defoe describe la pasada experiencia se puede recurrir para tratar con una
a Londres como «sobrecrecido» debido a la aparici6n de tantas masa abigarrada? <

gentes provenientes de las provincias y esta situaci6n requirió Cuando la expresión «crecímiento de poblacíón» es utilizado
de oficinas y regulaciones por parte del gobierno. Defoe no en- para describir a estas dos ciudades, no se trata solamente de
cuentra palabras para describir a estos recién llegados, salvo una cuestión neutra de cantidades. Especifica un hecho social
que se trata de una «masa abigarr'ada». Con excepción de la determinado. Cuando la ciudad creci6, su población se volvi6
«horda irlandesa» parecía no existir ningún orden social entre problemática.
ellos. Y en tanto que no tenían forma, Defoe espera que ellos
desaparezcan de la ciudad deI mismo modo en que llegaron:
«Entonces, digo, será el momento de esperar que la vasta con- Dónde vivian
currencia de gentes a Londres se separará otra vez y se disper-
sará tan naturalmente como han poblado este Iugar.» 7 Se podría esperar que esta poblaci6n pronto se separara hacia
diferentes territorios dentro de la ciudad, cada territorio mar-
cada por ciertas características econ6micas y sociales. Entonces
6. Louis HENRY, The Population of France in the 18th Century, in Guss la c1asificaci6n de los extrafios se volvería más fácil. Sin embar-
y EVERSLEY, op. cit., pp. 434 ss.
7. Daniel DEFOE, A Tour Through me W1wle lsland ai Great Britain (Lcn- go, este proceso ecológico fue tema de ensayos, y confusiones,
dres, Penguin, 1971; publicado por prímera vez en 1724), p, 308. desde 1670 en adelante tanto en París como en Londres; esta

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confusión se debió, irónicamente, a los ordenados intentos de el medio de una densa comunidad urbana es lo que los arqui-
habérselas con la creciente población urbana. tectos de Paris desarrollaron en la década de 1680, siendo la
Las ciudades con incrementos de población debían manejarias Plaza de la Victoria (1685·1686) su primera expresíõn,"
lógicamente según una de dos formas: podía agrandarse el área Tal esfuerzo significó para Ia ciudad de París que la masa
de Ia ciudad o bien se podía concentrar un número mayor de humana de la población y la proyectada ilusión de espada ili-
personas en el mismo lugar. Casi ninguna ciudad poseía un mitado Ilegaran entonces a coincidir. La ilusión de grandes es-
modelo tan simple de crecimiento que pudiese esparcirIo por el pacios en media de grandes masas es el principio rector de Ia
espacio o incrementarle su densidad en su antiguo terreno. Y no Plaza Vendôme (construida en 1701) y la Plaza de los Inválidos
se trata solamente de tener un área de tierra y un incremento (acabada en 1706), culminando en Ia Plaza de Ia Concordia cons-
de densidad ai mismo tiempo, porque el incremento de pobla- truida por Jacques-Ange Gabriel en 1763.
ción no es un fenómeno «aditivo» de forma tal que pequenos Los arquitectos que intervinieron en algunos de estas grandes
pasos de reorganización acomodan cada ascenso en el nivel de espacios urbanos fueron entrenados para el trabajo en Versalles.
población. Normalmente los incrementos en la población pro- Por ejemplo, Hardouin-Mansard participó en la construcción de
mueven una reorganización de toda la ecología de una ciudad; la Plaza Vendôme después de inspeccionar la construcción del
las ciudades deben ser concebidas en términos de cristales que Palacío de Versalles. Pero así como Versalles fue concebido como
re-forman su estructura toda vez que se les introduce más subs- un antídoto para el París de los afios de 1660, un lugar de orden
tancia de aquella con Ia que el cristal está formado. cuyas propias habitaciones, suites y jardines infundirían una ac-
Si tuviésemos que caminar a 10 largo de Paris en la década titud jerárquica entre los habitantes, el París de principios del
de 1640 o de Londres antes dei gran incendio de 1666, nos im- sigla XVIII habrfa de ser un correctivo para VersalIes. Los gran-
presionaría la gran concentración de personas en un espacio geo- des lugares urbanos no tenían como objetivo el concentrar todas
gráfico minúsculo para los modelos modernos. Las casas estaban Ias actividades de las calles adyacentes ; la calle no era una
apretadas en calles cuyo ancho no sobrepasaba los dos metros, puerta para Ia vida de la plaza. Más que un foco, en Ia medi-
con repentinos vacíos de vasto espacio abierto. Por cierto, cuan- da en que toda la arquitectura de Versalles es un foco, Ia pia-r,
do llegásemos a los nuevos edificios cerca de las murallas de za habría de ser un monumento a sí mísma, con actividades
París, o a Ia tierra de nadie entre Ia Ciudad de Londres y West- restringidas en su interior, actividades mayormente de paso o
minster, percibiríamos no ya una disminución gradual en la con- de transporte. Fundamentalmente estas plazas no fueron ~ dise-
centracíón de casas sino una ruptura súbita y abrupta entre ca- fiadas teniendo en cuenta a una masa creciente y congregada.
lles colmadas y casas aisladas dispuestas casi como fincas rurales. Por lo tanto, Hardouin-Mansard luchó para eliminar de la plaza
Después deI gran incendio de 1666 en Londres y en Ia década a los puestos, grupos de acróbatas y otras formas de comercio
de 1680 en Parfs, la masa de poblaclón en ambas ciudades co- callejero y buscó asimismo mantener a los cafés puertas aden-
menzó a adquirir una nueva forma. La tierra quemada o aban- tro y a las postas fuera de las plazas.?
donada no fue simplemente llenada. Se la reorganizó según un El resultado fue el debilitamiento de la vida de la plaza tal
nuevo principio, aquel de Ia plaza, una plaza radicalmente dis- como había sido eonocída en París tanto en Ia época medieval
tinta de aquelIas de las ciudades medievales, tanto en apariencia como durante el Renacimiento. AIlí donde en otro tiempo las pla-
como en su función. Los principios dei proyecto de plaza en zas habían dispuesto de una multiplicidad de funciones, lo que
Londres rompieron con el pasado medieval de una manera muy Arnold Zucker Ilama la «capa» de todas las actividades de la
distinta que las plazas de París. Pero estas dos revueltas opues- ciudad produciéndose en un sólo lugar, la muItitudinaria vida
tas contra el pasado condujeron al mismo fin social. de la ciudad estaba abora fragmentada y díspersa.v
La construcción de la plaza que se comenzó en París en los Verdaderamente, las propias actividades de demolición y cons-
afies de 1680 fue condicionada por dos hechos anteriores. El pr'i- trucción que se necesitaban para clarificar estos vastos espacíos,
mero fue el trabajo de Bernini en Roma, el segundo el trabajo
de Luis XIV y sus arquitectos en VersalIes. La Piazza Obliqua de 8. S. GIEDION, Space, Time anâ Architecture (Cambridge: Harvard Uníverai-
Bernini frente a San Pedro en Roma constituyó un desafío a ty Press, 4a. edición, 1%3). pp. 141·142.
todo el empuje de la construcción planificada de plazas durante 9. No obstante, al afio siguiente Haussmann comprendió que estas vastos
espacio~ po~~an colmarse rapidamente eon multitudes revoltosas, de modo que
el Renacimiento. Berníni queria utilizar la plaza para sugerir la planificación antimultitud deI sigla XVIII, pareció haber establecido el estadia
la amplitud deI espacic a través de un díseão formal en lugar en Ia ciudad para las formacioncs turbulentas en el sigla XIX.
de su encierro y amansamiento como había buscado el Renaci- 10. Paul ZUCKER, Town and Square: From the Agora to Village Green (Nueva
York, Columbia University Presa, 1959).
miento. La idea deI inmenso espacio logrado por el hombre en

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forzaron en Paris Ia salida de racimos de pobIación desde los rededor de un territorio floral cerrado, los ingleses intentaban
centros de 1660 hacia áreas más dispersas. El racimo de fami- preservar el sentido rural ai construir Ia eiudad. Esc es par-
lias nobles y su extensa servidumbre, y la población de servicio cialmente cierto. Esas casas en Bloomsbury eran urbanas en ca-
de los alrededores de Los Inválidos regresaron al Marais a prin- rácter y--erigidas en grupos; parecían casas construidas en el
cipios del siglo XVIII; la zona despejada frente a St. Sulpice tras- centro de la zona no quemada de la Ciudad de Londres. Si una
ladó a otro grupo de nobles y sirvientes hacia los espacios vacíos persona moderna puede imaginar uo rascacielos con zonas de
de St. Germain-des-Pres. A medida que la población de París aparcamiento, luees de tráfico y todos los servicios concomitan-
creció gradualmente, las áreas alrededor de los grandes lugares tes súbitamente erigido eu media de un maizal y con la ex-
se volvieron más densas. pero estos centros ya no sirvieron como pectativa, de parte deI constructor, de que pronto otros rasca-
puntos donde la multitud podia reunirse en distintas actividades cielos serán construidos alrededor de aquél, tendrá alguna no-
en el mismo lugar.tt ci6n de la mentalidad de Bedford y Southampton al urbanizar
En Paris las plazas medievales y deI Renacimiento eran zonas sus fincas.w
libres como opuestas a la zona controlada por la casa privada. Los creadores de las plazas diseminadas se mostraron muy
AI reestructurar Ia masa de pobIación en la ciudad, las plazas decididos a mantener el comercio fuera dei área de la plaza.
monumentales de princípios deI siglo XVIII también reestructu- Bedford solicitó ai gobierno el derecho legal para desalojar de
raron Ia función de la multitud ya que alteraron Ia libertad con las plazas a los pregoneros y a los mercaehifles. Aunque en Ia
la que Ia gente podía congregarse. La reunión de la muchedum- década de 1690 esta prohibición fue difícil de aplicar, para 1720
bre se transformó en una actívidad especializada; se realizaba ya era efeetiva. La propia plaza se había convertido en un museo
en tres lugares: el café, el parque y el teatro. de la naturaleza en medio de casas de la más sofisticada índole.
En Londres la plaza como zona libre para la multitud tam- Y verdaderamente las expectativas de los urbanistas se habían
bíén llegó a su fin durante el período 1666-1740, pero a través concretado, Las gentes construyeron casas cerca de las plazas y
de un camino totalmente opuesto. Después deI gran incendio paulatinamente el área se volvió tan densa como la antigua
de 1666, se presentaron muchos proyectos para reconstruir la ciudad.
ciudad, siendo el más importante el presentado por Christopher En Londres, al igual que en Paris, entonees, la reestructura-
Wren. Estos proyectos fueron rechazados por Carlos 11 casi in- ción de la población por medio de la planifieación de plazas con-
mediatamente. Los proyectos, de haber sido realizados, hubie- servó a las mismas como un lugar central de uso múltiple, de
sen otorgado a Londres puntos focales ornamentales de la misma encuentro y observación. l Cómo repercutió en las gentes de la
naturaIeza que Bernini estaba creando en Roma o aquellos que época esta restricción de la plaza como zona libre? Defoe brinda
Hardouin-Mansard crearía más tarde en París. Realmente, el re- un panorama vívido para la década de 1720:
pudio ai proyecto de Wren fue un rechazo del tipo de plaza de
ciudad que Londres había visto recientemente en su centro, la Es el desastre de Londres, en cuanto a la belleza de su forma, que
obra deI Covent Garden proyectada por Ifiigo Jones.P de este modo se extiende a los edificios, tan s610 como el placer de
Pero la idea de acomodar la población en la ciudad a través todo constructor... y según la conveniencia de las gentes que gobier-
de la construcción de plazas no fue abandonada. EI duque de nan... y esta ha esparcidc su rastro del modo más confuso y extra-
viado, fuera de toda forma, débil y deaígual.u
Bedford en el distrito de Covent Garden, y en Bloomsbury el
conde de Southampton, comenzaron a construir grupos de ca- EI crecimiento de la ciudad significó la pérdida de su centro,
sas a los lados, las plazas «irracionalmente diseminadas sobre de su foco. El crecimiento no le pareció a Defoe una cuestión de
un solar, separadas Y. SiD embargo, no demasiado incomunica- necesidades de la época en lenta maduración. Parecían súbitas,
das unas de otras», EI rasgo csencial de estas plazas consistía
abruptas:
en que no habrían de llenarse con vendedores callejeros, acróba-
tas, vendedores de flores, etcétera, como había ocurrido con Se trata, debe observarse en primer lugar, de una crisis particular
Covent Garden; serían colmadas eon árboles y arbustos.c y significativa, singular para aquellos que escriben en esta 'época ...
Se ha dicho con frecuencia que con alojamientos masivos al- Que el incremento más grande y más eminente de edificios en la ciu-
dad de Londres, y la vasta extensión de tierra tomada y ahora trans-
11. E. A. GUTKIND, Urbon Development in France (Nueva York: Free Press,
1970), p. 252. 14. E. A. GUTKIND, Urban Development in Western Europe: The Netherlands
12. GIIIDION, op. cit., p. 287. and Great Britain (Nueva York:Eree Presa, 1971), p. 259.
13. Ibid., p. 620. 15. DEFOE, op. cit., p. 287.

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formada en calIes y plazas de casas de nobles, por la cual la masa
o el cuerpo. de la totalidad se vuelven tan infinitamente grandes, se principales, como así tambíén centros de las fina~a~ m~rcanti~
haya producidc generalmente en nuestros días, no s610 en el espacio les para los barcos de ultramar, Y puntos de distribución co-
de nuestra memoria, sino incluso en el espacio de unos pocos afios ... 16 mercial para los productos que llegaban y s~lían del pai.s r en-
tre varias provincias dentro del rrnsmo. Ei VIgoroso cr~cImlento
~a cuestión social prov?c~da por la población de Londres y del comercio tuvo resultados tanto físicos. como sociales. En
Paris era el problema de vrvrr can un extraüo o ser un extrafio. Londres el creciente comercio por el Támesis tuvo el efecto de
La cuestiónsocial suscitada por los nuevos términos de densi- extende; la ciudad hacia el oeste, dei mísmo modo en que ~o
dad en la ciudad era el de dónde se podía ver habitualmente a habían hecho ias plazas. En París, el crecimiento del comercio
estos. extraãos, de modo que se pudiesen formar las imágenes de en el Sena tambíén extendió la ciudad hacia el oeste y cada vez
los tipos. de extrafios. La antigua zona de encuentro, la plaza más muelles y almacenes se amontonaron en el centro d~ ll~
de los mil usos, estaba siendo desgastada por un espacio que ciudad a lo largo de las Tullerías y rodeando la tle de la Cíté.
era un monumento a si mismo en París y un museo de la na- Socialmente, el desarrollo deI comercio creó puestos .de tra-
turaleza en Londres. En consecuencia, la demografía era la que bajo en los sectores financieros, comerciales y bur~crátlcos de
creaba un medio en el cual el extrafío era un desconocido. la sociedad. Hablar de «el desarrollo de la burguesia» en cada
Los extrafios, como público entre sí, podrían haber evitado ciudad es referirse a una clase r~~acionada con a.etIvldades de
incluso de esa manera una gran parte de la carga de las nor- distribución más que de produccl<:>n. Las gentes Jóv~nes llega-
mas, la necesidad de suscitar la creencia sólo dentro del sistema das a la ciudad encontraron trabajo en estas ocupacrones mer-
de un escenario inmediato, si la estructura jerárquica de los cantiles y comerciales; en efecto, había alg? de escasez ~e tra-
grupos sociales hubiese permanecido intocada por la ciudad. Ya bajo ya que existían más puestos J?ara trabaJadore~ .alf~bet1zados
que. en esta je.rarquía las ímágenes de lugar, tareas y educación, que gentes que supieran leer: .Al.lgual que e.l equilíbrio de den-
hubíesen provisto a las gentes de aquellas pautas de referencia sidad en una ciudad, el equilibrio de trabajos en ella. se com-
qu~ debi~n aplicarse en encuentros específicos; la jerarquía po- porta como un cristal: la nueva actividad del comercio e~ las
drfa servir no obstante como un seguro patrón de creencia. Pero capitales del siglo XVIII no fue agreg~da sobre la que ra exístía;
la economía de la ciudad capital asociada con estos cambias de- toda la estructura econ6mica de la ciudad se recristalízaba al.re~
mográficos desgastó el patrón de jerarquía como una clara me- dedor de ella. Por ejemplo, el espacio destinado para negócios
dida de las relaciones entre extrafios. Debido a que la jerarquía en los muelles se volvió muy costoso para los artesanos tem-
se transformó en una medida incierta al tratar can un extrafio poraies; ellos comcnzaron a trasladarse desde el cent~o y por
surgió el problema deI público. ' lo tanto fuera de la propia capital mientras los comerciantes se
mudaban a su interior.
- El tema que nos interesa ai a~ordar el desarrollo. de e~ta bur-
Cambias en la burguesía urbana guesía intermediaria es la cuestión de una clara ídentídad de
clase, ya que la falta de ella reforzó el sentido del extrafío en
En la primera mitad del siglo XVIII, las economías francesa e tanto que desconacido. , '
inglesa experimentaron un crecimiento brusco en el comercio Un escritor ha seüalado que en Pans la burguesia sabía que
interna:ionaI. EI comercio exterior de Inglaterra se duplicó des- constituía algo nuevo, pero no qué era. La confianza en ~í misma
de. elo ano 1700 aI 1780; el merca~o cambió desde Europa como puede detectarse en l~s jerarq':lías mercro;ttiles de mediados deI
principal comprador de las colomas inglesas de ultramar. El co- siglo XVIII, a diferencia de Ios Impulsos dIscret~s de sus precur-
mercio fráncés entró en ese vacío, llevándose mucho deI comer- sores en los días de la caur et la ville en el siglo XVII. Por lo
cio que Inglaterra había mantenido alguna vez con otros países tanto, había una carencia de foco en lo que estos burgueses per:
europeosP cibían de sí mísmos: ellos eran los hombres nuevos, pera lque
Este incremento en el comercio tuvo un gran efecto en las significaba eso? En las obras de D~derot acer~a de la vida b?r~
ciudades capitales de ambos países. Londres y Parfs eran puertos guesa de su tíempo, tal como Le Pere de Famille, los personajes
tratan su supervivencia sin raíces en la tierra, incluso su pros-
16. Ibi~., p. 295; también en el trabajo de Raymond WILLlAMS, T11e Country peridad, como algo misterioso. .
and the. Ctty (Nueva York: Oxford University Press, 1973), capo 2, especialmente Una explicación para esta ausencia de proclamacíones del
las seccrones sobre lo contrapastoral. «quiénes somos» es que las clases mercantiles tal vez todavia
17. Christopher HILL, Reiormasion to Industrial Britain (Baltimore: Penguin
1969), p. 226. . •
18. Jeffry KAPLOW, The Names of Kings (Nueva York: Basic Books, 1972). p. 7.
74 75
ttl;vies.e,n que moverse de la confianza a la afectación. Otra ex- era simple: los padres 5610 disponían de la mítad de su trabajo
plícacíón es que las autodefiniciones seguras eran difíciles dada para ofrecer. Podían legar capital o un oficio pero no ascgurar
la fonnación económica de esta clase. Era una clase en la cual una comunidad de clientes, una asegurada fuente de recursos,
las gentes se asentaban, una clase nueva y expansiva' se trataba etcétera. Más aún, bajo condiciones en las que los padres fueron
de una cuestión de movilidad más que de herencia. Una clase compelidos a competir tenazmente por el trabajo, los hijos in-
much? I?~s borrose en su contorno que las clases mercantiles tentaron separarse, crear un nuevo mercado para sus habilida-
de prmciptos del Renacimiento o posrenacentistas, ya que al ex- des a través del trabajo en oficios o empleos que les parecían
tenderse el comercio en la ciudad, se alteró la naturaIeza deI menos atestados (una aparíencia demasiado irreal en efecto). La
~~rcado urbano. En los albores del siglo XVIII este mercado cam- expansión del comercio en Londres y París al promedíar el si-
?IO de la c?mpetencia por el monopolio del comercio en una gla XVIII fragmentó la continuidad del trabajo dentro de la fami-
area determmada de productos a la competencia del comercio lia. La consecuencia fue que se volvió difícil ubicar «quién» era
dentro de :~a. área o producto. Fue este cambio en el mercado un extranjero por medío de los antecedentes de su famílíaw
el que VOlVlO mestable la identidad de la clase media a lo largo Las dislocaciones en la escala social ocasionadas por la ex-
de la escala del comercio. tensíón del mercado fueron extendidas desde la labor mercantil
Tanto en Paris como en Londres, por ejernplo, aparecieron en a la labor manual como cl cristal de la economía urbana refor-
esta época mercados al aire libre que vendían enormes cantida- mada deI sigla XVIII. Esta círcunstancia fue más evidente en los
des ~e productos.. Vendían productos de los barcos y operaban gremios. Tanto en París como en Londres los gremios abarcaban
en ~lstntos especI~les de la ciudad. A diferencia de las [oires gran cantidad de trabajadores a fines del siglo XVII; para me-
medl~va~es, las Fe?as de St. Germain y las Ferias de Les Halles diados del siglo XVIII el número de trabajadores agremíados ha-
constitufan operaciones permanentes, con licencias otorgadas con bía disminuido. La explicación habitual, como la de Sombart por
patente del gobierno a cada vendedor. Con la construcción de ejernplo, es la de que los gremios no se ajustaban a los ínte-
C~vent Garde~ en. la década de 1640 se produjo en Londres la reses móviles dei trabajo exigidos por una sociedad industrial.
J'!lISID':'- regularizacíón de mercados al aire Hbre. Sin embargo, las Pero aceptar esa explicacíón significa visualizar a la historia del
hceD;clas del comer~io ur~ano er~ diferentes a las antiguas li- siglo XVII:! como una preparación para aquello que aún no había
cencias de, exportacfon o ímportacíón. Una compafiía particular llegado, Dentro de las vidas de los trabajadores urbanos, tal
ya no podía ~ener el derecho exclusivo a comerciar con un pro- como Kaplow ha sefialado, existían razones inrnediatas que les
dueto determinado, como hizo la Compaãía de las Indias Oríen- alentaron a abandonar el trabajo agremiado en busca de ocu-
tales :~n el té durante algún tiempo, sino que un grupo de paciones más variables. Mientras que en el curso de una vida
companias honradamente, y a veces por medíos ilegales, poseían el ascenso de jornalero a patrón era teoricamente posible, en
los rmsmos productos para vender. Eu consecuencia, la natura- la práctica era remoto. En los gremios de París en el siglo XVIII,
leza de la competencia se transformó de una disputa por el eya sea como eternos jornaleros o chambrelans, la pobreza de
monopólio en un área particular en una disputa de comercio estos trabajadores era probablemente extrema y su movilidad
dentro de cada área. Cuando las dos ciudades se transformaron nula, una condición por la que ellos pueden haberse sentido
en centros de la compra-venta internacional, sus mercados in- agraviados aún más intensamente que sus hermanos fuera de
ternos se extendieron.rs los gremios». Aun cuando sea verdad que los gremios declinaron
En La economía. de las ciudaâes, Jane Jacobs ha argumentado en su funcionalidad en el sigla XVIII, según las razones que Som-
que la. conse~uencIa de esta clase de crecimiento urbano' fue bart esgrime, también es verdad que los gremios fueron vacia-
la contmu~ busqueda de ~erritorios todavía no alcanzados por la dos más intencionalmente porque para el joven implicado, el
competencía, de nuevos tipos de bienes y servicios para vender derecho otorgado par un sacio de su padre para trabajar en
a fin de ap';\~tarse de la presión de competir con los demás. L~ un comercio no le garantizaba al hijo que tendría realmente
arguI'?cnt,:,-clon en ~u forma general encoleriza a la mayoría de algún tr'abajo que hacer y mucho menos alguna «perspecttvae.u
l~s hlstorI?dores; Iigeramente cambiada se comprende para un Entre las clases trabajadoras más bajas la competencia por
crerto fe:~lOmeno en esta~ dos ciudades. Cuando los terrttorios vender servicios se extendió en la mísma medida en que la com-
de trabajo fueron destruídos se volvíó mucho más díficíl para petencia por vender bienes se había extendido entre las clases
los padres el trasmitir a sus hijos su propio trabajo. La razón
20. Ver Jane JACOBS, The Economy Df Cities (Nueva 'York: Random House,
19. Karl POLANYI, The Great Transformation (Boston: Beacon Press, 1964), 1969). [Trad. castellana: La economía de las ciudades, Barcelona, Penfnsula.]
conc!usión. 21. KAPLow, op. cit., p, 36.

76 77
medias, El mercado de sirvientes era mucho más grande que el observación casual, con la iglesia construida en un punto cent!al
número de lugares para sirvientes en Londres y París a últimos a lo largo de la misma. A mediados. del sigla XVIII los e~tranos
del sigla XVII, y este exceso de mano de obra empeor6 durante de París y Londres carecieron de dichos modos automáticos de
el sigla XVIII. En cuanto a los sirvientes, la oferta excedía de tal organización.
modo a la demanda que era difícil inducir a los patrones a Aclaremos esta carencia de roles seguros, ya que el retrato he-
que tomasen los hijos de aquéllos ya que resultaba más barato cho aquí podría indicar que los cosmopolitas deI ancien régime
mantener una casa contratando sirvientes adultos nuevos y no habitaron un universo kafkiano, abstracto. en el cua1 la huma-
conservando a las familias enteras de los viejos criados. Cuando .nidad era vacía y no tenía rostro, Dificilmente fuera este el
el comercio internacional se expandi6 por la vía de la ciudad caso; la capital en el siglo XVIII era un lugar en el que las gen-
la economía de servicios dentro de la misma se volvi6 fragmen- tes realizaban grandes esfuerzos para colorear y defimr sus re-
tada y se forta1eció la competencia intraservicio e intraoficio; el laciones con los extraâos: la cuestión es que tenían que realizar
verdadero concepto de territorios que separaban a las gentes fue un esfuerzo. Las condiciones materiales de vida en la ciudad
destruido.c debilitaron cualquier tipo de confianza que las gentes pudíesen
Eu suma, la demografía y la economía de estas dos vigoro- depositar en la clasificación «natural», rutinaria, de los demas
sas ciudades sirvieron para definir aI extrafío como desconoci- según fuese su origen, sus antecedentes familiares o su ocupa-
do, aI menos por un corto período, un desconocido que no podía ci6n. EI esfuerzo por colorear las propias relaciones con los
ser ubicado fácilmente a través de averiguaciones fácticas. Cuan- demás, el intento de darle una forma a estos intercambios so-
do las gentes rompieron un lazo de familia para venir a la ciales, era un esfuerzo por crear un significativo sentido de
cíudad, los nombres de Iamilia, las asociaciones y las tradiciones público. Una idea de la cantidad de trabajo. necesario ~ara crear
no ayudaron. Cuando la población fue distribuida mediante nue- este público significativo fuera de un medío de extranos puede
vas formas urbanas, masificándola alrededor de plazas que no obtenerse a través de la comparación de una pieza de etiqueta
estaban destinadas como lugares de fácil congregación y socía- social en la nueva sociedad urbana con la misma etiqueta en la
bilidad, el conocimiento de esos extrafios a través de la oh- antigua sociedad de la corte. Esta sutileza social interesa a las
servaci6n rutinaria se volvió más difícil. Cuando la complejidad preguntas, saludos, presentaciones y chismografía como el prí-
de los mercados extendidos destruyó los territorlos. estables de mer estadio de la sociabilidad para dos extrafios que se encuen-
actividad econômica, el «lugar» ocupacional no ayud6 en abso- tran .por primera vez.
luto. Las rupturas de jerarquías entre las generaciones se hí-
deron más frecuentes; la herencia de una posición sucumbió a
la creaci6n de una posición, tanto baja como alta. Intercambios en la corte y en la ciudad
~e este modo, el dominio de las apariencias no fue regido
facilmente por modelos tales como de dónde has venido, adónde Los observadores de los modales de parisinos y londinenses
perteneces o qué estás haciendo cuando te veo en la calle. Nue- en la década de 1750 fueron menos impactados por las diferen-
vamente, contrástese esta situación con la demografía de Nueva cias entre las dos ciudades que por la diferencia de ambas con
York ai comenzar el siglo xx: los migrantes de Nueva York respecto a los términos provincianos de la cortesía. También
ubicados inrnediatamente por el idioma que hablaban, a menu- observaron cuán similares se habían vuelto las dos ciudades, com-
do habiendo emigrado faroilias enteras o habiendo traído a sus paradas con la desigual vida cortesana de Inglaterra y Francía.
familias en tren, se agruparon en subáreas étnicas dentro de la La vida cortesana que surgi6 bajo el reinado de Carlos 11 en
cíudad, incluso aI extremo de vívtr en edificios dentro de su Inglaterra se estableció sobre -un curso exactamente opuesto al
área étnica según la Iocalidad o el pueblo que habitaban en su de la vida cortesana desarrollada en Francia bajo Luis XIV. Los
antiguo país. Una vez en Nueva York, cada uno de esos sub- ingleses, después de la austeridad del gobierno puritano, ob-
grupos étnicos utilizó el área de una manera análoga a la del servaron cómo en su sociedad la vida cortesana cobraba forma
medioevo o el Renacimiento en las plazas de Paris. La calle era entregada al placer informal; esta situación perduró desde 1660
nu área de negócios, de encuentro de grupos, escenario de la hasta 1688. Los franceses bajo el reinado de Luis XIV, luego de
los desórdenes de la Fronda, vieron tomar forma a una vida de
corte expresamente formal y ordenada, altamente disciplinada,
22". WILL~AMS, op. cit., p. 147; ver H. 1. HABAKKUK, American and British crecientemente almidonada; esta situación continuó hasta 1715.
Technílagy in the 19th Century (Cambridge: Cambridge University Press, 1962)
par~ una teoria más general acerca de la transformación de este excedente en En Inglaterra, la irrupción del crecimiento urbano desde la dé-
el siglo XIX. cada de 1690 en adelante fue acompafíada de una creciente esta-
78 79
bilizacián tanto en la política como en la vida de la corte; esto en la corte, los subgrupos fueron nuevamente lo bastante pe-
es, el crecimiento de Londres y el crecimiento de una monarquía "quefios como para permitir que los hechos relacionados con una
estable, limitada, se desarrollaron paralelamente. En Francia, la persona pudieran ser divulgados de boca en boca antes de que
fuerza deI rey y la fuerza de París eran antagónicas. Luis creó ésta fuese presentada. Además, la importancia de la prioridad
Versalles y abandonó las Tullerías como residencia permanente, promovía una intensa investigación acerca de la categoría de los
así controlaría mejor a sus nobles, para que la corte pudiese extraiios que uno iba a conocer.>
transformarse en una rígida jerarquia sin lugares o escenarios Los modelos de murmuración surgían naturalmente de una
de escape. Después de la muerte de Luis XIV en 1715, el cambio situación de esa naturaleza. La chismografía constituía un in-
experimentado por Paris bajo Luis XV se realizá a expensas de tercambio irrestricto de información acerca de otras gentes; sus
las instituciones de Versalles. En consecuencia, las historias pecados, asuntos amorosos, o pretensiones eran analizados en el
de las cortes de Inglaterra y Francía son comparables polítjca- mayor detalle porque en la corte la mayoría de estas intimi~a­
mente, sólo como opuestas. Socialmente, existieron ciertos pa- des constituían el conocimiento común. Además, la murmuracton
ralelos.ê nunca indica a un superior que sabe, o verdaderamente ha es-
En las cortes de mediados del siglo XVII, no solamente en cuchado, la chismografía acerca de éste, mientras que el supe-
Francia sino en Alemania, Italia e Inglaterra, los saludos entre rior al hablar con una persona más baja socialmente puede
personas de distinto rango inc1uían elaboradas lisonjas basadas indicarIe, sin insultarIa, que ha escuchado murmuraciones sobre
en el conocimiento interpersonal. Por supuesto era el superior esa persona e inclusive discutir su verdad o falsedad aun du-
quien debía ser adulado en los tratamientos entre personas que rante un primer encuentro.
no poseían c1ase y aquellas que sí la poseían, los títulos indica- Setenta afios más tarde, en Londres y Parfs, el modelo había
tivos del rango eran de rigueur por ambas partes: Monsieur le cambiado. Con propósitos de clar'ificación, analicemos a la mis-
Marquis le hablaba a Monsieur l'avocat. Las lisonjas ofrecidas ma clase social tal como se hubiese orientado antes en la corte.
bajo estas circunstancias estaban destinadas a enaltecer perso- En 1750 lord Chesterfie1d previene a su hijo que nunca aluda
nalmente la c1ase reconocida del interlocutor. En las memorias a la familia de la persona que le es presentada porque uno
de Saint-Simon, encontramos personas «honréndcse» unas a otras nunca sabe con seguridad qué relación emocional existe entre
en términos tales como «Estoy encantado de conocer aI hombre una persona y su familia, ni tampoco se puede estar seguro, en
que... » después de 10 cual seguía una lista de hazaãas en la las «confusiones» de Londres, de que uno tenga los modelos fa-
guerra, conexiones familiares o, cuando se trataba de personas miliares correctos. Dentro de un medio populoso, colmado y
de una posición ligeramente más baja, rasgos de carácter que vuelto a colmar por extraüos, los saludos que enaltecen a la
dan a un hombre una reputación. Decide a una persona la ma- persona y a su conocida posición social se volvieron una ~ues­
yor lisonja acerca de él o ella en un primer encuentro era una tión difícil. Ahora, generalmente debían encontrarse expresiones
manera de establecer un vínculo social.> de salutación estereotipadas cuya aceptación era una cuestión de
La estructura de una sociedad dominada por la corte bace cuán floridas y no particulares fuesen como figuras del lenguaje
que esta c1ase de saludos y alabanzas surjan fácilmente. Con en sí mismas; el hecho de que pudiesen ser, y fuesen, aplicadas
excepción de Versalles estas cortes eran pequenas, de modo que indiscriminadamente a cualquier persona no disminuía de nin-
la reputación de una persona y sus antecedentes podían pro- gún modo su cortesía. Verdaderamente, la esencia del cumplido
palarse con facilidad en la pequena comunidad. Las estimado- consistia en honrar a otra persona sin necesidad de ser directo
nes de la cantidad de personas que habitaban Versalles durante y personal.ê
la época de su esplendor varían enormemente, pera está claro Por ejemplc, cuando la Mariana de Marivaux, en La Vie de
según Saint-Simon y según escritores modernos como W. H. Marianne, asiste a su primera gran fiesta en Paris, queda impre-
Lewis que dentro de los rangos que eran factibles de encontrar sionada por lo atractivo y abierto de la compaüía, por lo poco

23. J. H. PLUMB, The Origins ai Political Stability: England 1675·1725 (Boston: 25. W. H. LEWls, The Splendid Century (Nueva York: Morrow, 1971 00.),
Houghton Mifflin, 1967) passim. Para los cambias específicos consultar la obra pp. 41-48.
de Alfred FRANKUN, La Vie Privee d'Autrefois (Paris: Plon, 1887), I, 259.282. 26. LoRD CHESTERFlELD, Letters (Londres: Dent-Dutton, ed, 1969; primera pu-
24. Ver SAINT.SIMON, Mem?irs (Paris: Boston, 1899) y también los muy ínte- blicación, 1774), p. 80; existen interesant:s paralelos con los .saludos con los
resantes apartes en el trabaio de H. BAUDRlLIART Histoire du Luxe Privé et que Voltaire comenzaba sus cartas; las rmsmas palabras se aplican a gentes de
Public (París: Hachette, 1880), voí, I, pp. 194.195;' ver también esos momentos rangos sociales ampliamente divergentes, algunas de las cuales respondeu exac-
registrados en los diarios de Pepys cuando describe los bríndís mientras sus tamente de la rnisma forma; el hecho de que los saludos sean impersonales
compaií.eros están bebiendo. no disrninuyen su «cortesia» en modo alguno.

80 81
HCS 151.6
. I I tría de tu conversación y
De todas las cosas, destlerra a t:;oc~n tus propíos íntereses per-
que se habla de gentes de quienes ella podría no saber nada y por nunca pienses en ·entrete~er da las gen ue sean interesantes para ti, son
el cuidado que se toman para que ella Ies hable de su propia sonales o tu~ asun~os priva os, ~~~~squiera otros. Además. uno no
vida sin parecer entrometidos. Eu la sociedad urbana del si- tediosos e lmpertme~tes para tos privados.S'
glo XVIII la cortesía se transformó en el reverso de los estilos que puede guardar demasiado eu secreto sus asun
habían caracterizado a la socíedad cortesana de mediados deI fi Id cit s propios errores de juven-
sigla XVII. RI vínculo social inicial fue establecido mediante for- Una y otra vez Chester e claladsUdes de Londres crecíó con
mparado de 1as re 1 a ' .
mas de cortesía basadas en el rcconocímíento de que las gentes tud cuando, a .d d 1 franqueza eran cuabdades mo-
eran «cantídades desconocídass.F la idea de que la honcstí ~ _Y a f Ul1 ran dolor causado a
Bajo las condiciones urbanas la murmuración adquirio un rales; el precio de ;sta~ vlrt~~e;o ~~U:~nzóg a vivir su existencia
carácter peculiar. VoItaire escríbíó que si uno comienza la mur- mí mismo y a los emas» cu n un medio aristocrático simi-
muración demasiado prematuramente en el conocímícnto de una de adulto en LondreJ' ~dU~;~~ ~hesterfield observaba la spiri-
persona, se la insulta. Más que un terreno ínmediatc de tópicos lar al de Madame e evi .. , . n los afies de 1740, ya
a compartir, la murmuracíón se transformá en la marca de la tualité d~ ella C?~o un '1o~~~~~ ~~~~~o c~mbió de la corte y. la
amístad en cierto estadio. De 10 contrario, existía un gran riesgo que la VIda SOCI~d q~~t~e extrafios en una cíudad cosmopohta.
aI hablar de gentes hacia quíenes el interlocutor estuviese bien
dispuesto: o inclusive, como en una de las populares historias her~~a~~a~n~etsi~IO XVII~ ~~ed:U~~ ct;o l~~e~~~n~erso::~~e~:ni:
de la década de 1730 que refiere un relato licencioso acerca de socíabilidad, aunque sus L~~ condiciones materiales d~ la vida
una mujer que ignoraba la verdadera clase de mujer que ella candidatos a tal honor. bri signos de interrogaclón sobre
era. Por 10 tanto, la gran cíudad regía la conversacíón sobre la hicieron que las g.entes. ~ n~~~n no fue una cuestión emocional-
personalidad como una manera de establccer un primer contacto los demás, Y esta íncertr ur d más como desconocidos premo-
con los demãs.ê. mente neutra. EI temor a os e ue Chesterfield había dado
EI conocimiento de una distancia existente entre una per- vió ad vertencias similares a aquellas q iede guardar dema-
.. I tido de que «uno no pr
sona y su propio comercio con el mundo se volvió un tema re- a su hIJO en e sen I to privados» el propio temor a estas
chazado IX'r muchos escritores en la década de 1740, de quíenes siado en secreto sus asun s , f t era un
lord Chesterfield fue tal vez el ejemplc más famoso. En las car- cambies materiales reforzaba PO! IOdtanto su ae qe~eO'n~uepudiesen
. d obre los extranos e maner ,
tas de Chesterfield a su híjo el énfasis se concentra en aprender mantob~rrâJa °e; virtud de sus circunstancias materiales. l Como
a sobrevivir en eI mundo escondíéndose recíprocamente los sen- ser «u ICa os» " ' 1 candidatos para crear una so-
timientos. En el afio 1747, Chesterfield aconsejaba: hicieron entOJ.;ce? 'd,estdos dl~lmtl esa ? -Cuáles fueron los elementos
ciedad de sociab il i a tan In ens . (.. ?
que utilizaron para construir sus relaciones:
Las gentes de tu edad, habitualmente, presentan una descuidada
sinceridad acerca de si mismos que los vuelve fáciles presas de los
arteros y experimentados... Cuídate entonces, ahora que estás entran-
do en el mundo, de estas amistades propuestas. Recíbelas con gran
cortesia, pera tambíén con gran increduIidad; y retribúyelas con lison-
jas, pera no con confíanza.zs

Pocos días más tarde Chesterfield arnplió su consejo. Verda-


deramente, este afio marca el comienzo de una peroración que
abarcarfa toda su vida y en la cual Chesterfíeld le dice a su
hijo que solo nevando una máscara puede sobrevivir a Ias «ace-
chanzas» de las grandes ciudades como Paris y Londres. Las pa-
labras de Chesterfield eran inflexíbles:

27. MARIVAUX, La Vie de Martanne, en Ramans, Récits, Contes et Nouvelles,


texto presentado y prologado por MareeI Arland (Tours: Biblicthêque de la
Pléiade, 1949), pp. 247-248.
28. CHESTERFIELD, op. cit., p. 80. 30. Ibid., p. 34.
29. tma., p. 32. 83
82
IV. Roles públicos

Una de las formas mediante Ia cual la sociedad urbana deI


sigla XVIII volvió significativos los encuentros sociales, fue a tra-
vês de los códigos de creencia que operaban tanto en el teatro
como en la vida cotidiana. Mirando hacía atrás podemos intentar
ser un poco más prudentes al referirnos a este puente de lo que
lo fueron las gentes de la época. A mediados del sigla XVIII en
París como así también en Londres, las gentes se referían a
Ia ciudad como habiendo cambiado los términos básicos de la
milenaria imaginación deI theatrum mundi. En el afio 1749 Fiel-
ding se referia a Londres como a una sociedad en la cual el
escenario y la calle se encontraban «literalmente» entremezcla-
dos; el mundo como teatro, decía Fielding, ya no era «sólc una
',"metáfora» como había sido en tiempos de la Restauración. En
11757 Rousseau escribió un tratado para demostrar que las con-
.dícíones de vida en París impulsaban a las gentes a comportarse
.como actores a fin de ser sociables unas a otras en la ciudad.
Tal como veremos dos capítulos más adelante, estas declara-
ciones acerca de un nuevo theatrum mundi no fueron realmente
lo que parecían, Retrospectivamente sería mejor decir que se
construyó un puente entre aquello que era verosímíl en el es-
cenario y lo que era verosímil en la calle. Esto otorgó una forma
a la vida de la calle, Así como el actor despertaba los senti-
mientos de las gentes sin revelarIes su propio carácter exterior
al escenarto, los mismos códigos de creencia que empleaba le
servían aI público para un fin similar: ellos alcanzaban los sen-
timientos de los demás sin necesídad de intentar definirse entre
sí, una definición que las condiciones materiales de vida hubie-
sen hecho difícil, frustrante y probablemente Infructuosa. Este
puente, a su vez, les brindó a las gentes los medias para ser
sociables en terrenos impersonaIes.
Fue de este modo que la primera de Ias cuatro estructuras
de la vida pública, el problema del público, llegó a mantener
una relación con Ia segunda estructura, los códigos de creencia
que unían aI teatro con la socíedad. La primera representaba
una cuestión de desorden material; la segunda, un orden emo-
cional construido sobre aquél. EI orden fue la respuesta aI dcs-
ardeu pero también una traseendencia de él.
EI puente estruetural entre Ia ereencia en el teatro y eu la
calle se formó eon dos principios: uno eoncerniente al cuerpo
y el otro a la voz. EI cuerpo fue tratado como un maniquí, el

85
lenguaje como un signo más que como un símbolo. Por media Durante sus primeros momentos en la calle, el intruso mo-
dei primer principio, las gentes visualizaron las vestimentas como derno se vería tentado de llegar a la conc1usión de que no
cuestiones de ingenio, decoración y convención, y con el cuerpo existía ningún problema de orden en esta sociedad, al estar to-
sirviendo como maniquí más que como una criatura viviente y dos tan claramente diferenciados. Y si este observador moderno
expresiva. Mediante el segundo principio, escuchaban un Iengua- tuviese algún conocimiento histórico ofrecería una explicación
je que tenía significación en y para sí mismo antes que un len- simple para este orden: las gentes no hacían más que observar
guaje que hiciera referencia a situaciones externas o a la per- las leyes. Puesto que en los estatutos de Francia e Inglaterra
sona que hablaba. A través de los dos principiosestaban capaci- existían leyes suntuarias que asignaban a cada rango de la jerar-
tados para separar de la conducta con los demás los atributos quía social un grupo de ropas «apropiadas» y prohibían a las per-
personales de aquellos concemientes a la condición física o so- sonas de determinado rango la utilizaci6n de vestimentas que
cial y de este modo dieron el segundo paso en la creación de correspondían a personas de otro rango. Las leyes suntuarias
una geografia de «fuera en público». eran especialmente complicadas en Francia. Por ejemplo, a las
mujeres de la década de 1750 cuyos maridos fuesen trabajadores
no les estaba permitido l1evar aquellas vestimentas que, llevaban
EI cuerpo es un maniqui las mujeres de los patronos de un gremio, y a las esposas de los
«comerciantes» les estaban prohibidos algunos de los adornos
Un habitante de una ciudad moderna que fuese súbitamente permitidos a las mujeres de clase elevada}!
transportado a Paríso a Londres en los afios de 1750, encontraría No obstante, las leyes de los libras de estatutos no indican
multitudes cuya apariencia era a la vez más simple y confusa que éstas fuesen observadas o ejecutadas. A principios del si-
que las multitudes de nuestro tiempo. Actualmente una persona glo XVIII se practicaron muy pocos arrestos por violaci6n de las
en la calle puede distinguir de vista a la persona pobre de aque- leyes suntuarias. Teóricamente uno podía ir a la cáreel por imi-
lla de clase media y, con un poco menos de precisión, a la tar la apariencia física de otras personas; en la práctica, en el
persona rica de la persona de clasc media. Hace dos siglas las afio 1700, uno no debía tener ningún temor de haeerIo. Las gentes
apariencias en las calles de París y de Londres eran manipula- que habitaban grandes ciudades tenían pocos medias para decir
das de esa manera hasta el punto de convertirse en los indica- si la vestimenta de un extrafio ~n la calle era un exacto reflejo
dores más precisos de la posición social. Los sirvientes eran de la posici6n social de él o ella, por todas las razones enuncia-
fácilmente distinguibles de los trabajadores. La clase de trabajo das en el capítulo anterior; la mayoría de los migrantes hacia
que una persona realizaba se podía discernir a partir de las los centros cosmopolitas l1egaban desde lugares relativamente Ie-
vestimentas peculiares adoptadas por cada grernio, como tam- janos, desarrollando nuevas ocupaciones una vez en la ciudad.
bién podía distinguirse la jerarquía de un trabajador en su oficio lEra entonces una ilusión aquello que el observador veía en la
echando una mirada a ciertos mofios y botones que llevaba. En calle?
los estratos medios de la sociedad, los abogados, contadores y De acuerdo eon la lógica de una sociedad propensa a la igual-
comerciantes usaban adornos distintivos, pelucas o monos. Los dad, cuando las gentes no tlenen que .exhibir sus diferencias so-
estratos más elevados de la sociedad aparecían en la calle con ciales, no lo harán, Si tanto la ley como la extranjería permiten
vestimentas que no sólo les separaban de las clases inferiores que uno «escape» siendo cuaJquier persona que elija ser, enton-
sino que además dominaban la calle. ces uno tratará de no explicar quién es. Pero esta lógica igualí-
Las vestimentas de la minoría y de la burguesía acaudalada taria se destruye cuando es aplicada a la ciudad del ancien ré-
dejarían perpleja a la visión moderna. Usaban lunares postizos gime. A pesar dei hecho de que las leyes suntuarias fueron ra-
pigmentados en rojo y untados sobre la nariz, la frente o la bar- ramente aplicadas a 10 largo de Europa Occidental, y a pesar
billa. Las pelucas eran enormes y elaboradas. Así eran también del hecho de que en las grandes ciudades sería difícil conocer
los tocados de las mujeres, que incluían ad.emás barcos a escala algo acerca de los orígenes de aquellos que uno veía en la
perfectamente detallados y entrelazados en el cabello, canastos calle, había un deseo de observar los códigos deI vestir de acuer-
con frutas o, inclusive, escenas históricas representadas por fi-
guras en miniatura. La pieI de hombres y mujeres estaba pin- 31. Cuando los Estados Generales se encontraron en 1789, el Gobernador de
tada de un rojo apopléjico o bien de un blanco desvaído. Se los Estados. siguiendo las antiguas Ieyes, declaró que los miembros deI Tercer
usa6an antifaces pera sólo por la diversión de poder quitát'selos. Estado no podían llcvar joyas o anillos o usar monos U otros emblemas de ca-
lores brillantes en sus rapas. Esta encendió la ira de Mirabeau y promovió
Parecía como si el cuerpo se hubiese transformado en un gra- uno de sus discursos más famosos. Ver R. BROBy-JoHANSEN, Body and Clothes:
cioso juguete con el cual divertirse. ....n Illustrated History ot Costume (Nueva York: Reinhold, 1968), «têrh Century~.

86 87
do aI range. AI hacerIo aSÍ, las gentes esperaban poner orden la pertenencia a algún gremío era inservible, ya que muy pocas
a Ia mezcIa de extrafios en Ia calle. personas estaban autorizadas para usarlas. Un modo por el cual
EI vestuário de la mayoría de los ingleses y franceses de las Ias gentes resolvieron estas dificuItades fue el adaptar coma ~e
clases media y alta mostraron una significativa estabilidad en el uso en Ia calle aquel vestuario que defi?-ía clarament~, un OfiCIO
corte y la forma general desde fines del sigla XVII hasta media- O profesión particulares pero que tema poca relación con el
dos deI sigla XVIII, ciertamente más estabilídad que en los ochen- oficio o la profesión deI que lo usaba. Estas gentes no .se v~s·
ta afies previos. Con excepción del panníer femenino (una falda tfan necesariamente de ellas mismas. En efecto, los archivos .ln~
aplastada) y deI cambio gradual que experimentó la figura deI dican que Ias gentes de clase medJa baja parece!1 haber sido
ideal masculino, deI talle corpulento aI talle fino y estrecho, hubo s6lo esporádicos tenderas en cuestion de ropas. NI tampoco ~e
en el siglo XVIII una persistencia de las formas básicas del sí- preocupaban demasiado por alterarlas de algun modo pa:-a. vestir
glo XVII. Sin embargo, el uso de estas formas estaba cambíando.c o simbolizar su propio rango particular si estas. ;opa.s 'YleJas Ies
Aquel vestuario que a fines deI siglo XVII era utilizado en eran donadas por alguien de un oficio o profesión dI~tInta pera
cualquier ocasión, fue concebido como apropiado solamente para equivalente. Eso hubiese sido idiosincrático; las vestimentas no
el escenario y la calle en el siglo XVIII. En el hogar del siglo XVIII, hubiesen significado demasiado para una persona de la ca:le que
las entalladuras flojas y las vestimentas simples constituían las no conociese a quien Ias llevaba y mucho menos I~. razon por
preferencias crecientes de todas las clases. Aparece aqui el pr'i- la cual éste pudiese haber alterado una forma familiar, El he-
mero de los términos de la división entre el dominio público y cho de que Ias gentes fuesen efectivamente lo que us.aban era
el privado; el domínio privado es más natural, el cuerpo apare- menos. importante que su deseo de llevar algo reconocible a fin
cia como expresivo en sí mismo. Squire sefiala que, durante de ser alguien en Ia calle.> , .
la Regencia, Podríamos decir que un agente marítímo empleado en una
firma de aves de corral que se vistiese como un carnicero o ~
Paris asisti6 a Ia completa adopción de una apariencia negtigée. La halconero cuando saIía a dar un paseo, estaría usando un dI5-
rapa deI tocador había descendido a la sala. La categoría «privada» fraz. Esta idea de disfraz nos ayudarfa a comprender su conduc-
deI vestido era enfatizada por el uso general de formas claramente ta como relacionada con el vestuario de un actor en. el te~tro
edesvestidas» en su orígen.e y podríamos entender fácilmente que ese ~odo d.e vestir pudiese
denominarse observancia de una conven~Ión SOCIal. .
En la calle, por contraste, se usaban vestimentas que indica- Lo que vuelve fascinante a la rapa de calle en el sIgI~ XVI~I es
ban Ia posición social de forma Indudable y el vestuario debía que incluso en los casos menos extremos, .d?nde Ia dlspandad
ofrecer una imagen corporal familiar y conocida si se deseaba entre el atavío tradicional y las nuevas condiciones materiales no
que los detalles tuviesen éxíto. La conservacíón de aquellas for- impulsaba a nadie a un acto de Imitación y sí, en cambi<:>, a Ile-
mas voluminosas en la apariencia física que predominaban en var vestimentas que reflejaran exacta y razonablemente .quIén e.ra,
el siglo XVII no podía, por lo tanto. ser observada como una sim- estaba presente el mismo sentido de disfraz y convencron sO~Ial.
ple continuidad con el pasado. EI intento estaba destinado a uti- Eu el hogar las ropas se adaptaban aI cuerpo y a sus necesída-
lizar Imégenes comprobadas del lugar aI que uno perteneeía en des; en la c'alle se llevaban ropas cuyo propósito e~a el ~e hacer
la sociedad con el objeto de definir un orden social en la callc. posible que otras gentes pudiesen a~tuar c~mo SI supiesen ~e
Debido a los cambios producidos en la vida urbana, este in- quíén se trataba. La persona se VO~V1Ó una figura eu t;n p'aIs:!,~
tento debía topar forzosamente con dificultades. Por una parte, inventado; el propósito de las vestimentas no era cl c.e olor.'~",.
muchas de Ias nuevas ocupaciones mercantiles no tenían un pre- seguridad en el conocimiento del ot~o, sino. cl de volver a l~ per-
cedente en el siglo XVII, de modo que aquellos que trabajaban sona capaz de comportarse como SI estuvíese segura. No mves-
en la sección de contabilidad de una firma comercial no dís- tigues demasiado profundamente dentro de. la verdad..de la apa-
ponían de la ropa adecuada. Por otra parte, con el colapso de riencia de otras gentes, aconsejaba Chesterfleld a S11 hijo: la VIda
gremios en las grandes ciudades, gran parte de la colección es más sociable si tomamos a las gentes como son y no como
de vestimentas familiares basadas en adornos que acreditaban probablemente sean. En este sentido, por lo tanto, las vestímen-
tas tenían un significado independiente de quien las llevara y
(32. Ver James LAVER, A concise History ai Costume and Fashion (Nueva de su cuerpo. A diferencia de lo que representaba en el hogar, el
York: Abrams, Inc., n.d.), e'I'he 18th Century», para un excelente resumen cuerpo era una forma para ser vestida.
féctíco.
33. Geoffrey SQUIRE, Dress and Society, 1560·1970 (Nueva York: Viking, 1974),
p. 110. 34. BRAUDEL, op. cit., p. 236.

88 89
AI articular esta regla tend riamos
'
en, I ugar de «gentes». Puesto u Ique' especí'f'tear «hombres»
mas cuidadosamente para
tuaria; dentro de un rango
uni t\fUJeres
e eran escrutinizadas
re aCI n entre su rango y su ves-
viéndome, exclamé: «Oye, SaIly, querida, quê nueva travesura es ésta:
no se parece a ninguna de las batas que solías Ilevar.» «No, querido
---exclamó ella-, no es ninguna bata, es la chemise de la reíne.» «Que-
podían elegir un lado de Iagen~ralJ como eI de los hombres elIas rida -c-respondí, ofendido por esa jerigonza-, Ilamemos a tu nuevo
en hostilidad aI saltearse la C~ne o d~I. otro, pera podían in~urrir vestido en inglés corriente.» «Pues entonces -dijo ella-, si así 10
problema era más agudo eu los ea ,lVIsona entre los ranges. EI quieres, se trata de la camisa de la reína.» Por Dios, pensé yo, en qué
muy claros ellos mismos entre lmatl~esl de la categoría, tampoco se convertirá el mundo si la muier de un aceitero baja a atender la
dia y los de Ia cIase media alt os mve es, de Ia ~lase media me- tienâa, no sólo llevando su propia camisa, sino la de una reina.
por eI cual se propagá la m da, y Ia r~zon estriba eu el media
femenina. o a de Ia epoca entre Ia población Si la esposa de U11 aceitero o cualquier otra mujer podía lIe-
Francia fue el modelo ara . var una chemise de la reine, si la imitación era exacta, lcómo
veles medias Como eu losPmás e~I gusto fememt,t0 tanto eu los rii- podían saber las gentes con quién estaban tratando? Nuevamen-
cada Ias mujeres inglesas de :?~ ,de la s.ocIedad. Eu esta dê- te el problema consistía no ya en estar seguro de un rango de-
mente aquelIo que las mujeres ~OSICIOU media llevaban habitual- terminado sino en ser capaz de actuar con seguridad.F
b!an nevado diez o quince afios ::~cesas de posición elevada ha- Por lo tanto, cuando uno veía que una mujer no estaba atavia-
dIvulgadas por medio de mUfieca:~s. Las T(~'pas francesas fueron da de acuerdo a su posici6n social, se consideraba como buenos
das con réplicas exactas de la ~o Ias mUl:ecas estaban atavia- modales el exponerla aI ridículo incluso aI extremo de sefialarles
ve~dedoresJ con sus cajas de m da, cornente y entonces los a otros cxtraãos que se trataba de una impostora. No obstante,
vemte perfectos maniquíes eu ercancía colmadas con quince o esta humillación era una conducta. como las mismas ropas, que
Viena. En París mísmo existía~matura, viajarían a Londres o a se aplicaba en una geografia específica: si uno encontraba en
lar aunque, naturalmente las m n!re Ias clases un retraso simi- una reunión en su casa a alguien vestido en desacuerdo con su
EI sistema adoptado hub' unecas no eran necesarias 35 cIase, era el colmo deI mal gusto someterla al tratamiento que
de líneas de clase si las mu~~~:sc~ag? una .tremenda confusión uno tenía derecho a intligirIeen la calle.
mente, a la medida humana o ° u resen s~do ~levadas, exacta- La indumentaria de la aristocracia y de las clases burguesas
ent~e las cIases media y alt~ ph r ~! contrano: s~ Ias diferencias elevadas pueden asumir ahora su lugar en relación a la índu-
munecas hubieran sido ecos ex u resen conststído en que Ias mentaria de las clases más bajas. EI principio de vestir aI cuerpo
elegantes llevaban cuando eran ~~~h~e aquello que las damas como si fuese un maniquí, como un vehículo para ser resaltado
cU~do las mufiecas fueron Ilevad mas J.óvenes. En efecto, por Ias convenciones bien establecidas, vinculó a los dominios so-
vestidos se simpIificaron slstem .:s a proporcIOnes naturales los ciales superiores e inferiores más estrechamente de lo que un ví-
se necesitaban mufiecas tamb! a Ica~ente. En París, donde no sitante casual podría suponer en primera instancia a partir de
~Iific~ción. EI resultado' fue q~:nl:e dIO.el mismo modelo de sim. las vestimentas actuales o, más precisamente, las clases eleva-
langw~?s ecos de sus aristocrática s mujers-, d7 clase media eran das llevaron este principio a su conclusión lógica: separar lite-
eran jcvenes, pera también v ~ contemporaneas cuando éstas ralmente deI cuerpo toda imaginación corporal. Si ese visitante
Los códigos dei vestir comoer~lOnes ~impIificadas de ellas.ss casual se detuviese por un momento y considerara en quê fan-
actuaron en forma clara ero ~ m~dlO para regular la calIe tasía y travesura se basa Ia indumentaria de las clases elevadas,
q.uién era quién. EI mode1o ad~r~~t~ana e? la identificación de sería impresionado por el hecho de que la peluca, eI sombrero
ndad. La siguiente es la reac ., P d o podía amenazar esta ela- y la chaqueta aI tiempo que atraen la atención hacia quien
un comerciante en aceite fren~on I e un .marido de clase media los Ileva, lo consiguen merced a las características de estas ador-
me~tada en el «Lady's Magazine»ad a vestIm~nta d.e su esposa, co~ nos como objetos en sí mismos y no corno complementos para
tenor, 1784: e un penado hgeramente pos- destacar Ias peculiaridades de un rastro o de una figura. Repa-
semos la indumentaria desde la cabeza hasta los pies para ver
Cuando bajó Ias escal cómo Ilegaron Ias cIases elevadas a esta objetivación deI cuerpo.
plisado, no podrfa deciro=r~~éc~n b~n vestido blanco, tan apretado y Los tocados consistían en pelucas y sombreros para los hom-
II lese hecho con ella; entonces, voI- bres y en cl cabello enlazado y ondulado para las mujeres. AI
20
35. François BOUCHE comentar la evolución de las pelucas a mediados deI siglo XVIII,
pp. 318-319. .000 Years of Fashion (Nueva
R,
York: Abrams, n.d.), Huizinga escribe:
36. Max von BOMEM D 11
pp. 134.153. " o s, trad. Josephine
Nicoll (Nueva York: Dover, 1972),
37. Norah WAUGH, The Cut of Women's Clothes, 1600-1930 (Nueva York:
90 Theatre Arts Books, 1968), p. 123.

91
.. .Ia peluca se peina en forma de un ch
~J~ :~~ s: ~~al~~: P~olij~s ~= p~q:;:rs~~r:~~ll~r~j~d;
naturaleza; la peluca se tr~sf~~:ne:~~ otornamdomenten to dfe innitar a Ia
en la nariz, insolencia. Se suponía que una asesina debía usar
lunares en los pechos. EI rastro mismo se había transformado
5610 en una base, en el papel sobre el cual se exhibían estas
to per ec to.
ideogramas de carácter abstracto.s
Las pelucas estaban empolvadas y el polvo se mantenía en s Las superficies dei cuerpo siguíeron los mísmos principios. En
~g~~ con pomata. ~abfa muchos estilos, aunque eI que describ~ los afias de 1740 las mujeres comenzaron a exhibir más sus pe-
gr':l~~fdaeJ~pearam:~ c~~~~~ciJ~~38propias pelucas exigían un
chos pera s610 como una base sobre la cuaI colocar sus joyas o,
s610 en algunos casos, esperemos, lunares. Los hombres, aI pro-
EI acceso de Ias mujeres aI adorno d b ' pio tiempo, lIevaban cintas en el extremo de Ias mangas y otros
jor ilustrado por La Belle Paute U e 5US ca elIos esta me- adornos bordados cada vez más delicados. AI adeIgazarse, el cuer-
;e;~~e~~~ae;n~~~a ; ::~~~~~~~~~~~ee~s:1n~~~~~ ~~~~l~ po se volvi6 más simpIe, de modo que permitía mayor plasti-
cidad y variedad en el adorno.v
c~ exacta de La Belle Paute. Los tocad~~ ~~:~t~r a utna répli- Las faldas de Ias mujeres cubrían extensamente sus piernas y
timent eran tan altos ue Ias . pau au sen- pies. Los calzones de los hombres no ocultaban los pies. Por el
~:c~ft,~o:~~as para pas~ a trav:u~~~e~a:o~~n~~op~:~~:~. L~~t:r; contrario, durante este período las polainas divídían visualmen-
te Ias piernas por la mitad y la atenci6n se dirigía sobre el za-
pato más que sobre la pierna toda, como había ocurrido a prín-
eI paul au sentiment era eI ti] f . cipios de sigla y nuevamente aI final deI mismo. La extremidad
distintos adornos sujetos al ~~be~lo.av~~o d~ Iár~o~te y consistía en inferior deI cuerpo era, como lo fueron el rastro y el torso, un
un jar~ín, pájaros, mariposas, cupidos en a~~ o e~ redPresentando
dor e Incluso vegetales. a vo an o en derre- objeto sobre eI que se colocaban ciertos adornos.c
EI cuerpo como objeto de decoración uni6 la calle con el es-
cenario. EI puente entre ambos tenía una forma obvia y' otra no
La. forma de la cabeza era, eu consecuencia totalmente obs tan obvia. El puente obvio radicaba en la réplica dei vestuario eu
curecída, como lo era también gran parte de Ia 'frente La cabez~ los dos dominios; eI puente no tan obvio consistía en el modo
er~ el soporte para el verdadero foco de interés· la p'e luca I por el cual los disefiadores de vestuario eu eI teatro aún conce-
peínado,» . o e
Enni ' t " bían a los personajes alegóricos o fantásticos a través dei prin-
el caráct~~I:td~~~u:;ti~ fue más evidente eI intento de borrar cipio deI cuerpo como maniquí. Además, es importante sefialar un
del rastro. Tanto h~mbr:s:~ge~~~~e~o=~b::;i~t~::a~~:~
área eu la que el vestuario ya descrito, que era el vestuario de
la calIe, fue prohibido para su reproducción en el teatro.
rastro, 'ya fuese roja o blanca, para disimular el color ~atural Por sobre el nivel de pobreza extrema, las vestimentas de
de :. píel y cualquier def~cto que pudiese tener. Se pusieron de calIe de todos los rangos eran llevadas casi exactamente como
mo n':levamente los antifaces, usados tanto por hombres el vestuario teatral. Pera su uso eu el teatro de mediados dei
por mujeres.sc como
sigla XVIII produjo cíertas anomalías, ai menos para un observa-
EI paso final en la destrucción dei rostro f I
pequefios lunares, pintados.. ~a práctica habíauec~m:~:c:l~nco~
dor moderno. En aquellas obras eon puestas eu escena relati-
vamente modernas, como Ias comedias de Mcliêre, los públicos
~gIOLXVII, pero solo se VOIVIO generalizada eu Ia década de 1750 de mediados deI siglo XVIII veian a los personajes con vesti-
6 :r
~ ondres, los lunares se colocaban eu el lado dere h
w cto deI rastro y la ubicaci6n dependia de que unoc ~eso ;~-
er o conservador. Durante el reinado de Luis XV
""
e 1-
mentas de calle aun euando el escenario fuese un tocador. EI
vestuario íntimo para las eseenas íntimas no estaba de moda.
St; usaban para indicar el carácter dei parísíno: a un' ~~~t l~ares En aquellas obras con puestas eu escena históricas el vcstua-
rio de la calle era el vestuario deI escenario. No importaba que
OjO representaba la pasión; en el centro de la m'ej.illa I ai o ~el
, a a egrra; la obra se desarrollase eu la Grecia antigua, en la Dinamarca deI
medioevo o en China. David Garrik interpretó Otelc ataviado
38. Cita de Johan HUIZINGA H L d
p. 211; Elizabeth BURRIS-MEY!m' T~r;-°Is ~ e~~ (Boston: Beacon Press, 1955),
p. 328; R. Turner Wncox Th~ Mode . as ton (Nueva York: Harper-, 1943), 41. Maggie ANGELOGLOU, A History of Makeup (Londres: Studio Vista, 1970),
Scribner's, 1959), pp. 145.146. tn Hats and Headdress (Nueva York: pp. 73·74.
39. LEsTER y KERR Historie Coetum (P . 42. lbid., pp.. 79-84; Lucy BARTàN, Historie Costume for the Stage (Boston:
pp. 147-148; cita de ibid., pp. 148-.149. e eoria, lII: Charles A. Bennett, 1967), W. A. Baker, 1935), pp. 333 ss.: BURRIS·MEYER, op. cít., p. 328.
40. BURRIS·MB1'ER, op. cit., p. 328. 43. WILCOX, The Mode in Footwear (Nueva York: Scribner's, 1948), página
ilustración para capítulo 15.
92
93
con ;ma trabajad~ yelegante peluca, y Spranger Barry hízo
el IDISIDO personajs con un sombrero de tres picos. Harnlet, in- Martin otorgó al vestuario teatral ~na luminosidad. y deli-
terpretado por ~ohn Kemble, aparecia con una empolvada pelu- .eadeza desconocidas en la época de LUIS XV; sus vestImentas
c~ ~ ~on un traje de caballero. La noción de una representación para los personajes romanos comenzaron a, evidenciar una exa-
hlstO?Ca, de aquello que parecían un Dane o un Moor en un de- I;aeración grotesca. Este elemento de ~antasIa fue adoptado por
terminado lugar y en una época dada, estaca totalmente ausente Baquet, su sucesor de mediados dei SIgla XVIII. Las figuras ale-
de la im~ginaci?n,t~atral. ~n el .afio 1755 un crítico escribió que -gérícas dejaron de ser criaturas, se transformaron en un grupo
«:.Ia exactttud hístóríca es lmpOSlble y fatal para el arte dramá- .de elementos decorativos colgados del cuerpo pera tot~lmente
tICO».44 desconectados de sus movimientos o de su forma. La actríz Lacy
Por lo tanto, el puente entre el vestuario teatral y Ias vesti- aparecería en el papel de Amour dans l'Eglé con lo~ pechos des-
mentas de calle no podía ser concebido como parte de un de. eubiertos, pero los pechos noestaban expuestos intencionada-
seo ge.t;teral del ar~e co~o reflejo de la vida. EI puente dei cuer- O\ente. EI sastre simplernente no. tema rop~s que deseara colo-
I?o, en írnágenes, dIstorsIOnaba eI espejo, de puesta en escena o de carle bajo las guirnaldas de encaje que dcbían ser colgadas alre-
epoe;a. Además, Ia similitud entre el escenario y la calle en el ves- dedor dei pecha. EI torso superior desnudo era. como una base
tuarío m~s~o estaba limitada por un hecho de posición social. para el real foco de interés: los vo~ados. de encaje, EI actor. Paul
aparecería como Céfiro con el ropafe sujeto en un punto delicado
L?s pubhcos de teatro de esta década exigían una brusca dis-
contmUIdad entre los dos domínios cuando los personajes en de su pecho; no tiene importancm~ no es el pecho 10 que el
escena eran aquellos que per'tenecfan a los estratos más bajos de sastre está vistiendo, antes bien, esta presentan?o ~ adorno de
la socieda~; estos públicos despreciables les volvían la espaí- tela hennoso y delicado.e Es la regia de la aparrencia en el mun-
d.a en la ciudad y pretendían hacer lo mismo en el teatro. Oca- do cotidiano, el cuerpo como maniquí, lo qu~ ~Iaboraba es~e v~s­
síonalmenie, algunas respetables ocupaciones manuales también tuario teatral. Las figuras alegóricas constttuían «fantasticacio-
eran embellecidas, especialmente la de los sirvientes. Los sírvien. nes de la indumentaria contemporânea», la indu,mentaria d~ calle
tes vestídos por el disefiador Martin en París eran «todo sedas que expresaba Ia libertad y la dominancia SOCIal en función de
y rasos con mofios por doquier; el modelo ha sido conservado la fantasía. . .
para nosotr~s en las fi~ras de porcelana de ese período». En «Las líneas fundamentales dei vestuario cambíaban segun las
una oportumdad, en el ano 1753, Madame Favart apareció en es- fluctuaciones de la moda», escribe Laver, Esta también es verdad
cena ataviada con sandalias, rapa basta y con las piernas des- en función de las vestimentas actuales; el puente entre la calle
n~da;s como una autérrtica mujer trabajadora de provincias; el y el escenario también existía cuando una mujer pensaba en mos-
trarse en la calle como Amour dans l'Eglé. En los afies de 1750
publIco se mostró disgustado.e
Dentro. de estos límites de clase y dentro de las líneas de in. en Londres y en Paris las regias de la apariencia corporal mues-
dumentarín generalmente conservadoras, el vestuario teatral cons- tran un tipo casi puro de continuidad estructural entre la calle
títuta a menudo el campo de prueba para nuevos estilos de pe- y el escenario." .
1ucas, . n~evets lunar~s facíales y nueva pedrerfa. Así como en el Mirándolo por un momento con más profundidad, cua~do las
Renacimiento los dIsefiadores ensayaron con frecuencia nuevas vestimentas de calle y deI escenaríc aparecen como relaclOnad~s
formas arquitectó~icas al Prí?cipio. como telones de fendo, las con el cuerpo, así como lo hizo el vestuario hoga~efio de media-
costureras de .medIados dei siglo XVIII experimentarían a menu- dos deI siglo XVIII, también aparecen como relacionados con el
do nuevos estilos en el escenario antes de intentar hacerlo COn carácter de la persona que las lleva. En ese punto, esta. regla de
las vestimentas cotidianas de calle. marcarse uno mismo en un medio público quedará mtstenosa-
. ~i uno se mue~e des.de las vestimentas específicas a los prin-
mente fuera de contrai: leyendo «más» en la apa;nen.cIa de los ex-
~IplOS dei vestuar~o aplicados por los grandes díseâadoros. de la trafios, hombres y mujeres tendrán un menor sen~I~~ de ord~n
época, C?ffiO Martm y Boquet en Parfs, aparece una manera me- en sus percepciones de los extraiíos. Los usos de artíficio a media-
nos, obviá con la que el teatro unió la regla de apariencia que dos del siglo XVIII, por 10 tanto, deben tr~t~rse con ~espeto aun
regia la calle. cuando en la actualidad nadie desce revrvir la sociedad en la
cual aparecieron.
. 44. WILCOX, The Mode in Hats anâ Headdress, p. 145; citado en la obra de
Iris ~rooke, Western European Costumes, 17th ta Mid.19th Centuries and Its
Relatioris to the Theatre (Londres: George Harrap & Co Ltd 1940) 76 46. Library for the Performing Arts, Lincojn Center, Nueva York, Research
45. Ci~ de la obra de James LAVER, Drama, Its Cost~me d~d De~o;·(Lo~dres' Dívísíon, Lecompte Fclder in 18th Century Costume section, lâminas 77 y 104;
The Studio Ltd., 1951), p. 154; BROOKE, op. cit., p. 74. . lâmina 78.
41. Laver, Drama, p. 155.
94
95
El lenguaje es un signo nocer prímero, en un perfil general, cómo se manejaba el tea-
tro como negocio.
Hombres y mujeres soIlozando por la muerte de un héroe en Eu Ia década de 1750 tanto Londres como París tenían tea-
el escenario; ruidosos siIbidos a un actor que olvida su parte; tros establecidos oficialmente; las salas y teatros «patentados»
tumultos en el teatro cuando una obra toma un giro político irn- O «licenciados» con una base más popular luchaban para ad-
popular: podríamos esperar estas reacciones en una puesta en cs- quirir una categoría de igualdad. En París, las ferias comercia-
cena de Ia época romántica o entre Ias ciudadanos de la Revo- ,1es (la Feria de St.-Laurent y la Feria de St.-Gerrnain) de Ia
lución, pero no es así cuando estas conductas se encuentran con :ciudad albergaban desde fines del sigla XVII a acróbatas, actos
demasiada frecuencia. Existen más bien entre ese público de pe- eircences y una especie de commedia âell'arte. De esta raíz sur-
lucas y fantasías de mediados del siglo XVIII. Es Ia mujer que gió el Teatro Italiano. En ambas ciudades había .ópera; . en ~m­
Ileva eI pau! au sentiment quien clama contra Ia política rimada bas ciudades los empresarios de los teatros autorizados incluían
de Beaumarchaís: es el hombre maquiIlado el que soIloza casi entreactos de baIlet o farsa incluso en media de Ia tragedia más
involuntariamente frente a los infortunios de Lekain. seria.
(.Cómo pueden llegar a expresarse en forma tan libre y espon- En su antigua sala (antes de 1781) la Comédie Française pa-
tânea aquellas gentes cuyas vidas están gobernadas por conven- rece haber albergado a 1.500 espectadores y, en la nueva, tal
ciones impersonales y abstractas? Toda la complejidad de Ia cíu- vez 2.000. Hogan estima en alrededor de 1: 500 la cantídad de es-
ded. deI ancien regime se basa en esa aparente paradoja. Su pectadores para Londres a mediados del siglo XVIII. Las estima-
espontaneidad rechaza Ia noción de que uno debe estar desnudo ciones de Harbage para los teatros isabelinos oscilan entre 1.750
para ser expresrvo. EI concebir al hombre natural como a una y 2.500, de modo que Ia sala del siglo XVII era un tanto más pe-
criatura expresiva, y al hombrc social como a un ser cuyos pen- quefia. En comparación, el Metropolitan Opera House tiene una
samientos y sentimientos son débiles, fracturados o ambrvalentes capacidad de 3.600 espectadores y Covent Garden un poco me-
porque no son verdaderamente suyos, se transformo en el sentido nos.48
común romántico en el período posterior a la Gran Revolución, y lCt,lántas personas asistían al teatro? Existen rnejores datas
luego pasó tanto a la cultura popular como a la intelectual. Este para París que para Londres. Hacia mediados del sigla XVIII, Ia
punto de vista representa al Pastoralismo. Su última expresión Comédie Française incrementaba notablemente la asistencia de
puede hallarse en los anos de 1960 entre aqueIlos pequenos gru- público: de menos de 100.000 espectadores aI afio en 1737, las can-
pos de personas que abandonaron efectivamente la ciudaa (y tidades alcanzan progresivamente los 160.000 espectadores eu
otros grandes grupos que intentaron abandonarla) y tr'atarcn ce 1751 y cerca de 175.000 en.eI afio 1765. Pera estas cifras tienen una
«encontrarse a si mísmos» eu el ambiente natural dcl campo. In- história interesante. Los franceses no asistían en gran número a
cluso Ia mirada más fugaz a la conducta de los públicos de tea- presenciar nuevas obras. Desde 1730. a 1760 se i~tro~~jeron ~~y
tro cosmopolitas en Ia década de 1750 crea ciertos ínterrogantes pocas obras nuevas en el repertorfo, y esta srtuacron también
perturbadores sobre este ideal pastoral recurrente. Aquí había regia para e1 teatro en Inglaterra. Eu el afio 1750, las gentes
gentes que por primera vez trazaban una línea firme entre lo pri- iban a presenciar más regularmente aqueIlos dramas con los cua-
vado y natural por un lado, y lo público y convencional por el les estaban perfectamente famílíarizados."
otro. En ese último dominio, ellos podían ser casi emoarazosa- Necesitamos otro grupo inicial de hecho.s acerca deI público:
mente emoctonales. ,Puede suceder que la libertad para sentir lquiénes se encontraban en él? Tanto en Londres co~o en Parts,
sea mayor cuando la personalidad e identidad propias se encuen- la presencia de muchos trabajadores puede ser excluída de la Co-
tran claramente separadas? iPueden tener acaso la espontaneidad médie Française o de los teatros de Garrik: las entradas eran de-
y aquello que hemos aprendido a llamar «ar-tificialidad» alguna masiado caras. En Londres los asistentes a las tablas tendtan a
relación necesaria y oculta? Efectivamente, esa relación se en-
cuentra encarnada en el principio deI lenguaje como una cues- 48. John LOUGH, Paris Theatre Audiences in the 17th and 18th Centuries
tión de signos antes que de símbolos. (Londres: Oxford University Press, 1957), p. 172; Charles Beecher HOGAN, The
En los afias de 1750, esta fue una regla continua del lenguaje 'London Stage, 1776·1800 (Carbondale, Ill: University of Southern Illinois Pres.s,
'1968), p. cxci; Alfred HARBAGE, Shakespeares Audience (Nueva York: columbía
expresivo entre el escenario y Ia calle, pero en el teatro fue dcstí-
,UDiversity Press, 1941), capo 2.
Iada, codificada más nítidamente Y, por lo tanto, se la comprende 49. Frederick C. GREEN, Eighteen-century France (Nueva York: Ungar, 1964),
con mayor faciIidad al mirar hacia atrás. Para comprender el lcn- ". 169; LOUGH, op, cit., pp. 180·184, 226; George W. STONE, rr., The London
~e, 1717-1776 (Carbondale, m.: University of Southern Illinoís Press, 1%8),
guaje deI público de mediados del sigla XVIII es necesario co-
'o CllCi: LOUGH, op. cit., p. 177.

96 97
HCS 151.7
ser más una mezcla de Ias cIases media y alta, a diferencia de lo a. estar tan inmersos que un visitante extranjero se mostraba sorpren-
que ocurria en Paris donde este público estaba dominado por dido al no escucharles reír ecuando en una tragedia ellos escuchaban
una minoría seIecta. Pero en eI teatro francês había lugares des- ciertas expresiones que podrían impresionarles como graciosas tal
tinados a los miembros de Ias clases medias, a los estudiantes v como lo hacía el público alemáns.st '
a los intelectuales. Estos lugares se hallaban en el pátio de bu· La compenetración de actor y público, la emoción extrema ex-
tacas y las gentes que ocupaban dichos lugares en el antiguo edi-
ficio de la Comédie Française, permanecían de pie. Cuando en hibi~a por éste, e~.lando era conmovido, puede explicar por qué
1781 Ia COI?édie Française se mudó a su nueva sala, se produjo el silencio deI pano de butacas, euando la Comédie Française se
un hecho ínteresante con respecto a la conducta dei público. mudó a su nueva sala veinte afias más tarde, era irritante, to-
Ahora ese patio de butacas tema asientos y estaban reservados: mado como un signo de que el disefio dei teatro era un «insig-
las clases medias no podrían haberse sentido más cómodas. Y ne fracaso», Pero la mezcla deI actor y el espectador en los afios
sin embargo los escritores de teatro de la época comentaron que de 1750, lo mismo que Ias exhibiciones del sentimiento, no era
con el confort deI patio de butacas había llegado aI teatro una ~a descarga dionisíaca o un ritual en el cuaI el actor y el pú-
especie de muerte. Ya no había más gritos provenientes dei sec- blíco se transformaban en una sola persona practicando un rito
tor posterior dei vestíbulo, ni gentes comiendo mientras contem- común. AI mismo tiempo estas públicos estaban comprometi-
plaban, de pie, la obra. EI silencio que reinaba entre el público dos, dominados. Eran objetivos y altamente críticos frente a los
parecía disminuir el placer de ir ai teatro. Y esa reacción es un actores y actrices que les inducían a 11orar. EI público estaba de-
indicio dei sentido de espontaneidad y participación dei pú- seando interferir directamente con el actor; lo hacía a través de
blico.5O un sistema de «puntos» y a un sistema de «arreglo».
A pesar de que la literatura dramática de Londres y París a Los teatros autorizados por el estado tanto en Londres como
mediados dei siglo XVIII era muy diferente (eu esa época por en París presentaban, como ya hemos visto, repertorios de obras
ejemplo, los franceses pensaban que Shakespeare era un bárba- antiguas y familiares. En cada obra había ciertos momentos fa-
ro), la conducta deI público era similar en las dos ciudades. Por voritos muy conocidos por el público y anticipados por éste,
ejemplo, cuando observamos un escenario en los afios de 1750 Cuando un actor o una actriz llegaban a dicho «punto», él o ella
vemos no soIamente actores sino también numerosos espectado- bajarían rápidamente ai frente y ai centro deI escenario y repre-
res jóvenes y miembros de las cIases altas, quienes tenían asien- sentaría su papel de cara a la muItitud. EI público respondería a
tos en eI mismo escenario. Y estas «jóvenes alegres» desfilan por este llamado directo con gritos o silbidos o, si el actor había he-
eI escenario a medida que el ánimo les embarga; Ies hacen se- cho un buen papel, con aquellas «lágrimas, chillidos y desmayos»,
fias a sus amigos que se encuentran en los palcos. No sienten pidiendo que se repitiera Ia escena. Esta situación se podría re-
vergüenza alguna por encontrarse a la vista plena deI público, petir siete (u acho veces. Era un momento de «repetición» mera
mezclados con los actores; en efecto, más bien disfrutan de la de la historia dramática. Los «puntos» eran a la vez momentos de
situación. Durante la mitad deI siglo XVIII, la desenvoltura y es- convenclón, interrumpiendo sea lo que fuere eI propio asunto
pontaneidad de la respuesta dei público están basadas en su deI teatro, y momentos de comuníón directa entre el actor y el
sentido de que el actor y el espectador se encuentran en el mis- público.52
mo mundo, de que se trata de la vida real, algo muy próximo a EI «arreglc» tenía relación eon los vínculos entre el apuntador
la audiencia lo que aUí ocurre. No importa que Mitrídates se des- y el actor. Si un actor olvidaba su parte, miraba naturalmente
plome moribundo a los pies de un vecino nuestro que se encuen- bacia el apuntador. Una vez que el público se daba cuenta de su
tra sentado en el escenario. La muerte provocaba en eI público lapso de memoria, trataba de ponerle aún más nervioso silbando
un despliegue de emociones que desconcertarían a un espectador o gritando con tanta estridencia que el aetor no podía seguir
moderno: las indicaciones deI apuntador. «Arreglaban» al actor,con Ire-
cuencia para bíen.e
...se compenetraban íntimamente con la angustia de los distintos per- Esta espontaneidad no fue solamente privilegio de los públi-
sonajes representados delante de ellos. Prorrumpían libremente en cos privilegiados. Durante algún tíempo, en los afies de 1740, ai
llanto ... Síguiendo una escena de muerte tanto hombres como muje-
res sollozaban; las mujeres gritaban y, a veces, se desvanecían. Uegaban SI. Phyllis HARTNOLL, The Ccncise History ot Theatre (Nueva York: Abrams,
n.d.), p. 154; cita de HOGAN, op. cit., p. cxct.
52. HOGAN, op. cit., p. cxili.
50. SroNE, op. cit., p- cxcí., pp, 229·230. Ver también MARMONIEL, Oeuvres 53. John BERNARD, Retrospcctions oi the Stage (Londres: Colburn and Ben-
(Paris, 1819·1820), IV, 833. tley, 1830), 11, pp. 74-75.

98 99
Teatro Italiano se le prohibiô presentar en el escenario cualquier La economia de la actuación era de tales características que
cosa 9-ue ~o fuese pantomima. Su público popular respondió a eel actor» era trágico, comediante, cantante, bailarfn, cualquier
esta. sltuac.lôn ~antando al unísono las palabras que los actores y cosa que. pudiera necesitarse en una corte donde encontraba
actnce.s mímetízaban para ellos. Las salas populares inglesas eran trabajo. Mãs importante aún, la ausencia de un teatro autosu-
tan ruidosas y respondedoras que muchos teatros debían recons- ficiente significó que las diferencias de lugar fuesen mínimas.
truir y red~corar su interior periôdicamente como consecuencia Las compaiíías que aparecían en Paris, también aparecían en el
d~l gran dano que. el público ocasionaba ai demostrar su aproba- campo o en Versalles.P
ción o su desprecío por lo que había ocurrido en el escenario.v En Londres, la Restauración dio vida a un teatro menos de-
Esta pasíón y este sentimiento espontáneo del público se pro- pendiente de un patrocinio real o aristocrático, más capaz de
ducía en parte de~ido a la clase social de los actores. En este mantenerse a sí mismo por una temporada relativamente breve
período eran considerados como una especie de sirvientes, sir- cada afio merced a la suscripción pública, pera todavia en ma-
vientes .de una naturaleza depravada. Los músicos, ciertamente nos de un pufiado de patrones. Esta situación fue particular-
todos eJec~tantes,estaban incluidos en esta categoria. En la ciu- mente cierta en la ópera. Las actuaciones públicas de música
da? dei siglo XVIII, COmo oeurrió en Versallesen tiempos de por media de instrumentistas comenzaron tarnbién antes en Lon-
LUIS XIV, las gentes hablaban con gran libertad a sus slrvíentes dres que en Paris o Roma; las actuaciones se originaron como
y fre~te a eHos; las mujeres se mostraban desvestidas frente a parte de la vida de las tabernas y los ejecutantes tenían un
10~ criados porque los sirvientes en realidad no importaban. Del rango similar al de una moza de taberna.s
mrsmo m?do en el teatro: estas gentes que actúan están aquí A mediados dei siglo XVII la actuación, ya fuese como activi-
para servimos: lPor quê no deberíamos entonces exhibir nues- dad urbana o de la corte, fue objeto de una gran ínestabilídad,
tros «puntos» y «arreglos»?; lquê es lo que nos impide ser di- de vagabundeo, siendo el actor ordinario una persona de rango
rectos? En este aspecto, la espontaneídad en eí teatro era una bajo, el director de escena altamente capacitado el sirviente de
c~~stión de range social. EI actor existe para dar placer. Nos un patrón o dei gusto de éste o, en Londres, de un pequeno
divierte o despierta nuestra piedad, pero, como un mayordomo público que hacía del capacitado director-actor un perseguido
o una mucama, está bajo nuestro control.e aprendiz de todo y oficial de nada.
Sin embargo, una explicación de esta espontaneidad contro- Los públicos que asístían a las representaciones teatrales es-
lada basada sólo en el rango inferior dei actor es insuficiente. taban organizados de maneras muy diferentes de aquello que
Sola, oscurec~ los cambios en la profesión de representar que aparecería a mediados deI siglo XVIII. En las representaciones de
es~a~an relacionados con los cambias en el carácter social dei cualquier naturaleza, dramática, operístíca o vocal, e1 patrón prin-
publico deI actor. Sola, oscurece a su vez Ia relacíón entre cl cipal deI día era el punto focal de la conducta deI público. Aque-
modo de comportarse de este público y su sentido dei habIa llos que le rodeaban le emulaban en su aprobación o en su
c~mo verosímil en función de signos antes que de símbolos. De- desprecio; -el actor no buscaba satisfacer ai público como to-
?ldo a que el habla como un sistema de signos es extrafío a las talidad sino a un pequeno segmento de éste. El propio dísefio
ideas ~c:>demas referidas al lenguaje hablado, hagamos una in- de las salas de teatro reflejaba esta clasificación. El teatro es-
troduccjón con un breve informe de los cambias simultáneos deI taba diseiíado de tal modo que las mejores líneas de visión
actor y el público para quienes éstos tenían sentido. eran aquellas que par'tían desde los palcos reales o nobles; las
A mediados deI siglo XVII, Ia mayoría de los actores profesia- líneas de visión en los teatros Iondinenses dei siglo XVII estaban
nales pertenecían a compafiías ambulantes. Comenzaban a apa- montadas de un modo similar para unos pocos patronos, los de-
recer teatros regulares abiertos ai público, en Paris había tres más entre el público tenían una mejor visión de aquellos pocos
d~ ellos, pera la profesión de actor permanecía errabunda, mo- que la que tenían deI escenario.
víéndose de corte en corte, con el actor cambiando frecuentemen- A comienzos del siglo XVIII, el teatro y su público comenzaron
te. d~ compafieros, y los teatros urbanos de Paris y Londres su- a asumir una nueva forma. Ciertos teatros de Paris y-de Londres
rninfstr'ando empleos solo de forma parcial. La necesidad domi- se transformaron en organizaciones que recibían subvenciones
nante dei actor era la de encontrar nuevos patronos.v públicas y definidos privilegios. El teatro se transformó, según
palabras de Duvignaud, «poco a poco en una institución y cl
54. GREENIl, op. cit., p. 173; STONE, op. cit., p. cbood.v.
55. Ver W. ~. LEwIS, The Splendid Century (Nueva York: Anchor, 1957); 57. Ibid., pp, 69-70.
HARTNOU., op, cu., p. 156.
58. Henry RAYNOR, A Social History oi Music (Nueva York: Schocken, 1972),
56. Jean DUVIGNAVD, L'Acteur (Paris: Gallimard, 1965), pp. 68-69. pp. 246, 252, 259.
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actor, si bien no en un burócrata, al menos en un trabajador teatro un medio más confiable para un público que comenzaba
regular que producía una definida cantidad de emociones en de- a considerarlo como algo más que un simple entretenimiento.
terminadas fechas». En consecuencia, la necesidad del vagabun- En la medidaen que el público todo comenzó a apoyar, en
deo llegó a su fino AI igual que otros funcionarias del estado, el parte, el trabajo de los sirvientes ejecutantes, se vclvió más
actor en Paris o en Londres buscaba un empleo fijo en alguno vocal en su reacción frente a las representaciones. En el si-
de esos teatros autorizados, un empleo que seguía siendo suyo gla XVII, con toda seguridad, las pasiones del público cortesano
ya fuese que la suscripción pública Ie costease los gastos o no.w eran intensas pera podían ser reprimidas con una inclinación de
En los teatros permitidos pera que carecían de licencia como cabeza del príncipe o dei dignatario que ofrecía el entreteni-
la Comédie Italienne o la Comédie de la Fcire, también s~ esta- miento; así como el patrón controlaba a los actores, controlaba
ban formando algunas compafiías sobre una base más estabili- la conducta de aquellos que eran sus huéspedes entre el públi-
zada con un grupo regular de patronos, con algún dinero clan- co. Con la fragmentaci6n gradual de este patronazgo exclusivo
destino del gobíerno. En Londres, tanto los teatros permitidos en el sigla XVIII, el público ya no debió sufrir dicho control oblí-
como aquellos que tenían licencia se estabilizaron aunque reei- gatorio.
bían una pequena ayuda estatal,ec Junto con este crecido público se produjo una nueva clase
No son difíciles de hallar las razones para esta estabilización de transacción entre el actor y el público. EI trabajo dei actor
de. Ia profesíón del a~tor. En la cíudad del ancien régime el pú- se volvió más estudiado y menos una torpe recitación de su
bhco comenzo a considerar al teatro como se había hecho en la texto; el actor buscó encontrar la totalidad de la sala y no im-
antigua At~nas: como un terreno de encuentro para el pueblo presionar solamente a unos pocos. A medida que el público se
c<;>mo totahdad, n~ como una circunstancia que ocurría bajo los familiariz6 con las obras, exigió esta muestra de tacto; conocíen-
ojos de un pequeno grupo de patronos y con el objeto de pro- do el desarrollo de la trama, el público comenzó a concentrarse
ducirIes placer. El disefio de los teatros construidos desde el en los detalles del trabajo deI actor. Según Ias palabras de un
afio 1.720 en adelante muestran esta situación; se prestaba más crítico, prestaba menos atención a la obra «como una historia
atencíon a disponer de líneas de visión libres para una gran revelada» y más al trabajo de «representacíón» como una ex-
cantidad. de público antes que para unos pocos, y los palcos rea- periencia estética en sí misma. En la actualidad el visitante a
les concítaron cada vez menos la atenci6n focal del público. Co. una sala de ópera en el norte de Italia puede ver todavia al-
rnenzaron a servirse refrigerios durante la misma representación gunos reflejos de esta situación actoral: lo que cuenta no es el
por media de buhoneros que recorrían los pasillos en vez de movimiento sino el momento.
hacerIo en los aposentos privados de los patronos. El foyer se Eu la capital de mediados del sigla XVIII, la actuación con-
transform6 en un lugar donde encontrarse en el entreacto, en cebida como una cuesti6n de momentos antes que de movimien-
lugar de ser solamente una entrada a la sala. Las entradas se tos incluía palabras habladas como signos en lugar de símbolos.
vendían en el edificio deI teatro en vez de distribuirse Como un EI uso moderno define a un «símbolo» como a un signo que
regalo de los patronos, aunque la práctica original se mantuvo representa a otra cosa o cosas. Nos referimos a los símbolos
a pequena escala. Estos cambios no eran de ninguna manera una como teniendo «referentes», por ejemplo, o teniendo «anteceden-
democratización de la representación pública. Todavía se bus- tes». EI símbolo pierde fácilmente una realidad que le es pro-
caba a los patronos aun cuando éstos aumentaron cada vez más pia cuando lo utilizamos de esta manera: «Cuando dices eso, o
su número para cada producción, la propia sala todavia se eu. empleas esa palabra, lo que realmente quieres decir es ... » Uno
contraba segregada por rangos en lo referente a los asientos. de los orígenes saciales de la idea de descifrar signos puede
Lo que había ocurrido era que el teatro mismo se había vuelto remontamos a un siglo atrás, en lainterpretación que de las
más accesible, más U!1 foco de la vida social en la cíudad que apariencias Ilegaría a hacerse en la ciudad del siglo XIX: la apa-
un entretenimiento «otorgado» al pueblc por un rey o un noble riencia es una cobertura sobre el individuo real que se esconde
en la corte. La «rufinización» de la representación profesional dentro."
no fue un signo de su muerte, de una pérdida de espontaneidad; A mediados del siglo XVIII, esta conversi6n de signo a símbo-
estas nuevas condiciones de estabilidad profesional hicieron deI lo, esta suposición acerca de un mundo que existe detrás de
una expresi6n determinada, sería advenediza. Hablar significaba
59. DUVHiNAUD, op. cit., p. 74.
60. lbid., p. 75; ver también el trabajo de Richard SOUTHERN, T1Ie Seven
hacer una afírmacíón emocional, vigorosa, efectiva y, sobre todo,
Ages of the Theatre (Nueva York: Hill & Wang, 1963) acerca de la profesíona-
lizaci6n deI teatro, Southern establece las fechas para Inglaterra antes que 61. Este sentido del símbolo une a filósofos de la lengua tan diferentes como
para Francia, pera es menos específico que Duvígnaud. Cassirer y Chomsky.

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autosuficiente.. EI hecho de que esta habla fuese tan conscien- de los asientos para eI público que había en el escenario a fi-
temente trabajada, o que se jugara conscientemente con la ima- nes de los anos de 1750.
ginaci6n corporal, no, lo denigraba en absoluto frente a lo que Existen dos versiones acerca de cómo se quitaron estos asíen-
la convención producfa. La mujer eon cl pouf au sentiment no tos deI escenario en 1759 con eI objeto de que e1 resto deI pú-
se. sentía «ar~ific.ial» ya que el pouf era una expresi6n en sí blico pudiese disponer de una visión ininterrumpida. Una de las
mls~a y de SI misrna. El actor que se desplomaba moribundo a vcrsíones refiere que un hombre acaudalado.otorgó a la Comédie
los pies de nuestro vecino en el escenario, estaba realmente muer- Française una dotación para reemplazar los ingresos de los asien-
t~ X uno reac~ionab~ frente aI hecho, no importa que ahora pu- tos deI escenario. Otra versión adjudica el cambio a Voltaire,
dleSem?s. descI~rar dicha situación como «incongruente». Piensen y es mucho más interesante en caso de ser verdadera. En obras
en el U1tlI~_O SIgno .~erbal, el punto frente a las candilejas, esta como Semiramis (1748) Voltaire empleaba gran cantidad de ac-
completa mterr:upclOn de movimiento llevaba a los hombres a tores para las escenas con multitudes, y eran tantos los actores
sentirsc eneole~I,zados con el actor o bien a sollozar en ese punto en escena que en la reposición de la obra en el afio 1759, los
P?rq;te la aeclOn, er~ absolutam~nte verosímil en sus propios asientos deI escenario tuvieron que ser quitados. Le siguió Gar-
termmos. No tema mnguna relacíón con eI escenario donde se ríck con su adaptación deI afio 1762. EI resultado fue un incre-
desarrollaba. mento en el sentido de «ilusíón» sobre eI escenario. He aquí
Este sistema cognitivo de signos fue en efeeto una fuerza c6mo 10 explicaba Collé, un dramaturgo de la época:
conserv~d?~a. EI público deI. siglo XVIII, tan inmediato y direeto
en s'!s ]UlCIOS, reprnma terr-iblemente aI actor o aI dramaturgo Se escucha mejor y la ilusi6n es maycr. Ya no se ve a César
que rntentase hacer lo que no se había hecho antes. Recuérdese cepillando el polvo de la peluca de algún imbécil sentado en la primera
1~ d~saprobación deI público de París frente a la realista apa-
fila de las butacas del escenario y a Mitrídates expirando en media
~Iencla de Madame Favart en el papel de una sirvienta andra-
de nuestros vecinos.
~osa y raída; ahora esta situactón podría tener sentido: eHà
Cuando Collé hablaba de que la «Ilusíón» era mayor allí don-
Iba, a hacer que ellos simpatizaran con su miseria; ellos no de los pies no se veían, significaba el perfeccionamiento de un
senan capaces de afrontar-lo porque no concebían que ella o signo. Quería significar que se podía creer más fervientemente
cualquier otra actriz estuviese «sólo actuando». Una obra nó en la muerte una vez que los pies habían desaparecido. Decír
«simbolizaba» la realidad; creaba la realidad a través de sus que es «sólo una actuación» y no quedaba nada para .recordar-
convencione.s. Y, en consecuencia, ella tuvo que ser apartada nos que uno no es real criando pierde su sígnífícado.e
del escenarro, porque iqué hubiera ocurrido con el orden de Debido a que Ia palabra hab1ada era real en un momento
l~s cosas si uno clamaba por sus propios criados? Beaumarchais
determinado, eI punto verosímil sin referencia alguna a 10 que
hbró batalla tras batalla con su público por la misma razón. ha ocurrido antes o a lo que habrá de ocurrir, se abandonó
No se ~rataba de que el público quisiera simular, en eI país de también la espontaneidad instantánea deI público. Las gentes no
nunca [amés, cuando era Impresionado por el sirviente Fígaro debían comprometerse a cada momento en un proceso de dcco-
en eI papel protagónico; era precisamente porque en el teatro dificación para saber exactamente 10 que se les estaba diciendo
no podían creer en él, la raz6n por la cual Fígaro los altera- detrás de la acción. Esta era la lógica de los puntos: la espon-
ba.e
taneidad era un producto de la artificialídad.
La tarea de todo teatro es la creación de un modelo de cre- Analicemos ahora e1 puente que este sistema de lenguaje pro-
dibilidad interno y autosuficiente. En aquellas sociedades donde dujo entre eI escenario y la calle. EI establecimiento urbano en
las expresiones son tratadas como signos antes que como sím- eI que regía este sistema de signos hablados era el café de
bolos, esta tarea se realiza con mayor facilidad. En dichas so- principias del siglo XV11I. A mediados de siglo habían surgido
ciedades, la «ilusión» no tiene ninguna eonnotación con la írrea- nuevos establecimientos donde los extraüos podían reunirse: el
lidad, y la creación de la ilusión teatral es simplemente la reali- café o taberna que servía licores, los primeros restaurantes, el
zación de un cierto poder de expresíon.. antes que un olvido en parque pedestre. En algunos de estas nuevos establecimientos
el oscurecimiento o eI retiro de la «vida real». Una iristancia permaneció ínalterable el modelo de lenguaje deI café; en otros,
significativa de este sentido de ilusión en una sociedad de signos se fragmentó. A mediados deI sigla XVIII, tomaba forma una
es la interpretación que los parrsinos hícieron de la desaparición

62. Ve~ R. ,FARGHER, Life and Letters in France, The 18th Century (Nueva 63. OREEN, op. cir., p. 166; HARTNOLL, op. cit., pp. 154-155; cita de Cout, Diary,
York: Scribner s, 1970), p. 19, para un análisis de Massillon en este contexto. en GREBN, op. cit., pp. 166-167.

104 105
n.ueya clase de lugar de reunión, eI club de hombres, un estable- do en la casa de refrigério tenía el derecho de habIar con cual-
crmíento cu~as nociones deI lenguaje social eran opuestas a aque- quier otro, de entrar en cualquier conversación conociera o no
ll~s deI cafe, la taberna y el parque. En función de estableci- a las otras personas o ya ~se que_ le ínvitaran o. no ahabIar.
~lentos, entonces, era más correcto pensar, por un lado, en el No era bien visto que se (t()z~ran .siquiera los orígencs sociales
vmculo puro dei lenguaje entre el teatro de mediados deI si. de atras personas cuando 'sé hablara con ellas en la casa de
gIo. XVIII y un lugar de reunión de una época ligeramente pos- refrigerio porque se podría interrumpir eI libre fluir de Ia con-
tenor; por otro lado, pensar que para la década de 1750 este versacion.w
puent~ ~ún tenía vigencia pera que también existían otros es- Los finales del siglo XVIII fueron una era en la cual fuera
tablecímientos con un lenguaje más fragmentado. Y lo que es de la casa de refrigerios los rangos sociales tenían una impor-
~ás Importante, los [oyers exteriores y las dependencias deI pro- tancia superlativa. A fin de obtener conocimiento e información
pIO teatro se trausfor~abau en importantes centros sociales y a través de Ia conversación, por lo tanto, los hombres de la
en e~te lugar el lenguaje se daba entre el público en los mismos .época crearon lo que para ellos era una ficción, la ficción de que
térmmos eu que se daba entre el público y los actores duran- las diferencias sociaIes no existían. Dentro de la casa de refri-
te Ia obra. gerios, si el caballero decidía tomar asíento era tema de Ia
La casa de refrigerios era un lugar de reuni6n común tanto charla libre y desinhibida de su inferior social. Esta situación
para .Londres como para París a fines deI sigla XVII y a principias generó su propio modelo de lenguaje.
deI síglo XVIII, aunque debido aI mayor controI deI mercado de La generalidad de gran parte de la disertación en los relatos
café en Inglaterra, Ias casas de refrigerio eran más numerosas de Addison y SteeIe acerca de la charla en la casa de refrigerios
e!l Lo~.dres: La casa de refrígerío es un establecimiento román- no es soIamente un producto de su imaginación sino un agudo
tíco e Idealizado- alegria, conversación civilizada, afabilidad y es- informe sobre la cIase de lenguaje que permitía a Ias gentes
trecha amístad, todo aIrededor de una taza de café' el alcohólico participar sobre un terreno común. Cuando los hombres se sen-
silencio de Ia .tie~da de ginebra aún se desconocía: Más aún, Ias taban a la larga mesa relatando historias de gran perfección,
casas de refrígerío desarrollaron una función que vueIve fácil describiendo guerras o Ia conducta de ilustres ciudadanos con
suo concepto romântico cuando miramos hacia atrás: eran los fanfarronadas y [actancla, s610 tenían que utilizar sus ojos y
pt-incipales centros de información de la época en estas dos ciu- afinar los oídos para «ubicar» los relatos o Ias descripciones que
dade~. S~ leían los escritos, y a principios deI sigla XVIII los llegaban de alguien con el punto de vista de un mezquino ama-
propíetaríos de Ias casas de refrigerio de Londres comenzaron nuense, de un cortesano obsequioso, o dcl degenerado hijo me-
e~os misrnos a editar y a imprimir periódicos, solicitando en el nor de un acaudaIado comerciante. Pcro estas acciones de ubicar
ano 1729 el monopolio en el ramo. Esas actividades comerciaIes eI carácter deI interlocutor no debían interferir nunca con las
como sistema de seguros, que transmitían información acerca paIabras que estos hombres empleaban entre ellos; fluían las
de la posibilidad de éxito de una determinada empresa, crecie- largas opiniones de siempre, las frases descriptivas familiares
ron en las casas. d~ refrigerio; por ejemplo, Ia casa Lloyd's de que todos habían escuchado cientos de veces eran recordadas
Londres comenzo síendo una casa de refrigerios.es nuevamente, y eI desagrado recorría la mesa si alguien hacía
Como centros de información, las casas de refrigerios eran una aIusión que podía aplicarse a la «persona de cuaIesquiera
naturalmente lugares donde florecía el lenguaje. Cuando un hom- de sus oyentes». EI lenguaje de la casa de refrigerios constituye
bre franqueaba la puerta de entrada, se dirigía a la barra pa- el caso extremo de una expresión con un sistema de signos de
gaba ~ penique, se le decía cuáIes eran las regias de la casa, si sentido divorciado de, ciertamente en abierto desafío a, los sím-
no hab.Ia estado antes en el lugar (por ejernplo, no salivar en bolos de sentido como rango, orígenes, gusto, todos vlslbles a
determinadas paredes, no peIear cerca de la ventana, etcétera), y primera vista.
Juego tomaba asíento y se divertía. Eso, a su vez, era una cues- En consecuencia, las gentes experimentaban la sociabilidad
ti6n de conversación con otras personas, y la charIa estaba go- en estas casas de refrigerios sin revelar demasiado acerca de
bernada po~ una regla fundamental: a fin de que la información sus propios sentimientos, historia personal o posición social. El
fuese lo ma~ completa posible, las diferencias entre los rangos tono de la voz, la elocuencia y las vestimentas podían ser dignos
era suspendida temporalmente; cualquiera que cstuviese senta- de atención, pero no se notaría la totalidad. EI arte de la con-

64. Aytoun ELLIS, The Pe11flY Universilies (Londres: Secker and Warbw-8, 65. Lewis A. COSER, Mm of Ideas (Nueva York: Free Presa, 1965), p. 19;
1956), p. 223; ver el capo 9 para una maravillosa descripci6n de las casas de R. J. MITCHELL Y M. D. R. LEYS, A llistory oi London Life (Londres: Longmans,
refrigerios en la ciudad. Green & ce., n.d.), pp. 176-179.

106 107
versaci6n fue una convención en el mismo sentido que el vestir- Este café, fundado a fines dei sigla' XVII, era uno de los apro-
se de ~cuerdo al rango social en Ia década de 1750; aunque su ximadamente trescientos establecimientos similares que existían
mecanismo fuese el opuesto, sígníficó la suspensión del rango, en París a mediados dei sigla XVIII. En el Procope, las conver-
Ambas permitieron la interacción de los extrafios sin necesidad saciones estaban abíertas para cualquíera, y sin embargo, tenía
de indagar eo Ias circunstancias personaIes. en ciertas mesas a grupos de jóvenes, la mayoría de los cuales
Hacia los afias de 1750, las casas de refrigerios de Londres y tema asientos en el escenario de la Comédie Française, quienes
Paris estaban en decadencia. Declinaron en parte por razones se reunían en el Procope después de las obras para charlar, be-
pu~~m~nte econ6mic~s. A principias dei siglo XVIII, la Compafiía ber y jugar y quienes, ai ser desalojados del escenario en el
B.r!taruca ~e las Indías Ori~?tales se relacionó con la Importa, afio 1759, concertaron en el café una manifestación de protesta.
cion d~ te en una .proporclOn .vastamente más beneficiosa que Otros cafés de París diferían del Procope en su clientela menos
los antíguos conventos para la ímportacíón de café' el comercio literaria y selecta, pero el grupo de amigos que se apartaba de
con China y la Iridia se expandió en función del té, Y el té la conversación general deI café para dedicarse a sus intereses
se puso d~ moda.. Los .comerciantes de las casas de refrigerios particulares también podía encontrarse en los demás cafés.67
O? disponían de licencia real para el té y por ende desapare- El lenguaje como un sistema de signos fue amenazado desde
cíeron,«
dos frentes a mediados dei sigla XVIII. Uno fue el club, el otro
La vida de las casas de refrigerios continu6 en las posadas fue el paseo pedestre. Los clubs se volvíeron populares ante un
de I~s capit~les de. mediados dei sigla XVIII, donde los viajeros pequeüo círculo en las décadas de 1730 y 1740. A pesar de que
que iban hacia la cíudad quedaban sorprendidos a menudo aI es- el club del siglo XVIII afectaba las vidas de muy pocas personas,
cuchar a los habitués hablando «Iíbremente y sin reservas sobre merece la pena considerarlo en detalle, tanto porque los térmi-
temas generales de conversación», Continuó en los nuevos esta- nos de su lenguaje prefiguran un renórneno que llegaría a ex-
blecimientos de Londres y Paris donde podían beberse licores pandirse en el siglo siguiente como porque los términos de su
espirituosos. EI café y la taberna son caracterizados con frecuen, sociabilidad no proveyeron al principio, mediados dei siglo XVIII,
cia cama establecimientos del sigla XVIII con una clientela COm- una gratificación plena a aqueIlos cuyo esnobismo les indujo a
l?uesta exclusivamente por trabajadores rnanuales, pera no era crear esta forma social.
este el caso. En las tabernas y cafés que se hallaban alrededor Para entender el club es necesario comprender el lenguaje de
de los teatros, la clientela estaba mucho más mezclada: cierta- la burguesía acaudalada y de la minoria selecta. Ellos no in-
mente, como muchos de estos lugares para beber se encontraban tentaron crear diferencias específicas entre el lenguaje íntimo y
fisicamente conectados con las salas de teatro, servían como e1 habla pública, como lo hicieron con las vestimentas que Ile-
puntos de reunión del público antes y después de las funciones. vaban: Ias estudiadas fórmulas lingüísticas desarrolladas duran-
Las gentes que iban al teatro en Londres o en París a mediados te Ia pr'imera parte del sigla representaban todavia el lenguaje
deI sigla XVIII consumían largos ratos en esos lugares o cerca de deI entretenimiento hogarefio, los cumplidos entre amigos, e in-
ellos; en estos lugares la conversación era al mísmo tiempo ex- cluso las declaraciones de amor. .EI club de hombres fue la
tensa y general, y los oradores, cuidadosos en sus expresiones. primera institución creada específicamente para el habla .pri"ada.
En verdad, las memórias de la época indican que las versiones . ,- Las casas de refrigerios ocasionalmente suministraban comi-
de sefialamiento y arreglo se practicaban en estas cafés, un hom- das, pero cuando lo hicieron se inmiscuyeron en el dominio de
bre se ponía súbitamente de pie cuando tenía un «seâalamiento» las tabernas. Los cIubs se encontraban en estas tabernas y auber-
que hacer (el uso coloquial data de esta práctica) y esos llarna- ges antes que en las casas de refrigérios, y sus encuentros es-
dos a la repetición de frases eran tomados como muy apropiados. tuvieron dedicados ai principio a compartir- una comida. Había
Un orador era «arreglado» por medio de los ruídos que produ- más clubs en Londres que en Paris; a mediados del sigla XVIII
cfan aquellos que estaban con él cuando se volvia pesado. pocos clubs de las dos ciudades tenían edificios propíosw
Pera no todos los cafés trabajaban sobre los textos teatrales La sociabilidad deI club difería de aquella de la casa de re-
ni tampoco se conservó intacto eI Ienguaje como un signo en I~ frigerios de una manera revelada gráficamente por un incidente
vida cotidiana de mediados deI sigla XVIII. Cierto sentido de que relata Boswell en su obra Liie of Samuel Iohnson. Sir Joshua
la muItipIicidad de formas del lenguaje fue revelado por eI café
parisino más famoso, el Café Procope, un establecimiento auto- 67. Jean MOURA y Paul LOUVET. Le Café Procope, cRevue Hebdomadaire»,
rizado para servir comidas, vino y café. Afio 38, Tomo lI, pp. 316-348, es el estudio más seria sobre este café.
68. Henry B. WHEATLEY, Hogarth's London (Nueva York: Button and Co.,
66. ELLIS, op. cit., p. 238. 1909), p. 301; A. S. TURBERVILLB, lohnson's England (Oxford: Clarendon Press,
1933), I. 180·181.
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Reynolds refería a los miembros del Turk's Head Club (Club de vida de Londres o Paris cícn afies más tarde, se volvió menos
la cabeza de turco) que Garrik, el actor, había expresado deI una cuestión de apreciar paisajes como de observar a otras gen-
club: «Me gosta mucho. Creo que yo debería ser uno de voso- tes. Sin embargo, el entablar relación con otras gentes en la
tros», Johnson replicó: «jScr uno de nosotros! lCómo sabe que cal1e no era una actividad simple. Las calles de Paris y de Lon-
se lo permitiremos?» Garrik se había insinuado acerca deI club dres eran aÚD una marafía de vias pequenas y muy sucías, a di-
como si se tratara de una casa de refrigerios eu el viejo sentido. ferencia de los arreglos municipales realizados en Roma durante
Esa apertura es la que Johnson niega.69 el siglo XVII. Casi no existían las aceras, y las que habia habitual-
. Los clubs de mediados deI sigla XVIII estaban basados en la mente estaban construidas con planchas de madera débilmente
ídea de que el lenguaje otorgaba más placer cuando uno había sujetas entre si. de modo que apenas sobrevivían a unos pocos
seleccionado cl público, excIuyendo a aquellos cuyas vidas per- afias de uso. Incluso en pleno día se producían violentos críme-
sonales fuesen ajenas o desagradables. En esc sentido, los clubs nes eu los lugares más famosos de ambas ciudades; la policía
eran privados. La privacidad significaba que la charla era agra- municipal se encontraba en un estadio rudimentario.
dable 5610 cuando se podía controlar a quien se hablaba.tc Una nueva institución se volvió necesaria para la ciudad. Fue
La charla del club significó que el lenguaje como un signo. el parque público, disefiado para facilitar los paseos a pie y en
colocado a distancia de las circunstancias personales del orador carruaje. La construcción de nuevos parques y la renovación de
fuese d~safiad<;>~,Lo primero que se queria saber no era qué s~ viejas zonas abandonadas para transformarlas en parques y pa-
decía smc (,€é~ estaba hablando. El resultado inmediato fue seos, comenzó activamente en la década de 1730.
que la corríente de información se volvió fragmentada; cuando A mediados de sigla, caminar y viajar por el parque, espe-
uno estaba en el club con los amigos, las oportunidades de des- cialmente por St. James's Park, se volvió una experiencia cotí-
cubrir 10 que estaba ocurriendo en el gran mundo exterior eran diana para gran número de Iondinenses:
más restringidas que en los dias de las-casas de refrigerios.
Esta limitación explica por qué los c1ubs, debido a su exclu- Los visitantes extranjeros veían en los parques de Londres... algo
deI egenío peculiar» deI pueblo Inglés: su pasión por el «paseo», la
stvldad, tuvieron malos momentos a mediados del sigla XVIII. Eu mezcla de clases que era tan extraãamente tolerada.
esta época de intensa sociabilidad, las limitaciones del club muy
pronto. produjeron el aburrimiento. Oliver Goldsmith lo explica El efectuar paseos por el parque se transformó a su vez en
muy bíen en una observación que hizo a otros miembros dei el medio de mantener, masivamente, esa sociabilidad entre las
Turk's Head Club en 1773, argumentando que el número de miem- clases que habían suministrado originariamente las casas de re-
bras del club debía ser aumentado a veinte: «Podría ser una frigerio. Pero en este proceso los términos del lenguaje habían
agradable novedad (agrandar el club}, yaque no puede haber cambíado.v .
nada nuevo entre nosotros; hemos viajado por las mentes de Hay una carta muy interesante de Leopold Mozart en la que
cada uno de nosotros.» 71 describe uno de estos paseos por St. James's Park junto a su
Un desafio más general a los modelos del lenguaje de las família:
casas de. refrigerio y del café de teatro previno, extrafiamente,
del propio placer que las gentes experimentaban al observar y EI Rey y la Reina venían paseando en su carruaje, y aunque noso-
al ser observadas en un medio de extrafios. Hacia mediados deI tros estábamos vestidos en forma totalmente diferente, nos recono-
siglo XVIII el caminar por la calle como si fuese una actividad cieron y nos saludaron; el Rey, en particular. asomó su rostro son-
social adquirió una importancia que nunca había tenido antes riente a través de la ventanilla dei carruaje y nos saludó con la cabeza
en París y Londres. El paseo fue descrito en la época como el y las manos, particularmente a nuestro Maestro Wolfgang.
advenimiento de un gusto italiano; en un sentido era efectiva-
n:;tente así, Los proyectistas de la ciudad barroca en Italia. espe- La característica de este encuentro abierto fue que el contac-
cíalmente Sixto V en Roma, habían asignado gran importancia to duró apenas un instante: el de los gestos del rey hacia el pe-
a 10.5 placeres de viajar a través de la cíudad, apreciando el queão violinista y su hijo genio; no se sentaron durante horas
movímíento desde un monumento, una iglesia o una plaza hacia para platicar ante calientes tazas de café. (Naturalmente, los
otra. Este sentido de la ciudad monumental, trasladado a la reyes nunca lo hubiesen hecho, pero en el afio 1700 incluso los
duques lo hacían.) Los paseos por St. James's Park constituían
encuentros espontâneos, igual que la espontaneidad de Ia con-
69. James BOSWELL, Life of Samuel Johnson, citado en ELLIS, op. cit., p. 229.
70. COSER, op. cit., p. 24; WHHATLEY, op. cit., p. 272,
72. TURBERVILLE, op. cit., p. 182.
71. Citado en ELLIS, op. cit., p. 230.

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versación en la casa de refrigerios; sólo que ahora lo espontâneo altamente estilizado, pero ,no se da cuenta usted de que las
era una cuestión Àe fugacídad.tt reglas de cualquier arte, los II artiâcios", le permiten ai público
Los parisinos utilizaban las Tullerías así como los ingleses sentir aquello que no pueden sentir fácilmente en su mundo COM
utilizaban St. James's Park, con dos modificaciones. Con los jar- tidiano? Usted está describiendo ai teatro, y no al teatro pe-
dines emplazados tan cerca del Sena, que en aquel entonces culiar de los afies de 1750 en dos ciudades.» Y este argumento se
era un río comercial atestado de barcos, el encanto bucólico de podría ampliar en el aforismo de que siempre que una persona
St. James's no se reproducía ya que frecuentemente carretas con interactúa con otra en términos de ccnvención, ambas se mane-
mercancías atravesaban los jardines; en las TuIlerias también jan con signos en lugar de símbolos.
proliferaba más el crimen. Común a ambos fue la primera germi- La objeción, inteligente como es, evidencia el problema de
nación de la idea dei silencio en público. Uno no se sentaria tratar la relación entre el lenguaje y la creencia al margen de los
durante horas para platicar; estaría sólo dando un paseo y po- términos de la historia. En todas aquellas situaciones donde las
dria cruzarse con cualquier cosa o cualquier persona." gentes creen en un signo, no se vuelven vociferantes para demos-
Tantoen Londres como en París, los extrafios podían encon- trar el hecho de estar convencidas: existe un mundo de diferen-
trarse en los parques o en las calles para conversar entre eIlos cia entre el comportamiento deI sigla XVIII en la Comédie Fran-
sin problemas. En los afies de 1740 era de buen gusto para çaise y la conducta de los públicos del teatro moderno que per-
todas las clases de hombres realizar la pantomima de inclinar manecen mudos cuando se enfrentan con el Arte. Esta sttuacíón
sus sombreros frente a una mujer desconocida a fin de indicar se aplica también a las regIas del lenguaje de la calle, las ves-
el deseo de hablarle, Si ella queria, podía responder, poro estos timentas y la indumentaria. La experimentación deI signo, voei-
intercambios caIlejeros no debían interpretarse de ninguna ma- feradamente, silenciosamente, etcétera, define lo que es el signo.
nera como Ia concesión al hombre de vísitarla a eIla y a su El público forzando un punto vive una clase diferente de len-
família, como tampoco debían serlo los intercambios similares guaje de signos que el público aplaudiendo ai final de una obra
entre desconocidos del sexo masculino. Lo que ocurría en la calle o, a lo sumo, aplaudiendo ai final de una disertación.
se encontraba en una dimensión diferente con respecto a lo que
ocurría en el âmbito dei hogar. Por contraste, en la época de
Madame de Sevigné el hecho cabal de una presentación otorga- El dominio impersonal es apasionado
ba a una persona el derecho de, ai menos, intentar visitar a la
otra persona. Aun cuando fuese rechazado en otro contexto, el La conducta «pública» es, en primera ínstancía, una cuestión
intento no constituía una infracción ai buen gusto. Los códigos de acción a distancia dei yo, de su historia inmediata, de sus cir-
dei lenguaje en el siglo XVIII pertenecen por cierto a las clases cunstancias y necesidades; en segunda instancia, esta acción im-
media y alta, pero hay evidencias que sugieren que eran imita- plica la experimentación de la diversidad. Esta definición no pre-
dos entre los rangos del servicio doméstico. senta límites necesarios de tiempo y espacio, puesto que sus
La espontaneidad del lenguaje puede asumir ahora en el sí- condiciones se aplicarfan en principio tanto a una tribu de ca-
glo XVIII su propio y peculiar significado. En el teatro, el pú- zadores y agricultores como a una ciudad medieval de la India.
blico podía ser absolutamente expresivo en términos que no Pera históricamente el significado moderno de «público» se tornó
podía experimentar completa o uniformemente fuera de él. Fue- viscoso al mismo tiempo que cobraron forma estos dos códigos
ra del teatro, en los afios de 1750, uno podía hacer un despliegue de creencia: el cuerpo como maniquí y el lenguaje como signo.
de emociones de la misma intensidad con sus amigos en el Esta confluencia no fue accidental, dado que cada uno de estos
Turk's Head Club, con los cxtrafíos en el Café de la Coméctie, códigos de creencia satisface las exigencias de un fenómeno PÚM
pera no por cierto en el curso de un paseo por St. James's Park. blico.
Vn crítico literario de alguna escuela podría ahora formular El cuerpo como maniquí de vestidos era un m040 de atavío
una objeción: «Usted habla del lenguaje en estos teatros como timidamente público. Aquellas rapas que revelaban, adaptaban o
un signo convencional. Habla de la espontaneidad dei público brindaban confort ai cuerpo y a sus necesídades eran concebidas
como apropiadas sólo para el hogar. El cuerpo como maniquí
73. Emily ANDERsON (ed. y trad.), Leuers of W. A. Mozart and His Family, satisfacía las exigencias de la diversidad en un doble sentido;
vol. I (Londres: MacMillan and cc., 1938). este principio del vestir se trasladó casi intacto desde Ia calle
74. Una lâmina en la colección deI Instituto de Calcograffa, Louvre (plancha
anónima impresa por primera vez en 1744, vista de las Tullerías), describe muy
ar escenarío, y en la calle misma el colorido y el juego con las
bien la mezcla de los negocias en el Sena y en las Tullerías. Los jardines son ropas como con una rnufieca era un media de organizar y traer
puntos de paso y aImacenamiento para el tráfico que se sacaba deI rio. orden a la diversidad de la calle.
112 113
HCS 151.8
EI Ienguaje como signo tambíén satisfizo las exigencias de un
fen6meno público. Era una actividad a distancia del yo; en la
v. Público y privado
calle un lenguaje general sobre generalidades; en el teatro uno
no era impresionado según el sentimiento, el capricho o la emo-
ci6n personaI sino solamente en los momentos apropiados y corr-
vencionales. El Ienguaje en estas términos satisfacía las exizen-
cias de la diversidad en el mismo doble sentido en que lo ha~ían
las rapas; el principio uníó la caIle y el escenario y vinculó tam-
bién la diversidad entre los extrafíos en la calle. Las motivaciones materiales de la vida pública, y su media
Si estas dos principias relacionados con la aparición de la de expresión, sugieren ai observador moderno ciertas propieda-
.creencía servían a los mismos fines, lo hicieron a través de me- des para su domínío antagônico, privado. En el dominio de la
;dios antagónicos. EI principio visual implicado marcando arbi- família y los amigos, cercano ai yo, parece razonable que las
trariamente el cuerpo en términos de rango y en términos de gentes se mostrasen más interesadas en la expresi6n de sus pecu-
'fantasia; eI principio verbal implicado negando arbitrariamente liaridades, sus diferentes personalidades y su individualidad. Sin
.Ias marcas del rango. Sin embargo, estas dos principias com- embargo, esta muy razonable expectativa es una distorsión; sig-
parten un rechazo dei símbolo, un rechazo de la idea referida nifica concebir al siglo XVIII en funcíón de una privacidad que
a que detrás de la convenci6n yace una realidad interna, oculta, adquiri6 su forma en el sigla pasado.. Antes del sigla XIX~ ~l
a la cual se remitía la convención y que era el significado «real». dominio próximo al yo no era concebido como aquel dOmml?
Por lo tanto, los principias verbal y visual aguzan una defini- para la expresión de la personalidad única o diferente; lo pri-
ción de la expresión «pública»: es antisimbólico. vado y lo individual aún no se habían unido. Las peculiaridades
Ahora, si el dominio público no fuese sino un cierto modo del sentimiento individual no disponían hasta ahora de una for-
de sentir, cualquier análisis dei público debería terminar aquí, ma social porque, eu cambio, el domínio próximo al yo estaba
ya que estas principias visual y verbal son los medios para el ordenado por medio de «afinidades» naturales, universales y h U 7
sentimiento en público. No obstante, el público también es una manas. La socíedad era una molécula; se componía, en parte,
geografía; existe en relación con otro dominio, el privado. Lo de- la- expresión a una distancia consciente e inventada de las
público es parte de un equílibrio mayor en la sociedad. Además, circunstancias personales, la família y los amigos, y, en p~te,
como parte de una totalidad mayor tiene significados, en térmi- de la autoexpresión que también era «impersonal» en el sentido
nos de conducta política, el concepto de derechos, la organizaci6n en que la palabra se entiende actualmente. Necesitamos com-
de la família, y los límites del estado, que no se encuentran prender esta noción ajena acerca de un dominio natural del yo
hasta ehora establecidos según los elementos a través de los porque continuamos creyendo en nociones de derechos humanos
cuales Ias gentes sienten en público. Nos referiremos ahora a la que se producen a partir de ella.
cuesti6n de la geografía mayor, la línea entre lo público y lo - La idea moderna sobre los derechos humanos proviene de una
privado alrededor de la cual se organiz6 esta sociedad deI si- oposici6n entre naturaleza y cultura. Nq. importa cuáles sean las
glo XVIII. costumbres y las leyes de una socíedad, cada persona tiene cíer-
tos derechos básicos, no importa cuán humilde o arbitrariamen-
te pueda estar ubicada en esos 6rdenes c~turales. i.Q~é son
estas derechos? Disponemos de dos formulaclOnes estereotipadas
sobre ellos, ambas originadas en el siglo XVIII: vida,. libertad y
búsqueda de la felicldad; libertad, igualdad y fratermdad. Entre
estas derechos es más fácil"anaíízar la vida, la libertad o la
igualdad que la búsqueda de la felícidad o la fraternidad; los
segundos parecen casi anexados cOJPo beneficios dei primer gru-
po, en lugar de derechos igualmente fundamentales. Y la. razón
por la cual no -les percibimos como disponiendo de una Impor-
tancia semejante es porque hemos perdido el supuesto sobre el
que están basados y que germinara eu el sigla XVIII. Est~ se
referia a que la psique tema una dignidad natural; esta ínte-
gridad de las necesidades psíquicas también surgió de una opo-

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que al discutir las transaccíones emocionales en la família, uno
sición entre naturaleza y culrtura. Si los sentimientos de un hom- estaba discutiendo cuestiones de Ia Naturaleza,
bre son lesionados, si hacen que . se sienta abyecto o humillado, Esta es la razon por la que las transacciones psíquicas eu la
esta constituye una violación devsus derechos naturales del familia eran concebidas en términos que hoy podríamos llamar
mismo modo en que lo es que le lIeven preso arbitrariamente impersonales o abstractos. ~ el sigla XVIII, la psicologia esta":'a
o que se apoderen de su propiedad. Cuando una persona .ha reemplazando la noción renacentista de los «humores» corpora-
sido víctima de un perjuicio de esa naturaleza está autorizado, les, en la cu'\\. el carácter se manifestaha en uno de cuatro, o
por lo tanto, para intentar restaiíar sus heridas cambiando Ias en algunas versiones siete, estados y que dependia de cuénto
condiciones sociales que las provocaron. La búsqueda de la- fe- fluido corporal prod?cían determin~dos órganos; Ia jiueva <:on-
licidad fue una formulación de esta íntegrídad psíquica, la fra- cepción estabfi""'refenda a las «afinidades» naturales, determina-
ternidad fue otra," Es el hombre natural el que posee estos de- das por la unidad funcional de Ia especie humana más que por
ieeho:§ psíquicos. -no el individual. Todos los hombres podrían Ids procesos funcionales o disfuncionales deI cuerpo. La psícolo-
'êxigir fraternidad o felieídad precisamente porque lo natural era gía era una ciencia basada en la taxonomía natural -o sea, la
impersonal y no individual. clasificación de la conducta de diferentes especies- antes que
La. noción de que los seres humanos tienen derecho a ser fe- en la fisiología. Todos los hombres compartían estas afinida~:si
Iices es una idea particularmente moderna, occidental. En aque- se volvían manifiestas en el asiento de la naturaleza, la família:
lIas sociedades de gran pobreza, rígida jerarquia o fuertes pasio- su clasiE.cación es una guía exacta para su significado: aquello'
nes religiosas, Ia gratificación psíquica puede tener un significado que las gentes compartían era una compasión natural, una sen-
mínimo como un fio en sí mísmo, Este reclamo peculiar de la sibilidad natural hacia las necesidades de los demás, al margen
naturaleza contra Ia cultura comenzó a tomar forma en el si- de cuáles fuesen sus diferencias en sus circunstancias sociales.·
glo XVIII, especialmente en Inglaterra, Francia, ltalia del norte Que las gentes tengan derechos naturales, fue una consecuencia
y la parte noreste de Norteamérica. Como cualquier desarrollo lógica de tal definición de la naturaleza humana.
histónco complejo, no nacío totalmente crecido. Nuestros ante- Para explorar este mundo privado, natural, necesitamo~ hacer
pasados lucharon por hallar imágenes y experiencías que pudie- dos advertencias. La primera es la que se refiere a que míentras
sen expresar de alguna manera esta oposición, a fio de otorgar las gentes que durante la Ilustración eran sensibles a este prin-
a la búsqueda de la felicidad una forma social concreta. Una de cipio concebían a la Naturaleza como una deidad, un fenómeno
las maneras que encontraron para expresarla fue a través de Ia trascendental deI que una expresión tangible era el amor en Ia
distinció;n 'entre público y.....privado. La geografía de Ia cíudaú familia .no deificahan '. por lo tanto a la NaturaIeza como un
capital servía a sus ciudadanos como un modo de pensar acerca estado 'de perfección, Según una acertada expresión de Frank
de la naturaleza y la cultura, identificando lo natural con lo Manuel la IIustradón tenía con sus dioses una relacíón «respe-
privado y la cultura con lo público." Por media de la interpreta- tuosa pero de ningún modo servicíal»: la Naturaleza, a díferen-
ción "de algunos procesos psíquicos como inexpresables en tér- cia de Ia superstición medieval, le proporclonaba aI hombre,
minos públicos, como renomenos trascendentes, cuasí religiosos fundamentalmente, una causa de esperanza en lugar de una de-
que nunca podían ser violados o destruidos por las disposiciones sesperación en sus propios poderes. Esta act~tud, cuando se
de la convencíón, ellos cristalizaron para sí mísmos una ma- expresaba en términos de la oposición entre privado/naturaleza
nera, y no la única, seguramente,' sino una manera tangible, en y público/cultura, sígnificaba ~que las relaciones e~t~e .los dos
Ia cual los derechos naturales podían trascender los derechos domínios era más una cuestron de ensayos y equilíbrios que
de cualquier sociedad particular. de absoluta hostilidad. El domínio privado debía controlar ai
Cuanto más tangible se volvió la oposición de naturaleza y dominio público según la dimensión qu.e podía adquirir ~! con-
cultura a través deí contraste de 10 privado y lo público, más trol de los códigos convencionales, arbitrarios de expresion so-
se concibió a la família como un fenómeno natural. La família bre todo el sentido personal de la realidad; más alIá de estos
era eun asiento de la naturaleza» antes que una institución como Iímites el hombre tenía una vida, una forma de expresarse, Y
la calle o el teatro. En este punto la idea era que, si lo natural un grupo de derechos que nínguna .cÓ"nvenci~t; podía .de~truir
y lo privado están unidos, entonces la' exper-íencia que tenga por mandato. Pero el dominio público tarnbién constituía 1Ul
cada hombre acerca de las relaciones familiares será su exper'ien- correctíve- para el domínio privado; eI hombre natural era un
da de Ia Naturaleza. EI, orden de la Naturaleza sólo podría ser animal; en consecuencia, lo público corregía una deficiencia de
definible por las mentes más altamente armonizadas, pero este la naturaleza producida par una vida conducida de acuerdo a
fenómeno trascendental fue generalmente más discutible, por- los códigos del amor en familia solamente: esta deficiencia era

116 117
la incivilidad. Si un vicio de la cultura fue la ínjustícía, el vicio liares de las gentes urbanas de los seetores medias y altos de la
de la naturaleza fue su crudeza, sociedad. Hay una razón para ello; esta misma articulacíón de
Esta es la razón, hablando de los dos 'dcminics, i'õr-l~Cq\íe los estadias vitales servía a estas gentes para definir los límites
ellos..deben concebírse como unall:l()lécula: constituían modos de Ia vida pública. Lo que ocurria en los centros cosmopolitas
humanoséoncúrrêntes de expresión, emplazados en diferentes era que las gentes maduras que los habitaban comenzaron a con-
ambientes sociales, y que eran correctivos recíprocamente. cebir la vida pública, con sus complejidades, sus actitudes Y,
La segunda advertencia es uriB(!ue~tiõi'rde Ien~jçJAsí como sobre todo, los encuentros rutinarios con los extrafios. como una
el dominio público era un fenômeno evolutivo, que - tomaba su vida que sóIo los adultos eran lo suficientemente fuertes para
forma con el tiempo, también lo era eI dominio privado. Paula- resistir y para disfrutar.
tinamente la familia Ileg6 a ser concebida como una instituci6n La restricción de la vida pública para los adultos tuvo una
especial. EI descubrimiento de la familia, y de ese modo de un génesis ínteresante: províno en ..parte de las diferencias gradua-
ambiente social alternativo con respecto a la calle, dependi6 a Ies que se hicieron entre las formas de juego de la infancia y
su vez de otro descubrimiento, lento e interno: la infancia, ese de los adultos.
estadia natural, especial, dei ciclo de vida humano, que s610 Hasta fines dei sigls, XVII existían pocos lírnítes entre los jue-
podía florecer dentro de los términos de la- vida familiar. Nos gos recreativos para los niüos 'w "los juegos recreativos para los
referimos a lo público y privado como a estadias fijos porque adultos; o sea que había pocos placeres infantiles que los adul-
su caracterización se vuelve más fácil. De hecho, se trataba de tos consideraran indignos\ de sus propios intereses. Las muãccas
COIJ1pIejas series evolutivas. ataviadas con elaborados ropajes interesaban a personas de to-
das las edades. Los soldados de juguete también divertían a
ninas y adultos. La raz6n para compartir estas juegos, mufiecas
Existen limites en la expresión pública y juguetes, estribaba precisamente en que' no exístíaa demarca-
ciones nítidas entre los estadias de Ia vida. Y~ que, en Ia expre-
Ya hemos visto c6mo se estableci6 un límite, en substancia, si6n de Philippe Aries, la persona joven era un l«adulto incipien-
para la expresión pública visual y, por afiadidura, para la ex- te» desde edad muy temprana, sus diversiones no tenían nada
presión pública verbal. EI vestuario para el hogar fue adaptado de reservado. A fines deI sigla XVII, y comienzos deI XVIII, con los
a Ias necesidades, el confort y el movimiento del cuerpo; Ias límites entre la infancia y la edad adulta establecidos más níti-
vestimentas para uso en público fueron diseãadas sin tener en damente de lo que lo habían sido anteriormente, ciertas cIases
euenta esas necesidades. En el fondo, eI lenguaje empleado en el de juegos fueron reservados para los nifios y otras clases de
hogar y en público era similar,. ..p~rO ,el ,~iniQ.....J?riv.M.o era juegos Ies fueron prohibidos.
el lugar donde se podia .controlar a quíen se Té'ha1,Iã'bã': põr lo A mediados deI sigla XVIII, se les prohibió a los ninas inter-
tanto, los miembros de .los cItiõS·nl'flvadosnã'6Iã"Dan de sus so- venir en juegos de azar, a los que las autoridades consideraban
ciedades «como afines a la compaüía de la família». apropiados sólo para aquelIas personas eon un conocimiento acer-
La creciente percepción de la familia como un grupo natural ca dei mal desenfrenado en el mundo. En 1752. se prohibi6 a los
que albergaba una clase especial de seres, los hijos, estableció maestros de tenis y de bilIar a lo largo de Francia que impar-
limites más amplias en la expresión pública. EI descubrimiento tieran sus clases rníentras las escueIas para ninas estuviesen en
de que dos siglas antes las gentes habían descubierto la infancia período lectivo porque durante estas juegos se apostaba dinero.
es obra de Philippe Aries en su libro Centuries of Childhood: Los ninas, se pensaba, eran muy ingenuos para habérselas con
este libra exploró un campo totalmente nuevo, el estudio de la éJ.75
família como una .formahistºri~a.más que como una forma bio- Durante el sigla XVIII, como había ocurrido en los dos siglas
lógica fija en Ia historie. Aries descubri6, y sus hallazgos desde precedentes, las. caI~s~ior:e~._públicas ,y.__ w::; conciertos-tuvíeron como
entonces han sido desarrollados y perfeccionados por David Hunt partic~p<l!11~s,--a 10s adúIto~~...Y--ª..Jo.s.._nifi.Q~. Pera durante. los pri-
y por John Demos, que para mediados del sigla XVIII los adultos meros-afias "deI'sigtOVj{viir, los adultos comenzaron a encontrar
se consideraban a sí mismos como una especie de criaturas fun- infantil e inapropiada la práctica de leer en voz alta en grupos;
damentalmente diferentes de aquellas que eran sus hijos. Ya no en su lugar, incluso los cuentos tradicionales, eu forma impresa,
se pensaba en el nino como en un adulto pequeno. La infancia se transformaron en material para adultos cuando se les disfru-
'era concebida como un estadia especial y vulnerable; la edad
adulta era definida en términos opuestos. La evidencia utilizada 75. Philippe. ARlES, Centuries of Chitdhood, trad. Robert Baldick (Nueva
por Aries está referida en su mayor parte a los registros fami- York: Vintage Books, 1965). pp. 87·88.

Il8 Il9
taba en la lectura silenciosa. A la inversa, como lectura silen- Si el nino no pertenecía aí domínio público, icuáles eran los
ciosa, eran considerados como textos inadecuados para los jó- términos que determinaban su pertenencia en una familia? iQué
venes. EI lenguaje para el adulto era una cuestíón de empléar era lo que la familia podía hacer por él que la vida pública fuese
sus propias palabras en públíco.te incapaz de hacer? Fue respondiendo a estas interrogantes que
Esta se debi6 parcialmente a estas cambiantes nociones deI las gentes comenzaron a considerar a la familia como el easien-
juego que la conducta cosmopolita consider6 apropiadas s610 to de la naturaleza» y a encontrar nuevos principias de expre-
para los adultos. EI nino no debía evidenciar su condici6n ni, si6n.
SI se trataba de un nino de categoria, jugar con imágenes de
su cuerpo. Ciertamente, el hecho de vestirse de acuerdo a la
clase social y aquellas vestimentas elaboradas y aristocráticas La expresión natural se encuentra fuera del dominio público
para ninas que aparecen en las pinturas de fines deI sigla XVII,
o aún en Ias pinturas espafiolas deI sigla XVIII, eran considera- Para comprender el desarrollo simultáneo de la infancia y
dos absurdos en Londres y en Paris en los afias de 1750. Los de la creencia en la expresión natural dentro de la familia, de-
nifios deberían ser vestidos con rapas que fuesen peculiares s610 bemos comenzar con las disputas suscitadas en la época. Cuan-
para niiíos, que separara a los nifios como una clase totalmente do uno lee afirmaciones como la de Turgot cf} el sentido de
diferente de la clase de los adultos. que «uno se avergüenza de sus hijos» o la de Vandermonde (en
En eI teatro, deI mismo modo, si se permitía que los nifios Essay on the Means of Perfecting the,.. Human Species) de que
acompafiasen a sus padres, se esperaba que se mantuviesen en «uno se ruboriza al pensar en amar a los hijos», la fuerza deI
silencio e invisibles. No existen estudios comparativos acerca de sentimiento familiar hace dos siglas aparece en forma desvaída.
la presencia de los ninas en los públicos de teatro de fines del Gibbon escribió acerca del accidente de su propia supervivenéia
sigla XVII, pera sí sabemos que los ninas se encontraban entre la en manos de padres indiferentes (en realidad fue rescatado 'por:
concurrencia a las obras de Congreve y Wycherley y eran consi- una tía); Talleyrand nunca durmió en la misma casa con sus
derados como simples expectadores, una igualdad con los adul- padres. Cuanto más alto se moviese uno en la escala social, más
tos aún más significativa si tenemos en cuenta la clase de obras frecuentemente escucharía que el cuidado maternal directo y la
que presenciaban. expresión de amor por una criatura eran signos de vulgaridad.
Los cafés, tabernas y clubs tarnbién se consideraban lugares Tanto en París como en Londres los nifios de las clases media
para adultos, aunque ciertamente los ninas no eran excluidos de y media aIta eran conducidos a menudo directamente desde Ia
ellos, especialmente de aquellas tabernas y auberges que servían nodriza al «colegtc», una institución encargada de cuidar a aque-
como posadas. Algunos detalles ocasionales en la obra de Ad- 110s nifios cuyas edades oscilaban entre siete y doce o trece anos,
dison y Steele sugieren que cuando los ninas entraban en la interpretando habitualmente el «cuidado» como un castigo físico
conversaci6n de Ias casas de refrigerio eran tratados con buen permanente. Los eminentes pediatras de mediados deI sigla XVIII,
humor y condescendencia. El club. per se, no era una insfitu- James Nelson y George Armstrong, regafiaban a sus lectores por
ci6n concebida para aceptar ninas. Las tabernas de mediados Ia «inhumana negligencia y desprecio» de sus hijos. En suma, no
deI sigla XVIII en París eran consideradas como lugares peligro- hay ninguna duda de que los contemporâneos de Swift leerían
sos para los nifios porque podían poner sus manos sobre una A Modest Proposal con algo más que un pequeno estremecimien-
botella de brandy o vino de Oporto, un peligro que entonces no to de ídentíficacíón."
era de orden moral sino que se refería a la salud física. Sin embargo, el detalle más importante acerca de los debates
En consecuencia, es así como el interés gradual por la po- sobre la inhumanidad evidenciada con los ninas es que efectiva-
sici6n especial de la infancia estableci6 ciertos límites a la mente hayan ocurrido. Una negligencia similar con las criaturas
expresión pública. Puede decírse que los limites son los que se y con los hijos sigui6 produciéndose en Europa Occidental si-
refieren a que el dominio público era el lugar que la soctedad gla tras sigla; a mediados deI siglo XVIII se había vueIto lo su-
reservaba al juego de los adultos, o puede decirse que es el ficientemente penoso para muchos como para ser argumentado.
confín fuera deI cual los adultos no pueden jugar. En el afio 1750, La desgracia de haber echado a cuestas a los ninas, no menos
un padre se sentiria molesto al vestir los mufiecos de su hijo que la desgracia reformista frente a la conducta de aquellos que
aunque de hecho, él jugase de la misma forma cuando se vestía se sentían afectados, surgió deI propio desarrollo de la noción
para salir a Ia calle. -
77. Ver Bogna LORBNeB, Parents and Chilâren in 18th Century Europe. cHis·
76. lbid•• pp. 97·98. tory of Childhood Ouarter1y», lI, núm. 1 (1974), 1·30.

120 121
sobre un ~~~~.c:t!~, especial/de la vida llamado infancia. Las gentes que las mujeres debían amamantar a sus bebés y que los pa-
t~maban cetiocímíento "ahora de que una clase especial, depen- dres no debían delegar su autoridad en los colegios. De hecho,
diente, de seres humanos se producía a raíz de los funcionamien- debido a toda la ambivalencia acerca de Ia paternidad, ambas
tos deI cuerpo. La novedad consístía en la percepción de la de- práctícas se difundieron eqtre los estratos medios de la sociedad
pendencia, como lo era el míedo, la ernpatía o la confusion acer- en los afias de 1750 y cdmenzaron a desafiar a una cantidad
ca de ella. significativa de padres pertenecientes a la cIase media alta, aun-
«EI estado de la naturaleza» es, en la filosofía política, una que para ser exactos la crianza verdaderamente aristocrática
idea eon raíces en la Edad Media. La creciente percepción de la continuó basándose en los dos principios alternativos de no nu-
vulnerabilidad deI nino produjo a mediados dei siglo XVIII una trición, disciplina férrea y ausencia de los padres.te
idea más concreta, experimental acerca de aquello en que con- La tarea especial que una familia podía desarrollar, nutrición
sistia un estado de la naturaleza. No era una hipótesis. Era un de aquellos que están indefensos, llegó a tarnarse corno una
hecho en toda vida humana. fundón natural de «la» família. La nutrición separó a la família
La percepción de la dependencia juvenil produjo un sentido de las disposiciones socíales. De este modo, Nelson pudo escri-
de derechos de proteccíón, llevados a cabo tanto en Francía bir un libro sobre las funciones de la familia sin referirse a
como en Inglaterra en la década de 1750 por media de leyes la primogenitura, los contratos de casamiento, los derechos de la
que regulaban la práctica de las nodrizas y reprimían a los víudez, etcétera. Cuando se cristalizó esta funci~n,__natural, se
peores demonios de los colegios. La justificación para proteger unieron aquellas ideas referidas a la "._~xptesión_.~J~. dentro
aI nifio consistió en que, si en la naturaleza uno era vulnerable, de Ia familia. Esta expresión, Ilamada -'«aftnlilàêG> i>atur-aI, ' era
entonces tenía derecho a la alimentación y ai con1õrtO"m-:t5allá diametralmente opuesta a los términos de
expresíón que hicie-
de los accidentes de nacimiento, condición o inclinaciones de ron verosímiles las apariencias en público.
los padres. En consecuencia, se exageró la relación familiar. En La teoría de la afinidad debe recibir aÚD un tratamiento eru-
tanto los estadias de la maduraci6n natural fueron percibidos dito concreto porque los psicólogos están dispuestos a conside-
como más importantes, cada ser humano en el ámbito de fa- rar como «tempranas» o «precientfficas» a aquellas teorias de
milia se volvi6 más importante. Esto es lo que significó el.«de- la psique que poseen un interés de anticuario más que un in-
re~ho a. l'.\.viçla» hace dos siglas; más que el dere~~()~_"~l.!!ta terés intrínseco. Con respecto a las variadas descripciones acerca
exístencía digna, era elderecho a jer valorado ...a-ser .al11adQ. EI del carácter natural que Diderot reunió para la Encyclopédie o
hecho de que un nltío fuese-'liãtíiralmênté-"frágil -y iáit dife~ente que se encuentran en la obra de Beccaria Oí Crimes and Punish-
a los demás en la sociedad no era una justificación para su aban- ments, podría decirse que, ai menos, comparten dos caracterfstí-
dono; su propia fragilidad natural Ie otorgaba derechos contra caso Lasv.afinidades naturales) están relacionadas con «apetitos»
una sociedad, comenzando con sus padres, en Ia cual se podían que no descubren las necesidades reales de la persona que siente
aprovechar de esa fragilidad y en la cual hacían que el nino estas apetitos; a su vez, hasta donde los hombres poseen ape-
«no tuviese importancia». titos «mesurados-, desean las rnisrnas cosas, fecundidad, nutrí-
Por lo tanto, en el Iluminismo el orden de la naturaleza fue ción, compaüía, etcétera. Los apetitos mesurados, según Young-
un sistema connotado moralmente; la naturaleza estaba aliada man, son apetitos «afines a la especie y no a los accidentes deI
con el descubrimiento de, Ia necesidad E9.f-.Y. e14ereçho,~, la índívíduos.w '
.nutrición. Entre aquellos qúíenes deféndleron la' causa deI nifio A lo largo deI primero de estas limites, se volvi6 lógico creer
eneldebate sobre el derecho a la nutrícíón, Ia subsiguiente de- que cuando una persona actuaba en forma natural, estaba ac-
finición de nutrición cubría dos aspectos: uno estaba referido tuando simplemente. EI orden de la naturaleza era complejo, tan
a la suavidad en la disciplina para producir Ia disposición favo- complejo que cualquier fenômeno dado o condición social no
rable dei nino; por lo tanto, según Mary Wollstonecraft: podía expresarlo en su totalidad. Sin embargo, el efecto de la
7S. Por 10 tanto, el mejor tratamiento de la teoria psicológica de la Ilua-
Es s610 en los anos de la infancia cuando la felicidad de un ser traci6n se encuentra entre los historiadores de la filosofia. Para estas caracte-
humano depende de otros (y así la idea de dependencia) y amargar rísticas dobles, ver por ejemplo, Carl BECKER, The Heavenly City of the 18th
esos anos con restriccioncs innecesarias es crueL Para conciliar los Century Philosophers (Nueva Haven: Yale University Press, 1932), pp. 63-70; ver
afectos, el afecto debe ser demostrado. Arthur WILSON, Díâerot (Nueva York; Oxford University Press, 1972), pp. 250-251
(carta a Landois) como un ejemplo de la perspectiva de Becker; ver tambi6n
Ernst CASSlRER, The Philosophy ot the Enlightment (Boston: Beacon, 1955).
El segundo aspecto era la participaci6n de ambos padres del pp. lOS-lOS. 123 55.
nino en su crianza; por lo tanto el pediatra Nelson sostenía 79. Citado en Ibid., p. 23.

122 123
naturaleza sobre el individuo fue el de darle un gusto I!.Q:r.Ja ex- hacían ningún favor. Sus carceleros, ademés, debían darse cuen-
periencia simple, no complicada. '?iénsese por un momento en el ta de que él no era una criatura que estuviese demasiado lejos
creciente gusto por los vestidos sueltos y sin adornos en el ho- de ellos mísmos, porque compartían una situación común de
gar como expresiones deI sentimiento natural; mirando hacia deseos. moderados;' cualquiera fuese su crimen en la socíedad,
atrás eso parece tan lógico que se olvida fácilmente que en mu- lrnbía un elemento de decencía en Sll caracter impersonaI como
chas culturas la importancia de la familia está acentuada preci- animal humano. De este modo fue como el reconocimiento de una
samente por el deseo de la gente por vestirse cuando se encon- naturaleza común y la teoria de la dependencia natural se trans-
traba en el hogar. La creencia en la simplicidad volvió irrelevante forman cn el fundamento psíquico de algunos derechos políticos..
la propia idea de la convención, ya que el significado dei ves- Los derechos naturales, en la medida en que surgieron de los
tuario público o de la conversación hace que el significado re- conceptos de nutrición y de la simplicidad deI deseo natural,
sida en el gesto, el signo mismo, mientras que una expresión consistieron en su nivel de Iímítacíones más amplio en una dis-
afín concibe el significado en términos de la relación de la con- tribución desigual del dolcr. Eu otro trabajo, he tratado de
ducta con la restringida c1ase de necesidades, los apetitos natu- demostrar cómo, en el sigla XVIII, la idea de la dignidad humana
rales, deI comportamiento de una persona. estaba divorciada del concepto de igualdad; vla dignidad natural
Segundo, se volvió razonable para las gentes el pensar que estableció .líIl1~les-.sólG- sobre su extremo opuésto, la desigualdad,
las afinidades naturales no diferenciaban a una persona de otra. y sobre unã- clase especial de desigualdad. Las convenciones de
en tanto que todas medían su actividad de acuerdo a los mismos la jerarquía en la sociedad de la Europa moderna, lemprana,
apetitoso Prácticamente, esto significó que cuando una_.p~rsona separaron a los seres humanos en compartimentos tan desigua-
actuaba en forma natural, no se pensaba de ella que estaba des- les que no tenían el sentido de pertenecer a la misma especie;
'tacáildose o proclamándose como especial o única. Durante el Madame de Sevigné, una mujer compasiva para con las mujeres
sigla XVIII existía una expresión pertinente para abarcar tanto de su misma condíción, asistía a los ahorcamientos y encontraba
la simplicidad como lo habitual de los deseos naturales: mo- «divertidas» las agonías de muerte de esos miserables comunes.
destia. Los conceptos referidos a la obligación natural de alimentar a
La función nutricia de la familia tenía un lugar en este es- los débiles y a la coincidencia en el deseo psíquico entre toda la
quema de la expresión natural. Cuando las relaciones de la humanidad estableció un límite natural sobre el dolor que una.
familia eran denominadas como «rudas», ya fuese que se las clase de gentes debían tolerar de parte de otras.80
alabara o condenara como tales, el significado era que las de- Pero si la jerarquía como tal tenía límites naturales, entonces
mandas emocionales producidas dentro dei círculo de la faroilia, los rituales de la jerarquia eran convenciones, algo inventado y
y especialmente en la nutrición de los nifios, eran mucho más aceptado. Estas conductas, como la idea de la jerarquía misma,
simples que las exigencias que los adultos tenían para con ellos perdieron su poder al ser inmutables y absolutas en el orden de
en situaciones exteriores a la familia. Es difícil en una época las cosas. A partir de dicha percepción, el próximo paso lógico
obsesionada por las dificuItades de la paternidad el comprender es ver a los principiosde la expresi6n natural como Iimítacio-
que la nutrición pudiese ser vista nunca como menos compleja nes de la propia noci6n .de convención.. Y cuando ese paso ha
que otras complicaciones sociales. Pera al ser aparentemente tan sido dado, entonces se ha establecido el principio de que el
modestos los requerimientos psíquicos de la paternidad, la fami- mundo natural privado podia actuar como un freno sobre el mun-
lia se transformó en el lugar indicado para que la natural sim- do especial de la vida pública cosmopolita.
.plicidad de los adultos se expresase a sí misma. Ya hemos observado signos de esta limitación en la prohibi-
Había aqui una dimensión de la psique, y una expresión, que ción de la vida pública a los nifios, porque ellos no podían re-
poseían integridad y dignidad, independientemente de las circuns- sistirIa. Entre los adultos prevaleció el mismo límite sobre la
tancias de cualquier individuo. Y de la integridad de esta psique angustia psíquica tanto en la conducta verbal como en la visual.
natural, a su vez, se desarrolló un grupo de derechos naturalcs. Una persona sorprendida con vestimentas que no correspon~~
En su libro sobre las prislones, Beccaria sosténía que el prisio a su rango social nunca debía ser avergonzada entre la familia
nero tenía derechos naturales a recibir un tratamiento humano ,.0. en la propia casa de uno. En este asiento de la naturaleza,
porque una vezen prísíon, no importaba cuán ruiu fuese defini- existía 1111 límite para el dolor que uno le podía causar a otra
do su crimen por la sociedad, era tan dependiente como un yersona~\ Era una afrenta tratar a alguien con desprecio en el
nino y por lo tanto debía obtener una medida de compasión;
tenía un derecho natural a la nutrición elemental cuando era
80. Richard SENNET y Jonathan COBB, The Hidden Injuries Df Class (Nueva
reducido aI debilitamiento total. Sus benignos captores no le York: Knopf, 1972), pp. 251·256.

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hogar, aunque no era una afrenta el hacerIo en la calle. Existen la sociedad tomaba forma fuera del contexto de este principio
ejemplos triviales de un principio mucho mayor: el mundo de de moderación natural? Cuando en el siglo XVIII las gentes co-
las convenciones públicas no debía debilitar la búsqueda de la menzaron a jugar con la noci6n de Iíbertad, comenzaron a expe-
felicidad, en tanto esta búsqueda dependiese de un sentido de rimentar con una idea exterior a este contexto. La libertad como
íntegrídad psíquica y respeto por uno mismo o por otro como principio, una' estructura de relaciones sociales, no podía ser
un ehombre». , abarcada ni por media de la idea de convenci6n ni merced a la
Reciprocamente, el mundo público establecía una límitación idea de afinidad natural. Por cierto, los primeros teóricos del
sobre el principio de felicidad como una definición total de la contrato social como Jobn Locke predicaron una idea de li-
realidad. A pesar de que el domínio de las convencíonés oió bertad natural, pera que no podia ser practicada fácilmente.
podía alterar o cambiar la naturaleza, porque in esse la natura- Cuando esa idea se introdujo en la vida social ordinaria, se pudo
leza trascendía cualquier situación social, la cultura públicaser- ':9D>Per la molécula de ío publíco y lo privado. La molécula se
via un fio para suavizar los efectos de la naturaleza. La famosa sostuvo porque el caráctei"-individuaI no fue utilizado para con-
réplica de Voltaire a Rousseau, en el sentido de que hacía mucho formar un principio social. La exigencia de libertad cambió esta
tiempo que había perdido el gusto de caminar en cuatro patas sítuacíõnrDeseo descríbir el modo en que pudo romperse esta mo-
como puede haberlo hecho el animal natural llamado hombre lécula, de modo que el deseo por la Iíbertad se uníó a una
fue recogida en un tratado muy popular publicado por tm creencia en el carácter individual como un principio social. re-
físico inglés un afio más tarde. en el cual cornparaba Ia sociedad latando la 'experiencia de un hombre que a mediados dei si-
humana natural con un corral de felices y amorosos patos: pre- glo XVIII fue concebido -y las palabras son significativas- como
valecen la nutrición y la simplicidad, pera las «gracias sociaIes uno de los primeros «campeones individuales de la Hbertad».
consisten en alegres cuacs; el eructo satisfecho es la forma Su historia es sintomática de la ruptura que más tarde convul-
más elevada del discurso». sionó a la socíedad del ancien regime. ~l no logró separar por
mucho tíempo, ni solo ni exitosamente, la molécula de la natu-
raleza y la cultura, ya que de hecho como un «campeón indíví-
Lo público y lo privado son como una molécula de la sociedad dual de la Iíbertad» su carrera fue corta, pera su experiencia
fue un anuncio del éxito que tendría algún dia esa ruptura, y
Los modos de la expresión pública y privada no eran tan con- de como, ~n_ es~ proceso,"-"sucumbiría lalibertad mlsma, pera la
trarias como alternativos. En público, el problema del orden personalidad permanecería como un principio de organización
social se satisfizo con la creación de signos; en privado) el pro- social sobre nuevos términos de domínacíón,
blema de la nutrición fue afrontado, si no resuelto, por medio
de la adhesión a principias trascendentales. .Los impulsos de
voluntad y artificio eran los que gobernaban al dominio público La molécula se separa
mientras que los que gobernaban al dominio privado eran aque-
llos de la rest;-icción y destrucción del artificio. Lo público era John Wilkes (1727-1797), hijo de un acaudalado destilador de
una cre.a.ción humana; lo privado era la .condición Humana. Clerkenwell, llegó a ser a sus veinte afies un perfeeto modelo
Este equilibrio se estructuró por medio de lo que hoy llarna- de libertino londinense. Bizco, con una frente prominente y el
mos impersonalidad; ni en público ni en privado «los accidentes labia superior rccedído, este hombre sorprendentemente feo era
del carácter individual» eonstituían un principio social. Y de allí un personaje de tal encanto y agudeza que, entregado a una
se deriva una segunda estructura: las únicas limitaciones en las vida disipada, sus dificultades eran solamente de elección más
convenciones públicas son Ias que podrían imaginarse en térmi- que de búsqueda. Bebía en exceso y pertenecía al club más fa-
nos de afinidades naturales. Cuando en la aetualidad decimos moso de su época, el Hell Fire Club (Club dei fuego dei Infier-
que los derechos naturales son derechos humanos, el clisé pa- no), que era una parodia de una orden medieval cuyos míernbros
rece indicamos algo tan amplio y absoluto como amorfo. Pera ofícíaban «ritos» donde amalgamaban la Misa Negra, la orgía
cuando los derechos naturales eomenzaron a tener sentido en de los banquetes romanos y un burlesque del servicio religioso
términos de la experiencia cotidiana, eran mucho menos absolu- anglicano. A los veinte afios, Wilkes despose a una mujer adine-
tos. EI principio del orden natural era de moderación: las con- rada doce aftos mayor que él, con poco a su favor exceptuando
venciones de la sociedad eran objeto de represión cuando pro- su dínero, para complacer a su padre; el matrimonio no puso
ducían extremos de angustia o dolor. mayor coto a sus disipaciones. Y, sin embargo, para 1763 Wilkes
Entonces, lqité hubiera ocurrido si una ideade derechos en era la figura política más famosa de su tiempo, según él «por

126 127
accidente». Se transformó en el carnpeón del principie de que del Demonío. Los ataques retóricos en el «North Brlton» tenían
las gentes tienen el derecho a elegir a sus representantes en el una segunda característica, como sucedía en el «Briton» y en eI
gobierno. Galanteando sin desmayo a lo largo de los afios de 1760, «Auditor». Una persona era atacada personalmente en función de
aun mientras estaba en prisión, divirtiéndose con cientos de su asociación pública con una política o con una facciôn políti-
entretenimientos costosos y aristocráticos, Ilegó, sin embargo, a ca, o de su capacidad para dirigir la política. Su carácjer tenfa.
ser identificado en las mentes de los trabajadores de Londres y ímportancia en tanto pudiera ser identificado como caraôterizan-
en las clascs medias bajas londinenses no meramente como un do al Ministro o a un Miembro deI Parlamento ya fuese como
defensor de la libertad sino como la encarnación misma de este incapaz en el desempeno de su tarea, u obtuso, o fácilmente
elevado principio moral. Wilkes era un fenômeno contradictorio.' sobornable.v
Era una figura representativa de la división entre la política pú- Estos parárnetros en el discurso político condujeron a cier-
blica y los «accídentes del caracter» individual, así como tam- tas restricciones de la conducta. Un ejemplo interesante del modo
bién uno de los primeros eu cruzar este límite y transformar de en que trabajaban tuvo lugar en el ano 1762, cuando lord Talbot,
ese modo el significado mismo de un dominio público.st el Lord Administrador Mayor, se sinti6 atacado coo demasiada
Cuando leemos los panfletos políticos y los discursos de los virulencia en el «North Briton», Desafió a Wilkes a duelo, sos-
afias de 1750, tanto de Inglaterra como de Francía, como Iecto- pechando que había sido el autor de la calumnia. Antes dei ma-
res modernos sólo podemos admirarnos por la intensidad de la mento en que debían intercambiarse los disparos, Talbot, presa
retórica. La oposición ai punto de vista de uno, para citar un de una ira incontenibIe intentá que Wilkes reconociera la auto-
panfleto inglés de 1758, estaba constituída por «discípulos del ría de la calumnia; Wilkes accedió a batirse sin reconocer esa
Demonío, bastardos sin un gramo de caridad para sus padres», autoría. El duelo tuvo lugar; los dos hombres fallaron sus dis-
etcétera, mientras que en un panfleto francés donde se ponía paros por más de cuatro metros. En ese momento Wilkes ad-
en circulación un préstamo extranjero, los enemigos del escritor mitió haber sido el autor deI libelo; los dos intercambiaron
500 descritos como «víles monos, esclavos de la colina de es- saludos y se retiraron hacia una taberna cercana donde bebie-
tiércol donde farfullan», etcétera. Y, no obstante, este vicioso ron una botella de vino clarete con toda la apariencia de bon-
Ienguaje personal de Ia política servia, curiosamente, a los mis- homía.84
mos fines distanciados del yo como lo había hecho la conversa- EI insulto público, la satisfacci6n pública deI honor, los ritos
ción anônima de la casa de refrigerio. Wilkes proporcionaba, en divorciados de la simple amistad interpersonal o de la compa-
parte, un buen ejemplo.e ma; sin una comprensión cabal de esta organización de acciones,
Wilkes accedió a la política transformándose en un panfletis- mucho de una conducta política similar a mediados del siglo XVIII
ta político. En el afio 1762 con un grupo de amigos decide fun- tanto en París como en Londres, es inexplicable. Eu el dominio
dar una haja de noticias, el «North Briton», como una voz de de la retórica política entre las clases dirigentes, _existía un
oposición a la política deI gobierno defendida en el «Briton», código de .gestos..tap,e:-fiqne c()IJ1()_.los gestos creados por~l.ves:­
editado por Smollet, y en el «Auditor», editado por Arthur Mur- tuario. BraTa -pasión~'Incluso -cuando díêamaba a c

phy. Como era costumbre en Ia época, todos los artículos eran otras personas, la que obraba merced a convenciones tales como
publicados anónimamente; se consideraba indigno que una per- Ia autoría anónima.
sana atacara abiertamente a otra a través de la prensa. Los ata- El número 45 deI «North Briton», sin embargo, pareció trans-
ques lanzados por Wilkes eran ácidamente personales, especial- gredir una de estas convenciones. Parecía constituir un ataque
mente sus ataques a Samuel Johnson y a Hogarth, el actor. Pero sobre la persona misma deI rey Jorge IH. Retrospectivamente,
en la prensa, estos ataques llegaban de 'una mano desconocida: la edición número 45 parece bastante moderada, en realidad me-
esa convencíón significaba que uno nunca podía estar seguro nos violenta que otras, por ejemplo, la edición número 17, pero
exactamente de quién era el que lo acusaba de ser un discípulo irritá de tal modo a los agentes de la Corona que lord Halifax,
que era el equivalente del Secretario de Estado, enviá una orden
de arresto para los redactores, impresores y editores del «North
81. Las biografias principales son las de George RUDE, Wilkes and Liberty Briton», Sobrevino una larga y complicada batalla. Wilkes se via
(Oxford University Press, 1962); Raymond PaSTGATE, That Devil Wilkes (Londres:
Constable, 1917); ver también una semblanza extraordinaria de Wilkes por Peter obligado a renunciar a su escafio en el Parlamento, luego a huir
QUENNEU en The Profane Virtues (Nueva York: Viking, 1945), pp. 173-220; William
TRELOAR, Wilkes and the City (Londres: Murray, 1917).
82. Ver Joseph GREGO. A History ai Parliamentary Eleotions and Electionee- 83. QUENNELL, op, crr., pp. 181-182.
ríng from lhe Stuarts to Queen Victoria (Londres: Chatto and Windus, 1892), 84. Wilkes ofrece un relato deI duelo en una carta reimpresa en POS'OOATIl,
capo VI. «Jcha Wilkes as Popular Representative•• op. cit., pp. 45-50.

128 129
HCS 151.9
al continente, donde transcurrió su período de exilio alternati- la expresión de estas frases volvía más seductor ai que las pro-
vamente en compafiía de su hija y entre los brazos de la cor- nuncíaba. Era desconoeida también la idea de que un amante
tesana más famosa de Italia, madame Corradini. A fines de los debe encontrar un lenguaje único para referirse a sus sentimien-
aftas de 1760, regresó a Inglaterra, fue a juicio por el número 45 tos por una determinada mujer, un jenguaje de amor específico
d~1 «North Briton», pasó un afio y media en la cárcel, fue ele- de dos personas particulares. Las expresiones Ilevaban de 1.iJ. ,
gido en cuatro oportunidades para ocupar un escafio en el Par- asunto a otro y ai siguiente; el problema era el modo en que se
lamento, rechazado en esas cuatro oportunidades por los miem- decían estas frases, cómo se combinaban y la manera de ac-
bras de ese cuerpo y, cuando abandonó la prisión, se encontró toarias." .
como líder de un movimiento de masas londinense que había Wilkes Ilevó estas reglas hasta sus extremos más lejanos y
llegado a asociar sus juicios con la causa de la libertad en In- de este modo, a sus veinte afios, había adquirido su reputa-
glaterra.é ciôn de libertino. Esta es la descripción que Ben Franklin hizo
. Es i~posible referirse a estas hechos en términos compren- de él: «Un fascineroso y expatriado de pésimo carácter perso-
SlVOS. Sín embargo, eIlos afectan directamente los significados nal, que no vale un cuarto de penique.» Burke se refiere a Wilkes
relacionados a mediados . del. sígío.xvnr con.~J.concepto-'·de--t1n diciendo: «Un hombre bullicioso y agradable, pera que no tiene
gesto. retórico público -como una expresión a dístancíaxtel yo. prudencia ni príncipícs.» Y según Horace Walpole: e El Despo-
WIlkes, como otros de su generación, trazó un Iímite preciso tismo reprobará para siempre a la Libertad con eI libertinaje
entre sus deberes familiares, especialmente sus deberes como de semejante Santo.» 87
padre de su único hijo legal, su hija Polly, y sus «peregrinaclo- A veces esta reputaeión se volvió contra él en su vida políti-
nes en busca deI placer». A pesar de que Wilkes y su esposa ca, y debido a ello, muchos historiadores le han tratado como
se habían separado legalmente luego de cuatro aãos de matri- a un hombre cuyo carácter personal fue utilizado por sus con-
monio, el padre mantuvo una vígilancía constante sobre la edu- temporáneos para juzgar sus actos políticos. Esta interpretación
cación de su hija e intentó mantenerIa aI margen deI contacto no es muy correcta. Es verdad, por ejemplo, que la paternidad
~o~ cualesq.uiera de sus compafieros «peregrinos», excepto de su
literaria de Wilkes sobre Essay on Woman, una parodia suma-
lntim? amigo Cha~les ~hurchill. A diferencia de lo que había mente pornográfica deI Essay on Man de Pope, fue utilizada por
ocurndo con otro libertino de fines deI sigla XVII Iord Rochester sus enemigos como una de las razones por la cual Wilkes no
Wilkes hizo todo 10 posible por mantener sep~rada a su hij~ debía sentarse en el Parlamento, aun cuando había sido elegido
legai de aqueIlos que eran sus hermanastros y hermanastras na- abrumadoramente por los habitantes de su municipio.' No Ob5~
turales. En su intento de mantener separada a su familia de su tante, en la última de las cuatro elecciones en las que el Par-
vida mun.dana, Wilkes era todo un hombre de su tiempo. lamento dejó a Wilkes de lado, aquella eleccíón en la que Essay
Del nnsmo modo, sus correrías sexuales eran públicas en un on Woman fue citada con mayor frecuencia, el hombre que a
m'.'do aceptado y muy literal. No había intención de parte de juicio deI Parlamento «debió haber sido elegido», cíerto coronel
Wi1kes, como no la había entre otros caballeros de su época Luttrel, era, en todo caso, un libertino más afamado que el
de condueir sus asuntos sexuales en secreto salvo con una mu- propio Wilkes. En esa época, (mediados de 1769) muchos de los
jer casada cuyo marido fuese de un rango similar al suyo y por enemigos de Wilkes, habían sido o eran sus compaãeros en sus
ende pudiese pedirIe cuentas. O bíen, si el asunto amoroso esta- parrandas y muy conocidos en su calidad de tales. Por lo tanto,
ba relacionado con una mujer casada, la responsabilidad de ocul- la utilización que éstos hacían de la reputación de Wilkes debe
tarlo ai marido correspondía .a la mujer. Con las prostitutas o ser considerada con mucho cuidado. Estos enemigos movían a
las «libertinas», no había que observar absolutamente ninguna risa incluso a aquellos que manifestaban su desacuerdo con la
regia de discreción. reputación de Wilkes. EI vínculo real entre Wilkes como per-
El lenguaje de los asuntos sexuales extramaritales _.evidencia- sana y como político, fatal para las convenciones públicas de la
Jla__muchas de las características de '! otras formas - deI discurso política de 5U tlempo, se producía entre aquellos que eran sus
público~~~_galant~É~~~.sejuzgaban como agradables 'aléxtremo partídaríos.e
de que eran consideradas íngeníosas o bien hechas en sí mismas·
la profundidad de la pasión que el orador ponía ai expresarIa~ 86. QUENNELL, op. cit., p. 177; ver también el análisis deI punto de vista
de Strene acerca de las relaciones sexuales, íbiâ., pp. 169-170; para Franda re-
estaba fuera de la cuestión; realmente, cierto tono irônico en curtir especialmente a la obra de J. J. SERVAIS Y J. P. LAUREND, Histoire et
Dossier de la Prostitution (Paris: Editions Planête, 1%5).
87. Citado en RUDE, op. cit., pp. xiii-xiv.
• 85. RUDE, op. cit., pp. n73, es el relato más comprehensivo; TRBLOAR, op. 88. POSTGATE, op, cit., pp. 150·168.
cu., pp. 51-79, es algo mgenuo pera contiene muchos elementos prlmarios.

130 131
Un estudio exhaustivo de los partidarios de Wilkes, realizado más: en un insulto personal a cada partidario, en vez de a un
por George Rude, concluye que sus antecedentes recorrían la movimiento colectivo.
e.scala desde ~omerciantes prósperos hasta obreros semiespecia- Cíertamente, a partir de su eorrespondencia y de los comen-
lizad?s, .con Iigero predominio de estos últimos. Para elIos, las tarios de Wilkes en Ias conversaeiones, adquiere sentido el he-
publicaciones lanzadas por Wilkes y la número 45, profundizada cho de que el hombre pensaseven función de borrar la lín6.,'
P?r sus contínuos rechazos en el Parlamento, constituían cl sig- 'lll:~_ exístía entre su personalidad y su política. Era tan irónico
J!l-p:~ado de la _r~presentación: Wilkes estaba de parte Cié los con su fama como lo era eon sus adeptos euando los analizaba
míémbros metros privilegiados de la sociedad, quienes ejercían con sus amigos. En realidad, Wilkes intentó mantener una dis-
el derec~o de elegir a sus representantes en el gobierno. Pero tancía entre la vida pública y la privada, y la adulación personal
en el ano 1763 el significado de esa libertad no estaba claro de sus adeptos tanto lo gratificaban como le ponían profunda-
~us part!darios no co~sideraron tanto una idea de libertad, prís: mente incómodo.
tína y diferente, una idea que esperaba ser empleada, como in- Luego de un período de extraordinaria popularidad, las dife-
tentaron desarrollar la idea, descubrir qué significaba la libertad rencias entre Ia identidad que sus adeptos le conferían y el sen-
a través del proceso de regresar a Wilkes ai poder. Puesto que tido que el hombre tenía de sí mismo condujeron a ambos ai
estab~n ~~sarrolIan~o un principio político, eu lugar de aplicar fracaso. Una pasión especialmente desafortunada y bien publi-
un principio a sus vidas, el hombre, su existencia total, el hecho citada fue considerada por muchos como una traición al wiIke-
concreto de su determinación a ser sentado en la Cámara ad- sismo ya que despertó tanta publicidad adversa. Si para sus
q?irió una treme~d~ importancia para ello. El grito «Wilkes y partidarios él constituía un emblema de Líbertad, ellos le per-
LIbert~d» era un indicador preciso; el hombre y el principio eran
mitían cada vez menos libertad para conducir su propia vida.
uno solo porque sin la presencia de este hombre no había otra En la época de los Tumultos de Gordon (una persecución popu-
forma de imaginar qué significaba la Iíbertadw lar masiva de católicos en Londres), Wilkes fue uno de los
Esta. unión significó que toda acción de Wilkes persona tenía pocos que en la ciudad intentó controlar a las multitudes enar-
necesanamente un carácter público o simbólico. Sus correrías decidas. Las masas sintieron que, al transformarse en un ins-
sexuales debían ser negadas, borradas -de su imagen como hom- trumento del orden, les había vuelto atraicionar y más básica-
b~e -como ~eseaban los más prósperos de sus partidarios-, o
mente; ellosexplicaron la trai~iÓ:rr_~ll.-~nción de...JlD camhícen
bíen convertidas en un signo de rebelión contra el orden esta- la personalidad de.-_WilkeS;--ailtes que en térmjnos @,~-ro.àC~
blecído, ~ romanti~ismo de índole sexual que congeniaba más ciones y obllgaciones ç-ºm"º--.!.~'preseI1t~_d~LAlc-ª,-de..de-L911Qt:@S-
eon una mteI'J?retacIón de su eonducta entre sus partidarios de o, fundamentalmente, según sii-··propia creencía en la libertad
la clase trabajadora. Eu 1768, un carretero le describía admira-
como un acto de toleranciaw
tivamente como «Iibre de la cabeza a los pies». La promiscui- Durante el período de absoluta popularidad, en los primeros
dad, como todas las demás acclones del hombre, debía ser in- anos de 1770, (.cuál fue el efecto de WiIkes, considerado como
terpretada ya que la propia vida de JoOO Wilkes persona se una persona pública, sobre el lenguaje de la retórica política?
h.a;bía transformado en un símbolo del significado de la libertad Dentro de la vasta guerra de gacetas que produjeron las activi-
rmsma. dades de Wilkes, se encontraba en primer lugar un anónimo es-
El intento de interpretar el significado de un principio político critor que firmaba «Junius». Su credo era simple:
a través de las acciones del carácter se encontraba a un nivel
mucho más p~ofundo, y. e~a de una importancia mucho mayor, Medidas y no hombres, ése es el canto común de la afectada mo-
que las ~cusaclOnes esgrimidas contra Wilkes por los partidarios deración; un Ienguaje ruin, espurío, fabricado por bellacos y hecho
deI. gobierno. Estos partidarios podían, por un lado, acusarle moneda corriente entre los tontos... la crítica gentil no es adecuada
fácilmente y, por el otro, reemplazarle con otro miembro mejor ai estado actual de degeneracíón de la sociedad.
del Parlamento como Luttrel, quien tenía mueho más notorios
ciertamente más violentos y eonocidos gustos sexuales. La co- AI defender a Wilkes, Junius era más efectivo, y más famoso,
~exión hecha entre la reputación y la política por los partida-
que cuando atacaba las características personales de los enemi-
nos de Wilkes convirtió a la hipoeresía parlamentaria en algo gos de Wilkes, especialmente al duque de Grafton. Pero estos
ataques personales fueron diferentes en su tono de los escritos
89. RUDR, op. cit., pp- 86-89; POSTGATE, op. cit., pp. 141·142; compárese con el de una década anterior, inclusive diferentes de los ataques per-
trabajo de Berbard BAD..YN, Ideological Origins oi tne American Revolution
(Cambridge: Harvard University Press, 1967). 90. POSTGATE, op, cit., pp. 251·258, es un buen informe.

132 133
8US vestimentas, o e~ el t~atrº., El Ienguaje de la política estab~
sonales que .aparecían en eI «North Briton». Mientras que las 'separado de, la vida íntima; incluso en los momentos más VI-
iprhnerás formas de la retórica política se ocuparon deI carácter rulentos de Johnson aun en sus ataques más personales y sór-
privado en función de principios públicos y necesidades públicas, didos contra Wilkes: el tema es siempre la idoneida~ de Wilk~s
Junius evitó cualquier tema de «medidas». El caráctcr en y de para participar en el Gobierno y nunca la reputacíon de Wi:Ir
sí mismo se volvió el principio político, Así como Wilkes como kes en sí misma. Johnson, aI igual que Burke y los .demás del
persona «encamaba» la Iibertad, sus enemigos encarnaban la fi- régimen establecido, dispOI~.ían cierta~ente de un co.nj.unto cla~o
rama. Un magnicidio de su carácter bastaba para deslegitimar las de ideas un claro lenguaje del gobierno, un domínio dei dis-
medidas con las que sus nombres eran asociados. En consecuen- cUI:'~(), objetivo dentro deI cual podían ubicar a Wilkes..Se tra~aba
ela, fue elimInado el verdadero fundamento deI gesto público: deI dominio deI pasado, de lo establecido, de. lo .conocldo. WI1.kes
los discursos públicos tanto' de amigos como- de enemígos ya y'ms seguidores se r-ebelaban contra la. clar'idad estabIe~Ida;.
no eran significativos; constituían s610 guías para el caracter Eran innovadores en la búsqueda de la llbertad, perc el srgm-
deI orador. En realidad, las figuras deI lenguaje de Junius co- ficado de esta nueva ídea no tenía, no podía tener. un carácter
rrespondfan aún al viejo modelo, o sea, utilizaba un Ienguaje tan claro y objetivo como aquel ai ').u;e e~ tiempo .y elouso fa ..
perfectamente familiar y un 1enguaje de una especie elaborada, miliar había dotado de la" idea de pnvIleg.lO.. ~s wIlkesIsta~ es-
casi pomposa que era considerada como apropiada para cl dis- taban obligados a ver el significado del principio como encajado
curso público. Pero ahora este Ienguaje se aplicaba para un uso en los actos mismos dei hombre.
exclusivo: el vocabulario de la injuria dirigido sólo al magnici- Así fue como se separo la molécula. La Hbertad no er~ parte
dio deI carácter; ese magnicidío como un acto político, una del esqueleto de la afínidad ~la~uraI; er~ opu~sta a la l~ea de
defensa de la líbertad." la convención como orden público. lQue sígnificaba eso. Muy
E5 interesante contrastar a Junius con Samuel Johnson, un pocas personas de la época de Wilkes podían dar una respuesta
enemigo de Wilkes que entro en la guerra de la ret6rica a fines a este ínterrogante; todo lo que podían i?tentar er~ hacer de
de la década de 1760. En su panfleto más famoso acerca de la idiosincrática vida personaI deI campeon de la libertad un
Wilkes, The False Alarm (La falsa alarma), Johnson realiz6 todo
tipo de esfuerzos para referirse al hombre Wilkes en relacíón
«símbolo» de la libertad misma. Si el grito de libertad era
medio por el cual se separá la molécula, el verdader.o de~afI?
:1
con «medidas», fundamentalmente en relaci6n con principios a la vida pública no fue la libertad, sino la personalidad mdi-
abstractos dei derecho constitucional y el privilegio. Compárese vidual comO una fuerza «simbólica». De esta ídea de la persona-
a Junius con el siguiente pasaje de La falsa afatrna: lidad individual como principio social se derivó finalmente el
impulso moderno por encontrar medidas políticas que merecen
Una de las princípales ventajas derivadas por la generación actual la pena sólo en la medida en que sus campeones sean persa-
a partir deI progreso y la clifusión de la filosofia es la liberación nas «creíbles», «confiables» y «decentes». ,
frente a los terrores innecesarios y la exención de las falsas alarmas. En su política Wilkes demostró cómo llegana eI ~; .pero 5U
Las apariencias ínusuales, que alguna vez diseminaron la consternacíén vida también evidencie la fuerza de la cultura pública a lo
sobre siglos de Igncrancia, no son las recreaciones de la seguridad largo del siglo. Eu 5U sentido de si mismo y, s~bre todo, en s~
inquisitiva.92 fracaso por mantener a sus adeptos por mucho ~lempo, dem~st~o
el poder de esta molécula semisecul~ de lo pnvad~ y .10 públi-
Tal como ha seãalado un comentarista de esta guerra de re- co para resistir las demandas de libertad sobre terrmnos per-
tórica, James Boulton, las diferencias de estilo eran, en parte, una
sonales.
diferencia de c1ase: Johnson hablaba intencionalmente para un
medio de clase alta. Pero las diferencias eran algo más que
una simple cuestión de c1ase; tenían relación con el verdadero
nexo entre la personalidad y la ideología deI momento. Johnson,
y eon él Edmund Burke, defensores del régimen establecido y
enemigos de Wilkes, se comportaban en sus escritos políticos
exactamente de lamisma forma en que otros gesticulaban con

91. James BOULTON, The Language 01 Politics (Londres: Routledge & Kegan
Paul, 1963), p. 24.
92. BOULTON, ibid., p. 36.
135
134
VI. EI hombre como actor

Queda por formular una última pregunta acerca dei domínio


público en el sigla XVIII. i,Qué clase de hombre habitaba en él?
Las gentes de la época dieron una clara respuesta a esta pre-
gunta: se trataba de un actor, de un ejecutante. Pera, i,qué es
un actor público? Digamos, len quê se diferencia de un padre?
Es un problema de identidad, e identidad es una palabra útil,
pera de la que se ha abusado. Según el sentido que le dia Erik
Erikson, identidad es el punto de confluencia entre aquello que
una persona desea ser y lo que el mundo le permite ser. Ni la
circunstancia ni el deseo solos, sino el lugar de uno en el paisaje
formado por la intersección de la circunstancia y el deseo. Hace
dos siglas, la imagen deI hombre público como un actor era
una identidad muy definida; precisamente porque estaba tan
francamente declarada sírve, mirando hacia atrás, a un valioso
propósito. Es un punto de referencia; junto con él, en la me-
dida en que las condiciones materiales e ideológicas de la vida
pública se volvieron confusas, fragmentadas y finalmente yacias
luego del ocaso del ancien regime, puede ser trazado el sentido
que el hombre tenía de sí mismo en público.
El hombre público como actor: la imagen, no obstante ser
evocativa, es incompleta, porque detrás de ella, otorgándole subs-
tancia, yace una idea más básica. Este es el concepto de expre-
sión como la presentación de -la emoción, y a partir de él se
deriva la identidad del actor; el actor público es el hombre que
presenta las emociones.
La expresión como la presentación de la emoción, es en rea-
lidad un principio general que incluye prácticas tales como los
signos del lenguaje analizados hace dos capítulos. Supongamos
a una persona que le cuenta a otra acerca de los días previas a
la muerte de su padre en un hospital. Actualmente, el ' relato
cabal de todos los detalles sería suficiente para despertar la pie-
dad de la otra persona. Las impresiones fucrtcs minuciosamente
descritas son, para nosotros, idénticas a la expresión. Pero ima-
ginemos una situación o una sociedad en la cual el relato de
estas detalles de sufrimiento no significaran nada para otra per-
sona. EI hombrc que relatara estos momentos no podría mera-
mente revívirlos, sino que tendría que moldearlos se1eccionando
algunos detalles para enfatizarias, suprimiendo otros o incluso
falseando su relato a fio de encajar dentro de una forma o adap-
tar un modelo que hiciera que el interlocutor comprendiera lo

137
que era la muerte. En estas condiciones, el que habla desea mundi, y nos hemos vuelto como actores, entonces disponemos
presentar a su interlocutor a la muerte 10 bastante organizada de una nueva y más feliz moralidad. La segunda era la más
en sus detal1es como para que se adapte a la imagen de un ensayada por escritores como Diderot, quien exploró la actua-
hecho que despierta piedad. Del mismo modo, la epiedad» no ción en relación con la vida pública y en relación eon la natu-
es diferente según dependa de la c1ase de muerte que uno escu- raleza. La tercera fue la singular voz de Rousseau. La de Rous-
che; la piedad existe como una emoción Independiente, antes seau fue la teoría más importante de la época referida al puente
que como una variación de ella y, por lo tanto, dependiendo de entre la vida cosmopolita y el teatro, y una violenta condena
cada experiencia de la mísma. del miemo. Analista y crítico, era tamblén un profeta, predicien-
Esta teoría de la expresión es incompatible con la idea de do que eI orden público sucumbiría a una vida basada en una
la personalidad individual como expresiva. Si fuese expresivo combinación del sentimiento íntimo auténtico y la represión po-
el recital completo de lo que he visto, sentido, experimentado, lítica. Rousseau sancionó esta nueva condici6n -tan parecida a
sin ninguna filtración o adaptación o falsificación de roi expe- nuestra condición actual. Sin embargo, también fue un mal pro-
riencia por ajustarlo a un modelo, entonces en mi vida la «pie- feta, puesto que creía que el nuevo urden llegaría a través de la
dad» difícilmente pudiera ser expresiva en la misma forma que caída de la ciudad y el resurgimiento de la pequena villa. Sus
10 es para otro según su propío sentido de la piedad, derivado ideas son una piedra de toque para explorar el modo en que este
de una experiencia diferente. En la representación de la emo- mundo público se perdió en la cultura urbana moderna, una
cíón, cuando yo le cuento a usted acerca de mis sentimientos cultura que reemplaza la vida expresiva y la identidad deI hom-
particulares según me aparecen, no existe por hacer ningún tra- bre público con una nueva vida, más personal, más genuína y,
bajo expresívo, «sólo vivir», La adaptación deI gesto o la con- considerando todos los aspectos, más vacía.
ducción de la escena no le vuelven más expresivo; justamente
10 contrario, porque una vez adaptada para que encaje dentro
de un modelo general, la experiencia parecería menos «auténtí- La perspectiva del sentido común
ca», Igualmente, el principio de presentación de la emoción es acerca del hombre como actor
asocial, porque al no tener el mismo relato de la piedad para ha-
cer, las gentes no tienen un sentido común de la piedad para AI comenzar el séptimo libro de Tom lemes, las aventuras deI
compartir como vínculo social. joven se han centralizado en Uf1dres. Es en este punto donde
Por contraste, con un sistema de expresi6n como la pre- Fielding presenta un breve ensayo Ilamado «Una cemparacíón
sentación de la emoción, el hombre en público tiene una ídentí- entre el mundo y el escenario». Comienza así:
dad como actor -un representador, si prefieren- y esta identidad
implica a él y a otros en un vínculo social. La expresi6n como A mehudo el mundo ha sido comparado con el teatro... esta idea
presentación de la emoción es el trabajo dei actor, si por el ha sido llevada tan lejos, y se ha vuelto tan general, que las mismas
momento tomamos esa palabra en un sentido amplio; su iden- palabras propias deI teatro y que fueron, al principio, aplicadas me-
tidad se basa en hacer de la expresión un trabajo de presenta- tafóricamente al mundo, son aplicadas ahora en forma literal e Indis-
criminada a ambos: de este modo, escenario y escena se han vue1to
ción. Cuando una cultura varía de la creencia en la presentaci6n familiares para nosotros merced a su uso común, tanto cuando nos
de la emoción a la de la representación de ella, de manera que referimos a la vida en general como cuando nos limitamos a las ac-
las experiencias individuales expresadas adecuadamente lleguen tuaciones dramáticas...
a ser expresívas, entonces el hombre público pierde una función
y, en consecuencía, una identidad. En tanto pierda una identidad Fielding es apologético en su tono un poco más adelante; 'por
significativa, la expresión se vuelve cada vez menos social. supuesto sus lectores saben que el escenario y la caIle son do-
Me disculpo por condensar así esta teoría, pera será útil aI mínios que se incluyen «literalmente» entre sí; está hablando
principio para conocer todo aquello que subyace a Ia idea deI en clisés y se excusa a sí mismo. S610 quiere recordar a sus
hombre público como actor. Ciertamente, es necesario un senti- queridos lectores que la mezcla de lo dramático con la vida or-
do de estas conexiones lógicas para comprender los muy pecu- dinaria es real, no se trata de una «metáfora» imaginaria como
liares términos en los que el hombre como actor fue considerado lo era en la época de la Restauración.v
por aquellas personas que habitaban el mundo público de las «Bl mundo como escenario» era ciertamente un antiguo clisé
capitales deI ancien. régime. Había tres voces principales.
La primera era la voz más común que se podía escuchar 93. Henry FlELDING, Tom Iones (Londres: Penguin, 1966; primera publicación
entre los cosmopolitas de la época: si habitamos un theatrum 1749), p. 299. [Hay trad. castellana.]

138 139
vestido con nuevas formas a mediados del siglo XVIII. Hemos rua de los amigos, éstos eran los tonos del sentimiento contení-
observado que una de las funciones c1ásicas de la imaginación dos en la noción cotidiana del hombre como actor.
del theatrum mundi era la de separar la naturaleza humana de Pero había ,quienes entendían que los clísés preponderantes
la acción social, a través de la separación del actor con respec- del hombre como actor dependían, en su verdadero sentido de
to al acto. En la perspectiva del sentido común del hombre como sociabilidad, de una idea tácita y más profunda de expresión.
actor, personalmente uno ya no era procesable como un mal El más famoso de ellos fue Diderot, cuya Paradoja de la actua-
hombre por haber cometido una mala accíón: sólo se necesita- ción vinculó a la actuación coo una teoría psicológica más ge-
ba cambi~r l.a.conducta. El hombre como act~r soporta un yugo neral.
moral mas liviano que el que sufrían los puritanos o los católi-
cos devotos: no ha nacido en el pecado, entra en él si interpreta
la parte del demonio. La paradoja de la actuación según Diderot
El mism.o Fielding lo explica. En su ensayo afirma que «un
mal acto ais lado ya no nombra a un villano en la vida como Diderot sintetizó de manera muy simple aquello que él lIa-
tampoco lo. hace una parte mala aislada en el escenarío» y de maba la paradoja de la actuación:
ese modo ciertamente, en tanto los dominios de la ciudad y el
teatro se han entremezclado, la analogía se vuelve una verdad (Acaso las gentes no se refieren en sociedad a un hombre diciendo
literal. EI carácter de los actos y eI carácter de los actores es- que es un gran actor? Con esto no quíeren significar que él siente
tán separados, de modo que un hombre deI mundo «puede cen- sino que sobresale en la simulación, por lo tanto no siente absoluta-
~urar una imperfección, o inclusive un vicio, sin despertar la
mente nada...
Ira de la partida culpable». Además, no existe una manera clara
para especificar quiénes son los hombres en la gran ciudad de Diderot fue el primer gran teórico de la actuación coma ac-
modo que e~ ét;Lfasis debe recaer enteramente sobre aquello 'que tividad secular. La mayor parte de las teorías francesas sobre
hacen. l.Per]udICa un hombre a los demás? Luego, en el estilo la actuación de los siglas XVI y XVII correlacionaban el modo en
de Garrick, el problema que se le presenta es el de cambiar que un actor actuaba con los contenidos de aquello que él o
sus ~ole~. l~ p<:>r qué no ,deb~ría reformarlos, ya que ninguna ella representaban. La verdad del texto tema alguna relación con
aparrencra, rungun rol, esta fijo en la gran ciudad por necesí- 10 bien que el actor pudiera hablar. En çonsccuencía. era posi-
dad o por el conocimiento que los demás tienen de nuestro pa- ble incluir la idea de la actuación bajo di. rubro de la retórica,
sado? 94 y referirse a la retórica en relación con la moral y la relígión.
Si, en líneas generales, el hombre como actor se libera de Según esta fórmula, el sacerdote se transformaba en el mayor
la carga deI pecado original divorciando su naturaleza de sus retórico posible porque los textos que interpretaba eran absolu-
actos, el sentido común del stglo XVIII concluyó que él por lo tamente verdaderos. Ningún buen cristiano podría sofíar, natu-
tanto, podia divertirse aún más. Sin estar atado en público ni ralmente, en comparar directamente a un sacerdote con un ac-
con el dominio de la naturaleza ni con los deberes cristianos tor, pera la razón para ello radica precisamente en el hecho
del alma, podia liberarse su alegria y su placer en compafiía de de que la retórica deI sacerdote era ínnatamente superior a
los otros. Esta es la razón por la cual los escritos de la época cualquier cosa posible en un escenario porque estaba hablando
unen con tanta frecuencia las imágenes dei hombre como actor la verdad divina.95
con la vida cosmopolita; su versión del theatrum mundi no se Diderot destruyó esta conexión entre la actuación, la retórica
referíaa las relaciones entre el hombre y los dioses o al oscuro y la substancia del texto. En su Paradoja creó una teoria del
pesimismo acerca deI significado de la vida humana, como hi- drama divorciada del ritual; fue el primero en concebir la re-
cieron los platónicos renacentistas por un lado y los dramatur- presentación como una forma de arte eu y de sí misma, sin refe-
gos isabelinos por el otro. Hay una maravillosa Carta Persa de rencia a aquello que se representaba. Los «signos» de Ia represen-
Montesquieu en Ia que su héroe, vagando una noche por la Co- tación no eran para Diderot los «signos» del texto. He dicho esta
médie Française, no puede distinguir quién está sobre el esce- con menos c1aridad que Diderot. SI escribe:
nario y quién se suponía que estaba presenciando la obra; todos
desfilan, tornan posturas afectadas y disfrutan de un agradable 95. Lee STRASBERG, cAn Introduction to Diderob, en Denis DIDEROT, The
Paradox ot Acting, trad. W. H. Pollack (Nueva York: Hill & Wang, 1957), p. x;
momento. La diversión, la cínica tolerancia, el placer eu compa- Arthur M. WILSON, Diderot {Nueva York: Oxford University Presa, 1972), pp. 414-
416; Felix VEXLBR, Studies in Diâerot's Esthetic Naturalism (Nueva York: Tesis
94. Ibid., p. 302. dei Master en Filosofia, Columbia University, 1922).

140 141
Si, el actor estuviese pleno, realmente pleno, de sentimiento, zcõmo presion más de una vez, y al contestaria define la idea de un
podría representar dos veces consecutivas la misma escena con el signo convencional. Un sentimiento puede trasmitirse más de
lUlS~o espíritu y el mismo êxito? LIeno de fuego en la primera aCM
tuación, estaria agotadc y frio como eI márrnoI en la terccra.se una vez cuando una persona, habiendo cesado de «sufrirlo», y
estudiándolo ahora a distancia, llega a definir su forma esencial.
Esta esencia es una substracción de lo accidental: si por casua-
Un .aetor que cree en sus propias lágrimas, que gobierna su lidad una postura rígida parece quitar mérito a una mujer que
actuacíon de acuerdo eOD sus scntlmientos, que no mantiene en el escenario expresa tristeza por su marido ausente, entonces
una .dista~cia de Ia emoción que proyecta, no puede actuar CQn la postura rígida es reemplazada por una inclinación de hom-
conststencía. Un actor no debe responder al fundamento del tex- bras. Si la declamación en voz alta atrae ocasionalmente la
to para ~ctuarlo, ni su arte debe ser tampoeo gobernado por la ateneión sobre el vclumen de la voz antes que sobre las pala-
substancla dei texto. Sabemos, por ejemplo, que un grau actor bras que se dicen, la voz es educada para permanecer en un
e? una mala, obra puede, sin embargo, ofrecer una gran actua- registro más bajo, Por medio de estas estudios, se establece el
ctón. La razon estriba en la propia naturaleza de la expresión carácter esencial de una emoción. En el proeeso de arribar a
representada: sin cierto trabajo sobre las emociones que deben estos signos, un actor ha cesado de sentir la emoción dei modo
transmitirse, sin el ejercicio del juício o cálculo aI mostrarlas en que la siente el público a quien está trasmitida. EI actor no
una expresión no puede ser representada más de una vez.fJ1 ' deja de sentir: a Diderot se lo interpreta falsamente de esa
La teoría de Diderot propone intereses más que los trocos manera a menudo; antes bien, los sentimientos del actor acerca
deI arte teatral; se dirige a la superioridad del artificio sobre de la acci6n se han vuelto diferentes de los sentimientos que la
la naturaleza en la expresión de la emoción. Diderot pregunta: acción producirá en el público.P'
Las aeciones de esta índole eonstituyen el único modo en que
.iHabéis pensado alguna vez en la diferencia que hay entre las lá- las expresiones pueden ser estables, la única manera de que
gnrnas derramadas por una tragedia de la vida real y' aquéllas derra- eontinúen. El propósito de la aeción es el de derrotar la defor-
madas por un relato emotivo?
mación deI tiempo:
~l responde diciendo que las lágrimas de la vida real SOn Me estáis hablando de un momento pasajero en la Naturaleza.
inmedi~tas y directas, mientras que las lágrimas producidas por Yo Ies estoy hablando de un trabajo deI Arte, planeado yj,~ompuesto,
cualquier arte deben ser producidas de manera consciente por un trabajo que es construido gradualmente, y que perflura.,. •
grados. Pera mientras el mundo natural pueda de este ~odo
parecer superior al mundo deI actor, es de hecho mucho más La repetición es Ia esencia misma dei signo.P'
vulnerable y expuesto a los accidentes. Pensad eu una mujer que Para Diderot eI modelo de un gran actor era eI inglés David
Hora, díce Diderot, que desvía vuestra atención de su pena con Garriek. Conoció a Garrick en el invierno de 1764-1765; en un
la menor desfiguración, o cuyo acento encontráis difícil de com- pasaje de la Paradoja, Diderot describe la impresión que Garrick
prender, y de esa manera quedáis distraídos, o quien os muestra Ie eausó:
su fracaso eu un momento en el que no os encontráis prepara-
dos para recibirlo. En todas estas maneras, eI mundo donde las Garrick asomará su cabeza por el batíente de una puerta y, en el cur-
gentes reaccionan en forma directa y espontánea entre si, es un 50 de cinco o seis segundos, su expresíôn cambiará sucesivamente de la
mundo donde Ia expresíón se pervierte a menudo; cuanto más delectación salvaje al placer moderado, de éste a la tranquilidad, de
la tranquilidad a la sorpresa, de la sorpresa ai asombro vacío, de éste
natural es la expresión entre dos personas, menos verdadera, a la tristeza de la tristeza aI aire de alguien agobíado, de éste al
mente expresivas serán ellas.93 terror, deI terror al horror, dei horror a la desesperación, y de alU
A lo sumo, en un mundo donde gobieman la afinidad y eI volverá nuevamente aI punto donde ha comenzado. iPuede acaso su
sentimiento natural, si se produee una exacta representación de alma haber experimentado todos estas sentimientos y actuado esta
una emocíón, sólo puede ocurrír una vez.99 clase de escala en concorâancia con su rastro? 102
Diderot pregunta entonees cómo se puede presentar una ex-
Un clisé deI criticísmo de Diderot radica en que Diderot co-
loca al Arte contra la Naturaleza, en que el poder de un actor
96. DIDEROT, Paradox, p. 14.
m. lbid., pp. 15,24. 100. lbid., pp. 15 ss.
98. Cita de lbid., p. 20; ibid., p. 23. 101. Cita de ibiâ., p. 25.
99. tu«, p. 25. 102. lbid., pp. 32-33, agregado en bastardilla.

142 143
como David Garrick era percibido como algo tan grande al ex- Mirando hacia atrás.t las ideas de Diderot aparecen como W1
tremo de ser ínhumano, casi monstuoso. Esta simple oposición apuntalamíento intelectual para la vida pública de su época. Pero
no tiene sentido. Diderot creía que todo el estudio de un actor en níngún sentido directo puede leerse a Diderot como si fuese
estaba dirigido a encontrar las formas esenciales que gobieman un portavoz de sus conciudadanos parisinos; su texto, termina-
el mundo natural; el actor condensaba estas formas. AI retirar do finalmente en el afio 1778, no apareció publicado hasta 1830.
sus propios sentimientos del texto, ha adquirido el poder de ser En los afias de 1750, había escritores en el teatro que rechazaban
consciente de qué forma es inherente en el dominio del senti- explicitamente los puntos de vista como los de Diderot y en
miento natural. Puesto que el ejecutante construye sobre la na- cambio, privilegiaban las afinidades naturales. Ciertamente, la
turaleza, puede comunicarse con gentes que permanecen en esc Paraâoia fue una respuesta a W1 conocido tratado de 1747, El
estado caótico. Encontrando formas de expresión que sean repe- comediante, de Remond de Sainte-Albine, traducido rápidamente
tíbles, trae un momentáneo sentido de orden dentro de sus per- al inglés por John Hill, luego traducido nuevamente al francés
cepciones, La comunicación no consiste en compartir este signo. por Sticotti en 1769, que fue la versión que leyó Diderot. El co-
Una persona puede volverse duefía -y distante- deI sentimien- mediante argumentaba que el sentimiento y, en consecuencía, el
to aI cual otra persona habrá de someterse. Por lo tanto, inclui- alma dei actor era el fundamento del poder dei actor; si se tra-
da en la noción de una expresión sostenida y repetible, se en- taba de un alma fria, seria un actor indiferente. Pero los puntos
cuentra la idea de la desigualdad. de vista expuestos por Diderot eran populares en los afies de 1750,.
Esta relación potencialmente amistosa entre arte y naturaleza aunque argumentados con menos fuerza lógica. Diderot fue anti-
en Ia teoría de Diderot es importante al analizar la actuación cipado por El arte del teatro, de Riccoboni; por los trabajos de
fuera deI escenario. Diderot pretendía abarcar más que Ias ao- Grimm sobre el teatro; más tarde, en la Enciclopeâia, estos tra-
tividades de genios como Garríck. Pretendía utilizarIos como mo- bajos fueron codificados en un artículo sobre la Declamacíón, por
delos para otras transacciones sociales expresivas. Los actos so- MarmontelJw
ciales innatamente expresivos son aquellos que pueden repetirse. Fue en la década de 1750, cuando tomó forma por primera
Los actos sociales susceptibles de repetición son aqueIlos en los vez lo que los historiadores deI argumento teatral han dado en
que el actor ha establecido una distancia entre su propia perso- Ilamar la guerra entre el Sentimiento y el Cálculo. Una encan-
nalidad y el lenguaje o el atavío corporal que muestra a los de- tadora y casi increíble instancia de esta guerra es ~egistraQa
más. Las apariencias a distancia dei yo son objeto de cálculo, y unos afies más tarde, en la cual las dos grandes actT1~es dcla
la persona que conlleva Ia apariencia puede cambiar su lengua- época de Diderot, Madame Clairon y Madame Dumesnil, se en-
je o su atavío, depende de las circunstancias en que se haIle cuentran en el Teatro Boule-Rouge, A los ojos de Diderot, Mada-
ubicado. La de Diderot es la exposición razonada de esos signos, me Claíron era la versión femenina de Garrick; Madame Dumes-
así como la lisonja elaborada, impersonal, repetible casí en for- nil, para él, era una actriz de mediano talento porque dependía
ma indiscriminada a los demás, es una explicación de por qué de sus propios sentimientos. Las dos actrices comenzaron a de-
ese signo debía continuar brindando placer, La lisonja tenía batir el tema de la sensibilidad versus el cálculo en la creación
una vida propia, una forma independiente dei orador particu- deI rol. Madame Dumesnil declaró: «Estaba colmada por mi
lar y de su oyente particular. Se significaba a sí mísmo, Como texto, lo sentia, me entregué totalmente a él.» A lo que. Mad~me
lo hacía el pouj au sentiment; como lo hace eI lunar en el rostro. Clairon respondíó abruptamente: «Nunca he comprendido como
La impersonalidad dei lenguaje exitoso entre las cIases sociales nadie podía hacerlo sin cálculo,» Dugazon, el actor, intervino en el
tiene la misma exposición razonada: al extremo de ser expresa- debate: «No es nuestro objeto saber si el arte dramático existe...
mente elaborado, un mundo dentro de sí mismo, una forma de sino si en este arte lo que predomina es la ficción o la realldad.»
significación marginal con respecto a las circunstancias deI ora- Madame Clairon: «La ficción»: Madame Dumesnil: «La rea-
dor y dei público, es expresívo. En resumen, de la actuación exi- lidad»,l04 .
tosa, Diderot se mueve hacia una teoria. de laemoción como A pesar de toda Ia amena trivialidad en la que podía conc1ui~
representación. Los sentimientos que despierta un actor tienen esta argumentación su aspecto más importante era una SUPOSI-
forma y, por lo tanto, significado en sí mlsmos, deI mismo modo ción que ambas partes compartlan. Desde los escritos de Re-
en que una fórmula matemática tiene significado independien-
temente de quien la escriba. Para que esta expresión se produz- 103. T. COLE Y H. CHINOY, Actors on Acting (ed. rev.; .Nueva York: Crown,
ca, los hombres deben comportarse inhumanamente, y buscar 1970), pp. 160-161. . A_
aquella fórmula, aquella convención que pueda ser repetida, una 104. DIDEROT, "op, cü., pp. 52 88.; K. MANTZIUS, A History af Theatrtcal ~t
y otra vez. .in Ancient and Modem Times (Londres: Duckworth & Co., 1903·1921), V, 277·278.

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144
BCS 151.10
mond de Sainte-Albine y Riccoboni en la década de 1750, basta capital cosmopolita; o sca, fue el primero en hacer frente a I~s
Diderot, y luego hasta el sigla XIX eon las reflexiones de actores discontinuidades en la experieneia «urbana» y, eu consecuencta,
como Coquelin, Ia premisa básica de Diderot fue aceptada por arribar a una teoría dei cosmopolitismo. Fue el primero en
todos. Estaba referida a la independencia de la actividad de ac-
tuación, su independencia con respecto aI texto. La guerra enta- vincular los códigos públicos de creencia eu la ciudad cosmopo-
blada entre el sentimiento y el cálculo concierne a lo que el ac- lita con experiencias psicol6gicas básicas como la co~fianza y el
tor siente, no a la exactitud de esos sentimientos en función de juego; el primero en relacionar la psicología de las c1Ud~d~s con
una psicología de la creatividad. Y todo esto, tan clarividente,
Ia exactitud de las expresiones que él o ella deben expresar.
lCómo podéis ser afectados por roi elocuencia, preguntaba el tan probatorio, estaba dirigido hacia un fi? terrible; de~~e su
obispo Bossuet a sus fieles durante un famoso sermón deI si- anatomía de la gran ciudad, Rousseau Ilego a la concIuslOn. de
gla XVII, y no veros afectados para confesar vuestros pecados a que la humanidad podía establecer psicol6gicamente auténticas
Dias? Ochenta afias más tarde, fue posible analizar las cualida- relaciones -lo opuesto al cosmopolitismo- sólo imponiéndose
des de gran orador de Bossuet, tal vez argumentando con vehe- la tiranía política. Y él demostró esta tiranía.. . .
meneia cuánto control mantenía sobre sí mísmo, cuán sujeto Las circunstancias en las cuales Rousseau Ilego a escríbír su
teoría nos dan algunas pistas hacia aquello que escríbió, Eu
estaba ai fuego que acumulaba sobre sus fieles, sin dejarse tur-
bar demasiado por la proposición de que, si era un gran orador, alguna oportunidad entre 1755 y 1757 e1 filósofo francés D'Alem-
uno debía ser más devoto. En los tiempos de Diderot, ambas bert escribió un artículo para la Enciclopedia sobre la cíudad
partes secularizaron el fenómeno de la actuacíón, quitando de de Ginebra. D'Alembert sefialaba que en la ciudad no había tea-
lado toda restriceión de los índices externos de la verdad. Los tros. Dadas las tradiciones calvinistas existentes e~ Ginebra,
argumentos de Diderot extendieron la idea secular a su conclu- este hecho no sorprendió demasiado al filósofo; sabía que ~o~
sión lógica como una teoría de la expresión: si la actuación era ginebrinos temían «la predilección por los ornamentos,. la ~Sl~
una actividad que tcnía un significado independiente deI texto pación y el libertinaje que las companías de act~res disemina-
particular, entonces debe tener también un significado indepen- ban entre la juventud», Poro como extranjero no VlO razón algu-
diente de su ejecutante personal, de sus sentimientos privados na para que esta ascética y estricta ciudad no dispusiera de un
y de sus estados de animo pasajeros. teatro; de hecho, D'Alembert penso que el teatro podía hacer-
La consumación de esta idea de la actuación secular se eu- les bien a los ciudadanos de Ginebra, «Una sutileza de tacto,
cuentra en el vínculo establecido por Rousseau entre eIla y la una delicadeza de sentimiento -escribió- es muy difícil de ad-
ciudad. quirir sin la ayuda de las representaciones teatrales~)05
Los sentimientos de D'Alembert eran muy parecidos a los
de Fielding: el teatro tiene lecciones de conducta para la vida
La denuncia de Rousseau acerca de la ciudad como teatro ordinaria. Estas sentimientos se despertaron en Rousseau, un
ciudadano de Ginebra, quien había pasado algunos afias en Pa-
Parad6jicamente, el más grande escritor y el estudioso más rís; en 1758 publicó la Carta a M. D'~lembert. Esta ~art~ e~ .una
constante de la vida pública urbana era un hombre que la odia- respuesta a mucho más de lo que D Alembert quena sIgn.IÍlcar.
ba. Jean-Jacques Rousseau creía que el cosmopolitismo no era Para justificar la censura política deI drama, Rousseau tema que
un alto estadia de la civilidad sino un crecimiento monstruoso. demostrar que los valores de D'Alembert eran los de un cosmo-
Más que cualquier otro de sus contemporáneos, Rousseau inves- polita; luego, terna que demostrar que la propagación de los 'Y~~
tigó concienzudamente la gran ciudad, como si estuviese analí- res cosmopolitas en una pequena ciudad dcstruirfan su religión
zando un câncer. París representó su interés especial, pero a y como resultado las gentes, al aprender a comportarse segun
nível de las expresiones teatrales de París que él creía habrían
de extenderse a todas las capitales de Europa. A Rousseau debe
leérselo más como a un periodista de su época que como a un 105. La fecha se estableció de la siguiente manera: D'Alembert preparó el
comentarista moral. AI castigar la mezcIa dei escenario con la artículo después de visitar a Voltaire en su finca situada ~ las afueras. de
Gínebra: Voltaire se había mudado a la finca en 1755; el articulo estuvo listo
vida de la calle, arrib6 a la primera teoría completa y proba- para aparecer en 1757, y la respuesta de Rousseau apareció en 1758. ROUSSEAU,
toría de la ciudad moderna como un medio expresivo. Politics and the Arts: The Letter to M. D'Alembert, trad. A. Bloom (Ithaca:
Rousseau fue el primer escritor que describió la ciudad como Cornell University Press, 1968), p. xv. EI título Politics and the Arts es un tit~­
una sociedad secular. Fue el primero en demostrar que este se- lo en inglés para la traducción inglesa de Lette~; de aquí e~ adelante, será deno~.
nada por su título correcto: Letter to M. D Alemuert; CIta de D Alernbert, CI-
cularismo era el producto de una clase especial de ciudad: la tado en ibid., p. 4.

146 147
Ia «delicadeza de sentímiento», dejarían de tener una vida ínte- nándoles y por lo tanto dan paso a sus pasiones naturales, lo
rior profunda Y, honesra.w que constituye el pecado. El perezoso, el glotón, el seductor y el
Todos los opuestos de Rousseau -cosmopolita, ciudad pe- libertino son hombres naturales, revelados por la diversión que
quena; actuación, autenticidad; libertad, justa tiranía- se des- él o ella mantienen. Esa era la idea de Calvino y Ginebra fue
prenden de una teoría de la corrupción, la corrupción de las cos- organizada por él para no darle al hombre ningún descanso y,
tumbres. Estas costumbres pueden ser traducidas al inglés mo- en eonsecuencia, ninguna oportunidad para pecar.
derno como un encuentro de modales, moral y creencias. Los La idea de Calvino con respecto a la pequena ciudad como
escritores del siglo XVIII emplean la palabra en un sentido que una teocracia perfecta fue hacia adelante. Había aquí un media
no pueden abarcar expresiones tales como «oríentacíón del va- económicamente víable, un lugar físico que ofrecía proteccíón en
lor», «definición del r'ol» y el resto del léxico sociológico; las tiempos de guerra, y lo bastante pequeno como para permitir la
costumbres implicaban la manera total, elestilo que posee una constante vigilancia deI pueblo. Desde un punto de vista reli-
persona.wt gioso, la ventaja de una ciudad pequena es que constituye la he-
Las costumbres son corrompidas, sostiene Rousseau, cuando rramienta política más segura para reprimir eI fundamento na-
Ias gentes conforman un estilo que trasciende el trabajo, la fa- tural deI hombre. Rousseau luchó por ver a la humanidad como
milia y el deber cívico. Mantenerse al margen del contexto de la naturalmente buena y no obstante vio como legítimo el con-
supervivencia funcional, pensar en aquellos placeres que no con- trol político; en consecuencia, su concepcíon de la relaci6n de
tribuyen a procrear y a mantener la vida; eso es la corrupción. Ias costumbres eon la pequena ciudad es aún más complicada
Una manera .de leer a Rousseau es teniendo eu cuenta que él que la de Calvino.
identificaba la corrupción con aquello que nosotros denominamos lQué ocurriría si las gentes fuesen liberadas de los rigores
abundancía.w de la vida en una pequena ciudad? lQué ocurriría si hombres
lEs fácil corromper a un hombre o a una mujer? AI comen- y mujeres poseyeran un ocio genuino? La libertad con respecto a
zar la Carta, Rousseau sostíene que es difícil: «Un padre, un hijo, las tareas de la supervivencia significaría que hombres y mujeres
un esposo y un ciudadano deben satisfacer tareas tan aprecia- tendrían más oportunidades para las interacciones socíales, para
das, que no les queda tiempo para el aburrtmíento.» Pero inrne- visitar eI café, salir de paseo, etcétera. La sociabilidad es el
diatamente Rousseau se rectifica, ya que el enemigo se encuen- fruto deI ocio. Sin embargo, cuanto más interactúan las gentes,
tra claramente en todas partes: en el placer frívolo, en las di- más dependientes se vueIven entre ellas, En consecuencia, las
versiones advenedizas, en Ia murmuración ociosa, en los cafés. formas de sociabilidad que hemos denominado como públicas,
El hábito deI trabajo puede ser anulado por «el descontento Rousseau las consideraba como relaciones sociaIes de depend.en-
con uno misrno, la carga de ocio, la negación de los gustos cia mutua. En la Carta, la dependencia mutua de las gentes, ai
simples y naturales». En otras palabras, el hombre se encuentra margen de los vínculos de la necesidad, es caracterizada como te-
en constante peligro de corrupción.iw rror/fica.
Johan Huizinga, el historiador, define la diversión como una Las gentes llegan a depender de otras por tm sentido deI
liberación de lo econômico, por cl cual significa una actividad yo. Uno manipula su propia apariencia a los ojos de los demás
que trasciende el mundo de las necesidades cotidianas, de las ta- a fin de obtener su aprohaci6n, y de este modo sentirse bien
reas y deberes de la supervivencia. En este sentido la diversión con uno mismo. Lionel Trilling ha resumido de esta manera el
es una enemiga de Rousseau. La diversión corrompe.u? argumento expuesto por Rousseau en la Carta:
La diversión tiene lugar en, al menos, una condición tempo-
ral de ocio. La relación protestante entre el ocio y el vicio se ...e) espectador contrae por infecci6n la enfermedad característica deI
produce cuando los hombres no tienen tareas necesarias presio- actor, la diluci6n de la personalidad que resulta de la personificaci6n...
al comprometerse totalmente en la personificaci6n, el actor degrada
su existencia como persona.m
106. Existen datos como para pensar que en tan cuidadosa refutación a la
descripción que D'Alembert ofrece de la vida moral y religiosa en Gínebra,
Rousseau también estaba argumentando consigo mismo acerca del valor de una En un estado de ocio, hombres y mujeres desarrollan las cos-
religión ascética militante para una ciudad. Ver el trabajo de Emst CASSIRBR, The tumbres de los actores. La gravedad de la pérdida de Ia inde-
Questión of Jean Jacques Rousseau, trad. y ed. por Peter Gay (Oxford Uníversí- pendencia está enmascarada porque las gentes están actuando:
ty Press, 1954), pp, 73-76, para analizar el pensamiento religioso de Rousseau.
107. Ver cTranslator's Notes», en ROUSSEAU, op. cit., p. 149, nota 3. experimentan placer al perderse a sí mismos. Según Rousseau
108. tu«, pp. xxx, 16.
109. tua; p. 16. 111. LioneI TRILUNG, Sincerity and Authenticity (Cambridge, Mass.: Harvard
110. Johan HUIZINGA, Homo Ludens (Boston: Beacoo, 1955), pp. I, 6, 8-9. University Press, 1972), p. 64.

148 149
...el objetivo principal es gustar; Y, con tal de que las gentes se di- pobres les imitan; la propia concentracíón deI capital significa
viertan, este objetivo está suficientemente Icgrado.tu que pocas gentes dispongan de un ocio genuino y muchas gentes,
por envidía, se vuelvan «ociosas», o sea, que sacrifiquensus ín-
No es un accidente que Rousseau haya saltado a Ia palestra tereses materiales por tener un «estilo» de ociosidad.
cuando se propuso el teatro para su ciudad. EI teatro, antes que Por lo tanto, Rousseau percibía a la gran ciudad como uno
los libros o Ias pinturas licenciosos, es un arte peligroso porque media donde uno no puede decir qué clase de hombre es un
promueve los vicias de hombres y mujeres que no tienen que extrafío en una situación dada averiguando el modo en que so-
luchar para sobrevivir. Es el agente de la perdición del yo. brevive. Cíertamente, las situaciones en las que uno probable-
Abora entra la capital, la ciudad cosmopolita: su cultura mente encuentre a ese extrafio son aquellas en las cuales uno no
pública es el dominio donde ocurre esta perdición dei yo. se encuentra por algún propósito funcional, sino que el encuen-
Todas las ciudades son lugares donde se encuentran grandes tro se produce en el contexto de la socíalizacíón no funcional,
cantidades de personas viviendo apretadamente, un mercado cen- de la interacción social por sí misma. Y sobre este insight ím-
trai de mercados, y con una división del trabajo llevada a un pone Rousseau su análisis de la naturaleza de la representación
alto grado. -Estas condiciones debían influenciar las costumbres ociosa. Ya que en un estado de ocio, las gentes interactúan cada
de las gentes en todas las ciudades. Rousseau cree que, para la vez más por el simple placer deI contaeto; cuanto más ínte-
ciudad pequena, la influencia es directa.tu La ciudad pequena es ractúan fuera de las represiones de la necesidad más se trans-
un lugar que complace todas las virtudes de todas aquelIas gentes forman ellos en aetores. Pera aetores de una cIase muy espe-
buenas y decentes que luchan por la supervivencia. Por contras- cial:
te, en Londres o París, la economía, los antecedentes familiares
y otras condiciones materiales tienen una influencia indirecta En una ciudad grande, colmada de gentes programadas, ociosas,
sobre los estilos de vida; influencian en forma directa la volonté, sin religión ni principio, cuya imaginación, pervertida por la pereza,
la voluntad, de los hombres de la ciudad. Las costumbres, en- la inactividàd, el amor al placer, y las grandes necesidades, sólo en-
tonces, son el resultado de lo que esta voluntad desea.u- gendra monstruos e inspira soIamente crímenes; en una grau ciudad,
i,Por qué hacer esta distinción? Por dos razones. Primero. donde las costumbres y el honor no significan nada porque cada uno,
.ínsertando este término medio, Rousseau lIega a referirse a la escondiendo fácilmente su conducta a los elos deI público, se muestra
a sí mismo solamente a través de su reputación ... 115
grau ciudad en términos especialmente morales. Llega más alIá
de las fórmulas liberales modernas acerca de la mala conducta
urbana como el resultado de malas condiciones morales, con la La reputación se conoce, se reconoce, se particulariza. En
noble alma del transgresor esperando por la liberación entre una gran ciudad esta búsqueda de la fama se transforma en un
bambalinas. Las grandes ciudades le interesan a Rousseau por- fin en sí mismo; el media para lograria son todas las impostu-
que corrompen el propio corazón deI ser humano, corrompen su ras, convenciones y maneras con las que las gentes juegan libre-
voluntad. mente en la ciudad cosmopolita. Y sin embargo estos medias
Segundo, la propia complejidad de las relaciones económi- conducen inexorablemente aI fin, ya que cuando uno no tiene
cas y sociales en la gran ciudad significa que uno no puede un «lugar» fijo en la sociedad, dictado por eI estado, que a su
decir con qué clase de hombre está tratando en una situaci6n vez no es sino el instrumento de un Poder Mayor, entonces uno
dada por media deI conocimiento deI trabajo que realiza o cuán- se fabrica un lugar a través de la manipulaci6n de la propia
tos ninas mantiene; en resumen, por el modo en que sobrevi- apariencia. Ya que la actuaci6n es corrupta, todo lo que uno
ve. La complejidad misma de las relaciones sociales en la ciu- quiere conseguir aI actuar con la propia apariencia, es el aplau-
dad hace difícil la lectura deI carácter a partir de las condicio- so. Para Rousseau, a su vez, la ciudad cosmopolita destruye la
nes materiales. Igualmente, la naturaleza económica de un cen- credibilidad de la rellgión. puesto que uno puede fabricar su
tro cosmopolita es la de acumular lo que hoy llamaríamos «ca- propio lugar y su propia identidad, antes que subordinaria a
pital excedente». Es el lugar donde los hombres ricos disfrutan la identidad que el Poder Mayor nos ha asignado. La búsqueda
de sus fortunas a través de actividades ociosas y los hombres de la reputación reemplaza a la búsqueda de la virtud.
Existen muchos Rousseaus, porque muchos de los trabajos
112. ROUSSEAU, op. cít., p , tê.
que Rousseau escribió se contradicen entre sí o mantienen pun-
1!3. nste es precisamente el punto de vista dei articulo de D'Alembert. EI tos de vista divergentes. EI Rousseau deI Emílio no es exacta-
tratamiento de la religión en los últimos cinco parágrafos es un buen ejemplo.
Reimpreso como un apéndice a la op. cit., de Rousseau.
114. lbiâ., p. 5S. 115. lbid., pp. 58·59.

150 151
mente el Rousseau de la Carta en lo que concierne a estas ideas ci6n en la gran ciudad como un medio para que las gentes olvi-
de actuación, reputación y religión. El Rousseau de las Conjesio- den sus frecuentemente humildes orfgenes pero, en la escala
nes es un hombre que se ha liberado parcialmente de las estre- de los pecados, esto difícilmente pudiese relacionarse con la vio-
checes de la Carta. La Carta es una posición extrema, sostenida lación o el asesinato.
hasta 5U concIusión Ióglca.ue La crítica que Rousseau bace de la ciudad parece descabeza-
No obstante, a lo largo de la obra de Rousseau, esta acusa- da: de un inicio brillante a un final vulgar, la celebraeión deI
ción de la vida pública cosmopolita se repite. De Julie: símple, verdadero campesino. Rousseau salva a su argumenta-
ción de la banalidad cambiando los términos del texto en for-
Asi como los relojes son ordinariamente montados para marchar ma súbita y dramática.
sélc veinticuatro horas a la vez, deI mismo modo estas gentes deben Rousseau comienza con el paradigma de virtud/trabajo, vi-
introducirse en la sociedad cada noche para aprender lo que habrán cío/ocío. Obviamente, la gran ciudad buIle; dispone de una ener-
de pensar al dia sígníente.ut gía eléctrica que la sofiolienta ronda de hogar, trabajo, iglesia,
hogar pueda baber tenido a duras penas en Ginebra. En la mitad
Y tenemos aquí otro extraordinario pasaje de la misma nove- de la Carta, se introduce una nueva escala de acción: las fre-
la en la que, según comenta Ernst Cassirer, «nada» es «inventa- néticas idas y venidas, acciones sin ningún significado caracterí-
do»; cada palabra está escrita a partir de la propia experiencia zan a la ciudad, porque sin las presiones de la supervivencia
de Rousseau en París: el bombre gira enloquecidamente. En la pequefía ciudad, la ac-
ción se desarroIla a un ritmo más lento; esta circunstancia per-
Las gentes se encuentran conmigo pletóricas de amístad: me, de- mite que el oeio refleje la verdadera naturaleza de nuestras ac-
muestran mil cortesias; me agasajan de todas maneras. Peru de eso ciones y de nuestro YO.l20
es precisamente de 10 que me quejo. lCómo puede uno volverse inme- Rousseau produce este súbito cambio porque ahora puede
diatamente amigo de un hombre ccn quien nunca se ha visto antes? El
vercladero interés humano, Ia efusividad noble y plena de un alma mostrar el efecto de una eiudad sobre el modelo general de la
honesta, hablan un Ienguaje muy diferente de las falsas demostracio- expresión humana. La expresión creativa verdadera es producida
nes de cortesia (y Ias falsas apariencias) que exigen Ias costumbres por el hombre en la búsqueda de un yo verdadero y expresa su
del gran mundo.ne descubrimiento en forma de palabras, música y pinturas. Los
trabajos deI arte son como informes de una investigación psi-
La gran cíudad es un teatro. Su escenario es fundamentalmen- cológica. El arte de la gran cíudad, que comienza con un grupo
te la búsqueda de reputación. Todos los hombres de la ciudad interdependiente de relaciones sociales, produce ficciones y esti-
se vuelven artistas de una índole particular: actores. AI actuar lizaciones del yo. Estas convenciones existen por su cuenta; no
una vida pública, pierden contacto con la virtud natural. El ar- tienen relación alguna con el caracter personaI. Rousseau detes-
tista y la gran ciudad están en armonía y el resultado es un ta la representación de las emociones en estos términos; desea
desastre moral.us una prueba más vuelta bacia el interior del carácter. He aquí
Pero en este punto deben formularse algunas preguntas. París una parte deI contraste que hace Rousseau entre presentación
es un teatro, una sociedad de bombres y mujeres posando entre y representación:
eIlos. Pero las posturas, a veces, curan las deformidades de la
naturaleza o las heridas de la circunstancia. Rousseau nos dice ...el verdadero genio... no conoce el sendero hacia los honores y la
que la búsqueda de la reputación es corriente en las ciudades. fortuna ni los suefíos por lograrlos: no se compara a si mismo con
nadie; todas sus riquezas se encuentran dentro de si mísmo.ut
iY qué, si los hombres están excitados por producir grandes
cosas en función de ser admirados? En el Emilio encontramos Rousseau ha realizado un juego de manos: la expresión será
un despreciativo pasaje en el cual Rousseau se refiere a la actua- determinada según cuán honesto -honnéte- sea aun hombre, y Ia
116. No toda la instrucción en el Emilio es intencional, como tampoco 10 son honestidad se define según cuán único es él o eIla. La honesti-
los incidentes de Confessions registrados en función de un plan central formal ba- dad para los calvinistas es hacer un inventario de cuánto-he-
sado en la «utllidad•. pecado-boy; para Rousseau es perder la conciencia deI modo en
117. Citado en la traducción inglesa en el trabajo de M. BERMAN, The Politics que uno aparece ante el mundo todo. 122
oi Authenticity (Nueva York: Atheneum, 1970), p. 116.
118. CASSIRER, Ouestíon, p. 43; Rousseau, citado en íbíâ.
119. BERloIAN, op. cit., pp. 114-115; la idea de reputación como un significado 120. ROUSSEAU, op. cir., pp- 59-61.
logrado comienza, tal como seíiala Berman, con Montesquieu; Rousseau da ima- 121. Ibiâ., p, 60.
gcn a un significado nuevo, más negativo. 122. nu.

152 153
Se produce, por lo tanto, una maravillosa paradoja. Lo que que le sea propia. Eso también se ha vuelto creencia m<;>dema.
está mal en un actor es el hecho de que él o ella, sensíbles al Pero Rousseau fue también un pésimo profeta de los ttempos
insulto y aI elogio, se mueva en un mundo donde existen defi- modernos. Tal vez el error más significativo se perciba compa-
niciones de lo bueno y lo mala, deI vicio y la virtud. De forma rando su teoría con la conducta de Wilkes y los wilkesistas. Los
similar, el problema con Ia gran ciudad es que hay demasiada wilkesistas, el primer movimiento de m~sas de la ciudad. del si-
comunidad. Los valores de la eomunidad, cualesquiera fuesen, glo XVIII, pertenecientes a todos los mauces d 71 rango social des-
cuentan demasiado porque Ias gentes tratan de obtener repu- de el comerciante acaudalado hasta el peón sm un real, trastor-
tación de los demás por media de Ia actuaci6n de estas valo- naron la dramaturgia de la ciudad cosmopolita del ancien régime
res. La pequena ciudad tiene mejores valores, virtudes de su- de una manera que Rousseau no había seriado. Para él, la des-
perviveneia, pero hacia el final de la Carta Rousseau ha desarro- trucción de la convención sólo se produciría cuando el medio
lIado una segunda virtud de la pequena ciudad. EUa permite un en el que vivían los hombres se volviese más contr<;>lado. Para
mayor aislamiento, permite que las gentes ignoren los modelos ellos Ia destrucción se desarrollaría sólo en la medida en que
de Ia comunidad y busquen sus propios corazones para «ver su Iiber'tad del control se expandiese, Rousseau podía imaginar
cualquier cosa que haya alIí, 5610 para ver». He aquí el resumen el fin de la vida pública solamente en la pequena ciudad, o
que haee Rousseau de la pequena ciudad: sea, podía imaginar una alternativa para; la. metrópolis per? no su
crecimiento histórico. Su visión era la siguíente: coherencía, con-
.c.espírítus más origtnales, una industria más inventiva, realmente se troI político, una perfecta adaptación de la tiranía con las nece-
encuentran àllí más cosas nuevas porque las gentes son menos imita- sidades del hombre natural. Era un regreso al pasado, a un pa-
tivas; disponiendo de pocos modelos, cada uno proporciona más de sado mítico, una retirada desde la gran ciudad. Pero .aquellas
sí mismo y pane más de sí mismo en todo lo que hace.ua fuerzas que dentro de la ciudad estaban ,e~hando por tle.r~a. los
principios de la apariencia deI ancien regtme estaban dirigidas
Censor de un arte, cl teatro, es por lo tanto justificado, por hacia fines opuestos, hacia la consecución ~e una ausencia de
la misma razón que está justificada la reforma del pensamiento. expresión, una libertad dentro de la gran ciudad, Este ~ombre
Ciertamente, si eI teatro prospera, no lo puede hacer la legisla- con una libertad sin límites intentaba comprender a traves de la
ción de la moralidad. En una ciudad como Ginebra, el teatro simbolización de la experiencia personal.
podia seducir a Ias gentes para que tuviesen modelos de con-
dueta. En Ginebra, en media de la tiranía política, los hombres
debían volverse creativamente únicos. En una gran ciudad, el
censor es inútil; qué clase de obras se producen es menos im-
portante que eI hecho de que se produzcan. El actor en escena
se transforma en el modelo de todo aquello que cada parisino
aspira conseguir en su vida privada.w

Las profecías de Rousseau


Estas son las reseãas generaIes de una argumentación mayor,
y atemorizadora, acerca de la vida pública. Sus mismas contra-
dicciones son parte· de esa grandeza, contradicciones que han
perseguido todos .aquelios que continuaron la senda de Rousseau.
La tiranía política y la búsqueda de la autenticidad individual
van de la mano. Esta es la esencia de la profecía de Rousseau,
y ha sido satísfecha. Por contraste, cuando los hombres posan
para obtener fama, acomodar a los demás o, incluso, para ser
amables, cada uno parece terminar sin disponer de un alma

123. Ibid.
124. Ibid., pp. 65·75.

154 155
Tereera parte

EL DESORDEN
DE LA VIDA PÚBLICA
EN EL SIGLO XIX
Para una anciana mujer de París, nacida durante el ancien
regime, que sobreviviese en los afias de 1880, los contrastes entre
la ciudad de su juventud y la ciudad de su senectud podrían
aparecer ante elIa como el febril crecimiento de la vida públi-
ca en el sigla XIX. El espectáculo en las calIes de la ciudad era
exuberante; ella podría pensar en las elevaciones de Nadar en
globo, que congregaron a cientos de miles de personas en el Cam-
po de Marte; en la aparición de Wla jirafa en el Jardin des Plan-
tes que reunió a tan vastas multitudes que muchas personas
murieron aplastadas; de un perro llarnado Munito, que aparente-
mente hanlaba, atrayendo al Jardin Turc a una vasta concurren-
cia que esperaba en vano día tras día que Munito les aren-
gara. Si esta mujer hubiera sido un alma seria, hubiese notado
un espectáculo similar durante los días revolucionarias; hu-
biese leído las novelas de Balzac en las cuales la multitud ur-
bana, como un circo humano, conformaba la atracción princi-
pal. La febril búsqueda de excitación de los habitantes de Paris
del siglo XIX podía haber quedado en su memoria junto con in-
tercambios cuidadosamente elaborados entre los extraüos que ella
había presenciado siendo una nina en los dias previos a la pri-
mera revolución.'
El decide a ella que la ciudad estaba dejando de ser una
cultura pública hubiese producido un gesto de sorna. Sin embar-
go, la superficie misma de la vida en la gran ciudad era más
confusa de lo que sus recuerdos le habrían podido sugerir en
primera instancia. Aquellos que vivían en la ciudad del espec-
táculo sabían que esos momentos del entusiasmo en público
eran efimeros; Maxime du Camp lo describió nítidamente: « ... es
como si las cabezas de las gentes se volvieran merced a un vien-
to de locura. Los entusiasmos de los parisinos son súbitos, y a
veces tremendos, pera no duran mucho.» Los términos del espec-
táculo también se volvían unilaterales, Las masas que observa-
ban el globo de Nadar eran testigos de un acto fuera de la ex-
periencia cotidiana y eso era precisamente lo que lo hacía es-
pectacular. Frente a esta proeza, lcómo iban a ser capaces de
juzgar a Nadar? lCómo iban a participar? Mientras el mir6n
desfila por la calIe, las gentes le observan, no se sienten ya libres

1. Joanna RICHARDSON, La Vie Parísienne, 1852-1870 (Nueva York: Viking.


1971), pp. 76·77.

159
para acerc~rse .y conversar con él. EI espectador pasivo, el es- nalidad como a una categoría social? Específicamente, (quê ocu-
pectador ~IleI1;clOso y asombrado: la ciudad puede vivir un es- rríó con la irnagen deI hombre como actor? Eu este punto no
tado febril, sm embargo incluso en esta excitación superficial sólo nos enfrentaremos con el destino de un clisé deI siglo XVIII
aparecen los signos del cambío.a sino con el cambio más profundo deI sigla XIX, el de la observa-
.Esta época, a ~a vez tan almido?ada en sus hábitos y tan ción silenciosa como un 'principio de ordcn público.
abIe.rta ~n sus suenos y en sus pasajeros entusiasmos, es difícil La cuarta y última pregunta es, (de qué manera la persona-
de rmagmar hoy en toda su ccmplejidad y toda su grandeza. lidad en público plantó la semilla de la regIa moderna de inti-
Observamos la formalidad como una forma de esc1avitud de la midad? Si las tres primeras preguntas se refieren a aquello que
que n?s hemos recuperado escasamente un siglo más tarde, la el último siglo heredó y deformó, la cuarta está referida, a su
fantasía como. falsa y perversa, un mundo de pasiones imagina- vez, al modo en que preparó el terreno para la anulación moder-
das y pe~cepclOnes afectadas que eran sólo una «compensación» na de la res publica.
por los rigores del decoro. Es difícil percibir a los empresarios Cada uno de los cuatro capítulos que siguen se hace cargo
de Balz~c, a los paseantes ociosos de París en los poemas de de una de estas cuestiones. El capítulo VII, enfocando la rela-
~a~delaIre, a la vez grandes y fatalmente desaparecidos. Es di- ción de las condiciones materiales con la vida pública, se ocupa
fICI! comprender como, a pesar de nuestra rebelión contra ellos de la población, la ecología y la economía de las capitale~ deI
su lucha cc:m Ia desgastada línea entre lo privado y lo públic~ siglo XIX, particularmente de una nueva forma de economia en
fue la semilla de la actual lucha con la intimidado la cíudad. EI capítulo VIII está referido ai advenimiento de la
Se ~ce igualmente difícil relacionar a este mundo público personalidad individual como una categoria social y comienza
enfebrecido e Imponente de hace un siglo con aquel que VIDO mostrando cómo un escritor, Balzac, interpretó la personalidad
luego. La ciudad deI espectáculo pasivo era nueva: era también como una categoría social; de este modo, el efecto de la perso-
una consecuencia de la civilidad pública establecida en cl ancien nalidad sobre el domínio público es explorado en función de la
regime. Esa cultura precedente debía existir para que la bur- vestimenta en el escenario y en la calle en los anos de 1840; el
guesl~ la elevara a la categoría de espectáculo, y de esa mane- capítulo concluye contrastando una rebelión contra la imagi-
ra pnvó finalmente aI domínio público de su significado como nación corporal deI ancien regime en 1795 con una rebelión con-
una forma de sociabilidad. tra las imágenes victorianas deI cuerpo en público un sigla más
. Cuatro ,Preguntas deben formularse en reIación a la vida pú- tarde. RI capítulo IX, indagando sobre las imágenes de la íden-
blica deI siglo XIX. La primera es, l quê efectos tuvieron Ias con- tidad pública, muestra cómo esta personalización deI dominio
diciones materiales -la población y la economía de la ciudad ca- público creó un nuevo dominio de lenguaj~ y silencio, y có~o
pital deI siglo XIX- sobre el dominio público? La segunda es, dentro de este dominio sólo una cIase especial de persona podía
l~ómo. se transformó la personalidad individual en una catego- continuar siendo un actor en público. EI capítulo X, dedicado
na SOCIal? Recuérdese que incluso en el ancien régime el proble- a los modos en los que la personalización deI espacio público
ma de la personalidad individual podía compartir profunda, aun- preparó el terreno para la desaparición moderna de la re~ pu-
que temporalmente, el dominio público, igual que en el movimien- blica, hace referencia a la política; sus dos temas son el hder~­
to de los wilkesistas. En el siglo XIX el individuo y sus peculia- to definido como personalidad pública y la lucha de la comum-
res fuerzas, deseos y predilecciones se volvieron permanentemen- dad como un intento de conformar una personalidad colecti-
te conservados como una idea social, desde el individualismo va. Mientras que el capítulo sobre las condiciones materiales
tempestuoso, supervivencia dei más apto y justificaciones violen- describe tendencias generales sobre elcurso de Ia hístoría, los
tas similares sobre la nueva economía hasta creencias más su- últimos tres capítulos siguen el método «posthole», tratando es-
til:s y problemáticas en las cuales la sociedad suponía estar tra- tos fenómenos públicos en los afies de 1840 y de 1890. .
b~Jando, existiendo o fortaleciendo la personalidad. La importan- RI comienzo de este libro bosquejó tres fuerzas de cambio
ela de la segunda pregunta es: cómo tomó conciencia de sí mis- que estaban en ejecución en el sigla XIX y que a~terar<:,n la v~da
ma como conducta dentro del dominio público esta creencia pública: un cambio doble forjado por el capitalismo índustríal,
en la personalidad individual, cómo era entendida la personalidad un cambio en función de la creencia pública determinado por
en público. una nueva secularidad y un cambio a nivel de la conducta pú-
La tercera pregunta es, (quê ocurrió con la identidad deI blica forjado por la propia supervivencia de una faceta de la
hombre en público, si las gentes consideraban ahora a la perso- ídeología pública deI ancien régime.· En conjunto, estas fuerzas
conforman una explicación, felizmente coherente, de los efectos
2. Maxime du CAMP, citado en ibid., p. 77. del cambio material en la vida pública, de la personalidad en
160 161
acs 151.11
público, de por quê eI nacimiento de una nueva imagen deI hom- trada de la personalidad individual en la vida pública causaban
bre público, y de cómo los traumas de la vida pública dei si- dificultad son: el temor a la exhibición invoIuntaria deI senti-
gla XIX prepararon la negación del público en el siglo xx. EI lec- miento, la sobreimposición de la imaginación privada ínapropia-
tor, razonablemente, podría preguntar lPor qué proceder enton- da en situaciones públicas, el deseo de reprimir los propios seu-
ces según la tradición talmúdica de formular preguntas, por qué timientos a fin de ser protegido en público, el intento de utilizar
no dedicar simplemente un capítulo a cada agente de cambio la pasividad inherente aI silencio como urr principio de orden
y mostrar sus efectos sobre los modos y las costumbres? público. EI temor a la exhibición involuntaria del sentimiento ob-
Un lenguaje de causas trabaja en una de dos maneras. Mecá- viamente significaría algo diferente para una mujer que tucsc
nicamente: si X está o existe, resulta Y. También funciona his- observada en silencio y descaradamente por los hombres en la
tóricamente, pera entonces es más complicado. A partir de un calle, que para un político mintiendo en una audiencia. Las com-
conjunto de fenómenos concretos que cambian luego de un pe- plejidades de la angustia, como aquellas de Ias causas, son como
nado de tiempo, el analista trata de reunir las piezas y de cons- temas en fuga.
truir una teoría dei cambio. Un buen ejemplo de la diferencia se Una última nota preliminar sobre el uso de Ia expresión «ur-
produce en la presentación de la vida de una persona particular bano» y de la ciudad de París misma.
en la terapia. Una <duna de miei terapêutica» se da tempranamen- Eu los estudios urbanos, Ias palabras «urbano» y «urbanizar»
te en esta terapia; el paciente brinda un panorama agradable son difíciles de emplear y fáciles de confundir. El uso ordinario
y claro de todos los X en su vida que han producido sus sín- toma «urbano» para referirse a un lugar en el mapa y a su vida;
tomas neuróticos, sus Y. Claro: pcro la misma falta de ambigüe- «urbanizar» para referirse a Ia extensión de esta vida hacia lu-
dad, la propia condición estática, hace que la explicación carez- gares diferentes de la ciudad física. Charles Tilly ha demostra-
ca de sentido, «Sé cuáles son mis problemas» es una manera de do perfeetamente las insuficiencias de este uso en tanto uno se
permanecer atado a ellos, Cuando la terapia se desarrolla, la agru- mueve hacia Ia sociedad deI siglo XIX; lo que hizo a «la ciudad»
pación de los cambias en fenômenos específicos conduce pau- fue un sistema internacional administrativo, financiero y legal
latinamente a una teoría de sus causas. De hecho, el pacien- en expansión. La urbanización en el sigla XIX fue también algo
te puede arribar a algo parecido a sus explícacíones originaIes más que la difusión de los hábitos urbanos, se apoyaba en una
durante la Iuna de miei, pera ahora poseen un significado dife- difusión más general de aquellas fuerzas «modernas», antítra-
rente, experimental. dicionales. Y, sin embargo, aún no constituía un sólo bloque: la
Escribir la historia de una cultura presenta un problema aná- ciudad era todavía una cultura característica, especialmente la
logo a la composición deI cuadro de una vida. EI problema es su ciudad capital. Su vida pública era difusa, pero he aquí un pun-
claridad mecânica, no la claridad per se. La esencia de las tres to especial a partir deI cual se generó la confusión.3
fuerzas en vigencia en el sigla XIX era que, cuando cada una se Una situación urbana, ha sido concebida como aqueIla en la
introducía en diferentes áreas de la vida pública, lo hacía, de que los extrafios probablemente se encuentren eu forma rutina-
alguna manera, según modos distintos. La herencia de la idea ria. Hemos estado interesados en Ia psicología social de los en-
acerca de las apariencias visuaIes públicas significativas era, cuentros entre los extrafios; en el sigla XIX esta psicologia social
por ejemplo, similar pera no exactamente la misma herencia de llegó a aplicarse a un principio demográfico brutal. En el sigla XIX,
la creencia en el Ienguaje público como una experiencia especial. tanto en Europa Occidental como eu Europa del sur y deI sudes-
Igualmente, los cambias en un fenómeno particular de la vida te, se produjo una abrupta dislocación rural. Fue parcialmente
pública nunca se produjeron a partir de una causa singular y una cuestión de hambre, y también de nuevas formas de la pro-
pura. EI lenguaje de causa y efecto es como el Ienguaje de clase, piedad rural y de la capitalización de la agricultura; este cataclis-
real pera abusivo. Sin él, la sociedad es un vasto océano de mo envió fuera de sus hogares tradícionales a miles de campesi-
fenómenos; todo existe pera nada tiene una razón de ser. Por nos y aldeanos, desplazándolos a distintas ciudades de Europa, a
lo tanto, el problema es no ser mecáníco ni insensato. He tratado desconocidas localidades en provincias o a los Estados Unidos,
de plantear cuestíones sobre el cambio histórico que, a través de Argentina y Brasil. Estas personas desplazadas, por lo tanto, lle-
la colocación de los efectos del cambio en términos concretos, gaban a experimentar el encuentro con los extrafios rutinaria-
gradualmente desvelarán la complejidad de estas tres causas y, mente como parte de un trauma más generalizado de su desa-
en consecuencia, construirá una teoría dei cambio. rraigo.
Lo que es verdad en las causas, también es verdad para los
cuatro barómetros de la angustia que pueden utilizarse en la 3. Ver la obra de Charles TILLY, An Urbtui World (Boston: Little, Brown
evaluación de estas cambias. Estas cuatro sefiales de que la en- &; co., 1974).

162 163
En este sentido, la demografía deI campo en el sigla XIX sig-
nificó que la vida de la ciudad iba a tener un significado más VII. EI impacto
allá de los límites de la ciudad. No se trataba de que cualquier dei capitalismo industrial
cosa que ocurriese en la conducta pública en la ciudad capital, sobre la vida pública
se diseminaría inmediatamente por las provincias; tanto más
cuanto que, para las gentes que se habían vuelto nómadas y sin
tierras, la vida de la cludad, que aparecía como una condición
de desarraigo permanente, ya no Ies parecía totalmente ajena,
totalmente foránea. También el campo enfrentó el problema de «La revolución urbana» y «la ciudad industrial» constítuycn
una vida entre extrafios; en ese sentido estaba conectada con el dos maneras rápidas y enganosas de describir los cambios de
problema deI público en la ciudad, si bien filtrando este proble- hace un sigla. La primera engana ai sugerir que el crecimiento
ma a través de la memoria de la antigua tr'adición, o con la de las ciudades en el sigla XIX era tan enorme que tenía muy
formación de pequenos núcleos de aldeanos o gentes de la misma poca relación con las ciudades preexistentes. La segunda conduce
lengua cuando el campesino mismo fue empujado hacia la ciu- al errar al seüalar que este crecimiento se produjo típicamente
dado Esta vinculación dei sigla XIX entre la ciudad y el campo en aqueIlos lugares donde Ia manufactura en gigantescas fãbrí-
preparó el terreno para una eliminación más vigorosa de los cas era la vida que el pueblo de la ciudad conocía. De hecho, el
límites geográficos en el siglo actual, de modo que la negación mayor crecimiento de población tuvo lugar en ciudades que dis-
de la vida pública hoy en la gran ciudad puede entrelazarse, mer- ponían de pocas industrias a gran escala: tuvo lugar en las ca-
ced a una nueva tecnología de comunicación, con la mísma fie- pitales. Este claro aumento de la población fue, sin duda, inau-
gación en la sociedad global. dito. Los antiguos modelos referidos al manejo de esta pobla-
Nuestro enfoque actual está dirigido hacia la cíudad capital ción y a su sustentación económica se magnificaron al extremo
en el sigla XIX, y gradualmente hacia París solamente. En los dos de volverse irreconocibles; de este modo, los cambias en núme-
primeros de los cuatro capítulos siguientes, el énfasis se coloca ro produjeron gradualmente cambios en la forma. AI principio,
en aquello que París y Londres compartían, materialmente y en esta nueva población fue ordenada por medio de modelos esta-
.términos de Ia creencia en la personalidad individual en públi- blecidos de la ecología de la ciudad; los modelos camblaron,
co. Bn los últimos dos capítulos, en tanto nos acerquemos a la pero a través de un proceso gradual. Las gentes inc~uidas eu él
política, París se convierte más en el único tema. Walter Ben- también tenían reconocibles raíces en el pasado. Aun eran, en
jamin se refirió a París como «la capital deI sigla XIX» y, a la su mayoría, jóvenes y solteros, y a medida que el siglo avanzó
vez, como «intratablemente única». Fue la relación de la política y las dislocaciones de Ia agricultura se diseminaron fuera de la
con Ia cultura la que hizo que Benjamin la proclamase capital ciudad, estas jóvenes envejecieron y se integraron en unidades
del síglo XIX. En este punto, los conflictos ideológicos fueron Ile- familiares.
vados al extremo; los cataclismos revolucionarias temidos en En parte, la economía de las capitales deI síglo XIX tambíén
todas partes desempefiaron un papel concreto en la experiencia magnificó aquello que existía en la ciudad <;leI ar:c1en régime: E;I
o en la memoria de cada generación parisina. París fue el lugar comercio, las finanzas y la burocracia seguian síendc las prmci-
donde se concentraron todos los temores y fantasías de la bur- pales actividades de las capítales. Las fábricas son operaciones
guesía deI síglo XIX. AI servir de foco a todas las tensiones que ávidas de tierras; en términos generales. si realmente existen en
arrasaban toda la Europa Occidental, París volvió manifiestas su las ciudades, se encuentran en la periferia, donde la tierra es
estructura y consecuencias, y por lo tanto, la ciudad fue, como más barata. El taIler es la más común de las actiyidades cen-
Nueva York en nuestros días, un lugar donde se combinaban la tralizadas en la ciudad; es a la vez más pequeno y menos me-
fascinación y el horror a los demás, Fue como si en París los canizado. En las capitales del sigla XIX, industrias nativas como
europeos hubiesen visto una enfermedad arrastrándose hacia sus ésta estaban conectadas con el comercio, con la rápida y a me-
vidas y, sin embargo, no pudieron desviar su vista del paciente nudo altamente especializada conversión a pequena escala de
enfermo. materias primas, provenientes de las colonias o de otras nacio-
nes europeas, eu productos de reventa.
La economía interna de estas capitales dia efectivamente na-
cimiento a una nueva ocupación econômica. Con la población
tan incrementada en la ciudad, el comercio de reventa se volvió
más rentable que nunca. La masa de compradores dieron lugar
164 165
a una nueva forma de comercio público centralizado en el bazar, El cuadro de crecimiento es claro: las doce mayores cíuda-
a expensas de los clásicos mercados al aire libre y las pequenas des crecían mucho más rápidamente que Francia como totali-
tiendas. Todas las complejidades y problemas del siglo XIX sur- dad; París misma, a su vez, crecía a un ritmo más veloz que
gieron a partir de esta nueva forma de comercio de reventa; estas cíudades.'
este comercio fue un ejemplo de los cambios que habrían de El crecimiento de Londres fue tan vigoroso como el de París
producirse en el dominio público. Para comprender este nuevo a lo largo del síglo, pera representarlo es más difícil porque
comercio público, observemos primero la manera en que la vida «Londres» no presentaba límites nítidos en lo referente a lo de-
material magnificó aquelIo que había llegado antes. mográfico, administrativo o social. Existía el condado adminis-
trativo de Londres; un anillo exterior más allé de éste que trans-
formó a Londres en el «gran Londres»; e incluso se extendía
cEra el habitante urbano del siglo XIX un nuevo personaje? más al1á de este anillo. Esta extendida masa humana, se mantu-
vo, no obstante, exactamente en la misma relación con otras ciu-
EI crecimiento de población en las capitales del siglo XIX fue dades de Inglaterra, y con la población de Inglaterra como to-
tan grande que se vuelve interesante la lectura de los números talidad, como lo hizo París con Lille. o con Francia. Entre los
mismos. He aquí el modo en que el demógrafo A. F. Weber re- afies 1871 y 1901, Asa Briggs escribe: «La población dei Gran
trató el crecimiento de París: Londres, crecía más rápidamente que aquella de cualquiera de
los conurbanos provinciales y mucho más rápido que la pobla-
1801 547.736 dôo nacional en forma global.» 5
1821 713.966 Si nos mantenemos dentro del condado administrativo de Lon-
dres, el crecimiento de la ciudad en el siglo XIX puede computar-
1841 935.261 se como sigue:
1861 1.174.346
1881 2269.023 1801 864.845
1896 2.536.834 1821 1.225.694
1841 1.873.676
Y he aquí una manera de comprender lo que significaban esos
guarismos: tómese el grupo de poblacíón de 1801 como una base 1861 2.803.989
de 100; luego preséntense los subsiguientes crecimientos de po- 1881 3.834.354
blación durante el siglo como una proporción para esta base. Las 1891 4.232.118
proporciones para la población de Francia como una totalidad,
para las doce ciudades más grandes, además de París, y para
París misma, durante el siglo XIX, eran de la siguiente manera: Era como en el sigla XVIII, una ciudad mucho más grande que
París, aunque, a su vez, ambas eran más grandes que otras ca-
pitales europeas. Los aumentos proporcionales de crecimiento eo
Afio Francia 12 ciudades París París y Londres, en relación a los desarrollos nacíonales, eran
similares. He aquí, las proporciones de crecimiento de Londres,
1801 100 100 100 de otras grandes ciudades (más de 100.000 habitantes) y a nive1
1821 110 120 130 nacional (Inglaterra y Gales):
1841 120 154 171
1861 133 268 306
1881 140 354 414 4. Los datas en bruto para los dos cuadros provienen de la obra de Adna
1896 143 405 463 * Ferrin WEBER, The Growth ot Cities in the 19th Century (Ithaca, N. Y.: ComeU
University Presa, 1963; publicado por primera vez en 1899), p. 73. Los datos alo
ternativos provienen de la obra de Louis CHEVALIER, La Formation de la Popu·
* Esta proporcién no se equilibra COD una proporción compuesta según los uuíon Parisienne au XIX Siecle (ParÍS: Institut National d'atudes Démograpbi·
datos de la población bruta de Paris seãalados arriba debido a algunas anexío- ques, Cahier núm. 10, 1950), pp, 284 Y ss.
nes de territorio a París desde 1852 a 1865 que no fueron tratados uniforme- 5. Cita de la obra de Asa BRIGGS, Victorian CHies (Nueva York: Harper &
mente por los estadísticos. Row, 1963), p. 324.

166 167
dades de provincia; esta' situaci6n fue especialmente cierta para
Afio Nación Otras grandes ciudades Londres los campesinos desarraigados. Un estudio realizado por Peter
Knights y Stephan Themstrom sugiere que el cuadro real so-
1801 100 100 bre el crecitniento urbano deI sigla XIX debe ser el de no cre-
1821 134 100 141 cimiento brusco, firme de la cantidad de los residentes urbanos
1841 178 158 216 permanentes en el media de, o enterrados bajo, un crecimiento
más grande y mucho más inestable de gentes fluyeodo hacia las
1861 226 153 324 grandes ciudades que pronto habrían de abandonar, siendo sus
1881 292 136 443 lugares tomados y sus cantidades engrosadas por otra ala de
1891 326 migrantes inestables.
166 489

La diferencia entre los modelos francés e inglés reside en el La locolizacián de la ciudad


crecimiento de sus ciudades provinciales, las de Francía crecien-
do más lentamente que las de Inglaterra. Las proporciones de Simplemente no se conoce lo suficiente acerca de las diferen-
crecimiento en París y en Londres durante el sigla fueron sig- cias entre los migrantes estables e inestables hacia la ciudad para
nificativamente paraleías,s saber si tenían diferentes experiencias de residencia, la condición
Para apreciar el significado humano de estas cantidades, uno básica de la densidad. Mi propia investigación en Chicago indi-
debe recordar el hecho de que hasta esa época la única ciudad ca que las gentes de clase media con una larga permanencia en
que comienza a aproximarse al tarnafio de París o de Londres esa ciudad, se comportaban como si fuesen trabajadores tempo-
era la Roma imperial, 600 afias antes. O nuevamente, que ningún rales en ella; un estudio realizado en París en el sigla XIX, mues-
otro establecímíento urbano conocido había crecido nunca tan tra el mismo resultado, otro no lo hace.?
rápido en tan corto tiempo. AI igual que en el sigla XVIII, en el sigla XIX París y Londres
La razón dei crecimiento tan grande de estas capitales es manejaban sus problemas generales de incremento de densidad
una cuestión complicada. Es bastante cierto que tanto en París de maneras muy diferentes; nuevamente, como en la época del
como eo Londres la proporción nacímiento-muerte durante este ancien régirne, estas modelos diferentes produjeron un resultado
siglo, se volvió más favorable a los vivos. Los adelantos en la social similar.
medicina y eo la sanidad pública ahuyentaron Ia constante ame- Para imaginar la experiencia deI crecimiento demográfico den-
naza de plaga -el gran flagelo de las poblaciones urbanas- de tro de París en la primera mitad del sigla XIX, se debería pensar"
modo que Ia mayoría de los nifios nacidos en famílias de Ia en una caja llena de trozos de cristal; cuanto más cristal. se
ciudad vivían para dar origen a sus propias familias. Si es que introduzca dentro de la caja, los trozos de cristal se romperán
Ia ciudad crecía a partir de alguna cosa, la fuente principal de bajo la presión, aunque los laterales de la caja los contengan.
su expansión continuaba siendo la inmigración. Durante la pri- En el afio 1850, no puede agregarse nada más; la caja no se
mera mítad deI siglo, esta corriente aÚD se constituía de jóvenes ha desunido sino que se ha reconstruido enteramente a lo largo
sin ataduras que llegaban desde lugares situados a cierta distan- de límites más grandes pera igualmente rígidos. EI proceso de
cia de la ciudad; la crisis deI campo no comenzó concretamente presión recomienza. París no era una cíudad extendida, como
hasta los afias de 1850. Cuando 10 hízo, la familia de aldeanos lo era Londres, sino que era una ciudad en la que las formas
no agolp6 a los migrantes voluntarios fuera deI cuadro; la nueva urbanas se forzaban hasta el límíte merced aI crecimiento de la
família inmigrante se unió a los rangos de la vieja corriente de pob1ación.
individuas que aún tenía vigencia. La caja que contuvo a París a lo largo de la historia, fue su
Debe hacerse una advertencia ccn respecto a estas enormes muralla, La muralla sirvi6 a diferentes propósitos en la ciudad
cantidades. La corriente hacia fuera de la -ciudad también era según diferentes momentos históricos. En el sigla XVIII, dejó de
enorme; muchos de aquellos que eran computados un afio den- servir a la ciudad como una defensa contra los intentos de in-
tro del censo urbano, habían desaparecido aI afio siguiente, a vasión; ci.ertamente, en los afias de 1770, el objeto de la muralla
medida que se desplazaban nuevamente hacia el campo y las ciu-
7. Richard SBNNET, datos registrados para la obra Families Against the City.
Joint Center for Urban Studies of Harvard y MIT, indicadores «clase y exten-
6. Calculado de A. F. WEBER, op. cit., p. 46. sión de la resídencia».

168 169
era el de controlar al pueblo que VIVIa dentro de la ciudad. Haussmann erigiá entre los habitantes de la ciudad como asimis-
A través de sus sesenta puertas pasarían los productos y Ias mo en torno de la ciudad misma. , .
manufacturas de Ia ciudad, todos los cuales serfan sometidos a El problema fundamental de densidad en París :permanecIó
un impuesto llamado derecho de puerta.· Esta fue Ia MuraIla corno antes· una medida fija repartida entre cantídades que
de los Fermiers Généraux (la muralla de los colectores de im- congestionaban rápidamente el espacio. D~t~ás de los grands b~u-,
puestos). Hasta el afio 1840, constituyó el Iímite legal de Ia ciu- levards, lejos de los nuevos lugares, persístía elo ahogo comercial
dado El barón Haussmann comenzó a construir una nueva mu- y residencial. Pero la reorientación ~e los quartters de modo q";le
ralIa legal, administrativa y residencial en los últimos afias de adquirieran un caráeter de clase mas homogeneo alteró los ter-
Ia década de 1850, una muralla que se diferenciaba de las an- mínos mlsmos de localismo y cosmopolitismo.
teriores sólo por el hecho de que ya no era una estructura fí- David Pinckney ha seííalado que «los parisinos de, h~ce un
sica. sigla vivían, trabajaban y dísfrutaban dentro, ~e los hmIt~s de
Durante la primera mitad deI siglo XIX, la creciente población unas pocas manzanas». El reorder,mmiento fISICO. de la ciudad
de Paris debía encontrar un espacio dentro de Ia Muralla de los planeado por Haussmann no fue sino una expresión Y una con-
Fermiers Généraux. Las casas disponibles fueron ocupadas rápi- cretización de un proceso más vasto, un proceso similar a aque-
damente. Entonces las casas comenzaron a subdividirse en mora- lIo que Louis Wirth, el urbanista de Chicago, llamó la .«s~gmen­
das múltiples; cuando esta nueva dívísíon dcl espacío se volvió tación» de la ciudad y que su colega Robert Park denomInO como
insuficiente, a los viejos edificios se Ies agregaron nuevas plan- la formación de «moléculas» sociales en la ciudad durante el
tas. Si se recuerda el vaciamiento de las plazas públicas en eI transcurso deI siglo XIX. Estos segmentos ~oI?pleme~tabanIa cre-
siglo anterior, se pueden imaginar esos lugares totalmente abier- ciente división deI trabajo en la econorrna índustríal, La. pobla-
tos que durante el albor deI siglo XIX permanecían vacíos y que ción de Paris, volviéndose cada vez más densa: se VOIVIÓ a. Ia
ahora se encontraban totalmente rodeados por distritos donde vez homogênea en un pequefio sector y diferenciada en relacíón
la población se chocaba entre sí. Los norteamericanos pueden a otros secto~esY
darse una idea de este extremo imaginando el Central Park li- En París, durante el ancien régime, existí~n, naturalmente,
mitado por un área urbana con una población de una densidad distritos ricos y distritos pobres, pero el significado de .un dIS-
superior a aquella de las comunidades de inmigrantes en el Lo- trito «rico» residía en el hecho de que muchas gente~ ncas h~~
wer East Side de los afios de 1930.8 bitaban en él. EI término no significaba que los precios de alí-
Existe una gran polêmica entre los historiadores acerca deI mentos bebidas y casas fuesen considerablemente más elevados
grado en el que las clases sociales se habían entremezclado y que aquellos que se encontraban en distritos de gentes pobres.
dejado de segregar en estas calles prolíficas. La imagen clásíca de El urbanista moderno está tan acostumbrado a pens.ar que .la
una casa parisina de comienzos dei siglo XIX, es la de una acau- economía de un área determinada «corresponde» al mvel de m-
dalada familia en la primera planta, una respetable familia ha- gresos de sus habitantes, que es difícil dar un panorama deI
bitando en la segunda, y así hasta llegar a la buhardilla donde vecindario anterior al siglo XIX tal como realmente era, con una
vivían los sirvientes. La imagen, naturalmente, es enganosa, pera mezcla de clases diferentes en edificios próximos cuando no en
descartaria también lo sería. Porque en la nueva demarcación el mismo edificio, y una mezcla de distintas c,ategorías de pu:stos,
de la ciudad realizada por Haussmann en los afias de 1850 y 1860, tiendas e incluso pequefias ferias que servran a estas vanadas
la mezcla de clases dentro de los distritos fue reducida por clientelas. .'d '
medio dei disefio. Cualquiera fuese Ia heterogeneidad producida El proceso molecular producido en la distrfbución emogra-
espontáneamente por la división de las casas privadas en apar- fica de París en el siglo XIX magnificó un proceso que habíamos
tamentos durante la primera mitad deI siglo, ahora se le oponía visto comenzado en la .ciudad deI ~ncien régi'}1e ,aI tratar el tema
un esfuerzo por hacer de los vecindarios unidades homogéneas y de la plaza pública. Cuando la cíudad contmuo colmá~dose de
económicas; los inversores en el campo de la construccíõn y de gentes, éstas perdieron paulatiname,nte ~n contac:to funcional en-
la renovación de antiguos edificios encontraron que esta fórmula tre ellas fuera de Ia ciudad. Había mas extranos y se encon-
era más racional ya que les permitía conocer exactamente el tipo
de área donde colocaban su capital. Una ecología de quartiers
como una ecología de clases: esta fue la nueva mural1a que 9. Citado de ibid., p. 17; para el caso de Wirth c;lllsultar la obra de Lou~s
WIRTH «Urbanism as a Way of Lífe», en el libro. de Rlchard Sennet, ed., Classtc
Essays' on the Cultl~re of Cities (Nueva York: Appleton-Century-Crofts, .1969),
8. David H. PINKNEY, Napoleon III anâ the Rebuilding of Paris (Princeton: pp. 143-164; para el caso de Park, consultar la obra de Robert PARK, «The Clty..... ,
Princeton University Press, 1958), pp. 6-9. en ibid., pp. 91-130.
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170
traban más aislados. EI problema de la plaza fue ampliado al con ese prop6sito. La tierra no era una mercadería escasa en
problema deI quartier y del vecindario. el gran Londres pera, debido a razones que no son muy claras,
. EI aislamiento de las clases socíales entre ellas dentro de Ia aunque sí se establecieron fábricas en el anillo deI egran Lon-
ciudad se. produjo también en Londres durante eI sigla pasado dres», no desarrollaron una economía fabril de la intensidad de
pero dé~lldo a la extensión de la ciudad más que por la com~ Manchester o Birmingham.P
presíón ínterna de clases Como había ocurrido en París. Cuando Los escritores de la escuela de estudios urbanos de Chicago
se agrego un nuevo territorio a la ciudad, los arquitectos cons- creían que un movimiento de vecindario eo vecindario, de esce-
t~yeron vastas áreas de alojamientos para satisfacer las nece- nario en escenario, constituía la esencia de Ia experiencia «ur-
s:dades .de grupos económicamente homogéneos. Ya que en Pa- bana». Para ellos, un urbanista era aIguien que conoeia no s610
rIS ~s mversrones ,parecían más estables y más seguras si la un quartier, una localidad, sino muchos aI mismo tiempo. Sin
propíedad era h~bltada uniformemente por los miembros de embargo, esa experiencia no pertenecía por igual a todos los
UD.R cla~e determmada; eu el caso de la vivienda burguesa 1 urbanistas deI sigla pasado; tenía un carácter de clase. Cuando
umfonmdad en la construcción de un nuevo distrito signific~b: la estructura del quartier y deI vecindario se vclvíó homogénea
que los valores de la propiedad vecinal no descenderían: en el a lo largo de Iímites econômicos, Ias gentes que probablernente
caso de la construcción de viviendas para los tr'abajadores un se moviesen de escenario en escenario eran aquellas que tenían
grado d.e construcción homogénen dentro de las diferencia~ de intereses o conexiones lo bastante complicados como para lle-
oport;lIudades. c~rrespondlentes a los compradores de la clase varIos COn ellos a diferentes lugares de Ia ciudad; esas gentes
trabajadora slgnifi~a?~ que lo.s costes podían mantenerse bajos eran las más pudíentes. Las rutinas de Ia vida cotidiana que
merc~d a la adqtrisición masiva de materiales toscos y de he- tenían lugar fuera deI quartier se estaban transformando en una
rrarmentas. experiencia urbana burguesa; en consecuencía, eI sentido de ser
. A medida que Londres se extendía a 10 largo de un terríto- cosmopolita y míembro de Ias c1ases burguesas llegó a tener una
no cada vez más amplio, se produjo el mismo localismo a tra- afinidad. Reciprocamente, eI Iocalismo y Ia cIase más baja se
vés d~ una clar~ separacíón y distancia físicas igual COmo habfa fusíonaron. Los únicos viajes rutinarios que probabIemente efec-
ocurrido :n. Paris merced a las diferencias entre áreas relativa- tuaran los parisinos de Ia clase trabajadora hacia sectores no
m~nte pr?XlmaS .en I? concemiente al precio de apartamentos, trabajadores de Ia ciudad, o incluso a otros vecindarios de tra-
alímentacíón y díversíones. Los demógrafos tienen eierta eviden- bajadores, tenían eI propósito de efectuar compras en alguno
CIa_de que el «cen~ro» de Londres (sobre St. James' Park y, ex- de los nuevos bazares. El cosmopolitismo -como la experien-
tranarne~te, Mayfaír) seguía siendo un medío social y económi- cia de la diversidad en Ia ciudad- por lo tanto fue vivido por
camente integrado, pero el centro estaba perdíendo su significado' las c1ases trabajadoras como una experiencia de consumo.
Londres se estaba transformando en la cinta de pueblos .residen- EI contraste existente entre la clase trabajadora local y Ia
ciales conecta.do~ que es en la actualidad. Las cabales dimensiones c1ase media cosmopolita no debe ser exagerado. Había pocas
de Londre~ sigrrificaban que la minoria de trabajadores de Lon- gentes respetables que desearan abandonar sus propios lugares
dres que víajaban cle~ta dist~cia para; llegar a una fábrica, pa- seguros dentro de la ciudad; especialmente entre las mujeres de
saban m~cho de su tI~mpo hbre en transito; a su vez esta cir- clase media eI deseo de ser separadas de Ia masa de extrafios
cunstancía reforz6 la ímpor'tancia asignada a la Iocalidad, como era muy fuerte. Pero la compIejidad de negocias, pIacer y so-
un lugar que era una tregua en el mundo del trabajo. ciabilidad de los pudientes era, al menos, parecido a una sepa-
H~mos abserv~.do qu.e las eiudades capitales de la era in- raci6n con respecto a los confines de una pequena turba; Ia
dustnal no e~an índustríales. Aunque la industria misma signi- mujer visitaba a su modista de sombreros, a su costurera, visi-
ficaba algo d~ferent~ en Francia que en Inglaterra; pero nueva- taba eI Instituto de Mujeres, regresaba a su casa a tomar eI té
mente esta dlferen~la t1:1vo un resultado similar en cada capital. y luego salía acenar; el hombre iba a la oficina, aI club, tal
Clapham, ~l gran historiador de las economías francesa y alema- vez' a un teatro y Iuego a un mitin.
na en el síglo XIX, ?-uda de que en el ano 1848 Francía, en forma Es importante sefialar que este «derecho a la cíudad», como
global, tU:'lese un slst~ma fab~il, a~ menos aI nível de Inglaterra; lo llama Henri Lefebvre, se estaba transformando en una pre-
en ese ano se produjeron mas bienes y servicios que en 1815 rrogativa burguesa, porque actualmente, existe una gran celebra-
pera en talleres ampliados. En la segunda mítad deI síglo XIX' ción de Ia vie du quartier. AqueIlos que hoy le asígnan un sig-
c~ando ~e desarrollaron las verdaderas fábricas, lo hicíeron ~
cle:r:ta distancia de ~arís. La razón era simple: las tierras de 10. J. H. C1.APHAM, Economic Development 01 France and Germens, 1815-1914
París o cerca de la ciudad eran demasiado caras para utilizarse (4a. ed.; Londres: Cambridge University Press, 1968), pp- 71).71.

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~ficado ro~ántico a la vie du quartier o a las virtudes del loca- Así como el capitalismo industrial significó algo diferente en
Iísmo, percíben el «color» de la vida de la clase trabajadora que Inglaterra con respecto a Francia, la conciencia de sí mismo
s~ desarrollaba en el café o en las calles, pera fracasan aI per- como un «respetable» londinense tuvo connotaciones e implica-
cíbír este ~olo~ como el producto de una simplificación economi- ciones diferentes con respecto a la conciencia de sí mismo de un
ca deI território t.trbano en el ct.-trso del sigla pasado. La persona «burgués» parisino. Sin embargo, de capital a capital, esas di-
de la clase trabaJadOl:a en la cíudad del ancien regime, que lle- ferencias no fueron tan extremas como las que existieron a ni-
vaba cadenas muy diferentes, pero igualmente onerosas sabia vel de naciones. AI igual que en la capital del ancien regime, el
q?e ~~las no Iirnitaban su movimiento -en busca de pla~er, ex- cosmopolitismo atravesó los límites nacionales, pero hablar de
cítación ? tra~aJo- por la ciudad, La celebración deI localismo dichas afinidades en el siglo XIX es referirse a la mundanalidad
r del yecmdano a p~quefia escala por parte de proyectistas bien sólo de una parte de la ciudad. La burguesía cosmopolita ad-
Intencionados, conshtuye hoy un refuerzo inconsciente de una quirió en el sigla pasado algunas de las características de una
nueva forma de dominación, una pérdida de la ciudad impuesta clase internacional; no fue el proletariado de los países indus-
sobre los trabajadores del sigla pasado, ' triales el que así lo hizo. «Soflsticación»: en el siglo XVIII, tanto
Por lo tanto estar «fuera en público» era para nuestros bisa- en Francia como en Inglaterra, la palabra era derogatoria; pero
buclos una cuestión más significativa si eran burgueses que si no en el sigla XIX se transformo en un cumplido entre los burgue-
lo eran, Hay algo. de ironía acerca de los problemas que tenían: ses. Denotaba a aquellos a quienes uno podía reconocer como
lacaso la angustia provocada en público hubiese sido tal vez «bíen educado» o que tenía «buenos modales» no obstante las
~enor si la categoría de las gentes que se encontraban rutina- barreras del idioma, las costumbres nacionales o la edad.
namente en público hubiera sido mayor? Según algunas consideraciones, el incremento en Paris en-
tre 1770 y 1870 en el porcentaje de trabajadores burgueses no
Azar y vida burguesa fue grande, tal vez un tercio más. Pero el cambio real en el
contexto se produjo en aquello que comerciaban y administra-
ban: un sistema de bienes de producción masiva y hechos a
En una s~ciedad que rompe los lazos feudales, es la burguesía máquina. Es importante comprender el modo en .que lo com-
l~ que constítuye la .dase críti~a. En París y Londres, durante el prendían aquellos que experimentaron este nuevo sistema. No
siglo XV~I,I, el tr'abajo ~om~:cIaI y burocrático no implicaba la lo comprendían muy bien, en parte porque babían llevado con-
satísfaccíõn de ~a obligación establecida desde tiempos inme-
sigo muchas actitudes de la ciudad antigua para tratar con la
mo~ales. A medida que avanzó el siglo XIX, estas mismas ocu- nueva. Pero es importante el modo en que tendieron a tomar
paciones burguesas cosmopolitas adquiríeron un nuevo contexto. en un sentido erróneo el orden industrial, ya que revela una
Como una regIa del trabajo, podemos identificar a las clases concepción fundamental de la vida industrial que condicionó
burguesa.s de Londres y París eom_enzando con los propietarios todas las actitudes dirigidas 'bacia el domínio público: fue la
de negocros con aI. menos o~ro empleado, con ofícínistas, emplea- concepción de que la respetabilidad burguesa estaba fundada
dos~ ten~dores de Iibros, etcetera, y con los estratos profesionales en el azar.
y directivos por .sobre ellos. Constituían un grupo sorprendente-
Los hombres de negocias y los burócratas , del siglo pasado
mente grande de gentes; junto con sus famílias comprendían tenían muy poco sentido de la participación en un sistema or-
e~tre el 35 y eI 43 por ciento de la población londinense en el denado. Por otra parte, puesto que eran ellos los que dirigían
a~o 1870~ y entre eI. 40 y el 45 por ciento en Parts durante el el nuevo sistema, suponemos que al menos entendían su propio
mrsmo ano. Proporcíonalmenn, había más famílias de clase me- trabajo, y nada podía estar más Iejos de la verdad. Los nuevos
dia eu las "capitales que en el resto de cualquíera de los dos principias de hacer fortuna y dirigir grandes organizaciones,
países; en elo afio 1867 en, toda Inglaterra cerca del 23 por ciento eran un misterio incluso para aquellos que realmente tenían
de la población pertenecía a la clase mcdia.u
éxito. Los trabajadores de las grandes empresas de Paris y
.11. Consultar la obra de Richard SENNET, Families Against the City (Cem,
Londres eu los afíos de 1860 y 1870, utilizaron el juego de azar
brld?~, Mass.: Harvard University Press, 1970) en los capítulos 5 y 11 para un para describir sus actividades en términos del juego, y el es-
anélísís más completo de los problemas en la definición de la eclase media" eenario adecuado fue la bolsa.
~OY ~WIS Y Angus MAUOB en su libra The English Middle Classes (Londres:' Para comprender los nuevos estímulos económicos frente
hoemx Ho~se, 1949), Parte I, Capítulo 3, of'recen un análisis excelente, aunque
no cuanütetívo, sobre la fuerza de la c1ase media en diferentes contextos en a los cuales las gentes opulentas se sentían desafiados, necesi-
Inglaterra. Los datas para 1867 han sido tomados de la obra'-pe J BURNE1T ~ tamos conocer el significado de la especulación en esa época.
Plent~ and Want (Londres: Pelican, 1968), p. 77. . , De hecho,era posi?le ganar o perder una gran cantidad de
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dinero rápidamente. Aquellas familias que disponían de un ca- que nada parecía actuar para mejorar el estado de cosas, súbi-
pital tendían a colocarlo en una o, a lo sumo, en muy pocas ta e inexplicablemente comenzar un alza.u
empresas. Por lo tanto, una mala inversión producía la com- Las inexplicables inestabilidades que regían los sectores de
pleta ruina de familias decentes y .respetables: una buena in. inversión, gobernaban asimismo las burocracias. Operaciones ta-
versíón, y súbitamente uno se encontraba en un mundo ab- les como la del Crédlt Foncicr. de una escala imprcsionantc,
solutamente nuevo. i,Cuáles eran las reglas que determinaban parecían implicarse en proyectos mayores y a largo plazo, y
las buenas o malas inversiones? Los inversionistas de hace un colapsaban subitamente: entonccs, su trabajo seria continuado
sigla disponían de mucho menos información de la que hoy por otra organización con un nuevo personal. Algunos historia-
disponen sus equivalentés modernos y sobre la cual poder to- dores de Francia son propensos a contrastar favorablemente su
mar una decisión. Por ejemplo, pocas firmas publicaban esta- historia burocrática con respecto a la de Inglaterra, argumen-
dos anuales de ganancias y pérdidas. La mayor parte de la «in- tando que el mayor control que ejercía el estado sobre la eco-
formación» se daba en forma de murmuraclón. Las bolsas, la nomía en Francia les otorgaba a los burócratas mayor segurí-
Ciudad, la bourse y sus subsidiarias en París no tenían princi- dado Los argumentos pueden sustentarse en términos de la vida
pias concretos de gobierno tales como incluso seguros pro forma provinciana; no así en función de Londres y de París, porque
que las compafrías que realmente existfan habían dado como paradójicamente mientras los órganos centrales del estado fran-
forma de pago; el intercambio de artículos era, en todo caso, cés se encontraban todos en París, la propia economía de la
peor. Las principales inversiones nacionales eran igualmente una ciudad era objeto de un menor controI deI nível económico por
cuestión de azar, y no seguían ninguna racionalidad concreta parte deI Estado que aquél ejercido por éste sobre las provin-
en el sentido ordinario. Se construían líneas férreas en las so- cias o el campo. La reconstrucción de Paris por Haussmann,
ledades más absolutas en Francia, porque se «sospechaba» que que provocó enormes pérdidas financieras y comerciales, hu-
algún día allí se encontraría hierro; los grandes escândalos como biese sido imposible de realizar en una ciudad provincial por-
el asunto de Panamá, tuvíeron su eco en fracasos anteriores que Ia mano muerta de la burocracia hubiese inhibido Ia fre-
igualmente, aunque menos espectacularmente, fraudulentos. La nética (y desordenada) acumulación de capital, trabajadores y
existencia de tanto fraude dependía de una clase inversora que material.
casi no disponía de modelos acerca del desarrollo de una in- La respetabilidad se fundó sobre el azar: ese fue el hecho
dustria Y, por lo tanto, acerca de lo que significaba una decisión económico del siglo XIX que se asocíó con una demografía de
de inversión racional. expansión y aislamiento. Aparece nuevamente la dignidad de la
No fue hasta fines de los afias de 1860, que las gentes co- burguesía: colocar un hogar estable frente a esta economia,
menzaron a relacionar la sucesión de buenos y malas tiempos forzar a la familia como grupo dentro de una vida de propie-
y a pensar, en consecuencía, en algo llamado ciclo de negocias. dad rígida, fue un acto de voluntad y conlIevó una cíerta fuer-
Pera i,cuál fue la causa de este ciclo? Actualmente podemos za. Actualmente las rigideces parecen apagarse; tal vez se trate
dar una buena explicación de ello a través de los escritos con- deI hecho mismo de que la economía capitalista ha crecido
temporáneos de Marx, pera pocos corredores de bolsa le leían relativamente en forma más ordenada y mantiene sobre noso-
hace un sigla. Los hombres de negocios eran más capaces de tros un dominio más firme que nos permite despreciar la pro-
piedad dei siglo XIX.
explicar los ciclos de negocias en términos místicos. John Mills,
un banquero de Manchester, pensaba que el ciclo dependía de Si el conocimiento de las gentes acerca de su época fue di-
rectamente un producto de Ias condiciones materiales bajo las
la «ciencía de la mente»; en 1876 William Purdy anticipó la
cuales vivían entonces los ciudadanos burgueses de las capita-
teoría de que los ciclos de negocias se producían porque los
les deI siglo XIX, debieron pensar que vívían en una época de
jóvenes inversionistas llegaban a la edad madura y por lo tanto
permanente cataclismo. Retrospectivamente, es posible ver cómo
carecían de las fuerzas suficientes como para mantener aI ca- las condiciones materiales de la ciudad estaban enraizadas en,
pital circulando vigorosamente. En Francía, la comprensión dei y eran ampliaciones de, los modelos materiales que existieron
ciclo no fue mucho mejor. Y lo que volvió tan crítico el fra- antes del reino del orden industrial. Sin embargo, tal como se
caso de autoanálisis en la época, fue que los cambios económi- experimentaron en su momento, los incrementos de población,
cos del siglo pasado eran mucho más abruptos y repentinos de los cambios eu la ecología y las fluctuacíones dei· nuevo orden
lo que son actualmente, de modo que en el espacio de unos
pocas meses la Francia industrial podía saltar de Ia expansión
12. S. G. CHECKLAND, The Rise of Industrial Society in England, 1815·1885
a la depresión y luego de un período de estancamíento, en el (Nueva York: St. Martin's Press, 1966), pp. 425426.

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HCS 151.12
industrial, fueron tan grandes, que eran traumáticos. Por eon- tidumbres de la circunstancia personal. Pero el impulso de Ile-
siguíente, la ciudad debió haber sido la imagen que cada hom- var una vida de esas características sigui6 siendo vigoroso, aun
bre tenía acerca de una vida que debía evitar, con masas de cuando los medíos de Iograrlo fueron muy frágiles. Esta es la
gentes sin rombo, desarraigadas y amenazadoras, siendo el sus- gran paradoja que se produjo en las postrimerías del siglo pa-
tento de una vida decente una cuestión de azar más que de sado: cuando las condiciones materiales se volvieron finalmente
voluntad. más conocidas y regulares, eI mundo público se volvió cada vez
Estas condiciones materiales no indujeron esa percepción. menos estable.
Un conocimiento de desorden material en la grau ciudad reina- i Cómo se condujo entonces esta vida pública, como respues-
ba entre sus habitantes y en las provincias, a pesar de que de ta y como defensa, en medio de estas nuevas condiciones ma-
hecho, muchas gentes anhelaban mudarse a la capital, temían teriales?
la vida que allí se desarrollaba. En forma global, en el trans-
curso del siglo, la mayoría de los emigrantes llegaron a la ciu-
dad voluntariamente, y se trataba de jóvenes solteros y no de Mercaderías públicas
grupos desplazados. Los habitantes de distintos tipos de ciuda-
des, ciudades de provincias en ambos países, eran más pro- No existe meior introducción a esta vida pública que la cu-
pensos a verse a sí mísmos precipitados en un abismo. En parte riosa historia acerca del modo en que el comercio de reventa
esto se debió a que estas ciudades provinciales formaban el se transformó en las ciudades capitales del siglo XIX. El sur-
cuerpo del nuevo capitalismo industrial. En Lille, en Lyon, en gimiento del bazar, que como tema puede parecer mundano, es,
Manchester o Bírmíngham, se encontraban las fábricas; ellas de hecho, la forma encapsulada del verdadero paradigma de
crearon la economía y demograffa de Manchester, una nueva cómo el dominio público como un intercambio actívo permitió
cíudad, Y por otra parte, en ciudades más antiguas la trama que las vidas de las gentes experimentaran lo público más in-
de la vida social provinciana era frágil, y fue fácilmente des- tensamente y de forma menos socíable,
garrada por la fábrica y por el efecto del capitalismo sobre la En 1852, Aristide Boucicault abrió en París una pequena tíen-
agricultura. Las páginas de Middlemarch muestran «el adveni- da de reventa llamada Bon Marché. La tienda se basaba en tres
miento de un gran cambio» a una ciudad; en Little Dorrit ideas originales. El margen de ganancia sobre cada artículo
nuevos hechos materiales similares son adjudicados a Londres sería pequeno, pero el volumen de venta sería grande. Los pre-
y deben ser interpretados dentro de la vida evolutiva de la cios de los productos serían fijos y claramente marcados. Cual-
cíudad. Middlemarch se refiere a lo que acontece en una ciudad quiera podía entrar a su negocio y curiosear sin sentírse obli-
de provincias; Little Dorrit se hace eco de lo que ocurre en gado a comprar.v
Londres. El principio de un precio fijo para artículos de reventa no
La razón de por quê los cambios materiales no indujeron era totalmente original. La Belle Iardiniére de Parissot vendia
la percepción deI caos absoluto, por qué las gentes de clase género de. lino sobre esta base en el ano 1824. Pero Boucicault
media podían sentir que la supervivencia era factible en la ciu- fue el primero en aplicar la idea a una linea completa de ar-
dad, por qué la vida cosmopolita era importante y significativa tículos de reventa. Una medida de la originalidad de los precios
a pesar de todos sus terrores, fue precisamente que los habi- fíjos es que, hasta Ias últimas décadas del ancien regime estaba
tantes no tuvieron que inventar una cultura en la ciudad con prohibido por ley que los revendedores publicasen volantes don-
imágenes acerca deI significado de la vida, del modo de en- de figuraran los precios fijos de sus mercaderfas. Otra medida,
frentarse a los desconocidos y cómc comportarse frente a los más humana, es el efecto de los precíos fijos sobre la experien-
extrafios. Existía una cultura heredada. Esta cultura era el do- cia de la compra.ls
minio público. Así como durante el ancien régime creció como En un mercado donde flotaban los precios de reventa, ven-
respuesta a los cambios materiales de población y demografía, dedores y compradores se dedicaban a toda clase de artificios
sobrevivió para nuestros bisabuelos como una herramienta para para subir o bajar los precioso En los bazares del Oriente Medio,
intentar preservar el orden en medio de cambios materiales mu-
cho más grandes en la ciudad. Los regalos que recibieron nues- 13. H. PASDERMADJIAN (deletreado también como Pasjennadjian) The Depart-
tros bisabuelos, ellos a su vez, como cualquier heredero, los ment Store: lts Origins, Evolution and Economias (Londres: Newman, 1954),
desperdiciaron. Finalmente, la burguesía deformó, al extremo de pp.3-4. d . P"
14. Bertrand crua, Recherches sur l'Origine des Gran s Magasms artstens,
que no quedó nada, los modos desarrollados en el siglo XVIII en la obra Paris et Ile de France (Parta, 1955), VII, 260-261; Martin $AINT-UoN,
para llevar una vida significativa a una distancia de las íncer- Le Petit Commcrce Français (París, 1911), pp. 520-521.

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la exhibici6n de sentimientos violentos, las apasionadas decla- mayor de empleados Y, en consecuencia, «si el propio comer-
raciones de dolor y sufrimiento provocadas por la pérdida o la ciante no vende, debe tener un precio; no puede confiar a los
compra de esta hermosa alfombra, son parte integrante de Ia empleados el regateo exitoso».'?
venta. En los mercados de carne de París en el siglo XVIII, se Como complemento de la fábrica, como un producto de la
podían perder horas en maniobras tendentes a elevar el precic burocracia impersonal, el bazar no podría haber tenido êxito sin
de un trozo de carne unos pocos centavos.» el concurso de la masa de compradores. Fue en este punto
El regateo y sus rituales concomitantes son las instancias donde accedió al panorama la afluencia de población a la ciudad.
más comunes en el teatro de la vida cotidiana en la ciudad, y Pera la economía dei verdadero desarrollo estatal se orient6 cada
del hombre público como actor, El final de la línea de pruduc- vez más a la localización de esta masa de compradores poten-
ción y distribución en una sociedad que carece de precios fijos cíales. La definida complejidad física de las caIles de la antlgua
es la afirmación, buscando una ventaja en la posición, de la ciudad constituyeron también un obstáculo para reunir a esta
capacidad de advertir grietas en la coraza de un rival. Este es- masa de consumidores. Se estimaba que debido a las estrechas
tilizado interjuego enlaza socialmente al comprador y ai ven- y meandrosas calles de París a principias dei sigla XIX, un viaje
dedor; no participar activamente es arriesgarse a perder di- a pie que boy tomaría quince minutos, en aqueUa época reque-
nero. ría una hora y media. Abandonar el propio quartier era una
El sistema de precios fijos de Boucicault disminuyó el rtes- cuestión de consumir tiempo y, sin embargo, para que los ba-
go que entraâaba no desempeâafTíhvroluctrvo. Su noción del zares Iograran sus volúmenes de ventas debían atraer clientes
libre ingreso hizo de la pasividad una norma. de toda la ciudad. La creación de los grands boulevards en los
En los establecimientos de reventa en Paris durante el ancien afias de 1860 en París ayudó a hacerlo poslble. La creaci6n de
régime y a principios del siglo XIX, entrar a una tienda suponía un sistema de transporte en París y en Londres lo hizo aún
que uno compraría algo, no importa qué. El curioso que vâ~ más factible. En Paris los buses tirados por cabalIos fueron
gaba casualmente, pertenecía al mercado al aire libre y no al introducidos en 1838, pero los afies de 1850 marcaron su gran
espada interior de una tienda. Este «contrato implícito» de com- período de crecimiento; en 1855 transportaron 36 milIones de
prar encaja perfectamente en función de los esfuerzos dramá- pasajeros; en 1866 bicieron lo mismo con 107 milIones. La misma
ticos exigidos por el sistema de precios libres. Si un vendedor unión de transporte veloz y comercio de reventa, marcó el de-
va a dedicar su tiempo en ardientes discursos acerca de sus sarrolIo de Chicago después dei gran incendio de 1871. Este trans-
artículos, declarando que se encuentra al borde de la bancarro- porte público no fue disefiado para el placer, y sus rutas tam-
ta y no puede rebajar ni un penique, debe saber que uno hará poco entremezclaron las clases sociales. Fueron concebidos para
que rnerezca la pena. Esta dramaturgia lleva tíempo y, en con- trasladar a los trabajadores bacia sus lugares de trabajo y bacia
secuencla, tiende a desalentar el volumen rápido de ventas. Bou- las tiendas."
cicault, haciendo frente a los bajos márgenes de ganancia y al Los artículos de producción masiva, manejados por una gran
elevado volumen, tema que suprimir por lo tanto esa conducta burocracia, con una masa de trabajadores, todo trataba con
teatral.é aquello que podía inducir aI vendedor a abandonar los viejos
,Por qué Boucicault y sus imitadores, Burt en París y Potter modelos dei comercio de reventa con el objeto de obtener ma-
Palmer en Chicago, comienzan a vender en grandes cantidades yores beneficios. No explican por qué el comprador se mostra-
y con reducido margen de ganancia? La respuesta más simple ba deseoso de cambiar los papeles. EI beneficio para eI ven-
concierne al sistema de producción. Los artículos confeccionados dedor no explica, fundamentalmente, por qué el comprador eu
a máquina podían hacersc más rápidamente y eo volúmenes mu- París deseaba transformarse en una figura pasiva cuando llegaba
cbo más grandes que aquellos artículos confeccionados a mano. el momento de entregar el dinero.
En este sentido el bazar es una respuesta a la fábrica. Una ex- Exc1uyarnos en primer término Ia explicación obvia y simple
plicación complementaria Ia ofrece C. Wrigth Mills en función de por qué el comprador podia desear abandonar la partici-
de la burocracia industrial. En White Coílar, presenta esta ex- pación activa en el comercio de reventa. En líneas generales..
posici6n razonada para el sistema de precios fijos: en una tlen- los precios no se abarataron en los bazares con respecto a las
da que trata con volúmenes de venta debe haber un número
17. C. Wright MULS, White Cotlar (Nueva York: Oxford University Press,
15. Ver la obra de Clifford GEERIZ, Peddlers and Prínces (Chicago: Univer- 1957), p. 178.
sity of Chicago Press, 1963), passim: 18. G. D'AVENEL, Les Granâs Magasins, eRevue des Deux Mondeu, 15 de
16. PASDERMAl>JIAN, op, cit., pp. 4-12. julio de 1894.

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tiendas antiguas. Los niveles de precio de unos pocos artículos te», uno deseaba comprarIo porque se transformaba temporal-
descendieron, pero ese ahorro fue más que anulado porque inclu- mente en una cosa inesperada; se volvia extreüa.x
so las gentes de escasos recursos compraban artículos que nun- La estimulación provocada por la mezcla de objetos desigua-
ca habían pensado llegar a tener algún día. El nivel de con- les se reforzaba con la búsqueda permanente, por parte de los
sumo se expandió a 10 largo de las elases trabajadoras, media revendedores, de nouveautés exóticas para poner a la venta eu
y alta. Un ejemplo: con el advenimiento del bazar tomó forma media de las más prosaicas mercancías. Los artículos extrafios,
Ia idea de poseer varias colecciones de rapas, todas muy simila- las exportaciones de los estados colonizados, son útíles, según
res y hechas a máquina, para usar en la calle. Otro: en estas Bertrand Gille, no sóIo como artículos de comercio en sí mís-
tiendas las gentes comenzaron a comprar cacerolas y jarros que mos. Acostumbran ai comprador a la idea de que encontrará en
se utilizaban para propósitos específicos; la olla de usos múl- la tienda aquello que no esperaba y, por lo tanto, deseará aban-
tiples y la cazuela ya parecían inadecuadas. donar la tienda llevando mercaderías que no había entrado a
Existía una relación entre el nuevo, pasivo rol dei compra- buscar. Es decir, el voIumen se obtenía en el comercio de re-
dor y 10 que aparecía como un nuevo estímulo para el con- venta merced a un acto de desorientación: la estimuIación para
sumo. D'Avenel brinda una suscinta descripción de la calidad comprar resultaba de la temporaria fuente de rareza, de la mis-
de los productos que se vendían en los nuevos bazares: tificación adquirida por los objetos,»
Había una concIusión lógica para este proceso de estimu-
En lugar de vender mercaderías de primera clase con un exagerado lación. El gran volumen significaba que los artículos apare-
margen de ganancía, o mercadería de segundo grado con un margen cían y desapareeían rápidamente del bazar. Los revendedores
de ganancia reducido, ellos (los bazares) vendían mercadería de buena se aprovecharon de esta circunstancia para crear una ilusión
o suficiente calidad con una ganancia que anteriormente s6lo se apli- de escasez de suministros entre lo que de hecho eran artículos
caba a las mercaderías de segundo grado. de producción masiva, Un comprador era estimulado cuando él
o ella eran presentados con objetos cuya existencia parecía fugaz
Los objetos de grado medio con una ganancia apropíada sólo y cuya naturaleza era encubierta con asociaciones fuera deI
para artículos de baja calidad y consumidores gastando más contexto deI uso normal.
para tener más: en eso consistía la «estandarízación» de los En las últimas décadas deI siglo XIX, los propietarios de los
bienes físicos. Los revendedores de la época, más explícitamen- bazares comenzaron a trabajar sobre el carácter espectacular
te Boucicault y Palmer, sabían que tenían un problema aI estí- de sus empresas de maneras ciertamente deliberadas. Las Iunas
mular a las gentes para que adquiriesen tales productos inclasi- de los escaparates eran insertadas en la planta baja de las tien-
ficables. Ellos trataron de resolver el problema mediante la das y la distribución de los artículos se hacía en base a aquello
creación de una c1ase de espeetáculo fuera de la tienda, un que era más inusual en el bazar y no a 10 que era más común,
espectáculo que dotaría, a los productos, por asocíacíón, de un Las propias decoraciones de los escaparates se volvieron cada
interés dei que la mercadería pudiese carecer íntrfnsecamente.t? vez más fantásticas y elaboradas.ê-
RI primer medio que los revendedores emplearon fue el de Estimulando al comprador para que dotara a los objetos con
una inesperada yuxtaposición. Un visitante a un piso amuebla- un significado personal, más alIá de la utilidad que pudiesen
do de Bloomingdale, en Nueva York, tendría la mejor noción tener despertaron un código de creencia que hízo de la reventa
J

de lo que intentaron estas tiendas deI siglo XIX. En lugar de masiva un comercio lucrativo. EI nuevo código de creencia en el
cien jarros de la misma medida y deI mismo fabricante; habría comercio fue un signo de un cambio más amplio en el sentido
sólo una muestra colocada junto a otro jarro de distinta forma, deI dominio público: la inversión deI sentimiento personal y Ia
Zola escribió que «la fuerza de los bazares está diez veces in- observación pasiva fueron. unidas; estar fuera en público era, al
crementada por la acumulación de mercaderías de distintas ela- mismo tiempo, una experiencia personal y pasiva.
ses sosteniéndose entre sí y proyectándose a un primer plano». Karl Marx tenía una expresión que se ajustaba perfectamen-
D'Ávenel seiíalaba el mismo punto: «Parece... que los objetos te a esta pslcclogía deI consumo: él la llamaba «fetichismo del
más dísímíles se ofrecen un sustento recíproco cuando están artículo de consumo». En El Capital escribió que cada objeto
ubicados en forma contigua.» lA qué se debía? La función dei manufacturado bajo las condiciones dei capitalismo moderno
objeto estaba suspendida temporalmente. Se volvía «estimulan-
20. Citado de Emile Zola eu PASDERMADJIAN, op. cit., p. 12.
19. PASDERMADJIAN, op, cit., p. 2, nota 4; SENNET, Families Against the City, 21. GILLE, op. cit., pp. 252·253.
Capo 2. 22. PASDERMADJIAN, op. cit., p. 32.

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se transforma en un «jeroglífico social»; con e110 queda signi- Duquesa X les convertía en seres más «aristocráticos», o creían
ficar que las iniquidades en las relaciones entre patrón y tra- que un nuevo jarro de hierro colado tenía un significado perso-
bajador que producía este objeto podían ser disfrazadas. Se po- nal para el comprador en funcíón de sus fantasías de placeres mo-
día dispersar la atención a partir de las condiciones sociales riscos. Si uno. de los grandes temas de la época es el desarrollo
en las cuales los objetos eran producidos y con respecto a los de aquellos objetos homogéneos, producidos a máquina, el otro
objetos rnismos, si los objetos podían adquirir un misterio un tema es la creciente importancia que los habitantes del Lon-
significado, un grupo de asociaciones que no tenían absolutamen- dres de Carlyle o deI París de Balzac otorgaban a estas aparien-
te ninguna relacíón con su uso.23 cias externas como signos dei carácter personal, del sentimien-
Boucicault y otros propietarios de bazares estaban creando lo privado y de la individualidad.
ese significado. Mediante la mistífícacíón dei uso de los artícu- EI propio Marx fue continuamente atacado durante toda su
los que vendían en sus bazares, otorgándole «posición social» vida por sostener que los bienes eran consumidos según su
a algún vestido mostrando un cuadro de la Duquesa X donde valor como objetos de clase, o como expresiones de la persona-
ésta lo Ilevaba, o volviendo «atractívo» algún jarro colocándolo lidad del comprador. ActuaImente estas ideas se han vuelto tan
en el escaparate junto a una réplica de un harén moro, estas familiares que se nos hace difícil ubicarnos en el estado de áni-
revendedores apartaban a los compradores, en primer lugar, deI mo de las críticas utilitarias de Marx, quien veía a cada hOIDw
pensamiento acerca de cómo o incluso cuán bien hechos esta- bre y cada mujer entregados racionalmente a la búsqueda de un
ban los objetos y, en segundo lugar, acerca de sus propios roles interés económico racional, comprando sólo aquello que fuese
como compradores. Los artículos lo eran todo. necesario o que fuera a ser usado. La gran dualidad del pensa-
Pero (por qué tenía éxito este fetichismo? Este interrogante miento del sigla XIX fue ésta: la insístencia en abstracto de la
comienza a Originar el problema de la relación entre capitalis- utilidad y dei hecho difícil, Ia percepción en la práctica de un
mo y cultura pública. EI orden capitalista tenía el poder de mundo psicomórfico. Del mismo modo en que Marx percibió tí-
insertar los elementos de la apariencia dentro de un estado perma- midamente que los bienes se transformaban en «apariencias de
nentemente problemático, permanentemente «rnistifícante», para cosas que expresan Ia personalidad dcl comprador», otras apa-
utilizar la expresión de Marx. Imaginemos que Boucicault tuviese riencias íugaces eran interpretadas por otros, menos seguros de
a la venta un nuevo tipo de jarro: él sabía que la manera en que sus percepcioncs, como signos de un caráctcr interno y perma-
lo quitara de las estanterías vendiéndolos masivamente no sugeri- nente.
ría exactamente el uso que aquél podía tener, y cómo debía hacer- John Stuart Mill concibió una ciencia de la «etología», una
lo el ama de casa; en cambio, él sabía que tenía que sugerir que ciencia referida a la Iectura dcl carácter a partir de la conduc-
sus posibilidades de uso eran infinitas e inespecificables, exhibi- ta inmediata; esta concepción se popularizó al deducirse el ca-
do en su escaparate adornado como un harén moro, y transmitía ráctcr tomando como referencia las apariencias externas, o sea,
la idea de que estaba desapareciendo tan r'ápidamente de las es- la forma deI cráneo o la inclinación de la letra manuscrita. Car-
tanterías que muy pronto este jarro adquiriría el estatus de un Iyle escribi6 una obra, Sartor Resartus, que era una teoría de Ias
artículo de colección. En Ia fabricación de ropas observaremos vestimentas como «emblemas dei alma»; Darwín publicó una
que Ia mistificaci6n de la apariencia procedia a través de medias gran obra sobre psicología, The Expressíon of Emotion in Man
más simples: las rapas más económicas hechas a máquina eran and AnimaIs, donde analizaba el significado del dolor en fun-
aquellas que lIevaban s610 unas pocas telas y se cortaban en base ción de las minucias del llanto, o el sentimiento de ira según la
a unos pocos moldes, de modo que muchas gentes lIegaban a apariencía irascíble que los músculos faciales t'eflejan en el ros-
tener una apariencia muy similar. lQuiénes eran estas gentes? tro. Los métodos criminológicos corno el de Bertillon, medición
Se vueIve difícil especificar quiénes eran a partir de su apa- de los cráneos de «tipo criminal», no eran sino un reflejo popu-
riencia. lar de esta nueva ciencia de la etología. EI mundo de Fielding,
Pera lo que la nueva economía no explicará acerca de la cul- en el cual las máscaras no expresan Ia naturaleza de los actores,
tura urbana dei sigIo XIX es por qué y cómo las gentes de las habia concluído: las máscaras se transformaban en rastros.
grandes ciudades llegaron a tomar tan seriamente sus mistifica- Aquí, en cl mundo deI comercia de reventa, aparcció una se-
das e insolubles apariencias; por qué, en los bazares, llegaban fial de la pr'imera fuerza de cambio en el dominio público deI
a creer que usando un vestido de diez francos igual al de Ia siglo pasado, y también un problema que esta fuerza no puede
explicar. Uno de los dos efectos principales que tuvo cl capi-
23. Kar! MARX, Capital, irado Samuel Moore y Edward Aveling (Nueva York: talismo sobre la vida pública fue eI de mistificar los fenóme-
Modem Library; publicado por primera vez en 1906), pp. 82·85. nos públicos, pera la mistificación podía tener éxito sólo si las

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gentes deseaban creer que los objetos estaban ataviados con atrí- afies de 1740, durante el período de fuertes condiciones de mer-
!'ut?S de carác!er humano; los beneficios para eI vendedor no cada, las leyes trataban aI vendedor de Les Halles como a un de-
índícan por que Ias gentes se mostraban tan propensas a creer lincuente en potencia, y se ejercían fuertes represiones sobre las
~ara comprend.er Ia creencía, deberemos comprender una nuev~ diferentes actividades que éste pudiese realizar: se prohibía cíer-
idea en formaclón acerca deI carácter mismo. ta cIase de publicidad, ai comprador se le garantizaban ciertos
Aqui, también, se encuentra Ia primera apariencia de uno de derechos de compensaci6n y lo que un vendedor podía vender
los . s~~tomas psíquicos .~e esta nueva vida pública: Ia sobreim- estaba fijado por ley."
posIcI~n de Ia rmagmacion en aqueIlos dominios que habían per- Estas restricciones ejercidas sobre el vendedor en Les Halles
manecldo separados en eI ancien régime. En el ano 1750, el vesti. fueron dejadas sin efecto en el sigla XIX. Referirse ai mercado
do no representaba aqueIlo que uno sentia: constituía una marca libre como el evangelio deI sigla pasado, tal como lo hace Karl
elaborada y arbitraria dei lugar que uno ccupaba en la sociedad Polanyi, es hablar de un mercado en el que .Ia persona deI yef!"
y cua!1to más alto se .encontrara uno en sociedad, más libre er~ dedor se hallaba fuera de la ley. La venta misma no era «eximi-
para jugar con ese objeto, la apariencia, de acuerdo a regias ím- da» en la misma forma. Puesto que es en eI siglo XIX cuando los
p.ers~males y elaboradas. Para 1891,.Ilevar el vestido apropiado, precios fijos invadieron las transacciones de reventa de Les
sm importar q?e .fuese de produceión masiva y no muy visto-- Halles en eI despertar de la negociación masiva del bazar .26
so, podía contribuir a que uno se sintiese casto o sexy ya que EI comercio de precio Iibre no desapareció en Les Halles en
I~s rapas eran una «expresíón» personal. En 1860, a uno 'se le es- el sigla XIX. Pero por vez primera estas ventas fuer~n trat~da~
timulaba para comprar un jarro de hierro colado negro de 25 cen- como un negocio que debía permanecer en secreto. SI el «públi-
tímetros de diámetro porque se encuentra exhibido en un esca- co» que compraba aI rnenudeo h?biese sabido lo. que .signífícaban
pa~ate representando a «Ia misteriosa y seductora cocina de los precios libres, huhieran objetado los precios fijos SUIDIenM
On~nte» ". La publicidad industrial trabaja según un acto de de. do, por lo tanto, ai mercado de reventa de alto volu~en en el
son.entacI6n, que depende de esta sobreimposición de Ia Irnagi- caos. Entonces, lo que define socialmente aI comercIO. al por
nación, qu~ a su vez depende tanto de un modo de producci6n mayor es el hecho de ser «privado» -en un nuevo sentido: . en
caracte~shc~ como de una creencia característica acerca de la privado, las gentes son libres de comprometerse c~m I~s ~CtItUM
presencia universal dei carácter humano. des y la interacci6n que caracterizaban aI comercio pubhco de
. ~I capit~lismo industrial tuvo un segundo efecto sobre el do. hace un siglo. 27
mmio pt.;LblI~o, sumado ai de la mistificaci6n. Alter6 la naturaleza En este sentido, también, la práctica econômica ~n ~arís eu
d~ Ia pn~acldad; o sea, afect6 el dominio que equilibraba el PÚM el sigla XIX da una pauta para nuevos cambios. En epúblíco» uno
bhco. Senales de este segundo efecto se pueden detectar también observaba, se expresaba a sí mismo, en funci6n de aquello que
dentro deI comercio de la ciudad, a nivel de los cambias ocurrí- deseaba comprar, pensar, aprobar no com,o resultado d: una I~M
dos en los pequenos negocias y mercados que fueron desafia- teracci6n continua sino luego de un penado de atención paSIM
dos por el bazar. va silenciosa y focalizada. Por contraste, «privado» significa-
Hasta fine.s .del sigla XVII, el mercado central de la ciudad era ba uu mundo donde uno podía expresarse directamente toda vez
para los pansmos una fuente de productos agrícolas y artesa- que era impresionado por otra persona; lo privado era un mUDM
nales., En la época de la muerte de Luis XIV, Les HaIles co- do donde reinaba Ia ínteraccíón, pera debía ~antenerse. ~n S~M
menzo a transfonnarse en un mercado más especializado un ereto, Hacia fines del siglo XIX Engels se referia a la família prr-
mercado para la aliJ?entaci6n. Bien avanzado el sigla industrial, vada como la expresi6n dei carácter capitalista; tendría que ha-
Les ~alles fue .I?erdIendo su carácter como foire; cuando el co- ber sido más específico. La familia no parangona~a el IDt.;Lndo
mercio se volvíõ más especializado, disminuyeron los festivales público dei capitalismo sino el ~undo dei comercio mayonsta;
y esp~c~áculos de postrimerías de la Edad Media que celebraban en ambos, el secreto es el precic deI contacto humano perma-
l~ 8;ch~ldad deI mercado. La Era Industrial completó esta espe- nente. I' bl
cíalizacíón de Les Halles, no fue su causa.a Pera aquí, tarnblén, existen misterios que no. son exp ica es
AqueIlo que cambiá en el sigla XIX fueron los términos socia- en forma inmediata. Aquel c6digo secreto deI síglo XIX es com-
les según los cuales se vendían o compraban alimentos. En los
25. Jean MARTI1'lEAU, Les llalles de Paris des Origines a 1789 (Parfs: Monda·
restier, n.d.), pp. 214-215. .
. 24. Charles FEGDAL, Choses et Gens des Hatles (Paris: Athéna, 1922), pp. 211. 26. Paul M.<\YNARD, Les Modes de Vente des Fruits et Légumes aux HaIles
220; M. BAURIT, Les Bailes de Paris des Romans a Nos Iours (Paris· M Baurlt Centrales de Paris (París: Sirez, 1942), p. 35.
1956), pp. 46-48. .. ,
27. FEGDAL, op. cit., p. 123; MARTINEAU, op. cit., pp. 242-243.

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p!etame~te desconcertante. La familia, en especial la de clase me- VIII. La personalidad en público
dia, debfa perm,,;necer absolutamente aislada de los temblores
deI mund? :xtenor. Pa~ece absurdo que las apariencias en el
~un~o publIco, de la ciudad pudíesen tomarse seriamente en
función deI caracter personal si la familia era concebida Como
un lugar que, como refugio frente al mundo les permitía a las
gentes ser expresivas. Lógicamente, debía ser' s610 dentro de los
confines . de la familia, o solamente en el trato de la compra-
v~nta privada, q?~ las apariencias tuviesen un carácter psícoló. AI preguntar qué efectos tuvieron sobre el público las nue-
~ICOo Pera esta IOgI~~ 0.0 se practícaba. La privacidad era el rea- vas condiciones materiales, en particular los efectos deI capita-
Iísmo de Ia expreSlOn mteractIva, sin embargo era una cultura lismo industrial, nos encontramos en la necesidad de formular
dond~ los extrafios podfan inferir el carácter de uno a partir una segunda pregunta: corno accedi6 la personalidad al dominio
de c.om~ Iucía y de como se vestia; la ciudad era una comédie público. El sistema de utilidades no podía tener buen éxito sin
febril, sm- e~bargo pocos hombres tomaban parte activamente esta intrusión de la personalidad, y el sistema de utilidades no
en el espectaculo. explicará su advenimiento.
. La c~eencia de que el secreto es necesario cuando las gentes La personalidad apareci6 en público porque una nueva con-
mteractúan plena~ente, b~inda la clave de un segundo baró, cepción secular deI mundo hízo su aparición en la sociedad glo-
~etro de la angustia psíquica en la sociedad: el deseo de despo, bal. Esta concepci6n del mundo reemplaz6 a un Orden de la Na-
jarse d~1 .sentImIento a fin de no mostrar involuntariamente turaleza mediante un ordenamiento de los fenómenos naturales;
los SentImI~nt.os a los demás. S610 haciendo de eIlos un secre- la creencia en el primero surgió cuando un hecho o acontecimien-
to, los sentímtentos se encuentran a salvo, s610 en momentos y to pudo ser ubicado eo un esquema general; la creencia en el
lugares. ocultos uno se ye libre para interactuar. Pera precisa- segundo comenzó en forma más temprana, cuando el hecho o
mente esta temerosa retirada de la expresión estimula a los de- acontecimiento eran comprendidos y de este modo parecían rea-
más a acercars~, para saber .qué es lo que uno siente, desea y les, en y de sí mismos. La primera fue una doctrina de la tras-
conoce. La evasion y la semilla de la intimidad compulsiva se cendencia secular, la segunda una doctrina de la imnanencia se-
encu~ntran absol.utament~ vinculadas: Ia cabal expresi6n de Una cular. La personalidad rue una forma de esta creencía en el sig-
emoción, cualquier emocíón, se vuelve más importante cuanto nificado inmanente eo el mundo.
mayor sea el tr'abajo necesario para penetrar las defensas deI Es fácil imaginar ai «capitalismo» como una fuerza histórica
otro hasta el punto donde éste desea interactuar porque nos llegao a la mente los cambios y las acciones tangi-
E~tos signos de la contradicción en público y ~n privado COn. eles en la pruducción, los precios y eí poder. No es fácil imagi-
fundían a aquellos que I~s experimentaban, no menos de lo que nar a la «secularidad» de la misma forma, porque es difícil con-
nos confunden y atemorizan a nosotros retrospectivamente. El ceoirla si no es como un producto abstracto de otras fuerzas en
n;tundo dei come~clO de reventa seüala los términos deI más bá- la sociedad. La incapacidad de imaginar la secularidad como
o SICO. de e~to~ enigmas, l?,s efectos y Iírnites dei capitalismo en una fuerza social independiente províene, creo, precisamente de
la ~~da pública, en funcíón de la mistificaci6n y de la privati- la incapacidad actual para concebir el acto de creencia como
zacion".;~ara profundizar- en estas causas exploraremos ahora real en sí mismo. Y esta círcunstancía, a su vez, se deriva de
la ~uestlO~ de como se transformó la personalidad eu una cate-
gorta SOCIal, y ~e ese modo se introdujo en el dominio públi- nuestra peculiar incapacidad para comprender las realidades so-
co. Cre~ que es I?;portante sefialar que había algo de heroico en ciológicas de la religión; la religiún, tal como ha seíialado Louis
la propia confuslO.n.:y seriedad de este mundo. Si el París de Dumont, como estructura social primaria para la mayoría de
Balza,c es menos cr~rlhzado que el de Marivaux, menos atractívo, la sociedad humana durante la mayor parte de su existencia,
es mas urgente, Alh se encuentran Ias semillas de la vida moder- Es porque actualmente los dioses han huido de nuestros espíri-
na, pera existe una ·lucha; todavía no puede darse nada por sen tus, que podemos imaginar fácilmente que el proceso de creencia
lado. mismo ha dejado de ser una categoria social fundamental para
ser, en cambio, un producto social. Los seguidores de Lévi-Strauss,
por ejemplo, se aíerran a sus nociones de estructuras generales
deI pensamiento y son ciegos a la visi6n a partir de la cual
surgen estas nociones, que los impulsos de la fe producen las
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estructuras familiares, lingüísticas y económicas que enlazan a lia pensar en «la família» como en una forma biológica fija en
aquellas sociedades aparentemente diferentes. la historia aún es fácil imaginar la personalidad como una
Algunas personas han argumentado que el dias de la natura- constante en los asuntos humanos, porque siempre han habido
leza en el sigla XVIII era, a pesar de eso, un dias, y por lo tanto diferencias en el sentimiento, la percepcíón y la conducta en-
hablar de una sociedad secular es referirse a una sociedad que tre Ias gentes. La cuestión se refiere a aquello que probablemente
comienza en el sigla XIX. Es rnejor concebir a los siglas XVIII las gentes hagan de esas diferencias: Cuando los d~~ses desapa-
y XIX como dos estadias en el proceso de secularización. «Natu- recieron, la inrnediatez de la percepción y la sensacion creclO. en
raleza y dias de la Naturaleza» era un deidad sin rastro; uno po· Importancia; los fenômenos se volvieron rea~es como experien-
dia honrarla pera no rezarle. Aunque la Naturaleza era tras- cia inmediata. A su vez, las gentes estaban díspuestas a estable-
cendente, la creencia en ella no conducía a una vida virtuosa des- cer cada vez más diferencias en las impresiones inm.ediatas que
pués de la muerte; o sea, la creencía no hacía de los creyentes tenían entre sí de ver a estas diferencias, cíertamente, como el
seres trascendentes. Por eso una buena definición de la secularí- verdadero fundamento de la existencia social. Estas impresio-
dad es «la razôn por la cual las cosas son como son en el mun- nes inmediatas que producían gentes diferentes eran tomadas
do, razones que dejarán de tener sentido una vez que hayamos como si fuesen sus «personalidades». ,
muerto». (Ver capítulo 1.) En el siglo XIX la personalidad llegó a diferir de la creencia
Está claro que entre los siglos XVIII Y XIX se produjo un cam- en el carácter natural de la Ilustración de tres modos importan-
bio en la secularidad. Más que sólo un positivismo científico, tes. Prirnero, la personalidad era concebida como variando ~e
abarcaba la teoría de la evolución de Darwin, actitudes frente al persona a persona, mientras que el carác~er natural era el ,hilo
arte y convicciones cotidianas, como así también profundos cam- común que corria a través de la huma~dad. La personahd~d
bios en el campo de la psicología mísma. Por qué se produjo varia porque las apariencias de la emocron y la .naturaleza m-
este cambio es materia de un líbro, pero deseo exponer un mo- tima del sentimiento de una persona son las mismas. l!no.es
do de concebido. aquello que aparenta; por lo tanto, las gentes co~ apariencias
La creencía permanece como una condición social fundamen- distintas son personas diferentes. Cuando la propia aP3:nencla
tal, y tampoco es borrado el deseo de creer, incluso cuando la cambia, se produce un cambio en el yo.. Cuando s,e eclipsó ,la
humanidad pierde su creencia en los dloses. No representamos creencía de la Ilustración en una humanidad comun, la varia-
una era peculiar debido a nuestras tendencias racionalistas y ción en las apariencias personales se enlazó coIi la inestabilidad
científicas; sólo somos peculiares en lo que se refiere aI uso de la personalidad mísma.
de nuestra ciencia como enemiga de la idolatría. Esta enemistad Segundo, la personalidad, a diferencia del carácter natural,
comenzó durante la Ilustración y ha continuado evolucionando está controlada por la conciencia de si mísmo. El control que un
lentamente desde ella. En el siglo XIX la voluntad de creencia individuo ejercía en relación con su carácter natu~al era la mo-
pasó de una religión sin ídolos a una condición más reflexiva: deración de sus deseos; si actuaba de una determinada mane~a,
las creencias se' centraron cada vez más en la vida inmeuiata del modestamente, se ubicaba en una posición acorde co~ su carac-
hombre mismo y en sus experiencias como una defimclón de ter natural. La personalidad no puede controlarse med.ia.;nte ,la ac-
todo aquello en lo que puede creer. Inmedíatez. sensación, lo ción; las circunstancias pueden forzar diferentes apariencias y,
concreto: sólo entonces puede florecer la creencía, una vez que de ~se modo, desestabilizar aI yo. La única forma ~e control
la idolatria ha sido prohibida. Este principio reflexivo, entonces, puede ser el intento permanente de formular qué sentII~lOs. Este
va un paso más allá deI primer cisma deI siglo XVIII. Cuando sentido del control del yo es mayormente retrospectivo: uno
los dioses son desmitificados, el hombre mistifica su propia con- comprende lo que ha hecho después que ~a expen~ncla ha con-
dición; su propía vida está cargada de significado, aunque aún cluído. En este esquema, la conciencra srempre s~gue a la ex-
debe ser desvelado. EI significado es inmanente a ella, sin em- presión emocional. En consecuencia, las personalidades no se
bargo Ia persona es diferente a una piedra o a un fósil que componen solamente de variaciones en la ira, la compasión o la
se encuentran fijos y de ese modo pueden estudíarse como eonfíanza entre las gentes; la personalidad también es la capa-
formas. cidad de «recobrar» las emociones propias. Anhelo, pena y nos-
Es aquí donde la personalidad entra en el esquema de creen- talgia adquieren una importancia especial en l~ psicología deI
cia inmanente. En el siglo pasado, la personalidad se transfor- siglo XIX. El burgués del sigla XIX recuerda continuament~ cómo
mó en el modo de pensar acerca del significado implícito en era la vida cuando en su juventud él estaba realmente ViVO. Su
Ia vida humana, cuando en toda vida Ia forma concreta, eI ser conciencia personal no es tanto un intento de contrastar sus se~~
como objeto complejo, aún debía cristalizarse. Así como se so- timientos con los de otras personas como el de tomar los senti-

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míentos conocidos y concluídos, cualesquiera que hayan sido cias presentadas en el mundo no son disfraces sino guías hacia
alguna vez, como una definici6n de sí mismo. el autérrtico yo deI que Ias Ileva." .,
Finalmente, la personalidad moderna defiere de la idea del Uno conocía realmente a una persona comprendiéndola aI
caracter natural on que Ia libertad de sentir en un momento niveI más concreto, que consistía en los detalles ?-e ropas, len-
dado parece una violación deI sentimiento convencional «nor- guaje y comportamiento. En las rapas y el lenguaje de París :n
mal». EI período de mediados deI sigla XVIII no colocá a la con- , Ia época de Balzac, Ias apariencias no estaban por 10 tant? ~ dIS-
vencíón social contra la espontaneidad: la mujer que en el tea- tancia dcl yo, sino que eran más bien indicios del sentl~leI~to
tro «scfialaba» a Madame Favart estaba comprometida en una privado; recíprocamente, «el yo» no trascendía ya sus apa~lenclas
forma de espontaneldad, y en su hogar, con sus rapas naturales, en eI mundo. Esta era Ia condíción básica de Ia personahdad.
estaba comprometida eu otra. Sin embargo, la espontaneidad de Fue la conjunción de esta fe secular en la. personalídad, un~
la personalidad se opone a Ia convención social y hace que los fe en las apariencias -mmedlatas como una ptsta hacía eI senti-
espíritus libres aparezcan como desviados. La espontaneidad miento íntimo, con la economía del capitalismo industrial la 9.~e
y la revelación involuntaria deI carácter se confunden en sus forz6 a Ia personalidad como categoría social dentro deI d?mIDlo
significados, pero pueden separarse de este modo: la espontanei- público. Desde entonces estas dos fuerzas han mantelll~o un
dad es el sentimiento involuntario inocuo que no parece causar diálogo. En el capítulo anterior hemos visto desde la 6~tica de
ningún dafio ya sea a uno mismo o a los demás. En el sigla XIX Ias ganancias algunos de los resultados de Ia personabdad en
los psicólogos Ilegaron a creer, como lo hacían sus pacientes, público: pasividad, el intercambio humano como un secreto y
que las gentes comunes que tenían un comportamiento involun- la mistificación de Ia apariencia mísma. La nueva fe secular
tariamente expresivo eran, a menudo, gentes insanas; esta es otra produjo una lógica propia en ese domínio p~blico que prov~~6
forma dcl temor ai sentimiento espontáneo como anormal. Este resultados afines. A saber, uno no debía imponer coloracl~n
mismo principio también ha Ilegado a ser invertido. La concien- aIguna de lo suyo propio, de sus propíos compromisos: ~st.o.sig-
cia de ser diferente inhibe la espontaneidad de expresión. nificaba el silencio en público a fin de comprenderlo. objetividad
La personalidad creada por las apariencias, controlada de aI- en la investigaci6n científica, U?él; gastronomía deI. ojo. El v~
guna manera por la conciencia acerca deI prapio pasado, la es- yerismo fue el complemento 10glCO de la seculandad deI SI-
pontaneidad sólo a través de la anormalidad: estos nuevos térmi- glo XIX.
nos de la personalidad cornenzaron a emplearse eu el sigla pasa- Para comprender Ia voz de la secularidad, y su lugar en este
do a fin de comprender a la sociedad mísma corno una colecci6n diálogo, píenso que es mejor comenzar !an concretamente ca-
de personalidades. Fue dentro de ese contexto que la personali- mo nos sea posible, con un hombre que ínrerpretara el mund?
dad accedió aI dominio público de la capital. en estos términos. Por lo tanto, comencemos con Balzac. SenSI-
l Cuál es cl principio que da origen a estas términos de Ia ble a todas las nuevas condiciones matertales de la ciudad ma-
personalidad? La clave para los tres está contenída eu el pri- derna, Balzac intent6 interpretarIas por medío de estas nuevos
mero. La personalidad varía entre las gentes, y es inestable en códigos de Ia personalidad.
cada persona, porque las apariencias no mantienen distancia
alguna deI impulso; sou expresiones directas dei yo «íntimo».
O sea, Ia personalidad es inmanente en Ias apariencias, en con- La vísíán de Balzac de la personalidad como principio social
traste con el carácter natural eI que, como la propia Naturaleza,
trasciende toda apariencia en el mundo. Henry James escribió en una oportunidad, «donde. quiera que
en las novelas de Balzac París no se encuentra direc.tame~te
Todas las cosas visibles sou símbolos; por lo tanto, aqueIlo que presente, está implicada aún más vívídamente». Exce~o, alsIamle~·
se ve no se encuentra allí por su cuenta; tomado estrictamente, no se to y azar, estos eran los nuevos estímulos de .l~s cíudades capi-
encuentra allí en absoluto: la Materia 5610 existe espiritualmente, y tales, y estas eran los temas de Balzac. Se originaban e~ un m-
para representar alguna Idea, y la. corporiza publicamente. En canse- terés central, casí obsesivo, de Balzac, su absorción en ~afls como
cuencia, las Vestimentas, tan desprecíables como las concibamos son un lugar donde Ias fortunas son hechas y Iuego quíebran, ~o­
tan indeciblemente significativas. '
mo un medio abierto ai talento y donde Iuego este talento es 19·
Estas palabras tomadas de la obra Sartor Resartus de Thomas
Carlyle no hubiesen tenido sentido en la época de la peluca y 28. Thomas CAR1.YLE, Sartor Resartus, edicl6n reproducida en 1!ngli.sh Prose
el pouf au sentimento Ya que para Carlyle las vestimentas se ", the Victorian Era, Harrold and Templeman, editores (Oxford Umverslty Press,
habían vuelto «indeciblemente significativas» porque las aparíen- 1~38), p. 94.

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HCS 151.13
no~ado misteriosamente. RI contrato es el modo básico de las re- Ayer en la cima de la rueda como una duquesa... hoy en el mísmí-
Iacíones humanas. EI hombre de juicio sereno, si es que entra simo fondo rogándole a un usurero: esta es lo que significa ser una
de al~a manera en el mundo de Balzac, como lo hace David muj er de Paris.
en Illu~lOns Perdues, no puede ser sino la víctima de Ia sociedad
contratísta, Por lo tanto, Ias imágenes que vienen a continuación Indigno y absoluto: en esto se ha transformado el azar.w
t~m~das de Splendeurs et Misêres des Courtisanes tipifican el RI deseo de Balzac de retratar las nuevas condiciones de la
sentido de Balzac eon respecto de París como cI emplazamiento vida urbana le ha reportado algunas críticas que le reprochan,
para un nuevo orden material: en su ingenuidad, haber sido un mal cronista. De este modo,
Charles Lalo dice:
Veréís, París es .como una .sel~a en el Nuevo Mundo, donde vagan
unos cuantos salvajes: los Illinois, los Hurones, quíenes viven de los La Comédie Humaine descuida el aspecto principal, que era la pro-
productos que les ofrecen las distintas clases sociales. Usted es un ducción, y sobrestima lo aecesorio, que era la especulación.
eazador de millones: para capturar ese millón usted utiliza trampas
varetas, sefíuelos. :4lg~os eazan herederas, otros un testamento;
gunos pescan concrencias, otros venden a sus clientes atados de pies
al: Naturalmente que esas críticas sou innatamente ridículas, por
y manos. EI. hombre .q~e regresa eon su morral bien provisto es sa- cuanto ningún hombre puede ser tenido en cuenta como si rue-
ludado, festejado, recibído en el seno de la buena socíedad, se una enciclopedia, pero, sin embargo, dan lugar a una cues-
tión importante: lPor quê Balzac se mostraba tan interesado
Para sobrevivir en este medio, una persona debe abandonar cual- en la inestabilidad, el azar y los cambios extremos de Paris a
quier vinculación, cualquier compromíso estable: mediados del sigla XIX? Una respuesta obvia es que BaIzac sim-
plemente estaba escribiendo la crónica de los nuevos estímulos
Un hombre que se enorgullece de llevar una línea recta en la vida de la propia ciudad, pera detrás de esta respuesta yace otra.31
es un idiota que cree en la infalibilidad. Los principias no existen: Para Balzac, la ciudad moderna con su cultura de movilidad
s610 exísten los hechos; no hay más leyes que las de la convenicncla.as voraz era realmente una revelación de Ia psique humana total-
mente emancipada de obligaciones estables, deberes, contactos
La irnagen que BaI.zac empleaba para expresar el efecto de feudales y vínculos tradicionales. En la ciudad, las corrupciones
las condiciones matenales sobre la condición de vida en este mezquinas, las pequenas crueldades insensatas, los desprecios
medio era Ia de l.a rueda de la fortuna. Le dio a la imagen un aparentemente insignificantes llegaban a constituirse en absolu-
uso .que los escntores dcl Renacímíento, quienes también re- tos morales: ya no existía ningún principio trascendente de Rey
curneron a ella para describir a sus sociedades, no hubiesen o Dios que se opusiera a estas crueldades. Por lo tanto, la cíu-
acept~do. Para Balzac la fortuna ya no es el entretenimiento de dad exponía todas las posibilidades de la psicología humana; o
los dioses con el hombre, ni tampoco la «Mujer del Azar» en sea, cada escena tenía un significado porque ningún principio
guerra con Ia religión según Maquiavelo. Balzac basó Pêre Co- fuera del deseo humano hacía que esto ocurriese. Según expli-
riot en Rey Lear, pero ai trasladar la trama a una ciudad mo- caba Balzac en una introducción, un segmento de la obra La
derna, BaIzac destronó la idea de la rueda de la fortuna de su Comédie Humoine, titulada sucesivamente Escenas de la vida
nobleza y majestad renacentista y la arrojó a la suciedad dei privada, Escenas de la vida de províncias, Escenas de la vida de
escándalo, los, compromisos vulgares y las falsas expectativas. Paris, describía los estadios en el ciclo de la ciudad, con la hu-
Cuando el azar es arrastrado desde el reino de los dioses hacia manidad plenamente madura sólo en la ciudad. l Quê es aquello
las pequeüeces de la vida cotidiana, cuando se lo seculariza, la que madura la ciudad cuando finalmente se rompen los lazos
«fortuna» misma se transforma en una cuestión de cambio to- de la dependencia y la obligación? La respuesta que ofrece Bal-
tal, desde el éxito absoluto al absoluto fracaso con ninguna zac, tal vez constituye la descripción más famosa de Paris en
graduación en mcdío de Ia cual la rueda pueda detenerse. De toda su obra:
este modo en Pêre Coriot:
(En Paris) los sentimientos autênticos son la excepción; son des-
truidos por el juego de íntereses, aplastados entre las ruedas de este
29.. Cita de Henry James eu la obra de Donald FANGER, Dostoievsky anâ Ra- mundo mecânico. Aquí la virtud es denigrada; aqui se vende la ino-
mantic Real1$1n (Chicago: University of Chicago Presa, 1967), p. 30; cita de la
0.bra de Hon~ré de BALZAC, Splendeurs et Miseres des Courtisanes (Paris: Bdí-
tíon de Béguín, 1947-1953), p. 137. La versíõn inglesa utiliza tanto la op. cit., de 30. Cita de la obra de BALZAC, Pére Goríot (Paris: ~ditions de la Pléiade, n.d.),
FANGER, p. 42, Y la obra de V. S. PRITCHETT, Balzac (Nueva York: Knopf, 1973), 11, 884. Versión inglesa de Peter BROOKS, Melodrama (manuscrito), p. 44.
p. 165, para la primera cita y la de Pritchett s610 para la segunda. 31. Cita de Charles LALO, L'Art et la Vie (Parts, 1947), IH, 86.

194 195
cencia. Las ~asiones ~ dado paso a los vicios y a los gustos funestos; nifestación concreta de Ia vida, pera el novelista y el lector de
todo es sublimado, analízado, comprado y vendido. Es un bazar donde novelas deben esforzarse por extremar cada aptitud, por inver-
todo tiene su precio y las especulaciones se hacen a la .luz del día sin tir en los detaIles más sentimiento deI que pudieran Iógicamen-
pudor aIguno. La humanidad tiene sólo dos formas, el em.baucador y te siquiera garantízar, a fin de desvelar este secreto. Los pe-
el embaucado... Se espera la muerte de los abuelos. el hombre honesto quenos actos, las cosas pequenas no poseen ninguna significa-
es el tonto; las ideas generosas son medios para fu. coasecucíõn de un
~; .Ia religión aparece sólo como una necesidad dei gobierno; la in- ción clara si carecen de esa inflación, Esta aproximación a las
tegndad se tr~sforma en una pose; todo es explotado y vendido ai minucias de variación de la personalidad y de las acciones hu-
menudec; el ridículo es un medio de publicitarse y de que se le abran manas ha sido mejor resumida por George Lukács de la siguien-
las. puertas: los hombres jóvenes tienen cíen afias e insultan a los te manera: «Lo que (Balzac) hizo fue describir los caracteres
3jfclanos)2 típicos de su tiempo, mientras los engrandecía hasta dimensio-
nes tan gigantescas ... que nunca podían pertenecer a los simples
. De ~ste modo, en Balzac, podría parecer que arribamos a una seres humanos, sólo a Ias fuerzas socíales.» EI interés por eI de-
mstanc~a deI pro~lema mayor surgido en el último capítulo, una talle es el de un «realista»; la fuerza deI sentímiento por él es
d~nuncla de la cludad basada en sus circunstancias materiales. elde un «romântico»: cuando los dos se combinan eí resultado
SlU embargo Balzac es más que consciente de estas condiciones' es el hacer de cada personalidad en cada escena una afirmación
las interpreta con un nuevo patrón, Él llama a París «el má~ acerca del orden social de la ciudad global.êê
delicioso de los monstruoss al comienzo de Escenas de la vida Entonces tenemos aquí la formulación de BaIzac sobre la per-
de París; y ciertamente saborea cada uno de sus horrores. En- sonalidad como una categoria social: si es inmanente, en todas
contramos en Balzac una pasión por examinar la ciudad eu to- partes en la vida social, es también un misterío, un secreto que
dos sus repugnantes aspectos, un placer en mostrar al lector no hablará de sí mismo. Balzac es el reverso de la moneda de
cuán horrible es realmente, un amor por ese monstruo «deli- Marx: la personalidad se encuentra presente en todas partes
cioso» que no antagoniza con el auténtico asco que Balzac sien- en las relaciones sociales pero es mistificada. l Cómo hacer en-
te por la vida parísina, sino que está más bien sobreimpuesto tonces para que hable? EI observador puede así hacerlo, primero,
en su repugnancía, La doble vísíón, no Ia denuncia, es lo que sólo mediante una fuerza de interés que amplíe y magnifique
hace de Balzac un gran cronista de la mentalidad de la cíu- los detaIles en símbolos. Pero el interés pasional solo no explica
dado El fundamento de esta doble visi6n reside en la creencia el proceso por el cual los detalles de la vida se magnifican en
d~ Balzac de que la pers0!1alidad se transforma en la categoría so- los símbolos psíquicos.
cíal fundamental de la cíudad, y a su vez esta creencia éI la de- Peter Brooks ha llamado melodrama a este proceso de cons-
riva del análisis que hace de los detaIles de las apariencias. Fue trucción dei símbolo -no sólo porque Balzac fue atraído bacia
a este nível que Balzac habló y habla para sus contemporâneos. el teatro a lo largo de su vida y escribió numerosas obras y
Solía considerarse que la atención que Balzac le dispensaba manuscritos para teatro (siendo la primera Le Nêgre: Melo-
aI detaIle era una cuestión de su «estilo», como opuesto a sus drame en Trois Actes), sino porque el procedimiento mediante
«temas»; ahora se la considera como la verdadera esencia de el que Balzac ampliaba sus detalles en símbolos era el mismo
su arte. En la actualidad, la absorción de Balzac en el detalle procedimiento por el cual los autores de melodramas daban for-
es considerada como «realismo romântico» o bien como «me. ma a sus personajes. Esto ocurría para presentar en la descríp-
lodr-:un a». Estas dos interpretaciones no son antagónícas, pero ción del detalle de la conducta o dei sentimiento sólo aquello
connenen algunas diferencias importantes. La idea respecto deI que puede ser conectado en forma fácil e inmediata con otro
realismo romântico de Balzac, tal como es interpretado por detalle; el detalle eu sí mísmo, el signo que no tiene referen-
DonaId Fanger, está relacionada con eI hecho de que el novelista te, es la muerte para esta c1ase de descripción. El lector debe
se concentra eu los detalles de la vida personal cotidiana por. comprender un hecho sólo en la medida en que pertenezca a
que cada uno de ellos, si es examinado, apartado y voIteado des- un tipo y la conducta de una persona sólo cuando pertenece a tm
de todos los ângulos, revelará no sólo eI carácter de la persona tipo de conducta. De este modo podemos reconocer rápldamen-
o incluso la personalidad en una miríada de apariencias distintas te, en un melodrama, al víllano, a la damisela angustiada y al
sino que desvelará un secreto, que es el deI retrato de la socie- joven salvador.>'
dad toda. Toda sociedad es miniaturizada en cada pequena ma.
33. Esta interpretación se encuentra en las pp. 28-64 de la op. cit., de FANGER.i
32. Honoré de BALZAC, Scênes de la Vie Parisienne (Paris: :Sdition de B6- la cita de Luxacs se encuentra en la p- 17.
guin), XV, 110. Versión inglesa d.e FANGBR. en la op, cit., pp. 37.38. 34. La interpretacién se haBa en la obra de BROOKS, Melodrama, pp. 1-64,

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Pero en el escenario la conexión es tal que los caracteres implique otro fenómeno mayor, como en la frase «sa personne
individuales tienen significado sólo si se adaptan a tipos gene- explique la pension, comme la pension implique sa personne», y
raIe~ de caracter. En las novelas de Balzac, la corriente es in- luego por asociación cuando Balzac, después de esta frase, com-
vertida. La trama de detalles se construye de manera tal que las para inmediatamente la pension con una prisión, O los hechos
fuerzas sociales en general tienen significado solamente en la mínimos que sou producidos para hablar por yuxtaposicíón:
medida en que puedan reflejarse en casos índividuales, En Bal- «Su corpifio flojo y suelto (está) en armonía con la habitaci6n,
zac, el procedimiento permite que veamos, según Lukács, las cuyas paredes rezuman desdicha»: o las minucias son arrojadas
«fuerzas socíales» encarnadas en los quehaceres triviales de la dentro de una descripci6n general, de modo que son súbita-
vida cotidiana; sín embargo, una vez encastradas son difíciles mente forzadas a tener un significado deI que carecen en sí
de separar. El arte de Balzac consiste en hacernos creer en el mismas:
capitalismo sólo despertando la creencia en un capitalista en
particular, en analizar «el artista en Parfs» sólo mostrándonos Madame Vauquer recuerda a todas aquellas mujeres que han te-
cada detalle acerca de artistas específicos trabajando en la ciu- nido problemas. EUa tiene los ajas vidríosos, la expresión inocente
dad en momentos y lugares específicos. De este modo, las cate- de una alcahueta que está por hacer una escena a fin de conseguir un
gorías sociales producen la creencia sólo cuando las vemos precio más alto. pera que ai mismo tiempo está lista para cualquier
como inmanentes en la vida particular de una persona. Que él cosa con el objeto de mitigar su suerte.
haya despertado la creencia de ese modo es 10 que determina
la grandeza de Balzac como artista: la expectativa de que la No esperamos la imagen de una mujer de edad madura y
vida social es verosírnil sólo en estas términos sefiala a BaIzac quejumbrosa para asociarla súbitamente con la imagen de una
como representante de una mentalidad nueva y más general. prostituta quejumbrosa; metido entre estas dos imágenes, in-
Existe una famosa escena al comienzo de Pêre Goriot, una terponiéndose, se encuentra ese minúsculo detalle de una mu-
descripción del comedor de la pension de Madame Vauquer y [er con los «cjos vidriosos», Ubicada de esa manera, esta pe-
de la propia Madame Vauquer, y una famosa interpretaci6n de quena frase se asocia con cada uno de estos caracteres; este
esta escena por Erich Auerbach en Mimesis, que ilustra perfec- detalle de la apariencia física, constituye la única «prueba» con-
tarnente la manera de Balzac de marcar a la sociedad dentro ereta, tal como 10 eran, de que estos dos tipos de carácter estén
de un grupo de símbolos psicol6gicos, cada uno de los cuales relacionados. Colocando de esta manerael detalle físico, Balzac
está basado en detalles pequenos e insignificantes. La descrip- le obliga a tener un significado tanto metafórico como lingüís-
ción comienza con la habitación a las siete de la maãana y el tico en forma de transición entre dispares. Se vuelve más am-
gato que llega a ésta antes que su ama. Luego entra Madame plio, para significar algo más grande que sí rnísmo. Merced a
Vauquer. Cada rasgo de su rastro es sefíalado por media de una tales procedimientos Balzac, el devoto observador de los he-
metáfora; luego todo el rostro es descrito nuevamente con di- chos, los sustrae del reino de 10 fáctico. Esta escena, como to-
ferentes metáforas. Luego tenemos un retrato exacto de cada das las que corresponden a la descripción de Balzac, segúo Auer-
capa de sus vestidos, luego seis oraciones, cada una de las bach «está dirigida hacia la imaginación mimética del lector, a
cuales repite algo del carácter de Madame Vauquer que ya sus imágenes mnemónicas referidas a personas similares y sí-
había sido sefialado previamente, pero ahora Iigeramente alte- milares milieux que él puede haber visto». Siendo tan detallista
rado. Auerbach llama «demoníaca» a esta agotadora intensidad acerca de esta pensi6n, Balzac nos hace pensar que estamos
de la atención al detalle; esta pasíón por ver, sin dejar nunca de leyendo sobre una «pensión en Par-is». Sin embargo, esta pen-
sentir, 10 que significa para esta mujer chillona caminar dentro síón no está descrita como un tipo representativo, como algo
del comedor por la mafiana, por sumar toda su vida en su pri- típico sino como algo individual. Todos los tejidos que la co-
mera aparición momentánea, esta demonologia es el realismo nectan con «personas similares y similares milieux» -la pen-
romântico al que se refiere Fanger. Es la inversi6n de toda la sion relacionada con cl polvoricnto silencio de la prisión parf-
pasi6n del observador en los hechos más pequeãos.as sina; el deanato de la casa, sofocado en su encaje y su des-
Pero lCÓrpo' lbgra mtLzac hacemos ver exactamente cada he- gracia, emparentado con la descarada prostituta haciendo de
cho? Auerbach sefiala que Balzac hace que cada detalle psíquico Magdalena-, hacen que la escena sea más importante en sí
misma y por sí misma. Ampliando e1 detalle haciéndolo parecer
35. Erich AUERBACH, Mímesís: The Representauon Df Rea1ity in Western Li. tan innatamente conectado con cualquier otra cosa dentro deI
terature, trad. Willard R. Trask (Princeton: Princeton Uníversíty Press, 1968), mundo social, eI detalle se vue1ve fértil, un hecho crucial que
pp. 469 ss.
debe ser decodificado y desmitificado. La manera de percibirlos
198 199
entonces de forma natural, predispone al observador a ver a ciudad en su totalidad, en Balzac no hay vinculación alguna con
toda la ciudad como estallando de significado en cada hecho escenas particulares. Balzac habla de la «gastronomía del ojo»,
particular, una comedie aguardando ser desentrafiada si uno se su amor por la observación de las escenas de la ciudad. Balzac
apodera violentamente de cada una de sus escenas como de un se mueve en la ciudad de molécula en molécula, pera no está
mundo que Ie es absolutamente proplo.êe definido por ninguna de ellas como narrador o cronista. No ha-
Ampliación y miniaturización simultáneamente; a partir de bla desde el punto de vista de quien pertenece a algún sector
esta personalización de la sociedad se derfvan dos resultados, de la cíudad. Su arte revela una segunda consecuencia, una pe-
uno referido a una inestabilidad en 10 que es percibido, el otro culiar pasividad, que resulta de percibir a la scciedad según
a una pasividad en el perceptor. símbolos psicológicos.
En Ia propia obra de Balzac, Ias vestimentas son un tema Hemos visto anteriormente que la creciente fragmentación
favorito para mostrar Ia presencia de la personalidad individual de la capital a lo largo de c1ases y límites étnicos trazaba, hasta
en todas las apariencias. Las vestimentas no sólo reveIan el cierto punto, una diferencia entre el burgués y el trabajador en
carácter de aquellos que las visten; los cambies eu el vestuario función deI cosmopolitismo. Era el burgués quien probablemen-
incitan a los personajes de Balzac a creer que se han trans- te fuese capaz de moverse de escena en escena; y era el tra-
formado en nuevas personas. En Peau de Chagrin, Rastignac bajador debido a sus menores circunstancias económicas, el
parece metamorphosé por sus nuevas vestimentas; en Illusions que probablemente fuera confinado a una localidad. La carencia
Perdues, Luclen, recién llegado a Paris, siente que sólo puede de vínculos de Balzac con cualquier escena, la ausencia en sus
usar las ropas adecuadas si se comporta menos torpemente y escritos de una referencia desde el aventajado punto de una
siente menos ansiedad'; las nuevas rapas «Ie darán fuerza». En molécula respecto de otras, es la realización de un cosmopolí-
Pêre Goríot, los cambias en el vestuario sou el medio por el tismo burgués. Se le puede contrastar con Daumier; Daumier
cual observamos la decadencia moral. En todos ellos, es por estaba arraigado a una cultura particular, la deI proletariado
media de un análisis de los detalles del vestuarío, siguiendo los urbano de un vecindario determinado. La mayoría de sus ímá-
principias de la percepción empleados al analizar la pensión de genes «están basadas en gentes que observo desde mi ventana».
Madarne Vauquer, que estos cambias en el caracter son trans- Su visión de las elases estaba fijada de la misma manera: él
mítidos.s' veia al trabajador como a una víctima más que como a un
Los cambias que las ropas producen en eI carácter, condu- pecador. Las relaciones sociales son conocidas, sólo deben mOS-
jeron a Balzac hacia un tema en particular: las apariencias son trarse. Para Balzac, cada uno es un pecador. Para comprender
máscaras en las que el hombre detrás de la máscara tiene la los vicias humanos en toda su variedad, uno debe vagar por
ilusión de un carácter estable y separado, pera es, de hecho, toda Ia ciudad, nunca debe tomar Ia conducta de una molécula
prisionero de sus apariencias momentâneas. Esta es una sutil de la sociedad como modelo para el resto. No se puede com-
formulación de un tema más general de su sociedad: el temor prender nunca una vida específica excepto en «sus propios té.r-
a la revelación involuntaria del carácter, No se ven barreras minas». Este desarraigo, este relativismo absoluto, esta carencra
entre el carácter interno y externo, detalles momentáneos de de compromiso es lo que hace que el punto de vista de Balzac
la apariencia; esas apariencias cambian; por lo tanto, los cam- con respecto a la ciudad sea burgués. El escritor burgués s~&­
bios que se producen en Ia persona están expuestos a cualquie- pende sus compromisos con creencias particular~.s y, en C~~blO,
ra que observara. No hay disfraces; cada máscara es un rastro. se compromete con el acto de observar. Pasión y pasivldad
Inmanencia de la personalidad, inestabilidad de la personalidad, peculiar: esta «gaatronomía deI ojo» define una cultura de ela-
revelación involuntaria de la personalidad: esta trinidad de su se cuyo ámbito se mueve, tal como veremos, desde .la percep-
época es revelada por Balzac como una prisión. Según los co- ción en las artes a la percepción de los grupos sociales en Ia
mentarios populares acerca de Ia obra de Balzac, esta cuestión ciudad.
de los disfraces parece, de hecho, haber problematizado a su Yuxtapongamos ahora a Balzac con las nuevas formas del
público. Decir que las máscaras son rostros, afectaba un nervio comercio de rcvcnta en la ciudad y emcrgerá entonces un perfil
vivo. del mundo público de mediados del sigla XIX. En su obra, la
Si hay alguna vínculacíón con el acto de la visión, y con Ia percepción de la personalidad en sociedad se revela como te-
níendo una estructura definida. Las relaciones sociales están en-
castradas en los detalles de la apariencia personal; la Inesta-
36. Cita de BALZAC en iua., p. <:7;); cita de AUERBACH, p. 471.
37. Rebecca Folkman MAZIERES, Le Vêtement et la Mode cnez Balzac (ma-
btlldad de la personalidad percibida está relacionada con la
nuscrito), p. 3 pasividad flotante del perceptor. EI comercio de reventa muestra

200 201
c6mo la percepci6n de la personalidad en cualquier parte de des y para ambos sexos, las vestimentas de los afias de 1840,
la ciudad puede transformarse en un beneficio. Los orígenes del difícilmente parecerían uniformes o monótonas. Comparado eon
mundo de Balzac se apoyan en una doctrina secular de slgni- los afios de 1950, en los Estados Unidos, sería una celebración
ficado Inmanente; los orígenes deI bazar descansan en el capi- deI estilo. Pero comparado con épocas precedentes, ya sea eon
talismo de producción y distribución masivas. el ancien régime o con la era romana, era homogénea y era
Sin-dejarse atrapar por la cuesti6n de si un escritor de genio monótona. Tal como sefialan muchos escritores, fue eI comienzo
es representativo ---euán fácil es creer actualmente que sólo el de un estilo de vestir en el que la neutralidad -o sea, el no
arte mediocre es representativo de una época-, es conveniente destacarse unos de otros-c-, era la afirmación inmediata.
preguntar acerca de las razones sobre las cuales los contempo- Los vestidos de época presentan dos problemas. EI primero
râneos de Balzac compartían, aunque fuese sólo como una eX M es cómo y por qué el vestuario se volvíó más neutr'al, El segun-
pectativa de aquello que es verosímil, su visión del mundo, y do es la Inststencia en leer la personalidad a partir de las apa-
las razones sobre las que su deseo de percibir y creer como lo riencias neutras. El prlmer problema implicaba una nueva rela-
hicieron, condujeron al público burgués a diferentes fines que ción entre la vestimenta y la máquina.
aquellos del artista. La máquina de coser hizo su aparición en 1825, fue traba-
jada por varias firmas norteamericanas y europeas, y finalmente
Singer la patentó en 1851. En los afies de 1840 los relojes de
La personaZidad en público: nuevas imâgenes âel cuerpo bolsillo se transformaron en un artículo de producción masiva.
En 1820, ocurrió lo mismo con los sombreros cuando un nOTM
Las décadas de mediados deI siglo XIX aburrieron a la mayo- teamericano desarrolló una máquina para la producci6n de fiel-
ría de los historiadores de la moda y deI vestir, y así lo de- tro. Hacia mediados deI siglo XIX, casi todos los zapatos que se
mostrarían. El juicio que hace Squire es corto y condenatorio: vendían en la ciudad era hechos a máquina.ê?
«La década más insulsa en la historia dei vestuario femenino El impacto de estos cambies de producción sobre Ias vesti-
comenzó en 1840. Una mediocridad insípida caracterizá a una mentas de París y Londres no puede ser comprendido al margen
época enteramente de clase media.» Pocas veces cl cuerpo te- de un nuevo medio de propagación de la moda en la ciudad.
menino había aparecido en una forma más desgarbada, pocas Cien afies antes existían dos formas de difundir la moda pari-
veces el vestuario masculino había sido tan monótono. Pero eS M sina: dentro de la ciudad la forma más efectiva erael contacto
tas décadas son muy importantes. En ellas, la personalidad ac- directo en las calles o en los jardines públicos; y también se
cedió al dominio público de una manera estructurada. Lo hizo empleaban mufiecas, vestidas como réplicas exactas de lo que
así merced a su vinculación con las fuerzas de la producción en ese momento usaba la Duquesa X. En 1857, esta situaci6n
industrial, en el medio de las ropas. En las calles las gentes había cambiado totalmente. A través de «figurines de moda» Ias
tomaban muy seriamente las apariencias de los demás; creían páginas de los peri6dicos diseminaban la moda en forma ins-
poder examinar a fondo eI carácter de aquellos que veían, pero tantánea, y la moda era descrita en su forma original exacta.
lo que veían eran gentes que llevaban ropas cada vez más Los afies de 1840 fueron la primera gran era de circulación ma-
homogéneas y monocromáticas. Por lo tanto, el descubrir algo siva de periódicos; el volumen cabal de la circulación de los
sobre una persona a partir de su aspecto era una cuestión de periódicos significó que la mayoría de los compradores y,a. no
buscar algunos indicios en los detalles de su vestimenta. A su necesitaban. evidentemente, contactar con un vendedor vivien-
vez, esta decodificación deI cuerpo en la calle afectó el puente te a fin de saber qué comprar. En el siglo XIX, aún se fabrica-
entre el escenario y la calle. Los códigos de creencia acerca de ban las mufiecas, pero habían perdido su objetivo; se las con-
las apariencias en la calle eomenzaron a ser fundamentalmente sideraba como objetos arcaicos que interesaban a los coleccío-
diferentes de la creencia en las aparieneias deI escenario. De nistas, pero que ya no eran utilizadas por los vendedores de
esta manera, la burguesia cosmopolita estaba tratando de ver ropas. Enconsecuencia, lo que ocurría dentro de los bazares
en términos comparables a los de Balzac pero su visión condujo repercutió dentro dei mundo de la indumentária; el intercambio
a un divorcio entre arte y socledad.s activo entre comprador y vendedor se transformó en una rela-
Expresiones tales como «homogéneo», «uniforme» o «monóto- ción más pasiva y unílateral."
no» deben usarse con cautela. Comparado con los trajes del
Pekín actual, con su único vestuario militar para todas las eda- 39 BOUCHER, op. cit., p. 408; BURRIS·M1lYER, op. cit., p. 273; WILCOX, The
Mod~ in Hats anâ Headdress, p. 213; WILCOX, The Mode in Footwear, p. 131.
38. Cita de SQUIRE, op. cit., p. 159. 40. Ver BOEHN, op. cit., caps. 10 y 11.

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Para 1857, estas cambios en la producci6n y distribución ma- céntríco. Y la excentricidad en la vestimenta fue crccientemente
sivas de la indumentaria habían ya penetrado en el mundo de la desaprobada durante estas décadas.
alta moda. En ese afio L. Worth abrió su salón de modas en París. En este punto llegamos a una «confusíón del gusto», según
Fue el primer díseüador de alta costura que utilizó ropas he- palabras de François Boucher, que era en realidad un signo de
chas a máquina y de reproducción masiva. Actualmente la ca- una creencia compleja y profundamente arraigada. En público,
lidad técnica de la ropa Worth, antes que su belleza, es lo que las gentes no deseaban destacarse de ninguna manera; no dcsea-
halaga la vista. Hace cíento veinte aftas estas vestimentas im- ban parecer Ilamativas. lPor qué?
pactaban porque su «buen gusto» y «hermoso disefio» estaban Los historiadores de la moda han atribuido este temor a des-
realizados según modelos que podían ser copiados fácilmente por tacarse a causas más bien triviales. Por ejemplo, hablan de la
las nuevas máquinas de costura, del mismo modo que Worth influencia del Bello Brummell. Mientras los románticos como el
utilízaba estas máquinas en pequefia escala para confeccionar conde D'Orsay se vestían con extravagancia, Brummell se pre-
las vestimentas de sus clientes reales y aristocráticos. Como con- sentaba limpio, natural e inmaculadamente controlado. Así como
secuencia, desaparecieron gradualmente los procesos simplifica- las damas burguesas defonnaban sus cuerpos buscando un va-
dores que operaban en el siglo XVIII cuando las vestimentas pa- nidoso bon ton real, treinta o cuarenta anos después del ocaso
saron de sus iniciadores elitistas a los imitadores de la clase de la moda de Brummell en 1812, los caballeros podían imagi-
media. Después de Worth dicha simplificación se volvió mecání- nar que siendo modestos y monótonos demostraban buen gus.to.44
camente obsoleta. Las diferencias entre la apariencia de las ela- Pera como explicación no es suficiente. Consideren, por cjem-
ses media y alta se trasladaron a un terreno nuevo y más sutil.4 1 plo, una pintura en el Museo Real de Bellas Artes de Copen?age
En los afies de 1830 y 1840 la silueta femenina Ilegó a ser representando una calle multitudinaria de esa ciudad, realizada
definida por medio de la cintura de avispa y la manga de pernil. por el pintor A. M. Hounoeus a mediados dei siglo. El aspecto
La cintura extremadamente fina se lograba solamente cifiendo de los níüos es puramente danés, los adultos están vestidos
el cuerpo con un corsé. La atraccíón de este aprisionamiento según la «moda de París». Es una mala pintura pera un ex-
residía, para las damas burguesas, en que tenía el sabor de la traordinario testimonio. He aquí a una muItitud de personas,
dignidad de aquellos afies pasados de la corte cuando la reale- todos vestidos algo sombríamente, una gran muItitud. lQuiénes
za llevaba corsés muy apretados y trajes de etiqueta. Para el son ellos? lCómo podríamos adivinar su traba]o, su categoría
afio 1840, casi todo el cuerpo femenino debajo de la clavícula específica, sus antecedentes? De vista es imposible. Están res-
estaba cubierto con alguna clase de vestimenta, ya que para guardados.
esta época la falda había descendido gradualmente hasta cu- Las diferencias entre Ia vida provinciana y cosmopolita es-
brir nuevamente los pies.c taban implicadas en este gusto por el anonimato. En los afies
En los afíos de 1830, la vestimenta masculina comenz6 a des- de 1840 se transformó en un signo de la educación cosmopolita
pojarse de las líneas exageradas y sueltas del vestido românti- de la clase media, o el deseo de urbanidad entre los provincia-
co. En 1840, la corbata perdió su extravagancia y se ajustó al nos. En el continente, durante esta década, las gentes que vivían
cuello. Las líneas masculinas se simplificaron en estas dos dé- fuera de las grandes cíudades, recíprocamente y con otro ânimo,
cadas y el colar de las vestimentas se hizo más monótono. Sobre comenzaron a enfatizar la conservaci6n de su vestimenta «na-
todo, el pafio fino de color negro se transformó en el elemento tiva», como opuesta a la vestimenta de «estilo parisíno». Las
básico para la ropa de calle de los hombres de las cIases media crecientes ideas sobre un espíritu de raíces populares y sobre
y alta, y de las «rapas de domingo» de la clase trabajadora cuan- un pueblo, que daba a las naciones sus, d:rechos y su exposicíón
do asistían a mísa.e razonada, produjeron en parte este Iímite trazado consciente-
Ahora toda esta vestimenta era cortada por las máquinas a mente entre Ia moda «nativa» y la moda de Paris. La ídea de
partir de moldes; si un caballero o una dama podían permitirse lo popular comenzé con la generación de Herder y sobrevivi6
el lujo de un sastre o una costurera, los modelos de las rapas cuendo los contemporâneos românticos de Herder abandonaron
cosidas a mano seguían las mismas pautas de aquéllos hechos la escena. Lo popular era siempre rural o aldeano, Ia ciudad
a máquina, a menos que el cliente fuese muy rico o muy ex- cosmopolita era antipopular.
Este nuevo nativismo produjo extraordinarios contrastes en
41. BOUCHER, op. cit., pp. 38j·386. el reino de Ia moda. Si uno echa una mirada a los figurines de
42. BURRIS-MEYER, op. cír., p. 139; Fairfax Proudfit WALKUP, Dressing the Part: moda masculina en los periódicos de Lyon y Birmingham, en-
A History ot Costume for the Theatre (Nueva York: Appleton-Century-Crofts,
1938), p. 244.
43. BARTON, op, cit., pp. 424, 445. 44. ANGELOGLV, op, cit., p. 89.

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cuentra que en ambos países las ideas provincianas acerca deI propiedad, ofrecía pequefios indicios en su apariencia que la se-
buen. gusto ;ra.n mucho más coloridas, más variadas y, para fialaban como a una mujer «liberada». Tanto el «caballero» como
terminar, mas ínteresantes que las ideas cosmopolitas. EI ves- la mujer «liberada» acechando detrás de la dama respetable
tirse de un~ manera sofisticada, cosmopolita, significaba apren- eran visualmente significativos sólo como fenómenos públicos.
der a suavizar el tono de la apariencia propia volverse desa- EI caballero y la mujer liberada, fuera de la luz pública, en el
percibido. ' hogar, tenían connotaciones totalmente diferentes. En su hogar
Por lo tanto uno puede hacer una fácil eonexión. Dado que un eaballero era una persona solícita, especialmente a las ne-
toda la vestimenta se eneontraba trastornada en la ciudad, las cesidades de su esposa. Su apariencia no era el problema. La
gentes deseaban protegerse mezclándose con la multitud. La ves- percepción de la liberación de una mujer dentro del âmbito de
timenta de produeción masiva les dio los medios para esta ac- la familia era una percepción de su conducta, no de indicias
cjón. Si dejásemos la historia en este punto, uno podría concluir reveladores en la forma de vestir o de Iucir.
razonablemente que en ese momento la sociedad maquinista con- i. Cómo se reconoce a un caballero cuando se encuentra a un
trolaba las herramientas expresivas de la cultura de la ciudad extrafío? En La Diorama, una historia popular que se desarrolla
y s~ es~o ~ese ,:erda~~ entonces todos nuestros familiares amigo~ en París en los afios de 1840, un hombre joven entra súbita-
-r-disociación, alienación, etcétera-c-, entrarían a esccna: las gen- mente en posesión de una herencia. Decide de inmediato com-
tes debieron sentirse disociadas de sus cuerpos porque sus cuer- prarse algunas rapas de calidad. Cuando ha terminado de equi-
pos eran expresiones de Ia máquina, existía la alienación porque parse, se encuentra en la calle con un amigo que es republíca-
el hombre ya no expresaba su individualidad a través de su no y desprecia la riqueza de los privilegiados. Y este amigo, al
apariencia. Estas descripciones se han vuelto tan familiares que echarIe una mirada, no reconoce que el joven ha recibido esta
son casi confortables; tan fácilmente nos dicen qué era 10 que fortuna de forma súbita puesto que la vestimenta no delata ob-
marchaba mal. viamente los hechos. Pero, he aqui un segundo paso. EI amigo
Sin embargo, la disociación era exactamente 10 que no eví- se siente herido porque él, como iniciado, puede decir si la
denciaban las gentes que vestían de esa manera. Cuando las vestimenta es la de un caballero o no. Mientras que el joven al
imágenes se volvieron más monocromáticas, las gentes comen- no conocer las reglas no puede tomar conciencia de ello. Esta
z.aron a tomarias con más ser'iedad, como signos de la persona- situación actúa a la inversa también. Cuando el joven va a una
hdad del que las llevaba. La expectativa de que incluso las apa- fábrica no puede discriminar el rango de los diferentes traba-
riencias vacías o triviales tenían una gran importancia como jadores, aunque su amigo lo hace instantáneamente. Es decir,
indicias de la personalidad, una expectativa que Balzac incluyó esta vestimenta tiene un lenguaje social; tiene un código que
en su obra, era también mantenida por su público en la vida puede ser destruido.
privada. Los cosmopolitas, más monótonos en apariencia, ten- En el afio 1750, el uso de color, símbolos, sombreros, pantalo-
dían a llevar sus rapas como símbolos psicológicos más que sus nes, calzones, constituía signos inmediatos de la ubicación so-
aIl;tagonistas provincianos. La contradicción de sus vidas en pú- cial que todos en la calle podían conocer; pueden no haber sido
bhco era que ellos deseaban escudarse de la atención individual un índice adecuado, pero se trataba de signos claros aunque
y las máquinas les proveían de los medias para lograrlo: si~ arbitrarios. Estas gentes [úvenes de los afies de 1840, habitan un
embargo, escudrifiaban las apariencias de los demás así escuda- mundo donde las leves son accesibles sólo para los iniciados.
das porque revelaban indicias sobre estados del sentimiento per- Los indicios que los iniciados leen son creados merced a un
sonal. lCómo llega un traje de paiío fino negro a transformarse proceso de miniaturización.
en un «[eroglífíco socíal»>, para emplear la frase de Marx. La Los detalles de hechura ahora muestran cuán «bien nacído»
respuesta radica en ver a las nuevas ideas de la personalidad es un hombre o una mujer. El abrochamiento de los botones en
inmanente enredadas eon la producción masiva de apariencias una chaqueta, la calidad deI tejido cuenta, cuando el propio
en público. tejido está suavizado por el color o el matiz. EI botín de cuero
Clase y sexo eran los dos fenómenos que las gentes burguesas se transforma en otro signo. La atadura de la corbata se vuelve
personalizaban en las apariencias públicas. Por medio de la lec- un asunto complicado; el modo en que están anudadas revelan
tura de los detalles de la apariencia los extrafios trataban de si un hombre tiene «material» o no, 10 que está anudado es un
determinar si alguien había metamorfoseado la posición eco- elemento indescriptible. Cuando los relojes de bolsillo simplifica-
nómica en la más personal de ser un «caballero». La jerarquia ron su apariencia, los materiales ernpleados eu su fabricación
sexual se volvíó personalizada en público cuando los extrafios constituían la marca de la posición social de su duefio. Se tra-
trataron de determinar si alguien, merced a toda su aparente taba, eu todos estos detalles, de una cuestión de hacerse notar
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sutilmente; cualquiera que se proclame a sí mismo como un hacía una mujer respetable para destaearse de una mujer di-
caballero, obviamente no lo es.45 soluta, para no relacionarse con una mujer deshonrada, si el
Un ru~o que visitaba el Jockey Club, Ie pidió a su anfitrión parecido era tan cercano? lCómo podia ella, presuntamente pura
que dcfimese a un caballero: ise trataba de un título heredado, e inocente, restablecer el conocimiento que la guiara? En esta
de .u~?" casta a de una cuestión de dinero? La respuesta que situación, emergió deI dilema una necesidad de prestar gran
recibió fue la de que un caballero revela su condición sólo a atención a los detalles de la apariencia y mantenerse dentro de
aquellos que tienen la inteligencia de percibirlo sin necesidad de ellos, por el temor de ser interpretado equivocada o maliciosa-
que se lo digan. EI ruso, un espíritu más bien tosco exigió sa- mente; ciertamente, quién podía saberlo, tal vez si una mujer
ber quê forma tomarían estas revelacíones, y uno de' los miem. emitía pequenas sefiales de ser una disoluta, realmente lo fuese.
bros dei Cluh, Ie respondió, como si estuviese traicionando una La miniaturización operaba en la percepción de la «libera-
confidencia, que uno siempre podia reconocer la vestimenta ca- ciõn», en función dcl cuerpo mismo. En la medida en que las
ballerosa porque los botones de las mangas de la chaqueta de príncípales partes deI cuerpo estaban cubiertas y desde el mo-
un caballero se encontraban efectivamente abotonados a desa- mento en que la forma deI cuerpo femenino vestido no mante-
botonados, mientras que uno reconocía la conducta caballerosa nía ninguna relación con el cuerpo desvestido, los pequenos de-
por mantenerse los botones escrupulosamente abrochados, de talles como la tenue decoloración de los dientes o la forma de
modo que sus mangas nunca llamaban la atencíón. las unas se transformaban en signos de la sexualidad. Además,
La miniaturización se extendió a los rangos de Ia pequena los objetos inanimados que rodeaban a la persona podían, en
burguesía y de las clases altas trabajadoras. EI uso de lazos de sus detalles, ser tan sugestivos que la persona que los usase o
encaje supuso, en los afias de 1840, una nota de posición social, los llevase podía sentirse personaImente comprometida. Algunos
una nota que los cabalIeros no podían evidenciar. La absoluta lectores recordarán las coberteras en las patas deI piano en los
limpieza de pequenos artículos de vestuario como Ia tirilla de hogares de sus abuelos, o las coberteras de las patas en la mesa
camisa. puede ser suficiente para que un tendere, inspeccionando deI comedor; no se consideraba correcto que cualquier cosa
a alguien que Ie es presentado, decida si se trata de uno de exhibiese sus extremidades. La idiotez de semejante remilgo po-
nosotros o no. día nublar la mente de modo tal que se olvidaba su causa.
,Los cara~teres de I~s mujeres disolutas y de las respetables se Todas las apariencias tienen significados personales: si uno cree
I~Ian. ~ traves de la ~sma combinación de ampliación y míníatu- que los pequenos gestos con los ojos pueden revelar involunta-
.razacion. En su estudío sobre la sexualidad victoriana The Other riamente sentimientos de libertinaje sexual, se vuelve igualmente
V.ictorians, Steven Marcus mostró eómo el retrato ~êdico y so- racional el sentir que las expuestas patas de un piano son pro-
~Ial de Ia. prostituta .de mediados del siglo XIX asignaba gran vocativas. La raíz de este temor indiscriminado es tan cultural
Imp?rtancla aI parecido con I~ mujer corriente y respetable. como sexual o, mejor aún, fue el cambio en la cultura el que
AqUI tenemos a Aeton, un médico, hablando de las similitudes permitió que la burguesía victoriana se volviese más remilgada
físicas: que sus antepasados deI sigla XVIII. Y ese cambio cultural, que
llevó a cubrir las patas de los pianos, tiene sus orígenes en la
Si comparamos a la prostituta de treinta y cinco afios con su her- noción misma de que todas las apariencias hablan, y que todos
mana, quien tal vez sea una mujer casada y con familia o ha sido los significados humanos SOn inmanentes a todos los fenómenos.
una esclava laboriosa durante anos en los laboratorios sobrecalenta- La única defensa contra semejante cultura consistía, de he-
~os <;te la moda, .raramente encontraremos que aquellos estragos cons-
titu;cIonales considerados como consecuencias necesarias de la prosti- cho, en cubrirse, y desde esta posición se derivo el duro temor
tucíõn exceden a aquellos atribuibles a los cuidados de la família, femenino a ser vista en público. La regIa para la apariencia
corporal fue apartarse de la luz, de las calles y de la exposición
Tampoco eu la conducta callejera .las mujeres disolutas se de las extremidades. Un escritor lo describe de la siguiente ma-
muestran especíalmente a sí mismas. Solo emiten pequenas pis- nera:
tas, una mirada sostenida, un gesto de languidez, que un hombre
que sepa cómo leerlas comprenderá ínmedlatamente.e Pocos victorianos eran vistos a plena luz una vez que habían supe-
Esta similitud también actuaba en sentido contrario. i,Cómo rado la juventud. Por la noche se veían aureolados por lámparas de
aceite y luces de gas: durante el <tia permanecían en la semioscuridad.
45, B~RTON, cp. cit., pp. 4l?, 444, 395; BURRIS'MBYER, op. cit., p. 1:13. Se desvestían en la oscuridad; la mujer acaudalada desayunaba en la
46. CItado en Steven MARcus, The Other víatorians (Nueva York: Random cama y bajaba a las dependencias principales de la casa cuando su
Bouse, 1964), pp. 5-6, marido había partido hacia la oficina, el club o la finca.
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HCS 151.14
Los aãos de 1840, fueron una época en la cual reapareció el trospectiva, en un control de aquello que se ha vivido; según
sombrero con capucha com? un artículo de vestir elegante; más palabras de G. M. S. Young, el trabajo de «descifrar» antes que
tarde el pesado velo aparecíó como un rasgo de la apariencia de el de «preparar». Si el carácter es involuntariamente revelado
clase media, uno que ocultaba el rostro casi por completo," en el presente, sólo puede ser controlado a través de su visi6n en
Cuando las personalidades de las gentes Ilegaron a verse en el tiempo pasado.
sus apariencias, los hechos de clase y sexo se volvieron cuestío- Aún debe escribirse una historia de la nostalgia, sin embar-
nes de verdadera ansiedad. El mundo de las verdades inmanen- go, seguramente esta relación pretérita entre el conocimiento y
tes es de. este modo mucho más intenso, y sin embargo, más la conducta explica una diferencia crucial en la autobiografía
problemático, que el mundo público dei ancien régime en el de los siglos XVIII y XIX. En el siglo XVIII encontramos las me-
que las apariencias estaban situadas a distancia dei yo. En las morias de Iord Hervey: el pesado es recordado nostálgicamente
casas de refrigerio, en el teatro, eo la propia vestimenta, los he- como una época de Inocencia y sentimientos humildes. Eu el
chos de.1a posíción social, aun cuando falsos, eran establecidos o recuerdo del siglo XIX se agregan dos nuevos elementos. En el pa-
suspendidos de tal manera que no tenían necesidad de despertar sado uno estaba «realmente vivo», y si uno pudiese tomar con-
eomplicaciones en una situación social. Un hombre podía o no ciencia del pasado dísmínuiría Ia confusión con respecto a Ia vida
ser lo que su vestimenta proclamaba, pero la proclama era presente. Esta ocurre a través del camino de la retrospección.
clara. ~or media de. la convencíón, la ansiedad acerca de aquél La terapia psicoanalítica se deriva de este sentido victoriano de
con qwen uno estuvíese hablando era menor que en la situación la nostalgia, como lo hace el moderno culto de la juventud.
victoriana, donde se había hecho necesario un proceso de decodi- Dentro de una visión más alegre, se produjo el hecho de que
ficación. La lógica investigativa se hace necesaria como un me- durante el sigla XIX, tanto en Paris como en Londres, la novela
dio de establecer contacto con el individuo que podía o no flo- de misterio y de detectives se transformo en un género popular.
recer detrás de la fachada de la apariencia. No obstante si uno Detectives son aquello que todo hombre y toda mujer deben ser
desconocía las regias que regían las apariencias par'ticulares no cuando quieren darle un sentido a la calle. Tomemos, por ejem-
~abía como Ieer un nudo de corbata o la existencia de un pa- pio (aunque el ejemplo sea un poco tardío en este sigla), algu-
nuelo usado sobre un mofic y nunca podía estar seguro de las nos pasajes de Ias historias de Sherlock Holmes, el personaje
deducciones que hacía sobre aquel que encontraba en la calle. creado por Conan Doyle, que tanto nos deleitaban cuando éra-
La atención compulsiva al detalle, la ansiedad por aquellos he- mos níãos. En Un caso de identidaâ, una joven entra al piso de
chos que a uno le obsesionaban de maneras tan diversas, se pro- Holmes en la cal1e Baker; Holrnes Ie echa una mirada.
dujeron como consecuencia de esta ansiedad acerca de lo que
las apariencias simbolizaban. -,No le parece -dice Holmes- que eoo su miopía es un poco
Estrechamente vinculado a un código de personalidad ínma- difícil escribir tanto a máquina?
nente en las apariencias públicas, había un deseo de controlar-
Ias a través de un creciente conocimiento de sí mismo. Sin em- La muchacha y, como siempre, Watson se encuentran asornbra-
bargo, conducta y conocimiento se mantenían en una relacíón pe- dos de que Hclmes haya podido deducir este detalle. Después de
culiar; la conducta se manifiesta antes que el conocimiento. Es que la muchacha se ha ido, Watson sefiala:
revelada en forma involuntaria, difícil de controlar antícipada-
mente, debido a que no existen reglas claras para la lectura de -Usted pareció leer en ella muchos detalles que eran absoluta-
los detalles mínimos; estas detaIles solamente aparecen claros mente ínvisíbles para mí.
para los iniciados, y ni siquiera actuando como un caballero
o apareciendo como una mujer de absoluta respetabilidad se pue- A lo que Holmes responde con su famosa contestación:
de emplear un código estable. Tanto en la sexualidad como en
la moda, toda vez que «cualquíera» pudiese pasar por alto un -No invisibles sino inadvertidos, Watson. Usted no sabia dónde
determinado grupo de condiciones, éstas se volvían insignifi- mirar y entonces pasé por alto todo lo que era importante. Nunca
cantes. Aparece un nuevo grupo de indicios, un nuevo código de pued~ hacerle comprender la importancia de las mangas, la sugestión
penetración; la mistificaci6n de Ia personalidad es tan contí- de las ufias de los pulgares, o las grandes consecuencias que se pueden
nua como la mistificación de los nuevos artículos en las tiendas. derivar del cordón de una bota. 4S
De este modo, el conocimiento se transforma en una actividad re-
48. Citas de A. Conan DOYLE, The Complete Sherlock Holmes (Garden City,
47. ANGELOGLOU, op. cít, p. 96. N. Y.: Doubleday, 1930), p, 96.

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Esa oracron podría haber servido fácilmente a Balzac como
un lema; sus métodos de caracterización, tamblén, estaban ba- es una sátira amarga y complicada. Carlyle inventa al profesor
sado~ en la decodificación de detalles aislados de la apariencia, Teufelsdrôckh. un profesor que recita toda clase de cruda filoso-
ampliando el detalle en un símbolo del hombrc todo. Ciertamen- fia idealista, frente a quien él actúa como editor. Una vez que
te, Balzac aplicaba esa ampliación sobre sí mismo, como con sus el lector está preparado para reírse de él, Carlyle comienza a
famosos bastones por ejemplo, cierta vez que Ic escribía a Ma. introducir, paulatinamente, pequefios trozos de creencia pública
dame Hanska: común, como la virtud del orden y la estabilidad, la importancía
de la piedad, etcétera, de modo que el lector es obligado a reírse
Es íncreíble el éxito que roi último bast6n ha tenido eu Paris. Ame- de sí mismo. Gradualmente, también, Teufelsdrõckh comienza a
naza con crear una moda europea.· Las gentes hablan de él en Ná- decir cosas serias que no son redomadas sandeces sino ideas ra-
poles y en Roma. Todos los petimetres están celosos. dicales, como su creencia en un agnosticismo que no está mati-
zado por el ritual público. Cuando el lector comienza a identi-
Lamentablemente, observaciones como ésta carecían de toda íro- ficarse con Teufelsdrõckh también ve a un nuevo Teufelsdrõckh,
nÍa.49 un hombre que se transforma en un filósofo radical.
Sin e~bargo, la diferencia entre la prosa de Conan Doyle y Este es un complicado juego de persuasión, en el que la ves-
la etología de Balzac o Flaubert o Thackeray reside en que en timenta y la imaginaci6n deI cuerpo desempefian el rol principal.
esto~ «s~nos escrito!'es» la ciencia de leer el carácter según las La idea de una filosofía de la vestimenta, tal como lo adelanta
apartencras era matizada en todas partes con la descripciôn de originalmente Teufelsdrõckh, está creada para ser un absurdo
la ansiedad en los actos de lectura; no era agradable, tal como completo, una vasta y vana abstracción. En el capítulo 8 deI pri-
Conan Doyle quiere hacerlo parecer; entre estos últimos escri- roer libra la idea se ha vuelto mucho más urgente. EI profesor
tore~, estaba. hecho para parecer una necesidad peligrosa, una que elice que ignorando Ia vestimenta, riéndose de ella, no tomando
pudiese equivocarse con facilidad y de ese modo llevar a sus seriamente a la apariencia, los hombres
personajes al insulto, los desatinos y la pérdida de la confianza.
Las gentes que vívían de modo tal que pudiesen evitar la cierran sus ojos a los hechos más simples; y por la mera inercia del
detección en la calle, buscaban, como lo escribiera hermosamen- Olvido y la Estupidez, viven a sus anchas en medio de Misterios y
te Thackeray, «negar a las miradas indagatorias un conocimien- Terrores.
to que no Ilegaba a nadie indiscriminadamente en la ciudad». El
de ellos era un mundo de Iámparas sombrías, sombreros con ca- Si la vestimenta es un símbolo de estados internos, entonces
pucha, paseos en coches cerrados. Por cierto, más allá de toda lqué es lo que verán los hombres?
la mistificación producida por la máquina, la propia creencia
de que la apariencia es un indicio deI caracter impulsaría a las En lo que a mí respecta, estas consideraciones sobre nuestras Ves-
timentas y cómo, llegando incluso hasta nuestras entrafias, nos des-
gentes a volverse indescriptibles a fin de ser tan misteriosas, y moralizan y nos vísten, me llenan de un cierto horror frente a mí
menos vulnerables, como fuese posible. mismo y a la humanidad.
La teoría referida a este nuevo sentido de la personalidad en
las apariencias públicas puede leerse en trabajos de grande y pe» Por lo tanto, Ia vestimenta revela nuestra corrupción, pera Car-
manente poder que ban sobrevivido a los últimos cien afias, como lyle va aún más allá. En sí mísma, la vestimenta tiene el poder
en trabajos y prácticas más populares, como la frenología, que de corromper. Las apariencias son muy serias, no sôlo por aque-
hoy parecen absurdos. 110 que vueIven «transparente», sino también porque la apar'ien-
A mediados del siglo XIX, a un nível sofisticado, la palabra cia equivocada, en condiciones sociales destructivas, puede hacer
«etología» era empleada por J. S. Mill Y otros escritores para de uno un mal hombre o una mala mujer.50
significar «Ia ciencia del carácter humano tal como se deduce Hacia el final de Sartor Resartus, CarIyle ha establecido una
de las apariencias humanas» antes que, tal como la palabra es coherente crítica social: si los hombres y las mujeres sólo se
emple~da actua~ente por los biólogos, el estudio de la genéti- miraran unos a otros. realmente la apariencia del otro, se verían
ca ammal deducida de la conducta animal. La significación de obligados a pensar en la transformación de las condiciones socia-
la vestimenta en este sistema fue el tema de Sartor Resartus de leso Se sentirían espantados por aquello que viesen. El tratado
Carlyle, la primera «fílosofía» de la vestimenta. Sartor Resartus de Carlyle, como cualquier gran pieza irônica, ha dejadc de ser

49. Cita de Balzac en PRlTCHETT, op. cit., p. 166. 50. Cita de CARLYLE, op, cit., p. 89; eI último tema es desarrollado en pro-
fundidad en el Capitulo 10 deI Libra Primero.
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irónica en su epílogo: DO sólo hombres y mujeres están volunta- problema: lcómo podemos reconocer a alguien que experimenta
riamente ciegos sino que la visión misma tiene el poder de crear algún pesar, pera cuyo sufrimiento «es mitigado aunque pro-
una condena moral; todos los males de la socíedad son visibles. longado de alguna manera»? ,ÉI no responde a la pregunta me-
Philip Rosenberg ha llamado a Sartor Resartus «una especie diante la clasificación de los tipos de estímulos -una muerte
de jeu d'esprit pero es el jeu d'esprit de un hombre con mala in- en la familia, la pérdida de un trabajo- que podrí~ ~ducir a
tención». EI libro apareció en un momento de la vida de Carlyle este sufrimiento controlado, y tampoco trata de describir la con-
cuando él desesperaba por sí mismo y por la carga dei yo que ducta social de una persona que enfrenta a la muerte u observa
cada persona llevaba; un oscuro momento de adio hacia la tra- el ocio; no, el fenómeno debe reconocerse de la siguiente ma-
ma del deseo que en los hombres se ha vuelto ahora tan trans- nera:
parente, tan inmanente a sus apariencias. La vestimenta revela- ...Ia circulación se vuelve lânguida; el rastro pálido; los músculos flác-
ria a un yo insoportable de contemplar: sobre este abismo Car- cídos: los párpados caídos; la cabeza cuelga sobre e1 pecho contraído;
lyle podía escribir sólo con la ayuda de la íronfa,u los Iabios, mejillas y mandíbula inferior se hunden por su propio
Sin embargo, el mísmo método de leer el carácter humano a peso. En consecuencia, todos los rasgos están alargados; y dei rastro
través de su apariencia física se repitíó eu un libra muy diferen- de una persona que escucha malas noticias se dice que cae.
te, uno cuyo tono era la serenidad, la investigación científica, y
cuyo propósito era el de desmitificar ese yo oscuro de Carlyle: Darwin no hace más que igualar el sufrimiento con la caída de
The Expression ot Emotion in Man and Animais de Charles Dar- los párpados; o mejor dícho, si el «sufrimiento» se si~nte, el or:
win. Darwin quería mostrar que los animales poseen una vida ganismo lo expresa por medio de esos párpados Caldos. iQue
emocional, que los medias de expresión de la emoción son simi- es entonces un «sentimiento» y por qué se expresa en estos tér-
lares en los hombres y en los animales, que las razones de esta minos físicos? 53
similitud sólo pueden ser explicadas por medio de la evolución. Para responder a esta pregunta, Darwi1?- parece volvers~ ~ún
Demostrando los orígenes fisiológicos de la emoción humana en más físico. ;ÉI describe un grupo de «músculos del sufrlmle~­
los animales, Darwin esperaba trasladar sus análisis acerca de la to» en el rostro, músculos que, cuando las cejas están en POS1-
evolución hacia el dominio de la evolución de «valores y com- ción oblicua, deprimen al mismo tíempo las comisuras de la
promísoss.sa boca.v . .
Los nuevos códigos de la apariencia emergen en la obra de Acerca de estos músculos, Darwin hace dos observacíones: prr-
Darwin en el método científico que emplea. Este procedimiento mero, que se desarrollan en todas las cr,iaturas jóvenes cuando
científico llevó a la práctica de la etologia -o sea, la lectura la criatura intenta protegerse contra algun dolor flSICO causado
deI carácter a partir de las apariencias físicas- a su expresión a los ojos; segundo, que estos músculos actúan involuntaria-
más sofisticada. Darwin se concentró en el cuerpo humano mis- mente, excepto en el caso extrafio en que son empleados por un
mo . .Él preguntaba: lcuáles son los órganos, los músculos y gran actor. La primera observación de Darwin tiene sentido en
los movimientos ref'lejos dei cuerpo que crean eu su superficie función de la teoría de la evolución. Una forma de vida «supe-
una apariencia a la cual se vincula un término emocional? lPor rior» llevará en su estructura aqueIlos rasgos anatómicos que
qué lloran los hombres cuando se sienten tristes, por qué se unen servían a las formas. inferiores en diferentes ambie.ntes,.: si el ~r­
las cejas cuando alguien está concentrado en un pensamiento ganismo continúa utilizando dichos rasgos, los aplIcara en ?~Je­
profundo, por qué el sentimiento de felicidad eleva los múscu- tivos que no tienen sentido en función de su primera apanCIÓ?
los que rodean el rostro y por qué al sentirse malhumorado los en el organismo inferior. Por lo, tanto, el caba:llo. desarrolló,
abate? Son todos ínterrogantes que un actor de Diderot se pre- merced a la selección natural, «músculos del sufrimiento» como
guntaría a sí mismo; sin embargo, Darwin extrajo dicha expre- una forma de proteger sus ojos dei sol excesivo; esos músculos
sión dei área del arte superior y mostro la forma natural que sobrevivieron en formas evolutivas superiores porque la misma
ese actor intentaría reproducir consistentemente. respuesta fisiológica tenía sentido en función de las nuevas co~­
EI método darwiniano está notablemente ilustrado eu suaná- diciones del media. De este modo, Darwin interpretó el sufn-
lisis de la aflicción en el capítulo 7. ÉI comienza planteando un miento como un exceso de luz inundando nuestra existencia. Para
él esto no era una metáfora de SófoeIes; el método de aplicación
51. Cita de Philip ROSENBERG, The Seventh Hera (Cambridge, Mass.: Har- de las apariencias superficiales suministra una llegada exacta
vard University Press, 1974), p. 46; ver el soberbio enélísís de este autor, pp. 45-55.
52. La edicíõn utilizada en este análísís es Ia de Charles DARWlN, The Ex-
pression oi Emotíon in Man and AnimaIs, vol. X de The Works ai Charles Dar- 53. Cita de ibid., p. 178.
win (Nueva York: Appleton, 1896; reeditado por AMS). 54. IbM., pp. 179-183.

215
214
y científica al punto de origen para el sentimiento de ser abru- como la referida a las medidas, de Bertillon, en la cual la dís-
mado, de tener demasiado dolor derramado sobre uno mismo. posición hacia la conducta criminal se predecía por la forma
Que no pueda retratarse mostrando eI rastro abrumado se debe dei cráneo. La frenología estudiada por el joven Sigmund Freud
al hecho de que previamente un animal tuvo una excesiva luz de- era meramente la aplicación lógica de estas medidas de Berti-
rramada en los ojos pera poseía una defensa anatómíca.a llon al interior del cráneo; en 1890 se pensaba que la pasián de
Del primer principio de este método se deriva el segundo: si naturaleza sexual se concentraba en el lóbulo frontal derecho,
localizamos la exposicián razonada anatõmica para un senti- la ira en mitad de Ia base de la médula, etcétera. Ciertamente, en
miento, vemos por qué, cuando eI sentimiento se experimenta un momento temprano de su pensamiento, Freud pensá que eI
genuinamente, presenta una apariencia involuntaria. Esta apa- ello, el yo y eI super yo estaban localizados en diferentes par-
riencia involuntaria deI sentimiento era muy importante para tes dei cerebro. La noción de la apariencia ínvoluntaría del ca-
Darwin, como lo es en retrospectiva al comprender el intenso te- rácter sobre la superfície dei cuerpo era expresada, sobre todo,
mor que las gentes deI siglo XIX tenían de ser expuestas a la mi- en la fantasía sexual de mediados del sigla XIX. La masturba-
rada de los demás, de aparecer fuera deI refugio dei hogar. AI ción masculina, como un signo de debilidad degenerada, produ-
concluir su argumentación, Darwin establece con mayor vigor cía involuntariamente vello en Ia palma de la mano deI mastur-
su noción acerca de la expresión involuntaria: bador; por contraste, se creía que la masturbación femenina
producía la caída del veIlo púbico.
...s610 unos pocos movimientos expresivos... sou aprendidos por cada lEs acaso algún misterio que las mujeres tuviesen rniedo de
individuo... El mayor número de movimientos de expresión y todos mostrarse en público, vestidas con exceso como iban, si era ver-
los más importantes son, como ya hemos visto, innatos o heredados; dad eI principio de expresión involuntaria? Uno se protegía de
y no puede decirse que ello dependa de la voluntad del individuo. Ias miradas de los demás porque creia que ellos podían leer los
secretos más íntimos de nuestros sentimientos a primera vista.
En lo que concierne a los músculos deI sufrimiento, Darwin in- ActuaImente, una persona que trata de no sentir parece con-
siste en que incluso entre aquellos que pueden manipularIos vo- denada aI desastre. Hace un siglo, tal vez toda una clase de gen-
luntariamente, este poder es habitualmente heredado; cita como tes haya experimentado realmente un desastre psíquico debido
ejemplo el de una família de actores en la que este poder de con- a sus intentos por ignorar o suprimir sus impulsos. Pero la
trol se transmitía de generación en generación.ee razón por Ia que intentaron hacerlo era lógica. Esta era su for-
Hasta el punto en que los poderes expresivos del hombre ma de enfrentarse con la confusíón existente entre la vida pri-
son heredados de formas evolutivas inferiores, hasta ese punto vada y la vida pública. Si una vez que una emoción es sentida
no puede evitar Ia revelación de sus sentimientos. Estos múscu- claramente se la revela involuntariamente a los extraãos, enton-
los deI sufrimiento, en las circunstancias apropiadas, operarán ces la única manera de protegerse es tratando de detener el sen-
más alIá de su control, como lo harán los lagrimales, los múscu- timiento, en particular suprimiendo el sentimiento sexual. La
los de los dedos, etcétera. Darwin, al mismo tiempo, tuvo éxito defonnación física deI cuerpo a través de la vestimenta tiene sen-
en Ia desmitificación de la causa del sentimiento y en la creación tido eu los mismos términos: cuando eI cuerpo es despojado de
de una imagen del hombre como vulnerable frente a la exami- cualquier forma natural, dejará de hablar: si uno ha borrado to-
nación de los demás: si un hombre o una mujer sou auténtica- das las huellas de la naturaleza, ha reducido la vulnerabilidad
mente conmovidos, esa emoción se evidenciará independiente- frente a la mirada de los demás. Tal vez el remllgo vietoriano
mente deI control que la persona quiera ejercer sobre ella. En fuese una «pasión irracional en nombre de la negación de la pa-
esta gran obra acerca de la psícología anatómica, las aparíen- sión» (Lytton Strachey), tal vez fuese eI «complemento de la re-
cias se han vuelto una revelación absoluta de los estados deI ca- presión de los demás para reprimirse a uno mlsmo» (Bakunir:);
rácter. Darwin le quitá al ser humano la sensación de disponer era también un simple intento de protegerse frente a los demas,
del poder para colocar la impresión lejos de la expresión. una protección por lo tanto necesaria, dado eI nuevo sentido psl-
El trabajo de Darwin tipifica su época, no en su interpretación cológico de la vida pública.
de la emoción a través de los principios de la evolución, sino en Es este un grito Iejano a Fieldlng, quien creía que Ias apa-
función de su método, el método de emplear las apariencias como riencias, a distancia deI yo, debían de este modo acostumbrar-
indicios de la historia, eI carácter o la predisposición moral. Eu nos a alabar o maldecir la apariencia, el acto, y no el actor. Los
las escuelas médicas, este método aparecíó en «ciencías» tales lectores de Car1yle ya no deseaban ser radicalizados por éI o
55. tu«, pp. 188-189. ser forzados a aceptar la teoría de la evolución de Darwin, pero
56. Cita de taiâ., p. 353; e1 último punto es analizado en pp. 183·184. el método de estas grandes escritores tuvo su ref1ejo popular en

216 217
medicina, en c~~inología y en el consejo religioso sobre el sexo, Seria un error considerar a este historicismo como un hecho
como aSI también en la vestimenta. aislado en la historia deI vestuarío. La misma insistencia en
una apariencia verosímil se extendía incluso aI vestuario ale-
górico o mitológico. La colección de indumentaria de Le Compte
EI escenario dice una verdad que la calle ya no expresa a mediados deI siglo XVIII, mostraba a personajes mitológicos
tales como Céfiro o Eros quienes estaban vestidos en función
L~ írrupcíon de la personalidad dentro dei dominio público de elementos colgados sobre un cuerpo inerte. Por contraste, en
altero radicalmente el puente en los códigos de creencia entre el la colección dramática de la Biblioteca de Artes Teatrales en el
escenario y Ia calle. En los últimos anos de Ia década de 1830, el Lincoln Center de Nueva York, existe una extraordinaria colec-
gusto deI público comenzó a exigir que las apariencias de los ción de vestimentas deI Théatre de la Porte St.-Martin y sus pro-
actores en cl escenario no estuviesen sujetas a ninguno de los pro- ducciones de mediados deI sigla XIX. Los fotograbados 131 y 132
cesos de la etologia en la calle. El público exigía que, en Ia esfera muestran cómo iban vestidos los personajes mitológicos en Ia
dei arte ai menos, uno realmente pudiese decir, y sin dificultad obra The Kingdom oi the Fishes (EI Reino de los peces) , cien
alguna, quién era quién. Este deseo por las apariencias verda- afios después de Céfiro y Bros.w
deras y verosímiles en el escenario surgió ai principio como una Cadaactor representando a un pez usaba una máscara que
exigencia de exactitud en la vestimenta histórica. reproducía casi exactamente la cabeza de un pez, y la variedad
. En los afias de 1830 se produce en el escenario un intento apa- particular de pez más que un «pez» en general. Una mujer apa-
sionado, aunque a menudo absurdo, de que los personajes Ile- recía coo la cabeza de una lobina de mar, un grupo de hombres
vasen en las obras teatrales aquel vestuario que fuese una re- aparecía con cabezas de peces voladores, etcétera. Además, los
creación correcta y ajustada dei período en que las obras eran vestidos estaban cubiertos de escamas, de manera que uno real-
situadas. RI intento como tal no era nuevo. Desde los días de mente sabía que era un pez lo que tenía enfrente y no una figura
Madame F~vart -quien, como ya hemos visto, aparecia en las fantástica que representaba a Ull pez. EI rey de los peces, en el
tablas yestIda exactamente como una campesina, y en 1761 como centro de estas fotograbados, llevaba una corona. La corona te-
una pnncesa turca con un vestuarío importado de Turquía- el nía una cola en la parte superior y su forma corresponde a la
impulso existía tanto en los escenarios de París como de Londres. cola dei auténtico pez en cuya cabeza se basaba la máscara de
Pera en los anos de 1830, y durante las décadas síguíentes el la propía cabeza deI rey.60
historicismo adquirió una fuerza que no había tenido previamen- En esta misma colección se encuentran estampas dei vestua-
te. EI público exigía fidelidád en cl vestuario a fin de crear Ia rio utilizado en Les Mysteres de Paris, un popular melodrama
«ilusión necesaria» deI teatro, una expresión de Moyr Smith que de los afias de 1830 y 1840 basado en Mercier. En Les Mysteres
tendremos que examinar prolijamente.s? de Paris, los personajes eran presentados como e~igmas .de Ia
He aqui cómc Charles Kean, el hijo deI gran actor dei si- clase baja de París que los burgueses no comprendían fácI1men-
gla XVIII, puso en escena a Shakespeare a mediados deI sigla XIX. te' Ias vestimentas eran esmerados intentos de reproducir aque-
En Macbeth (1853), Ricardo III (1854). Enrique VIII (1854) y El Ilas imágenes correspondientes a las clases bajas y trabajadoras.
cuento de invierno (1856) intentó Una exacta reconstrucción tan- Estamos muy lejos de los hermosos sirvientes y los «pintorescos
to en el vestuario como en eI decorado de las épocas en las que campesinos» deI teatro de mediados del sigla XVIII. La colección
cada obra había sido situada. Cada tarea de reconstrucción de- de vestimentas históricas de Edith Dabney, que se encuentra tam-
mandó meses de investigación, hasta un rector de Oxford fue in- bién en los archivos deI Lincoln Center, muestra los vestidos de
cluido en el esfuerzo, quien aceptó los generosos honorarios de Ias mujeres de c1ase media reproducidos para el escenario sin
Kean sólo si su nombre era mantenido en secreto en el «trabajo ningún intento por alterar o teatralizar la vestimenta, todo lo
de máscaras». En el programa de Ricardo IH, Kean informaba contrario. Lo que se ve en el escenario es lo que la persona real-
ai público, según palabras de James Laver, «que había elegido la mente es. Las actitudes teatrales incorporaron la misma lógica:
obra porque ofrecía la oportunidad de describir una época histó- debía moverse el cuerpo exactamente en la forma en que los
rica diferente de aquellas que ya se habían producido. Nombra
a sus autoridades históricas ... y responde por la absoluta au- 59. Galerie Dramatique, lâminas tomadas del vestuario deI Théatre de la
tenticidad en todos sus detallese.ss Porte St.-Martin en Ia colección de la New York Public Library, la Rama Prin-
cipal, lâminas 131 y 132. . . .
60. Establecido por media de comparacronea con Ilustracíones de la obra
57. UVBR, Drama, p. 155; cita de Smith en Southem, op. cit., p. 257. de Alan DAVIDSON Mediterranean Seafood (Londres: Penguin, 1972), Catálogo de
58. 1.AVBR, Drama, p. 209.
peces.
218 219
cuerpo~ s.e movían en la «vida real»; incluso en el melodrama, Ia vida auténtica, que no requiere un esfuerzo de decodifica-
el movímíento melodramático de parte de un actor era conside- ción, aparecía sólo bajo la égida deI arte escénico.
rado de mal gusto eu los afias de 1850.61 Por lo tanto, estas nuevos términos' de la personalidad alte-
Los ~ríticos como Car!os Fischer consideran a la paslón por raron la relación deI escenario y la calIe dentro dei dominio
la veracidad en el vestuarío como habiendo sido enemiga de la li- público. Estas términos, igualmente, aIteraron la relación entre
bertad y de la imaginación en la puesta en escena de una obra. público y privado. Lo hicieron no sólo volviendo ai sentimien-
Por el momento tendremos que marginar el juicio estético. De un to privado involuntariamente manifiesto en público sino afec-
lado de las candilejas había hombres y mujeres vestidos de ma- tando a la institución privada básica, Ia família.
nera .tal que uno no podía «conocerlos» ai mirar1es casualmen-
t~, Sin embargo, estas gentes creían que el «conocimiento» ín-
time estaba contenido en la vestimenta. Lo que estas gentes tra- La personalidad y la familia privada
taban de encontrar en el teatro era un mundo donde uno pudiese
est.ar absolutamente seguro de que Ia gente que se veia era ge- AI comenzar este libro, he mencionado que su elaboración
nUlI;a. Los a~tores realmente representaban lo que actuaban. No me reveló aIgunos problemas en mi trabajo previa. Uno de elIos
había decepción posible, ningún acto deductivo que pudiese es- necesita ser presentado en este punto. Se refiere a un cambio
tar eqU1voca~o. En el teatro, a diferencia de lo que ocurrfa en en Ia institución de mediados deI sigla XIX visto como la antí-
la caIle, la VIda estaba desprotegida; aparecía tal como era. tesis de la vida pública y sus descontentos, la familia burguesa
Ahora, esta era una ocurrencia significativa. Historiadores estable.
teatrales ,:omo Richard Southern se refieren a la época de media- El sociólogo P. I. Sorokín fue el primero en percibir que los
dos dei SIgla XIX como a la «edad de la Ilusión». Pera en el cambias producidos en Ia ciudad durante el sigla XIX estaban
I?-undo de la ilusi6n existía la certidumbre. La ciudad cosmopo- vinculados a cambias básicos en la familia. Él creía que el cre-
h~a era un m~ndo en el que .la apariencia física no disponía de cimiento urbano causaba el cambio en Ia forma de la familia,
mnguna segundad. O sea, bajo condiciones de ilusi6n, conscien- de la família «cxtendida» a Ia familia «nuclear». Una familia ex-
temente trabajadas, existía una verdad más accesible acerca de tendida tiene más de dos generaciones, o más de una pareja
los homb~es y las mujeres de la que había en la callc. Cuando conyugal dentro de la misma generación, en una misma casa.
Moyr Srníth hablaba de la búsqueda de la «ílustón necesaria» Sorokín pensaba que las complejidades de la cultura cosmopo-
que transmitían todos estas saqueos históricos, lo que signifi- lita hacían difícil que la família extendida se mantuviese unida,
caba era que para que una obra fuese verosímil debía establecer y que Ia família nuclear simple sobreviviese, según palabras de
u:r;a .verdad de ,tiempo y lugar, una verdad que los actores y el Sorokin, como Ia «precipitación radioactiva» de las famílias ex-
pubhco no podían establecer en sus propias vidas. tendidas destruidas. Un discípulo de Sorokin, TaIcott Parsons,
Arist~teles oo.s dice que cl teatro implica una «suspensión tomó esta idea básica y Ia desarrolIó de manera singular. En
voluntária d.e Ia mcred~hdad». El vestuario teatral en las capita- Ia obra de Parsons, Ia família nuclear se transformó en una
les de mediados dei SIgla XIX trascendía este aforismo. En la forma familiar más «eficaz» que Ia farnilia extendida; más que
ciudad, la sociedad debía depender dei arte para acabar con la la sobreviviente deI naufragio de Ia família extendida, la família
mistificació,n, para decir una verdad a la que hombres y muje- nuclear era una respuesta positiva a una .nueva sociedad, simbo-
res no podían Ilegar de o.tra manera sino a través de un proce- lizada por Ia gran ciudad, estructurada por la burocracia im-
so ded~ct~v.0' a menudo Imperfecto, de indicias miniaturizados. personal, la movilidad social y la gran división deI trabajo. La
Esta signlfica que Ia reIaci6n entre el público y esta forma de família nuclear era considerada como más eficaz en este media
arte comenz6 a ser una relación de dependencia. El teatro es- porque desvinculaba menos a los micmbros de la familia. En
taba haciendo por eIlos aqueIlo que en Ia capital moderna no lugar, por ejernplo, de pensar qué ocasionaría un cambio de
podían hacer fácilmente por sí mismos. Las divisiones entre rnís- trabajo en un abuelo con quien uno ha trabajado durante afias,
teria, ílusión y decepción por un lado y verdad por el otro fue- ahora, siendo uno su propia família, la esposa y los hijos, sólo
ron trazadas, a mediados dei sigla XIX, de una forma peculiar: debía pensar acerca deI trabajo en sí mismo y en sus ventajas y
desventajas. De este modo Parsons unió el individualismo, Ia fa-
milia nuclear y Ia nueva sociedad índustríal.e
61. ,?alerie Dramatique, láminas 37, 38, 41; DABNEY, op, cit., lámina 39; ver Hace quince afias, ésta era Ia teoría predominante con res-
ilus~aclones de J?osturas melodram.ática~ en «Costumes: English Clippíngs», en
C?blerta C, en Líbrary for the Perfonmng Arts, Lincoln Center; cita de Carlos
Fiecher en Ia obra de LAVER, Drama, p. 155. 62. P. I. SOROKlN, Cultural anti Social Mobility (Glencoe, Ill.t Free Press,

220 221
pecto a la familía moderna; fue modificada y desafiada, pero en sigla XIX referidos al cuidado de los niãos. los problemas con-
los círculos sociológicos era el foco de atención. EI problema yugales y la imaginación de la família, ha demostrado que la
consistía en que los historiados sabían que eu los hechos era ideología de la retirada se había vuel to cada vez más poderosa
errônea. Las gentes burguesas en las famílias nucleares deI si- en el transcurso dei sigla. Finalmente, todo este trabajo tiene
gla XIX nunca pensaron en sí mismos como instrumentos de como antecedente la obra realizada por Aries sobre la família
una rnayor eficacia, y tampoco una mano invisible impulsó .a deI ancien régime, un trabajo que tendía a sobrestimar a la fa-
las gentes a comportarse más eficazmente eu estas famílias que mília nuclear como una nueva forma, pera la cuaI demostró
en las extendidas. Por cierto, sin el apoyo de los parientes, las gen- convincentemente cómo para el sigla XIX se encontraba prepa-
tes a menudo giraban sln dirección y colapsaban rápidamente cn rada para asumir una nueva función.c'
los súbitos desastres económicos tan frecuentes en la época. EI problema con esta concepción no radica en que es errónea
La noción de Sorokin acerca de una precipitación deI desas- sino en que es analíticamente incompleta. Se brinda a sí misma
tre parecía más próxima al registro histórico, pera no indicaba una descripción estática dei proceso de la familia, deI que la
mucho sobre la forma en que se estructuraba la vida en la fa- siguiente formulación tomada de un estudio sobre la família
milia. Además, era bastante 10 que se conocía para ser capaz burguesa realizado eu Viena a fines dei siglo XIX constituye un
de decir que la família nuclear, como forma, no era nada nuevo ejemplo instructivo:
o único para el sigla XIX, y tampoco, como forma, era peculiar a
la gran ciudad. Lo que parecía estar cambiando en el sigla XIX ...Ia estabilidad ocupa una posici6n preponderante en la lista de las
era la función de la família urbana nuclear. virtudes. La encarnaci6n concreta de estas ideas era el hogar deI hem-
bre ... el padre era quien garantizaba el orden y la seguridad y, como
Los escritores interesados tanto en historia como en sacio- tal, tema absoluta autoridad. Y el significado dei hogar no era sola-
logía, como es mi caso, se enfrentaban, por lo tanto, con el pro- mente el reflejo deI éxito de un hombre. Era también un refugio
blema de vincular el proceso de la família con la forma de la frente ai mundo exterior, un lugar donde a los tediosos deta11es dei
familia. Cuando hace quince aftas comenzó formalmente el es- mundo cotidiano no se les permitia la entrada. Para alguien que no
tudio histórico de la família, nosotros rápidamente, más bien vivia en esa época es difícil imaginar exactamente 10 que significaba
demasiado rápidamente, arribamos a una fórmula que guiaría nacer y llegar a la madurez en un medio tan aislado, con todas las
nuestras investigaciones sobre la família deI sigla XIX: la fami- l.ozobras de la vida tan puntillosamente evítadas.se
lia nuclear era la herramienta que las gentes utilizaban para He colocado en cursiva las cuatro expresiones que en esta
resistir los cambios económicos y demográficos de la sociedad, declaración se suman a la descripción estática de los procesos
más que el medio de participar en ellos. La fundón de la fa- de la família burguesa: se valera la estabilidad porque la so-
milia era vista como un refugio, un albergue, no era un media ciedad es inestable; la familia se transforma en un agente de
de «adaptacíón e integracíón» como decía Parsons. En un estu- estabílidad ai ser empleada como un media para retirarse de
dia que realicé sobre las familias de clase media en Chicago, la sociedad; es, por lo tanto, aislada; este aislamiento tiene
Families Against the City, encontré cierta evidencia para demos- éxito aI alentar a sus miembros, consciente y voluntariamente, a
trar que la familia nuclear podría haber sido de hecho contra- evitar la irrupción de las zozobras de la vida dentro de las re-
producente, ya que las gentes en el1a eran menos estables en laciones familiares. Sernejante explicación es irreal en dos seno
términos ocupacionales y eran menos propensas a tener una tidos: primero, supone que la economía de la família burguesa
movilidad ascendente, que las gentes que vivían eu la ciudad en era lo bastante manejable como para que las gentes pudiesen ex-
el seno de famílias extendidas. Otros investigadores, interesados cluirIa de las relaciones de la familia mediante un acuerdo tá-
eu la posición de las mujeres, llegaron a percibir las funciones cito y común en el sentido de no discutirIa. Eu una época donde
de la familia nuclear deI siglo XIX bajo la misma óptica, como la respetabilidad se fundaba en el azar, Ia economía no estaba
un lugar para aIejar de la sociedad a las mujeres y a sus híjos, marglnada, aun cuando el dinero fuese un tema inadecuado para
ai tiempo que los ocuItaba y los refugiaba. Las nociones mar- tratar en la cena. Segundo, y más crucial, la familia «aislada,
xistas acerca de la privatización recibieron un nuevo impulso retirada» podría tener sentido en el siglo XVIII, dado sus ideas
merced ai trabajo teórico de personas como Juliette Mitchell y acerca del carácter natural expresadas sólo en la família; esta
Margaret Bensman, y un exhaustivo estudio de los trabajos del
63. SENNETT, Families Against the City; Juliette MITCHELL, Woman's Estate
1959), pp. 270 5S.; Talcott PARSONS y E. F. BALBS, Family (Glencoe, Ill.: Free (Nueva York: Pantheon, 1971); AluBs, op, cit., conc!usión.
PreS5, 1954), Y bibliografia de los escritos de Parsons sobre la familia en el 64. Al1an JANIK y Stephen TOULMIN, Wittgenstein Vienna (Nueva York: SimOD
libro de SBNNlllT, Families Against the City, bibliografia. and Schuster, 1973), pp. 42-43.

222 223
familia sólo podía ser un sueüo en el siglo XIX, dado sus ideas En el trabajo de Hatchard se encuentra ausente cualquier
de personalidad inmanente a todas las relaciones sociales. Natu- sentido de simpatía natural entre los padres y los hijos en-
ralmente, las familias burguesas deseaban apartarse de los tem- contrada en los pediatras dei siglo XVIII. En cambio, se desarro-
blores de la sociedad; naturalmente, ellas creían que esos temblo- llan las emociones; surgen de la formación de la personalidad;
res podían ahuyentarse. Sin embargo: para tener una personalidad estable, los proccsos de la familia
Las relaciones humanas dentro deI mundo público estaban deben volverse fijos dentro de «ordenadas presentaciones» de las
conformadas según las mismas reglas que determinaban las re· gentes entre sí. Los padres deben 'ser «vigilantes» eon respecto
laciones humanas en la familía, Estas regias transformaban en a su propia conducta a la par de ser vigilantes de la conducta
símbolos los pequenos y mutables detaIles de la personalidad; de los híjos. Precisamente debido a que la personalidad es crea-
se suponía que estos símbolos expresaban todo acerca dcl ca- da por las apariencias, Ia relajación es un peligro, ya que no
rácter de una persona, pera los «datos» para estos símbolos se existe ningún orden de la naturaleza aI cuaI recurrir en un es-
salían continuamente de foco o simplemente desaparecían. Se tado de ânimo relajado. He aquí la gran diferencia entre la
suponía que la farnilia era un lugar en el que las gentes podían antigua teoría de la slmpatía natural y la nueva teoria dei de-
expresar sus personalidades; pero si ellos ampliaban los detalles sarrollo de la personalidad. El amor creado exige apariencias
de la interacción familiar a símbolos psíquicos, estarían experi- fijas. .
mentando, contra el deseo, contra su voluntad, nuevamente la Estos eran los términos sobre los cuales la moderna idea
inestabilidad de las relaciones sociales. En público, no eran sólo de una personalidad desarrollada, antes que un carácter natural
los hechos brutales dei cataclismo econômico los que producían expresado, se introdujo en el dominio privado. Fue por esta
una sensación de cataclismo. Eran tamblén los nuevos términos razón que eI orden dentro de la familia era algo más que una
en función de los cuales se percibían estos hechos, y se trataba reacción frente aI desorden material en eI mundo. La lucha por
a la sociedad como si fuese un vasto «jeroglífico» humano. Si el orden en eI proceso de la familia fue generada por las mís-
los miembros de la familia trataban a sus relaciones entre ellos mas reglas del conocímiento que hicieron que las gentes per-
como a jeroglíficos, para ser comprendidas desvirtuando un sig- cibieran los trabajos de la sociedad en términos personales. Esta
nificado a partir de los detalles de las apariencias Inestables, en- lucha por el orden eu los procesos de la família, sin embargo,
tonces el enemigo había entrado a su refugio. La personalidad mantiene una afinidad peculiar con la forma de la familia nu-
nuevamente produciría la misma desorientacíón que las gentes clear.
buscaban evitar. La familia nuclear simplifica el problema dei orden por me-
Por lo tanto, en un libra como el de T. G. Hatchard Hints dio de la reducción del número de nctores y reduclendo de tal
for the Improvement oi Early Education and Nursery Discipline modo la cantidad de roles que debe desempenar cualquier per-
(cuya decimosexta edición apareció en el afio 1853), las regias sana dentro de la familia. Cada adulto necesita desempenar dos
para la creación dei ordcn dentro de la família son reglas para roles, esposo y padre: sin abuelos en la casa, e1 níüo jamás
la estabilización de las apariencias que los miembros de la fa- los verá como los hijos de otros. El niiío mlsmo tendrá delante
milia presentan entre ellos, Hatchard apuntó todas las regIas de sí una sola imagen dcl amor adulto y de la expectativa adul-
infantiles comunes en la época: «los ninas pequenos deben ser ta; no tendrá que escogcr aquello que es diferente acerca de la
vistos y no escuchados», «un lugar para todo y todo en su lu- manera en que se supone que uno debe comportarse frente a
gar», «Ia fortaleza se construye levantándose temprano». Son los padres, de la manera eu que uno se comporta frente a los
todas advertencias contra la conducta espontánea. Hatchard ex- abuelos o a los tíos. Eu otras palabras, la forma nuclear per-
plicaba que sólo creando en el niiío cl sentido de que debe hacer mite que las ordenadas apariencias humanas se transformen en
una «ordenada presentación» de sí mismo, podrán desarrollarse una cuestión de relaciones humanas simplificadas. Aquello que
sus emociones, todas sus emociones desde el amor hasta la obe- es menos complejo es más estable: cuanto menos se complique
meneia y la sensibilidad hacia los demás. Pera la madre y el uno, más se puede desarrollar la propia personalidad.
padre también se encuentran vinculados por esta regla. Para Dichas creencias aparecieron más notablemente en los do-
que el nific les ame, ellos también deben regularizar su con- cumentos deI siglo XIX que fueron precursores dei famoso «Mcy-
ducta frente a él. Sabiendo qué es lo que debe esperar, el nino nihan Report» sobre la familia negra de los afios de 1960. En
desarrolla la confianzaw la década de 1860 los trabajadores sociales tanto de Londres
como de París, estaban preocupados también por la corrupcíón
65. T. G. HATCHARD, Hints for lhe Improvement of Earl~ Educatian and de los pobres, y vinculaban esa corrupción a las condiciones
Nursery Discipline (Londres, 1853), passim. familiares en las que los pobres vivían.
224
HCS 151.15
Eu Ia década de 1860, así como eu los anos de 1960 un por expertos en delincuencia juvenil como Frederic Demetry y
«hogar destr?zado» era tomado habitualmente como el delin- Johann Wichem, por una nueva generación de pediatras en el
cuente .e~peclfico. nuevamente con una mujer como la cabeza London Hospital, por lord Ashley en sus discursos en la Câmara
de família, Y eu Ia década de 1860, como eu los anos de 1960 de los Comunes acerca de los níftos abandonados, consistía en
lo que era percibido como un hogar destrozado, era de hecho. hacer lo posible por crear condiciones sociales que apartasen
un segmento de una família extendida. La mujer viuda o aban- al nino de las amenazas de una existencia ambigua o conflictiva.
danada no estaba aislada, sino que formaba parte de la tra- Este era el único media de formarlo, o reformarIo, como una
ma en Ia que los niãos eran pasados de la madre al tío o a Ia tía persona fuerte."
en Ia cual los maridos podían írse a trabajar eu otra ciudad ; En la medida en que Ias gentes vieron a Ia complejldad como
luego regresar. RI grupo familiar se volvió así de multídíman. el enemigo deI carácter durable, desarrollaron una actitud hostil
s~onal como. el único media posible de hacer frente a los caro- hacia la idea, y no menos hacia la conducta, de una vida pú-
b~o~ produCldo.s. en Ia suerte de la família pobre. Más que per- blica. Si la complejidad es una amenaza para la personalidad,
c~blr a la familía extendída como una especie de trama defen- ya no será deseable en la experiencia social. Existe una ironia
siva, más. que imaginar aqueIlo que de hecho podrfan significar histórica en esto: el mundo público deI ancien régime, debido
los Cam~l?S catastrófico~ en los destinos de Ia clase media para a toda su complejidad impersonal, era más estable. La misma
un?, família q~e fuese cíertamente una unidad nucleada, los tra- práctica deI artifício, la propia observancia de la convencíón,
bajadoreg sociales de clase media habIaban deI amor incierto dieron origen a una claridad, incluso a una rigidez formal, en
y, por lo tanto, del quebrado espíritu de los hijos eu el hogar: público.
Tal v.~z, de ~echo, el espíritu quebrado se encontrase allí; la Tomando como referencia el catálogo de «males» en la me-
cu~stlOn radl~aba en que con sus interpretaciones estos tra- dicina familiar deI siglo XIX, se puede juzgar el papel de la es-
baja?-üres .socIales oscurecían el poder disruptivo de la economia tabilización en la familia nuclear. Los males eran dolores físicos
med~ante imágenes de la familia nuclear simple como el único no catastróficos con sus orígenes en la ansiedad, la prolongada
medio por el cual el níão podía volverse emocionalmente es- tensión nerviosa o el temor paranoide, La «enfermedad verde»
table.06 era un nombre común para denominar la constípación crónica
En la socie~ad moderna se ha estado elaborando un modelo eu Ias mujeres; CarI Ludwig, médíco eu Ia facuitad de Ia Uní-
de fuerzas socíales que da lugar a la creencia de que el desarro- versidad de Marburgo, penso que sus causas se encontraban
110 .de la personalidad se produce sólo a través de la estabilí- en el temor que tenían las rnujeres a emitir accidentalmente
zacíón de las. interacciones personales; la vida de la família flatulencias después de comer, provocando de este modo una
nucl~r pareciõ haberse adaptado convenientemente como un tensión constante de las nalgas. La «enfermedad blanca» se pro-
m~dl«;> par?- que las gentes intentasen llevar la creencia a la ducía en aquellas mujeres que temían permanecer fuera de la
pr~ctlca: SI todos los detalles de la apariencia y de la conducta casa, incluso en sus jardines, por temor a ser espiadas u ob-
esímbolízan» un estado total de la personalidad sin embargo servadas por algún extrafio; en consecuencía, desarrollaban tan
la pr~pia personalidad puede volverse despegada,' a medida qu~ poco ejercicio que el rostro se volvia completamente pálido. En
camb.lan los detalles de la conducta. EI orden en la apariencia el libro de Breuer sobre la histeria (anterior a Freud) síntomas
exterior se transforma en un requisito para que la personalí- tales como la risa compulsiva son presentados como reacciones
dad .se adapte a través deI tiempo, EI sentimiento elemental es frente a depresiones en el hogar que impiden que la persona
c0!1slderado como un «buen» sentimiento. EI sentimiento COm- sea consecuentemente agradable; la reacción era «un mal tan
phcado ~e vuelve atemorizador; no puede estabílízarse, para común entre las mujeres respetables» que casi se la tomaba
saber quíén es realmeI!te, uno debe seleccionar las partes, des, como una conducta normal. Seguramente, los análisis médicos
ce.n.der hacía las esencias: en el media desguarnecido de la fa- de estos males eran fisiológicos, pero el diagnóstico da parte de
mílía .nuclear el nião desarrollarã sus rasgos de personalidad que todos ellos partían de una escena común: un temor a ex-
despojando a. sus propías apariencias de variedad y compleji- presarse a uno mismo involuntaria e irregularmente desde las
d~d, y apreI?dlendo a amar y confiar sólo en aquellas irnágenes necesidades corporales a los sentimientos dentro deI círculo fa-
simples y fijas de los padres, ~l puede «contar con ellos» para miliar. El catálogo de «males» halladoen los textos de medicina
ser creíble síendo consistente. EI consejo de Hatchard, recogído del siglo XIX es un testamento para los esfuerzos por tratar

66. Daniel Patrick. MOYNIHAN, Report on the American Negro Family (Was- 67. Joseph IiAWES, Children in Urban Society (Nueva York: Oxford Universi·
hington, D. C.: US Dept. of Labor, 1965). passim. ty Press, 1971), passim.
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227
de promover el orden en la conducta y en la expresron en el se trazó cierto límite entre Ia familia y Ia vida pública; durante
hogar. O sea, dicho de otra manera: cuando una sociedad pro- el siglo pasado el deseo de subrayarlo se hizo más perentorio,
pone a sus míembros que la regularidad y la pureza del senti- pera el medio para tr'azar el límite se volvió ~ás confuso".La
miento sou el precio por tener un yo, la histeria se transforma familia de Ia Ilustración derivó su orden a parttr de un sentido
en el lógico, tal vez único, medio de la rebelión. Cuando uno de naturaleza; la familia del sigla pasado derivó su; ordeno de la
lee pasajes como el siguiente, extractado de la obra de Trollope voluntad humana. La humildad en el deseo fue la impr'esión de
The Way We Live Now, no puede reprimir una sensación de la naturaleza sobre el carácter; la pureza del deseo fue la huell~
horror: de la voluntad sobre la personalidad. Las genteses!aban deci-
didas a fijar en un cuadro el principio de la personahdad crean-
(Paul Montague) había sido honesto eon ella desde la primera hora do inestabilidad dentro dcl domínio de la família.
en que se eonocieron. lQué verdad más pura podia desear cualquier
mujer? Sin duda ella le había entregado un coraz6n virgen. Ningún
otro hombre había besado jamás sus labias, o había logrado cogerla Rebeliones contra el pasado
de la mano, o había mirado en sus ajas eon perdida admiración... ai
aceptarle, todo lo que deseaba era que fuese honesto eon ella en ese
momento y para siempre. A fines deI siglo pasado, las gentes se mostraban resueltas a
modificar algunas de las ansiedades y monotonías de esta cultu-
Vírginidad, pureza, permanencia deI sentímiento, ausencia de ra psicológica. En la vestimenta, s~ supone que el p~?ceso de
toda experiencia o conocimiento de otros hornbres, de estos ma- desvictorianizaci6n comenz6 en la década de 1890, reun.lO fu~rzas
les se derivarían los males histéricos que Ilegarfan más ade- en los afies previos a la Gran Guerra cuando Paul Poiret hberó
lante.ó8 a las mujeres de sus corsés, se transformó en una re~uelta.~e
Si la histeria era el signo de los esfuerzos de la personali- gran envergadura en los aiíos de 1920, las fuerzas de hb~raclOn
dad en el núcleo de la familla, no es un accidente que Freud y perdían la batalla por l?s treínta afies , si~uient~s aproximada-
otros trataran de neutralizarIa por medio de una terapia con- mente, pera surgieron tnunfantes en la ultima década, una epo-
sistente en Ia conciencia de sí mismo con respecto a Ia con- ca de blusas transparentes, pantalones apretados a la cadera,
ducta, La mayoría de las terapias parlantes anteriores a Freud etcétera. Semejante retrato histórico es alentador pero engaiíoso.
se orientaban simplemente a haeer que los síntomas desapare- Porque mientras se ha producido una rebelión uniforme contra
cíesen, permitiendo que el paciente retornara a una vida «re- la vestimenta represiva de los vlctorianos. como parte de una
gular» mediante la representación de las histerias en gran de- rebelión contra su represión sexual, no ha habido ninguna re-
taIle al médico, de este modo, supuestamente (y raramente) se las be1ión contra Ia causa de estas restricciones, el acceso de la
purgaba en el paciente. La idea radicaba en que una vez que personalidad individual al .dominio pú~lico. La vestimenta aún
usted hablaba de sus sentímientos, éstos estaban concluidos y es considerada como un SIgno deI caracter, y la lectura de la
acabados; regresaban hacia su pasado. La eonciencia acerca de personalidad de un extrafio a partir de las ropas que él o ella
los síntomas era considerada como un invento regulador; una usan todavía depende de una estética de los detalles. La rup-
inmersión en las profundidades psíquicas no era el propósito tura entre el mundo del vestuario de la cal1e y del escenario
de la medicina prefreudiana. RI propósito era el «domínio». La ha continuado extendiéndose, aunque no en función ~ la~ imá-
tensión emergente en la familia a través deI temor a la ex- genes corporales específicas que vemos en el escenano smo en
presión involuntaria deI sentimíento, el controI impuesto sobre términos deI modo en que decidimos lo que esas imágenes cor-
la conducta superficial a través de la conciencia de sí, La di- porales significan.
ferencia entre Freud y sus predecesores radica en la buena vo- En términos más generales, una rebelión contra la represión
luntad de Freud para que sus pacientes encuentren sus Impul- que no sea una rebelión contra la personalidad en público, no
sos más profundos y desordenados a través de la conversación es una rebelíón. Se produce una «revolucíón cultural», surge
sobre los síntomas histéricos. una «contracultura» y, sin embargo, todos los vicios deI antiguo
Nos encontramos ahora en condiciones de establecer como orden reapareceu, espontâneos e inesperados, en el ~lUevo. La
afectó el concepto moderno de personalidad los equilíbrios en- persistencia ha sido tan común en las modernas rebch?nes bur-
tre la vida pública y privada. En la sociedad del ancien régime guesas contra la vida burguesa,. 9-ue e1 observado~ se siente ten-
tado de concluir que una rebehon cultural semejante caree:e de
68. Anthony TROLLOPE, The Way We Live Now (Londres: Oxford University sentido. Dicha observacíón no es rnuy correcta. Las rebehones
Presa, 1957; publicado por primera vez por entregas 1874-1875), p •. 391. en Ias costumbres, en los rnodales concebidos de una manera

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negligée dei hogar de mediados dei sigla XVI~I se hacia públ.ica.
general, fracasan porque en función de la cultura no son sufi- En el ancieu régime el cuerpo de la mujer era un J?amquí
cientemente radicaIes. El objeto de la rebelión cultural es aÚD que dehía ser vestido. Durante el priIIl:er afio de Thernud?r, .se
la creación de un modo de personalidad verosímíl, y como tal, desvistió ai extremo de aparecer semidesnudo y se VOIVIÓ m-
la rebelión se encuentra aún encadenada a la misma cultura cítante. La merveilleuse, la mujer elegante, vestida de esta ma-
burguesa que intenta echar abajo. nera llevaba una vestimenta de fina muselina que revelaba ter
Un buen ejemplo de esta autoderrota cuando la personalidad talrnente la forma de sus pechos y no cubría ni 5US brazos IlÍ:
conforma el objetivo lo obtenemos aI contrastar dos rebeliones sus piernas más abajo de las rodillas. Mujeres au~c~s com?
en la moda, separadas en el tiempo por el sigla XIX. La primera madame Hamelin quien realizaba paseos por los jardines pu-
fue una rebelión contra el lenguaje deI cuerpo en el ancien ré- blicos completamente desnuda, cubierta sólo con un fino chal
gime; esta rebelión se produjo en Paris en 1795 y su propósito de gasa. O madame Tallien, la principal figura de la moda en el
era el de liberar el caracter natural, permitir que «la nature Paris de Therrnidor', quien aparecia en la ópera usando solamente
spontonée» se expresase a si misma en público. La segunda re- una piei de tigre. Louise S tuart escribía desde París que estos
belión luva lugar a mediados de la década de 1890; fue una «vestidos transparentes... convenceu a uno de que debajo no hay
rebelión contra la represión y el remilgo victorianos, pero su ninguna camisa-.s?
propósito era permitiries a las gentes que expresaran sus pro- Mesdames Hamelin y Tallien eran los extremos, segurame~te.
pias personalidades en público. Haciendo esta comparación, po- Para aqueIlas mujeres de posición inferior en .Ia escala social,
demos obtener cierto sentido acerca de la dificultad en nuestra mujeres que habían estado vistiéndose con uaiformes hasta el
época de unir la personalidad y la espontaneidad, de hacer un afio anterior, estas merveilleuses establecieron una moda qu= ~:
credo de la Iiberación dei yo. ínmediatamente imitada. En formas menos extremas, se afiadió
lQué significa la expresión «vestuario revolucionarlo»? En una camisa debajo de la muselína. La muselina mostraba no
Paris, durante la Gran Revolución, significaba dos ideas contra- solo la forma de los pechos sino, lo que era más importante, el
dictorias referidas a la vestimenta, una dominando los afias 1791- moviIDiento de los demás miembros cuando el cuerpo cambíaba
1794, y la otra dominando los afias de Thermidor que comien- de posícíén."
zan en 1795. Para evidenciar este movimiento, era común que tanto hom-
La primera de estas ideas es familiar en nuestros tíempos, bres como mujeres mojasen sus vestimentas de !Uuselina para
La indumentaria en la China moderna está basada en el mismo llevarIas lo más ajustadas ai cuerpo que fuese posible. Goteando
principio que la vestimenta en el París de Robespierre, a pesar humedad salían entonces a las calles, tanto en mvierno como
de que las rapas actuales sean diferentes. La índumentaria se en verano. La consecuencía fue una tremenda epidemia de tu-
vuelve uniforme, simbolizando el hecho de que la sociedad Iu- berculosis entre la población parisina. Los médicos apelaban
cha por la iguaIdad. La blusa monótona, e1 pantalón de corte a la sequedad en el nombre de la sensatez y la Naturaleza;
71
simple, la ausencia de joyas, adornos li otros atavios, todo ello probablemente el último llamado. Pocas personas les escucharo.n.
significaba en París la ausencia de barreras. EI Paris de Robes- Las frivolidades de la peluca en los afies de 1750, los perna-
pierre era un ataque directo a la clasificación de la posición so- dos con vegetales y barcos en miniatura: los parisi~os de aque-
cial que había tenido lugar en Paris durante e1 ancien regime; lla época los encontraban divertid?s. .No ha~ía, sm. embargo,
se quitaron simplemente las etiquetas. EI cuerpo fue desexuali- ninguna intención de burlarse ~e SI rmsmo, mnguna lr?ma vo-
zado, o sea, no había que llevar «encajes» para hacerlo atrac- luntaria nt siquiera en la vestimenta más atroz. !--a idea dei
tivo o admírable. Haciendo de su cuerpo algo neutro, los cíu- juego, nacida en París durante la época de .Therm1.dor, es una
dadanos eran libres para tratar entre ellos sin que se interpu- en la cual el mofarse de uno mísmo se VOlVIÓ dominante. Está
sieran las diferencias externas. gráficamente explicitada por la contraparte masculina de la mer~
Poco tiempo después de la caída de Robespierre, esta noción veílleuse, el incroyable.
acerca del vestuario revolucionaria dia paso a algo mucho más El incroyable era un hombre vestido en forma de cono con
complicado. Más que una eliminación del cuerpo y de sus rasgos, su extremo en el suelo. Pantalones muy estrechos, a menudo
las gentes comenzaron a vestirse de forma de exponer sus cuer-
pos entre ellas en la calle. La libertad ya no se expresaba con-
cretamente mediante uniformes: ahora se produda una idea de 69. BURRIS-MEYER, op. cit., p. 91; cita en SQUlRB, op. cü., p- 135.
libertad en el vestido que daria al cuerpo un movimiento libre. 70. Esta interpretacién difiere un poco de la de SoUIRE, p. 135.
71. Una conducta absolutamente inusual como ésta fue uno de los inviernos
Lo que las gentes deseaban ver en las calles eran los movi- más frios ocurrtdos en Francia en la década de 1790.
mientos naturales y espontáneos de los demás. La apariencia
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confeccionados con la misma muselina de los vestidos femeni- física eu público. Se ha estimado que en 1796 se abrieron en
nos, conducían a chaquetas cortas y terminaban en cueIlos altos París cerca de seiscientos salones de baile; las gentes acudían
y exagerados, corbatas de colores brilIantes y el cabelIo desarre- a ellos a cualquier hora del día o de la noche, sudorosos y
glado o cortado ai ras en el estilo de los esclavos romanos.u fétidos como solían estar. Estar constantemente en las calles, li-
Este conjunto significaba una parodia de la moda. Los incro- bres, era un deseo que raramente los parisinos dejaban de sa-
yables parodiaban a los macaronis, los elegantes de Ia década tisfacer. Creció la importancia absoluta de la calle; muchos ca-
~e 1750, usando impertinentes y caminando con afectación. Los fés que permanecían abiertos toda la noche comenzaron su ac-
incroyables esperaban que se rieran de ellos en Ia calle: les en- tividad en la ciudad en ese afio, con sus ventanas abiertas a la
cantaba la envidia que despertaban; sus cuerpos eran 'tratados calle; en invierno las ventanas no tenían cortinas. Los antiguos
por elIos y por aquelIos que les miraban como si fuesen una adornos habían consistido en pesados cortinados cuyo objeto
broma. Ocasionalmente, también la amarga parodia marcaba la era el de proteger a los clientes de las miradas curiosas que
indumentaria de las mujeres; el style du pendu, o a la victime, provenían de la calle.w
era un corte de cabelIo a Ia moda de aquellos que serían guillo- En los afies de 1750, los distintivos del rango en las calles de
tinados. Un entretenimiento popular era eI bal des pendus, donde París no eran tomados como indicadores del carácter. Ahora
hombres y mujeres iban vestidos para Ia guillotina o lIevaban el cuerpo se había transformado en un distintivo. Para ser visto,
círculos rojos pintados alrededor dei cueüo,» tal como uno lo era, en la calle, para estar visible y desprote-
Hay momentos en la historia de todas Ias ciudades en que gido: desde la fina muselina que cubre el cuerpo hasta la ausen-
son suspendidas las regias inhibitorias. A veces Ias inhibiciones cia de cortinas en las ventanas de los cafés, todo está gobernado
son d:jadas de lado por un día o algo así, como durante la ce- por un impulso similar. Las caIles del París de Thermidor ha-
Iebración dei Martes de Carnaval en algunos países o en los brían de ser lugares sin máscaras.
días festivos. A veces, la ciudad puede ser durante algunos anos Algunos de los elementos de la vestimenta termidoriana, la
un lugar donde aquellas inhibiciones establecidas por una socie- camisa de muselina, la levita suelta y los pantalones, continuaron
dad rural. dominante son abandonadas cuando las gentes emi- usándose a lo largo de las primeras dos décadas del siglo XIX.
gran ~cla un .centro urb~o que todavía carece de códigos Durante estas décadas, sin embargo, paulatinamente se colocan
restrtctívos propios, Jean Duvignaud llama momentos de libertad sobre el cuerpo cada vez más tela, adornos, y capas de ropa.
urbana negativa a estos momentos cuando las inhibiciones son En 1795, el parisino en la calle buscando emular la simplicidad
suspendidas momentáneamente o en que las reglas existen pero y Ia rectitud de la antigua Grecia, comenzó a darle a la vesti-
pueden ser efectivamente ignoradas.õ ' menta nombres en Iatín. Esta práctica también desapareció gra-
Durante la época de Thermidor, la vida social en París podía dualmente, como lo hizo el uso de la indumentaria en función
ser calificada como uno de esos momentos, y muestra cuál es el de Ia ironía.76
problema de semejante libertado Si uno se libera de la inhibi- La perdurable importancia de Ia indumentaria termidoriana
cíón, lpara qué es libre? Los termidorianos no tenían noción no radica en cuánto tiempo permaneció como influencia el ves-
de que estaban tomando una vacación, de que las reglas habían tuario específico. Se trata de que aqui había verdaderamente
sido abandonadas sólo por un momento para que las gentes pu- una revolución en la cultura, una revolución en su esencia. La
dies~n tomarse un respiro. No menos que en la época de Ro- experiencia revolucionaria estaba a disposícfón de cualquiera
bespíerre, el hombre de 1795, creía estar presenciando el naci- que lo descara, porque los fundamentos en los que se basaba la
miento de una nueva sociedad. EI sentido de la naturaleza se revolución eran fundamentos impersonales. Mostrar el cuerpo
refería ai plano físico, llevarIo al público significó que las gentes en público no depende, como idea, de un sentido previo con res-
podían ser espontáneas en sus relaciones sociales. Una dependien- pecto a si uno es un revolucionario o no; al desarroIlar esta
ta Ie preguntaba a Tayllerand: lUsted cree que nos sentíamos acción específica, uno participa. Cuando una revolución es con-
más liberadas cuando no tentamos rostros, ni pechos, ni muslos? cebida en términos impersonales como éste, se transforma en
COD esta entrada de la naturaleza física dentro de la esfera una cuestión realista, porque la actividad práctica puede hacer
pública se produjo un estallido de entusiasmo por la actividad que se produzca.
Cuando una revolución se concibe en términos personales, se
72. BOUCHBR, op. cit., p. 343; WILCOX, The Mode in Hats and Headdress, vuelve más irnpracticable. Uno debe ser «un revolucionaria» a
pp. 188-189.
73. iu«, p. 189.
74. Jean DUVIGNAUD, Sooiologie du Thédtre (Paris: Presses Universitaires de 75. BURRIS'MEY:ER, op. cit., p. 90.
France, 1965), p. 238. 76. BOUCHER, op. cit., pp. 343·344.

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fin de participar en la revolución. En tanto que la mayoría de mundo occidental femenino después de eUas) constrifieron su cintura
las revoluciones son asuntos confusos, y los grupos revolucío- según los ortodoxos 45 centímetros y apretaron sus pies dentro de
narios tienen identidades confusas, esta fundamental intrusión zapatos de charol con las puntas recortadas y con tacones más altos
de la personalidad es probable que haga de la revolución no tan- que los de Maria Antonieta. 79
to una cuestión de actividad concreta como una de gestos sim-
bólicos y de un cambio experimentado sólo eu la fantasía. La Para los hombres, 10 que aÚD importaba era el detalle -el
misma dificultad puede esperar menos deseos extremos de cam- monóculo, el bastón, etcétera-e-, y el hombre aÚD se encontraba
biar lo q~e ha existido. Esto es 10 que ocurrió un sigla después fajado por las rapas. EI refinamiento de los detalles en la vesti-
d; T~ermldor. Una vez que la personalidad llegó a gobemar los menta masculina, como el cuello almidonado, hizo a la vestimenta
termmos de la cultura, la rebeliõn personal se transformó en más restrictiva de lo que habia sido veinte afies antes. Las mu-
los afies de 1890 en una cuestión de desviación de las normas jeres habían liberado sus muslos pero no el resto de sus cuer-
sociales. La mayor'ía de las gentes que se rebelaron contra el pos: el corsé permanecía tan ajustado como siempre,
r~milgo victoriano ,en la vestimenta fue confundida por sus pro- Sin embargo, la verdadera medida de la distancia entre la
pIOS actos y creyo que los «verdaderos» rebeldes eran gentes época de Thermidor y los afies de 1890, no radicaba en cuánto
fundamentalmente diferentes de ellas. podfan llegar a desvestirse las mujeres de este último período,
En los afios que precedieron a la década de 1890 la constric- sino más bien en lo que las gentes de los afios de 1890 creían
ción del cuerpo femenino alcanzó un nuevo valor. Las caderillas expresar con estas innovaciones, no obstante limitadas.
~e volvieron comunes en los afies de 1870 y 1880; requerían una Merece la pena observar en algún detalle la moda transitoria
Jaula y numerosos sostenes para mantenerse. EI corsé también de los primeros afios de la década de 1890: la horadación de los
se volyió elabora~o y constrictor, de manera que el cuerpo de pezones femeninos a fin de insertar alfileres de oro o enjoyadas.
la mujer estaba literalmente aprisionado. Las papalinas que de- He aquí una carta escrita a una revista femenina de la época
formaban la cabeza y los zapatos de mal gusto completaban el en la cual la autora trata de explicar por qué se sometió a esta
cuadro. La apariencia masculina, aunque no eataba constreiíida penosa operación:
se volvió igualmente carente de atractivos. Los pantalones sfn
formas con grandes dibujos, los gabanes desalifiados, y los eue- Durante mucho tiempo no podía ccmprender por qué debfa some-
Ilos cerrados otorgaban a los hombres un aspecto rutn.?' terme a tan dolorosa operación sin una razón suficiente. Sin embargo,
. En los afios de 1890, tanto en Londres como en París se pronto llegué a la conclusión de que muchas mujeres están preparadas
II~te!1tó rescatar ai cuerpo de estas deformaciones físicas. En 1891,
para soportar un dolor pasajero en nombre del amor. Vi que los pe-
chos de aquellas mujeres que usaban anillos eran incomparablemente
súbltamente las caderillas dejaron de estar a la moda y fueron redondos y más completamente desarroUados con respecto a los de
reemplazadas por faldas estrechas ajustadas en la cadera. A me- aquellas mujeres que DO los usaban... de modo que me hice agujerear
diados de la década de 1890, comenzó a reinar nuevamente el los pezones y cuando las heridas estuvieron cicatrizadas me coloqué
calor en la vestimenta de hombres y mujeres. En los hombres los aniUos... sólo puedo decir que no son de ninguna manera íncõmo-
la rebelión contra la monotonía consistió en una nueva exube- dos o dolorosos. Por el contrario, el roce y e1 deslizamiento leves de
rancia en Ic;>s detalIes de la ropa, en los bastones y en el colar los aniUos me producen una sensación muy placentera.sí
de las polainas y las corbatas. Cuando londinenses y parisinos
usaban estas ropas en Ias ciudades de provinda y del campo Por la misma razón que perforaban sus pezones, las mujeres
despertaban el comentario y la indígnacién." ' también comenzaron a usar enaguas de seda que, aparentemente,
La rebeli~n co~tra los victorianos nunca podia compararse erujian de manera seductora. Comenzaron a rizarse el cabello
en su cabal íntensidad con Ia rebelión de los termidorianos con- con el objeto de parecer «seductoras»; incluso comenzaron a
tra la Revolución y el ancien regime; tal como sefiala agriamen- usar maquillaje. l Qué idea de la sexualidad esperaban trasmi-
te Barton: tir? La laceración de los pechos, el uso de algunas c1ases de
maquillaje y de ropa interior crujiente, significaron que el lla-
Un siglo después de que las liberadas ciudadanas de Paris arroja- mado sensual llegaba a través de preparativos que estaban ocul-
sen su corsé y sus zapatos de tacón alto, sus descendientes (y todo el tos por la vestimenta o que, en el caso de los cosméticos, oculta-
ban el rostro. Nadie puede ver los anillos a menos que vea a la
77•. BARTON, op. cit., p. 461; Eternal Masquerade (Nueva York Public Library mujer desnuda, se puede escuchar el crujido de las enaguas pero
ColIection, n.d.), p. 230; BARTON, op, cit., pp. 343-344.
78. Nevil Truman PITMAN, Historie Costuming (Londres: A. r. Pitman & Sons
1%7). p. 109; BROBY-JOHANSEN, op. cit., p , 195, ' 79. Cita de BARTON, op. cit., p. 498.
80. Cita an6nima en ANGELOGLOU, op. cit., p. 103.
234
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éstas no se pueden ver. En lugar de la vestimenta protectora Esto es una exageracion. En la década de 1890 el ruaquillaje
de los afias de 1840, la idea de las atractivas rapas de los afias se producía masivamente y se lo publicitaba discretamente en
de 1890 residia en agregar una capa sobre el cuerpo, pero ocul- las revistas femenínas, Lo que es correcto es que utilizando di-
ta a la visión exterior. Un símbolo de libertad emocional como chos artificios para hacer el cuerpo atractivo era como si la
el anillo deI pezón aún es invisible. Sin embargo lqué imagen mujer estuviese cometiendo algún tipo de crimen. Hc aquí el
de un .cuerpo femenino podía tener un hombre cuando escu- recuerdo de Gwen Raverat acerca de los cosméticos en los afios
chaba el crujido de cinco capas de enaguas? Podría parecer ló- de 1890:
gico que una rebelión contra la rigidez en Ia indumentaria en
los afios de 1890 hubiese significado una vestimenta más simple, Sin embargo, obviamente, Ias mujeres menos favorecidas si usaban
pera la ropa se volvió más compleja y simbólica. No liberó a polvo con discreción, pera nunca Ias muchachas jóvenes. Y ~unca,
las mujcres de los constrefiimientos; antes bien, vestir el cuerpo nunca- rouge o Iápiz de labios. Eso era definitivamente para actnces o
significaba ahara agregar una capa nueva, sexual." «cierta clase de mujeres», o para la especie más perversa de dama
La razón de esta dificultad en la liberación de la vestimenta «elegante».
femenina radicaba en que la sexualidad, creada por una capa
de tela, cantinuaba la misma noción deI vestuario que tomó Esta sensación de estar cometiendo un crimen, al agregar una
forma en mitad deI sigla, que la indumentaria es una expresión capa sexual sobre el cuerpo, es la que hacía que las mujeres de
de la peesonalídad individual. cIase media tratasen de volveria invisible. El cuerpo hablaba,
En la década de 1890, los pezones agujereados, las enaguas y pero en secreto. Los cosméticos eran el único desafio audaz a
los cosméticos eran códigos deI carácter que el observador ne- las costumbres victoríanas.v
cesitaba saber cómo Ieer. Un ejemplo: la cantidad de enaguas En este período, el vestuario se transformó en un símbolo
crujientes debajo deI vestido .indicaba, supuestamente, Ia Impor- diferente para aquellas mujeres comprometidas ideológicamente
tancia que una mujer le adjudicaba a una determinada situación con la emancipación. Estas mujeres querían ser libres de la
social en la que ella aparecía. Si ella hacía crujir positivamente idea de que sus cuerpos existían con el sólo propósito de atraer
sus enaguas, significaba que deseaba estar en su mejor forma. a los hombres; querían que sus vestidos fuesen independientes
Pero también podía de esta manera adornarse con exceso, apa- de las imágenes sexuales. No obstante, la indumentaria que eli-
reciendo como demasiado seductora en una situación dada, mos- gieron para expresar esta libertad fue Ia que utilizaban los hom-
trando a su vez que ella había juzgado mal la cIase de sus bres; los gestos deI cuerpo también se volvieron hombrunos.
acompafiantes. Cómo matizar semejante minucia, cómo equllí- A los ajas de aquellos a quienes encontraban en sus manifes-
brar el propio cuerpo: era una actívídad tan problemática en tacíones, toda esta exhibición de liberación era una exhibición,
los afias de 1890 como lo había sido en los de 1840. supuestamente, de incIinación lesbiana. La apariencia física de
Los intentos de ser sexual por media de artificios ocultos las mujeres que se emancipaban de los roles sexuales y la apa-
como los anilIos de los pezones, Ias enaguas o el perfume apli- riencia física de aquellas mujeres que trataban de volverse más
cado debajo de las prendas exteriores indicaban un carácter muy sexuales conducía al mismo :fin: aparecían a los ojos de los de-
particular y prohibido. El ser sexualmente libre significaba ser más como comprometidas en una actividad ilícita.v
una mujer mundana, una prostituta de clase alta. EI uso de Resumiendo, la rebelión en estas términos se transforma en
cosméticos ha sido asociado, a lo largo deI sigla XIX, con Ias la sociedad en un acto de desviación. La desviación es per se
cortesanas. En la década de 1890, horizontales famosas como un acto de anormalidad. Sentirse libre para expresarse, desvia-
Emilie d'Alençon o La BeIla Otero eran expertas en el uso de ción, anormalidad: estos tres términos se vuelven absolutamente
cremas y perfumes. En 1908, Helena Rubinstein expresó, vinculados una vez que el medio público se transforma en un
campo para la revelación de la personalidad. En la época de
El maquíllaje se usaba exclusivamente con propósitos escénicos y Thermidor, el cuerpo natural era una exposición deI aspecto que
las actrices eran las únicas mujeres que conocían todo con respecto a las gentes debían Iucir en la calle: cl impacto que esta semi-
ese arte, o quienes se atrevían a ser vistas en público usando sela- desnudez podía producir, no era expresado en función de lo
mente una fina película de polvo de arroz.

82. Helena Rubinsteín citada en ANGELOGLOU, op, cír., p. 107; Gwen RAVERAT,
Period Piece (Londres: Faber and Faber, 1952), p. lOS. Esta memoria constituye
81. Eternal Masquerade, p. 209; WILCOX, The Mode in Hats and Headdress, una maravillosa descripción de la época.
p. 266.
83. BROBY·JoHANSllN, op. cit., p. 200.
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incroyable o lo merveilleuse cometiendo un crímen. Mientras que una libertad irrestricta en el vestuario escénico que no podía
en los anos de 1890 era una transgresión que una mujer, o un encontrar en sus propias ropas de calle.
hombre como Oscar Wilde, fuese libre. En una cultura de per- En 1887 Antoine, el gran propulsor del realismo .escénico, lanzó
sonalidades, la libertad se transforma en una cuestión de no su Théâtre-Libre en París. Buscaba la más precisa reconstruc-
comportarse ni aparecer de la manera eu que lo hacen los de- ci6n de la «vida real» sobre el escenario: si un personaje, por
más; la libertad se vuelve una expresión idiosincrática antes ejemplo, debía estar cocinando en un hornillo. ~os huevos y el
que una imagen de cómo puede vivir la humanidad como tal. tocino se freían efectivamente sobre el escenano. El suyo fue
La conciencia de sí mismo debe desempenar un rol superla- el último suspiro de esa búsqueda de veros~mi1itud ~u7 comen-
tivo en cualquier rebelión de esta naturaleza, y directamente zara cuarenta afias antes. El teatro de Antome fue rápidamente
a expensas de la espontaneidad. Las memorias de los termido- atacado por los pintores lIamados simbolistas, un grupo que se
rianos cuentan lo que era la vida en las calles. Las memorias aproximaba, aunque no coincidia totalmente, "con las ~deas de
de los rebeldes de la década de 1890, cuentan corno les hacían aquellos poetas asociados a Stéphane Mallarme. Conducídos por
sentir sus vestimentas. Cuando el hombre de la época termido- Paul Forte, estos simbolistas fundaron el Théâtre d'Art.84
riana había tomado conciencia acerca de su apariencia, lo había RI Théâtre d'Art (que pronto cambió su nombre por el de
hecho con propósitos de burla, un propósito social, una cuestión Théàtre de I'Oeuvre) buscó hacer todos los elementos de la obra
de reírse de sí mísmo junto a los demás. EI conocimiento de la tan libres y armónicos entre ellos como fuese posible. Abando-
personalidad es un poco más inhibitorio; los experimentos con naron el «mundo real» y sus visiqnes y vestigios como model~s
la indumentaria se volvieron peligrosos o tema de ensayos en de reíerencia: vieron en cambio que la forma de un drama tema
el juego de la fantasía, porque cada experimento constituye un una estructu~a, símbolo o símbolos, que definían.el modo de
planteo sobre el experimenatdor. relación entre el decorado y el vestuario, el vestuário y las luces,
Las desviaciones tienen un curioso efecto de refuerzo sobre etcétera. Las apariencias físicas debían expresar esa forma tan
la cultura dominante. Cuando las gentes comentaban los gustos sensual e ínmediatamente como fuese posible.
de Oscar Wilde para con las corbatas y las fajas, en los afies por medio del Théâtre d'Art los parisinos comenzaron a apre-
anteriores a su juicio por homosexualidad, ellas estaban acostum- ciar apariencias corporales en las que la expresión se v.olvía
bradas a reconocer su individualidad y, aI mismo tiempo, espe- fluida, separada del realismo de los huevos con J~ón'; Víeron
cificar que tales gustos eran una clara definición de cómo el cómo el cuerpo se volvía plástico, y en este sentido hbre del
caballero común no debía vestir. Kai Erikson ha argumentado mundo, pera más que solamente una d;claración de rechazo
que cuando una sociedad puede identificar a ciertas personas del mundo. Eu el teatro, el cuerpo podía adaptar tantas for-
como desviadas, ha adquirido también los elementos para de- mas de expresión como sugiriese el mundo simb6lico de la
finir a quien o a aquelIo que no es desviado; el desviado con- obra.
firma las normas de los demás volviendo claro a través de una El Théâtre d'Art era vanguardista, pera esta nueva concep-
moda llamativa lo que debe ser rechazado. La ironia de la rebe- cíón de la imaginación corporal tambíén se difundió hacia el
lión contra la vestimenta homogénea, monocromática, que co- teatro popular. La Harvard Theatre Collection tiene fotogr~fías
meuzó en los afios de 1890, es que cada estadio de la rebelión de Sarah Bernhardt en muchos de los roles que desempenara
«ínteresa» a aquellos que no se rebelan, y también les propor- en los anos de 1890. En el papel de un muchacho trovador en ~a
ciona una imagen concreta de la apariencia que no deben tener obra de Coppée Le passant, ella .usa un traje de malIa que, deja
si no quieren ser proscríptos, totalmente al descubierto sus piernas y muslos, una fantástica
EI signo más claro de las inhibiciones sobre la rebeli6n per- capa y un vestido suelto. No es un modelo histórico e~ac!o de
sonal en una cultura de personalidad se produce en las relacio- un trovador como podría haber hecho de elIa un disenador
nes entre los códigos de creencia en el escenario y entre el pú- de los anos de 1840, ni tampoco una fantastificación deI vestua-
blico. EI artista se ve forzado cada vez más dentro de un rol rio común de la calle, como hubíese sido eu los afies de 1750.
compensatorio a los ojos de su público, como una persona que Es más bíen un compuesto de elementos fantásticos. y reales
realmente puede expresarse y ser Iíbre. La expresi6n espontânea combinados con tanta imaginación y libertad que su Indumen-
es idealizada eu la vida cotidiana pero realizada en el dominio taria no tiene ningún significado en funci6n de referentes o cau-
deI arte. RI vestuario teatral de la década de 1890 parecía ver- sas externas. Como Fedra, aparece eon túnicas clasicas, sueltas.
daderamente revolucionario en la época porque creaba precisa- No se trata, nuevamente, ui de aquellas túnicas que un arqueó-
mente una expresión para el -cuerpo que iba más alIá de los
términos de la desviación y la conformidad. EI público encontr6 84. LAVER, Concise History oi Fashion, p. 216.

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logo podría describir ui de ~a e~tensión .de una costumbre ge- En cíerto modo los ballets rusos eran la ciudad termidor'ia-
neralmente de moda. Un cmturon con mcrustaciones de oro na cobrando vida en el escenarío, pero ahora la ciudad no debía
sujeta estas túnicas a la cintura. Cada vez que la Bernhardt se
experimentarse nunca fuera del vestíbulo dei teatro...~ubo un
rnueve, las túnicas asumen una nueva forma. EI cuerpo constru- momento famoso en la historia de! baIlet cuando Nijirisky, e!
ye una expresíón, un símbolo de la heroína clásica: la vesti.
primer bailarín masculino, hizo un extraordinario mutis deI es·
menta es una extensión dei cuerpo de la actriz durante la ac- cenário en un ballet en el cual representaba el papel de un fauno.
tuacíon.e
Saltó desde fuera del escenario, pareció ascender hasta una al-
, Si los afios de 1840 fueron un período donde las gentes acu- tura imposible justo antes de desaparecer .detrás deI :elón l~te­
dían ai t~atro para r~solver la problemática planteada por la ral. Su traje acentuó cada línea deI movtmíento. Parecia alguien
calIe: h~cla fines dei siglo las gentes acudían ai teatro para ha- que estuviese liberado de la fuerza de gravedad, cuya aparrencia
llar. rmagenes de espontaneidad, una libertad expresiva no sujeta total simbolizaba la falta de peso y de esfuerzo flota;ndo -en e!
ai símple r~pudio de la calle, En ambos casos, el arte dramático espacio. EI público se enardeció; aun así lqué oportu!Udad tenía
formal realizaba para el público 10 que éste no podia consumar Proust, fàjado en su chaqueta de piel, qué oportunidad tenían
eu ~I ar~ ~amático cotidiano. En los afias de 1840 esta consu- las damas prisioneras dentro de sus corsés y los caballeros con
macíón significaba que el público se había transformado en un sus bastones cueIlos altos y sombreros aplastados, de alcanzar
espectador de Ia verdad, ellos la observaban pera no la actua- a ver, y mucho menos de actuar en si mísmos, esa libertad de
bano Para 1900 esta pasividad se había hecho más fuerte. El expresión cuando caminaban por la calle? 87
espectador en el teatro ve una libertad de expresión, pera al
Igual que el espectador en el teatro de cincuenta aãos antes, no
ve na.da clarificado con respecto a sus propias percepciones. En Resumen
cambio, Se ~e prese?ta una ~orma alternativa de la percepción.
. Este VacIO es mas Ilamativo eu un fenómeno que se asienta
mas alIá de 1900 y durante 9 aüos: Ia aparíción de los ballets Durante el sigla pasado, la personalidad estaba. compuesta por
rusos en París. Es difícil evocar retrospectivamente la electrici- tres términos: la unidad entre impulso y apanencia, ::"utocon~
~ad que genero la aparicíon de estos grupos, Eran extraordina- ciencia deI sentimiento y espontaneidad como anormalidad, La
nos baIlarmes; sus movimientos Do tenfan nada de convencional raíz de la personalidad fue una nueva clase de creencia s~~ul~r;
n~~a «baflético», pero el cuerpo parecía estar totalmente al ser~ la Naturaleza trascendente fue reemplazada por la sensacion in-
VICIO de la emocíon primaria. Era esta expresividad animal de manente y el hecho inmediato como el arduo corazón de la rea-
los cuerpos, y no la «atmósfera» exótica u oriental de los baIlets lidado .
rusos, la que. se apod;raba de la imaginación dei público. En la obra de Balzac, estas términos de la personalidad fue-
EI vestuarío de Léon Baksr realizado para los ballets rusos ron establecidos dentro de códigos para la c?~prenSlOn d.e la
era a la vez un resumen de todo aquelIo que el Théâtre d'Art sociedad, y estaban relacionados con las condIcIo~es matenal~s
esperaba ,crear y aun así más insistente y elemental. Visto en de la época. Eu la indumentaria de mediados. ~e siglo, estos ter-
una galena o exhíbído por sí mismo, parece pesado e incómodo. minos de la personalidad accedieron al dOmlDIO publico, Y ,":?a
AI verIos adaptados. al .cuerpo humano, tanto en las fotografias vez allí entraron en el diálogo con las fuerzas de la produccíón
como en los finos dibujos de Baksr, los vestidos y el cuerpo se y distribución industrial. En la família nuclear de la época, de-
vuelven un.o; lo que el cuerpo realiza y la forma en que las bido a todo el anhelo de estabilizar las relaciones personales y
rapas lo vísten se encuentran perfectamente unidos de modo separarias de la socíedad, estas mismos términos de la perso-
que cada movimiento del bailarín tiene tanto un sdgnificado ki- nalidad perturbaron el proceso de. Ia familia: Y en l~s rebeliones
nestésico Cama de «foto fija».86 contra la cultura pública de mediados de .siglo, el lDte~és. com-
pulsivo por la expresión personal en público permaneció Intac-
to inhibiendo tanto el alcance como la espontaneidad de la
85. Se encuentran n;tiserablemente reproducidas en el libra de ComelIa Orrs rebelión, y ampliando el vacío entre las. apariencias en la vida
SKINNIlR. sobre la actnz, Madame Sarah (Cambridge Mass.: Riverside Press cotidiana y las apariencias en e! escenano.
1967); las.
College láminas originales están en la Harvard Theatre Collection, Harvard
Llbrary,
86. Una recíente subasta, en la primavera de 1972, de las vestimentas de
Bakst se llevó a cabo en Londres, donde las rapas fueron bellamente exhibí- Foulke (Nueva York: Harper & Row, 1970); The Drawings of Léon Bakst (Nueva
da~; Iamentablemente, la mayoría de ellas se ha11a hoy dispersa en coleccícnes York: Dover Puhlícations, 1972). .
pnvadas; Bons KOTCHNO, Diaghilev and the Ballets Russes, trad. Adrienne 87. Para un relato más exhaustivc consultar la obra de Richard BUClCLE,
Nijinsky (Nueva York: Simon and Schuster, 1971).
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HCS 151.16
Fuera. de este ~cceso de la personalidad dentro de Ia sociedad IX. Los hombres públicos
y d: su mters~Clón con el capitalismo industrial eu público se dei siglo XIX
hab~n producido to~os ~os smtomas de un peligro psíquico a~er~
ca e .los ~uevos termmos de la cultura pública: temor a la
reve~ac~ón involuntaría ~el carácter, una retirada defensiva del
Sen!~mlentol y una; c~eClente pasividad. No es extraão una sen-
s~clOn de presentímtento, no es cxtraíia la oscuridad que se
a ate sobre este período. Como eu realidad Ias gentes podían
creer ~n tr~sformarse eu aquello que podían experimentar eu Cuando la personalidad irrumpió en el domínio público, la
f~r6ma mme~ata, una especie de terror sobre lo inmanente írrum- identidad deI hombre público se dividió en dos. Unas pocas per-
pi eu SUS vidas, sonas continuaron expresándose activamente en público, continua':'
EI verda?cro drama de la vida pública nos lleva nuevamente ron la imaginación del hombre-como-actor que orientara el an-
a Balzac. Mientras se viste, la mujer respetable se muestra reo- cien régime. Para mediados dei sigla XIX, no obstante, estas po-
cupada par9-ue los «detalles reveladores» de su aparienci~ po- cos activos se habían vuclto profesionales; eran ejecutantes
drían. sugerrr aspectos negativos de su caracter; los banqueros especializados. Otra identidad creció junto a ésta: la del espec..
se atlsba,n entre ellos .buscando vestígios de bonhomía. Por lo tador. Y este espectador no participaba en la vida pública tanto
t~~, míentras ,sus sujetos deformaban la idea de la apariencia como se insensibilizaba para observarla. Inseguro de sus senti..
r~ ica que hab1a~ heredado, de modo que se volvían actores co- mientos y convencido de que, fuesen lo que fueran, se expresa..
1 anos m á s seno~ y. menos expresivos que sus antepasados ban independientemente de su voluntad, este hombre no aban..
Balzac tomó estos termmos y extra~o de ellos un theatrum mundf donó la sociedad pública. Se aferro a la creencía de que fuera
verdaderamente nuevo, una cornédie humaine del hogar, en la muchedumbre cosmopolita, había importantes
E .. .
s una lTo~a: el lector moderno, encontrando el mundo de experiencias que una persona debía tener; a diferencia de 5U
Balzac, es guiado po~ el autor en forma firme e intencionada predecesor del ancien régime, para él esta realízacíón en público
a ~ensar «asi es París: he aquí un ejemplo dei modo en que no estaba destinada a su ser social sino a su personalidad. 8t_
ac,ro-a el mundo». Los contemporáneos de Balzae utilizaban los s610 podía prepararse, sobre todo _si solo podía disciplinarse para
:~~s ~lementos de percepcíõn, y con ellos tenían cada vez más guardar silencio en público, sus sentimientos experimentarfan
~ ta p~a comprender cómo actúa el mundo. Solo un ran aquello que él como individuo no podría eXperimentar.
artista podia _entonces realizar las tareas de expresión PÚ~li a EI espectador, con su actitud pasiva en público aunque con-
qdu~ .en los anos de 1750 habían sido realizadas en la vida c~ tinuara creyendo en la vida pública, muestra cómo a mediados
tI lana. - del síglo pasado un nuevo orden secular se unió a una creencia
Don~d Fanger ha resumido muy bíen la tarea de novelistas sobreviviente dei ancien régime. A partir de todo lo que se ha
de la cíudad tales como Balzac y Dickens. En sus palabras, dicho acerca de los efectos de la ínmanencia y de la personalidad
ínmanente, se comprende fácilmente que el hombre público se
cada uno estaba. prevíniendo a sus Iectores, en efecto: eLos anti os sintiese más cómodo como testigo de la expresión ajena que
supuestos, las viejas categorias ya no son válidos: debemos trat~de como un activo portador de la expresión; de maneras diferen-
ver f~tradvez,» Por ejemplc, la confortable certez~ de Fielding en el tes esta actitud apareció en los gustos de la indumentaria en los
~n 1 o e que él podía tomar a la naturaleza humana como te
s~plemente llustr~rla... ya no era aprovechable para ellos Jr' d~ afias de 1840 y 1890. Y de este modo, la cabal supervivencia de
la creencia en la vida pública pareció constituir una superviven-
rle~: ~sC::~ e~a~í~~Ws~ :~~~:d::Wiar; Apolo no reinaba alU,·y la be- cia necesaria, un medío para que el espectador dispusiese de un
dominío para observar. Pera la supervivencia de dicha geografía,
euando se unió a la personalidad, produjo algo más.
El espectador, una figura aislada, deseaba llevar a cabo aque-
llas tareas de personalidad que sentia no poder realizar cuando
interactuaba activamente eon los demás. En sus interacciones
sociales sus sentimientos se volvieron confusos e inestables; aI
transformarse en un ser pasívo, pensaba que podría excitarse
eon el objeto de sentir más. Este deseo constituía algo más que
88. Cita de FANGER, op. cit., pp- 261-262. una apetencía por la excítacíón, por la estimulación sensorial

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mientras permanecía quieto. Las gentes. en público, especialmen- moderna de la visibilidad en público si bien dentro de un ais-
te los hombres, esperaban aI menos' presenciar lo que era la vida lamiento interpersonal.
mera de las rigideces de la propiedad que ellos experimenta- Por último, el actor público del siglo XIX es un personaje com-
ban en la familla. En silencio, observando el paso de la 'vida, el- plejo porque, en tanto es un artista ejecutante, la aparición de
hombre era finalmente libre. Por lo tanto, la supervívencia de factares de personalidad dentro de su labor era más que una
un dominio público según los nuevos términos, estableció una an- influencia cultural sobre su propio sentido de sí mismo. La ex-
títesis fundamental de la vida moderna: los modos del libre presión en las artes de ejecución produce de manera inevita-
desarrollo personal como opuestos, y en guerra, con los modos ble una compleja cuestión de personalidad. Diderot trató de re-
de la interacción social, encarnada por la familia. Esta supervi- solver esta cuestión negándole a la personalidad grau parte de
vencia de la vida pública, irónicamente, permitió que la per- su roL En la época romântica, los ejecutantes trataron de resol-
sonalidad y la sociabilidad se transformasen en fuerzas mutua- veria de otra manera.
mente hostiles. " En este capítulo, comenzaremos por Observar el encuentro
En el curso deI sigla pasado, el impacto de la personalidad : del ejecutante romântico con el nuevo código de personalidad
sobre la identidad pública de los pocos que se mantenían acti- inmanente; él creó para sí una nueva ídcntidad en público a par-
vos provoco un cambio significativo. Los políticos comenzaron a tir de este encuentro. Posteriormente observaremos a su públi-
ser juzgados como creíbles fuese que despertasen O no la mís- co; este público de espectadores silenciosos sobrevivió y se atrin-
ma creencia en sus personalidades que aquella que, los actores -cheró, así como la primera generación de entusiasmo romântico
despertaban sobre el escenario. EI contenido de la creencia poli. disminuyó en la sociedad. Y finalmente estudiaremos a los si-
tica retrocede cuando, en público, las gentes comienzan a mos- lenciosos espectadores en público con ningún ejecutante frente
trarse más interesadas en el contenido de la vida de. los políti- a ellos, voyeristas en las caIles. En el capítulo siguiente volvere-
cos. Wil~es fue un precursor 'de eIlo; un sigla después, la perso- mos a tratar la personalidad pública, ahora como político más
nalidad política es definida actualmente jior las multitudes en que como artista.
términos específicos, aquellos referidos a la pureza de sus hnpul-
sos, y lo que el político cree se ha vuelto cada vez menos im-
portante en el momento de decidir si creer o no en él. EI actor
RI actor público es erróneamente una figura simple si nos re-
ferimos a él como dominador de una multitud de espectadores En el capítulo anterior nos pareció más acertado hablar de la
silenciosos. La personalidad pública domina efectivamente a l~s' cultura de la personalidad «fomentando» el temor sexual más
espectadores silenciosos de una manera brutal, ellos ya no le que «causándolo». Estas temores se introducen tan profundamen-
«sefialan» ni Ie «determinan». Pero el término «dominacíón» po- te en la sociedad occidental que ninguna época puede hacerse res-
see dos tonos erróneos. Los silenciosos espectadores neccsitan ver ponsable de su exístencía, sólo puede exacerbar o alígêrar su car-
en el actor público ciertos rasgos de personalidad, ya sea que ga. Del mismo modo, la cultura de la personalidad estimuló aI
los tenga o no; le confieren en el plano de la fantasia aquello actor a percibirse como Una c1ase especial de ser humano, pero
de lo que carece en la realídad,s De manera que referirse a él no lo hizo así. Puesto que en la sociedad occidental el actor
como a alguien que domina sus sentimientos no es deI todo co- dispone de un texto sobre el cual basa su traba]o, y en el pro-
rrecto, porque las .frustraciones que este público, experimenta en blema deI texto está contenida la causa que lo alienta a percibir-
sus. propias vidas despierta en ellos una necesidad, y es esa ne- se como teniendo un carácter peculiar. Lo que ocurrió en los
cesidad Ia que ellos proyectan sobre el actor público. Nuevamen- afios de 1830 y 1840 fue que la cultura de la personalidad había
te, la. imagen de dominación sugiere que sín el actor no puede fortalecido de tal modo esta creencia, a 9US ajas y a los ajas de
haber espectador.... Pero el observador silencioso permanece en los demás, que el actor profesional se volvió la única figura pú-
público aun cuando no hay una personalidada la que enfocar. blica actíva, Ia única persona que podia hacer que los demás
Las necesidades proyectadas sobre el actor son entonces trans- se sintieran fuertes dentro deI dominio ·público.
muradas: los espectadores se vuelven voyerístasx Se mueven en Cada actor y cada músico . ~iene un texto sobre el que basa
silencio, dentro de una aislada protección entre ellos, y se abando- su arte, peroél puede tratai' ál texto de dos maneras.. La dífe-
nau a sí mismos a través de la fantasia y el ensueiío, mirando rencia resídaen cuánto eree el ejecutante que su trabajojrue-
pasar la vida por las calles.. Las pinturas de Degas reflejando a de ser «notado». En el terreno de la .111JÍsica, esto sígnífíca pre-
una persona silenciosa y sola en el café, capta la condición de guntarse hasta qué puntoetslstéma de signos musícales..impre-
sus vidas. Y en este punto se encuentra en germen la. escena sos en el pentagrama puede representar verdaderamente a la mú-
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sica que el compositor ha escuchado eu su cabeza. Si uno eree tempo; en la Sonata opus 69 para violoncelo y piano de Beetho-
que estas signos -las notas, las anotaciones de graves y agudos, ven, por contraste, se pueden apreciar marcaciones muy elabora-
los indicadores del tempo- constituyen un lenguaje adecuado,' das acerca del volumen y el tempo en diferentes momentos de la
luego ai ejecutar la pieza uno se concentra en realizar mediante partitura. Incluso 10 que es más importante, el compositor re-
el sonído lo que uno, el ejecutante, [ee..Si uno cree que la mú- currió a expresiones literarias para explicar aquello que sentia
sica no puede ser percibida adecuadamente, entonces la tare,a 'que la anotaci6n musical clásíca no podía trasmitir sobre su
de la ejecución es hallar lo que se ha perdido deI pentagrama. música. Signos tales como calmato o molto tranquilo comenza-
EI aetor dispone de una oportunidad similar. Puede tratar ~\~ ron a aparecer en forma regular; se volvieron más elaborados
texto como a un grupo de sugerencias para un personaje eu é1 en la última época de Beethoven, y después de su muerte los
espíritu de Shakespeare o Ibsen, sugerencias que no, pueden. compositores comenzaron a utilizar como prefacias poemas com-
ser ignoradas pera que 1e proporcionan una gran libertad, o pue- pletos para sugerir el significado de la música o, como Schu-
de tratarlo como a una biblia que, una vez comprendida, Ie dh)á~ mann en su obra Kinderszenen, utilizaban complicados títulos
cómo actuar. Eu el ballet el problema es crucial: c::pueden escrí- para sus piezas musicales. Hacia fines deI sigla, el intento del
birse acaso los movimientos del cuerpo>, y en caso de poderse, compositor de anotar el carácter de su música recurriendo a
len quê medida podrán tomarse estas anotaciones como una medios Iiterarios se había vueIto barroco, como en el caso de
guía absoluta? 89 \ , Debussy, o bien autoburl6n como en el caso de SatÍe.90
Por lo tanto, las artes de ejecución presentan siempre este "'i,Cómo hacían los ejecutantes para hacer frente a esta cre-
problema con el texto: el grado en .el que -un Ienguaje de anota- ciente complejidad en la anotación? En el tratamiento de este
ciõn es adecuàdo como Ienguaje de expresión. Sobre esta, cues- problema surgíeron dos escuelas recíprocamente hostiles. En la
ti6h- gira la presencia de la personalídad del ejecutante. En la me- primera se encontraban Schumann y Clara Wieck y después
<lida en . que la anotación parezca tener un significado intrín- de eIlos Brahms y Joachim en Europa central; a veces Bizet y
seco, en esa medida el ejecutante necesita no sentir que debe in- luego Saint-Saêns, Fauré y Debussy en Franeia. Todos ellos
vôlucrarse; él es un agente, un Instrumento, un intermediario creían que, no importaba cuán complejas o ex.tramusicaIes fue-
que, si realiza su trabajo con suficierite destreza, hará posible sen las anotaciones, el texto como tal era la única guía para la
que el espectador' se relacione con el significado contenido en música; si el Ienguaje de la música se expandía, se transfor-
la anotación. Existe un límite para este poder de aríotación. :rilãba en un lenguaje mejor, más completo, aunque también me-
Hay muy pocos músicos que sostendrían que la experíencía de nos fácilmente en una guía. 91
leer una partitura es equivalente a escucharla; casi ningún co- La otra escuela comenzó a conformarse a principias de los
reógrafo, al estudiar escrupulosamente incluso los más sofistica- anos de 1800 y es esta escuela la que conectó el trabajo de eje-
dos movimientos de la danza, sostendría que los bailarines expe- cuclón con las cualidades especiales de la personalidad en pú-
rimentan la danza. Debido a las cualidades indirectas de las ano- blico. Se trata de una escuela que concebía a la música en esen-
taciones, el hecho de que las notas, figuras y líneas sean sola- cia más alIá del poder de anotación; vio la anotación crecíente-
mente guías para otro tipo de acción, el ejecutante nunca pue- mente complicada de la música como una admisión de este hecho.
de considerarse simplemente como un «espejo» o como un eje- El ejecutante era la figura central en esta escuela. El ejecutan-
cutante veraz. te era el creador, siendo el compositor casi su vehículo. La fide-
En la historia de la música, las actitudes hacia la anotación lidad al texto no tenía ningún significado para los representantes
y la personalidad se polarizan dentro de dos escuelas antagóní- más extremos de esta escuela, porque el texto no tenía absolu-
cas en las primeras décadas deI sigla XIX. Esto se debíó en par- tamente ninguna afinidad con la música. i,Por qué debían refle-
te, e Ironicamente, a que los compositores comenzaron a anotar jar fielmente Ias partituras de Mozart cuando estas partituras
eu el pentagrama cada vez más instrucciones sobre el modo en impresas no reflejan la música que Mozart había compuesto?
que debía interpretarse la música de lo que lo hahían hecho en Para darle vida a esa música, el ejecutante debía, tal como lo
el sigla XVIII. En las Sonatas de Bach para Viola da Gamba y hacfa, transformarse en Mozart; el músico es como un mago que
Continuo, por ejemplo, el compositor no establecía ninguna mar-
cación del momento en que la música debía interpretarse forte 90. El lector es remitido a las edicíones de Peters sobre Bach y Beethoven,
o suave, y sólo bacía indicaciones muy generales referidas ai que en ambos casos se acercaban a un Urtext; en aquellas ediciones como la
Internacional o la de Schinner, los editores modernos han suministrado nume-
rosas anotaeiones propías.
89. Estas cuestiones se hallan plenamente analizadas en la obra de David 91. Ver, por ejemplo, e1 análisis que hace Alfred Einstein sobre MendelssohIl
BARNII'1T. The Periormance uf Music (Nueva York: Universe, 1972). en su obra Music in the Romantic Era (Nueva York: Norton, 1947), pp. 124 55.

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da vida a una figura aI frotar una linterna mágica. Por lo tantô, Los análisis contemporéneos sugieren el modo en que debe-
esta escuela comenzó a tratar a la música de dos maneras: pri- ríamos escuchar el trabajo de un músico romántico para hacer
mero, era un arte con significados inmediatos, antes que con que la música parezca inmanente: pausas; demoras, tempo val-
un helado significado textual; de este modo se transformá en un verían importante el momento en que se produce un sonido; la
arte basado en el principio de inmanencia. Segundo, la ejecu- defonnación deI ritmo estaría habitualmente ai servicio de las
ción dependía de la fuerte revelación de vigorosos sentimientos líneas extensas, un disciplinado trabajo de conjunto con la or-
en el ejecutante cuando éste interpretaba una pieza. La nueva questa, y de un ínterés por el equilíbrio y la ajustada textura
relación entre ejecutante y texto fue sintetizada en la famosa de las partes. Estos, en cualquier evento, serían inter.eses sola-
observación de Liszt: «El concierto soy yo». Las acciones es- mente de un ejecutante interpretando un texto. EI ataque súbito,
pecíficas del artista, la nota o línea musical herrnosamente plas- el tono apasionado, la cuerda elegante: estas eran las técní-
mada, era concebida ahora como el producto de una personali- cas para hacer la música ahora absolutamente real.
dad artística más que de un trabajador altamente calíflcado.sa lQué c1ase de personalidad era la de un músico que podía
Un vínculo similar entre el arte inmanente y la personalidad hacer esto? El 23 de agosto de 1843, Franz Líszt escribió un obi-
se desarrolló en todas las artes bajo el influjo del Romanticismo. tuario por la muerte de Paganini. Comenzó su ensayo con estas
En Culture and Society, por ejemplo, Raymond Williams ha de- palabras:
mostrado cómo las propias palabras asociadas a la actívídad '
creativa habían cambiado en los afios de 1820 bajo la égida del Cuando Paganini... aparecia en público, el mundo maraviIIado le
Romanticismo: miraba como a un superhombre. La excitación que provocaba era tan
poco frecuente, la magia que practicaba sobre la fantasia de los oyen-
...RI énfasis sobre la habilidad (en tanto define a un artista) fue reem- tes tan poderosa, que eIlos no podían satisfacerse a si mismos con
plazado gradualmente por un énfasis sobre Ia sensibilidad; y esta sus- una explicación natural.
titución fue sustentada por los cambios paralelos en expresíones como
creativo ... original. .. y genio... De la palabra artista en eI nuevo sentido Estas palabras no exageran la recepcron que el publico brinda-
se formó artístico y artisticamente, y hacia fines deI siglo XIX estas ba a Paganini. Este violinista, nacido en una pequena ciudad de
expresiones hacian ciertamente más referencia aI temperamento que I-Iungría, recíbía hacia 1810 la adulación permanente no s610 de
a la habilidad o a Ia práctica. Estética... mantenfa su relación con los públicos burgueses sino 'también de los trabajadores. Fue el
esteta, que nuevamente indicaba «una clase especial de personas.ss primer músico que se convirti6 en un héroe popular.e
Paganini poseía una técnica extraordinaria y estaba desprovis-
Sin embargo, el artista ejecutante debíaser .una. çlª.§.e-difer.§)- to de gusto musical. Todo su trabajo sobre el escenario estaba
te de «persona especial» que el poeta romántico, el píntor..» destinado a llamar la atención sobre su persona. RI público de
el ensayista. RI artista ejecutante.ciet>íª__ suscitar en el-púbJi._~ un concierto típico de Paganini pedia observar cómo el violi-
co una respuesta directa, una situación diferente de la de un nista rompía una, dos o finalmente tres cuerdas de su vioIín,
poeta, quien en soIedad podia conceblr su imaginaci6n y suE. de modo que hacia el final de un difícil concierto todas las
rimas como si crease un yo nobIe. Además de la presencia di- notas se ejecutaban sobre una sola cuerda. Seguramente le escu-
recta de su audiencia, una conversi6n romántica del arte desde charían improvisar cadencias tan complicadas que se eliminaba
la habilidad ai yo debía ser diferente para un pianista que para cualquier sernejanza con los temas originales; los oyentes eran
un pintor debido a la relaci6n diferente que cada uno mantenía deslumbrados con una verdadera lluvia de notas. A Paganini le
con su media. No importa Ia forma personal en que lo hiciera, gustaba aparecer. repentinamente frente aI público desde un lugar
eI pianista romántico aún está sujeto a un texto, a menudo no oculto dentro de la orquesta y no permanecer esperando entre
de su propia creación, concebido en un momento diferente deI bastidores; una vez visibIe, esperaría uno, dos o tres minutos,
aqui y ahora en eI cual lo trae a la vida dclante deI público. mirando fijamente al público, llevando a la orquesta a una de-
EI ejecutante romántico, al hacer de la música una experiencia tención abrupta, y súbitamente empezaba a tocar. Lo que a Pa-
inrnanente, debe por tanto interpretar un texto pero a Ia vez ganini más le agradaba era comenzar a interpretar frente a un
debe convertirse en él.
público hostil, preparado para abuchearlo, para reducirIo luegc a
la ciega adulación merced a Ia fuerza de su arte. Exceptuando
92. Cita de Liszt en la obra de Eleanar PERENYI, Liszt: The Artist as Ro-
mantic Hem (Baston: Atlantic Monthly Press, Little, Brown & Co., 1974), p, 49.
93. Cita de Raymond WILLIAMS, Culture and Society, 1780-1950 (Nueva Yark: 94. Cita de Franz LISTZ, Paganini, en eGazette Musícale», Paris, 23 de agosto
Harper & Row, 1966), p. 44. de 1830.

248 249
un viaje por Inglaterra, era aclamado universalmente, pero Iôs mismos: esta era la concepción del carisma según Erikson al ana-
críticos nunca pudieron decir qué era lo extraordinario en éI. Iizar la' vida de Lutero. O. fínalmentec..nna personalidad domí-
«Uno sabe que es grande, pero no sabe por qué», escribió uno nante puede ser alguien que demuestra a los demás 10 que pue-
de sus críticos. Paganini hacía de la ejecución un fin en sí mis- de hacer por sí mísmo y 10 que elIos deberían hacer por ellos
mo; su grandeza, en realidad, consistia en hacer que sus públicos mísmos: él siente en público.. Verdaderamente, éI conm1!eve a
olvidaran el texto musical.s' su público en el sentimiento. Pero ellos no pueden de nmguna
Paganini capturaba la imaginación de aquellos hombres que manera llevar este sentimiento fuera del teatro y ai plano de
ai mísmo tiempo eran espantados por su vulgaridad. Berlioz, sus vidas cotidianas. No pueden «rutinizar» el poder de la figu-
quien amaba la «ídea» de Paganíni, se sublevaba a menudo frente ra dominante, tal como habían sido institucionalizados los anti-
a su música. Esta «ídea» estaba referida aI hecho de que Paga- guos reyes estudiados por Weber, y tampoco pued.en conformar-
nini hacía deI momento de la ejecución el momento de la verdad se dentro de una comunidad COD él, como hizo el Lutero de
en la música. Sin embargo, la música inmanente es una expc- Erikson con sus cofrades.""En términos modernos, aquellos que
riencia tensa. La ejecución se volvía una cuestión de impactar caen bajo el ioflujo dei ejecutante sólo pueden observarle «ser»
al oyente, de hacerle escuchar como si nunca hubiese escuchado en público. Sus extraordinarios poderes le dan la apariencia
antes, de hacerse cargo de su sentido musical.. Así como el com- de experimentar un sentimiento espontáneo y la capacid~d de
positor trataba de dar vida a aquello que había escrito sobre el provocar sentimientos pasajeros en los demás. :el es diferen-
papel mediante el agregado de toda clase de términos literarios te de ellos como lo son todas las figuras carismáticas, pero
descriptivos, los ejecutantes de la escuela de Paganini trataban también se .encuentr'a permanentemente aislado de cualquiera de
de dar vida a sus conciertos haciendo que el público escuchase aquellos en los que provoca el ~eotimiento: Esta visióD. aparece
dimensiones que nunca había escuchado antes incluso en las me- en forma conmovedora en el tributo de Líszt a Paganiní:
lodías más familiares. Lo inrnanente y una sensación de impac-
to: cuando Paganini ejecutaba la pieza más familiar era como ...este hombre, que provocaba tanto entusiasmo, no tenía amigos entre
estar escuchando una obra totalmente nueva.se sus compaiíeros. Ninguno podía adivinar lo que ocurría en su corazón;
De este modo, el heroico vulgar demostraba a los músicos su propia y copiosamente bendita vida nunca~izo feliz a. otra... el
que era posible rechazar el aforismo de Schumann de que «el dios de Paganini.,; nunca fue otro que su propro cYo», triste y me-
manuscrito original permanece como la autoridad a la cual de- lancólico.98
bemos referimos». Era posible llevar el fuego artificial dei bel
canto a un instrumento orquestal, el drama y la conrnoción del l Cuãles son las tareas de personalídad que realiza esta fi~­
mundo de la ópera dentro dei salón de concíertos." ra aislada aunque dominante? ~l crea para el espectador sentí-
EI rasgo esencial de la personalídad de un artista que hace mientos que son a la vez anormales y seguros. Parece sentir es-
a la música inmanente es su poder de comnoción: él admínis- pontáneamente en público, y eso es anormal;. me~ced a sus tác-
tra la conmoción a los demás, él mismo es una persona conmo- ticas de conmocíôn, hace que los demás también síentan, Pero la
cionada. lAcaso un hombre que tiene este poder noes una per- conmoción momentánea es segura precisamente por el aislamien-
sonalidad «dominante»? to dei ejecutante. No hay aquí nínguna experiencia emocional
Cuando en sociedad se habla de una persºIIaIi.ciad ,q()D1i:nan~ que eI público deba confrontar con sus propios poderes; des-
te, el término puede tener tres .signlfícados. -Puede signlflca-r a "pués de todo, él es un hombre extraordinario. En consecuen-
ãfguíen-- quebace .por los demás lo, que elIos no pueden ,hacer cia aparecen las dos identidades públicas prod~~id~s por la per-
pg.L.~tft!~s; ésta era la noción que Weber tenía dei carisma, sonalidad en público: por un lado, un extraordínarío actor; por
ai analizar la viáa de los antiguos reyes. Puede significar a al- el otro, espectadores que ~ pueden permanecer con,fortablemente
guíen que aparece haciendo por los demás aquello que no puede en su pasividad. ElIos poseen menos dones que el, pero él no
haccr por sí mismo y que tampoco ellos pueden hacer por ellos los desafia. El los «estimula».
Esta situación es totalmente diferente deI control que los
95. El informe más completo, aunque acritico, sobre estas antigUedades lo
públicos del ancien régime ejercían sobre sus actores y músi-
hallamos en la biografía escrita por Renée de SAUSSlNE, Paganini (Nueva York: cos, donde lo que era real y conocido para ellos límitaba aquello
McGraw-Hill, 1954), p. 20, por ejemplo. que el ejecutante podia realiz~. Cuan~o Madame .Favart l?s ~s­
96. Ver la obra de Walter BECKE'IT, Liszt (Nueva York: Farrar, Straus and candalizó, .hicieron que cambiara su índumentarta, EI público
Cudahy, 1956), pp. 10 55.
'TI. ~obert Schumann, citado en la obra de Carl DORlAN, The History of
Music ~n Performance (Nueva York: Norton, 1971), p. 224. 98. Cita de Liszt en BECKETT, op. cit., pp- 10 sa.

250 251
de ~~ganini se vuelve frenético cuándo éI Ies administra la con- El virtuosismo tuvo una consecuencia social: fue un médio
mocron.. Esta es una medida deI cambio de un puente entre el de obtener dominio sobre aqueIlos que nunca comprenderán
escenano .y la caIle a. UI?a nueva condición de dependencia en lo que uno siente, sufre o sucfia. Esta habilidad técnica sig-
eI escena;lO para. las .lmagenes deI sentimiento público. EI eje- nificaba hacerse cargo de esa gentuza indigna (cuya alabanza
cutante Vl::tuoSO stntetiza lo que eI gusto por la indumentaria ade- uno podía anhelar, pero esto constituía un secreto vergonzoso);
cuada sugrere en un sentido -las apariencias en este dominio ex- ai tiempo que es una sujeción física a un media que es tan mez-
presan la verdad- o la indumentaria liberada en otro -que úní- quina, ímpulsa aI público a sentir haciéndole concentrar sobre
camente las gentes sobre eI escenario sienten libremente. la lucha física deI artista. Actualmente nos sentimos inclinados
. Una personalidad pública activa dependía de una clase espe- a sonreír frente a esta autoinflación romántica -y sin embar-
cial de poder. Entre los românticos que en las artes califica- go lacaso no es verdad que aún creemos que sólo una ejecu-
ban como personalidades públicas activas, este extraordinario ción excepcional es una ejecución «viva»>, lno hablamos acaso
poder era una. cuestión de técnica inusual. Ya que esta unión del arte como de una lucha, y no pensamos que experimentamos
de la personalidad pública verosímil eon eI poder mismo va a de manera diferente un Cuarteto de Fa Mayor de Mozart cuan-
oeupa~os cada vez más en tanto nos acerquemos aI terreno de do lo escuchamos interpretado por el Cuarteto de Budapest
la política. vale la pena analizar eu detaIle su primera aparición que cuando quien lo ejecuta es una banda honesta, seria pero
en las artes de ejecucíón formal. sin inspiración? Permanecemos bajo el hechizo del código del
. La necesidad de hacer avanzar la propia personalidad a fin de ejecutante romântico en eI sentido de que el arte trasciende el
ejecutar . un~ m~sica grandiosa que requiriese de una técnica texto, pera carecemos de su pasión y de esa cierta inocencia
extraordínaría, hizo resaltar en Liszt, Berlioz y en otros miem- con la que ellos se tomaban a sí mismos tan seriamente.
bras ~e. la escuela Un ~erio egoísmo con respecto a su 'tutor, Ser expresivo y tener un talento extraordinarío, esa fue la
~agamm. pe todo~ qtnenes observaron al ejecutante román- fórmula que hizo que la personalidad accediera al dominio pú-
blico. Esta fórmula no era privativa de las artes de ejecución
~ICO trabajando bajo esta necesidad, ninguno supo captar me-
J<;r ~ue Robert Schumann su significado musical, quien para musical; se producía también en el teatro. -En forma más no-
SI rmsmo la encontraba ajena e imposible. Schumann escribíó: table, los poderes especiales, la expresividad pública y una per-
los Études de ~i,s~t «deben ser escuchados», ya que las píezas sonalidad verosímil en público fueron unidos en el melodrama,
enormemente dlffciles cuando los textos melodramáticos de los afias de 1830 y 1840
eran interpretados por grandes actores parisinos como Marie
han sido arrancadas del instrumento con las manos; y s610 las manos Dorval y, sobre todo, Frédérick Lemaitre.
pueden hacerlas resonar. Y.uno también debería ver aI compositor eje- En el capítulo anterior hemos visto que la esencia de escri-
cutándolas; ya que del mrsmo modo en que la visi6n de cualquier bir un melodrama reside en construir un «tipo de carácter
vírtuosísmo n~s eleva y fortalece, mucho más lo hace la visi6n ínme- puro», una persona que sobre el escenario pudiese ser reconocí-
d13t.a deI propro compositor, luchando con su instrumento domándole da inrnediatamente como incluida dentro de la categoría de vi-
hacíéndole obedecer ...99 "
Jlano, virgen, joven héroe, posadero, artista joven, muchacha
moribunda, patrón acaudalado, ejernplos todos estos de clase de
-Lc que era serio acerca del egoísmo era que el media mís- gentes más que de personalidades singulares. La ironía dcl melo-
mo parecia refractario; parecía necesario hacer enormes esfuer- drama parisino era que en la década de 1830 hicieron su apa-
zos para hacer música deI sonído, o sea, el esfuerzo enorme era rición actores como Dorval y Lemaitre, quienes eran personas
necesarto para volver expresivo el momento inmediato cuando de gran individualidad, para interpretar dichos papeles; aI in-
s~ hacía tan difícil producir un sonido nuevo. A partir deI sen- terpretar estas roles, los actores se las ingeniaban para utilizar
tido de rechazo de los medias expresivos se derivaba 16gicamen- los textos como vehículos para concretar un sentido, tal como la
te el énfas~s sobre. el virtuoso. No se trata de que el virtuoso prensa no se cansaba de repetir, de sus propias «personalida-
sea u~ arttsta meior que los demás artistas; sólo aquéI muy des ínefables».
excepcionalmente dotado puede ser un artista total en este es- Dorval y Lemaitre comenzaron a alterar la representación
quema, porque soIamente los danes muy excepcíonales harán de los melodramas alrededor de la época en que aparecieron
que Ia música suene. juntos en una obra de Goubaux, Trente Ans, en junío de 1827.
En dicha obra, comenzaron a hablar en forma natural y no
99. Robert SCHUMANN, On Music and Musicians, trad. Paul Rosenfeld (Nueva en forma estentórea tal como convencionalmente se esperaba en
York, 1946), p. 150. aquellos momentos de pasíón o de crisis. Se concentraron eu los
252 253
detalles de la cuesti6n escemca, e infundieron detalles de ac- texto significativo a través del poder de un actor extraordina-
ci6n con. nuevos significados. Frédérick Lernaitre, en particular, rio,101
fue el prrmer gran actor del siglo XIX en darse cuenta de que el Frédérick Lemaitre recibía la misma aclamación apasionada
público 'podia ser absolutamente conrnovido por detalles de pan- que músicos como Liszt; él era, a diferencia de Liszt, un, héroe
tomima. Por ejemplo, se supcnía que la entrada clásica de un popular en el sentido de que el público que presenciaba sus ac-
villano consistia en caminar por el escenario con pasos cortas tuaeiones era heterogéneo en Paris, y el actor era percibido como
y sigilosos COmo si temiese ser visto por el público; desde el ~ hombre dei pueblo. EI trabajo de un actor como Lemaitre
momento en que bacia su aparición uno sabia de quien se tra- debe ser tenido en cuenta tambiéncuando consideramos el sígni-
taba. Cuando en los melodramas familiares de los afios de 18~0 ,ficado de la ejecución de un virtuoso en el sigla XIX ya que sirve
Lemaitre aparecia en el papel del villano, simplemente entra- como correctivo y como advertencia para aquellos que única-
ba, al escenario con naturalidad, como si fuese un personaje mente tomaban como modelos a personajes heroicos y vulgares
mas. Esto causaba sensación entre el público y se lo consíde- .como Paganini. El arte de Paganini se fundaba en la exagera-
raba como un grand geste: por supuesto, ellos sabían cuál ción; el de Lemaítre en la naturalidad, Se necesitaba un gran
era su papel eu la obra pero, alterando los detalles dei trabajcs domínio deI arte, como asimismo una habilidad excepcional,
escénico, se pensaba que él, Frédérick Lemaítre, mostraba 5U para actuar naturalmente frente al público y para desvirtuar
propia personalidad creativa y no algo acerca de las ocultas pro- y deformar las líneas musicales escritas. El virtuosismo consiste
fundidades dei rol de villano en el texto.w en el poder de hacer que el momento de la ejecución parezca
. Las obras representadas en el Boulevard du Crime (el dis- _completamente vivo, no en la práctica de cualquier artificio téc-
tnto donde se encontraba el teatro popular) ofrecían la posibili- nico.
dad de ver la actuación de Lemaitre. Hacia 1839 los buenos me- Por lo tanto, al transformarse en las únicas personas públi-
lodramas y las obras românticas tenían una probabilidad de cas activas, las imágenes de estas ejecutantes consístían en los
êxito popular sólo si Frédérick Lemaitre actuaba en ellas, pues siguientes elementos: utilizaban tácticas de conmoci6n para ha-
si lo hacía se las consideraba como obras importantes. Esta ele: cer del momento de la ejecueión lo más importante; el públi-
vaci6n deI texto fue tal vez más notabte en una obra donde el co percibía como personas poderosas a aquellas que podían pro-
propio Frédérick Lemaitre particip6 activamente en su com- dueir la conmocióri en él y, por lo tanto, como personas de una
posici6n, Robert Macaire, el drama más popular de los afias de posici6n superior y no como sirvientes, tal como habían sido
1830 en el cual el melodrama, las ideas románticas de rebelión considerados los ejecutantes en el siglo XVIII. De este modo, así
contra la sociedad y el héroe picaresco fueron unidos por pri- 'como el ejecutanae lleg6 a encumbrarse sobre su público, llegó
mera vez y con gran suceso. He aqui la descripción que hace también a trascender su texto.l02
Gautier de la obra:

Robert Macaire fue el gran triunfo del arte revolucionaria quê síguíõ El espectador
a la Revolución de Julio... Hay algo especial acerca de esta obra y es
el ataque desesperado y agrio que realiza contra el orden de la so- Las gentes que presenciaban a estas ejecutantes veían sus
cieda~ y contra .la hwn~dad toda. Alrededor dei personaje de Robert
Macaire, Frédérick Lemaitre creó una figura burlesca auténticamente poderes desde una confortable elevación. Pera de este modo se-
shakespereana: una alegría terrorífíca, una risa siniestra, un amargo rfa un grau errd; pensar en el silencioso espectador como en un
escarm.o... y, por encrma de todo ello, una insólita elegancia, docilidad hombre c6modo. Su silencio era el signo de una duda profun-
y gracaa que pertenecen a la aristocracia' del vicio. da. Cuando desapareci6 la primera generaci6n romântica de per-
sonalidades públicas, la duda del espectador, írónícamente, cre-
Y sin embargo en la actualidad la obra ha sido olvidada. En rea- dó. Tomémosle en principio cuando enfocaba a una' personali-
Iidad, no se puede representar porque Frédérick Lemaitre ya no dad pública y luego cuando volvia el enfoque sobre, si mismo.
existe. No podemos decir que un crítico como Gautier estaba «lQuieres conocer algo repugnante?» pregunta M. Pierre Vê-
tan deslumbrado por el artista que era incapaz de percíbír los ron, en su Paris S'Amuse, una popular guia de la ciudad en los
defectos deI texto, ésa seria una afirmaci6n crítica que ignora afios de 1870. En el Théâtre de la Porte S.-Martin,
el arte que Gautier estaba presenciando: era la creación de un
101. Cita de GAUTII!R traducida eu ibiâ., p. 141.
100. Robert BALDICX, The Life and Times ot Frédérick LemaUre (Fair Lawn 102. Ver Emest NBW:YAN, The Man Lisl.t (Nueva York: Cassell, 1934), p. 284;
N. l.: Essential Bcoss, Oxford University Press, 1959), especialmente pp. 52-54: Sacheverell SITWELL, Lisl.t (Nueva York: Dover, 1961), p. 136.

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aquí mismo en el siglo XIX, aún exísten criaturas primitivas que SOn
oblígadas a la incontínencía lacrimosa por la desdicha de alguna he- de ella una ley absoluta en Bayreuth y, hacia 1890 en las ciu-
r~ma del escenar~o a manos de un traidor. No entréis a este teatro dades capitales, la obscuridad era universa1. 1OS
solo para ser testígos deI candor lIorón de estas trabajadores directos , La reprcsíón de los sentlmientcs propiosera una díscipljna
de esto.s honestos pequefíoburgueses... dejad que se dívíertan 'con -s~ en una sala obscura y _silcnciosacEs importante conoeer sus
desolación. iEllos son felices en su desesperaciénl dimensiones. Eu Ias últimas décadas deI sigla XIX, la autodisci-
plina dei público lIegó a los teatros populares callejeros, pero
Hacía mediados del sigla XIX ~e habfa vuejto de rigueur el des- había sido desarrollada antes eon mayor vigor en los' teatros
preciar a Ias personas que exteríortzaban sus .emociones en una burgueses autorizados, en Ias salas de ópera y en los salones de
obra de teatro o en ,un concíerto, La represión emocional en- el concíerto. Los públicos deI _s1g~º_ "IX podían ser impu1sados a la
teatro se transformo para los públicos, de. clasc media en ún expresión activa e instantánea cuando se sentían sujetos a eul-.
I1lod~ de trazar una "línea entre él y la clase 'trabajadcra En trajes» en cl escenarío, pero a medida que avanzó eI sigla, e1
los anos de 18S?, ~n público «respetable» era aquef quepodfa 'con- «ultraje» se voIvi6 cada vez más una excepcíõn.tw
, trolar sus
I serrtimícntos
' ' merced
. .ai . silencio:, se' Ilamab a «pnmll-
. iti La disciplina deI silencio fue claramente un fenômeno cosmo-
va».« a. antígua espontaneidad. EI Bello Brummell y su ideal polita. En las saIas provincianas tanto de Inglaterra como de
de restríccíónjsn ~a apariencia corporal estaba síendo equipa-. Francia los espectadores tendían a ser más ruidosos que en Lon-
rado por la nueva ídea deI silencio respetable" en público 103 dres o en Paris, para dísgusto de los artistas' que Ilegaban de
En la década de 1.750, cuando un actor se dirigía ai públi- la capital. Estas salas, provincianas, habitualmente una o dos en
cC? para lograr su objeto, una frase o incluso una -palabra po- 'tada ciudad, no separaban claramente a la c1ase trabajadora y
dían producir lm~edlatamente el aplauso o el abucheo. Del mis-: a la clase media' sino que todos se encontraban reunidos en eI
mo modo, Cn la .opera deI sigla XVIII, un frasco particular o una público. A su vez, era la «gaffe deI provinciano», según la ex-
no.t~ aguda realizados beIlamente podían hacer que el público presión de Edrnund Kean, cuando él o elIa respondían demos-
exrgtese que fueran cant.ados nuevamente; se interrumpía el trativamente en el teatro durante su estancia en Paris o en Lon-
texto y la nota aguda se mterpretaba una, dos o más veces. En 'dres. Por 10 tanto, Ia imagen de Véron COJl respecto a los patanes
1870, e} aplauso había adquirido una nueva forma. No se íntes en el teatro, citada más arriba, correspondía tanto a una persona
rrumpía a los actores en medio de una escena sino que se aguar- de clase baja como a un provinciano de cuaIquier parte, siendo
daba hasta el final para aplaudir. Uno no aplaudia a un cantan- cualquier parte tanto Bath como Burdeos o Lille.
te hasta que ~o. finalizara el arla, ni tampoco en un concierto. EI sigla XIX fue en París, Londres y otras grandes ciudades
entre lo.s movrmíentos de una sinfonía. Por lo tanto, aun cuan- .europeas, una época para la construcción de nuevos teatros. Es-
d<:, e! ejecutante romântico trascendía su texto, la conducta deI tas teatros tenían una capacidad de espectadores sentados mu-
público comenzaba a moverse en dirección contraría.i« cho mayor que las salas deI siglo XVIII; 2.500, 3.000 e incluso
EI c~se inmediat<:, de la expresión personal cuando uno' ~ra .4.000 personas se encontraban ahora agolpadas dentro del edi-
com~ovldo por un ejecutante, estaba vinculado con un nuevo sí- fício. Esta cantidad significaba que eI público debía permanecer
lencío en el teatro o en la sala de conciertos. En los afies de más callado que en un teatro pequeno a fin de poder escuchar,
1850, un espectador teatral parisino o londinense no tenía repa-' pero su silencio no se lograba tan fácilmente, inclusive en un
ro alguno en habla~ con su vecino en mitad de la obra si él o gran teatro con mala acústica como la ópera de Gamier. La
~lla teman que decir algo que habían recordado en ese preciso concepción arquitectónica de la propia sala teatral estaba orien-
mstante. Ha.cia 1870 el público se controlaba a sí mísmo. Ha- tada hacia una nueva ídea con respecto aI espectador. Compa-
bla:r~!Lm~.dlº _de tl~_la. ~ció~_e_~~_,~?ra__ signo de mal gusto. Las: remos dos teatros muy diferentes cuya construcción finalizó en
luces @}a-S.a.1a tamblen_.hablanSldo_ªt~Jluª.dã-s-·-a::_ftn.- de reforzar la década de 1870, la ópera de Garnier en Paris y la Wagner
ersrrencio y con~it~r Ia atención sobre el escenarío: Charles Kean Opera House en Bayreuth. A través de medios opuestos llegaron
comenzó esta pràctica en Ia década de 1850, Richard Wagner hizo ai mismo fin.t07
105. GREEN, op. cit., p. 168; Simon TmwoRTH, Theatres: An Architecturat and
103. Pierre VéRON,.Paris S'~.muse (Paris: Levey Prêres, 1874), p. 36. Cultural History (Nueva York: Praeger, 1973), p. 173.
1~. HOGAN, op. cu., p. xcn. Los datos referidos ai aplauso reprimido son 106. Ver, por ejemplo, la obra de DUVIGNAUD, L'Af;teuT. El alboroto prodccí-
desígualee. En algunas ciudades, diferentes clases de música despertaban dífe- do sobre Le Sacré du Printemps eu 1913 es un buen caso dei último punto; por
rentes modelos de aplauso. Asi, en Viena en los afias de 1870 era considerado lo tanto, un acontecimiento especial en la época de Garrick hubiese sido un
de mal gusto aplaudir entre los movimientos de una sinfonia '1Jliilro ·ti negocio como siempre.
el aplauso entre los movimientos de un concierto. ' ~-"Y ee permr a 107. S. JOSEPH, The Story Q{ the Playhouse in England (Londres: Barrie &
Rockcliff, 1963), Capo 7.
256
257
HCS 151.17
La Ópera Garnier eu París es una monstruosidad según los ra de los demás espectadores porque no era eso lo que Wagner
m~delos modernos. Como una enorme torta de bodas doblegada quería que fuesen a hacer al teatro. El escenario lo era todo.
bajo el peso de su decoración, es un edificio ínmenso, rechoncho, De un modo aún más radical, Wagner ocultaba la orquesta
decorado en estilo gríego, romano, barroco y rococó, depende a la visión de los espectadores, cubriendo el foso donde aqué-
deI lugar que uno mire. Es la magnificencia elevada casi, pera lia se encontraba con una capota de cuero y madera. Por lo tanto,
no demasiado, aI nivel de la farsa. «El camino deI espectador la música se escuchaba pero nunca se veía su ejecución. Ade-
-COmenta Richard Tidworth- desde la explanada de la Plaza más, Wagner construyó un segundo arco de proscenio sobre el
de la Ópera hasta su asiento en la sala constituye una expe.. borde dei foso de la orquesta, sumândolo ai arco que había
ríencía estimulante, destinada posiblemente a ser la experíencía sobre el escenario. Estas dos arreglos habrían de producir lo
más estimulante de la noche.» 108
que él denominaba mystische Abgrund, «el abismo místico». Acer-
Este edificio trastocaba todos los términos de la Comédie ca de esta ídea, Wagner escribió:
Française construída en 1781. La Ópera no era una edificación
que encerraba a las gentes, ní una fachada junto a' la cual el
público se relacionaba entre sí, ui un escenarío donde aparecían Hace que el espectador imagine. que el escenario está muy lejos,
aunque lo vea en toda la claridad de su verdadera proximidad; y esta
los actores: eL_~.c;lificio exi~te para ser admirado .Independíente- a su Vj2 provoca la ilusión de que las. personas que aparecen sobre
mente de las personas o eIe1ã~s--acnvidades dentro de él. Las él son de una estatura ma'yor, sobrehumana.ue
gentes deben reparar eo él más que en las otras personas. Los
inrnensos espacios interiores sirven a este fino 8610 un halcón En este teatro la disciplina se producía merced al intento de
podría reconocer fácilmente a Ios)ndividuos dei público en este convertir aI escenaría.en.Ia vjda tot~llcomp~eta. El diseiío deI
vasto espacío, o percíbír con claridad lo que ocurriera en el teatro era una pieza con una meloola permanente en las óperas
escenarío. EI interior está tan ornamentado que se transforma de Wagner; ambas habrían de ser instrumentos para discipli-
en un decorado que abruma a cualquier decorado montado so- nar a aquellos que escuchaban. El público nunca era libre de
bre el escenario.
abandonar la música porque la música nunca termina. Los pú-
La magnificencia de la Ópera de París no dejaba lugar para' 6licos de la época de Wagner no comprendieron realmente su
el intercarnbio social ordinario. La conversación y la charIa ínti- música. Pero sabían lo que él queria de ellos. Podían compren-
ma en el vestíbulo habrían de desaparecer en un edificio cuyo der que tal vez tuviesen que someterse a la música, cuya ínínte-
único propósito era el de imponer un «silencioso temor», según rrumpída continuidad y duración les otorgaría, según las pala-
las palabras del arquitecto. Acerca de su edificio, Garnier escrí-. bras de un crítico, una «vísíon de la que no disponían antes de
bi6 también:
que la ópera entrase en sus vidas. Tanto en Bayreuth como en
París, el público se transforma en testigo de un rito, «más gran-
. Los ojos comienzan a ser cautivados suavemente, luego la imagina. de» que la vida; el rol del ,públ~..__consiste..~~:~;LY~.!"!_ E:()_J~n res-
ción les srgue dentro de una suerte de sueão: uno fIota eu una sense- ponder. Su silencio y quiettiã(furante las largas horas de las
ción de bienestar.l09
ó~on un signo de que ha establecido contacto con el Arte.ll1
Aquellos que habrían de presenciar la plena, !ibre y activa
Semejante concepción deI teatro-como-narcótico definiría la experiencia de un ejecutante público se preparaban a sí mismos
idea de Wagner en relación aI demonio que su Ópera de Bayreuth mediante un acto de autosupresión. El, ejecutante Ies excitaba;
derrotaría. Pero el ambiente que hizo construir llegó, a través pero para ser excitados ellos necesitabarr, primero, volverse pa-
de una ruta opuesta, a la mísma imposícíón de silencio. Bayreuth sívos, El origen de esta situación peculiar era una duda personal
fue comenzada en 1872 y concluída en el afio 1876. EI exterior que obsesíonaba al espectador.
deI edificio estaba desnudo, casi yermo, ya que Wagner queria • En público, el espectador no sabía cómo expresarse, le oc~­
que toda la atención se concentrase en el arte ejecutado en su rría involuntariamente. En los domínios dcl teatro y de la mu-
interior. EI interior era sorprendente en dos sentidos. Prlmero, síca, por lo tanto, a mediados deI síglo XIX las gent~s querí:;m
todos los asientos estaban dispuestos sobre el modelo de un que se les dijese lo que iban a sentir o lo que debían sentir.
anfiteatro. Cada míembro deI público disponía de una vísíón
deI escenario libre de obstáculos; no disponía de una visión ela-
110 Richard WAGNER, citado en ibid., p. 172.
111: Ver la obra de Jacques BARZUN, Darwin, Marx, Wagner (Garden City,
108. TIDWORTH, op. cit., p. 158. N. Y.: Doubleday, 1958), que sigue siendo el mejor estudio aeeI? de las inten-
109. GARNIRR, citado eu ibid., p, 161. clones de Wagner, aun cuando sea musicalmente irregular en ciertaS partes.

258 259
Esta es la razón por la cual la nota explicatoria del programa, mos que hubiesen sido incomprensibles para los públicos de la
cuyo primer practicante exitoso fue sir George Grove, se volvió época de Voltaire, quienes disfrutaban gracias a los esfuerzos
tan popular, tanto en las obras de teatro como en los conciertos. realizados por una clase elevada de sírvíentes. La ansiedad por
La crítica musical de Robert Schumann en la década de 1830 ser «culto» era muy intensa hace un sigla; pera en las artes de
tenía el tono de un amigo que hablaba con otros amigos en Ie- ejecución pública aquellos temores eran especialmente íntensos.u!
tras de molde acerca de entusiasmos comunes o sobre algo nuevo Alfred Einstein apunta a cierta ceguera de parte del músico
que el escritor había encontrado y deseaba compartir con ellos: romántico: sabía que se encontraba aisIado deI público, pera
La crítica musical que tomó forma con Grove, y dominó el resto oIvidaba que éste también se sentía aislado de éI. De nínguna
deI sigla, tenía un carácter diferente o, más bien, tres formas manera el aislamiento del público era confortante, porque se lo
diferentes que conducían al mismo fino interpretaba inmediatamente como falta de cultura. EI público,
La primera explicación a las gentes de lo que debían sentir tal como lo seüalara Rossiní, estaba profundamente preocupado
era el «folletín», la nota de programa o pieza de periódico en. .por el- hecho de que todas las palabras desagradables que se
la cual el escritor les contaba a sus lectores cómo le hacía pal- dirigían contra -él fuesen verdaderas.u!
pitar el Arte. Carl Schorske captó de este modo la glorificación Era perfectamente razonable para hombres y mujeres que
deI sentimiento subjetivo: tenían problemas en la «Iectura» de los demás en la calle, que
se mostrasen preocupados por experimentar las emociones ade-
EI escritor de folletines, un artista en víãetas, trabajaba con aque- cuadas en el, teatro o en la sala de conciertos. Y el medio de
llos episodios y detalles discretos tan caros ai gasto del sigla, XIX por
lo concreto... La respuesta subjetiva deI periodista o d~ crítico frente habérselas con esta preocupación era similar a la protección que
a una experiencia, su tono afectivo, adquiria una clara primada sobre la gente buscaba cuando se encontraba en la calle.. No demostrar
el tema de su discurso. Suministrar un estado afectivo se transform6 ninguna reaccíén, esconder los sentimientos, significa ~"eS"'-"
en el modo de formular un juícío.ua .- invulnerable, inmune a la posibilidad de pasar por torpe. En este
oscuro aspecto, como una marca de la propia duda, el silencio
o el crítico, como Greve, explicaba cómo trabajaba la músi- era correlativo a la etología deI sigla xIX.
ca o ejecutaba el músico, aun cuando el crítico y el oyente, per- EI ejecutante romântico como personalidad pública tenía ta-
sonas sensibles, se enfrentaran con un cxtraüo artifício que no les caracteristicas que atraía a la fantasía de la audiencia sobre
trabajaría sin un manual de ínstruccíones. O el crítico, como 10 que él «realmente» era. El espectador autodisciplinado sobre-
Eduard Hansllck, era profesional; la música era percibida como vivió incluso cuando la primera y más extravagante generación
un «problema» que debía ser descífrado con la ayuda de una romântica había abandonado la escena. Esta fantasía cubriendo
teoría general de la «estética». EI juicio y el «gusto» exigían a la personalidad pública sobrevivió junto con el espectador pa-
ahora un proceso de ínícíación.w sivo; en realidad, esta investidura de la fantasía en gentes que
Para sus lectores, eran todos modos de estabIecer la confian- tienen personalidades públicas se volvió más vigorosa y aún más
za. Estos intermediarias interpretativos se desarrollaron en la fuerte en sus términos. Los términos de esta fantasía eran do-
música porque el público estaba perdiendo confianza en su ca- bles: el espectador autodisciplinado coloca una carga de autori-
pacidad de juicio. La música antigua y familiar fue objeto del dad fantaseada sobre la personalidad pública y elimina cualquier
mismo tratamiento como lo fue la nueva música de Brahms, límite alrededor deI yo público.
Wagner o Liszt. La nota explicatoria en el programa -que tam- Disponemos de una noción intuitiva de la personalidad «auto-
bién f!oreció en el teatro a partir de la década de 185<l--- y el ridad» como un rasgo; corresponde a un líder, alguien a quien
crítico que descifraba los «problemas» de la música o el drama, los demás quieren obedecer más que estar obligados a hacerlo.
constituían el complemento de un público que deseaba estar se- Pero cuando un seguidor silencioso, o un espectador silencioso,
guro que los personajes sobre el escenario eran exactamente necesita ver la autoridad en aquellos que se expresan en públi-
como debían serlo en términos históricos. EI público de media- co, la fantasía de la autoridad discurre a través de un sendero
dos del siglo XIX, tanto en el teatro como en el concierto, se particular. Un hombre que puede simultáneamente mostrar y
preocupaba por las situaciones embarazosas, por sentirse aver- controlar sus sentimientos debe tener un yo constrictivo; a los
gonzado, 'por «pasar por tontos» según unos términos y a extre- ojos de su público se lo ve perfectamente controlado. Esta es-

112. Carl SCHORSKE, Polities and Psyche in Fin-de-Siecle Vienna, cAmerican 114. Para el contraste del programa de anuncias deI siglc XVIII, ver la obra
Historical Review», julio 1961. p. 935.
113. Arthur YOUNG. The Concert Tradition (Nueva York: Ray, 1965), pp. 211, 203.
de HOGAN, op. cit., p, Ixxv.
115. EINSTElN, .op, cit.• pp. 37-40.

260 261
tabilización de sí mismo implica un poder aún mayor que, como cutante constituía la autoridad adecuada para un público que
ocurría en la primera época romântica, el poder de conmo- se mantenía en silencio.ü?
ción. Del mismo modo en que la autoridad era investida sobre la
La música dei siglo XIX nos muestra a esta fantasía reuniendo personalidad de la persona pública, los límites alrededor de su
fuerzas gradualmente según las cambiantes imágenes de la per- yo público eran eliminados por aquellos que le veían actuar. Por
sonalidad de los directores de orquesta. Muchas orquestas a fines ejemplo, es instructivo contrastar el modo en que el público
dei siglo XVIII carecían de director, y la mayoría de las socieda- francês veía a la actriz Raquel, qulen vivió desde 1821 hasta 185M,
des musicales que apadrinaban conciertos públicos no disponían con la visión que tenían de Sarah Bernhardt, quien comenzó a
de un «d.irector musical» profesional. En el sigla XIX, una persa- actuar en París cuatro afias después de la muerte de RaqueL
na especial comenzó a asumir la tarea de dirigir a un numerosç Raquel era una actriz maravillosa, especialmente de tragedias, y
grupo de músicos en público. Las Memoirs de Berlioz muestran fue distinguida como tal. EI público conocía su vida privada y la
ai compositor luchando, en las primeras décadas deI siglo, cori encontraba vergonzosa (ella era mantenida por el Dr. Véron),
varias dírectores, a quienes trata con escaso respeto, así como pera separaba a la actriz de la mujer privada. Una generación
lo hacían los músicos en sus orquestas y el público en las repre- después, actrices como la Bernhardt y Eleonora Duse no tenían
sentaciones. Un insulto típico, aparecido en los periódicos de la vida privada a los ojos de su público. El público quería conocer
década de 1820, se refiere a los directores como «cronómetros à todo lo que pudiesen acerca de los actores y las actrices que
los que se da cuerda con nervios y comida».116 aparecían frente a él; estas criaturas eran como imanes. «EI ver-
AI avanzar el sigla, cuando el tamafio de las orquestas creció dadero logro de Sarah -escribió uno de sus críticos- era la
y se agudizaron los problemas de coordinación, la dirección SE( parte de Sarah Bernhardt: su mise en scene personal,» 118
transformó en un arte musical reconocido. En Paris, el primer EI público de Sarah Bernhardt, estaba fascinado con ella, SI
gran director de} siglo XIX según este concepto fue Charles La- bien en forma indiscriminada. Su maquillaje, sus opiniones sobre
moureux. El estableció el principio del director como autoridad acontecimientos cotidianos, su maliciosa chismografía eran devo-
musical más que como un cronómetro; desarrolló muchos de los rados por la prensa popular. En la medida en que el público
signos que los directores han utilizado desde entonces para con- no tenía un carácter expresivo declarado y propio, lcómo podia
trolar a la orquesta. Otros directores en París, fundamentalmente ser crítico, cómo podia el ejecutante ser objetivado, juzgado y
Edouard Colonne, trabajaron sobre principios similares. Lamou- puesto en perspectiva? La época de la murmuración acerca de
reux y Colonne fueron tratados de manera muy diferente de, los propios sirvientes había concluido. l Cómo sería el volverse
aquellos directores que Berlioz conociera en su juventud. El .pro- capaz de llevar una máscara auténticamente expresiva o el exhi-
blema no reside en si la dirección es una empresa legítima sino bir los sentimientos propios? Uno devoraba los detalles de la
por qué en los afios de [890 se asignaba semejante autoridad vida de la Bernhardt para hallar el secreto de su arte; ya no
personal en esta figura singular. EI respeto que el director de existen límites alrededor del yo público.
fines del siglo XIX le merecía a su público, era totalmente dife- Tanto en la. fantasía de la autoridad como en la eliminación
rente; en el caso de Lamoureux, se aproximaba a una especie de de los límites deI yo público, observamos que el espectador con-
veneración dei héroe. Las gentes hablaban de haberse sentido fiere al ejecutante público una personalidad. Y es por esa razón
eavergonzadas» ante su presencia, o haber sentido que no eran que al final no es muy correcto referirse a la relacíón de los
cadecuadas» para el encuentro, sentimientos que los hijos de espectadores con los actores como a la dependencia de la ma-
Juan Sebastián Bach no hubiesen experimentado nunca. yoría con respecto de la minoria. La debilidad de la mayoría
Estas hombres no eran «estrellas» românticas, es decir, pro- les induce a descubrir y a conferir cualidades de personalidad
digios o hechiceros que se ganaban la aprobación pública mer- en la clase especial de gentes que fueran una vez sus sirvientes.
ced a acciones extraordinarias. Ellos actuaban y eran considera- Dicho de otro modo: el ejecutante no hacía que los espectado-
dos como reyes más que como príncipes. El director creaba la res dependiesen de él; esa noción de dependencia se extrae de
disciplina y controlaba a un grupo heterogéneo de músicos; para una idea tradicional del poder carismático apropiado para descri-
lograr que ejecutaran, él debía tener autocontrol. En realidad, bir a una figura religiosa pera aplicado a una personalidad artísti-
parecía lógico, como no lo hubiese sido un sigla antes, que el ca moderna. Las fuerzas que íntrodujeron a la personalidad den-
director actuase como un tirano. Esta nueva categoría de eje- tro del dominio público confirieron a la mayoría de aquellos que

116. Ver el Iíbro de Hector BERLIoz, Memoirs, trad. David Cairns (Nueva 117. YOUNG, op, cit., pp. 236-238.
York: Knopf, 1969), pp. 23(}.231, para una descrípcíõn entretenida de! tema. 118. RICHARDSON, op. cit., p. 142.

262 263
vívían eu público la convicci6n de que poseían una everdadera» de conocer a Ias personas sobre las que logra despertar atención.
personalidad, y de este modo estas gentes fueron en busca de unos Le dice a un visitante que Ie gustaría iniciar aI hombre que
pocos que tenían esa personalidad, una búsqueda que debía con- puede mover sus piemas «en los principias del arte de mirar».
cluir sólo por media de actos de fantasía. Un fruto de esta si- EI visitante es obligado a reconocer que nunca comprenderá a la
tuación lo constituyó una nueva imagen para «el artista» en 50- multitud a menos que también se encuentre paralítico, a menos
ciedad; otro lo sería una nueva forma de dominaci6n política. que mire pero sin poder moverse.w
Las regIas para la emoción pasiva que las gentes aplícaõan Así es como debe considerarse ai flâneur. :ÉI está para ser
en el teatro, también las aplicaban fuera de él, para tratar de observado y no para que le hablen. Para comprenderle, uno debe
comprender la vida emocional de un media de extraüos. El hom- aprender «el arte de mirar», lo que significa volverse como un
bre público como espectador pasivo era un hombre liberado y paralítico.
exento. Estaba exento de las cargas de responsabilidad que lle- Este mismo valor se aplica en la observaci6n de, más que en
vaba en cl hogar, y aún más, estaba exento de la acción misma. la interacciÓ'n con, los fenómenos que rigen gran parte de la cien-
EI silencio pasivo en público es un medio de retirada; en la me- cia positivista de la época. Cuando el investigador introducía sus
dida en que el silencio puede reforzarse, cada perl;ona está libre propios valores, «hablaba a sus datas», los distorsionaba. Dentro
deI vínculo social mísmo. de la psicología misma, los primeros que practicaron las terapias
Por esta rázón, para poder cornprender aI espectador como parIantes explicaban su trabajo aI público por media de un con-
figura pública debemos finalmente comprendcrle fuera __d el tea- traste estereotipado con el alivio proporcionado por los sacerdo-
tro, en las calles. Ya que en este medío su silencio sirve a un, tes: los sacerdotes no escucban realmente, ellos interfieren dema-
propósito mayor: aquí aprende que sus códigos para la intes-- siado aI aportar sus propias ideas y de este modo son incapaces
pretación de la expresión emocional son también- códigos para de comprender los problemas que se traen al confesionario. Mien-
aislarse de los demás; aquí aprende una verdad fundamental de tras que el psicólogo que escucha pasivamente sin of~ecer con-
la cultura moderna, que Ia búsqueda del sentimiento y deI co- sejo inmediato, comprende mejor el problema deI paciente por-
nocimiento personaI es una defensa contra la eXPTriencia..de las que no ha interferido eon la expresión hablada de éste «coloreán-
relaciones sociales. La observación y «cl dar vuelta las cosas en dola» o «dístorsíonándola» con su propio discurso.
la cabeza» toman el lugar deI discurso. . Es en el nivel psicológico donde esta idea referida ai silencio
Observemos cómo eI enfoque sobre un ejecutante profesíonal y a la evaluación compromete nuestra atención. En el siglo pa-
fue transferido en primera instancia aI enfoque deI extrafio en sado existia una íntima relacíón entre el tomar a las aparienctas
la calle. En «The Painter of Modem Life», un ensayo sobre Cons- como signos de Ia personalidad y volverse un espectador silen-
tantin Guys, Baudelaire indag6 acerca de la figura deI [lâneur, cioso en la vida cotidiana. A primera vista, esta relación parece
el hombre de los bulevares que «se viste para ser observado» absurda, ya que tomar seriamente la aparieneia de alguien como
y cuya verdadera vida depende del ínterés que despierta en los un signo dei yo implica una intrusi6n activa, incluso curiosa,
demás en la calle: el flâneur es una persona ociosa que no es dentro de la vida de él o de ella. Recordemos, sin embargo, los
un arist6crata desahogado. EI [lãneur que BaudeIaire toma como cambios en las artes escénicas cotidianas de Ia compra-venta que
el ideal deI parisino de clase media, así como lo hace Poe en se producían en los bazares: aquí también se producía I.~ unión
The Man of the Corowd al tomarIo como el ideal del londi- del silencio de una persona con un aeto de concentración; dei
nensede clase media y así como lo toma posteriormente Walter mismo modo, en el teatro, en la calle, en una reuni6n política,
Benjamin como el símbolo deI burgués deI siglo XIX quien íma- los nuevos c6digos de la personalidad requerían nuevos códigos
ginaba cómo tendría que lucir para ser interesante.ü? de lenguaje. (La expresión pública podia ser comprendida soIa-
i. C6mo hace este hombre que se exhibe en los bulevares, esta mente a través de la imposición. de ~estriceiones sobr~ un? mis-
criatura que intenta atraer Ia atención de los demás, para causar mo. Esto sighificaba una subordinación frente a la romana que
una irnprcsión P, icómo hacen los demás para responderle? Una aetuaba y también era algo más. Esta disciplina del silencio era
historia de E. T. A. Hoffrnann, The cousin's Comer Windaw, nos un neto de purificación. Uno quería ser estimulado plenamente,
da una pista. EI primo se eneuentra paralítico; él mira desde sin la adulteración de los propios gustos, Ia historia o el deseo
su ventana de la esquina bacia Ia gran muItitud urbana que pasa de responder. Fuera de esta, la pasividad lleg6 a ser 16gicamente
Ignorándole. J:i.l no ticne deseo alguno de unirse a la multitud ni un requisito para el conocimiento.
Del mismo modo en que existia una relación entre eI silencio
119. Ver el libro de Walter BENJAMIN, Illuminatíons, ed. Hannah Arendt
(Nueva York: Schocken Books, 1969). «Baudelaire». 120. Ibid., p, 173.

264 265
y Ia cIase social en el público teatral. así también existía una se c1ausuraba un café o una taberna, la causa no era provocada
relación entre los dos en una multitud callejera. El silencio pú- por el desenfreno de la bebida sino por la evidencia de que Ias
blico entre los trabajadores era considerado por la burguesía gentes en los cafés estaban sobrias, furi?~as y c?n~ersando.
como un signo de que los trabajadores, si bien no estaban sa· La relación entre el alcohol y la pasivídad pública nos neva
tísfechos, eran obedientes. Esta creencia se derivó de una ínter-: un paso más allá, Gradas aI trabajo de Brian Harrison se pueden
pretación hecha por primera vez por la burguesía deI sigla XIX trazar mapas de Londres en el siglo XIX de aquelIos lugares don-
acerca de una reIación entre Ia revolución y la libertad de ex· de estaban ubicados los negocias de venta de licores y las ta-
presión entre los trabajadores. La interpretación era simpIe. Si bernas en diferentes zonas de la ciudad. En los distritos donde
a los Jrabajadores se Ies permitía congre~se pQdrían comparar residía la clase trabajadora exístía.va fines del siglo XIX en ~n~
Í11~ticill_~' urdir vy-conspirar, JOlnel1_t~_r...Jº1riID!.~_E~VõTtiêionarias., dres, una gran cantidad de tabernas y no ~a. gran concentracl~n
Por 10 tanto, entraron en vigor Ieyes como aquellas de 1838 en de negocios de venta de licores. En los distnitos de clase .medIa
Francía que prohibían las discusiones públicas entre los traba- alta, existfan muy pocas tabernas y una gran concentración de
jadores, y se estableció un sistema de espías en la ciudad cuyo licorerfas. A lo largo dei Strand, que entonces era una gran área
objetivo era informar acerca de los lugares donde se congrega- de oficinistas, se encontraba una gran cantidad de tabernas y
ban Ias pequenas moléculas de; trabajadores, en qué cafés y en eran utilizadas a la hora del almuerzo. El descanso que la ta-
qué momento. berna y sus bebidas alcohólicas proporcionaban a la hora del
A fín de protegerse, los trabajadores comenzaron a simular almuerzo era respetable; era un descanso del trabajo. La taberna
que sus encuentros en los cafés s610 tenían el propósito de corno descanso deI hogar era, por contraste, degradante. Har-
beber un grueso y confortante trago Iuegc de la labor diería. rison nos cuenta que para los anos de 1830
La expresión boire un litre (ebeberse un litro» de vino) comenzó
a emplearse entre los trabajadores en los afies de 1840; significa- los comerclantes de Londres, sin embargo, bebí~ ~n sus hogares y el
ba, expresada en voz alta para que lo escuchase el patrón, que beber en privado, como opuesto a hacerlo en publico, se estaba trans-
los muchachos iban a emborracharse en el café. No hay nada formando en un signo de respetabilidad. 122
que temer en su sociabilidad; la bebida les habrfa enmudecido.Pl
Las restricciones sobre eI derecho de los trabajadores a con- La capacidad para excluir a Ias tabernas, lugares x:uidosos
gregarse no se formalizaron en Inglaterra en los afies de 1840 aI donde reinaba la' jovialidad, era una prueba de Ia capacidad de
extremo en que lo habían heeho en Francia; pero los temores nu vecindario para pasar por respetable. A pesar de que es mu-
de la cIase media eran los mísmos, y en Londres la polida pa- cho menos lo que se conoce de París que de Londres acerc:,- de
recía haber refcrzado informalmente las restricciones sobre Ia este proceso de exclusión del sigla XIX, es razonablemente cierto
asociacíón, que en Parfs eran -una euestión de decreto. El mismo que la taverne. o peor la cave local debajo de ~ ta~ema fu;
alarde de alcoholísmo, el mismo disfraz de asociación se encon- uno de los objetivos de Haussmann al reconstnnr la cll~dad;. él
traba por lo tanto en Ia clase trabajadora de Londres como de no deseaba eliminarIas sino más bien sacarlos de los vecíndarios
Paris, aun cuando, legalmente, no había neeesidad de ello, burgueses. EI silencio es orden porque el silencio es la ausencia
Nadie puede negar el sentido escapista de la bebida en mu- de interacción social.
chos trabajadores en París, Londres y otras grandes ciudades dei La noción de silencio dentro de los propios estratos burgue-
siglo XIX. Cualquiera sea el balance entre el aIcoholismo real y ses tenía un significado afino Tomemos, por ejemplo, los cambias
simulado, el disfraz es importante porque revela las conexiones ocurridcs en los clubs ingleses desde la época de Johnson. A me-
que los parisinos y londinenses 'de clase media establecían entre diados del sigla XIX. las gentes iban a los cl'l.1;bs para poder sen-
Ia estabilidad social, el silencio y el proletariado. tarse en silencíq sin ser molestados por nadie: SI. así. lo desea-
Cuando el café se transformaba en un lugar de conversacíón ban, podían estar absolutamen.te solos en ';lna ?abltaclón colma-
entre los trabajadores, amenazaba el orden social; cuando el café da de amigos. En el club del siglo XIX, el silencio se había trans-
se volvia un lugar donde el alcoholismo destruía la comunicación, formado en un derecho.tê
se mantenfa el orden social. La condena de las tabernas de la
cIase baja por parte de la sociedad respetable debe ser obser-
vada con un ajo crítico. Mientras que estas condenas eran sin 122 La mejor descripción corrtente de la vida de taberna la ofrece Brlan
~SON en su obra ePubs», en H. J. nrcs y Michael Wou;r, OOs., T.he Vil:-
duda sinceramente expresadas, Ia mayoría de las veces en que torian City, voI. I (Boston: Routledge & Kegan Paul, 1973); cíta de Bnan HA.~
RRISON, Drink and the Victorians (Londres: Fa~er and Faber, 1971), p. 45.
121. CACÉRES, op, cit., p. 173. 123. JohnWooOE, Clubs (Londres: 19(0), passtm.

267
266
rrollaba lá vida de café. Uno se encontraba alrededor: de la nl;leva
Este fenómeno no estaba limitado a los grandes clubs Iondí ópera de Gamier; juntos se haIlaban e1 Grand Café, e1 Cafe de
nenses; en aquellos clubs más pequenos, el silencio también se la Paix el Café Anglais y el Café de Parfs. EI otro centro de la
había vuelto un derecho. Pero esto era claramente un fenómend vida del café era el Barrio Latino. Los más famosos eran e~
londinense; los visitantes que llegaban desde Ias' provincias de- Café Voltaire, el Solei! d'Or y el Fran~ois Premier. En cl café
cían sentirse intimidados por el silencio que reinaba en los c1ubs deI bulevar, de la ópera y del Barrio Latlnc~, la columna vertebral
de Londres, y se hacían frecuentes comparaciones entre la ja- del comercio era el habitue más que el turtsta o el cab~llero ele-
vialidad que caracterizaba a los clubs provincianos de Bath, Man- gante que salía con una mujer mundana. Era eS,ta. clientela ~~
chester o incluso Glasgow y el «silencio mortuorio que había que utilizaba el café como un lugar para esta;r e:n público y solo.
en Whíte».'> Observamos el cuadro La bebedora de aienio, de Degas, ~ ve-
iPor qué este silencio en los clubs- de la gran ciudad? Hay mos a una mujer sentada en un café de la Orilla Izquierda rmran-
una explicación simple para ello; a saber, que Londres está fati- do fijamente el fondo de su copa. Tal vez ella es respetable pera
gado y atosigado y las gentes se refugiaban en sus clubs para nada más; se encuentra tota1men~e aislada de ~quellos que la
escapar de esta sítuación. Lo que en gran medida tal vez sea rodean. Apuntando a la clase media, Leroy-Beauheu en s~ QU(~s~
cierto, pera plantea el siguiente interrogante: iPor quê Ia «re- tion Ouvriêre au XIX Síêcle preguntaba sobre' la burguesia OCI0~
Iajación» consistía en no hablar con las demás gentes? Después sa en Paris: «i.Qué hacen en nuestros bulevares. es~s? hileras de
de todo, estos caballeros en la calle no charlaban Iibremente con cafés rebosantes de ociosos y bebedores de ajenjo. ». LeeJ?os
todos los extrafios con que se topaban. En realidad, si Ia metrô- acerca de «las grandes multitudes silenciosas observando como
poli era el monstruo ciego e impersonal en que la mitología po- vive la calle» en Nana, de Emile Zela; observamos 13;s fotogr~~
pular la había transformado, entonces uno podía suponer que fías de Arget tomadas al café que es actualmente ~l Select Latín
la manera de escapar a toda esta impersonalidad de las calles en el Boulevard St-Míchel y vemos figuras solitarias sentadas .a
seria encontrar un lugar donde se pudiese hablar sin restrfc- una mesa y mirando fijamente hacia la calle. Parece ~ cambio
ciones. simple. Por primera vez había en el café grandes cantídades de
Para aclarar un poco toda esta confusión, nos ayudará com- personas reunidas, descansando, bebiendo, leyendo pera separa-
parar el club Iondinense con el café parisino no proletario. Na- das por muros ínvísibles.P' ..
turalmente, la comparación es torpe. Los cafés estaban abiertos En 1750, parisinos y londinenses consideraban a sus fa~lbas
para todos aquellos que podían pagar; los clubs eran exclusivos. corno dominios privados. Los modales, el Ienguaje y la vestímen-
Pero la comparación también es pertinente- porque tanto el café ta del gran mundo comenzaban a ser inapropiados dentro de l~
como el club comenzaron a funcionar a través de reglas sirnila- intimidad deI hogar, Ciento veinticinco anos más tarde este ~­
res referidas al silencio como un derecho público de proteccíõn vorcio entre el hogar y el gran mundo se había vueIto, en teorta,
contra la sociabilidad. " absoluto. Pero, nuevamente, el clisé hist?rico. no es mu~ e;ca~to.
Desde mediados del siglo XIX, en varios distritos los cafés co- Debido a que el silencio originaba el aislamiento, la ~lstinCIÓn
menzaron a extenderse sobre la cal1e. En el sigla XVIII el café entre público y privado no podia hacerse en .base a con~lderar1os
Procope colocó sillas y mesas en la calle en unas pecas ocasiones, opuestos. EI espectador silencioso que no miraba a nadle, en par-
tales como aI concluir una gran velada en la Comédie Française, ticular, protegido por su derecho a permanecer solo, podía ahora
pera dicha práctica era inusual. A raíz de la construcclón de los estar absolutamente sumido en sus pensamlentos y en sus .en-
grands boulevards por el barón Haussmann en la década de 1860, suefios: paralizado desde un punto de vista socíable, su con~l~n·
los cafés dispusieron de, un espacío mucho mayor para exten- cia pcdía flotar líbremente. Uno se escapaba del salón familiar
derse sobre la calle. Estos cafés callejerosen los grands boule- para lograr esta intimidad en el club o en el café. ~or lo tant~,
vards tenían una diversa clientela perteneciente a las clases me- el silencio superponía la ímagínacíón pública y privada. El SI-
dia y alta; los cperaríos y los obreros semicalificados no fre-
cuentaban estas. lugares. En las décadas que sucedieron a la fi- 125 RrCHARDSON, op. cit., p. 128; ver mapa en la obr,a de Davi~ H.• PINKNllY,
nalízacíon.dc los grands boulevards, una enorme cantidad de per- Na oieon [11 and the Rebuilding of Paris (Princeton: P~:eton Un:ver~lty Press,
195~), p. 73; Raymond RUDOllFF, The Belle Epoque: Pans tn the Ntnettes (Nueva
sonas se sentaban a la puerta de sus casas en verano, primavera York: Saturday Review Presa, 1973), pp. 32, 14;;1·150. . • . d
y otofio, y en Invierno permanecían detrás de Jas lunas que mi-
op. cit., p. 88; ver la obra de Henri d'ALM~, La Ltttérature au Ca sous e
sor
126.lEROy.BEAULIEU, La Question Ouvriere au XIX Stê~le, citado en Riféchar
raban hacia la calle.
Además de los bulevares existían dos centros donde se desa- Seconâ Empire, en eles Oeuvres Libres», num. 135 (Sept. 1932), .para una beu:
descripci6n de aqueIlos que se sentaban y observaban a los literatos que s
dejaban observar.
124. tua.
269
268
lencio permitía símultaneamente ser visible a los dernás y per. la experiencia personal, pera que le había agotadc de significado
manecer aislado de ellos. Se produjo aquí eI nacímíento de una en términos de las relaciones socíales.F' , .
idea que eI rascacíelos moderno, como ya hemos visto, lleva a su Por estas razones, hacia fines dei siglo x~x h~blan cambiado
conclusión lógica. los términos fundamentaIes deI público. EI sllenclO. fue el agente
Est~der~Q._ a escapar ,.llacia la intlmidad pública era dis- de la dependencia en el arte, dei aislamiento-comcrmdepen~en~la
frutado ·des11rn-a.JW~iit~--p()r_~:.ãmoÓrsexos.Incluso en los afias en la sociedad. Toda la exposicíón razonada de ~a cultura publica
de 1890, una mujer -iiô:--:portri"irsolâ""a un café en París o a un se habia quebrado. Se había invertido la relación e~tre :1 e~~e~
respetable restaurante en Londres sin despertar aIgún comenta- nario y la calle. Las fuentes de la creatividad y l,a. ímagmacion
ria y síendo, ocasionalmente, rechazada en la puerta de los mís- ue habían dado vida a las artes ya no eran utilizables como
mos. Se le negaba supuestamente la entrada como una cuestión q
alimento de la VIlda co tidi
1 iana.
originada en su mayor necesidad de protección. Que un teaba-
jador abordase a un caballero en la calle para preguntarle la
hora, o las instrucciones para encontrar aIguna calle, no era
causa de enojo; si este mismo trabajador- l1Íubiese abordado a
una mujer de clase media con el mismo propósito, hubíera cons-
tituído un ultraje. Dicho de otro modo, «la muchedumbre solíta-
ria» era un dominio de libertad privatizada, y los hombres, ya
sea para eludir simplemente algún tipo de domínacíon o debido
a una necesidad maycr, estaban más capacitados para escapar
hacia él.
Eu el siglo XIX, las reglas para comprender las apariencias
se movían más alIá de aquellas regIas a través de las cuales
Rousseau había analizado la ciudad. ~l podía imaginar vivo aI
público cosmopolita únicamente caracterizando como un actor
a cada uno de los habitantes de la ciudad; en su París todos
estaban comprometidos con la autoinflación y la búsqueda de
reputación. Imaginaba una ópera perversa en Ia que cada uno
machacaba su parte porque todo valia. En las capitales del si-
gla XIX, en cambio, la forma escéníca adecuada era eI monólogo.
Rousseau aspiraba a una vida social en la que las máscaras se
transformasen en rastros y las apariencias en signos deI carácter,
En cierto sentido sus deseos se realízaron, las máscaras se trans-
formaron efectívamente en rastros en eI sigla XIX pera la con-
secuencia fue eí desgaste de la interacción social.
En los afios de 1890, se desarrolló en Paris y en Londres una
forma de entretenimiento social que encarnaba perfectamente
las nuevas regIas. Los banquetes públicos masivos se volvíeron
populares .en la ciudad; cíentos, y eo ocasiones míles, de per-
sonas se encontraban estrechamente reunidas, la mayoría de las
cuales s610 conocían a unos pocos en el salón, Se servía una
cena uniforme y luego dos o tres personas ofrecían discursos,
Ieídos de libras propios o de otras personas, o se entretenía a
la multitud de alguna otra manera. RI banquete concluía 10
que la casa de refrigerios había comenzado dos siglos antes. Era
el fin deI Ienguaje como forma de intcraccíón, su fin como una
forma líbre, fácil y, sin embargo, elaboradamente tramada. RI
banquete multitudinario fue eI símbolo de una sociedad que per-
sistía eu el domínio público como un domínio importante de 127, Roger SHATTUK, The Banquet Years, Cap. 1.

271
270
x. La personalidad colectiva

Habiendo llegado hasta este punto en la historia de la vida


pública, puede resultar útil preguntar, lcómo hizo el sigla XIX
para fijar los címientos de nuestros problemas actuales? Eu la
actualidad, la experiencia impersonal parece insensata y" la com-
plejidad social una amenaza inmanejable, Por el contrario, la
experiencia que parece decirnos algo acerca deI yo, que ayuda
a definirlo, a desarrollarlo o a alterarlo, se ha transformado en
un asuntc opresivo. Eu una socíedad íntima, todos los fenó-
menos scctales, no importa cuán impersonal sea su estructura,
se convierten en cuestiones de personalidad a fin de tener un
significado. Los conflictos políticos sou interpretados en funcíón
de la actuación de las personalidades políticas; el liderazgo se
interpreta en funcíón de la «credibilidad» más que de la reali-
zación. La «clase» a la que uno pertenece parece ser el pro-
dueto de la habilidad y la presión personal más que de una sis-
temática determinacíón social. Enfrentada con la complejidad las
gentes buscan algún principio interno, ·esencial eu media de lo
múltiple, ya que la conversión de los hechos sociales en sím-
bolos de personalidad unicamente tenía éxito cuando los com-
plejos matíces de la corrtingencia y la necesidad eran quitados
de escena.
EI acceso de la personalidad al domínio público en el siglo XIX
preparó el terreno para esta sociedad íntima. Lo hizo así indu-
ciendo a las gentes a creer que los intercambios en sociedad eran
revelaciones de la personalidad, Y lo logró también a través de
la formación de la percepción de modo tal que los contenidos
de la personalidad no cristalizaban nunca, comprometiendo por
lo tanto' a los hombres en una interminable y obsesiva búsqueda
de pistas en lo referente a aquello que los demés, y ellos mís-
mos, eran «realmente». A lo largo de cien anos, los comproml-
sos y los vínculos sociales han cejado frente a la pregunta, «lqué
es lo que siento?». Eu realidad, las tareas de desarrollo de la
personalidad han llegado a parecer antitéticas de las tareas de
acción social.
Las diferencias entre el síglo pasado y el nuestro residen en
el hecho de que en el sigla pasado se creía que ciertas tareas
de la personalidad, sobre todo el despertar deI scntimiento es-
pontâneo, ocurría únicamente en un media impersonal, aun cuan-
do este despertar no ocurriese a través de un proceso de parti-
cipación social activa. La persistencia de una crcencía en el do-

273
HCS 151.18
minio público estaba vinculada a un fuerte deseo de escapar de siguiente: significa aprender cómo coger más que a desear. EUa
la familia y sus rigores. Hoy podemos condenar este escape ha- suena posesivo y dominante; de hecho, sin embargo, aquellos Q1fc
cia la impersonalidad ya que los hombres disponían de mucha han aprendido a cogcr sou más sencillos que aquellos que" estan
más libertad que Ias mujeres para conseguirlo, pero como el arraigados aI narcisismo del ~eseo ínenfocable.
público mismo ha sido eliminado de nuestras mentes y de nues- Para que una cultura estimule el narcrstsmo ~ebe, por 10
tra conducta, la família se ha vuelto continuamente más exigen- tanto, desalentar a las gentes de coger: debe desviar-los de un
te. Es nuestro único modelo para poder definir cómo son Ias sentido acerca de su propio egotismo, dcbe suspender l~ facultad
relaciones emocionales «reales», Excepto para aquellos de noso- de juzgar las nuevas experiencias y estimular la creencia d? q.ue
tros que son muy ricos, no conocemos ninguna alternativa cos- esta experiencia es absoluta en cada momento. Esta desvla~lón
mopolita. RI escape voyerista de la família que se utilizaba en cl del juicio es a lo que dia origen .cl acceso de la personahdad
siglo pasado no debe ser, por lo tanto, completamente descar- dentro deI domínio público co el stglo pasado. . I

tado; al menos algunas gentes deben escapar. Hemos visto co el último capítulo cómo la personalídad deI
La sociedad íntima está organizada aIrededor de dos princi- artista eo público estaba relacionada con un problema de «texto»;
pios, uno al que yo he definido como narcisismo y otro aI que él enfocaba la atención del público fuera del texto que era
habré de definir en el curso de este capítulo como gemeinschaft ejecutado. Ahora veremos cómc, cuando la personalidad pública
destructivo. Este barbarismo de la ciencia social posee, Iamen- es un político, él tambíén concita la atenci6n sobre sí al cxtre-
tablemente, un significado útil pera intraducíble, RI acceso de Ia mo de que desvía la atención con respecto aI «texto». Ese texto
personalidad a la vida pública del siglo pasado abrió el camino es la suma de los intereses y necesidades, d~ sus oyentes. En l~
para cada uno de ellos, medida en que un político despierta en pubhco la creencia en el
RI narcisismo, como se recordará, es Ia búsqueda de gratifica- como persona, en esa misma medida aqueIl~s que S~)I~ ~rédulos
ción del yo que aI mismo tiempo ímpide que esta gratificación pierden el sentido de sí mísmos. La suspensión del JUlCIO. a tra-
ocurra. Este estado psíquico no está originado por una condi- vés de los modos de pasividad y de duda ya la hemos VIStO. en
ción cultural sino que es una posibílidad de carácter para cual- acción dentro de un contexto artístico público. En lugar de juz-
quier ser humano. Pero el narcisismo puede ser estimulado por garle a él, sus oyentes des~an ~er conm0.vidos por él, dese~
los desarroIIos culturales y puede variar en su expresión de sí- experimentarle. La misma sltua~lón ~e aplica a ~a «pers,ona.h.
glo eu síglo, de modo que en algunas circunstancias puede pa- dad» política' sus oyentes también pierden el sentido de SI IDIS-
recer aburrido, en otras patético y en otras una angustia com- mos. Ellos enfocan su atención sobre quién es él, más que sobre
partida. . lo que él puede 'hacer por eIl.os. A este proceso lo l1amaré la
El narcisismo depende de una parte elementaI deI aparato suspensión de los íntereses YOlCOS de un grupo, 9-~e no es una
psíquico que entra en suspensión. Esto significa eI «egotismo ilus- ,frase elegante pera sí una provechosa combma';lOn de lo eco-
trado» o lo que se denomina técnicamente una «función secun- 'n6mico y lo psicoanalítico. Este proceso comenzo a aparecer en
daria del yo», En la medida en que una persona puede formar la vida política de las capitales dei sigla XIX" .
en su mente una idea de lo que quiere, de lo que sirve a sus La segunda característica de la socieda.d mtima de nue~t:?s
intereses, y de aquelIo que no Ie sirve para ninguno de estos días es su vigoroso énfasis sobre la com';1mda~l. En su definición
objetivos, comprueba la realidad de una manera peculiar. ~l juz- más florida, una comunidad es un vecindario, un ~ugar en. el
ga lo que hay en ella para él, más que si es éI. La palabra «ilus- mapa; esta definición ~ce. hoy com~ ai buen sentído precisa-
trado» eu la jerga econ6mica capta esta situación con más clarí- mente debido a la atormzacion de la ciudad que tuvo lugar en el
dad que la jerga psicoanalítica. Cualquier realidad particular es siglo XIX, de modo que la gente que vivía eu ~iferentes zona.s .~~
«alígerada» de la carga de tener que sintetizar un estado deI ser la ciudad vivía a su vez diferentes clases de vida. ~sta definíción
o de tener que satisfacer como una expresión de la persona, Una florida es, sin. embargo, demasiado estrecha tamble~; las gentes
vez «aligerada» de esta manera, no se la haIlará sístemátícamen- pueden tener toda clase de experíencías ; d~ comunídad que no
te escasa, tal como ocurre cuando una persona trata de emplear dependan del hecho de la convivencia próxima. " . .
relaciones limitadas y concretas para símbolízarse. EI egotismo EI sociólogo Ferdinand Tõnnies trat6 de describir el sentido
ilustrado tiene también la connotación de traer la luz para re- no geográfico de la comunidad por medio del contraste entre:.;, ge-
solver una situaci6n, ponerla en perspectiva, descubrir qué pla- meinschait y gesellschaft. El primero se refiere a la c?ffiumdad
cer verdadero ofrece una situaci6n merced a la definicíón de los en el- sentido de las relaciones emocionales plenas y abiertas con
límites de la situación mísma. He pensado a menudo que la los demás. AI oponer esta idea de comunidad a gesellschaf! (se:
mejor definición de una función dei yo podría derivarse de lo ciedad), 'põnníes significaba la creación de un contraste hístórí-

274 275
co más que ~a descripción de dos estados de vida diferentes que gerios y los teatros en el siglo XVIII; el lenguaje compartido pro-
pueden exístír ai mismo trempe. Para él, la gemeinschaft existía ducía en Ias gentes la sensaci6n de constituir un «público». En
en el mundo precapitalista y preurbanizado de fines de Ia Edad líneas generales podemos decir que el «sentido de comunídad»
Media. o :0 las sociedades. tradícionales, La gemeinschajt, las de una sociedad con una vida pública vigorosa, nace dê esta
comumcaciones plenas y abíertas con los demás, es factible 5610 uni6n de la acci6n compartida con un sentido compartido del yo
en una so~iedad jerárquica, Las relaciones de la gescllschaí t, por colectívo.
cl ccntrarío, son apropiadas a la socicdad moderna con su di- Pero en una época en que la vida pública se está erosionan-
v~sión deI trabajo y sus clases inestables más que con posiciones do, esta relacíón entre la acci6n compartida y la identidad colec-
fijas, Aquí las gentes aplicarán cí principio de la divlsión dei tiva se rompe. Si las gentes no se bablan en las calles, ic6mo
trabajo a sus sentimientos, de modo que eu cada uno de sus habrán de saber quiénes son como grupo? Podemos decir, en
encuentr~.s c~m los demás sólo habrán de comprometerse parcial- tal caso, que elIos símplemente dejarán de pensar en eIlos mis-
mente. Tõnnies lamentaba la pérdida de gemeinschaft pero creía mos como un grupo; en el siglo pasado las cundiciones de la vida
que s610 un «romãntico social» podía creer en su reaparición. pública muestran que esto no era asf ai menos en los tiempos
Nos hemos transformado en los «românticos sociales» a los modernos. AquelIas personas solas y silenciosas en los cafés,
que aludía Tõnníes. Creemos que la revelación de uno miemo a aquellos flâneurs de los bulevares que pasaban pavoneándose pero
los demás es un bien moral en sí mismo, independientemente de que no hablaban con nadle, seguían pensando que se encon-
las condiciones sociaIes que rodeen a esta revelación. Recorde. traban en un medio especial y que las otras personas que es-
mos a aquellos entrevistadores descritos ai comienzo de este taban en ese media compartían algo con eIlos. Los elementos que
libro; ellos creían que, a menos que se revelaran a sí rnismos ellos utilizaban para construir una imagen sobre quiénes eran
toda vez que el paciente exhibía algo, no podrían compromc- como colectividad, ahora que ni Ia vestimenta ni el lenguaje
terse en una relación autêntica y humana con sus pacientes. eran elementos reveladores, eran los elementos de Ia fantasia
En. c~mb.i?, tratarían a sus pacientes como a un «objeto», y la y la proyección. Y en Ia medida en que ellos consideraban a la
objetivación es mala. La noción de comunidad implicada en este vida social en -funci6n de estados de personalidad y de símbolos
punto es la crencia de que cuando las gentes se revelan entre personales, lo que comenzaron a hacer fue crear un sentido de
sí,. crec~ un tejido que los enlaza. Si no existe una apertura personalidad común en público producido por, y sustentado úni-
psicológica, no puede haber un vínculo social. Este principio de camente en, actos de fantasia. Dado el becbo de que los sfmbo-
comunídad constituye el exacto opuesto de la comunidad «so- los de la personalidad eran en realidad tan ínestables y de que el
cíebíe» dei siglo XVIII, en la cual los actos de disfraz y las más- acto de descifrar la personalidad era tan difícil, tiene sentido
caras era lo que las gentes compartían. el que pudiese funcionar una ampliacíón de los términos de la
Cualquier tipo de comunidad es algo más que un grupo de personalidad a fin de abarcar la personalidad de un grupo co-
costumbres, comportamientos o actitudes acerca de otras gen- lectivo, aunque más no fuese, por medio de actos de la fantasía
tes. Una comunidad también es una identidad colectiva; es una y la proyección.
manera de poder decir quiénes somos «nosotros». Pero si la Por ]0 tanto, esta es la forma de comunidad que estudiare-
cuestión es abandonada allí, cualquier agrupación social desde mos: una comunidad que tiene una personalidad colectiva gene-
un vecindario hasta una nación, podría ser considerada como rada por la fantasía común. Hay un largo camino desde el sig-
una comunidad mientras las gentes en el grupo pudiesen alcan- nificado de Ia comunidad en la ciudad como vida local, pera en-
zar un retrato de sí mismos como una totalidad. La cuestión tonces esa definici6n se encuentra muy lejos de abarcar la pro-
reside en cómo llegaron a conformarse estos retratos de la per- fundidad y seriedad deI fenómeno de la comunidad misma. Ade-
son.alidad colectiva, qué elementos emplearon las gentes para más, trataremos de descubrir la relación existente entre este sen-
forjar un sentido con respecto a quiénes somos «nosotros». tido de comunidad como personalidad compartida y los proble-
La manera más simple de conformar una identidad comuna! mas de los intereses yoicos del grupo analizados previamente.
tiene lugar cuando un grupo es amenazado en su propia supervi- Entre el fen6meno de la personalidad colectiva proyectada y la
vencia, ya sea por una guerra u otra catástrofe. Cuando empren- pérdida dei interés grupal baIlamos una relación directa: cuan-
den la acción colectiva para hacer frente a esta amenaza las to más domina la vida deI grupo una personalidad común fanta-
gentes se sienten más unidas unas con otras y buscan imágenes seada, menos puede actuar el grupo para promover sus íntereses
que las vínculen, La acción colectiva alimentando una autoima- colectivos. Esta brutal situación de causa-efecto cobró forma en
gen colectiva; esta alianza se extiende desde los ideales deI pen- el sigla pasado, y más obvia y seriamente en eI terreno de la po-
samíento político griego hasta el lenguaje de las casas de refri- lítica de la lucha de elases.
276 277
Aquello que emergíó en los últimos cien afies, cuando comeu. [adora esa disciplina dei silencio que el público burgués ímpo-
zaron a formarse las comunidades de personalidad cclectlva, fue nía normalmente sobre sí mismo en el domínio del Arte. La con-
que la imaginación compartida se transformó en un disolvente secuencia fue la temporaria, pero a menudo fatal, suspensión
de la acción compartida. Así como la propia personalidad se trans- por parte de los trabajadores de sus propias demandas.
forma eu una idea antisocial, la personalidad colectiva se transfor- Hablar dei política burgués como de un ejecutante que do-
ma en una identidad grupal eu la socledad, hostil a la actividad minaba a los trabajadores es evocar una penosa cuestión. Es de-
grupal y difícil de traducirse dentro de ella. La comunidad, ex- masiado fácil considerar a los políticos como a manipuladores
cepto en un sentido, se ha transformado eu un fenómenodel conscientes dei público, o como a personas que comprenden sus
ser colectivo más que en una acción colectiva. La única transac- propios poderes. Por lo tanto, una imagen de la lucha de clases
ción en la que eí grupo se compromete es en la purificación, en en la sociedad deI sigla XIX resulta colmada con villanos bur-
el rechazo y castigo de aquellos que no son «como» los demás. gueses y trabajadores vírgenes seducídos. Pera el gran, y verda-
En la medida en que "los elementos simbólicos utilizados en la dero, drama de la dominación de clase en el síglo pasado reside
formación de la personalidad colectiva son inestables, la purifi- precisamente en la ciega imposicíón de regias de conocimiento
cación comunitaria se vuelve interminable, una búsqueda conti- sobre aquelIos bajo quienes la burguesía solía dominarse y ~!J.­
nua dei norteamericano fiel, deI auténtico ario y del revolucio- primirse a sí mísma. Quienes las empleaban, comprendfan y
r nario «genuíno». La purga constituye la lógica de la personali- apreciaban el hecho de que estas regIas produjesen una pasíví-
, dad colectiva; sus enemigos son todos los actos de alianza y coo- dad efectiva no más de lo que comprendían el ciclo comercial
peración o el Frente Unido. Establecido de una manera más ge- que los hacía ricos o el hecho que sus temores a ser descubier-
neral, podemos decir que cuando las gentes actualmente tratan tos por sus apariencias físicas formaban parte de toda una psi-
de mantener relaciones emocionales plenas y abiertas entre sí, cologia social.
únicamente logran herirse mutuamente. Esta es la consecuencia La revolución que tuvo lugar desde febrero a junio de 1848
lógica de la gemeinschaft destructiva que surgió cuando la per- sefíala la aparición de dos nuevas fuerzas que mantenían una
sonalidad hizo su aparición en sociedad. conjunción entre ellas; el afio 1848 fue un momento en el que
Ya que tanto la suspensión de los intereses yoicos como la se cruzaron los términos de cultura y clase. E-s el primer mo-
fantasía de la personalidad colectiva son tópicos cargados po- mento en el cual los códigos de la etologia, el silencio y el ais-
líticamente, porque invitan a la retórica, deseo examinar cada lamiento -lús códigos de la cultura burguesa pública- fue-
una de estas semillas de la sociedad íntima en términos de acon- ron suficientemente desarrollados como para afectar la expe-
tecimientos y personas específicos. La suspensión por media de riencia que las gentes tenían de la revolución. Fue también la
una personalidad pública de los intereses yoicos de un grupo es primera revolución en la que Ias cuestiones de clase y los con-
estudiada, en una de sus primeras manifestaciones, en los tem- flictos de clase estaban conscientes en las mentes de aquellos com-
pranos días de la revolución de 1848 en París; esa aparición es prometidos en el Ievantamiento.
contrastada brevemente con el trabajo de un sacerdote revolu- En toda revolución o en todo movimiento social, un obser-
cionaria en la Florencia renacentista. La formación de la perso- vador que así lo desee puede discernir a los intereses de clase
nalidad colectiva es analizada principalmente a través de un es- desempeiiando un rol. AquelIas situaciones en las que los pro-
tudio deI lenguaje de la comunidad durante el caso Dreyfus, pios actores hablan libremente acerca de sus intereses de clase
en particular en el I'Acusse de Zola. constituyen una cuestión aparte. La aparici6n de una concien-
cia de clase distingue a la de 1848 eon respecto a la revoluci6n
francesa anterior, la de 1830, en la cual la clase no estaba en
1848: la personalidad: individual triunfa sobre la clase la mente de aquelIos que, sin embargo, pudleron haber estado
motivados por ella. La propia producción industrial capitalts-
Un nuevo modo de política acompaiíó el surgimiento deI di- ta sólo comenz6 a florecer dieciocho afies antes de 1848; era
rector de orquesta. En momentos de gran ínquíetud, la burgue- natural que ciertos principias presentes en aquelIos que lucha-
sía se mostraba capaz a veces de ernplear códigos de personali- ron en 1848 no estuviesen presentes en forma consciente en aque-
dad en público como un elemento para dominar a los trabajado- nos que 1ucharon en 1830.
res eo rebelión. Esta situación trascendía a través de un nuevo Es muy común el hecho de llamar «revolución burguesa»
instrumento: el político que se había transformado en un eje- a Ia revolución de 1830. La expresión es errónea si imaginamos
cutante público creíble y conmovedor, una personalidad de au- entonces que la burguesia integraba las muchedumbres callejeras
toridad que podía imponer sobre su público de la cIase traba- dé París, o estaba de común acuerdo con aquellos diputados
278 279
comprometidos en Ia Iucha constitucional con eI gobierno de la ses para la revolución de 1848; unos pocos pintores anónimos tra-
Restauración. Esta fue una revolución dirigida por políticos y taron de revivír las figuras de Delacroix a fin de describir la
periodistas que reunían detrás detrás de si en las calles de Pa- nueva revolución, pera dichos intentos fueron impopulares. y de-
ris a los trabajadores manuales, todos con diferentes reivindica- sastres visuales. Las cIases medias desaparecen gradualmente de
ciones que formular; las muchedumbres constítuían un grupo aquellas representaciones acerca de la revolución, aun cuando
abigarrado, donde sólo estaban ausentes los muy pobres y los en 1848, corno en 1830, desempefiaron un rol dominante en su
muy ricos. Pera la expresíón «revolucíón burguesa» es apro- conducción. Cuando se produjeron Ias primeras hostilidades en
piada si se la toma como representando una cierta visión deI febrero de 1848, Daumier se movió desde la imaginación de
«pueblo» que permitia que este grupo heterogéneo se congre- 1831 (como en La insurreccion, c. 1848) hasta las imágenes del
gara por un momento.w «pueblo» como eI trabajador manual disciplinado o mcncstcro-
EI cuadro de Delacroix La libertad guiando al pueblo, pin- so (como en Familia en las barricadas, c. 1849»)31)
tado en 1831, constituye la representacíón más famosa de esta Aquello que ocurría en el terreno de la pintura ocurrfa tam-
comunidad Ilamada «el pueblo». Sobre las barricadas, a través bién en los escritos de los propios trabajadores y en sus campeo-
de los desparramados cadáveres, aparecen tres figuras vivlentes: nes intelectuales. En 1830, [ournaux de travail se referiria a sus
en el centro se encuentra una «Libertad» alegórica, una mujer intereses como «distintos» de aquellos de los hombres que eran
en la pose clâsíca pera con una bandera en una mano V una propietarios. En 1848, hablaban de sus intereses como «antagó-
pistola en la otra, arengando a quienes vienen detrás de el1a. EI nícos» a los de las c1ases burguesas. En realidad, eclase traba-
«pueblo» se encuentra en forma más destacada: a su izquierda, jadora», «proletario», «menu peuple», etcétera, tenían un signifi-
un caballero con sombrero de copa y con una chaqueta de fino cado poco consistente; las definiciones marxistas acerca de estos
pano negro, y a la derecha, un [oven trabajador con el cueJJo términos no eran dominantes, o incluso relativamente populares.
de su camisa abierto y sendas pistolas en sus manos. Por lo Pero fue en 1848 cuando muchos trabajadores comenzaron a
tanto, eel pueblo» está compuesto de dos figuras representativas sospechar por primera vez de aquellos inteleetuales de clase me-
guiadas por una abstracción, por una Libertad alegórica. Era la dia que querían aetuar como campeones de su causa. Los es-
solución del problema que se había presentado en la época de critores-obreros que fundaron «L'Atelier», por ejemplo, excluye-
Wilkes -la representación humana de la libertad- en función ron expresamente de Ia administración de este periódico popu-
de un mito compuesto deI «pueblo», Pero era un mito dei «pue- lar a los simpatizantes que eran profesíonales.!"
blo» que no podía sobrevivir. En su brillante obra The Absolute En la rebelión podía encontrarse a gentes que pertenecían a
Bourgeois (EI burgués absoluto), T. J. Clark concluve un estudio todos los estratos sociales, pera sólo aquellos que eran de las
realizado sobre esta pintura con las sigtrientes palabras: clases trabajadoras podían ser imaginados como tales. EI bur-
gués liberal de 1848 es verdaderamente un hombre en el medio.
Ese era eI problema con el mito burgués de la revoluci6n. Los ver- Puede oponerse a los vestigios deI ancien régime, puede estar a
daderos términos del mito -la historia que eI burgués se cuenta a sí favor de un gobierno constitucional. de una expanslón industrial
mismo- sefialaban su propía disoluci6n... Si la nueva revoluci6n era o de la reforma, pero aI mismo tiempo está a la defensiva. ~I
realmente heroica y universal, si habrfa de producir una nueva defini- es un rebelde y a la vez el objeto de la rebelión; está por un
ci6n deI hombre, si pueblo y burgués eran verdaderos aliados, enton-
ces el pueblo debía estar representado; y el burgués se encontraria nuevo orden. pero por un orden en y de sí mismo.
entre elIos, uno contra cuatro, o uno contra cien, un plantador colo- Las revoluciones distorsionan eI tiempo. En las mentes de
nial rodeado por escievcs.es aquellos que viven a través de ellas, parecía q;te por. Ias no-
ches se producían enormes cambios en la fábrica SOCIal; son
Hacia 1848, esta imagen dei «pueblo» como un solo cuerpo súbitamente abandonados aquellos hábitos y costumbres que fue-
ya no constituía una comunidad revolucionaria- verosímil. En : ron practicados durante afios o siglas; se hace casi imposible
las artes visuales, se pr'odujeron unos pocos intentos de utilizar juzgar el significado de los acontecimientos, saber si tienen una
la pintura de Delacrolx como una representaci6n de varias cIa- Impor'tancia catastrófica o si no habrán de significar absoluta-
mente nada aI día siguiente. La propia agitación de los acon-
128. Sobre la diversidad de la muchedumbre: Ernest LABROUSSE, Le Mouve· tecimientos revolucionarios impulsa a las gentes a escindir a
ment Ouvrier et les Idées Sociales en France de 1815 a la Pín du x/x Siecle
(Paris, 1948), pp. 90 55.; David PINCKNEY, The French Revolution ot 1830 (Prínce-
ton: Princeton University Presa, 1972), pp- 252-258. 130. Ibiâ., pp. 9·30.
129. T. J. CLARCK, The Absolute Burgeois (Greenwich, Conn.; Nueva York 131. Priscil1a ROBERT50N, The Revolutions 01 1848: A Social History (Prince-
Graphic Society, 1973), citado en p. 19. ton: Princeton University Press, 1967), pp. 19-23.

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los ~~mento~entre sí; cada intercambio de disparos, cada len- En marzo, abril y mayo el desorden dentro de París se volvíó
guaje ImprovIsado se transforma en un mundo en sí rnismo: uno cada vez más violento. En JUDio, con grandes disturbios en
quiere sondear cada momento tratando de hallar alguna 'pista las caIles, los parlsínos fueron reprimidos por violentas «fuer-
acerca de 10 que ocurre, pera no hay tiempo. La lucha ha comen- zas deI orden» bajo el mando deI general Cavaignac. EI sobríno
zado e~ la próxima calle, o debe llevarse un mensaje a través de Napole6n I entró en escena; hacia diciembre de 1848, era
de Ia ciudad, o simplemente uno debe huir. el vencedor absoluto en las elecciones presidenciales nacionales,
~ Por lo tanto, en la revolución las cuestiones referidas a y poco después comenzaba a preparar el camino para transfor-
como tomará uno conciencia de los encuentros momentáneos marse en dictador de Francia,132
c?mo sabrâ a quién creerle, se vuelven fundamentales. Los cÓ- Lamartine, un hombre de los días de febrero, fue sobera-
dIgOS para otorgar sentido a las apariencias. instrumentados por no en marzo y abril; bacia junio, estaba agotado; en dicíem-
l~s ex;trafíos, adquieren una importancia superlativa cuando la bre recibía 17.000 votos para presidente contra los 5.500.000 deI
histeria se ha acelerado y el tiempo se ha suspendido. joven Napoleón. Lamartine no era en aquellos tempranos días
~n épocas ~e. desorden revolucionaria, es habitual que los un conspirador revolucionaria, aun cuando su Histoire des Gi-
CÓdIgOS de sígníficado permanezcan operativos pera que alteren ronâins, aparecida en 1847, revivía el recuerdo de la Gran Revo-
sus canales normajes. Los aristócratas pueden ver súbitamente con luci6n entre amplias sectores del público burgués, haciendo que
105 ojos de l?s trabajadores, y . sentir aquello que en tiempos el ocaso dei ancien régime pareciese un acontecimiento hu-
nor:nales hubíesen estado demasiado ciegos hasta para advertir. manítarto.w
Recíprocamente, aquelIos embarcados en la rebelión pueden co- Para comprender por qué una personalidad pública otorga-
menzar a ver súbitamente, durante los momentos dei levanta- ba a un hombre el poder de pacificar a los trabajadores albo-
rotados, es necesario comprender la importancia de las pala-
miento, ,:O? los ojos de aquelIos que se encuentran sobre ellos,
y e~ta visíón puede obscurecer el sentido de sí mismos. Re-
bras en esta rebelión de febrero, que Marx desprecia como «sus
pe~tínamente uno puede intentar comprender lo que está ocu-
ilusiones, su poesía», Theodore Zeldin nos dice:
rríendo tomando como referencia la concepción deI mundo de
aquelIos grupos aparentemente más educados y seguros de sí, Se produjo súbitamente la libertad de hablar como a uno Ie gustase,
sin temer a la polida" de publicar cualquier libra que uno quisiera,
para darle un .sentido a los propíos intereses, que bien pue- de editar periódicos sin impuestos, advertencia, dínero o censura.
den ser destruir a los grupos referidos. Semejante desplaza-
miento deI conocimiento fue 10 que ocurrío en 1848. Una inmensa cantidad de periódicos surgi6 repentinamente, tres-
Alphonse de Lamartine desempená un rol crucial en ese des- cientos en París, con una vasta circulación. El manto de silen-
plazamiento. Lamartine era reconocido, en los anos de 1830, como cio que, según habíamos observado, llevaban los trabajadores
~. gran poeta romá?tico. No lIegó accidentalmente a la po- cuando se encontraban en los cafés, fue quitado de momento.
Iítica ya que desde finales de 1830 se había interesado profun- EI hecho de que Lamartine fuese valorado por 5U capacidad
damente por las cuestiones de la nacíón, A lo largo de Ia década para hablar en público tuvo sentido en este media donde por
de~ 1840, se le reputaba .como un hombre de sólidos princípios, una vez fue posible hablar sin restríccíones.P'
mas capaz para ~onducIr los destinos de Ia naci6n que el rey Dispongámonos a seguir a Lamartine a lo largo de una jor-
burgués, LUIS Fehpe. Cuando la revoluci6n estaII6 en París se nada, e1 dia 24 de febrero de 1848. A 10 largo de todo ese dia e1
transform6 en la principal personalidad a los ajas de las mu- gobierno estuvo reunido en eI Ayuntamiento y el edificio se man-
chedumbres parisínas. tuvo rodeado por una enorme turba. Las gentes que integraban
Los dias 22 y 23 de febrero de 1848, e1 descontento popular que esta muchedumbre no eran el populacho de París; eran traba-
había estado latente durante anos contra el reinado de Luis jadores que pertenecían a todos los estratos dei trabajo sim-
Feli:pe se c~mvirtió en una revolucíón. Todos pensaron en los pIe y especializado y la mayoría no se conocían entre si. Estaban
glonosos días de 1830, las grandes jornadas que siguieron a
~789, pera esta, revoluci6n de 1848 fue aI principio virtualmente
132. Citado en la obra de Georges Duvmu, 1848: The Making Df a Revolution,
Incruenta: Había algo casi alegre en ella; para Marx, el perfo- trad. Anne Carter (Nueva York: Pantheon, 1967), p. xíx: ver también The 18th
do postenor a febrero fue más «dramático» que real: Brumalre of Lou.is Bonaparte de Karl Marx, sin indicación de traductor (Nueva
York: International Publishers, 1963), p. 21.
. ~sta fue la revolución de febrero, el Jevantamíento común con sus 133. Ilustraciones de DUVEAU, op. cit., p. xxl.
Iluslones, su poesia, su contenido imaginaria y sus frases. 134. Theodore ZELDIN, France 1848-1945 (Oxford: Clarendon Press, 1973), cita
en p. 484.
282
283
furiosos; todo aqueI que intentara sostener Ias estructuras deI revelación de una personalidad superior; la imposici6n deI si-
poder parecía sospechoso.ias lencio; el abandono temporario de sus propios intereses por par-
Durante ese día, Lamartine salió deI edificio en siete opor- te de la multitud.
tunidades para dirigir la palabra a Ia muItitud alIí congrega- Todas las revoluciones tienen momentos en los que algún
da. AI anochecer muchos de sus oyentes estaban borrachos; tes- acontecimiento trivial adquiere un valor simbólico momentá-
tigos presenciales nos cuentan de pistolas que eran amartilladas neo. Pucdc tratarse dei derribo de la estatua de un viejo líder,
de repente, o de un hombre Ianzándole un hacha. Eu cada opor. o la destrucción de un monumento crígídc para glorificar al-
tunidad, cuando recién aparece, Ia muItitud se mofa de éI; aI ano- guna batalla. Hacia fines de febrero de 1848 la cuestión se había
checer algunos piden su cabeza. La respuesta de Lamartine aI centralizado cn el color de la bandera: ,debería ser roja, simbo-
anochecer, como lo ha sido durante todo el día, es extraordina- lizando la revolución, o tricolor, simbolizando a la nación? Al-
ria. ~I no Ie suplica a la turba ni trata de apaciguarla. En gunos gobiernos extranjeros se han movilizado, abundan las con-
cambio, los desafía. Les recita poemas, les dice que él sabe juras y las contraconjuras, pero lo que se discute apasionadamen-
lo que significa estar vivo en un momento revolucionaria. Les te es el color de la bandera. El 29 de Iebrero, una gran multí-
11ama necios, y les dice categ6ricamente que no comprenden lo tud de trabajadres enardecidos rodean nuevamente el Ayunta-
que está ocurriendo. No es condescendiente; se siente afrentado miento. Otra vez Lamartine se transforma en el emisario deI
por elIos y así se los hace saher.136 gobierno que debe apaciguar a la turba, así los representantes
La lógica de la situación sugiere que, después de Ia prime- deI pueblo pueden tratar con el significado metafísico dei pano
ra frase en la que él expresara su desprecio, Lamartine tendría rojo.
que estar muerto. Pero es exactamente esta muestt-a de des- Pero Lamartine no les habla directamente acerca de la ban-
precio, este rechazo a negociar eon ellos, lo que 'tranquifiza a dera. Les habla sobre sus propios sentimientos; compara al
la multitud durante el anochecer como lo ha hecho todo el día. pano rojo con una bandera de sangre y luego recita un poema
Whitehouse, eI biógrafo de Lamartine, nos cuenta que la opa- que ha escrito y que se refiere a banderas de sangre que, fla-
sici6n obstinada de Lamartine confundía a la muItitud. Se sen- mean en el cielo, Fundamentalmente, les habla acerca de como
tían «fascinados» por él como persona y comenzaban a aetuar él y ellos están separados y son diferentes, en tanto. res.isten su
eon arrepentimiento. Elias Regnault, un testigo presencial, re- poesía. En sus memorias, Lamartine recuerda que finalízaba su
eordaba que Lamartine aetuaba «orgullosa, imperiosamente», pero discurso diciendo:
le resultaba difícil recordar lo que Lamartine decía.ut
Los triunfos de Lamartine en febrero, marzo y abril fueron En cuanto a mí mi mano nunca firmará este decreto que buscais,
los de un hombre que disciplinaba a aquellas multitudes que Hasta que la mue;te me alcance, me negaré a aceptar esta bandera
nuevamente pedían libertad, igualdad y fraternidad, llamándo- de sangre. Y vosotros tendríais que repudiarIa tan vigorosamente como
les chusma frente a frente. Les decía que él era mejor que yo lo hago.
ellos porque podía expresar «la prohibici6n y el poder» mien-
tras que ellossólo podían reaccionar como animales. Cuando Tal vez a Lamartine le resultase fácil recordar estas líneas; las
les demostraba cuán elevados y nobles eran sus propios sen- había escrito ya en una oportunidad, en su Histoire des Gi-
timientos, ellos se volvían respetuosos y sumisos. En su pre- rondins, y habían sido puest~s en boca; de ~o ~e los pri~cipa­
sencia, colocaban a su lado sus propias demandas; o sea que la les girondinos de 1791. Graclas a las mvestígacíones realizadas
personalidad de Lamartine eu público reprimía la expresión por Barthou sobre la oratoria de Lamartine, podemos saber que
de los intereses de la multitud. ~I era su conductor. la mayoría de sus discursos eran ensa~ados y que Lam~rt~e
Los acontecimientos deI dia siguiente, 25 de febrero, eviden- trabajaba a menudo frente a un espejo. D~ba. la apanencia
cíaron todos los elementos de esta autoridad cristalizada: el de una inspiración espontânea, pero es~a apanencI':l era tan J.?ll w

énfasis sobre el momento inmediato cuando un político diri- nuciosamente calculada como el estudio que realizaba Garnck
ge la palabra a la multitud; su sentido de que su ret6rica es la sobre los tonos de su propia VOZ. D8
·Cuáles eran los signos de la pasividad de la muchedumbre?
135. DUVEAU, op. cit., pp. 33.52. Vn to testigo hostil, una mujer aristocráti~a ~~yo seudó~mo era
136. H. R. WHITEHOUSE, The Life oi Lamartíne (Bcston: Houghton Mifflin,
1918), II, 240. Daniel Stern, ofrece una detallada ríescrípcíón. La multitud de-
137-. Elias REGNAULT, Histoire du Gouvemement rrovísoíre (Paris, n.d.), p. 130.
(EI libra fue impreso en forma privada; las copias existentes se encuentran en
la Blblíothêque Nationale, Paris y en The New York Public Library,) 138. Cita de UMARTINB, Mémoires Politiques (Paris, n.d.), 11, 373; L. BARTHOV,
Lamartine Orateur (Paris: Hachette, 1926), pp. 305-309.
284 285
del sigla XIX, el líder tenía éxito aI imponer los n:ode~os de la
bía prestar atención a la entonación de las palabras del orador clase media' referidos a la propiedad -o sea, el silencío frente
para captar lo que éste quería decir, nos cuenta ella, ya que no al arte- sobre un público de la clase trabajadora, fuera del
había una cuestión ideológica con él ni un problema acerca de teatro y en un momento en que la clase tra"?ajadora es.taoa to-
la posición que tomase, sino con su forma de hablar. Lo que talmente alborotada. Los políticos modernos ejercen la rmsma re-
obtenían cuando prestaban atención era algo muy estático: una presíón sobre un público diferente en su est,r~ctura ~e cl~se.
mirada fugaz sobre los sentimientos dei orador. Stern nos cuen- Por otra parte, la moda ya no es más la retorrca panda, SInO
ta que, bajo el poder de la actuación dei orador, las multitudes que es el uso, la función, de esta retórica lo q~e vincula al p~­
en aquellos días se volvían «irracionalmente apacibles». Se 01- sado con el presente. Lo que" vemos en Lamar'tine en estas. pri-
vidaban de sus propios agravios y de sus propios intereses. Cuan- meros dias violentos es el poder de la cultura de la personahdad
do Lamartine les decía que él podía sentir sin necesidad de gri- sobre el interés de clase. Marx" cometfa un error trem~n~o al
tar, que él se controlaba, se producía un contraste humillante despreciar «Ia poesía y las frases elegantes» de este movimíento
frente a sus protestas ruidosas y desenfocadas. «ÉI subyugaba... revolucionário por considerarIas irrelevantes para la ducha ver-
la pasi6n de la turba merced a la fuerza de su incomparable elo- dadora» porque era la poesía y las frases elegantes lo que de-
cuencía», nos dice Stem. A nadie importaba lo que éI les de- rrotaba a la lucha de clases, .
cía, Ies impresionaba el hecho de que pudiese ser tan fino y Tocqueville también se mostro despiadado con Lam~rtIlle,
poético. Cuando decimos que la máscara se transformaba en aí verIo sólo como la marionete deI .régimen; L~martI~e. ~e
eI rastro de semejante hombre, queremos significar que sim- servía como ministro de Asuntos Extenores, y segun el JUICIO
plemente siendo capaz de generar emoci6n en público se de- de un historiador moderno, William Langer,
mostraba que Ia persona que actuaba tenía una personalidad
superior porque era «auténtícas.es ...se probo a sí mismo como nu terco positivista... jundamentalmente
De este modo, el político utilizaba Ia personalidad como una (Lamartine) proclamaba una. política d~ paz, taJ CC!IDO 10 reconOC1er~
fuerza antiideol6gica; en Ia medida en que él pudiese despertar Palmerston en forma ínmedíata. La opinión britânica. co~o así tam .
eI ínterés, el respeto y la creencia en la calidad de su apari- bién el secretario de Asuntos Exteriores, rindieron homenaje a Lamar-
cíõn en público, en esa medida él era capaz de distraer a su tine, quien era obviamente un hombre sensato.
público de que tratase de su propia posici6n en el mundo. Este
poder de la personalidad es el que horrorizaba a Tocqueville, Pero no fueron estas habilidades las que le hicieron po~u.lar
aun cuando él era más conservador que Lamartine y por lo entre la muItitud revolucionaria de París; en .efecto, s~ ~ohtIca
tanto el beneficiaria de este restablecimiento deI orden público exterior era altamente impopular y se la consld~raba débil. Pero
que se produjo desde febrero hasta mediados de mayo. Tocque- lo que uno debe imaginar a lo largo de .t~s pnm~ro~ meses de
ville escribi6: la revolución es que las frecuentes a~an~lOnes pu~I.Ica.s de La-
martine servían como medidas de restttucíón y ~qUlbbno. del fa-
No creo que jamás nadíe haya inspirado tan vehemente entusiasmo vor público que era destruido por la terca pulftica extertor que
como aquel que (Lamartlne) entonces estaba promoviendo; por lo desarrollaba Lamartíne.t" .
tanto, uno debió haber visto ai amor estimulado por el miedo para Una diferencia entre 1830 y 1848, ya hem?s VIstO, er.a que
saber con qué excesc de idolatría son capaces de amar los hombres.ie para 1848 el pueblo ya no parecía una comurndad cuyos íntere-
ses heterogéneos pudiesen estar sujetos a los mcdios comunes.
Lamartine en acci6n era como De Gaulle en acci6n durante la Hacia 1848, Ia burguesía era a la vez la c1ase .dirigente d~ l~
Quinta República o, en una forma bastardeada, como Richard Ni- revolucíón y el enemigo a los ojos de la multIt~d. En prmci-
xon en acción cuando se defendía de los cargos de corrupci6n pio, Lamartine creía en el pueblo, pera. e~ la práctíca no se seI!-
que le eran imputados. Si eI líder puede concitar la atención tía feliz con ellos. ~l creía que el «sentirniento de nobleza» debía
sobre su capacidad para sentir en público, puede ilegitimizar las gobernar una nación pera se preguntaba qué ~obles encarna-
demandas de aquellos que Ie presionan. Pero este paralelismo es ban mejor dicho principio. Afirmaba que la «poesia» vo}vía gr~­
inexacto en un sentido. En este levantamiento revolucionario de a una nación pero no estaba seguro acerca de que relacíón
podía tener un verso con doce horas de trabajo seis días a la
139. Ver WHITEHOUSE, op, cit., pp. 242·245; cita de REGNAULT, op. cit., p. 130;
ver también WHITEHOUSE, op. cit., p. 241; Alexis de TOCQUEVnLE, Recollections, 141. William UNGER, political and Social Upheaval, 1832-1852 (Nueva York,
trad. Stuart de Mattos (Londres: Harvill Press , 1948), p. 126. Harper & Row, 1969), cita en pp. 337-338.
140. tu«, p. 124.
287
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semana o con un cuarto infestado de ratas. Por lo tanto, los
hombres de la clase de Lamartine tenían una gran dificultad en de creencia que gobiernan a la sociedad. Creo, por I? tanto, que
comprender aquellos acontecimíentos que acaudillaban. No eran debemos regresar a las diferencias entre la creencia s~cular y
falsos republicanos, eran hombres genuinamente ambivalentes. la creencia religiosa a fin de comprender a la pe~sonahdacl do-
AI hablar a la multitud parisina, Lamartine se enfrentaba a minante sobre los intereses de clase en una multitud mod~rna.
la margen extrema del sentimiento obrero y popular de la revo- Tomemos como un ejemplo las diferencias ent~e la 'personah~~d
Iución. Durante las elecciones de abril de 1848, las clases tr'aba- política de Lamartine Y un sacerdote revolucionario en accron
jadoras parisinas votaron a menudo a los candidatos de clase me. en la Florencia renacentista.
dia: resultaron elegidos sólo doce diputados socialistas, y Ira. En 1484, un joven fraile se encontraba sentado en ~l monaste-
casaron prominentes radicales como Blanqui y Raspail, No obs- rio de San Giorgio en Florencia esperando a un aml!?o. Repen-
tante, el antagonismo entre las clases estaba presente por do- tinamente tuvo la visión de un terrible castigo que DlOS habría
quier. Los más antagônicos eran los más vocingleros y activos de infligirle a la Iglesia. Alguien tendría entonc~s ~ue levantarse
en las calles; estaban pronto a medir aquellas oportunidades para dirigir a los castigados y, sentado en el jardín deI mona,s-
azarosas que pudíeran destruir incluso a un régimen popular. terío, Savonarola tuvo un fuerte indicio de que esa persona serI~
La capacidad evidenciada por Lamartine para silenciar a estos él. En efecto, en una década se transformo en la ~erza domi-
elementos extremistas es una prueba deI poder de la persona- nante de la opinión pública florentina. En 1494 la cludad e~taba
lidad en público, pera también un signo de un límite irônico amenazada por la dominación extranjera y Savonarola, surgíendo
sobre el propio personaje público. Finalmente, al haber aceptado como el representante de la ciudad q?e ~eb!a enfrentarse con los
las condiciones de la necesidad de un orden, después de media- enemigos de Florencia, se transformo asírmsmo en la voz moral
dos de mayo las gentes de las calles se cansaron rápidamente dentro de los muros de la ciudad. Hizo un ll~mado a los flo-
de Lamartine. Se volvieron indiferentes, como si hubiesen cam- rentinos para que depusiesen sus suntuosas vamdades, para q~e
biado su propía voluntad de ser dominados por la persona de quemasen los cuadros, libros y vestimentas que no fuesen VIr-
Lamartine; hacia finales de mayo le habían exprimido hasta de- tuosos. Entre los muchos que respondieron a su llamado se: en-
jarle seco.w contraba Botticelli, quien confió a las llamas ~na gran cantI.dad
Si pretendemos investigar eu sus causas este poder de la per- de sus telas. Pero Savonarola, como Lamartme,. VlO termmar
sonalidad para suspender el interés grupal, llegamos nuevamente abruptamente su carrera como líder popular y VI0 cómo desa-
a la doctrina de la inmanencia, la creencia eu lo inmediato, que parecía súbitamente su poder para disciplinar a las masas ur-
llegó a regir en eI siglo XIX. El poder de la personalidad es aquél banas.1 43 ,
en el que una aparícion pública en un momento dado puede Comparar a aquellos líderes populares que estan separados
disipar súbitamente la importancia deI pasado, el recuerdo de por cuatro siglos, es mezclar agu~ CO? ac.eit~. Pero estos dos
antiguas íniustícías y las convicciones de toda una vida. Para hombres compartieron tantas experiencras sImIlares,. que algunas
pacificar a una multitud según estos términos, la apariencia y diferencias entre ellos son relevantes. Tanto Lamart~ne cox;no Sa-
conducta de una persona enérgica deben ser tomadas como una vonarola gobernaban merced al poder de !a oratona y nm~o
sítuacíon absoluta. La pérdída de memór-ia ocurre cuando la porque fuese la cabeza titular de un goblerno. ~a populandad
multitud cesa de medir y de poner a prueba a la figura pública de ambos se basaba en la misma postura r:tonca: e~los eran
en función de sus accíones, sus realizaciones y su ideologia. Se- los castígadcres, los que disciplinaban a aquellos a quienes go-
mejante juícío de substancia, semejante atención aí «texto», con- bernaban. Ninguno de los dos exhortaba a. las muc~edumbres
"formaría los intereses yoicos de un grupo. Los códigos de sig- que se reunían para escucharles; sus mensajes eran siempre r~­
, nificado inmanente son hostiles al clercícío de este interés yoico. prirnendas y censuras morales. Ambos apelaban a un lenguaje
I Estos códigos constituyen los términos deI secularismo moderno. represor que se adaptaba perfectamente a grandes muchedum-
Es muy común suponer que la multitud es siempre voluble, bres en Ias que muy pocos se conocran e?tre SI; o ~ea, que
una turba que puede ser controlada con facilidad .sí un hombre ambos oradores creaban un lenguaje retórico que .d~:Ia resul-
fuerte se alza frente a ella. Este supuesto deI sentido común es tado con una muchedumbre ciudadana, como pOSIClOn ?pue~­
incorrecto. ta a la de un sacerdote que se dirigiese a su, grey. en la íglesia
La manera en que las multitudes son controladas, el modo en o a la de un poeta que recitara en un salon. Finalmente, su
que se subordinan a un líder, depende de los propios princípios ocaso fue similar.
142. tu«, pp. 343.344.
and Píorence
143. Donald WEINsr..JN, Savanaro IaÓan , (Princeton: Princeton Uni-
versity Press, 1970), pp. 74·75.
288
289
acs 151.19
La diferencia que debemos considerar entre ellos es la que ci6n toscana misma, el aIto índice de mortalidad de cada gene-
se refiere a que uno era un sacerdote hablando en términos de ración que se incrementaba en la ciudad, estaba compensado no
una cultura todavia devota; el otro era un poeta que se dirigía por un alto índice de nacimientos sino por una elevada tasa de
a una cultura que consideraba a la religi6n según una conve- migración hacia la ciudad desde el campo. Los florentinos cuyos
nienci~ política. La divisi6n no se da entre la creencia y la in. padres eran florentinos constituían una mínoría.w
creduhdad SInO entre la creencia trascendente e inmanente en la Savonarola le hablaba precisamente a esta coleccíón de ex-
persona de una figura pública. i,Qué diferencia produjo en la con- trafíos, cuya religióo era su vínculo común. ~l mismo era un
dueta de las propias muchedumbres esta diferencia de signifi- extrafio, nacido en los rangos medias de la sociedad en Ferrara
cado? en 1452. Veintitrés aftas más tarde entraba al monasterio de los
C~do Jakob Burckhardt escribió su obra Civiíizations Df the àominicos en Bolonia; los dominicos se llamaban a sí mismos
Renaissance tn Italy, propuso una tesis que ha sido debatida du- frailes predicadores y hacían dei estudio de la retórica un deber
rante cíen afios desde que apareciera el libra. Burekhardt consi- religioso. De este modo, Savonarola fue inducido a trabajar so-
deraba a Ias ciudades-estado renacentistas como las primeras cíu- bre su oratoria como una cuesti6n de fe. Luego de algunos obs-
dades seculares, despertadas del ensuefio de la fe del medioevo. táculos en su carrera en los afias de 1480, fue destinado a FIo-
El análisis de Burckhardt se basaba en las concepciones de lí- rencia en 1490, se le nombr6 prior de San Marco en 1491 y du-
deres renacentistas tales como Marsilio Ficino, quien escribió: rante los siguientes cuatro afias sirvió a la ciudad como su con-
cíencía moral.
Esta es una edad de oro, que ha traído nuevamente a la vida las Savonarola no fue un pensador más original o claro que
casi extingui~as disciplinas liberales de la poesía, la elocuencia, la pin- Lamartine. Felix Gilbert sefiaIa que la vida intelectual de Sa-
tura, la arqUltectura... y todo ello en Florencia. vonarola fue una amalgama de muchcs principias diferentes y
que sus dogmas teológicos eran clisés bien ensayados. Las gentes
Luego de un siglo de ínvestígacién, el cuadro de Burckhardt no se congregaban para escucharle porque 'él les diese una vi-
parece hístórícamente incompleto, porque junto a esta orgullosa si6n especial deI mundo.te
mundanahdad existian sentimientos más oscuros y más arraiga- Aquello que él realmente les brindaba era un mensaje sim-
dos en el pasado medíeval.w ple acerca de lo vergonzosas que eran sus vidas y un mensaje
R.0bert Lopez habla de una «depresión» y un epesimismo» simple sobre lo que necesitaban para cambiar. Los discursos de
persistentes acerca de la humanidad entre los pensadores del Re- Savonarola dramatízan todos los insignificantes detalles de una
na.cimiento, una d~presi6n no sólo entre el clero sino entre po- vida corrupta y lujuriosa. Su recurso favorito era la mímica: «Si
lítICOS como Maquíavelo y artistas como Leonardo y Miguel An- yo llevase pieles, imaginad lo ridículo que luciría con dícha in-
gel.. La .minoria ilust~ada padecia un «hambre escatológica» y dumentaría.» Representaba un espejo para aquellos que le escu-
racíonalístas como PICO della Mirandola pasaban largas horas chaban haciendo que se concentrasen sobre él como persona; ha-
estudiando los signos de la Cábala. Entre las masas de la ciudad biéndoles demostrado cuán espantosos eran sus vicios cuando
la creencia en la Iglesia y en la imaginaci6n religiosa medievaÍ ellos se veían a sí mismos encarnados en él, Savonarola, a su
seguía siendo poderosa.w vez, les castiga por obrar de este modo y les refiere minuciosa-
EI vínculo religioso era uno de los pocos elementos que man- mente c6mo deberían retormarse.w
tema unidos a los florentinos. A fines deI 1400, Florencia era una Los oyentes de Savonarola se mostraban violentamente hosti-
ciudad que presentaba una vasta diversídad; muchos no toscanos les a menudo cuando aquél comenzaba a hablar. No hablaba so-
-es dectr, no ciudadanos- vívían en ella, algunos exiliados de lamente eo las iglesias sino que lo hacía también en plazas pú-
sus dudades-estado, y otras personas desplazadas que llegaban blicas, ofreciendo sermones improvisados en horas de mercado.
a la ciudad como refugiados de guerra. Además, entre la pobla- AI igual que Lamartíne, les avergonzaba concitando toda la aten-
ci6n sobre su propia persona y haciendo de la exhibici6n per-
144: Marsilio Ficino, citado en el libra de Ferdinand SCHHVILL, Medieval anã
Renarssance Florence, publicado por primera vez como A History oi Florence 146. Richard SENNBT. The Demagraphic History oi Renaissance Florence (obm
(Nueva York: Harper Torchbook, 1936 y 1963), 11, 416; Rucelli, citado en íbíâ, en preparaci6n).
145. Robert S. LoPBZ, eHard Times and the Investment in Culture» en The 147. Félix GILBERT, The Venetian Constituiion in Florentine Political Thought,
Renaissance, Six Essays, ed. Wallace Ferguson (Nueva York: Harper Torchbook, en el libro de Nicolai RUBINSTEIN, ed., Florentine Studies (Londres: Faber and
1954), p. 45; Eugenio GARIN, La Cultura Fitosottca deI Rinascimento Italiano Faber', 1968). p. 478.
(Florencia, 1%1), passim; Richard TREXLER. Fíorentine Religious Experience: The 148. Pasquale VILLARI, The Lite and Times ot Girolamo Savonarola, trad.
Sacred lmaze, en cStudies in the Renafssances, XIX (1972), 440441. L. Villari (Londres: T. Fisher Unwin, 1888), I, 106 ss.

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manente de sus sentimientos el tema deI sermón. Pero el sacer- la plegaria común, eI incienso y la musica son caminos hacia el
dote diferia deI poeta en dos sentidos. interior, donde tiene lugar la celebración de Dias. EI teatro ex-
Prímero, él pretendia algo más que el silencio y la conquista terior establece la «virtud enamorada». Lo que hacía Savonarola
de su.s oyentes. Buscaba estimularIos hacia la acción, y hacerles era trasladar el escenario para el teatro exterior desde la iglesia
cambiar su conducta. Lamartine buscaba solamente pacificarles. a la ciudad.et
EI sacer?ote busca,,?~ una respuesta de su público; el poeta pre- EI precio por suprimir esta magia, estas dogmas de lo tras-
tendia solo su sumíslón. Despues de haber considerado todas las cendentaI, estas sacerdotes y todos sus insensatos sortilegios, es
diferencias de tic:mpo y espacío, de circunstancia y propósito, per- que las gentes sean muy susceptibles de volverse narcotizadas
manece una razon elemental, estructural por la que el sacerdote por un gran orador político. Fuera de la calidad de su actuación,
podia ~ab~ar en términos de reforma y el poeta en términos de no existen modelos de referencia y no hay realidad. Sin embar-
:enuncIamIento. Este sacerdote, como cualquier otro, es sólo un go, eI sacerdote se halla siempre atado a su rol como represen-
mstrume.n~o de un poder más elevado. Todo el significado que tante de un poder trascendente. Puede encarnar la gracia divina
se adscríbía a su personalidad en público le lIegaba desde otro pero no puede jamás reclamar su pertenencia. EI sacerdote pro-
mundo. Como sacerdote, sus apariciones, no importa cuán in- duce la idiotez mental en aquelIos que creen en él, pero deja
~ediatamente emotivas, no son nunca autosuficientes en su sig- libres sus poderes expresivos; en realidad, les anima a compartir
níficado, Sus poderes retóricos siempre conducen más alIá de su a Dias con él mediante todos los actos dramáticos que se desa-
personalida~; el público le demuestra que él es eficaz participan- rrolIan bajo el nombre de ritual. EI político secular les propor-
do ellos rmsmos de lo divino a través de los actos rituales. Re- ciona a sus partidarios fe en Ia realidad absoluta de lo concreto,
cordemos las palabras de Bossuet: si uno es conmovido por la deI momento inmediato, y al hacerlo así destruye sus poderes
elocuencia, debería ser más devoto.w para que se expresen a sí mismos y a sus propios intereses yoi-
En el mundo de Lamartine, nada perdura más alIá dei mo- coso Bajo condiciones seculares y religiosas, Ias gentes toman dos
~ent.o. Las apariencias son autosuficientes, reales en sus propios c1ases diferentes de drogas, la primera bloquea sus mentes y la
termmos; el resultado es que el público, una vez disciplinado, se segunda su voluntad.
vuelv~ pasivo. Todo lo que el público ve es que el orador es Cuando aquel que impone disciplina, sea un sacerdote o un
superior a elIos; por lo tanto, icómo se les podrá justificar salvo orador secular, le dice a la muchedumbre, «Vosotros sois viles»
en la aprobación sumisa deI orador? Debido a que el sacerdote o «vosotros me necesítáis». icuál es el «vosotros» aI que se re-
representa el instrumento de un poder que está más alIá deI fiere? EI sacerdote no se refiere a todo el ser humano porque
~und? de .Ias apariencias, su público no se siente atrapado en la el ser humano no se halIa totalmente implicado en esa relación
situación ínmediata, que es la que les avergüenza, y miran aI dramática o en cualquier asunto mundano. Una parte de él, la
sacerdote como a su superior. parte que Dios puede conmover, está alejándose siempre deI
. Las acciones más renombradas que produjo este sacerdote mundo y de los pecados que Ia persona comete en el mundo.
smgular fueron las quemas de evanídades» en la ciudad. En 1496 Paradójicamente, ésta es la razón por la que un sacerdote como
y 1~97 dc:stinaba un dia para revivir una antigua costumbre que Savonarola podía decir que uno es vil y esperar que uno se
había caldo en desuso y en la cual los nifios de Florencia se di- redimiese; parte de «uno», la voluntad, se encuentra a distancia
rigian de casa en casa reuniendo pinturas profanas o lujuriosas de los propios pecados.
pieles, ropas y libros. Estos elementos eran transportados hasta Dentro de la cultura secular moderna, en la que lo real es lo
un punto central de la ciudad y una vez alIí eran quemados inmediato, cuando a una muchedumbre se le dice convincente-
Iuego de ~ plegaria extemporânea. Se supone que Botticelli mente «Vosotros sois víles», icómo harán para dejar de serIo?
cedíó sus pmturas como combustible en una de estas incursio- Todo el yo se síente enjuiciado. Por lo tanto, el único modo para
nes ínfantíles.ec dejar de ser vil es dejar de defenderse. Cuando el orador dice
En el pensamiento tomista existe una distinción trazada entre «Vosotros me necesitãls», si usted le cree por un momento en-
la ce~emonia interna s el teatro exterior. Hombres y mujeres tonces se Ie rinde por completo. Las gentes se han vuelto vulne-
necesrtan de la ceremoma externa porque son seres imperfectos; rables para suprimir sus intereses yoicos como grupo. La causa
de la desigualdad emocional se afirma cada vez más en las reIa-
ciones entre el orador y su audiencia. Debido a que esta desi-
149. Ver de G. SAVONAROLA, Prediche sopra Bzechiele, ed. R. Rídclfi, vol. I gualdad es percibida de manera tan absoluta en la relación, la
(Roma. 1955).
loS? Consultar el excelente relato acerca de la quema de estas vanidades en
el libro de Ralph ROEDER, The Man oi the Renaissance. 151. SAVONAROLA, op. cit" p. 168.

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parte más pequefia permanece en silencio. Y los antic1ericales ya que esta conducta y este sufrimiento constítuían un nuevo
científicos natur~es y filósofos del fenómeno-todos aquellos qU; modelo de heroÍsmo,1S2
han hecho de 10 ínmediato y 10 empírico el modelo de la verdad- Lamartine fue la prímera figura representativa de los políti-
han conformado inconscientemente este instrumento político. cos que siguieron inmediatamente después de esta transferencia
La palabra «carisma» significa que la Gracia ha entrado en de imaginación carismática. La distancia que había recorrido la
una persona..Para un ,sacerdote el significado de Gracia es que sociedad de Lamartine desde los días de Napoleón era grande:
el poder de DlOS le vacia temporalmente mientras administra una Luego de la victoria de Austerlitz, Napoleón fue aIabado por un
ceremonia, un oficio o un ri to. Para un sacerdote de las calles antiguo enemigo por su «valentía y osadía» desconocidas desde los
com?, Savona~ola, de~earíamos modificar de algún modo esta si- tiempos de César; después de la debacIe en Rusla, el mismo
tua:lOn. y decir que él demostraba su carisma induciendo en su hombre Ie criticaba por una vanidad rayana en Ia demencia. RI
a~dIenCIa aq~ellos sentimientos que lcs hicieran desear un cam- carácter de Napoleón se deducía de aqueIlo que realizaba, mien-
bIO en sus VIdas. En la medida en que sirve como catalizador tras que Lamartine no tenía necesidad de hacer absolutamente
para sus propias acciones reformistas, Savonarola se Ies aparece nada a los ojos deI público. Las regIas de Ia ejecución en las
como un mensajero de Dios. artes formales conducían a una trascendencia del texto; politi-
~i tie~e algún ~entido denominar a Lamartine un ejecutante zadas, estas regias divorciaban ai ejecutante de sus actos. La
carismático, tendnamos que decir que él puede inducir en sus personalidad, que ya no era considerada por la generación de
oyentes la sensación de que tiene algo como persona de lo que Lamartine en términos de la accíón, adquirió un estatus inde-
ellos carecen 3;bsolutamente. Pero lo que es este algo, aquello pendiente propio. Ese divorcio es lo que hizo de su edad el ger-
en lo que consiste su Gracía, es un misterio para ellos. «Todos men de la nuestra.
er~ conrnovidos por M. Lamartine -escribía Ledru-Rollin a un RI poder oculto de un orador como Lamartine reside en que
amigo-c- pero no puedo recordar sus palabras o el tema que aprovechaba la mistificación. No disponía de un texto, y de
trataba.» Ledru-Rollin, un líder de centro-izquierda, tenía real- ese modo evitaba ser considerado a partir de cualquier modelo
mente un texto poderoso para predicar a los trabajadores en 1848 externo de verdad o realidad. Puede hacer de la calidad de sus
un texto que se referia a sus intereses y reivindicaciones. Pero intenciones y sentimientos un fundamento autosuficiente de su
despertaba muy poco entusiasmo, semana tras semana, compa- legitimidad para gobernar y de este modo, si se trata de un
rado con Lamartine cuyas palabras y temas eran tan difíciles Gcebbels, lograr que un gran número de personas normalmente
de recordar. inteligentes Ileguen a creer que los judíos son a la vez comunis-
En los afies que fueron desde 1825 a 1848, los políticos comen- tas y banqueros internacionales. Queda abierta la cuestión con
z3:Ton a pensar acerca de s~ r~tórica y de sus apariencias pú- respecto aI tema de si es más o menos místico que convencer
blIcas. en relacíón a las apartencras de los artistas dei escenarío, a una gran cantidad de gentes acerca de un nacimiento vírgen.
especialmente la de los actores masculinos y los músicos solis- La era de las revoluciones proletarias ha conc1uido; por 10
tas masculinos. Lamartine, amigo y admirador de Liszt, estaba tanto, nos haIlamos en la era deI ejecutante romântico. Sin el
celoso de la enorme reputación pública dei músico y fascinado color, la pasión y la ampulosidad, lo que ha sobrevivido es la
por los modos en que, tal como sefialaba, «el entusiasmo popu- estructura cognoscitiva: un acontecimiento público verosímil es
lar que usted despierta podría ser empleado para gobernar el creado por una persona pública verosímil más que por una ac-
mundo». Ledru-Rollín estudió el impacto que eí actor Frédérick ción verosímil. Habiendo desaparecido las cualidades genuína-
Lemaítre producía en el público, y aconsejaba a sus partidarios mente estéticas deI encuentro de Ia política y Ias artes, lo que
que deberí.a~ apre~der por qué Lemaltre era un héroe para las permanece es sóIo el efecto oscurantista y paralizante de una
masas pa.nsmas, SI deseaban que la Izquierda triunfase en Fran- «política de Ia personalidade.
da. Geraldine Pelles ha escrito sobre una «transferencia» general
de sí:t.:Ibolos heroicos que tuvo lugar en la Europa Occidental en
los anos de 1830. Aque1la excitación que las gentes de distintas Gemeinschaft
concepciones habfan sentido alguna vez por la política, comen-
zaron ~ ~transferir:la« a las artes. Cuando se marchitó laleyenda La experiencia de Lamartine puede ser considerada como una
napoleõníca, el artista tomó su lugar como Ia imagen de un per. Iección para Ia Izquierda: la creencia en Ia personalidad puede
sonaje público realmente creíble. Una vez hecha la transferencia
los políticos se modelaron a sí mismos sobre la idea públjca 152. Ver la obra de Geraldine Pm..LBs, Art, Artist and Society (Englewood
acerca del modo en que los artistas se comportaban y sufrían, Cliffs, N. J.: Prentice Hall, 1963).

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destruir el sentido que la clase trabajadora tiene de sí misma y en la fantasia estos detaIles que revelan quién está luchando son
de sus propios intereses. La lección sería que la personalidad, entonces ampliados para representar a una persona colectiva, Ia
tal como es concebida en la cultura moderna, es Ia enemiga de comunidad política se vuelve de tono moralista más que ideo-
una comunidad verdaderamente política. Pero esta lección es lógico.
demasiado simple. Los propios elementos de Ia personalidad, los Una sociedad con un nível muy bajo de interacción entre sus
propios símbolos de la autoexpresión empleados por Lamartine, rniernbros, dominada por ideas de personalidad inestable e in-
pueden ser utilizados colectivamente por grupos comprometidos dividual, es factible que dé a luz a través de Ia fantasia a per-
en la lucha política. Las partes en pugna pueden verse a sí mis- sonalidades colectivas terriblemente destructivas. La fantasia de
mas como personas guerreras: uno pertenece a un campo o a Ia persona colectiva tiende a ser grandiosa porque existe un es-
otro por la semejanza con otra persona en un campo o en otro; caso conocimiento concreto de otros como uno, sólo un pequeno
uno no construye esta semejanza mediante Ia observación de su número de detaIles simbólicos. La persona colectiva tiene, por la
conducta para luego compararIa con la propia ni tampoco de- misma razón, características abstractas. Esta figura colectiva se
cidiendo cuáles necesidades de los demás se parecen a Ias nues- sale fácilmente de foco, en parte debido a su abstracción y en
tras. Uno construye una idea de su semejanza con los demãs, parte debido a que los mismos modos de percepci6n de la per-
su identidad compartida, por medío de lo que eu eí capítulo VIII sonalidad desestabilizan la personalidad percibida. Y por último,
Ilamamos la «decodificación», una vez formada, la accíón colectiva se torna difícil para Ia
Decodificar significa que uno toma un detaIle de Ia conducta comunidad porque la preocupación constante de las gentes es Ia
como un símbolo para un completo estado deI carácter. Del mis- de quién pertenece y quién debe ser excluido de esta grandiosa,
mo modo que, por ejemplo, el color de una faja o el número de inestable identidad. Semejante comunidad es hostil a los extra-
botones que faItan en una blusa pueden simbolizar el libertinaje nos y la competencia reina entre sus miembros en lo que se
sexual de una mujer, así también los pequenos detaIles de Ia refiere a quién es «realmente» una encarnación de Ia personalidad
apariencia o de los modales pueden simbolizar una posición po- colectíva, quién es realmente un norteamericano fiel, un ario de
lítica. Estas detalles parecen indicar qué cIase de persona abra- sangre pura, un revolucionaria auténtico.
za una determinada ideología. Si, por ejemplo, un orador de Durante el siglo pasado, las fracturas en la cultura pública
Ia clase trabajadora aparece vestido en forma elegante, uno en- estimularon la formación de esta especíe de fantasía comunal
foca de tal modo esta incongruencia en su apariencia personal destructiva. El acceso de Ia personalidad aI dominio público sig-
que llega a creer que todo lo que dice es un engano. En este nificó que una persona colectiva pareciese como si en esencia
caso, uno ha decodificado lo que éI significa por la manera en tuviese que ser una persona concreta. Recíprocamente, una per-
que se viste. sona concreta debía ser capaz de reconocerse a sí misma en la
Un sentido de comunidad política puede fundamentarse a par- colectividad; en este esquema, Ias relaciones sociales no trans-
tir de dichos actos de decodificación. Uno busca los detalles de forman la naturaleza de la personalidad. Esta es una razón por
conducta entre aquellas personas que defienden una concepcíón la cual. hacia mediados de sigla, la libertad alegórica de De-
u otra para decidir cuál es la que mejor se corresponde con lacroix guiando a una comunidad revolucionaria ya no desperta-
nuestro propio sentido. Para uno, estas detalles se transforman ba Ia creencia; un personaje alegórico transmuta la personali-
en una revelación del verdadero caracter deI conftícto, simbolí- dad; en su lugar, debe haber una fantaseada persona colectiva
zan la naturaleza deI mismo. Cuando la ideología es medida se- que pueda ser concretada como un individuo singular. Aquellos
gún sea creíble o no a través de estos detalles de Ia conducta, que se reconocen a sí mismos en este individuo no necesitan ha-
Ia propia lucha política se vuelve más personal. Se miniaturiza blar directamente entre ellos; ciertamente, cl sigla XIX les cnscüa-
el lenguaje político, aquellos momentos o acontecimientos pe- ba que tenían derecho a estar solos, en silencio. Y de este modo
quenos parecen tener una inmensa importancia porque a través fue establecido el fundamento de la gemeinschaft destructiva: re-
de estos detaIles uno está aprendiendo quiénes están luchando laciones emocionales con otras personas como un estado deI ser
y por 10 tanto a qué lado pertenece uno. más que como acciones compartidas. La comunidad en Ia so-
Una comunidad política conformada de esta manera es una ciedad se volvió semejante a un motor que sólo funciona con
gemeinschaft. Las gentes buscan a los demás para revelarse a sf un engranaje neutro.
mismos a fin de saber adónde pertenecen y los actos de revela- Investigaremos los efectos destructivos deI sentimiento co-
ción consisten en estos detaIles que simbolizan a quién cree eu munal en dos áreas. La primera es el lenguaje de pertenencia y
quê, más que aqueIlo que deberfamos creer. EI yo descubierto de conflicto con aqueIlos que no pertenecen, tal como apareció
se transforma en la agenda oculta de la vida política. Y cuando en el caso Dreyfus, especialmente en enero de 1898. La otra
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es cómo los :adic~l~s de clase media luchaban eon un lenguaje rrogantes sobre su culpabilidad, la historia de espías se desarro-
que pertencera legitimamente a la eomunidad proletaria. 1Ió de la siguiente manera: 154
E!1 el eonflicto y en la política radical, el lenguaje de la co- En septiembre de 1894 una carta, destinada aparentemente aI
mumdad tra.nsforma~a lo~ principios institucionales o ídeulógi- agregado militar alemán en Paris, revelaba cierta inforrnación
cos en cuestíones psicológicas. Cuando las máscaras que las gen- militar acerca del ejército francés y parecía baber sido escrita
tes llevaban durro:te el conflicto o el liderazgo político llegaron por un oficial francés. La letra manuscrita parecía la del-capltán
a. parecer revelacíones de su personalidad, estas principios pu- AIfred Dreyfus. :e.ste fue arrestado; después de su arresto apa-
dieron metamorfosearse rapidamente en intentos de justificar la reció súbitamente otra evidencia incriminatoria en los archivos
propia apariencia; el adaptarse a los principios se volvió una militares, incluyendo una carta deI agregado militar alemán di-
cuestión de autojustificación. Las creencias comunes y las acti- rigida a su colega italiano y donde hacía referencia al espía
tudes comunes podían entonces confundirse con los yo comu- mediante la inicial «D». Dreyfus fue procesado ante un tribunal
nes. En política, estas comunidades son urbanas en el sentido militar secreto y el juicio comenzó en diciembre de 1894. Fue
de que las luchas políticas o las luchas revolucionarias se desa- hallado culpable. EI 5 de enero de 1895 fue sometido a una co-
rrollan en la gran ciudad y eu ningún otro lugar. Estas comu- remonia de degradación pública en la cual le fueron arrancadas
nidades políticas son urbanas en el sentido de que un código de sus insignias y quebrado su sable de oficial, y luego se le em-
interpretación de las apariencias que surge entre los extrafios barcó hacia la Isla deI Diablo donde debía cumplir cadena per-
en !B: cíudad, llegaba a influenciar el lenguaje político general. La petua; a todos aquellos que pudiesen entrar en contacto con él
política es «urbana» en el segundo de los dos sentidos del tér- en prisi6n se les índícó que evitasen hablarIe.
mino, el qu~ se refier.e a un modo de conocimiento que se ori- En marzo de 1896, el nuevo comandante de Inteligencia Mi-
gma en la cíudad capital y luego se expande a toda la sociedad, litar francesa, coronel Picquart, recibió algunos elementos des-
de modo .que al margen de la geografía, las gentes llegan a ver cartados que babían sido substraídos de una papelera dei agre-
con los ojos de aquellos que pertenecen a un lugar especial. gado militar alemán por la mujer que bacía la limpieza y que
era una agente del servicio secreto francés. Entre estas doeu-
mentos se encontraba un petit bleu (un telegrama manuscrito,
EI caso Dreyfus: Gemeinschaft destructiva de entrega inmediata); este petit bleu estaba dirigido a otro ofi-
ciaI francés, el coronel Esterhazy, e bizo que Piquart sospecbara
EI caso Dreyfus ba sido llamado «un doble drama de detec- que Esterhazy podría ser un espía. En el curso de su investiga-
ci6n y conflicto ideológico». La detección fue básicamente una ci6n .sobre Esterhazy, obtuvo algunas muestras de la caligrafia
historia de espías: ,Estaba acaso conspirando con los italianos deI sospecboso. :e.sta le resultó familiar; pens6 que la reconocía
y los alemanes contra Francia cierto oficial del ejército, el capi- porque era exactamente igual que la hallada en el bordereau
tán Alfred Dreyfus? Si no lo estaba, ,quién lo había becho apa- atribuido a Dreyfus. Después de una exhaustiva investigación,
recer como un espía, y por qué lo babía becho? A medida que hacia fines de agosto Picquart decidió que Esterbazy era el espía
cn cada estádio de esta historia de espías se revela la detección que había íntervemdc en ambos asuntos y que Dreyfus había
se revela un conflicto acerca de lo que significa la evidencia. Srn sido injustamente condenado.
embargo, cuanto más se prolonga el caso, menos se interesan las En 1897, a fuerza de nuevas fi1traciones y de los esfuerzos de la
partes implicadas por aquello que la evidencia muestra acerca família Dreyfus, el vicepresidente del Senado, Scbeurer-Kestner,
de un acto de espíonaje, y más se interesan en utilizar la evi- también babía comenzado a interesarse por ayudar a Dreyfus.
dencia para definir a dos comunidades en conflicto. En cierto 1897 fue un ano de maniobras indecisas y de muy poco progreso
mom~nto ~a línea se cruza allí donde Ia bistoria de espías pierde en el verdadero trabajo de investigaci6n. No obstante, hacia fines
todo ~teres que no sea el de servir como combustible para una deI misrno, la presión pública babía hecho necesario un juicio
comumdad a través de la confrontación. Ese momento se pro- a Esterhazy. Su juicio militar comenzó el 10 de enero del nuevo
dujo en enero de 1898.153
Los estadias de la dete~ción son enormemente complejos. Si 154. La presentación más clara de esta parte deI caso es la de Douglas IOHN-
mantenemos nuestra atención sobre aquello que hizo a Dreyfus SON en su libra Franoe and the Dreyfus Affair (Nueva York: Wa1ker, 1967); ver
aparecer como espía y luego sobre lo que produjo algunos inte- asimismo la obra de Guy CHAPMAN, The Dreyfus Affair. La literatura referida
aI tema es, por supuesto, muy vasta; el estúdio exhaustivo realizado por Joseph
Reinach es todavia una fuente básica, aun cuando él mismo fuera un partici-
153. Roderick KIIDWARD, The Dreyfus Affair (Londres: Longmans, Green, 1969), pante deI Caso. EI relato en este punto es tomado de Iohnson, Chapman y
p. 8. Kedward,

298 299
ano, 1898, y conc1uyó ai dia síguíente, el 11 de enero. Esterhazy cesa, las pasiones permanecen inexplicables. El conflic~o. ideoló-
gico es caracterizado habitualmente como el de una «VIeJa, Fran-
fue absuelto por unanimidad. El 12 de enero Picquart fue arres-
cia» representando al Ejército, la Iglesia y la alta burguesia cho-
tado por deslealtad. al ejército; posteriormente fue condenado.
cando con una «nueva Francia» representando a los herederos de
EI 13 de enero, ante estos terribles reveses para los partidarios
de Dreyfus, Zola publica Yo acuso. tres revoluciones. En los aüos posteriores a la Comuna y a la
guerra Franco-Prusiana hubo muchos mo.mentos .en los .que estas
Eu ci:rto sentido, la investigación concluyó el 13 de agosto
fuerzas colisionaron; sin embargo, en rnnguna ínstancta las pa-
de ese ~no. Durante la noche de ese día un oficial del gobierno
descubrió que una de las piezas de la evidencia contra Dreyfus siones alcanzaron el mismo punto o de la rnisma manera en que
lo hicieron durante el caso Dreyfus. Fue la formación de una
e~a ~ f~sifi~ación: una entrelínea de una carta de Dreyfus ha-
bía sído incluída en otra carta escrita por el mismo. Sólo un personalidad colectiva basada en cl conflicto la que llevó a estas
h?mbre estaba en posición de hacerlo: el coronel Henry, un ofi- pasiones a su punto más febril.
cial de alto rango, Careado, el coronel Henry confesó que había lPor qué quería la vieja Francia destruir a Dreyfus? La ~e.s­
falsi?c~do ésa y otra evidencia contra Dreyfus. El 31 de agosto,
puesta ideológica se refiere a las propias_ frustrado.nes de la vieja
el público se enteraba de que Henry se había cortado la gargan- Francia a su propia deshonra en los anos posterrores a la gue-
ta ~n pr.isión mientras aguardaba cl juicio, de que Esterhazy rra Fr-anco-Pr'usiana. Muchas gentes, de diferentes creencias po-
había hU;Ido aTnglaterra ant.es de enfrentarse a un nuevo juicio líticas, sospechaban que los cuerpos de ~ficiales franceses J;1abían
p.~r ~alslficaCI?n de eVIdencIas.y de que uno de los jefes del
perdido la guerra con los prusianos debido a su absoluta mcom-
ejércíto francés, el general Bcisdeff're, había renunciado. Des- petencia. Las tropas francesas se habían mostrado como feroces
pués de estos acontecimientos, se imponía un nuevo juicio a combatientes en dicha guerra, y habían sido enormemente res-
Dreyfus. ',:Éste t~vo lugar en Rennes en agosto de 1899; Dreyfus petadas incluso por los mismos prusianos; las gentes ~ôlo :po·
fue finalmente Iiberado y, en 1906, fue rehabílitado y se le res- dían explicar la derrota debido a 10 chapuceros que habían sído
tituyó su rango militar. aquellos encargados de comandar las tropas. Esa desconfianza
Es difícil, retrospectivamente, comprender cómo esta histo- prolongada fue reforzada a fines de la década de 1880 cuando el
r~a de ,esI?ías sola pudo haber impac~ado de tal modo a la opl- general Boulanger, ~n oficial tremend~m~nte popular, a punto de
n~ón pública francesa, al extremo de que François Mauriac pu- ejecutar un coup d'etat contra la Repubhca, abandono a sus par-
diese decír eu 1965 que «Yo era un nino en la época del caso tidarios y, junto con su querida, huy~ a. través de la. frontera
Dreyfus, pero colmó mi vida», o que León Blum pensara de él belga. Creció la sospecha d~ q~e el eJerc~~o ~ra ~n. traidor a l~
como «la cuestión básica» de donde se derivaron todas las cues- confianza nacional. Los propros jefes del ejérctto stntíeron el agui-
tiones políticas de la Francia moderna. Desde 1898 en adelante jón de estas .dudas. Deseaban fervientemente reivindicarse de
cada nuevo giro en el caso Dreyfus promovía tumultos calleje- algún modo.
ros tanto en Paris como en Ias ciudades provinciales. Desde 1898 Hacia fines de la década de 1880, se ímplementé entre esto~
a 1900, los cafés hacían erupción a menudo en batallas campales líderes de la vieja Francla, como así también entre el campest-
cuando una persona pro o contra Dreyfus escuchaba a alguien nado devoto y la pequena burguesia urbana, una campana para
que sustentaba una opinión contraria discutiendo el caso en una expulsar de Francia a los judíos. Los judíos son, naturalmente,
mesa contigua. Una famosa caricatura publicada en el «Figaro» la clásica víctima propiciatoria, pero no son un blanco constante.
el 14 de febrero de 1898, muestra una comida familiar transfor- A fines de la década de 1880 se produjo una nueva campana
mada en una pelotera cuando Ia charla se refiere al caso' y contra los judíos porque las equivocaciones de la vieja Francia
numerosos recuerdos testimonian que la caricatura apenas ~xa. comenzaron a ser vistas por sus partidarios como el trabajo de
geraba los hechos.Pê extranjeros y elementos traidores. Uno no nec~sit,a. considerar que
En la medida en que los únicos factores en eI cuadro sean los los líderes de esta campaiía actuaban maqUlavehcamente; ellos
detalles de Ia historia de la investigación, el caso no era el caso. querían explicarse tanto a s.í mismos como a los d~más :por qué,
Igualmente, en la medida en que se considere aI caso como una aparentemente, fuerzas simestras que estaban mas alla de su
cuestión de conflicto entre diferentes fuerzas en la sociedad fran- control les habían vuelto impotentes.
Una comunidad forjada en la confrontación exige flan~os
opuestos. Uno puede experimentar verdaderam~nte un sent~do
155. Mauriac citado en la op. cito de JOHNSON; prcbablemente las más inte- de fraternidad cuando junto con sus hcrmancs uene un enerrugc
resantes, aunque epredispuestas», descripciones de las instancias de la clase común. Pera los flancos opuestos en el caso Dreyfus se desar'ro-
media cuando el Caso era más delicado se encuentren en el libra de Marce1
Paousr, Jean Santeuií, llaron a un ritmo desigual. Durante muchos afies las fuerzas
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300
de ,Ia vle~a Francia estuvieron desarrollando una retórica que acerca de sí mlsmo más que con un resumen de sus pensamien-
hana posible ~u participación en una confrontación dramática tos referidos a Dreyfus. Nos dice:
fero un enemigo concreto, viviente, a quien ellos pudiesen en~
ren!a~ se m~tuvo esquivo hasta 1898. Eu la década anterior He sido siempre el más débil de los hombres, el más sentimental,
la vieja Francía tenía que habérselas con quimeras de caos i- a quien se podía desalentar eon mayor faeilidad. El coraje que he
rac1C:me~ secretas, tr~ic~ones, etcétera, todas ellas promovidas p~r demostrado en despertar a mi país, vosotros (los otros antisemitas)
Ios JUdlC:~S, pera. el Ju~:ho por su mísma naturaleza, desaparecida me lo habéís otorgado... Mis libros han rendido un inmenso servicio
a octrtna antlsemítIca, nunca Se mostraba abiertamente a la a nuestra querida Francia, et revelarle el peligro judio... No podrfa
haberlos escrito solo. He obedecido simplemente la voz de una vo-
lucha, Era ~a comadreja, un trabajador secreto que nos son- luntad superior: «iHabla!» He hablado.
reía y cortejaba y Iuego vendía secretos nacíonales a nuestras
es.pa~das. De modo que, en la década anterior a enero de 1898 Para Drumont el antisemitismo es un símbolo de su propia
exístía ,una comunidad in posse, un flanco preparado para Ia con~ dignidad, su integridad. l Cómo podía decirle nadie que modera-
flronta~l~~ pera cuyos propios estereotipos deI enemigo negaban se su postura, que entrase en componendas? Estaría comprome-
a posibilldad de tal confrontación.
tiendo su integridad. Para Drumont el caso Dreyfus es un sím-
Observemos c6mo el lenguaje de la comunidad comenzó a de- bolo deI verdadero hombre que él, Drumont, es. 1S7
sarrollarse sobre eI derecho antisemítico. EI líder antisemíta d En la selva, los mandriles dan sefiales de confiabilidad e in-
la décad~ de 188~ y principias de la de 1890 era Edouard Dru~ tenciones amistosas a otros mandriles desconocidos mediante el
~ont, quien tu.J:1do .eI periódico «La Libre Paroje», Para Drumont, roce de la rabadilla del extraüo o arrancando hojas de hierba
y algunos partídarios como el conde de Rochefort Dreyfus era para él. En París, a mediados de la década de 1890, un fenóme-
~1 resumen perfecto de la fantasía del judio traidor: se había meno similar se desarrollaba, presumiblemente, en forma sim-
mfilt~ado d~ntro ~e los propios ranges deI ejército; no era un bólica. El adio a los judíos se metamorfoseaba en confesiones
eneml~o abiertc SIDO un impostor. En un artículo aparecido en de odio, como las de Dnunont, y estas confesiones se metamor-
«La Líbre Parole» el 26 de diciembre de 1894, EI alma dei capitán foseaban en c1isés de los más profundos sentimientos propios
Dreyfus, Drum~nt coíocaba por lo tanto a Dreyfus más aliá de sobre Francia, de la propia decencia y el propio coraje frente a
la esfera dei cnmen:
los intrigantes; a su vez, estas confesiones sefíalaban a los de-
más que uno era un amigo, una persona en la que se podia
(~frus) ha eometid? un abuso de confianza, pera no ha cometido confiar. Fuera de estos signos nacía un sentido de comunidad.
uni cramen contt: a su PaIS. Para que un hombre pueda traicionar a su Las memorias de la época nos cuentan de conversaciones en
pa s, es necesarro antes que nada que él tenga un país.
fiestas y eu las que las gentes rondaban entre ellas por las me-
sas, husmeando mediante insinuaciones y palabras cod.ifi.ca~s
Sin em.bar:go, la esencia de un judio es que no puede perte- cuáIes de los demás invitados podían simpatizar con uno; SI el
necer a mn~ país y por 10 tanto, según Ias- palabras de Dru- terreno parecía favorable, se producía entonces una corriente de
mont, «los judíos no lo pueden evitar» cuando venden los se- confesiones, de horror por los judíos; los pufíos resonaban sa-
cretos de Francia al contado.w bre las mesas para enfatizar el punto de que Francia debía ser
A un nível ant.iideológico un lenguaje antisemítico como éste salvada de sus enemígos internos; se produce un torrente de
emerge pa~a exp~ar 1105 pecados de los antisemistas en el pa- sentimientos en la sala, las gentes se muestran visiblemente con-
sado. AI odiar aI judio, están purificados. Pero este Ienguaje está movidas y, sin embargo, según relata un banquero:
enl~ad~ con otro. Ya en la prosa de Drumont y en la de otros
ant.lSemltas en los afias de 1894 y 1895 se produce una drarnatí- Es todo tan curiosamente impersonal. Uno aprueba estas revela-
zaciõn de .Ia personalídad de un hombre que desea enfrentarse clones íntimas, o permanece en silencio, y luego abandona la mesa,
a los esquivos judíos. Esta autopublicidad aparece, por ejemplo, ahíto de cigarros y coüac, sin saber quién era este hombre que nos
en ~ manera en que Drumont concluye su artículo EI alma del abria su corazón con tanta ínslstencía.tea
capitân Dreyfus. Concluye éste con los pensamientos de Drumont
Pero aunque el lenguaje deI antisemitismo suministraba los
elementos para un sentido de comunidad pasajero, el sentimien-
.I~. Edouard DRUMONT, L'Ame du Capto DreYfus, en -La Libre Parole» 26
dícíembre 1894; una traducción con~ensada aparece en el libro de Louis S~R 157. lbid.
The Yfus Case (Nueva Brunswíck, N. s: Rutgers University Press 1973)'
p. 96Dre
• , , 158. Arsenne de MARLOQUE, Mémoires (Parta: edición privada), Bibliothêque
Nationale, trad. R. S.
302
303
. t 1 íuício EI verdadero puntc re-
no podia instituir l i detener a J ~ se trata de «el primer
to pleno aún debía elaborarse porque, de hecho, no existia nín- tórico de este envío a ~. ~au~). e:1 ;~presenta a todos los fran-
guna respuesta concreta. AqueIlos que tenían dudas acerca de la magistrado ~el país» (parra ~e ' ue, desde un punto, de vista le~
culpabilidad de Dreyfus eran una minoría y no eran de ninguna ceses como jueces (a pesar. q . . I no díspoma dcl poder
manera tan apasionados como los detractores dei inculpado. Para gal, eI presidente no era e~ Jue~ prmclpal~ tiene el presidente de
que los defensores de este hombre adquiriesen Ia mísma pasión, del perdón extremo, por ejemp o, como
debemos esperar concretamente hasta enero de 1898. los Estados Unido~). d bido a la manera en que Zola se
La historia de espías, recordemos, había llevado hacia enero Este detalle es Importante e I , ratos De hombre a hom-
de 1898 al juicio a Esterhazy e inmediatamente después de su dirige a Faure en los pri~eros cu~trof~:r Zola 'apercibe a Faure Y
sobreseimiento aI arresto desu acusador, Picquart. Durante cl bre. En estas cuatro -?r~m~ros parra1't~ye una jugada brillante:
afio anterior los defensores de Dreyfus habían aparecido paula- le perdona. EI aperclblmlento cons I .
tinamente en la prensa; los propios juicios desper'tarcn mucho lodo sobre su nombre -iba a decir sobre su rei-
más interés en cl caso, pera la opinión en su favor era difusa, jQué mancha de ese aboxninable caso Dreyfusl
fragmentaria y contradictoría. nado- después de
EI 12 de enero el caso parecia haber concluido. Esterhazy ha- d h' einticinco afies con reyes Y
bía sido declarado inocente de los cargos que se Ic imputaban y Francia había a~aba o aCI~; ísmo coma un conduc:or
Píquart había sido arrestado por ecusarte. La importancia dei emperad~re~; no, píense de d u;o~amparte de la vieja FranCla;
Yo acuso de Emile Zola, aparecido en «L'Aurore» dei 13 de ene- porque slgnificana que us~e . ó de su honor personal, de su
ro, consistió en la infusión de vida que proveyó a este abortado piense en este asunto en un~l ialdad significa que no hay dls-
movimiento, definiendo los términos del discurso de modo tal integridad como homb~e. La Irasa en estas dos términos con-
que podja conformarse una comunidad de dreyfuslstas. Zola tuvo tancia entre los y~. Ublcado ~o~a en términos de perdôn.: «por
éxito eu el hallazgo de aquellas imágenes referidas a quiénes tingentes, es contInuado por .d ue usted ignora (la ver-
«somos», como dreyfusistas, iguales y opuestas a la imaginación su nonor es que yo ~stol ~onv.e~~d~n~ naturalizado llegadc de
de los antidreyfusistas. ZoIa lo consíguíõ empleando las técnicas dad).» <.Quién es E ~ a, r~~dente de Francla, si no están
dei melodrama para caracterizar quién era un dreyfusista como Venecia, para perdm1le onar a. p ')
persona. De este modo se completo una confrontacion estática, hablando como amigos í~tI~os. en los mismos términos. Zola
integrada por dos enemigos que no podían existir de allí en ade- ZoIa defiende su pro~lO m~er~o de los militares implicados,
lante uno sin el otro. no conocía a Dreyfus l i a ~g amenazado de manera algu-
La excitación que produjo Ia edícíón especial de «L'Aurore» y tampo,co había sid~ prev::-:t~omado partido? En el párra-
q
fue ínmensa. Trescientas mil copias se vendieron eu unas pocas na a raiz deI ~aso. (,Por b el lector de la siguiente manera:
horas y las gentes luchaban literalmente para obtener una. EI fo 3, Zola se ímpone so re ta» a hablar, «se atrevería a de-
nombre de Zola estaba en todas partes y su artículo fue dístrí- primero, dice que el se «at~v~~~ la primera seãal de su pre-
buido a lo largo de todas las provincias francesas por los drey- cír la verdad». En otras p a , hombre valiente. Más aún:
fusistas que habían recíbídc una nueva corriente de energia. Ana- sencia en este caso nas mues~ra a c~plice» <. Quién pensaba que
lizar este texto, paso a paso, es ver a Zola salvando la línea «Es roi deber hablar; no sere un 1" reside en que cualquiera
desde el argumento político hacia una nueva especie de Ienguaje lo fuese? EI punto de esta cues l~~aba un verdadero carácter;
comunal. (EI texto está publicado en su totalidad como un Apén- q ue se relacionara
. d .
con el caso mos
s considerada como
una carencia de valentía
dice del presente volumen.) 159 la prescrn encia e . , de la valentia prepara el terreno para
EI Yo acuso se encuentra en forma de una carta dir'Igic" 1 a personal. Esta afir~~clO~ . ncía: si Zola no se atrevlese a
Félix Faure, presidente de la República. i,Por qué enviársela a él? una peculiar coofeslOo e concre ,
La razôn obvia es que Faure es la cabeza dei Estado, pero esta hablar': .
razón obvia no es correcta. RI propósito de Yo acuso era lograr . da ar e1 espectro de! moeente que
Mis noches ~e v.erlan as~dia áss h~rrible suplicio, un crimen que no
que su autor fuese arrestado bajo la ley de libelo y difamación expía, en un pms leJano, en m
de 1881, de modo que pudiese ser convocado un nuevo juicio deI ha cometido.
caso Dreyfus so pretexto de juzgar a Zola por injurias. Faure .. está implicado cuando un perio~
No es la slDcendad 1~ qued us {lloches obsesionadas». Lo
159. JOHNSON, op. cito, p. 119; Ias citas individuales no serán ofrecidas ya que dista habla de Su vaelse~~la~e;a sen ~ue estas convicciones, in~
e1 texto íntegro se haIla en este libra y todas las citas se refieren a párrafos que está implicado
numerados. 305

304 HCS 151.20


de'pendientemente de cuán profundas sean, se transmiten aI pú- Después de seüalar al vlllano, Zola proce~e a transf?rmar toda
bhco. En el Y?, acuso eI hombre de conciencia comienza por cen- la evidencia en términos personales. Por ejemplo, exíste el bor~
trar su atencíón sobre el hecho de su heroísmo; dramatiza "el dereau; ,eómo se enfrenta Zola a él? «Níego este d?cume,nto; I?
hecho de tener una conciencia; ciertamente una manera original níego eon todas mis fuerzas» (párrafo 10). Se ha eVlt~do un an~­
de comenzar la defensa de otro hombre e idéntica en su forma lisis de lo que dicho documento signi~ca; el escrítor, enfati-
al Ienguaje antídreymsíano de Drumont. zando que «Yo» lo niego, econ todas mIS fuerzas». dest~ye su
Una vez que comprendemos la atmósfera retórica peculiar de valor como verdad. Un poco más adelante en el mismo p~rrafo,
este comíenzo, podemos comenzar a comprender los argumentos Zola emprende nuevamente la escalada. Después de decIr. que
subslguientes que han ímpresíonado a tantos comentaristas mo- cualquiera sea el fundamento del documento, no está relaciona-
dernos, considerando al texto de Zola desde un punto de vista do con la seguridad nacional, inmediatamente proclama:
lógico y legal, como absolutamente vacío. Estos argumentos po-
seen una lógica en función de las concepciones deI siglo XIX so- [No y no! jMentira! Y lo más odioso, lo más cínico, es que mienten
bre la personalidad pública. impunemente sin que nadíe pueda demostrárselo.
Los párrafos 5 ai 11, abarcan la afirmación de ZoIa en cuanto
a quién había incriminado a Dreyfus, Es símple, Un hombre «Bste», el bordereau; se transforma súbitamente en «ellos», el
enemigo. Aun cuando se nos ha dicho que el borâereaú concierne
lo ha realizado todo: el coronel Paty du Clam. lU es prácticamente a asuntos triviales, y por lo tantoes presuntamente sólo un
el caso Dreyfus (párrafo 4). trozo de papel que «ellos» han utilizado con fines falsos, ahora
se transforma en su manufactura, Y se hace imposible ~zar1o
?~ prueba de ,ZoIa? No dispone de nínguna evidencia legal como real o falso porque «mienten de tal manera que nadie pue-
o fáctlca. En el párrafo 5, nos dice que cuando se ha llevado a de eondenarles». .
cab? una ínvestígación «honesta», debe ser probada; «No debo De este modo, haciendo deI caso un drama de m?rah~d ~er­
decírlo todo; dejad que busquen, ellos lo hallarán.» En mitad sonal, Héroe versus Demonio, Zola logra que toda mvestIga,?ón
del párrafo 6, ZoIa proclama «es suficiente eon decir» que Paty de la evidencia sólo cuente en la medida en .que ~e relaC:lOne
du Claro entró en escena tan pronto como parecia posible que con la personalidad de los antagonistas. ~ eVl~encIa f!-0 dispo-
Dreyfus fuese incriminado. Pero Zola no busca una prueba legal ne de una realídad independiente de su SImbolIsmo pSIcológICO.
objetiva, porque Verdad y Falsedad en este caso deben ser con~ En los párrafos 12 ai 22, los acontecimientos que se de~arro­
sideradas sólo en términos de personalidad, Si puede hacernos llan desde el comienzo de la fase de Esterha~;y hasta e.l día an-
sentir que Paty du Clam es una persona desagradable, entonces, terior a la publicación del Yo acuso, están sUje~os aI mIsn;z? t!a-
por supuesto que él deoe haber incriminado a Dreyfus, De este tamíento. EI momento crucial en que los oficiales deI ejércítc
modo, después de acusar a Paty du Claro, ZoIa se embarca en debían decidir sobre el procesamiento de Esterhaz~ es presenta?-o
una ,de~cripción barroca de su caracter, como un intrigante, un como un «momento psicológico, pleno de angustra». Los oficia-
romantíco, un hombre que disfruta de intrigas y de encuentros les habiendo tomado la decisión tardíamente, son atacados por
a medianoche eon damas misteriosas (párrafo 5). Y la razón por zoia en los términos más personales: «Y estas person~s pueden
la que Paty du Clam ha tenido êxito eu su complot no se re- dormir, Y tienen esposas e hijos a quie1?-es ~man» (pa~rafo 14).
fiere a que las fuerzas instituciona1es exigen una víctima o a que ,Cuál es el significado de esta extraordinana declaración? .
la clase de los oficiales debe reivindicarse a sí misma. No, se En el caso de Zola no hay mundo, ni trama burocranca. OI
debe a que Paty du Clam tíene eI poder personal de hipnotizar conflictos cruzados ui deseo controlado: hay solamente absolu-
a las demás personas, tos del yo. l Cómo puede usted ser humano si n? está de ~cuerdo
eonmigo? Toda apariencia mundana, toda acción específica, se
porque también siente aficién por el espiritualismo y las ciencias ocul- transforma en un indicador de estos absolutos. La másca~a de
tas y conversa con los espíritus. un hombre es una verdadera guía bacia su carácter esencial y,
de este modo, tanto para Zola como para D~o?-t, no puede
La místíficacíón completa eI círculo deI caracter: hay una per- producirse ningún cambio a partir ?e estas posiciones munda-
sona que actúa diabolicamente, una persona heroica para ponerlo nas, nínguna interacción, ya que tcomo puede uno traficar con
en evidencia;, .un. juez entre ellos que es honorable pero igno- su propia integridad? .
rante Y, casi Incidentalmente, hay un proceso institucional que De este modo aI concluir el párrafo 18 arribamos a la razón
ha enviado a un hombre a prisión. fundamental Interna de la famosa dec1aración a la que un ju-

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rista inglês de la época llarnó la «esencía de la irracionalidad Sólo el crimen de Boisdeffre, ~u apasionamiento clerica~, y
en el nombre de la justicia racional». Este es el resumen hecho el crimen deI consejo de guerra, VIolar el derecbo de los trtbu-
por ZoIa en cuanto a las respectivas suertes de Esterhazy y naIes militares son institucionales. Todos los demás son crime-
Picquart: nes de la personalidad. Y por eso es tan importante que Yo
acuso a ellos o, igualmente, por qué cuando Yo acuso es lo re-.
tórlco. los crímenes de personalidad son los que se baIlarán más
...hombres cubiertos de deudas y crímenes que ven proclamada su ino-
cencia mientras se destruye el mlsmc honor de un hombre sin mácu- probablemente. .
La conclusión de ZoIa aI Yo acusa tíene un paralelo per~ur­
lasl Cuando una sociedad llega a esos extremos entra en descompo-
sición. bador con la conclusión de Drumont en Bl alma del capttdn
Drevtus. ZoIa, eu eI párrafo 28, no~ asegura que I.a suya es una
pasión pura, inmotivada por el tnunfo o el partIdo., En el pá.
ZoIa está hablando literalmente: Ia prensa popular magnificó rrafo 29, aI igual que Drumont, informa al lector cuan cmotívo
el hecho de que Esterhazy le debiese dinero a mucha gente, es él personalrnente; obtenemos una semblanza del estado .de
mientras que Picquart estaba libre de deudas. Este pasaje cons- 5US sentirnientos: «Mi ardíente protesta es simplemente el grito
tituye la esencia de un juicio por caracter, y deI asesinato deI de mi alma». EI párrafo 30 muestra a Zela, lo mismo que Dru-
caracter. EI juicio por carácter es el único modo por el que mont presentando al Iector una última Imagen, que está refe-
puede proceder la política, una vez que ha sido eliminado el lí- rida a ZoIa más que a Dreyfus o a Francia. ZoIa es desafiante
mite existente entre la vida pública y la vida personal. y combativo. EI lema deI b~roe que êI. es~r.i~e para. sí mism~,
Yo acuso muestra una consecuencia deI cambio retórico ope- describiendo su actitud hacia 5U propio JUICIO futuro por di-
rado en forma visible entre las generaciones de Napoleón y de famación, es: «Lo espero.» Esta declaración de la fortaleza
Lamartine. Una vez que eI carácter se ha vuelto independiente moral de Zola marca la conclusíón deI alegato en favor de
de la acción, una vez que Lamartíne ha logrado presentarse a Dreyfus.
las gentes como un líder sin necesidad de dirigirlos eu ninguna Si nos preguntamos por qué este ensayo vendió trescientas
acción, el camino se halla preparado para esta revocación, en la mil copias en un dia, por qué incorporo a la defensa de Dreyfus
cual el mundo público de la acción ha perdido todo significado a innumerables hombres y mujeres franceses, por qué, incluso
excepto en la subordinación a la motivación personal. después del juicio a ZoIa, cuando éste huyó a Inglaterra con
En este momento, Zola alcanza el punto dramático más alto su amante y un gajo de biUetes de b~nco antes que en~rentar
de esta pieza oratória, la lista de acusaciones que comienzan en un afio en prisión, Yo acuso seguia s~endo eI texto. báSICO ?~l
el párrafo 26. Cada una de ellas comíenza con la expresión Yo movimiento: si preguntamos por que, Incluso despues dei SUICI-
acuso antes que con la de X es culpable de. Verdaderamente, dia de Henry y la consecuente necesaria reivindicación ~e Paty
«Yo» es la palabra más prominente de toda la ecusacíón. No du Clam, Yo acuso permaneció como un documento obligatorio
se trata tanto de que una injusticia ha sido desafiada o de que para muchísimas personas sólo podemos responder que ellos
estos hombres han sido puestos en evidencia, ya que en realidad deseaban lo que ZoIa les ofrecía, que era un Ienguaje de perte-
Zola ha manifestado que no se comprometería en esa clase de nencia a una lucha colectiva, más que un grupo de razones ló-
cuestiones; ello corresponde a las autoridades. Lo importante es gicas por las que Dreyfus debía ser liberado.
que «YO» los estoy acusando. ,De qué? He aquí una lista pre- EI verdadero contenido dei Yo acuso se refiere a qué clase de
parada por Zola acerca de los hombres y sus crímenes: persona defendía aI capitán Dreyfus y qué clase de persona Ie
atacaba. Esa persona nunca cristaliza en un líder, en ninguno
de los dos bandos. EI repentino juicio. a Zola e incluso su ~ás
Paty du Clam: «causante diabólico» repentina partida le descalificaron, y ciertamente los personajes
Mercier: «debilidad de caracter» prominentes en el caso después del 13 de enero de 1898 entran y
Billot: «lesa humanidad» y «lesa justicia» salen de escena con tanta rapidez que ningún hombre o grupo
Boisdeffre: «apasionamiento clerical» parece tener el control de los acontecimientos. Pero esta ínes-
Gonse: «espíritu de cuerpo» tabilidad en la cima no significa que los límites entre los par-
Pellieux: «investígación perversa» tidarios de Dreyfus y sus detractores también cam:t'ien'. Los dos
expertos calígrafos: «informes fraudulentos y embusteros» campos se endurecen entre l~s ma~a~; las falsífícaciones de
ministro de guerra: «abomínable campaiia» en la prensa Henry, por ejemplo, son asumldas rápidamente por los detrac-
consejo de guerra: «violar el derecho» tores de Dreyfus como un acto de nobleza suprema y de auto-
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sac~ficio, porque si Dreyfus no es culpable debería serlo. En también cree que cada sefial de justicia exhibida hacia Dreyfus
realidad, cuando eI trabajo de detección lleva lentamente a Drey- es el efecto de una conspiración judía para destruir al pueblo
fus a un punto de reivindicación -sin ninguna prueba condu. decente de Francla: pero -tal como no ocurre en el teatro-
yente acerca de quién era la «D» que figuraba en el bordereau- debido a que sus personajes son indecentes, uno les niega a los
cada nueva ínstancía se transforma sólo en la ocasión para una víllanos, o sea, a los judíos y a sus defensores, cualquier dere-
renovada accíon de las masas en Ias calles entre las faceiones cho a existir. Dentro de una cultura ansiosa acerca de Ia ve-
en conflicto. rosimilitud de las aparíencías, el melodrama fuera deI escenario
Después de 1902, cundo la abierta violencia entre los dos ban- posee la inevitable lógica de sugerir que uno puede creer en sí
dos ha concluído, no se produce jamás proceso de reconcilia- mismo únicamente si destruye a sus enemigos. Si ellos pueden
ción alguno, Las Leyes de Ferry que secularizaban la educaclón creer en sí mismos, lcómo puede uno mantener algun~ creencia
francesa eran consideradas por ambos bandos como una especie en su propia apariencia? lEn su propia calidad de míembro de
de «venganza» por la condena de Dreyfus, ya que los sacerdotes una comunidad? Si cada acto es un símbolo de personalidad -si
estaban aliados con el ejército. Escritores como Charles Maurras ese es el punto de ser pro o anti Dreyfus-, entonces aquellos
y grupos como el de los Camelots du Roi deben su inspiraeión que no parecen llevar nuestros propios símbolos deben ser inau-
a los detractores de Dreyfus y ha llegado a ser aceptado entre ténticos mentirosos, falsos y, por lo tanto, deberían ser destrui-
los historiadores fuera de Franeia que algunos de los motivos dos. EI' melodrama escénico no tiene consecuencias, no induce
para la colaboración francesa con los nazis nacieron de antiguas a ningún cambio en los personajes, pera el melodrama político
heridas causadas ai ejército y dei adio hacia los judíos derivado tiene un resultado singular, sugiere que el último camino para
deI caso Dreyfus. EI caso Dreyfus es un caso clásico de cómo estabilizar la apariencia propia es destruir ai enemigo. La purga
cuando una comunidad se basa en lo abstracto cobra forma una es la lógica de una personalidad colectiva.
personaIidad colectíva difusa y un abismo Insalvable se abre en Desde esta identificación deI sentimiento de comunidad como
la soeiedad. Ningún cambio en las condiciones materiales ni una forma de compartir la personalidad, se vuelve absolutamen-
en la historia, puede alterar la posición de los antagonista; ya te natural el considerar el lenguaje de negociación, la burocracia
que 10 que se encuentra comprometido en el conflicto para am- y las relaciones administrativas como localizadas en diferentes
bos oponentes no es sólo un problema sino la integridad el ho- dominios. De este modo, a comienzos dei presente siglo se desa-
nor y la colectivídad misma. ' rrolló la razón fundamental para pensar que la vida de una
Después que la comunidad se bubo formado no había nada comunidad y la vida dei estado eran de distinta índole.
que los participantes pudiesen aprender de Ia acción. EI suicidio Si merece Ia pena ocuparse acerca de la comunidad rnisma,
de Henry no debilitó la concepción del mundo de los enemigos ésta se encuentra dominada por una perversa teoría de la más-
de Dreyfus; eI suceso es rápidamente reinterpretado como un cara. La negociación se transforma en la gran amenaza para la
n!'1evo act~ ~e .her?ísmo de un fiel miembro católico dei ejér- comunidad: cuando las posiciones cambian o se alteran, el es-
CItO. La reivindicación de Paty du Clam a través deI suicidio de píritu de la comunidad se debilita. Se vuelve más importante
!lenry no quebró el armazón de los partidarios de Dreyfus. La confesar quíén es uno antes que traficar con otros que son
ídea de Zola con respecto al «complot» fue inmediatamente res- diferentes a uno. Esta es la razón, en el medio de las grandes
catada por los partidarios de Dreyfus, quienes clamaban que pasiones que engendrara una crisis como la deI caso Dreyfus,
Paty du Clam, siendo el maestro hipnotizador que era, llevó a por la que en el fondo había un grupo de relaciones humanas
Hemy a un café una noche y le hipnotizó para que ejecutara la tan estáticas y rígidas como la mortal sumisión que Lamartine
falsificación, inducía entre las masas parisinas.
El caso Dreyfus constituye un ejemplo histórico del extremo
lógico, eI punto final deI código que hace de la apariencia un
indicador del yo. La máscara revela un rostro común; para que iQuién es un verdadero radical?
Ia comunidad exista, para que los rostros de todos puedan ser
reconocibles en este rostro común, debe permanecer rígida y si- Este lenguaje de comunidad comenzó a aparecer en el siglo
lenciosa. Existe una comunidad en ambos bandos solo en la pasado en un dominio donde debió haber sido prohi'?ido, el do-
medida en que sus apariencías entre ellas permanezcan infle- minio de la política radical. Servía a los burgueses radicales como
xibles. una manera de pensar acerca de ellos mismos disponiendo de
En el escenario, uno sabe que cada acción del Dr. Weltsch- un lugar legítimo en los movimientos proletarios. Analicemos
merz está determinada por su carácter moral; en las caíles, uno por qué la personalidad colectiva no debería haber aparecido
310 311
en los movimientos marxistas en especial, y luego cómo en rea- l Qué significa, psicológicamente, para una persona el ser ca-
lidad lo hicieron. paz de reformular sus creencias? lEi pensar dialécticamente? Si
. Tal vez la herencia más grande deI siglo XIX, aún libre de una creencia ha llegado a ser abrazada de forma tan profunda
ImpUeS!os: sea una concepción de la historia según la cual los y tan intensamente personal, si aquelIo en lo que una persona
acontecimíentos se sucedeu en forma lógica, aun cuando no íne- cree ha llegado a definir su personalidad, entonces cualquier cam-
vitablemente, a partir de Ias condiciones sociales. Esta noci6n bio en la creencia implica una gran conmoción en el yo. O sea
i~cIuia como crey:ntes a aquellos que imaginaban que las na- que, cuanto más personal y autoimplicada se vuelve la creencia,
ciones tenían «destinos»: muchos de los anarquistas dei siglo XIX es menos probable que pueda cambiarse.
algunos partidarios de Saint-Simon y Ia mayorfa de los darwi- Por lo tanto, una conciencia dialéctica parece requerir una
nistas sociales, como así también aquellos que eran partidarios fuerza humana casi imposible. Aqui se produce una ideología
de Marx. Referirse a una dialéctica marxista de la historia es de apasionado interés acerca deI mundo, un compromiso apa-
h.ablar de estadios ~e .la experiencia, cada uno de ellos produ- sionado contra sus injusticias y, no obstante, una ideología exi-
cído por las corrtradiociones en los estadios que se han producí- ge que hasta tanto no cambien las condiciones históricas, la
do antes. Nos hemos familiarizado de tal modo con esta idea naturaleza de dichos compromisos debe ser suspendida, repen-
que puede ser recitada como un catecismo: una tesis refutándose sada y reformada. La creencia debe ser, al mismo tiempo, inten-
en su antítesis, donde las mismas situaciones y las mismas per. samente sustentada y, sin embargo, permanecer a distancia deI
sonas son vistas bajo una nueva luz, y esta antítesis refutándose yo, de modo tal que la creencia pueda ser alterada sin sufrir las
nuevamente, produciendo una sintesis luego de un período revo- cargas de la pérdida personal o una sensación de compromiso
lucionario o bien otra antítesis, una anti-antftesis, en una ince- íntimo.
sante rucda de re-formacíón material e intelectual. Cuando la cuestión es pIanteada de este modo, comprendemos
Ir6nicamente, habiendo estudiado este catecismo hasta su raíz que aquello que Marx concebia como una imaginación dialéctica
hemos presenciado asimismo algunos hechos que lo desacredi- está estrechamente ligado a un concepto que hemos investigado
tan. Más de la mitad deI mundo está regida por gobiernos que en función de la vida en la ciudad: el concepto de conducta pú-
se adhieren a las doctrínas de Marx, modificadas de un modo l i blica. Para ser dialéctico en nuestras percepciones, uno debe
otro, y sin embargo, estas sociedades regidas por estos gobier- estar en público, alejado de la simbolización de la personalidad
nos son precisamente lo contrario de aquello que Marx, junto a través de la creencia o de la acci6n social. Si Rousseau era
eon Fournier y Saint-Simon, creía madurado logicamente para la un enemigo deI hombre en público, Marx es su campeón.
revoluci6n. ElIas han sido colonizadas, o hasta ahora se halIaban Sin embargo, existe la criatura absolutamente familiar que
subdesarrolladas industrialmente, o de alguna otra forma se ha- se llama a sí mismo marxista y detesta esta flexibilidad. Ave·
bían mantenido periféricas a aquellas situaciones europeas desde ces es calificado de «ideólogo», a veces de «dogmático», deno-
donde Marx podía deducir una lógica del desarrolIo hist6rico a minaciones adecuadas para incluir un movimiento radical por
partir de la estructura social inmediata. medio de la estructura de carácter de su peor exponente. ~l re-
Ninguna generación en particular, y ciertamente ningún libro presenta más estrecha y ajustadamente a una persona de la ela-
en especial, puede explicar la paradoja de este destino despla- se media quien, al margen de motivos humanos o furia fren-
zado. Aunque el ciclo de la cultura urbana registrado hasta aquí te a su pasado, o furia frente a sí mismo, se transforma en un
en estas páginas puede arrojar alguna luz sobre una dimensión, radical, identificando con la clase trabajadora los intereses de
al menos, de esta paradoja: la cultura de deformación psicoló- la justicia y el derecho eu la sociedad. Si los motivos que le lle-
gica actúa sobre aquelIos que se haIlan comprometidos con un vau a abrazar la causa de los oprimidos pueden variar según
cambio radical, dialéctico, de modo que se vuelven defensivos los casos, su problema eu relación con la clase trabajadora no
cuando la historia se desvanece frente a la teoria. varía: l cómo llega a ser genuinamente una parte de su movimien-
A lo largo de sus escritos Marx concebía a las fuerzas díaléc, to, cómo puede este hombre con su educación, su sentido deI
ticas de la historia nevando a las gentes a reformular sus creen- decoro y de la propiedad, legitimar su presencia en la comuni-
cias bajo el impacto de nuevos acontecimientos. El lema de que dad de los oprimidos?
las. condiciones ~ateriales determinan la conciencia es, y ha sido, Marx y Engels le conocían porque su problema era eI de
facilmente vulganzado. AquelIo que Marx quiso significar de la me. ellos. ÉI resolvía este problema de legitimarse como un radi-
jor manera posible es que cada nueva situación material en la cal a través de los códigos de apariencias de la cultura bur-
sociedad obliga a una reformulaci6n de la creencia sólo porque guesa de la cual había surgido. Cada posición que asumía, cada
el mundo que han conformado estas creencias ha sido alterado. tópico que analizaba, estaba cargado con el peso de su propia
312 313
identidad como revolucionario. EI debate sobre la estrategía «co- vida de J ules Guesde. Se ha supuesto que Guesde fue quien
rrecta» se transform6 rápidamente para él eo un conflicto ca- introdujo vigorosamente las ideas marxistas en el movimiento
racterol6gico: lquién es «verdaderamente» revolucíonarío? En socialista francés a fioes de la década de 1880. Era el perfec-
media dei argumento aparente acerca de cuáles son las acerta- to pequeno burgués (su padre era maestro) intelectual de pro-
das táctica~ ~voluci~narias, el verdadero argumento era: ,quién vincias. Cuando joven, todos sus períodos de duda, de pobr~­
es uno autentico radical? Nuestros oponentes, teniendo una es- za voluntaria y de arrestos estuvieron marcados por una «envi-
trategia equivocada, perteneciendo a la facci6n equivocada es- dia de la integridad de los trabajadores». Guesde tomó una ver-
cogíendo la Iínea equivocada, no son verdaderamente radícales, si6n de la teoría marxista y la aplicó rfgidamente a la vida fran-
Por lo tanto, no pertenecen a Ia comunidad radical debido ai cesa (se trataba de un versi6n con la que el propio Marx no
«errar» ideológico. se había sentido satisfecho, a pesar de que ambos colaboraron
Lo~ interrogantes sob~e su legi~imidad son formulados por originalmente). Y con esta versión simple, fija deI marxismo,
los nuembros de las propias comunidades radicales de clase me- Guesde legitimó su posición como líder radical. Llegó ai poder
dia desde 1848 en adelante. Hemos visto c6mo en esa revoluci6n en competencia con un verdadero trabajador, Jean Dormoy, un
los grupos pertenecientes a Ia clase trabajadora como el de obrero de la fundición igualmente radical pero de espíritu más
«L'Atelíer» comenzaban a negar un lugar en su propia Incha a d6cil. Guesde se mantenía firme míentras Dormoy se mostraba
esta desposeída clase media revolucionaria. En la década de abiertamente confundido por los cambias operados en la econo-
1850 en Inglaterra se podía observar la misma hostilidad hacia mía francesa en los afios de 1880, un contraste que Guesde uttlí-
el burgués intelectual que llegaba a ofrecer su ayuda en la re- zó para proclamarse como «un revolucionario más auténtico
volución p~r parte de aqueIlos en cuyo nombre y en cuyos in- porque era más firme». Hacia 1898, el movimiento que Guesde
tereses se íba a hacer la revolucíón. En efecto, el antagonismo había constituido a su alrededor
de. cIase dentro de los rangos de los cuadros revolucionarias per- ,
manecía como la gran historia inédita de la política radical dei ...era un poco irrelevante a las condiciones francesas y ellos realizaban
siglo xrx, pocos esfuerzos para adaptarse a los camb~os de la época. Predicab~
Esta pasi6n sectaria es directamente un producto de los cô- que los salarios estaban sentenciados a bajar, aun cuando en Francia
digas. seculares de personalidad inmanente. Una apariencia ve- estaban subiendo claramente... su énfasis en la teoria degeneraba en
ros1~Illl es aqueIla en la c:uaI una personalidad es revelada, pero una obediente repetición de dogmas inertes.
aqui se produce necesanamente un desplazamiento de Ia per-
sonalidad. Su propio desplazamiento, su propio pasado, s610 Guesde era la esencia misma de un líder que se legitima a si
puede hacer que aqueIlos a quienes él espera unirse como ca- mismo como un marxista revolucionario subvirtiendo Ia noción
maradas le perciban como un extraão. Los términos de perte- de los cambias dialécticos en Ia creencia. l60
nencia a los que entonces apela son aqueIlos que le definen como En Francía, hacia principios dei presente sigla, podían ob-
una persona nueva en virtud de la fuerza de sus creencias. Para servarse dos tipos diferentes de traición de la izquierda. Uno
que él crea en s1 mismo, su máscara debe permanecer in- está encarnado en el gobierno de Clemenceau desde 1906 a 1909;
~óvil, fija, Si él convierte la comprensión radical en pasión pu- y el otro en el radical que, opuesto al oportunismo de aque-.
ntana, lo hace no porque tenga una personalidad «autoritária» lIos que detentan oi poder, cuando llega ai poder abandona sus
aun cuando en casos especiaIes esto pueda ser verdad, sino por~ creencias radicaIes y a sus antiguos partidarios. La traicíón de
que quíere legítimarse a sí mismo en una comunidad extrafia, Guesde significa algo más. Es la traicíón de la revoluci6n por
Para 'perten~cer. a eIla debe hacer de sus posiciones la suma y la propia pasi6n de ser un revolucionario. Ser un auténtico re-
esencia de SI mismo: se transfonnan en sus revelaciones; están volucionario, legitimar esta posición personal, se transfc:'nna
cargadas con el peso de su deseo de ser «un revolucionaria» más en este sigla en una cuestión de deserción con respecto ai Ideal
que de ser «revolucíonario». El ideólogo moderno toma cada pos- dialéctico.
tura como no-negociable porque de cada una de ellas depende Porque para un grupo que se ha comprometido a orientar sus
la problemática cuestión de si él realmente es tal como aparece concepciones políticas hacia una continua relectu~a. de las con-
si él tiene legítimamente un lugar entre Ias legiones de los opr'i- diciones sociales, el comprometerse en una posición absoluta
midos. sobre, digamos, la madurez de algún país para la organizaci6n
Ya desde la Primera Internacional esta figura era visíble: sindical, es más autodestructivo que el dogmatismo de aquellos
hacia la Segunda, era una fuerza principal. En Francia a fines
dei siglo XIX, su problema fue más plenamente exhibido en la 160. Citado de ZELDIN, op. ou., pp. 750-751.

314 315
que, pongamos por caso, creen en una Nueva Jerusalén, porque ha despertado entre las gentes una pasión por la rev~lación íntí-
la verdad de ello es más fácilmente desacreditada. La pér- ma fantaseada. Los mitos de una ausencia de comunl~ad, como
dida de distancia entre' conducta pública y necesidad personal aquellos de la muchedumbre viciosa o desa,lmada, sirven a la
significa más para el revolucionario secular que para el purita- función de estimular a los hombres en la busqueda de una co-
no. Significa una pérdida de su razón misma para actuar. munídad en función de un elaborado yo común. Cuanto más. se
Alguíen que haya sobrevivido a los peligros deI estalinismo transforma el mito de la impersonalidad vacía, en sus formas
podría hacer aquí una fuerte objeción, afirmando que el dejar populares, en el sentido común de una socied~d, más m~ralmen­
de considerar Ias necesidades personales en relaci6n con las cues- te justificadas se sentirán las masas aI destruir Ia ese~cla de ~a
tiones públicas puede concluir en un mundo estéril donde las cultura, que significa que los hombres pueden actuar Juntos sm
«necesidades de la revolución» deshumanizan a la sociedad. Pero Ia compulsión de ser iguales.
yo busco algo más. La tragedia de la política dei siglo XIX, y
es realmente una tragedia, reside en el hecho de que las fuer-
zas de la cultura encarcelen con tanta frecuencia a aquellos
que se rebelan. deI mismo modo en que encarcelaban a aque-
110s que defendían el orden econômico existente, en una feroz
autodeclaración a través de medios políticos. Esta cultura podría
volver inhumanos a los radicales. Además, existía una creciente
parálisis de conciencia entre la intelectualidad política; esta pa-
rálisis emergió de aqueUas tendencias destructivas en la cul-
tura cosmopolita y no de los rasgos supuestamente absolutis-
tas deI dogma revolucionario.
La cultura de las ciudades capítales deI síglo XIX puso en
movimiento un arma poderosa contra el cambio. Cuando la más-
cara se transform6 en el rostro, cuando las apariencias se vol-
vieron índices de la personalidad, se perdi6 Ia autodistancia.
lDe quê libertad disponen las gentes cuando ellas son tales
como aparecen? lCómo pueden llegar a comprometerse en aque-
lIos actos de autocrítica y cambio que dependen de la auto-
distancia? La creencia también es cargada. La cultura de la vida
burguesa urbana ha socavado la libertad de demasiados radicales
burgueses. Esta cultura ha usurpado la ideología dialéctica de
su dialéctica, acostumbrando al pueblo a pensar acerca de sus
posiciones retóricas, de sus ideas expuestas en público, como
revelaciones psicológicas de SI mismos. Las personas de izquier-
das se han encontrado cada vez con más frecuencia en la posición
de defender Ia «íntegridad», el «compromiso» y la «autentící-
dad» personaIes, desafiando el cambio de las condiciones materia-
leso ElIos cambian la dialéctica por un sentido de pertenencia
a una comunidad radical, a un movimiento. Nuevamente arrio
bamos aI mismo lenguaje orientado hacia el interior que tipifi-
cara aI caso Dreyfus; la rigidez en nombre de sentirse vin-
culado a un grupo, un desafio a las disonancias de la histo-
ria en nombre de la comunidad.
La cultura cosmopolita del siglo XIX, lejos de destruir a Ia
comunidad fraternal, hizo que la comunidad pareciese dema-
siado valiosa. Las ciudades aparecen en los clisés actuales como
la máxima expresión de la personalidad vacía. En realidad, la
falta de una cultura fuerte, ímpersonal en la ciudad moderna,
316 317
Cuarta parte

LA SOCIEDAD INTIMA
XI. EI fio
de la cultura pública

Una manera de describir el pasado es a través de imágenes


del ascenso y ocaso de un apreciado estilo de vida. Estas ímã-
genes naturalmente producen una sensación de pena y la pena
es un sentimiento peligroso, A la vez que provoca empatía, y
de este modo un cierto insight la pena. induce a la resignación
1

con respccto al presente, y de este modo una cierta aceptacíón


de sus males. No he recurrido a esta descripcíón del ascenso Y
ocaso de la cultura pública secular con el objeto de producir
pena; 10 he hecho para crear una perspectiva co las creencías,
aspiraciones y mitos de la vida moderna que parecen ser hu-
manos pero que en realidad sou peligrosos.
La creencia que reina actualmente es la que se refiere a que
la proximidad entre las personas constituye un bien moral. La
aspiración regente es la de desarrollar la personalidad indi-
vidual .a través de, experiencias de proxirnidad y calor con los
demás.. El mito de la actualidad se basa en que los males de
la sociedad pueden ser todos comprendidos como males de la
ímpersonalídad, la alienación y la frialdad. La suma de los tres
representa una lideología d~,)a intimidad: las relaciones sacia;'
les de todo tipo' son más 'reales, verosímiles y auténticas cuan-
to más cerca se aproximen a los intereses psicológicos inter-
nos de cada persona. Esta ideología transmuta las categorías
políticas dentro de categorias psicológicas. Esta ideología de la
intimidad define el espíritu humanitario de una sociedad caren-
te de dioses: el calor es nuestro dios, La historia del ascenso
y ocaso de la cultura pública pone en tela de juicio este espí-
ritu humanitario.
La creencia en la proximidad entre las personas como un
bien moral es en realidad el producto de una profunda dislo-
cación que ocasíonaron el capitalismo y la creencia secular en
el siglo pasado. Debido a esta dislocación las gentes trataron
de hallar significados personales en ..situacíoncs ímpersonales,
en objetos y en las condiciones objetivas de Iaeocíedad misma.
No pudieron encontrar estos significados; cuando el mundo se
volvió psicomórfico también se volvió mistificador. Por lo tan-
to, buscaron huir y encontrar en los dominios privados de J~
vida, especialmente en la família, algún principio de orden en la
pcrcepcíón de la personalidad. En consecuencia, el pasado ha
construído un "deseuoculto hacia la )~st~bilidad_en el deseo ma-
nifiesto hacia la proximidad entre los 'seres humanos. Aun cuan-

321
HCS 151.21
do nos hayamos rebelado contra las austeras rig'ideces sexua-
Ies de Ia familia victoriana, continuamos mantenielldo estre- .. xhib'd 1 namente en eI control que Lamar-
to wilkesísta, e 1 a p e. arisino la mitología de que
chas relaciones_.,.con losvdemás ~ __partir de estas deseos ocultos tine ejercía sobre el proletariado P 'medidas (para em-
('de seguridéld,~es~~so Y_Qerinanencia.Cuando las relaciones no
pueden soportar -estas cargãs-, -c'õhcltilmos eu que debe haber los hombresa:~~err;~ni~~p~~t~~~1a~~:l::=nte como un model?
algo equivocado en "esta relación, más que con las expectatí- plear una fr T íó política La impersonalidad parece defi-
para Ia pacr icact n , . ;'unána una ausencia total de re-
vas tácitas. Por 10 tanto, arribar a un sentimiento de proximi- nir un paisaje de ~erdida t h mism~ ecuación de impersonalí-
dad con los demás a menudo Se logra Iuego de un proceso de laciones humana~. er~ es a Ia pérdída, En respuesta aI te-
prueba; la relación es a Ia vez próxima y cerrada. Si elIa cam- '-dad con el propio vacio cre3: n a la ·políticá. como un domí-
-- r I ' las gentes concib e '", E
.!!}9 a ~aclO, la personalidad será 'declatãda vígorosamente., n-~
bia, se debe cambiar, existe una sensación de confianza traícío-
nada. La proximidad cargada con la expectativa de estabili-
ruo en e que los es ectadores pasivos de un per-
dad hace la comunicación emocional -ya difícil como es- un t(mc~s se ~r.ansformaf en frece s~s intenciones, sus sentímien-
poco más dificultosa. ,Puede la intimidad acaso ser verdadera- sOnaJ.~~lltlCO que es o ue. cllos los consuman.. O, cuan-
mente una virtud en estos términos?
tos, más que sus actos, p~ra 1 d~minio políticocomo la opor-
La aspiración por desarrollar la propia personalidad a tra-
vés de experiencias de proximidad con _los demás tíene un pro-
to ~ás consídercn las gen
tunidad para revêlarse eo r~
t S
aellas a través de -compartír 1J?_ª'-
más se a artan de emplear su
grama oculto similar. La crisis de la cultura pública acaecida
en el siglo pasado nos ensefió a pensar en las dificultades, las
pçr.son~lidadd.común;~~~~~~v~ndiciones~ociales. EI mantener
fratermda . para ca fin en st mismo; la purga de aque-
represiones y la severidad que constituyen la esencía de la con- a la comumdad se vuelve
dición humana en sociedad como irresistibles. Podemos apro- II no pertenecen d a deramente a ella se transforma
verun I
en
os que , .d d Do motivo fundamenta para
ximamos a ellas por medio de una especie de observación pa- el quehacer de l~ comum a. a continua de los elementos
siva y silenciosa, pero el hecho de desafiarias o incluso de vol- rehusarse a negociar, para la purg ente humanitario de bo-
foráneos, resulta ~el deseo s:~~~:c~es sociales. Y en la mís-
verse cogidos por ellas es considerado como una realización t
a expensas de nuestro propio desarrollo. Actualmente, el desa- rrar la ~mpersonah9-ad dde lIa impersonalidad es autodestructívo,
rrollo de la personalidad es el desarrollo de- la personalidad de
1Jll refugiadq, Nuestra fundamental ambivalencia hacia la CQU.~ -~: p~:::~ó~st~~r:~~res:~
~ <ia_I;..~,deama
acomunes es destruida en la búsque-
ductii --agresiva es el resultado de esta mentalidad de refugia- id7ntldad com?:_ ública aominan estos jdeaJes su-
do: la agresión puede ser una necesidad en las cuestiones b.u::,~ ausencia de una VI a r~ent~'estaS cteendãs enfermas
manas, pero hemos llegado a considerarIa como un rasgo per- puestamente humano~. S~gu "blico tacaba a su fin; la propia
sonal detestable. Pero ,qué c1ase de personalidad es la que se no comenzar?n cuan o.e pu, blica les dia vida en el sigla pa-
desarrolla a través de las experiencias de la intimidad? Di- crisis producida en l~ VIda uI?~lica del siglo XIX estaba vincula-
cha personalidad habrá de ser molqeag.ª en la expectación, si no sado. Así como1lla tCU ~uórna ,fa
.-en la _experi~ncia, de la confíanza, ef calor y el conforto ,Cómo
ausencia actual de creencia en 10
da a la de la us reei • . Lsigl IX La cone-
puede llegai- --a--ser1õ bastantC'luerte como para" moverse en público está vinculada a su confusíón en e SI o X •
un mundo fundado en la injusticia? ,Es acaso realmente huma- xíón es dobdle. fi d la vida pública es referirse en primera
menzando- con U!!_ª contra~ic-
no proponer a los seres humanos la máxima de que sus perso-
Hab.lar e un n e .
nalidades «se desarrollan», de que se vuelven «más ricas» emo- ínstancía a una consecuencia, co ·.... ·--·~ldã.d en púbh
cíón en la cult':{a ~el síglo u~ términos' fínalmentec destruyó ~
asado. J...a pt:n>uIlLtUU . _... '. _.__
cionalmente en la medida eu que aprendeu a confiar, a abrir-
d
• l •

se, a compartir, a evitar la manipulación de los demás, a abste- era una c~nt~a iccion ~n s se habí~ vuelto lógico para-laS
nerse de los desafíos agresivos a las condiciones sociales o a
socavar estas condiciones para provecho personal? Como re--
t~!"-.~!no pU~,hco. Por eJe~~;:;bres de personalidad especial y
gentes consIderar como d'ao exhibir activamente sus emocio-
sultado deI enorme temor a I~ vida pública que cautivó al siglo superior ~ a9-uellos t~~~ ~rtistas o políticos. Estos hombres
pª"..sado, se produce hoy uo (sentido debilitado de _Ia voluntad nes en pubhco, ya , . ás ue interactuar con él, frente
{nurnana.
debían controlar ai pubh.co, m t ~l público perdió su fe en,§!.
Y por último, Ia historia de Ia vida pública pone en tela aI cual apare~ían. Paulatma~~~~res' se transform6 en un es.
de juicio IamitoIogía erigida alrededor de Ia impersonalida(t mismo. para ]uzgar a t es~?s Por 10 tanto el público perdió un
_c:9.1110-- 1Ul. -mar soci~. - Comenzando con la ruptura eu el equíli. pectador más que en es Ig0. t'~a como un «público».
brio entre lo público y lo privado producida por eI movimien. sentido de sí mismo c°alm.o
Nuevamente, la person 1d a ~n~nfu;~~i~~ ~e~truyó alpúblicó hà-
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ciendo __ qlJe__ las gentes -temíesen traicionar involuntariamente que ya no se les confroata. Permanecemos prisioneros de las
SUB -emocíones frente a Iosdemãs.. tos - résultàdôs' Tueróri cada pautas culturales dei siglo xrx a través de las contradicciones
vez ~~s un intento de det~n~:r;__ eI sentimiento a fio de que los heredadas dei pasado y a través de la negación del mismo. Por
se~tII~lle~tos no se evídenciaran.tun intento de alejarse del con- lo tanto, el fin de__una creeJ:l.c;iaen la vida pública no representa
tacto eon los demâs, de escudarse eu eI silencio... De este modo una ruptura con Iac;uIfilra OU~~1!~~ll deI -sig:IQ~..XpC __sino más.
el público fu~ v~ciado de gentes que deseaban expresarse eu él: bien una escalada de sus"térmíiios.
cuand<:> los termmos de la expresión se movieron desde Ia pre- La estructura de una socíedad íntima es de dos aspectos. El
sentación de una máscara hacia la revelaci6n de la propia per- narcisismo es movilizado en las relaciones sociales, y la expe-
sonalldad, deI propio rastro, en la máscara que uno llevaba en ríencia de revelar los propíos sentímlentos a los demás se vuel-
eI mundo. ve destructiva. Esta característica estructural tambíén tiene víncu-
Hablar de' un fin de la vida pública, eu segunda instancia, es los con el siglo XIX. Para que el narcisismo sea movilizado ~
hablar ?e una ...negación. _Negamos que haya habído cualquier una sociedad para que las gentes se concentren en tonos m-
valor, cíertamente cualquier dignidad, en la represión ejercida tangibles de ~entimiento y razones, debe ser suspendido un sen-.
por el mundo víctoríano sobre sí mismo cuando la confusión tido de interés grupal yoico. Este yo grupaf consiste en un senti-
de Ia personalídad y la conducta públicas se agudizó. Sin em- do de aquello que-rãs". gelífes' necesttari; quieren o exígen '" índe-
bargo, intentamos «Ilberarnos» de esta represi6n a través de la pendientemente de sus impresiones emocionales inmedíatas. Las
intensificación de los términos de la personalidad síendo más semillas de la eliminación de un sentido de yo grupal fueron
auténtícos, abiertos y honestos en nuestras relaciones con los sembradas en el siglo pasado. La, revolución de 1848 fue la prí-
demás; nos sentimos confundidos cuando esta liberación apa- mera aparíción de la dominaci6n de una cultura de la persona-
rente produce una angustia similar a aquella que experimen- Hdad sobre estos intereses grupales yoicos, expresados entonces
taban los victorianos en sus represivos esfuerzos por crear un como los intereses de una clase, Para que surja una gemeinschaft
orden emocional. Afirmamos, nuevamente, que no debería existir destructiva, las gentes deben creer que cuando revelan sus sen-
ninguna barrera de comunicaci6n entre las gentes. Toda la ló- timientos a los demás, lo hacen así para conformar un víncu-
g~c~ .de la tecnologia de las comunicaciones dei siglo XX ha sido
lo social. Este vínculo consiste en una personalidad colectiva
dirigida hacia esta apertura en la expresión. Y --ª-in embargo, aun- que ellos construyen merced a una revelgcién recíprocê. Y las s~
que hemos conservado la idea de facilitar la cómunícacíón ·.t::s.- millas de esta fantasía de ser una comurudad por compartir
tamos sorpr~D.~e ~ los «médios» dan como resultado "una una personalidad colectiva también fueron sembradas por los
términos de la cultura dei sigla XIX. Por lo tanto, la pregunta es
:~a..~_ividacl. cada vez mayor por parte de aquellos que son Ios.es-
pectadores: nos mostramos sorprendidos de que en condicio- i.cuál es el efecto que ejerce sobre nuestras vidas el .hecho de
nes de pasividad dei público, la personalidad se vuelve en for- estar vinculadas con el pasado, con una cultura cuyos efectos
ma creciente un principio en el alre, especialmente en función negamos, aun cuando no desafiamos sus premisas? .
de la vida política. No relacionamos nuestra creencia en una La manera más clara de responder a esta pregunta sena ver
comunicaci6n absoluta con los horrores de los medios de. comu- cómo cada una de estas estructuras de una sociedad íntima se
nicación masiva porque negamos la verdad fundamental que ha desarrollado a partir de sus raíces en el siglo XIX. La sus-
alguna vez creara una cultura pública. La expresión activa re- pensión de los intereses yoicos los ha hecho crecer dentro de una
quiere de un esfuerzo humano, y este esfuerzo habrá de tener estimulación sistemática de absorción narcisista a través de la
êxito sólo en la medida en que las gentes Iímiten aquello que centralización de las transacciones sociales sobre una obsesión
expresan a los demás, O nuevamente, en verdaderos términos con ia motivación. El yo no concierne ya aI hombre como ac-
físicos, negamos cualesquiera límites aI movimiento físico en la tor o 'como hacedor: es ahora un yo oompuesto de íntenciones
ciudad, inventamos una tecnologia de transporte para facilitar y posibilidades. La sociedad íntima ha invertido totaImenteel
este movimiento personal absoluto y luego nos mostramos sor- aforismo de. Pielding en el sentido de l.Que la alabanza o. Ia cen-
prendidos de que el resultado sea un ;aesastrosO'--aiSlamiento sura deberían _aplicarse a las accíones más que a..tos acto~~~i
de la ciudad como organismo. Los victorianos Iuchaban - con-lil lo que importa ahora no es le: que uno ha hecho sino ~ómo se
idea de un yo ilimitado; se trataba de la verdadera esencia dei siente al respecto, EI compartir rasgos de una personalidad co-
descontento producido por Ia confusión de lo público y lo pri- lectiva se ha desarrollado dentro de un proceso sístemáttcamen-
vado. "N~~<?t:n)s negamos simplemente, según estos distintos mo- te destructivo así como ha disminuido el tamafio de la comuní-
dos, lo~ Iímites sobre el yo. Pero negar no significa eliminar; da<!-!l-u~- .pueda.. compartir esta pe::so.nalidad. El cas? Dreyfu~
en realidad, los problemas se vuelven más íngobernables PQr- íniplicaba Ia formación de un sentirníento de comunldad a m-
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vel nacional; en la sociedad contemporânea, esta misma for- cativa? Sie le prívàdeIa expresíon de ciertos poderes creadores
macíón..decomunídad .se halla ligada ai localismo, EI propio~" que todos los seres humanos poseen.enjorma potencial -los po-
mor. _de .dmpersonalidad que gobierna a la sociedad moderna ~res de la .. actuación-« percquc reguier~n ·aeufi'inedíoa''di.~­
ímpulsa a las -gi~rites-' a imaginar a la comunidad en una escala taiic;ilujel-~pID:a-SUJealiz,!ciÓl!;:JPor .To .tanto; la wciedJfd fri-
cada vez más restringida. Si el yo es restringido a las íntencio- tima hace dei indívíduoünecrcr privado âe.su. arte/EI enfoque
nes, el compartir este yo no está restringido a la exclusión de narcisista sobre"Ia motivación y la localización der sentimiento
aquellos queison-muy difere.ntes ..en términos de clase, política comunitario dan forma a cada uno de estos prlncipíos.
( Q" estilo] Absorción en elIocalismo y en JaxOO.Qvación: estas son Es difícil hablar de la civilidad en la vida moderna sin pa-
~ l' las' estructuras de una cultura erigida sobre las crisis dei pa- recer un snob o un reaccionario. EI significado más antiguo deI
, sado. EHas organizan la família, la escuela y el vecindarío; y término conecta a la «civilidad» con los deberes dei ciudadano;
desorganizan la ciudad y el estado. eo la actualidad ecivifidad» significa ya sea saber qué afios de-
A pesar de que esbozar estas dos estructuras resultaría en cantar de la época de Cos-d'Estournel o bien abstenerse de Ias
una descripción intelectualmente clara, creo que no llega a trans- demostraciones políticas ruidosas e indecentes. A fín de recupe-
mitir, el trau,mà que el reino ,de,la,inti.iTIid,ad.produce .en la vida rar ese obsoleto significado de civilidad y relacionarIo con el
moderna, A' menudo en contra de nuestro propio conocimien- contexto de la vida pública, yo definiria a !a.ciyilidag deJa__.. si-
'to, nos vemos atrapados en una guerra entre las demandas de guiente manera: es la actiyiga,l"que-protege- a las gentes entre sí
la existencia social y la creencia de que nos desarrollamos como y'-:~iIl "eI11bélrg9 Ies permite disfrutar la compafí.ía de los demás,
seres humanos sólo a través de modos opuestos de la experien- Llevar '~3: _p:1á~çª:ra .cqnstitu~e la. esencia de la civilidad. Las
cia psíquica íntima. Los sociólogos han inventado inconsciente- mascaras -permiten lã socíabilídad pura, separadas de las cir-
mente un lenguaje para esta guerra. Ellos se refieren a la vida cunstancias dei poder, la enfermedad y el sentimiento privado
en sociedad como a una cuestión de tareas instrumentales: va- de aquellos que las usan. La civilidad tiene como objetivovel
mos a la escuela, ai trabajo, a la huelga, a los mítines porque proteger a los demásde ser cargados con uno mísmo, Si uno
debemos hacerIo. Tratamos de no invertir demasiado en estas era religioso y creía que el impulso de la vida del hombre era
tareas porque constituyen vehículos «inadecuados» para el sen- perverso, o si uno tomaba a Freud seriamente y creía que el ím-
timiento cálido; hacemos un «instrumento» de nuestra vida en pulso de Ia vida del hombre era una guerra interna, luego la
ellos, un medio más que una realidad en la cual comprometemos máscara dei yo, el liberar a los demás de ser atrapados por
nuestros sentimientos. Contra este mundo instrumental los so- la carga interna de uno mismo, sería un bien obvio. Pero incluso
ciólogos contrastan la experiencia afectiva u holística o integra- si uno no plantea hipótesis sobre, o no tiene creencia alguna eu,
dora; los términos de la jerga son importantes porque revelan una naturaleza humana Irmata, la cultura de la personalidad que
una determinada mentalidad, una creencia de que 'cuando las ha emergido en el siglo pasado daria a la civilidad la misma se-
gentes se están sintiendo realmente (afectivas), realmente vivas riedad e importancia.
en el momento presente (holístíco), revelándose plenamente (in- «Ciudad» y «civílídad» tienen una raiz etimológica común.
tegradoras) --cn suma, cuando se haIlan comprometidas-, tie- Civilidad significa tratar a los demás como si fuesen extrafios
nen experiencias que son antagônicas con las experiencias de la y forjar un vínculo social sobre dicha distancia social. La ciudad
supervivencia, la lucha y la obligación en un mundo en liber- es aquel establecimiento humano en la cual es más probable el
tad. De un modo no contranatural, los escenarios en los que los encuentro con extraiíos. La geografia pública de una ciudad es
sociólogos ubican esta vida afectiva son escenarios íntimos: la la civilidad institucionalizada. No creo que las gentes actual-
família, el vecíndarío, la vida que ha transcurrido entre los mente necesiten una transformaclón masiva de las condiciones
amigos. sociales o un regreso mágico hacia el pasado a fin de compor-
Es necesario concebir aI narcisismo y a la gemeinschaft des- tarse civilizadamente. En un mundo sin rituales religiosos o
tructiva organizando esta guerra, dando forma a la lucha entre creencias trascendentales, las máscaras no están confecciona-
las relaciones sociales afectivas e instrumentales. Pero Ia con- das. Las máscaras deben ser creadas por aquellos que habrán
dición de Ia guerra misma puede ser concebida planteando dos de usarIas, a través dei ensayo y el error, a través de un de-
cuestiones; y organizando nuestra investigación alrededor de las seo de vivir con los demás más que de una compulsión a acer-
respuestas que se ofrezcan, lCómo es injuriada la sociedad a tra- carse a ellos. Sin embargo, cuanta más forma toma dicha con-
vés de la medida incondicional de la realidad social en términos ducta, más revivirá la mentalidad de, y el amor a, la ciudad.
psicológicos? Se le priva de su civilidad. lCómo es injuriado el Hablar de incivilidad es referirse a términos inversos. Signi-
yo a través deI enajenamiento de una vida ímpersonal signifi- fica cargar a los demás con uno mismo; es Ia dismínucíón en

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la sociabili~º_Ç9!1 ~s demás lo que crea esta carga de per- nidad formada por la personalidad colectiva, más destructiva
§.º-º-ªli4ª4.~_Podemos recordar fácilrtiente' ;r"aqnettos- mdIvIduos se vuelve la experíencia deI sentimiento fraterno. Foráneos, des-
que son incivilizados en estos términos: son aquellos «amigos» conocidos, diferentes, todos se vuelven criaturas que deben ser
que necesitan que los demás accedan a los traumas cotidianos evitadas; los rasgos .de personalidad que la comunidad comparte
de sus propias vidas, quienes demuestran poco ínterés en los se vuelven cada vez más exçlusívos: el mismo acto de compartir
demás salvo ai tomarlos como oídos para volcar en ellos sus se centra cada vez "más sobre aquellas decisiones refeJj.das.a
contesioncs. O podemos imaginar con toda facilidad algunos mo- quíén puede__ perteDecer y---Qllién~I].o. El abandono de la creencia
mentos de esta mísma incivilidad en la vida intelectual y lite- eu la solidaridad.zíe clase en los tíempos modernos por nuevos
raria, tales como aquellas biografías o autobiografías que des- it?os de. iqlágenes, colectivas tbasadas en los rasgos étnicos, el
nudan compulsivamente cada detalle de los gustos sexuales, los quãiifir ü--Ia región, es un signo de este estrechamiento deI víIlÇU-.
hábitos del dinero y las debilidades de carácter de sus sujetos, lo fraternal. 'La fraternidad se na transforrnado en empatía para
como si tuviésemos que comprender mejor la vida, los escritos un "grupo·-selecto de gentes aliado con eI rechazo de aquellos que
o las acciones de una persona a través de la exposición de sus no se hallan dentro dei círculo local. Este rechazo crea exigen-
secretos. Pero la incivilidad se eonstruye también en el propíc cias de autonomía con respecto al mundo exterior, en el sentido
taller de la sociedad moderna. Nos ,ocuparemos de dos de estas de ser dejado solo por él, más que exigiendo que el mundo ex-
estructuras de incívilfdad. ' terior cambie. Sin embargo, cuanto más íntimo menos sociable.
Una se refiere a la aparición de incivilidad en el liderazgo po- Ya que este proceso de fraternidadpor medio de la excIusión
lítico moderno, especialmente en la labor desarrollada por los de los «foráneos» nunca termina, desde el momento que nunca
líderes carismáticos..EI líder carismático moderno destruye toda se solidifica una imagen colectiva de «nosotros», La fragmenta-
distancia entre sus propios sentimientos e impulsos y aquellos ci6n y la división interna constituyen la verdadera lógica de
de su público y, de este modo, concitando la atención de sus esta fraternidad, cuando las unidades de personas que realmente
motivaciones les desvía de cualquier consideración que puedan pertenecen a ella decrecen paulatinamente. Se trata de una ver-
hacer sobre él eu función de sus aetos. Esta relación entre el sión de fraternidad que conduce aI fratricidio.
político y sus partidarios comenzó a mediados deI siglo XIX en La guerra entablada entre psique y sociedad se libra eu un se-
términos deI eontrol que ejercía una cIase sobre otra merced a gundo frente, dentro de la: propia persona individual. Esta pierde
su líder; hoy se adapta a las necesidades de una nueva situa- la capacidad de jugar y actuar en una sociedad que no le per-
ción de clase, una en la eual el líder debe protegerse frente a mite un espacio impersonal en el cual desempefiarse.
la posíbilidad de ser juzgados por aquellos a quienes representa. La tradición clásica deI theatrum mundi equiparaba la sacie-
Los medios electrónícos masivos desempeãan un rol crucial en dad con el teatra, la acción cotidiana con la actuació?-. Por lo
esta desviación, logrando símultánearríenteIa sobreexposícíón de tanto, esta tradición expresaba la vida social en términos esté-
la vida personal dei líd.eI:.. y oscureciendo su trabajo en -el des- ticos, y consideraba a todos los hombres como actores porque
pacho. La incivilidad que encarna esta figura carismática moder- todos los hombres podían actuar. La dificultad que presenta esta
na reside en que sus seguidores son cargados con la responsa- fantasía es que es anhistórica. Toda la historia de la cultura pú-
bilidad de comprenderle como persona a fin de entender lo que blica deI siglo XIX está referida a gentes que estaban perdiendo
hace una vez llegado ai poder, y los propios términos de la per- gradualmente la confianza en 5US prop~os poderes expresivos y,
sonalidad revisten tales características que nunca puede tener que, .por el contrario, elevaban al arttsta a una categoria es-
éxito en dicho aeto. Es incivilizado que una sociedad haga sentir pecial porque podía realizar aquello que las gentes no podían
a sus ciudadanos que un líder es creíble porque puede dramati- lograr en su.vída cotidiana: eI artista expresaba libre y clara-
zar sus motivaciones. EI Iiderazgo en estos términos es una.for- menteen público sentimientos creíbles.
(~a de seducción. Las estructuras de dominación permanecen Y, sin embargo, la concepción de la vida social como una
particularmente intocadas cuando Ias gentes son inducidas a ele- vida estética que gobernaba la fantasía clásica del theatrurn
gir. políticos que parecen irascibles, como si estuviesen listos mundi contiene una verdad. Las relaciones sociales pueden ser
para cambiar las cosas; estos políticos están exentos, merced a relaciones estéticas porque comparten una raíz común. Ese ori-
la alquimia de la personalidad, de trasladar sus impulsos iras- gen común reside en la experiencia dei juego infantil. EI juego
cibles a la acción. no es un arte, pero es un cierto tipo de preparación para una
La segunda incivilidad que ocupará nuestra atención es la cierta clase de actividad estética, una que es realizada en socie-
perversión de la fraternidad en la experiencia comunaI moder- dad si se hallan presentes determinadas condiciones. Esto pa-
na. Cuanto más estrecha sea la esfera de acclón de una' comu- rece ser un modo involutivo de estableeer un principio simple,
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pera es necesario porque una gran parte de la investigación psi- que las condiciones terrenales son plásticas. Esta capacidad de
cológica corriente acerca de la «creatividad» procede según tér- praeticar con la vida social depende de la existencia de ,una ~i­
minos tan generalizados que se vuelve difícil conectar el trabajo mensíón de la sociedad que se mantíene separada de, a distancia
creativo específico con las experiencías específicas eo una histo- de, la necesidad, la identidad y el deseo íntimo. Que el hombre
ria vital. EI juego prepara a los nífios para la experíencía de la moderno haya llegado a ser un actor privado de su arte es, por
actuaci6n aI enseãarles aCQ:l1s~~,"a las convenciones de la con- lo tanto, una cuesti6n más seria que el hecho de que las gentes
ductacomo c~íbles. Las convencíoriéséonstítuyen normas para prefieran escuchar discos antes que ejecutar música de câmara
la cOJ:,?tlcta a distanc!a de los deseos ínmediatos dei yo. Cuando en sus hogares. La capacidad de ser expresivo es cortada a. un
los nmos han aprendido a creer en .lasrconvencíones están pre- nivel fundamental porque uno trata de hacer que sus aparien-
parados para realizar un trabajo cualítativo en Ia expresión por cias representen a quien uno es, de unir la cuestión de la ex-
medio de la exploración, eI cambio y el perfeccionamiento de presión efectiva con el principio de autenticidad de la expresión.
la calidad de estas convenciones. Eu estas condiciones, todo regresa a la pregunta fundamental:
En la mayoría de las sociedades, los adultos comprenden y lEs esto lo que realmente siento? lVerdaderam~nte.quier~ sig-
elaboran estas fuerzas del juego a través dei ritual religioso. EI nificar esto? l,Soy auténtico? El yo de las motrvaciones ínter-
ritual no es autoexpresi6n; es participaci6n en la acción expresí- viene en una sociedad íntima para impedir que las gentes se
va cuyo significado finalmente se detiene más allá de la vida sientan libres de jugar con la representación de sus sentimientos
social ínmediata .y__ se, conecta con las verdades intemporales de como signos conformados y objetivos. La expresión se vuelve
los díoses..La conducta .pYbli"", de los cosmopolitas dei síglo XVIII contingente sobre el sentimiento genuíno, pero uno siempre es
muestra que eI ritual religioso no es el único modo de actuar impulsado dentro del problema narcisista de no ser nunca capaz
que tienen las gentes; el peínado, las agudezas, el lenguaje jac- de cristalizar aquello que es auténtico en nuestros sentimientos.
tancioso son signos que las gentes pueden actuar entre sí con Los términos en los cuales el hombre moderno es un actor
propósitos de inrnediata sociabilidad. Pero los términos en fun- que carece de un arte oponen la representación aI narcis~s~o. AI
ci6n de los cuaIes ellos realizan esta actuación son aÚD los de concluir este ensayo trataremos de resolver esta oposicion en
la expresión ingeniosa a distancia dei yo; no se trata de ex- funci6n de la clase. En la medida en que las gentes sientan que
presarse a s1 mismos sino, más bien, de ser expresívos. Ha sido su clase social es un producto de sus cualidades y capacidades
la intrusión de problemas de personalidad dentro de las relacio- personales, es difícil para ellos concebir la representaci6n con
nes sociales la que puso en movimiento una fuerza que hizo las condiciones de clase: estarian cambiando ellos mismos. En
cada vez más difícil para las gentes el utilizar las fuerzas del cambio, particularmente en aquellas clases que no son proleta~
juego. En el siglo pasado esta intrusión cargó de una tímida duda rias ni burguesas, sino que se encuentran en fonna desordenada
el gesto expresivo hacia los demás; lSoy yo, verdaderamente, lo en el medio de ambas, las gentes están más dispuestas a pre-
que estoy mostrando? El yo parecía estar presente en las situa- guntar qué es lo que en ellos les ha llevado a ocupar esta In-
clones ímpersonales, más ,allá_.cl~I---POder del yo para controlarias. definida y anônima posición en la sociedad. La clase como una
La autodístancía estaba en camino de desaparecer. condición social, con reglas propias, regIas que pueden ser cam-
Cuando la creencia en el dominio público ha Ilegado a su fín, biadas, se ha perdido como percepcíón. Nuestras «capacidades»
el desgaste de un sentido de autodistancia y, por lo tanto, la determinan nuestra posición; actuar con los hechos de la clase
dificultad dei juego en la vida adulta. ha dado un nuevo paso. se vuelve una tarea árdua porque uno parecería estar actuando
Pero se trata de un paso importante. Una persona no puede con hechos muy próximos a la naturaleza íntima deI yo.
imaginarse jugando con su media ambiente, con los hechos de Habiendo explorado cómo una socíedad íntima anima la" ~on­
su posici6n social, con sus apariencias frente a los demâs, por- dueta incivilizada entre las gentes y"ctesanima un sentido de'
que, estas condiciones son abora parte integral "de sí mismo. actuácíón en el Individuo, deseo concluir este libro preguntando:
Hacia fines deI siglo XIX, los problemas de los ídeélogos de clase leo quésentidO'e's'·la"intimidad una tiranía? Un estado fascista
media insertos en los movimientos de la clase trabajadora se constituye una forma de tiranía íntima, el fatigoso trabajo de
derívaban de una dificultad relacionada eOD la falta de autodis- ganarse la vida, alimentar a los. hijos y regar ~I césped, es ~tra;
tancia; dichos radicales de clase media son propensos a mante- pero nínguna de ellas es apropiada para describir la~ pec~lu~res
nerse rígidos en sus posiciones no sea que, merced a cambios en experimentos de una cultura que carece de una VIda pública.
sus concepcíones, pudiesen cambiar o deslegitimarse a sí mísmos.
ElIos no podían jugar.
Perder la capacidad de jugar sigoifica perder el sentido de

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XII. EI carisma
se vuelve incivilizado

La civilidad existe cuando una persona no se transforma en


una carga para los dernãs. Uno de los usos más antiguos deI
término «carisma» dentro de la doctrina católica se empleaba
para definir dicha civilidad en términos religiosos. Los sacerdo-
tes podían ser hombres débiles o corruptos; podían ignorar el
verdadero dogma; algunos dias podían desear cumplir con sus
deberes religiosos, otros días podían mostrarse escépticos o in-
diferentes. Si sus poderes como sacerdotes dependían de la
clase de personas que ellos eran, o deI modo en que se sentían
en uo momento determinado, podían transformarse en una car-
ga para sus feligreses, los que habían entrado a la iglesia en
busca de una comunión con Dias pero que hallaban, debido a
que el sacerdote era desagradable o no se sentía bíen, que no
podían llegar hasta El, La doctrina deI «carisma» era un camino
alrededor de este problema. Cuando el sacerdote pronunciaba
las palabras sagradas, el «don de la gracia» penetraba en el
sacerdote de modo que las ceremonias que éste celebraba tenían
un significado independiente del estado de su persona. La doe-
trina del carisma era eminentemente civilizada; era tolerante
con la fragilidad humana a la vez que proclamaba la suprema-
cía de la verdad religiosa.
Cuando el carisma ha perdido su significado religioso, deja
de ser una fuerza civilizada. En· una sociedad secular. cuando
el «carisma» se aplica a un líder enérgico, el origen de su po-
der es más mistificado que en una sociedad religiosa. l.Qué es
lo que vuelve enérgica a una personalidad enérgica? La cultura
de Ia personalidad deI siglo pasado respondía a esta pregunta
enfocando aquello que la persona sentía más que aquello que
hacía. Las razones pueden ser buenas o malas, por supuesto,
pero en el sigla pasado Ias gentes dejaron de juzgarse de este
modo. La verdadera revelación de los impulsos íntimos de al-
guien se vuelve excitante; si una persona podía revelarse en
público y controlar, no obstante, el proceso de autorrevelacíén,
esta persona era excitante. Uno sentía que era poderosa, pero
no podía explicar por qué. Este es el carisma secular: un stríp-
tease psíquico. Lo que se produce es el hecho de Ia reveIación,
no se revela nada concreto o claro. Aquellos que caen bajo
la palabra de una personalidad enérgica se vuelven pasivos y
olvidan sus propias necesidades al ser impactados. El líder ca-
rismático, por lo tanto, Ilega a controlar a su público más plena

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y mistificadoramente que en la antigua y civilizada magia de que, ai concitar nuestra atención sobre sus impulsos -la sofis-
la Iglesia. ticaci6n de Giscard o de Kennedy, la vehemencia de Enoch Po-
Todo aquel quehaya vivido en la década de 1930 y haya well, la amabilidad de Brandt-, se transforma en un líder plau-
observado tanto a los políticos deI ala izquierda como a los fas- sible dando la apariencia de un comportamiento espontâneo
cistas, P?see un .senti?-o intuitivo de Ia incivilidad de semejante acorde con estos impulsos, y, sin embargo, mostrando un con-
persanalídad carísmâtica secular. Pero este sentido intuitivo pue- troI sobre sí mismo. Cuando se logra esta espontaneidad centro-
de ser engafíoso. Sugiere que Ia figura carismática es idéntica lada, los impulsos parecen reales y de este modo el político es
al demagogo, siendo tal eI poder de su personalidad que condu- alguien en quien uno puede creer. En la vida cotidiana, impulso
ce a su público a Ia violencia, si no practicada por ellos mis- y control parecen estar en conflicto, un conflicto derivado de la
mos aI menos tolerada cuando es ejercida por él y sus secuaces. creencia reinante durante el siglo pasado en la expresi6n ínvõ-
RI aspecto enganoso de esta idea intuitiva es que puede Impuj- luntaria e incontrolada de la emoción. Por lo tanto, el político
sarnas a creer que cuando está ausente la demagogia violenta el puede parecer un hombre activo aun cuando no haga absoluta-
poder deI carisma es inoperante en política. En realidad el líder mente nada en su despacho.
mismo no necesita poseer cualidades titânicas, heroica~ o satá- La mejor manera de explorar el carisma narcótico es co-
II!~as a fin de ser carismático. Puede ser cálido, hogareiío y ca- menzar por investigar las dos teorías reinantes referidas al ca-
rmoso: puede ser sofisticado y alegre. Pero puede atar y ofuscar risma en el presente síglo, la teoría de Weber y la de Freud.
ai pueblo tan fir~emente como una figura demoníaca si logra A su vez, estas teorías proveen de una perspectiva sobre la ex-
concitar su atencíõn sobre sus predíleccíones, la indumentaria periencia de la política carismática de una clase moderna en
que su esposa lleva en público o el amor que él siente por los especial, la pequeiíoburguesía. Necesitamos considerar la rela-
perros. Almorzará con una família común y despertará un enor- ción que existe entre la tecnología electrónica y este carisma.
me interés en el público, y ai día siguiente, firmará una ley que Y, finalmente, para comprender el carisma secular, nos será de
dev3;st~ a los trabajadores de su país, y esta acción pasará desa- gran ayuda proseguir con la comparación entre el escenario y
percíbída a causa de la excitación provocada por el almuerzo. la calle que ha orientado los estudios históricos en este libro.
Jugará. ~I golf con un famoso comediante y también pasará de- iEs acaso un político carismático moderno igual que una estrella
sapercibído el hech,? de que acaba de dejar sin efecto la pensión dei rock o una diva de la ópera?
a Ia vejez para millones de ciudadanos. EI carisma como una
fuerza tendente a estabilizar la v!9a palitica-Ordinara es lo que
s~ ha desarroll~do a partir de Ia política de la personalidad ori-
ginada en el siglo pasado. EI líder carísmãtíco ies ret agente a Las teorías del carisma
través deI cual los políticos pueden acceder a una marcha tran-
quíla, evitando consecuencias penosas y divisivas cuestiones de Una sensación de algo peligroso en la excitación que los po1f-
ídeología, ticos podían provocar sobre los aspectos más' triviales de sus
Esta es Ia forma de carisma secular que debemos compren- vidas privadas originó el estudio formal dei carisma. El temor
der. No es dramática ni extrema, pero es casi obscena a su a este poder de la personalidad dominaba el pensamiento de
manera. Max Weber, que fue el primer sociólogo en aislar el término
Si un político exitoso, como Willy Brandt, tiene la desgracia «carisma» y en analizar sus orígenes sociales. Este esfuerzo ocu-
de ~ compromiso ideológico verdadero, sus posiciones serán pó a Weber desde 1899 hasta 1919, lapso durante el cual escrí-
maneJa~a.s Y deformadas por sus subordinados de modo que en biera su libro principal, Economia y sociedad. A medida que el
la teleVI~I?n y en la prensa pierdan su fuerza y, por lo tanto, libro progresaba, la idea de carisma era formulada y reformu-
su condicíón de amenazadoras; los empresarios se esforzarán lada hasta que finalmente, aI comenzar la tercera parte del mis-
eu mostrar que es un hombre fino y honrado. Si es bueno, en- mo, Weber conformo una teoría completa.
tonces aquello que defiende debe ser bueno, El suicídio en la El término «carisma» no aparece en la obra de Freud EZ futu-
política moderna reside en insistir que «vosotros no necesitáis ro de una ilusión, escrita en la década de 1930, Di tarripoco hace
c?;Docer nada acerca de mi vida privada; todo lo que necesi- Freud ninguna referencia a la obra de Weber. Sin embargo, la
tàís sab.er es lo 91.!e. yo creo y los programas que promulgaré». precaución positivista de decir que Freud no estaba interesado
P~ra evitar el suícídío, uno debe superar la íncapacidad que sig- en este - tema sería una obtusa pedantería. El tema de Freud
mfic~ e~ tener un deseo puramente político. iCómo se logra esta es el mismo que el de Weber: lcómo puede una persona, mer-
desvíacíón desde la creencia política a la motivación? El político ced a la fuerza de su personalidad más que a un derecho here-
334 335
dado o a Ia promoclOn dentro de un régímen burocrático, obte-
ner poder y parecer un legítimo gobernante? se deriva lógicaI11:ente de e1sta .sdl.tuación
social aporque su las
los que presencia
gentes
AI analizar la fuerza de Ia personalidad como poder político, índicaba levantanuentos en a VI a
Weber y Freud asumieron que la personalidad inflamada que esperaban resolver raci0;talmente·\os de perturbación esporádi-
cobrá forma hacia mediados del siglo XIX era el modelo de Ia Allí donde ~eber vel":Z m?,me~e Freud ve a la perturbación

~~th~:E,:e~::U~~~F:~~~~~c::~t~~;:t~~:~~~:'~j~
figura carismática a 10 largo de Ia historia. Una personalidad
inflamada Iograba volverse así arrojando un manto de misterio
sobre sí misma. Esta «íluslón» que Weber y Freud veían tejerse
en la figura carismática se origina en un profundo escepticismo terminante:
que ambos compartían. Ninguno creía que Dias enviara Su gra-
cía aI mundo. Por lo tanto, cuando alguien aparecía como un Las masas son p~rez?sas y. car.CCC?~ denointeligencia,
ueden sernoconvencidas
tienen ningún
de
agente trascendental, su fuerza debía ser Una ilusión, impulsada amor por el renuncla~entol mstmtí 0'taci6~ y los individuos se apo-
por fuerzas y necesidades terrenas. Esta significa que ninguno su fatalidad por medio de a. argumen d ~eno
yan mutuamente dando vía Iibre a su ese .
de los dos podía dejar- sin desafiar las creencias trascendentales
en una sociedad; ambos buscaban trasladar estas creencías hacia
necesidades seculares que harfan que los hombres creyesen. Una persona razonable sabr1a qu~ Ia aut onegación y la
; de los renuncia-
cuales él o
° I ' .cos medios a traves
Uno no necesita creer en Dias para analízar a una sociedad cíón constttuyen ,?S. um ãía de otros hombres y mujeres
religiosa, seguramente, pera la renuencía de Freud y de We- ella
que pueden sobr:vlvlr encocnfli°~Pt~
tienen necesidadcs c ivas, Esta es algo que las masas
ber a tomar Ia relígíón en sus propios términos creaba para
ambos una ilusión propia.Ésta se refería a que una figura caris- no Por
pueden 11egarlas
lo tanto, a ver.a
masas necesiItan ser dirigidas por una mino-
mática era alguien que se hacía cargo de sus sentimientos de ría o por un solo líder:
una manera vigorosa, una figura dominante que se enfrentaba
a intensas pasiones. Debido a que Ia Grada religiosa era eu ver-
c4Ld--upa,jlusión, la figura carismática estaba en contacto con lo Es únicamente a través de ~a 1lnfl . dereconozcan
I uenCla individuos como
que pueden
a sus
bl ejemplo y a quien as
~irraciona."hen la sociedad. De este modo, ambos efectuaron una esta ecer un , . d 'das a someterse a las lab ores Y
as mas
exclusíorr fatal: excluir de Ia matriz racional y rutinaria de Ia
líderes, los quesedrep~n~~l la exístencia de la cultura.
que éstasdepueden
renunciamientos
sociedad aqueIlos deseos hacia una figura carismática. Tanto
o m~
Weber como Freud podían imaginar cl enorme poder del carisma ( . ó les «induce» el líder a que renun-
Ahora
cien a elsusproblema
pasiones,;s E{.c punto3 es donde Freud introduce
e~ e ;'
establecíendo cl orden o perdiendo su fuerza y volviéndose TU-
5U concepto .de .ilusión c~n~matlc~~ la religión. La religión ge-
tinario; ninguno de los dos imaginaba que el carisma podía
constituir una fuerza para la trivialización deI sentimiento más El renuncíamíento es a area ervivencia y la justicia
que para su intensificación, y como tal el lubricante de un mundo
racional y ordenado. nera la creencia ~e que las leyes d~el~~pcausa suprahumana, y
EI fracaso de Freud y Weber en concebir aI carisma como
dentro de Ia soclet
ad
P~~v:ffáe~e la razón y el cuestionamiento
por lo tanto se hal an m ado de naturaleza son reemplaza-
una fuerza trivial es tal vez inevitable, dado el lugar donde humanos. La.s terrores deI tS~ de los dioses. Pero la presencia
comienzan; cada uno escribe que eI carisma surge bajo condi- dos por medio dei terror a .a Ira . ente en el mundo;
ciones de perturbación y violencia. Pera difieren en cl significado
específico de «perturbación». de los dioses debe ser experimentada dlTe~~a:ismos a través de
eIlos son creíbles .sÓI~ SI se mue::r~~ ~deres. La «Gracia» deI
La perturbación, según la concepción weberíana, es un con- personas extraordinarias, a tr~:al sobre las masas: sólo aque-
flicto de grupo que no puede ser resuelto. En esos momentos, líder le otorga un poder ~mo~lO cia pueden demandar que los
a sus apeo r~~ pasiones , pueden pedirles que
pensaba Weber, Ias gentes son propensas a investir a alguien 110s líderes que. poseen
con el aura de poderes divinos de modo que pueda aparecer hombres renuncaen
como disponiendo de autoridad para habérselas con aquellas si- d ' de que le obedezcan.
tuaciones que los demás no pueden manejar. Weber coloca el sean buenos
Para a emas
Freud, entonces, Ios líd eres carismáticos deben estar
énfasis sobre Ia causa que hace que Ias gentes crean en Una
figura carismática, más que sobre los elementos de Ia propia 1 M WEBER Economy and .
Soclety, e.
d Guen ther Roth y Claus Wittich
personalidad deI líder que le hacen un candidato lógico para ser (Nue~a ya:rk: Bedminster
2. Sigmund FREUD, ThePr;ss, o ;~I'll~r1J~~
uture1968)1' (Nueva York: Anchor, 1957),
elegido. La cautela de Weber acerca de Ias figuras carismáticas p. 7.
3. Ibid.
336
337
HCS 151.22
siempre presentes en Ia socíedad, ya que sin ellcs las mesas una liberación de la fantasia que las gentes neccsitan para sus
se encuentran preparadas para sumir a la sociedad en el caos. s
tareas mundanas. .' . destruido argumenta Weber,
Para Weber. dichos líderes aparecen esporádicamente porque 50- Cuando un líder carismàtíco es des al'~cc Se vuelve «t-uti-
lamente es en ciertas épocas cuando Ia socledad sumida en cl . ' dei carisma no e s a p · .. '
el propio fenomeno . "'fi que el cargo o la posrcion
desorden síente que no puede resolverlo por sí rnisma y necesíta narío». con lo cual qutcrc SIgl1~ car iere un eco de la excita-
ayuda desde Arriba. AI margen de esta diferencia entre ambas
teorfas, se deriva una profunda división: Freud cree que la figu-
que el líder carismático .so.st~n~: :di~ persona. Es únicamcntc
ción que una vez fue vmcll: a d d el hombre caído de su car-
ra carismática es un dictador emocional que creu el ordeno \Ve- en este punto de transfe;encIa es ~derado como una ruerza es-
ber cree que una vez que aparece en escena, el propio líder . podría ser consr I
go q~e e I carIsma . ta cierto sentimiento porque as
carismático accntúa Ia situaci6n caótica. EI Jesús de Weber es tabihzadora; el cargo despler b ue un día lo ocupara y de
anárquico; por ejemplo, él eleva todos los conflictos grupales a gentes recuerdan al gran. homu~: ~ierta Iegitimidad. Pera esta
un nivel simb6lico más prorninente, una Iucha entre los grupos este modo eI cargo adqtnere d 1 carisma es sólo un eco tenue
que estén iluminados y aquellos que no lo están. Y en este esta- «vida después de la muerte»d e 1 II'der y en la época en
. ue ro earan a , di
dia de excítacíén, es probable que los seguidores de un líder de aqueIlas pas~on~s q tu del carisma es anárquica Y IS-
carismático se vuelvan contra él en cualquier momento: que el líder esta VIVO la erza
ruptiva. -1 . . de la ilusión y eI orden en la
La autoridad carismática es naturalmente inestabIe. Su poseedor Freud consideraba la re acion W ber no lo hacía. «Llamamcs
puede perder el carisma, puede sentirse «abandonado por su Dias»... sociedad de una rnanera en qu~. e
puede aparecer frente a sus seguidores como si «sus poderes Ie hubie- 'a a una ilusi6n», escríbió Freud,
creencl
sen abandonado». Entonces su misíón concluye y Ia fe aguarda y busca
a un nuevc portador.' ., un factor relevante en su motiva-
cuando la satisfacClOn del de.seode elaciones con la realidad, del
. h caso ormso e sus r
lPor quê el carisma titubea inevitablemente? AI responder a ~~~~:~~J~s ena~ue 10 hace la ilusi6n.
esta cuestíón, Weber recurre otra vez a Ia imagen de la ilusión.
Los seguidores de un líder carismático esperan que él Ies «traiga d sean que sus pasiones instin-
bíenestar», pero el líder carismático es incapaz de traduclr sus 'En vista de qu~ l.as m~sasé n~ese~ es aquél que el líder sati~­
intenciones para hacerlo así en actos de bienestar porque su tivas sean reprImidas, d~qUd la ílusión estimulando una necesi-
aura es solamente una ilusíón compartida. por 10 tanto debe face para ellos por me 10 e . S?6

fracasar y terminar sícndo descartado como un falso. Weber dad de orden de parte de las m~~m:o~ una explicación que. ac-
relata la historia del emperador chino que como reaccíón frente Freud responde a esta prel~clisés dei psicoanálisis reunidos
a las inundaciones eleva sus plegarias a los dioses; como las tualmente se Ice co~~ todos algún punto de su desarroIlo, reem-
ínundaclones no cesan, sus seguidores Ie consideran simplemen-
te como a una persona igual a eIIos y Ic castigan como a un
en uno solo. Todo mno. en
plaza a la madre por elbpadIre
EI nino se muestra am rva e
tO
n e
mo figura principal de su amor.

c
on respecto a esta sustituci6n:
y admira' todavía piensa
impostor que ha usurpado el poder. Esta es Ia contradícclón t to como l o esead '.
interna de Ia ilusi6n carismática; pera. según Weber, las Ieyes teme a su pad re an extrafio peligroso que se íntcrpone
deI racionalismo econômico tarnbién hacen titubear ai carisma: eo su padre como en un I . - crece Y entra en el mundo
entre madr~ e hijo · Cll:a!1 e~nv~~t~ estas rasgos de su padre, él
do
Todo carisma se halla en camíno desde una vida turbulentamente hostil exterIor a la I amil la" r
emocional que no conoce racionalismo econômico alguno hacia una . uienes teme a quienes busca apa-
muerte lenta por sofocación bajo el peso de los Intereses materiales: crea para sí mismo a .105 dicses, a q fí la tarea de protegerle.
cada hora de su existencia 10 acerca cada vez más hacia su propio fino clguar y a los que, SlD embargo, con a
. ,. . el amor-temor hacia el padre es .el
Cuando la sociedad «fluye nuevamente por los canales de las Esa ilusión es carIsm.atIca. . I' ., es la organizaci6n social
_,
deseo que --c;r .Ifder 'satis"""
~
. La re IglOn
rotinas cotidianas», Ias gentes pierden su deseo de ver la inter-
venci6n divina en los asuntos humanos. EI argumento de Weber de la patemidad,7
se refiere a que el aburrimiento y el espíritu de Ia rutina matan
el deseo por un líder carismático. EI carisma no surge como 5. Ibid., pp. 1.120-1.121.
6. FREUD, op. cit., p. 54.
4. WEaER, op. cit., p. 1.114. 7. Ibid., p. 40.
339
338
Dichas ídeas de repetición y reinvención se han vueIto tan a desafiar a la injusticia, a Ias representaci~~es de los iJ?-tereses
familiares que la fuerza de la obra de Freud es a menudo oscu de clase, y a trivíalizarlos desviando la atencton sobre el Impulso
recida. Freud nos píde que creamos que la creencia en los díoses vital dei padre-líder. d I
funciona en cualquier socíedad, ya sea que sus símbolos religio- EI carisma es imaginado como dionisíaco P?r .parte e os
sos manifiestos se hallen profundamente enraizados, o meramen- dos autores; en una sociedad secular es algo mas l.nocuo y más,
te se Ies permita existir como ficcíones cultas a las que nadíe perverso. El _carisma moderno es un arma def:nSlVa. contra el
presta demasiada atención o sean activamente condenados. La juicio impersonal deI estado que podría conducir hacia dema~­
de Felipe 11 en Espana, la de Kennedy en Norteamérica, la Chi-
na de Mao son todas sociedades religiosas y todas de la misma
.manera, Una substitución infantil gobierna a las tres. Las tres
d:
d s de cambio. La defensa actúa disfrazando el poder a traves
la proyecci6n de las motiva~iones ~e ;os líderes; de este
m do son mantenidos los trabajos rutínartos comu~es deI es-
I tienen líderes carismáticos. Allí donde Weber nos pide que con- ta~o. 'Su momento arquetípico no co~stitu~e una catastrofe que
:sideremos al carisma como un hecho histórico, Freud nos pide impulsa a las gentes a inventar un dIOS .VIolento, o a ~n renun-
-que lo concibamos como una constante funcional y estructural. ciamiento ritual en el que las gentes mventan un, ~Ios-padre.
Bl é:xJto de un estado carismático Para Freud resíde en que el C ando los dioses han muerto, el momento arquetíptco de la
Iídef no promete un estado de bienestar sino una oportunídad experiencía carismática constituye eI momento de votar por un
de volverse otra vez psicológicamente dependiente, tal como lo político «atractivo» aun cuando uno no esté de acuerdo con su
fuera uno alguna vez siendo nino. postura política. . .
El contraste entre la disciplina que Savonarola imponía ser El carisma secular se halIa tan lejo.s de ser .u?a expertencra
bre los florentinos y la que Lamartine imponía sobre los parisi- dionisíaca que puede crear una c~ndicI6n de ~T1S1S por ,si sola.
nos, descrito en el capítulo X, afirma aquello que está obscurecido En su forma más reciente y teleV1~ada, el c.ar~sma desvia a Ias
en cada una de estas visíones globales. La creencía en valores masas deI acto de invertir demasiado sentímíento en lo~ pro-
inmanentes o trascendentes establece una gran diferencia en Ia blemas sociales; uno lo asocia de tal mo~~ con ~l Presidente
cIase de orden que el líder produce en la sociedad. Los segui- lu ando ai golf o almorzando con una família cornente que no
dores de Savonarola eran «dependientes» de él, es verdad, pero J r~sta atenci6n a los problemas hasta que éstos llegan 3; u,?-
el resultado de su dependencia era Ia accíón, una forma teatral ~unto crucial, más allá de cualquier s.0luci6n racional. Es dI~CIl
de la acción; al volverse obedientes no se volvían pasivos. El imaginar a las instituciones de la socíedad ~odema. qu~ a~tuan
«renunciamiento» dentro de una cultura regida por términos tras- como agentes estabilizadores co~o a las rmsmas ínstttucíones
cendentes de significado es algo más que dejar de actuar en que colocan a los problemas sociales tinafmente más alIá de los
forma mala o destructiva; es actuar segün nuevos modos que Iímites dei control racional. Pera el ca~lSmat com? la burocra-
están acordes con los valores que trascienden la sordidez deI c~a, es exactamente una instituci6? semeJant:. Desviando l~ at~n­
mundo secular. Adernas, el rol de Savonarola como padre es- ci6n desde la política a los POlítICOS, el carisma secular ímpide
piritual no era el de un amo, era solamente el instrumento de que las gentes se preocupen por los hechos desagradables -c-que
un Poder exterior al mundo y por lo tanto el poder que ejercía s ha desatado una guerra en el planeta, que el petr6leo se
sobre sus seguidores era incompleto. e:tá acabando, que la ciudad está en déficit- así como pr~mu:
La teoría de Weber no puede explicar por qué Savonarola ve la absorción de cada uno de estas problemas por ;nectIo e
proporcionaba energía a sus seguidores ni por qué Lamar'tine agencias o ministerios con «expertos» que los manejan y los
podía pacificar a los suyos. Tanto el sacerdote como el poeta mantienen apartados de la mente del pueblo. Estas problema,s
creaban la disciplina de la muchedumbre a través de su caris- se hacen conscientes cuando. la guerra es catastrófica, el petro-
ma, pero una disciplina de características opuestas. A pesar de leo excesivamente caro, la cíudad ha entrado en el ca?s y. todo
que se refiere ostensiblemente a la religión, el modelo freudiano ha ido demasiado Iejos como para ser tratado COn racIOn~hsmo.
deI líder carismático encaja exactamente en el molde dei caris- Esta situaci6n sugiere, creo yo, la verdadera confusíón de
ma secular encarnado por Lamartine. Dependencia sin referencia a uellas teorias, tales como la de Freud y Weber, basada~ en
a modelos exteriores de verdad, dependencia a través de la des- u~a noción deI carisma como respuesta aI desorden. El cansma
honra, dependencia que produce pasividad: todas estas supues- moderno significa orden, un orden pacífico, y como tal crea Ia
tas sefiales de Ia figura paterna religiosa eran marcas de la per- . ls Como toda auténtica teoria social, las ideas de estos dos
sonalidad carismática secular. Sin embargo, el impacto de la ~~t~r~s en relación al carisma invitan a la críti.ca y a la re~or~
creencia en semejante figura no estaba destinado a aprovechar mulación. Lo que ellos nos muestran, por medI? de la ~qU1?a~
y canalizar Ias pasiomes viciosas y anárquicas. Estaba destinado ración de la personalidad carismática con la pasión y Ia ílusión
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y oponiendo éstas aI racionalismo, es una cierta ilusión acerca No lo hace como ideólogo, aunque en algunas de sus aparicio-
deI propio racionalismo. La ilusión radica en que el racionalis- nes en Norteamérica muestra signos de simpatia populista. EI
mo es antitético a la producción del desorden. EI carisma secu- suyo. no es un compromiso con algún nuevo orden sino m~s
lar _~~._r_':lçional;_.-'~9:p.§tituyeun modo racional de çonsid~fã.r' aja bien un puro resentimiento, ressentiment, contra eI orden exrs-
pbrític.ad~ntro_de una _, cultura, regida por una creeIlcia -e~ lo tente. En el fondo. la suya es la política deI status, de los des- ,
l1;ll:nedl~to! lo inmanente, 10 empírico, y rechazando--çQÍllQ.hipoté- precios a la dignidad, de la exclusión con respecto a las escue-
tíco, filst.1CO o «premoderno» la creencia en aquellqque nopue- las adecuadas; la clase a la que él apela detesta a aquellcs que
de ser directamente experimentado. Uno puede sentir direcia. son los privilegiados, pera no tiene idea alguna en lo que res- ,
mente los sentímíentos de un político; pero no puede sentir en pecta al derrocamiento del privilegio. AI batirse contra el esta-
forma directa las consecuencias futuras de su política. Es por blishment ellos esperan abrir una brecha en sus muros a través
eso que uno debería apartarse del «cornpromísu» directo con la de la cual cada uno pueda trepar solo. El ressentiment está ba-
realidad, imaginar una realidad a cierta distancia del aquí y sado en una verdad a medias, en una ilusión a medias, que ex-
ahora, deI momento, una realidad a cicrta distancia deI yo. plica por qué la pequena burguesía ocupa el lugar que mantiene
Uno' debería tratar de imaginar, cuando un político lleno de una en la sociedad. Porque un pequeno y desdefioso grupo de per-
justa indignación nc;>s dice que habrá de separar a los «oportu- sonas controla los resortes deI poder y el privilegio, ellos. la
nístas de la prosperidad» deI seguro de desempleo, qué ocurriría pequena burguesía, no pueden llegar a ninguna parte; aun así
en la próxima depresión económica si uno estuviese viviendo aquellos que gozan de las buenas cosas de la vida acumuladas
de la seguridad social. Cuando un hombre que ha estado en injustamente pueden, de alguna manera, avergonzar al modesto
prisión durante diez afios bajo un régimen fascista anuncia, Iuego tenedor de libras o aI vendedor de zapatos cuando se encuentran
de haber salido en libertad y encontrándose preparado para asu- con ellos frente a frente. No hay nada de igualitario en este
mir el poder, que bajo una dictadura del proletariado no habra ressentiment; la deshonra y la envidia se combinan para que las
tirania porque todo será en beneficio del pueblo, uno tendrá que gentes sufran las injurias de l,a posi;ión social esper~~do que
considerar no tanto lo valiente que ha sido ese hombre por en- por algún golpe de suerte, algun accidente de la movílidad so-
frentarse a los fascistas en defensa de sus ideales sino más bien cíal, puedan escapar algún día. El político actúa sobre esta com-
qué podrían significar estas creencias si llegasen a concretarse. binación de deshonra y envidia.
Cuando un severo y virtuoso estafador es sucedido en eI minis- Del ressentiment se deriva una curiosa teoría de la conspira-
terio por un hombre cálido y amistoso, pero igualmente conser- ción: los estratos más elevados y más bajos de la sociedad están
vador, ~no deberfa desligarse dei momento inmediato y pregun- en connívencía para destruir a aquellos que se encuentran en
t~rse SI re~lmente: las cosas han cambiado de manera significa- el estrato medio. De este modo atacaba el senador McCarthy a
tíva en algún sentido. Todos estos actos implican un cierto mon- los bastiones deI establishment nortc.americano porque éste al-
tante de suspensión con respecto a la realidad inmediata im- bergaba a comunistas y anarquistas; Spiro Agnew atacaba a los
plícan cierto juego de la mente, una cierta clase de fantasia po- «corazones sangrantes» de los ricos suburbios nor-teamericanos
lítica. Constituyen, en la experiencla ordinaria, una forma de por ser los secretos propiciadores de la protes.ta negra: EI antI:
irracionalismo, cuando el propio racionalismo es considerado semitismo posterior a la Segunda Guerra Mundial constttuye casi
según la verdad empírica derivada de aquello que uno ve y un ejemplo puro de este sentido de conspiración entre el estrato
siente. superior e inferior para destruir a la pequena burguesia acosada.
De alguna manera el judía como banquero de. la usura, ~om.o
imperialista del Medio Oriente, se f~de con la .1II~.agen deI JUdlO
Carisma y ressentiment como conspirador comunista, extranjero, un criminal resue1to a
debilitar a los buenos hogares católicos e incluso, como ha ocu-
El carisma secular en estos términos sirve especialmente bien rrido en una reciente ola de antisemltismo producida en Orléans,
a las necesidades de una cierta clase de uolftico al tratar con resueltos a asesinar a los hijos de las famílias cristianas.
una cierta clase de personas. El , un político de orísen humilde Se ha vue1to una moda en la investigación histórica el con-
fundaJ?lenta su carrera excitando aI público con Sl1~ ataques ai siderar la actuación de la política. de ressentíment como una
establlshment,* a los Poderes Establecidos y al Antiguo Ordeno fuerza constante en la historia. Si las clases medias son descri-
tas emergiendo en forma incesante, entonces deben estar siem-
* He optado por dejar el término establishment en su versi6n original dado
pre resentidas por el antiguo orden, real~ente preocupadas po;
eI uso difundido del mismo, 10 que hace, a mi juicio, innecesaria su traducci6n.
(N. dei T.) los insultos a su nivel social cuando exigen derechos económi-

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cos o políticos. EI problema implicado en la exportación regre- sonal en relación a la posición social. En cualquiera de los dos
siva en masa de la política de ressentiment en la historia cons- casos, eI ressentiment es peculiar a nuestra época, algo que no
tituye algo más que una pesada carencia de enfoque; el resen- puede ser exportado a toda la historia humana.
timiento de la inferioridad social puede ser un rasgo humano Una segunda característica moderna de este ressentiment es
universal, pera el ressentiment posee dos aspectos peculiarmente su inclinación antiurbana. Una ínvestígacíón realizada sobre _el
modernos que se aplican sólo a la sociedad industrial avanzada. ressent{rnentexperi~~l1t~doentre -Tó-!,.---aTemãtles--pequenoburgue:
EI primero se refíere a que la pequena burguesía es obligada ses durante Ia década de 1920 muestra una correlación entre
a inventar este establishment de personas dentro de una econo- un sentido de conspiración contra eI hombre común provocada
mia impersonal. Cuando el poder se burocratiza, como ocurre desde los estratos. elevados e inferiores y una sensación de que
en una corporación multinacional, se vuelve difícil imputar la la gran ciudad es Ia causa de este mal. EI carácter antiurbano
responsabilidad de cualquier acto a un solo individuo. El poder dei ressentiment norteamericano es particularmente pronunciado,
se vuelve invisible en el capitalismo avanzado; las organizacio- un reciente vicepresidente, por ejempIo, desperto un caluroso
nes se protegen a sí mismas de las decIaraciones contables por aplauso de un grupo de veteranos cuando afirmó que Norteamé-
medio de su misma compIejidad administrativa. Ahora un so- rica sería un lugar «más saludable» para Ias gentes decentes si
fisticado análisis podr-ía revelar que en realidad una pequena red la ciudad de Nueva York fuese arrojada aI mar. EI antiurbanis-
de personas actúa en Ia cumbre de este orden administrativo y, mo se infiere lógicamente de la teoria de la conspiración; a fio
de hecho, personalmente ejercen un enorme poder. Pero no es de reunirse y conspirar, el establishment necesita un lugar donde
esta visión deI poder lo que despierta la ira deI ressentimento nadie sepa demasiado acerca de los demás, necesita un lugar
El establishment de personas es más bien una creencia refe- de secreto y de extrafíos. La ciudad representa la localidad mi-
rida a que una cIase abstracta, invisible de gentes han acordado tológica perfecta.
excluir ai mundo inferior a través de medios injustos; y el tér- Sin embargo, el político que surque la corriente de este res-
mino «injusto» es la clave para eI mito. La posicíón social dentro sentiment debe enfrentarse inevitablemente con una amenaza.
de una burocracia tendrfa que determinarse por el mérito; la Cuanto más éxito obtiene como organizador deI ressentiment,
noción de carreras abiertas al talento propalada en las postri- más poderoso, más rico, más influyente se vuelve. Entonces,
merías deI siglo XVIII se ha llevado aquí a su máxima expresión. lcómo hará para conservar a su grupo de votantes? lAcaso él,
Pero hay personas en la cima que no poseen talento aIguno; 50- por eI mismo acto de obtener poder, no está cruzando la línea
breviven a través de la unión entre ellos, manteniendo fuera a y traicionando a aquellos que Ie han llevado hasta el ministerio
aqueIlas personas que verdaderamente poseen talento. Por lo como un objetar deI establishment? Sus partidarios se sienten
tanto si uno se halla en un estrato inferior, su falta de nivel agraviados porque él se vuelve parte del propio sistema.
no es culpa de uno; elIos le quitan a uno lo que le corresponde ,~I puede tratar con esta amenaza a su «credibilidad» trans-
por derecho. Este aspecto de autoservicio del mito no define la formándose en una figura carismática en términos seculares.
totalidad dei sentimiento de ressentimento Ya que aquello que eI Este exitoso profesionaI de la ira social debe en realidad des-
establishment de personas ha desarrollado es un estilo de auto- viar continuamente la atencíôn de las gentes de sus _posturas y
seguridad, elIos no necesitan seguir preocupándose por si mis- acciones políticas y absorberlas en cambio en sus intenciones
mos, preocupándose por los cambios de opiniones, considerando morales. EI orden existente continuará entonces durmiendo pa-
que el hombre pequefio se ve siempre agobiado por la sensación cíficamente porque su ira aparente contra el establishment es
de que está siempre abriéndose camino. La ansiedad del estatus, percibida absolutamente en términos de sus impulsos y razones
compuesta por esta sensación de Ia propia (i.e. meritocrática) más que en función de aquello que hace con su poder. El líder
jerarquia traicionada y el temor a volverse agresivo, es regís- político deI ressentiment debe actuar sobre todas las actitudes
trada como una sensación similar y vigorosa en los sectores más acerca de Ia personalidad que cobraron forma a mediados deI
bajos de la estructura ocupacional de empleados en Francia, In- siglo pasado, si es que sobrevive en tanto se moviliza hacia los
glaterra y los Estados Unidos. niveles más elevados en el gobierno.
Podría afirmarse que Ia creciente invisibilidad deI poder ac- Nixon constituye una figura apta para el estudio de un ac-
tual en aquellos países capitalistas avanzados impulsa a Ias gen- tor político que busca aprovechar el poder dei ressentimento Des-
tes a inventar este mito a fin de explicar lo que está ocurriendo. de sus primeras batallas políticas se ha retratado firmemente a
Podría decirse también que a medida que estos países se mueven sí mismo como a un luchador contra el establishment, un esta-
desde una economia de manufacturaci6n a una de servicios con blishment de aquellos muy seguros en compaüía de comunistas
personal especializado, se fortalece la cuestión deI mérito per- y traidores. La lucha que sostuvo contra AIger Hiss fue una
344 345
lucha contra la Guardia Vieja de la Costa Este quien estaba, acto de pacificación política tan importante como los discursos
aparentemente, protegiendo a Hiss. Su campana para el Con- de Lamartine en febrero dirigidos a los trabajadores de Pasís.
greso contra Helen Gahagan Douglas fue sostenida como una La diferencia reside en que donde el artista romântico hacía
campafia contra una socialista snob que era «floja» con los co- un símbolo de su capacidad de sentir -y la llamaba «poesia pú-
munístas. blica»- la misma posición retórica en Nixon estaba disfrazada
Sin embargo, muy pronto en la carrera de Nixon comenzó como una simple revelación psicológica. La respuesta que sus-
a hacers: evidente el problema deI líder pequefioburgués exito- citó el discurso de Checkers ensefió a Nixon una lección que
so. EI primer encuentro de Nixon con el problema de su propio habría de servirle muy bien por casi veinticinco afios: el ressen-
poder se produjo en el escándalo de la campana de 1952. Acau- timent puede ser aprovechado, y el público puede ser desviado
dalados hombres de negocias le habían proporcionado dinero en de la inspección minuciosa del poder y la fortuna personales de
for~a secreta para un «fendo para corrupción política» y que un político, si él aprende a l1evar su corazón en la mano frente
debfa emplearse con propósitos de esa naturaleza. Dichos fondos a los extrafios. El enfoque sobre los móviles es una técnica abíer-
secretos son algo que todo norteamericano conoce en términos ta a cualquier político y, por cierto, no constituye la (mica
deI funcionamiento de la maquinaria de una gran ciudad: en postura retórica aprovechable. Pero para el empresario del res-
realidad, dichos escándaIos, que impllcaban a políticos de la' ciu- sentiment representa una necesidad para tener éxito; de otro
dad, fueron tomados ligeramente o se los ocultá con toda faci- modo el público que le ha colocado en el cargo acabará por
lidad cuando se hicieron públicos a fines de la década de 1940. volverse contra él como si fuese uno de los Enemigos. La se-
Pera el dinero secreto que había sido entregado a Nixon -una riedad del carisma secular reside en el hecho de que el político,
suma relativamente pequena en dólares actuales- se transfor- no menos que su público, cree en esos momentos de desviación.
mó en un problema candente. La postura de este dominador-deI- Una diferencia, por ejemplo, entre Talleyrand y Nixon es que
establishment, de este político de la ley y el orden era personal el primero, sucesivamente obispo de Autun, intermediario deI
y vengativamente moralista: él purificaría las cosas y discipli- poder revolucionario, ministro napoleónico, ministro antinapoleó-
narra a aquellos que se habían salido con la suya a través deI níco, adulador de Carlos X y sirviente de Luis el Burguês, poseía
crimen. Súbitamente era acusado de ser apenas otro político. un sentido claro y cínico de su propia distancia con respecto a
La exitosa solución de Nixon a esta amenaza eu 1952, es cada uno de estos roles, mientras que Nixon en cada una de
aquella a la que debe apelar toda figura política que se vuelve sus encarnaciones creía que era realmente él. Esa creencia se des-
poderosa como consecuencia de estimular el ressentimento En el prende de la noción fundamental de secularidad. EI moderno
famoso «discurso de Checkers» Nixon desvió la atención pública político deI ressentiment no es un simple inventor de apariencias
de los hechos de Ia situación concreta a sus motivos íntimos a para confundir al público. Para él, sus máscaras virtuosas son
la calidad de sus percepciones y a sus buenas intenciones. Ante verdaderas en todo momento; estas declaraciones de buenas in-
millones de teleespectadores Nixon lloraba, pera no demasiado tenciones o fuertes sentimientos son justificadas para él, incluso
como para parecer fuera de control, sólo lo suficiente como para cuando actúa sin referencia a ellos o a las necesidades de los
demostrar que realmente estaba sintiendo y, de tal modo, que irascibles tenderas y fontaneros que le han colocado en el car-
era una persona creíble. Habló de la «chaqueta de pano re- go. Aquello que vuelve tan interesantc aI escándalo de Wa~
publicano» de su esposa, Ie dijo aI público que él era un hombre tergate en los Estados Unidos no es que el presidente haya men-
que amaba a los perros, como a su propio perro Checkers. {tI tido al público, sino que cada una de estas mentiras con respecto
era un buen hombre y por lo tanto debían olvidarse de la cues- a los hechos estaban rodeadas de vehementes afirmaciones acer-
tión deI dinero. ca de su sentido del honor y de sus propias buenas intenciones,
La inducción de amnesia es una tarea que el carisma secular y el presidente creía verdaderamente en estas afirmaciones. Es-
puede satisfacer fácilmente. Nixon administraba su anestésico tas declaraciones le cegaban frente al hecho concreto de la men-
haciendo que el público enfocara su atención sobre su impulso tira, deI mismo modo que durante casi un afio consiguieron
de vida Y, más especialmente, sobre el hecho de que él podía su propósito como una «coar-tada» emocional. O existe la famosa
mostrar abiertamente sus impulsos. Esto significaba que debía escena en la cual Perón se dirigía al público de Buenos Aires
tomársele como autêntico. No importa que los sentimientos sean diciéndole que había sido acusado de haberse llevado de la Ar-
banaIes. En efecto, la banalidad es precisamente parte de la pres- gentina cinco millones de dólares. Inrnediatamente, Perón co-
cripción; la desvíacíón deI público de las acciones deI pclítico menzó a hablar de su gran amor por los trabajadores de la ciu-
a sus motivos psicológicos funciona sólo a través de un enfoque dad, de su alegría cuando viajaba de vez en cuando a la pampa,
de las banalidades espontâneas. EI discurso de Chcckers fue un de su adhesión a la «idea de Argentina» y rompió a llorar. No
346 347
era necesario traer a colación nuevamente la pequena cuestión
de. los cinco millo~es de dólares pera, por otra parte, esas lá- ci6n especial con el tema básico de nuestro estudío, el surgi-
grimas eran auténtícas, miento y ocaso de la vida pública. La comunicación electrórúca
En general, una política de personalidad consiste en la re- es un media por el cual la propia idea de vida pública ha sido
velación de intenciones que no guardan reIación con el mundo llevada a su conclusi6n. Los medias de comunicaci6n han incre-
de la acción. EI carisma de un político deI ressentiment es un mentado enormemente el acopio de conocimiento que los grupos
tanto más complicado: se vuelve necesaria una ilusi6n: que los saciales tienen entre sf pera han hecho innecesario el contacto
actos dei crecíente poder deI político están síendo obscurecidos verdadero. La rádio, y especialmente la televísión, son también
por la manifestación de sus m6viles, pera éI practica esta ilusión aparatos íntimos; en general uno los tiene en el hogar. Los apa-
tanto sobre sí mismo como sobre sus oyentes. ratos de televisi6n en los bares, por cierto, son un fundamento
EI caso de Nixo.D es representativo de los de Poujade, Perón y es probable que las gentes que miran la televisión en los ba-
y otros norteamertcanos como WaIlace, en la imaginaci6n deI res hablen sobre aquello que observan, pero la experiencia más
poder que es utilizada para disfrazar los hechos dei poder per- normal de mirar la televisión, y particularmente de prestarle
sonal, Las luchas dei poder se transforman en guerras de des- atención, es la que uno tiene solo o con la familia. Experiencia
precio. Por una parte hay alguien contra el establishment que de la diversidad y experiencia en una región de la sociedad a
dramatiza sus motivaciones antes que sus actos: se muestra distancia deI círculo íntimo; los «medias de comunicacíón» con-
despectivo frente al establishment, cuyos serrtimientos son falsos travienen estos dos principias de carácter público. Ai afirmar
porque se escudan siempre tras el decoro y la simulación. Por esta me siento incómodo con ello como si se tratase de una
o.tra parte, este establishment mítico de personas actúa despec- fórmula independiente. Ya que los impulsos para retirarse de la
tlvamente. frente aí hombre c.omún, pero no son dignos de su vida pública han comenzado mucho antes deI advenimiento de
autosegundad; además, conspiran de alguna manera eon la es- estas máquinas; no son aparatos infernales, según la habitual
coria que desea destruir toda la sociedad. calíficación de monstruo para el escenario de la tecnologia; son
EI político conservador deI sigla XIX que podia «hablar razo- instrumentos inventados por el hombre para satisfacer necesi-
n~bl~mente ~. l?s trabajadores» era un hombre que hacfa que su dades humanas. Las necesidades que los medios electr6nicos es-
público se síntíese por un momento bajo eI dominio de los có- tán satisfaciendo son aquellos impulsos culturales que tomaron
digos de propiedad de la cIase media; mostrad al público de forma durante los últimos ciento cincuenta afias para apartarse
clase trabaJadoracuán finos son vuestros sentimientos y ellos de la interacción social con el fin de comprender y sentir más
se volverán deferentes. El moderno empresario de la cnvidia so- como una persona. Estas máquinas son elementos componentes
c~aI no tien~ n~cesidad de catequizar a su audiencia en la pro- dei arsenal de combate entre la interacción social y la experíen-
piedad; la tecmca de mostrarles cuán finos son sus sentimientos cia personal.
está más bien dirigida hacia eI objetivo de hacer-les olvidar. El Veamos en primer lugar de quê forma los medias eIectr6ni-
aspecto común en lo que respecta aI contrai conservador de la cos representan la paradoja dei dominio público vacío con el
mu~~edumbre en el sigIo XIX y aI ressentiment moderno es Ia que hemos comenzado, la paradoja deI aislamiento y la vísí-
escisión q~~ s.e produc~ entre I~ acci6n y eI impulso personal, bilidad
con la legltirnldad deI líder surgíendo de este último a los ojos Los medios de comunicación masiva aumentan infinitamente
de sus oyentes. el conocimiento que las gentes tienen con respecto a aquello que
Para explicar dicha contínuidad cultural, necesitamos com- acontece eu la sociedad e inhiben infinitamente la capacidad de
prender cómo los medios electrónicos han tomado los términos las gentes para convertir dicho conocimiento en acción política.
deI sigla XIX sobre los cuales un orador callejero trataba con Uno .no puede replicarle aI aparato de televisión, 5610 puede apa-
una muchedumbre de extrafios y han logrado que dichos térmi- garia. A menos que usted sea una especie de chiflado y telefonee
nos ya ~o s~ hallen limitados a reunianes urbanas sino que inmediatamente a sus amigos para informarles que ha desinto-
tengan vigencia en los asuntas nacianales e internacionales. nizado a un político detestable y urgiéndoles a que apaguen sus
aparatos de televisi6n, cualquier actitud de respuesta que usted
haga es un acto invisible.
La eíectróníca protege el silencio del pasado En los discursos parlamentarios de mediados dei sigla XVIII,
como en el teatro, una frase bíen construída, una .opini6n signi-
Los medias de comunicaci6n impulsan el carisma secular, pero ficativa, podía ser «sefialada» por el público, o sea, exigir que
dentro de un contexto más amplio. Ellcs mantienen una rela- se repitiese, Por esta razón, los discursos de los parlamentarios
ingleses duraban a menudo mucho más de lo que un lector mo-
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derno pudiera suponer aI leertos p díada y la lógica de la pasividad erigida dentro de los medias
eu las modernas condiciones d' ara logr~r el mismo efecto
tendr-ía que telefonear a su est e. ,la actuac~ón política, usted de comunicación electrónicos. Sus términos son comparables con
que dicha opinión se repitiese: afl~n t~ansmIsora local y pedir la tecnología de la construcción moderna: uno ve más pero in-
safortunado político por aI ú ' a. erminar su alocución, su de- teractúa menos.
las llamadas telefó~icas quge n ml,Il.atgrbo, temlría registradas todas La primera consecuencia de esta paradoja en las comunica-
. , s o leI a an una ti ., ciones es que el político en cl aire debe tratar a su audiencia
ciaria, como eu una es ceie d ' repe icion y anun-
recibido 30.000 llamada~ para e referendum instantáneo, haber sobre peculiares términos de igualdad. Cuando veinte millones
18.000 para que lo hiciera con I que r~plt1ese eI cuarto párrafo, de personas ven a un político por televisión ofreciendo un dis-
nacional que había mencionad~ ~:c~lOn que. se refería aI honor curso, él debe tratarles habitualmente como si perteneciesen a
una sola categoria, la de los ciudadanos. En cualquier nación
13.0~O llamadas para que repitiese f~a /a ?:ltad de.1 discurso y industrial, el mosaico de clases y grupos étnicos es lo bastante
nacíonal peco antes del fin de 1 ec.c,lOn. referida aI honor
repetir solamente los dos r' a alo~uclOn. ÉI sería capaz de rico como para que el política que actúa en TV pueda apelar a
taciones impuestas por el t rmeros parrafos debido a las Iímí- ellos, en el mejor de los casos, sólo en los términos más' sim-
sola palabra a los 13.000 es l:~~, pero êP?dría decir acaso una ples. «A aquellos menores de treinta afias, me gustaría decír-
habría de dísgustar por n: rep t?rels a q~lleneS lamentablemente Ies ... l> etcétera. Considerando que debe parecer abierto y ser
l!l sabe cuánto se preocupan e~Ilr os parrafos que solicitaban? concreto si desea. causar una buena impresión, el mismo volu-
Para el espectador la radi os por ~s!<,>s problemas... men de la audiencia significa que debe tratarIa en términos
terrupción del públic~' si us~ ~ la televiaión no permiten Ia in- abstractos. Los expertos en medios de comunicación hablan acer-
el político está en el ~ire se; ~omlenza a reaccionar cuando ca deI peligro de los recursos especializados exageradamente como
tinuación. Para que Ie puedan hal e parte de lo que dirá a con- un resultado. Pera en realidad no es ningún peligro. La igualdad
silencio. El único medio posible ablar, usted debe permanecer en en estas términos anima ai político a no ser concreto y especí-
comentarista de televisión ue de respuesta es dísponer de un fico en lo referente a sus programas, una estimulación que está
repetido y analizado. El co~ent~e~ecclOne aquello que deberá ser absolutamente preparado a recibir. El tratar a la audiencia como
te la función deI crítico q ue I ~sta asume entonces exactamcn. a iguales se transforma en el media de evitar las cuestiones ideo-
lenciosos deI siglo pasado las l~ ~rpr~taba para los públicos si- lógicas y conduce a un enfoque sobre la persona deI político, sien-
en vivo, pera el comentarista dispc ua~lOnes que ellos obervaban do la percepción de sus motivos algo que todos pueden apreciar
porque es instantâneo La . .one e un control más completo y compartir. Los medios de comunicación de masas son atacados
nología. Los medias d~ com~:~~:l~ad es l~ «Iogíca. de esta tec- en forma sistemática por la concentración que ejercen sobre la
delos deI silencio de la muche~lónbmasrva mtensifican los mo- personalida? de los políticos de quienes se ocupa, aun cuando
forma en los teatrosy las salas .de re que comenzo a cobrar esta absorcíón en la personalidad política fuese un capricho de
intensifican la nación de un espe t ~ co~clerto de! siglo pasado, unos pocos directores, una opción de énfasis eliminable sólo si
go pasívo, a quien E. T. A. Hof~ a ar escorponzado, un testi- los medios de comunicación fuesen más «serias» y «responsa-
de la cíudad, mann observaba en las calles bles». Tales comentarios obvian las represiones estructurales, la
propia necesidad de concentrarse sobre la motivación inherentes
Ningún miembro del público . a estas formas de comunicación.
la televisión como una tríada percibe el proceso político en
como intermediari%tro tele;id~:~pu~ta de .televidentejpolítico Cuando se ha afirmado que el periodismo de TV es «com-
la apariencia deI político la imp e·. relacion es una díada y pulsivamente» personalista, haciendo siempre de la vida privada
calidad de su máscara c~nstitu resión que éI o ella causen, la dei político el centro de interés, la afirmación es verdadera s610
levidente. êCómo pued~ una pers~:~ :~ ~ntro dei Inter-és deI t,e-
en la medida en que sea admitida la auténtica naturaleza de una
acerca de una persona en Alaba ueva York conocer mas compulsión. La compulsión es una negación que a su vez pro-
a un político comportándose con ~~ cu~ndo ambas estan viendo duce un interés magnificado por personas o personalidades -que
lo tanto, en sus campanas pOlíticam~endadbez;la televisión? Por no son negadas de forma similar. La completa represión de la
S
trado que Ia TV es un instrument os tra ajadores han encon- respuesta de la audiencia a través de los medias de comunica-
zación de comités políticos camp ~ md' pobre para la organí- ción electrónicos da origen a la lógica deI interés en la perso-
nalidad,' En una habitación oscurecida, en silencio, uno mira
votantes y similares; Ia o~ganiza~:à~ : empadronamiento de
extensa, produce mayores resultad p rsonaí, aunque menos gentes verdaderas; esto no es ninguna novela o entretenímíento
que requiera un esfuerzo de imaginación de nuestra parte. Pero
La paradoja dei aislamiento y la o~, lbiiíd la realidad de Ia política es aburrida: comités, disputas con los
VISI I I ad aparece entre esta
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burocratas, etcétera. Comprender estas disputas volvería activas co del ressentimento Según palabras de un consejero de los me-
las demandas interpretativas de la audiencia. Esta vida real a dios de comunicación, dirigidas a los políticos: «Vuestro tipo
usted lo desintoniza; usted quiere saber «quê clase de persona» Wallace habitualmente hacc que los medios de comunicación fun-
hace que l.as cosas ocurran, Ese cuadro la TV puede brindárselo cionen bien, mucho mejor de lo que lo hacen los liberales, quie-
en la medida en que no le exija que emplee sus propios poderes nes se muestran tan impersonales e insípidos», una afirmación
de respuesta si ella se atiene a lo que el político síente. que deberemos descifrar más pr~fur.l?-~mente ,de ~o c;rue el con-
E.l, interés .compulsivo por la personalidad de los ejecutantes sejero de los medias de comurucacaon queria sI~nificar. Pe~o
crecio en el síglo XIX entre esos populosos públicos urbanos que este matrímonio feliz entre la promoción tecnológica dei cans-
asistían en cantidades masívas aI teatro o a las salas de' con- ma secular y el político del ressentiment puede acabar también
ciertos, donde el silencio se transformaba en la norma de la en un repentino desastre para el político.
conducta respetable. Los medios de comunicación modernos dcs- Debido a que todos los referentes son motivacionales, u.nacto
vían este interés del marco de una clase, la burguesia, y lo de debilidad o un crimen o un fracaso moral en cualquíer do-
transforman ~ ~a consec~encia tecnológica para todas las per- minio hace que cualquier otro aspecto de la vida del político
sonas que miran, índependíentemente de su nível social. La per- parezca sospechoso. Nixon es quizás el mejor ejemplo de un
cepción de la personalidad es la lógica de la igualdad dentro de líder que se ha crucificado a si mismo de esta fo;ma. Por ~s­
un medío que no puede formular ninguna demanda sobre el peto a la argumentación digamos que este fue .un líder que CV}tó
perceptor. la posibilidad de una guerra nuclear con Rusía: ise le podrían
Claramente, entonces, los medios de comunicacíón electroní- haber negado acaso unos pocos milloncs .de dó~ares en SÓ??~oS,
cos se adaptan perfectamente a la protección defensiva con que un rabo con escalo y diez o doce mentlr~s dIferent~s dírfgidas
el político del ressentirneni debe comprometerse una vez que ac- aI público? Pero eso seria una escala realista que NI.xon Jama~
ceda ai poder. Recordemos una famosa aparíción de George Wa- hahía utilizado. Habiendo buscado durante toda su VIda la legí-
llace por televisión, erguido en la puerta de la escuela írnpidíen- timidad a través de su ira contra el establishment, cuando llegó
do que los nífios de colar pudíesen asistir a una ínstitución in- a la cima como gobernante esperaba que súbitamente el público
tegrada".Con Wall_~ce el símbolo de la resistencia a los negros le juzgase en términos absolutamente diferentes de, y más rea-
estaba srempre temdo con la penumbra de un odío incluso más listas que, aquellos términos según I?s cuaIes esperaba q~e el
fuerte por los «amantes de los negros» -los extranjeros, el Oo- público juzgara a sus enemigos políticos durante su propio as-
bierno, los nortenos ricos-, la escala sugerida de enemigos era censo. .
tan eIl:0~me que su enfoque era imposible. Por lo tanto, cuando La absorción en la motivación, necesaria para el político del
l~ nOtICIa; ~e enfocaba sobre el hombre, se veía atrapada en un ressentiment, reforzada por los medias de comunícación, crea la
CIrculo VICIOSO; trataba de comprender la histeria personal, la única amenaza concreta para el ejercicio deI poder de estas figu-
motivación y los sentimientos deI propio Wallace a fin de reve- ras políticas ya que corren continuamente el ríesgo de ~a desle-
lar los ocultos estratos del resentímiento, Los medíos de comu- gitimación porque aquellos falIos en una esfera de sus VIdas son
nicación perdían de vista en forma creciente el hecho de que la tomados como signos de que toda la persona no es buena. Del
protesta no tenía significado alguno en función de la verdadera mismo modo en que la política de la personalidad es una des-
resístencía: el político tenía éxito eu una transferencia de la viaci6n del interés público fuera de la consideración del carácter
atencíón de modo tal que su personalldad se transformaba en personal en función de Ia acción pública efectíva, así, como to-
un código que debfa destruirse, sin hacer referencia al poder de dos los elementos deI carácter se vuelven simbólicos sin ningún
~ctuac.ión de dicha personalldad. En realidad, al interpretar sus referente real, cualquier defecto puede tra~sformarse súbitamen-
mtenciones como la encarnacion de fuerzas ocultas en la socie- te en un instrumento para la anrodestrucclón.
dad, los medias de comunicación tenían éxito en la Iegitímacíón Nuevamente, la fuerza de este fenómeno se pie;de si conce-
del político como persona a la que valía la pena escuchar, al bimos al político sólo como a un poseur que ha SIdo atrapado.
margen de lo que hiciera. De este modo, la protesta «simbólica» Debido a que el político cree que cada momento de sus apart-
de un empresario del ressentiment era metamorfoseada de tal ciones constituye una realidad, que cada máscara que usa es un
manera que sus íntencíones nunca eran comprobadas por sus signo de su verdadero caracter, puede verse comprometido r~­
consecuencias, su eficacia o, ciertamente, su moralidad. ptdamente en problemas trivíales, ampliándolos a la categoria
EI interés compulsivo por la personalidad se produjo a través de Inmensas crisis, haciéndolo en realtdad de este n:;odo ."!' los
de los medios de comunicación electrénicos y la necesidad de ojos del público, que hasta que eI político no comenzo a evíden-
satisfacer hábilmente la desviacíón por parte del exitoso polítí- cíarlo no se había percatado de ello. El Ilamado «escándalo de

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HCS 151.23
la tlerra» en Grau Bretaãa, en 1973, constituy6 una instancia EI sistema de estrellas
c1ásica de este sentimiento de amenaza total merced a sucesos
que s610 a distancia, y de forma menor, se relacionaban con el Durante el ancien regime existía un puente entre aquello que
propio primer ministro. no era creíble en el escenario y ]0 que era creíble en Ia vida co-
Puede decirse, como regia general, que son cada vez menos tidiana. Puede parecer que la percepción de una figura pública
los problemas que provocan al público en razón de su mérito en términos de personalidad es una nueva clase de pnente entre
o su peligro intrínseco, en la medida en que las gentes se preo- el escenario y la calle; ciertamente, el impacto de la televisión
cupan cada vez más por la personalidad de los líderes que su- sobre los políticos es analizada habitualmente en función deI
puestamente deben hacerles frente. Desde la Segunda Guerra político teniendo que comportarse como si fuese un actor. Este
Mundial se deriva lógicamente cierta constricción deI ressentiment elisé es verdadero en un sentido pero profundamente enganoso
a partir de este acercamiento más general de los intereses po- en otro.
líticos. AqueIlo que es creíble acerca de un político como una per-
A diferencia de la transformación masiva deI discurso po- sonalidad son sus móviles, sus sentimientos, su «íntegrídad». To-
lítico en el lenguaje de la dignidad injuriada hacia la década dos ellos están a expensas deI interés sobre lo que él haga eon
de 1930, los políticos del ressentíment de posguerra encuentran su poder. Por ]0 tanto, e1 contenido de la política estrechado
cada vez menos cuestiones que puedan ser convertidas en este por la percepción de la personalidad en aquél. Ese estrechamien-
uso. Si la fluctuación de los bonos públicos, los problemas ener- to de contenido no ocurre en los artistas ejecutantes cuando el
géticos, las cuestiones de saldo desfavorable en el comercio y la ejecutante es percibido como una personalidad vigorosa. Mick
seguridad y sanidad públicas no son percibidos fácilmente como Jagger y Bruce Springsteen proyectan personalidades hipnóti-
hechos reales antes de que deriven en una crisls, es verdad así- cas cuando se halIan sobre el escenario, pero este hecho no des-
mismo que no son fácilmente empaquetados como una conspi- merece de ningún modo el que sean grandes músicos de rock.
ración de los injustos en confabulación con la escoria de la Del mismo modo, la percepción de Casais como .un gran hom-
sociedad para causarle sufrimiento a las gentes decentes. EI bre no violaba su arte como violoncelista. AI considerar el proble-
campo de maniobra aprovechable ahora por los políticos del res- ma dei ejecutante y deI artista en relación al texto, que emergiera
sentiment atafie casi completamente a la definición de miembros en el siglo pasado, veíamos que el problema no era de persona-
internos versus externos: asiáticos en Gran Bretafia, pieds noírs lidad a expensas dei «contenído» de la música, eI drama o la dan-
o judíos en Francia, nifíos negros en las escuelas suburbanas za, Más bien, una c1ase diferente de danza, drama o música se
blancas. produce cuando la labor inmediata del ejecutante, y del ejecu-
Resumíendo, hablar deI carisma secular como de una fuer- tante como personalidad, prevalece sobre eI texto escrito. En po-
za trivializadora en la sociedad moderna no significa decir que lítica, no obstante, la presencia de la personalidad «substrae» el
el anhelo de un líder carismático es en sí mismo un deseo me- contenido político.
nor o despreciable. De un modo perverso constituye la búsqueda De este modo, e1 desarrollo de la política de la personalidad
de un héroe creíble dados los términos modernos de la persa- puede ser condenado en sus aspectos éticos. Constituye una se-
nalidad. En A Century of Hera Warship, Eric Bentley analiza- ducción incivilizada de gentes al margen del pensamiento acer-
ba la necesidad de héroes creíbIes que se produjo a mediados ca de lo que ellas deberían obtener o cambiar en la sociedad. Un
dei siglo xrx y concluía que una de las seüales de la sociedad juicio ético similar de Ia personalidad artística sería equivo-
moderna era que, en ella, el descubrimiento de héroes se había cado. EI contenido de un arte de ejecución no es trivializado por
transformado en una preocupación constante y constantemente la percepción de una personalidad que trabaja en él. La ruptura
frustrada. El ocaso de Ia vida pública impersonal en la sociedad entre el escenario moderno y la calle reside en su discontinui-
moderna es una razón por la que dicha búsqueda no puede te- dad; se trata de una ruptura en Ia misma esencia de la ex-
ner recompensa: a medida que los móviles deI héroe se trans- presión en ambos dominios.
forman en la causa de su atracción, el contenido deI heroísmo Sin embargo, en términos de la estructura social existe una
se vuelve trivial. conexión entre la política y las artes en la actualidad, conexión
EI estrechamiento de contenido en el discurso político impor- que ha sido creada directamente por la cultura de la personali-
ta en sí mlsmo, y también porque define una diferencia im- dado La conexión reside en las consecuencias dei sistema de es-
portante entre un político que sobrevive sobre la base de su per- trellas eu ambos dominios.
sonalidad y un artista que es percibido como una personalidad Eu todas las épocas han existido ejecutantes famosos y otros
pública. obscuros, y las gentes han deseado ver en acción a los prime-
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ros más que a los últimos. EI «sistema de estrellas» se refie- ido disminuyendo paulatinamente desde 1920 en Nueva York; el
re a los beneficios que se acumulan merced a la enfatíxecíôn número de periódicos ha disminuido también en forma progre-
de la distancia entre la fama y la obscuridad, de modo tal que siva desde 1950 y el espacio dedicado en ellos a las críticas mu-
las gentes pierden el deseo de ver una actuación en vivo a me- sicales de nuevos artistas se ha desarrollado cada vez menos.
nos que les sea dado ver a alguien famoso. A lo largo del si- Existen también menos representantes y éstos hacen su fortu-
gla XX músicos y actores serias se han mofado del estado de co- na con los nombres famosos. Por otra parte, aunque la asísten-
sas que ha hecho que el público desce cada vez menos ver o cia del público ha crecido in toto en función de la música seria
escuchar personalmente a aquellos a quíenes no conoce; las pro- en Ia cíudad, esto ha ocurrido así a través de la creciente venta
testas, y los medios de ínformación alternativos que las protes- de entradas en los principales auditorias y salas -y' el tama-
t~s generan, han fracasado ampliamente. Efectivamente, en los fio de éstos ha aumentado- mientras que la asistencia a salas
anos de 1960, con la difusión de Ia música de rock que supues- menores como el MacMillan Theatre de la Universidad de Co-
temente significaba un reto a las costumbres de Ia cultura bur- lumbia en líneas generales ha decrecido.
guesa, el sistema de estreIlas se transformó en una ley férrea El principio básico del sistema de estrellas reside en que exis-
de salarios. Para comprender el funcionamiento de este siste- te una corrclacíón directa entre el deseo deI público, en el «cen-
ma de estrellas deberemos concentrarnos eu aquelIas personas tro» musical, de escuchar Ia interpretación en vivo de cualquier
que menos lo desean, jóvenes concertistas de piano que están músico y Ia fama de éste. Los ejecutantes que deben salir en
más «liberados» de sus seduccíones que los músicos rock y que gira son aquellos pocos que se benefician de esta relacíón. Nue-
sin embargo se ven atrapados dentro de Ia economia del siste- va York debería estar situada entre París y Londres según la
ma de estrellas a pesar de sus mejores esfuerzcs. fuerza operativa de este principio. De todas Ias capitales euro-
Se ha estimado que en Nueva York hay ochocientos pianis- pcas, el aspirante a pianista o violinista pasará su época más difí-
tas de música c1ásica tratando de completar sus carreras de cil en Parls tratando de hallar una buena sala donde poder
concertista; en 'la ciudad existen cinco salas de concierto que ejecutar su arte, incluso a sus expensas, tratando de o?te~er
«cuentan»: en un afio dado, de treinta a treinta y cinco de una crítica Y, fundamentalmente, tratando de atraer aI público.
los ochocientos pianistas aparecerán como solistas en estas sa- En Londres, tendrá un problema menor aunque aún Ie será
las. De estos treinta, al menos la mitad son lo bastante co- más difícil ofrecer dos conciertos anuales en una sala de Lon-
nocidos como para aparecer afio tras ano. Cerca de quince nue- dres que sea realmente importante que en las pr'incipales salas
vos pianistas logran que se Ies escuche en Nueva York cada de Hull o Leeds. Un público de 1.500 personas en Long Beach,
afio, con la sala alquilada a menudo por ellos mismos; es muy Leeds o Lyon será más diverso en términos socíeconómicos, Y el
difícil para ellos llenar incluso un pequeno auditoria corno e1 público de Nueva York, Londres o París será más homogéneo
Recital Hal1 dei Carnegie Hal1 y el pianista astuto habrádistri· en su clase y estará compuesto de «reincidentes». El sistema
buido muchas entradas gratuitas a amigos de amigos y a todo funciona de manera tal que los empresarios y los representantes
pariente ímagínable. Estas nuevos pianistas obtíenen un párrafo provinciales se orientan hacia los. ,grandes centros musi~ales. En
eu el «Times» que los describe como epromesas» o «consuma- Europa occidental (con la excepcion del sur de Alemania), corno
dos» y luego vuelven a hundirse nuevamente en la oscuridad." en Norteaméríca, la mayoría de los aspirantes a m~sicos aban-
E] joven pianista debe pasar a través de semejante aparición donan su residencia en ciudades pequenas, donde exísten nume-
en concierto; debe tener esperanza de que, en primer lugar, será rosas oportunidades de ejecutar en forma permanente fre~te a
advertido por un crítico de un periódico y, en segundo lugar, un público receptivo, por las cíudades capitale~, e!1 don~e tíenen
que Ias variaciones deI crítico sobre «promesa» y «consumado» menos oportunidades de tocar, frente a un público mas cansa-
concitarán el interés de un representante importante. Ya que do, en su arriesgada empresa de triunfo. , .
es sólo a través de un representante que el joven pianista puede La extrema dificultad en obtener el acceso a un público me-
esperar establecer contactos eu otras ciudades a fin de organi- tropolitano surge para los concertistas de piano como una con-
zar una gira de conciertos. Una gira le proporcionará un ingreso secuencia directa de la creencia en el artista como una persona-
mínimo pero, lo que es más importante, significa que puede lidad extraordinaria Y electrizante, una creencia originada en
practicar su arte en público en forma constante. Sin embargo, Ias el siglo pasado. Nuevamente, la experielll;:ia ?el pianista cO,n~­
oportunidades son esc asas. EI número de salas de concierto ha tituye una guía instructiva para. ~a expen~cIa de ot~os mUSI-
cos que trabajan en forma individual. A fmes del SI?:lO XVIII
8. Un: tratamiento más completo de este sistema puede encontrarse en Ri-
cuando el pianista perdió a su protector, o a un pequeno grupo
chard SENNBr, The Artist and the University. cDaedalUSlt (ctcão 1974). de protectores, se via obligado a transformarse en algo pareci-

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do a un empre~ario.en las capitales musicales para poder pro- recompensas deI egoísmo. Esta atracción consistía en que la mú-
gresar. Había dispombles muy pocos puestos burocráticos, como sica en manos de un gran ejecutante se volvia inmedíata, di-
II.uembros de orquestas, y la economía de división de honora- recta y presente; la música se transformaba en 'una experien-
nos para las actuaciones de los músicos de cámara hacían de da, casi una conrnoción, más que en la Iectura de una partitu-
ésta una especialidad con la que era imposible sobrevivir. ra. Esta es la noción de la música como un fenómeno inma-
E;n.esta situación, a la masa de pianistas, separada de un pa- nente.
tr'ocinio permanente en la corte o en un castillo se le hacía cada En eI sigIo actual dicha noción se ha perfeccionado de la si-
vez más difícil encontrar trabajo. En Austria esta situación es guiente manera: No existe fenómeno musical a menos que la
muy. clara ~st~dísticamente. Entre 1830 y 1870 el índice del pro- ejecución sea fenomenal. Este es el principio de ejeeución que
media de público a los recitales de piano en Viena se íncremen, se yergue detrás dei desinterés gradual de los públicos de la
t~ eu un. 35 por ciento, a,?arrotando a menudo las salas dispo- gran ciudad en el sentido de ir solamente a escuchar la música.
nibles, mrentras que. el numero de conciertos de piano decayó Este principio ejerce una enorme presión sobre la ejeeución de
abruptamente. Se estima que la proporción de músicos capaces todo solista; sus interpretaciones no significarán absolutamen-
de. ganarse el. sustento con dedicación completa a su arte se re- te nada a menos que se concilien con la categoría de «extraor-
dujo a la mítad durante estas afias. Distintos factores contrí- dinarías». Cualquier observador compasivo de jóvenes pianistas
buyeron a esta falta de trabajo pera, sobre todo el interés deI que Ies observara agonizar para ser elegidos como Wunderkinder,
público por la música cambió en el sentido de or'ientarse ahora deberá concluir finalmente que la cuestión es algo más que un
hacia aquellos :pianist~s que tenían una reputación más amplia, problema de progreso personal. RI aspecto económico de tratar
que eran celebridades mternacionales, y ello significaba habitual- de lograrIo en un juego a todo o nada se conecta con una sensa-
mente que habían sido proclamados en París, Londres y Berlín. ción de que uno no es bueno en absoluto a menos que sea muy
EI resultado. fu~ una audienci~ masíva a los conciertos y cada especial. ,
vez menos píanístas con trabajo, Es la situación contemporánea La aparición de la grabación eIectrónica de dichas actuaciones
a los pianistas en germen de Nueva York. ha extendido en cíerto modo la lógica deI sistema de estrellas
. La .v~rdadera e~encia dei nuevo código de ejecución era la de más allá de las capítales musicales. No quiero decir que sólo un
íntensífícar la desigualdad: si 500 personas son famosas, -ningu- pequefio número de solistas obtienen alguna vez la oportuni-
na 10 es, ~ de esa manera l?aTa haIlar a alguna a quien se pue- dad de grabar su repertorio, aunque ese sea el caso; la graba-
da denominar una personalidad reconocible, un hombre que se ción electrónica ha intensificado el problema a un nivel más ele-
destaca deI resto, ai menos 490 deben ser relegados a la oscuri- mental.
dado Esta no constituye un abandono benigno. Esas 490 perso- La esencía de la actuación en vivo es que uno continúa al
nas dehen ser positivamente excluidas de toda recompensa en la margen de las equivocaciones que cometa. A menos que uno ten-
misma medid:,", en que las 10 restantes son recompensadas; tanto ga una gran presencia, y una gran estima pública, detenerse en
por, su negacion como por su aprobación, unas pocas personas mitad de una pieza y volver a comenzar es un pecado imperdo-
seran entonces elevadas a la categoría de individuas reconoci- nable. Las grabaclones, sin embargo, son realizadas muy rara-
bles. mente por medio de una leetura continua a través de una pie-
EI público de las grandes capitales consideraba que veía a za. Se graban pequefias secciones, se vuelven a grabar, son co-
u~ gran hombre revelado por la grandeza de su habilidad para rregidas por los técnicos, y también por el artista, de modo que
ejecutar, y era aI hombre a quien respondían, pagaban y corte- cada grabación constituye un collage de perfectos detalles. Mu-
jaban, aI hombre a quien habían hecho famoso. EI estado de chos músicos creen que algo del poder y el enfoque que un eje-
cosas que comenzó a desarrollarse hace un siglo disminuyó el eutante gana aI tener que mantenerse en una línea continua a tra-
deseo de las gentes de escuchar música por eI mero placer de vés de la pieza se pierde por la mísma razón, pero la pérdida,
escucharla; la extraordinaria calidad dcl ejeeutante se transfor- si es que efectivamente oeurre, es idiosincrática; a un ejecu-
mó en una precondición para ir a escuchar música. La ccnduc, tante como Glenn Gould, que ahora sólo se dedica a las gra-
ta de los públicos de Viena, París y, en menor medida, Londres baciones, difícilmente se le pudiesen hacer estos cargos. EI pro-
indicó un cambio básico en su verdadera aproximación al arte blema con la grabación consiste más bien en su misma perfec-
musical, ción.
Observando la influencia que Paganini ejerció sobre músicos Mediante estos medios electrónicos se vuelve posible estable-
que poseían mejor gusto que él, sefialábamos que sus ideas acer- cer ciertos modelos para eI oyente que en la actuación en vivo
ca de la interpretación tenían una atracción que trascendía Ias solo pueden ser establecidos por muy pocos músicos. Conside-
358 359
rando que los aspectos económicos de la industria discográfica nos raro y excepcional, muy pocas personas pensarían en pa-
son incluso más estrictos que en la música viva, sólo unos po- gar precios elevados por un asiento. Del mismo modo, cuantos
cos artistas que han sido lo suficientemente buenos o afortuna- menos sean los contactos que el artista tenga con el público, más
dos para tener reputación de concertistas podrán acabar con las se transformarán sus apariciones en ocasiones especiales y ten-
grabaciones. Los mejores entre los mejores, en el estudio de drá más «atractivo», Dicho principio es aplicado por los estra-
grabación, tienen la oportunidad de producir actuaciones musi- tegas políticos cuando consideran el problema de la «sobrcex-
cales de una perfección tal que raramente puedan igualar en posición» a la que puede sucumbir un político. Finalmente, un
sus actuaciones en vivo. Por lo tanto, en las circunstancias más paralelo entre el sistema de estrellas en las artes y en la po-
casuales, en el hogar, cepillándose el cabello o resolvíendo un cru- lítica significa que la desigualdad es enfatizada mediante la com-
cigrama, su oído se acostumbra a escuchar música de un refina- binación de estos dos primeros principios. EI sistema se trans-
miento absoluto. Es una situación extraordinaria: los modelos forma en una ruleta rusa. Cualqulera fuese el poder que un po-
de la ejecución de un Paganini son reforzados sin esfuerzo al- lítico obtenga suscitando el interés sobre su personalidad, ha-
guno o conciencia de parte dei oyente de que está escuchando brá de disminuir el interés del público hacia otros políticos y así
algo anormal. En virtud dei poder de collage de la electrúni- reducir el acceso de éstos ai poder.
ca moderna, las actuaciones fenomenales son absorbidas en la En la medida en que estos dos sistemas son paralelos, en esa
rutina íntima, como parte dei acompafiamiento, De este modo, medida la seriedad eon que las gentes tomaban a las aparien-
se refuerza el sistema de la interpretación fenomenal; las gra- cias, comenzando en la década de 1840, ha alcanzado una satis-
baciones establecen exigencias adicionales en el ejecutante para facción perversa. La ciencia de la etologia de Mills, 'ia esencia de
conmover ai oyente que se ha incitado a sí rr.ísmo para asistir a la cultura dei siglo XIX, extiende una mano mortal sobre el com-
la sala de conciertos a prestar atención, a través una ejecución portamiento de la vida política dei siglo xx, que es más pode-
extraordinaria, porque el oyente se familiariza de esa manera rosa por el hecho de que la mayoría de Ias regias por las que
con un modelo imposible de concluir. un político es considerado creíble o excitante son ocultadas al
En resumen, el sistema de estrellas en las artes opera sobre conocimiento de aquellos que caen bajo su influencia.
dos principios. La máxima conceotración de beneficios es produ- EI carisma es un acto de enervación, en esto se transforma
cida por la inversión en la menor cantidad de ejecutantes; estas el «don de gracia» dentro de una cultura secular. En la vida po-
son las «estrellas», Las estrellas existen únicamente por medio lítica, estas figuras carismáticas no son ni titanes ni demo-
dei control sobre la mayoría de artistas que practican su arte. níos, ni los antiguos reyes de Weber ni el padre freudiano repri-
En la medida en que exista cierto paralelo con la política, el miendo las ingobernables pasiones de sus hijos. Ahora esel hom-
sistema político funcionará sobre tres principios. Prírnero, el po- bre pequeno el héroe para otros hombres pequenos. ÉI es una
der político entre bambalinas será más fuerte cuando los in- estrella; hábilmente empaquetado, infraexpuesto, y por eso mis-
termediarios dei poder se concentren en la promoción de unos mo tan sincero acerca de lo que siente, él gobierna sobre un
pocos políticos, más que en la construcción de una máquina o dominio en el que nada cambia demasiado hasta que no se
de una organización política. EI promotor político (corporación, transforma en una crisis insoluble.
individuo, grupo de intereses) obtiene los mismos beneficios que
eI exítoso empresario moderno; todos los esfuerzos deI promo-
tor se orientan hacia la fabricación de un «producto» que sea
distribuible, un candidato comerciable, antes que hacia la cons-
trucción y control deI propio sistema de distribución, eI parti-
do, así como los menores beneficios en las artes de ejecución
se acumulan para aquellos que controlan salas provlnciales y
para los contratistas subsidiarios. Cuando el sistema político
funciona como un sistema de estrellas, su segundo atributo con-
siste en que el máximo -poder se obtiene por medio de la li-
mitación de la exposición pública de los candidatos; o sea, cuan-
tas menos veces aparezcan frente ai público, mayor será su atrac-
tivo. Si Van Clibum actúa sucesivarnente durante cuatro no-
ches en París, sus beneficios totales pueden ser menores que si
lo hiciese una sola vez; tratándose de un acontecimíento me-

360 361
XIII. La comunldad
se vuelve lnclvlllzada

Desde los trabajos de Carnilo Sitte hace un sigla, los diseiíado-


res de la ciudad se han comprometido con la fahricación o con-
servaci6n deI territorio de la comunidad dentro de la ciudad
como un objetivo social. Sitte fue el líder de la primera genera-
ción de urbanistas que se rebeló contra la escala monumental in-
cluida en el disefio que el barón Haussmann había destinado para
Paris. Sitte fue un prerrafaelista de las ciudades, afirmando que
5610 cuando la escala y las funciones de la vida urbana retor-
nasen a la simplicidad de la última época medieval, las ,zen-
tes encontrarían la c1ase de sustento recíproco y contacto di-
recto que hace de la ciudad un media ambiente valioso. En la
actualidad rechazaríamos esta idealización de la ciudad medie-
val como una idea romântica escapista, pera es curioso el modo
en que los fundamentos de la primera concepción urbana pre-
rafaelista han llegado a dominar la moderna imaginación urba-
nista. O mejor aún, la creencia en una comunidad a pequena
escala se ha vuelto un ideal cada vez más poderoso. Consideran-
do que Sitte, o de una manera similar los visionarios de la «cíu-
dad [ardín» en Inglaterra, imaginaba a las relaciones de la co-
munidad trascendiendo dentro de una ciudad adecuadamente
diseiíada, actuahnente los diseiíadores han abandonado toda es-
peranza de proyectar adecuadamente a la ciudad como totalidad,
porque han llegado a reconocer tanto sus propios límites de co-
nocimiento como su falta de influencia política. En lugar de ello,
han preservado el trabajo a un nivel comunitario contra cuales-
quiera intereses económicos y políticos que domínan la confio
guración de toda la ciudad. La generación de Sitte concebia a
la comunidad dentro de la ciudad; en la actualidad el urbanista
concibe a la comunidad contra la ciudad,
En el capítulo X, hemos explorado cómo surgen las ideas no
territoriales de comunidad y qué influencia ejerció la cultura
de la personalidad en el sigla XIX sobre las concepciones de la
comunidad. Ahora habremos de considerar la relación entre
una personalidad colectiva, comunal y los territorios concre-
tos de la comunidad en la ciudad moderna: el vecindario, el
quartier.
La conexión entre la generación de Sítte y la nuestra es un
supuesto acerca de la impersonalidad, tal corno es experimenta•.
da en la ciudad, que hace que los contactos cara a cara parez-
can tan importantes en una comunidad territorial. Este supues-

363
to es que Ia impersonalidad constituye
~ efe~to tangible de todos los una suma, un resultado, un sistema social es manifiesto precisamente porque la crítica
mdustnal. La creencia de ue Ia peores males deI capitalismo encaja armoniosamente dentro deI sistema como totalidad y ape-
males deI capitalismo es ta::
co eu general como entre losP di
red l~persona1idad evidencia los
0:n m ante , tanto entre eI púbh-
nas Ie provoca dano alguno. En este caso, la celebración de la
comunidad territorial contra los males dei urbanismo imperao-
la' lsenadores urba nal y capitalista se adapta con suma comodidad dentro del vas-
pena c.ons1derar eu cierto detalle di h ~OS, que merece
duce hac~a ~n fin extravagante. a IC a nocíõn ya que con- to sistema porque conduce a una lógica de deíensa local contra
EI capItalIsmo industrial todos I el mundo exterior más que a un desafío de los manejos de dí-
bre en acción del trabajn que li o sabemos, divorcia aI hom- cho mundo.
P roPIO " t ra b ajo
. sino que má birea iza ya que él no controla su Cuando una comunidad «se enfrenta» al Ayuntamiento en
dos lo sabemos el problem ~ ~n debe venderia. Por tanto to- estos términos, lucha para que se la deje sola, para que se Ia
sociación, llam~da indisti"nat un amental del capitalismo es l~ di~ exceptúe o proteja deI proceso político más que para cambiar
té t ' , amente alienació . id el proceso político mismo. Y esta es la razón por la que Ia ló-
ec ica, etcetera; la separación la . . . n, actívi ad no ca-
Ias imágenes rectoras qu ' divisíón y el aislamiento son gica emocional de la comunidad, comenzando como una forma
e expresan este m I T d " v
de resistencia frente a los males del capitalismo moderno, ter-
que establezca una distancia ent 1 a . o a sttuación
reforzar las fuerzas capij I" t re as .gentes debe por lo tanto mina en una especie extravagante de retirada despolitizada; eI
di. rec t amente un resultado de a Is as d e dlsociac·' sistema permanece intacto, pero tal vez consigamos que deje in-
eIlas La . ~on, cuando no cs
cído puede modularse aparent . propra Idea de lo descono- tocado nuestro trozo de césped.
blema deI capitalismo: en la e~~nte, como una forma deI pro- Pero, podría argumentarse, usted es demasiado idealista: la
tra distante de su trabajo esr;:e dI. ~ en que el hombre se encuen- mera supervivencia en un mundo cruel ya es una virtud. Si las
muchedumbre sería un eiemp~o ~áa~te de sus compafieros. Una gentes razonablemente no pueden hacer más que defender sus
malas porque Ias gentes no s SlCO: Ias muchedumbres son comunidades locales, entonces lpor qué criticar esta sítuación,
produce esta modulación _ e c~~ocen entre ~í. Una vez que se especialmente cuando el público de esa vasta ciudad es tan va-
nos emocionales cuando no ~nP la ee una ,c~nslstencia en térmi- cío y tan inhabitable? L9 que pretendo hacer en las pr6ximas
perar lo desconocido, eI eliminar rura .logIca-:- entonces el su- págiIlases mostrar que no tenemos otra oportunidad queTa
tes parece ser cuestión de as dIferencIas entre las gen- de tratar dê volver habitable dicho.. mundo; la raz6n reside
sica deI capitalismo Para elí superar parte de Ia enfermedad bá- eri que, dados los términos de personalidad que se han desa-
t . lmmar este descono' . rrollado .,cpel período moderno, la experiencia deIas persona-
gen ~s, uno trata de volver íntima 1 cnmento entre las
rtencía humana o sea que un t y ocal la escala de la expe- lidades de otras personas dentro de un territorio comunal Inti- -,
algo moraImente , o ransforma el te lt . I . mo es en sí misma un proceso destructivoi La comunidad mo-
sagrado Es I I ., rn orro ocal en
Abora bíen, lo que se ·ierde a ce. ebración dei ghetto, derna parece estar por la fraternidad en un mundo hostil, muer-
es la nodón de que las pgente Precisamente en esta celebración to; en realidad se trata con demasiada frecuencia de una expe-
de encuentro con lo desconoc·; c~ecen solo mediante pr'ocesos riencia fratricida. Además, estos términos de personalidad que
son extraüos pueden alterar lla~' idas cosas .~ las personas que rigen las relaciones cara a cara en una comunidad probable-
des recibidas; el terreno desco .deas . farnilfares y las verda, mente reduzcan el deseo de las gentes de experimentar aque-
tiva en la vida de un ser h no~ o slr~e a una fundón posí- lIos sobresaltos que podrían producirse en un terreno menos Ia-
de acostumbrar aI ser h::::::' a funclón.a la que sirva es Ia miliar. Estos sobresaltos son necesaríos para el ser humano a
ghetto, particularmente aI ghetto dcorrer nesgo~. EI. amor aI fin de proveerle de ese sentido de experimentación sobre sus
persona la oportunidad de . e clase medIa, mega a la propias creencias que debe tener toda persona civilizada. La
.
rrcncra, . y de ennquecer sus perce . destrucción de una ciudad de ghettos es tanto una necesidad
aprender la má I· pciones, su expe-
manas, Iaa capacldad
cana.-í s vanosa
de cuestiona 1 de todas
" 1as ]ecciones
" hu- política como psicológica.
su vida. r as condiciones establecidas de Tal vez hago un planteamiento demasiado vehemente de esta
N~turalmente, el sistema capitalist di . cuestión porque, durante la última década, yo y muchos otros es-
t~abaJo. Pero es importante considera aI ISOCla aI hombre de su critores de la Nueva Izquierda creíamos err6neamente que la
SIstema, como cualquier otro controla os :n;odos en los que este reconstrucción de la comunidad local constituía el punto de parti-
ll?s ql}e son sus defensores ~ino ue I" no s?~O las i?eas de aque- da para la reconstrucción política dela gran sociedad. La nues-
gm<:\c;.~2n .de_aquellos que ..se" rebe~ tamblen COllJ!.gy:rª Jª--l~ª;.-­ tra podría baberse denominado como «falacia experimental»:
maslada frecuencia, lo que -es« .~a.Sl!SrnªI~s.. ~:Con de- si en la experiencia directa se producían cambios radicales en
mam lestamente equivocado» de la creencia y eo la conducta, entonces las gentes alteradas de
364
3'5
dicha manera colectivizarían gradualmente esta experiencia tra-
vfrsió; ;nu:-arf~:;n~ :i I~s necesidades funcionales dei área lo-
yendo la luz y el cambio para los demás, ld d onocida no son prácticas eu su em-
p e?" o ambian hlstóricamente, el espacio no p~ede respon-
Eu la aetualidad, el earáeter proteetor y de clase elevada de
esta creencía en el cambio tanto intrapersonal como interper-'
sonal es dolorosamente claro. Incluso si la idea de construir una ~~~~a~o cpuede ser utilizado para su ProPOSlt~ ~~gm~~~ 0di~~c'::l:
comunidad compartiendo íntimamente nuevas formas de expe- donado o destruido l:em~!Ura~el~~:;:~~;~~le~ este aspec-
riencia hubiese sido iniciada por los oprimidos o sustentada tades que presenta rasi .ta 50 dimensión más amplia que la

~~ ::~~:\';'~~i~~:r;:i~~~JF~~~o:,e~~:n:,,::'e~~~c~e:~~o'q~~
por ellos, ereo que los resultados hubiesen llegado ai mismo
fino Ya que 10 errôneo acerca de la noción de cons truir Una co-
munidad en contra dei mundo es que supone que los propios lo que SlgD1 ica un ue cada clase y raza traba-
términos de la experiencia íntima. permitirían verdaderamente viva cada c1ase, cada raza, Jar~ : a una integración racial o
que Ias gentes creasen una nueva clase de sociabilidad, basada [en, para los intentos dque . ,euoe en el ocío: el desplazamien-
en compartir sus sentimientos.
de clalse" ya ~~a ~~b:nu~::~~ormarse eu la~ verdadera~ expe-
to y a mvasron ex eriencia de acontecírmento
riencias impli~adas en la ~upu;staada~ habrán de tener éxito al-
intergrupal. SI t~les me~~da:de~~onde se practica la segregación
Barricadas construidas alredeâor de una comunidad
guna vez en aque as SOCI tión abierta; el punto es que un
La gran sociedad, de la cuaí forman una parte inconsciente racial urbano
mapa o clasista,
de es ~a cuesparf 1CuIa r es y espacios particulares
funciones
los organizadores de la comunidad radical, ha enfocado su aten-
ción sobre la vida en una comunidad en pequena escala, de empeora dic.hos. problen;as.. d d ha decretado un fin práctico
dos maneras. Lo ha hecho, en primera instancia, prácticamente La atomízacíón de a ClU ~tal dei espacio público: la su-
para ~n. ,~~~~~e~ci~:m~territorio particular, que. origina
y, en segunda instancia, ideológicamente.
En eI siglo pasado, las ideas del bar6n Haussmann acerca de perpOS1C10 . . bre ese terreno EI urbamsta nor-
la propiedad inmueble se basaban en Ia homogeneización. Los complejidades de experiencia so lbíó na vez que el esfuerzo
nuevos distritos en la ciudad debían ser de una sola cIase y en teamericano Howard Saalmo?- .e~cn I 'ou fio al escenario urbano
la antigua ciudad central IQ§Jt~qs y los pobres debían ser. aísla- planificador que Haussma~~ ~C1~: t~abajo de nutrición infan-
dos gtre sí, Este fue el principió--de--ra- «funcíon particular» moda!" la trama de necesi a es .' I a casa
deI desãiTõtlcrUfbãho. Cada espacio dentro de-da- citiãaãC1im~
pIe una función especial y la propía ciudad es atomizada. En
'sociabilidai:ul~
til, de y :i: e~~~:~r: ;:~~~sa~naa l:~ ~iendas
particular y alre r .ed . t ial en las que las tíendas, las
los suburbios norteamericanos de cIase media en la década de urbanas de la época prem us ~an localizados en el mismo edi-
1950, la planificación en términos de la función particular al- oficinas y los apartamento:. ~stal nza a los términos de la gran
canzó su expresi6n extrema; las casas eran construidas en gru- fício, pero la c~nsura :~ l~e~d:dc~e la funci6n en ella y de ese
pos numerosos y con el área de servicios para las familias que ciudad. Destruir la m rp 1C1 acio no uedan cambiar
habitaban en ellas situado en algún otro lugar: un «centro co- modo establecer que los ,?SOS deI ~sp I ólo e~ términos de la
munítarío», un «parque educacional», un centro comercial, una cuando cambien sus usuarios, es racíona s
«ciudad» sanitaría, Los proyectistas en gran escala en el resto
inversi6n ini~ia~. ebe ser estimado en esta destruo-
del mundo fueron muy rápidos en burIarse de la vacuidad, la
falta de gusto y demás características de estos sistemas su- ció~a~~i~:~~~\~";,~~~~~ee~u:I~nfasis paradó!ico.ó~~~~:ac~::;
burbanos y, al mismo tiempo, han procedido alegremente a cons- la· cOJI;l~i~d. Porque incluso cum:~~ la ~~~r;::a~~servar el juego
truir de Ia misma manera. Tomemos emplazamientos tan dis- vuelve di~cll, por e6e~~I~i arJ:::'o ti~mpo. esta misma elimina-
tintos como los de la nueva ciudad de Brasilía en Brasil, Levit- deió susd mnos tra gran
a]
piertay una necesiíd a d de contacto humano. En ,los
C1 n ~s 1
town en Pennsylvania y el Euston Center en Londres y halIare-
. Q& esta necesidad se satisface recurrien-
mos los resultados de una planificación en la que el espacio úni- subur:lnQs nq!:t~ª-IU~ 't . ., eon el pretexto de comprome-
co y la función única constituyen el principio operativo. En do a asociacíones de vo }ID ancfs. buscar una experiencia particu-
Brasília es edificio por edificio, en Levittown es zona por ZOna y terse en una tare.a comun ~ o~unidad de restaiíar las heridas
en el Euston Center es nivel horizontal por nivel horizontal. lar, las gentes .t1en~n l~or~os planificadores de sus comunida-
Aunque estas ideas de planificaci6n puedan ser redituables
~ogr~~a~oo;::~~~~ae~~e aquellas personas que les dicen a I~.~
aI ponerlas en práctica -ya que bay una única y coherente in-
366
in:~stigadOres que son religiosas, se encuentra una gran ean 1
367
.' da I si lo XIX Los trabajos de Lyn Lo-
dad que pertenece a iglesias suburbanas; de este modo, cuando aisIamie~to. on~~~a:~aeu ex~Iorad~ en todo detalle, por ej~m-
termina el boom de los nífios inmediatamente posterior a la
Segunda Guerra Mundial, muchos de los padres que hoy tienen
flp:dl~s ~:'7es por los cuales los extraiios_ eu ,lads, ~allesdeatcl~~
, b, I demás pequenos m IClOS
hijos adultos continúan perteneciendo a las asociaciones de pa-
dres y maestros. A lo largo de las últimas dos décadas se ha
=~s q~~O~~j~~Oa~ aa~a~ ;:rsona aisIada aI mism~ tíernpo: u"s~
desarrollado entre los urbanistas un largo e infructuoso debate ted baja Ia vista en lugar de fijarla eu uu, extrt~~os~o~c:n~~;
sobre si los suburbíos son comunidades «reates» o no; lo im- forma de asegurarle que usted está a sa~v~, ~~ino de los de-
portante es que en definitiva dicho problema haya surgido, que mete eu el dbaIlet pe~~~~r~~ep~~:t~~: se~d~ recta P?r donde
la comunidad se haya transformado en un problema en las men- más, de IDO o que c t fio usted cormenza por
tes de las gentes. Puesto que los términos del desarrollo urbano desplazarse; si debe h~blar co~ u~ae~~:de'ser observada inclu-
moderno que hacen que la comunidad entre en contacto consigo
mlsmacparecen constituir una respuesta a la muerte social de
:s~~P~~S%:~~~~~br:~ar~;:sa~sque asísten a un evento de-
la ciudadv Estos modelos de desarrollo urbano no han desperta- portivo o a reuniones políticas. od . , genes de la muche-
do un deseo de rehacer Ia ciudad misma según una nueva íma- Pero en otro serrtido, las m ernas rma . e
, díd de tal manera eI temor del stglc XIX qu
gen: «alternativas» -esto es, vuelo-> es la respuesta. dumbre , han exter; I, o, b olutamente nuevo de habérselas con,
A partir de la historia de la vida pública en el siglo XIX sa- ha surgido un p~lncIPlO ~e~umbres. Es el que se refiere a que
bemos que el declive en este dominio fue equiparado por medio y considerar a as, muc I que se expresan más espon-
de un crecimiento doloroso y contradíctorio en los términos de la muchedumbre es la f orma en a b . I muchedum-
su número opuesto: la esfera psicológica. Las fuerzas que oca- táneamente l~s pasiones má~.;:~~~sdd:\~O~o~~a, aEsta ímagen
síonaron el declive de una, estímularcn el surgimiento de la bre es eI animal humano I tener un explícito carácter de
otra, Los intentos destinados a crear la comunidad en las cíu- de Ia muchedumbre ha llegador:san activameute sus sentimien-
dades son intentos de transformar valores psicológicos en rcla- clase: aqueIlas gentes que exp ,deradas habitualmente como
ciones socíales. La verdadera importancia de aquello que el de-
sequilíbrio de Ia vida impersonal y psicológica ha ocasionado en ~sL~':n~~n~~~~~~:'~~~a:o~a~~~:~,:;o~~~rr~d~~'::~F:;:~r~s~~
las relaciones de la comunidad reside, por 10 tanto, más allá deI inadaptados. , E~ Io~ d~~~~rb~~~~ en los disturbios urbanos que
hecho de que la búsqueda de una vida comunitaria se haya vuel- nes de l':l déca a e s ~iudades norteamericanas en la mjsma
'I to compulsiva; reside tambíén en Ias expectativas que las gentes se produjeron eu alguna d u público describían a los
albergan en el deseo que tienen por las relaciones cara a cara década, la pr~nsa conserlva ~~~r~s s«maIos» como incitando los
estrechas y abier-tas con otras gentes y en el mismo terrítorío. «malos» estudiantes Y a os a uellos eran en el pr'irner
La gran socíedad ha conformado estas expectativas -tanto-de sentimiento~ d~ ;ap~~~~=~u~~r:Fi~ar~» «estudiau'tes que per'te-
un modo ideológico como práctico. Lo ha realizado merced a caso y segun a , di t destruidos» Y en eI segundo caso,
las imágenes de las muchedumbres. Porque estas imágenes han necían a hogares m igen es ° .' ás que va-
llegado a diferenciarse de las Imágenes de comunidad en las según opíníón de~ ento;~~sI~i~~~~~l~~n~:li~~~~~a~~o y el pe-
mentes de las personas; en realidad, comunidad y muchedumbre gabundos borrac os». clamorosa se habían unido; pero esta
parecen ser ahora antitéticas. EI hombre burgués en la muche- lígro de la ~u~edumb~abrá de explicar el temor a los senti-
dumbre desarrollaba en el siglo pasado un escudo de silencio a rnisrna conjuncr n no desatados que parecen transformar a Ia
su alrededor. Lo hacía por temor. Este temor era, en cierta me- míentos espontaneos Las entes respetabIes que ex-
dida, una cuestión de clase, pero no se trataba solamente de 'muchedumbre en un mo~~ro, en tlnniuos raciales solamente
eso, Una ansiedad más diferenciada por no saber qué esperar, teriorizan este temor no ~los ue se muestran más espon-
por ser violado en público, Ie llevó a tratar de aisIarse a través xr
acerca de Jo~ pob~es negro~ despirtar de los tumultos norte-
táneos: los IDvestIgadores e udo entes que criticaban a la
dei silencio cuando se hallaba en este medio público. A diferen-
cia de su contraparte del ancien régime, quien tambíén conocía americanos en~oftra:~~e~ ::~nsola~o comentario de que c.u~l-
Ia ansíedad que producía la vida de la muchedumbre, no trato chusma Y cone u an rol. cuando se hallaba en Ia muche-
de controlar y ordenar su sociabilidad en público; antes blen, quiera..podía perder e\ cont chedumbre aparece como una causa
trató de eliminarIa de modo que cl burgués en la caI1e se en- -dumbré," En este caso~ admu, eI medío en eI cual una
contraba entre la muchedumbre pera no formaba parte de ella. de viciosa espontanelda a~l C?IDO
La fantasía de las muchedumbres que prevalece en Ia actua- clase v~ciosa se eXfPr~dsa a I~s ~i~:~~S sociaIes ofrece momentos
lidad no es de ninguna manera una extensión de esta idea de La l1teratura re en a a
369
368
HCS 151.24
de este temor a la violencia espontânea de la muchedumbre, donde las gentes se muestren libres v a~iertas enire sí? rt!?S~:~~
ejemplificados con mayor profundidad que el sentímiento po- tamente esta contradicción la que ongm~d lOds r~de:~: :~leS eU
1 en la vida de la comum a m: _ ,
pular, pero aún dentro de la misma órbita. La propia disciplina que se cump e n . simultáneamente :mostrarse abíertas
de la psicologia social nos refiere retrospectivamente aI trabajo de los quel~s ~entes mtte~t~os El resultado de esta contradicclón ,
Gustave Le Bon, quien aí comíenzo deI presente siglo estudió con los demas ycon _ ~o a - -'. id d local aparen-
las transformaciones que las muchedumbres causaban supuesta- es que la exp~rie~~iã ddee flraat~:d:~ l~e~~:~~ ~n media hostil,
mente en los sentimientos individuaIes haciendo un monstruo temente un eJerCIClO .' . . .
de un honesto y ordinario ciudadano, como su primer ejemplo se vuelve eon frecuencia un ejercicio frat:lcl~a.. di-
EI fratricídio posee dos significados. Significa, p,nrnSera Yela n
sobre corno la «psícología» de un ser humano dependia deI he- 1 h rmanos se entrentan entre SI. e rev
cho de ser considerado como una criatura singular o como parte rect,am~nte, quuneososa ~tros tienen expectativas recíprocas basa-
de un grupo social. La muchedumbre Iiberaba la violencia espon- a SI m l s m o S ' d este moda
tánca en sus integrantes, violencia que ninguno de ellos exhibía das en dichas autorrevelaciones
a
r
comumdad"
se encuentran 1 e. el mundo
somos rea es:
en su relacíon ordlnaría con las demás personas. Le Bon no los defectos. S omo~ un ., 'd uiénes somos; por lo
establecíó ningún postulado científico para su visión, pero sí lo exteriohr no ros qS:~l~~C:l~~tru~~~~~oc:d~ nos ha falIado; por
hizo un grupo de investigadores que trabajaba con animales y tanto, ay a go llo Estos procesos re-
que tenta un punto de vista similar al de Le Bon. Estos inves- 10 tanto, no tendrl~dmods e~a~iS:~ ~~;m~nd: r~velación, desilusíón
tigadores, trabajando con ratas, afirman que en éstas se induce presentan en rea 1 a
una «depresión de comportamiento» cuandc se haIlan amonto- y aislamiento. . d .d d comenzó a escucharse en
nadas en el laboratorío. Las ratas, prcsuntamente, se vuelven Cuando este r-itmo e comum a 1 Los con-
terriblemente viciosas y cada una defiende su territorio contra el siglo pasado aún parecia hallarse l:~ ~~~h::a~n::b~~das para
todo el que Ilega; el amontonamíento, se supone, induce una ílictos derivados del caso ,Dreyfulas'l'ZqUl'erda radical todavía es-
especie de furor psicótico. Estas afinnaciones científicas resultan .
determmar q
uién pertenecla
.
ad '.
randes íntereses en juego. a
L
ser un poco miserables, ya sea que uno crea o no que la con- taban regidos por uo. sentido c: g h ft habrá de ímpulsar este
ducta humana puede ser inferida de la conducta de otros ani-
males. A pesar de mostrarse psicóticas durante el día, las ratas ~~~~~ ~etr~:s';;'e~~~l~i~;;~~Eú~;~;;i~~ ~~d:lV~~l:~a~~~~l.
apifiadas, como cualesquiera otras ratas, duermen tan acurru- en sus térmmos. Esc eS o q t to en uDa retirada emocioe
cadas como les es posible al Ilegar la noche; las ratas extravia- La comunida~ sde :ac~:~s~~r~~~oba~~icada territorial dentro de;
das que no pueden arr-imarse, son ínsomnes. Pocos entre los nal .de la SOCle a . _.-- t psique Y socie. d a d ha cobrado un en-
demás animales responden aI apifiamiento del mismo modo; las la cíudad. La-geerra en re , reem laza ai antiguo
ratas enjauladas no respondeu a éste -ya que todo lo que foque verdadera~~n~e g:01rafic~d~~~a~~tre público y privado.
saben es que el encierro es permanente- de la misma manera enfoque del" eqUlhb-:lO e ~ co comunal versus lo urbano;
en que lo hacen aqueIlas ratas que se haIlan en sus propios Esta n.uev.a geografl~ ~onsttlt~~~d~O versus el territorio del vacío
habitats. EI aspecto importante de esta teoria «científica» refe- el rerrttorro dei sentírmen o
rida aI apiüamiento no lo constituyen sus defectos, sino los su- impersonal.
puestos culturales que llevaron a los investigadores implicados
en este estudio a expandir una situación muy peculiar hacia una Barricadas construidas desde el interior
metáfora generalizada con respecto a los males psicológicos de
la muchedumbre. Lo que se afirma irnplfcitamente es que sólo jemplifica esta retirada
mantienen el orden un espacio simple y claramente demarcado y Es instructivo recordar un caso q';lede. donde inicialmente
d exterior en un vecm ano
el contacto entre muy pocos individuos. desde e1 muo o . e semejante proceso. Tengo eo
Las imágenes modernas referidas a Ias muchedumbres tienen nadie deseaba que se produ~es u~va York muy poco cono-
consecuencias para las ideas modernas relacionadas con la co- mente la disputa d~ ~o~est H~ll~n:e~amente disociadora dentro
munídad, En el medio ambiente más simplificado existirá el ar- cida fucra de la cru a per. ru o comunitario había co-
deu porque los individuas conocen a los otros individuas y cada de ella. Ya que en Forest I!-lllsX~l~srva~ente objetivos políticos
uno conoce su lugar territorial. Sus vecinos sabrán si usted tiene brado forma para perseguIr ~acia el interior de un refugio ce-
un violento acceso de furta, mientras que eu una muchedumbre y evoluciOI;ó J?aulatl~:~~;::sacciones psicológicas entre las gen-
nadie le conoce. En otras palabras, la comunidadcumple una rrado en SI mls~o. I' on más importantes que el hecho
fundón de vigílancía. Peru i cómo puede ser también un lugar tes de la comumdad se vo VIer
371
370
de desafiar los procedimientos operativos de la ciudad. En cierto
modo, el caso de Forest Hills tiene una relación directa con el cialmente importante. No somos racistas fanáticos. ~si~~ían
caso Dreyfus; puesto que en ambos la comunidad se conformo ellos: Ias familias de los barrios pobres ti~~en una alta mc~ : :
gradualmente alrededor de una personalidad colectiva cuyo cui- cia en eI crimen; tememos por nuestros híjos; nuestro vecm
dado Y JlÜmentación se volvió la preocupación principal de las rio será destruido físicamente. F t
gentes Ifentro de la comunidad. Pera esta moderna lucha comu- Cuanto más ínteresados se mostraban los habitantes de OI'f'-S'
nal muestra también los efectos acumulativos de la atomización Hills más se acercaban a Ia ejecución deI proyecto tanto la ma-
de la ciudad. uin~ria de la ciudad que trataba con la consulta de .ta .comu-
Forest HilIs es una zona de clase media, en su maycr parte q·dad como la audiencia de Ia Junta de Presupuesto, índíferen-
constituida por familias judías, deI municipio de Queens que se ~~s a las quejas de los residentes. Finalmente. se compIetaran
via amenazada hace algunos aftas por la afluencia de familias todas las formalidades legales y comenzó la construccíón, Lo~
negras a través de un proyecta habitacional destinado a ser cons- residentes apelaron entonces aI único recurso que ~bían. olví-
truido en dicha área. Gradas a un diario llevado por un funcio- d d . los medias de comunicación. Organizaron mamfesta~lOnes
naria de Ia ciudad, Mario Cuomo, durante el transcurso de la d: ~~opaganda: los residêntes persiguieron ai. alcaide Lmdsay
disputa sobre este proyecto, es posible seguir paso a paso la res- incluso hasta Florida, donde se encontraba reaIIz~do una caro-
puesta que ofrecieron los ciudadanos a este acontecimiento. La afia para Ia nominación presidencial por el Partido Demócrata,
historia de la disputa de Forest Hills comenzõ en una comunidad haciendo signos hostiles en sus mít.i~es y siguiéndoIe de cerca
próxima, Coronã. Hacia mediados de la década de 1960, este en presencia de las cámaras de televísíôn. . C
vecindario de clase media italiana sostuvo una agría lucha con Esta campaiía publicitaria atemorizó al Ayuntannento. . uan-
la ciudad, primero para impedir la realización de un proyecta do eI conflicto entre Ia ciudad y el vecindario se to~ó crecíente-
de viviendas de renta limitada y posteriormente para reducir mente complicado, el alcaide Lindsay asignó a Mano. c;uomo el
progresivamente el tamaüo de una escuela que la ciudad había rol de investigador y juez independiente. Cuo~o decidíõ pon~r
propuesto, Por fin, los residentes de Corona, teniendo a Cuomo or escrito tan precisamente como le fuese posible todo aque o
en calidad de abogado, obligaron a la ciudad a abandonar sus
planes orlgínales,
~ue las gentes decían y cómo se comportaban; esta crómf' ~
vez sea más valiosa por~ue es directa: in0c;nte de cua qwer
Las gentes de Forest Hills se mantuvieron totalmente aparta. teoría acerca de lo que aIh estaba ocurnendo.
das de esta lucha. «Eso», las pobres gentes de coíor y su cultu- Lo que Ie ocurrió a Cuomo fue, de aIguna manera, algo muy
ra, no era probable que les ocurriese a ellos, Eran asimismo una . pIe 1U observaba conversaba y discutia; redactó un acta de
comunidad de electores liberales y bien educados, Ia clase de ~~%pr~miso favorabl~ a Forest Hills. RI compromiso fue acepta-
ciudadanos que había observado con buenos ojos el movimiento do a regaiíadientes por el alcaide y luego por el grupo gube~a.
por los derechos civiles. Entonces «eSQ» golpeó tarnbién a Forest mental responsable, Ia Junta de Presupuesto. ~ero estas e-
Hills: un proyecto de la ciudad que emplazarfa 840 víviendas de neficios práctícos, para esa época. h~bian dejado de tener
renta limitada en tres torres de veinticuatro plantas en media im ortancia para la comunidad. Del rmsmo modo e~ que los
de este área de hogares privados y pequefíos edificios de aparta- co:tendores deI caso Dreyfus pasaron dei drama. político aI con-
mentos. flicto en nombre de la comunidad, Ias gen~es 1?volu~radas en
Abora la clase media judia se enfrentaba a aquello que los esta disputa racial-cIasista pasaron ese limIte; mmediatamente
italianos habían tenido que enfrentar. Las audiencias legaIes de después de esa transición, los resultados ~bt~mdos merced a lo~
la ciudad eran farsas; en una de ellas, por ejemplo, un miembro canales políticos nonnales carecfan de significado. L~ co~um­
deI tribunàI que se encontraba ausente envió a un subordinado dad se transformo en Ia defensora implacabIe de. I~ ~ntegndad
para que emitiera su voto y leyese una declaración que resumia de cada WlO de sus miembros. Hacían valer su legitímidad desa-
sus «reacciones» frente a los problemas que Ia comunidad había fiando a los políticos y a la burocracia, y no soste~ie~do el h~ho
provocado. Como si se tratasc de un ejercicio de omnisciencia d I comunidad tenía derechos legalmente ínvíolables smo
dicha conducta convenció a los habitantes de Forest Hills, tal a~ttiau:doacomo si sóIo las gentes de la com~d~d, los JU?Íos de
como previamente lo había hecho COn los de Carona. de que tan- Forest Hills, supiesen lo que significa el sufrímíento; umcamen-
to a los políticos como a sus comisiones no Ies importaba lo
que pensaran los habitantes de los vecindarios afectados.
Para las gentes de Forest Hills, el reconocimiento por parte 9 Ahora en forma de publicaci6o: Mario CUO~O, Forest HiI1s Diaryy ~~
u ·refacio de Jimmy Breslin y un epílogo de Richard Senn~ (Nueva ar.
de la ciudad de que ellos tenían legítimas objeciones era espe- n dPom H ouse, 1974) . EI análisis que sigue es una reelaboraciôn deI epílogo
Ran
aparecido en ese libra.
372
373
te los residentes en la comunidad podían juzgar el valor moral una convicci6n feroz, no quiere significar eso. «EI planteamiento
deI suministro de viviendas públicas; la resistencia ofrecida a Ia había sido urdido cuidadosamente -sefíala Cuomo-. Birbach iba
comunidad era inmoral y probablemente antisemítica. a comenzar adaptando una postura de fuerza.» 11
EI estigma asignado a aquellos enrolados en Ia Iucha tenía El 14 de septiembre Cuomo registra la forma en que funcio-
fuertes .orígenes de cIase sumados a los raciales. Por lo tanto, na el ardid de la «índuccíón». Un grupo de la comunidad había
en Ia cíudad de Nueva York eI proyecto habitacional de Forest llevado un mensaje al alcaIde en el sentido de que aceptarían
Hills movió a muy pocas personas de Ia comunidad negra en su un arreglo en la disputa si el alcaIde se comprometia a ello pri-
favor, ya que muchos negros de cIase media mostraban muy po- mero; el grupo de la comunidad actuaría luego de forma dísi-
cos deseos de t.ener como vecino a familias conflictivas. EI gru- mulada sobre los demás miembros de un consejo donde el al-
po de Forest HI11s estaba enterado de esta situación y ocasionaI- caIde ocupase un cargo, para que votasen contra el arregIo. De
ment. aprovechaba la antipatia que Ia c1ase trabajadora negra este modo, el alcaIde sería obligado con engafios a apoyar algo
experimentaba por aquellos en conflicto para apoyar su propia que nadie más apoyaba; aparecería aislado y extremo y sería hu-
causa. Pero aquellos que apoyaban activamente eI proyecto -en millado. «Se trataba -concIuye Cuomo- de un caso clásico de
su mayoría negros de clase alta y bIancos- lo hacían de ma. fraude inducido, pero en aquel entonces casi todos aquellos com-
nera tal que refon;ab~~ Ia ira que la comunidad había experi- prometidos activamente en el [uego político parecían consíde-
:rt;Lentado en un prmcrpro contra Ias farsas deI gobierno de Ia rar a esa clase de táctica como permisible, cuando no de rigueur.»
cíudad,
Luego Cuomo reflexiona sobre lo que acaba de decir: «Esa clase
EI 14 de junio de 1972 Cuomo, escuchando a un portavoz de de sofisticación es descorazonadora pero cada vez parece más
Ia coalición de grupos ciudadanos que apoyaban el proyecto, ingenuo creer que podría existir otro modo.» 12
anotaba: «En su mayor parte q.o son residentes de Ia comunídad Si el juego fuese sólo una cuestión de fraudes y enganos, un
y no ~e encuerrtran directamerlre afectados... para estos grupos observador podría concluir muy bien que hacía ya mucho tíem-
es f~cll .operar desde aItos "preceptos de principio mor-al".» Los po que el investigador había perdido su ingenuidad. EI fraude
partídarios parecían ser gentes que podían establecer juicíos y la decepción son armas clásicas en el arsenal político. Cíerta-
morales sm tener que sufrir la experiencia de los intrusos de mente, una teoría contemporânea referida a la estructura urbana
cla~e inferior; ~od~ lo que digan debe ser falso porque esta re- y anticipada por el científico político Norton Long sostiene que
Iación de apar;tencla con. Ia realidad es, obviamente, un fraude. sin esos juegos la fábrica de la ciudad se derrumbaría. En su
F:n consecuencta, la ~ufnente comunidad llegó a considerarse a libro The City as an Ecology of Carnes Norton Long escribe:
s~ ?,usma como. un,a ísla de moralidad. Aquello que Cuomo per- «Los juegos y sus jugadores concuerdan eo sus búsquedas parti-
cIbIa, entre los JUdlOS de Forest HilIs, el observador de París en culares a fin de producir resultados en conjunto; el sistema te-
la decada de 1890 lo observó entre los antisemitas Como Dru- rritorial es fomentado y ordenado.» Con esto Long no quiere de-
mont: el mundo está ciego Y corrupto, sólo importamos no- cir que los jugadores como Birbach sean conscientes de que sus
sotros.w fraudes producen el bien; el egoísmo, como escribiera Hobbes
Sin embargo, en los estadios tempranos deI conflicto senti- una vez, impide que los hombres vean aqueIlo que se halla más
mie~tos .tales c~mo «nadie nos comprende» eran con fre~uencia alIá de sus deseos personales. EI concepto de Long con respecto
apaneD;clas manípuladas, exageradas voluntariamente. Puesto que a la ecología de los juegos afirma que lo que estas tácticas in-
aI ~o~Illenzo la~ gentes en la comunidad estaban pensando en un formales producen es un equilibrio de poder en la ciudad. Long
obJetIv~ e~pecl~~o: cómo concluir eI proyecto. Desempenaron un concibe a Ia ciudad como un estado de conflicto originado por
rol de índignacíón moral para obtener de Ia ciudad concesiones medio del conflicto; este concepto de la ciudad se asemeja a la
específicas. visi6n que tenía Locke de la socíedad__en.cgeneral.c.Los..habítan-
. Por ejernplo, e! 12 de julio de 1972 Cuomo mantuvo una reu- tes de la -ciudad,dice Long.,__«son racionales dentro de áreas li-
m6n con Jerry Bírbach, uno de los líderes de Forest Hills; Bír- mitadas y, en la búsqueda de los fines de estas áreas, Iogran
ba~h Ie anuncio que, a menos que se cambiase el proyecto para fines socialmente funcíonalese.P
sattsfacer sus. demandas: él vende::ía su propia casa a un negro Las teorias de esta índole intentan definir el juego de roles
y Iuego organizaría un exodo maSIVO de blancos «denígrando en
su es.teIa a toda Ia comunldad». i Se mostr6 Cuomo horrorizado?
De nmguna manera, ya que éI sabe que Birbach, que habla con 11. Ibid., pp. 103 S5.
12. Ibid., pp. 128-129.
13. Norton LONG, The Local Community as an Ecology oi Games, en Edward
10. lbid., p. 61. BANFIELD, ed., Urban Government (Rev. ed.; Nueva York: Free Presa, 1969), p. 469.

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dentro de una comunidad en reIación a Ios-poderes-que-están fue- . más a considerar a esta exhibición como una especie de comu-
ra de ella. Las actitudes morales, las máscaras de intrasigencia nión entre elIos. Compartir Ia ira se transformó en una forma
y situaciones similares son ajustadas para acomodarse aI modo de lenguaje dentro de Ia comunidad y cualquíera que no com-
en que la comunidad ha logrado sus fines en el mundo. Sin partiese este sentimiento era considerado sospechoso.
embargo, lo que es peculiar acerca de los roles de la comunidad Un anticipo de esta situación le llegó a Cuomo a través de
moderna es que las máscaras, que aparentemente constítuyen los Gordons y los Stern, dos parejas que acudien:>n a verle el .
sólo los medias para acceder al poder, se transforman en un fin 13 de junio. Gordon era un maestro de escuela retirado Y venía
en si mísmas. La razõn reside en que las gentes, por medio de preparado con una colección comple~a de apuntes de c!a.se. «Tra-
los propíos términos de personalidad que han !legado a gober- taba de mostrarse fríamente profes~onal en su exposlclón. pera
n~:r,_a,la-sQcJ~dad mcderna.iestán díspuestas a' creer que una pronto se vio atrapado en su propio temor Y concluy6 hter~l­
-aparíencía es una realídad absoluta. Cuando un grupo de' perso- mente profiriendo gritos contra mí.» Cuomo relata: «No ~ab13
nas se reúne con propósitos políticos establece unaseríe de pos-. ?i
posibilidad alguna de desempenar el rol de abogado dei abl.o
turas comunes y luego comienza a comportarse sobre 'Ja-Oãse con él; cualquier cuestión índagatoria que fuese contradicto~a
de esa apariencia comün, comíenza gradualmente a-'Creer en Ia con su postura era puro díablo" y no abogado... Conoluyó I,,!
11

postura, a aferrarse a ella y a defenderla, Está en camino de crescendo: "Mi esposa será asaItada y violada y ustedes me PI-
transformarse en una verdadera definición de quiénes son elIos den que sea razonable"... » 14 • • •
más que en una posición tomada dentro de un juego de cara En el mes de junio, Cuomo tambíén percibíõ ~ente-lQs
ai poder. Para que los grupos que carecen de poder puedan términos étnicos que habrían de moldear estas sentímíentos cc: '
desafiar a una instituci6n dei poder como Ia ciudad de Nueva munes.El 19 de junio una delegación de mujeres de la comum-
York, las únicas máscaras operativas aI principio son las mo- dad visitó a Cuomo. ElIas comenzaron a desarrollar .un tema
ralés. ,J8ería irreal, por supuesto, considerar como falsos a estos monótonamente familiar: las gentes que no «han trabajado para
gritos de cólera moral; eso no es el punto. La mayoría de los elIo no merecen que se les otorgue "apartamentos caros"». p~!o
grupos de una comunidad que comíenzq a luchar sobre esta sus argumentos posteriores fueron. más sorprende~tes: Le dije-
base emplean su propia y genuína ira moral, .como un camino ron a Cuomo que habían sido evíctimas de la conspiración de un
de Iegitirnacíén. Lo que ocurre es que los ,'éõCiigos de creencia alcaIde antijudío»: le dijeron además que. estaban funosas c~n
que relnan en la sociedad moderna les induce paulatinamente los italianos de Corona por haber mantemdo a los negros bajo
a creer que esta ira es tan preciosa que nunca puede ser com- control. Una vez más sentían que los [udíos eran una víctíma
prometida o incluso aplacada por Ia acción concreta, porque se de la socíedad.P
"ha vuelto una definición de elIos como una persona colectiva. lParanoia judía? lAislamiento étnico? Es cuestión de pregun-
En este punto la política es reemplazada por la psicología. tarse qué significan estos términos.
Existen muchos otros nombres para denominar a este fenõ- Las dimensiones étnicas de Ias vidas de las gentes son par-
meno -gobernado por la retórica y la senilidad ideológica- y ticularmente susceptibles a los procesos de la ,comunidad ~ tra-
eon freeuencia estos nombres son invocados como criticas por vés de los cuales una personalídad colectiva es proyectada.i Una
personas que realmente desean menospreciar Ias legítimas de- máscara de ira, vueIta hacia un mundo que en el pasado ha ne-
mandas de los propios grupos. Lo que es maligno en el proceso gado Ias necesidades étnicas, se transforma en una máscara rí-
no son las demandas políticas sino eI modo en que los términos gida, y los problemas d~ solidaridad y traición se vueIv~ dolo-
cu1tu~ales de la personalidad pueden hacerse cargo de un grupo rosamente confusos-. Es--verdad que entre los urbamst!ls de
agresrvo y llevarlo gradualmente a pensar de sí mismo como Europa~âel'ltal Y los de Norteamérica el carácte~ é.tnico. ha
una colectividad emocional. En ese punto el rostro ofrecido aI sido descubierto coma un principio nuevo y más «slgni?cativc;»»
mundo exterior se vuelve rígido y Ia comunidad se lanza en un de la vida grupal que los principias de clase".Las rebeliones ~t­
curso interno que se vuelve cada vez más destructivo. nícas de los burgueses contra el mundo exterior pueden ser m-
En el caso de Forest Hills, el cambio insumi6 tres meses. Ha- tegradas casi cómodamente dentro de ese mundo; Ias gentes
cia mediados de septíembre, según palabras deI cronista, Ias involucradas en elIas lIegan a mostrarse irascibles, implacables
gentes comenzaban a «creer aquelIo que aI comíenzo habían si- y cohesionadas; el sistema continúa desarrolIándose como antes.
mulado creer». A diferencia dei caso Dreyfus, no había níngún La razón que hace dcl caracter étnico un vehículo tan perfecto
hecho particular o un número reducido de hechos que pudiesen
actuar como catalizadores. La experiencia de compartir su ira 14. CUOMO, op. cit .• pp. 56 55.
había acostumbrado ímperceptíblemente a las gentes cada vez 15. Ibid .• pp. 67 55.
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376
para los roles de la comunidad moderna reside en que dicho provienen deI exterior; cl:ertamente, cuando un ataque sobre un
carácter se relaciona con la recuperacíón de los términos emo- grupo se vuelve internalizado en la m~nte gr-upal como un ata-
cionales de urra vida que no puede ser recuperada en términos que a su cultura, las gentes piensan que s~lo pueden confiar
políticos, demográficos y, sobre todo, religiosos. EI carácter étní- entre ellos. lQué es lo que una comunidad étmc~.compart~ cuan-
co burgués es la recuperacíón de los rasgos de personalidad de do se ve sometida a un ataque? No o~ avergonceis de .ser judíos.
una cultura perdida, no de la cultura misma. clamaban los residentes de Forest Hills, poneos . de t:1e y def~n·
Forest Hills, como muchos otros sectores de Nueva York, es deos: mostraos violentos. Pera si compartir una ídentidad étD!ca
judío en el sentido de que Ias gentes que resíden aIlí son judíos significa compartir un impulso, l.quién e.s es~a per-sona cole~tlva,
y fueron judfos. EI idioma yiddish ya no se escueha y los perió- este judío írascible? ~l es írascible. lSl deja de s,erlo, deja de
dicas en yiddish han desaparecido de circuIación. Existen aún ser judío? Esta representa una perversa taut?Io~Ia. Rcvlvir el
unos pocos carniceros autorizados por la religión judía porque armazón étnico sín su creencia fu;tdamental sIgD.1fica qu: aque-
las aves que se matan en díchas carnicerías son Ias únicas aves llo que Ias gentes deben compar!Ir es su deseo de .sentlr algo
frescas que se pueden conseguir en Ia ciudad, pera pocas per- con las demás gentes. La comunidad en esto~ térmInos ~onsti­
sanas cumplen con ese rito. Son pocos los judíos menores de tuye un estado de esencia más que. de creencta. S~ mantíene a
cincuenta aiíos que pueden escrfbir o hablar en hebreo, aunque sí misma sólo a través de la pasión Interna y Ia retirada ex~ema.
Ias paIabras de los servieios religiosos puedan conocerse de me- De modo que no debería sorprend~rnos cuando Cuomo mfor-
moria, Entre los viejos judíos de Nueva York se hacían grandes mil acerca de las mujeres de Forest ~dl.s que temp~anamente co~
esfuerzos, hasta hace algunos afias, para actuar en contra de menzaban a percibir una amenaza étnica que aI Igual que los
todos aqueIlos estereotipas asignados a los judíos -no hablar hombres, que los líderes, «simplemente se rehusaban a escuchar,
en voz aIta, no parecer «exclusivista», no eomportarse en forma sólo creían» cuando él corregía algunos errores de hecho en sus
agresiva en eI trabajo o en la escuela- todo 10 cual, por supues- exposiciones. Si operan como un grupo abierto ~l ~oma y dac~
to, significa tomar a los estereotipas eon absoluta seriedad. La con éI, perderán esa momentânea fuerza de sentfmiento deposi-
palabra yiddish yenta significaba originariamente una persona tada en cada uno de eIlos, mostrándose frater:nales, unidos y
que era a la vez agresivamente voluminosa y estúpida; actual- puros merced al ataque que sufren por s~r j.UdlOS. . .
mente entre los judíos de veinte afias dieha palabras se emplea Cuomo nos ofrece una elocue~te descnpcI~n. de esta ínflexí-
para referirse a quien actúa «judíamente». Este saneamiento del bllldad cuando nos relata un mitm aI que asistió eI 21 de sep-
carácter étnico constituye una experiencia que viviá la maycrfa tiembre:
de los grupos étnicos en Norteamérica, ya fuesen de movilidad
ascendente o no. El idioma, los hábitos alimenticios, las costum- La comunídad de Forest Hills está convencida de que su princip~l
bres de condescendeneia familiar, todos eran problemas ambiva- arma ahora, coma lo ha sido durante los últimos meses, es persu~dlr
a los padres de la cíudad y aI público en general qu~ es ímposíble
lentes, cuando no totalmente vcrgonzosos. esperar tolerancia Y aceptación por p~rte d~ la comunidad. C0!1 .e~te
Sin embargo, la principal experiencia perdida fue la religiosa: fin ellos exageran su fuerza y su resístencia..Y aquello. que tntcta~~
la mayor parte de los inmigrantes europeos y asiáticos eran, aI mente es, en parte, una pose luego se comumca Y s,e altment~ y [i-
eomenzar la ínmígracíõn, campesinos o aldeanos totalmente de- nalrnente la ílusián se vuetve -ealidad. Ayer, los trescrentos residentes
votos. Cuando en la actuaIidad un grupo étnico toma eoncien- de Forest Hills que gritaban Y zapateaban, que lloraban y proferían
cia de sí mismo en una forma diferente, pueden revivirse las alaridos, creían lo que al principio habían simulado creer.te
costumbres pero eI corazón se ha perdido. EI armazón de la
costumbre alrededor de esta fe es renovado a fin de definir un Hacia fines de septiembre, cuandoestaban ~ás sólida y
sentido de asociación particular y cálida con los demás. Las emoci6naImente unidos, los residentes de Fore.st Hdls come~za~
gentes se sienten cerca entre eIlas porque como judfos, como ron a observar con resígnacíón al mundo extenor a Fores~ Hllls.
italianos o como japoneses en Norteamérica comparten «el «Esperamos un milagre», decían; el milagro de que ~a I!sta de
mismo punto de vista» sin compartir, si podemos decirlo de este las pasadas acciones pudlese ser cancelada y que «nmgun pro-
modo, «el mismo punto de vista privado» -la fe religiosa- a yecto ningún procedimiento» lograra pasar. Mlentras tanto, se
partir deI cual se originaron Ias costumbres y las leyes del pa- expo~ían como fraudes los verdaderos mecanismos deI poder.
sado. En la medida eu que eI poder real en una ciudad es siempre una
lCómo se ha activado este sentido de comunidad, de compar- cuestión de toma y daca, las ofertas del gobiemo comenzaban
tirel.armaz6n deL«punto de vista» y las percepciones? La ma-
nera más simple es a través de Ia resistencia a los ataques que 16. Ibid., p. 134.
379
378
a pa~ecer1es C:OI~.taminadas y sucías porque eran sólo concesiones nes de largo alcance lIegó a considerarse gradualmente a si mis-
p~ClaIes, RI urnC? ver?adero poder que la comunidad podia ima- ma como la única voz legítima de «el pueblo». Los foráneos,
gr ar era la. gratIficaclón total -todo es una exigencia no nego- otros negros no menos que los blancos, debían mantenerse apar-
c~abIe- y dl~~a gratífícacíõn no puede existir nunca. La comu- tados.
mdad se. ~OIVlO natural~ente contra los instrumentos deI poder,
las, comísíones, las audiencías formales, etcétera, a fin de des-
truír estos It!.~ç~~!!J.OS... -esperando revelarle aI mundo que se Los costes humanos de la comunidad
trataba de <g~~n~_s: falsa~ y _m,?~~_~~~~te inauténtiGaS. AI creer
que son falsos, la comunídad ya no puedetenêr ninguna relación Los antropólogos tienen una expresión para un aspecto de la
con ellos: ?-~ o.tro !D0do comprometeria su propia razón de ser. rigidez territorial, comunitaria. ElIas la lIaman pseudoevolucíón,
La .conc1uslOn .Irómca deI caso de Forest Hills fue que la inefi- con lo que quieren significar que una tribu actuará como si s~
cacia burocrática paralízô el proyecto durante largo tiempo y tratase dei único conjunto de seres humanos que son verdade-
el funcionari.o de la ciudad, Mario Cuomo, de quíen los residentes ramente humanos. -Las otras tríbus son inferiores, no son como
d 7 ~?rest HIlls desconfiaban por tratarse de un foráneo, se con- los humanos. Pero :si los procesos de la comunidad moderna'
vírtíó ~n el portavoz más efectivo de sus interesesP fueserr arrojados simplemente dentro de este contexto antropoló-
Retirarse ,de I?s avatares de la política porque uno desea pre- gico, se perderia algo esencia1 acerca del proceso. EI desarrolIo
ser~ar la sohdand.ad comunal debe confundir inevitablemente el de esta intolerancia no es el producto de un orgullo presuntuo-
l~mIte entreIa sohdaridad y la traícíón. En esta comunidad par- sa, de la arrogancía o de ia autaseguridad dei grupo. Se trata de
ticular e~ mostrarse adverso a cualquier compromiso significaba un proceso mucho más frágil y autodubitativo en eI cual la
que alguíen no se sentía avergonzado por eI hecho de ser [udío, comunidad existe sólo por medio de una continua simulación
Du~ante los paseos que efectué por la comunidad durante ese de las emociones. La razón para esta histeria no es, a su vez, una
período, escuché COn frecuencia que las gentes se referían ai cuestión referida a la destructividad innata dei hambre liberada
hec.ho de estar ~ favor de Israel y en contra dei proyecto hahí, en el acto de la solidaridad sino precisamente que los términos
tacíonal como SI se tratase deI mísmo terna. En los mitines .Ias de la cultura han llegado a estar tan ordenados que, sin algún
gentes eran probadas una ~ ~tra vee.por la consJ~cj~çarác- tipo de forzamiento y estímulación, los verdaderos vínculos 80-
"ter Implacabl~ .de.~us_~~~~~mlen.tos, y aquellos que -se incIinaban ciaIes parecen totalmente artificiales.
por una conciliacíõn eran COnsiderados fatalmente como perso- En una sociedad de espacios sociales atomizados las gentes
nas de dudosa moralidad. Efectivamente, la Liga de Defensa Ju- síempre : temeu-que habrán de ser separadas de los demás. Los
dia. (un grupo de militantes) garabateó en las ventanas dei ne- elementos que esta cultura ofrece para que las personas los
gOCIO de uno de estas «conciliadores» Ia máxima «tNunca másl usen para «conectarse» con otras personas son símbolos inesta-
una frase codificada sugiriendo que el deseo de ac~ptar un arr~ bles de impulso e intencíón, Puesto que los símbolos sou de una
glo ,representaba el mismo espírítu que el de la caminata pasiva índole tarr problemática es inevitable que las gentes que los em-
hacía los campos de extermínio nazis. plean tengan que estar probando continuamente su validez. lHas-
Esta tranquila y agradable comunidad se transformó en un ta dónde puede usted lIegar?, l,cuánto sentido de comunidad pue-
ghetto y levantó sus propios muros. Sus miembros actuaban de usted sentir? Las gentes tendrán que equiparar el sentimiento
como. si tuviesen, un rincón en el mercado deI ultraje moral. La extremo CQn el sentimiento real. En la Edad de la Razón las
esencI~ ~el conflícto en esta comunidad no es de nínguna ma- gentes se entregaban a exhibiciones emocionales que serían con-
nera similar a la de. los conflictos ideológicos, como los conflíc; sideradas embarazosas en un teatro o en un bar modernos. No
tos que hemos analfzado en Guesde y sus partidarios. Pero el obstante, Ilorar en eI teatro tenía un significado propio indepen-
pro~e.slo deI conflicto es el mlsmo, en tanto que la toma de una dientemente de quién fuese usted. Por cuanto la emoción expe-
pos~clOnst;'_ transforma paulatinamente en la toma de un yo CO. rimentada en un grupo fratern.aI moderno es parte esencial de
lechyo. rígido y simbólico. 'Cercanos en tiempo y espacio, los la declaracíón de qué clase de persona es usted y quién es su
movimrentos emprendidos por la comunidad negra en la década hermano. Ahora las exhibiciones dramáticas del sentimiento se
de 19",?, .desafian,do a los miembros de la cIase media, acabaron vuelven para los demás seiíales de que usted está «a favor de lo
por .engIr .los ~Ismos muros cuando cada una de Ias diferentes real» y también, llevándole a un grado de excitación febril, us-
faccíone, ImplIcadas en la disputa sobre las tácticas o los pía- ted mismo se convence de que está «a favor de lo real».
Resumamos eI fuego con el que los proyectistas urbanos [ue-
17. tu«. pp. 147.149. gan tan descuidadamente cuanda habian de construir un senti-
380
381
do de comunídad a un nível local I . d
mar el espacío público Significativ;Uy 1: ~~~aapd"benl' lugar Ide ~eani­ Una sociedad que teme la impersonalidad estimula fantasfas
como un todo. U ICa en a cíudad de vida colectiva de naturaleza parroquíal, 'Q-wénes' «somos» se
Uno no necesita ser un creye t I ' ., transforma en un acto de imaginación altamente selectivo: nues-
sente para percibir que esta lu ~ e eu ~ C?n~plr~clOn omnipre- tros vecinos inrnediatos, los compafieros de Ia oficina, nuestra
munidad sirve a una f c" c a por a sohdandad de la co- familia. Se vuelve realmente difícil la identificación con perso-
amplias estructuras pOlí~~~nd:s:ablhz~~or: en, función de las nas que uno no conoce. personas que son cxtraiias pero que
nencia carismática se transforma. SOCIe a . ASI ~~o la expe- podrían compartir nuestros intcrcscs étnicos, nuestros proble-
trata con dichas estructuras ,~eu un~ desvíacíón cuando mas familiares o nuestra religión, Los lazos étnicos impersona-
comunidad desvia la atención Paohtlc~~, ~l mtento de formar la Ies, no menos que los lazos de clase írnpersonales, no conforman
tormentas y las angustias deI f P:~ I.~. e esas estructuras. Las efectivamente un vínculo; uno siente que necesita conocer a
sistema. Nuevamente tal c ra rrcr 10 son sustentadoras deI otros que empleen el .enosotros») al describir nuestras relaciones
. , orno ocurre eoo la ex '. .
:n:,á fica, eu la actualidad se vuelve demasiad f; u pe~enCl~ caris,
D, personal en la sociedad con eI desor~e~c~ec~n un. dlr
con ellos. Cuanto más local es la imaglnación, mayor se vuelve
Sl°ali la PEna- el número de intereses y compromisos sociales por los que se
re dad, el caso es el opuesto: cu ' a mrsma. inclina la lógica psicológica: nosotros no nos invclucraremos, no
gentes con estas pasiones de 'la ~to~: se compromeren las dejarernos que esto nos viole. No se trata de indiferencia; se
mantienedu las instituciones básicaso~~or~~nm:;Ci~~t~~s. se trata de una negativa, una constricción voluntaria de Ia expe-
como se uctoras a las cuestio de " , " rcererrrse riencia que el yocomún puede permitírse. Considerar a esta lo-
política -ya sea eu eI lideraz;es ,Ia ,~OtlvaC1Qn personaI eu calización en términos estrechamente políticos significa perder
de las bases deI sentimiento ~o cansfatIco o en Ia formación algo de la fuerza deI fenômeno; básicamente lo que está en dis-
metáfora sino de un h muna - .no es hablar de una cusión es el grado de riesgo en el que una persona desea com-
que Iuchan por convert~~~oe~st~ctural sl~~er;:ático. Las gentes prometerse conscientemente. Cuanto más local sea el sentido
ve~ más. absorbidas.por eI sentimi:n~o~~1 a se, vuelven cada de un yo que él puede compartir con los demás, menores serán
mas retiradas de una comprensió d edios demás, y cada vez los riesgos que él desee correr.
un desafio a, instituciones de o n e, gamos solamente de La negativa a tratar con, absorber y explotar la realidad ex-
sas de tener una «participació~I~~~l?ue se muestran ~an desec- terior a la escala parroquial es en un sentido un deseo humano
La mayoría de los Ilamado y un «comprOmI~?_.~?~al». universal, un simple tenor a lo desconocido. EI sentimiento de
han apuntado a una clase rn s pro~ectos urbanos--progreslstãS la comunídad formado merced a compartir los impulsos desem-
forman unidades locales lu uy pe~~~ar de descentralización. Se pena el rol particular de reforzar el temor a lo desconocido,
sejos de vecínos o de ci~daâ~~s .pu ICOS ~~ los suburbios y con- convirtiendo a la claustrofobia en un principio ético.
poderes Iormales de controj I s~~l proposuo de eIlos es lograr EI término «gemeínschatt» significaba, originalmente, la ple-
der real que de hecho estas oc~, pero no existe ningú-n po- na revelación de los sentimientos a los demás: en términos his-
economía altamente inte-rd~p~d~~~~.j:~~n." Dentro de una tóricos ha llegado a significar, al mismo tiempo, una comunidad
de problemas Iocales constitu e n e,. Ull:'!- eclSlOU local acerca de personas. Consideradas en forma conjunta, estas dos acepcio-
estas esfuerzos bien intencio Y una Ilusión. La consecuencia de nes hacen de gemeinschajt, un grupo social particular en el que las
d
produee los ritmos de la com:i~:den'1~s de la descentralización relaciones emocionales abiertas son posibles en tanto se opongan
la crisis eu Forest Hills de . ,SI Ie~ ~o tan extremos COmo a aqueIlos grupos en los que prevalezcan las relaciones parcíales,
ra. Todo proyectista u;baxiore~lv:~ente sirnilareg en su estructu- mecánicas o emocionalmente indiferentes. Toda cornunidad, tal
en las que las gentes e a r expenmentado estas luch3Ji\. como hemos sefialado, se construye, de algún modo, sobre Ia fan-
para cambiar algo en Ía Pc~~n~~adue en realidad tienen poder tasíe. Lo que distingue a la moderna comunidad gemeinschajt
tensa lucha acerca de uié ' se comprometen en una in- es que la fantasia que comparten las gentes es la que se refiere
comunidad Estas lu h q n es el que «realmente» habla por Ia a que ellos poseen el IDisIDO impulso vital y la misma estructu-
. c as comprometen d t I d
en cuestiones de identidad interna l~ a'd ~o o a la~ ge~~es ra motivaciona1. En Forest Hills, por ejernplo, la ira demostraba
que cuando Ilegan los momentos c ' SO I an a o. dominacíõn, que usted se sentia orgulloso de ser judío.
Y la comunidad debe diri Irse hac~ncretos de .negocíar el poder, Unidos, entonces, el impulso y Ia vida colectíva, el ritmo fra-
la ciudad y deI Estado q;e son I la las amplias estructuras de tricida está listo para empezar. Si las gentes tienen nuevos im-
comUlUdad está tan absorbida as que !Ienen el poder real, la pulsos, entonces Ia comunidad se hará afiicos: no estarán com-
n
sorda ai exterior o está exhaustea Sff misma que se ha vuelto partiendo los mismos sentimientos;, Ia persona ,que cambia_ctrai-
, o ragmentada.
ciona» a la cómunidad; la desviacióá individual amenaza la fuer-
382
383
za de la totalidad; por lo tanto, Ias gentes débenser ~ y ca muerta y Ia vida pervertida ~e la comunidad ,que afectan ~
(put:slªS i!-j1D.1.eb_ª: Desconfianza y solidaridad, aparentemente tan Ia sociedad burguesa occidental tíenen algo de anom~. L~re
opuestas, se unen, La ausencia, la disensión o la indiferencia del gunta es cómo reconocer los síntomas de nuestra pec 1~ er-
mundo fuera de la comunidad es interpretada de la misma for- medad sfntcmas que se encuentran tanto en las noclOnesodC'd
ma. Considerando que los sentimientos fraternales son experi- rriel1t~s de lo que son la escala humana y la buena ~omunl a
mentados en forma inmediata y vigorosamente, lcórno pueden los como en Ias falsas nociones que tenemos él;cerca de la unp er s?0 3:-
dernás no entender?, lPor quê DO responden de la mísma mane- lidad per se como un ll1aLJ:l10raI. Resumiendo, ~u:mdo la p ~nl­
ra?, iPor qué no se inclinará el mundo ante los deseos emociona- ficación de una cíudad busca mejorar las condlcl~nes de VIda
les? La respuesta a estas interrogantes puede referir-se s610 a que volviéndola más íntima, el propic sentido de ~umamdad del pro-
el mundo exterior a Ia comunidad es menos real, menos autên- yectista crea la misma esterilidad que debería tratar de evítar.
tico que Ia vida que encierra. La consecuencía de _dícha respues-
ta no constítuye un reto aI exterior sino un abandono del .ruis,l
J!l0-J-) un volvcrse hacia la atenta participación eGD otros que
«cotnprenden», rssta es Ia pecuIiaridad sectaria de una socíedad
secular. Es eI resultado de convertir en un principio social Ia
experiencia inmediata deI hecho de compartir. Lamentablemente,
dentro de la sociedad Ias fuerzas a gran escala pueden mante-
nerse psicológicamente a distancia pero no desaparecen,
Por último, Ia gemeínschait moderna es un estado de senti-
miento «mayor» que Ia acción. Las únicas acciones que Ia comu-
nidad Ileva a cabo son aqueIlas que se refieren aI gobierno emo-
cionai dei hogar, purificando a Ia comunidad de aqueIlos que
realmente no pertenecen a eUa porque no sienten como los de-
más. La comunidad no puede asimilar al exterior, absorberlo
y crecer a partir de él porque entonces se volveria impura. De
. '1 este modo, 'una personalidad colectiva Ilega a oponerse a la mis-
má- esencia de la sociabilidad -el intercambio-- y una comuni-
dad psicológica entra en guerra con Ia complejidad"""iaC'-
Los proyectistas urbanos aún deben aprender una verdad
profunda que los escritores conservadores percibieron pero a Ia
que dieron un uso equivocado. Es la que se refiere a que las
gentes pueden ser sociables sólo cuando disponen de cierta pro-
tección con respecto a los demás; sin la exístencía de barreras,
de fronteras, sin la distancia mutua que constituye la esencia
de la impersonalidad, las gentes son destructivas. Esto DO se
produce porque «Ia naturaIeza deI hombre» sea maligna -el
eror conservador- sino porque el efecto total de la cultura,
transmitido por el capitalismo' y eI secularismo modernos vuel-,
ve lógico el fratricidio cuando Ias gentes utilízan Ias relaciones
íntimas como un fundamento para las relaciones sociales.
El verdadero problema que se presenta ahora con la planifi-
cacíon de Ia ciudad no es qué hacer sino qué evitar. A pesar de
las alarmas que suenan en los laboratorios de psicología social,
los seres hwnanos disponen potencialmente de un genio real
para la vida grupal bajo condiciones de apífíamíento. El arte de
proyectar plazas en la ciudad no es un misterio; se ha practica-
do eOD gran éxito durante sigíos y habitualmente sin arquitectos
formalmente entrenados. En términos históricos, Ia vida públi-

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385
HCS t5t.25
XIV. EI actor privado de su arte

Eu este capítulo, deseo traer el análisis de la vida pública


para considerar eu forma sistemática el problema. de Ia expre-
si?rt. Cuando se unen «arte» y «socledad», el análisis se refiere
habitualmente al efecto de las condiciones sociales sobre el tra..
bajo dei artista o Ia expresión de dichas condiciones en su traba..
jo, Un arteen socíedad, un trabajo estético intrínseco a los
propios procesos sociales, es difícil de imaginar.
EI ideal clásico dei theatrum mundi intentaba transmitir una
unión de la estética y de la realidad social. La sociedad es un
teatro y todos los hombres son aetores. Como un ideal, esta
concepción no está muerta de ninguna manera, Eu la obra de
Nicolas Evreinoff The Theatre in Liie, de 1927, el theatrum mundi
es afirmado en estas términos:
Examínese cualquier... rama de la actividad humana y usted verá
que reyes, hombres de estado, políticos, guerreros, banqueros, hom-
bres de negocies, sacerdotes, doctores, todos pagan tributo diariamente
a la teatralidad, todos curnplen con los principios que rigen en e1
escenario.

En The Drama oi Social Reality, de 1975, Stanford Lyman y


Marvin Scott comíenzan una investigación de la política moder-
na en estos términos:
Toda la vida es teatro; por lo tanto la vida política también es
teatral. Y eI gobíerno deI teatro podría denominarse «teatrocracíae.u

La dificultad que presenta este ideal es que se mantiene fuera


deI tiempo. A mediados dei siglo XVIII existía una vida social
en la que la estética deI teatro estaba entrelazada con la con-
ducta en la vida cotidiana. Sin embargo, esta dimensi6n estéti-
ca en la vida cotidiana se deterioró paulatinamente. Se la reem-
plazó por una sociedad en la cual el arte formal llevaba a cabo
tareas de expresión que eran difíciles o imposibles de realizar
en la vida ordinaria. La imaginación deI theatrum mundi muestra
aquello que es un potencial de expresión en sociedad; el des-
gaste de la vida pública evidencia aquello en lo que en realidad

18. EVREINOFP en la obra de Stanford Ln!AN y Marvin SCOtT, The Drama of


Social Reality (Nueva York: Oxford University Presa, 1975) citado en p. 112; cita
directa de estas dos autores en la p. 111.

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se ha transformado este potencial: en la sociedad moderna, las actualmente Vlv1IDOS sus consecuencias pero nada sabemos acer-
g~ntes se ~an vuelto actores sin un arte. La sociedad y las rela- ca deI propio proceso de la pérdida. ~n ~ealidad,.dentro del ao-
cIOn~s ~ocIales pueden continuar imaginándose abstractamente tuaI ciclo de vida de las gentes esta pérdida tambíén se produce
en térmínos teatrales pero los hombres han dejado de actuar. eo miniatura. Los poderes de la actuaCÍón desarrolIados duran.\
Los cambios en el significado de la expresión han seguido la te la infancia son borrados por las condiciones de la cultura ,
estela de est<,>s ~ambios en la identidad pública. La expresión eu adulta. EI ser humano en desarrolIo tam.bi.él?- está perdien~o
eI ~u:r,tdo público era. la. presentación de estados y tonos deI esta fuerza de la infancia a medida que es iniciado ~ las ansic-
se~tIImento ,con un significado propio independientemente de
dades Y creencias que comprende la cultura ad~ta.~ .
quien ~st~V1ese presentándolos; la representación de estados La cuestión del juego y qué ocurre con eI juego en la VIda
de se~itImIento en la sociedad íntima hace que la esencia de una adulta es un tema importante porque la evolución cultu;raI de los
emocIOn, dependa ~e aquel que la proyecta. La presentación tiempos modernos es peculiar. Es ínusual que ~a sociedad ~es-­
~el se~tm:llento es ímpersonal, en el sentido de que la muerte confie dei ritual o de la actitud ritualizada Y es musual tambáén
tIe~~ significado no Importa quién esté muriendo. La represen- que considere como inauténtica a la conducta fo:mal.. Las ener-
té;\ClOI} ,a otra persona de aquello que le ocurre a uno, es idio- gías infantiles del [uegc son perpetuadas Y ennquecIdas c~~o
síncrattco: cuando uno Ie dice a una persona que ha habido una ritual en la mayoría de las sociedades, generalmente al se1"V1CIO
muerte en la familfa, cuanto más vea ella 10 que la muerte nos de la religión. La sociedad capitalista avanzada. secular, no re-
proyoca, más p?d~roso se volverá el hecho para ella. Se ha pro- coge estas energías sino que actúa contra elIas. .
dUCIdo,un movímíento desde la creencia en la naturaleza huma- Play (ejugar»), playacting (eactuar») y the play (<<ob~a»). tíe-
na hacía !a creencia en las naturalezas humanas, un movimiento nen una raíz lingüística común en ínglés y no es una eolnclden-
desde la ,ldea d~1 carácter natural a la de personalidad. cia casual. Pero es importante también mantenerlas separadas;
, ~as dIferenc~as entre presentación y representación deI sen- el juego infantil es una preparación para cierta c1ase de trabajo
tímíento n.? r~sIden, per se, entre lo expresivo y 10 inexpresivo. estético adulto aunque ciertamente no se trata de ese mismo
Se dan mas bien entre la clase de transacción emocional en la traba]o. Es i~almente important.e divorciar la inve.stigació~
cuaI las gentes pueden eV,ocar los poderes de un arte particular acerca del significado cultural deI jucgo, de la celebracíón habl-
y las tr~sacclOnes emocionales en las que no pueden hacerlo. tual del juego como un principio revolucionario. Esta celebra-
EI trabajo de pre~en~ar la emocíón es afín con el trabajo que ción identifica eI juegc con la espontaneidad Y esto es incorre0-
realiza un actor; significa hacer manifiesto a los demás un tono to. EI elemento deI entrenamiento estético que está involucrad?
o un estado afectivo que habrá de tener un significado una vez en eI [uego reside en acostumbrar aI ni:óo a creer en la expresi-
que se Ie ~ya dado una forma. Este sentimiento puede expre- vidad de la conducta impersonaI cuando ésta se estructura a
sarse repetidamente porque tiene una forma convencional' I través de reglas establecidas. Para eI nifio eI juego es la antíte-.
modeI~ ,es ese actor profesionaI que ensefia a ofrecer una b~e:a sis desu expresíón espontánea.
actuacíón noche tras. noche. Pero eI poder deI actor no puede La relación entre eI juego infantil y la cultura adulta que
aprovecharse tan fácIl~ente aI realizar una investigación sobre actualmente lo desvirtúa puede presentarse en forma de un
n~estra propia personalídad, Porque esta investigación se refiere conflicto entre dos principios psíquicos. Uno de eIlos es eI prin-
a o que es específico y umco en una vida; el significado cambia cipio que conduce a que los nífíos inviertan un gran montante
de un ~omento para otro y nuestras energias apuntan a averí- de pasión en una situación impersonaI regida por reglas y a
guar que es ~o .que uno siente antes que a volver claro y maní- considerar a la expresión dentro de dicha situación como una
fiesto eI sentímíento para los demás, cuestión de reconstrucción y perfeccionamiento de aquelIas re-
E~ ~ctor privado deI arte de la actuación aparece cuando las gIas a fin de proporcionar mayor pla~er y pro~over un~ mayor
condiciones de I~ expresión pública se han desgastado de tal sociabilidad con los demás. Esto es jucgo. Es íncompatible con
manera en. la socIed~d que ya no es posible considerar aI teatro el principio que ha Ilegado a gobernar eI estado de la cultura
Y ,a la sociedad, segun las palabras de Fíelding, como «indiscri- adulta que Ileva a los adultos a invertir un gran montante de
~adame.J1te» .el1trelaza_dpS4 Aparece cuando la experimentación paslón en la revelacíón de sus 'propios móvíles para la acción
e la naturaleza hum~a durante el curso de toda una vida s y los móviles de aqueIlos con quienes entran en contacto.
reernplaza por una busqueda de una individualidad. - e Estas revelaciones de motivos internos e impulsos auténtícos son
P-:ro ubícar esta figura en términos históricos tan amplias es considerados tanto más libres cuanto menos gentes se en-
enga.n0so a. s~ manera. Sugiere que esta pérdida de un arte en cuentren impedidas por regIas abstractas o forzadas a expresar-
la VIda cotídiana se encuentra muy distante eu el tíempo, que se eIlas mismas en términos de «clisés», sentimientos estereoti-
388 389
pados U otros signos c . Aquellos cuyos estudios sobre el juego les han lIevado a cues-
seriedad de esta investig~~~~n~~~les. La cara~terí~tica de la tionar esta oposícíón freudiana de juego-creatívídad/realídad, con
emprenderla; su legitimación es el e ef la propia dificultad eu frecuencia ofrecen sus argumentos en términos iguales aunque
d
~~oc~~seuncuaenVcl"d"aaes u?a retirada de la ~o~rab~tJacf~~p~~li~~e~~~ opuestos. El [uego y la creatividad son referidos como «funcio-
nando en la realidad, no sobre ella», como un proceso de esta-
«mas profunda» habit Im
companerismo y Ia amistad ocasfon II ~f en~e. a expensas deI blecimiento de conexíones lógicas que no pueden trazarse por
cipio psíquico que gobierna esta cul~u"ra a~a~clslsmo es el prin- media de procesos particulares de lógica deductiva. Pero el jue-
Y de este modo mediante la índ "6 u a. go y la creatividad son recíprocamente estáticos. Por lo tanto,
rece un actor priv~do de rtf i ag~~1 n acerca de como apa- se vuelve difícil distinguir las diferencias cualitativas específi-
conflicto entre juego na~is~ e, arn amos a una imagen del cas entre un niíio que, golpeando sobre las teclas negras deI
movilizadas ahora por la cultu~~Od las t fu~rzas deI narcisismo,
Y piano, descubre súbitamente que éstas forman una escala pen-
go que el ser humano tenía ante' ~rro an o Ia fuerza deI jue- tat6nica y Debussy quien, mientras un verano se encontraba rea-
Iidad», s crecer y entrar en la «rea- lizando ejercicios para sus dedos, descubre posibilidades en la
escala pentat6nica que ninguno de sus contemporâneos había
imaginado antes. Decir que las dos actividades son de índole si-
El . milar se confunde fácilmente con decir que son «fundamental-
tuego es la energia para la expresión pública
mente» las mísmas, y entonces se vuelve oscura una cualidad
La vasta literatura que trata b 1· . esencial de ambos dominios: el juicio. Si «fundamentalmente»
dos eseuelas. Una considera a1 . 80 re e juego tíende a caer en Debussy está jugando del mismo modo en que lo hace un niüo,
dad cognitiva; examina el mod~uego como una; !orma de actíví- se desvanece Ia calidad de su juicio acerca de sus experimentos
bolos a través de su jue o . en que los mnos forman sim- con la escala pentat6nica; «cualquíer nino podría hacerlo», en-
más complej 08 a medid g y como estas símbolos se vuelven tonces. Pero la cuesti6n es que ningún nino podría.
La otra escuela trata ala que
iue o
crecen los rrif I .
mos que o practlcan. Un problema aliado en la escuela cognitiva de estudios deI
nos por la fonnación sim161~ como conducta, se interesa me. [uego es eI término «creatívídad» mismo. Es interesante conti-
ninas aprenden a Cooperar tca, y se concentra sobre como los nuar con la teoría, como lo hace Arthur Koestler, de que existe
la frustraci6n merced aI J·ue'ga cexpresar.dla agresión y a tolerar una propensíón biológica general que puede denominarse creatí-
A 11 O omparn o
vidad, de que uno puede referirse, tal como él 10 hace, a un pro-
que os que estãn enrolados en el carrn ..
trado ocasionalmente cierto interé ampo C??DltIvO.han mos- ceso unitario que une eI «descubrimíento científico, la originali-
el trabajo creativo pera esta . s ~n la relación del juego con dad artística y la inspiraci6n cômica». EI problema es que los
en dos sentidos Úno es eI s incursiones han sido perjudicadas artistas, aI menos, no eestán creando», Están realizando un traba-
res han identifi~ado el. que se refiere a que muchos escrito- jo específico en un media específico. Con demasiada frecuencia
como sin6nimos' los esi::~f~s ~d~l acto creativo» virtualmente las teorias que vinculan Ia creatividad y el juego dan como re-
lo han hecho a~í en una imita '. erentes a ~a teoría de Freud sultado una descripci6n de lo que era originalmente aquello
como los que Se desprenden d cion de semej antas sentimientos que hacían los artistas, y como este resultado se parece a los
e su maestro: resultados del juego para los nifios, pera no explica los pasos
EI escritor creativo hace lo mismo ._ . mediante los que se arribó a este resultado en el trabajo del
mundo de fantasía que él toma mu que un nmo que Juega. Crea nn artista y la relaci6n de ese proceso con las actividades internas
con grandes montantes de emoció Y se~lamente, esto es, que él reviste de un nifio que juega.20
de la realidad.i. n rmentras lo separa abruptamente La teorízacíón acerCa deI juego y deI trabajo creatívo es útil,
pero debe tener un foco. Uno debe considerar a las actividades
-una máxima que neva a Freud a la conc1usión deI juego como preparación para las actividades creativas a :fin de
de que
mantener un sentido de las diferencias sobre la calidad de los re-
lo opuesto sultados. Se debe vincular la acción específica dentro del juego
reaI.19 ai juego no es aquello que es seria, sino
aquello que es con los tipos específicos de trabajo creativo. Dicha propuesta
. debería superar la distancia entre el juego concebido como una
19. Sigmund FRBuo «Creatíve W lt
tion Df the PSYCholoKiCal Works ~er~. end Day.Dreaming», Tlle Standard Edi. 20. Ver la obra de Arthur KOBSTLER, The Act oi Creation (Nueva York:
1959), 144. tgmund Freud, IX (Londres, Hogarth, MacMillan, 1964), passim.

390 391
actividad cognitiva y el juego concebido como conducta. SegÚD bebé. La posesión por medio deI yo, en el sentido de .una figura
la feliz expresión de Ernst Krís, Ia relación entre actos especí- establecida Y luego mantenida en forma estable, es liberada de
ficos de juego y acciones artísticas específicas es una cuestión modo que la criatura puede asumir el riesgo d.e buscar una
de eascendencia» más que de «identídade.tt nueva figura una figura que puede o no proporcionarle placer.
La ascendencia de ejecución que trataremos de encontrar en Píaget ha observado que cuando a los nífios no les gustan las
el juego deI nifio es eI aprendizaje que el nifio realiza sobre Ia nuevas figuras que ellos logran en dichas situaciones,. ell~s no
autodistancia, específicamente cómo la autodistancia ayuda a intentan re-establecer la primera .sino q.ue, en. cambio, lnte~­
los nifios a trabajar sobre Ia calidad de Ias regIas coo las que tan buscar una tercera aíternatíva. Díchos mtentos c«;mstl-
eIlos juegan. En su estudio sobre eI juego, Homo Ludens, tuyen el juego. El bebê ha establecido en el juego una ~hstan­
Johan Huizinga define tres aspectos del juego. EI juego es, antes cia con respecto a su deseo de retenctón. En est~ sentido, el
que nada, una actividad puramente voluntaria. Luego es lo que bebê se compromete con una actividad autodistancIada.
Huizinga l1ama actividad «desínteresada». Y finalmente es una La autodistancia evoluciona nu~vamente en e1 moment.o en
actívidad excluida, lo que significa que dispone de lugares y pe- que los níüos comienzan a practicar juegos entre ellos. U~_ juego
ríodos de tiempc especiales que lo separan de otras activi- eS rnejor definido como una actividad en .la. que los ~nos se
dades.22 comprometen en forma conjunta, con princIP.I?S de a~clOn cons-
La segunda de estas tres condiciones, el juego como actividad cientemente aprendidos o acor.dados por los r;mos. EI juego como
desinteresada, se relaciona con Ia cuestión de la autodistancia. contrato social aparece en diferentes estad.lOs-anuales. _y depen-
Desinteresado no significa indiferente. Los nifios que juegan di- de de las diferentes culturas en las que vrvan los nmos: per?
ffcilmente podrían Ilamarse aburridos. Huizinga significa desin- para el cuarto afio casi todos los niüos de las culturas COnoCI-
teresado en el sentido de mantenerse aparte deI deseo inmediato das participan en dichos acuerdos... .
o Ia gratifieación instantânea. Ese alejamiento permite que las He aquí cómo funciona Ia autodistancía en ~I J~ego de I3;s
personas jueguen juntas. RI juego desinteresado, sin embargo, canicas, practicado por niüos de cuat~o y medio, cmco. y sel~
aparece en el ciclo vital mueho antes de que los níüos practíquen anos (las observaciones siguientes provienen de un t~abaJo r~alt­
juegos formales entre eIlos; comienza en los últimos meses dei zado por eI autor hace algunos anos. en el Labo~atoTlo de PS.ICo--
primer afio de vida. logía Social de la Universidad de Chicago). Un juego de camcas
Para Jean Piaget el juego desinteresado o autodistanciado co- es una situación competitiva en Ia cual el objetivo es que uno
mienza en el tercer estadio sensoriomotriz; o sea, ai finalizar el de los jugadures logre hacerse con las canicas de los dem~s o,
primer afio de vida. Ofrece un maravilloso ejemplo de eIlo cuan- bajo un grupo de regias diferentes, quitar del terreno de jueêc
do, ai encontrarse sentado junto a la cuna de su hija, observa las canícas de los otros [ugadcres. Si eI observador ~dulto trata
corno [uega con algunos objetos que penden sobre Ia cuna. EUa de simplificar las reglas dei [uego, encuentra resIstencIa por parte
ve una figura luminosa formada por la luz deI sol que se de- de los niâos. Lo que a ellos Ies gusta es volver l~s regias cada
rrama sobre los objetos, eIla se yergue para alcanzarlos, los mueve vez más complejas, Si el juego sólo fuese ~n ~ed~o para .la con-
y aparece una nueva figura de luz y ella está maravillada. Golpea secución de un fio, su conducta no tendfl~ .mngun sentId~. La
nuevamente los objetos. Todavia aparece otra figura.23 razón por Ia que los nifios juegan es la codicia, pera no el juego
Si los bebês fuesen todo un deseo voraz entonces en eI mo-- en st mismo; en cambio, Ia complicación de Ias regias buscada
mento en que se obtuviese un figura placentera el bebê dejaría por los nífios demora el fin codicioso lo más posible. .
de actuar y se volvería retentivo deI placer obtenido. Y también También es verdad que ningún juego es «Hbre» para los m-
si aI continuar eI movimiento de los discos éstos produjeran una nos en eI sentido de que eIlos se sienten cómodos con respecto
figura diferente a aquella que el bebê ha conocido, éste Iloraría aí juego simplemente por el hecho de jugar. Debe existir un ob-
dolorido por Ia pérdída de Ia figura placentera. Cuando esa pér- jetivo, ya sea que se trate. de una regla para ganar, como en la
dida no se experimenta, el placer retentivo se suspende y algo mayoría de los juegos occ~dentales, o símplemente de una regla
más' complejo que Ia gratificación segura gobiema los actos dei que establezca cuéndo el juego ha terminado, com.o.;D los JU~·
gos chinos comunes. Nos vrene a la mente Ia d~IclOn d~ HUI-
21. Ver la obra de Ernst ICRIS, Psychoanalitic Explorations in Art (Nueva zinga acerca deI juego como «excluído»; ur: .sentIdo especial deI
York: Schocken, 1%4), especialmente las páginas 173-203 para un estudio de la tlempo, de Ia finalización, aparta a e~!a actIVld~d de aquella co~­
ascendencia psíquica de la caricatura en el juega dei níão.
22. HUIZINGA, op, cit., pp. 7-9.
ducta de no juego. Para aquellos nmos que VIveu ~n un l'I.l~dIO
23. Jean PIAGET, Play, Dreams, and Imitatíon in Childhood (Londres: He- norteamericano moderno, ganar un juegc de, camcas legitima
neímann, 1951), passím, especialmente el capítulo 1. eI acto de [ugar. Sin embargo, los actos específicos en eI juegc

392 393
apuntan hacia una d.ilación deI triunfo, una dilación de su re-
~ultado. Las regIas son Ias herramientas que permíten a los ní- pequeno ai terminar el juego. Jugar exige una libertad con res-
nos demorarsc, perm~ecer en un estado de [uego, pecto aI yo; pera esta libertad s610 se puede crear mediante
· De este modo, un juego de canicas constituye un asunto com- regias que habrán de establecer la ficci6n de la iguaIdad inicial
plicado, 8610 a través deI establecimiento de reglas los nifios de poder entre los jugadores.
pueden mantenerse libres con respecto al mundo exterior deI El juego de los bebés y el de los nifios arriban ai mísmo
no, juego, Cuan!o ~ás complicadas sean estas reglas, du;ante fin a través de medias opuestos. RI bebé Ilega a la autodistancia
mas tiemp? seran hbres los ninas. Pero lo que los nífios buscan por medio de una suspensi6n deI placer retentivo, rompiendo
D? es I~ hbertad como uo estado infinito; las regIas de las ca- las figuras que se forman sobre la cuna. Un nino de seis anos
~cas tíenen eOD frecuencia comíenzos desordenados ínterme- que juega con otros níüos l1ega a la autodistancia componiendo
dios barrocos, pero siempre tienen puntos claros en
refiere a su concIusi6n.
ia que se figuras, figuras que postergan su dominio sobre los demás y a
la vez crean una comunidad ficticia de poderes comunes.
·Estas reglas sou ~ct?S de auto~istancia por dos razones. La l Cuál es la reIación que existe entre eI juego deI nifio y la
pnmera es que se elimina el domínio de uno sobre los demás frustración que los nifios experimentan debido a su desarroIlo
Es s0q>rendente el .modo en que se encolerízan los nifíos cuando emocional y fisicamente incompleto? Para los bebês, cada en-
en un juego de camcas se detecta que una persona está haciendo cuentro con eI medío ambiente está plagado de enormes ríesgos:
trampas. Cuando un niiio intenta obtener una dominación más eI bebé no tiene 'manera de saber cuáles son las posibilidades
mmedíata sobre los demás niãos de la que él o elIa podrfa te- de obtener dolor o placer cuando realiza lo que no ha hecho
ner respetando las reglas, el juego parece arruinado para todo antes. La conducta deI juego es el punto donde el temor a Ia
el mundo. ~or lo. tanto las convenciones de un juego de niiios frustración es superado por eI deseo de correr riesgos. Pera Ia
colocan a dIstancza el placer que el nino experimenta aI domí- actitud arriesgada es derrotada con facilidad. Si la hija de Pia-
nar a lo.s demás, aun cuando la dominación sea la razón ar la get hubiese enfocado accidentalmente el sol cuando jugaba con
que elhJuego se practíca, aun cuando la dominación se Pdesee sus discos de colores, habría sobrevenido el dolor, y con toda
con ve emencia a través de su prãctíca, seguridad Ia nina hubiera abandonado su juguete. La adquisi-
La se~da .forma en que las regIas se transforman en actos ci6n de un lenguaje verbal representa un estadio crítico en Ia
de autodIst~~cla se relaciona con el control de las desi alda- reducciôn deI riesgo de experiencias desconocidas, ya que la cria-
des .de habílídad entre los jugadores. Las canicas a lar: dis- tura puede entonces aprender el riesgo de los demás antes que
t~ncI~, por ejemplo, es un juego que requiere una buena coor- tener que fiarse dei ensayo y el error o de prohibiciones paren-
~~~~CIg: muscula~ a fio de disparar- la canica en línea recta. Un tales inexplicables. No obstante, el juego grupal entre niüos de
" frcuatro anos y medío se encuentra físicamente en des- cuatro a seis afias conserva la característica deI riesgo. En si-
ventaja ente a uno de seis eu este juego Cuando I "_ tuaciones sociales ordinarias el nino de cuatro aüos de edad será
pequenos se ' . os nmos
· reun~n con. otros más grandes y deciden jugar a las excluido de muchas de aquellas experiencias que un nino de seis
camca~ a larga .distancIa, los nífíos más grandes inmediatamen_ afios puede y quiere realizar. En el juego, sin embargo, tiene
t~. d~cI~en cambiar las reglas para que los más pequenos no sean Ia oportunidad de interactuar con cl otro niiío como un igual
~ imma o~ eI1; seguida. Los más grandes inventan un impedimen- y de ese modo explorar una situación social que de otro modo
to para SI mismos, para establecer cierta igualdad entre los ju- no podría conocer.
gadores y de este n:s>do prolongar el juego. Nuevamente las re- Esta cuesti6n de correr riesgos es importante porque constl-
glas separan a los nmos de una directa afirmación de sí . tuye el medio de comprender otra complejidad de la autodis-
de una domina . ~ . di E rmsmos,
. . . ~IOn mme ata. neste punto también la a t tancia que los niiíos aprendeu en el juego. Gran parte de Ia
dístancla sumIDIstra una estructura aI juego li o- literatura sobre el juego basada en las teorías freudianas trata
o E~ la práctica dei juego la maleabilidad de las regias crea un a la práctica dei juego como opuesta a las frustraciones y re-
VIDe. o SOCIal.. Cuan~o en la guardería una nina de seis afies presiones que los niãos sufren en la «realídad». En realidad, los
~edIO quería impedir que un nino de euatro anos siguiera tI. ríesgos en el juego producen ansiedad y, en aquellos juegos don-
?-tendo un juguete, le golpeaba en la cabeza o le arrebataba el de los nífios efectivamente pierden, provoca un gran montante de
~uguete emple~do 1!1 fuerza. Cuando deseaba jugar a Ias cani- frustración. Pera no dejan de jugar, como resultado de ello,
l as de larga .distan~Ia COO éI, eIla «inventaba» una situaci6n en como si «fuesen l1amados nuevamente a la realídad» (según la
a que esa dIferencIa de fuerza no existía entre ellos expresión de Freud). Las frustraciones hacen que los níãos se
eIla seguía conservando su agresivo deseo de triunfo 's:~q~~ vuelvan más absorbidos por el juego, Es precisamente porque
394 en esta región particular existe una distancia deI yo que

395
los sínd!omes familiares de frustración-que-provoca-Ia.retirada y escuchando la interpretación de otra persona. uno puede gra-
frustraclón-que-provoca-Ia-apatía no aparecen. dualmente- formar y reformar una línea hasta que transmita
Nosotros tendemos a suponer que s~lo aquellos adultos muy aquello que uno desea. EI juego infantil es una preparación para
SOfistlCad?s pueden experimentar aI mismo tiempo frustración el trabajo estético adulto merced ai desarrollo de la creencia
en una slt':IaclO~, una ~tención sostenida a lo que está ocurríen- en el «tercer oído» y en la primera experiencia de él. Las reglas
do en .~a sltuacló~ y cíerto placer que se deriva de Ia sítuacíón. dei juego constituyen la primera oportunidad de objetivar Ia
Los .mnos expernnenran realmente esta complejidad a través acción, de ponerla a distancia y cambiarIa en términos cualíta-
dei Juego,. pera Iuego ésta se pierde en muchas vidas adultas tivos.
porque eXl~te~ muy pocos contextos adultos en los cuales se Además de preparar para la creencia en el «tercer oído», el
puede segUl~ jugando en .estos términos sofisticados y equilibra- juego prepara también para la actuación en otro sentido. Acos-
dos. EI 1?roplO arreg~o SOCIal en cl que los niiíos se comprometen tumbra a los nifios a la idea de que la expresión puede repetirse.
c~J.ando juegan, c~mtIene un~ _mez~la matizada de riesgo, frustra- Cuando en una situación de laboratorio uno les plde a los nifios
clón. y gratífícación, Los nmos mtentan reducir la frustración que hablen acerca de 5US juegos y definan sus diferencias de
med~ante eI enfoque de su atención sobre la sítuación misma, «sólo holgazanear», la respuesta más común que uno recibe es
considerando a las regias deI juego como una realidad en si mís- «usted no tiene que comenzar todo de nuevo» en un juego, a
ma. ~uando un niiío pierde efectivamente un juego de canicas través de lo cual he interpretado que ellos quieren significar
por e]~mplo, la fr~stración no se reduce por sus exigencias en que las actividades que tienen un significado reproducible exis-
el sentido de. practI~ar otra. clase de juego, que sería algo lógi- ten cuando ellos practican sus juegos, mientras que sólo holga-
co de hace: SI cl objeto dei juego fuese huir de las frustraciones zaneando ellos deben atravesar toda clase de operaciones de
?e la «realidad». En. cambio, se reunirá a menudo con los demás prueba entre ellos (para los nifios de seis afios de edad se trata
jugadores para considerar los modos de cambiar las regIas a fin mayormente de examinar quién habrá de controlar qué ju-
de Igualar .Ias oportunidad:s de ganar. En la propía reunión to- guetes u otras posesiones similares). La actuación en el juego
dos entraran en una especre de suspensión en la que las regIas tíene un significado inmediato porque Ias regIas existen. Sin
son analizadas a. un n~vel altamente abstracto. La frustración embargo, uno haIla que en aquellos juegos que han sufrido en
fo~talece la autodistancía v, en palabras de Lionel Festinger Ia una semana o dos múltiples cambios en sus reglas, los nífíos
«fijación a la situacíóns,» ' au courant con las últimas regias inician a los nuevos níãos a
El ~r~bajo sobre ~I tipo de las regias deI juego es un trabajo través de toda la historiá de los cambios habidos en las regIas
pree~tetlco. Se focaliza sobre la categoría expresiva de la con- de modo que los nuevos nifics sepan exactamente cuál es eI
venc.l,?n. Enseiía 8:1 nino a creer en estas convenciones. Prepara estado expresivo de las regIas actuales; en la medida en que Ias
aI runo par~_ un típc específico de trabajo estético, la actuación, regias son producciones, no supuestos absolutos, los nifios se
porque el mno apr~nde a orientarse hacia el contenido expresivo socializan entre ellos mediante Ia ex:plicación deI modo en que
de un «texto». EI juego enseiía aI nino que, cuando él suspende se ha producido esta producción. Una vez que esta ha ocurrído,
su ~eseo, de gratificación inrnediata y lo reemplaza por medio la regla puede repetírse.
deI Inter-és en. el c~n.tenido de las regias, logra un sentido de Dentro de la teoría de la expresión de Díderot, se han se:íía-
co?trol. y manipulabifidad sobre aquello que éI expresa Cuanto lado dos aspectos: primero, que Ias expresiones estéticas son
mas leJOS Ilegue en el juego a partir de un cálculo inmediato repetibles y, segundo, que el individuo mantiene una distancia
de placer y dolor, más barrocos pueden volverse estos actos de suficiente con respecto a sus expresiones para trabajar sobre
c?ntrol situaciona1. Los músicos hablan de desarroIlar el «tercer ellas, corrigiéndolas y mejorándolas. Los orígenes de este traba-
oído», Se refieren a una capacidad de escucharse a sí mismo de jo estético se encuentran en el aprendizaje de Ia autodistancia
tal modo que aI pr'acticar uno no repite rígidamente Ias mismas que tiene lugar durante Ia infancia. A través del juego autodis-
figuras un~ y o1.:a vez; ai lograr Ia autodistancia con respecto tanciado el nífio aprende que él puede trabajar y reelaborar las
a las propras accrones de forma tal que casi parece que uno está regias, que Ias regias no son verdades inmutabIes sino conven-
ciones que se encuentran bajo su controI. La ascendencia de la
presentàción emocional está presente en los [uegos más que en
. 24. EI psicólogo hab~~ de reco~ocer que este análisis de la frustración del aquello que habitualmente se aprende de los padres. Los padres
juego se. ~eerca a la nocron de Festinger del refuerzo de la sltuaciõn en disonan.
ela eogmhva. ,Ver la obra de Leon FESTINGER, A Theory o] Cognitive Dissonance ensefian Ia obediencia a Ias regias; el juego ensefía que las pro-
(Stanfc;'r~, Cabf.: Stanford University Press, 1957); The Psycholagical Effects of pias regias son maleables y que la expresión se produce cuando
Lnsuiiicient Rewards, «American Psychologist», 1961, voI. 16, núm. 1, pp. 1.11. las regias se han establecido o cambiado. La gratificación ínme-
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397
diata, la ret~nción. inmediata y el dominio ínmedíato se suspenden. pios. A medida que los principios de la actuación del ancien ré-
~a autodis~ancla crea una cierta actitud frente a la expresión; gime y lapresentaci6n de la emoción s~ des~astaron gradual-
eu, Igual medida crea una determinada actitud frente a las de- mente eu la sociedad adulta. dentro del CIclo VItal comenzaba a
mas gentes, Los nifios en el juego aprendeu que la reIación de nacer un nuevo ritmo. La transición desde la infancia a la adul-
estar juntos depende dei establecimiento conjunto de regias. tez se transformá en la pérdida de la experiencia del juego a
Eu un juego deI Iaberínto, por ejemplo, los niãos que normal- medida que el nino era iniciado en lo~ serios asuntos de la. cul-
~ente er~ muy agresivos entre sí se sentían de manera súbita tura adulta. Tal como sefialara Huizmga en una oportunidad,
mcompetitlvamente unidos, al extremo que debían cambiar el cuando somos adultos podemos pensar en observar como «rela-
madeI? ?el Iaberinto. La relación entre Ia sociabilidad y el es- jante» eI juego de los demás, podemos volvernos apa~ionados
t~~IecImIeIl;to de regIas tambíén aparece en los arreglos que la por el deporte. pero habitamos un mundo en el que dlCh~s re-
uma de seis afias hacía con el de cuatro acerca de Ia «desven- lajaciones constituyen un descanso con, respecto a la «~eahdad»
taja~ aPf<?piada. que debía imponer sobre eIla misma para que formal. La pérdida de un sentido de juego en la realída~, tal
pudiesen jugar Juntos.
como es presentada por la observación de Freud ai C0t;lllenzo
Es verdad, tal como afirman los conductistas, que el juego de esta sección, es la pérdida, o más exactamente la represión, de
e~ una respuesta a las frustracíones deI niüo en eI mundo, de- un poder infantil para ser sociabIe y para mostrarse ínteresado
b~das a ~sta carencia general de poder para enfrentarse al me- con la calidad de la expresión al mísmo tiempo,
dio ambiente: el nífio que juega hace un media ambien- lDe qué manera reprime esta habilidad la cultura a la cual el
te controlado, Pero este medio ambiente sobrevive sólo por nííío accede? l Qué fuerzas psíquicas ha movilizado la pérdida
l1l;echo de. _la autonegación de la observancia de las regIas. histórica de un dominio impersonaI para comprometerse en una
~I un mn~ cambia espontáneamente las regias para que guerra con las fuerzas deI juego?
estas Ie gr~tifiqu~n en forma inmediata -un tiro fácil, por ejem-
pIo- arruma el juego. De este modo} en el juego e1 nifio reem-
plaza la frustraci6n generalizada por una forma de frustración El narcisismo debilita esta energía
más localízada y específica} la de la postergaci6n, y ésta estruc-
t~a el, juego y le otorga su tensión interna} su «drama». La ten- Los problemas más comunes ..que observaban los alienistas
síón D1l.sma sustenta el interés dei nino en su juego. del siglo XIX eran problemas de his~0 Las formas comu-
Irénícaments, el contenido deI juego infantil es a menudo nes y apacibles de Ia histerta--eran-"'los--distint~s «males», la re,:,e-
~~cho m~s radicalmente abstracto que los juegos adultos. El laci6n física de tensión que las gentes} especialmente las muje-
nmo margn;ta.aI mundo qu~ está más alIá deI dominio deI juego res burguesas, no lograban suprimir con éxito. Algo más que la
cuando esta jugando: segun Huizinga, él lo eexcluye», nsta es mcjlgatería sexual victoriana explica la existencia de estos des-
la razón por la que los nifios que juegan simulan con tanta 6rdenes nerviosos; hemos visto que su contexto cultural era uno
frecuencia que los objetos y juguetes que tienen a su alcance que ejercía una gran presión para mantener estables ~as apa-
son algo dif.erente. EI adulto que juega no necesita comprome- riencias dentro dei marco familiar, de modo que la propia famí-
terse eu ~l ~uego como un mundo alternativo; los mismos sím- lia pudiese representar un principio de ?rden en una sO,cie~ad
bolos Y significados de símbolos deI mundo deI no juego pueden caótica. Establecida contra esta regulación de las apariencias
permanecer, pero están sujetos a un proceso de redefinición de se encontraba ·Ia creencia en la revelación involuntaria de la
modo. que sus efectos sean diferentes. En la casa de refrígeríoa, emoción y el temor a ella. Los desórdenes histéricos. en s~a,
por ejemplo, los elaborados modelos de Ienguaje no constituían eran los síntomas de una erisis -y la palabra no es demasiado
alternat~va~ frente, a los modelos de lenguaje empleados en otros fuerte- en las distinciones entre, y la estabilidad de, la vida
establecímíentos SInO que se utilizaban con eI propósito para el pública y privada.
~ue habían sido creados, el de permitir que el discurso fluyese Los fúndamentos de la teoría psicoanalítica se apoyaban en
hbreme~te ent~e gentes de rangos distintos. La consecuencia fue el estudio de estos síntomas histéricos, y lógicamente así debía
una ficción social: las gentes actuaban «como si» las diferencias ser. Una teoría que aspira a lo oculto, lo involuntario y lo ,~.
entre ellas no existieran; por eI momento. controlado. puede comenzar eon razól1; con aquellos d~tos clíni-
. Como hemos visto en el capítulo V, dentro deI ancien régime cos que conciernan a erupciones surgidas desde debajo de una
miemo eI mundo del juego infantil comenzaba a diferenciarse superfícíe de orden y control. La teor,ía del inconsciente no era
deI mundo adulto d:I juego. El nifio con sus juguetes se sepa- una percepción original de Freud. la idea se ~emonta .hasta He-
raba deI hombre, quien ahora dísponía de juegos especiales pro- ráclito. Lo original-era su ..conexíén-deJa-teoría de Iosprocesos
398
399
(PS'íqUiCOS inconscie.J?tes con larepresión por una parte s, por Se puede obtener cierta noción acerca deI nuevo interés deI
[otra, c.on la seX~_<:t!_I,!(;tç: .. Freud fue eI primero en-ver-que Una) narcisismo retrocedíendo hasta el antiguo mito en el cual se
-ausencía.de conclencl.a era un fenômeno psíquico bidimensional, basa. Narciso se arrodilIa a orilIas de un estanque, embelesado
un'7 ~orma de represíón que no podía ser manejada en la vida por su propia belIeza que se refleja en la superficie dei agua.
cotidiana y una .form~,de vida (energía libidinal) que no necesi- Las gentes le dicen que tenga cuidado, pero él no presta aten-
taba de UI~a arttculacíón consciente para existir.
ción a nada Di a nadie. Un dia se inclina para acariciar la íma-
En el, s.Iglo actual se han desgastado paulatinamente aquellos gen, cae en el estanque y se ahoga. EI sentido dei mito repré>
d~tos . clínicos sobre los cuales se fundara eI psicoanálisis. Las senta algo más que los males deI amor a sí mismo. Es el peligro
histerias y las formaciones histéricas aún existen, por supuesto, de la proyección, de una reacci6n frente al mundo como si Ia
pero ~a ~o forman UI~a cl~se dominante de, síntomas de angus- realidad pudíese abarcarse por medio de imágenes deI yo. El;
tia psíquica. Una sencilla mterpretación de por qué los «males» mito de Narciso posee un doble significado: su autoabsorción
,ya n? aparecen en forma tan rutinaria podría ser que ya no pre- impide un conocimiento acerca de lo que él es y de ~o que no
dominan los temores sexuales y la ignorancia deI sigla pasado es: esta absorción también destruye a la persona implicada,
Esta podría ser u.J?a interpretación alentadora, excepto por el Narciso, ai verse reflejado en la superficie del agua olvida que
hech~ de que las dificultades sexuales no han desaparecido; han el agua es otra cosa y está fuera de él y de este modo se vuelve
asurnidc nuevas formas, como parte de 10 que hemos dado en ciego a los peligros que ésta encierra.
Ilamar «desórdenes del carácter-s, Lo que se quiere significar Como un desorden dei caracter, el narcisismo es el opuesto
con esta es la angustia psíquica que no se evidencia a través mismo dei vigoroso amor a si mismo. La autoabsorción no pro-
de una conducta que defina claramente el sufrimiento de la per- duce gratificación, provoca dolor aI yo; eliminar la línea entre
sona, afectada, que haya convertido su angustia en un símbolo el yo y el otro significa que nada nuevo, nada «otro», pued.e en-
tangible. Antes bien, la angustia se apoya exactamente en la trar jamás en el yo; es devorado y transformado hasta que uno
falt~ ~e forma: un~.suerte de desconexión, o disociaci6n, deI cree que se puede ver a uno mismo en el otro, Y .eJltances=se
sentímienm y la actívidad, cuya formulación extrema puede pro- vuelve insignificante. Ésta es la razón por la que el perfil clínico
vocar e~ Ienguaje esquizofrênico pero cuya forma rutinaria crea deI narcisismo no es un estado de actividad sino un estado de
un sentId.o d~ carencia de significado en medío de la actividad. ser. Se han eliminado tanto las demarcacíones, los límites y las
L!1 . expenencía d~ vacío, de U?a incapacidad de sentir, no es formas deI tiempo como así también la relación. RI narcisista
factl~ente contenída por medio de nociones mecánicas de re- no se muestra ávido de experíencias, está ávido de Experiencia.
presion. Este .cambio en la sintomatología ordinária ha desafia- Buscando siempre una expresión o un reflejo de sí mismo en la
d? ai, p~nsamlento psic?'7nalítico a encontrar un nuevo lenguaje Experiencia devalúa cada ínteraccíón o escenario particular,
dIagn~stlco y a, tran~n;ll~lr aquellos términos que en los prime- porque nun~a es bastante para abarcar lo que él es. EI mito de
ros anos dei psícoanálisís .habfan sido pobremente desarrolIados Narciso capta netamente esta situación: uno se ahoga en el yo;
porque las entonces dominantes experiencias clínicas referidas es un estado entrépico. ~<:'
a la angustia no exígían su articulación.
RI intento por otorgar nuevos significados a la idea de nar-
Como u~~ manera de ~bordar los desórdenes deI caracter de cisismo se ha revelado más plenamente en los trabajos de Heinz
la desconexíó-, y un sentido de vacío, un grupo de autores psí- Kohut. Y lo que es muy sugestivo acerca de esta lucha por en-
c?~nahtIcos han comenzado a desarrollar las nociones de nar- contrar un nuevo Ienguaje que describa a este fenómeno, como
CISIS;n0 que, desempeãaron un rol secundario en la temprana la creciente importancia deI propio desorden narcisista del
teona. RI prlI~er, tratamiento completo que Freud le dia aI tema caracter, es cuán amplios procesos sociales ce hallan implicados,
en, 1914, constttufa una parte peculiar de su incipiente trabajo con qué fuerza resuena como un lenguaje para la descrípcíón
onentad~ hacia su polêmica con Jung, y de tal modo limitad~ de los resultados de una evolución de la cultura a largo plazo.
por medio de una agenda oculta en la cual la teoría deI narcí- Gran parte de los escritos sobre narcisismo es descripción so-
~ISm? se emplea?a como un aTl:ra para desacreditar la teoria ciológica, pera aquellos que los realízan no tienen conocimiento
Junglan~ de las imágenes arquetIpicas en el proceso primaria; de este hecho y escriben como si solo estuviesen descubriendo
Fr~u?- mtentaba demostrar que estas imágenes no podían y explicando una dimensión de la vida psíquica que previamen-
eXIstIr.25
te hubiera sido tratada inadecuadamente.
En el análisis que realiza Kohut acerca de cómo el «grandío-
p~~raSi-=~: 1~~~' On Naroissism (Londres: Hogarth, 1957); publicado por so yo» se relaciona con «objetos» en el mundo (y por esto quie-
re significar tanto cosas físicas como personas), afirma que se-
400
401
HCS 151.26
mejante configuración de Ia personalidad lleva ai yo a conside- fines del sigla pasado, y ahora se encuentra atado a la lacali-
rar aI mundo en términos «dei control que él espera sobre su zacíón de la comunidad, de modo que uno comparte solo hasta
propic cuerpo (antes) que la experíencia adulta de los demás donde refleje el espejo dei yo.
y de su control sobre ellos», La consecuencia es que esta inter- Sin embargo, lo que permanece sin preguntarse eIl: las form~­
pretación deI mundo en términos deI yo «conduce generalmente lacíones psícoanalítícas es qué ocurre cuando la rmsma «reali-
ai resultado de que eI objeto de dicho "amor" narcisista se dad» está gobernada por normas narcisistas. Los cánone~ .de
siente oprimido y esclavizado por las demandas y expectativas creencia en esta sociedad son tales que s~ vuelve l;ill3. vísíôn
dei sujetc». Otra dirnensíón de esta mísma relación dei yo gran- lógica de la «realidad» el interpretar las realidades socíales como
dioso con los objetos se transforma en una transferencia «es- carentes de significado cuando ellas reflejan. las fantasí~s. dei
pejo» en el curso de la terapia Y, en términos más generales, yo. Dado el absoluto incremento de los ~e~ordenes narcísístas
en una concepción de la realidad en la que el Otro es un espejo dcl caracter que se ha producido en las. clínicas, es sorprenden-
dei YO.'6 te que los psícoanahstas no preg~Ilten SI, además de ser capaces
El yo formado según estos términos comíenza a resonar con de percibir el narcísísmo. la sociedad en la que el yo se mueve
Ia historia de la personalidad y la cultura que nos ha ocupado no estará estimulando a estos sintomas ~~ra. que, aparezc~.
ant~s; éste es un yo para quien los límites deI significado se (Como una palabra que equilibre esta cuestIon deberiamos decir
extienden sólo hasta aquella distancia que el espejo puede re- que psicólogos como D. W. Winnic~tt, al ~~tar menos apegad~s
flejar; cuando el reflejo vacila y comienzan las relaciones ím- a las peculiares definiciones del pSIcoanálIsIs, se muestran mas
personales, el significado desaparece. Esta resonancía se vuelve deseosos de formular tales preguntas.) 28 • •
más fuerte en un segundo sentido. La mayor parte de los análi- Así como la histeria íue movilizada en las relaciones socíales
sis de datos clínicos sobre narcisismo se han centrado sobre por medio de una cultura que en el siglo pasado se. ,?-O atrapada
una escisiõn entre actividad e impulso. «lQué es lo que realmen- en una crisis de la vida pública y privada, el narcisismo es mo-
te estoy síntiendo?», se transforma en una pregunta que, en vilizado actualmente en las relacionessociales por una cultur~
este perfil de personalídad, se separa de sí mísma y anuIa Ia privada de creencia en el público y regida a través dei ~entI­
pregunta, «lQué estoy haciendo?» EI perfi] diagnóstico trazado míento íntimo como una medida dei sígnífícado de ~a r.e~lidad.
por Otto Kernberg describe un tipo de personalidad en la cual Cuando cuestiones tales como clase, etnicidad Y ejercicio dei
la negacíón se evalúa negativamente y en la que el tono afecti- poder fallan en la conformación de ~~ta m~did~, cuand.o fallan
vo se transforma en 10 más importante. lEI cuestionamiento de como espejo, cesan de provocar pasion o IOter~?~.l resultado
los motivos de los dernás funciona de forma similar para de- de una versión narcisista de la realidad es que se re~ucen los
'vaíuar sus accíones, ya que lo que importa DO es lo que ellos ha- poderes expresivos de los adultos. Ellos n.o pueden jugar con
cen sino las fantasías que uno tiene acerca de lo que ellos la realidad porque la realidad sólo ~es con':Ie~ne cuando ella,. en
están sintiendo cuando lo hacen. De este modo, la realidad es cierto modo, promete reflejar nec~SIdad~s íntimas. EI aprendiza-
presentada como «ilegítima» y como consecuencía, aI percibir a je de la autodistancia durante la mfanc~a y a .través de la expe-
.Jos demás en función de m6viles fantaseados, nuestras verdade- riencia dei juego, aprendizaje que ai. m~smo tIem~o se refiere ~
ras relaciones con ellos se vuelven apáticas o descoloridasP lo que es expresivo y socíable, es opnmI~o ~n. la VIda adulta po
Esta situaci6n también nos es familiar. Se trata deI yo-como- media de la activación cultural de un prmcrpio opuesto de ener-
motivaci6n; un yo medido por su impulso más que por sus ac- gía psíquica.
tos comienza a aparecer en forma política a mediados deI siglo Para el psicoanalista clásico esto le parecerá una completa
pasado en un momento de lucha de clases, y ahora sirve como mezcla de sus términos, la adultez y el conocimjento auto~~tan­
un canon más general de Jegitimación política. El hecho de com- dado aparecerán para él trascendiendo las arcaicas, narcIs~sta~
partir impulsos más que la búsqueda de una actividad comün energias de la ínfancia, Deseo hacer una mezcla de estas te;IIU-
comenzaba a definir un peculiar sentido de comunidad bacia nos porque el sentido que el psicoanalis~a otorga a la reahdad
histórica y social es deficiente. En la VIda social moderna los
26. Heínz KOHUT, The Analysis of the Sei! (Nueva York: International Uní-
adultos deben actuar narcisísticamente para a~tuar de acuerdo
versity Presa, 1971), pp. 33·34. con las normas de la sociedad. Ya que esa realidad se encuentra
27. OUo KER.N1mRG, Structural Derivatives of Object Relationships dnter- tan ,estructurada que orden, estabilidad y recompensa sólo apa-
national Journal of Psychoanalisls», vcl. 47, 1966, pp. 236·253- KERNBBRG' Factors
in the Psychoanalitic Treatment of Narcíssístíc personaliti;s, dournaÍ of the
Ame~can Psychoanalític éseccíatíon», 1970, vaI. 18, nÚIU. 1, pp. 51·85; KOHUT, 28. D. W. WINNICOTl', Tronsitional: Objects and Transitionai Phenomena, «In-
op. ou.; pp. 22-23. ternational Journal of psychoanalisis", 1953, vol. 34, pp. 89·97.

402
403
recen en la medida en que las gentes que trabajan y actúan den- pliado la brecha entre el trabajo rutinario y el administrativo
tro ~e sus estructuras consideran a las situaciones socíales como eu las oficinas. Ellos sostienen que uno debe considerar una
espejos dei ?O'. y son desviadas de examinarias como formas que estructura de clase dentro deI mundo profesionalizado, con su
tíenen un significado no personal.
propio proletariado interno, sus artesanos, su pequena burguesia
. , Como :p~oceso general, la creación deI interés y Ia preocupa- y su cIase ejecutiva.ê?
CIO:t;L narcisrstag a través de instituciones sociales se produce Una cIase especial ha aparecido a raíz de esta divisi6n del tra-
segun dos Iíneas. Primero, se eliminan los límítes entre Ias ac- bajo dentro deI mundo profesionalizado. Se compone de gentes
ciones ~ue. Ia !,ersona desarrolIa en Ia institución y los juicios que realizan un trabajo cuasi técnico, cuasi rutinario: programa-
que la ínstítucíón emite acerca de sus capacidades innatas sus dores de computadoras, analistas deI flujo de cuentas a cobrar, los
fuerzas de carácter, etc. Porque lo que él parece, refleja qué ela- que ocupan los niveles inferiores de control y procesamiento
se de persona es, Ia acción a distancia del yo se vuelve para Ia de valores en casas de cambio, etcétera. Los miembros de esta
persona. algo difícil de creer. EI segundo modo según el cuaI categoría especial de las classes moyennes todavía no poseen
eI n.arclsIsfl.l0 se moviliza ocurre cuando eI enfoque sobre las una identidad grupal, una cultura de cIase que los represente,
c~ahdades innatas deI yo se sitúa en los potenciales de la ac- ni en el contrai dei uso de sus propias habilidades ni en la
ción más que ~~ las accio~e.s específicas que se han realizado. ejecuci6n de tareas que son tan rutinarias que cualquier persa-
Esta es, los JUlClOS son emitidos sobre la «promesa» de la per- na de la calIe podría realizarias en forma inmediata. Constitu-
son!,", ac:rca de lo que él podría hacer más que sobre lo que yen una cIase de recién Ilegados..Y es también, en Norteamérica
esta hacI.endo ahora ? haya, he~ho. En eí medida en que una y en Europa occidental, el sector de más rápida expansi6n de
persona Iuzgada en .dichos términos lo tome seriamente, tendrá la fuerza de trabajo.w
q~e haberselas consigo mismo e interpretar eI mundo en fun- Los miembros de esta cIase están sujetos a definiciones ins-
CIO~ d~ una. no diferenciación de objetos y de absorcíõn en la titucionales de su trabajo que también constituyen, en grau
acción ~rreahzada; un psicoanalista tenderia a ver a estos rasgos medida, una definición institucional de sus personalidades. Com-
como SIgnOS de un desorden individual deI carácter parado con este proceso institucional, eIlos disponen de pocas
Como un ejemplo de estas normas sociales, consideremos más tradiciones compensadoras o de modelos artesanales; en cambio,
estrechaments como el interés narcisista es introducido en eI estos recíén Ilegados a una nueva clase aceptan como válidas las
dO~D1o de la clase, particularmente en el dominio de la emer- definiciones que de eIlos establece la instituci6n y tratan de ela-
gen~I~ de una ~ueva clase media dentro de las burocracias tec- borar modelos de defensa y significado dentro de una situacíón
nológícas deI síglo xx. en Ia cual la personalidad y las circunstancias de clase se hallan
tan estrechamente vinculadas. Las corporaciones tratan a sus
trabajadores técnicos profesionales de modo tal que se producen
La movilización del narcisismo y la aparición de una nueva clase ambas normas de la absorción narcisista; se eliminan los límites
entre cl yo y.el 1l!YDdo"p.orqueesa.situación en el trabajo se
EI. sigla xx es caracterizado comúnmenra como una era de asemeja a un, espejo dei poder personal; la naturaleza de .dícho
trabajo no man~aI y burocrático. Es verdad que el número de poder reside, no obstante, no en acto sino en potencia, EI re-
p.ersonas que ejecutan una labor manual, industrial, ha decre- sultado de esta movilizaci6n dei narcisismo en susvidas es que
cído c?mo. prome~i~ de la fuerza de trabajo en la mayoría de se destruye la habilidad técnica de los trabajadores para desafiar
los paIses. índustríalízados, También es verdad que la expansión las regIas de dominación y disciplina que gobieman su cIase.
de~ traba]o profesional se ha producido en los escalones más La clase se transforma demasiado en una parte de elIos mismos
bajos d~ .Ia estructura burocrática; lo que se percibe como la como para jugar con eIla. La movilizaci6n dei. narcisismo a tra-
desaparIcIó~ dei. tra,?ajo manual es realmente su transposición vés de una institución ha logrado volver impotente el elemento-
a ~ trabajo rutínarío de naturaleza secretarial de archivo o de
servrcio. ' 29. Esta concepciôn aparece en autores tan diferentes como Daniel BELL
(The Coming oi Post-Industrial Society) y Alain TOURAlNE (La Produetion de la
AIgunos escritores intentan 'descríbír este cambio habIando Société), o en estrategas tan distintos como André Gorz y Serge Mallet.
d~ una transformación de las cIases burguesas en cIases me- 30. En los Estados Unidos éstos constituyen a menudo la élite de los gru-
dias, I~s classes. moyennes. ElIos apuntan ai hecho de que ya no pos de trabajadores fabriles, quienes piensan que ya no constituyen la clase
trabajadora pêra no se Ies considera asf en los cuadros burocráticos de perso-
e~ posible refenrse a los matices de contable a banquero como nal. Ver especialmente el trabajo de Blauner referido a los trabajadcres tec-
díferencías de tono dentro de una clase, así es como se ha am- nológicos. Robert BLAUMER, Alienation and Freedom: The Feu:tory and lts ínâus-
try (Chicago: University of Chicago Presa, 1967).
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del juego expresivo, ~sto es, el juego con las regIas impersona- que su estructura interna se subdivide y prolifera. En ca~bi?,
les que ngen sus acciones y la reconstruccíõn de aquéllas. ellos tíenen 10 que podría denominarse como una expertencia
Los límites entre el yo y el trabajo se eliminan fundamental- de trabajo «versátil». Dentro de la organización se mueven d~
mente por. ~edio de .los ~odelos de movilidad en la corporación. tareaien tarea, aprendiendo nuevas especialidades en cada movi-
La expansron y proliferación de estos trabajos profeslonales tíe- miento o manteniendo formalmente una posíción, pera los conte-
ne .~uy poca rela~i~n con una necesídad funcional, y mucha re- nidos del trabajo en esta posición cambían a medida que la estruc-
lacíon con la provisión de nue:ros cauces de prornoción, descenso tura corporativa se vuelve más elaborada. El :programador p'l;lede
de rango o puestos de trabajo para la burocracia profesional encontrarse súbitamente realizando un trabajo que en reahdad
como un organismo progresivo. La esencia de la lógica interna es una forma de contabilldad, aun cuando él lo realice e~ una
de la expansión burocrática reside en que el nuevo trabajo es máquina familiar; o una nueva computadora puede ser Incor-
diferente o no guarda relación con el antiguo; por lo tanto una porada a la oficina y como resultado de ello, porque él 00 sabe
promoción no consiste en conseguir más recompensas financieras cómo programar en un nuevo lenguaje. sus superiores pueden
por algo que uno realiza bien, sino en dejar de ejecutar ese tra- ponerle a cargo del proceso de registro. que está relacionado con
bajo y en cambio. pasar a la supervisión de otros trabajadores el almacenamiento de resultados más que con l.a puesta; en mar-
que lo están realizando. El descenso de rango consiste no en cha deI proceso que hace funcionar a la máquina. O SI un ven-
ser forzado a permanecer con una tarea hasta que sea completada dedor trata con productos técnicos, cuando una nueva línea se
más perfectamente de lo que el trabajador ha logrado en el introduce en el mercado puede decidirse que él ya no e~ apto
pasado sino en ser destinado a una nueva tarea en la cual debe como vendedor de estos articulos que no ha vendl~o previamen-
comenzar todo de nuevo. La innovación tecnológica presenta te y de ese modo es cambiado a alguna otra sección dentro de
una curi~sa relación con. la expansión burocrática. Por ejemplo, Ia organización.32 , •
un estudío de procesamíento de datas en un hospital de una Como resultado de díchos procesos, su capacidad para man-
ciudad n~rte~merican~ revela que el advenimiento de la compu- tener su posición en la burocracia tiene p,?ca rel~ción con. lo
tadora dísminuyé uniformemente la eficiencia de las cuentas apto que sea para ejecutar' una t~rea especial. y tíene relación
so~eti~~s y pagadas en el hospital. Empero, la instalación y más bien con la capacidad que se juzgue que díspone para dese-
a~tIvaCIon de la computadora es tan costosa que obligó al hos- rrollar varias tareas, la mayoría de las cuales todavía debe apren-
pI~al a c~ear un personal totalmente nuevo para su cuidado y derlas. El énfasis en el trabajo versátil, se col?ca sobre Ia «~~
alímentacíôn, 10 que a su vez estimuló aI hospital a comprome- ta» capacidad del trabajador, como aSI también sobre sus «JUl-
terse en una campafia mayor para un aumento de fondos lo cios» [nterpersonales de cooperación, empatía ~ t0:rt;La y daca
que a su vez produjo un gran número de nuevas contr'ibucicnes como ser humano. Ironicamente, cuanto menos I~entIfic~~o sea
que se destinaron a la construcción de una nueva ala en eI hos- el lugar de una persona con un sentido de su ofícío -utIhzando
pital. El déficit para la burocracia en su totalidad se incremento el término en su acepción más amplia- más es valorada por
peroTa expansión y subdivisión del trabajo administrativo con~ sus rasgos básicos de capacidad y compaâerísmo-
venero a aquellos que estaban a cargo de él de que, gracias a A menudo la negativa a cambiar posiciones es una forma de
Ia computadora, el hospital se estaba «modernizando». Tal como suicídio en las vastas burocracias, ya sea en el sistema estatal
lo predijera Keynes hace medio siglo, la esencia de la burocracia o en la empresa privada. No sólo demuestra que una persona
mode~a es que un s~stema estable y equilibrado, que produzca no tiene iniciativa sino, lo que es aÚD peor, que no es «colabo-
benefícios regula::es SlD recurrir a la expansión de capital, per- radora». Así como el ser un trabajador «valioso» significa que uno
sonal o producción, probablemente inspire horror en aquellos tiene la capacidad de, ejecutar u?a variedad de t~re~s, el formar
que lo administran y es probable que sea considerado más parte de un equipo, ser cooperatIvo y adaptable significa q.ue uno
generalmente por la sociedad como una operación «muerta».u posee los [uicios interpersonales c~rrectos p~r.a. ser considerado
La. expansió? burocrátic~ ert aras deI crecimiento y no de la valioso para la estructura burocrática. «FlexIblhdad» es el nom-
necesídad funcional ha tenido un efecto peculiar sobre esta ela- bre positivo para este valor. Disimula el hecho de que el hombre
se. E~ el trabajo ellos han aprendido tareas técnicas pero no
profesionales, tareas tan especializadas y extrafias que puedan 32. Bl término etrabajo versátil,. se deriva de la obra de R. J. LIFTON Pro-
tear. Man, ePartisan Revicw". vol. 35. nüm. 1 (invierno 1968~. pp. 13·27. I.;a me-
resistirse a ser trasladadas dentro de la organizadón a medida jor descripción del trabajo versátil aparece en MILLS, op. cü., Y la cues~lón de
la habilidad educacional/tecnológica relacionada con ese trabajo se analiza con
precisi6n en la obra de Christopher JENCKS Y David RmsMAN, The Academic Re-
31. Jane VELINE, Bureaucratic lmperatives for Institutional Growth: A Case
Study (manuscrito). volution (Garden City, N. Y.: Doubleday, 1968).
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e~ su trabajo ha perdido cualquíer distancia, en términos fun- refleja al yo.' Tal vez sería rnejor decir que la creencia de que
cionales, de sus condiciones mater'iales. Se está juzgando su na- el trabajo de uno, inestable y versátil como es, constituye una
turaleza como ser humano: su «potencial». expresión de Ia personalidad es la conciencia de cierto proceso
l,Cómo hace una persona, tratada de dicha manera, para to- burocrático, el ref1ejo de dícho proceso en la conciencia deI tra-
~ar concie~c~a de la eliminaci6n de la distancia entre persona- bajador mismo. Esta imagen de la situación laboral como un
hdad Y posíción de clase? En un famoso artículo suyo apareci- espejo deI yn, aunque se trate de un espejo en el que no pu:de
do en 1946, C. Wright Mills fue el primero en comenzar a reflejarse nunca nada fl]o, es el primer estadio en Ia índucción
responder a esta pregunta. En su obra The Middle Classes in deI sentimiento narcisista fuera dei sistema de clase.
Middle-Sized Cities, sostenía que cuanto más relacionasen las Pero la eliminaci6n sola de la distancia entre el yo y Ia si-
gentes los hechos de clase con sus propias personalidades, me- tuación no crearía ese sentido de no estar nunca presente en la
nos les llevarían a la acci6n política, o incluso a la ira las in- propia acción, esa pasívidad en media de la interacción, que es
justicias de clase. Centraba su enfoque particularmente sobre la nota especial deI sentimiento disociado que aparece e~ .este
los trabajadores burocráticos y otros hombres de clase media desorden dei carácter. Por extraiío que parezca, esa pasividad
:n su análi~is, y observaba que cuando la educaci6n, el trabajo, surge entre las classes moyennes tecnológicas cuando inten~
incluso los mgresos, comenzaban a considerarse como ingredien- crear un refugio psicológico para si mismas contra la luz casa
tes de la personalidad, se volvía difícil para estas gentes el re- desnuda a la que aparecen cuando están trabajando. EIlos resís-
belarse contra las injusticias que percibían en su educación o ten a través de una manipulaci6n deI lenguaje, un modelo de
en su trabajo. Cuando la clase pasaba a través deI filtro de la descripci6n deI yo en acción que aparece en los estudíos de tra-
personalídad, decía Mills, lo que emergia eran problemas que bajadores manuales que realízan un trabajo de servicio para
las gentes percibían «ai estar juntas entre ellas». Los proble- grandes compafiías, como así también en los estudi~s sobr: ~os
mas de clase se transformaban en problemas humanos' Mills propios burocratas profesionales, .El yo en el trabajo se divide
notaba particularmente una especie de absorci6n en cueationes en un «ego» y un «rní», El ' «egb»)es el yo de las motivaciones
referidas a cómo sentían los demás, cuáles eran los impulsos en deI trabajador sus sentímíentos, sus impulsos. Paradójicamente,
medio de la acci6n que desviaban a las gentes de la consecución eI yo que realiza y es recompensado se describe por medio de
de objetivos impersonales o de organizaclôn,u un lenguaje pa~.iyg" por medio de la referencia a sucesos que
En el período .de posguerra, a menudo los organizadores la- me ocurren a «mí~J EI «ego» no los realiza.e
borales han descnto a los rangos medios bajos en las burocra- Por lo tanto, según un estudio norteamericano sobre tales
cias Como a los más difíciles de organizar y a los más fáciles trabajadores, uno les escucha describír una promoción como
de desviar de cuestiones de dinero efectivo, beneficios y asís- un abstracto «ellos» me otorgaron a «rní» y raramente se escu-
tenda recíproca a cuestiones de «status» personal dentro de la cha a los trabajadoree decir lo siguiente: «Yo hice X o Y» y así
organizacíõn, La voluntad de soportar condiciones de trabajo «obtuve» una promoción. Cuando los trabajadores de estos ran-
mucho más pobres que las de los grupos de trabájo manual gos medios emplean las formas del «egoe-en sus eonversaciones
-Ias secretarias son citadas habitualmente como el primer ejem- referidas aI trabajo, apuntan hacia las relaciones fraternales o a
pIo- existe porque estos trabajos administrativos de bajo nivel los sentimientos acerca de otros trabajadores. Fuera deI funda-
son «respetables» y, por 10 tanto, «personales». Según palabras mento deI trabajo se haIla presente un «ego» activo; dentro deI
de un organizador laboral inglés, la percepción de «trabajo res- fundamento del trabajo un «mí» pasivo enmarca aI yo.
petable en términos de ser una persona respetable hace que los La actuaci6n pasiva sirve a un propósito funcional. Dentro
empleados de oficina no piensen en sus vidas en términos insti- de una situación material que iguala a persona y trabajador, el
tucionales», En cambio, existe una renuencia en buscar intere- actuar como si fuese realmente algo que le llega a uno, que uno
ses de grupo, un sentido de aislamiento personal que sólo es no ha causado, es protector. Sin embargo, la dificultad con este
destruido por medio de grandes esfuerzos de parte deI organi- divorcio del «ego» activo deI actor involucrado en eI juicio, la
zador. recompensa y la crítica, reside en que cuando el propio tra~ajo
Se ha vueIto un cIisé entre los escritores que tratan sobre parece el resultado deI ejercicio de nuestras propias capacida-
las nuevas cIases eI referirse a dichas respuestas como una efal- des, uno se siente atrapado en una contrad~cción: por una par-
sa concíencía» cuando las gentes creen que la posicíón social te, la posición es un produeto de Ia personahdad; por otra parte,
uno se protege a sí mísmo en el trabajo considerando su expe-
33. C. Wrlght Mru.s, The Middle Classes in Middle-Sized Clties, cAmerican
Sociologica1 Revíew», vol. II, uüm. 5 (octubre 1946). pp. 520-529. 34. Ver SENNET y COBB, op, cit., pp. 193-197.

408 409
riencia en la órbita laboral como si la propía personaIidad fuese
un recipiente pasívo del funcionamiento burocrático. . 1 profundo el sentido de autoestima que las gen-
bar a un mve . obviamente rechazados m
La escisión deI yo en un «ego» y un «rní» se deriva de térmí- tes tienen en socledad Ellos no ~~~ se los prueba sistemática-
nos que se originan en el vasto cultivo de la creencía, EI yo ver- d
son obviamente .acepta. os; e: ca hallar una convalidación eu
mente .por medio _, de mte~ta~ita o no los límites coherentes
dadero es eI yo de las motivaciones y los impulsos; es el yo ac- or
tivo. Pera no es activo en sociedad; en cambio, allí existe un la realidad quej ~n ver~sta identidad versátil es creíble que los
«mí» pasívo. Esta misma defensa dispone a las gentes a actuar deI yo. Es a ra z e que I eación de una nueva
según modos que Mills Y los organizadores Iaborales citados procesos instit~ciooales tal~~ ~oo~ove:sá~fles se vuelve factible.
más arriba, percíbían como apáticos. No hay nada que esté clase de trabajadores tecno . gl~ que el yo y la posición son
mal ajustado o que sea anormal en esta cscisíon, tal como pro- Pero igualmen~e esta creencia ~tra no constituye una deriva-

~~:g~:~=!::e~~e~~~::g::c~~'EE!u}~:t:~:!;:~~E~~:
claman actualmente algunos psicólogos industriales que han adap-
tado la literatura deI desorden de caracter para analizar aI «tra-
bajador apático». Es una manera lógica de sentir en una sacie.
dad cuya lógica consiste en absorber a las gentes en cuestiones creer en los productos e "uarte así ocurre con esta rela-
de autoadecuación; el trabajo y otras relaciones socíales de des- analizado
ló tre en la ~ercder~ms tptarceo'naI
la necesida de trabajadores Éversátiles
ígualdad se estructuran alrededor de esta fantasía. I U I , .
CI fi en . d I trabajadores en un yo versátil. stas son
Eu aquellas sociedades donde la posición de clase parece ser y la creen~la e os cultural singular. En forma con-
impersonal o impuesta, el ocupar una posición indefinida en la dos dimensiones de un proceso d asividad en el trabajo; es
sociedad no es causa de vergüenza personal: el mejorar la pro- e
junta ellas producen
1
t ctura de clase
los slgnb"!nSada
combí cPon una cultura
.. de creencia
pia situación COmo trabajador puede ser visto fácilmente como esta es ru ~. Iaa nsí uicas deI narcisismo.
~~~ ~:~~Z;ei::i;::r~~~~P{n~:g~aSE~e~~:~~~:~~~ ~:e~~ ~~':~
vinculado a un mejoramiento de la situación de los demás,
como clase. Sin embargo, cuando la clase se vuelve una proyec- la
ción de la capacidad pcrsonaí, Ia lógica de la dignidad es la mo- gías del juego como contra IC ona ; como eI de la «víncu-
vilidad social ascendente; el fracasar en esta movilidad, por todo una directa pe~tinencia con t un f~~o:e~~cuentran en este estado
lo que uno sabe las desigualdades institucionales se cponen a laci?n compulsiva», La~ ge~ es ~ jugar con las regIas de la cor-
elIa, parece deberse de alguna manera a un fracaso en desarro- paSIVO no piensan eo. esa ar na realidad fija y absoluta en la
llar la propia personaIidad y Ias capacidades personales. De poración; la corporación es u por medio deI empleo de sus
este modo, Ia preocupación acerca de la posición de clase, y cual ellos deben hacer su carrera . la estructura cor-
especialmente sobre Ia cuestión de la movilidad a partir de una
clase, y Ia preocupación acerca de la suficiencia de tener una capac~d~de~ L~a~~es~~~i e: e~~o:I~~~ g~:t~~a~n la medida en que
personalidad verdadera y desarroI1ada, estan unidas. Eu seme-
jante condicíón de creencía, es difícil identificarse con los de-
poratíva co o , d
ellos la acepten, ~o p~e en
El juego imphca CI~~to p ac
r
«nroblematízar» sus reglas,
er ai trabajar sobre la calidad
el contrario constituye una
más en Una posición similar; en términos abstractos uno pue- de Ias regIas. EI narcisismo, por ué es' así y cómo- des-
actividad ascéti~a. PaI coml~~~d:~pi~~iv~s de aq~ellos bajo su
de reconocer intereses comunes, pero entre un reconocimiento a
recíproco de intereses y un grupo que actúa sobre eI10s inter- gasta este asce~lsmo os po e t uitar el concepto de manos
víene una comparacíón de suficiencia personal. Si Uno realmente gobierno, . ne~e~ntamos b~uevalm:~
de los psiquiatras y u icar o ~i" contexto histórico y social.
estuvíese utilizando sus capacidades, uno no sería «degradado»
merced a acciones impersonales con los demás. Sin embargo,
nuestras capacidades nunca se concretan ui se hacen mani-
fiestas, Bl narcisismo es la ética protestante
Los trabajadores técnicos habitan una cultura en lacual es de los tiempos modernos
creíble la fusión dei yo y la c1ase social porque la vida solo tiene
significado eu una institución cuando refleja aI yo, Un estudio Hemos seãalado anteriormen~~oqU~eud~sf~~~S\~ : : e~~s~~
Frances de programadores de computadoras surgía con una fór- agresivamente el placer en el ~u có~~ obtener 10 que busca, no
que pose~, una fer:~tftac~~~c~ad:1 narcisismo. Esta paradoja, sin
mula nítida de esta; las gentes no experimentan «alienación»
COn respecto a la institución sino una «vinculación compulsiva» en e p d
COn elIa, de modo que incluso los hechos más triviales de la cor-
apareceria
b no es un escubri nnuen to único de la teona . psicoana-
Wb
poración compromete0 su sincero interés. El resultado es pertur. em argo, 1 formulación que aphcaba e er
lítica. Ya que es.
en su obra cláslca exaLactamét:nte
tca pro a testante y el esplritu deI capita-
410
411
lismo; éI oponía ~I .egoísmo aI «ascetismo mundano». Los parale-
los entre los análisis de Weber del ascetismo mundano y lo que proyección deI yo hacia eI mundo, más que un compromiso en
hoy parece como un «nuevos fenômeno psiquiátrico son tan la experíencia mundana más allá de nuestro control,
fuertes que !Ias vemos obligados a investigar si eI parecido es Si preguntamos por qué elaboro Weber esta idea de una
más que accídental, más que una coincidencia feliz de la imagi- ética protestante, la respuesta. es que era su manera .de .mostrar
nacíõn, y en ca~bio si ~a~ fuerzas cuIturales que han originado los resultados combinados deI 'secularismo y el capitalismo sa-
esta a~t?abSOrCIón narcISIsta no han revivido, de alguna mane- bre la psique; no es accidentaI que éI haya escogido estas dos
ra, la ética protestante sobre nuevos términos. fuerzas. ElIas conducen a un desgaste de Ia creencia .en la ex-
La ét~ca protestante es probablemente la más conocida y la periencia externa al yo. En forma colljuntél: han ,eroslonado aI
má~ .malInterpretada d~ todas las ideas de Weber, y la respon- yo como fuerza agresiva, segura, y eu cambio hacían de su mé--
rito cl objeto de una ansiedad obsesíva. Entre ambos, han des-
sabílidad por esta malmterpretación es tanto de Weber como
de su~ lectores. Tal como han sefíalado muchos críticos, su gastado la vida pública. .
lenguaje es confuso, de modo que en algunas oportunidades se Los impulsos ascéticos que Weber percibía, la conducta as-
refíere ~ protestantismo como ?rigen dei capitalismo y en otras cética eou propósitos de autojustificación, constituyen i~por­
oportunídadag no lo hace; oscila entre la consideración de su tantes indicios para comprender cõmo las energías ~arclsIstas
obra. como .una historia real o como una abstracción intelectual pueden ser transformadas dentro de la experiencia mte~erso~
d.e ciertas ídeas generales tomadas deI registro histórico. Pera nal. Los impulsos narcisistas se vuelve~ sO~Iale~ por m~o de
SI Ie~mos este trabajo, como creo que deberfamos, como una su formulación en términos de la autojustificación ascética. EI
especte de fábula. moral, entonces adquiere la fuerza de sus me- resultado de estas impulsos autojustificatorios ---COI~.o en el de-
jores y más apasíonadcs momentos. lCuál es el mito de Weber? seo de demostrar las propias capacidades en el trabajo-« es sepa-
La pérdida de una religión ritual (el catolicismo) y eI surgimien~ rarse de los demás y, en forma más particular, separarse. de
to del .capit~lismo condujeron a un fin comün. la negacíón de una actividad de acuerdo con elIos que no provoca la atencién
la gratífícacío-, con propósitos de validación dei yo. Esto es eI del yo. A su vez, la consecuencia de esta separación es que. Ia
«ascetismo mundano». Por medio de la negación deI placer per- propia idea de la actuación, la percepción misma de que la VIda
sona! en las experiencias co~cretas, uno demuestra que es una es un cúmulo de convenciones, es destronada.
persona. verdadera. La capacídad para demorar la gratificación En la medida en que el sentido común, la más falible de las
es e~ SIgno, supuestamente, de una personalidad vigorosa. En guías nos diga que la autoabsorcíôn y el ascetismo son antagó-
térmínos pro!estantes, e! placer del ritual es la negación de uno Dicas: puede ayudarnos a proporcionar un ejemplo c01~creto de!
mismo, .es~claImente en la absolución de los pecados; en térmi- modo en que se combinan. Los temores erót!c.os dei siglo pasa-
nos capItalIstas, es Ia negación de la gratificación de uno mismo do parecían ser el colmo de la condu~ta as~etl~a. Pera ~erfa to-
sensua!~ente a través de Ia utilización dei propio dinero en talmente erróneo pensar que una mujer adJ~d~c~ba algún orgu-
c~mpanIa de los demás. De este modo, el ascetismo mundano Ilo secreto a su castidad, que llevaba su vírginídad como UD?'
elimina ~a sociabilidad a través deI ritual o a través del consu- «propaganda de roi misma», Todo el temor ?-el sexo coI?o l?eh~
mo. EI impulso es más orientado bacia el interior. Negarse el groso, toda la autoaversión involu?rada en el s~ perdería SI el
placer a uno misrno en el mundo establece Una afirmación para erotismo deI siglo XIX fuese descnto en esos términos. Y esos
uno, y para los demás, acerca de qué cIase de persona es uno. términos son el sentido del ascetismo mundano de Weber; ellos
Weber no alcanza la naturaleza del ascetismo sino la naturajs, constituyen una autonegación que conc~tan la at~nción deI yo.
za .de~ e!hos secular. Un monje que se flagela frente a Dias en Por contraste, los términos de la sexualidad que ngen la era ac-
la íntimídad de su celda no piensa en cómo aparecerá ante los tuaI aparentemente más liberada se acercan más estrechamente
dem?s; el suyo es el asc~tismo de la eliroinación deI yo. En e! a esta negación constante deI placer que representa verdadera-
Calvino o el B:n Franklm de Weber tenemos a personajes as- mente una afirmación de la primada deI yo. Los temores de las
cetícos que qtueren dejar- perfectamente claro en este mundo mujeres a no tener orgasmos o los temores de los hombres a
que eIlos valen algo como personas, ' no tener suficientes eyaculaciones presentaban a menudo, como
,RI ascetismo mundano y eI narcisismo tienen mucho en co- eu una investigación realizada en Nueva York a fin~s de la dé-
mun: en ~mbos, Ia pregunta «lQué estoy sintiendo?» se vuelve cada de 1960, poca reIación con el temor a no satisfacer.a su
~ obsesíén. En ambos, mostrar a los demás los controles e pareja, Si la conducta sexual es alterada a. fin de expenm~n­
impulsos deI sentimier:to propío es una manera de mostrar que tar más orgasmos o más eyaculaciones, el. ~vel de eXI!ectati~a
uno verdaderamente tiene un yo valioso. En ambos, existe una acerca de qué cantidad es suficiente también se verá intensífi-
cada; la persona todavia no experimenta lo «suficiente» como
412
413
p~ra que la conducta sexual sea realmente «satisfactoría», «síg- sados. Esta es, el narcisismo es la razón psicológica fundamen-
nificativa», etcéte::a. Se trataba de esta clase de autonegación tal para la forma de comunicación que hemos denominado como
la. que Weber tema en mente como ascetismo y que Kohut des- rcpresentaci6n de Ia emoción a los dernás, más que la presen-
cnbe. como. las ~cmandas opresivas deI narcisismo. Porque si uno tación formada de la emoción. EI narcisismo establece la ilusión
se. srentc insatisfecho es que las energías apuntan hacia uno de que una vez que uno experimenta un sentlmiento, debe ser
rmsmo, manifiesto porque, después de todo, el «interior» es una absolu-
EI carácter ascético deI narcisismo movilizado en la sociedad ta rcalidad. La forma dcl sentimiento se deriva solamente dei
moderna da como resultado dos de las cualidades deI sentímien- impulso de sentir.
to que aparecen en la literatura clínica. Una os el temor al fin Fuera de su temor de objetivar los impulsos, de producir
la otra es eI vacío. ' signos, la persona establece su vida expresiva de modo que está
La escalada continua de expectativas de modo que Ia con- destinado a fracasar en representar a los demás lo que en él
ducta .actual nu~ca se satisfaga constituye una carencia de «00»: está presente, y destinado a culparlos por dicho fracaso. Des-
Se evita el sent~do ~e hab~r alcarizado un objetivo porque en- pués de todo ellos pueden ver que él está sintiendo, pero su
tonces Ias expenencias serian objetivadas; tendrían una forma mismo temor a objetivar sus emociones significa que ellos no
un perfil, y así exi~t~ían independientemente de uno mismo: pueden ver qué es lo que él siente. La ambigüedad emocional sur-
Para que. no tenga límites, Ia persona debe practicar una forma ge en las sítuacíones narcisistas porque la claridad emocional
de ~scetlsmo o, tal ~omo Weber se refirió a los' temores de es una amenaza. Pera para la persona que rehúsa la objetiva-
Cal':lDo frente a los rttuales de Ia misericordia, la realidad con- cíón, el propio impulso de hablar, si sólo uno pudiese, es autén-
cretI:Zada parecerá sospechosa. El yo es verdadero sólo si es tica. Si el acto de tratar de hablar a los demás acerca de uno
cont~nuo; es continuo sólo si uno practica una autonegación mismo es real y vigorosamente sentido, entonces el fracaso en
continua, Cuando se produce el 00 la experiencia parece se- la respuesta de los demás debe significar que en ellos hay algo
parada d~l yo y de ese modo la persona se ve amenazada por equivocado: uno es auténtico, ellos no comprenden, ellos me
un~ pérdida. Por lo tanto, Ia condicíón de un impulso narcisista están Iallando, ellos no se adaptan a mis necesidades. De este
reside en que debe ser un estado subjetivo continuo. modo, es reforzada la creencia de que nuestros impulsos cons-
El se~do rasgo del narcisismo en eI cual el ascetismo tituyen la única realidad en la que se puede confiar. Descubrir
desempena un rol es el vacío. «Si 5610 pudíese sentir» en esta lo que uno siente se transforma en una búsqueda de uno mismo;
f6TO?-:zla la autonegación y la autoabsorción alcanzan ~a satis- es casi con una actitud negligente con la que uno trata el pro-
faccíón perversa. Nada es real si no puedo sentirIo, pero no pue- blema de volver significativa esta búsqueda para los demás. Si
do sentir nada. La defensa contra Ia existencia de algo exterior uno les dice que está empenado en una búsqueda, elIos segura-
~ yo, es perfec,:ionada porque, ya que estoy vacío no hay nada mente tendrían que entender.
VIVO fuera de. mi. EI'l; la terapia eí paciente se reprocha a sí mís- Hemos visto en la Tercera parte c6mo la creencia en la re-
mo por una íncapacídad para cuídarse, y, sin embargo, este re- presentación de Ia emoción lIeg6 a ser vinculada en el siglo pa-
proche, aparentemente tan cargado con Ia autoaversión es real- sado a la idea de la revelación involuntaria de la emoción. Re-
mente una acusación contra el exterior. Ya que la' fórmula cuérdese Ia máxima de Darwín: lo que uno siente se evidencia
verdadera es: pada es suficiente para hacerme sentir. Bajo la más alIá deI poder de nuestra voluntad para controlarIo. El
excusa dei vacio .se ?-aIla la queja más infantil de que nada pue- narcisismo Ileva a su extremo lógico la idea de la revelaci6n
de hacerme sentir SI yo no lo quiero, y oculto en los caracteres ínvoluntaría del carácter.
de aqueIlos que verdaderamente sufren porque se sienten va- Resumiendo, en la medida en que una sociedad moviliza el
c~os cuando se enfrentan con una persona o una actividad que narcisismo, da lugar a un principio de expresión totalmente con-
s~e~pre creyeron desear existe el secreto, la no reconocida con- trario al principio expresivo del juego. En semejante sociedad
Vl~cIón de que otras gentes, u otras cosas, nunca serán lo su- es sólo natural que el _Clrtificio y-Ia--oonv-ención--habl=ánde pare-
ficientemente buenas. cer sospechosos.: La lógica de dicha sociedad habrá de ser la
Las cualidades ascétic~~ dei narcisismo son importantes ele. destrucción de estas herramientas de Ia cultura. Lo hará asi en
men~os en Ia transformaclO~ .de este estado psíquico en enemigo nombre de la remoción de las barreras que existen entre las
de cíertas clases de expresívídad, La expresión a los demás de gentes, de reunirIas estrechamente, pera sólo tendrá éxitc en la
aquello que uno siente viene a parecer ai mismo tiempo muy transposición de las estructuras de dominaci6n en la sociedad
lmpor~~te y muy ~orfa; la formacíõn, la objetivación de la en términos psicológicos.
expresion parece quitar Ia autenticidad a los sentimientos expre-
414 415
Conclusión:
Las tiranías de la intimidad

Hay dos imágenes que fácilmente acuden a la mente como


tiranías íntimas. Una es una vida limitada por los hijos, las hi-
potecas sobre la casa, las reyertas con la esposa, los viajes ai
veterinário, al dentista, las mismas horas para pasear, coger el
tren para dirigirse ai trabajo, regresar a casa. beber cuidadosa-
mente dos martinis y fumar acho cigarríllos, que es la racíón
de cada día, la preocupación por las cuentas, un catálogo de
rotina . doméstica qU:~,Pl'~duce pronto una imagen de tirania
íntima; es la 'f!aUst.{ofobia} La tirania íntima puede representar
tambíén una espécie" dê catástrofe política, el estado policíaco
en el que todas nuestras actívídades, amigos y creencias pasan
a través de la red de vígílancia gubemameriW. Esta opresión
íntima implica el temor êOnSfíifife'clelIUe iUiõ puede manifestar
opi-niones que le conduzcan inmediatamente a la cárcel, de que
nuestros hijos pueden ser indiscretos en Ia escuela, de que uno
inconscientemente puede cometer crímenes contra el Estado que
el mísmo Estado inventa a medida que se desarroIla. Madame
Bovary es un simbolo dei primer tipo de tiranía íntima; la Ie-
yenda estalinista acerca deI pequeno buen comunista que en-
tregaba a sus padres sospechosos a Ia policía secreta es el sím-
bolo dei 'segundo,
Estas dos imágenes son ínadecuadas. La obligación doméstí-
ca no Ilega a definir Ia sensaci6n de claustrofobia que oprime a
tantas gentes en Ia actualidad. La vigilancía fascista es una íma-
.gen que despista fácilmente; cuando el fascismo está ausente
es fácil imagínar la debilitación de los controles politicos íntí-
mos, cuando en realidad se vuelven diferentes eu forma. La ra-
zón por la que ambas ímágenes resuItan insuficientes reside en
que ambas sou tiranias de coerción brutal. Pero la tirania mís-
ma puede ser algo más sutil.
. Uno de los usos más antiguos de Ia palabra «tirania» eu el
pensamiento político Ia ofrecen como sin6nimo de soberanía,
Cuando todas Ias cuestiones están referidas a un principio o a
una persona común, soberano, ese principio o persona tiraniza
la vida de una socíedad. Este gobierno de una multitud de há-
bitos y acciones por media de la autoridad soberana de un solo
principio no necesita surgir a través de la coerci6n bruta; puede
aparecer igualmente por medio de la seduccíón, de modo que
Ias gentes deseen ser gobemadas por una autoridad particular
que esté por encima de eIlas. Tampoco necesita esta seducción

417
HCS 151.27
I .6 de un carácter humano natural;
incluir a una persona como tirano. Una institución puede go- humana basada en a nocr n di de las experiencias de toda
bernar como una fuente única de autoridad; una creencia pue- este carácterno se creó Plo~ me 1011 s Pertenecía a la Natura·
de servir como un patrón único para medir la realidad. la vida, sino qu.e fue revf ~ o ~ne e C~do tanto la secularidad
En la vida ordinaria la intimidad es una tiranía de este últi- leza y fue r~fle~ado en e om .r. s formas en ' el síglo pasa-
mo tipo. No se trata deI forzamiento sino dei surgimiento de como el capItalismo adoptaro1n nUterVaascendente perdió paulatina-
una creencia en un patrón de verdad para medir las compleji- id de una natura eza I
do, esta 1 ~a , h b llegaron a creer que eran os
dades de la realidad socíal., Es la medicíón de la s ~ mente su sígníficado.. Los om re~ de ue cada acontecimiento
términos psicológicos. Y en la medida en que esta tiranía se- autores de sus propios carac.tgnifie~, do qen términos de su propia
ductíva tiene éxito, la propia sociedad es deformada. En este .d debía tener' un SI ca .
libra no he intentado decir que nosotros comprendemos inte- en s~s .~1 as I 'nestabilidades y contradicciones de sus VI-
definícion, pera as 1 . 'ficado Con todo,
lectualmente los sucesos y Ias instituciones exclusivamente en das hacían difícil establecer cu.al er?, este Sl~ nes de persona-
términos de Ia exhibición de la personalidad, ya que obviamen- la atención ~bsolutai y la 1mPlicanC1~tf~a~~~~;~esta fuerza mís- \
te no es así, sino más bíen que hemos Ilegado a preocupamos Iidad se volvieron aun mayores. Paul a definir las relaç:iones
i

por las ínstituciones y los acontecimientos sólo cuando somos teriosa, pelígrosa que ~ra el yo, ~{:l~i~~o social. En ese punto, el
capaces de discernir las personalidades que funcíonan en ellos
.o que los encarnan. ~~'=~~ ~~b~~:s~o:~i~~C:Opimpersonal Y acción impersonal

cOIDLenzó 8: Idandguqi~~e~abitamos actualmente se encue~tra dago-I


- La íntimidad es un campo de visión y expectativa de Ias
relaciones humanas: Es la localización de la experiencia humana, a socie a , . I destruCClón e a
de modo que aquello que se halla cerca de las circunstancias in- bíada por las consecuenci~s ~e eS:e ~~:o~~~cados sociales son
mediatas es fundamental.. Cuanto más localizadas estén estas re- res publica por la cre~nc~a t e de los seres humanos individua-
gias. más tratarán las gentes, o ejercerán presión sobre los de- generados por ~os sentlmlen?S osotros dos áreas .de·la·
más, para derribar las barreras de costumbres, modaIes y actítu- les. Este cambio ..~~ losd··'c~t~ç~_dºd··~trapo
.... ~r ja ntra ·es el domínio
des que se hallan en el camíno de la franqueza y la honestidad -vída.eocíal. Una es e a~llmo. '.
recíproca. La expectativa es que cuando las relaciones eon es- de los entornas donde viV1m1os. d es u;~,c~~sti6n de íntereses
trechas, son cálidas; en su intento de remover las barreras dei 'Nosotros sabemos que e po er TU os étnicos
contacto íntimo lo que las gentes buscan es una intensa clase 'ai internacionales , el juego de clases Y g P 1
naCLOD es e . . r . Pero nosot.rcs no actuamos
de sociabilidad, pero esta expectativa es derrotada por el acto. el conflicto de regrones o re 19l.~nes·n ue esta cultura de la per-
Cuanto más juntas están las personas, sus relaciones son menos
socíables, más dolorosas y más fratricidas.
sobre cQDocimiento. En la ~edi t ~m~ candidatos que son creí-
sonalidad controla la creen~daJ eiegi autocontrol Estas personali-
Los conservadores afirman que la experiencia de la intimidad . . tegridad Y eV1 enc1an .
bles, tíenen in . ' dad de íntereses- La clase po-
derrota las expectativas que las gentes tienen deI encuentro ín- dades recurren a una ampha varie ísma especialmente entre las
timo porque «la naturaleza del hombre» es, en su interior, tan . ' d biltta así como case l rmsrna, .
Iítíca se e 1 onstítuído en el presente SI.gIO, taI1;to
enferma o destructiva que cuando las gentes se revelan frente nuevas clases que s~ han c I resión de las capacidades m-
a los demás 10 que muestran son todos los pequenos horrores ha llegado a 3;semeJar:e a ta e:Za local se transforman en ex-
privados que en las intensas formas de Ia experiencia, ai me- natas. EI loca~smo Y a. au ono si la ex eriencia de las rela-
nos, se hallan ocultos y a salvo. Yo creo que la derrota que el tendidas doctnnas políticas, como signifi~ado humano mayor
contacto íntimo asesta a la sociabilidad es más bien el resultado clones de p~de~ fuesen a tener. ~ cuando las estructuras ac-
i

de un largo proceso histórico, uno en el cual los propios térmi- cuanto mas Intima sea la e~~ala. ~a vez más dentro de un sís-
nos de la naturaleza humana se han transformado en ese fenõ- tuales de pod~r se desarro en. ca se transforma en un arma
meno individual, inestable y autoabsorbido que Ilamamos «per- tema interDa~lOnaI. La c~~:::::or parece ser ahora su imper-
sonalídad», contra la SOCledad, cuyo VI •d d de poder sólo puede ser una
Es la historia del desgaste de un delicado equilíbrio que man- sonalidad. Pero ~ dc~mum a I dei occidente industrializado,
tenía a la sociedad en el primer brote de su existencia secular ilusión eln un~ ~~c~a aIOg~~:o laa estabilidad mediante una pro-
y capitalista. Se trataba de un equilibrio entre la vida pública una en a cua., I internacional de estructuras d e
y privada, un equilibrio entre un dominio impersonal al que los gresiva extensl<~n de la esca a creencia en las relaciones hu-
hombres .podían otorgar un tipo determinado de pasión y uno control ~con6mlco. En sumr' ~tima nos ha seducido para que
domínio personal aI que ellos podían otorgar otro diferente. Esta manas directas en una es~ a. to de las realidades de poder
geografía social estaba regida por una imagen de la naturaleza convirtamos nuestro conOCIIDIen
419
418
API:NDICE
eu guías para nuestra propia conducta política. La consecuencia
es que las fuerzas de dominación o desigualdad permaneceu ín-
disputables.
Esta creencia de que las verdaderas relaciones humanas son
revelacíones de la personalidad ha deformado, en segundo térmi-
no, nuestra cornprensión de los propósitos de la cíudad, La ciu-
dad es el instrumento de la vida ímpersonal, el molde en el
cual se vuelve válida como experiencia social la diversidad y
complejidad de personas, íntereses y gustos. EI temor a la im-
personalidad es la fractura de dicho molde. En sus hermosos
y Iimpios [ardines.. las gentes hablan de los horrores de Londres
o Nueva York; aquí en Highgate o Scarsdale uno conoce a sus
vecinos; no pasa casi nada, es verdad, pera la vida está segura.
Es la retribalización. Actualmente los términos «urbano» y «ci-
vilizado» connotan Ias enrarecidas experíencías de una clase
pequena y están teãídos con Ia repulsa del snobismo. Es el pro-
pio temor a la vida ímpersonal, el propío valor expresado sobre
eI contacto íntimo lo que vuelve a la noción de una existencia
civilizada, en la que las gentes se hallan cómodas dentro de una
diversidad de experiencias y ciertamente encuentran su alimento
en ellas, una posibilidad sólo para los ricos y bien educados.
Estas dos tiranías de la intimidad,'estas dos negaciones de
la realidad y, deI valor de la vida ímpersonal, tienen un aspecto
común y antagônico. La renovación de la" ciudad, la ruptura de
las eadenas de localismo que fueron forj adas por vez primera
durante el siglo XIX y han negado a ser doctrina en nuestros
dias, eonstituye también la renovación de un principio de eon-
dueta política. La medida en que las gentes pueden aprender a
perseguir agresívamente sus íntereses es la medida en la que
aprenden a actuar impersonalmente. La ciudad debería ser eI
maestro de esa acción, el foro en el cual se vuelva significativo
reunirse eon las demás gentes sin la compulsión de conocer-
las como personas. No creo que éste sea un sucão inútil; la ciu-
dad ha servido como foco para la vida social actíva, para el
conflícto y el juego de íntereses, para la experíencía de la posi-
bilidad humana, durante la mayor parte de la historia del hom-
bre civilizado. Pera precisamente esa posibilidad civilizada se
encuentra hoy adormecida.

420
Vo acuso.
Carta a Félix Faure,
presidente de la Hepúbllca "

La gente ignora que estas páginas se imprimieron primero


como íolleto, igual que las dos Cartas precedentes. Cuando estaba
a punia de poner el folleto a la venta, se me ocurrio que daria
mayor alcance y más publicidad a mi Carta si la publicaba en
un periódico. «L'Aurore» ya había tomado partido con una inâe-
pendencia y un valor admirables y, naturalmente, me dirigi a e1.
Desde entonces, ese periódico se convirtió en mi asilo, la tribuna
de libertad y de verdad donde pude decir todo. Siento aún por
su director, Ernest Vaughan, un profundo agradecimiento. Des-
pués de la'venta de «L'Aurore» y de las persecuciones judiciales
que siguieron, el folleto no salió del almacén. Además, aI día
siguiente deZ octo que había decidido y eiecutaâo, crei oportuno
guardar silencio en espera de mi proceso y de las consecuencias
que suponía.

Seiior Presidente,
lPermitirá usted, en agradecimiento por la benévola acogida
que me dispensó un dia, que me preocupe por su justa gloria
y que le diga que su estrella, tan afortunada hasta ahora, se en-
cuentra amenazada por la más vergonzosa y más imborrable de
las manchas?
Ha salido usted sano y salvo de las bajas calumnías, ha con-
quistado los corazones. Aparece usted radiante eu la apoteosis
de esta fiesta patriótica como ha sido para Francia la alianza
rusa y se dispone a presidir el solemne triunfo de nuestra Ex-
posición universal que coronará nuestro grau siglo de trabajo,
de verdad y de libertado No obstante, [qué mancha de lodo so-
bre 5U nombre, iba a decir sobre 5U reinado, después de ese
abominable caso Dreyfus! Un consejo de guerra acaba de atre-
verse, por orden, a absolver a un Esterhazy, suprema bofetada
a toda verdad, a toda justicia. Se acabo, Francia lleva ahora esa
mancha eu la mejilla y la historia escribirá que bajo su presí-
dencia se cometió semejante crimen socíal..
Pero si ellos se atrevieron, yo también me atreveré. Diré la
verdad porque prometi decirla como no lo hiciera de pleno y

* Reproducimos el texto de I'aoouse, según la traducción castellana de


1. EUas, publicada en amtíe Zola, La verdad en marcha. Yo acuso, Barcelona:
Tusquets Editor (001. «Cuadernos Marginales», 2), 1969. Agradecemos a Tusquetl
Editor la autorizacl6n para publicar este escrito. Bdícicnes Península.

423
por entero la justicia, única responsable según la ley. Mi deber ventó a Dreyfus el caso se convierte en su caso, se empefía en
es hablar, no qurero ser cómplíce. Mis noches se verían asedía- confundir aI tr;idor, en llevarIo hacia confesiones comple~s
das 'p?r cl espectro deI inocente que expia, en el más horrible Por supuestc, están el ministro de la Guerra, el general Mercíer,
suplício, un cnmen que no ha cometido. cuya inteligencia parece mediocr.e, e1 j~fe deI estado ~ayor, e1
Y a usted, sefíor Presidente, le gritaré esa verdad con toda general de Boisdeffre, que da la impresión de haber cedido a su
la fuerza de mi sublevación de hombre honrado. En su honor pasión clerical, y el subjefe de estado mayor, el general G?DSe,
~stoy convencido de que usted la ignora. i Y a quién pues n~ cuya conciencia se acomodó a muchas cosas. Pero, en reahdad,
Iria y~ a denunciar esa 'pandilla malsana de verdaderos culpa- aI principio s610 está el comandante du Paty de CI~ que: los
bles, SI no a usted, aI primer magistrado del país? dirige a todos, que los hipnotiza a todos, pues también síente
• •
afición por el espiritismo y las ci~ncias o,cultasr c~nversa ~n
los espíritus. Nadie sabría conceblr a que expenencias sometíó
Ante todo, la verdad sobre eI proceso y sobre la condena de a] infeliz Dreyfus, en qué trampas quiso hacerle caer, qué locas
Dreyfus, investigaciones, qué monstruosas imaginaciones, una tortura de.
Todo ha estado dirigido, todo ha sido realizado por un hom- meneial. . I
b.re nefasto, el teniente coronel du Paty de Clam, por entonces jAh, ese primer caso! Es como una pesadilla para quien o
símple comandante. lU es prácticamente el caso Dreyfus; no se conoce en sus verdaderos detalles. RI comandante du Paty de
sabrá eso hasta que una ínvestigación leal haya establecido ela. Clam detiene a Dreyfus. lo íncomuníca. Corre a ver a mad~me
ramente sus actos y sus responsabilidades. Destaca como la Dreyfus, la aterrori~a, le dice que si h~bla pierde aI ~ando.
mente más turbía, más complicada y obsesionada por intrigas Entre tanto, el Infeliz se desgarraba la píel, clamaba s~ moceI!-·
novelescas, .se slI":e de recursos de folletín, papeles robados, cía. Y así se proeedió al sumario, como en una crônica ~eI SI-
cartas. anônimas, citas en lugares desiertos, mujeres que, de no- gla xv, rodeado de mistério, en la eonfusión de expedientes
che, difun~en pruebas co~tundentes. ÉI fue quien pensó en díc- feroces, y todo basado en una única prueba infantil, ese. escnto
tar el escrito a Dreyfus; el fue quien propuso estudiarlo dentro imbéeil que no sólo equivalia a una traición vulgar, smo que
de u~ cuarto enteramente revestido de espejos; él es a quien además era la más Impudica de las estafas pues casi todos los
describe el comandante Forzinetti provisto de una lintema sorda célebres secretos revelados carecían de valor. Si insisto, se debe
penetrando en la celda donde duerme el acusado para proyec- a que ése es el nudo de la cuestión de ~onde .sal~r~ más tarde
tarle bruscamente sobre la cara un chorro de luz y sorprender- el verdadero crimen, la espantosa ausencia de justícía que aque-
Je el crimen en la emoción del despertar. No tengo por qué con- ja a Francla. Me gustaría que se pudiera palp~r de qué mod?
tarlo todo, que busquen, ya encontrarán. Declaro sencillamente fue posible el errar judicial, de qué modo nacíó de las maqui-
que el comandante du Paty de Clam, encargado deI sumario deI naciones deI comandante du Paty de Clam, de qué modo el ge-
caso Dreyfus como oficial judicial, es, en el orden de fechas y neral Mercier, los generales de Boisdeffre y Gons~ pudieron
d~ .responsabilidade~, el primer culpabIe deI espantoso error ju- dejar que poco a poco se enredara y se comprometíera su res-
dícíaj que se cometíõ. ponsabilidad en ese errar, responsabilidad que más adelante se
Hacía tiempo que el escrito estaba en manos deI coronel sintieron obligados a imponer como la santa verdad, una verdad
San~e.rr, director de la oficina de información, que faIleció de que no admite discusión. Así pues, al principio, nohay m~s .que
parálfsis general. Se producían «fugas», desaparecían papeles, y íncuria y falta de inteligenda por parte de ellos. Como máximo,
aun hoy stguen desapareciendo; ya buscaban aI autor deI escri- se nota que ceden a las pasiones religiosas deI ambiente ~ a los
to cuando se fue ereando el apriorismo de que el autor solo po- prejuicios deI espíritu de cuerpo. Dejaron que se cometíera el
d!a ser uu oficial deI estado mayor, y además oficial de artille- disparate. . . '
na: do~le err~r manifi.::sto, que demuestra con qué mentalidad Pero ya tenemos a Dreyfus ante el consejo de guerra. Se exi-
superficial habían estudiado el escrito pues un examen razonado gió que fuera a puerta cerrada, hermé~ica. No se tomarían .me-
demuestr~ que no podia tratarse más que de un oficial de tropa. didas de silencio y de misterio más rigurosas para un traidor
Se pusieron pues a buscar en casa, a examinar escrituras era que hubiese abierto la frontera al enemígo para. dejar al empe-
c?mo ~ asunto de familia, sorprender a un traidor en Ias'pro- rador alemán el paso hasta Notre-Dame. La nacíón se halIa e~­
pias oficmas. par~ expulsarle, Y, sin que yo pretenda reconstruir tupefacta, la gente susurra hechos terribles, monstruosas trai-
ahora una histeria en parte conocida, desde que la prímera 50S. danes de esas que indignan a la Historia; y, por supuesto, la
pecha recae sobre Dreyfus, el comandante du Paty de Clam nación se inclina. Para ella no habrá castigo suficientemente se-
entra en escena, A partir de ese momento, él fue quien se in- vero, la nación aplaudirá la degradación pública, deseará que eI
424 425
culpable l?ermanezca, en su pefíón de ínfamía, devorado por eI l!stos son, sefior Presidente, los hechos que explican cómo
remordímíento, i. Seran verdad Ias cosas indecibles las cosas pe- pude cometerse un error judicial; y las pruebas morales, Ia si-
lig~osas, capaces de hacer arder a Europa, que hubo que ocultar tuación económica de Dreyfus, Ia ausencia de motivos, su conti-
cuidadosamente detrás de ese juicio a puerta cerrada? [No! De- nuo grito de inocencia, acaban de definírlo como una víctíma de
trás, no hubo más que Ia imaginación novelesca y demencial deI la extraordinaria imaginación dei comandante du Paty de Claro.
comandante du Paty de Clamo Todo ese enredo no tuvo más deI ambiente clerical en el que se hallaba, de la caza a los «su-
finalidad que Ia de esconder Ia novela folletinesca más absurda. cios judíos» que deshonra nuestros tiempos.
Para comprobarlo, basta con estudiar atentamente el acto de
acusacíõn, leída ante el consejo de guerra. * *
En el acta de acusación no había nada. Que hayan podido Llegamos ya al caso Esterhazy. Han pasado tres afies, muchas
condenar a, un hombre sobre esa acta, es un prodigio de iniqui- conciencias síguen profundamente turbadas, se inquietan, bus-
dado Desaffo a que la gente honrada la lea sin que el corazón can y acaban por convencerse de la inocencia de Dreyfus.
salte de indignación ni grite su protesta ai pensar en aquella No vcy a narrar la trayectoria de dudas y más tarde Ia con-
des?'Ies~~ada expiación, allá, en la isla deI Diablo. Dreyfus sabe vicción de Scheurer-Kestner. Sin embargo, mientras él investi-
varies Idiomas, cn~en; no encontraron en su casa ningún papel gaba por su lado, graves hechos ocurrían en el interior dei es-
compro~etedor, crimen; visita a veces su país de orígen, crimen; tado mayor, EI coronel Sandherr habta muerto y el teniente
es trabajador, se preocupa por enterarse de todo crímen: no coronel Picquart Ie había sucedido como jefe de la oficina de
píerde la calma, crirnen; pierde la calma, crimen. jY las ingenui- inforrnación. Un día, cuando ya ejercía éste sus funciones, cayó
dades de redacción, los asertos formales en el vacío! Nos habían en sus manos una carta-telegrama dirigida ai comandante Es-
hablado de catorce cargos acusatorios: no encontramos más que terhazy por un agente de una potencia extranjera. Su estricto
uno, el deI escrito; nos enteramos incluso de que los expertos no deber era el de abrir una investigación. Lo cierto es que nunca
estaban de acuerdo, de que uno, Gobert, fue amonestado milí- obró ai rnargen de la voluntad de sus superiores. Someti6 pues
tarmente porque no se decidía a sacar conclusíones en el senti- sus sospechas a sus superiores [erárquicos, ai general Gonse, aI
do deseado. Se comentaba también que veintitrés oficiales habían general de Boisdeffre y por fín ai general Billot, que habia su-
a~udido para hundir. a Dreyfus con sus testimonios. Ignoramos cedido ai general Mercier como ministro de la Guerra. El famo-
aun sus mterrogatoríos, pera parece seguro que no todos decla- so expediente Pícquart, del que tanto se ha hablado, nunca ha
raron en contra; convíene notar adernás que todos pertenecían sido más que el expediente Billot, o sea el expediente hecho
al Ministerio de la Guerra. Es un proceso en familia, están como por un subordinado para su ministro, el expediente que aÚD debe
en casa. No hay que olvidar: el estado mayor quiso cl proceso guardarse en el Ministerio de Ia Guerra. Las pesquisas duraron
lo juzgó y acaba de juzgarIo por segunda vez. ' de mayo a septiembre de 1896, y lo que hay que afirmar en voz
Sólo quedaba pues el escrito y los expertos no se pusieron alta es que el general Gonse estaba convencido de la culpabili-
de a.cuer~o. Cuentan que, en Ia câmara del consejo, los jueces dad de Esterhazy y que el general de Boisdeffre y el general
se disponían naturalmente a absolver. jQué fácil es comprender Billot no ponfan en duda que el escrito fuera de pufío y letra
ahora la desesperada obstinación con la que hoy, para justificar de Esterhazy. La investigación del teniente coronel Picquart ha-
la condena, se afirma la existencia de una prueba secreta, con- bía llevado a esa evidente constatación. Pero Ia conrnoción era
tundente, la prueba que no se puede enseüar, que lo legitima fuerte, ya que condenar a Esterhazy acarrearía inevitablemente
todo: ante I~ que hemos de ínclínarnos, el Dias ínvisible e íncog- la revisi6n deI proceso Dreyfus; y eso, el estado mayor no lo
noscíble. j Niego esa pr'ueba, Ia niego con todas mis fuerzas! Una queda a ningún precio.
prueba ridícula, sí, tal vez la prueba donde se habla de mujer- Debió de haber entonces un minuto psicológico lleno de an-
zuelas y que alude a un tal D... que se vuelve demasiado exigen- gustia. Observe que el general Billot no estaba comprometido
te: sin duda algún marido que opina que no le pagan lo sufi- en nada, acababa de llegar, podia obtener la verdad. No se atrevió,
ciente a su mujer. [Pero no una prueba que afecte a la defensa sin duda por el miedo a la opinión pública y por temor a de-
nacional, que no se podría revelar sin que el dia siguiente se clarar a todo el estado mayor, aI general de Boísdeffre, al gene-
declarara la guerra! [No y no! jMentira! Y lo más odioso lo más ral Gonse, sin contar a los subordinados. Después, no hubo más
cínico es que mienten impunemente sin que nadie pueda demos- que un minuto de Iucha entre su conciencia y lo que creia ser
trárs~lo. Alborotan a Francia, se esconden detrás de su legítima el interés militar. Pas6 el minuto y fue ya demasiado tarde. Se
emocíón, acallan las bocas turbando los corazones y pervirtiendo había comprometido, se había embarcado. Desde entonces, su
las mentes. No conozco mayor delito cívico. responsabilidad no hizo más que aumentar, cargó con el delito
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de los demás, se ha vuelto tan culpable como los demãs, más dad, sigue siendo el estado mayor 9-~e se defiende, que se níega
culpable a~1 pues fue dueão de hacer justicia y no hizo nada. a confesar su delito cuya abomínacíón crece de hora en hora.
iNo 10 entiende usted? [Hace yaun afio que el general Billot La gente se preguntó con estupor cuáles eran los protec~ores
que los generales de Boisdeffre y Gonse saben que Dreyfus e~ del comandante Esterhazy. RI prímero. en la sombra, el temente
Inocente ,Y han guardado para sí esa cosa atroz! lEsa gente duer- coronel du Paty de Clarn, planeador y conductor de todo. Su
me y quiere a 5U mujer y a sus hijas? actuación se delata por lo absurdo de sus recurs?s. Después,
EI teniente coronel Picquart había cumplido con 5U deber está el general de Boísdeffre, el general Gonse, el mismo general
de ~o~b:e honrado. Insistia ante sus superiores, en nornbre de Billot, que se VeD obligados a absolve~ aI cox,nandante, ya q'1.!'e
la justícia, Hasta Ies suplícaba, Ies decía cuán poco políticos no pueden dejar que se reconozca la mocencia de Dreyfus sm
e~an sus aplazamíentos, preveía la terrible tormenta que se ave- que la entera burocracia dei Ministerio de la. ~uerra. se ~'?llda
cmaba, que estallaría cuando se supiera Ia verdad. EI mísmo en el desdén público. Y lo mejor de esa prodIgIosa. sítuacron es
Ienguaje utilizó después Scheurer-Kestner delante deI general que la única persona honrada en todo eso, el teru~nt.e coronel
Billot exhortándole que, por patriotismo, tomara eI caso en sus Picquart, el único en cumplir con su. deber, a~ab~r~ sIen,do VÍ,?"
manos, que no lo dejara agravarse hasta el punto de degenerar tima y sobre él caerá la befa y el ca~tI,go .. iOh justícra, que horrí-
en un desastre público. [No! EI delito se habfa cometido eI es- ble desaliento oprime el corazónJ Dir'án incluso que el es el fal-
t~do mayor ya no podía confesar su delito. AI teniente coronel sario, el que ha creado la carta-telegram,,; p~ra pe~der a
Picquart lo trasladaron, lo fueron alejando cada vez más hasta Esterhazy. Pera, [por Dios! lPor ~ué? i~on que objeto? Dt; u~ted
Túnez, donde un día incluso quisieron honrar su valentia en- un motivo. (,0 es que éste también esta pagado por. los ,lUdI.OS;
comendándole una misi6n en los parajes que vieron la muerte Lo bueno de la historia es que precisamente era antisemíta. 1St
deI marqués de Mores, que seguramente hubiera acabado con .Asistimos a un infame espectáculo, hombres cubíertos de deudas
él. i Cómo creer que estuviera en desgracia, si el general Gonse ~ crímenes que ven proclamada su in~cencia mi~ntras se des-
mantenía con él una correspondencía amistosa? EI hecho es que truye el mismo honor de un hombre sm máculas. ~1;1ando una
hay secretos que más vale no descubrfz-, sociedad llega a esos extremos, entra en descomposlclón.
Eu Paris, la verdad seguia en marcha, irresistible y ya sabe- Éste es, sefior Presidente, el caso Esterhazy: un culpable que
mos de qué modo estall6 la esperada tormenta. Mathieu Drey- convenía declarar inocente. Desde hace casi do~ meses, po~emos
fus 1 denunció ai comandante Esterhazy corno autor verdadero seguir hora por hora esa hermosa labor. A~reV1?, pues aqui ~ólo
deI escrito en el momento en que Scheurer-Kestner se dísponía se trata, en general, del resumen de la hIst?na cuyas págmas
a e.n!regar, en maDOS dei ministro de Justicía, una petición de candentes algún dia se escríbírán enteras. VImos pues cómo el
revisíón deI proceso, Entra entonces en escena el comandante general de Pellieux, y después el comandant~ Ravary, Ilevaban
Esterh~zy. Los testi.~onios lo presentan ai principio trastorna- una investigación perversa de la que los sínverguenzas salen
do y díspuesto a suícídarse o a huir. Después, de golpe, se vuel- transfigurados y los honrados, manchados. Poco después, se con-
ve audaz y asombra Paris por la violencia de su actitud. Evidente voc6 el consejo de guerra.
que le habían llegado apoyos, había recibido una carta anónima • •
que le advex::ía ~e las intrigas de sus enemígos e incluso una 'Quién podia esperarse que un consejo de guerra deshiciera
noche una místeríosa dama se molestó en devolverle una prue- lo ~ue otro consejo de guerra había hec~~? . .
ba, r<;>bada al estado mayor, que lograria salvarle, No puedo eví- Ya no me refiero siquiera a la selección siempre posíble de
tar .sItuar en todo eso ai teníente, coronel du Paty de Clam, co- los jueces. La idea superior de disciplina, que llevan en la s~­
nociendo como co~o.zco los expedientes de su fértil ímagínacíén, gre esos soldados, ino basta para ínvalídar su poder de equi-
Su obra, la culpabilídad de Dreyfus, se hallaba en peligro y se- dad? Quien dice disciplina dice obedíencía. I?espués, que el mí-
gura~e~te qUISO defenderla, iRevisión deI proceso? [Sería el nistro de la Guerra, el gran jefe, ~stablec~era publIcamente,
hundimIent.o deI trágico y extravagante folletín cuyo abominable entre aclamaciones de la representaclón nacional, la autorldad
dese~lace tíene lugar en la lista del Diablo! Eso, [él no podia con- de la cosa juzgada, i cómo queréis que un consejo. de guerra lo
sentirI?! A partir de ~se instante, se desarrollará un duelo entre desmienta formalmente? Jerárquicamente, resulta unposible. BI
el teníente coronel Picquart y el teniente coronel du Paty de general Billot sugestionó a los jueces con su decl,,;rac16n Y ••toI
Claro, uno a rostro descubíerto, el otro enmascarado. Volvere- . juzgaron como si tuvieran que tirarse aI fueg?,. sm razonar. La
mos a encontrarles poco después ante la justicia civil. En reali- opíníén preconcebida que alegaron desde sUS sitiales es eviden't&
mente la siguiente: «Dreyfus fue condenado por crimen de tral-
1. Hermano de Alfred Dreyius. (N. del E.) ci6n por un consejo de guerra, por lo tanto e. culpable; y
428 429
~osotros, consejo de guerra, no podemos declararle inocente' S3 ímponer el errar ante el mundo entero. Es un crimen desorien-
emas pues que rec~>nocer la cuIpabilidad de Esterhazy, ;erí~ tar la opinión, utilizar para una campana de muerte esa opí-
proclamar ~a mocencia de Dreyfus.» Nadie podía sacarles de ahí nión pervertida hasta el delírio. Es un crimen envenenar a los
bPronunclaron una sentencia ínícua, que pesará para siempr~ pequenos y a los humildes, exasperar las pasiones de reacción y
50 re nuestros consejos de guerra, que desde ahora despertará de intolerancia resguardándose detrás deI odioso antisemitisroo
so~pechas sobre cualquier decisión que se tome. EI primor con- que, como no la curen, provocará la muerte de la gran Francia
seja de guerra pudo pecar por falta de inteligencia, eI segundo liberal de los derechos del hombre. Es un crimen expIotar el
es, . a la fuerza, críminal, Su excusa, 10 repito, reside en ue patriotismo para obras de odio y, en fin, es un crimen hacer dei
el jefe supremo hab~a hablado declarando la cosa juzgada inita. sable el dios moderno cuando toda la ciencia humana se halla
c~ble, santa ~ supeno~ a los hombres, de modo que unos infe- trabajando para la cercana obra de verdad y de justicia.
~~re~ no pudíeran decir lo contrario. Nos hablan deI honor deI Esa verdad, esa justicia, que con tanta pasión deseamos,
ejercíto, quieren que lo amemos, que 10 respetemos, iAh, eI e'ér- ,qué desaliento ver cómo las abofetean, hasta desfigurarias y
CIto que se ,alzarfa a Ia primera amenaza, que defend~ría alienarias! Sospecho qué desmoronamiento estará produciéndo-
el suelo frances es todo eI puebIo y por ese ejércíto, sí, no senti- se en el alma de Scheurer-Kestner y estoy seguro de que acaba-
~os más que afecto y respetol Pera no se trata de éste cuya dig- rá por arrepentírse de no haber adoptado una actitud revolu-
nídad deseamos en nuestra necesidad de justicia. Se trata deI cionaria el día de la interpelación ante el Senado soltando todo
:able, eI _amo que nos darán maãana quizás. Y besar con unción lo que llevaba dentro para acabar con todo. Ha sido un hombre
a empunadura deI sable-díos, teso no! grande y honrado, el hombre dei camino leal, ha creído que
d ror otra parte, lo he demostrado: el caso Dreyfus era el caso la verdad se bastaba a sí misma sobre todo porque le parecía
e "; burocracia de la guerra; un oficial deI estado mayor de. luminosa como el día. (De qué servía trastornarIo _todo si pron-
funcIa~o por sus. compafieros de estado mayor, condenado bajo to luciría el sol? Sufre ahora el castigo cruel de esa confiada
da )resIón ~e los Jefe~ del estado mayor. No pueden una vez más serenídad. Asimismo, el teniente coronel Picquart quien, por un
ec ararlo Inocente sm que todo el estado mayor sea culpable sentimiento de elevada dignidad, no quiso publicar las cartas
~fr eso, los _burócratas, a través de todos los recursos imagina~ dei general Gonse. Esos escrúpulos le honran tanto más como
es, campanas de prensa, comunicados, influencias, no apoya- que. mientras él seguía respetando la disciplina, sus superiores le
~on ,a ~st~rhazy ~ás que para perder por segunda vez a Dre fus cubrían de lodo y personaImente instruían el proceso de la ma-
IQue Iimpieza debiera hacer el gobíerno republicano en esa j~sui~ nera más inesperada y más ultrajante. Dos víctimas, dos seres
te:a! co~o los I~ama el mismo general Billot! lDónde está el honestos, dos corazones simples, se encomendaron a Dios, mien-
rrumsterio auténtIcamente fuerte y de prudente patriotismo que tras actuaba el diablo. E incluso pudimcs presenciar en el caso
se atreva a refundirIa todo y a renovarIa todo? [Cuánta gente dei temente coronel Picquart, ese espectáculo innoble: un trí-
c0';10zco que, ante la posibilidad de una guerra, tiembla acon- bunal francés, después de haber dejado que el relator declarara
go~ada. al saber en qué manos se halIa la defensa nacional' .y en públicamente en contra de un testigo y le acusara de todas las
~u nído ~e bajas Intr-igas, de comadreos y dilapidacio~~s se faltas, mandó despejar la sala cuando el testigo fue introducido
a ~ofv~rtIdo e~e asilo sacro donde se decide la suerte de Ia
I para que se explicase y se defendiese. Digo que éste es uncrimen
patría! [Da paruco enfrentarse a Ia terrible luz que acaba de más y que ese crimen sublevará la conciencia universal. Deci-
~rovocar el ca~o preyfus, ese sacrificio humano de un infeliz didamente, los tribunaIes militares posccn una idea muy singular
e un «~erd~ Ju?ío»! jAh, cuénta agitación de necios y demen~ de la justicia.
tes, .d~ .Imagm~ClOnes locas, de prácticas de policía barata de Ésta es pues Ia verdad pura y simple, sefior Presidente. Es es-
mquísícíon y tiranía! El capricho de unos cuantos engalanados pantosa y para su presidencia quedará como una mancha. 80s·
que aplastan s~s botas sobre Ia nación, devo1viéndole hasta la pecho que carece usted de poder alguno en este caso, que es
9arganta su gnto de verdad y de justicia bajo el falso y sacrí- usted prisionero de la Constitución y de aquellos que lo rodean,
1ego pre~exto de la razón de Estado. No por eso deja usted de tener un deber de hombre que no po-
También es ?TI crimen haberse apoyado en la prensa inmun- drá olvidar y que hará valer. No significa que yo, por roi parte,
d~, habo:rse dejado defender por toda la canalla de Paris ue desconfie del triunfo. Lo repito con una certeza aún más vehe-
,[Iunfa, I.nsoIente, al fracasar el derecho y la simple honestiditd mente: la verdad está en marcha y nada la detendrá. EI caso
s un cnmen haber acusado de perturbar a Francia a quienes Ia ha comenzado solamente hoy, pues s610 hoy las posiciones es-
~esean generosa, a la cabeza de las naciones libres y justas euan- tán claras: de un lado los culpables que no quieren que se haga
o precIsamente en su interior se urde el impúdico complo't para la luz; dei otro, los justicieros que darán su vida por que se
430 431
Eu cuanto a las personas que acuso, no las conozco, nunca
baga. Lo dije en otro lugar y lo repito aqui: cuando sofocan la las vi, no tengo eu su contra ui rencor ni adio. Para mí s610 son
verdad bajo tierra, ésta se concentra, adquiere tal fuerza explo- entidades, espíritus de maldad social. Y el aeto que ahora eje-
siva que, el dia en que estalla, salta todo con ella, Lo presen- cuto no es más que un media revolucionario para precipitar la
ciaremos sin duda si no se acaba de preparar para más tarde el explosión de la verdad y de la justicia.
más estrepitoso desastre. Sólo tengo una pasión, que se haga la luz eu nombre de la
• • humanidad que tanto ha subido y que tiene derecho a la felici-
Pero la carta se alarga, sefior Presidente, y ya va siendo hora dado Mi ardiente protesta no pasa de ser el grito de roi alma.
de concluir. [Oue se atrevan pues a llevarme a los tribunales y que se pro-
Yo acuso ai teniente coronel du Paty de Clarn de haber sido ceda a la investigación a la luz deI día!
el diabólico causante deI error judicial, por inconciencia quiero Espero.
creer, tras haber estado defendiendo su obra nefasta desde hace Acepte, sefior Presidente, mi más profundo respeto.
tres afies mediante las más absurdas y más culpables maquina-
ciones. Publicado en «L'Aurore», el 13 de enero de 1898.
Yo acuso al general Mercier de haberse hecho cómplice, al
menos por debilidad de carácter, de una de las mayores iniqui-
dades dei siglo.
Yo acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las
pruebas evidentes de la inocencia de Dreyfus y de haberlas so-
focado, de haberse hecho culpable de ese delito de lesa huma-
nidad y de lesa justicia con fines políticos y para salvar al es-
tado mayor comprometido.
Yo acuso ai general de Boisdeffre y ai general Gonse de ha-
berse hecho cómplices del mismo delito, uno sin duda por apa-
sionamiento clerical, el otro quizá por ese espíritu de cuerpo
que convierte la burocracia de la guerra en eI arca santa, inata-
cable.
Yo acuso ai general de Pellieux y ai comandante Ravary de
haber llevado una investigación perversa, o sea una investigaci6n
de la más monstruosa parcialidad que nos proporciona, en el
informe deI segundo, un impereeedero monumento de ingenua
audacía,
Yo acuso a los tres expertos eo escrituras, Belhomme, Vari-
nard y Couard, de baber hecho informes embusteros y fraudu-
lentos, a menos que una revisión médica no declare a estas se-
fiores aquejados de una enfermedad mental o de la vista.
Yo acuso a la burocracia deI Ministerio de la Guerra de ha-
ber dirigido en la prensa, particularmente eo «L'Eclair» y en
«L'Echo de Paris», una campana abominable a fin de desoríen-
tar la opinión y encubrir su falta.
Yo acuso. por fín, ai primer consejo de guerra de haber vio-
lado el derecho condenando a un acusado sobre una prueba que
permaneci6 secreta y acuso al segundo consejo de guerra de
haber ocultado esa ilegalidad, por orden, cometiendo a su vez
el delito jurídico de absolver conscientemente a un culpable.
AI lanzar esas acusaciones, no desconozco que me sitúo bajo
la amenaza de los articulos 30 y 31 de la ley de prensa dei 29
de julio de 1881 que castiga los delitos de difarnación. Pero vo-
luntariamente me expongo.
433
432 f-lCS 151.28
Sumario

Agradecimientos S

Primera parte. EL PROBLEMA PÚBLICO 9

L El domínio público . 11
RI amor fuera deI dominio público IS
EI espacio público muerto . 21
Los cambias en el dominio público ali
El pasado en el presente 36

rr. Roles 41

Roles 46
Roles públicos 51
Los roles públicos en las ciudades S3
lPrueba o plausibilidad? 58

Segunda parte. EL MUNDO P'ÚBLICO DEL «ANCIEN RÉGIMED 61

IIl. El público: Una reunián de extraiias . 63


Quiénes llegaron a la, ciudad . 66
Dónde vivían 69
Cambias en la burguesía urbana 74
Intercambios eu la Corte y en la ciudad 79

IV. Roles públicos 85


El cuerpo es un maniquí 86
RI Ienguaje es un signo . 96
EI dominio impersonal es apasionado 113

V. Público y privado 115

Existen límites en la expresión pública 118


La expresión natural se encuentra fuera deI dominio
público. 121
Lo público y 10 privado son como una molécula de la
socledad 126
La molécula " lepara . 127
VI. EI hombre como actor 137 La electrónica protege el silencio deI pasado 34.8
EI sistema de estrelIas 355
La perspectiva deI sentido común acerca dei hombre
como actor 139 XIII. La comunidad se vuelve íncivílizada
La paradoja de la actuación según Diderot
363
14.1
La denuncia de Rousseau acerca de la ciudad como
teatro 14.6_ 'Barricadas construidas alrededor de una comunidad 366
Las profecías de Rousscau Barricadas construidas desde cl interior 371
154 Los costes humanos de la. comunidad 381

Tercera parte. EL DESORDEN DE LA VIDA PÚBLICA EN EL SIGLO XIX. 157 XIV. EI aetor privado de su arte. 387

VII. El impacto del capitalismo industrial sobre la vida pú- EI juego es Ia energía para la expresión pública 390
blica 165 EI narcisismo debilita esta energia". . 399
La movilización deI narcisismo y Ia aparición de una
nueva cIase 404
iEra e1 habitante urbano deI sigla XIX un nuevo per- EI narcisismo es Ia ética protestante de los tiempos
sonaje? 166 modernos 4.11
La Iocalización de Ia ciudad 169
Azar y vida burguesa 174
Mercaderías públicas 179 Conclusión: LAS TIRANÍAS DE LA INTIMIDAD 4.17
VIII. La personalidad en público 189
APÉNDICE 4.21
La visión de Balzac de la personalidad como principio
social ..... 193 Bmile Zola: Yo acuso 4.23
La personalldad en público: Nuevas imágenes del cuerpc 202
"El escenario dice una verdad que la calle ya no expresa 218
La personalidad y la familía privada 221
Rebeliones contra el pasado 229
Resumen 241

IX. Los hombres públicos del sigla XIX 243

El actor . 245
EI espectador 2S5

X. La personalidad colectiva 273

1848: La personalidad individual triunfa sobre Ia clase 278


Gemeinschaft.. 295
EI caso Dreyfus: Gemeischaft destructiva 298,
iQuién es un verdadero radical? . 311

Cuarta parte. LA SOCIEDAD íNTIMA • 319

XI. EI fin de la cultura pública 321

XII. El carisma se vuelve incivilizado 333

Las teorías deI carisma 335


Carisma y Ressentiment 34.2

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