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Edición V de la Maestría de Derecho Constitucional &

Administrativo
Universidad de la Habana
Facultad de Derecho
Profesor: Dr. Fernando Monzón
Autor: Lic. Nilton J. da Cruz de Castro

Tarea evaluativa: Diferencia entre órgano y cargo, y su relevancia para la


organización de la función pública.

El Estado, como todas personas jurídicas, debe expresar su voluntad cuando


desarrolla los cometidos para el que fue creado, entonces corresponde
preguntarse cómo la voluntad de uno o varios hombres puede valer como
voluntad de esos conjuntos de bienes y personas. De dónde puede extraerse
que las consecuencias de su accionar recaerán sobre la persona colectiva y no
sobre sus propios autores.
Se han ensayado múltiples teorías al respecto, siendo la más aceptada, a juicio
del autor, la teoría del órgano, donde las personas jurídicas expresan su voluntad
por órganos que la integran. La teoría del órgano es de origen alemán y explica
el procedimiento de imputación de la voluntad humana a la persona jurídica.1
No es factible hablar de mandato o representación porque supone dos sujetos
de derecho frente a frente, mandante y mandatario, cuando en realidad existe
una sola persona y la cuestión es sólo de organización interna de la persona
jurídica.
La mayoría de la doctrina estima que el órgano es una institución que comprende
un cúmulo de funciones y las personas llamadas a ejercerlas.2 Ese complejo de
voluntades, formas y atribuciones, reconocido como unidad por el Derecho,
constituye el instrumento de acción de las colectividades personificadas, esto es,
sus órganos.

1
DUGUIT, Traité de D. Constitutionnel, T II, 3ª Ed., p. 564.
2
FLORES DAPKEVICIUS, R., Tratado de Derecho Administrativo , tomo I,
Buenos Aires-Montevideo, 2010.
No debe confundirse el órgano con el cargo. El órgano, por ejemplo, es la
Presidencia de la República, y Presidente de la República será el cargo, ocupado
por una persona física a la que se denomina soporte del órgano. La teoría del
órgano, aplicada correctamente, permite la distinción que se realiza y se estima
fundamental.
Mientras el órgano permanece, el soporte del órgano que ocupa el cargo, varía
de acuerdo a la forma de designación. Pues, los detentadores del poder oficial
son aquellas autoridades y funcionarios que están encargados por la
Constitución de desempeñar determinadas funciones en interés de la sociedad
estatal. En el sistema político del constitucionalismo, el poder está
despersonalizado y separado de la persona, el poder es inherente al cargo e
independiente de la persona que en un momento dado lo ejerza.3
Por tanto, debe tenerse presente que los órganos no son sujetos de Derecho,
integran las personas jurídicas que sí lo son y, por eso, asumen obligaciones y
poseen derechos.
Esta diferenciación tiene una importancia sumamente relevante para la
organización de la función pública, siendo la función pública el conjunto de
relaciones laborales entre el Estado y sus servidores, en donde las funciones
desempeñadas vienen señaladas en la Constitución, una Ley u otra disposición
jurídica. Es la actividad realizada en cabeza de personas naturales en nombre
del Estado, cuyo fin esta encaminado al logro de los fines esenciales del mismo
Estado.
En conclusión esta diferencia conlleva a mejor entendimiento de la organización
de los órganos del Estado y la función pública, entendiéndose de mejor manera
que no se debe confundir el órgano que es el ente público que es sólido, estable,
permanente y empozado de personalidad jurídica, que será́ luego ejercido por
una persona física determinada, la que, al realizar su actuación dentro del marco
de las funciones que le han sido conferidas, produce la mencionada imputación.

3
LOEWENSTEIN, K., Teoría de la Constitución, Ariel, España, 1976. p. 36

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