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Más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados.
Antes sacrificaría mi existencia que echar una mancha sobre mi vida pública que
se pudiera interpretar por ambición.
La moderación y la buena fe, tales los fundamentos sobre los que apoyo mis
esperanzas de ver estrechados los vínculos sagrados que nos unen, y de no
aventurar un solo paso que pueda romperlos o debilitarlos.
Por inclinación y principios amo el gobierno republicano y nadie, nadie lo es más
que yo.
Es cierto que tenemos que sufrir escasez de dinero, paralización del comercio y
agricultura, arrostrar trabajos y ser superiores a todo género de fatigas y
privaciones; pero todo es menos que volver a uncir el yugo pesado e ignominioso
de la esclavitud.
Deseo que todos se ilustren en los sagrados derechos que forman la esencia de los
hombres libres.
Mis necesidades están más que suficientemente atendidas con la mitad del sueldo
que gozo.
El empleo de la fuerza, siendo incompatible con nuestras instituciones, es, por otra
parte, el peor enemigo que ellas tienen.
Mi barómetro para Conocer las garantías de tranquilidad que ofrece un país las
busco en el estado de su hacienda pública y, al mismo tiempo, en las bases de su
gobierno.
Todo buen ciudadano tiene una obligación de sacrificarse por la libertad de su país.
Mi objeto desde la revolución no ha sido otro que el bien y felicidad de nuestra
patria y al mismo tiempo el decoro de su administración.
Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al
corazón.
Divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro que los batiremos: hagamos un
esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos
nuestra obra con honor.
Nuestros desvelos han sido recompensados con los santos fines de ver asegurada la
independencia de la América del Sud.
Estoy convencido que la pasión del mando es, en general, lo que con más imperio
domina al hombre.
Ser feliz es imposible, presenciando los males que afligen a la graciada América.
Nada suministra una idea para conocer a los hombres como una revolución.
(Fuente: Es legado de San Martín. Comisión Nacional de Homenaje al bicentenario Nacimiento del Gral. D. José
de San Martín. Instituto Nacional Sanmartiniano)
01• Humanizar el carácter y hacerlo sensible, aun con los insectos que nos
perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: —
Anda, pobre animal: el mundo es demasiado grande para nosotros dos.
En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del Universo:
Digo yo, José de San Martín, Generalísimo de la República del Perú y Fundador de
su libertad, Capitán General de la de Chile, y Brigadier General de la Confederación
Argentina, que visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente Testamento
lo siguiente:
Primero: dejo por mi absoluta Heredera de mis bienes, habidos y por haber a mi
única hija Mercedes de San Martín actualmente casada con Mariano Balcarce.
Cuarto: Prohíbo el que se me haga ningún género de funeral desde el lugar en que
falleciere, se me conducirá directamente cementerio sin ningún acompañamiento,
pero sí desearía, el que corazón fuese depositado en el de Buenos Aires.
Séptimo: Todo otro Testamento o Disposición anterior al presente queda nulo y sin
ningún valor.
Hecho en París a veintitrés de enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro, y
escrito todo él de mi puño y letra. JOSE DE SAN MARTIN