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Máximas y pensamientos

Estoy firmemente convencido que los males que


afligen a los nuevos Estados de América no dependen
tanto de sus habitantes como de las constituciones que
los rigen. Si los que se llaman legisladores en América
hubieran tenido presente que a los pueblos no se les
debe dar las mejores leyes, pero sí las mejores que sean
apropiadas a su carácter, la situación de nuestro país
sería diferente.

No quiero manchar mi espada con sangre de mis


hermanos.

Más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados.

Serás lo que debas ser, si no, eres nada.

Si somos libres, todo nos sobra.

La unión y la confraternidad, tales serán los sentimientos que hayan de nivelar


mi conducta pública cuando se trate de la dicha y de los intereses de los otros
pueblos.

La biblioteca es destinada a la ilustración universal, más poderosa que nuestros


ejércitos para sostener la independencia.

La reputación del generoso puede comprarse muy barata; porque no consiste en


gastar sin ton ni son, sino en gastar con propiedad.

Antes sacrificaría mi existencia que echar una mancha sobre mi vida pública que
se pudiera interpretar por ambición.

La ilustración y fomento de las letras es la llave maestra que abre la puerta de la


abundancia y hace felices a los pueblos.

La moderación y la buena fe, tales los fundamentos sobre los que apoyo mis
esperanzas de ver estrechados los vínculos sagrados que nos unen, y de no
aventurar un solo paso que pueda romperlos o debilitarlos.
Por inclinación y principios amo el gobierno republicano y nadie, nadie lo es más
que yo.

En mis providencias malas o buenas, jamás ha tenido parte la personalidad y sí sólo


el objeto del bien e independencia de nuestro suelo.

Es cierto que tenemos que sufrir escasez de dinero, paralización del comercio y
agricultura, arrostrar trabajos y ser superiores a todo género de fatigas y
privaciones; pero todo es menos que volver a uncir el yugo pesado e ignominioso
de la esclavitud.

Deseo que todos se ilustren en los sagrados derechos que forman la esencia de los
hombres libres.

Mis necesidades están más que suficientemente atendidas con la mitad del sueldo
que gozo.

La seguridad individual del ciudadano y la de su propiedad deben constituir una de


las bases de todo buen gobierno.

Dios conserve la armonía, que es el modo de que salvemos la nave.

No se debe hacer promesa que no se pueda o no se deba cumplir.

El empleo de la fuerza, siendo incompatible con nuestras instituciones, es, por otra
parte, el peor enemigo que ellas tienen.

Mi barómetro para Conocer las garantías de tranquilidad que ofrece un país las
busco en el estado de su hacienda pública y, al mismo tiempo, en las bases de su
gobierno.

La marcha de todo Estado es muy lenta; si se precipita, sus Consecuencias son


funestas.

No nos ensoberbezcamos con las glorias y aprovechemos la ocasión de fijar la


suerte del país de un modo sólido y tranquilo.

La religiosidad de mi palabra como caballero y como general ha sido el caudal sobre


el que han girado mis especulaciones.

Todo buen ciudadano tiene una obligación de sacrificarse por la libertad de su país.
Mi objeto desde la revolución no ha sido otro que el bien y felicidad de nuestra
patria y al mismo tiempo el decoro de su administración.

Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al
corazón.

En el último rincón de la tierra en que me halle estaré pronto a sacrificar mi


existencia por la libertad.

Al americano libre corresponde trasmitir a sus hijos la gloria de los que


contribuyeron a la restauración de sus derechos.

Tiempo ha que no me pertenezco a mí mismo, sino a la causa del continente


americano.

Divididos seremos esclavos, unidos estoy seguro que los batiremos: hagamos un
esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos
nuestra obra con honor.

Nuestros desvelos han sido recompensados con los santos fines de ver asegurada la
independencia de la América del Sud.

La armonía, que creo tan necesaria para la felicidad de América, me ha hecho


guardar la mayor moderación.

Voy a hacer el último esfuerzo en beneficio de la América. Si éste no puede


realizarse por la continuación de los desórdenes y anarquía, abandonaré el país,
pues mi alma no tiene un temple suficiente para presenciar su ruina.

Para defender la libertad se necesitan ciudadanos, no de café, sino de instrucción y


elevación moral.

Estoy convencido que la pasión del mando es, en general, lo que con más imperio
domina al hombre.

Hombres que se abandonan a los excesos son indignos de ser libres.

Los hombres distamos de opinión como de fisonomías, y mi conducta, en el tiempo


en que fui hombre público, no pudo haber sido satisfactoria a todos.
No es en los hombres donde debe esperarse el término de nuestros males: el mal
está en las instituciones y sólo en las instituciones.

Ser feliz es imposible, presenciando los males que afligen a la graciada América.

Los hombres no viven de ilusiones sino de hechos.

Mi nombre es ya bastante célebre para que yo lo manche cor infracción de mis


promesas.

Las consecuencias más frecuentes de la anarquía son las de producir un tirano.

Ya veo el término a mi vida pública y voy a tratar de entregar esta p da carga a


manos seguras, y retirarme a un rincón a vivir como hombre.

Es necesario tener toda la filosofía de un Séneca, o la impudicia un malvado para


ser indiferente a la calumnia.

Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas.

Tan injusto es prodigar premios como negarlos a quien los merece.

Al hombre honrado no le es permitido ser indiferente al sertimiento de la justicia.

Nada suministra una idea para conocer a los hombres como una revolución.

(Fuente: Es legado de San Martín. Comisión Nacional de Homenaje al bicentenario Nacimiento del Gral. D. José
de San Martín. Instituto Nacional Sanmartiniano)

Máximas Para Mi Hija:

01• Humanizar el carácter y hacerlo sensible, aun con los insectos que nos
perjudican. Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: —
Anda, pobre animal: el mundo es demasiado grande para nosotros dos.

02• Inspirarla amor a la verdad y odio a la mentira.

03• Inspirarla gran confianza y amistad, pero uniendo el respeto.

04• Estimular en Mercedes la caridad a los pobres.

05• Respeto sobre la propiedad ajena.


06• Acostumbrarla a guardar un secreto.

07• Inspirarla sentimiento de respeto hacia todas las religiones.

08• Dulzura con los criados, pobres y viejos.

09• Que hable poco y lo preciso.

10• Acostumbrarla a estar formal en la mesa.

11• Amor al aseo y desprecio al lujo. (Redactadas en 1825)

Testamento del General San Martín:

En el nombre de Dios Todo Poderoso a quien reconozco como hacedor del Universo:
Digo yo, José de San Martín, Generalísimo de la República del Perú y Fundador de
su libertad, Capitán General de la de Chile, y Brigadier General de la Confederación
Argentina, que visto el mal estado de mi salud, declaro por el presente Testamento
lo siguiente:

Primero: dejo por mi absoluta Heredera de mis bienes, habidos y por haber a mi
única hija Mercedes de San Martín actualmente casada con Mariano Balcarce.

Segundo: Es mi expresa voluntad que mi hija suministre a mi hermana María


Helena, una pensión de mil francos anuales, y a su fallecimiento, se continúe
pagando a su hija Petronila, una de 250 hasta muerte, sin que para asegurar este
don que hago a mi hermana y sobrina, sea necesaria otra hipoteca que la confianza
que me asiste de mi hija y sus herederos cumplirán religiosamente esta mi volunta.

Tercero: El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de Independencia de la


América del Sud, le será entregado al General la República Argentina Don Juan
Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como Argentino he
tenido al ver la firmeza que ha sostenido el honor de la República contra las
injustas pretensiones de los Extranjeros que tratan de humillarla.

Cuarto: Prohíbo el que se me haga ningún género de funeral desde el lugar en que
falleciere, se me conducirá directamente cementerio sin ningún acompañamiento,
pero sí desearía, el que corazón fuese depositado en el de Buenos Aires.

Quinto: Declaro no deber ni haber jamás debido nada a nadie.


Sexto: Aunque es verdad que todos mi anhelos no han tenido otro objeto que el
bien de mi hija amada, debo confesar que la honrada conducta de ésta, y el
constante cariño y esmero que siempre me ha manifestado, han recompensado con
usura, todos mis esmeros haciendo mi vejez feliz. Yo le ruego continúe con el
mismo cuidado y contracciòn la la educación de sus hijas (a las que abrazo con
todo mi corazón) si que a su vez quiere tener la misma feliz suerte que yo he
tenido; igual encargo hago a su esposo, cuya honradez y hombría de bien no ha
desmentido la opinión que había formado de él, lo que me garantiza cotinuarà
haciendo la felicidad de mi hija y nietas.

Séptimo: Todo otro Testamento o Disposición anterior al presente queda nulo y sin
ningún valor.

Hecho en París a veintitrés de enero del año mil ochocientos cuarenta y cuatro, y
escrito todo él de mi puño y letra. JOSE DE SAN MARTIN

Artículo adicional. Es mi voluntad que el Estandarte que el bravo Español Don


Francisco Pizarro tremoló en la Conquista del Perú sea devuelto a esa republica (a
pesar de ser una propiedad mía) siempre que sus gobiernos hayan realizado las
recompensas y honores con que me honró su primer Congreso

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