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Libro Lluvia de Recuerdos PDF
Libro Lluvia de Recuerdos PDF
AUTOBIOGRAFÍA SONORENSE
LLUVIA DE RECUERDOS
AUTOBIOGRAFÍA SONORENSE
Impreso en México
Printed in Mexico
PRÓLOGO pag. 8
Lluvia de recuerdos
sensible de los recuerdos, el agua de lluvia que cae de
la memoria tempestuosa de un cabalístico grupo de 13
personas que sin más ambición que compartir su pasado
para revivirlo una y otra vez en los lectores, enfrentaron
el reto de escribir una mínima parte de su vida como para
decirnos que la felicidad es la arcilla con la que se han
moldeado los días desde siempre, y que es tan relativa
como la propia existencia de cada cual.
Lluvia de recuerdos 11
INTRODUCCIÓN
12 Lluvia de recuerdos
BERTHA CASTILLO CARRILLO
• El Mensajero
• Fin de semana en la sierra
• Mi paraíso
• El teatro, juego de niños
• Marte y las burbujas
Lluvia de recuerdos 13
EL MENSAJERO
Hay frente a mi casa un arbolito de sombra que sem-
bré con mucho cariño y para que no se sienta solitario,
pongo a su rededor varias plantitas que florecen y son un
aliciente par mí en las tardes calurosas.
Lluvia de recuerdos 15
FIN DE SEMANA EN LA SIERRA
La noche del jueves 23 de septiembre de 1999, mi
hermana y yo nos reunimos con un grupo de personas
dispuestas a pasar un fin de semana recorriendo poblados
de la sierra, en la frontera de Sonora y Chihuahua. Mi co-
razón rebozaba de alegría, pues mi esposo y yo tratamos
varias veces de realizar ese viaje, sin haberlo logrado.
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cantidad de rosales en flor, sus cercas estaban cubiertas
de floreados laureles y en grandes macetas había plantas
de gardenias que bañadas aún de rocío dejaban escapar su
inconfundible perfume.
MI PARAÍSO
Hay un lugar donde los seres humanos pueden lle-
gar y todo cuanto desean está allí, exactamente como lo
imaginan. Es el mundo que todos queremos, es una frase
escrita convertida en imagen y esa imagen es tan real que
la palpamos.
Lluvia de recuerdos 19
acariciándome y las voces de mis seres queridos eran me-
lodías armoniosas en mi entorno. Un “¡Bertha!” dicho en
voz muy fuerte me sacaba de mi ensueño y me volvía a
la tierra. Y no es que yo fuese una niña autista o mucho
menos, sólo que me gustaba ir a ese mundo que, como la
nube en el cielo, se transforma en mil maneras.
Lluvia de recuerdos 21
me aceptaban en sus juegos por que cuando el papel co-
rrespondía a un personaje femenino, ahí estaba yo para
representarlo.
- ¡Irving de mi alma!
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acontecimiento que no volverá a repetirse en mi vida:
cuando el planeta Marte se acercó a la Tierra, suceso que
no les tocó a quienes se fueron de este mundo antes del
día señalado: 27 de agosto de 2003. Entonces pensé: “He
vivido cosas interesantes de diferente índole, como el cre-
cimiento de mi ciudad, antes llena de confianza y tranqui-
lidad, casas con las puertas abiertas, pocos automóviles y
muchas carretas por doquier”.
24 Lluvia de recuerdos
en una máquina manual Underwood, lo que yo presumía
porque en una igual se escribió la Constitución de nuestro
país; después usé una Rémington, también manual, luego
una Olivetti eléctrica y ahora presumo de experimentar
con la computadora.
26 Lluvia de recuerdos
MA. DEL CARMEN ESCALANTE CELAYA
Lluvia de recuerdos 27
MAESTRA IGNACIA E. DE AMANTE
En 1954, a finales de agosto, fue mi mamá a ma-
tricularme al Colegio Ignacia E. de Amante, en Sufragio
Efectivo y Garmendia; acababa de terminar la primaria
y ella decía que no había mejor escuela que ésta, dada la
trayectoria de doña Nachita en el magisterio.
28 Lluvia de recuerdos
ral), materias interesantes que captaban nuestra atención.
LOS GEMELOS
Mis hermanos más chicos son gemelos: Ricardo Al-
berto y Consuelo Silvia, son diez minutos mayor uno del
otro. Nacieron en el Seguro Social cuando estaba ense-
guida de la Gasolinera Araque, a la salida norte de Her-
mosillo, el 19 de junio de 1956.
30 Lluvia de recuerdos
- Quiero ir contigo, Lalo.
Lluvia de recuerdos 31
caído hasta el fondo y gracias al pañal y “pants” grueso
que traía, no se quemó; mi hermano se molestó mucho
por el descuido de mi cuñada, casi le da el soponcio. Pero
la “gracia” fue que cuando sirvieron la barbacoa, estaba
espumosa, no la pudieron componer con nada y toda la
comida se perdió.
EL ALHAJERO VERDE
Tenía ocho o nueve años cuando iba con mi abuela a
visitar a una familia en el Barrio del Cerro de la Campa-
na, subiendo por la calle Garmendia. El señor de la casa
era carpintero y tenía su taller en el patio, pequeñísimo
por cierto; curiosamente el fondo del mismo lo formaban
las piedras del cerro, lo que era una novedad para mí.
Lluvia de recuerdos 33
Pasaron los años... muertos sus padres, mi tía quedó
sola, ya mayor, vivía con una u otra hermana ayudándo-
les en la casa con el aseo, haciendo los mandados, etc.
Ella seguía visitando a mis papás, ya que habían sido muy
amigos de jóvenes.
34 Lluvia de recuerdos
ENCUENTRO CON LA MÚSICA DE ARTE
La Casa Fátima dependía del templo de Fátima y ahí,
atendidas por un grupo de señoritas auxiliares parroquia-
les, pasábamos gran parte de nuestra vida de chamacas,
ya que el padre Jaime Salcido nos tenía una gran variedad
de juegos de salón para que nos entretuviéramos: damas,
damas chinas, lotería, turista, además de mesas de ping-
pong, etcétera.
PAPÁ CHIQUITO
Mi papá Chiquito era el hermano más chico de mi
mamá. Él y mi mamá Chu (mi abuela), vivieron siempre
con nosotros, o mejor dicho, nosotros con ellos.
36 Lluvia de recuerdos
Fue un hombre fuera de serie: adusto… serio… so-
litario, imponía con su carácter fuerte, imperativo; con su
voz de trueno nos llamaba y empezábamos a temblar y
es que nos asustaban con él: “ahora verán cuando venga
tu papá Chiquito”, era la frase consabida cuando hacía-
mos alguna travesura, y así se convirtió en inquisidor, en
quien recaía el deber de castigar al culpable, pero yo, a
través de mi vida, comprendí todos los detalles que lo
pintaban como hombre bueno y generoso, porque con mi
papá compartió los deberes y obligaciones de la casa y de
nosotros; por eso no sufrimos de chicos, tuvimos pobre-
mente todo lo necesario.
Lluvia de recuerdos 37
A Temo mi hermano le prestaba el “Forito” para que
se fuera a “bulevarear” cuando era estudiante de la Uni-
Son; casi se infartó cuando Temo le dijo, armándose de
valor, que le había quebrado un vidrio y gracias a eso no
le quitó el carro. Presumía mucho con sus amigos de su
sobrino, porque era universitario, pero jamás le dijo un
cumplido o algún estímulo, aunque sabía que trabajaba y
estudiaba.
AGONIA
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plagado de fantasmas, de figuras difusas,
40 Lluvia de recuerdos
Desgraciadamente el Profr. Jesús José García Robles
abandonó su vestidura corporal este Mayo de 2008
para seguir esceibiendo al lado de nuestro Señor.
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CONFIESO QUE HE COMIDO
Un antecedente que yo he llamado nefasto, marcó el
resto de mis días por su significación. Se trata del “con-
curso del niño sano” cuya convocatoria, firmada por doña
Margarita de Macías Valenzuela, primera dama del Esta-
do, circulaba por los principales centros de población a
nivel Sonora.
42 Lluvia de recuerdos
Muchos años más tarde, trabajando en una depen-
dencia del Seguro Social (IMSS) que llamaron “Casa de
la Asegurada”, primero, y “Centros de Seguridad Social”
después, escuché en una plática que daba un nutriólogo
a las socias-alumnas de Higiene y Nutrición, hubo una
pregunta que me impactó:
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cicio se me dificulta la respiración, llevo una dieta bas-
tante insípida, les aseguro que es una cruz muy pesada la
diabetes II a la que, los médicos y las enfermeras, llaman
Diabetes Mellitus.
44 Lluvia de recuerdos
TEATRO DENTRO DEL TEATRO
El 22 de septiembre de 1952 -antes de cumplir los
16 años de edad- fui nombrado maestro de primaria en la
escuela de un ejido. Me tocó laborar en una época en que
los maestros éramos muy queridos y respetados como
seres extraordinarios; lo mismo bautizábamos a un niño
moribundo, que levantábamos un acta de defunción en
un accidente o prestábamos auxilio a una parturienta en
apuros.
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de sacarte a la calle a punta de fregadazos!”
Lluvia de recuerdos 49
Al mes de haberme dado de alta visité el departa-
mento de oncología para saber los resultados (análisis del
órgano extirpado para la detección de cáncer). Los pa-
peles venían equivocados a nombre de un JESÚS JOSÉ
GARCÍA RUIZÁBAL. La secretaria había anotado sólo
la inicial del segundo apellido y JESÚS JOSÉ GARCÍA
ROBLES soy yo. Pasé tres días como loco enjaulado, sin
comer y sin dormir, sintiéndome ya en las últimas como
canceroso. Ya iba decidido a la “quimio”, a las radiacio-
nes o a lo que fuera, cuando me encontré al Dr. Baltasares
que me operó y, al contarle mi problema, muy extrañado
me tranquilizó diciendo:
Lluvia de recuerdos 51
y gubernamentales) para que, en la primera semana de ju-
nio, asistieran como sinodales a un examen -oral y escri-
to- después del cual se levantaba un acta con los nombres
de los alfabetizados. A estos exámenes asistían el super-
visor escolar, el presidente municipal, el director de la
escuela, el personal docente y, en los lugares como en el
que yo trabajaba, se acostumbraba a invitar a la directiva
de la Sociedad de Padres de Familia, al médico del lugar,
al juez y al sacerdote… además de los “colados” que se
enteraban de que iban a repartir sodas y galletas.
Lluvia de recuerdos 53
Cuando el ciclo estaba por terminar yo me encontra-
ba muy orgulloso de mi trabajo como docente, pero una
ocasión me encontré al muchacho solo en el aula buscan-
do algo, al darse cuenta de mi presencia se disculpó:
AGOSTO EN ZACATECAS
Zacatecas, Zacatecas, a 19 de agosto de 1987.
Estimado compadre:
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un mini-taxi tratando de ganarle a la lluvia cuya cortina se
miraba avanzar de la serranía a la ciudad.
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58 Lluvia de recuerdos
ARMANDO GASTÉLUM ALCARAZ
Su nombre completo es Armando Luis Gastélum Al-
caraz, originario de Pitiquito (“El Pitic” pequeño), So-
nora.
Estudió la normal básica en Hermosillo en cursos
de verano y, durante el ciclo lectivo estudiaba derecho en
la UNI-SON, trabajando -al mismo tiempo- como maes-
tro en las escuelas del Estado. Así batalló hasta llegar a
titularse.
Ha publicado algunas trilogías: en nuestro primer
libro “La sonrisa del tiempo” fueron de escritores famo-
sos como Renato Leduc; en el segundo libro titulado “Las
huellas del camino”, las dedicó a sacerdotes ilustres del
Estado, como el Padre Cornides, y en esta edición, “Llu-
via de recuerdos”, se inspira en las cantantes que han
asistido a la EXPO-GAN desde que este evento se celebra
en Sonora.
Tiene trabajos publicados en la Revista “Encuen-
tro” y en el rotativo “El Imparcial” de esta ciudad. De su
autoría tiene un poemario. Está jubilado por ISSSTESON
desde 1994.
Sus pasatiempos favoritos son el canto, la literatura
(muy especialmente los epigramas) y las peleas de ga-
llos.
Su contribución en este libro es con los siguientes
títulos:
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nica estaba por terminar. Me encaminé hacia arriba, a los
baños y, cuando yo bajaba, miré a la estrella subiendo
las escaleras seguida por sus elementos de seguridad y
detrás, como en una persecución, numerosas “fans” en
busca del habitual autógrafo. El caso es que al pasar junto
a mí, tropezó y sin querer -creo yo- se apoyó en mi brazo
para no caer y ahí es donde me aproveché para estamparle
un soberbio beso en la mejilla. Tartamudeando de emo-
ción, le dije:
Lluvia de recuerdos 61
LA VEZ QUE CANTÉ EN UN PALENQUE
Continuando con la cronología de mis encuentros
con cantantes de palenques paso a relatar mi segundo
encuentro, esta vez, con SILVIA FELIX (sobrina de “La
Doña”, dicen) y sin querer queriendo, encaminé mi peri-
plo rumbo a la famosa “Expo”.
62 Lluvia de recuerdos
Quiero dejar asentado que se me hizo tan bonita y
fuerte mi voz cuando la escuché reforzada por 20 boci-
nas… pero la artista siguió su camino por el redondel y, a
la segunda vuelta, que se le ocurre hacer lo mismo, pero
ya venía cantando “De qué manera te olvido”… nueva-
mente me acercó el micrófono y canté, esta vez con ma-
yor aplomo y seguridad pues lo hacía por segunda oca-
sión. Y… pasó lo mismo: la artista continuó su rutina y de
regreso llegó frente a mí. Esta vez cantaba “Si nos dejan”
y yo, que ya estaba picado porque la gente me aplaudía,
le dije:
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ENCUENTRO CON LAS “TORCACITAS DEL NORTE”
Saliendo, como salía casi invariablemente los fines
de semana a hacer mi acostumbrada ronda por las calles
de Hermosillo, coincidentemente me encontré con la ce-
lebración de la rumbosa fiesta ganadera “Expo-Gan So-
nora 1995”, (obviamente por la noche). No podía escapar
a la bohemia moderada de un cerveza bien helada en el
mes de mayo; mi hija Maribel me había pedido permi-
so -con anterioridad- para ir al palenque con su entonces
novio, hoy su esposo Alejandro. El caso es que después
de dar unas vueltas por la ciudad, enfilé rumbo al famoso
palenque de la Expo con ganas de presenciar, más que
las peleas de gallos, la variedad, esta vez sin precisar con
quién: ¿Thalía, Alejandro, Paquita? No sé cuántos artistas
más. Ya dentro me enteré que se presentaba un dueto fe-
menino: “Las Torcacitas del Norte”. Lo primero que traté
de localizar fue a la familiar pareja: mi hija y su novio.
Una vez que los localicé traté de ubicarme cerca de una
puerta de salida para evitar los tumultos; llevaba un ciga-
rro encendido entre los dedos (mentolado, por cierto). Al
llegar a la puerta me encontré con una niña de unos 20 ó
22 años; iba vestida con un traje negro de diminutos tiran-
tes y con una minifalda que dejaba ver sus encantos supe-
riores e inferiores. Mirándome coquetamente me dijo que
quería fumar… yo saqué la cajetilla y le ofrecí uno de mis
mentolados a lo que protestó:
Lluvia de recuerdos 65
EL DÍA QUE ARRIESGUÉ MI VIDA POR LA BANDERA
Transitaba la primera parte del sexenio del Ing. Ro-
dolfo Félix Valdez cuando fui llamado a la Secretaría de
Educación y Cultura (SEC) para hacerme cargo de labores
administrativas y, mi primera comisión fue la de supervi-
sar el funcionamiento de todas la cooperativas escolares
a nivel Estado, cosa que parece fácil pero resulta difícil y
más para mí que, habiendo estudiado leyes -para no llevar
matemáticas- caía con esa comisión en un inmenso mar
de números que era para agobiar a cualquiera. No podía
decir que no porque era una comisión política oficial y
no quería echarme para atrás, así que tuve que afrontar
aquella tremenda situación y, para que ustedes se den una
idea de mi alergia por los números, yo digo -a manera de
broma- que si le marco a una sumadora 2+2, me salen 5 y
como no es correcto, vuelvo a marcar… ¡y me salen 3!
HONORES A LA BANDERA:
1) Juramento.
2) Discurso o palabras alusivas,
3) Toque de Bandera por los soldados.
Izamiento o arrío,
4) Intervención de los alumnos (poesía),
5) Entonar el Himno Nacional Mexicano,
6) Eventualmente otra intervención no programada.
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del Himno Nacional, o falló el aparato de sonido o no
hubo corriente eléctrica?
68 Lluvia de recuerdos
Y tomé la decisión más estúpida de mi vida… ¡co-
necté el cable! El agua empapaba mis zapatos pero… la
ceremonia de nuestro Lábaro Patrio se llevó a cabo con
felicidad, por lo menos sin desgracias personales.
Lluvia de recuerdos 69
En esta ocasión llevamos nuestro programa: “Com-
bate al narcotráfico” a la población serrana de Sahuaripa,
armándose todo este circo, aquí en Hermosillo. Algunos
compañeros partieron un día antes; otros madrugaron y
yo, por motivos de fuerza mayor, no pude partir con el
convoy… el caso fue que llegué a Sahuaripa en un ca-
mión ya bien entrada la noche, estaba lloviendo a cán-
taros. Llegué al hotel y me presenté con el encargado
diciéndole que necesitaba un cuarto dónde descansar y
pasar la noche, a lo que me respondió:
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72 Lluvia de recuerdos
MARÍA TRINIDAD GERMÁN JARA
Nació un día muy especial para los latinoamerica-
nos, llegó el 12 de octubre del año de 1940, muy tempra-
nito, a las cinco de la mañana. Ocupó el lugar décimo
tercero de una familia de 19 hijos y cuentan que el 13 es
número de buena suerte.
74 Lluvia de recuerdos
viajar por 21 días visitando lugares del Viejo Continente.
El costo del boleto -viaje redondo- es de 3000 dólares y
comprende: pasaje en avión de primera clase con desa-
yuno continental y cena, hospedaje en hoteles de cinco
estrellas, con transporte terrestre y marítimo a los lugares
que se vayan a visitar. La comida principal, las salidas a
paseos nocturnos, los antojitos y los “souvenirs” o recuer-
dos correrán por su cuenta. Debe pagar el 50% al inscri-
birse y el resto, tres días antes de partir… ”
Lluvia de recuerdos 75
Roma es bellísima y muy extensa. La encontramos
algo deteriorada en sus calles y edificios porque los pre-
parativos para recibir al tercer milenio traían a todos muy
ocupados… ¡hasta el Coliseo Romano estaba en proce-
so de embellecimiento! Pero nosotros traíamos a Asís y
Jerusalén en nuestra mira, pues eran nuestros objetivos
máximos como peregrinos.
76 Lluvia de recuerdos
PERDIDA EN LA CAPILLA SIXTINA
De las cerca de 240 salas de arte que reúnen El Vati-
cano y La Capilla Sixtina, sólo pudimos visitar seis, y al-
gunos compañeros, a regañadientes. Entre todos los luga-
res visitados fue aquí donde sentí mi enorme ignorancia
respecto a las obras de arte que se exponen. Ya sabemos
que Miguel Ángel fue un genio, pero no sólo de él hay
obras en las exhibiciones de la Sixtina.
78 Lluvia de recuerdos
maltratadas y remojadas pues no supimos en qué puerto
aéreo pasaron en banda a la intemperie y estaba lloviendo
copiosamente. Por fin las recuperamos quedando convi-
dadas, por el momento, a no volver a viajar.
Lluvia de recuerdos 79
magnífico hotel en el corazón de El Cairo, conocimos El
Faro de Alejandría (una de las siete maravillas del Mundo
Antiguo), Las Catacumbas, en donde se hallan los res-
tos del los faraones; navegamos -en velero- sobre el Río
Nilo; pudimos tocar las milenarias Pirámides de Keops,
Kefrén y Micerino, y contemplar el funcionamiento del
Canal de Suez, escuchando las interesantes explicaciones
de alta ingeniería naval… en fin, un agasajo de historia
rodeado de descuidos, desaseo y supersticiosas costum-
bres religiosas. Sin embargo, no todo fueron decepciones:
estuvimos y nos retratamos junto a Nefertiti y La Esfinge,
trajimos nuestros nombres y signos zodiacales dibujados
en hoja de papiro… un poco después admiramos los más
bellos ejemplares equinos de carreras.
82 Lluvia de recuerdos
también tortillas de agua o vulgarmente “sobaqueras”,
pero nadie me ha podido responder satisfactoriamente. El
dato más importante que he recogido es que, contra lo que
se piensa, esta clase de tortillas -grandotas y delgaditas-
las comenzaron a tortear los hombres en los herraderos ya
que se iban al monte por tres, cuatro o más días y como
la mujer se quedaba en casa con los niños y cuidando los
animales domésticos, los hombres tenían que prepararse
la comida cuando se les acababa el “lonche” y tal vez
hasta asearse algo de ropa.
Lluvia de recuerdos 85
torios, los especialistas que de una a otra cita dejan pasar
tres meses; todo era desesperante para el estado de áni-
mo en el que me encontraba. En esas circunstancias, a mi
hermana mayor le dieron el nombre y la dirección de un
ex sacerdote que tenía fama de haber hecho curaciones
muy atinadas, en Tepic, Nayarit. Este ministro de Dios ya
no ejercía porque en la iglesia donde oficiaba, le habían
puesto una disyuntiva:
86 Lluvia de recuerdos
comienzan a sentirse desde la primera semana.
RECETA:
D I E T A:
88 Lluvia de recuerdos
JOSÉ FRANCISCO GUTIÉRREZ QUIROZ
Nació en Esperanza, Río Yaqui, Sonora, un domingo
1 de diciembre de 1935. Hizo sus estudios de primaria y
secundaria en Ciudad Obregón, después salió a conti-
nuar su preparación a la Universidad de Sinaloa en la
capital del estado, Culiacán.
Obtuvo su título de Contador Público y Auditor en el
Instituto Tecnológico Autónomo de México, en el Distrito
Federal.
Laboró en la iniciativa privada en la Ciudad de
México durante veinte años y después con el gobierno
del Estado de Sonora, veintiún años.
Se pensionó en el año de 1995 y desde entonces se
dedica a actividades no lucrativas.
Acude al CERESO de Hermosillo en calidad de vo-
luntario, desde hace 16 años, con un equipo Pastoral Pe-
nitenciario Católico.
Perteneció al Patronato de Reincorporación Social
durante cinco años.
Sus pasatiempos favoritos son la lectura y escribir
para el Taller de Literatura Autobiográfica de la Casa
Club del Jubilado y Pensionado del ISSSTESON, donde
además, para superar problemas auditivos, formó parte
del coro; allí estudió también Computación.
La convivencia familiar es su mayor alegría pues
tiene cuatro nietos que lo hacen vivir intensa y felizmen-
te.
Colabora en esta obra
con los temas:
• El largo
• Mi maestro de primaria
• Sociedades de Padres de Familia
• Cambio de potenciales Lluvia de recuerdos 89
EL LARGO
“El Largo” era de Buenavista, Sonora, hijo de Car-
men Armenta y de Jesús Gutiérrez, “El Caneno”, su pa-
dre murió en un acto de heroísmo en la Batalla de Santa
Rosa, él iba con las fuerzas del general Álvaro Obregón
y tenía el grado de Mayor, fue jefe distinguido por su va-
lor y muy querido por todos, su muerte enardeció más lo
ánimos de sus compañeros que lucharon hasta arrancar
las posiciones que los federales ocupaban reduciéndolos
a las casas de Santa Rosa.
90 Lluvia de recuerdos
valor de la justicia y el amor a sus metas u objetivos, fue
amante de tres señoras doñas: doña Tencha, doña Seve y
doña Prude. “El Largo” dejó un testimonio de vida pues
su entrega a doña Tencha lo manifestó con la constancia
en su trabajo, nunca, así lloviera o relampagueara, dejó de
trabajar un solo día de su vida, fue tenaz, obstinado y para
lograr darle educación a sus hijos, no lo rindió el trabajo;
yo lo vi trabajando desde las cuatro de la mañana a las tres
de la tarde, llegar a su hogar a comer, descansar un rato
y, como ahí tenía un abarrotes con molino de nixtamal, le
quitaba las piedras, las “picaba” (marcar con un cincel la
huella en la piedra para que volviera a funcionar); hacía
“pinole” (maíz especial que se ponía a dorar para después
triturarlo), volvía a picar la piedra para que estuviera en
condiciones de moler masa para las tortillerías y venderla
a la clientela compuesta por los vecinos.
Lluvia de recuerdos 91
“El Largo” logró su sueño, sus hijos son profesio-
nistas y sus nietos han hecho maestrías y doctorados en
Harvard, la Sorbona o Japón.
92 Lluvia de recuerdos
MI MAESTRO DE PRIMARIA
En el año de 1943 asistí por primera vez a la escuela.
Estaba ubicada en la esquina de las calles Colima y Ga-
leana, en Cd. Obregón, se llamaba “Profra. Manuela Ro-
jas y Taboada”. El Director era el profesor Basilio Ruiz,
un maestro irrepetible, todos los sábados nos juntaba en
el patio y nos contaba cuentos muy bonitos, de los que
se deducía una enseñanza moral; al narrarlos ponía alma,
corazón y vida, a todos los niños nos gustaban. Recuerdo
sus pasos largos, sus brazos extendidos, su voz, en verdad
no he escuchado a nadie como a él, era admirado por esa
manera especial de ser autoridad escolar y su entrega con
la muchachada, mantenía el orden dentro de la escuela di-
vidiendo el patio por un canalito que había para regar las
moras a fin de que en un lado estuvieran las niñas y en el
otro los niños, nunca nos dejó solos en el recreo, siempre
se paseaba entre nosotros y nos gustaba estar cerca de él.
Lluvia de recuerdos 95
SOCIEDADES DE PADRES DE FAMILIA
EN PRIMARIAS
96 Lluvia de recuerdos
el Prof. Rafael León Paco y como tesorero el señor José
Guadalupe Griego, quienes eran personas conocidas e
identificadas con la escuela y sus necesidades. Hicimos
un equipo muy bueno y presentamos un proyecto con el
que lograríamos los recursos suficientes para la compra
e instalación de 17 coolers para la escuela; por si algún
padre de familia tenía duda de la necesidad de esos apa-
ratos, los invitamos a permanecer en las aulas media hora
después del recreo de los niños cuando ellos regresaban a
clase después de corretear en el recreo, la invitación fue
suficiente pues no quisieron la prueba, entonces fue cuan-
do estudiamos la estrategia a seguir para dar comodidad
a nuestros hijos.
CAMBIO DE POTENCIALES
Recibí carta de Juan Manuel, a quien conocí aquí en
el CERESO de Hermosillo pero fue trasladado a Colima,
donde radica su familia. Me cuenta que allí logró su liber-
tad y desde entonces trabaja en una línea de transportes,
viaja de Colima a Mazatlán. Para mí es muy grato recibir
sus cartas pues siempre escribe como si estuviera plati-
cando en persona.
• La casa de Mamanina
• Mi escuela primaria
• Las vacaciones de mi niñez
• La niña, papá y el ferrocarril
• Sueños de concertista Lluvia de recuerdos 121
LA CASA DE MAMANINA
La casa de mi abuelita materna, a quien llamába-
mos Mamanina, era de adobe, muy bien construida. Allí
vivían ella, mi Yaya y mi tía Emma. Al frente tenía un
jardín lleno de flores; se entraba por un pasillo donde ha-
bía dos poltronas de madera y macetas hechas de latas de
lámina donde se envasaba la manteca, estaban pintadas
de color café. A la derecha de este pasillo estaba la sala a
la que nunca nos dejaban entrar, siempre permanecía con
las puertas (de dos hojas) cerradas, yo creo que para que
no nos subiéramos a los sillones que tenían asientos de
terciopelo guinda y respaldos de bejuco, había una mesa
en la esquina y sobre ella un florero largo de cristal. Las
paredes estaban adornadas con fotos enmarcadas, en una
de ellas estaba Gloria mi prima, como de tres años -hija
de mi nino Pascual y mi tía Conchita- luciendo un vestido
rosa y sentada sobre una mesa; conformaban el decorado
otros dos cuadros (todos parecían pinturas), uno de ellos
con la imagen de Mamanina y el otro con la de su esposo,
Papanino Pascual, ambos muy jóvenes. Había un cuadro
más con una foto de mi Lupe, hermana de mi abuelita.
He de confesar que de vez en cuando, sin que nos vieran,
nos metíamos a la famosa sala sólo por darnos el gusto de
desobedecer.
MI ESCUELA PRIMARIA
Carbó es el lugar donde crecí y del cual me conside-
ro originaria, a pesar de haber nacido en Empalme pues
nunca viví allí. Una vez terminada la escuela secunda-
ria, emigramos a Hermosillo en busca de mejorar nuestra
educación.
SUEÑOS DE CONCERTISA
Quetita Romo era una señora que vivía frente a
nuestra casa, en Carbó. Tenía cuatro hijos: Socorro, Ate-
nógenes (el Jito), Agustín y Evangelina. Quetita tocaba el
piano y el órgano, era quien acompañaba a las cantoras en
las pocas misas que, por falta de sacerdote, se celebraban
en el lugar, pero lo que sí había a diario era el rosario, sólo
que en los meses de mayo y junio era cantado, pues todos
las niñas y niños íbamos a ofrecer flores a la Virgen María
Y otro:
- Vaya, cuando menos hay algo mío aquí -le dije bro-
meando.
LA DIETA
Era media noche, cuando las madrugadas aún son
muy frías y las noches se van acortando después del equi-
noccio de la primavera; me despertaron unos quejidos, rá-
pidamente me bajé de la cama buscando al autor o autora
de ellos; la oscuridad me impedía ver por lo que usé mi
tacto: con mis manos fui tocando a cada una de mis her-
manas, eran tres, dormían tranquilamente; fui a la cama
de mi mamá, al tocarla sentí en su estómago brincar algo
y luego seguía aquel sonido lastimero, como de un animal
herido. Cuando ella se dio cuenta de que estaba ahí para-
da, descalza, enfriándome y asustada, me dijo:
- ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? -me dijo una voz que co-
nocí al instante.
UN DIA EN EL RANCHO
No sé por qué de pronto mis pensamientos me llevan
a mi rancho:
- ¡Déjame dormir!
AROMAS Y RECUERDOS
SUCEDIÓ EN UN CARNAVAL
MIS HERMANOS
APRENDIENDO A APRENDER
Ahora les aclaro por qué digo que fue mi primer tra-
bajo: un día mi hermana tuvo que venir a cobrar a Her-
mosillo, era cuestión de una semana -ida y vuelta-. Yo
188 Lluvia de recuerdos
encantada de quedarme a cargo de los niños, y así fue
como les agarré cariño. Mi hermana se “apoltronó”, les
daba clases a los adultos y enviaba la estadística -cada
mes- a la SEP.
- Nadie, señora.
Invariablemente, le respondía:
- Te lo prometo, hermana…
GRATOS RECUERDOS
- ¿Necesitas algo?
si no estás enamorada,
¡enamórate de mí!”
que él me desengañará”...
El muchacho respondió:
EL HEROE DE LA FAMILIA
LA MANTILLA