FEBRERO 2019

Manos Quietas
MANOS QUIETAS
FEBRERO 2019
Manos Quietas
 La censura de Yalitza
Columna por: Ana Patricia Ramírez Martínez
“C
ualquier cuento de hadas se que-
da corto con lo que lograste, Ya-
litza Aparicio”. Estas son las pa-
labras que Netflix, la plataforma encargada
de distribuir Roma, ha dedicado a su prota-
gonista tras su nominación al Oscar como
mejor actriz. Y es que en el último año la ru-
tina de Yalitza que da vida a Cleo, una traba-
jadora del hogar en México, se ha llenado de
vivencias que, ante un entorno tan violento,
racista y machista contra las mujeres podrían
ser inalcanzables para alguien como ella.
Alguien como ella que aunque sue-
na como la excepción, realmente
es parte de las miles de muje-
res mexicanas que viven el día
a día con su piel morena, sus
cabelleras negras y sus rasgos
indígenas, entre los extremos
de ser discriminadas o roman-
tizadas en el abuso y la pobreza.
Yalitza Aparicio es una nor-
malista de 25 años que nació
en Tlaxiaco, Oaxaca como hija
de una madre triqui y de un pa-
dre mixteco, lenguas de las que se privó
su enseñanza por miedo a la discriminación.
Cuando audicionó para Roma no sabía de la
existencia de Alfonso Cuarón, y posiblemen-
te el protagonizar las portadas de revistas in-
ternacionales tampoco fuera de su interés.
Cada quien ha sacado sus propias leccio-
nes de lo que significa verla en todos los
medios, en las grandes ciudades europeas
o junto a los artistas de Hollywood que pa-
recen estar en un pedestal incluso para
Manos Quietas
los mismos actores y actrices mexicanos.
Sin embargo, Yalitza se ha posicionado fir-
me y con una amplia sonrisa en todos los es-
cenarios que se han presentado, desde los co-
mentarios de misoginia y discriminación a
los que siempre ha respondido de forma con-
tundente y sabia hasta el más reciente que ha
sido la alfombra roja de los premios Oscar
donde tomada de la mano de su madre (anti-
gua empleada del hogar) caminó alegre du-
rante los momentos previos a la ceremonia.
Y a pesar de no haber conseguido la estatuilla,
el éxito de esta mujer sea una realidad
o un salvavidas de interés mercan-
til y propagandístico del primer
mundo, está dejando lecciones
que entender, lecciones que ins-
piran y rompen paradigmas, lec-
ciones que incomodan, lecciones 2
que son observadas por millones
de mujeres mexicanas que alguna
vez han sido violentadas por no
nacer con los rasgos del privilegio:
piel blanca, ojos de color claro, al-
turas ideales y medidas adecuadas
para la explotación de lo femenino.
A partir de este momento, la vida de Yalitza
no debe significar esa excepción que se han
empeñado en llamar “cuento de hadas”, es un
paso más para saber que las mujeres sin im-
portar la condición económica, cultural, so-
cial, política y física podemos acceder a todos
los espacios que nos permitamos desear como
nuestro futuro, que ninguna mano nos deten-
drá y ningún comentario sobre quienes somos
o cómo lucimos seguirá tajando nuestras vidas.
 Se corona un cortometraje
la menstruación
Nota por: Aída Esperanza Díaz Cativo

E ste domingo se otorgaron los premios Os- premio. “No puedo creer que un documental sobre
car en el Dolby Theatre de Hollywood en la menstruación acaba de ganar un Oscar”, dijo en-
Los Ángeles. Recinto en donde se corona- tre lágrimas. Además, ella mencionó la importan-
ron las películas Green Book como mejor película, cia de las mujeres en el mundo, así como el empo-
Spiderman into the Spiderverse como mejor cinta deramiento que van obteniendo en la actualidad.
animada, Roma como mejor película extranjera y
Period: End of Sentence como En la premiación, figuró la presencia de diferentes
mejor documental corto. presentadoras y presentadores,
debido a que no hubo un con-
Este último destacó ductor que llevara el hilo
por mostrar el estig- secuencial de los premios.
ma entorno de la Todas y todos tuvieron
menstruación, en un lugar de inclusión
3 un pueblo rural de al momento de presen-
Delhi, India. Más tar a los nominados.
allá, toca la revolu-
ción pacífica de un Esta entrega, pasó a la
grupo de mujeres, historia porque hubo
al fabricar toallas un gran número de
sanitarias para ellas mujeres ganadoras por
y para venderlas, de mejor maquillaje, mejor
esta manera, luchan por diseño de vestuario, mejores
su libertad sexual y por su efectos visuales, mejor dise-
independencia económica. Ya ño de producción y mejor corto
que durante generaciones, las mujeres de la India no animado, sólo por mencionar algunas categorías.
han tenido acceso a productos sanitarios de prime-
ra necesidad y se ven obligadas a ponerse un pedazo Además, Olivia Colman se coronó como mejor ac-
de trapo que después, deben desechar en secreto. triz por la cinta The favourite y Regina King como
mejor actriz de reparto por If beale street could talk;
La directora es Rayka Zehtabchi, una mujer de 25 Lady Gaga como mejor canción por Shallow, junto
años que obtuvo su primera nominación y ganó el a Mark Ronson. La premiación finalizó con el nom-
bramiento de Green Book, como mejor película.

Manos Quietas

E
n vísperas del próximo 8
de marzo, mujeres del lado
occidental del mundo se
preparan para el Día Internacio-
nal de la Mujer, el cual se insti-
tucionalizó en 1975 por la Orga-
nización de las Naciones Unidas.
Aunque en las últimas décadas
se había “celebrado” esta fecha,
en lugar de conmemorarla, las
mujeres la han resignificado
volviendo este día una exigen-
cia política sobre la condición
de desigualdad que viven todas.
Diferentes organizaciones femi-
nistas de escuelas, comunidades,
sectores de la población y paí-
ses aprovecharán este próximo
8 de marzo para continuar con
reclamos muy específicos hacia
el Estado y la sociedad misma.
En México, de manera institu-
cional, la jefa de gobierno de
la Ciudad de México, Claudia
Sheinbaum ha declarado que
del 8 al 17 de marzo tendrá lu-
gar “Tiempo de Mujeres”, un
Festival por la Equidad de Gé-
nero con el objetivo de aparecer,
reunir y colectivizar las voces de
las más diversas mujeres para
que en el arte y la cultura ocu-
rra por fin, el tiempo de las mu-
jeres. Esto último lo comentó
Ana Francis Mor, integrante del
Consejo Curatorial del Festival.
El 8 de marzo,
la huelga feminista
Nota por: Estefanía Morales Romero
Por otro lado, de manera inde-
pendiente colectivos feministas
de diferentes tendencias ideoló-
gicas se organizan para tomar las
calles del país y realizar diferen-
tes manifestaciones, actividades,
foros y demás representaciones
contra las desigualdades laten-
tes en las que viven las mujeres.
Estados de la República de Mé-
xico y en general todo el país,
se encuentra en alerta de género
desde hace varios años, señalan-
do que en promedio matan a una
mujer cada 7 horas, es decir, fe-
minicidios. Las mexicanas tienen
en la agenda pública muy clara
esta situación y las manifesta-
ciones que ya se han confirmado
van en el sentido de visibilizar y
exigir que esta situación termine.
Este año una de las principales
exigencias es mayor seguridad en
la vía pública para las mujeres y
un alto a la impunidad en los crí-
menes de violencia que no se per-
siguen ni se castigan en México.
Estos últimos meses han salido a
la luz diferentes casos sobre inten-
tos de secuestro en diferentes lu-
gares concurridos de la Ciudad de
México, en especial, en el Sistema
de Transporte Colectivo México.
Las denunciantes, que han alzado
la voz a través de redes sociales,
en la mayoría de los casos no
Manos Quietas
fueron auxiliadas por las perso-
nas que presenciaban la escena a
plena luz del día debido a que los
secuestradores, todos hombres,
aseguraban ser pareja de ellas y
que era solo una pelea entre ellos.
Otros usuarios en redes socia-
les comentaron que esto último
es una alerta también hacia la
manera en qué normalizamos
la violencia en las relaciones
y permitimos que ante nues-
tros ojos ocurran delitos pen-
sando que las “cosas son así”.
En Europa, principalmente en
regiones españolas se convoca a 4
una huelga general internacional,
donde se invite a que todas las
mujeres del mundo no trabajen,
no vayan a la escuela, no produz-
can, no consuman y no hagan
labores de cuidado remunerado
o no remunerado. En Latinoamé-
rica diversas organizaciones fe-
ministas confirman su participa-
ción en esta huelga de 24 horas.
Esta iniciativa lleva tratando de
llevarse a cabo desde el 8 de mar-
zo pasado y se espera mayor par-
ticipación este año. Con el obje-
tivo de visibilizar la importancia
del trabajo femenino. “Si noso-
tras paramos, se para el mundo”
es el lema de esta movilización.
“Todas las mujeres son madres”
Entrevista por: Estefanía Morales Romero

Manos Quietas
E
ra de noche y Ceci había tomado mu-
cha agua. La suficiente para que su
cuerpo soportara toda la sangre que
perdería durante las próximas horas. El Mi-
soprostol haría completamente efecto hasta
que se metiera la segunda pastilla en la vagina.
Era de día cuando Perla comenzó a sangrar
sorpresivamente durante su jornada laboral;
empezó a sentir un cólico fuerte que la lle-
vó a un hospital del ISSTE donde perdería a
un bebé que ella ni siquiera sabía que tenía.
“Después de tener una hemorragia muy fuer-
te, fui a un hospital para que me atendieran. El
doctor que me vio me hizo un eco y me dijo que
lo que yo tenía era un aborto y me enseñó en mi
cara lo que había saco de mi matriz”, contaba
Perla S. de Guadalajara. “Tenía 24 años cuando
me practicaron un aborto y un legrado en un
hospital público, mientras no me dejaban hablar
con mi mamá ni mi novio, que estuvieron espe-
rando afuera sin saber nada de mí durante días”.
“Yo había entrado por mi propio pie a las ins-
talaciones por una fuerte hemorragia, sin saber
que ese día perdería a un bebé del que jamás
estuve consciente de tener. Recuerdo que todas
Manos Quietas
las personas me preguntaban por el bebé, pero
nunca por lo que había vivido. A mí me habían
violentado, a mí me habían hecho un legrado,
a mí me habían puesto una sonda en la espal-
da y mientras todo esto ocurría, los doctores
no dejaban de preguntarme sobre mi religión
e incluso sobre mi posición respecto al aborto”. 6
“Respecto al aborto siempre he opinado que es
un derecho que todas las mujeres deberíamos
de tener independientemente de las razones que
nos hayan llevado a tenerlo, sin embargo, cuando
en el hospital me preguntaron mi posición fren-
te al tema, mentí. Tenía mucho miedo de que me
pudieran llevar a la cárcel por decir que estaba
de acuerdo con la interrupción del embarazo”.
El aborto de Perla ocurrió en el 2013 y después
de esa experiencia tardó mucho en tener algo
relacionado con su sistema reproductor. Ella
asistía con regularidad con su ginecóloga, pero
después de lo que vivió no quiso ni siquiera sa-
ber la razón de su aborto espontáneo. Después
de algún tiempo volvió a asistir con su médico
y le explicaron que no era necesario el legrado.
“En la sala de recuperación del hospital está-
bamos muchas mujeres, pero yo me di cuen-
 ta de que solamente a dos nos habían hecho
un legrado. A las más jóvenes, las demás eran
un poco más grandes y todas tenían marido.
Mi ginecóloga me dijo que en algunas oca-
siones los doctores practican legrados, aun-
que no sean necesarios a las mujeres que tie-
nen relaciones fuera del matrimonio como
para castigarnos por no ser ‘niñas bien’”.
“Estar en el hospital era como estar en un cam-
po de concentración. Recuerdo que al salir, al-
gunas mujeres me mandaban cartas para que se
las diera a sus familiares
afuera. Muchas de ellas
no habían tenido la mis-
ma experiencia que yo, la
mayoría sí querían tener
al bebé y lo perdieron”.
“La única culpa que
siento es la de no haber-
me ido, la de haberme
quedado en un hospital
donde me regañaron
por cruzar la pierna y no
7
sentarme como señorita.
Yo pude ahorrarme todo
eso y haber ido a otro
hospital, pero quedé en
shock, en ese momen-
to tuve mucho miedo y
no supe cómo actuar”.
Ceci E. vive en Tabasco y a los 18 años perdió
a una amiga de la misma edad por una expe-
riencia violenta en su embarazo complicado
que terminó en aborto. Desde entonces el tema
del embarazo ha estado presente en su vida.
“Tú piensas que nunca te va a pasar, nun-
ca voy a quedar embarazada y mucho me-
nos voy a abortar, pero a los 20 años me pasó
y fue una experiencias fuerte y dolorosa. Me
dolió mucho el cuerpo, pero no se comparó
a lo que me dolió emocionalmente abortar”.
Manos Quietas
“Yo no quería tener al bebé y no sabía qué hacer
o a quién acercarme, hasta que después de casi 4
meses de estar embarazada, escuché un comer-
cial en el radio de un centro en Tabasco don-
de podía abortar, así que fui y saqué una cita”.
“La enfermera que me habló sobre lo arriesgada
que podría ser mi procedimiento si no me de-
cidía pronto debido a que ya tenía casi 4 meses
de embarazo. En lugar de orientarme sobre mis
opciones, trató de convencerme de no abortar”.
“No aborte por los co-
mentarios que la recep-
cionista de la clínica me
hacía: “¿Por qué quie-
res abortar? Todas las
mujeres son madres”.
“Casi tenía 5 meses de
embarazo cuando decidí
abortar con pastillas que
me recomendó una ami-
ga: Misoprostol, un me-
dicamento para tratar la
gastritis; que se vende
en cualquier farmacia y
suele costar 600 pesos”.
“Yo no tenía dinero en
ese momento, enton-
ces vendí mi Tablet y
mi celular para poder comprar las pastillas y
además poder mantenerme durante esos días”.
“Mi amiga me explicó todo lo que tenía que ha-
cer, las pastillas se introducían en mi cuerpo en
dos tomas diferentes, la primera de manera oral
y la otra se inserta en la vagina. Me pidió mu-
chísimo que no viera al feto, que además tomara
mucha agua porque iba a perder mucha sangre.
Que no me espantara porque todo estaría bien”.
“Por mi tiempo de embarazo ya se me notaba
el estómago. Antes de hacer la primer toma
del Misoprostol sentí el movimiento del bebé”.
“Recuerdo que me miré en el es-
pejo y vi mi estómago moverse y sen-
tí la vida que tenía dentro de mí”.
“Mira, te amo mucho pero no te puedo te-
ner. No puedo cuidarte porque no puedo
cuidar ni de mí misma. Si llegas, tus abue-
los no nos van a querer, ni a ti ni a mí y ten-
go que hacer esto por los dos. Te amo mucho”.
“Mi aborto duró toda la noche y provocó en
mi cuerpo un fuerte sangrado que parecía no
parar. Tomé casi 4 litros de agua para que mi
cuerpo soportará esa gran pérdida de sangre,
como me había dicho mi amiga. Yo solo trataba
de pensar que esto era como mi menstruación”.
“De repente, en la taza del baño, entre mi ori-
na y mi sangre sentí como algo sólido y grande
salía de mi cuerpo. El feto, el que mi amiga me
había dicho que no viera, estaba en mis manos.
Tuve que sacar también el cordón umbilical”.
Ceci tomó su feto y lo guardó en una bol-
sa. “Lo llevé conmigo durante una semana,
no sabía que hacer con él. Leía noticias don-
de algunas mujeres tiraban en la calle sus fe-
tos y eran detenidas. Tenía mucho miedo”.
“Sangré durante toda una semana y me sen-
Manos Quietas
tía muy débil hasta que poco a poco me
fui recuperando, sin embargo, no pasa-
ba un día sin que pudiera dejar de llorar”.
“Si yo hubiera tenido el acompañamien-
to y la información adecuados, el único
dolor que hubiera sentido sería el físico y
no el emocional. El más fuerte que sentí”.
Después me di cuenta que el dolor de mi co-
razón no se curaría con los días; me acer- 8
qué a la atención psicológica que me brin-
daba mi universidad, donde me ayudaron
a dejar de sentir culpa y darme cuenta que
había tomado la mejor decisión de mi vida.
“Yo creo que ya lo superé porque sino,
no podría contártelo, ni si quiera pensar-
lo. Antes no hubiera podido pronunciar
la palabra aborto sin ponerme a llorar”,
La violencia obstétrica es un tipo de violencia
que se genera en los servicios de salud públi-
cos o privados que causa daño físico o psico-
lógico a la mujer durante el embarazo, parto
y posparto. En México, la identificación de la
violencia obstétrica y el acceso a la justicia en
casos de violación a los derechos humanos de
las mujeres durante el embarazo, parto y puer-
perio aún se encuentra en una etapa incipiente.
 Lucha con
Reportaje por: So

Manos Quietas
nstante
onia Sauza Lòpez

Manos Quietas
 “E
sa fue la última vez que le llevé una bo-
11 tella, la metí de contrabando al hospital.
Días después murió. Sangraba. La cama,
el suelo, él, había sangre por todos lados”, narra
María de la Luz después de darle un trago a un café
que bebe a pequeños sorbos. “Nos conocíamos des-
de siempre, éramos del mismo pueblo y, además, su
hermano era mi cuñado. Cuando yo tenía 19 años
y Dagoberto 29, nos casamos.
No tuve novio antes, fue el primer hombre en mi
vida. “Recuerda la primera noche que pasó con él
mientras juega un poco con sus manos. Ahí em-
pezó su martirio, dice. “Esa noche yo no sangré
después de tener relaciones con Dagos, siempre
me reclamó eso, de puta no me bajó. Yo le juré que
nunca había estado con nadie, pero no me creyó”.
La virginidad femenina se ha descrito como una
condición sagrada, como un símbolo de pureza y
valor de la mujer, y como el cumplimiento del mo-
delo de la feminidad católica representada por la
virgen María. En este contexto, la relación sexual
Manos Quietas
de parte de las mujeres sin la bendición de la ins-
titución del matrimonio se definió como una man-
cha que contaminaba el casto cuerpo de la mujer
según menciona Ana Amuchástegui Herrera en su
artículo “La dimensión moral de la sexualidad y de
la virginidad en las culturas híbridas mexicanas”.
De acuerdo con la médica, Valeria Ortega, egresa-
da de la Universidad Autónoma de Querétaro, que
suceda el rompimiento del himen, antes, durante
o después de la primera relación sexual depende
de su fragilidad y elasticidad. Esta pequeña mem-
brana, en forma general, debe ser permeable para
que, en el momento en que exista la menstruación,
la sangre salga de la vagina sin problema. Todas las
mujeres nacen con himen y se le ha dado una car-
ga moral importante, convirtiéndolo en símbolo
de pureza y virginidad para la sociedad, haciendo
de la mujer un objeto deseable o adjudicándole un
valor por el hecho de que esta parte de su cuerpo
esté o no intacta, pero llega a ser tan frágil que pue-
de romperse sin la existencia de la penetración.
La historia se repite
Sonia tiene 49 años, es de estatura media y perso-
nalidad muy alegre. Casi siempre sonríe sin motivo
aparente pero la vida no siempre fue así. Ella se casó
cuando tenía apenas 16 años, su futuro esposo era
siete años mayor. “Los hombres piensan que al tener
la primera relación sexual debes, casi casi, desan-
grarte, si no es así, de puta no te bajan, y así me paso
a mí”, menciona para después quedarse pensando.
Sonia recuerda sus primeros años de matrimonio,
después de tener que dejar la facultad de enfer-
mería y su casa, como un infierno. Vivir con al-
guien tan macho como Joaquín no resultaba nada
fácil. Obligarse a estar en la casa, hacer de comer
y lavar trastes y ropa le resultó complicado al ve-
nir de un hogar en donde ella no movía un dedo.
“Joaquín supo lidiar con muchas cosas, con
mis berrinches y caprichos, pero no podía de-
jar de lado que yo no haya sangrado la primera
vez que estuvimos juntos, tuvo que pasar mu-
cho tiempo para que él comprendiera que yo
no había –ni he- estado con nadie más que con
él” dice Sonia y se escapa una sonrisa del rostro.
El martirio
“Después de ahí, él empezó a beber mucho siem-
pre recordándome aquella noche. Cuando llegá-
Manos Quietas
bamos al mercado, a las 7 de la mañana, después
de dejar a los niños en la escuela, lo primero que
él hacía era ir a comprarse una polla, un prepara-
do de jerez con huevo crudo, según que, para cu-
rar la cruda, sin embargo, podía seguir bebiendo
con los polleros o cargadores del mercado, y lle-
gaba la 1 de la tarde y él ya estaba borracho”. Luz
María hace una pausa y vuelve beber del café.
Así siguió la vida de los comerciantes de clase media 12
entre reclamos y reproches. Años más tarde, después
de que el matrimonio tuviera 3 hijos y 19 años de ca-
sados, Dagoberto desarrolló cirrosis hepática a cau-
sa de su alcoholismo crónico. “Fue bien difícil. De
repente, de un día para otro, él se enfermó. Casi no
comía, estaba hinchado. Sólo quería tomar. Lo con-
vencí de ir al doctor después de que vimos que hacía
popo con sangre. Le mandaron a hacer varios estu-
dios y fue cuando le diagnosticaron cirrosis. Ya todo
estaba muy avanzado” dice Lucha, como la conoce
todo el mundo, mientras sus ojos hacen notar las lá-
grimas que quieren brotar y la garganta se le cierra.
“La cirrosis hepática es una enfermedad en
la cual las células normales del hígado son
reemplazadas por tejido cicatrizal. Esta situa-
ción ocasiona que el hígado deje de funcio-
nar adecuadamente” nos explica la médica.
En México, en promedio, una persona ingiere 4.583
litros de alcohol puro cada año, algo así como si te
 tomaras unas 280 latas de cerveza con 4. 5º de alco-
hol, o unos 115 litros de whisky con 40º de alcohol.
“La amplia aceptación social del consumo de alco-
hol facilita el consumo en nuestra población…” ex-
plica en sus conclusiones la Encuesta Nacional de
Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017.
Mi vida con él
Sonia y Joaquín están por cumplir 33 años de ca-
sados y la vida ahora es diferente. “Con tres hijos
y tres nietas, muchas de las cosas que antes pesa-
ban ahora yo no tienen importancia, Joaquín ha
podido dejar de lado algunos de sus prejuicios.
Ahora salir con mis amigas o mis hijas por una
cerveza o a un concierto es mucho más sencillo.
Tenemos dos hijas y ellas han tenido que lidiar
con él y con su machismo, que de repente se hace
presente. Yo terminé acostumbrándome un poco,
aunque nunca me quede callada, pero ellas son las
que se llevan el mérito, nunca se han dejado de
su papá y las distinciones que llega a hacer con su
hermano. Ahora soy mucho más feliz que antes,
creo que estoy con un buen hombre y más que mi
esposo, es mi compañero de vida” concluye Sonia.
Mi vida sin él
Dagoberto murió hace seis años, después de una
hemorragia múltiple que los médicos no pudieron
13 controlar. Días antes de que falleciera en el hospi-
tal San José, en el Estado de Querétaro, él le había
pedido a Lucha que le llevara alcohol al hospital
con el argumento de que él estaba ahí por culpa
Manos Quietas
de ella. A cada momento, en cada oportunidad le
hacía ver que ella sin él no era nada. “La casa, los
hijos, el puesto, todo lo que tienes es gracias a mí y
si me muero será tu culpa”, le dijo después de que
María de la Luz se negara a ingresar aquella bote-
lla al hospital. Pero no pudo con la culpa y, horas
más tarde, ingreso un Don Pedro misma que Dago
bebería el mismo día y se convertiría en la última.
“Me sentía muy mal. Me despegaba muy poco de
él. Sólo me duró un año enfermo. Íbamos y venía-
mos del hospital. Yo ya estaba muy cansada. El día
de su funeral yo lloré y lloré mucho. Pensé que me
quedaría sin lágrimas. Sí, me dolía que se hubiera
muerto, pero no lloraba por él, lloraba por mí. No
sabía qué iba a hacer. Nunca me había dejado ma-
nejar las cuentas del negocio, yo no sabía nada, y
como siempre me creí su cuento de que sin él no
era nada, pues ya te imaginarás, pero he salido ade-
lante, me he dado cuenta de que puedo hacer las
cosas. En marzo cumplió seis años de que me dejó
sola. He criado sola a mis hijos. Hasta una nieta
tengo. Me ha costado mucho quitarme todas esas
ideas que él me metió en la cabeza, aún arrastro
con algunas, pero ya son pocas. Cuando él vivía,
no salía si no iba conmigo porque me decía que
ya me iba de puta, ni imaginarme que me maqui-
llara, aunque sea un poco. A veces me siento inse-
gura, desprotegida, pero no puedo permitírmelo.
Ya salgo más, voy a conciertos, acabo de llevarme
a dos de mis hijos a la playa. Ahora me siento li-
bre.” y entonces Lucha termina de beber su café.
 Patalear, gritar, llorar y mo-
rir: La historia de un intento
de secuestro
Crónica por: Ana Patricia Ramírez Martínez
A
lejandra Ramírez se encontraba su-
biendo por las escaleras del metro Ne-
zahualcóyotl en la línea B cuando in-
tentaron secuestrarla. La tarde estaba cálida,
se había demorado unos minutos por motivos
de la escuela pero iba a buen tiempo para lle-
gar a su casa como todos los días entre semana.
“Dame tu celular y vámonos”, fueron las palabras
que le dijeron a Alejandra. Eran las 4:50 de la tar-
de del 5 de febrero de 2018. Un hombre robusto,
moreno, alto de playera roja, gorra y bermudas
blancas la apuntaba con una
navaja, “vámonos” le repitió.
Ella corrió y empezó a gritar por
ayuda. “En ese momento lo pri-
mero que pensé fue ‘por favor, no
me hagas daño’. Estuvo a punto
de atraparme, pero empecé a gri-
tar por ayuda. Grité lo más fuerte
que pude”, cuenta Alejandra Ra-
mírez, una joven de 19 años y es-
tudiante de Derecho, sentada en
una banca de su facultad, con los
lentes en la cabeza mientras el sol
le ilumina cálidamente el rostro.
Alejandra es un caso más de las 131 denuncias
que se reportaron durante el mes de enero por
intentos de secuestro ocurridos en el transpor-
te público, principalmente el metro de la Ciudad
y Estado de México. Sucesos que mujeres com-
partían a través de redes sociales y que en un ini-
cio el gobierno capitalino negó tener información.
Cuando Alejandra decidió correr de su posible
captor no recuerda con claridad como un joven
que también parecía estudiante e iba acompaña-
Manos Quietas
do de una señora, le tocó el brazo para apoyarla
y llevarla con el policía de la estación. Ella estaba
alterada, no podía moverse. Las piernas no pa-
raban de temblarle. No podía hablar. No po-
día llorar. No procesaba lo que había pasado.
“Avanza, alguien viene siguiéndonos”, le dijo
su acompañante. Otro hombre moreno, ves-
tido similar al secuestrador los seguía pero
ellos corrieron hasta llegar con el policía. A
quien al contarle lo ocurrido no hizo nada.
“Hacer nada”, narra Alejandra sobre autoridad en-
cargada. Sin embargo, el hombre que
les seguía se regresó rápidamente.
Ella vio como sus agresores subie-
ron a un vehículo en la avenida y
arrancaron en un auto que no está
segura del color y evita decir cómo 14
era para no generar desinformación.
Después de estos hechos sólo recuer-
da vagamente por la impresión, que
se obsequiaron un boleto del metro
y permaneció unos minutos en las
escaleras, entre la gente, pensan-
do si era real lo que había pasado.
“¿Qué viene después?”, se pregunta y ella misma
responde: “Trato de estar atenta a todas partes. Le
envío mi ubicación a mis papás y le cuento todo
a mis amigas. Honestamente me da miedo estar
en la calle. Aunque creo que lo más importante
es cuidarnos entre nosotras. Ahora sé que todas
estamos expuestas, sin importar nuestra condi-
ción o situación. Voy a seguir con mi vida y aho-
ra sé que si esto me volviera a pasar, yo volvería a
gritar”, afirma y se acomoda firme en su lugar con
el sol iluminándole con intensidad todo el rostro.
 Aprender a respirar con el estómago
y no con el corazón:
Autodefensa feminista
Crónica por: Estefanía Morales Romero
C
Ciudad Universitaria, febrero 2019.
ada domingo 20 mujeres cruzan la Ciudad de
México para simular que las ahorcan, tiran,
golpean y cómo reaccionarían a esas violen-
cias. Desde los 16 a los 40 años, las mujeres expresan
que la principal razón de su asistencia es el miedo.
“Quise venir a este curso porque, aunque no me
ha pasado nada, no quiero esperar a que me pase”.
“Quiero aprender a defenderme para poder decirle
a mis papás, con seguridad, que ese día voy a re-
gresar”. “Yo estoy aquí porque quiero ser libre”.
Las asistentes al taller de autodefensa feminis-
ta impartido en las islas de Ciudad Universita-
ria se sientan en círculo y antes de iniciar los
ejercicios físicos, hacen alguno de estos entre-
namientos psicológicos hablando de qué entien-
den por autodefensa, qué buscan en el taller y
también comparten experiencias como mujeres
frente a la violencia en lo público en lo privado.
“La regla de oro es que lo que aprendemos aquí no lo
compartimos con hombres; no pueden practicar con
sus amigos, novios, familiares. Aunque ustedes estén
seguras que no ‘son malos’, no podemos poner en
15
riesgo a otras compañeras, no podemos enseñarles
que nos estamos preparando, es nuestro secreto, que
piensen que no podemos defendernos es nuestra úni-
ca defensa contra ellos”, dice una de las entrenadoras.
Cada sesión las mujeres que dirigen el taller repi-
ten esta regla y la consideran lo más importan-
te de mencionar antes y después de la clase. Nin-
guna parece conocerse, coincidieron por tener
el mismo miedo y ahora practican en pareja para
saber cómo escaparían de un intento de violación.
El pasto está frío, frente a la sombra de los mura-
les de CU aún no ha alcanzado a calentar el área
donde entrenan. Inician con ejercicios de respira-
ción en paralelo con estiramientos y calentamien-
to. Dedican varios minutos a cosas que podrían
considerarse aprendidas, pero que en realidad
están aprendidas mal. “Aprendamos a pararnos
de esta manera, con los pies firmes, sin agachar-
nos, con la pelvis equilibrada, mírense a los ojos
Manos Quietas
y que nadie las pueda tirar”, continúa diciendo la
entrenadora mientras todas imitan la posición.
También se reaprende a respirar. A las mujeres les
enseñaron a respirar con el corazón, con el senti-
miento, con el miedo, con el llanto. “Respiremos
con el estómago, no con el pecho, sientan que el aire
que entra a su cuerpo no sube hasta el pecho, sien-
tan la fuerza en su abdomen”. En realidad, la parte
de los golpes no ocupa tanto tiempo; en realidad
es más contacto físico, controlar tu fuerza y cono-
cer las partes vulnerables y fuertes de tu cuerpo.
Las asistentes descubren que con solamente
con su cadera pueden empujar 60 kilos mien-
tras las tratan de estrangular; que pueden ahor-
car a quien las ataca e incluso romperles un brazo.
“Si pegan con suficiente fuerza y de esta manera, al
cuello, le rompen la tráquea, les va a doler, pero lo vale”.
No todas participan en cada ejercicio, algunas
son muy fuertes, no físicamente, pero sí, psicoló-
gica. “Sí alguien no se siente cómoda practican-
do el intento de violación, no se preocupen, no
tienen que hacerlo”. Aunque descriptivamente
parece un ambiente rudo y cuadrado, en reali-
dad, el par de horas que dura la práctica está lle-
no de risas y gritos agudos. En algunos ejercicios,
se les pide explícitamente que griten “no” y que
sientan el poder del negarse a cualquier ataque.
“¿Cómo se sienten?” Así como iniciaron, en cír-
culo, concluyen la sesión del día. Todas compar-
ten lo que aprendieron o tan solo como se sintie-
ron entrenando para cuando las intenten matar.
Es fuerte, la autodefensa feminista es un entre-
namiento para que no maten a las mujeres, para
que no las lastimen, para que no las violen. Antes
de que se concluya la actividad, todas se ponen
en círculo detrás de cada una, se abrazan y por
turnos, se desean algo a ellas mismas y al grupo.
“Me deseo y les deseo que ya no tengamos mie-
do”, “Me deseo y les deseo que esta semana sean
felices”, “Me deseo y les deseo que seamos libres”,
“Me deseo y les deseo aprender a perdonarnos”.
 Guía para no ser la
perfecta feminista
Artículo por: Estefanía Morales Romero
A
l “la mujer no nace, se hace” de Si- mone
de Beavouir, yo le agregaría “la mujer
feminista no nace, se hace”. Nos hacen.
Este 8 de marzo se conmemora el Día Inter-
na- cional de la Mujer donde recordamos las lu-
chas que las mujeres han dado a lo largo de la
his- toria exigiendo sus derechos. Y a ninguna
de ellas les enseñaron cómo hacer la revolución.
¿Cómo se hace la revolución? Pásenme el PDF. Dí-
ganme que cosas sí puedo gritar y que cosas no;
dónde puedo pintar y dónde no; a qué funcionario sí
puedo acusar de violación y a quién no. Díganme qué
privilegios puedo incomodar y cuáles no. Díctenos
los pasos para que ya no haya 7 mujeres asesinadas al
día en México y les prometo que
los cumplimos al pie de la letra.
Este año miles de mujeres alre-
dedor del país tomaremos los
espacios públicos y los hare- mos
nuestros; vamos a cuestionar lo
que nos han enseñado en la casa,
en la escuela, en la televisión,
en las revistas, en las relaciones
sexoafectivas. Vamos a replantear el ser mujer en un
país donde sigue existiendo la brecha salarial, donde
el 80% de las mujeres mexicanas reportan haber sido
acosadas sexualmente, donde desaparecen mujeres
para después ser encontradas torturadas, violadas y
asesinadas. Este año se convocó a una huelga interna-
cional feminista donde todas las mujeres del mundo
fuimos invitadas a faltar a la escuela, al trabajo, a las
labores domésticas, de cuidado y de consumo. Un
día donde la mitad de la población deje de servir-
le a un sistema que las oprime, invisibiliza y mata.
En México este 8 de marzo no es el único
día de lucha;desde que nos despertamos, pe-
leamos contra el machismo que hasta pare-
Manos Quietas
ce ser patrimonio cultural de nuestro país. Por
eso no queremos hacer una revolución “a la mexican
a”conmachosbigotonesquesero- baban a las mujeres
de los pueblos para vio- larlas y adueñarse de ellas.
Nosotras estamos haciendo feminismo a la mexica-
na. Estamos escribiendo la historia que no nos en-
seña- ron porque no nos habían dejado escribirla.
No somos el Primer Mundo y no podemos pa-
rar de trabajar porque de verdad necesitamos esos
300 pesos que nos descontarían si nos uniéramos
a la huelga internacional feminista. Lo bueno es
que el Día de la Mujer en México no solo es el 8
de marzo, en realidad es todos los días porque to-
dos los días las mujeres mexicanas construyen re-
des y conocimiento para ayu- dar a otra compa-
ñera víctima de la violencia.
Internet cumpliendo con su
promesa de la modernización 16
nos ha conectado a todas. Nos
ha permitido conocer a mujeres
que ya no nos vamos a dejar so-
las y al mismo tiempo también
nos ha mostrado la violencia
machista arriesgada en nues-
tra cultura. Estamos viviendo
la transición de esta nueva ola del feminismo que
pelea sus propias luchas en sus propios contextos.
El feminismo es un movimiento que transita y se
agita entre las olas del debate, pero siempre concluye
en que el enemigo está allá fuera y no entre nosotras.
El enemigo es el patriarcado. Estamos construyendo
conocimientos y nuestras maneras de ser mexicanas
en un país con una cultura tan violenta para con lo
femenino. No nos enseñaron a hacer la revolu- ción
y no somos las feministas perfectas, porque no que-
remos serlo. Qué mala suerte que te incomode tan-
to esta lucha porque no va a parar. No vamos a parar.
 La resistencia
se mancha de sangre
Columna por: Aída Esperanza Díaz Cativo

¡A
LERTAAA, ALERTAAA QUE CAMINA, AMÉRICA LATINA SERÁ TODA FE-
MINISTA! Con esta consigna, ya se respira unánime la marcha del llamado “día de
la mujer”, sólo faltan un par de semanas para iniciar con los preparativos del 8M.

Miles de mujeres nos aglutinaremos en los principales cuadros de la Ciudad de Méxi- co

para dar voz a las que ya no están, exigir justicia por los asesinatos, violaciones, secues-
tros, casos de acoso, por la libre elección a la maternidad y la despenalización del aborto.

De esta manera, los pañuelos morados y verdes se levantarán, una vez más y las calles se
pintarán de estas tonalidades tan representativas del movimiento feminista. Ahora, aun-
que el feminismo es lucha, es resistencia, es anticapitalista y en pro del empoderamien-
17 to de la mujer, no exime las exigencias del feminismo anti-especista y liberación animal.

Existe esta corriente reacia, además de crítica, que enjuicia a todas las feministas desde el prin-
cipio “no debemos concebir una lucha que pretende acabar con la violencia y discriminación,
violentando y discriminando a otra”. Lo anterior, hace referencia al especismo, de nido como la
discriminación de los animales por considerarlos inferiores a pesar de su capacidad de sentir.

Por ello, el anti-especismo es la contraparte y pone en la balanza al especismo, al sexis-

mo y al machismo como esa sinergia ilegítima de sentido de pertenencia, opresión o uti-
lización de los seres en favor del beneficio patriarcal. Las exigencias del anti-espe-
cismo se proyectan al movimiento, pero sólo un extracto de aliadas llevan a cabo la
práctica del vegetarianismo-veganismo de manera simbólica, para saber/llevar un estilo de vida
sin crueldad animal. Sin consentir el asesinato en un plato de comida, por ello es una alimen-
tación reaccionaria hacia la tradicional y a la que estamos acostumbradas en la cotidianidad.

Al fin y alcabo, es una justificación mediocre “no puedo vivir sin la carne”, cuando sali-
mos a las calles exigiendo una desconstrucción de todo el sistema e involucrando al ca-
pitalismo, interesado por la explotación de la naturaleza y los seres vivos. No se con-
cibe salir de las marchas con una hamburguesa de res en la mano, ¿en dónde queda
tu discurso antiviolencia? cuando, por tu boca corre la sangre del salvajismo humano.

Manos Quietas
 La fiereza de las que pa-
Crónica por: Aída Esperanza Díaz Cativo
Del cielo emergen nubes en-
trelazadas; una a una se be-
san y abrazan, parece que lo
hacen al rito de Claro de luna
de Debussy. Al tiempo, toma-
ron el color de las pincela-
das impresionistas de Monet
y sus atardeceres: naranja,
azul, amarillo son la telaraña
de tonalidades intrínsecas.
Así se pintaba la Ciudad de
México, ahí por Coyoacán,
en donde el asfalto era cá-
lido por la tarde calurosa.
A lo lejos se escuchan las
ovaciones de aquellas muje-
res que logran sus primeros
trucos en la iniciación, es una
fraternidad paras las nuevas
y para las experimentadas.
Entre los gestos animados, la
multitud de skaters se mue-
ven al compás de música
hip-hop, un poco de rap fe-
minista de la Mambabastick;
también se oyen los queji-
dos de dolor cuando algo
no sale bien y resultan en
caídas estrepitosas. Así todo
resulta efímero, pero resul-
ta un escenario floreciente .
Click.clack, ¡bam!, se escucha
a lo lejos, todos guardan si-
lencio, alguien logró el ollie,
ella se ríe por la atención re-
tinan
cibida, en un segundo todo
regresa al ejercicio skate.
Después de unos momen-
tos, ella, Cecilia Ortiz se le-
vanta, se acerca y menciona:
“conocí a la tabla por Leticia
Bufoni, es una de las mayo-
res exponentes del skate en
latinoamérica, me agrada
que esta mujer este logrando
campeonatos y victorias in-
discutibles en un deporte que
se consideraba de morros”.
Tiene razón, en los años
70 comenzó a patinar Pe-
ggy Oki, originaria de San-
ta Mónica, California, ella
era la única mujer dentro
del grupo Z-boys. Gracias
a Oki, el rompimiento del
paradigma de la inclusión
de la mujer en un “depor-
te extremo”, fue inminente.
La escuela de lo femenino
“Hay vatos que hacen co-
mentarios absurdos sobre
las mujeres patinadoras, en-
tre ellos murmuran, hacen
chistes como que el skate
es sólo para ellos o inclu-
so, cuando a uno no le sale
bien el truco, dicen ‘patinas
como mujer’. Realmente eso
me enfurece, pero no le doy
importancia, a mí me encanta
Manos Quietas
patinar como mujer, porque
soy más aventada que ellos,
rolo en mi tabla como nunca
y los dejo callados”, termina
con una sonrisa, pone la pa-
tineta en el suelo y comienza
a rodar. Nadie le gana, hace
suyo el parque, la tarde y
sus palabras lo demuestran.
Según el portal Chilango, el
skateboarding lleva aproxi-
madamente 40 años instau-
rado en las arterias de la Ciu-
dad de México. A alguien se
le ocurrió viajar a Estados
Unidos en los 70´s (lugar
donde nació la práctica gra-
cias a que un grupo de jóve- 18
nes surfistas comenzaron a
experimentar trucos sobre
las calles) y traerse la pati-
neta. En la actualidad, se or-
ganizan competencias en la
ciudad, entre ellos el Royal
Side Stripe y AMPA Latino.
Las mujeres se abrieron paso
en el raspado del asfalto para
demostrarse a sí mismas que
el deporte no debe encasi-
llarse en el género, sino en
el amor por sentirse libres y
afirmarse que pueden ante
los prejuicios patriarcales,
pueden ante un sistema im-
puesto por hombres. Son
águilas, son fiereza y fuerza.
Manos Quietas