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PensamientoAnticolonial PDF
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Fernández Retamar
ensayística de Fernández Retamar confluyen opuesto al que se le quiso y se le quiere definir
status asociativo en la UNESCO, creada en de 1995 es Profesor Emérito–, y realizó estu-
todos, directa o indirectamente, en uno solo, que desde el Norte. dios de posgrado en las Universidades de
1967. Actualmente, reúne 542 centros de yo caracterizaría como el de la lucha contra la Los quince trabajos que la integran, cuidadosa-
investigación y posgrado en el campo de las París y Londres (1955-1956). Fue director
ISBN 978-987-722-205-0
Black
Pensamiento anticolonial
de nuestra América
Fernández Retamar, Roberto
Pensamiento anticolonial de nuestra América / Roberto Fernández
Retamar ; prólogo de Aurelio Alonso. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : CLACSO, 2016.
392 p. ; 20 x 20 cm. - (Antologías del pensamiento social
latinoamericano y caribeño / Gentili, Pablo)
ISBN 978-987-722-205-0
Roberto
Fernández Retamar
Pensamiento anticolonial
de nuestra América
Prólogo de
Aurelio Alonso
casa
Colección Antologías del Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño
Director de la Colección: Pablo Gentili
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Primera edición
Roberto Fernández Retamar. Pensamiento anticolonial de nuestra América (Buenos Aires: CLACSO, noviembre de 2016)
ISBN 978-987-722-205-0
© Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales | Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.
CLACSO
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casa
Fondo Editorial Casa de las Américas
3era. y G, El Vedado, La Habana, Cuba
www.casadelasamericas.org
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La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones incumbe exclusivamente a los autores firmantes, y su publicación
no necesariamente refleja los puntos de vista de la Secretaría Ejecutiva de CLACSO.
CLACSO presenta una nueva obra fundamental del pensamiento crítico latinoa-
mericano. Esta histórica antología de Roberto Fernández Retamar, organizada y
prologada por Aurelio Alonso, constituye uno de los volúmenes con los que quere-
mos festejar los 50 años de CLACSO. Su edición llega en un momento fundamen-
tal: el dolor ante la muerte de Fidel; América Latina bajo el asedio conservador, en
un escenario de ampliación de la injusticia social y de fragilidad de la democracia;
Estados Unidos ante la inminencia de un gobierno de ultraderecha que profun-
dizará su papel imperial; Europa, diezmada por el avance del neoliberalismo y
del neofascismo. Un momento de penumbras y de desconcierto, al que esta obra
extraordinaria podrá aportar luz, comprensión y la necesaria dosis de esperanza
para no bajar las banderas, no transigir en los principios, y seguir luchando por
una América Latina unida y soberana, por un mundo más justo, solidario e iguali-
tario. Roberto Fernández Retamar expresa la vitalidad del pensamiento social crí-
tico latinoamericano y caribeño. Es un orgullo para nosotros presentar esta obra.
Es una enorme responsabilidad, sentirnos herederos de su legado.
Pablo Gentili
Secretario Ejecutivo de CLACSO
Índice
Aurelio Alonso
En el ensayo, tanto como en la poesía, el in- Aunque aparecen abordados desde flancos
genio y la mirada penetrante del propio Rober- distintos, los temas que configuran la obra en-
to Fernández Retamar cubren el medio siglo sayística de Fernández Retamar confluyen to-
que corre del experimento socialista cubano dos, directa o indirectamente, en uno solo, que
con halo de maestro genuino, ganado por su yo caracterizaría como el de la lucha contra la
hondura, su originalidad y su coherencia. Un razón colonial que hace medio milenio Europa
amigo poeta que también navegó con fortuna sembró en esta ribera del Atlántico para per-
en otros géneros, se quejaba cuando se le cita- petuar su dominio ad infinitum. Dominio que
ba como poeta y narrador porque bastaba con acabó por tener que transferir a los Estados
decir poeta, pues a quien le bendice la luz de Unidos –o mejor sea decir, estos le arrebata-
la poesía no hay necesidad de incluirle el resto ron– a medida que imponían su liderazgo. Y en
de los atributos. Lezama Lima lo expresó al vis- las raíces de esa lucha se asientan las esencias
lumbrar que “la poesía, el vehículo que lleva a formativas de una razón opuesta, anticolonial,
la semejanza, lo unificará todo”. en la cual el destino cubano se destaca, como
Seguramente tenía razón y sea esa luz la que ninguno, en rebeldía sin fin, opuesto al que se
alumbra también la ensayística, las crónicas y le quiso y se le quiere definir desde el Norte.
las conferencias de Fernández Retamar, su obra Los dieciséis trabajos que la integran, cui-
de pensador, de la cual la selección de trabajos dadosamente seleccionados por su autor, han
que sigue, escogidos por el propio autor entre su sido publicados entre 1965 y 1997, e incluyen
copiosa producción, constituye su compilación ensayos, artículos sobre temas puntuales y
más completa. Prefiero decir, sin preocuparme conferencias, que nos conducen de manera
por ser definitivo, que considero tan importan- radial al núcleo de su consistente pensamien-
te lo que nos ha dado en el ensayo como en su to anticolonial.
poesía, aun si ante todo le reconocemos poeta. Esa luminosa perspectiva martiana, cuya
Se trata ahora de la ensayística en que se vigencia se redefine en la historia hasta el ago-
proyecta su pensamiento, que no es, por su- tamiento, al punto de que nunca podrá quedar
puesto, toda su ensayística, descollante en su todo dicho, en Fernández Retamar se hace cen-
reflexión sobre las letras, que llenaría con am- tro, sólidamente demostrado. No solo se cons-
plitud otro volumen. tata en sus ensayos martianos, sino en toda su
Prólogo: De Caliban a Martí | Aurelio Alonso 15
ensayística, aun sin la necesidad de citar, como problema preciso de ruptura del eje mismo de
a través del rescate del significado revolucio- la dominación, del más relevante problema
nario de Caliban, el esclavo salvaje, alusivo a la vinculado al drama de la existencia humana,
vez al Caribe y al sometimiento del africano en cábala todavía irresuelta, de la polarización
el Nuevo Mundo, retratado en la metáfora de del poder, la explotación, la desigualdad y la
Shakespeare en su última pieza teatral, La tem- pobreza en el mundo de hoy. Un problema al
pestad. O tras su enjundiosa conceptualización cual se equipara en magnitud, únicamente, el
crítica de la contradicción barbarie/civiliza- del agotamiento y la destrucción, por parte de
ción frente a lecturas americanas que Domingo la humanidad, de sus propias condiciones de
Faustino Sarmiento inspiró. vida, del cual hace tan poco que nos hemos
Para demostrar, como hace en el ensayo de percatado y que ni siquiera ha podido ser teo-
finales de los noventa titulado “Cuba defendi- rizado aún con suficiencia. Problemas que se
da. Contra otra Leyenda Negra”, que “defen- trenzan ambos entre sí a la espera de reaccio-
der a Cuba es también defender a los Estados nes acertadas.
Unidos”, que a pesar de una historia tan satu- Sin disentir del orden dado por el autor a sus
rada de agresiones imperiales no debieran ter- ensayos –el cronológico, inobjetable en las an-
minar regodeándose, cual si fuera su destino, tologías– quiero comenzar aquí mis apreciacio-
en “aplastar ignominiosamente a sus vecinos nes por “Caliban”, pues considero que el descu-
menores, que en el estado actual del mundo brimiento de la verdad colonial tras el persona-
deben ser sus aliados (no sus vasallos) , proba- je del dominado insumiso se hace emblemático
blemente para ser aplastados ellos luego a su para demoler los esquemas que sostienen el
vez, dentro de una o dos atemorizadas genera- fatum de la superioridad de la cultura occi-
ciones, por los grandes rivales que se aprestan dental. Tal vez esta sacudida solo podía tener
a disputarle (o le disputan ya) su hegemonía”. lugar a fondo a partir del clima de independen-
No estamos ante un conjunto de materiales cia traído por la Revolución Cubana y la salida
divisible temáticamente, sino que estos ensa- del estado colonial de la mayoría de las Antillas
yos se nos revelan en la antología como com- cuando el pasado siglo entraba en su segunda
ponentes esenciales de un mismo problema. Y mitad. No olvidemos que el primero en identifi-
en modo alguno de un problema más, sino este car la centralidad del monstruo shakesperiano
16 Pensamiento anticolonial de nuestra América
vinculada al Caribe fue el barbadense George cía que España compraba con la plata saquea-
Lamming, en aquel libro, inesperado y revela- da de sus colonias. Metales preciosos robados
dor, que tituló Los placeres del exilio, de 1960. y negros y negras esclavizados cruzando el
Fue como un disparo de arrancada para que Atlántico hicieron mundial el mercado. Fue
el mito forjado por el dramaturgo inglés que el como el pecado original que le dio cuerpo a
mundo creía entender del todo, volviera a po- los males de América.
nerse en la línea de fuego en el curso de aque- La visión del uruguayo José Enrique Rodó
lla década, en el teatro del martiniqueño Aimé en su inolvidable ensayo Ariel, de 1900, que
Césaire y la poesía del también barbadense dejó sus huellas en tantas generaciones, con-
Edward Kamau Brathwaite. Aunque sería sola- sagraba como modelo de virtud la posición
mente el ensayo que Roberto Fernández Reta- acomodaticia del criollo dócil, sin alcanzar
mar tituló simplemente “Caliban”, en 1971, el siquiera a entender el significado de Caliban.
que iba a desarmar completa la trama interpre- Relaciona a este –siguiendo al francoargentino
tativa que describía al “esclavo salvaje y defor- Paul Groussac– con la monstruosidad agresiva
me” diseñado a comienzos del siglo xvii por el de los Estados Unidos, que acababan de librar
patriarca de las letras inglesas, como antípoda contra España la primera guerra imperialista
ética y estética, del modelo físico y moral del de la historia, para apoderarse de Cuba, Puerto
mundo burgués que nacía en Europa. Rico y las Filipinas.
Es curioso el modo en que la pintura fla- Lectura bien intencionada de Rodó que,
menca de la época daba cuenta de la moda in- como los que lo leyeron durante más de medio
glesa del esclavo negro: niñas y niños negros siglo, no podían verlo desde otro plano. Pero
frecuentes en retratos acompañando como desconectada del punto de partida de la me-
mascotas a las damas de la nobleza holandesa táfora original, de la que era imposible, dada
e inglesa de entonces, como lo fueran desde la época, tal interpretación del “salvaje” de la
antes los enanos en las cortes. La marca de metáfora. El personaje del drama isabelino
una forzada inferioridad zoológica. El comer- solo podía inspirarse en la América caribeña
cio de esclavos africanos hacia Europa y Amé- y nada tenía que ver con las incipientes colo-
rica fue una de las principales fuentes de la nias del Norte. Caliban (por caníbal) encarna al
riqueza originaria de los Países Bajos, mercan- “salvaje” esclavizado en estas islas del trópico,
Prólogo: De Caliban a Martí | Aurelio Alonso 17
cuyo color lo muestra ya oriundo de las costas dos en la compilación publicada por CLACSO
africanas, y no parece dejar espacio para otra en 2004 bajo el título Todo Caliban, con la tra-
identificación. ducción de un prefacio de Fredric Jameson a
Demuestra con fundamento Fernández Re- la edición en inglés. Además del trabajo ori-
tamar, en su ensayo, que “nuestro símbolo no ginal se incluye en la selección que llega aquí
es pues Ariel, como pensó Rodó, sino Cali- al lector el texto de su conferencia de 1992,
ban”, a quien Próspero enseñó su lengua para al que dio el nombre de “Caliban quinientos
poder transmitirle las ordenes, para culturizar años más tarde”, en el cual retoma el “concep-
el sometimiento. Porque para ser sometido del to-metáfora” para mostrar la extensión que le
todo era necesario el entendimiento. Con el asigna la colonialidad actual, y que lo distan-
resultado paradójico de que el mismo idioma cia de la mera identificación del personaje
del sometimiento le va a servir para rebelarse teatral, por ingeniosa y sugerente que resulte
contra el amo, y Caliban lo descubre. “¿Qué es su impronta shakespereana.
nuestra historia, qué es nuestra cultura, sino Me atrevo a decir que la develación de este
la historia, sino la cultura de Caliban?” De ahí simbolismo se tradujo en una corriente crítica
lo que se puede apreciar, con acierto, como con mucho peso conceptual en los ensayos de
una “visión calibanesca de lo que Martí llamó Fernández Retamar de la segunda mitad de los
nuestra América”. setenta que aquí aparecen. Entre ellos, me voy
Tal vez el único latinoamericano que, sin es- a detener, principalmente, en “Nuestra Améri-
capar al influjo de Rodó al magnificar a Ariel, ca y Occidente” (1976) y “Algunos usos de civi-
retornara a dolerse de “las masas sufridas” que lización y barbarie” (1977), que se me antojan
vio reflejadas en Caliban (como había visto an- los que con más amplitud concentran los pro-
tes Renan), haya sido Aníbal Ponce en Huma- blemas conceptuales implicados en la radica-
nismo burgués y humanismo proletario, de lidad del pensamiento anticolonial americano.
1935. Le reconoce Retamar el mérito, todavía El siglo xvi, en el cual Carlos Marx logró es-
encuadrado, sin embargo, en una perspectiva tablecer el nacimiento de la “era capitalista”
dominada por el eurocentrismo. (que no debe confundirse con el nacimiento
Otros cuatro ensayos breves sobre el tema de la relación económica basada en el capital,
siguieron al original y aparecen todos recogi- muy anterior), marcó en Europa el despegue
18 Pensamiento anticolonial de nuestra América
de la modernidad. Esta “era” representa una hace recordar una interesante investigación
aceleración sustantiva en los ritmos de acu- del estudioso británico Monty Jonstone, de los
mulación económica que distancia ventajosa- años sesenta, que distingue tres connotacio-
mente a sus centros del resto del mundo. Esta nes diferentes en el concepto de “partido” en
equivalencia de contenidos entre los concep- Marx. Añade Retamar que no podría entender-
tos de “Occidente”, “modernidad” y “capitalis- se al margen de esta polisemia que pensadores
mo” (aunque no sean coextensivos en el plano como Francisco Bilbao y José Martí impugna-
lingüístico) se haría visible en el pensamiento ran la “civilización”, si se hubiesen hallado ante
crítico latinoamericano al menos desde su ma- una categoría de sentido unívoco.
nejo por José Carlos Mariátegui en 1928, como El lenguaje de los explotadores modifica his-
bien observa Retamar. tóricamente los términos para acomodar su re-
Si no existía otro camino para la modernidad ferencia a los países colonizados: “en tiempos
que la ruta del capital, y la modernidad se iden- de Martí eran la barbarie a secas. En torno a la
tifica con el Occidente, es comprensible que el llamada Primera Guerra Mundial eran los pue-
separatismo americano haya nacido –en el Sur blos de color. De la Segunda Guerra Mundial
como en el Norte– con la aspiración de ser “oc- salieron como los subdesarrollados”. En el tra-
cidentales de Ultramar”. Esta proyección tan tamiento del problema colonial en la segunda
común a comienzos del siglo xix nos llega con mitad del siglo xix el concepto de “barbarie” es
su expresión teórica más elaborada, difundida frecuentemente usado para aludir al coloniza-
y polémica en la obra de Domingo Faustino do. Los griegos y los romanos llamaron “bár-
Sarmiento Civilización y barbarie (1845). baro” al extranjero, que podríamos identificar
Fernández Retamar no es ajeno a la ducti- como esclavizable.
lidad que suele producirse con los conceptos Sarmiento nos presentó estos conceptos
en el terreno de las ciencias sociales, vincula- como antagónicos, en un esquema polarizado,
da a la naturaleza misma de estas disciplinas, y y proyectado contra la barbarie. Prefigura un
que no solo se refleja en exclusiones, sino tam- ideal de sumisión eurocéntrica; pero en el me-
bién entre connotaciones perfectamente com- dio siglo siguiente el eurocentrismo comenza-
patibles. Apunta justamente que lo vemos en ría a competir con la formación de un modelo
los fundadores del marxismo, con lo cual me de metrópoli continental propia. La connota-
Prólogo: De Caliban a Martí | Aurelio Alonso 19
ción de estos conceptos en Sarmiento no se Bolívar, a quien Martí califica como el “hom-
corresponde exactamente con el esquema de bre solar” de aquel momento –para destacar
“estadios sucesivos”, que le atribuye Federico el horizonte de su mirada sobre próceres de
Engels en Los orígenes de la familia, la pro- la talla de Hidalgo, Gual, San Martín, Artigas
piedad privada y el Estado, tomado de Lewis y otros– percibió enseguida los peligros que el
Henry Morgan con la idea de continuidad evo- estruendoso despegue del Estado norteameri-
lutiva dentro de un proceso civilizatorio. cano podría presentar para la independencia
Tanto en Sarmiento como en los textos mar- del Sur del continente, lograda sin recibir de la
xistas, y muchos autores en la historia (también condición colonial un patrón de unidad compa-
en Martí), estos conceptos pueden aparecer rable al anglosajón. No podía aportarlo España
manejados como antípodas o demarcando es- o no fueron capaces de valorarlo los criollos,
tadios sucesivos, así sea desde análogas pers- o las dos cosas juntas: creo que eso nunca se
pectivas ideológicas, o en planos antagónicos. sabrá ya a ciencia cierta.
Una tercera connotación, también en uso des- En la línea que parte de El Libertador, desta-
de comienzos del siglo xix, que escapa en cierta ca Retamar la importancia del pensamiento del
medida a los esquemas aludidos, es la que se chileno Francisco Bilbao –insuficientemente
produce con el discernimiento, en plural, de conocido– que fuera tan preciso cuando, cua-
“civilizaciones”, y que ha trascendido con am- renta años después de obtenida su indepen-
plitud a la ciencia social de nuestros días. dencia, México tenía que volver a levantarse
La gesta de independencia de la dominación en armas para sacudirse de nuevo la tormenta
española, cuya persistencia colonial sobre el “civilizatoria” colonial europea que Luis Bo-
Caribe hizo centenaria, habría de retomarse, naparte le imponía ahora desde su triste farsa
modernizada, frente al más moderno de los co- imperial: “todo se perderá si no hacemos de la
loniajes: el de los Estados Unidos, como lo vie- causa mexicana la causa latinoamericana”. Se
ron con claridad –toda la claridad que le permi- hacía urgente “salvar la civilización americana
tía a cada uno el tiempo que le tocó vivir– tres de la invasión bárbara europea”.
hombres: Simón Bolívar al comienzo del siglo Esta vertiente de pensamiento anticolonial
xix, Francisco Bilbao a mediados del mismo si- decimonónica culmina en el genio de Martí. Sin
glo, y José Martí en el final. disminuir a Bolívar y Bilbao, precursores indis-
20 Pensamiento anticolonial de nuestra América
pensables, “donde Martí es acaso el primero en cubano, extemporánea e infame por no res-
vislumbrar plenamente el peligro que se cierne ponder a la más elemental motivación solidaria
sobre nuestra América es en lo tocante a los con un pueblo desangrado, pero en el umbral
Estados Unidos”, aprecia Retamar. Su ensayo mismo de la victoria. Nuestro Marti, cuya mira-
“Nuestra América”, que Retamar califica de ma- da iba más allá de la independencia de Cuba y
nifiesto programático, nos enseña que “no hay Puerto Rico, comprendía que “su próximo paso
batalla entre la civilización y la barbarie sino [de los Estados Unidos], conquistado el Oeste,
entre la falsa erudición y la naturaleza”, y será arrebatada la mitad de México y cicatrizada
el hito que propicie la maduración de nuestra la guerra civil, será arrojarse sobre el resto de
mirada anticolonial. América; en primer lugar de Cuba”. Su urgencia
Ese surtidor martiano de pensamiento nu- por desencadenar y ganar la “guerra necesaria”
tre e impulsa una nueva mirada del alcance no se limita a la de formar la república “con
que está llamada a lograr la independencia de todos y para el bien de todos” y lograr “toda
Cuba, no limitada ya a la simple ruptura del la justicia” para su pueblo, aunque sea este el
yugo colonial originario, “no como un pequeño punto de partida y el centro inmediato y esen-
hecho local contra la decadente España sino cial de su estrategia.
como una realización de vastas proyecciones Queda probado en las reflexiones martianas
internacionales”. Así lo podemos seguir en que Fernández Retamar ha hilvanado en el en-
“Martí en su (tercer) mundo” (1965), ensayo sayo citado, y que reconectan oportunas citas a
que inicia la antología, publicado originalmen- lo largo de la compilación, que no cabe duda so-
te en Cuba Socialista, mientras la mayoría de bre la maduración de un pensamiento definida-
los ensayos de este libro apareció en Casa de mente antimperialista, que rebasó la perspecti-
las Américas, revista que Fernández Retamar va eurocéntrica y se percató del desplazamien-
ha dirigido desde 1965. to del eje imperial hacia el territorio americano.
Martí percibió con nitidez, como escribió en Pensado por Martí con una total e indispensa-
su carta a Manuel Mercado horas antes de caer ble originalidad, incluso previa al esencial apor-
en combate, que el peligro del nuevo Leviatán te leninista. En Martí, partiendo de la clarísima
era inmediato. Así se demostró tres años des- visión geopolítica que le daba su perspectiva
pués con la intromisión en el conflicto bélico de vida y de lucha, aprecia Retamar que hoy
Prólogo: De Caliban a Martí | Aurelio Alonso 21
“es aberrante olvidar entre las metrópolis a la sintonía, pues ni en Martí se revela conexión
más moderna de todas: los Estados Unidos” y con la agenda marxista ni tuvo Marx una feliz
pasar por alto así una colonialidad actual. El comprensión de la “barbarie” de la América
libertador cubano pudo advertir a tiempo que nuestra. Por otro lado, llama la atención que
“un error en Cuba es un error en América, es Marx haya publicado entre 1851 y 1861 (y En-
un error en la humanidad moderna”, porque “es gels con la firma de Marx) más de trescientos
un mundo lo que estamos equilibrando: no solo artículos en el diario New York Tribune, hasta
dos islas las que vamos a libertar”. que su editor Charles A. Dana lo abandonara
Por eso, cuando afirma que “patria es hu- para asumir un cargo en el gobierno de Abra-
manidad” descubre Martí que lo que procura ham Lincoln. En tanto Marti colaboró en el
para su Isla es una urgencia que alcanza a to- Sun de Nueva York, que Dana, quien mucho
das las latitudes. llegó a apreciarle, dirigió a partir de 1880. Mo-
Lenin enuncia su teoría del imperialismo tiva a pensar que mientras por las manos de
como etapa superior del capitalismo, desenre- una generación de europeos pasaba la prime-
dando la madeja del capital financiero, que el ra edición de El capital, de Marx, y de Anti-
certero análisis del marxista austriaco Rudof Dühring, de Engels, los “newyorkinos” de la
Hilferding había convertido en diagnóstico de misma generación podían leer los artículos de
la estructura de explotación que dominaba ya Marx y de Engels, seguramente más digeribles,
el naciente siglo xx. Las obras de Lenin y Rosa en la prensa diaria.
Luxemburgo aportaron a la tradición marxista José Martí también descubrió, del fracaso de
una teorización socialista elaborada desde el la larga guerra anterior por la independencia de
entorno europeo; Martí, sin descuidar el signi- Cuba, la necesidad de crear un partido para con-
ficado de lo económico, cuya importancia su- ducir la revolución (e incluso para “fundar” la re-
braya a través del comercio desigual, lo hace pública), en inconexa coincidencia con la visión
desde lo que algunos estudiosos califican de que los bolcheviques aplicaran desde el marxis-
nacionalismo radical, enfocado en la dimen- mo. La visión de lo indispensable de la unidad en
sión geopolítica de las diferencias. la vanguardia es tan autóctona como su antimpe-
No es posible ni necesario forzar coinciden- rialismo. La conferencia de Fernández Retamar
cias. Esta aparente similitud no responde a una de noviembre de 1975 en la Escuela de Letras de
22 Pensamiento anticolonial de nuestra América
la Universidad de La Habana, bajo el título “Des- en la formación del proyecto socialista cubano.
atar a América, y desuncir el hombre” analiza Tanto a través de las responsabilidades en las
esta radical mirada martiana que lo coloca en el que se desempeñó como por la inteligencia que
escalón más avanzado del pensamiento revolu- su pluma nos ha legado. Impresiona aun hoy
cionario de su tiempo. Lenin moriría treinta años la claridad de esta síntesis que el autor nos da.
después de Martí, cuando el país que naciera de Ninguno de los que han seguido a Fidel en
su proyecto socialista echaba a andar; Martí ni estos sesenta años ha dejado una huella tan de-
siquiera pudo llegar vivo a la victoria armada de finida y esclarecedora de la originalidad y el al-
la república que quería para los cubanos. Nos cance continental y tercermundista del proyec-
queda de todos modos la convicción de que nos to del líder cubano, como aquel joven médico
hallamos ante los dos pensadores revoluciona- argentino que conoció en México y se le suma-
rios más importantes del final del siglo xix. ría, entre ataques de asma, en una epopeya que
No quisiera poner punto final a estas líneas sacudiría para siempre la historia de los pobres
preliminares sin volver a aludir a los ensayos de la Tierra. Creo que así lo interioriza Fernán-
que articulan directamente el legado martiano dez Retamar, y nos transmite esta vivencia en
a la definitiva gesta transformadora que han su lectura.
tenido nuestras generaciones el privilegio de En los restantes textos que CLACSO pone
vivir; ensayos agrupados en Cuba defendida, en manos del lector con esta antología de la
título que ya cité al comienzo. Ahora para de- ensayística social de Roberto Fernández Re-
tenerme en su texto “Leer al Che”, que resume, tamar –en los cuales no me detuve de mane-
a la altura de su caída en Bolivia, la década en ra específica, ante el riesgo de que el prólogo
que acompañó brillantemente a Fidel Castro en dejara de serlo– se hace inconfundible, desde
la forja de la experiencia revolucionaria cuba- sus mismos títulos, que complementan y com-
na. Primero en la lucha armada, en la cual su pletan una imagen del peso y la trascendencia
arrojo, su lucidez, y su determinación lo con- del pensamiento plasmado en su ensayística,
virtieron enseguida en una figura decisiva. Des- el cual no he hecho sino tratar de introducir al
pués de la victoria, por la solidez de su aporte lector. Espero haberlo logrado.
sus dieciocho años, después de haber pade- española de un modo práctico”, como escribie-
cido presidio político, salió desterrado de su ra el historiador Juan Arnao en 1877. También
Isla, y regresó a los cuarenta y dos años a pe- había sido llevado al cadalso en La Habana, en
lear en la guerra que él organizara, y en uno 1851, el militar venezolano Narciso López, por
de cuyos primeros combates moriría; que dejó haber tratado de invadir la Isla para anexarla a
millares de páginas escritas en la mejor lengua los Estados Unidos. La idea de separar a Cuba
española, y previó en política, en educación y de España tenía pues su desarrollo, sus irre-
en arte, y al que hoy citan los estadistas, los conciliables diferencias y sus grandes muertos
maestros, los escritores y los hombres senci- al mediar el siglo xix. Aquel año 1853, el 28 de
llos, y lo reverencian todos? enero, nacía en La Habana José Martí. Fue hijo
de españoles humildes (don Mariano y doña
Leonor), a quienes la necesidad había arrojado
Vida a la “siempre fidelísima” isla de Cuba, donde
se conocieron y casaron. Cuba era, con Puerto
En 1853 morían fuera de Cuba, uno en Madrid Rico, la última colonia española en el Nuevo
y otro en la Florida, dos hombres relevantes Mundo. Siete hijas tendría después el matrimo-
del país, que habían propuesto soluciones a nio. Fueron, dirá el propio Martí, “pobres, muy
sus problemas políticos: uno, el patricio Do- pobres”. Para subvenir a las necesidades más
mingo del Monte, pensó que tales soluciones urgentes, el padre, con ocasionales momentos
no debían llegar a la separación de España, de desempleo, practicó diversas actividades
sino encarnar en reformas adecuadas; otro, menores. El hijo varón, niño todavía, tuvo que
el presbítero Félix Varela, sustentó en cam- acompañarlo en algunas, a veces fuera de La
bio con razones suficientes la necesidad de la Habana y aun de Cuba.
independencia de Cuba. Por pretender llevar El encuentro de Martí con el maestro cubano
a vías de hecho este último criterio cuarenta Rafael María de Mendive (1821-1886) fue deci-
años antes, en 1812, había sido ejecutado en sivo. Mendive, que además de maestro era un
La Habana el artesano negro José Antonio delicado poeta y un patriota irreductible, dirigía
Aponte, “el primer cubano que soñó la bella la escuela en que Martí fue inscrito, y descubrió
inspiración de rebelarse contra la dominación pronto las cualidades excepcionales del mu-
Martí en su (tercer) mundo 25
chacho. Pidió del padre, y finalmente obtuvo, buye a editar, a comienzos de 1869, primero El
autorización para costear sus estudios. En lo Diablo Cojuelo, y luego el “semanario demo-
adelante, hasta que es desterrado en 1869, fun- crático cosmopolita” La Patria Libre, que no
girá como su segundo padre, y tendrá una in- pasan del primer número. En este último, da a
fluencia determinante en su vida. Fue en él que conocer su poema dramático “Abdala”, “escri-
Martí vio deslumbrado, todavía en su niñez, la to expresamente para la Patria”. Martí, al fri-
conjunción del hombre de letras, el maestro y el sar los dieciséis años, escribe la profecía de su
patriota; al intelectual que se opone virilmente vida. El joven Abdala debe defender su patria,
a la tiranía y sufre cárcel y destierro. Imposi- Nubia (transparente alusión a Cuba), frente al
ble no reconocer esta fijación en las primeras opresor, a pesar de los ruegos de su hermana
actividades públicas de Martí, que reproducirán y de su madre, en cuyos brazos acabará por
por esos años y magnificarán más tarde las del morir. A la madre, que intenta vanamente dete-
maestro. En el colegio particular de Mendive, nerlo, Abdala explica:
llamado San Pablo, sabe luego de tertulias lite-
rarias y políticas. Alguna vez, el maestro (que es El amor, madre, a la patria
traductor de Moore, como lo será después Mar- No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
tí) lo sorprenderá vertiendo al español, a escon-
Es el odio invencible a quien la oprime,
didas, poemas de Byron. Antes había intentado
Es el rencor eterno a quien la ataca; -
hacerlo con Hamlet. Tiene trece años. Y tal amor despierta en nuestro pecho
A los quince años de su vida, estalla en la El mundo de recuerdos que nos llama
cercanía de Yara, Oriente, el 10 de octubre A la vida otra vez [...]
de 1868, la guerra cubana contra España, que
habría de extenderse en su primera parte por En lo adelante, los sucesos van a precipitar-
diez años. Aunque hijo de españoles, Martí, el se. El colegio de Mendive será clausurado; el
discípulo predilecto del criollo Mendive, se maestro, encarcelado primero y deportado des-
adhiere desde el primer momento a “la causa pués. Por un incidente menor, los “voluntarios”
de Yara”. Publica clandestinamente su soneto españoles –organizados para combatir a los cu-
“¡10 de Octubre!” (“Del ancho Cauto a la Es- banos– penetran en casa del amigo fraternal de
cambraica Sierra / Truena el cañón...”) contri- Martí, Fermín Valdés Domínguez (1852-1910), y
26 Pensamiento anticolonial de nuestra América
encuentran allí una carta en que se acusaba a tremendas pruebas a que es sometido hacen de
un condiscípulo de apostasía por haber ingresa- él un hombre maduro en el momento en que
do en el ejército español. La carta está firmada abandona el país.
por Martí y Valdés Domínguez. El 21 de octubre La vida en España (1871-1874), aunque dura,
de 1869 son encarcelados. En el juicio, el 4 de será importante para él. Allí se le reunirá Val-
marzo de 1870, Martí reclama enérgicamente la dés Domínguez, deportado también, después
paternidad de la carta, y el derecho de Cuba a de un proceso inicuo que el 27 de noviembre
su independencia. Es condenado a seis años de de 1871 concluirá con el fusilamiento de ocho
prisión. El 4 de abril se le lleva a realizar traba- estudiantes cubanos de Medicina. Mientras
jos forzados en canteras, y seis meses más tar- gana su vida trabajosamente, ofreciendo cla-
de, por gestiones del padre con el arrendatario ses, Martí estudiará, de manera irregular, el
de las canteras, es enviado a la Isla de Pinos, y resto de su Bachillerato, Derecho y Filosofía y
finalmente se le conmuta la pena por destierro Letras en las Universidades de Madrid y Zara-
a España, hacia la cual partirá el 15 de enero de goza. Polemiza en los diarios sobre la cuestión
1871. Va a cumplir dieciocho años, y ha estado cubana, y en 1873 publica un nuevo opúsculo:
uno en prisión. Horas antes de tomar el barco, La República Española ante la Revolución cu-
escribe a Mendive: “Mucho he sufrido, pero bana, en que emplaza a la naciente y pronto
tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si fallida República española a ser consecuente
he tenido fuerzas para tanto y si me siento con con sus principios en lo que toca a Cuba: no lo
fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo fue. En España Martí ve las cominerías de su
a Ud. lo debo y solo de Ud. es cuanto de bueno política, pero por otro lado aprecia las virtudes
y cariñoso tengo”. A pocos meses de su llega- de su pueblo, y se familiariza con los clásicos
da, en ese propio año 1871, publica en Madrid españoles, con sus pintores, místicos y estoi-
su extraordinario alegato El presidio político cos. Allí, nos dirá luego, “rompió su corola / La
en Cuba. En tono a la vez realista y simbólico, poca flor de mi vida”.
impregnado de sabor bíblico, el joven denuncia Abandona España a finales del 74. Conoce,
allí la espantosa situación del presidio político de pasada, Francia, y marcha a México, vía
en Cuba. Martí sale de Cuba formado, a pesar Liverpool y Nueva York. En México, adonde
de sus pocos años. Su precocidad genial y las llega el 8 de febrero de 1875, se reúne con su
Martí en su (tercer) mundo 27
familia, que se ha establecido temporalmente 1877, cuando con su segundo nombre y su se-
allí; adquiere amistades profundas, sobre todo gundo apellido (Julián Pérez) visita La Habana
la de Manuel A. Mercado, y conoce a quien fugazmente; y en 1878, en que habiendo renun-
será su esposa; acaba de hacerse periodista y ciado a la cátedra que desempeñaba en Guate-
crítico (colaborando especialmente en la Re- mala, por solidaridad con un amigo depuesto
vista Universal, sobre todo con el seudónimo por el presidente Barrios, vuelve a su país, el
Orestes), y se interesa en las luchas obreras1. cual conoce la tregua que siguió a la Guerra de
De México (“el país”, escribirá a Mercado en los Diez Años. Allí Martí ejerce como pasante
diciembre de 1889, “que después del mío quiero en un bufete. Pero sobre todo habla pública-
[...] más”) lo separan, como de los otros países mente de sus convicciones revolucionarias y se
hispanoamericanos en que vivirá, los desmanes mezcla en actividades conspirativas, por lo que
políticos: en este caso, el golpe de Estado de es deportado a España al año siguiente (1879).
Porfirio Díaz en 1876. Por rechazarlos en uno y Esta nueva vez, permanecerá unos dos meses
otro sitio, abandonará México, Guatemala y Ve- en España, de donde, siguiendo la ruta del otro
nezuela, países donde vivirá entre 1875 y 1881, destierro, pasará a Nueva York (1880) y Cara-
con ocasionales estancias en España, a la que cas (1881), hasta regresar a la anterior ciudad a
se le desterrará de nuevo (1879), Nueva York mediados de 1881.
(1880) y la propia Cuba. En Guatemala será Su existencia andariega no encontrará cier-
profesor, y en homenaje suyo escribirá el folle- to reposo sino a partir de esta fecha, en que
to Guatemala, publicado en México en 1878. se fija en Nueva York. En los Estados Unidos
En Venezuela habrá de editar una revista que permanecerá hasta 1895, sin viajar al extranje-
solo conocerá dos números: la Revista Vene- ro en los primeros años, y con saltos rapidísi-
zolana (1881), en la cual aparecen ya algunos mos, a partir de 1892, a Haití, Santo Domingo,
de los trabajos literarios importantes de Martí. Jamaica, Panamá, Costa Rica, México, cuando
En todas partes es grande su influencia en la ya está entregado de lleno a la preparación de
juventud. Está en Cuba en dos ocasiones: en la guerra. Esta vida contribuye a apresurar la
desdicha conyugal. Se había casado en México,
en 1877, con la cubana Carmen Zayas Bazán.
1 Paul Estrade: “Un ‘socialista’ mexicano: José Martí”,
Casa de las Américas, Nº 82, enero-febrero de 1974. Esperaba ella un hijo cuando Martí renuncia a
28 Pensamiento anticolonial de nuestra América
su puesto en Guatemala y marcha a su patria. mayor, que él llamará “nuestra América”, den-
No tenía aún dos años el niño cuando Martí es tro de la cual aparece articulada Cuba. En los
deportado otra vez a España. En vano la espo- Estados Unidos, el país extranjero donde per-
sa, que no comprende la tarea que Martí se ha manece más tiempo, se familiariza con la que
impuesto, espera de él asentamiento. Pronto el llamará “la América europea”, y sin dejar de
hogar está dañado, y aunque hay esfuerzos de reconocer al principio sus virtudes, pronto ve
reconciliación en torno al hijo, en 1891 la rup- espantado cómo reaparecen allí los vicios que
tura es definitiva. Para entonces, Martí se ha creía haber dejado atrás, en Europa (y que no
acercado a otra mujer, viuda, en cuyas casas eran sino las lacras del capitalismo desarro-
de huéspedes ha vivido en Nueva York, y cuyos llado), y ratifica la diferencia de estructura
hijos (especialmente la más pequeña, María, a y espíritu entre las dos Américas. Además, y
la cual vio nacer en 1880) querrá como suyos: esto es acaso lo más importante, Martí vive en
la cubana Carmen Miyares, viuda de Mantilla. los Estados Unidos en el momento en que la
En ella, escribió muchos años después María nación pasa, de su capitalismo premonopolis-
Mantilla, Martí “encontró todo el consuelo, ta, al capitalismo monopolista e imperialista
apoyo, cariño y calor que jamás encontró en que la llevará, inexorablemente, a arrojar-
su propia mujer”. se sobre el mundo; en primer lugar sobre la
Al mismo tiempo, los viajes a que se ve obli- América Latina, y en particular sobre Cuba.
gado Martí (unas veces por destierro; otras, El hecho de que su patria permanezca como
para ganarse la vida sin doblegarse; otras, en colonia ostensible agudiza dramáticamente
fin, para preparar la revolución) le permiten su sensibilidad y su comprensión de estos
tener un conocimiento de primera mano de problemas, haciéndolo el primer antimperia-
las realidades inmediatas entre las cuales se lista cabal del Continente.
mueve el país. En España incorpora cuanto En los años iniciales, aunque entiende pron-
de vivo le ofrecen su pueblo y su tradición to la realidad estadunidense, su gran preocu-
cultural, pero verifica la imposibilidad de que pación es la independencia frente a España.
Cuba permanezca unida a ella: es otro país. En En su primera estadía larga en Nueva York,
las varias repúblicas latinoamericanas donde durante 1880, preside interinamente el Comi-
vive, se abre a la comprensión de una unidad té Revolucionario Cubano de Nueva York, que
Martí en su (tercer) mundo 29
había proclamado en 1879 la llamada “Guerra Al cabo, en 1884, los planes parecen a punto
Chiquita”: mediante este movimiento bélico de hacerse realidad. Martí se reúne en Nueva
cuyo jefe militar fue el general Calixto García York, en octubre de ese año, con los generales
(1839-1898), se intentó llevar de nuevo la gue- Máximo Gómez, nacido en Santo Domingo, y
rra al país; pero este, fatigado tras diez años de Antonio Maceo (1845-1896). . Ambos habían sa-
pelea contra España, no se encontraba todavía lido de la Guerra de los Diez Años con enorme
maduro para reiniciar el combate, y el nuevo prestigio, y, por su extracción popular (eran
intento se extinguirá al año. pequeños propietarios agrícolas, y Maceo, ade-
Martí no ceja en su empeño, sin embargo, más, mulato), representaban la radicalización
y prosigue dirigiéndose a las grandes figuras creciente que había conocido esa guerra. En
de la pasada etapa de la guerra, instándolos a aquella ocasión, sin embargo, no llegan a con-
reiniciar la lucha libertadora: la cual, según él, cretarse los planes martianos. Martí estima que
desde la arrancada debía tener bien clara su Gómez, atribuyendo el fracaso de la guerra an-
orientación política revolucionaria y democrá- terior a las trabas y al civilismo extemporáneos
tica. Al general Máximo Gómez (1836-1905) le del gobierno en armas (y no viendo en la orien-
escribe el 20 de julio de 1882: tación política de “un partido revolucionario”
sino una continuación de aquel civismo), pre-
¿A quién se vuelve Cuba, en el instante definitivo, tende dar un marcado carácter personal y mi-
y ya cercano, de que pierda todas las nuevas espe- litar al nuevo gobierno; y decide desvincularse
ranzas que el término de la guerra, las promesas de los planes, por temor de contribuir a llevar
de España, y la política de los liberales [autono- a su patria una variante del estéril caudillismo
mistas] le han hecho concebir? Se vuelve a todos
que ha visto dañar a otros países hispanoame-
los que le hablan de una solución fuera de Espa-
ricanos. El 20 de octubre de ese año, al romper
ña. Pero si no está en pie [...] un partido revolu-
cionario que inspire, por la cohesión y modestia con Gómez, le escribirá en carta dolorosa: “Un
de sus hombres, y la sensatez de sus propósitos, pueblo no se funda, General, como se manda
una confianza suficiente para acallar el anhelo del un campamento”.
país –¿a quién ha de volverse, sino a los hombres Esa ruptura es una dura decisión, que cues-
del partido anexionista [...]? ta a Martí los años más amargos de su vida.
Hasta 1887 permanecerá voluntariamente mar-
30 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Nueva York, como hará en los años sucesivos de esta resonancia de metal”3. Y ello, a pesar de
hasta 1891, se dirige a la emigración allí reu- que Sarmiento discrepaba del áspero enjuicia-
nida. En 1880 había hablado de “animar con miento que hacía Martí de los Estados Unidos.
la buena nueva a los creyentes”; saluda ahora En cuanto a la generación más joven, el nicara-
“este religioso entusiasmo”, y evoca “el júbi- güense Rubén Darío (1867-1916) dice de él en
lo santo de los ejércitos de la libertad”. Martí 1888: “escribe, a nuestro modo de juzgar, más
electriza a su público con una palabra encres- brillantemente que ninguno de España o de
pada, centelleante de metáforas, que nunca América”4. Al mismo tiempo que la fama con-
desciende a avulgararse, y fascina. Es más tinental de Martí continúa creciendo, sus tra-
difícil en su oratoria que en su poesía, pero bajos se multiplican. Desde 1887 es cónsul de
se le entiende: conmueve. La reacción de los Uruguay en Nueva York. En 1888 es nombrado
oyentes es fervorosa. Martí dirige una carta, representante en los Estados Unidos y Canadá
firmada por él y otros cubanos, al general de la Asociación de la Prensa de Buenos Aires.
Máximo Gómez, para averiguar su disposición En 1889 se echa encima la singular tarea de es-
de luchar (estaba todavía viva la herida de la cribir íntegramente una revista para niños, La
separación, tres años atrás). Gómez responde Edad de Oro, de la que solo vieron la luz cua-
escuetamente, reiterando que su espada está tro números (julio a octubre de 1889), “porque
al servicio de Cuba. La posibilidad conspirati- por creencia o por miedo de comercio”, dirá a
va ha vuelto a abrirse. Mercado en carta de 26 de noviembre de ese
Para entonces, Martí es ya el escritor de len- año, “quería el editor que yo hablase del ‘temor
gua española más leído y admirado en el Con- de Dios’, y que el nombre de Dios, y no la tole-
tinente. El argentino Domingo Faustino Sar- rancia y el espíritu divino, estuviera en todos
miento (1811-1888), acaso la más prestigiosa
figura de la vieja generación, al recomendar en
1887 a Paul Groussac la traducción de un tex- 3 Domingo Faustino Sarmiento: “La libertad ilumi-
nando al mundo” [1887], Obras Buenos Aires, 1900, t.
to martiano al francés para darlo a conocer en
xlvi, p. 175.
Europa, le dirá: “En español, nada hay que se
4 Rubén Darío: Carta de 12 de noviembre de 1888 a
parezca a la salida de bramidos de Martí, y des-
Pedro Nolasco Préndez. Alberto Ghiraldo: El archivo
pués de Víctor Hugo, nada presenta la Francia de Rubén Darío, Buenos Aires, 1943, p. 314.
32 Pensamiento anticolonial de nuestra América
los artículos e historias”. Aquel gigante, al filo ses distintos, composición híbrida y problemas
de la tormenta, se inclina a hablar con los mu- pavorosos”5 que pretende “ensayar en pueblos
chachos para explicarles, como un maestro pa- libres su sistema de colonización”6, aquel cón-
ternal, cosas de historia vistas con ojos desco- clave del que saldrían en un futuro la política
lonizados, para decirles cuentos y poesías que del panamericanismo, la Organización de Esta-
anuncian a sus Versos sencillos, y sobre todo dos Americanos.
para encenderles el amor a la patria hispanoa- Aprovechando las contradicciones entre las
mericana, a los héroes y a los humildes, y acos- ambiciones de Inglaterra y las de los Estados
tumbrarlos a la verdad, la justicia y la belleza. Unidos, y el hecho de que la Argentina, situada
Las páginas de La Edad de Oro son la mejor entonces en la órbita de influencia británica,
literatura para niños escrita en español. era hostil a los propósitos hegemónicos nortea-
A finales de la década del ochenta, los que merianos7, Martí puede combatir abiertamente
hasta entonces parecían solo temores de Martí
y de unos pocos sobre los torvos designios es-
5 José Martí: “Congreso Internacional de Wáshing-
tadunidenses en relación con la otra América ton”, Obras completas, La Habana, 1963-1973, t. VI, p.
empiezan a hacerse visibles para todos. El 25 53. En lo sucesivo, las referencias a textos de José Mar-
de marzo de 1889, en su artículo “Vindicación tí remiten a esta edición (de la que hay reimpresiones),
de Cuba”, Martí responde con energía al perió- mencionándose el tomo en números romanos y las pá-
ginas en números arábigos.
dico The Manufacturer, el cual, con benepláci-
to de la prensa estadunidense, ha expresado su 6 Ibídem, p. 57. Ese “sistema de colonización” que
anuncia aquí Martí es lo que sería llamado neocolonia-
desdén por los cubanos. Pero lo más señalado
lismo.
del momento en relación con esos designios es
7 En 1888, año en que se convoca la Conferencia,
la convocatoria hecha en 1888 por el gobier-
aproximadamente una tercera parte del monto total del
no norteamericano a la Primera Conferencia comercio argentino correspondía a Inglaterra; Francia
de Naciones Americanas, la cual se celebraría tenía más de un quinto; Alemania, algo más de un déci-
en Wáshington entre octubre de 1889 y abril mo, y los Estados Unidos solamente una doceava parte.
de 1890. Solo Santo Domingo se abstiene de Ello explica las instrucciones que el presidente de la Ar-
gentina entregó a los delegados de aquel país, Manuel
concurrir. Martí contempla lleno de ansiedad
Quintana y Roque Sáenz Peña:
aquella convocatoria de “un pueblo de intere-
Martí en su (tercer) mundo 33
dicho cónclave en las páginas del diario bonae- Apenas en su inicio, Martí enjuicia así el con-
rense La Nación. greso:
El ataque más severo contra la conferencia [es- Jamás hubo en América, de la independencia acá,
cribió Thomas F. Mac-Gann] lo hizo La Nación, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a
que en noviembre comenzó a publicar una serie más vigilancia, ni pida examen más claro y mi-
de extensos artículos de su corresponsal en los nucioso que el convite que los Estados Unidos
Estados Unidos. Ese corresponsal era José Martí, potentes, repletos de productos invendibles, y de-
el revolucionario y prolífico escritor cubano. Sus terminados a extender sus dominios en América,
informes eran agudos, detallados y vigorosamen- hacen a las naciones americanas de menos poder,
te escritos; su estilo intrincado y alusivo era un ligadas por el comercio libre y útil con los pue-
deleite para los lectores argentinos8. blos europeos, para ajustar una liga contra Euro-
pa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la
tiranía de España supo salvarse la América espa-
La formación de una liga aduanera americana envuelve a
primera vista el propósito de excluir a Europa de las venta-
ñola; y ahora, después de ver con ojos judiciales
jas acordadas a su comercio [...] Tal pensamiento no puede los antecedentes, causas y factores del convite,
ser simpático al gobierno argentino [...] que [...] bajo ningún urge decir, porque es la verdad, que ha llegado
concepto querría ver debilitarse sus relaciones comerciales para la América española la hora de declarar su
con aquella parte del mundo adonde enviamos nuestros
segunda independencia9.
productos y de donde recibimos capitales y brazos [...] La
convocatoria actual tiene por objeto la implantación del Zo-
llverein americano, pero estando la legislación aduanera de Y al comentarle el congreso a su compatriota
los Estados Unidos basada en principios opuestos a nues-
tras leyes en esa materia, no sería posible aceptar ninguna
Gonzalo de Quesada y Aróstegui (1868-1915)
proposición tendiente a la ampliación en América del siste- –secretario entonces del delegado argentino
ma proteccionista de los Estados Unidos o que importara Roque Sáenz Peña, y más tarde secretario de
restricciones a nuestro comercio con Europa. [Roque Sáenz
Peña: Escritos y discursos, ed. por R. Olivera, Buenos Aires,
1934, t. III, p. 369.]
8 Thomas F. MacGann: Argentina, Estados Unidos comentar la “Primera Conferencia Panamericana”, con
y el sistema interamericano 1880-1914, trad. de G.O. énfasis especial en el papel que en ella desempeñaron
Tjarks, Buenos Aires, 1960, p. 207. MacGann, que lue- los delegados argentinos.
go califica de “deslumbrantes” las crónicas de Martí (p. 9 José Martí, “Congreso Internacional de Washing-
238), dedica sobre todo los capítulos X y XI de su libro a ton”, VI, 46.
34 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Martí cuando este se halle al frente del Partido para bien único de un nuevo amo disimulado, [...]
Revolucionario Cubano–, añade, en carta de 14 de la patria hispanoamericana.
de diciembre de 1889, este temor particular en
lo que toca a Cuba: Martí enfermó de aquella ansiedad. “Me echó el
médico al monte”, dirá a continuación: “corrían
Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más arroyos y se cerraban las nubes: escribí versos”.
tenebroso que lo que hasta ahora conocernos, y es En efecto, el peleador escribe en agosto de 1890
el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla a la gue- sus Versos sencillos, que publicará en 1891, de
rra, para tener pretexto de intervenir en ella, y con nuevo en modesta edición de autor. El hombre
el crédito de mediador y de garantizador, quedar-
múltiple, el que se prepara para la guerra tre-
se con ella. Cosa más cobarde no hay en los anales
de los pueblos libres: ni maldad más fría. ¿Morir,
menda, hace en vísperas de ella una especie de
para dar pie en qué levantarse a estas gentes que balance de su vida, en octosílabos sencillos; lle-
nos empujan a la muerte para su beneficio? nos, sin embargo, de una extraña complejidad,
pues esta obra, acaso la mayor de la poesía his-
Esas graves preocupaciones explican que en el panoamericana, funde la musa del Martín Fie-
prólogo de sus Versos sencillos Martí hablara de rro con la avidez de la lírica moderna.
A finales de 1890, Martí –que es ahora cónsul
aquel invierno de angustia [1889-1890], en que en Nueva York no solo de Uruguay, sino además
por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o de la Argentina y Paraguay, y también presiden-
por cortesía, se reunieron en Wáshington, bajo el te de la Sociedad Literaria Hispano-Americana
águila temible, los pueblos hispanoamericanos. y presidente honorario de La Liga, sociedad de
¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el negros en la que sirve como maestro– es nom-
escudo en que el águila de Monterrey y de Cha-
brado por Uruguay su representante en la Con-
pultepec, el águila de López y de Walker, apretaba
en sus garras los pabellones todos de la América?
ferencia Monetaria Internacional Americana,
Y la agonía en que viví, hasta que pude confirmar la cual tendrá lugar, de nuevo en Wáshington,
la cautela y el brío de nuestros pueblos; y el ho- del 7 de enero al 8 de abril de 1891, como una
rror y vergüenza en que me tuvo el temor legítimo prolongación de la primera Conferencia Inter-
de que pudiéramos los cubanos, con manos parri- nacional Americana, de 1889-1890. Siendo la
cidas, ayudar el plan insensato de apartar a Cuba, actitud oficial de Uruguay, en lo que toca a los
Martí en su (tercer) mundo 35
del cercano Cayo Hueso, otro albergue de la la tierra”), para preparar y orientar una gue-
diáspora cubana, quieren igualmente tenerlo rra de liberación nacional; y aun más: para
entre ellos. El 25 de diciembre llega al Cayo. “que en la conquista de la independencia de
Allí también conmoverá su palabra e imantará hoy vayan los gérmenes de la independencia
su presencia. Queda decidido que los diversos definitiva de mañana”11. La novedad del hecho
clubes de emigrados cubanos que han ido sur- era tal, que provocaría no pocas extrañezas in-
giendo al calor de la revolución se integren en cluso entre algunos de los mismos héroes de
un organismo unificador, y Martí redacta las la guerra, quienes tenderían a ver en la crea-
Bases de ese organismo. ción de Martí una suerte de continuación de
El 5 de enero de 1892 son aprobadas en Cayo los organismos civiles de la pasada etapa de la
Hueso, por representantes de la emigración de guerra: si bien por el momento era evidente su
la localidad, de Tampa y de Nueva York, las Ba- utilidad como aglutinador de las fuerzas inde-
ses del Partido Revolucionario Cubano, el cual pendentistas. En realidad, sin embargo, con la
se ha de constituir, dice el artículo primero de creación del Partido Revolucionario Cubano,
dichas Bases, para lograr “la independencia ab- Martí, lejos de prolongar aquellos organismos
soluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar (que más entrabaron que impulsaron la lu-
la de Puerto Rico”. Se trata de la reunión de cha), anunciaba las vanguardias políticas que
“todas las asociaciones organizadas de cuba- guiarían a las guerras revolucionarias de este
nos independientes que acepten su programa siglo. El propio Fidel Castro, al hablar en el
y cumplan con los deberes impuestos en él”, centenario de la caída en combate del Mayor
como explican los Estatutos secretos. Ignacio Agramonte, el 11 de mayo de 1973, di-
Martí regresa feliz a Nueva York, a comien- ría que en el partido que fundara y condujera
zos de 1892. Ha logrado echar los cimientos de Martí “podemos ver el precedente más honro-
aquel “partido revolucionario” que, diez años so y más legítimo del glorioso Partido que hoy
antes, mencionara en su carta a Gómez de 20 dirige nuestra revolución: el Partido Comunis-
de julio de 1882. Por vez primera en nuestra ta de Cuba”.
América iba a crearse un partido político revo-
lucionario (obligadamente multiclasista, pero
11 José Martí, “La proclamación del Partido Revolu-
centrado en los trabajadores, “los pobres de cionario Cubano el 10 de abril”, I, 389.
Martí en su (tercer) mundo 37
Al regresar a Nueva York, Martí, después de Su tarea organizativa no hace sino aumentar.
una polémica ácida, pero de feliz terminación, Regresa a la Florida. Y, estructurada ya la futura
y de informar a la emigración de sus gestiones revolución, viaja a Santo Domingo a entrevistar-
en un discurso que sería conocido como la se con Máximo Gómez, quien muestra su entero
“Oración de Tampa y Cayo Hueso”, prosigue la acuerdo con la guerra inminente. Martí hace pu-
rápida preparación del Partido. Clubes ya exis- blicar entonces en Patria la carta de 13 de sep-
tentes, y otros creados con posterioridad, van tiembre de 1892 en que lo invita a encabezar la
discutiendo y aprobando las Bases y los Esta- lucha militar, “hoy que no tengo más remunera-
tutos secretos del Partido, de modo democráti- ción [para ofrecerle] que el placer del sacrificio
co. El 10 de abril tendrá lugar la proclamación y la ingratitud probable de los hombres”.
del Partido. Dos días antes Martí había sido En 1893, cuando ya ha recorrido Jamaica y
electo su Delegado, y sería luego reelecto cada la costa atlántica de los Estados Unidos, ale-
año hasta su muerte. brestando y organizando los centros de exilia-
Para dotar de un vocero oficioso al PRC, dos, vuelve a Santo Domingo y se traslada a
que se fundaría unas semanas después, Martí Costa Rica, para entrevistarse con Maceo. En
crea el periódico Patria, cuyo primer número este año febril, de paso por Nueva York, lo ve
aparece el 14 de marzo de 1892. En ese pri- por única vez Rubén Darío, a quien llama emo-
mer número se recogen las Bases del Partido cionado “hijo”, como contó en su autobiografía
y el artículo programático “Nuestras ideas”. el gran nicaragüense.
Hasta su muerte, en 1895, Martí llevará anó- Al año siguiente, 1894, es Gómez quien irá
nimamente el peso mayor de la redacción de a Nueva York. Los cubanos de la gran ciudad
este órgano, que constituye uno de los más sienten, ante esa conjunción, la inminencia de
singulares ejemplos de periodismo. El escri- la guerra. Martí viaja a México, a recabar au-
tor enorme aborda el artículo de fondo, o la xilio y fondos. En la capital de ese país vive
pequeña nota de circunstancia –como las de la en casa de su fraternal Mercado, que es ahora
sección “En casa”– alusiva a una boda o a una Subsecretario de Gobernación, gestiona una
visita, en que va presentando a una luz casi entrevista con el Presidente, y escribe uno de
mítica la novela de la diaria realidad de la emi- sus últimos poemas, a una hija de su amigo Ma-
gración cubana. nuel Gutiérrez Nájera.
38 Pensamiento anticolonial de nuestra América
cadena de mi patria, toda mi vida. La divina tima carta a Mercado, que quedará inconclusa,
claridad del alma aligera mi cuerpo. Este re- explicándole abiertamente la magna tarea que
poso y bienestar explican la constancia y el se ha impuesto: “impedir a tiempo con la inde-
júbilo con que los hombres se ofrecen al sacri- pendencia de Cuba que se extiendan por las
ficio”. “Es gran gozo vivir entre hombres en la Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa
hora de su grandeza”. fuerza más, sobre nuestras tierras de América.
Maceo, que ha llegado a la Isla el 30 de mar- Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. El
zo, se reúne con Martí y Gómez el 5 de mayo, en 19, cerca del lugar llamado Boca de Dos Ríos,
el ingenio La Mejorana. Se habla de la organi- una columna española los sorprende. Martí, en
zación de la guerra, y sobre ello discuten Martí contra de la orden de Gómez de quedar a la re-
y Maceo, quien es una admirable figura no solo taguardia, avanza con su ayudante Ángel de la
en el orden militar, sino también en el ideológi- Guardia al lado. Cae herido de muerte. La tropa
co. Pero vuelve a plantearse la vieja discrepan- cubana no puede recuperar el cadáver. Los es-
cia del 84 entre mando militar y mando político pañoles lo llevan a enterrar a Santiago de Cuba.
en la revolución: este último, por la novedad Había muerto, como él quería, “de cara al sol”.
del planteo martiano, tiende a ser confundido Al conocerse la noticia de su caída, el di-
con “la continuación del gobierno leguleyo”, rector de The New York Sun, Charles A. Dana,
como ese día escribe en su Diario de campaña quien había sido amigo y editor en los Estados
el propio Martí. Y más adelante: “comprendo Unidos de Marx y Martí, dice en su periódico el
que he de sacudir el cargo, con que se me in- 23 de mayo de aquel año:
tenta marcar, de defensor ciudadanesco de las
trabas hostiles al movimiento militar”. Nos enteramos con punzante dolor de la muerte
en campaña de José Martí, el conocido jefe de los
Gómez, esta vez, está junto a Martí. Zanja-
revolucionarios cubanos. Lo conocimos mucho y
da la cuestión, el 12 de mayo Martí escribirá a
bien, y lo estimamos profundamente. Por un di-
Maceo en hermosa carta fraternal: “Vea eso en latado período, que se remonta a cerca de veinte
mí, y no más: un peleador: de mí, todo lo que años [sic], fue colaborador de The Sun [...] Fue
ayude a fortalecer y ganar la pelea”. Donde- hombre de genio, de imaginación, de esperanza,
quiera que llegan, los hombres llaman a Martí y de coraje [...] Su corazón era cálido y amoroso;
“presidente”. El 18 de mayo Martí escribe su úl- sus opiniones, ardientes y ambiciosas, y murió
40 Pensamiento anticolonial de nuestra América
como un hombre así hubiera deseado morir, bata- un venado, jinete rodeado de aquellos bravos sol-
llando por la libertad y la democracia [...] ¡Honor dados que nos recuerda la historia, cubiertos de
a la memoria de José Martí, y paz a su alma viril gloria en las pampas de Venezuela13.
y generosa!
El propio Martí, al hablar de algunos grandes,
En La Nación, de Buenos Aires, el poeta había anticipado su epitafio. Cuando murió
Rubén Darío se lamenta: “¡Oh Maestro, qué Emerson, escribió este juicio, que merece ins-
has hecho!”, y señala en exaltado panegírico: cribirse en su tumba: “En él fue enteramente
“El cubano era ‘un hombre’. Más aún: era como digno el ser humano”.
debería ser el verdadero superhombre: grande
y viril; poseído del secreto de su excelencia, en
comunión con Dios y con la Naturaleza”12. El mundo colonial y semicolonial
Y su compañero de la guerra, el Generalísi-
mo Máximo Gómez, evocará así en 1902 aque- Para comprender a Martí, lo primero ha de ser
llos impresionantes días finales: situarlo dentro de la familia que le correspon-
de verdaderamente. Empecemos por lo ne-
Y yo vi entonces también a Martí, atravesando las gativo. Esa familia no es la de sus aparentes
abruptas montañas de Baracoa, con un rifle en el coetáneos de la Europa occidental y los Esta-
hombro y una mochila a la espalda, sin quejarse dos Unidos. “Europa occidental” y “Estados
ni doblarse, al igual que un viejo soldado batalla-
Unidos” se utilizan aquí como equivalentes
dor acostumbrado a marcha tan dura a través de
de “países capitalistas desarrollados” (que a
aquella naturaleza salvaje, sin más amparo que
Dios. Después de todo este martirizante calva- veces llaman así, pero que prefiero considerar
rio y cuando el sol que alumbraba las victorias “subdesarrollantes”): con tal significado em-
comenzó a iluminar nuestro conuco, yo vi a José pleará el mismo Martí aquellos términos. Pero
Martí –¡oh, qué día aquel!– erguido y hermoso en en Europa, además de dichos países como In-
su caballo de batalla, en Boca de Dos Ríos, como glaterra, Francia y Alemania, había entonces
12 Rubén Darío: “José Martí” [1895], Los raros, Bue- 13 “Carta del general Máximo Gómez al señor F. María
nos Aires, 1896. González”, El Mundo, La Habana, 18 de mayo de 1902
Martí en su (tercer) mundo 41
otros, susceptibles, ellos sí, de ser compara- pero que en realidad se hallan envueltos en
dos con países latinoamericanos de la época. las redes de la dependencia financiera y diplo-
Es lo que de hecho hará Lenin, en los apuntes mática”. Y añade Lenin: “Una de estas formas,
que tomaría mientras preparaba El imperia- la semicolonia, la hemos indicado ya antes.
lismo, fase superior del capitalismo14, cuan- Modelo de otra forma es, por ejemplo, la Ar-
do al intentar clasificar los países del mundo gentina” (O.C., xxii, 277).Todo ello, requerido
en aquel momento señala tres grupos: 1) Eu- de una consideración detallada –que no es del
ropa occidental, Estados Unidos y Japón; 2) caso realizar aquí–, explica que desde tempra-
Europa oriental y su parte asiática, y América no Martí (vocero de un país abiertamente co-
del Sur y Central; 3) semicolonias y colonias lonial, y de un continente en estado de depen-
(O.C., xxxix, 746). Más adelante, Lenin esbo- dencia) haya sido comparado con demócratas
zará otra clasificación, en la cual unos países revolucionarios de la otra Europa, como quiso
latinoamericanos son situados en un segundo hacer –el primero, según creo– Enrique José
grupo, junto a algunos europeos, y otros en un Varona, en su discurso de 1896 “Martí y su obra
cuarto grupo, junto a colonias y semicolonias política”. En efecto, en países europeos “atra-
(Ibíd., p. 749). Finalmente en El imperialis- sados”, semifeudales, del siglo xix, algunos de
mo... se mencionan, junto a “los dos grupos los cuales tenían incluso por delante la tarea
fundamentales de países –los que poseen co- de conquistar la independencia nacional, es
lonias y las colonias–”, otras “formas variadas donde pueden encontrarse europeos pareci-
de países dependientes que desde un punto de dos a Martí por la complejidad de las tareas
vista formal gozan de independencia política, y los pensamientos, y hasta por las vidas ful-
gurantes: tales son los casos, por ejemplo, de
los grandes poetas y dirigentes políticos San-
14 V.I. Lenin: Obras completas, t. XXXIX, Cuadernos
sobre el imperialismo, Buenos Aires, 1960. El impe- dor Petöffi (1823-1849), en Hungría, y Xristo
rialismo, fase superior del capitalismo, aparece en Botev (1848-1876), en Bulgaria, muertos am-
el tomo XXII. En lo sucesivo, salvo indicación en con- bos, como Martí, combatiendo por la libertad
trario, las referencias a textos de Lenin remiten a esta de sus pueblos, y sostenedores de criterios de
edición –de la que hay reproducciones también en La
máximo radicalismo en relación con sus res-
Habana– mencionándose las iniciales O.C., el tomo en
números romanos y las páginas en números arábigos. pectivas circunstancias: esos demócratas re-
42 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Cuando situamos a Martí en su verdadera ción colonial, son escasos y poco diversifica-
familia, comprendemos enseguida no poco de dos. Se concentran en unos mismos hombres,
sus actividades, tan sorprendentes hoy, y en su que son a la vez literatos, maestros, políticos,
tiempo, para una nación capitalista desarrolla- científicos. (Los estudios científicos, poco re-
da. En esta, una progresiva división del trabajo queridos por la sociedad preindustrializada,
ha acabado por especializar a sus hombres. No van a la zaga de los otros). Aparecen como di-
era así, sin embargo, antes de la Revolución In- letantes a los ojos de los metropolitanos con-
dustrial y la toma del poder político por la bur- temporáneos, quienes están ya fragmentados
guesía. Los hombres representativos del Rena- de tal modo que uno es crítico de arte y otro de
cimiento, por ejemplo, encontraban como lo literatura, para no hablar del literato, el cientí-
más natural ocuparse en múltiples funciones, fico y el político.
a ratos difícilmente conciliables. Otro tanto En el caso de José Martí, su propio aposto-
ocurre hoy en las naciones “subdesarrolladas”, lado, su encarnación de un pueblo, en contra
las cuales, en este como en tantos órdenes, no de lo que algunos pudieran pensar, es un aci-
pueden ser comparadas mecánicamente con cate para esta diversidad de actividades. Martí
las otras naciones al parecer contemporáneas. reúne una suma de saberes y de oficios no a
Carecen de esa especialización, de esa frag- expensas de su actividad política ni viceversa,
mentación que es característica de la Europa sino como partes esenciales de un todo. Es un
occidental o los Estados Unidos; como tam- fundador, un sabio, un poeta porque es un diri-
poco conocen revolución industrial ni desa- gente revolucionario.
rrollo de la burguesía. Son, además, o acaban Sobre todo, no podemos tomar fragmenta-
de serlo hace muy poco, naciones coloniales riamente su tarea, sino intentar verla en totali-
o semicoloniales. Una zona de su intelectuali- dad. Y la tarea concreta de la vida de Martí fue
dad se pone al servicio directo o indirecto del rechazar, en la teoría y en la práctica,
poder metropolitano e intenta caricaturizar
sus formas. Pero otra zona, la verdaderamente el pretexto de que la civilización, que es el nom-
representativa, utiliza sus conocimientos para bre vulgar. con que corre el estado actual del
servir a su pueblo. Esos conocimientos, por la hombre europeo, tiene derecho natural de apode-
pobreza de desarrollo del país y por su condi- rarse de la tierra ajena perteneciente a la barba-
44 Pensamiento anticolonial de nuestra América
rie, que es el nombre que los que desean la tierra “nosotros somos un pequeño género humano”:
ajena dan al estado actual de todo hombre que no que no somos prolongación o eco de la Europa
es de Europa o de la América europea: como si occidental, sino otra cosa, otro mundo. Mar-
cabeza por cabeza, y corazón por corazón, valiera tí va aún más lejos que Bolívar, al reparar no
más un estrujador de irlandeses o un cañoneador
solo en esa diferenciación, sino también en el
de cipayos, que uno de esos prudentes, amorosos
parentesco estructural que nos une a otras so-
y desinteresados árabes que sin escarmentar por
la derrota o amilanarse ante el número, defienden ciedades a lo ancho del planeta: en este sen-
la tierra patria, con la esperanza en Alá, en cada tido, es probablemente el primero en señalar
mano una lanza y una pistola entre los dientes15. la unidad de cuestiones del hombre “que no es
de Europa o de la América europea”. Y ello en
Entre los numerosísimos ejemplos de cómo un momento en que este hecho estaba lejos de
Martí tomó de modo militante el partido de ofrecerse con la evidencia con que lo hace hoy.
los colonizados –indoamericanos, africanos, Basta reparar en los distintos términos con que
indios, irlandeses...–, recuérdese que en plena cl capitalismo ha designado a las naciones co-
adolescencia se identificó con Abdala, héroe loniales o semicoloniales para percatarse de
árabe de África, y en su primer poemario lla- esto. En tiempos de Martí, eran “la barbarie”
mó a su hijo “Ismaelillo” (evidente alusión a a secas. En torno a la llamada Primera Guerra
Ismael, el legendario fundador del pueblo ára- Mundial, ya habían pasado a ser “los pueblos
be); y recuérdese también su formidable y an- de color”. De la llamada Segunda Guerra Mun-
ticipador texto sobre Vietnam: “Un paseo por dial, salieron como “los países subdesarrolla-
la tierra de los anamitas”, en La Edad de Oro16. dos”, y aun como el “Tercer Mundo”, denomi-
El otro gran creador de la América Latina, nación que, por confusa que sea (lo es acaso
Simón Bolívar (1783-1830), había visto que menos que la otra, que no ha hecho fortuna, de
“naciones proletarias”), supone una paulatina
pero evidente mejoría en la apreciación.
15 José Martí, “Una distribución de diplomas en un co-
Por supuesto que tales denominaciones,
legio de los Estados Unidos” [1884], VIII. 422.
provenientes de países capitalistas desarrolla-
16 Cf. Leonardo Acosta: “La concepción histórica de
dos/subdesarrollantes, implican interpretacio-
Martí”, José Martí, la América precolombina y la con-
quista española, La Habana, 1974. nes pro domo sua, que desvían la atención del
Martí en su (tercer) mundo 45
hecho central: aquellos son, simplemente, los metrópolis, y solían (suelen) proveerlas de
países asolados por el colonialismo y el impe- “proletariado externo”: para valerme, con dis-
rialismo. La más reciente de aquellas denomi- tinto contenido, de la equívoca expresión de
naciones, la de “Tercer Mundo”, fue creada por Toynbee. Ese Tercer Mundo, pues, podrá ha-
el demógrafo francés Alfred Sauvy en 1952, cer pensar (en comparación no muy feliz) en
por analogía con el “Tercer Estado” de 1789, el Tercer Estado; pero no, como querrían algu-
según me confesara él mismo, en La Habana, nos, en una inexistente tercera vía: al igual que
en 1971, mostrándose, por otra parte, insatisfe- para el resto del mundo, su obligada opción es
cho con el destino de esa metáfora17. Ya en “¿El entre capitalismo y socialismo: aunque, natu-
otro mundo?” (Papelería, La Habana, 1962) ralmente, con características peculiares. Sería
hablé de la imposibilidad de que ese “Tercer de desear que pudiéramos prescindir de esos
Mundo” se situara entre capitalismo, en un términos confusos que nos han arrojado en-
extremo, y socialismo en otro. La vía socialis- cima. ¿No hubiera prescindido de ellos Martí,
ta era a la sazón no solo la de ciertos países como gran descolonizador verbal que también
europeos, sino también la de otros, extraeuro- fue? Porque había echado su suerte “con los
peos, que intentaban salir del subdesarrollo, pobres de la tierra”, vio con toda claridad la
como varios del “Tercer Mundo”. De muchos añagaza implícita en la falsa dicotomía al uso
otros países de este mundo, por otra parte, no en su tiempo: “civilización” y “barbarie” (sim-
podría decirse que estaban al margen del capi- ples máscaras para aludir a los países explota-
talismo: formaban (forman) parte de su siste- dores y a los explotados). Y frente al racismo
ma, sufrían (sufren) la explotación de diversas que supone aquel planteo, habló con orgullo
de “nuestra América mestiza”.
¿Quiénes son pues sus pariguales? No solo
17 “[...] estoy cada vez menos entusiasmado con este demócratas revolucionarios de la otra Europa,
término que es algo cómodo, es un modo de liberar- sino hombres extraeuropeos –y relativamen-
se de la cuestión [...] Me parece que esta expresión, te cercanos en el tiempo– como Sun Yat-sen
“Tercer Mundo”, se llega a emplear por comodidad, (1866-1926), en China, o algunos dirigentes
lo que no dejo de lamentar”. (“El inventor de ‘Tercer
radicales de la Revolución Mexicana de 1910;
Mundo’”, Casa de las Américas, Nº 70, enero-febrero
de 1972, p. 188.) y, sobre todo, quien acaso contribuya a echar
46 Pensamiento anticolonial de nuestra América
más luz sobre él: Ho Chi Minh (1890-1969). A Pero el largo hiato habido entre la guerra en
diferencia de aquellos europeos, que vivieron el Continente y la guerra que Martí prepara, no
en momentos de menor desarrollo del capi- transcurre en vano. Ni las clases que estarán al
talismo y combatieron contra imperios hoy frente de esa guerra en Cuba serán las mismas
inexistentes (el zarista, el austríaco, el turco), que en el resto del Continente; ni la vecindad y
Martí y Ho Chi Minh se enfrentaron, en su lu- el crecimiento de los Estados Unidos pueden
cha anticolonial y popular, no solo contra me- pasar sin consecuencias. Las clases cubanas
trópolis del llamado Viejo Mundo, sino contra revolucionarias ya no son, en 1895, equivalen-
el propio imperialismo yanqui, el cual sigue tes de las que desataron y mantuvieron la gue-
siendo hoy nuestro enemigo, y representa el rra contra España en la América del Sur. Sus
mayor desarrollo alcanzado por el capitalismo pariguales han guerreado en Cuba, sin lograr
en el planeta. Pero el gran vietnamita –como la independencia, entre 1868 y 1878. En lo ade-
Martí, organizador y conductor político, publi- lante, la burguesía agrícola cubana se retrae, y
cista, teórico, poeta– pudo ir, en sus planteos, sueña incluso con una avenencia con España;
más allá de la democracia revolucionaria, pues o, llegado el caso, con los Estados Unidos. Son
vivió el privilegio de realizar su obra iluminado la pequeña burguesía, los pequeños propieta-
por la acción y el pensamiento leninistas y por rios, los profesionales; los tabaqueros, la inci-
la Revolución de Octubre –surgida veintidós piente clase obrera en general; los campesinos
años después de la muerte de Martí. pobres, los esclavos recién liberados, quienes
Sin embargo, muchos estudiosos de Martí llevarán el peso de esta guerra popular prepa-
habían solido olvidar este esencial parentes- rada por Martí, y más parecida, por ello, a las
co, que tanta luz echa sobre la obra martiana: revoluciones que intentarán al comienzo del si-
que es la luz a la cual hay que entenderla. La glo xx China o México. Además, Martí aspira a
misión de José Martí fue, en lo inmediato, in- detener, con la independencia de Cuba, el des-
dependizar a Cuba y Puerto Rico de manos bordamiento del imperialismo norteamericano
españolas, completando así la secesión de sobre el Continente y, luego, sobre el mundo.
Hispanoamérica: lo que parece meramente el “Cuba y Puerto Rico”, escribe, “entrarán a la
último capítulo de la independencia america- libertad con composición muy diferente y en
na frente a España, de la hazaña bolivariana. época muy distinta, y con responsabilidades
Martí en su (tercer) mundo 47
mucho mayores que los demás pueblos hispa- [...] ya estoy todos los días en peligro de dar mi
noamericanos”. Y más adelante: vida por mi país y por mi deber –puesto que lo
entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de
En el fiel de América están las Antillas, que se- impedir a tiempo con la independencia de Cuba
rían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una que se extiendan por las Antillas los Estados
república imperial contra el mundo celoso y su- Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nues-
perior que se prepara ya a negarle el poder, –mero tras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y
fortín de la Roma americana;– y si libres –y dig- haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser y
nas de serlo por el orden de la libertad equitativa como indirectamente, porque hay cosas que para
y trabajadora– serían en el continente la garan- lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse
tía del equilibrio, la de la independencia para la en lo que son, levantarían dificultades demasiado
América española aún amenazada y la del honor recias para alcanzar sobre ellas el fin.
para la gran república del Norte, que en el desa-
rrollo de su territorio –por desdicha, feudal ya, y Estas palabras sustentan la hermosa y des-
repartido en secciones hostiles– hallará más se- mesurada ambición del Manifiesto de Monte-
gura grandeza que en la innoble conquista de sus cristi, en que Martí y el Generalísimo Máximo
vecinos menores, y en la pelea inhumana que con Gómez anuncian al mundo, el 25 de marzo de
la posesión de ellas abriría contra las potencias 1895, la guerra de Cuba:
del orbe por el predominio del mundo [...] Es un
mundo lo que estamos equilibrando: no son solo La guerra de independencia de Cuba, nudo del
dos islas las que vamos a libertar18. haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de po-
cos años, el comercio de los continentes, es suce-
Algo más de un año después de escribir lo so de gran alcance humano, y servicio oportuno
anterior, confiesa, la víspera de su muerte, en que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la
reveladora carta a su amigo mexicano Manuel firmeza y trato justo de las naciones americanas,
Mercado: y al equilibrio aún vacilante del mundo.
Sin ella, es bastante probable que Cuba fuera ber reparado en que Martí, en realidad, se ha-
hoy, en vez de un país socialista, una colonia bía propuesto nada menos que salvar a todo el
estadunidense, como la fraterna Puerto Rico, Continente, e incluso contribuir al equilibrio
para “fomentar y auxiliar” cuya independencia aún vacilante del mundo? Probablemente na-
se había fundado también el Partido Revolucio- die en sus cabales, con medios tan exiguos (la
nario Cubano. Pero Cuba, tal como Martí había isla de Cuba tenía entonces algo más de millón
temido, sirvió de puente para la expansión de y medio de habitantes), se ha propuesto nun-
los Estados Unidos, los que, además de media- ca hazaña tan desmesurada. Martí teme que
tizar la independencia de aquella, guardaron los otros países del Continente no secunden
para sí enteramente otras posesiones españo- (o incluso no comprendan) su tarea; pero en
las, como la propia Puerto Rico y las Filipinas, la propia carta última a Mercado, documento
donde también se desarrollaba una poderosa inapreciable, confía:
guerra de liberación nacional. La intervención
norteamericana en la guerra hispanocubana, en Las mismas obligaciones menores y públicas de
1898, inaugura un nuevo período en la historia. los pueblos –como ese de usted y mío– [México]
Por primera vez antes de la actual revolución, más vitalmente interesados en impedir que en
Cuba aparece a los ojos del mundo como punto Cuba se abra, por la anexión de los imperialistas
de allá y los españoles, el camino que se ha de
esencial: sobre su tierra se abre la aventura del
cegar, y con nuestra sangre estamos cegando, de
imperialismo moderno. Apenas en la segunda
la anexión de los pueblos de nuestra América al
línea del libro clásico de Lenin El imperialis- Norte revuelto y brutal que los desprecia, –les
mo, fase superior del capitalismo (1917), se habrían impedido la adhesión ostensible y ayu-
menciona la guerra “hispanoamericana” como da patente a este sacrificio, que se hace en bien
pórtico de la época. inmediato y de ellos. // Viví en el monstruo, y le
A Rubén Darío le parecía que Martí, aquel conozco las entrañas: –y mi honda es la de David.
hombre genial, acaso el único hispanoamerica-
no que él admirara sin reservas, había sacrifi- En la tarea (y consecuentemente en el pensa-
cado su vida en una causa menor, la indepen- miento) de Martí hay, pues, una universalidad
dencia de una isla donde había nacido por azar. que le viene de varias realidades específicas:
¿Qué hubiera podido decir el gran poeta de ha- mientras, en lo inmediato, la guerra de Cuba se
Martí en su (tercer) mundo 49
organiza frente a España, en lo mediato intenta formas de una clase o de un pueblo. Por el
prevenir la expansión de los Estados Unidos; contrario: este ofendido arranca de la certi-
si es la última guerra americana contra el viejo dumbre del carácter distinto, original, de su
colonialismo que capitaneara en el mundo mo- ámbito histórico. Ese ámbito histórico no lo
derno España, es el primer movimiento concre- ve ceñido solo a su Isla. Más bien, la condi-
to contra el naciente imperialismo encabezado ción ostensiblemente fragmentaria de esta lo
en la edad contemporánea por los Estados Uni- arroja a considerar cómo ella se articula en
dos. Ello da una amplitud única al proceso des- el seno de conjuntos mayores. “Patria es hu-
atado por Martí, y a su pensamiento, abierto en manidad”, dirá. Pero el conjunto mayor inme-
arco desmesurado. Martí conoció una tensión diato no lo confunde con la hipóstasis de una
histórica que a ningún otro hispanoamericano realidad europea capitalista que se jacta de
le había sido dado vivir: concluye la obra del universalidad. No incurre, como Sarmiento,
siglo xix y prepara e inicia la del xx; proyecta en el error de tomar por “civilización” que es
dar remate a la secesión política, y anuncia la necesario imponer a sangre y fuego en estas
independencia económica y la justicia social; tierras (ese fue después de todo el criterio de
abarca la totalidad de la experiencia material los conquistadores europeos), instituciones y
y espiritual de sus pueblos; los ve en el sitio hábitos que son propios de otras realidades:
verdadero de su historia y los encabeza. No po- de los países capitalistas subdesarrollantes.
demos conjeturar cómo hubiera sido un Martí Frente a la mentida contraposición sarmien-
al margen de esta precisa ubicación, un Martí tina “civilización” contra “barbarie”, Martí
utópico y ucrónico, como lo han sugerido algu- dirá que “no hay batalla entre la civilización
nos: tal hombre no existe. y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la
naturaleza”19.
Cuando no se trata de la pugna de dos ins-
Nuestra América tancias interiores, sino del enfrentamiento de
dos mundos, Martí lo aborda con igual claridad.
Y esa universalidad del pensamiento de Mar-
tí no es vaga generalidad de papel, que tome
por formas del ser humano lo que no son sino 19 José Martí, “Nuestra América” [1891], VI, 17.
50 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Así, en el discurso (conocido con el nombre más cercano, Cuba, cuya historia y cuyas rea-
“Madre América”) a los delegados a la Confe- lidades exalta grandiosamente; y, en lo mayor,
rencia Panamericana celebrada en Wáshington el continente americano al sur del Río Bravo:
entre 1889 y 1890, que tanto le preocupó: “nuestra América mestiza”.
Si en toda su obra hay una constante alusión
Por grande que esta tierra sea, y por ungida que a esta idea, ella adquiere máxima claridad en su
esté para los hombres libres la América en que
texto fundamental, verdadera Carta Magna de
nació Lincoln, para nosotros, en el secreto de
esta actitud: el trabajo que Martí llamó explí-
nuestro pecho, sin que nadie ose tachárnoslo ni
nos lo pueda tener a mal, es más grande, porque citamente “Nuestra América” (1891). Allí está
es la nuestra y porque ha sido más infeliz, la Amé- la afirmación rotunda de la originalidad de sus
rica en que nació Juárez. tierras. Esta actitud es de capital importancia,
porque constituye el mayor sustento histórico
El siglo xx oirá después con frecuencia un len- del ideario martiano: es a partir de esta afirma-
guaje similar en la América Latina, en Asia, en ción, de esta confianza, de este desafío, que se
África, el cual, a primera vista, no deja de sor- articula el resto de su pensamiento.
prender. “La América en que nació Juárez” (el Martí no ignora las grandes realizaciones de
indio Juárez, no lo olvidemos, que vence a los los países metropolitanos, pero tampoco des-
europeos), “es más grande porque es la nuestra conoce –como que los siente en carne propia–
y porque ha sido más infeliz”. Es un peculiar sus limitaciones y crímenes. Y puesto a crear
razonamiento de colonial, de hombre a quien un país nuevo, zafado de la tutela de aquellos,
se ha querido humillar, que iluminará no solo el Martí desea incorporarle al suyo, a los suyos,
pensamiento político, sino también la ética de por una parte, todo lo que se acomode a su es-
José Martí, y que es característico de los países píritu; y por otra, todo lo vivo de las creaciones
subdesarrollados. Las guerras de liberación na- de los pueblos metropolitanos, mientras des-
cional como la que Martí prepara, suponen una echa todo lo muerto o nocivo en ellos:
desafiante y, a menudo, patética confianza en lo
propio; una necesidad de enfatizar lo genuino, La universidad europea ha de ceder a la univer-
lo autóctono, frente a la penetración colonialis- sidad americana. La historia de América, de los
ta e imperialista. Lo propio es para Martí, en lo incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no
Martí en su (tercer) mundo 51
se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra la actual Revolución Cubana al avivar las raí-
Grecia es preferible a la Grecia que no es nues- ces africanas de la nacionalidad? Quizá ningún
tra. Nos es más necesaria [...] Injértese en nues- texto sobre el tema supere en sagacidad y pre-
tras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de visión al fundamental “Nuestra América”, en el
ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante
que para mostrar la realidad de nuestro “sub-
vencido; que no hay patria en que pueda tener el
desarrollo” se junta el análisis penetrante del
hombre más orgullo que en nuestras dolorosas
repúblicas americanas. científico al vuelo poético del creador de mitos.
Pero una vez reconocida esa especificidad
Ante todo, reconocer la autoctonía, la especi- de nuestra América, corresponde saber qué
ficidad de esta América que él llama mestiza; parte del caudal de creaciones anteriores se
de esta América en donde se han mezclado aviene a ella, y qué parte debe ser rechazada
descendientes de europeos, indios y africanos. por negativa en sí o por negativa para ella. Este
El indio posee una enorme importancia para deslinde es uno de los más interesantes aportes
él, como dueño de la tierra y hombre que ya de Martí. En lo tocante a España, la situación
fue capaz de levantar sobre ella culturas origi- no es compleja. La realidad de Hispanoamé-
nales y enteramente propias, no alimentadas, rica se ha hecho en contrapunto con España,
sino desbaratadas por el europeo. Lo que en lo frente a la que han guerreado, en lo militar y
adelante se haga, tendrá que contar de manera en lo ideológico, criollos de acción y de ideas.
primordial con el concurso suyo; no podrá ser España está tan destartalada ya a los ojos del
esa grotesca caricatura del molde capitalista Continente, que, en el combate ideológico,
que han debido sufrir los países del Continente, Martí se la sacude de encima con solo unas
“con casaca de París y pie descalzo”. Recuérde- cuantas frases hirientes: hablando por ejemplo
se cómo lo mejor de la Revolución Mexicana de la “ineptitud y corrupción irremediable del
de 1910 sería fiel a esta advertencia martiana. gobierno de España”. A los veinte años ha pu-
Incluso allí donde ha sido quebrada la cultura blicado un opúsculo que a la vez que muestra
indígena, reivindicarla es un modo de defender su creciente radicalismo, reitera lo mejor del
lo propio frente al colonialista. ¿Han procedi- pensamiento independentista cubano: La Re-
do de otro modo las renacientes y enérgicas pública Española ante la Revolución Cubana
repúblicas africanas de estos últimos años; o (1873). En lo futuro, poco tendrá que modificar
52 Pensamiento anticolonial de nuestra América
en ese punto. Contra España ya no hace falta El rápido crecimiento de este país ha-
discutir: basta con combatirla, derrotarla e ins- bía impresionado no solo a europeos como
taurar una república que, desde luego, se apar- Alexis de Tocqueville, sino, quizá sobre todo,
tará de sus formas. a numerosos hispanoamericanos, como el
La relación es menos clara cuando se trata propio Sarmiento, quienes pensaban que en
de otras naciones europeas, de amplio desarro- sus tierras del Sur, a pesar de tan distintos
llo capitalista, cuya influencia sobre la América orígenes y componentes, podría repetirse la
Latina fue notoria y a veces negativa: ya porque historia del Norte, hija directa de la Revolu-
pretendieran, y a menudo lograran, colonizarla ción Industrial y el desarrollo burgués que la
abierta o veladamente, ya porque la llevaran a misma España no había conocido, y que, por
preferir formas de gobierno inadaptadas a su tanto, difícilmente podía dejar en herencia
realidad. Sin embargo, aun aquí Martí puede a sus excolonias. A pesar de admirar, en los
encontrar antecedentes o compañía en la vigi- primeros años de su destierro en los Estados
lancia y la reserva. Unidos, parte de la historia norteamericana,
Pero donde Martí es acaso el primero en vis- de Washington a Lincoln, Martí repara pronto
lumbrar plenamente el peligro que se cierne en que tal similitud es imposible, pero sobre
sobre nuestra América, es en lo tocante a los todo no es deseable, dadas las desigualdades
Estados Unidos20. e injusticias a que conduce el camino que to-
maron los Estados Unidos. Además, por vivir
en el interior de aquella nación en el momen-
20 Ello no quiere decir que, desde el propio Bolívar, to en que se va transformando de país premo-
no haya habido vigorosos precursores de esta actitud.
Baste recordar al chileno Francisco Bilbao (1823-1865),
quien en su “Iniciativa de la América. Idea de un con-
greso federal de las repúblicas”, conferencia leída en llega a exclamar estas palabras, que tanto recuerdan a
París en 1856, retoma la idea bolivariana de una con- las que escribirá Martí en 1889: “Ha llegado el momento
federación de pueblos latinoamericanos para impedir histórico de la unidad de la América del Sur, se abre
que sigan cayendo “fragmentos de América en las man- la segunda campaña, que la independencia conquistada
díbulas sajonas del boa magnetizador, que desenvuelve agregue la asociación de nuestros pueblo”. Francisco
sus anillos tortuosos. Ayer Texas, después el norte de Bilbao, La América en peligro. Evangelio americano.
México y el Pacífico, saludan a un nuevo amo”. Bilbao Sociabilidad chilena, Santiago de Chile, 1941, p. 145.
Martí en su (tercer) mundo 53
para atacar a los Estados Unidos. Pero no única que tiene el deber absoluto de ser grande.
cabe duda de sus intenciones al escribir esas En buena hora que los pueblos que heredamos
Escenas norteamericanas: sin desconocer lo tormentas, vivamos en ellas. Este pueblo heredó
positivo del pueblo que había levantado la re- calma y grandeza: en ellas ha de vivir23.
pública más rica que el mundo hubiera conoci-
do hasta entonces, y la excelencia de algunos Y poco después advierte cómo está “la nación,
de sus hombres y mujeres (como el pensador en manos ya de unos cuantos despreciados
Emerson, el abolicionista Wendell Philips, la mercaderes”, y cómo
luchadora obrera Lucy Parsons, y los escrito-
res Whitman, Longfellow, Helen Hunt Jackson una aristocracia política ha nacido de esta aris-
y Twain), Martí quiere dar a conocer en sus tocracia pecunaria, y domina periódicos, vence
Escenas los defectos de ese país, los peligros en elecciones, y suele imperar en asambleas
sobre esta casta soberbia, que disimula mal la
que él implicaba para los latinoamericanos. Su
impaciencia con que aguarda la hora en que el
obsesión era hacer ver cómo “esta República,
número de sus sectarios le permita poner mano
por el culto desmedido a la riqueza, ha caído, fuerte sobre el libro sagrado de la patria, y re-
sin ninguna de las trabas de la tradición, en la formar para el favor y privilegio de una clase, la
desigualdad, injusticia y violencia de los paí- magna carta de generosas libertades, al amparo
ses monárquicos”22. de las cuales crearon estos vulgares poderosos
la fortuna que anhelan emplear hoy en herirlas
Ya en una de sus primeras Escenas, de 1881, gravemente24.
habla de
Años después, en el periódico Patria, destina-
este país, señor en apariencia de todos los pue- do a alentar la guerra contra España, dedica
blos de la tierra, y en realidad esclavo de todas una sección, con el título “Apuntes sobre Es-
las pasiones de orden bajo que perturban y per- tados Unidos”, al solo objeto de dar a conocer
vierten a los demás pueblos. Y es esta la nación
22 José Martí, “Un drama terrible. La guerra social de 23 José Martí, “Carta de Nueva York” [1881], IX, 27.
Chicago” [1887], XI, 335. 24 Ibídem, pp. 97 y 108.
Martí en su (tercer) mundo 55
allí, tomadas literalmente de la prensa nortea- ciencia, la técnica, y el vasto caudal de las artes
mericana, las noticias que revelen y las letras, que Martí divulgó ampliamente en-
tre los lectores de lengua española. Allí, como
aquellas calidades de constitución que, por su en todo, Martí piensa en la forma como puede
constancia y autoridad, demuestren las dos ver- ser asimilado por nuestra América: “Injértese
dades útiles a nuestra América: el carácter crudo, en nuestras repúblicas el mundo; pero el tron-
desigual y decadente de los Estados Unidos, y la co ha de ser el de nuestras repúblicas”, nos ha-
existencia, en ellos continua, de todas las violen-
bía dicho. Y esta advertencia se agiganta cuan-
cias, discordias, inmoralidades y desórdenes de
do se trata de educación, y más aún de cues-
que se culpa a los pueblos hispanoamericanos25.
tiones sociales, políticas y económicas. Ya aquí
ha de seguirse solo lo que responda fielmente
En verdad que, si no conociéramos la doble
a las exigencias de sus pueblos. Lo que en este
misión que Martí se ha impuesto, sorprendería
orden Martí alaba o censura lo hace siempre
esta sección fija en un periódico cuya única
en función de la circunstancia concreta de sus
tarea aparente es servir de vehículo al Partido
países, y especialmente de Cuba. Por ejemplo:
Revolucionario Cubano en su guerra por la in-
a ningún pensador social dedica elogios más
dependencia frente a España.
generosos que a Henry George (1830-1897), el
Pero no se trata de rechazar mecánicamente,
autor de Progreso y miseria (1879). Lo que En-
en bloque, a los Estados Unidos. Se trata, tan
gels dirá de Marx en 1883, ante su tumba recién
solo, de hacer ver lo negativo que llevan en su
cerrada, dice Martí, cuatro años más tarde, de
seno (“tal vez es ley que en la raíz de los árbo-
George: “Solo Darwin en las ciencias natura-
les grandes aniden los gusanos”), y el inmenso
les ha dejado en nuestros tiempos una huella
peligro que representan para la América Latina.
comparable a la de George en la ciencia de la
Por lo demás, en los Estados Unidos, como en
sociedad”26. Es casi seguro que Martí considera
la Europa occidental, mucho hay de útil para
que la teoría de este sobre la renta de la tierra,
nuestras tierras. En primer lugar, el saber: la
se avendría a los problemas de Cuba, urgida
25 José Martí, “La verdad sobre los Estados Unidos” 26 José Martí, “El cisma de los católicos en Nueva
[1894], XXVIII, 294. York” [1887], XI, 146.
56 Pensamiento anticolonial de nuestra América
ante todo, una vez que hubiera obtenido su in- evolucionando los criterios martianos sobre
dependencia, de reformar la realidad agraria. este punto (pues Martí, como todo pensador,
Es significativo que George, figura menor, haya experimentó una evolución que suelen olvidar
ejercido influencia también en Sun Yat-sen, por quienes citan indiscriminadamente sus tex-
similares razones27. tos28) y, desde luego, cómo, en esa evolución,
junto a los sucesos estadunidenses, influyeron,
de modo determinante, los objetivos que Martí
La batalla social se proponía para Cuba, en lo inmediato, y para
su América.
A esta luz hay que contemplar también la visión En relación con lo primero, Federico En-
que Martí da del proletariado como fuerza pu- gels29 nos ha dejado observaciones del mayor
jante. Pero antes de comentar, aunque somera- valor: según él, incluso,
mente, esa visión, es menester tener en cuenta
varios hechos: cómo era apreciado ese proble- […] en febrero de 1885, la opinión pública nortea-
ma en los Estados Unidos, donde residió Martí mericana era casi unánime sobre este punto: que
los quince años de su madurez; cómo fueron en los Estados Unidos no existía clase obrera, en
el sentido europeo de la palabra; que, por conse-
cuencia, no había ninguna lucha de clases entre
27 Cf. un comentario a la influencia de George en Sun trabajadores y capitalistas, como la que desgarra
Yat-sen, y en general a la esperanza de este “de eludir
la vía capitalista en China”, así como de realizar una
“radical reforma agraria”, en el trabajo de Lenin “Demo-
cracia y populismo en China”, 1912 (O.C., XVIII). Lenin 28 Intentos meritorios de señalar las etapas de la
concluía que un futuro partido marxista chino “a la vez evolución martiana se encuentran en: Pedro Pablo Ro-
que haga la crítica de la utopía pequeñoburguesa y las dríguez: “La idea de liberación nacional en José Mar-
concepciones reaccionarias de Sun Yat-sen, se preocu- tí”, Pensamiento Crítico. No. 49-50, febrero-marzo de
pará sin duda de destacar, mantener y ampliar el núcleo 1971; e Isabel Monal: “José Martí: del liberalismo al de-
democrático revolucionario de su programa político y mocratismo antimperialista”, Casa de las Américas, Nº
agrario” (161-162). Como se sabe, eso fue lo que suce- 76, enero-febrero de 1973.
dió, e incluso Sun Yat-sen saludó entusiasmado, hasta 29 Federico Engels: “Prólogo a la edición norteameri-
su muerte en 1925, las realizaciones de la Revolución cana de 1887”, La situación de la clase obrera en Ingla-
de Octubre. terra..., La Habana, 1974.
Martí en su (tercer) mundo 57
a la sociedad europea, ni era posible en la repúbli- grantes alemanes, que usan su propio idioma y,
ca norteamericana; y que el socialismo era por lo en su mayoría, se hallan poco familiarizados con
tanto un acontecimiento de importancia extran- el inglés [p. 401].
jera, incapaz de echar raíces en el país [p. 395].
Sabidos estos hechos es como puede apre-
Pero en los meses que siguen a los grandes su- ciarse el radicalismo de Martí cuando en 1882,
cesos de mayo de 1886 en Chicago, los cuales discrepando de “la opinión pública norteameri-
acabarán por costar la vida a cinco luchado- cana”, la cual, según Engels, era “casi unánime
res obreros de filiación anarquista, tiene lugar sobre este punto”, escribe:
“en la sociedad norteamericana”, dirá también
Engels, “una revolución que hubiera requerido En esta tierra se han de decidir, aunque parezca
por lo menos diez años en cualquier otro país”, prematura profecía, las leyes nuevas que han de
y que implica la brusca presencia de la lucha gobernar al hombre que hace la labor y al que
de clases, la cual se propagaría “con la rapidez con ella mercadea. En este colosal teatro llega-
de un incendio en la pradera y [...] sacudiría a rá a su fin el colosal problema. Aquí, donde los
trabajadores son fuertes, lucharán y vencerán los
la sociedad norteamericana en sus cimientos”
trabajadores. Los problemas se retardan, mas no
(pp. 395-396). Sin embargo, ni siquiera entonces
se desvanecen. Negarnos a resolver un problema
llega a constituirse en los Estados Unidos un de cuya resolución nos pueden venir males, no
movimiento marxista apreciable: solo parecen es más que dejar cosecha de males a nuestros hi-
interesados en ello emigrantes europeos que jos. Debemos vivir en nuestros tiempos, batallar
en sus lenguas disputan sobre cuestiones eu- en ellos, decir lo cierto bravamente, desamar el
ropeas. Todavía en 1887, hablando del Partido bienestar impuro, y vivir virilmente, para gozar
Socialista del Trabajo, Engels reconocerá que: con fruición y reposo el beneficio de la muerte.
En otras tierras se libran peleas de raza y bata-
es un partido que solo existe de nombre, porque llas políticas. Y en esta se librará la batalla social
en ninguna parte de Estados Unidos ha estado en tremenda30.
posición de afirmarse como partido político. Ade-
más, hasta cierto punto, resulta extranjero para
Estados Unidos, ya que hasta muy recientemente 30 José Martí, “Carta de Nueva York” [1882], IX, 277-
estaba formado casi exclusivamente por inmi- 278.
58 Pensamiento anticolonial de nuestra América
¿Cómo ignorar, sin embargo, que Martí está de modo que la bestia cese, sin que se desbor-
pensando en su país, cuya guerra de indepen- de y espante. Ved esta sala: la preside, rodeado
dencia prepara (“la guerra”, dirá luego coinci- de hojas verdes, el retrato de aquel reformador
diendo con Clausewitz, “es un procedimiento ardiente, reunidor de hombres de diversos pue-
blos, y organizador incansable y pujante. La In-
político”31) y que vive todavía, por tanto, “bata-
ternacional fue su obra: vienen a honrarlo hom-
llas políticas”? ¿No tendrá que liberar también,
bres de todas las naciones. La multitud, que es
a su tiempo, “la batalla social tremenda”? Esa de bravos braceros, cuya vista enternece y con-
batalla como tal solo existía ya, en su época, forta, enseña más músculos que alhajas, y más
para los países capitalistas desarrollados. caras honradas que paños sedosos. El trabajo
Martí no desconoció a Marx, e incluso lo embellece. Remoza ver a un labriego, a un he-
elogió calurosamente, aunque no estuviera fa- rrador, o a un marinero. De manejar las fuerzas
miliarizado con su obra: no hay, en sus páginas de la naturaleza, les viene ser hermosos como
referencia a ningún título de Marx. Pero si no ellas. // [...] Karl Marx estudió los modos de asen-
coincidió con los métodos marxistas relativos tar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a
a la lucha de clases (lo cual, una vez más, debe- los dormidos, y les enseñó el modo de echar a
tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa,
mos considerar a la luz de la concreta realidad
y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen
de su país), se refirió así a Marx en 1883, a raíz
viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de
de su muerte: seno de mujer en el hogar, los hijos que no han
tenido gestación natural y laboriosa. Aquí están
Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de buenos amigos de Karl Marx, que no fue solo
los débiles, merece honor. Pero no hace bien el movedor titánico de las cóleras de los trabajado-
que señala el daño, y arde en ansias generosas res europeos, sino veedor profundo en la razón
de ponerle remedio, sino el que enseña remedio de las miserias humanas, y en los destinos de los
blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres, y hombre comido del ansia de hacer
hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso bien. Él veía en todo lo que en sí propio llevaba:
abestiamiento de unos hombres en provecho de rebeldía, camino a lo alto, lucha32.
otros. Mas se ha de hallar salida a la indignación,
31 “Nuestras ideas” [1892], I, 317. 32 José Martí, “Carta de Martí” [1883], IX, 388.
Martí en su (tercer) mundo 59
Considérese el caso de su país. Cuba tiene por entregado a la organización y la conducción del
delante “batallas políticas”. Los problemas Partido Revolucionario Cubano, hasta cierto
concretos que Martí debe resolver son, en lo punto deja de lado temporalmente esta cues-
inmediato, independizar a su país de España; tión en aras de la unidad revolucionaria. Pero
al mismo tiempo, frenar la expansión imperia- eso no es todo. Aunque habla de “las clases
lista norteamericana. Ambas cosas no podían que tienen de su lado la justicia”, y aunque no
realizarse sino contando con un amplio frente cabe la menor duda, porque lo repitió muchas
nacional (necesariamente multiclasista) que veces, de que quería echar su suerte “con los
combata al extranjero, como lo propugnará pobres de la tierra”, tal parece como si hubie-
el Partido Revolucionario Cubano. Exacerbar ra concebido la idea –también común a varios
a destiempo “la batalla social” es, en su tierra, dirigentes de movimientos de liberación na-
quebrar ese frente y hacer imposible incluso el cional– de que no solo la explotación de unas
paso primero. Por eso, si a raíz del ahorcamien- clases por otras, sino la misma división de la
to de los líderes obreros de Chicago, como era sociedad en clases, era obra nefasta de la so-
previsible, radicalizará aún más su visión de ciedad capitalista desarrollada. Lamentando el
este problema33, sin embargo, cuando está ya curso histórico de los Estados Unidos, dirá en
1888: “la república popular se va trocando en
una república de clases”34. Su verdadera tarea,
33 José Martí: De esa radicalización somos testigos al
leer las varias crónicas que Martí dedicara a los sucesos en este sentido, sería más bien rechazar todo
de mayo de 1886 en Chicago y a sus consecuencias. Si este aspecto de las sociedades capitalistas e
al principio Martí desaprueba la conducta violenta de
los trabajadores, va modificando su criterio hasta llegar
a escribir su extraordinario reportaje fechado el 13 de
noviembre de 1887, en que ya se muestra plenamente como William Dean Howells (1837-1920) y Mark Twain
identificado con la actitud de los trabajadores. Entre (1835-1910): Cf. Philip S. Foner: Mark Twain: social
la primera y la última de dichas crónicas, median esos critic, 3º ed., Nueva York, 1972, esp. p. 230. Cf. sobre
meses en los que, al decir de Engels, ha tenido lugar este punto en general, de R.F.R.: “Ante los sucesos de
en los Estados Unidos “una revolución” que “sacudiría Chicago”, “Nuestra América”: cien años y otros acer-
a la sociedad norteamericana en sus cimientos”. Una camientos a Martí, La Habana, 1995.
radicalización similar, y por similares razones, experi- 34 José Martí, “La religión en los Estados Unidos”
mentarán en este momento radicales norteamericanos [1888], XI, 425.
60 Pensamiento anticolonial de nuestra América
intentar una “república popular” que, desde su gente de esa revolución socialista. Pero menos
nacimiento, lograra impedir esa ulterior evolu- aceptable es presentarlo como reformista o mo-
ción, la cual estaba corroyendo a los Estados derado: luchó por hacer, para su circunstancia,
Unidos, los estaba “trocando en una república lo más radical que el proceso histórico le permi-
de clases”. Cómo pensaba lograrlo Martí, no lo tía35. Puesto que una actuación más hacia la iz-
sabemos. Él fue hombre práctico, que no rehu- quierda no era entonces históricamente factible
yó sino preparó “la guerra necesaria”: la cual no en un país colonial, sino nueva copia libresca
era “remedio blando”, y ciertamente sí “tarea de de una fórmula metropolitana, tildar a Martí de
echar a los hombres sobre los hombres”. Hubie- reformista es asumir un rasero idealista inacep-
ra sido menester verlo enfrentarse, con aquella table. En la historia hay posiciones más radica-
magnífica ilusión, a las realidades concretas del les; en la historia que le tocó vivir a Martí, no
gobierno. En todos los casos que conocernos, hubo –ni podía haber– otra más efectivamente
siempre que algo similar ha sido intentado en radical que la suya. Eso lo entendieron los hom-
países como el suyo, coloniales o semicolonia- bres que, como Carlos Baliño (1848-1926), Die-
les, el resultado, ha sido, si se trataba de revo- go Vicente Tejera (1848-1903) y su propio amigo
lucionarios consecuentes, que la realidad ha lle- fraternal Fermín Valdés Domínguez, se confesa-
vado no a la creación, sino a la certidumbre de ban socialistas36 y colaboraron plenamente con
la existencia de las clases y de su choque fatal
(tan fatal como el de colonia y metrópoli), con
la consiguiente radicalización del proceso revo- 35 Así lo han comprendido (y asumido) los más conse-
cuentes y radicales continuadores de Martí: Julio Anto-
lucionario. Por eso no es azaroso que en países
nio Mella y Fidel Castro, quienes, de modo significativo,
donde los dirigentes del movimiento de libe- fueron fundadores, respectivamente, del primer partido
ración nacional asumieran profundamente su marxista-leninista de Cuba y del Partido Comunista de
problemática política, haya podido, entroncan- Cuba. Valiosas observaciones al respecto han hecho
do con sus propios pensamientos y después de otros autores o dirigentes políticos como Emilio Roig
de Leuchsenring, Juan Marinello, Raúl Roa, Leonardo
una desviación temporal (en que la burguesía
Griñán Peralta, Carlos Rafael Rodríguez, Sergio Agui-
ha intentado desvirtuar esos pensamientos) de- rre, Ezequiel Martínez Estrada, Armando Hart.
sarrollarse una revolución francamente socia-
36 Tejera y Valdés Domínguez eran socialistas utópi-
lista. Martí no era aún (no podía serlo) el diri- cos. Tejera fundaría luego, en plena intervención esta-
Martí en su (tercer) mundo 61
él. Martí fue un demócrata revolucionario que el aguerrido y militante ideólogo de las clases
vivió en el límite extremo de las posibilidades populares (a pesar de que el proletariado cu-
de su circunstancia, y previó incluso no pocas bano todavía era solo una fuerza incipiente)
de aquellas tareas que, según comprendió con mientras la burguesía agrícola del país se veía
claridad, no le correspondía realizar en ese mo- representada por los autonomistas. Enrique
mento. Precisamente a Baliño, para entonces Collazo, compañero suyo y testigo de sus días,
ya declaradamente socialista, Martí dirá: “¿La nos ha dicho, al hablarnos de las cotizaciones
Revolución? La Revolución no es la que vamos al Partido Revolucionario Cubano: “la masa
a iniciar en las maniguas, sino la que vamos a obrera daba sin preguntar su óbolo con abso-
desarrollar en la República”37. Martí fue, pues, luta confianza y fanatismo ciego por su ídolo
Martí”38. De la burguesía (o preburguesía) cu-
dounidense (1899), el primer y fugaz partido socialista
bana, en cambio, Martí no recibió sino ataques
cubano. A Valdés Domínguez Martí envía, en 1894, una e injurias. Ni siquiera tuvo ella la mínima gran-
carta importante para conocer su criterio sobre el so- deza de inclinarse ante su portentoso genio li-
cialismo (III, 168); y al hablar en honor suyo, el 24 de terario. El odio de clase de aquellos hombres
febrero de ese año, le dirá: “Y juntos, probablemente, se lo impedía. Bien veían ellos, después de
moriremos en el combate necesario para la conquista
de la libertad, o en la pelea que con los justos y des- todo, que Martí era el enemigo irreconciliable,
dichados del mundo se ha de mantener contra los so- aunque la extraordinaria violencia martiana, su
berbios para asegurarla” (IV, 325). Baliño, a quien llamó fuerza devastadora, no incurrieran en gestos
Martí en 1892 “un cubano que padece con alma hermo- innecesariamente ríspidos.
sa por las penas de la humanidad, y solo podría pecar
Un notable ejemplo de cómo veían sus ene-
por la impaciencia de redimirlas” (II, 185), llegó a ser
un socialista científico, y estuvo en 1925 entre los fun- migos ideológicos a Martí está en las páginas
dadores, junto a Julio Antonio Mella, del primer partido que le infiriera el anexionista cubano José Ig-
marxista-leninista cubano. Cf. sobre este tema el libro nacio Rodríguez a finales del siglo xix39, cuan-
de José Cantón Navarro Algunas ideas de José Martí
sobre la clase obrera y el socialismo, La Habana. 1970;
2a. ed. aumentada, 1981. 38 Enrique Collazo, “José Martí”, Cuba independiente,
37 Cit. en Julio Antonio Mella, “Glosas al pensamiento La Habana, 1900, p. 51.
de José Martí” [1926], Documentos y artículos, La Ha- 39 José Ignacio Rodríguez: Estudio histórico sobre el
bana, 1975, p. 269. origen, desenvolvimiento y manifestaciones prácti-
62 Pensamiento anticolonial de nuestra América
do (ocupada por tropas yanquis la Isla, y no incorrecta y llena de extrañezas monstruosas [...]
decidida aún la fórmula neocolonial que se le Su actividad era incansable, y nada había que lo
impondría) la prédica martiana constituía un arredrase, ni en punto a magnitud, ni en punto a
peligro cercano para la causa que Rodríguez dificultad, cuando se trataba de acometer algún
defendía. Hablando del Partido Revolucionario trabajo que redundase en beneficio de los ideales a
que se había consagrado. A los cubanos que tenía
Cubano, este dirá:
cerca de sí, especialmente a los pobres y más igno-
rantes, los ayudaba en sus necesidades y les daba
Era el alma y el todo de este Partido, que así asu-
clases por las noches, enseñándoles gratuitamente
mía la autoridad suprema y declaraba rebelde al
a leer, a escribir [...] y a todos y de todos modos, en
que manifestaba una opinión distinta de las que
cuanto estaba a su alcance, les predicaba el odio
por él se defendían, el cubano don José Martí,
a España, el odio a los cubanos autonomistas, a
hombre entonces comparativamente joven, en
quienes increpaba diciendo: “no es la caja solo lo
quien se reunían abundantemente muchas de las
que hay que defender, ni es la patria una cuenta
condiciones necesarias para un apostolado de
corriente, ni con poner en paz el débito y el crédi-
esta clase. Favorecido por el cielo con una inte-
to, ni con capitanear de palaciegos unas cuantas
ligencia clara y con una imaginación fervidísima,
docenas de criollos, se acalla el ansia de conquis-
pero indisciplinadas la una y la otra hasta aquel
tar un régimen de dignidad y de justicia, en el que
extremo que se vio con frecuencia entre muchos
en el palacio del derecho, sin empujar de atrás ni
de los revolucionarios franceses de 1789 y 1793,
de adelante, sean capitanes todos” [José Martí,
aparecía muchas veces, a los ojos de los que no
“Autonomismo e independencia”, Patria, 26 de
eran sus discípulos o que no estaban fascinados
marzo de 1892]; el odio al hombre rico, cultivado y
por la influencia magnética que entre su círculo
conservador, introduciendo así en el problema de
inmediato ejercía con tanto poder, como si fuese
Cuba un elemento que hasta entonces había sido
víctima de un desequilibrio mental. Su palabra era
desconocido, pues todos los movimientos del país
facilísima, sonora y abundante, de calor febril que
habían partido siempre de las clases altas y aco-
le hacía arrastradora entre ciertos grupos, pero
modadas; y el odio a los Estados Unidos de Améri-
ca, a quienes acusaba de egoístas, y a quienes mi-
raba como el tipo de una raza insolente, con quien
cas de la idea de la anexión de la isla de Cuba a los
la que dominaba en los demás países de la América
Estados Unidos de América, La Habana, 1900, capítu-
lo XXIX. continental, tenía que luchar sin descanso.
Martí en su (tercer) mundo 63
Los revolucionarios cubanos [de 1895] no eran 40 G.D.H. Cole: Historia del pensamiento socialista,
t. IV, La Segunda Internacional, 1889-1914, segunda
socialistas. Tampoco su principal teórico, José
parte [1956], trad. de E. González Pedrero, México, D.F.,
Martí, expresó una doctrina específicamente 1960, p. 287.
64 Pensamiento anticolonial de nuestra América
“pensador”41, uno de los más altos de nuestro llamárselas, ya que andamos en lo metafórico,
mundo. Además, hay en su obra constantes ba- armas ideológicas. Las verdaderas fuentes serían
rruntos plenamente filosóficos, los cuales dejó los problemas concretos que se dio a resolver, y el
abiertos, esbozados. cuerpo de creencias que habían surgido al calor
Ya he adelantado las partes más inmediatas de directo de esos problemas. Una vez más, aquí, el
su “pensamiento”: las referentes a lo político y mero hecho de situarlo dentro de su familia aclara
lo social, que ocuparon en él lugar determinante. mucho de su pensamiento. ¿Qué ha solido ocurrir
Es más: el resto de su ideario no puede desvincu- con los pensadores de los países coloniales y se-
larse de su acción; está constituido, pudiéramos micoloniales, casi todos los cuales estudiaron, y
decir, por los sustentos y las metas de esta. “La aparentemente se formaron, en naciones capita-
expresión”, nos dijo él mismo, “es la hembra del listas desarrolladas? Unos se convirtieron en pa-
acto”. La más sutil manera de traicionarlo sería cientes o tenaces repetidores de fórmulas ajenas,
quedarnos con la letra, que mata: aunque en su carentes de eficacia en relación con su concreta
caso también fascine. No se trata de ordenar sus realidad, y se evaporaron para la historia. Otros,
fragmentos con arreglo a un plan, sino de inten- por el contrario (los grandes dirigentes), utiliza-
tar situarlos, en totalidad, hasta hacerlos coinci- ron instrumentalmente lo aprendido en países
dir con su acción, iluminándose mutuamente, en desarrollados, y de esa manera defendieron el
esa cópula dialéctica que anuncia su frase. cuerpo ideológico de sus países respectivos, y sus
Remitirnos a su acción, y a las circunstancias propias realidades. No será sino hasta bien entra-
de esa acción, será también más provechoso do el siglo xx, en pleno proceso de descoloniza-
para entender a Martí que el mero rastreo de sus ción, el cual llegará a rozar primero y a fundirse
“fuentes” europeas o estadunidenses: las cuales, después en varios casos con la revolución socia-
sin embargo, fueron numerosas. Pero cabe dudar lista mundial, que se hará posible la coincidencia
de que fueran tales “fuentes”. Más bien podría del pensamiento venido de fuera, el materialismo
dialéctico e histórico, con la problemática del país
colonial: sin que, incluso entonces, sean desdeña-
41 Utilizo el término “pensamiento” como solía em- bles las tradiciones particulares.
plearlo José Gaos: Cf. la “Introducción” a su Antología
Sin embargo, es cierto que en este orden
del pensamiento de la lengua española en la Edad
Contemporánea, México, 1945. de cosas la América Latina se halla en una si-
Martí en su (tercer) mundo 65
los versos de su temprano poema dramático Martí nace genial en casa humilde y en pueblo
“Abdala”: colonizado. No puede darse coyuntura más fa-
vorable para hacerlo inmensamente sensible a
El amor, madre, a la patria la condición histórica que vive. Eso precipita
No es el amor ridículo a la tierra, en él su conciencia de ser hombre de un país
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas; subdesarrollado. Y lo característico de ese
Es el odio invencible a quien la oprime, hombre es quedar marginado de la línea mayor
Es el rencor eterno a quien la ataca [...] de la historia, expoliado, folclorizado. El Martí
juvenil, como todo integrante digno de un país
Es mucho más que un juego de palabras lo que colonial, siente odio y rencor, y lo expresa a
se muestra, desnudo, en estos versos puestos través de un personaje de su ficción (que en
en boca de un alter ego adolescente: “El amor él es también la vida). Pero estos sentimientos
[...] es el odio [...] es el rencor”. No se trata, por mueven mal a los pueblos. No solo debemos
supuesto, de presentar ahora a Martí como un considerar aquí la ascesis tremenda vivida por
odiador, lo que nunca fue42, sino de explicar la el muchacho en el presidio político, prueba de
raíz de su amor. Ese amor batallador (como el fuego que pudo destruirlo pero lo dejó purifi-
león de Valéry con respecto al cordero) estaba cado y conocedor de su fuerza, sino el hecho
dialécticamente hecho de odio y de rencor43.
de que los pueblos requieren metas positivas, Otros, con ojos desolados y llenos de dulcísimas
realizaciones concretas, para despertar de un lágrimas, miran desesperadamente a lo alto. Y
estado de abatimiento. Requieren, en fin, que Darwin, con ojos seguros y mano escrutadora, no
el odio y el rencor generen no solo cosas que comido del ansia de saber a dónde se va, se en-
corvó sobre la tierra, con ánimo sereno, a inquirir
destruir, sino construcciones que realizar. Mar-
de dónde se viene. Y hay verdad en esto: no ha de
tí ofrecerá en lo adelante, cada vez más, metas, negarse nada que en el solemne mundo espiritual
horizontes. Mientras en lo político diseña el sea cierto: ni el noble enojo de vivir, que se alivia al
área a la vez real y mítica de “Nuestra Améri- cabo por el placer de dar de sí en la vida: ni el colo-
ca”, en lo ético postula una inmensa confianza, quio inefable con lo eterno, que deja en el espíritu
dostoievskiana y prevallejiana, en el acorrala- fuerza solar y paz nocturna; ni la certidumbre real,
do pero potencialmente radiante ser humano, puesto que da gozo real, de una vida posterior en
predica su igualdad por encima de las fútiles que sean plenos los penetrantes deleites, que con
distinciones raciales, se echa del lado de los la vislumbre de la verdad, o con la práctica de la
virtud, hinchen el alma; mas en lo que toca a cons-
humildes; y todo esto dentro de una concep-
trucción de mundos, no hay modo para saberla
ción dinámica del ser humano, que lo lleva al mejor que preguntársela a los mundos. Bien vio, a
cumplimiento de los más altos deberes: única pesar de sus yerros, que le vinieron de ver en la mi-
forma de que su pueblo se realice como en- tad del ser, y no en todo el ser, quien vio esto [...]44.
tidad histórica. Esos altos deberes alcanzan
verdadera incandescencia en su ideario: nos Hemos dado, pues, con el espiritualismo martia-
arrastran alguna vez fuera de las metas histó- no, que existió sin duda, aunque estuviera conju-
ricas, en un anhelo de muerte/reposo (“otros gado con un rechazo a toda religión instituciona-
lamenten la muerte necesaria: yo creo en ella lizada, con un anticlericalismo militante. A pro-
como en la almohada y la levadura, y el triun- pósito de esto, y de la violenta y radical postura
fo de la vida”), y un proceso de perfecciona- política de Martí, recordemos que ambos extre-
miento espiritual que hacen pensar que proba- mos –espiritualismo y radicalismo político–, in-
blemente Martí hubiera aceptado complacido dependientemente de que puedan darse juntos
ciertas ideas de Teilhard de Chardin. Ello lo en otra sociedad, distan de ser incompatibles en
lleva a aceptar el darwinismo, pero censurán-
dole el prescindir de la trascendencia: 44 José Martí, “Darwin ha muerto” [1882], XV, 380.
68 Pensamiento anticolonial de nuestra América
el interior de las naciones coloniales y semicolo- más corto de llegar al triunfo de la verdad, y
niales que luchan por su liberación. En las socie- de ponerla a la vez, de manera que perdure y
dades capitalistas desarrolladas suelen ir unidas centellee, en las mentes y en los corazones”. En
actitud radical e irreligiosidad, como lo muestra uno y otro momento de su pensamiento, surge
el ejemplo de la Revolución Francesa. En conse- el término utilidad, acaso la palabra central
cuencia, no es en calidad de representante del de su expresión. ¿Cómo no verla recorriendo
pensamiento burgués revolucionario que Martí su preocupación política y social, sus normas
puede conciliar ambos puntos de vista; en cam- de conducta, su espiritualismo, su concepto de
bio, en Haití a fines del siglo xviii, en el mundo la función del arte? Y esa utilidad remitía di-
árabe en varias ocasiones, en Irlanda, en la India rectamente a tareas urgentes, nacía de ellas. El
de Gandhi, o en pueblos africanos, cierta religio- pensamiento de Martí es la conciencia de sus
sidad (que no es la del metropolitano) se presen- actos. Como en todo pensador verdadero.
ta, en alguna forma, como acicate para la lucha
por la independencia nacional, como baluarte
ideológico frente al opresor. Aunque ese no sea La tarea literaria
enteramente el caso en el anticlerical Martí, no
podemos ver su regiliosidad desvinculada de su A primera vista, la producción verbal de Martí
ética ni de su pensamiento político y social; y es paradójica. Por una parte, Martí solo publicó
todos, relacionados con su actuación concreta por separado algunos opúsculos casi siempre
como hombre del mundo subdesarrollado, ese políticos y dos colecciones de versos. Además,
mundo que conoce sobrevivencias preburguesas son constantes en él las alusiones desdeño-
estructurales e ideológicas. Tal es acaso el ma- sas a cierta escritura. Hablando de Ismaelillo,
yor mestizaje de nuestras tierras: el cronológico. su primer cuaderno de versos, a un amigo, le
Me atrevería a decir que papel similar desem- dice: “Ud. sabe que no es mi espíritu muy dado
peña su estética45. Martí ve en el arte “el modo a estos pacíficos y secundarios quehaceres”.
En boca de un hombre que por esos momen-
tos predica la guerra, tales adjetivos adquieren
45 Cf. José Martí, Ensayos sobre arte y literatura, se-
toda su fuerza peyorativa. En carta a su her-
lección y prólogo de Roberto Fernández Retamar, La
Habana, 1972. mana Amelia, dice sobre las novelas vulgares,
Martí en su (tercer) mundo 69
“y apenas hay novela que no lo sea”, que están ceridad. Como con referencia a su actuación
hechas “por escritores que escriben novelas política hemos de tomar al pie de la letra lo
porque no son capaces de escribir cosas más que confiesa la víspera de su muerte a su ami-
altas”. En el prólogo a la única novela que escri- go Mercado (“cuanto hice hasta hoy, y haré, es
bió, Amistad funesta (o Lucía Jerez), añade para eso [...] impedir a tiempo con la indepen-
que el “género no le place [...] porque hay mu- dencia de Cuba que se extiendan por las An-
cho que fingir en él y los goces de la creación tillas los Estados Unidos [...]”), así hemos de
artística no compensan el dolor de moverse aceptar como verdaderas estas declaraciones.
en una ficción prolongada; con diálogos que Y, a la vez, sin embargo, conjugarlas con la exis-
nunca se han oído, entre personas que no han tencia de sus decenas de volúmenes.
vivido jamás”. Creeríamos estar en presencia Pero esa conjugación es menos difícil de lo
de uno de los grandes espíritus ágrafos, como que pudiera parecer. Después de todo, ¿qué es
Sócrates. Y sin embargo, el otro lado de esta un escritor? Martí no rechaza la escritura: remi-
verdad es que a su muerte, a los cuarenta y dos te unas actividades inferiores a otras superio-
años, había dejado escritas tantas páginas que res, que es cosa bien distinta. Da por supuesto
la edición por ahora más completa de sus obras que hay, frente al ejercicio que cuaja en ciertos
–aún no recogidas del todo– cuenta con varias versos, quehaceres beligerantes y primordia-
decenas de volúmenes. Este espíritu al parecer les; como también que, frente a la ficción, hay
ágrafo, pues, ha sido, materialmente hablando, “cosas más altas” que un gran escritor ha de
uno de los escritores hispanoamericanos más ser capaz de escribir. En otra ocasión nos dirá:
prolíficos de todos los tiempos. “decir es una manera de hacer”. Si repasarnos
Para Martí, sus versos de Ismaelillo nacen su obra, nos encontraremos con que fue fiel no
de quehaceres “pacíficos y secundarios”; las solo a aquel rechazo, sino igualmente a esta
novelas vulgares, “y apenas hay novela que no aceptación.
lo sea”, se deben a “escritores que no son ca- Comencemos por lo más evidente: los “gé-
paces de escribir cosas más altas”. Cabe siem- neros”. La mayor parte de la obra de Martí es
pre tomar estas expresiones por coquetería de de índole periodística. ¿Querrá ello decir que
“literato”; pero entonces descreeríamos de una él, que tan desdeñoso se mostró con el género
de las virtudes de Martí: su fundamental sin- de Cervantes y Stendhal, se acogió en cambio
70 Pensamiento anticolonial de nuestra América
con satisfacción a ese género casi extralitera- su ideario, y valiéndose de la mayor intimi-
rio que es el periodismo? Juzgar así, sería su- dad permisible, acude a conmover al lector
cumbir lamentablemente al peor criterio for- directamente, individualmente, sin ahorrarse
malista, cuando no al platonismo más chato. recursos en su tarea proselitista. Ya no podrá
Los “géneros” no existen por sí. Lo que existen extrañar que el tercer “género” de importancia
son funciones que desempeñar dentro. de un con que nos encontraremos en su obra sea la
contexto específico. En las circunstancias en oratoria. Se ha visto hace mucho tiempo la re-
que Martí se encuentra situado, su quehacer lación estructural entre la carta y el discurso,
beligerante y primordial lo lleva a ese géne- Aquí encontramos el vínculo ostensible: el dis-
ro particular, el periodismo, a través del cual curso, con su parentesco epistolar; la carta; la
podrá propagar efectivamente sus “cosas más crónica escrita en forma de carta. Se trata de
altas”. “Su obra es, pues, periodismo,” escribió moverse en torno al género más “ancilar” de
Pedro Henríquez Ureña, añadiendo: “pero pe- todos, aquel que vive solo de trasmitir cosas;
riodismo elevado a un nivel artístico como ja- que menos probabilidades tiene de bastarse a
más se ha visto en español, ni probablemente sí mismo, en su inmanencia, en su belleza in-
en ningún otro idioma”.46 Con la veintena de trínseca. Es el género utilitario por excelencia:
periódicos que publican sus colaboraciones, a por ello mismo, el más lindante con lo extrali-
las cuales él llama “cartas”, Martí llega amplia- terario, el más común, el más asequible. Cuan-
mente a un público continental, trasmitiendo do se piensa que su genio literario se concen-
su ideario, el más recio y articulado de cuan- tró en él, no es de extrañar que las cartas de
tos ha dado la América suya. Es significativo Martí cuenten entre las más sobrecogedoras
que el otro “género” que en Martí sigue en im- que se hayan escrito.
portancia numérica y plenitud al periodismo, Al margen de esta cuantiosa tarea utilitaria
sea la carta. El suyo es caso similar al de la (a la que hay que añadir trabajos puramente
crónica: Martí expone también en sus cartas políticos, y La Edad de Oro, de sesgo pedagó-
gico), las obras de Martí son escasas: sus pocas
incursiones teatrales son más bien ejercicio
46 Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias
verbal e ideológico. Su novela única, que fir-
en la América hispánica, trad. de J. Díez Canedo, Mé-
xico, 1949, p. 167. mó incluso con seudónimo, pertenece, como
Martí en su (tercer) mundo 71
la mayoría de sus traducciones47, a los nume- dernos, 1882, que es además el momento apro-
rosos trabajos que realizó por obligación, para ximado en que su prosa adquiere madurez, ha
ganarse la vida. Que fuera obra de significación sido señalada como la aparición de un nuevo
solo prueba que sus dones como escritor eran movimiento literario en las letras hispánicas,
inmensos, y que nada hizo que no dejara mar- al que luego se llamaría modernismo48, y en
cado con su genio. Caso aparte es su poesía, torno al cual todavía es motivo de pelea erudi-
que ni realizó para ganarse la vida ni puso al ta la inclusión o no de Martí: su presencia allí
servicio de inmediato interés político. Por otra le da al movimiento un aspecto distinto. Y, sin
parte, es la única zona de su obra que reputó embargo, no se ve cómo pueda no incluírsele.
digna de aparecer en forma de cuaderno: dos Un movimiento no es, después de todo, sino lo
sufragó él mismo: Ismaelillo, en 1882; y Ver- que los hombres hagan de él. ¿Cómo separar
sos sencillos, en 1891. Otro dejó sin publicar, a Martí del modernismo atendiendo a ciertos
aunque preparó su prólogo: Versos libres. Los rasgos que se le suponen a este, y que han sido
que publicó, los repartió entre los amigos, con tomados de otros escritores coetáneos que con
cartas que a menudo son verdaderas poéticas. igual derecho podríamos separar del moder-
Es imposible no ver en esto un hecho significa- nismo para. dejar sitio a Martí? ¿Dónde están
tivo, el lugar alto que la poesía ocupa en Martí. esos rasgos sino en las obras de escritores con-
La fecha de aparición del primero de sus cua- cretos? Al contar con Martí como uno de ellos,
lo único que hacemos es radicalizar ese movi-
miento, obligado a incluir los rasgos azorantes
47 Indudablemente hay traducciones que Martí reali- de Martí. Con lo que gana en complejidad, en
zó recreando amorosamente los textos originales: ta- contradicción, en verdad. Bastaría, además,
les son los caso de Mis hijos, de Victor Hugo, de quien
con recordar que el modernista por excelencia,
dice: “[s]u forma es una parte de su obra, y un verdadero
pensamiento” (XXIV, 16), y de Ramona, de Helen Hunt
Jackson, que le hace conjeturar: “Como Ticknor escribió
la historia de la literatura española, Helen Hunt Jackson, 48 Un resumen de los principales planteos en torno a
con más fuego y conocimiento, ha escrito quizás en Ra- esta debatida cuestión se encuentra en Antonio Melis:
mona nuestra novela” (Id., p. 204). Cf. R.F.R.: “Sobre Ra- “Bilancio degli studi sul modernismo ispanoamerica-
mona, de Helen Hunt Jackson y José Martí”, H. H. Jack- no”, Lavori della Sezione Fiorentina del Gruppo Ispa-
son: Ramona, trad. de José Martí, La Habana, 1975. nistico C. N. R., Serie II [c.1969].
72 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Darío, fue un seguidor de Martí aunque más (y tras no encuentre contexto aclarador genuino.
menos) que un seguidor, desde luego. Martí fue Su vida está consagrada a conquistar ese con-
el más penetrante y creador de los modernis- texto, y su arma mayor para ello será la propia
tas, el único plenamente consciente de su am- literatura, pero la literatura utilitaria.
plia problemática: el que no cambió unas for- Muchos modernistas podían quedar deslum-
mas por otras, sino que puso en tela de juicio la brados por la prosa de sus crónicas, por lo que
condición toda del escritor hispanoamericano, Darío llamaba su “metal fino y piedras precio-
su función, sus posibilidades reales. El que le sas”; pero la finalidad de esas crónicas no era
injertó un pensamiento avasallador. Mientras ofrecer aquel pedrerío, sino pedruscos para
los otros modernistas, los que iban a ser lla- arrojarlos al enemigo y para construir los mu-
mados así, pensaban todavía que se trataba de ros de la ciudad. Parece una paradoja, y es una
“poner al día” la literatura del Continente, injer- decisiva lección, el que Martí, con esa obra casi
tándole parnasianismo más simbolismo (a la no “literaria”, sea el mayor escritor del Conti-
vez, según la manera sincrética de estas tierras nente. Si no hubiera sido tan grave, podríamos
mestizas), Martí fue el primero en comprender decir que él fue lo que Cocteau dijo de sí mis-
que no se trataba tanto de poner al día cuanto mo: “el Paganini del violín de Ingres”. Martí ha
de descubrir, y simultáneamente conquistar, el puesto en tela de juicio la existencia misma de
tiempo real del Continente: su situación con- la literatura, en plenitud, allí donde no existe
creta. Estar “atrasado” o estar “al día” suponen otra plenitud: la histórica. “No hay letras, que
una referencia a un tiempo otro: cualquiera de son expresión,” dijo, “hasta que no hay esencia
ambas actitudes es servil y colonial. La primera que expresar en ellas. Ni habrá literatura hispa-
es peor, pero la segunda no es mucho mejor. noamericana, hasta que no haya Hispanoaméri-
Martí sabe desde muy joven que él está “al día”; ca”. Y más adelante: “Lamentémonos ahora de
pero, por eso mismo, que estará obligado a ir a que la gran obra nos falte, no porque nos falte
rastras de una realidad ajena. ¿No tiene él una ella, sino porque esa es señal de que nos falta
realidad propia? Sí y no. Existe, pero más bien aún el pueblo magno de que ha de ser reflejo”49.
como una posibilidad. A convertirla en lo que
es, para ser real él mismo, dedica su vida. Su
propia literatura adolecerá de irrealidad mien- 49 José Martí, “Cuadernos de apuntes” [1881], XXI, 164.
Martí en su (tercer) mundo 73
Pero aunque Martí aventaje largamente a los el obituario al poeta cubano Julián del Casal
otros modernistas (después de todo, aventaja (1863-1893), escribe:
a los otros escritores hispanoamericanos de
cualquier momento), ellos, en la medida de […] en América está ya en flor la gente nueva,
sus fuerzas, acaban compartiendo no poco que pide peso a la prosa y condición al verso, y
de sus preocupaciones, y ciertamente de sus quiere trabajo y realidad en la política y en la li-
formas. El modernismo, con su patético afán teratura. Lo hinchado cansó y la política hueca y
de “poner al día” la literatura del Continente, rudimentaria, y aquella falsa lozanía de las letras
¿no fue como la toma de conciencia del carác- que recuerda los perros aventados del loco de
Cervantes. Es como una familia en América esta
ter subdesarrollado de nuestra literatura, en
generación literaria que principió por el rebusco
el momento en que la ideología proburguesa
imitado, y está ya en la elegancia suelta y concisa,
de los fundadores había mostrado sus fallas, y en la expresión artística y sincera, breve y talla-
rota contra la realidad50? El problema es simi- da del sentimiento personal y del juicio criollo y
lar, aunque en Martí sea más hondo –desde el directo. El verso, para estos trabajadores, ha de ir
primer momento, él no limita la situación a sonando y volando. El verso, hijo de la emoción,
la literatura–, y aunque, además, Martí, ade- ha de ser fino y profundo, como una nota de arpa.
lante soluciones verdaderas, retomando lo No se ha de decir lo raro, sino el instante raro de
vivo de aquella ideología de los fundadores, la emoción noble y graciosa.
y situándola a la altura de su tiempo. Pero en
esa actitud de adelantado, propia de su ge- El modernismo, en efecto, “principió por el re-
nio, Martí no quedará solo. Él parece trazar el busco imitado” que alcanzará su apogeo en los
programa del modernismo mejor cuando, en libros iniciales de Darío; pero estaba ya en “la
expresión artística y sincera, breve y tallada,
del sentimiento personal y del juicio criollo
50 Cf. Roberto Fenández Retamar, “Modernismo, 98, y directo”, como lo testimoniaban sus pro-
subdesarrollo”, trabajo leído en el Tercer Congreso de pios Versos sencillos, y como lo verificará la
la Asociación Internacional de Hispanistas (México, poesía posterior a 1898 del mismo Darío o de
1968), y recogido luego en Para una teoría de la li-
teratura hispanoamericana, La Habana, 1975, y otras
Enrique González Martínez (1871-1952), y se
ediciones. ramificará en Gabriela Mistral y César Valle-
74 Pensamiento anticolonial de nuestra América
jo (1892-1938). De la misma manera como del aportadas, es natural que el ideario martiano
exotismo de los primeros momentos, nacido conservara profunda virtualidad revoluciona-
de la desconfianza en la ilusión fundadora y ria, y que a él se remitiera Fidel Castro como
del desgano de vivir en estas “dolorosas repú- inspirador del ataque al cuartel Moncada, el 26
blicas americanas”, los modernistas irán acer- de julio de 1953, según fue recordado en las lí-
cándose, aunque sin alcanzar la hondura radi- neas iniciales. Aquel ataque desencadenó una
cal de Martí, a la preocupación por su patria revolución radical cuyo desarrollo vivimos. Ese
mayor, llegando incluso a criticar el peligro mismo desarrollo ha ido generando, o hacien-
yanqui: Rodó (1871-1917), en su Ariel (1900); do históricamente afrontables, nuevos proble-
y Darío en su oda “A Roosevelt”, aparecida en mas. Consecuente con ellos, Fidel Castro de-
el libro Cantos de vida y esperanza en 1905. claró su adhesión al marxismo-leninismo. ¿Ha
Hasta por su influencia sobre España, el mo- abandonado así su filiación martiana? Lejos de
dernismo adquiere orgullo de su condición eso, no sería exagerado afirmar que en el orden
americana. Martí, pues, no solo se adelanta político, con las evidentes diferencias del caso,
con la orquestación magnífica de su prosa o así como ha podido decirse que el leninismo es
la intensidad de su poesía, sino con los temas el marxismo de la época del imperialismo y de
que aborda. Y tanto en unas como en otros, la revolución proletaria, el fidelismo es la pos-
hallará seguidores dentro del modernismo. tura martiana del período de la absoluta desco-
lonización, del paso de la liberación política a
la liberación económica y cultural, del rechazo
Final definitivo del imperialismo, y de la edificación
del socialismo en un país subdesarrollado. Ca-
Por la agudeza con que Martí postuló el im- torce años después del ataque al cuartel Mon-
prescindible antimperialismo de la Revolución cada, una de las protagonistas de aquella haza-
Cubana; por su comprensión de los problemas ña, Haydee Santamaría, dijo:
reales del país, más allá de la mera lucha con-
tra España –problemas que permanecerían sin Allí [al Moncada] fuimos siendo martianos. Hoy
cambios esenciales durante la primera mitad somos marxistas y no hemos dejado de ser mar-
del siglo xx–, y por las dinámicas soluciones tianos, porque no hay contradicción en esto, por
Martí en su (tercer) mundo 75
lo menos para nosotros. Allí fuimos con las ideas tina unida, frente a la otra América imperialista
de Martí y hoy seguimos con las ideas de Martí, y soberbia, “revuelta y brutal” –como él decía–,
con las ideas de Lenin, con las ideas de Marx, que nos despreciaba.
con las ideas de Bolívar, con la revolución de Bo-
lívar, con la revolución de Che; con la dirección Ello quiere decir que el pensamiento de Mar-
de Martí, con la doctrina de Marx y con Bolívar, tí ha sido incorporado, asimilado a la nueva
con el Continente que Bolívar quiso unir [...] ¡Con conciencia. No poco de lo que dijo en el orden
profundas raíces martianas hoy consideramos y
político, en el educacional, en el artístico (en
creemos que somos marxistas!51
el terreno cultural en general), sigue teniendo
impresionante vigencia. Su preocupación po-
Y el 22 de diciembre de 1972, al hablar en el cin-
lítica mayor, que lo llevaba de Cuba a nuestra
cuentenario de la hoy disuelta Unión Soviética,
América y los Estados Unidos, sigue siendo en
el propio Fidel Castro explicó:
esencia nuestra. Su obra se sitúa en los albores
de la articulación de Cuba con el mundo. Esa
José Martí, guía y Apóstol de nuestra guerra de
independencia contra España, nos enseñó ese articulación, hoy manifiesta, es la que permite
espíritu internacionalista que Marx, Engels y ver en su soberana grandeza a José Martí, “el
Lenin confirmaron en la conciencia de nuestro más genial y el más universal de los políticos
pueblo. Martí pensaba que “patria es humani- cubanos”, “el más grande pensador político y
dad”, y nos trazó la imagen de una América La- revolucionario de este continente”52.
51 Haydee habla del Moncada. La Habana. 1967, pp. 52 Fidel Castro, “Discurso en la Demajagua”, el 10 de
43-44 y 46. octubre de 1968.
Fanon
y la América Latina*
estuvo vinculado hasta sus últimos días, es un En el prólogo al libro, Sartre nos adelanta
ejemplo admirable de ese hombre nuevo que, que para Fanon “la verdadera cultura es la re-
en el seno de los países coloniales, se siente volución”. Podría habernos dicho igualmente
uno frente al enemigo común. No es el menos que la verdadera patria de un colonizado es
conmovedor de los pasajes de su libro, aquel
en que oímos decir a este hombre que en Euro-
pa sintió y analizó lúcidamente su condición de considerable. No es extraño que Los condenados de la
negro entre blancos3: “Nosotros, los argelinos”. tierra se publicara en Cuba a sugerencia del Che. La
cercanía de estos dos hombres abarca incluso aspec-
(p. 175). He aquí una prueba de la unidad de tos profesionales: Fanon fue médico siquiatra, y el Che
nuestro mundo. Por cierto que en la América es médico, y se sintió atraído a la medicina, según me
Latina conocemos bien este préstamo de gran- dijo, por las obras de Freud. Fanon adquirió una sólida
des figuras de una tierra a otra, y es posible formación cultural en Francia, y el Che, aunque más
que ningún otro país nuestro, a lo largo de su autodidacto, es buen conocedor de literaturas hispá-
nicas y francesa, y versado en varias disciplinas cientí-
historia, se haya beneficiado más con esto que ficas. Ha escrito versos, y escribe una excelente prosa.
la propia Cuba: el dominicano Máximo Gómez, Pero ambos descubrieron la imposibilidad de aplicar
que dirigió nuestras tropas contra España; el mecánicamente formas europeas para interpretar y
venezolano Carlos Aponte, que después de pe- expresar a nuestros países, exaltaron la violencia y
lear en las filas de Sandino murió junto a Gui- defendieron la dolorosa especificidad de nuestro mun-
do. Para ello los ayudó el desplazamiento físico más
teras, y el argentino Ernesto Che Guevara son allá de sus fronteras nacionales, la certidumbre de
solo algunos ejemplos4. pertenecer a una vasta comunidad de desheredados.
Si Fanon va a identificarse con un país africano que le
permitirá comprender al tercer mundo en su conjunto,
el Che Guevara, después de desempeñar una tarea de
3 Frantz Fanon, Peau noire, masques blancs, París, primer orden en la revolución latinoamericana, será
Editions du Seuil, 1952. impresionado vivamente por África, antes de partir ha-
4 Este texto fue escrito a mediados de 1965, cuando cia “otras tierras del mundo”. Más completo aún que
se ignoraba aún que el Che Guevara había salido de el martiniqueño, el argentino, uno de los hombres más
Cuba. La carta suya dirigida a Fidel Castro que este conmovedores y ejemplares de este siglo, ha podido
haría pública el 3 de octubre de ese año, ratifica dra- estar, en la acción, a la altura de su pensamiento, y
máticamente lo que dije en aquellas líneas. Por otra todavía nos reserva sorpresas y lecciones. (Nota de
parte, el parentesco entre Fanon y el Che Guevara es agosto de 1966.)
Fanon y la América Latina 79
una colonia en revolución. Nuestras revolucio- democracias populares, Japón, Israel, Australia y
nes son una sola revolución, y por eso nuestros Nueva Zelanda.
países, al parecer heterogéneos, forman una B) Tercer Mundo: América excepto los Esta-
unidad. ¿Y cuáles son esos países nuestros? dos Unidos, Canadá, y Cuba; África completa;
Asia, excepto los países socialistas, Japón e
Indudablemente, los que ahora llaman subde-
Israel; Oceanía, excepto Australia y Nueva Ze-
sarrollados o del tercer mundo; los que Marx
landa [p. 12].
nombró alguna vez “secundarios”, y son cono-
cidos, en general, como las colonias. “El Tercer Naturalmente que esta clasificación, que por lo
Mundo”, dice Sartre, “se descubre y expresa a menos tiene la virtud de existir y de ser clara,
través de esa voz”. Conviene poner en claro el es discutible: véase el propio caso de Cuba,
sentido de ese término que hace unos pocos por mencionar un solo ejemplo, que, siendo
años está en boga: tercer mundo. un país de gobierno marxista-leninista, parti-
No hay demasiada claridad sobre esta ex- cipa en las reuniones de “países no alineados”,
presión. Pero no cabe duda de que ha ido im- junto a aquellos del tercer mundo que, a dife-
poniéndose, y ya que todos la usamos, nece- rencia del resto de la América Latina, tienen
sitamos saber a qué atenernos a propósito de políticas exteriores independientes. Por otra
ella. En el que quizá sea el libro más reciente parte, a partir de la Segunda Guerra Mundial,
sobre el tema, Le pillage du tiers monde, París, y especialmente a partir de 1948, en que que-
Maspero, 1965, su autor, Pierre Jalée, después da consolidado en Europa el conjunto de las
de expresar sus reparos al término, nos da esta democracias populares (lo que permite un
clasificación de los países en la actualidad: fortalecimiento notable del socialismo en el
mundo, y una consiguiente debilitación del ca-
Grupo de países socialistas: Unión Soviética, pitalismo), lo más sobresaliente de la historia
democracias populares de Europa, comprendi- ha sido la obtención de la independencia por
da Yugoslavia, China, Mongolia, Corea del Norte,
muchos de estos países subdesarrollados, per-
Vietnam del Norte, Cuba.
tenecientes pues al tercer mundo, y el paso de
Grupo de países capitalistas: no pocos de ellos al socialismo: en 1949, surge
A) Zona del imperialismo: los Estados Unidos y la República Popular China, e Indonesia se in-
Canadá, Europa excepto la Unión Soviética y las dependiza; en 1950 la India, y en 1953 Egipto,
80 Pensamiento anticolonial de nuestra América
que propone Fanon. Pero a él le interesa subra- Cuando Fanon nos habla del papel radical del
yar, dramáticamente, la necesidad que tenemos campesinado, de las guerrillas, del surgimien-
de arribar a soluciones propias, de pensar con to de nuevas organizaciones revolucionarias,
nuestra cabeza, de ser originales no por prurito con cuadros que se reeducan en la lucha cam-
de novedad, sino por fidelidad. Para que ello no pesina, ¿cómo no pensar en nuestras tierras?
sea confundido en forma alguna –y no es esa ¿Cómo no sentirnos involucrados cuando Fa-
intención de Fanon, como lo reitera Sartre en non nos recuerda, con vehemencia, algo que
su prólogo– con la defensa de una ilusoria “ter- Marx ya había señalado en El capital: que el
cera vía”, sirve de ejemplo admirable el caso mundo desarrollado se ha hecho gracias a no-
de Cuba. El libro, sin embargo, está escrito sotros, sobre nosotros? Marx escribió:
desde una perspectiva anterior a Girón y a la
declaración por Fidel del carácter socialista de El descubrimiento de los yacimientos de oro y
nuestra revolución (Solo una nota al pie, en la plata de América, la cruzada de exterminio, es-
página 92, parece haberse hecho después de clavización y sepultura en las minas de la pobla-
esos acontecimientos). En cualquier caso, su ción aborigen, el comienzo de la conquista y el
saqueo de las Indias Orientales, la conversión del
muerte prematura impidió a Fanon ratificar,
continente africano en cazadero de esclavos ne-
en el caso de Cuba, en qué forma un país del
gros: son todos hechos que señalan los albores de
tercer mundo, al acometer su revolución radi- la era de producción capitalista. Estos procesos
cal, ve cómo esa revolución es socialista, sin idílicos representan otros tantos factores funda-
por ello perder, antes al contrario, su fuerza de mentales en el movimiento de la acumulación
creación y originalidad. originaria [La Habana, 1962, I, p. 688].
Sin duda en este capítulo –y en el siguiente,
“Grandeza y debilidad del espontaneísmo”, que Fanon corrobora hoy:
es su complemento– encontramos no pocas
observaciones válidas para nosotros los lati- Europa [y, desde luego, también los Estados Uni-
noamericanos, pues aunque el libro se dirige de dos] se ha inflado de manera desmesurada con
preferencia a los pueblos africanos, contempla el oro y las materias primas de los países colo-
el horizonte general de nuestros países todos, niales: América Latina, China, África. De todos
con problemas comunes en no pocos puntos. estos continentes, frente a los cuales la Europa
82 Pensamiento anticolonial de nuestra América
de hoy eleva su torre opulenta, parten desde hace dad; también de autoconocimiento. Oigamos a
siglos hacia esa misma Europa los diamantes y Fanon en el capítulo tercero, “Desventuras de
el petróleo, la seda y el algodón, las maderas y la conciencia nacional”. Como para él “en los
los productos exóticos. Europa es, literalmente, países subdesarrollados la etapa burguesa es
la creación del tercer mundo [p. 96].
imposible”, nuestros países le sirven para mos-
trar (casi pudiéramos decir que experimen-
El juicio, pues, sobre lo que nosotros somos talmente), sobre todo a África, para qué sirve
capaces de provocar en belleza y esplendor, nuestra viceburguesía:
podemos anticiparlo desde ahora en Europa y
los Estados Unidos; y al revés: el juicio sobre La burguesía nacional organiza centros de des-
los crímenes y las devastaciones del capitalis- canso y recreo, curas de placer para la burgue-
mo debe hacerse, sobre todo, aquí: no en Euro- sía occidental. Esta actividad tomará el nombre
pa, sino en el Congo; no en los Estados Unidos, de turismo y se asimilará circunstancialmente a
sino en Vietnam. Solo el tercer mundo conoce una industria nacional. Si se quiere una prueba
de esta eventual transformación de la burguesía
en toda su integridad el horror del capitalismo.
ex colonial en organizadora de fiestas para la bur-
De ahí su carácter de encrucijada esencial de guesía occidental, vale la pena evocar lo que ha
nuestros días. pasado en la América Latina. Los casinos de La
Pero a nosotros los latinoamericanos el libro Habana, de México, las playas de Río, las jovenci-
no solo nos ofrece meditaciones de esta natu- tas brasileñas o mexicanas, las mestizas de trece
raleza, válidas para toda la comunidad de pue- años [pp. 142-143].
blos subdesarrollados, y la misma certidumbre
de que esa comunidad existe, sino además nos ¿Pero no han tenido nuestros países gobiernos,
invita a ofrecer nuestra historia inmediata a los delegados internacionales, banderas, himnos,
demás países del tercer mundo como ejemplo escudos, ejércitos?
de desbarajuste y fracaso, con alguna que otra
excepción. Confesemos que es una dura prue- La América Latina, formada por países indepen-
ba, pero, a la vez, que solo así contribuiremos a dientes con representaciones en la ONU y con
evitar males de otros, y también a entendernos moneda propia, debería constituir una lección
a nosotros mismos. Es un ejercicio de humil- para África. Esas antiguas colonias, desde su
Fanon y la América Latina 83
liberación, sufren en medio del terror y las pri- tre: “Fanon explica a sus hermanos de África,
vaciones la ley de bronce del capitalismo occi- de Asia, de la América Latina: realizaremos
dental [p. 92]. todos juntos y en todas partes el socialismo
revolucionario, o seremos derrotados uno a
Y en los gobiernos que hemos contraído, ¿qué uno por nuestros antiguos tiranos” (p. 15). Es
pueden aprender los países curiosamente lla- natural que, a partir de este criterio, Fanon se
mados nuevos? refiera de modo especial a la Revolución Cuba-
na, como aquel movimiento que significa para
Lo mismo que la burguesía nacional escamo- nuestro continente la salida del criptocoloniaje
tea su etapa de construcción para entregarse al
en que hemos sido situados, hermanándose por
disfrute, en el plano institucional salva la etapa
ello al vasto movimiento de descolonización de
parlamentaria y escoge una dictadura de tipo
nacional socialista. Ahora sabemos que esa ca- los países laterales: “El pueblo cubano sufrirá,
ricatura de fascismo que ha triunfado durante pero vencerá [...] También los Estados Unidos
medio siglo en la América Latina es el resultado van a retroceder un día, quizá ante la voluntad
dialéctico del estado semicolonial de la etapa de de los pueblos. Ese día lo festejaremos, porque
independencia [p. 159]. será un día decisivo para los hombres y muje-
res del mundo entero” (p. 92).
En otras palabras: a los ojos de Fanon, la Amé- En cierta forma, el libro de Fanon, en su
rica Latina ha resultado un conejillo de Indias aspecto más estructurado al menos, conclu-
para las otras regiones subdesarrolladas. En ye con este tercer capítulo. Y, sin embargo,
nuestras vacunas pueden ellas contemplar qué los otros dos capítulos de que también cons-
les ocurrirá si persisten en aspirar a una impo- ta distan mucho de ser meros añadidos: uno
sible etapa burguesa, realizable en el siglo xix (“Sobre la cultura nacional”) es una comuni-
para los países en vías de desarrollo; entre los cación dirigida al Segundo Congreso de Es-
cuales, por cierto, no se encontraba España, critores y Artistas Negros, Roma, 19596; otro
y menos aún sus desprendimientos ultramari-
nos. Para esos países, como lo había anuncia-
6 Es interesante confrontar esta con su intervención
do ya nuestro Mariátegui, solo una solución es en el Primer Congreso, París, 1956, que ha sido publica-
posible hoy. En su prólogo, la resume así Sar- da con el nombre “Racismo y cultura” en su libro pós-
84 Pensamiento anticolonial de nuestra América
(“Guerra colonial y trastornos mentales”), ble, de Salazar Bondy, de 1963), y buena parte
es un conjunto de hojas clínicas en que se del xix. Con razón dice Fanon:
nos da a conocer una serie de alteraciones
síquicas provocadas por la guerra. En este Ha podido sorprender la pasión dedicada por los
último, el siquiatra que nunca dejó de ser Fa- intelectuales colonizados a defender la existen-
cia de una cultura nacional. Pero los que conde-
non nos ofrece in vivo la prueba de cómo el
nan esa pasión exacerbada olvidan singularmen-
sicoanálisis, al margen de sus aberraciones
te que su mentalidad, su yo se abrigan cómoda-
evitables, es fértil, desde una perspectiva mente tras una cultura francesa o alemana que
marxista, para la comprensión y curación de ya ha sido demostrada y que nadie pone en duda
numerosos casos. Más allá de la polémica, [p. 193].
que puede hacerse bizantina, en torno a la
sobrevivencia parcial del freudismo a la luz Cuando leemos, además: “Esta búsqueda apa-
del pensamiento marxista, Fanon ofrece aquí sionada de una cultura nacional más allá de la
ejemplos, experiencias. etapa colonial se legitima por la preocupación
En el capítulo “Sobre la cultura nacional” no que comparten los intelectuales colonizados
podemos entrar sin que de nuevo América nos para fijar distancias en relación con la cultura
dé en la cara. Esta vez, no necesariamente por- occidental en la que corren el peligro de su-
que ella nos sea nombrada, como en el capítulo mergirse”, tenemos presentes esas obras que,
tres; sino porque esa anhelante búsqueda de como las de Martínez Estrada (Radiografía de
nuestro ser nacional ha sido un tema obligado la pampa, 1933), u Octavio Paz (El laberinto
para nuestros escritores durante todo el siglo de la soledad, 1950), al mismo tiempo que fijar
xx (Ariel, de Rodó, es de 1900; Lima, la horri- esas distancias y subrayar lo específico de sus
países respectivos, han abordado (sobre todo
Martínez Estrada) la denuncia de las deforma-
tumo Pour la révolution africaine (écrits politiques), ciones de esos países. Tales deformaciones, e
París, Maspero, 1964. Este libro, que contiene varios incluso sus mismas peculiaridades, no podían
trabajos suyos escritos durante la guerra argelina y pu- encontrar explicación suficiente sino a partir
blicados la mayor parte en periódicos, es un importante
complemento de Los condenados... (Hay edición cuba-
de ese hecho que Fanon desliza en su obser-
na. Nota de 1967). vación: los meditadores son “intelectuales co-
Fanon y la América Latina 85
lonizados”. Por ello Paz, en la segunda edición nacional: “La cultura nacional es el conjunto
de su libro (1960), añade un capítulo en que de los esfuerzos hechos por un pueblo en el
considera a los países subdesarrollados (“La plano del pensamiento para describir, justifi-
situación de los latinoamericanos es la de la car y cantar la acción a través de la cual el pue-
mayoría de los pueblos de la periferia. Por pri- blo se ha constituido y mantenido” (p. 215). Y
mera vez, desde hace más de trescientos años, también: “Creemos que la lucha organizada y
hemos dejado de ser materia inerte sobre la conciente emprendida por un pueblo coloniza-
que se ejerce la voluntad de los poderosos”, do para restablecer la soberanía de la nación
p. 172); y Martínez Estrada, en la que acaso constituye la manifestación más plenamente
fue la última página que escribió (“Prólogo cultural que existe” (p. 226). ¿Cómo no recor-
inútil” a su Antología, México 1964), recono- dar la figura y la obra de José Martí? En otro
ce que tuvo oscura conciencia de este hecho, lugar he intentado demostrar que solo situán-
y menciona incluso a Fanon, coincidiendo a dolo en el contexto de lo que iba a llamarse
posteriori con él. tercer mundo podemos entender plenamente
Desborda ya los límites de esta nota insistir el sentido de la tarea y el pensamiento de Mar-
en las agudas observaciones de Fanon sobre tí. Con este libro de Fanon se nos ratifica que
este punto: su análisis de la “negritud”; su jus- lo que en tierras de América pensó e hizo aquel
ta ubicación del folclor (“la cultura nacional hombre mayor, encuentra comprobación y
no es el folclor donde un populismo abstracto continuidad en áreas más dilatadas. Ahora,
ha creído descubrir la verdad del pueblo”), y, Fanon tiene muchas cosas que enseñarnos a
sobre todo, su síntesis de la verdadera cultura nosotros los latinoamericanos.
Prólogo
a África en América*
puede hablarse a propósito de ellas de Afroa- ta de ir más allá: de asumir África, de asumir
mérica; y por último, zonas sin sustrato indio ni todas nuestras tradiciones reales, incluso, por
aporte africano suficientemente numerosos, en supuesto, las poderosas tradiciones africanas.
que lo europeo conocerá una evolución trasat- No somos África, como no somos Europa:
lántica peculiar. Es cierto que, además de mez- somos América, nuestra América. Pero esta es
clarse entre sí, estas áreas, por la comunidad de incomprensible sin sus raíces. Y África es tan-
estructuras y de problemas (desde lo económi- to más nuestra cuanto ahora hemos venido a
co y político hasta lo lingüístico), se integran en verificar que las destartaladas naciones que ha-
una unidad orgánica. Pero no es menos cierto bían surgido en este continente se parecerían
que dichas áreas existen como parcialidades mucho más a las que iban a surgir en la mis-
dinámicas, y que al atender a su existencia po- ma África, que a los estables y colonizadores
demos derivar conocimientos útiles para la to- países europeos o de la “América europea” que
talidad de nuestros países. Eso ocurre, de modo se ha tratado de remedar grotescamente. En
especial, al considerar el área afroamericana. otras palabras: África no solo está en nuestra
De tal modo es trascendente el estudio de lo raíz, sino que hoy mismo está hermanada a no-
que encontramos aquí, que un escritor de otra sotros, en nuestra condición común de países
zona, el argentino Ezequiel Martínez Estrada, subdesarrollados. Nos explica como pasado y
pudo escribir estas palabras ya citadas en esta como contemporaneidad real.
revista: “No somos europeos sino en los abonos Y esa asunción de todas nuestras tradicio-
artificiales, o en las zonas corticales, mientras nes, esa abertura planetaria (la cual no debe
el resto del organismo responde al sistema nu- confundirse con la ficción inaceptable de un
tritivo y muscular del África”. “Occidente” que se autopostula universal), solo
La Revolución Cubana ha auspiciado un pueden realizarse al fuego de una revolución.
nuevo acercamiento a este problema. Hasta su En Cuba lo hemos comprobado en tres ocasio-
aparición, se consideró por regla general meta nes: las guerras contra España, la lucha contra
progresista, entre nosotros, liquidar el prejuicio Machado hace cerca de cuarenta años, la actual
que pretendía hacer ver a la “raza negra” como revolución socialista. En la medida en que las
inferior a la “blanca”. Hoy día, tal actitud se nos primeras fracasaron, se interrumpió también
presenta como todavía paternalista. Hoy se tra- el proceso de fusión. En cambio, el desarrollo
Prólogo a África en América 89
triunfante de la Revolución Cubana a partir de puede extrañar la pasión con que los negros
1959 está soldando al país, lo está consolidan- norteamericanos abordan sus problemas. Po-
do, afirmando y abriendo: como ahora somos demos no compartir siempre sus opiniones,
más Cuba, somos ahora más África; como so- pero entendemos, compartimos y admiramos
mos nosotros, somos mundo. su postura enérgica y violenta, que es hoy ho-
El propio continente nos ofrece, a solo no- nor de su pueblo, honor del ser humano.
venta millas del primer Estado socialista de Nos ha interesado más, en este número,
América, el ejemplo sangriento de los Estados destacar estos aspectos, que propagar la ma-
Unidos, ese país que ya Martí vio yendo “de nía folclórica que pretende vernos a noso-
más a menos” y que por su intrínseca decaden- tros, los subdesarrollados, como candorosos
cia no encuentra –ni puede encontrar, dentro artífices de objetos destinados a museos y
del sistema capitalista– manera de sobrepasar burocráticas instituciones. Nuestro concepto
la heterogeneidad de sus orígenes. En vez de de África en América es bien otro. Con este
ese sobrepasamiento, el mundo contempla número rendimos homenaje a un gran con-
hoy allí el espectáculo de perros arrojados so- tinente, África, que fue volcado a la fuerza
bre ciudadanos negros que reclaman derechos en otro, América, cuya cultura contribuyó,
elementales; de hogueras, ahorcamientos, contribuye a formar. Rendimos homenaje a
atentados. Las contradicciones de ese país lo hombres de carne y hueso que se han reve-
han llevado a asumir, sí, una tradición: la de lado creadores, valientes y a la altura de cua-
los esclavistas, la de los negreros. “Como no lesquiera otros hombres. No ocultamos que
sería un esclavo, no sería tampoco un amo”, esto nos enorgullece. Por otra parte, en vano
había dicho en su tierra Lincoln. Pero hoy los hubiéramos pretendido ofrecer un panora-
gobernantes de ese país se pretenden amos – ma medianamente completo. Ese panorama
amos del mundo, que se estiman con derecho sería nuestra historia toda. Aquí solo hemos
a asesinar en Vietnam y se preparan para ha- podido tocar algunos puntos. Cualquier lec-
cerlo en Cuba–, y esperan que nosotros, los tor echará de menos aspectos tan definitivos
descendientes de esclavos, no transgredamos como la música, que desde el jazz norteame-
nuestros límites. Los que se creen amos, consi- ricano hasta el tango rioplatense, pasando
deran a los demás como esclavos. Por ello no por las poderosas contribuciones de las Anti-
90 Pensamiento anticolonial de nuestra América
llas y el Brasil, constituye la más perdurable yoría de los cuales se da por vez primera en
creación lograda en este orden por nuestro español.
continente. Su propia difusión, y la de otros Creemos que es imprescindible dejar constan-
aspectos similares, no hacía menester insistir cia, al frente de este número, de la importancia
en ellos. A pesar de esas ausencias, ofrece- que poseen los trabajos del maestro que inició en-
mos aquí un conjunto importante. tre nosotros con rigor científico, a principios del
Como de costumbre, los textos fueron en- siglo xx, los estudios del aporte africano a nuestra
viados especialmente para este número –con cultura: don Fernando Ortiz. Que en su venerable
excepción del gran estudio, no superado has- ancianidad haya tenido fuerza, tiempo y volun-
ta el día, del desaparecido Alfred Métraux; tad para dar un texto con destino a este número,
y, desde luego, de los “Documentos”1, la ma- aumenta nuestra gratitud a su persona y su obra.
Es, pues, justo que esta entrega le esté dedicada,
pues él adelantó y defendió valientemente lo que
1 Sección de la revista Casa de las Américas. es hoy nuestra visión de nosotros mismos.
Leer al Che*
que adivinaba en aquel hombre, a quien tuve estudios, se había sentido movido a otras co-
la inmensa dicha de conocer un poco y admi- sas. Quiso conocer el Continente, y durante la
rar sin reservas, cuando el librote llegara a sus primera mitad de 1952 se fue a recorrerlo en
manos. Hoy daría cualquier cosa por uno de vehículos como motocicleta y balsa, con su
sus comentarios. Pero ese hombre superior amigo Alberto Granado, quien evocaría el viaje
que es tanto nuestro orgullo como nuestra ver- en el libro Con el Che por Sudamérica (La Ha-
güenza, porque nos recuerda en todo instante bana, 1986), mientras la versión del Che apare-
lo que puede ser un hombre y lo que somos los ció algo después, en sus Notas de viaje… (La
hombres, no existe ya, y el lector puede dis- Habana / Madrid, 1992). Prestó sus servicios
pensarse de aquellas razones. en leprosorios. Atravesó desde la Argentina
hasta Venezuela, y fue a parar a Miami, de don-
de fue devuelto al país en un avión que llevaba
2 caballos de carrera. Es probable que entonces
tuviera ya la revelación que en su tiempo tuvo
Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de Martí: la de la profunda, indestructible unidad
junio de 1928 en la ciudad argentina de Rosa- de nuestros países, más allá de las fronteras ar-
rio, y vivió su infancia y su primera juventud tificiales; es probable que entonces aprendiera
en Buenos Aires y Córdoba. Su familia era de a sentirse latinoamericano. En Guatemala, en
clase media, habiendo sido su padre construc- México —y luego y sobre todo en Cuba—, iba
tor. Adquirió la educación correspondiente: a verificar lo que aquellos viajes ya le habían
el conocimiento adicional de otra lengua (en echado a la cara: la miseria, el desamparo y la
su caso el francés), y una carrera universita- identidad última de nuestras tierras mestizas.
ria: curiosamente, medicina. Leyó mucho, en Si la situación específica del país en que nacie-
papel de francotirador, desde literatura (Bau- ra se le ofrecía confusa, y lo impulsaba a bus-
delaire, Neruda) hasta política, y también a car otros aires, esos aires iban a hacerlo suyo,
Spengler y Freud. Quizá este último lo inclinó iban a transformarlo. Es curioso, al oír su voz,
a la medicina. Sin militar en tendencia deter- escucharle un acento que no es ni argentino
minada, merodeaba por los grupos rebeldes ni mexicano ni cubano, sin ser tampoco, por
del estudiantado. Aun antes de terminar sus supuesto, ese español abstracto, exangüe, de
Leer al Che 93
algunos profesores de lengua en tierra extra- Lynch, Aquí va un soldado de América (Buenos
ña: es en realidad, con referencia a nuestro Aires, 1987), el Che está en Guatemala. Ha sido
Continente, lo que Unamuno proponía para el atraído allí por la posibilidad revolucionaria que
área del idioma: el sobrecastellano. Cada uno vive el país. Esa posibilidad será brutalmente se-
de nosotros lo reconoce como suyo aunque, a gada por las huestes de Castillo Armas, a sueldo
la vez, hay en él algo de otra parte. Esa otra del gobierno estadunidense, el cual ya había or-
parte quizá no es sino la totalidad misma, la questado en Caracas, con sus lacayos, la condena
América nuestra en su conjunto. ¿No podemos del régimen progresista de aquel país. Guevara
conjeturar que así debió haber sido el espa- estará entre quienes, después de haber esperado
ñol de Martí, un español no tanto acubanado en vano armas para pelear, cruzan la frontera ha-
(aunque esto prevaleciera: Urbina habló de su cia México, habiendo sentido en carne propia la
acento costeño) como hispanoamericanizado? crueldad y la desfachatez del gobierno que envia-
Me he detenido en esto porque creo que en su rá siete años después nuevos mercenarios contra
caso es un ejemplo más de que el Che, como Mar- Cuba, esta vez derrotados. En México, Guevara
tí, no solo se pensaba, sino además se sentía lati- se gana la vida con trabajos menores, como el de
noamericano, y se expresaba como tal, así como fotógrafo ambulante, y prosigue sus investigacio-
otros se sienten de un país, y hasta de una zona de nes sobre la alergia, llegando a pensar en una cá-
ese país. No hubo en él ningún orgullo local, sino tedra universitaria. Es entonces cuando conoce a
una especie de responsable amargura continental: Fidel. Él lo ha contado así:
todo lo que nos divide le parecía vano frente a pro-
blemas reales y comunes que es menester decidir- El que esto escribe, llevado y traído por las olas
se a afrontar de manera real y común. de los movimientos sociales que convulsionan a
América, tuvo oportunidad de conocer, debido a
estas causas, a otro exiliado americano: a Fidel
Castro. Lo conocí en una de esas frías noches
3 de México, y recuerdo que nuestra primera dis-
cusión versó sobre política internacional. A las
En 1954, tras otro periplo americano, iniciado a pocas horas de la misma noche —en la madru-
mediados de 1953 (y del que hay valiosos testi- gada— era yo uno de los expedicionarios [“Una
monios en el libro de su padre, Ernesto Guevara revolución que comienza”, 1959].
94 Pensamiento anticolonial de nuestra América
“Valía la pena”, dirá también, “morir en una playa desarrollados. Pero la Revolución Cubana, en
extranjera por un ideal tan puro”. El resto de la su marcha, es más rápida y más profunda que
vida del Che es menos del dominio de los biógra- la de aquellos países: en 1960, ya es una revolu-
fos que del de los historiadores del Continente. ción socialista. El Che viajará entonces, a fines
El Che, después de entrenarse en México, viaja de ese año, a los países socialistas, y verificará
a Cuba como uno de los ochenta y dos hombres allí un nuevo vínculo: con los pueblos que, como
del yate Granma, a fines de 1956. Felizmente para el nuestro, estaban construyendo el socialismo; y
nosotros, será no solo una de las figuras más des- especialmente con aquellos que partían de con-
lumbrantes de la hazaña iniciada entonces, sino diciones subindustrializadas, y habían debido pa-
también su primer cronista, lo cual hace aún más gar un altísimo precio en agresiones, como Corea.
innecesario evocar aquí aquellos días que él ha de- Cuando, en 1964 y 1965, regresa a los países sub-
jado descritos admirablemente. Al triunfar la in- desarrollados, concretamente a África, lo hace ya
surrección, el primero de enero de 1959, el Che, a como representante de una revolución socialista
pesar de un asma crónica, se ha destacado como del mundo subdesarrollado: una revolución en la
uno de los primeros jefes, y el responsable, junto que se funden las dos grandes líneas renovadoras
con Camilo Cienfuegos, de dirigir la invasión de de este siglo: la que arranca de la Revolución de
Cuba, de acuerdo con las órdenes de Fidel. Octubre y la vinculada a la lucha anticolonialista.
Importa llamar la atención sobre algunos de Es evidente que estos viajes son mucho más que
los viajes del Che una vez que la Revolución Cu- desplazamientos geográficos: son como los hitos
bana se ha hecho gobierno. Antes de esa fecha, ha visibles de un pensamiento que el Che irá hacien-
conocido ya –como él mismo recordará en 1961, do explícito con total lucidez, y cuyos textos prin-
en la Universidad de Montevideo– casi todos los cipales, dijo Fidel, “no dudamos que pasarán a la
países de nuestra América. En 1959, irá a recorrer posteridad como documentos clásicos del pensa-
otros países: va a ver nuestros problemas “desde miento revolucionario”.
el balcón afroasiático”: la hoy disuelta República
Árabe Unida (RAU), Indonesia, India. Su mundo 4
se le ha abierto, y puede verificar la similitud de
problemas no ya de los países de nuestro conti- Todavía en plena Sierra Maestra, en 1957, el
nente, sino incluso de los tres continentes sub- Che auspició la publicación de El Cubano Libre
Leer al Che 95
(nombre que los mambises del siglo xix habían suceso local de la experiencia generalizable.
dado a periódicos de la manigua), no solo para Por cierto que los enemigos son conscientes de
trasmitir noticias de la guerra sino también esto: se apresuran a proponerle a las revolucio-
para expresar el pensamiento que la animaba. nes un rostro nada atrayente, pretendiendo ge-
Pero es sobre todo a partir del fracaso de la neralizar los aspectos locales negativos, mien-
huelga de abril de 1958, según nos dice el Che tras fingen que los logros esenciales son solo
en su discurso del 28 de enero de 1959, cuando accidentales o secundarios. Esta labor del Che,
“empezaron en el Ejército Rebelde los prime- pues, lejos de remitirse a teorías de salón, es
ros pasos para darle una teoría y una doctrina una tarea combatiente, que aspira a resultados
a la Revolución”. Por supuesto, estas preocu- prácticos, y que parte de un material igualmen-
paciones en manera alguna implican que el Che te práctico e inmediato. En el año 1959, la Re-
sea un especulador puro. En ese mismo discur- volución Cubana había demostrado que existía
so nos dirá cómo una de las mayores virtudes un camino para echar por tierra los regímenes
de la revolución que acaba de llegar al poder es tiránicos de las neocolonias latinoamericanas.
“haber destruido todas las teorías de salón”. Su Era menester aclarar en qué consistía ese cami-
aspiración no es, en absoluto, restaurarlas. Tie- no, y ofrecer el resultado de tan rica experien-
ne otra meta bien distinta: “teorizar lo hecho, cia a los futuros combatientes: a ello dedicará
estructurar y generalizar esta experiencia para el Che buena parte de sus esfuerzos durante
el aprovechamiento de otros, es nuestra tarea ese laboriosísimo año, y producto de ello es La
del momento”, escribirá en las primeras pági- guerra de guerrillas, que está ya en germen en
nas de La guerra de guerrillas. Esta definición el artículo “Qué es un guerrillero”, de febrero
es insustituible. Para el observador no bastante de 1959. En los años siguientes, creyó necesa-
preciso, aunque se trate de un secuaz apasiona- rio actualizar este libro. En “Guerra de guerri-
do, el tropel de acontecimientos revoluciona- llas: un método” (1963), aportó nuevas ideas.
rios requiere ser estructurado y generalizado. Pero le interesaba otra redacción del manual,
Ambas son tareas teóricas, propias de lo que incorporando experiencias más recientes. Sin
Althusser llamaría la “práctica teórica”: es me- embargo, a punto de hacerlo, consideró que
nester pensar los datos, para detectar en ellos esa nueva redacción tendría “que aplazarla
una figura; y es menester, también, separar el seguramente por mucho tiempo”, como escri-
96 Pensamiento anticolonial de nuestra América
bió Lenin en las palabras finales de El Estado entre nosotros de estas páginas hay que bus-
y la Revolución, ya que también para el Che carlo en la vigorosa “literatura de campaña”,
“era más agradable y provechoso vivir la ‘ex- según la nombró Ambrosio Fornet, escrita
periencia de la revolución’ que escribir sobre por participantes de la guerra contra España
ella”. Tanto para Lenin como para el Che, tal —por ejemplo, Máximo Gómez—, textos que
aplazamiento resultó definitivo. Fidel leyera minuciosa y apasionadamente an-
No es menos práctico el fin que lleva al tes de encabezar el movimiento guerrillero. Si
Che a preguntarse por la teoría de la revolu- el libro anterior es una guía para la acción, su
ción en su desarrollo. Pero antes de hablar de osamenta, los Pasajes… son el cuerpo mismo
ella, conviene aludir aquí a un libro que se re- de esa acción, con los seres humanos heroicos
laciona, por otra vertiente, con La guerra de o vacilantes, sublimes o mezquinos: y siempre
guerrillas: Pasajes de la guerra revoluciona- verdaderos. Este es el libro más conmovedor
ria (1963). No son consideraciones intelectua- publicado en Cuba en estos años.
les las únicas que mueven al Che a escribirlo:
a escribirlo, por otra parte, en esa magnífica
prosa suya, seca y coloquial. Es también el ar- 5
tista quien lo escribe. Aquí no se “generaliza”
sino que se pone la mano, la memoria sobre lo Los libros sobre la guerra revolucionaria –su
concreto. Pero si se trata de mostrar la guerra teoría y su práctica, por así decir– son los úni-
como realmente es, con su violencia, su gran- cos que el Che publicara como tales libros orgá-
deza, su dolor y su constante afrontamiento de nicos. Pero no son lo único que el Che ha escri-
vida y muerte, se trata sobre todo de subrayar to –y dicho. Por el contrario: desde el principio
siempre los principios que la animan, así como estuvo preocupado por otros aspectos del pro-
la transformación que van sufriendo en su inte- ceso revolucionario, y expresó tales preocupa-
rior los hombres, al contacto profundo de unos ciones unas veces en forma de discursos, otras
y otros, contacto que va haciendo de citadinos en forma de artículos y ensayos. En los libros
y serranos una sola vanguardia del país. Fidel trató asuntos referidos a la insurrección: es
Castro dirá después que “sus narraciones de decir, a la revolución antes de la toma del po-
la guerra son insuperables”. El antecedente der (este sería también el caso de su Diario en
Leer al Che 97
Bolivia y de Pasajes de la guerra revoluciona- marcha. La primera pregunta que han debido
ria: Congo, editado en 1999); en discursos y ar- hacerse, pues, es qué era esa revolución, cuál
tículos, por regla general, enfrentó problemas era la teoría revolucionaria de esa acción re-
que la revolución iba abordando después de la volucionaria. Fidel Castro, quien para entonces
toma del poder. Desde un punto de vista inte- ya tenía una formación marxista-leninista, ha-
lectual, estos otros problemas no son menos bía dicho en 1953 que el responsable intelectual
complejos que los anteriores: tenemos derecho del ataque al cuartel Moncada (y, por tanto, del
a pensar que son más complejos, y que han re- proceso que aquel ataque desencadenaría) era
querido y requieren de parte de los dirigentes José Martí. El Che Guevara, que en 1959 sabe
del proceso una enorme tensión en la aprecia- que esta revolución se inscribe en el marco de
ción teórica y en la correspondiente solución la descolonización contemporánea, en la línea
práctica. Además, esos dirigentes habían llega- de los países subdesarrollados, dice al romper
do al poder en plena juventud: el propio Fidel 1960, el 28 de enero:
tenía poco más de treinta años en 1959. Iba a
ser dado con ellos contemplar un espectáculo Martí fue el mentor directo de nuestra revolu-
infrecuente: en vez de vivir una evolución in- ción, el hombre a cuya palabra había que recurrir
telectual más o menos soterrada, de la que los siempre para dar la interpretación justa de los
otros tienen poca noticia, esos jóvenes iban a fenómenos históricos que estábamos viviendo
[…] porque José Martí es mucho más que cuba-
evolucionar ante los ojos de todo el mundo. Se
no; es americano; pertenece a todos los veinte
acabarían de formar con las raíces al aire. No
países de nuestro continente […] Cúmplenos a
es que llegaran al poder sin criterios suficientes nosotros haber tenido el honor de hacer vivas las
–bastaría con recordar la extraordinaria auto- palabras de José Martí en su patria, en el lugar
defensa de Fidel Castro, La historia me absol- donde nació.
verá, de 1953, para verificar la solidez con que
habían partido a la lucha–, pero esos criterios Bien conoce el Che que Martí es el primer pen-
iban a madurar desde el poder, al afrontar pro- sador de nuestro Continente, y que al ratificar
blemas nuevos, tremendos, en medio de una lo dicho por Fidel seis años atrás, esta declara-
compleja realidad no solo nacional, sino inter- ción es válida para una revolución de los paí-
nacional, que había que ir descifrando sobre la ses subdesarrollados. Pero en estas palabras
98 Pensamiento anticolonial de nuestra América
hay algo más que llama la atención: el uso del forma de una tenaz campaña de prensa, prosi-
pasado. Martí fue –dice el Che– nuestro men- gue con declaraciones oficiales, y llegará hasta
tor, a cuya palabra había que recurrir… No es el ataque físico y el bloqueo, pasando previa-
que se haya abjurado de aquella palabra: todo mente por el cese de la compra de azúcar y la
lo contrario. Es que, para serle fiel no solo a negativa a refinar petróleo adquirido por Cuba
la palabra, sino al espíritu de Martí, era me- fuera del área estadunidense. Mientras tanto,
nester tener presente que él mismo nos había la Revolución Cubana ha encontrado mercado
aconsejado hacer “en cada momento lo que para su azúcar en lo que fue la Unión Soviética,
en cada momento es necesario”. Y por obliga- y conocido el respaldo decidido de las clases
ción la realidad había comenzado a plantearle populares, y el despego creciente primero, y la
a nuestra Revolución, ya en el poder, proble- abierta hostilidad después, de la viceburguesía
mas que no pudieron ser exactamente los mis- dependiente criolla, cuyo destino estaba vin-
mos que los de Martí, quien ni siquiera llegaría culado al del imperialismo estadunidense. No
a ver a su país políticamente libre. Esos otros cabe duda de que la Revolución Cubana, pues-
problemas requerían un abordaje que no fuera ta ante la disyuntiva de perecer a manos de los
ya solo el de Martí. La Revolución Cubana, en Estados Unidos o radicalizarse aún más veloz-
un intercambio violento de acciones punitivas mente, optó por esta última posibilidad.
estadunidenses y respuestas cubanas, iba ra- Cuando ya han ocurrido el cese de la
dicalizándose desde la misma toma del poder. compra de azúcar cubano y el rechazo de re-
Ha podido decir el propio Che que quizá solo finar en Cuba petróleo soviético por los Esta-
la primera Ley de Reforma Agraria ha sido dos Unidos; y, por parte de Cuba, las naciona-
hecha directamente, sin que fuera la respues- lizaciones de las refinerías estadunidenses en
ta a una agresión norteamericana inmediata. territorio cubano, el Che dice, el 28 de julio de
En lo adelante, a partir de la tenaz resistencia 1960, al Congreso de Juventudes reunido en
opuesta por los Estados Unidos a esa ley con La Habana:
la que Cuba ejercía –y casi que estrenaba– su
soberanía, las grandes decisiones del gobierno Si a mí me preguntaran si esta revolución que
revolucionario serían contrataques cubanos a está ante los ojos de ustedes es una revolución
las agresiones yanquis. Lo que comenzó bajo la comunista […] vendríamos a caer en que esta re-
Leer al Che 99
volución, en caso de ser marxista –y escúchese la misma naturalidad con que se es “newtoniano”
bien que digo marxista–, será porque descubrió en física, “pasteuriano” en biología, considerando
también, por sus métodos, los caminos que seña- que si nuevos hechos determinan nuevos con-
lara Marx. ceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a
aquellos otros que hayan pasado […]. Es decir, y
Consecuente con este descubrimiento, y en conviene puntualizarlo una vez más, las leyes del
respuesta a la condena de Cuba por la Orga- marxismo están presentes en los acontecimientos
nización de Estados Americanos en San José, de la Revolución Cubana, independientemente de
que sus líderes profesen o conozcan cabalmente,
Fidel Castro lee al pueblo, reunido al efecto en
desde un punto de vista teórico, esas leyes.
la Plaza de la Revolución el 2 de septiembre de
1960, la que vendrá a ser primera Declaración Creo que estas citas expresan con la mayor
de La Habana. En ella, está virtualmente ex- claridad y limpieza cómo se ha ido gestando
presado ya el carácter socialista que ha asumi- el pensamiento de la Revolución Cubana: sin
do la revolución. Algo más de un mes después, esquemas prestablecidos, pero también sin te-
el 8 de octubre, el Che publica en la revista Ver- mor a marbetes. Algunos años después, en un
de Olivo sus “Notas para el estudio de la ideolo- discurso en Argel (febrero de 1965), el Che evo-
gía de la Revolución Cubana”, planteo profun- cará de nuevo este proceso:
do del tema. El carácter al parecer silvestre de
esta Revolución ¿ha alterado acaso el principio Nosotros no empezamos la carrera que terminará
leninista de que sin teoría revolucionaria no en el comunismo con todos los pasos previstos,
hay movimiento revolucionario? El Che se lo como producto lógico de un desarrollo ideoló-
pregunta, para responderse: gico que marchara con un fin determinado; las
verdades del socialismo, más las crudas verda-
Convendría decir que la teoría revolucionaria, des del imperialismo, fueron forjando a nuestro
como expresión de una verdad social, está por pueblo y enseñándole el camino que luego hemos
encima de cualquier enunciado; es decir, que la adoptado conscientemente.
revolución puede hacerse si se interpreta correc-
tamente la realidad histórica y se utilizan correc- Hay, por otra parte, en primer lugar en Fidel,
tamente las fuerzas que intervienen en ella, sin pero también en los otros grandes dirigentes,
conocer la teoría […] Se debe ser “marxista” con una voluntad de desmistificación semántica,
100 Pensamiento anticolonial de nuestra América
que los lleva a rehuir la frase acuñada, en be- norteamericano estaba desorientado y nunca
neficio del acercamiento al hecho mediante pudo aquilatar los alcances verdaderos de la
la explicación, la cual a veces asume la forma Revolución Cubana”), pero señala sobre todo
del largo discurso (que ha sido llamado peda- “las raíces permanentes de todos los fenóme-
gógico) de Fidel. Así, después de que, durante nos sociales de América, las contradicciones
el año 60, y en especial en su segunda mitad, la que, madurando en el seno de las sociedades
Revolución Cubana ha ido tomando medidas actuales, provocan cambios que pueden ad-
socialistas; después incluso de que se ha acep- quirir la magnitud de una revolución como la
tado fervorosamente la justeza de tales medi- cubana”. En ese trabajo alcanza madurez el
das en la Declaración de La Habana, Fidel pensamiento político del Che Guevara. A par-
afirma la víspera de la invasión mercenaria, tir de él, lo veremos expresarse, en sus mag-
el 16 de abril de 1961, que hemos hecho una nos discursos internacionales, como vocero
revolución socialista. Por esos días, el Che extraordinario del mundo subdesarrollado. La
ha explicado en un trabajo imprescindible Revolución Cubana no ha generado un pensa-
(“Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en miento sin generarlo, a la vez, para los otros
la lucha anticolonialista?”, publicado en Verde países situados en coyunturas similares a la
Olivo el 9 de abril de 1961), la especificidad de de Cuba: en primer lugar, los países de nuestra
la Revolución Cubana, movimiento que, aun- América; pero también los de los otros conti-
que “grandemente heterodoxo en sus formas y nentes subdesarrollados.
manifestaciones, ha seguido, sin embargo –no
podría ser de otra manera–, las líneas genera-
les de todos los grandes acontecimientos his- 6
tóricos del siglo, caracterizados por las luchas
anticolonialistas y el tránsito al socialismo”. Si la Revolución Cubana ha encontrado por sus
El Che reconoce los escasos factores excep- propios pasos un pensamiento genuino, ello
cionales de nuestra Revolución (“entre ellos, implica la necesidad de afrontar con ese pen-
el primero, quizás, el más importante, el más samiento una multiplicidad de problemas que,
original, es esa fuerza telúrica llamada Fidel a su vez, obligarán a enriquecer aquel pensa-
Castro Ruz”; y también “que el imperialismo miento. El Che será actor y testigo excepcional
Leer al Che 101
de esta interacción en la edificación cotidiana las mecánicamente. En otro sentido que el que
del socialismo en un país subdesarrollado. le pensara Croce, una revolución verifica que
El médico errabundo a quien Fidel ha con- la historia es de veras “hazaña de la libertad”.
vencido una fría noche de México para que lo Ante cada nuevo problema, se alza la pregunta
acompañe a liberar su país, después de una leninista: ¿Qué hacer? Y la respuesta no puede
“primera discusión [que] versó sobre política ir a buscarse a manual alguno. Debe surgir, se-
internacional”; el guerrillero a quien le enco- gún el consejo del propio Lenin, de “el análisis
mienda llevar la guerra revolucionaria de un concreto de la situación concreta”. Así, el Che
extremo a otro de la Isla; el teórico lúcido, es se verá obligado a considerar, de acuerdo con
el hombre a quien se responsabilizará, ya en el la situación concreta de Cuba, pero viéndola
poder, con posiciones claves dentro del gobier- también (como siempre) en relación dinámica
no: la presidencia del Banco Nacional, primero, con el mundo todo, hechos como la naturaleza
para estabilizar la grave situación de las divi- de la planificación socialista, lo que lo llevará
sas; y el Ministerio de Industrias, más tarde, en- a polemizar con Charles Bettelheim. Por simi-
cargado de coordinar y acrecer las industrias lares razones, enfatiza la preponderancia –no
bruscamente nacionalizadas de un país de es- la exclusividad, por supuesto– que debe darse
caso desarrollo que, además, ha sido cortado, al estímulo moral sobre el estímulo material
de pronto, de su fuente casi única de productos si de veras quiere construirse una sociedad
elaborados. Se trata de mantener en pie, fun- socialista: no se ve cómo pueda lograrse esto
cionando, a la nación. azuzando en los hombres apetencias sobre las
Para cumplir estas nuevas tareas, de las que se afianza el capitalismo. Sería absurdo
que también saldrá victorioso, el Che debe pretender erradicar de repente, por decreto,
afrontar problemas concretos de economía.1 viejos mecanismos, y el Che no postula esto:
La revolución no viene hecha, sino que es, siem- “no negamos la necesidad objetiva del estímu-
pre, un proceso que los hombres deben hacer, lo material, sí somos renuentes a su uso como
bien o mal. No existen fórmulas para aplicar- palanca impulsora fundamental” (“Sobre el
sistema presupuestario de financiamiento”,
1964). Pero, en cambio, no es absurdo, sino
1 Cf. Carlos Tablada Pérez: El pensamiento económi-
co de Ernesto Che Guevara, La Habana, 1987. imprescindible para aquella construcción, es-
102 Pensamiento anticolonial de nuestra América
timular en el hombre “una actitud nueva frente debe ser constantemente reiterado y aclarado
al trabajo” (1964), una actitud que permita ali- por los revolucionarios:
viar a ese poeta predilecto del Che, León Feli-
pe, quien había visto angustiado oponerse tra- El peso de este monumento de la inteligencia hu-
bajo y juego. ¿Será necesario insistir en cómo mana [El capital] es tal, que nos ha hecho olvidar
nos emociona ver a este hombre completo que frecuentemente el carácter humanista (en el me-
es el Che comenzar un hermoso discurso a jor sentido de la palabra) de sus inquietudes […].
Ahora nos interesa el hombre […] Marx pensaba
obreros ejemplares memorizando unos versos
en la liberación del hombre, y veía el comunismo
del gran poeta español?
como la solución de las contradicciones que pro-
dujeron su enajenación […] [“Sobre el sistema
presupuestario…”].
7
Esta actitud del Che alcanzará su postulación
Porque lo que, en medio de su acción como de más clara y articulada en el último trabajo
su teorización, no olvida nunca el Che, es la fi- suyo escrito antes de la salida de Cuba: la ad-
nalidad verdadera de un proceso revoluciona- mirable carta que escribiera a Carlos Quija-
rio: la construcción de un ser humano mejor, no, director del semanario uruguayo Marcha,
del “hombre nuevo”, como él dirá retomando y que sería publicada en 1965 con el nombre
una imagen paulina ya clásica en el pensamien- “El socialismo y el hombre en Cuba”: en cierta
to revolucionario. Si el Che discute sobre la ley forma, se trata de un resumen, de un balance.
del valor, sobre el peligro del burocratismo, Al difundirse (copiosamente), el Che ya estaba
sobre el cuadro revolucionario, sobre las con- fuera de Cuba.2
diciones del joven comunista, sobre la cons-
trucción del Partido, ese hilo recorre todas
sus preocupaciones. No importa cuán violenta
pueda ser una acción, o cuán árido pueda ser 2 En la vasta bibliografía sobre el pensamiento del
un pensamiento, una y otro, en el revoluciona- Che, uno de los primeros libros fue el de Michel Löwy
La pensée de Che Guevara, París, 1970. Quiero destacar
rio, están al servicio del hombre. Si ello puede
también el de Fernando Martínez Heredia Che, el socia-
ser oscurecido por los enemigos, en cambio lismo y el comunismo, La Habana, 1989.
Leer al Che 103
años después, cuando ya esa revolución había (lo que lo llevaba a polemizar para deslindar), y
pasado su bautismo de fuego; cuando había co- al Che, entregarse a la acción para ser, una vez
nocido Girón, la Limpia del Escambray, la Cri- más, fiel a su teoría. Pues entre las felicidades
sis de Octubre; cuando sus fábricas y campos de la actual Revolución Latinoamericana está
producían organizadamente para el pueblo, el el contar, a su frente, con hombres en quienes
Che consideró que “otras tierras del mundo” lo la vieja dicotomía cabeza pensante / brazo ar-
requerían más. mado desaparece, fundida en una nueva reali-
Los que acusan a los revolucionarios de dad llameante.
ciegos deterministas, rechazan constantemen- Aunque desconozcamos aún varios de-
te, sin embargo, el elemento de libertad, de talles de los momentos que precedieron a la
novedad, de creación en la historia. Al ver que partida del Che, y de los de su primera estadía
el Che salía de Cuba, desempolvaron conoci- fuera de Cuba, cuando participó en la lucha de
das parejas, con las que pretendían disculpar- liberación nacional en África, mucho dice so-
se de pensar, y entender un hecho imprevisto bre esto último su libro Pasajes de la guerra
para ellos: los sentimentales dijeron: Bolívar- revolucionaria: Congo, aparecido en 1999 con
San Martín; los malintencionados propusieron prólogo de su hija Aleida Guevara March. Ade-
otros nombres. La verdad es que la historia más, no cabe la menor duda de que su conducta
cuenta con una nueva pareja que de ninguna estaba totalmente acorde con su pensamiento:
manera se explica por las anteriores, que es de que estaba haciendo lo que desde el princi-
irreductible a esquemas previos: Fidel Castro y pio se había propuesto. El 14 de enero de 1966,
Ernesto Guevara. Era admirable ver el comple- al clausurar la Primera Conferencia de Solida-
mento de estos dos hombres, la pulsación vol- ridad de los Pueblos de Asia, África y América
cánica de quien el propio Che consideraba “esa Latina, que sería conocida como Conferencia
fuerza telúrica llamada Fidel Castro Ruz”, y la Tricontinental y que tan magníficamente encar-
conceptualización implacable del Che. Y no fue nó el ideal de Fidel y el Che, aquel dijo:
lo menos hermoso de ese diálogo el instante en
que se interpenetraban tales funciones: en que El compañero Guevara se unió a nosotros cuando
veíamos a Fidel, justamente por ser el primer estábamos exiliados en México, y siempre, desde
jefe de la Revolución, precisar su pensamiento el primer día, tuvo la idea, claramente expresa-
Leer al Che 105
da, de que cuando la lucha terminara en Cuba, predicción. La hacemos con el convencimiento
él tenía otros deberes que cumplir en otra parte, de que la historia nos dará la razón.
y nosotros siempre le dimos nuestra palabra de
que ningún interés de Estado, ningún interés na- En cuanto al papel que se había asignado en
cional, ninguna circunstancia nos haría pedirle esa lucha supranacional, tampoco cabe duda
que se quedara en nuestro país, obstaculizar el alguna. Al responder en diciembre de 1964 a un
cumplimiento de ese deseo o de esa vocación. Y tinterillo latinoamericano en la ONU, dijo:
nosotros cumplimos cabalmente y fielmente esa
promesa que le hicimos al compañero Guevara. He nacido en la Argentina; no es un secreto para
nadie. Soy cubano y también argentino, y, si no se
Que en los años 60 la revolución armada se en- ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamé-
contraba en la orden del día en muchos países rica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de
subdesarrollados, especialmente de la América cualquier país de Latinoamérica, como el que más,
Latina; que Cuba no era una excepción, está re- y en el momento en que fuera necesario, estaría
iterado en textos capitales del Che, como La dispuesto a entregar mi vida por la liberación de
cualquiera de los países de Latinoamérica.
guerra de guerrillas; “Cuba, ¿excepción histó-
rica o vanguardia en la lucha anticolonialista?”
¿Había decidido ya entonces el Che salir a pe-
y “Guerra de guerrillas: un método”. En este
lear de nuevo? Lo cierto es que solo unos me-
último, explicó:
ses después de haber pronunciado estas pala-
bras, abandonaba Cuba, en gesto supremo de
De hecho, la eclosión de la lucha americana se renuncia y de sacrificio. Había llegado para él
ha producido. ¿Estará su vértice en Venezuela,
“el momento que fuera necesario”. En El socia-
Guatemala, Colombia, Perú, Ecuador […]? ¿Se-
rán estas escaramuzas actuales solo manifesta-
lismo y el hombre en Cuba, que vino a adquirir
ciones de una inquietud que no ha fructificado? carácter testamentario, había escrito: “El revo-
No importa, para el resultado final, que uno u otro lucionario, motor ideológico de la revolución,
movimiento sea transitoriamente derrotado. Lo dentro de su partido, se consume en esa activi-
definitivo es la decisión de lucha que madura día dad ininterrumpida que no tiene más fin que la
a día, la conciencia de la necesidad del cambio re- muerte, a menos que la construcción se logre
volucionario, la certeza de su posibilidad. Es una en escala mundial”. Después de sus combates
106 Pensamiento anticolonial de nuestra América
en África, aquel país del que había hablado en solían representarse profetas y santos, el de
la ONU resultó ser, en América, Bolivia, una de aquel héroe de América, del mundo, que yace
las más esquilmadas y dolorosas de nuestras allí. Parece que les quema, aun muerto, esa
patrias chicas. Allí se encontraba, peleando, presencia deslumbrante. En los días inmedia-
cuando dio a conocer su Mensaje a los pueblos tos nos enteraríamos, con estupor, de las más
del mundo a través de la Tricontinental (1967), extrañas cosas: de que aquel cuerpo fue ente-
donde, al trazar el cuadro de la situación inter- rrado, desenterrado; de que le habían mutilado
nacional, del chantaje atómico con que el impe- las manos, para conservar algunos dedos. Pare-
rialismo pretendía paralizar a los pueblos, e ir ce menos la sórdida verdad que las vicisitudes
despedazándolos uno tras otro, postuló: “Crear, míticas de un héroe de leyenda. Aquel héroe
uno, dos, tres… muchos Vietnam, esa es la con- lograría sacudir la Tierra. Hasta los enemigos
signa”. A esa, la más honda, noble y valiente, se inclinaron ante tanta grandeza. Hasta los
la más necesaria también de las tareas de esos duros de corazón y los entibiecidos sintieron
años, se hallaba entregado, cuando su absoluto que les quedaban lágrimas en el alma. Si algu-
desprecio al peligro de que hablara Fidel, hizo nos no han podido, ni siquiera entonces, ver y
posible a tropas bolivianas, organizadas y co- comprender, es que ya no podrán nunca ver ni
mandadas por militares estadunidenses, herir- comprender. Se han convertido ellos mismos
lo en la Quebrada del Yuro, el 8 de octubre de en estatuas de sal, y la historia implacable los
1967, hacerlo prisionero y posteriormente ase- desmorona como al polvo.
sinarlo de un balazo en el corazón. Unos mo- Quien únicamente podía hacer el panegí-
mentos antes, desangrándose, había dado una rico; quien unos días antes había anunciado
bofetada a un oficial enemigo que lo increpaba. al pueblo, en el más triste discurso de su vida,
Las vicisitudes de su cadáver hubieran sido ma- que era “dolorosamente cierta” la noticia de la
teria alucinada para aquel enorme devoto del muerte; aquel a quien había escrito el Che en
Che que fue su compatriota, el alucinado Eze- su carta de despedida: “si me llega la hora defi-
quiel Martínez Estrada. El cuerpo es trasladado nitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento
en helicóptero para ser exhibido a periodistas. será para este pueblo y especialmente para ti”:
Es un rostro sereno, grave y hermoso, enmar- Fidel Castro, evocó la vida de aquella criatura
cado en la abundante cabellera y barba con que ejemplar ante un millón de hombres y mujeres
Leer al Che 107
silenciosos e inconsolables, reunidos en la Pla- Si alguna vez tienen que leer esta carta, será por-
za de la Revolución, donde tantas veces estu- que yo no esté entre ustedes […]. Su padre ha
vieron con él. sido un hombre que actúa como piensa, y, seguro,
ha sido leal a sus convicciones […]. Sobre todo,
Al despedirse de sus hijos, el Che, enter-
sean siempre capaces de sentir en lo más hondo
neciendo y achicando las palabras como había cualquier injusticia cometida contra cualquiera
hecho también otro gigante, su hermano José en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más
Martí, les escribió: linda de un revolucionario.
Martí, Lenin
y la revolución anticolonial*
ni muestre familiaridad suficiente con su obra. socialistas con los que Martí dejaba mezclado
Y no deja de ser curioso, porque es bastante im- su nombre: Saint Simon, Fourier, Karl Marlo,
probable que Martí, voraz lector, en especial de Bakunin... No creo que lo ayudara mucho a es-
periódicos –de los que solía sacar el material tablecer esa distinción la actitud aparentemen-
que trasfundía luego en sus deslumbrantes cró- te eurocéntrica asumida por Marx y Engels. No
nicas–, no hubiera leído, al menos, los trabajos solo cuando en la primera línea del Manifiesto
que su propio editor y amigo, Dana, había pu- comunista –que no se sabe si Martí llegó a co-
blicado, solo unos años antes, en su periódico nocer, aunque desde 1871 había ediciones en
y su enciclopedia, de aquel otro amigo del nor- inglés en los Estados Unidos– proclaman que
teamericano, “Karl Marx famosísimo”. Espe- “un fantasma recorre Europa”; sino cuando
cialmente si tenemos en cuenta que algunos de con frecuencia, y precisamente en artículos
esos trabajos abordaban problemas de las co- aparecidos en el New York Daily Tribune,
lonias3, que tanto interesaron a Martí, e incluso aunque fuera inequívoca la simpatía de los au-
problemas latinoamericanos, de los que el cu- tores por los países explotados y su repudio a
bano llegó a tener una caudalosa información, la rapaz política colonial, nuestros pueblos, de
y que constituyeron su preocupación histórica acuerdo con la terminología entonces habitual,
cardinal. No es pues arriesgado conjeturar que aparezcan mencionados como “las naciones
Martí no solo elogió a Marx, sino que lo leyó; al bárbaras”, “la barbarie”, “los semibárbaros”4,
menos, que leyó algunos de sus textos latera- para no hablar de las páginas infelices sobre
les: cuya escritura, por cierto, Marx consideró Bolívar –el americano más admirado por Mar-
apenas como tarea de pan ganar. Lo que parece tí– o México. Pero estos desenfoques no dismi-
igualmente seguro es que Martí no distinguió la nuyen el sitio central ocupado por el genio de
especificidad del pensamiento de Marx, aque- Marx. Che Guevara dejó este punto perfecta-
llo que lo diferenció radicalmente de otros mente aclarado:
le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ral y científico de los pueblos”. En otras pala-
ciertas incorrecciones. Nosotros los latinoameri- bras: no vio la contribución científica de Marx,
canos podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo aquello que lo separa de los socialistas previos,
con su interpretación de Bolívar, o con el análisis utópicos. Atribuir esto a cortedad de visión o a
que hicieron Engels y él de los mexicanos, dando
tibieza en Martí, sería tan torpe como achacar
por sentadas incluso ciertas teorías de las razas
el aparente eurocentrismo de Marx a un absur-
o las nacionalidades inadmisibles hoy. Pero los
grandes hombres, descubridores de verdades do chovinismo continental. Lo cierto es que la
luminosas, viven a pesar de sus pequeñas faltas, fidelidad de uno y otro a sus problemas inme-
y estas sirven solamente para demostrarnos que diatos respectivos, y no coincidentes entonces,
son humanos, es decir, seres que pueden incurrir los lleva a posiciones concretas, desde las cua-
en errores aun con la clara conciencia de la altura les a Marx no le era posible apreciar debida-
alcanzada por estos gigantes del pensamiento. Es mente el que sería el planteo de Martí (como
por ello que reconocemos las verdades esencia- se ve en el caso de Bolívar), ni a Martí el aporte
les del marxismo como incorporadas al acervo específico de Marx. Lo que no significa incon-
cultural y científico de los pueblos y lo tomamos gruencia entre ambos, sino señalamiento de
con la naturalidad que nos da algo que ya no ne-
objetivos, por el momento, diversos. A partir
cesita discusión5.
de la presencia de un proletariado desarrollado
en el seno de los países de más avanzado ca-
Sucede, sin embargo, que Martí, que admiró y
pitalismo (entonces todavía premonopolista),
alabó inequívocamente la conducta de Marx
Marx descubre las leyes de la historia, y en con-
(“como se puso del lado de los débiles, me-
secuencia, la historia como ciencia. Basándose
rece honor”, dijo él), precisamente no parece
en la célebre boutade de Marx según la cual él
haber reconocido “las verdades esenciales del
habría declarado, en determinada circunstan-
marxismo como incorporadas al acervo cultu-
cia, no ser marxista, ha querido verse una espe-
cie de rectificación suya o de desautorización a
ciertas exageraciones. Hay, sin embargo, otra
5 Ernesto Che Guevara, “Notas para el estudio de la explicación, más sencilla, para una frase como
ideología de la Revolución Cubana”, Obra revoluciona-
esa, y el propio Che nos la ha ofrecido, al de-
ria, prólogo y selección de Roberto Fernández Reta-
mar, 3ª ed., México, 1969, p. 508. cir: “Se debe ser ‘marxista’ con la misma natu-
112 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Las perspectivas revolucionarias, pues, no como hacen los idealistas–; y más aún partir de
eran las mismas, a fines del siglo xix, en los paí- la enunciación de esos pensamientos: no han
ses capitalistas desarrollados y en las colonias. faltado quienes han querido ver en Martí un
La divergencia de esas perspectivas pueden estilo demasiado “literario”, metafórico, que
encarnarla ciertos aspectos de los pensamien- contrastaría con el escueto rigor científico de
tos de Marx y Martí. Lo que cuenta, a la hora de los textos de Marx o de los marxistas. Pero la
considerar este hecho, es, como se ha dicho, la realidad, en lo que toca a Marx, no abona en
tarea concreta que cada uno tiene por delante: favor de esta separación. La forma amojamada
tarea para acometer la cual el pensamiento en y aburrida con que algunos han querido hacer
cuestión es un arma de comprensión y trans- pasar su mercancía, asegurándonos que su ca-
formación. De ahí que sea errado partir de rencia era rigor marxista, no tiene nada que
los pensamientos mismos para compararlos – ver con el rigor de Marx, el cual incluía la efi-
cacia de una expresión creadora. Marx, “como
los antiguos griegos”, ha dicho su gran biógra-
francesa; luego se creó la italiana, y por último la espa- fo Mehring, “contaba [...] a Clío entre las nueve
ñola. “A partir de 1878 creció la afluencia de emigrados musas”8. Y más recientemente, Adam Schaff
de Alemania a la Argentina [...] En enero de 1882, los ha insistido: “Marx escribía de una manera
socialistas alemanes fundaron en Buenos Aires el club metafórica, empleando expresiones y térmi-
Worwärts”, el cual fue representado en 1889 en el con-
greso de París de la Segunda Internacional, nada me- nos que, casi todos, exigirían ser explicados e
nos que por Guillermo Liebknecht (op. cit., pp. 20-21). interpretados9”. Lejos pues de encontrarse se-
El primer expositor cubano de ideas marxistas, Carlos paradas tajantemente la expresión de Marx y
Baliño (1848-1926), quien como Martí vivía exiliado en la de Martí, creo que si hubiera que señalar un
los Estados Unidos, estuvo significativamente entre los
segundo punto (después de aquel respeto por
fundadores en 1892 del Partido Revolucionario Cuba-
no, el partido de Martí; y en 1925, junto a Julio Antonio
Mella, del primer Partido Comunista de Cuba. Martí lo
llamó en 1892 “un cubano que padece con alma hermo- 8 Franz Mehring, Carlos Marx. Historia de su vida,
sa por las penas de la humanidad, y solo podría pecar La Habana, 1964, p. 29.
por la impaciencia de redimirlas” (“‘Patria’ de hoy”, II, 9 Adam Schaff, Langage et connaissance suivi de
p. 185). Cf. Aleida Plasencia (compiladora) Documen- six essais sur la philosophie du langage, trad. de Clai-
tos de Carlos Baliño, La Habana, 1964. re Brendel, París, 1969, p. [vii].
114 Pensamiento anticolonial de nuestra América
haberse puesto “del lado de los débiles”) en ron a vivir la época del imperialismo moder-
que Martí debió sentirse cerca de Marx, sería no, y por tanto no llegaron a ser testigos del
la admiración por el escritor montuoso, ima- acercamiento de aquellas dos perspectivas
ginístico, apasionado, en el difícil tratamiento mencionadas arriba.
de los temas políticos. La distinción, pues, no Como sabemos, quien vivirá la época del
se realiza en el nivel de la expresión. Y si lo imperialismo, la comprenderá y la analizará a
hace en el nivel del pensamiento, es porque se la luz del marxismo; quien, consecuentemente,
trata en cada caso de pensamiento de circuns- llegará a hacer posible la interpenetración de
tancias diferentes. Sobre estas es que hay que esas perspectivas, e incluso señalará el papel
llamar la atención. extraordinario encomendado a la lucha antico-
Esas circunstancias, por otra parte, no per- lonial para el triunfo mundial del socialismo,
manecen inalterables. Si en 1848 el fantasma fue, significativamente, el fundador del primer
del comunismo recorría Europa (entendien- estado socialista, Lenin; y este aspecto es sin
do por tal, fundamentalmente, Inglaterra, duda una de sus contribuciones más importan-
Francia y Alemania), treinta y tantos años tes. Pero antes de insistir en este punto, convie-
después su camino es más largo. En el pre- ne detenerse un momento en el primer hombre
facio a la edición rusa de 1882 del Manifiesto en pensar, desde él, el mundo colonial en su
comunista, Marx y Engels recuerdan que en conjunto: Martí.
la primera edición “Rusia y los Estados Uni- Martí fue un pensador que no dejó una sola
dos, precisamente, no fueron mencionados”. obra orgánica. Su pensamiento, en primer lu-
Y añaden: “¡Cuán cambiado está todo!” Es gar, está fragmentado en las más variadas
menester tomar en consideración ahora el obras de circunstancias. Apenas se han hecho
crecimiento capitalista de ambos países, lle- intentos por restañar, en lo posible, esa frag-
gando a afirmarse que “Rusia está en la van- mentación, y ofrecer en un cuerpo coherente
guardia del movimiento revolucionario de lo que su ajetreada vida de hombre de acción
Europa”, observación a la cual la historia da- dejó necesariamente disperso. Pero, además,
ría una impresionante sanción. Pero pedirles en las escasas ocasiones en que esa tarea se
que fueran todavía más allá sería esperar de ha intentado, se ha hecho dejando de lado un
la ciencia, vaticinios. Marx y Engels no llega- aspecto fundamental: el señalamiento de eta-
Martí, Lenin y la revolución anticolonial 115
pas en su pensamiento10. Sin negar la unidad el resto del mundo. Esa comprensión significa
de ese pensamiento, una investigación más para el pensamiento de Martí la entrada a una
acuciosa nos mostrará, articuladas dentro de nueva fase –porque significa una nueva, gigan-
esa unidad, sus fases, desde que “el joven Mar- tesca tarea. Por su situación histórica concreta,
tí” identifica a Cuba con Nubia (con África), esa tarea solo podía ser intentada entonces por
revelando así una intuición magnífica de la fa- Cuba; y por su desarrollo ideológico, e incluso
milia a la que pertenecen nuestros problemas, por sus fructíferos años de estancia vigilante
hasta que el Martí de la plena madurez confiesa en Nueva York, solo Martí, entre los cubanos,
ya abiertamente a Manuel Mercado, la víspera entendía completamente la urgencia –y el dra-
de su muerte, el sentido antimperialista de su mático riesgo– de ese intento. No es extraño,
obra política. Pero este no es el momento de por ello, que en su tiempo (y aun años después)
realizar esa investigación. Por ahora solo quie- no fuera suficientemente advertido el desco-
ro destacar que a partir de cierto instante, en- munal proyecto martiano. Pero solo a su luz se
trada la década del ochenta, Martí comprende entienden las constantes alusiones de Martí a
que su tarea inmediata de independizar a Cuba la responsabilidad internacional que incumbe
de España, de escribir (como dice él) la última a su pueblo: “un pueblo inteligente y generoso,
estrofa del poema de 1810, se ha convertido, de espíritu universal y deberes especiales en
sin dejar de ser lo anterior, en otra mucho más América”11, como dice en 1895. Un año antes,
ambiciosa: escribir la primera estrofa de otro había escrito ya: “Un error en Cuba, es un error
poema, detener la expansión norteamericana en América, es un error en la humanidad mo-
primero sobre la América Latina, y luego sobre derna. Quien se levanta hoy con Cuba, se le-
vanta para todos los tiempos”; y también:
10 Con posterioridad a la primera publicación de este
trabajo se dieron a conocer dos apreciables intentos de
En el fiel de América están las Antillas, que
señalar las etapas de la evolución martiana. Cf. Pedro serían, si esclavas, mero pontón de la guerra
Pablo Rodríguez: “La idea de liberación nacional en de una república imperial contra el mundo ce-
José Martí”, Pensamiento Crítico, Nº 49-50, febrero- loso y superior que se prepara ya a negarle el
marzo de 1971; e Isabel Monal: “José Martí: del libera-
lismo al democratismo antimperialista”, Casa de las
Américas, Nº 76, enero-febrero de 1973. (Nota de 1975.) 11 José Martí, “Al New York Herald”, IV, 152.
116 Pensamiento anticolonial de nuestra América
La guerra de independencia de Cuba, nudo del impedir a tiempo con la independencia de Cuba
haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de po- que se extiendan por las Antillas los Estados
cos años, el comercio de los continentes, es suce- Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nues-
so de gran alcance humano, y servicio oportuno tras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy,
que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la y haré, es para eso. En silencio ha tenido que
firmeza y trato justo de las naciones americanas ser, y como indirectamente, porque hay cosas
y al equilibrio aún vacilante del mundo. Honra que para lograrlas han de andar ocultas, y de
y conmueve pensar que cuando cae en tierra de proclamarse en lo que son levantarían dificulta-
Cuba un guerrero de la independencia, abandona- des demasiado recias para alcanzar sobre ellas
do tal vez por los pueblos incautos o indiferentes el fin [...] impedir que en Cuba se abra, por la
a quienes se inmola, cae por el bien mayor del anexión de los imperialistas de allá y los espa-
ñoles, el camino que se ha de cegar, y con nues-
tra sangre estamos cegando, de la anexión de los
12 José Martí, “El tercer año del Partido Revolucio-
nario Cubano. El alma de la Revolución y el deber de
Cuba en América”, III, 143 y 142. 13 José Martí, “Manifiesto de Montecristi”, IV, 100-101.
Martí, Lenin y la revolución anticolonial 117
pueblos de nuestra América, al norte revuelto y aún la precisión ni la difusión que le darían las
brutal que los desprecia [...]14. obras posteriores de Hobson (1902), Hilferding
(1910), Rosa Luxemburgo (1913), y sobre todo
Martí, pues, sin la menor duda, concibe la gue- el propio Lenin (1917). Es ocioso –y escolás-
rra de independencia de Cuba no como un pe- tico–, para conocer exactamente el alcance
queño hecho local contra la decadente España, de su tarea, preguntarnos si Martí entendía
sino como una realización de vastas proyec- por esta palabra un concepto suficientemente
ciones internacionales (no en balde había di- cercano al que luego manejarían, con acucio-
cho: “patria es humanidad”): hoy diríamos que sidad creciente, dichos autores. A finales del
como una guerra de Vietnam al inicio de la san- siglo xix, no faltaban sapientísimos pensadores
guinaria expansión de los “imperialistas” nor- (Mehring prefirió luego llamarlos simplemente
teamericanos, a quienes califica de esa manera “clerigalla marxista”)16 capaces de recitar los
cuando el término, ya en uso desde la década más arduos textos revolucionarios. Pero fue
1870-1880 en el mundo inglés15, no conocía José Martí quien, mientras se hablaba de un pe-
ríodo de paz mundial, preparó un movimiento
concreto, terriblemente heroico y casi desespe-
14 José Martí, “A Manuel Mercado”, IV, 167-168.
rado, para “cortarle las manos”, como diría hoy
15 Según G.W.F. Hallgarten (Imperialismus vor 1914, Fidel, al naciente imperialismo norteamerica-
2 vols., Munich, 1951), “el término “imperialismo” es de
origen relativamente reciente, habiendo sido empleado no, el cual devendría otro gendarme de la re-
primero por un grupo de escritores y administradores acción internacional, sustituyendo con creces,
británicos a finales de la década 1870-1880. Estos hom- en este oficio, al gendarme europeo, el imperio
bres abogaban por el fortalecimiento y la expansión del zarista. El movimiento revolucionario mundial
imperio colonial británico; “imperialismo” era el nom-
recibió de los líteros de la Segunda Internacio-
bre que daban a la política que ellos estimulaban en sus
compatriotas. En otras palabras: originalmente “impe- nal una de las mayores traiciones de la historia;
rialismo” equivalía más o menos a “colonialismo” –el
establecimiento y la expansión de la soberanía política
de una nación sobre pueblos y territorios extranjeros”. Este parece ser el sentido con que Martí habla de “impe-
(Paul M. Sweezy: “A marxist view of imperialism” The rialistas”: los Estados Unidos son para él “una república
Present as History. Essays and Reviews on Capita- imperial”, “la Roma americana”.
lism and Socialism, 2ª ed., Nueva York, 1962, p. 80.) 16 Franz Mehring: Carlos Marx..., p. 28.
118 Pensamiento anticolonial de nuestra América
en cambio, está en deuda con este afiebrado independencia de Cuba estaba vinculada al
dirigente colonial, por haber pretendido, con- crecimiento norteamericano desde comienzos
tando solo con la honda de David –suya es la del siglo xix, y “la expansión territorial de los
imagen, insustituible–, sofocar en su arranque Estados Unidos a expensas de España y de los
la expansión del imperialismo norteamericano. países hispanoamericanos”, que con acierto
Es obvio que la verdadera fidelidad al espíritu historió Ramiro Guerra18, no hizo sino añadir
de la revolución no era la de quienes repetían un nuevo capítulo en el caso de Cuba. Buen co-
como gansos la letra de Marx para traicionarlo; nocedor de la historia de ambas Américas, los
sino la de quien se arrojaba a librar una batalla temores de Martí tenían, pues, una base atroz-
requerida por la revolución mundial, aunque no mente sólida. Es cierto también que Martí vio
lo hiciera partiendo de los postulados de Marx. desde su interior transformarse la naturaleza
Lo cual no quiere decir, por otra parte, que ca- del capitalismo norteamericano, y que fue un
reciera de la teoría que, en aquel momento y lúcido crítico de esa transformación; aunque
para aquella acción, le era menester. Recorde- para un colonial, este cambio haya sido, en
mos otra observación del Che: cierta forma, accesorio: el otro capitalismo
había devorado ya la Florida, Texas, California
Convendría decir que la teoría revolucionaria, (haciendo caso omiso de si las tierras fueran
como expresión de una verdad social, está por previamente españolas o mexicanas)... y era el
encima de cualquier enunciado; es decir, que la capitalismo premonopolista, todavía no impe-
revolución puede hacerse si se interpreta correc- rialista en el sentido moderno de la palabra,
tamente la realidad histórica y se utilizan correc-
todavía no exportador de capitales. La verdad
tamente las fuerzas que intervienen en ella, aun
es que la historia supuestamente ejemplari-
sin conocer la teoría17.
zante de los Estados Unidos (ejemplarizante
incluso para avanzados progresistas europeos)
No cabe duda de que Martí interpretó correc-
tamente su realidad histórica. En último ex-
tremo, la posibilidad de que se frustrara la 18 Ramiro Guerra: La expansión territorial de los Es-
tados Unidos a expensas de España y de los países
hispanoamericanos, Madrid, 1935 (2ª ed., La Habana,
17 Ernesto Che Guevara: “Notas ...”, cit. en nota 5, p. 507. 1964).
Martí, Lenin y la revolución anticolonial 119
era ya, como Martí había contemplado con la sobre todo después de la guerra hispanoameri-
“visión de los vencidos”, una historia de cons- cana (1898) y de la angloboer (1899-1902), las
tantes depredaciones territoriales. Cuba tenía publicaciones económicas, así como las políti-
su turno señalado; y tras Cuba, la América La- cas, del Viejo y del Nuevo Mundo, utilizan cada
tina –y el resto del mundo. En este sentido, ha- vez más el concepto de “imperialismo” para
biendo interpretado correctamente la realidad caracterizar la época que atravesamos”19. Des-
histórica en que se movía, la previsión de Martí graciadamente, a Lenin le fueron desconocidos,
resultó absolutamente acertada (aunque, por como es comprensible, el movimiento martiano
supuesto, no le correspondiera realizar el aná- y sus postulados precozmente antimperialistas.
lisis leninista del sistema del imperialismo). Sin Es menos probable que los desconociera del
embargo, el rápido establecimiento en Cuba de todo Joseph Patouillet, quien en su obra El im-
una república popular, que evitara (o al menos perialismo norteamericano (Dijon, 1904) –con-
hiciera mucho más difícil) la expansión nor- sultada y anotada por Lenin para la confección
teamericana, no pudo lograrla, por las sucesi- de su propio libro sobre el tema20– afirma que
vas maniobras yanquis: desde la incautación a practicar el imperialismo implica “conquistar y
principios de 1895 de tres barcos cargados de ocupar grandes encrucijadas por las que pasa
armas en el puerto de Fernandina o en camino el comercio del universo”; lo que tanto recuer-
a él, lo cual hizo imposible la guerra rápida que da la definición que en el Manifiesto de Mon-
planeaba, hasta la abierta intervención militar, tecristi –seguramente difundido, en la época,
tres años después. Lo que hoy día es ya indu- por la prensa mundial– se da de Cuba, como
dable es que la guerra revolucionaria cubana “nudo del haz de islas donde se ha de cruzar,
encabezada por Martí fue la primera acción en plazo de pocos años, el comercio de los
organizada contra el imperialismo yanqui, y, continentes”. Sea como fuere, es indudable
consecuentemente, inaugura por el lado colo- que Martí entendió plenamente en lo esencial
nial la época presente. Veintiún años después
de muerto Martí, al hacer ya un balance de esa
época, escribirá Lenin en las primeras líneas de 19 V.I. Lenin, “El imperialismo, fase superior del capi-
El imperialismo, fase superior del capitalis- talismo”, O.C., XXII, [205].
mo: “Durante los últimos quince o veinte años, 20 V.I. Lenin, O.C., XXXIX, vol. I, 207-212.
120 Pensamiento anticolonial de nuestra América
ese acontecimiento que iría a desarrollarse de sentimentalismo tonto que lamentamos que Le-
inmediato en su tierra, y que implicaría la ver- nin lo ignorara completamente, sino porque sin
dadera mundialización del mundo. Citando un duda ello nos ha privado de sagaces observa-
juicio de Marx sobre un problema nacional, Le- ciones suyas como las que le provocara unos
nin afirmará luego que el mismo muestra “que años después la revolución de Sun Yat-sen23. Y
es necesario tomar la reivindicación de la de- ello es tanto más importante por cuanto, como
mocracia” no aisladamente, sino “en una escala se sabe, la definitiva comprensión por Lenin de
europea”. Pero Lenin añade esta observación la naturaleza y la trascendencia del problema
reveladora: “en la actualidad se debe decir [en colonial está lejos de ser una cuestión menor o
una escala] mundial”21. ¿Cuándo considera él lateral en su pensamiento.
que empezó esa “actualidad”? Unas líneas más Para apreciar enteramente este último he-
adelante, lo aclarará: a partir de “la guerra im- cho, es necesario tener en cuenta la condi-
perialista hispano-norteamericana”: es decir, ción compleja en que se hallaba situado su
el pórtico visible de la era del imperialismo, la país, y partir de esta condición para intentar
guerra en previsión de la cual, unos años antes, captar la complejidad, la riqueza de su pen-
en 1895, Martí pretendió una audaz, desmesu- samiento. Ya he recordado que en la prime-
rada acción democrática considerada “[en una ra edición del Manifiesto comunista, Rusia
escala] mundial”, como diría Lenin: o, en las no era tomada en cuenta. El desarrollo del
palabras de Martí, un “suceso de gran alcance capitalismo es tardío en ese país, y posterior
humano”. Pero este conmovedor intento que- a la fecha de aparición del Manifiesto. Es el
daría ignorado durante años; de hecho, no ven- propio Lenin quien, en 1899 –cuatro años
dría a ser revelado con toda su fuerza sino con después de muerto Martí–, publicará su De-
la actual Revolución Cubana22. No es, pues, por sarrollo del capitalismo en Rusia. Y aun este
21 V.I. Lenin, “Balance de una discusión sobre el derecho diversos autores– los trabajos que durante una treinte-
de las naciones a la autodeterminación”, O.C., XXII, 357. na de años dedicó al tema el historiador Emilio Roig de
22 Ello no quiere decir que con anterioridad a 1959 Leuchsenring.
no se hubiera apreciado la temprana y valiente actitud 23 V.I. Lenin, “Democracia y populismo en China”, O.C.,
antimperialista de Martí. Bastaría con recordar –entre XVIII, 156-162.
Martí, Lenin y la revolución anticolonial 121
24 V.I. Lenin, “Sobre el derecho de las naciones a la autode- 26 V.I. Lenin, “’Nuestra Revolución’. (A propósito de las
terminación”, en O.C., XX, 394-395; 401. Énfasis de Lenin. notas de N. Sujánov)”, O.C., XXXIII, 439.
25 V.I. Lenin, “Carta de despedida a los obreros suizos”, 27 Martí, “Una distribución de diplomas en un colegio
O.C., XXIII, 371. de los Estados Unidos”, VIII, 442.
122 Pensamiento anticolonial de nuestra América
juzgadas: “son las peculiaridades históricas distinta. Ya al comentar “El congreso socialista
concretas del problema nacional en Rusia de Stuttgart”29, en 1907, llama la atención sobre
las que hacen entre nosotros especialmente un proyecto de resolución según la cual el con-
urgente el reconocimiento del derecho de greso “no condenaba en principio toda política
las naciones a la autodeterminación en la colonial, que bajo un régimen socialista puede
época que atravesamos”28. No en balde para desempeñar un papel civilizador”. Bernstein y
Lenin “Rusia [...] se encuentra en la línea di- otros oportunistas “propusieron que se recono-
visoria entre los países civilizados y los que ciera la ‘política colonial socialista’”. Lenin co-
por primera vez son arrastrados de modo menta: “Ello equivaldría a adoptar abiertamen-
definitivo [...] a la civilización”. Cuatro años te el punto de vista burgués. Ello significaría
atrás (1919), con un lenguaje que nada debía dar un paso decisivo hacia la supeditación del
a la economía y sí a un mesianismo exalta- proletariado a la ideología burguesa, al impe-
do, había escrito el poeta Alejandro Bloc en rialismo burgués”. Y yendo más lejos aún en su
“Los escitas”: “éramos un escudo entre con- crítica, añade:
trarios: / los mongoles y Europa”. La estrofa
anterior de aquel poema dice: “Millones sois. Solo la clase de los proletarios, que mantiene a
Mar somos, mar, mar infinita. / Combatidnos: toda la sociedad, puede hacer la revolución so-
cial. Pues bien, la vasta política colonial ha lleva-
¡corred el riesgo! / ¡Somos asiáticos, somos
do en parte al proletariado europeo a una situa-
escitas, / con ansia en los ojos al sesgo!”
ción por la que no es su trabajo el que mantiene a
Es singular que, mientras los “europeos” de toda la sociedad, sino el trabajo de los indígenas,
la Segunda Internacional reiteran una posición casi totalmente sojuzgados, de las colonias. [El
eurocéntrica que en el caso de ellos, quienes ya énfasis es de Lenin]
vivían la época del imperialismo, significaba un
retroceso que anunciaba su conciliación con la Las consecuencias que se derivan de esta ob-
burguesía, Lenin rechaza desde el primer mo- servación son por supuesto extraordinarias.
mento esa visión, y asume otra radicalmente No es posible compartir el punto de vista de
28 V.I. Lenin, “Sobre el derecho de las naciones a la 29 V.I. Lenin, “El congreso socialista internacional de
autodeterminación”, O.C., XX, 403-404. Stuttgart”, O.C., XIII, 69-75.
Martí, Lenin y la revolución anticolonial 123
Charles Bettelheim, según el cual este párrafo tos de la propia sociedad capitalista. Por ello
se limita a describir “algunos efectos económi- Lenin afirmará luego que “el programa de la so-
cos del colonialismo y, sobre todo, algunos de cialdemocracia debe postular la división de las
sus efectos ideológicos sobre el proletariado: naciones en opresoras y oprimidas, como un
el chovinismo”30. Ni la mera lectura del texto, hecho esencial, fundamental e inevitable bajo
ni mucho menos la conducta política de Lenin el imperialismo”31; por eso insistirá en que “el
sobre este asunto, autorizan tal limitación (lo capitalismo ha dividido a las naciones, por un
cual no significa que lo que dice Bettelheim lado, en un pequeño número de naciones opre-
no haya sido también propósito de Lenin). En soras, de grandes potencias (imperialistas), de
otras palabras: Lenin no se limita ya a tomar en naciones que gozan de todos los derechos y
consideración sobre todo algunos efectos ideo- privilegios, y, por otro, en una inmensa mayo-
lógicos sobre el proletariado de los países ca- ría de naciones oprimidas, dependientes y se-
pitalistas desarrollados, sino que llama la aten- midependientes, que no disfrutan de todos los
ción sobre el papel desempeñado por “el traba- derechos”32; por ello dirá claramente que en los
jo de los indígenas, casi totalmente sojuzgados, países imperialistas la exportación de capital
de las colonias”, en cuanto a contribuir a man- “imprime un sello de parasitismo a todo el país,
tener a toda esa sociedad capitalista desarro- que vive de la explotación del trabajo de unos
llada. Es por esto que, sin desdeñar la misión cuantos países y colonias de ultramar”33; por
encomendada a aquel proletariado, hace ver la eso, en fin, llegará a proclamar que “la revolu-
que están llamados a desempeñar –la que están ción socialista no será solo, ni principalmente,
desempeñando ya– dichos indígenas, cuyos la lucha de los proletarios revolucionarios de
movimientos emancipadores, en la etapa im- cada país contra su burguesía, sino que, ade-
perialista, no pueden, por tanto, sino tener una
repercusión mundial, al conmover los cimien-
31 V.I. Lenin, “La revolución socialista y el derecho de las
naciones a la autodeterminación. (Tesis)” O.C., XXII, 154-155.
30 Charles Bettelheim: “Préface” a Arghiri Emmanuel: 32 V.I. Lenin, “Carta a los obreros y campesinos de Ucrania
L’echange inégal. Essai sur les antagonismes dans les con motivo de las victorias sobre Denikin”, O.C., XXX, 289.
rapports économiques internationaux, París, 1969, p. 33 V.I. Lenin, “El imperialismo, fase superior del capita-
18. Énfasis de Bettelheim. lismo”, O.C., XXII, 292.
124 Pensamiento anticolonial de nuestra América
más, será la lucha de todas las colonias y de Por supuesto, un papel fundamental ocupa,
todos los países oprimidos por el imperialismo, en el tratamiento leninista de este problema, su
la lucha de todos los países dependientes con- conducta como hombre de gobierno. En este
tra el imperialismo internacional”34. sentido, su grandeza es, si cabe, mayor aún, por
En el acercamiento de Lenin a esta cues- el acuerdo magnífico entre palabras y actos. En
tión, no hay pues la menor actitud paternalis- el alba misma de la Revolución de Octubre, el
ta. Hay, en cambio, la clara comprensión de memorable Segundo Congreso de los soviets
otro problema. Las tareas del proletariado de de diputados, obreros y soldados de toda Ru-
los países capitalistas avanzados y las tareas sia, al dirigirse el 25 de octubre de 1917 “a los
inmediatas de las fuerzas más progresistas de obreros, a los soldados, a los campesinos”, ga-
los países sojuzgados, no son las mismas, pero rantiza “a todas las naciones que pueblan Rusia
el fenómeno imperialista hace que puedan y el verdadero derecho de autodeterminación”35;
deban ser convergentes: habrán de serlo en y al día siguiente, el “Informe sobre la paz”,
este país “situado en la línea divisoria”, que después de expresar que “el Gobierno consi-
vendrá a ser la Rusia de 1917. Que ella fue, dera la paz inmediata, sin anexiones (es decir,
entonces, el eslabón más débil de la cadena sin conquistas de territorios ajenos, sin incor-
imperialista, se ha convertido en una metáfora poración de pueblos extranjeros por la fuerza),
clásica, lo que es justo. Pero es conveniente y sin indemnizaciones, como una paz justa y
no olvidar tampoco este carácter limítrofe democrática”, aclara:
entre la presunta “civilización” y la presunta
“barbarie” del país donde por vez primera en De acuerdo con la conciencia jurídica de la de-
la historia comenzará a hacerse realidad el so- mocracia en general, y de las clases trabajadoras
cialismo. El país donde tuvo lugar este hecho en particular, el Gobierno entiende por anexión
grandioso, en cierta forma era, también, un o conquista de territorios ajenos toda incorpora-
ción a un estado grande y poderoso de una nacio-
país de los nuestros.
nalidad pequeña o débil, sin el deseo ni el consen-
timiento explícito, clara y libremente expresado siste en que los comunistas debemos apoyar
por esta última, independientemente de la época y apoyaremos los movimientos burgueses de
en que se haya realizado esa incorporación forzo- liberación de las colonias solo cuando estos
sa, independientemente asimismo del grado de movimientos sean realmente revolucionarios”.
civilización o de atraso de la nación anexiona-
Y no se trata solo de apoyarlos a realizar me-
da o mantenida por la fuerza en los límites de un
tas inmediatas democrático-burguesas, pues-
estado, independientemente, en fin, de si dicha
nación se encuentra en Europa o en los lejanos to que “la fase capitalista del desarrollo de la
países de ultramar36. economía nacional” no “es inevitable para los
pueblos atrasados que ahora se liberan”. A fin
Es pues natural que esta cuestión ocupara si- de que esto se haga realidad, “la Internacional
tio destacado en la problemática de la Tercera Comunista debe formular y fundamentar teóri-
Internacional, la Internacional Comunista, que camente la tesis de que, con la ayuda del pro-
Lenin se apresura a organizar en 1919. En su letariado de los países avanzados, los países
segundo congreso (19 de julio - 7 de agosto de atrasados pueden pasar al régimen soviético y,
1920), Lenin mismo preside la comisión para las a través de determinadas fases de desarrollo, al
cuestiones nacional y colonial, y el 26 de julio comunismo eludiendo la fase capitalista de de-
lee el informe de trabajo de dicha comisión37, sarrollo”; lo cual, por supuesto, presupone “la
donde expone que “la idea más importante y importancia del trabajo revolucionario de los
fundamental de nuestras tesis” es “la distinción partidos comunistas [de los países capitalistas
entre pueblos oprimidos y opresores”; y más ‘desarrollados’] no solo en sus respectivos paí-
adelante, que han acordado “por unanimidad ses, sino también en los países coloniales”.
decir movimiento nacional-revolucionario en Un año más tarde, al celebrarse el tercer
vez de movimiento democrático-burgués”, ex- congreso de la Internacional (22 de junio - 12
plicando: “el sentido de esta sustitución con- de julio de 1921), Lenin volverá a subrayar “el
significado del movimiento de las colonias”:
36 V.I. Lenin, “Informe sobre la paz”, O.C., XXVI, 235 y 236. [...] en las futuras batallas decisivas de la revo-
lución mundial, el movimiento de la mayoría de
37 V.I. Lenin, “Informe de la comisión nacional y colo- la población del globo terráqueo, encaminado en
nial”, O.C., XXXI, 229-234.
126 Pensamiento anticolonial de nuestra América
sus comienzos hacia la liberación nacional, se porque era un gran patriota que había liberado a
volverá contra el capitalismo y el imperialismo, sus compatriotas; hasta entonces no había leído
y desempeñará probablemente un papel revolu- un solo libro de él [...] // Lo que más me interesa-
cionario mucho más importante de lo que espe- ba saber –y esto era precisamente lo que no se
ramos38. discutía en las asambleas [de socialistas france-
ses sobre las distintas Internacionales]– era cuál
Entre los numerosísimos textos que ratifican la Internacional estaba a favor de los pueblos de
importancia decisiva del aporte de Lenin a esta los países coloniales. // Formulé esta pregunta
cuestión, hay al menos un testimonio que no –la más importante a mi parecer– en una asam-
blea. Algunos camaradas me contestaron: es la
quisiera pasar por alto, dada su relevancia ex-
Tercera Internacional, no la Segunda. Y un ca-
cepcional: el de Ho Chi Minh. El extraordinario
marada me dio a leer la “Tesis sobre las cuestio-
dirigente vietnamita que acaba de morir, evocó nes nacional y colonial” de Lenin, publicada en
en 1960, en páginas particularmente sinceras y L’Humanité. // Había en esta tesis términos difí-
vívidas, cuál había sido el camino que lo lleva- ciles de entender. Pero a fuerza de leer y releer
ra al leninismo; y su testimonio adquiere una pude finalmente captarla casi en su totalidad.
fuerza luminosa –sobre todo si lo comparamos ¡Cuánta emoción, entusiasmo, claridad y confian-
con un caso como el de Martí, años atrás– a fin za infundió en mí! ¡Lloraba de alegría! Aunque es-
de comprender qué significó la contribución de taba sentado solo, en mi cuarto, grité como si me
Lenin al acercar las dos perspectivas de la re- estuviera dirigiendo a grandes masas: “¡Queridos
volución mundial. Hablando de los años inme- mártires compatriotas! Esto es lo que necesita-
mos, ¡este es el camino de nuestra liberación!” //
diatos al triunfo de la Revolución de Octubre,
Después de esto tuve plena confianza en Lenin,
escribió Ho:
en la Tercera Internacional [...] // En un princi-
pio, el patriotismo, aún no el comunismo, me
En esa época apoyé la Revolución de Octubre llevó a tener confianza en Lenin, en la Terce-
solo por instinto, sin comprender todavía su im- ra Internacional. Paso a paso, durante la lucha,
portancia histórica. Amaba y admiraba a Lenin combinando el estudio del marxismo-leninismo
con las actividades prácticas, llegué gradualmen-
te a la conclusión de que solo el socialismo y el
38 V.I. Lenin, “Informe sobre la táctica del P.C.R.” O.C., comunismo pueden liberar de la esclavitud a las
XXXII, 475.
Martí, Lenin y la revolución anticolonial 127
naciones oprimidas y a los trabajadores de todo guesa. Por tanto, hasta la revolución de Octubre,
el mundo39. las teorías socialistas se consideraban teorías
especialmente reservadas para los blancos, un
Ya mucho antes, cuando aún no utilizaba ese nuevo instrumento de engaño y explotación. //
seudónimo con que será conocido para siem- Lenin abrió en varias colonias una nueva etapa
pre, Ho Chi Minh había señalado esa signifi- realmente revolucionaria41.
cación de Lenin. En 1924, al intervenir en el
Quinto Congreso Mundial de la Internacional Recordemos la desconfianza de Martí ha-
Comunista, explicaba: “Se puede decir pues, cia la validez que las teorías europeas o nor-
sin exageración, que mientras el Partido Comu- teamericanas, incluso las socialistas, podrían
nista francés y el Partido Comunista inglés no tener para lo que significativamente llamó
apliquen una política verdaderamente activa en “nuestra América mestiza”: “Con un decreto
las cuestiones coloniales y no establezcan con- de Hamilton no se le para la pechada al po-
tactos con las masas de las colonias, sus vastos tro del llanero. Con una frase de Sieyès no
programas serán letra muerta porque van en se desestanca la sangre cuajada de la raza
contra del leninismo”40. india”, escribió en el imprescindible “Nues-
Y dos años después, en 1926, al hablar de tra América” (1891); y también: “Ni el libro
“Lenin y el Oriente”: europeo ni el libro yanqui daban la clave del
enigma hispanoamericano”42. Recordemos a-
La política colonial de la Segunda Internacional, quella desconfianza, y oigamos de nuevo a Ho:
más que cualquier otra, puso al descubierto la “Hasta la Revolución de Octubre, las teorías
verdadera cara de esta organización pequeñobur- socialistas se consideraban [por los colonia-
les] teorías reservadas especialmente para
los blancos, un nuevo instrumento de engaño
39 Ho Chi Minh, Selected works, vol. IV, Hanoi, 1962, y explotación”. A esta luz, tengamos en cuen-
pp. 448-450. ta que Martí murió peleando en una pequeña
40 Ho Chi Minh: “Intervención en la cuestión nacional
y la cuestión colonial en el quinto congreso mundial de
la Internacional Comunista”, Oeuvres choisies, tomo I, 41 Op. cit., p. 170.
Hanoi, 1960, p. 176. 42 José Martí, “Nuestra América”, VI, 15 y 23.
128 Pensamiento anticolonial de nuestra América
colonia veintidós años antes de la Revolución de la libertad [...]”? Entre un dirigente y otro,
de Octubre, a la que no dudamos que hubiera encabezando ambos luchas decisivas para libe-
saludado con el fervor no solo de un Sun Yat- rar sus patrias, vencer el mismo imperialismo
sen, sino incluso de un Ho Chi Minh, a quien, y afirmar en el planeta todo el triunfo de “los
según sus sabias palabras, “en un principio el pobres de la tierra”, hay afinidades profundas:
patriotismo, aún no el comunismo”, fue lo que solo que Ho, más cercano en el tiempo, pudo
“llevó a tener confianza en Lenin”. En otra oca- beneficiarse ya de la lección, del ejemplo de
sión, será necesario detenerse más en la cerca- quien ratificó para el socialismo un horizonte
nía entre estas dos grandes figuras: el cubano realmente mundial. De ahí que no sea extraño
y el vietnamita. Un solo elemento más querría que cuando, al cumplirse el centenario del na-
añadir ahora: en octubre de 1945, en medio de cimiento de Martí, y nutridos por su ideario de-
una guerra de liberación nacional que aún no mocrático, revolucionario y antimperialista, un
ha terminado, y es un ejemplo mayor en nues- grupo de jóvenes encabezados por Fidel Castro
tro siglo, Ho explicaba en su “Discurso a los marche a asaltar el cuartel Moncada, y encien-
franceses de Indochina”: “Nuestra lucha no se da así lo que será la primera llamarada de la
dirige contra Francia ni contra los franceses revolución socialista latinoamericana, queden
honestos, pero sí luchamos contra la cruel do- entre sus papeles textos de Lenin, leídos en
minación del colonialismo francés en Indochi- los preparativos del asalto. La lección de esos
na”. ¿Cómo podemos leer estas palabras sin textos crecería. Como Ho Chi Minh años atrás,
recordar que medio siglo atrás había escrito aquellos patriotas, en quienes volvía a cobrar
José Martí en el Manifiesto de Montecristi: “La vida José Martí, iban a encontrar, luchando, la
guerra no es contra el español, que en el seguro verdad del socialismo en los hechos mismos y
de sus hijos y en el acatamiento a la patria que en las palabras ardientes del gran conductor
se gane podrá gozar respetado, y aun amado, del proletariado mundial.
Martí y Ho Chi Minh,
dirigentes anticolonialistas*
Solo dos años después de constituida esta de su palabra, las excelencias de una cultura
Unión Indochina, Martí escribe, en 1889, el ar- no “occidental”, creadora de valores distintos
tículo famoso que tanto se ha citado, “Un pa- y perdurables. Este Martí de 1889 es ya el de
seo por la tierra de los anamitas”, en su revista la madurez, para el cual la lúcida visión anti-
para niños La Edad de Oro. Es singular que se colonialista, a nivel planetario, es la columna
detuviera en aquel lejano país, el único en me- vertebral de su concepción histórica. Es intere-
recer todo un artículo en La Edad de Oro. Pero sante considerar, en este sentido, los otros tra-
es bastante probable que la prensa europea y bajos que consagra a los privilegiados lectores
norteamericana de la época se hubiera hecho juveniles de la que probablemente sea la más
eco de la reciente “hazaña” francesa como para sensacional revista para niños que nunca haya
que la noticia llamara la atención del periodis- existido: allí, en La Edad de Oro, hay cuentos
ta alerta que siempre fue Martí. Por otra parte, y poemas memorables, y también artículos en
cierto “orientalismo” que tan atrayente fue para que nada se ha descuidado en la información
los modernistas, y que ejemplificaría en espe- y la orientación ideológica, y constituyen un
cial nuestro patético Casal, debió hacerle parti- ejemplo viviente de cómo quería Martí que se
cularmente interesantes los aspectos refinados formaran los hombres futuros de nuestra Amé-
de aquella cultura delicada en que las campesi- rica: textos sobre artes y técnicas de todo el
nas parecen princesas. Pero lo verdaderamen- mundo (señal de una inconfundible abertura
te original del trabajo, y lo que le da vigencia en el saber), y en cada número, de los cuatro
aún en nuestros días, es el punto de vista a par- con que al cabo contó la publicación, un artícu-
tir del cual está escrito, la perspectiva anticolo- lo en que esa central visión anticolonialista se
nialista, la cual difícilmente encontraría Martí hacía ver claramente. La evocación conmovida
en la prensa euronorteamericana de donde han de “Tres héroes” magnos de la independencia
debido provenir los datos utilizados para el continental hispanoamericana (Bolívar, Hidal-
artículo. Con esa perspectiva, Martí se vuelve go, San Martín), en el primer número. En el se-
sobre una de las comarcas de más reciente in- gundo, la visión reivindicadora de “Las ruinas
corporación al mundo colonizado, para tomar indias”, en que destaca el carácter original, au-
partido, una vez más, por “los pobres de la tie- tóctono, de los primeros habitantes de Améri-
rra”, exaltando de paso, con la amorosa belleza ca: “Ellos imaginaron su gobierno, su religión,
Martí y Ho Chi Minh, dirigentes anticolonialistas 131
su arte, su guerra, su arquitectura, su industria, do los dos extremos en que se asienta el anti-
su poesía. Todo lo suyo es interesante, atrevi- colonialismo de nuestra América: sus guerras
do, nuevo”. En el tercer número, un retrato de de independencia, su rico pasado pre-europeo;
un europeo excepcional: “El Padre Las Casas”, después de haber rendido homenaje al padre
precisamente el hombre que no será exagera- del pensamiento anticolonial, en el seno mis-
do considerar como iniciador del pensamiento mo del primer gran imperio colonial moderno,
anticolonialista. En la más reciente historia de Martí desborda las fronteras americanas, para
la civilización precolombina, ha escrito de él considerar una de las más recientes depreda-
Laurette Sejourné: ciones coloniales: la sujeción, en el otro extre-
mo del planeta, de otros hombres que “tanto
[Las Casas] en el amanecer de la dominación oc- como los más bravos, pelearon y volverán a
cidental, miembro privilegiado de la comunidad pelear, los pobres anamitas, los que viven de
que logró la más grande empresa colonialista de pescado y arroz y se visten de seda, allá lejos,
todos los tiempos, la única que borró para siem- en Asia, por la orilla del mar, debajo de China”.
pre el mundo que se apropió, muchos siglos antes
Asumiendo como tan frecuente es en su estilo
de las luchas anticolonialistas denunció el carác-
la voz de aquellos hombres, Martí nos hace es-
ter del sistema colonial, sus diversos modos de
acción degradante, con la fogosa agudeza que cucharles decir:
caracteriza a los más recientes heraldos de los
pueblos oprimidos3. Cuando los franceses nos han venido a quitar
nuestro Hanoi, nuestro Hue, nuestras ciuda-
des de palacios de madera, nuestros puertos
En este contexto de profunda inspiración an- llenos de casas de bambú y de barcos de jun-
ticolonialista aparece como artículo especial- co, nuestros almacenes de pescado y arroz,
mente ideológico, en el que sería ya el último todavía, con estos ojos de almendra, hemos
número de la revista, “Un paseo por la tierra sabido morir, miles sobre miles, para cerrarles
de los anamitas”. Después de haber presenta- el camino. Ahora son nuestros amos; pero ma-
ñana ¡quién sabe!
3 Laurette Sejourné: América Latina. I. Antiguas
culturas precolombinas, trad. de Josefina Oliva de Coll, No es raro que en estos años los cubanos ha-
Madrid, 1971, pp. 78-79. yamos citado con tanto orgullo estas palabras
132 Pensamiento anticolonial de nuestra América
visionarias cuyo pleno valor no está en la pro- de muerto Martí, y en cambio marcará al joven
fecía lanzada al aire, sino en la rica contextura Ho, decidiendo su vida. No podemos, pues, es-
de un pensamiento anticolonialista, algunos de perar una correspondencia mecánica entre am-
cuyos hitos están a la luz en la misma Edad de bas existencias, pero las cercanías, como dije,
Oro; ni que se llamara la atención sobre otras son enormes y ejemplares.
circunstancias, ya aleatorias: que al año de es- En primer lugar, estos hombres, de origen
cribirse estas palabras naciera Nguyen That humilde, niños aún –no es extraño que con-
Thanh, a quien se conocería sobre todo con servaran luego tal interés por la niñez–, se
su seudónimo último de Ho Chi Minh; o que, forman tempranamente como integrantes de
suceso en verdad notable, el 19 de mayo fuera su maltratada comunidad nacional, adquieren
el día de morir para el cubano, en 1895, y el de una conciencia precoz de ser ese colonizado
nacer, cinco años antes, para el vietnamita. Es- del que, entrado el siglo XX, nos darán retra-
tos hechos, por atractivos que sean en algunos tos penetrantes el tunecino Albert Memmi o el
aspectos, no son sino azares, y a lo más pueden martiniqueño Frantz Fanon. Casi adoptado por
contribuir a alimentar una visión delirante de la un maestro y escritor patriota el uno –Martí–,
historia. Otras circunstancias, ya difícilmente e hijo de letrado pobre el otro –Ho–, a ambos
imputables al azar, acercan a estos héroes epó- se les trasmite rápidamente una herencia de
nimos, y merecen destacarse para aprehender pensamiento y acción independentistas, que
una especie de tipología del dirigente anticolo- inflama sus conciencias juveniles. El discípulo
nial en estos años en que concluye un mundo y de Mendive (y por ello el heredero también de
surge otro. Luz), el joven cubano que asiste en casa de su
Antes de señalar esos hechos que los acer- maestro a tertulias antiespañolas, ha sido in-
can, recordemos de entrada que estos hombres cluso testigo, en plena niñez, de los horrores de
no solo han nacido en los extremos del mun- la esclavitud (afirmando luego que juró enton-
do y a cuarenta años de distancia, sino, sobre ces “lavar con su vida el crimen”), y unos años
todo, que entre uno y otro media un aconteci- más tarde, del estallido bélico de 1868, al que
miento definitivo para el destino de las luchas dedica uno de sus primeros poemas, y habrá de
anticoloniales: la Revolución de Octubre de costarle, al cabo, la cárcel, que precipitará aún
1917, que tiene lugar veintidós años después más su maduración. Apenas es un adolescente,
Martí y Ho Chi Minh, dirigentes anticolonialistas 133
ta de las sociedades coloniales. Y esta realidad otras regiones, como Argelia, Marruecos, Mar-
subterránea muestra sin velos de ninguna clase tinica, Siria...), este juicio que tiene lugar ante
el hueso sin carnadura que sostiene a un régi- los ojos del espectador francés, revela hechos
men colonial y opresor. El despotismo político, concretos y atroces, y no frías especulaciones:
la tiranía colonizadora, nos descubren su plena
ha podido decir un comentarista que a Ho “le
desnudez en los presidios. Y cuando el presidio
interesaba mucho más demostrar que tal o cual
es político, hallamos el infierno de la sociedad
colonial. Por eso hay mucho de parábola en El funcionario francés, con un nombre específico,
presidio político en Cuba, pues este constituye era un sádico [...] que atacar pacientemente
una especie de historia del infierno [...]6 las estructuras coloniales con la esperanza de
que darían, a su debido tiempo y por su pro-
Ho, por su parte, ha realizado esa denuncia del pia voluntad, una pequeña oportunidad de au-
“hueso sin carnadura que sostiene a un régimen togobierno a la nación sometida”7. Por ello el
colonial”, en muchos de sus artículos iniciales Proceso “es en realidad una serie de panfletos
(por ejemplo, “Odio racial”, “La mujer anami- altamente emotivos que denuncian los múlti-
ta y la dominación francesa”, “Las condiciones ples abusos del sistema colonial francés”. ¿No
del campesino anamita”, “Linchamiento”), pero podría decirse esto mismo de El presidio en
sobre todo en uno de sus textos más importan- relación con el sistema colonial español?
tes: el implacable Proceso de la colonización Que estas páginas lancinantes conmovie-
francesa (1925), que escribió incluso original- ran o no a sus eventuales destinatarios, es
mente en francés, para asegurarse una comu- cuestión conjetural. Lo cierto es que muy
nicación directa con el lector de su metrópoli. pronto comprendieron sus autores que la
Como Martí en El presidio político en Cuba, liberación de sus países no podría provenir
arrojado a la cara del lector español, este Pro- de las naciones colonialistas ni siquiera de
ceso de toda la colonización francesa (no solo aquellos sectores de esas naciones que, al
la de Indochina: también se toman en cuenta parecer, coincidían ideológicamente con las
“Cuanto hice hasta hoy y haré, es para eso”, sa- cumplir funciones similares, y ellos estuvieron
bemos que esta última declaración solo es cier- a la altura de esas exigencias. Fueron los diri-
ta a partir de determinada fecha. Los primeros gentes magnos de un mundo ayer lateral, de un
años de la vida política de Martí han estado mundo de colonias donde se reveló también la
consagrados a luchar contra España, la metró- verdad de la existencia del hombre contempo-
poli ostensible de Cuba. Solo entrada la década ráneo. Con cuánta satisfacción leí en el prólogo
del ochenta del pasado siglo Martí comprende al libro Para el expediente de la tercera guerra:
que la lucha contra España debe realizarse, testimonios sobre el caso Vietnam, que el viejo
pero teniendo como fondo la inevitable lucha rebelde, lascasiano, que fue Bertrand Russell,
contra la nueva metrópoli, los Estados Unidos. señalaba allí que había dos tipos de hombres:
La situación ha sido bastante más obvia y terri- los que, como Eichman, afirman: “solo propor-
blemente dolorosa en el caso de Ho Chi Minh. cionamos la plataforma”, los que simbolizan “a
Cuando los patriotas vietnamitas derroten a las la humanidad siniestra”; y los que, como José
tropas francesas en 1954, la mayor parte de ese Martí, proclaman: “ver en calma un crimen es
ejército derrotado ya estaba sostenido por los cometerlo”. “Martí”, añade Russell, “expresa
Estados Unidos. Lo demás es la historia trágica el sentido libre y alerta de la responsabilidad
y ejemplarizante de estos años: el ataque bár- humana: la indignación ante la justificación del
baro y directo del imperialismo norteamerica- horror y el desprecio por la evasión moral”10.
no, y la victoria segura de un pueblo impar que De Martí, tan luminosamente citado al frente
ha tenido a un dirigente excepcional. de este volumen sobre Vietnam, como de Ho,
Estos hombres, que salieron adolescentes puede decirse lo que de este último recogió su
aún de sus lejanas colonias; que vivieron para biógrafo: cada uno de ellos fue “fiel a la patria,
ellas, con su quemante memoria en el corazón; piadoso hacia el pueblo”.
que organizaron los movimientos para liberar-
los; que dialogaron con el mundo y sostuvie-
ron las ideas más avanzadas de su época; que
regresaron a su tierra a la hora de pelear por 10 Bertrand Russell, “A la conciencia de la humanidad”,
en Para el expediente de la tercera guerra: testimonios
la independencia y la libertad, no pueden ser
sobre el caso Vietnam, compilado por Marcus G. Raskin
tan parecidos sino porque la historia les exigió y Bernard B. Gerhard, México D.F., 1967, p. [xi].
Caliban*
Pero existe en el mundo colonial, en el pla- jeros, y todos difieren visiblemente en la epider-
neta, un caso especial: una vasta zona para la mis; esta desemejanza, trae un reato de la mayor
cual el mestizaje no es el accidente, sino la trascendencia.
esencia, la línea central: nosotros, “nuestra
América mestiza”. Martí, que tan admirable- Ya en este siglo, en un libro confuso como suyo,
mente conocía el idioma, empleó este adjetivo pero lleno de intuiciones (La raza cósmica,
preciso como una señal distintiva de nuestra 1925), el mexicano José Vasconcelos señaló
cultura, una cultura de descendientes de aborí- que en la América Latina se estaba forjando
genes, de europeos, de africanos, –étnica y cul- una nueva raza, “hecha con el tesoro de todas
turalmente hablando. En su “Carta de Jamaica” las anteriores, la raza final, la raza cósmica”2.
(1815), el Libertador Simón Bolívar había pro- Este hecho está en la raíz de incontables
clamado: “Nosotros somos un pequeño género malentendidos. A un euronorteamericano po-
humano: poseemos un mundo aparte, cercado drán entusiasmarlo, dejarlo indiferente o depri-
por dilatados mares, nuevo en casi todas las ar- mirlo las culturas china o vietnamita o coreana
tes y ciencias”; y en su mensaje al Congreso de o árabe o africanas, pero no se le ocurriría con-
Angostura (1819) añadió: fundir a un chino con un noruego, ni a un bantú
con un italiano; ni se le ocurriría preguntarles
Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es el si existen. Y en cambio, a veces a algunos la-
europeo, ni el americano del norte, que más bien
es un compuesto de África y de América que una
2 Un resumen sueco de lo que se sabe sobre esta
emancipación de Europa, pues que hasta la Es- materia se encontrará en el estudio de Magnus Mörner
paña misma deja de ser europea por su sangre La mezcla de razas en la historia de América Latina,
africana, por sus instituciones y por su carácter. trad., revisada por el autor, de Jorge Piatigorsky, Bue-
Es imposible asignar con propiedad a qué familia nos Aires, 1969. Allí se reconoce que “ninguna parte del
humana pertenecemos. La mayor parte del indí- mundo ha presenciado un cruzamiento de razas tan gi-
gena se ha aniquilado; el europeo se ha mezclado gantesco como el que ha estado ocurriendo en América
con el americano y con el africano, y este se ha Latina y en el Caribe desde 1492” (p. 15). Por supuesto,
mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos lo que me interesa en estas notas no es el irrelevante he-
cho biológico de las “razas”, sino el hecho histórico de
todos del seno de una misma madre, nuestros pa-
las “culturas”: cf. Claude Lévi-Strauss: Race et histoire
dres, diferentes en origen y en sangre, son extran- [1952] París, 1968, passim.
142 Pensamiento anticolonial de nuestra América
tinoamericanos se los toma como aprendices, y con tantos de sus instrumentos conceptua-
como borradores o como desvaídas copias de les, que también son ya nuestros instrumentos
europeos, incluyendo entre estos a los blancos conceptuales? No es otro el grito extraordina-
de lo que Martí llamó “la América europea”, así rio que leímos en una obra del que acaso sea el
como a nuestra cultura toda se la toma como más extraordinario escritor de ficción que haya
un aprendizaje, un borrador o una copia de la existido. En La tempestad, la obra última (en
cultura burguesa europea (“una emanación de su integridad) de William Shakespeare, el de-
Europa”, como decía Bolívar): este último error forme Caliban, a quien Próspero robara su isla,
es más frecuente que el primero, ya que confun- esclavizara y enseñara el lenguaje, lo increpa:
dir a un cubano con un inglés o a un guatemal- “Me enseñaron su lengua, y de ello obtuve / El
teco con un alemán suele estar estorbado por saber maldecir. ¡La roja plaga / Caiga en uste-
ciertas tenacidades étnicas; parece que los rio- des, por esa enseñanza!” [“You taught me lan-
platenses andan en esto menos diferenciados guage, and my profit on’t / Is, I know to curse.
étnica aunque no culturalmente. Y es que en la The red plague rid you / For learning me your
raíz misma está la confusión, porque descen- language!”] (La tempestad, Acto I, escena 2).
dientes de numerosas comunidades indígenas,
europeas, africanas, asiáticas, tenemos, para
entendernos, unas pocas lenguas: las de los Para la historia de Caliban
colonizadores. Mientras otros coloniales o ex
coloniales, en medio de metropolitanos, se po- Caliban es anagrama forjado por Shakespea-
nen a hablar entre sí en sus lenguas, nosotros, re a partir de “caníbal” –expresión que, en el
los latinoamericanos y caribeños, seguimos sentido de antropófago, ya había empleado
con nuestros idiomas de colonizadores. Son las en otras obras como La tercera parte del rey
linguas francas capaces de ir más allá de las Enrique VI y Otelo–, y este término, a su vez,
fronteras que no logran atravesar las lenguas proviene de “caribe”. Los caribes, antes de la
aborígenes ni los creoles. Ahora mismo, que llegada de los europeos, a quienes hicieron
estoy discutiendo con estos colonizadores, ¿de una resistencia heroica, eran los más valientes,
qué otra manera puedo hacerlo, sino en una de los más batalladores habitantes de las tierras
sus lenguas, que es ya también nuestra lengua, que ahora ocupamos nosotros. Su nombre es
Caliban143
perpetuado por el Mar Caribe (al que algunos El viernes 23 de noviembre, esta otra: “la cual
llaman simpáticamente el Mediterráneo ame- decían que era muy grande [la isla de Haití: Co-
ricano; algo así como si nosotros llamáramos lón la llamaba por error Bohío], y que había en
al Mediterráneo el Caribe europeo). Pero ese ella gente que tenía un ojo en la frente, y otros
nombre, en sí mismo –caribe–, y en su defor- que se llamaban caníbales, a quienes mostra-
mación caníbal, ha quedado perpetuado, a los ban tener gran miedo”. El martes 11 de diciem-
ojos de los europeos, sobre todo de manera in- bre se explica “que caniba no es otra cosa que
famante. Es este término, este sentido, el que la gente del gran Can”, lo que da razón de la
recoge y elabora Shakespeare en su complejo deformación que sufre el nombre caribe –tam-
símbolo. Por la importancia excepcional que bién usado por Colón: en la propia carta “fecha
tiene para nosotros, vale la pena trazar suma- en la carabela, sobre la Isla de Canaria”, el 15
riamente su historia. de febrero de 1493, en que Colón anuncia al
En el Diario de navegación de Cristóbal Co- mundo su “descubrimiento”, escribe: “así que
lón aparecen las primeras menciones europeas
de los hombres que darían material para aquel
símbolo. El domingo 4 de noviembre de 1492, prólogo de Juan Carlos Ghiano, Buenos Aires, 1976. Y en
a menos de un mes de haber llegado Colón al lo que toca a la atribución de antropofagia a los caribes,
continente que sería llamado América, apare- cf. estos autores, que impugnan tal atribución: Julio
C. Salas: Etnografía americana. Los indios caribes.
ce esta anotación: “Entendió también que lejos Estudio sobre el origen del mito de la antropofagia,
de allí había hombres de un ojo, y otros con Madrid, 1920; Richard B. Moore: Caribs, “Canibals”
hocicos de perros que comían a los hombres”3. and Human Relations, Barbados, 1972; Jalil Sued
Badillo: Los caribes: realidad o fábula. Ensayo de
rectificación histórica, Río Piedras, Puerto Rico, 1978;
3 En las palabras iniciales de su Diario, dirigidas a los W. Arens: “2. Los Antropófagos Clásicos”, El mito del
Reyes Católicos, Colón menciona “la información que canibalismo, antropología y antropofagia [1979],
yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y traducido del inglés por Stella Mastrángelo, México,
de un príncipe que es llamado Gran Can, que quiere decir 1981; Peter Hulme: “1. Columbus and the Cannibals” y
en nuestro romance Rey de los Reyes”. En lo que toca “2. Caribs and Arawaks”, Colonial Encounters. Europe
al término “caribe” y su evolución, cf. Pedro Henríquez and the Natíve Caribbean, 1492-1797, Londres y
Ureña: “Caribe” [1938], Observaciones sobre el español Nueva York, 1986. En los tres últimos títulos se ofrecen
en América y otros estudios fllológicos, compilación y amplias bibliografías.
144 Pensamiento anticolonial de nuestra América
que produce en estos sostenedores de “no hay de Tarzán. Y es que el colonizador es quien nos
tal lugar” la insolencia de que el lugar exista, y, unifica, quien hace ver nuestras similitudes
como es natural, con las virtudes y defectos no profundas más allá de accesorias diferencias.
de un proyecto, sino de una genuina realidad. La versión del colonizador nos explica que
En cuanto a la visión del caníbal, ella se al caribe, debido a su bestialidad sin remedio,
corresponde –también en un lenguaje más de no quedó otra alternativa que exterminarlo. Lo
nuestros días– con la derecha de aquella mis- que no nos explica es por qué, entonces, antes
ma burguesía. Pertenece al arsenal ideológico incluso que el caribe, fue igualmente extermi-
de los políticos de acción, los que realizan el nado el pacífico y dulce arauaco. Simplemente,
trabajo sucio del que van a disfrutar igualmen- en un caso como en otro, se cometió contra
te los encantadores soñadores de utopías. Que ellos uno de los mayores etnocidios que recuer-
los caribes hayan sido tal como los pintó Colón da la historia. (Innecesario decir que esta línea
(y tras él una inacabable caterva de secuaces), está aún más viva que la anterior). En relación
es tan probable como que hubieran existido los con esto, será siempre necesario destacar el
hombres de un ojo y otros con hocico de pe- caso de aquellos hombres que, al margen tan-
rro, o los hombres con cola, o las amazonas, to del utopismo –que nada tenía que ver con la
que también menciona en sus páginas, donde América concreta– como de la desvergonzada
la mitología grecolatina, el bestiario medioeval, ideología del pillaje, impugnaron desde su seno
Marco Polo y la novela de caballería hacen lo la conducta de los colonialistas, y defendieron
suyo. Se trata de la característica versión de- apasionada, lúcida, valientemente a los abo-
gradada que ofrece el colonizador del hombre rígenes de carne y hueso: a la cabeza de esos
al que coloniza. Que nosotros mismos hayamos hombres, la figura magnífica del padre Barto-
creído durante un tiempo en esa versión solo lomé de Las Casas, a quien Bolívar llamó “el
prueba hasta qué punto estamos inficionados Apóstol de la América”, y Martí elogió sin re-
con la ideología del enemigo. Es característi- servas. Esos hombres, por desgracia, no fueron
co que el término caníbal lo hayamos aplicado, sino excepciones.
por antonomasia, no al extinguido aborigen Uno de los más difundidos trabajos europeos
de nuestras islas, sino al negro de África que en la línea utópica es el ensayo de Montaigne
aparecía en aquellas avergonzantes películas “De los caníbales”, aparecido en 1580. Allí está
146 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Marín, quien menciona el “ambiente claramen- carnación del pueblo, presentado a la peor
te indiano (americano) de la isla”, recuerda luz, solo que esta vez su conspiración contra
alguno de los viajes reales, por este continen- Próspero tiene éxito, y llega al poder, donde
te, que inspiraron a Shakespeare, e incluso le seguramente la ineptitud y la corrupción le
proporcionaron, con ligeras variantes, los nom- impedirán permanecer. Próspero espera en
bres de no pocos de sus personajes: Miranda, la sombra su revancha. Ariel desaparece.
Sebastián, Alonso, Gonzalo, Setebos8. Más im- Esta lectura debe menos a Shakespeare que
portante que ello es saber que Caliban es nues- a la Comuna de París, la cual ha tenido lugar
tro caribe. solo siete años antes. Naturalmente, Renan
No me interesa seguir todas las lecturas estuvo entre los escritores de la burguesía
posibles que desde su aparición se hayan he- francesa que tomaron partido feroz contra
cho de esta obra notable9. Bastará con señalar el prodigioso “asalto al cielo”11. A partir de
algunas interpretaciones. La primera de ellas
proviene de Ernest Renan, quien en 1878 pu-
blica su drama Caliban, continuación de La su pieza anterior, explicando: “Amo a Próspero, pero no
tempestad10. En esta obra, Caliban es la en- amo en absoluto a las gentes que lo restablecerían en
el trono. Caliban, mejorado por el poder, me complace
más. [...] Próspero, en la obra presente, debe renunciar
a todo sueño de restauración por medio de sus antiguas
8 William Shakespeare: Obras completas, traducción, armas. Caliban, en el fondo, nos presta más servicios
estudio preliminar y notas de Luis Astrana Marín, Ma- que los que nos prestaría Próspero restaurado por los
drid, 1961, pp. 107-108. jesuitas y los zuavos pontificales. [...] Conservemos a
9 Así, por ejemplo, Jan Kott nos advierte que hasta Caliban; tratemos de encontrar un medio de enterrar
el siglo xix “hubo varios sabios shakespearólogos que honorablemente a Próspero y de incorporar a Ariel a la
intentaron leer La tempestad como una biografía en vida, de tal manera que no esté tentado ya, por motivos
el sentido literal, o como un alegórico drama político”. fútiles, de morir a causa de cualquier cosa”. Renan reu-
J. K.: Apuntes sobre Shakespeare, trad. de J. Maurizio, nió esas y otras piezas teatrales en Drames philosophi-
Barcelona, 1969, p. 353. ques, París, 1888. Ahora es más fácil consultarlos en sus
10 Ernest Renan: Caliban. Suite de “La tempéte”, Pa- Oeuvres complètes, tomo III [...], París, 1949. La cita que
rís, 1878. (Curiosamente tres años después, en 1881, Re- acabo de hacer está en las pp. 440 y 441).
nan publicó también L’eau de Jouvence. Suite de “Ca- 11 Cf. Arthur Adamov: La Commune de París (8
liban”, en que se retractó de algunas tesis centrales de mars - 28 mai 1871), Anthologie, París, 1959; y espe-
148 Pensamiento anticolonial de nuestra América
a Calibán en su “Edgar Allan Poe”, Los raros [1896], 17 Cf. Jean Franco: The Modern Culture of Latin
Buenos Aires, 1952, p. 20. America: Society and the Artist, Londres, 1967, p. 49.
Caliban151
no con el Viejo Mundo todo. La identificación vez una versión simpática del personaje20. Pero
Caliban-Estados Unidos que propuso Groussac el tema hubiera requerido la mano o la rabia de
y divulgó Rodó estuvo seguramente desacerta- un Paul Nizan para lograrse efectivamente21.
da. Abordando el desacierto por un costado, Mucho más agudas son las observaciones
comentó José Vasconcelos: “si los yanquis fue- del argentino Aníbal Ponce en la obra de 1935
ran no más Calibán, no representarían mayor Humanismo burgués y humanismo proleta-
peligro”18. Pero esto, desde luego, tiene escasa rio. El libro –que un estudioso del pensamiento
importancia al lado del hecho relevante de ha- del Che conjetura que debió haber ejercido in-
ber señalado claramente dicho peligro. Como fluencia sobre él22– consagra su tercer capítulo
observó con acierto Benedetti, “quizá Rodó a “Ariel o la agonía de una obstinada ilusión”. Al
se haya equivocado cuando tuvo que decir el comentar La tempestad, dice Ponce: “en aque-
nombre del peligro, pero no se equivocó en su llos cuatro seres ya está toda la época: Próspero
reconocimiento de dónde estaba el mismo”19.
Algún tiempo después –y desconociendo se-
20 La visión aguda pero negativa de Jan Kott lo hace
guramente la obra del colonial Rodó, quien por irritarse por este hecho: “Para Renan”, dice, “Calibán
supuesto sabía de memoria la de Renan–, la te- personifica al Demos. En su continuación [...] su Cali-
sis del Caliban de este es retomada por el es- bán lleva a cabo con éxito un atentado contra Próspero.
critor francés Jean Guéhenno, quien publica en Guéhenno escribió una apología de Calibán-Pueblo. Am-
bas interpretaciones son triviales. El Calibán shakespea-
1928, en París, su Caliban habla. Esta vez, sin
reano tiene más grandeza”. (Op. cit. en nota 9, p. 398).
embargo, la identificación renaniana Caliban /
21 La endeblez de Guéhenno para abordar a fondo este
pueblo está acompañada de una apreciación
tema se pone de manifiesto en los prefacios en que, en
positiva de Caliban. Hay que agradecer a este li- las sucesivas ediciones, va desdiciéndose (2a. ed., 1945;
bro de Guéhenno el haber ofrecido por primera 3a. ed., 1962) hasta llegar a su libro de ensayos Caliban
y Próspero (París, 1969), donde, al decir de un crítico,
convertido Guéhenno en “personaje de la sociedad bur-
guesa y un beneficiario de su cultura”, juzga a Próspero
18 José Vasconcelos: Indología, 2a. ed., Barcelona, s.f., “más equitativamente que en tiempos de Caliban habla”
pp. x-xiii. (Pierre Henri Simon en Le Monde, 5 de julio de 1969).
19 Mario Benedetti: Genio y figura de José Enrique 22 Michael Löwy, La pensée de Che Guevara, París,
Rodó, Buenos Aires, 1966, p. 95. 1970, p. 19.
152 Pensamiento anticolonial de nuestra América
es el tirano ilustrado que el Renacimiento ama; Segunda Guerra Mundial, esa brusca presencia
Miranda, su linaje; Calibán, las masas sufridas que lleva a los atareados técnicos de las Nacio-
[Ponce citará luego a Renan, pero no a Guéhen- nes Unidas a forjar, entre 1944 y 1945, el térmi-
no]; Ariel, el genio del aire, sin ataduras con la no zona económicamente subdesarrollada para
vida”23. Ponce hace ver el carácter equívoco con vestir con un ropaje verbal simpático (y profun-
que es presentado Caliban, carácter que revela damente confuso) lo que hasta entonces se había
“alguna enorme injusticia de parte de un due- llamado zonas coloniales o zonas atrasadas24.
ño”, y en Ariel ve al intelectual, atado de modo En acuerdo con esa emergencia aparece en
“menos pesado y rudo que el de Calibán, pero al París, en 1950, el libro de O. Mannoni Sicología
servicio también” de Próspero. El análisis que de la colonización. Significativamente, la edi-
realiza de la concepción del intelectual (“mez- ción en inglés de este libro (Nueva York, 1956)
cla de esclavo y mercenario”) acuñada por el se llamará Prospero y Caliban: la sicología de la
humanismo renacentista, concepción que “en- colonización. Para abordar su asunto, Mannoni
señó como nadie a desinteresarse de la acción no ha encontrado nada mejor que forjar el que
y a aceptar el orden constituido”, y es por ello llama “complejo de Próspero”, “definido como
hasta hoy, en los países burgueses, “el ideal edu- el conjunto de disposiciones neuróticas incon-
cativo de las clases gobernantes”, constituye cientes que diseñan a la vez la figura del pater-
uno de los más agudos ensayos que en nuestra nalismo colonial” y “el retrato del racista cuya
América se hayan escrito sobre el tema. hija ha sido objeto de una tentativa de violación
Pero ese examen, aunque hecho por un latino- (imaginaria) por parte de un ser inferior”25. En
americano, se realiza todavía tomando en con- este libro, probablemente por primera vez, Cali-
sideración exclusivamente al mundo europeo. ban queda identificado como el colonial, pero la
Para una nueva lectura de La tempestad –para
una nueva consideración del problema–, sería
menester esperar a la emergencia de los países 24 J.L. Zimmerman, Países pobres, países ricos. La
brecha que se ensancha, trad. de G. González Aramburo,
coloniales que tiene lugar a partir de la llamada
México, D.F., 1966, p. 1.
25 O. Mannoni, Phsychologie de la colonisation, París,
23 Aníbal Ponce, Humanismo burgués y humanismo 1950, p. 71, cit. por Frantz Fanon en: Peau noire, mas-
proletario, La Habana, 1962, p. 83. ques blancs [1952] (2a. ed.), París [c. 1965], p. 106.
Caliban153
peregrina teoría de que este siente el “complejo En la década del sesenta, la nueva lectura
de Próspero”, el cual lo lleva neuróticamente a de La tempestad acabará por imponerse. En El
requerir, incluso a presentir y por supuesto a mundo vivo de Shakespeare (1964), el inglés
acatar la presencia de Próspero/colonizador, es John Wain nos dirá que Caliban,
rotundamente rechazada por Frantz Fanon en el
cuarto capítulo (“Sobre el pretendido complejo produce el patetismo de todos los pueblos explo-
de dependencia del colonizado”) de su libro de tados, lo cual queda expresado punzantemente
1952 Piel negra, máscaras blancas. al comienzo de una época de colonización euro-
El primer escritor latinoamericano y caribeño pea que duraría trescientos años. Hasta el más
ínfimo salvaje desea que lo dejen en paz antes de
en asumir nuestra identificación (especialmen-
ser “educado” y obligado a trabajar para otros, y
te la del Caribe) con Caliban fue el barbadien-
hay una innegable justicia en esta queja de Cali-
se George Lamming, en Los placeres del exilio bán: “¡Porque yo soy el único súbdito que tenéis,
(1960), sobre todo en los capítulos “Un mons- que fui rey propio!” Próspero responde con la
truo, un niño, un esclavo” y “Caliban ordena la inevitable contestación del colono: Calibán ha
historia”. Aunque algún pasaje de su enérgico li- adquirido conocimientos e instrucción (aunque
bro, el cual tiene de ensayo y de autobiografía in- recordemos que él ya sabía construir represas
telectual, podría hacer creer que no logra romper para coger pescado y también extraer chufas del
el círculo que trazara Mannoni, Lamming señala
con claridad hermosos avatares americanos de
Caliban, como la gran Revolución Haitiana, con a la segunda edición de este libro (Londres, 1984), Lam-
L’Ouverture a la cabeza, y la obra de C.L.R. Ja- ming manifestara su entusiasmo por la Revolución Cu-
mes, en especial su excelente libro sobre aquella bana, que según él cayó “como un rayo del cielo [...] [y]
reordenó nuestra historia”, añadiendo: “La Revolución
revolución, The Black Jacobins (1938). El núcleo
Cubana fue una respuesta caribeña a esa amenaza im-
de su tesis lo expresa en estas palabras: “La his- perial que Próspero concibió como una misión civiliza-
toria de Caliban –pues tiene una historia bien dora”. (Op. cit., p. [7]). Al comentar la primera edición
turbulenta– pertenece enteramente al futuro”26. del libro de Lamming, el alemán Janheinz Jahn había
propuesto una identificación Caliban-negritud. (Neo-
African Literature: A History of Black Writing, trad.
26 George Lamming, The Pleasures of Exile, Londres, del alemán por Oliver Coburn y Ursula Lehrburguer,
1960, p. 107. No es extraño que al añadir unas palabras Nueva York, 1969, pp. 239-242.)
154 Pensamiento anticolonial de nuestra América
suelo como si se tratara del campo inglés). Antes gro; el barbadiense Edward Kamau Brathwai-
de ser utilizado por Próspero, Calibán no sabía te, su libro de poemas, en inglés, Islas, entre
hablar: “Cuando tú, hecho un salvaje, ignorando los cuales hay uno dedicado a “Caliban”; y el
tu propia significación, balbucías como un bruto, autor de estas líneas, su ensayo en español
doté tu pensamiento de palabras que lo dieran a
“Cuba hasta Fidel”, en que se habla de nues-
conocer”. Sin embargo, esta bondad es recibida
tra identificación con Caliban28. En la obra
con ingratitud: Calibán, a quien se permite vivir
en la gruta de Próspero, ha intentado violar a de Césaire, los personajes son los mismos
Miranda; cuando se le recuerda esto con mucha que los de Shakespeare, pero Ariel es un es-
severidad, dice impertinente, con una especie de clavo mulato, mientras Caliban es un esclavo
babosa risotada: “¡oh, jo!... ¡Lástima no haberlo negro; además, interviene Eshú, “dios-diablo
realizado! Tú me lo impediste; de lo contrario, negro”. No deja de ser curiosa la observación
poblara la isla de Calibanes”. Nuestra época de Próspero cuando Ariel regresa lleno de es-
[concluye Wain], que es muy dada a usar la ho- crúpulos, después de haber desencadenado,
rrible palabra miscegenation (mezcla de razas), siguiendo las órdenes de aquél, pero contra
no tendrá dificultad en comprender este pasaje27. su propia conciencia, la tempestad con que
se inicia la obra: “¡Vamos!”, le dice Próspero,
Y casi al ir a terminar esa década del sesenta, “¡Tu crisis! ¡Siempre es lo mismo con los in-
en 1969, y de manera harto significativa, Cali- telectuales!” El poema de Brathwaite llamado
ban será asumido con orgullo como nuestro “Caliban” está dedicado, significativamente, a
símbolo por tres escritores antillanos, cada Cuba. “En La Habana, esa mañana [...]”, escri-
uno de los cuales se expresa en una de las be Brathwaite, “Era el dos de diciembre de mil
grandes lenguas coloniales del Caribe. Con in- novecientos cincuenta y seis. / Era el primero
dependencia uno de otro, ese año publica el de agosto de mil ochocientos treinta y ocho. /
martiniqueño Aimé Césaire su obra de teatro,
en francés, Una tempestad. Adaptación de La
tempestad de Shakespeare para un teatro ne- 28 Aimé Césaire, Une tempête. Adaptation de La tem-
pête de Shakespeare pour un théâtre nègre, París, 1969;
Edward K. Brathwaite, Islands, Londres, 1969; Roberto
27 John Wain, El mundo vivo de Shakespeare, trad. de Fernánez Retamar,“Cuba hasta Fidel”, Bohemia, 19 de
J. Silés, Madrid, 1967, pp. 258-259. septiembre de 1969.
Caliban155
Era el doce de octubre de mil cuatrocientos esclavizó a Caliban y le enseñó su idioma para
noventa y dos. // ¿Cuántos estampidos, cuán- entenderse con él: ¿Qué otra cosa puede hacer
tas revoluciones?”29. Caliban sino utilizar ese mismo idioma para
maldecir, para desear que caiga sobre él la “roja
plaga”? No conozco otra metáfora más acer-
Nuestro símbolo tada de nuestra situación cultural, de nuestra
realidad. De Tupac Amaru, Tiradentes, Tous-
Nuestro símbolo no es pues Ariel, como pensó saint L’Ouverture, Simón Bolívar, José de San
Rodó, sino Caliban. Esto es algo que vemos con Martín, Miguel Hidalgo, José Artigas, Bernardo
particular nitidez los mestizos que habitamos O’Higgins, Juana de Azurduy, Benito Juárez,
estas mismas islas donde vivió Caliban: Próspe- Máximo Gómez, Antonio Maceo, Eloy Alfaro,
ro invadió las islas, mató a nuestros ancestros, José Martí, a Emiliano Zapata, Amy y Marcus
Garvey, Augusto César Sandino, Julio Antonio
Mella, Pedro Albizu Campos, Lázaro Cárdenas,
29 La nueva lectura de La tempestad ha pasado a Fidel Castro, Haydee Santamaría, Ernesto Che
ser ya la habitual en el mundo colonial o referido a él. Guevara, Carlos Fonseca o Rigoberta Menchú;
No intento, por tanto, sino mencionar unos cuantos del Inca Garcilaso de la Vega, Sor Juana Inés de
ejemplos más. Uno, del escritor de Kenya James la Cruz, el Aleijadinho, Simón Rodríguez, Félix
Nggui, “África y la descolonización cultural”, El Correo
[de la Unesco], enero de 1971. Otro, de Paul Brown: Varela, Francisco Bilbao, José Hernández, Eu-
“`This thing of darkness I acknowledge mine’: The genio María de Hostos, Manuel González Pra-
Tempest and the Discourse on Colonialism”, Political da, Rubén Darío, Baldomero Lillo u Horacio
Shakespeare. New Essays in Cultural Materialism, Quiroga, a la música popular caribeña, el mura-
ed. por Jonathan Dollimore y Alan Sinfield, Ithaca y
lismo mexicano, Manuel Ugarte, Joaquín Gar-
Londres, 1985. Cf. nuevos ejemplos (y muchos de los
ya citados) en: Rob Nixon, “Caribbean and African cía Monge, Heitor Villa-Lobos, Gabriela Mistral,
Appropiations of The Tempest”, Critical lnquiry, Nº 13 Oswald y Mário de Andrade, Tarsila do Amaral,
(Primavera 1987), y José David Saldívar: The Dialectics César Vallejo, Cándido Portinari, Frida Kahlo,
of Our America. Genealogy, Cultural Critique, and José Carlos Mariátegui, Manuel Álvarez Bravo,
Literary History, Durham y Londres, 1991, esp. “III.
Ezequiel Martínez Estrada, Carlos Gardel, Mi-
Caliban and Resistance Cultures”. Saldívar llega a
hablar de “The School of Caliban”, pp. [123]-148. guel Ángel Asturias, Nicolás Guillén, El Indio
156 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Fernández, Oscar Niemeyer, Alejo Carpentier, es lo que sí vio, y que sigue conservando cierta
Luis Cardoza y Aragón, Edna Manley, Pablo Ne- dosis de vigencia y aun de virulencia.
ruda, Joâo Guimaraes Rosa, Jacques Roumain,
Wifredo Lam, José Lezama Lima, C.L.R. James, Pese a sus carencias, omisiones e ingenuidades
Aimé Césaire, Juan Rulfo, Roberto Matta, José [ha dicho también Benedetti], la visión de Rodó
María Arguedas, Augusto Roa Bastos, Viole- sobre el fenómeno yanqui, rigurosamente ubica-
ta Parra, Darcy Ribeiro, Rosario Castellanos, da en su contexto histórico, fue en su momento
la primera plataforma de lanzamiento para otros
Aquiles Nazoa, Frantz Fanon, Ernesto Carde-
planteos posteriores, menos ingenuos, mejor in-
nal, Gabriel García Márquez, Tomás Gutiérrez
formados, más previsores [...] la casi profética
Alea, Rodolfo Walsh, George Lamming, Kamau sustancia del arielismo rodoniano conserva, to-
Brathwaite, Roque Dalton, Guillermo Bonfil, davía hoy, cierta parte de su vigencia31.
Glauber Rocha o Leo Brouwer, ¿qué es nuestra
historia, qué es nuestra cultura, sino la historia, Estas observaciones están apoyadas por realida-
sino la cultura de Caliban? des incontrovertibles. Que la visión de Rodó sir-
En cuanto a Rodó, si es cierto que equivocó vió para planteos posteriores menos ingenuos y
los símbolos, como se ha dicho, no es menos
cierto que supo señalar con claridad al enemi-
go mayor que nuestra cultura tenía en su tiem-
31 Op. cit., p. 102. Un énfasis aún mayor en la vigencia
po –y en el nuestro–, y ello es enormemente actual de Rodó se encuentra en el libro de Arturo Ar-
más importante. Las limitaciones de Rodó, que dao Rodó. Su americanismo (Montevideo, 1970), que
no es este el momento de elucidar, son respon- incluye una excelente antología del autor de Ariel. Cf.
sables de lo que no vio o vio desenfocadamen- también de Ardao, “Del Calibán de Renan al Calibán de
Rodó”, Cuadernos de Marcha, Montevideo, Nº 50, junio
te30. Pero lo que en su caso es digno de señalar
1971. En cambio, ya en 1928 José Carlos Mariátegui,
después de recordar con razón que “a Norteamérica ca-
pitalista, plutocrática, imperialista, solo es posible opo-
30 “Es abusivo”, ha dicho Benedetti, “confrontar a ner eficazmente una América, latina o ibera, socialista”,
Rodó con estructuras, planteamientos, ideologías ac- añade: “El mito de Rodó no obra ya –no ha obrado nun-
tuales. Su tiempo es otro que el nuestro [...] su verdade- ca– útil y fecundamente sobre las almas”. José Carlos
ro hogar, su verdadera patria temporal, era el siglo xix”. Mariátegui, “Aniversario y balance” [1928], Ideología y
(Op. cit., en nota 19, p. 128). política, Lima, 1969, p. 248.
Caliban157
más radicales, lo sabemos bien los cubanos con dar que ese mismo año 1925, Mella se encuen-
solo remitirnos a la obra de Julio Antonio Mella, tra también entre los fundadores del primer
en cuya formación fue decisiva la influencia de Partido Comunista de Cuba. Sin duda el Ariel
Rodó. En un vehemente trabajo de sus veintiún de Rodó sirvió a este primer marxista orgánico
años, “Intelectuales y Tartufos” (1924), en que de Cuba –y uno de los primeros del Continen-
Mella arremete con gran violencia contra falsos te– como “plataforma de lanzamiento” para su
valores intelectuales de su tiempo –a los que meteórica carrera revolucionaria.
opondrá los nombres de Unamuno, Vasconce- Como ejemplos también de la relativa vi-
los, Ingenieros, Varona–, Mella escribe: gencia que aún en nuestros días conserva el
planteo antiyanqui de Rodó, están los intentos
Intelectual es el trabajador del pensamiento. ¡El enemigos de desarmar ese planteo. Es singu-
trabajador!, o sea, el único hombre que a juicio lar el caso de Emir Rodríguez Monegal, para
de Rodó merece la vida [...] aquel que empuña la quien Ariel, además de “materiales de medita-
pluma para combatir las iniquidades, como otros ción filosófica o sociológica, también contiene
empuñan el arado para fecundar la tierra, o la
páginas de carácter polémico sobre problemas
espada para libertar a los pueblos, o los puñales
políticos de la hora. Y ha sido precisamente
para ajusticiar a los tiranos32.
esta condición secundaria pero innegable la
que determinó su popularidad inmediata y su
Mella volverá a citar a Rodó ese año33, y al si-
difusión”. La esencial postura de Rodó contra
guiente contribuirá a formar en La Habana el
la penetración norteamericana aparecerá así
Instituto Politécnico Ariel34. Es oportuno recor-
como un añadido, como un hecho secundario
en la obra. Se sabe, sin embargo, que Rodó la
concibió, a raíz de la intervención norteameri-
32 Hombres de la Revolución. Julio Antonio Mella, La
cana en Cuba en 1898, como una respuesta al
Habana, 1971, p. 12.
hecho. Rodríguez Monegal comenta:
33 Op. cit., p. 15.
34 Cf. Erasmo Dumpierre, Mella, La Habana [c. 1965], La obra así proyectada fue Ariel. En el discur-
p. 145; y también José Antonio Portuondo: “Mella y los
so definitivo solo se encuentran dos alusiones
intelectuales” [1963], Crítica de la época, La Habana,
1965, p. 98 directas al hecho histórico que fue su primer
158 Pensamiento anticolonial de nuestra América
motor [...] ambas alusiones permiten advertir Bien vistas las cosas, es casi seguro que es-
cómo ha trascendido Rodó la circunstancia tas líneas de ahora no llevarían el nombre que
histórica inicial para plantarse de lleno en el tienen de no ser por el libro de Rodó, y prefiero
problema esencial: la proclamada decadencia considerarlas también como un homenaje al
de la raza latina35.
gran uruguayo, cuyo centenario se celebra este
año. El que el homenaje lo contradiga en no
El que un servidor del imperialismo como Ro- pocos puntos no es raro. Ya había observado
dríguez Monegal, aquejado por la “nordoma- Medardo Vitier que “si se produjera una vuelta
nía” que en 1900 denunció Rodó, trate de emas- a Rodó, no creo que sería para adoptar la solu-
cular tan burdamente su obra, solo prueba ción que dio sobre los intereses de la vida del
que, en efecto, ella conserva cierta virulencia espíritu, sino para reconsiderar el problema”36.
en su planteo, aunque hoy lo haríamos a partir Al proponer a Caliban como nuestro sím-
de otras perspectivas y con otro instrumental. bolo, me doy cuenta de que tampoco es ente-
Un análisis de Ariel –que no es esta en abso- ramente nuestro, también es una elaboración
luto la ocasión de hacer– nos llevaría también extraña, aunque esta vez lo sea a partir de nues-
a destacar cómo, a pesar de su formación, a tras concretas realidades. Pero ¿cómo eludir
pesar de su antijacobinismo, Rodó combate enteramente esta extrañeza? La palabra más
allí el antidemocratismo de Renan y Nietzsche venerada en Cuba –mambí– nos fue impuesta
(en quien encuentra “un abominable, un reac- peyorativamente por nuestros enemigos, cuan-
cionario espíritu”, p. 224), exalta la democra- do la guerra de independencia, y todavía no he-
cia, los valores morales y la emulación. Pero, mos descifrado del todo su sentido. Parece que
indudablemente, el resto de la obra ha perdido tiene una evidente raíz africana, e implicaba,
la actualidad que, en cierta forma, conserva su en boca de los colonialistas españoles, la idea
enfrentamiento gallardo a los Estados Unidos, de que todos los independentistas equivalían a
y la defensa de nuestros valores. los negros esclavos –emancipados por la pro-
pia guerra de independencia–, quienes cons-
35 Emir Rodríguez Monegal, en Rodó: op. cit. en nota
16, pp. 192 y 193. (Énfasis de Roberto Fernández Re- 36 Medardo Vitier: Del ensayo americano, México,
tamar). 1945, p. 117.
Caliban159
tituían el grueso del Ejército Libertador. Los Asumir nuestra condición de Caliban impli-
independentistas, blancos y negros, hicieron ca repensar nuestra historia desde el otro lado,
suyo con honor lo que el colonialismo quiso desde el otro protagonista. El otro protagonista
que fuera una injuria. Es la dialéctica de Cali- de La tempestad no es Ariel, sino Próspero38.
ban. Nos llaman mambí, nos llaman negro para No hay verdadera polaridad Ariel-Caliban: am-
ofendernos, pero nosotros reclamamos como bos son siervos en manos de Próspero, el he-
un timbre de gloria el honor de considerar- chicero extranjero. Solo que Caliban es el rudo
nos descendientes de mambí, descendientes e inconquistable dueño de la isla, mientras
de negro alzado, cimarrón, independentista; y Ariel, criatura aérea, aunque hijo también de la
nunca descendientes de esclavista. Sin embar- isla, es en ella, como vieron Ponce y Césaire, el
go, Próspero, como bien sabemos, le enseñó el intelectual.
idioma a Caliban, y, consecuentemente, le dio
nombre. ¿Pero es ese su verdadero nombre?
Oigamos este discurso de 1971: Otra vez Martí
Todavía, con toda precisión, no tenemos siquiera Esta concepción de nuestra cultura ya había
un nombre, estamos prácticamente sin bautizar: sido articuladamente expuesta y defendida, en
que si latinoamericanos, que si iberoamericanos, el siglo pasado, por el primero de nuestros hom-
que si indoamericanos. Para los imperialistas no bres en comprender claramente la situación
somos más que pueblos despreciados y desprecia-
concreta de lo que llamó –en denominación que
bles. Al menos lo éramos. Desde Girón empezaron
he recordado varias veces– “nuestra América
a pensar un poco diferente. Desprecio racial. Ser
criollo, ser mestizo, ser negro, ser, sencillamente, mestiza”: José Martí,39 a quien Rodó quiso dedi-
latinoamericano, es para ellos desprecio37.
car la primera edición cubana de Ariel, y sobre del proyanqui Sarmiento. Pero la forma pecu-
quien se propuso escribir un estudio como los liar en que se difundió la obra de Martí –quien
que consagrara a Bolívar y a Artigas, estudio utilizó el periodismo, la oratoria, las cartas, y
que, por desgracia, al cabo no realizó40. no publicó ningún libro–, tiene no poca res-
Aunque lo hiciera a lo largo de cuantiosas pá- ponsabilidad en el relativo olvido en que va a
ginas, quizá la ocasión en que Martí ofreció sus caer dicha obra a raíz de la muerte del héroe
ideas sobre este punto de modo más orgánico y cubano en 1895. Solo ello explica que a nueve
apretado fue su artículo de 1891 “Nuestra Amé- años de esa muerte –y a doce de haber dejado
rica”. Pero antes de comentarlo someramente, Martí de escribir para la prensa continental,
querría hacer unas observaciones previas so- entregado como estaba desde 1892 a la tarea
bre el destino de los trabajos de Martí. política–, un autor tan absolutamente nues-
En vida de Martí, el grueso de su obra, des- tro, tan insospechable como Pedro Henríquez
parramada por una veintena de periódicos Ureña, escriba a sus veinte años (1904), en un
continentales, conoció la fama. Sabemos que artículo sobre el Ariel de Rodó, que los juicios
Rubén Darío llamó a Martí “Maestro” (como, de este sobre los Estados Unidos son “mucho
por otras razones, también lo llamaban en más severos que los formulados por dos máxi-
vida sus seguidores políticos) y lo consideró mos pensadores y geniales psicosociólogos
el hispanoamericano a quien más admiró. Ya antillanos: Hostos y Martí”41. En lo que toca
veremos, por otra parte, cómo el duro enjui- a Martí, esta observación es completamente
ciamiento de los Estados Unidos que Martí so- equivocada, y dada la ejemplar honestidad de
lía hacer en sus crónicas era conocido en su Henríquez Ureña, me llevó a sospechar prime-
época, y le valdría acerbas críticas por parte ro, y a verificar después, que se debía sencilla-
mente al hecho de que para esa época el gran
dominicano no había leído, no había podido
se de conscience latinoaméricaine”, Cuba Sí, Nº 35-36, leer a Martí sino muy insuficientemente: Mar-
4º trimestre 1970, 1er. trimestre 1971; Leonardo Acosta:
tí apenas estaba publicado para entonces. Un
“La concepción histórica de Martí”, Casa de las Améri-
cas, Nº 67, julio-agosto de 1971.
40 José Enrique Rodó, op. cit. en nota 16, pp. 1.359 y 41 Pedro Henríquez Ureña: Obra crítica, México,
1.375. 1960, p. 27.
Caliban161
texto como el fundamental “Nuestra América” cubierto y revalorado”43. González está pen-
es buen ejemplo de este destino. Los lectores sando sobre todo en el deslumbrante aspecto
del periódico mexicano El Partido Liberal literario de la obra (“la gloria literaria”, como
pudieron leerlo el día 30 de enero de 1891. Es él dice). ¿Qué no podemos decir nosotros del
posible que algún otro periódico local lo haya fundamental aspecto ideológico de la misma?
republicado42, aunque la más reciente edición Sin olvidar muy importantes contribuciones
de las Obras completas de Martí no nos indica previas, hay puntos esenciales en que puede
nada al respecto. Pero lo más posible es que decirse que es ahora, después del triunfo de la
quienes no tuvieron la suerte de obtener dicho Revolución Cubana, y gracias a ella, que Martí
periódico, no pudieron saber de ese texto –el está siendo “redescubierto y revalorado”. No
más importante documento publicado en esta es un azar que Fidel haya declarado en 1953
América desde finales del siglo pasado hasta la que el responsable intelectual del ataque al
aparición en 1962 de la Segunda Declaración cuartel Moncada era Martí; ni que el Che haya
de La Habana– durante cerca de veinte años, iniciado en 1967 su trascendente Mensaje a
al cabo de los cuales apareció en forma de li- la Tricontinental con una cita de Martí: “Es
bro (La Habana, 1911) en la colección en que la hora de los hornos, y no se ha de ver más
empezaron a publicarse las obras de Martí. Por que la luz”. Si Benedetti ha podido decir que el
eso le asiste la razón a Manuel Pedro González tiempo de Rodó “es otro que el nuestro [...] su
cuando afirma que durante el primer cuarto verdadero hogar, su verdadera patria temporal
de este siglo, las nuevas promociones no co- era el siglo xix”, nosotros debemos decir, en
nocían sino muy insuficientemente a Martí. cambio, que el verdadero hogar de Martí era
Gracias a la aparición más reciente de varias el futuro, y por lo pronto este tiempo nuestro
ediciones de sus obras completas –en realidad, que sencillamente no se entiende sin un cono-
todavía incompletas– es que “se le ha redes- cimiento cabal de su obra.
42 Ivan A. Schulman ha descubierto que fue publica- 43 Manuel Pedro González, “Evolución de la estimati-
do antes, en enero 1 (no “10”, como se lee por error) va martiana”, Antología crítica de José Martí, recopila-
de 1891, en La Revista Ilustrada de Nueva York. (I.S.: ción, introducción y notas de Manuel Pedro González,
Martí, Casal y el Modernismo, La Habana, 1969, p. 92.) México, 1960, p. 29.
162 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Ahora bien, si ese conocimiento, por las bién, en cierta medida, a que el suyo es nom-
curiosas circunstancias aludidas, le estuvo bre prestigioso incluso en las capitales metro-
vedado –o solo le fue permitido de manera li- politanas, donde, por cierto, con frecuencia
mitada– a las primeras promociones nuestras se le hace objeto de las más desvergonzadas
de este siglo, las que a menudo tuvieron por manipulaciones. Para ser consecuentes con
ello que valerse, para ulteriores planteos ra- nuestra actitud anticolonialista, tenemos
dicales, de una “primera plataforma de lanza- que volvernos efectivamente a los hombre y
miento” tan bien intencionada pero al mismo mujeres nuestros que en su conducta y en su
tiempo tan endeble como el decimonónico pensamiento han encarnado e iluminado esta
Ariel, ¿qué podremos decir de autores más actitud44. Y en este sentido, ningún ejemplo
recientes que ya disponen de ediciones de más útil que el de Martí.
Martí, y, sin embargo, se obstinan en desco- No conozco otro autor latinoamericano que
nocerlo? No pienso ahora en estudiosos más haya dado una respuesta tan inmediata y tan
o menos ajenos a nuestros problemas, sino, coherente a otra pregunta que me hiciera mi
por el contrario, en quienes mantienen una interlocutor, el periodista europeo que men-
consecuente actitud anticolonialista. La úni- cioné al principio de estas líneas (y que de no
ca explicación de este hecho es dolorosa: el existir, yo hubiera tenido que inventar, aunque
colonialismo ha calado tan hondamente en esto último me privara de su amistad, la cual
nosotros, que solo leemos con verdadero res- espero que sobreviva a este monólogo). “¿Qué
peto a los autores anticolonialistas difundi-
dos desde las metrópolis. De ahí que dejemos
de lado la lección mayor de Martí; de ahí que 44 No se entienda por esto, desde luego, que sugiero
dejar de conocer a los autores que no hayan nacido en
apenas estemos familiarizados con Artigas,
las colonias. Tal estupidez es insostenible. ¿Cómo po-
con Recabarren, con Mella, incluso con Ma- dríamos postular prescindir de Homero, de Dante, de
riátegui y Ponce. Y tengo la triste sospecha Cervantes, de Shakespeare, de Whitman –para no decir
de que si los extraordinarios textos del Che Marx, Engels o Lenin–? ¿Cómo olvidar incluso que en
Guevara conocen la mayor difusión que se ha nuestros propios días hay pensadores de la América
Latina que no han nacido aquí? Y en fin, ¿cómo pro-
acordado a un latinoamericano, el que lo lea
pugnar robinsonismo intelectual alguno sin caer en el
con tanta avidez nuestra gente se debe tam- mayor absurdo?
Caliban163
relación”, me preguntó este sencillo malicioso, de férrea armadura, los desnudos y heroicos
“guarda Borges con los incas?” Borges es casi Caracas”45.
una reducción al absurdo, y de todas maneras Presumo que el lector, si no es venezolano,
voy a ocuparme de él más tarde; pero es bue- no estará familiarizado con los nombres aquí
no, es justo preguntarse qué relación guarda- evocados por Martí. Tampoco yo lo estaba.
mos los actuales habitantes de esta América Esa carencia de familiaridad no es sino una
en cuya herencia zoológica y cultural Europa nueva prueba de nuestro sometimiento a la
tuvo su indudable parte, con los primitivos ha- perspectiva colonizadora de la historia que se
bitantes de esta misma América, esos que ha- nos ha impuesto, y nos ha evaporado nombres,
bían construido culturas admirables, o estaban fechas, circunstancias, verdades. En otro or-
en vías de hacerlo, y fueron exterminados o den de cosas –estrechamente relacionado con
martirizados por europeos de varias naciones, este–, ¿acaso la historia burguesa no pretendió
sobre los que no cabe levantar leyenda blanca borrar a los héroes de la Comuna del 71, a los
ni negra, sino una infernal verdad de sangre mártires del Primero de Mayo de 1886 (signi-
que constituye –junto con hechos como la es- ficativamente reivindicados por Martí)? Pues
clavitud de los africanos– su eterno deshonor. bien, Tamanaco, Paramaconi, “los desnudos y
Martí, que tanto quiso en el orden personal a heroicos caracas” eran indígenas de lo que hoy
su padre, valenciano, y a su madre, canaria; llamamos Venezuela, de origen caribe o muy
que escribía el más prodigioso idioma espa- cercanos a ellos, que pelearon heroicamente
ñol de su tiempo –y del nuestro–, y que llegó frente a los españoles al inicio de la conquista.
a tener la mejor información sobre la cultura Lo cual quiere decir que Martí ha escrito que
euronorteamericana de que haya disfrutado un
hombre de nuestra América, también se hizo
esta pregunta, y se la respondió así: “Se viene 45 José Martí, “Autores americanos aborígenes” [1884],
de padres de Valencia y madres de Canarias, y O.C., VIII, 336. Me remito a la edición en veintisiete to-
se siente correr por las venas la sangre enarde- mos de las Obras completas de José Martí publicadas en
cida de Tamanaco y Paramaconi, y se ve como La Habana entre 1963 y 1965. En 1973 se añadió un con-
fuso tomo con “Nuevos materiales”. Al citar, indico en
propia la que vertieron por las breñas del cerro
números romanos el tomo y en arábigos la(s) página(s)
del Calvario, pecho a pecho con los Gonzalos de esa edición.
164 Pensamiento anticolonial de nuestra América
sentía correr por sus venas sangre de caribe, (“no menos bella que la griega”), sobre las
sangre de Caliban. No será la única vez que cenizas de Quetzalcoatl, sobre “Ayacucho en
exprese esta idea, central en su pensamiento. meseta solitaria”, sobre “Bolívar, como los ríos
Incluso valiéndose de tales héroes46, reiterará [...]”. (pp. 28-29).
algún tiempo después: Y es que Martí no sueña con una ya impo-
sible restauración, sino con una integración
Con Guaicaipuro, con Paramaconi [héroes de futura de nuestra América que se asiente en
las tierras venezolanas, probablemente de ori- sus verdaderas raíces y alcance, por sí misma,
gen caribe], con Anacaona, con Hatuey [héroes orgánicamente, las cimas de la auténtica mo-
de las Antillas, de origen arauaco] hemos de dernidad. Por eso la cita primera, en que habla
estar, y no con las llamas que los quemaron, ni
de sentir correr por sus venas la brava sangre
con las cuerdas que los ataron, ni con los ace-
caribe, continúa así:
ros que los degollaron, ni con los perros que los
mordieron47.
Bueno es abrir canales, sembrar escuelas, crear
líneas de vapores, ponerse al nivel del propio
El rechazo de Martí al etnocidio que Europa
tiempo, estar del lado de la vanguardia en la her-
realizó en América es total, y no menos total su mosa marcha humana; pero es bueno, para no
identificación con los pueblos americanos que desmayar en ella por falta de espíritu o alarde de
le ofrecieron heroica resistencia al invasor, y espíritu falso, alimentarse por el recuerdo y por la
en quienes Martí veía los antecesores natura- admiración, por el estudio justiciero y la amorosa
les de los independentistas latinoamericanos. lástima, de ese ferviente espíritu de la naturaleza
Ello explica que en el cuaderno de apuntes en en que se nace, crecido y avivado por el de los
que aparece esta última cita siga escribiendo, hombres de toda raza que de ella surgen y en ella
casi sin transición, sobre la mitología azteca se sepultan. Solo cuando son directas prosperan
la política y la literatura. La inteligencia america-
na es un penacho indígena. ¿No se ve cómo del
mismo golpe que paralizó al indio se paralizó a
46 A Tamanaco dedicó además un hermoso poema:
América? Y hasta que no se haga andar al indio,
“Tamanaco de plumas coronado” [c. 1881], O.C.,
XVII, 237. no comenzará a andar bien la América. [“Autores
americanos aborígenes”, pp. 336-337].
47 José Martí, “Fragmentos” [c. 1885-1895], O.C., XXII, 27.
Caliban165
munidades que con problemas comunes vi- han de reemplazar a los políticos exóticos. In-
ven “del [río] Bravo a la Patagonia”, y que se jértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el
distinguen de “la América europea”. Ya dije tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle
que, aunque dispersa en sus numerosísimas el pedante vencido; que no hay patria en que pue-
da tener el hombre más orgullo que en nuestras
páginas, tal concepción de nuestra cultura se
dolorosas repúblicas americanas.
resume felizmente en el artículo-manifiesto
“Nuestra América”. A él remito al lector, a su
reiterada idea de que no se pueden
Vida verdadera de un dilema falso
regir pueblos originales, de composición singular
y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos Es imposible no ver en aquel texto –que, como
de práctica libre en los Estados Unidos, de die- se ha dicho, resume de modo relampaguean-
cinueve siglos de monarquía en Francia. Con un te los criterios de Martí sobre este problema
decreto de Hamilton no se le para la pechada al esencial– su rechazo violento a la imposición
potro del llanero. Con una frase de Sièyes no se de Próspero (“la universidad europea [...] el
desestanca la sangre cuajada de la raza india;
libro europeo [...] el libro yanqui”), que ha de
ceder ante la realidad de Caliban (“la universi-
a su arraigado concepto de que “el libro impor-
dad hispanoamericana [...] el enigma hispano-
tado ha sido vencido en América por el hombre
americano”): “La historia de América, de los
natural. Los hombres naturales han vencido a
incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aun-
los letrados artificiales. El mestizo autóctono
que no se enseñe la de los arcontes de Grecia.
ha vencido al criollo exótico” (énfasis de Fer-
Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no
nández Retamar); a su consejo fundador:
es nuestra”. Y luego: “Con los oprimidos había
que hacer causa común, para afianzar el siste-
La universidad europea ha de ceder a la univer-
sidad americana. La historia de América, de los
ma opuesto a los intereses y hábitos de mando
incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no de los opresores”.
se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Pero nuestra América había escuchado
Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. también, expresada con vehemencia por un
Nos es más necesaria. Los políticos nacionales hombre talentoso y enérgico muerto tres años
Caliban167
antes de aparecer este trabajo, la tesis exacta- cómo se piensa en Perón”. Fue muchos años
mente opuesta, la tesis de Próspero50. Los inter- más tarde, concretamente después del triunfo
locutores no se llamaban entonces Próspero y de la Revolución Cubana en 1959 (cuando em-
Caliban, sino civilización y barbarie, título pezamos a vivir y a leer el mundo de otra ma-
que el argentino Domingo Faustino Sarmiento nera), que comprendí que yo no había estado
dio a la primera edición (1845) de su gran libro del lado mejor en aquel libro, por otra parte
sobre Facundo Quiroga. No creo que las confe- notable. No era posible estar al mismo tiempo
siones autobiográficas interesen mucho aquí, de acuerdo con Facundo y con “Nuestra Amé-
pero ya que he mencionado, para castigarme, rica”. Es más: “Nuestra América” –y buena par-
las alegrías que me significaron olvidables te de la obra de Martí– es un diálogo implícito,
westerns y películas de Tarzán en que se nos y a veces explícito, con las tesis sarmientinas.
inoculaba, sin saberlo nosotros, la ideología ¿Qué significa si no la frase lapidaria de Martí:
que verbalmente repudiábamos en los nazis “No hay batalla entre la civilización y la bar-
(cumplí doce años cuando la Segunda Guerra barie, sino entre la falsa erudición y la natura-
Mundial estaba en su apogeo), debo también leza”? Siete años antes de aparecer “Nuestra
confesar que, pocos años después, leí con América” (1891) –aún en vida de Sarmiento–,
apasionamiento este libro. Encuentro en los había hablado ya Martí (en frase que he citado
márgenes de mi viejo ejemplar mis entusias- más de una vez) del
mos, mis rechazos al “tirano de la República
Argentina” que había exclamado: “¡Traidores a pretexto de que la civilización, que es el nombre
la causa americana!” También encuentro, unas vulgar con que corre el estado actual del hombre
páginas adelante, este comentario: “Es curioso europeo, tiene derecho natural de apoderarse de
la tierra ajena perteneciente a la barbarie, que es
el nombre que los que desean la tierra ajena dan
al estado actual de todo hombre que no es de Eu-
50 Me refiero al diálogo en el interior de la América ropa o de la América europea51.
Latina. La opinión miserable que América le mereciera
a Europa puede seguirse con algún detalle en el vasto
libro de Antonelo Gerbi La disputa del Nuevo Mundo.
Historia de una polémica 1750-1900, trad. de Antonio 51 José Martí, “Una distribución de diplomas en un co-
Alatorre, México, 1960, passim. legio de los Estados Unidos” [1884], O.C., VIII, 442.
168 Pensamiento anticolonial de nuestra América
En ambos casos, Martí rechaza la falsa dicoto- error. Pensando en figuras como Sarmiento fue
mía que Sarmiento da por sentada, cayendo en que Martínez Estrada, quien había escrito antes
la trampa hábilmente tendida por el coloniza- tanta página elogiosa sobre Sarmiento, publicó
dor. Por eso, cuando dije hace un tiempo que en 1962, en su libro Diferencias y semejanzas
“Martí, al echarse del lado de la ‘barbarie’ pre- entre los países de la América Latina:
figura a Fanon y a nuestra revolución”52 –frase
que algunos apresurados, sin reparar en las co- Podemos de inmediato sentar la premisa de que
millas, malentendieron, como si Fanon, Fidel y quienes han trabajado, en algunos casos patrió-
el Che fueran apóstoles de la barbarie–, escribí ticamente, por configurar la vida social toda con
“barbarie” así, entre comillas, para indicar que arreglo a pautas de otros países altamente desa-
rrollados, cuya forma se debe a un proceso or-
desde luego no había tal estado. La supuesta
gánico a lo largo de siglos, han traicionado a la
barbarie de nuestros pueblos ha sido inventada
causa de la verdadera emancipación de la Amé-
con crudo cinismo por “quienes desean la tierra rica Latina54.
ajena”; los cuales, con igual desfachatez, daban
el “nombre vulgar” de “civilización” al “estado
actual” del hombre “de Europa o de la Amé-
que Martí, tan atento siempre a los valores latinoameri-
rica europea”. Lo que seguramente resultaba canos, no publicara un solo trabajo sobre Sarmiento, ni
más doloroso para Martí era ver a un hombre siquiera a raíz de su muerte en 1888. Es difícil no rela-
de nuestra América –y a un hombre a quien, a cionar esta ausencia con el reiterado criterio martiano
pesar de diferencias insalvables, admiró en sus de que para él callar era su manera de censurar.
aspectos positivos53– incurrir en este gravísimo 54 Ezequiel Martínez Estrada, “El colonialismo como
realidad”, Casa de las Américas, Nº 33, noviembre-
diciembre de 1965, p. 85. Estas páginas aparecieron ori-
ginalmente en su libro Diferencias y semejanzas entre
52 Roberto Fernánez Retamar, Ensayo de otro mundo, los países de la América Latina (México, 1962), y fue-
cit. en nota 15, p. 15. ron escritas en aquel país en 1960, es decir, después del
53 “Sarmiento, el verdadero fundador de la República triunfo de la Revolución Cubana, que llevó a Martínez
Argentina”, dice de él, por ejemplo, en carta de 7 de Estrada a considerables replanteos. Cf., por ejemplo,
abril de 1887 a Fermín Valdés Domínguez, a raíz de un su “Retrato de Sarmiento”, conferencia en la Bibliote-
cálido elogio literario que le hiciera públicamente el ar- ca Nacional de Cuba el 8 de diciembre de 1961, donde
gentino (O. C., XX, 325). Sin embargo, es significativo dijo: “Si se hace un examen riguroso e imparcial de la
Caliban169
Carezco de la información necesaria para el tema a este trabajo. Aquí solo traeré algunas
discutir ahora las virtudes y defectos de este de las citas de uno y otro aportadas en aquel
peleador burgués: me limito a señalar su con- estudio. He mencionado varias de las observa-
tradicción con Martí, y la coherencia entre su ciones de Martí sobre el indio. Alazraki recuer-
pensamiento y su conducta. Como postuló la da otras:
civilización, arquetípicamente encarnada en
los Estados Unidos, abogó por el exterminio No más que pueblos en ciernes, [...] no más que
de los indígenas, según el feroz modelo yanqui, pueblos en bulbo eran aquellos en que con maña
y adoró a la creciente República del Norte, la sutil de viejos vividores se entró el conquistador
cual, por otra parte, a mediados del siglo no ha- valiente y descargó su ponderosa herrajería, lo
cual fue una desdicha histórica y un crimen na-
bía mostrado aún tan claramente las fallas que
tural. El tallo esbelto debió dejarse erguido, para
le descubriría luego Martí. En ambos extremos
que pudiera verse luego en toda su hermosura la
–que son precisamente eso: extremos, bordes obra entera y florecida de la naturaleza. ¡Robaron
de sus respectivos pensamientos–, él y Martí los conquistadores una página al Universo!
discreparon irreconciliablemente.
Jaime Alazraki ha estudiado con detenimien- Y también:
to “El indigenismo de Martí y el antindigenismo
de Sarmiento”55. Remito al lector interesado en ¡De toda aquella grandeza apenas quedan en el
museo unos cuantos vasos de oro, unas piedras
como yugo, de obsidiana pulida, y uno que otro
actuación política de Sarmiento en el gobierno, efecti- anillo labrado! Tenochtitlán no existe. No existe
vamente se comprueba que muchos de los vicios que
Tulan, la ciudad de la gran feria. No existe Texcu-
ha tenido la política oligárquica argentina fueron intro-
ducidos por él”; y también: “Él despreciaba al pueblo,
co, el pueblo de los palacios. Los indios de ahora,
despreciaba al pueblo ignorante, al pueblo mal vestido,
desaseado, sin comprender que este es el pueblo ame-
ricano”. Revista de la Biblioteca Nacional, La Habana, las mismas citas– reaparecen en el trabajo de Antonio
Año 56, Nº 3, julio-septiembre de 1965, pp. 14-16 Sacoto “El indio en la obra literaria de Sarmiento y Mar-
55 Jaime Alazraki, “El indigenismo de Martí y el antin- tí”, Cuadernos Americanos, enero-febrero de 1968.) Cf.
digenismo de Sarmiento”, Cuadernos Americanos, ma- también, de Jacques Lafaye, “Sarmiento ou Martí? [...]”,
yo-junio de 1965. (Los términos de este ensayo –y casi Langues Néo-Latines, Nº 172, mayo de 1965
170 Pensamiento anticolonial de nuestra América
al pasar por delante de las ruinas, bajan la cabeza, Por supuesto, esto implica una visión de la
mueven los labios como si dijesen algo, y mien- conquista española radicalmente distinta de
tras las ruinas no les quedan detrás, no se ponen la mantenida por Martí. Para Sarmiento, “es-
el sombrero. pañol, repetido cien veces en el sentido odio-
so de impío, inmoral, raptor, embaucador, es
Para Sarmiento, por su parte, la historia de sinónimo de civilización, de la tradición euro-
América son “toldos de razas abyectas, un pea traída por ellos a estos países”. Y mientras
gran continente abandonado a los salvajes in- para Martí “no hay odio de razas, porque no
capaces de progreso”. Si queremos saber cómo hay razas”, para el autor de Conflicto y armo-
interpretaba él el apotegma de su compatriota nías de las razas en América, apoyado en teo-
Alberdi “gobernar es poblar”, es menester leer- rías seudocientíficas,
le esto: “Muchas dificultades ha de presentar
la ocupación de país tan extenso; pero nada
ha de ser comparable con las ventajas de la puede ser muy injusto exterminar salvajes, so-
focar civilizaciones nacientes, conquistar pue-
extinción de las tribus salvajes”: es decir, para
blos que están en posesión de un terreno privile-
Sarmiento gobernar es también despoblar de giado; pero gracias a esta injusticia, la América,
indios (y de gauchos). ¿Y en cuanto a los hé- en lugar de permanecer abandonada a los sal-
roes de la resistencia frente a los españoles, vajes, incapaces de progreso, está ocupada hoy
esos hombres magníficos cuya sangre rebelde por la raza caucásica, la más perfecta, la más
Martí sentía correr por sus venas? También inteligente, la más bella y la más progresiva de
Sarmiento se ha interrogado sobre ellos. Esta las que pueblan la tierra; merced a estas injusti-
es su respuesta: cias, la Oceanía se llena de pueblos civilizados,
el Asia empieza a moverse bajo el impulso euro-
Para nosotros Colocolo, Lautaro y Caupolicán, peo, el África ve renacer en sus costas los tiem-
no obstante los ropajes nobles y civilizados [con] pos de Cartago y los días gloriosos del Egipto.
que los revistiera Ercilla, no son más que unos in- Así pues la población del mundo está sujeta a
dios asquerosos, a quienes habríamos hecho col- revoluciones que reconocen leyes inmutables;
gar ahora, si reapareciesen en una guerra de los las razas fuertes exterminan a las débiles, los
araucanos contra Chile, que nada tiene que ver pueblos civilizados suplantan en la posesión de
con esa canalla. la tierra a los salvajes.
Caliban171
No era pues menester cruzar el Atlántico y bus- tante de nuestro continente; que denunció, du-
car a Renan para oír tales palabras: un hombre rante quince años, “el carácter crudo, desigual
de esta América las estaba diciendo. En reali- y decadente de los Estados Unidos, y la existen-
dad, si no las aprendió, al menos las robusteció cia, en ellos continua, de todas las violencias,
de este lado del Océano, solo que no en nuestra discordias, inmoralidades y desórdenes de que
América, sino en la otra, en “la América euro- se culpa a los pueblos hispanoamericanos”56;
pea”, cuyo más fanático devoto fue Sarmiento, que a unas horas de su muerte, en el campo de
en nuestras tierras mestizas, durante el siglo batalla, confió en carta a su gran amigo mexi-
xix. Aunque no faltaron en ese siglo los latinoa- cano Manuel Mercado: “cuanto hice hasta hoy,
mericanos adoradores de los yanquis, sería so- y haré, es para eso [...] impedir a tiempo que se
bre todo gracias al cipayismo delirante en que, extiendan por las Antillas los Estados Unidos y
desgraciadamente, ha sido pródigo nuestro caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tie-
siglo xx latinoamericano, que encontraríamos rras de América”57.
pariguales de Sarmiento en la devoción hacia Sarmiento no permaneció silencioso ante la
los Estados Unidos. Lo que Sarmiento quiso crítica que –con frecuencia desde las propias
hacer para la Argentina fue exactamente lo que páginas de La Nación– hacía Martí de sus ido-
los Estados Unidos habían realizado para ellos. latrados Estados Unidos, y comentó así la in-
En sus últimos años, escribió: “Alcancemos a creíble osadía:
los Estados Unidos [...] Seamos Estados Uni-
dos”. Sus viajes a aquel país le produjeron un Una cosa le falta a don José Martí para ser un pu-
verdadero deslumbramiento, un inacabable or- blicista [...] Fáltale regenerarse, educarse, si es
gasmo histórico. A similitud de lo que vio allí, posible decirlo, recibiendo del pueblo en que vive
quiso echar en su patria las bases de una bur- la inspiración, como se recibe el alimento para
convertirlo en sangre que vivifica [...] Quisiera
guesía acometedora, cuyo destino actual hace
innecesario el comentario.
También es suficientemente conocido lo que
56 José Martí, “La verdad sobre los Estados Unidos”
Martí vio en los Estados Unidos como para que [1894], O.C., XXVIII, 294.
tengamos ahora que insistir en el punto. Baste
57 José Martí, “Carta a Manuel Mercado de 19 de mayo
recordar que fue el primer antimperialista mili- de 1895”, O.C., XX, 151.
172 Pensamiento anticolonial de nuestra América
que Martí nos diera menos Martí, menos español paralelo entre estos dos hombres como el que
de raza y menos americano del Sur, por un poco realizara, en doscientas sesenta y dos despreo-
más del yankee, el nuevo tipo del hombre moder- cupadas páginas, Emeterio S. Santovenia: Ge-
no [...] Hace gracia oír a un francés del Courier nio y acción. Sarmiento y Martí (La Habana,
des Etats Unis reír de la beocia y de la incapaci-
1938). Baste una muestra: para este autor,
dad política de los yankees, cuyas instituciones
Gladstone proclama como la obra suprema de la
por encima de las discrepancias que señalaron
especie humana. Pero criticar con aires magiste-
el alcance o las limitaciones de sus respectivas
riales aquello que ve allí un hispanoamericano, un
proyecciones sobre América, surgió la coinciden-
español, con los retacitos de juicio político que le
cia [sic] de sus apreciaciones [las de Sarmiento y
han trasmitido los libros de otras naciones, como
Martí] acerca de la parte que tuvo la anglosajona
queremos ver las manchas del sol con un vidrio
en el desarrollo de las ideas políticas y sociales
empañado, es hacer gravísimo mal al lector, a
que abonaron el árbol de la emancipación total
quien llevan por un campo de perdición [...] Que
del nuevo mundo [p. 73].
no nos vengan, pues, en su insolente humildad
los sudamericanos, semi-indios y semi-españoles,
a encontrar malo [...]58 Pensamiento, sintaxis y metáfora forestal dan
idea de lo que era nuestra cultura cuando for-
Sarmiento, tan vehemente en el elogio como mábamos parte del mundo libre, del que el
en la invectiva, coloca aquí a Martí entre los señor Santovenia fue eximio representante –y
“semi-indios”, lo que era en el fondo cierto y, ministro de Batista en sus ratos de ocio.
para Martí, enorgullecedor, pero que en boca
de Sarmiento ya hemos visto lo que implicaba...
Por todo esto, y aunque escritores valiosos
Del mundo libre
han querido señalar posibles similitudes, creo
Pero la parte de mundo libre que le toca a la
que se comprenderá lo difícil que es aceptar un
América Latina tiene hoy figuras mucho más
memorables: pienso en Jorge Luis Borges, por
ejemplo, cuyo nombre parece asociado a ese ad-
58 Domingo Faustino Sarmiento, Obras completas,
Santiago de Chile y Buenos Aires, 1885-1902, t. XLVI, jetivo; pienso en el Borges que hace tiempo de-
Páginas literarias, pp. 166-173. dicara su traducción –presumiblemente buena–
Caliban173
de Hojas de hierba, de Walt Whitman, al presi- se conocería, que se difundiría, que sabría de la
dente de los Estados Unidos, Richard Nixon. Es gloria oficial y de los casi incontables premios,
verdad que este hombre escribió en 1926: algunos de los cuales, de puro desconocidos,
más bien parecen premiados por él. El Borges
A los criollos les quiero hablar: a los hombres que sobre el cual se habla, y al cual voy a dedicar
en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que unas líneas, es el que hace eco al grotesco “per-
creen que el sol y la luna están en Europa. Tierra tenecemos al Imperio Romano” de Sarmiento,
de desterrados natos es esta, de nostalgiosos de con esta declaración no de 1926 sino de 1955:
lo lejano y lo ajeno: ellos son los gringos de veras,
“creo que nuestra tradición es Europa”62.
autorícelo o no su sangre, y con ellos no habla mi
Podría parecer extraño que la filiación ideo-
pluma [...];59
lógica de aquel activo y rugiente pionero venga
a ostentarla hoy un hombre sentado, un escri-
es verdad también que allí aparece presenta-
tor como Borges, representante arquetípico de
do Sarmiento como un “norteamericanizado
una cultura libresca que en apariencia poco
indio bravo, gran odiador y desentendedor de
tiene que ver con la constante vitalidad de Sar-
lo criollo”;60 pero sobre todo es verdad que ese
miento. Pero esta extrañeza solo probaría lo
Borges no es el que ha pasado a la historia: este
acostumbrados que estamos a considerar las
memorioso decidió olvidar aquel libro de juven-
producciones superestructurales de nuestro
tud, escrito a pocos años de haber sido uno de
continente, cuando no del mundo entero, al
los integrantes “de la secta, de la equivocación
ultraísta”. También para él fueron una equivo-
cación aquel libro, aquellas ideas. Patéticamen-
te fiel a su clase,61 iba a ser otro el Borges que Morales, “Encuentro con un destino sudamericano”,
Recopilación de textos sobre los vanguardismos en
América Latina, prólogo y materiales seleccionados
por Oscar Collazos, La Habana, 1970. Cf. otro enfoque
59 Jorge Luis Borges, El tamaño de mi esperanza, marxista sobre este autor en Jaime Mejía Duque, “De
Buenos Aires, 1926, p. 5. nuevo Jorge Luis Borges”, Literatura y realidad, Me-
60 Op. cit., p. 6. dellín, 1969.
61 Sobre la evolución ideológica de Borges, en re- 62 Jorge Luis Borges, “El escritor argentino y la tradi-
lación con la actitud de su clase, cf. Eduardo López ción”, Sur, Nº 232, enero-febrero de 1955, p. 7.
174 Pensamiento anticolonial de nuestra América
margen de las concretas realidades estructura- infernales: la esclavitud del negro y el exter-
les que les dan sentido. Prescindiendo de ellas, minio del indio inconquistable. Eran estos los
¿quién reconocería como descendientes de los modelos que Sarmiento tenía ante la vista y se
pensadores enérgicos y audaces de la burgue- propuso seguir con fidelidad. Quizá sea él el
sía en ascenso a las ruinas exangües que son más consecuente, el más activo de los ideólo-
los intelectuales burgueses de nuestros días? gos burgueses de nuestro continente durante
Basta con ver a nuestros escritores, a nuestros el siglo xix.
pensadores, en relación con las clases con- Martí, por su parte, es el conciente vocero
cretas a cuya visión del mundo dan voz para de las clases explotadas. “Con los oprimidos
que podamos ubicarlos con justicia, trazar su había que hacer causa común,” nos dejó di-
verdadera filiación. El diálogo al que asistimos cho, “para afianzar el sistema opuesto a los
entre Sarmiento y Martí era, sobre todo, un en- intereses y hábitos de mando de los opreso-
frentamiento clasista. res”. Y como a partir de la conquista indios y
Independientemente de su origen, Sarmien- negros habían sido relegados a la base de la
to es el implacable ideólogo de una burguesía pirámide, hacer causa común con los oprimi-
argentina que intenta trasladar los esquemas dos venía a coincidir en gran medida con ha-
de burguesías metropolitanas, concretamente cer causa común con los indios y los negros,
la estadunidense, a su país. Para ello necesi- que es lo que hace Martí. Esos indios y esos
ta imponerse, como toda burguesía, sobre las negros se habían venido mezclando entre sí y
clases populares, necesita explotarlas en su con algunos blancos, dando lugar al mestizaje
trabajo y despreciarlas en su espíritu. La for- que está en la raíz de nuestra América, donde
ma como se desarrolla una clase burguesa a –también según Martí– “el mestizo autóctono
expensas de la bestialización de las clases ha vencido al criollo exótico”. Sarmiento es
populares está inolvidablemente mostrada en un feroz racista porque es un ideólogo de las
páginas terribles de El capital, tomándose el clases explotadoras donde campea “el criollo
ejemplo de Inglaterra. “La América europea”, exótico”; Martí es radicalmente antirracista
cuyo capitalismo lograría expandirse fabulo- porque es portavoz de las clases explotadas,
samente sin las trabas de la sociedad feudal, donde se están fundiendo las razas. Sarmien-
añadió a la hazaña inglesa nuevos círculos to se opone a lo americano esencial para im-
Caliban175
plantar aquí, a sangre y fuego, como preten- estos países, dentro del orden capitalista, es de
dieron los conquistadores, fórmulas foráneas; simples colonias63.
Martí defiende lo autóctono, lo verdadera-
mente americano. Lo cual, por supuesto, no Integrados a lo que luego se llamaría, con invo-
quiere decir que rechazara torpemente cuan- luntario humorismo, el “mundo libre”, nuestros
to de positivo le ofrecieran otras realidades: países estrenarían una nueva manera de no ser
“Injértese en nuestras repúblicas el mundo,” independientes, a pesar de contar con escudos,
dijo, “pero el tronco ha de ser el de nuestras himnos, banderas y presidentes: el neocolonia-
repúblicas”. También Sarmiento pretendió in- lismo. La burguesía a la que Sarmiento había
jertar en nuestras repúblicas el mundo, pero trazado tan amenas perspectivas, no pasaba de
descuajando el tronco de nuestras repúblicas. ser simple viceburguesía, modesto socio local
Por eso, si a Martí lo continúan Mella y Valle- de la explotación imperial –la inglesa primero,
jo, Fidel y el Che y la nueva cultura revolucio- la estadunidense después.
naria latinoamericana, a Sarmiento, a pesar A esta luz se ve con más claridad el vínculo
de su complejidad, finalmente lo heredan los entre Sarmiento, cuyo nombre está enlazado a
representantes de la viceburguesía argentina, vastos proyectos pedagógicos, a espacios in-
derrotada por añadidura. Pues aquel sueño de mensos, a vías férreas, a barcos, y Borges, cuya
desarrollo burgués que concibió Sarmiento, mención evoca espejos que repiten la misma
ni siquiera era realizable: no había desarro- desdichada imagen, laberintos sin solución, una
llo para una eventual burguesía argentina. La triste biblioteca a oscuras. Por lo demás, si se le
América Latina había llegado tarde a esa fies- reconoce americanidad a Sarmiento –lo que es
ta. Como escribió Mariátegui: evidente, y no significa que represente el polo
positivo de esa americanidad–, nunca he podi-
La época de la libre concurrencia en la econo- do entender por qué se le niega a Borges: Bor-
mía capitalista ha terminado en todos los cam- ges es un típico escritor colonial, representante
pos y todos los aspectos. Estamos en la época de
entre nosotros de una clase ya sin fuerza, cuyo
los monopolios, vale decir de los imperios. Los
países latinoamericanos llegan con retardo a la
competencia capitalista. Los primeros puestos, 63 José Carlos Mariátegui, “Aniversario y balance”
están definitivamente asignados. El destino de [1928], Ideología y política, Lima, 1969, p. 248.
176 Pensamiento anticolonial de nuestra América
acto de escritura –como él sabe bien, pues es de allí: museo de horrores, de monstruos, de
de una endiablada inteligencia– se parece más excelencias, de citas o de artes folclóricas (las
a un acto de lectura. Borges no es un escritor argentinas, vistas con ojo museal), la obra de
europeo: no hay ningún escritor europeo como Borges, escrita en un español que es difícil leer
Borges; pero hay muchos escritores europeos, sin admiración, es uno de los escándalos ame-
desde Islandia hasta el expresionismo alemán, ricanos de estos años.
que Borges ha leído, barajado, confrontado. A diferencia de otros importantes escrito-
Los escritores europeos pertenecen a tradicio- res latinoamericanos, Borges no pretende ser
nes muy concretas y provincianas, llegándose un hombre de izquierda. Por el contrario: su
al caso de un Péguy, quien se jactaba de no ha- posición en este orden lo lleva a firmar en fa-
ber leído más que autores franceses. Fuera de vor de los invasores de Girón, a pedir la pena
algunos profesores de filología que reciben un de muerte para Debray o a dedicar un libro a
salario por ello, no hay más que un tipo de ser Nixon. Muchos admiradores suyos, que deplo-
humano que conozca de veras, en su conjunto, ran (o dicen deplorar) actos así, sostienen que
la literatura europea: el colonial. Solo en caso hay una dicotomía en su vida, la cual le per-
de demencia puede un escritor argentino cul- mite, por una parte, escribir textos levemente
to jactarse de no haber leído más que autores inmortales, y por otra, firmar declaraciones po-
argentinos –o escritores de lengua española. Y líticas más que malignas, pueriles. Puede ser.
Borges no es un demente. Es, por el contrario, También es posible que no haya tal dicotomía,
un hombre muy lúcido, un hombre que ejem- y que debamos acostumbrarnos a restituirle su
plifica la idea martiana de que la inteligencia es unidad al autor de El jardín de senderos que
solo una parte del hombre, y no la mejor. se bifurcan. Con ello, no se propone que en-
La escritura de Borges sale directamente de contremos faltas de ortografía o de sintaxis en
su lectura, en un peculiar proceso de fagocito- sus pulcras páginas, sino que las leamos como
sis que indica con claridad que es un colonial lo que después de todo son: el testamento ator-
y que representa a una clase que se extingue. mentado de una clase sin salida, que se empe-
Para él, la creación cultural por excelencia es queñece hasta decir por boca de un hombre: “el
una biblioteca; o mejor un museo, que es el si- mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgra-
tio donde se reúnen las creaciones que no son ciadamente, soy Borges”.
Caliban177
Es singular que la escritura/lectura de Bor- caso, que me doy cuenta de que es muy menor,
ges conozca un destino particularmente favo- pero que es un síntoma, a pesar de todo, valio-
rable en la Europa capitalista, en el momento so: voy a comentar un pequeño libro crítico de
en que esa misma Europa inicia su condición Carlos Fuentes: La nueva novela hispanoame-
colonial ante el “desafío americano”. En el ricana (México, 1969).
libro de este título, con desembozado cinis- Vocero de la misma clase que Borges, Fuen-
mo, exclama Jean-Jacques Servan-Schrei- tes tuvo, como él, veleidades izquierdistas en
ber: “ahora bien, Europa no es Argelia ni el la juventud. A El tamaño de mi esperanza
Senegal”64. Es decir: ¡los Estados Unidos no le (1926), de Borges, corresponde La muerte de
pueden hacer a Europa lo que Europa le hizo Artemio Cruz (1962), de Fuentes. Y seguir juz-
a Argelia y a Senegal! Hay malas noticias para gando a Fuentes por este libro, sin duda una
Europa. Parece que después de todo, sí, sí se buena novela nuestra, sería tan insensato como
lo pueden hacer, se lo vienen haciendo hace seguir juzgando a Borges por aquel libro. Solo
algún tiempo. Y si ello ocurre en el terreno que Borges, más consecuente –y más valioso
económico –con complejas derivaciones polí- en todo: Borges es un escritor verdaderamente
ticas–, su superestructura cultural está reve- importante, aunque discrepe tanto de él–, deci-
lando claros síntomas coloniales. Bien podría dió asumir plenamente su condición de hombre
ser uno de ellos el auge de la escritura/lectura de derecha, mientras que Fuentes actúa como
de Borges. tal y pretende conservar, a ratos, un vocabula-
Pero, naturalmente, la herencia de Borges, rio de izquierda, donde no falta por supuesto la
en quien ya vimos que se desangraba la de Sar- mención de Marx.
miento, hay que buscarla sobre todo en la Amé- En La muerte de Artemio Cruz, un secre-
rica Latina, donde implicará descender aún tario integrado plenamente al sistema sintetiza
más en el ímpetu y en la calidad. Como este no su biografía en este diálogo:
es un panorama, sino un simple ensayo sobre
la cultura latinoamericana, voy a ceñirme a un –Es usted muy joven. ¿Qué edad tiene?
–Veintisiete años.
–¿Cuándo se recibió?
64 Jean-Jacques Servan-Schreiber: El desafío ameri-
cano, La Habana, 1968, p. 41. –Hace tres años... Pero...
178 Pensamiento anticolonial de nuestra América
propio romanticismo (la sicología, lo irracional, tes evapora la carnalidad de esa novela, cuya
etcétera)68. crítica requeriría en primer lugar generalizar
y enjuiciar esa visión de la historia expresada
Pues bien, al leer la crítica que hace Fuentes en ella, y le aplica tranquilamente, como ya he
de la nueva novela hispanoamericana, nos da- dicho, esquemas derivados de otras literaturas
mos cuenta de que su “método crítico es una (de países capitalistas), reducidas hoy día a es-
generalización de la práctica literaria contem- peculaciones lingüísticas.
poránea”... de otras literaturas, no de la litera- El extraordinario auge que en los últimos
tura hispanoamericana; lo que, por otra parte, años ha conocido la lingüística, ha llevado a
casa perfectamente con la ideología enajenada más de uno a considerar que “el siglo xx, que es
y enajenante de Fuentes. el siglo de tantas cosas, parece ser, por encima
Tras el magisterio de hombres como Alejo de todo, el siglo de la lingüística”,69 aunque para
Carpentier, que en vano han tratado de negar nosotros, entre esas “tantas cosas”, tengan más
algunos usufructuarios del boom, la empresa relieve el establecimiento de gobiernos socia-
acometida por la nueva novela hispanoameri- listas y la descolonización como rasgos salien-
cana, empresa que puede parecer “superada” o tes de este siglo. Puedo aportar, como modesto
ya realizada por la narrativa de los países capi- ejemplo personal de aquel auge, que todavía
talistas, como no han dejado de observar cier- en 1955, cuando era alumno de lingüística de
tos críticos, implica una reinterpretación de André Martinet, los temas lingüísticos estaban
nuestra historia. Indiferente a este hecho pal- confinados en París a las aulas universitarias;
mario –que en muchos casos guarda relaciones fuera de ellas hablábamos con nuestros amigos
ostensibles con la nueva perspectiva que la Re- de literatura, de filosofía y de política. Tan solo
volución ha aportado a nuestra América, y que unos años después, la lingüística –que en su
tiene no poca responsabilidad en la difusión de vertiente estructuralista había napoleonizado
esta narrativa entre quienes desean conocer a otras ciencias sociales, como ha contado Lévi-
ese continente del que tanto se habla–, Fuen- Strauss– era en París el tema obligado de las
68 Tzvetan Todorov, “Formalistes et futuristes”, Tel 69 Carlos Peregrín Otero, Introducción a la lingüísti-
Quel, Nº 30, otoño de 1968, p. 43. ca transformacional, México, 1970, p. 1
182 Pensamiento anticolonial de nuestra América
risa. Fuentes está elaborando como puede una browicz y el posible narrador del mismo mito
consecuente visión de nuestra literatura, de iniciático en una selva brasileña sino, precisa-
nuestra cultura; una visión que, significativa- mente, la posibilidad de combinar distintamente
mente, coincide en lo esencial con la propuesta el discurso. Solo a partir de la universalidad de
las estructuras lingüísticas pueden admitirse, a
por escritores como Emir Rodríguez Monegal y
posteriori, los datos excéntricos de nacionalidad
Severo Sarduy.
y clase [p. 22].
Es revelador que para Fuentes, la tesis del
papel preponderante del lenguaje en la nueva
Y, consecuentemente, se nos dice también
novela hispanoamericana encuentre su funda-
que “es más cercano a la verdad entender, en
mento en la prosa de Borges, “sin la cual no
primera instancia, el conflicto de la literatura
habría, simplemente, moderna novela hispa-
hispanoamericana en relación con ciertas ca-
noamericana”, dice Fuentes, ya que “el sentido
tegorías del quehacer literario” (p. 24, énfasis
final” de aquella prosa “es atestiguar, primero,
de Fernández Retamar) y no en relación con la
que Latinoamérica carece de lenguaje y, por
historia; aún más:
ende, que debe constituirlo”. Esta hazaña sin-
gular la logra Borges, según Fuentes, creando [...] la vieja obligación de la denuncia se convierte
“un nuevo lenguaje latinoamericano que, por en una elaboración mucho más ardua: la elabora-
puro contraste, revela la mentira, la sumisión ción crítica de todo lo no dicho en nuestra larga
y la falsedad de lo que tradicionalmente pasaba historia de mentiras, silencios, retóricas y com-
por lenguaje entre nosotros” (p. 26). plicidades académicas. Inventar un lenguaje es
Naturalmente, sobre tales criterios, la ahis- decir todo lo que la historia ha callado [p. 30,
torización de la literatura puede alcanzar ex- énfasis de Fernández Retamar].
presiones verdaderamente delirantes. Nos en-
teramos, por ejemplo, de que La pornografía, De ese modo, esta interpretación salva la col
de Witold Gombrowicz, y la cabra; concebida así, la literatura no solo
se sustrae a cualquier tarea peleadora (que
pudo haber sido contado por un aborigen de la aquí queda degradada con un hábil adjetivo:
selva amazónica [...] Ni la nacionalidad ni la clase “la vieja obligación de la denuncia”), sino que
social, al cabo, definen la diferencia entre Gom- esta sustracción, lejos de ser un repliegue, es
184 Pensamiento anticolonial de nuestra América
“una elaboración mucho más ardua”, ya que va La tesis de “civilización y barbarie” parece no
a decir nada menos que “todo lo que la histo- haberse modificado un ápice. Y, sin embargo,
ria ha callado”. Más adelante se nos dirá que sí: se ha agravado con la presencia devastadora
nuestro verdadero lenguaje está en vías de ser del imperialismo en nuestras tierras. Fuentes
descubierto y creado, “y en el acto mismo de se hace cargo de esta realidad, con un espanta-
su descubrimiento y creación, pone en jaque, jo: el anuncio de que se abre ante nosotros
revolucionariamente, toda una estructura eco-
nómica, política y social, fundada en un len- una perspectiva mucho más grave: a medida que
guaje verticalmente falso” (pp. 94-95, énfasis se agiganta el foso entre el desarrollo geométrico
de Fernández Retamar). del mundo tecnocrático y el desarrollo aritmético
Esta manera astuta, aunque a la vez superfi- de nuestras sociedades ancilares, Latinoamérica
se convierte en un mundo prescindible [énfasis
cial, de proponer las tareas de la derecha con
de C.F.] para el imperialismo. Tradicionalmente,
el lenguaje de la izquierda, nos hace recordar
hemos sido países explotados. Pronto, ni esto se-
–y es difícil olvidarlo un solo instante– que remos [énfasis de Fernández Retamar]; no será
Fuentes pertenece a la mafia mexicana, cuyos necesario explotarnos, porque la tecnología ha-
rasgos ha pretendido extender más allá de las brá podido –en gran medida lo puede ya– susti-
fronteras de su país. tuir industrialmente nuestros ofrecimientos mo-
Por otra parte, que este planteo es el traslado noproductivos. [Ibid.]
a cuestiones literarias de una plataforma polí-
tica raigalmente reaccionaria, no es una conje- A esta luz, y habida cuenta de que para Fuentes
tura. Está dicho a lo largo del librito, y en espe- la revolución carece de perspectivas en la Amé-
cial, de modo explícito, en sus páginas finales: rica Latina –insiste en hablar de la imposibili-
además de los consabidos ataques al socialis- dad de una “segunda Cuba” (p. 96), y no puede
mo, aparecen allí observaciones como estas: aceptar las formas variadas, imprevisibles, que
“Quizás el triste futuro inmediato de América asumirá ese proceso–, casi debemos sentirnos
Latina sea el populismo fascista, la dictadura agradecidos de que la tecnología imperialista
de estirpe peronista capaz de realizar algunas no prescinda de nosotros; de que no se ponga a
reformas a cambio de la supresión del impulso sustituir industrialmente (como “lo puede ya”)
revolucionario y de la libertad pública” (p. 96). nuestros pobrecitos productos.
Caliban185
recuerda la que en 1884 escribiera Martí sobre sis, y no se limita de ninguna manera a repetir
la “civilización, que es el nombre vulgar con que los rasgos de los elementos que la compusie-
corre el estado actual del hombre europeo”. ron. Esto es algo que ha sabido señalar, pese a
Frente a esta pretensión de los conquistado- que sus ojos estuvieran alguna vez en Europa
res, de los oligarcas criollos, del imperialismo más de lo que hubiéramos querido, el mexica-
y sus amanuenses, ha ido forjándose nuestra no Alfonso Reyes. Al hablar él y otro latinoa-
genuina cultura –tomando este término en su mericano de la nuestra como una cultura de
amplia acepción histórica y antropológica–, síntesis,
la cultura gestada por el pueblo mestizo, esos
descendientes de indios, de negros y de euro- ni él ni yo [dice] fuimos interpretados por los co-
peos que supieron capitanear Bolívar y Artigas; legas de Europa, quienes creyeron que nos refe-
la cultura de las clases explotadas, la pequeña ríamos al resumen o compendio elemental de las
burguesía radical de José Martí, el campesina- conquistas europeas. Según esta interpretación
ligera, la síntesis sería un punto terminal. Y no:
do pobre de Emiliano Zapata, la clase obrera
la síntesis es aquí un nuevo punto de partida, una
de Luis Emilio Recabarren y Jesús Menéndez;
estructura entre los elementos anteriores y dis-
la cultura de “las masas hambrientas de indios, persos, que –como toda estructura– es trascen-
de campesinos sin tierra, de obreros explota- dente y contiene en sí novedades. H2O no es solo
dos” de que habla la Segunda Declaración de una junta de hidrógeno y oxígeno, sino que –ade-
La Habana (1962), “de los intelectuales hones- más– es agua72.
tos y brillantes que tanto abundan en nuestras
sufridas tierras de América Latina”, la cultura Hecho especialmente visible si se toma en
de ese pueblo que ahora integra “una familia de cuenta que esa agua partió no solo de elemen-
doscientos millones de hermanos” y “ha dicho: tos europeos, que son los que enfatiza Reyes,
¡Basta!, y ha echado a andar”. sino también indígenas y africanos. Aun con
Esa cultura, como toda cultura viva, y más sus limitaciones, Reyes es capaz de expresar,
en sus albores, está en marcha; esa cultura tie-
ne, desde luego, rasgos propios, aunque haya
nacido –al igual que toda cultura, y esta vez de
72 Alfonso Reyes: “Notas sobre la inteligencia ameri-
modo especialmente planetario– de una sínte- cana”, Obras completas, t. XI, México, 1960, p. 88.
Caliban187
tencia. No puedo eximirme de citar, aunque lo te, por configurar la vida social toda con arre-
he hecho ya en otras ocasiones, uno de los mo- glo a pautas de otros países altamente desarro-
mentos en que Martí abordó este hecho de ma- llados, cuya forma se debe a un proceso orgá-
nera más sencilla y luminosa: “No hay letras, nico a lo largo de los siglos”, y que al proceder
que son expresión,” escribió en 1881, “hasta así, dijo Martínez Estrada, “han traicionado a la
que no hay esencia que expresar en ellas. Ni causa de la verdadera emancipación de la Amé-
habrá literatura hispanoamericana hasta que rica Latina”75.
no haya Hispanoamérica”. Y más adelante: Todavía es muy visible esa cultura de la anti-
“Lamentémonos ahora de que la gran obra nos América. Todavía en estructuras, en obras, en
falte, no porque nos falte ella, sino porque esa efemérides se proclama y perpetúa esa otra
es señal de que nos falta aún el pueblo magno cultura. Pero no hay duda de que está en ago-
de que ha de ser reflejo”74. La cultura latinoa- nía, como en agonía está el sistema en que se
mericana, pues, ha sido posible, en primer lu- basa. Nosotros podemos y debemos contribuir
gar, por cuantos han hecho, por cuantos están a colocar en su verdadero sitio la historia del
haciendo que exista ese “pueblo magno” de opresor y la del oprimido. Pero, por supuesto,
“nuestra América”. el triunfo de esta última será sobre todo obra
Pero esta no es, por supuesto, la única cul- de aquellos para quienes la historia, antes que
tura forjada aquí. Hay también la cultura de la obra de letras, es obra de hechos. Ellos logra-
anti-América: la de los opresores, la de quienes rán el triunfo definitivo de la América verdade-
trataron (o tratan) de imponer en estas tierras ra, restableciendo su unidad a nuestro Conti-
esquemas metropolitanos, o simplemente, nente, y esta vez a una luz del todo distinta:
mansamente, reproducen de modo provincia-
no lo que en otros países puede tener su razón Hispanoamérica, Latinoamérica, como se prefie-
de ser. En la mejor de las posibilidades, se tra- ra [escribió Mariátegui], no encontrará su unidad
ta, para repetir una cita, de la obra de “quienes en el orden burgués. Este orden nos divide, forzo-
han trabajado, en algunos casos patrióticamen- samente, en pequeños nacionalismos. A Nortea-
74 José Martí, “Cuadernos de apuntes, 5” [1881], O.C., 75 Ezequiel Martínez Estrada: “El colonialismo como
XXI, 164. realidad”, cit. en nota 54.
Caliban189
mérica sajona le toca coronar y cerrar la civiliza- puede optar entre servir a Próspero –es el
ción capitalista. El porvenir de la América Latina caso de los intelectuales de la anti-América–,
es socialista76. con el que aparentemente se entiende de ma-
ravillas, pero de quien no pasa de ser un teme-
Ese porvenir, que ya ha empezado, acabará por roso esclavo, o unirse a Caliban en su lucha
hacer incomprensible la ociosa pregunta sobre por la verdadera libertad. Podría decirse, en
nuestra existencia. lenguaje gramsciano, que pienso sobre todo
en intelectuales “tradicionales”, de los que,
incluso en el período de transición, el prole-
¿Y Ariel, ahora? tariado necesita asimilarse el mayor número
posible, mientras va generando sus propios
Ariel, en el gran mito shakespeareano que he intelectuales “orgánicos”.
seguido en estas notas, es, como se ha dicho, Es sabido, en efecto, que una parte más o
el intelectual77 de la misma isla que Caliban: menos importante de la intelectualidad al ser-
vicio de las clases explotadas suele provenir de
las clases explotadoras, de las cuales se des-
76 José Carlos Mariátegui: cit. en Siete ensayos de in-
terpretación de la realidad peruana [1928], La Habana, vincula radicalmente. Es el caso, por lo demás
1963, p. xii. clásico, de figuras cimeras como Marx, Engels
77 “Intelectual” en el sentido lato del término, tal y Lenin. Este hecho había sido observado ya en
como lo emplea Gramsci en sus clásicas páginas sobre el propio Manifiesto comunista de 1848. Allí
el tema, que suscribo plenamente, Por suficientemente escribieron Marx y Engels:
conocidas no considero necesario glosarlas aquí: cf.
Antonio Gramsci: Los intelectuales y la organización En los períodos en que la lucha de clases se acer-
de la cultura, trad. de Raúl Sciarreta, Buenos Aires,
ca a su desenlace, el proceso de desintegración
1960. Con este sentido amplio se usó ya la palabra
entre nosotros en el Seminario Preparatorio del
de la clase dominante, de toda la vieja sociedad,
Congreso Cultural de La Habana (1967), y últimamente
Fidel ha vuelto sobre el tema, en su discurso en el
Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, al monopolizado el título de intelectuales”, pretendiendo
rechazar que la denominación sea usufructuada solo dejar fuera de él a “los maestros, los ingenieros, los
por un pequeño grupo de “hechiceros”, el cual “ha técnicos, los investigadores [...]”.
190 Pensamiento anticolonial de nuestra América
adquiere un carácter tan violento y tan patente, frecuencia, la pequeña burguesía), y también
que una pequeña fracción de esa clase reniega debe romper sus nexos de dependencia con
de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la la cultura metropolitana que le enseñó, sin
clase en cuyas manos está el porvenir [...]. Y así embargo, el lenguaje, el aparato conceptual
[...] en nuestros días un sector de la burguesía se
y técnico. Ese lenguaje, en la terminología
pasa al proletariado, particularmente ese sector
shakespeareana, le servirá para maldecir a
de los ideólogos burgueses que se han elevado
teóricamente hasta la comprensión del conjunto Próspero. Fue el caso de José María Heredia,
del movimiento histórico78. exclamando, en el mejor español del primer
tercio del siglo xix: “Aunque viles traidores le
Si esto es obviamente válido para las naciones sirvan, / del tirano es inútil la saña, / que no
capitalistas de más desarrollo –a las cuales en vano entre Cuba y España / tiende inmenso
tenían en mente Marx y Engels en su Mani- sus olas el mar”. O el de José Martí, al cabo de
fiesto–, en el caso de nuestros países hay que quince años de estancia en los Estados Unidos
añadir algo más. En ellos, “ese sector de los –estancia que le permitirá familiarizarse ple-
ideólogos burgueses” de que hablan Marx y namente con la modernidad, y también detec-
Engels conoce un segundo grado de ruptura: tar desde su seno el surgimiento del imperia-
salvo aquella zona que orgánicamente proven- lismo norteamericano–: “Viví en el monstruo,
ga de las clases explotadas, la intelectualidad y le conozco las entrañas; y mi honda es la de
que se considere revolucionaria79 debe rom- David”. Aunque preveo que a algunos oídos la
per sus vínculos con la clase de origen (con sugerencia de que Heredia y Martí anduvieran
maldiciendo les sonará feo, quiero recordar-
les que “tirano”, “viles traidores” y “monstruo”
78 Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto del Par- tienen algo que ver con maldiciones. Shakes-
tido Comunista, Obras escogidas en dos tomos, tomo peare y la realidad parecen tener razón contra
1, Moscú, s. f., p. 32. ellos. Y Heredia y Martí no son sino ejemplos
79 Y hay que recordar que hace más de cuarenta años arquetípicos. Últimamente, no han faltado
que Mariátegui escribió: “este es un instante de nuestra tampoco los que han atribuido a deformacio-
historia en que no es posible ser efectivamente nacio-
nes de nuestra Revolución –Caliban, no lo ol-
nalista y revolucionario sin ser socialista”. José Carlos
Mariátegui, Siete ensayos..., cit. en nota 76, p. 26. videmos, es visto siempre como deforme por
Caliban191
el ojo hostil–, la violencia volcánica de algu- tiz–, un escritor –como César Vallejo. En todos
nos discursos recientes de Fidel, como el que esos casos, sus ejemplos concretos nos dicen
pronunciara en el Primer Congreso Nacional más que cualquier generalización vaga. Para
de Educación y Cultura. El que algunos de planteos muy recientes, relativos al escritor,
esos sobresaltados hubieran hecho el elogio véanse ensayos como “Las prioridades del es-
de Fanon –otros posiblemente ni habían oído critor”, de Mario Benedetti.
hablar de él, ya que guardan con la política, La situación, como dije, no es igual en los
como dijo Rodolfo Walsh, la misma relación países donde las masas populares latinoameri-
que con la astrofísica–, y ahora atribuyan a canas han llegado al fin al poder y han desen-
deformación o a influencia foránea una acti- cadenado una revolución socialista. El caso en-
tud que está en la raíz misma de nuestro ser tusiasmante de Chile es demasiado inmediato
histórico, puede ser prueba de varias cosas. para poder extraer de él conclusiones. Pero la
Entre ellas, de total incoherencia. También de revolución socialista cubana tiene más de doce
desconocimiento –cuando no de desprecio– años de vida, y a estas alturas ya pueden seña-
de nuestras realidades concretas, tanto en el larse algunos hechos: aunque, por la naturaleza
presente como en el pasado. Lo cual, por cier- de este trabajo, aquí no me propongo sino men-
to, no los autoriza para tener mucho que ver cionar rasgos muy salientes.
con nuestro porvenir. Esta revolución en su práctica y en su teo-
La situación y las tareas de ese intelectual al ría, habiendo sido absolutamente fiel a la más
servicio de las clases explotadas no son por su- exigente tradición popular latinoamericana,
puesto las mismas cuando se trata de países en ha satisfecho en plenitud las aspiraciones de
los que aún no ha triunfado la revolución socia- Mariátegui: “no queremos, ciertamente, que el
lista, que cuando se trata de países en los que socialismo sea en América calco y copia. Debe
se desarrolla tal revolución. Por otra parte, ya ser creación heroica. Tenemos que dar vida,
he recordado que el término “intelectual” es lo con nuestra propia realidad, en nuestro propio
bastante amplio como para hacer inútil forzar lenguaje, al socialismo indo-americano”80. Por
la mano con simplificación alguna. Intelectual
será un teórico y dirigente –como Mariátegui
80 José Carlos Mariátegui: “Aniversario y balance”,
o Mella–, un investigador –como Fernando Or- cit., p. 249.
192 Pensamiento anticolonial de nuestra América
eso no puede entenderse nuestra Revolución decir que asumimos esta herencia –herencia
si se ignoran “nuestra propia realidad”, “nues- que además aspiramos a enriquecer con nues-
tro propio lenguaje”, y a ellos me he referido tros aportes–, no podemos olvidar que ella
largamente. Pero el imprescindible orgullo de incluye, naturalmente, momentos luminosos
haber heredado lo mejor de la historia lati- y también momentos oscuros, aciertos y erro-
noamericana, de pelear al frente de una vasta res. ¡Cómo podríamos olvidarlo, si al hacer la
familia de doscientos millones de hermanos, historia nuestra (operación que nada tiene
no puede hacernos olvidar que, por eso mis- que ver con leer la historia de otros), nosotros
mo, formamos parte de otra vanguardia aún también tenemos aciertos y errores, como los
mayor, de una vanguardia planetaria: la de los han tenido y tendrán todos los movimientos
países socialistas que ya van apareciendo en históricos reales!
todos los continentes. Eso quiere decir que Este hecho elemental es constantemen-
nuestra herencia es también la herencia mun- te recordado no solo por nuestros enemigos
dial del socialismo, y que la asumimos como abiertos, sino incluso por algunos supuestos
el capítulo más hermoso, más gigantesco, amigos que lo único que parecen objetarle en
más batallador de la historia de la humanidad. el fondo al socialismo es que exista, lleno de
Sentimos como plenamente nuestro el pasa- grandeza, pero también de dificultades, con lo
do del socialismo, desde los sueños de los impecable que se ve en los libros este cisne
socialistas utópicos hasta el apasionado rigor escrito. Y no podemos dejar de preguntarnos:
científico de Marx (“aquel alemán de alma se- ¿por qué debemos estar dando explicaciones
dosa y mano férrea”, que dijo Martí) y Engels; sobre los problemas que afrontamos al cons-
desde el intento heroico de la Comuna de Pa- truir el socialismo, a esos supuestos amigos,
rís hace un siglo hasta el triunfo de la Revo- quienes, por su parte, se las arreglan con su
lución de Octubre y la lección imperecedera conciencia permaneciendo integrados a so-
de Lenin; desde el establecimiento de nuevos ciedades explotadoras: y, en algunos casos,
regímenes socialistas en Europa a raíz de la abandonando incluso nuestros países neo-
derrota del fascismo en la llamada Segunda coloniales para demandar, con el sombrero
Guerra Mundial, hasta revoluciones socialis- entre las manos, un sitio en las propias socie-
tas en países asiáticos “subdesarrollados”. Al dades explotadoras? No: no hay por qué dar
Caliban193
explicación alguna a personas así, a quienes, cialmente en la mesa redonda que un grupo de
de ser honestas, debía preocupar el coincidir compañeros realizamos en 196981.
en tantos puntos con nuestros enemigos. La Tampoco han sido remisos los propios di-
manera superficial con que algunos intelec- rigentes de la Revolución a expresar sus opi-
tuales que se dicen de izquierda (y a quienes, niones sobre estos hechos. Aunque, como dijo
sin embargo, las masas populares parecen im- Fidel en 1961, “no tuvimos nuestra conferencia
portar un bledo) se lanzan sin pudor a repetir de Yenán”82 antes del triunfo de la Revolución,
al pie de la letra los criterios que sobre el mun- después de ese triunfo no ha dejado de haber
do socialista propone y divulga el capitalismo, discusiones, encuentros, congresos en que se
solo muestra que aquellos intelectuales no abordaban estas cuestiones. Me limitaré a re-
han roto con él tan radicalmente como acaso cordar algunos de los muchos textos de Fidel
quisieran. La natural consecuencia de esta ac- y el Che: en el caso de Fidel, su discurso en la
titud es que, so capa de rechazar errores –en Biblioteca Nacional el 30 de junio de 1961, que
lo que es fácil poner de acuerdo a tirios y tro- se publicó ese año –y así ha seguido siendo co-
yanos–, se rechace también, como de pasada, nocido– con el nombre de Palabras a los inte-
al socialismo todo, arbitrariamente reducido a lectuales; su discurso del 13 de marzo de 1969,
tales errores; o se deforme y generalice alguna en que planteó la universalización de la Univer-
concreta coyuntura histórica y, sacándola de sidad, y al que nos referimos varias veces en
sus casillas, se pretenda aplicar a otras coyun- nuestra mesa redonda de 1969, y por último su
turas que tienen sus propios caracteres, sus intervención en el reciente Congreso de Educa-
propias virtudes y sus propios errores. Esto ción y Cultura. No son ni de lejos, naturalmen-
es algo que en lo tocante a Cuba hemos apren- te, las únicas veces en que Fidel ha abordado
dido, como tantas cosas, en carne propia.
Durante estos doce años, en busca de so-
luciones originales y sobre todo genuinas a 81 “Diez años de Revolución: el intelectual y la socie-
dad”, Casa de las Américas, Nº 56, septiembre-octubre
nuestros problemas, ha habido una amplia dis-
de 1969. Se publicó también, con el título El intelectual
cusión sobre cuestiones culturales en Cuba. En y la sociedad, en México, 1969.
la revista Casa de las Américas se han publica-
82 Fidel Castro: Palabras a los intelectuales, La Haba-
do materiales de esta discusión: pienso espe- na, 1961, p. 5.
194 Pensamiento anticolonial de nuestra América
problemas culturales; pero creo que dan idea pueblo. El pueblo en su sentido real, es decir, esa
suficiente de los criterios de la Revolución Cu- mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la
bana en este orden. explotación y en el olvido más cruel. Nuestra pre-
Aunque han transcurrido diez años entre el ocupación fundamental serán siempre las gran-
des mayorías del pueblo, es decir las clases opri-
primero de estos discursos –que estoy seguro
midas y explotadas del pueblo. El prisma a través
que apenas ha sido leído por muchos de sus co-
del cual lo miramos todo, es ese: para nosotros
mentaristas, quienes se limitan a citar alguna será bueno lo que sea bueno para ellas; para no-
que otra frase fuera de contexto– y el último, la sotros será noble, será bello y será útil, todo lo
lectura real de ambos lo que demuestra sobre que sea noble, sea bello y sea útil para ellas.
todo, a diez años de distancia, es su coheren-
cia. En 1971, Fidel dijo sobre las obras litera- La misma frase de 1961 que tanto se ha citado
rias y artísticas: fuera de contexto, hay que reintegrarla a este
para que adquiera todo su sentido:
Nosotros, un pueblo revolucionario, valoramos
las creaciones culturales y artísticas en función
de lo que aporten al hombre, en función de lo Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolu-
que aporten a la reivindicación del hombre, a la ción, nada. Contra la Revolución nada, porque la
liberación del hombre, a la felicidad del hombre. Revolución tiene también sus derechos, y el pri-
Nuestra valoración es política. No puede haber mer derecho de la Revolución es el derecho de
valor estético sin contenido humano. No puede ser y de existir. Nadie, por cuanto la Revolución
haber valor estético contra la felicidad del hom- comprende los intereses del pueblo, por cuanto
bre. ¡No puede haberlo! la Revolución significa los intereses de la nación
entera, nadie puede alegar un derecho contra ella.
En 1961, había dicho:
Coherencia no quiere decir repetición. Que
Es precisamente el hombre, el semejante, la re- aquel discurso de 1961 y este de 1971 sean con-
dención de sus semejantes, lo que constituye el gruentes, no significa que los diez años hayan
objetivo de los revolucionarios. Si a los revolu- transcurrido en vano. Al principio de sus Pala-
cionarios nos preguntan qué es lo que más nos bras a los intelectuales, había recordado Fidel
importa, nosotros diremos: el pueblo y siempre el que la revolución económica y social que esta-
Caliban195
ba teniendo lugar en Cuba, tenía que producir bía sido previsto en 1961, e implica tareas de
inevitablemente, a su vez, una revolución en la inevitable cumplimiento por cualquier revolu-
cultura de nuestro país. A esta transformación ción que se diga socialista: la extensión de la
que sería producida inevitablemente por la re- educación a todo el pueblo, su asentamiento
volución económica y social, y que ya anunció sobre bases revolucionarias, la construcción y
en 1961, corresponden, entre otras, las decisio- afianzamiento de una cultura nueva, socialista.
nes proclamadas en el discurso del 13 de mar- Para comprender mejor tanto las metas
zo de 1969, sobre la universalización de la Uni- como los caracteres específicos de nuestra
versidad, y en el discurso del Primer Congreso transformación cultural en marcha, es útil con-
Nacional de Educación y Cultura, en 1971. Du- frontarla con procesos similares en otros paí-
rante esos diez años se ha ido produciendo una ses socialistas. El hacer que todo un pueblo que
ininterrumpida radicalización de la Revolución vivió explotado y analfabeto acceda a los más
que implica una creciente participación de las altos niveles del saber y de la creación, es uno
masas en el destino del país. Si a la reforma de los pasos más hermosos de una revolución
agraria de 1959 seguirá una revolución agra- Las cuestiones culturales ocuparon también
ria, a la campaña de alfabetización seguirá la buena parte de la meditación de Ernesto Che
de seguimiento, y luego se anunciará una uni- Guevara. Es suficientemente conocido su tra-
versalización de la Universidad, que supone ya bajo El socialismo y el hombre en Cuba como
la conquista por las masas de los predios de la para que sea necesario glosarlo aquí. Baste
llamada alta cultura; mientras, paralelamente, con sugerir al lector, eso sí, que no proceda
el proceso de democratización sindical hace como algunos que lo toman por separado, re-
sentir el indetenible crecimiento en la vida del teniendo, por ejemplo, su censura a cierta con-
país del papel de la clase obrera. cepción del realismo socialista83, pero no su
En 1961 no hubiera podido ser así todavía;
ese año se estaba realizando apenas la campa-
ña de alfabetización: se estaban echando las 83 Cierta concepción estrecha del realismo socialista
bases de una cultura realmente nueva. Hoy, –que el Che rechaza en este texto al mismo tiempo
que rechaza la falsa vanguardia que se atribuye hoy el
1971, se ha dado un salto en el desarrollo de
arte capitalista y su influencia negativa entre nosotros–
la cultura; un salto que, por otra parte, ya ha- no ha causado estragos en nuestro arte, como dijo el
196 Pensamiento anticolonial de nuestra América
censura al arte decadente del capitalismo ac- nar citando con alguna extensión el final de un
tual o su prolongación en nuestra sociedad; o discurso que el Che pronunciara en la Univer-
viceversa. U olvidan cómo previó con pasmosa sidad de Las Villas el 28 de diciembre de 1959,
claridad algunos problemas de nuestra vida ar- es decir, al comienzo mismo de nuestra Revo-
tística en términos que, al ser retomados por lución. La Universidad le había otorgado al Che
plumas menos prestigiosas que la suya, produ- el título de Profesor Honoris Causa de la Fa-
cirían objeciones que no se atrevieron a hacer- cultad de Pedagogía, y el Che debía agradecer
le al propio Che. en ese discurso la distinción. Pero lo que sobre
Por ser mucho menos conocido que El so- todo hizo fue proponerle a la Universidad, a
cialismo y el hombre en Cuba, quisiera termi- sus profesores y alumnos, una transformación
que requerían –que requeríamos– todos para
poder ser considerados verdaderamente revo-
Che, pero sí lo ha causado el temor extemporáneo a lucionarios, verdaderamente útiles:
esa concepción, en un proceso que ha descrito bien
Ambrosio Fornet: “Durante diez años [escribió], los
novelistas cubanos sortearon hábilmente los peligros No se me ocurriría a mí [dijo entonces el Che]
de una épica que podía llevarlos al esquematismo y exigir que los señores profesores o los señores
la parálisis. En cambio, la mayor parte de sus obras, alumnos actuales de la Universidad de Las Vi-
tanto en su contenido como en su forma, acusan un llas realizaran el milagro de hacer que las masas
aire de timidez del que se libraron, por ejemplo, el obreras y campesinas ingresaran en la Univer-
cine documental y la poesía (y del que quizás se libre
sidad. Se necesita un largo camino, un proceso
la cuentística) [...] si la nueva narrativa, en el clima de
libertad artística en que creció, hubiera atravesado por que todos ustedes han vivido, de largos años de
un período épico, de exaltación ingenua de la realidad, estudios preparatorios. Lo que sí pretendo, ampa-
quizás habría descubierto al menos un tono propio, que rado en esta pequeña historia de revolucionario
le hubiera exigido nuevas formas, y hoy podríamos y de comandante rebelde, es que comprendan
hablar –es un decir– del vanguardismo épico de la los estudiantes de hoy de la Universidad de las
narrativa cubana [...]. El riesgo debía asumirse a partir Villas que el estudio no es patrimonio de nadie,
de una caída y no tratando de evitarla, porque el hecho y que la casa de estudios donde ustedes realizan
de que no se cayera en el panfleto no garantizaba que sus tareas no es patrimonio de nadie, pertenece al
no se cayera en el mimetismo y la mediocridad”. A.F.:
pueblo entero de Cuba, y al pueblo se la darán o
“A propósito de Sacchario”, Casa de las Américas, Nº
64, enero-febrero de 1971. el pueblo la tomará. Y quisiera, porque inicié todo
Caliban197
este ciclo en vaivenes de mi carrera como univer- Es decir, el Che le propuso a la “universidad
sitario, como miembro de la clase media, como europea”, como hubiera dicho Martí, que ce-
médico que tenía los mismos horizontes, las diera ante la “universidad americana”; le pro-
mismas aspiraciones de la juventud que tendrán puso a Ariel, con su propio ejemplo luminoso
ustedes, y porque he cambiado en el curso de la
y aéreo si los ha habido, que pidiera a Caliban
lucha, y porque me he convencido de la necesi-
el privilegio de un puesto en sus filas revueltas
dad imperiosa de la Revolución y de la justicia
inmensa de la causa del pueblo, por eso quisiera y gloriosas.
que ustedes, hoy dueños de la Universidad, se la
dieran al pueblo. No lo digo como amenaza para La Habana, 7-20 de junio de 1971.
que mañana no se la tomen, no; lo digo simple-
mente porque sería un ejemplo más de los tantos
bellos ejemplos que se están dando en Cuba, que Posdata de enero de 199385
los dueños de la Universidad Central de Las Vi-
llas, los estudiantes, la dieran al pueblo a través Como he dicho ya, mi ensayo “Caliban”, el más
de su Gobierno Revolucionario. Y a los señores difundido de cuantos he escrito, se me volvió
profesores, mis colegas, tengo que decirles algo
una suerte de encrucijada a la que conducían
parecido: hay que pintarse de negro, de mulato,
textos míos anteriores, y de la que partirían
de obrero y de campesino; hay que bajar al pue-
blo, hay que vibrar con el pueblo, es decir, las otros que aparecen en varios de mis libros86.
necesidades todas de Cuba entera. Cuando esto
se logre, nadie habrá perdido, todos habremos
85 Posdata para una edición japonesa de “Caliban”.
ganado y Cuba podrá seguir su marcha hacia el Con el título “Adiós a Caliban” se publicó por primera
futuro con un paso más vigoroso, y no tendrán vez en Casa de las Américas, Nº 191, abril-junio de 1993.
necesidad de incluir en su claustro a este médico,
86 Esos libros son señaladamente Ensayo de otro
comandante, presidente de Banco y hoy profesor
mundo (La Habana, 1967; 2a. ed., ampliada, Santiago de
de pedagogía que se despide de todos84. Chile, 1969); Lectura de Martí (México, D.F., 1972; 2a.
ed., corregida y aumentada, con el título Introducción
a José Martí, La Habana, 1978); El son de vuelo popular
84 Ernesto Che Guevara: “Que la Universidad se pinte (La Habana, 1972; 2a. ed., 1979); Para una teoría de
de negro, de mulato, de obrero, de campesino”, Obras la literatura hispanoamericana (La Habana, 1975;
1957-1967, La Habana, 1970, tomo II, pp. 37-38. primera edición completa, Santafé de Bogotá, 1995);
198 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Pero muchos de esos textos no habían sido como en la memorable página “Borges y yo”.
recogidos hasta ahora en libro editado en es- Llegué a confesarles a algunos amigos, son-
pañol. Todos fueron hechos a solicitud de riendo, que Caliban se me había convertido en
editoras o universidades. Confío en que, tras mi Próspero. Sin embargo, antes de devolverle
la discreta revisión a que sometí aquel ensayo su dura y grandiosa libertad (y devolverme la
(revisión hecha sobre todo de añadidos, en es- sencilla mía), debo decir algunas cosas últimas
pecial bibliográficos), y la escritura de otros, sobre el texto.
pueda despedirme con gratitud del atormen- En primer lugar, agradecer las muchas amis-
tado, tempestuoso y querido muchacho (que tades intelectuales (y aun más) que él me ha
asumí como lo que Gayatri Chakravorty Spi- deparado; los comentarios, ediciones, traduc-
vak llamaría un “concepto-metáfora”87; y, de ciones, revistas y colecciones con su nombre
modo todavía más claro, Gilles Deleuze y Felix que ha merecido; la vasta familia mundial que
Guattari, un “personaje conceptual”)88. Pues si me reveló (hecha de americanos, africanos,
a él lo despojaron de su ínsula, él casi me des- europeos y ojalá que también asiáticos y oceá-
poja a mí de mi magro ser. A punto estuve de nicos), y a la que me permitió ingresar. Tengo
no saber cuál de los dos escribiría estas líneas, particular gratitud para quienes, desde Amé-
rica y Europa, viajaron a la isla mediterránea,
garibaldina y gramsciana de Cerdeña, donde
Algunos usos de civilización y barbarie (Buenos
hubiera podido soplar La tempestad, para par-
Aires, 1989; 2a. ed., corregida y aumentada, 1993). Una
antología de ellos (y también de Papelería, La Habana, ticipar, en 1990, en el Simposio Internacional
1962) es Para el perfil definitivo del hombre (La Caliban que tuvo lugar en la Universidad de
Habana, 1981; 2a. ed., corregida y aumentada, 1995). En Sassari. Los trabajos presentados en aquel sim-
cierta forma puede considerarse también Entrevisto posio se recogieron (con una generosa intro-
(La Habana, 1982).
ducción de su organizador, Hernán Loyola) en
87 Gayatri Chakravorty Spivak: “Subaltern Studies. De- el número doble 9-10 de la revista Nuevo Texto
constructing Historiography” [1985], In Other Worlds.
Crítico, que publica la Universidad de Stanford
Essays in Cultural Politics, Nueva York, 1987, p. 198.
y dirige Jorge Ruffinelli. Ante la imposibilidad
88 Gilles Deleuze y Felix Guattari: “3. Les personnages
material de nombrar aquí a la treintena de ami-
conceptuels”, Qu’estce que la philosophie?, París, 1991,
pp. 60-81. gas y amigos reunidos en tal ocasión, quisiera
Caliban199
que con el agradecimiento que expreso a mis tral vejez acogió y propagó tesis del trabajo;89 a
fraternos Hernán y Jorge se sintieran todas y Jorge Alberto Manrique, Marta E. Sánchez, Rob
todos abrazados. Nixon y José David Saldívar, a quienes cito en
Y así como, por razones de espacio, no pue- el orden cronológico de sus comentarios, cu-
do nombrar a cuantos participaron en aquel yas observaciones me llevaron a repensar (y a
simposio, tampoco, por las mismas razones, veces a retocar, lo que durante años me negué
puedo hacerlo con cuantos comentaron el tex- a hacer) algunos puntos del ensayo: Saldívar,
to a lo largo de más de dos décadas. Permítase- además, estudió con agudeza el conjunto de
me también en este caso creer que un pelo pue- trabajos míos nucleados en torno a Caliban, y
de valer por todo el lobo. Me limitaré a reiterar llegó a hablar de “la escuela de Caliban”, que
mi gratitud a Darcy Ribeiro, Fredric Jameson, hace partir de George Lamming, Aimé Césaire
Franco Cardini y Abel Prieto, prologuistas de y el autor de estas líneas90.
las antologías de ensayos míos encabezadas Mencionaré en segundo lugar algunas de las
o regidas por “Caliban” que aparecieron, res- escasas novedades de esta versión. Por ejem-
pectivamente, en Brasil, los Estados Unidos, plo, ante la excesiva presencia de varones en
Italia y Cuba (me hubiera gustado que Martin
Franzbach hubiera podido prologar la edición
alemana, que tradujo, y Claude Fell la france- 89 En el merecido homenaje a Zea con motivo de sus
sa, del ensayo solo, que comentó); a Abelardo ochenta años (en el que también participé con un traba-
Villegas, que prologó, y supongo que también jo), un discípulo tan confiable de aquél como Abelardo
Villegas escribió: “Esta segunda etapa está [...] regida
propuso, una edición conjunta (en una colec-
por algunos conceptos clave [...] También influyó mu-
ción mexicana de clásicos americanos) del cho en el pensamiento de Zea un libro que publicó en
Ariel de Rodó y mi Caliban, el cual acaso no México el poeta cubano Roberto Fernández Retamar
existiría sin aquel hermano mayor del que lo que se titula Calibán”. A.V.: “La filosofía como com-
separan setenta y un años, no pocas ideas y la promiso”, Varios: América Latina. Historia y destino.
Homenaje a Leopoldo Zea, México, D.F., 1992, tomo II,
tersa prosa del gran uruguayo, y al que lo une
p. 393.
lo demás, y en primer lugar el amor a nuestra
90 José David Saldívar: The Dialectics of Our America
América, a la verdad, al arte, al espíritu, hoy tan
[...], cit en nota 29. Cf. en particular, sobre el último pun-
acorralados; a Leopoldo Zea, que en su magis- to mencionado, “The School of Caliban”, pp [123]148.
200 Pensamiento anticolonial de nuestra América
la edición inicial (dicho mejor: ante la excesiva bres de varias de ellas al hablar de la historia,
ausencia allí de mujeres, que reveló mi triste de la cultura de Caliban. Y puesto a ampliar
arrancada machista)91, incluí ahora los nom- las listas correspondientes, añadí otros nom-
bres, lo que siempre es motivo de discusiones.
Al hacerlo, recordé que Manrique, uno de los
91 Rob Nixon llamó la atención sobre el hecho, que primeros en escribir sobre el texto, me hizo
yo sepa, primero en “Caribbean and African Appropia- ver que en mis ríspidas líneas sobre Borges
tions of The Tempest”, Critical Inquiry, Nº 13, Prima- (que a tantos sobresaltaron, como a Gene Bell
vera de 1987, especialmente p. 577 (por cierto, en ese
trabajo Nixon llama equivocadamente al Ariel de Rodó
Villada), yo no había reconocido su original
“novela”, p. 575, nota 30), y luego en su recensión de condición calibanesca92. También tenía razón.
mi Caliban and Other Essays (University of Minnesota Sin embargo, entre los nombres calibanescos
Press, 1989) que publicó en Village Voice, diciembre de a que ahora di entrada no incluí al cabo el del
1989. La similitud entre la situación colonial encarnada autor de Fervor de Buenos Aires (el hermoso
en Caliban, y la de la mujer, la señalaron autoras como
Sara Castro Klarén en “La crítica literaria feminista y
libro cuyos setenta años celebramos en 1993),
la escritora en América Latina”, La sartén por el man- a fin de no restarle coherencia al ensayo. Pero
go. Encuentro de Escritoras Latinoamericanas, ed. de ruego al lector o la lectora que tome en cuenta
Patricia Elena González y Eliana Ortega [Río Piedras, que aquellas líneas nacieron en una encendi-
Puerto Rico], 1984; y Beatriz González Stephan en “Para da coyuntura polémica; y también que antes y
comerte mejor: cultura calibanesca y formas literarias
alternativas” [1990], Nuevo Texto Crítico, Nº. 9/10, cit. después he escrito más equilibradamente so-
Para la primera, la concepción, propia de la misoginia
patrista, que “hace de ‘las mujeres monstruos sin habla,
rellenas de un conocimiento indigesto’”, “¿no es [...] la tempestad hechas por Lamming, Césaire y Fernández
misma imagen que Fernández Retamar reclama para Retamar” (op. cit. en nota 29, p. 145). Acercar las dis-
América Latina en su rebelde Calibán?” (p. 41); para la criminaciones contra la mujer y contra determinadas
segunda, “Calibán también tiene rostro de mujer. Con- etnias, hace tiempo que es algo frecuente. También lo
figuraron para ella una literatura de segunda clase” (p. hice en “Sobre Ramona, de Helen Hunt Jackson y José
214). A propósito del libro autobiográfico de Cherrie Martí”, de Helen H. Jackson: Ramona, traducción y pró-
Moraga Loving in the War Years, Saldívar comenta: logo de José Martí, La Habana, 1975, pp. 419-420.
“Como obra de una intelectual feminista chicana, la au- 92 Jorge Alberto Manrique: “Ariel entre Próspero y Ca-
tobiografía de Moraga puede en último extremo servir libán”, Revista de la Universidad de México, febrero-
como correctivo a las rescrituras masculinistas de La marzo de 1972, p. [90].
Caliban201
bre Borges: véase el prólogo que le dediqué al ocasión de decirle a él mismo en 1985 (entien-
frente de las Páginas escogidas de él que, con do que con su acuerdo), yo no había sido más
su anuencia, seleccioné entre 1985 y 1986 y la duro con él que él con Darío y Lugones. Y aun
Casa de las Américas publicó en 198893; más ahora no sé cuál de los dos, él o yo, tenía más o
equilibradamente, repito, pero con similar en- menos razón, más o menos pasión al proceder
tusiasmo por lo esencial de su obra. Una de las como procedimos.
cosas gratas que me ocurrieron cuando apa- Quien se tome el trabajo de cotejar la prime-
reció “Caliban” fue que un joven escritor que ra edición del ensayo con la actual, verá otros
era entonces alumno mío me dijo que lo había cambios, menores, relacionados casi todos,
leído, y que no sabía que yo admirara tanto a como ya dije, con cuestiones bibliográficas. Me
Borges. Me encantó saber que a despecho de satisface, después de una lectura más atenta de
la irritación, afortunadamente pasajera, por The Pleasures of Exile, haberle hecho ahora
debajo latía entero el amor, más permanente. justicia a George Lamming, cuya obra es ne-
Que él se manifieste con el viento a favor, está cesaria para nosotros los caribeños, y no solo
bien; mejor está que lo haga con el viento en para los caribeños. Tales son también los ca-
contra. Pues aquella era, por mi parte, una pe- sos de otros que no cité en la primera edición,
lea de familia: y en cuanto a Borges, supongo como C.L.R. James, ya tan admirado entonces y
que ni se enteró de sus términos. Como tuve a quien conocí en 1968; y Marcus Garvey, cuya
gran faena yo ignoraba cuando escribí el ensa-
yo. También ignoraba la obra precursora del
93 Con ligeras variantes, y el título “Encuentro con chileno Francisco Bilbao: empecé a familiari-
Jorge Luis Borges”, recogí después este prólogo en li- zarme con ella gracias a Armando Cassígoli, en
bros míos como Fervor de la Argentina (Buenos Aires,
su casa de Chile, cuando en octubre de 1972 ya
1993) y Recuerdo a (La Habana, 1998). En el primero se
encontrarán además otros textos míos sobre Borges. Y se vivía allí el peligroso ambiente encrespado
con motivo del centenario del argentino, al realizarse que le costaría la vida al noble Salvador Allen-
en Buenos Aires en junio de 1999 el Encuentro de es- de. ¡Y con tanta ignorancia me creía digno de
critores Borges y yo. Diálogo con las letras latinoa- hablar en nombre de Caliban! Decididamente,
mericanas, leí allí “Como yo amé mi Borges”, que se
nos habían enseñado (pretenden seguir ense-
publicaría después en varias ocasiones. (Nota de mar-
zo de 2000). ñándonos) el mundo de cabeza. Me he pasado
202 Pensamiento anticolonial de nuestra América
más de la mitad de mi vida intentando contri- Lo que más me inquieta desde hace años en
buir a ponerlo sobre sus pies. este ensayo es que pueda pensarse (equivoca-
Hay cosas en el texto que al margen de lo damente) que él lleva agua al molino de cierta
que crea ahora no voy a cambiar, o porque concepción, que me es completamente ajena e
están fundidas con él, o porque cambiarlas a inaceptable, del mestizaje: el cual en el texto es
estas alturas me resulta moralmente imposi- considerado sobre todo en sentido cultural más
ble. Una de estas últimas cosas, es obvio, es la que étnico94. Hablé en él de “nuestra América
opinión que entonces tenía de que los países mestiza” con palabras, y sobre todo con razo-
europeos que se proclamaban socialistas, no namientos, de José Martí. De hecho, “Caliban”
obstante sus conocidas manquedades, per- no se propuso sino pensar nuestra realidad (la
sistirían en sus proyectos (los cuales era im- realidad), a la altura de 1971, con las entende-
prescindible mejorar, no evaporar), y que ello deras que nos dio Martí. No me corresponde
era útil para las tierras de Caliban. Lo que ha decir si lo logró o no. Pero sé muy bien cuál
ocurrido después (el abandono de tales pro-
yectos, y los intentos por restablecer allí, de
manera torpe, el capitalismo) no puede sino 94 Estoy seguro de que la lectura que requiere (que
afectar negativamente a dichas tierras. Y si merece) “Caliban” no autoriza tal equivocación. Pero en
bien este ensayo, sin desconocer aportes fun- un comentario sin duda inteligente (“Caliban: the New
Latin American Protagonist of The Tempest”, Diacri-
damentales provenientes del resto del mun- tics, 6/1, 1976), Marta E. Sánchez no parece compartir
do, se escribió, como es claro, desde puntos esta seguridad mía. Supongo que comentarios como el
de vista de nuestra América; desde puntos de de ella me llevaron a ser más explícito en textos como
vista que se remiten en primerísimo lugar a “El mestizaje cultural: ¿fin del racismo?”, El Correo de
la UNESCO, noviembre de 1983. Dije allí: “¿podemos
Martí, mi maestro absoluto, y también a Bolí-
aceptar la idea de que los sincretismos culturales, tan
var, a Ortiz, a Mariátegui, a Martínez Estrada, inevitables y abundantes entre nosotros, conducirán a
a Fanon, al Che, a muchos otros (por ejemplo, la superación del racismo? Sería muy grato que pudié-
aunque no siempre se note, a mi entrañable ramos responder afirmativamente esta pregunta. Pero
Haydee Santamaría), no es este el momen- no podemos hacerlo” (p. 31); y también: “postular como
solución del racismo al mestizaje pertenece, en última
to (no lo es nunca) de pretender, de manera
instancia, al dominio de ilusiones como la negritud” (p.
oportunista, rescribir el pasado. 32). Aún más explícito seré en las líneas que siguen.
Caliban203
fue su propósito. Y el concepto de mestizaje en tico “Nuestra América”, escribió: “No hay odio
Martí de ninguna manera puede ser homologa- de razas, porque no hay razas”. ¿Cuántas figuras
do con el que tienen de él no pocas oligarquías intelectuales importantes de la época habrían
del Continente y sus amanuenses. Me compla- compartido esta opinión en países libres? Pien-
ce también reconocer aquí mi deuda con otro so que lo hubieran hecho, en los Estados Unidos,
pensador esencial: Fernando Ortiz, autor, entre Mark Twain (y por descontado muchos negros);
tantas obras admirables, de El engaño de las en Francia, “El Tigre” Clemenceau; en Haití, por
razas (La Habana, 1946). supuesto, Antenor Firmin, quien se atrevió a im-
Cuando se piensa en el papel desempeñado pugnar a Gobineau desde el fondo de la admira-
por el racismo en el seno de la ideología que as- ble negrez (Césaire no había creado aún la pala-
pira a cohonestar la rapiña de unas cuantas po- bra “negritud”) de su patria admirable, pórtico
tencias hegemónicas (el racismo puede llamarse de la independencia de nuestra América y pri-
abiertamente así, o eugenesia, o fascismo o de mer país en abolir la esclavitud en el mundo mo-
cualquier forma: su esencia no cambia); cuan- derno, todo lo cual ha debido pagar atrozmente
do se sabe que en las dos últimas décadas del hasta hoy. ¿Cuántos más? ¿No se habría preten-
siglo xix, que vieron el rapaz comienzo del im- dido acallar a Martí esgrimiéndole incontables
perialismo moderno, el racismo alcanzó un pre- datos supuestamente científicos (Unamuno los
dominio casi absoluto en el mundo, permeando llamaría luego cientificistas)? ¿No se le echaría
por supuesto el pensamiento de derecha, pero en cara, como tantas veces se hizo, que era un
también gran parte del pensamiento de izquier- poeta, un soñador (un utópico, dirían ahora), un
da; y cuando se recuerda que precisamente en loco? ¿O que, aunque parecía blanco, era negro
esa época Martí (quien había nacido en 1853, el por dentro, como Fernando Ortiz contó que su
mismo año en que Gobineau comenzó a publi- abuelo le dijo; como yo, siendo niño, oí decir del
car en París su Ensayo sobre la desigualdad de propio Ortiz? Muchos sedicentes materialistas y
las razas humanas y el Almirante Perry agredió socialistas ¿no habían aceptado, y otros acepta-
al Japón para “abrirlo” al Occidente) libró una rían luego, el racismo? El antirracismo de Martí
fuerte campaña antirracista, se está obligado a es llameante, y no ha perdido un ápice de su va-
detenerse con respeto ante él también en lo que lor. Como no lo ha perdido su decisión de echar
toca a esta cuestión. En 1891, en su programá- su suerte “con los pobres de la tierra”, “con los
204 Pensamiento anticolonial de nuestra América
oprimidos”: ¿y quiénes más pobres, más oprimi- nacionales” son en verdad mayorías reales. Y sin
dos en América que muchísimos indios, negros embargo, con la excepción de Paraguay, todos los
y mestizos? En ese antirracismo martiano (inte- países iberoamericanos, incluso aquellos donde
grante básico de su radicalismo político, social los “civilizadores” no llegaron al exterminio de los
y moral) se afinca su concepción del mestizaje. indios, tienen como únicas lenguas oficiales al es-
Concepción que, en consecuencia, se separa pañol o al portugués: los cuales, notoriamente, no
radicalmente de cualquier otra en que un mes- son las lenguas de millones de “iberoamericanos”
tizaje abstracto forme parte del arsenal ideoló- que ni saben qué significa esa palabra (tampoco
gico de algunas oligarquías de nuestra América: “latinoamericanos”), y a quienes se les pretende
como la idea de que haya razas superiores y ra- imponer a sangre y fuego otra civilización (¿la
zas inferiores, de que haya simplemente razas, nuestra?: en todo caso no será la mía), que es lo
forma parte orgánica de la ideología del Occi- mismo que intentaron los conquistadores.
dente depredador. El mestizaje es en Martí po- Pero no es necesario consultar las estadísti-
pular, auténtico, antirracista; y en las oligarquías cas para comprobar la sobrevivencia de los lla-
y sus voceros, tramposo, señorial, otra manifes- mados indios en buena parte de nuestros países:
tación (astuta) del racismo. Ortiz haría culminar basta con visitar en ellos un hotel, un restorán,
entre nosotros, con amplio acopio de datos y vi- una tienda, un banco. No miremos allí al ge-
gorosa acometida, el rechazo, verdaderamente rente, al chef, al administrador, al director, que
científico él, de todo racismo. Dicho lo anterior, si no son del todo “blancos”, harán lo posible
añadiré algunas cosas. por disfrazar su mestizaje étnico; busquemos a
En primer lugar, recordaré la existencia de quienes limpian el piso, lavan la ropa, botan la
millones de descendientes directos de los ha- basura, realizan las tareas más humildes: y en
bitantes originarios de América, de sus únicos sus caras encontraremos repetidos los rasgos
descubridores. Nos lo dicen con fría crudeza las que en espléndidas obras de arte multiseculares
estadísticas, y algunas son impresionantes. Por se muestran a turistas, para muchos de los cua-
ejemplo, en Perú y Ecuador, los indios son más les aquellos laboriosos apenas si existen como
de la tercera parte de sus habitantes; en Guate- estorbos necesarios, como robots parlantes.
mala y Bolivia, más de la mitad. Es decir, que en No es una cuestión “racial”, en el grotesco
los dos últimos países, sus pretensas “minorías sentido zoológico del término. Ni es solo una
Caliban205
cuestión social, si esta última es castrada al pri- La cual, a su vez, solo se logra a plenitud cuando
vársela de su riqueza concreta; es social, sí, pero se ha extinguido la explotación: condición, por
tomando en consideración, junto al indudable otra parte, necesaria pero no suficiente, como
hecho clasista (que nunca existe en abstracto), la historia ha mostrado de sobra; y condición
el hecho de que los indios de América tienen que requiere faenas de varia naturaleza realiza-
otros idiomas, otras costumbres, otras religio- das en común por los distintos conglomerados
nes, otras creencias, otras artes: otras culturas,
en fin. Las oligarquías criollas no los han tratado
Duke University Press, Durham y Londres, 1995, pp. xlv-
mejor que los colonizadores: a pesar de lo cual, xlvii. [Nota de marzo del 2000]). Ortiz lo propuso para
quinientos años después de 1492 millones de in- que “en la terminología sociológica” pudiera “sustituir, en
dios americanos han conservado sus culturas. gran parte al menos, al vocablo aculturación” (p. 136).
No será con la explotación, la ignorancia de sus Y añadió: “Entendemos que el vocablo transculturación
realidades, el desprecio y el intento cruel y gro- expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo
de una cultura a otra, porque este no consiste solamente
tesco de imponerles una cultura occidental de en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor
segunda o tercera mano, como se logrará que las indica la voz inglesa aculturación, sino que el proceso
comunidades indígenas se muevan hacia un mes- indica también necesariamente la pérdida o desarraigo
tizaje fértil. Tal mestizaje solo puede nacer de la de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una
interpenetración de las matrices culturales origi- desculturación, y, además, significa la consiguiente
creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran
narias de unos y otros: lo que hace más de medio denominarse de neoculturación. Al fin, como bien sostiene
siglo Fernando Ortiz llamó “transculturación”95. la escuela de Malinowski, en todo abrazo de culturas
sucede lo que en la cópula genética de los individuos:
la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores,
95 Ortiz empleó por primera vez el vocablo en “II. pero también siempre es distinta de cada uno de los
Del fenómeno social de la “transculturación” y de su dos. En conjunto, el proceso es una transculturación, y
importancia en Cuba”, Contrapunteo cubano del tabaco este vocablo comprende todas las fases de su parábola”
y el azúcar [...], La Habana, 1940, pp. 136-142. En la (p. 142). Sobre este fundamental aporte, cf. de Diana
“Introducción” al libro, Bronislaw Malinowski expresó Iznaga: Transculturación en Fernando Ortiz, La Habana,
su “entusiasta acogida para este neologismo” (p. [xv]), 1989. Una aplicación del término la hizo Ángel Rama en
aunque apenas lo empleó. (Sobre las escasas ocasiones Transculturación narrativa en América Latina, México,
en que lo usó, cf. Fernando Coronil: “Introduction...”, a 1982. Cf. allí en particular, tocante a esta cuestión, “3.
la traducción al inglés de la obra de Ortiz publicada por Transculturación y género narrativo”, pp. 32-56.
206 Pensamiento anticolonial de nuestra América
que habitan en un país: lo que podría llamarse vivas y directas las herencias biológicas y cul-
una transculturación también política. Seres turales de los africanos traídos a América. De
occidentalizados que se consideran sucursales nada ha valido que sus (nuestros) antepasados,
de la civilización han pretendido iluminar a las habiendo sido sometidos a la selección más
comunidades indias, supuestamente bárbaras brutal que ha sufrido conglomerado humano
o atrasadas, llevándoles adulteradas versiones alguno (solo se escogía a los más jóvenes y sa-
de la Biblia, el Libro Mayor o algún manual de ludables, solo sobrevivían a la travesía los más
marxismo leninismo. Así no se ha ido ni se pue- fuertes), hayan engendrado en el “Nuevo Mun-
de ir lejos. José María Arguedas, Darcy Ribeiro, do” criaturas de vigor y hermosura extraordina-
Guillermo Bonfil, Rigoberta Menchú, muchísi- rios. Puesto que aquellos fueron esclavos hasta
mos más nos han enseñado enormemente sobre ayer, a estos los persigue en casi todas partes
esto. La posición al respecto de la derecha, como ese marchamo, aunque su enorme superiori-
era esperable, es monstruosa: aun hoy, sus más dad numérica en muchos lugares del Caribe,
conspicuos voceros proclaman desvergonzada- una fuerte mezcla en otros, tradiciones menos
mente que la modernización de nuestros países segregacionistas, y cambios positivos habidos
(que en sus bocas quiere decir una entrega ma- en algunos países, sobre todo en Cuba, hagan
yor, más completa al imperialismo) requiere el imposible la práctica de un apartheid como el
abandono por los indios de sus culturas, que es del Sur de África o de los Estados Unidos.
como decir de sus almas. En cuanto a la izquier- Tampoco existen en América comunidades
da que de alguna forma comparta, a sabiendas de procedencia africana equivalentes a las co-
o no, tales criterios, no se ve por qué, en este munidades indias. Las sobrevivencias africanas
sentido, merezca ser considerada izquierda; no idiomáticas, religiosas, artísticas (culturales
se ve cómo ninguna comunidad pueda vivirle la en general) no pueden homologarse de modo
historia a otra, ni qué autoridad tienen para im- mecánico con las de los indios: el proceso de
pugnar el colonialismo que padecen, quienes se interpenetración de tales sobrevivencias africa-
comportan con respecto a otros como coloniza- nas y las europeas es mayor. No en balde Ortiz
dores o subcolonizadores. forjó el mencionado término “transculturación”
La situación no es idéntica, pero es mala, en al estudiar la realidad de un país sin amerindios
lo tocante a muchos de los que conservan bien sobrevivientes y con fuertes aportes africanos
Caliban207
como Cuba, tan similar en este y muchos otros vey no es dable soslayar su enérgico, impres-
órdenes a las demás Antillas hispanohablantes; cindible combate en favor de los negros (en
e incluso, con matices a veces grandes, a otras países como Haití, Jamaica, Barbados, cuyas
zonas del Caribe. Desde hace tiempo, aquella poblaciones son en su inmensa mayoría negras,
interpenetración está en marcha. A nadie en muchos mestizos vienen a ocupar el lugar de
sus cabales se le ocurriría decir entre nosotros, los blancos: predicar allí de manera superficial
por ejemplo, que Hostos, Gómez o Lezama son cierto mestizaje, aun cuando se insista en que
grandes figuras blancas, y Maceo, los Henríquez no es solo étnico sino sobre todo cultural, pue-
Ureña o Guillén, grandes figuras negras. Todos de no ser positivo, no digamos revolucionario).
son representantes de una historia, de una cul- Ni tampoco es dable soslayar el hecho de que
tura mestizas: o híbridas, según prefieren decir también en esta cuestión capital el fin de la ex-
ahora algunos autores96. Pero en el caso de Gar- plotación es algo necesario pero no suficiente
para borrar todos los prejuicios y hacer reali-
96 Por ejemplo, Néstor García Canclini, en su libro
dad una transculturación integral.
Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la Las discriminaciones de indios y negros (y
modernidad (México D.F., 1990), dijo: “Se encontrarán otras comunidades, como las que tienen oríge-
ocasionales menciones de los términos sincretismo,
mestizaje y otros empleados para designar procesos de
hibridación. Prefiero este último porque abarca diversas culturas” (p. 138) y de “un nuevo sincretismo de culturas”
mezclas interculturales –no solo las raciales a las que (p. 137): énfasis de Fernández Retamar.; en cambio, en
suele limitarse “mestizaje”– y porque permite incluir las ocasión posterior afirmó que “la mulatez o mestizaje no es
formas modernas de hibridación mejor que “sincretismo”, hibridismo insustancial, ni eclecticismo [Fernando Ortiz
fórmula referida casi siempre a fusiones religiosas o de escribió mucho antes de la rehabilitación “posmodernista”
movimientos simbólicos tradicionales” (nota en pp. 14-15: de este concepto], ni decoloración, sino simplemente un
énfasis de Néstor García Canclini, Como es evidente –y lo tertium quid, realidad vital y fecunda, fruto generado
ratifica el no existir en la bibliografía del libro referencia por cópula de pigmentaciones y culturas, una nueva
a título alguno de Fernando Ortiz–, García Canclini no sustancia, un nuevo color, un alquitarado producto de
ha tomado en consideración el uso de tales términos por transculturación”. Fernando Ortiz “Preludios étnicos de
aquel, para quien ni mestizaje “suele limitarse” a mezclas la música afrocubana”, Revista Bimestre Cubana, enero-
“raciales”, ni sincretismo es “fórmula referida casi siempre febrero de 1947, p. 12. Como se ve, también en este orden
a fusiones religiosas”, etc. Por ejemplo, en Contrapunteo..., la querella terminológico/conceptual está lejos de haber
cit. en nota 95, Ortiz habló de “amestizamiento de razas y sido clausurada.
208 Pensamiento anticolonial de nuestra América
nes asiáticos) en nuestra América no podrán te su carácter a ratos autobiográfico, que más
sobrepasarse, pues, con el deus ex machina de de un comentarista ha señalado. Allí interesan
un mestizaje milagroso que, al margen de etnias, ideas, creencias, posiciones. Que el caso de
culturas, clases, engendraría una criatura nacida Borges (al que podría sumar otros, de Sarmien-
de una mezcla armoniosa en donde se habrían to a Fuentes) sirva de pauta. Salvo cuando se
fundido además el patrón y el obrero, el gamo- trata del de algún canalla profesional (no re-
nal y el pongo, y a la cual solo le faltaría, para cuerdo ahora más que un caso, ínfimo), el lec-
reunir lo diverso, ser a la vez hombre y mujer. tor puede asumir que, sea cual fuere el nombre
Sin negar en absoluto imprescindibles concep- con que se encuentre (incluso el de Emir Rodrí-
ciones revolucionarias del mestizaje, y la lucha guez Monegal, al que me enfrentaron razones
por la efectiva igualdad de derechos para todos, sobre todo políticas, y que acabó interesándose
hay que reconocer, proclamar y defender el de- también él, a su manera, por Caliban), ese nom-
recho a la diferencia tanto étnica como sexual: bre me atañe, es también el mío: en cierta for-
es absurdo que al indio o al negro se le proponga ma discuto conmigo, con el que fui, con el que
(que incluso se le pretenda imponer) pasar sin me hicieron; excuse pues el lector la irritación,
más a ser mestizo, y a la mujer ¿hombre o an- o entiéndala como un autocastigo, o como un
drógino? No, no es así como se salvaguarda el momento hacia otra serenidad.
carácter múltiple y complejo de nuestros países, Que con estas aclaraciones salga a la luz de
tan artificiales a menudo, tan pensados desde nuevo, a veintidós años de haberlo hecho por
fuera y explotados desde todas partes. vez primera, este texto al que tanto debo, y del
Esta (cualquier) posdata no puede ser más que creo que me despido ahora definitivamen-
extensa que el ensayo que comenta, así que voy te, para que ambos (¿o somos tres: el texto,
a terminar. Querría, antes de hacerlo, que no se yo... y Caliban?) podamos respirar en paz y pa-
olvidara que en aquellas páginas las personas sar a otras tareas.
(en primer lugar la del autor) son aleatorias.
Aquel no es un texto ad hominem, no obstan- La Habana, enero de 1993.
Entrada en las Antillas
de lengua inglesa*
ser viejo. Pero aquí surgió también la primera fueron atraídos héroes como Simón Bolívar,
revolución victoriosa de nuestra América, la Henry Reeves, Carlos Roloff, Leoncio Prado,
formidable Revolución Haitiana, que venció José Miró Argenter, Carlos Aponte, Ernesto
(antes que España y Rusia) a tropas napoleó- Guevara, Tania. Aquí han nacido pensadores
nicas, abolió la esclavitud y abrió el camino y escritores como Félix Varela, José María
a la independencia latinoamericana. Aquí se Heredia, Thomas Madiou, Beaubrun Ardouin,
realizó, a finales del siglo xix, la primera ac- José Antonio Saco, José de la Luz, Gertrudis
ción concreta para impedir “que se extiendan Gómez de Avellaneda, Eugenio María de Hos-
por las Antillas los Estados Unidos y caigan, tos, Antenor Firmin, Manuel de J. Galván, J.J.
con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de Thomas, Hannibal Price, Enrique José Varo-
América”1. Aquí se inició en 1959, con la Revo- na, Juan Gualberto Gómez, Fernando Ortiz,
lución Cubana, la segunda independencia de Ramiro Guerra, Emilio Roig de Leuchsenring,
nuestra América, el imperialismo yanqui su- José Luciano Franco, Camila y Pedro Henrí-
frió en Girón, en 1961, su primera gran derrota quez Ureña, Claude McKay, Jean Price Mars,
militar en América, y el socialismo triunfan- Regino Pedroso, Juan Marinello, Nicolás Gui-
te se hizo realidad en el Continente. Aquí se llén, Pablo de la Torriente, Luis Palés Matos,
formaron hombres y mujeres como Toussaint Alejo Carpentier, C.L.R. James, Juan Bosch,
L’Ouverture, J.J. Dessalines, A.S. Pétion, Henri Jacques Roumain, Roger Mais, Aimé Césai-
Christophe, Paul Bogle, Carlos Manuel de Cés- re, Eric Williams, Pedro Mir, Louise Bennet,
pedes, Ramón Emeterio Betances, Máximo Frantz Fanon, Jaques Stephen Alexis, Jacques
Gómez, Ignacio Agramonte, Ana Betancourt, Viau. Aquí, en el área marcada a fuego por la
Mariana Grajales, Antonio Maceo, José Martí, plantación, la fusión intensa de herencias afri-
Charlemagne Péralte, Amy Jaques y Marcus canas y europeas ha hecho brotar la música
Garvey, Pedro Albizu Campos, Julio Antonio popular del siglo xx.
Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guite- Pero aunque el Caribe de lengua inglesa no
ras, Norman y Edna Manley, Jesús Menéndez, puede entenderse fuera del contexto general
Lolita Lebrón, Fidel y Raúl Castro, Haydee y del Caribe, hemos querido consagrarle a aquél
Abel Santamaría, Juan Almeida, Frank País, un número especial (como hicimos ya con
Camilo Cienfuegos, Francisco Caamaño. Aquí Puerto Rico, y otras áreas como México, Uru-
Entrada en las Antillas de lengua inglesa 211
guay, Perú, Chile o Panamá), para destacar sus sus términos, nuestros términos: colonialismo,
aportes y problemas específicos. neocolonialismo, imperialismo, subdesarrollo,
Cuba, por su condición de primer país socia- racismo; latifundio, plantación, monocultivo;
lista de América y a la vez de isla antillana de esclavitud, travesía, trata; hacendados, mayo-
lengua española, se encuentra en una situación rales, esclavos, cimarrones; caña, café, banano
particularmente propicia para dar a conocer a (“plátano” decimos de preferencia en Cuba);
los otros países de nuestro idioma las creacio- ingenio, casa de vivienda (“great house” di-
nes y problemas de las Antillas de lengua ingle- cen allá, traduciendo del portugués del Brasil:
sa: creaciones y problemas tan cercanos a los “casa grande”), barracón. No es solo que tenga-
nuestros. Después de todo, solo nos distingue mos las palabras: es que tenemos los comple-
el remitirnos a metrópolis diferentes, con las jos culturales correspondientes. A veces, desde
consecuencias lógicas que ello implica: habien- luego, el sincretismo no da resultados exacta-
do sido Inglaterra el país europeo de crecimien- mente iguales, pero sí harto parecidos: la “po-
to capitalista más uniforme y desarrollado, su comania” jamaicana (como el “vodú” haitiano)
colonialismo en esta zona, en comparación equivale a nuestra “santería”; ¿y habrá que ex-
con el de España, fue también más desarrolla- plicarle a un cubano lo que es un “calypso” de
do (es decir, más implacable, más subdesarro- Trinidad?: ¿acaso a nuestros raigales “soneros”
llante), y sus colonias, en consecuencia, para no corresponden sus raigales “calypsoneros”?
que Inglaterra fuera más rica, fueron ellas mis- Orígenes, dolores, problemas, mezclas, crea-
mas más subdesarrolladas. Baste recordar los ciones, luchas, esperanzas: por encima de fúti-
males pavorosos de la plantación en aquellas les diferencias lingüísticas y de otra naturaleza,
Antillas: su latifundio canceroso, su absentis- todo nos une no solo en una geografía común,
mo parasitario, su predominio abrumador de sino sobre todo en una historia común. La cual
la mano de obra esclava; o el hecho elocuente ha de estar hecha de porvenir mucho más que
de que la independencia política no llegara a de pasado.
esos países sino en estos años inmediatos: en A la serie de ensayos y de materiales poéti-
1962, a Jamaica y Trinidad y Tobago; en 1966, a cos y narrativos que reunimos en esta entre-
Guyana y Barbados; en 1974, a Granada. Por lo ga (y que no tienen pretensión antológica, ya
demás, sus problemas son nuestros problemas; que carecemos de información para ello, sino
212 Pensamiento anticolonial de nuestra América
la voluntad de ofrecer unas cuantas muestras No hay cultura negra, ni cultura blanca, ni cultura
del alto nivel alcanzado por esa literatura), amarilla. Como no hay tampoco civilización ne-
hemos añadido, como “Documentos”, algu- gra, ni civilización blanca, ni civilización amarilla.
nas páginas que testimonian el pensamiento // Hay pueblos de colores diferentes, religiones
diferentes, nacionalidades diferentes, que expre-
anticolonialista del área. Con frecuencia, ese
san en forma diferente sus pensamientos, sus vo-
pensamiento, al rechazar las grotescas impo-
luntades, y utilizan para hacerlo medios diversos
siciones metropolitanas, ha reivindicado con y diferentes según el nivel de su desarrollo inte-
energía el orgullo de nuestras raíces africanas. lectual, técnico y moral. // La negritud es, pues, un
Indudablemente esa prédica contribuyó al concepto falso, un arma irracional que favorece
combate contra el colonialismo y el neocolo- lo irracional fundado en la discriminación racial,
nialismo, y a dar confianza en sí y sentido de su arbitrariamente ejercida con los pueblos de Áfri-
dignidad al oprimido y al discriminado, incluso ca, de Asia, y con los hombres de color en Amé-
más allá de nuestras fronteras: es magnífico, rica y Europa2.
por ejemplo, que la estrella negra de Garvey
haya sido llevada por N’Krumah a la bandera Ya Martí, en vísperas de desencadenar la gue-
de Ghana. Pero también el enemigo ha sabido rra de 1895, había proclamado: “Hombre es
tergiversar en no pocos casos esa lucha ad- más que blanco, más que mulato, más que ne-
mirable, valiéndose de lo que René Depestre gro. Cubano es más que blanco, más que mu-
ha llamado “las aventuras de la negritud”. Así, lato, más que negro”. Y Ho Chi Minh diría en
sangrientos tiranos en Haití o títeres neoco- este siglo: “a pesar de la diferencia de colores
lonialistas en África han pretendido encubrir no hay más que dos razas en el universo: la de
sus fechorías con el manto de una supuesta los explotadores y la de los explotados”.
“negritud” que evaporaría la lucha de clases y En las Antillas, donde se mezclan hombres
haría plausible la explotación y el crimen si el y mujeres de todos los colores y de todos los
explotador inmediato –el mediato es el siste- orígenes, este hecho es patente. Constituimos
ma capitalista mundial–, si el mayoral fuera de
la misma “raza” que el explotado. Contra esta
mistificación escribió el presidente de Guinea
2 Cf. “Del Primer Festival Panafricano de Cultura”,
Sekú Turé: Casa de las Américas, Nº 58, enero-febrero de 1970.
Entrada en las Antillas de lengua inglesa 213
lo que Fanon llamó “pueblo antillano”3, for- na. Pero sobre esta base, no se ve por qué pre-
mado por haitianos y cubanos, jamaicanos y ferir la denominación “West Indies”, ya que
puertorriqueños, dominicanos y barbadienses, “Indias Occidentales”, lejos de ser una defini-
martiniqueños y guyaneses, ciudadanos de Tri- ción, es la consagración de un error. Nosotros
nidad y Tobago y de Surinam y de Guadalupe y tradujimos en los textos de este número “West
de Curaçao y de Aruba y de otros países; hom- Indies” como “Antillas” (y a menudo, aunque
bres y mujeres cuyos antepasados vinieron o en el original no se dijera explícitamente, “An-
fueron traídos de África, de Asia, de Europa, tillas de lengua inglesa”), según los versos de
pero que, en última instancia, sin desdeñar en Nicolás Guillén en su magnífico West Indies
absoluto nuestros orígenes, nos definimos so- Ltd. de 1934: “West Indies, en inglés. Y en cas-
bre todo por lo nuevo que creamos en común, tellano, / las Antillas”. (Como también “indio”,
por el futuro que hemos de construir en lucha: por lo general, significa en las páginas que si-
un futuro sin explotación, sin discriminación, guen “proveniente de la India”) No podemos
sin miseria, sin analfabetismo, sin colonialis- olvidar que en esto, como en tantas cosas, nos
mo, sin imperialismo: sin capitalismo, en fin, nombró el enemigo.
que es la causa de los males anteriores. “Todavía, con toda precisión, no tenemos
Una última observación preliminar: el nom- siquiera un nombre”, dijo Fidel hace cuatro
bre. Los antillanos de lengua inglesa suelen años. Pero no vale la pena desangrarse en dis-
rechazar que su área sea incluida dentro de cusiones que pueden hacerse bizantinas. Lo im-
la “América Latina”, aduciendo el escaso pa- portante, lo indiscutible es que las Antillas de
pel desempeñado por el mundo latino en su lengua inglesa (incluida por supuesto Guyana),
formación. No les faltaría razón en esto, si como las de lengua española o francesa u ho-
“América Latina” fuera una definición cientí- landesa, o las que hablan créoles, o papiamento
fica, como la de un cuerpo químico, y no un u otras lenguas, son, todas, partes de nuestra
mero nombre, como el de un río o una perso- América: la que se extiende “desde donde co-
rre el Bravo fiero hasta donde acaba el digno
Chile”, y abarca “las islas dolorosas del mar”:
3 Cf. “Antillanos y africanos”, Casa de las Américas,
esa América que es una “en el origen, en la es-
Nº 36-37, mayo-agosto de 1966, número dedicado a
África en América. peranza y en el peligro”.
Desatar a América,
y desuncir el hombre
Notas sobre la ideología
del Partido Revolucionario Cubano*
revolucionarios para organizar, por los cauces ción cubana de Tampa el día 28 de noviembre
adecuados, la revolución. A finales de 1891, de 1891” antecedente inmediato de la funda-
abandona todas sus otras, múltiples tareas: va ción del Partido, volverá sobre esta idea, fun-
a ser entera y exclusivamente, para decirlo en damental para él, explicando que “la guerra”
lenguaje de nuestros días, un cuadro político. debía considerarse “mero instrumento del go-
Pocos meses después, ha logrado poner “en bierno popular y preparación franca y desinte-
pie elocuente y erguido”, aquel “partido revo- resada de la república”. Y en el artículo inicial
lucionario” del que diez años antes hablara a de Patria (“Nuestras ideas”, 14 de marzo de
Gómez: había nacido el Partido Revolucionario 1892), redondeará este concepto con una frase
Cubano, el primer partido organizado en nues- lapidaria: “la guerra es un procedimiento po-
tra América para conducir una revolución: una lítico” (donde se siente resonar aquella aguda
revolución, por añadidura, profundamente de- sentencia de Clausewitz que tanto complacía
mocrática y popular. a los fundadores del materialismo histórico:
Sin necesidad de forzar la mano, ha podido “La guerra es la continuación de la política por
señalar José Antonio Portuondo aspectos del otros medios”). Bien sabía Martí, en conse-
Partido Revolucionario Cubano “que actuali- cuencia, que en una guerra de liberación, como
zan a Martí y lo aproximan a Lenin en su ta- la que él preparaba, no solo se enfrentan dos
rea de organizador revolucionario”, como la fuerzas armadas: sobre todo se enfrentan dos
estructuración celular y la existencia de lo que políticas. El Partido Revolucionario Cubano
se conocería como “centralismo democrático”. debía precisar, con la mayor claridad posible,
Pero, por necesaria fidelidad a las exigencias cuál era la política de “la guerra de Martí”.
históricas concretas que Martí enfrentaba, el ¿Y cuál sería la ideología de ese Partido: y,
Partido Revolucionario Cubano, aunque in- consiguientemente, de la guerra revolucionaria
equívocamente centrado en “los pobres de la que él desencadenaría, y de la República que
tierra”, era un frente nacional multiclasista. debía nacer de su seno? De entrada, conviene
En aquella carta a Gómez de 1882, Martí ha- hacerse una pregunta previa: ¿dónde está en-
bía señalado ya que “la lucha armada” es una carnada esa ideología? Una primera respues-
“nueva forma del espíritu de independencia”. ta, que parece muy plausible, pero no lo es del
En las “Resoluciones tomadas por la emigra- todo sería aceptar que esa ideología está encar-
Desatar a América, y desuncir el hombre 217
nada en los documentos oficiales del Partido, y los puertorriqueños independientes de New
desde las Bases y los Estatutos secretos hasta York, para contribuir, sin premura y sin des-
el Manifiesto de Montecristi. Sin embargo, más canso, a la organización de los hombres libres
ajustado a la verdad es decir que esa ideología de Cuba y Puerto Rico [...] y su constitución
está encarnada, desde luego, en dichos docu- republicana venidera...”. Sin embargo, cuando
mentos, pero no solo en ellos. Esos documen- el director del periódico El Porvenir, Enrique
tos implican el máximo de ideas en torno a las Trujillo (un diversionista de la época), llama
cuales Martí podía lograr, en aquel momento, el a Patria “órgano” del Partido Revolucionario
acuerdo imprescindible para hacer realidad la Cubano, Martí se apresura a rectificar, el 19 de
guerra: un acuerdo de suyo difícil, por cuanto marzo de ese año: “ ‘Patria’: no ‘órgano’”, expli-
el Partido Revolucionario Cubano requería un cando: “Los revolucionarios de New York han
frente único: pero en ese, como en todo frente, creado a Patria y ella nace, para lo único a que
no solo existía un conglomerado de fuerzas di- tiene derecho, para decir lo que está en el cora-
versas, sino también una periferia y un centro: zón de los revolucionarios de New York”.
lo que explícitamente aparece como documen- Parece haber dos razones para este rápido
tos oficiales del Partido Revolucionario Cuba- desmentido de Martí: por una parte, no lasti-
no se remite por lo general a la primera; el cen- mar a los periódicos independentistas ya exis-
tro, en cambio, hay que buscarlo en la obra de tentes, los que podrían ver con desagrado que
Martí, la cual, por supuesto, desborda en radi- un periódico recién aparecido viniera a procla-
calidad y perspectivas a aquella periferia, pero marse el vocero del Partido; y por otra, no limi-
en forma alguna puede verse desvinculada de tar Patria a publicar textos oficiales del Parti-
ella: como que es su fuerza impulsora. do. Pero ello de ninguna manera quiere decir
Véase el caso del periódico Patria, que Mar- que Patria no expresara la ideología y a me-
tí comienza a publicar el 14 de marzo de 1892 nudo con gran audacia del Partido Revolucio-
para exponer las ideas del Partido Revolucio- nario Cubano, es decir, de Martí. Por ejemplo,
nario Cubano, el cual sería proclamado ofi- un texto fundamental como “La verdad sobre
cialmente unos días después. Martí escribe en los Estados Unidos”, que Martí hace publicar
aquel número inicial: “Nace este periódico, por en Patria el 23 de marzo de 1894, ¿cabría decir
la voluntad y con los recursos de los cubanos que no expresa la ideología radicalmente anti-
218 Pensamiento anticolonial de nuestra América
mperialista del partido martiano? Y otro tanto dera conveniente hacer explícito. En su última
debe preguntarse a propósito de la carta jus- carta a Maceo, escrita una semana antes de caer
tamente famosa que Martí escribe a Mercado en Dos Ríos, le dice: “Vea eso en mí, y no más:
la víspera de su muerte, y donde plantea que un peleador: de mí, todo lo que ayude a fortale-
cuanto ha hecho hasta entonces, y hará, ha sido cer y ganar la pelea”. Martí es, esencialmente,
para “impedir a tiempo con la independencia eso: un peleador. No es un hombre de ideas,
de Cuba que se extiendan por las Antillas los sino con ideas; como no es un hombre de letras,
Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sino con letras: “letras fieras”, dirá él, que son
sobre nuestras tierras de América”. también sus armas. Y es en la pelea concreta, en
Suponer que materiales de esa naturaleza la lucha política (la guerra misma es para él, no
no expresan la ideología del partido martia- se olvide, “un procedimiento político”), cuyas
no porque formalmente no aparecieron como metas van radicalizándose y radicalizándolo,
documentos oficiales del Partido, es descono- donde está el centro de su obra. Pero ese centro
cer que ante la ardua complejidad de la tarea no siempre puede aprehenderse con facilidad.
martiana, la formidable riqueza táctica de que Cuando Martí le confiesa a Mercado, en su
él dio incontables muestras se remitía siempre inolvidable carta última, cuál ha sido la tarea
a un mismo proyecto revolucionario, una mag- principal de su vida, le añade: “En silencio ha
na finalidad estratégica cuya homogeneidad y tenido que ser, y como indirectamente, porque
cuya ambición son incluso hoy sorprendentes. hay cosas que para lograrlas han de andar ocul-
No en balde Fidel pudo llamar a Martí, el 10 de tas, y de proclamarse en lo que son, levantarían
octubre de 1968, “el más genial y el más univer- dificultades demasiado recias para alcanzar so-
sal de los políticos cubanos”. bre ellas el fin”. “En silencio” y “como indirec-
Por otra parte, decir que el centro de la ideo- tamente”: así estaba Martí obligado a proceder
logía del Partido Revolucionario Cubano debe precisamente en las cuestiones más radicales.
buscarse en la obra de Martí, no quiere decir El 13 de diciembre de 1889 había escrito a Gon-
siempre en su obra escrita, por extraordinaria zalo de Quesada: “En las manos de todos no
que ella sea. También aquí podría o debería se- podemos poner nuestro pensamiento, porque
ñalarse un nivel de máxima radicalidad, que no sería lo mismo que entregarlo al enemigo, que
coincide por obligación con lo que Martí consi- tiene tantos lomos a sus pies”.
Desatar a América, y desuncir el hombre 219
nuestro trabajo, y liso y hondo, como tú lo sabrás tías populares, no enfatizó sin embargo estas
hacer: el caso es no comprometer la excelsa jus- últimas en desmedro de la causa inmediata
ticia por los modos equivocados o excesivos de de la independencia, la cual sencillamente
pérdida. Y siempre con la justicia, tú y yo, porque no podía obtenerse sin un frente amplio de
los errores de su forma no autorizan a las almas
todas aquellas clases y capas objetivamente
de buena cuna a desertar de su defensa. Muy bue-
opuestas a la situación colonial. Pero aun
no, pues, lo del 1º de mayo.
así, no puede decirse que Martí haya sido un
Y adquiere aún más luz cuando a su compa- ideólogo proletario.
ñero del Partido Carlos Baliño, cuya ideolo- ¿Fue entonces un ideólogo burgués, o,
gía marxista Martí no ignoraba en absoluto como se ha dicho descuidadamente, refor-
(por algo lo había llamado en Patria, el 7 de mista? Mucho menos aún. En este caso, esta-
noviembre de 1892, “un cubano que padece mos en presencia de la trampa típica de una
con alma hermosa por las penas de la huma- disyuntiva falsa. Y rechazar esa trampa obliga
nidad, y solo podría pecar por la impaciencia a rechazar aquella disyuntiva. No hay la menor
de redimirlas”): ¿La Revolución? La revolu- duda de que Martí fue un “revolucionario radi-
ción no es la que vamos a iniciar en las ma- cal de su tiempo”, como lo llamó Blas Roca: el
niguas, sino la que vamos a desarrollar en la revolucionario más radical de su circunstan-
República”. cia. En su evolución, llegó a ser un demócrata
¿Quiere ello decir que Martí fue un ideó- revolucionario extremadamente avanzado:
logo proletario, obligado por las circuns- y lo propio de un demócrata revolucionario
tancias a presentar su pensamiento en este es que no es ya ideólogo de la burguesía, sin
orden indirectamente, como tuvo que hacer serlo todavía de un proletariado que a la sa-
en lo tocante a su fundamental antimperialis- zón carece de suficiente desarrollo en aquella
mo? Es verdad que el Partido Revolucionario concreta zona del planeta a la que se remiten
Cubano, organización necesariamente multi- su pensamiento y su acción. Cuando los paí-
clasista, estaba obligado a no alebrestar una ses “occidentales” conocían ya un desarrollo
extemporánea lucha de clases, y que por esa considerable de sus respectivos proletariados,
razón, aunque Martí no disimulaba sus crite- la Europa oriental a mediados del siglo XIX,
rios antioligárquicos ni sus ardientes simpa- China y México a principios del siglo XX, nos
Desatar a América, y desuncir el hombre 223
ofrecen, en cambio, ejemplos y situaciones si- Que, a pesar de su identificación con ellos, sin
milares a la que vivió Martí: ellas habrán de embargo, Martí desaconseja entonces atizar la
engendrar demócratas revolucionarios como lucha de clases, se revela en aquel mismo artí-
Herzen y Chernichevski, en Rusia; Petöffi, culo, que rebosa de admiración, cariño y respe-
en Hungría; Botev, en Bulgaria; Sun Yat-sen, to para los obreros, pero a la vez, desmigajan-
en China; Flores Magón y Zapata, en México. do en individuos las clases –término que Martí
Lenin apareció altamente a hombres así: de objeta–, plantea el “derecho igual de todos los
Chernichevski toma incluso el título de una cubanos, ricos o pobres, a la opinión franca y
novela para darlo a uno de sus libros más re- al respecto pleno en los asuntos de su tierra”.
levantes: ¿Qué hacer?; y a propósito de Sun Recordemos que estamos en una pequeña y
Yat-sen, llamó la atención sobre “el núcleo aherrojada colonia española, en 1894. Trans-
democrático-revolucionario de su programa”. currirán veintitrés años antes de que alboree
Martí no es pues impreciso cuando habla el socialismo en Europa. Martí sigue diciendo
en un poema de los Versos sencillos (1891) de a los obreros cubanos que acaban de donar el
haber echado su suerte “con los pobres de la jornal de un día, el 10 de octubre de aquel año,
tierra”: es cierto que por tal entiende, en pri- al Partido: “ni ha de lograr Cuba, con las sim-
mer lugar, a los obreros, como se ve claramente ples batallas de la independencia, la victoria
en el artículo de ese nombre, “Los pobres de la a que, en sus continuas renovaciones y lucha
tierra” (Patria, 24 de octubre de 1894), que co- perpetua entre el desinterés y la codicia y entre
mienza diciendo: “Callados, amorosos, genero- la libertad y la soberbia, no ha llegado aún, en
sos, los obreros cubanos en el Norte[...]”. Pero la faz toda del mundo, el género humano”. Esa
también es cierto que aquella denominación victoria empezaría a lograrse en el mundo en la
feliz permite abarcar a otros explotados, como Rusia de 1917.
los campesinos pobres (los pobres de la tie- Para saber qué hubiera pensado, qué hubie-
rra), de tanto peso en la Cuba de Martí cuando ra hecho Martí cuando, en los países coloniales
el proletariado no tenía aún ni el número ni la y semicoloniales como el suyo, existiera ya un
fuerza ni la conciencia de sí que le hubieran he- proletariado con cierto desarrollo, y, debido
cho posible encabezar la lucha: de esos explo- a la situación internacional, el socialismo es-
tados, en su conjunto, es Martí portavoz y guía. tuviera ya en el orden del día, basta con tener
224 Pensamiento anticolonial de nuestra América
presentes ejemplos cercanos como los de Ho tenta marcar, de defensor ciudadanesco de las
Chi Minh y Fidel Castro, hombres tan simila- trabas hostiles al movimiento militar”.
res a él, en quienes aquella tradición de la de- ¿Cómo se le podía confundir, nada menos
mocracia revolucionaria se desarrolla hasta la que por el propio Maceo formidable (quien
asunción orgánica del marxismo-leninismo. coincidía con Martí en sus radicales aspiracio-
Aquí, como en tantos otros aspectos, para nes antimperialistas y de justicia social), con
entender en toda su dimensión el criterio mar- “la continuación del gobierno leguleyo”? Es co-
tiano hay que tener en cuenta que él suponía nocido que “el gobierno leguleyo”, durante la
un proyecto revolucionario de máxima radica- Guerra de los Diez Años, destituyó a Céspedes
lidad para su circunstancia: tanta, que su reali- y entorpeció la imprescindible marcha militar
zación remitía al porvenir mediato, y ese por- de la guerra. ¿Se proponía Martí, que había
venir, de momento nuestro presente, es el que estudiado cuidadosamente la guerra anterior,
hace comprensible aquel proyecto. algo similar? Por supuesto que no. En relación
Esto también es válido en lo que toca a la con este “cargo” es que él escribe a Maceo, una
existencia misma del Partido, el cual implicaba semana después, la carta que ya he citado: “Vea
una novedad tal para la Cuba para el mundo co- eso en mí, y no más: un peleador: de mí, todo lo
lonial y semicolonial todo de aquel tiempo, que que ayude a fortalecer y ganar la pelea”. Pero
en cierta forma sorprendió incluso a grandes tampoco pensaba Martí que el Ejército debía
figuras a quienes Martí admiraba, respetaba y quedar librado a sí mismo, engendrando el
quería en grado sumo. Sin antecedentes que les caudillismo cuyo temor le hizo ya romper con
permitieran entender del todo la finalidad de Gómez en el 84. Porque el caudillismo, si nace
ese Partido Revolucionario, tendieron a asimi- del militarismo, no es sin embargo un hecho
larlo a entidades del pasado. En su Diario de militar, sino, político. Y Martí, que sabía con
campaña, Martí escribe el 5 de mayo de 1895, toda claridad que “la guerra es un procedimien-
a propósito de la entrevista de La Mejorana: to político”, consideraba que el Ejército debía
“[Maceo] me habla, cortándome las palabras, responder a la política revolucionaria, que en
como si fuera yo la continuación del gobierno su caso había sido diseñada no por “el gobier-
leguleyo, y su representante [...] comprendo no leguleyo”, encarnación también, en última
que he de sacudir el cargo, con que se me in- instancia, de otra política, sino por el Partido.
Desatar a América, y desuncir el hombre 225
Martí no mira aquí, pues, al pasado, sino al partido proletario de nuevo tipo que crearía Le-
porvenir. Su aspiración solo sería enteramente nin, pero en 1892 no existía aún ni en las nacio-
comprendida cuando en el siglo xx, en países nes de capitalismo desarrollado. Significa, eso
como el suyo, el Ejército revolucionario actua- sí, reiterar que a la sazón no había en todo el
ra como brazo armado de la vanguardia revo- mundo colonial o semicolonial pensador polí-
lucionaria. Ejemplo magnífico de ello es la ex- tico más avanzado que Martí, ni partido revo-
traordinaria guerra vietnamita, cuyo desenlace lucionario como el que él fundara: de tal radi-
ha ocurrido ante nuestros ojos, y cuya victoria calidad, que llegó a plantearse dramáticamente
militar es una formidable victoria política: la (como destacara en Dos Ríos, el pasado 19 de
victoria de una política formidable. Desgracia- mayo, Armando Hart) metas entonces irrealiza-
damente, ni era fácil que Gómez y Maceo, sin bles. Pero fue el habérselas planteado en aquella
precedentes a mano, captaran del todo la natu- ocasión lo que dejó abierto el camino para que,
raleza del precoz Partido martiano; ni tampoco desde el Moncada y la Sierra, desarrollando di-
que ellos, héroes legendarios de la Guerra de rectamente la ideología martiana, Fidel llevara
los Diez Años, fueran para el político Martí, a adelante la Revolución hasta su etapa socialis-
pesar de su genialidad, lo que el general Giap ta: no había otra forma de hacer realidad la ta-
fue para su jefe y maestro Ho Chi Minh. rea gigantesca que Martí y el partido de Martí se
Decir que lo esencial de la ideología del Parti- habían propuesto. Una de las ocasiones en que
do Revolucionario Cubano hay que buscarlo en Martí aludió con mayor hermosura al centro de
la obra de Martí, y que el centro de esa obra es esa tarea fue al describir, con la majestad épica
su acción política, caracterizada por su condi- de su lenguaje, su encuentro en Santo Domingo
ción no solo radical sino radicalizable, no impli- con Máximo Gómez dos años antes de marchar
ca afirmar que tal como quedó, grandiosa pero juntos a la guerra. En Patria, el 26 de agosto de
trunca, la magna obra martiana, ella incluyera 1893, escribió Martí:
ya, por ejemplo, el análisis del imperialismo
que Lenin publicaría veintidós años después de Y como en la sala de baile, colgado el techo de
muerto Martí; o que el Partido Revolucionario rosas y la sala henchida de señoriles parejas, se
Cubano, obligado por inesquivables exigencias acogiese con su amigo caminante [es decir, el
históricas a ser un frente multiclasista, fuera el propio Martí] a la ventana a que se apiñaba el
226 Pensamiento anticolonial de nuestra América
gentío descalzo, volvió el general los ojos, a una “Desatar a América” significa erradicar de
voz de cariño de su amigo, y dijo, con voz que no nuestros pueblos toda forma de colonialismo;
olvidarán los pobres de este mundo: “Para estos “desuncir el hombre”, terminar para siempre
trabajo yo”. Sí: para ellos, para los que llevan en con la explotación del hombre por el hombre.
su corazón desamparado el agua del desierto y la No hay ante nosotros metas más avanzadas,
sal de la vida: para los que le sacan con sus manos
más radicales, más hermosas. Esas eran las
a la tierra el sustento del país, y le estancan el
metas de “la guerra de Martí” y del partido que
paso con su sangre al invasor que se lo viola: para
los desvalidos que cargan, en su espalda de ame- la preparó. Por eso nuestra revolución, hoy so-
ricanos, el señorío y pernada de las sociedades cialista, es una revolución martiana. Por eso
europeas: para los creadores fuertes y sencillos afirmó Fidel que Martí era el autor intelectual
que levantarán en el continente nuevo los pue- del asalto al cuartel Moncada. Y por eso él
blos de la abundancia común y de la libertad real: pudo ser, como dijo el Che, “el mentor directo
para desatar a América, y desuncir el hombre. de nuestra Revolución”.
Nuestra América y Occidente*
Es cierto que “Occidente” remite en Europa, tas obras (Chamberlain en un caso4, Gobineau
sobre la base de obvias alusiones geográficas, en otro)5 explican su boga, hace unos años, en
a imperios políticos y cismas religiosos, pero el
contenido moderno del término es otro. La ex-
presión apenas se insinúa en las Lecciones so- 4 “El libro de Chamberlain [Las bases del siglo xix.
bre la filosofía de la historia universal, de He- 1899-1904] viene a ser en cierta medida un anticipo del
de Spengler [...] puede decirse que murió a manos de un
gel3, quien prefiere hablar allí de “el corazón de sucesor y rival afortunado: La decadencia de Occiden-
Europa” (I, p. 108), “el hombre europeo” (id.), te”: Francisco Romero: Filosofía de la persona y otros
“la humanidad europea” (I, p. 209), cuando no ensayos de filosofía, 2a. ed. ampliada, Buenos Aires,
de “el mundo germánico” (II, cuarta parte). 1951, p. 144. Es interesante recordar la opinión que los
Sabemos, sin embargo, que antes de mediar el países de nuestra América le merecían al furioso teóri-
co del racismo que fue Chamberlain: “Los llamados sal-
siglo xix se hablaba en Rusia de los “occidenta- vajes del centro de Australia llevan una existencia más
listas”, es decir, los modernizadores frente a las armoniosa, más digna de hombres y aun podría decirse
trabas feudales; y en nuestra América, por esa más ‘santa’ que los habitantes de estos países”. (Ibíd.)
fecha, Andrés Bello se refería, con un sentido 5 El propio Arnold Toynbee, al exponer la idea cen-
ya cercano, a “Occidente”. En la propia Euro- tral de su Estudio, es decir, que lo que él llama una
pa occidental, el uso de la denominación está “sociedad” es el “campo inteligible de estudio histó-
ya ampliamente extendido en la segunda mitad rico”, añade: “Esta concepción de las sociedades ya
era familiar, hace tres cuartos de siglo, a Gobineau”
del siglo xix. Sin embargo, su apogeo vendrá en (A.T.: Estudio de la historia, trad. de Jaime Perraux,
el siglo xx, a raíz del triunfo de la Revolución tomo I, 2a. ed., Buenos Aires, 1956, pp. 67 y 68, n.). Cf.
de Octubre en Rusia, y en abierta oposición a otra cita en p. 77. El Éssai sur l’inégalité des races
ella, cuando Spengler publique su Decadencia humaines [1853-1855], por otra parte, prefigura el tre-
no por la “decadencia de Occidente” que tantas voces
de Occidente (1918-1922), y se afirmará con Un
entonarían. Compárense estas palabras de Gobineau:
estudio de la historia (1934-1954), de Toynbee. “Somos nosotros los modernos, nosotros los primeros
Las raíces violentamente reaccionarias de es- que sabemos que toda aglomeración de hombres, y el
modo de cultura intelectual que de ello resulta, deben
perecer”, con estas famosas de Paul Valéry, a raíz de la
3 Jorge Guillermo Federico Hegel: Lecciones sobre la Primera Guerra Mundial: “Nosotras, las civilizaciones,
filosofía de la historia universal, dos tomos, trad. del sabemos ahora que somos mortales.” Ahora bien: no
alemán por José Gaos, Madrid, 1953 desconozco las diferencias entre Spengler y Toynbee:
230 Pensamiento anticolonial de nuestra América
los países capitalistas, y el uso de “cultura oc- tegui había hablado en 1928 de “la sociedad
cidental”, “mundo occidental” u “Occidente” occidental o, mejor dicho, capitalista”. Y el pro-
(enfrentado a “Oriente”) como arma predilecta pio Zea dirá en 1957: “el capitalismo, esto es, el
del arsenal ideológico burgués durante la etapa mundo occidental”8.
más cruda de la Guerra Fría. Ahora estamos en terreno más firme: aque-
Una definición serena y aceptable del con- llos países, primero de Europa, como Holanda,
cepto la ofreció en 1955 Leopoldo Zea al decir: Inglaterra, Francia, Alemania, y luego de zo-
“llamo mundo occidental u Occidente al con- nas pobladas por europeos9 (quienes las des-
junto de pueblos que en Europa y en América, poblaron o casi de los otros), que conocieron
concretamente los Estados Unidos de Nortea- un pleno desarrollo capitalista, son “el mundo
mérica, han realizado los ideales culturales y occidental”. El boticcelesco surgimiento de ese
materiales de la Modernidad que se hicieron “mundo” (es decir, del capitalismo) fue descri-
patentes a partir del siglo xvi”6. ¿A partir del si- to en líneas inolvidables por Marx:
glo xvi? En el primer tomo de El capital (1867),
Marx había escrito: “aunque los [...] inicios de El descubrimiento de las comarcas auríferas y
producción capitalista ya se nos presentan es- argentíferas en América, el exterminio, escla-
porádicamente en los siglos xiv y xv en algunas
ciudades del Mediterráneo, la era capitalista
capital, t. I, vol. 3, trad., advertencia y nota de Pedro
solo data del siglo xvi”7. Ya José Carlos Mariá-
Scaron, 3º ed. en español, México, Siglo XXI, 1975, pp.
894-895, y notas.
8 José Carlos Mariátegui: Siete ensayos de interpre-
a ese respecto, cf. de Nikolái I. Konrad: “Carta de res- tación de la realidad peruana [1928], La Habana, 1963,
puesta a Arnold Toynbee”, Cultura, ideología y socie- p. 5. Leopoldo Zea: América en la historia, México,
dad. Antología de estudios marxistas sobre la cultu- 1957, p. 80.
ra, selección, presentación y traducción de Desiderio
Navarro, La Habana, 1975. 9 Solo un país no poblado por europeos logró un ver-
dadero desarrollo capitalista: Japón. Sobre su carácter
6 Leopoldo Zea: América en la conciencia de Euro- excepcional y las contradicciones entre las potencias
pa, México, 1955, p. 8. occidentales que hicieron posible ese desarrollo, cf.
7 Karl Marx: El capital. Crítica de la Economía Po- Paul A. Baran: La economía política del desarrollo,
lítica. Libro primero. El proceso de producción del trad. de N. Warman, 2a. ed., México, 1961, pp. 170 y ss.
Nuestra América y Occidente 231
vización y soterramiento en las minas de la po- el trasvasamiento a estas tierras, a partir del
blación aborigen, la conquista y saqueo de las siglo xvi, de múltiples elementos culturales
Indias Orientales, la transformación de África provenientes en lo inmediato de Europa, que
en un coto reservado para la caza comercial de aquí vendrían a conocer nueva vida y a fun-
pieles-negras, caracterizan los albores de la era dirse con otros elementos, sino porque nues-
de producción capitalista. Estos procesos idílicos
tra América está uncida, desde la arrancada
constituyen factores fundamentales de la acu-
misma del capitalismo, al mundo occidental,
mulación originaria.
a cuyo desarrollo contribuyó decisivamente la
rapaz y múltiple explotación (colonial primero
A partir de tales “procesos idílicos”, el mundo y neocolonial después) que nuestros países,
occidental creció vertiginosamente, a expen- en su mayoría, no han dejado aún de padecer.
sas del resto del planeta, cuya explotación fue Autores como Spengler pueden considerar a la
imprescindible para el desarrollo de aquél. En América Latina excluida de Occidente, lo que
la propia Europa, su parte geográficamente se corresponde con el hecho de que, en el inte-
más occidental (España y Portugal), que haría rior del mundo capitalista, los nuestros no son
tan importante contribución al desarrollo capi- países explotadores, sino explotados: pero,
talista de otros países, no conocería ella mis- por eso mismo, vinculados unos y otros en
ma, sin embargo, ese desarrollo, quedando al una historia común. Independientemente del
cabo marginada de Occidente (como una zona grado de conciencia que se tuviera de ello, esa
arcaica que podría llamarse “paleoccidental”), vinculación, esas relaciones han sido esencia-
lo que afectaría de modo decisivo al destino de les y permanentes, desde los orígenes mismos
su vasto imperio colonial americano. de lo que iban a ser tanto “el mundo occiden-
Si las metrópolis ibéricas, España y Portu- tal” como “la América Latina”, que se desarro-
gal, quedaron en la periferia de Occidente, no llan a la vez, dialécticamente enlazados, a par-
es extraño que a sus colonias americanas les tir del siglo xvi. Es absurdo pretender trazar la
correspondiera destino similar. Sin embargo, historia de nuestros países con prescindencia
no le falta razón a José Luis Romero cuando de la de esos otros países, los “occidentales”.
habla de América como del “primer territorio ¿Pero se ha visto con bastante claridad que
occidentalizado metódicamente”. No solo por también es imposible trazar la verdadera his-
232 Pensamiento anticolonial de nuestra América
dentalización de América de que hablaría José do’”: el hombre que vino a ocupar en muchas
Luis Romero. zonas de América el lugar del indio en vías de
La primera visión que en estas tierras se tie- extinción, “dándole a él también calidad de in-
ne de lo que iba a ser el mundo occidental, es dígena esclavizado”14. La visión que estos otros
la visión de aquella “hecatombe”, de aquel “ca- antecesores de los latinoamericanos actuales
taclismo”: la visión que pudieron transmitir los tienen del mundo occidental apenas difiere,
sobrevivientes de aquellos aborígenes a quie- naturalmente, de la de los otros “vencidos”,
nes llamaría paleolatinoamericanos, de no ser los aborígenes americanos, aunque tuvo aún
el nombre tan paquidérmico. Poco ha llegado menos ocasión de ser documentada, y se halla
a la posteridad de esa inicial visión indígena: desperdigada en cantos y plegarias. Pasado el
en las páginas piadosas y enérgicas de hombres primer tercio del siglo xix, un esclavo negro cu-
como Bernardino de Sahagún; en textos como bano de gran talento, Juan Francisco Manzano,
los que compilara Miguel León Portilla en los li- escribirá su autobiografía, donde se continúa
bros Visión de los vencidos (1959) y El reverso esa dolorosa visión.
de la conquista (1964). Es la imagen del espan- Sobre estas comunidades indígenas –la del
to y del horror que van sembrando a lo largo de indio autóctono; la del negro, “indígena ‘im-
un continente aquellos a quienes los sitiados en
Tenochtitlan llaman los “popolocas”; o como
traduce el padre Garibay: los bárbaros. 14 Alejandro Lipschütz: Perfil de Indoamérica de
Pero si a algunos pueden parecer escan- nuestro tiempo. Antología 1937-1962 [1968]. La Haba-
dalosas las palabras en que Martí se refiere a na, 1972, p. 91. La “presencia negra en el Nuevo Mun-
los indígenas americanos como nuestros pri- do”, como diría José Luciano Franco, es capital para
el desarrollo ulterior no solo de nuestra América, sino
meros antecesores, más escandalosas aún les
también de Europa y África. De hecho, a raíz de 1492 se
parecerán a muchos las palabras en que Ale- abre lo que Fernando Ortiz ha llamado “ese gran remo-
jandro Lipschütz llama al negro africano traído lino social, de blancos, bermejos y negros, con que se
a América como esclavo el “indígena ‘importa- inicia la occidentalización de tres continentes, con el
océano Atlántico, de polo a polo, como su articulación
vertebral”. F.O.: “La ‘leyenda negra’ contra Fray Barto-
na, I. Antiguas culturas precolombinas, trad. de Jose- lomé”, Cuadernos Americanos, septiembre-octubre de
fina Oliva de Coll, Madrid, 1971, p. 63. 1952, pp. 158-159.
Nuestra América y Occidente 235
15 Cf. José Juan Arrom, “Criollo: definición y matices 16 Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el
de un concepto”, Certidumbre de América, 2º ed. au- reino de la Nueva España, 6º ed. castellana, tomo II,
mentada, Madrid, 1971. México, 1941, p. 118.
236 Pensamiento anticolonial de nuestra América
tana (en este caso, la cubana frente a la espa- el pueblo haitiano formas económicas e ideo-
ñola) como José Antonio Saco. Aunque en él lógicas más cercanas a África que a Occidente
el concepto de nacionalidad cubana excluía (formas que estudiarían después amorosamen-
a los negros, a los que llama siempre “africa- te sus más agudos intelectuales)20, hasta que
nos” (a pesar de ser la mitad de la población Occidente, bajo la forma de desembarcos de
del país), lo que no deja de hacer pensar, mu- infantes de marina estadunidenses, lo hizo vol-
tatis mutandis, en pensadores de otras zonas ver al redil, esta vez en calidad de neocolonia.
americanas, como muchos del Cono Sur, con la Así, el primer país latinoamericano en obtener
consiguiente demanda, en ambos casos, de in- su independencia recorrería, a pesar de su vi-
migración “blanca”; sin embargo, tal concepto gorosa originalidad, un camino similar al de los
defendido tenazmente por Saco, por insuficien- otros países de nuestra América.
te que fuera, no llegó a cuajar en el patriciado El segundo momento en el proceso de inde-
de las colonias inglesas y holandesas del área, pendencia de nuestra América es la separación
y contribuye a explicar la distinta evolución de las colonias ibéricas continentales. También
histórica de estas últimas en relación con las aquí Napoleón desempeñará un papel impor-
Antillas de lengua española. tante: ocupada la península ibérica por sus
Pero si tales fueron entonces las reacciones tropas (a las que el pueblo español hostigará
del patriciado criollo antillano frente a la Revo- heroicamente con sus “guerrillas”, aportando
lución Haitiana, muy otra sería, por supuesto, de paso este vocablo al mundo), las colonias
la fervorosa actitud de los esclavos. Primer país iberoamericanas empiezan a desgajarse de sus
negro libre del mundo moderno, el formidable metrópolis por distintas vías: violentas en el
ejemplo de Haití desbordaría las fronteras no caso de Hispanoamérica, evolutivas en el de
solo de nuestra América, sino del Continente Brasil. En esencia, aunque habrá proyectos aún
todo, llegando a conmover a la propia África. más radicales, se asiste entonces a los intentos
Por otra parte, el cese de la esclavitud y la des- de burguesías nacientes por cortar sus vínculos
trucción del sistema de plantación en Haití, la con naciones atrasadas, España y Portugal, y
ruptura de sus vínculos políticos con Francia y
el feroz bloqueo a que esta (auxiliada por otras
20 Cf. Jean Price-Mars, Así habló el tío [1928], La
metrópolis) lo sometió hicieron reactualizar en Habana, 1968.
240 Pensamiento anticolonial de nuestra América
visiblemente en la epidermis; esta desemejanza mente de las viejas metrópolis y asumir otra
trae un reato de la mayor trascendencia. filiación: no quieren ser ya españoles o portu-
gueses de Ultramar, porque pretenden ser oc-
La hazaña bolivariana va acompañada, pues, cidentales de Ultramar. Y no solo en cuanto a
por un pensamiento cuya fuerza fermental aún los métodos a emplear, en lo que tenían razón
no se ha agotado. Lo veremos adquirir nuevo (la historia demostraría que no hay otra vía de
ímpetu en Bilbao, en Martí e incluso en nues- desarrollo capitalista que la seguida por Oc-
tros días. Por ello no es extraño que durante el cidente), sino en cuanto a ser Occidente, sin
siglo xix encontrara resonancia en pensadores más diferencia que la de encontrarse del otro
radicales preocupados por subrayar tanto la lado del océano. Por supuesto, la problemáti-
necesidad de la unión latinoamericana como la ca específica de cada zona pesará fuertemente
especificidad de nuestra América. en el pensamiento de estos hombres y en su
Pero el conjunto de los pensadores repre- planteo sobre la relación de nuestra América
sentativos de la etapa de organización de las con el mundo occidental. La situación no será
repúblicas latinoamericanas mostrará por lo la misma en países de rico sustrato indígena
general otro rostro. Ya había sido dejado atrás que en países donde no se dio esa realidad,
el proyecto de unidad continental. Ahora ha- como los del Cono Sur, por añadidura pobres
bía que proponerse un proyecto más modesto, durante la colonia y requeridos de mano de
aunque necesario: el de impulsar las burgue- obra para desarrollarse. En el primer caso
sías nacionales en las repúblicas nacidas de (aunque no faltaran ejemplos de ello en las
la fragmentación del mundo colonial ibérico. oligarquías desarraigadas)22, no era fácil a sus
Pero ¿cuáles burguesías? Estos hombres dan pensadores representativos considerarse sin
a ratos la impresión pirandelliana de ser pen- más “occidentales”; en el segundo, en cambio,
sadores burgueses en busca de su burguesía la tentación parecía muy fuerte.
nacional. Las desvencijadas metrópolis no
podían ofrecerles ejemplos en este orden,
porque tampoco habían conocido desarrollo 22 Cf. a ese respecto algunos ejemplos en el libro de
Gastón García Cantú El pensamiento de la reacción
de sus burguesías. Ello aviva en aquellos pen- mexicana. Historia documental 1810-1962, Méxi-
sadores su voluntad de separarse definitiva- co, 1965.
242 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Ya Andrés Bello (quien, como se sabe, no el hombre [es] apenas superior a los brutos”.
practicó el antiespañolismo primario de mu- Este planteo alcanzará su formulación arquetí-
chos de estos hombres) dirá explícitamente en pica en nuestra América en 1845, cuando el ar-
1844 que “la misión civilizadora que camina – gentino Domingo Faustino Sarmiento publique
como el sol– de Oriente a Occidente, y de que su Civilización y barbarie. No es menester
Roma fue el agente más poderoso en el mundo glosar esta obra clásica, suficientemente cono-
antiguo, la España la ejerció sobre un mundo cida25. Pero sí decir que no es posible aceptar,
occidental más distante y más vasto”23. Por una como se ha sostenido, que ella implique tan
parte, es difícil no ver aquí una réplica a Hegel, solo la ideología de una burguesía emprende-
quien había planteado que “la historia univer- dora, llevada naturalmente a rechazar las pe-
sal va de Oriente a Occidente”, pero también sadas sobrevivencias feudales que entrababan
que “Europa es absolutamente el término de la su desarrollo, entonces progresista. Si tal fuera
historia universal”24; por otra parte, para Bello la verdad, quizá este enérgico texto sería irre-
es bien clara nuestra relación con el mundo oc- prochable. Solo que “civilización”, término que
cidental: no somos sino “un mundo occidental un siglo atrás el mundo occidental ha forjado
más distante y más vasto”. Y así, como partes para nombrarse de la mejor manera a sí mis-
de un todo privilegiado, la providencia nos ha mo26, es aquí lo occidental (no solo los métodos
separado del resto de la humanidad: “compa-
remos”, dice en 1843, “a la Europa y a nuestra
afortunada América con los sombríos imperios 25 Comenté esta obra, y otras de Sarmiento (y simi-
lares), en trabajos como “Caliban” y “Algunos usos
del Asia [...] o con las hordas africanas en que
de civilización y barbarie”. Ambos se recogen en este
libro.
26 A este término dedicó Lucien Febvre su trabajo
23 Andrés Bello, “Investigaciones sobre la influencia “Civilisation: évolution d’un mot et d’un grupe d’idées”
de la conquista y del sistema colonial de los españoles [1929], Pour une histoire à part entière, París, 1962,
en Chile” [1844], Antología del pensamiento de lengua que ha sido complementado en “Civilisation. Contri-
española en la Edad Contemporánea, introducción y bution á l’histoire du mot” [1954]: Problèmes de lin-
selección de José Gaos, México, 1945, p. 195. guistique générale, París, 1966, por Émile Benveniste,
24 Georg Wilhelm Friedrich Hegel, op. cit. en nota 3, quien llama allí con acierto “civilización” a “una de esas
I, 210. palabras que inculcan una visión nueva del mundo”. El
Nuestra América y Occidente 243
occidentales); mientras que “barbarie”, en este ción del mundo está sujeta a revoluciones que
caso, no son solo las sobrevivencias precapita- reconocen leyes inmutables; las razas fuertes ex-
listas, sino también las persistentes y origina- terminan a las débiles, los pueblos civilizados su-
les realidades americanas. Sarmiento, figura plantan en la posesión de la tierra a los salvajes.
contradictoria, pero llena siempre de brusca
y plausible sinceridad, no lo ha de ocultar: en Estos criterios los expondrá por la época de
su libro Conflicto y armonías de las razas en Civilización y barbarie, con no menor clari-
América (1883), escribirá: “en el Conflicto de dad, otro prohombre del liberalismo argenti-
las razas, quiero volver a reproducir, corregida no: Juan Bautista Alberdi, en sus Bases y pun-
y mejorada, la teoría de Civilización y barba- tos de partida para la organización política
rie”. Dejemos que el propio Sarmiento nos ex- de la República Argentina (1852). “Las repú-
ponga, en sus claras palabras, esa teoría “corre- blicas de la América del Sur”, dice allí Alberdi,
gida y mejorada”: “son producto y testimonio vivo de la acción
de la Europa en América. Lo que llamamos
Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofo- América independiente no es más que la Eu-
car civilizaciones nacientes, conquistar pueblos ropa establecida en América [...] Todo en la
que están en posesión de un terreno privilegiado; civilización en nuestro suelo es europeo [...]”.
pero gracias a esta injusticia, la América, en lugar Y más adelante: “nosotros, los que nos llama-
de permanecer abandonada a los salvajes, inca- mos americanos, no somos otra cosa que eu-
paces de progreso, está ocupada hoy por la raza ropeos nacidos en América. Cráneo, sangre,
caucásica, la más perfecta, la más inteligente, la color, todo es de fuera”. En cuanto a la nueva
más bella y la más progresiva de las que pueblan filiación a que se aspira:
la tierra; merced a estas injusticias, la Oceanía
se llena de pueblos civilizados, el Asia empieza
Con la Revolución americana acabó la acción de
a moverse bajo el impulso europeo, el África ve
la Europa española en este continente; pero tomó
renacer en sus costas los tiempos de Cartago y
su lugar la acción de la Europa anglosajona y
los días gloriosos del Egipto. Así pues, la pobla-
francesa. Los americanos de hoy somos europeos
que hemos cambiado de maestros: a la inicia-
término apareció a mediados del siglo xviii, primero en tiva española ha sucedido la inglesa y francesa.
Francia y poco después en Inglaterra. Pero siempre es la Europa la obrera de nuestra
244 Pensamiento anticolonial de nuestra América
civilización [...] La Europa de estos días no hace lleve apellido pehuenche o araucano [...] ¿Quién
otra cosa en América que completar la obra de la conoce caballero entre nosotros que haga alarde
Europa de la media edad [...] // Es tiempo de re- de ser indio neto? ¿Quién casaría a su hermana
conocer esta ley de nuestro progreso americano, o a su hija con un infanzón de la Araucania y no
y volver a llamar en socorro de nuestra cultura mil veces con un zapatero inglés? //En América,
incompleta a esa Europa que hemos combatido y todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más
vencido en los campos de batalla. división que esta: 1º, el indígena, el salvaje; 2º, el
europeo, es decir, nosotros [...]
Ello implica, naturalmente, entrar en contra-
dicción con la obra y el pensamiento de los li- Estos pensadores sudamericanos de aspira-
bertadores. Alberdi lo reconoce explícitamente: ción burguesa llegaron pues a hacer suya de
tal manera la ideología de las burguesías de
Los libertadores de 1810 [...] nos enseñaron a de- los países capitalistas desarrollados, que in-
testar bajo el nombre de europeo a todo el que troyectaron plenamente incluso aspectos de
no había nacido en América [...] la cuestión de esa ideología como el racismo y el consiguien-
guerra se estableció en estos términos: Europa y te desprecio por los pueblos no occidentales
América, el viejo mundo y el mundo de Colón [...]
(que en este caso resultaban ser nuestros pro-
En su tiempo esos odios fueron resortes útiles y
pios pueblos): racismo y desprecio imprescin-
oportunos; hoy son preocupaciones aciagas a la
prosperidad de este país. dibles para facilitar la tarea conquistadora y
expoliadora que había realizado y continuaba
Por supuesto, a fuer de europeo nacido en realizando Occidente27, esta vez con la colabo-
América, Alberdi mostrará hacia los aboríge-
nes americanos un odio y un desprecio carac-
terísticamente occidentales: 27 “El prejuicio racial, tal como existe en el mundo
actualmente, es casi exclusivamente una actitud de
Hoy mismo, bajo la independencia, el indígena los blancos, y tuvo sus orígenes en la necesidad de los
conquistadores europeos del siglo xvi en adelante de
no figura ni compone mundo en nuestra sociedad
racionalizar y justificar el robo, la esclavitud y la con-
política y civil [...] El indígena nos hace justicia: tinua explotación de sus víctimas de color en todo el
nos llama españoles hasta el día. No conozco mundo”. Paul Baran y Paul M. Sweezy, Capital mono-
persona distinguida de nuestras sociedades que polístico. Un ensayo sobre la estructura socioeconó-
Nuestra América y Occidente 245
ración más o menos voluntaria de pensadores Lastarria y Francisco Bilbao. El primero dedicó
locales inficionados de tales ideas. Entre ellos, la parte inicial de su libro La América (1865)
los más consecuentes con esta aberración pro- precisamente al tema “América y Europa”. Y
ceden, cuando tienen poder para hacerlo, a aunque también él cree en una relativa identifi-
exterminar físicamente a sus pueblos (indios, cación entre ellas (“ambos continentes están al
gauchos) e importar metropolitanos. El clási- frente de la civilización moderna y ambos son
co apotegma de Alberdi: “En América gobernar enteramente solidarios en la empresa de pro-
es poblar”, hay que entenderlo como poblar de pagar esta civilización”), no deja de señalar las
“occidentales”, y despoblar de aborígenes... relaciones verdaderas:
Junto a estos gravísimos desenfoques, que
lamentablemente fueron la norma en demasia- La América conoce a la Europa, la estudia sin
dos países, existieron actitudes bien distintas cesar, la sigue paso a paso y la imita como a su
entre los pensadores latinoamericanos de esta modelo; pero la Europa no conoce a la América
etapa de organización, al considerar nuestra re- y antes bien la desdeña y aparta de ella su vis-
lación con el mundo occidental. Y no solo en el ta, como de un hijo perdido del cual ya no hay
México del indio Juárez, quien al hacer frente a esperanza. Un solo interés europeo, el interés in-
las tropas de Maximiliano, difícilmente hubiera dustrial, es el que presta atención a la América, el
suscrito la sugerencia de Alberdi de que debía- que se toma la pensión de recoger algunos datos
mos dar “espontáneamente a la civilización el estadísticos sobre las producciones y los consu-
mos del Nuevo Mundo, sobre los puertos, las pla-
goce de este suelo”, o su idea de que “ya Amé-
zas comerciales y los centros de población de los
rica está conquistada, es europea, y, por lo mis-
que pueda sacar más provecho. Pero los agentes
mo, inconquistable”. En el propio Cono Sur se de aquel interés, es decir los mercaderes de Bir-
mantuvieron ideas mucho más saludables para mingham, de Manchester y Glasgow, de Hambur-
el destino de nuestra América. Baste recordar go, del Havre y de Burdeos, de Cádiz y de Géno-
algunas obras de los chilenos José Victorino va, llegan a la América creyendo que arriban a un
país salvaje, y aunque pronto se persuadan de que
hay acá pueblos civilizados, no consienten jamás
mica norteamericana, México, 1968, pp. 199-200. Se en creer que los americanos se hallan a la altura
trata pues, de uno de los más significativos aportes de de los europeos y los suponen colocados en un
Occidente al mundo.
246 Pensamiento anticolonial de nuestra América
grado inferior. El interés industrial domina des- cos! ¿Por qué no colonizáis vuestra tierra con
de entonces completamente la vida del europeo sus propios hijos, con vuestros propios herma-
en América, y por larga que sea aquí su mansión, nos, con sus actuales habitantes, con los que
jamás llega a comprender los intereses sociales y deben ser sus poseedores y propietarios?”. Con
políticos del pueblo en donde hace su negocio, y
angustiada urgencia, expone:
siempre está dispuesto a servir solo a su negocio,
poniéndose de parte del que le da seguridad para
sus ganancias, aunque sea a costa de los más sa- Nuestro derecho a la tierra, nuestro derecho de
grados intereses del pueblo que le compra o le gobierno, nuestra independencia, nuestra liber-
vende. He aquí el único lazo que hay entre la Eu- tad, nuestro modo de ser, nuestras esperanzas,
ropa y la América ibera. He ahí el único interés nuestra dignidad, nuestro honor de hombres li-
que los gobiernos europeos amparan y protegen, bres, todo es hoy amenazado por la Europa. ¡La
el único que su diplomacia y sus cañones han ser- conquista otra vez se presenta! ¡La conquista del
vido hasta ahora, el único que los inspira en sus Nuevo Mundo! Las viejas naciones piráticas se
relaciones con los gobiernos de la América que han dividido el Continente, y debemos unirnos
ellos llaman bárbaros y salvajes. para salvar la civilización americana de la inva-
sión bárbara de Europa.
centro. [...]. El viejo mundo ha proclamado la ci- miento libre, a la soberanía universal, al culto de
vilización de la riqueza, de lo útil, del confort, de la justicia con nosotros mismos, con los pobres,
la fuerza, del éxito, del materialismo. Esa es la ci- con los indios”, y censura de nuevo “la coloni-
vilización que rechazamos. Ese es el enemigo que zación del país con extranjeros, cuando los hi-
tememos que penetre en los espíritus de América,
jos del país se mueren de hambre”, así como “el
verdadera vanguardia de traición, para preparar
desconocimiento y negación del derecho de los
la conquista y la desesperación de la República.
[...] En este siglo xix que, según los escritores de hombres libres, llamados los indígenas, y la su-
pacotilla que repiten vulgaridades aceptadas, no prema injusticia, la crueldad hasta la extermina-
es ya el siglo de las conquistas [...] estas viejas na- ción que con ellos se practica”. Al final, el radi-
ciones que se titulan grandes potencias dicen que calismo apasionado de este demócrata, después
civilizan, conquistando. Son tan estúpidas, que en de vituperar al “monarquista, papista, jesuíta,
esa frase nos revelan lo que entienden por civi- católico, imperialista, aristócrata, esclavócrata”
lización. [...] Os habéis, pues, revelado, grandes que habla “de libertad y derecho y de justicia”,
potencias, grandes prostitutas, a quienes hemos reclama “otro mundo, otro tiempo, otra vida”.
de ver arrastradas a los pies de la Revolución o
de la barbarie, por su barbarie o su mentira. [...]
Sí, sería otro tiempo –este– el que haría justicia
Francia, que tanto hemos amado, ¿qué has he-
a Bilbao. Por desgracia, en su época acabó por
cho? [...] Conquistar a Argelia, saquear en China,
traicionar y bombardear en México [...] La Ingla- prevalecer aquella “vanguardia de traición para
terra [...] ¿qué hace en la India la libre nación de preparar la conquista y la desesperación de la
las pelucas empolvadas y de los lores rapaces? República” que él temiera, aunque no necesa-
[...] Atrás, pues, lo que se llama civilización euro- riamente en la forma de la ocupación directa. Y
pea. La Europa no puede civilizarse y quieren que los pensadores que cumplieron esa tarea (sean
nos civilicen. cuales fueren sus méritos, a veces grandes, en
otros órdenes), sentaron las bases ideológicas,
Bilbao continúa argumentando no solo contra y a menudo prácticas, para que nuestra Améri-
“el enemigo externo”, sino también contra “el ca fuese colonizada de nuevo: ya no por nacio-
elemento de alianza que pueda encontrar” en nes atrasadas (¡vade retro!) sino por naciones
“el elemento interno”, el cual “consta de todo verdaderamente occidentales, como Inglaterra
aquello que sea contrario a la religión del pensa- y los Estados Unidos, y conservando los atri-
248 Pensamiento anticolonial de nuestra América
butos formales de la independencia. Esa nueva diciones bien distintas a aquella: ya Cuba no
forma de colonialismo que se inicia, como tan- estaría obligada solo a combatir contra un país
tas cosas, en nuestra América, sería conocida paleoccidental como España, sino además
como neocolonialismo. a detener la amenaza del país que se alzaba
como la cabeza más nueva y emprendedora de
Occidente: el país que imantó el pensamien-
Hacia la segunda independencia to liberal hispanoamericano, llevó a Andrés
Bello a llamarlo “nuestro modelo bajo tantos
Ya estaba avanzado en nuestra América este respectos”, hizo exclamar a Sarmiento en la
proceso cuando José Martí, al comentar en Argentina y a Justo Sierra en México que de-
1889 la primera conferencia panamericana en bíamos convertirnos en los Estados Unidos
Wáshington, escribía: “de la tiranía de Espa- del Sur; y había pasado a ser, a finales del siglo
ña supo salvarse la América española; y aho- xix, la más poderosa encarnación del mundo
ra [...] urge decir, porque es la verdad, que ha occidental y el más formidable valladar con-
llegado para la América española la hora de tra el proyecto de que nuestra América cuajara
declarar su segunda independencia”. Martí ha- como una realidad suficiente. En medida con-
bía sabido ver con claridad cómo “un pueblo siderable, hablar desde entonces de la Améri-
de intereses distintos, composición híbrida y ca Latina y el mundo occidental, será hablar
problemas pavorosos” intentaba “ensayar en de nuestra relación con los Estados Unidos: la
pueblos libres su sistema de colonización”. A nación que en 1776 proclamara, por vez prime-
diferencia de los países hispanoamericanos ra en América, su derecho a la independencia
continentales, para esa fecha Cuba y Puerto y realizara una gran revolución anticolonial
Rico tenían aún por delante la obtención de su (aunque conservando la esclavitud), y apenas
independencia, y Martí habría de preparar la un siglo después despuntaba como el nuevo
guerra que debía hacerla posible. Esa guerra amo de los países de la otra América. Habien-
sería, según su propia imagen, la estrofa final do vivido en los Estados Unidos desde 1880, y
del poema de 1810; pero, al haber transcurri- habiendo detectado con claridad lo inminente
do casi un siglo entre la guerra bolivariana y de la agresión imperialista, Martí escribiría a
la martiana, esta última se realizaría en con- su amigo mexicano Manuel Mercado, el 18 de
Nuestra América y Occidente 249
mayo de 1895, la víspera de morir en el campo con el advenimiento de los europeos un pueblo
de batalla, que su tarea había sido y sería extraño, no español, porque la savia nueva recha-
za el cuerpo viejo; no indígena, porque se ha sufri-
impedir a tiempo con la independencia de Cuba que do la injerencia de una civilización devastadora,
se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y dos palabras que, siendo un antagonismo, consti-
caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras tuyen un proceso; se creó un pueblo mestizo en
de América [...] impedir que en Cuba se abra, por la la forma [...]
anexión de los imperialistas de allá y los españoles,
el camino que se ha de cegar, y con nuestra sangre En 1884, Martí denuncia
estamos cegando, de la anexión de los pueblos de
nuestra América al Norte revuelto y brutal que los el pretexto de que la civilización, que es el nom-
desprecia [...] Viví en el monstruo y le conozco las bre vulgar con que corre el estado actual del hom-
entrañas: –y mi honda es la de David. bre europeo, tiene derecho natural de apoderarse
de la tierra ajena, perteneciente a la barbarie, que
Tan desafiante programa coronaba la medita- es el nombre que los que desean la tierra ajena
ción y la práctica radicalmente anticolonialis- dan al estado actual de todo hombre que no es de
tas de Martí, quien había recibido en su tempra- Europa o de la América Europea [...].
na juventud lo mejor de la herencia de Varela,
Heredia, Luz y Céspedes en Cuba, y acabaría de Y entre 1889 y 1891 (es decir, en los momentos
formarse en el México democrático donde aún en que se celebran en Wáshington las primeras
estaba vivo el recuerdo de Juárez, junto a las conferencias panamericanas) da a la luz sus
grandes figuras intelectuales de la Reforma, y documentos capitales sobre la especificidad
en las lecciones bolivarianas. de nuestra América: varios textos de La Edad
En 1877, en Guatemala, Martí hace un pri- de Oro, el artículo “Vindicación de Cuba”, los
mer balance de su concepción de “nuestra artículos sobre aquellas conferencias, el dis-
América” (denominación que ya había boceta- curso “Madre América”, y sobre todo el ensa-
do en México), y explica: yo “Nuestra América”, de 1891: en este último,
verdadero manifiesto programático, resume
Interrumpida por la conquista la obra natural y apretadamente sus criterios sobre esta cues-
majestuosa de la civilización americana, se creó tión, vital en su pensamiento. Aunque ya lo ha-
250 Pensamiento anticolonial de nuestra América
bía hecho antes, allí rechazará definitivamente No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el
la falsa dicotomía sarmientina: “el mestizo au- brazo de uñas pintadas y pulseras, el brazo de Ma-
tóctono”, dirá, “ha vencido al criollo exótico. drid o de París, y dicen que no se puede alcanzar
No hay batalla entre la civilización y la bar- el árbol. Hay que cargar el barco de esos insectos
dañinos, que le roen el hueso a la patria que los
barie, sino entre la falsa erudición y la natu-
nutre [...] ¡Estos hijos de nuestra América, que ha
raleza”. Si el propio Andrés Bello había queri- de salvarse con sus indios, y va de menos a más;
do precaver a la juventud chilena, en 1848, “de estos desertores que piden fusil en los ejércitos
una servilidad excesiva a la ciencia de la civili- de la América del Norte, que ahoga en sangre a
zada Europa”, considerando que “somos ahora sus indios, y va de más a menos!
arrastrados más allá de lo justo por la influen-
cia de la Europa, a quien –al mismo tiempo que Frente a los servidores de la supuesta “civili-
nos aprovechamos de sus luces– debiéramos zación”, Martí subraya con energía los rasgos
imitar en la independencia del pensamiento”; propios de nuestra realidad histórica, y la ne-
advertencia que veríamos repetirse incluso en cesidad de que ella sea abordada con un pensa-
hombres contradictorios como Sarmiento o miento nacido de esa realidad:
Alberdi, no es extraño escuchar a Martí excla-
mar en 1891: La incapacidad no está en el país naciente, que
pide formas que se le acomoden y grandeza útil,
[...] éramos una máscara, con los calzones de In- sino en los que quieren regir pueblos originales,
glaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de de composición singular y violenta, con leyes he-
Norteamérica y la montera de España [...] Ni el redadas de cuatro siglos de práctica libre en los
Estados Unidos, de diecinueve siglos de monar-
libro europeo ni el libro yanqui daban la clave del
quía en Francia. Con un decreto de Hamilton no
enigma hispanoamericano [...] A adivinar salen los
se le para la pechada al potro del llanero. Con una
jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o france-
frase de Sieyès no se desestanca la sangre cua-
sas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen.
jada de la raza india [...] El buen gobernante en
América no es el que sabe cómo se gobierna el
La exclamación, más de una vez, lo es de ve- alemán o el francés, sino el que sabe con qué ele-
ras, y revela al hombre de acción más que al mentos está hecho su país.
mero pensador:
Nuestra América y Occidente 251
Pero a sus ojos esta tarea ya no podría ser rea- vas formas de los movimientos liberadores de
lizada en nuestra América por quienes habían hoy), hacia las grandes corrientes culturales e
renegado de nuestros pueblos, tildándolos de ideológicas discernibles en el siglo xx”28 en la
inferiores, y, so capa de civilizadores, servían América Latina.
de caballo de Troya para la nueva coloniza- La actitud de Martí, al menos parcialmente,
ción. Martí rechaza enérgicamente la añagaza sería compartida por otros demócratas revo-
racista (“no hay odio de razas, porque no hay lucionarios latinoamericanos. Por ejemplo, el
razas”, dice), y plantea con claridad: “Con los peruano Manuel González Prada, quien, a pro-
oprimidos había que hacer causa común, para pósito de la etnología, a la que llama “cómoda
afianzar el sistema opuesto a los intereses y invención [...] en manos de algunos hombres”,
hábitos de mando de los opresores”. “Con los expresa: “donde se lee barbarie humana tra-
oprimidos”, “con los pobres de la tierra” se le- dúzcase hombre sin pellejo blanco”29.
vanta esta visión nueva, radical, insuperada de Pero la obra martiana (como, en cierta for-
nuestra América: ya no es la suya la visión de ma, la de González Prada), aunque admirada
un pensador de aspiración burguesa, sino de por su hermosura, resultó demasiado avanzada
un demócrata revolucionario extremadamente para su circunstancia: habría que esperar a la
radical, portavoz de las clases populares, que inserción orgánica del materialismo dialéctico
inaugura una nueva etapa en la historia y en e histórico en nuestra América, varias décadas
el pensamiento de nuestra América. Por ello más tarde, para que su tarea fuera plenamen-
podrá decir Noël Salomon no solo que “fue el te entendida y continuada. Durante el primer
cubano José Martí, sin duda alguna, el primero cuarto del siglo xx, sería el pensamiento de
que construyó línea a línea una teoría conse-
cuente y coherente de la personalidad hispa-
noamericana capaz de afirmarse por sí misma, 28 Noël Salomon, “José Martí et la prise de conscien-
ajena a los modelos exteriores”, sino también ce latinoaméricaine”, Cuba Sí, Nº 35-36, 4to. trimestre
1970 1º trimestre 1971, p. 3.
que de él “data, en verdad, la “toma de con-
ciencia” que ha derivado, en relación con un 29 Manuel González Prada, “Nuestros indios” [1904],
Ensayos escogidos, selección y prólogo de Augusto Sa-
vasto movimiento histórico (de la Revolución
lazar Bondy, 3º ed. revisada y aumentada, Lima, 1970,
Mexicana a la Revolución Cubana y a las nue- p. 62.
252 Pensamiento anticolonial de nuestra América
mos justificación: sería preferible dejar desiertas que constituye una mayoría real) no requieren
nuestras altiplanicies y nuestras pampas, si solo argumentar esa realidad obvia: herederos di-
hubieran de servir para que en ellas se multipli- rectos de las primeras víctimas de lo que Martí
caran los dolores humanos [...] que la codicia y la llamó “civilización devastadora”, sobreviven a
soberbia infligen al débil y al hambriento. la destrucción de sus civilizaciones como prue-
bas vivientes de la bárbara irrupción de otra
Enfrentado a un panorama histórico bien dis- civilización en estas tierras.
tinto del mexicano (que todavía en 1938 podía Los americanos descendientes directos de
mostrar el gallardo gesto nacionalizador de Lá- africanos, que ya habían realizado la hazaña
zaro Cárdenas), el argentino Ezequiel Martínez haitiana, defendieron brillantemente en 1889,
Estrada inicia con Radiografía de la pampa por boca del angloantillano J.J. Thomas, autor
(1933) un enjuiciamiento crítico de la Argenti- de Froudacity, su plena capacidad para parti-
na –el país donde los Sarmiento, los Mitre, e cipar creadoramente en la civilización traída a
incluso en pleno siglo xx figuras progresistas en América por europeos. Pero el siglo xx verá no
otros órdenes, se habían considerado represen- la argumentación de que los negros america-
tantes de la “civilización” contra la “barbarie”–, nos son capaces de incorporarse al mundo oc-
que lo llevaría a escribir en su libro Diferencias cidental, sino la proclamación abierta de que
y semejanzas entre los países de la América rechazan esa incorporación, por considerarse
Latina (1962): “No somos europeos sino en los portadores de otra civilización, representan-
abonos artificiales, o en las zonas corticales”. tes de un mundo diferente. Otro angloantilla-
La idea de que los latinoamericanos verda- no. T. Albert Marrishow, expondrá esta idea
deros “no somos europeos”, es decir “occiden- en un panfleto de 1917, Ciclos de civilización,
tales”, ya había encontrado sostenedores enér- donde se anticipa a lo que Spengler acuñará
gicos, sobre todo entre los voceros de comu- después como “decadencia de Occidente”,
nidades americanas tan visiblemente no “occi- pero añade el anuncio de un próximo ciclo
dentales” como los descendientes directos de de civilización con predominio africano. Y el
los aborígenes y de los africanos. Los grandes jamaicano Marcus Garvey, el más relevante
enclaves indígenas en nuestra América (que de estos antillanos y el primero de ellos en
en algunos países son una “minoría nacional” alcanzar repercusión universal, lanzará a los
Nuestra América y Occidente 255
negros del mundo entero su consigna de re- En lo que toca al fundamental aporte ne-
greso a África. gro a ese mundo latinoamericano (“Traemos /
Estos planteos, como en otro orden los de nuestro rasgo al perfil definitivo de América”,
Martí, no podían ser plenamente entendidos has- dirá en 1931 el poeta Nicolás Guillén), aunque
ta que no encarnara y se desarrollara en nuestra se escribirán trabajos de la importancia de los
América el materialismo dialéctico e histórico, del cubano Fernando Ortiz, el brasileño Gilber-
en la tercera década de este siglo. Será a partir de to Freyre y el venezolano Miguel Acosta Saig-
entonces cuando, avanzando en la dirección se- nes, la sobrevivencia de la terca obstinación
ñalada por el demócrata revolucionario González de las oligarquías “civilizadas” locales en negar
Prada, Mariátegui escriba que “el problema del aquel aporte, a fin de hacerse admitir como su-
indio” es un “problema económico social”; y que cursales decentes por las metrópolis, llevaría,
“la suposición de que el problema indígena es un explicablemente, a desarrollar planteos como
problema étnico se nutre del más envejecido re- los iniciados por Marrishow y Garvey: planteos
pertorio de ideas imperialistas. El concepto de las que Frantz Fanon, con aguda visión de revolu-
razas inferiores sirvió al Occidente blanco para cionario, colocaría en su justa luz: “Que haya
su obra de expansión y conquista”31. Y Alejandro un pueblo africano,” dice Fanon, “lo creo; que
Lipschütz explicará que una correcta política de haya un pueblo antillano, lo creo. Pero cuan-
las nacionalidades permitirá la plena inserción de do se me hable de ‘ese pueblo negro’, trato
las comunidades autóctonas en el mundo latino- de comprender. Entonces, desgraciadamente,
americano moderno, al mismo tiempo que ellas comprendo que hay allí una fuente de conflic-
conservarán sus respectivas culturas32. tos. Entonces trato de destruir esa fuente”. Y
más adelante: “Parece [...] que el antillano, des-
pués del gran error blanco, está en vías de vivir
31 José Carlos Mariátegui, “El problema del indio” ahora el gran espejismo negro”33.
[1928], op. cit. en nota 8, pp. 23 y 28. Un considerable de-
sarrollo de este enfoque ofrece Ricardo Pozas en Los in-
dios en las clases sociales de México, La Habana, 1971.
32 Cf. Alejandro Lipschütz, Marx y Lenin en la Amé- 33 Frantz Fanon, “Antillais et africains”, Pour la Révo-
rica Latina y los problemas indigenistas, La Habana, lution Africaine (Écrits politiques), París, 1964, pp. 28
1974, passim. y 36.
256 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Indios y negros, pues, lejos de constituir cuer- y en todos los aspectos. Estamos en la época de
pos extraños a nuestra América por no ser “occi- los monopolios, vale decir de los imperios. Los
dentales”, pertenecen a ella con pleno derecho: países latinoamericanos llegan con retardo a la
más que los extranjerizos y descastados “civiliza- competencia capitalista. Los primeros puestos,
están definitivamente asignados. El destino de
dores”. Y era natural que esto fuera plenamente
estos países, dentro del orden capitalista, es de
revelado o enfatizado por pensadores marxistas,
simples colonias34.
pues con la aparición en la Europa occidental
del marxismo, a mediados del siglo xix, y con su
Y también escribió que nuestra América “no
ulterior enriquecimiento leninista, ha surgido un
encontrará su unidad en el orden burgués. Ese
pensamiento que sienta en el banquillo al capita-
orden nos divide, forzosamente, en pequeños
lismo, es decir, al mundo occidental. Este pen-
nacionalismos. A Norteamérica sajona le toca
samiento solo podía brotar en el seno de aquel
coronar y cerrar la civilización capitalista. El
mundo, que en su desarrollo generó a su sepultu-
porvenir de la América Latina es socialista”. Lo
rero, el proletariado, y su consiguiente ideología:
que implica revelar que en el interior del mun-
pero esta no es ya una ideología occidental, sino
do occidental nuestro destino es “de simples
en todo caso posoccidental: por ello hace posi-
colonias”, y que nuestro porvenir exige salir de
ble la plena comprensión, la plena superación de
ese mundo.
Occidente, y en consecuencia dota al mundo no
Algunos comentaristas de Mariátegui han di-
occidental del instrumento idóneo para entender
cho que él era marxista pero que desarrolló cri-
cabalmente su difícil realidad y sobrepasarla. En
terios propios en relación con los problemas de
el caso de la América Latina, ello se hace paten-
nuestra América. En realidad debe decirse que
te cuando el materialismo dialéctico e histórico
de veras era marxista porque desarrolló tales
es asumido y desarrollado por figuras heráldicas
criterios. Lenin, quien enriqueció el marxismo
como el peruano José Carlos Mariátegui y los
en la época imperialista y del triunfo de la pri-
cubanos Julio Antonio Mella y Rubén Martínez
mera revolución socialista (circunstancias que
Villena. El primero escribió:
Marx y Engels no llegaron a vivir), consideraba miento socialista revolucionario podrán ser
que el alma viva del marxismo era el análisis voceros de lo más genuino de nuestra América,
concreto de las situaciones concretas. Entre mientras quienes lo rechazan aduciendo que lo
los primeros análisis de esa naturaleza relati- consideran una doctrina extraña, inadaptada a
vos a los problemas específicos de la América nuestra realidad, serán de hecho continuado-
Latina se encuentran los de hombres como res de los “civilizadores” del siglo xix: es decir,
Mariátegui, Mella, Martínez Villena, lo que les quienes sirven de cauce a nuestra sujeción al
permitió situar cabalmente a nuestros países, mundo occidental y a nuestra consiguiente ex-
a nuestra América, dentro de la problemática plotación por el imperialismo. Quizá cuando
mundial. A partir de ellos, con la formidable esto se puso de manifiesto por primera vez de
anticipación de Martí, los abordajes válidos so- una manera más visible fue en la polémica que
bre la ubicación de la América Latina ya no se sostuvo Mella contra las pretensiones apris-
harán solo con respecto al “mundo occidental”, tas de impugnar la aplicación del marxismo a
sino en relación con el mundo todo, del cual nuestra América. Poco después de haber parti-
Occidente es solo un capítulo, aunque un capí- cipado en el Primer Congreso Mundial Antim-
tulo inesquivable. De ahí que la aceptación o el perialista celebrado en Bruselas, escribía Mella
rechazo del materialismo dialéctico e histórico en 1928:
por los pensadores latinoamericanos no sea
en absoluto una etapa más en la historia de su Para decir que el marxismo [...] es exótico en
aceptación o rechazo de ideas “occidentales”, América hay que probar que aquí no existe pro-
sino más bien todo lo contrario. Así como los letariado; que no existe imperialismo con las ca-
“occidentalistas” rusos de 1840 eran los moder- racterísticas enunciadas por todos los marxistas;
que las fuerzas de producción en América son
nizadores frente a los rezagos feudales, pero
distintas a las de Asia, Europa, etcétera. Pero
los “occidentalistas” españoles en torno a 1920
América no es un continente de Júpiter, sino de
serán los retardatarios frente a la nueva moder- la Tierra. Y es una cosa elemental para todos los
nidad, el socialismo (para ceñirnos a dos áreas que se dicen marxistas [...] que la aplicación de
europeas periféricas), de modo similar, los la- sus principios es universal. Así lo han comprendi-
tinoamericanos que a partir de la Revolución do los obreros de América cuando, mucho antes
de Octubre abrazan creadoramente el pensa- de que se escribiera el nombre del “ARPA” [sic],
258 Pensamiento anticolonial de nuestra América
habían fundado grandes partidos proletarios (so- influjo vivificador, el cual los lleva, en primer
cialista, comunista, laborista, etcétera) basados lugar, a descubrir la condición dependiente de
en la aplicación del marxismo en América35. nuestro pensamiento, secuela de otras depen-
dencias, y el melancólico carácter de sucursal
Así hemos entrado en los tiempos presentes, de muchas de nuestras ideas (“sucursal de la
los de nuestros contemporáneos. Al preguntar- civilización moderna” nos llamó, con entusias-
se ellos por la relación de la América Latina con mo comercial, Sarmiento), lo que en no pocos
el mundo occidental, encontraremos a quienes, puntos nos acerca a otras zonas coloniales o
de hecho, siguen manifestándose como ibéri- semicoloniales de la Tierra. Ello se hace pa-
cos de Ultramar, o, en mayor medida, como tente, por ejemplo, en la evolución de filósofos
occidentales de Ultramar (enfatizando nuestra como el mexicano Leopoldo Zea y el peruano
identificación sea con la Europa occidental, Augusto Salazar Bondy. El primero, ahincada-
sea con los Estados Unidos); y también a quie- mente preocupado por la genuinidad del pen-
nes insisten en considerar a determinados nú- samiento de nuestra América y su ubicación
cleos de latinoamericanos (sobre todo indios o con respecto al mundo, sobre todo el mundo
negros) como cortados de la historia común. occidental (América como conciencia, 1953;
Pero tales planteos (a pesar de lo brillantes que América en la conciencia de Europa, 1955;
algunos, por excepción, puedan parecer) no América en la historia, 1957; Latinoamérica
son sino sobrevivencias de visiones viejas. Solo y el mundo, 1960), escribe en una obra reciente
aquella perspectiva posoccidental; solo aquella (Dependencia y liberación en la cultura lati-
inserción verdadera de la realidad latinoameri- noamericana, México, 1974): “el problema es
cana en la del mundo todo, permite el abordaje saber a qué tipo de universalismo se arriba, a
justo del problema. qué tipo de apertura. ¿Al universalismo y aper-
Tal perspectiva es lo que da valor al pensa- tura propios del neocolonialismo, o al univer-
miento de autores que, aunque no la asuman salismo y apertura a que aspiran pueblos como
plenamente, han sentido de alguna manera su los nuestros?”. Y también:
35 Julio Antonio Mella “¿Qué es el ARPA?” [1928], Do- Se habló de libertad de los mares y libertad de
cumentos y artículos, La Habana, 1975, p. 378. comercio, como ahora de libertad de inversión,
Nuestra América y Occidente 259
para afirmar el derecho de unos intereses sobre estrechamente, quedó truncada por su tempra-
otros. Esto es la libertad como instrumento de na muerte a principios de 1974 (v. el número
dominación, la libertad como justificación de que le dedicara la revista Textual en diciembre
quienes en su nombre afirmaron y afirman sus de ese año).
intereses, justificando en nombre de la libertad
Una evolución en cierta forma similar a la
crímenes en Asia, en África y en nuestra América.
de estos hombres es la del brasileño Darcy
El liberalismo, paradójicamente, como filosofía
de la dominación. Ribeiro, quien ha abordado el problema no a
partir de la filosofía sino de la antropología, en
una de las obras más ambiciosas publicadas en
Salazar Bondy, después de una destacada ca-
nuestra América durante estos años: la “serie
rrera como expositor de la filosofía occidental
de cuatro estudios de antropología de la civi-
más o menos al uso, planteó en un pequeño li-
lización en los que”, según sus palabras, “se
bro de madurez, ¿Existe una filosofía de nues-
procura repensar los caminos por los cuales
tra América? (1968): “dependientes de Espa-
los pueblos americanos llegaron a ser lo que
ña, Inglaterra o Estados Unidos, hemos sido y
son ahora, y discernir las perspectivas de de-
somos subdesarrollados –valga la expresión–
sarrollo que se les abren”. La primera parte
de estas potencias y, consecuentemente, países
del segundo de estos estudios seminales (Las
con una cultura de dominación”. Y también:
Américas y la civilización, 1969) está entera-
mente consagrada a “La civilización occidental
[...] el problema de nuestra filosofía es la inauten-
ticidad. La inautenticidad se enraiza en nuestra y nosotros”: allí pasa revista a “las teorías del
condición histórica de países subdesarrollados y atraso y del progreso”, y considera después “la
dominados [...] [Pero nuestra filosofía] puede ga- expansión europea” y “la transfiguración cultu-
nar su autenticidad como parte del movimiento de ral”. Ribeiro propone para los pueblos extraeu-
superación de nuestra negatividad histórica, asu- ropeos del mundo moderno, en general, una “ti-
miéndola y esforzándose en cancelar sus raíces. pología étnico-nacional” que distingue “cuatro
grandes configuraciones histórico-culturales”:
Por desgracia, la promisoria evolución de este Pueblos Testimonios, Pueblos Nuevos, Pueblos
pensador, acuciada por el proceso revoluciona- Trasplantados y Pueblos Emergentes. Los tres
rio peruano iniciado en 1968, al que se vinculó primeros aparecen representados en nuestra
260 Pensamiento anticolonial de nuestra América
América, y en cierta forma corresponden a las ocurrido en nuestra América desde la primera
zonas que ya habían sido señaladas como “In- independencia. De hecho, tal acontecimiento
doamérica”, “Afroamérica” y “Euroamérica”: es el inicio de “la segunda independencia” re-
México y Perú serían ejemplos de la primera; clamada por Martí setenta años antes de 1959.
Brasil y Cuba, de la segunda; y Argentina y Uru- No en balde en 1953, al desencadenar el nuevo
guay, de la tercera. En partes sucesivas de su proceso revolucionario, el propio Fidel Castro
libro, Ribeiro estudia los caracteres y la mane- señalaba en José Martí a su autor intelectual.
ra de relacionarse con el mundo occidental de Y como había ocurrido ya en los tiempos de la
cada uno de esos “Pueblos” (esas zonas); y en primera independencia, cuando los dirigentes
la quinta y última parte, “Civilización y desa- de la revolución armada, y sobre todo Bolívar,
rrollo”, considera los “modelos de desarrollo y resultaban ser además los más agudos voce-
patrones de atraso”, para concluir: ros de la ideología que animaba a esa acción,
otra vez volvería a ocurrir algo similar al rom-
[...] la revolución tecnológica supone para los per la segunda independencia: hombres como
pueblos subdesarrollados, como requisito básico, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, a la vez
una revolución social interna y un enfrentamien- que encabezarían la acción armada, serían
to decisivo en la órbita internacional. Solamente
los expositores más cabales del pensamiento
por esta vía podrán arrancar de las manos de las
que crecía de consuno con aquella acción: ese
clases dominantes internas y de sus asociados
extranjeros, igualmente comprometidos con un pensamiento iba a fundir (de modo parecido
atraso que les ha sido altamente lucrativo, los a como haría para su tierra Ho Chi Minh) la
instrumentos de poder para la formulación del línea anticolonialista, nacional-revolucionaria
orden social. (representada en nuestro caso por Martí),
con el socialismo entrañado con nuestra rea-
Tales pensadores llegarían a sentir el impacto lidad, que no sería mero “calco y copia”, sino
de la Revolución Cubana, que influirá incluso esa “creación heroica” exigida y avanzada por
en hombres mayores, como Martínez Estrada, Mariátegui36, y expresaría un proceso revolu-
y por supuesto en autores más jóvenes, enri-
queciendo sus obras con la repercusión del
acontecimiento histórico más trascendente 36 José Carlos Mariátegui, op. cit. en nota 34, p. 249.
Nuestra América y Occidente 261
cionario ininterrumpido que llevaría a la etapa cubanos dan fe de las ideas que acompañan
socialista. Ello tenía que incidir, desde luego esa primera inserción de nuestra América en
–y de modo fundamental–, en la distinta ma- la historia mayor, los más relevantes de esos
nera de relacionarnos con el mundo. Cuando textos son por lo general productos de una
aún la revolución no había entrado en su etapa elaboración colectiva (“el genio”, había anun-
socialista, pero ya habían sido tomadas medi- ciado Martí en 1882, “va pasando de individual
das radicales y liberadoras que la anunciaban, a colectivo”): baste recordar, por ejemplo, la
el periódico más consistentemente reacciona- Segunda Declaración de La Habana y el In-
rio del país deploraba en un editorial: “Cuba forme Central al Primer Congreso del Partido
pertenece a la cultura occidental, y tenemos la Comunista de Cuba, que Fidel Castro diera a
seguridad de que su pueblo no desea renunciar conocer en 1962 y 1975 respectivamente.
a ella”37. El pueblo cubano, por supuesto, re- El primero de esos documentos ofrece a los
nunció gozosamente no a la “cultura occiden- pueblos latinoamericanos una visión verdade-
tal” (lo que hay allí de “cultura”, críticamente ra de su historia, y un programa de lucha para
recibida, es irrenunciable), sino a la explo- la obtención de la segunda independencia,
tación a que durante más de cuatro siglos lo fresca aún la hazaña de haber propinado al im-
sometiera el llamado mundo occidental; y no perialismo yanqui, en Girón, su primera gran
para integrarse en un presunto mundo orien- derrota militar en América, y apenas iniciada la
tal, sino para arribar a la sociedad posocciden- construcción del socialismo en este Continen-
tal, ecuménica, que anunciaron Marx y Engels te. Arrancando de la memorable carta última a
y comenzó a realizar la Revolución de Octu- Manuel Mercado de José Martí, la Declaración
bre; a la sociedad socialista mundial destinada se pregunta:
a cancelar en todo el planeta la prehistoria de
la humanidad. ¿Qué es la historia de Cuba sino la historia de
Aunque numerosos textos individuales de América Latina? ¿Y qué es la historia de América
dirigentes y otros intelectuales revolucionarios Latina sino la historia de Asia, África y Oceanía?
¿Y qué es la historia de todos esos pueblos sino la
historia de la explotación más despiadada y cruel
37 Editorial del Diario de la Marina, 10 de mayo de
1960.
del imperialismo en el mundo entero?
262 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Y después de abordar “las circunstancias his- Y con un aliento que fue el de Bolívar, que fue
tóricas que permitieron a ciertos países euro- el de Martí, en los instantes ígneos de nuestra
peos y a los Estados Unidos de Norteamérica historia:
un alto nivel de desarrollo industrial [que] los
situó en posición de poder someter a su do- Esta epopeya que tenemos delante la van a escri-
minio y explotación al resto del mundo”, pro- bir las masas hambrientas de indios, de campe-
clama: “Cuba y América Latina forman parte sinos sin tierra, de obreros explotados, la van a
del mundo. Nuestros problemas forman parte escribir las masas progresistas; los intelectuales
de los problemas que se engendran de la cri- honestos y brillantes que tanto abundan en nues-
sis general del imperialismo y la lucha de los tras sufridas tierras [...]. // Y esa ola de estreme-
cido rencor, de justicia reclamada, de derecho
pueblos subyugados: el choque entre el mun-
pisoteado que se empieza a levantar por entre
do que nace y el mundo que muere”. En esa
las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará
lucha, nuestra América, que en su conjunto se
más. Esa ola irá creciendo cada día que pase [...].
liberó el pasado siglo del viejo colonialismo // Porque esta gran humanidad ha dicho: “¡Basta!”
pero no de la explotación, está llamada a ta- y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya
reas especiales: no se detendrá hasta conquistar la verdadera in-
dependencia, por la que ya han muerto más de
Con lo grande que fue la epopeya de la indepen- una vez inútilmente. Ahora, en todo caso, los que
dencia de América Latina, con lo heroica que fue mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa
aquella lucha, a la generación de latinoamerica- Girón, morirán por su única, verdadera, irrenun-
nos de hoy les ha tocado una epopeya mayor y ciable independencia.
más decisiva todavía para la humanidad. Porque
aquella lucha fue para librarse del poder colonial
El Informe, después de un panorama de la his-
español, de una España decadente, invadida por
los ejércitos de Napoleón. Hoy le toca la lucha toria de Cuba (“la última colonia de España,
de liberación frente a la metrópoli imperial más y hoy [...] el primer país socialista de este he-
poderosa del mundo, frente a la fuerza más im- misferio”), hace un balance de las luchas, las
portante del sistema imperialista mundial y para victorias, las grandes realizaciones, e incluso
prestarle a la humanidad un servicio todavía más los errores –valientemente expuestos– de los
grande del que le prestaron nuestros antepasados. diecisiete años iniciales de la primera revolu-
Nuestra América y Occidente 263
ción socialista de América, así como plantea No está ahora la América Latina en vísperas in-
las metas a alcanzar en el próximo quinquenio. mediatas de cambios globales que conduzcan,
Al ofrecer un panorama de la situación mun- como en Cuba, a súbitas transformaciones so-
dial, expone: cialistas. Es claro que estas no son imposibles
en algunos de los países latinoamericanos. Pero
Se ha repetido que nuestra época se caracteriza por lo que define las circunstancias de nuestra Amé-
ser el momento histórico de transición del capita- rica es sobre todo una conciencia generalizada,
lismo al socialismo, período en el cual se incremen- no solo en su clase obrera y en los pueblos, sino
tan además las luchas por la liberación nacional de también en zonas decisivas de sus gobiernos, de
los pueblos como parte del proceso de liquidación que la contradicción de intereses entre la Améri-
de los vestigios del colonialismo y de la presencia ca Latina en su conjunto y cada uno de nuestros
neocolonial que el imperialismo ha determinado en países en particular con la política mantenida por
vastas zonas de la tierra. // En los últimos años, el el imperialismo norteamericano, no puede resol-
rasgo más distintivo de ese tránsito lo ha sido la lla- verse por la vía de la entrega o la conciliación,
mada distensión internacional. Sin tomar en cuen- sino que requiere una resistencia conjunta que ya
ta ese factor, no será posible comprender los cam- está en marcha.
bios que tienen lugar en el ámbito de nuestra pro-
pia región continental. [...] Nuestro pueblo puede Casi al concluir, el vasto Informe puede afir-
sentirse orgulloso de que en alguna medida ha con- mar: “Lo que ocurre aquí [en Cuba], como ayer
tribuido a ese retroceso histórico del imperialismo ocurrió en el imperio de los zares y en tantos
norteamericano al demostrar, a noventa millas de otros pueblos de la tierra, es símbolo del futuro
aquél, que un pueblo pequeño, sin otra fuerza que del mundo.”
su decisión moral de resistir hasta la muerte mis- En documentos como estos, nuestra Améri-
ma, y la solidaridad del movimiento revolucionario ca se piensa a sí misma, y piensa al mundo, por
internacional, era capaz de hacer frente a la embes-
vez primera, desde una perspectiva realmente
tida imperialista de la principal potencia opresora
en toda la historia de la humanidad.
universal.
El precoz latinoamericano Inca Garcilaso
Y abordando la situación de nuestra América de la Vega, al preguntarse en el siglo xvii “si el
trece años después de la Segunda Declaración mundo es uno solo o si hay muchos mundos”,
de La Habana: se había respondido “que no hay más que un
264 Pensamiento anticolonial de nuestra América
realidades. Y esto ocurre incluso en textos de Althusser, quien en sus primeros trabajos se
los fundadores del materialismo dialéctico e valió de “ideología” solo en su sentido de “fal-
histórico, quienes, como es normal, utilizaban sa conciencia”, acabaría reconociendo en sus
determinadas palabras en más de un sentido, Elements d’autocritique2 que “la noción de
aclarado por los respectivos contextos. Uno de ideología” es “una noción marxista muy impor-
los más recientes traductores de Marx a nues- tante, pero muy equívoca”, ya que “desempeña,
tra lengua ha escrito: bajo una misma denominación indiferenciada,
dos papeles diferentes, el de una categoría filo-
El propio Marx, por lo demás, sabía bien que sófica por una parte (ilusión, error), y el de un
“no hay ciencia en que sea totalmente evitable” concepto científico por otra parte (formación
el uso, por cierto inconveniente, “de los mismos de la superestructura)” (p. 42). Discusiones
termini technici en sentidos diferentes”. Puede similares se encuentran en marcha en lo que
ocurrir, también, que en una página de El capital
toca a muchos otros términos presentes en el
se emplee determinada palabra como expresión
marxismo (recuérdese, por ejemplo, “huma-
técnica y poco más allá en una acepción corriente
y hasta coloquial1. nismo”, “cultura”, “reflejo”, “nación”, “pueblo”,
“sicología”, “personalidad”, etcétera). ¿Qué
Sin ir más lejos, en estos años recientes han tiene de extraño, pues, que expresiones como
tenido lugar en el seno del pensamiento mar- “civilización” y “barbarie” ofrezcan también
xista encendidas polémicas en torno a la no- una pluralidad de sentidos, especialmente si
ción de “ideología”, que en medida apreciable las consideramos no solo dentro sino también
se revelarían al cabo nacidas de no haberse fuera del marxismo? Si se ignora esta polise-
tomado en cuenta que ese término no signi- mia, habrá quienes no entiendan por qué hom-
fica siempre lo mismo en los clásicos. Louis bres como Bilbao y Martí impugnaron la “ci-
vilización”; o quienes, absurdamente, se crean
autorizados a señalar coincidencias entre las
1 Pedro Scaron, “Advertencia del traductor”. Karl
Marx: El capital. Crítica de la Economía Política. Li-
bro Primero. El proceso de producción del capital, t. I, 2 Louis Althusser, Elements d’autocritique, París,
vol. I, trad., advertencia y notas de Pedro Scaron, Méxi- 1974. Allí Althusser admite lo que llama su “error teori-
co, Siglo XXI, 4a. ed. en español, 1976, p. xvii. cista” (p. 41).
Algunos usos de civilización y barbarie 267
De cualquier forma, es evidente que el térmi- una vida gimnástica, de participación en los
no aludía a la plena humanidad de los griegos agones” (ibid.)
–e incluso, como se verá, solo de una parte de En segundo lugar, para los griegos existieron
ellos–, y excluía, al margen de lo que luego vino esencialmente dos clases de bárbaros: los esci-
a ser la cuestión racial, a todos los otros seres tas, al norte, quienes conocían un grado de de-
humanos. “Los griegos”, dice Jacob Burchardt, sarrollo inferior al suyo propio; y “los asiáticos,
“sustentaban diversos pareceres sobre el naci- supercivilizados, cuya cultura” era “mucho más
miento del género humano, pero, en todo caso, vieja que la griega, y mucho más completos su
este había nacido en el país”6: lo cual, como técnica y su saber antiguo” (p. 404). Entre ellos,
hoy se sabe, es completamente falso, y no hace en primer lugar (aunque en realidad eran afri-
sino reiterar, con el “talento especial para la canos y no asiáticos), los egipcios, para quie-
mentira” (p. 10) de los fantasiosos griegos, una nes los griegos, a los que miraban como niños,
fabulación que, con variantes, aparece en casi por encima del hombro, eran impuros.
todos los pueblos llamados primitivos. Un papel relevante tuvieron en esta relación
Algunos puntos merecen destacarse en la los persas, ya que en lucha victoriosa con ellos,
concepción griega de lo bárbaro. En primer lu- “los griegos cobran conciencia, por primera
gar, “que la diferencia no es cuestión de sangre, vez, de su oposición con los bárbaros” (p. 406).
sino, en el fondo, de cultura, y que esta dife- Precisamente a raíz de su victoria sobre los
rencia se daba ya dentro de la misma nación persas surge en los griegos, durante el siglo v
griega” (p. 400): es decir, que los griegos con- a.C., como resultado de un “nacionalismo” in-
sideraban como bárbaros “también pueblos tensificado entonces, “la creencia de que los
indiscutiblemente griegos, solo que rezagados, bárbaros estaban por naturaleza capacitados
en cuanto no disfrutaban, o muy rudimentaria- solo para la esclavitud”7, un concepto que re-
mente, de una vida ciudadana, de un ágora, de cogerá el enciclopédico Aristóteles en su Polí-
tica8, y que tendría tanta importancia después a los cuales los romanos parecieron alcanzar
para nuestra América9. una conciencia de sí similar a la que los griegos
Vale la pena destacar un último punto en habían alcanzado frente a otros pueblos, como
esta cuestión: que para los griegos, por supues- los persas. La perspectiva romanocéntrica hizo
to, también eran bárbaros los romanos, aunque creer durante mucho tiempo que el Imperio
ni siquiera los tomaran en consideración, dada Romano fue “destruido” por las malignas inva-
su aparente insignificancia para la historia siones de los “bárbaros”. Al ir a concluir una de
mundial, durante los años del apogeo helénico. las obras más ambiciosas sobre el proceso que
Serían estos bárbaros romanos, sin embargo, llevó al colapso del orbe romano: Decadencia
los que con más énfasis se proclamarían here- y caída del Imperio Romano, Edward Gibbon
deros de la civilización griega, y de hecho lleva- escribió en el siglo xviii: “He descrito el triunfo
rían a un grado más alto, en varios aspectos, el de la barbarie y la religión”10.
estadio de desarrollo alcanzado por aquella. Sin ¿Pero fue esto así? ¿Destruyeron los salva-
embargo, una vez que los romanos se autocon- jes bárbaros el admirable Imperio Romano?
sideraron centro de la historia, sus bárbaros ya Hoy sabemos que esta es otra de las patrañas
no podrían ser, desde luego, exactamente los que hemos heredado. Agotado el decadente
mismos que para los griegos. De hecho, para Imperio Romano, corroído por sus propias
aquellos, los bárbaros por antonomasia serían contradicciones internas, los llamados bárba-
esos pueblos sobre todo germánicos frente ros, cargados de futuridad, que se habían ido
estableciendo en aquel Imperio, no hicieron
sino impulsar el desarrollo de una nueva for-
8 “Los griegos no quieren llamarse a sí mismos mación económico social que se gestaba ya en
esclavos, sino a los bárbaros, y cuando dicen esto no las entrañas del propio Imperio: el feudalismo.
pretenden hablar de otra cosa que del esclavo por Federico Engels llegó a escribir a propósito de
naturaleza”. Aristóteles, Política, en Metafísica, trad. este hecho: “Solo bárbaros eran capaces de
de F. de P. Samaranch, [y] Política, trad. de J. Marías y
M. Araujo, La Habana, 1968, p. 377.
9 Cf. Lewis Hanke, El prejuicio racial en el Nuevo 10 Cit. por Arnold Toynbee en La civilización puesta
Mundo. Aristóteles y los indios de Hispanoamérica, a prueba, trad. de M. C., 3a. impresión, Buenos Aires,
trad. de Marina Orellana, 2a. ed., México, 1974. 1954, p. 207.
270 Pensamiento anticolonial de nuestra América
rejuvenecer un mundo senil que sufría una ci- dado el nombre que aún ostentaba una antigua
vilización moribunda”11. Al hacerlo, aportaron laja: San Iago de la Vega. En la plaza central de
sus creaciones culturales, que se fundirían con aquella ciudad se halla la grotesca estatua de
otras griegas, romanas, bizantinas, asiáticas, un militarote inglés, seguramente un pirata de
africanas, dando lugar a una nueva cultura, que la época, vestido como un general romano... Así
después sería conocida como cultura o civili- se ofrecía al mundo, desde una de las esquinas
zación “occidental”. Esta última, como en su más alejadas del centro del Imperio Británico,
momento la romana con respecto a la griega, un testimonio más de que este Imperio se con-
se proclamará heredera del mundo latino. La sideraba un nuevo avatar del otro, el romano.
caparazón del “Imperio” se bambolearía de un Pero durante siglos, los futuros “occidenta-
sitio para otro en Europa. Los monarcas eu- les” no podrán gloriarse de sus toscas produc-
ropeos insistirían en usufructuar el título de ciones al lado de las de otros pueblos. Basten
“Caesar”, aunque fuera traducido a lenguas tres ejemplos de estos últimos: los árabes al
bárbaras: Káiser, zar. Incluso la revolución occidente, en España; los bizantinos, al sures-
burguesa clásica, la francesa del siglo xviii, se te; y los pueblos que visita Marco Polo, en el
vistió de romanos: republicanos en la etapa Oriente. He aquí cómo comenta un escritor de
ascendente de la revolución; imperiales al con- nuestros días13 lo que dice Marco Polo de la ciu-
solidarse esa revolución12. No puedo olvidar el dad china de Hangchow, la capital Sung:
impacto que recibí al visitar la ciudad jamaica-
na que los ingleses llamaron Spanish Town, y a El cuadro que nos traza [Marco Polo] de su es-
la cual los españoles, que la fundaron, habían plendor, comodidad y felicidad, es uno de los
capítulos de su Libro que más hondamente gra-
bados se quedan. En él nos cuenta lo que era la
11 Friedrich Engels, El origen de la familia, la pro-
vida de todos los días en la China de los Sung,
piedad privada y el Estado en relación con las inves- que había producido una constelación de talen-
tigaciones de L.H. Morgan (1884-1891), Moscú, s.f., tos: poetas, paisajistas, filósofos, humanistas, ce-
p. 157
12 Cf. Carlos Marx, El dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte, C. Marx y F. Engels: Obras escogidas en 13 Maurice Collis: Marco Polo, trad. de F. González A.,
tres tomos, Moscú, 1971, t. I, p. 408. México, 1955.
Algunos usos de civilización y barbarie 271
que el vocablo surja entonces, cuando la bur- empleo de bárbaro, “la civilización occidental”,
guesía euroccidental, en pleno auge racionalis- como recuerda Lévi-Strauss, se valdrá también
ta, comienza a trazar un balance de su saber, del término “salvaje en el mismo sentido”: es
que va de las manos de los enciclopedistas decir, el hombre “de la selva”: lo que evoca “un
franceses a las de hombres como los Humboldt género de vida animal, por oposición a la cultu-
y Hegel. La idea, sin embargo, ya sabemos que ra humana”. Tanto en el caso de salvaje como
no ha esperado hasta entonces para ser opues- en el de bárbaro, concluye con razón aquel
ta a la de barbarie: el culto de la polis griega o autor, “se rehúsa admitir el hecho mismo de la
de la urbe romana: de la ciudad (civitas) con- diversidad cultural; se prefiere arrojar fuera de
tra la rusticidad del campo (rus), es similar en la cultura, hacia la naturaleza, a todo lo que no
todas las situaciones homólogas. La politeia se conforma a la norma bajo la cual se vive”16.
griega, la urbanitas latina, la civiltà italiana re- En cierta forma, pues, la dicotomía arquetí-
velan las etapas que anteceden a los primeros pica civilización/barbarie (o salvajismo) que
usos de la civilisation francesa o la civiliza- desde finales del siglo xviii propaga la Europa
tion inglesa15. Por otra parte, sin abandonar el capitalista en desarrollo, no hace sino reiterar,
con sus matices propios, una fórmula arcaica,
que se remite a su vez a un etnocentrismo mi-
del siglo xviii, cf. Lucien Febvre, “Civilisation: évolu- lenario. Pero es importante distinguir el nuevo
tion d’un mot et d’un groupe d’idées” [1929], Pour une uso de la fórmula, en relación con los anterio-
histoire à part entière, París, 1962; Emile Benveniste, res, por algunas peculiaridades que la singulari-
“Civilisation. Contribution à l’histoire du mot” [1954],
zan ahora. Señalaré tres de esas peculiaridades.
Problèmes de linguistiqe générale, París, 1966; José
Antonio Maravall, “La palabra ‘civilización’ y su senti- De entrada, esta fórmula tiene ahora por vez
do en el siglo xviii”, leído en el V Congreso de la Aso- primera un contenido verdaderamente mun-
ciación Internacional de Hispanistas, septiembre de dial. Si para griegos y romanos –como para
1974, Burdeos.
15 R.E. Latham, en su introducción a la edición Pen-
guin de 1958 de Los viajes de Marco Polo (p. xx), llama
la atención sobre el uso por Marco Polo de domesce, H. Berndt y Ronald M. Berndt: The Barbarians, an
como “el más cercano equivalente de la idea de ‘civi- Anthropological View, Londres, 1973, p. 32, nota.
lización’ pero con un sabor ‘mercantil’ [...]”. Catherine 16 C. Lévi-Strauss, op. cit. en nota 3, p. 20.
Algunos usos de civilización y barbarie 273
17 C. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comu- 18 Cf. Eduardo Galeano, Las venas abiertas de Amé-
nista, Obras escogidas en tres tomos, cit. en nota 12, t. rica Latina, La Habana, 1971; Walter Rodney, How Eu-
I, p. 115. rope underdeveloped Africa, Dar es Salaam, 1972.
274 Pensamiento anticolonial de nuestra América
cedentes que afectaría a pueblos no “blancos” dad de los conquistadores europeos del siglo xvi
(muchos de los cuales habían creado refinadas en adelante de racionalizar y justificar el robo, la
culturas), a los que englobarían con la denomi- esclavitud y la continua explotación de sus vícti-
nación común “de color”, la diferencia no sería mas de color en todo el mundo20.
para Occidente solo cuestión de cultura, sino
sobre todo de sangre: de raza. Aunque los se- Madura ya la burguesía en los países oc-
res humanos han sabido siempre que hay evi- cidentales, “en el siglo xviii [...] ocurre una
dentes y banales diferencias somáticas entre cristalización de las opiniones del europeo
ellos, solo con el advenimiento del capitalis- sobre el no europeo”21. Varios acontecimien-
mo esas diferencias fueron propuestas como tos ocurridos por esos años parecieron dar
elementos significantes de significados fijos y sustento a la monstruosidad del racismo. Re-
decisivos. Hasta la misma voz raza hubo de cordemos uno: el hallazgo por los europeos
ser creada a esos efectos. Como ha explicado del sánscrito, en la India, y como consecuen-
Fernando Ortiz, cia de ello, el descubrimiento de la similitud
entre diversas lenguas que fueron llamadas
[...] la voz raza, no por metáfora sino ya con un “indoeuropeas”. El hecho de que entre ellas
sentido más preciso, como una caracterización se contaran idiomas como el griego, el latín,
ostensible y hereditaria o significadora de un con- el sánscrito y la mayoría de las lenguas ha-
junto de cualidades congénitas y fatales de los se- bladas en la Europa moderna, donde para
res humanos, no se empleó en el lenguaje general entonces se desarrollaban formas decorosas
hasta por los siglos xvi y xvii19.
Otros autores han sido aún más explícitos: 20 Paul Baran y Paul M. Sweezy, Capital monopolís-
tico. Un ensayo sobre la estructura socioeconómica
norteamericana, México, 1968, pp. 199-200.
El prejuicio racial, tal como existe en el mundo
actualmente, es casi exclusivamente una actitud 21 Fernando Henriques, Children of Caliban. Misce-
de los blancos, y tuvo sus orígenes en la necesi- genation, Londres, 1974, p. 21. Cf. en este libro comen-
tarios a la legislación racista en los Estados Unidos,
“bastión de la pureza racial” (pp. 25-40), que el autor
solo encuentra comparable a la de la Alemania de Hitler
19 Fernando Ortiz, op. cit. en nota 5, p. 41. (p. 38).
Algunos usos de civilización y barbarie 275
un papel relevante. No pertenecer a la supues- (acaso por vez primera, de forma orgánica, en
ta “raza” de quienes vivían en la “civilización”, relación con nuestra América) la tesis de que
justificaría ya la esclavización o incluso el ex- la “civilización” debe aherrojar a la “barbarie”.
terminio. Ello explica la trascendencia de polé- Oigamos su histórica argumentación, donde al-
micas como la sostenida por Ginés de Sepúlve- borea un planteo que se repetirá durante siglos,
da, uno de los más agudos y tenaces defensores con las variantes del caso:
de aquella rapiña, con Bartolomé de Las Casas,
impugnador incansable de la misma. Sepúlveda ¿qué mayor beneficio y ventaja pudo acaecer a
encarna a quienes exhuman la tesis aristotélica estos bárbaros que su sumisión al imperio de
del “bárbaro” como esclavo por naturaleza; Las quienes con su prudencia, virtud y religión los
Casas, a quienes rechazan esa tesis, llegando él han de convertir de bárbaros y apenas hombres,
en humanos y civilizados en cuanto pueden
a exclamar, con su pintoresca y viril palabra,
serlo, de criminales en virtuosos, de impíos y
que Aristóteles “era gentil y está ardiendo en
esclavos de los demonios en cristianos y adora-
los infiernos”27. En cambio, Sepúlveda expresa dores del verdadero Dios dentro de la verdadera
religión [...]?28
bras elocuentes. ¿Cómo debemos nosotros blar de avances o adelantos, cualquiera que sea
apreciar esta tesis que tantos repetirán, con el punto de vista desde el cual se mire, con rela-
matices, hasta nuestros propios días? La con- ción a los demás pueblos del Continente cuyas
quista y la colonización ¿implican, a pesar de culturas fueron arrasadas y cuya población fue
diezmada en conjunto en más de las tres cuar-
todo, un “progreso” para América: su salida de
tas partes de la misma, mientras que la restante
la “barbarie” y su entrada en la “civilización”?
supervivía en “encomiendas” [en nota al pie: “la
Veamos a un marxista cubano manifestarse so- peor forma de esclavitud”], sujeta a la más cruel
bre este punto: y terrible explotación y en medio de la miseria
más espantosa. //El régimen económicosocial
no es correcto afirmar, en ningún sentido, que más avanzado y los recursos más desarrollados
la colonización española [y a fortiori las otras], que trajeron los españoles, sirvieron como me-
a pesar de la destrucción y muerte que originó dio para explotar a la población nativa y esquil-
y de la explotación que implantó, significó un mar las riquezas naturales de su Continente en
progreso para los pueblos de América Latina, interés de los colonizadores y su[s] metrópoli[s].
puesto que estableció un régimen económico- Significaron un progreso y un avance ocurrido
social superior al que había y provocó un desa- en América pero no para los pueblos de Amé-
rrollo de las fuerzas productivas. Es cierto que rica. Tampoco lo fueron para los pueblos de
sustituyó el régimen de la comunidad primitiva África igualmente diezmados a causa de la trata
existente por uno esencialmente esclavista, con de negros esclavos que vinieron a sustituir a los
bastante de capitalismo y ciertos rasgos de feu- esclavos nativos menos fuertes, menos resis-
dalismo, característico de un grado superior en tentes y cuya cantidad resultaba insuficiente.
el desenvolvimiento económicosocial, y es ver- Representaron un progreso únicamente para
dad que introdujo plantas y animales descono- las metrópolis europeas que se enriquecieron y
cidos en este Continente y nuevos instrumentos desarrollaron a costa de ello. Fue, como dijimos,
y métodos de producción, etcétera. Pero ni lo un avance en América, pero no para América
uno ni lo otro significó avance alguno para los sino para Europa29.
pueblos de América Latina, si por estos enten-
demos a los que debemos considerar como tales:
los integrados por sus habitantes autóctonos. En 29 Humberto Pérez, El subdesarrollo y la vía del de-
el caso de las Antillas, porque representó su ex- sarrollo, 3a. ed. corregida, La Habana, 1975, pp. 56-57.
terminio total [...]. No es razonable tampoco ha- (Énfasis de Roberto Fernández Retamar).
Algunos usos de civilización y barbarie 279
30 Op. cit. en nota 28, p. 33. El traductor, gran admi- 32 Sarmiento no pudo conocer el texto de Sepúlveda,
rador de Sepúlveda (cuyo mayor título de gloria, para que solo vino a publicarse en 1892; la cercanía entre sus
Losada, es haber sido “defensor del Imperio español”, posiciones no se debe, pues, a influencia de uno sobre
p. ix), observa que la última frase aparece en el ma- otro, sino a la continuidad y el desarrollo de una posi-
nuscrito original de la obra, y no en otros (p. 33, n.): ción similar.
observación irrelevante para quien quiera apreciar de- 33 Cito por la ed. de Buenos Aires (Jackson), 1945, pu-
bidamente a Sepúlveda. blicada con el título, hoy habitual, de Facundo. Como
280 Pensamiento anticolonial de nuestra América
previsible, la debe a pensadores burgueses que Rousseau era un sofista, que Mably y Ray-
inmediatos: pero no a pensadores del perío- nal unos anárquicos, que no hay tres poderes
do ascendente y revolucionario de la burgue- ni contrato social, etcétera, etcétera. Desde en-
sía, quienes contribuyeron a formar lo más tonces sabemos algo de razas, de tendencias,
de hábitos nacionales, de antecedentes históri-
puro y radical de los padres de la primera
cos [p. 123].
independencia de nuestra América. Por el
contrario, para Sarmiento los jacobinos fran-
En otras palabras: son los pensadores burgue-
ceses, por ejemplo, no eran sino “aquellos
ses europeos en quienes “empiezan a desva-
implacables terroristas”, en cuyas manos “la
necerse las ilusiones” de la burguesía revo-
nación francesa cayó en 1793”, haciendo que
lucionaria, quienes lo orientan. Para ayudar
“más de un millón y medio de franceses” se
a comprender cuál era la “nueva dirección”
hartaran “de sangre y de delitos”, hasta que
que tomarían las ciencias sociales “después
“después de la caída de Robespierre y del
de la Revolución de 1830 en Francia”, gracias
Terror, apenas sesenta insignes malvados
a cuya nueva dirección, según Sarmiento, “se
fue necesario sacrificar con él para volver la
comienzan a desvanecer las ilusiones”, con-
Francia a sus hábitos de mansedumbre y mo-
viene tener presente lo que Noël Salomon ha
ral” (pp. 299-300). Él nos aclarará cuáles son
dicho sobre “las estructuras mentales adqui-
sus autoridades:
ridas después de la Revolución orleanista de
Solo después de la revolución de 1830 en Fran-
1830” en Francia:
cia y de sus resultados incompletos, las ciencias
sociales toman nueva dirección, y se comien- Puede decirse, grosso modo, que desde entonces,
zan a desvanecer las ilusiones. Desde entonces Francia se dividió mentalmente en dos bandos:
empiezan a llegarnos libros europeos que nos por una parte el de la “Civilización” (por lo común
demuestran que Voltaire no tenía mucha razón, partidario del progreso en el orden, como dirían
más tarde los ideólogos positivistas), por otra el
de la “Libertad”. Las jornadas de febrero de 1848 y
la proclamación de la Segunda República fueron,
se sabe, el título original fue Civilización y barbarie, y en cierto sentido, una victoria del “partido de la
a él seguiré refiriéndome. (Énfasis de Roberto Fernán-
Libertad”. En cambio la institución del Segundo
dez Retamar).
Algunos usos de civilización y barbarie 281
Imperio, en 1851, significó el retorno victorioso co de Napoleón III y uno de los padres del fas-
del “partido de la Civilización” apoyado en los no- cismo en su aspecto racista, estuvo espiritual-
tables, el ejército, el clero y el orden moral34. mente más cerca de Sarmiento, quien, aunque
no estuviera familiarizado con su obra (como
Ese “partido de la Civilización” cuya victoria la tampoco lo estaba con la de Sepúlveda), no
encarnaría el régimen archirreaccionario naci- tuvo que esperar a él para expresar, a partir de
do del “18 Brumario de Luis Bonaparte”, sería, problemas, fuentes y actitudes similares, tesis
con las adaptaciones del caso, el de Sarmiento. también similares a las de Gobineau.
Entre los autores que lo atraen se contará aquel En este orden, para Sarmiento “civilización”
curioso Alexis de Tocqueville a quien se conoce significa los intereses no tanto de una burgue-
sobre todo por su temprano elogio De la demo- sía latinoamericana –lo que sin duda hubiera
cracia en los Estados Unidos [él escribe Amé- sido progresista para su circunstancia– como
rica] (1835-1840), pero menos por ser “uno de de las burguesías metropolitanas consolida-
los primeros ideólogos franceses de la coloni- das y en expansión, de las cuales él se conside-
zación”, según ha sido señalado; así como tam- ra con razón sucursal y vocero: en calidad de
bién “que predica la moral en sus obras filosó- tal, estigmatiza como integrantes de la “barba-
ficas y doctas, y preconiza el exterminio de los rie”, desde luego, a los indígenas, haciéndose
indígenas en sus discursos políticos”35. Tal dua- eco de un racismo implacable; pero también a
lidad (o, si se quiere, tal complementariedad) los “gauchos”, los llaneros o montoneros mes-
debe haber facilitado sus relaciones cordiales y tizos de su región; a los grandes conductores
aun su colaboración con el presunto conde de populares, como Artigas; y desde luego a los
Gobineau, a pesar de impugnar teóricamente gobernantes latinoamericanos que osaron de-
las tesis racistas de este. Gobineau, diplomáti- fender los intereses nacionales y entraron por
ello en contradicción con los explotadores eu-
ropeos, como el doctor Francia. En cada uno
34 Noël Salomon, Juárez en la conciencia francesa,
de estos casos –y en otros–, volvamos a darle
1861-1867, México, 1975, p. 86.
la palabra, para que no parezca triste invención
35 Tzvetan Todorov, Nous et les autres. La réflexion
mía lo que proclaman sus enérgicas páginas.
française sur la diversité humaine, París, 1989, pp.
222 y 422. En su libro, él expondrá, dice, “la lucha entre
282 Pensamiento anticolonial de nuestra América
que no pueden medrar en América sino bajo la gloria de haber comprendido que había alianza
sombra de instituciones civilizadoras y libres” íntima entre los enemigos de Rosas y los pode-
(p. 284). Por ello lamentará que “la Inglaterra, res civilizados de Europa nos perteneció entera
tan solícita en formarse mercados para sus a nosotros [...].
manufacturas”, no haya destruido ya a Rosas,
Concluye Sarmiento diciendo que “Rosas y
ese “tiranuelo ignorante que ha puesto una ba-
rra al río para que la Europa no pueda penetrar sus satélites estaban demasiado preocupados
hasta el corazón de América a sacar las ri- de esa idea de la nacionalidad, que es el patri-
quezas que encierra y que nuestra inhabilidad monio del hombre desde la tribu salvaje” (p.
desperdicia” (p. 284). Y esa lamentación estaba 279). De donde se colige, naturalmente, que
bien sustentada en él, ya que de haberse to- quienes cometieron “aquel delito de leso ame-
mado por la metrópoli europea tales medidas, ricanismo”, como él mismo dice con orgullo
ellas hubieran contado no ya con su aplauso, (es decir, aquella vulgar traición), no estaban
lo que es evidente, sino con su colaboración aquejados, por supuesto, de “esa idea”, la
de escudero. De hecho, se llena la boca para cual, en cambio, se manifestaba vivamente, a
proclamar que cuando, hacía algún tiempo, “el la sazón, en aquellos pueblos no occidentales
bloqueo de la Francia duraba dos años [...] y (incluso algunos de la periferia europea) que
el gobierno americano, animado del espíritu se resistían a ser colonizados por la “civiliza-
americano, hacía frente a la Francia, al prin- ción”. Sarmiento es conciente de este hecho,
cipio europeo, a las pretensiones europeas” (p. y confiesa que “la misma lucha de civilización
277), tuvo lugar una y barbarie, de la ciudad y el desierto existe
hoy en África” (p. 66). Esta comparación es
alianza de los enemigos de Rosas con los france-
reveladora, si es que hiciera falta más revela-
ses que bloqueaban a Buenos Aires [...] los que ción: aquellos pueblos africanos que en esos
cometieron aquel delito de leso americanismo, mismos años luchaban por su independen-
los que se echaron en brazos de Francia para cia frente a los invasores occidentales eran,
salvar la civilización europea, sus instituciones, como los pueblos americanos que mantenían
hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los una lucha similar, encarnaciones de “la barba-
jóvenes; en una palabra, fuimos ¡nosotros! [...] la rie”; mientras quienes aplastaban esas nacio-
284 Pensamiento anticolonial de nuestra América
nalidades, y penetraban hasta el corazón de lleva hasta el escarnio los exabruptos racis-
aquellos países para arrancarles sus riquezas, tas. Por ejemplo, al hablar de los aborígenes
eran “la civilización”. americanos, Sarmiento escribirá allí impávido
Años después, Sarmiento escribió un nue- que “los araucanos eran más indómitos, lo que
vo libro, Conflicto y armonías de las razas quiere decir animales más reacios, menos ap-
en América (1883), que quedó inconcluso37, tos para la civilización y asimilación europea”
pero en el que lo que llegó a realizar basta (p. 103); y no tendrá empacho en proclamar
para hacer ver en qué medida son justas las que las nuevas oligarquías hispanoamericanas
palabras del autor según las cuales en esta son, con relación a los indios, iguales o peo-
obra quiso “volver a reproducir, corregida y res que los españoles, por lo que expresará su
mejorada, la teoría de Civilización y barba- oposición a las declaraciones de los primeros
rie” (p. 47). independentistas sobre los aborígenes, aña-
Si en el libro anterior, centrado en su país, diendo: “dada la depresión moral e intelectual
las agresiones crudamente racistas debían de las razas cobrizas rescatadas de la vida
compartir las páginas con injurias a gauchos salvaje, las instituciones civilizadas no podían
y dirigentes políticos de muy diversa natura- extenderse hasta ellas sino bajo la protección
leza (y también, justo es decirlo, con trozos de sus patrones, como domésticos, mitayos o
literarios de fuerte hermosura, en los que inquilinos labradores de tierra para procurar-
Sarmiento es de nuevo émulo trasatlántico se el común alimento” (p. 241).
de Gobineau, otro gran teórico del racismo Las comunidades que Sarmiento llama “ra-
y notable prosista), este libro, que aspira a zas cobrizas” no fueron en absoluto, según dice
abrirse a la América toda, a pesar de algunas él, “rescatadas de la vida salvaje”, sino, como
observaciones históricas agudas, sobre todo bien se sabe, arrojadas a una forma miserable
de existencia, cuando no aniquiladas completa-
mente, por los occidentales. Un reciente libro
37 Domingo F. Sarmiento, Conflicto y armonías de de Prehistoria recuerda:
las razas en América, con una exposición de sus ideas
sociológicas por José Ingenieros, Buenos Aires, 1915. La conquista europea transformó por comple-
Esta es la edición de la que cito. (Énfasis de Roberto
to el equilibrio humano del Continente. Las
Fernández Retamar).
Algunos usos de civilización y barbarie 285
civilizaciones urbanas y los imperios, las al- ma terapéutico fueron disueltos en este braceo
deas de agricultores y los campamentos nó- inhumano39.
madas han desaparecido o están en vías de
desaparición. Los amerindios que no han sido Sarmiento, ante hechos de esta naturaleza, ex-
totalmente exterminados no han soportado clama:
generalmente la trágica experiencia del paso,
sin preparación ni transición, de sus propias Puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofo-
estructuras sociales a la nueva estructura oc- car civilizaciones nacientes, conquistar pueblos
cidental que les fue impuesta38. que están en posesión de un terreno privilegiado;
pero gracias a esta injusticia, la América, en lugar
Y Laurette Séjourné es aún más explícita sobre de permanecer abandonada a los salvajes, inca-
este punto: paces de progreso, está ocupada hoy por la raza
caucásica, la más perfecta, la más inteligente, la
Hacia la mitad del siglo xvi, la naturaleza irra- más bella y la más progresiva de las que pueblan
cional del americano, sobre la cual legislado- la tierra; merced a estas injusticias, la Oceanía
res y pensadores de la Edad Media fundaban se llena de pueblos civilizados, el Asia empieza a
la justificación de la sujeción de los infieles, moverse bajo el impulso europeo, el África ve re-
su privación de todo bien y de todo derecho, nacer en sus costas los tiempos de Cartago y los
se había convertido en una realidad irrefuta- días gloriosos del Egipto. Así pues, la población
ble [...] las masas autóctonas acabaron por ser del mundo está sujeta a revoluciones que recono-
convertidas en rebaños famélicos, desposeídos cen leyes inmutables; las razas fuertes extermi-
de tierras y de casas y privados del más míni- nan a las débiles, los pueblos civilizados suplan-
mo cuidado –privaciones que explican la fre- tan en la población de la tierra a los salvajes40.
cuencia de las epidemias y sus terribles estra-
gos– [...] los sobrevivientes vieron desaparecer
39 Laurette Séjourné, América Latina I. Antiguas
hasta la última célula de su estructura social y culturas precolombinas, traducción de Josefina Oliva
cultural –incluso la unidad familiar y el siste- de Coll, Madrid, 1971, p. 85.
40 Domingo FaustinoSarmiento, Obras, XXXVII, p.
195. Cit. por Jaime Alazraki: “El indigenismo de Martí y
38 Prehistoria, comp. por M.J. Alimen y M.J. Steve, el antindigenismo de Sarmiento”, Cuadernos America-
trad. de varios, Madrid, 1970, p. 313. nos, mayo-junio de 1965, p. 143.
286 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Lo que él lamenta en este orden de cosas es No es ocioso recordar que estas palabras de
que los conquistadores españoles no se ha- Sarmiento fueron escritas al final de su vida, es
yan comportado en América de modo igual a decir, en los años ochenta del pasado siglo: Sar-
los ingleses: miento murió en 1888.
Podría creerse, y yo mismo lo creí un tiem-
Sin ir más lejos, ¿en qué se distingue la coloniza- po, que Sarmiento no hacía sino manifestarse
ción del norte de América? En que los anglosajo- como un pensador y ejecutor (feroz, es cierto)
nes no admitieron a las razas indígenas, ni como de una necesaria burguesía argentina, la cual
socios, ni como siervos en su constitución so-
estaba obligada a mantener contra las sobre-
cial. // ¿En qué se distingue la colonización espa-
ñola? En que la hizo un monopolio de su propia
vivencias preburguesas en su país una lucha
raza, que no salía de la Edad Media al trasladarse que tendría entonces un carácter progresista.
a América, y que absorbió en su sangre una raza Esto es cierto, pero solo muy parcialmente: al
prehistórica servil [Conflicto..., p. 449]. extremo de que con mayor razón puede decir-
se que es falso. Tal criterio parece avalado por
Por eso hasta su último aliento reclamará que observaciones suyas como esta de una carta
se reconozca entre nosotros “el principio etno- personal a Bartolomé Mitre: “Tengo odio a la
lógico [de] que la masa indígena absorbe al fin barbarie popular. La chusma y el pueblo gau-
al conquistador y le comunica sus cualidades cho nos es hostil. Mientras haya un chiripá, no
e ineptitudes” (p. 455); y concluye exhortando: habrá ciudadanos”41. Pero Sarmiento y Mitre
no solo extinguieron el chiripá: extinguieron
Lleguemos a enderezar las vías tortuosas en que igualmente al portador del chiripá, el gaucho,
la civilización europea vino a extraviarse en las cuyo asesinato –así como el del indio, desde
soledades de esta América [...] La América del Sur
se queda atrás y perderá su misión providencial
de sucursal de la civilización moderna. No deten-
gamos a los Estados Unidos en su marcha; es lo 41 Cit. por Darcy Ribeiro en Las Américas y la civili-
que en definitiva proponen algunos. Alcancemos zación. Proceso de formación y causas del desarrollo
desigual de los pueblos americanos, trad. de R. Pi, 2a.
a los Estados Unidos. Seamos la América, como
ed. revisada y ampliada, Buenos Aires, 1972, p. 468. En
el mar es el Océano. Seamos Estados Unidos [pp. las líneas que siguen de inmediato, me valgo de algunas
455-456]. ideas expuestas allí por D.R.
Algunos usos de civilización y barbarie 287
luego– fue copiosamente aplaudido y auspicia- suplantación de una comunidad por otra en
do por aquellos hombres, en su teoría y, sobre un mismo territorio –de lo que son ejemplos
todo, en su práctica como gobernantes42: prác- relativamente recientes los que Darcy Ribeiro
tica que solo puede ser llamada, en este orden, llama “pueblos trasplantados”, como los Esta-
etnocida. Sarmiento y Mitre proceden al exter- dos Unidos, Australia, África del Sur o Israel–,
minio de buena parte de un pueblo, el suyo, y si tales empresas van acompañadas por lo
para suplantarlo, mediante la inmigración, por regular de terribles etnocidios, esos crímenes
otro, sucursal de las metrópolis. Ello da un in- suelen cometerse contra comunidades distin-
dudable carácter original a su proyecto. Pues tas de las de quienes los ejecutan, mientras
si bien la historia conoce no pocos casos de que gentes como Sarmiento y Mitre proponen
y realizan el etnocidio no solo de los aboríge-
nes, sino también de una parte apreciable de
42 En “El pensamiento vivo de Domingo Faustino Sar- su propia protoetnia, de raíz hispanoindígena,
miento” (El pensamiento vivo de Sarmiento, Buenos
Aires, 1941), Ricardo Rojas dice con razón que “no acer-
para sustituirla por otra comunidad, que hacen
tó Sarmiento en la primera versión de su mensaje [Civi- venir de Europa en oleadas inmigratorias. Su
lización...], cuando condenó al gaucho y atribuyó a los original proyecto, infrecuente en la historia,
campos la barbarie, ni acertó en la segunda [Conflicto...] puede ser llamado, por tanto, un autoetnoci-
cuando condenó al indio y a la raza española [sic] que dio parcial. Hombre tan inteligente como Sar-
constituían nuestra realidad histórica” (p. 21); pero Ro-
jas yerra cuando escribe que “sus discípulos, interpre- miento no podía dejar de advertirlo. Por eso
tándolo erróneamente, creyeron que para civilizarnos confesaba: “Seamos francos, no obstante que
bastaban los trasplantes materiales de la inmigración y esta invasión universal de Europa sobre noso-
la riqueza” (p. 15). Los que Rojas llama “sus discípulos” tros es perjudicial y ruinosa para el país, es útil
no hicieron sino continuar la obra de Sarmiento, quien
para la civilización y el comercio”43. Poco hay
había propugnado cosas como esta: “Muchas dificulta-
des ha de presentar la ocupación de país tan extenso; que añadir a esta confesión brutal, cuando se
pero nada ha de ser comparable con las ventajas de la conoce el sentido verdadero de las palabras: la
extinción de las tribus salvajes o conservarlas tan de- conclusión lógica de su política era “perjudicial
bilitadas que dejen de ser un peligro social”. (Cit. en el
libro mencionado en nota 41, pp. 143-144). Esto último
se corresponde con el propósito de las “reservaciones”
norteamericanas y los “bantustanes” sudafricanos. 43 Cit. por Darcy Ribeiro en op. cit. en nota 41, Ibid.
288 Pensamiento anticolonial de nuestra América
y ruinosa para el país”, su país, pero en cambio Mitre como se entiende la lucha de clases en
“útil para la civilización y el comercio”: es de- el interior de una sola comunidad, por ejemplo
cir, para los intereses del capitalismo europeo. en los países metropolitanos, sino cuando ella
“No para América, sino para Europa”, si reto- tiene lugar entre países colonizadores y paí-
mamos términos ya citados. ses colonizados. Sarmiento y Mitre expresan,
Ese otro país que nacería de las ruinas del como ideólogos, el punto de vista de aquellos,
anterior, esa otra población, expurgada de in- no el de estos. Afirmar que su programa, por
dios y de gauchos y multiplicada con inmigran- tener aspiraciones burguesas, es más positivo
tes europeos, es la que sería merecedora de la que el de la protoetnia argentina hispanoindia,
intensa campaña educativa y “civilizadora” que porque esta última se hallaba estructuralmen-
va unida también a la memoria de Sarmiento, te más atrasada, implica desconocer que se
quien asesinó a los indios y los gauchos, y al- trataba del enfrentamiento de dos proyectos
fabetizó a los “blancos”. ¿Cómo no pensar, a nacionales distintos (“europeo” uno, “ameri-
propósito suyo, en un hombre como Jules Fe- cano” otro), como ocurrió cuando la conquista
rry, “padre de la escuela pública, laica y obliga- de América por Europa. No fue muy distinto el
toria” de Francia, y, a la vez, gran auspiciador problema cuando las tropas de la burguesa y
de sus terribles empresas coloniales44? Pues no “civilizada” Francia invadieron las “atrasadas”
puede entenderse el proyecto de Sarmiento y España y Rusia: ¿cómo explicar, si no, que los
españoles y los rusos que derrotaron, así fuera
en defensa de regímenes “atrasados”, a aquellas
44 Jacques Arnault, Historia del colonialismo, trad. tropas “civilizadoras”, sean considerados hé-
de Raúl Sciarreta, Buenos Aires, 1960, p. 12. Arnault roes de los pueblos respectivos? Ejemplos más
sigue diciendo: “Se pensaba que Jules Ferry, que hacía
cercanos de enfrentamientos similares pueden
tanto bien en París (la enseñanza), no podía proceder
mal en Tonkín (las colonias). Sin embargo, la enseñanza verse, en nuestros días, en los casos ya mencio-
pública y las empresas coloniales fueron dos aspectos nados de África del Sur o Rhodesia (hoy Zim-
de una misma necesidad” (Ibid.). Para sarmientistas y babue). Quienes admitan como positiva la tesis
mitristas en un continente, y Afrikaaners en otro, “París” sarmientina de implantar en su tierra lo que él
y “Tonkín” se encuentran en el mismo territorio, pero
llama la “civilización”, a pesar de ser, según sus
referidos a comunidades distintas: la de los “blancos”,
“civilizados”, y la de los hombres “de color”, “bárbaros”. propias palabras, “perjudicial y ruinosa para el
Algunos usos de civilización y barbarie 289
país”, deben, coherentemente, tomar partido llegando a escribir las páginas desmistificado-
ahora en favor de los “adelantados” (¿”civiliza- ras de su libro Grandes y pequeños hombres
dos”?) racistas de África del Sur y Zimbabue, del Plata (París, s.f.).
en contra de los “atrasados” (¿”bárbaros”?) En segundo lugar, es digno de señalarse que
pueblos respectivos, que ni siquiera son los de el choque de los dos proyectos de Argentina
esos racistas. De haber tenido completo éxito encarnó en sendas obras maestras de la litera-
el proyecto de Sarmiento, él mismo acaso hu- tura hispanoamericana: el proyecto “civiliza-
biera sido tan latinoamericano como africanos dor”, en el libro factográfico de Sarmiento Ci-
son hoy los fascistas Afrikaaners: hubiera sido vilización y barbarie (1845), que la posteridad
quizá un Latinoamerikaano. conocería sobre todo con el título de Facundo;
No puedo abandonar este punto sin hacer el proyecto hasta cierto punto “bárbaro”, en el
varias observaciones. Una, que el propósito de poema Martín Fierro (1872-1879), de José Her-
Sarmiento y Mitre de erradicar buena parte de nández. Siendo opuestas (o al menos no con-
su propio pueblo, para sustituirlo por otro de vergentes) en lo que toca a sus planteos, ambas
origen puramente europeo, que hubiera debido obras constituyen, sin embargo, momentos ex-
hacer de la Argentina actual una mera réplica traordinarios de nuestra literatura. En el caso
trasatlántica de la siniestra África del Sur, no de Hernández, este criterio es bien comprensi-
llegó, felizmente, a cumplirse del todo (lo que ble. Pero, por paradójico que pueda parecer, el
impidió que la Argentina quedara segregada del escritor Sarmiento es también una gran figura
resto de nuestra América), aunque logró desvir- nuestra. En otra ocasión me gustaría estudiar-
tuar las metas más radicales de la Revolución lo como tal, y comentar el aspecto trágico de
de Mayo de 1810 –entre cuyos mejores voceros este creador literario cuya temática mejor y
se encontraban hombres como Mariano More- cuya fuerza de artista lo vincularon inexora-
no–, y por supuesto agravó el descastamiento blemente a aquel mundo que, como ideólogo y
de la oligarquía argentina. Ello hizo que un pen- como hombre de acción, quiso destruir.
sador como Juan Bautista Alberdi, quien había La última observación que debo hacer con-
coincidido con la posición sarmientina en sus firma la espléndida ironía de la historia: con
lamentables Bases de 1852, rechazara al cabo la inmigración llegaron a la Argentina no solo
los aspectos más negativos de aquella posición, nuevos explotadores, sino, sobre todo, nuevos
290 Pensamiento anticolonial de nuestra América
explotados, que irían a nutrir el proletariado y aquellas formaron las de Artigas y Güemes.
las otras clases populares del país. Y aunque Esta reclamación se emparienta, a lo largo del
durante cierto tiempo también muchos de ellos Continente, con otras reclamaciones similares
fueron engañados, al menos parcialmente, por que llevan a los sectores revolucionarios del
la ideología del proyecto Sarmiento-Mitre y mismo a ver las raíces de su lucha anticolonial
su esencial racismo, lo que no podía sino las- y liberadora también en las grandes batallas de
trar sus planteos (radicales en otros órdenes), aborígenes y esclavos africanos contra los con-
al cabo el desarrollo inevitable de la lucha de quistadores europeos, y constituyen una de las
clases llevaría a numerosos sectores populares más altas lecciones de nuestra compleja, difícil
argentinos a rechazar de plano hasta las últi- y hermosa historia.
mas briznas de tal ideología (que sancionó la Entre la aparición de los dos libros de Sar-
condición dependiente del país), y a asumir miento que he comentado someramente, tuvo
como historia suya, más allá de las diferencias lugar en otro de nuestros países una confron-
“raciales”, aquel otro proyecto nacional que tación arquetípica entre lo que Sarmiento lla-
fuera aplastado por los autoetnocidas. Se ve maba “civilización y barbarie”: la agresión que
así a descendientes biológicos de italianos, ju- tropas de varios países europeos hicieron su-
díos, ingleses, irlandeses, árabes o españoles, frir al México de Benito Juárez, para recoloni-
argentinos ya, reclamar la herencia rebelde de zarlo bajo la pantalla imperial de Maximiliano.
las montoneras rioplatenses que eran los pari- No se olvide, para que se tengan en cuenta los
guales de los épicos llaneros venezolanos45. Si ajetreos planetarios de la “civilización”, que las
estos formaron las tropas de Bolívar y Páez, tropas francesas enviadas por Napoleón III que
agredían a México desde 1862, tuvieron que
interrumpir durante un tiempo tan edificante
45 Bien vio este punto Sarmiento, al escribir que
“en Venezuela y la República Argentina los llaneros tarea para prestar su auxilio a otras empresas
y los montoneros han ejercido suprema influencia en civilizadoras similares, en lo que entonces se
las guerras civiles, habilitando [¿habituando?] a las llamaba Anam, y hoy Vietnam. Completada por
antiguas razas a mezclarse y refundirse, ejerciendo, el momento su labor allá, volvieron a México,
como masas populares de a caballo, la más violenta
donde contaban con émulos de Sarmiento,
acción contra la civilización colonial y las situaciones
de origen europeo”. (Conflicto..., p. 373). felices también de cometer “aquel delito de
Algunos usos de civilización y barbarie 291
leso americanismo”, de echarse “en brazos de “Hay americanos de raza indígena, americanos
Francia para salvar la civilización europea” (el de raza africana y americanos de raza europea.
pueblo mexicano los cuenta hoy entre sus más Fueron los últimos los que fundaron la civiliza-
execrados traidores); pero donde, sobre todo, ción en América; los indios y los africanos la re-
encontraron hombres profundamente imbui- chazaron siempre, y por sus instintos bárbaros
dos de “esa idea de nacionalidad”, quienes les obstaculizaron los esfuerzos de la raza blanca
opusieron una resistencia férrea: a la cabeza de para imponerla”. En el propio México, cuando
ellos, el magnífico Benito Juárez, el gobernante Maximiliano sancionó los sangrientos decre-
renovador de la Reforma, el presidente ejem- tos del 3 de octubre de 1865 que condenaban
plar cuyo nombre utilizara Martí para represen- a muerte a quienes resistieran al agresor, di-
tar a toda nuestra América: “la América en que chos decretos terminaban, sarcástica y simbó-
nació Juárez”46. licamente, aludiendo a la “lucha a muerte entre
Por supuesto, este hombre que gobernaba en Civilización y Barbarie”. En la prensa reaccio-
favor de su pueblo, que rechazaba la agresión naria europea, tal fórmula, por supuesto, era
imperialista, que se atrevió a fusilar en 1867 a lo habitual, habiéndose podido decir que “Le
Maximiliano, ¡y que por añadidura era indio!, Constitutionnel fabricó una imagen cruenta de
tenía que ser presentado por numerosísimos Juárez y sus partidiarios, no muy distinta del
plumíferos como la encarnación misma de la aguafuerte que Sarmiento hizo a propósito de
barbarie, mientras los agresores, ¿qué podían Facundo Quiroga” (p. 79): lo que era además fa-
ser sino la encantadora civilización47? cilitado por la manera como el “americanismo”
En nuestra América, El Mercurio, de Santia- había sido presentado en Francia como la “anti-
go de Chile –¡ya entonces!–, explicaba, el 7 de civilización”, según el modelo que ofreciera Sar-
agosto de 1863, oponiéndose a que el gobierno miento en 1845 y fuera comentado con elogio
chileno mediara entre Juárez y Napoleón III: ese mismo año en la Revue des Deux Mondes.
Solo si se tiene en cuenta aquella forma bes-
tial como la sedicente “civilización” (es decir,
46 José Martí, “Discurso pronunciado [...] el 19 de di-
ciembre de 1889” (“Madre América”), O.C., VI, 134. el capitalismo occidental en busca de colonias)
fue descerrajada sobre nuestra América, puede
47 Cf. el libro de Noël Salomon citado en la nota 34, al
que remiten las líneas que siguen de inmediato. entenderse la impugnación que de los términos
292 Pensamiento anticolonial de nuestra América
rigurosas de estadios sucesivos en el desarro- rro, plantean otros problemas); y, por otra par-
llo humano, sería en una ciencia entonces en te, una vez que el bosquejo de la idea salió de
formación, que ha recibido distintas denomi- los enciclopedistas, el sentido de esas palabras,
naciones: “etnografía”56, “antropología en su de Fourier a Marx y Engels, va a aclararse.
sentido más amplio”57 o “antropología social”58. Pero la división clásica en este campo la
No puedo ocultar, de entrada, mi duda sobre acuñará Lewis Henry Morgan, en su libro men-
la conveniencia de haberse contentado, para tado, La sociedad antigua (1877)59. Morgan
nombrar los momentos del desarrollo de la hu- señala allí la existencia en la evolución huma-
manidad, con vocablos que se encontraban ya na de tres estadios, que llama “salvajismo”,
tan fuertemente connotados: unos, con signo “barbarie” y “civilización”, cuyos límites no se
negativo (“salvajismo”, “barbarie”); otro, con corresponden con los de los estadios que, con
signo positivo (“civilización”). Entiendo, sin nombres similares, había propuesto Fourier.
embargo, por una parte, la arbitrariedad de las Para Morgan, por ejemplo, la “civilización” se
denominaciones, que no suele dejar lugar para extiende “desde la invención del alfabeto foné-
las mejores escogidas (así, las llamadas por el tico y el empleo de la escritura hasta el tiempo
autor danés Thomsen en la segunda década del presente” (p. 58), y por tanto su surgimiento, en
siglo xix edades de piedra, de bronce y de hie- esta clasificación, es milenariamente anterior a
la aparición de la sociedad burguesa.
El magnífico radical estadunidense que fue
56 Cf. Paulette Marquer, “L’etnographie”, Encyclopédie Morgan, entre cuyos amigos más cercanos se
de La Pléiade. Histoire de la Science, volumen publicado encontraba el ardiente abolicionista y defensor
bajo la dirección de Maurice Daumas, París, 1957. de la Comuna parisina de 1871 Wendell Philips,
57 Gordon Childe, La evolución de la sociedad, trad.
de María R. de Madariaga, La Habana, 1970, p. 13.
58 J. Grigulevich, “¿Cuál es el futuro de la antropolo- 59 Lewis Henry Morgan, Ancient Society or Resear-
gía social?”, N°94, enero-febrero de 1976. Grigulevich ches in the Lines of Human Progress from Savagery
observa allí: “La ciencia etnográfica no tuvo suerte con through Barbarism to Civilization [1877], editado con
el nombre [...] En los Estados Unidos arraigó el término una introducción y anotaciones por Eleanor Burke Lea-
de ‘antropología cultural’; en Inglaterra, el de ‘antropo- cock, Gloucester, Mass., 1963. Citaré de la traducción,
logía social’” (p. 51). La sociedad antigua, publicada en La Habana en 1966.
296 Pensamiento anticolonial de nuestra América
tan admirado por Martí, descubrió por su cuen- del futuro como ha sido en el pasado. El tiempo
ta, en los Estados Unidos, el materialismo his- que ha transcurrido desde que comenzó la civili-
tórico que décadas antes habían descubierto zación es solo un fragmento de duración pasada
en Europa Marx y Engels60. Infatigable antirra- de la existencia del hombre; y también un frag-
mento de las edades que están por venir. La diso-
cista, Morgan vio que la historia del hombre “es
lución de la sociedad está llamada a ser la termi-
una en su origen, una en su experiencia y una
nación de una carrera cuya finalidad y objetivo es
en su progreso” (La sociedad..., p. 42), y que la propiedad; porque dicha carrera contiene los
dado “que el hombre es uno en su origen, su elementos de su autodestrucción. La democracia
desenvolvimiento ha sido esencialmente uno, en el gobierno, la hermandad de la sociedad, la
produciéndose en direcciones diferentes pero igualdad de los derechos y privilegios y la educa-
uniformes en todos los continentes, y muy se- ción universal, pronostican el próximo plano su-
mejantes en todas las tribus y naciones de la perior de la sociedad hacia el cual se encaminan
humanidad que se hallaban en la misma etapa de continuo la experiencia, la inteligencia y el co-
de adelanto” (p. 44). También para él, tan dia- nocimiento. Será una reavivación, en una forma
léctico como Fourier61, la “civilización” no es superior, de la libertad, la igualdad y la fraterni-
dad de las gens antiguas [pp. 30-31].
sino otra etapa de la humanidad, como el “sal-
vajismo” y la “barbarie”. Así, dice de aquella, la
civilización: No puedo sino lamentar que Martí, al parecer,
no llegara a conocer esta obra, que le hubiera
Una mera carrera por la propiedad no es el desti- satisfecho hondamente, y donde habría en-
no final de la humanidad; su progreso será la ley contrado nuevas razones para planteos suyos
como estos: “que el hombre es el mismo en to-
das partes [...] que donde nace el hombre salva-
60 “En América, Morgan descubrió de nuevo, y a su je, sin saber que hay ya pueblos en el mundo,
modo, la teoría materialista de la historia, descubierta empieza a vivir lo mismo que vivieron los hom-
por Marx cuarenta [sic] años antes, y guiándose de ella, bres hace miles de años”62.
llegó, al contraponer la barbarie y la civilización, a los
mismos resultados esenciales que Marx”. F. Engels, El
origen..., citado en nota 11, p.3. 62 José Martí, “La historia del hombre contada por sus
61 F. Engels, op. cit. en nota 11, p. 17. casas” La Edad de Oro, O.C., XVIII, 357.
Algunos usos de civilización y barbarie 297
A pesar de que, como es normal en todo perfectamente el entusiasmo con que Marx y
trabajo científico, se le hayan hecho rectifi- Engels acogieron este libro. Siete años des-
caciones (por ejemplo, Morgan ignoró que pués de publicado, en 1884, Engels, uniendo
en América los mayas habían accedido ya al
estadio de la civilización)63, se comprende
mente denunciado en años relativamente recientes por
varios de esos mismos etnógrafos o antropólogos: cf.
63 Gordon Childe considera entre “las primeras socie- “Antropologie et impérialisme”, Les Temps Modernes,
dades civilizadas en el Viejo y el Nuevo Mundos” a los N°293-294, diciembre-enero, 1970-1971, y N° 299-300,
mayas, junto a los egipcios y sumerios (op. cit. en nota junio-julio de 1971; y Anthropologie et imperialisme,
56, p. 42), aunque no ignora que “el arado era descono- textos escogidos y presentados por Jean Copans, Pa-
cido por los mayas civilizados, que no poseían además, rís, 1975. La esclarecedora polémica fue desencadena-
en absoluto, animales domésticos” (p. 215). Un nutrido da por la antropóloga estadunidense K. Gough en su
resumen de los comentarios (acertados y no) que ha artículo “New Proposals for Antropologists”, Current
merecido el libro de Morgan, al menos hasta hace unas Anthropology, 1968, vol. 9, N° 5. Cf. también un co-
tres décadas, se encuentra en las “Introducciones” con mentario a esta polémica en el artículo de Grigulevich
que E.B. Leacock enriqueció su edición, citada en la citado en la nota 57. Frente a esta crisis de los antro-
nota 58. A pesar de rectificaciones de variado tipo, in- pólogos que –concientemente o no– son herederos de
evitables en un texto aparecido hace más de un siglo, los “ninguneadores” de Morgan en el mundo capita-
la obra de Morgan sigue conservando enorme interés: lista desarrollado, es interesante leer en un estudioso
contra esto no han podido nada los ataques –ni los si- africano contemporáneo cosas como esta: “Nuestra
lencios– de los ideólogos burgueses. Ya Engels señaló comprensión del tribalismo debe sorprendentemente
cómo “los maestros de la ciencia prehistórica” en In- poco al voluminoso trabajo de los ‘antropólogos’ britá-
glaterra procedieron con el Ancient Society de Morgan nicos, norteamericanos y sudafricanos de las diversas
del mismo modo que se comportaron con El capital escuelas [...] Salvo raras excepciones, la finalidad y las
de Marx los economistas gremiales de Alemania, que conclusiones de tales obras han sido y siguen siendo
estuvieron durante largos años plagiando a Marx con consejos y contribuciones a la política [..] de ‘dominio
tanto celo como empeño en silenciarlo”: F. Engels: El indirecto’ del imperialismo por medio de la ‘autoridad
origen..., cit. en nota 11, p. 3. El desvergonzado uso nativa’”. Infinitamente más útiles son las obras del si-
de la tarea de los “etnógrafos” o “antropólogos socia- glo xix de Lewis H. Morgan, la interpretación hecha por
les” enviados por gobiernos, fundaciones, etc., de las Engels de su análisis de la esclavitud y la barbarie, y
metrópolis capitalistas “civilizadas”, a hurgar en las la atención dedicada a su importancia por Karl Marx”.
peculiaridades del mundo colonial o semicolonial, Hoser Jaffe, Del tribalismo al socialismo, trad. de Ste-
“bárbaro”, para facilitar su explotación, fue valiente- lla Mastrangelo, México, 1976, p. 28.
298 Pensamiento anticolonial de nuestra América
66 Cf. Cultura, ideología y sociedad, antología 68 Nikolái I. Konrad, “Carta de respuesta a Arnold
de estudios marxistas sobre la cultura, selección, Toynbee. (La cultura y la historia)”, op. cit. en nota 66,
presentación y traducción de Desiderio Navarro, La p. 138.
Habana, 1975. 69 Gordon Childe, op. cit. en nota 57, p. 51.
300 Pensamiento anticolonial de nuestra América
tina se ven a un tiempo dos civilizaciones dis- za el cuerpo viejo; no indígena, porque se ha sufri-
tintas, en un mismo suelo”, luego añade: “una do la injerencia de una civilización devastadora,
naciente que, sin conocimiento de lo que tiene dos palabras que, siendo un antagonismo, consti-
sobre su cabeza, está remedando los esfuerzos tuyen un proceso; se creó un pueblo mestizo en
la forma [...].
ingenuos y populares de la Edad Media; otra
que, sin cuidarse de lo que tiene a sus pies, in-
tenta realizar los últimos resultados de la civi- Martí desarrolló luego orgánicamente esta idea
lización europea”70. Aunque con signo opuesto de la pluralidad de las civilizaciones, como se
al de Sarmiento, esa mezcla existe también en ve en La Edad de Oro (1889): léanse allí, por
Gabino Barreda cuando en 1867, al describir la ejemplo, “La historia del hombre contada por
agresión europea al México de Juárez, alude al sus casas”, “Las ruinas indias” o “Un paseo por
“conflicto entre el retroceso europeo y la civili- la tierra de los anamitas”.
zación americana”71. Incluso en Engels se hallan expresiones
Más preciso estuvo también en este orden como “la decadencia de una civilización ago-
Bilbao, al hablar de “la civilización americana” nizante”, y “los dolores de parto de una civili-
y (refiriéndose a Occidente) “la civilización que zación nueva”72, en las que creo que la palabra
rechazamos”; y, Martí, cuando escribió en 1877, “civilización” ha sido usada en este sentido de
aún en plena juventud: que estoy hablando ahora.
Las virtudes de este uso son evidentes: en
Interrumpida por la conquista la obra natural y primer lugar, reconoce el valor de las múltiples
majestuosa de la civilización americana, se creó comunidades humanas, de las cuales una deja
con el advenimiento de los europeos un pueblo de ser la norma, la vara de medir que pretende
extraño, no español, porque la savia nueva recha- reducir a las demás a la condición de desviacio-
nes teratológicas. Pero no menos evidentes son
las deformaciones de una aplicación irracional,
70 Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, cit. en nota ontologizante o fisiognómica de este concepto,
33, p. 50. que en ese caso aspira a destrozar la unidad
71 Gabino Barreda, “Oración cívica...” [18-67], Estu-
dios, selección y prólogo de José Fuentes Mares, Méxi-
co, 1941, p. 95. 72 Friedrich Engels, El origen..., cit. en nota 11, p. 155.
Algunos usos de civilización y barbarie 301
“barbarie”, unció a todos los demás pueblos a propagar que esos hombres, llamados a pelear
su carro, y los obligó a tirar de él, igualándolos juntos una batalla formidable para llevar a vías
en su condición de esclavos abiertos o vela- de hecho la radiante unidad del género huma-
dos: seres humanos, todos, “de color”, aunque no, eran en realidad tan diferentes e incomu-
algunos de ellos parecieran también “blancos”. nicados como organismos diversos: sus obras
Solo Occidente, incoloro, traslúcido como el vienen a decir, sencillamente: “¡Proletarios y
pensamiento, era la civilización. A lo más a explotados y humillados de todos los países,
que podía aspirar el resto de la humanidad, desuníos!” Lo que hay en obras como las de
su gran mayoría, era a imitarlo simiescamen- Spengler y Toynbee no es el reconocimiento
te. Pero cuando del seno de esa civilización, de que las civilizaciones del planeta son enri-
en su inexorable proceso de descomposición, quecedoramente distintas: esa verdad de Pero
brotó la clase que debía dar al traste con la ex- grullo la han sabido siempre los pueblos del
plotación del hombre por el hombre, es decir, planeta; lo que hay en esas obras es uno de los
con “Occidente”; cuando los demás pueblos, últimos recursos, una de las últimas argucias
convocados a una pelea común contra su amo del capitalismo agonizante para impedir que el
común, infligieron grandes grietas al nuevo socialismo y la descolonización libren definiti-
imperio de Occidente, este “descubrió” enton- vamente a la humanidad de aquel régimen de
ces que los hombres a los que había venido explotación y crimen. El estremecimiento que
explotando sin distinción y sin piedad, eran le causó la Revolución de Octubre, el horror
irrestañablemente desiguales. Cuando el auro- que le inspiran los que llama “pueblos de co-
ral Manifiesto comunista elevó su magnífico lor” recorren como un escalofrío los libros del
grito de guerra: “¡Proletarios de todos los paí- teutón de utilería que fue el prenazi Spengler;
ses, uníos!”; cuando, a raíz de Octubre de 1917, con más comedimiento británico, no es otro el
se vio al hombre “que no es de Europa o de la aliento último de la obra de Toynbee, quien vio
América europea”, desde Asia hasta la Améri- en el triunfo popular en toda la tierra, “la civi-
ca Latina y África, empezar a librar una lucha lización puesta a prueba”74.
común, unido también al explotado de Europa
y de la América europea, entonces, y solo en-
tonces, los voceros de Occidente comenzaron a 74 Arnold Toynbee, op. cit. en nota 10, p. 178.
Algunos usos de civilización y barbarie 303
Este otro uso de los términos, unido a algu- Otra corresponde a la memorable “Declaración
nos de los anteriores, ha dado lugar a paradojas de los derechos del pueblo trabajador y explo-
verdaderamente curiosas. Por ejemplo, Bilbao, tado”, que Lenin escribiera en enero de 1918 y
a propósito de la agresión contra México, expli- sería aprobada por el Tercer Congreso de los
cará que los latinoamericanos “debemos unir- Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Cam-
nos para salvar la civilización americana de la pesinos de toda Rusia. Allí se lee:
invasión bárbara de Europa”; y Engels afirma-
rá: “Es un hecho indiscutible que la humanidad La Asamblea Constituyente insiste en la completa
arrancó del estado animal y necesitó acudir, por ruptura con la bárbara política de la civilización
tanto, a medios bárbaros y casi bestiales para burguesa, que edificaba la prosperidad de los
salir de aquel estado de barbarie”76. Pero creo explotadores en unas pocas naciones elegidas,
sobre la esclavitud de centenares de millones de
que la palma en este orden de cosas la merecen
trabajadores de Asia, en las colonias en general y
las siguientes citas. Una es de Marx: “la profun-
en los países pequeños78.
da hipocresía y la barbarie propias de la civili-
zación burguesa”, dijo, “se presentan desnudas
En ocasiones, la ambigüedad adquiere ca-
ante nuestros ojos cuando, en lugar de observar
racteres sombríos. Hace pocos meses, la
esa civilización en su casa, donde adopta for-
persona que presentó al jefe de la Junta
mas honorables, la contemplamos en las co-
fascista chilena, encargado de inaugurar el
lonias, donde se ofrece sin ningún embozo”77.
año académico en la Universidad Católica
de Valparaíso, emitió esto: “en la hora ac-
tual, la hora en la cual la Universidad tiene
cubana llamada santería, corresponde a Changó. Igno-
ro qué relación guarda con “barbarie”. En todo caso, no la obligación de ceñirse a las nuevas ideas,
conozco a nadie llamado Civilizado ni Civilizada, ni sé las armas [al servicio del fascismo, natural-
de ninguna Santa Civilizada. mente] conducen a la civilización, y las ideas
76 Federico Engels, Anti-Dühring, cit. en la nota 51, p.
221. (Énfasis de Fernández Retamar).
77 Carlos Marx, “Futuros resultados de la dominación 78 V.I. Lenin, “Declaración de los derechos del pueblo
británica en la India”, C.M. y F. Engels: Acerca del colonia- trabajador y explotado”, O.C., XXVI, 406. (Énfasis de
lismo, Moscú, s.f., p. 86. (Énfasis de Fernández Retamar). Fernández Retamar).
Algunos usos de civilización y barbarie 305
79 Cit. por Galo Gómez en “La situación educacional 81 Miguel de Montaigne, “De los caníbales”, Ensayos,
en Chile. (Carta a la UNESCO, octubre 1976)”, publi- trad. de Constantino Román y Salamero, t. I, Buenos
cado por el Comité Chileno de Solidaridad. Anexos, Aires, 1948, p. 248.
Boletín 103, Documento N° 99, p. 4, La Habana, s.f. 82 Engels advirtió cómo “en Rousseau nos encontra-
(mimeografiado). mos [...] ya, no solo con un proceso de ideas idénticas
306 Pensamiento anticolonial de nuestra América
E l 28 de septiembre de 1889 José Martí fe- ros meses de 1890. Se trató de aquella reunión
chó en Nueva York, donde vivía su agóni- que “nació en días culpables, cuando la políti-
co destierro, la primera de sus numerosas e ca del secretario Blaine en Chile y en Perú sa-
incisivas correspondencias sobre lo que iba a lía tachada del banco del reo”, dijo Martí; que
ser el “congreso que aquí llaman de Panamé- nació en 1881, y volvió a nacer, tras el regreso
rica”, según sus palabras. Alrededor de esa del político de presa Blaine a la secretaría de
fecha habían empezado a llegar delegados lati- Estado norteamericana, en 1888, para hacerse
realidad al año siguiente ante los ojos alarma-
dos y combativos de Martí. Podría decirse que
* Presenté el núcleo de este trabajo en Rio de Janeiro si aquel primer congreso inaugura oficialmen-
el 23 de abril de 1992, como contribución al Seminario te la modernidad estadunidense en lo que toca
Sagraçao da Liberdade, organizado por Darcy Ribeiro
(quien me pidió hablar de Martí como ser humano y a sus relaciones con la América Latina y el Ca-
como héroe) a doscientos años de la ejecución de Joa- ribe, los textos de Martí sobre (contra) esa re-
quín José da Silva Xavier, Tiradentes. En otras ocasio- unión inauguran la modernidad desde nuestro
nes he publicado y leído páginas suyas: por ejemplo, en costado. Se trata, respectivamente, del impe-
cuanto a esto último, el 20 de diciembre de 1994, a di-
rialismo y el antimperialismo.
putados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, de
Cuba, ocasión en que retoqué o eliminé algunas líneas Antes de seguir, debo tomar aquí en con-
y actualicé algunos datos. El trabajo aparece ahora con sideración que en los últimos años no pocos
esos retoques, eliminaciones y actualizaciones. autores han dejado de hablar de imperialismo,
308 Pensamiento anticolonial de nuestra América
como si la realidad a que corresponde ese vo- Incluso desde antes de nacer él, la relación en-
cablo se hubiera esfumado en esta época en tre Cuba y su ávido vecino del norte abonaba
que tantas otras cosas se dan también por esfu- en favor del hecho. Esa relación ha sido y es de
madas, en medio de huecas posnieblas. Me li- tal naturaleza, que Darcy Ribeiro pudo escribir
mitaré a hacer mías palabras que en su artículo hace más de dos décadas en su libro Las Amé-
de 1993 “What is the Meaning of Imperialism?” ricas y la civilización:
escribiera Harry Magdoff, a quien ya debíamos
profundos análisis sobre el tema: Se deben [...] a Cuba las dos orientaciones sobre-
salientes de la política norteamericana respecto
Es en verdad extraño encontrarse con propues- a los demás países del continente. La primera fue
tas de arrojar por la borda el término imperialis- la Doctrina Monroe, nacida como un esfuerzo
mo cuando los clásicos rasgos del imperialismo tendiente a fundamentar jurídicamente la domi-
son tan céntricos en los asuntos internaciona- nación de la Isla. La segunda es la Alianza para
les. Ciertamente el fin de la Guerra Fría no ha el Progreso, formulada como una respuesta al
implicado mucha diferencia. La invasión de Pa- desafío representado por la Revolución Cubana,
namá y la guerra masiva contra Iraq deben ser tanto en su fisonomía inicial, reformista, como
evidencia suficiente de que la naturaleza de la en su formulación definitiva, y que consiste sim-
bestia no ha cambiado. Si acaso, el colapso de plemente en un mecanismo financiero del soste-
los regímenes de la Europa oriental ha abierto nimiento del statu quo, mediante la renovación
puertas de oportunidad para los países capita- del pacto con los aliados tradicionales de los
listas avanzados, y al mismo tiempo ha creado yanquis: las viejas oligarquías latinoamericanas
espacio para maniobras competitivas entre las para las cuales el sistema vigente es también alta-
grandes potencias en cuanto a cuál de ellas ten- mente rentable. En toda la historia de la América
drá el papel mayor en uno u otro de los “territo- independiente se contraponen el gigante del con-
rios nuevamente abiertos”. tinente y la pequeña isla osada. Nacidos juntos
e incluso asociados por la viabilidad económica
que la próspera explotación azucarera de las An-
Hecha esta aclaración, vuelvo al asunto del tra- tillas dio a las colonias inglesas pobres, conti-
bajo. núan polarizados hasta hoy, como dos personajes
Es congruente que el primer antimperialista históricos disociados en todo pero sin embargo
cabal de nuestras tierras fuera el cubano Martí. complementarios.
Del anticolonialismo al antimperialismo 309
Este amplio marco histórico, que las últimas no de la patria grande que avizoraron criaturas
décadas no han hecho sino ratificar (como lo como Bolívar (seguramente el ser humano más
prueba entre muchas cosas la reciente Cumbre admirado por él), y se extiende del Río Bravo a
de Miami), hace entender mejor, sin restarle un la Patagonia, incluyendo las que llamó “las islas
ápice a su genialidad, por qué Martí pudo lle- dolorosas del mar”.
gar a ser el primer veedor (e impugnador) del A aquellos factores se añade un tercero: la
imperialismo yanqui en nuestra América. Seña- condición martiana de caribeño de nacimien-
laré además otros factores que coadyuvaron a to y asunción. Ya ha sido destacado, por au-
que ello ocurriera. tores como el panameño Ricaurte Soler y el
Tal es el caso de la dilatada experiencia la- francés Paul Estrade, lo que esta coyuntura
tinoamericana de Martí, quien no solo vivió en significó para el proceso de independencia
cuatro países de nuestra América y visitó otros, que las Antillas debían acometer. De hecho,
sino que además fue colaborador de muchos ese proceso, en lo que toca a nuestra América
periódicos del Continente, representante de toda, tras heroicos antecedentes cruelmente
la Asociación de la Prensa de Buenos Aires en sofocados en sangre como los del peruano Tú-
los Estados Unidos y Canadá, cónsul en Nueva pac Amaru y el brasileño Tiradentes, empieza
York de la Argentina, el Uruguay y Paraguay, a hacerse victorioso en el Caribe: en la isla
presidente de la Sociedad Literaria Hispanoa- que sus libertadores rebautizarán Haití, don-
mericana de Nueva York (cargos que abando- de, con hombres como Toussaint L’Ouverture
nó a finales de 1891 para entregarse de lleno a la cabeza, tiene lugar una grandiosa revolu-
a labores políticas revolucionarias), e incluso ción triunfante de exesclavos que en el alba
representante del Uruguay en la Conferencia de 1804 logra constituir a su comunidad como
Monetaria Internacional Americana, la segun- nación libre, después de haber vencido, antes
da Conferencia Panamericana, realizada entre que España y Rusia, a tropas napoleónicas.
enero y abril de 1891 en Wáshington, donde mi- Esto tendría consecuencias múltiples sobre
dió directa y victoriosamente sus armas con el los otros países caribeños. A fin de hacer lo
astuto zorro Blaine. No ha de extrañar, pues, más sucintas posibles estas líneas, me limitaré
que Martí tuviera una perspectiva continental, ahora a las Antillas de lengua española, y, por
y que pensara y actuara en calidad de ciudada- razones obvias, a Cuba.
310 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Los sucesos haitianos, seguidos de seve- como el dominicano blanco Máximo Gómez y
rísimas represalias metropolitanas contra el el cubano mulato Antonio Maceo, ambos cam-
bravo pueblo de “los jacobinos negros” según pesinos medios de la región oriental del país
el gran libro de C.L.R. James, habían conver- y Generales de la Guerra de los Diez Años, y
tido a la mayor de las Antillas en la azucarera el intelectual habanero de probado radicalismo
del mundo, al precio de hacer crecer inmensa José Martí. Este último, en abril de 1892, logró
y bárbaramente la mano de obra esclava. En hacer realidad, tras doce años de esfuerzos, el
aquella Cuba, los enriquecidos hacendados Partido Revolucionario Cubano, un frente por
criollos, temerosos de que sumarse a la guerra obligación multiclasista pero centrado en “los
de independencia que conmoviera al Continen- pobres de la tierra”, que reunió a los grandes
te desde 1810 significaría para ellos un desti- héroes de ayer con las hornadas jóvenes que
no igual al de sus similares haitianos, lo que es Martí llamó “los pinos nuevos”. Los propósitos
previsible que hubiera ocurrido, se abstuvieron de este Partido eran preparar y recomenzar la
de participar en la contienda, anteponiendo la guerra en Cuba para obtener la independencia,
contradicción esclavos/esclavistas a la de colo- fomentar y auxiliar esta en Puerto Rico y sen-
nia/metrópoli. Solo en 1868 un sector de dicha tar las bases de la República futura, que Mar-
clase, situado en el extremo oriental de la Isla tí preveía como inicio de “la República moral
y menos dependiente de la esclavitud, iniciaría en América”. Pero aquel nuevo capítulo de la
la guerra, que iba a extenderse entonces por guerra independentista ya no podría enfrentar-
diez años, sin desembocar en la independencia, se solo al destartalado colonialismo español,
aunque fue un paso fundamental para consoli- sino también, inevitablemente, al naciente im-
dar la nación, e implicó que la esclavitud fuera perialismo estadunidense. Este renovó las ape-
abolida en el territorio bajo el control de la Re- tencias norteñas por Cuba, que se remontan al
pública en armas. El fin de aquella guerra que menos a 1805, cuando Jefferson diseñó la polí-
marcó a fuego y para siempre al joven Martí, tica expansionista que acometería su país, en-
hizo extinguir el carácter hegemónico de los tonces todavía pequeño y poco poblado, pero
hacendados cubanos: ese carácter hegemónico ya voraz, en el futuro.
pasó a las clases y capas medias y populares Para que Martí llegara a comprender del todo
que encontrarían sus jefes y voceros en figuras esta realidad fue decisivo un cuarto factor: los
Del anticolonialismo al antimperialismo 311
casi tres lustros que, entre 1880 y 1895, vivió de los Estados Unidos realizados por Martí du-
desterrado en los Estados Unidos, país del cual rante casi una década, son el sustento de textos
ofreció sobre todo en sus artículos, reproduci- suyos como los artículos en los que analizó lú-
dos por una veintena de periódicos continen- cidamente las dos conferencias panamericanas
tales, una minuciosa radiografía, derivando de realizadas en Wáshington entre 1889 y 1891; el
ella la política sagaz, valerosa y necesaria que discurso conocido como “Madre América” que
nuestra América tenía que asumir como única ofreció en diciembre de 1889 a los delegados
manera de salvarse. No cabe la menor duda a la primera de esas conferencias, insuperada
de que él, particularmente sensibilizado por la comparación entre los orígenes y caracteres de
condición irredenta de su patria chica, vocero los Estados Unidos y nuestra América, y el tra-
de sus clases y capas medias y populares, y bajo así llamado, “Nuestra América” (1891), su
extremadamente zahorí en su mirada, vio que ensayo programático por excelencia. La com-
en la década del ochenta del pasado siglo es- prensión que Martí llegó a tener de la amada
taban ocurriendo en los Estados Unidos fenó- patria de Lincoln, a quien llamó “el leñador de
menos que después se sabría que eran el paso ojos piadosos”, y la temible patria del vulgar
del capitalismo premonopolista al capitalismo aventurero Cutting, según la conocida dicoto-
monopolista e imperialista en aquella nación. mía martiana, es aún hoy asombrosa.
El hecho era tanto más agudamente percibido Sin embargo, algunos representantes de esa
por Martí por cuanto desembocaría inexora- “clerigalla marxista” de que habló Mehring al
blemente, si no en un zarpazo hacia Canadá frente de su notable biografía de Marx han
o en un nuevo zarpazo hacia México (al cual puesto en duda que Martí hubiera podido apre-
los Estados Unidos le habían arrebatado ya, en ciar el fenómeno imperialista, surgente en el
una guerra de rapiña a la que se opusieron es- momento de su permanencia en los Estados
tadunidenses como Emerson, Thoreau, Fuller Unidos. Recordemos las primeras líneas del
y Lincoln, la mitad de su territorio a mediados clásico libro de Lenin sobre el tema:
de siglo), en otros, más previsibles, sobre islas
del Pacífico y el Caribe: entre estas, su propia Durante los últimos quince años, sobre todo des-
Cuba. (Volveré a mencionar este punto.) Esos pués de la guerra hispanonorteamericana (1898)
análisis de la vida económica, social y política y de la angloboer (1899-1902), las publicaciones
312 Pensamiento anticolonial de nuestra América
económicas, así como las políticas, del viejo y el formada, Martí, aunque no llegue a desarrollar
nuevo mundos, utilizan cada vez más el concepto (no podía haberlo hecho) una teoría del impe-
de imperialismo para caracterizar la época que rialismo, va describiendo y valorando sus ras-
atravesamos. gos a medida que aparecen, y esa descripción y
esa valoración son un espectáculo intelectual y
¿Cómo podría Martí, dicen aquellos esquemá- político impresionante. Martí, al enfrentarse al
ticos, muerto tres años antes de 1898, al inicio imperialismo naciente en los Estados Unidos,
de la guerra que la intervención estadunidense se planteó un problema que tardaría en ser con-
impidió que hubiera sido de independencia cu- siderado por el pensamiento de quienes eran o
bana frente a España, haber analizado el impe- se decían marxistas. No es uno de ellos, pero
rialismo? Pero el propio Lenin, en su artículo sí un revolucionario latinoamericano y cari-
“El imperialismo y la escisión del socialismo”, beño de gran originalidad y creciente radica-
escrito varios meses después de su obra famo- lismo, el Martí que en la década del ochenta
sa, dijo: “El imperialismo, como fase superior del siglo pasado va detectando y denunciando
del capitalismo en América [léase los Estados (según señalaran autores como José Cantón
Unidos] y en Europa, y después en Asia, estaba Navarro) lo que Lenin iba a considerar déca-
ya plenamente formado hacia 1898-1914.” Es das después “rasgos fundamentales” del impe-
decir, que para Lenin mismo en 1898 no comien- rialismo: el nacimiento de los monopolios (“el
za el imperialismo norteamericano. En ese año monopolio”, dice Martí, “está sentado, como
se manifiesta, en una clamorosa acción bélica: un gigante implacable, a la puerta de todos los
la cual, por cierto, será la experiencia históri- pobres”); la fusión del capital bancario con
ca fundamental de esa “generación del 98” his- el industrial y la consiguiente creación de la
panoamericana que en lo que toca a las letras oligarquía financiera (“esos inicuos consor-
se expresó en la madurez de lo que se conoce cios de los capitales”, siempre según palabras
en castellano como modernismo. Si Hobson martianas, que han creado “la más injusta y
(1902), Hilferding (1910), y en especial Rosa desvergonzada de las oligarquías”, a la que
Luxemburgo (1913) y Lenin (1917) (todos, sal- también llama “aristocracia pecunaria”); la
vo el último, antes de 1914), pueden observar al exportación de capitales (volvamos sobre sus
imperialismo como una realidad ostensible, ya textos: “En cuerda pública, descalzos y con la
Del anticolonialismo al antimperialismo 313
cabeza mondada, debían de ser paseados por de repartirse entre unos pocos países el mundo
las calles esos malvados que amasan su fortu- ya repartido, lo que hubo de conducir al primer
na con las preocupaciones y los odios de los período (1914-1918) de la Guerra Mundial: la
pueblos [...] –¡Banqueros no, bandidos!”: pala- cual conoció luego un segundo período (1939-
bras que tanto hubieran satisfecho al Brecht 1945), y no es seguro que haya terminado, se-
que se preguntó qué era el robo de un banco al gún piensan ignaros pomposos que hasta afir-
lado de la fundación de un banco); el reparto man que la historia misma ha llegado a su fin:
entre las grandes asociaciones monopolistas por el contrario, en cierta forma la humanidad
internacionales de territorios política y mili- parece haber sido retrotraída, belle époque eli-
tarmente débiles (Martí, como haría en rela- minada, a las vísperas de la centuria ¿perdida?
ción con similares hechos europeos, condena que es este corto y terrible siglo XX del que
las acciones yanquis en el Pacífico, y por su- acaba de hablarnos con su acierto habitual Eric
puesto las tocantes a nuestra América). Hobsbawn en su más reciente libro. Hagamos
Esa década del ochenta, en que apuntaba un alto para evocar una de las reuniones más
el imperialismo no solo estadunidense, fue de elocuentes de las llamadas grandes potencias
enorme importancia para el mundo todo, pues en vida de Martí: la conferencia celebrada en
entonces nació la etapa en que nos encontra- Berlín entre 1884 y 1885. El edificante propó-
mos aún. Precisamente por exigencias de la en- sito de esa conferencia, en la que participaron
trada del capitalismo en su etapa imperialista, delegaciones de doce países capitalistas euro-
las potencias capitalistas desarrolladas (que peos, más los Estados Unidos y Turquía, fue
prefiero llamar subdesarrollantes, pues son destazar y repartirse África, como hacen los
ellas las que subdesarrollaron y siguen subde- buitres con un inmenso animal herido.
sarrollando a nuestros países, de los cuales, Martí, quien tenía una extensa y actualizada
en su gran mayoría, solo humorística o verbal- visión del panorama mundial y, además de las
mente puede decirse que están en vías de de- consagradas a su América, escribiría llamean-
sarrollo); tales potencias, digo, se abalanzaron tes líneas en defensa de Túnez, Egipto, Irlanda,
cada vez más sobre el resto del mundo: sobre la India, Vietnam, Marruecos, Samoa o el Áfri-
nosotros. Las conquistas proseguirían más allá ca negra, ¿podía no tener presentes la dramá-
de la muerte de Martí, hasta llevar al intento tica evolución que había detectado en el país
314 Pensamiento anticolonial de nuestra América
sino continuar y agravar. Pero a partir de la el camino que se ha de cegar, y con nuestra san-
instauración (temporalmente) exitosa de una gre estamos cegando, de la anexión de los pue-
seudorrepública emasculada en Cuba, absolu- blos de nuestra América al norte revuelto y brutal
ta traición de “la República moral” martiana, que los desprecia. [...] Viví en el monstruo, y le
en 1902, se prefirió, hasta hoy, en vez de aque- conozco las entrañas: –y mi honda es la de David.
llas quimeras envejecidas, la moderna opción
neocolonial ya denunciada trece años atrás por Curiosamente, el mismo día en que Martí escri-
Martí cuando habló de “ensayar en pueblos li- bió en Cuba esa estremecedora carta, que que-
bres su sistema de colonización”. daría inconclusa y adquiriría carácter testamen-
En un libro aparecido en 1978, Imperialis- tario, nació en Nicaragua Sandino.
mo y liberación en América Latina, escribió
Pablo González Casanova: “La historia contem- ***
poránea de América Latina abarca aproxima-
damente de 1880 a nuestros días.” Esa (esta)
historia contemporánea de la América Latina, En 1895 murieron dos americanos cuyas doctri-
que abarca aproximadamente de 1880 a nues- nas iban a hacerse sentir profundamente en este
tros días, adquirió plena conciencia de sí mis- siglo: el estadunidense John Louis O’Sullivan y
ma por vez primera en el pensamiento de José el cubano José Martí. El primero fue un oscuro
Martí. Por eso él pudo escribir el 18 de mayo periodista y diplomático, pero cincuenta años
de 1895, la víspera de morir en combate, a su antes de su muerte había aportado a los Esta-
fraternal amigo mexicano Manuel A. Mercado: dos Unidos la fórmula “Destino Manifiesto”,
que sería enarbolada, explícita o implícitamen-
[...] ya estoy todos los días en peligro de dar mi te, por muchos de sus políticos hasta nuestros
vida por mi país y por mi deber [...] de impedir a
días. Es más, bien puede decirse que con el de-
tiempo con la independencia de Cuba que se ex-
tiendan por las Antillas los Estados Unidos y cai-
nominado Nuevo Orden Mundial, expresión tan
gan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de abominable para quienes recordamos la similar
América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para consigna nazi, vivimos un nuevo y peligrosísi-
eso [...] impedir que en Cuba se abra, por la ane- mo avatar del Destino Manifiesto, al punto de
xión de los imperialistas de allá y los españoles, que para muchos, para demasiados, el concep-
316 Pensamiento anticolonial de nuestra América
su gobierno le hizo a Kuwait lo que el de los Es- su solidaridad con los oprimidos del mundo,
tados Unidos acababa de hacerle a Panamá, en su apasionado amor a la justicia y a la belleza,
este último caso impunemente; Somalia agredi- la genuinidad y universalidad de sus análisis y
da; Haití invadida de nuevo; la propia Cuba, fiel planteos constituyen partes inmarcesibles de su
en esencia a las orientaciones martianas, y por legado. Y hoy que tantas lámparas han venido
ello mismo en la mira constante de las agresio- a tierra (para valerme de la clásica imagen de
nes estadunidenses, bloqueada económicamen- Valéry), que tantos temen dejar de ser modernos
te durante más de treinta años y con una base o posmodernos o lo que sea, y corren a poner-
militar yanqui que a principios de este siglo se se, como meretrices, ropas de moda, ignorando
le impuso en su territorio, son ejemplos innega- que también son perecederas, se siente resonar
bles de que las advertencias y los combates de la ardiente exclamación que Martí profirió el pa-
José Martí están vivos y encendidos. Su entrega sado siglo y parece dicha hoy: “¡Malhaya el que
a los pobres de la tierra, su prédica y su conduc- teme verse solo, o acompañado de los humildes,
ta auténticamente democráticas, su concepto cuando tiene una idea noble que defender, y los
de la verdadera libertad, su eticismo sin fisu- de cuenta de banco y botín de charol están del
ras, su desafiante e inconmovible antirracismo, lado de los que la sofocan o abandonan!”
Caliban quinientos
años más tarde*
* Invitado por la Universidad de Nueva York a desa- tes, estas páginas, varias de las cuales he tenido ahora
rrollar el tema que anuncia el título, en una mesa re- que traducir al español. Pues Adelaida, que sabe tanto
donda llamada Encuentro con el Otro (lo que hice el de inglés y español como de arte (lo que comprobaron
primero de octubre de 1992, compartiendo dicha mesa quienes asistieron a las conferencias que dio al alimón
con Kamau Brathwaite y Serge Gruzinski), recibí lue- conmigo), no solo tradujo casi todo, sino que hizo cons-
go invitaciones de otras universidades de los Estados tantes sugerencias, aportó citas (a veces a partir de
Unidos. En varias de ellas (Iowa, Illinois en Champaign fuentes increíbles, como el menú de un hotel en Iowa),
Urbana, California en Berkeley y Stanford, Nueva York refrenó mi enlaberintado estilo, escuchó sin cansancio
en Purchase) ofrecí versiones ampliadas del texto ini- y discutió sin ira. Aunque lleve solo mi firma, este tra-
cial. Aun así, por razones de tiempo, no pude leer todo bajo, salvo en los costados delirantes, es pues también
el material que aquí se publica; ni pude, desde luego, suyo: lo que, por otra parte, debe ser dicho de cuanto
valerme de las notas al pie. Algunos pasajes del ensayo he escrito a partir de mi primer libro de estudios, que en
los utilicé en otros también escritos en 1992, y dados 1993 cumple cuatro décadas de haberse terminado. El
a conocer en Buenos Aires, Jalapa, Veracruz, Madrid, texto se publicó por primera vez en Nuevo Texto Críti-
Florencia y La Habana. Agradezco su generosidad a las co, Nº 11, Primer semestre de 1993.
amigas y los amigos que me invitaron, así como a las
instituciones que me permitieron exponer mis preocu- 1 Me refiero, naturalmente, al ensayo “Caliban”, que
paciones y esperanzas. Y agradezco a Adelaida de Juan se recoge en este libro.
(con quien compartí el reciente periplo estadunidense, 2 José Martí, “Nuestra América”, La Revista Ilustrada
como hace cuarenta años comparto la vida) el haber de Nueva York, primero de enero de 1891. Se recoge en
puesto en un inglés tolerable, para alivio de los oyen- José Martí, O.C., VI. Sobre la formación e irradiación de
320 Pensamiento anticolonial de nuestra América
raíces mundiales. Pero el poderoso concepto nas no solo a la América Latina y el Caribe sino,
metáfora que es Caliban (insisto: un “concep- como ha sido tan frecuente, a los condenados
to metáfora”, en forma alguna solamente “un de la Tierra4 en su conjunto, cuya existencia al-
nombre en una pieza”)3 aludirá en estas pági- canzó dimensión única a partir de 1492.
Mi tarea aquí, según anuncié, es hablar des-
de Caliban, no siempre sobre él. Esto es lo que
este concepto martiano, que se remonta a su destierro
el ojo de Caliban ve, lo que la voz de Caliban
en México y Guatemala entre 1875 y 1878, cf. Roberto
Fernández Retamar, “La revelación de nuestra América”, dice quinientos años más tarde. Después de
Introducción a José Martí, La Habana, 1978. todo, es la mirada y no el objeto mirado lo que
3 En un comentario a mi “Caliban”, que le agradezco implica genuinidad. Tal genuinidad de la mira-
por cuanto aprecio su obra, Gayatri Chakravorty Spi- da, para mencionar un ejemplo de otra impor-
vak, quien lo llama allí una “‘conversación’ entre Eu- tante zona del mundo, explica el hecho de que
ropa y la América Latina” (¿y los Estados Unidos?), y no haya escritor más inglés que aquel cuyas
cita lo que considera “un conmovedor pasaje” del en-
sayo, no me parece que entienda siempre su sentido.
historias ocurren no solo en su pequeño país
Por ejemplo, en aquél no se niega, sino todo lo contra- sino también en Verona, en Venecia, en Roma,
rio, “la posibilidad de una “cultura latinoamericana” en Dinamarca, en Atenas, en Troya, en Alejan-
identificable”; ni se olvida que Caliban haya sido “un dría, en las tierras azotadas por el ciclón del
nombre en una pieza” (G.C.S.: “Three Women’s Texts Mediterráneo americano, en bosques hechi-
and a Critique of Imperialism”, Critical Inquiry, Nº 12,
otoño de 1985, p. 245). En cuanto a esto último, asumí zados, en pesadillas inducidas por el ansia de
los personajes shakespereanos (y antes y después de
mí muchos otros lo han hecho también, historizándo-
los) como “conceptos-metáforas”, para emplear un útil guien se le ocurra decir que Freud olvidó que Edipo es
sintagma de que se valió ese mismo año 1985 la propia un nombre en una pieza.
Gayatri (“Subaltern Studies. Deconstructing Historio- 4 Naturalmente, me valgo de la denominación acuña-
graphy” [1985], In Other Worlds. Essays in Cultural da por Frantz Fanon en Les damnés de la Terre, prefa-
Politics, Nueva York, 1987, p. 198). O como “personajes cio de Jean Paul Sartre, París, 1961. Ya Martí, a finales
conceptuales”, según el vocabulario de Gilles Deleuze del siglo xix, había empleado con un sentido similar la
y Felix Guattari en Qu’estce que la philosopie?, París, expresión “los pobres de la tierra”. Cf. de Roberto Fer-
1991, esp. pp. 60-81. Esos aportes terminológicos im- nández Retamar ,“Martí en su (tercer) mundo”, que se
piden que, por ejemplo, ante lo que Freud llamó, con recoge en este libro; y “Fanon y la América Latina”, que
perspectiva sicoanalítica, el complejo de Edipo, a al- también se recoge en este libro.
Caliban quinientos años más tarde 321
poder, en el corazón, en la locura, en ninguna ello la llegada de europeos a lo que iba a ser
parte, en todas. llamado aleatoriamente América? Tal llegada
Ahora, medio milenio después de 1492, los ¿estaría cargada per se de algún poder demiúr-
invito a hacer un alto en el ya aburrido deporte gico? Pero cuando hace cerca de un milenio
de remontarnos quinientos años atrás, y par- este Hemisferio fue visitado por los primeros
ticipar en el menos frecuente de remontarnos europeos que se sepa que hayan realizado tal
mil. Qué poquita cosa la Europa de 992, ¿ver- hazaña, Leif Ericson y sus osados marinos nór-
dad? Así como los egipcios, en la época en que dicos, nada fundamental cambió en el mundo.
practicaban un milenario egiptocentrismo, La razón es bien simple: aquella aventura no se
miraban por encima del hombro a los griegos inscribía en proyecto mayor alguno, ni hubie-
que vivieron algunos siglos antes de Cristo, a ra podido engendrarlo la apagada Europa de
quienes consideraban niños e impuros, ¿de qué entonces. Otro sería el caso cuando, quinien-
otra manera podían mirar los refinados árabes tos años después, por segunda vez arribaran
o los refinados bizantinos (quizá los refinadísi- europeos al Hemisferio Occidental, que para
mos chinos y ciertamente los mayas ni sospe- ellos fue un Asia apócrifa, pero indudablemen-
chaban en 992 que existieran europeos); de qué te salvadora (como se ha dicho, de no ser por
otra manera, digo, podrían mirar a los pobreci- “América” tales europeos habrían perecido
tos europeos coetáneos, entonces borrosos y en el larguísimo viaje al Asia real, para el cual
esmirriados, con excepción de los que vivían carecían de vituallas). Esta nueva arribada sí
bajo los regímenes árabe y bizantino: regíme- iba a cambiar al mundo. Pues en 1492 no llega-
nes considerados orientales? No es extraño ron solo el mesiánico genovés y sus no menos
que Bernard Lewis escribiera sobre El descu- osados marinos españoles, sino sobre todo un
brimiento musulmán de Europa5. vasto proyecto que esta vez sí germinaba en
Y si así ocurrió, e incontrovertiblemente zonas de la sociedad europea. Harto sabemos
ocurrió así, ¿cómo es que mil años después la que se trataba del capitalismo, el cual requería
realidad es tan otra? ¿Qué tendría que ver con para su florecimiento, entre otros hechos, del
inmisericorde pillaje del resto del planeta (aún
no maduro para acceder a su propio capita-
5 Bernard Lewis, The Muslim Discovery of Europe,
Nueva York, 1982 lismo), a fin de hacer posible en beneficio de
322 Pensamiento anticolonial de nuestra América
una parte de los europeos la acumulación ori- En relación con el orto del capitalismo es
ginaria de capital. Así alboreó la modernidad necesario destacar varios hechos. En primer
(posmodernidad incluida) que iba a llamarse lugar, que la invasión de América por europeos
mundo occidental, sinónimo, según han señala- que siguió a 1492; la conquista y el genocidio
do José Carlos Mariátegui y Leopoldo Zea6, del monstruosamente sangrientos, como los han
capitalismo. Pues como “capitalismo” es más sido siempre; la destrucción de admirables
bien incómodo como nombre, ya que hace re- culturas en todos los continentes; la brutal
cordar que el capital vino al mundo “chorrean- servidumbre impuesta a los aborígenes para
do sangre y lodo por todos sus poros”; como hacerlos producir en favor de los conquista-
“sociedad burguesa” es también expresión fea, dores; los millones arrancados de África (y
y hasta muchos escritores y artistas europeos luego de otros sitios), esclavizados y lleva-
del siglo xix, con mayor o menor conciencia de dos a trabajar como bestias en regiones don-
lo que hacían, estigmatizaron al “burgués”, ha- de los aborígenes habían sido exterminados
ciéndolo (revelándolo) equivalente de beocio o estaban a punto de serlo; las muy diversas
o filisteo, pobres pueblos; como así eran las formas ulteriores, directas o indirectas, de
cosas, intelectuales al servicio del capitalismo explotación, unidas desde luego a la opresión
nacido en Europa, atareados Arieles, le estimu- de vastos sectores de sus propios pueblos,
laron nombres geográficos en su origen, pero desempeñaron (desempeñan) un papel de-
prestigiados por relumbres imperiales y ecle- cisivo en el crecimiento del capitalismo (oc-
siásticos: “Oeste”, “Occidente”, “mundo, cultu- cidental, valga la redundancia), cuyas raíces
ra, civilización o sociedad occidental” son los difícilmente hubieran podido ser más crueles.
trajes con que sale de paseo el capitalismo. A Una publicación insospechable del menor ges-
veces se añade (sin ningún derecho verdadero) to radical, la revista Time, dedicó su entrega
el nombre de “cristiano”, y entonces considera especial del otoño de 1992 al tema Más allá
que está precioso: es decir, perfumado y letal. del año 2000. Qué esperar del nuevo milenio.
Entre no pocas cosas digamos pintorescas, en
esa entrega se leen estas palabras, elocuentes
6 José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpreta-
por aparecer donde aparecen: “El triunfo del
ción de la realidad peruana [1928], La Habana, 1963, p. 5;
Leopoldo Zea, América en la historia, México, 1956, p. 80. Oeste fue en muchos aspectos una sangrienta
Caliban quinientos años más tarde 323
vergüenza –una historia de atrocidad y rapiña, Este sería, a fortiori, el caso de países de la
de arrogancia, avaricia y expoliación ecológi- Europa central y oriental.
ca, de desdén hybrístico hacia otras culturas Fuera de Europa, desarrollos capitalistas
e intolerancia ante creencias no cristianas”7. realmente grandes solo serían conocidos por
“A confesión de parte relevo de pruebas”, reza unas pocas excolonias británicas, cuya metró-
una fórmula jurídica. Un punto apenas habría poli sucedió a Holanda en cuanto a ser, hasta
que modificar en las líneas de Time: el uso del comienzos de este siglo, la nación capitalista
pasado. Tal “sangrienta vergüenza” no es solo por excelencia: y no excolonias cualesquiera
lo que fue: es también lo que es la historia del (no las de África, Asia y el Caribe, por ejemplo),
Oeste, tal como fue padecida ayer y lo es hoy sino aquellas donde los británicos práctica-
por el resto del planeta. mente exterminaron a los aborígenes, y repro-
En segundo lugar, debe destacarse que no dujeron y a veces multiplicaron las estructuras
obstante haber sido ibéricos los primeros metropolitanas. Me refiero desde luego, con
europeos en establecerse en América, y no variantes, a países como los Estados Unidos,
obstante los enormes aportes hechos por sus Canadá y Australia, ejemplos de lo que Darcy
países al desarrollo capitalista de otros paí- Ribeiro llamaría “pueblos trasplantados”8. Hay,
ses europeos (así Holanda, Inglaterra, Fran- sin embargo, una excepción: Japón, el cual (de-
cia, Alemania), aquellos países, por razones bido a varios factores, y entre ellos a un equili-
conocidas, como la expulsión de los judíos brio involuntario, no conocido ni antes ni des-
de España hace ahora también quinientos pués, entre grandes potencias depredadoras)
años, no alcanzaron ellos mismos tal desa- logró pasar de su feudalismo a un capitalismo
rrollo; y, no obstante además ser geográfica- propio y poderoso, convirtiéndose así en el úni-
mente los más occidentales del continente
europeo, quedaron al cabo en la periferia de
Occidente, como países paleoccidentales. 8 Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización.
Proceso de formación y causas del desarrollo desigual
de los pueblos americanos, 2a. ed. revisada y ampliada,
7 John Elson, “The Millenium of Discovery”, Time. traducida del portugués por Renzo Pi Hugarte, Buenos
Special Issue. Beyond the Year 2000. What to Expect Aires, 1972, esp. “Tipología étniconacional” (pp. 80-90)
in the New Millenium, otoño de 1992, p. 18. y “Los pueblos trasplantados” (pp. 401-489).
324 Pensamiento anticolonial de nuestra América
co país no poblado por europeos en que ello Se da así el caso de que mientras España y
ha ocurrido9. Pues el ejemplo de los “tigres” o Portugal, los países geográficamente más oc-
“dragones” de Asia es aún demasiado cercano cidentales del continente europeo, no son ple-
e indeterminado para hacer posible un juicio namente “occidentales” sino paleoccidentales
suficiente sobre ellos10. (a pesar de sus modernizaciones recientes,
que no les han permitido dejar de encontrar-
se entre los más atrasados de la Comunidad
9 De la bibliografía sobre el importante tema me
limitaré a citar: Paul A. Baran, La economía políti- Europea), Japón, país del llamado “Extremo
ca del crecimiento [1957], trad. del inglés por Nathan Oriente”, no solo sí es “occidental”, sino que,
Warman, 2a. ed. en español, México, 1961, pp. 176-187; con su kimono computarizado, forma parte
L.J. Zimmerman, “El caso del Japón”, Países pobres, del cogollo de “Occidente”, del capitalismo
países ricos. La brecha que se ensancha [1965], trad.
del inglés por Francisco González Aramburo, México
más desarrollado, siendo uno de los siete Big
D.F., 1966, pp. 113-125; y Paul Bairoch, “El Japón o la Brothers cuyos representantes se reúnen de
excepción que confirma la regla”, El Tercer Mundo en tiempo en tiempo para hablar de cómo re-
la encrucijada. El despegue económico desde el siglo partirse mejor el pastel. Es más, hoy integra
xviii al xx [1971], trad. del francés por Jacobo García-
el cogollo de ese cogollo, donde hay un solo
Blanco Cicerón, 2a. ed. en español, Madrid, 1982, pp.
[133]-146. (El proverbio repetido sin ton ni son a que re- país europeo (Alemania), uno americano (los
mite el título del último capítulo citado no implica que Estados Unidos) y uno asiático (Japón). ¿Será
una excepción pueda probar la validez de regla alguna, necesario añadir a estas alturas que expresio-
validez que sería mayor de no haber excepción, sino la nes eurocéntricas como la ya nombrada “Ex-
existencia de aquella: el proverbio tiene pretensión on-
tremo Oriente”, y otras como “Medio Oriente”,
tológica, no axiológica). Me gustaría conocer puntos de
vista japoneses sobre la evolución del país. “Cercano Oriente”, “tierras lejanas” o là bas no
10 Pero es útil leer el agudo libro de Walden Bello
y Stephanie Rosenfeld Dragons in Distress. Asia’s
Miracle Economics in Crisis, San Francisco, 1990, inminentemente políticos con China. Como algunos
cuyo conocimiento (precisamente en San Francisco) voceros de la derecha proponen sin rigor intelectual
agradezco a Susan Jonas. El libro estudia los casos dragonizar a países de nuestra América, es útil también
de Corea del Sur (“Se desenreda un modelo”), Taiwán leer, de Bruce Cuming, “The Abortive Abertura: South
(“en problema”) y Singapur (“a la deriva”), y excluye Korea in Light of Latin American Experience”, New Left
a Hong Kong por sus fuertes vínculos económicos e Review, Nº 173, enero-febrero de 1989.
Caliban quinientos años más tarde 325
significan nada, excepto que quien las usa no mos), ejércitos y otros hechos y atributos simi-
está en esos lugares? lares. Pero no contamos siquiera con un Japón
Y si en dos excolonias inglesas en tierras latinoamericano, por modesto que fuera, que
americanas floreció, siguiendo la estela de su se le hubiese escabullido a las grandes poten-
“madre patria”, un capitalismo vigoroso, no cias para crear un capitalismo de verdad.
es extraño que en Iberoamérica, siguiendo las Ahora debo hacer una aparente y necesa-
estelas patituertas de España y Portugal, no se ria digresión. Es claro que debemos rechazar
desarrollara capitalismo vigoroso alguno, sino el absurdo término “Descubrimiento” para lo
un capitalismo de segunda, raquítico, periféri- que ocurrió en 1492, pues en aquel momento,
co, que, como el de gran parte de Asia y África, el del segundo arribo azaroso de europeos a
ha provisto y provee a las naciones hegemóni- América –en este caso, Colón con sus tres bar-
cas de “proletariados externos”, para usar la quitos españoles–, había en ella decenas de
expresión que consagró Toynbee, y hace de la millones de seres humanos, había varias gran-
casi totalidad de nuestros países, si no colonias des culturas que conocían desde el cero hasta
abiertas o encubiertas, neocolonias de diverso los astros, y se encontraba una de las dos ciu-
pelaje. No ha sido posible saber cómo hubiera dades más populosas de la época, Tenochtit-
sido el capitalismo desarrollado en algunos de lán (la otra tampoco estaba en Europa, pues
esos países, en uno al menos, por la sencilla era Pekín): por cierto, la heredera de aquella,
razón de que no lo ha habido, no lo hay, ni lo la actual México D.F., es de nuevo una de las
habrá en nuestra América, si las condiciones dos ciudades más populosas del planeta. Y por
presentes no cambian. A dos siglos del inicio razones similares, es imprescindible, a fin de
de nuestras guerras independentistas (inicio ser coherentes, proceder de modo equivalente
que, aunque por racismo suele no mencionar- con el sistema terminológico/conceptual del
se tanto como debiera ser, ocurrió en Haití, en que aquella denominación, “descubrimiento”,
1791), contamos (se dice) con la independen- forma parte: es decir, hay que objetar la ideo-
cia política, memorias de auténticos héroes, logía de Próspero. Más que nunca hoy, cuando
relucientes constituciones, himnos, banderas, proclaman la muerte de las ideologías (y de
escudos, presidentes, parlamentos, estatuas de paso de muchas otras cosas: de la utopía a la
próceres y de cuatreros (a veces son los mis- historia, de los sujetos a los grandes relatos le-
326 Pensamiento anticolonial de nuestra América
do solo habrían afectado a un puñado de euro- resto del mundo por Occidente, y con la finali-
peos (la población de toda la Tierra era enton- dad de pretender justificar esa rapiña sin igual,
ces aproximadamente la actual población de se postuló que tales diferencias implicaban sig-
los Estados Unidos), ya que los calendarios de nificantes fijos de significados no menos fijos, y
la gran mayoría de la Humanidad de entonces que esos significados eran positivos en el caso
tenían otras divisiones del tiempo. El término de los de piel “blanca” (de modo más realista,
“raza”, inventado por occidentales en el siglo Shaw y Chesterton sugirieron denominaciones
xvi, se dice que fue pedido en préstamo a la como “marrón claro” y “rosado”, pues ¿quién
terminología zoológica: si en efecto fue así, so- rayos ha visto nunca a un ser humano fantas-
bran los comentarios. Esta nueva, flamante pa- malmente blanco?) y negativos en los demás
labra, “raza”, devino muy importante, pues aun- casos, considerados “coloreados”14. El térmi-
que los seres humanos han sabido siempre que
hay entre ellos notorias e intrascendentes dife-
14 La bibliografía sobre el tema es enorme, aunque no
rencias somáticas (¿cómo no evocar el Cantar siempre satisfactoria y frecuentemente mistificadora.
de los cantares dedicado a una mujer negra?), Me sigue pareciendo excelente el libro de Fernando
solo a partir de 1492, al iniciarse el saqueo del Ortiz El engaño de las razas [1946], 2a. ed. La Habana,
1975. Cf. allí “La raza, su vocablo y su concepto”, pp.
35-66. Ortiz vincula con notable acopio de datos filoló-
Mille..., París, 1947 (Edmond Pognon fue el editor) y gicos e históricos la aparición y difusión de la palabra/
La vie quotidienne en l’An Mille (París, 1981); y L’An concepto “raza”, a la explotación y esclavización a que
Mil, presentado por Georges Duby, París, 1980. En este Occidente sometió al resto del mundo a partir de 1492:
último libro, se dice que es “a finales del siglo xv, en “la voz “raza” [escribe], no por metáfora sino ya como
los triunfos del nuevo humanismo, cuando aparece la un sentido más preciso, como una caracterización os-
primera descripción conocida de los terrores del Año tensible y hereditaria o significadora de un conjunto de
Mil. Ella responde al desprecio que profesaba la joven cualidades congénitas y fatales de los seres humanos,
cultura de Occidente [énfasis de Fernández Retamar], no se empleó en el lenguaje general hasta por los siglos
hacia los siglos oscuros y rudos de los que salía, que xvi y xvii” [p. 41]. Años después corroborarían Paul Ba-
renegaba, para mirar, más allá de ese abismo bárbaro, ran y Paul M. Sweezy (en Capital monopolístico. Un
hacia la Antigüedad, su modelo” (p. 9). Se trató pues de ensayo sobre la estructura socioeconómica norteame-
otra maniobra ideológica de Occidente (entonces, más ricana, La Habana, 1969, pp. 199-200): “El prejuicio ra-
que “joven”, naciente), en su intento de rechazar su ver- cial, tal como existe en el mundo actualmente, es casi
dadero pasado e inventarse otro. una actitud de los blancos, y tuvo sus orígenes en la
328 Pensamiento anticolonial de nuestra América
el pretexto de que unos ambiciosos que saben llamado con desdén “barbarie” y “pueblos de
latín tienen derecho natural de robar su tierra a color”, y rehuyendo la recta denominación de
unos africanos que hablan árabe; el pretexto de colonias, semicolonias o neocolonias (una par-
que la civilización, que es el nombre vulgar con te de los contendientes de la Segunda Guerra
que corre el estado actual del hombre europeo,
Mundial había incorporado a su retórica algu-
tiene derecho natural de apoderarse de la tierra
nos vocablos igualitarios), propuso denomina-
ajena perteneciente a la barbarie, que es el nom-
bre que los que desean la tierra ajena dan al esta- ciones en apariencia más neutros, y hasta espe-
do actual de todo hombre que no es de Europa o ranzadores: primero, “zonas económicamente
de la América europea17. subdesarrolladas”; más tarde, países “subdesa-
rrollados” e incluso (nada menos) “países en
En cuanto a que colonizar es civilizar (“la carga vías de desarrollo”19. Como se trata, al igual que
del hombre blanco” de que se burla Basil Da- en casos previos, de términos de relación (pue-
vidson en su reciente libro La carga del hom- blos blancos/pueblos de color o coloreados,
bre negro)18, es algo tan elemental que ni vale civilización/barbarie o salvajismo, países colo-
la pena refutarlo. nizadores/países colonizados), es necesario co-
Por el interés que desde hace unas décadas nocer el otro polo. Y se dijo que este era “países
adquirió el hecho, voy a detenerme un poco en desarrollados”. La nueva relación sería pues
peculiares sintagmas inventados a mediados países desarrollados/países subdesarrollados.
de la década del cuarenta de este siglo por téc- Y de ello se colige que si estos últimos se por-
nicos de la entonces emergente Organización
de Naciones Unidas para rebautizar eufemísti-
19 Según J.L. Zimmerman, “el término zona económi-
camente a las tierras de Caliban. Con esta ha-
camente subdesarrollada hizo su primera aparición pú-
zaña verbal, Occidente, después de habernos blica, probablemente, en las reuniones de las Naciones
Unidas de 1944 y 1945. Antes de esta fecha, la comu-
nidad de los expertos solía hablar de zonas coloniales
o zonas atrasadas” (Países pobres, países ricos. La
17 José Martí, “Una distribución de diplomas en un co- brecha que se ensancha, cit. en nota 9, p. 1). Un breve
legio de los Estados Unidos” [1884], O.C., VIII, 442. y útil panorama de la cuestión, ya no de la aventura ter-
18 Basil Davidson, The Black Man’s Burden. Africa minológica, lo ofreció Yves Lacoste en Les pays sous-
and the Curse of the Nation State, Nueva York, 1992. développés, París, 1959.
330 Pensamiento anticolonial de nuestra América
taban bien y aprendían sus lecciones, podrían quedaran rezagados o flacos por ser jóvenes o
llegar a ser como los primeros, los grandes, las viejos, según el gusto del superficial comenta-
personas mayores. Esta aberración, cándida o rista, o porque los pueblos respectivos fueran
malintencionada (de acuerdo con el sujeto que (son) holgazanes o torpes o viciosos o cuales-
la practicara), se llamó “desarrollismo”. Como quiera zarandajas por el estilo. Lo que ha ocu-
se ha visto, portarse bien supone por ejemplo rrido es que unos pocos países, vampiresca-
someterse a las soluciones drásticas, de cho- mente (perdónenme mi frecuente homenaje al
que, del Fondo Monetario Internacional, que conde Drácula), crecieron a expensas de otros,
bajo la enseña letal del neoliberalismo está de- muchísimos: que los países subdesarrollantes
vastando de nuevo las tierras de Caliban. subdesarrollaron (subdesarrollan) a los de-
Todo se hace claro, sin embargo, si se repara más. Sobre esta cuestión, es ya una referencia
en que el otro polo de “subdesarrollado” o “en clásica el libro de Walter Rodney Cómo Europa
vías de desarrollo”, no es “desarrollado”, sino subdesarrolló a África21.
“subdesarrollante” (término que propuse, has- Y aquí topamos de nuevo con 1492, pues la
ta ahora en vano, hace un cuarto de siglo20, y división entre un grupo cada vez más peque-
cuya noción se conservaba en la desvanecida ño y más rico de países subdesarrollantes y
pareja países colonizadores/países coloniza- un grupo cada vez más numeroso y más pobre
dos): con aquella polarización, la única real, se de países subdesarrollados por aquellos, entre
ve claramente la verdad: no es que unos paí- Próspero y Caliban, comenzó a partir de esa
ses se hayan desarrollado de modo robusto, fecha, de lo que ocurrió hace quinientos años,
mientras, paralela e independientemente, otros aunque solo quedó fijada, confiemos en que
temporalmente, a partir del siglo xviii, y en es-
pecial del siglo xix, cuando el planeta quedó di-
20 Roberto Fernández Retamar, “Ensayo de otro mun- vidido entre países “ganadores” y países “per-
do”, Ensayo de otro mundo, La Habana, 1967, p. 14. Cf. dedores”, para emplear los términos bruscos
igualmente “Responsabilidad de los intelectuales de los
países subdesarrollantes”, Casa de las Américas, Nº 47,
marzo-abril de 1968. Ambos se publicaron también en
la segunda edición del libro mencionado, Santiago de 21 Walter Rodney, How Europe Underdeveloped Afri-
Chile, 1969. ca, Dar es Salaam, 1972.
Caliban quinientos años más tarde 331
usados por Eric Hobsbawm y Paul Kennedy22. la nobleza se correspondía con los países de
Los primeros, parece ocioso decirlo, son aque- capitalismo desarrollado: el Primer Mundo; el
llos en los que se desarrolló un capitalismo au- alto clero lo encarnaba la Unión Soviética del
téntico; los segundos, los que contribuyeron a aún vivo Stalin (horresco referens) acompaña-
aquel desarrollo a expensas del suyo propio, da por los otros países del entonces llamado
de su subdesarrollo, pues en ellos solo pudo campo socialista europeo: el Segundo Mundo;
(puede) implantarse un capitalismo raquíti- y el Tercer Estado eran los países pobres, que
co, periférico, como ya ha sido mencionado. ya se conocían como subdesarrollados, mu-
Aduciré solo dos hechos en que esta relación chos de los cuales eran o habían sido hasta ha-
vampiresca sigue viva en 1992: el intercambio cía relativamente poco colonias, y en conjunto
desigual y la deuda externa. albergaban (siguen albergando) a la inmensa
Otras denominaciones, como la división en- mayoría de los habitantes de la Tierra: el Ter-
tre países del Primer, el Segundo y el Tercer cer Mundo, que pocos años después reuniría
Mundos, o entre países del Norte y el Sur, no por vez primera representantes suyos en Ban-
añaden gran cosa. La primera división fue acu- dung. Como se sabe, aquella expresión, que hoy
ñada en 1952 por Alfred Sauvy, en memoria del inquieta a tantas malas conciencias, hizo rápi-
abate Sièyes23. En la metáfora de Sauvy, según da fortuna, en gran parte debido a una lectura
me comentaría él casi dos décadas después24, errada, a una extrapolación, de 1789. Pues si el
Tercer Estado, o parte importante de él, había
sido el beneficiario de la Revolución Francesa,
22 Eric J. Hobsbawm, The Age of Capital 1848-1875,
Londres, 1975, capítulo 7. Cit. por Paul Kennedy en The
Rise and Fall of the Great Powers. Economic Change enero-febrero de 1972, p. 188. Sauvy me dijo que había
and Military Conflicts from 1500 to 2000 [1987], Nue- empleado la denominación por primera vez en un artí-
va York, 1989, p. 151. culo que publicó en 1952 en el semanario France Obser-
vateur. No he verificado el dato, pero no lo he puesto
23 Cf. Emmanuel Sièyes, Qu’estce que le Tiers Etat en duda, a pesar de que para otros autores la fecha de
[1789], prefacio de Jean Tulard, París, 1982. aparición es 1954 o 1956 (no sé sobre qué bases). Stalin
24 En 1971 le hice en La Habana una breve entrevista a moriría en 1953, y el carácter “clerical” del “Segundo
Sauvy, que apareció sin firma, con el título “El inventor Mundo” que me mencionara Sauvy requería la presen-
de ‘Tercer Mundo’”, en Casa de las Américas, Nº 70, cia de aquel.
332 Pensamiento anticolonial de nuestra América
¿no ocurriría algo similar con el Tercer Mundo: rialismo se agrava [...] Las sedicentes estructuras
expresión que, por añadidura, voluntaria o in- inéditas que el imperialismo organiza [...] no ha-
voluntariamente, hacía pensar a muchos en una cen sino prolongar el viejo pacto colonial tratan-
“tercera vía” entre capitalismo y socialismo? do tan solo de camuflarlo [...] El sol del imperia-
lismo brilla como nunca antes sobre la mitad más
Gobernantes, estudiosos, poetas asumieron
desheredada del planeta, solo que brilla un poco
con fervor la denominación, y por tanto el con- más fuerte [...] // En cuanto a ese tercer mundo
cepto metáfora. Llegó a ser de buen tono para al que explota tan ferozmente como ayer, pero
las personas más disímiles ocuparse del Tercer que ya se le desliza aquí o allá de entre las manos,
Mundo. Pero él no logró romper el círculo de el imperialismo duda de su eternidad y procura
fuego del subdesarrollo, siguió siendo saquea- aprovecharlo al máximo mientras sea posible25.
do mediante el neocolonialismo por el “Primer
Mundo”, fue sumido aún más en la miseria y el En 1971 (cuando aquellas esperanzas empeza-
marasmo, y perdió interés a los ojos de aque- ban a andar de capa caída) añadía Paul Bairoch
llos para quienes apenas había sido motivo de que la diferencia entre el nivel de vida de am-
devaneo intelectual. No obstante, la contradic- bos grupos de países
ción entre unos países y otros, entre los gran-
des señores y los condenados de la Tierra, entre llegaba a ser tan importante, que comenzaba a ra-
Próspero y Caliban no solo ha conservado sino yar en el escándalo. En efecto, hacia 1950, la ren-
que ha acrecentado su vigencia, y es hoy la con- ta media per capita en el Tercer Mundo era nueve
tradicción principal de la Humanidad. veces menor que la de los países desarrollados, y
En 1965 (es decir, en un momento en que esta diferencia era del orden de 1 a 27 entre Asia
y los Estados Unidos. La situación económica y
aún eran grandes las esperanzas en soluciones
social de los países a los que se llamó entonces
cercanas para el “Tercer Mundo”) escribía sin
subdesarrollados, antes de calificarlos, ¡oh pleo-
embargo Pierre Jalée: nasmo! [más bien ¡oh ironía!], de países en vías
de desarrollo, se convertiría, con razón, en obje-
[...] en la hora de la descolonización política, la
explotación imperialista de los países del tercer
mundo no solo prosigue sino que se acentúa. La 25 Pierre Jalée, Le pillage du tiers monde. Étude éco-
división internacional del trabajo típica del impe- nomique, París, 1965, pp. [113] y 122.
Caliban quinientos años más tarde 333
to de gran preocupación, en el problema por ex- en su momento perdió), pero el envejecido ros-
celencia. [...] // [Sus] progresos han sido lentos; tro detrás de las máscaras apenas cambia en su
[...] lo que significa que la media de los niveles de osamenta. Desde luego, no se trata, en forma
renta per capita de los países subdesarrollados alguna, de todo el pensamiento engendrado en
tardaría, si mantuviera ese ritmo, ciento treinta
el seno de Occidente, el cual tiene sus propias
años (es decir, en el siglo xxii) en alcanzar el ni-
y enriquecedoras contradicciones internas. En
vel de los Estados Unidos de 1970. [...] En 1970
la diferencia entre la renta media per capita en cuanto al contrapunto entre Próspero y Caliban,
el Tercer Mundo y la de los países desarrollados son numerosos los que, de Las Casas y Montaig-
pasó de 1 a 14, contra el 1 a 9 en 1950, poco más o ne a nuestros días, nacidos en tierras de Prós-
menos. Y entre el Asia subdesarrollada y los Esta- pero, han comprendido las razones de Caliban
dos Unidos esta diferencia llega a ser de 1 a 4226. y lo han defendido. Esa comprensión y esa de-
fensa fueron altos momentos de la meditación
Hoy, en 1992, “la brecha que se ensancha” entre y la conducta de zonas importantes de Occiden-
los países ricos y los países pobres, “el pillaje te, como se vio con claridad en la ya casi mítica
del tercer mundo”, “el problema por excelencia” pero muy real década del sesenta de este siglo27.
han crecido hasta límites casi intolerables, y Decididamente, este no es uno de aquellos altos
consecuentemente también ha crecido un pen- momentos, y en cambio recuerda demasiado
samiento occidental de derecha que se encar- a otros más bien sombríos. Si el imperialismo,
ga de sancionar aquellas realidades, como ha lejos de desaparecer, es inmensamente más de-
venido haciendo desde 1492. Para ello se vale predador, lo que sí ha desaparecido en los textos
de silencios, reticencias o palabras pomposas de muchos teóricos up to date (o à la page, se-
o relucientes que cambian de aspecto pero no
de función. Las máscaras de Próspero pueden
27 Sobre el papel desempeñado por la emergencia
llamarse verdades reveladas, civilización, o in- del Tercer Mundo en el pensamiento rebelde y revo-
cluso, llegado el caso, fascismo (máscara que lucionario de las metrópolis durante la década del se-
senta, cf. Fredric Jameson, “Periodizing the 60s”, The
60’s, without Apology, ed. por Sohnya Sayres, Anders
26 Paul Bairoch, El Tercer Mundo en la encrucija- Stephanson, Stanley Aronowitz y el propio Jameson,
da..., cit. en nota 9, pp. 11 a 13 (énfasis de Roberto Fer- Minneapolis, 1984, esp. “I. Third World Beginnings” y
nández Retamar). “VI. In the Sierra Maestra”.
334 Pensamiento anticolonial de nuestra América
gún la zona metropolitana) es la palabra (el con- del espíritu, e incluso de la persona, cae y cae-
cepto) imperialismo, que se considera del peor rá todavía más en desuso [...] El saber es y será
gusto usar. Previsiblemente, se le supone em- producido para ser vendido [...] Deja de ser en sí
parentado (à rebours) con los “grandes relatos” mismo su propio fin, pierde su “valor de uso”. [...]
Se ha convertido en los últimos decenios en la
cuya crisis, o cuya abierta extinción, ha sido ale-
principal fuerza de producción, [...] que es lo que
gremente proclamada por muchos de aquellos constituye el principal embudo para los países
teóricos. Los pueblos agredidos, por supuesto, en vías de desarrollo. En la edad postindustrial
ni se han enterado de que el imperialismo mu- y postmoderna, la ciencia conservará y, sin duda,
rió en el papel (y ahora, renacido, se llama glo- reforzará más aún su importancia en la batería de
balización, neoliberalismo, mercado salvaje, las capacidades productivas de los Estadosnacio-
debilitación del Estado en los países pobres, nes. Esta situación es una de las razones que lleva
trasnacionalización, privatización, nuevo orden a pensar que la separación con respecto a los paí-
mundial... y hasta democracia y derechos huma- ses en vías de desarrollo no dejará de aumentar
nos, que es llevar el sarcasmo un poco lejos). En en el porvenir28.
vano buscaríamos una mención del imperialis-
mo en libros como La condición postmoderna. En esas líneas están dichas varias verdades, que
Informe sobre el saber, 1979. Su autor, el publi- corresponden a la etapa que vive el capitalismo
citado aunque ya algo arcaico ideólogo subdesa- tardío, altamente deshumanizante, y a la terri-
rrollante Jean-François Lyotard, quien parte allí ble situación a que ha sometido a los países su-
de la hipótesis de que “el saber cambia de estatu- perexplotados. Pero en lo que toca a esto último
to al mismo tiempo que las sociedades entran en (que es aquí y ahora mi tema), mientras tal si-
la edad llamada postindustrial y las culturas en la tuación era presentada con inocultable rechazo
edad llamada postmoderna”, paso que según él por autores como Zimmerman, Jalée, Bairoch
se inició “cuando menos en los años cincuenta, y muchísimos más, para quienes se trataba de
que para Europa señalan el fin de su reconstruc- una circunstancia deplorable en la medida en
ción”, añade que en esa (esta) edad,
28 Jean-François Lyotard, La condición postmoderna.
el antiguo principio de que la adquisición del Informe sobre el saber [1979], trad. del francés por
saber es indisociable de la formación (Bildung) Mariano Antolín Rato, Madrid, 1987, pp. 13, 16, 17.
Caliban quinientos años más tarde 335
que afecta a la Humanidad, para autores como repartir aún más la pobreza. Los escasos paí-
Lyotard (quienes es de suponer que consideran ses en los cuales están vigentes complicados y
a “la Humanidad” como integrante de un vitan- amenazados proyectos socialistas (China, Co-
do o extinguido gran relato), se trata de la mera rea, Vietnam, Cuba) pertenecen indudablemen-
constatación de un hecho. (Los entomólogos te al nuevo Sur, no obstante esos proyectos y
no juzgan). Si los primeros se indignaban, los no obstante su ubicación topográfica. Pues no
segundos, domesticados Arieles cibernéticos, puede olvidarse que estas denominaciones,
hacen bueno el proverbio según el cual la indi- como hasta hace poco las de Oeste y Este en
ferencia es la filosofía de los hartos. sentido moderno30, aunque nacieron tomando
Sobre todo desde la década pasada, se prefie- en cuenta ciertas referencias geográficas, des-
re dar a la contradicción entre los países ricos y bordan tales referencias; en ambas parejas, se
los países que ellos empobrecieron y empobre- trata de realidades extrageográficas: sociales,
cen el nombre (que ya era usado) de relación económicas, y en el caso de Oeste/Este, ade-
Norte-Sur29, fórmula que parece que se man-
tendrá durante cierto tiempo. Abogan en favor
de ese nuevo nombramiento varios hechos, y 30 Pues en sentido tradicional hacía mucho que se
señaladamente dos: la corrosión semántica que hablaba de Oeste y Este, por lo general desde la pers-
ha venido sufriendo el sintagma Tercer Mundo, pectiva del primero. Cf. libros abarcadores como los
de N. I. Konrad: West-East, Inseparable Twain. Selec-
y el desvanecimiento del que fue considerado ted Articles, Moscú, 1967; y Joseph Needham, Dentro
Segundo Mundo, cuyos conductores actuales de los cuatro mares. El diálogo entre Oriente y Occi-
(no pocos de ellos protagonistas del pasado y dente [1969], Madrid, 1975. Sobre la construcción por
responsables de varias de sus deformaciones) Occidente de cierta imagen de Oriente, es obligada la
cita del libro de Edward W. Said Orientalism, Nueva
aspiran a hacerlo ingresar en el Primero, mien-
York, 1978. En 1997 cumplirá un siglo la novela de Bram
tras los obstinados hechos lo arrastran en su Stoker Drácula, en cuya primera página un personaje,
gran mayoría hacia el Tercero, donde será (está al llegar a Budapest (todavía “Buda-Pesth” en la obra),
siendo ya) mal recibido, ante la perspectiva de afirma: “La impresión que yo tenía era que estábamos
dejando el Oeste y entrando en el Este”. Tal Este inven-
tado, tenebroso y licantrópico es el que se le endilgará a
29 The South Comission, The Challenge to the South, partir de 1917 a la Revolución de Octubre, y por exten-
Nueva York, 1990. sión a buena parte del socialismo.
336 Pensamiento anticolonial de nuestra América
más políticas. Razón por la cual lo que ayer se rarlos como dos guerras distintas, y no como
llamó Occidente, hoy tiende cada vez más a ser dos períodos distintos de la misma guerra, no
llamado Norte, así se trate de Australia o de la es sino otra manifestación de nuestra mediocre
República de África del Sur. y jactanciosa era, que pretende borrar o modi-
Ahora, a quinientos años de 1492, ¿qué más ficar el pasado y usurpar el lugar del futuro, ol-
puede decir Caliban sobre nuestra centuria, so- vidando o inventándose antepasados por una
bre nuestros días? Si ya es corriente, no solo parte, y autonombrándose por otra. Sin em-
entre muchos economistas, afirmar que la del bargo, en lo que toca a esto último, para poner
ochenta fue una década perdida para la Améri- otros ejemplos europeos, no solo la vilipendia-
ca Latina y el Caribe, Caliban se pregunta si, de da Edad Media, como es obvio, sino tampoco el
modo similar, el ya agonizante siglo xx no habrá Renacimiento (que tan buena prensa tiene: no
sido un siglo perdido. en balde fue el amanecer del capitalismo) usa-
Recordemos, en primer lugar, la guerra más ron los nombres por los que serían conocidos:
incomparablemente devastadora y sangrienta se sabe que este último término fue empleado
de todos los tiempos, que comenzó en Europa por primera vez en el siglo xix. De modo más
en 1914, y en forma alguna puede asegurarse sensato, Jean Cocteau explicó que las estrellas
que haya terminado. Todos nos reímos con la que forman la Osa Mayor ignoran que la Tie-
tonta broma del personaje que dice: “Adiós, rra las ve componiendo ese dibujo. La llamada
querida, me voy a la Guerra de los Cien Años”. (a posteriori, desde luego) Guerra de los Cien
Pero por lo general no suele repararse en que Años (la cual, por cierto, duró aún más tiempo)
se incurre en tontería similar cuando se ha- no fue una ininterrumpida guerra secular, sino
bla de la conflagración mundial que estalló en una serie de períodos bélicos que los historia-
1914. Para empezar, es obvio que el período dores llamarían más tarde de aquella manera,
bélico que ocurrió entre 1914 y 1918 no fue sin ignorar las diferencias entre los períodos,
llamado, ni pudo haberlo sido, Primera Guerra pero subrayando sus similitudes. De modo pa-
Mundial: fue llamado a secas Guerra Mundial o recido, las llamadas con ligereza Primera y Se-
Gran Guerra. Solo al comenzar un nuevo perío- gunda Guerras Mundiales fueron más similares
do de guerra el anterior fue bautizado primero, que diferentes, y el mismo calificativo común,
pues ya había un segundo. Además, conside- Mundiales, revela una semejanza básica, no
Caliban quinientos años más tarde 337
compartida por ninguna otra contienda bélica. que padeció y la muerte prematura de Lenin,
Además, la razón que condujo a la guerra en las querellas entre sus posible sucesores y la
1914 (un nuevo reparto, entre unas pocas po- sangrienta tiranía del triunfante Stalin, más
tencias hegemónicas, de un mundo ya reparti- el espectacular fracaso de ese experimento y
do) está aún, por desgracia, muy vigente. los esfuerzos caóticos que le han seguido para
Del infierno de la guerra comenzada en restablecer el capitalismo, con métodos torpes
1914, y con la intención, entre otras, de sofo- que preocupan a John Kenneth Galbraith y cu-
carla en la raíz, el más ambicioso y dilatado yas consecuencias están en los periódicos, pro-
experimento socialista nunca acometido fue pinaron el más rudo golpe que hayan conocido
iniciado en 1917 en el arcaico imperio zarista, y las esperanzas socialistas.
sus primeros diez días tuvieron en el magnífico Desde 1945, la polarización Oeste/Este,
muchacho de Harvard John Reed un cronista nacida con su nuevo significado años antes
incomparable. Tal experimento que conmovió (recuérdese La decadencia de Occidente, de
al mundo esperanzó a muchos, y aunque cono- Spengler) y fortalecida especialmente con el
ció grandes dificultades, y en su nombre se co- surgimiento del fascismo y el nazismo, en gran
metieron numerosos crímenes y aberraciones, parte como violentas reacciones del capita-
logró, a un precio tremendo, la modernización lismo ante la Revolución Rusa de 1917 y sus
de un país atrasado que contribuiría decisiva- eventuales consecuencias, amenazó con una
mente a la derrota del nazifascismo y luego a guerra distinta, que previsiblemente hubiera
un amplio proceso de descolonización. La re- dado al traste con el experimento humano en
ciente caída del régimen soviético implicó la de su conjunto, según pudo haber ocurrido hace
regímenes que impuso (en consonancia con los ahora treinta años. Sin embargo, la evapora-
acuerdos de 1945 en Yalta, donde los Aliados, ción del “Este” no ha significado el inicio de la
vencedores, pretendieron repartirse el mundo) soñada pax perpetua, sino, como ya se men-
en países cercanos a la hoy disuelta Unión So- cionó, el regreso a un estadio similar al que
viética, por los que atravesó su ejército victo- precedió a 1914. Caliban de ninguna manera
rioso, con frecuencia derrotando a regímenes desea ser apocalíptico, y confía en no tener ni
profascistas. Las deformaciones de aquel ex- una gota de razón, pero como los Estados Uni-
perimento tras el aislamiento y las agresiones dos están tan preocupados con hechos como
338 Pensamiento anticolonial de nuestra América
des derrotados hace más de cuatro décadas de 1898 nuestro Mediterráneo americano33,
en lo militar: Alemania y Japón, los cuales, al que los Estados Unidos han querido con-
habiéndoseles impedido punitivamente rear- vertir en su mare nostrum, la guerra contra
marse, se enriquecieron. Iraq en 1991 parece inaugurar una modalidad
También hemos asistido a las primeras nueva. Desencadenada por el hecho inacep-
guerras después de la terminación de la lla- table de que el gobierno de aquel país inva-
mada Guerra Fría: guerras calientes que no diera Kuwait, como el gobierno de los Esta-
auguran nada bueno para un futuro en que al dos Unidos había invadido Panamá, en este
desagradable y peligroso equilibrio del terror último caso impunemente, contó con el aval
ha sucedido el desequilibrio mucho más des- de lo que De Gaulle llamó una vez “les Na-
agradable y peligroso de la arrogancia. Ya tu- tions dites Unies”, las Naciones Unidas (en
vimos prueba de ello en la invasión a Panamá el Consejo de Seguridad de cuya Organiza-
en 1989, asombrosamente presentada como ción el solitario voto de Cuba salvó el honor
la caza de un hombre a quien se perseguía de una época), con una amplísima coalición
para juzgarlo fuera de su país, en ejercicio de en que a los países del Norte se sumaron al-
un nuevo avatar del imperialismo, el jurídico gunos del Sur, y esencialmente con fuerzas
(denunciado por una autoridad en la materia armadas estadunidenses pagadas por Alema-
como Ramsey Clark), y de quien, como en nia y Japón, desarmados pero ricos. Se trata
una irónica novela de crimen, se decía que ha- de algo reiteradamente expuesto y combati-
bía pertenecido a la tenebrosa institución que
dirigiera el propio presidente del país que or-
denara aquella cacería, y, con tal excusa, hizo 33 Hay una rica bibliografía sobre el asunto, con fre-
cuencia expresión del admirable radicalismo estadu-
asesinar a millares de panameños en unas ho-
nidense. Cf. por ejemplo: Scott Nearing, El imperio
ras, en ejercicio de una original concepción [norte] americano [¿1920?], trad. del inglés por Carlos
de los derechos humanos. Baliño, 2a. ed., La Habana, 1961; Scott Nearing y Joseph
Y si aquella invasión a Panamá se inscribe Freeman, La Diplomacia del Dólar. Un estudio acerca
en una larga lista de agresiones característi- del imperialismo norteamericano [1925], 3a. ed., La
Habana, 1973; Julius W. Pratt: Expansionists of 1898.
cas de la Política del Garrote o de las Caño-
The Acquisition of Hawaii and the Spanish Islands
neras, cuyas manifestaciones recorren des- [1936], Chicago, 1964.
340 Pensamiento anticolonial de nuestra América
do por Noam Chomsky, ese admirable Bar- peos desgarrados como los que fueron Yugo-
tolomé de Las Casas de su propio imperio. slavia y la Unión Soviética. Esos combates
Por otra parte, si no es cierto (en la forma no solo son terribles en sí mismos, sino que
en que lo dijo Jean Baudrillard glosando a pueden, además, tener consecuencias mun-
Jean Anouilh)34 que tal guerra no ha tenido diales desastrosas, lo que se ve claro cuando
lugar, sí se trató de una guerra sin combates, el revenant de Sarajevo ha vuelto a las pri-
en que aquellas fuerzas, a prudente distan- meras páginas.
cia, procedieron a destruir fuerzas iraquíes Junto a los hechos anteriores, hay otros
y sobre todo a una población civil metódica- no menos terribles. Hoy, en 1992, cada breve
mente masacrada, hasta lograr la previsible lapso muere en el planeta de hambre o de en-
rendición del enemigo. A pesar de esto, esa fermedades curables una cantidad de niños
guerra que en cierta forma no existió, esa equivalente a la de los seres humanos que en
masacre espantosa (contemplada, en el mo- 1945 fueron asesinados en Hiroshima y Na-
mento en que ocurría, por televisión, como gasaki, mientras millones de otros niños, sin
un entretenimiento original para espectado- hogar, deambulan y sobreviven gracias a hur-
res hastiados), fue festejada ruidosamente tos o prostituyéndose, en países donde a ve-
en alegres desfiles, con músicas y fuegos ces existen entidades que se dedican a com-
artificiales, en ciudades estadunidenses. Por prarlos para vender sus órganos, o a matarlos
suerte este país contó también en torno al como ratas. Desde hace algún tiempo están
hecho con conciencias luminosas como las regresando y extendiéndose epidemias que se
de Chomsky y Edward W. Said. consideraban medievales, o acaban de nacer,
Hay que mencionar entre las peculiares como en el caso del sorprendente sida, al que
guerras calientes posteriores al fin de la algunos le han sospechado origen humano.
Guerra Fría los combates interétnicos que en También se extiende el consumo diabólico de
este mismo instante se libran en países euro- las drogas, estimuladas por el sacrosanto mer-
cado sin entrañas y consumidas con el anhelo
de olvidar el oscuro presente y abolir un futu-
34 Jean Baudrillard, La Guerra del Golfo no ha tenido
ro que se prevé aún más oscuro. Además, no
lugar, traducido del francés por Thomas Kauf, Barcelo-
na, 1991. solo son incontables las especies animales que
Caliban quinientos años más tarde 341
el animal humano (sobre todo en su variedad cada tres personas; si las cosas no mejoran,
occidental o norteña) ha extinguido, sino que al comienzo del próximo siglo (mañana como
crecen aceleradamente los ríos y mares sin pe- quien dice) serán tres de cada cuatro; cuan-
ces, los cielos sin pájaros, las “primaveras si- do mis nietos tengan la edad que tengo ahora,
lenciosas” (para usar la clásica fórmula de Ra- nueve de cada diez: y la gran mayoría vive y
chel Carson), los desiertos galopantes, las at- vivirá en el Sur. La proporción crece geomé-
mósferas envenenadas, provocando todo ello trica y aterradoramente, y explica por qué
un ambiente en que también al ser humano se los pobres del Sur, buscando mejorar su nivel
le dificulta vivir. Los ecologistas, verdes o am- de vida, y en muchas ocasiones como única
bientalistas han tenido razón al luchar durante manera de sobrevivir, se están trasladando al
años contra esto, y ello fue casi unánimemen- Norte. Dado que el proceso se desarrolla en
te reconocido, el pasado junio, en la reunión forma abrumadora y ya plantea grandes pro-
de ECO’92 organizada por las Naciones Unidas blemas, el Norte anda levantando barreras
en Río de Janeiro. para impedir nuevas entradas; y en ocasiones,
Dentro de ese cuadro general, la situación cuando estas se han producido ya, realizando
peor es desde luego, sin comparación posible, a través de entidades paramilitares o de san-
la de quienes viven en los países del Sur. Cuan- guinarios francotiradores el exterminio de las
do escribo estas líneas, son (somos) más de indeseadas gentes del Sur. ¿Volvemos a leer
las dos terceras partes de los seres humanos los periódicos?
vivos; se calcula que al romper el siglo xxi, las En España, país amado que querríamos no
tres cuartas partes, y al mediar ese siglo, las racista (más aún lo quieren los gitanos), se
nueve décimas partes. Sin olvidar a los nume- creó con sentido despectivo, para referirse a
rosos pobres que viven en los países del Nor- los sudamericanos (a los hispanoamericanos
te y provienen con frecuencia del Sur, ni a la en general), la palabra “sudacas”, que quizá
capa más bien delgada de quienes son ricos en sea reivindicada con orgullo por los aludidos
el Sur generalmente porque son cómplices de (así voy a hacer de inmediato, pensando en el
zonas del Norte, y se creen integrantes de él y Sur todo) y hasta conozca el triste privilegio
no de sus propios pueblos, en el planeta hoy de internacionalizarse, como algunos voca-
son pobres, muy pobres o miserables dos de blos colindantes: el italiano “gueto”, el francés
342 Pensamiento anticolonial de nuestra América
“chovinismo”, el ruso “pogrom”, el inglés de Y así, ahora que el Norte se considera final-
los Estados Unidos “linchar”. (Curiosamente, mente vencedor en todo, y hasta tiene conseje-
no se internacionalizaron términos alemanes ros áulicos como Fukuyama35, malos lectores
como “Herrenvolk” o “Arschloch der Welt”).
Después de todo, los chovinistas del Norte
proyectan o realizan ya pogroms para linchar 35 Nacido de su comentado artículo “The End of His-
a los sudacas, cuando no han logrado mante- tory?” (The National Interest, Nº 16, verano de 1989), el
nerlos en sus guetos o fuera de los muros de libro de Francis Fukuyama The End of History and the
Last Man (Nueva York, 1992) no es mejor que el artícu-
las ciudadelas del Norte. Esto último no es lo, pero sí mucho más largo y caro. Como en ambos ca-
fácil, porque las oleadas de sudacas avanzan sos el autor reconoce su entusiasta adhesión a la lectu-
como mareas de lava hirviente. Y esas olea- ra derechista de Hegel propuesta por el ruso Alexandr
das revelan los estigmas que el Norte, para Kojevnikov, que en Francia pasó a llamarse Kojève y a
desarrollarse él, provocó en aquellos cuyos ser (como luego también lo sería su discípulo Fukuya-
ma) funcionario ministerial, es sumamente curiosa la
países subdesarrolló y subdesarrolla: se trata opinión que de aquél tenía Louis Althusser. Tal opinión
muchas veces de criaturas hambrientas que, no vino a ser conocida sino este año, pues apareció en
además de hablar idiomas desconocidos con su libro póstumo L’avenir dure longtemps suivi de Les
frecuencia en el Norte, son analfabetas o con faits. Autobiographies (París, 1992, p. 169). Él no podía
escasa instrucción, carecen de entrenamiento sospecharlo, pero sus líneas serían una impugnación
avant la lettre de las tesis de F.F. He aquí las pocas y su-
en el manejo de los complicados instrumentos ficientes líneas de Althusser: “[...] yo sabía por qué vías
propios de la simpática vida del Norte, tienen Hegel y Marx habían sido introducidos en Francia: por
creencias y costumbres que a este parecen Kojevnikov (Kojève), emigrado ruso encargado de altas
bárbaras (y viceversa), no son higiénicas y sí responsabilidades en el Ministerio de la Economía. Fui
a verlo un día a su oficina ministerial para invitarlo a
promiscuas (se pasan la vida explotando de-
ofrecer una conferencia en la Escuela [Normal]. Vino,
mográficamente), llevan consigo gérmenes hombre de rostro y cabellos negros, todo lleno de mali-
de enfermedades erradicadas ya en el Norte y cias teóricas infantiles. Leí todo lo que él había escrito
para las cuales sus habitantes no tienen anti- y me convencí rápidamente de que él –a quien todos,
cuerpos: lo que recuerda lo que les pasó a los incluso Lacan, habían escuchado apasionadamente an-
tes de la guerra– no había comprendido estrictamente
aborígenes cuando llegaron los conquistado- nada ni de Hegel ni de Marx. Todo giraba en él en torno
res a partir de 1492. de la lucha a muerte y el Fin de la Historia, a la cual
Caliban quinientos años más tarde 343
de Hegel y peores de la realidad, que le soplan este habrá ¿cuántos del Sur? ¿Diez, cuarenta,
estruendosamente al oído que lo que Stephen cien? Y si en vista de eso tales señores del Nor-
Dedalus llamó la pesadilla de la historia ha lle- te deciden despoblar al Sur, y le arrojan (tienen
gado a su fin, los muros de sus ciudadelas se experiencia en cosas similares) artefactos mor-
ven rodeados por seres ruidosos, multicolores tíferos atómicos, químicos o bacteriológicos,
y carnales que vienen del Sur y no de otra pesa- ¿podrán impedir que las nubes letales que ello
dilla; del Sur y no del pasado. provocaría lleguen a los cielos sin bacterias,
Si los grandes señores del Norte cumplen su sin pájaros y sin piedad del Norte, tan orgullo-
reiterada amenaza, y en vez de explotar más al so de su capitalismo feroz?
creciente Sur deciden prescindir de él, sustitu- Cuando sabemos lo anterior, aunque cobar-
yendo sus toscas materias primas por elegan- demente pretendamos ignorarlo u olvidarlo,
tes materias elaboradas por el Norte, o incre- ¿no urge que los descendientes de la indispen-
mentando su proteccionismo egoísta, entonces sable unión de Caliban y Miranda, que las per-
se multiplicarán en el Sur el hambre, las enfer- sonas de clara visión y buena voluntad que son
medades, la ignorancia, la desesperación, el fa- cuantiosas tanto en el Sur como en el Norte,
natismo, y crecerán hasta la enésima potencia con imaginación, valor y energía obliguen a de-
las oleadas de gentes del Sur en inevitable, in- poner prejuicios, odios, sectarismos, codicias e
detenible y sombría marcha hacia el aséptico insensateces, y luchen (luchemos) juntos para
Norte. Por cada uno de los seres humanos de detener una carrera cuyo término es evidente
y demasiado cercano? Dado que también la hu-
manidad es un ecosistema, ni el Sur ni el Norte
daba un pasmoso contenido burocrático. Habiendo podrán salvarse por separado. O logran acceder
concluído la historia, es decir la historia de la lucha de
conjuntamente a la civilización de la humani-
clases, la historia no cesa, pero en ella no pasa nada
más que la rutina de la administración de las cosas dad, a un mundo posoccidental36 auténticamen-
(¡viva Saint Simon!). Manera sin duda de asociar sus de-
seos de filósofo y su condición profesional de burócrata
superior. // No comprendí cómo, fuera de la total igno- 36 Utilizo la expresión “civilización de la humanidad”
rancia francesa de Hegel, Kojève había podido fascinar con que concluye (antes del “Resumen” y la bibliografía)
a tal punto a sus oyentes: Lacan, Bataille, Queneau y el libro de Darcy Ribeiro El proceso civilizatorio. Etapas
tantos más” [Fukuyama añadirá a Raymond Aron]. de la evolución sociocultural [1968], traducido por Julio
344 Pensamiento anticolonial de nuestra América
te ecuménico y solidario, o los seres humanos, de siglo escribió C.L.R. James: “Si los condena-
a quienes la sociedad les es consustancial, ha- dos de la Tierra no entienden sus pasados ni
brán probado ser, para horror de Teilhard de conocen las responsabilidades que tienen ante
Chardin, un vano camino cerrado, mucho peor sí en el futuro, todo en la Tierra estará condena-
que los dinosaurios, pues a aquellos (a noso- do. Esa es la clase de mundo en que vivimos”37.
tros) fueron dadas fuerzas y virtualidades infini- Hoy, lo único que cabe añadir es que lo anterior
tamente más numerosas y ricas. Hace un cuarto es igualmente válido para los condenantes de
la Tierra. Cuando los pasajeros de tercera cla-
Rossiello, Caracas, 1970, p. 158. Por mi parte, en “Nuestra
se del navío se hunden o estrellan, también los
América y Occidente”, que se recoge en este libro, hablé de primera clase conocen suerte igual, solo que
de una futura sociedad “posoccidental”: expresión sus ropas, convertidas en sus mortajas, son más
relacionada con la de “paleoccidental” que apliqué allí al numerosas y ricas, y se supone que están más al
mundo ibérico, pero que sin duda también tenía que ver día (ellos se toman por el día).
con los “pos(t)ismos” que ya se habían desencadenado
después de los “neos” y los “antis” y a veces alternando
Quinientos años después del descubrimiento
con ellos. Pero esa sociedad, civilización o cultura “de que no fue tal, pero sí, ciertamente, el comienzo
la humanidad”, “posoccidental”, que debe venir después del indispensable encuentro de todos los seres
de la occidental y superarla hegelianamente, de ninguna humanos, reconozcamos, pensando en los ha-
manera puede identificarse con realidades estrechamente bitantes originales del “brave new world” que
eurocéntricas como la “poscultura”, que es el “nuevo [sic]
concepto” a que se refiere George Steiner en En el castillo
de Barba Azul. Aproximación a un nuevo concepto de
cultura [1971], traducido del inglés por Alberto L. Bixio, 37 Cyril Lionel Robert James, “Cyril Lionel Robert
Barcelona, 1991. En cambio, entiendo que sí es dable James on the Origins”, Radical America, Vol. 2, Nº
avizorar tal “civilización de la humanidad”, “posoccidental”, 4, julio-agosto de 1968. Citado por Lucy R. Lippard
en ese “incierto futuro” de que habla Immanuel Wallerstein, en Mixed Blessings. New Art in a Multicultural
en el cual “debemos entrar de puntillas” y “tratar de America, Nueva York, 1990, p. [57]. En el texto de
engendrar un nuevo modo de funcionamiento en el cual la Wallerstein citado en la nota 36, él afirma con razón
distinción entre la civilización (singular) y las civilizaciones que “la desigualdad no solo lastima a los oprimidos,
(en plural) no tenga ya una relevancia social”. I.W.: “The sino que lastima también (y acaso en mayor medida)
modern world system as a civilization”, Geopolitics a sus beneficiarios inmediatos, al privar a estos de
and geoculture. Essays on the changing worldsystem, su completud humana y de sus posibilidades de
Cambridge, Inglaterra, 1991, pp. 229 y 230. autorrealización” (pp. 228-229).
Caliban quinientos años más tarde 345
ahora compartimos, quienes vieron llegar en imaginación del Cosmos; Darwin, von Uexküll
1492 las tres carabelas con la cruz en forma de o Gould, con la imaginación de la Vida; Freud,
espada donde el Hijo del Hombre murió una vez los surrealistas o Jameson, con la imaginación
y un millón de veces y sigue muriendo, y pen- del Inconciente; y Marx postuló abiertamente
sando en lo que allí y en otros sitios vino des- que la Historia tiene más imaginación que noso-
pués, que nuestra única opción es hacer culmi- tros. Quizá pudiéramos sintetizar esta idea con
nar (y perdonar) aquel terrible comienzo, con la afirmación de Einstein que él tenía autoridad
un descubrimiento verdadero, similar a lo que superior para emitir: “La imaginación es más
los griegos llamaron anagnórisis. En este caso, importante que el saber”.
el descubrimiento del múltiple ser humano “on- Frente a los desafíos aparentemente insupera-
dulante y diverso”: el ser humano total, hom- bles de la realidad social, que en un período ante-
bre, mujer, pansexual; amarillo, negro, piel roja, rior llevaron a Rolland y a Gramsci a hablar del es-
carapálida, mestizo; productor (creador) antes cepticismo de la inteligencia, al que propusieron
que consumidor; habitante de la Humanidad, la oponer el optimismo de la voluntad, opongámosle
única patria real (“Patria es humanidad”, dijo también la confianza en la imaginación, esa fuerza
Martí, retomando una idea de los estoicos), sin esencialmente poética. Y así podremos preparar-
Este ni Oeste, sin Norte ni Sur, pues su centro nos para entrar sin temor en la amenazada casa
será también su periferia. Religiones, filosofías, del futuro, aunque ella no sea aún la House Beau-
artes, sueños, utopías, delirios lo han anuncia- tiful que quiso Walter Pater; debemos preparar-
do en todas partes. Será el fin de la prehisto- nos para entrar en esa casa hecha de tiempo y es-
ria y el comienzo de la casi virginal historia del peranza, a cuya edificación fueron dedicadas las
alma. Si no, será sin duda el prematuro fin de vidas y las muertes de hombres y mujeres como
nosotros los seres humanos, quienes habríamos Ernesto Che Guevara, el más calibanesco de los
precipitado antes de tiempo el final del diminu- Arieles que personalmente he conocido y amado.
to fragmento de existencia cósmica que nos fue Si luchamos juntos con valor, inteligencia, pasión
asignado. Pero tal precipitación no es inevita- y compasión a fin de merecerlo, en tal casa, para
ble. Einstein, Sagan o Hawkins nos han fami- glosar a Heráclito el Oscuro y a Santa Teresa la
liarizado (incluso a nosotros los legos) con la iluminada, también estarán los Dioses.
Pensamiento de nuestra América
Autorreflexiones y propuestas*
* Con ligeras variantes, esta es la conferencia inau- 1 Los títulos de los libros que no están traducidos al
gural del curso homónimo ofrecido en la Casa de las español aparecen en sus lenguas originales. Las ciuda-
Américas entre el 5 y el 16 de agosto de 1996. Se publicó des y las fechas mencionadas a continuación de los tí-
originalmente en Casa de las Américas, Nº 204, julio- tulos (incluso de los que están en español) se refieren a
septiembre de 1996. la primera edición.
348 Pensamiento anticolonial de nuestra América
de 1810, tales ansias encarnaron, de México y 1808, el heredero del príncipe, vuelto empera-
Venezuela al Río de la Plata y Chile, en guerras dor y haciéndose eco de capas influyentes del
independentistas que tuvieron conductores país (a cuya cabeza estuvo José Bonifacio de
como Miguel Hidalgo, Simón Bolívar, José de Andrade e Silva), lo declaró independiente en
San Martín y Bernardo O’Higgins, respectiva- 1822. A diferencia de la América española, la
mente, e involucraron a la Hispanoamérica América portuguesa, no obstante guerras ci-
continental. Las Antillas hispanoamericanas, viles que hubieran podido desgarrarla, logró
cuyas oligarquías nativas temían ver repetirse conservar su unidad; y, aun compartiendo con
en sus tierras el ejemplo haitiano, se sustraje- aquella muchos rasgos comunes, también en
ron entonces a la onda revolucionaria: así dila- otros órdenes prosiguió durante largo tiempo
taron procesos independentistas que al tomar un camino paralelo.
cuerpo más tarde acabarían distinguiéndose en Las décadas inmediatas verían a prominen-
aspectos capitales de los desencadenados en tes ciudadanos de nuestra América tratando,
1810. La victoriosa batalla de Ayacucho selló en medio de luchas a menudo turbulentas, de
en 1824 la independencia con respecto a Espa- diseñar países que (con salvedades como Haití
ña de la Hispanoamérica continental. Un año y en cierta forma Paraguay) marginarían a los
antes los Estados Unidos habían dado a cono- indígenas, a los negros y a los mestizos, y se
cer la Doctrina Monroe, primera piedra con- pensarían en función de las oligarquías criollas
creta de una política exterior no abandonada blancas, o que se tenían por tales, en especial
que aspira a acotar a nuestra América para su de quienes poseían aspiraciones burguesas y se
exclusivo dominio. consideraban occidentales de Ultramar: consi-
Aunque no careció de antecedentes revolu- deraciones que se daban de cachetes con es-
cionarios, como la Conjuración Minera por la fuerzos europeos por recolonizar abiertamen-
cual fueron ejecutados en 1792 Tiradentes y te a varios de esos países, además de hacerlo
otros patriotas, la independencia llegó a Brasil de modo indirecto. El caso más señalado de
por vías evolutivas. Trasladados al país sura- lo primero fue el de México, el cual tras larga
mericano el príncipe regente y la corte de Por- lucha logró vencer en 1867 a un imperio que
tugal para no caer prisioneros de los franceses la Francia del pequeño Napoleón pretendió es-
tras la invasión napoleónica a esa metrópoli en tablecer allí. Dos décadas atrás, en una guerra
Pensamiento de nuestra América 349
de rapiña, los Estados Unidos habían devorado mutilada por la Enmienda Platt, una República
la mitad de México; y a partir de 1855 William que de hecho era un protectorado.
Walker intentó vanamente repetir la fechoría Habría que esperar a otro primero de enero,
en Centroamérica. sesenta años después de aquel en que Cuba fue
Solo en 1868 se alzaron en armas Puerto Rico oficialmente uncida a los Estados Unidos, para
y Cuba. El intento de Puerto Rico se extinguió que la Isla cambiara de modo radical su condi-
poco después; pero la guerra de Cuba duró diez ción. En el interregno, los Estados Unidos ejer-
años, y tras la que fue considerada simplemen- cieron con violencia en el Caribe, al que han
te una tregua, interrumpida por conatos béli- considerado su mare nostrum, la política de
cos, se reanudó en 1895. Esta vez, organizada las cañoneras y del garrote, invadiendo nume-
por el radical José Martí, no la impulsaban inte- rosos países de la cuenca. Nuestra América, por
grantes de la oligarquía nativa, sino de las cla- su parte, vería surgir la poderosa Revolución
ses y capas medias y populares, con abundante Mexicana de 1910, con grandes figuras como el
presencia negra y mulata; ni se proponía solo líder campesino Emiliano Zapata y más tarde
la independencia frente a la ya caduca España, Lázaro Cárdenas, quien en 1938 nacionalizó el
sino también frente al emergente imperialismo petróleo; el movimiento de reforma universita-
estadunidense. Representantes de este, al ocu- ria iniciado en 1918 en Córdoba, Argentina, que
rrir en 1898 la voladura del acorazado Maine repercutió en muchos países hispanoamerica-
en la bahía de La Habana, acusaron de dicha nos; resistencias frente a los yanquis como las
voladura al gobierno de España, le declararon de los héroes y mártires Charlemagne Peralte
la guerra con tal excusa, y lo derrotaron en po- en Haití y Augusto César Sandino en Nicara-
cos meses, hurtando así a los cubanos su ya gua; la sublevación y la masacre salvadoreñas
inminente victoria, y de paso apoderándose de de 1932, donde fue asesinado Farabundo Martí;
Puerto Rico, y luego de las Filipinas y otras is- gobiernos populistas como los de José Batlle y
las del Pacífico. El primero de enero de 1899 el Ordóñez en Uruguay, Hipólito Yrigoyen y Juan
general John Brooke tomó posesión del gobier- Domingo Perón en Argentina, y Getulio Vargas
no de Cuba en nombre de los Estados Unidos; y en Brasil, país que había conocido la legendaria
el 20 de mayo de 1902, la Cuba que había pelea- marcha de Luis Carlos Prestes y años después
do treinta años por su independencia recibía, su abortada insurrección comunista; un fugaz
350 Pensamiento anticolonial de nuestra América
gobierno socialista y luego otro más dilatado Fonseca, quien perecería combatiendo, lo hizo
de Frente Popular en Chile; la Revolución Bo- en Nicaragua, tras derrocar por las armas al
liviana de 1952; los regímenes nacionalistas de tirano local. Pero los respectivos procesos re-
Guatemala entre 1944 y 1954. Este último año, volucionarios, no obstante ser multipartidistas
un gobierno llegado allí al poder en elecciones y mixtos en muchas cosas, fueron yugulados
convencionales fue depuesto por una invasión por implacables maniobras estadunidenses.
mercenaria enviada por el gobierno estaduni- Allende fue asesinado en 1973, y su gobierno
dense, lo que desde entonces le ha costado al sustituido por una feroz dictadura militar; la
país más de cien mil desaparecidos. Un nuevo guerra sucia y el ahogo económico contra Ni-
período en la historia de nuestra América se caragua impuestos por los Estados Unidos lle-
abrió cuando el primero de enero de 1959 llegó varon a los sandinistas a perder en 1990 unas
al poder la Revolución Cubana, que, hostigada elecciones que no podían ganar. (Mientras tan-
desde el primer momento por los Estados Uni- to, los Estados Unidos habían vuelto a realizar
dos, asumiría carácter socialista. invasiones abiertas en el Caribe: en 1961, en
En los treinta y siete años transcurridos, mu- Cuba, donde fueron derrotados; en 1965, en la
chos han sido los intentos por llevar adelante República Dominicana; en 1983, en Granada;
la segunda independencia de nuestra Améri- en 1989, en Panamá). Así pareció cerrarse en
ca iniciada en Cuba en 1959. Numerosos mo- nuestra América, en medio de un reflujo histó-
vimientos guerrilleros rurales y urbanos, de rico mundial, un ciclo renovador inaugurado en
amplia orientación socialista, fueron violenta- 1959 (y que llegó a abarcar la actuación de mi-
mente combatidos por el Imperio, ocasionando litares radicalizados como Juan José Torres en
la muerte a una pléyade de combatientes cuya Bolivia, Juan Velasco Alvarado en Perú y Omar
figura más emblemática es la de Ernesto Che Torrijos en Panamá), aunque la asediada Cuba
Guevara, ultimado en Bolivia en 1967. Sin em- revolucionaria ha logrado sobrevivir, y mantie-
bargo, en 1970 el socialista Salvador Allende, ne relaciones con la casi totalidad de los países
en elecciones también convencionales como latinoamericanos (incluido el fundador Haití),
las de la Guatemala agredida en 1954, llegó al en los cuales no existen ya las dictaduras mili-
poder en Chile; y en 1979 el Frente Sandinista tares proimperialistas que los ensangrentaron;
de Liberación Nacional organizado por Carlos y también con países del Caribe que empezaron
Pensamiento de nuestra América 351
a independizarse en la década del sesenta de nes colindantes) por Túpac Amaru entre 1780 y
este siglo. 1781, cuando fue bárbaramente ejecutado. Aún
El primero de enero de 1994 entró en vigor es temprano para saber qué logrará el EZLN.
en México el Tratado de Libre Comercio firma- Pero el proyecto neoliberal que él objetó entró
do entre ese país, los Estados Unidos y Cana- en seria crisis a finales del propio año 1994. En
dá. Para observadores superficiales, a partir todo caso, es grande la originalidad de México.
de la fecha México dejaría atrás su condición Su Revolución de 1910 fue de enorme autenti-
subdesarrollada, común a todos los países de cidad, no remedo de modelos foráneos. ¿Nos
nuestra América, e ingresaría en el mejor de los reserva México un nuevo capítulo en la historia
mundos posibles. Pero ese mismo primero de de nuestra América? ¿O se abrirá ese capítulo
enero, la ciudad de San Cristóbal de Las Casas en otro sitio?
y otras también en Chiapas fueron tomadas por Ciento noventa años median entre el prime-
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el ro de enero de 1804 y el de 1994. Y es más el
cual dio a conocer así su existencia. Se trata, tiempo si se toman en cuenta los antecedentes
como lo ratificarían sus numerosas y vívidas de- y consecuentes. Durante ese lapso, en nuestra
claraciones, de un movimiento, en su mayoría, América se ha peleado contra varias metrópolis
campesino (de ahí el esgrimir a Zapata como y contra formas diversas de colonialismo y neo-
bandera) e indígena, con el que asomó su ros- colonialismo. Tal es el ámbito histórico al que
tro el “México profundo”, se hicieron patentes se remite este curso, el cual considerará aspec-
“el colonialismo interno”, la “pluralidad de cul- tos del pensamiento generado en ese ámbito.
turas”, según conceptos con que trabajan algu-
nos de los mejores pensadores de México y son
válidos también para muchos otros de nuestros Estímulos para este curso
países. Movimientos de resistencia indígena los
ha habido en América desde el segundo arribo Hacía tiempo que quería organizar lo que he
de europeos, en 1492: medio milenio antes ha- pensado, escrito y dicho sobre las cuestiones
bían llegado, sin consecuencias, los vikingos. que este curso aborda. La sugerencia de mis
El más conocido de esos movimientos fue la compañeros Luisa Campuzano y Jorge Fornet
rebelión encabezada en Perú (con repercusio- a ofrecerlo, me ha obligado a intentar esa or-
352 Pensamiento anticolonial de nuestra América
ganización. Aunque no es sensato esperar que colonial Theory (Nueva York, 1993), donde se
vaya ahora a empezar de nuevo, no todo será agrava lo anterior: no hay allí ni un autor ibe-
reiteración. Al frente de su quinto libro de ver- roamericano. El hecho se repite en otra antolo-
sos, Elogio de la sombra (Buenos Aires, 1969), gía posterior, compilada por Bill Ashcroft, Ga-
escribió Jorge Luis Borges: “A los espejos, la- reth Griffiths y Helen Tiffin: The Post-colonial
berintos y espadas que ya prevé mi resignado Studies Reader (Londres y Nueva York, 1995).
lector, se han agregado dos temas nuevos”. No Pero la palma en este orden le corresponde a
mencionaré cuáles fueron esos temas: baste mi admirada amiga india Gayatri Chakravorty
con saber que existieron. También el resignado Spivak, residente en los Estados Unidos. En
lector (en primer lugar, oidor) se encontrará la página 57 de su libro con el feliz título Out-
aquí con mis temas u obsesiones habituales, y side in the Teaching Machine (Nueva York y
con variaciones sobre ellos; pero a la vez con Londres, 1993) se lee: “La América Latina no ha
nuevos temas. Tampoco insistiré en cuáles son. participado en la descolonización”2. (Énfasis de
Hay que dejar algo a la sorpresa. Gayatri Chakravorty Spivak). Presumo que algo
Sí insistiré, en cambio, en otros inesperados así es el basamento intelectual de las ausencias
estímulos para el curso. Quizá en este caso se observadas en los libros que he nombrado. Y si
trate de uno solo, encarnado en diversos ejem- la América Latina no ha participado en la des-
plos. Cronológicamente, el primero de ellos colonización, ¿cómo se llama aquello en que sí
fue para mí el libro del palestino-estaduniden- ha participado durante más de dos siglos, y a lo
se Edward W. Said Culture and Imperialism que me referí en la primera parte del trabajo?
(Nueva York, 1993), que leí con mucho interés, Dije que en las citadas antologías no apa-
y algunas de cuyas páginas hice traducir y pu- recía ni un autor iberoamericano. Debí haber
blicar en el número 200 (julio-septiembre de especificado, como hago ahora: ni un texto
1995) de Casa de las Américas. Me llamó la escrito originalmente en español o en portu-
atención que en libro de tanta sabiduría nues- gués, las lenguas en que empezó a decirse la
tra América estuviera casi ausente, no obstan- modernidad al uso, ya que España y Portugal
te el asunto tratado. El segundo ejemplo fue
la antología compilada por Patrick Williams y
2 Las traducciones de esta cita y de las demás son
Laura Chrisman Colonial Discourse and Post- mías.
Pensamiento de nuestra América 353
fueron los países europeos que la inauguraron. Derek Walcott) o francés (los martiniqueños
Las colonias americanas de ambas metrópolis Aimé Césaire y Frantz Fanon, el haitiano Jac-
estuvieron pues entre las primeras colonias de ques Stephen Alexis).
tal modernidad. Y, consiguientemente, las su- Estaba proyectando este curso cuando re-
yas se cuentan entre las iniciales luchas anti- paré en que yo no era el único a quien sobre-
colonialistas, algunas tan tempranas como la saltaba aquel criterio. En la entrega de oto-
rebelión criolla de los comuneros de Paraguay ño de 1994 de la revista Ojo de Buey leí con
(1717-1735). identificación el trabajo del británico Peter
Las independencias conseguidas a princi- Hulme que hice traducir y publicar en el núme-
pios del siglo xix por la mayoría de los países ro 202 (enero-marzo de 1996) de Casa de las
de nuestra América resultaron insuficientes. Américas con el título “La teoría poscolonial
Pero no menos insuficientes fueron las que y la representación de la cultura en las Amé-
mucho más tarde, a raíz de la terminación en ricas”. Hulme, al comentar el libro de Said, la
1945 de la llamada Segunda Guerra Mundial, selección compilada por Williams y Chrisman y
lograrían países asiáticos y africanos. Llamar otros textos, objeta criterios como el de J. Jor-
descolonización solo a la tarea cumplida en ge Klor de Alva, para quien “las nociones mis-
estos, quizá porque las metrópolis respectivas mas de colonialismo e imperialismo vinieron
eran más modernas que las paleoccidentales de las experiencias modernas de los poderes
España y Portugal, es aberrante; y también coloniales no hispánicos, y solo fueron subse-
es aberrante olvidar entre las metrópolis a la cuente e inapropiadamente sobreimpuestas a
más moderna de todas: los Estados Unidos. las experiencias hispanoamericanas desde el
Me temo que pueda haber ocurrido algo de am- siglo xvi hasta mediados del siglo xviii” (p. 5).
bas cosas en el arte de birlibirloque de que dan Ese argumento le parece a Hulme “fundamen-
testimonio las obras citadas. Llamo la atención talmente defectuoso”. Y se pregunta: “¿por qué
sobre el hecho de que en las antologías varias tomar aquel modelo de colonialismo y decidir
veces aludidas sí aparecen autores de nuestra que, puesto que América no encaja en él, no
América (los cuales nos son muy cercanos) que puede entonces hablarse de descolonización,
escriben en inglés (los barbadienses George discurso colonial o teoría poscolonial?” (ibid).
Lamming y Kamau Brathwaite, el santaluceño En cuanto a que Said (y, añado, también otros)
354 Pensamiento anticolonial de nuestra América
no reconoce “a los Estados Unidos como una entre el final formal de una relación colonial y
potencia colonial e imperial desde su comien- la producción de material teórico que pueda
zo sino solo desde el fin de la Segunda Guerra ser considerado como “poscolonial”; pero lo
Mundial”, Hulme opina: que ha sido escrito en Haití a principios del si-
glo xix merece ciertamente mayor atención”. Y
Lo que sucede en Culture and Imperialism, concluye este razonamiento así:
como sucedió también en Orientalism, es que los
Estados Unidos de América –a los que Said ligera Sin embargo, si me obligaran a identificar un
pero imperdonablemente se refiere como “Améri- momento de “comienzo” en el sentido que Said
ca”– aparecen en la escena asumiendo el manto otorga a esta palabra, entonces cada vez más me
imperial después de la Segunda Guerra Mundial, parece que el momento sería 1898, año sísmico
pero sin ninguna consideración sustancial de los para el Caribe, el comienzo quizá de su moderni-
propios orígenes de la nación como asentamiento dad. [El cubano] Fernando Ortiz, estoy seguro de
de colonias británicas, españolas y francesas, así ello, será leído cada vez más como el gran teórico
como tampoco de sus propios inicios imperiales de las consecuencias culturales de 1898. La gran
en el Pacífico a mediados del siglo xix, ni de su figura al otro lado de ese año divisorio es José
propia historia de “colonialismo interno”, ni de Martí, de cuya obra bien pueden extraerse las ba-
sus propias guerras genocidas contra la pobla- ses para una genuina teoría poscolonial america-
ción indígena de Norteamérica, ni de su propio na [pp. 7-8].
aventurerismo en Centroamérica y el Caribe en
[el] siglo xx. [...] su análisis del imperialismo nor- Me complacen no pocos criterios de Hulme
teamericano carece de la profundidad-de-tiempo (y, por supuesto, de otros autores metropolita-
histórico y cultural que él aporta al material eu- nos), pero lo que aquí me importa destacar no
ropeo [p. 4]. es la aceptabilidad de cuestiones y pensadores
nuestros por aquellos autores, cuyas obras que-
Hulme menciona luego varios ejemplos de au- dan lastimadas o incluso invalidadas si desco-
tores de nuestra América, concretamente del nocen o devalúan lo que merece ser conocido o
Caribe, “que pueden verse en retrospectiva valorado positivamente. Lo que me importa es
como teóricos poscoloniales precursores de que no quedemos atorados por ruedas de mo-
Said”. Añade que “no hay una correlación fácil lino que a fin de cuentas, y con todo el respeto
Pensamiento de nuestra América 355
debido, pueden ser otras vueltas de tuerca (así personas políticamente comprometidas (dentro
aparezcan con ropa de academia o de estame- o fuera de la academia), escritores de países co-
ña) de lo que la canadiense Mary Louise Pratt loniales, poscoloniales o del Tercer Mundo que
llamó en un libro de 1992 “ojos imperiales”. Mi- producen un discurso alternativo. Quizá en la
rar las cosas con ojos propios, como pensarlas arena intelectual los esfuerzos por inventar a un
“otro” desde lejos y desde antes enmascaran nue-
con cabeza propia, es imprescindible.
vas formas de colonización [...] Para los intere-
Concluiré esta parte de mi conferencia con
sados en examinar críticamente la dependencia
una larga cita de Walter D. Mignolo. Volveré en
cultural de países poscoloniales [...], el problema
el curso sobre la obra de este estudioso argen- tiene que ser repensado en el contexto de mi-
tino que reside en los Estados Unidos, se ex- metismo y dependencia tanto como en términos
presa indistintamente en español e inglés, y po- de intervenciones intelectuales y programas de
see amplia información y sensibilidad afinada investigación que alimentan las tradiciones y
para el problema del cual trato ahora. La cita necesidades del país. Para aquellos de nosotros
proviene de un trabajo suyo sobre el discurso que nos hallamos en el exilio, al negociar la pro-
colonial y poscolonial que lleva el elocuente ducción intelectual en nuestros lugares de origen
subtítulo de “¿Crítica cultural o colonialismo (trátese de la América Latina, África o Asia) y la
académico?”. He aquí sus palabras: conversación intelectual en nuestro lugar de re-
sidencia (los Estados Unidos o la Europa occi-
La influyente pregunta hecha hace varios años dental), se plantea la cuestión de si nuestra fun-
por Gayatri Spivak fue: “¿Puede el subalterno ción debe ser la del intermediario que promueve
hablar?” [...] A esta interrogación sería dable la importación de “nuevas teorías” en nuestros
responder diciendo que el subalterno siempre países “atrasados”, o si debemos “pensar desde”
ha hablado, aunque los eruditos y los científicos las experiencias poscoloniales en las cuales cre-
sociales no siempre han estado dispuestos a es- cimos [...] Mi interés es subrayar el punto de que
cuchar [...] La cuestión de si el colonizado puede el “discurso colonial y poscolonial” no es solo
ser representado acaso no sea ya un problema, y un nuevo campo de estudio o una mina de oro
podría replantearse en términos de diálogos des- para extraer nuevas riquezas, sino la condición
de diferentes loci de enunciación más que como de la posibilidad para construir nuevos loci de
un monólogo académico realizado en el acto de enunciación tanto como para reflejar que los “co-
“estudiar” el discurso colonial y no “escuchar” a nocimiento y comprensión” académicos deben
356 Pensamiento anticolonial de nuestra América
ser complementados con “aprender de” aquellos obligado alguna vez a hacerla alternar con otra,
que viven en y piensan desde legados coloniales tomada como sinónimo de la anterior. Tal pro-
y poscoloniales, de [la guatemalteca] Rigoberta ceder me lleva a una aclaración inevitable.
Menchú a[l uruguayo] Ángel Rama. De lo contra- Como bien sabemos, “América” es el nom-
rio, corremos el riesgo de promover mimetismo,
bre con que acabó siendo conocido el conti-
exportación de teorías y colonialismo (cultural)
nente al que llegaron por segunda vez euro-
interno en vez de promover nuevas formas de
crítica cultural y emancipaciones intelectuales y peos en 1492, y donde viven hoy varios blo-
políticas; el riesgo de hacer de los estudios co- ques humanos, todos con orígenes coloniales.
loniales y poscoloniales un campo de estudio, Dos de esos bloques se han organizado como
y no un liminal y crítico locus de enunciación. países capitalistas desarrollados: los Estados
[...] el Tercer Mundo no produce solo “culturas” Unidos y Canadá, excolonias sobre todo de
para ser estudiadas por antropólogos y etnohis- Inglaterra. Esta fue hasta inicios del presente
toriadores, sino también intelectuales que gene- siglo el país capitalista más desarrollado del
ran teorías y reflexionan sobre su propia cultura planeta, lo que serían a partir de entonces los
y su propia historia [“Colonial and Postcolonial Estados Unidos, herederos en tantos aspectos
Discourse: Cultural Critique or Academic Colo-
de aquella. El resto del llamado Hemisferio
nialism?”, Latin American Research Review, 28
Occidental es el área de nuestro curso, y como
(3), 1993, pp. 130-131].
conjunto no fue nunca, ni es previsible que lo
sea al menos en lo inmediato, una unidad po-
Nuestra América entre los lítica. Se trata de una vasta zona en su gran
nombres y las realidades mayoría colonizada por España (que también
de América colonizó buena parte de lo que hoy son los
Estados Unidos) y Portugal, países de estruc-
Voy a desglosar y comentar el título de este turas arcaicas que no habían conocido ver-
curso, a fin de hacer transparente su propósi- dadero desarrollo capitalista, y por tanto no
to. Comienzo por lo que podría considerarse lo pudieron dejarlo en herencia a sus excolonias,
más obvio: la conocida denominación “Nuestra como sí hizo Inglaterra con respecto a varias
América”. La he empleado desde las primeras de las suyas; dentro de esa zona, en el Caribe
líneas de este texto, pero también me he visto existen también tierras que, arrebatadas por
Pensamiento de nuestra América 357
lo general a España, fueron (o son aún) encla- implica además una definición) usufructua-
ves coloniales de otras metrópolis europeas, ron para sí desde el siglo xix la denominación
y hasta de los Estados Unidos, como Puerto “América”, y ello ha sido aceptado incluso
Rico: este último, sin embargo, no abandonó más allá de sus fronteras, aunque no del todo
su cultura. Esa América la constituyen blo- en el resto del continente, donde a veces, por
ques de países que tienen en común, entre el contrario, empleamos la palabra “América”
varias cosas, ser todos subdesarrollados: los con referencia sobre todo a aquella parte de
que forman Hispanoamérica (la cual, además ella donde vivimos: así la usaron los primeros
de países continentales, incluye en las Anti- libertadores hispanoamericanos, y siguieron
llas a Cuba, la República Dominicana y Puer- usándola figuras como los mexicanos Alfon-
to Rico), Brasil y los primeramente aludidos so Reyes y Leopoldo Zea, y el chileno Pablo
del Caribe. En los países continentales exis- Neruda; así aparecerá más de una vez en el
ten comunidades indígenas, muy numerosas curso. En acuerdo con este criterio, Martí lla-
en ocasiones, cuyas culturas a menudo solo mó en 1884 a los Estados Unidos “la América
de modo superficial se han fusionado con las europea”, dando a entender que había otra
aportadas por los conquistadores y coloniza- América, la nuestra, que merecía ser llamada
dores ibéricos. A estos últimos se añadieron de tal manera, sin más. Pero indudablemente
cuantiosos africanos traídos como esclavos, y la apropiación del sustantivo y de su corres-
luego asiáticos y hombres y mujeres de otras pondiente adjetivo por los voraces vecinos
procedencias. Aunque ha habido abundantes del Norte ha complicado también el saber
mezclas y transculturaciones, también en este cómo nos llamamos.
orden la heterogeneidad es grande. El chileno Miguel Rojas Mix tituló a un li-
Si aspiramos a que tenga sentido, lo que bro donde esta cuestión es tratada con dete-
no es forzoso que ocurra con los nombres, nimiento, y se consideran sus ramificaciones,
no es fácil dar con una denominación para Los cien nombres de América [...] (Barcelona,
conjunto tan diverso. Por otra parte, los Es- 1991). No son cien, pero sí muchos, y aún po-
tados Unidos de América (tal es su apelativo drían añadirse más: por ejemplo, los nombres
completo, el cual, como el de la hoy disuelta indígenas de “Tawantinsuyo” o “Anáhuac”. Sin
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, embargo, como en el caso de los primeros ha-
358 Pensamiento anticolonial de nuestra América
bitantes de América (quienes, a semejanza de anteriores los países del Caribe que fueron o
Colón, no llegaron a saber que el continente siguen siendo colonias francesas. Pero en el
era mayor de lo que creyeron), la casi tota- Caribe existen países cuyas metrópolis o ex-
lidad de esos nombres no designa al mismo metrópolis no forman parte de la Romania, no
objeto, sino a partes distintas de él. (Entre hablan lenguas neolatinas (por ejemplo, Ingla-
las escasas excepciones se hallan, de origen terra y Holanda), y debido a ello sus habitan-
europeo, además de “América”, los tempra- tes no se sienten concernidos por aquella de-
nos “Nuevo Mundo” e “Indias”, consagración nominación. Lo que ha llevado, cada vez más,
este último de un error geográfico; y de origen a hablar de “América Latina y el Caribe”. Con-
kuna, “Abya-Yala”, que propuso en los años siderar al Caribe como una subunidad es jus-
setenta de este siglo un congreso indio “para to, porque más allá de la diversidad de lenguas
designar a nuestro continente mestizo”). Por (no solo las de origen europeo, sino también
ejemplo, “Hispanoamérica” o “América espa- distintas lenguas nacionales) y otras caracte-
ñola” se refiere solo al conjunto de las repúbli- rísticas, los caribeños tenemos mucho en co-
cas “antes colonias españolas”, como en 1824 mún. Sucede, sin embargo, que la mayoría de
explicitó Bolívar, al convocar al congreso de nosotros, como se ha dicho ya, estamos eng-
Panamá que se celebraría en 1826. Para el lobados dentro de los “latinoamericanos”. En
dominicano Pedro Henríquez Ureña, sin em- cambio, las comunidades indígenas no suelen
bargo, “América Hispánica” incluía también aceptar ser llamadas “latinoamericanas”. Para
al Brasil, pues el término “Hispania” (al igual intentar resolver esta cuestión, en este siglo
que “Iberia”) abarca tanto a España como a se empezó a hablar de “Indoamérica”; y, pro-
Portugal. “Iberoamérica” se refiere sin duda a bablemente por similitud, de “Afroamérica” y
las dos grandes comunidades de mayoritario “Euroamérica”. Se trata de tres grandes zonas
origen ibérico en América, y sobre todo últi- que en cierta forma se corresponden con lo
mamente suele incluir también a sus exme- que el brasileño Darcy Ribeiro, en Las Améri-
trópolis. “América Latina” (cuestión a la que cas y la civilización [...] (Buenos Aires, 1969),
el uruguayo Arturo Ardao dedicara su minu- libro iluminador al que volveré a referirme en
cioso libro Génesis de la idea y el nombre de el curso, llamó “pueblos testimonios”, “pue-
América Latina, Caracas, 1980) suma a los blos nuevos” y “pueblos transplantados”. Es
Pensamiento de nuestra América 359
positivo retener esta idea de la diversidad de do la presencia de este sintagma en varios au-
nuestros pueblos, pues ello contribuye a po- tores, y aún podrían añadirse más ejemplos a
ner las cosas en su justo sitio, frente a quie- los aducidos por ellos. Pero indudablemente
nes hablan de nuestro monolitismo de etnia, correspondió a Martí acuñarlo en la forma
lengua, religión y cultura. Pero también es en que ha llegado a nosotros, creadoramente
menester subrayar que esa diversidad no con- abierto hacia el porvenir. En sus manos, tal
tradice necesariamente la existencia de una sintagma no privilegia aspectos geográficos
difícil unidad dinámica nacida durante siglos ni etnias ni lenguas ni culturas, y se limita a
de historia relativamente común. Incluso el subrayar la pertenencia a nosotros. El con-
complicado Caribe pudo ser historiado como junto vuelve a tener un nombre común, pero
una entidad por el trinitense Eric Williams esta vez más allá de la colonia: aplicando una
(From Columbus to Castro: The History of expresión que en libro de este mismo año usó
the Caribbean 1492-1969, Londres, 1970) y la española María Luisa Laviana Cuetos, pue-
el dominicano Juan Bosch (De Cristóbal Co- de decirse que se ha pasado “de las Indias a
lón a Fidel Castro. El Caribe, frontera im- nuestra América”. Martí comenzó a forjar el
perial, Madrid, 1970), siguiendo un camino nombre durante su destierro en México y Gua-
que trazara James (quien por cierto fue profe- temala, entre 1875 y 1878, y tras su reveladora
sor de Williams) en el epílogo (“De Toussaint experiencia estadunidense le dio forma madu-
L’Ouverture a Fidel Castro”) que añadiera a la ra en el texto programático homónimo. Ese
segunda edición, revisada (Nueva York, 1963), lúcido y hermoso manifiesto de nuestra mo-
de The Black Jacobins [...]. dernidad no ha perdido vigencia, entre otras
No conozco mejor denominación para cosas porque los acuciantes problemas de que
aquella difícil unidad dinámica que la de trata están lejos de haber desaparecido. Abor-
“nuestra América”. Investigadores como el daremos pues aspectos esenciales del pensa-
panameño Ricaurte Soler (en su notable libro miento de nuestra América desde su primera
Idea y cuestión nacional latinoamericanas, independencia hasta hoy, enmarcados por el
México, 1980) y la chilena Sara Almarza (en ensayo martiano “Nuestra América”, que vio
“La frase Nuestra América: historia y signifi- la luz inicial en La Revista Ilustrada de Nueva
cado”, Caravelle [...], 1984, p. 43) han estudia- York el primero de enero de 1891.
360 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Puesto que este es un curso sobre pensamien- Aunque no lo diga explícitamente, creo que so-
to, se impone saber en qué sentido va a ser em- bre bases similares se apoyó el español José
pleado tal concepto. Al español “transterrado” Luis Abellán para elaborar los ocho nutridos
en México José Gaos (discípulo de izquierda volúmenes de su Historia crítica del pensa-
de José Ortega y Gasset y traductor de Martin miento español (Madrid, 1979-1992). En todo
Heidegger), quien dejara tan honda huella en caso, en sus líneas iniciales Abellán afirma que
Hispanoamérica, debemos esta definición: la obra “es muchas cosas al mismo tiempo:
desde una nueva interpretación de la cultura
española hasta una aproximación a un modo
[...] de la vida forma parte un pensamiento que se
especializa en “pensamiento”, filosofía y ciencia.
de filosofar y de historiar muy alejado de lo
El “pensamiento” es aquel pensamiento que no tradicional”; defiende el uso de la expresión
tiene por fondo los objetos sistemáticos y tras- “pensamiento”, y afirma que “toda la ejecución
cendentes de la filosofía, sino objetos inmanen- de la obra está sostenida por una hipótesis de
tes, humanos, que por la propia naturaleza de las trabajo: la de la fecundidad de la Historia de
cosas, históricas, estas no se presentan como los las Ideas como método válido para ofrecernos
eternos temas posibles de un sistema, sino como una historia del pensamiento español con sen-
problemas de circunstancias, es decir, de las de tido propio”.
lugar y tiempo más inmediatas, y, por lo mismo, Que yo sepa, no existe una obra equivalen-
como problemas de resolución urgente; pero que te, por su horizonte y su dimensión, referida al
usa como formas los métodos y el estilo de la fi-
pensamiento de nuestra América en conjunto,
losofía o de la ciencia; o que no tiene aquellos ob-
jetos, sino los [primeramente] indicados, ni usa
aunque libros como El pensamiento latinoa-
estos métodos y estilo, pero que idea y se expresa mericano (Barcelona, 1976), del más destaca-
en formas, orales y escritas, literarias –géneros y do e influyente discípulo de Gaos, Leopoldo
estilo–, no usadas, al menos en la misma medida, Zea (libro que es la relaboración de otros pre-
por aquel primer pensamiento. Al “pensamiento” vios), o, en forma más breve, El pensamiento
se le considera frecuentemente por ello como latinoamericano y su aventura (Buenos Ai-
Pensamiento de nuestra América 361
res, 1994), del argentino Arturo Andrés Roig, car que mi concepción del pensamiento, en ge-
son contribuciones cuyo conocimiento es neral afín a la de Gaos, está aún más cercana
aconsejable. Como también lo es el de otros a la que Miguel de Unamuno defendió en Del
panoramas, y el de dos compilaciones de tex- sentimiento trágico de la vida [...] (Madrid,
tos de autores varios que debemos igualmente 1913), y ejemplificó con su propia faena. Tal
al laborioso Zea y aparecieron ambas en Méxi- concepción no excluye a priori ni lo que suele
co, en 1986: Ideas en torno de Latinoamérica asumir la encarnación de la literatura ni textos
y América Latina en sus ideas. Pero en el pre- políticos o religiosos, para mencionar los que
facio, fechado en 1963, de una edición anterior podrían parecer extremos. Baste con decir que
de El pensamiento latinoamericano (prefacio para mí el pensador por excelencia de nuestra
que retuvo en la nueva edición), Zea había ex- América es Martí: y su pensamiento se mani-
plicado que, fiesta tanto en sus ensayos como en sus versos,
tanto en sus crónicas como en sus discursos,
un trabajo exhaustivo sobre este pensamiento tanto en sus cartas como en sus textos para
solo podrá ser realizado cuando se hayan escrito niños y jóvenes. Su caso, por otra parte, dista
las historias de las ideas, el pensamiento y la filo-
mucho de ser excéntrico en nuestra América,
sofía de cada uno de los países latinoamericanos,
ni es atribuible a ser Martí un hispanoameri-
y de la comparación de todos ellos se deduzca lo
que los caracteriza dentro de una comunidad más cano del siglo xix (esto último solo puede ser
amplia [...] Una labor exhaustiva corresponderá, dicho de él con muchas reservas). Me limitaré
así, a los investigadores de los distintos países de a recordar tres ejemplos de autores múltiples
nuestra América [pp. 11-12]. (escritores de ficción, ensayistas, investigado-
res) del siglo xx que se valen de idiomas dis-
Aunque desde aquella fecha hasta hoy han apa- tintos del que para Martí fue habitual: Césai-
recido valiosos estudios parciales, además de re, del francés; Darcy Ribeiro, del portugués;
los que mencionó Zea en ese prólogo, la ob- Lamming, del inglés.
servación sigue siendo centralmente válida. Por otra parte, no se tendrá en cuenta todo
Este breve curso, pues, no puede ser sino una el pensamiento de nuestra América, sino el
contribución muy modesta al conocimiento de integrado por algunas “autorreflexiones y pro-
su asunto. Y en el pórtico mismo quiero expli- puestas”. Es decir, lo que nuestra América ha
362 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Alatorre cuando, teniendo en cuenta a quienes Por último, creo que en esto del nombre
hablamos el español como lengua materna, se que nos corresponde adolecemos del mal del
refirió a él como “nuestra lengua”: después de definicionismo. Es verdad que, como ya se
todo, del millar de años que lleva de existencia dijo, tanto “Estados Unidos de América” como
este idioma, la mitad más rica de ese tiempo “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”
lo hemos ido elaborando en común en muchas son nombres y también definiciones. Pero esto
partes del mundo, incluida largamente Améri- no es regla, sino excepción. El propio Martí no
ca, y hoy por hoy solo uno de cada diez de aque- fue remiso a hablar a veces, por ejemplo, de
llos hablantes está en España. Cosas similares “América Latina”, o de “América” a secas, aun
pueden y deben afirmarse de otros hechos. En- cuando estuviera refiriéndose a “nuestra Amé-
fatizar, como estamos moralmente obligados a rica”. Ni los hombres que se llaman León son
hacer, el valor de lo propio, no implica postular leones, ni las mujeres que se llaman Rosa son
un absurdo robinsonismo, ni siquiera cuando rosas. Parece que “Hispania” significaba “tierra
se pretenda viernesismo. de conejos”. ¿Y qué? Como escribiera Alfonso
Lo que acabo de decir en forma alguna sig- Reyes y me gusta citar, nadie se pone a la som-
nifica negarle, por ejemplo, a las comunidades bra de una semilla.
indígenas de América el absoluto derecho que
poseen, y debemos defender totalmente si de
veras somos demócratas, a valerse de sus len- Haces de ideas
guas, practicar sus religiones, desarrollar sus
culturas, disponer de su autonomía, pues el plu- He agrupado en trece lecciones el pensamiento
ralismo cultural es una realidad innegable entre que vamos a estudiar en el curso. Y para nom-
nosotros. Respetémosle a esas comunidades brarlas, me he valido a menudo de sentencias
su plena libertad. Y ejerzamos la nuestra, que acuñadas, o de títulos de obras destacadas,
incluye la apropiación de cuanto estimemos aunque ello no quiere decir que las lecciones
válido en la historia, y el rechazo en ella de lo vayan a referirse necesaria o exclusivamente
que estimemos negativo. No es arrojando acrí- a esas sentencias o a esos títulos. He aquí los
ticamente por la borda lo ya incorporado como nombres: “Independencia o muerte”, “Diseñan-
alcanzaremos nuestras metas liberadoras. do la patria del criollo”, “O inventamos o erra-
364 Pensamiento anticolonial de nuestra América
mos”, “Frente a la nueva metrópoli”, “Tras el la pena recordar que tanto la de Miranda como
águila y la serpiente”, “La utopía de América”, la de Mier fueron vidas nada conservadoras:
“Surge un nuevo pensamiento social”, “La Amé- incluso espectaculares. Ahora bien: el aspec-
rica indígena”, “El afroamericano, o indígena to ígneo de aquel pensamiento corresponde a
‘importado’”, “Inicios de la segunda indepen- quienes en medida diversa han sido considera-
dencia”, “Habla la mujer”, “América en la histo- dos, tanto por sus ideas como por sus vínculos
ria”, “Algo sobre los pos/tres”. Paso a explicar con las masas, jacobinos. Así llamó James a los
sumariamente el contenido de las correspon- haitianos, especialmente a L’Ouverture. Otros,
dientes lecciones. que comparten ese criterio, añadieron a Miguel
“Independencia o muerte” fue consigna de la Hidalgo y José María Morelos, de México; An-
proclama que, a continuación del acta de inde- tonio Nariño, de Colombia; José María de Espa-
pendencia de Haití, leyó Dessalines el primero ña y Manuel Gual, de Venezuela; Mariano More-
de enero de 1804. Creo que puede servir para no y Bernardo Monteagudo, de Argentina; José
referirse al meollo del Pensamiento político Gervasio Artigas, de Uruguay; José Gaspar
de la Emancipación (Caracas, 1977), que los Rodríguez de Francia, de Paraguay. Pero, sin
argentinos José Luis y Luis Alberto Romero, al menoscabar la magnitud de tales figuras y de
antologar (con valioso prólogo del primero), otras (en primer lugar, San Martín), el “hombre
acotaron entre 1790 y 1825. Se trata del capítu- solar” de este momento fue Bolívar, en cuyas
lo inicial del pensamiento de nuestra América vastas y complejas concepciones es imprescin-
en el alba de su primera descolonización. En dible detenerse.
ese pensamiento se manifestaron actitudes “Diseñando la patria del criollo” alude, más
sociales conservadoras, a veces en figuras por que a Benedict Anderson y sus seguidores, al
otra parte ilustres. Tal fue el caso del venezola- título del penetrante libro del guatemalteco
no Francisco de Miranda, el Precursor por an- Severo Martínez Peláez La patria del crio-
tonomasia de la independencia hispanoameri- llo. Ensayo de interpretación de la realidad
cana, sin olvidar a otros como el peruano Juan colonial guatemalteca (San José, Costa Rica,
Pablo Viscardo y el ecuatoriano Eugenio de 1972). Pero voy a tomar en consideración no
Santa Cruz y Espejo. Fue también el caso del al pensamiento de la Guatemala colonial (aun-
mexicano Fray Servando Teresa de Mier. Vale que algo habría que decir sobre José del Valle,
Pensamiento de nuestra América 365
a quien Martínez Peláez juzga con rigor), sino nia (pero de Inglaterra), en vez de los Estados
sobre todo a los de Argentina y Chile, donde Unidos, que él temía que absorbieran a Cuba
después de la independencia fueron notorios (sobre el caso más señalado, el de Argentina,
los intentos por diseñar patrias a la medida del Tulio Halperin Donghi compiló una útil antolo-
criollo: reservando ahora esta última palabra, gía). La fórmula arquetípica de esta cohorte de
en cuyos avatares nos detendremos durante el pensadores bien podría ser el título inicial de la
curso, para el descendiente americano de eu- famosa obra de Sarmiento en torno a Facundo
ropeos que se creía uno de ellos, y en conse- Quiroga: Civilización y barbarie (Valparaíso,
cuencia radicalmente distinto del aborigen, el 1845). El falso dilema reaparecerá más de me-
negro y el mestizo americanos. Tales patrias se dio siglo después en otra obra maestra, esta vez
imaginaron como homólogos o versiones tra- brasileña: Los sertones (Rio de Janeiro, 1902),
satlánticas de países europeos de capitalismo de Euclides da Cunha, quien sin embargo afir-
desarrollado; aunque de este lado del Atlántico ma que la campaña que allí describe, en la cual
existía otro modelo también tentador: el de los la “civilización” derrotó a la “barbarie” en 1897,
Estados Unidos. De ahí el anhelo de procurar- “fue, en la significación integral de la palabra,
se inmigración blanca, es decir europea; y el un crimen”: y lo denunció en su fuerte libro.
haber facilitado la apertura a la condición neo- “O inventamos o erramos” es la desafiante
colonial que usufructuaron nuevas metrópolis: fórmula que estampara en su Sociedades ame-
Inglaterra en primer lugar. Figuras notables (y ricanas (Arequipa, 1828; Lima, 1842) el origi-
no siempre coincidentes) como el venezolano- nalísimo venezolano Simón Rodríguez, y sirve
chileno Andrés Bello, los argentinos Esteban para designar al pensamiento que acompaña
Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y en el tiempo al núcleo del anterior, y lo contra-
Juan Bautista Alberdi, y el chileno José Victo- dice. El joven Bolívar tuvo dos maestros emi-
rino Lastarria fueron pensadores representati- nentes: Bello y Rodríguez. Es simbólico que en
vos de esta tendencia. En ella, en cierta forma, ellos fueran a encarnar sendas maneras bien
cabría adscribir, aunque su país no fuera aún distintas de concebir a la América posterior a
independiente y tuviera otras características, la independencia. Una atiende esencialmente a
al cubano José Antonio Saco, cuyo modelo modelos prexistentes (lo que no significa en ab-
en este Hemisferio fue Canadá, también colo- soluto que carezca de rasgos propios); otra su-
366 Pensamiento anticolonial de nuestra América
braya con energía el necesario invencionismo rica, y acaso del mundo todo. El hecho de que a
(sin dejar por eso de alimentarse de lecciones la vez luchara por independizar a Cuba y Puerto
previas), y no se limita al criollo blanco, sino Rico de España y se apoyara en “los pobres de
que mira también a las otras clases y etnias de la tierra”, contribuyó a darle una envergadura
América. Si Rodríguez puede ser visto como el enorme a su labor. Martí se sintió heredero en
reverso (o el complemento) de Bello, al chile- Cuba de pensadores como Félix Varela y José
no Francisco Bilbao puede vérselo como el de de la Luz y Caballero, y desde luego de los pró-
Sarmiento. No pocos pensadores de la Refor- ceres que iniciaron la guerra por la independen-
ma mexicana que encabezó Benito Juárez (por cia, como Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio
ejemplo, Ignacio Ramírez, Gabino Barreda, Agramonte. Tuvo además convergencias con
Ignacio Manuel Altamirano, sobre todo el más figuras como los puertorriqueños Ramón Eme-
joven y brillante: Justo Sierra), muchos de ellos terio Betances y Eugenio María de Hostos, el
sumados después al porfirismo, oscilaron entre dominicano Máximo Gómez, los cubanos Anto-
ambas posiciones. nio Maceo y Enrique José Varona y, en algunos
“Frente a la nueva metrópoli” se refiere ob- aspectos, el peruano Manuel González Prada;
viamente a la circunstancia de que cuando aún y continuadores inmediatos entre modernis-
no había concluido la independencia de nuestra tas hispanoamericanos como el nicaragüense
América con respecto a metrópolis europeas, Rubén Darío y el uruguayo José Enrique Rodó
otra nueva, los Estados Unidos, empezó a emer- (y en cierta forma el colombiano Baldomero Sa-
ger en este mismo Hemisferio, y fue haciendo nín Cano), quienes a partir de la intervención
cada vez más claro su proyecto expansionista de los Estados Unidos en Cuba, en 1898, se
esbozado en la Doctrina Monroe y armado ya opusieron al expansionismo de aquellos. Esta
de todas sus armas en la primera conferencia última actitud se moverá hacia un antimperia-
panamericana, realizada en Wáshington entre lismo cada vez más explícito en autores como
1889 y 1890. Aunque Bolívar, Bilbao y el pana- el argentino Manuel Ugarte, y encontrará una
meño Justo Arosemena, entre otros, habían an- tribuna privilegiada en el Repertorio America-
ticipado la alarma ante el peligro, correspondió no, del costarricense Joaquín García Monge,
a José Martí ser el primer antimperialista (en el donde junto a otros la chilena Gabriela Mistral
sentido moderno del término) de nuestra Amé- defendería inolvidablemente a Sandino.
Pensamiento de nuestra América 367
“Tras el águila y la serpiente” no remite tanto su vez amplia resonancia; y en cierta forma ani-
al libro del mexicano Martín Luis Guzmán El marían al proceso de afirmación nacionalista
águila y la serpiente (Madrid, 1928) como al vivido por Guatemala entre 1944 y 1954, cuyos
símbolo que es de México, y al gran impacto avatares fueron expresados por autores como
que tuvo la revolución desencadenada en aquel Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón
país a partir de 1910. Las vertientes radicales y Manuel Galich.
de su primer momento se manifestaron en “La utopía de América” nos plantea el pri-
combatientes como Emiliano Zapata y Pancho mer contrapunto mayor en el curso entre lo
Villa e intelectuales como Ricardo Flores Ma- cronológico y lo temático. Pues la utopía está
gón. Encauzada la revolución en beneficio de vinculada a América desde 1492, y (por lo ge-
una burguesía nacional, tuvo alientos todavía neral implícitamente) atraviesa buena parte del
mesiánicos y ya ontologizantes en José Vas- pensamiento americano. Pero entre nosotros
concelos (a cuya intensa gestión de cultura se la idea de la utopía adquiere fuerza particular
deben hechos como el impulso al muralismo); a partir de la tercera década del siglo xx, cuan-
y, tras la consolidación de esa burguesía, se in- do Pedro Henríquez Ureña escribe “La utopía
teriorizó en pensadores como Samuel Ramos de América”, que significativamente publicará
y Octavio Paz: este último realizaría luego en conjuntamente con “Patria de la justicia” (La
prosa brillante una actualizada crítica/defensa Plata, Argentina, 1925). Reyes, el brasileño
del sistema. Pero aquellas vertientes radicales Oswald de Andrade, el argentino Ezequiel Mar-
(que a principios de los años cuarenta, con la tínez Estrada, el cubano José Lezama Lima,
colaboración de republicanos españoles, hicie- Darcy Ribeiro, el mexicano Guillermo Bonfil
ron posible la creación de la revista Cuadernos Batalla, el peruano Alberto Flores Galindo, el
Americanos, bajo la dirección de Jesús Silva paraguayo Augusto Roa Bastos, el venezolano
Herzog) alimentaron, con nuevos puntos de Luis Britto García enriquecerán luego el tema.
vista y rigurosos enjuiciamientos, a sucesivas Este alcanzó una inesperada floración cuando
promociones, de las que son ejemplos Pablo se vivió mundialmente el paso “del socialismo
González Casanova y Alonso Aguilar. Y más científico al socialismo utópico”, para usar el
allá de las fronteras del país, ya habían anima- provocativo título de un trabajo publicado en
do en Nicaragua a Sandino, quien alcanzaría a 1971 por el español-mexicano Adolfo Sánchez
368 Pensamiento anticolonial de nuestra América
Vázquez, aunque no con idéntico sentido al que partir de la década del treinta empezó a experi-
él le dio allí. Pero también conoció una espe- mentar el movimiento comunista internacional
cie de superfetación, pues no todo proyecto es bajo hegemonía estalinista no pudo menos que
necesariamente utópico, ni toda utopía es po- afectar negativamente al marxismo americano,
sitiva: esto último lo vocean, por una parte, las en un proceso que expuso el brasileño-francés
distopías, tan frecuentes desde hace tiempo; y Michael Löwy en su antología sobre aquél (Pa-
por otra, visiones, más que eutópicas, light. rís, 1980). Pero incluso en esas condiciones
Mucho antes de que se diera aquel paso, adversas tal pensamiento nutrió sobre todo a
“surge un nuevo pensamiento social” en nues- estudiosos rebeldes como James, el argentino
tra América, en gran medida por influjo de la Sergio Bagú y el brasileño Caio Prado Jr., y a
Revolución de Octubre de 1917, y requerido grandes escritores (así, el peruano César Va-
por exigencias internas. Se trata de un desarro- llejo, los cubanos Nicolás Guillén y Alejo Car-
llo original del marxismo, que ya había tenido pentier, el brasileño Jorge Amado, el haitiano
adelantados como el chileno Luis Emilio Re- Jacques Roumain, el mexicano José Revueltas,
cabarren, y encontraría voceros en el argenti- Neruda, Césaire). Aunque solo vendría a co-
no Aníbal Ponce (discípulo de su compatriota nocer otro período revolucionario en América
José Ingenieros), los cubanos Julio Antonio tras la victoria cubana de 1959.
Mella y Rubén Martínez Villena, y en especial “La América indígena” es, en todos los sen-
el peruano José Carlos Mariátegui. Sobre todo tidos de la palabra, el sujeto más antiguo de
gracias al último, como se vio en su excelente nuestra América. La invasión europea iniciada
revista Amauta, este pensamiento, con gran en 1492 y el subsiguiente destrozo de las cultu-
ímpetu y avidez intelectual, voluntad de here- ras que serían llamadas indias sumieron en la
dar ideas a veces muy diversas, y fortalecido en base de la pirámide social a los restos de lo que
polémicas como las sostenidas con el concu- algunos llaman “Preamérica”. Pero ella sobre-
rrente aprismo (fundado por el también perua- vive siglos después de esa catástrofe, y ofrece
no Víctor Raúl Haya de la Torre), se propuso in- cada vez más sus visiones no solo de “venci-
terpretar de modo genuino a nuestra América dos”, para aludir a la conocida antología que
con vistas a transformarla, e hizo notables con- en 1959 publicó en su país el mexicano Miguel
tribuciones. Sin embargo, la osificación que a León Portilla. Si no como sujeto sí como tema,
Pensamiento de nuestra América 369
la encontramos desde los primeros textos re- indios alternativos al proyecto occidental. Sin
lativos a este continente. Desdeñada y comba- ser indios, y con enfoques diversos, autores
tida por los “civilizadores” del siglo xix, fue en como Darcy Ribeiro, el lituano-chileno Alejan-
cambio exaltada y defendida por los radicales dro Lipschütz, la francomexicana Laurette Sé-
de ese siglo, aunque todavía insuficientemen- journé, los mexicanos León Portilla, Ricardo e
te conocida. Con Mariátegui, tras la lección de Isabel Pozas, Luis Villoro, González Casanova,
González Prada, se inició un intento de com- Gilberto López y Rivas y Bonfil Batalla, los cu-
prensión a fondo. Para él, “[l]a solución del bano-mexicanos Alberto Ruz Lhuillier y Calix-
problema del indio tiene que ser una solución ta Guiteras, Galich, el peruano Luis Guillermo
social”, y “[s]us realizadores deben ser los pro- Lumbreras, el dominicano-mexicano Héctor
pios indios”. El peruano José María Arguedas, Díaz Polanco, los argentinos Rodolfo Kusch y
dolorosa criatura entre dos mundos, avanzó Adolfo Colombres, los españoles Xavier Albó
en ese camino, como artista y etnólogo que en y Emilio Serrano Calderón de Ayala (residen-
parte se había formado en el ámbito indígena. tes uno en Bolivia y otro en varios de nuestros
Esta última condición da fuerza particular a países), hacen posible una mejor comprensión
testimonios como los del mexicano Juan Pé- de la martirizada América primigenia, y de las
rez Jolote, el peruano Huillca y en especial la vicisitudes, metas y posibilidades actuales de
guatemalteca Rigoberta Menchú. Y también a sus comunidades.
meditaciones suyas, y de ideólogos como los “El afroamericano, o indígena ‘importado’”
que difundió Bonfil Batalla en Utopía y revolu- es título que alude a la paradójica pero acerta-
ción. El pensamiento político de los indios en da observación de Lipschütz según la cual esa
América Latina (México, 1981): los bolivianos fue la condición del africano traído a América
Fausto y Ramiro Reynaga, los peruanos Gui- como esclavo. Arrojado desde el siglo xvi a la
llermo Carnero Hoke y Virgilio Roel Pineda, el base de la pirámide social, a semejanza del in-
guatemalteco Antonio Pop Caal, el venezolano dio, también él y su descendencia conocerían
Arcadio Montiel, el mexicano Franco Gabriel el desdén de los “civilizadores”, y hasta incom-
Hernández; así como a los documentos de ela- prensiones inesperadas. Salvo en el caso de
boración colectiva recogidos en dicho libro: intelectuales haitianos como Antenor Firmin,
todos tienen en común reclamar proyectos quien impugnó a Gobineau en L’égalité des
370 Pensamiento anticolonial de nuestra América
races humaines [...] (París, 1885), la funda- América “la hora de declarar su segunda inde-
mental contribución del negro a América solo pendencia”; y cuando se sabe también que la
empezó a ser estudiada con profundidad en el Revolución Cubana triunfante en 1959 había
siglo xx, y especialmente a partir de la déca- declarado desde el comienzo de la lucha, a raíz
da del veinte, por autores como los cubanos del 26 de julio de 1953, que el autor intelectual
Fernando Ortiz, Lydia Cabrera y José Luciano de esa lucha era Martí. Fidel Castro, a quien
Franco, los brasileños Nina Rodrigues, Arthur se debe tal declaración, ratificó su filiación
Ramos, Gilberto Freyre y Edison Carneiro, martiana incluso cuando más tarde proclamó
los haitianos Jean Price-Mars y Jean Casimir, el carácter socialista que había asumido la re-
el venezolano Miguel Acosta Saignes. Por lo volución y su adhesión personal al marxismo-
general, estos autores, como los menciona- leninismo, y la ha reiterado siempre. Igualmen-
dos en el acápite anterior, desbordaron en sus te fue ganado por la prédica martiana el Che
trabajos las cuestiones específicas de ambos Guevara, también de pensamiento marxista
acápites: ejemplos superiores de ese desbor- profundamente creador. La fusión del ideario
damiento los ofreció Ortiz. Hay que destacar martiano, en el que la ética ocupa sitio central,
el relevante papel del jamaicano Marcus Gar- con una perspectiva socialista auténtica da
vey, con su consigna dramática de regreso a su impronta particular a la Revolución Cuba-
África de los negros; y los aportes de pensado- na (incluido el pensamiento brotado al calor
res/escritores como los ya nombrados James, de ella), y contribuye a explicar por qué tras
Guillén, Roumain, Césaire, Williams, Alexis, el fracaso del experimento socialista europeo
Fanon, Lamming, Brathwaite, y además hai- no se produjo la caída, anunciada por agoreros
tianos como René Depestre, jamaicanos como de todo tipo, de esta revolución. Además, los
Richard Hart y Rex Nettelford, martiniqueños inicios de la segunda independencia de nuestra
como Édouard Glissant. América incluyen muchas manifestaciones de
“Inicios de la segunda independencia” es un pensamiento vivo que acompaña a intentos
denominación que adquiere su pleno sentido como los de las heroicas guerrillas en varios
cuando se sabe que al comentar/impugnar la países, las experiencias revolucionarias chi-
primera conferencia panamericana, en 1889, lena, granadiense y nicaragüense, y las trans-
Martí exclamó que había llegado para nuestra formadoras en Perú y Panamá; y, más allá de
Pensamiento de nuestra América 371
la política estricta, una literatura y un arte de “Habla la mujer” responde al título de un li-
alto nivel (con sus correspondientes críticas) bro que se mencionará. Solo con la América in-
que merecieron el reconocimiento mundial, la dígena es dable comparar en antigüedad al tema
teoría de la dependencia, la pedagogía del opri- de la mujer aquí. Pero ya se ha dicho que este
mido, la teología y la filosofía de la liberación, no es un curso de temas, sino de pensamiento.
y, al margen de casillas, meditaciones origina- Y no es posible negar que, aunque la cuestión
les, para solo mencionar algunas líneas que de la mujer haya sido considerada desde mu-
ahora es materialmente imposible ejemplificar cho antes (recuérdense aportes como los de la
con nombres: se hará en el curso, desde luego. prodigiosa Sor Juana, la cubana Gertrudis Gó-
Por otra parte, muchos de esos nombres son mez de Avellaneda, los puertorriqueños Hostos
bien conocidos, pues nunca como en la fecha y Luisa Capetillo, la chilena Gabriela Mistral, la
autores de nuestra América han sido tan publi- argentina Victoria Ocampo, la dominicano-cu-
cados, traducidos, galardonados, esculcados (y bana Camila Henríquez Ureña), es en décadas
algunos también asesinados, pero por desgra- recientes cuando el abordaje de tal cuestión
cia los asesinatos, a diferencia de los hechos adquiere en nuestra América, como en el resto
anteriores, son más frecuentes en nuestra his- del mundo, verdadera sistematicidad. Ello se
toria). Las reverberaciones de aquellos inicios ve en trabajos como los de la argentina Isabel
no se han extinguido. Pero al capítulo esperan- Larguía y su compañero el estadunidense John
zador abierto en 1959 lo han seguido capítulos Dumoulin (trabajos que me complace recordar
sombríos, y la hegemonía de la derecha en el que empezaron a publicarse en 1971 en Casa
planeta. Sería pues ridículo ejercer el panglo- de las Américas), la mexicana Rosario Caste-
sianismo. Más ridículo aún, sin embargo, sería llanos, la chilena Julieta Kirkwood, la brasile-
entregarse a la desesperanza que ha estado de ña Heloísa Buarque de Hollanda; los recogidos
moda, y dar por muertas las cosas en cuyo de- en volúmenes colectivos como La sartén por
ceso afirman creer los ruidosos ideicidas do- el mango (ed. por Patricia Elena González y
mesticados que acompañan en el papel a los Eliana Ortega, Río Piedras, Puerto Rico, 1984)
homicidas y a sus patronos. La historia, que por y Escribir en los bordes (comp. por varias, San-
cierto en español es mujer, está bien lejos de tiago de Chile, 1990), y en revistas especializa-
haber concluido. das como fem, de México, una de cuyas fun-
372 Pensamiento anticolonial de nuestra América
dadoras, la guatemalteca Alaide Foppa, estaría mujer habla, como lo ejemplifican con valor y
entre las desaparecidas y los desaparecidos en originalidad las Madres y Abuelas de la Plaza
su país. La cubano-americana Ofelia Schutte de Mayo en Argentina, y obliga a escuchar.
dedicó un capítulo a “Identidad cultural, libe- América en la historia es el título de un li-
ración y teoría feminista” en su libro Cultural bro que en 1957 publicó Zea en México. Aquí,
Identity and Social Liberation in Latin Ame- la denominación apunta a esa y otras obras que
rican Thought (Albany y Nueva York, 1993); y han pensado la historia, con originalidad, des-
la chilena Lucía Guerra ofreció una visión de de nuestra América. Es el caso, para mencionar
conjunto en La mujer fragmentada: Historias algunas, de Capitalismo y esclavitud (North
de un signo (La Habana, 1994). Además, hace Carolina, 1944), de Eric Williams; Discurso so-
algún tiempo hay entre nosotros/nosotras un bre el colonialismo (París, 1950), de Césaire;
auge de la narrativa de mujeres (de quienes La invención de América. El universalismo
también se hablará en el curso), con su corres- de la cultura de Occidente (México, 1958), del
pondiente crítica: la admirable poesía de ellas mexicano Edmundo O’Gorman; Los condena-
ya era bien conocida. En cuanto a las mujeres dos de la tierra (París, 1961), de Fanon; El si-
“no intelectuales” (si ello existe, lo que Gram- glo de las luces (México, 1962), de Carpentier;
sci puso en duda con referencia a los seres hu- El proceso civilizatorio. Etapas de la evolu-
manos en general), ¿qué decir de obras como el ción sociocultural (Rio de Janeiro, 1968), de
extraordinario testimonio donde la trabajado- Darcy Ribeiro; Cómo Europa subdesarrolló a
ra boliviana Domitila Barrios de Chúngara, de África (Dar es Salaam, 1972), del guyanés Wal-
la mano de la investigadora brasileña Moema ter Rodney; The Darker Side of the Renaissan-
Viezzer, expresa: “Si me permiten hablar”. [...] ce. Literacy, Territoriality, and Colonization
(México, 1977)? Este libro llevó a nadie me- (Ann Arbor, 1995), de Mignolo. Probablemente
nos que la inglesa Jean Franco a dar el título en este haz es donde deben ser incluidas obras
“Si me permiten hablar: la lucha por el poder de los autores de lo que el chicano José David
interpretativo”, a un seminal ensayo que leyó Saldívar, en The Dialectics of Our America [...]
en la Casa de las Américas y publicamos en el (Durham y Londres, 1991), llamó “la escuela de
número 171 (noviembre-diciembre de 1988) de Caliban”, y sobre la cual no puedo extenderme
la revista homónima. Hay que subrayar que la por razones que espero sean comprensibles. La
Pensamiento de nuestra América 373
mención del chicano Saldívar lleva a recordar pero sí, indudablemente, una era histórica, lle-
que nuestra América vive hoy también, repre- vó, por una parte, a retrocesos como una ver-
sentada por millones de sus hijas e hijos, en los bosa derechización que implica un renacido
Estados Unidos, donde se calcula que para me- y crudo anticomunismo, y un neoliberalismo
diados del siglo xxi más de la mitad de sus ha- depredador cuyo intento es volver a colonizar-
bitantes tendrán orígenes no estadunidenses. nos; y por otra (aunque no faltaron las coin-
Incluso por esa presencia en la Roma america- cidencias), provocó una suerte de orgía más
na o en las entrañas del monstruo, para usar bien perpleja de pos(t)ismos. Balances recien-
dos imágenes de Martí; por el traslado allí de tes de estos (ya hay también un pasado de los
una frontera imperial similar a la que mencionó pos) se hallan en compilaciones como Posmo-
Bosch, nuestra América se hace y se hará sen- dernidad en la periferia. Ensayos latinoame-
tir en la historia, participando en impredecibles ricanos de la nueva teoría cultural (Berlín,
hibridaciones. 1994), realizada por Hermann Herlinghaus y
“Algo sobre los pos/tres” podría ser ese fin Monika Walter, y The Postmodern Debate in
de fiesta con toda la banda que anunciaban los Latin America (Durham y Londres, 1995), edi-
viejos circos, o un reparto de dulces. Pero el tada por John Beverley, Michael Aronna y José
énfasis se pondrá, inevitablemente, en algunos Oviedo. Como siempre, habrá que separar la
“pos”. Destapé la caja de Pandora al citar en las paja del grano, distinguir los ecos miméticos
primeras líneas a obras donde se menciona el de las elaboraciones auténticas; y mantener
poscolonialismo. Una conferencia ofrecida en enhiesta la certidumbre de que no solo no
1993 por la canadiense Linda Hutcheon lleva ha concluido la historia, sino tampoco lo ha
el título, tan grato para quienes somos lecto- hecho la prehistoria. Por ahora, de modo sig-
res de novelas policiales, de “The post always nificativo, solo dos nuevos pensadores nues-
rings twice: the postmodern and the postco- tros han alcanzado en estos años resonancia
lonial” (Textual Practice, Vol. 8, Nº 2, Verano mundial: Rigoberta Menchú, de Guatemala, y
de 1994). Una cosa lleva a otra. Y a otras. La el subcomandante Marcos, de Chiapas, Méxi-
evidencia de que antes de que concluyera “el co. Una mujer y un hombre, como en los mi-
corto siglo xx, 1914-1991” (Eric Hobsbawm, tos del inicio, valiéndose del primer idioma de
Londres, 1994) había finalizado no la historia, procedencia europea traído a este Hemisferio,
374 Pensamiento anticolonial de nuestra América
defienden “con corazón”, como me escribió Ri- llamando el mundo posoccidental, en el que
goberta, a descendientes directos de la Améri- deben concurrir las metas inalcanzadas, la au-
ca que no empezó a ser descubierta sino des- dacia epistemológica y la humildad ontológica
garrada en 1492. Esa lucha involucra a todas y del ecosistema que es la humanidad, si esta ha
a todos los que creemos en la arriesgada pero de sobrevivir (lo que desde luego no es segu-
digna ocasión que es nuestra matria América; ro). Nicolás Guillén había escrito en su Elegía
a quienes nos sentimos viviendo más que una a Jacques Roumain (La Habana, 1948): “El
época pos, una época pre: o, si se quiere, las pasado pasado no ha pasado. / La nueva vida
arduas vísperas de lo que hace décadas vengo espera nueva vida”.
Cuba defendida
Contra otra Leyenda Negra*
criterios. Lo importante era que, como escribió mundo, pues el saqueo de este fue imprescin-
luego en su Política Aristóteles, “los bárbaros” dible para la edificación de aquél. Y con el pro-
estaban “por naturaleza capacitados solo para pósito de cohonestar tal saqueo, se pidió en
la esclavitud”. préstamo a la zoología un vocablo/concepto
Por su poca importancia en el momento del que hasta entonces no se había aplicado a los
apogeo de los griegos, estos apenas tomaban humanos: “raza”. Los nuevos “bárbaros” pa-
en cuenta a los latinos de la época, aunque sin decerían así el prejuicio racial, nacido, según
duda serían considerados también bárbaros. el economista estadunidense Paul M. Sweezy,
Sin embargo, cuando a los latinos les llegó la de “la necesidad de los conquistadores euro-
ocasión de convertirse en nuevo eje del área, peos del siglo xvi en adelante de racionalizar
se proclamaron herederos directos de los grie- y justificar el robo, la esclavitud y la continua
gos, y regalaron graciosamente la denomina- explotación de sus víctimas de color en todo
ción de “bárbaros” a otros pueblos colindantes, el mundo”. Esos conquistadores se autobau-
señaladamente los germanos. Y tampoco para tizaron en el siglo xviii “la civilización”. Y en
los latinos esto implicaba un distingo étnico. este siglo nuestro, en que Occidente incluye
En los documentos del Imperio Romano no se naciones ultraoccidentales como los Estados
hacía constar, por ejemplo, el color de la piel ni Unidos y orientales como Japón, ha añadido
cualquier rasgo somático similar. Simplemente un nuevo autobautizo: “Norte”. Siempre meta-
se era o no civis romanus. fóricamente, los otros, desdeñados, han sido,
Un avatar posterior del término “bárbaro” o siguen siendo, la barbarie, los pueblos de
lo ha complicado considerablemente. Cuan- color, los países subdesarrollados, el tercer
do, extinguido a su vez el Imperio Romano, mundo, el Sur.
la sociedad que nació de su humus, mezclán- Del milenario egiptocentrismo, que comen-
dolo con muchos otros elementos (los de ori- cé citando y por razones de época solo afec-
gen germánico en lugar destacado), es decir tó a unas cuantas comunidades cercanas, al
el autollamado Occidente (por alusión a una actual Nortecentrismo, que afecta a toda la
parte de Europa), vino a considerarse nuevo Tierra, el proceso de otrificación sigue líneas
eje etnocéntrico, volvió a hacer donación del de pensamiento similares. ¿Cómo olvidar que
vocablo, descerrajado ahora sobre el resto del insultos como “beocio”, “filisteo” o “cafre” son
Cuba defendida 377
nombres de pueblos –tan dignos como cuales- bles que le valieron el sobrenombre de Tepes
quiera otros– vilipendiados por ocasionales (“El Empalador”), incluso durante su vida
enemigos? Y no es solo cuestión de vocablos/ empezó a ser presentado por sus enemigos a
conceptos. También lo es de imágenes/concep- una luz sombría, y ha alcanzado repercusión
tos, como vio Miguel Rojas Mix, quien dijo: “En mundial con otro sobrenombre, que en 1897
el mundo moderno lo exótico [...] pasa a través Bram Stoker usó para titular su clásica nove-
de los problemas Norte-Sur. Incluso el hambre la gótica Drácula.
forma parte del exotismo para los países ricos. A criterios así, falsos o sin base objetiva su-
[...] Nuevamente el Sur es ‘exótico’, frente a un ficiente, provocados por la mirada de los otros
Norte ‘normal’”2. (“l’enfer, c’est les Autres”, dijo el famoso perso-
A menudo la presentación sombría o ne- naje de Sartre), llamo, valiéndome de una ex-
gativa afecta no a una comunidad sino a un presión manida, las leyendas negras.
individuo. Me limitaré a señalar unos pocos
entre innúmeros casos. Por ejemplo, las ex-
presiones Pedro el Cruel y Pedro el Justicie- La Leyenda Negra antiespañola
ro se refieren al mismo rey español, solo que
nombrado, lógicamente, desde dos perspec- Como se sabe de sobra, la más difundida de
tivas distintas. Bernard Shaw aseguró que si las leyendas negras de estos siglos en relación
Iván el Terrible se hubiera casado con Isabel con un país es la que forjaron contra España, a
de Inglaterra, hubiera sido conocido como partir del siglo xvi, las oligarquías de los países
Iván el Atemorizado. Y el voivoda de Vala- europeos que le disputaron (y al cabo le arreba-
quia Vlad III, que gobernó en el siglo xv, es taron) la hegemonía en el proceso de coloniza-
admirado en Rumanía: pero este belicoso ción mundial iniciado por ella tras el azaroso e
gobernante, que luchó en favor de su pueblo importante arribo de 1492, que llevaría a dividir
contra los turcos (como harían los españoles a los países de la Tierra en los dos grupos que
en Lepanto), no escatimando medidas terri- hoy la integran: el de los subdesarrollados y el
de los subdesarrollantes. Para sorpresa de al-
gunos superficiales, he impugnado con todas
2 Miguel Rojas Mix, América imaginaria, Barcelona,
1992, p. 251. mis fuerzas aquella campaña, en especial en
378 Pensamiento anticolonial de nuestra América
mi trabajo de 1976 “Contra la Leyenda Negra”3. combatí y combato todo tipo de colonialismo.
Como tal trabajo ha sido republicado en varios Y lo hago por amor a la justicia, en primer lu-
países, a él remito a mis lectores. Me limitaré a gar; y también porque la Leyenda Negra anties-
recordar que tal Leyenda no tuvo por finalidad, pañola, insensatamente asumida y propagada
en manera alguna, defender a los pueblos agre- por compatriotas americanos, no ha podido
didos (agredidos por el naciente capitalismo, sino lastimarnos, como le ocurre a quien cor-
no por un país en particular), los cuales reci- ta la rama donde está. Mi divisa en este orden
bieron peor trato aún de las naciones rivales, bien podría ser el verso del cholo Rubén Darío
sino simplemente desprestigiar a la poderosa (a quien José Ortega y Gasset llamó “indio di-
España. Esa diatriba decía verdades al hablar vino”): “Soy un hijo de América, soy un nieto
de los crímenes del colonialismo español, pero de España”; o los del mulato Nicolás Guillén, al
pretendía hacer creer que los crímenes eran evocar en inolvidable balada a sus dos abuelos,
imputables a España, no al colonialismo. De español uno y africano otro.
esa forma se aspiraba a cambiar la naturaleza
del delito (que otras naciones multiplicarían),
mediante lo que, a fin de cuentas, terminó Haipacu
siendo otra variante del racismo. Tal inten-
to de cambio se propuso menoscabar a uno En nuestra América no nos han escaseado las
de los grandes pueblos creadores y a una de leyendas negras. Proyecto hace tiempo un en-
las mayores culturas de la historia: el pueblo sayo cuya idea adelanto aquí. Versará sobre un
y la cultura de la España de la cual (fundida país imaginario que es síntesis de otros, reales,
con otras comunidades) provenimos tantos en cada uno de los cuales ha sido satanizado por
nuestra América, y que no es solo la de Cortés distintas metrópolis a causa de haber seguido
y Pizarro, sino también la de Las Casas y Santa trayectorias originales, lo que no se le ha per-
Teresa. Dije que combatí (y combato) aquella donado. El país imaginario se llama Haipacu;
campaña con todas mis fuerzas, al igual que los países reales se llaman Haití, Paraguay y
Cuba; las metrópolis, respectivamente, Fran-
cia, Inglaterra y los Estados Unidos. No tengo
3 Casa de las Américas, Nº 99, noviembre-diciembre
de 1976. ahora tiempo ni espacio para demorarme en las
Cuba defendida 379
menudencias históricas, así que ruego que me mundiales realizadas el 29 de agosto de 1993
excusen los epítomes taquigráficos que estoy con motivo de la efemérides? Es verdad que vi-
obligado a hacer. vimos en una triste época de complaciente pre-
La gran Revolución Francesa iniciada en sentismo (reina lo que el poeta Jorge Guillén
1789 (desde hace un tiempo sometida también llamó “el velocísimo ‘Ahora’”), pero siempre
ella a su leyenda negra) provocó, a través de se encuentra ocasión para conmemorar cier-
un complicado proceso, vastas repercusiones tas cosas. Cuando la humanidad llegue a ser lo
en el Caribe, muchas de las cuales Alejo Car- que merece, recordará con orgullo aquel 29 de
pentier evocaría en espléndidas novelas como agosto de 1793.
El reino de este mundo (1949) y sobre todo El Y muchas cosas más hay que recordar refe-
siglo de las luces (1962): tales repercusiones ridas al Santo Domingo francés. Por ejemplo,
se hicieron sentir de modo particularmente in- que inició la independencia de nuestra Améri-
tenso en lo que era el Santo Domingo francés, ca, proclamándose libre el primero de enero
que quizá fue en la época la colonia más rica de 1804 y asumiendo el nombre que los aborí-
del mundo (es decir, la que proporcionalmen- genes habían dado a su tierra: Haití; que para
te aportaba mayores riquezas a su metrópoli)4. ello debió derrotar a las hasta entonces invic-
Entre las más hermosas de tales repercusiones tas tropas napoleónicas (luego conocerían las
se encuentra algo que ocurrió hace dos siglos: derrotas infligidas por los pueblos de España
el 29 de agosto de 1793 fue abolida allí la es- y Rusia); que la nación haitiana prestó ayuda
clavitud que padecían los negros. Se trató de a Simón Bolívar, “aquel hombre solar”, como
un paso de incalculable trascendencia, y era lo llamó José Martí, pidiéndole a cambio, tan
la primera vez que ello ocurría, con carácter solo, que aboliera él también la esclavitud en
nacional, en el mundo moderno. Sin embargo, los territorios que liberara. Las metrópolis
¿se ha sabido de las esperables celebraciones no perdonaron estos hechos. Napoleón (para
quien la gran divisa “Libertad, Igualdad, Frater-
nidad” no pasaba de ser una vaciedad retórica)
4 Cf. Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. envió un ejército de primer orden, al mando
El Caribe, frontera imperial, Madrid, 1970; y Eric Wi-
de su cuñado el general Leclerc, para restable-
lliams: From Columbus to Castro. The History of the
Caribbean 1492-1969, Londres, 1970. cer la esclavitud en las posesiones francesas
380 Pensamiento anticolonial de nuestra América
lización”). Estos últimos proyectos termina- continente. Como en todos los casos similares,
ron por triunfar de momento en la Argentina ella fue creada y propagada por sus enemigos:
y Uruguay, y los uncieron, neocolonialmente, con tanta insistencia y tantas sombras que lle-
a metrópolis como la británica. En Paraguay, gó a permear incluso a quienes por intereses
sin embargo, un proyecto de la naturaleza de propios debieron haberla impugnado. Los que
los primeros, autóctono, realmente indepen- han hablado (y aún hablan) de las durezas de
dentista, apoyado por las masas populares y aquellos regímenes paraguayos, ¿cómo pueden
en su favor, tuvo éxito, y entre 1811 y 1870, a absolver a la ligera los pavorosos crímenes co-
lo largo de tres gobiernos, lo hizo el único país metidos y proclamados con orgullo por las oli-
que en la América nuestra del siglo xix práctica- garquías rioplatenses contra indios y gauchos a
mente erradicó el analfabetismo, el desempleo, nombre de la presunta “civilización”?
la mendicidad, y no contrajo deuda externa. Lo que no se le podía perdonar a Paraguay
Es verdad que ello se logró, en el primero de era que mostrara al mundo la viabilidad de un
aquellos gobiernos, gracias a la política de un régimen propio, no neocolonial ni oligárquico,
hombre autoritario, extraño y austero, que ha apoyado por su pueblo. Al cabo, azuzados so-
sido comparado con los jacobinos6, al cual dio bre todo por Inglaterra, los gobiernos de tres
voz magistralmente Augusto Roa Bastos en su países colindantes, sucursales de las metró-
novela Yo el Supremo (1974). Ese gobernante, polis, desataron en la década del sesenta del
y en general el Paraguay que durante cerca de pasado siglo la que sería conocida como la
sesenta años fue una excepción en la turbadí- Guerra de la Triple Alianza, una de las más ver-
sima Hispanoamérica de la época, padecieron gonzosas ocurridas entre nosotros. El argenti-
la que hasta estas décadas fue, junto con la de no Juan Bautista Alberdi, que en su juventud
Haití, la más violenta leyenda negra de nuestro había asumido fogosamente el supuesto pro-
yecto “civilizador”, secundó en su madurez la
causa paraguaya –que lo era de nuestra Amé-
6 También los revolucionarios haitianos fueron com- rica toda, como casi en los mismos años lo fue
parados con los jacobinos: cf. el libro de C.L.R. James la causa contra el imperio de Maximiliano en
The Black Jacobines. Toussaint L’Ouverture and San
México–, y denunció con energía lo que llamó
Domingo Revolution [1938], 2a. ed. revisada, Nueva
York, 1963. “el crimen de la guerra”. La defensa que el pue-
382 Pensamiento anticolonial de nuestra América
blo paraguayo hiciera de su territorio, su inde- parte, ocupa, como es obvio, sitio central en
pendencia, su proyecto, imperfecto pero pro- este trabajo.
pio, es uno de los altos momentos de nuestra
difícil historia. Enfrentado a tres ejércitos que,
mancomunados, eran inmensamente mayores Cuba defendida
que el suyo, y contaban con el impulso inglés,
resistió durante un lustro, hasta que en marzo El título de este acápite (que lo es del trabajo
de 1870, en la batalla de Cerro Corá, sucumbió todo) es un homenaje al que lleva la obra juvenil
ante el abrumador número de los atacantes. de Quevedo España defendida... [1609], en que
Del millón de paraguayos que se ha calculado el autor de Los sueños consideró deber suyo
para principios de la década de 1860, quedaban “responder por mi patria y por mis tiempos”,
con vida en 1871 algo más de doscientos mil, de cuando cobraba ímpetu la leyenda negra anti-
los cuales la mitad eran mujeres, ochenta y seis española. Si hoy por hoy existe una auténtica
mil niños y solo unos treinta mil hombres, mu- leyenda negra en América, es la urdida en torno
chos de ellos ancianos. Se dice que fue necesa- a mi patria chica, donde vivo (no obstante sa-
rio autorizar la poligamia para repoblar al país. berme cosmopolita y haber residido felizmente,
Cuando en 1876 los vencedores abandonaron y pudiendo hacerlo, en otros países cuyos pue-
la diezmada nación, que además saquearon y blos quiero, como los Estados Unidos y Francia)
mutilaron, le habían impuesto, por descontado, porque, debido a razones morales, me siento
sus ordenamientos “civilizadores”. También es obligado a compartir sus carencias y riesgos, ya
conocido que Paraguay es hoy uno de nuestros que su presunto pecado (como en los casos que
países más pobres –él, que prácticamente no mencioné antes, o en el México de Zapata y Cár-
tenía ni analfabetismo ni desempleo ni mendi- denas, la Nicaragua de Sandino y el sandinismo,
cidad ni deuda externa. la Guatemala de Arévalo y Arbenz o el Chile de
Como Cuba es el último país de Haipacu, y Allende, para solo aducir algunos ejemplos) es
su punto más ígneo no se encuentra –como en haberse propuesto un camino propio y justo, no
los casos mencionados de Haití y Paraguay– exento de errores que no defiendo, aunque son
en el pasado sino en el presente, voy a con- inevitables en las cosas humanas, pero sobre
cederle un lugar aparte. Ese lugar, por otra todo no exento de dignidad.
Cuba defendida 383
La condición de piedra de escándalo que se Ese pueblo, a un precio aún más alto, derrocó
atribuye a la Cuba actual puede deberse a va- a otra tiranía similar en 1959, venció en 1961 a
rias causas. Por ejemplo, a que es un epifenó- una invasión mercenaria enviada por el nue-
meno de la llamada Guerra Fría, en la cual su vo Imperio, y ha auxiliado en campos muy va-
deslucido papel es el de satélite de uno de los riados a muchos otros pueblos (por ejemplo,
contendientes, la Unión Soviética. Pero la Gue- ha enviado a los países pobres más médicos
rra Fría dicen que se acabó. La Unión Soviéti- que toda la Organización Mundial de la Salud).
ca, indudablemente. Y la Cuba revolucionaria ¿Quién con vergüenza se atreverá a llamar
sobrevive, así sea en condiciones de terrible amedrentado a un pueblo así, cuyos hombres
asedio, que la ha hecho una angustiosa plaza si- y mujeres pueden regalar coraje, –y lo han he-
tiada. Si bien nunca fue satélite de nada, ¿cómo cho? Se trata, debe añadirse, del único país en
podría serlo hoy de algo que ya no existe? Esta la actual América nuestra sin analfabetismo ni
hipótesis, pues, ya ninguna persona en sus ca- desamparo, que aun en medio de un crudelísi-
bales la sostiene. mo bloqueo no ha cerrado ni una escuela ni un
Otra hipótesis, muy del gusto de quienes es- hospital; de un país cuyos logros científicos,
tán todavía inficionados por la vieja Leyenda literarios y artísticos de estos años son mun-
Negra antiespañola, afirma que un terco señor dialmente reconocidos; de un país que en los
de ostensible raíz hispánica se mantiene aquí Juegos Olímpicos realizados en Barcelona en
sobre un pueblo amedrentado. Sin embargo, 1992 quedó en quinto lugar, y al que un informe
los antepasados de ese pueblo guerrearon en del Fondo de las Naciones Unidas para la In-
el siglo xix durante treinta años por su indepen- fancia (UNICEF) divulgado en Nueva York en
dencia, y lo hicieron contra un ejército metro- 1993 sobre el número de niños que mueren por
politano mayor que la suma de los que enfren- cada mil menores de cinco años coloca solo
taron los libertadores continentales, a quienes un punto más alto que los Estados Unidos,
con orgullo consideramos también nuestros. cuyo producto interno bruto (PIB) per cápita
Los antepasados de ese pueblo rechazaron es casi once veces mayor. Singular cuadro, en
luego ser absorbidos por una nueva metrópoli verdad, para un país sobre el que se ha arro-
poderosa, y lucharon, al precio de muchas vi- jado una implacable leyenda negra. Y muchos
das, contra una tiranía que derrocaron en 1933. afirman que los males, presuntos o verdade-
384 Pensamiento anticolonial de nuestra América
ros, de ese país deben atribuirse a aquel terco de modo creciente en lo económico, y luego
señor. (Entre paréntesis: ¿deben atribuírsele en lo político, con países de la Europa orien-
también, puesto que se dice que todo lo puede, tal; a principios de 1961, rompieron relaciones
las notorias virtudes reales?). Al hablar de los diplomáticas con la Isla, fueron forzando más
otros países de Haipacu, omití mencionar los tarde a los gobiernos de los demás países ame-
nombres de sus gobernantes, porque tengo la ricanos a proceder de modo similar (solo los
convicción de que los bloqueos y agresiones de Canadá y México se abstuvieron de hacer-
padecidos por esos países no se debieron a lo), y lograron que la Organización de Estados
esos gobernantes (como también en su tiempo Americanos la expulsara de su seno; en abril
fue dicho), sea cual sea el juicio que la Historia de aquel año 1961, después de prepararla mi-
les depare, sino a las medidas anticolonialistas nuciosamente desde 1959, enviaron contra
y antioligárquicas defendidas por los pueblos ella una invasión mercenaria urdida por una
respectivos. ¿Por qué aceptar que es otro el administración republicana y llevada a cabo
caso de Cuba? por una demócrata; en 1962 la bloquearon mi-
Los invito a considerar una tercera hipó- litarmente (este bloqueo cesó poco después) y
tesis. No es posible ignorar que las actuales económicamente (este bloqueo fue reforzado
dificultades de Cuba tienen que ver esencial- en 1992 por la Enmienda Torricelli, reiterada-
mente con sus nexos con los Estados Unidos, mente rechazada por la Organización de Nacio-
los cuales en 1898, invocando pretextos huma- nes Unidas, la Comunidad Europea, la Cumbre
nitarios, la invadieron y le impidieron su inde- Iberoamericana celebrada en 1993 en Brasil, y
pendencia (volveré sobre ello), que solo vino a múltiples países... pero en la práctica se ejer-
ser alcanzada en realidad el primero de enero ce bajo cuerda), han planeado y ejecutado in-
de 1959, exactamente ciento cincuenta y cin- contables agresiones contra ella, y desde 1959
co años después de la de Haití. Molestos por hasta hoy la mantienen sometida, a través de
el hecho (como en su tiempo Napoleón con sus poderosísimos medios de desinformación
los haitianos), los gobernantes de los Estados y los que les hacen eco, a una incesante cam-
Unidos dejaron de comprarle en 1960 el azú- paña calumniosa, sustento de la actual leyenda
car que, según convenio, Cuba había producido negra. Cuando esa campaña ya estaba a todo
para aquella nación, obligándola a vincularse vapor, en 1959 y 1960, la revolución de Cuba
Cuba defendida 385
los norteamericanos no hicieron distingo alguno. democrático y la libertad individual. Fue sin
// La Luisiana pasó a poder de los Estados Unidos duda un hombre grande. Pero Antonio Macha-
en 1803; la Florida occidental, en 1810; la Florida do hizo decir a Juan de Mairena que la verdad
oriental, en 1821; Texas, en 1836; Nuevo México y es la verdad, dígala Agamenón o su porquero,
California, en 1848. [...] Al terminar el siglo [xix],
añadiendo que aquél estaba de acuerdo con la
esa labor estaba concluida en lo fundamental. La
sentencia, mientras a este no le convencía. He
expansión estaba lista para dirigirse al Sur en un
rumbo previsto por Jefferson desde 1805. // Esta aquí algunas cosas que entre 1805 y 1823 el por-
nueva etapa ha llevado las empresas de conquis- quero oyó de labios de Jefferson sobre Cuba,
ta, dominación política y penetración económica de la que se dijo que llegó a convertírsele en
de los Estados Unidos a las Antillas, la América una obsesión8: “en el evento de hostilidades,
Central, Panamá y la América del Sur7. él [Jefferson] consideraba que las Floridas Oc-
cidental y Oriental y sucesivamente la isla de
Hasta ahí Ramiro Guerra, en 1935. Casi sesenta Cuba, cuya posesión es necesaria para la de-
años después, lo único que cabe añadir es que fensa de la Luisiana y la Florida [...] serían una
esas empresas han desbordado hace tiempo fácil conquista” (1805); Napoleón, “[a]unque
los límites del Hemisferio Occidental y reco- con dificultad, [...] consentirá en nuestro recibi-
rren la vasta Tierra. miento de Cuba en la Unión [...] tendríamos un
Volvamos por un momento a Jefferson, imperio para la libertad como jamás se ha visto
tan oportunamente mencionado en la cita. Se otro desde la creación” (1809); “la agregación
conmemoró en 1993 –y ese hecho sí se con- de Cuba a nuestra Confederación es exacta-
memoró– el 250 aniversario del nacimiento de mente lo que se necesita para redondear nues-
este prócer, redactor de la Declaración de In- tro poder nacional y llevarlo al más alto grado
dependencia de 1776, tercer presidente de la de interés (1823)”; y ese mismo año, al contes-
Unión, cuyo nombre va unido allá al gobierno tar la consulta del presidente Monroe sobre la
propuesta de Canning para una declaración
conjunta, reiteró: “Confieso francamente que
7 Ramiro Guerra, La expansión territorial de los
Estados Unidos a expensas de España y de los paí-
ses hispanoamericanos, Madrid, La Habana, 1935, 8 Cf. Manuel Medina Castro, Estados Unidos y Amé-
pp. 12-14. rica Latina, siglo XIX, La Habana, 1968.
Cuba defendida 387
siempre he mirado a la isla de Cuba como la dos por la Providencia para plagar la América
agregación más interesante que pudiera hacer- de miserias a nombre de la libertad”.
se a nuestro sistema de Estado”. Solo si se saben realidades como las ante-
Aquella declaración conjunta le fue birlada riores puede calibrarse con justicia nuestra
al astuto canciller inglés Canning por su ho- historia. Resumiré, en aras de la brevedad, las
mólogo el astuto norteamericano John Quincy relaciones cubano-estadunidenses a lo largo
Adams, quien ese crucial 1823 (un año antes del tiempo con esta cita que Darcy Ribeiro es-
de Ayacucho) había informado al ministro de cribiera hace un cuarto de siglo:
su país en Madrid que Cuba debía permanecer
como colonia española hasta que, como la fruta Se deben a Cuba [...] las dos orientaciones sobre-
madura cae a tierra, cayera, inexorablemente, salientes sobre la política norteamericana respec-
en manos de los Estados Unidos. Fue él quien to a los demás países del continente. La primera
redactó la que sería conocida como Doctrina fue la Doctrina Monroe, nacida como un esfuerzo
tendiente a fundamentar jurídicamente la domi-
Monroe, emitida ese año, y cuya síntesis es
nación de la isla. La segunda es la Alianza para
“América para los americanos”: expresión en la
el Progreso, formulada como una respuesta al
cual “América” significa el Hemisferio Occiden- desafío representado por la revolución cubana,
tal de polo a polo, y “americanos”, los estadu- tanto en su fisonomía inicial, reformista, como
nidenses. Aunque Bolívar no debió conocer la en su formulación definitiva, y que consiste sim-
frase jeffersoniana según la cual proyectó “un plemente en un mecanismo financiero de soste-
imperio para la libertad” (verdadero oxímoron nimiento del statu quo, mediante la renovación
que sin embargo es una insustituible defini- del pacto con los aliados tradicionales de los yan-
ción), le bastaron la Doctrina Monroe y hechos quis: las viejas oligarquías latinoamericanas para
como las maquinaciones yanquis con el fin de las cuales el sistema vigente es también altamen-
entorpecer los proyectos con que él concibió te rentable. // En toda la historia de la América
independiente se contraponen el gigante del con-
el Congreso de Panamá9, para escribir en 1829
tinente y la pequeña isla osada. Nacidos juntos
que “los Estados Unidos [...] parecen destina-
e incluso asociados por la viabilidad económica
que la próspera explotación azucarera de las
9 Cf. Las instrucciones de Henry Clay, prólogo de Antillas dio a las colonias inglesas pobres, conti-
Leopoldo Zea, México 1985. núan polarizadas hasta hoy, como dos personajes
388 Pensamiento anticolonial de nuestra América
históricos disociados en todo pero sin embargo En marcha hacia el próximo siglo:
complementarios. una defensa común
Unas líneas antes, había escrito el agudo bra- En marcha hacia el próximo siglo atravesare-
sileño refiriéndose a hechos ocurridos en las mos la fecha 1998, que implica un inevitable
últimas décadas: momento de reflexión para nosotros, pues fue
un siglo atrás cuando empezó a imponerse,
[A]llí donde todo parecía adverso, donde era ma-
dramáticamente, el actual sesgo de nuestros
yor la penetración imperialista y más alta la ren-
tabilidad de los inversionistas norteamericanos,
países, y en cierta medida del resto del mun-
donde la oligarquía local era más servil, exacta- do. En más de un aspecto somos hijos e hijas
mente allí fue donde primero se rompió la cade- de aquel 1898 que significó un giro violento:
na de la dominación. Y se rompió precisamente señaladamente para España, por razones ob-
porque se estructuró, desde los primeros pasos, vias; para Cuba, que pasó a ser tierra ocupada,
como una lucha por la conquista del poder polí- y luego protectorado o neocolonia hasta 1959;
tico, entregándose simultáneamente al combate y para Puerto Rico, convertida hasta hoy, con
abierto contra la dictadura y contra la ordenación un nombre u otro, en colonia de tipo tradicio-
total de la sociedad humana. [...] // Ninguna de las nal. (Añádanse los territorios que conquistaron
dos guerras mundiales, ningún acontecimiento en Asia los Estados Unidos)11. Tres años antes
internacional tuvo, por esto, mayor impacto so-
bre Estados Unidos que la revolución cubana10.
11 Sobre el botín general obtenido por los Estados Uni-
Esto lo escribió Ribeiro a finales de la década dos en su aventura imperialista de 1898, cf. la candoro-
del sesenta. El resto, como diría Verlaine, ¿es sa y despiadada obra Our Islands and their People as
literatura? Seen with Camera and Pencil, introducida por el Mayor
General Joseph Wheeler [...], dos volúmenes, St. Louis,
Nueva York, Chicago, Atlanta, 1899. Además de las islas
10 Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización. que los Estados Unidos le arrebataron a España en Amé-
Proceso de formación y causas del desarrollo desigual rica y Asia en aquella fecha, la obra se ocupa también de
de los pueblos americanos [c. 1969], 2a. ed. revisada “el grupo hawaiano”: se trata, dice el prefacio, de un “te-
y ampliada, trad. del portugués por Renzo Pi Hugarte, rritorio suficientemente vasto para un Imperio” (p. [1]).
Buenos Aires, 1972, pp. 354-356. El racismo de los textos es desembozado.
Cuba defendida 389
tados Unidos en lo tocante al brutal bloqueo / previos de su desarrollo, por autores difundi-
embargo que durante más de treinta años han dos como Tocqueville), durante mucho tiempo
impuesto a Cuba, proclamó: “Es difícil recor- los habitantes de nuestra América aprendimos
dar una humillación comparable para la diplo- sobre todo en textos estadunidenses los nue-
macia [norte]americana”. Tiene razón, desde vos males que se nos venían encima.
luego. Como también la tiene en las líneas ini- Sin ir más lejos, tan solo dos años después
ciales de dicho editorial: “La política cubana de la fulminante guerra que sostuvieran contra
de Wáshington es doméstica por delegación”. España en 1898 los Estados Unidos e inició su
Solo que esto último no puede limitarse, como conversión en potencia mundial de primer or-
de inmediato se hace, a “las pasiones anticas- den, la Plataforma del Partido Demócrata de
tristas de exiliados cubanos enriquecidos y 1900 en aquel país postuló: “Afirmamos que
conservadores”, etc. Si no siempre “por dele- ninguna nación puede soportar ser medio repú-
gación”, “la política cubana de Wáshington” ha blica y medio imperio, y advertimos al pueblo
sido en alguna forma “doméstica” durante un [norte]americano que el imperialismo en el ex-
largo período, según lo revelan observaciones tranjero conducirá rápida e inevitablemente al
como las mentadas de Jefferson y Adams, y lo despotismo en el interior”. Tal razonamiento ya
recuerdan citas como las de Ribeiro. Y poner lo habían expresado (y continuarían expresán-
fin a esta anormalidad, ni es de la exclusiva dolo) estadunidenses del calibre intelectual y
competencia de Cuba, ni es algo que solo a ella moral de William Dean Howells, William James
beneficia. De hecho, por ejemplo, si bien los y Charles Eliot Norton, radicalizó el sesgo an-
cubanos (y los latinoamericanos y caribeños timperialista de otros como Mark Twain, y está
en general) disponemos de los profundos aná- en la raíz de libros como The American Em-
lisis realizados en las últimas décadas del siglo pire, de Scott Nearing (que el amigo de Martí
xix por Martí en el seno de los Estados Unidos, Carlos Baliño tradujo al español en 1921) y Do-
donde detectó, señaló y combatió los rasgos llar Diplomacy, a Study in American Impe-
del entonces naciente imperialismo en aquel rialism (1925), del mismo autor y Joseph Free-
país (lo que da a dichos análisis, aún tan poco man. Tales libros proseguirían con obras como
conocidos allí, una vigencia mucho mayor que las de Julius W. Pratt Expansionists of 1898.
la de los realizados décadas atrás, en estadios The Acquisition of Hawaii and the Spanish
Cuba defendida 391
Islands (1963), Herbert Feis The Diplomacy Lee Lockwood (1967), Edward Boorstein
of the Dollar. First Era 1919-1932 (1965), Ro- (1968), José Yglesias (1968) o Wayne S. Smith
bert L. Beisner Twelve Against Empire: The (1987). Este último fue jefe de la Oficina de In-
Anti-imperialists 1898-1900 (1968), David F. tereses de los Estados Unidos en Cuba hasta
Healy U.S. Expansionism. The Imperialist que en 1982 renunció a su cargo, y a la carrera
Urge in the 1890s (1970), Donald Barr Chidsey diplomática a la que había dedicado veinticin-
The Spanish-American War (1971), Philip S. co años de su vida, en desacuerdo con la po-
Foner La guerra hispano-cubana-americana lítica de su gobierno (entonces, el de Reagan:
y el nacimiento del imperialismo norteame- Smith había sido nombrado en aquel cargo
ricano 1895-1902, dos volúmenes (1972), in- por el gobierno de Carter) hacia Cuba. El más
cluyendo algunos sobre el imperialismo recien- reciente de los libros que conozco en la línea
te de los Estados Unidos, como los de Harry mencionada, apareció en 1993: United States
Magdoff. Algunas veces, al concentrarse en el Economic Measures Against Cuba. Procee-
caso de Cuba, los autores, razonablemente, es- dings in the United Nations and Internatio-
tudian la historia de la Isla en relación con la nal Law Issues, introducción de Richard Falk,
de los Estados Unidos, según hiciera el propio editado y con comentario por Michael Krinsky
Foner. Pero no faltan estudios monográficos, y David Golove. No puedo despedirme de esta
como los de Leland Hamilton Jenks Our Cu- muy sucinta bibliografía (que podría ampliarse
ban Colony (1928), el Informe de la Comisión enormemente, aun dejando de lado apologías
de Asuntos Cubanos Problemas de la nueva banales que no sirven para nada e injurias gro-
Cuba (1935) o el de Lowry Nelson Rural Cuba seras aún más inútiles, de las que los medios
(1950). A raíz de 1959, como se sabe, los libros nos inundan a diario y se han multiplicado,
estadunidenses sobre la Cuba revolucionaria apocalípticamente, tras la evaporación en Eu-
se multiplicarían, y me voy a limitar a mencio- ropa de lo que se llamó “socialismo real”), sin
nar tan solo unos pocos, desde los iniciales de destacar dos hechos: el importante papel que
Leo Huberman y Paul Sweezy (1960), C. Wright antes incluso de 1959 desempeña Cuba en la
Mills (1960), Waldo Frank (1961), Herbert L. historiografía estadunidense, en consonancia
Matthews (1961) o Robert Taber (1961), hasta con la relación que, volens nolens, tienen entre
otros posteriores de Joseph P. Morray (1963), sí ambos países al menos desde principios del
392 Pensamiento anticolonial de nuestra América
siglo xix; y el honor que representa, para buena sus respectivos procesos anticolonialistas han
parte de lo mejor de la intelectualidad estadu- sido por necesidad diferentes.
nidense, la atención que ha prestado y presta
a su pequeño vecino, ante el constante riesgo
que este ha corrido y corre de ser absorbido Una relación personal
por la nación voraz en que ha venido a parar la
gran ilusión de 1776. Aunque mi relación personal con los Estados
En alguna ocasión, los títulos mencionados, Unidos se inició muy temprano, recién cumpli-
y sobre todo otros similares, nacieron de fina- dos mis azorados diecisiete años, cuando pasé
lidades exclusivamente académicas, pero en un importante pedazo de mi adolescencia en
su gran mayoría tienen propósitos nobilísimos: Nueva York, tal experiencia no era imprescin-
defender a la vez las mejores tradiciones y el dible para vincularme estrechamente con ese
porvenir mejor de los Estados Unidos, y el de- país: ya lo estaba desde mucho antes. Pues du-
recho de un pequeño país a su independencia: rante seis décadas, entre 1898, cuando Cuba
un derecho por el que, como ya recordé y es fue ocupada militarmente por tropas estadu-
sobradamente conocido, pelearon victoriosa- nidenses, y 1959, cuando fue depuesto el san-
mente en el Hemisferio Occidental, por prime- guinario gobierno tiránico de Batista (un acon-
ra vez, las Trece Colonias en la guerra que hi- tecimiento que el cine ha difundido en pelícu-
cieron estallar en 1775. En más de un sentido, las como la segunda parte de El padrino, de
el de Cuba es uno de los capítulos recientes Coppola, y Havana, de Pollack), el país donde
de esa pelea que comparte con la iniciada con nací fue un protectorado o una neocolonia de
buena fortuna por los que serían los Estados los Estados Unidos. Lo que nos hacía a todos
Unidos. La sarcástica paradoja del hecho está los cubanos ciudadanos (de tercer o décimo or-
en que los gobernantes del primer país en ob- den, por supuesto) de aquella nación. Para mal,
tener su libertad en América (convertido luego en lo fundamental, pero como una realidad
en nueva metrópoli) dediquen esfuerzos ingen- indudable. Dejando de lado, por obvias, cues-
tes a impedirle a Cuba un propósito libertador tiones específicamente negativas (económicas
en esencia similar. Desde luego, a dos siglos de y políticas), desde nuestro deporte nacional, el
distancia no pocos pensamientos y metas de base ball, o nuestra música popular, tan feliz-
Cuba defendida 393
mente mezclada, hasta el cine, los comics, la bían dejado estampadas sus señas en la página
literatura y aspectos rítmicos y tempo-espacia- inicial, había uno de apellido Vanderbilt (of all
les, la presencia estadunidense era, y en cierta names!). El conocido libro es la sexta edición
forma sigue siendo, poderosísima aquí. No fue (1952) de la American Political and Social
pues raro que a mis doce o trece años quisiera History, de Harold Underwood Faulkner, y de-
emular, como primera base y zurdo, a Lou Ge- dica varias páginas a Cuba. Tras considerar la
hrig; y a mis diecisiete, en una de mis primeras guerra estadunidense contra España de 1898,
faenas literarias, entrevistara a Ernest Hemin- añade: “Fue en Cuba donde los Estados Unidos
gway, a quien siempre hemos considerado un aprendieron la significativa lección de que es
poco nuestro, mientras Whitman entraba para completamente innecesario anexar territorio a
siempre en mi poesía. Como tampoco fue raro fin de disfrutar las recompensas financieras del
que en 1955 y 1956, al ir a Europa, la cual pade- imperialismo”12. Más adelante: “A mediados de
cía todavía los estragos derivados de la Guerra la década del veinte [del siglo xx] poco había de
Mundial, tuviera la impresión de que viajaba al valor en Cuba que no hubiera sido tomado por
pasado, en términos tecnológicos. Así se apre- los intereses financieros [norte]americanos”13.
ciaban las cosas entonces incluso por un joven Y por último:
habanero pobre de la pequeña burguesía.
Ahora bien: Cuba era un país colonizado. Y De todo esto resulta evidente que la riqueza cuba-
para saberlo, no era necesario (aunque ayudara na ha caído bajo control [norte]americano y que
mucho a ello) vivir aquí. Nos lo decían textos la vida política cubana desde 1898 hasta 1934, y
como no pocos de los que he citado. Recuer- hasta cierto punto también en lo adelante, ha sido
ampliamente dirigida desde Wáshington [nota al
do, por ejemplo, cuánto me impactó, siendo
pie: “En 1934 la Enmienda Platt fue abrogada y la
aún muy joven, la lectura del mencionado Our
Tarifa de 1903 fue sustituida por un nuevo trata-
Cuban Colony, que Jenks publicó dos años
antes de mi nacimiento. Cuando entre 1957 y
1958, por generosa invitación del gran Profesor
12 Harold Underwood Faulkner, American Political
José Juan Arrom, enseñé en la Universidad de and Social History [1937], sexta edición, Nueva York,
Yale, compré en New Haven un libro escolar 1952, p. 569.
de uso, entre cuyos dueños anteriores, que ha- 13 Op. cit., p. 572.
394 Pensamiento anticolonial de nuestra América
do comercial”]. “Cuba,” dijo un historiador, “no es con Lázaro Cárdenas, de quien incluso tenía
más independiente que Long Island”14. un retrato en su aula, creo que en compañía
de él mismo) no se sintió satisfecho con mis
Pocos meses después de haber leído estas pági- palabras; y para mi sorpresa aún mayor, una
nas, estalló en Cuba la revolución, cuya causa señora abandonó ruidosamente el aula, des-
haría mía para siempre. pués de decirme con voz alterada que no había
Voy a concluir este acápite citando tres oído hablar así de su país, los Estados Unidos,
anécdotas relativas a mi relación con la Aca- desde los tiempos de Hitler.
demia de los Estados Unidos. En marzo de A mediados de la década del setenta, vola-
1960, habiendo sido nombrado diplomático de ba sobre el Caribe en un avión estadunidense
la flamante Revolución Cubana en París (don- teniendo a mi lado a otra señora norteameri-
de había estudiado Lingüística), pasé por Nue- cana que me dijo ser hija de un profesor uni-
va York, y allí el Profesor Frank Tannenbaum versitario de historia de los Estados Unidos, a
tuvo la gentileza de invitarme a ir a su aula lo que yo correspondí diciéndole por mi parte
en la Universidad de Columbia. Cerca de tres que yo era lo que un crítico inglés iba a lla-
años antes había ofrecido en dicha Universi- mar “an old Yale boy”, y nos enzarzamos en
dad una conferencia sobre la poesía hispano- la habitual conversación genérica y abstracta
americana entonces actual. Pero el tema que propia de los aviones, como su aburrida comi-
se me pidió esta vez era otro (señal del cam- da. Seguramente al notar mi acento, la señora
bio de los tiempos): las razones y caracterís- me preguntó cuál era mi nacionalidad, y se la
ticas de la recién nacida revolución de Cuba. dije, a lo que ella, con la mayor naturalidad,
Abordé el tema valiéndome, casi literalmente, añadió que en qué lugar de los Estados Unidos
de razonamientos como los de L. H. Jenks y yo vivía. Su sorpresa fue mayúscula (palideció
H.U. Faulkner (aunque sin hacer explícitas las incluso) cuando le respondí que yo no vivía
fuentes, pues el carácter informal de la charla allí, sino, como la mayor parte de los cubanos,
no permitía aparato erudito). Para mi sorpre- en Cuba. “Entonces,” fue su sobresaltado co-
sa, Tannenbaum (que se jactaba de su amistad mentario, “¡usted es un hombre de Castro!”
Le expliqué que nunca me había definido así
14 Op. cit., pp. 572-573. a mí mismo, pero que si eso le facilitaba las
Cuba defendida 395
alumnado quiénes eran Wendell Phillips y Lucy Como estas palabras que escribo, de tener
Parsons. Nadie supo responderme15. Me temo lectores, provendrán en apreciable medida de
que, en cambio, muchos (o al menos algunos) la Academia estadunidense, y me encantaría
de aquellos alumnos hubieran podido recitar- que fueran jóvenes como los que me acompa-
me la retahíla de nombres occidentales incluso ñaron aquella simpática tarde de 1992, volveré
de escaso valor que están ahora de moda. Ex- sobre lo dicho entonces. ¿Qué futuro pueden
pliqué entonces a aquellos muchachos, ya no esperar quienes saben tan poco de su pasado?
risueños, que cuando el pasado es incierto, el Para entender lo que ha ocurrido y ocurre en
futuro es impredecible. Cuba, ¿no tendrían que comenzar por entender
lo que ha ocurrido y ocurre en su propio país?
Son preguntas hechas por quien, como Martí,
15 Wendell Phillips, enérgico abolicionista, defensor ama a los Estados Unidos –aunque también,
de los Comuneros de París y al parecer miembro de la inevitablemente, les tema. Martí escribió en su
Primera Internacional, ni siquiera aparece considerado
en la vasta Encyclopedia of the American Left [1990]
memorable “Vindicación de Cuba” (publicada
editada por Mary Jo Buhle, Paul Buhle y Dan Geor- en el periódico neoyorkino The Evening Post
gakas, Urbana y Chicago, 1992; pero sí Lucy Parsons, el 25 de marzo de 1889): “Amamos a la patria
de quien se ocupa allí Carolyn Asbaugh, autora del va- de Lincoln tanto como tememos a la patria de
lioso libro Lucy Parsons, American Revolutionary, Cutting”. De Lincoln sabrán sin duda mucho.
Chicago, 1976. Tuve la grata sorpresa de encontrar en
dicha Encyclopedia a José Martí, aunque la nota que Ya sé que de Cutting, en cambio, no. Diré pues
se le dedica contiene algunos errores. A Wendell Phi- que fue un atizador de la guerra que quería dar
llips sí lo menciona David Herreshoff en The Origins of lugar a otra contienda bélica de los Estados
American Marxism. From the Trascendentalits to De Unidos contra México, como la que a mediados
Leon [la edición original, de 1967, se llamó American
del siglo xix, tras la inicua anexión de Texas,
Disciples of Marx], Nueva York, 1973. No he leído aún,
de Oscar Sherwin, Prophet of Liberty; The Life and Ti- le había arrebatado a ese país la mitad de su
mes of Wendell Phillips, Nueva York, 1958, citado en el territorio y recibió el rechazo de estaduniden-
libro anterior, p. 197, nota; pero sí de Irving H. Bartlett, ses como Lincoln, Emerson, Thoreau, Marga-
Wendell Phillips. Brahmin Radical, Westport, Connec- ret Fuller. Era un buscapleitos como los que en
ticut, 1961. José Rodríguez Feo escribió sobre “Wendell
1898 atizarían en la bahía de La Habana el inci-
Phillips, precursor de la lucha social norteamericana”,
en sus Notas críticas, La Habana, 1962. dente del acorazado Maine para apoderarse de
Cuba defendida 397
los restos del imperio español, y en 1964 el inci- que ellos nacieron como hogar, así fuera insu-
dente del golfo de Tonkín, para azuzar la atroz ficiente, de la libertad), ni seguirían siéndolo
guerra de Vietnam, contra la cual protestaron eternamente. Incluso antes de que ocurran allí
tantos norteamericanos, incluyendo a un joven los cambios positivos que algún día ocurrirán
estudiante llamado Bill Clinton. (aunque nosotros no lleguemos a verlos), en
cuanto a la Cuba de hoy no es de suponer que
de nuevo pretendan otra vez rendirla por las
Hermanos después de todo armas como pretendieron en abril de 1961, y
conocieron la derrota de la Bahía de Cochinos;
Defender a Cuba es también defender a los Es- ni es aconsejable que persistan en la opción de
tados Unidos en lo que tienen de más hermoso, asfixiarnos por hambre, enfermedades, esca-
de más generoso. Que por desgracia no lo es seces y dificultades de todo tipo, opción que
todo, según es habitual en cualquier país. La busca hacer sublevar al pueblo cubano lleván-
víspera de morir en combate, Martí escribió en dolo a creer que los males que ellos provocan
su más difundida carta, que ya cité: “Viví en el son responsabilidad de quienes conducen al
monstruo, y le conozco las entrañas: y mi hon- país, pues lo que de seguro obtendrían sería
da es la de David”. Ese “monstruo” eran los Es- multiplicar de Sur a Norte una indetenible ola
tados Unidos que se aprestaban a arrojarse so- popular de colérico rechazo que llevaría más
bre Cuba, y en efecto se arrojaron en 1898. No bajo que nunca antes el prestigio de una poten-
hace mucho, un amigo europeo que estudia en cia gigantona que llegó a jactarse de invadir la
los Estados Unidos me preguntó en una entre- minúscula Granada, como si fuera una broma
vista si, dado lo mal que nos iban las cosas tras del peor gusto.
el fracaso en Europa del “socialismo real” y el En los Estados Unidos se ha luchado admi-
recrudecimiento del bloqueo estadunidense a rablemente contra el colonialismo, la esclavi-
Cuba, esta se resignaría a avenirse al mons- tud, el racismo, el sexismo, el fascismo, el ma-
truo. Le respondí que no sabía que él tuviera cartismo, las guerras injustas. Y el destino de
tan mala opinión del país donde vivía. Porque esos Estados Unidos dignos de 1776, dignos de
ni los Estados Unidos habían sido siempre Lincoln, dignos de la Brigada Lincoln, dignos
un monstruo (no lo pensó Martí, quien sabía de un auténtico multiculturalismo, dignos de
398 Pensamiento anticolonial de nuestra América
amor no puede ser aplastar ignominiosamente les podrá salvarse, como lo merece, el vecino
a sus vecinos menores, que en el estado actual pueblo del Norte del que tan cerca estamos,
del mundo deben ser sus aliados (no sus vasa- no solo por la azarosa geografía. El ciudadano
llos), probablemente para ser luego aplastados Tom Paine escribió como si lo hiciera desde la
ellos a su vez, dentro de una o dos atemoriza- Cuba actual: “No es por la caridad por lo que
das generaciones, por los grandes rivales que abogo, sino por la justicia”. Y en 1855 el Jefe
se aprestan a disputarle (o le disputan ya) su Sealth, descendiente al igual que Caballo Loco
hegemonía. No hay que ser muy sagaz para y Halcón Volador de los saqueados y martiri-
comprobar que mientras Asia muestra al mun- zados descubridores de América, emitió estas
do el ejemplo de los NIC (al margen del juicio palabras con las que voy a terminar:
que hoy nos merezcan y de su dudoso destino
final), los Estados Unidos no han permitido el Tribu sigue a tribu, y nación sigue a nación, como
desarrollo real ni siquiera de un país al sur del las olas de la mar. Es el orden de la naturaleza,
Río Bravo, sean cuales fueren las vías tomadas y lamentarse es inútil. Vuestro tiempo de deca-
por nuestros pueblos, donde cunden la miseria, dencia puede estar distante, pero seguramente
vendrá, pues incluso el hombre blanco cuyo Dios
las enfermedades, la violencia y el rencor que
caminó y habló con él como amigo con amigo, no
no son aliviados sino multiplicados por las fe-
puede estar exento del destino común. Podemos
roces medidas neoliberales que les impone el ser hermanos después de todo. Veremos16.
capitalismo real. Todo ello anuncia males sin
cuento para nosotros, claro, pero también para La Habana, 28 de enero de 1994.
el Imperio, el cual se está rodeando de mendi-
gos que a menudo no ven otra forma de sobre-
vivir que atravesar sus fronteras cada vez más
erizadas frente a las inmigraciones salvajes –
16 Cit. en Paul Jacobs y Saul Landau con Eve Pell, To
con excepciones vergonzosas.
Serve the Devil, volumen I: Natives and Slaves. A Do-
Solo abandonando, de manera audaz y re- cumentary Analisis of America’s Racial History and
alista, la arrogancia y los desmanes imperia- Why It Has Been Kept Hidden, Nueva York, 1971, p. [ix].
De Drácula, Occidente,
América y otras invenciones*
Diario de Jonathan Harker [...] Mayo 3. Bistritz. dicha novela, la cita me pareció una entrada tan
Dejé Munich a las 8:35 P.M., el primero de mayo, válida como cualquier otra a nuestro tema. Soy
y llegué a Viena en la mañana siguiente, tempra- además viejo admirador, aunque no en la con-
no [...] Buda-Pesth parece un lugar maravilloso, a ducta, del personaje del Conde, quien ha sido
juzgar por la ojeada que pude darle desde el tren
incluido, junto a otras criaturas también pro-
y lo poco que pude caminar a través de las calles.
cedentes del hegemónico mundo anglosajón y
Temí alejarme de la estación [...] La impresión
que tuve fue que estaba dejando el Oeste y entran- pasto natural del cine (Frankenstein, Sherlock
do en el Este; los más occidentales de los puen- Holmes, Mickey Mouse, Tarzan, Superman,
tes espléndidos sobre el Danubio, que es aquí de James Bond, Batman) entre los integrantes
anchura y profundidad nobles, nos llevaron entre privilegiados de la mitología popular de nues-
las tradiciones de la autoridad turca1. tra época. Es pues razonable que le demos la
palabra inicial. Pero debo añadir al menos dos
parte al menos la nueva narrativa hispanoame- En la segunda de sus odas latinas, Garcilaso
ricana), afirmó: “Vampiros y Castillos: Su paso volvió sobre el asunto, hablando expresamen-
por la literatura no ha sido feliz; recordemos a te “de los bárbaros” (pp. [468]-473). Y ya que
Bram Stoker”. Y de inmediato mencionó, con estamos en esta zona tan poco frecuentada de
obvia finalidad ominosa, dos de las responsabi- la obra del toledano, recuérdese que su terce-
lidades extraliterarias del irlandés: “Presidente ra oda latina estuvo dedicada a Juan Ginés de
de la Sociedad Filosófica y Campeón de Atle- Sepúlveda, a quien invitó allí a narrar “la histo-
tismo de la Universidad de Dublín”2. Aunque ria de África pavorosa ante un rey intrépido y
la observación es propia del grato humor pen- piadoso”, el propio Carlos V (pp. [479]-483). Es
denciero de H. Bustos Domecq, se me escapa el decir, que el poeta áulico que fue Garcilaso no
desprestigio a que debía obligar esta fidelidad, solo ensalzó las acciones predatorias de su se-
cierto que hoy infrecuente, al precepto latino ñor, sino que, consecuentemente, estuvo iden-
mens sana in corpore sano. tificado con el afanoso defensor intelectual
La segunda aclaración es que lo negativo de dichas acciones que fue Sepúlveda, quien,
del ámbito histórico evocado por Stoker dista como se sabe, protagonizaría con Bartolomé
mucho de ser original. Desterrado por Carlos V de Las Casas la primera gran polémica euro-
en 1532 a una isla del Danubio, Garcilaso de la pea a propósito de las guerras de rapiña con-
Vega escribió, en su canción tercera: “Danubio, tra los aborígenes de América. Aunque, como
río divino, / que por fieras naciones / vas con lo ejemplifican los textos citados de Garcilaso,
tus claras ondas discurriendo”3. Es más, “[s] los europeos tempranos ya contaban con sus
egún Herrera [entonces ya] era tópico clásico bárbaros (por ejemplo, unos más allá del Danu-
la fiereza de las gentes bárbaras y belicosas cu- bio, otros en África), fue sobre todo a partir de
yas tierras regaba el Danubio” (p. 186, nota 54). aquellas fechorías en América cuando empezó
a cobrar cuerpo mayor la división, todavía vi-
gente en esencia, entre el Oeste y el resto. Con
2 Antología de la literatura fantástica, Buenos Ai-
lo que el elegante caballero Garcilaso nos auto-
res, 1940, p. 14.
riza a que volvamos más tarde a Drácula.
3 Garcilaso de la Vega, Obras completas con comen-
No tengo la absurda idea de establecer un
tarios, edición crítica de Elías L. Rivers, Madrid, 1974,
p. 186. paralelo entre la extraordinaria faena lírica del
De Drácula, Occidente, América y otras invenciones 401
gran poeta que, abriendo una época que tampo- encontraba el renacentista Sepúlveda, pero sí
co se ha cerrado, trasvasó del italiano al espa- Cristóbal Colón.
ñol el endecasílabo con sus guantes perfuma- Precisamente sobre la hazaña del Almirante,
dos de los cuales habló García Lorca, por una otro espíritu renacentista aunque diferente de
parte; y por otra, una modesta aunque especta- Sepúlveda, Hernán Pérez de Oliva, redactó en
cular novela gótica escrita más de trescientos vida de Garcilaso, hacia 1528, la Historia de
cincuenta años después, previsiblemente en la inuención de las Indias, según José Juan
inglés. Pero no debe desaprovecharse ver a am- Arrom una de las dos primeras sobre tal tema
bos autores en relación con la teoría y la prác- escritas en nuestra lengua por un autor espa-
tica de lo que iba a conocerse como el Oeste, ñol4. En su “Estudio”, Arrom acerca a Pérez de
el Occidente, el mundo o la cultura occidental. Oliva a Las Casas y Vitoria, y los contrapone a
Garcilaso, nacido pocos años después de la Oviedo y Sepúlveda (pp. 23-32). “Inuención”,
llegada de Colón a lo que este llamó las Indias, o, en nuestra grafía, “Invención”, procede des-
soldado del Emperador y exquisito poeta cor- de luego del latín “invenio”, que un confiable
tesano, estaba convencido de la grandeza de diccionario de ese idioma explica que significa
su España, distinta de los bárbaros y encarna- “encontrar, hallar”; y del sustantivo “inventio”
ción de los más altos valores. Lejos de imagi- añade que no es solo “acción de encontrar o
nar siquiera que su país, tan inaugurador, sería descubrir, descubrimiento”, sino también “fa-
relegado después de su muerte a la condición cultad de inventar, invención”, y en retórica,
de paleoccidental, un Pierre Menard le hubie- “invención”. Retengamos en buena parte de
se podido atribuir sin esfuerzo palabras según lo que sigue, para abreviar, el original sentido
las cuales, en su momento y en su ámbito, la de descubrir, pero añadámosle el posterior de
historia había llegado a su fin. Ampliando lo forjar, menos alejado del primero de lo que po-
que a propósito de sí dijera Mark Twain sobre
dejar el hábito de fumar, sostener tal creencia
es lo más fácil del mundo, y a cada rato ha sido 4 José Juan Arrom, “Estudio preliminar” a la primera
hecho. Aunque en el propio siglo xvi español edición de la obra de Pérez de Oliva, Bogotá, 1965, p. 23.
Es lástima que no se tome en consideración a Pérez de
opinaran otra cosa figuras como el enérgico y
Oliva en el libro de Mauricio Bechot La querella de la
justiciero Las Casas, entre cuyos amigos no se conquista en el siglo xvi, México, 1992.
402 Pensamiento anticolonial de nuestra América
dría parecer. En cuanto a esa acepción prime- obra que compilara con el título The Invention
ra, ilustra Arrom: of Ethnicity (y publicó originalmente en 1989),
escribió Werner Sollors: “Si el título de algu-
En el sentido latino de [...] “hallar, y por consi- nas publicaciones de las últimas dos décadas
guiente hallazgo o descubrimiento” [...] aparece y las discusiones sostenidas recientemente por
en otros cronistas del siglo xvi. Andrés Bernáldez estudiosos de varias disciplinas son represen-
escribe: “D. Cristóbal Colón [...] inventor de las tativos de una tendencia más vasta, la palabra
Indias.” (Historia de los Reyes Católicos Dn. Fer-
“invención” se ha vuelto un término central
nando y Da. Isabel, Sevilla, 1870, II, 82). Las Ca-
para nuestra comprensión del universo”. Y más
sas comenta: “La honra y la gloria que se le debe
a quien Dios había elegido y eligió para que con adelante, con indudable gracia:
grandes trabajos descubriese, haciendo inventor
deste orbe”. (Historia de las Indias, lib. I, cap. 65 Incluso una simple mirada a publicaciones des-
[...]). Y Juan de Castellanos, en uno de los escasos de 1960 y a recientes intervenciones críticas
pasajes poéticos de las Elegías de varones ilus- revela que una variedad de voces usa ahora la
tres de Indias: “Al occidente van encaminadas / palabra a fin de describir, analizar o criticar fe-
las naves inventoras de regiones” [p. 39, nota]. nómenos tan diversos como la invención de la
cultura; de la historia literaria; de la narrativa;
de la infancia tanto como de la pérdida de la
Es innecesario insistir en que ese “occidente”
infancia; de la adolescencia; de la maternidad;
al cual se encaminan las naves en los versos del parentesco; del yo; de América; de la Nueva
felices (por excepción) de Juan de Castella- Inglaterra; de Billy the Kid y el Oeste; del negro;
nos, no será, en general, el mismo Occidente del indio; del judío; de Jesús y el cristianismo;
del que hablamos en este texto. Ni “invento- del hospital moderno; del museo de ciencia; de
ras”, con su familia, iban a quedar reducidas al los años veinte en París; de nuestra habilidad
significado prístino, y en cambio generalmente para “ver” las imágenes fotográficas; de la visión
se inclinan a la otra acepción, cuando no las del outlaw en los Estados Unidos; o de la forma
combinan ambas. estadunidense de muerte5.
No hace mucho se dio en usar la fórmula
en inglés, donde se hablaba de la invención
5 The invention of Ethnicity, ed. por Werner Sollors,
de casi cualquier cosa. En su introducción a la Nueva York, 1991, p. [ix]-x.
De Drácula, Occidente, América y otras invenciones 403
Pero no obstante lo sabroso de esta relación, detestables. Para ello inventa leyendas como
en español la lista es muy anterior a 1960, e la de los supuestos terrores del año 10007, que
incluye en lugar destacado La invención de ni existieron ni, de haber existido, hubieran
América. El universalismo de la Cultura de afectado más que al grupo de europeos que se
Occidente, de Edmundo O’Gorman (México, atenían al calendario correspondiente. Este
1958). Lo que obliga a considerar la invención proceso de otrificación es hoy un lugar común
de Occidente, tan inextricablemente vincu- universitario; y sin duda ha contribuido a que
lada a la de América, al punto de que se tra- se le tenga como tal lugar común, sobre todo
ta de conceptos interrelacionados. Occidente entre muchos académicos estadunidenses, la
adquiere conciencia de sí no cuando Europa obra de Edward W. Said Orientalism (Nueva
encuentra, en su colisión con América, al otro York, 1978). No obstante las reservas que pue-
por excelencia (ya sabía de asiáticos y africa- dan expresarse con respecto a él, es justa la
nos), sino al reducir a la criatura inesperada, boga de que ha gozado este libro, el cual tanto
al igual que a las anteriores, a la condición de debe a los sacudimientos de la década anterior,
otro, al otrificarlo, con lo que da sustento a su los turbulentos años sesenta del siglo xx. A raíz
mismidad. Para ello incrementa, hasta hoy, las de la crisis vivida durante dichos años sesenta,
más variadas formas de racismo (según han en Occidente se volvieron a escribir no pocas
señalado Ortiz y Baran y Sweezy)6. Para ello cartas persas, que ahora querrían ser olvida-
se diseña su progenie: asegura no descender das por tantos de sus autores, pero no los más
de africanos como los egipcios, ni de asiáticos auténticos. Es coherente que Said añadiera al
como los árabes, sino de griegos y romanos, ya título anterior su Culture and Imperialism
que no le es posible soslayar a no pocos de los (Nueva York, 1993).
bárbaros de aquellos, quienes los tenían por Sin excluir imprescindibles barruntos pre-
vios (Pierre Chaunu los ha remitido incluso al
siglo xiii)8, la fecha decisiva para el brote tanto es una más, he repetido las palabras en que mi
de “Occidente” como de “América” es 1492, con maestro Alfonso Reyes decía que prefería repe-
todo lo que esa fecha implica y es harto sabido. tirse a citarse). Comenzaré evocando estas pa-
Para Noam Chomsky, se trata del inicio de una labras de El capital: “Aunque los [...] inicios de
conquista que continúa9. Lo que no está reñi- producción capitalista ya se nos presentan es-
do, sino todo lo contrario, con el hecho de que porádicamente en los siglos xiv y xv, en algunas
haya conducido al único sistema mundial, en ciudades del Mediterráneo, la era capitalista
la terminología cara a Immanuel Wallerstein10, solo data del siglo xvi.” Más adelante:
quien compara a ese único sistema mundial
que ha existido, y donde todos estamos englo- El descubrimiento de las comarcas auríferas y
bados, con el Universo, el cual, según lo que se argentíferas en América, el exterminio, escla-
sabe hasta ahora, es también único. Para nacer, vización y soterramiento en las minas de la po-
la América que hoy existe requirió la presencia blación aborigen, la conquista y saqueo de las
Indias Orientales, la transformación de África
de Occidente, y viceversa.
en un coto reservado para la caza comercial de
A fin de aclarar a qué me refiero al hablar de
pieles-negras, caracterizan los albores de la era
“Occidente”, que no veo identificado con Euro- de producción capitalista. Estos procesos idíli-
pa, aunque allí nacieran la realidad y su corres- cos constituyen factores fundamentales de la
pondiente vocablo/concepto, volveré en más de acumulación originaria. Pisándoles los talones,
una ocasión a razonamientos y citas de que ya hace su aparición la guerra comercial entre las
me valí en otros textos. (Muchas veces, y esta naciones europeas, con la redondez de la tierra
como escenario11.
8 Pierre Chaunu, L’expansion européenne du xiiie En consonancia con lo anterior, en 1928 José
siècle au xve siècle, París, 1969. Carlos Mariátegui hablaría de “la sociedad oc-
9 Noam Chomsky, Year 501: The Conquest Continues,
Londres y Nueva York, 1993.
10 Immanuel Wallerstein, The Modern World-System. 11 Karl Marx, El capital, tomo I, vol. 3. Libro primero.
Capitalist Agriculture and the Origins of the Euro- El proceso de producción del capital, trad., adverten-
pean World-Economy in the Sixteenth Century, Nueva cia y notas de Pedro Scaron, México, 1975, pp. 894-895,
York, 1974. nota, y p. 939.
De Drácula, Occidente, América y otras invenciones 405
cidental o, mejor dicho, capitalista”12. Y en 1957 agresivas: sin excluir las propias del fascismo,
añadiría Leopoldo Zea: “el capitalismo, esto es, que en gran medida son la conclusión lógica de
el mundo occidental”13. Ignoro cuándo empezó tales defensas. Algunos ejemplos de ese siglo
a hablarse del mundo capitalista (primero solo se encuentran en continuadores de la postura
europeo, y más tarde también de algunas otras de Sepúlveda (no obstante el que pudieran des-
zonas) como sinónimo de Occidente. Es claro conocerlo, al igual que muchas otras cosas),
que tiene su raíz en Europa: pero no abarca el como Oswald Spengler, Henri de Mann, los
conjunto de Europa, sino su parte occidental; nouveaux philosophes, Allan Bloom, Francis
ni tal parte toda, pues la más occidental de Fukuyama, Samuel P. Huntington. La lista es
ese continente, Portugal y España, países que enorme; y las mistificaciones que sus integran-
fueron los adelantados de la expansión euro- tes nos proponen, abrumadoras. Por su breve-
pea trasatlántica, quedarían relegados, al no dad y su claridad, aportaré la observación que
conocer desarrollo capitalista, como zonas pa- John Elson ofreció hace menos de un lustro en
leoccidentales. No he encontrado la expresión Time, revista de sólido conservadurismo: “El
“Occidente” en las Lecciones sobre la filosofía triunfo del Oeste fue en muchos sentidos una
de la historia universal, de Hegel. Pero ya en sangrienta vergüenza –una historia de atroci-
el siglo xix su uso era frecuente, y se incremen- dad y rapiña, de arrogancia, avaricia y despolia-
taría en el siglo xx, cuando la defensa de Occi- ción ecológica, de desprecio hybrístico hacia
dente, con muy distintos niveles intelectuales, otras culturas e intolerancia hacia creencias no
sería la defensa del capitalismo (a menudo no cristianas”14. Solo un punto necesita ser modifi-
presentado como tal, sino como la sola verda- cado en estas claras y bruscas palabras: el uso
dera civilización: término forjado en Europa del tiempo pasado. Lo allí dicho no es solo lo
en el siglo xviii), incluso en sus variantes más que Occidente (el capitalismo) fue: es también
12 José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de inter- 14 John Elson, “The Millennium of Discovery. How Eu-
pretación de la realidad peruana [1928], La Habana, rope emerged from the Dark Ages and developed a civi-
1963, p. 5. lization that came to dominate the entire World”, Time.
13 Leopoldo Zea, América en la historia, México, Special Issue. Beyond the Year 2000. What to expect in
1957, p. 80. the new Millennium, Octubre, 1992, p. 18
406 Pensamiento anticolonial de nuestra América
lo que es para la gran mayoría de la humanidad, quirió para su desarrollo ese saqueo del planeta
que sigue padeciéndolo. que nos recuerdan tanto las conocidas citas del
Desde hace algún tiempo parece preferirse radical Marx como la light de Time. Tal saqueo
otra denominación para Occidente: el Nor- impidió el desarrollo de su propio capitalismo
te. Lo que, por exigencia terminológica, hace en la mayor parte del planeta, cuyos países pa-
del mundo no occidental, el Sur. Es necesario sarían a formar parte de lo que, en la clásica
no olvidar que en todos los casos se trata de imagen de Toynbee, es un proletariado externo.
violencias metafóricas, similares a las que nos A dichos países se les suele llamar, desde hace
han casado con dicotomías pintorescas como alrededor de medio siglo, subdesarrollados. En
la que, al hablar en español de un agua salada correspondencia con esa imagen, he propuesto
(que lo es), habla también, frente a ella, de un llamar a los países occidentales o norteños, tan
agua dulce (que no lo es, según conoce el que la Dráculas ellos, subdesarrollantes15.
bebe, salvo que decida echarle azúcar o miel). Sin embargo, el capitalismo verdadero, el
El mundo occidental, es decir el capitalismo, ni subdesarrollante, no se limita, como bien sa-
lo integra todo el Occidente de Europa, ni lo in- bemos y acabo de recordar, a unos cuantos
tegra solo Europa: no están allí los americanos países europeos. El que hasta el siglo xix fue
Estados Unidos y Canadá ni el asiático Japón. el ejemplo mayor de ellos, Inglaterra, lo lle-
Tampoco el Norte, la flamante denominación vó (a veces al alimón con otras metrópolis)
de Occidente, es siempre norteño, como lo a algunas de las que fueron sus colonias en
prueban las ubicaciones y los propios nom- otros continentes: en América, a los Estados
bres de Australia y Sudáfrica. En ningún caso Unidos y Canadá; en África, a Sudáfrica; en
ha habido coincidencia absoluta entre la reali- Oceanía, a Australia, para poner ejemplos no-
dad del capitalismo y la ubicación geográfica. torios. Se trata de “pueblos transplantados”,
La primacía cronológica de ciertas zonas euro- según la clásica división de Darcy Ribeiro16,
peas es sin embargo indudable. Mientras que
otras formaciones socioeconómicas surgieron,
15 Roberto Fernández Retamar, “Ensayo de otro mun-
con independencia unas de otras, en distintas do”, Ensayo de otro mundo, La Habana, 1967, p. 14.
partes del globo, solo en dichas zonas europeas
16 Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización.
asomó inicialmente el capitalismo, el cual re- Proceso de formación y causas del desarrollo desigual
De Drácula, Occidente, América y otras invenciones 407
respectivos, pero no en la longue durée. Sin veedores de armas del mundo libre en la ficción,
querer simplificar las cosas, no está de más ver no mucho antes de serlo en la realidad. // [...] La
lo que un comentarista de Stoker observó: victoria final del Oeste estaba asegurada19.
De hecho, la novela se apoya fuertemente en la 1898 es una fecha decisiva. Para Hobsbawm,
distinción entre Este y Oeste, lo oscuro y lo lu- “el corto siglo xx”, que llama “edad de los extre-
minoso, lo primitivo y lo moderno. Harker, en mos”, empezó en 1914, con el inicio de la Gran
el primer párrafo del libro, se percata, al viajar Guerra, y concluyó en 1991, con el desmem-
más allá de “Buda-Pesth”, de que está abandonan- bramiento de lo que fue la Unión Soviética20,
do el Oeste y entrando en el Este –esa parte de pero si queremos entender mejor ciertas cosas,
Europa que ha sido indeleblemente influida por no es posible quedar presos en esas fechas, y
el Imperio Otomano [...] // Todo [...] lo que es ci-
ello por razones extralocales. Después de todo,
vilizado e iluminado en relación con el Oeste es
dejado atrás. [...] // [...] El año de la publicación
1492 no remite solo a América, sino, como ya ha
de Drácula, 1897, fue también el Año del Jubileo sido recordado, a Occidente y al mundo todo.
de Diamante, que celebró los sesenta años del Y la guerra de independencia de las Trece Co-
reino de la Reina Victoria. [...] El Imperio Britá- lonias, con su magnífica Declaración de 1776,
nico, aunque iniciaba su declinación, nunca había según Marx “tocó a rebato para la clase media
parecido más fuerte. Pero más allá del Atlántico, europea”21, y resonó fuertemente en la Francia
el gigante [norte]americano empezaba a agitarse.
Drácula, de hecho, deviene, visto en retrospecti-
va, curiosamente profético de la guerra Hispano- 19 Clive Leatherdale: Dracula. The Novel and the Le-
[Norte]americana de 1898, que con frecuencia se gend. A Story of Bram Stoker’s Gothic Masterpiece,
Wellingsborough, Northamptonshire, 2a. ed., 1986, pp.
señala como la marca de la aparición inaugural
219-222. Cf. en Dracula, cit en nota 1, otros enfoques
de los Estados Unidos en el poder político glo- como los de Franco Moretti “[A Capital Drácula]” y Ste-
bal. Durante los años finales de Stoker, los Esta- phen D. Arata “The Occidental Tourist: Dracula and the
dos Unidos se encontraban a punto de remplazar Anxiety of Reverse Colonization”.
al balance de poder establecido de antiguo en
20 Cf. Eric J. Hobsbawm, The Age of Extremes. The
Europa y a sus envejecidos imperios –como el Short Twentieth Century, 1914-1991, Londres, 1994.
Austro-Húngaro, que Drácula representaba. [...]
Los Estados Unidos [...] se convierten en los pro- 21 Karl Marx, El capital..., t. 1, vol. 1, 4a. ed. en espa-
ñol, 1976, cit en la nota 11, p. 8.
De Drácula, Occidente, América y otras invenciones 409
instrumento inconsciente de la historia al reali- bre Rusia, como una nueva potencia mundial.
zar dicha revolución”23. Aijaz Ahmad ha comen- Hasta la primera mitad del siglo xix, Japón ha-
tado con agudeza estos artículos de Marx, que bría sido tenido sin duda como un “perdedor”.
no implican la última palabra de este sobre el Volvió a serlo, menos metafóricamente (junto
tema24. Y en el número 207 de la revista Casa con Alemania e Italia), tras la llamada Segunda
de las Américas aparece un ensayo de Néstor Guerra Mundial. Pero como ni en un caso ni en
Kohan con el elocuente título “Marx en su (ter- otro la historia había terminado, la realidad ul-
cer) mundo”. Sin tiempo para detenerme ahora terior fue bien distinta. El crecimiento de Chi-
en la cuestión, no quiero dejar de recordar que na, a partir del triunfo en 1949 de su autóctona
también ese año 1853 el comomodro estadu- revolución comunista; la derrota militar de los
nidense Perry desembarcó por vez primera en Estados Unidos a manos del Vietnam comu-
Japón, con la finalidad de abrirlo a Occidente. nista; o el principio de la extinción definitiva
Que actuó de alguna forma como “instrumen- del apartheid, con el gobierno democrático de
to inconsciente de la historia” iban a revelarlo Mandela en Sudáfrica25, revelan otros avatares
sucesos posteriores. Si en 1868 Cuba inició su de la no finalizada historia. Como se está tan
primera guerra de independencia (independen- acostumbrado a que sea el Norte el que expre-
cia que al cabo le sería hurtada durante sesen- se sus criterios, con frecuencia apocalípticos,
ta años con la intervención estadunidense en sobre el Sur (pretendiendo exculparse de su
1898), Japón inauguró aquel año una sorpren- responsabilidad colonizadora), quiero llamar
dente transformación que lo llevaría de su feu- la atención sobre la obra en dos volúmenes La
dalismo a una forma original de capitalismo. nueva organización capitalista mundial vis-
Si en 1905 Cuba era un protectorado yanqui, ta desde el Sur, coordinada por Samir Amin y
Japón emergía en esa fecha, con la victoria so- Pablo González Casanova (Barcelona, 1995).
Concluiré con un par de reflexiones que ata-
ñen, una, a nuestra América; y otra, a la huma-
23 C. Marx y F. Engels, Acerca del colonialismo, Mos-
nidad en su conjunto.
cú, s. f., pp. 86 y 38-39.
24 Aijaz Ahmad, “Marx on India: A Clarification”, In
Theory, Classes, Nations, Literature, Londres y Nueva 25 Cf. Leonard Thomson, A History of South Africa,
York, 1992. ed. revisada, New Haven y Londres, 1995.
De Drácula, Occidente, América y otras invenciones 411
Me ha dejado de una pieza conocer el se ha hecho eco de algunas) que hacen vigente
criterio (expuesto a propósito del vigésimo la distinción que ellos establecen entre la Amé-
congreso de LASA, en 1997) de que “las mi- rica Latina y su América (lo único que llaman
graciones del Sur al Norte [...] hacen cuestio- “America”). No hace mucho volví a contemplar
nable la distinción América Latina/América el muro que, arrancando del Pacífico, se pro-
sajona”. En su libro L’empire et les nouveaux pone ser un limes entre los Estados Unidos y
barbares, Jean Christophe Rufin, ante la ame- nuestra América como el que en el siglo ii des-
naza (o al menos la impedimenta) que él cree pués de Cristo levantaron los emperadores fla-
que constituye para el Norte el Sur, habla de vios a lo largo de la Germania. ¿O debe compa-
un limes que de un extremo a otro del pla- rársele, más cercanamente, con otra construc-
neta debe separar, y lo hace, al primero (el ción ubicada en Alemania: el Muro de Berlín?
imperio) de los segundos (los nuevos bárba- En su artículo “L’empire americain”, apareci-
ros). Y explica: do en febrero de 1997 en Le Monde Diploma-
tique, su director, Ignacio Ramonet, abordó el
La frontera mejor diseñada y la más pura [...entre intento por los Estados Unidos de regir el mun-
Norte y Sur] es el limes que separa a México y los do, ahora que, de momento, se han quedado sin
Estados Unidos. No es exagerado decir que allí
un rival a su medida:
nació el limes. Todos los principios de estrategia
que le están vinculados encontraron su expre-
sión, si no su origen, en esa estrecha zona entre Por eso, soberanamente, imponen sanciones eco-
América anglosajona y América Latina26. nómicas a Cuba, a Libia o a Irán; se opusieron
arbitrariamente a la relección al puesto de secre-
Los políticos estadunidenses encargados de tario general de la ONU del señor Boutros-Ghali.
Y acaban de rechazar firmemente –”Es claro, es
la cuestión no tuvieron que esperar a ese libro
categórico, no es verdaderamente negociable”,
para proceder en consecuencia, forjando ar- replicó el señor William Cohen, el nuevo ministro
tefactos, disposiciones xenófobas y medidas de defensa– la legítima demanda de Francia de
coercitivas de muy diversa naturaleza (la TV ver la comandancia Sur de la OTAN atribuida a
un oficial europeo. En su propensión a la hegemo-
26 Jean Christophe Rufin, L’empire et les nouveaux nía, los Estados Unidos llegan incluso, en el caso
barbares, París, 1991, p. 149. de la ley Helms-Burton que refuerza el embargo
412 Pensamiento anticolonial de nuestra América
contra Cuba, a reclamar que la legislación [norte] Tal batalla económica ya ha comenzado. La
americana tenga una aplicación extraterritorial. // atroz historia de Occidente muestra a dónde
[...] Cuando emergen ya, en el horizonte geopo- conduce esa batalla: 1914 y 1939 no son fechas
lítico, los mastodontes del futuro –China, India, vacías. Cuantos tenemos sentido moral, en el
la Unión europea–, ¿pueden los Estados Unidos
Norte y en el Sur, debemos hacer todo lo que
proseguir, sin riesgo de conflicto mayor en un
término medio, sus arrogantes pretensiones im-
podamos para inventar alternativas al venide-
periales? ¿Ignoran que, tarde o temprano, “todo ro conflicto mayor, que sería una catástrofe
imperio perecerá”?27 última. Alternativas que con un nombre u otro
nos abran a una realidad posoccidental donde
Se echa de menos entre esos mastodontes el nuestra América, que no es ni aspira a ser un
nombre de Japón. Pero él aparece en libros mastodonte, tenga también su lugar, con vistas
como los que en 1992 publicaron Jeffrey E. a la “transmodernidad”29 postulada por Enrique
Garten y Lester Thurow: uno habla de una paz Dussel; y la humanidad no desemboque en la
fría y la lucha por la supremacía; y otro, de la barbarie, cuyas últimas palabras podrían emi-
venidera batalla económica: en ambos casos, tirse en inglés: pero el resto sería silencio inte-
entre los Estados Unidos, Japón y Europa28. rrumpido por crujir de insectos.
Fernández Retamar
ensayística de Fernández Retamar confluyen opuesto al que se le quiso y se le quiere definir
status asociativo en la UNESCO, creada en de 1995 es Profesor Emérito–, y realizó estu-
todos, directa o indirectamente, en uno solo, que desde el Norte. dios de posgrado en las Universidades de
1967. Actualmente, reúne 542 centros de yo caracterizaría como el de la lucha contra la Los quince trabajos que la integran, cuidadosa-
investigación y posgrado en el campo de las París y Londres (1955-1956). Fue director
ISBN 978-987-722-205-0
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