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Concepción Del Hombre de Freud
Concepción Del Hombre de Freud
También tiene una concepción hedonista (tanto positiva como negativa) del hombre ya
que este busca el placer y evita el dolor en su búsqueda de la felicidad. Como en el
propone en que tal como es nuestra vida, nos depara excesivos sufrimientos y que por lo
tanto, necesitamos lenitivos para poder soportarla, los cuales clasifica en tres tipos:
Distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria, satisfacciones
sustitutivas que la reducen y narcóticos que nos tornan insensibles a ella.
Estas desgracias nos atacan desde nuestro propio cuerpo, el mundo exterior y desde las
relaciones humanas la cual es la más intensa fuente de sufrimiento, como en el caso del
amor.
Esto también va aunado a que tiene una visión pesimista donde el hombre siempre sufre o
tiene una patología, donde no existe un hombre sano. Donde la búsqueda de la felicidad
es inalcanzable, pero igual se busca, donde hay un hedonismo negativo.
Además tiene una visión homeostática, en la cual el yo busca el equilibrio entre el superyó
y el ello. También se ve cuando propone un Posible equilibrio, en el proceso cultural, la
lucha entre Eros y Tanatos, y, en el proceso evolutivo individual, la lucha entre la felicidad
individual y la de la comunidad, pueden llegar a un equilibrio.
Para Freud el hombre era un sistema de energía libidinal que posee una capacidad
limitada, para evitar la sobrecarga se ira descargando su energía en varias actividades, si
se bloquea un canal de expresión de la energía, se encontrara otro por donde pueda
liberarse. En cierto modo funcionamos como un sistema hidráulico donde la energía fluye,
o se estanca. Seguimos el principio de la física de Helmholtz que propone “la energía no se
crea ni se destruye, solo se transforma”. Esta energía será liberada en actividades que nos
den placer y nos alejen del dolor por el principio del hedonismo.
También nos habla que este hombre posee un instinto de vida que tiende a conservar la
sustancia viva y a condensarla en unidades cada vez mayores, y que también debía haber
un instinto de muerte que hiciera lo contrario. Gracias al antagonismo e interacción de
ambos se pueden explicar los fenómenos vitales. Este instinto de muerte se pone al
servicio de Eros, manifestándose parte de él hacia el exterior en forma de pulsiones
agresivas, destruyendo el ser un objeto en vez de destruirse a sí mismo
Otra concepción del hombre que tiene este autor es la del ser humano que es impulsado a
actuar por instintos de naturaleza sexual o agresiva. Freud causo controversias en la
sociedad en la que vivía al proponer al ser humano con un desarrollo psicosexual. El
proponía que todo el tiempo éramos guiados para satisfacer nuestros deseos sexuales, y si
no eran sexuales, eran agresivos. La idea de un hombre agresivo nace tras las guerras que
se vivieron en esa época. Freud concibe al hombre como un ser malo y enfermo. La
expresión de los impulsos sexuales y agresivos, produce conflicto con la sociedad y esto se
explica mejor en la visión de Freud del hombre y la sociedad.
Donde propone un conflicto entre el individuo y la sociedad. Donde Freud menciona que
hay un antiguo y profundo disconformismo con la cultura, donde identifica claramente
tres sucesos el primero es el triunfo del cristianismo sobre las religiones paganas,
teniendo en cuenta su íntima afinidad con la depreciación de la vida terrenal implícita en
la doctrina cristiana en general. El segundo la Colonización, al parecer, el contacto con
civilizaciones primitivas llevó a los exploradores europeos a pensar que esos pueblos
llevaban un vida simple, modesta y feliz, cuya razón de ser era su nivel cultural más bajo. Y
por último, la
Comprensión del mecanismo de la neurosis, se comprendió que la causa de la neurosis
reside en la incapacidad por parte del individuo de soportar el grado de frustración que le
impone la sociedad en aras de sus ideales de cultura.
Explica Freud, mediante la mención de las pesadas restricciones que impone la cultura al
hombre, que la cultura a lo largo del tiempo ha sacrificado una parte de posible felicidad
en aras de procurar seguridad a ésta. De esta forma, se logra una suerte de repartición
equitativa de las posibilidades de felicidad entre todos los hombres. Logrando por así
decirlo una homeostasis en la sociedad, un “equilibrio”.