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Necrologia JFSC
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NECROLOGIA
LA ESCRIBIÓ SU AMIGO
LIMA 1825
PERU
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Muy sensible me es tocar a Ud. en la herida que la parca le abrió con su tijera en el
medio del pecho al tiempo de cortar, despiadada, el hilo precioso de unos días que eran
a Ud. quizás, más caros que los suyos Pero yo ,sin ofender la delicadez de la amistad ,no
podía dispensarme de hacer, aunque fuese en miniatura, el retrato moral de mi Carrión
para mostrarles a los hombres de los siglos venideros que ansiaran conocer al
personaje ilustre cuyo nombre leerán en casi todas las hojas de los fastos de la
República y cuyos hechos señalados en la lid tan gloriosa de la patria hará oír hasta allá
,la trompa de la fama. Y ¡dónde colocarle mejor, después de concluido, que en las
manos de su esposa que lleva el original en el fondo de su corazón.¡
Usted al leer mis trazos, verterá precisamente algunas lágrimas, yo las vertí al
escribirlos; lagrimas grandes las de ambos, que arrancadas del pecho por la catástrofe
suprema que tiene en duelo al Perú, hacen mucha honra a los ojos que las lloran;
lagrimas dulces que solo son el plácido derrame de la tierna sensibilidad excitada, en
unas almas bien templadas por el patético recuerdo de un varón eminente que continua
viviendo, después de su muerte temporánea, esa vida eternal que da la gloria.
Séame lícito señora, hacer a mi alma este elogio y darle aunque sea por lisonja, el
temple de la de Usted, para desquitarme en parte, de la deuda grande que contraje con
ella, desde que supo sentir la muerte de Carrión de una manera tan sublime, tan
original, tan delicada.
Usted perdió a un esposo, yo he perdido a un amigo, no se cual perdida haya sido más
grande ni a quién de nosotros dos habrá de costarle más el reparar la suya ;démonos
entre tanto señora un consuelo reciproco, llorando juntos sobre la tumba augusta que
guarda las sagradas cenizas del tierno amor y la amistad sincera y mientras yo esparzo
algunas flores encima de la loza que la cubre para que reciban las lágrimas de usted, ya
que no son capaces de enjuagarlas ,dígnese usted de admitir a nombre de Carrión ,este
tributo de honor que brindo a su memoria.
Ergo…perpetuus sopor
Urgel…cui pudor et justitia soror
Incorrupta fides,nudaque veritas,quando
Ullum invenient parem multis ille bonis
flebilis accidit.
...entre tanto…en el sueño permanente
Obliga….¿cuándo la hermana del honor y la justicia,
la fe no corrompida y la verdad desnuda, encontrará
a alguien igual a él…?
Ay ..¿Cuánto ,cuánto de los hombres de bien reclama el llanto?
(Horacio en la muerte de Quintilio.)
NECROLOGIA
El señor doctor don José Sánchez Carrión nació el año 87 en un pueblo llamado
Huamachuco de la provincia de Trujillo; parece que la naturaleza por un feliz
presentimiento hizo nacer en el suelo que había de nombrarse un día, el Departamento
de La Libertad, a uno de los sacerdotes de esta diosa benéfica que tanto ha trabajado en
establecerle culto y levantarle templo.
Mientras Carrión estudiaba y formaba literatos, el grito de Libertad que había resonado
ya desde el Orinoco hasta el Plata, hizo repetir sus ecos a las montañas de los Andes y
empezó Lima a trabajar en minar, secretamente, la dominación española. El grito de
Carrión fue uno de los primeros que se oyeron. Las semillas liberales, que había tanto
tiempo abrigado en su seno, comenzaron a brotar y los grandes esfuerzos que hizo para
dar opinión y prosélitos al sistema nuevo que se trataba de plantar, le pusieron, diversas
ocasiones, en circunstancias delicadas. El Virrey Abascal le amenazó, varias veces y
Pezuela llegó al extremo de botarle del Colegio. Esto sucedió por fortuna, cuando ya el
Colegio necesitaba más de él, que él necesitaba del Colegio.
Los jóvenes que siguen las carreras de las letras por sobresalientes que sean sus
facultades intelectuales, salen por lo regular de los colegios sin más que principios
fundamentales para formarse después. Carrión salió formado. No tenía 25 años y ya era
un literato. La magnitud del talento suplió, en él la falta de la edad. Vivar ,cuyo nombre
celebre siempre será pronunciado con respeto por los que conocen el mérito de los
grandes hombres fue el maestro digno que Carrión se eligió para la ciencia practica del
foro al que había resuelto consagrarse.
Su aprendizaje fue tan bello como rápido y hubo apenas comenzado a abogar cuando se
le vio adelantarse, muchos pasos, a los que habían trabajado largo tiempo y encarnecido
en su carrera. Los talentos profundos que él supo hermanar con las virtudes, le dieron
muy breve a conocer y le ganaron todo el crédito y la confianza pública. En las grandes
contiendas judiciales tenia, casi siempre que intervenir Carrión.
La revolución, entre tanto, caminaba con pasos de gigante, la opinión publica de Lima,
que fue como la vanguardia del ejercito unido de Chile y Buenos Aires, debilitaba
diariamente con maniobras secretas, las fuerzas de La Serna y le hacía más escasos los
recursos y más difíciles los medios de subsistencia. El virrey se vió obligado a
abandonar la ciudad, el 6 de julio del 821, para ir a buscar un asilo entre las murallas de
los Andes.
Y San Martin la ocupó sin disparar un tiro, cerró el 10 su célebre campaña; la capital del
Perú oyó por primera vez, en ese día, los gritos santos de patria y libertad y las
fortalezas del Callao vieron el 21 de setiembre flamear, en sus torreones los pabellones
patrios.
Carrión fue el primer secretario del soberano Congreso Constituyente del Perú y el
individuo nato de todas las comisiones de entidad. Estuvo en la Diplomática, en la de
Legislación y en la de formar, por fin, la Constitución política que debía hacer germinar
las semillas productivas de la prosperidad general, cultivarlas, después, hasta lograr
fructificasen y conservar su fruto para siempre.
Todas las desempeñó a satisfacción del Congreso, pero en este última traspaso sus
esperanzas y mostró que había nacido no solo para reclamar del magistrado el
cumplimiento de las leyes sino también para dictárselas.
Hará siempre honor al Congreso haber acertado a tomar la única medida que quedaba
para salvar el país, la de llamar a Bolívar.
Y hará siempre honor a Carrión, haber sido el órgano del Congreso en la gran
conferencia diplomática de que nada menos resultó, que la destrucción de la anarquía
que había abierto en Trujillo su formidable boca y amagaba engullirnos. Y la caída del
coloso que, aunque había recibido tantos golpes mortales en las demás secciones de la
América, aun tenía sentado un pie sobre territorio del Perú.
Carrión tuvo la gloria de tráenos a Bolívar que se prestó magnánimo a venir, para
cortar con su manos nuestras diferencias domésticas, arreglar nuestros negocios, y
dirigir nuestros combates y Bolívar que en los días de su viaje penetró todo el fondo de
la alma de Carrión, tuvo la satisfacción de contar antes de ver al Perú, con una de las
columnas principales que debían sostener el edificio grande que venía a levantarle. La
aparición de Bolívar en nuestra costa bien-hadada, fue la del iris benéfico que colmó
con su presencia, la tempestad política que habían excitado, entre nosotros con su
violento choque, las pretensiones rivales de Riva Agüero y Torre Tagle. La impresión
que recibió la playa del Callao, al fijar en su arena la victoriosa planta al triunfador de
cien batallas, se dejó sentir muy luego, hasta en la antigua corte de los hijos del sol. La
Serna tembló en el Cuzco y Canterac en Huancayo, el poderío regio comenzó a hacer
oscilaciones y la arbitrariedad peninsular vió acercarse con Bolívar, el finamiento de su
imperio. El cambiamiento del Callao debido a las maniobras del pérfido Moyano,
influyó directamente en los progresos de la guerra y paralizó, algún tiempo, las
operaciones del Libertador.
Contra aquello que sucede ordinariamente entre los hombres, Carrión se creía más
abajo a proporción que se elevaba en el alto destino a que la patria le llevó, por la gran
parte que tuvo en su existencia y por qué le había menester para su organización y sus
progresos ,era más accesible y más humano que en el estado medio de que la
revolución le sacó, creció su popularidad en razón de su fortuna y de magistrado,
trazando en su gabinete grandiosos planes para salvar a una nación, parecía menor que
el abogado registrando doctrinas, en su estudio, para salvar a un ciudadano. Solo fue
dominado por una clase de ambición, la de aventajarse a todos en la práctica del bien.
Y si subió gustoso a la dignidad del Ministerio, fue por que esta le daba proporción para
servir a los hombres y le ponía en las manos el cincel con que se labra su felicidad. Al
mérito le bastaba hacérsele conocer para ser recompensado, pero a pesar de que era y se
apreciaba de ser amigo verdadero no se le vió jamás dispensar a la amistad el más
pequeño de los cargos públicos, si no estaba acompañada de las disposiciones necesarias
para su exacto desempeño. Siempre fue su norte el interés común y la justicia su
brújula.
A tantas recomendables cualidades, Carrión añadía una que aunque pareció ventajosa
en un principio, el tiempo nos hizo ver la funesta que nos era. Ojala que él no hubiera
sido tan infatigable en el trabajo para que no bajara al sepulcro en edad tan temprana.
Nos habría sido menos útil en el corto tiempo que administró nuestros negocios pero
ese tiempo durara y la utilidad perdida se desquitaría con ventaja. Verdad es que
cuando marchó para la sierra ya llevaba consigo el germen de la muerte, pero ese
germen ominoso se hubiera desenvuelto más tarde si, además de las fatigas de la
marcha, no le hubieran fecundado las tareas del bufete.
La providencia, que tenía apuntado, en los libros eternos de los muertos, el día
señalado para quitarnos a Carrión (quien hubiera podido arrancarles esa hoja) se
apresuró a conducirle, antes que este llegara, al vértice de la gloria. Contaba apenas
treinta y ocho años de edad y era ya el Decano de la Corte Suprema y el Vicepresidente
del Consejo de Gobierno ¿Que más tenía que ser? Nada.
Carrión tocó el último punto a que podía subir. Llegó al meridiano de su brillante
carrera y a manera del astro que preside a los días, corrió para su ocaso. La muerte
creyó asaltarle, pero ¿ cuándo asalta a un hombre que vive una vida religiosa y que
nivela su conducta por la ley del evangelio.?
Su muerte ha sido sentida por todos los buenos y si el luto de los vivos llega a la noticia
de los muertos, Carrión habrá tenido la satisfacción de saber el lugar preferente que
ocupaba en el corazón de los peruanos.
Su cadáver fue disecado por don Cayetano Heredia, quien encontró, en el hígado el
principio fatal de la desgracia que lloramos, son muy dignas de notarse las palabras con
que este hábil profesor concluye el informe que hizo al Gobierno sobre el triste
resultado de sus operaciones anatómicas.”Al terminar (dice) este informe séame lícito
asegurar a V.E. que si alguna vez me ha sido amargo el cumplimiento de mi deber, ha
sido hoy, que cubierto de luto que tan justamente llevan los patriotas por la gran
pérdida que acaba de hacer el Perú, he tenido que recorrer un cuerpo vivificado en otro
tiempo por la alma vasta de uno de los primeros personajes que han honrado nuestra
revolución, sus virtudes y talentos le elevaron al último escalón de su carrera.
Su memoria durará a la par que las libertades sudamericanas de que fue el más celoso
atleta. ¡Plegue al cielo que mi ministerio no me comprometa jamás a reiterar
observaciones sobre ciudadanos tan caros a la patria, tan caros a mi corazón.”
Dos veces fue marido el difunto Carrión, después de la muerte lastimosa de la señora
Doña Josefa Dueñas, casó con la señora doña Mercedes Dueñas, hermana de la anterior
y tan digna como ella, de ser la esposa de Carrión; cuatro frutos nos quedan de sus
tiernos amores. ¡Quiera el cielo que el póstumo que abriga en su seno todavía la
virtuosa madre que le eligió Carrión, vea la claridad del sol con la felicidad que le
desean tantos hombres de bien que su padre protegió, que las dos vírgenes tiernas se
hagan con el tiempo dos matronas que honren el sexo y la memoria de su padre y que
el pequeño infante que apenas empieza a pronunciar algunas palabras de la lengua que
hablo Carrión con tanta propiedad haya heredado su talento, su patriotismo y sus
virtudes, para que, desenvolviéndolos un día, sea capaz de enjugar las lágrimas de la
patria, de conservar, con lustre, el nombre de Carrión y de llenar el vacío que deja en la
república.
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NOTA:
Copia literal del original, solo comprende variaciones en cursiva muy precisas para
adecuarla al español que se habla hoy en día.
Enero 2019