Está en la página 1de 10

NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP.

60-66

Elite y contracultura. Proyecciones


políticas de la vanguardia
hispanoamericana
Fernando Alegría

Fernando Alegría: Novelista, ensayista y crítico literario chileno. Profesor de Lite-


ratura en la Universidad de Stanford (California, EEUU). Entre sus obras destacan:
"Lautaro, joven libertador de Arauco", "Caballo de Copas", "Los días contados",
"Amérika, Amérikka, Amérikkka" "La novela hispanoamericana. Siglo XX", "Litera-
tura y revolución".

¿Qué características ha asumido la vanguardia en


Latinoamérica? ¿Cuál ha sido su significado ideológico-
político en el desarrollo cultural del continente? ¿Existe un
vanguardismo autóctono de profundas raíces
latinoamericanas ajeno a los istmos oficiales?... Estas y otras
interrogantes son abordadas por el autor de este ensayo quien
establece una serie de hitos históricos para especificar el
período de vigencia de nuestra vanguardia cuyo origen - dice -
debe ser investigado a partir del reconocimiento del
movimiento romántico latinoamericano que precede al de
España, y del hecho histórico de nuestras guerras
independentistas y los ulteriores esfuerzos por organizar
repúblicas libres .
Analiza posteriormente el futurismo el creacionismo y el
ultraísmo como manifestaciones de la vanguardia
identificadas con posiciones minoritarias en el contexto
social latinoamericano y el surrealismo como un movimiento
que rompe las barreras de clase, representando, a veces
impulsos revolucionarios colindantes con el marxismo, y,
otras veces, desempeñando labores de zapa para proyectos
neofascistas .
El autor considera finalmente que la vanguardia como
concepto y "estado de ánimo" continúa siendo una atractiva
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

abstracción y una actitud de vigilia permanente y como tal


continuará desafiando la estabilidad de todo proyecto
cultural reaccionario.
Si hemos de entender cabalmente lo que la vanguardia ha significado
ideológicamente en el desarrollo cultural de hispanoamérica, es preciso reconocer
primero la ambivalencia que la caracteriza en su índole institucional. Recibido su
mensaje por representantes de una minoría social y económica, y constituida en
movimientos y grupos, no en escuelas como fue el caso de Europa, la vanguardia
nunca se establece entre nosotros; es, en sus comienzos tanto como en su período
de incubación y explosión, un estado de ánimo, un impulso sin límites precisos,
una voluntad de actuar sin fines claramente definidos. Vale decir que los
movimientos de vanguardia constituyen para nosotros una revolución cultural en
constante erupción y privada de apoyo masivo.

Un estado de exaltación así, por supuesto, no reconoce límites de tiempo. Nos llega
como un ventarrón de Europa que mantiene su turbulencia esporádicamente y
puede aún ganar ímpetu en particulares condiciones sociopolíticas.

De aquí que sea necesario establecer hitos históricos para especificar el período de
vigencia de nuestra vanguardia y no confundirlo con otras actitudes que
aparecerán más tarde, caracterizadas igualmente como "estados de ánimo" pero
respondiendo a circunstancias que en poco o nada se relacionan con los patrones
característicos de la vanguardia europea antes y después de la Primera Guerra
Mundial.

Orígenes de nuestra vanguardia

Dos hechos que asumen medular importancia para aclarar los orígenes de nuestra
vanguardia deben reconocerse de inmediato: primero, el movimiento romántico
latinoamericano precede en algunos años al de España, y segundo, su naturaleza y
conformación no pueden separarse del hecho histórico de nuestras guerras de
independencia e intentos subsiguientes de organizar repúblicas libres.

El romanticismo argentino, de honda significación para toda Latinoamérica, fue un


movimiento de base política, un acto de resistencia, conspiración dramática contra
la dictadura de Rosas. No puede confundírselo, por lo tanto, con esa vaga bohemia
de quienes se rebelaban al "chocar con el ambiente" o al sufrir los síntomas del mal
del siglo. Los exiliados argentinos - Mármol, Echeverría, Alberdi, Sarmiento - no
salen a otros mundos a suspirar por la patria perdida; van a Montevideo y a
Santiago a preparar el proyecto político y cultural de una utopía democrática.

En cierto modo, la revolución romántica adquiere resonancia populista en las


novelas del mexicano Altamirano y del chileno Blest Gana, en la poesía gauchesca
de Hernández y en los dramas y narraciones del indianismo sentimental. Son éstas
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

reacciones a las condiciones históricas de un período de efervescencia contra el


poder oligárquico cuando no se afianza todavía un claro concepto acerca de qué
será el Estado de las naciones liberadas.

De una conciencia alerta ante la "decadencia" europea (léase: bancarrota del


positivismo, contradicciones sociales de la revolución industrial) salen los iniciales
brotes de una revolución literaria propiamente hispanoamericana contra los modos
burgueses de implementar un sistema social al margen de todo proyecto cultural.
Las contradicciones son su marca particular.

Rubén Darío fue un exquisito poeta indígena formado bajo el alero de la más
poderosa burguesía centroamericana, muy consciente de la preciosité del
parnasianismo y simbolismo franceses1, antiburgués y elitista por principio2.

El movimiento modernista iniciado por Darío revolucionó la poesía y la prosa


hispánicas bajo una égida aristocrática y escapista, aunque vigorosamente anti-
académica. Mientras el maestro nicaragüense se rebela contra la retórica
tradicionalista y propone un liberalismo antiburgués, y sus discípulos levantan la
voz proclamando la soberanía del arte puro (Lugones, Valencia, Chocano, Nervo),
ciertos hechos claves marcan esta rebelión con caracteres que la contradicen en su
individualismo:

1. El porfirismo polariza el régimen dictatorial en México y se mantiene en el poder


hasta 1910.

2. Fracasan los intentos unionistas en Centroamérica y comienza la aventura


económica de la United Fruit Company respaldada por la ideología
intervencionista de Teddy Roosevelt y su doctrina del "destino manifiesto".

3. Termina la Guerra del Pacífico que opuso a Perú y Bolivia contra Chile y se
afianzan los intereses económicos de EEUU en reemplazo de la hegemonía
británica.

Darío todavía se encuentra en Chile cuando se inician en este país los esfuerzos por
estructurar un movimiento sindical y fundar partidos políticos de orientación
marxista. Su viaje a Argentina y, luego, a Europa marca, en realidad, el comienzo
de un éxodo de la élite intelectual latinoamericana que, al llegar a París, va a

1 Considérese el historial de su bohemia chilena junto a Pedro Balmaceda Toro (A. de Gilbert), hijo
del presidente José Manuel Balmaceda, en: Silva Castro, Raúl: Rubén Darío a los veinte años,
Editorial Gredos, Madrid, 1956, pp. 101-128.
2 Cf.: "El rey burgués" en Azul (1888) y sus famosas palabras en el prólogo a Prosas profanas: "Yo
no tengo una Literatura 'mía' - como lo ha manifestado una magistral autoridad -, para marcar el
rumbo de los demás; mi literatura es mía en mí; quien siga servilmente mis huellas perderá su
tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea... ¿Hay en mi sangre alguna gota de
sangre de Africa, o de indio chorotega o neogranadino? Pudiera ser, a despecho de mis manos de
marqués; más he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países
lejanos o imposibles; ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer..." (Obras
completas, Mundo Latino, Madrid, 1917-1919, pp. 7-11).
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

descender como un globo de abigarrados colores en el medio mismo de los


primeros happenings de la revolución estética de la vanguardia.

Parte Diego Rivera desde Veracruz financiado por una beca que le proporciona
¡don Porfirio Díaz! En París están Alejo Carpentier, musicólogo y estudiante de
arquitectura entonces, Miguel Angel Asturias, alumno de La Sorbonne, ocupado
en traducir al español la versión francesa del Popol-Vuh. Allí conocen a Picasso y
se familiarizan con Dalí y Gris. Pronto entrarán al círculo de tiza de la vanguardia
el cubano Picabia y los chilenos Huidobro y Matta. Llegan todos ellos como
astronautas de un mundo misterioso, voladores de Pascua y el Cuzco, de Palenke y
Tikal.

Vanguardismo autóctono

Pero, curiosamente, existe otra vanguardia de profundas raíces latinoamericanas


que no llega a París, que permanece al margen del remolino de los istmos oficiales.
En los años en que Huidobro discute y pelea por aparecer como el fundador del
creacionismo3, Pablo Neruda vive su adolescencia universitaria en Santiago y no
será sino hasta la década del 20 cuando partirá hacia la India y, luego, residirá en
Birmania y Rangún donde escribirá los dos primeros volúmenes de su Residencia
en la tierra. César Vallejo es, a la sazón, un oscuro maestro primario en su patria y,
cuando llegue la hora de partir, los ismos habrán arriado ya sus banderas; pasará
un tiempo en Madrid, irá a Moscú, volverá con un libro de apoyo a la Unión
Soviética4; establecido en París durante la Guerra Civil Española, viviendo en una
miseria abyecta, escribirá sus Poemas humanos, uno de los testimonios más
profundos y sobrecogedores que ha producido nuestra vanguardia sobre la
condición existencial del hombre latinoamericano.

Hoy comprendemos por qué para el Tercer Mundo la vanguardia estética de


principios de siglo no pierde nunca el sello de una élite. Esta minoría, brillante y
audaz, contribuye a la crítica del capitalismo desde una situación privilegiada y en
términos que no tocan la problemática social ni de la clase media ni de la clase
trabajadora.

La recepción al futurismo ofrece un buen ejemplo de lo que decimos. Las voces


más altas de la poesía latinoamericana otorgan un orquestado eco a la artillería
verbal de Marinetti. Su manifiesto de 1909 es un platillo de lujo que se consume en
las tertulias elegantes y sofisticadas de Buenos Aires, México, Río de Janeiro,
Santiago, Lima, mientras las asambleas de estudiantes, empleados, obreros,
discuten las invasiones norteamericanas a Nicaragua y Santo Domingo, las
consecuencias de la Revolución Mexicana, los planteamientos de la Primera y la
Segunda Internacional, las cruentas masacres con que terminan las huelgas

3 Bajarlía, Juan-Jacobo: La polémica Reverdy-Huidobro: origen del ultraísmo, Devenir, Buenos


Aires, 1964.
4 Vailejo, César: Rusia en 1931, reflexiones al pie del Kremlin, Cía. Iberoamericana de
Publicaciones, Madrid, Buenos Aires, 1931.
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

bananeras y los paros de la industria del salitre en Santa María y La Coruña.

Rubén Darío, ya consagrado e ilustre maestro, se refiere al manifiesto de Marinetti


con respetuosa ironía:

"Marinetti es un poeta italiano de lengua francesa. Es un buen poeta, un notable


poeta... Lo único que yo encuentro inútil es el manifiesto. Si Marinetti con sus
obras vehementes ha probado que tiene un admirable talento y que sabe llenar su
Misión de Belleza, no creo que su manifiesto haga más que animar a un buen
número de imitadores a hacer 'futurismo' a ultranza"5.

No olvidemos que este mismo Rubén Darío, tan mesurado y caballeresco, le había
dicho a Teddy Roosevelt:

Eres los Estados Unidos

eres el futuro invasor

de la América ingenua que tiene sangre indígena,

que aún reza a Jesucristo y aún habla español...

Tened cuidado. Vive la América española!

Hay mil cachorros sueltos del León Español.

Se necesitaría, Roosevelt, ser por Dios mismo,

el riflero terrible y el fuerte Cazador,

para poder tenernos en vuestras férreas garras...

("A Roosevelt", 1904)

Vicente Huidobro, una de las figuras máximas de la vanguardia, le da a Marinetti


respuesta más acorde con el tono bombástico del manifiesto futurista:

Y he aquí que un buen día se le ocurrió al señor de Marinetti proclamar una escuela nueva:
El futurismo.

¿Nueva? No.

Todo eso de cantar la temeridad, el valor, la audacia, el paso gimnástico, la bofetada, es


demasiado viejo. Lea si no, el señor Marinetti 'La Odisea' y 'La Ilíada' 'La Eneida' o
cualquiera de las odas de Píndaro a los triunfadores en los juegos olímpicos y encontrará
allí toda su gran novedad... El señor Marinetti prefiere un automóvil a la pagana desnudez
de una mujer. Es ésta una cualidad de niño chico: el trencito ante todo. Agú, Marinetti6.

El caso de Huidobro no puede; por supuesto, tratarse así de pasada. Es muy


posible que su teorización y estrategia política respecto a la revolución estética
5 La Nación, Buenos Aires, abril 5, 1909.
6 Pasando y pasando, Imprenta Chile, Santiago, 1914.
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

europea provea la clave más definidora de todo eso que la vanguardia significó de
aporte cultural para Latinoamérica y de todo aquello que representó una causa y
una lucha truncadas, por no decir fallidas.

No debemos olvidar que Huidobro desempeñó un papel activo y hasta dirigente


en los años decisivos de la vanguardia francesa. Compañero de Reverdy en la
revista Nord-Sud, firmante del manifiesto Dadá, Huidobro se proclamó fundador
del creacionismo y, por ello, recibió ataques enconados del historiador de Las
literaturas europeas de vanguardia, Guillermo de Torre. No prestemos atención a
esta pintoresca polémica que se prestó para que Huidobro desplegara una vez más
su admirable y jocoso arte de ilusionista. Las fechas ya no importan. Quien llegó o
no llegó primero a las ciudades de Cíbola podrá ser tema de crónicas mágicas, no
de historia literaria. Reverdy se retiró, al fin, a sus moradas místicas y, como
Thomas Merton, refirió su creacionismo a mundos de Dios y del hombre que
requerían su vocación de asceta. Huidobro, en cambio, no encontró ni paz ni
descanso. A su regreso definitivo a Chile en los años 30, sintió que la vanguardia
debía refundarse y proclamarse de inmediato. Lanzó nuevos manifiestos desde sus
boletines Total y Ombligo y se dio arte en manejar a los editores de la revista Pro
para que atacaran a Neruda y lo desprestigiaran7.

En verdad, vivió entonces una extraña locura. Por la Alameda de las Delicias
sonaban gritos como "Agú" y "Runrun" y no eran sino pueriles remedos de un
Dadá ya enterrado. Huidobro combatía solo, brillantemente. Se inventaba una
oposición de enemigos implacables, hablaba, escribía, peleaba. Sólo le
contemplaban silenciosas asambleas de serios y respetables jubilados sentados en
escaños de plaza, donde recibían un sol otoñal y albas cagadas de palomas.

La vanguardia ya no le servía. Los chilenos empezaron a reírse. Los jóvenes


dudaron. Entonces, Huidobro da un salto que, considerado con propia perspectiva,
fue el factor definidor de una auténtica vanguardia chilena. Hizo inesperadas
declaraciones de fe política, escribió su memorable "Oda a Lenin", participó en
concentraciones del Partido Comunista. En la década del 20 Huidobro había
representado una especie de comedia de improvisación colectiva al anunciar, con
gran publicidad, su candidatura a la presidencia de Chile y publicar un manifiesto
en que denunciaba a los más poderosos ladrones del erario nacional, lista que
encabezaba su propio abuelito. Ahora, Huidobro adoptaba un aire de seriedad
conspirativa. Su discurso en la proclamación de Luis Pairoa, candidato a senador
por el Partido Comunista, hizo época. Habló de palomas y palomares a un público
ávido de consignas rojas y libertarias. El silencio y la desconfianza lo desanimaron.
Se fue apartando. Como dijera Borges, refiriéndose a otras campañas, sus
periódicos murales ya no los leían ni las paredes. Huidobro pretendió continuar el
juego vanguardista en circunstancias en que el mundo iba rápidamente hacia la
debacle de 1941, mientras en Chile se daba la lucha contra el fascismo en

7 Pro, Santiago, 1936. Se acusaba a Neruda de plagiar a Tagore. La acusación provocó nutrido
debate en la prensa chilena.
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

condiciones de violencia totalmente inesperada8.

Hoy resulta curioso comparar el dandysmo de Huidobro con la misteriosa y


compleja actitud de Borges más o menos en el mismo período. Borges regresa a
Buenos Aires con el mensaje del ultraísmo español. Sus acomodados amigos
argentinos y uruguayos (Güiraldes, Bioy Casares, Ocampo, Amorím) abren sus
señoriales salones al experimentalismo brillante de una literatura que consideran
producto de lujo fuera de mercado, divertimento apasionante, cosmopolita. Y,
paulatinamente, la dorada tertulia se interrumpe. Los buenos escritores que
acompañan a Borges no tardan en reconocer que el malabarismo de la vanguardia
europea no puede ser para ellos sino una etapa pasajera en un trance de definición
personal. Sientan las bases del movimiento "Martín Fierro" y, reconocida y pagada
la deuda del aprendizaje formalista que hicieron en Suiza, Francia y España, se
vuelven de lleno hacia una realidad americana que les exige un drástico cambio de
rumbo.

Güiraldes, ultraísta en Cencerro de cristal, publica en 1925 una lírica exaltación del
gaucho Don Segundo Sombra. Amorím escribe una serie de vigorosas novelas
apuntando a los males sociales de la oligarquía agrícola de su país: El paisano
Aguilar, La carreta, El caballo y su sombra.

Borges comienza su reinado desde lo que va a ser pronto un mundo de sombras,


sueños y fabulosas aventuras intelectuales en medio de una sociedad regimentada
y aterrorizada por brutales dictaduras militares. El elitismo de la vanguardia es un
lujo que los escritores y artistas argentinos no pueden permitirse. Borges no cambia
su afán experimentalista, pero le da el peso de una filosofía estoica, la resistencia
de un escepticismo implacable, la agresividad de una ironía autodestructora. Sobre
la base imaginista de la vanguardia construye un lenguaje antiretórico,
americanamente castizo, libre de artificios regionalistas, pleno de tradición oral.
Individualista y conservador hasta el final, Borges escandalizará a los
vanguardistas con declaraciones y actitudes crudamente reaccionarias9 que, en
apariencia, contrastan con sus ataques a Perón.

El surrealismo: un movimiento complejo

Si el futurismo, el creacionismo y el ultraísmo son manifestaciones de la


vanguardia que se identifican consistentemente con posiciones minoritarias en el
contexto social de Latinoamérica, el surrealismo, como movimiento y escuela,
traspasa las barreras de clase, representa, a veces, avanzadas revolucionarias
colindantes con la militancia marxista, y otras veces desempeña labores de zapa

8 Golpe nazi contra el gobierno de Arturo Alessandri Palma en 1938 y masacre en el edificio del
Seguro Obrero.
9 La más ofensiva de estas actitudes parece ser la invitación, aceptada por Borges, a comer con
Augusto Pinochet en Santiago. Los ataques de Borges contra Perón pudieran interpretarse como
una expresión del esnobismo característico de la alta burguesía argentina, para quien Perón y Evita
fueron siempre el epítome del mal gusto y malas costumbres le los descamisados.
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

para proyectos neofascistas10. En consecuencia, su papel durante la vigencia y


decadencia de la vanguardia es complejo y difícil de analizar. Dividirlo en grupos
o tendencias sería, a mi juicio, erróneo, ya que las definiciones no siempre
pudieran justificarse y una ordenación cronológica no sería convincente.

Creo que el surrealismo latinoamericano no ha sido suficientemente estudiado en


sus expresiones más tempranas, quizá por el hecho de que ellas ocurren en una
prosa - novelesca o ensayística - de limitada difusión. Autores como Agustín
Yáñez, Torres-Bodet, Arévalo Martínez, generalmente atraen a la crítica por su
contribución a la llamada narrativa "post-modernista", mientras sus obras más
innovadoras suelen descartarse como experimentales. Sin embargo, El hombre que
parecía un caballo, Margarita de niebla, Melibea, Isolda y Alda en tierras cálidas,
no debieran faltar en una consideración de los antecedentes del surrealismo
latinoamericano, aunque no fuera sino para anteponerlas a títulos consagrados
como El reino de este mundo o Señor Presidente.

Por otra parte, en la más temprana poesía de Pablo de Rokha y César Vallejo están
presentes gérmenes inconfundibles del movimiento surrealista; no obstante, a de
Rokha se le asocia, por lo general, con una poesía política y tremendista que los
surrealistas de escuela rechazan con repugnancia. De Vallejo suelen citarse sus
palabras suavemente recriminatorias contra la vanguardia olvidando que en Trilce
no sólo hay experimentación con un expresionismo lingüístico desusado en
Latinoamérica, sino también un código de alusiones y referencias
característicamente surrealistas.

La posición más clara, y en cierto modo pionera, en los albores del surrealismo
latinoamericano la toma Pablo de Rokha, cuyo libro Los gemidos es reconocido
por la crítica bien informada como una anticipación a Finnegan's Wake y cuya
obra, tanto lírica como ensayística, mantiene una constante dialéctica referida
invariablemente a una posición marxista. De Rokha representa una forma de
surrealismo al servicio no sólo de la revolución, sino particularmente del Partido
Comunista chileno. Sin embargo, su matrimonio político con el PC estuvo lleno de
rompimientos y reconciliaciones. Me imagino que en el futuro se le considerará
más bien como un "compañero de ruta", difícil, contradictorio, pero leal.

Cuando de Rokha comienza a publicar sus libros de poemas Neruda viene


llegando a Santiago desde la provincia. Juntos colaboran en la publicación de la
revista Claridad inspirada en el movimiento Clarité de Romain Rolland. De Rokha
y Neruda dan la impresión de rechazar deliberadamente las etiquetas de los ismos
de esos años, acaso por reacción contra el entusiasmo un tanto ingenuo y
provinciano con que Huidobro corrió a matricularse en las escuelas vanguardistas
europeas. Neruda, en especial, se cuidó siempre de ser clasificado como ultraísta o
surrealista, prefiriendo el reconocimiento de innovador que llega a España a
despertar nuevas voces, a la manera de Darío.

10 Considérese la actitud del grupo surrealista chileno "La Mandrágora" después del golpe militar
de 1973.
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

La vanguardia: una vigilia permanente

En la época a que nos referimos es el discurso de José Carlos Mariátegui el que


empieza a orientar la actitud de los escritores y artistas jóvenes hispanoamericanos.
De la lectura de sus Siete ensayos surgirá un proyecto literario fundado sobre una
concepción materialista de la historia11. Mariátegui no fue ni indiferente ni hostil
hacia la vanguardia. Por el contrario, desde su revista Amauta solidarizó con el
grupo de Contemporáneos de México y con Martín Fierro de Buenos Aires,
reconociendo sus antecedentes vanguardistas. Demás está decir que sus
surrealistas de escuela que regresaban de Europa no reconocieron a Mariátegui,
siguieron con los ojos puestos en el viaje y las estaciones de Breton, acuartelados en
revistas de circulación minúscula, ariscos, despectivos y marginados. De esta
familia salen ramas en variadas direcciones.

La vanguardia, como concepto y estado de ánimo, evidentemente, no ha muerto;


continúa siendo una atractiva abstracción y una actitud de vigilia permanente. Por
eso las notables innovaciones literarias que han surgido en la segunda mitad del
siglo XX parecen generarse y desarrollarse como un eco de esa vigilia. No obstante,
nadie cometería hoy la ingenuidad de catalogar una aventura literaria como un
ismo. El movimiento contra el barroco americano que alcanzó su cúspide poco
antes del medio siglo se denomina hoy "antipoesía", y a la ruptura contra la
retórica del regionalismo populista en el campo de la novela, se la consagra en
términos de "realismo mágico". Detrás de ambas insurgencia el surrealismo asoma
su cabeza.

A esto debiera añadirse que militantes y simpatizantes de la vanguardia, en


verdad, absorbieron a fondo sus mecanismos formales, vivieron en profundidad
los percances de la revuelta contra las academias y mantuvieron su devoción y
sentido de militancia vanguardista aun durante la vigencia del realismo socialista.
Algunos, como hemos dicho, se incorporaron en voz y acción a los movimientos de
liberación del Tercer Mundo y en sus obras ha quedado una contribución valiosa y
duradera a una revolución estética que comenzó como un estado de ánimo y que
como tal continuará desafiando la estabilidad de todo proyecto cultural
reaccionario.

Referencias

Silva-Castro, Raúl, RUBEN DARIO A LOS VEINTE AÑOS. p101-128 - Madrid, Editorial Gredos.
1956; El rey burgués.
Anonimo, AZUL. - 1888; Prosas profanas.
Anonimo, OBRAS COMPLETAS. p7-11 - Madrid, Mundo Latino. 1917-1919.
Bajarlía, Juan Jacobo, LA POLEMICA REVERDY-HUIDOBRO: ORIGEN DEL ULTRAISMO. -
Buenos Aires, Devenir. 1964.
Vailejo, César, RUSIA EN 1931, REFLEXIONES AL PIE DEL KREMLIN. - Madrid; Buenos Aires,

11 Mariátegui, José Carlos: 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Biblioteca Amauta,


3a. edición, Lima, 1952.
NUEVA SOCIEDAD NRO. 85 SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1986, PP. 60-66

Cía. Iberoamericana de Publicaciones. 1931.


Anonimo, LA NACION-PRENSA. 05/04 - Buenos Aires. 1909.
Anonimo, PASANDO Y PASANDO. - Santiago, Imprenta Chile. 1914.
Anonimo, PRO-PRENSA. - Santiago. 1936.
Mariátegui, José Carlos, 7 ENSAYOS DE INTERPRETACION DE LA REDIDAD PERUANA - Lima,
Biblioteca Amauta. 1952.

También podría gustarte