Debate A propósito de la información que las editoriales obtienen del e-book
Libro espía ¿Ahora sí morirá el autor?
Si para escribir y publicar se va a tener en cuenta el "gusto" del lector, un texto podría llegar a ser más el producto de la cultura, de masas, que la obra de un autor. Quizás sea el fin de la lectura y de la escritura como experiencias íntimas. Quizás no. Responden ocho escritores y editores.
Juan Ignacio Rodríguez Medina "Surgirá un escritor pragmático"Gonzalo Contreras:
La idea de que miren por encima del hombro mientras uno lee no es nunca agradable, pero en el caso comentado, ese mirón sería el editor, quien se empina sobre el hombro del lector que ha abierto en su e-book tal libro de uno de sus autores. El propósito, medir estadísticamente el comportamiento del texto (no a la inversa) ante dicho lector. La pregunta es si, determinado este comportamiento, pausas, saltos de páginas, bostezos, abandonos, entusiasmos, subrayados, ¿podría el editor, en conjunto con el autor, inferir estrategias de seducción hacia ese lector? Puesto así suena abominable, pero en cierta medida ese fenómeno ya se estaba dando sin la irrupción del e-book . Ante la crisis de lectura y de la palabra escrita, no son pocos, en diferentes grados, los escritores que han optado por escribir deliberadamente para un lector subvalorado; se ha utilizado material del reportaje periodístico, observado la experiencia de las redes sociales, o vuelto la mirada hacia la industria cinematográfica, a fin de representar tendencias: vampiros, asesinos en serie, narcos y sicarios, mito arcaico, ciencia ficción-pop, niños índigo, adolescentes atolondrados, y un largo etcétera. Para todas ellas, la lectura en ningún caso debiera exigir niveles distintos de dedicación que los que se presta a otras distracciones . Complacencia y mercado hacen una maquinilla bien aceitada. La homogenización, la estandarización de contenidos, la simplificación sintáctica, el abandono de la ambición artística, aparecen como consecuencias naturales de la posmodernidad. Por cierto que el autor ha bajado de su torre de marfil y se ha subido al autobús. Esta de moda escribir para "un nuevo tipo de lector", esto es, un lector que nunca ha leído, y que en el imaginario del escritor, su primera experiencia con la ficción es la página que está leyendo; de ahí ciertos pequeños vicios, como una cierta negligencia con el significado en favor del sonido, el abuso de la primera persona, por ejemplo. Se podría decir que en adelante, con ayuda del e-book y las páginas excel del editor, nos encontraremos ante un escritor pragmático, despojado de toda fe en la singularidad de su obra, que se ha puesto de rodillas ante un lector -según las estadísticas- supuestamente estúpido, que ni siquiera espera nada de él. El problema es que ha abandonado de paso a otro lector, a aquel dotado de paciencia, al que no se puede defraudar. Dicho esto, el e-book es un maravilloso invento. El medio no es el mensaje. Escritor, sú ultimo libro es "Cuentos reunidos". "La buena literatura se cuida sola"Andrea Palet: La pregunta es legítima aunque algo tremendista, y la respuesta es: no sabemos. Es muy difícil apuntarle a un blanco móvil, yo sólo especulo. Por instinto, por carácter, por formación tiendo a la privacidad, al aislamiento, pero como editora y como lectora me doy cuenta de que esa inclinación contradice nuestra aspiración -nuestro deber- de captar los ritmos y las preocupaciones de la época. Por eso participo, por ejemplo, en comunidades de lectores como Goodreads.Creo que la lectura seguirá siendo todo lo íntima que cada uno quiera, así como no es obligación estar pegado al teléfono todo el día. Yo tengo desactivada la opción de ver qué subrayan los demás en el Kindle, pero quizá algún día quiera saberlo, y posiblemente me sea útil. Y ya me da igual que los sistemas sepan cosas sobre mí: cuando somos millones de personas, eso deja de importar y siempre habrá corrientes y contracorrientes, una saludable diversidad imposible de controlar. Sin embargo, hablar de la desaparición del autor (la del editor, aunque no ocurrirá, da lo mismo) es mezclar los tres asuntos que usan el libro como canal: arte, conocimiento y entretención. Al arte no le pasará nada; la buena literatura se cuida sola. A la trasmisión de conocimiento no le hará mal calibrar mejor sus antenas, así que si se descubre una forma más eficiente que esa unidad de atención que es el libro, adiós nostalgia y que venga lo nuevo. En cuanto a la entretención, hace rato que se produce teniendo en cuenta los gustos del consumidor: un ejemplo reciente son las landscape novels , que se fabrican con mucha precisión, y un ejemplo antiguo son los folletines. Ahora se hará con mejores herramientas, pero eso ya es terreno de la industria de la entretención, que comparte el libro como forma pero tiene sus propias lógicas. Directora del Magíster en Edición UDP "Muere el espíritu de vanguardia"Jorge Baradit: Esta tecnología no es sino la aplicación en el campo de la literatura de un anhelo transversal: herramientas para mejorar la rentabilidad, es la intromisión de un concepto cancerígeno que ha horadado desde la farmacéutica hasta la educación. Tiene como ejemplo por antonomasia la TV abierta, espacios donde ya la planificación o los objetivos de cualquier orden no tienen contrapeso frente al "deseo" de la audiencia expresada en rating . Da la impresión de que el resultado en literatura no va a ser diferente: en este caso no va a significar la desaparición del autor o el editor, sino la irrupción en un bloque de los tipos de literatura que siempre buscaron la masividad (y que ya utilizaban dinámicas similares, pero basadas en la experiencia, no en datos), pero homogeneizada por los parámetros arrojados por las mediciones. Por supuesto, al instalarse en bloque, poderoso, como territorio oficial sancionado por números exitosos (porque los tendrán), relegará a los otros tipos de literatura a refugios, guetos y trincheras de resistencia, los espacios se reducirán y, por supuesto, se verán afectados, pero quizá también se perfilarán de mejor manera, el riesgo estará en verse infiltrados por esos procedimientos, porque la tentación será grande. Esto es más que la irrupción de una nueva tecnología; es la instalación definitiva de un nuevo paradigma: ya no buscar en el futuro, experimentar y arriesgarse, sino ser conservador y exitista, asegurar y ganar. Ciencia para el mejoramiento de la vida hace rato fue reemplazado por Ciencia para la rentabilidad en todas las áreas. Ahí muere el espíritu de vanguardia, el espíritu del siglo XX. Escritor y comunicador visual. "Publicar para los consumidores es una pesadilla"Isabel Buzeta: No creo que desaparezcan los editores comprometidos con las ideas, la humanidad, el saber. Seguirán buscando y encontrando obras que están en el momento justo para ser apreciadas por los lectores - best seller de lista o de esos que todas las editoriales tienen y ningún ranking registra. En esta búsqueda aparecen autores que piensan, sienten y escriben vaya uno a saber por qué. Los autores "resistentes" deciden autónomamente sobre qué y cómo escribir. Toca cuidarlos de las nimiedades del márketing. Entre tanto juego de luces, a la intimidad de la creación, la generosidad de la publicación y el genuino deseo de ser leído comienza a sumarse la necesidad de estar en todos lados. Las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información son, por ahora, monstruitos que hay que alimentar. Para no ser sus esclavos, hay que conocerlos. A quienes quieran pasar el tiempo controlando al consumidor para darle el libro que pide, les auguro los peores tormentos. Escribir y publicar para los lectores- consumidores es y será una pesadilla. Con los libros, que no obedecen a dictaduras, siempre se corre un albur; pero siempre habrá quien prefiera resistir, apostar. Directora editorial de Uqbar Editores. " Kindle patentiza el final de la civilización de la escritura"Raúl Zurita: Se trata de un fin anunciado. Vivimos en la época de la agonía del lenguaje y el Kindle, más que un adelanto del porvenir de la lectura pareciera ser la confirmación de una nostalgia. Tendida entre las invocaciones de los grandes poemas arcaicos en los cuales palabra y cosa parecieran formar parte de una unidad indisoluble; esos "Cólera, canta oh diosa, la de Aquiles hijo Peleo" de "La Ilíada" o el "¿Dónde estabas tú cuando levanté los cimientos de la tierra y las infinitas estrellas del alba despertaron cantando al unísono?" de Job, y el ruido omnipresente de la publicidad donde ninguna palabra nombra lo que nombra ni ninguna frase dice lo que dice, lo que finaliza es la civilización de la escritura, la más violenta que haya experimentado lo humano, que creó el concepto de persona al mismo tiempo que entregaba a través de la literatura, las señas de su propio fin. Al igual que el ángel de la historia de Benjamin, esa silueta tal vez citada en exceso y que solo puede mirar hacia atrás puesto que el futuro no existe y el progreso no es un avance hacia un porvenir mejor sino un alejamiento del paraíso perdido, la globalización de la red escenifica un regreso. Suspendidos entonces sobre las ruinas de las lenguas que hablamos, los infinitos mensajes, identidades, registros, códigos, intercambiados cada millonésimo de segundo en la red, nos muestran, paradójicamente, los deslindes de un mundo previo a la invención de la escritura, donde tanto la noche estrellada, como el ruido del viento y las voces de los otros, eran percibidos en un horizonte sin tiempo, absoluto, no socavado por la mediación de los significados. En el otro extremo de las tabletas sumerias donde se encontró el primer poema de la humanidad, el "Gilgamesh", la tabletilla del Kindle patentiza el final de la civilización de la escritura al mismo tiempo que nos muestra la única forma de inmortalidad que nos resta; la inmortalidad en el mar del habla. Emergiendo de tanto en tanto como pequeñas olas entre las marejadas de las infinitas conversaciones, monólogos, ruegos, las llamadas grandes obras emergen por un segundo para volver a fundirse en el océano del que proceden y al que vuelven. El Kindle es un compendio de ese mar. La recopilación de nuestros datos, desde los más íntimos a los más avergonzantes, carece de importancia. Poeta, Premio Nacional de Literatura. "¿Por qué no iban a querer saber cómo leemos?"Nona Fernández: No es raro pensar que la intimidad de la lectura también puede ser parte de este gran reality que es la vida moderna. Tienen nuestros datos personales, nuestros movimientos bancarios, nuestras entradas y salidas del país, estudian con detalle nuestros gustos, tienen claro qué compramos, qué desechamos, qué programa televisivo vemos. ¿Por qué no iban a querer saber cómo leemos nuestros libros? Tal cual como van las cosas, no me parece sorprendente, sino más bien el camino lógico en una estructura donde el mercado lo es todo. Sin la descarga de libros, sin el Kindle, sin esta especie de rating , ya gran parte del negocio del libro se centra en entregar lo que el público quiere leer. Lo mismo que en la industria televisiva se estudian con detalle los movimientos de las audiencias para articular los productos que serán bien recibidos por el público, en el negocio del libro se entrega lo que el cliente necesita. Autoayuda, best seller de lectura rápida, etc. En ese marco estrictamente comercial, me parece que éste es un paso más que se suma a un camino que ya se trazó hace demasiado tiempo. Sin embargo, existe un movimiento de libros que se encuentra fuera de ese circuito y que si bien pueden ser monitoreados y estudiados, obedecen a otro lugar de trabajo, un lugar que tiene que ver con la expresión pura y dura. Esa expresión no va a ser nunca desentrañada, porque no se constituye a partir de leyes o recetas, no se genera como un producto. Ese lugar expresivo nunca pierde intimidad incluso si es ventilado y analizado con un bisturí.Hay obras magistrales que por más que se disequen, no pueden ser develadas en sus más oscuros misterios , en sus desbordes, en sus delirios ; no pueden ser imitadas o recalculadas para obtener productos similares, porque no son productos, son sombras, reflejos, voces que provienen de lugares secretos de cada autor. Cuando un escritor expresa su mirada, cuando despliega su voz, su experiencia, su intimidad, su punto de vista en un libro, establece un diálogo con el lector que no será secuestrado por nadie. Ese intercambio alquímico no se puede regular virtualmente. Escritora y guionista, su libro más reciente es "Fuenzalida". "Escribir al gusto del lector no es nuevo"Andrea Viu: El trabajo editorial siempre se ha realizado a ciegas: editores y asesores opinando sobre lo que creen que es buena literatura, que les gustará a los lectores o que les será útil (me refiero a publicaciones de todo tipo, no sólo literarias). Los datos que se obtengan permitirán conocer las preferencias de los lectores, así como las empresas de retail hacen estudios de mercado. Para los amantes de la literatura, el temor obvio es que los editores pidamos a los escritores que hagan lo que los lectores (no lectores) "piden" al subrayar lo que les gusta, saltarse lo que no les gusta, etc. Sería el fin de la literatura. Sin embargo, escribir al gusto del lector no es nada nuevo, y es absurdo demonizar el mundo digital. Usar la respuesta de los lectores -que hoy sólo se mide por la de venta de ejemplares (los best sellers )- es lo que hacen autores "marca", que saben cómo construir un libro de gusto masivo. No creo que muera la literatura de autor; surgirán variantes, pero convivirán. Eso espero, al menos. Directora editorial de Aguilar. "Podría transformarse en una suerte de people meter "Pablo Dittborn: Desde la función editorial, conocer la opinión casi instantánea de los lectores sobre un libro ayudará a dirigir los esfuerzos de márketing y de divulgación de la obra de manera mucho más precisa y focalizada, pero habrá que esperar a tener una muestra medianamente representativa para poder sacar conclusiones válidas. ¿Quién validará esa muestra? También será importante para el departamento de márketing de una editorial saber quiénes la están leyendo, de manera de poder recomendarles otras obras del mismo autor u obras similares. En definitiva, el editor podrá tener información para resolver una infinidad de temas relativos a su propio quehacer. ¿Habrá una segunda edición? ¿Si la hay, se le pedirá al autor introducir cambios para satisfacer a los lectores? Desde la óptica del autor, sin duda que la información que recibirá podrá afectarle positiva o negativamente. Un autor de gran éxito de ventas podría tener un trabajo enorme al procesar una infinidad de información y resolver qué hará con ella. Autores de grandes ventas podrían llegar a recibir 50.000 o 100.000 comentarios sobre su obra, y, naturalmente, no podrán procesarla. También esta información podría transformarse en una suerte de people meter , similar a lo que sucede con las series de televisión, en donde los guionistas van adecuando la trama y la relevancia de los personajes de acuerdo a los números que le va entregando la audiencia. De ser así, la interacción entre el creador y el lector será muy estrecha, pero el autor estará resignando una cuota no menor de su independencia y creatividad. También existe la posibilidad de que el autor simplemente se abstraiga de toda esa información y trabaje de forma totalmente cerrada, al estilo de las lecturas de San Ambrosio como menciona Juan Villoro en su columna (la semana pasada en Revista de Libros). Probablemente el cúmulo de información generada por los lectores y a disposición de todo el mundo permitirá que otros creadores se incorporen con temáticas similares a las de los grandes éxitos sin esperar demasiado. Todos hemos sido testigos de los muchos títulos inspirados en Harry Potter, Código Da Vinci y policiales nórdicos. Demasiados han llegado muy tarde a los mercados cuando esas modas ya han pasado, pero con las herramientas digitales los tiempos se acortarán. Director general de Random House Mondadori.