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¿POR QUÉ ME LEVANTO POR LAS MAÑANAS?

Muchas veces andamos en la vida como una veleta, que se mueve al ritmo
solamente del viento. Hacemos las cosas porque hay que hacerlas. No hay mayor
motivación –y menos reflexión- sobre el porqué de la vida. Los días, meses y años
transcurren en la rutina diaria, con la monotonía de una actividad aburrida. En algún
momento parece que perdimos el hilo de la razón vital, profunda del porqué vivir. Muchos
estudios sicológicos expresan que la mayor enfermedad del alma es la del sin sentido.
Hay muchos hombres y mujeres que se levantan y acuestan como una representación
vacía, sin un norte. Y lo peor es que a veces no nos damos cuenta…

La pregunta por el sentido de la vida, se hace más difícil y compleja cuando nos
acontecen las tragedias humanas a las que estamos alguna vez fatalmente llamados. La
enfermedad, las rupturas con los que amamos, los problemas económicos, la muerte,
son golpes que nos desbaratan la dirección existencial. En este largo vía crucis, hay
dolores que nos ciegan el corazón, y la pregunta surge desde lo más hondo: ¿Para qué
vivir? Se nos acaban las motivaciones. ¿Y ahora qué? Hay muchas personas que
vegetan existencialmente por un gran dolor, y no se les puede juzgar; el dolor ha sido
demasiado intenso. Sonámbulos de la vida. Anestesiados del corazón y del alma.

Hace algunos años, me encontré con un libro de un judío que comentaba sus
penurias al sobrevivir en un campo de concentración, en la época del nazismo. Ese libro
se llama: “El hombre en busca del sentido”. Viktor Frankl era el nombre del autor. Escrito
desde el infierno, propone incluso que ahí la vida tiene una dirección. Para él será
sugerir, que es posible encontrar un sentido al sufrimiento. El era psiquiatra y antes de
llegar a este campo de concentración había pensado una teoría sobre la importancia del
sentido de la vida, trabajando con personas que pensaban suicidarse al comenzar la
guerra y presentían el holocausto que acontecería. Frankl probaría con su vida su
presunción. Pasó el rigor de la realidad. Este siquiatra se haría después bastante famoso,
inaugurando una corriente terapéutica llamada Logoterapia.

¿Cómo encontrar o reencontrar el sentido a la vida? ¿Cómo encontrarlo en


el infierno o los infiernos en los que nos toca sufrir a veces cotidianamente? ¿Por qué
vivir? ¿Por qué me levanto por las mañanas? ¿Qué me motiva a seguir viviendo? Es una
experiencia que cada uno tiene que hacer y descubrir. Sin desear hacer lo que otras
personas hacen (conformismo) o hacer lo que otras personas desean que él haga
(obligación). Es el camino, es la hermosa aventura, que especialmente como hombres y
mujeres de fe, tenemos que hacer siempre. Somos peregrinos que tenemos la brújula de
la fe pero que hay que reorientarla continuamente para encontrar lo que hoy nos da vida.
No, porque seamos creyentes estas preguntas están ya respondidas. ¡Este es el desafío!
En este momento de tu vida trabajemos esta asignatura vital y te invito a leer a Viktor
Frankl.

P. Juan Carlos Bussenius, S.J.

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