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sendero.
Reflexión.
Los Cristianos, una vez que elegimos seguir a Cristo, entramos en una senda de rectitud,
honor, santidad y obediencia, algo que difiere con el mundo en que vivimos.
Por lo general, la gran mayoría de las personas, aceptan vivir en un mundo sin reglas, sin
normas, con leyes adaptadas a nuestras conveniencias, y para algunos, el que no vive de
esa manera, no es normal.
A pesar de todo esto, sobre la faz de la tierra, todavía existen personas que aman la paz,
ver crecer a sus familias sanas y puras, ver crecer sus economías y gozar de los derechos
que nos otorgó el Creador desde que fuimos concebidos.
Por otra parte, existen otros que frustran sus vidas con modos de convivencia hogareña y
social envueltos en una burbuja ilusoria de que aquel es de tal manera y yo no, de que el
otro es pobre y yo rico (y no lo puedo tratar), de que a no se quien le falta un ojo, y mi hija
no se puede casar con un hombre así, y no hacen más con todo esto que reducir sus vidas
a una ilusión para terminar en soledad, encerrados en su mundo egoísta.
Sean buenos seres humanos, y el Dios Altísimo que lo ve todo, les premiará con
Bendiciones en todo.
En su carta a Tito, el Apóstol Pablo, le dice: Capítulo 2: 2 Que los ancianos sean sobrios,
serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.
3 Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del
vino, maestras del bien;
4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,
5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la
palabra de Dios no sea blasfemada.
6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes;
7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando
integridad, seriedad,
8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada
malo que decir de vosotros.
En los versículos del 10 al 15, les exhorta a:
10 no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina
de Dios nuestro Salvador.
11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,
12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en
este siglo sobria, justa y piadosamente,
13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran
Dios y Salvador Jesucristo,
14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para
sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.
Cumpliendo con todo esto, y con los Mandamientos de Dios, tendremos una vida
agradable al Cordero Santo y al Padre celestial, y no habrá nada que tropiece nuestros
caminos. Al final del camino, veremos la anhelada luz para nuestras vidas y familias.