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Francoise Dolto-La causa de los adolescentes.

Capítulo 1: El concepto de
adolescencia: puntos de referencia, puntos de ruptura
La adolescencia es una fase de mutación, una muda de la cual nada se puede decir, y
para los adultos es objeto de un cuestionamiento cargado de angustia o pleno de
indulgencia. El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los
jóvenes reciben de los adultos y según lo que la sociedad les impone como límites de
exploración.
Los padres para el adolescente dejan de ser a sus ojos los valores de referencia, no
prestan atención a sus palabras como lo hacen a la de sus pares. También es
vulnerable a las observaciones despectivas procedentes de otros adultos que tienen el
papel de mandar a los jóvenes. El papel de las personas ajenas a la familia y que
tienen relación con un adolescente, por causa de la escuela o por causa de la vida
social, es muy importante.
La inopia (la debilidad de la adolescencia) quiere decir que si reciben golpes mientras
son vulnerables, aunque las heridas cicatricen no se borrarán. Las personas
secundarias juegan un papel muy importante en la educación de los jóvenes durante
este período, aunque esas personas no estén encargadas de dar esa educación todo lo
que hacen puede favorecer su expansión y la confianza en sí, al igual que el valor para
superar sus impotencias, o al contrario, pueden estimular el desaliento y la depresión.
En este momento de extrema fragilidad, los adolescentes, se defienden contra los
demás mediante la depresión o mediante un estado de negativismo que agrava aún
más esa fragilidad.
La sexualidad podría ser un recurso para ellos
Su vida sexual es a través de la imaginación y de la masturbación. Su vida
imaginaria los sostiene en ese momento en que, por falta de confianza en sí mismos,
se sienten incómodos en la realidad de los adultos.
Por la masturbación descargan nerviosamente y tienen mayor dificultad para afrontar
la realidad, para vencer estas deficiencias, mucho más imaginarias que reales.
(masturbación como remedio de su depresión—trampa). La masturbación es un sostén
a la excitación de las pulsiones que le permitirían superar esta depresión, pero como se
satisface de una manera imaginaria carece de la fuerza para ir a buscar en la realidad,
en otro ser humano, el apoyo, la camaradería o el amor que le sostenga y le ayude a
salir de esa trampa.
En la adolescencia, cuando un joven comienza a tener ideas propias y a mezclarse en
las conversaciones de lo adultos es cuando se le debe dar la palabra y no desalentarlo,
ya que sino esto lo desvalorizaría y quedaría marcado por un a depresión y cree que
no tiene derecho a pensarlo.
En este momento es cuando tendría la necesidad de ser fortalecido. Los
educadores parecen muy indicados aquí para tomar el relevo.
A los educadores les corresponde darle la voz al niño, pidiéndole su opinión, su juicio,
su parecer. Aún a aquellos que no opinan en voz alta se les hace notar que su opinión
cuenta.
¿Los once años son un punto de máxima fragilidad?
Si, de 11 a 13 años se esconden de distintas maneras por vergüenza, o incluso pueden
enmascarar una gran herida.
¿Es la pubertad la cresta de esta travesía crítica?
La época difícil es la preparación de la primera experiencia amorosa. El joven lo desea
y le teme al mismo tiempo porque implica un riesgo. El riesgo del primer amor es
experimentado como la muerte de la infancia. La muerte de una época y este final es
el verdadero peligro, el punto de paso obligado y es un acto irreversible.
En nuestra sociedad no tenemos los ritos de iniciación que antaño marcaban esta
época de ruptura, entonces, los jóvenes de hoy, reducidos a sí mismos, no son
conducidos juntos y solidariamente de una orilla a la otra, y se ven obligados a
conseguir este derecho de paso por sí mismos.
El hecho trascendental que marca la ruptura con el estado de infancia es la
posibilidad de disociar la vida imaginaria de la realidad, el sueño de las
relaciones reales.
A los 11 años se manifiestan los primeros indicios de una sexualidad que se anuncia
con un fuerte componente imaginario antes de que el cuerpo entre en juego. Pero
antes de que el cuerpo siga, los jóvenes se preparen a este acontecimiento fisiológico
con una especie de fiebre psíquica de amor imaginario por modelos como ídolos de
masa. El “relevo” se produce en que héroes e ídolos constituyen sus compañeros en el
juego de papeles donde lo imaginario desplaza a la realidad.
La primer vida imaginaria se inicia a los 3 o 4 años y pone en la mira al entorno
familiar íntimo, para lo demás está en relación con e mundo exterior mediante las
opiniones de los padres, pero, directamente, no le interesa. En una sociedad
relativamente estable la visión que el niño tiene del exterior queda absolutamente
obstruida por su interés por la flia. y por el modo en que la flia. reacciona ante la
sociedad, por los eslóganes del padre. Los niños tienen las mismas opiniones que sus
padres, tienen dificultades para pensar por sí mismos, dificultades que mantendrán
hasta los 11 años.
En su segunda vida imaginaria los temas de interés que encuentra fuera del campo
fliar y que deberían prepararle para la vida real siguen teniendo a los padres como
referencia. El niño de 11 años tiene dificultades para distinguir el sonido de la realidad
de lo imaginario, pero si todo ha ido bien, en su segundo mundo imaginario no
necesitará tomar sus modelos intramuros de la flia., sus modelos serán exteriores, la
flia funcionará como un valor-refugio, pero no siente que desempeñe en ella un papel
y pone su empeño en triunfar socialmente, toda su energía se dirige hacia el grupo de
compañeros de la escuela, etc., y hacia la vida imaginaria que le pueden brindar la tv,
las lecturas o sus invenciones en los juegos. Esto ocurre antes de la pubertad, en un
umbral de lo imaginario en el exterior, más allá de la flia. Cuando llega la adolescencia
este mundo imaginario exterior le hará decir que quiere salir, es atraído por bandas de
jóvenes un tanto mayores que él y pretende integrarse. Y entrará en su adolescencia
saliendo de la flia. y mezclándose con grupos constituidos que, para él, tendrán
momentáneamente un papel de sostén extrafamiliar.
No se puede abandonar los modelos del medio fliar si no se dispone de modelos de
relevo. No son sustitutos, sino relevos para su toma de autonomía de adolescente
confirmada.

Un individuo joven sale de la adolescencia cuando la angustia de sus padres


no le produce ningún efecto inhibidor. Los jóvenes han alcanzado el estado adulto
cuando son capaces de liberarse de la influencia paterna tras alcanzar este nivel de
juicio: “mis padres son como son, no los cambiaría ni trataría de cambiarlos. No me
toman como soy, peor para ellos, los abandono” y no tienen sentido de culpa por
abandonarlos.

Hoy en día el paso a la edad adulta se traduce muy concretamente en


términos de independencia económica.
En términos de independencia económica, de potencialidad creadora y de aprendizaje
que permitan adaptarse, insertarse en un grupo social. Dejar de recibir y de admitir
dinero de los padres no resuelve el problema, si uno lo sigue recibiendo de otro adulto.
Lo que nuestros padres nos han dado lo devolveremos a nuestros hijos, la ayuda
material de un tercero culpabilizarían mucho más.

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