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Liberalismo y Republicanismo en Bolivar PDF
Liberalismo y Republicanismo en Bolivar PDF
ISBN 9800022678
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
INTRODUCCIÓN
13
Carolina Guerrero
14
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
15
Carolina Guerrero
1
MacIntyre: After Virtue, 1984, p.220
2
Ver Burke, 1790 / 1984, p.66-73
16
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
3
MacIntyre, op.cit, p.223
4
Maquiavelo, El Príncipe, 1513/1951, p.55-59
17
Carolina Guerrero
5
De l’Esprit des lois, (1748) 1995, lib.XIX, cap. XIV, p.276-277
6
Ibidem, lib.XIX, cap. XII, p.575
7
Ver Eric Hobsbawm: “Introduction: Inventing traditions”, en: The invention of tradition, 1995,
p.1
8
Ver Burke, 1790 / 1984, p.184-186
18
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
garantía del bien público, dado que (de acuerdo con MacIntyre) una tradición
viva es la que constituye un argumento históricamente extendido y socialmente
acoplado, siendo parte de un argumento sobre los bienes constitutivos de esa
tradición: dada la tradición, la persecución del bien se extiende a través de
generaciones. En ausencia de ella, tal persecución se exime de consistencia. El
problema pareciera residir entonces en la degeneración en el vicio. Ello ocurre
cuando la tradición es extraída sin que exista un sustituto virtuoso apto para
llenar tal vacío. Es decir, Burke no ponderó la posibilidad de que la tradición
subsistente fuese reemplazada por otro tipo de tradición (inventada o
heterónomamente instalada), igualmente capaz de preservar el fin de lo político
(la felicidad de los ciudadanos) y de asegurar la solidez de instituciones
proveedoras de un sentido necesario de certidumbre. En las ideas de Burke, el
tipo ideal de hombre de Estado es el que conserva y reforma, ya que la
herencia proporciona un principio seguro de conservación y transmisión, pero
sin excluir el principio de mejora.
La posibilidad de erigir nuevas tradiciones tiene otros matices en la
idea de Hume de que los buenos modos pueden imponerse o bien a través de
la educación, o bien mediante la reiteración del hábito. Esto, sobre la base de la
creencia de que los hombres poseen una moral capaz de emerger y
desarrollarse a partir de sí misma. Es decir, es debido a esa moral que los
hombres distinguirían la conveniencia de mudar sus propias tradiciones.
Encuentro especialmente clave la conclusión a la cual conduce tal argumento:
las nuevas tradiciones no pueden ser impuestas por otros hombres. Pero para
que esa adopción de tradiciones nuevas sea realizable, los individuos han de
estar dotados de esa extraña condición moral que refiero reiteradamente a lo
largo de este trabajo: la virtud. En esa tónica, la instauración de tradiciones
nuevas no sería una posibilidad indistintamente universal: "El hábito es otro
poderoso medio (además de la educación) de reformar la mente e implantar en
ella buenas disposiciones e inclinaciones (...) Cuando uno está totalmente
convencido de que el modo virtuoso de vida es preferible, si tiene suficiente
resolución para imponer por algún tiempo cierta violencia sobre sí mismo, no
tiene por qué desesperar de su reforma. La desgracia es que esta convicción y
esta resolución nunca tienen lugar, a menos que el hombre sea de antemano
19
Carolina Guerrero
9
Ver Hume: Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales, (1757) 1990, p.253
10
MacIntyre, op.cit, p.221
11
Hobsbawm , op.cit, p.1
12
Ibidem, p.12
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13
Ibidem, p.11
14
MacIntyre, op.cit, p.221
21
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15
Ibidem, p.223
16
De Staël: Réflexions sur la paix intérieure, (1795) 1993, p.56
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Si el discurso político es observable como un acto del habla17, que como tal
supone la ejecución de una acción a través del lenguaje, y a su vez cada
lenguaje político posee tantas historias como usos ha recibido a lo largo del
tiempo y distintas situaciones, entonces es posible abordar el análisis de un
problema de historia intelectual mediante el estudio y comprensión del uso
dado a las palabras, oraciones y expresiones en el momento histórico que nos
preocupa, rebasando el análisis del significado de tales palabras18. Es decir, nos
ocupamos de la forma de decir, de la elocuencia y la retórica de los actos
discursivos. El método se propone solucionar la posible ambigüedad contenida
en el significado de una expresión o discurso, ya que su comprensión demanda
la observación de los distintos usos que hayan sido aplicados a una misma idea.
Como propone Skinner, la metodología adecuada para historiar las ideas
políticas supone la revisión y comprensión del uso de una expresión relevante
hecho por determinado agente, en una ocasión igualmente particular, con una
intención específica de hacer esa declaración y no otra. Escribir la historia de
una idea implicará, en este sentido, escribir la historia de una expresión.
Desde la perspectiva argumental elaborada por Skinner, la atención del
investigador debe orientarse tanto a la identificación de esos usos, como a la
determinación de las intenciones impulsoras de esos actos del habla. Es decir,
si existe una vasta variedad de declaraciones hechas por una variedad de
agentes diferentes con una variedad de intenciones igualmente disímiles, se
hace necesario escribir una historia centrada en los distintos agentes que han
utilizado esa misma idea, en atención a las distintas situaciones e intenciones
17
Los presentes criterios metodológicos los he apoyado en dos trabajos que a mi entender sus
sustantivos en este ámbito. Uno es el de Quentin Skinner, “Meaning and understanding in the
History of Ideas”, en History and theory (1969). El segundo es el de Luis Castro Leiva:
“Retórica, historia y acción lingüística: intenciones y efectos en el arte de historiar discursos”
(1985-1987)
18
Si bien Mark Bevir sugiere que el investigador de un problema de historia intelectual puede
quedar atrapado en un laberinto (en tanto el método puede proveer una herramienta
heurística útil, pero no la garantía lógica de la objetividad para la comprensión del problema),
también admite la posibilidad de historiar las ideas como el estudio de sus significados desde
una perspectiva histórica, por lo que la historia de las ideas puede ser definida como la historia
del significado (1999, p.x,1-2) Asimismo, destaca Bevir que así como las redes de creencias
proveen el marco en el cual los individuos realizan el ejercicio de la razón y adquieren
experiencias, las tradiciones suministran el marco en el que tales individuos terminan
adoptando las redes de creencia en las cuales engranan. (p.313)
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Carolina Guerrero
que han enmarcado dicho uso. Esto nos conduce a asumir que la única historia
susceptible de ser escrita es la historia de las distintas declaraciones o discursos
construidos con tales expresiones.
Respecto al rol del contexto en este procedimiento metodológico, se
fundamenta en lo siguiente: el contexto en el que se produce una expresión,
texto o discurso dado provee un soporte válido para evitar anacronismos en su
interpretación. Parte de esta posibilidad de comprensión adecuada recae en
entender a qué tipo de sociedad se estaban dirigiendo tales escritos o
declaraciones, y más específicamente a qué tipo de sociedad trataban de
persuadir.
Las relaciones entre el discurso y su contexto equivalen a la conexión
bidireccional entre las condiciones causales antecedentes a una acción y sus
resultados. La bidireccionalidad se manifiesta en tanto el contexto histórico-
social ayuda a la conformación y transformación de las ideas, y las ideas a su
vez producen la conformación y transformación del contexto histórico-social.
En cuanto a las intenciones, Skinner y Castro Leiva conceptúan que cada
acción discursiva o cualquier otro tipo de acción ejecutada presupone la
existencia de una intención que la motiva. Por ello se sostiene que solamente el
entendimiento de la intención patente en el hecho simultáneo de ejecutar esa
acción en particular, permite la correcta comprensión de la acción en sí.
En estos términos, el estudio del contexto histórico-social coadyuva en la
reconstrucción comprensiva y la explicación del discurso; no obstante, por sí
solo resulta insuficiente para la comprensión del acto del habla. Por tanto, es
necesario determinar qué se quiso decir con la expresión dada, y qué relaciones
pueden haberse planteado entre locuciones que, aún insertas dentro del mismo
contexto, resultan diferentes entre sí.
La comprensión que surge del análisis del discurso propuesto presupone el
entendimiento tanto de lo que se intentó expresar, como de lo que se intentó
que fuese comprendido. Es decir, presupone entender tanto la intención
inmersa en el discurso a efectos de que éste fuese comprendido de una manera
particular, y la intención de que dicha intención pudiese igualmente ser
comprendida.
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Ver J.L. Austin: How to do things with words. (1962)
25
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Skinner coloca como ejemplo de este anacronismo a algunos detractores de Platón, que
critican la ausencia en La República de una discusión en torno a la influencia política de la
opinión pública
21
Ver José María Hernández Losada: “Lenguaje, política e historia” (1992) Mimeo.
26
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CAPÍTULO 1
La condición ciudadana en la construcción de la república
22
En este sentido, como demostraré más adelante, refiero más a la idea que tienen los
modernos (especialmente Bolívar) sobre el mundo clásico, que a la idea exactamente
configurada entre los antiguos, ya que la Roma clásica, por ejemplo, expone una distinción
específica al respecto, como veremos en este capítulo.
23
La idea de frugalidad remite al rasgo de sobriedad y severidad que el republicanismo clásico
prescribía como usos y costumbres propias de un ciudadano, lo cual además definía el carácter
del individuo virtuoso. En ese sentido, los miembros de la asociación política, al ser virtuosos,
permitían la constitución de una república frugal. Según Montesquieu, en ausencia de virtud
desaparece el amor por la patria y la frugalidad es sustituida por la ambición y la avaricia, a la
vez que los individuos quieren ser libres en contra de las leyes. Siendo la frugalidad propia de
las repúblicas clásicas (las repúblicas de la antigüedad), la fuerza que mantenía la república era
la virtud de los ciudadanos. En la república moderna, tras desplazarse el objeto de devoción
del ciudadano, las especulaciones individuales se centran en intereses opuestos al valor de la
frugalidad: expansión comercial, riquezas, lujo. (ver Montesquieu, 1748 / 1995, lib.III, cap.III,
p.115-119) En el congreso constituyente de 1821, el diputado Baños, bajo la idea de que una
república naciente como la de Colombia ha de ser frugal, propone la extinción de todo género
de lujo, en tanto “el lujo era una de las primeras causas que habían conducido a las naciones
mejor establecidas a su ruina”, a lo cual el diputado Domingo Briceño, en perspectiva
moderna, opinó que el lujo da cierto brillo a las costumbres, produce nuevos placeres, fomenta
la industria, y era de esperar que sacase “a nuestros pueblos de la indolencia en que yacían”
(Congreso de Cúcuta. Libro de Actas. 1923, p.400)
24
Por patetismo patriótico entiendo la única pasión necesaria (no peligrosa) que debe albergar,
según el republicanismo clásico, el corazón de un ciudadano virtuoso: el amor por la patria.
Sobre el patetismo necesario en un ciudadano republicano y referencias acerca de las pasiones
27
Carolina Guerrero
peligrosas, “pasiones todas injustas”, ver Castro Leiva: “El pan que piensa”, en Insinuaciones
deshonestas, 1994, p.241ss
25
Ello supone la idea de que la república no es indiferente al tipo de elementos que la
constituye. Por tanto, la condición mediante la cual estén investidos sus miembros –individuos
con la aspiración de participar en esa asociación política a través de su condición ciudadana–
es determinante de la condición o cualidad que ha de adquirir dicha república. Por tanto, si la
república para ser tal ha de ser libre, es necesario que igualmente sus miembros lo sean, y en
ello reside la exigencia de esa ciudadanía. El argumento sobre la libertad de los miembros
como condición de la libertad de la república la desglosaremos en el último capítulo de este
trabajo. De momento, anticipo que este principio es perceptible en la tradición republicana que
se despliega en la república romana y se extiende hasta el pensamiento político configurado en
el humanismo cívico. Sobre este tema ver especialmente Maquiavelo: Discursos sobre la
primera década de Tito Livio. 1513-1520 / 1973, Libro III, cap. 28 y 31. De esta obra y sobre
este mismo tema encuentro particularmente clave la argumentación que desarrolla Maquiavelo
en el Libro I, cap.168, sobre el cual me detendré más adelante.
26
La distinción entre una concepción clásica y una moderna en torno a la condición ciudadana
se vincula, a mi juicio, con el modo de pensar esa suscripción del individuo al todo: en una
perspectiva se prescribe cierta disolución del sujeto en la esfera de lo general y de lo público;
en otra, se reconoce la necesidad de la existencia de la individualidad, en cuyo caso la
configuración de ese todo no supone la erección de la unicidad uniforme, indivisible y
homogénea, sino una sumatoria de partes diferenciables. Sobre la primera perspectiva, ver:
Rousseau: Du contrat social, Libro I, cap.VI. Sobre la segunda, ver Constant: Réflexions sur les
Constitutions et les Garanties, Additions et Notes, Nota A
27
Nuevamente, en ello incidirá la forma de concebir la correlación entre bien común e interés
particular. En perspectiva republicana, aquel deberá superponerse a éste, mientras que en
perspectiva moderna se revierte dicha disposición. Sobre lo primero, ver, por ejemplo, Pettit,
1999:259. Sobre lo segundo, ver Berlin, 1988:174-194
28
Sobre la resonancia de la tradición republicana clásica y su reconfiguración a lo largo del
humanismo cívico, ver Pocock: The Machiavellian moment y Baron: The crisis of the Early
Italian Renaissance. También García-Pelayo: Del mito y de la razón en la historia del
pensamiento político.
28
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
29
Esta perspectiva derivará en una fuerte argumentación sobre la viabilidad real de crear una
república virtuosa con base en dicha idea de conveniencia. Roscio la explaya en su obra El
triunfo de la libertad sobre el despotismo (cap. V) al utilizar la figura retórica de la metáfora,
con la cual establece la analogía entre la república y la formación de sociedades mercantiles en
las que igualmente hay un aporte inicial de los socios en búsqueda de una utilidad.
30
La relevancia del tema para el debate sobre republicanismo y liberalismo en los inicios
republicanos de la América Hispánica y en especial Venezuela y la unión colombiana ha sido
sustantivamente destacada por Castro Leiva en, por ejemplo, “The dictatorship of virtue or
opulence of commerce” (mimeo)
31
Empleo el término “negocios” o negotium en el sentido clásico, para referir los asuntos
públicos, los asuntos de la res publica.
32
Señala Berkowitz: “The primary sense of virtue (arete) in ancient Greek was that of a
functional excellence. (…) The virtue of a human being, Aristotle thought, consisted in a
certain activity of the soul in accordance with reason (…) Every regime depends upon citizens
endowed with a specific set of virtues that are relative to the regime’s particular needs and
goals. (…) from Aristotle’s perspective, however the question of human perfection is decided,
no regime can long survive unless qualities of mind and character that supports its specific
principles and purposes and counteract its unwise tendencies are deliberately cultivated and
regularly exercised. (1959 / 1999, p.7-12)
29
Carolina Guerrero
33
Ver Smith: The theory of moral sentiments y An inquiry into the nature and causes of the
wealth of nations, obras que a su vez tienen resonancia en las ideas expuestas por Constant
en, por ejemplo, “De l’inviolabilité des propriétés” en Principes de Politique (1814/1818)
30
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
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Baso esta propuesta en el criterio de que el esclarecimiento de un problema histórico que
finalmente se revela en la tensión entre dos formas de pensar la libertad, requiere, en lo
concerniente a la virtud, de la comprensión histórica de la idea sobre este concepto abstracto,
lo cual tiene al menos dos vertientes: cuál es el uso que se da a la locución, y cuáles las
tradiciones intelectuales de las que es históricamente heredera. Esta primera aproximación es
pertinente, en esencia, por la relevancia particular del punto, en tanto el problema sobre la
virtud se piensa como la piedra angular para la viabilidad del proyecto republicano (al menos
en el sentido que adquirió en la Colombia de 1819 a 1830), como expondremos más adelante.
35
De acuerdo con el Diccionario de Autoridades (1737), para la época se manejan al menos 22
acepciones sobre la locución virtud. A efectos de este trabajo, hemos querido desglosar el
análisis a partir de la aproximación a las convenciones ligüísticas que hemos referido, con base
en el examen de las nociones de virtud expresivas en el Diccionario de Autoridades, como
fuente valiosa y punto de arranque para establecer la vinculación de dicha locución con los
hábitos del habla de aquellas comunidades hispánica e hispanoamericana.
31
Carolina Guerrero
A la vez, percibo que estas formas de entender la virtud (como hábito dado
por la naturaleza o inculcado de modo artificial) se encadenan justamente con
el problema planteado por los padres fundadores de las repúblicas
hispanoamericanas sobre qué hacer, cómo hacer virtuosos a los hombres.
Obviamente no es un problema trivial. Ambos significados (virtud dada de
modo natural o virtud instalada de modo artificial) no existen simplemente de
manera paralela, sino en oposición y tensión constante: en la forma en que son
definidos, se excluyen mutuamente. El dilema que quiero revelar es la
coexistencia de sentidos opuestos pero a la vez simultáneos en las
convenciones lingüísticas del momento –y, por tanto, en la construcción
intelectual– para referir la virtud.
32
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36
Advierto que a lo largo de este trabajo respeto y preservo la ortografía de los documentos
originales.
37
Como también refleja el Diccionario de Autoridades.
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que la virtud existe no sólo como una característica de ese recto modo de
proceder según la recta razón, sino que además describe que la virtud no es
una facultad ordinaria entre los hombres, sino que por el contrario es
especial38, lo cual haría a la virtud algo no común entre los individuos. Además
de ello, quiero hacer notar que, en las acepciones estudiadas, la virtud siempre
está atada al “buen obrar”; es decir, no ha de existir simplemente como un
potencial de los individuos, sino que necesariamente ha de incidir en la
realización de acciones (rectas) que, además, inexorablemente han de ser
eficaces, y a mi juicio ello significa que han de producir una utilidad. Y si se
quiere que la mayoría de los hombres produzcan acciones que generen algún
tipo de utilidad, entonces es preciso que estén permeados de esa extraña
facultad, nada común, que los lleva a actuar de esa especial manera generadora
de especiales y eficaces efectos.
Para sumarizar, tanto en la virtud dada por naturaleza como en la artificial, y,
en el caso de esta última, en la revelada a través del hábito involuntario o
mediante la racionalidad de la voluntad, se esboza que ser virtuoso es, primero,
una condición muy poco común, aparentemente especial en los hombres;
segundo, una condición atada a la ejecución de determinadas y especiales
acciones, lo que la lleva más allá de lo descriptivo para traducirla en una
característica que está presente sólo si conduce a la acción (que ha de
corresponderse con ese “buen obrar”, y que además supone la presencia del
deber de actuar); tercero, las acciones que emergen de la virtud del individuo
que las ejecuta no han de ser solamente buenas, sino además han de ser
eficaces y producir una utilidad.
Tales premisas son encadenables al problema que va a enfrentar el proyecto
político de Bolívar, del cual ha de derivar la demanda de hacer a los hombres
virtuosos, de manera de hacer viable la república: si la virtud está dada por
medios artificiales o por la naturaleza, será o no posible, respectivamente,
realizar un proyecto de “construir” y “fundar” a los ciudadanos con base en la
virtud. Pero, por otra parte, en uno u otro caso, el ser virtuoso está concebido
como el deber de producir una utilidad, “acciones eficaces”, como sugiere el
hábito del habla del momento, por lo que encontramos al menos esa conexión
38
De ser así, se dificultaría la premisa de establecer un proyecto político con base en la
necesidad de la disposición común de una cualidad poco común.
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39
Sobre este punto, ver Skinner (1990a): “Machiavelli´s Discorsi and the pre-humanist origins
of republican ideas”, en: Bock, Skinner, Viroli (eds): Machiavelli and republicanism, 1990
40
Skinner, 1990a, p.130. “La concordia y la unidad son la causa de todo aquello que permita
avanzar y crecer hacia la grandeza”
37
Carolina Guerrero
Simultáneamente, il vivere politico está vinculado con la idea de vivir bajo las
leyes y buenas instituciones, por lo que esta concepción pareciera introducir
cierto espacio para el despliegue de lo privado42, a diferencia del vivere libero,
donde lo privado queda eclipsado de manera absoluta ante ese ideal del bien
común. En la perspectiva del vivere politico la idea de grandezza no es
necesariamente el centro de la vida de la ciudad y de sus miembros, sino más
bien aquella idea de concordia desplegada en la noción de vivere libero43, con la
distinción de que introduce su vinculación con el diseño institucional de la
ciudad, en adición a la (persistente) demanda sobre la constitución moral de
sus ciudadanos. Es decir, la construcción ética de los miembros de la ciudad
sigue siendo un foco neurálgico en il vivere politico, pero no el único: se
estructura la idea de que il vivere politico se materializa a través de una sociedad
civil instituida y preservada para el derecho e interés común44, de manera que
se establece la analogía entre politicus y civitas45 como práctica de la vida en
comunidad, esta última concebida, a su vez, como la congregación verificada
41
Por patético y patetismo voy a referir la práctica de las pasiones.
42
En efecto, la Roma clásica tiene noción de lo privado, según se desprende de la siguiente
definición de libertad que despliega el Digesto: “La libertad es una facultad natural de hacer
aquello que á cada uno le agrada, si no es que le esté prohibido por alguna ley, ó se lo impida
la violencia” (Florentino, libro IX de las Instituciones, en: El Digesto del Emperador Justiniano,
ed.1872, libro I, tit.V “Del estado de los hombres”, p.45)
43
La distinción es muy sutil: mientras el vivere libero impone la búsqueda de la grandeza de la
ciudad, el vivere politico centra su foco en esa posibilidad de vivir bajo la ley y la
institucionalidad, todo lo cual ha de producir la grandeza, siendo ésta consecuencia de esa
forma política de vivir, pero no directamente el resultado de su búsqueda previamente definida
en el ámbito de lo público.
44
Ver Viroli (1990): “Machiavelli and the republican idea of politics”, en: Bock, Skinner, Viroli,
op.cit
45
Ello de acuerdo con el lenguaje de la temprana Europa moderna del siglo XIII. Ver Viroli
1990, además de Pocock, 1975, y Baron 1966.
38
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
entre los hombres para vivir en justicia bajo el imperio de la ley común. Il vivere
politico refiere la autoridad limitada por las leyes, y su opuesto es la idea sobre
legibus soluta del gobierno que es tiránico porque es ejercido en atención a la
voluntad de uno o unos, sin limitación. Pero además de la exigencia que
plantea il vivere politico con relación a la forma como se conducen los
magistrados, también impone determinada prescripción a los hombres, en
tanto se concibe que los hombres virtuosos son necesarios para el buen orden
político, y, en consecuencia, para la estabilidad y prosperidad de la ciudad46: se
precisa virtud para que el vivir bajo leyes y buenas instituciones produzca el
efecto deseado de asegurar el vivir libre y además procurar la grandeza cívica.
De ese modo, también il vivere politico exige la disposición de los ciudadanos a
priorizar el interés de la ciudad por encima de su interés particular; requiriendo
hábitos de virtud cívica tanto en los magistrados como en los ciudadanos
ordinarios. Debido a la identificación sobre la necesidad de coexistencia entre
virtud, leyes e instituciones para el buen orden político, se genera la idea sobre
la vinculación ética y política entre tales factores. La elaboración que realiza la
tradición republicana al respecto se sintetiza en la concepción de que la
justicia47 y las leyes moderan las pasiones48 y permiten al hombre vivir en
seguridad y gozar de la buena vida49.
46
Viroli, 1990, p.155
47
Pensada como el establecimiento de las leyes que han de regir y proteger a todos los
miembros de ese orden político por igual.
48
Ello en atención a la necesidad de que el sentimiento prevaleciente entre los hombres sea el
amor por el bien común, el cual ha de conducir todas las acciones, pensamientos, emotividad
de esos hombres dentro de la ciudad. Si ello es así, se suponen no sólo como innecesarias sino
como contrarias al orden político que se busca establecer y conservar aquellas pasiones
distintas al prescrito amor por el bien común. Por tanto, la moderación de las pasiones
implicará la posibilidad de permitir emerger aquella única pasión necesaria para la forma
política de vida, y el conveniente adormecimiento de las pasiones restantes catalogables como
no políticas o no cónsonas con esa forma política de vida. Sobre el tema, ver especialmente
Castro Leiva 1984 y Castro Leiva 1997.
49
Empleo la expresión sobre la buena vida en los términos enunciados por Aristóteles en su
Ética Nicomaquea, donde vincula la idea de lo bello con la idea de lo bueno, todo lo cual reside
en aquellas acciones conforme a la virtud que en sí mismas son deleitosas. (VIII del lib.I)
39
Carolina Guerrero
Finalmente, il vivere civile se despliega sobre la idea de igualdad cívica, que pasa a
configurarse como uno de los valores sustantivos del pensamiento republicano.
No obstante, este vivere civile prescribe únicamente una idea de igualdad en
términos políticos y cívicos; es decir, es una igualdad sólo ante la ley y los
derechos cívicos, de modo que en la tradición republicana no está impuesta la
necesidad de homogeneizar a los individuos en un ámbito que rebase los
límites del tipo de institucionalidad y constitucionalidad jurídica y política por
la que habrán de estar reguladas sus acciones en ese ámbito público. Es decir, il
vivere civile preconcibe la necesidad de espacios para la armónica diversidad en la
sociedad política; esta última será armónica en tanto sea posible crear la
concordia de la diversidad, y ello es lo que origina la idea en torno a la ciudad
bien ordenada o república bien ordenada50. La unidad de la ciudad será, en esa
concepción, una derivación del reconocimiento de la igualdad de los
ciudadanos virtuosos, necesarios para la estabilidad y prosperidad de la ciudad
y el buen orden político. Il vivere civile supone la preeminencia del interés común
y la anulación de intereses facciosos o particulares51, que amenazan con anular
el alcance de los bienes políticos al particularizar el sentido que ha de tener la
existencia misma de la ciudad. Y para que pueda coexistir la diversidad
armónica y los distintos órdenes de ciudadanos (ya que si la igualdad a la que se
aspira es la igualdad ante la ley, se entiende que en el resto de los ámbitos
habrán de persistir las diferencias y desigualdades entre los hombres, dando
lugar a la presencia de esos distintos órdenes de ciudadanos), es preciso
instituir cierta civilidad, entendida como hábitos de sociabilidad y urbanidad
que, unidos a la virtud cívica, permitan el despliegue de una disciplina civilista
que dé origen a esa concordia de la diversidad52. Sobre el tema, Pocock señala
que en el pensamiento republicano la naturaleza del homo o animale politicum ha
sido constituida de manera tal que sólo es completada en la práctica de una vita
50
Ver Viroli, 1990, p.151
51
Viroli lo explica en estos términos: “In order to preserve a true vivere civile it is not enough
to have the true rule of laws in the formal sense. The content of laws and institutions must
also embody the common interest of the city, and not factional interests” (op.cit. p.151)
52
Apelamos nuevamente a Viroli, autor que expone el punto del siguiente modo: “Only civilist
disciplina can manage to institute in citizens habits of friendship and civic virtue that can
guarantee a lasting concord among different orders of citizens” (idem. p.151). Para Pocock
(1985, p.39), “the affirmation of classical republicanism (...) entails the affirmation that homo
is naturally a citizen and most fully himself when living in a vivere civile”.
40
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
activa dentro del vivere civile, de lo cual deriva una idea determinada de libertad
como ausencia de restricciones para la práctica de esa forma cívica de vida.53
53
Ver Pocock, 1985, p.40-41
54
Ver Diccionario de Autoridades. Madrid, (1737) 1963.
55
En 1825 se reimprime en Caracas, en la imprenta de Tomás Antero y por parte de “unos
sectarios de la religion natural”, un panfleto originalmente publicado en Lisboa “por un Idölatra
de la Libertad”, titulado Igiene moral o arte de preservar el espiritu de los males que produce
el fanatismo, el cual expone la siguiente idea de civilidad en su vinculación con la política: “El
fin de la politica es defender y amparar con una fuerza comun la persona y bienes de cada
individuo (...) Las relaciones del hombre con sus semejantes son el fundamento de la politica”
(p.11)
56
Ver Mommsen, 1893, p.42-44. Según Mommsen, en la organización romana la civitas
establecía la división entre dos clases de gentes: ciudadanos y no ciudadanos. Esa ciudadanía
llegó a configurarse en una ampliación de la comunidad gentilicia, a la que se había añadido
41
Carolina Guerrero
42
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
59
Esto plantea otra distinción: si lo común corresponde a la res publica como cosa pública, ello
no será análogo a aquello que pueda ser referido con la expresión “de todos”. En este sentido,
el interés de todos es identificable con la idea de interés general, y da cuenta de cierto interés
que es compartido por determinada sumatoria de individualidades. En cambio la idea de
interés común (más aún, de bien común) no puede utilizar como referente a ninguna
individualidad, ni siquiera si se trata de todas las que integran la sociedad política, porque ese
interés común estará remitido a una persona moral (la república) que es suprema a cualquier
otra forma de existencia que pueda desplegarse en esa sociedad política. Las individualidades
forman parte de ella cuando reconocen tal condición y pueden ser plenadas del patetismo
cívico que representa el amor por el bien común o amor por esa república; en ese punto dejan
de ser individualidades para transformarse en los activos miembros de esa sociedad política a
la cual consagran su propia existencia. Por tanto, lo común hará referencia a esa supremacía
moral encarnada en la idea de república, mientras que la idea sobre lo general se mantendrá
en el ámbito de lo individual o compartido por una sumatoria de individualidades, siendo, en
estricta concepción republicana clásica, opuesto a ese interés común que ha de prevalecer.
Para complicar aún más el manejo del lenguaje republicano, no siempre lo general
corresponde a aquello que pertenece a todos, y ello es particularmente patente en la idea de
voluntad general: específicamente en el lenguaje del neorrepublicanismo del siglo XVIII, la
voluntad general se corresponde con el bien común, mientras que la voluntad de todos se
circunscribe al ámbito de lo que acabamos de definir como interés general o de todos.
Rousseau lo expresa del siguiente modo: “Il y a souvent bien de la différence entre la volonté
de tous et la volonté générale; celle-ci ne regarde qu’à l’intérêt commun, l’autre regarde à
l’intérêt privé, et n’est qu’une somme de volontés particulieres: mais ôtez de ces mêmes
volontés les plus et les moins qui s’entre-détruisent, reste pour somme des différences la
volonté générale. (Du contract social, libro II, cap.III, p.193)
43
Carolina Guerrero
60
En una carta a Arboleda (15-6-1823), expresa Bolívar sobre la necesidad del Poder Moral:
“La religión ha perdido mucho su imperio, y quizá no lo recobrará en mucho tiempo, porque las
costumbres están en oposición con las doctrinas sagradas. De suerte que si un nuevo sistema
de penas y castigos, de culpas y delitos, no se establece en la sociedad para mejorar nuestra
moral, probablemente marcharemos al galope hacia la disolución universal” (en: Salvador de
Madariaga: Bolívar, ed.1951, v.I, p.173)
44
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
61
Mortimer Sellers: Diccionario Filosófico
62
Ello no anula otras formas de pensar la república en la América Anglosajona, en las cuales el
despliegue del individualismo es más evidente que el reflejado por esta definición. El punto de
convergencia entre perspectivas angloamericanas más individualistas o más republicanistas
estaría en la idea de que la república es el (supremo) interés común a todos los individuos,
porque de ella derivan las posibilidades para la realización del interés que se quiera perfilar: el
del individuo por encima de los intereses de la comunidad o viceversa.
45
Carolina Guerrero
63
Fontana, 1991. p.49
64
Ello se conecta con la idea desplegada por Pettit sobre la república como ese orden político
en el cual es posible la realización de la libertad entendida como ausencia de dominación
arbitraria, lo cual establece una inexorable condición para sus miembros en calidad de
propietarios de dicha república: “The price of liberty is eternal vigilance” (1999, p.6)
65
La idea de la comisión del poder en manos de representantes designados por representados
que nunca abdican a la detención del poder político es explicada por Skinner con base en la
tradición republicana del renacimiento italiano: “If a city is to have any prospects of attaining
its highest goals, it is indispensable that its administration should remain in the hands of
elected officials whose conduct can in turn be regulated by the people and their established
customs and laws” (2002, p.19)
66
La aproximación a la locución aportada por Pierre Nora da cuenta de la vinculación entre la
existencia de la república y la necesidad de que su miembro –el ciudadano– esté vinculado a
ella afectiva, ética y patéticamente, por lo cual el sentido de la existencia de dicho ciudadano
estará ligado a la ejecución de acciones para el bien de esa república, el cual, a su vez, estará
encarnado en la defensa y aseguramiento de la preservación de la misma: “D’un côté, le mot
(république) renvoie à la patrie menacée et à la croisade de la liberté, c’est la République qui
toujours ‘nous appelle’ (...)”.También Nora señala la ambigüedad de la locución, para referir
que también por república se concibe una forma política no realizada, erecta sobre principios
políticos abstractos en búsqueda de concretarse a sí mismos, y cuya aproximación más cercana
probablemente se haya obtenido en la historia a través de las garantías políticas que emanan
de la forma monárquica constitucional para la realización de la libertad y derechos del
individuo: “De l’autre, un mot neutre, la res publica, un régime éternellement à la recherche de
lui-même, puisqu’il peut être associé aussi bien à la monarchie constitutionnelle –celle de
Juillet se présentait comme ‘la meilleure des Républiques’– qu’à la Terreur et au coup d’Etat, et
même au césarisme (...)” (en Furet y Ozouf, 1992, p.391)
46
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
67
Castro Leiva, 1997, p.43
68
El elemento teleológico da cuenta de la especificidad en la concepción hispanoamericana
sobre la república, en tanto de manera particular frente a las realidades angloamericana y
francesa la república en la América Hispánica es, en ese momento, fundamentalmente una
aspiración, no una realidad presente, y por tanto su concepción intelectual se vincula con una
proyección eminentemente futura. Por ello Castro Leiva refiere no sólo un sistema de
creencias, sino también de deseos morales y políticos (de configurar lo que aún no se es)
69
En vinculación con la tradición clásica del republicanismo, por carácter se entienden aquellas
disposiciones morales del individuo que lo llevan a conducirse de determinada manera y no
otra, a fin de llevar un modo particular de vida. (Sobre el tema, ver MacIntyre, 1984, p.38ss)
47
Carolina Guerrero
70
“La forma en que es convocado el constituyente de Angostura y la fuente de la cual emanan
las ideas que fundan el debate político en torno a la elaboración de una constitución para la
república que se pretende crear, corresponden al proyecto político impulsado por la voluntad
de uno, que encontraba su propia justificación en la idea sobre la cualidad y el deber de la
razón ilustrada para interpretar en qué consiste el bien común que ha de dirigir las opiniones,
pasiones y acciones de una voluntad general eventualmente impedida de descifrar su propio
interés y fin supremo” (Guerrero: “Los constituyentes de la unión colombiana: una creación
limitada y menguante”, 2003, mimeo)
71
La idea de Bolívar sobre la sociedad a la cual quiere darle la república conduce a caracterizar
a sus miembros en un estado más o menos cercano a la barbarie o, en todo caso, al de
ausencia total de civismo. Ante el constituyente de Angostura describe el estado moral de los
individuos de la república como inmerso en el “triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del
vicio”, sin haber podido adquirir “ni saber, ni poder, ni virtud”; refiere la credulidad y la
inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil (Bolívar:
Discurso ante el congreso constituyente de Angostura, 1819 / 1988, p.212); observa que “la
diversidad de origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto infinitamente delicado para
manejar esta sociedad heterogénea, cuyo complicado artificio se disloca, se divide, se disuelve
con la más ligera alteración” (p.218); “debemos confesarlo: los más de los hombres
desconocen sus verdaderos intereses, y constantemente procuran asaltarlos en las manos de
sus depositarios: el individuo pugna contra la masa y la masa contra la autoridad” (p.222), y
advierte al congreso: “Tenéis que construir a hombres pervertidos por las ilusiones del error, y
por incentivos nocivos” (p.213) Posteriormente reiterará: “A pesar de que Sucre y Salom son
los dos mejores hombres del mundo, no dejan de tener enemigos en Quito, porque estos
indios son más malos que todos los demás, y los blancos peores que los caraqueños, lo que no
es poco decir” (Carta de Bolívar a Santander, Guayaquil, 30-5-1823, en: Carrera Damas, 1992,
v.I, p.246); “(...) los quiteños son los peores colombianos (...) se necesita un rigor triple que el
que se emplearía en otra parte. Los venezolanos son unos santos en comparación de esos
malvados. Los quiteños y los peruanos son la misma cosa: viciosos hasta la infamia y bajos
hasta el extremo. Los blancos tienen el carácter de los indios, y los indios son todos
truchimanes, todos ladrones, todos embusteros, todos falsos, sin ningún principio de moral que
los guíe. Los guayaquileños son mil veces mejores (...)” (Carta de Bolívar a Santander,
Pativilca, 7-1-1824, en: op.cit, p.259); “Caracas está inhabitable por las tentativas y amenazas
de la pardocracia” (Carta de Bolívar a Santander, Cuzco, 28-6-1825, en: ibid, p.348)
48
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
72
Rousseau establece que la voluntad se genera al constituir el pacto social, tras la total
enajenación de cada asociado (con toda su libertad y derechos) a favor del común que crea un
cuerpo moral y colectivo cuya suprema dirección es la voluntad general. Como miembro de
dicho pacto social, el individuo deja de expresar (de hecho, deja de poseer) una voluntad
particular, ya que el pacto encierra la obligación tácita de seguir, de hacer propia la voluntad
general. (1762 / 1964, lib.I, cap.VI-VII, p.182-186)
73
Sobre este problema, Castro Leiva explica, en su La Gran Colombia, una ilusión ilustrada,
que “toda voluntad particular puede pretender, con o sin fundamento, representar una –
siempre la última– voluntad general” (1984, p.26-27)
74
De acuerdo con la percepción de Bolívar sobre la “sociedad”, se ilustra una heterogénea,
compleja y crítica agregación de individuos que difícilmente puede constituirse en sociedad
política. De hacerlo, sus posibilidades de desintegración son máximas, lo cual acarrearía, según
las preocupaciones manifiestas por el Libertador, la disolución de la república. Expone el prócer
ante el constituyente de Angostura: “La diversidad de origen requiere un pulso infinitamente
firme, un tacto infinitamente delicado para manejar esta sociedad heterogénea, cuyo
complicado artificio se disloca, se divide, se disuelve con la más ligera alteración” (Bolívar:
...Angostura, 1819 / 1988, p.218). Sobre el carácter mixto de la sociedad, Soriano de García-
Pelayo establece lo siguiente: “(...) aquella sociedad tendía a estratificarse (...) con criterios en
los que estuvieron simultánea y discrónicamente presentes rasgos castoides (color de la piel),
clasistas (signos de riqueza) y esclavistas (cosificación de los hombres), pero sobre todo
estamentales (...), en razón de la importancia que en los esquemas españoles que
configuraban formalmente aquella realidad se daba al status jurídico. En todo caso, la vigencia
simultánea –coexistencia de niveles temporo-culturales diversos– de rasgos de tan distinto
origen y factura daba a esta sociedad su peculiar carácter mixto, y revelaba la complejidad
resultante de la curiosa imbricación y jerarquización de etnias, culturas y concepciones del
mundo, de la vida y de la relación humana” (1997, p.174-175) A partir de este carácter mixto
49
Carolina Guerrero
de las sociedades americanas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, y los distintos
grados de resistencia y de recepción que tal mixtura ofrecía a las ideas republicanas y liberales,
Soriano de García-Pelayo desarrolló la teoría del desarrollo discrónico, que encuentro necesaria
para la aproximación e intento de comprensión del problema. La autora subraya “el afán por
especificar el significado y las razones del ‘carácter discrónico’ de las sociedades americanas de
fines del siglo XVIII y del XIX, tipificado en la coexistencia de distintos niveles témporo-
culturales en un mismo tiempo histórico, en gran parte debido a la transculturación que era su
punto de partida, a la incidencia constante de factores externos de toda índole y a la lógica
histórica que esas situaciones por sí mismas generaban” (1996, p.132). Quiero destacar el
problema de la mixtura para la posibilidad de la construcción cívica. Bolívar hace el siguiente
señalamiento en una carta que dirige al general Antonio Nariño desde Barinas, el 21-4-1821:
“Hay muchas consideraciones que guardar en este caos asombroso de patriotas, godos,
egoístas, blancos, pardos, venezolanos, cundinamarqueses, federalistas, centralistas,
republicanos, aristócratas, buenos y malos, y toda la caterva de jerarquías en que se
subdividen tan diferentes bandos; de suerte que, amigo, yo he tenido muchas veces que ser
injusto por política, y no he podido ser justo impunemente” (en Carrera Damas, 1992, v.I,
p.187)
75
El término patético y patetismo lo empleo en su vinculación con la generación y despliegue
de las pasiones.
76
Carta de Bolívar a Santander, Rosario, 30-5-1820, en Cartas, 1988, v.2
50
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
77
La idea la desarrolla Locke en su Segundo ensayo: sobre el gobierno civil: “Pero aunque este
(la naturaleza) sea estado de libertad, no lo es de licencia. Por bien que el hombre goce en él
de libertad irrefrenable para disponer de su persona o sus posesiones, no es libre de destruirse
a sí mismo, ni siquiera a criatura alguna en su poder (...) Tiene el estado de naturaleza ley
natural que lo gobierne y a cada cual obligue; y la razón, que es dicha ley, enseña a toda la
humanidad, con sólo que ésta quiera consultarla, que siendo todos iguales e independientes,
nadie deberá dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones (...)” (1690 / 1941, p.4)
51
Carolina Guerrero
78
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.212
52
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
79
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.213
80
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.213
53
Carolina Guerrero
En ese sentido, son identificables tres órdenes de cosas que han de ser
exhibidas por los futuros miembros de la república para hacer posible el orden
político republicano que se aspira establecer: el mayor grado de sofisticación
ética y política corresponde a la virtud, concebida como la rigurosa entrega
ética y sentimental del individuo (ya ciudadano) a su república; en un grado
menos extraordinario estaría la recta razón, que al menos dotaría al individuo
de la capacidad para diferenciar entre libertad y licencia85; finalmente, el grado
81
La construcción de la ciudadanía necesaria para la república pasa, en una primera fase, por
la necesidad de construir la civilidad, cuya noción gravita en torno a la posibilidad de hacer que
los individuos, al menos, sean “gente decente”, portadores de buenas maneras que le
permitan la interacción con el otro. Refiere Simón Rodríguez en una carta que escribe a Bolívar
en 1827: “Al verme recoger niños pobres, unos piensan que mi intención es hacerme llevar al
cielo por los huérfanos... y otros, que conspiro a desmoralizarlos para que me acompañen al
infierno. Sólo usted sabe, porque lo ve como yo, que para hacer repúblicas es menester gente
nueva, y que de la que se llama decente lo que más se puede conseguir es que no ofenda” (en
Gil Fortoul, 1964, p.317)
82
Considero esta frase (y reflexión) de Bolívar eco de la siguiente expresada por Maquiavelo:
“Un popolo corrotto, venuto in libertà, si può con difficultà grandissima mantener libero” (en
1513-1520 / 1973: libro I, cap.XVII, p.195)
83
Es decir, la civilidad.
84
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.213
85
Si bien la tradición republicana pondera la facultad, sustentada en la virtud de los individuos,
de deslindar la libertad de la licencia, dicha tradición reconoce también la propensión de los
individuos a la relajación moral que tendería a pervertir la libertad al hacerla licenciosa. Ello
remite al mismo principio por el cual es necesaria la creación del orden político, que compela a
los individuos en un determinado modo de vivir, que exima a esa creación artificial (la
sociedad) de los perjuicios producibles por la licencia. Maquiavelo en este sentido reflexiona
sobre “un príncipe obligado por las leyes y un pueblo encadenado por ellas”, de lo cual se
extrae la distinción entre libertad y licencia, esta última referida como el hacer lo que se quiera
y también citada como lo tumultuario: “Tanto los gobiernos monárquicos como los
republicanos han durado bastante tiempo, y unos y otros han necesitado ser regulados por las
leyes, porque un príncipe que pueda hacer lo que quiera está loco, y un pueblo que pueda
hacer lo que quiera no es sabio” (en: Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 1513-
1520 / 2000, lib. I, cap.59, p.180)
54
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
86
Miranda, por ejemplo, otorga mayor peso a la institucionalidad, aun cuando también
desarrolla una concepción sobre la constitución moral indispensable en los asociados del pacto
social. Expresa el precursor: “La moral es otra base fundamental sobre que reposa el sólido
sistema de la libertad, pues la experiencia de todos los siglos nos demuestra que aquellas
naciones que han tenido la felicidad de poseerla fueron siempre las más sencillas. Roma y
Esparta entre las antiguas, Suiza, Batavia, Inglaterra y la Americana entre las modernas (...)”,
aunque antes de este señalamiento hace énfasis en el espíritu de industria: “Una de las
principales ventajas que un régimen de vida y un gobierno libre trae a los hombres que lo
poseen es la industria, por cuyo medio se destierran los vicios inseparables del ocio y,
mejorando sus costumbres, los pueblos los hacen al mismo tiempo que buenos, opulentos y
respetables” (Proclama a los valencianos, Valencia, 22-10-1811 / 1991, p.133-134)
87
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.220
55
Carolina Guerrero
56
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
90
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.211
91
Aristóteles en La Política establece que sólo el hombre político es ciudadano, y lo es en
virtud de que es o puede ser dueño de ocuparse de los intereses comunes (libro III, cap. III)
57
Carolina Guerrero
92
La cual no era la simple sumatoria de todas las voluntades, ni necesariamente suponía el
consenso de todos en una misma voluntad (como sí plantea Rousseau), sino que surgía más
bien de la oposición, competencia, balance y final equilibrio en una síntesis en la que
mayoritariamente pudiesen estar representadas las voluntades de muchos o, al menos, que
fuese expresiva del acuerdo de la mayoría en torno a esa voluntad pública. Creo que muy
ilustrativo de este principio es la teorización que hace Roscio (ver Roscio, 1821/1983, cap.LI)
58
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
93
Define Montesquieu: “(...) dans le (gouvernement) despotique, un seul, sans loi et sans
règle, entraîne tout par sa volonté et par ses caprices” (De l’Esprit des lois, 1748/1995, lib.II,
cap.I, p.97)
94
Sobre el fin del Estado absolutista, argumenta Hobbes: “Y en ello consiste la esencia del
Estado, que podemos definir así: una persona de cuyos actos una gran multitud, por pactos
mutuos, realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno como autor, al objeto de que
pueda utilizar la fortaleza y medios de todos, como lo juzgue oportuno, para asegurar la paz y
defensa común”. Ciertamente, el fin de ese Estado es la utilidad pública (y no utilidad
particular de uno solo), entendida como la seguridad de todos sus miembros. A su vez, el
modo de realizarla en ese estado absolutista es, como expone Hobbes, a través de la voluntad
de uno solo, quien, para ello, dispondrá de acuerdo con su propio juicio de la fortaleza y
medios de todos. (Leviatán, 1651 / 1992, p.141)
95
Sugiere Hobbes: “(...) antes de que puedan tener un adecuado lugar las denominaciones de
justo e injusto, debe existir un poder coercitivo que compela a los hombres, igualmente, al
cumplimiento de sus pactos, por temor de algún castigo más grande que el beneficio que
esperan (...)” (op.cit: 1651/1992, p.118)
59
Carolina Guerrero
96
Utilizamos la definición aportada por Francisco Javier Yanes: Manual político del venezolano,
1839/1959, p.99)
97
En la idea de libertad expuesta por la tradición republicana del humanismo cívico se patenta
la capacidad de todos los ciudadanos de disfrutar de iguales oportunidades de participar
activamente en los negocios del gobierno (ver Skinner, 1978:100) La libertad política,
entendida como participación en los negocios públicos, no es concebida exclusivamente como
un derecho emanado de la vida en la república, sino especialmente también como un deber:
“One of the obligations of fair play, at least in the political realm, is to take an active part in
civic life (...) The virtuous citizen will therefore be one who regards political participation as a
necessary contribution –and perhaps even an enjoyable one– to the good of the community”
(Dagger, 1997, p.197)
98
El humanismo cívico vincula la grandeza republicana con la participación ciudadana en los
negocios públicos, y la corrupción de la ciudad (y, por tanto, la causa de su decadencia) en la
pérdida de dicha participación: “Bruni considera la historia de Roma como la más clara prueba
de su idea de que un pueblo ha de alcanzar la grandeza mientras tenga libertad para intervenir
en el negocio del gobierno, y está condenado a caer en la corrupción en cuanto se deja
arrebatar esta libertad” (Skinner, 1978, p.106)
60
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
99
Continúa al respecto Hobbes: “La libertad de un súbdito radica, por tanto, solamente, en
aquellas cosas que en la regulación de sus acciones ha predeterminado el soberano: por
ejemplo, la libertad de comprar y vender y de hacer, entre sí, contratos de otro género, de
escoger su propia residencia, su propio alimento, su propio género de vida, e instruir sus niños
como crea conveniente, etc” (op.cit, 1651/1992, p.174) (el destacado es mío)
100
Ver Castro Leiva, 1984, p.26,48
101
La virtud, entendida como ese amor supremo por la república que induce al ciudadano a
consagrarse a ella, impulsa a los individuos a realizar el mayor sacrificio por el bien de su
república, el cual consiste justamente en esa participación en lo público, entendido en la
tradición humanista cívica como vita activa. Uno de sus teóricos, Salutati, teorizó en 1378 lo
siguiente: “The contemplative life is better, I admit; but it is not always preferable, and not for
all. The active life is inferior, but ought to be chosen many times” (en Baron, 1993, p.110)
Desde una perspectiva que valoriza los beneficios particulares del individualismo (de alguna
manera ya esbozado a lo largo del humanismo cívico), el mayor placer del individuo estaría
dado por la vita contemplativa (de separación de la participación en lo público para realizar los
intereses individuales). Es en ese sentido que puede pensarse como inferior la vita activa.
Desde una perspectiva republicana clásica, la valoración es justamente inversa, porque es en
el sacrificio del goce de la placentera vita contemplativa que el ciudadano puede realizarse
61
Carolina Guerrero
como tal, ejecutando tal renuncia para consagrar su existencia al mandato ético de ejercer la
vita activa que le impone su membresía en la civitas.
102
Sobre la idea de civilización, publica Antonio Leocadio Guzmán: “El barómetro de la
civilizacion de un pueblo es el zelo por la observancia de sus leyes, y la vida aislada del hombre
en su estado primitivo es preferible aun á la de aquel que pertenece á una sociedad que no las
tiene, ó que habiendolas formado no tiene virtud para cumplirlas (...) Para no cumplirlas vale
más no tenerlas; para no tenerlas vale más no vivir en sociedad” (Ventilación de los derechos
de un ciudadano, 1825)
103
Acá parafraseo la afirmación de Castro Leiva sobre el “acceder a la civilización es posibilitar
la actualización de la razón” (1984, p.37), en vista de que el proyecto de Bolívar, a mi modo de
ver, convoca la razón ilustrada de lo que hemos referido como élite virtuosa.
104
La referencia que hace Bolívar al “fuego sagrado” es eminentemente clásica, en tanto
invoca la tradición de las ciudades griegas, y luego de la república romana, de mantener
perpetuamente encendido el espíritu capaz de insuflar valor para preservar la libertad. La
connotación original del fuego sagrado fue religiosa y remitía a una práctica privada: en cada
hogar, los ciudadanos griegos y romanos mantenían un pequeño altar con cenizas y algunos
carbones encendidos; cada noche se cubrían los carbones con las cenizas, a fin de evitar que
aquellos se consumieran completamente. Los antiguos creían en el poder de ese fuego
sagrado, e invocaban su protección, en la idea de que era la Providencia de la familia (ver
Fustel De Coulanges, 1864/1980, p.17-25) La traslación de esta costumbre al ámbito cívico
derivó en la invocación del fuego sagrado de la libertad, que excita en los ciudadanos el deber
de su vigilancia permanente, en tanto nunca debe dejarse extinguir.
62
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
105
Carta de Bolívar a Santander, Bogotá, 24-2-1820, en Cartas, 1988, v.2
106
Esa sumisión consistiría en la obediencia ciega de los individuos a dicha élite virtuosa. De
acuerdo con la tradición republicana, las únicas formas de obediencia que deben desplegarse
en la república, a fin de que los individuos ciertamente sean libres, son la activa (ejercida por
los magistrados y representantes de acuerdo con el mandato que les es entregado por la
ciudadanía) y la pasiva (a la cual se someten los representados de acuerdo con una ley que
ellos mismos han establecido, directa o indirectamente). La obediencia ciega, según la cual los
individuos abdican a la definición de sus destinos políticos en manos de otros, es propia del
régimen despótico. Sobre el tema, ver Roscio, 1821/1983, cap.XXX
63
Carolina Guerrero
107
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.228
108
Esta idea de democracia a que hago referencia es evocativa del sujeto que ejerce el poder
público, es decir, el pueblo como corpus de ciudadanos miembros de la asociación política.
Destaca Rey la distinción que establece Ortega y Gasset entre democracia y liberalismo, como
respuestas a dos cuestiones completamente distintas: “La democracia contesta a la pregunta
¿quién debe ejercer el poder político? (...) Lo que interesa al liberalismo, en cambio, es qué
límites debe tener el poder público, cualquiera sea su titular” (1963, p.3)
109
La propia tradición republicana es elocuente respecto a la posibilidad de que la oposición del
“pueblo bajo” y los sabios y virtuosos no sólo es admisible en la república, sino que además es
necesaria. En la república romana, la discordia entre plebeyos y “los mejores” que integraban
el senado derivó en una república libre y poderosa. En ese sentido, es interpretable que la
posibilidad de realización del bien común es el resultado de compromisos y balances entre
ambos (ver Bock, 1990), y no la superposición de un orden de individuos sobre otro.
110
Aunque existía la voluntad política de difundir las luces en la república, la devastación
después de la guerra de independencia y la falta de recursos impedía materializar tal propósito.
La ley promulgada el 28-7-1821 sobre el establecimiento de casas de educación en las
provincias, señalaba en su preámbulo: “Considerando... 1- Que la educación pública es la base
y fundación del gobierno representativo y una de las primeras ventajas que los pueblos deben
conseguir de su independencia y libertad; 2- Que estableciendo un buen sistema de educación,
es preciso que la ilustración se difunda en todas las clases, con lo cual conocerán sus
respectivos deberes, promoviéndose de este modo el sostenimiento de la religión y de la moral
pública y privada (...)” (en: Cuerpo de leyes de la República de Colombia, 1961) (el destacado
es mío)
64
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
111
La formulación de Bolívar, sin duda, supone una trasgresión a la tradición republicana. En
Cicerón leemos, por ejemplo, la veneración de la doctrina cívica según la cual los hombres
deben desempeñar un rol activo en su comunidad y no perseguir la mera contemplación
solitaria. (ver Baron, 1993, p.121)Ese rol activo es la demanda expresa de la república. En la
idea de Bolívar, sería la propia república la que exigiría a sus miembros el eclipse de ese rol
activo, en nombre, según el Libertador, de la utilidad pública.
112
La república, por demás, demanda de sus ciudadanos el deber de estar capacitados para la
participación pública y la libertad política: “A quienes profesan el amor a la libertad, se les
ordena pensar” (cualquier otra cosa consistirá en la acción de los espíritus ardientes, hombres
entregados a la primera de las pasiones del alma, que caminan sin reflexión, sin capacidad
para los cálculos de la previsión) (De Staël, 1795, 1993, p.55)
113
Sobre el tema, ver Skinner, 1978, p.204ss
65
Carolina Guerrero
114
Una argumentación aproximada a esta premisa es identificable en el Manual del Colombiano
ó Explicacion de la ley natural, (catecismo político aparentemente elaborado por Tomás
Lander, según destacada la publicación): “Si el interés de los hombres y de las naciones es su
conservacion y bienestar, el interes de todo buen gobierno es tener muchos y buenos
ciudadanos. Para tenerlos es preciso hacerlos libres é ilustrados; pero nunca oprimirlos ni
engañarlos” (1825, p.1) Es decir, el deber ético y politico de constituir a los individuos en
ciudadanos es la tarea ilustrada que debe emprender el gobierno, el cual carecerá de
escrutadores dentro de una opinión pública que de por sí es inexistente, en tanto su
indisposición a la razón natural. El cumplimiento del cometido ético y político impuesto al
gobierno residirá, entonces, en su buena voluntad particular de realizarlo, lo cual colisiona con
el principio republicano, al dejar en manos de la subjetividad y la voluntad de uno o unos
pocos la confianza abstracta sobre la correcta conducción de lo público. El citado catecismo
político además parte de la idea de que los habitantes de la república son ineptos para el
ejercicio de la recta razón, de manera que estatuye que los derechos derivables de ella están
previstos por la estructura jurídico-política de la república, sin necesidad de que la racionalidad
de los individuos receptores de los designios de la autoridad política deba intervenir en ello: “El
pueblo colombiano ya tiene asegurados sus derechos, y marcadas sus obligaciones en una
Constitucion cimentada sobre los principios eternos de la recta razon” (p.2) Sobre virtud, con
arreglo a la ley natural, la define: “Es la prãctica de las acciones útiles al individuo y á la
sociedad” (p.15), y a la pregunta de cuáles son las virtudes individuales, el catecismo expone:
“la ciencia, que comprende la prudencia y la sabiduria; segunda, la templanza, que comprende
la sobriedad y la castidad. tercera, la fortaleza õ el esfuerzo del cuerpo y del alma. Cuarta, la
actividad, esto es, el amor al trabajo y buen uso del tiempo. Quinta, la limpieza õ aseo del
cuerpo, ya por lo que hace à los vestidos, ya à la vivienda” (p.16) Quiero destacar la idea que
se expone en esta publicación respecto al deber del individuo de hacerse virtuoso para hacer
posible la república, lo cual culmina en la comprobación de que la república no es posible en
ausencia del disfrute de la libertad política por parte de sus asociados, la cual, a su vez,
plantea la virtud como requisito: “(...) pero sin virtudes no hay libertad, y sin libertad no hay
grandeza de alma, honor ni amor al bien público” (“Deberes y derechos de la nacion y del
ciudadano”, en op.cit, p.47)
115
En el pensamiento liberal es posible identificar reflexiones que de alguna manera avalan la
propuesta de Bolívar. Madame De Staël, por ejemplo, estatuye: “Los hombres ignorantes
(referida por la pensadora también como “la clase ardiente y tumultuosa”) desean ser libres;
sólo los espíritus ilustrados saben cómo serlo” (1795, 1993, p.36)
66
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
116
Textualmente, propone: “Para sacar de este caos a nuestra naciente república, todas
nuestras facultades morales no serán bastantes, si no fundimos la masa del pueblo en un todo,
la composición del gobierno en un todo, la legislación en un todo, y el espíritu nacional en un
todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa” (Bolívar: ...Angostura, 1819, 1988,
p.228)
117
Bolívar: ...Angostura, 1819, 1988, p.219
118
El problema de las costumbres abarca no sólo el ámbito de la civilidad, la moral y la práctica
política, sino también el aspecto económico. El Ensayo de Margarita González en el Manual de
Historia de Colombia destaca que la sociedad colombiana “de aquella época” difícilmente podía
abandonar las formas sociales que habían determinado las relaciones económicas en la época
colonial; por tanto, el Estado debía actuar con el paternalismo que fue característico en el
orden precedente. Explica que en las primeras décadas de la república, el predominio político y
económico correspondía a un sector social tradicionalista (sectores esclavistas, viejos
terratenientes, el estamento eclesiástico), renuente a introducir cambios democratizantes como
los predicados por el liberalismo europeo. (1984, p.399)
119
Bolívar: ...Angostura, 1819, 1988, p.230
120
De acuerdo con una investigación realizada por Odile De Bruyn, en Atenas el areópago tenía
fundamentalmente tres atribuciones, siendo la principal el control de la magistratura, seguida
67
Carolina Guerrero
del juicio de los crímenes cometidos contra la polis (la subversión, por ejemplo, además de la
alta traición, la corrupción, el abuso de la confianza del pueblo y la impiedad) y de la represión
de los delitos de ociosidad y derroche. Es decir, la institución del areópago apunta a tratar los
casos de competencia pública, y su punto de partida es la vigilancia y acusación de los
magistrados. Ciertamente también juzga a los ciudadanos, pero en dos aspectos inherentes a
la vida de la ciudad: el ocio es considerado en la tradición republicana como la degradación de
la moral porque uno de los supuestos de las prácticas republicanas de la antigüedad es la
participación activa del ciudadano en lo público, lo cual es opuesto a la vida ociosa; asimismo,
como señalamos al comienzo de este capítulo, la frugalidad es una de las condiciones de la
virtud del ciudadano clásico, por lo que la prodigalidad o derroche se considera como una
práctica capaz de pervertir la moral de la comunidad y dislocar el sentido mismo de dicha
comunidad. (Sobre las competencias del areópago y su sector de actividades, ver De Bruyn,
1995, p.18). Respecto a la idea de Bolívar sobre el areópago, su fuente principal es la
referencia hecha por Montesquieu, quien lo describe como un cuerpo vitalicio integrado por
ciudadanos modelos perpetuos (1748 / 1995, lib.V, cap.VII, p.159)
121
La invasión de la moral supone, en perspectiva liberal, la pérdida de la libertad. El Código
Napoleón, de 1804, establece la independencia entre el ejercicio de los derechos civiles y de
los políticos, y, fundamentalmente, que cada individuo tiene derecho al respeto de su vida
privada. (Lib.I, Título I, Art.7 y Art.9, respectivamente; ed. 2000, p.208) (agradezco a la Prof.
Amelia Guardia esta sugerencia bibliográfica)
122
“Texto del Poder Moral”, en Cordero Ceballos, 1988, p.80
123
En su trabajo Pensar la revolución francesa, Furet explica los modos en que el régimen del
terror constituyó el discurso que, según su propia elocuencia, encarnaba la voluntad general,
de lo cual derivaba lo que debía ser la opinión única de la comunidad política. Toda opinión
divergente debía ser aplastada en nombre de la opinión que, en esa línea, era erecta por la
voluntad general. En ese sentido, los ciudadanos como miembros asociados de la república no
ejercían la soberanía, sino aquel con capacidad de monopolizar el discurso de la voluntad
general. (1978, p.85-86)
68
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
En ese primer artículo de las atribuciones del Poder Moral, Bolívar conecta la
libertad de opinión con la libertad de expresión, al referir a la imprenta como
órgano de las decisiones del Cuarto Poder. De acuerdo con ello, la libertad de
expresión tiene que enmarcarse en los límites establecidos para esa idea
predeterminada de libertad de opinión a la cual es inherente, y en la que el
ejercicio de esa libertad sólo puede estar orientado hacia la constitución de una
república virtuosa:
69
Carolina Guerrero
124
Vid. supra, p.80
125
En la Roma clásica, no podía realmente conseguirse la cualidad de ciudadano sin aprobación
de la ciudadanía (ver Mommsen, 1893, p.44)
126
Quizás en torno a los efectos perversos del jacobinismo, Yanes distingue entre el verdadero
patriotismo y el patriotismo mal entendido (o el patriotismo demagógico del jacobinismo) y
advierte que “debemos formar juicio del verdadero valor de aquella sentencia tan común como
preconizada, de que la salud del pueblo es la suprema ley (...): pero sucede muchas veces el
que se echa mano de esta máxima cuando se trata de cohonestar medidas, por las cuales en
favor de un bien público imaginario se juzga preciso atentar a las propiedades y demás
derechos individuales (...) De esta manera el patriotismo ha causado la ruina de muchas
naciones”. Según Yanes, la idea de patriotismo no puede suponer que el bien público y el
interés de la sociedad “son de un orden superior al bien y al interés de los particulares”
(1839/1959, p.183-184)
127
Ver Furet, 1978, cap.IV
70
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Furet señala que basta que las sociedades de las ideas afirmen que hablan en
nombre de la nación o del pueblo, para transformar las opiniones en “la
opinión”, y la opinión en poder absoluto imaginario129. En el proyecto de
Poder Moral de Bolívar, la élite de ciudadanos virtuosos es el cuerpo político
que encarna el discurso de la “ciudadanía”, expresivo de la voluntad general.
Por lo tanto, esa élite tiene que garantizar que la opinión pública que emana de
ella será la única opinión preeminente en la nación, por lo que el mecanismo
que emplea para asegurar tales fines es la censura, capaz de permear todos los
ámbitos de la existencia del individuo, incluyendo la esfera de su intimidad:
128
Art. 3º de la Sección Segunda (Vid. supra, p.80)
129
Ver Furet, 1978, p.66-82
130
Art. 10 de la Sección Segunda (Vid. supra, p.81)
71
Carolina Guerrero
131
Constant, 1819 / 1872, p.268
132
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.219
72
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
lois règlent les mœurs, et comme les mœurs tiennent à tout, il n’y a rien que les
lois ne règlent”133), pero si y sólo si a cambio de ello es también escrutador de
su propia comunidad, es decir, si participa activamente en los asuntos públicos
mediante el ejercicio de su libertad política134.
Sumarizando, la virtud que Bolívar estima necesaria consiste en esa especial
constitución moral que lleva a los individuos a realizar las premisas
republicanas mínimas: amor por la república, ponderación del interés general
siempre por encima del particular, disposición para el mayor sacrificio en bien
de la utilidad pública, respeto por la ley, las instituciones y los magistrados, y
capacidad (moral y racional) de vivir en libertad (esto último derivaría
fundamentalmente en la certeza de que tales individuos serán garantes de su
propio orden político). Con base en estos elementos, es concebible que la
república pueda emerger como consecuencia del orden ya dado en la sociedad,
y no que, en sentido inverso, sea el proyecto ilustrado de unos pocos el que ha
de instituir un orden que habrá de imponerse a una sociedad aún no
establecida, por ausencia de intereses comunes identificados, comprendidos y
aceptados de un modo más o menos general y análogo por tales individuos135.
La vía para ello transitaba, inexorablemente, por hacer común esa disposición
133 133
Constant, 1819 / 1872, p.269. “La autoridad interviene aún en las relaciones más
domésticas... en Roma, los censores penetraban su ojo escrutador en el interior de las familias.
Las leyes regulaban las costumbres, y como las costumbres tienen que ver con todo, no había
nada que quedara fuera de la regulación de la ley”.
134
Sobre el punto, subraya Constant que es a través de esa libertad política de los antiguos
que “el republicano más gris de Roma o Esparta era una autoridad. No ocurre lo mismo con un
ciudadano de Gran Bretaña o Estados Unidos. Su influencia personal es un elemento
imperceptible de la voluntad social que imprime su dirección al gobierno”. Textualmente,
señala: “Comme portion du corps collectif, il interroge, destitue, condamne, dépouille, exile
(...); comme soumis au corps collectif, il peut à son tour éter privé de son état (...) par la
volonté discrétionnaire de l’ensemble dont il fait partie” (1819 / 1872, p.269,273)
135
En 1819, lo que Bolívar pretende realizar ante el constituyente de Angostura es la
constitucionalización de un orden político para la sociedad, a partir de la cual ésta pueda
inaugurar las prácticas políticas adecuadas para la república. Dicho orden no es fácilmente
instalable, y el propio Bolívar advierte. Sobre la naturaleza de tal dilema, Soriano de García-
Pelayo reflexiona: “Las sociedades no se hacían civiles, en el sentido liberal del término, por
obra y gracia de los catecismos o de las Constituciones, sino al revés: sólo si tenían
posibilidades (y vocación madura) para hacerlo podían ser capaces de generar su propia
Constitución y su auténtico orden liberal. En otras palabras, su grado de ‘civilidad’, de libertad
y de autonomía eran mensurables por su capacidad para generar e institucionalizar el propio
orden por la vía constitucional, es decir, para ‘constitucionalizarse’ una vez constituidas
propiamente” (1997, p.182)
73
Carolina Guerrero
136
Castro Leiva, 1984, p.78
137
Por conmocional refiere Castro Leiva la “elocuencia dirigida a despertar y expresar con
fuerza la fuerza de las pasiones” (1991, p.25), en el contexto de que la única pasión no
peligrosa permitida y exigida en la república es el patriotismo, es decir, el amor por la patria.
138
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.232
139
Carta de Bolívar a Santander, Rosario, 9-5-1820, en Cartas, 1988, v.2
74
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
140
El ciudadano antiguo, además de virtud épica (aquella que se accionaba en defensa de la
libertad de la república a través de la fuerza física y el heroísmo en el campo de batalla), debía
poseer aptitud para el vivir libre en la paz de la república. Bolívar es elocuente sobre el
conflicto que supone una virtud inacabada o parcial: “(...) individuos de todas las castas se
hallan hoy entre nuestros generales, jefes y oficiales, y la mayor parte de ellos no tienen otro
mérito personal sino es aquel valor brutal y enteramente material que ha sido tan útil a la
República, pero que en el día, con la paz, resulta un obstáculo al orden y a la tranquilidad.
Pero fue un mal necesario” (Bolívar: Diario de Bucaramanga, 9-5-1828, 1982, p.63)
141
José Antonio Páez: Autobiografía, 1867, citado en: Blanco y Azpúrua, 1875 / 1978, v.11,
p.113. La reflexión resulta particularmente semejante a la hecha por Benjamin Constant en
1815: “Mais ces guerriers déposeront-ils avec le fer qui les couvre l’esprit dont les a pénétrés
dès leur enfance l’habitude des périls? Revêtiront-ils avec la toge, la vénération pour les lois,
75
Carolina Guerrero
Por fin, por fin han de hacer tanto los letrados, que se proscriban de la
república de Colombia, como lo hizo Platón con los poetas en la suya
(...) ¿No le parece a Vd., mi querido Santander, que esos legisladores
más ignorantes que malos, y más presuntuosos que ambiciosos, nos
van a conducir a la anarquía, y después a la tiranía, y siempre a la
ruina? Yo lo creo así, y estoy cierto de ello. De suerte, que si no son
los llaneros los que completan nuestro exterminio, serán los suaves
filósofos de la legitimada Colombia. Los que se creen Licurgos,
les ménagements pour les formes protectrices, ces divinités des associations humaines? La
classe désarmée leur paraît un ignoble vulgaire; les lois, des subtilités inutiles; les formes,
d’insuppotables lenteurs. Ils estiment par-dessus tout, dans les transactions, comme dans les
faits guerriers, la rapidité des évolutions. L’unanimité leur semble nécessaire dans les opinions,
comme le même uniforme dans les troupes. L’opposition leur est désordre, le raisonnement
une révolte, les tribunaux, des conseils de guerre, les juges, des soldats qui ont leur consigne,
les accusés, des ennemis, les jugements, des batailles” (1815 / 1872, v.II, p.152)
142
El pragmatismo de Bolívar apunta a subordinar los principios republicanos y liberales en
función de asegurar lo que considera el fin supremo que ha de ser cívicamente alcanzado:
asegurar la permanencia de la república. Una perspectiva análoga había sido perceptible en
Bonaparte: “Napoleón consideraba al Estado como un fin en sí, y veía en la sociedad un
subalterno suyo” (Rey, 1963, p.6) Sobre el tema, Bluche señala: “Bonaparte abandonne en
effect les théories pour ne plus s’occuper que des faits et des actes” (1980, p.19)
76
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
143
Carta de Bolívar a Santander, San Carlos, 13-6-1821, en: Carrera Damas, 1992, p.192
77
Carolina Guerrero
144
Ozouf cita un texto anónimo publicado por L’Abréviateur universel: “Nous parler d’esprit
public, c’est s’obstiner à donner une dénomination commune aux opinions les plus
hétérogènes”. Agrega la autora: “Condorcet fait remarquer à Turgot l’abîme qui sépare la ‘voix
du public’, éclatée en ‘cent clabauderies’, et la ‘voix publique’ forte de son unité. (Furet y
Ozouf, 1992, p. 165-166)
145
Ozouf advierte sobre al menos dos formas de concebir la opinión común como opinión
pública, expresiva del espíritu público. Por un lado (en perspectiva liberal) puede
comprenderse como el resultado espontáneo de las disidencias, mientras que por otro puede
intentar explicarse como un tipo de opinión cohesionada, producto de la rectificación
autoritaria de las opiniones individuales. Esa opinión finalmente imperante (la correcta, la
adecuada, la única), usurpadora y canceladora de la diversidad de opiniones que cohabitan en
esa abstracción que representa el espíritu público, triunfa al imponerse sobre las opiniones
individuales, corrompidas y degeneradas. Para ello, relata Ozouf que es necesaria la
intervención vigorosa de un educador o de un legislador, que encarne el designio de la
autoridad política. (ver op.cit, p.169)
146
La tensión entre una y otra forma de república la expone Constant en su discurso
pronunciado en 1819 ante L’Athénée Royal de Paris: “De la liberté des anciens comparée a
celle des modernes”. Me extenderé en el punto en el último capítulo del presente trabajo.
78
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
147
Todo ello remite a la tradición republicana fundada en la idea de libertas que se estructura
en la antigüedad. García-Pelayo la refiere como “la capacidad de tener derechos y la ausencia
de sumisión a cualquier poder extraño que no fuera el de la propia comunidad en cuya
formación de voluntad tomaban parte los ciudadanos” (1968/1991, v.II, p.1089)
148
En ese caso, la realización del bien para la república y sus ciudadanos descansará
únicamente sobre la esperanza de que esa razón ilustrada se conduzca hacia la realización del
bien común y no de su apetencia particular. Ello eliminará la certeza de la asociación política
en torno a que dicha conducción efectivamente realice el cometido ético asumido por esa
aristocracia moral. En términos de formas, todo ello conduce a la abdicación del dominium
politicum creado por la sociedad ante el dominium despoticum impuesto por aquella razón
ilustrada, en tanto la voluntad única desplegable en ese orden político sería legibus soluta y no
precisamente la correspondiente a la propia communa. Sobre dominium politicum y
79
Carolina Guerrero
despoticum ver la obra de Ptolomeo de Lucca, El gobierno del príncipe. También el Policraticus,
de John de Salisbury, quien despliega la idea sobre el politice rei como el vivir bajo el gobierno
de la ley.
149
Voltaire, Montesquieu y Constant coinciden en la necesidad de mantener cierto grado de
actividad de vigilancia y participación política en lo público, como requisito para asegurar la
libertad individual y la vigencia de un orden político que provee garantías a los derechos de sus
ciudadanos, como veremos más adelante. El punto que quiero anticipar (y que desarrollaré
líneas más adelante) es que si la libertad civil y/o la libertad individual es la más preciada para
el individuo, el ejercicio de la libertad política es una necesidad de la cual no puede abdicar,
porque sólo a través de ella será preservable esa forma de independencia individual y libertad
civil que resulta superior para los modernos.
80
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
construcción moral del ciudadano que tiene en común con la virtud clásica del
ciudadano antiguo aquella idea de consagración absoluta a la república, pero
que a la vez colisiona con los principios políticos de las repúblicas antiguas, al
pretender extinguir la participación de ese ciudadano en los asuntos públicos,
siendo esto la cancelación de la libertad política, esta última evidentemente
sagrada para los antiguos, como nos recuerda Constant:
Le but des anciens était le partage du pouvoir social entre tous les
citoyens d’une même patrie. C’était là qu’ils nommaient liberté 150
(La finalidad de los antiguos consistía en que todos los ciudadanos de
una misma patria fuesen partícipes del poder social. A tal estado
denominaban libertad)
Y si bien esa construcción ciudadana que inaugura conceptualmente Bolívar
para un tipo de república particularmente versionada por la razón ilustrada del
Libertador (es decir, esa forma política que él denomina república, y que
consiste en un orden en el que la mayoría díscola somete su voluntad a la
voluntad de uno o unos pocos muy virtuosos, en cuya prudencia se confía la
realización del interés general y la utilidad pública), si esa idea de ciudadanía es
incompatible con la tradición republicana de los antiguos (aunque con los
antiguos guarde un único rasgo común: apelar a la pasión suprema del amor
por la patria, propulsora de los mayores sacrificios del ciudadano en aras del
bien común), la misma entra en mayor tensión con la reconfiguración que
hacen los modernos sobre tales concepciones. El primer problema va a
revelarse en que, en perspectiva moderna, el tipo de libertad que resulta
relevante para el ciudadano (moderno) es aquel en el cual puede realizar un
mayor despliegue y goce de sus intereses y especulaciones privados. En ese
sentido, la disposición al heroicismo, a la consagración viril y suprema a la
república tiende a menguar en ese ciudadano moderno, para subrayar su mayor
aprecio por un orden político que asegure la realización feliz y pacífica de su
libertad individual, como define Constant:
150
Constant, 1819/1872, p.348
81
Carolina Guerrero
Le but des modernes est la sécurité dans les jouissances privées; et ils
nomment liberté les garanties accordées par les institutions à ces
jouissances151
(Para los modernos el fin consiste en la seguridad para el disfrute
privado; ellos denominan libertad a aquellas garantías establecidas por
las instituciones para tal disfrute)
En cierta forma, y en algunos instantes, Bolívar se revela liberal, al compartir
esta concepción moderna que distingue entre libertad política (entendida como
el ejercicio de las formas de participación ciudadana en el negotium) y libertad
civil152 (centrándose en el disfrute del individuo en aquellos asuntos propios de
la esfera de lo privado) y que a su vez tiende a ponderar una mayor
importancia en el ejercicio de la segunda respecto a la primera. En perspectiva
republicana clásica, tal jerarquización de las formas de libertad sería viciosa,
151
Constant, 1819/1872, p.348
152
Si bien se plantea la distinción entre libertad política y libertad civil, el pensamiento liberal
de finales del siglo XVIII define también la idea de libertad individual, que es a la cual
preponderantemente apelan pensadores como Benjamin Constant. Lo que quiero alertar es
que si bien hay claridad respecto a lo que significa la libertad política, entendida en los
términos relativos a la participación cívica del individuo en su polis o città, se patenta por el
contrario una confusión en las referencias a la libertad civil y la libertad individual. La tendencia
apunta a manejarlas indistintamente, como si se trata de sinónimos, y en realidad ello es
perceptible en el discurso político de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. En esa síntesis
de definiciones, por libertad civil e individual va a entenderse aquella independencia del
individuo que puede desplegar en la esfera de lo privado, a diferencia de la libertad política,
que pertenece al ámbito de lo público. En esa línea, la propensión a referir la libertad civil
como individual apunta a remarcar su adscripción a aquel orden de cosas que sólo compete al
individuo, no a la comunidad política de la cual es miembro, mucho menos al Estado. Grocio,
en Droit de la guerre et de la paix, distingue entre libertad civil y personal, según la primera
corresponde al cuerpo de ciudadanos y la segunda a cada particular (citado en Yanes,
1839/1959, p.93) Uno de los tratadistas que aporta una clara distinción entre las tres formas
de libertad (política, civil e individual), es Francisco Javier Yanes, en el Manual Político del
Venezolano, que se publica en 1839, entendiendo por libertad civil la facultad de hacer todo lo
que no está prohibido por la ley (en cierta recepción de la definición hecha por Montesquieu
sobre la libertad como el derecho de hacer lo que las leyes permitan y no hacer lo que las
leyes impiden; 1755/1995, v.1, lib.XI, cap.III, p.325) y por libertad individual el poder hacer
todo aquello que es indiferente, como hablar y escribir, y que sólo es criminal cuando
constituye un abuso. (1839/1959, p.99ss) Al igual que la tradición republicana, Yanes concibe
la libertad política, como referimos líneas atrás, como la facultad legal del ciudadano para tener
parte en el gobierno, y asimismo distingue entre libertad antigua y libertad moderna, siendo la
primera el ejercicio colectivo de muchas partes de la soberanía, y la segunda la necesidad de
que el poder artificial creado por la constitución no ofenda la independencia individual, en
adición a aquellas garantías del ciudadano para gozar en la vida privada de sus derechos
naturales y de la ventaja de la vida social (1839/1959. p.97-98)
82
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
153
Justamente Voltaire, en su Diccionario filosófico (1764), expone la idea de libertad
exactamente como el ejercicio de la libertad de imprenta y de la libertad de pensar.
154
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.221 (el destacado es mío)
155
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.230 (el destacado es mío)
83
Carolina Guerrero
156
Constant, 1818/1872, p.146
157
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.369. Un argumento análogo había delineado Constant
años antes, sobre lo sustantivo de la libertad de la que disfruta el individuo en el campo de lo
privado frente a las demás formas de libertad: “L’indépendance individuelle est le premier
besoin des modernes; en conséquence, il ne faut jamais leur en demander le sacrifice pour
établir la liberté politique” (1819/1872, v.II, p.281) “La liberté individuelle, voilà la véritable
liberté moderne” (ibidem, p.285)
84
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
85
Carolina Guerrero
corte, congresales, pero ellos sólo curas. ¿No sería conveniente que
Vd. nombrase algunos canónigos para estimular sus pretensiones? (...)
Si logramos hacer decidir a todos los clérigos tendremos más fuerza
moral y por supuesto más fuerza física 158
A lo que quiero llegar es a la constatación política de que el ciudadano de la
república moderna participará del interés de sostener dicha república si y sólo
si él mismo es portador de intereses particulares que exijan la existencia y
permanencia de determinado marco político que garantice la posibilidad para el
despliegue pacífico y seguro de tales intereses. Individuos carentes de ellos, no
participan de estas ventajas que emanan del orden político, y por tanto
verificarán su indiferencia ante el destino, gloria o derrumbe de la república.
En esta perspectiva impera la lógica egoísta, a partir de la cual el deseo
individual de realizar intereses igualmente individuales promueve el interés
general de mantener la vigencia del orden político, e incluso promueve la
prosperidad pública de modo indirecto y quizás involuntario. Ello sella lo que
Natalio Botana ha descrito como el tránsito de la república de la virtud a la
república del interés, fundándose esta última en cierta idea que se perfila
agudamente a lo largo de la Ilustración escocesa, cuya resonancia se hace
expresiva el siguiente argumento de Adam Smith:
No es la benevolencia del hombre la que genera el bien, sino la
consideración de su propio interés. No es invocable el sentimiento
humanitario sino el egoísmo; no hablamos de necesidades comunes,
sino de ventajas particulares 159
De todo ello tenemos, de momento, dos premisas. Primero, que el interés
general se funda, de acuerdo con la perspectiva moderna, sobre la base de los
intereses particulares, que requieren de un orden político determinado (en este
158
Carta de Bolívar a Santander, Bogotá, 7-5-1820, en Cartas, 1988, v.2. Como consecuencia
de esta inquietud claramente asociada con la utilidad pública, el constituyente de 1821 otorga
a los clérigos el derecho a participar del senado . La constitución de 1819 establecía que los
obispos eran miembros honorarios de aquel senado vitalicio (Título 6, Sección 3ª, Art.7)
159
La cita la hace Botana (1984, p.55), y forma parte de la argumentación desplegada por
Smith en The wealth of nations (1776) que particularmente impacta en el pensamiento
político, es decir, en el liberalismo de Benjamin Constant. Al respecto, puntualiza Fontana:
“Most of what he (Constant) wrote throughout his life remained closer to the historical and
sociological approach of Montesquieu and Adam Smith –the two writers he most admired and
most often cited in his work– than to any form of more abstract analysis” (1991, p.18)
86
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
160
Constant, 1818, 1872, cap.IX, p.78
161
Por ello, vale alertar, la propiedad está revestida de un mayor carácter político que
meramente económico; es en ese sentido que nos referimos al liberalismo del período que nos
ocupa como liberalismo a secas, sin la “coletilla” posteriormente adquirida de liberalismo
económico.
162
En el pensamiento liberal, la propiedad no es aquello que se posee (es decir, no es una
cosa), sino que consiste en un derecho. El Código Napoleón la define como el derecho de
87
Carolina Guerrero
disfrutar y disponer de las cosas de la forma más absoluta, siempre que no se haga un uso
prohibido por las leyes o reglamentos (Lib.II, Título II, Art.544; ed. 2000, p.208) López
Michelsen refiere el Código Civil Napoleón como una obra destinada a garantizar el derecho de
propiedad como libertad absoluta, según la cual para el Estado es indiferente el uso social o
antisocial que se haga de ella (1983, p.24)
163
Bolívar: Mensaje a la Convención Nacional de Ocaña (29-2-1828) Monte Ávila. Caracas,
1990. p.95-96
88
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
164
Roscio, 1821/ 1983, p.80,83,135
165
En 1824 circula en Caracas un panfleto, Ataque de la arbitrariedad a la libertad individual,
firmado por “Varios ciudadanos”, que expone: “En los pueblos verdaderamente libres no hay
delito más escandaloso, ni que menos deba quedar impune, que el atentado á la libertad
individual: ella es el objeto de nuestros afanes y sacrificios, ella el apego de la moral pública y
privada, de ella derivan la industria y el comercio, sin ella no hay paz, no hay dignidad ni dicha
alguna, en fin no hay patria” (p.5)
166
En las ideas políticas de Miranda, por ejemplo, la condición ciudadana está fundada en la
condición de propietario, y la institución constitucional de los censores apunta a verificar si los
habitantes están realizando adecuadamente su espíritu de industria y su prosperidad. En sus
proyectos constitucionales de 1798, 1801 y 1808, perfila que la condición ciudadana la
disfrutan aquellos individuos nacidos o establecidos en el país, pertenecientes a cualquier
casta, mayores de 21 años, que hayan jurado fidelidad a la nueva forma de gobierno,
poseedores de determinada renta anual, hijos de padre y madre libres, que no ejerzan
servidumbre doméstica, y no hayan sufrido pena infamante. A fin de asegurar la conformación
de la ciudadanía (es decir, establecer la condición de propietarios en individuos desposeídos),
Miranda propone no aplicar el requisito de renta anual a los indios por determinado tiempo, y
además asegurar que el Estado les suministre determinadas porciones de tierra, de manera de
que los indios puedan convertirse en ciudadanos propietarios con espíritu de industria, al
invocar sus formas de producción (o de cultivo) ancestrales, con las cuales asegurar la referida
disponibilidad de rentas e independencia individual. Sobre los proyectos constitucionales del
precursor, ver Miranda: la aventura de la libertad. Caracas, Monte Ávila, 1991, y Grases
(comp.), 1988, p.43-53
89
Carolina Guerrero
político del cual forman parte167. Cuando Bolívar plantea en 1819 la división de
los ciudadanos en activos y pasivos, expresa que su propósito es “excitar la
prosperidad nacional por las dos más grandes palancas de la industria: el
trabajo y el saber. Estimulando estos dos resortes de la sociedad, se alcanza lo
más difícil entre los hombres: hacerlos honrados y felices”168. Paralelamente, en
esa concepción moderna sobre la república se piensa la libertad civil e
individual como bienes que han de ser disfrutados por todos los ciudadanos
(activos y pasivos), en tanto la libertad política (comprendida como la
participación que realizan los individuos en la determinación de los destinos
públicos) queda reservada a esos ciudadanos activos169, dado que son quienes
participan en calidad de miembro activo de esa sociedad política con el mismo
interés que el de un accionista dentro de una sociedad comercial.
Respecto a esto último, destaca Noria que “la sociedad comercial aparece
como el locus más propicio para que los sujetos de la modernidad –al decir de
167
Simón Rodríguez teoriza sobre la idea de propiedad del hombre sobre sí mismo, conducente
a la idea de libertad individual y la negación legítima de la dominación arbitraria. A partir de
esa premisa, desarrolla la idea de propiedad del hombre sobre su industria, lo cual, a su vez,
sugiere que la naturaleza del hombre en sociedad es poseer espíritu de industria y desplegarlo
efectivamente. De ese argumento continúa hacia la idea de que la propiedad existe en el
estado social por consentimiento de todos, y de ello concluye que la voluntad de uno excita la
voluntad de otro sólo por utilidad de ambos (ver Rodríguez, 1840, en 1988, v.2, p.117). En ese
sentido, la república supondría la coexistencia de intereses diversos que logran configurar un
interés común en torno a la existencia y permanencia de la república, tras el reconocimiento de
los individuos que la integran sobre la utilidad (común) inherente a dicha asociación política.
168
Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.230
169
La constitución de 1819 establece que ciudadano activo es “el que goza el derecho de
sufragio y ejerce por medio de él la soberanía nacional, nombrando sus representantes” (Título
3º, Sección I, Art.2) El pasivo, según el artículo 3, goza de la protección de la ley sin tener
parte en su formación. El artículo 5 incluye, entre los requisitos para disfrutar de la condición
de ciudadano activo, una propiedad raíz de valor de 500 pesos, o algún grado o aprobación
pública en una ciencia o arte liberal o mecánica, o grado militar vivo y efectivo, o algún
empleo con renta de 300 pesos por año. La constitución de 1821 elimina la distinción entre
ciudadanos activos y pasivos, pero conserva los requisitos en torno a la condición propietaria:
para ser sufragante parroquial es necesario ser dueño de una propiedad raíz que alcance al
valor libre de 100 pesos, o ejercitar algún oficio, profesión, comercio o industria útil con casa o
taller abierto sin dependencia de otro en clase de jornalero o sirviente (Tit.3º, Sección I,
Art.15.4), mientras que para ser elector se requiere ser dueño de una propiedad raíz que
alcance al valor libre de 500 pesos, o gozar de algún empleo de 300 pesos anual, o ser
usufructuario de bienes que produzcan una renta de 300 pesos anuales, o profesar alguna
ciencia, o tener un grado científico. (Tit.3º, Sección I, Art.21.4)
90
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Sieyès– realicen leurs travaux habituels et de leur industrie privée“170. Este sentido de
la sociedad comercial (que sugiere la edificación de un orden que, con base en
el principio moderno de división del trabajo, permite a los ciudadanos la
disponibilidad del ocio político necesario para realizar sus intereses privados,
todo lo cual deriva a su vez en la teoría y práctica de la representación) no es el
único invocado en la república moderna, ya que coexiste con la idea
acertadamente esbozada por Roscio. En ese ánimo, anteriormente teoriza
Sieyès:
No todos son ciudadanos activos (…) Todos pueden disfrutar de las
ventajas de la sociedad; pero sólo los que contribuyan con el
establecimiento público son como los verdaderos accionistas de la
gran empresa social. Sólo estos son los verdaderos ciudadanos activos,
los verdaderos miembros de la asociación 171
Además, es en la opulencia del comercio y el espíritu de industria que el
ciudadano moderno ejerce una de sus facultades cívicas, relativa a limitar la
acción de la autoridad pública, siempre tentada, según Constant, a invadir aquel
ámbito que no le es propio, y que pertenece en exclusiva a la individualidad,
privacidad, incluso intimidad del miembro de la asociación política. Junto al
ejercicio de la opinión pública (entendida como el poder de participación
política del ciudadano moderno para incidir responsablemente en el curso de
los asuntos públicos), el comercio constituye un dique ante la arbitrariedad y,
por tanto, una garantía para la permanencia de la libertad en la república
moderna:
J’ai montré que le commerce rend l’action de l’arbitraire sur notre
existence plus vexatoire qu’autrefois, parce que, nos spéculations étant
plus variées, l’arbitraire doit se multiplier pour les atteindre; mais le
commerce rend en même temps l’action de l’arbitraire plus facile à
éluder, parce qu’il change la nature de la propriété, qui devient par ce
changement presque insaisissable (...) Le commerce donne á la
propriété une qualité nouvelle, la circulation: sans circulation, la
propriété n’est qu’un usufruit; l’autorité peut toujours influer sur
170
Omar Noria: La teoría de la representación política del abate Sieyès, 1999, p.153
171
Sieyès, 1789/ 1994, p.199, citado en Noria, op.cit, p.44
91
Carolina Guerrero
172
Constant: De l’usurpation, 1815/ 1872, v.II. p.253-254
173
Miguel José Sanz señala: “No basta que un pueblo sea feliz, porque es libre; es necesario
que lo sea también porque es opulento (...) El poder de un pueblo para que le sea útil y le
haga respetable, debe ser proporcional al número y calidad de los individuos que le componen
(...) Es por consiguiente indispensable el profundo conocimiento de la población, de su
aumento progresivo y de los medios de conseguirlo” (1810-1811/1979, p.32)
92
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
93
Carolina Guerrero
circulación del comercio referida por Constant. Ker Porter lo expresa del
siguiente modo en su Diario:
A menos que se envíen millares de colonos extranjeros para hacer el
trabajo de los nativos y abrir camino hacia la prosperidad futura
mediante cultivos de todas clases, construyendo carreteras, puentes y
otras obras públicas –incluso la educación del país; a menos que algún
medio más fácil de comunicación terrestre y acuática interna se adapte
al transporte de los productos, los nativos, o quien sea, pueden seguir
en su indolencia y egoísmo por una parte y el especulador en su casa,
por la otra177
Bolívar ya había teorizado con relación a la derivación benéfica de la
inmigración europea y americana septentrional, a efectos de intentar expandir,
con base en ella, el espíritu de industria que caracterizaba a sus respectivas
sociedades, y que era necesario en los futuros ciudadanos de la república que se
proyectaba fundar en la América meridional:
Estos países no pueden prosperar en los primeros cien años: es
menester que pasen dos o tres generaciones. Se debe fomentar la
inmigración de las gentes de Europa y de la América del Norte, para
que se establezcan aquí trayendo sus artes y sus ciencias. Estas
ventajas, un Gobierno independiente, escuelas gratuitas, y los
matrimonios con europeos y angloamericanos, cambiarían todo el
carácter del pueblo y lo harían ilustrado y próspero 178
Y si bien la reconfiguración de la virtud republicana que hacen los modernos
exime al individuo del deber cívico de consagrar su existencia a la república, y
si todo ello se vinculaba entre los antiguos con la idea de virtud como principio
177
Ker Porter, 1842 / 1997, p.70. Ker Porter por cierto registra un episodio en el que es
elocuente la ausencia de espíritu público para participar, con el sacrificio de algo de la
propiedad individual, en la disposición de una base mínima sobre la cual erigir la creación de
riqueza por parte de individuos aún no propietarios: “A mi llegada me enteré de que 300
llaneros à pied habían hecho su entrada, con el propósito de montarlos en caballos de
particulares. Claro que las personas que poseían los medios solicitados se habían encargado ya
de ocultar sus cuadrúpedos, pues el pueblo al igual que sus jefes tiene poco o ningún
patriotismo, cuando se trata de hacer algún sacrificio directamente relacionado con sus
intereses personales y que les toque el bolsillo o la propiedad”. p.454
178
Bolívar, 1824, en: Gil Fortoul, 1964, p.703
94
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
179
De Staël alertaba que “el gobierno nefasto, el gobierno del crimen, es el poder de los
hombres sin propiedad(...)En América (del Norte) (...) no hay más que propietarios, mientras
que Francia se ve abrumada por un infinito número de hombres que, al no poseer nada, están
por consiguiente ávidos de nuevas posibilidades de desórdenes. Es preciso advertir que un
gobierno republicano compuesto por propietarios está más interesado que ningún gobierno
monárquico en contener a los no propietarios (...) La aristocracia propietaria ha de convenir a
los que poseen, a los que quieren adquirir (...) es por lo tanto más incompatible que cualquier
otra forma de gobierno con la multitud de hombres enemigos del trabajo y del sosiego” (1795/
1993, p.50-51)
180
La idea de que la república es más que forma de gobierno la desarrolla Paine en los
siguientes términos: “Las únicas formas de gobierno son la democrática, la aristocrática, la
monárquica y la que ahora se llama representativa. Lo que se llama República no es una forma
particular de Gobierno (...) RES-PUBLICA, los asuntos públicos, o el bien público; o, traducida
literalmente, la cosa pública. Es una palabra de buen origen que se refiere a lo que debe ser el
carácter y la ocupación del Gobierno; y en este sentido se opone, naturalmente, a la palabra
monarquía, que tiene una significación original indigna. Implica ésta la idea de un poder
arbitrario detentado por un individuo, en cuyo ejercicio es él mismo y no la res-publica el
objetivo (...) Un Gobierno republicano no es otra cosa que un Gobierno establecido y guiado
por el interés público, tanto individual como colectivamente” (1791-1792/1986, p.165-166)
95
Carolina Guerrero
181
Constant, 1818 / 1872, v.I, p.57-59
96
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
182
Constant, 1818 / 1872, v.I, p.57. “La propiedad industrial carece de alguna de las ventajas
de la propiedad territorial, que son precisamente aquellas sobre las cuales se funda el espíritu
conservador necesario a todas las asociaciones políticas”
183
Ver Constant, 1818 / 1872, v.I, p.54,60
97
Carolina Guerrero
98
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
hacer, sino también todo aquello que no quieren realizar por sí mismos184. Por
tanto, la concepción de Bolívar en torno al tipo de ciudadanía que quiere
desplegar en su proyecto de república anula una porción importante de la
independencia del individuo y del espacio que, se supone, dispone en una
república moderna para fijar su atención en aquellos asuntos que le resultan
más preciados, es decir, los de la esfera de lo privado.
En cuanto al segundo aspecto, curiosamente es esa asociación política
moderna de ciudadanos privados la que va a exigir, por interés propio, el derecho
de ejercer la libertad política, como garantía de las libertades civil e individual.
En tal sentido, la propuesta de Bolívar sobre cancelar absolutamente la
participación de los no virtuosos en los asuntos públicos es, en perspectiva
moderna, despótica, porque no es posible conciliar la idea de república
constituida, por definición, por individuos libres, si éstos deben someter su
voluntad a la de una élite ilustrada. La vigilancia de ese ciudadano privado
sobre el desempeño de lo público es de su interés particular: Constant señala
que el sistema representativo es un poder contractual que es entregado a cierto
número de hombres por parte de los miembros de la asociación política, los
cuales quieren que sus intereses sean defendidos, y no tienen tiempo para
defenderlos por sí mismos. Pero ese poder no es, como en perspectiva
hobbesiana, la cancelación absoluta de la voluntad de sus comitentes en favor de
la voluntad única del apoderado, sino que, teoriza Constant, los comitentes
“que tienen prudencia” examinan los asuntos cuya administración han
confiado a otros, y juzgan la gestión de sus representantes185. En esa línea, el
184
Ver Constant, 1819 / 1872, v.II, p.288. Sobre la teoría de Sieyès, explica Pasquino que
Sieyès asigna a cada uno un trabajo, al igual que asigna la misma protección legal y el mismo
goce de la misma libertad en su persona y su propiedad. Por ello concluye que es necesaria
una forma de gobierno que no se apoye en el ejercicio de la virtud y de la participación
política. El gobierno ha de ser representativo, o, como denomina Sieyès, gobierno por
comisión. En el poder comitante (atribuido a la totalidad de los ciudadanos activos) se sitúa la
influencia del pueblo sobre los representantes: el pueblo (ciudadanos activos) elige y hace la
delegación del ejercicio de los derechos reales, una autorización que se establece por comisión
o procuración. (ver Pasquino, 1987)
185
En el pensamiento de Constant, la opinión pública es uno de los medios por el cual los
modernos ejercen la ciudadanía y limitan la autoridad pública, como indica Fontana: “Publicity,
the transparency of the actions of public authorities and institutions, was the necessary
precondition for the control that the citizens of free nations must exercise upon the conduct of
government; and accordingly public opinion was the all-powerful, invisible force which, even
99
Carolina Guerrero
before the division of powers and constitutional guarantees, conferred on the authority of
modern states its limited character” (1991, p.81)
186
Ver Constant, 1819 / 1872, v.II, p.288
187
En ese orden, Constant habla sobre la necesidad de que además de la inclinación del
ciudadano moderno por el individualismo, se mantenga lo que el autor denomina un
sentimiento animado de vida política. El razonamiento es el siguiente, y lo desarrolla al analizar
la responsabilidad de los ministros: para Constant, la responsabilidad de castigar los delitos de
los ministros debe alcanzar sobre todo dos fines. Uno, despojar de poder a los ministros
culpables, y dos, alimentar en la nación (mediante la vigilancia de sus representantes, la
publicidad de sus debates y el ejercicio de la libertad de prensa aplicado al análisis de todos los
actos ministeriales) un espíritu de examen, un interés habitual por el mantenimiento de la
constitución del Estado, una participación constante en los asuntos, es decir, un sentimiento
animado de vida política. (ver Constant, 1818, 1872, v.I, p.90)
188
En su famoso discurso de 1819 sobre la libertad de los antiguos comparada con la de los
modernos, Benjamin Constant explica que los modernos no deben renunciar al ejercicio de la
libertad política en los siguientes términos: si los individuos están absorbidos en el goce de la
independencia privada y en la búsqueda de los intereses particulares, no deben renunciar tan
fácilmente al derecho de participar en el poder político; la autoridad tratará de incitarlos a
concentrarse en su disfrute privado. Pero tales individuos deberán mantener a la autoridad
dentro de sus límites, que se remiten a que ella sea justa. Mientras, los individuos se
encargarán de hacerse felices. Ese disfrute no debe estar separado de las garantías, por lo que
tales individuos no deben renunciar a la libertad política. (ver Constant, 1819, 1872, v.II,
p.289)
100
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
189
La virtud consiste también en no dejarse arrebatar la libertad, en la cual reside el bien de la
asociación política: “Virtues are valuable because they promote the good of the community or
society (...)” (Dagger, 1997, p.14)
190
Ver Maquiavelo, 1513-1520 / 1973: libro I, cap.LV, p.235-241
191
Relata Ker Porter: “Reina aquí una gran apatía, tanto mental como física, que, por
supuesto, se extiende hasta los departamentos del estado, no importan cuán enérgicas en
forma puedan ser las leyes e instituciones de la nación. La causa parece ser la indolencia, la
gran venalidad, la indiferencia, debidas a la envidia personal de algunos y la supuesta
decepción de otros, como ocurre si hay una multitud de sirvientes en una casa mal gobernada.
A nadie le importa hacer nada, ni siquiera su deber más particular. Pero, ninguno pierde la
oportunidad de robarle al gobierno si su situación le proporciona los medios” (1842 / 1997,
p.63)
192
Es el mito de Venecia, donde el ciudadano realiza el interés individual de cultivar sus
propios talentos y espíritu de industria en búsqueda de su propia utilidad, pero con el deber
cívico de propiciar de ese modo la participación excelente en lo público, la independencia y
101
Carolina Guerrero
grandeza de la república. Ver: Haitsma Mulier: The myth of Venice and Dutch republican
thought in the seventeenth century y Fink: The classical republicans.
193
De Staël, 1795 / 1993, p.95
194
Ver Constant, 1818 / 1872, v.I, p.54. “Es necesaria otra condición, además del nacimiento y
de la edad legal. Esta condición es el ocio, el tiempo libre indispensable para la adquisición de
las luces y la rectitud de juicio”
195
Ker Porter, 1842 / 1997, p.67
102
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
196
En ese sentido Bolívar expresa al constituyente de Angostura que “tenéis que construir” a
tales hombres (Bolívar: ...Angostura, 1819 / 1988, p.213) ¿En qué? En individuos políticamente
constituidos, eso es, miembros y garantes de su propio orden político.
197
Castro Leiva, 1984, p.22
198
Bogotá, 22-11-1821, en: Carrera Damas, 1992, v.I, p.208-209
199
Este problema había sido patente en la Francia post-revolucionaria bajo el gobierno del
Directorio. Constant refiere que la admiración por la uniformidad, admiración real en algunos
espíritus limitados y afectada por muchos espíritus serviles, es recibida como dogma religioso
por una multitud de ecos asiduos de toda opinión favorecida. Para Constant, la variedad
significa organización; la uniformidad, mecanismo; la variedad corresponde a la vida, mientras
que la uniformidad a la muerte (1815/ 1872, v.II, p.171-174)
103
Carolina Guerrero
que tal empresa invoca la cancelación del interés individual frente al interés
público. En perspectiva liberal, el transformar la independencia moral del
individuo en algo que deba reglar el poder del Estado, sumado a la pretensión
de uniformar la moral y las opiniones de los ciudadanos suponen una
reconfiguración de la idea de política que entra en evidente contraste con el
proyecto que discursivamente se invoca, el cual se suponía, en teoría, la
actualización de la tradición republicana, como forma política del vivir libre.
En atención a la recepción de aquella tradición republicana que hacen los
modernos (es decir, el liberalismo de finales del siglo XVIII y comienzos del
XIX), el vivir libre tiende a conectarse de un modo más riguroso con la
expansión de la independencia moral del ciudadano, por lo que no es admisible
su sometimiento legal a la arena de lo público. Además, aquella sociedad, aún
siendo díscola e integrada por individuos ignorantes y sin talentos ni
experiencia, de alguna manera configura su propio orden (o desorden) que se
hace resistente a la imposición externa de un orden ideal. Constant señala que
el progreso (incluso el de las luces) no puede ser inducido desde arriba ni por
una autoridad de mayor o menor despotismo ilustrado, ni por un Estado
republicano militante. Para el filósofo, la sociedad civil (e incluso la incivil,
podría añadirse) posee cierta clase de inercia que rechaza y neutraliza toda
transformación que no emane de ella: imperturbablemente ligados a su propia
calma y disfrute, los hombres siempre reaccionan, individual o colectivamente,
contra toda autoridad que elija alterarlos200.
Respecto al sacro recinto que ocupa la independencia moral del individuo
frente a la autoridad pública y también frente a la propia sociedad política que
integra, expone Constant:
Hay una parte de la existencia humana que por necesidad queda
individual e independiente, y que es de derecho fuera de toda
competencia social y legislativa. La autoridad de la sociedad, y por
consecuencia de la legislación, no existen sino de un modo relativo y
limitado: en el punto en que empieza la independencia de la existencia
individual se detiene la autoridad de la legislación, y si se traspasa
aquella línea, se convierte en usurpadora. En la porción de la existencia
200
Ver Fontana, 1991, p.40ss
104
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
201
Constant/Filangieri, 1836, p.295
202
José María Vargas: Informe de la Sociedad Económica de Amigos del País, Estado de
Venezuela, al secretario del Interior sobre asuntos económicos (Caracas, 20 de febrero de
1830), en Bruni Celli (comp.): José María Vargas: El orden sobre el caos. 1991, p.28
203
Ver Ruth Capriles, 1997, p.172-173
204
Rodríguez, 1842 / 1988, v.2, p.351
105
Carolina Guerrero
205
Carta de B a Santander (El Rosario, 1-6-1820), en Carrera Damas, 1992, vol.I, p.170
106
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
CAPÍTULO 2
EN TORNO A LA IDEA DE CONSTITUCIÓN
206
El relativismo sobre la alteración o no de la constitución estaría sujeto al principio de
libertad de las sociedades políticas para la actualización de su propio marco jurídico-político.
107
Carolina Guerrero
natural está restringida sólo por las leyes en las cuales se ha participado tanto
en su elaboración, aprobación y eventualmente su crítica y revisión, y se
preserva la igualdad de todos los miembros del cuerpo social cuando todos
están sometidos, obligados de igual forma por las mismas leyes, y además han
realizado por derecho una participación igual en dicha creación y dinámica de
las leyes. Por otro lado, se piensa la constitución como la ley fundamental en la
cual la república habrá de fundar, basar, establecer su propia existencia. Es
decir, la constitución nos remite, de momento, a la idea de garantía de los dos
pilares del neorrepublicanismo (o republicanismo moderno): libertad e
igualdad, y además a la idea misma de columna vertebral para ese nuevo
cuerpo político republicano. Es, por tanto, garantía y fundamento.
Esa idea de constitución representa la formalización del inicio y permanencia
de la vida republicana una vez perpetrada la ruptura con el orden precedente
absolutista. La gran frontera entre la estructura política anterior y la que se
anhelaba instaurar era el tipo de voluntad que habría de regir en el orden
político207: para el caso absolutista se trataba de la voluntad de uno (encarnada
en la institución monárquica), mientras que la promesa republicana era fundar
la posibilidad de regir el destino político de ese cuerpo en la voluntad de todos
(expresiva a través de la ley). En ese marco, la constitución formalizaba una
nueva práctica social y política donde toda acción ejecutada en la república
habría de emprenderse en atención a la ley y a través de ella. De ese modo, la
concepción en torno a la ley está sujeta a características específicas: es general-
neutral, racional-objetiva e inviolable, al suponer, como explica García-Pelayo,
un imperativo incondicionado: “Todo se ha de hacer a través de la ley y en
nombre de la ley; rotas las instituciones tradicionales, sólo a través de la ley se
reorganiza una nueva estructura social y política. No es un elemento más de
orden sino que ella misma, y sólo ella, es el orden”208.
207
Quiero nuevamente llamar la atención sobre las convenciones lingüísticas del momento. De
acuerdo con el Diccionario de Autoridades (1737), el orden se vincula con la idea de ley, en
tanto lo define como “regla ó modo que se observa para hacer las cosas”. Asimismo, podemos
asociar la instauración de un nuevo orden político republicano con la idea de “poner en orden”,
definida en el Diccionario como: “Reducir alguna cosa à método y regla; en sentido moral vale
reglar y concordar alguna cosa, para que tenga su debida proporción, forma ó régimen”.
208
Ver García-Pelayo, 1991, p.287
108
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
209
En este punto exploraré sólo la idea de convención jurídica en el pacto y el contrato social.
Sus características y tipo de renuncias que demandan de las partes o miembros del cuerpo
político, más las implicaciones de todo ello con los bienes derivados del pacto y la posibilidad
de ejercer la libertad civil e individual, los trato en el último capítulo de este trabajo.
210
Castro Leiva señala que el solo racionalismo normativo, según la clasificación propuesta por
García-Pelayo, no recoge matices como la oposición temática entre sentimentalismo ético y
razón pasiva (1984, p.26) En mi criterio, las constituciones republicanas pensadas por Bolívar
son precisamente (más bien, radicalmente) normativas, al extremar la pretensión de fundar en
la constitución la garantía de un orden que, primero, debía emanar de la sociedad, y, en
adición, el propósito de fundar prácticas políticas con arreglo al texto de la ley, de manera de
cancelar lo imprevisible y fijar la permanencia de la construcción republicana en una regla
objetiva.
109
Carolina Guerrero
211
Ver García-Pelayo, 1991, p.260
212
Ver García-Pelayo, 1991, p.262
110
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
213
Ver García-Pelayo, 1991, p.262
111
Carolina Guerrero
214
Ver García-Pelayo, 1991, p.270
112
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
215
Ver García-Pelayo, 1991, p.271
216
Acá parafraseo la cita que hace García-Pelayo de L. von Stein, donde define la constitución
como “la forma en la que la pluralidad de la voluntad del pueblo se configura en voluntad
unitaria del Estado”. Ver García-Pelayo, 1991, p.272
113
Carolina Guerrero
la fundación jurídico-política del Estado, lo cual puede ser análogo para el caso
de la república, a diferencia de que ella demanda al mismo tiempo una
fundación moral y ética difícil de ser prescrita por la ley fundamental
normativa, como veremos en la idea de Bolívar sobre la constitución. A la vez,
esta perspectiva plantea un deslinde con la idea liberal en torno a la
constitución –como podrá constatarse líneas más adelante al analizar la
concepción propuesta por Constant sobre el tema– dado que en esta línea de
pensamiento se propone exactamente la base jurídica y política del Estado para
el orden y la estabilidad políticos que hagan posible el despliegue de las
garantías ciudadanas, sin que la ley fundamental pretenda prescripción moral
alguna sobre los individuos.
Lo que quiero alertar es que en la distinción entre Estado y república puede
comprenderse por qué la constitución supone una normatividad más rigurosa
cuando aquella está destinada a ofrecer los supuestos jurídicos, políticos y en
adición éticos para la erección de la república, y por qué en el caso de estar
dirigida a la configuración jurídica y política del Estado se orienta más bien a
establecer la institucionalidad que haga posible la vida de la sociedad en
estabilidad y orden político. Para el caso de la república, la asignatura es doble,
en tanto se busca conformar el Estado pero además constitucionalizar la vida
republicana217, en cuyo caso se involucran prescripciones y obligaciones
adicionales para el desarrollo del buen vivir republicano inherente. En el
Estado (a secas), el fin apunta a asegurar la vigencia de un orden jurídico para
el desarrollo de la convivencia, mientras que en la república se persigue el
asegurar la vigencia de un orden ético-político para la realización del bien
común, para la convivencia republicana. Asimismo, mientras el Estado es una
unidad efectiva de poder y de decisión frente a otros Estados, la república
clásicamente concebida es una unicidad efectiva de intereses y de conducción
frente a otras repúblicas y Estados y frente a sus propios miembros o
ciudadanos.
La república debe constituirse simultáneamente como Estado y como
república. La ordenación política de la república demanda la organización del
217
Constitucionalizar la república es fundar la república. Observa Sartori: “La parole
constituzione viene dal latino constitutio, che a sua volta viene dal verbo constituere: instituire,
fondare” (1987, p.11)
114
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
218
Ver García-Pelayo, 1991, p.249
115
Carolina Guerrero
116
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
117
Carolina Guerrero
220
No con poca sorna, señala Vicuña Mackenna sobre la concepción de la constitución
boliviana como proyecto ilustrado de Bolívar, citando a Rey de Castro, secretario de Sucre: “Allí
se encontraba (sobre una hamaca en Chuquisaca, Bolívar) meditando en sosegada calma la
senda más segura que pudieran seguir las sociedades para alcanzar la felicidad á que aspiran”
(1893, p.120)
221
Ver: Du contrat social, Lib.I, Cap.VII. “(...) que quiconque refusera d’obéir à la volonté
génerale y sera contraint par tout le corps: ce qui ne signifie autre chose sinon qu’on le forcera
d’être libre; car telle est la condition qui donnant chaque Citoyen à la Patrie le garantit de toute
dépendance personnelle (...)” p.186
222
Dos amigos de Colombia: Proyecto de Constitución; Cartagena, 1826. En: El pensamiento
constitucional Hispanoamericano hasta 1830, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1961.
Este proyecto, por cierto, integra una cámara de los censores y un poder municipal al igual que
la constitución boliviana, de la cual difiere por eliminar la presidencia vitalicia y proponer un
período presidencial de cuatro años con reelección.
118
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
223
Sobre esto último, ver García-Pelayo, 1991, p.248
224
La idea de progresos en el desarrollo humano está asociada con la adquisición de
experiencia por parte de los ciudadanos para el ejercicio de la ciudadanía y las prácticas
políticas en el vivir libre, en tanto el tiempo estipulado para revisar la constitución de 1819
coincidía con el tiempo previsto para realizar elecciones a través de colegios electorales y luego
celebrarlas por medio de votaciones directas. La constitución de 1819 establece: “Pasados 10
años, las elecciones se harán inmediatamente por el pueblo, y no por medio de electores”
(Título IV, Sección 2, Art.8), mientras que señala: “Cada 10 años podrá la Cámara de
Representantes proponer la revisión de la Constitución o de alguno de sus títulos o artículos
(...)” (Título X, Art.1). Sobre el tema de la reforma, la constitución de 1821 expresa: “Cuando
ya esté libre toda o la mayor parte de aquel territorio de la República, que hoy está bajo el
poder español, pueda concurrir con sus representantes a perfeccionar el edificio de su felicidad
y después que una práctica de 10 o más años haya descubierto todos los inconvenientes o
ventajas de la presente Constitución, se convocará por el Congreso una gran convención de
Colombia, autorizada para examinarla o reformarla en su totalidad” (Título X, Art.191)
119
Carolina Guerrero
225
Constant, 1815/1872, p.III
226
Insisto en la deuda intelectual de las diversas corrientes del pensamiento liberal con las
ideas republicanas, en especial las formuladas a lo largo del humanismo cívico.
120
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
227
Luego de la construcción de este concepto a lo largo del humanismo cívico y del
republicanismo prevaleciente en las repúblicas italianas del renacimiento, observo que el autor
reproduce insistentemente esta expresión que reitera Maquiavelo, en su Discorsi sopra la prima
decca di Tito Livio (1513-1515)
228
Como teoriza Yanes, “se ha creído que la libertad debía colocarse en las leyes y en su
estricta y rigurosa observancia. (...) Pero si las leyes no se cimentan en la justicia y equidad,
lejos de ser el fundamento de la libertad, ellas serán el apoyo y sostén de la más dura y odiosa
tiranía. (...) Napoleón no violaba, antes bien rigurosamente observaba las leyes que él mismo
hacía, y, sin embargo, su dominación se ha llamado tiránica” (1839/1959, p.95-96)
229
Este planteamiento se conecta con la idea de Constant sobre los límites de la soberanía
popular, la cual va a ser invocada en diversas oportunidades en el debate político colombiano,
en especial por el propio Bolívar, como podemos ver en este trabajo. Refiere Constant: “La
volonté de tout un peuple ne peut rendre juste ce qui est injuste (...) L’assentiment du peuple
ne surait légitimer ce qui est illégitime (…)” (Principes de Politique, 1815/1872, Cap. I, p.15)
230
Maquiavelo distingue entre la reforma de la constitución y la reforma de las leyes; para el
florentino, el legislador prudente que elabora la constitución de la república en cuya base los
demás legisladores van a establecer las leyes, debe tratar de que esa base jurídica fundacional
sea lo más estable posible, aunque ello no implique que no pueda sufrir posteriores
actualizaciones, por lo que Maquiavelo señala que alcanza el mayor grado de felicidad aquella
ciudad que se traza según un ordenamiento jurídico prudente que evita que deba
reorganizarse a sí misma (1513-1520 / 1973, Lib.I, Cap.II, p.133)
121
Carolina Guerrero
231
Constant, 1815/1872, p.III
122
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
232
De esta manera el autor evidentemente se opone a la tesis de que en toda asociación
humana lo fundamental sería asegurar la preservación del Estado, aun cuando ello demandase
la limitación o suspensión de la libertad y demás derechos.
233
Constant/Filangieri, 1826/1836, p.7-8
123
Carolina Guerrero
124
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
234
Constant/Filangieri, 1826/1836, p.291
125
Carolina Guerrero
235
Constant, 1815/1872, p.III
236
Constant, 1815/1872, p.III
126
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
237
Rousseau: 1762/1964,Lib II, Cap. VII. p.203. Traducido: “Aquel que se atreve a emprender
la tarea de instituir un pueblo debe sentirse en disposición de cambiar, por así decirlo, la
naturaleza humana (...) de alterar la constitución del hombre, con el fin de fortalecerlo”
127
Carolina Guerrero
pero como efecto de la libre y autónoma realización del interés individual. Algo
distinto (protección y fomento externos al individuo y provenientes del ámbito
de lo público) no tendría semejante resultado, al podar la independencia
individual para realizar talentos sólo como lo determine el individuo, y no
según lo prescriba la ley:
Lo que Filangieri quiere alcanzar del poder a favor de la libertad, deseo
yo que una Constitución lo imponga al poder. Las ventajas que solicita
aquel de este por bien de la industria, soy yo de la opinion de que ella
misma debe adquirirlas con solo su independencia; sucediendo lo
mismo respecto de la moral y también de las luces. En donde el autor
que vamos á comentar ve un favor descubro yo un derecho, y en
cuantas ocasiones él implora la proteccion yo reclamo la libertad.238
De esa manera, el planteamiento de Constant remite a que las instituciones
constitucionales adecuadas que garanticen la libertad individual habrán de
traducirse en garantía, a su vez, para la expansión del interés individual, lo que
habrá de resultar en “el éxito de las especulaciones” individuales, y ello tendrá
como consecuencia lógica la “prosperidad de los Estados”239. Esta deducción
también remite a la tradición republicana del humanismo cívico, cuando se
pensó que la manera de conciliar el logro del interés individual con el bien
común partía de la necesidad de permitir la expansión del primero240. En Adam
Smith el argumento incorpora la idea de que dicha realización del interés
individual habrá de ser netamente egoísta, derivando involuntariamente en
bienestar general241, argumento, además, que guarda vinculación con la idea de
egoísmo ilustrado configurada anteriormente por Voltaire242. En el caso de
Constant, este autor no esboza el aspecto ético respecto a si el individuo ha de
realizar su interés individual para procurar voluntaria o involuntariamente su
contribución al bienestar general. Lo que plantea es el deber de la constitución
de proveer las garantías para el libre despliegue de las especulaciones
individuales, al cual el hombre tiene derecho. La idea de bienestar general de
238
Constant/Filangieri, 1826/1836, p. 14
239
Constant/Filangieri, 1826/1836, p. 188
240
Sobre este tema, ver: Pocock, 1975, p.64-76
241
El punto es lúcidamente interpretado por Natalio Botana en su libro La Tradición
Republicana (1984)
242
Ver Voltaire: “Décima Carta”, en: Cartas Filosóficas, 1764 / 1965. p.930
128
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
129
Carolina Guerrero
243
La idea de publicidad manejada aquí por Constant se conecta con el acto de difusión de las
ideas políticas y filosóficas a través de los canales de la opinión pública vigentes desde finales
del siglo XVIII, en especial el panfleto.
244
Constant/Filangieri, 1826/1836, p. 201
130
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
245
Constant/Filangieri, 1826/1836, p. 201
246
Señala Bolívar ante el constituyente de Angostura: “(...)“nuestra suerte ha sido puramente
pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula, y nos hallamos en tanta más dificultad
para alcanzar la libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la
servidumbre; porque no solamente se nos había robado la libertad, sino también la tiranía
activa y doméstica”, entendida como el ejercicio –en el régimen absoluto– de las funciones en
los asuntos domésticos y administración interior, imposibilitados de conocer el curso de los
negocios públicos, “abstraídos, ausentes del universo, en cuanto era relativo a la ciencia del
gobierno” (Bolívar: ...Angostura, 1819/1988, p.212)
131
Carolina Guerrero
son, en esencia, iguales, a pesar de que cada pueblo requiera realizar algunas
adaptaciones a sus condiciones particulares. Por ello se explican las
considerables semejanzas entre la obra que inicia sin concluir Constant sobre
los principios constitucionales para una república247 y los que propone para la
monarquía constitucional. Para una u otra forma de gobierno enuncia los
mismos derechos, la preeminencia de la libertad individual, y la necesidad de
limitar el alcance de la autoridad pública dentro del orden político. Es decir, al
margen de la especificidad y las adaptaciones particulares que puedan hacerse a
las constituciones de diferentes estados, Constant defiende una estructura
básica que habrá de ser una constante en cada ley fundamental. A lo que
apunta este señalamiento es a la imposibilidad de restringir derechos y
libertades en función del estado de infancia política de algunos pueblos (como
en cierta medida se debate en la unión colombiana):
No podrían establecerse leyes “que se adapten á la infancia de las
naciones, á su pubertad, á su madurez y á su decrepitud”, porque, lo
repito, en la infancia como en la pubertad, la madurez ó la decrepitud
de los pueblos, los atentados à la vida, à la prosperidad y à la seguridad
son crímenes que deben castigarse248
Por último, Constant culmina la cita con su referencia a la ecuación no resuelta
sobre quién puede arrogarse la facultad de calificar el estado de infancia o
adultez política de un pueblo. Lo hace para enfatizar la imposibilidad de que
uno o unos pocos puedan juzgar sobre la supuesta incapacidad contingente de
algunos individuos para el goce de la libertad, y sobre la consecuente necesidad
de suprimir o limitar derechos y libertades en aras de la salud pública, en tanto
se verifican progresos en la evolución política de tales asociaciones humanas (y
de tales individuos):
247
Me refiero a la obra Fragments d’un ouvrage abandonné sur la possibilité d’une constitution
républicaine dans un grand pays (1802) sobre la posibilidad de establecer la república en un
territorio extenso. Si bien los principios en torno a las garantías, libertades y derechos son
análogos entre la obra republicana y la obra monárquico-constitucional de Constant, el punto
polémico entre una y otra está en las reflexiones del autor sobre la herencia: “(...) l’hérédité
n’est point une cause de paix, mais un élement de discorde; à côté de la lutte inévitable entre
la médiocrité et le génie, la sottise et le talent, s’élève une autre lutte non mois acharnée entre
le merite et le hasard, entre le sentiment de la justice, et l’arbitarire de l’institution”
(1806/1991, p.116)
248
Constant/Filangieri, 1826/1836, p.273
132
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
y por otro lado cuando una nación está en la infancia los legisladores
también: su título no confiere un privilegio intelectual249
En esta parte, quiero plantear una aproximación hacia las ideas de Bolívar
sobre la constitución. Lo haré sobre la base de las locuciones y su discurso en
torno a este problema, expresivos en los procesos constituyentes de 1819 a
1830, y en ocasión de presentar sus proyectos y propuestas constitucionales. A
diferencia de Constant (quien es el filósofo que desarrolla proposiciones en
torno a una teoría sobre la constitución, y quien únicamente materializa una
propuesta práctica al elaborar para la Francia el acta adicional de 1815 a las
constituciones del imperio250), Bolívar intenta el rol múltiple del (1) político
teórico que busca interpretar la tradición republicana, los principios liberales y
las ideas sobre la constitución configuradas hasta ese momento; (2) el político
teórico que, al margen de las ideas “universales” sobre la constitución,
pretende pensar en la fundamentación jurídico-política necesaria para un
proyecto de república específico, con la complejidad de descifrar aquellos
principios teóricos en adición a la realidad ofrecida por el contexto práctico
249
Constant/Filangieri, 1826/1836, p.273
250
El Acte Additionnel que elabora Constant se promulga el 22 de abril de 1815 y se somete a
plebiscito popular el 1º de junio siguiente (aunque es aprobada, la historiografía califica de
significativa la abstención) En el preámbulo a los siguientes 67 artículos señala: “(...) nous
avions ajourné l’établissement de plusieurs institutions intérieures, plus spécialement destinées
à protéger la liberté des citoyens”. Linotte reseña que la Carta de 1814 es adoptada por Luis
XVIII tras la primera abdicación de Bonaparte, como un intento por conciliar Antiguo Régimen
y principios revolucionarios. Tras el regreso de Bonaparte a París el 20 de marzo de 1815 (con
lo cual la primera restauración no duró más de 10 meses), el emperador conceptúa la
necesidad de dar a Francia una nueva constitución. No obstante, dada la impaciencia de los
franceses ante aquella contingencia, descarta la organización de un congreso constituyente y
directamente le encarga a Constant (quien lo había comparado con Gengis Khan y Atila) la
elaboración de un proyecto constitucional, cuyo texto es aprobado por Bonaparte y sometido al
Consejo de Estado antes de elevarlo a la consulta plebiscitaria. Aunque Bonaparte hizo llamar
el proyecto de Constant “l’acte additionnele aux Constitutions de l’Empire”, Linotte destaca que
esta acta sienta los principios de un nuevo régimen más liberal. Pero tras la segunda y
definitiva abdicación de Napoleón, el acta adicional (la “Benjamine” o la “Constantine”) es
cancelada con el retorno de los borbones, de modo que sólo tuvo vigencia durante un mes.
(Didier Linotte: Les Constitutions françaises. 1985, p.34-36)
133
Carolina Guerrero
i- Sobre el constituyente
251
Un manejo discursivo en la vertiente opuesta es perceptible en el Manifiesto de las
Provincias de Venezuela a todas las Naciones Civilizadas de Europa. Sobre la ausencia de
aprobación popular a los actos del “impostor”, de “Bolívar, el sedicioso”, formula: “Los pueblos
obedecían à los mismos que tal vez abominaban: era el temor la pasion que inspiraba esta
obediencia; y los ayuntamientos, las diputaciones municipales y los cabildos de los naturales
fueron las primeras presas de este temor, y de la fuerza revolucionaria que todo lo confundió”
(1819, p.2)
134
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
político de acuerdo con las normas de vida prescritas por la república: significa
que se piensa la constitución como la constitucionalización de la república,
incluso como lo que Castro Leiva define como textualización252 de la existencia
de la república, lo cual ha de estar implícitamente autorizado por todos, en
tanto la vida republicana (y la garantía textual que obliga a todos) implica el
ejercicio de la voluntad de todos que no ha de querer otra cosa sino la
devoción a la búsqueda del bien común. Para textualizar la existencia de la
república es necesario, por tanto, activar aquella voluntad de todos, cuyo
ejercicio es manifiesto a través de los actos de los representantes de esa
voluntad (y autorizados por ella) en la que ha de residir la soberanía253: el
cuerpo (constituyente) a través del cual la república –como res publica o cosa
pública– puede constituirse y prescribirse a sí misma. En esos términos, la
constitución no es sólo una estructura jurídico-política sino también ética, en
tanto ha de fundarse en esa voluntad del ciudadano republicano dirigida a
ordenar la suma de prohibiciones y prescripciones que hagan posible la
renuncia de ese ciudadano a sí mismo (a su individualidad) para consagrar su
vida a ese proyecto público y moral que entraña la república. Ciertamente esa
premisa plantea una insalvable brecha con la idea constitucionalista enarbolada
por Constant, ante la cual sería inadmisible pensar la constitución como un
imperativo ético orientado a constreñir la individualidad en aras de lo público,
de ese orden político republicano.
Llegados a este punto, quiero reiterar nuevamente que, por la manera en que es
concebida y por su propia tradición, la república no es solamente una forma de
gobierno, sino que entraña ese sistema de renuncias individuales y devociones
a lo público que pretende estructurar finalmente una vinculación afectiva del
252
Tomo el término de la argumentación expuesta por Castro Leiva, según la cual esa
“textualización” respondía a la pretensión de “detener y fijar, para siempre, una libertad
universal”, siendo la constitución la eternización “ideal de la escritura constitucional
republicana”. Esa eternidad prescribiría los límites de la libertad (siendo uno de ellos la
necesidad de imponer diques al despliegue de la individualidad) En esa forma decantada de
libertad se suscribiría el dominio de la condición (natural) de bestialidad de los individuos, de lo
que se sigue que el principal objeto de dicha eternidad constitucional es el dominio de las
pasiones humanas, en medio de ese “imperativo ético riguroso” que representa la vida en la
república. Ver: “La elocuencia de la libertad”, en Castro Leiva, 1991. p.22-27
253
Entendida como voluntad autorizada para encarnar la conducción de lo público.
135
Carolina Guerrero
254
Sobre este punto, Eduardo Vásquez señala: “Cuando Hegel caracteriza al Estado griego
sostiene que allí no hay libertades individuales, esto es, el individuo singular desaparece en las
instituciones del Estado. La singularidad es absorbida enteramente en las leyes y las
costumbres. El individuo está enteramente sometido a los poderes externos. Ya todo está
decidido. A ninguno se le ocurre consultar a la propia conciencia para saber lo que ha de
hacer” (1987, p.24)
255
La idea de lo tácito o de lo explícito en la conformación republicana está atada a la idea
“rousseauniana” en torno al deber de obligar al otro a ser libre. Vid supra.
256
Bolívar: Discurso ante el Congreso de Angostura (1819) Monte Ávila. Caracas, 1990. p.49
136
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
257
Bolívar: ...Angostura (1819), 1990, p.49
258
Bolívar: ...Angostura (1819) 1990, p.74. La idea de que “los pueblos os han confiado sus
intereses” es el recurso retórico mediante el cual Bolívar sanciona su proyecto ilustrado de
imponer la unión colombiana. En carta de Santander a Bolívar (San Cristóbal, 8-2-1820) es
peculiar la forma en que supuestamente se había realizado la unión por mandato de la
voluntad de los pueblos, ya que es Santander, en nombre de Bolívar, quien exige a los
ciudadanos la obligación de amoldar sus voluntades a la aprobación de la unión: “Hice
congregar el 12 del corriente a las autoridades generales (de Nueva Granada) a fin de hacerles
conocer los motivos que obligaron al Congreso de Venezuela a anticipar su sanción (de la Ley
Fundamental de la República de Colombia), y de exigirles su libre voluntad en su
obedecimiento (...)”. En una siguiente carta, Santander expresa a Bolívar: “Esta unión, aunque
ilegal, porque se ha dispuesto de la suerte de un inmenso territorio sin su voluntad, debe
producirnos indefectiblemente una ganancia real y ha dado un terrible golpe a los esfuerzos
del rey (...)” (Santafe, 15-2-1820), en Cartas Santander-Bolívar, 1988, v.II (los destacados son
míos). En los debates del constituyente de Cúcuta son expresivos los cuestionamientos sobre la
legitimidad de la unión: mientras el diputado Peñalver defendía que la unión se había
sansionado con aprobación del pueblo neogranadino porque dos de los cinco diputados que
integraron la comisión nombrada en Angostura para realizar el proyecto de ley de la unión eran
de Casanare, el diputado Joaquín Borrero responde: “Dudo de las elecciones de tales
Diputados y de su legitimidad”, y expuso que Casanare era, además, la parte más
insignificante de Nueva Granada. El diputado Diego Fernando Gómez proponía no discutir
quién hizo la unión, ya que ella existía y era muy útil. Por su parte, el diputado Miguel
Domínguez afirmaba que “si hay quien no vea a la Nueva Granada representada en el
Congreso de Venezuela (de 1819), menos puede verse en éste al Reino de Quito”. En tanto, el
diputado Egea enfatizaba que aprobar la unión establecida en Guayana sería aprobar el
colonialismo de la Nueva Granada a Venezuela, que Venezuela en tiempos de prosperidad no
había pensado en unión, sino sólo después del terremoto, y preguntó en cuál época había
manifestado Cundinamarca su voluntad de unirse. (en: Congreso de Cúcuta, Libro de Actas,
Bogotá, 1923, p.39-41
137
Carolina Guerrero
259
Bolívar: ... Bolivia (25-5-1826) 1990, p.78
260
A pesar de que esta imposición que hace Bolívar de la constitución Boliviana es calificable
como una usurpación del cuerpo constituyente (lo cual en interpretación de Bolívar es en
realidad el sacrificio que ha de hacer por mandato de dicho cuerpo y, en consecuencia, de la
voluntad general), y que ello se correspondería con un acto despótico mediante el cual el
destino de la nación es trazado por la voluntad de uno solo, quien se arroga, como hemos
señalado, el respectivo poder constituyente, a mi juicio el resultado es una constitución que
finalmente reúne la mayor exposición de principios liberales si se compara con otras
138
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
139
Carolina Guerrero
268
Bolívar: Mensaje al Congreso Admirable (20-1-1830), 1990. p.100
269
Bolívar: ... Congreso Admirable (20-1-1830) 1990, p.100
270
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.53
140
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
271
Bolívar: ... Congreso Admirable (20-1-1830) 1990, p.100
272
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.51
141
Carolina Guerrero
273
Castro Leiva plantea que, en perspectiva republicana, las prohibiciones y prescripciones
contenidas en la constitución pretenden “templar” el temperamento del salvaje, en tanto
permitan limitar e incluso eliminar las pasiones peligrosas propias del salvaje. Ver: “La
elocuencia de la libertad”, en Castro Leiva, 1991.
274
Bolívar: Mensaje al Congreso Admirable (20-1-1830) 1990. p.100
142
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
menos como una fase intermedia entre el salvaje que es dominado por toda
clase de pasiones, generador de tumulto y caos, y el individuo que al escalar en
su civilidad es al menos capaz de conocer la ley y respetarla. Un nivel superior
residiría en el lograr impregnarse de espíritu público y virtudes cívicas. El buen
salvaje como un tránsito en ese proceso sería lo que expresa el Libertador al
referir la “inocencia”: “Dignaos conceder a Venezuela un Gobierno (...) que
haga reinar la inocencia, la humanidad y la paz”275
Paralelamente, un aspecto que considero liberal en la idea de Bolívar sobre la
constitución es el reconocimiento de la desigualdad natural de los hombres, lo
cual conduce al reconocimiento sobre la imposibilidad de uniformarlos de
manera artificial. Esta premisa la encontramos, por ejemplo, en el discurso de
Bolívar en Angostura, 1819, donde también ha expuesto el Libertador la
necesidad de crear un poder político que moldee el espíritu y dirija la opinión
de los hombres. Es decir, en el mismo discurso se revela el Bolívar liberal que
reconoce la desigualdad natural entre los individuos, y explica la igualdad
ficticia que podrá crearse a partir de la ley fundamental, la cual se centra en el
ámbito político y social. De acuerdo con el pensamiento liberal, la igualdad
política estará definida por el derecho de todos los ciudadanos a la
participación política (expresiva en la opinión pública y el sufragio), mientras
que la igualdad social que refiere Bolívar –o civil, de acuerdo con las locuciones
empleadas por el pensamiento liberal– impone el principio de igualdad ante la
ley: todos están obligados y sus derechos garantizados por las mismas leyes.
Significa que la igualdad ficticia se traduce en igual participación política e
igualdad en el ejercicio y goce de derechos políticos y civiles. A lo que conduce
esta máxima liberal es a la idea de que la sociedad sólo puede existir entre
iguales, ya que la misma deriva del pacto establecido entre pares276. Pero en
este discurso se revela también el Bolívar republicano –o antiliberal, en
perspectiva moderna– quien propone generar una nivelación moral a través de
la constitución y los poderes públicos (“el modo efectivo de regenerar el
275
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.74
276
Un matiz es que este pacto supone, a su vez, el reconocimiento de la desconfianza entre
tales pares. Sobre la idea de pacto, Ortega y Gasset señala que el contrato, como fundamento
de la sociedad moderna, es “la cínica declaración de que desconfiamos del prójimo al tratar
con él y le ligamos a nosotros en virtud de un objeto material –el papel del contrato– que
queda fuera de las dos personas contratantes” (1954, v.II, p.425)
143
Carolina Guerrero
carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra nos han dado”277), como
vimos en el primer capítulo de este trabajo. En medio de esta compleja
contradicción, el Bolívar liberal registra, por un lado, la desigualdad natural y,
por otra parte, la limitada nivelación que es posible catalizar a través de la ley,
la cual ha de circunscribirse a exponer las garantías a los derechos y libertades
del individuo, de manera de que éste pueda dar latitud278 a la realización de su
interés particular y desplegar su espíritu de industria. Argumenta el Libertador:
Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo
es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los
hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las
leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la
sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las
virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y
social279
Encuentro coincidencia entre el Bolívar liberal y Constant en atención a la
idea de que si la constitución provee las bases jurídicas generales requeridas por
la organización política, la asociación humana dispondrá de las garantías
necesarias para el despliegue de la independencia individual que habrá de
decantar en el bien de la industria y por ende en la prosperidad de la nación.
En ese aspecto se pone de manifiesto el Bolívar liberal, quien al igual que
Constant demanda los principios sobre los cuales puede erigirse el bienestar
general al otorgar las garantías para la iniciativa individual. Esta idea de Bolívar
entra en tensa oposición con su propia idea sobre la constitución como
proveedora no sólo del fundamento jurídico y político general, sino también de
las bases éticas para constituir moralmente a los individuos, como señalamos
anteriormente. Aunque preponderantemente el Bolívar que habla ante el
constituyente de Angostura es el que enfatiza su convicción sobre el poder (y el
deber) de las leyes para alterar la naturaleza del hombre, encontramos
elementos de contradicción en el mismo discurso que revelan un Bolívar que, a
partir del reconocimiento de la desigualdad natural entre los hombres, visualiza
277
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.71
278
La expresión “dar latitud” la tomo de Francisco Javier Yanes (1839/1959) refiere el “dar
latitud” a la acción del interés particular.
279
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.58
144
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
280
Bolívar: ... Congreso Admirable (20-1-1830) 1990, p.106
281
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.60
145
Carolina Guerrero
282
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.59
146
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
283
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.50
284
Tal existencia de la república, en adición, no ha de desenvolverse de cualquier manera, sino
de modo específico: “Existencia dichosa”, dice Bolívar, con lo que hay que vincular la idea de
dicha con la idea de felicidad, la cual remite, en perspectiva republicana, al goce de la libertad
para la realización del bien común, y en perspectiva liberal al disfrute pacífico de la libertad
individual, propiedad, igualdad civil y política, y seguridad.
285
Castro Leiva, 1991, p.26-27
286
Sin que ello implique que deba existir eternamente del modo como fue concebida, ya que a
mayores progresos humanos, según Bolívar, podrán y deberán introducirse progresivamente
algunas reformas a la constitución.
287
Bolívar: ... Bolivia (25-5-1826) 1990, p.89
147
Carolina Guerrero
288
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.55
289
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.53-54
148
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
290
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.57
149
Carolina Guerrero
al renunciar a algo de su libertad natural para conformar una asociación que les
garantizará la seguridad requerida para la realización de su interés individual y
el ejercicio de su libertad individual (racionalmente limitada en alguna medida
por las condiciones que impone la pertenencia a dicha asociación), en estado
civil se impone nuevamente una renuncia adicional a la libertad que había sido
asegurada, a fin de fijar la existencia de la república. Paradójicamente, el
planteamiento se orienta a constitucionalizar (eternizar) dicha república a
través de la moderación de las formas republicanas:
Sólo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta
libertad, pero, ¿cuál es el gobierno democrático que ha reunido a un
tiempo, poder, prosperidad y permanencia? ¿Y no se ha visto por el
contrario la aristocracia, la monarquía, cimentar grandes y poderosos
imperios por siglos y siglos?291
De tal manera, es en la constitución donde habrá de verificarse esa segunda
renuncia a la libertad. En la elocuencia de Bolívar, ello se legitima a efectos de
preservar el cuerpo político y evitar la disolución de la república, por lo que ese
sacrificio adicional del individuo se confirma voluntariamente, de manera
tácita, por el bien común. En perspectiva liberal, la lectura que habría que
hacer sobre este planteamiento conduciría a calificarlo como contrario al
objeto fundamental de la constitución, en tanto sea entendido como el
suministro a la sociedad de garantías para las libertades y derechos del
individuo. Para resolver la contradicción, Bolívar recurre a la idea de
especificidad de la ley expuesta por Montesquieu: “No dice El espíritu de las leyes
que éstas deben ser propias para el pueblo que se hacen”?”292
Mas el manejo de ese argumento lo orienta Bolívar a la legitimación de nuevos
límites a la libertad. Como pudimos constatar en las ideas liberales de
Constant, existe un mínimo de libertades y derechos que ha de ser garantizado
por toda constitución, independientemente del estado de infancia que pueda
tener un pueblo, en atención a que cualquier individuo en cualquier punto de la
geografía es siempre titular de los mismos. Por ello, la pretensión del legislador
de reducir o limitarlos es un acto de arbitrariedad, porque constituye el despojo
291
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.54
292
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.54
150
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
293
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.53
294
La base de la legitimación de los actos dictados por la razón ilustrada de Bolívar está en la
búsqueda de la confirmación discursiva por parte “del pueblo”. Ello es expresivo en la siguiente
carta que dirige Bolívar a Juan José Flores (Bogotá, 22-8-1828): “Dentro de poco daremos un
acta fundamental (se refiere al decreto orgánico que regula la llamada dictadura que instala el
Libertador en 1828) y que sirva de constitución provisoria (...) pero es preciso que los amigos
se empeñen en hacerla sancionar espontáneamente por los pueblos, para que no se diga que
es la obra de un hombre y que carece del consentimiento nacional; pues yo no quiero mandar
sino de acuerdo con la voluntad pública” (en: Correspondencia del Libertador con el General
J.J.Flores, 1977, p.232)
295
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.55
151
Carolina Guerrero
152
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
296
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.66
297
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.67
298
Dice Bolívar ante el Congreso de Angostura (1819, edición 1990): “Cuando hablo del
Gobierno británico sólo me refiero a lo que tiene de republicanismo, y a la verdad ¿puede
llamarse pura monarquía un sistema en el cual se reconoce la soberanía popular, la división y
el equilibrio de los poderes, la libertad civil de conciencia, de imprenta, y cuanto es sublime en
la política? ¿Puede haber más libertad en ninguna especie de república? ¿y puede pretenderse
a más en el orden social?”. p.61
299
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.61
153
Carolina Guerrero
300
Bolívar: ... Bolivia (25-5-1826) 1990, p.78
154
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
301
Bolívar, ...Angostura (1819) 1990, p.68
302
Bolívar: ... Bolivia (25-5-1826) 1990, p.78-79
155
Carolina Guerrero
303
Bolívar: ... Congreso Admirable (20-1-1830) 1990, p.104
156
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
CAPÍTULO 3
DEL PODER NEUTRAL A LA PRESIDENCIA VITALICIA
En este capítulo expongo la asimilación que hace Bolívar del poder neutral –
desarrollado a lo largo de la teoría constitucional de Benjamin Constant– para
configurar la institución de la presidencia vitalicia, la cual incorpora en la
constitución que presenta para la naciente república de Bolivia en 1826. Voy a
proceder en el siguiente orden: primero, analizaré la naturaleza y sentido del
poder neutral de Constant, en atención a los principios liberales y al supuesto
constitucional de garantizar el disfrute pacífico de los derechos civiles y de la
libertad individual; segundo, explicaré los fundamentos sobre los cuales se
erige la propuesta de Bolívar en torno a la presidencia vitalicia, en adición a los
fines que persigue con esta institución; y tercero, propondré un análisis
comparado entre la institución constantina y la versión realizada por el
Libertador, del cual derivarán los elementos en los que me baso para identificar
en la creación de Constant la fuente para la elaboración constitucional de
Bolívar respecto a esta institución, en la que visualizo, a su vez, el intento de
lograr una fórmula para adelantar un establecimiento liberal en una sociedad
compleja, en el que sea posible la conciliación entre libertad y estabilidad
política.
157
Carolina Guerrero
158
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
304
Encuentro curioso que Constant atribuya a “la organización política” una creación que
resulta de la propia teoría constitucional de este autor. Constant pontifica las ventajas de este
poder, y celebra el buen juicio de “la organización política” para poder haber acertado con tan
adecuada institución. Lo curioso es que, al igual que Bolívar, el atribuir una propuesta personal
a la totalidad de “la organización política” es legitimarla anticipadamente, colocándola en un
plano extrapersonal, y haciéndola parecer como el inobjetable producto del ejercicio de la
racionalidad de la asociación humana para darse a sí misma los más adecuados fundamentos
jurídico-políticos.
305
Constant, 1815/1872. p.21-22
306
Constant, 1815/1872. p.21
159
Carolina Guerrero
307
Constant, 1815/1872. p.21
308
Constant, 1815/1872. p.21
160
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Y si es inaccesible a todas las pasiones –las propias y las del resto de los
individuos miembros de la sociedad política– es un ser extraordinario que, al
parecer, está dotado de una condición que lo coloca en una dimensión distinta
a la propia de la naturaleza humana. Es decir, el titular del poder neutral tiene
la facultad (“augusta prerrogativa”) nada común de deslizarse por encima de las
pasiones humanas porque él mismo está eximido de la condición común, como
lo describe el autor:
Cette auguste prérogative de la royauté doit répandre dans l’esprit du
monarque un calme, et dans son âme un sentiment de repos, qui ne
peuvent être le partage d’aucun individu dans une position inférieure309
(Esta augusta prerrogativa de la realeza debe desplegar calma en el
espíritu del monarca, y en su alma un sentimiento de reposo, todo lo
cual no puede formar parte de ningún individuo situado en una
posición inferior)
Lo sustantivo en este señalamiento es la pretensión de Constant de deslastrar al
titular de dicho poder del alcance de las pasiones. Lo encuentro muy peculiar si
lo contrasto con las intenciones de los republicanos, tanto antiguos como
modernos, que se inclinaban a la búsqueda de alguna manera de contener y
domar el rasgo de salvajismo inherente a los hombres –el cual residía en la
manifestación de las pasiones– bajo la creencia de que la república bien
ordenada podría aspirar al esplendor sólo si era efectivamente contenido el
patetismo de sus ciudadanos: la virtud cívica se oponía a la fuerza indomable
de las pasiones. Nuevamente, lo que Constant plantea apunta en otra dirección:
lejos de pretender regular las pasiones de los miembros de la asociación
humana, reconoce su existencia, su vinculación con el despliegue de la libertad
individual, e incluso el grado de caos que puede originar el disentimiento de
opiniones, intereses y pasiones, pero coloca la contención de ese patetismo en
un nivel superior que no interfiere con la independencia individual. En ese
poder neutral no sólo crea o propone una esfera de neutralidad y reposo que
ha de proyectarse en términos de orden en el cuerpo político y social, sino que
además parece asumir la posibilidad de que el titular de tan augusta
prerrogativa sea en sí un ser eximido de las condiciones que lo harían común a
309
Constant, 1815/1872. p.21
161
Carolina Guerrero
310
Libertad e individualidad son principios trascendentalmente vinculados, siendo el primero
consecuencia de la preeminencia del segundo, como bien destaca Juan Carlos Rey al citar a
Constant (Melánges de Littérature et de Politique, 1829): “Por la libertad, entiendo el triunfo de
la individualidad, tanto sobre la autoridad, como sobre las masas que reclaman el derecho de
esclavizar la minoría a la mayoría. Ver Rey, 1963. p.25
311
Constant, 1815/1872. p.22
162
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
312
Constant, 1815/1872. p.19
163
Carolina Guerrero
313
Constant, 1815/1872. p.80-81
164
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
314
Constant, 1815/1872. p.19
165
Carolina Guerrero
Dado que lo asume como poder necesario para confirmar siempre la garantía
de la libertad en una monarquía constitucional, a ello se debe el que
indistintamente se refiera a él como poder neutral y poder real, entendiendo
que el poder real del jefe de Estado es un poder neutral315. Personalmente,
opto por continuar utilizando las locuciones de poder neutral.
La desventaja en torno a la cual alerta Constant sobre el gobierno republicano,
a fin de permitir el despliegue de los bienes que han de emanar del poder
neutral, consiste en la alternabilidad y elegibilidad de los representantes. Se
debe a que el autor pontifica la condición hereditaria como requisito clave para
la inviolabilidad del titular de dicho poder316, de manera que su particular
atribución ha de perdurar no sólo en él, sino a lo largo de toda su estirpe. La
cuestión de la herencia sería cónsona, de acuerdo con las ideas de Constant,
con la concepción del titular de ese poder abstracto como un ser apartado del
común. Si se sigue esa línea argumental, en el orden republicano ello estaría
imposibilitado por la renovación periódica de todos los representantes:
Un pouvoir républicain se renouvelant périodiquement, n’est point un
être à part, ne frappe en rien l’imagination (...) 317
(Un poder republicano que se renueva periódicamente no puede
constituir un ser aparte, y no impresiona en modo alguno a la
imaginación)
El problema con la república, según Constant, es que todos los ciudadanos
pueden aspirar a llegar al poder supremo simbolizado en el poder neutral. En
adición a la posibilidad del tumulto y de preeminencia de las facciones por
tratar de apoderarse de tal poder, no sería factible, estima el autor, dotarlo de
esa majestad abstracta donde sea posible “établir un point fixe, inattaquable,
dont les passions ne puissent approcher”318 y donde el titular encarne ese ser
aparte, situado en la cúspide del edificio, capaz de impresionar la imaginación
315
Constant señala que el poder real, el cual corresponde al jefe de Estado
independientemente de su título, es un poder neutral. Ver Constant, 1815/1872. p.19
316
Expone Constant (1815): “Un monarque héréditaire peut et doit être irresponsable; c’est un
être à part au sommet de l’édifice”.
317
Constant, 1815/1872. p.24
318
Constant, 1815/1872. p.25. Traducido: Donde sea posible “establecer un punto fijo,
inviolable, al cual no puedan aproximarse las pasiones”
166
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
319
Constant, 1815/1872. p.25
320
La irresponsabilidad del poder sólo es legítima si ella se conecta con el “ejercicio” de un
poder pasivo, de un poder sin poder. En otro caso, da origen a la arbitrariedad, como
debatiremos en la tercera parte del último capítulo de este trabajo.
167
Carolina Guerrero
321
Constant, 1815/1872. p.26
322
Conservadora en términos de ser garante de la permanencia del orden político
323
Ver Constant, 1815/1872. p.28
324
“Droit d’une nature presque divine, qui répare les erreurs de la justice humaine” (Constant,
1815)
168
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
325
Ver Constant, 1815/1872. cap. IX, en especial p.70
169
Carolina Guerrero
326
Bolívar: Mensaje desde Lima al Congreso de Bolivia, 25-5-1826, en Grases, 1988. p.364
170
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
327
Ver, por ejemplo, Pettit, 1999. p.51ss
171
Carolina Guerrero
328
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.364
329
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.364
172
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
330
De acuerdo con el artículo II, Sección I de la constitución de Estados Unidos de América,
promulgada en 1787, las funciones del presidente de la república son (art.II, Sección II):
comandar el ejército y la armada de la república; otorgar indultos; con consentimiento y
asistencia del Senado: formular tratados, nombrar embajadores, ministros, cónsules, jueces de
la Suprema Corte y demás funcionarios de la república; periódicamente debe informar al
Congreso sobre el Estado de la Unión, y recomendar a su consideración las medidas que
juzgue necesario; debe recibir a los embajadores y ministros públicos; debe cuidar que las
leyes sean debidamente ejecutadas. El presidente es elegido por un período de 4 años, al igual
que el vicepresidente (quien además, según el Art. I, preside el Senado sin derecho a voto,
excepto en caso de empate) La falta del presidente (en caso de ser removido del cargo,
fallecimiento, renuncia o inhabilitación para ejercerlo) supone la remoción del vicepresidente;
ambos cargos han de ser cubiertos por personas designadas por el Congreso. (ver: The
federalist papers, 1788/1987, p.491-496)
331
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.364
173
Carolina Guerrero
debate a causa de las diversas interpretaciones a las que da lugar, evoca una
mínima coincidencia general, para ser entendida en todo caso como la
abolición y ausencia del privilegio. Por tanto, la tarea de Bolívar es lograr la
proeza casi oximorónica de que una institución vitalicia sea percibida como
republicana. A mi juicio, apela a la invención de las tradiciones, y para ello
utiliza el antecedente inmediato de la presidencia vitalicia haitiana332,
apoyándose además en la antigüedad relativa de la independencia de esa
república (que databa de 1801) y su significado histórico en términos de los
auxilios militares prestados por el general Alexandre Pétion a Bolívar durante la
guerra independentista de Venezuela333. La constitución haitiana que reinstala
en esa república la presidencia vitalicia es, en adición, la que promulga el
propio Pétion en 1816. Desde mi punto de vista, la presidencia vitalicia de
Haití y la propuesta para Bolivia tienen en común únicamente el carácter
vitalicio. La de Haití consiste en un poder activo, a diferencia de la boliviana,
con lo cual parten de supuestos totalmente disímiles que derivan en estructuras
distintas, con distintos objetos. En fin, interpreto que la referencia que hace
Bolívar a la presidencia vitalicia haitiana específicamente tiene como fin el
legitimar el carácter republicano de su propuesta, al acudir al antecedente de la
república más “antigua” de la América no anglosajona. Señala el Libertador:
Su duración (de la presidencia vitalicia) es la de los Presidentes de
Haití334. Yo he tomado para Bolivia el Ejecutivo de la República más
democrática del mundo 335
332
Algo análogo hace con el derecho del presidente vitalicio boliviano de nombrar su sucesor.
Republicaniza la vicepresidencia hereditaria con la referencia a la práctica estadounidense de
nombrar al sucesor del presidente: “En el gobierno de los Estados Unidos se ha observado
últimamente la práctica de nombrar al primer Ministro para suceder al Presidente. Nada es tan
conveniente, en una república, como este método” (Bolívar, 1826, en Grases, 1988. p.366-
367) La analogía entre dicha práctica y la que Bolívar propone para Bolivia no es exacta, pero
se corresponde con un recurso retórico del Libertador a efectos de republicanizar la
designación del sucesor del presidente con base en la voluntad de uno (dicho presidente) y no
de todos, como prescriben los principios republicanos.
333
Ver, por ejemplo, Paul Verna: Petion y Bolívar, 1980
334
La constitución de la república de Haití, promulgada el 2-6-1816, estableció la presidencia
vitalicia, institución que fue abolida en la carta fundamental de 1843 y reintroducida poco
después, en 1846. Esa constitución de 1816 incorpora la propuesta de Alexandre Pétion en
torno a la presidencia vitalicia, con base a la misma institución presente en la constitución de
1807, que elevó a Henri Christophe a la presidencia vitalicia, y quien en 1811 promulga una
nueva constitución que lo proclama rey: Henri I. En la constitución de 1807, el primer
174
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
175
Carolina Guerrero
176
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
339
No es una invención de Bolívar: en la república romana determinadas instituciones fueron
consideradas monárquicas, e integraban igualmente el sistema republicano. Es el caso de la
dictadura, cuyo titular, el magister populi, se eleva a tal cargo el cual se extingue por
ministerio de la ley, una vez desempeñada la función, que consistía en superar la emergencia
política en la república. Ver al respecto, Teodoro Mommsen: Compendio de Derecho Público
Romano. Madrid, 1893. p.274ss. En adición, en la tradición republicana se asocia la idea de
república bien ordenada con la fundamentación de la república en una forma mixta de
gobierno (véase al respecto la disertación de Maquiavelo en sus Discursos sobre la primera
década de Tito Livio), lo cual supone la coexistencia en la república de formas monárquicas y
aristocráticas. Más que estrictamente el tipo de forma política en la cual le convenga apoyarse
en función de las circunstancias, lo que distingue a la república es el hecho de que el orden
político sea en todos sus aspectos expresión de la voluntad general, que apunte a la realización
del bien común (y que la libertad constituya el valor sustantivo para la vida republicana
moderna), todo lo cual se funda en la premisa de la igualdad, concebida como el disfrute de
iguales derechos políticos y civiles. Ver, también, Rousseau: Du contrat social: “Aproprement
parler il n’y a point de Gouvernement simple” (libro III, cap.VII)
340
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.367
177
Carolina Guerrero
argumento sobre los bienes que han derivado históricamente de esa sucesión
hereditaria en las monarquías: el efecto de tales bienes ha sido la permanencia
del Estado; a su vez, el efecto de haber permitido la irrupción de esos bienes
supremos ha producido la legitimación tácita de esas monarquías. Bolívar se
refiere a esa legitimación como los “títulos de aprobación” obtenidos por tales
monarquías, como consecuencia de haber asegurado la conservación del orden
de las cosas en el cual es posible la realización del principio liberal según el cual
se es libre al realizar todo aquello que no perturbe la libertad y derechos del
otro. De allí se sugiere que el tipo de monarquía sobre la cual está
argumentando Bolívar es la constitucional, dado que esa sucesión no solamente
es conservadora del orden, sino de la subordinación entre los individuos, y esta
última idea es expresiva del principio liberal referido, ya que en la monarquía
absoluta no existe tal subordinación entre los individuos (manifiesta en la
renuncia mutua a algo de la libertad individual para el disfrute pacífico y seguro
de la misma) sino de ellos con relación al monarca. De tal forma, Bolívar alude
a la posibilidad de que se active en la asociación política una institución
constitucional que asegure la permanencia del orden y a la vez la libertad
individual, y extrapola la idea de que ello surge a partir no necesariamente de la
forma política, sino del principio de sucesión hereditaria. A tales efectos,
propone su republicanización: a diferencia de la tradición monárquica, el
sucesor no es designado con base en la sangre sino en la virtud manifiesta en el
mejor ciudadano, quien habrá de ser nombrado como el sucesor al reino
legítimo por el titular de esa institución conservadora del orden y de la libertad.
Bolívar lo argumenta en estos términos:
Siendo la herencia la que perpetúa el régimen monárquico y lo hace
casi general en el mundo: ¿cuánto más útil no es el método que acabo
de proponer para la sucesión del Vice-Presidente? (...) La monarquía
que gobierna la tierra ha obtenido sus títulos de aprobación de la
herencia que la hace estable y de la unidad que la hace fuerte. (...) Un
príncipe soberano (...) manda al género humano porque conserva el
orden de las cosas y la subordinación entre los ciudadanos, con un
poder firme y una acción constante. Considerad, legisladores, que estas
178
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
341
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.367
342
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.365
179
Carolina Guerrero
343
Quiero referir las normas constitucionales que habrían de regular al “reino legítimo”, de
acuerdo con el proyecto de constitución presentado por Bolívar para el establecimiento
jurídico-político de Bolivia: se instituye que el ejercicio del poder ejecutivo residirá en el
presidente vitalicio, un vicepresidente, y tres secretarios de Estado. Bolívar propone que el
presidente sea nombrado la primera vez por “la pluralidad absoluta del Cuerpo legislativo”,
mientras que Antonio José de Sucre (quien revisa previamente el proyecto de constitución, con
el objeto de aportar sus observaciones) plantea que sea “nombrado la primera vez
popularmente” (en realidad, es Bolívar quien termina designando a Sucre como presidente, lo
cual obtiene la anuencia del Congreso; a la par, el texto finalmente promulgado preveía que la
primera vez el nombramiento lo hiciese el congreso constituyente, a propuesta de los colegios
electorales). En ese ejecutivo, el presidente será el jefe de la administración del Estado, sin
responsabilidad por los actos de dicha administración. En ello reside su inviolabilidad. Las
atribuciones del presidente consisten en: abrir las sesiones de las cámaras, proponerles el
vicepresidente y nombrar por sí solo los secretarios de Estado; destituir al vicepresidente o a
los secretarios, dar autorización formal de actos resueltos por otros poderes (mandar publicar,
circular, hacer guardar las leyes; autorizar reglamentos y órdenes para el mejor cumplimiento
de la Constitución, las leyes y los tratados públicos; hacer cumplir las sentencias de los
tribunales; convocar sesiones extraordinarias del Congreso, pedir la prorrogación de sus
sesiones ordinarias); dar retiros, pensiones y licencias; conceder patentes de corso; nombrar
los empleados de hacienda (cuidar las recaudaciones y su inversión con arreglo a las leyes),
celebrar tratados internacionales con la aprobación del Congreso; recibir ministros extranjeros;
conmutar penas capitales; presentar al Senado uno de la terna de candidatos propuestos por
el Cuerpo electoral para prefectos, gobernadores y corregidores; presentar al gobierno
eclesiástico uno de la terna de candidatos propuestos por el Cuerpo electoral para curas y
vicarios de las provincias; disponer de la fuerza permanente de mar y tierra para la defensa
exterior de la República; mandar en persona los ejércitos de la república en paz y guerra;
disponer de la milicia nacional para la seguridad interior (fuera de los límites de los
departamentos, con consentimiento del Legislativo). Si se revisan con cuidado, tales
atribuciones carecen ciertamente de poder activo para la conducción del Estado, excepto en lo
relativo a la disposición y dirección de las fuerzas de mar y tierra y de la milicia interior. En
suma, la norma constitucional propuesta por Bolívar para la constitución boliviana impide que
el titular de la presidencia vitalicia pueda hacer un uso arbitrario de su poder contra el
ciudadano, lo cual representa una garantía para el goce de la libertad y los derechos
individuales: este proyecto constitucional prohíbe al presidente privar de la libertad a ningún
ciudadano ni imponerle penas; en caso de que la seguridad de la república exija el arresto de
un ciudadano, el presidente debe ponerlo a disposición del tribunal o del juez competente en
menos de 48 horas; le impide ejecutar expropiaciones (si el interés público obliga a ello, debe
indemnizar justamente); le prohíbe obstaculizar elecciones ni demás funciones de los poderes
de la república (con lo cual queda inhabilitado para invadir la esfera de tales poderes);
establece que sólo podrá ausentarse del territorio de la república con permiso del Congreso.
(ver: Bolívar, 1826, en Grases, 1988. p.341.342)
180
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
344
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.366
345
En relación con las atribuciones del vicepresidente (el sucesor), el artículo 87 de este
proyecto de constitución establece que será el “jefe del ministerio”, responsable –junto con el
secretario del despacho del departamento respectivo– de la administración del Estado;
despachará y firmará “todos los negocios de la administración con el secretario de Estado del
departamento respectivo” en nombre de la República y del presidente. Y respecto a los
secretarios de Estado, se prevén tres: “El uno se encargará de los departamentos del interior y
relaciones exteriores; el otro del de hacienda; y el otro del de guerra marina”, quienes
“despacharán bajo las órdenes inmediatas del vicepresidente”. El poder legislativo, a través de
la Cámara de los censores, deberá acusar ante el Senado las infracciones del ejecutivo a la
constitución, las leyes y los tratados públicos; también deberá solicitar al senado la suspensión
del vicepresidente y de los secretarios de Estado, “si la salud de la república lo demandare con
urgencia”. De acuerdo con el artículo 51, a la Cámara de los censores “pertenece
exclusivamente acusar” al vicepresidente y secretarios de Estado ante el Senado, en los casos
de “traición, concusión, ó violación manifiesta de las leyes fundamentales del Estado”. De esto
último se deduce que, por una parte (y según el artículo 50 de la constitución), los censores
acusan ante el Senado “las infracciones” del “ejecutivo” contra la constitución, las leyes y
tratados públicos, y, por otra parte (artículo 51), acusan ante el Senado a los agentes activos
del poder ejecutivo por traición, concusión, ó violación manifiesta de las leyes fundamentales
del Estado. Lo que parece redundante (dos artículos prescribiendo la acusación del ejecutivo
ante el Senado) presenta más bien una sutil distinción: el artículo 50 refiere la acusación de los
censores contra “el ejecutivo”, es decir, contra un cuerpo colegiado o persona moral, mientras
181
Carolina Guerrero
182
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
348
Las funciones del senado hereditario relacionadas con la permanencia de la asociación
política difieren sustantivamente de lo planteado con el poder neutral (como podremos ver en
el capítulo V), ya que aquel apunta a erigirse en el poder moderador entre las pasiones e
intereses que enfrentan al ejecutivo y la cámara de representantes. En De l’esprit des lois,
Montesquieu señala que de los tres poderes, el de juzgar es casi nulo; quedan dos: el
legislativo y el ejecutivo; como ambos necesitan de un fuerte poder moderador, para ello
habrá de servir la parte del poder legislativo compuesta de aristócratas (el senado); este
cuerpo debe ser hereditario, por el interés de conservar sus prerrogativas, y tendrá la facultad
de impedir, no de estatuir. (libro xi, cap.vi)
183
Carolina Guerrero
349
Como se discutió líneas atrás, se plantea una duplicidad en la localización de este poder, ya
que Constant propone situarlo por encima y en medio de los demás poderes, a fin de ser ese
resorte que reinstale el movimiento armónico y la cooperación entre ellos.
184
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
185
Carolina Guerrero
351
La segunda forma de extraordinariedad no está dada en la condición primigenia del
monarca, y consiste en ese total deslastre que señalamos de su condición humana, al
proscribir constitucionalmente que ese individuo sea alcanzado por las pasiones comunes a los
demás individuos. Por tanto, esta segunda forma se instituye constitucionalmente y Constant
lo hace tomando como punto de partida la primera forma de extraordinariedad ya presente en
el monarca. En el caso del poder neutral que elabora Bolívar, la tarea se centra en instituir
constitucionalmente ambas formas de extraordinariedad.
352
No cualquier república. Me refiero específicamente a la concepción de república manejada
de manera formal a partir de 1819 en los territorios emancipados bajo el liderazgo militar de
Bolívar, en las cuales la figura de quien encabeza el poder ejecutivo es prácticamente el centro
de la vida política y del orden político, y cuya sucesión electoral prescrita por los principios de
la república democrática es percibida desde cierta perspectiva como el peligro de disolución de
la república. Justamente tal concepción es fundamento para la proposición constitucional de
Bolívar sobre el poder neutral en la forma de la presidencia vitalicia que analizamos en el
capítulo presente.
186
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
353
Si bien estaba claro el mecanismo de sucesión “hereditaria”, uno de los mayores escollos en
el proceso constituyente de Bolivia fue cómo designar la primera vez al titular del poder
neutral: Bolívar propuso que la primera vez fuese nombrado por el Cuerpo legislativo; en sus
187
Carolina Guerrero
notas hechas al proyecto de Bolívar, Sucre propone que el nombramiento se haga la primera
vez popularmente conforme a la ley de junio (sobre colegios electorales); la Comisión de
Negocios Constitucionales recomendó hacer el nombramiento la primera vez “por el Congreso
Constituyente con la popularidad ordenada en la ley de 3 de julio” (también sobre colegios
electorales), mientras que el texto finalmente promulgado fijó que se haría “la primera vez por
el Congreso Constituyente, a propuesta de los colegios electorales” (ver Grases, 1988. p.346)
354
Parafraseo a Bolívar cuando refiere posteriormente la razón ilustrada de los hombres
sensatos, en su mensaje al Congreso Admirable. Ver Bolívar (1830) 1990. p.100
355
Sobre la idea republicana en torno a la virtud del gobernante, ver principalmente los
capítulos VI, XV, XX y XXI de El príncipe de Maquiavelo.
188
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
356
Ver Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.367
189
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357
Antonio Leocadio Guzmán: Ojeada al Proyecto de Constitución que el Libertador ha
presentado a la República Bolívar. 1826. p.54
358
Las manifestaciones en este sentido son innumerables. Voy a referir una, que ilustra la idea
de que la constitución boliviana era antiliberal, perspectiva que es efecto, a mi juicio, de la
desacertada comprensión sobre la intención de Bolívar de construir los fundamentos
constitucionales de la república de Bolivia con instituciones no necesariamente republicanas,
pero destinadas a la realización y conservación de la república, con la utilidad adicional de
definir claramente el espacio del poder político y el del despliegue de la individualidad,
derechos y libertad de los ciudadanos. En el ámbito detractor, quiero referir la siguiente idea:
tras el levantamiento de las municipalidades de Caracas del año 1826 contra el gobierno de
Bogotá, en una asamblea reunida en la iglesia de San Francisco (2-11-1826) se lee la
representación de José de Iribarren, procurador de Caracas, donde expresa que la república de
Colombia está de hecho disuelta, y alerta que Bolívar recomienda la constitución boliviana, la
cual, a juicio de Iribarren, “destruye las libertades públicas y el objeto primordial de la
Independencia”. (ver Gil Fortoul, 1964, Tomo 1. p.598)
190
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
359
Señala Polanco Alcántara que se consideraba al presidente vitalicio como un “monarca de
hecho” y se estimaba en consecuencia que, habiéndose combatido duramente al Monarca
español, difícilmente iría a admitirse ahora un “monarca republicano”. El autor refiere la
intervención del diputado Marín en el congreso constituyente de Bolivia en Lima: “(...)que no
se nos cite el ejemplo de Haití, porque nosotros no somos negros esclavos de los franceses y si
allí pudo un pelotón poner término a las agitaciones temo mucho que aquí no habría un brazo
suficientemente fuerte para calmarlos; que no se nos recuerde por último el ejemplo de los
espartanos, porque con el tiempo, sus virtudes de pobreza y su vida monástica han pasado
para siempre” (Polanco Alcántara: “Estudio jurídico-político”, 1970, p.102)
191
Carolina Guerrero
360
Santander: Escritos autobiográficos. Biblioteca de la Presidencia de la República. Bogotá,
1988. p.49
361
Esta no ha sido solamente la perspectiva general de la historiografía y de los especialistas,
sino del propio punto de partida sobre el cual Constant desarrolla la idea de poder neutral
como esa fuerza externa a los demás poderes que asegura que colaboren entre sí, sin
entrecruzarse. Ahora bien, además de ello, este poder neutral es un mecanismo constitucional
que también apunta a asegurar la libertad, en línea con la doctrina de la división de poderes
que había formulado Montesquieu, cuyo sentido residía en servir de “medio racional al servicio
de la libertad”. Dice García-Pelayo que en las constituciones napoleónicas, el fin de la doctrina
de la división de poderes fue “afirmar un poder a costa de los demás”; que “esta doctrina
sufrió muchos correctivos y perfeccionamientos”, y destaca la formulación de Benjamin
Constant que reconoce un cuarto poder neutral: “Consiste, capitalmente, en la distinción entre
el poder ejecutivo propiamente dicho y el pouvoir neutre, cuya misión es hacer posible el
192
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Es la institución que se constituye por encima de las pasiones (“il plane, pour
ainsi dire, au-dessus des agitations humaines”362), de manera que se invalida el
propósito republicano de catalogar las pasiones entre peligrosas y necesarias,
porque a efectos de la vida pública es indiferente la naturaleza de las mismas: el
poder neutral supone ese ámbito de imparcialidad que ha de dotar al cuerpo
político de la calma necesaria para la permanencia del orden en medio del
disentimiento. Es decir, hasta ahora, en perspectiva republicana, el dominio de
las pasiones (y la proscripción constitucional de ellas) había sido considerado
como una necesidad inexorable a fin de elevar al individuo del estado salvaje
primigenio al estado de civilidad, sobre el cual instalar las prácticas políticas
apropiadas para la república. Depurar al individuo de las pasiones peligrosas
representaba un requisito que apuntaba a la preservación de la república, aun
cuando ello supusiera la invasión de la norma constitucional (y a través de ella)
correcto funcionamiento de los demás poderes sin que se crucen entre sí, conservando cada
cual en su lugar”. Ver García-Pelayo, 1991. p.355
362
Constant, 1815/1872. p.21
193
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194
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363
Santander. 1988. p.49
195
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364
Edmund Burke: “Reflexiones sobre la Revolución Francesa” (1790), en Textos Políticos,
1984.
365
El punto que quiero establecer es la renuencia de Bolívar a permitir el despliegue de la
república, sobre la base de que, según él, las prácticas republicanas llevan inserto el peligro de
la pérdida de la república, debido a los efectos del ejercicio de la libertad en determinados
momentos de la vida política. Elecciones populares, por ejemplo, aún a través de los colegios
electorales de la época, supondrían la precipitación de la república por efecto del tumulto,
según Bolívar. No redundaré en la identificación de los sucesos en torno al posible giro
monárquico en los términos reiterados por los detractores de Bolívar y por los apologistas de
una eventual instauración monárquica en las repúblicas nacientes. Tales sucesos están
196
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
197
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198
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368
Ver el artículo 29 5 del proyecto de constitución presentado por Bolívar (1826) en Grases,
1988. p.336
199
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369
De modo análogo, en la dictadura romana también se entregaban al dictador sólo las
facultades indispensables para enfrentar la emergencia. En ese sentido la dictadura se
distingue de la dominación absoluta. Ver Schmitt, 1968, p.34
370
Ver el artículo 152 del proyecto de constitución presentado por Bolívar (1826) en Grases,
1988. p.361
371
Como refiere Antonio Leocadio Guzmán, en su defensa de la constitución de Bolivia: “Al
hablar del ejecutivo y de sus agentes, hemos hallado un poder que sin amenazar las libertades
públicas, evita las convulsiones y los desórdenes, cierra las puertas á la ambicion privada,
mantiene apagada la anarquía, sostiene las relaciones exteriores, devuelve al pueblo su
voluntad y la hace ejecutar; y sucede en fin por un sistema tranquilo y sabio, que evita todos
los desórdenes” (1826, p.61)
200
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201
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202
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
374
De alguna manera esta versión de Bolívar sobre el poder neutral de Constant evoca la idea
de virtud del gobernante, presente especialmente en la tradición republicana expresiva en el
Renacimiento italiano. Vid supra
375
Titular que ha de ser el ciudadano más virtuoso, experimentado en los negocios políticos, y
sobresaliente por sus buenos servicios al bien público, según se desprende del discurso de
Bolívar.
203
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204
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
CAPÍTULO 4
DEL PODER MUNICIPAL AL PODER ELECTORAL
376
Bolívar no abdica a sus ideas centralistas para una república una e indivisible, sino que
estructura lo que él concibe como una forma distinta del federalismo tradicional, perverso e
irrealizable, como veremos en este capítulo.
205
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206
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
207
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377
Constant, 1815/1872. p.101. “Se ha denominado federalismo a una asociación de gobiernos
que conservan su mutua independencia, y que mantienen una unidad sólo a través de vínculos
políticos exteriores”
208
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
378
Ver Constant, 1815. p.101-102
209
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379
Ver “De la souveraineté du peuple et de ses limites” en “Additions et notes” en Constant,
1814/1872. p.275ss. Ver también “De la souveraineté du peuple” en Constant, 1815/1872.
p.7ss
380
Constant, 1815/1872. p.98
210
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381
Constant, 1815/1872. p.98-99
211
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382
Constant, 1815/1872. p.99
212
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383
Constant, 1815/1872. p.99
213
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384
Susan Dunn (1999) plantea la distinción entre las revoluciones angloamericana y francesa
como proyectos ilustrados en los que, con base en principios políticos análogos, se bifurcan en
lo relativo a las ideas de diversidad y reconocimiento de la diferencia en el caso
angloamericano, y de unicidad, uniformidad y unidad en el caso francés. De allí resulta un
proyecto más liberal por una parte, y por la otra uno más restrictivo en atención a la libertad
otorgada tanto al ciudadano como a las localidades y regiones para ordenar sus propios
intereses. En esa línea, la república angloamericana se constituye como sociedad, en tanto la
francesa lo hace como comunidad. En tanto en aquella sociedad los hombres son libres para
realizar la convivencia política en medio de su diversidad de intereses, pasiones, afectos y
opiniones, en la comunidad es ésta la que incide en el tipo de derechos, opiniones, afectos e
intereses disfrutables por individuos y minorías, de acuerdo con los preceptos dictados por
aquel corpus que logre encarnar el discurso de la voluntad general. Tal concepción se proyecta
en el tipo de organización que deciden angloamericanos y franceses para sus respectivas
repúblicas: la forma federal será cónsona con la idea de sociedad en la que intereses diversos
y a veces opuestos pueden coexistir y balancearse, mientras que la forma centralista será la
apropiada para una república que ve en la unidad moral y de opinión las posibilidades reales
para su propia cohesión y permanencia. “Whereas the French emphasized the primacy of
‘community’, James Madison had viewed ‘community’ as the primary danger to rights. The
community, he judged, was more potentially destructive of rights and freedom than the
government” (1990, p.154)
385
En el ámbito de las ideas republicanas de la post-revolución francesa, Fauchois señala que
la centralización es un producto del Antiguo Régimen “qui a survécu à la Révolution parce que
adapté à la nouvelle société. (...) Bien que la centralisacion ne se réduise pas à une simple
question d’organisation territoriale, nous ne chercherons pas à dresser un tableau exhaustif
des législations et practiques issues de cette nécessité inédite: conjuguer la souveraineté
indivisible avec l’émergence d’une nouvelle société”. El autor destaca la vinculación entre la
214
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
idea de centralización con la idea de preservar, aún en una república moderna, la supremacía
del interés público por encima del interés particular, y, además, asegurar también la
superioridad del poder central sobre cualquier pretensión de las fracciones por obtener
importancia política como miembros de la república: “L’unité et l’indivisibilité de la République
signifient aussi que la Convention doit gouverner seule et que seule elle doit gouverner” (en:
Furet y Ozouf, 1991, p.67, 72, 73, 76)
386
Constant, 1815/1872. p.99
215
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387
Constant, 1815/1872. p.100
388
Constant, 1815/1872. p.100
216
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389
Constant, 1815/1872. p.100
217
Carolina Guerrero
en torno a controlar toda ejecución de las leyes en todos los ámbitos y fracciones
de la nación. El argumento conduce a lo siguiente: el poder municipal puede
ser legítimamente observado por los individuos sobre la base del interés y no
de la fuerza (propia de la naturaleza del poder ejecutivo); a la par, si se concibe
que el poder municipal podría encarnar la dispersión del poder político al cual
se someten los individuos de manera de no disolver el orden, el planteamiento
de Constant confirma que ese poder municipal aportará garantías al despliegue
regular de la libertad individual, el cual, al situarse fuera del alcance del poder
ejecutivo central, podrá ser más o menos agitado, pero nunca podría degenerar
en anárquico, de modo que no podría afectar al interés general. Lo expone
Constant en estos términos:
L’autorité n’avait pas besoin d’être dure pour être obéie. La liberté pouvait
être orageuse sans être anarchique 390
(La autoridad no tenía necesidad de ser dura para ser obedecida. La libertad
podía ser tempestuosa sin ser anárquica)
Ante la eventual amenaza de caos, Constant admite la intervención del poder
ejecutivo junto con los agentes directos y distintos del poder municipal:
Enfin, si la désobéissance des citoyens portait sur des objects d’ordre public,
le pouvoir exécutif interviendrait, comme veillant au maintein de l’ordre; mais
il interviendrait avec des agents directs et distincts des administrateurs
municipaux 391
Si la desobediencia de los ciudadanos afectara al orden público, el poder
ejecutivo intervendría, velando por la preservación del orden. Tal
intervención se produciría por medio de agentes directos, distintos de los
administradores municipales)
Ahora bien, Constant encuentra en ese género nuevo de federalismo la
posibilidad de instalar un “patriotismo pacífico y perdurable” entre los
individuos, dado que, para el escritor, los verdaderos sentimientos patrióticos
crecen en las localidades a las cuales pertenecen tales individuos. Ello conduce
a concebir que la conexión afectiva entre el individuo y la patria se da primero
en el ámbito local para luego –y sólo luego– expandirse hacia el ámbito
nacional o general. Este señalamiento enfrenta dos criterios prevalecientes
390
Constant, 1814/1872. p.294
391
Constant, 1815/1872. p.100-101
218
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
219
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392
Constant, 1815/1872. p.102
220
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
393
Skinner refiere la idea en la tradición republicana sobre la promoción del ethos competitivo
y engagé entre los ciudadanos y su conexión con el mantenimiento de una comunidad robusta
y eficiente; la posesión de la libertad se asociaba a la capacidad de todos los ciudadanos de
actuar unidos en una causa, derivando de ello consecuentemente la grandeza de la república
(1985, v.I, p.102-102)
221
Carolina Guerrero
394
Constant, 1815/1872. p.102
395
Constant, 1815/1872. p.102
222
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
396
Constant, 1815/1872. p.103
223
Carolina Guerrero
sentimientos como rebelión. ¿A qué se llega con ello? A que en los estados
donde se destruye toda vida local se forma un pequeño Estado en el centro.
Todos los intereses se aglutinan en el centro, y es allí donde van a agitarse
todas las ambiciones. El resto del Estado permanece inmóvil. Los individuos,
perdidos en un aislamiento contra natura, extraños al lugar donde nacieron,
sin contacto con el pasado, viviendo sólo un presente efímero, y lanzados
como átomos sobre una llanura inmensa y sin relieve, se desapegan de una
patria que no perciben en ninguna parte y cuyo conjunto les resulta
indiferente, porque sus afectos no pueden descansar en ninguna de sus
partes)
En suma, para Constant existe una gradación natural tanto de las
preocupaciones como de los sentimientos, que en términos de la vinculación
del individuo con el resto comienza a centrarse en la familia, para después
escalar hacia la ciudad, luego a la provincia, y finalmente al Estado. En tal
sentido, el poder municipal otorgaría la importancia política a la localidad, de
manera de permitir la generación del orgullo cívico ante esa localidad, con la
cual han sido desplegados vínculos afectivos en atención a la propia historia de
la interacción de ese individuo (y sus pares) con la misma. El resultado de este
proceso será una primera forma de patriotismo, que es meramente local o
municipal. En consecuencia, el autor teoriza que la única forma de conformar
el patriotismo (nacional) verdadero será a partir de dicha forma primigenia de
patriotismo, en vista de que los vínculos particulares serán los que permitirán la
construcción de los vínculos generales perdurables. Saltar u omitir alguna fase
en esta secuencia sería, a juicio de Constant, anular el patriotismo posible:
Les liens particuliers fortifient le lien général, au lieu de l’affaiblir. Dans la
gradation des sentiments et des idées, on tient d’abord à sa famille, puis à sa
cité, puis à sa province, puis à l’État. Brisez les intermédiaires, vous n’aurez
pas raccourci la chaîne, vous l’aurez détruite 397
(Los lazos particulares fortalecen a la unión general, en lugar de debilitarlo.
En las gradaciones de los sentimientos y de las ideas primero se tiene en
cuenta a la familia, luego a la ciudad, después a la provincia y finalmente al
Estado. Si se elimina alguno de estos grados intermedios, no se habrá
acortado la cadena, sino que se habrá destruido)
De esta manera, Constant teoriza la conexión existente entre ese nuevo género
de federalismo que él propone (“il faut introduire dans notre administration
397
Constant, 1814/1872. p.103n1
224
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
En las siguientes líneas discutiré la naturaleza del poder electoral que concibe
Bolívar dentro del proyecto de constitución boliviana que presenta en 1826.
Como preámbulo, situaré la discusión en el contexto de las ideas
antifederalistas expresadas por el Libertador, de manera de poder comprender
el significado del giro intelectual dado con el poder electoral, en cual se
reconoce la conveniencia política de cierta forma federalista, el carácter
inevitable de ella, y la posibilidad de que –paradójicamente, según las ideas de
Bolívar– sea compatible con la construcción de un patriotismo verdadero y
perdurable y de la idea de unidad en la república naciente399.
398
Constant, 1815/1872. p.101. “Es necesario introducir en nuestra administración interior
mucho federalismo, pero una especie diferente de federalismo de aquella que se conoció hasta
ahora”.
399
Mientras desde una perspectiva se vincula la idea de centralismo con la unidad en la
república, también es perceptible en las ideas políticas del momento la posibilidad de fundar la
unidad con base en la veneración de las ventajas del orden político, como puede leerse en el
considerando de la ley colombiana del 20-6-1827 que suspende las facultades extraordinarias:
“(...) en fin, que aun en el caso de que la Constitucion y las Leyes no hayan sido suficientes
para proporcionarle al pueblo colombiano los bienes a que justamente es acreedor, mientras
que ellas estén vigentes, ó no sean revocadas de una manera legal y propia de las sociedades
225
Carolina Guerrero
226
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
227
Carolina Guerrero
402
El antifederalismo de Bolívar había sido expresivo en sus recurrentes propuestas a favor del
centralismo, de manera de lograr establecer una república “una e indivisible”. En ello
encuentro resonancia del ánimo perceptible en la post-revolución francesa, cuando la
Convención impuso constitucionalmente la expresión “République française une et indivisible”
para enfrentar lo que se interpretaba como una amenaza de dislocación de la comunidad
política. Dicha expresión, de paso, reemplazó la fórmula que había mantenido vigente la
monarquía: “La Royauté une et indivisible” (ver Nora en Furet y Ozouf, 1992, p.399). Bolívar
solicita al constituyente de Angostura “que adoptéis el centralismo y la reunión de todos los
Estados de Venezuela en una República sola e indivisible”, y antecede su petición con el
recurso retórico del discurso conmocional, al hacer explícito el impacto de una organización
estatal que él considera inconveniente en su moral y afectividad patriótica: “Horrorizado de la
divergencia que ha reinado y debe reinar entre nosotros por el espíritu sutil que caracteriza al
gobierno federativo, he sido arrastrado a rogados” (Bolívar, 1819, en Grases, 1988. p.231)
228
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
403
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.362
229
Carolina Guerrero
integran y conforman el ámbito general. Por tanto, para que tal propósito
pueda verificarse en la práctica, es necesario otorgar cierto poder político a esas
fracciones, cuyo despliegue se limite estrictamente a lo local, de manera que no
pueda constituir una amenaza al orden general. Es lo que Bolívar define como
“los privilegios” concedidos a los representantes de los intereses políticos de
dichas fracciones. Lo expresa del siguiente modo:
Me ha parecido no sólo conveniente y útil, sino también fácil,
conceder a los representantes inmediatos del pueblo los privilegios que
más pueden desear los ciudadanos de cada departamento, provincia o
cantón 404
Quiero resaltar el significado que otorga Bolívar a dichos “privilegios” en su
discurso constitucional. Se trata, como vimos, de unos privilegios que han de
ser otorgados a los representantes de las fracciones, pero que tienen la
particularidad de ser los más deseados por los ciudadanos integrantes de dichas
fracciones (cada departamento, provincia o cantón). Es decir, tales privilegios
corresponden a una demanda legítima (lo es en tanto ella es atendida en la
propuesta constitucional que presenta el Libertador en 1826) de los
ciudadanos, pero que han de residir no en ellos sino en sus representantes.
Dicho de otro modo, son los individuos miembros de esos departamentos,
provincias o cantones quienes identifican determinados privilegios, los cuales
pasan a ser catalogados como los privilegios más deseados por tales individuos,
y ello sugiere que de parte de esos ciudadanos emerge la demanda en torno a la
necesidad de investir de importancia política a sus representantes inmediatos.
Pero la otra connotación inmersa en dicha demanda se sustenta en que ella
conduce a la primera forma de libertad política que han de ejercer tales
ciudadanos. Dado que la libertad política es entendida como la participación
directa o indirecta de los ciudadanos en la determinación de los negocios
públicos, el conceder privilegios o importancia política a los representantes
inmediatos del pueblo supone el otorgar el ámbito para el despliegue más
poderoso (en términos de fuerza y energía) de la libertad política, ya que la
vinculación entre estos representantes y sus representados es la más inmediata
que puede darse en el orden político, de modo que la importancia política que
404
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.362
230
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
405
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.362
231
Carolina Guerrero
406
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.362
232
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
233
Carolina Guerrero
409
Punto 13.4 del capítulo 2º de la constitución de Bolivia (ver Bolívar, 1826, en Grases, 1988.
p.332)
410
Harrington es contundente al respecto: “The man that cannot live upon his own must be a
servant; but he that can live upon his own may be a freeman” (1656/1992, p.269)
234
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Esta cita puede tener dos interpretaciones: una refiere la idea de que las
fracciones de la república han de ser gobernadas a través de las autoridades
locales mencionadas; y dos, la idea de que esta organización federal del
gobierno es la que habrá de permitir el despliegue de la organización general
del gobierno –en consecuencia, del orden político– en dicha república, lo cual
supone, a la vez, que la dirección del orden desde el centro hacia las fracciones
producirá un nivel de orden –verificable, por ejemplo, en el cumplimiento de
las leyes y en la atención debida de los intereses particulares– cualitativamente
inferior al que puede asegurarse al partir del buen gobierno local y escalar
sucesivamente hasta el buen gobierno general. Como se sugiere de lo anterior,
ese buen gobierno no será expresivo exclusivamente en términos de la
adecuada observancia de las leyes, sino también de la satisfacción de los
intereses particulares como vía para la construcción de la felicidad en la
411
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.363
412
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.368
235
Carolina Guerrero
413
La felicidad como fin de lo político está señalada en el Título I, Sección 1ª, artículo 1º de la
constitución de 1819: “Son derechos del hombre la libertad, la seguridad, la propiedad y la
igualdad. La felicidad general, que es el objeto de la sociedad, consiste en el perfecto goce de
estos derechos”. Mas ese despliegue de felicidad requiere, a juicio de Bolívar y según
discutimos en el capítulo II de este trabajo, de la permanencia de la república, la cual el
Libertador había entendido que no podía derivar de una organización federalista de la
república, tal como expresa, por ejemplo, en una comunicación emitida al gobierno de Barinas
de fecha 12-8-1813, donde señala: “Jamás la división del poder ha establecido y perpetuado
gobiernos, sólo su concentración ha infundido respeto para una nación” (en A. Brewer Carías:
“Estudio Preliminar”, en: Las constituciones en Venezuela. 1965, p.38)
414
Bolívar (1826) en Grases, 1988. p.368
236
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
237
Carolina Guerrero
A diferencia del poder neutral que propuso Bolívar para Bolivia, el cual fue
interpretado como la pretensión de instalar la forma monárquica en la
república, como fue debatido en el capítulo anterior, el poder electoral no
encontró mayor resistencia política e intelectual, dado que encarnaba una
relativa introducción del federalismo en la república, lo cual había sido
adversado de manera preeminente por el propio Libertador. En esos términos,
la defensa al poder electoral se centró en destacar el carácter popular de dicha
institución, de manera de intentar confirmar asimismo su presencia a todo lo
largo de las bases jurídicas y constitucionales elaboradas por Bolívar para la
nueva república de Bolivia. En la Ojeada al Proyecto de Constitución que el Libertador
ha presentado a la República Bolívar que publica Antonio Leocadio Guzmán en
1826, enfatiza sobre el poder electoral: “No fueron más populares las
instituciones griegas (...) Bolivia ofrecerá sus colegios electorales, más
238
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
numerosos aun (que las asambleas griegas), y ejerciendo todos los años el
primero de sus poderes (la soberanía)”415.
415
Antonio Leocadio Guzmán, 1826. p.32
416
Antonio Leocadio Guzmán, 1826. p.32
239
Carolina Guerrero
417
Acá opera la idea, heredada de la tradición republicana, según la cual se es libre al vivir
bajo las leyes elaboradas por los ciudadanos y aprobadas por ellos (a través, claro, de los
representantes que han delegado para tal fin)
418
Antonio Leocadio Guzmán, 1826. p.33
240
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
419
Antonio Leocadio Guzmán, 1826. p.34
241
Carolina Guerrero
420
Encuentro en Ardao una idea de centro que remite a la posibilidad de pensar la creación de
la ciudad (política), por parte de Bolívar, como ciudad centralizada a la que él ha de dotar de
una sociedad armónica con su proyecto político. Ardao habla del “transformador contenido
político” de dar la ciudad a un área geográfica vasta, de la cual la ciudad ideal no venía a ser
más que el centro. (1983, p.6)
242
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
421
En los comienzos, la idea en torno al federalismo fue tan radical como, por ejemplo, lo
expresa la intervención del diputado Tovar en los debates del primer congreso constituyente
de Venezuela, 1811, como registra el libro de actas: “Dijo que fuese o no materia de
confederación (la suerte y condición de los pardos en el estado de Independencia en que se
halla Venezuela), debía en su concepto tenerse presente que en los Estados Unidos cada
provincia arregla su gobierno y califica a los ciudadanos, así que en unas existen esclavos y en
otras no” (ver Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela, 1811-1812, ANH, Caracas,
1959. p.254-255) En tal sentido, la complejidad del debate en torno al federalismo gravitó
alrededor de la dificultad para definir lo común y lo particular, de manera que se hacía
indefinible el tipo de materias que debían reservarse a la esfera particular y aquellas que
debían mantenerse en la de lo general y de lo común, de manera que el debate se expandió
incluso a la idea sobre la necesidad o no de disponer de las mismas bases jurídico políticas en
todas las fracciones de la república. En el mismo congreso de 1811-1812, Francisco Javier
Yanes argumenta sobre la necesidad de establecer unas bases jurídico-políticas comunes
cónsonas además concierta autonomía de las fracciones: “¿No sería una confusión, un
desorden que el Estado se calificase de distinto modo que en cada una de sus partes y que los
ciudadanos tuviesen diversos derechos y deberes en cada estado de la Confederación? La
uniformidad del sistema es la base de la unión individual y en èsta consiste nuestra felicidad”
(op.cit. p.256).
243
Carolina Guerrero
244
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
422
Ver: Gil Fortoul: Historia Constitucional de Venezuela. (Berlín, 1907) Sales. Tomo 1.
Caracas, 1964. p.471
423
Gil Fortoul (1907) 1964, p.581. La locución de Santander se enmarca en una nota que
dirige en enero de 1825 al presidente del Senado, en ocasión de los sucesos de Caracas
generados desde 1823 como reacción a decretos emitidos por el ejecutivo, reacción que en
suma era expresiva de lo que Gil Fortoul denomina como tendencia autonomista. Ver op.cit,
p578ss
245
Carolina Guerrero
De ese modo será posible aspirar a la realización del bienestar local, a partir de
lo cual será posible aspirar, asimismo, a la edificación de la felicidad general en
el Estado, y ello en lugar de eternizar la tensión entre fracciones y poder central
permitirá su solución política, derivando, en consecuencia, en mayores
posibilidades para la conservación de dicha república424.
246
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
El poder electoral consistiría en un mecanismo para tal fin, dado que supone la
práctica de la política en la esfera de lo local, donde la intervención de los
ciudadanos se centraría preponderantemente en aquellos asuntos particulares
con lo que ellos están familiarizados. En consecuencia, al habituarse a la
participación política en el ámbito de lo local, esos ciudadanos podrán ejercer
esa misma intervención en la esfera de lo general, ante lo cual lo que mudaría
sería el objeto de preocupación (interés general en lugar del interés particular),
manteniéndose la naturaleza de la libertad política (entendida como esa
participación en los negocios públicos) que ha de ejercerse.
425
En el último capítulo de este trabajo ahondaré sobre los temores de Bolívar con relación a la
posibilidad de que los ciudadanos ejerzan la libertad política, la cual, como hemos visto, parece
admitir para Bolivia a través del poder electoral.
247
Carolina Guerrero
Por otro lado, incluir este aspecto en su discurso supondría admitir las
dificultades para la realización de un patriotismo republicano y una condición
ciudadana caracterizada por la consagración ética del individuo a su república, y
ello representaría, en adición, la complejidad de intentar defender la aspiración
a construir dicho patriotismo general sobre la base de la vinculación afectiva y
del orgullo cívico del ciudadano con relación a su patria chica, todo lo cual
estaría en diametral oposición con las ideas políticas de Bolívar en torno a una
república única e indivisible426 que ha de excitar en los individuos la única
pasión necesaria, que es el patriotismo entendido como el amor por la patria (la
patria grande, además).
426
La expresión, por cierto, y según Pierre Nora, es monarquista: “La Convention se borne (...)
à conjurer le vide et la menace de dislocation, en remplaçant le 22 septembre la formule de ‘la
Royauté une et indivisible’ (article 1er du titre II de la Constitution de 1791) par la formule de
la ‘République française une et indivisible’” (1992, p.399)
248
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Mi interpretación es que son los dos aspectos en los que Bolívar descubre la
forma de asegurar la utilidad pública, centrada en los hechos de que la
república pueda disponer de ciudadanos capaces de ejercer racionalmente su
libertad política, y de que tales ciudadanos además estén investidos de amor
por la república. De este modo puede entenderse el por qué inaugurar con la
constitución boliviana un poder electoral que introduce un nuevo género de
federalismo, el cual, además, no está en sentido alguno dirigido a extremar la
autonomía local, sino a permitir la realización del interés particular como vía
inexorable para configurar el bienestar de las localidades, a partir del cual será
factible en consecuencia verificar la felicidad en la república.
249
Carolina Guerrero
250
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
CAPÍTULO 5
EL SENADO VITALICIO HEREDITARIO
251
Carolina Guerrero
427
Los otros dos elementos fueron las asambleas de ciudadanos y las magistraturas de la
república. Frente a ellos, el senado temperaba las peticiones tumultuarias de dichas
asambleas, percibía ciertos contrapesos de parte de éstas, y además suministraba el elemento
de permanencia y conservación, ante la alternabilidad de las magistraturas. En tal marco, el
sentido de la vida constitucional romana presentaba el equilibrio entre la representación de los
intereses de las clases privilegiadas y de las clases inferiores de ciudadanos, además de la
renovación del poder político en conciliación con la idea de permanencia y conservación. “Era,
en medio de los cambios anuales de magistrados, el factor de estabilidad de la vida
constitucional romana” (W. Kunkel: Historia del Derecho Romano. 1988. p.28)
428
Ver Kunkel, 1998. p.135
429
La idea de auctoritas remite a la capacidad de ser auctor, que, a su vez, define a “aquel que
tiene capacidad tanto para iniciar, promover y fundamentar decisiones, acciones y criterios de
otros, como para aumentar, acrecer y confirmar las decisiones, acciones y juicios originados en
los demás (García-Pelayo, 1991. p.1864). García-Pelayo señala que la auctoritas deriva de la
dignitas, entendida como “una cualidad que destaca a unas personas sobre el resto, una
superioridad que no se fundamenta originariamente sobre la ley ni sobre el privilegio, sino en
unas condiciones acreditadas por los éxitos de la acción (op.cit. p.1864). García-Pelayo subraya
que la preeminencia del senado romano se justifica por su auctoritas al punto de que la
locución auctoritas es frecuentemente idéntica a la de “acuerdo del Senado”.
430
Kunkel, 1998. p.27
431
Al respecto, García-Pelayo señala que el senado estaba integrado por “los primeros
ciudadanos romanos, es decir, por los príncipes, (...) gente con experiencia en los asuntos
públicos y, por tanto, con un saber de las cosas que traen entre manos superior al del resto de
los ciudadanos; de gente perteneciente a las grandes familias que a través del tiempo
ocuparon funciones directivas, con lo que se asegura la presencia de la tradición, es decir, del
espíritu de aquellos antepasados que hicieron la grandeza de Roma”. (García-Pelayo, 1991.
p.1865)
252
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
432
Kunkel, 1998. p.27ss
433
García-Pelayo, 1991. p.1865
434
García-Pelayo define la potestas como el poder de mandar particularizado relativo a una
magistratura determinada, de manera tal que configura el espacio de “poderes concretos de
que dispone una instancia o un funcionario para el cumplimiento de su función” (op.cit.
p.1863)
435
Kunkel, 1998. p.28
436
García-Pelayo, 1991. p.1864
253
Carolina Guerrero
437
Esta crítica la refiere Rousseau en Du contrat social, libro III, cap. V: “Enfin la puissance
transmise avec les biens du pere aux enfans rendant les familles patriciennes, rendit le
Gouvernement héréditaire, et l’on vit des Sénateurs de vingt ans”.
438
Teodoro Mommsen: Compendio de Derecho Público Romano, 1893. p.293
439
Mommsen, 1893. p.297
254
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
(El pueblo, dueño del poder soberano, al igual o más que los monarcas
tiene la necesidad de ser conducido por un consejo o un senado)
Ello presupone que ese pueblo que ha de ser conducido por el consejo o
senado está en el ejercicio de su libertad política. Es fundamental la precisión
de Montesquieu, porque se erige sobre la idea de que la soberanía está en
manos de dicho pueblo; es decir, los ciudadanos –como miembros del cuerpo
denominado pueblo– son los partícipes y copropietarios de la autoridad
política, en atención a lo cual se constituyen en soberano; en consecuencia, si la
voluntad que es expresiva para la configuración y conducción del orden
político ha de ser la de dicho pueblo soberano, se concluye que los ciudadanos
que lo componen están en el disfrute de su libertad política, al integrar la suma
de voluntades de la cual emergen el poder y el orden políticos. De este modo,
se plantea que los consejos del senado han de guiar y conducir a hombres
libres. Esto último pudiese parecer una paradoja, bajo el supuesto de que la
libertad implica el deber en cada individuo o cuerpo de individuos de disponer
de la capacidad de ejercerla; no obstante, el barón plantea que los hombres no
siempre saben cómo conducirse adecuadamente en el ejercicio de su libertad,
de manera que la posibilidad de ser guiados por los más esclarecidos representa
440
Montesquieu, 1748/1995, Lib. II, cap.II. p.99
255
Carolina Guerrero
L’homme, comme être physique, est, ainsi que les autres corps,
gouverné par des lois invariables. Comme être intelligent, il viole sans
cesse les lois que Dieu a établies, et change celles qu’il établit lui-
même. Il faut qu’il se conduise; et cependant il est un être borné: il est
sujet à l’ignorance et à l’erreur, comme toutes les intelligences finies;
les faibles connaissances qu’il a, il les perd encore. Comme créature
sensible, il devient sujet à mille passions (…) Un tel être pouvait à tous
les instants s’oublier lui-même; les philosophes l’ont averti par les lois
de la morale 441
(El hombre, como entidad física, es, al igual que todos los cuerpos,
gobernado por leyes invariables. Pero como ser inteligente, viola sin
cesar las leyes establecidas por Dios, y cambia aquellas leyes que él
mismo se ha dado. Es necesario que se gobierne; y sin embargo es ser
limitado: está sujeto a la ignorancia y al error, al igual que todas las
inteligencias limitadas; pierde incluso los escasos conocimientos que
posee. Como criatura sensible, está sujeto a infinidad de pasiones (...)
Semejante ser podría olvidarse de sí mismo en todo instante; los
filósofos lo han advertido a través de las leyes de la moral)
441
Ibid. p.90
442
Tomo la expresión del propio Montesquieu: “une populace qui se perdait”. Ver op.cit, libro
II, cap. II. p.103
256
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Le peuple est admirable pour choisir ceux à qui il doit confier quelque
partie de son autorité 443
443
Ibid, libro II, cap. II. p.99
257
Carolina Guerrero
444
Dice Montesquieu: “Le peuple qui a la souveraine puissance doit faire par lui-même tout ce
qu’il peut bien faire; et ce qu’il ne peut pas bien faire, il faut qu’il le fasse par ses ministres”.
Ibidem, libro II, cap. II. p.99. En el caso del senado, no se trata de la delegación de un poder
ejecutor como el de los ministros, sino de la representación de los ciudadanos para centrar en
la sabiduría y experiencia de tales senadores la posibilidad de guiar sin extravío las prácticas
políticas de dichos ciudadanos en la república. El punto es que se trata de una representación
entregada a los delegados con cualidades y capacidades que no están comúnmente presentes
en el pueblo, y que apuntan a la realización de alguna utilidad pública.
445
Ibidem, libro V, cap. VII. p.160
258
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
446
Ibidem, libro V, cap. VII. p.158
259
Carolina Guerrero
447
Ibidem, libro XI, cap. VII. p.333
260
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
448
La idea sobre el senado hereditario la desarrolla Montesquieu en el libro XI de De l’Esprit
des lois, que justamente titula “Des lois qui forment la liberté politique dans son rapport avec
la constitution”; luego de aproximarse a la idea de libertad, centra su exposición en la
constitución de Inglaterra (en el capítulo VI del libro XI), a partir de lo cual encuentra la
ocasión para defender la idea de la herencia aplicada al senado en un Estado libre.
449
Montesquieu define las facultades de estatuir y de impedir del siguiente modo: “J’appelle
faculté de statuer, le droit d’ordenner par soi-même, ou de corriger ce qui a été ordonné par
un autre. J’appelle faculté d’empêcher, le droit de rendre nulle une résolution prise par quelque
autre; ce qui était la puissance des tribuns de Rome” (Ibidem. Libro XI, cap. VI. p.334)
261
Carolina Guerrero
450
Ibidem. Libro XI, cap. VI. p.333
451
Ibidem. Libro XI, cap. VI. p.333
262
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
452
Montesquieu: Grandeza y decadencia de los romanos. 1733/1998. p.43-44
453
op.cit. p.44
263
Carolina Guerrero
454
ibid. p.44
455
Rousseau: Du contrat social. 1762/ 1964. Libro IV, cap. IV. p.271
264
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
político está sujeto a la orientación que emana del senado al influir con su
sabiduría y mejor experiencia sobre magistrados y ciudadanos. Refiere
Rousseau:
(…) le crédit de l’Etat est mieux soutenu chez l’étranger par de vénérables
sénateurs que par une multitude inconnue ou méprisée 456
(ante el extranjero, el crédito del Estado está mejor sostenido en manos de los
venerables senadores, que en manos de una multitud desconocida o
despreciable)
En tales términos, los asuntos públicos no podrían ser confiados a esa multitud
“desconocida” y “despreciable”, cuya condición se nivela, según Rousseau, a la
ferocidad del salvaje. Por tanto, el bien de la república demandaría, en esa línea
de argumentación, que tales asuntos se mantuvieran en manos de los
ciudadanos venerables, generando no sólo la reputación de la república frente a
los demás estados, sino también la garantía de que el interés común se apoyará
en la mejor capacidad para su propia realización. De este modo, Rousseau
alerta que ha de existir la seguridad de que ese cuerpo venerable entregará sus
mejores cualidades hacia el logro de dicho interés común, lo que implica la
necesidad de quedar impedido para la realización de sus intereses particulares:
En un mot, c’est l’ordre le meilleur et le plus naturel que le plus sages
gouvernent la multitude, quand on est sûr qu’ils la gouverneront pour son
profit et non pour le leur 457
(En una palabra, es el mejor orden y el más natural que los más sabios
gobiernen a la multitud, cuando se está seguro de que la gobernarán en
beneficio de ella misma, y no de ellos en particular)
En cuanto a la teorización de Benjamin Constant sobre el senado, este escritor
parte de la premisa de que esa institución ha de ser hereditaria, encarnando de
ese modo el poder representativo de la continuidad. Tal idea supone que el
senado no simboliza ni puede garantizar la continuidad de la asociación
humana en general (en el ámbito nacional), sino específicamente de una clase
(la nobleza) la cual es necesario preservar en atención a los bienes que derivan
de ella y a su significado para la utilidad pública. Su contrapeso habrá de residir
dentro del propio poder legislativo del cual forma parte, mediante el balance
456
op.cit. Libro III, cap. V. p.229
457
Ibid. Libro III, cap. V. p.229
265
Carolina Guerrero
458
Constant, 1815/1872. p.19. “El poder representativo de la permanencia reside en una
asamblea hereditaria”
459
Ver Constant, 1815/1872. p.35
460
Ver Constant, 1815/1872. p.19
461
Constant, 1815/1872. p.35. “aquel privilegio para la más importante transmisión, la de la
función que más esencialmente interesa al reposo y a la vida de los ciudadanos”
266
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
462
Ver Constant, 1815/1872. p.35
463
Ver Constant, 1815/1872. p.36
464
Entendiendo esta última idea como natio o colección de habitantes, según las convenciones
lingüísticas de la época.
465
Ver Constant, 1815/1872. p.36
267
Carolina Guerrero
classe préférée. Elle irritait sans contenir (...) c’etait une corporation sans base
et sans place fixe dans le corps social 466
(Aquellos que discuten la transmisión hereditaria de la primera cámara,
¿permitirían que la nobleza subsistiese junto a y con independencia de esa
primera cámara, y dar a ésta una condición vitalicia? ¿Qué sería de una
nobleza hereditaria sin funciones, al lado de una magistratura vitalicia
investida de funciones importantes? (...) En ella no se veía más que una
decoración brillante, pero sin objetivo preciso (...) Su superioridad se había
vuelto casi negativa; es decir, constaba más bien de exclusiones para la clase
plebeya, que de ventajas positivas para la clase privilegiada. Irritaba sin
contener (...)era una corporación sin base y sin lugar fijo en el cuerpo social)
La idea de fijar un fin determinado a la nobleza en el cuerpo social conduce a
fijar a la vez sus prerrogativas de manera constitucional, de manera que el
privilegio de los nobles sea menos odioso para el pueblo, menos atacable,
defendible con mayor facilidad, más fuerte. Dicho fin se inscribe en el senado
o cámara de los nobles, la cual debe ser hereditaria porque es, a juicio de
Constant, el único modo de renovar los miembros de un cuerpo vitalicio sin
que ese proceso signifique su debilitamiento ante la cámara de representantes.
Para el autor, si la cámara vitalicia es nombrada por el jefe de Estado, carecerá
de la potencia requerida a fin de contrarrestar a la cámara de representantes,
emanada de la elección popular. Ello se debe a que los miembros de la cámara
hereditaria se fortalecen por la independencia que adquieren inmediatamente
después de su nombramiento, y encarnan ante el pueblo un carácter distinto al
de simples delegados de la corona467. En tal sentido, el senado constituye, en
suma, el establecimiento de un fin determinado en el cuerpo político y social
que ha de ser asumido por la nobleza, mientras que la condición hereditaria
resuelve el problema no sólo de la sucesión de los miembros del senado, sino
de la permanencia de dicha nobleza en la asociación humana:
La noblesse a besoin, dans notre siècle, de se rattacher à des prérogatives
constitutionnelles et déterminées. Ces prérogatives sont moins blessantes
pour ceux qui ne les possèdent pas, et donnent en même-temps plus de force
à ceux qui les possèdent468
466
Constant, 1815/1872. p.36
467
Ver Constant, 1815/1872. p.36-37
468
Constant, 1815/1872. p.36
268
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
469
Según Constant, en un Estado libre deben existir asambleas o cámaras de representantes
fuertes, numerosas e independientes, pero, a su juicio, ellas encarnan siempre una amenaza a
la libertad, por lo que en el Estado deben existir los medios constitucionales para prevenir tales
desvíos. Para el autor, este medio es el derecho del jefe de Estado de disolver las asambleas
de representantes, y ello se basa en los siguientes principios: una asamblea con poderes
ilimitados es más peligrosa, argumenta Constant, que el propio pueblo, el cual puede sacrificar
sus intereses a sus emociones, flaqueza a la cual no puede estar autorizada la asamblea (ver
Constant, 1815/1872, p.30-34, y 47-48) Si bien Constant formula la necesidad de
constitucionalizar un dique para los posibles desvíos de la cámara de representantes (a través
del derecho del jefe de Estado de sustraer el poder a las asambleas que no sepan ejercerlo sin
peligro, y convocar nuevas elecciones), no es perceptible en la teoría de Constant el dique que
habría de colocarse al jefe de Estado de manera de impedir que utilice tal prerrogativa de
forma desviada. El límite que asigna Constant es que si bien el jefe de Estado puede disolver la
asamblea, está impedido constitucionalmente de perseguir a sus miembros (ver Constant,
1815/1872, p.23)
470
Ver Constant, 1815/1872, p.37
471
Constant, 1815/1872, p.38
269
Carolina Guerrero
472
En el punto 4 de sus Normas Generales
270
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
473
Ver Grases, 1970. p.93ss
474
Punto 5 de sus Normas Generales
475
Ver Grases: El Libertador y la Constitución de Angostura de 1819. 1970. p.109ss
271
Carolina Guerrero
476
Si alguna referencia republicana apoya la idea de Bolívar sobre la instalación del senado
vitalicio, ella es, a mi entender, la forma a través de la cual la Roma republicana instituyó el
senado como ese cuerpo conformado por los mejores en manos del cual debía ser manejado el
gobierno de la república. De acuerdo con el Digesto, “comenzó la plebe á convenirse con
dificultad, y el pueblo con mucha mas en medio de tanto gentío, la misma necesidad transfirió
al Senado el gobierno de la República, que de esta manera comenzó á interponerse, y se
observaba quanto determinada. Este derecho se llama Senatus consultum, ó constitucion del
Senado” (Cuerpo de derecho Civil ó Sea Digesto, Novelas é Instituta de Justiniano, Pomponio,
Tratado Especial Enchiridion. ed. 1872, p.35)
272
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
477
En estos términos lo expresó Bolívar en una carta dirigida a Guillermo White (desde San
Cristóbal, 26 de mayo de 1820): “El oficio de mi senado es temperar la democracia absoluta;
es mezclar la forma de un gobierno absoluto, con una institución moderada; porque ya es un
principio recibido en la política, que tan tirano es el gobierno democrático absoluto, como un
déspota; así sólo un gobierno temperado puede ser libre. ¿Cómo quiere Vd. que yo tempere
esta democracia, sino con una institución aristocrática? Ya que no podemos mezclar la forma
monárquica con la popular, que hemos adoptado, debemos por lo menos hacer que haya en la
república un cuerpo inalterable que le asegure su estabilidad; pues sin estabilidad todo
principio político se corrompe y termina siempre por destruirse” (en Grases, 1988, p.235) (el
destacado es mío)
478
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.214
273
Carolina Guerrero
479
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.221
274
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
480
Bolívar debe insistir que el fin del senado hereditario no es la creación de la nobleza sino la
institución de las posibilidades de permanencia de la república y de la libertad política y civil,
dado que en la elocuencia que maneja en este discurso expresó que la república
“constituyéndose en una República democrática, proscribió la monarquía, las distinciones, la
nobleza, los fueros, los privilegios” (Bolívar, 1819, en Grases, 1988. p.214)
481
Ello en atención a que, como establecen las “Bases para un proyecto de Constitución para la
República de Venezuela Una e Indivisible”, los senadores serán escogidos en primer término
entre los generales de la república. En la tradición republicana clásica, la heroicidad del
ciudadano que entrega su vida a la defensa de la república otorga en recompensa el acceso al
justo fasto, de manera que se piensa que los servicios a la república imprimen gloria al
ciudadano, y el fasto habrá de corresponderse en proporción con el mayor grado de heroicidad
entregado para la búsqueda del bien común.
275
Carolina Guerrero
forma tal que dispondrían del conocimiento requerido para ello. Señala el
Libertador:
De ningún modo sería una violación de la igualdad política la creación de un
senado hereditario; no es una nobleza la que pretendo establecer (...) Es un
oficio para el cual se deben preparar los candidatos, y es un oficio que exige
mucho saber y los medios proporcionados para adquirir su instrucción. Todo
no se debe dejar al acaso y a la ventura en las elecciones: el pueblo se engaña
más fácilmente que la naturaleza perfeccionada por el arte; y aunque es verdad
que estos senadores no saldrían del seno de las virtudes, también es verdad
que saldrían del seno de una educación ilustrada 482
Nuevamente se confronta Bolívar con la ausencia de virtud en la república,
entendida tal virtud como ese amor por la patria capaz de insuflar en el
individuo el espíritu público necesario para mantener la salud pública. Como
destaca Castro Leiva en torno al sentimentalismo ético vinculado con la idea de
virtud, ella consistirá justamente en lo irracional (por tratarse de un
sentimiento), mas no en una “cadena de conocimientos”483, como finalmente
ocurriría con los herederos de la condición de senador, apropiadamente
ilustrados para sus funciones. No obstante, si Bolívar ha de reconocer que tales
senadores herederos estarán desprovistos de virtud cívica, aparentemente opta
por la utilidad que ha de desprenderse del saber cívico inculcado en esos
ciudadanos, futuros tutores de la patria. Se trata de un cálculo utilitario que se
orienta a asegurar la utilidad pública. Expresa Bolívar sobre la educación
ilustrada de los herederos al senado:
Estos senadores serán elegidos, la primera vez por el Congreso. Los sucesores
al Senado llaman la primera atención del gobierno, que debería educarlos en
un colegio especialmente destinado para instruir aquellos tutores, legisladores
futuros de la Patria. Aprenderían las artes, las ciencias, y las letras que adornan
el espíritu de un hombre público: desde su infancia ellos sabrán a qué carrera
la Providencia los destinaba, y desde muy tiernos elevarían su alma a la
dignidad que los espera484
A pesar del aparente pesimismo de Bolívar sobre la virtud de los senadores
herederos, lo cual lo conduce a centrar su propuesta en la instalación del saber
cívico y político en tales hombres, en el caso de los primeros senadores
482
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.222
483
Ver Castro Leiva, 1997.
484
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.222
276
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
485
Al margen de la retribución de la república a la heroicidad, se apunta también a convertir el
estamento militar en una clase propietaria. Lynch observa que en las recompensas a los héroes
de la guerra independentista está la intención de Bolívar de “hacer de cada militar un
ciudadano propietario” (1993, p.141)
486
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.222
277
Carolina Guerrero
487
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.222
278
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
una garantía necesaria y firme para tales derechos. Y en adición a los vínculos
del senado hereditario con la libertad, Bolívar argumenta en torno a lo que
desde su perspectiva concentra la utilidad suprema de esta institución, que es la
posibilidad de asegurar la permanencia de la república:
Se ha dicho con demasiada razón que la Cámara alta de Inglaterra, es preciosa
para la nación, porque ofrece un baluarte a la libertad, y yo añado que el
Senado de Venezuela, no sólo sería un baluarte de la libertad, sino un apoyo
para eternizar la república 488
Tanto el ejercicio racional de la libertad como la permanencia de la república
demandan la capacidad en los ciudadanos de ser garantes de su propio orden
político, como debatimos en el primer capítulo de este trabajo. Esta condición
contempla la necesidad de identificar en qué consiste el bienestar propio y de la
república y, por tanto, el interés asociado a ello. En la argumentación de
Bolívar se expresa la limitación de los individuos miembros de la república para
conocer sus verdaderos intereses, lo cual los inhabilitaría para el ejercicio de la
libertad racional, y los erigiría en una latente amenaza de disgregación de la
república. En esa premisa fundamenta Bolívar la necesidad de que esos
individuos puedan ser conducidos en las prácticas políticas por los mejores
ciudadanos, lo cual, a su vez, exigirá de estos últimos una condición de
imparcialidad, a fin de aplicar la justa corrección a los desvíos promovidos por
los individuos, incluso los magistrados. Tal supuesto implica que el fin de esos
mejores ciudadanos es templar las pasiones, entendiendo que toda acción que
no se ajuste a la racionalidad consistente en la realización de la utilidad propia,
es una acción impulsada por la irracionalidad de las pasiones. Y si los
individuos pugnan contra sus propios intereses es debido a que son dominados
por sus propias pasiones (su irracionalidad), cuyo efecto desestabiliza el
ejercicio pacífico de la libertad y la permanencia del orden político. Con base
en este razonamiento, Bolívar teoriza la necesidad de que esos individuos
incapaces de identificar la realización de su propia utilidad sean guiados por
aquellos mejores ciudadanos, los senadores, conocedores del bien para los
ciudadanos y la república:
Debemos confesarlo: los más de los hombres desconocen sus verdaderos
intereses, y constantemente procuran asaltarlos en las manos de sus
488
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.223
279
Carolina Guerrero
489
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.222
490
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280
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491
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.224
492
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281
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493
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282
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
del orden político en la república, a fin de asegurar por esa vía la conservación
de su propia clase. Es decir, si bien los senadores herederos podrían no
accionar su virtud cívica para observar la realización del bien común, ese
mismo efecto, en bienestar de la república, será generado a través del cálculo
racional de dicha clase (que “participa de los efectos funestos o favorables” de
la sociedad política) en torno a su utilidad particular.
Finalmente, en cuanto a la pretensión de adoptar en la república el principio
liberal sobre el equilibrio de los poderes públicos, Bolívar inserta la idea de que
el senado hereditario será tanto la base del poder legislativo como la base del
gobierno, lo cual otorga a ese cuerpo una distinción y prerrogativa superior a la
de la cámara de representantes con la que habría de contrapesarse dentro del
legislativo, y también una fundamentación especial en el orden político494. A
este senado le asigna la facultad de servir de contrapeso entre el gobierno y el
pueblo, lo cual coincide con la tradición clásica mas no con la moderna, en
atención a la cual el senado es concebido como el poder representativo de la
continuidad, y no estrictamente como un poder neutral que totalmente insufle
sosiego en las “tempestades” entre ciudadanos y magistrados. Todo ello
conduce la una concepción compleja de la propuesta constitucional de Bolívar
sobre la posibilidad de aplicar a la república naciente una institución que
combine la utilidad que representó el senado romano para los antiguos y la que
representaba en ese instante el senado hereditario de inspiración británica para
los modernos. Concluyo esta parte con la siguiente cita del Libertador:
Un Senado hereditario, repito, será la base fundamental del Poder Legislativo,
y por consiguiente, será la base de todo Gobierno. Igualmente servirá de
contrapeso para el gobierno y para el pueblo: será una potestad intermedia
que embote los tiros que recíprocamente se lanzan estos eternos rivales. En
todas las luchas, la calma de un tercero, viene a ser el órgano de la
reconciliación: así el Senado de Venezuela será la traba de este edificio
delicado y harto susceptible de impresiones violentas, será el iris que calmará
494
De hecho Bolívar, en este discurso ante el congreso constituyente de Angostura, alaba la
constitución romana por haberse adaptado a la necesidad de las cosas, generando un orden
político donde no existía, a su juicio, un equilibrio de poderes: “La constitución romana es la
que mayor poder y fortuna ha producido a ningún pueblo del mundo; allí no había una exacta
distribución de los poderes (...)” (ver Bolívar, 1819, en Grases, 1988. p.220)
283
Carolina Guerrero
En esta parte final del presente capítulo pretendo establecer los nexos entre las
ideas de Bolívar sobre el senado hereditario y las principales fuentes
intelectuales y supuestos jurídico-políticos sobre los cuales se apoya para
configurar su teorización al respecto.
A mi entender, el fundamento de la concepción de Bolívar en torno al senado
hereditario se sitúa en la idea sobre lo que ha de permanecer y lo que ha de
mudar en la sociedad política, patente en el pensamiento constitucional de
Benjamin Constant. Constituye la piedra angular de toda esta argumentación,
que efectivamente va a estar conformada por otras influencias teóricas e
históricas, además de la formulación de Constant. En este autor identifico la
idea sobre lo que ha de ser constante y lo que ha de ser renovable en un orden
político y social que efectivamente sea el marco para el despliegue de la libertad
individual y las garantías cívicas. Con base en ello, Constant asigna
principalmente a la opinión el deber de actualización de las estructuras políticas
y de la conducción de lo político, de manera de permitir la mejora e incluso la
mudanza correspondiente de determinadas prácticas, con el objeto de
favorecer la libertad. En paralelo, este autor defiende la conservación de
determinadas instituciones y prácticas políticas, con el objeto de asegurar la
permanencia de la asociación humana sobre una estructura perenne que no
sólo no invade los espacios de la libertad individual, sino que al asegurar su
permanencia en el tiempo suministra el punto de estabilidad para la
persistencia de dicha asociación. En esos términos, para que el espacio político
pueda gravitar en torno al favorecimiento de la libertad y de la permanencia de
la asociación humana, ha de verificar la disección abstracta que dé origen a los
ámbitos que le otorgan sentido a dicho espacio y que, con base en su
495
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.223
284
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
285
Carolina Guerrero
496
Ver Constant/Filangieri, 1826/1836, p.273, y la segunda parte del capítulo II del presente
trabajo.
286
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
497
Como se expone en el capítulo II, Constant reclama independencia constitucionalmente
establecida para que la realización del interés individual pueda derivar en beneficios tangibles
para el individuo y, de manera indirecta, para la sociedad política. Ver Constant/Filangieri,
op.cit. p.14
287
Carolina Guerrero
288
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
político justo reside en ese pueblo; por tanto, el senado hereditario será el
depósito de las maneras o de la regla permanente de los modos, necesario a su
vez para la permanencia de la condición de ciudadanos libres en los miembros
de dicho pueblo. La distinción es sutil, dado que lo que estatuye Montesquieu
es la debilidad a la que están sujetos esos ciudadanos libres. En la
argumentación de Rousseau sobre el senado romano, se patenta la idea de que
los ciudadanos están permanentemente sujetos a sus pasiones inherentes al
estado salvaje, por lo que necesitan ser temperados por los más sabios. Y en la
concepción de Bolívar, la condición de ciudadanos libres no está dada en el
pueblo, sino que ha de derivar únicamente de la conducción que de él realice
ese consejo de sabios para no sólo refrenar sus pasiones peligrosas, sino
además revelarle a tales individuos cuáles son sus verdaderos intereses.
498
Constant reconoce modos de realización de lo privado entre los antiguos, aunque destaca la
preeminencia de lo público. En su discurso de 1819 destaca que el espíritu de los comerciantes
289
Carolina Guerrero
romano se eleva con base en las cualidades especiales y la distinción que hacen
venerables a ciertos individuos, de acuerdo con sus servicios públicos,
experiencia política y sabiduría. Ello crea su dignitas, que a su vez deriva en la
auctoritas de tales senadores. En el caso de los lores de Londres, como refiere
Bolívar, el origen del senado está en la adscripción de determinados individuos
a la clase nobiliaria, sin que hayan incurrido en méritos que los hagan
distinguibles de los demás individuos en función de alguna sabiduría o
experiencia especial. Lo que Bolívar propone para fundar el senado hereditario
es algún tipo de distinción ciudadana análoga a la que fue tradición entre los
romanos.
Pero lo que plantea como recurso para la renovación de los miembros de dicho
senado es la simple pertenencia a determinada familia, como ocurre con el
senado hereditario de la Gran Bretaña, donde principalmente no es el mérito
personal sino la condición nobiliaria la que fundamenta la condición senatorial,
aunque no exclusivamente, según señala Constant respecto a la necesidad de
no limitar el número de senadores, a fin de que aquellos individuos que se
destaquen puedan ascender a él. En todo caso, el problema con el senado de
Bolívar es que pretende que el origen del senado hereditario sea la virtud y los
servicios hechos a la patria, pero plantea que la renovación de sus miembros se
apoye simplemente en la sucesión hereditaria familiar y no en la garantía de la
virtud de los futuros senadores.
de Atenas era análogo al de los modernos, y la ciudad otorgaba mayor libertad individual a sus
ciudadanos que Roma o Esparta (1819/1872, v.II, p.546)
290
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
291
Carolina Guerrero
Dos son por tanto las recompensas con que la sociedad premia los
talentos y servicios interesantes de los individuos que se han
distinguido: honoríficas y pecunarias: nadie duda que las segundas
deben trasladarse à la posteridad, ¿y por qué no las primeras? 500
499
Correo del Orinoco, 7-6-1819: “Observación sobre el establecimiento de un Senado
hereditario en la Repùblica de Venezuela hecha por el licenciado (Gaspar) Marcano (diputado
por Margarita) en el Soberano Congreso”
500
Correo del Orinoco, 28-8-1819: “Sr. Méndez, sobre la naturaleza del Senado”
292
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
501
Correo del Orinoco, 24-7-1819: “Discurso del Sr. Peñalver en la discusión del Congreso
sobre la naturaleza del Senado Constitucional”
502
Idem
293
Carolina Guerrero
503
Es innovadora en tanto la teoría constitucional moderna había apuntado, desde
Montesquieu, a reservar a la cámara hereditaria la facultad de impedir, y otorgar a la cámara
de representantes tanto la facultad de impedir como la de estatuir. Vid supra. Montesquieu,
op.cit. Libro XI, cap. VI. p.334
504
La utilidad pública en la idea de elevar a los héroes militares a la condición de propietarios
la discuto en el capítulo I de este trabajo.
294
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
505
Tanto en la teoría constitucional de Montesquieu como en la de Constant, referida en este
capítulo, el senado ha de ser hereditario por el gran interés de la nobleza en conservar sus
prerrogativas.
506
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.225
295
Carolina Guerrero
507
Señala Bolívar: “Roma y la Gran Bretaña son las naciones que más han sobresalido entre las
antiguas y modernas (respectivamente) (...) Así, pues, os recomiendo, Representantes, el
estudio de la constitución británica, que es la que parece destinada a operar el mayor bien
posible a los pueblos que la adoptan” (Bolívar, 1819, en Grases, 1988. p.221) Sobre esa base,
Bolívar articula su discurso sobre las ventajas del poder ejecutivo británico: “Está revestido de
toda la autoridad soberana que le pertenece (...) Con el objeto de neutralizar su poder, es
inviolable y sagrada la persona del rey: al mismo tiempo que le dejan libre la cabeza, le ligan
las manos con que debe obrar (...) Aplíquese a Venezuela este Poder Ejecutivo en la persona
de un Presidente nombrado por el pueblo o por sus representantes, y habremos dado un gran
paso a la felicidad nacional” (ibid, p.223-224)
508
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.230
509
Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.225
510
Ver Constant, 1815/1872. p.35
296
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
511
Se refiere al ejecutivo británico, el cual propone, como ya señalamos, sea la base para una
configuración análoga en la naciente república. Ver Bolívar (1819) en Grases, 1988. p.224
512
Sobre el ascendiente y autoridad de Bolívar sobre el estamento militar, escuchemos al
propio Libertador cuando se dirige al coronel Matías Escuté, entonces jefe de Estado Mayor de
Páez: “Aquí no hay más autoridad ni más poder que el mío; yo soy como el Sol entre todos mis
tenientes, que si brillan es por la luz que yo les presto” (en Larrazábal, 1999, v.III, p.183)
513
En este trabajo desarrollamos este punto en el último capítulo.
297
Carolina Guerrero
298
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
CAPÍTULO 6
LA NATURALEZA JURÍDICO-POLÍTICA DE LA SUMA
POTESTAD DE BOLÍVAR
Este último capítulo del presente trabajo pretende exponer la tensión entre la
libertad de los antiguos y la libertad de los modernos que es expresiva en las
ideas políticas de Bolívar respecto a su proyecto ilustrado de establecer y
preservar la república. Para ello, voy a partir del análisis de la llamada dictadura
del trienio (1828-1830) a la luz, primero, de las concepciones clásica y moderna
en torno a la institución de la magistratura extraordinaria; segundo, de la forma
y contexto en que ésta es establecida por el Libertador, y tercero, de la
polémica que se desarrolla sobre dicho problema entre Benjamin Constant y el
Abate de Pradt a través de la prensa francesa.
Entre los antiguos, las dos formas de ejercicio del poder supremo en manos de
uno se corresponden con la tiranía y la dictadura, la primera teorizada y
padecida principal pero no exclusivamente por los griegos, la segunda de
invención romana. Una ilegítima, otra correspondiente a una institución
prevista por el derecho. La una constituye una forma de gobierno; la otra, una
magistratura extraordinaria.
299
Carolina Guerrero
300
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
como un reinado absoluto, en el cual “un solo jefe dispone de todo”, y que
guarda “grandes relaciones” con el poder doméstico: así como la autoridad del
padre es una especie de reinado en la familia, así el reinado absoluto es una
administración de familia, aplicada a una ciudad516. Pero como todo ejercicio
del poder necesita algún tipo de organización para reglar y hacer operativo su
propio desempeño, este reinado absoluto del que habla Aristóteles forma una
especie de constitución aparte517; es decir, genera, se otorga a sí mismo su
propio derecho.
El problema que encuentro (y que servirá, como veremos, a efectos de otorgar
el sentido de virtuosa a la llamada dictadura del trienio) en la argumentación de
Aristóteles en torno a la tiranía es la posibilidad de hacerla legítima si ella
propone un giro respecto a su fin, es decir, si apunta no al interés del
gobernante sino a la realización del interés de la ciudad. Para llegar a ese punto,
Aristóteles plantea la pertinencia de indagar cómo puede producirse el bien de
la asociación política: a través de la entrega del poder en manos del individuo
más virtuoso o de buenas leyes. Para discernir el problema, adelanta que los
partidarios del reinado absoluto dirán que la ley, que dispone de una manera
general, no puede prever lo accidental, y por ello no puede constituir un buen
gobierno, dado que la realidad siempre rebasa lo general, al evidenciar la
sucesión perpetua de hechos accidentales sobre los cuales el gobernante debe
resolver518. Si bien plantea Aristóteles que la multitud juzga mejor que un
individuo, cualquiera que él sea, matiza que una ciudad conformada por
muchos ciudadanos de un mérito igualmente distinguido, no puede tolerar el
reinado absoluto, lo cual abre una arista a la necesidad de la tiranía, en el
supuesto de que el mérito de todos pueda ser notoriamente inferior al del
aspirante al gobierno absoluto. Según esta argumentación, se entiende, por una
parte, que entre individuos iguales y semejantes el poder absoluto de un solo
hombre no es útil ni justo, y Aristóteles afirma que, en este orden, es del todo
indiferente que este hombre pueda ser superior a sus súbditos por sus méritos.
No obstante, por otro lado contempla una excepción, en atención a la
posibilidad de que un individuo se distinga por una virtud superior a la virtud
516
Op.cit, libro III, cap.IX
517
Ibid, libro III, cap.X
518
Ibidem, libro III, cap.X
301
Carolina Guerrero
de todos los ciudadanos juntos. En ese caso, observa, es justo que el más
virtuoso sea elevado al poder supremo, en vista de que la parte no debe
sobreponerse al todo, y el todo, en la situación descrita, es esa virtud
extraordinaria respecto a las demás. Por tanto, Aristóteles concluye no sólo que
la ciudad debe someterse a la obediencia a ese hombre, sino que además debe
reconocer en él un poder perpetuo.519
En esa perspectiva, la tiranía, como gobierno de uno solo con base en un
poder ilimitado que somete a los ciudadanos a una obediencia forzosa,
adquiere la calidad de la virtud en tanto otorga a la ciudad la realización del
bien general (y no del bien particular del gobernante) a través de la dominación
benéfica que deriva de imponer en dicha ciudad el poder perpetuo de aquel
ciudadano distinguido por una virtud muy superior a la de todos. En ese
sentido, el dominio de lo que se esboza como un “tirano virtuoso” representa
el bien supremo de la asociación política y, por tanto, se legitima por la utilidad
que le provee, aunque se haya establecido y se ejerza al margen del derecho que
anteriormente regía a dicha ciudad. Sobre la dictadura, el Digesto establece lo
siguiente:
(...) suscitándose continuas guerras (...) les agradó (a los romanos) nombrar un
Magistrado de mayor autoridad, por cuyo motivo se instituyeron Dictadores,
de los que no habia apelacion, y podian tambien castigar con pena capital. No
era lícito durar en este Magistrado mas tiempo que seis meses, porque tenia
suma potestad 520
Claude Nicolet refiere que la llamada dictadura romana “clásica” u original
designa un poder excepcional, pero regulado y quasi-constituzionale, conferido de
acuerdo con una formalidad determinada a un magistrado, en circunstancias
críticas, para hacer frente, en nombre de la salud pública, a un estado de
emergencia interno o externo521. Mommsen puntualiza que al dictador le
corresponde la plenitud del poder por derecho político, pero debe limitarse de
hecho al ejercicio sólo de facultades determinadas. Ello sugiere que en el
dictador no se deposita el poder ilimitado para actuar ilimitadamente, sino
519
Ibidem, libro III, cap.X
520
El Digesto del Emperador Justiniano. Cuerpo de Derecho Civil ó sea Digesto, Novelas é
Instituta de Justiniano. ed. 1872, v.I, Liber Primus, Título II, p.36
521
Claude Nicolet: “Introduzione”, en Meloni (ed.): Dittatura degli antichi e dittatura dei
moderni, 1983, p.8
302
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
522
Mommsen, 1893, p.276
523
Mommsen, 1893, p.274
524
Nicolet (1983, p.10) puntualiza que la costumbre de que el dictador asumiera tal
magistratura con la aprobación del Senatus Consultum Ultimum fue establecida hacia el año
121, como reacción contra Cayo Gracco.
303
Carolina Guerrero
525
Ver García-Pelayo, OOCC, 1991, v.I, p.1188-1190. En el trecento, refiere Skinner que las
condiciones para la vida en paz gravitan en torno a la idea de instituir una forma de gobierno
basada en el ejercicio de signori elegidos quienes, a su vez, están atados o vinculados a
conducirse a sí mismos según las leyes y costumbres de su comunidad; esos signori deben ser
capaces de cumplir con los deberes de su oficio de una manera perfectamente virtuosa: “We
need a magistrate, as Matteo de’ Libri repeats, ‘through whom (per cui) we can and ought to
remain in a state of great tranquility and repose’ “. Agrega el autor que según tratados
prehumanistas e incluso la Constitución de Siena de 1309-1310, el bien común y el triunfo de
la paz sólo es posible por (per) una signoria elegida dedicada a mantener los dictados de la
justicia. A su vez, destaca que la contraposición a una forma de dominación como la signoria
debe generarse en la capacidad de la ciudad para mantenerse libre, lo que a su vez supone la
demanda a los ciudadanos de evadir toda forma de desorden, a fin de ser receptores de un
gobierno bien temperado. En conexión con este último argumento, el autor enfatiza la idea
desplegada por Leopoldo Bruni sobre la necesidad de que la calidad de virtus sea cultivada por
cada ciudadano, como única forma de asegurar la libertad y la grandeza cívica (Skinner, 2002,
p.67, 82, 131-132)
526
Voltaire: Diccionario filosófico, 1764 / 1965
304
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Rousseau, por su parte, también evoca la idea de dictadura establecida por los
romanos, y destaca que no debe suspenderse el poder sagrado de las leyes sino
cuando se trata de la salud de la patria. Señala:
L’inflexibilité des loix, qui les empêche de ser plier aux événemens, peut en
certains cas les rendre pernicieuses, et causer par elles la perte de l’Etat dans
sa crise (...) (...) si le péril est tel que l’appareil des loix soit un obstacle à s’en
garantir, alors on nomme un chef suprême (le “plus digne”) qui fasse taire
toutes les loix et suspende un moment l’autorité Souveraine 529
(La inflexibilidad de las leyes, que les impide modificarse según las
circunstancias, en ciertos casos puede hacerlas perjudiciales, y ocasionar la
pérdida del Estado en medio de una crisis (...) si el peligro es tal que el aparato
de las leyes sea un obstáculo para que el estado se preserve de dicho peligro,
entonces se designa un jefe supremo (el “más digno”) que haga callar las leyes
y suspenda momentáneamente la autoridad soberana)
305
Carolina Guerrero
Ossia in primo luogo dei potere che, lungi dall’esser stati regolarmente
conferiti, sono stati usurpati con la forza o con l’astuzia (...) Al carattere
“tirannico” della dittatura intesa in questo secondo senso, s’aggiunge nella
maggior parte dei casi l’idea di un potere arbitrario, abusivo 532
(O sea en primer lugar el poder que, lejos de ser regularmente conferido, se
ha usurpado a través de la fuerza o de la astucia (...) Al carácter “tiránico” de
la dictadura entendida en este segundo sentido, se suma la mayoría de las
veces la idea de un poder arbitrario, abusivo)
531
Ibidem, lib.III, cap.X, p.245. “De este modo, el tirano puede no ser un déspota, pero el
déspota siempre es un tirano”
532
Nicolet, en Meloni (ed.), 1983, p.8
306
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
533
Citado en García-Pelayo, 1991, v.I, p.361
307
Carolina Guerrero
Hasta ahora hemos revisado las ideas políticas en torno al sumo poder
manifiestas en la tradición republicana clásica, su tránsito por el prehumanismo
y el humanismo cívico, y su recepción por parte del neorrepublicanismo y el
pensamiento liberal. En las siguientes líneas analizaré la naturaleza política de la
llamada dictadura del trienio, también denominada última dictadura de Bolívar.
Lo haré con base en las ideas políticas y el manejo discursivo con los cuales se
pretende legitimar el régimen en apelación a la tradición republicana y nociones
como la concepción en torno a la necesidad y la idea de salud pública, entre
otras.
308
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
535
Proyecto de Constitución... formado por el Jefe Supremo..., en Grases, 1970, p.154
309
Carolina Guerrero
536
O’Leary, 1881 / 1981, v.XVI, p.135, 155
310
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
537
Hablo del giro en la interpretación de la tradición republicana, en tanto dicha tradición más
bien concluía que ante tales elementos cívicos, no es posible constituir una república, debido a
que los hombres ineptos para el vivir libre no pueden conformar una sociedad libre, ni es
posible compelerlos por la fuerza dentro de la libertad. Por tanto, si son ineptos para el vivir
libre, requieren ser constituidos políticamente bajo una forma de dominación que, en ausencia
de libertad, asegure el orden. Maquiavelo recomienda el principado para esos casos (ver:
Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, lib.I,cap.II,XVI)
538
Rousseau, 1762/ 1964, Lib.I, cap.VII, p.186 (el destacado en el texto es mío)
311
Carolina Guerrero
Es en ese sentido que la razón ilustrada del ciudadano más virtuoso asume el
deber cívico de obligar a sus “conciudadanos” a ser libres y, finalmente, hacer
posible la construcción republicana. Por tanto, son los designios de esa razón
ilustrada los que deberán dirigir el curso político de la república naciente, y la
violencia justa residiría tanto en el sometimiento de las voluntades de hombres
díscolos a la voluntad del más virtuoso, como en el establecimiento de bases
jurídico-políticas que, apartándose de los principios políticos configurados por
el pensamiento liberal, permitan el ejercicio legítimo del sumo poder emanado
de la racionalidad del más apto para il vivere politico. En tal perspectiva, en la
concentración del poder político en manos del más virtuoso consistiría la
utilidad pública suprema de obligar a los hombres a ser libres y asegurar la
existencia y la permanencia de la república539. Por tanto, a la necesidad ético-
política que visualiza Bolívar (como discutimos en el primer capítulo del
presente trabajo) sobre dotar a los hombres del amor republicano que les
permita renunciar a sus propias voluntades para consagrarse a aquella voluntad
capaz de realizar el bienestar general y el fin de la república, se suma la
necesidad jurídico-constitucional de deponer aquellos principios políticos del
liberalismo que obstaculicen el despliegue de un voluntarismo virtuoso que, a
través del poder ilimitado, asegure el bien común y “el vivir en libertad”. Sobre
la necesidad de apoyar el efecto benefactor de la razón ilustrada con el
otorgamiento constitucional de las facultades “amplias” que sean precisas,
señala el Libertador: “Nada es tan peligroso con respecto al pueblo, como la
debilidad del Ejecutivo; y si en un reino se ha juzgado concederle tantas
facultades, en una república son éstas infinitamente más indispensables”540.
Respecto a la violencia justa, expresa, por ejemplo: “Los establecimientos de
los antiguos nos prueban que los hombres pueden ser regidos por los
539
Juan Carlos Rey observa que aquí la dictadura “ya no tiene una comisión para restaurar una
‘normalidad’ –en el sentido de una regularidad fáctica transitoriamente perturbada– sino crear
la ‘normalidad’, entendida como un ideal cuya realización se considera deseable y para el cual
es preciso un largo proceso de regeneración o renovación social que requiere poderes e
instrumentos excepcionales. Es en este objetivo final donde la dictadura busca ahora
justificación” (1982, p.227-228)
540
Bolívar: ...Angostura, 1819/ 1988, p.225
312
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
preceptos más severos (...) Si hay alguna violencia justa, es aquella que se
emplea en hacer a los hombres buenos y por consiguiente, felices”541.
541
Bolívar: Carta a Guillermo White (San Cristóbal, 26 de mayo de 1820), en Grases, 1988,
p.235-236
542
Actas del Congreso de Angostura, 1969, p.293
313
Carolina Guerrero
543
La locución “temperamento” es empleada aquí como relativa a la acción de temperar,
templar, moderar.
544
Acta número 6, sesión del día 10 de mayo de 1821, en: Libro de Actas, 1923, p.20
545
Acta número 64, sesión del día 5 de julio de 1821, en: Libro de Actas, 1923, p.229
546
Título IV, Sección II, Art. 55, punto 25, en: Ley Fundamental de la Unión de los Pueblos de
Colombia, en: Cuerpo de Leyes de la República de Colombia. Caracas, 1961
314
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
547
Expresivo, según Baralt y Díaz. del “inmenso poder e influencia de Bolívar, y la imposibilidad
en que estaba aquella Constitución (1821) de regir la república” (en: Baralt y Díaz, 1939, v.II,
p.88) El decreto es del 9 de octubre de 1821.
548
El destacado en el texto es mío. Como limitación al poder extraordinario, refiere el decreto:
“El ejercicio de estas facultades comenzará desde que se reúna el ejército en la provincia de
asamblea y entre en ella el presidente; pues en el resto de la república deben tener todo su
vigor la constitución y las leyes” (Art 12)
315
Carolina Guerrero
549
Citado en: Pocock, 1975, p.24
550
Sobre ello, ver Skinner, 2002, p.62-65, 154, 202-207
316
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
551
La consistencia de las ideas de Bolívar en este sentido apunta a mantener la idea de
república aunque él mismo concluya que no es realizable en la práctica. Por tanto, puede
versionar el proyecto político, al punto de que lo único que guarde en común con dicha idea de
república sea la demanda de amor por la patria como principio político que moviliza a la
estructura republicana, la supremacía del interés general sobre el interés particular, y el
propósito canónico de búsqueda y realización del bien común.
317
Carolina Guerrero
ejercicio del sumo poder de una voluntad particular queda legitimado como el
ejercicio de una comisión que supuestamente ha sido entregada por la voluntad
del pueblo o cuerpo de ciudadanos virtuosos. O sea, es discursivamente que lo
que Aristóteles denomina como reino doméstico alcanza en Bolívar la
apariencia de proyecto de creación de la república. De ese modo, también es el
manejo discursivo el que va a convertir la dominación ejercida por una
voluntad individual sobre la voluntad de todos en el aparente despliegue de la
libertad política, cuya naturaleza, sumarizada en la participación activa de los
individuos en los asuntos públicos, había sido y seguía siendo dictaminada
como inconveniente por parte del Libertador, a efectos de la realización de la
utilidad pública. En fin, el giro discursivo del cual hace uso Bolívar traduce el
conflicto real que se plantea entre su voluntarismo personalista y el orden
jurídico constitucional de la república, en la narrativa sobre un conflicto entre
la voluntad general (según el discurso de Bolívar, representada en él mismo por
petición de los “ciudadanos” o llamado del pueblo) y unos pocos que
pretenden imponer –por error o malignidad, como refiere el Libertador–
principios políticos inconvenientes para la república. Por ello los actos del
habla que emite el general se valen recurrentemente de la idea de que sus
propósitos y acciones no obedecen a su voluntad particular, sino que son
impulsados por el mandato de la voluntad general, como refiere en la siguiente
cita, en la cual, además, legitima discursivamente la necesidad de privilegiar, en
atención al cálculo de la conveniencia impuesto por esa misma voluntad
general, la realización de la utilidad pública por encima incluso de lo que
pudiese ser considerado como “justo”:
552
Carta de Bolívar a Sucre (Nasca, 26-4-1825), en: Carrera Damas, 1992, p.321
318
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
553
En cierta forma ello se vincula con la constatación que, según expresa Santander a Bolívar
en una carta del 4-5-1824, ofrece la realidad colombiana, donde ella misma no ofrece validez a
los principios: “Yo no sé qué especie de principios ni buena fe pudiera haber en los que por un
lado predicamos obediencia a las leyes, sumisión a la voluntad general, respeto a las
instituciones del pueblo, y por otro queremos obrar como si tales leyes no existieran” (en: De
Mier, 1983, v.I, p.LIII)
554
Carta de Bolívar al general Francisco Rodríguez del Todo (Oruro, 25-9-1825), en: op.cit,
1992, p.310
555
Ver Aristóteles: La política, libro II, cap. I
556
En Bolívar tiene resonancia la idea de Rousseau, que señala que la principal intención del
pueblo es que el Estado no perezca, y ello cual engrana con el discurso de Bolívar respecto a la
legitimidad de la suma potestad con base en el propósito cívico de preservar la república. No
319
Carolina Guerrero
obstante, cuando Rousseau refiere la necesidad de suspender el poder sagrado de las leyes si
se trata de la salud de la patria, lo hace como legitimación de la dictadura, no de formas
tiránicas ni despóticas (como veremos líneas más adelante), como encargo que se delega en
manos del más digno. (1762/1964, lib.IV, cap.VI, p.278)
557
Carta de Bolívar a Santander (Cuzco, 28-6-1825), en Carrera Damas, p.349. El destacado es
mío.
558
Por reinado absoluto no refiero específicamente la instauración de una forma monárquica,
que en efecto se debate en la Colombia de 1819 a 1830 (sobre este tema, ver Parra Pérez: La
monarquía en la Gran Colombia”, Madrid, 1957), sino la forma de dominación que resulta de la
expansión, sobre la voluntad de todos, de la voluntad de uno en atención a su individual
prudencia y voluntad particular.
559
Un ejemplo de esta tensión es la resistencia de la municipalidad de Caracas a someterse al
gobierno bogotano. La municipalidad celebró un cabildo extraordinario el 29 de diciembre de
1821 para deliberar sobre el juramento que debía prestar Caracas el 3 de enero siguiente a la
constitución de Cúcuta. Se accedió a jurar, pero bajo el alerta sobre sus elementos de
ilegitimidad y sobre la necesidad de futuras reformas. En el acta se asentó que la constitución
de Cúcuta “no puede considerarse sancionada por los mismos representantes que la formaron,
ni imponer a los pueblos de esta Provincia, y del Departamento de Quito, el deber de su
estrecha e inalterable observancia, cuando no han tenido parte en su formación ni creen
adaptables a este territorio algunas disposiciones de aquel código y de las leyes que emanan
de él”. El argumento invoca el principio republicano según el cual la única forma de ser libre al
estar sometido a la ley es haber participado en su formación y aprobación” (Gil Fortoul,
1964:470-471) A su vez, los sucesos conocidos como La Cosiata evidenciaron dicha tensión
entre las municipalidades (a partir de, según teoriza Soriano de García-Pelayo –2002-, su
actualización sobre la concepción ascendente del gobierno) y el gobierno centralista. Por una
320
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
parte, Bolívar se vale de las municipalidades en tanto éstas acceden a enviarle actas
solicitando que asuma las facultades necesarias para aplacar los focos anárquicos, lo cual
legitima los intentos del Libertador por rebasar los límites constitucionales de su autoridad.
Pero como no es la situación estrictamente prevaleciente, a través de la llamada dictadura de
1828, Bolívar finalmente suprime las municipalidades mediante un decreto del 17-11-1828,
ante lo cual Páez, jefe civil y militar de Venezuela, responde con un contradecreto emitido el 5-
1-1829 en el que expresa, en su artículo primero, que: “Queda en suspenso y sin efecto
alguno en el distrito de mi mando el decreto del 17-11-1828, que trata de la suspension
temporal de las Municipalidades” (Blanco y Azpúrua, 1875 / 1978, v.12, p.343)
560
Consiste en (BC sobre soberanía limitada)
561
Carta de Bolívar a Santander (Tulcán, 31-12-1822), en: Carrera Damas, 1992, p.236
321
Carolina Guerrero
razón correcta del ciudadano más virtuoso, autor y actor de los mayores
sacrificios por la utilidad pública562. Es decir, a él: “(...) (los miembros de la
representación nacional) llaman amenaza las protestas más generosas de
sacrificar uno su sangre por cumplir lo que esos mismos señores han mandado
en el otro Congreso (de Cúcuta, de 1821) (...)”. Asimismo, reitera la idea de que
el designio de su propia voluntad se configura a partir de la voluntad de los
ciudadanos, tanto los privados como aquellos que realizaron servicios heroicos
a la utilidad pública, lo cual habrá de legitimar la ejecución del sumo poder en
manos del más virtuoso, de acuerdo con lo que dicte su correcta razón: “(...)
Dígales Vd. (a los congresistas) que yo no necesito de amenazas, que yo tengo el
poder para hacer lo que mejor me parezca en el momento que turben el orden
público, y entablen las reformas, porque entonces el pueblo y el ejército me pedirán
que los salve de la cruel imbecilidad de sus reformadores”. Y, finalmente, quiero
destacar la manera como Bolívar se apoya en la teoría y en los principios para
ratificar su argumentación, a pesar de cancelarlos cuando son utilizados por los
llamados reformistas: “Dígales Vd. (...) que Constant dice que sólo un malvado
pretende reformas en una constitución nueva que aun no se ha experimentado
su efecto. La cita no sé si es exacta, pero sé que hay algo más que esto en lo
que dijo en nuestro curso de política 563.
562
Señala Carrera Damas: “(...) la condición de Padre de la Patria implica unicidad y sitúa a
quien la vive en un nivel de grandeza y de originalidad exclusivos” (1969, p.85)
563
Carta de Bolívar a Santander (Guayaquil, 30-5-1823), en: Carrera Damas, 1992, p.247.
Respecto a la idea de Constant referida por Bolívar, el filósofo plantea lo siguiente en los
“Principes de politique applicables a tous les gouvernements représentatifs et particulièrement
a la constitution actuelle de la France” en su Cours de politique constitutionelle, 1815: “(...)la
constitution pourra être améliorée. Il est à souhaiter qu’on y procède lentement, à loisir, sans
impatience, et sans vouloir devancer le temps. Si cette constitution a des défauts, c’est une
preuve que les hommes les mieux intentionnés ne prévoient pas toujours les conséquences de
chaque article d’une constitution. La même chose pourrait arriver à ceux qui voudraient la
refondre pour la corriger. Il est facile de rendre son habitation plus commode, lorsqu’on n’y fait
que des changements partiels: ils sont d’autant plus doux qu’ils sont prasque insensibles; mais
il est dangereux d’abattre son habitation pour la rebâtir, surtout lorsque en attendant, on n’a
point d’asile” (1815/1872, v.I, cap.XX,p.162). Seguidamente, Constant expone la importancia
de que la Francia ejerza el dominio de la razón, perceptible ante el resto de Europa a través
del respeto de ciudadanos y representantes a la constitución vigente. El paralelismo que
Bolívar encuentra entre la Colombia y la Francia de aquel entonces se resume en la necesidad
de ambas repúblicas no sólo por erigir y mantener los valores sustantivos del republicanismo,
sino además por ser acreedoras del reconocimiento y respeto de las potencias extranjeras al
demostrar las facultades cívicas y el dominio de la razón, patente en el orden político posible a
través de la coexistencia entre libertad y vigencia del imperio de la ley. La Francia de la post-
322
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
revolución había promulgado las constituciones de 1791 (la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano); de 1793 (que se adaptaba a la posibilidad de despliegue legítimo de
la democracia absoluta); la del Año III, conocida como constitución directorial o del gobierno
del Directorio; y, después del golpe del 18 de brumario, las constituciones napoleónicas: la de
1799, que introduce el consulado; la constitución de 1802, que impone el consulado vitalicio; la
de 1804, que es propiamente la constitución de imperio, y la constitución monárquica de 1814,
de la cual se omite la denominación de “constitución”, para llamarla Carta de 1814. Constant,
quien había atacado el antiliberalismo napoleónico y la pretensión del emperador de desplegar
en una república moderna los usos despóticos de los antiguos (como el espíritu de conquista,
que justamente suscita en Constant el desarrollo de su obra De l’Esprit de conquête et de
l’Usurpation, publicada en 1814), accede a la petición de Bonaparte de escribir el Acta
Adicional de 1815 a la Carta de 1814, a fin de establecer el carácter liberal y representativo a
las bases jurídico-políticas de la república, como un intento de enmienda ante el efecto de las
constituciones del imperio. Tras la caída de Napoleón meses después y su exilio en la isla de
Santa Elena, el Acta de 1815, peyorativamente denominada “la benjamina”, prácticamente no
llegó a ser aplicada. Tras haber sido un opositor activo, Constant justifica su posterior apoyo a
Napoleón con base en la convocatoria del emperador a una asamblea constituyente con 629
representantes, sin influir en su elección: “L’empereur a donné de la sincérité de ses intentions
le plus incontestable gage” (op.cit, p.163)
323
Carolina Guerrero
reinado absoluto de aquel hombre que reúne a la vez tal prudencia, sabiduría y
virtud. La tensión de esta lógica con las ideas republicanas reside en la
incompatibilidad de la idea de república con el dominio de uno solo. En
ocasión de los sucesos de Valencia y Caracas de 1826, conocidos como La
Cosiata, la concepción de Bolívar sobre la necesidad de suspender los principios
para dar paso a la prudencia del más virtuoso se expresa de la siguiente forma:
564
Carta de Bolívar a Páez (Lima, 6-8-1826), en Baralt y Díaz, 1939, v.2, p.192. El destacado
es mío.
324
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
se nos aseguraba que el gobierno de uno era el mejor y que sólo la quietud
servil y la obediencia ciega podrían hacernos dichosos (...) 565
565
Acta del 25-11-1829 de la asamblea popular reunida en Caracas, en la Iglesia de San
Francisco, en: ibidem, p.226. El destacado es mío.
566
Sobre la idea de discordia como impedimento de la realización de la república, ver: Gisela
Bock: “Civil discord in Machiavelli’s Istorie Fiorentine”
567
Bock, 1990, p.196
325
Carolina Guerrero
568
Ker Porter, desde su racionalidad británica, comentaría sobre Bolívar: “El haber escapado de
la muerte tantas veces haría pensar a cualquiera que está especialmente protegido para el
bien y la felicidad finales de esta malagradecida raza” (1842 / 1997, p. 353)
569
Sobre la bendición jupiterina y el carisma perpetuo, ver Francesco Sini: “A proposito del
carattere religioso del dictator”, en Meloni (ed.), 1983, p.116
570
Pero si bien el republicanismo clásico podía cimentar la sanción al poder ilimitado del
magistrado benefactor con base en una concepción religiosa (expresiva para los antiguos a
través de la citada intervención del dios Júpiter), resulta accidentado el traslado de aquellas
ideas al ámbito moderno, principalmente porque para los modernos el reino de la religión
corresponde a la esfera de lo privado y de la independencia moral del individuo, mientras que
para los antiguos, como señala Sini (ver op.cit, p.115), las creencias religiosas son dominadas
por la idea de que los dioses intervienen continuamente en todos los aspectos de la vida, tanto
pública como privada
326
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Con los elementos morales que hay en el país; con nuestra educación,
nuestros vicios y nuestras costumbres, sólo siendo un tirano, un
déspota, podría gobernarse bien a Colombia; yo no lo soy y nunca lo
seré, aunque mis enemigos me gratifican con esos títulos; mas mi vida
pública no ofrece ningún hecho que lo compruebe. El escritor
imparcial que escriba mi historia o la de Colombia, dirá que he sido
Dictador, Jefe Supremo nombrado por los pueblos, pero no un tirano y un
déspota 572
571
Parte de la historiografía suscribe la idea. Ambrosio Oropeza, por ejemplo, señala que: “es
una dictadura de derecho, en buena ley es la dictadura de la necesidad, pertenece a la misma
especie de aquella que otorgaban los romanos al eminente de sus ciudadanos en sus
encrucijadas azarosas” (1944, p.48)
572
Bolívar: Diario de Bucaramanga, 3-5-1828, 1982, p.38. El destacado es mío.
573
Vid supra
574
No supone la suspensión del interés particular, sino la disolución de éste en aquello que se
entiende como interés general, como hemos visto a lo largo de este trabajo en torno a tal
tradición.
327
Carolina Guerrero
575
En la historia intelectual, las clasificaciones clásicas de libertad son las desarrolladas por
Berlin en 1958 y más recientemente por Pettit, en 1997. Berlin señala que la libertad negativa
está presente cuando nada obstruye a quien la ejecuta, excepto la noción de autogobierno y
autocontrol, de modo que el individuo asume la condición de ser su propio dueño, y no es
prevenido por otro sobre lo que debe hacer o elegir; por libertad positiva enuncia la libertad de
llevar a cabo un modo prescrito de vida, en cuya determinación el individuo deja de ser el amo
supremo para percibir la injerencia de otros (1969/1988, p.122-134) Pettit habla de tres
formas de libertad: populista-comunitarista, que se revela como libertad positiva, con vigilancia
comunitaria sobre la conducción de los ciudadanos y ejercicio de la democracia participativa; la
liberal-republicana, en la cual distingue la eminentemente liberal (como ausencia de
interferencia, sin opresión en el ejercicio del poder de unos sobre otros que no ejercen ni
quieren ejercer el poder, es perceptible la indiferencia al poder y a la dominación) y la
republicana (como ausencia de dominación arbitraria; sin ejercicio de la democracia directa y
participativa, sin ser amenazado por la tiranía de las mayorías); y la libertaria, caracterizada
por la agregación de hombres sin identidad colectiva, donde el Estado es el aparato para el
arreglo de los hombres en la realización de sus intereses atomizados (1999, p.51ss)
576
Vid supra
328
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Como señala Castro Leiva, Bolívar asume la llamada dictadura del trienio 1828-
1830 “bajo la legitimidad contractualista, pues el pueblo de Bogotá577,
inspirado por la Providencia, en un Acta, le ‘confirió su soberanía’ ” 578. Por
ello el esfuerzo retórico de Bolívar consistirá en “expresar la ‘nueva voluntad
general’ ”, siendo esta última la fuente legítima del mando supremo, ya que éste
sólo puede establecerse con base en la comisión impuesta por esa voluntad,
577
El acta de Bogotá, de fecha 13-6-1828, decía lo siguiente: “(...) reunidos pacíficamente en
la plaza mayor (...) los padres de familia que suscribimos esta acta y otros muchos que no han
podido firmarla (...) que se autorice al Libertador Presidente para que con el lleno y plenitud de
autoridad correspondiente obre el bien y aleje el mal (...) que protestamos no obedecer y que
de ningún modo obedeceremos cualesquier actos y reformas que emanen de la convención
reunida en Ocaña, como que no son ni pueden ser la expresión de la voluntad general” (en:
Restrepo, 1861, v.II, p.377-379) Primero, quienes firman el acto se arrogan la representación
arbitraria de quienes no la suscribieron; segundo, le otorgan a Bolívar una autoridad que no les
pertenece en tanto ellos, como fracción, no pueden delegar poderes que residen en la
totalidad de la ciudadanía; tercero, se presenta la paradoja de, aunque los firmantes
desconocen los actos de los convencionistas, Bolívar sustenta su elevación al poder supremo
con base en que dicha Convención había anulado la constitución de la república; por tanto,
Bolívar toma esta acta como primer acto de legitimación de su autoridad ilimitada, pero en ella
misma reside el desconocimiento tácito de que la constitución haya podido ser abolida por los
delegados a Ocaña, por lo que ni siquiera por esta vía podría justificarse el decreto orgánico
que inaugura la llamada dictadura.
578
Castro Leiva, 1984, p. 81
329
Carolina Guerrero
Para que el régimen que impone Bolívar en 1828 fuese clasificado como
dictadura y lograra evadir las categorías de tiranía y despotismo, era necesario
fundamentarlo sobre dos fuentes de legitimidad: la soberanía del pueblo, que a
través de un mandato magno de su voluntad “delegaba” en el magistrado el
sumo poder, y el deber cívico de realizar el bien común supremo, consistente
en la permanencia de la república. En esos términos, la retórica de la llamada
dictadura establecía la condición de legitimidad en dicha magistratura
579
De acuerdo con la elocuencia de Bolívar para estructurar el discurso legitimador de la
dictadura, hay, primero, un pueblo en pleno ejercicio de sus derechos, que deriva el poder
supremo en manos del dictador; y segundo, un gobernante que acepta este mandato como su
sacrificio, su deber ciudadano. Por tanto, retóricamente se demuestra que la dictadura ha sido
instituida racionalmente por el pueblo para hacer frente a la emergencia. Y dado que esta
delegación del poder supremo supone el nuevo pacto entre ciudadanos y gobernante, Bolívar
fija los términos de la dictadura: legisla sobre la manera en que será ejercida.
580
Ver De Staël, 1798/ 1993, p.246
330
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
581
Bolívar es muy preciso al respecto. En la proclama que dirige a los colombianos el 27 de
agosto de 1828 (el día que emite el decreto orgánico con el cual instala la llamada dictadura),
es enfático sobre el hecho de que él no impone, impulsado por algún voluntarismo
personalista, el poder supremo, sino que lo asume como efecto de su obediencia cívica al
mandato del pueblo: “(...) Penetrado el pueblo entónces de la gravedad de los males que
rodeaban su existencia, reasumió la parte de los derechos que habia delegado (nota de la
autora: es obvio que se refiere a la delegación en la representación nacional constituyente, es
decir, en los diputados de la Convención de Ocaña); y usando desde luego de la plenitud de su
soberanía, proveyó por sí mismo á su seguridad futura. El Soberano quiso honrarme con el
título de su Ministro, y me autorizó, además, para que ejecutara sus mandamientos” (los
destacados son míos) (en: O’Leary, 1884/ 1981, v.26, p.368) Mediante el recurso retórico de
interpretar la nueva voluntad general, Bolívar cubre sus actos legisladores con la misma
legitimidad de la que habrían gozado los de la Gran Convención, al expresar que el pueblo
decidió retirar de manos de la Gran Convención el poder constituyente que le había otorgado
para depositarlo en nuevas manos: las del Libertador. De tal modo, no sólo legitima Bolívar su
poder ilimitado al expresar mediante su discurso conmocional que el pueblo soberano
comisionaba en él el título de Ministro (símil de titular del poder supremo), sino también su
facultad legisladora constituyente, ya que recibe de ese pueblo soberano el poder
constituyente que antes residía en la Gran Convención, con lo cual queda autorizado por la
voluntad general para elaborar la ley constitucional del Estado, encarnada en el decreto
orgánico referido.
331
Carolina Guerrero
582
En: O’Leary, 1884/ 1981, v:26, p.368
583
En: O’Leary, 1884/ 1981, v:26, p.369
584
El constituyente de 1821 no declara la muerte de la vigente ley fundamental por declarar la
necesidad de redactar una nueva constitución para la unión colombiana. A mi entender, la
solemne declaratoria del constituyente sobre la necesidad de hacer una nueva constitución o
introducir reformas no equivale a la suspensión de la constitución vigente. En ese sentido la
interpretación de Bolívar al respecto constituye un artificio retórico para elaborar el discurso
sobre la ausencia de una constitución que rija la república, y con esa base se otorga a sí
mismo, a partir del “llamado del pueblo soberano”, la facultad de dar a la república una nueva
(temporal) ley fundamental, en calidad de legítimo constituyente.
585
Ver O’Leary, 1884/ 1981, v:26, p.374
332
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
586
Constant/Filangieri, 1826/1836, p. 201
587
Constant/Filangieri, 1826/1836, p. 215
588
Quiero contrastar esa presuposición con un panfleto que se publicó el 20-5-1824 por “Unos
Venezolanos”, con el título Noticias biográficas curiosas. Señala: “El buen colombiano es aquel
que bajo las anteriores garantías (derecho de escribir, imprimir, publicar libremente sus
333
Carolina Guerrero
334
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
591
En: O’Leary, 1884 / 1981, v:26, p.370. El destacado es mío.
335
Carolina Guerrero
592
En la citada proclama expresa la limitación en el tiempo de su magistratura extraordinaria
(un principio que caracterizó en la Roma clásica a la institución de la dictadura), pero además
él mismo introduce la denominación de “dictadura” para calificar al régimen que instala: “Yo,
en fin, no retendré la autoridad Suprema sino hasta el dia que me mandeis devolverla, y si
ántes no disponeis otra cosa, convocaré dentro de un año la Representacion Nacional /
Colombianos! –No os diré nada de libertad (...) bajo la dictadura, ¿quién puede hablar de
libertad? (...)”.En: O’Leary, 1884/1981, v:26, p.369 (el destacado es mío) Volviendo al
problema de la limitación en el tiempo, como efecto de las pasiones que logran apoderarse del
gobernante en ocasión del atentado contra Bolívar del 25 de septiembre de 1828, el Libertador
lanzó el decreto en el que ratificó la arrogación del poder supremo en términos de un mandato
impuesto por la voluntad del pueblo, de acuerdo con el cual debía encarnar la virtuosa misión
de imponer el orden y la seguridad de la república. Hablo de pasiones, en tanto el contenido
del decreto contraría el cálculo racional que había sostenido Bolívar, a fin de dar “forma” de
dictadura a su supremo poder. En dicho decreto sugiere la necesidad de no limitar
temporalmente su suma potestad, de manera que serán “las circunstancias” las que deberán
imponer el término de tal magistratura, y no la previsión legislativa elaborada por él mismo:
“De hoy en adelante pondré en práctica la autoridad que por el voto nacional se me ha
confiado, con la extensión que las circunstancias hagan forzosa. Las mismas circunstancias
fijarán la duración de esta extensión de autoridad” (Art. 1 y Art. 2 del decreto del 26-9-1828,
emitido al día siguiente del atentado) No obstante, Bolívar retorna al cauce de la temporalidad
de su sumo poder, y el 24 de diciembre del mismo año emite el Reglamento de Elecciones
para la Convención Constituyente que sería convocada para el 2 de enero de 1830. Mediante
48 artículos, el gobernante regula la transición de su autoridad suprema al régimen
constitucional.
593
En el Art.26 del Título VI (Disposiciones generales) del decreto orgánico plantea la
temporalidad de su poder supremo: “El presente decreto será promulgado y obedecido por
todos como ley constitucional del Estado, hasta que reunida la Representacion nacional, que se
convocará para el 2 de Enero de 1830, dé ésta la Constitucion de la República”, en: O’Leary,
1884/ 1981, v:26, p.374
336
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
594
(De l’usurpation) Cours... v.II, p.218. “Entiendo por despotismo aquel gobierno donde la
voluntad del amo, la voluntad del jefe es la única ley; donde las corporaciones, si es que
existen, no son más que sus órganos, (...) donde la libertad puede arrebatarse a los
ciudadanos”
337
Carolina Guerrero
Concluyo la última parte del último capítulo de este trabajo con el análisis de la
polémica596 que enfrenta a Constant y De Pradt (quien percibía una pensión
595
En: O’Leary, 1884, 1981, v:26, p.370
596
Sobre la idea de polémica, Manuel Caballero establece que: “Sería un error considerar una
simple discusión como una polémica”, y observa, como condiciones para su despliegue, la
existencia de la libertad de prensa, a fin de que “dos maneras de concebir la verdad” se
refuten mutuamente en público luego de haber tenido “en cuenta las opiniones del adversario”
y sin pretensión de “condenarlas en nombre de una autoridad inapelable”. También distingue
Caballero la idea de libelo como panfleto denigratorio, “donde no se intenta discutir
argumentos sino descalificar al adversario” (1999, p.vii-viii). En esa línea, el debate entre
Constant y De Pradt constituye efectivamente una polémica: se defienden principios y se
exponen argumentos que son correspondientemente refutados, incluso sin atacar los méritos
intelectuales del interlocutor. A la vez, en las intervenciones de los ultrarrealistas también son
perceptibles las características de la polémica excepto por un documento que se corresponde
con la precisión que hace Caballero sobre el pasquín como “forma extrema del libelo” y que
incluso, como puntualiza dicho autor, tiene la particularidad de ser expuesto en tono satírico
(op.cit p.viii-ix)
338
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
597
En la correspondencia del Libertador son perceptibles los términos de la pensión anual que
había dispuesto para el abate: “(...) me veo obligado a escribir a esos señores de Caracas
(quienes celebraron con María Antonia Bolívar un contrato sobre las minas de Aroa, propiedad
de Simón Bolívar) para que ellos comuniquen sus órdenes a sus socios o agentes de Inglaterra
para que hagan llegar a manos del Abate De Pradt la pensión anual de tres mil pesos, que yo
he concedido durante su vida sobre mis bienes (...)” (carta a María Antonia Bolívar, desde
Magdalena, 21-3-1826); “(...) Con respecto a los réditos que produzca la suma de la venta de
las minas (de Aroa), mi intención es que sirvan al pago de una pensión de tres mil pesos al
año que he ofrecido al abate De Pradt (...)” (carta a José Fernández Madrid, desde Caracas,
21-2-1827); “(...) Con respecto a las minas diré a Vd. que si se venden tenga la bondad de
mandar pagar al señor De Pradt nueve mil pesos asegurándole de mi parte que ya no puedo
continuar más la pensión, porque todos mis bienes se han acabado (...)” (carta a José
Fernández Madrid, desde Bogotá, 13-2-1830) (en: Carrera Damas, 1992, v.I, pp 395,462,610,
respectivamente. Los destacados son míos) Para dar una idea de lo que significaban tres mil y
nueve mil pesos de la época puede contrastarse con el total de renta anual percibida por
Bolívar antes de la guerra de independencia, el cual, según documenta Rosenblat en El español
de América (ed. 2002, p.273)) ascendía a 20 mil pesos, mientras que Juan Vicente Bolívar
gozaba de una renta anual de 25 mil pesos. En 1823, un decreto emitido el día 24 de julio
asigna a Bolívar una pensión anual vitalicia de 30 mil pesos. Un hecho expresivo de los
vínculos entre el abate y Bolívar es el siguiente: el 14 de octubre de 1821, el gobierno de
Colombia había emitido un decreto sobre el agradecimiento de la república al abate De Pradt,
en el cual se señalaba: “Ha defendido con sus eminentes talentos, á la faz de la Europa, la
causa del pueblo colombiano (...)” (ver: Cuerpo de Leyes de la República de Colombia, 1961)
Sobre la relevancia de la figura de De Pradt para Colombia y la América Hispánica, ver el
trabajo de Aguirre Elorriaga (1941/1983)
598
Quiero puntualizar por qué este análisis cubre el material al que se hace referencia, y no
otro. Respecto a esto, nos topamos con dos problemas preliminares. El primero de ellos fue
339
Carolina Guerrero
340
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Dado que las refutaciones entre Constant, De Pradt y los ultrarrealistas brotan
como consecuencia de la crítica que inicia Constant contra el régimen
extraordinario del Libertador, la pregunta ineludible es por qué el filósofo
emite tales juicios, por qué se interesa por el tema, a lo cual debo responder en
atención a dos elementos. Por una parte, Constant, en el segundo documento
de la polémica, señala:
341
Carolina Guerrero
definir cuál de ellos ha de prevalecer sobre el otro. Las dos respuestas posibles, a mi juicio, las
proporciona Maquiavelo en sus dos obras que impactan particularmente a la tradición
republicana. De acuerdo con las ideas que expone en Il Principe, el orden debe prevalecer
sobre la libertad. Y según lo que teoriza en Discorsi..., es al contrario. La clave, para el
florentino, está en la distinción entre principado y república: en el primero, el fin de lo político
es la conservación del estado a través de la conservación del poder por parte del gobernante, y
el orden, en ese estado de cosas, es el valor sustantivo para tal estructura política, en tanto
que la libertad puede consistir en el elemento de dislocación de un poder que el gobernante ha
de tratar de sujetar en atención a su propio juicio, su voluntad única, la idea de poder fuerte
como unidad de poder (con)centrada en sí mismo y no en la comunidad política que encabeza;
mientras, en la república el fin de lo político es la permanencia de la república para hacer
posible (como marco estructural político) la realización de la libertad de los ciudadanos. De
hecho, no se entiende la república sin el goce de la libertad de sus miembros. Por tanto, si el
orden es el valor sustantivo del principado, la libertad lo es para la república y el
republicanismo, en cuyo caso no es posible aceptar la supremacía del orden sobre la libertad. Y
si la sociedad no es apta para darse a sí misma el orden en el cual poder ser libre, ella
simplemente no es apta para constituirse en república. Otras formas políticas (como el
principado) serán más adecuadas para ella.
602
Constant, 31-12-1828, en Filippi, 1988, p.310
342
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
603
Constant argumenta que, en circunstancias ordinarias, justicia y utilidad tienden a coincidir,
por lo que en general para los gobiernos resulta útil seguir las reglas de la ley y la justicia. No
obstante, en situación de crisis puede darse la divergencia entre ambas: “(...) arbitrary
measures, enforced in the name of the public good and public safety, could instantly
jeopardise the liberty and the life of thousands of citizens. To prevent these risks the
distinction between right and utility must be firmly maintained”. (en: Fontana, 1991, p.24)
343
Carolina Guerrero
604
Sobre la locución “proletarios”, en el original efectivamente dice “(...) qui opprimaient des
prolétaires (...)” (en Aguirre Elorriaga, p.336) El sentido de esta locución refiere en la época a
los ciudadanos de la última clase exentos de impuestos, “par extension (...) celui qui n’a pour
vivre que son travail et vitau jour le jour” (Petit Vocabulaire D’Histoire du Droit Francais, 1948)
De acuerdo con la voz latina de “proletario”, de la cual Constant estaba eruditamente al tanto,
refiere al hombre que en la Roma antigua carecía de recursos y como no podía contribuir
económicamente con los gastos de la civitas, le entregaba sus hijos. Según el Diccionario de
Ciencias Políticas de Serra Rojas (1999), “proletariado” viene del latín proletarius, de proles,
hijos, descendencia; se aplicaba en Roma para designar al “ciudadano que sólo con su prole
podía servir al Estado”.
605
Se refiere a las repúblicas de los modernos.
606
Constant, 1-1-1829, en Filippi, 1988, p.315
607
Ver Constant, (1819) 1872, v.II, p.553
344
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
608
La disolución de la Convención de Ocaña es interpretada por Constant no como el fracaso
de un constituyente que no logra acordar reformas para elaborar una nueva carta
constitucional, sino como un suceso promovido por Bolívar al incidir en la separación de sus
partidarios de dicho constituyente, en tanto las propuestas de Bolívar sobre el fortalecimiento
del poder del ejecutivo y el otorgamiento de mayores facultades para manejar la conmoción no
habían acumulado posibilidades de ser implantadas como bases jurídico-constitucionales de la
república. Esta interpretación de Constant coincidía con el discurso de los santanderistas, al
cual los diputados bolivaristas se habían anticipado al publicar en Bogotá su Esposicion de los
motivos que tuvieron los diputados que suscriben para separarse de la Gran Convencion
(1828), donde destacan lo siguiente: “(los diputados antibolivaristas) se propusieron tambien
concurrir á la Gran Convencion y llevar consigo instrumentos ciegos de sus pasiones (...) el
esclusivo objeto de todos los esfuerzos de aquel partido ha sido deprimir el mérito inminente
del Libertador Presidente, y forzarle á dejar el mando, ó reducirle al estado de no poder hacer
el menor bien á la República, ó poderle presentar al mundo como un tirano usurpador” (p.5);
“Se calificó (a la propuesta constitucional de los diputados bolivaristas) de más monárquico
que la constitucion de Bolivia (...) que el plan era perpetuar en el gobierno al Libertador, y
organizar a favor suyo el más insoportable despotismo” (p.26); “Nos propusimos (...) proponer
un gobierno, que dotado de la energia necesaria para establecer y sostener la libertad
individual, pudiese restablecer y mantener el órden público, la moral, la dicha, el crédito y la
prosperidad de la república” (p.27)”.
345
Carolina Guerrero
609
Tales medidas de fuerza habían sido anteriormente calificadas por el Libertador como
necesarias para la tranquilidad pública. En una carta a Páez (Caracas, 6-4-1827) dice lo
siguiente: “He dado ya la orden para que se le autorice a Vd. a fin de que disponga que, por
medio de consejos verbales permanentes, sean juzgados los bandidos que inquietan la
tranquilidad pública y se les aplique la sentencia que sobre ellos recaiga, sin que corran esos
largos trámites que burlan la justicia y animan el crimen. En la semana pasada ha sido testigo
Caracas de un acto de justicia, que ha contribuido en mucho a la moral pública y a dar una
prueba de que la ley es igual para todos, pues su peso cayó sobre uno, por el cual se
empeñaban hasta mis parientes; pero yo, volviendo a mi carácter, fui inexorable” (en Carrera
Damas, 1992, v.I, p.473) En esta carta Bolívar plantea que sea la subjetividad de la autoridad
pública la que disponga ejecutar a aquellos individuos que inquieten la tranquilidad pública, lo
cual diametralmente contraría los principios liberales que desde el siglo XVIII habían
demandado garantías para asegurar los derechos ciudadanos, tomando como punto de partida
el rechazo a las detenciones y ejecuciones arbitrarias, e instrumentando en su lugar aquellos
procedimientos legales que aseguraran un juicio justo, lo cual, según califica Bolívar en esta
carta, sólo son “largos trámites que burlan la justicia y animan al crimen”. Carrera Damas
acota que el “acto de justicia” al que se refiere Bolívar es el “fusilamiento del joven Juan José
Valdés, condenado a muerta por un crimen pasional”, y cuya madre estaba emparentada con
la mujer de Juan Vicente Bolívar (op.cit, p.473n)
610
Constant, 1-1-1829, en Filippi, 1988, p.315
346
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
propia libertad a fin de esclavizarse a otro611, de manera que, con base en esa
argumentación, los ciudadanos modernos no pueden someterse al poder
supremo de otro ni siquiera por decisión propia, porque no están facultados
para renunciar a su propia libertad. Y si, por tanto, no disponen del derecho
para decidir sobre una usurpación colectivamente tolerada, mucho menos
pueden ser constreñidos bajo una usurpación que, según la razón ilustrada del
más virtuoso, es necesaria para derivar de ella el bien de la república.
347
Carolina Guerrero
613
Constant/Filangieri, 1826/1836, p.273
614
Constant emplea la locución “naciones” en el sentido establecido en la Francia del siglo
XVIII, que designaba al conjunto de individuos integrantes de determinada asociación política.
Difiere del sentido contemporáneo de la locución, el cual conduce a la idea de una
configuración que integra población, territorio y poder político. Y además tampoco consiste
exactamente con la idea contemporánea de población, ya que ésta adquiere un matiz
demográfico que no expresaba en el siglo XVIII. Por tanto, el uso de la locución que hace
Constant designa más bien a los miembros de la república moderna (entendiendo por república
a aquella sociedad política de individuos libres, y que puede estar dada tanto en la forma
republicana en sí como en la monarquía constitucional)
615
Constant, 1-1-1829, en Filippi, 1988, p.315
348
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
616
Constant, 5-1-1829, en Filippi, 1988, p.318
617
Constant, 5-1-1829, en Filippi, 1988, p.319
349
Carolina Guerrero
618
Constant, 5-1-1829, en Filippi, 1988, p.316. Lo de “formar filas” lo expresa debido a que la
discusión de los principios liberales entre los partidarios del liberalismo había sido interpretada
por algunos lectores como la negación de tales principios, a lo cual Constant respondió que no
puede haber unanimidad ficticia sobre todas las cuestiones, y que el enfrentamiento intelectual
entre los afectos al liberalismo es legítimo, ya que comparten un mínimo de acuerdos, como la
fidelidad a la constitución.
350
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
619
Se refiere a los efectos del terror.
620
Constant, 11-1-1829, en Filippi, 1988, p.321
621
Bolívar: ...Angostura, 1819, 1988, p.227-228
622
Carta de Bolívar a Páez, sobre los sucesos de la llamada Cosiata (Lima, 6-8-1826), en:
Baralt y Díaz, 1939, v.2, p.192
351
Carolina Guerrero
623
Una idea análoga expresó Bolívar en una carta a Estanislao Vergara (Campo de Buijó, 13-7-
1829): “(...) el Continente americano va señalándose de una manera tan escandalosa que no
puede ménos que alarmar á la Europa para sostener el órden social. Nosotros que hemos sido
los más juiciosos, vé Ud. por qué calamidad vamos como vamos, y que no podemos inspirar
confianza alguna á nadie” (en O’Leary, 1881, 1981, v.XXXI, p.422; el destacado es mío)
352
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
624
Obviamente la defensa que hace De Pradt no satisface a Bolívar, en tanto el abate confirma
que la arrogación del poder absoluto constituye la implantación de la tiranía, pero que ella es
virtuosa dado que su fin es el bien común. Bolívar se queja al respecto en la correspondencia
que dirige a Estanislao Vergara (vid supra): “El artículo de que Ud. me habla (la primera
respuesta a Constant o quinto documento de la polémica), el más favorable que se ha podido
escribir en mi honor, únicamente dice: que mi usurpacion es dichosa y cívica. Yo usurpador!,
una usurpacion cometida por mí! Mi amigo, esto es horrible, yo no puedo soportar esta idea; y
el horror que me causa es tal, que prefiero la ruina de Colombia á oirme llamar con este
epíteto”. No obstante la protesta de Bolívar, seguidamente parece concordar: “(...) no
pudiendo nuestro pais soportar ni la libertad, ni la esclavitud, mil revoluciones harán necesarias
mil usurpaciones. Esto es un hecho, mi amigo: y tómese por donde se quiera, los sucesos del
año 28 han decidido de mi suerte” (p.425). En esa línea, cuando el Libertador recibe la errónea
noticia sobre la muerte de De Pradt (quien en realidad fallece en 1837), escribe: “El pobre
Abate, que ha muerto, sabía alabarme pero no defenderme” (carta a José Fernández Madrid,
Guayaquil, 16-8-1829, en Carrera Damas, 1992. v.I, p.578). En efecto, en su primera
respuesta a Constant, De Pradt construye más una apología de Bolívar ( a quien refiere como
el merecedor de la más “alta corona cívica que hasta ahora haya adornado la frente de un
mortal”, en Filippi, 1988, p.322) que una argumentación que respalde el intento de Bolívar por
presentar su autoridad suprema como una dictadura comisoria romana y no como una tiranía.
625
De Pradt, 12-1-1829, en Filippi, 1988, p.323
353
Carolina Guerrero
626
Montesquieu, (1748), 1995, lib.I, cap.III, p.95. “Deben responder al grado de libertad que
la constitución puede tolerar”
627
Ibid, lib.XIX, cap.II, p.565. “La libertad misma ha parecido insoportable a aquellos pueblos
que no estaban acostumbrados a su disfrute”.
628
Expresa Bolívar: “Se me ha acusado de tirano por proponer desde Guayana una forma de
gobierno que pueda ser fácil en estos países. Las naciones no pueden tener una metamorfosis
instantánea. La democracia necesita entrar por grados: es el alimento del adulto, y dado a un
niño, le mata, como la carne al recién nacido” (en: Mosquera, ” ¿1870? / 1947, p.616)
629
De Pradt, 12-1-1829, en Filippi, 1988, p.322
354
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
630
Ibidem, p.323
631
Ibidem, p.323
632
Ibidem, p.323
355
Carolina Guerrero
633
Ibidem, p.324
634
Por esa vía se puede dar lugar a disímiles conclusiones, incluyendo la expuesta por John
Stuart Mill, respecto al despotismo como una forma legítima de gobierno para el trato con los
bárbaros, provista con el fin político de mejorarlos. En ese sentido, plantea que hay
condiciones en las sociedades según las cuales un despotismo vigoroso es en sí misma la
mejor forma de gobierno, para la conducción de hombres hacia un estado mayor de
civilización. Ver: “On Liberty” en Essays on Politics and Society (1859) 1977
635
Artículo anónimo publicado en La Gazette de France, 14-1-1829, en Filippi, 1988, p.327
356
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
636
Entre los escritos del abate De Pradt destacaba el paralelo entre Washington y Bolívar; ver:
Aguirre Elorriaga, 1941/1983, p.332-335
637
Artículo anónimo publicado en La Gazette de France, 15-1-1829, en Filippi, 1988, p.328
638
Artículo anónimo publicado en La Gazette de France, 16-1-1829, en Filippi, 1988, p.331
639
Puntualizan los ultrarrealistas en esta intervención: “Hemos visto en Francia que todas las
constituciones que se nos han propuesto, por muy hermosas y liberales que fueran, no han
podido existir ni siquiera en teoría, sino con el apoyo de decretos que nos obligaban, bajo pena
de muerte, a aceptarlas como algo bueno (...)” Ibidem, p.330
357
Carolina Guerrero
640
Constant, 15-1-1829, en Filippi, 1988, p.333. Una reflexión sobre este tema es identificable
en la octava Filípica de Marco Tulio Cicerón: “¿Hay causa más justa para hacer la guerra que la
de rechazar la esclavitud, en la cual, aunque el amo no sea cruel, puede serlo si quiere, y ésta
es la mayor desdicha?” (43 / 1994, p.223) (el destacado es mío)
358
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
641
Constant, 17-1-1829, en Filippi, 1988, p.334
359
Carolina Guerrero
642
Ibidem, p.335
360
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
361
Carolina Guerrero
645
Bolívar: ...Angostura, 1819, 1988, p.212
362
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
646
Ibidem, p.335
363
Carolina Guerrero
647
El propio abate las describe en la misma intervención en la polémica: “Hoy sabemos que un
golpe militar ha traído el espanto, la muerte, el pillaje, en el seno de la capital de México(...)”;
De Pradt, 23-2-1829, en Filippi, 1988, p.342
648
Ibidem, p.343
364
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
ANOTACIÓN FINAL:
UNA TERCERA ESPECIE DE REPÚBLICA: DE LOS ANTIGUOS,
DE LOS MODERNOS Y LA REPÚBLICA A LA MANERA DE
BOLÍVAR
365
Carolina Guerrero
tales individuos constituirse políticamente apunta hacia una valoración aún más
pesimista, al deducir que su corrupción (entendida como ineptitud para el vivir
libre) no es producto de la degeneración de una virtud precedente, por tanto,
no existe en la tradición de tales individuos un estado previo de florecimiento
moral al cual recurrir para hacer posible su propia reconstrucción ética. Con
tales elementos morales, el proyecto de Bolívar sobre la creación y
permanencia de la república en la América Hispánica introduce la idea de
república conducida por la legibus soluta del ciudadano más virtuoso. Si bien en
la tradición intelectual de Occidente la legibus soluta constituye una tiranía en
tanto el poder es ejercido sin límites en atención a la voluntad de uno solo, en
la forma política introducida por Bolívar esa tiranía se pretende justa y virtuosa
con base en que el poder ilimitado será ejercido para la realización del bien
común de la comunidad política y no del gobernante; por tanto, la legibus soluta
responde a una muy peculiar voluntad de uno solo, ya que dicha voluntad está
creada con arreglo a la voluntad general que los miembros de la república están
en incapacidad de conformar, pero que logra ser descubierta, encarnada y
defendida por el ciudadano más virtuoso, de manera que la voluntad de uno
solo es la voluntad que elevaría la comunidad política si estuviese habilitada
moral y racionalmente para conocer el bien común que habría de realizar.
366
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
república de los antiguos era percibida como una forma de esclavitud (en tanto
otorgaba una libertad que no resulta sustantiva para los modernos, y a la vez
eclipsaba la esfera de la independencia individual que resulta imprescindible
para el sentido de libertad moderna), esa república constituida en dominium
despoticum es aún más esclavizante, al cancelar todo ámbito para el ejercicio de
alguna forma de libertad.
367
Carolina Guerrero
368
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
369
Carolina Guerrero
370
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
ANEXO
CONSTANT Y COLOMBIA
649
Sólo no incluyo la reacción en Colombia ante la crítica de Constant al poder ilimitado que
establece Bolívar en agosto de 1828, dado que haré referencia a ello en el capítulo VI del
presente trabajo.
650
Constant sostiene que el reconocimiento abstracto de la soberanía del pueblo no aumenta
en nada la suma de libertad de los individuos, y si llega a atribuirse a ella una amplitud
indebida, puede perderse la libertad. El autor ataca la argumentación expuesta por Rousseau
en El contrato social, donde expone la idea de que la soberanía ha de ser ilimitada. Para
Constant, es falso que la sociedad política posea sobre sus miembros una soberanía sin límites.
De tal manera, desarrolla la idea de que el universo de ciudadanos es soberano en términos de
que ningún individuo, fracción o asociación parcial puede arrogarse una soberanía que no le ha
sido delegada. Pero ello no significa esa sociedad política soberana pueda disponer (como
propone Rousseau; ver Du contrat social, 1762 / 1964, lib.I, cap.VI-VII, p.182-186 ) de la
existencia de los individuos, porque hay una parte de la vida humana que por naturaleza es
371
Carolina Guerrero
A los hombres que dirigen la opinion por medio de las luces toca el
oponerse á las reacciones contra las ideas. Ellas son el dominio del
pensamiento solo, y la ley no debe jamas usurparsele. Es bellisimo el
tratado652 que hay entre la autoridad y la razon; aquel tratado por el
cual los hombres ilustrados dicen á los depositarios de un poder
lejitimo “vosotros nos poneis á cubierto de toda accion ilegal, y
nosotros os preservaremos de toda preocupacion funesta: vosotros
nos sostendreis con toda la proteccion de la ley, y nosotros
circundaremos vuestras instituciones con la fuerza de la opinion”.
Pero en el cumplimiento de este tratado los dos partidos deben ser
372
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
653
Gaceta de Colombia, 19 de enero de 1823, No. 66
654
Aparecido en El Venezolano, de Caracas, el 23 de agosto de 1823, el cual, según La Gaceta,
“ha renovado la cuestion desorganizadora de cambiar el rejimen actual, y su gran argumento
consiste en el testo: quod omnes tangit ab omnibus debet aprobari (Eduardo 1º en la
convocatoria de un parlamento decia: lo que interesa á todos debe ser conocido por todos. Ce
qui intéresse tous, soit connu de tous)
373
Carolina Guerrero
655
Gaceta de Colombia, 28 de enero de 1824, No. 115
656
Gaceta de Colombia, 13 de marzo de 1825, No. 178
374
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
657
Gaceta de Colombia, 24 de julio de 1825, No. 197
658
En su Cours de politique constitutionelle, Constant plantea la división de la fuerza armada
en tres clases: la armada de línea (destinada a garantizar la seguridad exterior del Estado, y se
ubica donde esta seguridad puede ser amenazada: las fronteras), la guardia nacional
(destinada a garantizar la seguridad pública en el interior de cada departamento, sin traspasar
los límites del mismo, salvo en caso de revuelta o invasión) y la gendarmería (destinada a
garantizar la seguridad privada; persigue y arresta a los criminales). Con el fin de prevenir los
peligros políticos que acarrearía un gran establecimiento militar, Constant propone trazar, para
cada una de estas tres clases, un límite fijo que no puedan franquear. Con relación al
planteamiento de Constant sobre lo que luego encontramos en la Gaceta de Colombia referido
como milicias cívicas, el tratadista señala que la revolución francesa presentó ante todos los
espíritus una idea seductora, sobre las armadas compuestas de ciudadanos (1815 / 1872,
cap.VI, p.245-246)
659
Gaceta de Colombia, 16 de octubre de 1825, No. 209
375
Carolina Guerrero
660
Gaceta de Colombia, 15 de enero de 1826, No. 222
376
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Ninguna persona en la Repùblica, por elevados que sean sus méritos, por
importantes que hayan sido y puedan ser sus servicios, puede dejar de
responder de su conducta en el ejercicio de la autoridad que le hubiese
confiado la nacion (...) En nuestro sistema de gobierno se desconocen los
privilejios, y un privilejio tan absurdo como el de la irresponsabilidad de los
empleados, seria el apoyo de la tirania y el sepulcro de la libertad. (2) (va a
nota de pie de página, introducida por “el departamento de Maturìn en
asamblea”, que dice: No hablarian con mas escatitud, juicio y razon Montesquieu,
Constant, D’Tracy y Bentham) 661
El siguiente “Parte no oficial” de la Gaceta de Colombia, titulado “Cuestiones
sobre los negocios políticos del día”, retoma la idea sobre la soberanía limitada
teorizada por Constant, en ocasión del debate en torno a si el presidente
Bolívar o el poder ejecutivo podían o no convocar la Gran Convención. El
texto se despliega como una sucesión de preguntas y respuestas sobre el tema,
en forma de catecismo político, para enfatizar el argumento de que la
constitución de 1821 concede la facultad de convocarla sólo al congreso
nacional, y que el pueblo –dado que algunas municipalidades deseaban que el
Libertador elevara tal convocatoria– no podía conceder una facultad que no
estaba prevista por la ley fundamental:
(...) A estos ciudadanos (“sus verdaderos representantes”) y no a las
municipalidades les ha dejado la nacion la facultad de dar leyes: al congreso y
no á las municipalidades le ha concedido el derecho de dar al poder ejecutivo
esta ó la otra autoridad, en virtud de lo cual sean válidos y dignos de
obediencia los actos del gobierno. (...) ESTOS SON LOS PRINCIPIOS.
¿Pero una municipalidad no tiene derecho de peticion? Lo tiene, como
cualquiera ciudadano: pero asi como los ciudadanos individualmente
cometerian una falta grave dirijiendo peticiones contra las disposiciones
terminantes de la constitucion, las corporaciones la cometen mayor cuando
intentan que se quebrante la ley fundamental, porque no es paradoja la
doctrina de un apostol de la libertad que enseña, que los ciudadanos tienen
derechos, y los funcionarios publicos deberes. Aparte de esto, la soberania del
pueblo no es ilimitada como lo demuestra sabia y profundamente, entre otros
el escritor del dia, (*) 662 y si el pueblo en masa no ejerce un poder ilimitado
¿lo podràn ejercer los ciudadanos individualmente, ó las municipalidades? 663
661
Gaceta de Colombia, 23 de julio de 1826, No. 249
662
El llamado a nota de pie de página se especifica en la Gaceta: (*) Constant
663
Gaceta de Colombia, 10 de septiembre de 1826, No. 256
377
Carolina Guerrero
664
La reacción de Caracas a la constitución de 1821 la discutimos en la segunda parte del
capítulo 6.
665
Suplemento de la Gaceta de Colombia, 10 de septiembre de 1826, No. 256
378
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
666
Gaceta de Colombia, 24 de septiembre de 1826, No. 258
667
Constant enfatiza que “error o verdad”, el pensamiento del individuo es su más sagrada
propiedad, y que los tiranos son igualmente culpables cuando lo atacan. 1815/1872, p.125-127
668
Constant se orienta más bien hacia la conservación de los principios, siempre que éstos
sean cónsonos con el resguardo de la libertad individual y los derechos. (ver Fontana,
1991,p.13)
669
Gaceta de Colombia, 6 de mayo de 1827, No. 290
379
Carolina Guerrero
670
Gaceta de Colombia, 25 de mayo de 1828, No. 348
380
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
671
El Patriota Venezolano, 1º de octubre de 1830, No. 1. La misma referencia aparece en el
artículo “Cuatro palabras del sabio y justamente celebrado Benjamin Constant”, Gaceta de
Colombia, No. 66, 19 de enero de 1823. Vid supra
672
Gaceta de Colombia, 31 de octubre de 1830, No. 488
381
Carolina Guerrero
673
Gaceta de Colombia, 27 de marzo de 1831, No. 509
674
Constant recurrentemente reitera ese principio: “La liberté individuelle, je le répète, voilà la
véritable liberté moderne. La liberté politique en est la garantie; la liberté politique est par
conséquent indispensable” (1819 / 1872, v.II, p.555)
675
Gaceta de Colombia, 30 de octubre de 1831, No. 549
382
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
ejercer una vigilancia activa y constante sobre sus mandatarios para ver si
cumplen exactamente con su encargo o defraudan sus votos y deseos” 676
Finalmente, concluyo esta parte con una referencia sobre el impacto de
Constant como escritor literario en las letras venezolanas. No sólo se menciona
la novela Adolphe, inscrita en el movimiento romanticista propio del siglo XIX
y además iniciadora del llamado relato psicológico, sino también el diario
íntimo del autor. La referencia la hace Gil Fortoul en el ensayo con el cual gana
en 1904 el Segundo Certamen de El Cojo Ilustrado sobre Literatura Venezolana,
Premio de Crítica, el cual es correspondiente publicado por dicho órgano. Gil
Fortoul señala entre la mayor influencia extranjera en el movimiento literario
venezolano de la última década (1893-1903) “el método psicológico iniciado
por Stendhal (Le Rouge et le Noir, L’Amour, etc) y Benjamín Constant (Adolphe y
Journal)” 677.
En 1824, dada la autorización que había recibido “el supremo poder ejecutivo”
por el artículo octavo de una ley del 28 de julio de 1821678, a fin de establecer
676
La Bandera Nacional, 1-12-1837, No.8, citado en: Moreno de Angel, 1990, p.719
677
El Cojo Ilustrado, enero 1904, p.22. La obra literaria de Constant estaba prescrita para la
enseñanza en las universidades y colegios de la república de la cátedra de Lengua Francesa,
según consta en el artículo 145 de la Reglamentación de la Educación Pública que se implanta
por decreto del gobierno el 18 de marzo de 1826: “Para ejercitarse los discipulos en la lectura
de ambos idiomas (francés e inglés) podrán adoptarse los originales de su respectiva clase (...)
para el francés, Harry, Say, Constant, etc” (en: De Mier, 1983, v.II, p.626)
678
La referida ley es sobre el establecimiento de colegios o casas de educación en las
provincias, reforma de las constituciones y planes antiguos y formación de otro nuevo
uniforme en toda la república. Prescribía la obligatoriedad de establecer un colegio en cada
provincia, además de escuelas de primeras letras, una cátedra de gramática española, latín y
383
Carolina Guerrero
principios de retórica, y otra de filosofía y matemáticas. Señalaba que los colegios que
pudieran también habrían de crear la cátedra de derecho (civil patrio, canónico, natural y de
gentes), teología dogmática “u otras”. También preveía el modo de constituir los fondos, el
fomento por parte del ejecutivo de determinados estudios (agricultura, comercio, minería,
ciencias militares) y el mandato de establecer un plan de estudios uniforme. (ver: Cuerpo de
Leyes de la República de Colombia, 1961)
679
Gaceta de Colombia, 1º de febrero de 1824, No. 120. El decreto lo firma también el
secretario de Estado del despacho del Interior, José Manuel Restrepo.
680
Gaceta de Colombia, 8 de noviembre de 1825, No. 215
384
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
681
La ley también preveía que las capitales de los departamentos de Cundinamarca, Venezuela
y Ecuador dispusieran cada una de una universidad central, la cual, además de las cátedras
básicas obligatorias para el resto de las universidades, debía tener una escuela de medicina en
un edificio aparte a la sede principal, e impartir, en la cátedra de ciencias, estudios de
astronomía, mecánica analítica y celeste, botánica y agricultura, zoología y mineralogía, arte de
minas y geonocia; y en la cátedra de letras y arte, la enseñanza de historia de la literatura
antigua y moderna y bibliografía. (ver: Cuerpo de Leyes de la República de Colombia, 1961)
682
Las enseñanzas que debían contemplar estas tres grandes cátedras eran: letras y arte
(literatura de la lengua francesa o inglesa, idioma indígena prevaleciente, gramática latina
combinada con la castellana, literatura, bellas artes, elocuencia y poesía), filosofía y ciencias
(filosofía y ciencias naturales, matemática, física, geografía y cronología, lógica, ideología y
metafísica, moral y derecho natural, historia natural en sus tres reinos, química y física
experimental), y jurisprudencia y teología (principios de legislación universal, instituciones e
historia, derecho civil romano, derecho patrio, derecho público y político, constitución,
economía política, derecho público eclesiástico, instituciones canónicas, historia eclesiástica,
fundamentos de religión y lugares teológicos, instituciones teológicas y morales de sagrada
escritura y estudios apologéticos de religión. (ver: ibid)
683
Ibidem. Según el artículo 2, la Dirección General, que estaba bajo la autoridad directa del
gobierno, formaría el plan de estudios, y lo pasaría al ejecutivo, para que éste lo remitiera con
un informe al congreso, para su aprobación.
684
En: José María de Mier: Santander: escritos y ensayos, 1990, p.174
385
Carolina Guerrero
386
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
Pero para que se vea hasta donde llega la injusticia de los quejosos,
ponemos de manifiesto: (...) en 15 de enero de 1824 se le comunicó (al
intendente de Venezuela) quedar suprimida la càtedra de moral
práctico en la universidad de Caracas y creada en su lugar una càtedra
de derecho pùblico con la dotacion de 400 pesos(...)685
En 1827, el congreso, mediante un decreto emitido el 2 de octubre, autoriza al
ejecutivo a reformar el plan general de estudios.686
Tras el atentado contra Bolívar, ocurrido en Bogotá el 25 de septiembre de
1828, una circular enviada a los intendentes por el ministro secretario del
Interior (J. Manuel Restrepo) informó sobre las variaciones necesarias al plan
de estudios, las cuales comprendían la suspensión de varias cátedras en las
universidades de la república687; “entre ellas la de legislación universal y, más
aún, la enseñanza del derecho constitucional”688. Quiero llamar la atención
sobre la expresión “más aún” incluida en dicha notificación. Si bien se había
proscrito la enseñanza de principios de legislación universal a través de la obra
de Bentham689, la supresión de esta cátedra junto a la de la de derecho
constitucional, cuyo texto base era la obra de Benjamin Constant, significaba la
cancelación de la enseñanza de las teorías formuladas por estos autores sobre
las respectivas materias y de la enseñanza de tales materias en sí, lo cual funda
su lógica en el hecho de que si los principios de legislación universal fueron
685
Suplemento a la Gaceta de Colombia, 10 de septiembre de 1826, No. 256
686
ver: Cuerpo de Leyes de la República de Colombia
687
La vinculación entre los sucesos de septiembre y la suspensión de estas cátedras se explica
en la misma circular, al referir “la parte que tuvieron” en “los escandalosos sucesos” del 25 de
septiembre “algunos jóvenes estudiantes de la Universidad” y “el clamor de muchos honrados
padres de familia, que deploran la corrupcion ya demasiado notable de los jóvenes”, todo lo
cual demostraba que el plan de estudios vigente tenía “defectos esenciales, que exigen pronto
remedio para curar de raíz los males que presagian á la patria los vicios é inmoralidades de los
jóvenes” (en: O’Leary, 1884 / 1981, v.XXVI, p.414-415
688
Gaceta de Colombia, 30-10-1828, trimestre 30, No. 382
689
La prohibición se hizo mediante un decreto de Bolívar del 12-3-1828, el cual, por cierto, no
expresa que dicha prohibición se haga en atención a que las ideas de Bentham se consideren
inadecuadas para la formación de jóvenes universitarios, sino más bien que Bentham dista de
ser una autoridad en la materia.
El primer artículo del decreto señalaba: “En ninguna de las universidades de Colombia se
enseñarán los tratados de legislación de Bentham (...)”, con base en lo que se expresaba en el
considerando: “Teniendo en consideración varios informes que se han dirigido al gobierno
manifestando no ser conveniente que los tratados de legislación civil y penal escritos por J.
Bentham sirvan para la enseñanza de los principios de legislación universal, cuyos informes
están apoyados por la dirección nacional de estudios” (en de Mier, v.III, p.883-884)
387
Carolina Guerrero
690
Ver De Mier, 1983, v.IV, p.1165-1178. El decreto lo promulga Bolívar en Popayán, el 5-12-
1829, a menos de un mes de concluir el poder supremo que había asumido en agosto de 1828.
691
Gaceta de Colombia, 4 de abril de 1830, No. 459
388
Liberalismo y republicanismo en Bolívar (1819-1830)
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