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Resumen:
La pregunta que orientará esta investigación está referida a la “alucinación verbal”, fenómeno
psicótico destacado por Jacques Lacan como indicador de las psicosis y relacionado con:
“Término en el que culmina el proceso por el cual el significante se ha "desencadenado" en lo
real, después de que se abrió la quiebra del Nombre-del-Padre -es decir del significante que en
el Otro, en cuanto lugar del significante, es el significante del Otro en cuanto lugar de la ley.”
Freud y la alucinación
En el caso del Proyecto, ante la urgencia de la vida el infante alucina el objeto que en un
momento lo satisfizo, es un objeto alucinado y perdido para siempre. Esta experiencia marca lo
que permanecerá como objeto causa del deseo. De esta forma la alucinación y el deseo
aparecen solidarios en ambas experiencias, siendo el objeto del sueño un producto del proceso
primario, mientras que en el caso de la urgencia infantil es un efecto de la necesidad.
Hay un material valioso en El hombre de los lobos, 1918, en el cual Freud toma el testimonio de
un niño de cinco años que alució un cercenamiento de su meñique. Freud vincula esta
operación de alucinar con un rechazo de la castración.
Se desprende de la teoría de Freud en su momento: la alucinación tiene como modelo el sueño
y este se vincula con el deseo inconsciente. Hay un proceso regresivo de la conciencia. No se
ocupa de las relaciones con las teorías psiquiátricas de su tiempo en relación al catálogo de las
alucinaciones.
“¿En qué consistió este examen de realidad, y cómo es que la psicosis alucinatoria de
deseo del sueño y de la amentia, etc., logran cancelarlo y restaurar el viejo modo de
satisfacción?”
“Por tanto, la alucinación tiene que ser algo más que la reanimación regresiva de las
imágenes mnémicas en sí icc.”
Su respuesta deja abierta la cuestión de cómo la alucinación “tiene que ser algo más que la
reanimación regresiva de la imágenes mnémicas en si icc.”. Ese “tiene que ser algo más”, se
conecta con esta investigación, con la suposición de Lacan sobre el origen de la alucinación
verbal como efecto de la forclusión del Nombre-del-Padre, que es lo que tratará de
demostrarse.
Lacan y el lenguaje
Lacan hace su entrada pública en el psicoanálisis con el denominado Informe de Roma, 1953,
llamado también Discurso de Roma: Función y campo de la palabra y el lenguaje en
1
psicoanálisis. En este informe hace una recopilación con un recorrido por la teoría y la clínica
psicoanalítica de ese momento, en la cual se han presentado desviaciones de parte de los
analistas, por el descuido de la función de la palabra. Lacan insiste en el orden simbólico de
esta y se opone a ciertas teorías del signo que están más del lado del conductismo y un
enfoque de la cura desde los afectos como lo entendía la Ego psychology de enseñanza de
Anna Freud.
1
Nota: Este informe estuvo destinado al Congreso de psicoanalistas de lengua francesa en Holanda en 1953. Por
eventos de tipo político se llevó a Roma en 1955. Este punto está explicado al comienzo del informe.
En ese momento distingue los tres registros simbólico, imaginario y real que regirán su
enseñanza, y los relaciona con el lenguaje en la cura analítica: la palabra en la cura tiene esas
tres dimensiones.
Los términos significante, significado, son enunciados como preludio de un desarrollo más
amplio cuatro años más tarde, en 1957 con su escrito Instancia de la letra en el inconsciente o
la razón después de Freud, en el cual se ocupa de la teoría lingüística de Ferdinand de
Saussure en su Curso de lingüística general 1906 hasta 1911.
Lacan nos dira: “Si me tomé el trabajo, entiendo, de escribir función y campo de la palabra y del
lenguaje, es que función se refiere a la palabra y campo, al lenguaje, un campo, eso tiene una
definición matemática absolutamente precisa”.2
En resumidas cuentas, ¿no nos conduce esta consideración al punto del que partí en mi
trabajo sobre las funciones de la palabra? A saber, a la oposición entre palabra vacía y
palabra plena; palabra plena en tanto que realiza la verdad del sujeto, palabra vacía en
relación a lo que él tiene que hacer hic et nunc con su analista, situación en la que el
2
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 13, El objeto del psicoanálisis, Clase 3, 15 de diciembre de 1965.
3
Lacan Jacques, Op.cit., Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis, 1953, Escritos 1, Siglo XXI,
México, 1984, Traducción de Tomás de Segovia, con la colaboración del autor y de Juan David Nasio. Nuevamente
revisada por Armando Suárez. P. 237
sujeto se extravía en las maquinaciones del sistema del lenguaje, en el laberinto de los
sistemas de referencia que le ofrece el sistema cultural en el que participa en mayor o
menor grado. Una amplia gama de realizaciones de la palabra se despliega entre estos
dos extremos.4
La otra distinción que hace entre palabra y lenguaje es tomada de Saussure quien introduce la
diferencia con el habla.5
El tema de la alucinación interesó a Lacan desde muy temprano en su formación como médico
psiquiatra. En 1935 escribe una reseña bibliográfica sobre Henri Ey y su publicación
Hallucination et delires en la revista L´Évolution Psyquiatrique, 1935. Se pregunta Lacan en esta
reseña:
“la alucinación, ¿es el parásito que desorganiza la vida mental –el automatismo de baja
escala que, de acuerdo con una concepción elemental como la de Clérambault o muy
sutil como la Mourgue, simula la percepción- , es, en resumen, el objeto situado en el
cerebro, que le impone al sujeto un objeto exterior? O bien, la alucinación, ¿es la
organización de la creencia- parte integrante de unas relaciones trastornadas entre el ser
vivo y el mundo exterior, cuya objetivación, por no acabarla él nunca lo suficiente, queda
sostenida por su alcance vital-, es, finalmente, la afirmación de realidad a través de la
cual el sujeto perturbado defiende su nueva objetividad?”
4
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 1 Los escritos técnicos de Freud, Clase 4, 3 de febrero de 1954, Paidós, Buenos
Aires, 1981, p.84
5
Mounin George, Saussure Presentación y texto, Editorial Anagrama, Barcelona 1971, traducción Juan Argente, p.
80. La traducción de los textos de Saussure son de Amado Alonso, 6ª edición, Editorial Losada, Buenos Aires.
asombrarme de que hoy nos hallemos en tan opuestos puntos” 6
Siguiendo con Hallucinations
et delires, Lacan echa de menos el que el autor no se hubiera extendido más sobre dos puntos
de su exposición. Son estos:
[…] El segundo punto concierne la noción, que valoramos, de estructura mental, la cual
constituye la unidad de cada forma de delirio crónico y caracteriza tanto a sus
manifestaciones elementales como al conjunto de su comportamiento.” 7
Agrega allí, además que: “En efecto, son las alucinaciones psicomotrices, aisladas por Seglas
en 1888”. Quiere decir esto que su referente teórico y clínico fue Jules Seglas con las
alucinaciones psicomotrices de 1892. Fue Seglas mismo quien prologó el libro de Henri Ey
desde su retiro. Posteriormente Henri Ey en 1973 escribe su obra final sobre las alucinaciones
(Cfr. Lanteri- Laura).
La teoría de Jacques Lacan sobre la alucinación verbal tiene que entenderse a partir de su
teoría sobre el lenguaje y la construcción de una lógica del significante, sirviéndose del signo
lingüístico de Ferdinand de Saussure modificado por él.
Este texto tiene una importancia notable para la teoría de la alucinación verbal, puesto que se
trata de una operación del lenguaje, de ahí lo importante de seguirlo en sus pasos.
En este escrito Lacan consignó su teoría del lenguaje: La instancia de la letra en el inconsciente
o la razón desde Freud, 1957. Si bien, Lacan desde el comienzo de su enseñanza, como se
puede constatar en el Informe de Roma, Función y campo de la palabra y el lenguaje en
psicoanálisis, 1953, había insistido en la importancia del lenguaje en la enseñanza de Freud, y
por consiguiente, para la teoría y la clínica psicoanalítica, es con la formalización que produce
6
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad psíquica, 1946, Escritos 1, Siglo XXI, México, 1984, p.143
7
Lacan Jacques, Reseña de Alucinaciones y delirios de Henri Ey, Verba Volant, Revista de Filosofía y Psicoanálisis,
Año 3, No. 2, 2013. UCES Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Traducción al español de Agustín Krippa.
La reseña del artículo corresponde a la obra de Henri Ey editada en París por la Edit. Alcan y publicada en
L´Évolution Psiquiatrique .1935, Fasc.1, pp. 87-91
en la Instancia de la letra en el inconsciente, donde construye su plataforma teórica y clínica:
una lógica del significante que implica la diferenciación entre signo, significante, letra y
especialmente la causación del sujeto como efecto de la oposición significante
Se puede considerar que la alucinación verbal como conjetura lacaniana, está en continuidad
con el descubrimiento del inconsciente por Freud, es una consecuencia. Es en ese campo
donde elabora su definición del sujeto del inconsciente: “Lo que un significante representa para
otro significante”, definición tautológica que conservará todo el tiempo hasta el final. Más
adelante vinculará la cadena significante con el orden de los números naturales.
El siguiente giro que introduce Lacan sobre el signo de Saussure, es poner en cadena los
significantes S1…S2 para obtener la significación. No es un significante el que produce la
significación sino la oposición que se constituye entre ellos. Lo simbólico lleva el significante a
la significación. La primera significación es el sujeto escrito $, sujeto tachado como causado por
la oposición de los significantes, desprendido de la cadena. Un significante no significa nada, es
la oposición entre ellos la que produce significación. Esta cadena la considera como una
estructura, tal como el lenguaje con sus elementos covariantes.
Lacan vinculará los mecanismos del sueño destacados por Freud, condensación,
desplazamiento, con las figuras retóricas metáfora, metonimia.
En este escrito Lacan formaliza mediante una escritura, tanto la metonimia como la metáfora
que se desarrollará en el decurso de la investigación.
Con este texto quiere Lacan elevar su lógica del significante a una condición formal como se
exige en el campo de las ciencias. Hay que destacar que estos mecanismos constituyen el
campo del inconsciente tal como lo demostró Freud al examinar el trabajo del sueño y su
retórica, condensación y desplazamiento, y que por consiguiente, afectan el ser del sujeto
hablante. El sujeto habla y el lenguaje se vuelve el recurso que lo representa ante el semejante.
El conjunto de los significantes, lo escribe Otro simbólico, tesoro de los significantes. El Otro es
el garante del lenguaje pero no de la verdad:
“Si dije que el inconsciente es el discurso del Otro [Autre] con una A mayúscula, es para indicar
el más allá donde se anuda el reconocimiento del deseo con el deseo del reconocimiento”9.
La otra distinción que hace entre palabra y lenguaje es tomada de Saussure quien introduce la
diferencia con el habla.10
8
Lacan Jacques, Escritos I, La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud, 1957, Siglo XXI, México,
1984, p.491
9
Lacan Jacques, Escritos I, Op cit., p.505
10
Mounin George, Saussure Presentación y texto, Editorial Anagrama, Barcelona 1971, traducción Juan Argente, p.
80. La traducción de los textos de Saussure son de Amado Alonso, 6ª edición, Editorial Losada, Buenos Aires.
neuropsiquiatría. Pasa a continuación a dar su veredicto: “todo cuanto lo acercaba y debía
acercarlo cada vez más a una doctrina de la perturbación mental que considero incompleta y
falsa y que se designa a sí misma en psiquiatría con el nombre de organicismo.” Se refiere
Lacan con su crítica al aspecto organicista de la extensión del cuerpo:
“El punto crucial es, desde mi punto de vista, que ese juego, por muy energético e
integrante que se lo conciba, descansa siempre en último análisis, en una interacción
partes extra partes en que se construye la forma clásica, quiero decir, dentro de ese
modo que permite expresar esta interacción con la forma de una relación entre función y
variable, que es lo que constituye su determinismo” 11
Muestra Lacan cómo el organicismo que objeta se va enriqueciendo con las concepciones
mecanicistas hasta las dinamistas y guestaltistas y con la concepción de Jackson. Su crítica al
marco cartesiano de Ey es que lo mantiene en la evidencia de la realidad física. Ey lee la res
extensa y la res cogitans, como la dualidad orgánico/psíquica. La lectura de Lacan de
Descartes en este punto del cogito es desde Spinoza para quien el alma y el cuerpo son
atributos del pensamiento de Dios, cuerpo y alma son una unidad con Dios, siendo la extensión
un atributo del cuerpo (Ética, Proposición XX). Según esto no hay una dualidad cuerpo/alma
sino pensamiento/extensión, lo que tiene como consecuencia frente a la clínica de la psicosis,
que la patología tenga que ver más con el pensamiento que con los aparatos de la sensación.
A continuación se trae un texto que resume las objeciones de Lacan a Henri Ey:
“¿Cómo no asombrarse, de allí, de que, tan bien prevenido contra la tentación de basar
en una hipótesis neurológica el “espejismo de la alucinación concebida como una
sensación anormal”, se apresure a basar en una hipótesis semejante lo que él llama
“error fundamental” del delirio, y de que, negándose con todo derecho, en la página 168,
a hacer de la alucinación como sensación anormal “un objeto ubicado en las pliegues del
cerebro”, no titubee en situar allí mismo el fenómeno de la creencia delirante,
considerada como un fenómeno de déficit”. 12
Es indudable que las aguas quedaron partidas y los participantes en la polémica quedaron en
orillas distintas: Henri Ey del lado organicista y Jacques Lacan del lado de la psicogénesis.
Veintisiete años más tarde, en 1973, publica Henri Ey una obra monumental denominada Traité
11
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad psíquica, Op. cit., p.47
12
Lacan Jacques, Acerca…Op. cit., p.69
des hallucinations. Será su obra póstuma. Es monumental por el contenido inagotable sobre el
tema en dos tomos de más de 3000 páginas. No se dispone de traducción al español hasta
ahora.
Prosigue Lacan en este texto en el cual fundamenta su tesis de la causalidad psíquica, la cual
se afinará con su escrito La instancia de la letra en el inconsciente y la razón desde Freud,
1957, en donde, como se ha visto en este trabajo, Lacan consolida su tesis sobre la estructura
del lenguaje, para más adelante vincular el significante elidido con la alucinación psicótica.
Aquí hay sin duda, una alusión al escrito de Freud sobre La negación, 1925, mecanismo mental
mediante el cual el sujeto permite cierta enunciación de la toma de conciencia de la represión
sin que él mismo acepte su contenido. Hay una separación entre el juicio intelectual de
existencia, y el juicio de atribución de cualidad que tiene que ver con el placer.
Lacan se desplaza hacia el campo del lenguaje como lo que resume las distintas formas de lo
psíquico:
13
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., p.71
14
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., p.70
“El lenguaje del hombre, ese instrumento de su, mentira está atravesado de parte a parte
por el problema de su verdad: a) Ya sea que traicione a esta en la medida en él es su
expresión: 1) de su herencia orgánica en la fonología de los flatus vocis; 2) de las
“pasiones del cuerpo” en sentido cartesiano, es decir, de su alma, dentro de la
modulación pasional; y 3) de la cultura y la historia, que hacen su humanidad, dentro del
sistema semántico que lo ha formado criatura; b) Ya sea que manifieste la verdad como
intención, abriéndola eternamente al problema de saber cómo lo que expresa a la mentira
de su particularidad puede llegar a formular lo universal de su verdad.”15
Este denso párrafo que resume un programa de investigación desde el lenguaje, le sirve a
Lacan para ubicar su teoría sobre la alucinación verbal, en tanto fenómeno del lenguaje, que
por su extrañeza para el sujeto que lo padece, pone en entredicho la verdad y la creencia.
Dejando de lado las objeciones contra Ey, pasa a resumir los contenidos de su tesis de 1932 La
psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, recordando el evento de su
afirmación ante el jurado de que “la locura es un fenómeno del pensamiento…” Lacan considera
que los hechos analizados en su tesis dan cuenta de una fenomenología de la locura. Que dan
cuenta de la estructura general del desconocimiento.16
El paso siguiente de su escrito lo lleva a Hegel con sus observaciones sobre la locura en
Fenomenología del espíritu, 1806, traducido por Jean Hippolyte en 1939. Lacan resume su
lectura de Hegel sobre este tema de la locura y sus formas:
“Tal es la fórmula general de la locura que encontramos en Hegel […] Y digo fórmula
general de la locura, en el sentido de que podemos verla aplicarse especialmente a
cualquiera de las fases a través de las cuales se cumple más o menos en dada destino el
desarrollo dialéctico del ser humano, y porque allí se realiza siempre, como un éxtasis
del ser en una identificación ideal que caracteriza es ese punto de un destino particular.”
17
La “fórmula general de la locura” conduce a Lacan a vincular el desarrollo del ser humano como
“un éxtasis del ser en una identificación ideal”. Esta identificación es del orden de la creencia y
15
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., p.72
16
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., p.79
17
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., 82
es lo que le da el carácter de infatuación. Con múltiples ejemplos de la literatura y la historia,
ilustra Lacan la posición tanto del Alma Bella como la de la Ley del corazón: “el riesgo de la
locura se mide por el atractivo mismo de las identificaciones en las que el hombre compromete
a la vez su verdad y su ser”.
Todo el escrito está orientado a dar pruebas suficientes de que la locura, que en este caso
distingue de la psicosis, como un modo de acercarse a la dimensión mental del proceso. Se
trata de operaciones dialécticas entre el creer, descreer e identificaciones con ideales sublimes.
En El Seminario, Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del inconsciente, Clase del 10
de junio de 1964 que en la paranoia se descree:
“En el fondo de la misma paranoia, que nos parece sin embargo totalmente animada de
creencia, reina este fenómeno del Unglauben. No es el no creer en ello, sino la ausencia
de uno de los términos de la creencia, del término en el que se designa la división del
sujeto. Si no hay, en efecto, creencia que sea plena y total, se debe a que no hay creencia
que no suponga en su fondo que la dimensión última que tiene que revelar es
estrictamente correlativa del momento en que su sentido va a desvanecerse”18
La causalidad psíquica no puede entenderse en la enseñanza de Lacan sin vincularla con otros
escritos, particularmente El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como
se nos revela en la experiencia psicoanalítica, trabajo presentado en el Congreso XVI de
Psicoanálisis en Zúrich el 17 de julio de 1949.
Vuelve Lacan a insistir en el aspecto de las identificaciones vinculadas con el deseo del otro:
“Es este momento el que hace volcarse decisivamente todo el saber humano en la
mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una equivalencia abstracta
por la rivalidad del otro, y hace del yo [je] ese aparato para el cual todo impulso de los
instintos será un peligro, aún cuando respondiese a una maduración natural; pues la
normalización misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de
un expediente cultural: como se ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo de
Edipo.” 19
18
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos
Aires, 1987, p.246
19
Lacan Jacques, Escritos I El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica, 1949, Edit. Siglo XXI, México. 1984, p.
Este párrafo anuncia todo un programa clínico que considera el deseo como deseo del Otro, la
agresividad y la inscripción en el marco del drama edípico.
“Lo que he llamado asunción triunfante de la imagen con la mímica jubilosa que la
acompaña y complacencia lúdica en el control de la identificación especularía, después
del señalamiento experimental más breve de la inexistencia de la imagen tras el espejo,
que contrasta con los fenómenos opuestos del mono, me parecieron manifestar uno de
los hechos de captación identificatoria por la imago que yo procuraba aislar.”20
Esta estructura temprana es también la fuente de la construcción de ideales los que orientan la
vida de todo sujeto y que Freud destacó tempranamente como Ich Ideal. Muestra también
Lacan que hay un conocimiento paranoico que sostiene la relaciones de rivalidad,
consecuencia del transitivismo bien reconocido por la psicología y psiquiatría.
“El deseo del mismo hombre se constituye, nos dice, bajo el signo de la mediación; es
deseo de hacer reconocer su deseo. Tiene por objeto un deseo-el del prójimo-, en el
sentido de que el hombre no tiene objeto que se constituya para su deseo sin alguna
mediación, lo cual aparece en sus más primitivas necesidades, como por ejemplo en la
circunstancia de que hasta su alimento debe ser preparado, y que se vuelve a encontrar
en todo el desarrollo de su satisfacción a partir del conflicto entre el amo y el esclavo
mediante la dialéctica del trabajo. “21
Todo este acervo de fenómenos psíquicos están inscritos en una situación dramática que Freud
nombró complejo de Edipo. En ese tiempo se juega el proceso mediante el cual el yo se vale de
su imago para establecer la relación fundamental con su organismo. Esta imago impregna el
devenir del sujeto:
20
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., p. 105
21
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., p.98
“El complejo de Edipo revela ser en la experiencia capaz no solo de provocar, por sus
incidencias atípicas, todos los efectos somáticos de la histeria, sino también de
constituir normalmente el sentimiento de la realidad. Una función de poder ya la vez de
temperamento; un imperativo no ya ciego, sino “categórico”; una persona que domina y
arbitra el desgarramiento ávido y la celosa ambivalencia que fundamentaban las
relaciones primeras del niño con su madre y con el rival fraterno: he aquí lo que el padre
representa, y tanto más, al parecer, cuanto que se halla “metido” desde las primeras
aprehensiones afectivas”.22
Se puede considerar este escrito, no solamente por carácter polémico frente a las teorías
organicistas, sino también una ocasión de exposición de los principios fundamentales de la
teoría y clínica psicoanalítica. Es la manera cómo Lacan enfatiza en el carácter psíquico de la
causalidad en la clínica. Por eso hace un recorrido por las teorías de la Gestalt y de la
fenomenología a los cuales adiciona aportes etológicos para demostrar lo fundamentado de la
clínica psicoanalítica. Se deja de lado en este escrito la abundancia de referencias a la pulsión
de muerte, al masoquismo primordial y sobre todo a la relación identificación-fijación.
Se quiere reportar aquí el párrafo mediante el cual hace el cierre de su intervención pues se
considera de mucho valor en cuanto a la identificación y su imago:
“A punto de terminar, me agradaría que este breve discurso sobre la imago os parezca,
no una irónica apuesta, sino, ciertamente, lo que él expresa: una amenaza para el
hombre, porque el haber reconocido la distancia incuantificable de la imago y el ínfimo
corte de la libertad como decisivos de la locura no basta aún para permitirnos sanar
esta; talvez no esté lejos el tiempo en que nos permitirá provocarla. Si nada puede
garantizarnos que no hemos de perdernos en un movimiento libre hacia lo verdadero,
basta un papirotazo para asegurarnos que cambiaremos lo verdadero en locura.
Entonces habremos pasado el campo de la causalidad metafísica, del que podemos
mofarnos, al de la técnica científica, que no se presta a risa.”
Este párrafo final del escrito tiene un acento de advertencia: la imago como identificación puede
reducir el “ínfimo corte de la libertad”. Hay según Lacan una paradoja, no podemos curar la
locura, pero podemos provocarla cambiando “lo verdadero en locura”, lo que nos llevaría del
campo de la causalidad metafísica al “de la técnica científica”. Esta afirmación de 1946 se
puede constatar hoy con la identificación de las ciencias cognitivas entre mente y cerebro.
22
Lacan Jacques, Acerca de la causalidad, Op. cit., pp. 99-100
Se puede leer esta advertencia como un eco de Heidegger y sus reflexiones sobre la técnica en
su libro de 1953 “La pregunta por la técnica”, en la cual siguiendo su investigación sobre la
relación entre el ser y el ente, se pregunta sobre el uso de la técnica como posible ocultamiento
del ser.
No fue la primera vez que Lacan advirtió los riesgos de la ciencia, en La proposición del 9 de
octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela, observa: “se trata del advenimiento,
correlativo a la universalización del sujeto procedente de la ciencia, del fenómeno fundamental
cuya erupción puso en evidencia el campo de concentración”.
Pero no fue solamente Auschwitz y sus millones de gaseados, hay otro dramático ejemplo en
1986 con la explosión del cuarto bloque energético de la Central Eléctrica Atómica (CEA)
Belarús lo que produjo miles de muertos por contaminación radiactiva. La combinación de
burocracia totalitaria y ciencia permite conocer los horrores de una guerra nuclear.
Este escrito de 1958 que es una continuación de El seminario, Libro 3 La psicosis, 1955-1956,
es una ampliación de la enseñanza hablada del Seminario 3. El uso de esquemas que destacan
la estructura, le permite argumentar y demostrar su tesis sobre la causalidad psíquica.
La formulación del título: De una cuestión preliminar, toma forma de imperativo: a todo
tratamiento posible… Sería equivalente a afirmar: o se tiene en cuenta la cuestión preliminar, o
no hay posible tratamiento de cualquier psicosis…Entonces, esta afirmación es lo que se
nombra en esta investigación como la “Conjetura de Lacan”.
De una forma que anticipa el desarrollo de la investigación, se puede afirmar que esta “cuestión
preliminar” corresponde a la operación psíquica de rechazo de un significante primordial, al que
Lacan nombra como Nombre-del-Padre. Esta operación denominada “forclusión”, galicismo que
en español corresponde a preclusión, operación jurídica que consiste en anular un juicio antes
de que se desarrolle el proceso completo. Pero este es el trabajo de argumentación que
desarrollara la investigación.
De acuerdo con la pregunta de esta investigación, se considera que la hipótesis de Jacques
Lacan sobre la alucinación verbal como efecto de la forclusión del Nombre-del-Padre, se
justifica como tema de investigación dada sus implicaciones tanto para el campo de la
Psiquiatría en relación a los fenómenos alucinatorios, como también para el campo de la
psicopatología clínica de la Psicología.
Determinar la causa de la alucinación verbal así nombrada por J. Lacan, como voz interior que
se impone al sujeto, produciendo la certeza de que le concierne a él, divide las teorías clínicas
entre causalidad orgánica-neurociencias, organodinamismo- y causalidad psíquica –forclusión
del Nombre-del-Padre-.
Hay que tener en cuenta que esta pregunta pertenece al debate permanente de la psiquiatría y
la psicología entre lo psicogénico y lo organogénico. Además otras preguntas tendrán que ser
despejadas: ¿Es suficiente pensar la alucinación verbal como indicador de la psicosis? ¿Hay
una primacía de lo auditivo sobre lo visual? ¿Tiene la alucinación visual un origen en el campo
del significante como lo plantea Lacan para la alucinación verbal? En el curso de esta
investigación se dará primacía a la alucinación verbal manifestada en forma de voz que implica
al sujeto que la sufre.
Pregunta de investigación
Objetivo general
Objetivos específicos
En latín aparece como hallucinatio participio pasado del verbo deponente hallucinari. En las
lenguas romances mantiene su forma como en francés, hallucination; en español, alucinación;
alucinaçao, en portugués etc. En alemán se encuentra Halluzination, y en inglés Hallucination.
Al pasar de la fonética a la semántica se encuentran términos asociados como “equivocarse,
engañarse, divagar”. Según los diferentes diccionarios su raíz viene del latín ad lucem, lo que
no deja de evocar el contraste entre oscuridad y luminosidad…El vocablo es tan amplio y tiene
tantas referencias que sería ingenuo tratar de hacer una historia completa de él.23
Grecia antigua
Según Heráclito de Éfeso: “Para los despiertos hay un mundo único y común; pero entre los
que duermen, cada quien se vuelve hacia su propio mundo”24 Otros pensadores griegos como
los escépticos Pirrón de Elis y Timón de Fliunde insisten en el aspecto casi perceptivo de los
sueños. Posteriormente Sexto Empírico muestra que la ilusión del soñar se extiende hasta la
sensación alterándola, lo que trae como consecuencia la imposibilidad de garantizar algo como
real.25
En la tragedia de Eurípides, Heracles furioso, mata sus propios hijos. Se consideró por
algunos médicos posteriores que hubo una alteración de la percepción visual que lo llevó a
confundir sus propios hijos con los de su enemigo Euristeo.26
Religión
23
Lanteri-Laura George, Las alucinaciones, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, p.22
24
Op. cit., Lanteri-Laura, p.10
25
Op. cit., Ibídem, p. 20
26
Op. cit., Lanteri-Laura, Alucinaciones, p. 40-41
permitió a los ejércitos franceses liberarse del dominio inglés. Su fuerza y convicción la tomaba
de mensajes y visiones provenientes de Dios. Finalmente fue sacrificada en la hoguera.
Abundan los ejemplos de alucinaciones visuales o auditivas en la vida de algunos creyentes.
Teorías organicistas
Con Carl Wernicke, 1848-1905 y sus investigaciones sobre las zonas del encéfalo, encargadas
de la comprensión del lenguaje, se demuestra que el paciente afectado por un alguna razón,
sufre una afasia que no le impide hablar, pero no comprende las palabras, este fenómeno tomó
nuevos rumbos con la investigación de los fenómenos alucinatorios. Este hecho orgánico llevó
a muchos médicos a asociarlo como origen de posibles alucinaciones.
Para esta exposición se tomará el libro El cerebro y el mundo interior de Mark Solms y Oliver
Turnbull, edición en inglés, Nueva York, 2002. Primera edición en español 2004. Mark Solms es
neuropsicólogo y psicoanalista miembro asociado de la Sociedad Psicoanalítica Británica y
miembro honorario de la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York. Con su esposa Karen Kaplan,
psicoanalista, neuropsicóloga y patóloga del habla y el lenguaje, escribieron en el año 2000 un
libro titulado Estudios clínicos en neuropsicoanálisis, publicado por el Fondo de Cultura
Económico de México en 2002.
Mark Solms trae en su libro sobre El cerebro y el mundo interior, diez capítulos en los que trata
temas que conciernen tanto al mundo de la psicología como al de la clínica psicoanalítica: las
emociones, la motivación, memoria y fantasía. Se ha escogido el capítulo 6 sobre los sueños y
alucinaciones por su pertinencia para esta investigación. Es importante citar un párrafo inicial de
su prefacio:
“En el pasado, el “mundo interior” de la mente (ser una mente y vivir una vida) era el
campo de acción del psicoanálisis y de otras disciplinas relacionadas, y por lo tanto se
ubicaba al margen de la ciencia natural. Esta situación surgió en gran parte porque los
neurocientíficos no consideraban que los estados mentales subjetivos (como la
conciencia, las emociones, los sueños) fueran temas adecuados para una seria
investigación del cerebro. Sin embargo, en los últimos años –después del desprestigio
del conductismo, la llegada de la tecnología de la imagenología cerebral funcional, y la
aparición de la neurobiología molecular- estos temas, de repente, han surgido de las
sombras y se convirtieron en el centro de interés de muchos laboratorios
neurocientíficos importantes alrededor del mundo. No es de sorprender que esto haya
producido una explosión de nuevos discernimientos sobre las leyes que gobiernan
nuestra vida interior.”27
Comienza su capítulo advirtiendo que según Freud lo sueños son alucinaciones que todos
experimentamos y que tienen como explicación la regresión a estados inconscientes.
En este punto habrá que esperar a Lacan con su tesis sobre la alucinación verbal como
indicador privilegiado de las psicosis. Lacan se aparta de la tradición psiquiátrica, la que
mantenía un inventario muy rico de alucinaciones, que van desde las visuales, auditivas,
olfativas cinestésicas, y otras que Seglas consideró como pseudoalucinaciones, y alucinaciones
verbo motrices. Lacan hace un barrido de todas estas descripciones fenomenológicas, y las
unifica en la alucinación verbal como efecto de la supresión de un significante fundante en la
cadena. Esta operación en lo simbólico la denominó “forclusión del Nombre-de-Padre”
Los neurocientíficos distinguen entre el dormir y el soñar, y aunque parezca una trivialidad, es
un hecho importante puesto que el dormir puede describirse directamente por el estado de
inhibición de la musculatura y la ausencia de la conciencia vigilante. En el caso del sueño como
actividad no “consciente” acompañado de imágenes y afectos, las neurociencias alcanzan
descripciones positivas en cuanto al mecanismo que activa o desactiva los sueños, pero en
cuanto al sujeto comprometido en el mundo de los sueños reconocen la dificultad para
investigarlo.
Solms se ocupa de reportar cómo se han investigado los mecanismos del sueño, y advierte la
importancia de mantener un trabajo positivo y riguroso sobre el proceso de investigación:
“Revisar los hallazgos de un método confrontándolos con otros permite que se reduzca
al mínimo el sesgo asociado con el uso de un solo método. Nuestro análisis del cerebro
que sueña se apoya en los hallazgos de trabajos neurofisiológicos en animales, estudios
de sueño y estudios de imagenología funcional en seres humanos neurológicamente
intactos, así como en investigaciones clínicas y experimentales de pacientes con
lesiones cerebrales focales.” 28
27
Solms Mark, Turnbull Oliver, El cerebro y el mundo interior, Fondo de Cultura Económica, Colombia, Bogotá 2004
28
Solms y Turnbull, Op. cit., p.182
En este mismo lugar habla de cómo en el pasado el psicoanálisis dependía de un solo método
para sacar sus conclusiones, lo que con el aporte de las neurociencias permite contrastar los
métodos y los hallazgos.
El caso clínico de Phineas Gage un joven hombre de 25 años quien en el verano de 1848 en
Nueva Inglaterra trabajaba en la construcción del ferrocarril en una zona rocosa y escarpada
que exigía el uso de explosivos. Tiene a su cargo una cuadrilla de obreros y es considerado por
sus jefes como el hombre “más eficiente y capaz”.
Se produce el accidente: una explosión dispara como un proyectil un trozo de hierro de cinco
kilos y medio y dieciocho centímetros de longitud, penetra la mejilla izquierda de Gage y perfora
la base del cráneo atravesando la parte frontal, dañando los dos hemisferios. De manera
inmediata es intervenido por dos médicos de la zona. Gage conserva, para sorpresa de los
médicos, intactas sus facultades mentales, la audición, el lenguaje.
Este desafortunado caso clínico se ha vuelto objeto de estudios de la neurología hasta nuestro
tiempo. El doctor Antonio Damasio, neurólogo, es profesor de Neurociencias y Psicología en la
Universidad del Sur de California en los Ángeles. Ha sido distinguido con diferentes
reconocimientos científicos por sus trabajos en el campo de la neurología. Tiene varios libros
sobre el tema, en español se consigue La sensación de lo que ocurre, El error de Descartes, En
busca de Spinoza, Y el cerebro creó al hombre.
“¿Por qué vale la pena contar esta triste historia? ¿Cuál es el posible significado de este
extraño relato? La respuesta es sencilla. Mientras otros casos de lesión neurológica que
tuvieron lugar aproximadamente por la misma época revelaron que el cerebro era la base
del lenguaje, la percepción y la función motriz, y en general proporcionaron más detalles
29
Damasio Antonio, El error de Descartes, Destino, España. Cuarta impresión, abril del 2015
concluyentes, la historia de Gage daba a entender un hecho sorprendente: de algún
modo, había sistemas en el cerebro humano dedicados más al razonamiento que a
cualquier otra cosa, y en particular a las dimensiones personales y sociales del
razonamiento. La práctica de convenciones sociales y normas éticas adquiridas
previamente podía perderse como resultado de una lesión cerebral, aun cuando ni el
intelecto básico ni el lenguaje parecían hallarse comprometidos.”30
Como se puede leer, el cerebro podría explicar otros mecanismos de razonamiento y valoración
social, lo que no quiere decir, que como tal la arquitectura encefálica de cuenta por sí misma del
sistema de significaciones y valores.
En este punto, los campos se dividen, de un lado un positivismo reduccionista para el que lo
psíquico no es más que epifenómeno de un hecho material; y otra visión que podríamos
denominar monista, que acepta la condición material del encéfalo, pero reconoce el lenguaje
como un hecho constituyente de la condición humana con la causación de lo inconsciente y la
emergencia de un sujeto del inconsciente. La mente no es un simple epifenómeno material,
pero tampoco es un fenómeno de origen trascendental o divino.
Si para las Neurociencias el caso clínico de Phineas permite una investigación permanente
sobre la condición del encéfalo y su incidencia en la vida mental humana, el caso del Dr.
Schreber en el campo de la psiquiatría, permite comprender la emergencia de la alucinación
verbal y visual. El mundo alucinatorio de este paciente ha permitido a la clínica psicoanalítica
conocer más sobre las psicosis. Sorprende que un hombre sano y vigoroso, derive en un delirio
como efecto de múltiples alucinaciones que según él son manipulaciones de sus nervios
producidas por un Dios que juega con las almas y produce “almicidio”.
Aquí vuelven los campos a dividirse, los que le atribuyen a las psicosis una causalidad orgánico
como efecto de fallas en el sistema de los neurotransmisores, es decir una causalidad
organogénica, y los que desde la perspectiva del inconsciente postulan la causalidad psíquica
de las psicosis. El tema formulado aquí se desvía del propósito de esta presentación que es
sobre los sueños. No obstante se lo considera necesario para ubicar los campos de las
neurociencias y el psicoanálisis.
El sueño REM
30
Damasio Antonio, Op. cit., p.41
Es necesario ubicarse históricamente sobre el descubrimiento de los movimientos oculares
rápidos., conocido también como “dormir soñante”. En los años cincuenta los científicos que lo
formularon (Aserinsky y Kleitman) posteriormente en 1957, Dement y Kleitman sospecharon
que podría ser un correlato fisiológico de los sueños. Su observación “se debió a que el estado
REM implica un período de excitación fisiológica en el contexto del sueño de otra forma
tranquilo, así como el estado del soñar implica una actividad mental consciente en el contexto
de un sueño de otra manera inconsciente.”31
La afirmación de Freud de que el sueño protege el dormir se comprueba con estos hechos
experimentales.
“En verdad, todos los sueños merecen esa designación. [Comodidad] Y es muy fácil
reconocer la eficacia del deseo de seguir durmiendo en los sueños de despertar, que
elaboran el estímulo sensorial exterior de suerte que lo hacen compatible con la
prolongación del dormir, lo entretejen en un sueño a fin de privarlo de los derechos que
podría reclamar como llamado hacia el mundo exterior.”33
El fenómeno REM se constata también en perros, gatos, ratones, y otros mamíferos. Este
hecho permitió a los neurocientíficos hacer intervenciones en animales, para buscar el
fundamento biológico del sueño REM. Mediante progresivos cortes a través del neuroeje
comenzando en el nivel más alto de los lóbulos frontales y bajando hacia el tallo cerebral en la
parte inferior del encéfalo, “Michel Jouvet (1967), realizó los primeros estudios claves al realizar
31
Solms y Turnbull, Op. cit., p.183
32
Solms y Turnbull, Op. cit., p.183
33
Freud Sigmund, La interpretación de los sueños, 1900, Amorrortu, Buenos Aires, 1976, Obras completas Vol. 5,
Acerca del cumplimiento de deseo.
una serie de experimentos de extirpación”: “Para su sorpresa, encontró que en efecto se podía
separar todo el cerebro anterior del tallo cerebral y el estado REM todavía quedaría intacto y
marcaría el sueño NREM con la misma regularidad monótona. La incisión crítica ocurrió sólo en
el tallo cerebral primitivo, al nivel del puente.” 34
Estos estudios demostraron que el sueño REM era causado por una estructura en el tallo
cerebral pontino. Aquí se presentó una objeción contra la teoría de los sueños de Freud como
“cumplimiento de deseo”. “Las investigaciones iniciales concluyeron que el sueño REM (léase
soñar) es una actividad enteramente “sin inteligencia”. “De aquí surgieron serios
cuestionamientos a cualquier teoría psicológica de la causa de los sueños, no siendo la menos
importante de ellas la teoría freudiana de que los sueños son causados por estados deseos de
la mente.”35
Se aporta aquí la cita de dos investigadores Hobson y Mc Carley, 1997: “Si suponemos que el
substrato de la conciencia es el cerebro anterior, estos hechos eliminan por completo cualquier
posible contribución de ideas (o su substrato neural) a la fuerza instintiva primaria del proceso
de los sueños.”
Este “fatídico” evento permite evocar la “excomunión” de Lacan por la IPA trece años antes: La
política se impone sobre la ciencia…
34
Solms y Turbull, Op. cit., p.185
35
Solms y Turnbull, Op. cit., p.186
36
Solms y Turnbull, Op. cit., p.190
La ecuación REM=soñar se examinó, pues se presentaban hechos clínicos-anatómicos que
contradecían esa afirmación por tanto tiempo sostenida, porque había casos de daño frontal
grave con presencia de sueños REM y NREM, lo que llevaba a los científicos a explorar más
ampliamente la fuente de los sueños.
Con el recurso de la imagenología funcional del cerebro se logra una representación gráfica del
cerebro de un individuo sano y vivo. Solms escribe que en los últimos años este procedimiento
ha sido aplicado al sueño. Cita la investigación reciente, 1998, publicada por Alan Braun del
Instituto Nacional de Salud en Washington. Se resume el descubrimiento:
“Además, las partes del cerebro anterior que Braun descubrió que eran más activas
durante los sueños eran precisamente las partes que al ser dañadas por lesiones
cerebrales eliminaban o alteraban de alguna manera los sueños-y, viceversa, las partes
menos activan eran aquellas que cuando se dañaban no tenían ningún efecto sobre el
soñar (Solms, 1997). Por lo tanto Braun observó el mismo patrón de disociación que
había hallado los estudios sobre lesiones: las partes del cerebro anterior que intervienen
en la construcción de los sueños son todo el sistema límbico (incluidos todos los
componentes “límbicos” de los lóbulos frontal y temporal, pero excluidos los
componentes “cognoscitivos más altos”) así como la mayor parte del sistema visual
(excluida la corteza de “proyección visual). Esto implica, entre otras cosas, que los
mecanismos cerebrales de los sueños son los mismos que los de las emociones básicas
presentados en el capítulo 4.”
Dados los límites de una investigación como esta, hay que dejar muchos temas importantes
sobre el soñar tales como los fármacos y el soñar, punto de investigación en el cual converge la
utilización de los medicamentos psiquiátricos con el fin de reducir el soñar en los casos de la
esquizofrenia. Los efectos de intervenciones quirúrgicas en el proceso de los sueños. El
conocimiento sobre las áreas de las emociones básicas como el placer/displacer, el miedo y la
ira.
“Cuando uno duerme, no puede irse a explorar o a buscar lo que le interesa por motivación.
Este tipo de comportamiento no es compatible con el dormir, y talvez es por esta razón que
soñamos. Parece una hipótesis razonable que los sueños ocurren en lugar de una acción
motivada. Es decir, en lugar de hacer algo en el mundo real, uno tiene un sueño.”37
Freud lo escribió hace más cien años “El sueño es un cumplimiento de deseo”, por eso el sueño
es un acto psíquico de pleno derecho y puede ser analizado en su enigmático contenido.
“Un proverbio parece, sin embargo, saberlo, pues pregunta: « ¿Con qué sueña el
ganso?», y responde: «Con el maíz». Toda la teoría que atribuye al sueño el carácter de
realización de deseos se halla contenida en estas dos frases. Observamos ahora que
hubiéramos llegado a nuestra teoría del sentido oculto de los sueños por el camino más
corto con sólo consultar el uso vulgar del lenguaje. La sabiduría popular habla a veces
37
Solms y Turnbull, Op. cit., p.212
38
Solms y Turnbull, Op. cit., p.216
con bastante desprecio de los sueños, parece querer dar la razón a la Ciencia cuando
juzga en un proverbio que «los sueños son vana espuma»; mas para el lenguaje corriente
es predominantemente el sueño el benéfico realizador de deseos. «Esto no me lo hubiera
figurado ni en sueños», exclama encantado aquel que encuentra superada por la realidad
sus esperanzas. 39
La observación de Freud muestra cómo el saber popular de todos los tiempos confirma que el
sueño es una realización de deseo. Según él, simultáneamente, “la sabiduría popular” le da la
razón a la ciencia al considerar los sueños como “vana espuma”. En este punto convergen la
teoría puramente orgánica de la necesidad como causa y el deseo. Es Freud quien rescata para
la ciencia el deseo del sueño.
Después de citar y comentar un artículo de Lacan en la revista Scilicet (1968, t.1, pp. 120-134),
(No se encuentra) advierte: “en determinado momento puede resultar útil especular sobre la
dicotomía que propone J. Lacan como eco de H. Ey, pero aunque aclara muchos puntos deja
otros en la sombra y no podría ser definitiva, es decir intemporal”. 40El sentido de su comentario
en esas páginas, está orientado a advertir que la posición de Lacan respecto a la alucinación
verbal, le es en parte, inadmisible. Le parece “que el saber no puede afirmarse como si fuese
tajante, dicotómico como paso de las tinieblas a la luz…” Es tarea de esta investigación
demostrar la conjetura de Lacan más allá de una crítica general y un poco ambigua.
Aunque la psiquiatría con Pinel se ocupó de clasificar cuadros clínicos generales como la
manía, la melancolía, el idiotismo y la demencia, no tuvo un interés particular por las
alucinaciones tal como E. Esquirol, su discípulo las formuló.
39
Freud Sigmund, Op. cit. Capítulo III, El sueño es una realización de deseos.
40
Lanteri-Laura, Alucinaciones, Op.cit., p.173
En su libro de 1838 titulado Des hallucinations, comienza con dos frases dignas de ser leídas
con atención: “Un hombre que tiene la íntima convicción de una sensación que percibe
actualmente cuando ningún objeto exterior que excite esta sensación llega a sus sentidos, se
encuentra en estado de alucinación: es un visionario”41 Se sigue de esta formulación que una
de las condiciones de este estado es la de la convicción, aunque no se considere como un
observador de algo externo. El visionario era además de alucinado, en algunos casos, era
alguien que profetizaba sobre el futuro lo que incluía revelaciones. No siempre sus vivencias
eran del tipo visual, había comunicaciones, mensajes...
“Sagar llama alucinaciones a las falsas percepciones que forman el primer orden de las
vesanias de su nosología. Linneo las incluye en el orden de las enfermedades de la
imaginación (imaginarii). Cullen las cataloga entre las enfermedades locales. Darwin, y
después los médicos ingleses, dieron el nombre de alucinación al delirio parcial que solo
afecta a un sentido, y no obstante lo emplean indistintamente como sinónimo de delirio.
Este síntoma de delirio ha sido confundido por todos los autores con las lesiones locales
de los sentidos, con la asociación viciosa de las ideas y con los efectos de la
imaginación”. 42
El modo como ilustra con casos clínicos abundantes, los momentos alucinatorios de diferentes
pacientes, le dan una autoridad sobre el tema y permiten sostener su lugar de pionero. Vale la
pena traer una frase que sirve como resumen de su posición, dice que podemos estar seguros
de que un paciente padece alucinaciones cuando: “tiene la íntima convicción de una sensación
actualmente percibida cuando ningún objeto que pueda excitar tal sensación está al alcance de
sus sentidos”. 43
Para Esquirol el rasgo diferencial de la alucinación es que “no hay ni sensación ni percepción
como tampoco en los sueños y en el sonambulismo, ya que los objetos exteriores dejan de
actuar sobre lo sentidos” Agrega: “En efecto, la alucinación es un fenómeno cerebral o psíquico
que se presenta independientemente de los sentidos”.44
41
Op. cit., Lanteri-Laura, p.48
42
Op. cit., Lanteri-Laura, p.48
43
Op. cit., Lanteri-Laura, p.53
44
Op. cit., Lanteri-Laura, p.49
Se puede deducir de estos textos fundadores sobre el tema desde la medicina, que Esquirol es
quien comienza la semiología de las alucinaciones en psiquiatría. El modo como ilustra con
casos clínicos abundantes, los momentos alucinatorios de diferentes pacientes, le dan una
autoridad sobre el tema y permiten sostener su lugar de pionero. Vale la pena traer una frase
que sirve como resumen de su posición, dice que podemos estar seguros de que un paciente
padece alucinaciones cuando: “tiene la íntima convicción de una sensación actualmente
percibida cuando ningún objeto que pueda excitar tal sensación está al alcance de sus
sentidos”. 45
Jules Seglas
En 1892, Jules Seglas publica Des troubles du langage chez les aliénés. En este libro postula
que es necesario separar las afasias y las demencias para comprender si estas pertenecían a
la neurología, en proceso de desarrollo, o si pertenecían al ámbito de la patología mental.
Su libro consta de tres partes, en la primera, trata de las perturbaciones del lenguaje hablado.
En la segunda, sobre las perturbaciones del lenguaje escrito y la tercera, sobre el lenguaje
mímico. En esta segunda parte estudia el problema de las alucinaciones verbales y separa las
alucinaciones verbales auditivas, visuales y psicomotrices, y se ocupa del estudio de diferentes
tipos de alucinados. Estas alucinaciones se centran en el estudio de la patología del lenguaje,
no tanto como alucinaciones, sino porque están referidas al mismo lenguaje, porque las
alucinaciones verbales son alucinaciones de palabras.
Seglas como investigador hace un recorrido por los autores que se ocuparon del problema
como Esquirol quien ubicaba las alucinaciones en una determinación periférica y sensorial, y
J.P. Falret que las consideraba como “un fenómeno meramente intelectual, un mero hecho de
ideación”. Hay otras discusiones con autores como Baillarguer y A. Tamburini.
Observa que en las alucinaciones del oído se pueden distinguir tres niveles de acuerdo a lo que
el sujeto considera escuchar: a veces ruidos confusos, mal precisados que se tornan en
onomatopeyas, o en otros casos, ruidos precisos como el sonar de las campanas o la lluvia. “En
los casos más complejos se trata de verdaderas voces que se dejan escuchar”. Propone utilizar
la campana de Charcot para diferenciar la sordera, la agnosia auditiva y la afasia sensorial.46
45
Op. cit., Lanteri-Laura, p.53
46
Lanteri-Laura, Las alucinaciones, Op. cit., págs. 79, 80
Añade que se trata de experiencias que se viven como perceptivas “pero un carácter constante
es que las palabras o frases que [las voces] pronuncian parecen venir de fuera, del exterior, y el
sujeto las percibe como si fueran emitidas en su presencia por un interlocutor y vinieran a
golpearle en el oído”.
En algunos casos es el eco del pensamiento, aunque un eco muy sensorial. Define así el
fenómeno: “no puede pensar sin escuchar la expresión clara en sus oídos de su propio
pensamiento”47
Pasa a desarrollar lo que clasificó como segundo grupo a partir de la separación que hizo entre
las alucinaciones que se relacionan con objetos o personas y un segundo grupo, según revistan
un carácter verbal.
47
Lanteri-Laura, Las alucinaciones, Op. cit., p.80
48
Seglas Jules, Alucinaciones psíquicas y pseudoalucinaciones verbales. Revista Afecttio Societatis, Departamento
de psicoanálisis de la Universidad de Antioquia. Vol. 12, No. 22, enero-junio del 2015, p.211
esta no reviste para el sujeto la apariencia de ser un objeto exterior; de este modo le falta
la nota característica que hemos reconocido en la verdadera alucinación”. 49
Es claro que Lacan reconoce aquí la estructura de la alucinación verbal como un efecto del
significante que divide al sujeto hasta la perplejidad algunas veces, como se verá en el caso del
Dr. Schreber.
Jacques Lacan se refiere a Seglas como quien introduce una “pequeña revolución” en el tema.
Claro está que los autores que trataron del tema de las alucinaciones no disponían de una
teoría del significante, lo que los llevaba a pesar de todo, a hacer observaciones muy finas en el
campo del fenómeno:
“Por supuesto, la pequeña revolución seglasiana está lejos de haber aportado la clave
del enigma. Séglas se quedó en la exploración fenoménica de la alucinación, y debió
modificar lo que su primera teoría tenía de demasiado absoluta. Devolvió su lugar a
algunas alucinaciones que son interiorizables en ese registro, y brindó claridades
clínicas y una finura en la descripción que no puede ser desconocidas les aconsejo
conocerlas52
49
Seglas Jules, Op. cit., p.216
50
Seglas Jules, Op. cit., p.220
51
Seglas Jules, Op. cit., p.220
52
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 3, 1955, Las psicosis, Paidós, Buenos Aires, 1984,p.39
En los reportes clínicos que aporta Lanteri-Laura precisa su campo: “pensamiento escuchado,
conversaciones de alma a alma, conversaciones interiores, voces interiores en la cuales la
función del lenguaje se encuentra evidentemente interesada, aunque al decir de quienes tienen
la experiencia, estas voces, si pueden considerarse voces, no poseen ni sonido ni altura ni
intensidad, ni timbre; no provienen del exterior y no pasan por los oídos; no ocupan un lugar
determinado en el espacio exterior del cuerpo”53 Se puede deducir de este comentario la
condición xenopática del fenómeno de ahí su extrañeza para el afectado por él.
Desde la antigüedad los estudios sobre el lenguaje, sus usos y origen, fue considerado como
perteneciente a la Filosofía del lenguaje. Se enuncian aquí los autores más destacados y
conocidos de la antigüedad clásica griega y algunos lingüistas del siglo XX.
Platón
Es Platón, con el diálogo El Cratilo, quien insiste en la diferencia entre lo natural y convencional
de las palabras, donde el significado de la palabra procede de su etimología, la que señala un
origen vinculado a la semejanza entre las palabras y los objetos a los que se refieren como
pertenecientes a un vínculo natural entre ellos; su fuente es Homero. Otra vertiente es la
convención que establecen los hombres para nombrar los objetos que pueden reconocer en
común.
Aristóteles
Las palabras habladas son símbolos o signos o afecciones o impresiones del alma; las
palabras escritas son los signos de las palabras habladas. Como no lo es la escritura,
53
Lanteri-Laura, Las alucinaciones, Op.cit., p.81
54
Tomado de: cvc.cervantes,es./lengua/thesaurus/pdf/38/TH_38_003_0.pdf
tampoco el habla es la misma para todas las razas humanas. Pero las afecciones
mentales, de las cuales estas palabras son todo signos, son iguales para toda la
humanidad como lo son también los objetos de los cuales aquellas afecciones son
representaciones o semejanzas, imágenes, copias […]55
Hay en este texto una concepción racionalista del lenguaje la que seguirá la tradición occidental
hasta nuestros días. La evolución del lenguaje según Aristóteles, va del lenguaje hablado al
escrito, siendo el hablado no solo primero sino más importante. Ferdinand de Saussure 1906,
privilegiará el habla y continuará las observaciones del maestro.
Aristóteles discrepa de Platón en el Cratilo pues considera que el significado de las palabras es
convencional, social y no de orden natural.
Estoicos
La Escuela estoica de la que se dispone de algunas fuentes, tenía una noción materialista del
lenguaje, su diferencia entre foné, sonido vocal, lexis, sonido articulado y logos como expresión
significativa, servían para ordenar el mundo del lenguaje. La noción de lekton como un signo
revelado por el sonido que es incorporal, es un aporte novedoso, el cual posteriormente los
autores modernos lo reconocerán como científico por su estructura material.
Agustín de Hipona
San Agustín considera que el fin del habla es enseñar y la función de enseñar es recordar. Al
retomar siglos después la clasificación de los estoicos, se vale de ella para dar cuenta del
mundo del lenguaje.
55
Tomado de Aristóteles, The Organon, London, William Heineman, 1949, Traducido por Jaime Bernal Leongómez.
De magistro, es el diálogo en el cual se explaya en sus demostraciones. Este diálogo de
profunda raigambre platónica se dedica a mostrar que el lenguaje tiene por objeto enseñar y
recordar. Siguiendo las tesis del diálogo El Menón de Platón, en donde enseñar es recordar, lo
que se logra mediante la pregunta y el diálogo; por eso el lenguaje para Agustín es una forma
de transmitir ideas y entre ellas las referidas a Dios, de ahí que el canto y la oración ocupen un
lugar importante en su enseñanza.
Las palabras tienen dos componentes, uno material y otro mental, la combinación de ambos
forma el signo. Se reconoce en esta teoría el trabajo que más tarde entre 1906 y 1911
Ferdinand de Saussure desarrollará en sus cursos de lingüística general.
El siglo XIX fue muy fecundo en relación a la filosofía del lenguaje, enunciar los autores que se
ocuparon del tema es una tarea que excede este comentario. Hay que tener en cuenta el efecto
que produjo el relato de los viajeros sobre las costumbres y las lenguas de pueblos
desconocidos. Este hecho llevó a muchos filósofos como Alexander von Humboldt a
interrogarse sobre el origen del lenguaje y su variedad. Las teorías de Darwin, 1871, sobre la
evolución de las especies orientó a muchos filósofos a atribuir un origen evolutivo al lenguaje:
desde la onomatopeya como fenómeno de imitación de la naturaleza, hasta los sonidos
guturales de los primates originarios.
Marx, Engels
Marx y Engels, 1876, atribuyen un origen social al lenguaje como efecto de la organización del
trabajo y la evolución de la aprehensión de la mano a la expresión en el lenguaje. Según ellos la
necesidad crea el órgano.
Babel
La historia religiosa con el mito de Babel como confusión de las lenguas en castigo al orgullo de
los hombres, lleva en nuestros días a algunos creyentes, a seguir sosteniendo que no hay sino
una lengua original que es la de “los primeros padres”, para su demostración citan la Biblia:
“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras” Génesis 11,1
El trabajo de los lingüistas de mediados del siglo XIX da cuenta de un esfuerzo por avanzar en
la lingüística con la intención de darle un carácter científico. La gramática comparada de
lenguas antiguas como el arameo, el sánscrito, las lenguas eslavas, les permitió descubrir el
indoeuropeo como fuente de las lenguas de occidente.56 Un libro como el de M. Brugmann
Linguistique historique et linguistique genérale al cual hace referencia de Saussure en sus
Souvenirs concernant se jeunesse et ses études, es un ejemplo de este trabajo comparativo. El
descubrimiento de las vocales nasales le dio un impulso importante a los estudios lingüístico.
Immanuel Kant
Lo primero que se deduce de este corto texto es que el campo de los sueños no pertenece a las
investigaciones de una Antropología pragmática, dado que de ellos no se pueden deducir reglas
de conducta. Kant vincula los sueños con la imaginación y por eso, aunque reporta el
56
Nota: El indoeuropeo como contexto original de la lengua que cubre espacios desde la India hasta Europa, es
tema polémico pues al lado de discusiones técnicas se filtran asuntos raciales y también temas de pseudociencia.
No obstante lo anterior, se sigue desarrollando investigación tanto en Francia como en España y otros países de
Europa. Hay otros grupos lingüísticos objeto de investigación permanente.
57
Kant Immanuel, Antropología en sentido pragmático, Alianza Editorial, Madrid 1991, traducción de José Gaos,
p.105
fenómeno, lo deja de lado. Para terminar esta intervención escribe hablando de los sueños que
él mismo reporta:
“nos vemos forzados a tener semejante fantasía por realidad, permanecerá eternamente
inexplicado. Pero bien se puede tener por seguro que no puede haber sueño sin sueños, y que
quien se figura no haber soñado ha olvidado simplemente sus sueños.”58
Con respecto al debilitamiento de la oposición entre fantasía y realidad en los sueños, Kant cita
el siguiente fragmento de Heráclito “Despiertos tenemos un mundo común, dormidos, tiene
cada cual el suyo”59 esta tensión entre la realidad y la fantasía ocupará un lugar preponderante
en su análisis de las enfermedades del alma, llevado a cabo en el Libro primero dedicado a la
facultad de conocer, en el cual el parágrafo 46 está dedicado a las debilidades del alma en su
capacidad de conocer; allí realiza una división general de las enfermedades que se subdivide
en dos grandes géneros, la hipocondría o enfermedad de los grillos [grillenkrnakheit] y la manía
o perturbación mental [gestörte gemüt] que define del siguiente modo:
Esta división encuentra su eje articulador en que todas sus variedades constan de una
transgresión de los límites del sano entendimiento; cuando esta transgresión se da en el campo
de la representación mental da por resultado la amencia [unsinnigkeit] o demencia [wahnsinn] y
cuando se da en el campo del juicio da por resultado la insania [wahnwitz] o vesania [aberwitz].
58
Kant, Op. cit., p.106
59
Heráclito, fragmento 89, Diels
60
Kant, Op. cit., p.118
con las leyes de la experiencia (sueña despierto), es un fantaseador (cazador de grillos)”61, si el
fantaseador fantasea con emoción es un entusiasta que sufre de arrebatos llamados raptos de
fantasía; de modo similar, si a la demencia, como trastorno de la representación mental, se
suma la emoción, tenemos por resultado el frenesí [tollheit] “que puede ser frecuentemente
original, pero a la vez acometer involuntariamente, y entonces, como el furor poético
[dichterische begeisterung], linda con el genio; mas un ataque semejante, de afluencia fácil,
62
pero desordenada, de ideas, cuando afecta a la razón, se dice delirio [verruckheit].” Cabe
señalar en esta definición del delirio dada por Kant el énfasis puesto en la razón para diferenciar
los casos de inspiración poética de aquellos de locura, ya que en los afectados por la segunda
el flujo fácil e involuntario de ideas afecta a la razón mientras que en los primeros, al
mantenerse la razón sin afectación, se da el genio.
Kant realiza una diferenciación entre debilidades y enfermedades del alma, en tanto los
afectados por las segundas deben ser recluidos en un asilo y ser sometidos al orden por la
razón ajena; entre las debilidades incluye al necio, al honrado, al avispado, al simple, al
estúpido, al ignorante, entre otros; mientras que entre las enfermedades destacan la
hipocondría y la manía; en el caso de la hipocondría las imaginaciones de males corporales se
toman por reales o los males reales se tornan en fuente de imaginaciones de toda clase de
graves sucesos exteriores; la tensión y confusión entre realidad e imaginación da el marco
general de esta enfermedad, “el hipocondriaco es un cazador de grillos (fantaseador)” 63
; en la
primera parte del parágrafo 51 Kant realiza una distinción entre delirios orgánicos y psíquicos
“El delirio del que se halla despierto, pero en estado febril, es una enfermedad corporal y
necesita de prescripciones médicas. Solo el delirante en que el médico no percibe estos
ataques morbosos, se dice loco”64, de modo que para Kant la locura se restringe a la facultad
del conocer, a una afectación de la razón y en este sentido confluye con la idea que sostendrá
Lacan de la locura como un fenómeno del pensamiento y no del organismo.
Por último, Kant realiza una división de la locura en tumultuosa, metódica y sistemática; de
suerte que la amencia como “incapacidad de poner las representaciones en la conexión
necesaria para que sea posible la experiencia”65 es una locura tumultuosa; la demencia como
“aquella perturbación mental en que todo lo que refiere el loco es, sin duda, conforme a las
61
Kant, Op. cit., p.106
62
Kant, Op. cit., p.119
63
Kant, Op. cit., p.132
64
Kant, Op. cit., p.133
65
Kant, Op. cit., p.135
leyes formales del pensar, que hacen posible una experiencia, mas a causa de una falsa
imaginación plástica se tienen por percepciones representaciones facticias”66 es una locura
metódica (una disposición especial para enfurecer con razón); la insania como aquella
enfermedad del alma en que “la mente es engañada por analogías que se confunden con
conceptos de cosas semejantes entre sí, y de esta suerte la imaginación desarrolla un juego
semejante al del entendimiento”67 es una locura fragmentaria; y la vesania en tanto enfermedad
de una razón perturbada en la que “el enfermo psíquico se remonta por encima de la escala
entera de la experiencia (…) se figura concebir lo inconcebible” es una locura sistemática.
De esta última Kant subraya que no es “meramente desorden y desviación de la regla para el
uso de la razón, sino también una positiva sinrazón, esto es, otra regla (…) desde la cual se ve
de otro modo todos los objetos, y saliendo del sensorius communis, que se requiere para la
unidad de la vida (animal), se encuentra desplazado a un lugar alejado de él (de donde la
palabra verrückung [remoción y locura])” 68
, Kant se admira ante el hecho de que “las fuerzas
del alma destrozada se coordinen, sin embargo, en un sistema, y la naturaleza tienda incluso en
la sinrazón a introducir un principio que las una”69, intento de curación por parte de la psicosis o
locura a través de la sistematización de un delirio o principio, señalado también por Freud y
Lacan como respuesta al fenómeno de la alucinación que perturba a la razón y deja a las
fuerzas del alma destrozadas.
Merleau Ponty
“La fenomenología es estudio de las esencias y, según ella, todos los problemas se
resuelven en la definición de esencia: la esencia de la percepción, la esencia de la
consciencia, por ejemplo. Pero la fenomenología es asimismo una filosofía que re-sitúa
las esencias dentro de la existencia y no cree que pueda comprenderse al hombre y al
mundo más que a partir de su “facticidad”. Es una filosofía trascendental que deja en
66
Kant, Op. cit., p.135
67
Kant, Op. cit., p.136
68
Kant, Op. cit., p.137
69
Kant, Op. cit., p.137
suspenso, para comprenderlas, las afirmaciones de la actitud natural, siendo además una
filosofía para la cual el mundo siempre “está ahí”, ya antes de la reflexión, como una
presencia inajenable, y cuyo esfuerzo total estriba en volver a encontrar este contacto
ingenuo con el mundo para finalmente otorgarle un estatuto filosófico.”70
Se destaca en este prólogo la afirmación de acento husserliano: “filosofía para la cual el mundo
siempre está ahí, ya antes de la reflexión.” Sus referencias bibliográficas incluyen los principales
escritos de Edmund Husserl Logische Untersuchungen, 1928, traducido al español
Meditaciones lógicas. De este cita además, cerca de nueve artículos y ponencias.
Fenomenología de la percepción
Hace un recorrido por la noción de cuerpo como objeto y la fisiología mecanicista; el cuerpo de
la psicología clásica; el cuerpo y la espacialidad y la motricidad; el cuerpo como ser sexuado; el
cuerpo como expresión y palabra.
En la segunda parte, después de desarrollar las relaciones del cuerpo con las cosas y el
mundo natural, pasa a hacer una exposición sobre la alucinación que es lo que se escoge para
los efectos de esta investigación. Se deja de lado la tercera parte donde desarrolla conceptos
sobre el cogito, la temporalidad, la libertad.
70
Merleau Ponty Maurice, La fenomenología de la percepción, Planeta Agostini, 1984. Traducción de Jean Cabanes,
p.7
Se examina ahora la alucinación que pertenece a la segunda parte “el mundo percibido” en el
apartado III. La cosa y el mundo natural. La primera frase que escribe sirve de orientación al
desarrollo de su escrito:
“La alucinación desintegra lo real ante nuestros ojos, lo sustituye por una semirrealidad;
de las dos formas el fenómeno alucinatorio nos vuelve a los fundamentos prelógicos de
nuestro conocimiento y confirma lo que acabamos de decir a propósito de la cosa y el
mundo. El hecho capital es que los enfermos distinguen, la mayor parte del tiempo, sus
alucinaciones y sus percepciones.” 71
Es importante esta distinción señalada por Merleau Ponty entre percepción y alucinación,
porque es lo que le permite hacer una crítica al empirismo en tanto este quiere explicar la
alucinación como una percepción, que sería efecto de ciertas causas fisiológicas, actualmente
se encuentra esta posición en las neurociencias con su hipótesis de los neurotransmisores.
Critica el autor también las hipótesis intelectualistas en que suponen la prioridad del
pensamiento objetivo. En este punto de la suposición tanto los empiristas como los
intelectualistas coinciden. Escribe el autor:
“Dado que la alucinación no es un contenido sensorial, no queda más que considerarla como un
juicio, como una interpretación o como una creencia.”72 Pero los pacientes no creen en su
alucinación como el producto de un objeto percibido. Su juicio alucinado no es una creencia:
“La alucinación no es un juicio una creencia temeraria, por las mismas razones que
impiden que sea un contenido sensorial: el juicio o la creencia no podrían consistir más
que en proponer la alucinación como verdadera, y es precisamente lo que no hacen los
enfermos. En el plano del juicio distinguen la alucinación y la percepción, en todo caso
argumentan contra sus alucinaciones: los ratones no pueden salir de la boca para entrar
en el estómago.”73
“La cosa alucinatoria no es, como una cosa verdadera, un ser profundo que contrae en
sí mismo una espesura de duración, y la alucinación no es, como la percepción, mi presa
concreta sobre el tiempo en un presente vivo. Se desliza por el tiempo como por el
71
Merleau Ponty, Op. cit., p.347
72
Merleau Ponty, Op. cit., p.348
73
Merleau Ponty, Op. cit., p.348
mundo. La persona que me habla en sueños ni siquiera abre los labios, su pensamiento
se comunica mágicamente a mí, sé lo que me dice incluso antes de que haya dicho nada.
La alucinación no está en el mundo sino “frente” al mismo, porque el cuerpo del
alucinado ha perdido su inserción en el sistema de las apariencias. Toda alucinación es,
primero, alucinación del propio cuerpo. “Es como si yo oyera con mi propia boca”. “El
que habla se sostiene en mis labios”, dicen los enfermos.”74
En esta cita hay una analogía con el sueño tal como se pudo leer en Freud en la primera parte
de la investigación: Freud considera la alucinación como una forma de regresión similar al
sueño.
74
Merleau Ponty, Op. cit., p.352
75
Merleau Ponty, Op. cit., p.354
satisfecho con ella. Pero, ¿localizan ustedes el núcleo del problema, y la distancia en que
irreductiblemente se mantiene Merleau-Ponty respecto de la experiencia analítica?
“La noción de comprensión tiene una significación muy neta. Es un resorte del que
Jaspers hizo, bajo el nombre de relación de comprensión, el pivote de toda su
psicopatología llamada general. Consiste en pensar que hay cosas que son obvias, que,
por ejemplo, cuando alguien está triste se debe a que no tiene lo que su corazón anhela.
Nada más falso: hay personas que tienen todo lo que anhela su corazón y que están
tristes de todos modos. La tristeza es una pasión de naturaleza muy diferente.”76
Consideraciones éticas
Se respetarán a los autores y sus fuentes. Nuestra investigación es inédita y se harán los
respectivos reconocimientos a los participantes de la misma.
Justificación
76
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 3, 1955-1956, Clase 1, 16 de noviembre de 1955. Tomado de Folio.
De acuerdo con la pregunta de esta investigación, se considera que la hipótesis de Jacques
Lacan sobre la alucinación verbal como efecto de la forclusión del Nombre-del-Padre, se
justifica como tema de investigación dada sus implicaciones tanto para el campo de la
Psiquiatría en relación a los fenómenos alucinatorios, como también para el campo de la
psicopatología clínica de la Psicología.
Jacques Lacan (1901-1981), médico psiquiatra nacido en París, escribió su tesis para obtener
el título de doctor en psiquiatría, a la que tituló De La psicosis paranoica en sus relaciones con
la personalidad, 193277; con ella alcanzó un lugar notable en el campo de la psiquiatría de su
tiempo por su formulación de un nuevo síndrome denominado paranoia de autopunición. El
trabajo de entrevistas diarias durante 15 meses con su paciente, a la cual dio el pseudónimo
Aimée, llamada Marguerite Anzieu, dio por resultado esa producción. La publicación en 1932
obtuvo comentarios elogiosos desde el campo de la psiquiatría, como de algunos autores
surrealistas, entre ellos Dalí.
La temprana investigación hecha por el joven psiquiatra supuso una revisión bibliográfica de
cerca de 135 obras de autores de la psiquiatría del siglo XIX en sus lenguas originales, que van
desde Esquirol, Kraepelin, Kretschmer, Jaspers, Janet, etc. Critica las teorías de la
personalidad y las de origen comprensivo cuyo autor destacado era Karl Jaspers.
Metodología
77
Lacan Jacques, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, Siglo XXI, México, 1976
78
Lacan Jacques, Escritos I, Acerca de la causalidad psíquica, Siglo XXI, México, 1984, p.153
“Pues bien, a nosotros los analistas nos interesa esta hermenéutica porque la vía de
desarrollo de la significación que propone se confunde, para muchos, con lo que el
análisis llama interpretación. Sucede que, si bien esta interpretación no debe concebirse
en absoluto en el mismo sentido que dicha hermenéutica, ésta, por su parte, se
aprovecha de ella gustosa. Por este lado, vemos un canal de comunicación, al menos,
entre el psicoanálisis y el registro religioso. Lo volveremos a encontrar a su hora.”79
“Los pensamientos del sueño y contenido del sueño se nos presentan como dos
figuraciones del mismo contenido en dos lenguajes diferentes; mejor dicho, el contenido
del sueño se nos aparece como una trasferencia de los pensamientos del sueño a otro
modo de expresión, cuyos signos y leyes de articulación debemos aprender a discernir
por vía de comparación entre el original y su copia.”80
Este campo de la lectura en el psicoanálisis crea una tradición: Freud lee La memorias de un
enfermo de los nervios de D.P. Schreber, Lacan lee lo que Freud leyó de ellas, y además se
ocupó de la escritura de James Joyce. El significante y la escritura son el material de la
investigación en psicoanálisis. Cuando se habla de la verificación de los resultados de una cura
analítica, el recurso que creó Lacan para constatar el paso del analizante a analista que serviría
para identificar un analista, es denominado Pase.
79
Lacan Jacques, El Seminario, Libro 11, 19…Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós , Buenos
Aires, 19…, Clase del 15 de enero de 1964
80
Freud Sigmund, La interpretación de los sueños, 1900, Amorrortu, Buenos Aires, 1976, Obras completas, Vol. V,
p.345