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CLASE 1 (Referencias al ser: p. 11 – p 12 - p.

16)

A la altura de las primeras clases del seminario seis, Lacan plantea la posibilidad de situar el
sujeto en el grafo el deseo, a partir de una serie de niveles que dan cuenta de un proceso, en el
cual no se trata tanto de etapas pues no hay una evolución que deje tras de sí niveles de
inmadurez en el camino sino más bien de un proceso generativo “Il faut bien que le sujet y
prenne sa place, mais n'y voyez pas d'étapes au sens où il s'agirait d'étapes typiques, d'étapes
d'évolution, il s'agit plutôt d'une génération, et pour marquer l'antériorité logique de chacun
de ces schémas sur celui qui le suit.” Un grafo en el que la dimensión temporal de los procesos
es lógica y no cronológica, de modo que más que etapas de madurez hay allí formulaciones
lógicas, afirmaciones y juicios de atribución que permiten la ubicación de la necesidad, la
demanda y el deseo en la relación del sujeto con el otro, a partir de su captura en el
significante.

En primer lugar cabe destacar que el inconsciente es evidenciado y revelado por una serie de
fenómenos que por sus características de actos aparentemente inacabados, errados,
desechables, triviales, pueden calificarse como residuales; es así que la psicopatología de la
vida cotidiana, el chiste y el sueño en sus relaciones con el inconsciente y con el deseo, y toda
la serie de los tropiezos, traspiés, trastrocamientos, entre otros, forman el fundamento de la
primera tópica que será teorizada más tarde en la metapsicología Freudiana; Freud descubre
en estos fenómenos, más allá de su envoltura formal de residuo, la manifestación de algo que
puede nombrarse como un deseo, pero un deseo particular, uno que no es consciente, un
deseo que no es aquel abrazado y contemplado por la voluntad bajo la forma de un anhelo o
de una meta. (Wunsh / Begrieff – Desir / Voeu)

Este deseo se presenta en una relación de oposición y de tensión a la voluntad, y de allí la


importancia dada por Freud al concepto de defensa, pues el yo se defiende de éste deseo
inconsciente que lo acecha en cada traspiés y en cada noche al dormir; es por esto que en un
comienzo las entidades clínicas son nombradas por Freud como neuro-psicosis de defensa, en
tanto la experiencia radical y central en estas estructuras patológicas es la producción de una
defensa ante el deseo inconsciente.

Cómo definir el deseo será la pregunta fundamental que se plantea Lacan, y en la respuesta
que propone, el ser ocupa un lugar intrínseco al deseo; pero primero, Lacan señala las
definiciones clásicas que se han dado el deseo, pasando por la poesía mística inglesa y por la
filosofía de Spinoza y de Aristóteles, cuyas éticas ubican al deseo o bien como la esencia o
como la bestialidad que escapa al dominio por parte del yo; <el deseo es la esencia del
hombre>, <el hombre piensa con su alma> y <el sujeto se defiende con su yo postulan a
grandes rasgos tres posiciones diversas frente al deseo, pues en el caso de Aristóteles podría
afirmarse que el hombre desea (Epithimia, Thymos, Boulesis) con su alma (Cf, De Anima). Pero
para Lacan el punto de especifidad Freudiano consiste en definir la ley de la subjetividad como
aquello que “l'analyse met spécialement en relief, sa dépendance fondamentale de langage
est quelque chose de tellement essentiel que littéralement sur ceci glisse toute la psychologie
elle-même.” P. 8 En este sentido la inherencia de la sensibilidad a la subjetividad será ya no
una relación inmediata como para la psicología evolutiva basada en el par estimulo – respuesta
sino una relación mediata, mediada por el lenguaje en tanto el estimulo esta ya inmiscuido en
el código, “c'est que le stimulus y est donné en fonction d'un code qui impose son ordre, au
besoin qui doit s'y traduire.” P. 8

Lacan ubicará esta relación de captura del sujeto en el lenguaje en el grafo, por medio del
esbozo del primer proceso que consiste en la relación entre la cadena de significantes y la
cadena de la intención del sujeto, que en este caso resume la línea de la necesidad, allí donde
el sujeto se encuentra en el estado de una estúpida e inefable existencia, tanto como para que
sea más preciso hablar en esa estado primario de un Ça poblado de tendencias, de
inclinaciones, que para expresarse al otro bajo la forma del mensaje deben cruzarse con la
línea de significantes y ya entonces el sujeto queda atrapado en el lenguaje aunque todavía no
sepa hablar; las dimensiones de la simultaneidad y la sucesión se corresponden con la batería y
la cadena respectivamente; y el mensaje que se esboza allí en tanto búsqueda de satisfacción
de la tendencia, es una demanda al otro, un pedido.

Pero aquí, en la formulación de la demanda, aun estamos en el nivel de la captura del sujeto
en el lenguaje, esto es, en una pasividad del sujeto ante la cadena y la batería, ante un uso
lenguajero de las palabras que tiene un más allá que coincide con el segundo proceso que se
genera en el grafo: “je vous l'ai dit, c'est dans l'expérience de l'Autre, en tant qu'Autre ayant
un désir, que se produit cette deuxième étape de l'expérience. Le désir [d], dès son apparition,
son origine, se manifeste dans cet intervalle, cette béance qui sépare l'articulation pure et
simple - langagière - de la parole, de ceci qui marque que le sujet y réalise quelque chose de
lui-même qui n'a de portée, de sens, que par rapport à cette émission de la parole et qui est à
proprement parler ce que le langage appelle son être.” P. 11 Dos procesos entonces entre los
cuales se sitúa el deseo, y que en el segundo tiempo, el de la experiencia del Otro, permite
hablar del ser como la emisión de la palabra que le permite al sujeto realizar algo de sí mismo;
de modo que la secuencia lógica sería Necesidad, demanda, deseo, y realización en el sujeto
por medio de la emisión de la palabra que es su ser mismo.

Tanto la necesidad como la demanda y el deseo tienen su lugar especificado en el grafo, no así
el ser y cabe entonces preguntarse en dónde ubicarlo a la luz de la siguiente afirmación de
Lacan sobre el horizonte del ser: “C'est entre : –les avatars de sa demande et ce que ces
avatars l'ont fait devenir, – et d'autre part cette exigence de reconnaissance par l'Autre, qu'on
peut appeler exigence d'amour à l'occasion, où se situe un horizon d'être pour le sujet, dont il
s'agit de savoir si le sujet, oui ou non, peut l'atteindre. “ p. 12 Para desarrollar este punto es
preciso analizar a que refiere la exigencia de reconocimiento por el Otro, pues esta exigencia
deriva de la experiencia originaria de la angustia ante el desamparo, que lleva al infante a
asegurarse por todos los medios el amor de sus parientes protectores y omnipotentes, como
medio de defensa ante la angustia; el sujeto manifiesta la demanda de amor, la exigencia de
reconocimiento salvífico por parte del Otro potente que le asegura un horizonte de ser.

Esta exigencia al Otro, esta experiencia del Otro, expresada con un ¿Qué quieres? (che vuoi?)
que revela la inquietud del sujeto por la dimensión deseante del Otro a la vez que revela la raíz
de su propio deseo en el deseo del Otro, abre paso al tercer proceso, ya el lenguaje no es solo
padecido sino que se establece un más allá del uso lenguajero de las palabras para expresar las
demandas, y esta es propiamente hablando la dimensión del inconsciente: “ce quelque chose
qui met toujours le sujet à une certaine distance de son être et qui fait que précisément cet
être ne le rejoint jamais, et que c'est pour cela qu'il est nécessaire qu'il ne peut faire
autrement que d'atteindre son être dans cette métonymie de l'être dans le sujet qu'est le
désir.” P. 16

De modo que entre el uso puramente instrumental del lenguaje y la dimensión de más allá del
lenguaje que pone al sujeto a distancia de su ser, que le ubica su ser en el horizonte, en el
punto de fuga al que se dirige el deseo vía los caminos inagotables de la metonimia, se
encuentra el inconsciente, dimensión que asegura en el sujeto una falta de ser, un ser al que
algo le hace falta, pues el inconsciente en cuanto de cadena de significantes está afectado por
la falta de un significante particular, el del falo, y esta falta de significante (o significante de la
falta) que afecta al inconsciente lleva al sujeto a vivenciar el complejo de castración; entre el
significante del Otro s(A) y el significante donado por el Otro S(A/), aparece este significante
faltante bajo la forma del objeto a.

“entré lui-même dans la parole et par là dans la relation à l'Autre comme tel, comme lieu de la
parole …il y a un signifiant qui manque toujours. Pourquoi ? Parce que c'est un signifiant, et le
signifiant est spécialement délégué au rapport du sujet avec le signifiant. Ce signifiant a un
nom, c'est le phallus. – Le désir est la métonymie de l'être dans le sujet. – Le phallus est la
métonymie du sujet dans l'être. “ p. 16

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