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El Estado de Bienestar. Antecedentes y Origen.


El Estado de Bienestar o Estado Social de Derecho o Estado Benefactor, entre otras tantas
denominaciones que ha recibido, comienza a gestarse a fines del siglo XIX y comienzos del XX,
se va consolidando en las décadas del ´20 y ´30 para expandirse luego de la Segunda Guerra
Mundial

Es el producto de una evolución política, social y económica en ese período, en el que


confluyeron:

• La implementación del sufragio universal que erosionó las bases de un Estado Liberal
basado en el sufragio de las clases poseedoras.
• La Primera Guerra Mundial y sus consecuencias
• La crisis de 1929 con sus problemáticos efectos y extenso paro obrero, problemas que
agudizaron las luchas sociales.
• La presión creciente del movimiento obrero.

Cabe señalar asimismo el deterioro sobre la idea misma del Estado de Derecho que significó el
fascismo en Europa, su totalitarismo e intervención para el desastroso saldo de la Segunda
Guerra Mundial

La acumulación de estos factores tornó inviable la estructura del Estado Liberal legitimado sólo
por su función de garantizar exclusivamente los derechos individuales, asegurar la justicia, la
protección exterior e interior y las obras públicas indispensables. Como hemos visto en el módulo
correspondiente, cualquier otra atribución constituía abuso de poder y una innecesaria y
reprobable injerencia sobre la sociedad civil.

Ese Estado gendarme (que a la vez se había fortalecido militarmente en articulación con su
expansión económica provocando las guerras) erosionó su legitimidad al no poder mantener la
paz ni desempeñarse, por su abstencionismo socioeconómico, frente a las grave situación
socioeconómica imperante. Más aún, se lo comienza a culpar señalándose que ese desastre
económico y social es producto de la ausencia del Estado.

En acuerdo con Picó (1989) señalamos que así surgía un nuevo modelo de Estado, que
permanecería durante 30 años, alcanzando un crecimiento económico sin precedentes,
garantizando como nunca antes el nivel de vida, empleo u acceso a servicios sociales básicos, e
impulsando el consenso entre las distintas fuerzas sociales.

Materia: Teoría Política I -1-


Profesora: Marcela Tello
Etapas

Varios autores coinciden en identificar las siguientes etapas en la construcción del Estado de
Bienestar.

1.- Fase de Experimentación (1870-1925)

En esta fase se articula la interrelación entre seguridad social y democracia.

Paulatinamente se sustituye el concepto de seguridad liberal burgués (según el cual sólo


correspondía la protección de la vida y de la propiedad siendo las necesidades sociales un asunto
del que debía ocuparse el propio individuo o socorrido éste por la caridad) por el de seguridad
socioeconómica, el cual implica acciones positivas de las instituciones públicas para
garantizar la atención de problemas socioeconómicos.

El reconocimiento de estos “derechos sociales” y las primeras leyes de protección social se


producen al ritmo del proceso de expansión del sufragio (masculino y femenino) y consolidación
de la democracia política.

Ejemplifican esta primera etapa la experiencia de Bismarck en Prusia del siglo XIX y la de la
República de Weimar (1919 – 1933) lo que incluyó la sanción de una Constitución que reconocía
expresamente estos derechos sociales.

2.- Fase de Consolidación (a partir de los ´30 y hasta finales de la Segunda Guerra
Mundial)

En esta fase se produce una reestructuración de las relaciones Estado-economía abriendo


legítimamente la acción interventora del Estado.

Luego de la crisis de 1929 comienza a redefinirse el papel de Estado, que incrementa su


intervención frente al desempleo masivo, destinando fondos públicos a la creación de servicios
sociales.

Esta nueva intervención del Estado organizando la sociedad produce cambios importantes en su
estructura, ampliando su capacidad de gasto y aumentando la cantidad de agentes públicos o
personal administrativo.

Ejemplificando este período deben señalarse el New Deal norteamericano y el llamado


“compromiso histórico sueco”

3.- Fase de Expansión (a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, con
apogeo en 1950 – 1970)

Tras la Segunda Guerra Mundial la sensación generalizada fue que la intervención estatal era
imprescindible para el crecimiento económico en el marco del capitalismo y la generación del
bienestar social necesario para garantizar la paz y la democracia.

Para ello, el Estado debe adquirir una nueva estructura jurídico-política capaz de articular un
orden social y económico diferente.

Materia: Teoría Política I -2-


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Para la comprensión cabal de este nuevo modelo estatal abordaremos con más detalle cada una
de sus dimensiones.

Supuestos político-ideológicos

Para algunos autores como Cotarelo (1990) y Bonetto (2001), el origen del Estado de Bienestar
puede remontarse a la revolución de 18481.

De este modo, se destacan como antecedentes las propuestas doctrinarias de Louis Blanc que
conjugaban el Estado, el derecho y la vía pacífica para alcanzar las demandas de la clase
trabajadora en aras de su emancipación.

Herman Heller, por su parte, formuló la concepción de “Estado Social de Derecho”, a partir del
reconocimiento de que tanto el Estado de Derecho como el sistema democrático mismo estaban
en crisis por su incapacidad para oponerse a los dos frentes de irracionalidad imperantes: la del
sistema capitalista y sus consecuencias económicas, sociales y políticas negativas; y el peligro de
la irracionalidad fascista.

Para Heller, la solución residía, no en el abandono del Estado de Derecho, si no en otorgarle


contenido económico y social al Estado de Derecho mediante la incorporación de un nuevo orden
laboral y de distribución de bienes.

Pese a estos aportes, debe señalarse que, fundamentalmente, el núcleo teórico doctrinario del
Estado de Bienestar se apoya más en las propuestas programáticas de socialdemócratas,
laboristas y reformistas social cristianos, que en textos de importantes autores. Todas éstas
pueden encontrar sus ejes doctrinarios comunes en la propuesta del Report Beveridge (1942) y
la política económica keynesiana, que constituyeron dos respuestas sociales y económicas a la
depresión y crisis de post guerra.

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La oleada revolucionaria que se extendió durante 1848 por gran parte de Europa, además de su significado político
tuvo un marcado carácter social. Francia, Austria, Alemania, Suiza, al igual que otros Estados, constituyeron
escenarios en los que la clase trabajadora intervino en forma de protestas y motines junto a la pequeña burguesía
liberal, frente a los intereses de la alta burguesía que acaparaba los resortes del poder. Sus demandas se centraron en
una ampliación de los derechos y libertades conquistados durante la Convención Nacional francesa de 1793: sufragio
universal masculino, democracia, asistencia social a los desfavorecidos, derecho al trabajo, libre sindicación, etc.

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EL INFORME BEVERIDGE – 1942

William Henry Beveridge fue un economista, y reformador social. Su principal aportación fue el informe que
realizara por encargo del Ministro de Trabajo Británico.

Este proyecto entendía la seguridad social sin límites de ningún tipo (esto es: universal), y formada sobre la base de
una legislación social vinculante. Su verdadera innovación fue considerar que la ayuda social no era un mero
parche a los desperfectos de la economía, o un servicio de “caridad estatal”, sino que, por el contrario, el bienestar
de la sociedad era una “responsabilidad del Estado”. La asunción por parte del estado de los gastos de enfermedad
y de las pensiones de jubilación permitiría a la industria nacional beneficiarse del aumento de la productividad, y
como consecuencia, de la competitividad.

En concreto, el informe sostiene que todo ciudadano en edad laboral debe pagar una serie de tasas sociales
semanales, con el objetivo de poder establecer una serie de prestaciones en caso de enfermedad, paro, jubilación y
otras. Ese sistema permitirá asegurar un nivel de vida mínimo por debajo del cual nadie debe caer. En 1944, publicó
una segunda obra en el que declara que la puesta en marcha de un eficaz sistema de protección social exige una
situación de pleno empleo. En este punto sus ideas progresistas convergen con las de otro economista británico,
John Maynard Keynes.

Al terminar la guerra, el Partido Laborista gana las elecciones al conservador Winston Churchill. El nuevo primer
ministro anuncia entonces la puesta en marcha del Estado del Bienestar, tal y como había sido definido en el primer
informe Beveridge.

Haciendo un esfuerzo de orden y síntesis, puede afirmarse que el Estado de Bienestar:

• Se concibe como la síntesis de dos principios hasta entonces excluyentes: la libertad y


la igualdad.

• No niega los valores básicos del Estado Liberal (libertad, propiedad privada, seguridad
jurídica) si no que pretende hacerlos efectivos dándoles una base y un contenido
material. Es imposible el ejercicio de la libertad si no es acompañada de condiciones de
existencia que la hagan posible.

• La participación política debe perfeccionarse con una participación en el producto


nacional a través de un sistema de prestaciones sociales así como una participación en la
democracia interna de las organizaciones y empresas vía cogestión y autogestión.

• Constituye una obligación del Estado realizar acciones que garanticen al hombre
condiciones de existencia que no pueda asegurarse por sí mismo.

• La satisfacción de las condiciones básicas de existencia y la mejoría constante de las


mismas son la base de la legitimidad del sistema.

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• También es la base del consenso y de la disminución de la intensidad de la lucha de
clases y energía revolucionaria de los partidos obreros.

Queda claro el sentido reformista de este nuevo Estado respecto al Estado Liberal, manifiesto en
expresiones como las siguientes:

- De la asignación de derechos sin mención de contenido propia del Estado liberal, a la


distribución de bienes jurídicos se contenido material.

- De la ciudadanía política a la ciudadanía social.

- De un Estado reducido cuya expansión constituía un peligro a un nuevo modelo en el que la


acción del Estado es la garante de la vigencia de los valores sociales.

Estas prestaciones mínimas garantizadas son sintetizadas por García Pelayo (1980) en:

1.- La fijación de un salario vital mínimo con independencia de la ocupación y actualizado


periódicamente

2.- La procura de un puesto de trabajo para todo ciudadano útil, para lo cual ha de desarrollarse
una política de pleno empleo.

3.- La atención de los que estén incapacitados para el trabajo temporal o permanente.

4.- El acrecentamiento de las posibilidades vitales de la población y especialmente de las masas


de empleados y obreros, acrecentamiento que se actualiza:

a) mediante una justa distribución de ingresos a todos los niveles de acuerdo con la
coyuntura económica

b) mediante el creciente acceso a los bienes culturales, lo que, por otra parte, es un requisito
para la reproducción de un sistema sustentado sobre la innovación o al menos sobre la
posesión de los conocimientos tecnológicos

c) mediante la expansión y el perfeccionamiento de los servicios sociales a través,


principalmente, de sistemas de seguros.

Supuestos económicos.

La Teoría de Keynes tuvo un efecto fundamental al considerarse el


modelo económico del Estado Social de Derecho.

La teoría keynesiana pretendía paliar los efectos de la depresión


actuando sobre la demanda a través del Estado, tratando de
asegurar un alto nivel de actividad económica y pleno empleo.

A diferencia del capitalismo clásico, el keynesianismo propone que


para dar crecimiento a la producción no es necesario disminuir el
consumo de las masas trabajadoras si no, por el contrario, debe
incrementarla.
La expansión del nivel de salarios y prestaciones sociales impacta

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sobre gran cantidad de trabajadores que, conformando la demanda efectiva, acrecientan la
producción.

Es en este marco que los programas de bienestar implementados por el Estado se justificaban no
sólo por cubrir las necesidades básicas de la población si no porque constituían políticas para
reavivar el consumo. De allí que la reformulación keynesiana se caracterizara por el crecimiento
constante de la producción, ligada al crecimiento constante del consumo.

Cabe destacar que la propuesta de Keynes surge en un contexto histórico en el que ya


empezaban a aplicarse medidas de política económica que serían características y habituales en
el Estado de Bienestar. Es sencillo comprender la semejanza de las ideas keynesianas con el
Nuevo pacto Sueco y el New Deal de Roosevelt, todas ideas generadas en un mismo contexto
histórico.

La coincidencia entre el keynesianismo y el nuevo auge del Estado tras la Segunda Guerra
Mundial dio lugar a:

• Una expansión estatal sin precedentes tanto en la gestión pública de la economía

• La redistribución de la renta mediante un plan general.

• La conformación de un poderoso sector público de la economía (nacionalizaciones,


particularmente en materia de servicios públicos)

• La planificación de la economía estatal, mediante la ley y el control parlamentario y con


carácter indicativo ( y no imperativo como el caso soviético)

Estructura del Estado de Bienestar.

Una nueva relación Estado-Sociedad: El Estado de Bienestar, concebido como regulador


decisivo de la sociedad, rompe con el viejo orden político liberal de distinción-oposición entre
Estado y sociedad, para generar otro en el que estos dos sistemas están fuertemente
interrelacionados.

En consecuencia, la política estatal lleva a cabo una acción estructuradora de la sociedad a


través, por ejemplo, de la apertura a la población al acceso a bienes materiales e inmateriales
mediante el aumento de servicios sociales (salud, educación, empleo, etc.); acción que responde
a la presión coercitiva de una sociedad incapaz de resolver sus conflictos.

Ahora bien, si el Estado reestructura la sociedad afectando con su acción intereses concretos, los
afectados estarán motivados a influir en el Estado por sus propios intereses; lo que resulta en la
exposición del Estado a los grupos de interés más influyentes.

Adviértase que la sociedad que coexiste con el Estado de Bienestar cuenta con un nivel muy
elevado de articulación organizacional (asociaciones, agrupaciones, grupos de presión, gremios,
etc.) todos los cuales pretenden influir en el proceso de decisión de los poderes públicos.

De este modo, dicho pluralismo organizado termina configurándose como causa y efecto de las
políticas benefactoras.

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Una sociedad industrial e integrada: La sociedad que coexiste con el Estado de Bienestar
es una sociedad industrial caracterizada por una tasa de ingreso muy elevada, escasa
conflictividad, gran integración, expectativas de movilidad social horizontal y vertical y abundancia
de tiempo libre para los ciudadanos.

Si bien la integración nacional alcanzada no logró la supresión de la lucha de clases sí evitó


conflictos de nivel nacional o carácter radical, reduciéndolos a conflictos parciales resolubles
mediante la vía judicial o la del consenso.

Un sistema democráticamente articulado: es decir, un sistema en el cual la sociedad no


sólo participa pasivamente como receptora de los bienes y servicios sino que toma parte activa en
la formación de la voluntad general, la formulación de políticas distributivas y otras prestaciones, a
través de sus organizaciones.

Encontramos que las demandas sociales provienen de los partidos pero también de las
organizaciones de intereses y unidades de trabajo, integradas por organismos estatales mixtos y/o
por estructuras empresariales- sindicales creadas por el Estado a través de las cuales la sociedad
interactúa constantemente con el Estado.

Es decir, al supuesto de la democracia política se le agrega la tendencia a la democracia social


cuyas expresiones son la democracia económica y la democracia empresarial; ampliándose la
participación a las decisiones acerca de las grandes líneas de políticas económicas y al proceso
de gestión y producción empresariales, en una democracia más compleja y abarcativa de una
problemática mayor en términos cuantitativos y cualitativos.

Nuevas funciones del Estado: estas reformulaciones produjeron una transformación del
Estado el que, según García Pelayo (1980), se distingue como Estado Distribuidor y Estado
Manager.

Como Estado Distribuidor se distinguió por una más justa distribución y redistribución del producto
social (posible por una extensa potestad fiscal) cuya actualización afecta a toda la economía,
todas las políticas y todos los estratos sociales.

Como Estado Manager se distinguió poder de disposición para la dirección general del proceso
económico a fin de cumplir con su responsabilidad distributiva. Esta función de manager se asocia
a la legitimidad de la funcionalidad y la eficacia en la gestión, por supuesto, siempre vinculada y
subordinada a la legitimidad democrática.

Estas funciones reformuladas implican la transformación de un Estado predominantemente


legislativo en un Estado Administrativo o de Prestaciones caracterizado, entre otras
cuestiones, por la formulación de políticas estatales que dependen de la racionalidad política, la
racionalidad administrativa y la racionalidad económico-social; que para cuya ejecución dependen
del consenso o asentimiento de los afectados; que se planifican mediante el asesoramiento
tecnoburocrático y el conocimiento cierto de demandas y posibilidades de los actores económico-
sociales; y que en la planificación incorporan multiplicidad de aspectos.

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LOS TRES MUNDOS DEL ESTADO DE BIENESTAR

Esping Andersen sostiene que hay tres modelos "típicos" de Estado de Bienestar, distinguibles según el
peso del Estado, la intensidad redistributiva y las consecuencias de ello en la estructuración del orden social:

Los Estados de Bienestar Liberales: se caracterizan por condiciones más restrictivas para el acceso a los
derechos sociales. Podríamos ejemplificarlo con el modelo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y
Canadá. La intervención del estado es limitada, y la redistribución de la riqueza es un objetivo secundario.
Los programas sociales sólo cubren a la población más pobre, los subsidios de desempleo son escasos y
duran poco, y la sanidad es mayoritariamente privada. Es decir, no existen políticas sociales universales. No
se estima que el Estado deba influir en los resultados estratificadores del mercado por lo cual no prima la
movilidad social. Se produce una estratificación social delimitada entre los pobres asistidos por el Estado,
otro grupo medio que es cliente de seguros sociales y un tercer grupo de privilegiados. Prevalecen pues los
criterios del mercado por encima de la seguridad social estatal.

Los Estados de Bienestar Corporativos: como Alemania, Austria, Bélgica, Francia e Italia. Tanto países
de industrialización tardía que conservaron tradición gremial como países católicos. En este modelo, la
intervención del estado es considerable, aunque la voluntad redistributiva es limitada. Los programas
sociales cubren a toda la población; pero en muchas ocasiones el nivel de estos depende del nivel de renta
o empleo previo. Los derechos dependen del mundo laboral y los aportes sindicales. Estos sistemas tienen
pocas políticas sociales agresivas, como reinserción de desocupados, guarderías gratuitas o asistencia
social muy extensiva, y tienen mercados laborales férreamente regulados para proteger a los que tienen
empleo y garantizar los salarios de los trabajadores.

Los Estados de Bienestar Socialdemócratas: que encontramos en el norte de Europa, particularmente en


Suecia, tienen por principal objetivo acortar la distancia entre los distintos status sociales para lo cual
adoptan el principio de universalidad y desmercantilización de las políticas sociales. El acceso a las
prestaciones globales se fundamenta en la ciudadanía y la residencia. Los programas sociales son
extensivos, están bien financiados, y cubren a toda la población. Al perseguir la maximización de la
independencia individual pone especial énfasis en incluir a las mujeres y cubrir las tareas que recaerían en
ellas de no ser servicios sociales a argo del Estado (bajas por maternidad/ paternidad, guarderías, cuidado
de ancianos)

La Crisis del Estado de Bienestar

A partir de los años setenta empieza a debilitarse la confianza hasta entonces indiscutida en el
Estado de Bienestar, sus ventajas y su expansión futura. Este proceso de quiebre comienza a

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gestarse con la crisis económica de 1973/74 o crisis del petróleo la que significó un duro golpe al
funcionamiento del sistema económico.

Un déficit creciente y la reacción contra la


presión fiscal en una situación de
estancamiento con inflación (con amenaza
constante de hiperinflación) pusieron en
evidencia que el Estado no podría afrontar
los gastos sociales.

De este modo, las profundas dificultades que enfrentaron las economías desarrolladas
occidentales sentaron las condiciones materiales para que se cuestionara seriamente la eficacia
del Estado en su tarea de garantizar el bienestar de la población.

Los Problemas Las consecuencias

El Gasto Público (empresas estatales, Estas limitaciones pusieron al estado en


servicios de infraestructura y políticas una encrucijada: o reducción del gasto
sociales). Fue uno de los factores decisivos (pese a las demandas sociales) o
para el crecimiento económico y social. Sin mantenerlo o incrementarlo (a costa del
embargo, no fue inocuo. Su aumento tornó endeudamiento); opción esta última que
más complejo el funcionamiento del sector fue la adoptada con consecuencias
público. Además, la influencia sobre cada destructivas para el modelo.
área de la burocracia de diferentes
intereses y presiones sectoriales
produjeron la pérdida de capacidad de
control del poder central sobre las
erogaciones. Éstas no pudieron recortarse
ni priorizarse sino sólo aumentarse
globalmente para atender nuevas
demandas.

El notable incremento del gasto y tamaño


del Estado fue encontrando resistencia en
parte de los sectores con mayores recursos
que, a la vez, aportaban más a su
mantenimiento

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La Internacionalización del sistema La consecuencia inmediata fue la pérdida
financiero que comienza a desarrollarse a de autonomía de las estados en la
fines de los ´50 comienza. determinación de las tasas locales de
Esta internacionalización coincidió con las interés perdiéndose así una de las
demandas de crédito de los Estados para herramientas fundamentales del Estado
sostener el gasto público. Keynesiano.

El sector trabajo. Se vio fuertemente En Europa y EEUU se recurrió a la


condicionado con la crisis por la respuesta inmigración de trabajadores de otras
empresarial disminuyendo la capacidad de regiones menos desarrolladas así como a
negociación de los trabajadores. la exportación de capital destinado a
producir bienes en países de mano de obra
barata (Taiwan, Corea del Sur, Singapur,
Hong Kong, etc.)

La apertura de las economías Las posibilidades del Estado para regular el


nacionales muy vinculada con el accionar mercado nacional se ver limitadas por la
de las empresas multinacionales que presión de los costos y precios de otros
buscan distribuir sus productos en el mercados.
mercado mundial y abaratar costos.

La interconexión entre el gasto público excesivo, el déficit fiscal, la inflación, la


disminución de los salarios y beneficios sociales y la pérdida de control sobre la tasa de
interés, limitaron la capacidad para intervenir sobre la economía nacional y con ello, la
operatividad del modelo keynesiano y las justificaciones del Estado de Bienestar.

En otras palabras, la crisis económica va aparejada de una crisis de confianza, crisis ideológica
de desconfianza en la eficiencia y operatividad del Estado de Bienestar; lo que se tradujo en la
subsiguiente derrota electoral de los partidos socialdemócratas, socialcristianos y similares.

Ahora bien, frente a estos procesos, ¿cuáles fueron las respuestas teóricas a la
crisis?

La respuesta neoconservadora o liberal: Neoconservadores sostienen el desmantelamiento del


bienestar social, apoyándose en el sector privado y en las fuerzas del mercado para lograr el
crecimiento económico y la provisión de servicios. Culpan al Estado de Bienestar por las tasas
decrecientes de crecimiento y los actuales males de la economía capitalista. En este sentido
afirman que el Estado de Bienestar exacerba el conflicto y bloquea el progreso debido a:

• Las pesadas cargas fiscales y normativas sobre el sector productivo que desincentivan la
inversión.
• El reconocimiento y garantía de las conquistas de los sindicatos de trabajadores con lo que
se desincentiva el trabajo.
• La combinación de éstos que produce una sobrecarga de demandas económicas
(inflación) y una sobrecarga de demandas políticas (ingobernabilidad).

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• La desmesurada participación y politización de temas y conflictos producen una frustración
entre el volumen de demandas y la capacidad de respuesta del Estado, con la
consecuente crisis de representación.

Para enfrentar esta situación, proponen reducir las demandas que rebasan las posibilidades del
Estado y devolverlas al mercado: privatizaciones, flexibilización laboral, desregulación; así como la
promoción de valores como la moderación, disciplina, esfuerzo que, se entiende, se han perdido.
Aunque la interpretación neoconservadora logró durante un tiempo prolongado presentarse como
la salida casi inevitable a la crisis, debe decirse que la efectivización de las propuestas
neoconservadoras o neoliberales produjo graves consecuencias sociales. Vale recordar los
ajustes económicos del gobierno de Margaret Tatcher y su saldo de incremento del desempleo y
la pobreza en una de las economías más desarrolladas del mundo. También debe señalarse que
no se logró desmontar el sistema de servicios sociales puesto que afectaba a la gran y articulada
clase media británica, y quizás ese fue el precio pagado por el neoliberalismo británico que no
sufrió inestabilidad ni caos post ajuste.

La respuesta Marxista: aunque parte de un punto de vista radicalmente diferente, coincide con
el conservadurismo acerca de las contradicciones y disfunciones del Estado de Bienestar.

Crítico de sus fundamentos, el marxismo sostiene que el Estado de Bienestar es:

• Ineficaz: porque no elimina las causas de las necesidades sino que interviene tardíamente
sin modificar las prerrogativas del mercado y sus protagonistas de privilegio (directivos,
inversionistas, etc.) Además, la crisis fiscal del Estado afecta las posibilidades de la
planificación y servicios sociales atentando contra su continuidad o alimentando, en caso
de que no faltase el dinero, la propia burocracia.

• Represivo: por cuanto para acceder a sus servicios el ciudadano debe adherir a las
normas económicas, políticas y culturales dominantes de la sociedad.

• Condicionador de un entendimiento falso de la realidad: al crear la imagen falsa de dos


esferas separadas en la vida del trabajador. Una, la del trabajo, la economía, la producción y la
distribución del ingreso; la otra, la esfera de la ciudadanía, el estado, la reproducción; impidiendo
así la conformación de un entendimiento político que asuma la sociedad como un todo a cambiar.

Esta respuesta es más analítica y teórica y no ha tenido implicancias político-prácticas


importantes.

La respuesta socialdemócrata: se niega a abandonar los objetivos del capitalismo de


bienestar resguardando particularmente los del pleno empleo, crecimiento económico, estabilidad
de precios y bienestar social.

No propone privatización ni desregulación del mercado sino que afirma que la responsabilidad
pública por el bienestar económico de todos es posible. Esta propuesta, cuyos ejemplos más
notorios son los de Suecia y Austria, incorpora objetivos de política social en las medidas de
política económica a través de mecanismos para la cooperación y consentimiento de los
principales intereses económicos. Éstos se han manifestado como mecanismos centralizados de

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negociación salarial, acuerdos neocorporativos, pactos sociales, Consejos económicos-políticos y
sociales, etc. También se han incorporado subsidios a empresas privadas estratégicas.

Esta política parece haber funcionado bien sin necesidad de desmantelar los servicios sociales
básicos, manteniendo la calidad de vida y sin los índices de acrecentamiento de la pobreza que
generaron otras respuestas como en Inglaterra.
La respuesta socialdemócrata nos remite a una última distinción fundamental: la del socialismo.

El Socialismo.

El socialismo puede concebirse como una ideología (que coloca a la igualdad como principal
criterio de organización de la sociedad) o también como una fuerza política que pretende realizar
esas ideas. A los fines de abordarlo expondremos las diferentes variantes ideológicas socialistas
en su contexto histórico.

La ideología socialista emerge en Europa en la primera mitad del siglo XIX, como una reacción
frente a los nefastos efectos de la revolución industrial que, en términos sociales, supuso una
trasformación radical. Pequeños propietarios rurales, artesanos urbanos, se ven obligados a
proletariarse y surge una clase proletaria sometida a condiciones de vida miserables; situación
que describe y denuncia Engels en su libro “La situación de la clase obrera en Inglaterra” (1845)

Hacia 1830 aparece el término socialismo, que en Inglaterra está representado con la Teoría
reformista de Robert Owen y en Francia con la teoría reformista de Saint-Simon.

Owen, es un empresario inglés que reacciona ante el grado de explotación alcanzado en la


primera fase del capitalismo y rechaza no sólo el empleo de niños menores de 10 años sino que
se ocupa de la educación de los menores, la reducción de la jornada laboral a diez horas y media
y centra sus esfuerzos en combatir el alcoholismo que por entonces hace
estragos en la clase trabajadora.

Muy distante de la opinión dominante en la época, Owen, sin cuestionar las


relaciones de producción capitalistas, sugiere reformas sociales que
garanticen condiciones de vida digna para la clase obrera; condiciones que
incluyen alimentación, vivienda, descanso y educación adecuadas. Se
destacó por su oposición al uso de la violencia y su desconfianza para con
la politización de la lucha obrera.

Fuente: http://www.answers.com/topic/robert-owen

Por su lado, Saint-Simon sostiene la mutua influencia del desarrollo científico y político en una
importante contribución teórica: “Las revoluciones científicas siguen de cerca las revoluciones
políticas” así como nuevos conocimientos conllevan cambios políticos. Saint
Simon pensaba que pervivía aún el viejo orden, teológico en su fundamento
ideológico y feudal en cuanto la clase dominante (iglesia y nobleza) acapara
la tierra como medio de producción y lleva una vida parasitaria manteniendo
este orden por medio de las armas. Pero pensaba que frente a esta clase
dominante emergía una nueva clase, científica en cuanto a su formación
teórica, e industrial (productiva y trabajadora) en cuanto a su actividad, que
aspira a sustituirla.
Fuente: http://www.britannica.com/EBchecked/topic-art/551569/13987/Henri-de-Saint-Simon-lithograph-
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En Europa se estaba generando una crisis producto de la transición del sistema feudal y teológico
a otro industrial y científico. Una forma de instaurar pronto la sociedad industrial y científica y salir
de la crisis consistía en impulsar una ciencia positiva (en el doble sentido de constructiva y basada
en datos empíricos) que incluya una ciencia social y sirva de guía para la construcción de la
nueva sociedad industrial.

Finalmente, consciente de los conflictos y desequilibrios que conlleva una sociedad sólo regulada
por el mercado, pone énfasis en la dimensión moral de la sociedad al sostener que es preciso
establecer y seguir un conjunto de principios morales indispensables para la permanencia de
cualquier sistema social.

La etapa fundacional del socialismo puede datarse entre 1830 y la puesta en marcha de la
Primera Internacional en 1864. Dentro de esta etapa insertamos la obra de Marx y de Proudhon.

Retomaremos aquí algunos conceptos fundamentales de Marx.

Marx elaboró un nuevo concepto de ciencia histórica denominado materialismo histórico, según la
cual el modo de producción es la base sobre la que se erigen las superestructuras ideológicas,
jurídicas y políticas.

Para Marx, en las sociedades capitalistas hay dos clases en litigio: la de los dueños del capital y
la de los que dependen para subsistir de su fuerza de trabajo; agregando que estas sociedades
capitalistas desembocan en crisis internas y en un nuevo orden social en el que los medios de
producción serán colectivizados.

Este pensador, denunció que el trabajo humano fuera en el sistema capitalista una mercancía
sosteniendo que esta forma tratar el trabajo lleva a una cosificación del ser humano. Explicó, por
otro lado, las crisis económicas periódicas que marcan el proceso de acumulación capitalista
hasta la crisis final que desembocaría en la sociedad comunista, mediante dos principios: la
disminución de las tasas de beneficio y los efectos de la superproducción. La inviabilidad del
sistema quedaría al descubierto por la tendencia de estas sociedades a disminuyan las tasas de
beneficio como consecuencia del constante aumento de la producción y mano de obra para ello,
acortando los márgenes de rentabilidad. La superproducción se produce porque las empresas al
pretender más beneficios, producen más y más, hasta el punto de que la capacidad social de
pago no puede absorber las cantidades producidas. En consecuencia, no se puede vender lo
producido o hay que venderlo por debajo de los costos.

Este marxismo fue criticado por las diferentes corrientes de un socialismo libertario que acabaría
por generar el anarquismo; caracterizándose esta primera etapa fundacional del socialismo, por la
oposición fundamental entre el socialismo autoritario (o marxismo) y el libertario (o anarquismo).

La segunda etapa del socialismo transcurre entre la fundación de la Primera Internacional


en 1864 y el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, fecha en que se desmorona la
Segunda Internacional al ponerse de manifiesto la incapacidad de la clase obrera de impedir la
guerra.

Este período se caracteriza por el arraigo de las ideas surgidas en la primera etapa, el que se
manifiesta en el nacimiento y desarrollo de los grandes partidos obreros y europeos. Surgen dos
posiciones que influyen en el posterior socialismo democrático: el fabianismo y el revisionismo.

Materia: Teoría Política I - 13 -


Profesora: Marcela Tello
El primero se fundó en Inglaterra con el nombre de la Fabian Society. Los fabianos defendían la
sustitución del sistema capitalista por uno colectivista, pero no mediante métodos revolucionarios
si no en forma gradual por la evolución misma de la sociedad. Confiaban en el conocimiento
científico, admiraban a Comte, Darwin y Spencer, y creían en la persuasión; Sidney Webb,
concebía el socialismo como “el aspecto económico de la democracia”, afirmando que el
socialismo consiste en la administración colectiva de la renta y de los intereses y en el control
colectivo de los principales instrumentos de producción.

Para alcanzar el sistema social colectivista los fabianos proponían, por un lado, la
municipalización de los transportes colectivos, suelo y viviendas, y, por otro lado, el impuesto
gradual sobre los ingresos y la herencia.

Por otro lado, Eduard Bernstein, es el más fiel representante del denominado Revisionismo. A
finales del siglo XIX se imponía un distanciamiento respecto de algunas premisas de Marx como
su afirmación de que se asistiría a una pauperización creciente de la clase obrera en los
regímenes capitalistas (cuando en realidad se asistía a un aumento en los salarios de los
obreros).

A partir de ello, Bernstein sostiene que no necesariamente las contradicciones propias de los
sistemas capitalistas se resuelven en una lucha violenta del proletariado contra la burguesía,
afirmando, que el surgimiento del socialismo no es un destino histórico ineludible sino el resultado
de la voluntad de una mayoría, tras un largo proceso de reforma.

“Aquello que se llama en general el objetivo último del socialismo, no es nada para mí; el
movimiento, en cambio, es todo”.

Concibe a la democracia en términos del Estado Liberal de Derecho y sostiene que es un régimen
que garantiza los derechos del individuo y de las minorías y otorga el gobierno a quienes la
mayoría de ciudadanos elige mediante sufragio universal. De allí que califique de “formal” a la
noción de democracia que manejaron los socialistas en la primera mitad del siglo XIX. Según él,
éstos entendían la democracia como poder de todos, que en su fase final consistía en la identidad
de gobernantes y gobernados, lo cual no es otra cosa que anarquismo o poder de nadie.

Para Bernstein, en cambio, la democracia es una forma de poder, no ausencia de poder, que se
caracteriza porque tiende a la desaparición del poder de clase. Defendía, pues, la reivindicación
del socialismo desde la democracia y el realizar el socialismo sin salirse de la democracia.

Así, el fabianismo y el revisionismo provocaron una escisión dentro


del socialismo autoritario: el socialismo reformista (partidario de la
reforma, y representado por los fabianos y revisionistas) y el
socialismo revolucionario.

“La democracia es medio y fin a la vez. Es


el medio para luchar por el socialismo y la
forma de realización del socialismo”
2

2
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Eduard_Bernstein.jpg

Materia: Teoría Política I - 14 -


Profesora: Marcela Tello
La tercera etapa del socialismo se da entre el
comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914) y el
final de la Segunda (1945).

En 1917 triunfa la revolución bolchevique en Rusia,


instaurándose allí el comunismo, encabezado por Lenin. Como
ya se ha visto en otra unidad, el socialismo democrático
adquiere perfil propio y se configura a través de la polémica
con el comunismo. Para Lenin, la democracia es poder de
clase, es dictadura del proletariado o de los consejos obreros o
soviets) y oposición al parlamentarismo.

Fuente3

El socialismo democrático, en cambio, identifica a la democracia como el régimen político ejercido


por el Estado liberal de derecho. La democracia supone, según los socialistas democráticos: a)
unos representantes parlamentarios, elegidos mediante elecciones generales y secretas, y entre
alternativas reales y diferenciadas b) gobierno de una mayoría y respeto de las minorías, c)
respeto a los derechos fundamentales de las personas, d) división de poderes, con garantías de
independencia fundamentalmente del poder judicial, etc.

Claro que, a diferencia del liberalismo, los socialistas democráticos defienden esta democracia,
reivindicando, al mismo tiempo, mayor igualdad económica y social entre los ciudadanos. No se
trata de crear un orden nuevo o de mantener el vigente, sino de democratizar al Estado y a la
sociedad.

La cuarta etapa del socialismo transcurre entre 1945 y 1990.


1990

Con la derrota del fascismo, el socialismo rebrota en Europa Occidental mientras en Europa
Oriental avanza el comunismo. En el contexto de la denominada “Guerra Fría” se radicaliza la
polarización entre socialismo democrático y comunismo leninismo.

Se reprocha mutuamente el haberse distanciado de la doctrina marxista. Entre el dogmatismo


soviético y la desmarxistización socialdemócrata, el marxismo parece a punto de desaparecer. No
obstante, en la década de los setenta surgió un marxismo, no coincidente en su totalidad con la
doctrina de Marx, en el sur de Europa (Francia, España, Grecia).

La desmarxistización del socialismo democrático se aprecia en la Declaración de la Internacional


Socialista sobre “Fines y tareas del socialismo democrático” y en el programa que se da el partido
socialdemócrata alemán en el Congreso de Bad Godesberg.

En la declaración de la Internacional todavía se hace referencia al marxismo expresamente a


través de sus definiciones sobre el capitalismo. Mientras, el tema crucial del capitalismo es el
beneficio personal, el del socialismo, es la satisfacción de las necesidades humanas.

3
Fuente; http://www.hachisvertas.net/blog/01/2008/08/02/la-realidad-y-la-novela-1984

Materia: Teoría Política I - 15 -


Profesora: Marcela Tello
Se afirma que es imprescindible el control democrático de la economía, sin embargo, esta
dirección estatal de la economía no necesariamente debe realizarse mediante la nacionalización
de las grandes empresas si no que existen múltiples vías. En este sentido, afirma que no se
pretende eliminar al empresario si no combinar la planificación con la descentralización de la
economía: los sindicatos, las cooperativas, las asociaciones de consumidores, etc. deben
participar como agentes económicos.
Se establece que el derecho al trabajo es un derecho fundamental de las personas, con lo cual se
fija como objeto fundamental de la política socialista el llegar al pleno empleo. Por último, se
afirma que el socialismo sólo puede realizarse en el seno de una democracia.

Por su parte, en el programa de Bad Godesberg culmina el proceso de desmarxistización. El


marxismo deja de constituir una referencia ideológica obligada.

La democracia, se presenta como expresión de los valores fundamentales de libertad, justicia y


solidaridad a los que se puede llegar desde diversas filosofías y creencias.

A la par de esta defensa de la democracia, se adjudica al partido socialdemócrata alemán el papel


de cuidar que no se suprima la competencia entre empresas, de favorecer el crecimiento
económico y de hacer que la riqueza se distribuya equitativamente, interviniendo desde el Estado
(mediante impuestos, etc.). A su vez, desaparecen las referencias a la lucha de clases al
presentar al partido socialdemócrata alemán como partido del pueblo, de todo el pueblo y no sólo
la clase obrera.

Es este socialismo democrático el que, en su práctica de gobierno, se constituye como el


principal impulsor del Estado de Bienestar.

La guerra de Vietnam (antes de la crisis del petróleo que puso de manifiesto las debilidades del
Estado de Bienestar) minó la legitimidad moral de las democracias occidentales. Así, frente al
modelo imperante en el norte de Europa surge, en la década de los 70, un modelo nuevo de
socialismo que tiene en Francia su eje central.

Allí se concreta una renovación del partido socialista; renovación no sólo en la estructura interna
del partido sino también en su ideología, incluyendo el rechazo del capitalismo. Este socialismo
defendió la instauración de un sistema social no capitalista, así como que esta transición se
hiciera desde la democracia. Enfatizó sobre las siguientes medidas para instaurar el nuevo
sistema: 1) nacionalizar los bancos y las empresas que ejerzan un poder excesivo, 2)
descentralizar el aparato del Estado, para que a su mayor poder sobre la economía corresponda
un mayor control social, 3) establecer el pleno empleo.

Cabe señalar, para terminar, que el llamado socialismo real se desplomó de 1989 a 1991.

Mucho se ha insistido en la común procedencia de todas las formas de socialismo, haciéndolo a


menudo con ánimos de confusión entre socialismo demócrata y socialismo real. La discusión ha
quedado zanjada a lo largo de estas lecturas alrededor fundamentalmente de sus diferentes
concepciones de la democracia y su relación con el capitalismo.

Materia: Teoría Política I - 16 -


Profesora: Marcela Tello
PARA PENSAR

¿Qué significa ser socialista en el Siglo XXI?

Actualidad del socialismo democrático


¿Cómo se presentan las tres cuestiones a las cuales el socialismo pretende dar una respuesta?

Aunque les moleste a los pesimistas y a los gruñones, debemos constatar que dos siglos de lucha
del movimiento obrero y socialista tuvieron varios efectos positivos en nuestras sociedades. Se
lograron en Occidente grandes progresos en cuanto a la democracia, al ordenamiento económico
y a la humanización de nuestras sociedades.
Aunque tampoco faltaron las regresiones; han surgido nuevos obstáculos, aparecieron nuevas
amenazas; por eso la lucha por la democracia social sigue siendo aguda.
+ A nivel internacional, el ideal democrático se fue imponiendo poco a poco. A la toma de la
Bastilla, en 1789, corresponde la caída del Muro de Berlín en 1989. Luego del derrumbamiento del
totalitarismo comunista, el fin del apartheid en Sudáfrica, el retiro de los militares en América
Latina, el advenimiento de la democracia en España, en Grecia, en Portugal..., muchos se dejaron
llevar por la euforia y proclamaron el triunfo planetario de la democracia y del Estado de derecho.
Algunos llegaron incluso a decretar el “fin de la Historia”.4
+ En nuestro país, el objetivo de la paridad entre hombres y mujeres para el acceso a los
mandatos electivos fue inscrito en la Constitución. Se produjeron nuevos progresos en la esfera
de los derechos económicos y sociales. La renta o ingreso mínimo de inserción (RMI) fue
completado mediante la ley contra la exclusión y la de la cobertura-enfermedad universal (CMU).
Fue reactivada la descentralización a fin de posibilitar una mayor cercanía entre el poder y los
ciudadanos.
Pero, al mismo tiempo, se produjo una reaparición del desempleo masivo, un alza del trabajo
precario, la crisis del Estado de Bienestar, el aumento de la desigualdad, la explosión de la
delincuencia, los marginados, la degradación de las condiciones de vida en ciertas periferias,...
esta inseguridad, social y política, en nuestras sociedades produjo un alza de la xenofobia y del
racismo e infló las velas de la extrema derecha. Hoy en día, el zócalo mismo en el que nuestra
sociedad fue edificada, se encuentra atacado.
+ Fueron realizados grandes progresos en lo que respecta a la organización de nuestro futuro
colectivo. Las crisis financieras y económicas, por lo general devastadoras para los países
emergentes, no pudieron ser evitadas así como tampoco las crisis de reconversión en los países
industrializados. Pero las instituciones económicas internacionales – Banco mundial, FMI, BRI...-,

4
Francis Fukuyama: “La fin de l´Histoire”, in “The National Interest”, Los Ángeles, 1989.

Materia: Teoría Política I - 17 -


Profesora: Marcela Tello
y los gobiernos de los Estados más desarrollados, supieron circunscribirlas y, hasta el presente,
sobrellevarlas.
El extraordinario crecimiento estadounidense, junto con el de Europa hoy – y especialmente de
Francia -, parece confirmar que la economía mundial ha entrado en un nuevo ciclo de expansión a
largo plazo, fundado en la rápida difusión de nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación, la apertura de los mercados al Este y al Sur, así como el bajo costo de la mano de
obra asalariada a escala internacional. Pero este nuevo ciclo expansivo difiere al menos en dos
puntos del precedente, llamado de “los treinta gloriosos” (1945-1975).
La ausencia de una economía dominante, como lo era la estadounidense entre los años 50 y 60),
la crisis del sistema monetario internacional desde 1971, las carencias de los sistemas de
regulación, le confieren una fragilidad que no tenían los treinta gloriosos.
Las nuevas relaciones de fuerza entre asalariados y empleadores en el mercado de trabajo,
inclinan pesadamente la balanza a favor del capital en la repartición de los frutos del crecimiento.
Esta situación agudiza las desigualdades. La nueva ola de expansión a largo plazo no está al
abrigo de un accidente del camino. No faltan los “Casandras”, incluso entre los mismos partidarios
(y beneficiarios) del sistema5, que anuncian periódicamente la inminencia de una catástrofe.
De modo que, a la cuestión siempre actual referida a la necesidad de poner un orden a los ciclos
económicos, se agrega otra no menos decisiva y referida a la necesidad de poner en orden la
nueva revolución tecnológica: revolución de las nuevas tecnologías de la información y de las
comunicaciones y revolución de las bio-tecnologías.
+ Por último, tratándose del proyecto de sociedad, la social-democracia europea logró contener en
parte el imperialismo de los mercados, desarrollando los servicios públicos y/o imponiendo a las
empresas privadas una legislación y unos controles realizados por agencias independientes de
regulación. El tiempo de trabajo pasó de una media de 2000 horas por año en 1954, a 1600 horas;
la tasa de escolarización de los jóvenes en la enseñanza secundaria dio un salto positivo; las
industrias de la información y de la comunicación facilitaron el acceso a los bienes culturales. Es
difícil no ver más que una vasta máquina para embrutecer en esta multiplicación des ramos de
cadenas temáticas, de CD-rom, de micro-ordenadores o computadoras, de video-cassettes, de
Internet.
Los valores hedonistas y epicúreos, centrados en el placer inmediato, la espontaneidad, la
realización de sí mismo, conocieron una espectacular popularidad, en detrimento del culto al
trabajo, de la frugalidad y del ahorro, de la prudencia y la moderación característicos del
capitalismo puritano y ascético del siglo XIX. Los especialistas en ciencias humanas discuten
sobre “las contradicciones culturales del capitalismo”6, viendo en el mismo uno de los motores del
sublevamiento internacional de la juventud en 1968.

5
Georges Soros: “La crise du capitalisme mondial. L´intégrisme des marchés”, Paris, 1998, Ed.Plon
6
Daniel Bell: “Les contradictions culturelles du capitalisme”, Paris, 1979, PUF. Gilles Lipovesky: “L´ère du vide”, Ensayo
sobre el individualismo contemporáneo, Paris, 1983, Ed.Gallimard. Christopher Lasch: “Le complexe de Narcisse”,
Paris, 1980, Ed.Lafont. Richard Sennet: “La tyranie de l´intimité”, Paris, 1979, Ed du Seuil.

Materia: Teoría Política I - 18 -


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No obstante, estos logros son hoy en día discutidos en nombre de los imperativos de la
competencia internacional. Para seguir en el campo de los vencedores en la guerra económica
mundial, los asalariados son “invitados” a trabajar más y a renunciar a sus “costosas” conquistas
sociales, presentadas como indebidos privilegios.
En los comienzos de este siglo XXI, hay que cuidarse mucho de no caer en el desaliento como
tampoco en un plácido optimismo. El desaliento es el terreno ideológico abonado por los
extremismos. El plácido optimismo incita a la pasividad. Muchos progresos fueron cumplidos pero
nada está sólidamente adquirido y queda todavía tanto por hacer como lo que ya se hizo.
Las grandes aspiraciones que dieron origen al socialismo democrático no han perdido en absoluto
su agudeza. Por el contrario, exigen nuevas respuestas, implican nuevos combates y, en
consecuencia, una fuerza política organizada para conducirlos. La social-democracia es la
juventud del mundo.

Weber, Henri, “Qué significa ser socialista en el siglo XXI”, Documento del Partido Socialista
Francés, Año 1999. Disponible en www.partidosocialista.com.ar

7. Bibliografía Básica:

 Mellón, J. A. (ED.) (1998) Capítulo 11. Páginas 253-273.


 Bonetto, M.S. y Piñero, M. T (2001) Capítulos 2 y 3. Páginas 70-117.

Bibliografía Ampliatoria:

 Isuani, E., Lo Vuolo, R

Materia: Teoría Política I - 19 -


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