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La Curacion Por La Palabra en La Antiguedad Clasica PDF
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LA CURACIÓN
POR LA PALABRA
EN LA ANTIGÜEDAD CLASICA
LA CURACIÓN POR LA PALABRA
EN LA ANTIGÜEDAD CLASICA
D E L MISMO AUTOR
LA CURACIÓN
POR LA PALABRA
EN LA ANTIGÜEDAD CLASICA
PRÓLOGO 7
Págs.
Págs.
CONCLUSIÓN 335
9
El segundo término de ese dilema —enfermedad (nounos)
enviada por Zeus—, se referiría, según Dodds (op. cit., pági-
na 67), a una enfermedad mental. El razonamiento de los Cí-
clopes que oyen lamentarse a Polifemo sería: si nadie hiere a
Polifemo, Polifemo está loco, y la locura es enfermedad en-
viada por Zeus. No me convence la interpretación. Los Cíclo-
pes piensan así: si nadie hiere a Polifemo, Polifemo sufre una
enfermedad dolorosa de causa súbita e invisible y, por lo tan-
to, divina. No sólo la locura fué para Homero —véase lo que
sobre el tema digo en el siguiente párrafo— enfermedad envia-
da por los dioses.
La palabra terapéutica en el epos homérico 19
10
En otro lugar (Introducción histórica al estudio de la
patología psicosomática, Madrid, 1940) he tratado de interpre-
tar histórica y psicológicamente la concepción de la enfermedad
como un castigo del nombre por los dioses. Tal concepción apa-
rece con evidencia en las sociedades integrantes del nivel cul-
tural que los etnólogos de la Kulturhistorische Scliulc llaman
«cultura primitiva superior» y subsiste luego, adoptando modos
distintos, en las culturas arcaicas semíticas e indoeuropeas : un
modo más «personalista» en aquellas, otro más «naturalista» en
éstas. Todos saben que la desgracia del justo —o si se quiere,
el castigo no merecido— será luego uno de los temas cardina-
les de la tragedia ática.
30 La curtición por te palabra
27
O. Korner: Wesen und Wert der homeríschen Heilkun-
<le (Wiesbaden, 1904), pág. 12.
28
Heráclito: Alegorías homéricas, X I V , 22. Un escolio del
Venetus A a II., I, 50 trata de resolver la dificultad diciendo
o,ue el dios comienza por herir a los animales a título de ad-
vertencia : no quiere exterminar a los griegos, sino tan sólo
darles una lección.
~'J P. Stengel: «Opferblut und Opfergerste», en Hermes,
* U (1906), págs. 230-24fi.
;¡G La curación por la palabra
30
Th. Wachter: «Reinheitsvorschriften im griechischen
Kult», en Beligionsgeschichtlichen Vorarbeiten und Versuche,
IX, 1910; M. P . Nilsson, Oeschichte der griechischen Religión,
I, 82 y Griechische Veste con religióser Bedeutung (Leipzig,
1906), pág. 99; E. R. Dodds: op. eit., págs. 35 y 54.
31
G. Glotz: La solidante de Ja famille daros le droit cri-
minal en Gréce (París, 1904).
33
Todavía Platón hablará de «las enfermedades y pruebas
más horribles que a consecuencia de antiguas ofensas, y sin que
se sepa de dónde vienen, afligen a algunas estirpes» (Pedro
244 d). Idéntico sentir en //., IV, 160 ss., Hesiodo, Trabajos y
ha palabra terapéutica en el epos homérico 37
4
50 La curación por la palabra
D E HOMERO A PLATÓN
3
Quienes deseen mayor información pueden leer —aparte
la clásica Psyche, de E. Rohde (trad. castellana. México, 1948),
y la bibliografía hasta ahora mencionada— Vom Mythos zum
Logos, de W. Nestle (Stuttgart, 1940), Gríechentum, de V .
Kranz (Baden-Baden y Stuttgart, s. a.), libro en el que se reú-
nen otros dos del autor, Kultur der Griechen y Griechische Li-
teraturgeschichte, así como los estudios de F. M. Cornford
From Religión to Philosophy (London, 1912), todavía vigente,
a pesar de su fecha, y Principium Sapientiae. The Origins of
Greelí Philosophicál Thought (Cambridge, 1952).
4
Llamo «período arcaico» de la cultura griega, con Dodds
y casi todos los actuales helenistas, al comprendido entre los pe-
ríodos «homérico» y «clásico». Es parte de la que F . G. Vele-
]cer denominó «Edad Media» d t la historia helénica,
56 La curación por la palabra
5
66 La curación por la palabra
37
Apolo daba la salud y podía enviar o anunciar la enfer-
medad. A la peste del canto I de la lliada pueden añadirse las
«enfermedades espantosas que atacan las carnes y las lepras
que con diente feroz devoran un cuerpo sano hasta entonces»,
de que habla Orestes (Coef., 278-281). «No hay médico que
pueda poner remedio a mi predicción», dice por su parte la
inspirada Casandra (Agam., 1.248).
De Homero a Platón 89
43
Der Glaube der Hellenen, I, pág. 32.
14
Esa personificación debió de acaecer en la Grecia post-
De Homero a Platón 99
LA RACIONALIZACIÓN PLATÓNICA
DEL ENSALMO
2
Heim, «Incautamente mágica Graeca et Latina», Jahrb. f.
Philol., Suppl. XIX. Los trabajos de Welcker y Pfister han
sido reseñados en páginas anteriores.
3
La recopilación que ofrece el Lexicón de Ast es incom-
pleta.
La racionalización platónica del ensalmo 157
4
La capacidad de la manía para borrar culpas y males de
carácter hereditario es también mencionada, pero sin tono de
vituperio, en Fecho, 244 e. Los textos de la República serán
citados por la traducción de J. M. Pabón y M. Fernández Ga-
liano (Platón. La República, Madrid, 1949).
Lia racionalización platónica del ensalmo 159
ls
Lo cual no es óbice para que algunos hombres especial-
mente dotados y educados puedan tener un conocimiento inte-
lectual de lo bello y lo bueno. Tal es el caso de los nomophfflahes
o «guardianes de las leyes». Acerca de lo bello y lo bueno, es-
tos «guardianes» deben conocer «no solamente lo que es múl-
tiple, mas también lo que es uno» (Leyes, X I I , 966 a). El pro-
blema de la masa y la minoría queda así enérgicamente plan-
teado por Platón.
16
Por lo menos, del radical intelectualismo ético del Só-
crates a que tópicamente se refieren los autores. El Sócrates que
nos presentan Platón y Jenofonte fué todo menos un «intelec-
tualista puro». Véase Vida de Sócrates, de A. Tovar (Madrid,
1947),
La racionalización platónica del ensalmo 169
21
Decía Sócrates, según el testimonio de Jenofonte, que
sus amigos y discípulos le seguían día y noche para aprender
de él phíltra y epodaí (Mem., I I I , 11, 16 s).
22
«Por su belleza, la manía (se. la manía no patológica) es
superior a la sophrosyne; aquélla viene de Dios, esta otra es
obra de los hombres», léese en el Fedro (244 d). Cabría decir
que, para Platón, la manía es divina por «infusión» de la divi-
nidad, y la sophrosyne por «aspiración» hacia ella. Acerca del
origen social de la sophrosyne, véase A. ,T. Festugiére, Con-
templation et vie contemplative selon Platón (París, 1986), pági-
na 183.
La racionalización platónica del ensalmo lío
33
Cf., junto a la bibliografía citada, la monografía de W. Ar-
telt Studien zur Oesckichte der Begñffe «Heilmittel» und
«Gift», en Studien zur Oesckichte der Medizin (Leipzig, 1937).
34
Cuantas veces hablamos de «razón pura», «conocimiento
puro», etc., nuestras expresiones tienen detrás, sepámoslo o no,
la kátharsis del Fedón platónico.
La racionalización platónica del ensalmo 183
ventor. Hasta él, para decir que algo distinto del cuerpo era
impuro en el hombre, los griegos usaban la palabra phrÉn. En
la famosa inscripción de Epidauro, donde se manifiesta, pare-
ce, una preocupación moral, se lee phronein, y en Eleusis se
trataba de gnomen kathareúein, «purificar el pensamiento» (Cf.
Moulinier, op. cit., pág. 329).
36
Quede intacta la cuestión de si los órneos y los pitagóri-
cos hablaron expresamente de ese kathairein ten psykkén.
La racionalización platónica del ensalmo 185
LA PALABRA E N LA MEDICINA
HIPOCRATICA
14
210 La curación por la palabra
16
CAPÍTULO V
E L P O D E R D E LA PALABRA E N
ARISTÓTELES
21
P. Boyancé (Le cuite des Muses, págs. 186 ss.) ha he-
cho notar que la explicación «fisiológica» del entusiasmo des-
cubierta por Jeanne Croissant no indica que éste no poseyese
carácter religioso y divino a los ojos de Aristóteles. La bilis
negra —«esto es su carácter esencial», dice Mlle. Croissant,
glosando a Aristóteles— tiene en sí misma una «potencia pneu-
mática» ; ahora bien, «el pneuma es el éter que Aristóteles ha-
bía definido en Pen philosopMas como un quinto elemento
(pémpton soma) de naturaleza divina, que constituiría la ma-
teria de los astros y les conferiría su divinidad. Aristóteles ha
conservado esta teoría». Pero aparte estas razones de carácter
religioso, otras de orden psicológico demuestran la limitación
de la tesis de Mlle. Croissant. Pronto las conoceremos.
22
M. Kommerell, Lessing und Aristóteles (Frankfurt am
Main, 1940). A. Lesky ha publicado una valiosa recensión del
mismo en Gnomon, 17 (1941), pág. 241 ss.
El poder de la palabra en Aristóteles 278
31
«Studien zur Geschichte der Heilpflanzen», en Kyklos,
II, pág. 163.
32
«Beitrage zur archaischen Medizin», en Kyklos, III, pá-
gina 101. Lo mismo opina E. Howald (loe. cit. y Die griechi-
sehe Tragddie, München-Berlin, 1980), en cuanto a la unitaria
raí? religios» —pitagórica, piensa él— de la kátharsis.
El poder de la palabra en Aristóteles 28o
39
L a comparación es de Pohlenz, op. cit., pág. 17.
40
Hasta Dirlmeier y Schadewaldt, la opinión de los filóso-
fos a este respecto ha sido muy concordante. Wilamowitz reco-
noce expresamente la función educativa y edificante del poema
trágico griego, aunque prefiera atribuirla a su genérica condi-
ción de poema (op. cit., pág. 110). Jaeger comenta el carácter
político de la tragedia de Esquilo con estas palabras : «En él se
19
290 La curación por la palabra
2. La situación trágica.
8. La acción trágica.
21
822 La curación por la palabra
9. Cotejo de opiniones.
M P
Z
V
Zafiropulo, J . : 121.
Valera, J . : 268. Zeller, Ed. : 121.
Valerio Flaco: 180. Zubiri, X. : 24, 105, 109, 117,
V e d d e r : 24. 126, 138, 189, 288.
PRÓLOGO 7
Págs.
Págs.
CONCLUSIÓN 335