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FICHA BIBLIOGRÁFICA:

Nombre del Autor o autores: HABERMAS. Jurgen

Titulo del libro: Conocimiento e interés

Tema: Estética. comunicación y psicoanálisis

Editorial: Taurus
Pais, Ciudad: Buenos Aires. Argentina Año: 1990
Capitulo: Páginas: 215 - 270
omnipresente. Ninguno de ellos se pregunta si la metodología como
teoría del conocimiento no reconstruye experiencias más profun­
das en la historia de la especie y conduce de esta forma a una
nueva etapa de la autorreflexión en el proceso de formación.

10. LA AUTORREFLEXIÓN COMO CIENCIA. FREUD Y LA CRÍTICA


PSICOANALÍTICA DEL SENTIDO

Al final del siglo x1x nace una disciplina, en princ1p10 como


obra de un solo hombre, que desde el inicio se ha movido en el
ámbito de la autorreflexión y, sin embargo, ha pretendido, no
sin justificación, legitimarse como procedimiento científico en sen­
tido riguroso. Freud no es, como Peirce y Dilthey, un lógico de
la ciencia que puede orientarse en una disciplina ya establecida
aplicando la reflexión a sus propias experiencias. Más bien al con­
trario, ha reflexionado sobre los presupuestos de una nueva disci­
plina mientras la desarrollaba. Freud no era un filósofo. Su tenta­
tiva de edificar una teoría médica de la neurosis le conduce a una
teoría de tipo particular. Alcanza consideraciones metodológicas
en la medida en que precisamente la fundación de una ciencia
obliga a la reflexión sobre el nuevo punto de partida: en este sen­
tido, también Galileo no -sólo ha creado, sino discutido metodo­
lógicamente, la nueva física. El psicoanálisis es importante para
nosotros como el único ejemplo tangible de una ciencia que recurre
metódicamente a la autorreflexión. Con el nacimiento del psico­
análisis se abre la posibilidad de un acceso metodológico, a partir
de la lógica de la investigación misma, a esa dimensión oculta­
da por el positivismo. Esta posibilidad no ha sido realizada por
el malentendido cientifista del psicoanálisis mismo, iniciado por el
propio Freud, como fisiólogo que es lo que en principio era, trai­
cionando aquella posibilidad. Indudablemente, ese malentendido
no es del todo infundado. El psicoanálisis, de hecho, une la her­
menéutica a realizaciones que parecían genuinamente reservadas
a las ciencias de la naturaleza zi.
El psicoanálisis se presenta inicialmente como una forma par­
ticular de interpretación: proporciona puntos de vista teóricos y

Z1. K. O. APEL, «Die Entfaltung der sprachanalytischen Philosophie und


des Problem der Geisteswissenschaften», Philosophisches Jahrbuch, vol. 72,
1965, págs. 239 y sigs.; íd., «Szientifik, Hermeneutik Ideologiekritik», en Man
and World, I, 1968, págs. 37 y sigs.

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reglas técnicas para una interpretación d� conjuntos s�bólicos. La primera condición para la construcción del mundo histórico es la
, purificación de los recuerdos confusos, y muchas veces deteriorados en
Freud ha orientado siempre la interpretac1on de los suenos según
el modelo hermenéutico de los trabajos filológicos. Lo comp ara la especie humana misma, mediante la crítica que se establece en �rre­
. lación con la interpretación. Por eso la ciencia fundamental de la historia
en cierta oc asión con la tr aducción de un autor ext ran¡ero,
23 J?O r es la filosofía en su sentido formal de estudio científico de los lenguajes
ejemplo, de un t éxto de Livio • Pero el trabajo de inter retac��n donde está sedimentada la tradición, de recogida de la herencia de la

del analista se distingue del del filólog? no sólo por la �rt�culac1on humanidad que nos ha precedido, de purificación de los errores de orden
de un particular ámbito objetual; ex1g� una her�eneut1: a espe­ cronológico y ele combinación que sitúa estos documentos en relación in­
cíficamente ampliada, que frente a la mterpretac10n ha?1tual �fo terna. La filosofía en este sentido no es un medio auxiliar del historiador
. sino que constituye un primer ámbito para sus procedimientos 26_
las ciencias del espíritu tenga en cu enta una nueva dtmenston. _
Dilthey había tomado, no por azar, la �iografía como pu�;º de
. Como Freud, Dilthey cuenta con la infidelidad y la falta de
partida de su análisis de l a comprens1on; la reconstrucc1on de claridad del recuerdo subjetivo; ambos ven la nec esidad de una
un conjunto biográfico que puede ser recor�ado es �l modelo p�a crítica que restablezca el texto deformado de la tradición. Pero
.
descifrar complejos simbólicos en general. Dilthey elige la b1ografia
la crítica filológica se distingue de la psicoanalítica por el he­
como modelo, dado que la historia de la vida parece _ pose�r la
cho de que a través d e la apropiación del espíritu objetivo vu elve
vir tud de la transparencia: no ofrece al recuerdo la r� s1stenc1a de
. al contexto intencion al de lo subj etivamente mentado como última
la opacidad. Aquí, en el rescoldo del r�cuerdo b1og_rafic?, se con­
base de la experiencia. Dil they ha superado, sin duda, la com­
centra la vida histórica como «lo conocido desde el mtenor; aque­
prensión psicológica de una expresión en favor de la comp rensión
llo más allá de lo cual no es posible ir» 24• En cambio, para Freud,
. hermenéutica del sentido; «en lugar del refin amiento psicológico
la biografía es objeto de análisis sólo en cuant� qm� es al mismo
se plantea la comprensión de formaciones espirituales I1. P ero tam­
tiempo algo conocido y desconocido d,esde el mten r, de � uerte
. ? bién la filología, orientad a como está a la conexión de símbo­
que es preciso ir más allá del recuerdo marufiesto. Dilthey vmcula
. los, queda limitada a un lenguaj e en que se expresa una inten­
la hermenéutica con lo subjetivamente mentado, cuyo sentido pue­
ción consciente. Haciendo comprensibles las objetivaciones, actua­
de ser garantizado mediante un recuerdo inmediato:
liza su contenido intencional en el ámbito de la experienci a coti­
La vida es histórica en la medida en que es tomada en su P��der diana de la vida . En este sentido, la filología desarrolla sólo
en el tiempo y en el conjunto dinámico que resulta de ello. Su posibilidad funciones auxiliares al servicio de una fuerza del recuerdo biográ­
e striba en la reproducción de est e curso e n un recuerdo qu� reproduce fico que funcione en condiciones normales. Lo que elimina en el
no lo individual, sino el conjunto mismo, �us diversos estadios. Lo que
_ _ trabajo crí tico, en la preparación de los textos, son d efectos acci­
en el aprendizaje del curso mismo de la vid� reali� el recuerd?, viene
efectuado en la historia por medio de las marufestac1ones de la vida, q?e dentales. Las omisiones o d eformaciones que la crítica filológica
_
el espíritu objetivo compren de, mediante la conexión estable ctda segun elimina no tienen ninguna función sistemática , pues l a conexión
e sta progresión y estos efectos 25• de sentido de los textos, que compete a la hermené utica, está bajo
la amenaza constante de influencias externas. El sentido pued e ser
Naturalmente Dilthey s abe que no podemos ir más allá del destnúdo por canales de transmisión de capacid ad y rendimi entos
horizonte de una ' historia vital rememorada y seguir contan�o con limitados, ya se trate de la memoria o de la tradición cultural.
la garantía subjetiva del recuerdo inmediato. La compr�ns16°: se La interpretación psicoanalítica , por el contrario, no se dirig�
.
dirige, por consiguiente, también a las :onfiguraciones simbólicas a conexiones de sentido en la dimensión de la in tención consci en­
. .
y a los textos en los cuales se ha ob¡et1vado la cone�16n de sen­ te; su crítica elimina d ef ectos no accid entales. Las omisiones y
tido, para ayudar al recuerdo deficiente de la especie humana a deformaciones que suprime tienen una función sistemátic a; pu es
través del restablecimiento crítico de aquel texto: las conexiones simbólicas que el psicoanálisis trata de aprehen-
23 Gesammelte Werke, vol. XIII, pág. 304.
24 DILTHEY, Ges. Scbriften, cit., VII, pág. 261. l6 Ibid.
25 Ibid . I1 Ges. Scbriften, cit., III, pág. 620.

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der son alteradas por influencias internas. Las mutilaciones tienen riamente a la intención consciente, a la expresión lingüística, en
un sentido como tales. Un texto alterado de este género puede t�do 7aso a lo susceptible de verbalización. Sin embargo, el conte­
_
ser adecuadamente comprendido en su sentido sólo después que n�do tntenc10nal que se manifiesta en las acciones y expresiones
se ha logrado explicar el sentido de la alteración misma: esto ca­ discord:intes penetra en el complejo biográfico del sujeto exacta­
racteriza la· tarea específica de una hermenéutica que no puede mente igual que lo hacen las significaciones subjetivamente men­
limitarse al modo de proceder de la filología, sino que une el aná­ tadas. El sujeto tiene necesariamente que engañarse sobre estas
lisis lingüístico con la investigación psicológica de conexiones cau­ e:'presiones extraverbales no coordinadas con la expresión lingüís­
sales. La manifestación incompleta o distorsionada del sentido no tica; pero desde el momento en que se objetiva también en ellas
resulta, en ese caso, de un defecto de transmisión; se trata más se engaña sobre sí mismo.
bien de un contexto biográfico que se ha convertido en impe­ La interpretación psicoanalítica se ocupa precisamente de esos
netrable para el sujeto. En el horizonte de la propia historia vital contextos simbólicos en los cuales un sujeto se engaña sobre sí
rememoradora, el recuerdo falla hasta tal punto que las pertur­ mismo. La hermenéutica de lo profundo, que Freud contrapone
baciones funcionales del recuerdo mismo solicitan el recurso a la � 1� herme�éu�ica filológica de Dilthey, se refiere a textos que
hermenéutica y exigen ser comprendidas a partir de una conexión tndican las zluszones del autor sobre sí mismo. Aparte del conte­
objetiva de sentido. n_ido manifi�sto (y de las comunicaciones indirectas, pero inten­
Dilthey había concebido el recuerdo autobiográfico como con­ cionales, unidas a él), en esos textos se revela el contenido latente
dición de la comprensión hermenéutica posible y, por consiguiente, de una porción de las orientaciones, inaccesible y extraña al autor
había unido la comprensión con las intenciones conscientes. Freud mismo y, sin embargo, perteneciente a él: Freud acuña la fórmula
tropieza con perturbaciones sistemáticas del recuerdo, que, por «territorio extranjero interior� 28 para definir el carácter de la ex­
su parte, son expresión de intenciones; que deben, sin embargo, trañación de una situación perteneciente también al sujeto. Exis­
trascender necesariamente el ámbito de lo subjetivamente menta­ ten, por supuesto, manifestaciones que pertenecen a esta categoría
do. Dilthey, con su análisis del lenguaje cotidiano, se ha aproxi­ de «textos», reconocibles por particularidades que emergen sólo
mado al caso límite de la discrepancia entre enunciados, acciones en el contexto más amplio de la combinación de expresiones lin­
y expresiones de vivencias, mientras que este caso límite es, en güísticas, junto con las restantes objetivaciones:
cambio, el caso normal para el psicoanalista.
Voy, ciertamente, más allá del significado conve�cional del término
La gramática del lenguaje ordinario regula no sólo la conexión cuando postulo el interés del lingüista por el psicdanálisis. Por lenguaje
de símbolos, sino también la imbricación de elementos lingüísti­ se d�be entender no s6lo la expresi6n de pensamientos en palabras, sino
_
cos, modelos de acción y expresiones. En el caso normal, estas también el lengua¡e de los gestos y todo otro tipo de expresiones de acti­
tres categorías son complementarias, de modo que las expresiones vidades psíquicas. Se puede, de hecho, tener por válido que las inter­
lingüísticas «cuadran» con ciertas interacciones y ambas con las ex­ pretaciones del psicoanálisis son, sobre todo traducciones de un modo
de expresi6n que nos es extraño a uno famili:U. a nuestro pensamiento 2!1.
presiones de vivencias, aunque esta concordancia imperfecta deja
el espacio necesario para comunicaciones indirectas. Pero en el caso Puede ser que el texto de nuestro juego de lenguaje cotidiano
límite, el juego lingüístico puede desintegrarse hasta el punto que (discursos y acciones) aparezca perturbado por errores aparente­
las tres categorías de expresiones no converjan más� entonces ac­ mente accidentales: por omisiones y deformaciones que cuando
ciones y expresiones extraverbales desmienten lo afirmado expressis permanecen dentro del límite de tolerancia habitual pueden ser
verbis. Pero el sujeto agente se desmiente sólo frente a quienes pasadas por alto e ignoradas como casuales. Tales actos fallidos,
interaccionan con él y perciben las desviaciones con respecto a las entre los qUe Freud incluirá casos de amnesia, lapsus y errores en
reglas gramaticales del juego de lenguaje. El propio sujeto agente el hablar, escribir, leer, entender y los llamados actos casuales, son
puede no darse cuenta de la discrepancia o -si la advierte- no
comprenderla, puesto que en ella se expresa y pseudoentiende a 28 Ges. Werke., cit., XV, pág. 62.
la vez. La concepción que se hace de sí mismo se atiene necesa- 2!1 Ges. Werke, cit., VIII, pág. 403.

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indicios de que el texto defectuoso expresa y disimula a la vez auto­ central en el desarrollo del psicoanálisis, ya que Freud, a través del
engaños del autor 30• Cuando los errores del text� son flagrantes desciframiento hermenéutico de textos del sueño, ha tropezado con
y entran en el dominio patológico, hablamos de sliltomas que no mecanismos de defensa y de deformación de síntomas:
pueden ser ignorados ni comprendidos. Los síntomas, si� embargo,
forman parte de conjuntos intencionales: el texto �luido �e los La transformación de los pensamientos latentes en el contenido mani­
fuegos cotidianos de lenguaje se interrumpe no por mf�uenc�a ex­ fiesto del sueño merece nuestra completa atención, en calidad de primer
. ejemplo conocido de transformación de un material psíquico de un modo
terna, sino por perturbaciones internas. Las neurosis distors10�� de expresión en otro, de un modo de expresión que nos es sin duda
las conexiones simbólicas en las tres dimensiones: la expres1on inteligible, en otro a cuya comprensión podemos llegar sólo a través de
verbal (representaciones obsesivas), las acciones (repeticiones com­ una guía y un esfuerzo, aunque incluso esto deba ser reconocido como un
pulsivas) y las expresiones espontáneas c�rpóreas (sínto��s cor­ producto de nuestra actividad psíquica 32.
.
porales histéricos). En el caso de perturbaciones psicos?mau�as, :1
síntoma está tan alejado del texto original que su caracter simbó­ Frente a los sueños, Freud impone al analista la actitud ri­
lico debe ser demostrado sólo mediante el trabajo mismo de inter­ gurosa del intérprete. En el importante capítulo VII de La inter­
pretación. Los síntomas neuróticos en sentido estricto est�n en pretación de los sueños confiesa, no sin satisfacción, a propósito
cierta medida entre los actos fallidos y las enfermedades ps1coso­ de la propia interpretación:
máticas: no pueden ser banalizados en calidad de casos accidentales,
pero tampoco pueden ser negados a la larga en su carácter sim?ó­ Hemos tratado como un texto sagrado lo que en opinión de (algunos)
autores sería una improvisación arbitraria, montada apresurad amente en
lico que los identifica como partes aisladas de un contexto sim­
4 el embarazo del momento 33.
bólico: son las cicatrices de un texto alterado, ante el cual el autor
se encuentra como delante de un texto\incomprensible para él. Por otra parte, la concepción hermenéutica no basta, pues los
El modelo no patológico de un texto semejante es el sueño 31• sueños pertenecen a la clase de textos que se presentan a su pro­
El que sueña produce el texto del sue�o tan cla�amente coro� un pio autor como algo extraño e incomprensible. El análisis debe
conjunto intencional, pero una vez despierto el suJeto, que en cierta indagar más allá del contenido manifiesto del texto del sueño para
medida es idéntico con el autor del sueño, no comprende ya su pro­ aprehender el pensamiento latente expresado en él. La técnica de
ducción. El sueño se descuelga de las acciones y expresiones: el jue­ la interpretación de los sueños va más allá del arte de la herme­
go lingüístico completo sólo es imaginado. �or eso l�s actos fallidos néutica, en cuanto que debe aprehender no sólo el sentido de un
y síntomas no pueden manifestarse en las d!scre�ancias entre expre­ texto eventualmente deformado, sino también el sentido de la
siones verbales y no verbales. Pero este a1slam1ento de la produc­ deformación del texto, la transformación de un pensamiento la­
ción del sueño en relación con el comportamiento es al mismo tente en sueño manifiesto; debe, pues, reconstruir lo que Freud
tiempo la condición para el juego extremo de las fuerzas que hacen ha llamado el «trabajo del sueño». La interpretación del sueño
saltar el texto que representan las resonancias de la conciencia
diurna (los restos diurnos) y lo transforman en el texto del sueño. 32 Ges. Werke, cit., II/III, pág. 655. En el prefacio a su innovadora
De esta manera Freud ha entendido el sueño como el «modelo oh_ra so�re la Interpretaci6n de los sueños (1900) se lee ya: «El examen
normal» de las afecciones morbosas; la interpretación de los sueños ps1cológ1co nos presenta el sueño como el primer eslabón de una serie de
fenómenos psíquicos anormales, entre cuyos elementos subsi ientes, las fo­
se convierte en modelo para el esclarecimiento de conexiones de gu
bias histéricas y las formaciones obsesivas y delirantes, conviene que ocupen
sentido deformadas patológicamente. Además, ostenta una posición al médico por motivos prácticos. (... ) el sueño no puede pretender análoga im­
. portancia prá�tica; pero tanto mayor es su valor teórico como paradigma, al
punto que quien no logre explicarse la génesis de las imágenes oníricas, se es­
30Cf. Zur Psychopathologie des Alltagslebens, IV, en op. cit. forzará en vano por comprender las fobias, las ideas obsesivas, los delirios, y
31Cf. al respecto, en op. cit., Die Traumdeutung, II/III; Uebe� den por ejercer sobre estos fenómenos un posible influjo terapéutico» (Obras com­
Traum 11/111 págs. 643 y sigs.· Die Handhabung der Traumdeutung in der pletas, trad. de Luis López-Ballesteros, pág. 344; Ges. Werke, cit., II/III,
y
Psychdanalyse, 'VIII, págs. 3�9 sigs.; Metapsychologische Ergi.in:r.ungen :r.ur pág. VII).
Traumlehre, 1, págs. 411 y s1gs. 33 Ibid., pág. 518.

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lleva a una reflexión que recorre en sentido inverso el mismo ca­ una resistencia mayor que la del resto del sueño. Además vemos frecuen­
mino sobre el que se ha formado el texto del sueño: remite al tem�nte que el sujeto yrecave el olvido de sus sueños sentándolos por
escrito en cuanto despierta ( ...). De todo esto concluimos que la resis­
trabajo onírico de forma complementaria. El analista puede así _
t�c1a que advertimos en l� interpretación de los sueños tiene que parti­
apoyar se en asociaciones libres entre los elementos aislados del _
cipar t�b1én en la génesis de los mismos. Podemos incluso distinguir
sueño comunicado precedentemente. los suenos que se han formado bajo presión de una intensa resistencia
El estrato superior del sueño, que de esta forma puede ser d� aquellos en qu� la misma ha sido escasa. Pero tal presión varía tam­
identificado y des gajado, es la cara frontal del sueño, el resultado bién dentro del �usmo sueño de unos trozos a otros; a ellas se deben
las �agu nas, oscuridades y confusiones que pueden interrumpir la cohe­
de una e laboración secundaria que ha comenzado después que el renCl.8 de los más bellos sueños 34.
recuerdo del sueño emergiera como objeto ante la conciencia del
soñador despi erto. Esta actividad de racionalización trata de siste­ Más tarde Freud ha concebido también los sueños punitivos
matizar contenidos confu sos, interpolar lagunas y allanar contra­ como una reacción de la censura del sueño sobre los deseos ante­
dicciones. El estrato s iguiente del sueño apunta a lo que no ha sido riores 35• La resistencia que encuentra el analista en el intento de
e liminado, a lo s fragmento s del texto del juego lingüístico del día
separar el pensamiento latente del sueño de su cobertura es la
prece dente, que han tropezado con obstáculos y no han sido lle­ clave para comprender el mecanismo d el trabajo del sueño. La
vados a término. Y queda, finalmente, un estrato profundo, con resistencia es el índice más seguro de un conflicto:
los contenidos simbólicos que se resisten al trabajo de interpreta­
ción. Freud los llama los auténticos símbolos del sueño, es decir, H� de existir a�u{ una fue?" que quiere expresar algo y otra que
las representacione s que expresan un contenido latente en metá­ se resiste a consentir tal expresión. Lo que entonces se constituye como
foras, alegorías u otra clase de revestimiento sistemático. La infor­ sueño manifiesto puede sintetizar todas las decisiones en las que se ha
_ condensado esta pugna de ambas tendencias. En un lugar puede haber
mación más próxima que obtenemos sobre estos símbolos proviene consegu ido u':1a de t:iies fuerzas imponer lo que querfa decir, y, en cambio,
de la experiencia específica de la resistencia que oponen a la inter­ en ot�, la tnstancia contraria ha logrado extinguir por completo la co­
pretación. Esta resistencia que Freud hace provenir de una censura .
mu01cac1ón pro�uesta o, sustf�irla por algo que no delata. huella ninguna
del sueño se revela o bien en asociaciones insuficientes, dudosas o de ella. Predommantes y maxunamente característicos de la formación de
tortuosas, o bien en el olvido de fragmentos del texto, que son pre- los sueños son aquellos casos en los que el conflicto se resuelve en una
transacción de modo que la instancia comunicativa pudo decir lo que
sentados más tarde ;
�uería; �ro no como quería, sino en una forma mitigada, deformadar e
irreconocible. As1,, pues, el sueño no reproduce fielmente las ideas oníi­
Las manifestaciones de esta resistencia no pueden ser desatendidas cas, Y si es necesaria una labor de interpretación para salvar el abismo
en el curso de la labor de interpretación. En algunos lugares, las asocia­ entre uno y otras, es por un éxito de la instancia resistente inhibitoria
ciones surgen sin vacilación, y ya la primera o la segunda ocurrencia trae Y restrictiva, que deducimos de la percepción de la. resistencia en la
consigo la solución. En otros, el paciente se atasca y titubea antes de interpretación onírica 36.
dar salida a una asociación y entonces tenemos muchas veces que oír
toda una larga cadena de ocurrencias antes de obtener algo aprovechable Podemos admitir que la instancia restrictiva, que durante la
para la comprensión del sueño. Cuanto más larga y más digresiva es la .
JOtn�d� contr?la palabra y acción, pero durante el sueño afloja su
cadena de asociaciones, más intensa juzgamos acertadamente la resisten­
cia. También en el olvido de los sueños advertimos idéntico influjo. Su­
do11:m10 confiando en la suspensión de la motilidad, reprime los
cede muy a menudo que el paciente, por más que hace, no puede recordar motivos de acción. Impide la realización de las motivaciones no
uno de sus sueños. Pero cuando un trozo de nuestra labor analítica llega deseadas, poniendo fuera de circulación las int erpretacion es y los
a vencer una dificultad que había perturbado' la relación del paciente con · símbolos. Esta circulación consiste en interaccion es habitual es que
el análisis el sueño olvidado es recordado de repente. A este punto se están ligadas al carácter público de la comunicación en el medio
enlazan o�ras dos observaciones. Sucede muchas veces que al principio
se silencia un trozo del sueño, que es relatado luego como apéndice al 34 Ges. Werke, cit., XV,
mismo. Esto debe considerarse como una tentativa de olvidar dicho trozo. 35 lbid., págs. 28 y sigs.págs. 13 y sigs.
Para la concepción precedente, d. Traumdtru·
La experiencia muestra que precisamente tal fragmento es el más impor­ tung, II/III, págs. 479 y sigs. y 563 y sigs.
tante y significativo; suponemos, pues, que a su comunicación se oponía 36 Ges. Werke, cit. , XV, págs. 14 y sigs.

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del lenguaje ordinario. Las instituciones de la circulación social nes · de significado y para alcanzar con ello las significaciones ori­
permiten únicamente determinados motivos de acción; a otras pro­ ginales. El mecanismo del «desplazamiento» sirve a la instancia
pensiones, ligadas igualmente a interpretaciones del lenguaje ordi­ censora para deformar el sentido originario. El otro mecanismo
nario les impide el camino hacia la acción manifiesta, bien me­ es la eliminación de pasajes del texto inaceptables. Incluso en las
diant� la violen�i� directa del adversario, bien, si se quiere, median­ omisiones resulta favorecida la estructura del lenguaje onírico por
te la sanción de las normas sociales reconocidas. Tales conflictos,' esas compresiones, que mantienen entre sí una relación débil.
inicialmente externos, se convierten en el interior del psiquismo, El análisis del sueño reconoce en la omisión y el desplazamiento
en la medida en que no son dirimidos conscientemente, en un con­
dos estrategias de defensa diferentes: la represión en sentido es­
flicto permanente entre una instancia defensiva que r�presenta a la tricto, dirigida continuamente contra el propio yo, y la simulación,
represión social y los motivos de acción no realizables. La vía psí­ que puede llegar a ser también la base para una proyección del yo
quicamente más eficaz para neutralizar las propensiones no deseadas hacia el exterior. En nues tro contexto es interesante que Freud
es la de excluir de la comunicación pública las interpretaciones haya descubierto esas estrategias defensivas a partir de mutilacio­
ligadas a ellas; o sea, la represión. Los símbolos excluidos y los nes y distorsiones del texto del sueño. Pues la defensa se erige in­
motivos reprimidos con ellos son llamados por Freud deseos incons­ mediatamente contra las interpretaciones de los motivos de acción;
cientes. Las motivaciones conscientes presentes en el uso del len­ a esas interpretaciones se las neutraliza haciendo desaparecer de la
guaje son transformadas mediante el mecanismo de represión en comunicación pública a los símbolos, a los que están ligadas las
motivos inconscientes, por así decir, sin lenguaje. En el sueño, propensiones primitivas. Se puede hablar aquí de censura en un
cuando la censura puede ser suavizada por la suspensión de la mo­ sentido muy preciso: tanto la censura psicológica como la oficial
tilidad, los motivos reprimidos encuentran un lenguaje mediapte reprimen materiales lingüísticos y significados articulados en ellos.
su asociación con símbolos públicamente �dmitidos de los residuos Ambas formas de censura se sirven de los mismos mecanismos de
· diurnos, pero se trata de un lengua;e privatizado; de hecho, «el defensa: a los procedimientos de prohibición y reelaboración del
sueño en sí no constituye una expresión social ni un medio 'de ha­ texto corresponden los mecanismos psíquicos de omisión y despla­
cerse comprender» n. zamiento 38•
El texto del sueño puede ser concebido como un compromiso. Por -µltimo; el contenido latente que el análisis del sueño nor­
Un compromiso establecido entre una censura social representada rµalmente libera, arroja alguna luz sobre la función de la producción
en el yo, por una par te, y los motivos inconscientes excluidos de del sueño en general. Se trata de la repetición de escenas conflicti-
la comunicación, por otra. Dado que los motivos inconscientes, en 38
las condiciones excepcionales del sueño, se abren paso a través del • aMi
dica
<;ntras que hoy l� censura prohíbe libros molestos, confisca y perju­
editores, en otro tiempo prevalecían otros métodos de neutralización:
material del preconsciente, que puede ser públicamente comunica­ :«U�o era tachar concienzudamente los pasajes ofensivos para que resultaran
ble, el compromiso, que es el lenguaje del texto del sueño, está ilegibles. �ntonces no podían ser transcritos y el copista posterior producía
un texto 1rrepr0;hable, pero . c?n la_ ¡¡unas en deter�inados pasajes y, por
caracterizado por una .combinación particular de lenguaje público tanto, éstos pod1an resultar mmtel1g1bles. Otro cammo, si las autoridades
y lenguaje privatizado. La sucesión de escenas visuales ya no apa­ no se ha�ab�n confo rmes con éste y querían que no se percibiera que el
_
rece ordenado según reglas sintácticas, dado que faltan· medios texto hab1á sido mutilado, era proceder a la distorsión del mismo. · Algunas
pala�ras podían ser _omitidas o reemplazadas por otras, y algunas nuevas fra­
lingüísticos de diferenciación para expresar las relaciones lógicas; ses mtercaladas. Meior q_l!e nada, todo el pasaje sería borrado y se colocaría
hasta las reglas elementales de la lógica carecen de valor. En el en su .l�gar otro que d1¡era exactamente lo contrario. El copista siguiente
producma un te �to que no provocaría sospechas, pero que estaría falsificado.
lenguaje desgramaticalizado del sueño, las conexiones son estable­ Ya no . contendna lo q�e el autor qu�ría decir; y es muy probable que las
cidas mediante una técnica de fundido y compresión del material. correcciones no . se ha�r�an hecho ateniéndose a la verdad. Si no seguimos la
Freud habla de condensación. Estas imágenes comprimidas del len­ an_alogfa dei:nas1ado r1g1damente, podemos decir que la represión tiene la
m1S11:1a re\actón con los otros métodos de defensa que la omisión tiene con
guaje primitivo del sueño se prestan para transmitir acentuado- la d1stors1ón. del texto, y en las diferentes formas de esta falsificación pode·
mos descubrir paralelos con la diversidad de modos en los que el yo se alte­
ra» (Obras completas, vol. 3, pág. 3353, trad. de Luis López-Ballesteros).
;rr Ibid., pág. 8.

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vas de la infancia: «El sueño es un fr agmento de la vida ps�quica ti�nen cabida en ese modelo; se supone que éstos o no existen o, si
infanti l sup lantada» 39• Las escenas infa ntiles permit7 n con� luir que e�is t:n, se que�an sin consecuencia en el plano de la comunicación
l os deseos inconsciente s más productivo s nacen de repres iones de
p�bhca, de la mteracción habitual y de la expresión observable.
l a primer a infancia, derivan de conf l ictos en los que la p rsona
Ciertam;nte que model� �emejante podría encontrar aplicación ge­
� nera� s?lo en las condiciones de una sociedad no represiva; las
dependiente y no formada todavía del niño ha sido sometido de
forma duradera a la autoridad de las primeras personas con las que d�sviaciones d el modelo son, pues, el caso no rmal en todas las con­
. .
estaba en relación y a las exigencias socia les r epresentad as por el las. diciones sociales conocidas.
Así pudo Freud resumir , ya en 1900, el resu ltado de una psicología Pertenecen al dominio objetual de la hermenéutica de lo pro­
de los procesos del sueño en la tesis según la cual «la e laboración fund� todas las situ�ciones en las que el texto de nuestros juegos
_
de un pensamiento normal (típica del sueño) só lo tiene lugar cuan­ cot1d1anos de lengua¡e, en razón de perturbaciones internas es in­
do ese pensamiento se convierte e n vehícu lo tr ansmisor de un de­ terrumpido por símbolos incom prensibles. Esos símbolos r�sultan
seo inconsciente, que proviene de la infancia y se encuentra en incom�rens i�les porque no obedecen a las reglas gramaticales del
_
estado de represión» «>. Corresponde entonces al análisis del sue­ lengua¡e ordinario, a las normas de la acción y a los modelos de
expres ión ad� uirido cul�uralmente. O bien son ignorados y disi­
ño la tarea específica de levantar el velo de la amnesia que recubre �
_ mulados, o bien racionalizados mediante elaboraciones secundarias
los primeros años de la infancia y l levar al recuerdo consc iente las
m anifestacio nes de la vida sexual de la primera infancia •
41 (cuando no son ya fruto de racionalizaciones) o incluso reducidos
a perturbaciones externas, somáticas. Freud define tales formacio­
La regresión nocturna de la vida psíquica a l estadio in!antil
nes simbólicas desviantes, que ha estudiado ejemplarmente en el
permite comprender el carácter típicamente . at�mpor al d e ciert. os
. sueño, con el término médico de síntoma. Los síntomas son cons­
motivos inconscientes. Cuando símbolos escmd i do s y m otivos de
tantes, desaparecen normal mente tan sólo cuando son sustituidos
acción reprimidos logran tener acceso, bu rl ando l a censura interna,
por equivalentes funcionales. La persistencia de los síntomas es
a un material capaz de conciencia, como ocurre con el caso del
la expresió� de una fij,ación de representaciones y de modos de
sueño, o abrirse paso, como en los sistemas de la� divers�� neur�­
com portamiento a un modelo constante y compulsivo. Lim itan el
sis al ámbito de la comunicación pública y de la mteracc10n habi­
tu;l la actualidad queda encadenada a conste laciones del pasado. �argen de flexibilidad del discurso y de la actividad comunica­
t�va, pueden rebaj�r el contenido de realidad de ciertas percep­
Freud tran sfiere las determinaciones que ha obtenido a partir ci�nes y procesos mtelectuales , así como desequilibrar la econo­
del m odelo normal de texto de sueño a fenómenos de la vida de
vigilia, cuya simbo logía está muti lada y deformada de mane ra si­ ?1iª. afe�tlva, _someter el comportamiento a ritualizaciones o per­
Judicar mmed i�tamente las funciones somáticas. Los síntomas pue­
mi lar a la l engua desgramaticalizada �el sue� o. Los sí dromes d la
? � den ser entendi dos como el re sultad o de un compromiso ent re los
historia de conversión, de la neurosis obsesiva, de d ivers as fobias, deseos rechazados de origen infantil y las prohibiciones de su satis­
aparecen sólo como los casos patológicos límite de una esc� la de facción impuestas por la sociedad. Por ello presentan ordinariamen­
,
comportamientos fal lidos que se ha l lan, en p�rte, en el a�b�to de te, aunque sea en magnitudes variables, dos momentos : po seen el
la normalidad y, en parte, constituyen e l los mis mos los cntenos de carácter de formaciones sustitutivas de una satisfacción frustrada
lo que pa sa por norma l. Fa l lida, en el sentido metodológico rig� roso Y son también expresiones de la sanción con que la instancia defen­
de la palabra, es, en efecto, toda d�sviación del m�de�o del ¡uego .
siva amenaza al deseo incons ciente. Los s íntomas son finalmente
lingüístico de la actividad comunicativa, en l a que comc1den �os mo­ signos de una es pecífica autoalienación del sujeto afe�tado. En la�
tiv os de acción y la s intenciones expresadas por e l lengua ¡e. Los fa ll�s del te�to ha preva�ecido la violencia de una inter pretación
símbolos aisla dos y las propensiones y. deseos vinculados a ellos no _
nacida del si i:rusmo, y sm embargo extraña al yo. Dado que los
,
simbolos que mterpretan las neces idades reprimidas están exclui­
39 Ges. Werke, cit., Il/III, págs. 572 y sigs. dos de la comunicación pública, la comunicación consigo mismo
«> lbid., pág. 603. del sujeto hablante y agente queda interrumpida. El lenguaje pri-
41 Ges. Werke, cit., XV,
pág. 29. .

226 227
vatizado de los motivos ínconscientes se sustrae al yo, aunque d� contextos simbólicos en general, sino que el acto de compren­
,
szon al que conduce es autorreflexión.
actú a internamente sobre el uso lingüístíco controlado del yo y so­
La tesis de que el conocimiento psicoanalítico pertenece al tipo
bre las motivaciones de sus acciones, con el resultado de que el
de la autorreflexión es fácil de probar en las investigaciones de
yo se engaña necesariamente sobre la propia ídentidad en los com­
Freud sobre la técnica analítica 42. Pues el tratamiento analítico nO
plejos simbólicos que produce conscientemente.
p�ede ser determinado sin referencia a la experiencia de la refle-
Por lo general el íntérp rete ejerce la tarea de mediar la comu­
x10n;
' 1a herme�eut ' �· ca recibe su función en el curso de la génesis
nicación entre dos interlocutores de lengua distinta: traduce de una
de la autoconsc1enc1a: no b asta con hablar de la traducción de un
lengua a otra, provoca la intersubjetividad de la validez de símbolos
t�xto, l a traduc�ión m�sma es reflexión: «Traducción de lo incons­
y reglas lingüísticas, supera las dificultades de la comprensión en­
cren�e en consciente» . Las represiones sólo pueden ser superadas
tre interlocutores que están separa dos ya sea histórica, social o
en virtud de la reflexión:
culturalmente. Este modelo de hermenéutica de las ciencias del es­
píritu no sirve para el quehacer de interpretación psicoanalítica . De La tarea que �l mét�o psicoanalista se esfuerza en realizar puede
hecho, incluso en el caso patológico límite de la neurosis, la com­ ser expresada mediante formulas diferentes ' que• sin embargo , son eqm-
prensión del paciente con sus interlocutores en la conversación o . es . ?1 su esencia.
val ent · Se puede decir que la tarea de tratamiento es la
e1'immacion de las amnesias. Cuando todas las lagunas del recuerdo han
en el comportamiento social no resulta perturbada directamente, .
sido colmadas, _todas_ las reacciones enigmáticas de la vida psíquica expli­
sino tan sólo limitada indirectamente a través de la actividad de los cada�, se hace imposibl e la continuación o la reproducción de la dolencia
síntomas. Sucede así que el neurótico, incluso en condiciones de O bien la tarea puede formularse de modo distinto: todas las represione�
represión, se preocupa del mantenimiento de la intersubjetívidad d:ben ser a�ul�das. El estado psíquico es entonces idéntico a aquel en
de la comprensión cotidiana, y se comporta según las expectativas e .que se ehmtnan todas las amnesias. Pero es importante otra formu­
sancionadas. Por la comunicación sin alteraciones en estas circuns­ lación, se t�ata de hacer a�cesible a la conciencia lo inconsciente, lo que
sucede mediante la superación de las resistencias 44.
tancias de frustración paga el precio de la perturbación de la co­
municación en él mismo. Cuando la limitacíón de la comunícación Punto de partida de la teoría es la experiencia de la resistencia,
pública, institucíonalmente necesaría en las relaciones de domina­ _
es ��cir de esa fuerza de bloqueo que se contrapone a la comuni­
ción, nó hace alterar la apariencia de la intersubjetividad de una ac­ '.
caci�� libre Y pública d� los contenidos reprimidos. La operación
tividad comunicativa sin restricciones, los límites de la comunica­ anahtica de hacer conscientes estos contenidos se revela c�mo un
ción deben ser establecidos en el interior de los sujetos. Así, la por­
�roces� de reflexió�, que . no sólo es un proceso a nivel cognosci­
ción privatizada del lenguaje excomulgado es condenado al silencio t�vo, smo q�e �1 mismo tiempo disuelve resistencias a nivel afec­
en la persona del neurótico junto con los motivos de acción no de­ . ,
tl�o. La hm1tacio� d�gmática de una falsa conciencia se mide no
seados y hecha inaccesible a él mismo. Esta perturbación de la co­ solo en la carencia, smo en la inaccesibilidad específica de infor­
municación requiere un intérprete que medíe no entre interlocutores _
�aciones; no se trata sólo de una carencia cognoscitiva sino más
de lenguas diferentes, sino que enseñe a un mismo e idéntico sujeto b1en de que la carencia queda fijada por medio de estand�rds adqui­
a comprender su propio lengu aje. El analista instruye al paciente .
r��os a l� base de actitudes afectivas. Por tanto, la simple comunica­
para que aprenda a leer sus propios lenguajes. El analista instruye _
cion de mformac10nes y la designación de las resistencias carece de
al paciente para que aprenda a leer sus propios textos mutilados y _
ningún efecto terapéutico:
deformados por él mismo y a traducir los símbolos de un discurso
42 �f. sobre todo_, en op. cit., Ue er wilde Psychoanalyse, VIII, pá s. 118
deformado en lenguaje privado en discurso de la comunicación pú­ . b
Y s1gs., Ermnern, Wrederbolen und Durcharbeit•n X págs 126 · .\
blica. Esta traducción abre a un recuerdo, bloqueado hasta enton­
ces, las fases genéticamente importantes de la propia biografía, y ::t/'tr b e g un e
t: X, p ágs. 306 y sigs.;' W eg� der ;s��l�a:alye;;:
pli 3 Y si s.; B emerkungen zu Theorie und Praxis
h�;a�i: ' ;r;.• pags. g
d Tra�m deutungt XIII, págs. 301 Y sigs.; Konstruktionen in der Analyse
hace que el sujeto adquiera conciencia del propio proceso de for­
mación: la hermenéutica psicoanalítica, por consiguiente, no tiene
xv' I , pags. 4 3 y sigs.
43 Ges. Werke, cit., XI, pág. 451..
por objetivo, como la de las ciencias del espíritu, la comprensión 44 Ges. Werke, cit., V, pág. 8.

228 229
s u perado la idea, basada e n una
. Al comienzo de una actividad analítica, el saber del médico que
Hace ya mucho tiempo. que se ha encia
. . e ue el enfermo sufre a consecu «construye» es distinto del saber del p aciente que ofrece resisten­
apariencia purame�te supe�hc1al, d d o se po ne fin a la mi sma, comu -
y ue q
cuan . cia . Desde el punto de vista del analista, la construcción examinada
d una especie de 1gnor anc1a, q n f
e �as �ela�iones. cau sales de �u : ;:�
n�cándole determinados datos sobr ias infan tiles, etc._. no _uen
en calidad de hipótesis, que compl eta elementos dispersos de un
u expe rienc
d d con su vida y sob re texto mutilado y deformado, dando lugar a un modelo comprensi­
geno no es la 1 º�:�ci; :V��� � :
:::dio qu e curar. El factor pató d ende
s s

\� l
n

es p r ble, sigue siendo simplemente «para nosotros» hasta que la c omu­


las resistencias internas de �s ral : e s �r!�isamente combatir estas nicación de la construcción se transforma en ilustración, es d ecir,
hacen perdur a r . La la?°r . e a terapi a
ue el enfermo ignora, por ha­
u
resistencia�. � comun1cac!ón de aq 1t
en un saber «para ella», para la conciencia del paciente. «Nuestro
u
1! preparaciones necesarias para saber en este punto se ha con vertido entonces en el suyo» 47• Fr eud
ªos inconscien
t !�r:;r�� :í :�n:i::n! �:� :::ía::io ::7: :::
r d
llama elaboración al esfuerzo c omú n que vence la tensión entre la
t r

f
ermo se c u
como suponen los profanos, los e n .
as. Pero �eme¡�ntes m�
d"ldas comunicación y la explicación. La elaboración indica la parte di­
s

s libros o asistir a algunas conferenci


í gico nerv ioso n ámica de una operación cognoscitiva que conduce al reco nocimien­
::�:�án sobre los s n to�as pa to�ó �:1 �:
1

una �is�:i::ir: �:�:


s q

,
s
tiem po e sc� to sobrepasando las resistencias.
sobre el hambre, en aración uede aún
rtu!1�a . s
e sez

menús bellament e impresos e n c�


s

; 1� rmo El analista puede introducir el proceso de esclarecimien to cons­


on d. . :: sciente �l enfe

llevar se más allá, pues la comunicac1 izaci ón de u confl ic to y u na ciente en la medida en que logra cambiar la función de la dinámica
cia u na agud
tiene siempr e por consecuen de la represión, de forma que no actúe en favor de la estabilización
s
45
agravación de s u s dolencias • de la resistencia, sino de su disolución crítica :
inicialmente con el
. del psicoanalista parece coinc idir
El trabaJo � Los impulsos inconscientes no quieren ser recordados, como la cura
te, con el de 1 ueo'!. º�ºi D he
l
del historiador o más exac tamen
ar
oria e primer lo desea,· sino que tiende n a reproducir conformea las condiciones carac­
ch s u tar ea con �iste en la reconstrucción de la hist terísticas de lo inconsciente: atempo ralidad y capacidad alucinatoria. El
. final del · · náli sis tiene que ser
penodo de vidª del paciente · Al
º: re1 vante. s ol
e nfermo atribuye, del' mismo modo que en el sueño, a los resultado s
a
ac o ntec� m1e nt s del estímulo de sus impulso s inconscientes, actualidad y realidad, uiere
posible presentar narrativamente los ig or � os_ a¡ co nzo
q
dar alimento a sus pas'ione s sin tener en cue nta la situación real. El
medad,
vidados para la historia de la enfer . �t tra­ médico quiere obligarle a incluir tales impulsos afectivos en la ma rcha
n a
como por el p
de la afección tanto por el médico del tratamiento, subordinados a la observación reflexiva y e stima rlos se­
nte

uno y otro de forma que uno


acie

· que da divi did o entr e gún su valor psíquico. E sta lucha entre el médico y el pacien te, entre el
baJ o intelectual
lo t exto. s. defec tuosos del otro, intelec to y el insti nto, entre el conocimiento y la acción, se de sarrolla
reconstruye lo o1vi"dado a partir de s tras que. el casi por entero en el terreno de los fenómenos de transferencia 48•
a partir de sus sueños
, asociaciones y rep et1c 10nes, mie· n
cion s ade l t adas h1po-
constru
o�r? recuerd a estimulado por las
an

ba)· o de reconstrucción del psi-


c e
El paciente está sometido a la coacción de repetir el conflicto
teucamente por e1 me'd1· co · El tra encia con
ente u na clara converg originario bajo las condiciones de la censura ; actú a en los senderos
coanalista muestra metodológicam o o sus ha_l�azg�s . trazados por las actitudes patológicas y las formaciones sustitutivas
trucc iones que realiza el arque ólog
las r econs c1on h1s-
c n
. ueólogo es l r pr se t fij adas en la infan cia en calidad de compromisos entre satisfac ción
Pero mientras e1 obº¡etivo del arq · , �<el cami
a e e n a

o de u? « h.isto na» de deseos y defensa. El proceso que el médico debe reconstruir se


tóric a de un ac ontecimiento olvidado ma :n e i
a

la r co stru ió del analista ( ... ) t e presenta no como un asunto histórico, sino como un poder actual
no qu e parte de �� paciente
cu rdo y activo. La disposición de la experiencia en la situación analítica
n
l r
cc

r ecuerdo (actual) del analizado» 46.


Sólo
e n
e
to, debe
e e e
ción ; si éste . es corr consiste, por una parte, en debilitar los mecanismos de defensa
decide sobre la validez de la c onstruc
ec

n para el _p t . de u tro mediante la disminución de los controles conscien tes (relajación ,


hacer posible el «resurgir» tambié ;e ra au to�
ac n e

pod er brir e c mm o a asociaciones libres, comunicación sin cortapisas ) y, por consiguien-


de historia perdida de vista, o bien
a a

rreflexión .
47 Ges. Werke, cit., XVII, pág. 104.
:f. taml:iién X, pág. 135. 48 Ges. Werke, cit., VIII, pág. 374.
45 Ges. Werke, cit., VIII, �ág. 123;Y sigs.
52
46 Ges. W erke, cit., XVI, pags.
231
230
te, en reforzar la necesidad de puesta en escena; pero, por otra par­ acc
�sibles, sob_re �a base del a parato interiorizado del lenguaj e ordi­
te , en dej ar actuar estas reacciones de repetición en presencia de un nario no restrmgido; a una comunicación pública y sin coacciones,
in terlocutor retraído que virtu aliza el caso de conflicto, y con ello de f orma que se conserva también la transparencia de la biografía
dejarlas actuar s obre el paciente mismo . La neurosis común se recordada. Los procesos de f ormación que se desvían de este mo­
tr a nsforma así en una neurosis de transf erencía: La compulsión pa­ delo (y Freud no dej a ninguna duda de que en las condiciones de
tol ógica de la repetición puede ser transformada, en las c ondi­ un desarrollo sexual con dos puntos álgidos y latencia f orzada todos
ciones contr oladas de una enfermedad artificial, en un «incentivo los procesos de socialización deben desarrollarse de manera anó- -
para el recuerdo ». El médico aprove cha la o portunidad que se le mala ) tienen su origen en la represión ej ercida por instancias so­
_
o frece de d a r a l os sínt omas una nueva significación transferencial ciales. Esta presión externa es reemplazada y mantenida por el
y -de liquidar mediante un ejercicio de recuerdo lo que el paciente °;1ecanismo de defensa intrapsíquica de una instancia erigida inte­
qu ería transformar en actos 49• El control, por así decir, experimen­ riormente que conduce a c ompromisos a largo plazo con las exi­
tal de la �<repetición » en las condiciones de la situación analítica genci as d e la parte separada, a los que se llega al precio de la coac­
o frece al médico igualmen te una pos ibili dad de conocimiento y de ción patológica o el autoengaño . Est e es el fundamento de la
tra tamiento. El actuar en la situación transferencia! (y en situaciones f�r��ci?n de s�tomas, a través del cual el texto de los j uegos
.
cotidianas similares durante el pe ríodo de tratamiento ) conduce a lingmsticos cotidianos resulta deteri orado de forma característica
escenas que su mi nistran lo s punt o s de apo yo para la reconstrucción y hecho así objeto de una posible elab oración analíti ca .
de la escena originaria del con flicto inf antil . Las construcciones del El análisis tiene consecuencias terapéuticas inmediatas, dado
médico, sin embarg o, sólo pueden ser c on_vertidas en recuerdos que la superación crítica de las barreras de la concienci a y la pene­
actuales del paciente en la medida en que éste, confrontado con tración de falsas obj etivizaciones da lugar a la apropiación de un
las con secuencias de su acción en el est�do de suspensió� de la fragmento perdid o de la propia biografía, anulando de este modo
situación real que implica la transferencia, aprende a verse con el proceso de escisión. De ahí que el conocimiento analítico sea
los o j os de otro y a reconocer mediante la reflexión sobre los autorreflexión . Y por ello Freud rechazará la comparació n del psi­
sín tomas las conse cuenc ias de sus propias acciones . coanálisis con el análisis químico . La descomposición y la disolu­
Hemos partido de la tesis de que el proceso cognoscitivo del ción de los complejos en sus compon entes simples no conduce a
paciente inducido por el médico debe ser concebido como autorre­ una �ul�iplicidad de elementos qu e puedan ser luego recompues­
fle xión . La lógica de la situación transferencia! y la div isión del .
tos smtacticamente. Freud ll ama a la expresión «psicosíntesis »
trabajo en la comunicación entre el médico que construye y el pa­
�� fórmula carente d� sentido, dado que no capta el logro espe�
ciente que convierte el actuar en rememoración sostie ne aquella cifico de la autorreflexión en la cual la disolución analítica como tal.
tesis . El conocimiento analítico es complementar io del proceso de es la síntesis, el restablecimiento de una unidad quebrada :
formación desviado (es debido a un proceso de aprendiza;e compen­
satorio que anula los procesos de escisión). Esos procesos consisten .
El enfermo n�urót�co nos aporta una vida anímica desgarrada, diso­
en la desvinc ulación de ciertos símbolos del uso lingüístico público, ciada por las res1stenc1as; pero mientras la analizamos y suprimimos las
en una defo rma ción en término s de lengua je privatizado de l as re­
resistencias, esta vida anímica va soldándose, y la gran unidad en la
glas vigentes de la c omunicación, por una parte, y, por otra, en la �ue. vemos el yo del sujeto va incorporándose a todas las tendencias ins­
tintivas que hasta entonces permanecían disociadas de ella y ligadas a
neutralización de los motivos de acción ligados a esos símbolos otros elementos so.
escind idos . L a totalidad virtual, r ota po r esa escisión, está re pre­
sentada por el modelo de la activida d comunicativa pura . Según este res part��laridades suplementarias demuestran que el cono­
modelo to das las inter acciones c onvertida s en habituales y todas . !
cimiento analít�co es
autorreflexión. En primer lugar, incluye dos
las inte�pretaciones importantes para la vida práctica son siempre momentos por igual: el aspecto cognoscitivo y el mo tivacional-afee-

49 Ges. W erke, cit., X, pág. 133. 50 Ges. Werke, cit., XII, pág. 186.

232 233
derar el f enótneno de la enfermedád como una parte de sí mism
tivo. El conocimiento analítico es crítico en el sent ido de que posee En lugar ?e tratar los síntomas y sus causas como un hecho exte��
tica
la capacidad analítica de disolver actitudes dogmáticas. La crí no, el pacient� debe mostrarse presto para asumir de alguna manera
termina en una transformación de la base a fect ivo-mo t ivacion al, al .
prác ico. La crítica la responsa bihda� de la enfermedad. Freud ha discutido este proble­
igual que comienza con la necesidad de cambio t .
ma ;n el caso analogo de la responsabilidad por el contenido de los
no tendría el poder de vencer la falsa conciencia si no fuese im­ suenos.
pulsada por una pasi6n por la crítica. O de parte de la experiencia
de dolor y de la necesidad y del interés por la superación de esta Evidentemente, se nos debe. responsabilizar por los imp.ulsos d arunos

a
situación opresiva. El paciente consulta al médico porque sufre de 1os s_uenos
- p�p10s · ( ... ). S1 el contenido del sueño no es· sugerencia
causa de sus síntomas, y quisiera sanar: cosa co n la que p uede con­ de espíritus extranos, entonces es una parte de. m1· ser. s·1 qmero elas1"ficar
·
tar también el psicoanalista. P ero a diferencia del tratamiento mé­ 1as tensiones presentes en �{, según los criterios sociales, en buenas y
n m�las, debo entonces asumir la responsabilidad de ambas, y si digo en
dico habitual, la presión del sufrimiento y el interés en la curació m� defensa que lo que es en sí desconocido, inconsciente y segregado no es
no son sólo ocasión para el inicio de la terapia, sino un presup uesto
m1 �yo�, entonces no estoy en el terreno del psicoanálisis, no acepto sus
para el éxito de la misma. xphcactones y puede qu_e me abran los ojos las críticas de mis semejantes
fas perturbaciones de mis acciones y el desorden de mis sentimientos'.
Durante la cura podéis observar que todo alivio de su estado patoló­ Tal vez �prenderé que I� que ha s!do desmentido por mí no sólo «estái.
gico retarda la marcha del restablecimiento y disminuye la fuerza instin­ en mí, smo que en ocasiones también «actúai. de mi parte S2.
tiva que impulsa hacia la curación. Ahora bien: no nos es posible en
modo alguno renunciar a esta fuerza instintiva y toda disminución de la Dado que el psicoanálisis pretende del enfermo la experiencia
misma significa un peligro para nuestros propósitos terapéuticos. Sería
entonces la consecuencia obligada que, por muy cruel que parezca, he­ !ª
de autorreflexi6n, exige una «responsabilidad ética hacia el con­
mos de cuidar de que la dolencia del enfermo no alcance un término tenid o� de l nfer e?ad ; pues el reconocimiento a que debe con­
prematuro. Al quedar aliviada por la descomposición y la desvalorización _ ,�� �
ducir el anahsts es umcamente el sigu iente: que el yo del paciente
de los síntomas, tenemos, pues, que instituir otra nueva sensible priva­ se reco�ozca en su otr9, representado por la enfermedad, como en
ción, pues si no corremos peligro de no alcanzar ya nunca más que alivios
insignificantes y pasajeros 51. s� yo ahe�ado, Y se idehtifique con él. Como en el caso de la dialéc­
tica �egeh a na de la eticidad, el criminal reconoce en su víctima su
_
Freud exige que el tratamiento psicoanalítico sea llevado a cabo propia esencia corrompida, autorreflexión a través de la cual las par­
en condiciones de abstinencia. Querría impedir que el paciente en t es abstractamente escindidas reconocen la totalid ad ética d estrui­
el curso del tratamiento sustituyese prema turamente los síntomas d� como su f�ndaniento común, y con ello vuelven a él. El conoci­
por una satisfacción compensatoria sin carácter de sufrimiento. En ,
miento anahtico es al mismo tiempo un conocimiento ético dado
la práctica médica habitual una exigencia semejante parecería ne­ que en el m�vimien�o de au torreflexión no se ha eliminad� y su­
cesariamente absurda ; es correcta en la tera pia psic oanalítica, por­ perado todavta la unidad de la razón teórica y práctica.
que su éxito depende no de una influencia técnicamente eficaz sobre Una última particularidad del psicoanálisis confirma este carác­
el orga nismo enfermo por parte de l médico, sino del curso de la ter. La exigencia de que nadie pueda practicar un psicoanálisis si
autorreflexión del enfermo. Pero ésta sólo sigue en marcha en la an tes no se ha some tido él mismo a un análisis didáctico parece
medida en que el interés por el autoconocimiento sigue empujando responder a las exigencias médicas normales de cualificación. Es
al conocimiento analítico contra las resistencias motivacionales. pr�ciso haber aprendido la profesión qu e se pretende ejercer. Pero
Conectada con esto aparece otra particularida d. Freud ha sub­ . _
esta e igencia, tende nte a preven ir los peligros de un psicoanálisis
rayado que el paciente que se somete al trata miento psicoanalítico �
«salva¡ e », postula algo más que una preparación suficiente. Se pide
no puede c omportarse en relación c on su enfermedad lo mismo que
más bien al psicoanalista que soporte el papel de paciente . para
con una a fección somática. El paciente debe ser llevado a consi-
52 Ges. Werke, cit., I, pág. 567.
s1 !bid., pág. 188.
235
234
librarse precisamente de las enfermedades que deberá tratar como En una fase más tardía de su evolución Freud organizó sus
hipótesis pisocaanalíticas fundamentales en un modelo estructu­
psicoanalista. Esta condición es importante:
ral s,. El juego conju?to de !as tres instancias, yo, ello y superyo,
Al fin y al cabo nadie mantiene que un médico es incapaz de tratar representa el compleJo func10nal del aparato anímico. El nombre
las enfermedades internas si no están sanos sus propios órganos interio­ que da a esas instancias no se adecúa bien a la concepción básica­
res; por el contrario, puede argumentarse que existen ciertas ventaj�s _en m�nte mecanicista que F�eud tiene de la estructura de la vida psí­
que un hombre que se halla amenazado por la tuberculosis se especialice qmca, aunque deba servir para la explicación del complejo fun­
en el tratamiento de personas que sufran esta enfermedad 53• _
cronal del aparato psíquico. Las construcciones conceptuales yo,
ello Y supe?� deben su nombre, no por casualidad, a la experiencia
Pero, evidentemente, la situación analítica oculta peligros que
d� la reflexton. Sólo en un segundo momento son trasladadas y
no son típicos para el resto de la práctica médica: las «fuentes de remterpretadas en un marco de referencia objetivista. Freud ha
error procedentes de la ecuación personal». El médico se ve estor­
descubierto las funciones del yo en su relación con las otras dos
bado en su trabajo de interpretación psicoanalítica y no realiza
i?�tancias en la interpretación de los sueños y en el diálogo ana­
construcciones correctas si él mismo, bajo la coacción de motivos
lítico; por tanto, en el desciframiento de textos específicamente
inconscientes, proyecta angustias propias sobre su interlocutor o
no percibe determinados modos de comportamiento del paciente: mutilados y distorsionados. Insiste en que «propiamente toda la
teoría psicoanalítica está construida sobre la percepción de la resis­
En tanto es capaz de trabajar, un médico que sufra de los pulmones tencia que el paciente nos opone cuando intentamos hacerle cons­
o del corazón no se halla impedido para diagnosticar y tratar enferme­ ciente lo inconsciente» 58. En la resistencia se pone de manifiesto
dades internas, mientras que las condiciones especiales del trabajo psi­ una p�culiar acción de defensa, que debe ser concebida tanto en
coanalítico hace que los propios defectos del analista interfieran en el relación a la instancia de defensa misma como al material defendi­
correcto establecimiento por él del estado 'de cosas en su paciente y le
do y reprimido.
impidan reaccionar de un modo eficaz 54.
Resistencia significa cerrarse a la conciencia. Contamos, pues,
En otra parte Freud atribuye esta circunstancia a «un momento con una esfera de lo consciente y, en el horizonte de la conciencia
particular inherente al objeto, dado que en psicología no se trata, . Y evocable en todo momento, con una esfera de lo preconsciente
como. en física, de cosas que pueden estimular un frío interés cien­ vinculado tanto a la comunicación lingüística como a las accio­
tífico» 55• En la situación transferencia!, el médico no se comporta nes. Lo preconsciente cumple el criterio de la publicidad, es decir,
de forma contemplativa, sino que más bien detiene su interpreta­ de la comunicabilidad, ya sea en palabra o en acciones. El incons­
ción en la medida en que asume metódicamente el papel de inter­ ciente, por el contrario, se sustrae a la comunicación pública. Sin
locutor: transforma la compulsión neurótica de repetición en una embargo, cuando se exterioriza en símbolos y acciones, se mani­
identificación transferencia!, mantiene las transferencias ambiva­ fiesta como síntoma, es decir, en calidad de mutilación y deforma-
lentes y al mismo tiempo virtualiza y disuelve el vínculo del pa­ en que el médico puede hacerle frente. La reflexión no es un movimiento
ciente con él. Con todo lo cual el médico se convierte en instru­ solitario, sino que está vinculada a la intersubjetividad de una comunicación
mento del conocimiento, no ya mediante la eliminación, sino lingüística con otro; la autoconciencia se constituye finalmente sólo en razón
de �n conocimie!}to !ecíproco. Cuando el médico consi gue que el paciente
mediante la introducción controlada de su subjetividad 56• se hbere de la s1�uac1ón de transferencia y le devuelve su libertad como yo
autónomo, los su¡etos deben tomar recíprocamente una posición en la cual
� Ges. Werke, cit., XVI, págs. 93 y sigs. eJ liberado sabe que la identidad del yo es posible sólo a través de la iden­
54 Ibid., pág. 94. tidad d�l ?tro que lo reconoce, identidad dependiente, a su vez, de su propio
SS Ges. Werke, cit., XII, pág. 127. reconoc1m1ento.
56 El autocontrol obtenido mediante el análisis didáctico no es necesario ST En op. cit., Das Ich und das Es, XIII, págs. 235 y sigs.; Hemmung,
S�mP_ tom, A�gst, XIV, págs. 111 y sigs.; Neue Folge der Worlesungen zur
sólo para mantener a lo largo del análisis la superioridad del que entra en . .
E_rnfuhrung .tn dte Psychoanalyse, XV ; Abriss der Psycboanalyse, XVII, pá­
las interacciones; también conserva en ellas una cierta distancia y modifica ginas 63 y stgs.
los modelos de interacción. Todavía más importante es la circunstancia de
que el paciente únicamente puede irse elevando al estadio de autorreflexión 58 Ges. Werke, cit., XV, pág. 74.

236 237
ción del texto de los juegos lingüísticos normales cotidianos. La de las que depende su capacidad para efectuar la prueba de realidad.
experiencia de la resistencia y la distorsión de conjuntos simbóli­ Por otro lado, en sentido estricto, la prueba de realidad sólo se hace
cos reenvían de for_ma complementaria a lo mismo: a lo incons­ necesaria cuando las necesidades están unidas de forma alucinato­
ciente, a lo que, por una parte, está suprimido, o es mantenido ria a anticipaciones lingüísticas de satisfacción, y quedan así cana­
alejado de la comunicación libre, pero que, por otra, se insinúa lizadas como necesidades determinadas culturalmente. Sólo en el
por vía indirecta en el lenguaje público y en las acciones observa­ medio del lenguaje queda articulado en forma de necesidades inter­
bles y «empuja» hacia la conciencia: supresión y empuje hacia el pretadas el potencial pasional heredado de la historia natural, po­
exterior
. son los dos momentos de la «represión». tencial plástico, predeterminado, ciertamente, en sentido libidinoso
Partiendo de la experiencia de la comunicación del médico con Y agresivo, pero indefinido al haber quedado desconectado de la
su paciente, Freud ha elaborado el concepto de inconsciente ba­ motilidad hereditaria. En el plano antropológico, las exigencias
sándose en la forma específica de perturbación de la comunicación pulsionales están representadas por interpretaciones, es decir, por
que afecta al lenguaje ordinario. Con este propósito habría tenido satisfacciones alucinatorias de deseos. Cuando las exigencias libi­
necesidad precisaniente de una teoria del lengua;e que no existía dinales y agresivas excedentes resultan disfuncionales para la auto­
entonces y que todavía hoy apenas está esbozada. Se encuentran, afirmación de los individuos y de la especie, chocan con la realidad.
de todos modos, algunas observaciones instructivas. La especie La instancia del yo, responsable de la prueba de realidad, hace
humana se distingue del animal por una «complicación» ( ... ). previsibles estos conflictos; reconoce qué pulsiones, motivando
ciertas acciones, podrían dar lugar a situaciones peligrosas y hacer
por la que también procesos internos del yo pueden adquirir la cuali­ inevitables conflictos externos. También el yo reconoce indirecta­
dad de la conciencia. Este es el cometido de la funci6n lingüísúca que mente tales pulsiones como peligros. Reacciona con la angustia y
permite establecer un contacto entre los contenidos del yo y los residuos
del recuerdo de percepciones visuales y en particular auditivas. Por eso la las técnicas de defensa correspondientes. En los casos en que el
periferia perceptiva de la capa cortical puede ser excitada también desde conflicto entre deseo y realidad no puede ser resuelto mediante
el interior en una medida mucho mayor: ciertos procesos de pensamiento intervenciones en la, realidad sólo queda la huida. Pero cuando
pueden hacerse conscientes, y ello requiere un dispositivo particular que en el caso de un ex�edente constante de las fantasías del deseo
-distinga entre las dos posibilidades, la llamada prueba de realidad, La
equiparaci6n percepci6n-realidad (mundo exterior) ya no se mantiene. Los
sobre las posibilidades reales de satisfacción la situación normal
errores que ahora pueden producirse fácilmente --como sucede normal­ no ofrece ninguna posibilidad de escape, la técnica defensiva de
mente en el sueño-- son llamados alucinaciones 59• la angustia se separa de la realidad como fuente directa de peligro
y se dirige contra las exigencias pulsionales identificadas como fuen­
La función del lenguaje que Freud considera en este punto te indirecta de peligro.
constituye una estabilización de procesos de conciencia por la vía
de que el «interior» queda fijado en símbolos y adquiere existencia Parece claro, entonces, que el proceso de defensa es análogo a la
huida por la que el yo se sustrae a un peligro que le amenaza desde
«externa». En razón de esta función ha sido posible superar los fuera; representa exactamente un intento de huida de un peligro pul-
límites de las realizaciones de la inteligencia animal y el compor­ sional 61.
tamiento adaptativo ha podido transformarse en actividad instru­
mental. Freud comparte el concepto «pragmatista» de pens¡imiento Esta tentativa de concebir el proceso interno de defensa. sobre
como actividad de comprobación, como «tanteo de la facultad el modelo de la reacción de huida lleva a formulaciones que con­
motriz, con escaso gasto de energía» 60• En medio de símbolos lin­ cuerdan de modo sorprendente con las perspectivas hermenéuticas
güísticos pueden ensayarse, esto es, calcularse, secuencias de acción del psicoanálisis: el yo en fuga que no puede sustraerse ya a una
alternativas. El lenguaje es así la base de las realizaciones del yo, realidad exterior debe ocultarse de sí mismo. El texto median.te el
cual el yo se comprende a sí mismo en su situación aparece depu-
S9 Ges. Werke, cit., XVII, pág. 84.
60 Ges. Werke, cit., XIV, pág. 14. 61 Ibid., págs. 176 y 84.

238 239
rada, o más bien censurado de todo lo que representa a las reivin­ Ahor� bien, la �stinción entre representaciones verbales y re­
_
dicaciones pulsionales no deseadas. Queda negada la identidad de presentac1
_ �nes, s1? sunbolos es problemática, al igu al que es insufi­
esa parte rechazada del psiquismo con el self, parte rechazada que ciente la hipotes1s de _ un sustrato no lingüístico sobre el que estas
queda reificada -por el yo en una cosa neutra, en un ello. Y esto repres:ntac1ones desv10culadas del lenguaje podrían «efectuarsei..
vale también para los representantes del ello al nivel de los con­ �demas, no,se ve bien_ según qué reglas, si no han de ser grama­
juntos simbólicos depurados, es decir, para los síntomas: ticales, habnan de asociarse las representaciones inconscientes con
los residuos verbales. A mí me parece más plausible concebir el
El proceso, convertido en un síntoma mediante la represión, mantiene acto de. represión como una expulsión de las interpretaciones mis­
ahora su existencia fuera de la organización del yo e independientemente mas de las nec�si?ades. El lenguaje desgramaticalizado y figurati­
de ella. Y no sólo él, también sus derivados gozan del mismo privilegio,
por así decirlo, de extraterritorialidad; cada vez que entran en relación �amente comprllll1do del ·sueño ofrece puntos de apoyo para seme­
asociativa con partes de la organización del yo hay que preguntarse si !ante �o�elo de excomunión. Este proceso sería la reproducción
no las arrastrarán hacia sí y de este modo se prolongarán a expensas 10traps1q�ca de una categoría determinada de castigo, cuya eficacia
del yo. Una analogía familiar para nosotros desde hace mucho tiempo er� espectalme�te patente en épocas arcaicas: la expulsión, el aisla­
considera el síntoma como un cuerpo extraño que provoca una incesante m1ento de� delin';1ente del grupo social cuyo lenguaje comparte.
sucesión de estímulos y reacciones en el tejido en el que se encuentra. .
Sucede de vez en cuando que la batalla defensiva contra las pulsiones Al a�slar c�ertos stmbolos de la comunicación pública se impondría
desagradables acaba con la formación de síntomas, esto es especialmente al nusmo tiempo una privatización de su contenido semántico 64• Sin
posible en la conversión histérica, pero por regla general el curso es embargo, subsiste todavía una conexión lógica entre el lenguaje
otro; el primer acto de represión es seguido por una secuencia larga o deform �do y el público mientras continúa siendo posible alguna
interminable en que la lucha contra la moción pulsional encuentra su _
continuación en la lucha contra el síntoma 62_
traducc1?n del d!�l:cto privado -y en esto consiste precisamente
el trabaJo de análisis del lenguaje que lleva a cabo el terapeuta.
La lucha defensiva secundaria contra los, síntomas muestra que Las conJtrucciones conceptuales del yo y del ello son fruto
el proceso de fuga, con el que el yo se oculta a sí mismo, sustituye de una interpretación de las experiencias del analista con la «resis­
a un enemigo externo, con los derivados del ello neutralizados en tencia» del paciente . Freud ha concebido el proceso de defensa
forma de cuerpos extraños. como l� inversión de la reflexión, es decir, como el proceso análogo
La fuga del yo ante sí mismo es una operación realizada en a la hwda por la que el yo se oculta de sí mismo. El «ello» es de
y con el lenguaje; de lo contrario no sería posible anular hermenéu­ hecho el nombre para la parte del psiquismo exteriorizada mediante
ticamente el proceso de defensa mediante un análisis del lenguaje. la defensa, mientras que el «yo» es la instancia que asume la
Freud ha tratado de explicar el acto de la represión en el marco t�rea �e la prueba de realidad y de la censura de las pulsiones . Esta
.
lingüístico como una separación de las representaciones pulsiona­ dist�nc16n �structural parece coincidir con la distinción topológica
les del lenguaje como tal. En esa interpretación parte d�I supuesto en 10consc1ente y consciente (o bien preconsciente). Si el hacer
de que consciente el inconsciente puede ser llamado reflexión entonces
el proceso contrario a la reflexión debe transformar lo �onsciente
la verdadera diferencia entre una representación (un pensamiento) in­ en inconsciente.
consciente y una representación preconsciente consiste en esto: la pri­ Ahora bien, la experiencia clínica misma de la que parten las
mera se efectúa sobre un material cualquiera que permanece desconocido, construcciones del yo y el ello muestra que la actividad de la
mientras que la otra (preconsciente) estaría asociada a una representa­
ción verbal ( ... ) la pregunta: ¿Cómo se convierte algo en consciente? instancia defensiva no se desarrolla siempre de forma enteramente
Puede formularse de manera más adecuada así: ¿Cómo se convierte
algo en preconsciente? Y la respuesta sería: mediante la asociación con � Este coz.icepto de represión como una deformaci6n del lenguaje ordi­
las representaciones verbales correspondientes 63. nano en tl!!rmmos de un lenguaje privatizado ha sido desarrollado muy lúci­
fª¡:ente por Alfred LORENZER sobre la base del ejemplo freudiano de la
62 !bid., pág. 125. 1a a los _caballos del pequeño Hans.
.Voerstehens a. A. LORENZER, Der Prozess des
63 Ges. Werke, cit., XIII, pág. 247. tn der psycho11n11lytischen Operlltion, manuscrito.

240 241
las veces se r ealiza de for­ defensa sigue siendo inconsciente. En eso estriba la diferencia entre
consciente; al contrario, la mayoría de gon
,
a d e «su- la represión y el dominio consciente de las pulsiones. El yo depen­
duci r la cate
1.
ma inconsciente. Esto obligó a intro diente del niño es, en cualquier caso, evidentemente demasiado
perego»: débil para realizar con . los propios medios acciones de defensa efi­
el agotamiento de s�s asoci �cio­ cac es. Entonces se instaura en el individuo la instancia que obliga
La señal objetiva de la resistenc ia es
tema tr.atado: El paciente. �ismo al yo a huir de sí mismo con la misma violencia objetiva con la que
nes espontáneas O su alejamiento del
subje tivam ente la res1stenc1a en la �p�nció� en objetivamente, por otra parte, se le oponen --como resultado de
puede también reconocer
e al terna. Pero este úlumo signo
él de sensaciones penosas al aproximars la represión- los derivados del ello.
comu ni camos al paciente que su con�ucta nos re­
puede fallar. Entonces Parece que la interiorización de normas prohibitivas es un
encia, a lo cual _replica que na?a
vela que se encuentra en estado de resist
tan sólo dificu ltad de producir nuevas asocia­ proc eso del mismo orden que la defen sa frente a motivos no desea­
sabe de ella, advirtiendo
estra luego s�r exac�a, resulta, dos 66, lo que es fundamento de la afinidad del superyo con el
ciones. y corno nuestra afirmaci6n demu
a era tamb ién in c onsc iente, tan. mc?nscient� como ello: ambos son inconscientes. En efecto, los procesos de interio­
pues, que su resistenci
r e n la �nci�nc!ª· Hubiéramos
lo reprimido que intentábamos hac er surgi ¿De _qu� rización y defensa son compl ementarios: mientras que en un caso
debido, pues, plantearno s tiem po ha la i� terro �ac�6n s1�iente:
res1st enc1a m c ons c 1e te? � l pr�cl­ son suprimidas motivaciones de acción socialmente no deseadas
parte de su vida anímica proviene tal �
enc �a �ism�
respo nderá en s eguida : Es la res1st que en cuanto fantasías del deseo pertenecen sobre todo al yo, e�
piante en psicoan áli sis os ,
tan e�ui�ocada corno mutil. S1 el otro vienen impuestas desde el exterior a un yo que se resiste,
de lo inconsciente. Pero esta soluc ión es rno s de reba­
lo repr1m1_do, hab� e
quiere decir que la resistencia emana de bien un im pulso
.
inten­
motivaciones de acción socialmente deseadas. La interiorización es
ña más
tirla decididamente. Lo repr imido entra que comparable al proc eso de defensa, que también sustrae a la dis­
e ncia no pu�de ser m ás_ ,
sísimo a surgir en la conciencia. La resist en su d1a a e� res1on Y cusión imperativos que inicialmente están articulados lingüística­
llevó a cabo � �
una manifestación del yo, el cual
ya des�e un p�mc1p10 .. Y des­ mente. Pero este obstáculo no está ligado a una deformación en
quiere ahora mantenerla . Así lo hemos c reído
: �?ª mstancia
el yo d especial que
de que admitimos la existencia en
-yo--, po­
términos de lenguaje privado. Freud subraya en este contexto que
proh1b1t1v as -el super
representa las exigencias restrictivas y super -yo, el cual la lleva
si6 n es obra d e e ste no es posible negar al1 superego (... ) su origen acústico; pues es una
demos decir que la repre 65
obediente a sus mandatos -
a cabo por sí mismo O por medio del yo, parte del yo y permanece accesible a la conciencia mediante estas repre­
sentaciones verbales (conceptos y abstrac ciones), pero la energía de fija­
exterior, que pone al
A la adecuación inteligente a la realidad ci ón no le viene a los contenidos del superego de la percepci6n auditiva
e la real�dad, c?rr��pond
e (por la enseñanza, la lectur a), sino de fuentes radicadas en el ello 67.
yo en condiciones de superar la prueba ? _
sociales a traves de la tdenttft�acton �
on
la apropiación de roles
an las expect�tl�as ��1al­ Aparentemente tiene lugar una especie de sacralización de cier­
otros sujetos que ante el niño represent
a con la intenonzac1on de tas proposiciones mediante su conexión con motivos libidinosos de
mente sanciona das. El superego se form acción reprimidos. Así, los símbolos que expresan los imperativos
instauración _en el Yº. de ob­
estas expectativas sobre la base de la
uos de ele�c1o�es ob¡etuales del superego no es que sean sin más inaccesibles a la comunicación
jetos de amor abandonados. Los resid
de la conc1enc1� moral, que pública, pero sí que, en calidad de proposiciones fundamentales in­
abandonadas dan origen a la instancia
a parece fijada en la estructu
ra mism de la personal�dad por �as
a vestidas por la libido, están inmunizados contra las objeciones críti­
ra las pre�ens1ones puls10- cas. Esta es la razón de la debilidad del yo, encargada de probar la
exigencias represivas de la sociedad cont
as de conflicto Y, en conse­ realidad frente a la autoridad de un superego imperativo, con el
nales «exc edentes », las cuales son caus ·
s ». El supere�o es la prol??
cuencia, identificadas como «peligro sa
al. El yo e¡erce la funci o n 66 Partiendo del estudio de la melancolía, Freud entiende la interioriza­
gación intrapsíquica de la autorida� soc� ción como el mecanismo a través del cual un objeto de amor abandonado
rlo, ba1 0 el mecenazgo del
de censura de las pulsiones , por as1 deci
«se erige de nuevo en el interior»; as{, una identificación puede durar, aun­
ejecutivo del superego,
la que la posesión del objeto tenga que cesar. El modelo de la interiorizac i6n
superyo. Mientras actúe como órgano es la instaura ción en el interior de los objetos parentales abandonados, que
unida a la soluci6n normal de la situaci6n cdípica «erige» al superego.
67 Ges. Werke, cit., XIII, pág. 282.
6S Ges. Werke, cit., XV, págs . 74 y s igs.
243
242
cual, sin embargo, permanece ligado sobre la base de un lenguaje tapsicológico entre las funciones del yo. Es curioso que el modelo
común no mutilado.. estructural niegue que sus propias categorías tengan su origen en
La derivación del modelo estructural a partir de la experiencia un proceso de esclarecimiento racional.
de la situación analítica aúna las tres categorías de yo, ello, superego
al sentido específico de una comunicación en la que entran médico
11. LA PSEUDOCOMPRENSIÓN CIENTIFISTA DE LA
y paciente con el propósito de poner en marcha un proceso de cla­
METAPSICOLOGÍA. SOBRE LA LÓGICA
rificación racional y de llevar al enfermo a autorreflexión. No ti�ne
DE LAS _INTERPRETACIONES GENERALES
sentido, por tanto, describir a su vez esa misma conexión, a la que .
debemos remitirnos para la explicación del yo, del ello, del su­
perego, con la ayuda del modelo estructural introducido de esa En su Autobiografía, Freud confiesa que su interés científico,
forma. Y, sin embargo, es eso lo que hace Freud; el trabajo de ya en los años juveniles, estaba dirigido más «a las relaciones hu­
esclarecimiento que lleva a cabo el médico lo interpreta valiéndose manas que a los objetos naturales»; ni entonces ni con posterio­
de la expresión teórica del modelo estructural. Con esto la comu­ ridad siente atracción por la posición y la actividad del médico. Con
nicación, que inicialmente ha sido descrita desde el punto de vista todo, de estudiante encuentra «paz y plena satisfacción» en la fisio­
de la técnica analítica, parece ahora ser concebida teóricamente. logía. Trabaja durante seis años en el laboratorio de Ernst Brücke
Pero, en realidad, la exposición teórica no contiene ningún ele­ sobre problemas de histología del sistema nervioso (!}. Esta dualidad
mento que lleve más allá de la descripción que se ha hecho de la de intereses puede haber contribuido a que Freud fundase de hecho
técnica. El lengua;e de la teoría es más pobre que el lengua;e en una nueva ciencia del hombre, pero que en ella siguiese viendo una
el que la técnica ha sido descrita. Esto vale precisamente para las ciencia natural. Además, los modelos determinantes para la formu­
expresiones que se refieren al sentido e�pecífico del psicoanálisis. lación de su teoría los toma Freud de la rieurofisiología, en la que
Se nos dice que lo que se ha convertido ,en inconsciente vuelve a había aprendido a tratar cuestiones antropológicas importantes con
la consciencia, que es de nuevo asignado al yo, que las pulsiones métodos de la medicina y de las ciencias naturales. Freud no ha
reprimidas son detectadas y criticadas, que el sel/ escindido no dudado jamás de que la psicología fuese una ciencia natural 70• Los
púede realizar ninguna síntesis, etc. 68 Pero en el modelo estruc­ procesos psíquicos pueden ser convertidos en objetos de investiga­
tural la instancia del yo no está ya dotada de la capacidad que ción del mismo modo qúe los acontecimientos naturales observa­
invocan aquellas expresiones; el yo ejerce las funciones de la adap­ bles 71• Las construcciones conceptuales no tienen en la psicología
tación inteligente y de la censura pulsional, pero falta la realización una función distinta de la que poseen en una ciencia natural; el
específica de la cual la de defensa es sólo el negativo: la autorre­ físico no da información alguna sobre la esencia de la electricidad,
flexión. pero utiliza la electricidad como el psicólogo usa «la pulsión», es
Freud distingue muy bien entre desplazamiento como proceso decir, como un concepto técnico 72• El psicoanálisis ha hecho una
primario y sublimación, que es un desplazamiento bajo el control ciencia de la psicología:
del yo. De manera análoga distingue entre defensa como· reacción
Admitiendo la existencia de un aparato psíquico extendido especial­
inconsciente y dominio racional de las pulsiones: ésta es una de­ mente adaptado a su papel, desarrollado por las necesidades de la exis­
fensa no sólo por mediación del yo, sino bajo el control del yo. tencia, que sólo en un punto determinado, en ciertas condiciones, produce
Pero el movimiento de reflexión que transforma una situación en los fenómenos de la conciencia, nos es posible asentar a la psicología sobre
otra, el esfuerzo particularmente emancipatorio de la crítica que u� fundamento análogo al de cualquier otra ciencia natural, como, por
eJemplo, la física 73.
· transforma la situación patológica de la compulsión y el autoen­
gaño en situación de conflicto Sl,Jperado y de reconciliación con el ta Ges. Werke, cit., XIX, págs. 34 y sigs.
lenguaje excomulgado, este movimiento no figura en el plano me- : Was rollte sie den11 sonst sein?, en op. cit., XVII, pág. 143.
Ges. Werke, cit., XV, pág. 171.
72 Ges. Werke, cit., XVII, pág. 142.
61 Ges. Werke, cit., XVII, págs. 106 y sigs . 73 Ibid., pág. 126.

244 245

¡,,,,
Freud no terne las consecuencias de esa asimilación del psico­ Partiendo de los modelos de movimiento vehiculados por neu­
análisis con las ciencias naturales. Considera posible, en principio, ronas, corrientes en la neurofisiología contemporánea, Freud ha
que un día la aplicación terapéutica del psicoanálisis puede ser sus­ bosquejado en sus primeros análisis una psicología que abandonaría
tituida por la aplicaci6n farmacológica de la Bioquímica. La apli­ muy pronto 75• Freud esperaba entonces poder fundamentar la psi­
cación del psicoanálisis corno ciencia natural sugiere el modelo cología de forma inmediata como una ciencia natural, es decir,
de la explotación técnica de informaciones científicas. Si el análisis como parte especial de una fisiología del cerebro construida a su
se presenta sólo aparentemente como una interpretación de textos vez según el modelo de la mecánica. Esa psicología habría de pre­
y de hecho conduce a la posibilidad de una manipulación técnica sentar «los procesos psíquicos como estados determinados cuanti­
del aparato psíquico, entonces no es sorprendente la idea _de que tativamente de partes materiales susceptibles de especificación» '"' ·
la influencia psicológica puede ser sustituida algún día, de forma Categorías como tensión, descarga, excitación e inhibición se refie­
más eficaz, por técnicas de tratamiento somático: ren a la distribución de la energía en el sistema nervioso y a los
movimientos de las neuronas concebidos según la mecánica de los
El futuro puede cnsefiar a actuar directamente sobre las magnitudes
energéticas y su distribución en el aparato psíquico con la ayuda de cier­
cuerpos sólidos. Freud abandonó este programa fisicalista en bene­
tas materias químicas( ... ), por el momento no tenemos a disposición nada ficio de un planteamiento psicológico en sentido estricto, que, por
mejor que_ la técnica psicoanalítica 14• otra parte, conserva el lenguaje neurofisiológico, pero hace acce­
sible sus predicados de base a una tácita reinterpretaci6n mentalista.
Esta afirmación muestra ya que la concepción tecnológica del La energía se convierte en energía pulsional, sobre cuyo sustrato
análisis es compatible sólo con una teoría que se desvincula del somático no se pueden hacer precisiones. Inhibici6n y descarga
marco categorial de la autorreflexión y sustituye el modelo estruc­ de las reservas de energía y el mecanismo de siJ distribución fun­
tural ajustado a los procesos de formación por un modelo de dis­ cionarán según el modelo de un sistema extenso en sentido espa­
tribuci6n energético. Mientras la teoría, según su sentido, siga es­ cial, pero más tarde s�'. renuncia a su localización:
tando referida a la reconstrucción de un fragmento perdido de la
biografía, y por tanto a la autorreflexión, su uso será necesaria­ La idea as{ presentada es la de una localidad psíquica. Descuidemos
mente práctico. Tal teoría provoca la reorganización de la com­ completamente el hecho de que el aparato psíquico del que se trata aquf
prensión, estructurada sobre el lenguaje ordinario y orientadora es conocido también como aparato anatómico y evitemos cuidadosamente
la tentación de determinar la localidad psíquica como algo anatómico.
de la acción, que los individuos socializados tienen de sí mismos. Perman=amos en el campo psicológico. Propongo simplemente seguir la
Pero en este rol el psicoanálisis no puede ser sustituido nunca por sugerencia de imaginarnos el instrumento que sirve para las realizaciones
técnologías derivadas de otras teorías científicas experimentales en psíquicas más o menos como un microscopio compuesto, un aparato foto­
gráfico y cosas por el estilo. La localidad psíquica corresponde entonces
sentido estricto. De hecho, la psicofarmacología entraña modifica­ a un punto dentro del aparato en el que se forma la imagen. En el caso
ciones de la conciencia sólo en la medida en que dispone de las del microscopio y el telescopio, se sabe que son en parte puntos ideales,
funciones del organismo humano igual que de procesos naturales zonas en que no está situado ningún elemento del aparato. Considero
objetivados. La experiencia de la reflexión, inducida: a través de superfluo excusarse por las imperfecciones de ésta y de todas las demás
imágenes semejantes. Las empleo para hacer comprender la complejidad
la clarificación consciente, es, en cambio, el acto a través del cual de la realización psíquica, descomponiéndola y asignando sus elementos
el sujeto se desvincula precisamente de una situación en la cual se en partes individuales constitutivas del aparato 77.
había convertido en objeto. Y esto es algo que únicamente puede
hacer el sujeto mismo� para ello no puede haber ningún sucedá­ 7S Las tres partes que FREUDD envió a Fliess en octubre de 1895 h an sido
neo, y en consecuencia tampoco una tecnología, si la técnica sirve publicadas en 1950 en apéndice al volumen de las cartas Aus den An/iingen
der Psychoanalyse; E. }ONES, Das Leben und Werk von Sigmund Freud,
para dispensar al sujeto de alguna de sus funciones. vol. I, Bern, 1960, págs. 438 y sigs.
16 Cf. ibid., pág. 444.
7-4 Ibid., pág. 108. 77 Ges. Werke, cit., II/III, pág. 541.

246 247
Nos imaginamos, pues, al aparato psíquico como un instrumento com­ Junto con Breuer, Freud había publicado en 1895 los Estu­
puesto cuyas partes constitutivas llamaremos instancias o, para mayor dios sobre la histeria. Aquí ciertos fenómenos patológicos eran ya
claridad, sistemas. No esperamos que estos sistemas estén recíprocamente
en una relación espacial constante, aproximadamente como los sistemas explicados según el modelo desarrollado después. Bajo la hipnosis,
de lentes telescópicos están uno en relación de otro. En rigor, no tenemos la paciente de Breuer había permitido observar que sus síntomas
· necesidad de adelantar la hipótesis de que los sistemas psíquicos están estaban en relación con escenas que se remontitban a escenas pa­
dispuestos realmente en un orden espacial. Es suficiente, una vez esta­ sadas de su vida durante las cuales había podido reprimir fuertes
blecida una sucesión, que en ciertos procesos psíquicos los sistemas apa­
rezcan recorridos por la excitación según una determinada secuencia tem­
excitaciones. Estas podrían ser interpretadas como cantidades de
poral 78. energía desplazables a las que se obstaculizaban los canales nor­
males de descarga y, por consiguiente, debían ser utilizadas de
Freud establece algunas coordinaciones elementales entre las forma anormal. Desde el punto de vista psicológico, el síntoma
experiencias subjetivas y los movimientos de energía representa­ nace de un estancamiento y una acumulación de la excitación; se
dos objetivamente. El displacer resulta de una acumulación de puede representar esto en el modelo como consecuencia, asimismo,
excitaciones, donde la intensidad de la excitación debe ser propor­ de la conversión de una cantidad de energía obstaculizada en su
cional a una cantidad de energía; y viceversa, el placer nace con fluir. El procedimiento terapéutico adoptado por Breuer debía te­
la descarga de energía acumulada, por tanto, a través de una dis­ ner por finalidad «conducir la carga afectiva desviada por camin�s
minución de la excitación. Los movimientos del aparato están regu­ equivocados y estancada, por así decirlo, en ellos, hacia las vías
lados por la tendencia a evitar la acumulación de excitaciones 79• normales mediante las que pudiese llegar a la abreacción» 81• Freud
Esta coordinación de expresiones mentalisti:1s (como pulsión, exci­ había reconocido las desventajas de la hipnosis e introducido en
tación, displacer, placer, deseo) con procesos fiscalistas (como su lugar la técnica de la libre asociación. La «regla analítica fun­
magnitud de energía, tensión y descarga:. de' energía, y --como damental» formula las condiciones de un espacio libre de represión
propiedad del sistema- la tendencia de hacer correr la energía) en el cual la «situación de peligro», es decir, la presión de las
es suficiente para desvincular del sistema de referencia de la au­ sanciones sociales, es abolida, en la medida de lo posible, a lo largo
torreflexión a las categorías de consciente e inconsciente obtenidas del período de la duración de la comunicación entre médico y pa­
inicialmente de la comunicación entre médico y paciente, y para ciente.
transferirlas al modelo de distribución de energía: El paso de la vieja técnica a la nueva es esencial. Este no re­
sulta de consideraciones de utilidad terapéutica, sino de la convic­
El primer acto del deseo debió ser una catexis alucinatoria del recuer­ ción fundamental de que el recuerdo del paciente (que se sabe
do de la satisfacción. Pero esta alucinación, si bien debía ser mantenida fecundo terapéuticamente) debe llevar a la adquisición consciente
hasta el agotamiento, se mostró incapaz de provocar el cese de la nece­ de un fragmento reprimido de la propia biografía -la liberación
sidad, y por tanto el placer conectado con la satisfacción. Se hace así
necesaria una segunda actividad -la actividad de un segundo sistema, del inconsciente por la hipnosis no puede infringir definitivamente
según nuestra expresión- que no permitiese que la catexis mnésica pro­ los límites del recuerdo, ya que se limita a manipular los procesos
cediese hasta. la percepción y encadenara a partir de ahí las fuerzas psí­ de la conciencia sin entregarlos a la responsabilidad del su;eto
quicas; pero que, en cambio, desviase la excitación proveniente del es­ mismo. Freud rechaza la técnica de Breuer porque· el psicoanáli­
tímulo de la necesidad por un camino indirecto, que por último modifica­
se, mediante la motilidad voluntaria, el mundo externo de forma tal que
sis no es un proceso natural controlado, sino que a nivel de la
pudiese verificar la percepción real del objeto de la satisfacción. Hemos intersubjetividad establecida entre médico y paciente en el medio
conducido el esquema del aparato psíquico hasta este punto; los dos sis­ del lenguaje ordinario constituye. un movimiento de la autorrefle­
temas son el embrión de lo que hemos descrito como inconsciente y pre­ xión. Es lo que desarrolla Freud, sobre todo en el ensayo mencio­
consciente en el aparato completamente acabado so. nado sobre Recuerdo, repetici6n y elaboraci6n. Sin embargo, al final
de ese mismo ensayo concibe el movimiento de la autorreflexión,
78 lbid., pág. 542.
79 Ibid., pág. 604.
IIO lbid., pág. 604. 81 Ges. Werke, cit., XIV, págs. 46 y sigs.

248 249
inducido por las condiciones de la regla analítica fundamental, los autores se engañan sobre sí mismos, entonces incluso la for­
según el viejo modelo de Breuer, es decir, del recuerdo como abre- mación de la teoría queda situada en el contexto de la autorre­
acción: flexión.
Una alternativa sólo la ofrece el intento de reformular las hi­
·Esta elaboración de las resistencias puede convertirse en la pr�cti� pótesis psicoanalíticas en el marco categorial de una ciencia expe­
en una tarea gravosa para los analizados y en una prueba de pac1enc1a
para el médico. Sin embargo, en esta parte del trabajo es �a �ue produce rimental en sentido estricto. Así, ciertos teoremas han sido reformu­
las modificaciones mayores sobre los pacientes y la que distingue el tra­ lados en el marco de la psicología del aprendizaje en sentido beha­
tamiento analítico de todo tratamiento mediante sugestión. Desde el viorista, y por tanto sometidos a los procedimientos habituales de
punto de vista teórico, se la puede equiparar a la abreacción de las c�rgas verificación. Más ambicioso es el intento de reconstruir como sis­
de afectividad inmovilizadas por la represión, sin la cual el tratamiento
hipnótico sería ineficaz 82.
tema autorregulado, con los medios del reciente funcionalismo, el
modelo de la personalidad desarrollado en términos de psicología
Dado que adopta desde el principio una autocomprensi�n cien­ del yo y fundado en la dinámica pulsional. En ambos casos el nue­
tifista Freud sucumbe a un objetivismo que, desde el estadio de la vo marco teórico permite convertir los conceptos en operacionales;
autor:eflexión vuelve sin mediación al positivismo_ contemporáneo en ambos casos se requiere una verificación de las hipótesis en
del tipo de Mach y asume por esta razón una forma particularmente condiciones experimentales. Freud ha supuesto que su metapsico­
cruda. Independientemente de la biografía de la obra, se puede logía, que desvincula el modelo estructural de la base de la comu­
. nicación entre médico y paciente para unirlo, en cambio, por vía
reconstruir el error metodológico freudiano aproximadamente del
modo siguiente. Las categorías fundamentales de la nueva disci­ de definiciones, con el modelo de distribuci6n de la energía, repre­
plina, las construcciones conceptuales, las hipótesis sobre los com­ senta una formulación rigurosa desde el punto de vista experi­
. mental.
plejos funcionales del aparato psíquico y sobre l?s m�camsmos de
la génesis de los síntomas, así como de las d1s?l�c1ones de las Es cierto que mantiene siempre una actitud ambivalente frente
. a la metapsicología, de la que alguna vez habla incluso como de
compulsiones patológicas -este marco �etaps1col?gic� es des�r:o­
, analmca
llado inicialmente a partir de experiencias de la s1tuac1on una «bruja», para defenderse de la tendencia inquietantemente
y de la interpretación de los sueños-. �sta �o?statación �osee un especulativa que le es propia 84• Esta ambivalencia también es po­
significado metodológico y no un sentido u01camente valido en
_ sible que ocultara una ligera duda sobre el status de esta ciencia,
términos de la psicología de la investigación. En efecto, esas cat�­ status que él mismo defendía con tanta insistencia. Freud no se
g�rías y esos complejos no sólo han sido descubiertos en deter_m1- ha dado cuenta de que la psicología, en la medida en que se entien­
nadas condiciones de una comunicación específicamente protegida, de a sí misma como ciencia experimental en sentido estricto, no
sino que no pueden ser explicados independientemente �e ellas; las puede darse por satisfecha con una terminología fisicalista que no
. conduzca a hipótesis operacionales. El modelo de distribución de
condiciones de esta comunicación son, pues, las condiciones de la
posibilidad del conocimiento analítico p�ra ambos i�terlocutore�, la energía produce solamente la apariencia de que los enunciados
_ psicoanalíticos se refieren a transformaciones de energía mensura­
lo mismo para el médico y para el paciente. Qmza Freud tema
en la mente esta implicación cuando calificó de «título de honor bles. Pero si uno solo de los enunciados referidos a las relaciones
cuantitativas, deducidos según el punto de vista de la economía de
del trabajo analítico que investigación y tratamiento coincidan en
las pulsiones, ha sido jamás verificado experimentalmente. El mode­
él» 83• Pero si el marco categorial del psicoanálisis, como hemos
lo del aparato psíquico es concebido de forma tal que a nivel lin­
demostrado a propósito del modelo estructural, está unido desde
güístico queda sugerida la observabilidad de los acontecimientos
el punto de vista de la lógica de esta ciencia a los presupuestos de
una interpretación de textos mutilados y deformados con los que a los que hacen referencia los enunciados de la metapsicología; tal
observabilidad ni se cumple de hecho ni puede cumplirse. -
82 Ges. Werke, cit., X, pág. 380.
83 Ges. Werke, cit., VIII, pág. 380. 84 Ges. W erke, cit., XVI, pág. 69.

250 251
Tal vez no estuviese claro para Freud el alcance metodológico refleja el marco trascendental del conocimiento analítico como con­
de esta limitación, en cuanto que ha considerado la situación ana­ texto objetivo de procesos de investigación organizados, y en este
lítico-dialógica como una situación de carácter cuasi-experimental caso, también al mismo tiempo, procesos de autoinvestigación.
y ha concebido, en consecuencia, la base de la experiencia clínica Al nivel de la autorreflexión no puede existir, por supuesto, a
como un sustituto suficiente de la verificación experimental. A la diferencia de lo que sucede en la lógica de la ciencia de la natu­
objeción de que el psicoanálisis no admite ninguna demostración raleza y del espíritu, una metodología separada de los contenidos
experimental responde señalando que tampoco la astronomía hace materiales, porque la estructura del contexto cognoscitivo coin­
experimentos con los cuerpos celestes, sino que se limita a su ob­ cide con la del objeto del conocimiento. Concebir la situación
servación 85• La diferencia específica entre la observación astronó­ transferencia! como condición del conocimiento posible significa al
mica y el diálogo analítico estriba, sin embargo, en que en la pri­ mismo tiempo aprehender una conexión patológica. A causa de este
mera la selección cuasi-experimental de las condiciones de partida contenido material las proposiciones teóricas, que nosotros querría­
permite una observación controlada de acontecimientos previstos, mos reservar a la metapsicología, no son reconocidas como propo­
mientras que en la segunda falta el plano de control de los resulta­ siciones metateoréticas y ni siquiera diferenciadas de las interpre­
dos de la actividad instrumental 86, que aparece sustituido por el pla­ taciones empíricamente significativas de los procesos de formación
no del entendimiento intersubjetiva sobre el sentido de símbolos desviantes. Sin embargo, existe una diferencia de nivel metodoló­
incomprensibles. Que, con todo, Freud se obstine en ver el diálogo gico: las interpretaciones generales, al igual que sucede con las teo­
analítico como la única base experimental no sólo para el desarro­ rías de las ciencias experimentales, resultan directamente accesibles,
llo de la metapsicología, sino también por la validez de la teoría, aunque sobre bases experimentales diversas, a la comprobación
revela, por otra parte, una conciencia del status real de esta cien­ empírica, mientras que los enunciados metahermenéuticos relati­
cia. Freud presentía, sin duda, que la realización coherente del vos a la actividad comunicativa, a la deformación del lenguaje y a
programa de una psicología «como ciencia\natural», o incluso sólo la patología· del comportamiento provienen de una reflexión ulte­
como ciencia rigurosa del comportamiento, debería sacrificar pre­ rior sobre las condiciones del conocimiento psicoanalítico posible,
cisamente aquella intención a la que el psicoanálisis debe su exis­ y sólo indirectamente pueden ser confirmadas o desmentidas, en
tencia: la intención de esclarecimiento consciente, según el cual del el éxito, por así decirlo, de toda una categoría de procesos de inves­
Ello debe nacer el Yo. Sin embargo, Freud no abandona ese pro­ tigación.
grama; no concibe a la metapsicología como lo único que ésta puede Al nivel de su propia autorreflexión, la metodología de las
ser en el sistema de referencia de la autorreflexión: como una ciencias de la naturaleza puede descubrir una conexión específica
interpretación general de los procesos de formación. entre lenguaje y actividad instrumental, la metodología de las cien­
Tendría sentido reservar el nombre de llietapsicología para cias del espíritu entre lenguaje e interacción, y reconocerla como
aquellas hipótesis de base que se refieren a la conexión patológica conexión objetiva y determinarla en su papel trascendental. La
de lenguaje ordinario e interacción que pueden presentarse en un metapsicología trata de una conexión igualmente fundamental: de
modelo estructural fundado en una teoría del lenguaje. No se trata la existente entre deformación del lengua;e y patología del compor­
con eso de una teoría empírica, sino más bien de una metateoría, tamiento. De este modo presupone una teoría del lenguaje ordi­
o mejor de una metahermenéutica que esclarece las condiciones nario cuya tarea es dilucidar la validez intersubjetiva de los símbo­
de posibilidad del conocimiento psicoanalítico. La metapsicología los y la mediación lingüística de interacciones sobre la ba;� del
desarrolla la lógica de la interpretación en el contexto del diálogo reconocimiento recíproco, así como también hacer comprensible
analítico. Queda entonces en el mismo plano que la metodología como proceso de individuación la ejercitación socializadora en la
de las ciencias de la naturaleza y del espíritu. Al igual que éstas, gramática de los juegos de lenguaje. Dado que, según esta teoría,
la estructura del lenguaje determina por igual lenguaje y prax1s

-----
85 Ges. Werke, cit., XV, pág. 23. vital, también los motivos de la acción son concebidos como nece­
86 O cuasi-actividad: la elección es el sustituto de la manipulación efecc
tiva de las condiciones de partida. sidades interpretadas lingüísticamente, de modo que las motivado-

252 253
nes Qo_,:epresentan impul�qs que em�j_!.I.U<_de atr��sino inten­ internas de la acc1on y del lenguaje y de su disolución analítica.
-�foo�s subjetivame��entidasJñediadas - �j�icame�a El análisis qel lenguaje que descifra en los síntomas motivos in­
---------- conscientes, al igual que descifra el sentido reprimido por la cen­
'vez entrefazadas·_!�CÍprocamente. .
Es tareá-éf� la metapsicología demostrar este caso normal como sura a partir de los pasajes deformados, de los puntos de ruptura
caso límite de una estructura motivacional que depende a la vez de un texto, sobrepasa la dimensión del sentido subjetivo de la
de interpretaciones de necesidades comunicada$ públicamente y de a�tividad intencionaL Sale del lenguaje en la medida en que éste
las reprimidas y privatizadas. Los símbolos aislados y los motivos sirve para la comunicación y penetra en aquel estrato simbólico
rechazados despliegan su poder sobre la cabeza de los sujetos y en el que los sujetos se engañan sobre sí mismos a través del len­
requieren satisfacciones y simbolizaciones sustitutivas. De esta for­ guaje y al mismo tiempo se traicionan en él. Por eso, el análisis
ma deforman el texto de la expresión lingüística cotidiana y se se centra en los contextos causales que surgen cuando el lenguaje,
hacen notar como perturbación de las interacciones habituales me­ cuando por represión queda segregado de la comunicación públi­
diante coacciones y engaños y por su incapacidad para corresponder ca, reacciona con una coacción complementaria y somete tanto a la
a las expectativas socialmente obligatorias. Ante las motivaciones conciencia como a la actividad comunicativa al poder de una segun­
conscientes, las motivaciones inconscientes adquieren, en consecuen­ da naturaleza. Los eslabones finales son, por lo general, experien­
cia, un carácter de «impulsión desde atrás», y dado que los poten­ cias de la realidad, perpetuadas por el efecto de una compulsión
ciales de pulsión, tanto los que resultan integrados en el sisterha a lá reptición, y modos anormales de comportamiento, por otra.
social de la autoconservación colectiva como aquellos no absorbi­ El proceso de defensa originario tiene lugar en una situación de
dos en él, sino más bien reprimidos, permiten reconocer tendencias conflicto infantil como huida frente a un interlocutor sup�rior.
libidinosas y agresivas, parece ineludible una teoría de las pulsio­ Sustrae la comunicación pública a la interpretación lingüística del
nes, que debe guardarse, sin embargo, de un falso objetivismo. Ya motivo de acción rechazado. Así;< -q�eda intacta la textura gra­
el concepto de instinto (Instinkt), aplicado habitualmente al com­ matical del lenguaje público, pero son privatizadas ciertas partes
portamiento animal, ha sido obtenido por negación a partir de la de su contenido semántico. La formación de un síntoma es el sus­
precomprensión de un mundo humano, por restringido que sea, tituto de un símbolo, símbolo que ostenta ahora una función mo­
pero interpretado por el lenguaje ordinario: dicho llanamente, a dificada. El símbolo aislado no está completamente al margen de
partir de las situaciones de hambre, amor y odio. Esta vinculación la conexión con el lenguaje público; pero la conexión gramatical se
con estructuras de sentido del mundo de la vida, por elementales ha convertido de alguna manera en subterránea. Deriva su poder
que puedan ser, tampoco la pierde el concepto de pulsión (Trieb) de que perturba la lógica del uso público del lenguaje a través de
retrasplantado del ámbito animal al hombre. Son las intenciones identificaciones semánticamente falsas. El símbolo reprimido está
ocultas y desviadas las que resultan transformadas por motivos unido al plano del texto público según reglas objetivamente com­
conscientes en causas y someten la actividad comunicativa a la cau­ prensivas, resultantes de las circunstancias contingentes de la bio­
salidad de condiciones naturales. Es una causalidad del destino y grafía, pero no según las reglas reconocidas intersubjetivamente.
no de la naturaleza, porque ejerce su dominio a través de los me­ Por tanto, el enmascaramiento del sentido en el síntoma y la per­
dios simbólicos del espíritu y solamente por esta razón también turbación correspondiente de la interacción no son inicialmente
puede ser domeñada mediante la fuerza de�a reflexión. comprensibles ni para los demás ni para el sujeto mismo. Se haée
Los trabajos de Alfred Lorenzer 87, pue concibe el análisis de comprensible sobre el plano de una intersubjetividad que debe pro­
los procesos de la dinámica pul�ional como análisis de lenguaje ducirse entre el sujeto en calidad de. yo y el sujeto en calidad de
en el sentido de una hermenéutica- de lo profundo, nos sitúan en ello, cuando médico y paciente rompen juntos de forma reflexiva
. condiciones de entender más exactamente los mecanismos decisi­ las barreras de la comunicación. Esto viene facilitado por la situa­
vos de la patología del lenguaje, de la deformación de estructuras ción de transferencia, dado que la acción inconsciente corre en el
vacío frente al médico, de modo que el conflicto repetido reper­
n A. LORENZER, Der Pro:z:ess des Verstehens, cit. cute sobre el enfermo y puede ser reconocido en su carácter com-

254 255
pulsivo con la ayuda del intérprete analista, ser puesto en relación y funciones restringidas del yo, y es conducido así, a través de una
con las escenas repetitivas fuera del análisis y finalmente ser re­ situación inicial predeterminada, a una acumulación de errores
conducido a la escena inicial. Esta reconstrucción disuelve falsas compulsiones y frustraciones (como, asimismo, de fracaso), o si
identificaciones de expresiones pertenecientes al lenguaje público a la inversa, �e hace posible un desarrollo relativo de la identidad
con significaciones propias del lenguaje privado, y permite hacer del yo.
comprensible la conexión gramatical oculta entre símbolos lingüís­ / �as inter�retaciones generales _de Fre�? comprenden hipótesis
ticos. Esta conexión gramatical por su naturaleza, se presenta según . f relativas a diversos modelos de 1nteracc10n entre el niño y sus
personas primarias de referencia, a los conflictos correspondientes

J
su apariencia fenoménica como una conexión causal entre aconteci­
mientos empíricos y caracteres cristalizados de la personalidad 88• La y forma de superación de esos conflictos y a las estructuras de la
autorreflexión la suprime y hace desaparecer tanto la deformación .' personalidad resultantes al final del proceso infantil de socializa­
que representa el lenguaje privado como la satisfacción sustitutiva ., \ ción, que representan, a su vez, los potenciales para la ulterior
sintomática de los motivos de acción reprimidos, ahora accesibles al \ biografía y permiten pronósticos condicionales. Dado que los pro-
control consciente. \ ���� 3�!P!e!1�:i.je_ se realiz� _por los canal�� ��Ja ·ªcl:ión _ c���� ·
.
El modelo de las tres instancias, yo, ello y superego, permite ll!�_ll-����- teorta,Qº�ge a�urrur; la_ for�a de un relato qlle::_pr.�senta
I\narratlvamente el_d,esarr9l10 ps1codinamico del niño como el curso
una exposición sistemática de la estructura de la deformación del
lenguaje y de la patología del comportamiento. En este modelo 'Pi]f.na:i(g§ÍÍ: con una distribución típica de papeles, sucesión de
se pueden organizar los enunciados metahermenéuticos que escla­ conflictos básicos, modelos recurrentes de interacción, con peli­
recen el marco metodológico en el que pueden ser desarrolladas gros, crisis, soluciones, con triunfos y derrotas. Ya que por otra
las interpretaciones de contenido empírico de procesos de forma­ parte, desde la perspectiva de la metapsicología, los conflictos son
ción. Esas interpretaciones generales deben ser, sin embargo, dife­ concebidos desde el punto de vista de la defensa y las estructuras
renciadas del marco metapsicológico. St trata de interpretaciones· d� la personalidad según las relaciones de yo, ello y superego, esa
del desarrollo infantil (sobre el origen de las motivaciones básicas h1stot1a es representada esquemáticamente como un proceso de
y la formación de las funciones del yo) y sirven como fondo narra­ f?rmaci�n que progresa por los estadios de la autoobjetivación y
tivo, que debe ser situado en la hase de la historia biográfica como tiene su telas en la autoconciencia de una biografía reflexivamente
esquema de interpretación de todo acontecimiento individual, para asumida.
que pueda ser encontrada la escena originaria del conflicto no Tan sólo la presuposición de la metapsicología permite una
resuelto. Los mecanismos de aprendizaje que tiene en cuenta Freud generalización sistemática de lo que, de lo contrario, se quedaría
(elección del objeto, identificación con el modelo, introyección de en mero· relato. La metapsicología ofrece una serie de categorías
objetos de amor abandonado) hacen comprensible la dinámica del y de hipótesis fundamentales que se extiende a relaciones entre la
nacimiento de estructuras del yo sobre el plano de la interacción deformación del lenguaje y la patología del comportamiento en
mediada por los símbolos. Los mecanismos de defensa intervienen general. Las interpretaciones generales desarrolladas en este marco
en este proceso en la medida en que las normas sociales, encarna­ son el resultado de experiencias múltiples y repetidas: han sido
das en las expectativas de las personas primarias de referencia, obtenidas. según el procedimiento elástico de las anticipaciones her­
confrontan el yo infantil con un poder intolerable, lo obligan a la menéuticas circularmente confirmadas. Pero incluso esa experien­
huida frente sí mismo y a la objetivación de sí mismo en el ello. cia dependía ya de una anticipación general del esquema de pro­
El proceso de formación del niño viene determinado por problemas cesos de formación perturbados. Además, apenas una interpretación
cuya solución condiciona en qué medida el proceso de socialización pretende el estatuto de interpretación general, se sustrae al méto­
ulterior viene gravado por la hipoteca de conflictos no resueltos do hermenéutico de la corrección progresiva de la precomprensión
del texto. La interpretación general resulta «constatada» a dife­
88 La separación entre motivo y causa trazada por A. C. MAclNTYRE (Das
rencia de lo que ocurre con la anticipación hermenéutica '¿e1 filó­
logo, y debe ser confirmada como una teoría general por los
Unbewusst.e, Frankfurt am Main, 1968, págs. 82 y sigs.) hace irreconocible
esta conexión.

256 257
'\ pronósticos deducidos. Si el psicoanálisis ofrece un fondo de na-
J diálogo analítico las informaciones fragmentarias obtenidas, de tal
� rración sobre el cual los procesos de formación interrumpidos pue­ modo que puede recopstruir las lagunas del recuerdo y anticipar
\ den ser integrados en una historia completa, las predicciones obte­ hipotéticamente la experiencia de la reflexión de la que el paciente
} nidas con su ayuda sirven para la reconstrucción del pasado; pero es inicialmente incapaz. Hace propuestas de interpretación para
C._,son también hipótesis que pueden fallar. una historia que el paciente no puede relatar; pero que, con todo,
Una interpretación general determina los procesos de forma­ pueden ser verificadas de hecho solamente si el paciente las acepta
ción como una sucesión regular de estados del sistema, según las y cuenta con su ayuda su propia historia. La interpretación de un
condiciones de partida. Las variables genéticas significativas de la caso resulta exacta solamente si permite la prosecución de un pro­
historia genética pueden ser analizadas con la vista puesta en el ceso de formación interrumpido.
sistema en su conjunto. El contexto objetivo intencional de la his­ Las interpretaciones generales ostentan una posición particu­
toria biográfica, accesible solamente por autorreRexión, no es cier­ lar entre el sujeto que investiga y el ámbito del objeto investigado.
tamente funcionalista en el sentido habitual. Los acontecimien­ Mientras que las teorías contienen enunciados sobre un ámbito
tos elementales son escenas de un drama, no aparecen bajo el punto objetual al que ellas, en cuanto enunciados, siguen siendo externas,
de vista instrumental de la organización racional de los medios la validez de las interpretaciones generales depende precisamente
respecto al fin, o del comportamiento adaptativo. La trama funcio­ de que los enunciados relativos al ámbito objetual son aplicados
nal es interpretada según el modelo escénico: los acontecimientos a sí mismos por los propios «objetos�, o sea, por las personas
elementales se presentan como partes de un conjunto de interac­ interesadas. Las informaciones científicas habituales tienen sentido
ciones a través de las cuales viene realizado un «sentido». Este sólo para los participantes en er pr o
ceso e rnvest1gad6n y aesp�és,
sentido no lo podemos equiparar con los fines realizados a través
de los medios, según el modelo del trabajo artesanal. No se trata
para aq\ie_os ue l
en·
ut1liziíñ...esfiis nformac1ones; ambos casosTa
--validez de las informaciooesse mide únicamente por su carácter
de una categoría de sentido obtenida del ámbito funcional de la lógico y validez empírica concluyente. Representan conocimientos
actividad instrumental, como, por ejemplo, el mantenimiento de que, al ser aplicados a la realidad, han sido experimentados sobre
un estado del sistema en condiciones externas variables. Se trata objetos; pero son válidos, naturalmente, sólo para los sujetos. Los
de un �tido que, aunque no aparezca entendido como tal,� conocimientos �icoanalíticos, en cambio, pueden tener validez para
establece atta�Ú de la actividad comunicativa Y. se articula a ·¿i-¡,siéoanalista solamente después que han sido ace.(>tados en cali­
través de la reflexión· _como expifrJe�<:Ja. -d.��1;::�fi�� Así, e� «sen­
- dad-de.�onocimientO"¡mr--el�E!2PJó-�·1coanaliza°do-: De hecho, la
tido» se desvela en el curso de un drama. En nuestro propio pro­ validez empírica de las interpretaciones generales no depende de
ceso de formación somos ciertamente espectadores y críticos a la una observación controlada ni de una comunicación continuada en­
vez. Al final, el sentido del proceso mismo tiene que poder sernos tre investigadores, sino tan sólo de la autorreflexión realizada con
críticamente consciente a nosotros, que estamos envueltos en el la comunicación que implica entre el investigador y su «objeto».
drama de nuestra propia biografía; el sujeto tiene también que Se podría objetar que la validez empírica de las interpreta­
poder contar su propia historia y haber comprendido las inhibi­ ciones generales está determinada, al igual que la de las teorías
ciones por el camino de la autorreflexión. :gl estado final de un generales, por una aplicación repetida sobre condiciones iniciales
proceso de formación es, pues, alcanzado solamente, cuanclo el reales, y que en la medida en que ha sido demostrada es vincu­
sti'jeto toma conciencia de sus identificai;ion,es y �E,ena�. i���s, ele tas lante para todos los sujetos en general que tienen acceso a los
_
óbjetivaciones que le han sido impuestas....y_de.los_.p_�os &-re- conocimientos. Esta formulación correcta oculta, sin embargo, una
_
flexión que ha logrado consumar, viéndolas_ �O.f!!O)<?,s__';�ª diferencia específica; la aplicación de hipótesis a la realidad queda,
través de los cuales se ha constituido. en el caso de la verificación de teoría mediante la observación
Tan sólo el relato del desarrollo infantil, metapsicológicamente (en la esfera funcional de la actividad instrumental), como asunto
fundado y sistemáticamente generalizado, con sus variantes evo­ propio del sujeto investigador; pero en el caso de la verificación
lutivas típicas, pone al médico en condiciones de combinar en el de interpretaciones generales mediante la autorreflexión (en el mar-

258 259
co de una comunicaci on entre médico y paciente), la aplicación un acontecimiento narr ativamente cuando mostramos de qué ma­
se co nvierte, en cambio, en autoaplicación del objeto de la inves­ nera un sujeto está involucrado en una historia. En cada historia
tigación que toma parte en el proce�o de cono�imi7 nto. El � ro­ ap arecen nombres de i ndividuos, ya que se trata siempre de cam­
. ,
ceso de investigación puede conducir a mvesug aci? nes � ah��s bios de situación de un sujeto o de un grupo de sujetos que se
únicamente a través de su transformación en la automvest1gac10n conciben como un conjunto . La unidad de la historia está basada
del paciente. Las teorías son válidas, cuando lo son, para todos sobre la identidad de un horizonte de expectativas atribuibles a
aquellos que pueden tomar la posición del sujeto investigad?r. �as ellos. La narración informa sobre el influjo modificador de acon­
interpr etaciones generales sirven, cuando sirven, para el suJ e:º �n­ tecimientos subjetivamente experimentados que se presentan en
.
vestigador y para todos aquellos que �ueden t?mar s� posici on, un mundo de la vida y adquier en signific ación para los sujetos
sólo e n la m edida e n que los que devi enen ob¡eto de mterpreta- agentes. Estos deben poder comprenderse a sí mismos y a su mun­
l dones individuales �e reconozc�n en esas int�rpre�aciones. El su­ do en esas historias.���g!!_i!ic_ado �stórico de toqo aco[?-�ec_imi ento
. .
I jeto no pu ede adqumr un _conoc1mi�?to del obJeto s�n �ue ese cono­ � ref�!i49. iml!l í,�i!�In<!_�Je aL�.?�junto significativo de una bio­
cimiento se haya co�vertido tambie? 7n un conocim1�nto para el graffa man!_e_{!�da en coliesión 20r la identictad del yo, o de -µna
objeto y éste, a traves de ese conocimiento, se haya liberado con- histor�éóle�tiva deterIII_Írlada J�º!J�jg,�!iliQ.��d:eLgniRQ: I>9r eso
virtiéndose en sujeto. /
la ex.P:Q�S!2�j1,,aii�i:iva está ligada al_ lenguaje ordinario: de hecho,
Esta constelación no es tan sorprendente. Toda interpretación solamente la refl exivida d específica del le nguaje ordinario permite
pertinente, incluso la propia de las ciencias del espíritu, en cuanto comunicar la individual en expresiones inevitablemente genera­
que restaura una intersubjetividad de la comunicació , que s; ha les 90•
11:
visto perturbada, es posible únicamente en _ un l� ngua¡e c�mun al Toda historia, en cuanto que representa una trama individua­
intérprete y a su objeto. Por tanto, debe . servir en ig��� medida para da, es una historia particular. Toda representa ción histórica impli­
.
el sujeto y pa ra el objeto. Naturalmente, esta pos1c10n del pensa­ ca la exigencia de unicidad. Una interpretación general, en cambio,
miento tiene para l as interpretaciones generales de los procesos de aunque no a bandone el pla no histórico, posee la forma de una
formación consecuencias que no se producen en las interpretacio nes narración porque debe servir a los sujetos para r econstruir su
de las ciencias del espíritu. Las interpret aciones generales compar­ propia biografía bajo una forma narrativa; pero puede ser el tras­
ten con las teorías generales la exigencia de permitir explicaciones fondo de muchas narraciones similares, ya que no debe servir úni­
causales y pronósticos condicionales. Pero, a diferencia de las cien­ camente para un caso individual. Es una historia sistemáticamente
cias experimentales en sentido estricto, el psicoanálisis �?
puede sa­ generalizada porque suministra el esquema para nume rosas histo­
tisfacer esta exigencia sobre la base de u na clara separacion me�odo­ ri as desarrolladas según alternativas previsible s, aunque cada una
lógica e ntre el ámbito del objeto y el plano de los enunciados de estas historias debe poder responder a la exigencia de la repre­
teóricos. Eso trae consigo algunas consecuencias: 1) para la cons­ sentación autobi ográfica de un individuo. ¿Cómo es posible una
trucción del lenguaje interpretativo ; 2) para las condiciones de la generalización semejante ? En toda histori a puede extraer cada uno
verificación empírica, y 3) para la lógica de la explicación misma. algo eje mpl ar . Las histori as aparecen comprendidas como ejemplo

1) Como toda interpretación, también las interpretaciones en razón del carácter típico de su contenido. El concepto de tipo
generales quedan ligadas a la dimen�ión d�l len�aje ordinario. iridica aquí una cualidad de traducibilidad: una historia es típica
Son, por supuesto , narra�iones g enerahz��as sis�e��ucamen:e, pero en una situación dada y con respecto a un público determinado
, cuando la « acción» puede fácilmente ser desligada de su contexto y
continúan s iendo histoncas. La exposición histonca se sirve de
enu nciados narrativos. Se llaman narrativos porque exponen los transferida a otras situaciones igualmente individuadas: somos nos­
acontecimientos como los elementos de una historia 89• Explicamos otros mismos quienes emprendemos la aplicación, abstraemos lo
comparable de lo distinto y concretizamos de nuevo, según deter-
89 Cf. A. C. DANTO, Analytical Philosophy of History, Cambridge, 1965,
págs. 243 y sigs. 90 Cf. supra, 6.

260 261
logizado de la teoría responde al lenguaje del paciente sobre la
minadas circunstancias de nuestro propio caso particular, el modelo
base común de la procedencia burguesa y de la formación escolar
así obtenido.
del bachiller. El hecho se revela en la discusión en torno a la
Así procede también el médico que respaldado por un mate­
\ posibilidad de que el psicoanálisis pudiese encontrar en el futuro
; rial dado reconstruye el historial del enfermo; así procede el pa­
una difusión masiva:
( ciente mismo cuando respaldado por el esquema propuesto narra
la historia de su vida incluso en las fases olvidadas hasta entonces. Entonces �e nos presentará la tarea de adaptar nuestra técnica a las
Ninguno de los dos se orienta, por supuesto, según un ejemplo, .
nuev�s cond1c1ones . N� dudo que la exactitud de nuestras hipótesis psi­
.
,sino precisamente sobre un esquema. En las interpretaciones gene- col6g1cas t�ndrá éxito �nclusó sobre los ignorantes, pero deberemos bus­
rales faltan los rasgos individuales del ejemplo, el paso hacia la car expresiones más sunples y más accesibles para nuestras doctrinas
_
abstracción está ya dado; médico y paciente deben realizar sola­ te6ncas 91.
mente el paso siguiente, que corresponde a la aplicación. La gene­
ralización sistemática consiste en que en las experiencias herme­ Los problemas de aplicación que se presentan a las teorías
néuticas precedentes se ha hecho ya abstracción de numerosas científicas son análogas sólo en apariencia. También en el caso de
historias típicas con referencia a muchos casos individuales. La la aplicación de hipótesis nomológicas a condiciones iniciales los
�!R!'�tactó_n_ g_eneral _no contiene noml:,r.es de indi:vidµg.§..,__�i­ acontecimientos individuales expresados en proposiciones de exis­
camente roles anónimos; no contiene circunstancias contingentes, te�cia ( «esta piedra») son puestos en relación con las expresiones
·sino coñ-stelacionés y modelos de acción recurrentes; no contienen umversales de las proposiciones teóricas. Pero esta subsunción no
ningún uso idiomático del lenguaje, sino un vocabulario estanda­ es problemática, puesto que los acontecimientos particulares son
rizado; no representa ningún proceso típico, sino que describe a tomados en consideración en la medida en que observan los crite­
través de conceptos típicos el esquema de una acción con variantes rios de los predicados generales ( «esta piedra» vale, por ejemplo,
condicionales. De esta forma Freud representa el conflicto edípico como «masa»). Por tanto, es suficiente establecer si el aconteci­
y sus soluciones; con la ayuda de conceptos estructurales como yo, miento particular corresRQnde a la definición operacional a través
ello· y superego (derivados de experiencias del diálogo analítico); de la �al la construccióa teórica es determinada. Esta aplicaci6n
con la ayuda de roles personales y modelos de interacción ( que operacional, se mueve necesariamente en el marco de la actividad
emergen de la estructura familiar), y, en fin, con la ayuda de cier­ instrumental. No es, por consiguiente, suficiente para la aplicación
tos mecanismos de la actividad y de la comunicación (como elección de la� expresiones teóricas de las interpretaciones generales. El
del objeto, identificación e interiorización). El empleo de un len­ material sobre el que éstas son aplicadas no consiste en aconteci­
guaje ordinario terminologizado no caracteriza un estadio casual
mientos particulares, sino en expresiones simbólicas de una bio­
del desarrollo del psicoanálisis. Todas las tentativas de dar a la grafía fragmentaria, en elementos constitutivos, por tanto de un
metapsicología una forma más rigurosa han naufragado, dado que conjunto individuado de una forma específica. En este cas; depen­
las condiciones de aplicación de interpretaciones generales exclu­ de de la comprensión hermenéutica de aquel que suministra el
yen una formalización del lenguaje ordinario. Los términos em­ material si un.elemento de la propia vida resulta o no int<.M'pretado
_
pleados en ella sirven a la estructuración de relatos; se nos remite sufic1ent,emente por la expresión teórica propuesta. Esta aplicaci6n
_
a ella en el lenguaje ordinario del paciente cuando ambos, médico hermeneuttca se mueve necesariamente en el marco de una comu­
y paciente, completan el esquema narrativo analítico. Situando en nicación en el lenguaje ordinario. Sus rendimientos no son del
los roles anónimos nombres de individuos y completando los mo­ mismo orden que los propios de la aplicación operacional. Mientras
delos de interacción en escenas vividas, ellos desarrollan un nuevo que en ésta se decide si determinadas condiciones empíricas pue­
lenguaje ad hoc, en el cual el lenguaje de la interpretación general den valer para la teoría como caso de aplicación, quedando intac­
está de acuerdo con el del paciente. tas las deducciones teóricas como tales, la aplicación hermenéutica
Esta etapa desvela la aplicación como una traducción. Este
91 Ges. Werke, cit., XII, pág. 193.
hecho permanente oculto, mientras el lenguaje ordinario termino-
263
262
cuida que el fondo narrativo de la interpretación general resulte observaci?n Y a la experiencia de la interacción. También el sín­
completado en un relato, es decir, en una exposición
narrativa toma esta fundamen�almente ligado al significado que tiene para
n .
de una historia individual: las condiciones de aplicación define el �uJeto comprometido en la defensa; está incorporado al com­
remed io
una ejecución. de la interpretación, que rio tiene más pleJo de la autoobjetivación y de la autorreflexión e independiente­
general
que quedar en blanco en el plano de la interpretación mente d� ello no tiene ninguna fuerza falsadora o verificante. Freud
supue sto,
misma. Las deducciones teóricas aparecen mediadas, por es consciente de esta di�cultad metodológica. Sabe que el rechazo
ser reali­ .
a través de una comunicación con el médico, pero deben por parte. de! su1eto analizado de una construcción propuesta tiene
par­
zadas por el paciente mismo. De este contexto emerge 2), la muchos significados:
ticularidad metodológica según la cual las interpretacio nes gene­
las
rales no obedecen a los mismos criterios de refutación que En ca�s raros se revela como expresió n de un rechazo justificado·
ionada ,
teorías generales. Si resulta falsada una predicción condic mucho m�s frecu ente es la manifestación de una resistencia suscitada po;
inicial es, la
deducida de hipótesis nomológicas y de condiciones
el com;rudo de la construcción comunicada, pero puede también provenir
os de algun otro factor de la compleja situación analítica. El «no» del pa­
hipótesis puede considerarse rechazaqa. Analógicamente podem _
<:en�e no pru ;b�, pues, na?a a efectos de la corrección de la construc­
de
verificar una interpretación general derivando una construcción crón , pero comc1de muy bien con esta posibilidad. Dado que cada una
.
una de sus deducciones y de las informaciones de un enfermo de tale� <:°nstrucciones es incompleta y aprende sólo un fragmento del
A esta construcción podemos darle la forma de una predicción con­ a�ntectmt�nto olvidado, somos libres de suponer que el analizado no
dicionada. Si es acertada, el paciente se ve llevado a producir
ruega propiamente lo qu e le es comunicado, sino que basa su oposición
en la parte no c;lesc_ubierta todavía. Normalmente, dará su aprobación sólo
determinados recuerdos, a reflejar un determinado fragmento de la cu.ando haya c�>noc1do toda la verdad y ésta es a menudo bastante com­
historia de su vida olvidada y a vencer las perturbaciones, tanto plica?ª· La �mea interpretación segura de su «no» es, pues, que la cons­
de la comunicación como del comportamiento. Pero el camino truc�1ón es mcompleta; y la construcción no se lo ha dicho todo. Se
de la falsación no es en este caso el m\smo de las teorías genera­ r:
igue con ello �ue de las declaraciones directas del paciente, tras
,
a rle sido comunicada . una construcción, se pueden obtener pocos pun­
les. De hecho, si el enfermo no acepta una construcción, la inter­ os de apoyo que permitan saber si se tiene razón o no. Mucho más
pretación de la cual se ha derivado, no puede considerarse toda­

Interesante es saber que hay modos indirectos de confirmación 92.
as
vía, en modo alguno, como refutada. Las hipótesis psicoanalític
de aquell a
se refieren a condiciones de suspensión precisamente F�pjensa....en�-�9.ones corroborativas del soñador
experiencia de la reflexión que constituye la única instanc ia en la
_g_ue suministr�_Jgggi�Qt()_S de} t��dados hasta entg_n...ce�:�¿
cual las hipótesis pueden confirmarse o rechazarse. Si ésta falta, �Qd..l1.�Eeyos_�ue.fi9s,JJor otra parte surge entonces la duda de
todavía existe una alternativa: o la interpretación es falsa [ esto _J_t_ los sueños no pueden haberse visto influidos por la su�esti� -
es, la teoría o su aplicación a un caso determinado] o las resisten­ ------- - ..-� -
del médico.
cias, diagnosticadas correctamente por lo demás, son demasiado
fuertes. La instancia en la cual las construcciones falsas pu eden Si el su eño conduce a situaciones que pueden referirse a escenas del
la
fracasar no coincide ni con la observación controlada, ni con P.asad? del s?ñador, resulta particularmente significativa la pregunta de
experiencia comunicativa. Una interpretación se. confirm a solame n­ SI!ª. Influencia del médico puede tener parte también en estos contenidos
te por la prosecución !.3gr'!._c!3__!i.. ff!!.....P.'O.feSoaefomiifct&n-;-pero om�1cos. Este �roblema se hace urgente más que nunca en los llamados
sue�os de con/trmaci6n que siguen al análisis. En algunos pacientes no
esto signiñca: -fuediañte a realización de la autorreflexión, y no sm se �1enen . otros. Tales pacient es reproducen las experiencias olvidad;s de
ambigüeaaa . en 1o··-que el paciente dice o en cómo se compo
rta. u 1nfanc1a solame�te después de que éstas han sido reconstruidas a partir
como � e estím los, asocia .
'Exitó--o fracaso no sofl'aq�Tv�ri'E.ca6Ies intersu bjetivamenre- � c1ones y otros síntomas, y que estas construcciones
_
lo son, a su manera, en cada caso en el marco de la actividad ins­
l<:5 han sido comumcadas. Se obtienen entonces los sueños de confirma­
ción, respecto a los cuales surge, sin embargo, la duda de que estén
trumental o en el de la actividad comunicativa. Ni siquiera la completamente faltos de fuerza demostrativa, dado que pueden haber sido
desaparición de los síntomas permite una conclusión decisiva: po­
drían haber sido reemplazados por otros síntomas sustraídos a la 92 Ges. Werke., cit., XVI, págs. 49 y sigs.

264
265
imaginados tras el estímulo del médico en lugar de h�ber sido . saca�os L� verificación de las hipótesis, incl
uso en el caso de las inter­
a la luz por el inconsciente del soñador. No se pu�de evitar est� s1tuac1ón pretaciones generales, solamente
obedece a las reglas que resu
ambigua en el análisis, dado que si en estos pacientes no se interpreta, tan a�ecuadas p ra l situ ci n de l­
construye y comunica, no se encontrará nunca el acceso a lo que es recha­ � . � � ? comprobación, pues sólo ellas
garantizan la ob¡etividad rigurosa
zado en ellos 93• de la validez. Quien exige en
cambio, que las interpretaciones gene
,,.- · ral es sean tratadas com� la
Freud está convencido de que la sugestión del médico encuen- exégesis filológica de textos o com
o teorías general es sometidas a
1 tra su límite en el hecho de que el mecanismo de la formación criterio aduc�dos del exterior, ya
� sean los de un juego lingüístico
(. misma del sueño no puede estar influenciado. Sin embargo, la si­ en funcionamiento o los de la obse
. rvación control ada se sitúa des­
tuación analítica atribuye un valor particular no só o1 a «no», smo de l principio fuera de la dimensi
1 ;. ón de la autorretl�xión, que es
también al «sí» del paciente. Ni siquiera el médico puede tomar la umca en la que pueden tener
sentido los enunciados psicoana­
por buenas las confirmaciones. Algunos críticos suponen �ue �l líticos.
analista sugiere solamente una interpretación diversa de la h1storta
de la vida hasta entonces válida insinuando al paciente una nueva 3 )(�Una' últi a particularidad de
. � l a l ógica de las interpre
terminología 94• Frente a esto Freud mantiene que, Jl�!��_yeri� �­ crones generales viene dada por la ta­
- {men re l ación de la co mprensió
n her­
ción de una construcción, la aceptación del p35�r1JJ!_Jl!L.!J.�1_1-� !:n éutica con la expljcación causal: la
'"v·ai;:r--dÍstiO:t�
qi:;-; ·s�1-�i�ci?n":··--.. - ···-· · - --- re fu�rza explicativa. )El hecho de
comprensión misma adquie­
que las construccione.s puedan
asumir respecto de los síntomas la
Es correcto que nosotros no aceptamos como plenamente válido un forma de hipótesis expl icativa
«no» del analizado, pero tampoco damos por válido su «sí»; es comple­ muestra su afinidad con los méto
dos de análisis causal. Que la
tamente injustificado acusarnos de reinterpretar en todos los casos las construcción misma sea una inter
pretación y la instancia de la
expresiones del paciente como una confirmación. En realidad, l� cosa no verificación un acto de recuerdo y de
es tan simple, no hacemos así de fácil la decisión. Un «sí» directo del aprobación del paciente mues­
tra, al mismo tiempo, la,, diferencia
sujeto analizado es ambiguo. De hecho, puede indicar que reconoce �mo con el método analítico-causal
correcta la construcción presentada, pero puede también estar despro�1sto Y una cierta afinidad con el método expl
_ icativo-hermenéutico . Freud
de significado, o bien ser incluso lo que podemos llamar «hipócr �ta», suscita este problema desde una ópti
ca médica, preguntándose si
cuando es cómodo para su resistencia ocultar la verdad no descubierta el psicoanálisis puede ser llamado verdaderamente.
con una aprobación semejante. E.§J!;....�sfa... ti:ne._y�QJ_!_!!n. ��lo si es se­ una terapia
. . causal. Su respuesta es titubeante,
guido de confirmacione� .inAirectas ,__i¡j_cl_pac.1ente..eo caoexion �omed1ata y el problema mismo parece es­
éon sÜ "«sí»; produce- nll�� _r�u::.r.9�s__ q u�-<:�.Pl��ª�-+. extienden la tar planteado de forma incorrecta:
construcción. Unicamente en este como reconocemos el «s1» como la res­
puesta completa al punto en cuestión 95•
. _g� }a .!!l�di�a.-�l!..,.9ue la terapia analítica no se p_lantea CQ!Do tarea
ll10led1ata la ehnunacrón dtlQ!...síntomas se compo;ta CO!Jlo una tet'lpia
La confirmación indirecta mediante la asociación tiene un valor ���sae otro _punto_.9� vis�- uede afirmar. �ru:ambio gu.e :no
absolutamente relativo si se la considera aisladamente. Freud in­ I� Hemos seguido la concatenación causal a través de las represiones
siste con razón en el hecho de que sólo el curso del análisis puede liasta las predisposiciones instintivas con sus intensidades relativas en la
decidir sobre l� utilidad o inutilidad de una construcción, sólo constitución del individuo y en las desviaciones del curso de su desarrollo.
Supongamos ahora que nos sea posible de alguna manera incidir en esta
el contexto del proceso de. formación en su conjunto tiene fuerza
estructura por procedimientos químicos, aumentar o disminuir la canti­
de confirmación o refutación 96• dad d� líbido presente en un momento dado, o refo rzar una presión
determmada a expensas de otra; ésta sería entonces una terapia causal
93 Ges. Werkc, cit., XIII, págs. 307 y sigs. en sentido estricto, para la cual nuestro análisis habría seguido el indis­
94 Cfr. A. C. MAdNTYRE, Das Unbewusste, cit., págs. 122 y sigs. pensable trabajo preliminar de reconocimiento. Actualmente no se puede
95 Ges. Werke, cit., XVI, pág. 49. habla,: de ningún método semejante de influencia sob re los procesos de
96 «En pocas palabras nos comportamos según el modelo de una . co_noc1- la hbtdo; con nuestra terapia psíquica atacamos en otro punto de la co­
da figura de Nestroy, el criado, que para todas las preguntas y o�,e�iones
tiene preparada una respuesta única: En el curso de los acontectmtentos nexión, no exactamente en las que resultan ser las raíces de los fenóme­
todo se aclarará» (Ges. W erkc. cit., XVI, pág. 52). nos visibles para nosotros, pero, sin embargo, suficientemente alejado de

266 267
los síntomas, un punto que se nos ha hecho accesible a través de rela­ como la «causal» en sentido estricto de la medicina somática, en
ciones muy importantes 97. · una utilización de las conexiones causales conocidas, debe más bien
su eficacia a la abolición (Aufhebung) de las conexiones causales
_J.��-�.Q!!!Qg-ªf1Qn del psicoanálisis con eLa.oí. lisi�Qg?ímico _ mismas. En todo caso, la metapsicología comporta hipótesis sobre
_
muestra a
que sus MJ22l�n?Se e�d!!n-ª.l��ones causales el mecanismo de la defensa, del aislamiento de símbolos, de la re­
entre c:Ünte<;_imien!<.?S 7mpfricos ob.s.e.tY�por�d� otro m._9�0 presión de motivos y sobre el trabajo complementario de la auto­
',
1as informaciones cien '_· 05....PJID�,e.n..._.cg�dic1one�, ta�� rreflexión, hipótesis, pues, que «explican» el origen y la superación
fuyi:.romo.-ª- . de modificar de forma manipulatona una s1t�ac1?n de una causalidad del destino. Las hipótesis metapsicológicas fun­
. _ _
dada. El psicoanálisis no nos concede un P-º-9:..S Lck-.dispgs1c10? te�­ damentales sobre la estructura del lenguaje y de la acción serían
��eJ -�iq�_1_5-��del�nj�rp.Q .�.omparable_al de 1� b1og�i­ por consiguiente un pendant de las hipótesis nomológicas de las
:'
mica sobre el o rganismo enf�rp.o•.Sm embargo, proporciona algo teorías generales; pero éstas se han desarrollado sobre el plano
más'-que-un�mero tratamiento de los síntomas, dado que, aunque metateórico y no tienen, por tanto, el estatuto de hipótesis nomo-
no sea sobre el pleno de los acontecimientos psíquicos, aprehende 16gicas.
muy bien las conexiones causales en un punto «que se nos ha hecho !'.;l concepto de una causalidad de lo inconsciente nos permite
accesible a través de relaciones muy importantes». Se trata concre­ entender ��fmlsni.o eCefecto terapéutico del «anállsiS», palabra en
tamente de aquel punto donde a través de la causalidad de los sín­ laque-n;;po�'casualicfac:f-estífu--íñcliiiaas la-críticacomo conoci­
.
tomas aislados y de los motivo�e.w:imid lenguaje y comporta­ miento y la crítica como transformación. Las consecuencias inme­
miento aparecen deformados p��,M_�camente. Con Hegel la pb· diatamente prácticas de la crítica se obtienen de un análisis causal,
demos-llamar� paradistlliguitla de la causalidad de la naturaleza, sólo por el hecho de que el conjunto empírico que aprehende es al
una causalidad de destino, puesto que la conexión causal entre mism o tiempo un conjunto intencional, que puede ser reconstruido
escena inicial, defensa y síntoma no es\á fijada según leyes natu­ y comprendido según reglas gramaticales. Podemos concebir una
rales en una invarianza de la naturaleza, sino sólo espontáneamente construcción que el médico ofrece al paciente en primer lugar como
en una invarianza de· za biografía, representada por la compulsión una hipótesis explicativa deducida de una interpretación general
a la repetición, pero soluble mediante la fuerza de la reflexión. y de condiciones adicionales; de hecho, la relación causal asumida
La hipótesis que deducimos de las interpretaciones generales se instituye entre una situación conflictiva pasada y las reacciones
no se refieren1 co�2._� de -las teorías _g�nerales, ai1cnataralez:i, repetidas compulsivamente en el presente (síntomas). Desde el
sino a la esfe�a';que se ha convertido en la segurufa �at���I�.:� a punto de vista del contenido, la hipótesis se refiere, sin embargo,
través de �E!.-�l!!.ü.9Ei�tivización�L «i�sciente». Este termmo a la conexión en sentido determinado mediante el conflicto, la de­
.
debe indicar la categoría de todas las comR_{llsionesjnotivac10füiles, fensa del deseo desencadenante del conflicto, el aislamiento del
�has md��tés de su contgto, que emanan de las propen­ símbolo del deseo, la satisfacción sustitutiva del símbolo censu­
síóñ�'s primitivas no aceptadas socialmente � que s� re�elan en la rado, la formación de síntomas y la defensa secundaria. Una co­
.
conexión causal entre la situación de frustración ongmana, por una nexión causal es formulada hipotéticamente como un conjunto sig­
parte, y los modos anormal�s del lenguaje y comport�miento, �r nificativo comprensible hermenéuticamente. Esta formulación cum­
otra. El peso de las motivaciones causales de este origen per�ite ple al mismo tiempo las condiciones de una hipótesis causal y de,
medir la perturbación y la desviación del proceso de formación. una interpretación (frente a un texto reformado por los síntomas).
Mientras en la manipulación técnica de la naturaleza hacemos tr�­ La comprensión hermenéutica de lo profundo asume la función de
bajar en nuestro interés a la naturaleza en raz?? de n�estro conoci­ la explicación. Confirma su capacidad explicativa en la autorrefle­
.
miento de las relaciones causales, la comprens1on analítica aprehen­ xión, que elimina y supera también una objetivación comprendida
de la causalidad del inconsciente como tal; la terapia no se basa, y al mismo tiempo, explicada; ésta es la realización crítica de lo
que Hegel ha indicado con el término bregreifen (inteligir apropián­
97 Ges. Werke, cit., XI, págs. 452 y sigs. dose).

268 269
Según su forma lógica, la comprensión explicativa se distingue
claramente de la explicación científica estríctamente experimental
en un punto decisivo. Ambas se basan en enunciados causales esta­
blecidos con la ayuda de condiciones adicionales a partir de propo­
siciones universales, bien sea de interpretaciones deducidas (va­
riantes condicionales) o de hipótesis nomológicas. Ahora bien, el
contenido de las proposiciones teóricas no resulta afectado por una
aplicación operacional sobre la realidad; en ese caso podemos apo­
yar las explicaciones en leyes independientes del contexto. En el
caso de la aplicación hermenéutica, en cambio, las proposiciones
teóricas son traducidas a la exposición narrativa de una historia
individual, de forma tal que el enunciado causal no se realiza sin
este contexto. Las interpretaciones generales pueden afirmar su pre­
tensión de validez universal sólo abstractamente, ya que sus de­
ducciones resultan determinadas adicionalmente mediante el con­
texto. Las explicaciones narrativas se distinguen de las explicaciones
rigurosamente deductivas por el hecho de que los acontecimientos
o las situaciones, para los que afirman una relación causal, experi­
mentan una determinación suplementaria en la aplicación. Las in­
terpretaciones generales no autorizan por consiguiente ninguna ex­
plicación independiente del contexto 98•

12. PSICOANÁLISIS Y TEORÍA DE LA SOCIEDAD. LA REDUCCIÓN


NIETZSCHEANA DE LOS INTERESES DEL CONOCIMIENTO

Freud entendió la sociología como psicología aplicada 9'J. En


sus escritos sobre la cultura se comportó como un sociólogo. Son,
pues, las cuestiones del psicoanálisis las que le condujeron al campo
de la teoría de la sociedad. El psicoanalista se sirve de un concepto
preliminar tanto de normalidad como de desviación cuando conside­
ra como «síntoma» ciertas perturbaciones de la comunicación, del
comportamiento y del organismo. Pero, evidentemente, estos con­
ceptos están determinados culturalmente y no pueden ser definidos
con respecto a una situación inmutable:
Hemos reconocido que no puede determinarse científicamente la fron­
tera entre lo normal y lo anormal psíquico, por lo que esta diferencia, a
pesar de su importancia práctica, sólo tiene un valor convencional 100.
98 Cf. A. C. DANTO, Analytical Pbilosophy o/ History, loe. cit., caps. X,
XI, págs. 201 y sigs.
9'J XV, 194.
100 XVIII, 125.

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