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Sensacional cobro a distancia domestico de un tiro de castigo

Los rituales de la tentación III


Sergio Alejandro López Meza
Etnógrafo

La etnografía posee sus dioses aunque en ocasiones son tan imprevistos


como la capacidad de sorprendernos por nuestros hechos nimios de la vida
cotidiana. Me extraña que el siglo pasado, el más violento a decir de algunos
historiadores, haya sido también el siglo donde la teoría social adquirió auge con
la religión como base o anatema. Las actividades cotidianas aún no se
encontraban reguladas por normativas y preceptos rigurosos aceptados en su
generalización pues aun la población era heterogénea y atestiguo el ascenso de
dos conflictos bélicos sin precedentes. Atestiguamos también el auge de la
inteligencia en las escuelas, hasta antes de 1920 esta era un mero atributo de las
clases adineradas ante largas y extenuantes horas de trabajo industrial. Un
misionero comboniano desde hace treinta años sugiere con el propósito de
exorcizar las malas calificaciones de los rapaces, el juego de pelota así como el
ritual de la tentación de marcar omnipresente en todas las culturas como la religión,
su dios y sus dioses. Ser de lento aprendizaje posee sus recompensas.

Me extraña que esos dioses paganos que acostumbraban griegos y romanos no


hayan estado presentes en el campo de batalla como sucedió ayer por la tarde
noche. Magistral cobro, impecable, discurso aleatorio que veía el trazo aquel como
una pincelada de muralista latino. En mi mente imbricada de penas y malestares y
alguna que otra felicidad efímera se encontraba la posibilidad de que en el primer
vector el balón ingresara como por arte de magia… ¡y lo hizo! A excepción de que
el esférico rozó el marco superior de la puerta y después cayo lenta y
diáfanamente como una hoja sin dueño, blanca escritura en papel del universo sin
explorar, efímera nebulosa colectiva que adquiere vida en la efusión grupal, esto
es, el gol de antología. Al ubicarse en tan extraño limite espacial representado por
dos líneas me preguntaba si la línea del frente acreditaría el gol, caso contrario la
línea detrás de la inicial adjudicaría la anotación a una estilística surgida en la
región de Lazio semejante al único juego más antiguo de toda Europa
documentado por historiadores y a quienes algunos nombrarían prehistoria del
futbol. El gol sin precedentes me permitió ubicarme en una geografía del olimpo
individual al cual no se accede sino a razón de ubicar en discurso el hecho referido
en etnografía surrealista como sombra del gol en pocas palabras, comentario
colectivo que adquiere forma en la memoria individual o el recuerdo de una
anotación situado en la biografía personal. Los aficionados se adjudican el gol
porque la apropiación es parte de cierta estrategia cultural de subversión del
tiempo cronometrado por las instituciones y los grupos fortificados que
aprehenden antes de disfrutar el juego, diseccionarlo antes de sentirse parte, por
ello el tiempo lúdico se vuelve plástico en la recreación del gol semejante a un
reloj alargado en una atmosfera onírica más imprecisa en sus moléculas que la
cronobiología pues su capacidad de convocatoria suele ser más elocuente en
nuestra necesidad de narrar que un ángelus recitado a media noche. ¿Quién no
ha soñado alguna vez con sendo gol de cabeza por parte de una Hahtor
multiovacionada por las huestes de Salomón?

Solamente Tezcatlipocatl sabe el lugar donde quedó aquel balón a medio inflar
después de tan suculento trazo. Aun en el más pérfido de sus amores ella
imaginaba que aún era ella. No comprenderemos del todo la socialización
moderna de no tener en cuenta el recurso volátil en nuestra historia pues así es
como el hombre que fue edifica las modernas catedrales del balompié.

Marcación excelsa y transcrita con cuero de cerdo en el pecado de la gula grupal,


jamás de caprino, pues todo pecado es institución antes que motivo de regulación
canónica. Inolvidable para los comensales de lo cotidiano, insuperable para este
paladín del calcio florentino en su versión original. O es que algún día
comprenderemos del todo bien al señor Childe y evolucionaremos hacia un juego
en las pacificas profundidades donde los émulos de Cousteau serán los futuros
documentalistas de un juego que hasta hace un siglo pertenecía al hombre? La
masculinidad no es lo que solía ser, mucho menos el deporte popularizado.
Estamos condenados a aprender nuestra propia historia y recrear nuestros goles
de aficionado antologados por la memoria colectiva que encuentra en ello una
llave en contra del olvido y la hipertecnificacion de la vida. Los dos soles negros
del dios de pedernal hicieron su aparición por la noche ante el prolongado
insomnio que cuesta una fuente etnográfica redactada en el lugar de los hechos.
Una vez más la pobreza de esos mexicanos me hace soñar con una isla
paradisiaca donde los buenos salvajes hagan rodar un balón como antaño las
cabezas de los hombres blancos. La barbarie tiene muchos rostros, en cambio, la
colectividad posee el semblante del gol parnasiano: eterna letanía. Que viva la
libertad de expresión y los derechos a la efusión colectiva; la grata soltería y el
desamor que solamente el futbol casero nos ofrece.

alejandrotecpatl@gmail.com
Guadalajara, México

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