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¿La literatura desarrolla la empatía?

¿La empatía puede cumplir un rol positivo para la justicia? ¿Cuál?

INTRODUCCIÓN
El propósito de este trabajo es sostener que la literatura puede realizar un aporte en la
formación de operadores judiciales al cultivar la imaginación empática del lector.
En sociedades como las nuestras, atravesadas por profundas divisiones socio-
económicas, las personas que ocupan posiciones de poder en los distintos organismos
del estado suelen tomar decisiones que afectan la vida de personas que no conocen, o
deben involucrarse con realidades con las que nunca han tenido ningún contacto. En el
ámbito judicial, en el que se enfocará este trabajo, los operadores judiciales se
enfrentan diariamente con conflictos enmarcados en situaciones socio-culturales muy
distintas a las suyas. Se afirmará que para poder comprender en todo su alcance los
matices de cada conflicto, resulta indispensable que los operadores judiciales posean la
capacidad de empatizar con los actores del conflicto y que la literatura puede cumplir
esa función al aproximar a los individuos a situaciones con las que nunca han tenido
contacto. Si bien en el presente trabajo se hará foco en la toma de decisiones judiciales,
principalmente en el ámbito penal, las conclusiones a las que se pretenden arribar
pueden ser expandidas a otros ámbitos de la función pública

POR QUÉ LA EMPATÍA ES IMPORTANTE PARA LA JUSTICIA


Antes de preguntarnos acerca de la posible utilidad de la empatía para la justicia,
deberíamos especificar a que experiencia puntual nos referimos mediante el uso de esa
palabra.
Hay una visión de la empatía que la comprende como simpatizar con alguien, hacer suyo
su dolor o sus problemas y que pareciera ser incompatible con la imparcialidad que
requiere el juzgador.
Pero por empatía también puede comprenderse simplemente la capacidad de
comprender el mundo desde la perspectiva de un tercero, sin que ello implique un juicio
valorativo acerca de dicha experiencia. El torturador empatiza y aumenta su disfrute.
En esta segunda interpretación, la empatía no solo no contradice a la imparcialidad del
juzgador, si no que es una herramienta completamente necesaria para el acto de juzgar.
Cuando un juez analiza dogmáticamente la conducta de un imputado, no le resulta
suficiente con constatar el acaecimiento objetivo de determinados hechos sancionados
por una norma sino que además debe constatar que subjetivamente el autor del ilícito
se representaba la comisión de dicho acto. El ilícito penal contiene un elemento objetivo
y otro subjetivo. Aunque esto tienda a hacer menospreciado en el análisis dogmático, al
juez se le está exigiendo que haga su mayor esfuerzo por ingresar en la subjetividad de
la persona que está juzgando y que compruebe si efectivamente aquella persona estaba
realizado el acto por el que está siendo imputada. La herramienta necesaria para
comprender la situación de un tercero, es la empatía.

POR QUÉ LA LITERATURA PUEDE CULTIVAR LA EMPATÍA

Para ubicarnos en un ámbito específico, un juez que ejerce competencia penal toma
diariamente decisiones acerca de individuos que han vivido vidas completamente
distintas de la suya y/o se han encontrado en situaciones que él nunca ha atravesado.
Debe decidir, por ejemplo, si determinada situación de vulnerabilidad tiene entidad
suficiente para justificar determinado delito o para mitigar la pena a imponer. Para que
el individuo pueda quedar eximido de pena, debe encontrarse en una situación tal en la
que no se le pueda exigir haber actuado de manera distinta de la que realizó. ¿Es
necesario haberse encontrado en una situación de vulnerabilidad para poder realizar
juicios acerca de dicha situación? ¿existe algún camino intermedio? La pregunta que se
hace este trabajo es acerca de la imaginación empática, es decir, acerca de nuestra
capacidad de imaginarnos en situaciones completamente diferentes a cualquiera de las
que hayamos vividos para poder comprender la situación de aquellos que efectivamente
se encuentran o se pueden encontrar en ellas. Además, se pregunta acerca del valor de
la literatura para tomar aquel tipo de decisiones.

El papel de la imaginación empática en la vida pública


El rol de la literatura para el desarrollo de la imaginación empática
Ejemplo, una lectura de:
Puede, por ejemplo, tener que decidir si la situación de vulnerabilidad en la que se
encuentra un individuo debe eximir o disminuir la pena de un hecho ilícito o si la
violencia de género sufrida por una mujer generó una situación de amenaza constante
que puede

¿Qué aporte puede realizar la literatura para la justicia? Preguntarnos acerca de la


utilidad de la literatura puede resultar incómodo. En principio, uno intuitivamente
quisiera responder que no necesita tener ninguna, que la literatura, como todo arte,
vale por sí mismo y que cualquier pretensión de someter la ética a la estética acabará
necesariamente por disminuir la calidad de las obras a producir. Los ejemplos acuden al
instante: el cine de Leni Riefenstahl no pierde calidad por haber sido utilizado como
propaganda nazi, así como la obra de Borges, o, por qué no, de Vargas Llosa, no deberían
verse afectadas por las posiciones políticas de sus autores.
Sin embargo, la alarma producida puede descartarse si aclaramos los términos de la
pregunta inicial. Afirmar que la literatura puede tener una utilidad para discusiones de
ética pública no implica afirmar que ésta debe adecuarse a determinados objetivos, ni
que el autor deba guiarse por un código moral estricto, ni que la única literatura válida
es aquella que puede elevarnos moralmente, sino simplemente afirmar que, de toda la
literatura que se ha producido y se sigue produciendo, alguna parte de ella puede
cumplir un rol adicional, en una esfera independiente, sin que ello implique anteponer
el juicio ético al estético. En otras palabras, no necesitamos quemar a Sade, incluso
podemos llegar a aprender algo de la lectura de su obra.
Ahora bien, retomando la pregunta inicial, el propósito de este trabajo no es analizar en
profundidad las diversas relaciones entre el arte y la ética, sino limitarse a explorar un
aporte puntual que la literatura podría realizar en la justicia y que probablemente pueda
extenderse a cualquier otra rama de la vida pública.
El desarrollo y los límites de este aporte terminaran de aplacar a quienes teman que
esto de alguna manera implíque someter a la literatura a postulados éticos que la
empobrezcan.
Se desarrollará que la literatura puede expandir la empatía de los lectores,
permitiéndoles comprender formas de vida y situaciones muy distantes de las de su vida
diaria, algo que resulta particularmente importante para el ejercicio del acto de juzgar,
en razón de que los operadores judiciales se encuentran diariamente frente a
situaciones que, si bien pueden comprender teóricamente, resultan ajenas a sus
experiencias.
Ahora bien, se podría argumentar que, si bien es cierto que existe un rango de
experiencias que nos son ajenas como individuos, la literatura es una herramienta
ineficaz para comprender esos otros mundos, que siempre nos permanecerán ajenos,
se podría agregar, incluso, que muchas veces los propios autores desconocen los
mundos acerca de los que escriben y que sus representaciones acerca de ellos son
completamente erróneas, o que ayudan a reforzar estereotipos negativos acerca de
estas personas. Para poder responder a esta objeción, debemos desarrollar los
argumentos por los que consideramos que la literatura puede cumplir esta función.
Explicitémoslo con un ejemplo: yo soy un hombre blanco de unos treinta años, que vive
en Argentina en el año 2018 y que no conoce demasiado acerca de la vida de un
traficante de cocaína en Bolivia. Supongamos que un buen día me intereso en conocer
como es la vida de un traficante de cocaína y que decido leer alguna ficción acerca de
su vida. ¿qué puedo encontrar allí que no se encuentre en un libro sobre narcotráfico o
en alguna entrevista a un traficante?
Una novela puede centrarse en un personaje, ya sea en primera persona, emulando su
discurso, o en una tercera persona subjetiva, que conozca los pensamientos del hombre
al que sigue aunque no sepa nada sobre el mundo exterior. Al acercarnos al personaje,
de cualquier de estas dos maneras, lo que el novelista hace es ensayar una construcción
de un ser humano hipotético, con base en un modelo determinado. Postula la existencia
de un individuo X, traficante de cocaína, y le adjudica deseos, objetivos y pensamientos.
Como mencionábamos antes, la representación puede estar mal realizada, puede
basarse en estereotipos o simplemente haberse alejado demasiado del tipo de
personaje sobre el que fue construida, sin que nada de ello nos informe acerca de su
calidad como novela. Pero también puede suceder que el escritor se haya propuesto
realizar una descripción realista, se haya informado al respecto, o haya intentando
imaginar como él mismo o algún conocido podría llegar a reaccionar ante determinada
situación. En cualquier caso, si su novela puede ser leída como una descripción realista
de la vida de un narcotráfico, deberá poner a su personaje ante determinados
problemas característicos del mundo que está intentando construir. Con solo hacer eso,
el autor ya está haciendo mucho, pues está realizando un ejercicio de empatía (intentar
comprender el mundo desde otra perspectiva) y además está invitando al lector a
realizar la misma acción. Yo, como hombre blanco de unos treinta años residente de
Argentina, probablemente siga sin conocer como es la vida de un narcotraficante, pero
al menos habré realizado el ejercicio imaginativo de ver el mundo desde esa posición o
de representarme a mi mismo enfrentado a una serie de problemas ajenos a mi
experiencia cotidiana.
¿Por qué motivo la literatura puede ser especialmente útil para cumplir esta función?
¿por qué no alcanzaría con una descripción objetiva de la situación de un individuo
determinado? Para responder esta pregunta debemos pensar no solo en como leemos
literatura, si no en como interactuamos con el mundo y con distintas experiencias.
La literatura puede explorar diversas posibilidades de vidas humanas y hacerlo en una
forma en la que el lector se sienta implicado emocionalmente en el mundo en el que
está viviendo. Entre la afirmación: “Pedro tenía hambre” y “Pedro permaneció un
tiempo prolongado frente a la alacena vacía, hasta que finalmente la cerró de un
portazo” hay un abismo. Entre mi vida y la vida de los otros hay un abismo. Entre mi vida
y la vida de una persona que se siente atraído hacia seres del mismo sexo hay un abismo.
Probablemente ese abismo no pueda ser cruzado del todo y nos equivocamos si
creemos que la literatura puede construir puentes hacia otras existencias. Realizaríamos
una metáfora menos arriesgada pero más realista si habláramos de la literatura como
una ventana, como una infinitud de ventanas, que nos permite poner en juego nuestra
experiencia diaria y representarnos roles, problemas y modos de vivir que de lo
contrario nos permanecerían completamente ajenos.
Si aceptamos que la literatura puede acrecentar nuestra imaginación empática
(comprendida como la capacidad de representarnos experiencias que no hemos
atravesado), deberíamos continuar por preguntarnos que utilidad puede tener la
empatía a la hora de tomar decisiones judiciales. Sería perfectamente posible responder
que, si bien la literatura puede acrecentar nuestra empatía, aquella es completamente
innecesaria para el buen desempeño de los operadores judiciales, quienes trabajan
mejor cuando se limitan a analizar los problemas como variables en una ecuación, sin
prestar atención a particu
Puede, por ejemplo, tener que analizar si puede encuadrarse como legítima defensa el
caso de una mujer, víctima habitual de situaciones extremas de violencia de género, que
ha asesinado a su cónyuge mientras aquél dormía. La mujer, además de haber sufrido
diversas formas graves de maltrato físico y psicológico, ha intentado sin éxito, huir de su
cónyuge. El artículo XX del código penal, que regula la legítima defensa, exige que exista
una situación de peligro actual o inminente. Ahora bien, en una lectura rápida de la
situación, el juez podría afirmar que mientras el agresor dormía era imposible que
agrediera a la víctima, por lo que de ninguna manera aquella podría estar defendiéndose
al atacarlo. Sin embargo, si modificáramos hipotéticamente los elementos de la
situación e imaginaramos que la mujer ha sido secuestrada por un extraño, que el
extraño la ha agredido laridades que son irrelevantes para la resolución del caso.

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