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Marte, Júpiter y Saturno, que distan más del Sol que nosotros. Esta diferencia es visible en
las conjunciones, es decir en aquellos momentos en que la Tierra, el Sol y el planeta se
encuentran en una línea. Por supuesto, el planeta no es visible cuando se encuentra muy
cerca del Sol, pero se puede observar la aproximación del planeta al Sol y su posterior
emergencia de la zona no visible. Los planetas internos presentan dos conjunciones, una
superior en la que el planeta se aproxima al Sol por un lado y una inferior en la que aquel se
aproxima al Sol por el lado contrario en períodos de semanas de observación. Los planetas
externos sólo presentan la conjunción superior, y la conjunción inferior se convierte en una
oposición en la que, el planeta queda opuesto al Sol, con respecto a la Tierra. Figuras [1.1].
a)
b)
1-2
La astronomía babilonia y sus tablas de datos fueron de gran utilidad posteriormente
para los observadores griegos, quienes los ampliaron y mejoraron.
1-3
trompo alrededor de la vertical, fue descubierta por Hiparco cerca del año 150 a.C. al
observar irregularidades en la velocidad del Sol en su trayectoria.
Se puede decir que la culminación de las “teorías” de aquella época estuvo a cargo de
Claudius Ptolomeus (ca. 100 – 175 d.C.), o Tolomeo, alrededor del año 150 d.C., quien
tomó en cuenta las observaciones de la excentricidad de los movimientos planetarios y
siguiendo siempre el principio del movimiento en círculos perfectos de Platón, propuso que
el movimiento de un planeta tuviera lugar en un círculo llamado epiciclo cuyo centro M a
su vez debería moverse en un círculo llamado deferente, cuyo centro se hallaba en un punto
Z ligeramente fuera del centro de la Tierra (Fig. [1.2]). Esto es ya una muy buena
aproximación al movimiento planetario tomando en cuenta que en la realidad el observador
mismo se encuentra en movimiento. Pensemos por el momento en un planeta interno;
puesto que la Tierra se mueve en una órbita aproximadamente circular, para un observador
en la Tierra que vigile constantemente el sol, éste tendrá una órbita circular – que sería el
deferente – y el planeta se movería igualmente en una órbita aproximadamente circular – el
epiciclo – alrededor del Sol. En este caso el punto M coincidiría con la posición del sol. La
excentricidad del deferente sería una forma aproximada de tomar en cuenta que las órbitas
son elípticas. Por la misma razón que la órbita de la Tierra no es circular sino elíptica, el
sol, visto por el objeto ubicado en el punto M, no viajaría con velocidad uniforme.
Figura [1.2]. El modelo de Tolomeo sobre el movimiento relativo de los planetas y el Sol para un planeta
interno.
Tolomeo hizo un intento cuantitativamente exitoso para explicar este detalle agregando
un punto P más en línea con el centro de la órbita y la posición de la Tierra, opuesto a ésta
y a la misma distancia del punto Z (Figura [1.2]); la suposición de Tolomeo fue que el Sol
se movería entonces de tal forma que el segmento MP rotaba uniformemente. Para el caso
de los planetas externos, el modelo funcionaba de manera muy similar, como lo muestra la
Figura [1.3] con el radio del epiciclo, mayor que la órbita del sol. En este caso era necesario
definir el deferente como la trayectoria de un punto “imagen” M del Sol, con centro en la
Tierra, que resultaba de completar un paralelogramo de los puntos Tierra, Sol, Planeta, y
cuyo radio resultaba igual al del epiciclo.
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Figura [1.3]. El modelo de Tolomeo para un planeta externo.
La primera de las hipótesis quita a la Tierra el privilegio de ser única. Esto ha definido
el concepto de transformación copernicana que se aplica cuando una persona o comunidad,
considerados como individuos, se dan cuenta que su papel no es único, sino que forman
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parte de una sociedad como cualquier otro individuo. La segunda, hace caso omiso de la
excentricidad, pero debe tomarse en cuenta cuando se hacen cálculos más precisos.
Tycho Brahe (1546 ‒ 1601) y su alumno Johannes Kepler (1572 ‒ 1631) continuaron
con el desarrollo de la astronomía y mejoraron la exactitud de los cálculos hasta ángulos de
2’. Kepler estudió el movimiento de Marte haciendo uso de los principios de Copérnico y
aplicando técnicas de excentricidad encontró que aquel aceleraba su velocidad cuando se
encontraba más cerca del Sol, lo cual lo condujo a deducir que en su movimiento los radios
vectores de posición de los planetas barrían áreas iguales en tiempos iguales, y además la
feliz casualidad de que en sus cálculos encontrara en forma repetida la cantidad 0.00429, lo
llevó a demostrar que la trayectoria no era circular sino elíptica. Diez años más tarde,
Kepler mismo pudo encontrar una relación entre el eje mayor de la elipse con el período de
rotación de cada planeta. Hoy reagrupamos las tres famosas Leyes de Kepler de la siguiente
manera:
1. Los planetas giran alrededor del Sol en trayectorias elípticas, en uno de cuyos focos
se halla el Sol.
2. Los segmentos del sol a cada planeta barren áreas iguales en tiempos iguales.
3. El cubo de la longitud del semieje mayor de la elipse es proporcional al cuadrado
del período de rotación de cada planeta alrededor del Sol. (Fig. [1.4])
Figura [1.4] El modelo de Kepler, mostrando una trayectoria elíptica, la cual se ha dibujado excesiva
para motivos solo de visualización.
Estas investigaciones fueron mejoradas a través del telescopio, el cual fue inventado en
forma rudimentaria a principios del siglo 17. Galileo Galilei (1564 ‒ 1642) fue el primero
en aplicarlo al estudio de los astros y lo mejoró notablemente. Su modelo dio origen a un
tipo de telescopios que consisten básicamente de dos lentes montadas en un tubo cuya
longitud es la diferencia de las distancias focales de las lentes. Galileo pudo con ayuda del
telescopio observar a Saturno y descubrir las 4 lunas de Júpiter, a las cuales llamó satélites,
con lo cual pudo ver “un sistema solar en pequeño” que lo llevó a apoyar el modelo
heliocéntrico de Copérnico, con la consabida confrontación con el clero católico. En 1611,
Kepler mejoró el diseño al utilizar una lente ocular convexa detrás del foco, ensanchando
de esa forma el campo visual e incrementó las posibilidades de magnificación hasta 1,000
veces o más.
1-6
1.3 La Mecánica antes de Newton
𝑣0 + 𝑣
𝑠= 𝑡
2
1 2
𝑠= 𝑔𝑡
2
como lo hizo Soto.
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segundo plano disminuía en cada ensayo; al llegar a cero inclinación, concluyó, la partícula
debería poder avanzar a velocidad constante indefinidamente. Esto implica que una
partícula en movimiento rectilíneo y uniforme debe conservar tal movimiento. El otro
experimento mental de Galileo se dio a conocer en 1609 y tuvo que ver con la caída de los
cuerpos; él mismo había notado en 1590 que el tiempo de caída de un cuerpo dependía muy
ligeramente de su peso; no obstante, y aquí el experimento mental, pensando que el aire
pudiera ser el responsable de esto, ideó el siguiente experimento: Sean tres esferas, una de
oro, una de plomo y una de madera, y háganse caer en un medio con mercurio, luego en un
medio con agua y luego en aire. En el primer medio sólo cae el oro; las otras dos esferas
flotan; en el agua, caen las esferas de oro y la de plomo con el oro primero, y finalmente en
el aire las tres caen en el orden oro, plomo y madera, con poca diferencia. De ahí dedujo
que si el experimento se hiciera en vacío, las tres esferas caerían simultáneamente.
A diferencia de Aristóteles, quien asociaba un agente para mantener en movimiento los
cuerpos, Galileo asoció el cambio de la velocidad a los agentes externos, y finalmente
demostró que la frecuencia de un péndulo era independiente de su amplitud cuando ésta es
pequeña. Todo esto vendría a ser decisivo en el advenimiento de la dinámica de Sir Isaac
Newton (1643 ‒ 1727).
𝑣2
𝑎=
𝑟
que es la que conocemos como su segunda ley. El enunciado de dicha ley por Newton fue:
La razón de cambio de momento es proporcional a la fuerza resultante y está en la
dirección de tal fuerza. Esta ecuación, que a la vez define fuerza y masa, es la base de la
Mecánica Clásica. En principio esta ley explica solo fenómenos que observamos en la
Tierra; el gran mérito de Newton en este aspecto es que pudo generalizarlo al Universo.
1-8
Cuando Isaac Newton contaba con 23 años, en 1665, una peste se desató en
Inglaterra; la Universidad de Cambridge donde trabajaba cerró temporalmente, y Newton
regresó a casa en su pueblo natal, Woolsthorpe. A su regreso a la universidad, Newton ya
llevaba en la mente la mayor parte de sus mayores descubrimientos; a él le gustaba relatar
que en ese tiempo él observó la caída de una manzana de un árbol, induciéndolo a
preguntarse entonces qué pasaría si la manzana, en vez de haber estado a unos cuantos
metros de altura, hubiera estado a una altura mucho mayor, inclusive de varios kilómetros.
Evidentemente la manzana también habría caído; y si esa distancia se incrementara hasta
alcanzar el punto en el que se encuentra la luna, ¿sería aún atraída por la Tierra? Y si así
fuera, ¿no sería esta misma fuerza la que mantiene a los planetas en su movimiento
alrededor del Sol? Como respuesta a esas interrogantes, Newton comentaba que entonces
pensó que tal análisis lo llevó a proponer que el origen de ambos tipos de fenómenos, los
terrestres y los celestes, es el mismo, a saber, una atracción entre los cuerpos en forma
general. Ciertamente, de la primera ley de Kepler, Newton dedujo que el movimiento
circular debía explicarse por una aceleración del planeta hacia el sol; calculando entonces la
velocidad tangencial del planeta y usando la fórmula de huygens dedujo que la aceleración
debería ser proporcional a 1/r2. Ésta debería ser proporcional a la fuerza que mantiene al
planeta en su órbita y la que ejercería el sol. De ahí derivaría la Ley de la gravitación
universal:
𝑚1 𝑚2
𝐹∝
𝑟2
donde m1 es la masa de uno de los dos cuerpos interactuantes, por ejemplo el Sol, y m2 la
masa del otro cuerpo, o sea el del planeta. Se obtiene la igualdad a través de una constante,
llamada ahora la constante de la gravitación universal G. Como un caso particular de esta
ley se tiene la fórmula para el cálculo de la atracción de los cuerpos por la Tierra, y como
otro, las leyes de la fuerza entre astros. Newton entonces pudo deducir, con su invento del
cálculo, las leyes de la caída libre y las de Kepler. La ley de la Gravitación Universal
emergió entonces casi en forma lógica. Esto representó un punto crucial en el desarrollo de
la Mecánica Clásica. Haciendo uso de lo que se conoce como una balanza de torsión, entre
los años de 1797 y 1798, Henry Cavendish (1731 ‒ 1810) comprobó directamente la ley de
la Gravitación Universal y obtuvo el valor de G al medir la fuerza gravitacional entre
esferas de plomo. Como consecuencia de este experimento se obtuvo también la masa de la
Tiera.
1.5 La Energía
Hoy todo estudiante aplicado de preparatoria o de otro ciclo escolar superior,
comprende fácilmente los conceptos de la Mecánica Clásica; sabe qué es una fuerza y qué
es masa; no confunde energía con fuerza, y diferencia igualmente las contribuciones
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cinética y potencial de la energía, y tal vez se siente tentado a pensar que todo ha sido
siempre así. No hay tal. Durante mucho tiempo, lo que hoy conocemos como fuerza estuvo
asociado a la velocidad, y solo hasta Galileo, como vimos, se asoció al cambio de
velocidad, o sea la aceleración. La humanidad pensante tardó siglos en darse cuenta de los
efectos que producía lo que hoy llamamos fuerzas de fricción y de viscosidad. Como
resultado de estos análisis emergió uno de los más importantes conceptos no sólo de la
Mecánica sino de la Física, a saber: el de la energía.
René Descartes expuso en su obra maestra “Principios de Filosofía” en 1644 la
conservación del movimiento como la ley fundamental de la naturaleza, por el hecho de que
el movimiento siempre se observa, pues cuando un cuerpo se detiene, otro inicia su
movimiento. Por consideraciones sobre choques, Descartes también propuso la
conservación de la fuerza, aunque en realidad se refería al moderno concepto de impulso y
de momento, es decir el producto de la masa por la velocidad. Leibnitz atribuyó esta fuerza
a características internas de cada cuerpo y la llamó fuerza viva, la cual no coincidía con la
fuerza considerada por Newton como un agente externo a los cuerpos. De acuerdo con
Leibnitz, la fuerza viva se podía transmitir entre los cuerpos y hoy nos damos cuenta que en
realidad lo que tenía en mente es lo que hoy conocemos como energía cinética.
El principio de la conservación de la energía tuvo que esperar muchos años más,
una vez que se hubo encontrado la relación entre el calor y el trabajo, conocido como el
equivalente mecánico del calor, así como de la influencia del calor en la dilatación de los
gases y otros fenómenos eléctricos de conversión de corriente en calor. Finalmente,
alrededor de 1850, los señores William Thompson (posteriormente Lord Kelvin) y William
Rankine introdujeron en el vocabulario de la Física el término “Energy”, o energía, como
aquella cantidad que satisfacía los requisitos de conservación, identificándose entonces los
conceptos de energía potencial y energía cinética.
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pudieron ser explicados con las teorías clásicas y hubo necesidad de agregar a la Física
otros postulados, entre los cuales el más importante para la Mecánica fue el hecho de que
las partículas atómicas y subatómicas no pueden ser consideradas como tales, es decir,
como masas puntuales que obedecen las leyes de newton ante la presencia de fuerzas.
Dichos fenómenos solo pueden ser explicados suponiendo que la partícula en el espacio se
convierte en un “paquete de onda” de materia. En el espacio de ese paquete existe una
probabilidad significativa de encontrar la partícula si se hace un experimento para
detectarla; fuera de ese espacio la probabilidad de encontrarla disminuye rápidamente. Esta
indeterminación de la partícula modifica el carácter determinista de la Física. Por otra parte,
a estos mismos niveles atómicos y subatómicos, la transferencia de energía entre las partes
de un sistema, no se lleva a cabo de una manera continua como en el caso clásico –
piénsese por ejemplo en la energía que recibe un cuerpo en su caída libre – sino en forma
discreta, es decir por múltiplos de cantidades constantes llamadas cuantos. Los cuantos son
tan pequeños, que a escala macroscópica su flujo es prácticamente un continuo. A esta
nueva disciplina se le llamó Mecánica Cuántica.
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