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NÚCLEO BOLÍVAR
ESCUELA DE CIENCIAS DE LA SALUD
“DR. FRANCISCO BATTISTINI CASALTA”
DEPARTAMENTO DE ENFERMERÍA
ASIGNATURA MATERNO INFANTIL II (161-3216).
PROFESORA: INTEGRANTES:
DE SOUSA MARIA.
INMAR GALITO.
WENDY BRUCE.
La diarrea es una condición que puede ser un síntoma de una lesión, una
enfermedad, de una alergia, de la intolerancia a ciertos alimentos (fructosa, lactosa),
enfermedades producidas por los alimentos o exceso de vitamina C y es acompañada
generalmente de dolor abdominal, y a menudo náuseas y vómitos. Hay otras condiciones
que implican alguno pero no todos los síntomas de la diarrea, así que la definición médica
formal de la diarrea implica la defecación de más de 200 g/día, aunque el peso formal de las
heces para determinar un diagnóstico, nunca se determina realmente.
La diarrea también ocurre cuando el colon no absorbe suficiente fluido. Como parte
del proceso de la digestión, los diversos órganos excretan grandes cantidades de agua (entre
8 y 10 litros, en un adulto de 80 kg), que se mezcla con el alimento y los líquidos ingeridos.
Así, el alimento digerido es esencialmente líquido antes de alcanzar el colon. El colon
absorbe el agua, dejando el material restante como una hez semisólida. Sin embargo, si se
daña el colon o se inflama, se inhibe la absorción del agua, resultando en heces acuosas.
Todos los programas de preparación para la hospitalización infantil conllevan los siguientes
objetivos:
Fomentar la iniciativa del niño sin que perjudique a otros: que el niño haga
elecciones y tome decisiones, sin que estas afecten a los objetivos de otras personas.
Angustia de separación y conductas regresivas: debe disponer de figuras de apego y
evitar la sobreprotección de los padres.
Verbalizar temores, necesidad de contacto y estar acompañado, evitar el sentimiento
de culpabilidad en relación a su familia, programas de apoyo.
Su limitada comprensión sobre las perturbaciones corporales (enfermedad) y la
adquisición de ciertas habilidades para desplazarse, explorar y manipular, además
de la manifestación de frecuentes negativas, le dificulta el cumplimiento de normas
si no se siente mal (permanecer en la cama, tomar medicinas,…).
El cuidado de un hijo es una experiencia amenazante por lo que no debe estar solo
en manos de los profesionales.
Cuando el niño es muy pequeño su madre/padre es su principal fuente de confianza
y seguridad y más en los momentos de gran vulnerabilidad como los que se
producen en la hospitalización.
Se ha comprobado que si la madre/padre tiene influencias positivas en las
reacciones de su hijo, puede resultar beneficioso que forme parte del equipo que
cuida al niño.
Se trata de que la madre/padre o familiar en colaboración con los profesionales
consigan minimizar los efectos perjudiciales y potenciar los efectos beneficiosos de
la experiencia de hospitalización.
En la angustia de separación los padres deben estar en todas las experiencias
estresantes para el niño como curas y estar el máximo tiempo posible para lo que
ahora existe la liberación de horarios de visita (24 horas).
En el afrontamiento y aceptación de la enfermedad del niño los padres han de estar
muy informados ya sea por el personal sanitario o por otras fuentes y es bueno que
se relacionen con otros padres en situaciones similares, que visionen videos
relacionados con el tema, etc.
Para trabajar la actitud de los padres hacia el niño hay que orientar a los padres para
evitar las actitudes negativas delante de los niños y para que dejen al niño sólo ante
actividades lúdicas.
Los padres han de familiarizarse con el entorno hospitalario y han de familiarizar al
niño también.
A la hora de tratar el concepto de muerte los padres han de opinar sobre qué ideas
creen que tienen sus hijos sobre la muerte, no han de evitar este tema, también es
bueno integrarse en programas de apoyo para familiares.
Para tratar el estrés es fundamental la comunicación con los padres, es muy
importante que reciban un apoyo emocional y fomentar su confianza en el hospital
(en el personal sanitario, enfermeras, etc.)
Intervención en el entorno.
Los espacios deben ser ricos y variados a nivel sensorial con elementos que
estimulen el interés visual, auditivo, olfativo, táctil y cinestésico.
Deben incluir letreros y rótulos con normas e indicaciones que permitan a los
sujetos orientarse en lo que deben hacer o sobre el camino que deben seguir para
llegar a determinados lugares del hospital.
Promover interacciones sociales positivas entre los miembros de una familia, así
como entre padres y pacientes que no pertenecen a la misma familia.
El entorno físico del centro debe ser lo más semejante posible a otros contextos
infantiles.
Factores que influyen en la respuesta a la hospitalización.
Hay algunas variables que influyen en el modo de percibir el niño los factores estresantes
de la hospitalización, condicionando su respuesta ante ella y la enfermedad:
En 1990 Chile ratificó la convención de los derechos del niño, cuyo objetivo es
hacer valer y reconocer la dignidad intrínseca y los derechos iguales e inalienables de todos
los niños.
Los hospitales deben velar para que los derechos sean aplicados en la vida diaria de
los niños hospitalizados, siempre teniendo en cuenta el interés superior del niño.
Entre ellos resaltan:
Todos los profesionales con responsabilidad en la atención del niño hospitalizado deben
respetar y colaborar para que se cumplan los derechos. La hospitalización es una situación
estresante que presenta una variedad de amenazas reales e imaginarias para ambos (el niño
y su familia). Las enfermedades y las hospitalizaciones constituyen crisis vitales
importantes para los niños. Éstos son especialmente vulnerables a tales crisis, porque:
Las reacciones de los niños están influidas por las siguientes circunstancias:
Su edad de desarrollo.
Las experiencias previas con enfermedades, separaciones u hospitalizaciones.
El sistema de apoyo del que dispongan.
La gravedad de la enfermedad o la amenaza que represente la hospitalización.
La comprensión de las enfermedades y la hospitalización pasa por conocer y entender la
influencia de los factores estresantes en cada etapa del desarrollo del niño. Entre los
factores estresantes se encuentran las siguientes.
Reacciones del niño ante la hospitalización según las etapas del desarrollo:
Entre los 4 y 8 meses: Asocia experiencia y objeto: el biberón es asociado con el alivio
del hambre, la mecedora con una experiencia agradable y los brazos abiertos con una
caricia o con sentirse arropado. Los lactantes no sólo reaccionan con al estímulo doloroso,
sino a una amplia diversidad de indicios ambientales.
La hospitalización significa que las cosas han cambiado, sus costumbres se ven
alteradas, el niño nota la falta de continuidad, especialmente el componente de adquirir
sentido de confianza. Actúa para obtener placer, cuando determina que la actividad
concluye en algo desagradable, experimenta desconfianza.
De 18 meses a 3 años: A estas edades entienden la enfermedad sólo como algo que
les afecta o interfiere con sus actividades y deseos. Se interpreta como algo que duele, que
los separa de las personas importantes en su vida y que requiere tratamientos pasivos y
dolorosos, que afectan sus actividades. Continúa el temor de la separación de sus padres. Se
identifican tres (3) fases:
Fase de protesta: Puede durar unas horas o extenderse durante varios días, según la
energía del niño. A menos que este muy grave, busca sin cesar a sus padres, salvo
cuando el agotamiento lo duerme. Invierte todas sus energías intentando recuperar a
su madre, a través del llanto, de los gritos, etc.
Fase de desesperación: El llanto desaparece. El niño presenta mucho menos
actividad no le interesan el juego o los alimentos y se aleja de otras personas. Su
aspecto puede ser de tristeza, soledad, aislamiento y apatía. La principal
característica de la conducta es la depresión, debida a un aumento de la
desesperación, la tristeza y la lamentación.
La llegada de la madre durante esta fase precipita en el niño las lágrimas y con
frecuencia, signos de desconfianza y expresiones de ira contra ella. En algunos momentos,
durante la visita, el niño puede rechazar y actuar como si quisiera vengarse al hacer lo
mismo con ella. El niño, a través de su comportamiento, expresa la noción de que tanto el
“abandono” al que está sometido como los procedimientos terapéuticos son un castigo por
algo que hizo mal.
Pre-escolares: En relación con la enfermedad, los niños hasta los 6 años tienen un
conocimiento concreto, específico y superficial de los mecanismos y causas que la
provocan.
Tienden a definir la enfermedad sólo cuando observan o se les indica algún signo
externo de ella. Debido a su egocentrismo creen que estar en el hospital es una
consecuencia de una acción concreta que han realizado o bien han sido incapaces de hacer.
Estiman que pueden evitar enfermar si obedecen una serie de reglas rígidas asociadas con la
enfermedad como; “comer bien”, “no beber en el vaso de otro”, “abrigarse” o “alejarse de
la gente enferma”. Aunque no pueden explicar los mecanismos por los cuales puede
ponerles enfermos ellos simplemente lo hacen.
En esta etapa los niños son más maduros y autosuficientes en sus actividades
cotidianas; sin embargo, el estrés de las enfermedades y la hospitalización suelen hacer que
reaccionen de forma muy similar a los lactantes. El niño establece relaciones significativas
con su familia, tienen tendencia a trasladar esa relación o a iniciar una relación personal
fuera de ella.
Las conductas de protesta son más sutiles y pasivas que en los lactantes. Suelen
expresar su ansiedad por la separación negándose a comer, tienen dificultades con el sueño,
preguntan de manera continua cuándo llegarán sus padres o evitan relación con otras
personas. Manifiestan su ira rompiendo los juguetes, golpeando otros niños o negándose a
cooperar en los auto cuidados habituales.
Les cuesta diferenciar la fantasía de la realidad, por lo que les asusta y les dan mucho
miedo los equipos, los aparatos de radiografías y todo aquellos que pueda estimular su
fantasía a convertirse en “monstruos”. Sus reacciones al estrés del dolor y al temor son de
agresión, expresiones verbales y dependencia.
Cuando adquiere cierta autonomía y confianza, el niño está más dispuesto a posponer la
inmediata satisfacción de sus deseos. Tolera la separación de los padres salvo en los
momentos de tensión.
Riestra y Oltra (1984) llevaron a cabo una investigación con niños hospitalizados.
Recomiendan que el niño se prepare para la experiencia hospitalaria de la siguiente forma:
Escolares:
Las actividades escolares, la escuela dentro del hospital es muy útil para tener un
ambiente estimulante. Ayudarles a mantener la mente ocupada libera energía para restaurar
la salud del cuerpo.
Adolescentes:
Como resultado son muy frecuentes los cambios temperamentales. Las restricciones
que existen en un hospital en cuanto a la ropa permitida, el tabaco, la hora de irse a la cama,
las horas de visita, las horas de las comidas, etc.
Puede reaccionar bien con hostilidad, bien con una absoluta pasividad. Por otra
parte, la aceptación sin más de las rutinas y los reglamentos significa negación y represión.
Ingresar a un niño en el hospital a menudo puede deprimir más a los padres que al
propio niño, provocándolos sensaciones de ansiedad, de culpabilidad, de temor y de miedo.
El rápido cambio emocional sufrido por los padres se trasmite al niño, lo que da
lugar a una depresión indeseada.
El papel fundamental que los padres asumen al conformar y animar a sus hijos
hospitalizados se añade la dimensión de cuidado de los menores, creando una relación y un
ambiente social cálido, que solo la familia puede aportar. Los padres que están informados
y conocen lo que les pasa a sus hijos son capaces de adoptar un comportamiento y sus
actitudes positivas hacia el hospital, el personal y el tratamiento.
La modificación del papel de los padres trae como consecuencia una alteración del
papel de la enfermera pediátrica. Este cambio se traduce en la disminución de la atención
física directa del niño por parte del personal de enfermería y en un aumento de la labor
educativa de enseñar, preparar y ayudar a los padres a atender a sus hijos.
Son parte fundamental en el proceso de mejoría del niño, por lo que también forman
parte del equipo de salud en el aprendizaje constante de las medidas que deben tomar luego
que sea egresado del hospital.
Facilitar la colaboración entre los padres y los profesionales de la salud en todos los
ámbitos de atención: participan por completo en el proceso de toma de decisiones y
comparten las responsabilidades. Los profesionales sirven como instructores y
facilitadores.
Compartir la información completa con los padres: el conocimiento elimina la
impotencia y la dependencia de los padres del personal sanitario. El intercambio de
ideas es un proceso evolutivo de días, mese e incluso años.
La familia necesita sensibilidad y habilidad por parte de los profesionales: necesitan
apoyo, intimidad y “permiso” para llorar.
Requieren tiempo para formular sus preguntas para la asimilar la información
ofrecida.
Favorecer el apoyo de padres a padres: el apoyo los unos a los otros es único y
diferente al proporcionado por los profesionales de atención de salud. Lo que unos
padres ofrecen a otros, a través de la ayuda organizada entre iguales, además de la
amistad, es el respeto con empatía y sin la carga de valoración clínica. El grupo
proporciona un intercambio de habilidades y crea pericia colectiva
Cuidados de enfermería en el paciente con diarrea
La diarrea.
Factores de la conducta
Desnutrición.
Inmunosupresión por infecciones virales.
Variaciones climáticas.
Diarreas virales se incrementan durante el invierno.
Diarreas por bacterias se incrementan en épocas de sequía.
Factores Protectores.
Infecciones asintomáticas.
Influencia de la edad.
La Enfermedad Diarréica es más intensa en los niños menores de cinco (5) años,
especialmente entre los seis (6) meses y los dos (2) años de edad, teniendo consecuencias
graves en los menores de seis (6) meses. Este patrón refleja los efectos combinados de la
disminución de anticuerpos adquiridos por la madre, la falta de inmunidad activa en el niño
menor de un año, la introducción de alimentos que pueden estar contaminados con
enteropatógenos, y el contacto directo con heces humanas o de animales cuando el niño
empieza a gatear. Después de los dos (2) años, la incidencia declina notoriamente porque
los niños han desarrollado inmunidad a la mayoría de los enteropatógenos.
Diarrea simple.
Corresponde a aquellos casos que se acompañan de sangre en las heces. Lo cual está
indicando que se trata de una diarrea invasora de origen bacteriano o amebiano. Las
bacterias más frecuentemente responsable
Diarrea persistente.
Cólera.
Etiología:
Puede utilizarse como única medida para hidratar exitosamente entre el 90-95% de
los pacientes deshidratados por enfermedad diarréica.
Puede reducir entre el 40-50% las tasas de letalidad intrahospitalaria por
enfermedad diarréica.
Puede reducir entre un 50-60% las tasas de admisión hospitalaria por enfermedad
diarréica.
Permite continuar la alimentación del niño.
Puede ser utilizada en diarrea de cualquier etiología.
Es un procedimiento sencillo y de bajo costo. Puede ser utilizada en cualquier grupo
de edad.
Corrige satisfactoriamente los desequilibrios de sodio, potasio y acido-básicos.
Puede ser utilizada en pacientes con vómito y en cualquier grado de deshidratación
sin estado de shock.
Tratamiento de la disentería.
Indicaciones:
La presencia de sangre en las heces indica que se trata de una diarrea invasiva de
origen bacteriano o amebiano, que sí amerita de un tratamiento específico con
antibióticos o anti amebianos según el caso.
Se debe verificar si los niños con disentería tienen signos de deshidratación y se
tratarán según lineamientos Plan A, B o C.
La mayoría de los pacientes con disentería, presentan una mejoría sustancial
después de dos días del inicio del tratamiento con un antimicrobiano eficaz. Estos
pacientes deben completar un tratamiento de cinco días y no requieren de un
seguimiento especial. Los demás pacientes deben observarse de cerca,
especialmente los pacientes que no presenten una mejoría notoria en dos días y los
que están en alto riesgo de muerte por otras complicaciones.
Los niños de alto riesgo como los niños menores de un año, los desnutridos, los que
no han recibido alimentación materna y los que han estado deshidratados, se
controlarán permanentemente como pacientes ambulatorios o se internarán en el
hospital. Los pacientes con desnutrición grave y disentería se hospitalizarán
siempre. Los pacientes que no presenten mejoría después de los dos primeros días,
se les ordenará un nuevo tratamiento.
Si persiste el compromiso en el estado general y aún hay sangre en las heces,
después de 2 días de tratamiento, cambie a un segundo antibiótico recomendado
para Shiguella. Délo por 5 días. Asegúrese de descartar amebiasis u otras
posibilidades inclusive. Si aún persiste la sangre inicie Metronidazol.(ver elección
medicamentos por causa).
Al evaluar a los pacientes con diarrea persistente deberá seguirse la misma metodología
escrita para los casos de diarrea aguda.
La lactancia desde edad temprana ayuda a que el organismo del niño desarrolle
defensas y pueda resistir enfermedades.
Vacunar a los chicos de acuerdo a las recomendaciones de su doctor.
Asegurar que el agua que beberá el pequeño esté hervida o sea embotellada.
Lavar las manos al preparar cualquier alimento para la familia.
Desde temprana edad, enseñar a los niños a higienizarse las manos con agua y
jabón antes de comer y después de ir al baño.
Lavar verduras y frutas, además de cocinar pollo, carne y pescado.
Limpiar bien los utensilios y superficies usadas para preparar carne, pollo o
pescado crudos.
Revisar siempre la fecha en que se vencen los comestibles.
Ofrecer a los niños una dieta balanceada para evitar una mala nutrición.
No consumir comidas de puestos ambulantes.
Dx. De Objetivos Intervenciones Razonamiento Evaluación
enfermería
4. Administrar 4. La
antiemético administración
(irtopam)S.O. del antiemético
M (irtopam)
Modificador del
5. Administrar comportamiento
antibioticoter digestivo,
apia (flegil). desprovisto de
S.O.M acción sobre el
sistema
6. Administrar neurovegetativo.
protector Permite
gástrico. tratamientos
(Raditidina). repetidos y
S.O.M prolongados.
6. Administrar
(Raditidina) se
usa para tratar
úlceras; reflujo
gastroesofágico,
una condición en
la que el reflujo
del ácido del
estómago
provoca pirosis
(calor estomacal)
y lesiones en el
tubo alimenticio
(esófago);
7. Las vías de
administración
se verifican para
evitar
obstrucciones.
8. La eficacia del
tratamiento
permite la
evolución del
paciente.
CONCLUCION.