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Director:
Por el contrario vemos, que cuando alguno de los equipos de regiones recibe a
un grande, las asistencias superan por mucho el promedio de sus otros partidos en casa,
mostrando así que no existe relación entre la baja asistencia a los estadios y la existencia
de barras organizadas. Es más, vemos que cuando se juegan los clásicos y los equipos
andan bien, el estadio se llena (como cuando había clásicos en ronda de play-offs), cosa
que probablemente pase en los 3 clásicos del año que quedan, ya que estos 3 equipos
pelean palmo a palmo el torneo.
Yo quiero defender al fútbol como pasión, quiero poder ver el fútbol como un
deporte popular, para todos, inclusivo, que se vive como una fiesta, que se puede
alentar, ver de pie, gritar, putear. Y es en ese sentido creo que las barras ayudan a que
sea un espectáculo así. No estoy a favor de la violencia, no la justifico ni jamás me
pelearía con nadie por algo relacionado con el fútbol. Pero en lo que quiero hacer
hincapié es en que no se disfrace el problema para justificar medidas tendientes a hacer
el fútbol menos inclusivo.
En las canchas nacionales, podemos ver, mostrando el mismo ejemplo de
Santiago Morning que hace de local en La pintana y que tiene un precio de entrada de
$5000. Si suponemos que asiste con sus 2 hijos, o su pareja y un hijo, sumamos un total
de $15000, más los gastos de transporte (otros $3000 más), más comprar un sándwich,
una bebida o maní, estamos hablando de más de $20000 lo que es alrededor de un 10%
del sueldo de muchos trabajadores del país. Así es imposible pensar que una familia de
trabajadores promedio asista regularmente al estadio.
Creo también que la mayoría de los que asisten regularmente a los estadios del
fútbol chileno, le gusta como es su club, su gente. Nos gusta ir a ver a nuestro equipo
con todo el folklore que tiene y que merece ser revalorizado. Se habla de atraer un
público diferente, algo así como el público que tiene la selección cuando juega en
Santiago. Eso sería lo peor que podría pasar, todos viendo el partido en silencio cuando
está complicado dentro de la cancha, sentados, pagando precios altísimos por consumir
algo adentro, habiendo pagado más de $8000 por una entrada. Claudio Bravo, durante
las eliminatorias pasadas habló de que echaba de menos al público pelusón que se
manifestara. Yo comparto plenamente ese reclamo. Es más, si vemos detalladamente la
forma más común del ver el fútbol, no es en la forma que se hace en Inglaterra o en
España. En todo el resto de Europa, Italia, Alemania, Francia, Grecia, Croacia, etc. y ni
hablar en Latinoamérica, el fútbol se vive y se ve como se hace acá, con folklore,
cantos, ruido y de pie.
La solución más fácil es cerrar las puertas a estas barras, a esta forma de vivir el
fútbol para dar paso a este modelo inglés, que generó el desplazamiento de las masas del
fútbol, haciéndolo una entretención solo disponible para los que podían pagar más, que
traspasó la violencia que ocurría dentro de los estadios de fútbol a las calles, en
particular a los bares donde los ingleses se juntan a ver los partidos.
No creo que esta sea la solución al problema, las soluciones tienen que pasar por
bajar el precio de las entradas, mejorar la calidad del torneo y que se busquen formas a
través de las cuales se pueda integrar la comunidad a los clubes, hacer que estos sean
más inclusivos, y que se den cuenta que sin gente no hay espectáculo. Creo que en este
punto cada club deberá diferenciarse e identificarse como mejor le parezca y haciendo
así que los clubes generen espacios de sociabilidad para que la comunidad se identifique
más con el club, ya sea por compartir una comuna, pertenecer a una colonia, por grupo
de amigos, entre otras.
Gonzalo Córdova V.