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IV.

INTUICIÓN DIFUSA DEL


PELLEJO (O LAZOS DE AMOR CON LA COMPAÑÍA
DEL GAS )
¿Acaso concibes lo que puede ser
la vida
cuando se odia con esta violencia?

Ingrid Thulin
Te mataré Ramírez
porque así lo quiso tu raza

Te mataré Ramírez
porque quiero comer tu sangre,
probar tus glóbulos claros,
y despatarrarme, inmenso
en el árida bajamar
de tus pies
de suelas propias

Te mataré Ramírez.
Olvídate de tus sueños
descoyuntados, comidos, soviéticos,

despiertos
olvida tu belleza de pastor de cabras
tu interior desastre de ser el que
entierra cuerpos
el hambre de ti
mas unos cuantos

las noches en que no te quedan gritos

Te mataré Ramírez,
me vengaré por la espalda de tu osadía
de adquirir arrugas

No será el verdugo.
No será el sistema. No la tv. No el sicario.

Seré yo, que soy la muerte

y mato
y la nada nunca es válida sin mi

Te mataré Ramírez
ya que tú te empeñas en no hacerlo.
Ahora que has cerrado
los brazos
para proteger un espacio en que no cabes

que has vendido el control


de tu par de manos muertas

Ahora que subastan el destino


de tus propiedades físicas, oreja y falda
Que te piden que respires todo el tiempo

Ahora que se briznó


la autoestima,
descarnada como un disco de Nick Cave

ahora
ahora es hora de bendecir
(sí, ya conozco)
la fuerza de la

camisa
Debo suspirar más despacio
(que se oye)
aunque me siga doliendo
cada psicopático desprecio de esta vida
perfectamente incompleta

Cada día me esperan menos horas,

hordas de abatraciados segundos


que a horcajadas
(sin dejarse oír)

van construyendo minutos de silencio en mi honor

Se hace imprescindible
que me abuse
esa ingesta masiva de tiempo
que,

descatalogándome y con pasos de bailarina

va rellenando de nada mi nada de nadie

Desertaré, tal vez, de mi desierto

y sus órdagos de mansedumbre

y reluciente
como sabe ser el sol

(dejando oírme)
iré a robarles la muerte:

esa recatada parte


que debió sobrarle a

dios
Buscaba un lugar (mesa o bañera) donde vivirte
Y dejaste que te amasara,
al panadero,

en tu propia casa
Como si hubiera en ello un acto de
autoestima

Y los borrachos decidieron dormir fuera


con fascinantes pestillos
en la boca

Y se emborracharon tres veces

mientras te hacías blanda como el pan

Madre,
lamento todos los días en que me metiste

a través de tu vergüenza

pero sólo dejaré de sangrar


si dejas que te mire

de reojo.
Y tuvo
un

niño

y lo llamó fracaso

porque era a lo que más


(el pobre) se parecía
He llegado a este día de suicidios
amando el desarrollo de mis
otros

del estimado hermano hombre,


baco de alcanfor
a dos
mitades

Pero el viento sólo es compasivo con las paredes

He llegado hasta este día puritano


De primeros planos
no sangrantes
de habitantes del descómuno
con
flagrante encía
áurea

y ocho de cada diez clientes, sí, asesinos

He llegado
impertérrito y hostil, como los cables del tendido eléctrico

a amputar su infancia sin hidratos


a embadurnar los libros para
analfabetizar su hambre

A pisotear su casa. Su casa que ya sólo es pisoteo.

He llegado hasta este sueño desmembrado


como si estuviera, gratis, bajo
el agua
aguantando respiración, por no dar
fuego
al crudo telón de tener que oler el sol.

Que la precaución es la mentira del momento

He llegado
y vengo, (siendo por supuesto
asesinable)
a llorar de alegría,
al fin y al cabo,
cuando el verbo se haga carne

y la repartan.
El hombre del circo avisa
que mañana
ya no habrá hombre bala,

premonitorio
en su hectolitro de gin kas,

saliendo a la pista
a dar pistas
de la inocencia neandertal de niños bajos

El equilibrista se equilibra
El domador se hace
del demonio

y como casi siempre


los payasos
son únicos en saber de todo

Y cuando huye la carpa,


los cachivaches, los mercenarios,
el público a trozos,

siempre queda alguien a los restos


buscando
algo de valor

al que sólo va a aplaudir


la luna llena
Se llama Olga

y piensa que las vacas ya no


existen

mientras bebe, confiscada en una


indumentaria
alternativa
de celofán

Y piensa que los hombres muertos


no pueden saber bien

Que la piel quemada


se ladrilla, sobre todo, a lejanía

Y que la luz es cosa insalvable


desde sus ojos
sin ojos
Desde sus cuencas castradas

Desde su ronco horizonte

Y que en el acostumbrado desastre de


seguir tan poco viva,
algo tenéis de culpables

y que sería precioso


que lo único importante fuera que nadie

ningún nada,
tuviera que morirse y que

Chernobyl no os sonara sólo a ruso


No
No es el dolor genital de los pintores. No el dolor físico

del bronquio. No.

No el ofendido dolor de la piedra por apedrear,


el de la berrea del hombre matutino

No es el dolor del antifaz anexo,


del delincuente
tímido que desaparece alas,

el del sexo oral chapuceado,


el del mono
descendido y descendiente,
el de hechos más asiduos contra ti. No

No es el mismo dolor que ya tuvieron, no el de la mentira con zapatos


no el de ahora duele
menos, no ,un poco, vaya, no
no es un dolor ajeno de costilla

es un dolor menos necio,

sofocante,

como el de una lágrima cuando


cae
y cae

hasta que ya no sabe caer más


Vamos,
acuchíllame

Ya sabes que

me escondo

dentro de los

verdes

y grasientos contenedores

de tu
bendita
basura
Vieja
vieja pública que escupes
de tu aliento
periférico, cómico, gallináceo, petulante

esputos verticales
que van a adormecerse a mis macetas

Tres hoy
uno mañana
ciento cincuenta desde que empezó
octubre

vieja, el día que me aparte


para siempre
yo
que necesito que la vida no me dure

¿quién
va a contar tus escupitajos?

¿quién, a saber que no estás muerta?

¿quién se acordará
de que estás viva,
y sola,
sola,
sola

entre las flemas?


Cae un cielo gris frecuente,
casi perfecto
Bruto como savia sin elaborar

Y yo no he podido
entender, aún, el dolor.

Porque me ignoran diablos y


demonios

Al pobre se le escapa arena por la boca


y sopesa
la brevedad carismática de su cuerpecillo
y sus despellejadas rodillas
al dejarse
profanar

¿acaso no le escuecen
las lágrimas al ciego?

¿es su ocaso tan exento de penar?

Sopeso construirme en transparente


con la asesina paciencia del poste de
la luz

pero me contengo

y paso a formar parte de mi contenido


La realidad es viscosa e inservible

Y el amor
es una perra
de olor indefinible

que cruje

tozudamente

en el envés de mis poemas doloridos


Se lanza en picado la palabra
y se entretiene
mascándome

Y me sujeto:
Persona, animal o cosa
(en fin, transparencia)
de quien te atreves a decir algo

Persona
que te haces decir por un nombre
que te estableces y
pronuncias alma
que acusas en consecuencia del índice de tus dedos

Animal
movido
de tu mórbido balance trimestral
de tu talento a punta de pistola
de tu régimen estricto
de horas punta

Cosa
que coseas
y atragantaste tu estancia
en el barbecho,

que ya de ser es mas espanto

que la vida perenne


del odio que les canto
Traerás palabras,
pero toscas,
de casi bajo cero

Buscarás refugio
en la experiencia
que brutaliza mis entrañas

Merodearás
el filo
multiforme
de mi corazón
ya, por lo menos, roto

y arrancaré a beber hasta llegar a las uñas


Su madre,

la del tiempo de las nuevas madres, no sabe


disfrazarse

Se regala y
se defrauda como gente
ahorcándose
a media mañana al
abandonar el colchón

Y comienza a renunciarse,
inspirada, al

día a día:

un lugar grandioso para los cobardes


Hoy huele todo tan disperso,
tan artificial

que serpentean cactus


por las piernas

por las piedras, que dijeron: hasta aquí

Huele a geografía pélvica,


a intrusismo,

a tantas fotografías en que participó


tu alma,

al convite del niño que perdió los dientes

Huele a silencio,
delictiva placenta del banco mundial

A permanente ahogamiento
en mapamundis

A cualquier agrupación que no se llame gente

Huele a tu veda plastificada del agua

a venda de suficiencia
que te impide llorar
si están distantes y pixelados

Huele
a manual de instrucciones:

creced, multiplicaos

y desmontar la tierra,

hijos de puta
Sures de angustia.
Cada segundo fallan

mil carricoches
Y tienes quince años
Cumplidos en el invierno,
la gran estación de Onán
(el asesino de vida)

quince hipotéticos años


con demasiadas biblias para que no te muevas
con demasiados segundos
para elegir en cual
moverte

Y te viene a buscar tu ángel


Un ángel ubicuo y motorista
al que le resulta incómodo
estar triste

Tu ángel,

el secuaz tarado hijo de perra que te ha de robar


a patadas

el brillo de los ojos

para siempre
Ese eres tú: el que me mira cual ortopédico inútil
desde ese espejo

Ese eres tú:


el intolerable cansancio
(sobre todo cansancio)
que he de intentar
soportar

No.
Soportar no vale.
Mejor perderse
entre todo
lo finito y lo palpable

como si fuera mi mayor intención


en este último ataque,

respirar
Hay una huella incrustada en la pared
Y me es ajena
pared y huella.

Y pared. Y pared. Y pared.

Hay una mancha tuya en la lavandería


Y otra todavía sin planchar
Y otra en mi adentro,
donde todo el mundo ensucia y nadie limpia

Una que me hará crecer sin merecerlo


Sin pretender
Sin querer ser dos diferentes al mismo tiempo

Que ¿a quién queréis?


Por siempre y para siempre: a Barrabás

Hay un resbalón pendiente


Una violencia gratis

Hay unas lágrimas prolíficas


Que salen, salen
Que salen

Y hay un deseo consciente


de quemarlo todo,
mancha, huella, lágrimas, vida y todo lo que cuente

una bestialidad inamovible


que me hará resucitar

irreductiblemente
intacta
en cualquier otra bolsa

de la basura
Si fuera flor, sería sucia: como si fuera barro.
Si fuera barro, sería sucio.
Como barro sin limpiar.

Si fuera flor de barro


llamaría a tu puerta

con los estambres fuera de sí

de furia
Rencor,

hoy,

sí sería lícito matar a alguien diferente

Hoy, no yo, rencor

Patéame por ser incapaz de demostrarte gritos

Reduce la grumosa niebla que


me adula

Embota la sangría que se viste, fabulosa,


de homicidio

Restriégame la luz
que tanto odio

Viólame, rencor,
inaugura cada cómplice agujero que protejo

pero hoy,
hoy no vengas a por mí con tanta muerte

no creo haber sido


yo

quien más haya merecido tus encantos


Quizás
hacia delante
fuera un error

Nos atrasaban. Nos atrasaban. Nos atrasaban.

hacia la incoherencia exacta de un punto


finito.

Demasiado dolor
del que partir
Vasta tragedia de un amanecer nuevo

Llegó el peligro.
Nos hundió el cuerpo hacia adentro

Y en un espasmódico arranque de
amargura
decidimos
sin fundamento alguno

que correr era otra forma de seguir

callados.
Pusilánime es el llanto
que me espía

que me observa cuando me parto en tres hasta la sombra

Me fascina la espalda que me da,


tan mía,
limitado como estoy
por propios cuerpos

Puedo viajar
Pero sólo entre las puertas
por hediondos caminos que se venden a menguar

Llantos mohosos
para afrontar que soy tangible
y resignarme

a mundos muertos que vienen a desplomarse


a mis pies

Que no puedo,
no consigo vivir sin mí,
secar el agua y creerme paisaje
o plastilina

y mirar el mundo desde fuera de los mapas

Pero, ay, el cero es un número tan inútil


Venía un hombre
a hombros de santas semanas

y en su hombro,
palos
aún por dar

La plebe, alambrada,
cosechando salvación
de más apretujado allá

y yo

permaneciendo
balsámico

en un liviano antes de ayer

Escondido
(cándido e inconsistente)
de oraciones y petardos

Ahora que yo

Y ahora que yo también

mientras el hombre cruzaba


cruzado
por sus últimas piruetas
antes de lo de los

clavos
Si es verdad
señor
que nadie puede vencerte
metido en tu sombra misteriosa

de dios fantasma derrotado


tejido anónimo que no conoce el sufrimiento
terrenal de hundirse y
olvidarlo todo

envía un castigo
un futuro sin suerte

cuelga lentamente tu cuerpo


de los pinchos
(la dignidad ya no depende de unos clavos)
descuartiza el horizonte con sangre

hasta que te visite una boca


puntual y alentadora

que morder, que uncir con tu


savia,

tu esperma de delincuente
Y he comprobado lo mal que sabe tu infierno

y no lo siento
por la llave que se dispersa
para no abrir
por la estrecha conquista del desnudo
exhausto

por el sentido mismo de la luz

y me pregunto entonces
si las piedras se cubren de su terquedad
inamovible

de no tener ojos ni aliento


ni alas

para que no te las puedas tú


(ni alma)

comer
Ahora me han hecho quieto y
quieto soy

no respiro, no protesto, no te insulto, no dejo que me


excite
mano ajena

y a rajatabla
escucho

cómo discuten los vecinos en el piso de abajo


cómo practican
la imbecilidad hereditaria de ser del género
humano
cómo caen, positivos, los armarios
cómo gritan,
coordinados,
los niños y los insectos, siempre víctimas propicias
de todo todo

cómo
rutinariamente
amenazándose de muerte

sobreviven
mutuos

a mi inmutable
silencio emocionado
Anda el suicidio
anidándole en las alas

y ella

dejándose cotizar con su calor rizoso

y su corrector dental

oblicuo
por las golosinas

Quitándose las mejillas


Semiescondiendo el rostro ante las nubes

Ofendiendo
su mirada inconversable

con algún proscrito de la casualidad

Y reabriendo

por decimocuarta vez


las piernas
(izquierda y derecha)

a tus magreados billetes

de cincuenta
Duermes entre hombres sin paisaje
Sin más caridad
que sus bolsillos acueducto
Capaces de demostrar su esperpento
con la parte menos blanda
de la mano
Que te quiero pero no te quiero mucho

Te cuentas por días cánidos


de fuego en el sol y con la luna
lunáticos

Grotescos
como la peor zona de un cuerpo viejo

Iguales
en su balanceo
de ser mayoritariamente búsqueda
de
la vida:
esa frustrante anécdota de corrosión.

Demasiado tiempo para hacerse esquina


Para soñar
con todo lo que sirva para amanecer salvado

con agua de un sabor menos barato

con
indiscutiblemente

La feria de monstruos
se desholgazana

y se clava sus pecados


a través (a las 7 a.m.)

En el sexto C, la invicta vecina se avecina


a descorre su rímel:

retumban las persianas


untadas de loción embarazante,

rompen las ventanas sin romper


y truena el edificio
en carne viva gallinácea

anhelando con tenerla,


uniformada,
en la periferia de sus espinosas ingles

Serían dichosos, plenos, bastados, equinos


ingresando en el olor
que la desenvuelve,

por colgarse
boca abajo
(feligreses)
entre alguno de sus arcos hidratantes,

por dejarse follar


con condimentos: nata
pimienta
chocolate
histeria
dulce espuma como el algodón de azúcar

…para
desbarbarse a la carrera y obligarse a rutinear
esta jornada

que ella

dieciochoañera
duerme durmiendo (quién sabe, sin sueños)

sin poder poseerse

y a mí

tan poco importado


me tocó bailar con la más fea

que resultó ser

su madre
Le quemaron los juguetes (a su niño)
y arrancaron a llamarle “mierda de cabra”

(en traducción)

Servibles para abono


los encantos cosidos a su niñez en almíbar

Le explotaba todo cerca de las manos

que crecían
en insalubres espasmos favelarios

Pero hasta en los sumideros donde enferman flojos

órganos

brotan
andamios con bombillas de color de festival

esta vez
los reyes magos se dignaron
a traer

pegamento
1.
Recuerdos del necio enano
Mi país es tontería.
Mas o menos como el resto

Y me hace morderme ser de los colones, pizarros, corteses infra-seres.


Vendidos los aplausos por veinte siglos.

Me como un brazo, pero crudo.

No sé quién se hizo dueño de los sitios.


Cifras en romano
detrás de los nombres.

Peligrosos hombres de casco


¿qué será de mi palabra
si me vais a etiquetar?

Sonríe si te quedan fuerzas

2.

Recuerdos del enano infinito

Primavera de oriente
Sinsabor de pelo bajo el albornoz
Blancuzco mundo de dragones

Niños pagados por sus canas


niños jugando a no ser niños

como si las cosas que valen dinero fueran mejores

Te llevas el dedo a la boca para probarte


para seguir sabiendo a qué sabe
saber

El abismo que trajo el sol

Todo listo y preparado


para el posterior

corte de ingles

3.

Recuerdos del enano enano

Se mantienen silenciosas
las banderas

conformes

en su astucia de clasificar los muertos


Las casitas que se caen están dolidas
arrancadas de la mano de un mundo
que no es verdadero

Y ella (él, ellos)


se muestran sin tamaños
pintando a soplidos una tarde circular

Tan feliz de ser feliz


Tan fértil de necesarios
Oxigenada, selvática, edulcorante,
desdibuja un hambre
de entre horas

de dunas asomadas a mi pecho excretor

Perdida de encontrarse a chaparrones


Hallada de un planeta
que perdió su astucia para dar

Se malea desde afuera (que no en serio)


Y transmite
a oleadas su paciencia

ese intacto sueño balanceante


de estar no por estar

sino estando
Y es
en la parte trasera
de un asiento de autobús (el doce)

encorazonados

(tu corazón no tienen forma)

(Ni siquiera eso)

Donde Marlen quiere a Jose


(rotulador de tinta gruesa)

con mayúsculas
… y entonces

aparecieron

cabareteras,
húmedas

las alegrías

Agitando su descolorido pubis

para verme

segar

mi emputecido miedo

de vosotros

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