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X.

Un baño de lodo emocional


Como yo quise tus ojos, que sólo una muerte

bendicen,

en los campos hubo llantos

y en los astros,

cicatrices

I.Villanueva
.Sebastián Gómez
o
la extinción elemental de cualquier subespecie.

Mueren los pájaros


y se llena la cuneta tan rápido
de cadáver

que ya es todo
un arcén de métrica póstuma
que sorbe especies
y esculpe polvo

Los ojos,
acorralados,
metiditos en corral,
tiran de ti

y, bravos,
te siguen a todas partes
imitando tu condena

para llegar a casa


y ponerte a llorar cien años
por la herencia indefinida
de Sebastián Gómez

a quien
en el sumo desarrollo de la enajenación
a que puede llegar
un progenitor caucásico,

dejaron,
como si fuera un dios antiguo,
a su recaudo,
el cuerpo

lleno

de desolación
.Jorge Osún
o
el amor y otras nuevas asperezas de intravena.

María Osún se fue achicada

fractal
como maniquí que olvidó la moda.

Abrazada afín
a la bombona de butano,
María Osún se fue por siempre

Queda, entonces,
refundar el mecanismo de los párpados
y entumecer
los globos oculares inválidos
con el yeso demoledor del techo
de la cocina

y sentir
la superficie pútrida del cuerpo
inundándose
otra vez
del mar de Wedell

y saber que nadie dará un duro


por ti

a no ser que sea


para que te retuerzan
el pescuezo
.La srta. Carranza
o
el plano secuencial del primer calvario.

Horizontal,
desde el aeropuerto
te veo pasear las piernas
en tacón bajo,

certeras y paralelas,

hasta mi cara de casi dormir:


lo siento
pero no se puede usted tumbar en el piso

Obedezco y espío.

Cuando se vuelve, su cadera repara

la función elemental

de los espejos
.Amelia Gálvez
o
la metalurgia participativa del sistema endocrino.

Le juró fidelidad,
con colador,
en la iglesia de san Francisco
en Ayacucho

De prolegómeno
le salió un cordón de dentro,
cubil que traía atado
a un muerto niño

Empezó a sumirse en zarzas


alrededor del ombligo.

Sereno y conforme
bautizó al segundo el camposanto

El tercero
se filtró goteando incluso a medias

El cuarto no sabía respirar


más de un minuto

Decidió largarse a Francia


cuando ya era un poco tarde.

Soñó aeropuerto. Soñó aire. Soñó avión.


Pensó
cuánto valdrían las luces de París
y que eran muy bonitas
desde arriba

aunque no pudiera estirar bien

las piernas
.Miguel Cabrera
o
la hormiga electoral que salió rana.

Jueves.
Nueve y dos de una mañana sarpullida
que candó

Lima simula un jodido hervidero.

Con estoico aplomo,


el taxista silencioso Miguel Cabrera
escarcea
este bullicioso termitero, sin interés,

como si fuera pidiendo para el Domund

Surge el sol, presto a contaminarse,


escaneando,
simplista,
la escala macrobiótica de los claxons

Miguel abre la puerta, escupe y rumia:


por qué no emular a los sabios primates
cuando decidieron
trepar hasta los árboles

Sol,
no vengas a jugar si no traes juguetes.

Casi es tiempo de elecciones.


.Fabiola Guerra
o
la indescriptible peripecia de vivir erguidos.

Tenía quince años cuando fue al baile.

Y no bailó.

Maniatada en la pelambrera rubia


del guapo de la clase,
tiraría de ella hasta que gima

Probó la cerveza, la ginebra, el ron


y un par de lenguas más
de la cuenta

Descubrió el énfasis monstruoso


de no rezar las cosas
mucho,
la ventaja
de recogerse el pelo
cuando empiezan las arcadas,
y
que si lloviera de abajo,
ni ella
ni allá
tendrían nombre

Cuando volvió del baile


seguía teniendo quince años.

Aunque no se acuerde mucho


.Nicoleta Escribano
o
la lujuria posicional del cristalino.

Ella también fue al baile.

Tenía un año menos.

Se quitó las trenzas y las gafas de pasta.


Se arremangó un poco la falda
cuando el seat de su padre se perdió
en la esquina.

Bailó. Suelto. Escaso.

Enraizó en una silla.

Se fumó un pitillo.

No veía bien.
.Mladen Sabotic
o
la ciencia hosca del corral ajeno.

Le llamaban el gringo,
en mofa,
por el acento

En realidad, venía de los Balcanes

Abusaba de las ciencias


y su explicación
en un lugar
tan carnal

que la electricidad les pilló desprevenidos

Lo recogimos alfilereado
tras campar falda ajena
allá por sagitario

Made in Cusco los machetes.


Ácido el resuello corto.

Faltaba media lengua,


que luego apareció en un charco

Estaban los dientes,


pero tenía que enseñarlos

a morder
.Francisco Guzmán
o
los personajes que ni Esquilo quiso.

Mi cuerpo se ha ido tanto


al desfiladero… dice,

con una ilusión tan sutil


que ni se vio,

con su índice de natalidad


de haber nacido
tres veces
cosido a balazos.

Tendrías que preguntarle a Betty


por qué trataron
de entrar en casa

pero Betty ya no está,


se regaló al terremoto del Alzheimer.

No habla de sus hijas.

Esperando el atracón, los buitres


ya se habían
entrenado
.Cirilo Ibáñez
o
la nómada eficacia del rabillo del ojo.

Cada inmensa noche me despierto


midiendo la centésima
en paros respiratorios

sin poder ponerle cara


justo el día de su cumple.

Catorce,
dicen que hacía.

La bolsa, molida, vacía de pan


y la carpeta del cole
con Gabriela Sabatini

empozada debajo del autobús.

Procuro retrasar las emociones


hasta que
un nuevo interrogante
detone con su boyante porquería
mis alimentos

y ya no trague
.Miguel Sanjurjo
o
vísperas de la demolición.

En la aldea de Llocllora
Pablo, Alejo y Miguel se presentan
a alcalde.

El criminal, el liviano y el paretumbas

A Pablo, puro buey,

no le habla nadie desde la pelea

de hace quince

pero siempre se presenta

Alejo es tan liviano que incluso flota.

Con pastor ahínco quiere traer


el progreso
Ganó la última.
Tiene doce por familia.

Miguel soñó raro.


Pensó ser astronauta. Pero se quedó aquí.

Alguien tiene que llenar


el cementerio
.Jazmín Tello
o
la arqueología del espectador más mártir.

Se fijan en ti
como con telescopio

tutores, pegados, en mazorca

Vienen a sulfurarse, creo


A ladrar y comer idiotizados

Se mezclarán. Sí,
ya se mezclan,
y se derivan al llanto,
al gemido germinal,
a explorar comúnmente
la piel muerta que se va atrás.

El ombligo del mundo se abate.

El amor es tan bruto


que terminará apuñalando Césares.
.Carmen Taucay
o
aquisito nomás.

Hay un muro.

Justo detrás se hospeda la casa.


Mínima.

Junto a la mesa está ella, constipada,


sita sobre la caja
de las uvas,

fascinada con la desintegración


meditada
de la medición del tiempo presente

No tose.

Pensarías que está muerta

de no ser
por la postura
.Filiberto Paz
o
la presión de fumigar medio planeta.

La tarde, fronteriza,
va cediendo a pedaladas sobre el lago
y descuida su luz.

Siento nervios.
Como siempre.
Un sistema de ecos por debajo
de las prendas

Luego de tantos pulsos,


de los disparates, los disparos
y algo de velocidad
se solidifica la sangre
ante cualquier ruido

Chist.

Son ellos.
La gente que describió la nieve
hecha a mano

Otra noche estoy a salvo


salvo

de pecar
.Paloma Quispe
o
el bloqueo subconsciente de las medias de rejilla.

Ejerce su papel,
concisa,
sin movimientos bruscos,

simpatizando
con el esqueleto propio

Cintura profesional,
a tocateja
(catorce dólares la entrada)

Se escapan las pupilas


de las cuencas
y sobándola
viajan cual Marco Polo al borde
del colapso

Continúan
a la fuerza,
los días siguientes,
rebobinando el estrépito

Se llama Paloma
y es de La Paz
.Sofía Galindo
o
las grietas de un tiempo ahorcado.

Computando profecías,
cínico y exhausto,
se jodió el sol

En seguida, inhóspitos,
geiseres y geishas,
nublaron,
atacados,
invisibles,
con cuchillo y tenedor

Tú misma, contrita,
descuartizas
la postrera gota, que calma,
colmó
la ablación de la primera estrella que,
deslizada,
prendió fuego
pensando en la mamá de Juan,
que era la tuya

No salpiques.
No hace falta.

Ya no pongas la colada en el tendal


.Juan Galindo
o
el ovillo bendito en que hiciste pie.

Un vómito sardónico
de esperanza
le concedió un día más

Ciclópeo,
apiló la ropa interior como si fuera
un negocio,
con tiento,
por la luminosidad agria de los colores

Descansó las botas sin gracia


en el felpudo de goma

y,
deciso,
se dedicó a salivar

ansioso
del arrullo circular
de una noche

sin urgencias
.César López
o
la suma del amor bien desgastado.

Mis manos, toma, son tuyas

para compensar el censo


de los órganos que fracturan silencioso

Admitido el desgarrón,
noto que mis manos
ya no existen,
como buzos que durmieron bajo el mar
o demonios
deshechos a espadazos
por el arcángel Gabriel

Yazco con las venas fuera


como un gran pasmarote
en tu puerta,

porque no es lo mismo
oír el río

que ser la pesca


.Eva María Vivar
o
the Coca Cola company.

Los viste pasar


mientras desayunabas
monótona
manchas calientes mullidas de sabor:

un semillero
de clones cabizbajos que corrían

Comías, debutante,
cuando ellos se iban a dormir

Entretenida en tu cobertizo,
fuiste roma,
sin el puritanismo zafio
de las horas de escuela

Y tragaste. Y tragaste. Y tragaste.

Como Saturno devorando a unos hijos

de la gran puta
.Camila del Carpio
o
el mixto porvenir de pasar la mopa.

Veo a la moscas morirse


maduras
y macerar
en la acera,
de rebote

Deslizan, una a una,


gramíneas,
su pose intimidatoria
al por menor

aceptando
su muerte local,
para consumo propio:

un soneto airado de extradición

Las observo,
providencial,
por saber si,
en su intermedio lumbar,
falsas,
levitan

o se dejan helar en este infierno


.Alejandra Cubillo
o
la virgen de la estrella de clausura.

Te tramas.

Con la calidad viral


de los necesitados,
que se curten por ranuras extintas

Con sumisión baldía


para que igual, te encuentren
sosa

Con tu mayoría celular de pararrayos

Con la angustia a que te pinten


con los ojos
sin abrir

cuando, tierna, un sábado,


abras
tu sexo
a la epopeya
.Julián Rodríguez
o
el pánico a una fluctuación decente.

Me ingirió,
como por contrato,
el rosario hermafrodita
que supone el gentío

Visión polifónica
de la aceleración
entre paréntesis

Hay un miedo ecuador que medita a todos,


un tumor ajedrezado
en que nadie se mezcla

Como accidente, coincides


y colindo con tu dermis
seis segundos
que medican

Y justo entonces
entiendo
que alguien hizo que las máquinas volaran

para no poderse estar


tan
quieto
.Claudio Vergara
o
dalilas a granel.

Déjame,
si se pone a nevar,
escondido en el forro de la almohada

Tápiame,
que a dientes largos,
investigaré tu rincón más oprimido

Desvanece luego el tejado,


cuando hayas cansado
de tocarme,
adversa
como piraña que se hastió de carne
humana

Y derrocha
un cielo adúltero y acuático
que me roa

como
el calostro rufián
de cualquier amazona
.Amanda Solano
o
la ola que fracturó esta pelvis.

Vegetal,
en Huanchaco,
fumo incontenida

Despotrican los surfers


deglutidos

para sobresalir
mediante el milagro físico de la flotabilidad

Siluetas precisas
enmascaran
la conformidad amable de la carne

Niños semiexistentes
agarran oxígeno
para enterrarse en la arena
y su millarismo piezal

El trabajo dignifica

al patrón

que tiene un no se qué difunto


entre las cejas
Cronologías que acequian.

En cien años

todos

aguerridos bajo tierra

(bueno, quizás no, aquel niño)


.Elías Purizaga
o
la metástasis disímil del hogar.

Paola, te borraste,
mirando de lejos la manzana
que sobró,

al encuentro
de un edén repetitivo

Contrarían las manos,


que no encontrarán tu rostro,
tan minuciosas
que fueron

cuando, glúcidas, ardían


con pronóstico para mañana

Pero
ya moraron en la tierra muchos cercos

y lunas
demasiado hienas

Y al contorno del esternón,


la soledad

no
afloja
.Arturo Ruiz
o
mi incierto cúmulo de llantos.

Yo,
recién había salido del trabajo

Tú,
selvática, te oliste,
toda tórrida

Yo,
cilíndrico,
te ubiqué cruda

Tú,
calada de este síntoma global
ferviente

Yo,
acomodado a raciones
de placer apéndice

Tú,
neta ambición de huesos sin reposo,
de posturas favoritas
en el litoral

Se nos ve,

ahora,
ahí sentaditos,
pegados en la minuciosidad,
abúlicos de pretérito,

si después
de repartir

el cociente no exacta

y sobro yo
.Aurora San Clemente
o
esto, también, es América.

Once y diez de la mañana

Adherida
a la iglesia de Los Huérfanos
intento desprenderme

de estampitas y santos

Veo a las palomas,


la muerte nomás pugnando por treparles
a los picos

( allí se cayó de lado


aquella rata gordezuela)

Estamos como para tirar pan

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