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Prefiero pensar que Mekas ha muerto después de una buena película como Lady
Bird -que fue una de las últimas que le gustó-, con un vino y sol de mediodía,
aunque ese día amaneció con lluvia y nublado Nueva York, y no a causa de ver
Roma, como se comentaba en la fiesta del Anthology la noche después de su
muerte
Y es que Mekas nos enseñó, como Trueba en España, que hay que aprender a
odiar las malas películas tanto como a querer las buenas. Ya no podremos saber
lo que piensa Mekas de nada, él que siempre estuvo a la última, curiosísimo y
preguntón. Cuando el último verano pasó por España regresando de la
Documenta de Kassel contó que lo mejor de allí lo había visto en Las Naves del
Matadero, en Madrid, durante un ensayo de la performance Ningún Lugar. Lo
contó después de verlo, entusiasmado como cuando se entusiasmaba contando
lo que le entusiasmaba; porque la performance de Orquestina de Pigmeos le
pareció algo vivo y sin pretensiones, humano y político: y es que el arte sencillo
como el que practicaba Mekas es en realidad el más complicado, que decía
Murnau.
«Pronto podrá hacerse una película con la misma facilidad que un poema y con
el mismo dinero. Todo el mundo, en todas partes, hará películas. Los imperios
del profesionalismo y de los grandes presupuestos se están viniendo abajo.
Todos los días conozco a jóvenes, hombres y mujeres, que se infiltran en la
ciudad desde Boston, Baltimore y hasta desde Toronto con rollos de películas
debajo del abrigo, como si llevaran pedazos de papel garabateados con poemas.
Las pasan en el estudio de algún amigo, o quizás en el Fígaro, y luego
desaparecen sin hacer mucho ruido. Éstos son los verdaderos trovadores del
cine. Es lo mejor que le ha ocurrido desde que Griffith filmó su primer plano».
«La película del mañana la intuyo más personal incluso que una novela
autobiográfica. Los jóvenes cineastas se expresarán en primera persona y nos
contarán cuanto les ha pasado: podrá ser la historia de su primer amor o del más
reciente, su toma de postura política, una crónica de viaje, una enfermedad, su
servicio militar, su boda, las pasadas vacaciones, y eso gustará porque será algo
verdadero y nuevo… La película del mañana será un acto de amor».
Y es que las flores, los niños, el vino, los amigos, aunque no los veas como
quisieras y merecen, las chicas, la comida alrededor de una mesa, el arte y el
amor, la copa que apuro en este instante son lo único real. Esto es lo más
importante que he aprendido de Mekas.
*
En su funeral Sebastián, el hijo, puso con una delicadeza infinita al padre en un
ataúd de cartón y en una iglesia; todos sonrían, amigos, niños y flores …y un
acordeón, que es el piano de los pobres.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.
…porque después de tanto y de tan poco, más allá del arco iris y la nieve, detrás
del horizonte, ya lo saben, solo nos aguardan caquitas de conejo.
***
Javier Rebollo