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LA RESPONSABILIDAD PENAL EN LA TEORIA DEL DELITO

I. INTRODUCCION

Por Auto Supremo No. 417 de 19 de agosto de 2003, la Corte Suprema de Justicia de la Nación estableció como
doctrina legal aplicable para el caso del transporte de sustancias controladas, tipificado en el Art. 55 de la Ley 1008, que.
"... los delitos emergentes de la Ley del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas, son de carácter formal y no de
resultados; al respecto la doctrina moderna sostiene que el transporte de sustancias controladas de un lugar otro sin
autorización legal, sea este aéreo, terrestre, lacustre u otro medio, se halla penado por ley y que este delito queda
consumado en el momento en que se descubre e incauta la droga, siendo indiferente si la sustancia controlada llegó o
no a su destino, ni la distancia recorrida. De ahí que en delitos de narcotráfico, la parte sustantiva de la Ley 1008, tiene
como vertiente la teoría finalista del delito, en la que los medios empleados no son tan importantes, sino el fin que
persigue el delito propiamente dicho..."

Pero, ¿Cuál la relación existente entre la referida doctrina legal aplicable y el contenido de este Curso sobre la Justicia
Penal Aduanera?. Dicha conexión surge inicialmente a partir de que el máximo Tribunal de Justicia de la Nación
reconoce, de manera expresa, que la teoría finalista es la que rige sus decisiones jurisdiccionales en la asignación
de responsabilidad penal a los sujetos activos del delito.

Pero, la conexión entre la indicada doctrina legal aplicable y la responsabilidad penal de una persona particular o de un
funcionario público llega a cristalizarse con la incorporación del principio de culpabilidad, siempre a la luz de la teoría
finalista, cuyo máximo exponente es Hans Welzel. El presupuesto de la responsabilidad penal es la culpabilidad del
agente. Por eso es que el primer párrafo del Art. 13 del Código Penal incorpora el principio de culpabilidad en sentido de
que "no hay pena sin culpabilidad", ya que no se puede imponer pena al agente, si su actuar no le es reprochable
penalmente; por lo que la culpabilidad y no el resultado es el límite de la pena.

II. EL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD

En la exposición de motivos de la Ley 1768 de 10 de marzo de 1997 de Modificaciones al Código Penal, el que fue
Ministro de Justicia de Bolivia, Dr. René Blattman, indicaba que una de las reformas más importantes introducidas al
Código Penal tenía relación con el principio de culpabilidad que fue objeto de reformulación al introducir el concepto
normativo de reproche como base y esencia de la culpabilidad. En este contexto: a) La imposición de la pena
requiere que la conducta típica y antijurídica sea reprochable a su autor. b) El agente sólo responderá de una
consecuencia más grave de su conducta, si esta consecuencia ha sido atribuible al autor por lo menos a título
de culpa".

Al respecto, el profesor Günter Stratenwerth, quien tuvo connotada intervención en la reforma parcial del Código Penal
boliviano de 1973 decía que ese Código era un compendio legislativo cuyas fuentes no eran fáciles de determinar, ya
que era evidente que se habían tomado prestados elementos de sistemas jurídicos diversos, los cuales difícilmente
podían conciliarse entre sí, con el consiguiente resultado de que el texto del Código anterior a la reforma no coincidía del
todo con las concepciones político-criminales y de dogmática jurídico penal que actualmente dominan el debate
internacional. En lo que se refiere a los principios rectores del Derecho Penal que merecieron reforma en la parte
general del Código, Stratenwerth hizo mención precisamente al principio de culpabilidad.

El mencionado profesor afirma que este principio ya se recogía erróneamente en el artículo 13 del texto anterior: "No
hay pena sin culpa". El contenido de este precepto no era claro en todos sus sentidos. El antiguo texto del artículo 13
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sólo decía que nadie es criminalmente responsable, si "no ha obrado por lo menos culposamente". Con ello no quedaba
claro en muchos tipos de delito, si podían ser perpetrados solo dolosamente o admitían también la comisión culposa. El
nuevo artículo 13 quáter de la ley ha despejado esta duda: "Cuando la ley no conmina expresamente con pena el delito
culposo, solo es punible el delito doloso"

Durante mucho tiempo, en otros países, se interpretó en sentido de que la simple causación de la consecuencia grave,
incluso sin culpa del autor, debía conducir a la imposición de una pena más grave; lo que contradecía el principio de que
"la culpabilidad y no el resultado es el límite de la pena". Esta contradicción desaparecerá con la incorporación del
segundo párrafo del Art. 13 del Código Penal, que dice: "Si la ley vincula a una especial consecuencia del hecho una
pena mayor, ésta sólo se aplicará cuando la acción, que ocasione el resultado más grave, se hubiera realizado por lo
menos culposamente". En tal virtud, ya no existe responsabilidad por los resultados graves causados sin culpa.

En este contexto, se puede citar una tercera regla, contenida en el primer párrafo del Art. 24 del Código Penal: "Cada
participante será penado conforme a su culpabilidad, sin tomar en cuenta la culpabilidad de los otros". Si varias
personas han intervenido como autores o como partícipes (cómplices o instigadores), la culpabilidad de cada uno de
ellos debe determinarse estrictamente de forma individual. Una imputabilidad disminuida (semi-imputabilidad) o un error
de prohibición solo eximen a aquel en el que concurren. Esta regla consagra el principio de la denominada
"accesoriedad limitada", es decir de la dependencia limitada de la culpabilidad del partícipe con respecto a la
culpabilidad del autor.

III. LA TEORIA DEL DOMINIO FINAL DEL HECHO

Los hechos delictivos no son necesariamente obra de una sola persona, por el contrario, suelen tomar parte en ellos
distintos sujetos; lo que plantea importantes problemas, pues es preciso diferenciar los grados de responsabilidad penal
en base a las aportaciones que realice cada uno de ellos, de tal forma que habrá sujetos que recibirán la totalidad de la
pena prevista, mientras otros, al realizar contribuciones secundarias, estarán más alejados de los aspectos
fundamentales del delito y, por lo tanto, podrían llegar a recibir una pena menor y, por último, sujetos cuya
responsabilidad penal es totalmente inexistente.

La problemática de la autoría y participación no es nada pacífica en la doctrina penalista, por lo que pasan a exponer los
conceptos esenciales de la evolución del concepto de "autor":

a) Concepto unitario. La primera respuesta doctrinal al problema de la pluralidad de sujetos en un hecho


delictivo consiste en la no diferenciación entre autores y partícipes; ya que, al enunciarse el concepto unitario
de autor, prevalecía la teoría de la equivalencia de las condiciones, y se consideraba que las aportaciones de
todos los intervinientes en el hecho debían poseer una relación causal con el resultado. El concepto unitario de
autor sostiene que todos los sujetos que interviene de una u otra forma en el hecho punible son autores, dado
que el delito es obra de todos ellos. Esta teoría entiende que todas las aportaciones de los sujetos que
contribuyen causalmente a producir el resultado deben considerarse de la misma importancia, y por lo tanto no
realiza diferenciación alguna entre autores y partícipes.

La teoría unitaria fue objeto de varias críticas. En primer lugar, la superación de toda teoría que se basa en el
dogma causal ha supuesto el abandono de tal planteamiento. Por otra parte, se ha cuestionado considerar
autores a quienes realizan aportaciones al hecho que no son relevantes; por lo que se hizo necesaria la
distinción entre autores y partícipes, desde un punto de vista conceptual y también para imponer la respectiva
pena. En base a esta necesidad comienzan a aparecer las teorías diferenciadoras, que en definitiva son las que
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se han impuesto en los contemporáneos ordenamientos jurídicos. En el delito hay autores, que son aquellos
que violan directamente la norma y lesionan o ponen en peligro el bien jurídico protegido, y hay partícipes que
colaboran en el delito de otro.

b) Teorías subjetivas. Para superar las concepciones unitarias se han ensayado distintas teorías subjetivas.
Estas teorías siguen considerando -como las unitarias- que no existen distinciones entre autores y partícipes (lo
que obviamente colisiona con la realidad de la mayoría de los ordenamientos jurídicos que sí hacen un trato
punitivo diferenciado a los autores y partícipes). Este tipo de teoría considera, sin embargo, que la
diferenciación se da en el plano subjetivo. Un sujeto será autor si actúa con voluntad de autor (animus auctoris)
y será partícipe si obra con voluntad de partícipe (animus socii). Los autores señalan que esta tesis ha sido
rechazada mayoritariamente por la doctrina, pues toda la responsabilidad penal pasaría a depender de la
intención del sujeto, convirtiéndose en algo exclusivamente subjetivo. La doctrina entiende que las diferencias
entre autores y partícipes no pueden asentarse exclusivamente en la simple voluntad.

Dentro de las corrientes subjetivas, existe una que se refiere a la doctrina del "acuerdo previo", que durante
años fue defendida por el Tribunal Supremo español. Para esta doctrina jurisprudencial, será autor todo aquél
que realice actos preparatorios o ejecutivos, en tanto exista acuerdo previo de realizar este delito. Se basa en la
realización conjunta del hecho, y en la existencia de un acuerdo previo, expreso o tácito, en virtud del cual
habrá un solo delito, naciendo la solidaridad entre todos quienes lo cometen. Esta doctrina no diferenciaba si el
sujeto ha realizado actos preparatorios o ejecutivos. Si existe acuerdo previo, todos serán autores del delito.

c) Teorías restrictivas. La teoría objetivo-formal. En oposición a las teorías que caracterizan a todos los
intervinientes como autores, aparecen las teorías restrictivas, que se basan en la diferenciación entre autores y
partícipes. Una de ellas, que en su momento fue la más importante, es la teoría objetivo-formal. Esta teoría
surge en relación directa con la exigencia de respeto al principio de legalidad a través de la realización del tipo
penal. El comportamiento del sujeto debe coincidir con la acción descrita en el tipo. Será autor quien realice la
conducta subsumible en el tipo de la parte especial, y partícipe quien realice alguna aportación en el hecho que
no pueda subsumirse en el tipo. Este planteamiento es, sin duda, muy respetuoso con el principio de legalidad,
pero genera algunos problemas prácticos de difícil solución, que provocan importantes lagunas de punibilidad.

En efecto, la teoría objetivo-formal no puede explicar satisfactoriamente la autoría mediata. En este supuesto,
el sujeto no ejecuta por sí mismo el hecho, sino que se sirve de un instrumento, una persona que por coacción,
error o inimputabilidad no será penalmente responsable. Quien realiza el hecho descrito en el tipo es el
instrumento (penalmente irresponsable). El autor mediato, también llamado "hombre de atrás", no realiza el
comportamiento prohibido y debería, por lo tanto, quedar impune. La teoría objetivo-formal no puede brindar
una solución satisfactoria a este problema. Por este motivo ha tenido que introducir correcciones o ha sido
abandonada por muchos de sus seguidores. Otro supuesto que resuelve poco satisfactoriamente la teoría
objetivo formal se ubica en la coautoría. Por ejemplo, A alcanza a B un puñal, que éste clava en el pecho de la
víctima, que en ese momento es sujetada fuertemente por C. A raíz de la agresión se produce la muerte de la
víctima. Aplicando la teoría objetivo-formal, no nos encontraríamos ante un supuesto de tres coautores del
delito, sino ante un único autor, B, que realiza la acción ejecutiva de matar, y dos partícipes, A y C, que no
realizan acciones ejecutivas pues simplemente entregan un puñal o sujetan a una persona.

d) La teoría del dominio del hecho. La teoría del dominio del hecho es también una teoría restrictiva y, por lo
tanto, se basa en la diferenciación entre autores y partícipes. El criterio diferenciador será, justamente, el
dominio del hecho. Autor de un delito será aquel sujeto que tenga el dominio del hecho, aquel que pueda
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decidir los aspectos esenciales de la ejecución de ese hecho. Se abandona el criterio objetivo formal para
adoptar un criterio material que explique más satisfactoriamente los distintos supuestos de autoría y
participación. El control del hecho se realiza a través del dominio de la acción, del dominio de la voluntad o del
dominio funcional, según los casos. La exigencia de esta clase de dominio es fundamental, ya que sobre él se
podrá diferenciar la responsabilidad de los demás intervinientes que no son autores, sino partícipes.

La teoría del dominio del hecho distingue tres tipos de autoría, que responden a distintas situaciones: autoría
directa unipersonal, autoría mediata y coautoría. Es importante destacar que esta teoría está acorde con lo
preceptuado en el Art. 20 del Código Penal boliviano, que a la letra dice: "Son autores quienes realizan el hecho
por sí solos, conjuntamente, por medio de otro o los que dolosamente prestan una cooperación de tal
naturaleza, sin la cual no habría podido cometerse el hecho antijurídico doloso. Es autor mediato el que
dolosamente se sirve de otro como instrumento para la realización del delito"

La teoría del dominio final del hecho es el mantenido por la corriente finalista. Según esta posición, es autor
quien domina finalmente la realización del mismo; es decir, quien decide en líneas generales el sí y el cómo de
su realización. En suma, es autor el que tiene el poder de decisión sobre la configuración central del hecho.

El español Francisco Muñoz Conde afirma lo siguiente: "Este concepto, con ser ambiguo, es el más apto para
delimitar quién es autor y quién es partícipe, porque, por más que sea a veces difícil precisar en cada caso
quién domina realmente el acontecimiento delictivo, está claro que solo quien tenga la última palabra y decida
si el delito se comete o no, debe ser considerado autor. Con ayuda de este criterio podemos comprender mejor
dos formas específicas de autoría: la autoría mediata y la coautoría".

IV. LA "INCOMUNICABILIDAD" DE LAS CIRCUNSTANCIAS PERSONALES

El Art. 24 del Código Penal boliviano establece lo siguiente: "Cada participante será penado conforme a su culpabilidad,
sin tomar en cuenta la culpabilidad de los otros. Las especiales relaciones, cualidades y circunstancias personales que
funden, excluyan, aumenten o disminuyan la responsabilidad, no se comunican entre ninguno de los participantes.
Faltando en el instigador o cómplice, especiales relaciones, cualidades, y circunstancias personales que funden la
punibilidad del autor, su pena se disminuirá conforme al artículo 39."

Puede entenderse que el Art. 24 del Código Penal se está refiriendo exclusivamente a todas las relaciones,
circunstancias y calidades personales que hacen a la culpabilidad, a la peligrosidad y a las causas personales de
exención de pena.

Sobre este tema, Eugenio Raúl Zaffaroni dice que cuando opera una causa de inculpabilidad, ésta beneficia sólo al autor
o al partícipe que se encuentra en situación de inculpabilidad y no al que no se halla en esa situación.

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Por otro lado, según percepción de Zaffaroni, cuando opera en favor de alguno de los concurrentes un causa
personal de exclusión de pena (exención de pena, según el Art. 359 del Código Penal boliviano), que exime de
responsabilidad penal a ciertos parientes que cometen algunos delitos contra la propiedad entre ellos, la causa
personal de exclusión de pena tampoco beneficia a los otros concurrentes. También puede operar en favor del autor
una causa personal de exclusión de pena cuando éste desiste voluntariamente de consumar el delito (Art. 9 del
Código Penal boliviano), y esta causa personal no se extenderá al partícipe si no ha desistido también de su
participación. Inversamente, si el partícipe desiste de su participación, este desistimiento no beneficiará al autor (si el
que está esperando con el automóvil en marcha se va, por ejemplo, el desistimiento del chofer no puede beneficiar a
los autores del robo)

Además, Zaffaroni dice que la mayor o menor peligrosidad del autor o de cualquiera de los partícipes, no puede
afectar más que a quien la presenta; aunque la mayor peligrosidad del autor perjudica podría perjudicar al partícipe
en cuanto a la imposición de la pena, lo que no excluye que pueda verse neutralizada por las propias características
personales del partícipe, que el juez debe valorar al cuantificar su pena. Es importante advertir en el pensamiento de
Zaffaroni que la "incomunicabilidad" de las circunstancias personales tiene directa relación con el principio de
accesoriedad limitada que incumbe a la noción de participación (la autoría no puede ser accesoria a la
participación, sino justamente lo contrario). Es por ello que el mencionado autor dice que: "La participación es
accesoria de un injusto y no necesariamente de un delito; de allí que cuando circunstancias que son ajenas al
injusto tengan por efecto excluir la culpabilidad, disminuirla o excluir la penalidad, estas circunstancias no pueden
beneficiar a los demás concurrentes".

V. LA RESPONSABILIDAD PENAL A LA LUZ DE LA TEORIA FINALISTA DEL DELITO

Para Günter Stratenwerth, la categoría de la tipicidad, según opinión dominante en la doctrina penal, comprende no
solo las características externas y objetivas del hecho, existentes por ejemplo en la causación de la muerte de una
persona, sino también el dolo o la culpa del autor: según ello, el homicidio (Art. 251 del Código Penal) y el homicidio
culposo (Art. 260 del Código Penal) se diferencian ya en el contenido del injusto y no solo desde el punto de vista de
la culpabilidad del autor. El disparo a una persona tiene una importancia social completamente diferente, de acuerdo
a si el tiro estaba dirigido a ésta para matarla, o si salió un disparo por casualidad. Para Stratenwerth, en los países
de origen románico existe todavía la idea de que el dolo y la culpa no son sino formas diferentes de la culpabilidad.
Si bien es evidente que la reforma parcial del Código Penal no ha adoptado una postura inequívoca al respecto, no
es menos cierto que el dolo y la culpa ya no se encuentran -como en el Código Penal antes de la reforma- bajo la
rúbrica (eliminada) de la "Culpabilidad".

Stratenwerth manifiesta que si el dolo y la culpa se inscriben dentro del injusto típico, para la categoría de la
culpabilidad, sólo quedan tres presupuestos de su punibilidad: la imputabilidad, la conciencia de la antijuridicidad y
la exigibilidad de la conducta. Aquí se produce la ruptura con la tradicional idea de que la categoría de la
culpabilidad se encuentra integrada por el dolo y la culpa. Esta ruptura se produce como consecuencia de que el
contenido de la culpabilidad ha sufrido una metamorfosis desde la teoría clásica, pasando por la neoclásica y
llegando al finalismo.

En consecuencia, este curso de Justicia Penal Aduanera constituye una oportunidad para que los participantes
tengan un acercamiento gnoseológico a la teoría del delito en sus distintas fases de desarrollo teórico: el esquema
clásico, el neoclásico y el finalista.

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A. EL ESQUEMA CLASICO DEL DELITO

La concepción Clásica del delito emergió con Carrara en Italia; Von Liszt, Feuerbach, Beling en Alemania. Con ellos
empezó a concebirse el derecho penal como garantizador de la libertad del individuo frente al poder acumulado por
el Estado. La norma punitiva tiene naturaleza aseguradora de la libertad del hombre: si el sujeto no incurre en una
conducta previamente descrita por la ley, no puede ser castigado. Por eso, la concepción clásica del delito se
constituyó en uno de los fundamentos más importantes del Estado de Derecho.

El Esquema Clásico del delito corresponde a la dogmática penal de los primeros años del siglo XX. La visión clásica
del delito distingue entre ACCION, TIPICIDAD, ANTIJURIDICIDAD Y CULPABILIDAD, pero otorga a la ACCION un
lugar predominante en relación a los otros elementos, por su naturaleza material, externa, perceptible en el mundo
real.

El Esquema Clásico trabajó con un concepto causal y naturalista de la acción. La acción es un movimiento
voluntario del cuerpo que causa un resultado, una modificación en el mundo material; por lo que, en un plano
fenoménico, la acción es un acontecimiento material más en el mundo natural.

A.1 La distinción entre parte objetiva y parte subjetiva.

De todos los elementos enunciados como necesarios para la existencia del delito, a unos los concibió el Esquema
Clásico de manera objetiva y a otros los concibió de manera subjetiva. Partió de una afirmación simple: en el delito
existen dos partes, una objetiva y otra subjetiva. La parte objetiva está conformada por la acción, por la tipicidad y la
antijuridicidad; y la parte subjetiva, por la culpabilidad. En resumen: separación de una parte objetiva y una parte
subjetiva en el delito y manejo de un concepto causal de acción son las características del Esquema Clásico del
delito (denominado también como Esquema Liszt-Beling, ya que a Franz von Liszt y a Ernst Beling se les considera
como los representantes máximos de esta corriente).

A.2 El contenido de los distintos elementos

A.2.1 La acción en el sistema clásico: sus elementos y su carácter causalista

Para Franz von Liszt, la acción es la "modificación voluntaria del mundo exterior perceptible por los sentidos". Por su
parte, Beling decía que sólo al "comportamiento humano voluntario" se puede llamar delito. Entonces, son tres los
elementos de la acción:
1. La manifestación de voluntad.
2. El resultado.
3. La relación de causalidad.
Para una mejor comprensión, vamos a poner un ejemplo (el del cazador) y lo vamos a analizar conforme a los
parámetros del Esquema Clásico.

Ejemplo: Un sujeto en el bosque ha disparado un arma de fuego a consecuencia de lo cual muere un campesino
que andaba por allí recogiendo leña.

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Lo primero que se constata es si hubo esa modificación del mundo exterior, si existe un resultado y si hubo relación
de causalidad entre la acción humana y dicho resultado. Este es sólo el primer paso. El segundo paso consiste en
saber si la acción está descrita en la ley. Si nuestra conclusión es positiva, entonces se dice que existe tipicidad o
que la acción es típica.

El próximo paso consistirá en saber -en lo que respecta a la antijuridicidad- si existe alguna causal de justificación en
el obrar. Si la hay, se absolverá al sujeto; pero si no existe causal de justificación, se llega al último paso: hasta la
culpabilidad y se pregunta: qué fue lo que el sujeto quiso?. Quiso matar?, Quiso sólo lesionar? Es decir, se pregunta
por el contenido de la voluntad del sujeto.

En la lógica del esquema clásico, para que exista acción basta con que el sujeto haya "querido algo", pero ese "algo
querido" no es un problema que se indague en la acción, sino en la culpabilidad, porque el delito es: ACCION
TIPICAMENTE ANTIJURIDICA Y CULPABLE, y, sólo en la culpabilidad se estudia el elemento subjetivo del delito.

Pero, cómo se entiende en este contexto el término "voluntario"?. Según el concepto causal de acción, únicamente
se requiere para la existencia de la acción, la concurrencia de la voluntariedad, la misma que consiste en que el
sujeto no haya sido determinado por una fuerza absoluta o que no haya situación de absoluta inconciencia. Los
clásicos asumen que si el sujeto no estaba dominado por la vis absoluta o si no estaba en una situación de
inconciencia absoluta, entonces hubo voluntad.

La voluntad se toma aquí como un simple impulso, como una mera inervación muscular. En el ejemplo del cazador,
tal como lo hemos narrado, queremos indagar por su situación frente al sistema normativo penal y entonces, acorde
con la manera de razonar del sistema clásico, diríamos: ya que el sujeto no estaba dominado de manera absoluta y
no estaba en inconciencia, hay acción. El cazador realizó la acción de matar contemplada en el tipo de homicidio:
matar es el verbo rector del tipo de homicidio. Así concebida la acción, ella se reduce a una simple constatación; es
una acción que no implica valoración alguna.

A.2.2 Papel que desempeña el concepto causalista de la acción en el sistema clásico

El concepto de la acción causalista desempeña dos papeles, fundamentalmente:

a) Un papel limitador: Lo que no sea acción no entra en el ámbito del derecho penal. Sólo las acciones
humanas hacen parte del mundo del derecho penal.

De ello derivan las siguientes consecuencias, cuya importancia garantista no puede ser hasta hoy
minimizadas:
- Si no se da esa manifestación externa hacia la modificación del mundo objetivo, no se puede
hablar de acción. Entonces, NADIE PUEDE SUFRIR PENA POR SUS PENSAMIENTOS.
- Al hombre se lo responsabiliza por lo que hace, por su obrar, y no por su manera de ser o su
estado.
- Un movimiento del cuerpo que no sea impulsado por la "voluntariedad", no es constitutivo de
acción (como cuando un individuo es arrojado por la multitud que lo empuja a una vidriera
costosa que se quiebra).

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b) Un papel fundamental en la construcción del sistema clásico: desempeña el papel de engarce o


obrazadera de los demás elementos del delito. La acción es un sustantivo al que cualifican los otros
adjetivos: típica, antijurídica y culpable, son simples modalidades de la acción.

A.3 La tipicidad en el sistema clásico.

La tipicidad constituye una característica de la acción: coincide con la conducta descrita por la norma penal. Tipo es
la descripción de las características externas de la conducta realizada por la norma positiva, independiente de todo
elemento valorativo o subjetivo.

Teniendo en cuenta la concepción del tipo como la mera descripción de las características externas de la acción, sin
valoración alguna, se afirma que en el esquema clásico del delito, el tipo es objetivo-descriptivo.

Según esta visión, el tipo homicidio consiste en matar a otro, de modo que sería acción típica de homicidio tanto la
del cirujano que interviene al paciente para salvarle la vida, pero que muere en el quirófano, como la del criminal
que, con el fin de matar, con un puñal abre el vientre de su víctima. El propósito que tuvo uno u otro, para obrar en
tal forma no interesa en esta fase del análisis y no integra la acción ni el tipo; los elementos subjetivos quedan fuera.

A.4 La antijuridicidad en el sistema clásico

La antijuridicidad es una apreciación objetiva de esa conducta frente al derecho. Por eso la antijuridicidad es
concebida como la relación de contradicción objetiva entre la conducta del sujeto y el total ordenamiento jurídico.

En el sistema clásico, se tiene un concepto valorativo de la antijuridicidad, pero la valoración que ella implica se
hace desde una perspectiva puramente objetiva, sin tener en consideración ningún elemento subjetivo.

La antijuridicidad en el sistema clásico, expresándolo de modo sencillo, es "la falta de permiso para actuar". Se trata
de un juicio de valor de la conducta en relación con lo autorizado por el derecho, de carácter objetivo, dejando de
lado todos los aspectos subjetivos. Por eso se dice que, en el sistema clásico, la antijuridicidad está estructurada en
forma objetivo-normativa.

A.5 La culpabilidad en el Esquema Clásico

En este sistema, la culpabilidad constituye el aspecto subjetivo del delito: es un nexo psicológico que se da entre el
autor y el hecho.

La culpabilidad es una realidad psíquica existente en el individuo. El dolo y la culpa son las formas en las que se
puede manifestar la culpabilidad. La culpabilidad se agota en el dolo o en la culpa: dolo y culpa son la culpabilidad
misma, son grados de la culpabilidad.

En el ejemplo del cazador. Supongamos que el sujeto quiso matar y lo hizo con la conciencia de que delinquía:
entonces se dirá que el obrar del cazador fue un obrar doloso. Pero, si se descarta el dolo y se prueba la
imprudencia del sujeto: disparó con el arma pero bien hubiera podido darse cuenta que por allí había un ser
humano, en fin, se establece la culpa. O se puede establecer que dadas las circunstancias, era imprevisible o
inevitable el hecho muerte: entonces se reconocerá la inculpabilidad por la existencia de un caso fortuito.
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A.6 La imputabilidad en el Esquema Clásico del delito.

En el sistema clásico la imputabilidad es un presupuesto de la culpabilidad. La imputabilidad es concebida como la


capacidad de entender (elemento cognitivo) y querer (elemento volitivo). La imputabilidad resulta ser una
"potencialidad"; en cambio, la culpabilidad es la concreción de esa potencialidad de determinarse hacia lo ilícito.

El inimputable no tiene conciencia y voluntad de sus actos. De aquí viene el apotegma: sin imputabilidad no puede
haber culpabilidad.

B. EL ESQUEMA NEOCLASICO.

Uno de los principales exponentes de esta tendencia es el gran penalista alemán Edmundo Mezger. Los
neokantianos respetan la estructura del delito precisada por los clásicos, pero la modifican en su alcance,
incorporando la noción de "valor" a los elementos del delito, hasta esa época considerados sólo en su aspecto
naturalístico y material.

B.1. LAS INCONSISTENCIAS DEL ESQUEMA CLASICO

B.1.1 Objeciones relativas al concepto de acción

El concepto clásico de acción mereció serias objeciones cuando se comparó su definición con la naturaleza de
ciertos delitos en los cuales no había el cambio perceptible en el mundo exterior, o cuando se lo confrontó con la
necesidad de explicar el fenómeno de la omisión.

a) Objeción relativa al "requisito" de la modificación del mundo exterior.-

Pensemos en el delito de injuria: este delito existe cuando una persona hace a otras imputaciones deshonrosas. Von
Liszt hace un esfuerzo para salvar el concepto de acción como "modificación del mundo exterior" y trata de explicar
que en el delito de injurias había la "provocación de vibraciones de aire y de procesos fisiológicos en el sistema
nervioso".

Pero si se repara en la esencia de este delito, lo que importa no son las "vibraciones" o los "procesos fisiológicos",
sino el ataque al honor del ofendido. En consecuencia, la esencia de este delito no es algo naturalístico que pueda
constatarse en el mundo exterior: se trata de la aprehensión de una valoración.

b) Objeción relacionada con la omisión.-

Recordemos que, según la concepción clásica, para que se verifique la acción se requiere la modificación del mundo
exterior, se requiere la "inervación muscular". Frente a esta idea se presentan los siguientes reparos:

- Los neoclásicos afirman que existe imposibilidad de establecer la omisión a partir de la simple verificación
empírica. Para ellos "omitir" no se reduce al simple "no actuar", sino a "no actuar teniendo el deber jurídico
de hacerlo".

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- Pensemos en el siguiente caso: dos mujeres se encuentran frente a dos bebés y los dos infantes mueren
por falta de que se les de alimento. Cómo saber si la mujer A y la mujer B son responsables penalmente a
título de asesinato? La pregunta no puede ser resuelta a partir de la simple constatación empírica de que
las dos mujeres no actuaron, sino a partir de establecer una particular relación de parentesco entre ellas o
una de ellas con los infantes. Si los dos niños mueren, no necesariamente tienen que ser responsables las
dos mujeres que estaban frente a ellos: sólo será responsable aquella que tenía el deber jurídico de obrar y
no obró. Por eso la definición de acción como movimiento corporal resultaba insuficiente.

- Cuestionamiento de la "distensión muscular" en la omisión cuando se trata de la omisión con culpa


inconsciente.-

Beling, había dicho que en la omisión había una "distensión de los músculos". Pero supongamos el siguiente caso:
Un maestro de escuela sale de paseo con sus alumnos y acampan a la orilla de un río con el advertido del maestro
a sus alumnos de que no se alejen de la orilla ya que en el centro del río pueden peligrar. De pronto, el maestro
observa que su alumno más díscolo está en apuros precisamente en medio del río. El maestro no acude de
inmediato a socorrer al niño, pues se dice "este pillo así aprenderá a obedecer". De todas formas calcula que un
poco más luego lo ira a sacar de apuros. Lastimosamente cuando intenta hacerlo ya es tarde pues el remolino ha
hundido irremediablemente al alumno.

VARIANTE: El profesor se descuida y se olvida de los niños mientras juega con otro profesor una partida de naipes.

En el caso inicialmente planteado podría hasta aceptarse el esfuerzo encaminado a la "distensión muscular", es
decir, encaminado a no obrar. Pero, que pasa en la variante? Inicialmente se plantea una situación de culpa
consciente; en la variante, en cambio se trata de una culpa inconsciente: Se trata de un delito de omisión por culpa
inconsciente, situación en la cual, no hay ningún comportamiento muscular, ni siquiera el de la distensión de los
músculos: físicamente no pasa nada.

Entonces, los neoclásicos aportan la idea de que la esencia de la omisión como fenómeno relevante para el
Derecho no está en el simple "no hacer"; sino, en no evitar algo que se tenía el deber jurídico de evitar. Esto
muestra la incidencia que iba teniendo el neokantismo con su idea de que el mundo del Derecho no es el mundo de
la naturaleza o de la causalidad; el Derecho en cuanto que es un regulador de comportamientos humanos, necesita
parámetros propios de valoración. Fue así como se llego a decir que acción es un comportamiento "socialmente
relevante" y se propuso inclusive reemplazar la expresión lingüística "acción" por la de "comportamiento humano"
propuesta por Edmundo Mezger ya que si la acción era un comportamiento positivo y la omisión lo era negativo, "la
acción" no podía abarcar los dos.

B.1.2. Objeciones en relación con el carácter objetivo de la tipicidad.

Recordemos que para el Esquema Clásico, la tipicidad es un elemento objetivo del delito donde no intervienen para
nada fenómenos valorativos.

Los neoclásicos empiezan a sostener que el tipo puede contener elementos subjetivos o elementos normativos.

En efecto, en el tipo se constata la existencia de ciertos elementos que no son meramente descriptivos u objetivos,
en los que no se había reparado con anterioridad: los denominados elementos normativos de orden valorativo y los
elementos subjetivos del tipo.
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a) Elementos objetivos o descriptivos.- Estos elementos son de los que se vale la ley para describir las
conductas punibles. Son referencias a cosas, personas o a modos de obrar que pueden ser captadas por
los sentidos. Así la "cosa" en el hurto; la "morada o domicilio" en el allanamiento de domicilio.

b) Elementos normativos.- Son aquellos que requieren, por parte del juez una interpretación jurídica donde
predomina una valoración que no es perceptible solo mediante los sentidos. Por ejemplo, puros conceptos
jurídicos como el cheque. Por ejemplo, en la descripción del hurto y el robo, la cosa mueble sobre la cual
recae la acción de apoderamiento debe ser "ajena"; pero la "ajenidad" es una cualidad de la cosa que debe
ser apreciada conforme a normas, pues no se desprende del objeto mismo. Incluso habría que determinar
si la cosa es propia o de un tercero o no ha tenido nunca dueño o lo tuvo y fue abandonada.

c) Elementos subjetivos.- Son todos aquellos requisitos de carácter subjetivo que pertenecen al fuero interno
del sujeto activo, distintos del dolo que el tipo exige además de éste para su realización. Además del dolo
(conocimiento típica a realizar y con la voluntad de concretarla), el legislador agrega a veces al tipo penal
otros elementos de naturaleza anímica que consisten en móviles o tendencias que sin integrar el dolo
forman parte configuradora del tipo penal. Por ejemplo el caso del tipo penal inscrito en el Art. 313 del
Código Penal (rapto propio), donde el dolo está conformado por la voluntad de concretar el rapto, pero para
que la figura penal se dé, debe haber en el sujeto además un móvil específico: los fines lascivos, que no
integran el dolo sino que constituyen un elemento subjetivo especial y necesario para la configuración del
tipo penal.

Otro ejemplo: Frente al comportamiento objetivo de un médico que toca los órganos genitales de una niña de
catorce años, nosotros no podemos decir si su comportamiento es un comportamiento libidinoso; no podemos
afirmar que está realizando un acto con relevancia para el derecho penal o que está simplemente practicando su
oficio de médico, si no entramos previamente a averiguar cuál es el ánimo que precede a la acción.

Son los neoclásicos los que tienen el mérito de haber hecho notar que en el tipo penal se insertan con frecuencia
elementos que no son descriptivos -como lo sostenían los clásicos-, sino de naturaleza normativa o subjetiva.

B.1.3. Objeciones en relación con la antijuridicidad.

Para los neoclásicos, la antijuridicidad no se agota en la contradicción entre el hecho típico y el ordenamiento
jurídico, que constituye la denominada "antijuridicidad formal" pregonada por los clásicos.

Según los neoclásicos, la antijuridicidad tiene un contenido material, reflejado en la ofensa al bien jurídico que la
norma quiere proteger. En la medida en que no se dé esa ofensa al bien jurídico no podrá hablarse de
antijuridicidad, por más de que aparentemente exista una contradicción entre la norma y la acción.

La ofensa al bien jurídico, que constituye la esencia del juicio de antijuridicidad, puede consistir en una lesión o en
una puesta en peligro o riesgo de dicho bien jurídico.

B.1.4. Objeciones en relación con la concepción sicológica de la culpabilidad: hacia la concepción


sicológica-normativa.

Reinhard Frank ("Acerca de la estructura del concepto de culpabilidad") empezó a vislumbrar que muchas veces
había nexo psicológico entre autor y hecho, pero que sin embargo no se podía decir que hubiera culpabilidad. Frank,
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incluso sostuvo que frente a una misma situación de vinculación psicológica entre autor y hecho, podía haber
diferentes grados de culpabilidad.

Por ejemplo: Un cajero de un Banco se apropia de determinada suma de dinero porque su esposa está grave de
salud, tiene muchos hijos y está en una pésima situación económica. Otro cajero del Banco tiene una situación
económica boyante y se apropia de similar cantidad de dinero para dedicarse a la "dolce vita". En ambos casos hay
una misma vinculación psicológica; pero, dice Frank, en el uno hay más culpabilidad que en el otro. Frank concluye:
"Si bien ambos saben que se apoderan ilícitamente de dinero ajeno (por lo que en cuanto al dolo no media
diferencia alguna), todo el mundo dirá que a uno de los cajeros le alcanza mayor culpabilidad que al otro".

Es así que se comenzó a elaborar un concepto de culpabilidad que no se agostaba en el mero vínculo psicológico.
La culpabilidad ya no será un fenómeno psicológico que exista en la cabeza del autor sino la resultante de una
valoración que hace el juez, según la cual el que infringe la norma bien pudo no haberla infringido. Se inicia así lo
que se conoce como culpabilidad normativa: no basta con la constatación de un vínculo psicológico, es preciso que
exista reprochabilidad del comportamiento.

Pongamos el ejemplo de la tabla de Carneades: dos náufragos quedan desamparados en el mar a consecuencia de
haber zozobrado la embarcación y tiene una tabla que apenas puede flotar con uno de los dos. Uno de ellos da
muerte al otro con el fin de salvarse. Como puede verse, en este ejemplo, es verdad que hubo un nexo psicológico y
sin embargo, no se predica la culpabilidad.

También se podría mencionar el caso del navío Willian Brown en 1841. El barco choca contra un banco de hielo:
ante la amenaza de sumergirse el bote salvavidas al que habían logrado subir 23 personas, el capitán primero
procedió a arrojar a casi todos los marinos que componían la tripulación y luego tiró al mar 16 pasajeros: antes les
concedió unos segundos para que manifestaran su último deseo y rezaran; también les quitó la ropa y cubrió con
ellas a las mujeres que gemían de frío.

Entonces, existiendo estado de necesidad disculpante, como el bien salvado fue igual al bien sacrificado, en ello se
da el nexo psicológico, pero no se predica la culpabilidad.

Pero, el problema de la concepción de la culpabilidad como nexo psicológico también se nota en la denominada
culpa inconsciente. La culpa inconsciente es imprevisión de lo previsible y se le cobra al sujeto su negligencia. O sea
que en realidad no hay nexo psicológico y sin embargo, se predica la culpabilidad.

Como puede verse, en un caso, no existe culpabilidad a pesar del nexo y en la otra, sí existe la culpabilidad a pesar
de que no existe nexo. Si esto es así, entonces quiere decir que lo importante no es el nexo sino otro factor: un
elemento nuevo y constitutivo de la culpabilidad: la reprochabilidad. En efecto, si en el caso del estado de necesidad
no se predicaba la culpabilidad era porque el juez consideraba que el sujeto -en las condiciones críticas en que se
encontraba- no podía obedecer la norma, no se le podía exigir otro comportamiento.

Fue así como apareció la tesis de "la no exigibilidad de otra conducta" en la teoría del delito, como causal de
exclusión de la culpabilidad. Entonces, la tesis fundamental de Frank es el siguiente: "Comportamiento culpable es
comportamiento reprochable".

Frank dijo que la culpabilidad era un juicio de reproche y tenía como sus elementos: la imputabilidad, el dolo, la
culpa y la exigibilidad de otra conducta. Veamos, entonces, que en el esquema de Frank, el dolo y la culpa todavía,
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como en el esquema clásico del delito, se encuentran ubicados en la culpabilidad. Sólo que la culpabilidad ya no es
mera vinculación psicológica, sino también es juicio de reproche.

C. EL ESQUEMA FINALISTA DEL DELITO

La doctrina finalista adquiere trascendencia en la segunda mitad del siglo XX y su exponente máximo es Hans
Welzel
El finalismo sostuvo que el tipo "siempre" tenía un aspecto subjetivo y no sólo a veces como pregonaba el esquema
neoclásico; y en relación con la culpabilidad se dijo que su esencia radicaba no en el nexo psicológico, dolo por
ejemplo, sino en un "puro juicio de reproche".

C.1 El "deber" y el "poder" como características respectivas de la antijuridicidad y la culpabilidad: Hellmuth


von Weber

Weber rechaza la separación clásica de lo objetivo en el tipo y lo subjetivo en la culpabilidad. Es más, rechaza la
ubicación del dolo en la culpabilidad y lo ubica en el tipo.

Sostiene que hay que comprender los conceptos de "deber" y "poder". El principio de Deber se refiere a la
antijuridicidad y el principio de Poder se refiere a la culpabilidad.

Lo anterior significa que en el nivel de la antijuridicidad se afirma que los bienes jurídicos deben ser respetados, y tal
afirmación se hace sobre valoraciones propias del legislador.

Para hablar de culpabilidad en un caso dado, previamente se tiene que constatar la antijuridicidad. Ahora bien, sobre
la base de la existencia de ésta se le lanza al sujeto un reproche porque habiéndose podido ajustar a la norma, no lo
hizo.

En tal sentido: en relación con la conducta del sujeto se le hacen dos tipos de juicios:

1. En el nivel de la antijuridicidad se le dice al sujeto: "Tú DEBISTE haber obrado y no obraste"; o "Tú no
DEBISTE obrar y obraste"(Juicio de desvalor de la conducta).

2. En el nivel de la culpabilidad se le dice al sujeto: "Tú PUDISTE haber obrado y no obraste (omisión); o, "Tú
PUDISTE no obrar y obraste (acción).

Estos conceptos de "deber" y de "poder" los emplea Weber también en el análisis de la culpa: también en el delito
culposo se preguntaría, en el nivel de la antijuridicidad, si el sujeto se ajustó o no al cuidado debido; en la
culpabilidad se preguntaría si pudo o no observar el cuidado.

C.2. La estructura de la acción según Welzel

La acción conforme a la tendencia clásica es un movimiento corporal que provoca un resultado en el mundo exterior.
Este concepto deja de lado todo lo subjetivo que le es inherente, o sea, la voluntad que dispuso ese movimiento, y la
finalidad perseguida por el sujeto activo.

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En el finalismo sucede lo contrario, sólo es "acción" el comportamiento del hombre dirigido por la voluntad para
alcanzar un objetivo predeterminado. Welzel decía que la acción es "el ejercicio de la actividad final", esto es,
actividad dirigida por la voluntad del hombre al logro de una meta, de un propósito dado.

Para el finalismo, el contenido de la voluntad es esencial a la acción. Supongamos el caso de una enfermera que
aplica una inyección con el fin de salvar a una persona; pero alguien ha cambiado la dosis por veneno y el paciente
muere. En los esquemas clásico y neoclásico, se afirmará que allí hubo acción porque se modificó el mundo exterior
y no existió vis absoluta o una situación de inconciencia absoluta. Pero, se preguntaría Welzel, si el contenido de la
voluntad de la enfermera fue el "salvar la vida" cómo puede decirse que hubo una "acción de matar"?. Y, en el
ejemplo del cazador, si el contenido de la voluntad no fue "matar a un hombre", cómo se puede decir que allí hubo
acción de matar? Seguro, ambos realizaron una acción, de salvar o de cazar, pues ese era el contenido de la
voluntad, pero no puede decirse que hubiesen realizado la "acción de matar" a la cual se refiere la ley.

En resumen: la acción supone la voluntad y ésta implica la finalidad. Por eso Welzel decía que la finalidad era
vidente, en cambio, la causalidad ciega.

C.2.1 Fases de la realización de la acción

Son dos: la fase interna y la externa de su realización.

La fase interna de realización, ocurre en el pensamiento del sujeto. Comprende a su vez:

a. La anticipación mental del fin. Es el proponerse una meta.


b. Determinación de los medios a partir de ese fin. Retrospectivamente, se determinan los medios para
alcanzar el objetivo propuesto.
c. Consideración de otros posibles efectos de la acción. Los efectos concomitantes de su acción puede
consideralos el sujeto como "seguros" y entonces puede no decidirse a realizar el objetivo principal querido;
pero si en vez de abstenerse, decide actuar, se dirá que los efectos concomitantes quedan también
comprendidos por la voluntad de realización.

La fase externa de realización, ocurre ya en el mundo real. Se trata de un proceso causal en el que una
condición crea la otra y ésta la siguiente hasta el fin.

C.3 El finalismo y el tipo penal

Para el finalismo, el tipo no es de naturaleza exclusivamente objetiva; en él se pueden distinguir el tipo objetivo y el
tipo subjetivo. El tipo objetivo, está conformado por aquellos elementos de naturaleza objetiva que caracterizan la
acción típica (el autor, la acción, el resultado, el objeto material, etc.); el tipo subjetivo, está integrado por aspectos
intelectuales y volitivos, o sea por la finalidad, así también como por los denominados elementos subjetivos del
injusto que consisten en presupuestos anímicos especiales o móviles específicos del sujeto activo.

Los finalistas identifican la noción de dolo con la de finalidad. La finalidad es el dolo, voluntad de concretar la acción
y de lograr el resultado. Welzel, define el dolo como "el saber y el querer la realización del tipo". Es la voluntad
orientada a la realización de la acción descrita por el tipo. En consecuencia, para los finalistas el dolo integra el tipo
y no la culpabilidad.

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C.4. La concepción finalista de la culpabilidad

La naturaleza de la culpabilidad es diversa para los finalistas. Mantienen su noción de juicio de reproche del hecho
a su autor porque pudo actuar de una manera distinta; pero sustraen de ella los componentes psicológicos que los
clásicos y los neoclásicos le reconocían. El dolo y la culpa dejan de ubicarse en la culpabilidad y pasan al tipo penal
como tipo subjetivo. La culpabilidad para el finalismo se conforma por su presupuesto, que es la imputabilidad -
capacidad delictual -, por la conciencia de la antijuridicidad y por la exigibilidad de otra conducta (motivación normal).
La culpabilidad entonces es un triple juicio de valor de la acción típica y antijurídica en relación a su autor: si tenía
capacidad para comprender la naturaleza de su acto, si tenía conocimiento de que tal acto era contrario a la ley
(conciencia de la antijuridicidad) y, finalmente, si en las circunstancias concretas que enfrentaba podía exigírsele un
comportamiento distinto que no infringiera el mandato o prohibición de actuar que el derecho le imponía. La
culpabilidad -al igual que los neoclásicos- la fundan en la libertad del ser humano (libre albedrío).

La culpabilidad es la atribución, el juicio de reproche, la imputación subjetiva de un hecho antijurídico o su autor. La


distinción entre antijuridicidad y culpabilidad, es uno de los hallazgos técnico jurídicos más importantes de la ciencia
del derecho penal. En efecto, actúa antijurídicamente quien, sin estar autorizado, realiza un tipo penal y ataca con
ello un bien jurídico penalmente protegido. Actúa culpablemente quien comete un acto antijurídico pudiendo actuar
de un modo distinto, es decir, conforme a derecho.

El concepto tradicional de culpabilidad. Según la concepción tradicional, actúa culpablemente el que pudo
proceder de otra manera y no lo hizo.

El concepto material de culpabilidad. El fundamento material no puede encontrarse en la indemostrable


posibilidad de actuar de u n modo distinto. A juicio de Francisco Muñoz Conde, el fundamento material de la
culpabilidad hay que buscarlo en la función motivadora de la norma penal. Lo importante es que la norma
penal motiva al individuo con sus mandatos y prohibiciones para que se abstenga de realizar uno de esos
varios haceres posibles que es precisamente el que la norma prohíbe con la amenaza de una pena.

C.4.1 La imputabilidad o capacidad de culpabilidad

La culpabilidad se basa en que el autor del hecho típico y antijurídico, tenga las facultades psíquicas y físicas
mínimas requeridas para poder ser motivadas en sus actos por los mandatos normativos.

A este conjunto de facultades mínimas requeridas para considerar a un sujeto culpable por un hecho típico y
antijurídico, se le llama imputabilidad o capacidad de culpabilidad.

Quien carece de esta capacidad, bien por no tener la madurez suficiente, bien por sufrir graves alteraciones
psíquicas, no puede ser declarado culpable y, por consiguiente, no puede ser responsable penalmente por sus
actos, por más que éstos sean típicos y antijurídicos.

Según el Art. 17 del Código Penal (Inimputabilidad). "Esta exento de pena el que en el momento del hecho por
enfermedad mental o por grave perturbación de la conciencia o por grave insuficiencia de la inteligencia, no puede
comprender la antijuricidad de su acción o conducirse de acuerdo a esta comprensión". Por su parte, el Art. 18 del
Código Penal (Semi-imputabilidad) establece que "Cuando las causales señaladas en el Art. anterior no excluyan
totalmente la capacidad de comprender la antijuricidad de la acción, sino que la disminuyen notablemente, el juez
atenuará la pena conforme al Art. 39.
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Además, hay que señalar también como causa de inimputabilidad, la inmadurez de la personalidad por razón de la
edad (menor de 16 años).

C.4.2 Elementos de la Culpabilidad

La comunicación entre el individuo y los mandatos de la norma sólo puede darse si el individuo tiene la capacidad
para sentirse motivado por la norma, conoce su contenido o se encuentra en una situación en la que puede regirse,
sin grandes esfuerzos por ella. Si, por el contrario, el individuo, por falta de madurez, por defecto psíquico, por
desconocer el contenido de la prohibición normativa o por encontrarse en una situación en la que no era exigible un
comportamiento distinto, no puede ser motivado por la norma, faltará la culpabilidad, es decir, el hecho típico y
antijurídico no podrá atribuirse a un autor y, por tanto, no podrá ser sancionado con una pena.

En consecuencia, los elementos de la culpabilidad son los siguientes:

1. La imputabilidad o capacidad de culpabilidad. Bajo este término se incluyen aquellos supuestos que se
refieren a la madurez psíquica y a la capacidad del sujeto para motivarse (edad, enfermedad mental, etc.).
2. El conocimiento de la antijuridicidad del hecho cometido. La norma penal sólo puede motivar al individuo
en la medida en que éste pueda conocer, a grandes rasgos, el contenido de sus prohibiciones. Si el sujeto
no sabe que su hacer está prohibido, no tiene ninguna razón para abstenerse de su realización; la norma
no le motiva y su infracción, si bien es típica y antijurídica, no puede atribuirse a título de culpabilidad.
3. La exigibilidad de un comportamiento distinto. Cuando la obediencia de la norma pone al sujeto, fuera de
los límites de la exigibilidad faltará ese elemento y con él, la culpabilidad: el derecho no puede exigir
comportamientos heroicos.

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