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15-11-2018

ANTECEDENTES

Yo soy revolución desde el mismo momento en que empecé a gestarme dentro


del vientre de mi madre, yo no pedía nacer, ni siquiera sé antes de nacer en
dónde he estado, ni qué mundos he frecuentado, sólo sé que un ser superior,
creador, quería verme en este mundo, y no me trajo aquí por casualidad, o por
ocupar solamente un lugar en esta brevedad.
Fui creada para hacer algo grande; tal vez desde mis pocos años de edad me he
interesado demasiado por el mundo de los libros, por sumergirme en esas
historias que desvelan nuestro pasado, las primeras civilizaciones, los procesos
que han dado paso a las diferentes formas de vida, esa curiosidad insaciable del
ser humano que lo ha llevado a querer saberlo todo y a la vez quedarse tan vacío
y tan corto ante una superioridad que nos seduce, nos asombra, haciéndonos
insignificantes y diminutos ante la majestuosidad que aún encontramos en lo
más mínimo como en un átomo, hasta lo más extraordinario como una galaxia,
o más aún, el misterio de no haber podido llegar hasta la morada de aquel que
formuló la leyes de la física, la exactitud de las matemáticas, todo es tan real,
tan palpable, y aún así el ser humano se rehúsa a rendir admiración, exaltación
a aquel que lo ha hecho todo, dueño de todo, hasta de nuestra propia existencia,
que el día que él lo decida debemos abandonar esto que no es nuestro, esto que
sólo nos ha sido prestado, y que tiene orden de caducidad, pero no se nos ha
notificado la fecha exacta, puesto que esto sería perjudicial para nosotros,
criaturas que no podemos dimensionar lo que nos espera del otro lado, qué le
tememos a lo desconocido, aferrándonos a esto que jamás ha sido, ni será
nuestro.
Cuántas veces de pequeña llegué a asustarme con el porvenir, me aterraba la
idea de no saber que hay más allá de la vida, después comprendí que todos
pasamos por lo mismo, que es un proceso que todos debemos afrontar, sólo que
aún no nos acostumbramos a que la muerte también hace parte de la vida, es un
proceso natural, y tal vez morir sea el comienzo de la verdadera vida.
Bueno, basta de filosofar, ahora quiero decir que me he encontrado con
demasiadas incertidumbres, creo que si me pidieran un título para ponerle a los
últimos 5 años de mi vida, los llamaría incertidumbre, y es así. Veo por el
retrovisor, volteo el espejo buscando la mejor ubicación, y tal vez me río y al
instante un leve gesto de nostalgia se dibuja en mi rostro, recordar el pasado
tiene sus contradicciones, hay ecos que nos gritan y nos despiertan, otros nos
arrullan y nos dejan dormidos… a mi parecer, mis ecos a veces me impulsan,
otras veces me detienen y me impiden avanzar, tal vez deba ponerme
definitivamente de un lado, es así cómo podré asegurarme de que los ecos me
impulsarán, y no permitiré que me aplasten con sus recuerdos que a veces me
cortan las alas, que me impiden volar, y me hacen sentir impotente ante esta
realidad, este presente que me desafía, que se me pone de frente y me reta a
dejarme morir y a abandonar lo poco o mucho que he construido o a vencer y
conquistar todo lo que tengo al frente.
A veces me siento tan pusilánime, tan fría, tan vacía, tan falta de mí y de ti; sé
que soy revolución, lo sé, lo siento, algo dentro de mí me grita que no debo
dejarme vencer… que bonito es hablar, decirle a otros que sí se puede, dar
mensajes de aliento, decirles que han nacido para cosas grandes, que los sueños
sí que pueden lograrse… y yo, yo me estoy muriendo sin mis sueños, muriendo
de miedo por no arriesgar mi “comodidad”, muriendo por el miedo que produce
elegir, miedo de no hacer lo correcto, y en medio de estas bifurcaciones, no
termino decidiendome por nada, y eso es peor… es peor que no ganar.
Quiero alcanzar la cima, sin haber caído, sin haber subido unos escalones, sin
haber tropezado algunas veces, no estamos dispuestos a sacrificar nada,
queremos ropa, zapatos, viajes, cine, y otros gustos o diversiones, y todo esto
sin esforzarnos siquiera un poquito por merecerlo.
Cuantas falencias tratamos de ocultar, queremos ser exactamente como el
mundo, la sociedad o la gente espera que seamos, nos engañamos a nosotros
mismos, tanta farsa cabe en un muro o en un perfil de una red social, queremos
mostrar a todos que vestimos bien, que fuimos a un lugar famoso, que estamos
en medio de gente “importante”, que estamos en el mejor restaurante de la
ciudad… tanta superficialidad, tantas palabras y el alma vacía, nos preocupa
tanto el exterior, y llevamos el alma desnuda, tan pobre, sin ambiciones, sin
sueños, sin metas, sin ganas de hacer algo realmente extraordinario, que el
mundo tenga que girar hacia nosotros porque nuestras acciones hacen eco,
hacen vibrar otras vidas, porque contagiamos e impregnamos de aquello que
llevamos dentro, porque es eso, es esa esencia, eso que perdura; tal vez el dinero
falte, tal vez los atuendos de marca no estén siempre, quizá no siempre se puede
ir al mejor restaurante, pero que gusto da mirar a alguien que sigue siendo él
con o sin fama, con dinero o sin él.
A veces queremos impactar en otros, revolucionar a otros, dirigir a otros,
conquistar a otros… olvidando que primero debe generarse una revolución
dentro de mí, debo impactarme tanto de mí mismo, que pueda amarme,
seguirme, cuidarme, conquistarme cada día, saber que no merezco menos, que
no debo conformarme, que merezco respeto, que mi tiempo merece respeto, que
mis actividades merecen atención, mi ropa debe ser cuidada, mi cuarto debe
estar impecable, porque yo vivo allí, porque debo empezar a cuidar aquello que
me pertenece, y yo me pertenezco, bueno, no del todo porque sé que alguien que
me puso aquí, y a él debo darle lo mejor de mí.
Son tantas cosas dentro de mí, tantos pensamientos que pasean por mi mente
que van y vienen como un péndulo, tratando de buscar un punto de reposo en el
que puedan organizarse mis ideas con claridad. A veces deseo tantas cosas que a
la vez no deseo nada, honestamente en este momento no me es claro el futuro,
tal vez hasta me haya dado cierto desgane pensar en lo que haré conmigo de
aquí a 2 ó 3 años, esto suena bastante extraño, y a la vez muy triste, ya que he
permitido que tal vez las experiencias de poco éxito académico de los últimos
cinco años me hayan dado una falsa identidad, creyéndome poco capaz de hacer
algo grande, la falta de iniciativa, de determinación, y de indecisión han
generado todo esto, siendo tan diferente a hace algunos años cuando apenas era
una adolescente.
Natali, ¿qué quieres para tu vida en cinco años?, ¿quieres estar así como estás
ahorita? ¿Por qué has dejado dormir esa mujer soñadora?, porque no ha muerto,
esa mujer capaz de afrontarlo todo sigue allí, despiértala por favor, dónde está
esa Natali que sacrifica horas de sueño y almuerzo por hacer un trabajo, dónde
está esa Natali obstinada que siempre quiere aprender y leer, y que tal si te
arriesgas a hacer algo nuevo, qué tal si te arriesgas a hacer aquello que amas,
aquello que de verdad has querido siempre, quieres ir a París, hazlo, quieres
aprender canciones en inglés, hazlo, quieres terminar tu carrera, hazlo, quieres
montar un negocio, hazlo, deja de seguir lo que otros hacen, que tal si haces lo
que de verdad deseas, que tal si haces la mejor versión de ti, está bien, las cosas
no han ido como querías, pero ¿cómo reaccionas a eso?, dándole el gusto a la
adversidad de dejarte botada, no cariño, no más mediocridad, hazlo, de verdad
trabaja duro y con todas tus fuerzas, lo necesitas, necesitas devolverle a unos
papás todo el esfuerzo que han hecho para que estés hoy aquí… que importa lo
que ya ha pasado, date la oportunidad de empezar de nuevo, cada quien va a su
ritmo, no tienes que vencer otras marcas, tienes que vencer tus propios límites,
porque esas barreras las has creado tú, nadie más, levántate, sigue, avanza.
Vas sola, no, jamás
Hay un Dios que aún te ama, que está esperando que levantes la cara, que dejes
de mirar al suelo, y que le des tu mano para empezar a caminar de nuevo…
Natali, casi siempre evades los compromisos, nunca has luchado realmente por
algo, necesitas convicción para defender lo que crees y lo que quieres, soy feliz
siendo yo, mi particularidad, mis locuras, mi risa escandalosa, mis momentos de
reflexión, mi familia, muchas de las personas que me rodean, me encanta
molestar, etc.
16-11-2018

Acabo de leer lo que escribí anoche, ¿cuánto podemos expresar en unas pocas
líneas?, es genial, de hecho, es muy genial poder expresarse así, cuánta vida
podemos dejar en un texto, cuánto de nosotros mismo podemos plasmar en unas
cuantas letras.
Deseo tanto conocerme a mí misma, es curioso, sé que a menudo queremos
descubrir, conocer, predecir los comportamientos de las personas que nos
rodean, pero lo cierto es que a veces nosotros mismos somos tan impredecibles,
ni siquiera nos hemos tomado el tiempo para saber nuestros gustos, lo que nos
enoja, lo que nos emociona, las cosas que no toleramos. Cuando decimos estar
enamorados o interesados en alguien, nos esforzamos por conocer sus gustos,
sus manías, sus comidas y colores favoritos, queremos siempre ver sonriente a
esa persona, hacerla sentir bien, le hacemos saber que de verdad estamos
interesados… vaya, vaya, si eso lo hiciéramos con nosotros, si antes de
pretender conocer a otros nos damos a la tarea de conocernos a nosotros
mismos, de amarnos a nosotros, de perdonarnos a nosotros, si antes de criticar a
otros, nos criticamos a nosotros mismos, creo que este mundo sería diferente,
creo que seríamos menos egoístas, creo que sufriríamos menos.
En lo referente a mí, sé que hay muchas cosas que me cuestan, aunque mi
estadía en esta ciudad ha ayudado mucho, ha sido un proceso a veces muy
molesto, y me ha costado, pero poco a poco he ido aprendiendo.

(19-20)-11-2018

Hoy me he sorprendido mucho, y tal vez he recibido una lección y un impulso,


te estarás preguntando a qué hago referencia, y ya te lo voy a decir. Siempre me
he jactado de que - ¡ay sí! es que a mí me gusta escribir -, pero la verdad es que
me he quedado asombrada con lo que Danilo ha escrito, de verdad me encanta
como escribe jaja, es cierto que hay cosas muy cómicas, pero es toda su locura
la que logra describir las escenas muy bien, y lleva al lector a ese mundo de
imaginación que sólo puede ser posible con ideas bien organizadas.
También debo reconocer que, en toda mi existencia, jamás me había encontrado
con un tipo tan particular, él es un mundo lleno de muchas cosas, y lo último
que me esperaba de él es que estuviese escribiendo un libro o algo así, sus
detalles me impresionan.
Hace algunos días he optado por llevar una serie de relatos de lo que me sucede
en el diario vivir, esto me resulta agradable, porque quiere decir que poco a
poco he de ir plasmando lo que sucede en mi vida, observando mis estados de
ánimo, mis comportamientos, y cómo cada día voy cambiando, o tomando nota
de lo que he hecho de aquí a algunos años.
A veces la vida se torna tan inusual, de repente estoy acostumbrada a que pasen
cosas de cierta manera, y de repente todo se hace tan diferente, situaciones
inesperadas, momentos vividos que nunca pasaron por mi cabeza, personas tan
particulares y fuera de lo común que salen de la nada y llegan a cambiar mucho
de lo que ahorita somos.
También resulta tan extraño que a veces tenemos toda la libertad de hacer tantas
cosas buenas y agradables, no necesitamos pedir permiso, y aun así no lo
hacemos.
Creo que necesitamos hacer un compromiso con nosotros mismos, casarnos con
nuestros sueños, con lo que queremos alcanzar, que no nos dé pereza pensar y
prepararnos con tal de alcanzar lo que tanto deseamos, hacer lo necesario, para
que las cosas salgan bien, de verdad esforzarse, se requiere.
Nos da pereza escarbar, estar constantemente detrás de algo, nos da miedo ser
lastimados, pero la realidad es que no todo puede salir perfecto, no siempre
hacemos las cosas bien, lo cierto es que, si hacemos algo mal, ya sabremos que
no podemos volver a hacerlo así, hay más caminos, hay más opciones y quién
dijo que no se podía, no siempre vamos a dar a la primera con la opción
correcta, a veces se hace necesario recorrer otros caminos, para que crezcamos,
y estemos preparados cuando llegue el momento de alcanzar aquello que tanto
hemos añorado.
Yo me he encontrado en tantos momentos de incertidumbre, y dando vueltas a
todo, que creo he perdido mucho tiempo pensando en aquello que pudo haber
sido y no fue, sin embargo, la cuestión es sencilla, si ya no puedo retroceder el
tiempo, pues ya no debo pensar en lo que no pudo ser, debo enfocarme en el
presente, en lo que tengo, en lo que puedo construir aquí y ahora, lograr que el
pasado, y oportunidades perdidas no me torturen. Justamente en este momento
imagino la siguiente escena:
Hay cuatro personas muy cerca de mí, uno de ellos se encuentra a unos pasos
atrás de mí, a veces trata de acercarse más de lo necesario, intenta hablarme al
oído, recordándome las oportunidades que dejé pasar, las veces que actué mal,
aquellas veces que herí, que causé daño, o las veces que sencillamente no supe
actuar y comportarme como la situación lo demandaba; a esta primera persona
la llamaré pasado. A mi lado derecho observó otra persona, me intimida la
forma en la que me mira, parece que quiere algo de mí, me está retando, sí eso
hace, a veces me asusta y otras veces me da confianza, intenta decirme algo, de
repente saca de su colorida mochila una caja mediana de cartón, decorada con
un listón rojo que se cruza entre los centros laterales de esta, formando
finalmente un llamativo moño en la parte superior, cautiva toda mi atención, es
allí cuando esta persona extiende su mano, indicándome que ese detalle es para
mí, estoy muy asombrada, no me lo esperaba, pero al instante, llegan algunos
interrogantes a mi mente, me pregunto: ¿por qué quiere tener ese detalle
conmigo?, ¿qué quiere de mí?, ¿por qué debería recibir un regalo a alguien que
apenas alcanzo a distinguir su silueta en la oscuridad a pocos pasos de mí? ,
¿qué habrá en esa caja?, esta persona se torna insistente, parece resuelta a
entregarme lo que ha sacado de su equipaje, a pesar de mis dudas, me atrevo a
recibir el obsequio. Una vez tengo la caja en mi poder, la observo
detalladamente, empiezo a abrirla con cautela, el personaje que acaba de
obsequiarme ese detalle me observa, parece que no quiere perderse ninguno de
mis gestos y reacción que tendré al descubrir lo que alberga dicha caja; qué gran
desilusión empieza a dibujarse en mi rostro cuando abro la caja, me parecía un
verdadero desperdicio que un reloj burdo y ordinario se encontrara en una
envoltura tan hermosa, miré a ese sujeto con ira inyectada en mis ojos, me
parecía absurdo que hubiese insistido tanto en darme algo que a mi gusto
carecía de sentido. Inmediatamente este personaje percibió mi poco entusiasmo,
no obstante, me miró con ternura y se echó a reír, y eso me indignó mucho más,
parecía que mi disgusto sólo le causaba satisfacción, entonces me increpé, dirigí
mis pasos hacia él y le grité con ira, decepción e intriga: ¿¡crees que puedes
jugar conmigo!?, ¿¡acaso estoy necesitando un reloj viejo y desgastado!?,
¿¡intentas burlarte de mí!?... seguía mirándome, no se inmutaba ante mis
desesperadas preguntas… fue entonces cuando me devolvió otra de sus miradas
tiernas y entusiastas, me miró directo a los ojos y me dijo: lo que te he dado
tiene un valor incalculable, es un regalo que sólo lo vas a tener hoy, ese reloj
burdo que has recibido en realidad no es importante, la envoltura tampoco debe
importarte mucho, me dijo toma ese reloj –no muy convencida obedecí a su
petición- me preguntó: ¿ves la hora que está marcando?, observa como cada
segundo pasa, y ninguno regresa, cada minuto transcurre, y ya no existe. Lo que
te he venido a obsequiar es tu presente, es un regalo que alguien te obsequia
cada día, cada mañana, debes aprovechar ese tesoro que se llama tiempo, porque
una vez que ha transcurrido un segundo ya no tienes opción de repetir lo que
hiciste en ese lapso, por eso se llama presente, es tu regalo, es tu tiempo, no lo
desperdicies, es un recurso no renovable, tiene un depósito cuyas reservas están
contadas, es hora de que aproveches lo poco o mucho que te ha sido dado en tu
paso por esta humanidad, sólo tú puedes disponer de él, ten cuidado al usarlo,
ten cuidado a quién lo compartes, no vaya a ser que tu reserva se acabe y no
hayas alcanzado a hacer todo lo que habías planeado… fue entonces cuando se
empezó a alejar de mí, era él, me había desarmado, ya no tenía cómo refutarle
nada, por el contrario, me sentía muy avergonzada por aquella forma tan infantil
de comportarme, haciendo pataletas por no hallar en la caja algo agradable a mi
vista; quise alzar mi voz y gritarle que se quedara, que quería que me explicara
más sobre ese tiempo que me había obsequiado, pero ya era tarde, estaba lejos
de mí, cruzando un puente que se me hacía imposible alcanzar así corriera con
todas mis fuerzas, fue allí cuando entendí que el mismo presente me había
visitado, me había mirado a los ojos, transmitiendo toda su magia.
Aún estaba perturbada con mis pensamientos, tratando de digerir todo lo que
había acabado de pasar, sosteniendo en mi mano derecha el viejo reloj y en la
izquierda la bella envoltura con el listón rojo. De repente percibo que, a lo lejos,
frente a mí, hay otra persona, esta no me mira de frente, no está a mi lado, ni
siquiera intentaba darse la vuelta… me sorprendo ante su indiferencia, porque
sé que este personaje sabía que justamente yo estaba detrás de él, pero no se
inmutaba ante mi presencia, quise correr hacia él, necesitaba saber de quién se
trataba, ya era demasiado, en ese mismo lugar había encontrado al pasado y al
presente, sería posible que el futuro también estuviese allí, si era así, mi
curiosidad ya me estaba incitando a hacer lo necesario por sostener una
conversación con el futuro, me urgía saber lo que este me deparaba… vaya
manía la de querer saber con antelación lo que sucederá en algunos años.
Cuando me disponía a soltar el reloj para correr hacia el futuro, alguien se
interpuso en mi camino, e inmediatamente reconocí de quién se trataba, era él,
el presente estaba de regreso, y esta vez se disponía a interponerse en mi
camino, ya sabía de sus alcances, ya me había mostrado lo obstinado que era, y
sabía que haría lo necesario con tal de no dejarme pasar, ahora mi pregunta era
¿por qué?, si cuando se acercó la primera vez, me insistió hasta poder recibir su
obsequio, ¿qué me quería decir ahora?, acaso en tan pocos minutos ya había
hecho las cosas mal, no, no era posible… finalmente le pregunté, ¿qué haces
aquí?, y me dijo: lo siento, olvidé hacerte una advertencia –tenía la habilidad de
inquietarme y despertar mi intriga- entonces le dije, por favor dime, dime qué se
te ha ocurrido ahora, porque empiezo a desesperarme y ya no comprendo de qué
se trata todo esto.
Entonces fue cuando empezó a decirme que tuviese cuidado porque el futuro era
un personaje que iba a comportarse exactamente como yo lo hiciera con el
tiempo que él me había obsequiado, honestamente quedé muy confundida, y le
dije que por favor me explicara porque seguía sin comprender; entonces se armó
de paciencia y se sentó con intenciones de tener una seria conversación, me
dijo: sé que ahora no comprendes mucho de lo que te digo, pero algo debes
saber, el camino hacia el futuro lo vas a construir con tus acciones, no puedes
pretender conocerlo desde ya, porque sólo tú a través del tiempo, vas a transitar
este camino, tal vez a veces corras, otras caigas, o camines muy lento, pero ante
todo debes tener objetivos definidos, recuerda que él se va a comportar
exactamente como tú lo hagas, si malgastas tu tiempo, y lo das a personas que
no se den cuenta de tu tesoro y lo desperdicien, el único perjudicado serás tú, si
quieres encontrarte con un futuro agradable, amable, entusiasta, arrasador y
lleno de frutos, debes sembrar ahora, debes construir tu camino para llegar a él,
no dejes el camino al cuidado de otros, te llevarán a donde no quieres, y te
encontrarás con un futuro lleno de frustraciones, amargado y poco amable… El
futuro no está hecho, ese debes construirlo. Que tu pasado se muera de envidia
cuando vea tu presente y el futuro que estás creando con las acciones que
ejecutas día tras día.
Al principio hablé de cuatro personajes, ya he abordado tres, ahora hablaré del
último, este último es muy particular y misterioso porque estuvo observándolo
todo, presenció aquella vez en la que el pasado quiso turbar mi paz, también
observó mi encuentro con el presente y mi curiosidad por conocer el futuro.
Después que el presente se fuera por segunda vez, y me dejara ensimismada en
mis pensamientos, con la mirada perdida en el horizonte, tratando de hallar
sentido a todo lo vivido en esos instantes… se acercó este hombre, su presencia
era tan diferente a la de los otros tres personajes, con él no sentía miedo, el sólo
hecho de tenerlo frente a mí, me impregnaba de una tranquilidad y seguridad
absoluta que ni siquiera pude ver en el presente que aún con todo su entusiasmo,
insistencia y ternura no lograban darme esa tranquilidad que hasta ahora sentía.
Cuando este cuarto personaje empezó a hablarme, todo dentro de mí se quebró;
¡hizo un recuento tan detallado de mi vida, de mis luchas, de mis logros, de mis
frustraciones, de mis falencias, debilidades, temores, sueños, anhelos… me
conocía tan bien, conocía cada parte de mí, lo había presenciado todo… no me
hizo falta escuchar su nombre porque ya sabía de quién se traba, OMG!, cómo
era posible, era él, ahí estaba aquel que tanto había deseado ver, era él, mis ojos
empezaron a encharcarse, un nudo en mi garganta me impedía hablar, no podía
articular palabra, lagrimas empezaron a correr por mis mejillas, mi corazón latía
como nunca antes, ni siquiera podía sostenerle la mirada, era una mirada sin
reproches, no me juzgaba, no me recrimina nada… ya no estaba el pasado
acusador, ya se había marchado el presente desafiante, y ya no importaba el
intrépido futuro… sólo me importaba él, un sólo abrazo suyo podría curar por
completo todas mis heridas, una mirada suya era toda la inspiración que yo
necesitaba para vivir mi presente al máximo, y caminar de su mano me daba una
seguridad jamás sentida, ya no me daba miedo caminar hacia el futuro, lo tenía
conmigo y ahora nada importaba, ese, ese personaje, ese misterioso personaje es
mi DIOS, si lo tengo a él ya no hay nada que temer, ni pasado que me acuse, ni
presente que me intimide.

(22-24)-11-2018
Hoy me encuentro nuevamente aquí, en mi habitación, recostada en la cama con
dos almohadas a mi espaldar y un portátil sobre mis piernas, tal cual como ha
sucedido en las noches anteriores en las que llegó a casa, ceno, aseo mis dientes,
me pongo una pijama, oro algunos minutos, y posteriormente me incorporo en
la cama, me abrigo, y me dispongo a abrir el portátil.
Tal vez en esta aventura de escribir a diario que empezó el día 15 del mes en
curso, no llevo una secuencia, sino que de lo vivido en el día, o sencillamente de
pensamientos que llegan a mi cabeza entonces empiezo a escribir.
Debo decir que todo empezó ya hace algunas semanas. Siempre retumbaba en
mi cabeza aquello que tanto me gustaba hacer cuando estaba en mi
adolescencia; me encantaba leer y escribir, no me importaba si se hacían las
2:00 am leyendo, era lo que me gustaba, y poco me interesaba el tiempo que
transcurriera, quería seguir leyendo, quería saber en qué terminaría aquella
historia, posteriormente tomaba nota en una libreta de todas las frases y
fragmentos importantes que me hubiese gustado del libro leído. sentía que ese
hábito le hacía muy bien a mi vida.
Al llegar a la Ciudad de Bogotá, ya muchas cosas empezaron a cambiar, le
dedicaba más tiempo a la universidad y era poco el tiempo que me quedaba para
leer y escribir cosas de mi interés.
Aprovechando estos días de paro, hace algunas semanas empecé a leer algunos
libros; el primero de ellos fue: Orgullo y Prejuicio. Ya hacía mucho tiempo
había visto la película, pero no recordaba muy bien la historia, y teniendo el
libro a la mano, tenía mucha curiosidad de empezar a leerlo, y así fue. La
historia es bastante atrayente, se trata de aquella forma en la que surgían los
compromisos y matrimonios en Inglaterra en la época de 1800. Es interesante
enterarse de los protocolos y normas establecidas en la época con respecto a
estos asuntos. La autora, Jane Austen, hace énfasis en una chica que
definitivamente rompe los esquemas de la época, esta resultó ser muy
inteligente, astuta y obstinada, no se doblegó a las exigencias de la sociedad ni a
los compromisos por interés, incluso cuando su madre intentaba obligarla, ni
siquiera cuando un prepotente Darcy le pidió matrimonio, en fín, la historia es
muy interesante.
Una vez terminé de leer el libro ya mencionado, quería leer otro libro, no se me
ocurría cuál, o de qué género literario. Esa semana me animé a ir a la biblioteca
central de la Universidad, hace mucho no entraba allí, es una biblioteca
destinada a las ciencias humanas, de la salud y arquitectura; por los temas
tratados en mi carrera (Ingeniería Civil), siempre acudo a la biblioteca del
edificio de ciencia y tecnología, no obstante, estas semanitas de paro me han
servido para poder acudir a otras bibliotecas. Ingresé al primer piso de esa
enorme biblioteca, intentaba leer algún libro de Pablo Neruda o de Mario
Benedetti, siempre en instagram o facebook, veo frases escritas por ellos, pero
nunca me había dado a la tarea de leer algún libro referente a los autores ya
mencionados. Honestamente quería leer un libro de cartas de amor o de poemas
que hace algunos años en Tumaco lo había apenas ojeado mientras me sentaba
en un parque esperando a alguien. Lo cierto es que no di con el libro que
buscaba, de repente saltó a la vista un libro cuyo autor era Mario Benedetti, dije
dentro de mí, me consuelo con este libro aunque no sea estrictamente el que
estoy buscando. entonces tomé el libro de la estantería, me ubiqué en una silla y
poniendo el libro en una de las mesas que pone al servicio la biblioteca para leer
con mayor comodidad, empecé a descubrir aquel libro. Empecé a ojearlo, se
trataba de una recopilación de poemas de Mario Benedetti, este poeta escribió a
su patria (Uruguay), a la vida, a las contradicciones que genera la muerte, a las
equivocaciones que cometemos a diario, era muy llamativo, no obstante, había
una gran cantidad de términos que desconocía, ese libro tenía vocabulario
demasiado novedoso para mí, tuve que estar con mi celular y google abierto
todo el tiempo, para entender lo que iba leyendo. Hubo un fragmento de un
poema que llamó mucho mi atención, dice así: “el futuro no es una página en
blanco, es una fe de erratas”. no entendía a qué hacía referencia con “fe de
erratas”, jamás había escuchado ese término, inmediatamente busqué su
significado y quedé muy sorprendida, no sabía que cuando se escribe un libro y
se lleva a revisión, al final se pone una hoja con las correcciones de ortografía, o
por errores como que una palabra lleve una letra de más, muy interesante, y
ahora esa definición estaba aplicada a la vida mísma, al futuro, wow, me gustó
mucho, tanto así que la puse de estado en instagram y whatsapp. Seguí leyendo
sus poemas como hasta el mediodía, después dije ya, basta de poemas, ahora
quiero un libro que tenga una historia, algo que me cautive, y me entretenga, lo
necesito. Volví a recorrer los estands y no hallaba algo que realmente me
gustara, de repente, observo un libro enorme en la parte superior, estaba sólo,
parecía que era nuevo y estaba en exhibición. Inmediatamente la curiosidad me
llevó a tenerlo en mis manos para ver de qué se trataba, oh sorpresa la que me
llevé, era el libro sobre el cual se basaron para hacer la película de “palmeras en
la nieve”, cuyo protagonista es el actor Mario Casas, junto a la Actriz Berta
Vázquez, OMG, allí estaba el libro, y yo lo quería para mí, no lo pensé dos
veces y fuí hasta el lugar de préstamo y puse mi carnet, esperando que se me
asignara el préstamo, y así fue, se me otorgaron 15 días para leerlo, para tenerlo
conmigo. Debo reconocer que en realidad era muy denso, hablo del volumen del
libro, nada más y nada menos que 736 páginas. Igual y eso no me interesaba, yo
quería leerlo, sabía que en la película omiten muchos detalles que el libro sí se
toma el tiempo de explicar.
Empecé a leer este maravilloso libro, algunos amigos de la universidad me
dijeron que ese libro había estado expuesto en la feria del libro, y dije: con más
veras debo continuar leyendo. Su autora, Luz Gabás, es una escritora española,
en este libro narra una de las muchas historias de amor que se vivieron entre los
españoles y las mujeres piel morena de Guinea en el siglo XX.
Al empezar a descubrir la historia que quedó plasmada en esas letras, se
removían muchas emociones dentro de mí, era inevitable no ver a un hombre
que distingo, él estaba reflejado en el personaje principal, es increíble, un libro
deja una amplia puerta a la imaginación, se caracterizan los personajes, pero en
realidad uno termina de crearlos de acuerdo a las vivencias tenidas.
A veces uno suspira leyendo ciertas historias, nos sumergimos tanto en ellas, al
punto de añadirnos a la historia como si estuviésemos leyendo nuestra propia
vida.
Desde niña he soñado con un amor inmutable (y creo que no soy la única), un
amor que pueda resistir tiempo y distancia, que sea fuerte a pesar de todo, que
sea leal y capaz de resistir a lo que se ponga en frente… Así es el amor de
Kilian y Bisila, tal vez las condiciones en las que surgió su amor no eran las
mejores, más aún porque ella ya era una mujer casada según las costumbres y
tradiciones de su pueblo natal; Kilian por el contrario era un español,
acostumbrado a la cultura europea, que trató en muchas ocasiones de
convencerse así mismo de que Bisila era una mujer que le pertenecía a otro
hombre, y él no debía irrumpir en la paz de ese hogar.
Pese a los esfuerzos de ambos, resultaron envueltos en una pasión que no les
dejó otra salida. Años más tarde moriría el esposo de Bisila, quedando ella libre
para hacer público su amor con Kilian, cuando finalmente era posible su amor,
sin impedimentos morales, la situación política de Guinea se tornó bastante
complicada, obligando a todos los “blancos” a volver a España, y no se les
permitía llevar mujeres o hijos nacidos de una mujer negra, fue así como Kilian
debió separarse de Bisila para siempre. Antes de separarse, ninguno de los dos
sabía si volverían a verse, entonces decidieron guardar promesas de fidelidad en
sus corazones, juraron que así volvieran a entregar sus cuerpos a otras personas,
sus corazones siempre estarían unidos, jamás darían sus corazones y lealtad a
otras personas.
Pasaron muchos años, aproximadamente 30 año, sería el mismo destino el que
se encargaría de que el uno volviese a saber del otro. El presente se empeñaba
en escarbar en el pasado, a descubrir ese amor que el tiempo y los años no
lograron borrar. Aunque nunca más volvieron a verse, el sólo hecho de saberse
aún con vida, removió todo lo que había de ese amor, y los dos murieron en paz,
felices de haberse querido con todo el corazón.
El final de la historia es muy triste, hubiese querido que pasara como en las
novelas: que al final de la historia, y después de haber enfrentado tantas
adversidades, los protagonistas terminaran sus días juntos y felices.
Lastimosamente a veces las historias de la vida real difieren un poco de aquellas
que nos muestra una pantalla; a veces idealizamos tanto, nos aferramos a
utopías que crea nuestra mente, y finalmente terminamos derrumbados y
decepcionados ante una realidad que nos abre los ojos, que nos dice que a veces
para llegar al amor verdadero debemos recorrer otros senderos, que el amor no
es algo que se nos da hecho, que este debe construirse día a día.
En esto del amor, yo tengo mis contradicciones: he llorado, he reído, me he
decepcionado, le he fallado a otras personas, me han fallado, he aportado a otras
vidas, otros han aportado a la mía, etc.
A la edad de escasos 12 años empecé a interesarme en alguien. -caramba, de
veras que era apenas una niña- Todo empezó con un cariño muy bonito como de
dos niños jugando al amor, esto era nuevo para mí, jamás me había interesado
en un hombre, ¿qué era todo eso que me estaba pasando?, me llené de felicidad
al saber que a ese chico le sucedía lo mismo que a mí, era mútuo, (ahora vengo
a entender que escasas veces en la vida se llega a tener toda esa magia y
conexión con una persona, no es fácil, no se anda encontrando por ahí, no
sucede con cualquier persona), pero apenas era una niña, jaja aunque a esa edad
uno dizque se cree muy grandecito.
A la edad de 13 años, tomé la decisión de contarle a mi papá lo que me estaba
sucediendo; debo reconocer que él fue muy prudente al responder a mi
confesión, me dijo que lo que me estaba sucediendo era muy normal, estaba
empezando mi adolescencia y ya se empezaban a generar cambios en mí, y
entre esos cambios llegaría a sentir cosas nuevas, y una de ellas era empezar a
interesarme en un hombre, me dijo que lo anormal es que me interesara una
mujer, no obstante, hizo énfasis en que aún estaba muy pequeña, que no debía
involucrarme mucho con esa persona, dado que no tenías proyecciones de nada,
y ambos aún estábamos en el colegio. Honestamente quise hacer caso a lo que
mi papá me estaba diciendo, pero fue inevitable, de verdad me gustaba mucho.
No faltaba a ningún culto, primero porque de veras sí quería buscar de Dios,
pero el segundo motivo estaba directamente relacionado con él, así fuera un
saludo o una mirada, eso para mí era suficiente.
Siempre quería verme bien, que él lo notara. Poco a poco todo eso fue creciendo
como yo nunca imaginé; él empezaba a enviarme saludos o mensajes con sus
amigos, yo también le mandaba a decir cosas, pero eso sí, en la iglesia casi ni
hablábamos, jajajaj ya estaba advertida por mi papá, y pues mi mamá sí que se
molestaba cuando me veía hablando con él. Era esa inocencia lo que lo hacía
genial, esa manera de querer, no era necesario besos o abrazos para sentir todo
lo que ese niño generaba en mí.
Después empezamos a enviarnos cartas, luego, ya empezamos a enviarnos
mensajes por celular y a llamarnos. Hasta ese momento sabíamos que sucedía
algo especial entre nosotros, pero jamás nos habíamos dicho nada de frente, ni
siquiera por celular, sólo éramos amigos, reíamos y molestábamos pero no más.
En la iglesia ya nos empezaron a molestar, a insinuar que nos gustábamos, sólo
nos reíamos pero no decíamos nada.
Fue hasta un fin de semana que él se animaría a decirme todo lo que sentía, yo
había asistido a una vigilia que se había programado en el sector de Tumaco en
un centro recreacional llamado Comfamiliar; él no había podido asistir, esa
noche extrañé mucho no verlo, esa noche no me escribió, ni me envió un
mensaje, nada de eso, y se me hizo muy raro. Al día siguiente, cuando ya iba
saliendo de la vigilia, de repente entró una llamada a mi celular, ese número no
lo tenía registrado, el hecho fue que contesté la llamada, y oh grata sorpresa la
que me llevé, era él, sí, era su voz. Empezó a preguntarme que cómo estaba, que
cómo había estado la vigilia, y preguntando cosas así, de repente cambió de
tema, dijo que quería hablarme de algo que le estaba sucediendo hacía mucho
tiempo, mi corazón empezaba a palpitar, ya era inevitable hablar de eso que
sentíamos al vernos. Era de muy corta edad, creo que tenía como 14 años, y ya
sentía algo muy bonito. Empezó diciendo que cuando llegaba a su casa, y al
acostarse, se quedaba despierto durante mucho tiempo, que se la pasaba
pensando en mí, en lo que hablábamos, en nuestras miradas, detalles que
habíamos tenido para amor y amistad, o en nuestros cumpleaños, o aquellas
escasas veces que nos quedábamos solos hablando, ese nerviosismo que se
generaba en él al tenerme cerca. Mi corazón estaba palpitando muy rápido, era
él, y me estaba diciendo todo eso, no lo podía creer, me consta que muchas
niñitas estaba detrás de él, pero él me había elegido, sí, lo había hecho, y yo no
quería a nadie más que no fuera él, me encantaba y se me notaba, aunque a
veces tratara de ocultarlo. Yo también empecé a expresarle todo lo que me
sucedía, que a veces me demoraba mucho buscando qué ponerme o cómo
peinarme, quería hacerlo para él, quería agradarle; también le dije que me había
encantado todos los detalles que había tenido conmigo, que hasta guardaba las
cajitas de chocolate que me regalaba (jajajaj súper ficti).
Después de ese día, todo se tornó aún más intenso, ya quería llamarlo muchas
veces, quería saber de él, me moría de ganas de decirle que lo quería, que
siempre lo tenía presente. Amaba encontrarme un mensaje de él, se me removía
todo. Hablabamos horas y horas por celular, me encantaba todo lo que estaba
sucediendo.
Tiempo después él se fue a vivir con su mamá que no es cristiana, anteriormente
vivía en la casa de su tía que era esposa de un diácono de la iglesia, todo ellos
muy cercanos a mi familia. Así, ya él empezó a menguar la asistencia a los
cultos, su nueva casa quedaba retirada de la iglesia y empezaba a congregarse
sólo los fines de semana, OMG! que larga se me hacía la semana esperando que
fuese sábado o domingo. Poco a poco se fue alejando de la iglesia, hasta que
dejó de asistir, y ya iba esporádicamente. Yo siempre estaba pendiente de él,
siempre lo animaba, que no se alejara de Dios y todo eso; luego, empezó a tener
problemas con la mamá y el padrastro, se peleaban mucho, adicional a eso, en el
colegio no iba tan bien, a su mamá le enojaba eso, y así, poniendo de excusa
todo lo que le sucedía, se alejó de todo, hasta de mí… eso me dolía mucho.
Se aproximaban mis 15 años, y yo quería que él estuviese ese día conmigo, pero
nunca llegó, aguardaba la esperanza que en algún momento apareciera, pero eso
nunca pasó… parecía que quería morirme, hacía mucho tiempo no lo veía, no
sabía nada de él, y de verdad me entristecía mucho. Ya a altas horas de la noche,
recibí una llamada de él, esa llamada me devolvía la calma, era él, y eso me
hacía feliz. Después de ese día, no volví a saber nada de él, me dolía saber que
estaba alejado de Dios, y eso cortaba todas mis esperanzas para intentar algo
con él, me moría de ganas por volver a pasar tiempo con él, de volver a esas
largas conversaciones, pero no podía hacerlo, él ya no era cristiano.
Así pasaron muchos meses, lloré muchas veces, le pedía a Dios que volviera,
pero no sucedía.
Fue en un Abril, una prima de él estaba cumpliendo años, mi familia había sido
invitada a esa fiesta, honestamente no tenía muchas ganas de ir, pero como
todos iban, pues yo debería ir. Esa tarde antes de encaminarnos a ese
compromiso, pasaba algo raro conmigo, empecé a sentir ese nerviosismo que
sentía cuando sabía que iba a llegar a un lugar y que él estaría allí.
Me dije a mí misma, es imposible que él esté allí, aunque son familiares, él no
es tan allegado a la familia de su prima, además será una fiesta de gente
cristiana, y dudo mucho que él esté allí. Finalmente llegamos con mi familia a
los 15 de aquella muchacha. todo transcurría muy normal, de repente me
encontré a una amiga de la iglesia, también la habían invitado, y estaba allí, nos
pusimos a hablar y molestar y reír, estábamos en esas cuando me dice que la
acompañé a la parte trasera de la casa a traer algo, yo accedí tranquilamente…
Cuando llegamos, alguien estaba sentado en una hamaca, estaba de espaldas, se
asemejaba a él, pero no estaba segura, de un momento a otro mi amiga dijo que
se iba y que me dejaba allí porque alguien quería hablar conmigo… no, no
podía ser, mi corazón empezaba a acelerarse, era posible que fuese él, tantos
meses sin saber nada el uno del otro… lo que me había pasado en la tarde,
¿sería posible?, ¿acaso podía presentir que ese día lo volvería a ver?.
Cuando se dio la vuelta y se puso de frente a mí, era él, como siempre, como si
el tiempo no hubiese pasado, como si apenas lo hubiese visto el día anterior, nos
saludamos y me dio un fuerte abrazo, no nos queríamos soltar, transmitíamos
mucho. Después del saludo, nos sentamos, empezamos a hablar de mil cosas, de
cómo estaba él, de cómo estaba yo, de qué había sucedido en todo ese tiempo; el
tiempo se pasó volando, y llevábamos como hora y media allí sentados y
hablando, el tiempo se pasaba muy rápido, y ya se acercaba la hora de irme, mis
papás ya me andarían buscando, lo mejor era darme prisa… no quería irme,
quería seguir allí, contemplando esos ojos en los que no me veía hace ya mucho
tiempo, aquella voz que siempre recorda y esa aroma suya que era inolvidable.
Se hacía tarde, así que me despedí, tal vez quedarme más tiempo frente a él era
perjudicial, tenía la habilidad de desestabilizarme, de intimidarme si sus ojos se
quedaban mirándome detenidamente. No era correcto estar allí, así que me
despedí con un abrazo y me di prisa.
Llegué a casa y no podía olvidar lo que había sucedido esa tarde-noche, me
acosté y no podía conciliar el sueño, quería recordar cada detalle de él, cada
momento, sus ojos, su rostro, sus cejas, sus pestañas, esa forma en la que me
había abrazado… todo él; era como si todo estuviese allí, intacto, aún después
de mucho tiempo, nunca nos habíamos besado, nunca había pasado nada, pero
era algo muy grande lo que sentía por él, muy grande.
Desde ese día él empezó a escribirme, a los días empezó a asistir a los cultos, un
domingo pasó adelante y dijo que se quería reconciliar, qué felicidad, había
vuelto, estaba otra vez en la iglesia, y por supuesto ahora sí podía pensar en
intentar algo con él. Todos en la iglesia se alegraron mucho de su regreso, él
siempre era muy amable con todos, los muchachos le seguían las ideas, influía
mucho en ellos, y era el amor de mi vida (así lo aseguraba yo en esos tiempos).
Poco a poco empezó nuevamente a servir en la iglesia, asistía muy puntual a los
cultos, a participar en las actividades de los jóvenes… y obviamente yo felíz de
verlo así y más seguido.
Fue así como otra vez se fue alimentando todo eso que ya estaba, ahora las
cosas iban en serio, para ese entonces yo ya tenía 16 años y él 18. Iba a la casa,
nos sentabámos a hablar en el antejardín, aunque a mi mamá eso le molestaba
un poco; eramos felices, los dos, estábamos juntos nuevamente y esta vez
queríamos algo serio.
En una ocasión habíamos acordado hablar con mi papá y decirle que nos
queríamos y que queríamos saber él que pensaba, finalmente no se pudo hacer
porque justo el día que habíamos acordado hablar, mi papá tuvo que viajar y no
se pudo.
Él se iba a ir de vacaciones en ese diciembre del 2012, iba para el lugar en el
que se encontraba la familia de su tía que hacía poco habían salido al ministerio;
la verdad es que no quería que se fuera, estábamos viviendo nuestro mejor
momento, lo amaba con todas las fuerzas de mi corazón, y no me gustaba eso de
que se fuera mucho tiempo. No iba a poder abrazarlo ese 31 de diciembre y
empezar el año con él, allí.
Antes de irse, fue muy especial conmigo, me dejó varios ositos, unos
chocolates, una carta, una manilla, jajajaj me dio eso delante de mi familia,
porque eso fue a despedirse y a pedir oración para viajar… Dios, yo moría de
pena, cómo se le ocurría darme todo eso delante de todos, pero bueno, ese era
él. Ese día mi mamá hacía caras de no gustarle mucho todo eso, y mi papá y mi
hermana sólo se reían.
Cuando estaba lejos, hablábamos mucho, nos escribíamos siempre… a veces me
daba fastidio, porque empezaba con sus historias de que ay sí, es que acá hay
una muchacha que me ha dicho esto y lo otro, y yo ay no, no puede ser, jajaja un
día le dije, ahh usted verá si se quiere quedar allá. De repente algo empezaba a
inquietarme, de repente ya hablábamos pero no tan seguido, o a veces se iban a
cultos por allá a lugares donde no cogía señal y no nos podíamos comunicar…
empecé a sentirlo muy raro… no dije nada, sólo dije: si él ya no está sintiendo
lo mismo que yo es mejor que me lo diga, para yo no quedar como una tonta
allí.
Esperé que regresara de sus vacaciones, en todo ese tiempo yo había tenido
miedo, y dentro de mí ya había tomado decisiones, había decidido que ya no
quería seguir hablando con él, ya un buen tiempo había sufrido por él, cuando
no estaba en la iglesia y todo eso, y ahora estaba muy raro, si era lo que yo
estaba pensando, y ya el no sentía lo mismo, yo no me iba a quedar allí, así me
estuviese muriendo de ganas por hacerlo.
El día que llegó a la iglesia, yo me porté súper indiferente con él, lo saludé muy
normal, y creo que se extrañó mucho. Ese día me dijo que si me podía
acompañar hasta la casa, le dije que sí, wow que camino para hacerse tan eterno,
yo no pronunciaba palabras, él intentaba decir cosas y yo respondía muy
cortante, ese día yo tenía un problema con mi portátil, y él es muy bueno en
todo eso y dijo que me iba a ayudar. Todo era tan diferente, el ambiente estaba
súper tenso, ya al final también miré que el estaba todo molesto y como
enojado, jah, ya lo conocía, cuando le daban sus malgenios, era terrible, no
respondía a nada de lo que preguntara, trataba de ignorarme, y ser muy cortante,
más que yo.
Esa noche se despidió de una manera tan fría que apenas entré a mi cuarto me
puse a llorar, ¿qué nos estaba pasando?, dónde había quedado todo eso que
decíamos y sentíamos. Aún así, me negué rotundamente a llamarlo o a
escribirle… ya era como las 11:00 pm, cuando veo una llamada, ay Dios santo,
era él, pero no quería hablarle, no quería… fueron como 5 llamadas, a la quinta
llamada contesté… empezamos a hablar de lo extraño que estaba todo, él me
dijo que quería saber por qué yo me había comportado de esa manera, que no lo
había saludado como era de esperarse, que eran como dos meses sin vernos y
que parecía que yo no me alegraba por haberlo visto… empezamos a hablar de
todo lo sucedido, le expresé lo que sentía, y lo que pensaba, bueno, finalmente
me dijo que dejara de pensar bobadas, que él me quería y mucho, y bueno,
empezó a decir tantas cosas bonitas, era él, y no me puede resistir.
Ya era abril, y se aproximaba el matrimonio de mi hermana, las cosas con él
habían mejorado, no obstante había cosas que rondaban en mi cabeza, se me
hacía que allá en esas vacaciones algo había pasado, y él no había sido sincero
conmigo… un día cualquiera me llamó el esposo de la tía de él, y en efecto, me
contó de algo que había sucedido con él y una muchacha, la misma familia me
lo contó, eso me dolió mucho, me había mentido y yo le había creído, ¿por qué
lo había hecho, ¿por qué?, Adicional a eso, en la iglesia empezaron a surgir
comentarios, que nos habían visto dándonos un beso o algo así, en fin, todo se
juntó. El rumor del beso estaba tan regado, que hasta un diácono le dijo a mi
hermana que me dijera que si no hablaba yo con mi papá, lo iba a hacer él. Todo
era muy confuso para mí, todo lo que se relacionaba con él me afectaba y me
dolía, debía tomar una decisión, al parecer él no había vuelto a la iglesia porque
de verdad quisiera agradar a Dios, sino porque era la única forma de estar
conmigo, OMG, no amaba a Dios, si no lo amaba a él, mucho menos lo iba a
hacer conmigo.
Me encontraba entre la espada y la pared, ¿qué era lo que iba a hacer?, era obvio
que mi salvación estaba por encima de todo, pero, ¿y él? qué iba a hacer con él,
me había fallado, había jugado conmigo, pero habíamos vivido resto de cosas
bonitas durante aproximadamente 4 años, y ahora era seguro que me esperaba
una disciplina y una larga conversación con mi papá.
Quise tomar una decisión, oré mucho, quería que Dios me guiara en todo esto.
Finalmente comprendí que lo mejor era tomar distancia, así mi corazón se
volviese añicos, de esa manera iba a comprobar si él estaba en la iglesia por mí
o porque de verdad amaba a Dios. Adicional a eso, era verdad que en
vacaciones había tenido su enredo con otra muchacha, y ya eso me generaba
demasiada desconfianza. Esperé que pasara el matrimonio de mi hermana, ese
día hasta se quedó en la casa, porque ya se había hecho tarde para ir a la suya,
yo sabía que eran los últimos días que iba a pasar cerca de él, porque pronto lo
confrontaría, y le haría saber mi decisión.
Días después le conté todo lo que sabía de su enredo con otra chica, también le
dije lo que estaban diciendo de los dos… él se puso muy triste y trató de
explicarme lo sucedido, tratando ahí de dar excusas y justificarse, que
supuestamente era ella la que estaba detrás de él, en fín. El hecho es que dijo
que con respecto a lo de hablar con mi papá, él iba a poner la cara, que yo no
tenía por qué preocuparme, que él había sido el de la iniciativa, que él iba a
hablar eso con mi papá, le dije que no era necesario, que a mí se me adjudicaba
mayor responsabilidad y pues no iban a decir ay sí, Natali hizo eso, sino que
dicen, ay sí, mirá la hija del pastor, era yo la que tenía un cargo, y yo iba a ser
responsable de mis actos.
Ese día lloré mucho. Días después hablé con mi papá, jajaj el me dijo que
tranquila, que un beso no era pecado, pero que si la gente había visto pues, eso
implicaba algo así como mal testimonio y que si yo quería disciplina, pues el lo
haría.
Eso Samuel le había enviado un mensaje a mi papá explicándole todo,
diciéndole que yo no tenía culpa; eso yo no lo sabía, sino es porque mi papá me
lo dice, tal vez no me habría enterado.
Después de eso, llamé a Samuel y le dije que yo había estado pensando bien las
cosas, que me costaba y me dolia hacer lo que iba a hacer, pero que era lo que
mejor creía conveniente, le dije que lo amaba con todas las fuerzas de mi
corazón, se lo dije llorando y llena de tristeza y dolor, pero que por el momento
era necesario tomar distancia. Sé que estaba llorando porque lo escuché,
también sé que tenía mucha rabia, que ni siquiera terminamos la conversación
porque él decidió colgar… tiempo después me enteré que no es que hubiese
colgado, en ese instante había arrojado el celular contra el piso, y lo había
desbaratado por completo, ese día no quiso probar bocado y se había encerrado
a llorar en su cuarto.
Desde ese día él no regresó a la iglesia, pasaron semanas sin saber nada de él,
fue allí donde comprendí que había tomado la mejor decisión, ese chico no
amaba a Dios, sólo había estado en la iglesia con un interés muy distante al de
estar cerca de Dios.
Me dolía, no voy a negarlo, tenía una disciplina encima, adicional a eso, era
darle la razón a la gente de que siempre dudó de él, era darme cuenta de que ese
chico al que amaba tanto, nuevamente estaba lejos de Dios.
Pasaba noches enteras llorando, hasta en el comedor a la hora de la cena, se me
venían las lágrimas, era él, ahora lo había perdido para siempre, nunca volvería
a mí, era el amor de mi vida, se había ido, sus recuerdos invadían mi mente, era
el único hombre al que había amado, no tenía memoria de nadie más, cada
noche me torturaba recordando nuestras canciones, releyendo sus cartas, fotos,
cuadros, peluches, su sonrisa… ya no estaba, ya no estaba.
En ese tiempo me volví más flaca de lo normal, mis papás estaban preocupados,
y me decían que no podía seguir así. Durante ese resto del año 2013 me dediqué
a sacar el año escolar adelante, se venía la prueba de la nacional, el preicfes, el
icfes, y había una institución que esperaba mucho de mí, y no podía fallar,
necesitaba seguir ocupando el primer puesto y salir bien en todas las pruebas.
En ese mismo año, me enteré que una de las que se decía llamar amiga en el
colegio, ahora estaba como saliendo o tenía su cuento con Samuel, enterarme de
eso fue como recibir una puñalada directo al corazón, me dolía, pero igual y no
podía reclamar nada, era mi decisión y esas eran las consecuencias, igual y ya
no me pertenecía.
Tiempo después, trasladaban a mis papás, y él volvió a aparecer, me llamó, me
preguntó que si era verdad que a mi papá lo iban a mandar a otro lugar, que si
yo me iba a ir, en fín.
Tiempo después, ya viviendo en la casa de mi hermana, la tía de él nos fue a
visitar y se quedó unos días con nosotros. Llevaba ya más de 7 meses sin verlo,
y ese día me lo encontré allí en la casa, había ido a recoger a su tía, Dios, qué
impresión, era él otra vez, ese día me dio un súper abrazo, me dijo que le daba
mucho gusto verme nuevamente, yo trataba de mostrarme fría y muy normal,
pero creo que no puede evitar ocultar la alegría que me causaba volver a verlo.
A los días recibí una llamada de él, empezamos a hablar de nuevo, los primero
días era muy normal, después ya empezaron a removerse cosas, y me dijo que
todavía me quería, que ese día que me había visto y me había abrazado había
sentido de todo, ay Dios mío, otra vez era él, me armé de valor y le dije que yo
me había dado cuenta de lo que había pasado con mi compañera del colegio, se
quedó callado, después me contó todo, dijo que había sido un tonto, que lo había
hecho por despecho, pero que ella no importaba, que él de veras había tratado
de olvidarme, y no había podido, que ese día que nos vimos, se le había revuelto
todo, y se había dado cuenta que todo seguía allí.
Le dije que no le creía nada de lo que me estaba diciendo, que igual y
continuará su vida, que podía meterse con quien quisiera, que igual y nosotros
no éramos nada, que me había dolido era porque se había metido con alguien
que yo consideraba mi amiga, que eso sí fue muy duro.
Aunque la verdad era que me moría de ganas por decirle que a mí me había
sucedido lo mismo que a él ese día que nos volvimos a ver. Pero dentro de mí
sabía que no podía, ni debía hacerlo, no era cristiano y eso lo arruinaba todo.
En diciembre del 2013 me fui de Tumaco, llegué a barbacoas y posteriormente
llegaría a la ciudad de Bogotá a iniciar mis estudios de educación superior.
En febrero de ese año, él volvió a buscarme, me llamaba, quería saber de mí, de
cómo iban mis primeros días en la universidad, y yo era feliz recibiendo una
llamada de él, a veces yo también lo llamaba. Eramos amigos, ya no
hablábamos de muchos recuerdos, pero me encantaba seguir hablando con él.
Después nos alejamos mucho, ya no nos llamábamos hasta que ya no volví a
saber de él.
El restante de ese año, pensé que estábamos mejor así, puesto que yo había
estado alimentando algo que no tenía futuro. Creí olvidarlo y dejarlo de querer,
de hecho en el mes de noviembre miré que había subido una foto con una
muchacha, asumí que era la novia, y me dolió, pero dije, hasta mejor así, con
esa información, ya sabré que no puedo buscarlo o llamarlo, porque ya hay otra
persona.
Era diciembre del 2014, quería ir a Tumaco, porque hacía un año que no veía a
todos los muchachos de la iglesia, y son personas que quiero mucho, y quería
compartir con ellos nuevamente. Cuando llegué a Tumaco, también me enteré
que la tía de Samuel y el esposo habían ido a pasar unos días con nosotros, me
puse muy feliz de poder verles nuevamente. Un día decidimos ir a la playa, y
allí, en medio de conversaciones, el esposo de la tía de Samuel me preguntó que
si yo seguía hablando con él, le dije que no, que hace mucho no hablábamos, y
que él como que ahora tenía novia. Bueno, el hecho es que antes de que yo
llegara, él había estado en la playa y me había dejado como un paquetito de
dulces y el esposo de su tía me lo entregó, me quedé muy sorprendida, cómo era
eso de que tenía novia pero me seguí buscando o dando señales no, no era
posible. Ese mismo día me escribió, me llamó, me dijo que quería verme, que si
yo podía, le dije que era posible, porque ya había quedado con los muchachos
de la iglesia de hacer otras cosas… el tiempo transcurría y ya era el último día
que yo estaba en Tumaco, al día siguiente partiría a Barbacoas.
Esa noche había ido a un cumpleaños de uno de mis amigos de la iglesia, del
combito con el que siempre andaba, de repente me entra una llamada, era él, salí
de la casa y contesté la llamada, era él, me preguntó que dónde estaba, le di la
ubicación, y al cabo de unos 10 minutos me volvió a llamar, se me hizo extraño,
contesté nuevamente. Esta vez me dijo que le hiciera un favor, que por saliera
un ratito de la casa, que él estaba afuera y quería hablar conmigo, OMG!, cómo
me iba a volar, todos sospecharían, a casa en la que estaba quedaba adentro en
los puentes, lo que quería decir que debería salir hasta la vía. Dije que ya
volvería que iba a comprar algo; en efecto, cuando salí, allí estaba el. Dios
santo, yo juraba que ya no sentía nada por él, y sólo fue verlo y recordarlo todo,
era como si el tiempo ni hubiese pasado, era un año sin vernos, y allí estábamos.
me había llevado un peluche super grande y yo quedé como que what?, y
¿esto?, me dijo que lo había visto y sencillamente había querido regalarmelo, le
dije: ¿y ahora qué voy a decir cuando entre con esto y todos vean?, se río y me
dijo que eso era problema mío. Lo miré muy mal, y otra vez se rió de mí. Nos
pusimos a hablar, me empezó a abrazar, y de repente estuvimos muy cerca y fue
inevitable que se nos escapara un beso… después de lo ya mencionado me retiré
inmediatamente, cómo era posible que yo estuviese allí con él, aceptándole
regalos y todo cuando él tenía novia, y yo lo sabía y no me había importado,
¡no!, eso no podía ser. Me llené de ira y empecé a gritarle muchas cosas, me
volvió a abrazar y me miró a los ojos, me dijo que no le importaba nadie más,
que yo era la dueña de su corazón, que no importaba ahora quien estuviese, él
me amaba sólo a mí, me volví a soltar y le dije que eso no se hacía, que si tenía
una novia, debía respetarla, y olvidara todo lo que había acabado de pasar, me
despedí y ya no volví a la casa en la que estaba, quería irme a un lugar, sola,
necesitaba ordenar mis ideas, tenía muchas ganas de llorar, sentía de todo, no
era posible que después de to, yo aún siguiera enamorada de un idiota, de un
imbécil que todo el tiempo había jugado conmigo, ahora le había fallado a Dios,
cómo me iba a andar besando con un tipo que ni siquiera se interesaba en
conocerlo a él, cómo había pasado eso.
Ya en Barbacoas, lloré demasiado, oré mucho, sentía que había fallado
terriblemente, no me había importado que tuviera novia, no, esa no era yo, ¿por
qué lo había hecho?.
Dije que no podía seguir así, que de verdad tenía que hacer algo para borrarlo de
mi vida, necesitaba enamorarme de alguien más, darme la oportunidad con otra
persona, lo necesitaba, según yo, esa era la única forma de poder eliminarlo por
completo de mi vida.
Días después me llamaba, ya no quería sus llamadas; una vez le respondí y le
dije que se olvidara de mí, que se concentrará en su novia y a mí me borrara por
completo de su vida. Odiaba que en 6 años de mi vida no hubiese podido
fijarme en otro hombre, nadie más me movía el piso así, nadie, por qué, por qué.
En marzo del 2015 un chico de Cali me empezó a hablar, era amigo de mi
primo, hijo de un Pastor, todo empezó muy normal, a veces trataba de decirme
que yo le gustaba, pero siempre le desviaba la conversación. En un tiempo,
como durante un mes, se dio a la tarea de enviarme una imagen a las 6 de la
mañana todos los benditos días, a veces era muy gracioso y me reía de las cosas
que me enviaba… poco a poco fui tomando más confianza, siempre era
pendiente de mí, que si había almorzado o desayunado, que si tenía muchos
trabajos, empezamos a hablar de cosas de la iglesia, a contarme un poco más de
su vida, mejor dicho. En un determinado momento llegué a pensar que era hora
de darme una nueva oportunidad, eso era lo que yo estaba esperando.
Empecé a poner un poco de mi parte, y ya fueron dizque surgiendo te quiero y
vainas así, (súper loca, nunca debí haber hecho eso). Nos llamábamos muy
seguido, haciamos video llamadas, hasta que un día me dijo que si yo quería ser
la novia, uy no, muy fuerte, jajajajaj le dije que no, que además nunca nos
habíamos visto, que en enero, en la convención nos veríamos y allí le daría el sí.
Le caía muy bien a la mamá, y a veces hablabamos y todo; un día él me dijo que
quería venir a Bogotá, porque él tiene familia en Suba Villamaría y pues se
podía quedar- honestamente no quería que viniera-. La verdad es que yo no
estaba realmente interesada en él, y él empezó a notarlo, tanto así que un día me
olvidé del cumpleaños, yo pensaba que era en otra fecha -la patada-. Ese día se
enojó mucho, y obvio, con justa razón. Yo misma empecé a notar que estaba
buscando lo que había tenido en Samuel, y eso era imposible, no puedes tener
magia con cualquier persona, el amor no es algo que ya está, y yo pretendía
encontrarlo sin construir nada. En septiembre de ese mismo año las cosas ya
venían muy mal, un día cualquiera empezó a contarme su pasado, me encontré
cosas realmente sorprendentes, el jóven había consumido droga durante algún
tiempo, estuvo en el ejército, allá le mataron el mejor amigo, tuvo un noviazgo
de muchos años en el cual sucedieron muchas cosas, en su casa la relación con
sus papás no iba bien, porque él era muy temperamental… me dijo que
necesitaba tiempo para él, que no me contaba eso para que yo le tuviera
compasión, que lo hacía porque por fín de varios meses se había animado a
contarle todo lo que había sido, que ese pasado lo atormentaba, que le dolía, yo
quise articular palabra y no me lo permitió, me dijo que era mejor que
dejáramos las cosas así, que yo siguiera con mis estudios y eso…. yo quedé
OMG!
A qué hora había pasado todo eso, ese mismo día me bloqueó de facebook,
nunca más me volvió a responder a una llamada, y todo se quedó así.
En ese tiempo me empezó a hablar un chico de Barbacoas, de la iglesia en la
que estaba mi papá, yo había conversado escasas veces con él, y ahora me
estaba hablando por whatsapp, yo le respondía muy normal, pero poco a poco
yo sentía que algo estaba pasando, parecía que había un gusto, en fín no quise
alimentar, ni prestarle atención a eso.
En diciembre de ese año, fui a vacaciones a Barbacoas, él también fue, y en esos
días empezamos a hablar demasiado y a compartir, a los pocos días el me
manifestó que yo le gustaba, yo le dije que me estaba empezando a suceder lo
mismo (ahí estaba otra vez yo, buscando ese amor bonito, buscando sacar a
Samuel de mi vida, buscando en otros brazos lo que había perdido, y lo único
que sacaba de todo eso era absurdas comparaciones, llegando a la conclusión de
que ninguno lo igualaba). En enero nos hicimos novios, y les dije a mis papás,
que estaba hablando con Anderson. Él venía saliendo de una relación súper
caótica de 6 años, ellos terminaban y volvían; y tan sólo habían pasado seis
meses desde su última ruptura, y no me importaba, estaba empecinada en darme
otra “oportunidad”, no me importaba lo que hubiese vivido con ella, ahora
estaba yo.
Así pensaba yo en esos tiempos. Fui muy deprisa, me involucré con alguien que
ni siquiera me había tomado el tiempo de conocer, sólo quería a alguien y ya.
Eso fue fatal, a eso de 3 meses de novios empezaron a surgir muchos
inconvenientes, me di cuenta que los dos no encajábamos, que no había algo
que nos uniera, que nos hiciera saber que había magía, complicidad, picardía, ni
siquiera nuestros chistes eran compartidos, él se reía de cosas que yo como que
¿what?, y a él le sucedía lo mismo, nunca paso algo cómo - ay sí quedemos y
hablemos de todo y echémos a reír como tontos de todo -, no, nada de eso.
Empecé a observar que subestimaba mucho a la mujer, decía cosas como que ay
no a una mujer nunca la contrataría para hacer un edificio -estúpido ese-, por
Dios, yo estudio eso, ¿cómo se le ocurría decir algo así?, obviamente me sentí
horrible, es como decir, usted es mujer, ¿quién la va a contratar?. Me dí cuenta
que era demasiado autoritario, recuerdo que un día se enojó mucho porque no
respondía a sus llamadas, me habló fuerte: Para qué tiene ese celular si no va a
contestar las llamadas, ya parece mi mamá, y hablándome super feo. Justo yo
iba en camino para encontrarme con él en la casa de mi tió, eso fue en Cali. Ese
día estaba con Samir, mi mejor amigo.
Llegó a la casa de mi tío y yo estaba muy enojada, porque cuando él me dijo
eso, yo no quise decir nada, sólo le dije: aquí lo espero. Era el último día en Cali
porque al otro día viajaba a Tumaco.
Cristo, llegó a la casa de mi tío, y eso estaba de un genio terrible, su actitud me
sacaba de quicio. Me despedí muy rápido de mi tío, y le dije que nos fuéramos.
Cuando empezamos a caminar para tomar un taxi, porque esa noche me iba a
quedar en la casa de otro tío, para al otro día salir temprano al aeropuerto.
Andersón quería abrazarme y tomarme de la mano, le dije que no quería, que no
me tocara, y el muy idiota pregunta que qué me pasaba; me separé de él y le
dije: Anderson, es su vida me vuelve a hablar como lo hizo hoy, ni mi papá me
habla así para que venga usted a hablarme de esa manera. Está bien que
estuvieses molesto porque no había respondido a mi celular pero hay otras
formas, y esa no era la manera correcta de decirme las cosas. Ahí si empezó
dizque ay amor perdóneme -durante un buen tiempo odié la palabra amor- que
fastidio, no quería escucharlo hablar, quería que se desapareciera de mi vista
inmediatamente. Para mí tranquilidad, llamé a mi primo, el cual no demoró en
llegar para recogerme y finalmente me fui… el muy tonto me decía dizque ay
amor es nuestro último día, no peleemos, le dije, pues ahorita no se me va a
pasar, y tras del hecho dice dizque: pero ya te pedí perdón, le dije, sí, ya lo
hiciste, pero no por eso se me va a pasar todo ya. Ese es el último recuerdo de
nuestras salidas.
Ya era junio de 2016, tenía muchas ansias de llegar a Tumaco, de ver a mi
hermana que ya en pocos días se convertiría en mamá de una bella niña, no lo
podía creer, ¡sería tía!. Me había imaginado cómo sería aquella bebé, a quién se
parecería, con qué travesuras iba a salir, cómo sería el primer día que la tuviese
entre mis brazos; en todo esto iba pensando mientras viajaba en un avión de
Cali a Tumaco.
Días atrás había estado discutiendo con Anderson, dado que me había
cuestionado el hecho de ir a Tumaco y no a Barbacoas, para él, yo debía darle
prioridad a él antes que a mi sobrina que estaba por nacer. Todo eso resultó de
mal gusto para mí, cómo era eso de que “mi novio” me estaba pidiendo que
dejara de presenciar una de las escenas más bellas de mi vida por dedicarle
tiempo a él, ¿acaso no entendía?, ¿podía ser tan egoísta?. Esto sumado al último
episodio que tuvo lugar en la ciudad de Cali, me dejaron muy pensativa respecto
a mi decisión de seguir en una relación que no me hacía feliz y no le traía paz a
mi vida.
Finalmente llegué a Tumaco. Dios santo, había llegado muy rápido, ya quería
ver a mi hermana, quería abrazarla y consentir a esa hermosura que estaba a
punto de nacer.
Visitar Tumaco siempre ha sido muy grato para mí, allí viví siete años de mi
vida, prácticamente toda mi adolescencia, desde mis 11 años hasta los 17, y en
ese pequeño archipiélago ha quedado gran parte de mi corazón; amigos del
colegio, amigos de la iglesia, logros académicos… tantas experiencias vividas
que me hacen suspirar cuando miro el sol esconderse, y casi fusionarse entre el
cielo y ese océano pacífico.
Los días transcurrían en Tumaco, estaba muy feliz de compartir nuevamente
con mis amigos y conocidos, de visitar la playa y los parques que ahora se
encontraban más bonitos, llenos de jardín y palmeras hermosas. En medio de
todo lo bien que me sentía en esa ciudad, y la ilusión que me producía el hecho
de saber que sería tía… algo me inquietaba, sentía que en cualquier momento él
(Samuel) podría aparecer, podría verlo, y aunque en ese momento yo estaba en
una relación, y aunque ya había pasado año y medio sin verlo, y creía haberlo
sacado de mi corazón; según yo, el hecho de que ahora yo estuviese con otra
persona, era la prueba de que todo ese cariño que una vez sentí por él ya había
quedado atrás. Aunque ya no me hablaba con Samuel tan seguido, de vez en
cuando me escribía y hablábamos muy normal. En una ocasión Anderson me
había preguntado que qué pasaría si en Tumaco lo volvía a ver, le dije que no
iba a pasar nada porque ahora estaba con él y lo quería, además Samuel no era
cristiano y eso quitaba toda posibilidad; él no se mostraba muy seguro de lo que
yo estaba diciendo, me dijo que confiaba en mí, pero que no confiaba en él, en
fin, yo terminé asegurándole que así me lo encontrara mil veces en Tumaco, no
iba a pasar nada, que podía estar tranquilo.
Aunque en eso días Samuel me había escrito, yo había tenido cuidado de no
decirle que estaba allí, quería cumplir lo que le había dicho a Anderson.
Era el 15 de junio, ya en el hospital le habían dicho a mi hermana que debía ir
ese día porque le iban a hacer cesarea, pues ya estaban en la semana 38, y era
peligroso que la niña estuviese más tiempo en el vientre.
Recibimos una llamada de mi cuñado avisándonos que debíamos irnos al
hospital, que ya habían dado orden de trasladar a mi hermana al hospital San
Andrés, el hospital nuevo que se encuentra a las afueras de Tumaco.
Inmediatamente con mi mamá empezamos a alistar la pañalera: ropa para la
recién nacida y para la nueva mamá, pañales, mejor dicho, todo lo que cabía en
esa pañalera y en otros bolsos. pensamos que ese día sería muy largo, así que
eso alistamos hasta almuerzo y llevábamos resto de cosas. Pedimos un taxi y
nos fuimos con mi mamá, la mamá de mi cuñado, y la hija de mi cuñado. Todas
estábamos muy nerviosas, se había llegado el gran día. Llegamos al hospital,
rápidamente llegamos hasta la pieza en la que estaba mi hermana, le dimos un
vistazo y nos fuimos a la sal de espera, puesto que no nos dejaban ingresar a
todos.
Ese día fue muy chistoso, porque habíamos sido muy exageradas, cuando nos
sentamos en la sala de espera, eso parecía que íbamos de viaje, hasta almuerzo
habíamos llevado ahí en unas ollas… todos nos miramos y nos echamos a reír.
Estábamos allí esperando, de repente sale mi cuñado con mi hermana; resulta
que la habían revisado y le habían dicho que era mejor que se esperara dos días.
¡No!l, no podía ser, jajajajaja, habíamos cargado todo eso, pasando verguenza
en esa sala de espera… y para nada jajjaja nooo. Tenía la ilusión de ser tía ese
día y no se había podido, me fui muy triste y todos lo notaron, le dije que la
próxima vez no iba a venir al hospital, que prefería quedarme en casa y esperar
a la bebé en casa, me lo prometí, no queria desilusionarme, no otra vez.
Ninguno creyó a mi promesa, dijeron que era seguro que el día que a mi
hermana le tocara ir otra vez, yo iba a estar ahí en primera fila, les dije que no
iba a ser así, jajajaj lo peor de todo es que tenían razón.
Ya estábamos a 17 de junio, esa mañana eran aproximadamente la 3:00 am.
Escuché ruido a esa hora, inmediatamente me desperté y salté de esa cama, no
sabía qué sucedía, a los pocos minutos la suegra de mi hermana me pone en
contexto y me dice que mi hermana estaba rompiendo fuente, no entiendo
mucho de eso, pero creo que cuando eso sucede es porque el bebé ya está en
camino, ¡OMG!, ahora sí era verdad. Empecé a alistarme súper rápido; a esas
horas de la madrugada no era fácil hallar un taxi, así que decidimos llamar a un
hermano de la iglesia, decían que estaba aprendiendo a manejar, pero no
teníamos opción, debíamos irnos lo más rápido posible.
De Camino al hospital todos íbamos llenos de muchas expectativas, íbamos tan
concentrados en nuestras conversaciones que ni el conductor se dio cuenta que
hace rato que habíamos pasado por el camino que conducía al hospital,
jajajjajaja, nos habíamos pasado resto, en ese momentos todos nos percatamos y
el conductor empezó a girar para dar la vuelta y llegar a nuestro destino. Había
comentado que el conductor apenas estaba aprendiendo a conducir, pues justo al
momento de dar la vuelta se salió de la vía. Qué gran susto nos llevamos todos,
nos tocó bajarnos y de una u otra manera ayudar para que el carro volviese a la
vía. Finalmente se logró que el carro volviese a la vía, demoramos en llegar al
hospital, pero finalmente ya estábamos allí, y eso era todo lo que importaba.
Internaron a mi hermana, ya estaba en proceso de dilatación, sólo que ese
proceso es muy lento, ya eran aproximadamente las 10:00 am y apenas la
dilatación estaba en 6 cm, y para un parto por vía normal se requieren 10 cm.
Mi hermana estaba sufriendo mucho con las contracciones y dolores, su
dilatación no avanzaba, y si hasta mediodía, no había llegado al menos a 9 cm,
entonces se procedería a hacer la cesárea. Todos teníamos el corazón en la
mano, siendo la 1:00 pm el médico dijo que si había llegado a 10 cm de
dilatación, posteriormente fue trasladada a la sala de parto, fueron momentos
muy intrigantes, de mucha angustia, pues los gritos de mi hermana sonaban muy
desesperantes, y allá, desde afuera no podíamos hacer nada. De repente ya no se
escuchaba, todo se tornó en silencio, qué había pasado, transcurrieron algunos
minutos, y no se tenían noticias de ella, o si la bebé ya había nacido. Estábamos
en esa espera, de pronto se escuchó el llanto de un bebé, sí, era ella, Lauren
acababa de nacer, Dios, ya quería verla.
Pasaron aproximadamente 15 minutos, no despegábamos la mirada de esa
puerta, y en esa espera, esa puerta empezó a abrirse, y salió una enfermera con
esa hermosura entre los brazos, ya traía un vestidito, venía llorando súper fuerte
y movía sus manos con mucha fuerza, tenía hambre y ya quería comerse el
cuello del vestido jajajajaj tremenda desde que nació mi chiquitita.
Ya era oficial, era tía, fue un viernes lleno de emociones, le buscaba parecido a
nosotros, y como que quería parecerse a mi mamá, todos estábamos muy
emocionado, Lauren es primera hija para mi hermana, primera nieta, y primera
sobrina para la familia Gómez Mañunga. Ese sí que fue un gran día.
Ya al día siguiente le dieron salida a mi hermana, y desde la mañana
empezamos a decorar el cuarto para dar la bienvenida a la nueva mamá y a esa
hermosa criaturita que ya hacía parte de nuestra familia.
Era sábado en la mañana, fui al centro con una sobrina de mi cuñado,
necesitábamos comprar lo necesario para que ese bienvenida fuese genial.
Tomamos el bus que nos llevaba al centro de la ciudad, yo estaba ubicada en las
sillas que están justo al lado de la venta, iba mirando muy normal por el vidrio,
y llegando al centro, el bus hace una parada muy normal, como las que ya había
hecho, pero de repente algo me estaba pasando, y sentí como un hueco en el
estómago, caramba, algo le estaba pasando a mi corazón, parecía que se quería
salir. Es difícil que esas cosas pasen, fue una súper coincidencia, demasiada
casualidad para mi gusto. Pero era él, justamente el bus había parado frente a un
local en el que él estaba tomándose un café o algo así, ambos nos vimos
sorprendidos, ninguno daba crédito a lo que estaba viendo, no soporté verlo así
tan de repente, y traté de mirar a otro lado mientras el bus se ponía en marcha.
Al momento una llamada entró a mi celular, era él, era su número, no quise
responder, tenía miedo de tenerlo frente a frente, otra vez se había removido
todo dentro de mí. Insistió, y la segunda vez no aguante y le respondí, parecía
un loco, gritando un montón de cosas y diciéndome que me bajara ya de ese
bus, que me quería saludar bien, que ¿para donde iba?, que el me llevaba en la
moto, traté de hablar lo más serena posible, de mostrar emoción al responderle,
le dije que sólo iba a comprar unas cosas y regresaría a casa muy rápido porque
tenía que decorar, dado que ya era tía y la niña había nacido el día anterior.
Bueno, entendió que no tenía muchas ganas de verlo, y no insistió en buscarme
o verme.
La semana siguiente volví al centro porque iba a comprar una ropa, estaba
pasando frente a la alcaldía, honestamente no me había fijado que él estaba allí
parado hablando con una muchacha, cuando me percaté de que era él, ya no
había tiempo de escabullirme o pasar como si no lo hubiese visto, ni siquiera me
dió tiempo de inmutarme o decir algo, porque inmediatamente me vio, corrió a
abrazarme, lo hizo con tanta fuerza como si no quisiera soltarme; me dijo que
para dónde iba, le señalé el almacén que quedaba como a una cuadra, él dijo que
me iba a acompañar, me tomó del brazo, y no tuve el valor para decirle que me
soltara… esos instantes fui muy feliz, era el de siempre, su misma locura y
espontaneidad, su forma de hablarme, de mirarme, de abrazarme, sólo el.
Me acompañó hasta que terminé de comprar y ya nos despedimos y me fui.
No podía borrar de mi cabeza cada uno de aquellos minutos que había estado
junto a él, seguían llegando a mi celular sus mensajes, hablándome con una
propiedad, que cualquiera que los leyera juraría que era mi novio, siempre me
hablaba como si nunca hubiese pasado nada, me seguía llamando de la misma
forma en la que lo hacía cuando estuvimos juntos.
Otro día me dirigí a un colegio, había quedado con un amigo de Tumaco de ir a
su colegio y darle como una especie de charla a los estudiantes de décimo y
undécimo grado, para contarles un poco de qué se trataba la vida universitaria.
Cuando salí de dar el taller, necesitaba ir al centro porque debía averiguar las
notas del semestre, y realizar una carta de reporte para la beca que tenía en ese
entonces.
Quería verlo, y no puede evitar la tentación de llamarlo y decirle que estaba en
el centro; al momento de haberlo llamado y darle las indicaciones del lugar en el
que me encontraba, bastaron sólo unos minutos para que él estuviese allí. Llegó,
me abrazó, y me empezó a preguntar que qué estaba haciendo, se sentó al lado
mio, empezó a mirarme muy de cerca, a decir que hace mucho que no me
miraba así, que estaba muy bonita, y resto de cosas así; después se volvió todo
loco, y empezó a decir super fuerte que yo era su novia, yo lo miraba y le hacía
señas de que se sentara, pero sólo conseguía que gritara más fuerte. Ya la gente
del café internet nos estaban mirando y se reían, hasta que lo jalé de la mano
para que se volviera a sentar. Ya cuando salimos otra vez me empezó a abrazar
y yo quería que me siguiera abrazando, no podía decirle que no, y así nos
fuimos hasta la parada en la que llegaba el bus, y allí nos despedimos.
En el trayecto hasta la casa, me fui muy pensativa, ¿qué era lo que estaba
haciendo?, ¿acaso se me estaba olvidando que tenía novio?, no podía seguir así,
además con él ya había sufrido mucho, y yo no tenía pruebas, pero algo me
decía que él no estaba solo, tenía a alguien en su vida, y otra vez yo estaba allí,
adicional a lo ya mencionado, él no era cristiano, si no le había sido fiel a Dios,
mucho menos iba a ser fiel a nuestro amor. Estuve pensando mucho y decidí
que lo mejor era hablar de frente con él, contarle que yo tenía novio, y que lo
quería, que por siguiente lo mejor era que no habláramos más, que yo era
cristiana y él no, y que él sabía de sobra lo que eso implicaba.
Y así fue, tomé la decisión de escribirle, le dije que lo quería ver un viernes a las
3:00 pm en el parque Colón, pues ya al día siguiente yo me iba a Barbacoas.
Se llegó el día, ese día fui muy puntual, pero él se demoró en llegar. En ese
parque siempre hay como una pequeña biblioteca portátil; mientras él llegaba,
decidí buscar un libro para leer, me hallé uno de pablo neruda que se llama
cartas de amor o algo así, no recuerdo bien el título, empecé a leer y para mi
sorpresa había un poéma que una vez transcribí de algún lado, pero no tenía idea
que fuese de ese autor. Me senté allí en el parque, y de repente, siento que
alguien llega y me tapa los ojos, ya sabía que era él. Se había llegado el
momento de hablar de frente y dejar las cosas claras.
Nos dirigimos hasta una banquita, nos sentamos y empezamos a hablar. Primero
hablamos de lo que había sido de nosotros en todo ese tiempo sin vernos, de
cómo iban los estudios y el trabajo, finalmente llegamos al tema que se debía.
Empecé por decirle que había sido muy bonito todo lo que habíamos vivido,
tantas cosas que soñamos juntos, hasta los nombres de nuestros hijos y tantos
recuerdos en común. Pero que eso ya era historia, que nos estábamos aferrando
a algo que ya no estaba, estábamos viviendo de recuerdos y eso no era bueno,
además éramos consciente de que no podíamos volver a intentarlo, que
estábamos muy lejos el uno del otro, que él no era cristiano, y que yo tenía
novio. Al recibir esta última noticia se mostró un poco incrédulo, empezó a
hacerme una serie de preguntas: ¿cuánto tiempo llevan? ¿de dónde es?.
Entonces empecé a contarle todo, y de repente se dibujó un gesto de ira en su
rostro… después se calmó, y me dijo que qué pasaría si el regresara a la iglesia,
que qué pasaría entre los dos; le hice la aclaración de que si él volviera a la
iglesia debería hacerlo porque de verdad quería acercarse a Dios, sin esperarse
nada de mí, que en ese orden de ideas debería pasar un buen tiempo.
Le dije que era mejor que dejáramos todo atrás, y cada quien siguiera con sus
cosas. Se puso muy triste y empezó a llorar, me dijo que yo era la única mujer
que amaba, que sabía que había cometido sus errores, y que había intentado
sentir lo mismo con otras personas y que no había podido- cómo decirle que yo
me estaba sintiendo exactamente igual-. Preferí quedarme callada con la cabeza
agachada.
Ambos sabíamos que la conversación había culminado, y que esa sería
probablemente la última vez que nos veríamos. Antes de irnos, me dijo que si
podía darme un abrazo por última vez, yo sabía el riesgo que corría al hacer eso,
pero al fín y al cabo sería la última vez.
Nunca antes un abrazo me había hecho sentir tantas cosas, me abrazó tan fuerte,
rozó mi mejilla con sus labios, y no quería soltarme, y yo quería permanecer
allí, empezó a susurrarme al oído que nunca me olvidaría y que me quería
mucho… caramba, ese abrazo tenía que terminar ya, de lo contrario todo
terminaría en un beso, o muchos besos que terminaran de decir todo aquello que
no podíamos expresar.
Traté de retirarme de él, tenía que hacerlo; le dije que ya era tarde, que había
salido de mi casa con la excusa de comprar algunas cosas para el viaje del día
siguiente , y ya se me estaba haciendo tarde. Me miró directo a los ojos,
parecían llenos de tristeza, de mucha nostalgia, pero sabía que las cosas no
podían continuar y que ese era el final. Me dijo que me acompañaba a comprar
y después me dejaría en la parada del bus, accedí a aceptar su acompañamiento.
Estuvimos buscando en muchas panaderías unos pandebonos, pero no
hallabamos nada, ya iban a ser casi las 7:00 pm, y ya habíamos caminado
mucho; finalmente los logramos comprar, ahora tenía que esperar el bus, y
estuvo allí conmigo. Se hacía tarde, mi mamá no demoraría en llamarme y
preguntarme dónde estaba y por qué me había demorado tanto. Le dije que me
iba a ir en una moto porque necesitaba llegar rápido, entonce él me dijo que lo
esperara y traía la moto que había guardado en el negocio de un amigo. Lo
pensé, y finalmente le dije que sí, se trataba de llegar rápido a la casa, y él podía
hacerme ese favor. Nos fuimos camino a casa, los primeros minutos ninguno de
los dos se atrevió a hablar, después lo abracé y quería quedarme allí. Ya
estábamos a pocos minutos de llegar, cuándo él me pregunta que si amo a mi
novio, caramba, cómo podía responder a eso, tendría que armarme de valor para
mentir, y decir que sí amaba a Anderson, cuando mi corazón sólo quería
quedarse junto a él, gritarle que hasta quería abandonarlo todo y vivir aquella
historia inconclusa que tanto nos había torturado.
Estaba cavilando en mis pensamientos, en mis sentimientos… cuando mi celular
empieza a vibrar, pensé que era mi mamá, pero, para sorpresa mía, era
Anderson, ¡no!, eso no me podía estar pasando en ese momento… recibí varias
llamadas y no me sentía capaz de responder, finalmente Samuel me preguntó:
¿que por qué no contestas?, ¿quién es?, le dije que era Anderson: me dijo,
contéstale!. Me sentí muy mal contestando esa llamada, Anderson me preguntó
que dónde estaba, le dije que estaba en la calle, que iba en una moto y por
consiguiente no podía escuchar bien, que apenas llegara a la casa lo llamaba.
Samuel notó que yo quise colgar muy rápido… los dos nos quedamos callados
una vez colgué esa llamada. Nuevamente me volvió a preguntar: ¿lo amas?, -
respondí dentro de mí: es obvio que no lo amo, a quien amo es a ti-, debía ser
consecuente con la decisión que acaba de tomar y de acuerdo a lo que consideré
correcto respondí que SÍ lo amaba, él siguió conduciendo y no volvió a decirme
nada. Ya habíamos llegado, cuando me bajé de la moto, tenía mi corazón lleno
de nostalgia, remordimiento, de dolor, de alegría, de tantas cosas… era
definitivo, ahora sí había llegado el final. Le di las gracias por haberme llevado
hasta la casa, y le pregunté que si podía darle un abrazo por última vez, me dijo
que no, Dios santo, eso me dolió mucho, me dijo que yo amaba a otro hombre
que ya no quedaba nada; no me importó el hecho de que me hubiese dicho no.
Él estaba sentado en la moto, cabizbajo, mirando hacia el suelo. Lo abracé, y él
no se inmutó ante aquella acción, en parte lo comprendía, yo había sido así con
él muchas veces… entre sollozos suyos y míos, le dije que deseaba que le fuese
muy bien, que me guardara en su corazón, que yo también lo iba a hacer, que
fuese muy feliz, y que ojalá algún día volviese a la iglesia. Me fui, y al doblar la
esquina, di la vuelta para verlo por última vez… él seguía allí, mirándome, no se
había ido… finalmente seguí mi camino y lo perdí de vista. Ese fue nuestro
último encuentro.
Esa noche llegué a la casa muy confundida, tenía muchas emociones
encontradas. Apenas entré, entregué lo que había comprado y decidí encerrarme
en mi cuarto, mis lágrimas no lograron contenerse y rompí en llanto, sentía que
le había fallado a Anderson, le había sido infiel de corazón, tal vez no hubo un
beso, o algún contacto físico, pero mi corazón estaba en otra parte, y así no
estaba en condiciones de amar a otra persona.
Después de desahogarme un poco, decidí llamar a Anderson, le conté lo
sucedido, traté de explicarle mis sentimientos… pero era absurdo, no podía
explicar lo que ni yo entendía; odiaba que este tipo tuviese el poder de
desordenar mi vida cada vez que lo tenía frente a mí, no era posible, ¿cómo es
eso de que en 8 años, no hubiese podido amar a nadie más?, y por el contrario,
él sí había estado con otras mujeres, y era seguro que en ese momento debería
estar hablando con alguien. Y yo había llegado al punto de que no me importaba
quién estuviera en su vida, lo amaba y eso era lo único que me importaba.
Anderson escuchó con atención mi relato de lo sucedió ese día, le dije que me
perdonara, porque aunque no había pasado nada, se habían removido
sentimientos dentro de mí, que lo mejor era que nos dieramos un tiempo.
Esa noche esperé una reacción de ira, tal vez un reclamo, o sencillamente un
hombre que no quería a su lado a una mujer que aún seguía enamorada de su ex.
Conocía un poco el temperamento de mi novio, sabía que se irritaba fácilmente,
ya lo había hecho por cosas mínimas, así que por esto que le acababa de contar
estaba segura que se iba a poner furioso.
Para sorpresa mía, Anderson tomó las cosas de una manera muy calmada, me
dijo que él me amaba y que ese problema lo íbamos a solucionar los dos, le dije
que no quería hacerle daño, que necesitaba tiempo para mí, para poner en orden
mis sentimientos, y eso era algo que debería hacer sola. Al finalizar la
conversación me preguntó: ¿me quieres?, que si aún lo quería, él se quedaba
conmigo… caramba en qué líos se mete una; en medio de mi confusión le
respondí que sí, que lo quería, entonces él me dijo que esa era la única respuesta
que necesitaba para seguir a mi lado.
Transcurrieron los meses, aparentemente nuestra relación volvió a la
normalidad, yo no había vuelto a tener contacto con Samuel, ahora de verdad
estaba empeñada en “recuperar” el amor de esa relación, y aunque era a
distancia, siempre habían mensajes, canciones, video llamadas, y cositas así que
hacía que todo funcionara.
Ya para mediados de agosto, las cosas volvieron a complicarse, le molestaba
que yo llegara tarde de la universidad, que estuviese cansada y no hablara
mucho por celular; ya empezaba a hacerme reclamos, a desconfiar de todo, en
fín. En una ocasión tuvimos una discusión porque él quería casarse en diciembre
del 2017, y honestamente mis planes no eran esos, yo estaba estudiando y no me
veía casada a los 21 años de edad; esa noche se enojó mucho, me dijo que no
estaba de acuerdo conmigo, que sus planes eran de casarse pronto, que me
decidiera de una vez para no hacerle perder el tiempo. Esa última frase que
articuló, me llenó de ira, ¿cómo se le ocurría decir algo así?, el verdadero amor
no lleva prisa, y lo había comprobado con todo lo que había vivido con Samuel,
como para que este tipo me saliera con esas… esa noche me enojé demasiado,
entonces le dije: más mujeres hay, por montones, vaya y búsquese otra que sí
esté dispuesta a casarse en el tiempo que usted desea, porque yo no soy la mujer
que está buscando. Inmediatamente terminé de decir lo anterior colgué.
Definitivamente ese hombre tenía la habilidad para sacarme de quicio, lo odiaba
siempre que empezaba con sus discursos egoístas y machistas, yo no podría
vivir con un hombre así.
Al día siguiente me llamó a eso de mediodía, se disculpó por lo sucedido la
noche anterior, que había reflexionado, y que no había estado bien lo que había
dicho, que él me amaba y que iba a esperarme el tiempo que fuese necesario.
En septiembre de ese año, cierto día recibí una llamada, era el número de
samuel, -ahora qué quería ese niño-, esperé que llamará tres veces, finalmente
contesté. Para mi sorpresa, Samuel estaba llorando, ni siquiera articulaba bien
las palabras, en un principio me preocupé mucho, pensé que le había pasado
algo a la mamá o a la tía, hasta que logró decir: ¡Nata hermosa, ahora sí te perdí
para siempre!, le dije: por favor, explícame qué está pasando porque no
entiendo nada; entre sollozos me dijo que iba a ser papá. Desde hace mucho
tiempo yo era consciente de que esa noticia iba a llegar algún día, durante
mucho tiempo pensé que esa noticia me destrozaría; para mí sorpresa, recibí la
noticia lo más de normal, le rogué que ahora debería ser muy responsable, que
debería ocuparse de su hogar y olvidarse de mí para siempre, que no me buscara
más, nada de llamadas ni de mensajes, que a partir de ese momento yo me hacía
a un lado por completo, porque ya nada yo tenía qué hacer allí. Sólo sé que
lloraba mucho, y se escuchaba muy mal, parecía que estaba bebiendo alcohol.
Colgué esa llamada hasta sin despedirme. Luego fui a mi cuarto, había algo raro
en todo eso, no me dolía como tal vez lo había imaginado, sentía que algo
dentro de mí se había quebrado por completo, ese día supe que ya lo había
olvidado, ya no me dolía.
Mi relación con Anderson seguía empeorando, para esas fechas, ya hacía
algunos meses que había llegado un pianista a la iglesia. Carlos era un chico
costeño, de aproximadamente unos 22 años, alto, flaco, y con un carisma
impresionante, poco a poco se había hecho amigo de nosotras, a veces iba los
domingos a almorzar a la casa, nos la pasábamos riendo y molestando por todo.
Ya hacía algunos días que Carlos me miraba diferente, aunque siempre
estábamos todas, él siempre tenía algún gesto diferente conmigo, de hecho un
sábado al salir del culto estábamos con todas las niñas fuera de la iglesia, él
llegó y saludó muy normal a todas, y a mí fue la única que saludo con abrazo y
beso en la mejilla, me quedé un poco confundida, pero nadie dijo nada; cuando
llegamos a la casa, las niñas empezaron a decir que yo le gustaba a Carlos, les
dije que no, que además él sabía que yo tenía novio, porque muchas veces que
él había ido a la casa, me había visto hablando por celular, y que ellas decían, -
ay sí, se va a hablar con el novio -. Me estaba empezando a suceder algo raro
con Carlos, y eso no me hacía bien. Traté de evitar todo eso y concentrarme en
Anderson.
En una ocasión le envié una canción a Anderson, le dije que se la dedicaba.
Pasó aproximadamente una semana y él ni siquiera había visto la canción que le
había enviado, entonces me enojé, le dije que si no le importaba la canción que
le había enviado. Yo había vivido eso de que esa persona que me gusta y que yo
quería me enviara una canción, procuraba escucharla lo más pronto posible,
para saber de qué se trataba, o qué me quería decir. Finalmente me dijo que
había estado muy ocupado y que no había tenido tiempo; caramba, al menos se
sacan unos minutos antes de ir a dormir para escuchar una canción. Nuestra
relación iba cada vez de mal en peor, siempre teníamos diferencias porque yo
llegaba tarde de la universidad y casi no teníamos tiempo para hablar, él había
empezado a trabajar y era poco el tiempo libre que le quedaba, o justamente
cuando él podía hablar, yo no podía, y así se pasaban los días.
Recuerdo mucho una noche de septiembre, toda la tarde había estado en la
universidad hablando con Manuela acerca de mi relación con Anderson, le dije
que estaba cansada de discutir todo el tiempo, que estaba pensando seriamente
en terminar ese noviazgo. Ese día llegué tarde a la casa, Anderson me había
estado llamado, pero no había escuchado el celular; apenas llegué, le devolví la
llamada, me contestó super enojado, diciendo que yo no sacaba tiempo para él,
que ya estaba cansado, y lo mejor era dejar las cosas así, me preguntó: ¿quieres
que dejemos todo así?, le respondí, sí, de hecho hace mucho que aquí no somos
felices, y una relación es para estar bien, no para pelear todo el tiempo. Ambos
nos quedamos callados y yo decidí colgar esa llamada y apagar mi móvil. Lloré
un poco esa noche, me daba mucha ira con él, siempre tenía que hablarme así,
nunca podía buscar la mejor forma de expresar lo que sentía, o sus desacuerdos,
¡no!, siempre era en forma de regaño y reclamo, eso me indignaba mucho, era
cierto que habíamos pasado unos cuántos momentos felices, pero sus constantes
reclamos lo arruinaban todo. tampoco podía negar que él fue muy comprensivo
conmigo cuando tuve ese encuentro con Samuel, pero eso no le daba derecho a
hablarme así, y que yo tuviese que soportarlo y quedarme callada.
Al día siguiente me pasaba algo no muy común, se supone que cuando se
presenta ruptura en una relación, el dolor es intenso y de verdad cuesta aceptar
que esa persona ya no estará; pero contrario a lo que se esperaría, yo desperté
ese día muy sonriente, con mucha paz en mi corazón, sentía que me había
liberado de un enorme peso.
Esa mañana, permití que transcurrieran algunas horas para encender mi celular,
estaba segura que al encenderlo me iba a encontrar unas cuantas llamadas,
mensajes de texto o de whatsapp del que hasta el día anterior había sido mi
novio.
Efectivamente sucedió tal cual como lo había pensado, tenía el registro de
algunas llamadas de él; de repente empezó a timbrar mi celular, era él,
Anderson me estaba llamando. No tenía muchos deseos de hablar con él, no
quería volver a hablar de aquello que para mí estaba totalmente claro y por
consiguiente no había consideraba la posibilidad de cambiar de decisión.
Finalmente decidí contestar a su llamada, tampoco quería ser grosera y
antipática. Al empezar el diálogo, nos saludamos muy normal, me preguntó lo
estrictamente necesario, hasta que se decidió a preguntarme lo siguiente: ¿la
decisión que tomamos anoche no es definitiva, cierto?. Por mi cabeza
empezaban a rondar muchas respuestas, tampoco quería lastimarlo, quería
reiterar mi decisión de la manera más sutil, no quería ser cortante, quería hacerle
notar que era la mejor decisión para los dos. Me había quedado en silencio
organizando mis ideas, él estaba en línea esperando mi respuesta. Al fín me
animé a responder, le expresé lo que sentía y pensaba, hice un recuento de cómo
habían sido los últimos meses de nuestra relación, haciéndole ver que el
propósito de un noviazgo era ayudarnos el uno al otro, hacernos bien, aportar a
nuestras vidas y crecer. No era sano lo que estábamos viviendo; él estresado por
todas mis demoras y tal vez mi falta de tiempo, y creo estar segura de que
después de lo sucedido con Samuel, mucha de la confianza que él tenía en mí se
destruyó, y eso tampoco era bueno para él. De forma paralela, yo estaba
odiando la forma en cómo me trataba, de su machismo al referirse a la
capacidad laboral de las mujeres, siempre siendo tan autoritario y queriendo
imponer sus ideas. Por último le manifesté mi postura, le dije que ya habíamos
tomado una decisión y deberíamos respetarla, que no se trataba de terminar hoy
y regresar al día siguiente, que habían cosas que no tenían vueltas de hoja, y tal
vez, aquella decisión era un de esas.
Anderson se mostró muy triste por mi posición, me reiteró lo mucho que me
amaba, que lo perdonara por todas las veces que me había hablado
desagradablemente, que si me había hecho daño lo perdonara, que no me quería
perder, explicó el hecho de que era común que en una relación hubiesen
problemas, que se trataba de superarlos y no dejarnos vencer por ellos. Tomó
como ejemplo su relación anterior, hizo énfasis en que ellos se peleaban tan
fuerte que hasta se dejaban de hablar una semana, y después las cosas se
arreglaban; asimismo recordó que habían terminado muchas veces, y que habían
regresado. Esperé pacientemente a que terminara su discurso, posteriormente
respondí que en realidad me parecía una falta de respeto eso de estar terminando
y volviendo, porque tendía a volverse costumbre, se convertía en un juego, y al
final uno terminaba lamentándose por no haber puesto un punto final a tiempo.
Respecto al tema de los problemas le expresé que estaba de acuerdo con lo que
él había dicho, no obstante, lo nuestro era diferente, no se trataba de un pequeño
problema, de una rabieta o un enojo; nuestros problemas eran diferentes, y hace
mucho no estaban afectando, eso él debía saberlo. Así culminó aquella
conversación, mi decisión no tenía reversa.
Habían transcurrido aproximadamente 15 días. Fue un jueves, el día no tenía
ninguna novedad. Esa noche estaba en mi cuarto, me disponía a acostarme, de
pronto mi celular empieza a vibrar, de la última persona que podía esperar una
llamada era de Carlos, me sorprendí mucho, al saber que era él, ¿para qué me
estaría llamando a esas horas?. Él siempre es muy cansón, y esa noche cuando
hablamos, al principio de la conversación, dijo un montón de cosas que me
hacían reír. Ya hacía algún tiempo que con Carlos hablábamos por whatsapp,
pero todo era como dos amigos, siempre era reír y molestar, jamás habíamos
tocado temas sentimentales. Volviendo a la llamada, esa noche, después de
hablar mucho, él me hizo la siguiente pregunta: ¿tienes novio? ¿estás saliendo
con alguien?. Me quedé fría al escuchar todo eso, estaba muy pensativa, no
porque no supiera qué responder, sino que me inquietaba el motivo de aquellas
preguntas. Seguidamente decidí le responder con otro interrogante, entonces
dije: ¿para qué quieres saber todo eso?, nunca me haces preguntas de este tipo.
en seguido él me dijo: sólo respóndeme, de acuerdo a tu respuesta diré algunas
cosas. ¡OMG! sería lo que me estaba imaginando, no era posible, además, según
mis observaciones él estaba interesado en otra niña.
Fui muy sincera, le conté que ya habían pasado casi 15 días desde que había
decidido terminar una relación que no me llevaba a ningún lado, y por lo tanto
había visto pertinente poner un alto. El expresó que comprendía perfectamente
por lo que yo debería estar pasando, y procedió a hacer una confesión. Me dio a
conocer que desde hacía ya unos meses yo le había llamado mucho la atención,
que le parecía muy bonita, y manifestó que le gustaría conocerme un poco más.
Tenía que haber estado mirándome en un espejo para percibir mi rostro de
asombro, ¿era posible que Carlo García me estuviese diciendo todo eso?, no
daba crédito a aquello que había acabado de escuchar. Me quedé estupefacta, no
tenía idea de cómo responder a aquella confesión, él notó mi incomodidad, e
inmediatamente trató de tranquilizarme. Me dijo que no se trataba de algo
inmediato, que entendía que yo debía recuperarme de esa ruptura, y era
necesario hacerlo si quería iniciar una relación sana con otra persona. Después
de ese no podía verlo de la misma manera, ya no podía ser la misma con él, ya
había mucho nerviosismo dentro de mí, sí había sido verdad todo lo que las
niñas habían especulado acerca de su interés hacia mi.
En esos días, Anderson volvió a llamarme, me estaba pidiendo una segunda
oportunidad, me había hecho un video, y se había aprendido una canción para
cantármela (cosa que siempre le había pedido y se negaba). Ese detalle que
había tenido conmigo estaba muy bonito, pero no cambiaba en nada el estado de
las cosas. Recuerdo mucho que ese día él me hizo una pregunta, y ha sido la vez
que más frío le he contestado a alguien. Él me dijo que no iba a dejar de insistir
hasta saber que yo había dejado de quererlo. La pregunta fue la siguiente: ¿aún
me quieres?... no podía escapar a una pregunta que sólo tenía dos respuestas,
esta vez no podía poner evasivas.
Era evidente, ya no podía ocultarlo más, era necesario reconocer que no quería
a Anderson, le había mentido a él y a mí misma cuando había expresado que lo
amaba; no había esa magia que existe entre dos personas que de verdad se
aman, no había llegado a sentir por él ni un centésimo de lo que en alguna
ocasión había sentido por Samuel. Me costaba saber que al involucrarme con él
sólo había buscado borrar de mi vida un viejo amor que aún hacía ecos dentro
de mí, que me llevaba a hacer comparaciones, a querer alguien mejor que lo
borrara por completo, y obviamente ese no había sido Anderson. Llegué a la
conclusión de que si realmente hubiese amado a Anderson, ni siquiera estaría
empezando a sentir todo lo que Carlos ahora me generaba, de hecho desde hacía
algún tiempo venía sucediendo algo así, pero yo había hecho caso omiso, dado
que no quería fallarle a Anderson.
Era bastante compleja la situación en la que me situaba, primero, estaba el
fantasma de Samuel, aunque yo era consciente de que aquello se había
terminado por completo, aún añoraba en mi alma un amor que me hiciera vibrar
de la misma manera. Por otro lado, estaba Anderson, alguien que no le hizo bien
a mi vida, y creo que yo no di todo lo que él esperaba de mí, y no podía hacerlo
porque en realidad no lo había amado. Ahora, frente a mí, se hallaba otra
persona, tal vez en esa búsqueda de encontrar un amor como el que había
vivido, tenía la esperanza de que esta vez fuese diferente, que mis expectativas
fuesen cumplidas.
Me armé de valor y le respondí a Anderson con la verdad, hasta a mí me
generaba dolor decirlo, pero era necesario. Ante su insistencia por obtener una
respuesta, le hice saber que mi cariño hacia él había menguado, que en realidad
no lo quería como antes, que ya no lo quería… me sentí muy mal al decirlo, fui
muy directa. Intenté ponerme en su lugar, y pensé en lo horrible que debería
sentirse al saber que a esa persona que se quiere tanto, sencillamente ya no
siente lo mismo por ti. Pero era preferible decir a la verdad a quedarme en una
mentira y seguir causando más daño, tanto para él como para mí.
Anderson comprendió que yo no quería nada con él. Aunque no lo dijo, su tono
de voz mostraba una enorme nostalgia, me dijo que seguramente había otra
persona en mi vida, que le dijera la verdad, porque en 15 días uno no dejaba de
querer a alguien.
Mi respuesta fue la siguiente: No estoy tomando esta decisión porque haya otra
persona; no te voy a negar que hace algunos días un chico de la iglesia me hizo
saber que yo le interesaba, pero cuando eso pasó, mi decisión ya estaba tomada,
y ya lo habíamos hablado. Ahora no estoy interesada en iniciar otra relación, no
sería prudente, ni coherente, además necesito un tiempo para mí, y eso es lo que
voy a hacer. Anderson me escuchó sin interrupciones, pero obviamente no me
creyó. Sólo mencionó que le dolería cuando yo hiciera publicaciones con otra
persona, pero que ya lo iba a aceptar, me había perdido, aunque dejó claro que
sus esperanzas no estaban perdidas, y que en diciembre lo iba a intentar una vez
más.
Mi interés por Carlos iba aumentando, me encantaba lo sutíl que era, la forma
en la que me miraba y todo lo que me escribía. Al principio no quería que
pasara nada, era obvio que me gustaba, pero caramba, no había pasado ni un
mes desde que había terminado con Anderson, siempre había criticado a las
chicas que no acababan de salir de una cosa y ya estaban en otra. Por la razón ya
mencionada, preferí ocultar el hecho de que Carlos me hubiese dicho que yo le
gustaba, no quería que las niñas tuvieran una mala imagen de mí, él también me
pidió que se mantuviese todo en secreto. La única persona que se enteró de
todo, y por consentimiento de los dos fue Andrea.
Se suponía que esta vez quería hacer las cosas bien, y despacio, pero lo cierto es
que donde se empieza con ocultar todo de las personas que uno quiere, ya se ha
empezado mal. Siempre tenía que decir una mentira para Salir a verme con él,
todo se empezó a tornar muy feo, todo iba muy rápido, ya había besos y todo
eso que no conlleva a nada productivo. Ahí estaba yo, incurriendo en aquellas
acciones que tanto había juzgado, ahora estaba yo, llena de muchas dudas,
siendo incoherente entre mis pensamientos y mis acciones, buscando llenar un
vacío que alguien había dejado, y lo único que estaba haciendo era causarme
más daño. Me gustaba estar cerca de él, pero lo cierto es que no le estaba
aportando paz y tranquilidad a mi vida. Odiaba tener que disimular ante las
niñas; y ellas no son tontas, ya hacía algún tiempo que se habían dado cuenta de
lo que ocurría entre Carlos y yo. Es curioso saber que a veces mentimos para
ocultar nuestros defectos, sin saber que estamos haciendo algo mucho peor al no
ser sinceros. Tranquilamente puede haberles contado lo que me estaba
sucediendo, al fín y al cabo era la verdad, hasta puede haber escuchado un
consejo de ellas, y tal vez pude haber actuado mejor.
El hecho es que no hice nada de lo que acabo de mencionar. No voy a negar que
de verdad su personalidad me atraía, los detalles que tenía conmigo me
enamoraban. Ya habían pasado dos meses desde la primera vez que habíamos
salido, todo era muy emocionante a su lado. Recuerdo la última salida, fue a
inicios de diciembre del 2016, ya se acercaba mi viaje de vacaciones, y él me
había dicho que salieramos antes de irme a Barbacoas. Ese día ha sido unos de
los días más difíciles de mi vida, actué neciamente, me desconocía realmente.
Mentí de la manera más descarada, inventé que mis amigos de la universidad
me habían invitado a jugar bolos, todo era un pretexto para ir a la cita que
habíamos quedado, tanto así que ese día viajaban las niñas, eso fue un martes, y
yo dije que no podía viajar ese día, que aún me faltaba comprar unas cosas para
llevar. Tiempo después me enteré que cuando yo había salido de la casa, en ese
mismo horario, una de las niñas se había encontrado con Carlos, que iba súper
arreglado, y ella le preguntó para dónde iba, y él le había respondido que a hacer
un trabajo con unos compañeros. Obviamente empezaron a conectar todas las
piezas y fue muy fácil saber yo les había mentido. Ese día llegué a la casa como
a las 10:30 pm, sólo estaban Yeli y Andrea, las otras niñas ya estaban viajando.
Al ingresar a la casa, Yeli me preguntó que de dónde venía, le respondí lo
mismo que había dicho al salir de casa, la única que sabía todo era Andrea. Yeli
se puso un poco molesta pero no me dijo nada. Esa noche entré a mi cuarto y
me sentí muy mal, esa persona no le estaba haciendo bien a mi vida, una
relación que afecte tus valores, tus principios y tu ética no te va a llevar a
ningún lado.
Al día siguiente ya debía viajar, me desperté muy temprano para empezar a
alistar todo desde temprano. Aún estaba en mi cuarto, sin muchas ganas de
levantarme, los recuerdos del día anterior llegaban a mi cabeza, y mi conciencia
me gritaba que no había hecho las cosas bien; estaba muy absorta en mis
pensamientos, de repente siento que alguien sale de la casa, era Yeli, se había
ido sin despedirse de mí, eso me afectó mucho. Horas más tarde, yo sabía que
Yeli se había enterado de mis estúpidas mentiras, me daba mucha vergüenza
haber actuado de esa manera. Tomé mi celular para llamarla, necesitaba contarle
la verdad, el celular timbró varias veces sin obtener respuesta, no dejé de insistir
hasta que finalmente respondió a mi llamada. Era obvio que estaba muy molesta
conmigo, y con toda la razón. Empecé por confesarme, por contarle como había
sucedido las cosas, le dije que me disculpara, que en realidad había actuado muy
mal, a continuación me dio una serie de consejos, me dijo que ya era hora de
que me portara seria e hiciera las cosas bien, que no tenía necesidad de mentir,
que sencillamente cuando una no quería contar algo no lo hacía y no tenía por
qué ponerse a inventar lo que no era. Sus palabras taladraban mi corazón, lloré
mucho, sabía que había defraudado la confianza de aquellas personas que me
habían acogido como si fuese de su familia, ahora me iba a costar mucho tiempo
recuperar la confianza que había construido en esos 3 años, lo había echado
todo a la borda por alguien que a duras penas conocía.
Ese diciembre llegué a mi casa con mis ánimos abajo, llena de tantas incógnitas,
defraudada de mí, de mis acciones. En mi casa, sólo llegaron a enterarse de un
muchacho pianista que era amigo mío, nada más.
En ese diciembre volví a ver a Anderson. Insistió en pedirme otra oportunidad,
sólo le dije que ya no quería nada, que no podía cambiar de decisión, me tildó
de orgullosa, y de muchas cosas. Lo cierto es que no sabía ni lo que sucedía en
mi vida, como para ponerme a darle explicaciones a otra persona de lo que ni yo
comprendía. Él nunca se enteró de que yo tuve algo con Carlos, siempre lo
negué todo, porque de nada servía aceptar que estaba saliendo con otra persona,
eso no mejoraría en nada las cosas. Lo cierto era que hubiese aparecido Carlos o
no, yo no quería a Anderson, y esa era la realidad.
Los amigos de Anderson me insistieron en que volviera con él, que era un buen
muchacho, (a veces decimos tantas cosas que ignoramos), ninguno de ellos
sabía todo lo que habíamos vivido y todo el daño que él me había causado,
desconocían el por qué no quería saber nada de él… hay recuerdos que aún
duelen, heridas que me costó sanar. Lo llegué a detestar durante mucho tiempo.
En enero del 2017 se acercaba la convención Nacional de la IPUC en la ciudad
de Cali, con mi familia habíamos decidido asistir a este gran evento, era
participar de los 80 años de las iglesia en Colombia, se conocería la historia, y
muchos de los pioneros en esta obra darían sus testimonios.
Me sentía muy triste, porque a pesar de asistir a la convención, existía un
malestar con las niñas y no iba a ser lo mismo. Un día hablé con Andrea y le
pregunté acerca del lugar del estadio en el que se encontraban, ella me dijo, e
inmediatamente fui a saludarlas, estaba a la expectativa de la reacción que
tuviesen hacia mí, Yeli me saludó normal, como siempre, Andrea de la misma
forma, pero las demás niñas sí estaban muy apáticas conmigo, caramba, aunque
quisiera ocultarlo, me dolía. Mi familia me preguntó por ellas, les dije que se
habían ubicado muy lejos, y por tal motivo no nos habíamos podido ver mucho.
En esa convención pasó algo inesperado, en páginas anteriores hablé de una
persona que había conocido por facebook, con la cual estuve hablando un buen
tiempo, con el fín de llegar a un supuesto noviazgo; también hice notorio que
esa persona era muy amiga de un primo mio, de Esteban Mañunga, el hijo de mi
tío Jair, hermano de mi mamá. Hacía algún tiempo me había enterado de que él
era novio de la hija del hermano Juan Carlos Soto, me llamó la atención el
asunto, pero me puse feliz por él, siempre me había expresado que quería algo
serio y formal, y con ella estaba logrando lo que siempre había querido.
En Cali, mi tío Jair nos brindó el hospedaje. con Esteban (mi primo), en ese
entonces nos hablábamos mucho, el hecho fue que me contó de Jean Pablo
había ido a la convención. Empezamos a hablar de este personaje, me dijo que
ahora con Shirly (la hija de Soto), Jean Pablo había cambiado resto, que se
había afirmado mucho en el evangelio y que estaba muy juicioso, expresé mi
alegría por todo lo bueno que le estaba pasando. También me comentó que él se
quería quedar allí en la casa de mi tío, pero él le había dicho que la familia de
Natali se iba a quedar allí, entonces él desistió. Dijo esteban que Jean Pablo me
quería conocer, que después te tanto tiempo, quería verme de frente, jajajja era
muy curioso, habíamos hablado casi 5 meses por celular y videollamadas y
nunca nos habíamos visto, yo también tenía curiosidad, quería saber quién era
en realidad ese muchacho.
El día domingo de la convención recibí una sorpresa que jamás esperé. Carlos
me envió una foto de él en el estadio, OMG!, no podía dar crédito a esa foto, él
estaba allí, me puse muy feliz, aunque me afectaba lo sucedido antes de irme a
vacaciones, y mi familia no tenía conocimiento de que yo salía con él. Ese
domingo había demasiada gente, y fue muy difícil encontrarme con Carlos.
El día lunes, Esteban me llamó, me dijo que ese día me hiciera con él en un
culto; mientras hablábamos, Jean Pablo le arrebató el celular, jajajaj esa voz la
reconocía, era el personaje de facebook. Los dos son súper cansones (Esteban y
Jean Pablo), donde una deje escapar una, se la montan de por vida. Después de
almuerzo le dije a mis papás que me iba a hacer con Esteban, así que me
despedí, y finalmente llegué al lugar indicado. Después de mucho tiempo estuve
frente a Jean Pablo, el tipo no era fotogénico, pero en persona sí que se veía
bastante bien, nos dimos un abrazo muy fuerte, jajaj casi no me suelta el bobo
ese; empezó a reírse de mí, me dijo: vos sos bonita, y hasta te ves mejor en
persona, pero la verdad pensé que eras más alta (en ese momento los dos
soltamos una carcajada). Hablamos casi todo el culto, me contó de su noviazgo
con Shirly, yo le hablé un poco de cómo estaban mis cosas, y me dijo: no,
¿cómo así que ahora te gusta un costeño?, tengo que conocerlo para darte el
visto bueno. Ese niño es super convencido y siempre se cree la última cocacola
del desierto jajajaja todo pinchado, siempre, siempre es así. De verdad me dio
mucho gusto haberlo visto, mientras lo observaba, llegué a pensar que si tal vez
lo hubiese visto antes, habría existido la posibilidad de que surgiera algo, igual
ya nada quedaba, pero una bonita amistad que se conservaba. Mientras estaba
con mi primo y su amigo, me llegó un mensaje a whatsapp, era Carlos,
diciendome que nos encontraramos. Le dije a Esteban y a Jean Pablo que me
acompañaran a buscar el lugar, en ese estadio yo me pierdo, y pues ellos sí se
conocen esa infraestructura al derecho y al revés. Buscando el lugar en el que
estaba Carlos, me terminé encontrando a las niñas, así que les presenté a mi
primo y al “morenito Valderrama” como lo llamamos nosotras. Seguimos
nuestro recorrido, mientras llegaba Carlos, entonces nos tomamos una foto los
tres, por ahí esta esa foto todavía.
Finalmente nos encontramos con Carlos, y le presenté a mis dos amigos, Carlos
se confundió, y pensó que Jean pablo era mi primo, jajajajajaja, me dijo dizque,
oye, tu primo es muy pinta y viste bien, luego le aclaré que él sólo era el amigo
de mi primo pero no era nada mío (nunca supo lo de la historia de facebook).
Nos sentamos con mi familia, lo presenté como un amigo, como el pianista de
Suba Villamaría. Hasta hace poco me enteré de que una de las niñas se lo
encontró en Cali, y el muy estúpido pasó de frente, haciéndose el que no la veía.

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