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REPARADOR DE PORTILLOS

3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están


en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.
4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré
delante del Dios de los cielos.
5 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el
pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos;
6 esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago
ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de
los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos
pecado.
7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos,
estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.
8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros
pecareis, yo os dispersaré por los pueblos;
9 pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra,
aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os
traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.
10 Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu
mano poderosa.
11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de
tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y
dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.

Cuando Nehemías vio el estado lamentable del pueblo de Dios devastado por las
invasiones y sin protección, en tanto peligro de ser atacado e invadido, le quebrantó el
corazón y decidió hacer algo para reconstruir los muros y poner de nuevo las puertas de
la cuidad. No todos se preocuparon de la situación de Jerusalén, pero Dios utilizó a
Nehemías para alertar y para animar al pueblo, para que hiciesen algo y para que
tomasen en serio la situación.

• El fundamento de las bases doctrinales

• Orar en el Espíritu - Intercesión

• La adoración en el Espíritu

• Volver a nuestro primer amor

El fundamento de las bases doctrinales

“ Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito


arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire
cómo sobreedifica.
“TEN CUIDADO DE TI MISMO Y DE LA DOCTRINA; PERSISTE EN ELLO,
pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te
escuchen……….. (1ª Timoteo 4:16)

Los muros tenían brechas, dejando entrar cualquier enemigo. La duda lleva a la
incredulidad y la incredulidad a la desobediencia. Así se abren brechas en los muros
dando entrada a las mentiras. Dios me dio un mensaje en el Tabernáculo hacer años
acerca del virus de la SIDA espiritual: Satanás, Invade, Debilita y Ataca
Las dos hojas de las puertas representan la ALABANZA y la GRATITUD. “Entrad por Sus puertas
con acción de gracias, por Sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid Su nombre.” (Salmo
100:4).
Las puertas de Jerusalén celestial se abren de par en par cuando el pueblo de Dios con corazones
llenos de gratitud ofrece el sacrificio de la alabanza. La degeneración de una sociedad empieza por
no dar gracias a Dios, y se describe en Romanos uno:
“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, NI LE DIERON GRACIAS,
sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido.” (Romanos 1:21)

Orar en el Espíritu – Intercesión


“… la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego. Y
cuando oí estas palabras, me senté y LLORÉ, e hice duelo algunos días, y estuve
AYUNANDO Y ORANDO delante del Dios del cielo.”

Nehemías observó las ruinas de Jerusalén, y se conmovió. No se quedó pasivo ante tal devastación
del pueblo de Dios, aunque él estaba en una buena posición. Primeramente, se puso de AYUNO Y
ORACIÓN a Dios antes de hacer ninguna obra. Nehemías decidió levantarse e ir a observar la
situación por si mismo de noche, y nadie estaba con él. Esto me habla de la intercesión, de estar a
solas con Dios, de cerrar la puerta del aposento y orar, y el Dios que ve en secreto nos recompensará
en público.
Cuando la Iglesia intercede con fidelidad y fervor, se cumplen los deseos de Dios, se frustran los
propósitos de Satanás y se manifiesta plenamente el poder del Espíritu Santo. Dios nos fortalece
para enfrentar cualquier tentación que pueda asaltarnos y nos protege de las fuerzas de lo
demoníacas.

Pablo dijo, “Oraré con el entendimiento y oraré en el Espíritu”. (1ª Corintios 14:15) Al no
reconocer la gran importancia de humillarnos y orar, tendemos a utilizar métodos que cuestan menos
sacrificio pero que no producen los resultados deseados. Tenemos que volver a aprender lo que
significa orar en el Espíritu. “Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y
velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:18)
Hoy como nunca necesitamos interceder, y orar y suplicar a Dios por el estado de nuestras familias
y de la Iglesia, que esta descubierta, sin cobertura, ni protección y propenso a cualquier ataque que
viene, de falsos maestros de dentro o influencias malignas desde afuera.

Los guardas son los que claman por el pueblo de Dios. Debemos poner énfasis en la
necesidad de intercesores que sepan orar, interceder y hacer guerra espiritual. La obra
de Dios se hace en el Espíritu. Hacen falta ojos en el cuerpo de Cristo para discernir las
estrategias de Satanás y hacer frente a sus estratagemas y sutilezas. Dios muchas veces
utiliza la intercesión para discernir las estrategias del enemigo

La adoración en el Espíritu
La música y la adoración deben existir para preparar los corazones para recibir la Palabra de
Dios; no debe ser un fin en sí mismo. Es la carga que he tenido por años de poder restaurar
la adoración y la alabanza como Dios ha instituido en Su casa y como hubo en el
principio. Mucho de lo que se llama “alabanza” en la Iglesia es una expresión del alma y no
adoración en el Espíritu. Se ha perdido en gran parte, la adoración en el Espíritu que
tuvimos. Pocos piensan en lo que agrada a Dios, pero sí en lo que a la gente le
gusta. Cada generación necesita un despertar espiritual. Las influencias mundanas y las
influencias de mucha de la música cristiana contemporánea han quemado las puertas con
estos conciertos que invalidan el propósito de glorificar a Dios y glorifican al hombre. En
vez de gratitud y adoración, es simplemente otro “show”, copiado del mundo, para el
entretenimiento de la gente.

RECONOCIENDO EN DONDE HEMOS FALLADO


“Esté ahora atento Tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que
hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y
CONFIESO LOS PECADOS de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti;
sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido
contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que
diste a Moisés tu siervo.” (Nehemías 1:6)

En primer lugar, era necesario de reconocer que la situación tan deplorable de la ciudad
era a CONSECUENCIA DE SUS PECADOS. Dios envió el castigo sobre Israel por
apartarse de Él y por su desobediencia y rebelión. El castigo fue de quitar el cerco, la
protección y el muro que les protegía y serían pisoteados. Nehemías comenzó
arrepintiéndose del pecado suyo y del pueblo que permitió la destrucción de Jerusalén.
Si nosotros no reconocemos en donde hemos fallado, no podremos restaurar lo caído.
No podemos continuar como si no pasara nada. Para comenzar debemos arrepentirnos
por nuestra indiferencia, apatía, falta de oración y amor al mundo que ha enfriado nuestro
amor hacia Dios y Su obra. Necesitamos tener claro cómo se edifica ese muro para
poder restaurarlo
Luego Nehemías presentó la situación delante del rey y le pidió materiales para la reconstrucción de
los muros y las puertas, y también le pidió cartas dándole permiso para pasar por territorios
peligrosos. El rey se lo concedió, y le dio la autoridad y el poder, además le dio todas las provisiones
para realizar esta obra de restauración.
Nuestro Rey nos ha dado la autoridad de usar Su nombre, tenemos sus cartas dándonos autoridad
sobre toda fuerza del maligno, de destruir las obras de Satanás además nos dio el poder del Espíritu
Santo para hacer las obras que Cristo comenzó. Dijo:
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra, por tanto id, y haced discípulos a todas
las naciones”. (Mateo 28:18)
OPOSICIÓN DEL ADVERSARIO
No hicieron esta obra sin la oposición continúo de los adversarios. Nehemías animó el pueblo a
luchar por sus familias y a mantener viva la visión.
“Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del
pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y
pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por
vuestras mujeres y por vuestras casas.” (Nehemías 4:14)

Si tenemos una visión de lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas, tendremos oposición, pero,
aunque habrá ataque, tendremos victoria al final. Tenemos que tomar en serio nuestra situación y
los peligros reales que se acercan. La hierba mala está creciendo y ahogando la Palabra.
Un paréntesis en cuanto a quienes les pertenece la ciudad de Jerusalén. Los que quisieron estorbar
la obra.

“Pero cuando lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe,
hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis
vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey? Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, Él
nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque
vosotros NO TENÉIS PARTE NI DERECHO NI MEMORIA EN JERUSALÉN.” (Nehemías
2:19-20)

Nehemías le contestó tajantemente, “No tienes ni porción ni memorial


en Jerusalén”. Tanto en lo natural Jerusalén pertenece a los judíos, y
en lo espiritual, los nacidos de la carne no tienen parte ni suerte en la
dirección de la Iglesia, o la Jerusalén celestial.

Volver a nuestro primer amor


Los que conocieron la ciudad de Jerusalén en su época, reconocieron su estado de
devastación. Cuando miramos a la Iglesia del Nuevo Testamento en su gloria y poder, podemos
comparar la situación actual y seguramente al ver lo que Dios quiso que fuera Su Iglesia, VAMOS A
LUCHAR por restaurar en nuestras vidas y nuestras familias y en nuestras Iglesias lo que falta
corregir y cambiar.
En Isaías 58:12 Dios da una promesa de restauración y bendición para Su pueblo que le
obedece: “Y los tuyos EDIFICARÁN LAS RUINAS ANTIGUAS; los cimientos de generación y
generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para
habitar.”
Edifiquemos los muros de nuevo que a pesar de los vientos que soplan, podemos estar seguros que
el Señor nos protege. Salmos 91:4 “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás
seguro; escudo y adarga es Su verdad”.

Al conocer la situación de su pueblo y de la casa de Dios, fue muy afectado y lloró y se puso a orar
y ayunar. No se quedó indiferente ante las circunstancias que amenazaban a su pueblo.
“Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné
y oré delante del Dios de los cielos.” (Nehemías 1:4)
Cuando el rey le vio triste, cuando antes siempre estaba alegre, le preguntó que le pasaba. Al
compartir con el rey su carga, el rey le dio autoridad para pasar por territorio enemigo, y todas las
provisiones necesarias para reconstruir los muros de la santa ciudad.
Al igual, nuestro Rey, nos ha dado las cartas (los evangelios y epístolas) autorizándonos para pasar
por territorio enemigo y todas las provisiones necesarias para reconstruir la Iglesia y para protegerla
de los ataques del enemigo.

Manos a la obra
Nehemías al llegar a Jerusalén e inspeccionar las ruinas, reunió a los dispersados, a los que se
libraron del destierro y les comunicó su visión de restaurar los muros derrumbados y las puertas
quemadas. Dijo:
“Ustedes son testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus
puertas han sido consumidas por el fuego. ¡VAMOS,
ANÍMENSE! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle
de nosotros!” (Nehemías 2:17)

Al oír esto fueron animados y exclamaron, ¡Manos a la obra! Y unieron la palabra con la
acción. Cada creyente tiene esta responsabilidad de poner manos a la obra, de quitar los
escombros, de preparar la mezcla y de llevar las cargas necesarias para levantar los muros de la
casa de Dios.
Pero no hicieron esta obra sin oposición continua de sus adversarios. Cuando uno determina servir
a Dios de todo corazón y ser utilizado para edificar Su Iglesia, va a encontrar oposición. Pablo dijo:
“Porque se me ha ABIERTO PUERTA GRANDE Y EFICAZ, y muchos son los
ADVERSARIOS.” (1ª Corintios 16:9)

Si tenemos una visión de lo que Dios quiere hacer, tendremos oposición, pero aunque habrá ataque,
tendremos la victoria al final.

Burla y Desprecio
En primer lugar SE BURLARON de ellos DESPRECIANDO LA OBRA que estaban realizando.
“Cuando Sambalat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, se
disgustó muchísimo y SE BURLÓ de los judíos.

Ante sus compañeros y el ejército de Samaria dijo: ¿Qué están haciendo estos
miserables judíos? ¿Creen que se les va a dejar que reconstruyan y que vuelvan
a ofrecer sacrificios? ¿Piensan acaso terminar en un solo día? ¿CÓMO CREEN
QUE DE ESAS PIEDRAS QUEMADAS, DE ESOS ESCOMBROS, VAN A HACER
ALGO NUEVO?” (Nehemías 4:1-2)

El desánimo de los escombros


“Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y EL ESCOMBRO ES
MUCHO, y no podemos edificar el muro.” (Nehemías 4:10)

Conclusión
Dios promete que seremos llamados reparadores de muros derribados y “restauradores de calles
transitables”. Es nuestra tarea y nuestra obligación poner de nuevo los cimientos doctrinales de la
Iglesia. Sanar a los quebrantados de corazón que han sido inundados por el enemigo por traumas,
por una infancia insana o por maltratos.
Volver a edificar los muros de la seguridad de la salvación adoctrinando a la gente con la
Palabra para que el acusador de los hermanos no les haga tambalear en su fe y caer.
Llevar siempre la Espada del Espíritu, la Palabra de Dios, ceñidos mientras trabajamos, siempre
listos para dar respuesta a los que quieren saber de nuestra fe.
Procurar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Asegurar que hagamos justicia y que en la Iglesia no permitamos la levadura que infecta toda la
masa.

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